igualdad educativa y sociedad democrática

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    IGUALDAD EDUCATIVA Y SOCIEDAD DEMOCRÁTICA

    CARLOS PEÑA,

     Ex Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego

     Portales. Profesor de Derecho de la Universidad de Chile, Vicerrector  Académico de la Universidad Diego Portales.

    En las palabras que siguen, haré el intento de dilucidar qué relaciones median entre losideales de igualdad educativa, por una parte, y los principios subyacentes a una sociedaddemocrática, por la otra. Se trata, como es fácil advertir, de un tema que supone darse a latarea de responder, en términos generales, dos preguntas distintas, una normativa y la otraempírica:¿ué demandan los ideales democráticos del sistema educacional! "sa es la preguntanormativa. ¿Está a la altura de esos ideales el sistema educacional de nuestro país! "sa es, la preguntaempírica.

    En lo que sigue, intentaré esbo#ar una respuesta a cada una de esas preguntas.

    Espero mostrar, de cara a ellas, que la escuela es la promesa que una sociedad democráticaformula a los recién venidos a este mundo, que su lugar en la escala social dependerá de suesfuer#o y no, en cambio, de su cuna, y que la escuela en $ccidente %a pesar de todas lasdi&cultades que la literatura ha logrado detectar% se ha esfor#ado por ser &el a ese ideal.'acia la segunda parte de esta e(posici)n, intentaré dilucidar si las políticas educacionalesen *hile, han estado o no a la altura de ese desafío.

    +oy a comen#ar, sin embargo, un poco leos. +oy a comen#ar e(aminando los orígenes másobvios de la desigualdad entre los seres humanos.-os seres humanos venimos al mundo provisto de muy diversas dotaciones o recursos.lgunas de esas dotaciones son naturales y podemos llamarlas, también, innatas. /oreemplo, algunos seres humanos comparecen entre nosotros provistos de un especial talentoo, a la inversa, los acompa0a una grave discapacidad. $tras de esas mismas dotaciones son,sin embargo, sociales y no se relacionan, como las anteriores, con el a#ar natural, sino con la

    pertenencia familiar o la cuna en la que cada uno compareci) al mundo. lguno, por eemplo,naci) en una familia en la que, durante generaciones, se acumul) el prestigio y el poder.$tro, en cambio, vino a este mundo en una cuna que estuvo siempre al margen de todoprivilegio, una cuna, pudiéramos decir, desprovista de toda ventaa. lgunos de los reciénvenidos a este mundo nacen, por decirlo así, príncipes, y otros, en cambio, mendigos. -aviea pregunta de Rousseau %sobre cuál es el origen de la desigualdad entre los hombres%tiene hoy día una respuesta apro(imada.Ella deriva, hasta cierto punto, de la herencia natural y de la herencia social que a cada unole toc) en suerte. mbas distribuyen, a veces en magnitudes muy disímiles, los recursossimb)licos y los recursos directamente econ)micos. *ada uno de nosotros es portador de unacierta cantidad de capital social, simb)lico o directamente econ)mico, de cuyo monto ymaneo dependerá nuestro lugar en la escala social y de la posibilidad de llevar a cabo unavida de autorreali#aci)n o, en cambio, de sometimiento y subordinaci)n. -a naturale#a y lahistoria, para decirlo en otras palabras, introducen diferencias entre los seres humanos,

    diferencias en recursos, en prestigio y en poder. -a naturale#a y el mundo social, el a#arnatural y la historia, nos dotan de oportunidades o nos privan de ellas.

    -a vida social es hist)rica y está, por eso, muy leos de ser una ruleta. En una ruleta %unaimagen frecuente en la teoría social que han usado desde 1a2ls a 3ourdieu% usted puedeganar recursos en un instante y, en el momento siguiente, perderlo todo y así sucesivamentede manera que en ella propiamente no hay, como digo, historia, sino una sucesi)n discretade instantes distributivos que carece de memoria. En una ruleta e(iste, pudiéramos decir,una usticia perfectamente procedimental: si no hay trampas, cada uno tiene unaoportunidad igual de quedarse con los recursos.-a ruleta ofrece una imagen bastante precisa de esa competencia perfecta que a veces noshipnoti#a4 en ella e(iste una irreprochable igualdad de oportunidades, un mundo sin inercia,sin acumulaci)n, sin transmisi)n hereditaria de las posesiones, en el que cada momento ocada ugada, si ustedes pre&eren, es perfectamente independiente del anterior.Sabemos, sin embargo, que la vida social no es una ruleta. /ara que lo fuera, cadageneraci)n debería redistribuir de nuevo la totalidad de los recursos4 pero sabemos que esono es posible. En ve# de ser una sucesi)n de instantes discretos, separados los unos de los

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    otros 5cada uno comen#ando, cada ve#, de nuevo5 la vida social posee una historia y procedepor acumulaci)n./or supuesto no se trata de una acumulaci)n solamente econ)mica. Si bien nos gusta creerque la acumulaci)n hist)rica de las diferencias, es una acumulaci)n de títulos de propiedad ode posesiones físicas, la verdad es que se trata también de una acumulaci)n de eso que seha llamado capital social y capital cultural. Si bien la teoría econ)mica gusta describir lasdiferencias de recursos nada más que en términos monetarios, en términos de capital

    econ)mico, lo cierto es que las diferencias de recursos adquieren muy disímiles formas en lavida social, y en base a ellas los grupos sociales se distinguen y se diferencian unos de otros,distribuyendo el dinero, es cierto, pero también el prestigio y el poder. veces el capitalecon)mico se hace más igualitario4 pero, entonces, la vida social se encarga de trasladar lasdiferencias a esas otras formas de posesi)n que llamamos capital social o capital cultural,que acaban, a poco andar, e(presándose de nuevo en capital directamente econ)mico.¿*)mo debemos valorar esas diferencias! ¿6ebemos asistir a ellas con el ánimo tranquilo,con&ando en que la naturale#a es, por motivos misteriosos, usta o debemos creer que lasociedad corregirá por sí misma esas diferencias, como un fruto natural del crecimiento y dela evoluci)n!7o es raro, por supuesto, encontrar en la historia algunos momentos en los que se crey) quela naturale#a era usta, y que su patr)n distributivo debía ser respetado. En esos momentosse pens) que la valide# de facto %c)mo eran las cosas5 coincidía con su valide# de iure% conc)mo debían ser esas mismas cosas 5.

    -a idea de usticia distributiva, por eemplo, es presentada por Santo 8omás como unadistribuci)n de recursos sociales en base al mérito, pero el mérito no es, en la opini)n de eseautor, equivalente al desempe0o, sino simplemente al lugar que cada uno tiene, de hecho,en la sociedad 9Santo 8omás, Summa;, Tratado de la e!racias al ideal democrático, y al revés de lo que pensaba Santo 8omás, hoy día creemos quee(iste un abismo, una distancia casi insalvable entre la valide# de facto de las cosas y suvalide# de iure, entre c)mo son las cosas y c)mo, en cambio, deberían ser. ?ntuitivamentepensamos %éste es el sue0o de una sociedad más igualitaria% que los seres humanos, loshombres y las mueres, poseemos una condici)n de igualdad esencial que debe e(presarsetambién en las oportunidades de reali#ar una vida conforme al propio discernimiento. -asensibilidad liberal, en especial, piensa que los seres humanos poseemos independencia

    moral, es decir, que cada uno está provisto de la capacidad de discernir planes de vida y deaustar el conunto de sus actos a ese plan./or lo mismo, cada ser humano, al margen de cuál sea su cuna y su historia familiar, debieracontar con igual posibilidad de reali#ar su vida conforme a su propia elecci)n.Sabemos, sin embargo, que el eercicio pleno de nuestra igual condici)n moral, se veempa0ada por obstáculos provenientes de la desigualdad con que se encuentran distribuidoslos recursos y las capacidades.7o parece haber nada de malo, desde luego, en una distribuci)n de recursos desigual,cuando esa distribuci)n es producto del talento o del mérito de las personas4 pero secon&gura una situaci)n moralmente reprochable cuando, como ocurre la mayor parte de lasveces, y como ocurre, sin ir más leos, hoy día en nuestro país, la desigualdad en recursos yen capacidades actuales, es resultado de dotaciones iniciales inmerecidas, dotacionesiniciales que no son producto del mérito o del talento, sino producto del a#ar natural o decircunstancias involuntarias. Si usted posey) una dotaci)n inicial igual a la de su vecino,

    nada hay de malo en una desigualdad actual entre ustedes, si mientras usted decidi) ahorrarsu vecino pre&ri) malgastar sus recursos. @na desigualdad actual entre usted y su vecino,

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    parece inadecuada, en cambio, si es resultado de una mayor dotaci)n inicial que usted nomerecía y que fue simplemente producto del a#ar natural o de la cuna.-a pobre#a, por eemplo %una de las modalidades más hirientes que adquiere ladesigualdad%, nos molesta y nos repugna, porque ella se traduce en que millones de vidashumanas no alcan#an siquiera la posibilidad de eercer la independencia moral, a cuyoreconocimiento tienen derecho en una sociedad que trata con usticia a sus miembros. 6esdeel punto de vista de los principios de una sociedad política decente, la pobre#a equivale a

    una incapacidad social que niega, en los hechos, a algunos seres humanos la posibilidad deconducir su vida conforme a su imaginaci)n y a su esfuer#o. @na sociedad que asiste con elánimo ligero al fen)meno de la pobre#a o que simplemente confía, como ocurre con elpensamiento conservador, que la historia o la naturale#a podrá alg=n día superarla, es unasociedad que está renunciando a reconocer a cada uno de sus miembros la condici)n deigualdad que, sin embargo, esgrime para legitimar al conunto de sus instituciones.El ideal democrático aspira, en cambio, a que la comunidad política, este espacio com=n enel que desenvolvemos nuestra vida, sea hasta cierto punto una comunidad de iguales y nouna comunidad estrati&cada, que tolera que sus miembros sean castigados por la naturale#ao por la cuna. "sta es, aunque solemos olvidarlo, y aunque la igualdad hoy día tiene malaprensa, el principio básico de toda acci)n política en una sociedad democrática. -o propio deuna sociedad democrática, es que aspira, en alg=n nivel siquiera mínimo, a ser unacomunidad de iguales, sino en bienestar, sí al menos en recursos iniciales.Es verdad que, en sus inicios, esa igualdad se traduo s)lo en una igualdad formal, en una

    igualdad, como suele decirse, ante la ley4 pero hoy día, se trata de una igualdad un poco máse(igente, de una igualdad en capacidades sociales y en bienes primarios, en bienesindispensables para que cada uno condu#ca su vida conforme a su propio discernimiento.@na sociedad democrática, en otras palabras, entiende que una sociedad usta es unasociedad que distribuye los recursos y las oportunidades en relaci)n al mérito de laspersonas. Es una sociedad que se alegra de las diferencias que sean producto del esfuer#o, yque se entristece cuando se trata de diferencias inmerecidas, que son producto del a#arnatural o de la simple pertenencia familiar. l descon&ar, de la naturale#a y de la historia, lasociedad democrática trata %dentro de ciertos límites% a los talentos innatos como bienescomunes, y a las discapacidades o desventaas, como desventaas también comunes. Siusted no tuvo participaci)n en las ventaas que tiene, entonces es usto que tratemos esasventaas como bienes hasta cierto punto sociales. @na sociedad usta es, entonces, unasociedad que se esmera en disminuir el peso de las diferencias inmerecidas 9que son frutodel a#ar natural o de la historia, como hemos visto< y que trata a los talentos, hasta cierto

    punto, como bienes sociales.Ese conunto de ideas, sobre las que la cultura democrática vuelve, con porfía, una y otrave#, son las que en alg=n sentido subyacen inicialmente a la escuela, aunque no siempre ellaha podido ser &el a esos principios. @n breve repaso, inevitablemente grueso, de las líneasprincipales del desarrollo del sistema escolar lo ponen de mani&esto.-o que hoy día conocemos como sistema escolar, esto es, un sistema nacional de ense0an#a,con los ni0os divididos en clases, seg=n la edad y el grado de conocimiento, cada uno en suaula, bao la inspiraci)n de un sistema incremental de aprendi#ae y relativamente separadode la familia5 se encuentra íntimamente atado al surgimiento de la universalidad del estadonacional, es decir, a la idea que un grupo de seres humanos son entre sí iguales y go#an delos mismos derechos cuando comparten una misma forma de gobierno. Es verdad que e(isteevidencia que el sistema de clases escolares fue usado por ve# primera en Arancia aprincipios del siglo B+?, y que los esuitas emplearon desde temprano el dise0o de contenidoscentrali#ado, que más tarde llamaríamos currículo4 pero es s)lo con el surgimiento del estado

    nacional y la irrupci)n del sistema fabril, de la fábrica en otras palabras, cuando el sistemade educaci)n de masas a cargo principalmente del estado, separado de la familia yorgani#ado en base a contenidos que se deliberan centrali#adamente, principia a e(pandirsepor Europa $ccidental y de ahí hacia el resto del mundo. El sistema escolar, entonces, naci)íntimamente atado al surgimiento del sistema fabril 9a la separaci)n entre unidad productivay unidad familiar, en sumaoodson, DF

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    En términos generales, el análisis hist)rico muestra que el currículo fue poco a poco utili#adopara diferenciar capacidades y vocaciones tempranas 9a &n de alinear los contenidos conobetivos de e&ciencia social

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    7ada de esto signi&ca, por supuesto, que haya que descuidar el trabao en el aula 9que,como lo muestran las investigaciones de escuelas efectivas, o el informe de Cassasus, tieneimportancia< o que la escuela no valga la pena 9que es la conclusi)n algo apresurada quealgunos derivaron de la famosa investigaci)n de 3ourdieu y /asseron o del ?nforme*oleman

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    la historia familiar, usted recibirá educaci)n de baa calidad, y su talento, entonces, no podráCorecer. Si usted es, en cambio, rico, usted podrá compensar con educaci)n de meor calidadsu menor talento o su menor capacidad. *omo resultado de todo esto, la sociedad en suconunto se empobrece y simplemente reproduce las desigualdades iniciales que, hemosvisto, deben ser tratadas, en una teoría de la usticia, como bienes comunes.Es difícil e(agerar el papel que cumple la educaci)n en *hile, y es difícil e(agerar c)mo, enve# de corregir la desigualdad, simplemente la reproduce.

    7uestra educaci)n se parece por eso al demonio de Ga(2ell, quien, como ustedes recuerdan,intent) e(plicar c)mo en el mundo físico era posible evitar la segunda ley de latermodinámica, el principio de entropía que hace que si se me#clan partículas calientes conpartículas frías, la diferencia tienda a desaparecer. El físico imagin) entonces un demonio queen el mundo físico era capa# de detectar las partículas más rápidas y calientes, y separarlasde las más lentas y más frías, evitando así que me#claran su calor hasta desaparecer. /ierre3ordieu sugiri) alguna ve# que la escuela era como el demonio que imagin) Ga(2ell: en ve#de corregir la desigualdad de que son portadores los ni0os en términos de dotacionesnaturales y capital simb)lico y familiar, tiende a reproducirla, potenciando a los que estánmeor dotados por la fortuna y condenando a la subordinaci)n a lo que tuvieron peor suerte.l contrario de lo que ense0a el ideal republicano, y el demonio de Ga(2ell, nuestrasescuelas reproducen &elmente la pertenencia familiar y el capital social de las personas, enve# de contribuir a corregirlas. 7uestro país arriesga por eso a ser una sociedad sin escuelas,o lo que es peor a una sociedad donde la escuela en ve# de ser el lugar del encuentro y de lo

    p=blico, es simplemente una e(tensi)n del hogar y de sus diferencias.Es cierto, como lo muestra la sociología de la educaci)n y de la movilidad social, que eldesempe0o escolar es funci)n de m=ltiples factores que van desde los valores de la familiade orientaci)n, hasta el capital cultural de los padres, pasando por la calidad del trabao en elaula. 8odo eso es, sin duda, cierto, y ese conocimiento con que hoy día contamos provee deesperan#as para aumentar la equidad en la distribuci)n de los resultados educacionales, y laequidad en la distribuci)n posterior de las oportunidades sociales./ero me parece que nos enga0amos si por introducir compleidad intelectual a esteproblema, olvidamos que en nuestro país los problemas parecen ser también más gruesos,parecen ser problemas básicos de distribuci)n de recursos y de autoridad educacional./orque el sistema escolar en *hile, en ve# de corregir las desigualdades de la cuna, pareceempe0ado en reCearlas y simplemente en reproducirlas. 6esde luego en *hile e(iste, pordecirlo así, una concepci)n eugenésica de la educaci)n que pone la autoridad educacionaldel lado de los padres, y una estructura escolar e(tremadamente diferenciada al compás del

    ingreso de las familias, hasta alcan#ar un sistema educacional que puede ser descrito, comolo dio sin remilgo alguno el informe de la $*6E, conscientemente estructurado por clases;9$*6E, p. HII

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    previamente adquiridas. /ero no es éste un derecho individual que pueda ser esgrimido sinponderar, al mismo tiempo, el tipo de comunidad política en el que queremos vivir. En elideal republicano, la escuela y la @niversidad, no son e(tensiones del hogar, sino tambiénespacios p=blicos abiertos a la deliberaci)n y al diálogo, lugares en los que se aprende laciudadanía. /or eso desde muy antiguo 5'egel, como vimos, crey) verlo en ntígona5 hay unconCicto entre la familia y la ciudad. Si la educaci)n fuera siempre una e(tensi)n del hogar ola familia, ¿d)nde aprenderíamos la ciudadanía y las virtudes cívicas en base a las cuales

    podemos reclamar un trato igual!@na comunidad política no equivale s)lo a una convergencia de individuos y de familias, sinotambién a un espacio comunicativo donde reconocemos una igualdad básica. spirar a que elcolegio o la @niversidad sean e(tensiones de la casa o de la ?glesia %que es como a veces seconcibe la educaci)n privada arriesga el peligro de deteriorar el espacio de lo p=blico, elespacio de la democracia, que es aquel lugar donde, a &n de cuentas, nos encontramostodos.