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Identificación de los criterios científicos de simplicidad en los Principios de Economía Metodológica del Programa Minimista Piero Renato Costa León (PUCP) 1.Sumilla El afán de esta investigación es explorar el sustento epistemológico que subyace a los Principios de Economía Metodológica del Programa Minimista propuesto por Noam Chomsky, identificando los cimientos metodológicos relevantes para desarrollar las nociones de simplicidad y reduccionismo científicos, y delimitando cuáles se cumplen en la propuesta minimalista. La investigación concluye que los criterios presentes en los Principios de Economía Metodológica son, esencialmente, la exigencia de un núcleo teórico elemental y sencillo que permita la posterior derivación de las hipótesis, la eliminación de lo innecesario y la sistematicidad de las teorías. Se reconoce, en consecuencia, que el Programa Minimista no debe olvidar su condición de programa de investigación científica, en tanto su punto de partida es un núcleo teórico fuerte, para restarle carga conceptual al resto de su propuesta teórica. 2. Introducción Desde la presentación de una nueva propuesta de investigación en torno a la Gramática Generativa y los estudios de la Facultad del Lenguaje, las consecuencias del Programa Minimista, el cual Noam Chomsky empieza a proponer con claridad a inicios de la década de los noventa, han logrado un impacto enormemente significativo en la Lingüística actual. Con este programa (en adelante, PM), “estamos asistiendo (…) a una verdadera mudanza en el transfondo de presupuestos, en la perspectiva de análisis y en algunas de las apuestas de carácter empírico de la teoría” (Lorenzo 2001: 10). Y, en ese sentido, esta nueva perspectiva chomskiana nos lleva a replantear diversos aspectos de lo que constituye nuestro conocimiento de la Lingüística. Uno de los aspectos que es postulado con mayor claridad en el minimismo es la importancia expresa de los Principios de Economía, entendidos como aquellos que procuran “obtener un resultado computacional óptimo utilizando el menor número posible de recursos” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 227). Estos principios se vuelven provechosos en la posterior elaboración de la teoría, pues “el punto de partida del Programa Minimalista es la decisión de establecer cuáles son las condiciones generales mínimas que la facultad del lenguaje (…) debe satisfacer” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 210-211; la colocación en cursiva de la palabra proviene de la fuente), aspecto en el cual este diseño óptimo se considera, naturalmente, crucial. Por tanto, se propone la coexistencia de dos tipos de Principios de Economía, los cuales responden a necesidades diferentes y poseen “perfiles propios” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 212): los Principios de Economía Sustantiva (en 1

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Identificación de los criterios científicos de simplicidad en los Principios de Economía Metodológica del Programa Minimista

Piero Renato Costa León(PUCP)

1. Sumilla El afán de esta investigación es explorar el sustento epistemológico que subyace a los Principios de Economía Metodológica del Programa Minimista propuesto por Noam Chomsky, identificando los cimientos metodológicos relevantes para desarrollar las nociones de simplicidad y reduccionismo científicos, y delimitando cuáles se cumplen en la propuesta minimalista. La investigación concluye que los criterios presentes en los Principios de Economía Metodológica son, esencialmente, la exigencia de un núcleo teórico elemental y sencillo que permita la posterior derivación de las hipótesis, la eliminación de lo innecesario y la sistematicidad de las teorías. Se reconoce, en consecuencia, que el Programa Minimista no debe olvidar su condición de programa de investigación científica, en tanto su punto de partida es un núcleo teórico fuerte, para restarle carga conceptual al resto de su propuesta teórica.

2. Introducción Desde la presentación de una nueva propuesta de investigación en torno a la Gramática Generativa y los estudios de la Facultad del Lenguaje, las consecuencias del Programa Minimista, el cual Noam Chomsky empieza a proponer con claridad a inicios de la década de los noventa, han logrado un impacto enormemente significativo en la Lingüística actual. Con este programa (en adelante, PM), “estamos asistiendo (…) a una verdadera mudanza en el transfondo de presupuestos, en la perspectiva de análisis y en algunas de las apuestas de carácter empírico de la teoría” (Lorenzo 2001: 10). Y, en ese sentido, esta nueva perspectiva chomskiana nos lleva a replantear diversos aspectos de lo que constituye nuestro conocimiento de la Lingüística.

Uno de los aspectos que es postulado con mayor claridad en el minimismo es la importancia expresa de los Principios de Economía, entendidos como aquellos que procuran “obtener un resultado computacional óptimo utilizando el menor número posible de recursos” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 227). Estos principios se vuelven provechosos en la posterior elaboración de la teoría, pues “el punto de partida del Programa Minimalista es la decisión de establecer cuáles son las condiciones generales mínimas que la facultad del lenguaje (…) debe satisfacer” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 210-211; la colocación en cursiva de la palabra proviene de la fuente), aspecto en el cual este diseño óptimo se considera, naturalmente, crucial. Por tanto, se propone la coexistencia de dos tipos de Principios de Economía, los cuales responden a necesidades diferentes y poseen “perfiles propios” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 212): los Principios de Economía Sustantiva (en adelante, PES) y los Principios de Economía Metodológica (en adelante, PEM), cuyos propósitos se explicarán posteriormente, en el desarrollo de la investigación.

A partir de esta división, el interés que asumo en este trabajo se centra en los PEM, ya que es esencial explicar la propuesta chomskiana a partir de la motivación epistemológica que apoya a la investigación y permite una clara delimitación metodológica, requisitos de los que parte cualquier propuesta científica, ya sea expresa o tácitamente. En función de este interés, y con la intención de revisar la innovación chomskiana sobre la base de los planteamientos epistemológicos de la ciencia, surge la necesidad de preguntar qué principios científicos de simplicidad se reconocen en los PEM del PM. Ante esta pregunta, la investigación propone, entonces, tres grandes principios bajo los cuales se asocian los requisitos de la teoría de la

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ciencia y los puntos metodológicos de partida que el PM asume. Estos son: la presencia de un núcleo teórico, en el cual se alojan los aspectos fundamentales del programa de investigación y a partir del cual se propone las hipótesis más externas, que se extienden más allá del núcleo, la eliminación de las teorías y reglas innecesarias, y la aplicación de la sistematicidad, principio que proporciona una mayor regularidad y unidad a los elementos que componen el programa teórico en cuestión.

Por tanto, reconozco como el objetivo general de este trabajo relacionar los PEM del PM con los principios de simplicidad propuestos en las epistemologías científicas que sean especialmente relevantes en la relación planteada y, en consecuencia, adecuar estor principios minimistas a una propuesta científica de simplicidad. De esta forma, esta investigación pretende demostrar la tendencia de continuidad que el PM toma con respecto a las epistemologías científicas antecedentes y a partir de las cuales se genera, así como evidenciar la continuidad que toma el PM con respecto a las propuestas chomskianas previas, dentro de una constante actitud de simplificación de los puntos teóricos de partida. Finalmente, el paso por todos estos objetivos pretende llegar a una propuesta que plantee de manera expresa los principios de simplicidad que albergan una teoría compartida para todos los marcos epistemológicos y lingüísticos revisados en esta investigación. Los resultados de esta propuesta han sido ya adelantados en la previa enunciación de la hipótesis.

Con la finalidad de satisfacer estos objetivos, la metodología a emplear consistirá en la revisión paralela de propuestas de epistemología científica y de estudios de Gramática Generativa. Dentro de estos últimos, las fuentes bibliográficas se enfocan el marco epistemológico de la teoría chomskiana, en especial, a partir de la propuesta minimista. En cada sección de la investigación, se tratará de explicar los marcos epistemológicos y sus métodos de ejecución, a la vez que se buscará extender sus rasgos al PM a través de las semejanzas que se encuentren. No obstante, también será pertinente la problematización de algunos de los conceptos y relaciones hallados y expuestos, con lo que no solo se confirmará las nociones introducidas, sino que, asimismo, se las refutará e, incluso, replanteará, en el caso de que sean pertinentes estas tomas de postura. La bibliografía empleada, tomando en cuenta estos dos grandes enfoques (por un lado, de la epistemología científica, y, por el otro, de teoría lingüística), obedece también a esta división, según la naturaleza del tema que tratan. Por tanto, se tiene, de un lado, textos que se centran en teoría de la ciencia y del conocimiento, y que abordan, en este sentido, estudios de autores como Guillermo de Occam (Siglo XIV) e Imre Lakatos (1970). De otro lado, se cuenta con bibliografía que desarrolla el marco metodológico de las propuestas de Noam Chomsky en torno a la Lingüística y que, en algunos casos, se encarga de identificar la presencia de ciertos antecedentes metodológicos que determinan la forma que la Gramática Generativa asume.

La organización de este trabajo contempla su división en un capítulo preliminar que define y aclara la distinción entre los PES y PEM, y tres capítulos que revisan la composición epistemológica del PM y sus PEM en función de distintas visiones filosóficas de cómo se debe construir la ciencia y las teorías científicas. El primero de estos capítulos se enfocará en la noción de Programas de Investigación Científica de Imre Lakatos y en la forma en que su dicotomía núcleo/periferia se aplica a la investigación chomskiana de la Facultad del Lenguaje. El segundo capítulo se ceñirá en torno al aporte de Guillermo de Occam a la exigencia de la aplicación de la simplicidad en las teorías científicas y de supresión de todo aquello que aparezca como innecesario, criterio que también se maneja en la Lingüística generativa. El tercer capítulo, finalmente, parte de la clasificación que el filósofo de la ciencia argentino Mario Bunge (1975) hace de los tipos de simplicidad presentes en las teorías científicas, así como de la tipología de los requisitos de la ciencia que se tornan especialmente relevantes y aplicables a los PEM, para reconocer qué condiciones que

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interactúan con esta noción de simplicidad ha de mantener el PM para permanecer dentro de los márgenes de una investigación científica. Finalmente, la conclusión resumirá todos estos aspectos que resulten particularmente relevantes en la introducción de la noción de simplicidad en los PEM en tres principios generales, ya previamente expuestos en esta introducción y que agrupan los diversos criterios de simplicidad contemplados a lo largo del trabajo.

3. Definición y delimitación de los Principios de Economía Metodológica (PEM)

En primer lugar, considero conveniente empezar el desarrollo de la investigación definiendo y delimitando el rango de alcance de los Principios de Economía, ya que, conociendo sus limitaciones ontológicas, es más fácil poder trabajar estos límites y, posteriormente, replantearlos, tal como se verá más adelante en el trabajo.

3.1. Caracterización de los PEMAl hablar de los PEM estamos hablando de criterios de diseño teórico “extremadamente generales” (Chomsky 2003: 82) que se han de aplicar a “la formulación de hipótesis” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32). Se comportan, en consecuencia, como un conjunto de criterios reguladores que velan por la “eliminación de redundancias” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 224) al momento de elaborar el aparato teórico, en general.

De esa manera, los PEM aluden en el PM a cuestiones de parsimonia y simplicidad en la propuesta, de modo tal que, en la postulación de hipótesis y leyes generales, “más es peor, menos es mejor” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 8; la traducción es mía). Por tanto, mientras no se ponga en riesgo la validez de la teoría, “dos relaciones primitivas son peores que una, tres entidades teoréticas son mejores que cuatro, cuatro módulos son mejores que cinco” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 7-8; la traducción es mía). Entonces, un ejemplo de cómo participan los PEM en la propuesta minimista se halla en la liberación de niveles internos de representación a lo largo de la derivación gramatical (Lorenzo 2001: 143), ya que hay una evidente reducción de entidades en la Facultad del Lenguaje (FL)1.

3.2. Delimitación de los PEM frente a los Principios de Economía Sustantiva (PES)En contraposición a los PEM, el PM también concibe los Principios de Economía Sustantiva, o, como los llaman Luis Eguren y Olga Fernández Soriano, “Minimismo ontológico” (2004: 212). Este conjunto de criterios se enfocan, más bien, en “la naturaleza del objeto de estudio” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 212). Entonces, los PES se concentran en una simplicidad presente, exclusivamente, en la derivación gramatical, debido a los requerimientos que los sistemas cerebrales externos a la FL parecen exigir, y no se refieren a la formulación de la teoría en sí misma, sino a los referentes conceptuales a los que esta teoría alude. “La prioridad está colocada en las nociones del menor esfuerzo en tanto recursos naturales para los principios gramaticales” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 8; la traducción es mía). Algunos ejemplos de cómo se hacen evidentes estos criterios de aplicación son el Principio del Retraso, que prefiere, entre las derivaciones léxicas posibles, “la opción con movimiento encubierto (esto es, la que no tiene repercusiones fonéticas), dado que es computacionalmente menos costosa” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 222), y la Condición del Eslabón Mínimo, que “compara dos derivaciones alternativas formadas con las mismas piezas léxicas y favorece aquella en la que se produce el «movimiento más corto»” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 222-223).

1 Este ejemplo parece, sin embargo, asociarse a la vez con la aplicación de los PES, dada su innegable naturaleza de representación gramatical. Para ilustrar los PEM, nos serviremos solamente de la reducción de entidades que asume.

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Hay, por ende, una diferencia de enfoques entre los PEM y los PES. Así, mientras los primeros apuntan hacia la reducción de reglas y entidades redundantes al interior del andamiaje teórico, los segundos procuran la potenciación de las relaciones gramaticales, prestando atención a lo que el entramado conceptual dice, y no a la organización teorética del mismo.

Por otra parte, los PEM han correspondido, además, históricamente, a una larga tradición de preferencia por las generalidades. Así, “la adopción de una metodología minimista, con independencia de cuál sea el objeto de estudio, es una de las características definitorias de la investigación naturalista y del pensamiento racional en general” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 212-213). En función de estos PEM, en el PM, de acuerdo con Adriana Belletti y Luigi Rizzi, son “comunes a la indagación racional humana” estrategias como las de “minimizar el aparato, buscar la simetría y la elegancia” (Chomsky 2003: 85). Se puede rastrear, efectivamente, ciertos antecedentes de estos principios económicos en la tradición científica legada por Galileo y Newton, ambos científicos del Siglo XVII, puesto que ambos destacaron la importancia de la simplicidad y la economía en el estudio de la naturaleza. Como dijo Newton, “la naturaleza no hace nada en vano, y cuanto sea más en vano, menos servirá” (Boeckx 2006: 113; traducción mía), pues se debe estudiar la naturaleza con simplicidad, dejando al margen las causas superfluas (Boeckx 2006: 113) de los fenómenos estudiados en la naturaleza. En esa misma línea, por tanto, “el minimismo puede verse como una investigación completa del principio de simplicidad, interpretado de manera realista, esto es, dirigiéndose al objeto real, la facultad humana del lenguaje” (Boeckx 2006: 114; traducción mía), facultad que se ha de entender como un muy probable punto de partida para la investigación. Hay que tomar este concepto de simplicidad, además, como “simplicidad de ideas, no simplicidad del tipo mecánico que puede ser medido a través del conteo de ecuaciones y símbolos” (Boeckx 2006: 121; traducción mía), haciendo alusión, entonces, a procesos de economía metodológica, en tanto consideremos estas “ideas” como otra forma de llamar a la formulación de hipótesis.

No hay, solamente, por tanto, una diferencia en el enfoque que ambos tipos de principios toman, sino que también entra en juego en su delimitación recíproca la presencia de los PEM en la historia de la ciencia bajo la forma de un requisito de preferencia por las teorías más sencillas, normalmente bajo las exigencias de que se eliminen las redundancias y se opte por las leyes generales (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213). “La vertiente sustantiva u ontológica del Minimismo no tiene, en cambio, precedentes en el estudio del lenguaje” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213). La diferencia radica, definitivamente, en el hecho de que, al tratar aspectos metodológicos, los cuales pueden compartirse, en gran medida, con otras disciplinas, es comprensible la existencia previa de los PEM al mismo Programa Minimista. En cambio, los PES surgen como una necesidad que el PM expresa, razón por la cual el mismo Chomsky sostiene que “hay entonces un marco y una de sus consecuencias es la aparición de nuevas cuestiones como la de la optimidad sustantiva, en lugar de plantearnos solo la optimidad metodológica” (Chomsky 2003: 90). La labor del PM será, entonces, de ahora en adelante, aplicar este conjunto de tareas reduccionistas al interior de la teoría gramatical, con el objetivo de postular el diseño óptimo del lenguaje.

3.3. Convergencia entre los Principios de EconomíaA pesar de las diferencias expuestas entre los dos tipos de Principios de Economía, ambos coinciden, en realidad, en la intención de optar por el menor número posible de operaciones y entidades intermedias. Es, en función de este objetivo, que cada uno de ellos parte de su respectiva preocupación, más específica: los PEM se movilizan desde la importancia de reducir los marcos teóricos. En los PES, en cambio, “la cuestión es determinar si la facultad del lenguaje es una solución adecuada para satisfacer los

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requisitos externos impuestos por otros sistemas de la mente” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 212), entendiendo, para esta caso, esta “solución adecuada” como máximamente productiva y económica al interior del diseño de la FL.

La aplicación conjunta de los principios pretende un diseño óptimo de la Facultad del Lenguaje, con “determinadas propiedades de los sistemas lingüísticos orientadas a aprovechar al máximo los recursos computacionales disponibles” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 219), a optimizar, a partir de las entidades y mecanismos mínimos, el aparato conceptual en torno al lenguaje. Es, entonces, en ese sentido que las propuestas teóricas desarrolladas en el PM han de obedecer normas de economía y parsimonia en todos sus niveles, tanto en su aspecto metodológico como en sus nociones substantivas. Por eso, con una actitud generalizadora, “la intuición básica detrás de los principios de economía es que cada uno pueda, por igual, minimizar el número de operaciones y símbolos necesarios en pos de la convergencia” (Boeckx 2006: 100; traducción mía). La directriz bajo la cual se subsumen ambos principios es, en consecuencia, la de “buscar la teoría más simple cuyas operaciones generen el menor esfuerzo” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 8; la traducción es mía).

Finalmente, los PEM parecen ser los lineamientos que guían la proposición de cualquier hipótesis, en la cual el contenido he de ceñirse a los principios de economía de recursos conceptuales, correspondiendo así a los requisitos que los PES imponen. Con esto se entiende la relación entre ambos de la siguiente manera: con respecto al marco conceptual, “el Minimismo ontológico marca (…) la pauta, y el Minimismo metodológico nos sirve para construir la mejor teoría posible de un sistema cognitivo lingüístico que esté «bien diseñado»” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213-214). Los PES, entonces, valiéndose de la aplicación de los PEM sobre la elaboración del constructo teórico (con preocupaciones como éstas: podemos mejorar nuestras teorías, eliminar redundancias, demostrar que los principios son más generales de lo que creíamos, establecer teorías más explicativas (Chomsky 2003: 84)), se plantea preguntas como las siguientes: ¿es posible que el sistema lingüístico en sí tenga una especie de diseño óptimo?, es decir, ¿es el lenguaje perfecto? (Chomsky 2003: 84).

4. Caracterización del Minimalismo como un Programa de Investigación Científica

Esta sección del trabajo partirá de la concepción de un programa de investigación científica que el filósofo húngaro Imre Lakatos plantea hacia 1970 (Chalmers 2006: 123) para revisar, paralelamente, si la estructuración del PM es, en efecto, correspondiente con estos programas de investigación. Esta revisión, sin embargo, no sólo se efectuará al interior del Minimismo, sino que, hacia el final del capítulo, también será posible entrever un posible hilo de continuidad entre este programa chomskiano y sus teorías antecedentes en torno la Gramática Generativa.

4.1. Definición y estructuración de un Programa de Investigación CientíficaUn programa de investigación científica es concebido en la propuesta de Lakatos como un modelo de investigación (Boeckx 2006: 5), un proyecto de indagación científica con un marco general de sucesión de teorías en áreas particulares de estudio (Lakatos 1998: 65-66), que toma como punto de partida un presupuesto teórico cuya confirmación e implicaciones en la postulación de las hipótesis que surgen como consecuencia suya han de ser desarrolladas a lo largo de la implementación de este programa. Lakatos propone, de esta manera, una metodología de investigación científica (Boeckx 2006: 87), en la que algunos de sus elementos constituyentes, “algunas leyes o principios son más básicos que otros” (Chalmers 2006: 124). “El programa consiste en reglas metodológicas” (Lakatos 1998: 65). Se habla, entonces, de “una ciencia como el desarrollo programático de las implicaciones que tienen los principios fundamentales” (Chalmers 2006: 124), como el

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desarrollo de hipótesis y planteamientos a partir de lo que un núcleo central del programa determina para las derivaciones que le siguen.

Un programa de investigación científica no es, precisamente, el desarrollo de un tema particular, pues es, más bien, un marco de averiguación que, en vez de tomar un área particular de estudios como punto de partida, tiene como origen de su actividad indagadora una proposición cuya sustentación y desarrollo son las directrices que guían el resto del trabajo científico de ese programa. En ese sentido, el interés teórico se enfoca de manera específica en unas pocas preguntas centrales que guían al programa, reduciendo así las amplias implicaciones que, en comparación, un tema de investigación puede llegar a tener. Por otro lado, teniendo en cuenta que, en la ciencia, un “paradigma debe ser concebido como una serie de valores compartidos, esto es, un conjunto de métodos, reglas y generalizaciones utilizadas conjuntamente por aquellos entrenados para realizar el trabajo científico de investigación” (Nosnik y Elguea 1985; énfasis mío), es posible hacer notar que estos paradigmas se distancian de los programas de investigación al introducir un conjunto de valores y parámetros comunes, con el fin de normar el rumbo de la indagación científica. Los programas, en cambio, sólo han de proponer algún punto desde el cual hay una mayor libertad para desarrollar la teoría probatoria para este punto inicial, “debemos utilizar nuestra inteligencia para incorporar e incluso inventar hipótesis auxiliares” (Lakatos 1998: 66).

Teniendo en cuenta que un programa de investigación científica debe partir, necesariamente, de un presupuesto teórico responsable del despliegue de las demás teorías concebidas al interior de este, se puede ver que el PM es también, en consecuencia, un programa, ya que su directriz de indagación parece ser la tesis minimista fuerte (the strongest minimalist thesis) de que “el lenguaje es la solución óptima a las condiciones de legibilidad” (Chomsky 2000: 96; la traducción es mía). De esta forma, la búsqueda que el PM emprende deberá responder, en líneas generales, a la pregunta de “¿hasta qué punto es la facultad del lenguaje una solución adecuada para satisfacer las condiciones de legibilidad exigidas por los sistemas de actuación en la mente?” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 215). Por tanto, desde la dimensión teórica que esta tesis fuerte abre, el afán minimista de investigación será el comprobar esta proposición; y, precisamente, de acuerdo con Noam Chomsky, este programa de investigación parece ser exitoso en cuanto a este propósito. Por eso, respecto a la asunción de la FL como un mecanismo perfecto en su interrelación con los sistemas externos de actuación, al interior del cerebro, Chomsky dice: “detrás de la investigación siempre está la intuición, y quizá esta avanza en un sentido equivocado, pero, a mi juicio, se ha demostrado lo suficiente para indicar que probablemente no sea absurdo, y quizá sea muy aconsejable plantear en serio la pregunta de si el lenguaje tiene una especie de diseño óptimo” (Chomsky 2003: 84).

Volviendo a la propuesta de programas de investigación científica de Imre Lakatos, hay que explicar la distinción que se establece entre lo que constituye un núcleo firme de un programa y su cinturón protector. El primero de estos dos términos hace referencia a los principios teóricos fundamentales que guían y plantean rutas de interés en la investigación, como cuando se reconoce, por ejemplo, que “el núcleo central de la astronomía copernicana lo constituían los supuestos de que la tierra y los planetas giran alrededor de un Sol inmóvil y de que la Tierra gira sobre su eje una vez al día” (Chalmers 2006: 124). El segundo concepto, por su parte, en comparación con el núcleo, permanece en la periferia teórica, pues, a través de sus hipótesis y suposiciones derivadas de este centro del programa, protege el centro de las falsaciones2 que atenten contra la estructuración del programa3. “El cinturón protector

2 Una falsación es “una acción de rebatir una proposición” (Real Academia Española 2001).3 De acuerdo con Alan Chalmers, la distinción señalada entre el núcleo y el cinturón protector es lo que hace que la propuesta de Lakatos supere las dificultades teóricas de Karl Popper con respecto a la localización de la falsación (Chalmers 2006: 124), ya que el único lugar en el que esta falsación tendría lugar en un programa de investigación científica sería el cinturón protector.

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de hipótesis auxiliares debe recibir los impactos de las contrastaciones y para defender al núcleo firme, será ajustado y reajustado e incluso completamente sustituido” (Lakatos 1998: 66). Como se puede concluir de lo expuesto, “más que ninguna otra cosa, la característica definitoria de un programa es su núcleo central. Toma la forma de unas hipótesis muy generales que son la base a partir de la cual se desarrolla el programa” (Chalmers 2006: 124).

Siguiendo esa definición, cabe entender el minimismo como un programa de investigación, porque contiene un núcleo a partir del cual parte la investigación, en este caso, la tesis minimista fuerte de la facultad del lenguaje. Se trata, como ya hemos visto, la suposición de la perfección de las condiciones de legibilidad, en un diseño óptimo de la FL, aunque “el término «diseño» es una metáfora” (Chomsky 2003: 90), pues se asume que el lenguaje no ha sido diseñado de manera premeditada. Por otra parte, el cinturón protector del Programa Minimista sería toda la justificación que busca defender el postulado de la perfección del lenguaje. “Esta es la dirección que sigue la investigación: intentar demostrar que las aparentes imperfecciones tienen de hecho una función computacional, una función computacional óptima” (Chomsky 2003: 99), es decir, demostrar la subyacente perfección del lenguaje. Es, entonces, en esta dirección que toda la teoría gramatical desarrollada pretendería ser solamente un aparato conceptual que contribuye a explicar y defender el ya mencionado núcleo teórico.

Asimismo, “hay varias formas de articular y defender un programa de investigación dado” (Boeckx 2006: 94; traducción mía). Y, en ese sentido, estas “diferentes hipótesis auxiliares, o [inclusive] diferentes disposiciones de los elementos del núcleo de un programa, pueden conducir a preguntas, problemas empíricos, soluciones, etc., radicalmente diferentes” (Boeckx 94- 95; la traducción es mía). Por ende, el minimismo “permite a cada investigador actuar como un pionero, considerar y reconsiderar la arquitectura entera de la facultad del lenguaje partiendo desde diferentes esquinas del mapa” (Boeckx 2006: 95; la traducción es mía), de modo que su calidad de programa de investigación también le confiere la posibilidad de partir hacia la postulación de distintas hipótesis desde el núcleo en el que residen sus leyes irrefutables. Cedric Boeckx expone, por ejemplo, dos métodos para estudiar los recursos óptimos de la FL. El primero de ellos consiste en partir de la menor cantidad posible de propiedades léxicas y de combinación (merge) para terminar mostrando las derivaciones sintácticas (Boeckx 2006: 95-96). Por otro lado, también es posible, según Boeckx, depurar progresivamente el constructo conceptual de la teoría de Principios y Parámetros, antecedente chomskiano del PM, de aquellos elementos superfluos y suprimibles, con tal de dar con la caracterización mínima del lenguaje (Boeckx 2006: 96-97).

Esta capacidad de extensión desde la “nuclearidad” del PM hacia diversos rumbos y métodos de producción se corresponde, asimismo, con la fecundidad que ha de caracterizar a un programa de investigación científica aceptable. Por eso, “un programa de investigación (…) no puede distinguirse en términos de correcto o equivocado. En cambio, los programas son fecundos o estériles” (Boeckx 2006: 89; la traducción es mía). Y, en ese sentido, el PM se presenta como un programa perfectamente fecundo, ya que “plantea preguntas y sigue directrices lo suficientemente amplias para ser conducidas en muchísimas direcciones Esta flexibilidad, este espacio para instancias alternativas del minimismo, es lo que el término ‘programa’ enfatiza” (Boeckx 2006: 5; traducción mía). Ante la pregunta de cómo demostrar que el lenguaje es una solución adecuada y económica para satisfacer las condiciones de legibilidad de los sistemas externos de actuación, a saber, el Articulatorio-Perceptual (A-P), encargado de la producción y recepción de las expresiones fónicas, y el Intencional-Conceptual (I-C), que asume la interpretación semántica de las expresiones lingüísticas (Lorenzo 2001: 119-120), la distinta

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disposición de los elementos conceptuales nucleares y el posterior desarrollo de hipótesis auxiliares determina que la investigación minimista pueda asumir diferentes procedimientos en la indagación científica del lenguaje, tal como ya se vio anteriormente. Además, la búsqueda de explicaciones con un número mínimo de piezas que potencien de forma máxima la investigación resultante facilita la adopción de un amplio repertorio de operaciones derivadas.

Por otro lado, el resto de las teorías que se plantea el PM cabría dentro de las leyes periféricas, pues “los fundamentos de un programa necesitan ser ampliados con una serie de suposiciones suplementarias con el fin de llenarlos de substancia, de modo que se puedan hacer predicciones definidas” (Chalmers 2006: 124). Entonces, mecanismos como la eliminación de niveles internos de representación en la derivación gramatical (ver el acápite 3.1) aportan metodológicamente4 al fortalecimiento de las condiciones óptimas de legibilidad, en tanto evitan transferir recursos evaluativos a niveles intermedios en el momento de la derivación léxica. Esta condición (la eliminación de niveles intermedios de representación y control gramatical durante la derivación) no se ubica, evidentemente, al interior del núcleo teórico, pues no es la idea fundamental para el desarrollo del programa de investigación minimista. No obstante, parece ser una herramienta bastante útil para hacer viable la suposición de que las condiciones de legibilidad hacia los sistemas externos de actuación se logran de una forma bastante económica y efectiva desde la FL. El Programa Minimista, entonces, “no sólo consta de hipótesis explícitas y leyes que completan el núcleo central, sino además, de supuestos subyacentes a las condiciones iniciales, que especifican situaciones particulares, y también teorías presupuestas en los enunciados observacionales y en los resultados experimentales” (Chalmers 2006: 124-125), con un margen natural de falibilidad que, como ya se dijo con anterioridad, sí podría refutar y reformular este cinturón protector. Por tanto, si, ante la revisión de esta eliminación de niveles de representación durante la derivación, ésta es juzgada errónea y/o insuficiente ante las situaciones en que se ha de aplicar, esta condición habría de reemplazarse por otra que se adecúe mejor al resto del aparato teórico. Así, “los científicos pueden tratar de resolver los problemas modificando los supuestos más periféricos de la manera que crean conveniente” (Chalmers 2006: 124). Cada hipótesis auxiliar es falible y descartable, dada la posibilidad de encontrar un “desajuste en la correspondencia entre un programa articulado y la observación” (Chalmers 2006: 125).

4.2. Simplicidad a través del núcleoYa habiendo descrito la existencia de un núcleo en el programa de investigación que el minimismo desarrolla (la tesis minimista fuerte), ahora es turno de atribuir a su estructura nuclear la búsqueda de requisitos de simplicidad. Manteniendo la separación conceptual entre el núcleo y el cinturón periférico del programa, lo que ya se ha explicado en el acápite 4.1, se puede ver que el PM constituye una propuesta de parsimonia y unificación teórica que apunta hacia la simplicidad en la formulación del marco teórico general. El hecho de que se considere a la FL como una solución óptima para satisfacer las condiciones externas de legibilidad hace que, mediante la aplicación de criterios de economía, el diseño de esta facultad asuma, en consecuencia, que “la FL proporciona una maquinaria no mayor de la que se requiere para satisfacer los requisitos mínimos de legibilidad y que sus funciones son las funciones más simple posibles” (Chomsky 2000: 113; traducción mía). Hay, por tanto, una utilización máxima y, a la vez, simple de los recursos de los que la facultad del lenguaje dispone. Las condiciones de legibilidad, por su parte, parecen seguir incidiendo en la necesidad de contar con un marco unificado, en el cual, por ejemplo, las imperfecciones de legibilidad (imperfecciones del lenguaje) 4 Se podría decir que se trata, esencialmente, de una ley substantiva, pero, con la finalidad de este trabajo de revisar los principios metodológicos del PM, estamos haciendo énfasis en su carácter de economía metodológica. Aun así, considero que este ejemplo es uno de los que aborda con mayor claridad la aplicación de los PEM.

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concebidas como “la presencia en una expresión lingüística de cualquier elemento irrelevante en la interpretación conceptual o intencional de esa expresión” (Lorenzo 2001: 128), se configuran solamente como aparentes (Lorenzo 2001: 135). Esta suposición sería, en realidad, una consecuencia directa de la propuesta programática nuclear, y, por ende, “subyacente a las condiciones iniciales” (Chalmers 2006: 152), pero permite entender la exigencia de unidad teórica a partir de lo que determina el mencionado centro de la investigación. Permite comprender que “una explicación unificada (…) acabaría por eliminar su carácter de imperfección” (Lorenzo 2001: 137)

Además, por otros motivos también se entiende que el núcleo, en relación con su cinturón protector, conduce hacia la liberación de complejidades y complicaciones, ya que “las anomalías sólo deben originar cambios en el cinturón «protector» de hipótesis auxiliares «observacionales» y en las condiciones iniciales” (Lakatos 1998: 67). Por tanto, al situar las hipótesis derivadas en el cinturón, si alguna o varias de ellas resultaran fallidas, el diagnóstico de lo fallido no tendría que afectar necesariamente el núcleo. En cambio, si alguna hipótesis resulta fallida y, por la gran extensión y complejidad del núcleo, en un modelo menos económico (y, de repente, menos unificado), trasciende de este cinturón protector para llevar la falsación hasta la región de las leyes centrales de la propuesta, se sugeriría un replanteamiento absoluto del programa. De esta forma se demuestra que el núcleo del programa de investigación científica debe ser asumido dentro los mayores márgenes de simplicidad posible, entendiendo simplicidad en este caso como una secuencia productiva desde las teorías más sencillas y generales hacia las especificaciones particulares, más alejadas de la propuesta inicial del núcleo. Este, a fin de cuentas, ha de presentarse bastante básico en el desarrollo de los programas de investigación.

Volviendo a la apariencia de las imperfecciones, se puede argumentar, entonces, que si se llegase a considerar que estas son, en realidad, parte constitutiva del núcleo minimista, la simplicidad de presupuestos teóricos del núcleo se vería, evidentemente, en riesgo, ya que habría otra condición irrefutable. Además, si se llegase a afirmar que esta propuesta se encuentra errada, o es insuficiente, habría que hacer, en consecuencia, un replanteamiento en torno al núcleo, con lo cual, precisamente, se pondría en riesgo la continuidad del programa entero, al ser vulnerado su centro. La simplicidad prueba ser, de esta manera, un constituyen bastante oportuno en la región nuclear del programa.

4.3. Favorecimiento de las condiciones de simplicidad en el cinturón protectorTambién es posible pensar que, al contar con esta noción separada de “nuclearidad”, de un lado, y de periferia, por el otro, se va en contra de la simplicidad científica, puesto que el desarrollo de una teoría implicaría el paso de los axiomas primordiales de una región del programa, al espacio más periférico, proceso que podría ser visto como un mecanismo complejo. Sin embargo, esta acción se vuelve, en realidad, menos compleja de lo que parece, ya que se parte de leyes bastante elementales como, “las leyes del movimiento de Newton más su ley de la atracción gravitatoria” (Chalmers 2006: 124), en lo que se refiere a su programa de investigación de la física, que son muy simples y se ven complementadas por el resto de teorías.

Además, con la implementación del cinturón protector se formulan reglas metodológicas que establecen “un programa que enumera una secuencia de modelos crecientemente complicados” (Lakatos 1998: 69; la cursiva proviene del mismo texto pero el énfasis es mío). De este modo, se hace evidente que se prefiere lo menos complejo en las primeras instancias de la postulación de hipótesis en la construcción de cualquier programa de investigación, haciendo, entonces, admisible el afán de simplicidad metodológica del minimismo, también, en el nivel del cinturón periférico, en el cual, al menos, las primeras hipótesis auxiliares parecen seguir las

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prescripciones de economía. Esta preferencia por modelos económicos, entonces, repercute en el PM en todos sus niveles. Se demuestra, así, que ir más allá del núcleo no solamente se torna necesario en un programa de investigación, sino también que es un proceso sumamente sencillo.

5. La navaja de Occam Luego de haber revisado los criterios de simplicidad a partir de los programas de investigación científica, es ahora pertinente servirse de otro principio epistemológico cuyas implicaciones sobre el estudio científico de la lingüística proporcionan un interesante aporte. Estamos hablando del concepto de la navaja de Occam, propuesto por el filósofo y teólogo medieval Guillermo de Occam (S. XIV). Su recomendación de no extenderse más allá de la necesidad se vuelve sumamente importante en este punto del trabajo.

5.1. Objetivo de la navaja de OccamEn Introducción a una sintaxis minimista (Eguren y Fernández Soriano 2004), se concibe este instrumento epistemológico como uno que explica que, “para explicar los fenómenos no se deben multiplicar las entidades más allá de lo necesario”, de modo que “si dos hipótesis (o dos teorías) concuerdan con los mismos datos y no difieren en otros aspectos que sean relevantes para su confirmación, entonces la más simple se considerará como la más aceptable” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 31). Y, en ese sentido, dentro de un marco general de los aportes chomskianos a la Lingüística, “uno de los grandes ejes (…) es la búsqueda progresiva de una mayor simplicidad en la formulación de las hipótesis y en el diseño del modelo de gramática” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), repercutiendo, tanto en los PEM (formulación de hipótesis) como en los PES (diseño de un modelo gramatical). No obstante, la presencia de la navaja de Occam en los PES no constituye el interés primordial de esta investigación, de modo que en el resto del capítulo, e, incluso, del trabajo, el énfasis de observación de la navaja de Occam estará en los PEM.

El principal valor de la exigencia epistemológica occamiana es el de exigir la simplicidad en la formulación de las teorías, teniendo, evidentemente aplicación en las restricciones de los PEM sobre la forma en que se plantea y organiza las hipótesis. Siguiendo un hilo de continuidad con el legado de Lakatos, tal como ha sido presentado en este trabajo, en el capítulo anterior5, podría verse que ambas fuentes metodológico-epistemológicas coinciden, de alguna manera, en la eliminación, cada vez que sea posible, de los elementos innecesarios. No obstante, ambas propuestas epistemológicas difieren en la forma en que se exige la eliminación de las entidades superfluas. Por un lado, Lakatos, con los programas de investigación científica, se centra en la distribución de las leyes observacionales en las distintas partes que constituyen este programa en su conjunto, por lo que la exigencia de condiciones de simplicidad y eliminación de lo innecesario reconocidas allí no son más que posteriores interpretaciones, o, al menos, efectos indirectos de la propuesta, tal como se pudo ver, por ejemplo, en los acápites 4.2 y 4.3, en donde la eliminación de lo prescindible no es la característica más resaltante de la conformación de los programas, sino que es una condición que se reconoce recién después de una larga reflexión sobre el tema. Por su parte, el interés de la navaja de Occam sí se localiza específicamente en la eliminación de lo superfluo. Constituye, así, el interés primordial de la propuesta6.

5 La razón por la cual introduje primero la propuesta teórica de Lakatos, no fue, evidentemente, un criterio de orden temporal, ya que el filósofo húngaro desarrolló su obra en el siglo XX, mucho tiempo después que Occam, cuya “navaja” aparece en De los principios de teología, aparentemente escrita hacia 1328. El criterio empleado en esta investigación fue, más bien, la importancia que la exigencia de un núcleo le da a la lingüística chomskiana, frente a una profundización en cuestiones de simplicidad a partir de Occam, que, sin ser menos importantes, se pueden entender con mayor claridad luego de la explicación de las consecuencias del planteamiento de Lakatos.

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Revisando la aplicación de los principios de la navaja de Occam al PM, hay que hablar de una “apropiación” de ésta en la visión chomskiana de la Lingüística, puesto que hay una reducción extrema, que satura sus posibilidades, tanto en “las hipótesis concretas como la teoría en su conjunto” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), lo cual constituye, definitivamente, una novedad que el PM presenta con respecto a sus antecedentes. El minimismo suprime elementos innecesarios en la estructuración de la teoría, como sucede en la eliminación de niveles de representación internos al interior de la FL, al igual que aplica estos cortes al interior del aparato gramatical (ver en el acápite 3.2 el principio de Retraso y la condición del eslabón mínimo). Por tanto en el PM la eliminación de lo superfluo se manifiesta con notoria claridad en que el conjunto en cuestión “no es realmente una teoría, es un enfoque, un marco que ha acelerado la búsqueda de las redundancias que debían eliminarse y que ha proporcionado una nueva plataforma desde la que avanzar con mucho más éxito” (Chomsky 2003: 84).

Si bien la estrategia “por la que se eliminan, por ejemplo, las redundancias y se prefieren los principios generales a las aserciones particulares, ha sido una práctica habitual en la lingüística chomskiana desde hace décadas” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213), “lo que distingue, por tanto, al Programa Minimista de sus predecesores, en su vertiente metodológica, es el hecho de que esta estrategia de reducción de los mecanismos teóricos y descriptivos se lleva ahora hasta el límite” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213) dado que promueve procesos de simplificación no exclusivos para las disposiciones sustantivas, sino también para el diseño del aparato teórico. No se trata solamente del uso de “medidas de simplicidad internas” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), tal como hay en el paso de la Teoría Estándar a la Teoría de Principios y Parámetros, cuando, a comienzos de los 80, se “cambia sustancialmente la manera de concebir cómo escoge el niño que aprende su lengua materna una gramática a partir de su experiencia lingüística: el niño fija ahora los valores de un conjunto de posibilidades abiertas por la GU (o «parámetros»)” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), de modo tal que, con los Principios y Parámetros, “hay simplemente principios extremadamente generales (…) bajo condiciones fijas que estaban propuestas, y entonces hay opciones que tienen que fijarse, decisiones paramétricas (…). En este marco de principios y opciones fijos que hay que seleccionar, las normas y las construcciones desaparecen, se convierten en artificios” (Chomsky 2003: 82). El PM trae la novedad, al interior de la obra chomskiana, de una mayor simplicidad expresada en el plano metodológico, puesto que “determinados principios favorecen ahora, de entre dos o más derivaciones posibles de una expresión lingüística, a aquella que sea más económica” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 33), logrando, así, que la formulación de la hipótesis comprenda el menor número posible de entidades constituyentes. De esta forma, “los principios de la Gramática Universal son menos costosos que las reglas específicas de un lenguaje que son contingentes con las opciones paramétricas” (Chomsky 1997: 145; traducción mía).

Se hace, por tanto, más radical y evidente la preferencia por los procedimientos más económicos, como se ve, precisamente, en la reducción minimista de los niveles internos de representación gramatical durante la derivación léxica. La aplicación de economía metodológica se hace presente, por ejemplo, en el paso de un existente y más amplio número de instancias de representación a la supresión definitiva de estos módulos. Mientras en Principios y Parámetros estos módulos rastrean, entre otros, marcadores de caso, roles-θ, configuraciones de ligamiento, estructuras de frase y relaciones de control, y les confieren un lugar dentro de la derivación léxica (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 24), estos niveles, como ya se explicó

6 Esta diferencia tal vez se deba a que la navaja de Occam tiene un margen de aplicación mucho más restringido y menos ambicioso en sus objetivos, puesto que ese principio no pretende, por sí mismo, reformular la visión que se tiene del estudio científico.

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anteriormente, se eliminan en la propuesta teórica, por tanto, mucho más simplificada, del PM.

5.2. Rechazo de lo superfluoLa navaja de Occam, como ya se adelantó, rechaza las entidades superfluas en función de que no son necesarias. “Decir que cierto tipo de entidades son “vanas” o “superfluas” es decir que no hay razón suficiente para que existan. Por eso, no solamente no hay una base positiva para postularlas, sino que el “principio de la razón suficiente” efectivamente las relega” (Spade 1999: 102; la traducción es mía, y la cursiva proviene originalmente de la fuente). Y, siguiendo esa misma línea, la economía metodológica propuesta en el PM también incide en la derivación menos costosa, dejando, entonces, de lado, aquello que, tal como se manifiesta en los principios occamianos, no resulta necesario. Si entendemos que el principio del menor esfuerzo (least effort) en la derivación de las piezas léxicas hacia la conformación de la oración implica el uso de la derivación menos costosa (Chomsky 1997: 145), en ella cabe, evidentemente, la eliminación de los módulos de revisión gramatical, con lo cual la insistencia en la economía metodológica determina que se quite toda regla y principio teórico que resulte irrelevante.

Parece confirmarse de esta manera, tal como se vio en el acápite 3.3, que en la trayectoria sustantiva que la investigación minimista toma, la incorporación de una economía metodológica parece seguir la pauta que los PES proponen, sirviéndoles de soporte en el momento de enunciar las teorías. Esta cooperación entre ambos tipos de Principios de Economía también se aprecia de un modo particular en la aplicación de la navaja de Occam, con la eliminación de entidades superfluas y, por ende, innecesarias, evitando así una extensión mayor a la realmente esencial.

6. Clasificación de Mario Bunge de la simplicidad teórica Luego de haber revisado estas propuestas y herramientas epistemológicas, se hace ahora necesario dirigir los conceptos y relaciones vistos hacia una clasificación contemporánea de la teoría científica y, en especial, hacia la ubicación y distribución que la simplicidad tiene dentro de ella. Por ende, este capítulo del trabajo toma como punto de partida la concepción de Mario Bunge (1975) de lo que constituye una teoría científica y de la importancia de seguir condiciones de simplicidad, para empezar a reconocer qué exigencias de la teoría científica se cumplen en el programa chomskiano.

6.1. La teoría científicaM. Bunge, en el ensayo “La simplicidad en la evaluación de teorías”, de su libro Teoría y realidad (1975), concibe una teoría de la siguiente manera: “entiendo por teoría un sistema de hipótesis precisas susceptibles de contrastación” (Bunge 1975: 129; énfasis mío). Delimita, luego, la ubicación y el papel que la simplicidad tiene dentro de la ciencia y contrasta su función con otras necesidades que los sistemas que agrupan teorías deben cumplir con el fin de ser considerados, de manera correcta, científicos. Es, entonces, en función de estos criterios, a los que el autor denomina “requisitos de la teoría científica o síntomas de la verdad” (Bunge 1975: 145) y que establece en una cantidad de veinte7, que delimita y recorta el campo de extensión de la simplicidad, que también se presenta entre estos requisitos.

Por eso, “la simplicidad no es un rasgo aislado de otras propiedades de los sistemas científicos, y a menudo compite con otras exigencias” (Bunge 1975: 130). Si bien la

7 Estos requisitos propuestos por Bunge son: Corrección sintáctica; Sistematicidad o unidad conceptual; Exactitud lingüística; Interpretabilidad empírica; Representatividad; Simplicidad semántica; Consistencia externa; Capacidad explicativa; Capacidad predictiva; Profundidad; Capacidad unificadora; Fecundidad; Originalidad; Escrutabilidad; Refutabilidad; Confirmabilidad; Simplicidad metodológica; Parsimonia de niveles; Solidez metacientífica; y Consistencia desde el punto de vista de la concepción del mundo (Bunge 1975: 146-162).

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simplicidad constituye, entonces, un requisito deseable en las teorías científicas, no es suficiente por sí misma, razón por la cual se retroalimenta en el campo de las ciencias, ya que se ve obligada a regir las teorías científicas junto con otros síntomas de la verdad. Una situación semejante ocurre en el PM, puesto que la simplicidad sólo ha de ser aplicable cuando no vaya en perjuicio de la constitución integral del programa, tal como se explica mejor en el tercer acápite de este capítulo, el cual desarrolla con más profundidad esta condición.

6.2. Clases de simplicidadAdemás, Bunge propone, junto con los requisitos ya tratados, una tipología para las clases de simplicidad que puede hallarse al interior de una teoría científica (Bunge 1975: 132). Cabe resaltar, para fines de esta investigación, aquellas que se aplican en un grado bastante notorio en los PEM, aunque no se niega que también puedan aparecer en los PES, dada la estrecha vinculación que ambos tipos de Principios de Economía tienen, tal como se ha revisado en la sección 3.3 y, en cierta medida, además, en 5.2:

-Simplicidad sintáctica, que el autor entiende como una “economía de formas”. También “es deseable por ser un factor de coherencia”, lo cual también ocurriría, de alguna forma con la economía de representación. Esta economía de formas es coherente con los PEM porque ellos apuntan, como ya ha quedado claro, a la parsimonia en la formulación de las hipótesis a lo largo de todo el aparato teórico.

-Con el requerimiento de economía minimista de evitar la aparición de símbolos superfluos en el sistema computacional lingüístico, es posible hallar, además, un rezago de la simplicidad epistemológica, o “economía de términos trascendentes” que opta por la frugalidad en la enunciación de las proposiciones y en el número de éstas en relación con su máxima productividad al interior de la teoría. Este criterio es, en consecuencia, correspondiente con la exigencia de la navaja de Occam de no extenderse más allá de las entidades estrictamente esenciales.

-La simplicidad semántica, por su parte, al ser una “economía de presuposiciones”, es decir, una medida para generar solamente un grupo bastante reducido de “predicados básicos” que logran “inicios sencillos de desarrollos” y facilitan “a la vez la interpretación de los signos”, también parece manifestar cierta correlación con el PM, dado que el núcleo de este último es, esencialmente, como ya se ha aclarado con especial énfasis en el capítulo 4, la idea de que el lenguaje es una solución ideal para las condiciones de legibilidad de impuestas por los sistemas externos de actuación. A partir de lo esencial de esta proposición, se despliega la investigación en el PM.

-Por otro lado, la opción por procedimientos metodológicos más sencillos en el PM parece asociarse más firmemente con los criterios de la simplicidad pragmática, que, como “economía de trabajo”, cuenta, entre otras cosas con criterios de simplicidad algorítmica (“facilidad de cálculo”) y experimental (“facilidad de preparación y de interpretación de pruebas empíricas”). En general, este tipo de simplicidad tiene, entre otros efectos en la Lingüística chomskiana, el poder de “eliminar la posibilidad de la opcionalidad en la derivación” (Chomsky 1997: 146; traducción mía), cuando ésta resulta innecesaria. Es, de esta forma, comprobable, por ejemplo, una aproximación a la exigencia de una derivación menos costosa (Chomsky 1997: 145; traducción mía), sin niveles intermedios de representación.

6.3. Limitación de la simplicidad en las teorías científicas y la rigurosidad científicaLa consideración de la simplicidad en las teorías científicas no debe perjudicar su profundidad epistemológica, su capacidad predictiva, explicativa o cualquier otra de las características de la ciencia (Bunge 1975: 134). En ese sentido, la simplicidad solo

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ha de ser tomada en cuenta en tanto haga la teoría “más manejable, más coherente o más contrastable” (Bunge 1975: 134). Con la introducción de los principios de simplicidad en las teorías científicas, solamente se busca, por lo tanto, “una cauta reducción de redundancias” (Bunge 1975: 135). Así, el PM adopta una actitud metodológica que vaya en pos de “la búsqueda de simetría o la eliminación de redundancias” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 224), procediendo a trabajar posteriormente sólo con aquellas propuestas teóricas que, luego de haber pasado satisfactoriamente por las restricciones impuestas por los PEM, sean máximamente productivas en su aporte a la explicación de cómo la FL es óptima.

Por otro lado, si bien la propuesta chomskiana no parece hacer un énfasis especialmente explícito en la rigurosidad científica, no obstante, se podría argumentar, de repente, una mayor explicitación de la teoría científica en los criterios de adecuación descriptiva de la investigación lingüística, al tratar asuntos como la “sistematización de la competencia lingüística”, un “aparato conceptual con el suficiente poder expresivo” y las “previsiones teóricas sobre la frontera entre lo gramatical y lo agramatical” (Lorenzo 2001: 78-79; la cursiva proviene de la fuente, pero el énfasis es mío)8; sí es posible extender para el PM el reconocimiento de condiciones de “nitidez lógica o formulación exacta de los postulados”, al no ser “posible ninguna deducción definida a partir de supuestos básicos construidos con vaguedad” (Bunge 1975: 135-136), sino que el requisito de especificidad es, definitivamente, muy útil para guiar el desarrollo del programa. “Así que realmente hay dos cuestiones separadas, similares pero separadas. La primera es: hagamos que nuestras teorías sean lo mejor posible, independientemente del objeto (…). Y la otra cuestión es: ¿tiene sentido que el dispositivo sea óptimo? ¿Es la mejor solución posible al conjunto de condiciones que debe satisfacer?” (Chomsky 2003: 85), de modo que la simplicidad no debe llegar a perjudicar el marco descriptivo y explicativo de las respuestas al núcleo del programa, es decir, las hipótesis auxiliares, sino que debe actuar a favor suyo, tanto al nivel de los PEM, como se entiende al inicio de la cita de Chomsky, como de los PES.

6.4. Replanteando la noción de “núcleo”Vale también la pena retomar en esta parte del trabajo la noción de núcleo de un programa de investigación científica de Lakatos, ya que este conjunto central de “principios fundamentales”, “de unas hipótesis muy generales” (Chalmers 2006: 124) parece cumplir con la necesidad de simplicidad de la base predicativa, que Bunge define de la siguiente manera: “cuanto menor sea el número de conceptos primitivos de la teoría, tanto mayor deberá ser el número de puentes entre ellos y los conceptos derivados (definiciones y teoremas); como consecuencia, tanto mayor será la conectividad conceptual y proposicional de la teoría” (Bunge 1975: 137). Vista la situación de esta manera, hay un aporte complementario que se desprende de esta semejanza, pues se refuerza la interrelación conceptual entre la propuesta de Lakatos y la delimitación científica de Mario Bunge a partir de las conexiones generadas en las leyes que constituyen el núcleo primitivo del conocimiento científico.

En este sentido, el PM, dentro del marco trabajado por Lakatos para los programas de investigación, confirma su condición de científico cuando cumple con que “ lo que ha de ser evaluado como científico” sea “una sucesión de teorías”, de modo que “las más importantes de tales series en el crecimiento de la ciencia se caractericen por cierta

8 Se podría identificar, asimismo, un fundamento adicional de la teoría científica en el nivel de adecuación teórica, pues “la tarea del teórico no consiste en únicamente en describir experiencia del modo más económico, sino construir modelos teoréticos (…) con fragmentos de realidad” (Bunge 1975: 182; el énfasis viene de la fuente), al igual que en la visión que Noam Chomsky postula en Aspects of a Theory of Syntax, tal como lo traduce Guillermo Lorenzo: “una teoría lingüística [tiene] éxito en seleccionar una gramática descriptivamente adecuada a partir de datos lingüísticos primarios” (Lorenzo 2001: 80). De esta forma se cumple con la actitud científica de partir de los datos primarios para formular, posteriormente, ya sea inmediatamente después, o después de una serie de instancias, las teorías.

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continuidad que relaciona a sus miembros” (Lakatos 1998: 65; la cursiva proviene del texto), es decir, la teoría9 que desarrollan. El minimismo, en consecuencia, opta, como ya se vio en el acápite 3.3, por la construcción progresiva de modelos crecientemente complicados, en donde habrá preferencia por las hipótesis más sencillas en una transición que tiene su punto de partida, como ya se ha demostrado, en el núcleo. La simplicidad en la base predicativa permite colocar el resto de propuestas teóricas en el cinturón protector, asegurando, así, que la defensa del núcleo cuente con más elementos que si se hubiera colocado más presupuestos programáticos en el centro, lo cual lo podría en riesgo de perder solidez y complejizaría la investigación que refuerza el postulado inicial. Los puentes de los que Mario Bunge habla serían, entonces, más frágiles. Se demuestra, de este modo, por ejemplo, la conveniencia de considerar la eliminación de niveles internos de representación gramatical como una condición periférica, ya que, antes de ser un elemento de constitución cuestionable al interior del núcleo, es, preferentemente, hasta el momento un mecanismo de sólida utilidad en el PM.

6.5. SistematicidadLa sistematicidad o unidad conceptual es la propiedad de todo sistema teórico por la cual “sus conceptos han de «estar ligados entre sí»” (Bunge 1975: 146). Si transferimos este requisito a nuestra concepción de los programas de investigación, podemos decir que el efecto de esta cohesión teórica es el natural fortalecimiento del programa entero, dada la mayor integración y contribución mutua de sus partes.

Hay, asimismo, en la propuesta minimista una evidente exigencia de la sistematicidad, la cual se puede apreciar, por ejemplo, en la asunción de que las imperfecciones de legibilidad del lenguaje son solo aparentes, ya que la visión de estos fenómenos como solo superficialmente retadores del presupuesto nuclear contribuyen intensamente a la constitución del programa en su conjunto, al incidir en la idea de sistematicidad. Esta noción de sistematicidad cumple un rol importantísimo dentro de las exigencias de simplicidad, ya que “la simplicidad de la base predicativa es favorablemente significativa para la contrastabilidad en la medida en que es propicia a la sistematicidad” (Bunge 1975: 140). La sistematicidad, tomando cierta distancia respecto a la clasificación de Bunge, puede ser vista no solamente como un efecto de la simplicidad, sino como una condición general de simplicidad.

Partiendo de la caracterización que el filósofo argentino hace de la sistematicidad, a la que coloca como condición para un “sistema conceptual unificado” (Bunge 1975: 146), es posible entenderla en relación y como uno de los espectros en que se han de derivar las condiciones generales de simplicidad. Por tanto, si bien, no son, en última instancia, conceptos idénticos, la simplicidad y la sistematicidad presentan una gran similitud que permiten que se pueda tomar al último como una forma de realización funcional del primero. La simplicidad dirige la investigación hacia una sucesión más sencilla y directa de las hipótesis, acrecentando así la conexión lógica entre estas últimas. Esta conexión lograda por la simplicidad tiene un fuerte punto en común con la sistematicidad en tanto señala formas concretas en que se da una secuencia de propuestas teóricas. Esta secuencia, sin ser la única forma de conexión posible, por lo cual no resulta ser la simplicidad lo mismo que la sistematicidad, indica ya una forma particular, y, en ese sentido, única, que aporta una sensación de sistematicidad.

7. Conclusiones Con la intención de dar por finalizado este trabajo, resulta ahora pertinente presentar las conclusiones a las que el desarrollo de la investigación permite llegar:

9 Retomo para esta sección el concepto de teoría como “hipótesis auxiliar o conjunto de hipótesis auxiliares” de los programas de investigación científica.

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(1) El amplio número de condiciones de promoción de la simplicidad en la ciencia que se han expuesto aquí parecen agruparse en tres criterios generales que distinguen al Programa Minimista en cuanto a su economía metodológica. Se deberá entender estos criterios como abstracciones mayores que proporcionen un marco epistemológico para exigir la simplicidad en los Principios de Economía Metodológica. Estos criterios se generan y obedecen los lineamientos científicos que, de alguna manera, aparecen en las tres propuestas analizadas en los capítulos centrales de este trabajo. No obstante, es necesario recordar que la delimitación y la correspondencia de los tres criterios generales con las distintas condiciones aquí expuestas no son exactas, ya que algunas de estas condiciones posiblemente habrán de encontrarse distribuidas en más de uno de los criterios, situaciones ante las cuales se preferirá la colocación de las condiciones de simplicidad en el criterio que más se identifique con cada una de ellas, en el caso en que se deba hacer verbalmente expresa esta correspondencia. Estos tres criterios generales, entonces, son:-Un núcleo teóricamente elemental y metodológicamente sencillo. Este concepto surge a partir de la revisión del núcleo central de los programas de investigación científica de Lakatos, pero también se muestra compatible con la exigencia de simplicidad en las bases predicativas y, de alguna forma, con la simplicidad semántica que Mario Bunge sugiere para las teorías científicas. Este criterio, también se manifiesta, entonces, de manera indirecta, en el Programa Minimista.-Preferencia por la eliminación de todos los elementos superfluos e innecesarios para el programa de investigación. Es a este criterio al que se adhiere la figura de la navaja de Occam, y al que también se refiere el minimismo con nociones como las de la derivación y la representación menos costosas. Esta situación, no obstante, no avanza en detrimento de la conformación de la teoría científica, puesto que no ha de traspasar los límites de lo que sí es necesario para la elaboración de una teoría o de un programa satisfactorio.-La sistematicidad de las teorías. Este criterio favorece a la búsqueda de teorías en las que la unidad y regularidad reduzcan las redundancias. Toda investigación científica, por lo general, cumple con este requerimiento, de modo que el Programa Minimista, en su calidad de programa de investigación científica, cumple con esta condición fundamental.Estos criterios no existen de manera separada, sino que se complementan entre los tres, de modo que cada uno se fortalece a partir de la contribución del otro.

(2) Dado que el Programa Minimista surge expresamente como un programa de investigación científica, es indispensable que mantenga esta condición a lo largo de su desarrollo siempre. Al respetar su doble constitución núcleo-cinturón protector, garantiza su aceptabilidad en el marco científico.

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