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Oración por las Vocaciones / Octubre de 2021 Tema : A la escuela del Espíritu Santo para arriesgar el “SÍ”

I. Introducción ¿Por qué rezar al Espíritu Santo? El Espíritu es esta agua viva que susurra en nues-

tros corazones y que nos dice: “Ven hacia el Padre…” Invocarle, es disponerse a escu-char a Dios y aprender a no negarle nada. Es por el poder del Espíritu que los hijos de Dios pueden llevar frutos. Aquel por quien estamos injertados en la vid verdadera nos hará dar sus propios frutos que son “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí.” (Ga 5, 22-23)

Ahora, contemplamos el Espíritu de Dios descendiendo sobre los apóstoles con la forma de lenguas de fuego. Pidámosle reanimar en nosotros la llama de la misión y suscitar el deseo de la consagración en todos los que aspiran a ofrecer su vida al ser-vicio de la Iglesia

II. Canto: Ven Espíritu de santidad

R/ Ven Espíritu de santidad

Ven Espíritu de luz Ven Espíritu de fuego Ven abrazarnos

III 1 Corintios 12, 4-13

Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay di-versidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíri-tu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de cu-

rar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpre-tarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y to-dos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es tam-bién Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bauti-zados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Parole du Seigneur

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Canto: El Espíritu de Dios descansa sobre mí / K 35 R/ El Espíritu de Dios descansa sobre mí,

el Espíritu de Dios me ha consagrado, El Espíritu de Dios me ha enviado a proclamar la paz, la alegría

1. El Espíritu de Dios me ha elegido Para extender el Reino de Cristo entre las naciones, Para proclamar la Buena Noticia a sus pobres. ¡Exulto de alegría en Dios mi Salvador!

III. Meditación: “El Espíritu Santo puede ser uno, simple e indivisible, distribuye sus dones a cada

uno, según su voluntad. Lo mismo que la madera seca, asociada al agua, produce brotes, lo mismo el alma que vivía en el pecado, pero que la penitencia hace capaz de recibir el Espíritu Santo, lleva frutos de justicia. Aunque el Espíritu sea simple, es él, con orden de Dios y en nombre de Cristo, que anima numerosas virtudes. Emplea la lengua de éste al servicio de la Sabiduría: ilumina por la profecía el alma de éste; da a otro el poder de expulsar los demonios; a otro el de interpretar las divinas Escrituras. Fortalece la castidad de uno, enseña a otro el arte de la limosna, enseña a éste el ayuno y la ascesis, a otro enseña a despreciar los intereses del cuerpo, prepara otro al martirio. Diferente entre los diferentes hombres, no es diferente de sí mismo, como está escrito: Cada uno recibe el don de manifestar el Espíritu por el bien de to-dos Su entrada en nosotros se hace con dulzura, le acogemos con alegría, su yugo es fácil de llevar. Su llegada se anuncia con unos rayos de luz y de ciencia. Viene con la ternu-ra de un verdadero defensor, porque viene para salvar, curar, enseñar, aconsejar, for-talecer, reconfortar, iluminar el espíritu: primero en el que le recibe; y luego, por éste, en los demás.”

Catequesis de San Cirilo de Jerusalén sobre el Espíritu Santo: extractos de la Catequesis 16 sobre el símbolo de la Fe, 23-25

Oremos (Juntos) Espíritu Santo, concédenos el don de la sabiduría para discernir y hacer la vo-luntad de Dios, el don de inteligencia para comprender la palabra de Dios y vi-vir de él; el don de consejo para hacer las buenas elecciones para vivir como buenos cristianos; el don de fuerza para aguantar en las pruebas y tener el va-lor de dar testimonio del Evangelio; el don de ciencia para comprender el ver-dadero sentido de la vida y reconocer a Dios a la obra hoy en el mundo; el don de piedad para orar a Dios y darle las gracias sin cesar por sus maravillas; y por último el don del temor para luchar contra el orgullo y entrar en una humildad que libera.

IV. Cántico 141, 10-11-15-16, San Luis María de Montfort

Con estos extractos del cántico 141 de San Luis María, oremos al Espíritu Santo, para que su soplo despierta en nosotros el celo de la misión y suscite nueva u solidas vocaciones en nuestra Iglesia.

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10. Mi alma, sin ti, está desierta, sin virtudes ni poder; sin ti, camino al fracaso y todo me hace caer; no puedo nada, Dios mío, ni pensar, ni hablar, ni actuar, a no ser que tú me ayudes siempre y en todo lugar.

Alégrate María… (3 veces 11. Dame tu sabiduría para gustar la verdad, dame tu amor que impulse sin forzar la libertad, dame tu gracia fecunda tu poderosa atracción, dame tu ayuda potente, tu excelsa paz y tu unción. Alégrate María… (3 veces

15. Mi pecho sea tu santuario; sea mi lengua un instrumento, para hablar con elocuencia y dar a todos ejemplo. Por Jesús y por María, reina en mí con tu poder, y por siempre glorifique a Dios con mi proceder. Alégrate María… (3 veces 16. Esposa fiel del Espíritu, amada Virgen María, en humilde contrición transforma mi rebeldía; haz dócil mi corazón, que sea fiel a tu mensaje, que viva el Evangelio, su ley y consejos. Alégrate María… (3 veces Padre Nuestro

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VI. Oración al Espíritu Santo de Juan Pablo II por las vocaciones ¡Oh Espíritu de verdad, que has venido a nosotros en Pentecostés para formarnos en la escuela del Verbo Divino, cumple en nosotros la misión a la cual el Hijo te ha man-dado! Llena de ti mismo todo corazón y suscita en muchos jóvenes el anhelo de lo que es auténticamente grande y hermoso en la vida, el deseo de la perfección evangélica, la pasión por la salvación de las almas. Sostén a los "obreros de la mies" y dona fecundidad espiritual a sus esfuerzos en el camino del bien. Haz nuestros corazones completamente libres y puros, y ayúdanos a vivir con plenitud el seguimiento de Cristo, para gustar como tu último don el gozo que no tendrá jamás fin. Amén.

Juan Pablo II, Roma, 14 de octubre de 1989 Canto final: La primera en camino…

1. La primera en camino, María nos llevas A arriesgar nuestro sí en los imprevistos de Dios. Y he aquí que se siembre en arcilla incierta De nuestra humanidad, Jesucristo, Hijo de Dios Camina con nosotros, María, en nuestros caminos de fe, Son caminos hacia Dios, son caminos hacia Dios. (Bis)

2. La primera en camino, alegre te lanzas, Profeta de Aquel que tomó cuerpo en ti. La palabra ha surgido, tu eras su resonancia. Y cruzas los montes para alzar la voz Camina con nosotros, María, en los caminos del anuncio, Son caminos hacia Dios, son caminos hacia Dios. (Bis)

F. Anicet, F. Nicephore, F. Michel K., Hermanos estudiantes,

Comunidad Saint-Gabriel, Angers Desjardins