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IMPACTO DE LA BIOTECNOLOGÍA EN LA ALIMENTACIÓN HUMANA Daniel Ramón Vidal Catedrático Universidad de Valencia e Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (CSIC). El objetivo primordial de este trabajo es comprender el problema de la biotecnología de los alimentos y los alimen- tos transgénicos. Lo primero que se puede detectar es que muchísima gente habla de lo que es biotecnología de los alimentos y de lo que son los alimentos transgénicos, pero en realidad muy pocos saben de lo que están hablando. En diciembre de 2001 apareció publicado un artículo en Times que lleva- ba por título ¿Podrán los alimentos Frankenstein alimentar al mundo? Frankenstein es el término despectivo con el que los anglosajones denominan a los alimentos transgénicos y el autor de dicho artículo es Bill Gates, el dueño de Micro- soft. Esto nos demuestra que mucha gente puede hablar de

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IMPACTO DE LA BIOTECNOLOGÍA EN LAALIMENTACIÓN HUMANA

Daniel Ramón VidalCatedrático Universidad de Valencia e Instituto de Agroquímica y Tecnologíade Alimentos (CSIC).

El objetivo primordial de este trabajo es comprender elproblema de la biotecnología de los alimentos y los alimen-tos transgénicos.

Lo primero que se puede detectar es que muchísimagente habla de lo que es biotecnología de los alimentos yde lo que son los alimentos transgénicos, pero en realidadmuy pocos saben de lo que están hablando. En diciembrede 2001 apareció publicado un artículo en Times que lleva-ba por título ¿Podrán los alimentos Frankenstein alimentar

al mundo? Frankenstein es el término despectivo con el quelos anglosajones denominan a los alimentos transgénicos yel autor de dicho artículo es Bill Gates, el dueño de Micro-soft. Esto nos demuestra que mucha gente puede hablar de

alimentos transgénicos, aunque ojalá todo el mundo habla-ra con el conocimiento de causa que lo hace Bill Gates, por-que realmente el artículo es fantástico y pone el dedo en layaga de los problemas fundamentales en torno a la comer-cialización de los transgénicos. Pero lo normal es que lagente hable mucho de biotecnología, de transgénicos y enrealidad no sepan de lo que están hablando.

Se parte de un problema fundamental: los científicos con-cebimos por biotecnología algo distinto de lo que los consu-midores entienden en la Unión Europea. Desde la ciencia, bio-tecnología es usar un organismo vivo con un fin industrial. Porlo tanto, cuando se cultiva en un fermentador un hongo comoPenicillium para producir penicilina se está haciendo biotecno-logía porque se está utilizando un organismo vivo microscópi-co para producir algo que luego se embotella y vende. Por estamisma razón, biotecnología de alimentos sería utilizar un or-ganismo vivo para producir un alimento. No obstante, eso estoda la alimentación porque todo lo que comemos es un ani-mal o un vegetal o es un sustrato animal o vegetal fermenta-do por un microorganismo. Por lo tanto, todos son organismosvivos y al final todo lo comercializamos en los supermercados.

Esa es una definición muy estricta de biotecnología de losalimentos que está muy lejana de la que el consumidor eu-ropeo percibe, porque lo que éste entiende por biotecnolo-gía es genética con los alimentos.

Frente a esta actitud del consumidor europeo en elmundo académico hay dos actitudes. Hay gente que sim-

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plemente se rasga las vestiduras e intenta convencer a losconsumidores de que eso no es biotecnología o que sólo esono es biotecnología y hay otros que adoptan una posturamucho más pragmática y piensan que si eso es lo que opinael consumidor, habría que explicarle que, aun aceptando quebiotecnología de alimentos es genética en la alimentación,lo venimos haciendo desde hace muchísimos años. Siguien-do esta segunda línea, diremos que la genética en la ali-mentación se ha aplicado durante miles de años, desde queel hombre se hizo agricultor o ganadero, y tenemos múlti-ples ejemplos que lo ilustran.

En el antiguo Egipto, hace cuatro mil años, se hacía pany cerveza, que era la bebida oficial del antiguo Egipto, utili-zando una levadura denominada saccharomyces cerevisiae,la misma que hoy en día utilizan nuestros panaderos y nues-tros cerveceros. Haciendo estudios de genómica comparati-va se ha podido demostrar que hay grandes diferencias ge-néticas entre las cepas que hoy en día utiliza el sector pa-nadero o el sector cervecero. Por lo tanto, en estos cuatromil años de alimentación con pan y cerveza ha habido cam-bios genéticos importantes en el genoma de los microorga-nismos responsables de esas dos fermentaciones.

Lo mismo sucede si observamos el teosinte, que es el an-cestro evolutivo del maíz, y una mazorca de maíz actual. Enmedio hay aproximadamente ocho mil años de evolución enlos que se han producido cambios morfológicos muy impor-tantes que sólo se explican por cambios genéticos.

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Quizás sea bueno recordar que todos los avances que sehan producido en alimentación, obteniendo mejores varieda-des vegetales, mejores razas animales, mejores fermentospara producir alimentos y bebidas fermentadas, se han con-seguido gracias al empleo de técnicas genéticas en la in-mensa mayoría de los casos de forma totalmente empírica,sin que el agricultor o el ganadero lo supiera. Sólo desdehace unos pocos años, se trabaja teniendo un mínimo co-nocimiento de lo que se está haciendo.

En estos miles de años construyendo nuevos alimentosutilizando genética, se han empleado principalmente dos téc-nicas genéticas:

La primera técnica es la aparición de mutantes espontá-neos, su selección y su cultivo posterior, que es lo que engenética llamamos la variabilidad, la aparición de mutantes.

La segunda técnica utilizada es el cruce sexual, que con-siste en cruzar dos parentales, llevar a cabo una hibridacióny, en la descendencia, buscar productos con mejores carac-terísticas organolépticas.

La gente no se da cuenta de que comemos diariamentemuchas cosas que han sido sometidas a mutación o a crucesexual y para ello hay que poner ejemplos. Quizás uno muyatractivo sea el de la familia de las coles, que tiene distin-tos tipos: la col tradicional, la coliflor, el brócoli o la col deBruselas. Gracias a trabajos de biología molecular hoy sa-bemos que todos ellos provienen de un ancestro evolutivo

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común, un ancestro que contenía en su genoma miles degenes. En el caso concreto de la col hoy está perfectamen-te identificado a escala molecular que un gen responsabledel desarrollo, uno de entre decenas de miles de genes,mutó. La mutación en ese gen dio lugar a un monstruo conun aumento de las yemas impresionante que algún agricul-tor vio, le pareció atractivo, lo cultivó y ha llegado hastanuestra mesa con el nombre de col. Mutaciones en genesdistintos dieron lugar a la coliflor, al brócoli o a la col de Bru-selas. Este ejemplo nos demuestra que la práctica totalidadde lo que comemos son mutantes.

En cuanto a la segunda técnica, la técnica de la hibrida-ción, se ha hecho uso y abuso de ella, sobre todo en lamejor genética del vegetal, y un buen ejemplo de ello sonlos trigos con los que se hacen nuestros panes o se hacennuestras pastas alimenticias (macarrones, espaguetis, etcé-tera.). Este caso es fascinante porque disponemos no sólode los ancestros, sino de todos los eslabones intermedios,de forma que es posible reconstruir toda la filogenia de lostrigos desde las variedades ancestrales. Así, comprobamosque las formas de las espigas son radicalmente distintas ala del trigo primigenio, aunque las variedades de trigo queactualmente cultivamos son monstruos que serían incapacesde sobrevivir en la naturaleza porque no dispersan sus se-millas.

Pero esas diferencias en la forma de la espiga son nadaen comparación con las diferencias que han sufrido sus ge-nomas. Las variedades ancestrales tenían dos copias de

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cada uno de sus cromosomas; eran diploides como la es-pecie humana. Las variedades con las que hoy en día ha-cemos nuestro trigo son hexaploides, tienen seis copias decada cromosoma. Son, por lo tanto, auténticos puzzles ge-néticos donde hemos mezclado genes provinientes de dis-tintos organismos utilizando la mutación y el cruce sexual.

Creo que estos dos ejemplos son cotidianos en la dietade cualquier persona y sobran para demostrar que genéticaen la alimentación la venimos aplicando desde hace milesde años. Pero hay que explicar cómo la hemos aplicado, yha sido con una falta de conocimiento terrible, porque hemospasado prácticamente doce mil años de empirismo en losque todo esto se ha producido: se han mejorado ostensi-blemente las razas de animales de granja, las variedades ve-getales comestibles, pero quien lo había hecho lo habíahecho sin ningún conocimiento de causa de lo que estabahaciendo.

Asimismo, hace apenas unos ciento setenta años queGregor Mendel, trabajando con un alimento, los guisantes,empezó a traer claridad a este asunto. Lo único que él dijofue que aquello que mutaba o aquello que se cruzaba teníauna estructura física y, años más tarde, alguien lo llamo gen,provocando el arranque de la genética moderna. Y lo que síque es cierto, es que desde entonces el desarrollo ha sidoespectacular y ha ido a una velocidad increíble.

Estos doce mil años de empirismo llevaron a que en ape-nas ciento setenta años hayamos empezado a entender la

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historia. Hace un mes se cumplieron cincuenta años de queWatson, Crick, Rosalind Franklin y Maurice Wilkins nos dije-ran que los genes de cualquier organismo vivo están hechosde un material bioquímico al que llamamos ácido desoxirri-bonucleico, ADN, y que formularan una hipótesis muy clara,una hipótesis republicana de la biología molecular que diceque los genes de cualquier coliflor están hechos del mismoADN que los genes de Juan Carlos I.

En este rápido avance, hace aproximadamente veinticin-co o treinta años en el laboratorio hemos aprendido a haceralgo fascinante: coger el genoma de cualquier organismovivo, con sus decenas de miles de genes, cortarlo con unasherramientas moleculares que nos permiten fragmentarlo enzonas precisas y conocidas y, por ende, seleccionar peque-ños fragmentos que portan uno o a lo sumo dos o tresgenes. En muchas ocasiones un fragmento es posible co-rrelacionarlo con un único gen, que se conoce perfectamenteporque es posible secuenciarlo nucleótido a nucleótido. Esegen, cuyo conocimiento molecular es exhaustivo, lo tenemosen el tubo de ensayo en el laboratorio, somos capaces, siqueremos de introducir mutaciones puntuales o no, reintro-ducirlo en el organismo original o no, llevarlo a un organis-mo distinto o no. Al global de todas esas técnicas le llama-mos ingeniería genética.

Por lo tanto, desde el punto de vista formal de la cien-cia lo que ha ocurrido en los últimos años es que al baga-je de técnicas que teníamos, mutación y cruce sexual, le po-demos añadir una tercera: la ingeniería genética.

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¿Qué diferencia hay entre esta técnica y las anteriores?Sólo hay dos diferencias:

En primer lugar, ya no trabajamos al azar, ni se muta al azarni se cruza al azar; sabemos con qué estamos trabajando.

Y, en segundo lugar, no trabajamos con miles de genes,sino que trabajamos con un único gen.

Pero, desde el punto de vista de la tecnología de los ali-mentos, lo enormemente atractivo es que esta nueva tec-nología, la ingeniería genética, a diferencia de las anteriores,la podemos aplicar en cualquier eslabón de la cadena de unalimento. Por ejemplo, en el caso del pan se puede aplicaringeniería genética para generar trigos transgénicos. Asimis-mo, se puede hacer ingeniería genética del microorganismoresponsable de la fermentación, en este caso la levadura pa-nadera. También, muchos de los aditivos que se utilizan enpanificación, por ejemplo, la enzima amilasa, es posible so-breproducirla de forma mucho más pura mediante técnicasde ingeniería genética. Incluso, en el alimento final, por téc-nicas de biología molecular, podemos detectar fraudes o lapresencia de patógenos. Lo fascinante desde la tecnologíade los alimentos es esta globalidad de la aplicación de lastécnicas de ingeniería genética y biología molecular a lo largode la cadena de producción de los alimentos, aunque muypocas veces se mencione.

Estamos frente a una nueva técnica, que por supuesto,tiene limitaciones, como se verá al final, como cualquier otra

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técnica, pero que tiene muchas menos limitaciones que lasque tienen las que hasta ahora habíamos utilizado. Asimis-mo, el atractivo fundamental es poderlo utilizar en los dis-tintos eslabones de la cadena de producción.

La nueva biotecnología de los alimentos es una biotec-nología que, sin olvidar las técnicas tradicionales que segui-rán teniendo muchísima utilidad, incorpora una nueva técni-ca cuya potencialidad es importante.

No obstante, el producto estrella de esta nueva biotec-nología de los alimentos son los alimentos transgénicos y,como ya se dicho al principio, mucha gente habla de ellossin saber de lo que está hablando. A mí me gustaría res-ponder a tres preguntas que son las que planteo aquí: defi-nir qué es un alimento transgénico; ver cuántos hay; y tam-bién discutir en qué se diferencian de los convencionalesantes de seguir hacia delante.

La definición de un alimento transgénico no es fácil. Yoentiendo por alimento transgénico aquel en cuyo diseño sehan utilizado técnicas de ingeniería genética. Pero eso, quehoy en día está muy claro, ha sufrido una evolución a lo largode los últimos diez o doce años. Hasta el año 1996 tan sóloalgunos países como Inglaterra u Holanda vendían alimentostransgénicos. Pero a partir de 1996 entró en vigor una re-glamentación en la Unión Europea de uso obligatorio entodos los países miembros que establecía un nuevo marco.Entró en vigor en 1997 y en 1996 se dieron dos autoriza-ciones para comercializar en toda la Unión Europea una soja

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y un maíz, a partir de los cuales es posible obtener aditivosalimentarios. Por ejemplo, de ese maíz una harina de maízo de esa soja una lecitina de soja.

Así pues, hasta el año 1996, antes de la comercializa-ción de estos productos, el consumidor europeo entendíaque un alimento transgénico era aquel en el que se aplica-ba ingeniería genética, o bien en la materia prima o, si eraun alimento de bebida fermentada, en el microorganismoresponsable de la fermentación. Esto es una definición res-tringida de alimento transgénico.

Cuando entra en vigor la comercialización de ese maíz yde esa soja transgénica, los consumidores europeos empie-zan a exigir, mediados mucho por la presión de algunos gru-pos que se oponían a la comercialización de los transgéni-cos, que si una galleta portara harina de maíz provenientede un maíz transgénico, querrían que esa galleta se etique-tara como transgénica. Por consiguiente, se produce unaampliación de la definición de alimento transgénico.

Este cambio de concepto es importante porque permiteo no permite dar respuesta a la segunda pregunta: si nosatenemos a la definición restringida a fecha de hoy en todoel mundo, se han comercializado ochenta alimentos trans-génicos, sobre todo en Estados Unidos, en Australia y en Ca-nadá; en la Unión Europea solamente una soja y un maíz.Pero si nos atenemos a la definición ampliada, no hay res-puesta a esta pregunta. No es posible decir cuántos ali-mentos transgénicos hay comercializados en todo el mundo.

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Podríamos pensar que esto se debe a que hay muchos ali-mentos que portan harina de maíz o lecitina de soja prove-nientes de estas variedades transgénicas no se están eti-quetando. No es así ya que todos los seguimientos, todoslos controles que se han aplicado hasta ahora en la UniónEuropea demuestran que esa situación no se está dando yel problema no está ahí. El problema está en la utilizaciónde unos aditivos alimentarios, que son las enzimas, quedesde hace quince años vienen produciéndose desde micro-organismos modificados por ingeniería genética en un por-centaje importante. Si queremos ser claros con el consumi-dor, alguien le tendrá que decir que esa galleta que él o ellaquería que se etiquetara como transgénica porque portabauna harina de maíz proveniente de un maíz transgénico, porel mismo razonamiento se debería etiquetar como transgé-nica porque porta una amilasa proveniente de un microor-ganismo transgénico. Pero esta situación no se da. Dehecho, estamos expectantes por ver en el último borrador delreglamento autorizado o aprobado hace unas semanas si deverdad esta situación se va a etiquetar o no se va a eti-quetar.

Finalmente, he de decirles que es muy fácil desde la cien-cia y la tecnología de los alimentos saber qué es lo que di-ferencia un alimento convencional de uno transgénico. Losalimentos convencionales, a excepción de algunos animalesque se cazan o pescan en libertad, han sufrido una mejoragenética, sobre todo por cruce sexual o mutagénesis en lainmensa mayoría de los casos mediados por el hombre. Estoquiere decir que, por mucho que haya alimentos orgánicos

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o alimentos funcionales que llevan una etiqueta que dice li-bres de modificación genética, desde la ciencia de los ali-mentos eso es radicalmente falso, aunque esté autorizado elponer esa etiqueta. Por lo tanto, desde la ciencia de los ali-mentos, la inmensa mayoría de los alimentos convenciona-les han sufrido cruce sexual o mutagénesis y lo que les di-ferencia de los transgénicos es que en estos la modificacióngenética se ha hecho por ingeniería genética.

Pero habrá que analizar qué consecuencias tiene esecambio de técnica. Son las tres siguientes:

Cuando se aplica ingeniería genética se reduce el azar yse aumenta la direccionalidad. Esto es importantísimo por-que el conocimiento molecular que se tiene de estos pro-ductos está a años luz de los que tenemos de otros y, a lahora de hacer cualquier evaluación de seguridad alimenta-ria, que es lo que el consumidor exige, es muy importantetener ese conocimiento. Ni de lejos se pueden evaluar conla misma intensidad estos alimentos que estos otros. La ba-lanza está declinada a favor de los transgénicos puesto queel conocimiento molecular es exhaustivo.

En segundo lugar, se puede obtener mucho antes en eltiempo resultados utilizando la ingeniería genética que utili-zando las técnicas convencionales, si se dispone de losgenes. Por ejemplo, si pensamos en una variedad de melóncomercial en la que se quieren introducir tres trazas de in-terés organoléptico o agronómico, hablamos de un proyectoa diez años por genética convencional y a tres por ingenie-

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ría genética, lo que implica tener el resultado siete añosantes. Otra cosa es que salga a la venta siete años antes,porque, como estos hay que evaluarlos y los otros no, lamedia, prácticamente pueden salir al mercado al mismotiempo.

Y, en último lugar, tiene unas repercusiones éticas fun-damentales. Los genes de cualquier organismo vivo están he-chos de ADN. Es imposible que se puedan cruzar sexual-mente un tomate con una pera. Pero los genes del tomatey los genes de la pera están hechos del mismo ADN, por loque podemos expresar el gen de un tomate en una pera bajounas señales reguladoras adecuadas, o viceversa. Lo impor-tante, por lo tanto, es que hay posibilidades reales de sal-tar la barrera de especie. Nada impide, técnicamente, ex-presar el gen de un vegetal en un animal o el de un vege-tal en un animal o un gen del genoma humano en cualquieranimal o vegetal. Esto conlleva repercusiones éticas, porquesi somos vegetarianos de dieta estricta, nunca querremosconsumir un vegetal que porte un gen animal. Si profesamosuna religión con limitación de ingesta de carne de cerdo, porejemplo, nunca querremos comer ni un animal ni un vege-tal transgénico que porte un gen proveniente del genoma decerdo. Por tanto, todo esto hay que tenerlo en consideración,porque, por primera vez en la tecnología de los alimentos,nos enfrentamos a que la mejora genética puede tener re-percusiones éticas. Como antes comentábamos, si nos ate-nemos a la definición restringida, hay ochenta alimentostransgénicos autorizados en todo el mundo y calculamos queunos cuatrocientos cincuenta con el permiso de comerciali-

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zación solicitado o en últimas fases de experimentación. Conmucha frecuencia, la gente piensa, sobre todo en la UniónEuropea, que este problema se circunscribe únicamente a lasoja y el maíz. No obstante, es mucho mayor y expondre-mos una serie de ejemplos para desmitificar un conjunto deideas que todo el mundo tiene preconcebidas como es lacreencia de que el problema sólo engloba a las plantas trans-génicas, o que es un negocio sólo de multinacionales quesólo interesa a los productores de semillas y no tiene nin-gún interés para el consumidor.

Quizás el alimento transgénico más conocido a fecha dehoy en Europa sea el maíz transgénico autorizado en la UniónEuropea. El maíz sufre el ataque de la larva del taladro. Laúnica forma de erradicarla es utilizando un insecticida quí-mico o un insecticida biológico, que son cristales de una pro-teína que produce una bacteria del suelo que se llama Ba-

cillus thuringiensis, de ahí que muchas veces a este maíz sele llama Bt. Estos cristales, cuando este gusano los ingiere,se disuelven en su estómago, que tiene una digestión alca-lina, y literalmente le abre unos agujeros en las membranasde las células epiteliales que le revientan el estómago y elanimal muere. Es un insecticida estupendo porque, al tra-tarse de una proteína y provenir de un organismo vivo, serecicla muy bien y, además, no tiene ninguna efectividad enanimales superiores, entre ellos la especie humana, lo quese puede comprobar en los más de sesenta años de histo-ria de tratamientos de cultivos con la proteína Bt, que sonun cuerpo de doctrina muy importante sobre la seguridad deeste insecticida. Por tanto, muchas compañías multinacio-

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nales que producen semillas de maíz han clonado el gen quecodifica esta proteína desde el genoma de Bacillus thurin-

giensis y lo han importado al genoma del maíz, generandoun maíz transgénico que tiene esta proteína de más. Cuan-do el taladro llega y come, come las proteínas del maíz másestas proteínas y, evidentemente, esta proteína ejerce suefecto insecticida y el animal muere. Si analizamos a quiéninteresa estos desarrollos, comprobamos que a los primeroseslabones de la cadena de producción: la compañía quevende la semilla y el agricultor que la planta.

Hay muchos más ejemplos de alimentos transgénicos re-sistentes a plagas: a viroides, virus, bacterias, hongos o in-sectos. Y el motivo es claro y es doble. Por un lado son desa-rrollos que tienen un interés económico muy importante.Pero, por otro lado, son desarrollos que se pueden modifi-car con ingeniería genética trabajando con un único gen (eslo que llamamos característica monogénica), mientras queotras muchas de las características de importancia en un ali-mento, como puedan ser su aroma, su sabor, o su color, sonpoligénicas y más difíciles de manipular. Por eso, por un mo-tivo económico y por un motivo técnico se ha puesto tantoesfuerzo en estos desarrollos.

A continuación describiremos un ejemplo, que interesa alo que llamamos en tecnología de los alimentos industriasde transformación, industrias que compran materia prima yla transforman en un alimento, en concreto, a las industriasque producen patata frita congelada. Las empresas más im-portantes en esta temática en todo el mundo son empresas

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holandesas y lo que hacen es claro: compran patata ya que,la trocean y la congelan. El gran riesgo al que se enfrentanestas industrias se da cuando cortan una patata, ya que alcabo de pocos minutos, aparecen unas manchas oscuras.Eso en tecnología de los alimentos lo llamamos pardea-miento enzimático y conocemos perfectamente su base bio-química; ante una situación de estrés, el corte, un tejido ve-getal responde produciendo una enzima que se llama poli-fenoloxidasa que da lugar a la síntesis de este pigmento me-laniforme.

Ante este problema, científicos de una universidad públi-ca holandesa, la Universidad de Agricultura de Wageningen,que es un referente en biotecnología de los alimentos en laUnión Europea, han generado unas patatas transgénicas queno pardean. El único truco que tienen estas patatas es quehan introducido en el genoma de las mismas el gen que co-difica la polifenoloxidasa, pero al revés. A eso lo llamamosantisentido. Cuando esa situación se da y en el genoma deesta patata conviven los dos genes, se transcriben a dosmensajeros que se complementan entre ellos y bloquean laproducción de la proteína. De hecho, esta patata tiene sóloun 10 por ciento de actividad polifenoloxidasa en compara-ción con la normal. En realidad, formalmente no es un trans-génico porque no tiene un gen que provenga de un organis-mo distinto, pero es un transgénico si aceptamos la defini-ción que afecta al consumidor europeo. Si hay ingeniería ge-nética, etiquetémoslo como transgénico. Por supuesto, queestas patatas también pardean, pero como sólo tienen un10 por ciento de actividad, lo hacen horas más tardes, en

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lugar de los minutos que le cuesta a la otra, por lo que elproblema industrial está resuelto.

Tenemos, también, otro ejemplo que demuestra que estastecnologías no sólo se pueden desarrollar en países desa-rrollados, sino que es posible aplicarlas en laboratorios pú-blicos de países en vías de desarrollo, por ejemplo, Méjico.Laplanta convencional de la papaya crece mal en suelos meji-canos, como el de Chiapas, que tiene un exceso de alumi-nio. Son suelos ácidos y por ese exceso de aluminio la pro-ductividad del cultivo es baja. Científicos mejicanos, lidera-dos por Herrera Estrella, que participó en la construcción dela primera planta transgénica en el año 1983, han incorpo-rado a la papaya un gen de una bacteria del suelo y hanobligado a que se exprese sólo en las raíces. Ese gen codi-fica una enzima que se llama citrato liasa, que lo único quehace es hiperexcretar citrato, y en este caso, se obliga a quelo haga sólo en la raíz. Ese citrato acompleja el aluminio delsuelo y lo secuestra con lo que crea de un microambientede falta acidez en las raíces de esta planta que crece conuna productividad exactamente igual a como si estuviera cre-ciendo la convencional en un suelo neutro. Por lo tanto, seresuelve un problema que interesa, volviendo a los casos an-teriores, de nuevo a los primeros eslabones de la cadena deproducción, a un agricultor, pero en este caso a un agricul-tor bien distinto del que compra maíz en la Unión Europea.

Otro ejemplo lo tenemos en una investigación realizadaen la Universidad de Loma Linda en California. Alimentaronratas durante tres semanas con una dieta cuya base era pa-

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tata convencional, mientras que a otro grupo lo alimentaroncon patatas transgénicas desarrolladas en esta universidad,en las que estos científicos, de nuevo científicos de un or-ganismo público, introdujeron el gen que codifica la subuni-dad B de la toxina colérica. La toxina colérica es una prote-ína multimérica, pero cogieron sólo una parte que es inmu-norreactiva y no desarrolla la enfermedad. Posteriormente, enasas intestinales de estas ratas se inyectó la toxina y en lasalimentadas con patatas convencionales se desarrolló todoel exceso hídrico, que es la sintomatología del cólera, y enlas otras no. En otras palabras, estas ratas se habían inmu-nizado comiendo estas patatas transgénicas. A eso lo lla-mamos vacunas orales y no es el único caso.

Hasta donde hemos podido encontrar en la bibliografía enlo que hace referencia a plantas, se han desarrollado vacu-nas orales que son efectivas contra la diarrea por Escheri-

chia coli; muchas ellas están dirigidas a solventar problemasintestinales, cólera, virus Norwalk, rotavirus, herpes genital,hepatitis B. Sobre todo, se ha hecho tomando como basepatatas y también tomates, aunque hay líneas de investiga-ción dirigidas a expresar estos antígenos en los plátanos, quepuede ser un alimento mucho más atractivo, primero, por-que es dulce y su consumo, fundamentalmente en niños, esmucho más apetecible; y, en segundo lugar, porque no tie-nen que sufrir un procesado culinario que destruya la prote-ína que está funcionando como antígeno.

Asimismo, en la Universidad Loma Linda se ha desarro-llado una patata que a su vez inmuniza contra cólera, virus

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Norwalk y rotavirus. Algunos de estos desarrollos ya se haensayado con éxito en voluntarios humanos. Es el caso dela diarrea por Escherichia coli y el caso del virus Norwalk.

Por acabar con los ejemplos de transgénicos vegetales,citaremos el caso más espectacular: en el mundo hay ocho-cientos millones de personas que tienen como única basede dieta el arroz y el arroz tiene tres problemas nutriciona-les importantes: el primero es que no tiene vitamina A, elsegundo que tiene poco hierro y el tiene es poco biodispo-nible, y el tercero es que tiene poco contenido en lisina. IngoPotrycus decidió hace unos años atacar todos esos proble-mas y hoy en día tiene desarrollos transgénicos que solven-tan los tres.

El que primero atacó, y quizás el más importante detodos, es la falta de vitamina A o provitamina A, el betaca-roteno. Y es un problema importante porque, según datos dela OMS, cada año mueren dos millones de personas en elmundo por falta de vitamina A y cada año hay medio millónde nuevos casos de niños ciegos por falta de vitamina A ensu dieta. Cuando Potrykus repasó la ruta de síntesis del be-tacaroteno presente en la zanahoria lo que pudo observar esque en el arroz faltaban tres enzimas, tres pasos: la fitoenosintasa, la fitobeno desaturasa y la licopeno ciclasa. Lo únicoque hizo fue traer los genes que codifican dos de estas en-zimas desde el genoma del narciso, y el otro desde una bac-teria del suelo y reconstruir la ruta generando un arroz queproduce poco más de un microgramo y medio de pro vita-mina A por gramo de endospermo. Al producir betacaroteno,

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tiene un color dorado, de ahí que este arroz en muchas oca-siones se le haya llamado arroz dorado.

Es un ejemplo paradigmático de lo que llamamos inge-niería metabólica. A diferencia de los desarrollos en resis-tencia, aquí se están trayendo varios genes al mismo tiem-po. Asimismo, es un ejemplo paradigmático de claro benefi-cio al consumidor. También, es un ejemplo paradigmático declaro beneficio a un consumidor del tercer mundo. Así comoes un ejemplo paradigmático de patentes en biotecnologías.

Pero no sólo hay alimentos transgénicos de origen vege-tal. Se han generado muchos animales de granja de origentransgénicos, tanto ovejas, como cabras, pollos, conejos, sal-mones o carpas. Lo que pasa es que es mucho más com-plicado, cuesta mucho más tiempo y hace falta tener equi-pos experimentados para poderlo hacer. Ello ha conllevadoque los desarrollos en transgenia animal sean mucho másreducidos que en el caso de la transgenia vegetal.

Un ejemplo de este tipo de transgenia es uno que ya hallegado a término. Se trata de salmones que tienen múlti-ples copias del gen de la hormona del crecimiento. Comoconsecuencia ganan tamaño mucho más rápido en el tiem-po y, por supuesto, tienen mucha mayor cantidad de bio-masa para la misma ingesta de pienso. Pueden ser hastatreinta y siete veces más grandes que los convencionales.Desde el punto de vista económico eso no es lo más im-portante, sino que lo es el hecho de que alcanzan la fasemadura mucho antes en el tiempo que los otros, con lo cual

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los dueños de las piscifactorías pueden sacar a la ventaantes muchos más kilos de biomasa. Este es un desarrolloque a alguno les parecerá interesante. Desde luego, a mí,en comparación con el arroz dorado, me parece poco rele-vante.

Asimismo, es un ejemplo de que las cosas a veces nosalen bien. Esto ha salido perfecto en animales acuáticos,salmones. Cuando se ha intentado hacer en cerdos, funcio-nó bien en el sentido de que esos animales ganaban tama-ño de forma más rápida y en mayor cantidad que los ani-males convencionales, pero esos animales tenían múltiplesproblemas: úlceras, artritis, o falta de libido y, por lo tanto,infertilidad. El hecho de por qué sucedía todo esto es muyclaro: en ese animal terrestre había un aumento de masamuscular manteniendo la misma carcasa ósea. Eso para unanimal terrestre es un problema, mientras que para un ani-mal acuático no lo es tanto. Pero demuestra que a veces losdesarrollos biotecnológicos tienen resultados no previsiblesen un comienzo, como los puede tener la aplicación de lagenética convencional.

Sin duda que, en transgenia animal, en lo que más seva avanzar es en utilizar la leche como un fluido en el queproducir proteínas interesantes. En realidad viene de unaidea antigua que consiste en que la glándula mamaria de lashembras de mamífero es un excelente fermentador. Una vacade producción anualmente produce diez mil litros de leche.Cada uno de esos litros tiene treinta y cinco gramos de pro-teína que sólo vienen de la expresión de seis genes. Eso

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quiere decir que esos genes tienen unas señales regulado-ras que se expresan fuertemente y de forma muy específicaen este tejido y que lo que se produce ahí pasa a la leche.

Tomando como base esa idea, muchos científicos en va-rias instituciones públicas pensaron en tomar esas señalesreguladoras y situar detrás proteínas de altísimo valor aña-dido, como puedan ser fármacos que tienen interés en co-agulación sanguínea. Por ejemplo, un gramo de Factor IX valetreinta y cinco millones pesetas. Cuando se tienen esasconstrucciones, se pueden generar animales de granja trans-génicos. Así, se ha generado una oveja transgénica que ensu leche produce veinticinco gramos por litro de Factor IX an-tihemofílico. Esa oveja se ordeña, se recoge la leche y deforma aséptica la proteína se purifica. Esa oveja se llamaPolly, está generada en el Instituto Roslin de Edimburgo,donde se generó la posibilidad de conseguir clónicos deoveja. En estos momentos están en vías de conseguir un re-baño de ovejas clónicas de Polly que, evidentemente, tiraríapor los suelos los precios de Factor IX.

Eso no tiene nada que ver con la tecnología de los ali-mentos y tampoco con que nos vayamos a medicinar en elfuturo sólo tomando leche producida por transgénicos. No esese el caso, pero sí es un paradigma desde la perspectivade la tecnología de los alimentos, ya que el que algo, unaproteína exógena, se esté expresando a esta concentracióntan elevada nos está indicando que es posible cambiar lacomposición bioquímica de la leche. Este mismo grupo, porejemplo, ha expresado el gen de la lactoalbumina humana

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en ovejas transgénicas y ha conseguido una oveja en la quesu composición bioquímica empieza a semejarse a la huma-na. Además, este mismo grupo tiene puesta a punto la téc-nica molecular para quitar genes del genoma y lo que estánhaciendo es quitar los genes de las proteínas lácteas de laoveja y sustituirlos por genes de proteínas lácteas humanas.

¿Cuál es la idea? La idea es, en cinco o diez años, ge-nerar una oveja transgénica que produzca leche de compo-sición bioquímica idéntica a la humana. Eso, desde la tec-nología de los alimentos, ya empieza a sonar mejor, porquehay muchos niños que sufren destete precoz. Pero aún suenamejor cuando explican que están metiendo dos versiones decada proteína: la versión de la proteína humana mutada con-vencional y la versión de la proteína humana donde, por in-geniería genética, están quitando los residuos de fenilalani-na, porque lo que buscan también es tener una oveja capazsea capaz de producir leche sin fenilalanina. Los fenilceto-núricos son una subpoblación humana intolerante a la pre-sencia de fenilalanina, de hecho es tóxica para ellos, y quetienen una dieta muy limitada porque es muy difícil quitar lafenilalanina de los alimentos. El hecho de poder tener unaleche libre de fenilalanina les abriría un universo de ingestaalimentaria nuevo. Podrían tomar leche y podrían tomar de-rivados lácteos, cosa que a fecha de hoy no pueden hacer.Eso es lo verdaderamente atractivo desde la tecnología delos alimentos.

Asimismo, por último, hemos repasado alimentos trans-génicos vegetales, alimentos transgénicos animales y tam-

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bién se pueden generar alimentos y bebidas fermentadastransgénicas. Los dos grandes grupos microbianos que fer-mentan en alimentación son las bacterias acidolácticas, queproducen el queso, que maduran los embutidos o que danlugar a los encurtidos, y, por otro lado, las levaduras queproducen el pan, la cerveza o el vino.

En el primer grupo hay muchísimos desarrollos en la me-jora genética por ingeniería genética de bacterias acidolácti-cas productoras de derivados lácteos. La inmensa mayoríade ellos se han llevado a cabo en laboratorios de compañíasprivadas del sector, lo que no significa que estén vendiendoni yogures ni quesos transgénicos, pero tienen desarrollosque pueden afectar, por ejemplo, a la producción de diace-tilo en mantequilla, el sabor característico de este producto,o a dar lugar a un nuevo espectro de actividad proteasa o aque aparezca antes la proteasa en el tiempo, lo que impli-ca nuevos matices de maduración en quesos o acortar lostiempos de maduración.

En el segundo grupo todas las multinacionales del sectorcervecero tienen ya levaduras transgénicas, aunque no estánhaciendo cerveza transgénica. En el caso del pan y en elcaso del vino, sobre todo, la investigación se ha realizadocon fondos públicos.

En los últimos diez años, en mi grupo hemos trabajadocon levaduras vínicas transgénicas. Tenemos aproximada-mente una docena de ellas que incrementan el aroma afru-tado de los vinos valencianos, lo que es un carácter impor-

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tante para la exportación de estos vinos. Pero eso no im-plica que estemos haciendo vino transgénico. Utilizamosesas levaduras vínicas transgénicas como una herramientacon la que aprender cuál es el mejor cóctel enzimático paramejorar el aroma de los caldos. Así, producimos las enzi-mas sin ingeniería genética y nuestros bodegueros las pue-den utilizar.

Muy recientemente hemos atacado el problema de vinoy salud, aunque no somos partidarios de la utilización per-versa de ese binomio. La paradoja francesa dice que el con-sumo moderado de vino puede prevenir riesgos cardiovascu-lares y existen muchas posibles moléculas candidatas a serresponsables de esta situación. Una de ellas, aunque toda-vía está por demostrar que funcione in vivo, es el resvera-trol, que dicen que puede prevenir infartos. En realidad losúnicos experimentos fiables se han hechos in vitro donde,claramente esta molécula tiene un efecto anticolesterémicoy también un efecto antitumoral, pero está por ver su acciónin vivo.

Nosotros hemos construido levaduras vínicas transgéni-cas, que secretan una enzima al mosto de forma que movi-lizan una parte del resveratrol que está bloqueado, y esohace que, por la utilización de esas levaduras vínicas trans-génicas, se produzcan vinos que tienen cinco a diez vecesmás de los dos isómeros de resveratrol.

En otro orden de cosas, ¿son estos alimentos maná parael hambre o veneno para el consumidor?

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Yo creo que este debate está demasiado polarizado porintereses, aunque quizás en los últimos años se ha despo-larizado. Es un debate en el que se mezcla el debate ideo-lógico con el debate técnico y eso es muy peligroso.

El decir si los alimentos transgénicos son un riesgo parala salud o para el medio ambiente o si es un riesgo econó-mico es un debate meramente técnico. No puede decir Gre-enpeace ni puede decir Monsanto si son un riesgo o no sonun riesgo para la salud. Quienes lo tienen que decir son losexpertos en evaluación sanitaria. Pero si eso lo mezclamoscon el debate ideológico de multinacionales o grupos ecolo-gistas, no llegaremos a ningún punto.

De entrada, hay dos mensajes que son perversos y falsos.

El primer mensaje es: los alimentos transgénicos van aacabar con el problema del hambre en el mundo. Es un men-saje que han utilizado en algunas ocasiones algunas com-pañías del sector y también algunos biotecnológos entusias-tas. Yo creo que eso no es cierto. Mi experiencia como téc-nologo de los alimentos es que si hay un problema impor-tante en la alimentación a fecha de hoy, es que todavía te-nemos bastantes millones de personas desnutridas que semueren cada año por falta de alimentos, sobre todo en unaszonas muy concretas del globo terráqueo, que además sonlas zonas que van a soportar el mayor incremento demográ-fico en los próximos años. Por consiguiente, eso es un pro-blema muy grave, pero ese problema es un problema conuna componente fundamentalmente social y política que se

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tiene que solventar con medidas sociales y políticas. Si setoman esas medidas, entonces los transgénicos podrán seruna ayuda más para solventar dicho problema. Pero si no setoman esas medidas, los transgénicos no van a servir paraacabar con el hambre en el mundo. Por lo tanto, ese men-saje que a veces se lanza de forma muy entusiasta carecede fundamento.

Y, en segundo lugar, todos los mensajes que apuntan queesto es un veneno, que esto mata a los que se lo comen yal medio ambiente, a fecha de hoy, carecen de un solo datocientífico que los avale.

El análisis punto es el análisis desde la tecnología de losalimentos de los riesgos y los beneficios de estos posiblesproductos. Parte de tres premisas partir de tres premisas detrabajo, aunque, en realidad, a estas tres premisas les po-dríamos quitar la etiqueta de transgénicos y podríamos ponerlas de alimentos orgánicos, alimentos funcionales o alimen-tos convencionales, porque es el día a día de la evaluaciónen seguridad alimentaria:

La primera es que, riesgo cero no existe en ninguna fa-ceta de la vida y mucho menos en alimentación. No hay unalimento del que se puede asegurar que existe riesgo ceropara la salud, aunque lleve la etiqueta de orgánico o natu-ral-ecológico y existe un motivo genético para que no poda-mos hacer esa afirmación: la población humana no es ge-néticamente homogénea para los riesgos alimentarios, comohemos visto con los fenilcetonúricos.

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Eso tiene también otro componente importante. La genteque hace seguridad alimentaria, ante esa premisa, tiene quehacer una evaluación que se base en decir si el alimento ob-jeto de estudio es más, igual o menos peligroso para la saludque el convencional correspondiente. Así es como hay queevaluar los alimentos transgénicos y cualquier otro.

En segundo lugar, hay muchos alimentos transgénicos yno se puede generalizar ni que todos sean buenos ni quetodos sean malos.

Y, en tercer lugar, los expertos en teoría de riesgos siem-pre hablan de binomio riesgo-beneficio: a cualquier riesgo sele opone un beneficio. En este sentido, hay tres distintos: elsanitario, el medio ambiental y el económico. Esto es válidopara los transgénicos y para cualquier otro tipo de alimento,pero es la premisa de trabajo que en su día la OMS esta-bleció y llevó a la conclusión, pactada por la OMS con la FAOy la OCDE, de que los alimentos transgénicos había que eva-luarlos uno por uno y riesgo por riesgo.

Si empezamos por los riesgos sanitarios, diremos queestos son los alimentos más evaluados en toda la historiade la alimentación. Todos ellos han pasado una serie de ana-líticas, con una media de cinco años de experimentación yen algunos casos hasta siete, que se han basado, siguien-do las directrices de la FAO y de la OMS, en el análisis dela composición nutricional, de la posible alergenicidad y dela posible toxicidad. Al contrario de lo que en ocasiones selee o se escucha, nada de todo esto es secreto o privado,

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puesto que está publicado en las páginas web de FAO u OMSe incluso se puede encontrar en la página web de la FDA,de la Agencia de Protección Medioambiental o del Ministe-rio de Agricultura Americano o en la del comité científico parala alimentación humana de la Unión Europea. Asimismo, haylibros escritos y todo ello está publicado en revistas científi-cas, la inmensa mayoría de los resultados en Journal of Nu-

trition, que es una de las revistas más relevantes en el áreade la nutrición y la seguridad alimentaria.

Por tanto, los ochenta alimentos transgénicos que decía-mos que existían han pasado este tipo de evaluaciones y,sólo por citar el caso de los dos autorizados en la Unión Eu-ropea, en el caso de la composición nutricional, en el casode las sojas se han realizado más de mil ochocientas analí-ticas durante distintos años en distintas localizaciones geo-gráficas, con semillas tratadas y sin tratar con el herbicidaal que genera resistencia esta variedad transgénica. En cadauno de esos cultivos se ha tomado un número estadística-mente significativo de semillas y se ha sometido a toda laanalítica nutricional: proteínas, grasas, cenizas, etcétera. Esoarroja una amalgama de datos brutal y su análisis estadísti-co confirma que no hay ninguna diferencia estadísticamentesignificativa entre la composición nutricional de esta soja yla original correspondiente.

Lo mismo ha sucedido en el caso del maíz transgénico,aunque, curiosamente, aquí sí que se ha encontrado una di-ferencia: los maíces Bt tienen menos micotoxinas que losmaíces convencionales. Esta micotoxina es un potente agen-

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te cancerígeno que producen los hongos cuando infectan unamazorca que ha sido atacada por un insecto. Si en este de-sarrollo transgénico se está evitando el ataque del insecto,el hongo no puede crecer y esa es la explicación de por quétiene menos micotoxinas.

Toda esta amalgama de datos llevó a finales del año pa-sado a la Organización Mundial para la Salud a publicar undocumento que se llama Veinte cuestiones en torno a los

alimentos transgénicos. A la pregunta de si son un riesgopara la salud o no la OMS contesta:

“Los actualmente disponibles en el mercado internacio-nal han pasado las evaluaciones de riesgo y no es probableque presenten riesgos para la gente. Además, no se ha de-mostrado efectos sobre la salud humana como resultado delconsumo de dichos alimentos por la población en general enlos países donde fueron aprobados”.

Esto ha significado un antes y un después. A partir de laaparición de este documento de la OMS muchos de los quese oponían blandiendo el argumento de que eran un riesgopara la salud han empezado a desestimarlo.

Con respecto al medio ambiente, las cosas ya no son tanclaras, fundamentalmente porque no tenemos buenas he-rramientas de evaluación de impacto ambiental. En este casoes obligatorio llevar a cabo liberaciones controladas al am-biente de las plantas transgénicas antes de obtener el pre-mio de comercialización. Este tipo de estudios es un matiz

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que claramente diferencia a las plantas transgénicas de lasconvencionales. No sabemos por qué en las últimas no setiene que evaluar su impacto ambiental, mientras que en lastransgénicas se evalúa y mucho.

A fecha de hoy en todo el mundo ha habido decenas demiles de liberaciones controladas al medio ambiente de plan-tas transgénicas y esto nos ha dado una ingente cantidadde datos que ahora podemos analizar, cuando no viene al-guien haciendo lo que ellos califican como bioterrorrismo yarrasa el cultivo. Sin ir más lejos, esta semana se han que-mado dos plantaciones de arroz en el Sur de Francia, la se-mana anterior fue una en Inglaterra y constantemente tene-mos un goteo de energúmenos, porque no se les puede de-nominar de otra manera, que no dejan ni que se aprendade estos experimentos.

Pero, de todo lo que hemos aprendido, creo que hoy endía estamos en condiciones de afirmar que todavía no te-nemos una buena metodología desarrollada y que detecta-mos tres posibles riesgos: transferencia de genes, descensode la biodiversidad y daño a especies colaterales en el casode las plantas resistentes a insectos, así como que estosmismos riesgos están presentes en los vegetales convencio-nales. Por lo tanto, desde la ciencia la pregunta clave no essi va a haber riesgos, porque la respuesta es sí, como conlas convencionales correspondientes, sino que la preguntaes: ¿van a aparecer a menor, mayor o igual velocidad quelos que aparecen con las plantas convencionales? Pongamossólo un ejemplo:

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Si hablamos de transferencia de genes, si se pone unaparcela de maíz Bt al lado de otra de maíz convencional quesea sexualmente compatible y se da presión selectiva, enpoco tiempo todo aquello, por polinización cruzada, se con-vertirá en resistente. Lo mismo ocurre con las plantas con-vencionales. En Valencia, cuando un agricultor planta cítri-cos no transgénicos sin semilla, que tienen mucho valor aña-dido, y en el campo de al lado hay cítricos no transgénicoscon semillas, al cabo de pocas campañas las abejas hacenpolinización cruzada y todo tiene semillas, lo que quiere decirque no es un problema nuevo.

Consecuentemente, el problema hay que ponerlo en elcontexto de mayor, igual o menor velocidad de crecimiento.La respuesta a día de hoy es que si se sigue cumpliendo lalegislación como se ha cumplido hasta ahora y dado queesto se estudia por liberaciones controladas, es de esperarque no suceda a mayor velocidad de la que sucede con lasplantas convencionales.

Para finalizar, vamos a entrar en lo que hace referenciaa lo que el consumidor opina sobre los alimentos transgéni-cos, porque los que trabajamos en tecnología de los ali-mentos sabemos muy bien que al final el consumidor es eljuez supremo. O compra lo que se ha desarrollado o, pormuy impecable que sea el desarrollo desde el punto de vistacientífico-tecnológico, no sirve para nada.

Se han hecho muchas encuestas para saber qué opinanlos consumidores, sobre todo los europeos, en torno a la

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comercialización de alimentos transgénicos y es difícil sacarconclusiones porque las respuestas varían dependiendo decuándo, cómo y dónde se haya preguntado.

Aun así, la idea general es que la gente no sabe qué esingeniería genética y biotecnología de los alimentos. Dentrolo poco que saben, aceptan mejor los alimentos transgéni-cos de origen vegetal y fermentado que los de origen ani-mal; aceptan mejor aquellos que portan una mejora que fa-vorece al consumidor, por ejemplo, el arroz dorado, frente alos que favorecen al productor, por ejemplo, el maíz Bt o lasoja que resiste a un herbicida, los dos con los que hemosempezado en la Unión Europea. Y, finalmente, están unáni-memente a favor del etiquetado.

Sin embargo, todo esto hay que situarlo siempre en elcontexto de que nunca se va a entender igual por partedel consumidor la biotecnología de los alimentos que lasotras biotecnologías, por ejemplo, la farmacéutica: La va-cuna antihepatitis B que se inyecta hoy en día está pro-ducida por transgenia igual que toda la insulina. Cualquierconsumidor, cualquier enfermo que vaya a inocularse estefármaco tiene una percepción de riesgo-beneficio inmedia-ta. Frente a un posible riesgo, que apenas se oye por quesea transgénico en el caso de la farmacia, el beneficio esinmediato: sano o no me infecto en este caso y ademásno tengo otra alternativa, porque no hay otra vacuna anti-hepatitis B que la transgénica y no hay más insulina quela transgénica.

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En Estados Unidos se comercializa en los supermercadosunos tomates transgénicos etiquetados que retrasan su po-dredumbre en la nevera y los convencionales. La situación esradicalmente distinta: de entrada el consumidor tiene dóndeescoger y o lo que se oferta le interesa o difícilmente lo com-prará. El consumidor se decantará hacia el riesgo y no locomprará, si no percibe algo que le suponga una mejora.

Podríamos, pues, exponer un modelo idealizado de cómohabría de ser el funcionamiento del sistema: es un modelodonde hay científicos que producen los alimentos transgéni-cos en compañías privadas o en organismos públicos; hay in-dustrias que los deben comercializar y consumidores que losdeben comer; políticos que deben legislar cómo comerciali-zarlos, es muy respetable que haya grupos que se opongan,siempre que no utilicen medias verdades, y medios de co-municación que deben informar. Desgraciadamente, esta esuna situación idílica cuyo eje fundamental sería el diálogo.

Por el contrario, en la situación real los científicos sólo ha-blamos con nosotros mismos, lo que ha supuesto un graveerror que estamos pagando y, como no cambiemos, pagare-mos más. Sólo vamos a congresos y publicamos en revistas,pero no le explicamos a la sociedad lo que estamos hacien-do. Si nosotros no informamos a la sociedad, las noticias levienen desde los grupos contrarios a estos desarrollos y delos medios de comunicación. Asimismo los medios de comu-nicación se nutren sobre todo de los grupos contrarios. Lospolíticos y las industrias, hasta hace bien poco, estaban sim-plemente callados. Supongo que a partir de ahora las indus-

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trias ya se han empezado a mover y los políticos también lotendrán que hacer, espero, sobre todo cuando entre en vigorel nuevo reglamento de trazabilidad y etiquetado.

Todo esto contextualiza muy claramente el problema: es unproblema de formación y de información. Hace falta formar ala gente en biotecnología, darle los datos a favor y en contrapara que sean libres y puedan escoger, así como informarlapara que sean capaces, con su formación, de discernir si lainformación que está recibiendo es verdadera o no.

No obstante, es un contexto complicado, en donde losintereses comerciales valen mucho. Por ejemplo, PaulMcCartney lidera en Inglaterra la principal campaña en con-tra de los transgénicos. Pero en Inglaterra hay una batallaentre alimentos transgénicos y alimentos orgánicos y PaulMcCartney heredó de su viuda la principal compañía pro-ductora de alimentos orgánicos, con lo cual tiene interesescomerciales en el evento. Por otro lado, disfrazarse, poner-se una careta y montar una tontería en contra de los trans-génicos te asegura al día siguiente la primera plana de losperiódicos o una noticia con un titular grande. Los científi-cos, en cambio, no podemos hacer esto.

En otro orden de cosas, yo, como tecnólogo de alimen-tos, no puedo más que defender que el consumidor tiene superfecto derecho a estar informado de lo que se come y queestos alimentos han de estar etiquetados, por lo que dis-crepo de muchos colegas y también de la legislación vigen-te en la Unión Europea.

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Asimismo, me parece ridículo que haya que etiquetarloscomo manda la legislación porque queda un 0,1 o un 1 porciento, por arriba o por abajo, de componente transgénicodel que se pueda demostrar que haya habido una contami-nación. Me parece ridículo porque no le veo el fundamentocientífico y porque no responde a los intereses del consu-midor, que quiere saber qué es lo que se come. Por lo tanto,eso se solventa sólo etiquetándolo todo, sin caer en un eti-quetado compulsivo, pero, a la vez, dándole toda la infor-mación al consumidor, puesto que poner una etiqueta detransgénico sin contar lo que es y las ventajas e inconve-nientes que pueden tener es mentir.

En una encuesta realizada en la Comunidad Valenciana a700 estudiantes de secundaria, a la pregunta de si comeríaun derivado lácteo producido por el crecimiento de un mi-croorganismo, sólo el 39 por ciento dijo que sí. Esto de-muestra lo que sabe la gente de biotecnología clásica, por-que es preguntarle si comen queso.

Por otra parte, en la Comunidad Valenciana, detectamos,al igual que en otros sitios, que los profesores de secunda-ria que impartían naturales, tenían una media de edad decuarenta y siete años y los libros que utilizaban como librosde texto no tenían ni un solo capítulo sobre biotecnología.Además, cuando ellos hicieron la carrera, los que venían dequímica no habían visto un solo tema de ingeniería genéti-ca y los que venían de biología algunas líneas. Tampocohabía habido cursos de reciclaje de secundaria.

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Asimismo, descubrimos algo mucho más perverso: existíaun libro donde había un dato sobre transgénicos. Era un librode preparación de oposiciones de profesorado de secunda-ria; en concreto, una rama que se llama formación y orien-tación laboral, que es una rama de Formación Profesional.En este libro, sobre prevención de riesgos laborales, en lapágina 339 ponía: “Se crean nuevos alimentos transgénicosmodificados en su estructura molecular por emisiones ra-dioactivas”. No hay forma más perversa de ligar equivoca-damente la transgenia con la radioactividad.

Eso nos llevó a impartir unos cursos teórico-prácticos dereciclaje de profesorado de secundaria, que ha sido una ex-periencia fascinante. Hemos ido a institutos y los profesoreshan venido a la sede del instituto o de la universidad. Asi-mismo, se nos pidió apoyo y, hace apenas unas semanas,hemos concluido un proyecto de elaboración de material di-dáctico para el uso de los profesores de secundaria en susclases. Se trata de un video de diecisiete minutos orientadoa los chavales que se llama Menu de genes, contando lobueno y lo malo de la biotecnología de alimentos, que seacompaña de un CD donde pueden ir mucho más allá.

Asimismo, hay que pensar que si el problema es de for-mación, también lo es de información. Desde 1997 a 2001recogimos todas las noticias sobre los alimentos transgéni-cos que aparecieron en periódicos de tirada nacional ennuestro país, y las analizamos. La conclusión es que hayun antes y un después desde la reunión del protocolo deCartagena de Indias. Tras esto, las noticias sobre alimen-

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tos transgénicos permanecen mucho más en los periódicosespañoles y pudimos ver que en realidad no había un sesgo:en una proporción de un tercio prácticamente había opi-niones neutras, positivas o negativas sobre los transgéni-cos. También al contrario de lo que nosotros pensábamos,el 82 por ciento de esas noticias eran rigurosas desde elpunto de vista científico, mientras que sólo un 18 por cien-to eran sensacionalistas. A pesar de eso, hay un periódicoen el que esos datos están totalmente al contrario: ElMundo, que sólo tiene un 50 por ciento de rigor científicoy muchísimo sensacionalismo y donde, además, la opiniónes mayoritariamente contraria. Si es la línea del periódicoo si es la opinión de la persona que escribe los artículosno lo sabemos.

De todas maneras, el que esos datos sean tan benévo-los con los transgénicos no sitúa el problema en su contex-to. En marzo de 1998 la Unión Nacional de Amas de CasaEspañolas solicitaba el etiquetado de transgénicos, algo in-compresible puesto que la normativa ya estaba en marcha.A raíz de eso Las Provincias, un periódico local de Valencia,confrontó dos posturas: la de un científico a favor y otro encontra. El que estaba a favor era yo mismo y dije lo mismoque indiqué anteriormente. La persona que estaba en con-tra era la responsable de Naturopatía del Colegio Oficial deMédicos de Valencia y hablaba de unos tomates transgéni-cos que llevaban introducidos genes de gatos con leucemiaque los hacían resistentes a ciertas plagas por lo que supo-nían una bomba de relojería. No hay ningún alimento quelleve un gen de gato y mucho menos con leucemia, pero el

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lector oye decirlo a un miembro del Colegio Oficial de Médi-cos de Valencia, no puede ser una broma.

Otro caso de esto es una noticia publicada en El Mundo,en febrero de 1999. Era cuando en un hospital gallego habíainfecciones por Aspergillus fumigatus, que provocaron lamuerte a algunos inmunodeprimidos. En esta noticia el re-presentante de Greenpeace, haciendo campaña en contra dela ingeniería genética, decía: “Tras cultivar el hongo Aspergi-llus junto a mostaza o manzana, terminaba adquiriendo elgen de resistencia al antibiótico y se hacía mucho más pe-ligroso. Este hongo ha causado varias muertes en los últi-mos días”. No hay un solo dato científico que avale todo loque este señor decía. Pero impactó, porque se estaban pro-duciendo muertes y la cosa no estaba clara.

Por último, he de decir que yo también tengo problemascon los transgénicos. A mí me preocupan sobretodo dos:

Veo muchos colegas excesivamente entusiastas, queestán prometiendo cosas que no vamos a poder dar y, ade-más, lo hacen de una forma perversa diciendo que con laingeniería genética lo haremos todo y qué tontos eran losque utilizaban el cruce sexual y la mutación son caducos. Esaes una postura, bajo mi punto de vista, muy equivocada.Cualquier laboratorio que trabaje en la actualidad en biotec-nología de los alimentos y quiera avanzar ni puede renunciara las técnicas convencionales ni debe renunciar a las técni-cas de ingeniería genética, así como tampoco debe prome-ter lo que sabe que no va a poder cumplir, porque en tec-

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nología de los alimentos tenemos un déficit brutal de cien-cia básica. Por ejemplo, no sabemos nada de las rutas bio-químicas que llevan a la generación de multitud de aromasen alimentos. Así pues, si no sabemos bioquímica no tene-mos enzimas, si no tenemos enzimas, no tenemos genes ysi no hay genes, no hay ingeniería genética. Asimismo, siprometemos lo inalcanzable y no lo damos, se volverá ennuestra contra.

Y, en segundo lugar, me preocupa muchísimo la globali-zación de esta tecnología. Creo que este es un punto de ra-dical importancia. Si la ingeniería genética se queda sólopara países ricos, sólo conseguiremos abrir más la brechaNorte-Sur y esto no servirá para nada. Si alguien se puedebeneficiar de verdad de esto, son los países del tercermundo. Por ejemplo, el desarrollo del arroz con vitamina Asolventa un problema de composición nutricional fundamen-tal que al cabo del año está matando a muchos millones depersonas.

No les podemos pedir a las multinacionales que inviertanen eso, porque ellos invierten en lo que retorna beneficios:tomate, maíz, soja y aquí estamos hablando de arroz, de ca-sava, de mandioca. Lo que podemos hacer es, por un lado,formar científicos públicos de estas nacionalidades en nues-tros laboratorios y que vuelvan a su país. Y, por otro lado,exigir que haya financiación pública para este tipo de des-arrollos. En eso es ejemplar, por ejemplo, la postura de laFundación Rockefeller, que apoyó el proyecto del arroz trans-génico y lo pagó.

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Y, en tercer lugar, las patentes en biotecnología es otrade las cosas que me preocupan. El arroz dorado estabahecho por un científico que había trabajado antes en unacompañía multinacional, que quería desarrollar un productolibre de patentes y que fue con todo el cuidado del mundo.Cuando lo acabó y lo cedió a la Fundación Rockefeller paraque lo transfiriera gratuitamente al Centro de Mejora delArroz del gobierno Hindú y al Instituto de Mejora del Arroz enFilipinas, los abogados de la Fundación Rockefeller vieronque sobre el desarrollo había setenta patentes en manos detreinta y seis compañías multinacionales. Esto es un proble-ma pero pongámoslo en su contexto: sin patentes no haydesarrollos porque nadie quiere invertir en algo mucho dine-ro sin tener derechos derivados de una cierta autoría. Peroal hablar de tercer mundo, lo exigible es que estas compa-ñías liberen el uso de sus patentes para desarrollos que im-pliquen mejoras nutricionales o mejoras de productividad endichos países. Eso es justo lo que hizo Ingo Potrykus: con-venció una por una a las treinta y seis compañías multina-cionales y, hoy en día, ese desarrollo está libre de patentes.

En definitiva, ¿vamos a comer transgénicos? Yo creo quesí. Si esta pregunta me la hubieran hecho hace cuatro años,sería mucho más pesimista. A fecha de hoy y con la entra-da en vigor del nuevo reglamento de trazabilidad y etiqueta-do yo creo que estamos en un punto importantísimo y quea finales de este año o comienzos del que viene estaremosen condiciones de asegurar si vamos a comer transgénicoso no. Yo soy mucho más optimista que hace unos años y loúnico que espero es que la oferta sea variada, que haya to-

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mates orgánicos, convencionales y transgénicos, que nadievaya a las estanterías y cuando coja un bote de transgéni-cos le dé, un pasquín diciendo esto mata o produce cáncersin que haya ningún dato que lo avale, y que si eso pasa,las autoridades actúen. Asimismo, también espero que todoesté igual de evaluado e igual de etiquetado. Con eso medaría por satisfecho.

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