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Identificación del aprendizaje autoregulado, transferencia y metacognición logrado mediante la retroalimentación, coevaluación y autoevaluación a nivel profesional Mtra. Melanie Elizabeth Montes Silva y Mtro. José Luis Bonilla Esquivel CETYS Universidad Mayo de 2010

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Identificación del aprendizaje autoregulado, transferencia y metacognición

logrado mediante la retroalimentación, coevaluación y autoevaluación a nivel

profesional

Mtra. Melanie Elizabeth Montes Silva y Mtro. José Luis Bonilla Esquivel

CETYS Universidad

Mayo de 2010

Aprendizajes logrados por estudiantes de profesional a través del proceso de evaluación

Resumen

El propósito de este trabajo es identificar si tres agentes del proceso de

evaluación: retroalimentación, autoevaluación y coevaluación, promueven

metacognición, aprendizaje autorregulado y transferencia. Los sujetos de

investigación fueron estudiantes universitarios de una clase de formación general

en una institución privada del noroeste del país. Esta investigación se realizó con

un enfoque mixto, cuya parte cualitativa se define como etnográfica, mientras que

la parte cuantitativa muestra un diseño no experimental. Los instrumentos

empleados para la recolección de datos fueron cuestionarios, una entrevista

colectiva y el análisis de contenido realizado en los trabajos de los estudiantes.

Algunas de las conclusiones y hallazgos son que, aunque hay algunos alumnos

que no encuentran un alto significado en la autoevaluación y la coevaluación, sí es

posible demostrar que los estudiantes aprendieron y transfirieron sus

conocimientos con estas formas de evaluación; además, se pudo constatar que la

retroalimentación ofrecida por la docente también sirvió para mejorar y transferir

sus aprendizajes.

Justificación

La presente investigación se justifica fundamentalmente en dos aspectos.

Primero, porque conviene realizar el proyecto ante la escasa información existente

sobre el tema del aprendizaje que trae consigo la evaluación, según se verificó a

través de las revisiones bibliográficas y hemerográficas. Por otra parte, pese a que

la institución donde se realizó el estudio ha hecho modificaciones en su modelo

educativo y curricular, promueve una educación centrada en el que aprende y

busca que sus estudiantes aprendan a aprender, no hay trabajos académicos

formales que se centren en el impacto que tiene la evaluación en el aprendizaje de

los alumnos de nivel superior, por lo que se considera también de utilidad para el

contexto específico donde se desarrolla así como para otras instituciones

educativas. Se espera que con la difusión de esta investigación los docentes y

gestores educativos tomen conciencia de que el proceso de evaluación integral

puede traer consigo aprendizajes.

Planteamiento del problema

La evaluación es la colección de elementos que permite a los docentes

emitir un juicio de valor sobre lo logrado por los alumnos. Al respecto Serrano

(2002) sostiene que, pese a que las investigaciones afirman que la evaluación es

una parte fundamental del proceso de enseñanza-aprendizaje, los docentes

todavía no comprenden ni aplican un sistema acorde a las necesidades de los

alumnos, lo que impide que la evaluación cumpla su función educativa y formativa

en beneficio de los estudiantes. Adicionalmente, se suele hacer referencia a que la

evaluación debe servir para conocer si el alumno alcanzó ciertos aprendizajes,

pero cabe preguntar si estos también se logran con el proceso de la evaluación y,

si es así, de qué tipo son. El propósito de esta investigación es identificar si los

estudiantes de nivel superior logran aprendizaje autorregulado, transferencia de

los contenidos e identificación del proceso metacognitivo mediante la

retroalimentación, coevaluación y autoevaluación que se promueve en un curso.

Contexto

La investigación se llevó a cabo en una institución educativa del noroeste

del país, específicamente en el nivel superior. El marco en el que se realizó el

trabajo de campo es un curso del eje de formación general, mismo que deben

cursar todos los estudiantes de la universidad, pues las materias que lo conforman

tienen el propósito de contribuir al desarrollo de habilidades básicas y no

específicas de una profesión; por lo mismo, es común que la conformación de los

grupos sea heterogénea y convivan estudiantes de diversas carreras. Se trabajó

específicamente en la materia Cultural I, que es la primera de dos asignaturas

cuyo objetivo es acercar a los estudiantes universitarios a lo que es la cultura y el

arte; se imparte en segundo semestre y tiene asignadas dos horas por semana.

Marco teórico referencial

Evaluar no es sólo calificar, medir, valorar o acreditar, sino que es un

proceso de recolección de datos sobre el aprendizaje de los estudiantes que sirve

para emitir juicios de valor y tomar decisiones, a fin de que los sujetos mejoren. La

evaluación tiene dos propósitos principales: a) el pedagógico, que incluye lo

relacionado con el aprendizaje de los estudiantes y las estrategias que se pueden

emprender para que mejoren; y b) el social, que se centra en la selección,

promoción, acreditación, certificación e información que se le da a otros sobre el

desempeño del alumno (Díaz-Barriga y Hernández, 2002). Ambos deben estar

presentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La evaluación puede ser diagnóstica, formativa o sumativa y es útil para

valorar conocimientos declarativos, procedimentales y actitudinales, además de

los errores que cometen los estudiantes, con el fin de repararlos. Los datos

pueden ser recolectados a través de diferentes medios, como el tradicional,

principalmente identificado con exámenes; instrumentos de observación, como

rúbricas, listas de verificación o anecdotarios; y con técnicas de evaluación del

desempeño, como portafolios, solución de problemas, estudio de casos, entre

otros. Los instrumentos pueden servir para obtener información, ya sea del propio

estudiante, mediante autoevaluaciones; de sus compañeros, a través de la

coevaluación, o del propio docente. Además de la recolección de datos, en la

evaluación se debe considerar la retroalimentación, que es la entrega de

información sobre aspectos positivos y negativos que el docente hace con el

propósito de que los estudiantes mejoren (Moreno y Pertuzé, 1998).

La evaluación sirve también para aprender, siempre y cuando tanto

facilitadores como estudiantes tengan conciencia de que ésta tiene ese propósito y

se cambie la perspectiva bajo la cual se planea, pues así se transmitirá el mensaje

adecuado a los estudiantes y se cumplirá este propósito (Vázquez, s.f.).

Este trabajo entiende al aprendizaje desde la óptica del constructivismo, el

cual plantea la idea de que el aprendiz no sólo absorbe información de su entorno,

sino que retoma sus conocimientos previos para luego participar en diversas

actividades, a fin de organizar y darle sentido a información nueva. Se define al

aprendizaje como “un cambio relativamente permanente en las asociaciones o

representaciones mentales como resultado de la experiencia” (Ormrod, 2005, p.

5), lo que produce que el estudiante construya o reconstruya su conocimiento, no

sólo que lo describa.

Hay diferentes tipos de aprendizaje, como la transferencia, que implica

recurrir a lo aprendido previamente para emplearlo en una situación nueva

(Ormrod, 2005); el aprendizaje autorregulado, “un proceso activo en el que los

estudiantes establecen los objetivos que dirigen su aprendizaje intentando

monitorizar, regular y controlar sus cogniciones, motivación y comportamientos”

(Valle, Cabanach, Rodríguez, Núñez y González-Pienda, 2006, ¶ 2), y la

metacognición, que es el conocimiento y la autorregulación de cada persona sobre

su cognición y sus procesos mentales (Burón, 1999, p. 11).

Objetivo general del estudio

Describir el aprendizaje autorregulado, transferencia de los contenidos e

identificación del proceso metacognitivo logrado por estudiantes de profesional

mediante la retroalimentación, coevaluación y autoevaluación que se promueve en

un curso.

Metodología

La investigación se llevó a cabo con un enfoque mixto, empleando el diseño

en paralelo; es decir, trabajando con ambos enfoques simultáneamente. El

enfoque cualitativo del trabajo se desarrolló mediante el marco interpretativo

etnográfico, particularmente recurriendo al diseño realista o mixto (Gotees y

LeCompte, 1988); mientras que el diseño cuantitativo se realizó con un diseño no

experimental transeccional correlacional-causal, lo que servirá para describir la

relación entre categorías (Hernández, Fernández-Collado y Baptista, 2007).

Se emplearon tres técnicas de investigación para recopilar los datos:

entrevista grupal a estudiantes, cuestionarios y análisis de contenido de los

productos de aprendizaje. Estas técnicas proporcionaron datos apropiados para

triangular la información. Adicionalmente se recurrió a recursos didácticos de tres

tipos: productos de aprendizaje realizados por los estudiantes con propósitos

evaluativos en la primera y la tercera unidad del curso; los formatos de

autoevaluación y coevaluación que completaron los estudiantes durante el curso, y

el Manual de presentación de trabajos escritos, un documento institucional que se

proporciona a los estudiantes.

La muestra fue seleccionada mediante una muestra no probabilística por

oportunidad. El hecho de que sea no probabilística implica que la selección

dependió de la decisión de los investigadores, con base en las necesidades del

trabajo (Hernández et al., 2007); precisamente por esto la muestra fue por

oportunidad, lo que significa que los casos estudiados conformaban un grupo de

estudiantes asignado a uno de los docentes-investigadores durante el semestre

2008-1; esta asignación se hizo de manera fortuita, ajeno a su decisión y con

propósitos distintos a la investigación.

Desarrollo

A fin de realizar la investigación resultó necesario presentar el proyecto y

solicitar autorización institucional, lo que se obtuvo. Se determinó aplicar los

instrumentos en la última sesión de trabajo con el grupo al que se estudió, de tal

forma que la recolección de datos sirviera también como cierre de la clase. Fue en

ese momento cuando se les informó a los alumnos que la información que

proporcionaran en los cuestionarios y la entrevista grupal, además de sus trabajos

escritos, servirían para una investigación educativa, lo que ellos consintieron.

Cabe decir que la aplicación de instrumentos se realizó sólo a los alumnos

presentes en la sesión de trabajo final de la materia y no a todo el grupo. Por lo

tanto, de los 29 alumnos, a 24 se les aplicaron los instrumentos. Este grupo

estaba constituido por 17 hombres y siete mujeres; el 84% de ellos tenían de 18 a

19 años y todos estudiaban el segundo semestre de alguna de las ingenierías que

se ofrecen en la institución.

Resultados

Aprendizajes identificados por los estudiantes

A fin de tener una visión general de los aprendizajes que los estudiantes

identificaron, se les pidió que llenaran una tabla donde debían enlistar los tres

distintos tipos de contenidos aprendidos, la forma en la que había aprendido cada

uno y la utilidad que encontraban. Como resultado se obtuvo que el 50% de los

estudiantes señalan haber aprendido a redactar, hacer ensayos o presentar

trabajos; además, 71% identifica que el hacer los trabajos y tareas ayudó a

aprender; también se presenta que el 21% de los alumnos señalan que la

retroalimentación y notas de la maestra les ayudaron a aprender contenidos

procedimentales o actitudinales; el 58% dice que lo aprendido le servirá para

transferirlo a otra clase o a su vida personal y laboral, tanto lo referente a la

elaboración de trabajos, como investigar y redactar; el 16% habla de sus errores,

tanto porque aprendieron de ellos, como porque lo aprendido les ayudará a no

cometerlos nuevamente; sólo el 4% dice que aprendió contenidos actitudinales a

través del ejercicio de autoevaluación; finalmente, se tiene que el 33% muestran

indicios de aprendizaje autorregulado, pues señalan que para aprender leyeron el

manual, se hicieron críticos en la revisión de sus propios trabajos o aprendieron a

seguir instrucciones, lo que deja de manifiesto que efectuaron activamente ciertas

acciones para mejorar.

Autoevaluación

Antes de presentar los datos recuperados sobre la autoevaluación, resulta

prudente contextualizar su aplicación. Ésta se realizó principalmente de dos

formas: 1) en algunas ocasiones se pedía a los estudiantes que revisaran sus

trabajos e hicieran las correcciones necesarias antes de entregarlo y 2) en la

penúltima clase se les asignó como tarea que completaran un formato de

autoevaluación. La facilitadora identificó, además, que en algunas ocasiones los

estudiantes revisaban sus trabajos antes de entregarlos, sin que ella lo solicitara,

pues hacían correcciones a mano, ya fueran de ortografía o de formato.

El instrumento de autoevaluación solicitaba a los alumnos que reflexionaran

sobre su desempeño a lo largo del semestre, basándose en una serie de

preguntas, luego se pedía que se asignaran una calificación. A fin de poder

comparar la calificación que se asignaron los estudiantes y la que obtendrían si se

analizaran las respuestas que proporcionaron, se ponderaron las respuestas y se

calculó una nota. La calificación máxima obtenida con este método fue de 96 y el

mínimo 68, mientras que en las calificaciones que se asignaron los estudiantes se

tiene que la máxima fue de 100 puntos, la mínima 80. Como se ve, la valoración

de los estudiantes sobre sí mismos es más alta de lo que les corresponde, en

relación con los criterios establecidos.

También se indagó precisamente sobre el criterio que habían seguido para

responder el formato de autoevaluación. Se hizo con una pregunta de opción

múltiple, a la que el 96% de los estudiantes respondió que autoevaluó tratando de

reflejar lo que realmente hizo a lo largo del semestre, mientras que sólo el 4%

señaló la opción de que había resaltado lo mejor de su desempeño para justificar

una buena calificación.

Posteriormente se preguntó a los estudiantes qué habían sentido, pensado

o reflexionado al completar el instrumento de autoevaluación, a lo que el 41% de

los estudiantes respondió que se percataron de su mal desempeño durante el

curso, ya sea porque reconocen que pudieron dar más de sí mismos, porque

tomaron conciencia de lo que les falló o simplemente reconocen fallas. De entre

los que identificaron fallas hay dos alumnos que detectaron, además de éstas, las

posibles soluciones o estrategias para mejorar:

Alumno 11. Creo que pude haber dado más de lo que di, este semestre no

fui el alumno que he sido a lo largo de la preparatoria y el primer

semestre de mi carrera, bajé mi desempeño y me ha caído el

veinte y tengo que subir mi nivel.

Alumno 15. Me di cuenta de todo lo que pude haber hecho mejor y descubrí

las razones por las que no logré sacar calificaciones perfectas la

mayoría del tiempo. Lo que pensé fue que por lo visto necesito

esforzarme más en lo académico que en lo social.

El 8% de los estudiantes reconocen sus fallas, aunque también admiten que

cumplieron con todo lo requerido:

Alumno 7. Que faltó dar un poco más de interés de mi parte, pero cumplí

con todo lo necesario.

Alumno 21. Identifiqué las áreas en las que fallé, observaba que sí había

cumplido en su mayoría, y reflexionaba en lo que me faltó.

Adicionalmente se les preguntó a los estudiantes por la utilidad que para

ellos tuvo la autoevaluación y el 37.5% señaló que les había servido para

identificar fallas y mejorarlas, aunque no especificaron cuáles. Otro 12.5% aseguró

haber identificado fallas, incluso aciertos, pero a diferencia de los anteriores, no

señalan haberlos resuelto, lo cual no pone de manifiesto aprendizajes logrados,

salvo la toma de conciencia de los errores cometidos. Para el 33% la

autoevaluación fue un momento de reflexión en torno a lo ocurrido a lo largo del

semestre, lo que permitió analizar su desempeño, aunque no hacen un juicio de

valor sobre la misma. Dos estudiantes vincularon el beneficio de la autoevaluación

con otros aspectos, el primero la toma de conciencia sobre la importancia que le

dio a la materia y el segundo por los contenidos aprendidos.

Dos estudiantes no identificaron utilidad con la autoevaluación, sus

argumentos se ven enseguida:

Alumno 8. Pues más o menos, porque es algo que está consciente en

cada persona y plasmarlo o no en papel en cada persona es

secundario.

Alumno 17. Quizás, por ahora no se me ocurre nada.

También se buscaba la opinión de los estudiantes en torno a la utilidad que

tuvo para ellos autoevaluar en clase sus trabajos escritos, de lo que destaca que

todos los alumnos dijeron que el ejercicio le había dejado beneficios. La respuesta

dominante es la misma que en la pregunta anterior: señalan que les sirvió para

identificar y corregir sus errores o mejorar. Finalmente resalta lo dicho por el 21%

de los estudiantes, quienes expresan una autorregulación de su aprendizaje, pues

refieren haber desarrollado habilidades que replicaron y autoadministraron para

obtener mejores resultados en su desempeño académico. Enseguida se presenta

como ejemplo lo dicho por dos alumnos, ya que el primero manifiesta un grado

mayor de conciencia comunicativa, mientras que el segundo toma conciencia del

porqué es importante mejorar la redacción:

Alumno 11. Sí, porque ahora me fijo más en los acentos y en la forma que

digo las cosas.

Alumno 17. Para así adquirir una costumbre para hacer buenos trabajos.

Porque mejor el orden de un trabajo escrito, mejor y más ligera

se torna la misma para el lector.

Coevaluación

A fin de contextualizar la coevaluación se debe decir que ésta se hizo de

varias formas: 1) de manera formal, a través de una guía de criterios, para que

evaluaran a los compañeros con los que habían trabajado, lo que formó parte de

los criterios de evaluación del curso, los resultados fueron entregados a cada

estudiante; 2) mediante un formato para evaluar los proyectos presentados en

clase por los equipos, lo cual formó parte de la calificación y retroalimentación de

los productos; 3) en otra ocasión se evaluó a los equipos que exponían, pero de

manera abierta, haciendo comentarios cualitativos sobre el desempeño de los

grupos; 4) en un par de ocasiones la facilitadora promovió la revisión de trabajos

entre compañeros, con base en una lista de verificación; finalmente, 5) debido a la

dinámica de la clase, en varias ocasiones los estudiantes debían compartir los

trabajos con sus compañeros, por lo que leían y comentaban informalmente los

trabajos de los demás.

Con respecto a la coevaluación destaca que el 71% de los estudiantes

señalan estar de acuerdo con las calificaciones asignadas por sus compañeros, ya

sea porque saben que hicieron un buen trabajo y merecen una alta calificación;

porque confían en la opinión de sus compañeros o reconocen que no se dedicaron

como era debido y por ello fueron penalizados. Esta última opción llama la

atención porque mayormente es referida por alumnos con calificaciones por

encima del 90, a pesar de lo cual manifiestan sentir que sus compañeros sí

identificaron sus fallas. Hubo también alumnos que expresaron inconformidad por

las calificaciones que les asignaron, algunos justificaron su desempeño y otros

señalaron que sus acciones no correspondían con lo que los compañeros referían.

El 8% de los alumnos dijo estar parcialmente de acuerdo con la nota asignada en

la coevaluación, con respecto a lo cual destaca que, salvo en el caso de una

alumna, todas las calificaciones están de nueva cuenta por encima del 90. En este

sentido se debe decir que la calificación mínima en la coevaluación fue 84.4, la

máxima fue 100, la media 94.6 y la moda 96, lo cual bien podría considerarse alto,

aunque queda evidenciado que no lo ven así los estudiantes.

Al indagar sobre el criterio mediante el cual coevaluaban a sus compañeros

el 91.7% dijo que lo hacía tratando de reflejar realmente el desempeño de los

demás; sólo el 8% afirmó que se ponían de acuerdo con sus compañeros para

obtener las mejores notas posibles. Adicionalmente, al preguntarles si

consideraban que habían ofrecido comentarios para que sus compañeros

mejoraran, el 83.3% indicó que sí, argumentando principalmente que hacían notar

los errores para que sus compañeros pudieran mejorar, comparando sus trabajos

o dando elementos para discutir posteriormente. Finalmente, el 8.3% señaló haber

sido justo y objetivo al dar sus comentarios a los otros y un estudiante comentó

que “muchas de las veces ocupamos que alguien nos apoye haciéndonos ver

nuestros errores”, lo que refleja una valoración positiva sobre esta práctica. Sólo

dos estudiantes indicaron que la coevaluación no había sido de utilidad

argumentando lo siguiente:

Alumno 5. No muchos. Porque es muy probable que sólo lo tomen como

consejo y no muy en serio.

Alumno 17. No más de los que el profesor@ le hubiera expresado siguiendo

la rúbrica.

Los comentarios antes citados no pueden considerarse como una

apreciación negativa de este proceso. Hay que enfatizar que en el comentario del

alumno 17 se identificó claramente un instrumento de evaluación empleado por la

facilitadora, lo que puede reflejar, de manera indirecta, su grado de conciencia

sobre el proceso y los instrumentos de evaluación.

Retroalimentación

Como parte de la dinámica de clase, los estudiantes debían realizar una

tarea por semana, ésta debía cumplir con los lineamientos establecidos en el

Manual de presentación de trabajos escritos. La facilitadora revisaba estas tareas

y anotaba comentarios o correcciones pertinentes en ellos, en función del

cumplimiento de los requerimientos establecidos para cada uno, posteriormente se

le regresaban a cada estudiante y todos ellos formaban parte de la evaluación del

curso, además de que constituyó la forma más constante de retroalimentación a

los estudiantes, aunque también se dio en forma de comentarios orales, por parte

de la facilitadora y por los compañeros del grupo cuando había exposiciones o

participaciones.

A fin de conocer la visión que los estudiantes tenían sobre la

retroalimentación ofrecida a lo largo del curso, se les preguntó cuáles aspectos

eran retroalimentados por la maestra y de qué forma. Como respuesta se tiene

que el 83% de los estudiantes enlistaron aspectos específicos sobre los que

recibían comentarios, la mayoría enunció más de un aspecto, de lo que se

desprende que el 70% dijo formato, 25% redacción, 20% cuestiones de contenido,

15% ortografía, 10% aspectos sobre los que tenían dudas y cada uno de los

siguientes elementos fueron referidos por un solo estudiante: coherencia,

metodología, gramática, estrategias para mejorar los aspectos en los que fallaban,

organizar ideas, exponer, desenvolvimiento en la materia, seguir instrucciones y

argumentar. Además, el 29% hizo alusión a la forma en la que se les daban los

comentarios, explicando que se hacía con notas en los trabajos escritos, de

manera amable, respetuosa o con comentarios en clase.

Adicionalmente se les preguntó a los alumnos su opinión ante las

anotaciones y comentarios que hacía la facilitadora en sus trabajos. Como

respuesta se tiene que el 37.5% de los alumnos hacen comentarios positivos,

identificando la retroalimentación como acertada, justa, objetiva o buena, incluso

un alumno agradece el hecho de que fueran estrictos y dos vinculan los beneficios

con la posibilidad que les dio de identificar sus errores. En segundo lugar se tiene

que el 33% señaló que los comentarios recibidos fueron exigentes, estrictos o

exagerados, pero a pesar de eso los identifican también como positivos o que les

dieron elementos para mejorar. Adicionalmente se debe resaltar que un alumno

dijo que los comentarios eran estrictos, sin hacer ninguna nota adicional, lo que

podría interpretarse como inconformidad. Por otra parte, el 24% respondió que los

comentarios de la facilitadora sirvieron para mejorar la calidad de los trabajos,

detectar sus errores o actuar para no cometer fallas.

Otra pregunta indagaba para qué servía la retroalimentación recibida. Ésta

fue una pregunta cerrada, de opción múltiple, por lo que algunos seleccionaron

dos opciones, de tal forma que se tienen 29 respuestas. El 79.3% indicó que

servía para identificar y prever errores, mientras que el 20.7% restante señaló que

era útil para saber por qué habían recibido la calificación asignada. Destaca que

nadie respondió a las otras opciones proporcionadas por el instrumento, que eran:

para nada, no la leo u otro aspecto.

Transferencia

Primeramente se presenta lo obtenido cuando se les preguntó a los

alumnos si utilizaban lo aprendido en el curso para otra asignatura, esto fue con

una pregunta cerrada de opción dicotómica: afirmativa o negativa. De las

respuestas de los 24 estudiantes se desprende que el 91.7% señaló que sí,

mientras que el 8.3% dijo que no. Relacionada con esta pregunta, la siguiente

indagaba, para quienes respondieron que sí, cómo o en qué materias habían

empleado sus aprendizajes y, para quienes respondieron que no, el porqué. Uno

de los alumnos que respondió en forma negativa, argumentó no haber tenido

necesidad de realizar las mismas actividades en otras clases; el otro dijo que no

había tenido oportunidad, aunque reconoce que de haberla tenido lo hubiera

hecho. Quienes indicaron haber transferido lo aprendido a otras clases, dijeron

principalmente que emplearon todo lo referente a la elaboración de trabajos.

El 16% de los estudiantes indicaron haber transferido lo aprendido sobre

relaciones interpersonales, tanto en sus clases como en su vida personal, pues

tienen un panorama más amplio, son más tolerantes y mejoraron su comunicación

e interacción. Esto se explica debido a que, uno de los objetivos de la materia con

la que se estaba trabajando, es promover el respeto a la diversidad cultural,

aspecto que se enseñaba y se procuraba vivir en el salón de clases. Un estudiante

más relaciona lo aprendido en clase con un desarrollo personal, valoral y de

esparcimiento, otro identifica que logró vincular lo aprendido con su entorno.

Aprendizaje autorregulado

A lo largo de la entrevista a los estudiantes hay comentarios que pueden

leerse como estrategias de aprendizaje autorregulado seguidas por los

estudiantes para aprender y mejorar su desempeño. Éstas son de distinta

naturaleza; por ejemplo, para una estudiante su motivación está en la calificación y

en el reto que para ella significa mejorarla, lo que la hace prestar atención a sus

errores y omisiones para corregirlos. Otras estrategias se identificaron cuando los

estudiantes señalaron cómo habían aprendido los distintos tipos de contenidos:

leyendo la retroalimentación proporcionada por la facilitadora, leyendo el manual,

siguiendo las instrucciones proporcionadas, revisando los conceptos abordados en

clase, redactando diversos tipos de trabajos, observando, con sentido crítico y con

responsabilidad. Los anteriores son aspectos que ellos hacían por motivación

propia buscando mejorar.

Hablar de motivación y aprendizaje también obliga a referir los comentarios

hechos en torno a por qué no podían mejorar, pues dos estudiantes señalaron, en

distintos instrumentos, que era la flojera y no la falta de conocimientos o

habilidades lo que les impedía trabajar adecuadamente.

Metacognición

Algunos estudiantes encontraron diversas estrategias para que se les

facilitara el proceso de escritura; por ejemplo, dos alumnos dijeron que utilizaban

las tablas de ponderación que se proporcionaban en las instrucciones para

obtener los subtítulos de los trabajos, lo que a ellos les facilitaba la labor, pues ya

tenían una estructura básica; otro alumno dijo que le cuesta trabajo redactar, pero

tener instrucciones concretas le ayuda.

Análisis de trabajos escritos

Como parte del trabajo de investigación se analizaron los trabajos de los

alumnos, comparando la calidad de los trabajos de la primera y la última unidad, lo

que representó 56 trabajos, 28 de cada periodo. Este análisis se realizó evaluando

el cumplimiento de cada uno de los elementos contenidos en una escala de rango,

verificando el cumplimiento de las instrucciones proporcionadas y la calificación

obtenida en cada tarea. Por cuestiones de espacio no se presentará a detalle este

análisis, sólo se mencionará que la calidad de los trabajos aumentó, así como las

calificaciones obtenidas, pues aunque la calificación más alta de ambos periodos

fue de 100, la más baja resultó diferente: 50 para el primer periodo y 82 para el

tercero. Por otro lado, la media fue de 87.5 para el primer periodo y de 94.89 para

el segundo.

Análisis de resultados

Aunque algunos estudiantes indicaron que no habían adquirido

conocimientos de tipo actitudinal con la clase, hay otros que señalan aspectos en

este sentido, como responsabilidad, formalidad, desarrollo del sentido crítico,

esfuerzo por la mejora continua, capacidad de análisis, observación y puntualidad

en la entrega de trabajos. Todos estos elementos, relacionados con la elaboración

y presentación de trabajos, les posibilitan mejorar su aprendizaje autorregulado y

metacognitivo.

En términos generales, la valoración que hacen de la coevaluación es

bastante positiva, ya que detectan que les sirvió para identificar fallas y mejorar la

elaboración de sus trabajos, así como para ofrecer elementos a sus compañeros

que les sirvieran para mejorar. Los alumnos que no identificaron beneficios con

esta práctica expresaron que no se habían aplicado de manera suficiente; que de

momento no podían valorar su utilidad, aunque no lo descartaban, o que no era

diferente a lo que la facilitadora pudo haberles ofrecido. Llama la atención que hay

evidencias de matices personalizados al coevaluar a los compañeros; por ejemplo,

mientras que a algunos se les pedía abreviar, a otros se les pedía argumentar

más, lo que refleja que, al menos algunos comentarios, sí se hacían críticamente,

lo que ayudaba a los estudiantes.

La autoevaluación también es apreciada, ya que señalan que les gusta ser

parte del proceso, les deja aprendizajes y, sobre todo, les permite analizar su

propio desempeño a fin de mejorar lo que hicieron mal y valorar los aspectos

positivos. Quienes no la encontraron provechosa argumentaron que son

cuestiones que personalmente conocen, por lo que no les parece significativo

plasmarlo por escrito, o que de momento no sabían si había sido útil, tal como

sucedió con la coevaluación. A pesar de esta valoración positiva, destaca que no

hay una estrecha relación entre la nota asignada por los estudiantes y la que se

obtiene al analizar sus respuestas en el formato de autoevaluación final, lo que

hace cuestionar el nivel de sentido crítico con el que respondieron.

Se refleja aprendizaje autorregulado con la autoevaluación de trabajos,

dado que a partir de lo que observan son capaces de llevar a cabo estrategias que

les permitieron mejorar en los siguientes trabajos, con lo que evidencian

aprendizaje significativo, desarrollo de conciencia y competencia comunicativa y,

posteriormente, tener la capacidad de transferir lo aprendido a diferentes

contextos.

Por último, con relación a la coevaluación y a la autoevaluación se debe

hacer notar que los aspectos corregidos o las fallas detectadas al revisar trabajos,

propios o ajenos, guarda relación directa con aquellos que la facilitadora marcaba.

Lo que evidencia que leían, comprendían y transferían lo aprendido con la

retroalimentación ofrecida por la maestra y con otras estrategias empleadas para

que ellos mejoraran sus propios trabajos.

La retroalimentación fue sin duda el elemento más criticado y agradecido al

mismo tiempo a lo largo del curso. Los problemas con esta práctica radicaron en

que algunos estudiantes se sintieron presionados, retados o frustrados, además

de que la identificaron como exigente, exagerada o estricta en exceso. Ciertos

estudiantes no muestran haber encontrado su finalidad, debido a que señalaron

haber logrado lo esperado por la maestra, en lugar de buscar mejorar sus propias

prácticas; otros alumnos sí señalaron que valió la pena la exigencia, dado que

mejoraron y aprendieron al leer los comentarios que se ofrecían cada semana, lo

que es positivo en esta parte del proceso de evaluación.

A partir de lo dicho por los estudiantes se identifican diversas evidencias de

aprendizaje autorregulado; por ejemplo, el hecho de que ellos mismos mejoraran

leyendo y aplicando el Manual de presentación de trabajos escritos, siguieran

instrucciones, revisaran de manera crítica sus trabajos al elaborarlos, identificaran

sus errores a partir de la revisión de trabajos o de la retroalimentación

proporcionada. También se detecta que los alumnos comprenden el proceso

metacognitivo que los ayuda a mejorar, ya que hablan de las estrategias que

siguieron para lograrlo, como el proceso de seguir instrucciones al elaborar

trabajos.

Además, destaca que la motivación para mejorar proviene de diversas

fuentes: a algunos alumnos los motiva mejorar sus calificaciones y a otros el reto

de no ver sus trabajos “limpios”, o carentes de correcciones, por más que se

esforzaban. Destaca que los mismos aspectos hacían que otros estudiantes se

desmotivaran y se sintieran frustrados, lo que significa que es una cuestión sobre

la que se debe prestar atención. Hablando de calificaciones, se identificó que los

estudiantes tienen expectativas muy altas sobre sus calificaciones, pues incluso

quienes las tenían por encima del 95 se sentían perjudicados, ya fuera por la

maestra o por los compañeros al emitir juicios.

Por la trascendencia del comentario se retoma lo expresado por dos

estudiantes, quienes señalaron en la entrevista grupal que no es que no supieran

cómo mejorar, sino que les daba flojera hacerlo. Esto explica algunos de los

errores detectados, que no se corrigieron a pesar de que son cuestiones de

formato de poco esfuerzo intelectual, como la portada, referencias y conclusiones.

Finalmente, destaca que, en diferentes momentos, los estudiantes se

apropian del lenguaje técnico sobre el proceso de evaluación, esto se deduce

debido a que hablan de la retroalimentación, las rúbricas y la ponderación, lo que

refleja toma de conciencia e involucramiento sobre el proceso de enseñanza-

aprendizaje-evaluación.

Consideraciones finales

Discusión de los resultados

Se detecta en la literatura que algunas actividades concretas producen

aprendizajes, aunque no se especifica de qué tipo. El trabajo de campo

realizado reveló que los estudiantes manifiestan haber obtenido aprendizaje

autorregulado con el proceso de evaluación, aunado a que tomaron conciencia

del proceso metacognitivo a través del cual lograron aprendizajes de diferentes

tipos y fueron capaces de transferir lo aprendido, cuando les fue posible, tanto

a otras clases como a su vida cotidiana.

El trabajo puso de manifiesto que considerar el trabajo constante para la

evaluación sumativa ayuda a que los estudiantes se motiven, ya sea

intrínsecamente, porque ven sus fallas y deciden mejorar, o extrínsecamente,

porque sienten un reto personal para subir sus calificaciones. De esta forma se

logra que haya mejoras con la evaluación sumativa, en contra de la visión

tradicional que sobre ella sostiene la literatura, al señalar que como sólo se da

al final del proceso, cumple básicamente con su función social (Sevillano,

2005).

En la materia Cultural I se evaluó a partir de productos de aprendizaje, lo que

tenía el propósito de que los alumnos pusieran en práctica diferentes

habilidades y que plasmaran los contenidos declarativos tratados en el curso.

Algunos estudiantes identificaron este propósito, pero otros consideraron que

eran muchas tareas y trabajos. A partir de esto se identifica que debe haber

consistencia entre los objetivos del curso, las técnicas de enseñanza-

aprendizaje empleadas y los instrumentos de evaluación que se utilizan, así

como diversificar y considerar los tres tipos de contenidos, a fin de cumplir las

metas instruccionales sin cansar a los estudiantes. Puede suceder que ellos no

tomen consciencia de lo que se logra, pero se debe tener claro que la finalidad

es lograr aprendizajes significativos.

También destaca el tema de los errores como oportunidad para aprender, pues

se evidencia que los estudiantes aprenden cuando se les hacen notar sus

fallas o cuando ellos mismos las identifican. Villalobos (1998) y Díaz-Barriga y

Hernández (2002) refieren que la detección de errores permite que los sujetos

sean más observadores e inquisitivos.

La retroalimentación también promueve aprendizaje autorregulado, ya que

recayó en los estudiantes la responsabilidad de actuar ante los comentarios

que se les proporcionaron, cosa que muchos sí hicieron y de manera positiva.

También contribuyó a que tomaran conciencia del proceso metacognitivo que

los llevó a su mejora, debido a que ellos tenían claro lo aprendido, la forma en

la que lo lograron y para qué les serviría. Además hay evidencia de aprendizaje

significativo y transferencia, ya que ellos mismos señalan que les sirvió para

ajustar lo aprendido a las necesidades de otras materias y de su vida cotidiana.

Diversos autores (Blanco, s.f.; Díaz-Barriga y Hernández, 2002; Villalobos,

1998) señalan que es necesario no penalizar a los estudiantes por sus errores,

sino considerar su detección como parte del proceso de enseñanza-

aprendizaje; en la experiencia con los alumnos se detectó que la motivación

para mejorar fue precisamente la penalización de las fallas y su ponderación

en la evaluación final, lo que los ayudó a identificar estrategias de

autorregulación y metacognitivas que les dieran elementos para progresar.

Ciertamente otros estudiantes se sentían presionados y frustrados, a pesar de

lo cual se esforzaron por mejorar.

Se identificó que todo el proceso ayudó para que se fomentara el hábito de la

autocorrección, aunque debe decirse que muchas veces fue a destiempo, lo

que refiere más a una cuestión actitudinal. Como señala Blanco (s.f.), este tipo

de errores pueden justificarse como descuido de los alumnos y no como

desconocimiento de las normas, cuestión que llega a suceder, por lo que es

necesario hacer estudios más amplios al respecto.

La heteroevaluación por parte de la facilitadora logró que los estudiantes

conocieran el proceso, los criterios y lineamientos mediante los cuales se

calificarían trabajos, tareas y actividades. La autoevaluación cumplió con su

objetivo de lograr que los estudiantes fueran autónomos, valoraran contenidos

de distinta naturaleza y se autorregularan para así mejorar paulatinamente

(Díaz-Barriga y Hernández, 2002; López e Hinojosa, 2005; Martín, s.f.).

Finalmente, la coevaluación puso de manifiesto habilidades y conocimientos

adquiridos por los alumnos mediante otras estrategias, además de que se dio

el espacio para que los compartieran con sus compañeros y permitió que

aprendieran con el proceso y así identificaran su utilidad y valor.

Vázquez (s.f.) argumenta que, para que la evaluación contribuya al aprendizaje

de los estudiantes, es necesario que ellos y los docentes tengan claro que ese

es precisamente su propósito. Por lo comentado por los sujetos de estudio se

sostiene que, al menos algunos de ellos, tenían claro el propósito de las

estrategias llevadas a cabo, ya que así lo expresaron, reconocían la

terminología, utilizaban los recursos que se les ofrecían para mejorar y hacían

preguntas a la facilitadora sobre su calificación o su retroalimentación, lo que

evidencia aprendizaje autorregulado. El hecho de que no todos tuvieran claro

este propósito señala un área de oportunidad sobre la cual la facilitadora debe

trabajar, de tal forma que esto sea más explícito.

Lo que también quedó de manifiesto es que es importante, como menciona

Vázquez (s.f.), que los estudiantes tengan dominio sobre ciertos procesos de

pensamiento y sentido crítico. Al parecer, no todos los estudiantes tenían

habilidades para mejorar sus fallas o para entenderlas, tampoco tenían la

dedicación para esforzarse ni eran críticos con sus trabajos o con la forma en

la que los evaluaban, tanto los suyos como los de sus compañeros.

Ciertamente el grupo mejoró la calidad de sus productos de aprendizaje y sus

calificaciones, pero algunos estudiantes lo hicieron más que otros, esto se

atribuye a factores personales.

Se hace notar que la metacognición, autorregulación y transferencia requieren

tiempo, ya que los alumnos no fueron capaces de comprender lo que estaban

logrando sino hasta que el semestre estaba avanzado, como ellos mismos lo

señalaron: al principio les pareció exagerado y luego se dieron cuenta del

porqué.

El hecho de que aprendieran estrategias de trabajo que les eran útiles, además

de conocimientos y habilidades, sí es importante, como señala Santrock

(2003), dado que eso es lo que les resultó más fácil transferir y lo que ayudó a

que desarrollaran consciencia comunicativa; esto significa que, aunque varios

aspectos aprendidos les sirvieron fuera de clase, usaron más las estrategias

aprendidas para corregir trabajos y elaborarlos, que los contenidos declarativos

de la clase.

Conclusiones

En este trabajo se presentaron los resultados de una investigación sobre el

aprendizaje autorregulado, transferencia y toma de conciencia del proceso

metacognitivo que, según la percepción de un grupo de estudiantes de

profesional, se pusieron de manifiesto luego de realizar todo el proceso de

evaluación en un curso, lo que incluyó autoevaluación, coevaluación y

retroalimentación. Como resultado se obtuvo que los estudiantes con los que se

trabajó estaban conscientes de sus aprendizajes, las estrategias que les habían

sido de utilidad para lograrlo y el propósito que tendrían esos aprendizajes para

ellos. También pusieron de manifiesto su sentir con respecto a la evaluación y

debe decirse que es heterogénea entre los estudiantes, pues se notó que sus

motivaciones son de distinta naturaleza, así como su percepción emocional sobre

la carga de trabajo y el proceso de evaluación.

Sin duda, queda camino por recorrer para lograr profundizar en lo que se

refiere al aprendizaje que se logra mediante la evaluación, en consecuencia es

importante seguir trabajando sobre ello, pues la evaluación es una parte

fundamental e ineludible en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y si se logra

potenciar hacia algo más que su difundido propósito social, mejorará

significativamente la formación de los alumnos y la práctica de los docentes.

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