impuestos: aprendiendo del pasado - charles adams

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I Congreso Nacional de Economía Política de la Asociación Mutual de Trabajadores del Arte, la Cultura y Actividades Afines 1 Rafael Oscar Cuello /Contador Público Nacional Año I Número 12 - Febrero del 2000 IMPUESTOS: APRENDIENDO DEL PASADO Por Charles Adams El siguiente texto forma parte del libro de Charles Adams "For Good and Evil." The Impact of Taxes on de Course of Civilization" (Para bien y mal. El impacto de los impuestos en el curso de la civilización.) A lo largo del mismo, este autor norteamericano analiza el rol que tuvieron los impuestos en numerosos eventos históricos relevantes, desarrollando la hipótesis de que los impuestos constituyen uno de los principales motores de la historia. En sus propias palabras: "A lo largo de la historia, es muy raro que nos encontremos con héroes... Los impuestos, sin embargo, están siempre presentes, y frecuentemente tienen un fuerte impacto sobre nuestras vidas - para bien y para mal. Tanto la prosperidad como la caída de naciones siempre han tenido un factor impositivo..." "La historia hace sabios a los hombres" - Sir Francis Bacon Polybius, considerado el mayor historiador del mundo antiguo, afirmó que la mejor preparación para la política era el estudio de la historia, para poder evitar los desastres cometidos por otros. Un filósofo moderno, George Santayana, lo siguió, afirmando que aquellos que no pueden aprender de la historia están condenados a repetirla. Si bien estos axiomas se repiten frecuentemente, no son aplicados al tema impositivo -al menos no en el siglo XX. Sin embargo, del presente estudio se desprende que el tipo equivocado de impuestos ha traído terribles calamidades a la civilización. Un impuesto que grava excesivamente a sus ciudadanos es como un esposo que comente adulterio. La destrucción que causa no es aparente hasta que ya es demasiado tarde. Cuando un gobierno impone impuestos demasiado altos pueden ocurrir cuatro cosas, tres de las cuales son malas: rebelión, huida para no pagar impuestos, y evasión. Existen incluso mayores daños que los impuestos altos pueden causar a la sociedad: inflación crónica, baja productividad y crecimiento económico lento, restricciones a la libertad por las regulaciones de la burocracia estatal, erosión gradual de la libertad individual y de la autodeterminación por parte de un estado paternalista, y un sistema impositivo punitivo y confiscatorio. La mayor parte de los contribuyentes no ve más allá de sus problemas cotidianos, que son suficientemente deprimentes. Hasta la década del '80, las tasas impositivas estaban fuera de control. Los gobiernos parecían incapaces de parar las tasas impositivas en constante aceleración y las crecientemente complejas leyes tributarias. Finalmente comenzaron a disminuir un poco las tasas, pero la

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Excelente documento, que ayuda a comprender un poco de historia de los impuestos.

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Page 1: Impuestos: Aprendiendo del Pasado - Charles Adams

I Congreso Nacional de Economía Política de la Asociación Mutual de Trabajadores del Arte, la Cultura y Actividades Afines

1Rafael Oscar Cuello /Contador Público Nacional

Año I Número 12 - Febrero del 2000

IMPUESTOS: APRENDIENDO DEL PASADO

Por Charles Adams

El siguiente texto forma parte del libro de Charles Adams "For Good and Evil." The Impact of Taxes on de Course of Civilization" (Para bien y mal. El impacto de los impuestos en el curso de la civilización.) A lo largo del mismo, este autor norteamericano analiza el rol que tuvieron los impuestos en numerosos eventos históricos relevantes, desarrollando la hipótesis de que los impuestos constituyen uno de los principales motores de la historia. En sus propias palabras: "A lo largo de la historia, es muy raro que nos encontremos con héroes... Los impuestos, sin embargo, están siempre presentes, y frecuentemente tienen un fuerte impacto sobre nuestras vidas - para bien y para mal. Tanto la prosperidad como la caída de naciones siempre han tenido un factor impositivo..."

"La historia hace sabios a los hombres" - Sir Francis Bacon

Polybius, considerado el mayor historiador del mundo antiguo, afirmó que la mejor preparación para la política era el estudio de la historia, para poder evitar los desastres cometidos por otros. Un filósofo moderno, George Santayana, lo siguió, afirmando que aquellos que no pueden aprender de la historia están condenados a repetirla. Si bien estos axiomas se repiten frecuentemente, no son aplicados al tema impositivo -al menos no en el siglo XX. Sin embargo, del presente estudio se desprende que el tipo equivocado de impuestos ha traído terribles calamidades a la civilización. Un impuesto que grava excesivamente a sus ciudadanos es como un esposo que comente adulterio. La destrucción que causa no es aparente hasta que ya es demasiado tarde.

Cuando un gobierno impone impuestos demasiado altos pueden ocurrir cuatro cosas, tres de las cuales son malas: rebelión, huida para no pagar impuestos, y evasión. Existen incluso mayores daños que los impuestos altos pueden causar a la sociedad: inflación crónica, baja productividad y crecimiento económico lento, restricciones a la libertad por las regulaciones de la burocracia estatal, erosión gradual de la libertad individual y de la autodeterminación por parte de un estado paternalista, y un sistema impositivo punitivo y confiscatorio.

La mayor parte de los contribuyentes no ve más allá de sus problemas cotidianos, que son suficientemente deprimentes. Hasta la década del '80, las tasas impositivas estaban fuera de control. Los gobiernos parecían incapaces de parar las tasas impositivas en constante aceleración y las crecientemente complejas leyes tributarias. Finalmente comenzaron a disminuir un poco las tasas, pero la

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complejidad ha aumentado. Los impuestos podrían ser considerados un flagelo del siglo XX, junto con las guerras mundiales, la polución y la superpoblación. En nuestra búsqueda de sabiduría, la historia de los impuestos nos brinda numerosas conclusiones brillantes.

Hemos intentado clarificar el impacto de los impuestos sobre la historia y sobre la vida de los individuos. Las sospechas de numerosos escritores e historiadores de que numerosos imperios caen por cuestiones fiscales son corroboradas por la historia y están en auge. Muchos de los grandes acontecimientos históricos, con certeza la mayoría de las revoluciones, tienen sus raíces en cuestiones fiscales. Los impuestos han sido con frecuencia la chispa que enciende la pólvora del descontento humano, pero una vez que ocurre la explosión, raramente lo recordamos. Incluso en aquellas civilizaciones que han desaparecido, de las cuales conocemos tan poco -si sus silenciosos templos y ruinas hablaran, ¿qué historias de impuestos nos podrían contar? De acuerdo a un experto en el tema, la antigua civilización maya terminó cuando los ciudadanos que pagaban impuestos simplemente desaparecieron en la jungla en vez de pagarlos.

A esta altura debe estar claro que los impuestos constituyen un excelente barómetro del orden social.

Nada refleja con mayor fidelidad a una nación que su sistema impositivo. La mejor manera de analizar a una sociedad es viendo quiénes pagan impuestos, sobre qué se paga impuestos, y cómo se determinan, recolectan y gastan los mismos. Aquellos que controlan el proceso político sufren invariablemente una menor carga fiscal que aquellos que se encuentran afuera. Los que están en control del sistema tienen la prerrogativa de evitar los impuestos; la evasión es la opción de aquellos que se encuentran afuera.

Hemos notado cómo, desde los inicios de la civilización, la historia de la libertad humana se encuentra entrelazada con la historia de los impuestos. Las leyes impositivas han restringido la libertad con mucho mayor frecuencia que invasores extranjeros. Este es un importante vacío de nuestra visión histórica.

Castigamos fuertemente a los rusos y a los comunistas, hasta el punto de incurrir en gastos militares que se encuentran más allá de nuestras posibilidades presupuestarias, pero ignoramos al villano que aquí mismo cada año nos quita más y más privacidad y libertades civiles con el objetivo de proteger los ingresos.

También hemos aprendido que el patriotismo es soluble en impuestos -se disuelve fácilmente. La huida para evitar impuestos ha sido una de las principales causas por la que la gente emigra de su país de origen. Para entender este fenómeno, debemos recurrir nuevamente a la analogía del esposo infiel.

Desde tiempos bíblicos, en el contrato matrimonial, "tanto en la prosperidad como en la adversidad," no incluía el adulterio. No solo se justificaba en estos casos el divorcio, sino que a veces el esposo culpable era condenado a muerte. Al igual que el matrimonio, la relación política del ciudadano y el estado también está basada en un contrato un también implica un "tanto en la prosperidad como en la adversidad,". Además, como en un matrimonio, existen ciertos pecados hacia los cuales la

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tolerancia no es requerida ni esperada. Los impuestos se encuentran en esta categoría. En la Declaración de Independencia, los norteamericanos justificaron la traición y la violencia porque Gran Bretaña "nos estaba imponiendo impuestos sin nuestro consentimiento." Este principio es antiguo.

En el siglo XV, siguiendo a la muerte de Charles the Bold quién había reinado sobre la mayor parte de Francia y los Países Bajos, Mary of Burgundy tuvo que enfrentarse a súbditos descontentos, sobrecargados de impuestos, a punto de llevar a cabo una rebelión. Para conservar la paz, moderó la presión fiscal y promulgó una famosa carta, como la Carta Magna, que era llamada el "Gran Privilegio."

A través de la misma se expandieron los principios de la Carta Magna -si cualquier mandatario viola los derechos fiscales y libertades de su gente, la gente quedaría librada de sus obligaciones civiles hacia el estado. En otras palabras, tenían derecho a divorciarse, y el estado había perdido su poder.

La infidelidad en materia fiscal ha tenido una larga historia de desastres y calamidades. La Revolución Americana no fue algo excepcional. Gobiernos culpables, así como los esposos culpables, han sido condenados a muerte. La mayoría de las veces la parte perjudicada se divorcia del esposo infiel y deja su patria sin remordimientos. Cuando esto no es posible, la violencia suele ser la consecuencia allí donde la evasión no es posible. Las atrocidades cometidas por nuestros agentes contra los recaudadores de impuestos nos recuerdan la violencia que puede generarse cuando un esposo es infiel. El comportamiento humano puede volverse explosivo cuando se trata de problemas con el fisco. Una persona abrumada por deudas fiscales frecuentemente reacciona como un animal salvaje en una trampa. Diferimos de nuestros ancestros básicamente en la manera en que combatimos en estrés que nos causan los impuestos. Nosotros tomamos tranquilizantes o, como los suecos, tomamos en exceso. Nuestros ancestros ponían punto final a sus frustraciones atacando al recaudador de impuestos más cercano, incluso aunque fuera inocente.

Nuestra constitución federal no nos es de mucha ayuda, aunque halla sido diseñada para proteger a los contribuyentes.

En la actualidad, la Corte Suprema, cuando se enfrenta a casos constitucionales relacionados con los impuestos, se comporta como Pontius Pilate, quién "tomó agua, y se lavó las manos ante la multitud." Los contribuyentes no encontrarán amigos en las cortes, y los procedimientos para disputas fiscales tienen poco de justos. Son finalmente la prensa y la opinión pública los que nos brindan la poca protección que tenemos ante el fisco. La ley no nos protege, y los legisladores tienen más interés en satisfacer al fisco que en escuchar y hacer caso a las quejas de los contribuyentes.

Desgraciadamente, no es posible abolir los impuestos. No podemos sobrevivir sin un gobierno responsable, y eso requiere de impuestos. Las contribuciones voluntarias para el mantenimiento del gobierno, como las liturgias griegas y romanas, son ajenas a nuestro orden social.

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Los impuestos son extracciones forzadas. La pérdida de dinero a causa de los impuestos frecuentemente enfurece a la gente y causa revueltas. Es por ello que los gobiernos deben manejar la administración de los impuestos con suma prudencia y sabiduría. Muchas leyes son toleradas aunque la gente no esté de acuerdo con ellas, pero las leyes fiscales, cuando son malas, no serán fácilmente toleradas. Cuando los ciudadanos se enfurecen por los impuestos, es muy probable que tarde o temprano algo ocurra. Puede haber violencia, como en la Revolución Americana, o simplemente evasión o huidas para evitar pagar los impuestos. Los contribuyentes enojados no se limitan a quejarse, sino que están dispuestos a usar la fuerza y la violencia si es necesario. Esta es, sin dudas, la lección más importante de la historia de los impuestos.

En última instancia, el aspecto moral de los impuestos debería aplicarse tanto al estado como al contribuyente. Esto ha sido ampliamente ignorado por los gobiernos de todo el mundo. Un gobierno que carga a sus ciudadanos con impuestos injustos y excesivos pierde toda justificación moral en cuanto al cumplimiento y no puede quejarse si los contribuyentes crean todo tipo de esquemas para protegerse, incluyendo ilegales. De hecho, un gobierno que actúa de esta manera perdería, bajo el principio del "Gran privilegio" el derecho a gobernar, y sería lo que nosotros hemos llamado un esposo infiel.

La ética de la política fiscal de una sociedad debe desarrollarse, entonces, a partir de dos principios morales: En primer lugar, el primer deber de todo gobierno es desarrollar un sistema fiscal justo y recto: justo en la manera en que se recaudan y administran los impuestos, y recto en la manera en que los ingresos fiscales son administrados y gastados. En segundo lugar, constituye el deber de cada persona pagar una porción justa de los gastos de mantener un gobierno que lo sirve y protege. Este segundo principio no puede operar si el gobierno no cumple con su parte del contrato político.

Finalmente, existen otras lecciones y máximas que este estudio ha traído a la luz, no todas tan importantes como los dos principios anteriormente descriptos, pero sin dejar de ser lecciones valiosas que no pueden ser ignoradas. A continuación, un resumen de las más importantes:

1. Muchas grandes naciones cayeron por su elevada presión fiscal; al contrario, muchas naciones se volvieron grandes porque implementaron el tipo correcto de impuestos, que estimulaba el crecimiento y alentaba los emprendimientos.

2. Todo aquello a lo que se le aplique un impuesto debe ser inspeccionado y registrado; en consecuencia, si un sistema impositivo abarca todo, la libertad pasa a ser inexistente.

3. Cuando los impuestos abarcan demasiados aspectos de la vida económica el fisco adquiere demasiado poder, el cual tiende a extenderse no solo por sobre los contribuyentes, sino también por sobre los demás poderes del gobierno. Incluso reyes y emperadores han tenido que someterse al poder de su oficina fiscal.

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4. Los antiguos griegos crearon la primer civilización no despótica; lo lograron descubriendo que la tiranía es el producto del tipo equivocado de impuestos, especialmente los impuestos indirectos (a los consumos).

5. Cuando se produce una guerra u otra gran emergencia que requiera grandes sumas de dinero, todos los ciudadanos deben ser gravados de acuerdo a principios equitativos, no arbitrariamente.

6. La naturaleza no garantiza igualdad de riqueza. Unos pocos ciudadanos se harán muy ricos, y naturalmente deberían compartir esa riqueza con la comunidad. Pero este compartir debe lograrse mediante argumentos morales y a través de la opinión pública, no por la fuerza y a través de la confiscación.

7. Todos los ciudadanos, desde los reclutas militares hasta los líderes de la sociedad, deben servir al estado desinteresadamente, y en lo posible honorariamente, motivados por el amor a su país y la obligación de servir. Su principal recompensa debería ser el aprecio que reciben de los otros ciudadanos por haber realizado un buen trabajo.

8. El descontento de los contribuyentes amenaza la paz y la prosperidad del orden social; en consecuencia, el ala criminal del sistema impositivo debe estar dirigido contra agentes fiscales opresores y no contra contribuyentes furiosos.

9. Todos los impuestos requieren del consenso, ya sea por las costumbres o por el consenso de los contribuyentes. Cuando el estado grava a sus ciudadanos sin consenso, más allá de lo justo y necesario que sea el impuesto, se justifican la rebelión y la desobediencia civil.

10. Las exenciones impositivas son inherentemente injustas, salvo que se apliquen de igual manera a todos. Si el principio constitucional de igualdad ante la ley se llega a aplicar alguna vez a los impuestos, entonces aquellos que controlan el sistema impositivo deben ser gravados de igual manera que aquellos que se encuentran afuera. Esto significa que, en una aristocracia u oligarquía, la minoría debería tener los mismos impuestos que la mayoría, y en una democracia, que la mayoría debería enfrentar los mismos impuestos que la minoría.

11. Si queremos defender la libertad exitosamente frente al estado, entonces se debe preservar la privacidad financiera. La privacidad bancaria es una de las bases de la libertad, y tiene su origen en la vieja ley inglesa que decía que el castillo de un hombre (principalmente su tesoro) se encuentra más allá de la inspección del rey.

12. Los impuestos han sido numerosas veces causa de revoluciones. La gente rara vez se alza y se rebela si la carga fiscal es razonable.

13. Un líder sabio no modifica un sistema fiscal efectivo. Destruye el orden social si es necesario, como Cortés Conde en México, pero nunca se destruye un sistema fiscal que funciona.

14. Las guerras generan nuevos impuestos y altas tasas impositivas, pero cuando termina la emergencia, el gobierno siempre intentará retener sus recientemente ganados poderes fiscales.

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15. Al aumentar los impuestos, aumenta la evasión.

16. Una vez que la evasión fiscal se enquista en una sociedad, es muy difícil eliminarla.

17. La evasión fiscal no siempre es un mal; frecuentemente ha sido una sana válvula de escape de la rebelión y la violencia.

18. Las grandes riquezas desaparecen como por arte de magia cuando los gobiernos crean impuestos para "sacarle a los ricos". Los ricos siempre cuentan con los medios para escapar de altos impuestos.

19. El impuesto a las ganancias es una forma bastarda del impuesto a la riqueza, porque cuanto más rica es una persona, tanto más fácil es para esa persona evitar tener una alta base imponible. La riqueza de una persona y su habilidad para pagar no necesariamente se relaciona con el tamaño de su importe imponible.

20. La gente tiende a resistir impuestos altos de las siguientes maneras: En primer lugar, eludiendo el impuesto mediante medios legales; en segundo lugar, si esto falla, recurren a la evasión o a la huida para evitar impuestos; en tercer lugar, se rebelan; y finalmente, cuando no hay otra alternativa, han aceptado la servidumbre cuando era la única manera de evitar altos impuestos.

21. Las tasas impositivas progresivas no tienen principios ni estándares y se han transformado rápidamente en odiosas arbitrariedades cuando estaban dirigidas hacia minorías ricas en dinero pero pobres en votos.

22. El patriotismo es soluble en una excesiva presión impositiva, en la opresión en las tasas impositivas o en la manera en que se determinan los impuestos o en la recaudación.

23. Históricamente, la conciencia de aquellos que crean los impuestos ha sido como el queso suizo -lleno de agujeros; cuando esto ocurre, la conciencia de los contribuyentes también se asemeja a un queso suizo.

24. Los impuestos que no son imparciales y justos para con todos los contribuyentes pierden toda su fuerza como obligación moral.

25. "Los impuestos son lo que pagamos por una sociedad civilizada," pero qué impuestos se establecen y cómo se gastan determina el grado en que nuestra sociedad es buena o mala.

26. La libertad tiende a llevar consigo las semillas de su propia destrucción, pues los hombres libres tenderán a otorgar a sus gobiernos excesivos poderes fiscales, sin darse cuenta de que estos poderes fiscales destruirán la misma libertad que querían preservar.

27. La guerra implica gastos extraordinarios. Los gastos extraordinarios implican altos impuestos. Altos impuestos coartan el comercio y llevan al estancamiento y declive económico.

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Como muestran los `90, una pregunta esencial es: ¿Permanecerán las reducciones impositivas llevadas a cabo en los ´80, o serán estas reformas un breve momento de inteligencia en un siglo caracterizado por altísimos impuestos? Si permanecen, vamos a poder observar un continuo achicamiento de la economía informal y una disminución de la evasión y de la elusión, las cuales han estado creciendo por décadas. La riqueza de unos pocos ya no huirá a paraísos fiscales, y el crecimiento económico del país podría incluso alcanzar al de los tigres asiáticos que han adoptado un sistema fiscal sabio y prudente. Esta es una de las razones de nuestro declive económico. Un sistema fiscal inteligente no forma parte de las prioridades del gobierno.

El principal problema, casi nunca tratado por los reformadores del sistema impositivo, no es la cuestión de las tasas impositivas -pues no podemos juzgar un sistema impositivo únicamente por sus tasas- sino los peligros creados por los crecientes poderes de espionaje y por las leyes penales utilizadas en casos fiscales. Es esto, y no las tasas impositivas, la principal batalla de nuestros tiempos entre gobierno y sociedad civil. El resultado determinará el tipo de libertades civiles que heredarán nuestros descendientes en el siglo que se inicia. Puede que, al contrario de los suizos, no digan que "quieren ser tan libres como sus padres." Probablemente querrán ser más libres, mucho más libres.

El transcurso de nuestra civilización podría asemejarse a la era final del mundo antiguo, cuando el pago de los impuestos era controlado por el estado romano, con la servidumbre del recaudador de impuestos.

Esta servidumbre fue instituida para asegurar el cumplimiento y para controlar fraudes, huidas y rebeliones de los contribuyentes. Gibbon describió este período como una "perpetua lucha entre los poderes de la opresión y las artes del fraude." Pero Gibbon estaba equivocado. Para el contribuyente romano promedio, la lucha no era perpetua. Poco después de las reformas de Diocleciano, la batalla había terminado para casi todos los romanos; ellos, sus hijos, y sus nietos, estaban encadenados al sistema fiscal. La ciudadanía romana, que en su momento había sido el orgullo de todo romano y la envidia de todos los demás, se transformó en una mera esclavitud para casi todos, exceptuando a aquellos que gozaban de inmunidad fiscal. Esta servidumbre del alguna vez libre ciudadano romano constituyó el triunfo final del fisco sobre todos los fraudes y las evasiones que habían puesto en peligro los ingresos del emperador.

Las condiciones existentes en la actualidad son bastante similares. Excepto unos pocos, la mayoría de los contribuyentes no pueden esperar triunfar en su lucha contra los enormes poderes que se han dado al fisco en el estado moderno. Si el fisco finalmente es victorioso, quizá no nos veamos atados a nuestro trabajo como los romanos, pero todo indica que la que ganemos en nuestro trabajo o de otras fuentes será transferido al gobierno. Incluso puede ser que desaparezca el dinero, cuando supercomputadoras registren toda operación comercial que realicemos mediante un número fiscal. Lo que ocurrirá con más probabilidad es que nuestras tarjetas de Seguridad Social se transformarán en algo así como tarjetas de crédito, que serán pasadas por las pequeñas computadoras que hoy se usan en casi todas las tiendas.

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Inmediatamente, todo lo que hacemos podrá ser almacenado en nuestro registro en el fisco, un registro que ya no será privado. Un presidente paranoico o un agente del FBI podría saber todo acerca de usted instantáneamente -sus creencias, acciones, probablemente en que piensa, y donde se encuentra en ese momento.

Los escribas de los faraones que se dedicaban a espiar y registrar tendrán su contraparte en el mundo moderno.

Silenciosamente, el número de identificación fiscal y la computadora harán burla de nuestra libertad y privacidad.

Incluso los ex soviéticos pudieron haber estado bajo menos vigilancia. Hoy, nos envidian; mañana, puede que nosotros los envidiemos a ellos.

¿Terminaremos como siervos, como los romanos tardíos? La dirección actual de las leyes penales en materia fiscal y los instrumentos de vigilancia hacen factible esta posibilidad. Podríamos encontrarnos en una relación de neoservidumbre hacia el fisco moderno. Si eso ocurre, entonces la batalla entre democracias y dictaduras entrará en una nueva fase, en la que la opción no será libertad o servidumbre, sino qué tipo de servidumbre.

Traducción de Verena Wachnitz