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'II I x -\U" .v , ..'. sv\V 0, v-" .5F_ :" ,::/"" ,,!<)"l" / Y ,>J fj'/ CAPfTULO 6 HISTORIA ORAL Gwyn Prins \ Los historiadores de las sociedades industriales modernas, y con alto Indi- ce de alfabetizaci6n (es decir, la mayoria de los historiadores profesionales) suelen mostrarse en general bastante escepticossobre el valor de las Fuentes orales en la reconstrucci6n del pasado. «Sabre este tema, soy un esceptico casi total», comento A. ]. P. Taylor sarcasticamenre. «(Vejestorios que recuerdan embobados su juventud? jNo!» Puede que actualmente muchos se mostraran un poco mas generosos, y admitieran a la historia oral (la historia escrita a partir de la evidencia recogida de una persona viva, en vez de a partir de documentos escritos) como agradables y uriles casos ilustrativos, pero pocos estarian dispuestos a que tales materiales puedan llegar a ser funda- mentales rara el estudio de sociedades modernas y documentadas. Plensan -que del pueblo» de Studs Terkel sobre la Depresion y la Segun- da Guerra Mundial no podran nunea originar grandes hip6tesis hist6ricas sabre aquellos acontecimientos. Los criterios convencionales se muestran pesimistas ante la posibilidad de una historia valida para aquellas sociedades que no posean documentacion escrita, ya que se considera impllcitamente que la debilidad de las Fuentes orales es un fen6meno universal e irreparable. En un extrema, Arthur Mar-

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CAPfTULO 6

HISTORIA ORAL

Gwyn Prins

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Los historiadores de las sociedades industriales modernas, y con alto Indi­ce de alfabetizaci6n (es decir, la mayoria de los historiadores profesionales) suelen mostrarse en general bastante escepticossobre el valor de las Fuentes orales en la reconstrucci6n del pasado. «Sabre este tema, soy un esceptico casi total», comento A. ]. P. Taylor sarcasticamenre. «(Vejestorios que recuerdan embobados su juventud? jNo!» Puede que actualmente muchos se mostraran un poco mas generosos, y admitieran a la historia oral (la historia escrita a partir de la evidencia recogida de una persona viva, en vez de a partir de documentos escritos) como agradables y uriles casos ilustrativos, pero pocos estarian dispuestos a ac~tar que tales materiales puedan llegar a ser funda­mentales rara el estudio de sociedades modernas y documentadas. Plensan

-quelas-~~i~torias del pueblo» de Studs Terkel sobre la Depresion y la Segun­da Guerra Mundial no podran nunea originar grandes hip6tesis hist6ricas sabre aquellos acontecimientos.

Los criterios convencionales se muestran pesimistas ante la posibilidad de una historia valida para aquellas sociedades que no posean documentacion escrita, ya que se considera impllcitamente que la debilidad de las Fuentes orales es un fen6meno universal e irreparable. En un extrema, Arthur Mar­

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.II 146 FORMAS DE RACER HISTORIA

wick en The Nature ofHistory admite que: «la historia basada exclusivamen­te en Fuentes no documentadas, como, por ejemplo, la historia de una comu­nidad africana, puede ser una historia mas rudimentaria, menos satisfactoria que aquel1a obtenida a partir de documentos, pero, de todas formas, es his­toria». En el otro, has, que no haya documentaci6n, no existe la historia como tal. Desde el principio de la historia (es decir, historia escrita segiin el

~ metodo de Ranke), se ha considerado a Africa como el continente"hist6rico por excelencia. Esta vision se ha mantenido, empezando por el juicio de tfegel en 1831 de que «no constituye parte hist6rica del mundo», y terrni-> nando por la notoria observaci6n de Hugh Trevor-Roper en 1965 de que Africa no posefa historia, sino simplemente las poco gratificantes andanzas de tribus barbaras 1, observaci6n que ha venido levantando ampollas duran­te una generaci6n entre los elanes de africanistas anticolonialistas, en rapida proliferaci6n por aquel entonces. Y esta vision no se limitaba unicamente a Africa, ni era exelusivamente de la derecha. Las aldeas hindues, ejemplos del modo de producci6n asiatico, se limitaban a achicharrarse bajo el sol, repro­duciendose de forma improductiva, «sin que las tocaran los nubarrones de tormenta del cielo politico», segun la famosa frase de Marx. Los simpatizan­tes marxistas de los movimientos anticolonialistas se han venido estrujando el cerebro desde entonces, tratando de explicar que el Viejo no quiso real­mente decir 10 que evidentemente dijo,

Pero, tanto en los casos favorables como en los hostiles, se utiliza la prue­ba basica segun el criterio de Ranke. Siguiendo la jerarquia establecida por el, se han de preferir las Fuentes oficiales escritas, de hallarse disponibles. En caso de que no 10 esten, habra que conformarse con 10 que haya, e ir a llenar nuestro cubo con agua procedente de sitios mas alejados del manantial cris­talino que es el texto oficial. En estos terminos, la informaci6n oral repre­senta, sin ninguna duda, la segunda 0 tercera opci6n, por tanto, su papel se limita a facilitar historias de segunda categorfa sobre comunidades con pobres Fuentes de informacion, De acuerdo con estos criterios, Hegel, Tre­vor-Roper y Marx meramente se limitaron a ser escrupulosos. - Ha habido dos tipos de respuesta a este escepticismo, una de ellas quis­quillosa y la otra algo menos. La primera corresponde a Paul Thompson, figura sefiera en el «rnovimiento» de la historia oral (autodescripcion que ya de por S1 tiene una resonancia militante), movimiento que reivindica el valor de las Fuentes orales en la moderna historia social como forma de proporcio­

HISTORIA ORAL 147

oscurecidos por «la historia desde arriba». Thompson escribio airadamente en su manifiesto La voz del pasado;

La realidad es que la oposicion ala evidencia oral se b)lSa tanto en apreciaciones \I personales como en principios. Los historiadores de la vieja generacion que ocu­pan la catedra y tienen las llaves en sus manos son instintivamente reacios a la introduccion de nuevos metodos, Lo cual implica que ya no controlan todas las tecnicas de su profesion. De aquf los comentarios despectivos acerca de los jove­nes que patean la calle con grabadoras 2. '.

Por tanto, en la batalla sobre las Fuentes orales en la historia contemporanea, el lenguaje visceral revela que nos hallamos ante pasiones profundas por ambas partes. Pero, al hablar del papel de las Fuentes orales para la historia de las sociedades agrafas, Jan Vansina, el mas distinguido exponente de la his­toria oral en Africa, reconocio de buena gana en su manifiesto Oral Tradition as History, el argumento de Marwick:

Cuando no existe la escritura, 0 practicamente no se halla presente, las tradicio- .. nes orales han de llevar el peso de la reconstruccion historica, Pero no 10 harm de la misma forma que las Fuentes escritas. La escritura es un milagro tecnologico... Hay que comprender plenamente las limitaciones que tiene la tradicion oral para evitar la decepcion que se puede producir cuando, despues de un gran perfodo de tiempo dedicado a la investigacion, se obtiene iinicamente una reconstruccion que aun no es muy detallada. La reconstruccion a partir de las Fuentes orales puede muy bien poseer un grado bajo de fiabilidad, si no se cuenta con Fuentes independientes para contrastar '.

.

Fijemonos que el acuerdo se limita a aquellas circunstancias en que las fuen­tes orales son las unicas disponibles; como Vansina muestra (en ese libro y en sus muchas monografias), que este no suele ser el caso, el punto principal de su argumentaci6n se vuelve, de hecho, mas convincente. La relaci6n entre las Fuentes escritas y las orales no es «sernejante a la de la diva y su suplente en la 6pera: cuando la estrel1a no puede cantar se Ie concede una oportunidad a

r,/~ esta, es decir, cuando la escritura no ex.iste, se acude a la tradicion. Esto es una concepcion err6nea.(Las Fuentes orales ayudan a corregir otras perspec­tivas, de la misma forma que las otras perspectivas la corrigen a ella».)

nar presencia histories a aquellos cuyos puntos de vista y valores han sido

Para una visi6n de un camino diferente, pero que empieza en este mismo punto, vease Henk Wes­seling, What is Overseas History, pags. 67-92.

1

2 P. Thompson, La uoz delpasado. La bistaria oral, Instituci6n Alfonso el Magnanimo, Valencia, 1988, pags, 83-84. 3 TV.".:". n_.l T __ J:.: ...

I

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_. I 148 FORMAS DE HACER mSTORIA

I' f 2Por que ha de ser tan polernica la utilizacion de las Fuentes orales? Paul

Thompson ha sugerido que a los viejos profesores no les gusta aprender nue­vas recnicas y que se resisten a 10que para ellos constituye una depreciaci6n del estatus especial del rnetodo de Ranke. Esto puede ser cierto, pero tengo mis sospechas de que existen razones mas profundas y menos llamativas. Los historiadores viven en sociedades que cuentan con la palabra escrita, y, como muchos de sus habitantes, tienden a considerar inconscientemente la palabra hablada con desprecio. Es el corolario de nuestro orgullo por la escritura y de / nuestro respeto por la palabra escrita. 2Y por que no? Como ha sefialado Van­sina, la comunicaci6n a craves dellenguaje escrito sirnbolico representa una maravillosa conquista, cosa que los pueblos con lenguaje escrito tienden a olvidar. Los maories de Nueva Zelanda proporcionan un ejemplo triste, pero esclarecedor, de un hecho corriente durante la expansion europea: un pueblo agrafo que observ6 e hizo suyo este instrumento de poder, pero que, no obs­tante, fracas6 en lograr su control.

Los hechos en sf mismos son en extrema interesantes. En 1833 quiza s6lo 500 maodes podian leer, al afio ya eran 10.000. En 1840, cuando por el Tra­tado de Waitangi los jefes maorfes perdieron sus tierras (u obtuvieron el beneficio de la anexi6n britanica, todo depende del punto de vista), un via­jero expreso sus temores por la salud de los rnaorfes, preocupaci6n poco corriente en un «pakeha» (blanco) de la epoca. En vez de dedicarse ala acti­vidad Hsica, como correspondia a nobles salvajes, se habian vuelto sedenta­rios, «habiendo adquirido el habiro de la lectura». En 1837, el impresor William Colenso, perteneciente a una famosa familia misionera, complet6 la primera edici6n del Nuevo Testamento en maod; y para 1845, misioneros protestantes ya habian distribuido un mimero de Nuevos Testarnentos en maorf correspondiente a la mitad de la poblaci6n. En 1849 el gobernador George Gray crefa que la proporcion de poblacion alfabetizada era superior a la de cualquier parte de Europa. 2CuaI era el poder de la escritura que los rnaorfes vieron y trataron de conseguir con tanto ahinco?

Era un triple poder, pero, con muchos pueblos recien conquistados y recien y parcialmente llegados a la escritura, los rnaorfes iinicamenre logra­ron apropiarse de una pequefia parte de ella. La primera faceta del poder de la escritura era toternica. Los maodes analfabetos llevaban libros, de cual­quier tipo, a la iglesia,0 se introdudan hojas escritas en los lobulos de las ore­jas. Era un intento, muy observado en las primeras etapas del encuentro colonial, de obrener poder mediante la asociacion. La segunda faceta era manipuladora. El mismo Colenso (utilizando los mismos caracteres que para el Nuevo Testamento) imprirni6 en 1840 el texto del Tratado de Waitangi. En la negociaci6n previa no 10gr6 persuadir al gobernador de Que, aunque

HISTORIA ORAL 149

los maorfes podfan escuchar, y algunos leer, las palabras traducidas del borra­dor ingles, no podian y, de hecho, no lograron captar el significado legal, ni compartlan el concepto intrlnseco de opropiedad ni podian comprender las consecuencias de la firma. Don McKenzie argumenta que los rnaorfes sufrie­ron una derrota mas contundente y de mayor duraci6n en su batalla por el control de la tierra, precisamente porque su grado de alfabetizaci6n en la decada precedente ~aba la impresi6n de que aceptaban las reglas del juego­que establedan los tratados, cuando en realidad eran incapaces de manipular con exito la palabra escrita 4.- ­

La tercera faceta del poder es formal y activa. Es el poder de exteriorizar, de acumular y fijar el conocimiento. Los rnaorfes no 10 adquirirfan a escala polfticamente significativa hasta la siguiente generacion, Constituye la pura esencia del milagro de la escritura y, en todas las comunidades, ha sido el poder cruzar el umbral entre pasividad y actividad, entre ser la victima de la palabra escrita 0 su duefio, 10 que ha tenido consecuencias mas revoluciona­rias, pero a la vez ha resultado mas diflcil de conseguir.

En las increfbles pinturas de la cueva de Lascaux, en Francia, entre las imagenes de animales se pueden ver series de parejas de puntos, Estas pue­den muy bien ser los ejemplos mas tempranos de cornunicacion simbolica: comunicacion que hace el individuo, pero que existe independientemente de el en el tiempo y en el espacio. La habilidad para hacer esto es el criterio prin­cipal para distinguir al Homo sapiens, el hombre sabio, de sus predecesores biologicos, la primera gran divisoria en la historia humana. Los puntQs de Lascaux pueden ser, tanto como las hachas de piedra pulimentadas, el anun­cio de la revolucion neolftica, base de todas las civilizaciones siguientes.

En Oriente Medio se domesticaron el trigo, los animales y el hierro 5.

Tambien fue alii donde tuvo lugar la principal invencion que iba a posibi­litar la escritura. La escritura simbolica era de irnportancia fundamental para permitir al hombre trascender la impermanencia del habla, pero toda­via era tosca, Fue la creaci6n de un sistema alfabetico 10 que facilit6 el de­sarrollo posterior de una sociedad caracterizada por un alto indice de utili­

-;-ci6n de la palabra escrita, que iba a florecer por primera vez en Grecia durante el siglo VII a. C. Bertrand Russell dijo que el auge de la civilizaci6n

-en Grecia era el fen6meno mas diflcil de explicar, y el mas sorprendente en

4 D. F. McKenzie, «The Sociology of a Text: Oral Culture, Literacy and Print in EarlyNew Zea­land», en P. Burke yR. Porter (eds.), The Social History ofLanguage, Cambridge, 1987. pags, 161­197. 5 El hierro rambien fue dornesticado en Tailandia de forma independiente, y. probablernente, en la zona de los Grandes Lagos en Africa Central. La importancia de su descubrirnienro en el Cercano Oriente radica en su comhin;lrinn rnn 11'\1:" r- ...r ....... I...r "Ir..,,1 ...... I.....H...

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FORMAS DE HAcER HISTORlA r"150

toda la historia. CiertaDlen te era otro momento decisivo, quiza no tan sig­nificativo como habra sido la revolucion neolftica, ni merecedor de tan caluroso aplauso.

Jack Goody dice, en The Domestication ofthe Savage Mind, que para tra­tar de entender el poder de la palabra escrita, resulta util, adaptando la ter­rninologfa de Marx, distinguir entre dos pares dentro del modo de comuni­cacion: los medios y las relaciones de comunicaci6n, es decir, las dirnensio­nes ffsicas y las socioculturales, respectivamente. Adernas opina que siempre deben considerarse conjuntamente. En estos terminos, Grecia puede colo­carse en un contexto.

Nos encontramos ante una sociedad de alfabetizaci6n masiva, que posee un sistema alfabetico de escritura. Mirando retrospectivamente podemos dis­tinguir tres modos de comunicaci6n:

1. Culturas orales, donde el lenguaje posee unicamente una forma puramente oral. Estan tipificadas por lenguajes locales; son en la actualidad, y desde hace mucho tiempo, relativarnente pocas.

2. Culturas escritas, cuyos lenguajes poseen tinicamente forma escrita, porque su forma oral se ha extinguido. Estan tipificados por las lenguas cla­sicas,

3. Culturas de tipo mixto, donde los lenguajes asumen tanto formas orales como escritas para toda 0 s610 una parte de la poblaci6n. Nos vemos obligados a categorizar aun mas y a distinguir entre «culturas de alfabetiza­ci6n universal», como las que solemos con demasiada facilidad considerar como obvias, pero que en realidad son historicamente poco corrientes, y «culturas de alfabetizaci6n restringida», donde la mayoria de la poblacion vive en los bordes de la palabra escrita, pero bajo su dominio.

De hecho, hoy en dfa todos los grandes idiomas universales existen den­tro de culturas de tipo mixto. En gran parte del mundo islarnico, las perso­nas son individualmente analfabetas 0 semianalfabetas, pero se hallan bajo el dominio dellibro, como los maorfes del siglo XIX; 0, en el nuevo mundo de' la comunicaci6n electr6nica masiva, las personas se hallan en una nueva esfe­ra mas allade la palabra escrita: bajo el dominio de la radio, la television y el teIefono(Pero los historiadores pertenecen, en especial, al mundo de la pala­bra escrita, que para elios es primordial. Establece los criterios de valor y sus rnetodos. Subestima a la palabra hablada, a la que se considera utilitaria y vulgar en comparaci6n con el significado concentrado de un texto. No se contemplan los diversos tipos ni las variaciones sutiles de significado de la informacion oral. \

c,,' ~~l. ,

HISTORlA ORAL 151

Una de las consecuencias de vivir en una cultura dominada por la palabra escrita es el proceso de cauterizacion contra la palabra hablada, a traves de su menosprecio. Podemos tener una percepci6n muy completa de muchos len­guajes escritos especiales y complejos; por ejemplo, el ingles, a traves del tiem­po, posee las formas de Chaucer y de Shakespeare, 0 el registro especial de la Biblia del Rey Jaime (su correspondiente en espafiol fue la Biblia de Casio­doro de la Reina y Cipriano de Valera) 0 del Libro Comun de Rezos, todos los cuales perviven. Pero, al considerar una cultura oral 0 mixta, debemos rea­lizar un esfuerzo consciente para tratar de aminorar nuestra velocidad de per­cepci6n, con el fin de poder considerar el testimonio oral como poseedor de la misma complejidad potencial que el escrito. Hemos de saber reconocer las distinciones entre el habla importante y la meramente intrascendente, de la misma forma que Thomas Hardy hace a su herofna Tess cambiar del dialec­to de Dorset al ingles culto, segUn quien sea su interlocutor; o los rastafaris del Caribe reservan su sonsonete especial para sus cantos religiosos.

La tradici6n coranica oral, el hadith, es uno de los ejemplos mas antiguos y mejor conocidos de como los lenguajes especiales del registro oral y escrito se entremezclan en una cultura, En su magnifico estudio, Ernest Gellner ha mostrado como la baraka 0 autoridad carismatica de los hombres santos de las montafias del Atlas marroqui procede, para sus oyentes iletrados, de su exposici6n oral de la shari 'a. Pero la shari 'a es una ley escrita, y estos hombres santos pueden incluso ser analfabetos. No obstante, su carisma deriva de su as~iacion con el poder de la palabra dellibro.

\.Los historiadores tradicionales, obsesionados por la documentacion, se interesan en sus fuentes por tres cualidades que no posee la informaci6n oral. Insisten en la precisi6n formal. Resulta irnportante ver la naturaleza estable de la evidencia. Un documento es un objeto. No existen dudas sobre 10 que el testimonio, Hsicamenre, es, ya que la forma se encuentra fijada, Tambien puede comprobarse de varias maneras: Hsicamente (otra vez), pero tarnbien comparativa, textual, estructuralmente, etc., esto le proporciona la segunda

...cualidad buscada, la precision cronologica/) Los historiadores piensan de acuerdo con el tiernpo cronologico, tal como

10 mide el calendario y el reloj. Los documentos pueden proporcionar deta­lies escrupulosos en esta dimension y, por tanto, se pueden extraer sutiles argumentaciones. La objetividad que reivindican los miembros mas tradicio­nales de la profesi6n hist6rica descansa en gran parte sobre la fuerza de deduccion extrafda de un estudio meticuloso de la Iogica narrativa. Pero, como podremos ver muy pronto, el tiempo cronologico no es la unica clase de tiempo que utilizan los hombres, y existen otras cosas que explicar, ade­mas del cambio.

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.II 152 FORMAS DE HAeER HISTORIA HISTORIA ORAL 153

En tercer lugar, una vez que se alcanza la etapa de la escrirura, esta resul­ cuatro formas distintas de informacion oral. Tenemos que estar preparados ta Eicil y, como deja huellas fijas, vivimos inmersos en un oceano de mensa­ para enconrrar diferentes argumentos sobre cada uno de ellos en diferentes jes escritos. Pensamos que entenderemos el mensaje de un texto gracias a la tipos de sociedades. lectura de textos adicionales. «Testis unus, testis nullus»: un solo testigo no es testigo. Demostramos mediante la multiplicaci6n. Bajo cualquiera de estos tres aspectos, la evidencia oral, sin orros apoyos, se acredita pobremente. {ia forma no se encuentra fijada; la cronologfa, con frecuencia, es imprecisa; la comunicaci6n se encuentra muchas vecessin otras Fuentesde referenciaqf'ara aquellos historiadores a los que no les gusta la historia oral, estas constifuyen razones suficientes para desdeiiarla. Pero, adem as, se podrfan aiiadir otros dos motivos, que tienen que ver con los objetos de su estudio. Uno, ya men­cionado al principio de este capitulo, es que la historia oral se ocupa, de forma aurocomplaciente, de temas tangenciales. El otro se halla implfcito en la poca importancia de la pequefia escala.

Pienso que la crftica general, a partir de premisas metodo16gicas sobre la precisi6n, consiste en que la informaci6n oral no puede explicar el cambio, y el cambio es el objetivo principal de estudio de los historiadores. Pero esto no resulta completarnente cierto, y en algu??S casos, especialmente en socie­dades agrafas y en un estado intermediojla continuidad es un fenomeno mucho mas interesante, y mas diflcil de explicar, que el cambio)La crftica sobre la autocomplacencia refleja 0 un prejuicio conrra la historia desde abajo 0 el miedo de que, como la informacion oral se presenta en la escala de las percepciones del individuo, el historiador se quede atrapado en esa peque­iia escala, posiblemente extraviado y, por tanto, sea incapaz de extrapolar efi­cientemente. En resumen, nos Iimitarfamos a encontrarnos en un embrollo de informaciones sin ninguna utilidad practica. Es decir, la historia oral se limirarfa a decirnos cosas triviales sobre gente importante, y cosas importan­tes sobre gente trivial (y esto segun su propio criterio de importancia).

~Resulta esta crftica correcta? Desde luego, fue para combatir este tipo de juicios despectivos que se trajo al campo de batalla a la artilleria pesada de «movirniento de la historia oral». Puede que en las primeras escaramuzas los caiiones se hubieran disparado alegremente, pero las cuestiones en disputa son reales y se hallan esrrechamente relacionadas con las funciones de la memoria y los fines de la historia en sociedades con modos diferentes de comunicacion, Se han de aplicar otros criterios diferentes a los utilizados por Ranke.

Para poder calibrar el peso de estas acusaciones, y ver quienes estan colan­do de rondon exactamente que tipo de presunciones sobre los fines del his­toriador, debemos ser precisos a la hora de definir los terminos, si es que queremos evitar los errores de categorizacion. Por tanto, paso inmediata­mente a distinguir dos tipos, y dentro de uno de ellos, siguiendo a Vansina,

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~Que se entiende exactamente por evidencia oral? Al principio, la definf como aquella evidencia que se obtiene de personas vivas, en contraposicion a aquella obtenida a partir de Fuentes inanimadas, pero ya no es una defini­cion suficienremente precisa. Existe la tradicion oral. En De fa Tradition Orale, el libro que mas que r;ingun otro ha revolucionado nuestra concep­

co cion sobre ella, Jan Vansina la definio como «el testimonio oral transrnitido <

verbalmente de una generaci6n a fa siguiente, 0 a mas de una generacion» (las cursivas son mfas). Este material es la parte fundamental con la que conta­mos para reconstruir el pasado de una sociedad con una cultura oral. La tra­dicion oral se vuelve cada vez menos pronunciada a medida que una cultura evoluciona hacia la alfabetizacion masiva, aunque una parte puede persisrir en un entorno mayoritariamente alfabetizado.

El otro tipo de Fuente oral es el recuerdo personal. Se trata de una evi­€) dencia oral espedfica basada en las experiencias propias del informante, y no

suele pasar de generacion en generacion excepto en formas muy abreviadas, como, por ejemplo, en el caso de las anecdotas privadas de una familia. Hacia 1870, mi abuelo materna trabajaba como aprendiz de jardinero en una gran casa de Cornualles. El mayordomo era un sadico que acostumbraba a en­cerrar gatitos en el horno caliente de la cocina para disfrutar contemplando su agonfa. Cosa comprensible, mi abuelo no olvido nunca esta conducta, e, incluso, por causa de este hombre dejo esa casa para ir a rrabajar en una mina de estafio, segun me conto mi madre. Los recuerdos personales directos for­man la mayor parte de la evidencia utilizada por Paul Thompson y el movi­miento de historia oral.

La tradicion oral se distingue del recuerdo tambien de otra manera. La transrnision de grandes cantidades y formas espedficas de informacion oral 3 de generacion en generacion requiere tiempo y un esfuerzo mental conside­rable; por tanto, debe tener un proposito. Generalmente se piensa que este proposito es de caracter estructural. Algunos teoricos, como Durkheim, con­sideran que el proposito en la creacion y transrnision de la tradicion oral se halla sistematica y dependientemente relacionado con la reproduccion de la estructura social. Otros auto res opinan que tiene propositos cognitivos mas amplios y autonomos, Pero, independientemente de esto, y antes de entrar en mas consideraciones, hemos de distinguir cuatro tipos de tradicion oral'':

6 He recogido este esquema de J.Vansina, "One upon a Time: Oral Traditions as History in Afri­ca», en DanMlu,? Inrimovpro. lQ71\ no.,. ;\<;1

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..II, 154 FORMAS DE HACER HISTORIA

congelada , POESfA EPICA (INCLUYENDO CANCIONES) YLISTAS

FORMA

libre IFORMULAS

Y

NARRATIVA (nombres, refranes, etc.)

(;)Si un relato se aprende de memoria, entonces sus palabras pertenecen a la tradicion, Si la forma de la actuacion se halla prefijada, entonces la estructu­ra pertenece a la tradicion. Procedere a explicar cada categorfa.

Los materiales aprendidos de memoria y cuya forma se halla congelada o prefijada son los que en realidad presentan al historiador los menores pro­blemas para su comprobacion... ya que un estudio crftico riguroso de distin­taSversiones nos clara el nucleo cornun de forma y palabras. Es posible identificar las reglas de forma y lenguaje. Los poemas africanos de alaban­za, de los que los mejor conocidos son los «isibongo» zuhis, son buenos ejernplos del genero, Palabras, forma y entonacion se hallan estrictamente definidos, Con frecuencia, los poemas de alabanza describen las relaciones entre gobernantes y gobernados: sirven de enlace en una relacion que no podria llevarse a cabo en el lenguaje coloquial. Por tanto, su estructura refleja su proposito, El siguiente es un extracto de un poema de alabanza lozi, que recogi en el oeste de Zambia. Esta en luyana, el idioma arcaico, que se halla tan alejado de la lengua cotidiana, el sil.ozi, como el anglosa­jon del ingles moderno:

Aunque estoy cerca de ti, no puedo hablar contigo. Pero no me preocupa, por­que se de d6nde procede mi parentela. Yo vengo de una linea de parentesco que esta ligada contigo. Cada canci6n tiene su origen...

Cuando el Rey esta en la corte, el es como un elefante entre la maleza espi­nosa, como un bUfalo en el bosque espeso, como un huerto de maiz en un alto­zano de la llanura del Zambeze. jGobierna bien al pais! Si muere el pais, tri seras el responsable. Si prospera, el pais se sentira orgulloso de ti V te aclamara,

HISTORIA ORAL 155

El material del tipo «formula» es especialmente util cuando intentamos des­cubrir las dimensiones de una cultura popular. Frecuentemente un estudio de los refranes resulta una forma eficaz de empezar a realizar un estudio sernejante, tanto para el presente como para el pasado de una cultura oral 0

de tipo rnixto. Esto se explica-porque no resulta facil alterar las palabras, 0 10 observarfamos claramente si hubieran sufrido una alteracion, Doy Otro ejem­plo, tambien relacionado con los reyes lozi de Zambia. El siglo del colonia­lismo en Rollaste ha sido, con independencia de todo 10 demas, agitado. Como la mayoda de las otras sociedades, la de los lozi se ha visto afectada por grandes fuerzas de cambio. Por tanto, si encontramos elementos que han permanecido constantemente, a pesar de tales presiones, se ha de tratar de casos particularmente interesantes, como en este ejemplo,

En 1974 me encontraba viviendo en Bulozi, y solia recoger refranes en una libreta, al principio simplemente por curiosidad. Uno corriente se refie­re, por analogia, a la realeza. Estel en luyana:

Nengo minya malolo wa fulanga, musheke ni mu ku onga. (El hipop6tarno [Rey] mueve las aguas mas profundas del do; las blancas arenas de los bajfos traicionan su presencia.)

Lo encontre otra vez algunos afios mas tarde pero en un contexte diferente, convertido en un canto antifonal que formaba patte de un culto con fines curativos. Mezcla el moderno siLozi con el arcaico luyana.

Sanador (en sonsonete): Mezi mwa nuka ki tapelo! (jEl agua del rio es una ora­ci6n!) Sanador (canra): Kubu, mwana lilolo. (Hipop6tarno, hijo del remolino.) Coro: Itumukela mwa ngala! (iSale ala superficie en medio del rfol) Sanador: Musheke ni mu konga. (La arena traieiona su presencia.) Coco: Itumukela mwa ngala!

Asi que aquf tenemos dos variantes, que compatten el mismo tema princi­pal, y ambas pertenecientes a la epoca postcolonial. Este ejemplo muestra claramente como algunos nucleos de palabras permanecen inalterables en un caleidoscopio cambiante de estructuras adaptadas a propositos con­cretos,

Se puede observar la fuerza del material de tipo formulae si colocamos estas versiones modernas allado del mismo refran, pero bajo formas recogi­das por un misionero frances al principio de la experiencia colonial, hacia 1890: «wa fl1bnO'":l mpvi m:lf"lIn011 rnl1~hp!rp n; fY'\11 !r"nlT'",,, " "i\lfh" I,..

Aprendido No aprendido de memoria de memoria

ESTILO

Congelado - Libre

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·,156 FORMAS DE HACER HISTORlA

mwan'a lilolo, wa twelanga matungu, musheke ni mu k'onga» 7. Un ejemplo tan claro de persistencia de una forma en una Fuente oral es testigo de su reproduccion continuada en la cultura popular, y esto, a su vez, nos indica que debe poseer alguna funci6n cultural persistente 8. Y, por tanto, aparece la cuestion de la memoria selectiva en las fuentes orales, de la que hablaremos a continuacion.

Algunos materiales de tipo formular son menos propicios para la memo­ria selectiva. Por ejemplo, la identidad personal denrro de nuestra propia cul­tura viene dada con frecuencia por medio de una descripcion serniotica de fronteras flsicas. Por tanto, una vei que se haya procedido a su decodifica­cion, el paisaje geografico en ramo al hogar que describe un migrante puede demosrrar, de forma muy viva, la reproducci6n cultural. Un estudio africano de caso, Siyaya: the Historical Anthropology ofan African Landscape muestra brillantemente este aserto, al realizar esta decodificacion y usarla para desa­fiar la presuncion convencional de que la migraci6n lleva a la ruptura de rela­clones".

Los principales problemas sobre los riesgos que puede implicar la utiliza­cion de la tradici6n oral estan relacionados con las tradiciones que no se han

. U'aprendido de memoria, es decir, las epicas y narrativas. La formula fijada de.pt! epica implica que la mayoda de la epica africana es narrativa bajo este esque­

~'F rna. Entiendo por «epica» la hornerica: poesia heroica compuesta oralmente, de acuerdo con ciertas reglas. Desde luego, los poemas fueron escritos poste­riormente, y no podemos saber hasta que punto se vieron alterados, ni si esto ocurrio en el mornento de su escritura 0 despues, pero la estructura es 10 bas­tante fuerte para sobrevivir a este proceso. Es una colcha de retales, una rap­sodia, es decir, literalmente «cosida junta» (del verbo griego). Asi que la repe­ticion de una formula desempefia un papel en la formaci6n de la obra, tanto para el bardo como para el publico. Casi un tercio de la fllada consiste en versos 0 bloques de versos que se repiten mas de una vez. Lo mismo ocurre con la Odisea. En los primeros 25 versos de la Iliada aparecen 25 expresiones prefljadas. Por ejernplo, la aurora se describe casi siempre como «la de rosa­dos dedos», Atenea es la de «ojos de lechuza», la isla de ftaca se encuentra siempre «rodeada por el mar», Aquiles es el «saqueador de ciudades», y la mas

7 Para una exposicion mas amplia de 10 visible y 10 oculto en la historia lozi, vease G. Prins, The Hidden Hippopotamus. Reappraisal in African History: the Early Colonial Experience in Estern Zam­bia, Cambridge, 1980. 8 Para una discusi6n mas detallada de la irnportancia y utilidad de los refranes, vease J. Obelkevich, «Proverbs and Social History» en Burke Y Porter (eds.), TheSocial History ofLangwzge, pags. 43-72. 9 David W. Cohen y E. S. Atieno Odhiambo, Siyaya, theHistoricalAnthropology ofanAfticanLands­cape, Londres, 1988, y una resefia en AfticanAffairs188 (octubre, 1989), pW. 588-589.

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famosa, el mar es «de color ~e vino». Pero no se trata de una repetici6n mon6tona. Se dan 36 epftetos diferentes para describir a Aquiles, escogidos y empleados siguiendo reglas establecidas 10. Por tanto, a partir de este mate­rial, el bardo elabora una nueva obra, aunque los fragmentos aislados puedan ser viejos y conocidos por todos, Pero ~sta categoria y este metodo vuelven a suscitar cuestiones obvias sobre la limitacion en cuanto a la cantidad de conocimiento que la tradici6n oral es capaz de contener 0 transmitir. ~No nos encontramos ante una limitaci6n agobiante?

Incluso con una gama de alternativas, este tipo de composicion oral no puede contener mas que un cierto grado de conocimiento 0 precision. Se encuentra limitado por el caracter no permanente de la palabra hablada, y por la capacidad limitada de la memoria humana, incluso cuando se ve ayu­dada por recursos nernotecnicos: por tanto, las culturas orales son incapaces de innovar y deben olvidar. Este es el punto de vista que subyace ala argu­mentacion del profesor Jack Goody en TheDomestication ofthe Savage Mind. La mente «salvaje» se «domestica» cuando los mediasde comunicaci6n posi­

bilitan el cambio de modo:

La escritura,y espeeialmente su forma alfabetica, posibilitaronel analisis del dis­curso de una forma diferente, al dade ala comunicaei6n oral una forma semi­permanente; este analisis favoreci6 la ampliaci6n del ambito de la actividad crfti­ca,y,por tanto, de la racionalidad, elescepticismo, y la16gica. Aument61a poten­cialidad de la crftica porque la escritura coloco el discurso delante de nuestros ojos de una forma diferente; al mismo tiempo incremento la potencialidad para el conoeimiento acumulativo, espeeialmente el de tipo abstracto... El problema del almacenamiento de la memoria dej6 de obsesionar la vida intelectual del hombre. La mente humana qued6 libre para estudiar un texto estarico en vez de encontrarse limitada por la participaei6nen el dinamismo del habla ll.

Pocos historiadores orales estarlan en desacuerdo con Goody cuando habla de la liberacion intelectual que supuso la escritura, pero muchos, y especial­

)~~d- mente Vansina en Oral Tradition asHistory, discutirfan su afirrnacion de que las tradiciones orales tambien deben ser,homeosclticas: es decir, que se olvi­

,/~ da 10 que no resulta conveniente 0 10 que deja de tener significacion funcio­nal. Sugiere que las culturas orales sufren una amnesia estructural, al verse obligadas a ser selectivas por las limiraciones de la memoria, por 10 que las tradiciones no pueden proporcionar una informacion historica solida.

\0 M. 1. Finley, The World of Odysseus, Penguin ed., 1962, pag, 34 led. cast.: El munda de Odiseo, Madrid, Fondo de Culrura Econ6mica de Espana, 1980. 1\ J.Goody, The Domestication of the Savage Mind, Cambridge, 1977, pag. 37 led. cast.: La domes­ticacion delpensamiento salvaje, Madrid, Ediciones Akal, 1985].

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De hecho, ese tipo de amnesia estructural llega a ser total en muy pocos casos. Vansina, en muchos de sus primeros trabajos, que culminan en su obra maestra sobre la historia precolonial del Rollaste Ecuatorial Central, Paths in theRain-fires: 12, muestra como se pueden desenredar y decodificar los diver­sos hilos de la madeja de la tradicion, presentes en el Ultimo eslabon de la cadena transmisora. Hay que comparar diversas variantes y contrastar las fuentes orales con otras de diversa procedencia. Es muy conocida la tecnica de la cornparacion interna de textos como medio de derrotar a la homeosta­sis. Los eruditos islamicos evaluan las distintas versiones de la hadith, sope­sando el valor de cada uno de los eslabones de la cadena (isndd), y no acep­tan ninguna tradicion para la que no exista informacion, de forma razona­blemente cornpleta. Pero incluso si se puede veneer a la homeostasis y llegar a establecer que tradiciones se hallan presentes en un testimonio, es decir, si se busca la precision en la forma, ~como podremos resolver el problema de la datacion?

La segunda de las tres cualidades que buscan los historiadores obsesiona­dos por la docurnentacion es la precision cronologica. Los casos mas graves de utilizacion incorrecta de la informacion oral han ocurrido al intentar cumplir este requisito, para alcanzar asi el manto de la respetabilidad. El pro­blema es facilmente ilustrable.

La categorfa narrativa contiene frecuentemente tres clases de transmision: las tradiciones del origen, las historias dinasticas y los relatos sobre la organi­

; zacion social. Ahora bien, estas tres clases no existen dentro de los mismos conceptos de tiempo; para complicar aun mas las cosas, la informacion puede venir toda revuelta, como los diferentes tipos de carne que se encuen­tran en un ernbutido.

TIEMPO NO ESTRUcruRADO Tradiciones del origen

TIEMPO «TRADICIONAb (con secuencias pero no sincronico) Historias dinasticas

Relatos de la estrucrura del esrado

TIEMPO SINCR6NICO

Edward Evans-Pritchard, el gran anrropologo que estudio el pueblo nuer del sur del Sudan antes de la Segunda Guerra Mundial, escribio un ensayo fun­

12 J. Vansina, Paths in the Rain-fOrest, Madison, WISCOnsin, 1990.

HISTORIA ORAL 159

/ damental describiendo 10 que llamo «tiempo oecologico», esto es, el tiempo cidico que se puede observar en la sueesion de las estaciones y no en el paso de los alios. El historiador social E. P. Thompson, ampliando este punto, adujo que el abandono de un concepto de tiempo que venia me dido por la

.. realizacion de una labor espedfica (por ejemplo, la media hora que cuesta ' -, f hervir el arroz en Madagascar, los 15 rninutos para asar el rnafz en el oeste de

Nigeria, el par de Credos en el Chile catolico del XVII) para asumir la disci­plina general del reloj, culturalmente autonorna y con un proposito deter­minado, fue parte de la aparicion de la conciencia social caracteristica de la sociedad industrial, siendo simultaneamente condicion basica para su desa­rrollo y producto de ella 13. Saltan inmediatamente a la vista, por tanto, los abusos cometidos con la informacion oral: los historiadores partidarios de 10 escrito han tratado de extraer cronologias del tiempo sincronico a partir de tradiciones existentes en el tiempo «tradicional». En este, la importancia pasada 0 presente de un tema puede afectar su ubicacion. Por ejemplo, se puede decir que cosas irnportantes son muy viejas, 0 muy nuevas, segun el contexto y los objetivos actuales.

Pero los historiadores exploradores, en pos de la precision cronologica, con el ardor y la dedicacion de aquellos caballeros coleccionistas del XIX, no se paraban a tomar este hecho en consideracion. Cogian, por ejemplo, una leyenda sobre reyes. Contaban el mimero de reyes mencionados. Calculaban que por cada generacion rranscurrfa un espacio de, digarnos, 33 alios. Mul­tiplicaban una cosa por la otra parte y jhe aqui, como por arte de birlibirlo­que, fechas para las culturas orales! Un historiador en particular, David Heni­ge, ha hecho saltar por los aires estas simplezas. The Chronology ofOral Tra­dition, subtitulada significativamente Questfor a Chimera (En Busca de una Quimera), abarca desde reinos africanos hasta listas de reyes asirios; y, ade­mas de una dosis de iconoclastia y escepticismo, nos trae tambien cierta espe­ranza 14. Por una vez, podemos entender que clase de tiempo tenemos entre manos y que tipo de fines han sido los que han servido para conservar la tra­dicion y la memoria. Podemos tornar, en cierta manera, medidas defensivas. Un conocimiento de este tipo es casi siempre contextual.

Una medida resulta mas importance que las otras. Henige tirula «La his­toria como polltica del presente» a uno de los capftulos mas interesantes de su libro. El reconocimiento del hecho de la invencion de la tradicion en la

13 E. E. Evans-Pritchard, The Nuer, Oxford, 1940; E. P. Thompson, «Time. Work discipline and Industrial Capitalism», en M. W. Flinn y T. C. Smout (eds.), Essays in SocialHistory, Oxford, 1974, pags. 40-41. V~e tambien Jacques Le Goff, «AuMoyen Af,e: Temps de l'Egiise et Temps du Mar­

chand", en Annales 15, 19~0, p~...: 4 ~ ?..-43~.. ~ ~ _. . _ r- ,•

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historia no europea ha sido una de las innovaciones mas creativas y demole­doras de la Ultima generacion de acadernicos. Creemos que la utilizacion de este concepto (por ejernplo, por David Cannadine para reexarninar los mitos de la monarqufa britanica) ha sido una aportacion metodologica importante que la historiografla europea ha tornado de la historia no europea, en la que / requisitos interdisciplinarios y lingiHsticos mas severos han impulsado gran­des avances en los iiltimos afios 15.

La invencion de la tradicion no es un fenomeno ni sorprendente ni des­honesto, especialmente en aquellas culturas en las que no existe un iinico cri­terio para la verdad. Recuerda a la autodefensa del prisionero que se hace pasar por tonto 0 mudo y que Alexander Solzhenitsyn describe tan vfvida­mente en Un Dia en fa Vida de Ivan Denisovitch. Las situaciones coloniales presentan caracteristicas similares, al estar marcadas tambien por extremos de poder e impotencia. En ciertas circunstancias especiales puede darse la irnpo­sibilidad de la recuperacion, en situaciones totalitarias puede que la misma secuencia temporal se haya distorsionado; en contextos coloniales, los relatos de la estructura social y de la tradicion domestics generalmente se reinvenran.

Hay ciertos tipos de memoria que jamas podran recuperarse, debido a la forma misma en que se han perdido. Esto es 10 que sostiene el escritor ita­liano Primo Levi, sobreviviente de Auschwitz, con relacion al genocidio judfo. Su ultimo libro, Los hundidos y los salvados, es uno de los mas impre­sionantes testimonios sobre la naturaleza de la vida y el funcionamiento sociologico de los campos de exterminio, No obstante, Levi hace hincapie en la indole personal de sus recuerdos y, por tanto, del consiguiente caracter imperfecto de su interpretacion. Como indica su titulo, se sentfa incapaz de recuperar la memoria sumida en las profundidades donde la mayoria de sus compafieros se habfa ahogado. Ninguno habfa logrado regresar, excepto Levi, que fue uno de los pacos que 10 consiguieron. Al final, se dirfa que para el, como para Bruno Bettelheim, el gran psicoanalista freudiano, la carga de la supervivencia fue excesiva; ambos, ya ancianos, se suicidaron. Quiza, para ellos, no se podia ni reinventar ni comunicar el pasado. Era literalmente impronunciable 16.

La reconstruccion de los hechos se encuentra un paso mas cerca de noso­tros que el silencio. El historiador de la experiencia sovietica, Geoffrey A. Hos­

15 D.Cannadine, «The Context, Performance and Meaning of Ritual: rhe British Monarchy and rhe "invention of tradition?», en T. O. Ranger y E. Hobsbawn (eds.), TheInvention ofTradition, Cam­bridge, 1983, pags, 101-164. Wesseling utiliza el mismo argumento en la pag. 80. 16 Primo Levi, LoshunditUJs y los saluados, Barcelona, El Aleph, 1989; Michael Ignatieff, .A Cry for Help - or of Release», en Observer, 1 de abril de 1990 (acerca del suicidio de Bruno Bertelheim el13 de rnarzo de 1990).

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I king, ha ilustrado la vida bajo el totalitarismoconanecdotas ()rales,en miichas de las cuales aparece la mftica Radio Armenia. Porejeniplo,lepre­gunran a Radio Armenia: «~Se puede 'predecir elfuturo?». Respuesta: «Si, eso no es un problema. Sabernos exacramenrecomo sera el futuro. Nuestro pro­blema es el pasado, que sigue cambiando» 17. Desdelos tiempos de laglasnost en la URSS, la batalla por el control de la meIiloria 'ha sido muy dura. Un grilpo incluso se llama Pamyat (Memorias); atro, totalmente opuesto al fer­vierite nacionalismo eslavo y antisemitismo del prirnero, tiene por nornbre Memorial, y fue promovido por el acadernico Andrei Sajarov, con el fin de rescatar del olvido a las vfctimas de Stalin. La recuperacion de la memoria popular, perdida en IaSiberia de la mente, se ha convertidoen unaactividad politica destacada en la segunda Revolucion Rusa. Las fuerzas reformistas impulsaron la creacion de una cornision, que inforrno alpleno del Congre­so de los Diputados del Pueblo, en 1989, sobre el rescate y reinterpreracinn de un hecho crucial, el pacto entre Hitler y Stalin 18.

Tarnbien en Gran Bretafia se ha desarrollado una feroz controversia sobre la naturaleza de la historia. En 1985, la Inspeccion de Su Majestad publico su vision de 10 que consideraba que los nifios deberian aprender. El «Libro Azul» sintetizo rnuchas de las rnejores innovaciones de los ultirnos 20 afios, tales como el proyecto de Historia del Consejo de Escuelas, que ensefiaban a los nifios entre los 11 y los 14 afios a discriminar entre la evidencia buena y la mala, a reconocer la legitimidad de muchas clases de fuentes,incluyendo la oral, a poner en cuestion todas las verdades recibidas ya sentirse solidarios con las vicisitudes de la gente del pasado como esrfrnulo esencial para la ima­ginacion historica 19. Al igual que los modernos revolucionarios en la URSS, los Inspectores entendfan perfectamente la importancia politica del estudio de la historia, por 10 que colocaron en la contraportadadellibro las siguien­tes palabras de Nikita Kruschev: «Los historiadores son genre peligrosa. Son capaces de trastornar todo».

El gobierno de la senora Thatcher abolio el Consejo de Escuelas.Le siguio un intenro violento, largo y sin exito por parte de ella y de la derecha radical para conseguir en 1990 que el Grupo de Trabajo Saunders Watson, en sus recornendaciones al Departamento de Educacion y Ciencia sobreel Currfculurn Nacional, se centrara exclusivamente en un programa de his to­

l " 17 Geoffrey A Hosking, «Memory in a Totalitarian Society: rhe Case ofrhe Soviet Union», en Tho­

mas Butler (ed.), Memory, Oxford, 1988, pag, 115.

18 «On rhe Political and Legal Assessment of rhe Soviet-German Non-Aggression Treaty of 1939.» • Inforrne de Alexander Yakovlev, Presidenre de la Comisi6n al Segundo Congresode Diputados del ; Pueblo (23 de diciernbre de 1989), Moscu, 1990. .• 19 History in rhe Primacy and Secondary Years: an HMI View, Londres, 1985.

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ria polftica y constitucional britanica de inspiracion whig, obsesionado por Iadocumentacion, rriunfalista y localisra, que hiciera enfasis en el aprendiza­je Al~oristic~9ce fechas y«h~c~os);,' ademas de mostrar una animadversion a [a irnaginacion hisrorica. Tarnbien se negaba 1a legirimidad de 1a historia oral.

E1 Grupo de Trabajo informo en terrninos similares a como 10 habfa hecho 1a Inspecci6n eIJ. 19851 perq se vio rechazado por el «fiat» ministerial cuando el sefior Kenneth Clarke, recien estrenado el cargo, impuso los pun­tos de vista 'lye habfan sido rechazados por d Grupo de Trabajo, los profe­sores y el Libro Azul. En el momenta de escribir este artfculo (febrero de 1991), existe confusion y resentimiento entre los profesores de historia ante esta accion 20.

Estas anecdotas intentan resaltar dos pUllt()lI. La Siberia de 1amente no es unicamente la tierra del silencio muerto, sino tambien 1a de 1a negacion viviente de la legitimidad, ya que deja inermes a los sin voz frente ala esteri­1izadora condescendencia y la hegemonfa excluyente de !qs gobiernos actua­1es. Por esto, el debate briranico nos trae los ecos helados del caso sovietico. En segundo lugar, queda patente 1afragilidad y maleabilidad del pasado ante las presiones del presente. La escala de tales invenciones puede ser grande,

E1 pueblo tiv de Nigeria Central no estaba cornpuesto por caballeros. A principios del siglo XX 1uchaban contra los soldados b1ancos que tendfan las lfneas del telegrafo a traves de sus tierras, ganandose asf 1a reputacion de ser forajidos y traicioneros y, claro esta, profundamente paganos. Y 10 que arin era peor, de ellos se desprendfa un tufillo de anarqufa, ya que no conta­ban con una jerarqufa clara de jefes. Cuando en 1907, el Residente britani­co Charles Forbes Gordon describio por primera vez esta sociedad, dejo constancia del caracter segmentado de sus clanes. Pero, durante 1a Primera Guerra Mundial, la administraci6n britanica en Nigeria, escasa de recursos para controlar un pals tan grande, encontro conveniente dejar de considerar a los tiv como un pueblo y los englob6 con sus vecinos mas numerosos, los hausas. De forma muy servicial, los jefes tiv asumieron un «disfraz» hausa ante los ojos coloniales: hab1aban hausa, se vestfan como los hausas, etc. En 1930-1931, los tiv fueron visirados y estudiados por R. C. Abraham, un antropologo del gobierno, y por R. O. Downes, oficial de distrito,

E1 inforrne Abraham-Downes ofreda una nueva vision de los tiv. Consi­deraba a 1a sociedad acefala descrita por Forbes Gordon en terrninos relati­

20 M~ Ketde, «The Great Bartle of History», Guardian, 4 de abril de 1990, pag. 23 (repasando la tormenra po~ica sobre elHistory Working Group Report, publicado desputs de un largo retra­so el 3 de abril de 1990):

1

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vamente jerarquizados, describiendo un nuevo conjunro de consejos a dife­rentes niveles. Al1egitimar a estos consejos- y a sus jefes, se dejaba a 1a joven generaci6n, alfabetizada, de los tiv sin acceso a un futuro patronazgo politi­co. A su vez, ellos se hicieron abanderados de una nueva causa, 1adel Tor Tiv, un jefe supremo por encima de los consejos, y que, por curiosa coincidencia, correspondfa al modelo «normal» de autoridad nativa, preconizado por los funcionarios britanicos de 1a escuela de gobierno indirecto de Lord Lugard. Otra investigacion antropo1ogica, en 1940, decidio que, en realidad, los tiv estaban gobernados por patriarcas que constitufan una piramide jerarquica, ~Quiza, despues de todo, existfa un jefe nativo supremo? En el transcurso de 40 afios, 1a concepcion existente sobre 1a estructura social de los tiv se habfa trastornado por comp1eto. Finalmente, a fines de los afios 1940, aparecieron dos antrop610gos mas, los Bohannan, y su estudio clasico de los tiv como una sociedad de linaje segmentado, tal como habfa sido descrita 1a primera vez, todavfa sigue vigenre.

Cada investigador europeo busco a los «verdaderos» tiv, y, cada vez que aparedan extrafios con una nueva imagen, alguna aldea tiv, que vela alguna posibilidad de provecho, reinventaba cortesmente su pasado. Conocernos esta historia solo porque un historiador, D. C. Dorward, se dio cuenta de que los investigadores habfan sido parte de 1a interaccion historica, y porque sabfa que existfa 1a posibilidad de 1a invenci6n de 1a tradici6n 21. Esta es pre­cisamente 1avia de defensa contra 1atradicion invenrada: no hay que confiar ni en 1a fiabilidad del testimonio oral que no cuente con otros apoyos, ni en 1a de nuestros predecesores en 1a investigaci6n, a no ser que hayan dado muestras de ser conscientes del problema. Y; desde 1uego, no se trata de un problema que sea exclusivo de 1ahistoria oral.

Otro ejernplo africano nos confirma 1a objecion que hace Vansina a 1a metatora de 1a diva de opera y su suplente, Muestra como una creencia demasiado confiada en Fuentes escritas que no cuenten con otros apoyos, unida a un respeto excesivo por los historiadores, puede resultar una combi­naci6n igualmente engafiosa. Mediante 1a aplicacion de 1a duda sistematica, Julian Cobbing ha puesto en cuestion tres temas fundamentales de 1a histo­ria sudafricana: 1a imagen popular de los rnatabele de Zimbabue como cul­tura guerrera, los alzarnientos de 1896-1897 como el antecedenre directo del nacionalismo de Zimbabue, mito principal del nacionalismo del pals (con talces importantes en los estudios del britanico T. O. Ranger, historiador obsesionado por 1a documentacion escrita). Y; por Ultimo, la importancia e

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Dorward, «Ethnography and administration: the Study ,~ . " . __ of Anglo-Tiv "Workin!?; Misull­"r .

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incluso la misrna existencia de la «Mfecane». la dispersion de pueblos qll.e se crefa h<lb~<l sido consecuencia de la desrruccion del estado zulu a mitad del siglo XIX 22. En e1 caso de los alzamienros. como e1 moderno Zimbabue es una cultura de tipo rnixto, la interpretacion nacionalista de Ranger ha penetrado en e1 registro oral de las personas analfabetas, convirtiendose en la respuesta que se sue1e dar a las preguntas sobre estos hechos, en detrimento de otras tradiciones. Resulta interesante comprender los rnotivos por los que se inven­ta la rradicion, pero tambien es triste perder toda posibilidad de construir una version fidedigna de hechos importantes, a consecuencia de tecnicas his­roriograficas incorrectas. Aunque Ranger habla, en otra de sus obras, de la «historia utilizable» 23, no debe servir de excusa la necesidad que de ella pueda tener una comunidad de este tipo,

El reconocer que los historiadores obsesionados por la documentaci6n escrita rambien pueden caer en naufragios sernejantes, ayuda a conceder sus proporciones correctas al ternor a la mala utilizacion de 1a informaci6n oral en la busqueda de una cronologia. En ambos casos, la solucion consiste en la utilizacion de fuentes multiples, convergentes e independientes, es decir, aquella tec.nica que Vansina ofreci6 como alternativa al rechazar la metafora _. b de la diva. En cuanto a la cronologia es posible extraer, mediante el analisis lfl¥'\ interno, una secuencia hist6rica (10 que no implica necesariamente una his­roria con fechas muy precisas) a partir de las tradiciones orales formales. Para mayor precision, resulta necesario buscar la corre1aci6n con fuentes externas. Los restos arqueologicos, los eclipses de sol 0 de luna, las calamidades natu­rales, etc., pueden servir como puntos comunes de referencia. Los rnitos de origen, las historias dinasticas, las historias de familia de la gente corriente, los refranes, la poesia laudatoria, la epica y la narrativa nos pueden propor­cionar acceso al interior de un tiempo y cultura determinados. Si urilizamos las fuentes externas para conrrastar, nos podremos defender de la tradicion inventada, obtener algunas fechas del tiempo cronologico, y, de este modo, podremos reconstruir este tipo de pasado.

Queda una, clase de narrativa a considerar. La he colocado deliberada­mente en una categorla por sf rnisma, porque se preocupa del individuo ais­lado y de sus experiencias. Este tipo de recuerdos personales constituye la

22 J.Cobbing, «The Evolution of the Ndebele Amabutho». JournalofAfricanHistory 15, 1974, pags, 607-631; idem, «The Absent Priesthood: Another Look at the Rhodesian Risingss of 1896-97»,]our­nal ofAfrican History 18, 1977, pags, 61-84; idem, «The Mfecane as Alibi: Thoughts on Dithakong and Mbolompo», JournalofAfricanHistory 29, 1988, pags. 487-519; T. O. Ranger, Revoltin Rho­desia, 1896-97, Londres, 1979. 23 T. O. Ranger, «Towards a Usable African Past», en C. Fyfe (ed.), African Studies since 1945:

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fHISTORIA ORAL .165

principal fuentede informaci6n .utilizadapor _aquellos .hisroriadores orales que estudian sociedades bajo e1 dominio.de.la palabraescrita.Sualcance se extiende desde e1 umbral de la-posibilidad biologica (aproxirnadamente unos 80 afios) en ade1ante.

El recuerdo personal puedeser la prineipalfuente de informacion oral, pero no es la unica posible en sociedades con dorninio. de la escritura. La tra­dici6n formal, en el sentido que acabamosde cornentar-perduraLa obra de lana y Peter Opie, The Lore and Language ofSchoolchildren, nos proporcio­na un ejemplo clasico, Los autores dernuestran como una adivinanzainfan­til puede conservarse in tacta a craves de una larga cadena de transrnision. Debido a que una generaci6nde nifios es mas corta-queIa de losrecitadores lozi de proverbios reales que yahemosrnencionado, -una adivinanza trans­mitida durante 130afioshabra pasado por 20 generaciones.denifios, diga­mos unos 300 individuos.Jo que es equivalente a un periodo de mas de 500 afios entre adultos 24. Este calculo nos recuerda confuerza que .Ia continui­dad, apoyada en la energia de unarenovacion continua, requiere mayor explicaci6n que el cambio.El matrimonio OpieIogrotodavfa encontrar, en los afios cincuenta, 108 de las 137 cancioncillas infantiles -recopiladas en 1916 por Norman Douglas en London Street Games. En el casodeunos ver­sos sobre un ganadero, los Opie puedenmostrarversiones querernontan su nucleo principal hasta 1725. Ala inversa, e1 recuerdo personal sehalla tam­bien presente en las sociedadesagrafas, peroes su rol en lassociedades que sf poseen e1 dominio de la escritura 10 queconstituye nuestrointeres principal. ~Consisten los recuerdos personales en mera chachara deviejos sobrelos bue­n~ tiempos pasados? sr yno.

Muchas de las crfticasde los.historiadoresobsesionados por ladocumen­ta ion escrita dicen que losrecuerdos personales son,muy,dados,en e1 casoJff. de personas famosas, a autojustificaciones rnuy.utiles aposteriori, y, entre la gente poco importanre, a tapsus dememoriaj'Enarnboscasos se acusa a la memoria de poca fiabilidad,de ser un archiv6 que no admite compa:raci6n con los montones de documentosescritos,inmurablesalpasodelos mos. £1 primer argumento es muyconvincente, como .podernosveren las estante­rfas llenas de autobiograffas politicas; e1 segundonolo.estanto,porque:las fuentes docurnentalesescritas no senos.han.llegado de manera:taninocente como podriamoscreer.

Aquellos dlas en que e1 quinto condedeRoseberypodiaconfiarsussecre­tos masInrimos a su diario, cuando las deliberacionesdel gobiernose .reile­jaban en las notas manuscritas de ungruporeducido yperfecramenteiden­

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~I 166 FORMAS DE HACER HISTORIA

tificable de personas, cuando el historiador podia, con razonable seguridad, confiar en encontrar y leer estos documenros, y creer que podia creer en ellos, han acabado hace un siglo. Desde entonces, el volumen de papeles oficiales se ha desbordado. Se ha tenido que seleccionar para proceder a la conserva­cion, por lo que los expurgadores han puesto manos a la obra; el contenido de los archivos, ya sea de forma deliberada 0 por una simple seleccion erro­nea, puede inducir al error tanto como pudiera hacerlo cualquier otra fuen­teo Un ejemplo muy interesante 10 constituye el contraste entre la polfrica cada vez mas secretista y arbitraria de los ministerios britanicos y la disponi­bilidad de los documentos relativos a los asuntos britanicos en los archivos de Estados Unidos, gracias a la Freedom of Information Act. Por ejernplo, durante la guerra de las Malvinas, en 1982, se retiraron subirarnente de con­sulta ciertos documentos con discusiones antiguas sobre las islas, especial­mente una opinion expresada por el Foreign Office en los afios 1930, que ponia en duda la solidez legal de la soberanfa britanica, Pero un historiador vigilante, y, como iba a resultar, acertadamente suspicaz, habfa logrado copiar a lapiz este informe, que fue a continuaci6n entregado a la prensa, con gran coleta de la senora Thatcher.

El juicio de Oliver North, el ayudante del presidente Reagan y artffice del turbio asunto del Irangate, nos proporciona un sensacional ejemplo del colapso de la concepcion que tienen los historiadores tradicionales sobre la documentaci6n escrita. Un tribunal boquiabierto escucho el relato sobre las sesiones de destrucci6n de papeles a altas horas de la noche, de como la seductora Fawn (Cervatilla) Hall, la secretaria de increfble nornbre del senor North, sacaba de contrabando del Pentagono los documentos incriminaro­rios, escondidos en sus boras y ropa interior, y de los intentos de North para no dejar ningun indicio, utilizando redes informaricas para enviar sus men­sajes. Desgraciadamente para el, se lograron recuperar los mensajes que ha­bfan sido borrados de los bancos de datos. Sencillamente, se ha producido un regreso al mensaje oral, a traves de la recnologfa informatica, para la toma de decisiones fundamentales. Cuando, de hecho, sobreviven documentos, y se pueden leer, se refieren frecuenremente a decisiones tomadas en el transcur­so de conversaciones telefonicas.

A veces, la diferencia entre el original oral y el texto oficial, escrito poste­riorrnente, surge a la luz por casualidad. Este es el caso de las deliberaciones de un comite britanico sobre finanzas durante la Gran Depresion, arnplia­mente citadas en todos los trabajos clasicos sobre la epoca, por ejernplo, Poli­ticians and the Slump, de Robert Skidelsky25. Montagu Norman, gobernador

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HISTORIA ORAL 167

del Banco de Inglaterra, era un testigQ particularmente imporranre ante el cornite, pero la version publica de su testimonio no corresponds a 10 que, de hecho, dijo. Se ha sabido, por puro accidente, que sus palabras sufrieron muchos retoques. Aunque la copia literal que existia en el Public Record Office fue destruida, otro ejemplar se conserve en los archivos del Banco, donde un historiador econornico, que buscaba otra cosa, la encontro por azar.

En Escados Unidos es muy conocido hasta que punto el testimonio del gran guerrero de la guerra frfay secretario de Estado, Foster Dulles, tuvo que ser retocado por los funcionarios de su departamento, cuyos informes des­defiaba, No se consideraba diplomatico que el Congressional Record reco­giera comentarios sabrosos sobre los aliados, como su respuesta al Appro­priations Committee: «todos los franceses tenian arnantes y. vendian postales pornografic.u» pero que, no obstante, «Francia era una util propiedad inmo­biliaria». (Sus obiter dicta sobre Alemania y Gran Bretafia tambien son dig­nos de una antologia.)

Vemos asf como el argumento sobre la fiabilidad se puede convertir en un arma arrojadiza. Se podrfa alegar que, de hecho, el testimonio oral, ya sea recogido en magnetofon (sin lagunas nixonianas) 0 mediante un trabajo de campo entre tribus de almirantes y secretarios de Esrado, se halla mas cerca­no al mananrial, Evidentemente es susceptible de presentar problemas tan graves como los que afectan a las Fuentes docurnentales modernas, pero estos son diferentes. Ambos tienen en cormin que pueden verse afectados por la invencion de la tradicion (como 10 demostro la retirada del informe sobre las Malvinas del Public Record Office), pero posiblernenre los problemas que conlleva la mala utilizacion de la informacion oral son mas ficiles de locali­zar y resolver.

Adernas de la mala utilizacion, ficil de evitar, existen dos problemas que atectan a las Fuentes de testimonio oral y que no se pueden soslayar. El pri ­mero es la influencia inconsciente de 10escrito en las culturas de tipo mixto, donde se puede producir la reinserci6n herrneneurica de una opinion escrita en el testimonio oral de una persona analfabeta. Esre fenomeno suele ocurrir con mayor frecuencia en contextos can una gran carga ernotiva, como en un encuentro colonial. Ya hemos rnencionado la reinsercion de la interpretacion de Ranger en la cultura oral de Zimbabue. Existe tambien un segundo aspec­to de esta influencia, pernicioso de diferenre manera, que encontrarnos cuan­do el predominio de 10 escrito erosiona y finalmente borra las formas orales de recuerdo. Los mejores ejemplos son musicales. Ralph Vaughan Williams, Percy Grainger y Benjamin Britten son solo unos pocos de los muchos com­'""'"'-C"to ... ,.,. ...... ,.. _. __ • •• 1 • ~

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~I 168 FORMAS DE HACER HlSTORIA

cloricas en sus propias composiciones, que reelaboraban las canciones origi­nales en el momento mismo de su extincion. Algunos de los recopiladores modernos mas,conocidos, como Ewan McColl, que ha salvado y dado nuevo vigor a un gran mimero de canciones de trabajo y baladas de obreros y cam­pesinos del none de Inglaterra y Escocia, eran tambien composicores, y, hoy en dia, resulta diffcil distinguir, tanto al publico como a los rmisicos, entre las canciones nuevas y las tradicionales. Asi que, 10 que actualmente se puede escuchar, en un bar de Kerry 0 Galloway, seguramente habra pasado por el cicIo de Ia reinsercion herrneneutica. Una tecnica critica puede, con un poco de cuidado, prever facilmente estos problemas, 10 que puede ser mas com­plicado en el case de Fuentes documenrales escritas. EI rio de Ranke queda contaminado por la invencion de la rradicion, incluso antes de brotar del manantial. EI recuerdo general de la vida deun inforrnante, estructurado por 10 que <£1 mismo considers de importancia, constituye quiza el tipo de docu­mentacion mas puro que podemos encontrar.

La bioquimica de fa memoria se encuentra todavia muy poco compren­dida. Pero los estudios sobre sus diferentes tipos tienden a coincidir en que la memoria a largo plazo, especialmente en individuos que han entrado en la fase Hamada por los psicologos de «revision de vida», puede ser increible­mente precisa. Las personas adquieren un «deposito de informacion» que rellenan con las relaciones personales. Se halIa circunscrito por el contexto social, forma obviamenre Ia identidad personal y posee una notable estabili­dad. SegUn observa David Lowenthal, esto es especialmente cierto en los recuerdos intensos e involuntarios de la nifiez, cuando vemos y recordamos 10 que tenemos delante de nuestros ojos, y no, como en el caso de los adul­tos, 10 que esperamos ver 26. La revision de vida es el producto terminal de toda una-vida de recuerdos. Una narrativa estable de revision de vida en el deposito de informacion es el comienzo de la tradicion oral a largo plazo, EI fragmento que he citado anteriormente sobre las vivencias de mi abuelo en la gran casa de Cornualles es uno de ellos, <

Precisamente ha sido la utilizacion de este tipo de recuerdos 10 que ha constituido Ia mayor contribuci6n de historiadores como Paul Thompson; Son historiadores sociales y urilizan la informacion oral para dar voz a los sin voz. Aunque no se trata de un instrurnento radicalizador en sf misrno, la informacion oral en la sociedad conrernporanea ha sido muy utilizada por historiadores con un, prop6sito radical, ya que, como sefiala el mismo Thompsonenlasprimeras lineas de Lavoz delpasado: «Toda Hisroria.depen­de en Ultima instancia de su proposiro social», y la historia oral reconstruye

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HlSTORIA ORAL 169

minuciosamente los detalles de las vidas de la gente comun. Sigue la tradi­cion de Mayhew, que deja constancid de las vidas de los pobres de Londres hacia 1850, de Charles Booth, que estudio la vida y trabajos de los londi­nenses entre 1889 y 1903, Yde la obra de Seebohm Rowntree acerca de la pobreza en Nueva York en 1901. Este proposito ha figurado de forma desra­cada en la practica de la historia oral, como 10 demuestra tambien el uso de los recuerdos personales en la historia italiana moderna 27.

Los recuerdos personales permiten aportar una frescura y una riqueza de detalles que no podernos encontrar de otra forma. Posibilita historias en pequefia escala, ya sean de grupos, como el trabajo de Williams sobre los judios de Manchester, ya sean de orden geografico: historias locales de aldea 0 de barrio. Pone en manos de los historiadores los medios para rea­lizar 10 que Clifford Geertz ha llamado «descripcion densa»: relatos con la pro fundidad y los matices necesarios para permitir un analisis antropolo­gico serio.

Pero, dejando aparte la afinidad ideologica y el potencial para el analisis estructural, incluso si la historia oral se muestra en toda su utilidad en el campo de Ia historia social, los escepticos se siguen formulando, de todos modos, Ia pregunta que he mencionado al principio del articulo. Puede que sirva de ayuda, puede que sea ilustrativa, incIuso que sea historicamente libe­

< radora, pero ~es capaz de ofrecer una explicacion? EI testimonio oral permi­te una evocacion descriptiva tan conmovedora sobre 10 que representa ser un mexicano pobre, como la obra maestra de Oscar Lewis, Los hijos de Sdncbez, pero, de codas formas, al final se encuentra atrapada en la pequefia escala, y no es ahi donde se encuentran las fuerzas formadoras de las teorfas de los his­toriadores 28.

Una buena prueba de esta afirmacion la tenemos en la monografia de Paul Thompson, The Edioardians?", que constituye un intento de recrear la vida en la Inglaterra de los afios inmediatamente anteriores a la Gran Guerra. Se trata de un perfodo que en Ia memoria popular se encuentra rodeado de un romanticismo rosa, cuando rodavfa se tomaba miel con el te, cuando el reloj de la torre de la iglesia de Grantchester todavia estaba parado a las tres rnenos diez, cuando Dios estaba en el cielo y todo estaba bien en un mundo

27 G. Levi, L. Passerini y L. Scaraffini, "Vita Quotidiana in un Quartiere Operaio di Torino fra Ie Due Guerre I'Opporro della Storia Orale», pags, 209-224; L. Bergonzini, «Le Fonti Orale come Verifica della Testimonianze Serine in una Ricerca sulla Antifascismo e la Resistenza Bolognese», pags, 263-268, ambos en B. Bernardi, C. Poni y A. Triulzi (eds.), Ponti Orale: Antropologia e Storia, Milan, 1978. ~~ ~.~is, Los hiJ...~s ~ ~dnchez, Mexico, 1964.

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.-1 HISTORJA ORAL 171FORMAS DE HACER HISTORJA r 170

a punto de ser destrozado en pedazos por la guerra. Pero, 10 que Thompson nos quiere recordar es que solarnente era asf para unos pocos.

El rnicleo principal dellibro 10 constituye una serie de cinco vifietas for­madas por recuerdos de infancias eduardianas, escogidas para representar a todos los niveles de la sociedad, de los mas ricos a los mas pobres, Se encuen­tran estrechamente ligadas a la docurnentacion de archivo debido a la tecni­ca de muestreo utilizada en la seleccion de los individuos. Los relates resul­tan muy vivos, pero no llevan el peso de la teorfa de Thompson sobre estos afios, a los que considera como los de la crisis eduardiana: la de las clases con­servadoras sobre la cuestion de Irlanda y de malestar laboral profundo y extendido entre 1911 y 1914. Pero aunque las vifietas proporcionan ejem­plos esplendidos, el analisis que hace Thompson sobre las desigualdades sociales, su opinion acerca de las causas principales de la crisis y toda la infor­macion a gran escala sobre la que se apoya este nivel de su libro, procede de la utilizacion inteligente de las fuentes escritas,

fui que, en este sentido, acepto los puntos de vista de los crfticos, The Edwardiam no constituye una justificacion de las reivindicaciones mas exa­geradas hechas a favor de la historia oral a partir de los recuerdos personales. Igual que en el caso de la tradicion oral, las reivindicaciones exageradas se derrumbarr.Lg fuerza de la historia oral es la de cual~uier historia que tenga

_una seriedad metodol~ica. Esta fuerza procede de la diversidad de las fuen­tes consultadas y de la inteligencla con que se han utilizado. No se trata de ~una obhgaclon a exigir unicarnente a los historiadores orales, considerados como personas que practican un arte menor. Ya he sefialado anteriorrnente que la evolucion actual hacia una cultura mas alla de la palabra escrita, nueva y global, con los recursos electronicos de tipo oral y visual de que dispone, deshace la autoestima profesional de la historiograffa tradicional, obsesiona­da por la documentacion escrita.(Todos los historiadores nos encontramos ante este mismo desaffo)

El recuerdo personal permite al historiador dos cosas. En primer lugar, algo que resulta obvio: ser un historiador cornplero, capaz de utilizar las fuen­tes adecuadas para estudiar las diversas problernaticas de la historia contern­poranea. Ningun historiador de la polftica moderna, sumergido en la docu­mentacion oficial, puede esperar fiabilidad si no emplea las Fuentes orales (e incluso podrfamos afiadir, fuentes fotograficas y cinematograficas), al igual que le podrfa ocurrir a un historiador social interesado en el mundo gitano. Como ha sefialado Vansina, la informacion oral sirve para comprobar la fia­bilidad de otras fuentes, de la misma forma que estas son su garanda. Tam­

zar otras informaciones bajo una nueva luz, Este es el caso del analisis de las clases sociales que hace Thompson en"The Edwardians. Esto es 10 que suce­dio cuando Donald Regan, jefe de los asesores del presidenre Reagan en la Casa Blanca, publico su relato justificarorio al dejar el cargo. El relato de sus enfrentamientos con Nancy Reagan revelo, entre otras cosas, que la inter-I vencion del astrologo personal de la primera dama fue decisiva para fijar la fecha de la firma del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Limitado, en la cumbre de diciembre de 1987, hecho que no se encuentra en los papeles oficiales. Yesto es 10 que esta ocurriendo en el estudio, proximo a aparecer, de Christopher Lee sobre la polftica britanica de defensa desde 1945.

I

En este terna, los archivos oficiales britanicos siguen cerrados, segun la regIa que fija un plazo de treinta afios para la consulta de docurnenracion ofi­cial, plazo que puede ampliarse a discrecidn del gobierno, si considera que se trata de asuntos de indole confidencial, como, por ejernplo, los temas de defensa. Se dice que la senora Thatcher opina que no se debe publicar nada relativo a las actividades de inteligencia de agentes britanicos en la Rusia zarista, no sea que se de auxilio y consuelo al enemigo. Ella y las enmiendas que hizo aprobar a la Official Secrets Act, en 1989, reforzaron el cerrojazo. Los muchos afios de Lee como encargado de los temas de defensa en la BBC le perrniten conocer y tener la confianza de sus informantes. Las transcrip­ciones de sus entrevistas con los principales actores de la obra se convertiran, por sf misrnas, en una Fuente documental de importancia primordial. Un libro asf no podia ser escrito por un historiador academicista. Dara una vision diferente del perfodo en que Gran Bretafia dejo de ser una superpo­tencia, La docurnentacion oral entra, de forma mas inmediata que otras fuentes, en 10 que el profesor Hexter denomina «el segundo archive». La capacidad de Lee para rastrear, leer e interpretar el «primer archive» se basa decisivamente en su posesion de un «segundo archive» muy espedfico y poco usual 30. Este hecho no le convierte en un nuevo tipo de historiador, mas bien 10 contrario. Muchos historiadores del siglo XIX eran «amateurs», en el senti­do de que escribfan y vivian fuera del mundo academico, Tanto en el pasa­do como en el presente, el trabajo de campo es un ayudante invaluable del trabajo en los archivos.

En segundo lugar se da el efecto contrario. La posesion de un «segundo archive» rico y variado (por ejemplo, a craves de la experiencia personal en !..... lugar de las entrevistas) puede convertir a personas corrientes en historiado­... res. Los historiadores del ferrocarril constituyen un excelente ejemplo. Adrian Vaughan trabajo como guardavia en la historica linea, trazada pori

bien nos pueden proporcionar deralles minuciosos que de otro modo serfan 30 C. R. Lee, Whitehilll Wamor.r: PostwarDefence Policy Decision-makine, proximo a aoarecer. inaccesibles, pudiendo asf servir de estimulo e inducir al historiador a anali­ •t

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II 172 FORMAS DE HACER HISTORIA

Brunel, de Londres al oeste de Inglaterra;. Vivie el perfodo de crisis de los afiossesenta, fuetestigodel estrangulamientodelas formasantiguas de tra­bajo y del:desprecio.por las antiguas destrezas artesanales, fue despedido en varias ocasiones, hasta que, finalrnente, decidio dejar constancia de un mundo que se estabaperdiendo. Sus primerasobras, Signalman's Morningy Signalman's Twilight, eran ftuto de sus recuerdos. Pero, a medida que iba adquiriendo el' dominio de sus nuevas herramientas como historiador, su capacidad de analisis se profundizaba y escribfa una interesante biografia sobre Brunel, a laque ha enriquecido su propia experiencia ferroviaria 31.

Otro ejemplo, como conclusion, tambien originado por la colera ante la destruccion del mundo artesanal, 10 constituye un asombroso libro sobre arquitectura..escrito porun carpintero ensamblador. Roger Coleman proce­dede una familia de expertos artesanosdel norte de Londres. Se convirtio en rnaestrocarpintero en el rnornento que elproceso de descualificacion laboral llegabaal mundo de la construccion: se sintio indignado ante la arrogancia e incornpetenciatecnicade los arquitectosen cuyas obras trabajo, y que nunca se molestaron en' hacer uso de su experiencia. Asf cornenzo un enfrenta­miento sordo, similar a las polernicas coloniales sobre la tradicion inventada, en elque el.artesano simulaba ignoranciaydejaba que los arquitectos, de for­macion teorica y sin callos en sus manos, dictaran las ordenes,

2Habia sidosiernpre asf? Empujado por su «segundo archive», Coleman empezo una larga invesrigacion sobre la relacion existente entre el mundo del arte y el del trabajo, mientras adquirfa por el camino las destrezas con­vencionales de la crltica y la historia del arte. En su apasionado libro, The Art ofWork: an Epitaph to Skill los fragmentos mas significativos no podian habet sido fruto unicarnentede.Ios libros. En un episodio notable, se pre­gunta por que William de Sens habia resultado el unico herido en el acci­dente que ocurrio durante la restauracion de la catedral de Canterbury. Su respuesta, que habfa sido no solo el contratista principal, sino tambien el artesano mas cualificado, nos revela como la. division del trabajo no era entonces ladeahora. Este incidente aparece en un pasaje que muestra como Coleman recupera la-cultura sumergida.de.los ensambladores, pasaje escrito gracias a su formaci6n artesanal tradicional adquirida por transmision oral y aprendizaje de obrerosmayores y que concluyecon una exposicion (de un tipo que-jamashabfaenconrrado-en mis lecturas)de sus propias destrezas. Describe elprocesopractico de fabricacionde unaventana. Puede aparecer vulgar, aunqueuril, que nos enterernos de c6mose marcany emplean los

31 A. Vaughan, Signalman's Morning, Londres, 1981, YSignalman's Twilight, Londres, 1983. Ambos en una ediei6n conjunta, Londres, 1984; idem, Isambard Kingdom Brunei, Londres, 1991.

HISTORIA ORAL 173

travesaiios de madera con que el ensamblador traslada las medidas exactas del agujero de la pared a la estructura .de la ventana. Pero su relato no se lirnita, sorprendentemente, a esto. Las tecnicas de ensamblaje unen en una rnisma fratetnidad a Williams de Sens, Villard de Honnecourt (el construc­tor medieval de catedrales, cuyos cuadernos de trabajo son, en ciertamane­ra, los precursores directos de Coleman), los carpinteros anonimos del si­glo XVIII, que trabajaron para Vanbrugh y John Wood el joven (anonimos a no ser que sepamos buscar las marcas que dejaron escondidas en sus obras), los maestros artesanos que Ie ensefiaron, y la nueva ventana en cuesrion. La descripcion de como se hace una ventana en la acrualidad sinia historica y analfticarnente todos los aspectos de trabajos que generalmente resultan invisibles, porque se hallan infravalorados 32.

I

Algunos historiadores creen que su tarea consiste en describir y quiza explicar por que ocurrieron las cosas en el pasado. Esto es necesario pero no suficiente. La profesion de historiador exige otras dos caracteristicas esencia­les. La continuidad historica ha de ser explicada, y para ello se requiere mas atencion que para el cambio, especialmente en las culturas orales. La tradi­cion es un proceso que solamente esta vivo mientras se reproduzca conti­nuamente. Es efervescentemente vital, a pesar de su aparente inmovilidad. En segundo lugar, la tarea del historiador es inspirar al lector confianza en su capacidad rnetodologica. Para mostrarse consciente de los peligros de la tra­dicion inventada, y, por tanto, de las explicaciones ofrecidas, el historiador debe tambien revelar 10 que se hubiera sentido de haber estado allf un bardo en la Grecia homerica, un aldeano en Africa antes de la llegada del hombre blanco, un cansado maquinista en un tren victoriano, un jefe de los asesores en la Casa Blanca del senor Reagan; si esto no es posible, hay que decirlo y explicar el porque.

La historia oral, con su riqueza de detalles, su humanidad, su ernocion frecuente, y siempre con su escepticismo sobre el quehacer historico, sei

{~! encuentra mejor preparada para estos componentes vitales de la tarea del his­toriador: la tradicion y el recuerdo, el pasado y el presente. Sin acceso a estos recursos, los historiadores en las modernas sociedades industriales de alfabe­tizacion masiva, es decir, la mayorfa de los historiadores profesionales, lan­guideceran encerrados en su propia cultura, como amantes abandonados, de pie bajo la parpadeante luz de un farol, en una oscura calle barrida por el viento,

32 R. Coleman. The Art ofWnrk: An Fflitllflh to Sf:,ill T nn,lrpc 1 Qllll

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.II~ 174 FORMAS DE HACER HISTORIA HISTORIA ORAL 175

~

Historia oral' dQue hay de nuevo? cienciaci6ri m<iS fltitie sdbfeellieeho de que esre ripe de historia se ejerce con

Mirando en retrospectiva los diez afios transcurridos desde la primera edi­cion de este libro, ~que novedades cabe sefialar a proposito de los estudios de historia oral?

Este suplemento gira principalmente en torno al hecho de que, aunque las propuestas del articulo original siguen vigentes en 10 esencial, el aserto no debe satisfacernos, pues la vigencia de los razonarnientos principales es de na­turaleza peculiar; se trata de una continuidad acelerada, intensificada, que sir­ve como superestructura a cambios enormes y accidentados en la autoirna­gen de la sociedad occidental, en algunos de los temas estudiados y en los modos de comunicacion acruales, Vigencia, pues, en funcion de la sucesion de cambios, no de falta de ellos.

Esta concatenaci6n de cambios representa un gran desaflo para quienes tratan de entender la historia conternporanea y es muy posible que den al traste con otros enfoques historiograficos bien establecidos. Ya hay cierta evi­dencia de ello. Sin embargo, aunque importante, su impacto sobre la practi­ca de la historiografla oral dista de ser destructivo. Sucede mas bien 10 con­trario, pues 10 menos que puede decirse de la ultima decada es que ha servi­do para afianzar la reivindicacion que hadamos de inclusi6n sistematica de las tecnicas de historia oral como requisito al canon historiografico rnoder­no. «La memoria nos forma y nosotros hacemos memoria", dice Elizabeth Tonkin en un ensayo donde encuadra magistralmente el fanrastico potencial del metodo hist6rico oral dentro de esa sensacion creciente y generalizada a prop6sito de la fragilidad de la historiografla tradicional centrada en los documentos.

Todos los acontecimientos tienen sus interioridades y exterioridades, sefialo Collingwood; es decir, las ideas que los impulsaron y los actos que siguieron. Para entender la respuesta hay que reconstruir la pregunta a la que da contestaci6n. Tonkin nos rnuestra eI modo energico con que hay que recordar esta premisa y actuar en consecuencia si queremos obtener credibi­lidad 33. En una crisis general de rnetodo, los supuestos y tecnicas de la his­toriografla oral van perdiendo sus ulrimos andrajos herericos. «La rnetodolo­gfa de la historia oral no es meramente importante para verificar la credibili­dad de recuerdos de viejos y viejas», sefiala Eric Hobsbawn en un ensayo en que plantea la cuestion como parte de una corriente mas amplia dentro de la crisis general. En la actualidad no hay ni ortodoxias ni herejfas, sino una con­

33 E. Tonkin, Narratingour Pasts: The SocialConstruction ofOral History (Cambridge, 1992), pags, 97-101; R. G. Collingwood, An Autobiograplry (Oxford, 1939), pags. 29-30.

proposiios tIue deberi expHtitarse tal COtfi6.ta hisroriogralia oral ha afirmado desde su cornbativaj' pdlemica juve'iltud 34•

La novela de Mihi:h Ktirideta LibfiJ de fa risa y el a/vida artanca con la his­toria de una fotografla de 1948 de lds'lidetes comunistas checoslovacos eufo­ricos asomados a un balc6rl qUe da a' la piaza ftiaybr del centro historico de Praga y en la que se ve aVladimir Clernentis, refugiadd en occidente duran­te la ocupacion nazi, junto a1 dirigente checo de la faccion rnoscovita, Kle­ment Gottwald, a quien le ha puesf8 iiti pi-aEio gorro de pieles en fa cabeza. De esra foto se hizo un cartel, pero afios mas tatde Clernentis fue purgado, su imagen borrada y tan solo queda de el el gorro en la cafJtia de Gottwald; de este hecho Kundera extrae la moraleja: «la lucha de un hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra eI olvido».

El africanista precolonial David William Cohen inicia su estrafalariQ. y provocador libro de 1994 citando la frase de Kundera de un modo con el que se alinea tort la reivindicacion de autoconciencia del historiador que propo­nfa yo eli la pfimera redaccion de este articulo. La historia, sefiala Cohen, se hace coh cliveisos propdsitos, capas todos ellos de un todo que hay que con­tar. El proposito de la historia es «la reconstruccion pero tambien la com­prenslon a mode de contrachapado de procesos y programas de obliteracion y recuperacion, como son el acto narrative de Kundera, mi propio acto de lectura, y actos de borrado» 35; Cohen coincide en que la historia oral es dos cosas que se exponen aquf «contrachapada» (en su fructffera acufiacion, ilus­trada con ejernplos concretes sobre Africa en la redacci6n original de este

~ articulo y puestos al dfa en esta) y forense (segiin mi anterior rerminologfa): pues entre los casos que Cohen estudia uno de los primeros que cita con inte­:j res de detective es el de la rnetahistoria de la microhistoria del silencio de una

mUJer. Siendo nifia, Cainella Teoli quedo gravemente herida en un accidente en

.,Jun molino de Lawrence, Massachusetts, pero nunca conto a su hija ni a su 1 ~ hijo com? ! por ~ue: Cohen explica la recupe~aci6n que hace un historia~or~ fir de la noncia suprirnida de una huelga de molinos en l.2.!b. La recuperacion

es un rrabajo de contrachapado y de teferencias cruzadas procedentes de diversas fuentes. «Mi madre no hablaba de su pasado porque pensaba que podia perjudicarnos a todos», le dijo e1 hijo a Paul Cowan, historiador cuyas indagaciones despertaron en 1976 en la conciencia social de la comunidad los recuerdos perdidos de la huelga de .!.2.lb. Cohen detalla como Cowan

34 E. Hobsbawn, "On History from Bellow», en On History (Londres, 1997), pag, 206. ~'Cj '" "~T ,... I ~, ~ ,. ,,"'r' ,,..,. . ., ........ L'\

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describi6 a Camella Teoli y a su hijo; Cowan forma rambien parte de la his­toria del. mismo modo que yo al explicar el papel de Terence Ranger en la produccion de la historia de Zimbabue. Pero Cohen y yo coincidimos en que la metahistoriograBa, como ella llamaria, es un requisite del registro oral que haga el historiador consistente en descubrir y explicar el olvido y recordarlo con proposito actual. Estos ulrimos diez alios he presentado otros ejemplos de historiadores que hacen 10 misrno, Olvido y recuerdo tienen siempre dos facetas: el silencio de la molinera de Cowan ilustra la supresion del recuerdo; la «historia utilizable» de Ranger se apoyaba en un asidero demasiado preca­rio de tipos de fuentes e ilustraba el peligro de la invencion, ya fuese in ten­cionada con prop6sitos de propaganda 0 inconsciente por deficiencia meto­dologica.

Los aconrecimientos de los ultimos diez afios han proyectado el mensaje en tonos sornbrfos a veces y otras menos en Africa y otros lugares. El inepto pero autoritario regimen de Robert Mugabe ha creado un clima de miedo y conformismo dentro del cuallas versiones «ucilizables» del pasado de Zim­babue han proliferado de tal modo que puede que ya sea imposible discernir claramente entre ellas. Hay que reciclar el relate cojo deducido por Ranger en 1967 respecto a los alzamientos de 1896-1897, tan brillantemente con­testado en los articulos de Julian Cobbing nunca refutados, y que sefialaba­mos en la primera edicion, sazonandolo y engastandole en trabajos de campo sobre la guerrilla de independencia; pero las fuentes estan contaminadas. Efectivamenre, en un segundo libro de alcance metodologico mas escueto y fuentes mas reducidas, Ranger avanza en el tiempo y presenta una vision de conciencia nacionalista revolucionaria entre los campesinos de Zimbabue que intervienen en la guerrilla, que indudablernente simpatiza con el nuevo regimen 36.

Mortunadamente, alguien que crefa que «importa 10 que la gente dice y hace» se introdujo en Zimbabue por la estrecha ventana que permite la inde­pendencia y el imperativo de control del investigador de campo. Norma Kri­ger ejemplifica la concienciacion de la naturaleza laminada de su objeto de estudio y de nuestro Iegftirno interes en ella integrad~ en el rnismo. Esta his­toriadora llevo a cabo dos alios de investigaci6n de historia oral y explica y discute con sus lectores su fuerza y su debilidad en la elaboracion desde su propia perspectiva 37. Ella no hace historia «utilizable» desde el punto de vista

36 D.l-aJ1, Gunsand Rain:Guerrillas and SpiritMediums in Zimbabwe (Oxford, 1985); T. O. Ran­ger, Peasant Consciousness and Guerril!4War in Zimbabwe:A Comparative StUdy (Berkeley, 1985). . 37 N. J. Kriger, Zimbabwe's Guerrilla War: Peasant Voices (Cambridge, 1992),pags. 6, 32, cap. 1, «Peasant Revolutions: Theories and Methods», pags, 5-51; y «Apendix: Field Research », pags, 243­248. Un ejemplo anterior con el ruego de que rodos aiiadan talaperidid puede verse en «About the

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del senor Mugabe yt:;n su .obra nos encontramos concampesinos aternoriza­dos, aterrorizados .po,r ambos .bandos, ysobre .todo por lag~rilla que dice defenderlos: no hay ninguna conciencia .revolucionaria.colllo base de movi­lizaci6n polftica. Krigercontinua despegando capas dellaminado. ~Por que Ranger y Lan llegaron a otras conclusionesiCon valentiaIdado el estatus de Ranger en el Zimbabue de Mugabe y suprestigio acadernico en Nor­teamerica), Kriger disiente de susargumentos pero --de acuerdo con el imperativo rnetodologico de la historia oral-s- no entra fundamentalmente en discusi6n con ellos en su mismo terreno, sino l6gicamente en el terreno prioritario de pruebas y metodos defectuosos 0 insuficientes 38. Es precisa­mente la linea de indagacion el mayor riesgo para elsentido de identidad profesional del historiador, La ventana de oportunidad .de investigaci6n por la que Kriger penetr6 ya no esta abierta ysu corrective a ese pacto rnefisto­felico al que ella se niega ynos obliga a preguntarnos si los zimbabuanos podran algun dfa re~uperar su historia de la manera que Elizabeth Tonkin dernosrro era tan importante para preservar La identidad social. £1 estado del pais es consecuencia directa del modo en que se llevo a cabo la primera inves­tigaci6n, aunque durantela ultimadecada 10 mas importante se ventila al sur del Limpopo.

Desde el fin del apartheid, en la decada de 1990 ha surgido una encarni­zada pugna por el control de la historia de Sudafrica. Es natural que las dina­micas raciales de su pasado precolonial sean de interes; se dice que el motor de tales dinamicas fue la «Mfecane» y el propio Julian Cobbing pu~o su ojo forense en el relato establecido de la Mfecane, las supuestas grandes rnigra­ciones que configuraron la regi6n en el siglo XIX y la fragmentaci6n pobla­cional que sigui6 a la disgregaci6n de la Zululandia de Shaka. Pero Cobbing afirrna tajanternente que esun rnito 39 . .El motor de la disgregaci6n no es la satanizada Zululandia, sino probablemente el efecto depredador de los escla­vistas blancos. No se trata, de todos modos, de un argumento «polfticamen­te correcto» porque de nuevo muestra a los africanos como victimas. Sin embargo, es 10 que las pruebas demuestran 40.

Field Work", pags, 239-248 de rni libro sobre Zambia occidental; ver nota 7. E.s alentador encon­rrar a alguien mas que propugna 10 rnismo. Sin embargo, a este respecto, el acontecimiento mas irnportante de la decada fue la publicacion de la autobiograHa «conrrachapada» del mas destacado africanista de su generaci6n y el mas influyente, J. Vansina, en la que ilustra su propia experiencia en Africa, de la historia africana y del «Africa" academica: Living with Africa (Madison, Wis., 1994). La doctrina de la «historia utilizable» (que Vansina llama «rangerismo» se trata en las pags, 116, 124-125. 38 Kriger, pags. 124-133. . 39 Vet nota 22. 40 I. Cobbins. «l,rom;na thp Nptt)p' Thp <;I.vp Tr.,1p .n,1 rhp ~..1" 7 ..1.... 1.K<;:<;: .:__ I..._.J~ 100(\

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Cobbing se enfrenta en esto, como anteriormente al desvelar la invencion de la historia de Zimbabue, tanto a los historiadoFes cy~dulos que aceptabari y embelledan el relato admitido y fib buscahan un aflanzamienro en tripode de las fuentes como las que propugnabamos en d ensayo original, como en las conclusiones rnisrnas, En consecuencia, a Go~bing se le vino ericima una rormenta de airadas prorestas, La consecuericia del coloquio sobre la Mfeca­ne en la Universidad de WitWatersrand en septiembre de 1991, en el que Cobbing se enfrento a sus crfticos (y eran muchos, enojados y chillones), es otro palmario ejemplo que pone de relieve nuestra propuesta del articulo ori­ginal. Lo que estaba en juego era nada menos que la forma de la autoimagen de la nueva Sudafrica expuesta en el mas acreditado libro de historia existen­te, un libro de texto para un caso equivalente a 4.° de ESO 41.

Si sobre Sudafrica siguen cerniendose negros nubarrones, en la antigua patria de Kundera, Absurdiscln para sus habitantes, la risa y el recuerdo lle­garon de la rnano de la Revoluci6n de Terciopelo en sustitucion del opresivo y autoprotector olvido de los iiltimos afios de cornunismo. De pronto, la problematica de volver a recordar ocupa en el corazon de Europa un lugar tan central e importante como en el corazon de Africa y surge el misihb tipo de problemas: los recien liberados han tenido que asimilar las discrepancias entre las historias personales de esa epoca y la version heroica publica. No todos eran valientes miembros de la disidencia agrupada en la Carta rr, y menos aiin admiradores del grupo punk-rock Plastic People of the tJhiverse cuyas canciones fueron flechas incendiarias lanzadascontM el tejado del cas­tillo, pero rnuchos salieron a la calle en noviembre de 1989 como miembros an6nimos de las alegres multitudes que intervinieron en las pausadas ptro coherentes conversaciones rnasivas con los dirigentes, ptifu€iU en. Jlraga y luego en otras dudades, mientras grupos de acto res difundlan el mensaje lan­zado desde el teatro Linrerna Magica, sede de Vaclav Havel y la improvisada direccion del Foro Civico 42.

Los acontedmientos de Checoslovaquia se produjeron en medic del alu­vion imparable que rompi6 las puertas de los astilleros polacos Lenin de Gdansk en 1980, arrastr6 a los Ceausescu a sus tumbas poco antes del flnai del agnus mirabilis de Europa en 1989 y ahog6 las sinceras esperanzas de

41 Ibid., «Debating pOst-Mficane history: A Reply to Elizabeth Eldrige and Carolyn Hamilron», MS; y «Overturning the Mficane: A Reply to Elizabeth Elridge», conferencia en el simposio del MS en 1991. Doy las gracias a} u1ian Cobbing por varias conversaciones memorables a prop6sito de las con­troversias sobre el Mftcanedurante nuestros paseos por las colinas cercanas a Grahamstown en 1995. 12 }. Urban, «Czechoslovakia: The Power and Politics ofHumilliatiom>, en G. Prins (ed.), Springin Winter: The 1989 Revolutions (Manchester. 1QQO\ pn ""_;~.. I"__-,__ ,,~.~_

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Gorbachov de reformar el socialismo leninista en el fallido golpe de Estado de 1991. Dado que tantas cosas importantes podian perderse si no se capta­ban en ese preciso momento, hubo que recurrir rapidamence a formas de his­toriografia habituales al sur del Sahara pent relativamente nuevas en Centro­europa 43,

En la Ultima decada sobre los escombros del comunismo sovietico flore­cieron tres tipos de historia oral. En primer lugar, la del relato de las revolu­ciones dernocraticas por observadores que vivieron los acontecimientos tal

se produJeron, basada en datos fehacientes y de mayor alcance que la fugaz impresion periodfstica, y uno de los mas relevantes y perspicaces es el de Timothy Garton Ash 44. Tambien ha habido contribuciones con testimo­nios sobre periodos mas cortos, Gracias a su residencia sin impedimentos en Rusia en los momentos en que la situacion cambiaba, y a su ulterior partici­pacion en la creacion de la Universidad Central Europea hasta el momenta de su muerte, Ernest Gellner pudo dar voz a las identidades emergentes pos­comunistas y aportar la reflexi6n mas acertada sobre la naturaleza y signifi­cado de la «sociedad civil»45, Fue una suerte para sus lectores y feliz circuns­tancia que este innovador investigador de campo, autor en su juventud de uno de los estudios antropologicos mas relevantes sobre el norte de Africa, Saints of the Atlas, y que recientemente reflexionara sobre la relaci6n entre politica y antropologia 46, eligiera como objeto de investigacion temas sobre Europa del este. En tercer lugar, como circunstancia extraordinaria, algunos did entes de la revolucion se de' aron en atusar restandose a dar sus im re­siones person es so re 0 que habian hecho a raiz e su actuacion y antes de

43 De hecho, la severidad de control de los trabajos de campo en Africa ha hecho que los antropo­logos sociales, en particular los del departamento de Cambridge, reorienten su vision y la de sus a1umnos respecto a Europa del none y del este, Como consecuencia, cuando Ernest Gellner se hizo cargo de la direcci6n del departamento, este se habfa forjado ya una nueva identidad gracias al tra­bajo de campo de esrudiosos como Ray Abrahams (un africanista reorientado), Chris Hann y Caro­line Humphrey, asi como sus alurnnos y proyectos. Estaen curso una interesante tesis doctoral sobre metahisroria en la historia oral en la que se esrudia el rema y su repercusion en diversas zonas, siguiendo eImodelo de Adam Kuper en Anthropologists and Anthropology: The Bristish School 1922­1972 (Harrnondsworth, 1973). 44 T. Garton Ash, We the People: TheRevolution of1989 Witnessed in Wan-aw, Budapest, Berlin and Prague (Cambridge, 1990). Otro ejemplo interesante sobre ese genero en aquel rnornento en W. Echikson, lighting the Night:Revolution in Eastern Europe (Londres, 1990). Siempre he sentido admiraei6n por The Polish August: What has Happened in Poland (Harmondsworth, 1981), de N. Ascherson, un ejemplo impecable de como debe hacerse este tipo de trabajo. 45 E. Gellner, Encounters with Nationalism (Oxford, 1994); Conditions ofLiberty: Civil Society and its Rivals (Londres, 1994). 46 E. Gellner, SaintsoftheAtlas (Londres, 1969), en particular «Notes on Method», pags, 303-304 (ver tam bien el rraramienro de esta cuesti6n en el articulo original); Anthropology and Politics: Revo­lutionin thR Slterl'd {;rn1JP (()yforrl. 1QQ<;)

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que los acontecimientos les obligaran a asumir otras preocupaciones, muchas veces rambien de Indole polftica47.

Se trata de estudios arriesgados, como sefialabarnos en la primera edicion, y la propuesta de Garton Ash sobre «historia del presente» no se ha aceptado sin reticencias, pero su reporraje claramente apasionado es defendible no por las pautas del analisis ni por la belleza de la prosa, sino porque, del mismo modo que Kriger en Zimbabue, nos deja ver el entramado y se presta a juz­gar su habilidad y las fuentes 48. La importancia de esta ap.ertura resulta bien. evidente cuando falta, y en la decada pasada cundio un feo ejemplo de ello.

El aluvion alcanz6 a los Balcanes y la metarnorfosis que cause fue corro­siva. Cuando en noviembre de 1991 los ministros de Asuntos Exteriores de la Union Europea incumplieron la amenaza de parar a Milosevic por la fuer­za bombardeando Dubrovnik, el los calo y siguio adelante 49, y sin comedo ni beberlo, los habitantes del cosmopolita Sarajevo se vieron abocados al fra­tricidio. La muerte de Yugoslavia fue un hecho que lleno tarnbien de perple­jidad a los paises reacios a intervenir en el conflicto yen consecuencia se hizo mas apremiante el inreres por una explicacion clara. El periodista Robert Kaplan visito la region y realize entrevistas en una modalidad superficial­mente parecida a la tecnica de Garton Ash de «historia presente», pero sin saber los idiomas locales ni poseer buenos conocimientos. Sus opiniones fue­ron publicadas, con la consiguiente repercusion publica, nada menos que por el despacho oval de la Casa Blanca en un libro que daba una vision «esen­cialista» de la violencia etnica en la region, segiin la benevola calificacion de William Hagan 50. Balkan Ghosts nos deda que estabamos enfrentandonos a la Ultima erupcion de un rancio volcin de odio, opinion que indudable­mente influyo en la polftica occidental hacia la region en un mornento cru­cial (del mismo modo que en el ejemplo anterior dedamos que la obra de Ranger habra influido en las tacticas de la guerrilla de Rhodesia). Si esa gente estaba inmersa sin remision en un odio etnico, <para que intervenir?

De hecho, como documenro Glenny y sefialo Hagan, existfan razones historicas muy espedficas para que los intelectuales de finales del siglo XIXen

47 Losesmdios de Springin Winter citado anreriorrnente en la nota 42. 48 T. Garton Ash, History of the Present: Essays, Sketches and Dispatches from Europe in the 1990s (Londres, 1999). Lo mismo es aplicable a Bloodand Belonging: Journeys into the New Nationalism (Londres, 1994), de Michael Ignatieff, que sigue una tradici6n similar. 49 EI capitulo no analiza esta cuestion, pero no estarfa bien ornitir la referencia documentada. En este contexte, ver M. Glenny, The Fall ofYugoslavia: The Third Balkan War (Harmondsworth, 1992; 3" ed., 1996); 1. Silber y A. Little, The Death of Yugoslavia (Harmondsworth/Londres, 1996), y G. Prins, European Horizons ofDiplomatic/Military Operations (Londres, 1999), pags. 23.31. 50 R. D. Kaplan, BalkanGhosts: A Journey through History (Nueva York, 1993); W. W. Hagan, «The Balkans'Lethal Nationalisms», Foreign Affairs78/4, julio/azosto, 1999). Oal'. h1 .

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Iospafses balcanicos se curasen en salud tras el derrumbe del imperio oto­manoapoyando 10 que Hagan denomina «modo de produccion nacionalis­ta» (ehacerse mas ricos y ganar prestigio si~iendo alincipiente estado nacio­nal») 51. Porotra parte, la tendencia de los marginados objeto de laxenofo­bia a considerar cronologicamente y enfrenrarse a tientas a cada crisis que estalla en el area (desde Krajina a la costa de Dalmacia, de Bosnia sur hasta Sarajevo, Srebenica, Kosovo,Montenegro y las quevengan) hace que no yean que los Balcanes constituyen una entidad trabada en donde la presion sobre un lugar repercute en otros 52. Saberlo significa tener conocimiento de algo muy convencional, escrito y detallado, sobre la historia de los Balcanes. Nin­gun metodo tiene el monopolio de la virtud, pero los relatos vistosos que van de un lado a otro dando bandazos pueden hacer mucho dafio; resulta mas divertido contar, registrar y leer historias que hacer un trabajo serio, pero las consecuencias son pavorosas y uno puede verse condenado a aprender la lee­cion noaprendida a costa de otros, posiblemente para su fatalidad.

Garton Ash describe con amargura y prosa acida los atascos de rrafico de los jeeps relucientes de los burocratas, de la ayuda internacional codo con codocon pobres gentes que piden limosna enel suelo: ricos que no entien­den nada en visita de paso a Pristina 53. De estudio imprescindible para quie­nes desean aportar ayuda en tales situaciones es un manual de como recoger testimonios orales, como base para el desarrollo participative, elaborado con­juntamente por una autoridad relevante en el desastre y una de las fuerzas rnotoras de la historiografla oral: lleva el agradable y ambiguo titulo de Lis­teningfor a Change 54.

Hugo Slim y Paul Thompson han escrito un libro inspiradoen la tradi­cion fundacional de la historia oral para dar voz a los sin voz, pero tambien como correctivo a la invesrigacion hecha de mala manera por cumplir. Su proyecto adernas de instructivo es una advertencia: «Hay muchas formas de aprovechar el conocimiento patrirnonio de los pobres, de las rninorias y de los imporentes», dicen. «El estudiante de antropologfa obtiene un titulo y un prestigio academico: el asesor de desarrollo firma un contrato libre de impuestos; el fotografo de prensa se reserva el copyright de imageries huma­nas exoticas y el ambientalista obtiene una toma de sonido sensacional, pero <que es de aquellos que comparten sincobrar sus opiniones y experienciasr».

51 Hagan, «Balkans' Nationalisms», pag, 54. 52 M. Glenny, The-Balkam: Nationalism, War and the GreatPowers, 1809-1999 (Londres, 2000). 53 T. Garton Ash, «Kosovo: Anarchy and Madness», New York ReviewofBooks 47/2, 10 de febrero de,2000, pags. 48-53. ~4n~: Slim yP. Thompson, Listeningfora Change: Oral Testimonv and DroelnfJmpnt (T "n,.Jrp<

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La sana desconfianza ante los expertos (ex es una cantidad desconocida y un borbot6n es una gota bajo presion») ha sido un sentirniento general com­partido por los trabajadores de campo de muchas disciplinas y vale la pena reiterarlo; pero 10digno de rnencion en 10que atafie a este articulo es la con­vergencia entre esa ira y escepticismo justificados y la crisis general del rneto­do historiografico en la decada de 1990.

Las preocupaciones y necesidades de la historia oral, tal como se explici­taban en el articulo original se han entramado inregralmenre en el tejido de la docencia historiografica. Cuando en 1985, bajo los auspicios de John Sla­ter -uno de los mayores (y ultimos) Inspectores Jefes de Historia de Su Majestad en la poco frecuente tradici6n independiente de Matthew Arnold-, se publico el «Libro Azul» 55, este fue recibido e interpretado como parte de la batalla entre el relato recitative de los hechos y la vision historio­grafica imaginativa y ernpatetica. Estapresunta confrontacion esta superada, pues tanto el relato como la empatia se exponen al mismo riesgo dentro de la crisis general. La publicacion en 1996 del sucesor intelectual (ya que no institucional) dellibro por obra de uno de los especialistas de mayor renorn­bee en pedagogia hisroriografica, muestra a que extremo de rutina han llega­do las premisas y rnetodos de la historia oral 56•

A Jan Vansina, profusamente citado en el articulo de la primera edicion, se le describe en la cubierta de su autobiografia como «heroe de la cultura» de la historia africana. En su practica de la investigacion historica destaca su reconocirniento de la importancia de la duda sistematica con la hoja afilada cuando se desbrozan los fragiles senderos orales de la selva para explicar «10 que estaba convencido de que eran los fundamentos del razonamiento y la invesrigacion historiografica y situe en ese contexto las fuentes "poco cornu­nes" de la historia africana». Si reflexionamos sobre su carrera, fue esa la innovacion metodologica de la que mas orgulloso se sentfa 57. Pero no es en el contexto de Africa, sino en el curso principal de la pedagogia historiogra­fica en Gran Bretafia donde Chris Husbands 10 cita por su capacidad para dar fuerza a la explicacion y a la comprension en circunstancias dificiles, como mejor modo de liberar sin peligro una imaginaci6n de escolar. 2Cabe imaginar mejor cumplido? 58. El tema cormin citado de John Slater es que «el pensamiento historiografico, fundamentalmente, no es charlar sino abrir la

55 Ver nota 19. 56 C. Husbands, What is History Teaching? Language, Ideas and Meaning in Learning about the Past (Buckingham, 1996). 57 ]. Vansina, «The Power of Systematic Doubt in Historical Enquiry», History in Africa 11 1 (I 974), pags. 109-127; Living with Africa, pag, 173. 58 C. Husbands, What isHistory Teaching?, pags. 61-62.

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mente», perspectiva que armoniza con la de Collingwood de «reconstruimos el pasado, tal cual es, recordando y pensando hist6ricamente, pero esto 10 hacemos desenmarafiandolo del presente en que aiin perdura» 59. La obsesi6n natural de la historia oral por la transparencia de rnetodo y de pruebas se ha convertido en causa cormin en su defensa general.

La Ultima decada ha sido testigo entre los historiadores orales de una con­tinuidad acelerada en la produccion de microhistorias que indagan desde el olirnpo al arroyo. No obstante, como argumenta Alessandro Portelli, al hilo de la ternatica de esta pletora, la vigencia de este tipo de exploraciones sobre la vida de una sola persona, si se efecnia debidamente segiin el metodo de «contrachapado» resulta segura y cobra firmeza dentro de la jerarqufa entre generos a los que afeeta toda una serie de dudas de otro tipo 60. En esta deca­da, uno de los mas impresionantes historiadores sociales se ha servido de la vida de un aparcero, construyendola a partir de un cafiamazo exhaustivo de pruebas contrastadas, para esclarecer la experiencia rural sudafricana del si­glo XX de un modo y con una fidelidad a la experiencia directa como rara vez se ha realizado previamenre ". Se trata de narrativa intirnista que, segun pala­bras de Elizabeth Tonkin, establece un fulcro sobre el cual puede pesarse todo el universo de la memoria social.

2Cual es la causa de tal migraci6n en apariencia espontanea de los histo­riadores hacia este tipo de historiograffa? 2Sed la sensacion de que se abre la tierra bajo nuestros pies? En la anterior edici6n sefialabamos que era util que Jack Goody tomara de Marx el concepto de modo de cornunicacion (consti­tuido por medios y relacion de comunicaci6n). En la ultima decada 'hemos asistido a cambios revolucionarios en los medios de cornunicacion, que a su vez plantean interrogantes a proposito de su repercusion en las relaciones de comunicaci6n en el plano mas restringido y de asociacion politica en el mas amplio. No cabe duda de que como consecuencia de los nuevos medios se ha producido 10que John Thompson denornino una «transformaci6n de visibi­lidad». Pero 2con que resultado politico y social?62. Es una pregunta de cru­cial importancia para los historiadores conternporaneos porque pueden estar

59 ]. Slater, "The Politics of History Teaching: A Humanity Dehurnanised?», Conferencia especial para profesionales, London Institute of Education, 1998, cirado ibidem, pag. IV; R. G. Colling­wood, "Some Perplexities about Time, and an Attempted Solution», Proceedings ofthe Aristotelian Society, NS 26/150 (1926), citado ibidem, pag. 11. 60 A Portelli, «The Best Garbage Man in Town: Life and Times of'Valrero Peppoloni, Worker», en The Death ofLuigi Trastulli and Other Stories: Form and Meaning in Oral History (Albany, NY, 1991), pags, 117-118. 61 C. van Onselen, The Seed is Mine: The Lift ofKas Maine, a South African Sharecropper, 1894­

1985 (Oxford, 1996). 62 T. B. Thomoson. The Media and Mnrkrnit:v {l'..mhritlop lqq,,\ no,,< 1l7_IAR

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amenazados los fundarnentos de la deduccioncomuria partir de pruebas para.obtener una explicacion: .porello sugiero abrirse camino prudenremen­te entre el tipo de datos de sutil rextura y riqueza que Van Onselenrecopila yexpone.Pero el problema .tiene mayor repercusion. 1

Todos los gobiernos, y nos sentimos inclinados a creer que los dernocra­ticos por .motivos benevolentes, .necesitan hacerse una idea sobre el modo en que las actitudesconfiguran lapolitica; por tanto, la crisis general del estatus y la jerarquia en el marco de las fuentes hist6ricas cobra cada vez mayor importancia fuera del ambito de la comunidad de historiadores acaderni­cos 63. Es facil explicarse el porque, Se da la asuncion generalizada de que la , proliferaci6n de medios paracaptaci6n amplia y restringida invalida los metodos previos de acci6n polftica y de formas de sociabilidad. Si ello es dec­to, esto tiene una gran .importancia sobre el modo en que los individuos pue­ ~ den concebirse a si mismos y formar sus redes de relaciones 64. Sin embargo,

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a Jens Reich, uno de los lfderes del Neues Forum, con ocasi6n de las revolu­ciones dernocraticas en Alemaniadeleste en 1989 le parecia que la pauta de movilizaci6n en la DDR no asumia la tesis de revoluci6n impulsada por los medios de comunicaci6n. Del mismo modo, la llegada de la radio, la televi­ l

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sion y las grabadoras entre los beduinos del desierto occidental de Egipto no !I

pareci6 destruir, sino mas bien reforzar, las pautas anteriores de sociabilidad 1 !

(confirrnando asi la opinion de Ernest Gellner de que, entre las principales ~

religiones mundiales, el Islam es la mejor estructurada para resistir la des­ ttrucci6n que ejerce la homogenizaci6n de las fuerzas globalizadoras) 65. Sin ~ embargo, desde entonees la revolucion de los medios ha emprendido una ~ carrera desenfrenada. El protagonisrno del fax esta documentado en el pro­ceso predemocrarico de los esrudiantes de la plaza de Tianamen como factor de ruptura del telon de acero. Internet contribuy6 decisivamente a la publi­cidad y organizaci6n de la revuelta de Chiapas, en Mexico en enero, de 1994

63 En este sentido, a principios de 1996 las agencias gubernamentales inglesas,auspiciadas por el Cen­tre for Defence Analysis perteneciente a los deparramenros de Evaluaci6n de la Defensa y la Agencia de Investigaci6n del Ministerio de Defensa, desarrollaron y pusieron a prueba metodos de evaluaci6n estraregica de probabilidades a largo plazo basados en una interpretacion de este debate entre hisro­riadores. G. Prins, «How Will Attitude Shape Politics?" EI informe CDAlHLSfWP095/1.0, DERA Franborough, noviembre de 1996, sinia en ese contexto las reflexiones de este capitulo, en particular en el anexo B. «Creencias, actitudes y valores». EI debate sobre la interpretacion de la revoluci6n de los medios de comunicaci6n tal como se inrerpretaba entonees figura en las pags, 14-22. 64 A. Giddens, Modernity and Self-Identity: Self and Society in the Late Modem Age (Cambridge. 1991). 65 J. Reich, «Reflections on Becoming an East German Dissident, on Losing the Wall and a Country», en Springin Winterde Prins; «Bedouins. Cassettes and Technologies of Public Culture», MiddleEastReport, 159/4 (1986), pags 7-12, de L. Abu-Lughod; E. Gellner, Muslim Society {Cam­bridge, 1981).

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y mas aun a las manifestaciones contra la Organizaci6n del Comercio Mun­dial en Seattle en 1999. Pero las pruebas no apuntan hacia un lado exclusi­varnente. Es evidente que la.dellncuencia utiliza el oiberespacio; factor nuevo en sf, peroel modo de organizaci6n parece seguir losclasicos modelos mafic­sos a pesar de cuanto se diga sobre «resistencia acelala» 66. Por consiguiente, la conclusion es que en la actualidad no podemos saber concerteza hastaque extrerno: influye el modo de comunicaci6n en las relaciones entre actitud y politica. De 10 que no cabe duda es de que no existe una relaci6n simetrica 67.

En la primera edicion concluiarnos el capitulo con un par de ejemplos arbitrarios sobre el modo en que se habia invertido la presunta jerarquia de fuentes. Podernos reiterarlos con el agravante de una decada. No s610 actual­mente es obvio que los documentos oficiales deb en considerarse redactados primordialmente para su archive, a menos que se demuestre 10 contrario, sino que el desplazamiento hacia medics informales para discutir ternas importantes -la americanizaci6n del uso del telefono-e- llevado mas alla, como en el caso del correo electronico, produce una curiosa paradoja.

Los mensajes por correo electr6nico no son ni una cosa ni orra: no son cartas pensadas ni conversaci6n. Las extrafias modalidades de abreviatura casi telegdficas, la misera sintaxis, la tolerancia de errores de mecanografla. ates­tiguan la naturaleza eflmera de cornunicacion que existe en la mente de quie­nes los intercambian. iCuan equivoco! Ahora se evidencia que el mensaje electr6nico es casi el registro mas perdurable que puede dejar un individuo. Aun cuando el rernitente 10 borre, el mensaje pervive en la memoria de los bancos de datos de los servidores junto con transacciones hechas con tarjetas de credito, datos sobre lealtad en el empleo de la tarjeta de credito de la empresa, listas de llamadas relefonicas, impuestos y fichas rnedicas, etc., yallf perrnaneceran durante decadas, Adernas, son tan publicos como un mensaje de tarjeta postal y mucho mas localizables. La existencia de capacidad masi­va de rastreode llamadas telef6nicas y mensajes a traves de Internet por parte de los organismos de seguridad (sobre todo el sistema ECHELON anglo­no rteamericano, revelado en 1999 por airadas fuentesfrancesas temerosas de que las empresas galas fuesen victimas de espionaje comercial anglosaj6n bajo cobertura oficial) significa que los historiadores del futuro con una minima ambici6n por escribir metahistoria aceptable de nuestra epoca habdnde ser ingenieros de telematica y posiblemente piratas inforrnaricos.

66 M. Joyce-Hasham, Conspiracies on theInternet, RIIA (proxima publicaci6n); D. Mann y M. Sut­ton, «Nercrirne: More Change in the OrganisationofThieving». BritishJournalofCriminolog;y3812 (primavera de 1998), pags. 201-229. 67 Unaesclarecedora exploraci6n del tema puede verse en A Brief History ofthe Future: Origins of [nternet nLlnelrf"<. 1<)<)<». elf"1 N,""hrnn

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.II HISTORIA ORAL 187 186 FORMNl pE HACER HISTORIA

III

La historia oral ha madurado durante la Ultima decada en su doble face­ca de recnica y de genero dentro del canon historiogtaflCo, 10 que significa que ha perdido su fama de rareza poco fiable, aunque es de esperar que no

De todos modos, 1a pagina de papel escrita continua siendo el mejor sopor­te de archivo para preservar la informacion por su accesibilidad y bajo coste, ya que no hay pista magnetica susceptible de fraude, ni se producen fallos de bate­

haya perdido su vigor iconoclasta- Esto es resultado en parte de los esfuerzos 1ria. Siguiendo la exhortacion de Jan Vansina, el historiador oral debe recoger

I!

de quienes la practican y en parte de la crisis general de la historiograHa, ace­lerada ultimamentc por nuevos cambios en los medios de comunicaci6h. Hemos expuesto que la contribuci6n del registro de la historia oral a su

sus datos sobre papel 10 mas rapido y detalladamente posible, Durante el si­glo xx, una porcion de la vida publica de las sociedades alfabetizadas ha que­dado, mas que ninguna otra, flotando en el registro oral, pero un segmento

defensa general ha sido alentadora, pero es importante cohchlif, igual que 10ausente de ella es la historia de los serviciosde inteligencia y de espionaje, que hadamos en el articulo original, reconiendando ptudencia ante los peligros cuando en ocasionesen que finalmente sale ala luz en parte -como, por ejem­que entrafian la falsa orientacion y la exagerad6n. Es preciso manejar las tee­plo, los celebrados exitos de los serviciosgubernamentales de Inteligencia y de nicas con habilidad, pues en manos inexpertas 0 rudas pueden sufrir una la escuela de descifrarniento de Bletchey Park que averiguaron el codigo de la adulteracion irnparable y absurda. Mostrar fantasnias balcanicos inexistentes o su aparici6n en el revoltijo de la mantequera del archivo casero de la dacha del senor Mitrokin son ejemplos de esos peligros: la palabra escrita tiene la Ultima palabra; como debe ser, Pero la entidad y el potencial.que conlleva

maquina alemana ENIGMA durante la Segunda Guerra Mundial- cambia­ron la explicacion aceptada de la guerra y fue como si de pronto unas huellas dactilares invisibles con luz normal se hicieran fluorescentes 68. Fue enorme el alcance del rumor y la especulaci6n a falta de estos registros secretos,

II

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la palabra hablada se ha reafirmado con mayor claridad. ~Fue sir Roger Hollis, jefe de los servicios de inreligencia, agente ruso 0

no? Hay quien 10 afirrna y hay quien 10 niega. ~Cuantos traidores habfa en el ! drculo de Cambridge? ~ Tres? ~Cinco? ~Mas? La ocultacion procure buenas ganandas a los suspectos y sefialados y dio lugar a un campo abonado para teorias conspirativas a gran escala 69. AsI, cuando para asombro general, se revelo al publico en 1999 que el archivero de la KGB habia estado durante afios creando su propio archivo gracias al privilegio de acceso a los archives it

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del organismo, en particular durante su traslado de la Lubianka a la nueva sede de la KGB en las afueras de Moscu, y que tanto el como el archivo ha­bfan sido felizmente exfiltrados por el Servicio Secreto Britanico de Inteli­genda, fue posible una verificacion satisfactoria de la realidad, Para gran frui­don de Christopher Andrew, el historiador becado por el MI6 con acceso al personaje y a los materiales, fue posible acallar algunos mitos y Andrew pudo anunciar por television, a la vez que confirmaba el desenmascaramiento de un agente al servicio de los rusos mucho tiernpo arras y por entonces ya en edad provecta, que era ilusorio que quien hubiera trabajado para los sovieti­cos esperase que el secreto iba a mantenerse para siernpre 70.

68 C. Andrew y O. Dilks (eds.), TheMissingDimension: Governments and Intelligence Communities in the2(7" Century (Urbana III, 1984); F. H. Hinsley y A. Stripp, Codebreakers: The Imide Story of Bletchley Park (Oxford, 1994). 69 Dos autores principalmente, Chapman Pincher y «Nigel West». P. Wright con P. Greengrass, SlJycatcher: (Richmond, Australia, 1987) tiene Ia deliciosa tentacion del samizdat rras los torpes inren­tos del gobierno briranico para impedir su pubIicaci6n; pero Ia obra pareda y resulto ser un panfle­to deliranre, 70 C. Andrew y V. Mirrokhin, The Mitrokhin Archive: The KGB in Europe and the West (Londres, 1999).

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