iii certamen de relatos cortos "la mujer trabajadora"

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PREMIADOS CATEGORÍA TERCER CICLO 1er Premio: Arturo Basillote Petismen (5º EP) Accésit: Alejandro Robles Pizano (6º EP) CATEGORÍA PRIMER CICLO DE ESO 1er Premio: Manuel Ángel Ruiz Rondán (1º ESO) Accésit: Ana Belén Caballero Torrejón (1º ESO)

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Relatos de alumnos

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Page 1: III Certamen de Relatos Cortos "La mujer trabajadora"

PREMIADOS

CATEGORÍA TERCER CICLO

1er Premio: Arturo Basillote Petismen (5º EP)Accésit: Alejandro Robles Pizano (6º EP)

CATEGORÍA PRIMER CICLO DE ESO

1er Premio: Manuel Ángel Ruiz Rondán (1º ESO)Accésit: Ana Belén Caballero Torrejón (1º ESO)

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LA HISTORIA DE MARÍA

María era una mujer de cuarenta años, estaba casada con Pedro desde hacía diecisiete años, y tenía tres hijos: Pedro de quince años, Cristina de once y Carlos de cuatro.

Aparte de su trabajo en casa, que no era poco, aunque entre Pedro y sus hijos la ayudaban en las tareas domésticas todo lo que podían, María trabajaba desde hace bastante tiempo en una agencia de publicidad.

A ella le encantaba su trabajo, se relacionaba con mucha gente y tenía una relación muy buena con sus compañeros. Era sin duda una de las mejores trabajadoras de la agencia. Pero su jefe era bastante machista, y simplemente por ser María una mujer, no la considera igual que al resto de sus compañeros. Pero a ella eso no le impedía realizar su trabajo con muchísima ilusión y ganas.

Su esposo Pedro, que era abogado, la apoyaba en casi todo, pero le decía muchas veces que no podía permitir esa discriminación en el trabajo, ni tampoco que su jefe la hiciera trabajar más duro que a los demás. A veces le proponía que denunciara a la empresa por ese abuso, y que él como su

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abogado la defendería. Pero María rechazaba siempre su propuesta, pues aunque sabía que quizás ganaría, a ella no le importaba ese trato en el trabajo.

Hace algunos meses, una importante empresa de alimentación a nivel internacional, propuso a varias agencias de publicidad, incluída en la que trabajaba María, que les hicieran un anuncio de televisión para promocionar su marca. Aquel que más gustara sería el que saliera en televisión, y supondría para la agencia elegida un contrato en exclusiva que le haría ganar mucho dinero.

El jefe de María puso a trabajar a todos de inmediato en ese proyecto. Había días que la jornada se alargaba hasta muy tarde y María llegaba a casa cansadísima, sólo con ganas de meterse en la cama a descansar. Pero ella siempre tenía tiempo para dedicarle a sus hijos y a su esposo, aunque fuera sólo para saber que tal les había ido el día.

Después de un mes de intenso trabajo, finalmente quedaron finalistas cuatro agencias de publicidad, entre ellas la de María, y además el proyecto elegido de su agencia fue el que ella había diseñado. Su jefe le decía que no se hiciera muchas ilusiones que los otros proyectos seleccionados eran muy buenos, ¡por supuesto estaban todos hechos por hombres!

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La empresa de alimentación le dio la enhorabuena a la agencia de María, ya que había sido la elegida para que hiciera el anuncio de televisión. El proyecto presentado les había maravillado por su ingenio, su calidad, sus detalles, etc.

En la agencia todo fue alegría ya que les proporcionaba aparte de bastante dinero, mucho prestigio por ser ellos su agencia de publicidad para todo el mundo. Aún así, el jefe de María no quiso reconocer su buen trabajo, y aunque la felicitó, dejó entender que el trabajo había sido de todos.

María continuó trabajando con la misma ilusión y ganas que antes. Aunque después de lo ocurrido con el anuncio, Pedro le insistía más en que no podía ser tan tonta, y que algún día tendría que decirle a su jefe que se merecía un trato igual que el resto de sus compañeros.

Y ese día llegó, María ya no podía aguantar más y se sentó con su jefe para hablar sobre todo lo que pensaba, pero él no quiso escucharla. Así que María se despidió de la empresa.

Estuvo varios meses sin trabajo, ocupándose de su casa y de su familia. Se sentía bien pues ahora tenía mucho tiempo

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para ellos, pero en el fondo se encontraba triste porque a ella le gustaba trabajar fuera de casa y relacionarse con la gente.

Un día leyendo las noticias de economía del periódico, María vio una entrevista que le hicieron a los dueños de la agencia de publicidad donde ella había trabajado. En ella contaban que aunque disponían de clientes y el trabajo no les faltaba, en los últimos meses habían notado que debido a la crisis económica cada vez era más difícil que los clientes gastaran dinero en publicidad. Por eso las campañas de publicidad tenían que ser muy buenas e ingeniosas para que al cliente no le importara hacer un esfuerzo en gastarse ese dinero, siempre y cuando esa publicidad hiciera que vendieran más.

María no se lo pensó, se plantó en la agencia para ver a su antiguo jefe. Le propuso volver al trabajo, comprometiéndose a trabajar duro para conseguir nuevos clientes, a ser más ingeniosa aún. Pero a cambio sólo le pidió una cosa, ser considerada una más, igual que sus compañeros hombres.

El jefe aceptó, pues sabía que María era su mejor publicista aunque no se lo hubiera dicho nunca, y porque

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reconoció que las mujeres no son menos que los hombres, y que pueden hacer un trabajo igual de bien que ellos.

Arturo Basillote Petisme 5º A

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LA VUELTA AL TRABAJO DEL AMA DE CASA

En estos tiempos de crisis, todo ha cambiado. Hay muchísimas familias, que tienen a todos los miembros de su familia en paro y no tienen ningún recurso, ni ayudas para seguir adelante.

Os voy a contar la historia de mi vecina Carmen, una señora de cincuenta años y cuatro hijos a su cargo. Carmen se casó muy joven y dejó sus estudios muy pronto. Enseguida, vinieron los hijos y ella dedicó su vida a ellos y a su casa.

Su marido se llama Gonzalo y ha trabajado siempre en la construcción, como peón de albañil. Perdió su trabajo hace cuatro años, después de veinte años en su empresa. Hace más o menos un año Gonzalo no cobra ninguna ayuda, su familia tuvo que ayudarla e incluso nosotros le echábamos una mano, su situación era insostenible y entonces Carmen decidió salir a buscar trabajo en la calle. Ella al no haber terminado sus estudios, nadie le daba trabajo, ni siquiera en las empresas

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de limpieza, pues le pedían el graduado escolar. Estaba desesperada, así que empezó a pedir trabajo para limpiar en las casas. De esta forma trabajaba por horas en diferentes casas y con lo que sacaba tiraba para delante, pero no era suficiente. Carmen estaba agotada, se levantaba muy temprano, dejaba la casa recogida, el desayuno hecho y se marchaba a trabajar. Volvía, ponía el almuerzo, recogía y se volvía marchar. Llegaba sobre las nueve de la noche, a la hora de cenar, hacía la cena, se duchaba y se acostaba, así estuvo durante un año, pero una mañana decidió que esto tenía que cambiar, que había llegado al límite y que necesitaba hablar con su familia, principalmente con Gonzalo.

Se sentó en una silla el sábado muy temprano y ya el día anterior había avisado a su familia que tenía que hablar con ellos al día siguiente. Como era sábado, se levantaron como hacían siempre, tarde, a eso de las once, pero esta vez, había algo diferente, no estaba la mesa puesta, ni el desayuno preparado.

Pero sí estaba sentada Carmen esperándolos, llevaba casi tres horas, allí, sin hacer nada, pero preparada para hablar largo y tendido. Estaban un poco extrañados y

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preguntaron si Carmen se encontraba mal, o si le ocurría algo, ella negó con la cabeza y seguidamente, cuando todos se habían sentado, empezó a hablar. Al principio su discurso iba dirigido en especial, a su marido Gonzalo, pero después, fue dirigido a todos. Comenzó explicando la situación económica que llevaban sufriendo desde hacía años y en especial, este último. Quería transmitir, el cansancio y las pocas fuerzas que le quedaban, y que esta era la única forma de que se dieran cuenta de la realidad.

Carmen no podía más, y con su mirada fija en Gonzalo, le dijo que ella no era una esclava, que ella necesitaba de su ayuda. Que años atrás, cuando él trabajaba, y ella no, no le importaba la obligación de hacer todo en su casa, pero que desde que él no trabajaba y ella sí, estaba cansada de que nadie la ayudara. Les dijo, que los tiempos habían cambiado, que los hombres aunque trabajaran debían de ayudar a sus mujeres y encargarse también de sus hijos. Que en su caso, todavía más, y que le entristecía que todo esto no hubiera salido de él y que no se hubiera dado cuenta antes.

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Ella también comentó, que tenía parte de culpa, de lo que estaba pasando, ya que nunca le había pedido a su marido ayuda y tampoco había educado a sus cuatro hijos, que por cierto eran varones, como lo debería haber hecho. Pero ella, estaba convencida de que todo esto iba a cambiar y que iban a empezar desde cero.

Cuando sacó la libreta, sus hijos y su marido, pusieron los ojos como platos. Estaba todo apuntado, lo que cada uno iba a hacer diariamente, hasta las horas exactas.

No iba a ser fácil, ni en poco tiempo iba a conseguirlo, pero estaba dispuesta a intentarlo y su familia también.

De este modo, en casa de Carmen, todo cambió. Cuando se iba por la mañana temprano, solo dejaba el almuerzo hecho, su marido se levantaba a la misma hora que ella y preparaba el desayuno para sus hijos y para él. Cuando llegaba Carmen al medio día, su marido Gonzalo tenía la mesa puesta y la comida caliente, para ellos y sus hijos. Carmen se marchaba de nuevo y sus hijos se encargaban de recoger la mesa y fregar los platos. A la hora de la merienda, cada uno se preparaba lo suyo y cuando llegaba Carmen por

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la noche, la estaban esperando para cenar todos juntos, esto era un sueño para ella.

Quedaba mucho camino por recorrer, porque Gonzalo todavía se resistía a limpiar el suelo y a hacer las camas, porque decía que eso eran cosas de mujeres.

Gracias a Dios, las mujeres han logrado, que le den su sitio en todos los campos y que los hombres compartan todas las tareas del hogar con ellas. En realidad, esto ha sido a partir de que la mujer se incorporara al trabajo, aunque debería haber sido siempre así.

En mi casa, mi madre actualmente no trabaja, pero lo hizo durante muchos años y si tuviera que volver a hacerlo, mi hermano, mi padre y yo le ayudaríamos en todo.

Alejandro Robles Pizano 6º A

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EL DÍA A DÍA

Sonó el despertador, inmediatamente lo apagué. Me costó, pero conseguí levantarme. Preparé la mesa para el desayuno y desperté a Elizabeth, Alexis y el pequeño Juan. Después, yo desayuné y me vestí para llevar a los niños al colegio. Por cierto, se me olvidó deciros que estoy divorciada, y además, me dieron la custodia completa de los niños porque su padre, es decir, mi exmarido no está en condiciones óptimas para el cuidado de los niños.

Bueno continuo, los niños ya preparados y yo nos dirigimos al colegio. Dejé a Elizabeth y Alexis y me dirigí a la guardería a dejar a Juan.

Cuando miré mi reloj me dí cuenta de que me iba a costar llegar a tiempo a la sucursal. Con todo el trabajo que tendría que hacer esa mañana...

Me concentré en mis pensamientos y aceleré la marcha.

Mi pequeñín, mi Juanito querido.

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Elizabeth, a la que llamábamos Bet, por ser la mayor se encargaba en casa de tareas más propias de una muchachita de más edad que la que tenía, eso me alegraba pero me preocupaba que no tuviese una adolescencia como las niñas de su misma edad que conocíamos. Ponía y recogía la mesa, ayudaba a sus hermanos a vestirse o a hacer la tarea del colegio. Yo la animaba a salir a la plaza del barrio con las amigas que conocíamos de siempre, pero ella prefería estar siempre a mi alrededor.

Alexis era todo lo contrario, juguetón, inquieto, bastante desordenado,...

Por fin llegué al trabajo. Dependía de él para poder mantener a mi familia.

Nadie se esperaba en la sucursal aquella fría noticia que sentó a todos como un auténtico jarro de agua fría. Había que hacer recortes. Todos temimos por nuestro puesto de trabajo. Pero yo me consolaba pensando que mi puesto era muy, pero que muy importante para que la oficina siguiese funcionando. Qué harían sin mí-pensaba-.

Mis hijos contaban conmigo y yo no les podía fallar. Además me costó mucho conseguir este puesto de trabajo. Y cada día intento demostrar que no se equivocaron al seleccionarme a mí.

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Aún así el nerviosismo se apoderó de mí. Con mi posición dentro de esta empresa me encontraba un poco sola como para poder compartir mis preocupaciones. Siempre se han mantenido un poco distantes conmigo, aunque me costó entenderlo, poco a poco fui comprendiendo que era lo lógico.

La persona que vino con las malas noticias nos reunió a todos en la sala de reuniones. Conocí yo bien esa sala. Había pasado allí más tiempo que ninguna otra persona de la oficina, así que elegí el sitio que consideré más idóneo para no perder detalle y a la vez guardar cierta distancia con los demás.

Las palabras de aquel sujeto sonaron demasiado dramáticas: “estamos pasando momentos difíciles y el esfuerzo que debemos hacer es demasiado grande, espero que me entiendan lo que vengo a comunicarles”.

Después de una pequeña pausa en la que se mojó los labios con un vaso de agua, continuó:“Tras estudiar las opciones que tenemos, la empresa no tiene más remedio que despedir a algunos trabajadores para que de esa manera podamos seguir con nuestra tarea. Los recortes además se verán en los salarios de todos los que sigan empleados”. “Sentimos mucho tomar esta decisión pero es necesario, la lista de las personas que recibirán el despido la

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tengo en mi mano”.

En ese preciso momento ya noté que mi nombre estaría allí, no me lo podía creer, así de fácil comunican algo tan importante. Ya no tenía duda. Me creía importante pero allí mismo empecé a dudar de si todo el esfuerzo habría merecido la pena.

Qué sería de mí y de mis niños.

Pero de repente algo en mi conciencia me hizo despertar. Me necesitan, mis niños me necesitan. Buscaré otro trabajo donde sea ¡por favor! Cómo se me habría ocurrido a mí venirme abajo ni tan solo por un momento. ¡Por mis hijos! Grité en mis pensamientos. Y apretando los dientes escuché la lista de los nombres...

Empezó por los cargos más bajos, empezaron a escucharse lo primeros llanto y también los primeros suspiros de alivio.

De los cargos intermedios dejó en la empresa solo a uno.

Me dí cuenta de que mis rodillas no podían estarse quietas, los nervios eran ya tan visibles en mí que casi me caigo por la flojera de mis piernas, ya quedaban los altos cargo y yo.

De los altos cargos solo dijo que trasladaría a uno y que

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otros dos tendrían que volver a labores que no hacían desde que eran jóvenes cuando entraron en la empresa y antes de ascender.

¡Y yo, qué! Pensaba con el corazón saliéndome por la boca.

Eso es todo terminó de decir el encargado.

Después siguió hablando yo no sé si para consolar a los despedidos o para justificarse o para yo que sé, ya no lo escuchaba, mi mente no llegaba a comprender lo que había pasado, el caso es que mi nombre no estaba en la lista, no dijo nada de mí. No sabía si gritar de alegría o saltar o dar golpes en aquella mesa brillante, mi mesa, mi querida mesa, te seguiré viendo y limpiando con mi trapo todos los días como si fueses la única mesa del mundo; y mi suelo, aquel pulido suelo que solo yo sé como sacarle lo mejor con mi maravillosa fregona.

Manuel Ángel Ruiz Rondán 1º ESO B

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¿QUÉ ES UNA MUJER?

¿Para ti, qué es una mujer? Muchos creen saberlo, pero eso no es todo.

Para la mayoría de gente cree que una mujer es una persona de género femenino. También muchos creen, que no hace nada, que no es cierto. Pero, ¿y lo demás? ¿Dónde está el resto? En este relato se explica que es algo más, no solo lo que viene en el diccionario, sino lo que viene en el corazón.

La mujer no es solo una persona, es LA persona que se esfuerza y pone cariño en todo lo que hace. No es "el ama de casa", sino la que colabora para que su hogar y su familia siga adelante y en condiciones, pero no solo eso, también es la que, si tiene suerte de tener trabajo, es la que mejor lo hace, para mantener a su familia.

¿Y quién dijo que no hace más? Es la que se preocupa por los suyos, y por todas las personas que conoce.

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Es la que quiere a todos a más no poder, pues su corazón está lleno de amor, ¿y por qué no darlo a las personas amadas, que se merecen lo mejor?

Todos saben, que para conseguir algo se necesita esfuerzo y constancia. La mujer es la mayor prueba viviente de esta teoría, pues, no hay momento en que no se esfuercen por su familia, por lo que una merece, por lo que se necesita, y por un sinfín de motivos más, que son tantos que parecen infinitos, como mencionamos anteriormente, se esfuerzan en absolutamente todo. Y la constancia, de repetir las veces que haga falta lo que haga falta para o por quien haga falta en el momento (siempre oportuno) que haga falta.

Algo muy bonito de la mujer, es que siempre quiere hacer felices a todo el mundo que esté a su alrededor. Eso de desprender alegría y felicidad por todos los lugares, provocando así sonrisas a todos los que los rodean. Un ejemplo sería, al igual que un árbol caduca se desprende de sus hoja y deja que vuelen donde se las lleve el viento, pasa igual con la mujer, ella sería el árbol, su felicidad las hojas, y el viento las personas que desean recibir felicidad. Otro ejemplo sería una planta (que representaría la

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mujer) con semillas (que serían su felicidad), que se siembran y nacen nuevas plantas (que representan las personas felices, que crecen con bondad y alegría por recibir cariño de alguien).

Casi todos creen que la mujer trabajadora es solo la que trabaja fuera de casa, pero trabajadoras son todas, todas se esfuerzan en todo lo que hacen y trabajan siempre en ello.

Y miles de cosas más, pues la mujer, siempre trabajadora, es toda una caja de sorpresas, pero todas son sorpresas buenas.

Muchos creen saberlo todo sobre las mujeres, pero eso NO es todo.

La mujer trabajadora es lo que se ha explicado anteriormente y mucho más.

¿Y tú, qué piensas que es una mujer trabajadora?

Ana Belén Caballero Torrejón 1º ESO A