identidad nacional peruana

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LA IDENTIDAD NACIONAL PERUANA Dicen las malas lenguas que al peruano le falta identidad nacional. Es un craso error porque todo ser humano como toda colectividad define siempre un modo de ser, un modo de pensar, de comportarse. No hay ser humano ni colectividad nacional sin rasgos propios, originales. Todo lo existente perfila, pues, una identidad. Tal vez lo correcto sea decir que la identidad es sólida o débil, feble, ambigua, malaguosa o fuerte. ¿A quién le falta identidad nacional en el Perú? Si entendemos ésta como el arraigo de nuestras raíces, historia, valores, la experiencia peruana revela a una sociedad, más bien, de identidades fuertes. ¿Podrá alguien decir que nuestros paisanos, los qosqorunas (Cuzco) no son claros y meridianos en su modo de ser? Si hasta el centro, el ombligo del mundo se sienten. ¿Habrá alguien tan miope que no encuentre solidez en los aymaras, los hombres de bronce? ¿Y qué decir de los huancas como de nuestros paisanos de Ayacucho o de Huancavelica, seguros de lo suyo pero desamparados tantas veces en nuestra historia patria? ¿Puede alguien ser tan despistado que encuentre falta de carácter, de temperamento nacional en nuestros campesinos cocaleros? Y si cambiamos de región, ¿acaso los chiclayanos, los piuranos, los tumbesinos, los huaracinos, los trujillanos o los hombres y mujeres de Iquitos no están escribiendo en los últimos tiempos y desde siempre páginas de lucha, de dignidad, de amor al terruño, a lo propio? Ni hablemos de los nacidos en la denominada República de Arequipa, los que a partir de su entronque histórico con el Cuzco y Puno configuraron hace varios siglos una región semi-independiente poco ligada a la capital, con mucha autonomía, circuitos comerciales propios, hasta tren regional y salida comercial hacia Bolivia como lo podemos encontrar en valiosos ensayos de Tito Flores Galindo y Baltaco Caravedo Molinari. Destaca además el orgullo de los

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INFORME Y COMENTARIOS SOBRE EL PERUANO Y SU IDENTIDAD

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LA IDENTIDAD NACIONAL PERUANADicen las malas lenguas que al peruano le falta identidad nacional. Es un craso error porque todo ser humano como toda colectividad define siempre un modo de ser, un modo de pensar, de comportarse. No hay ser humano ni colectividad nacional sin rasgos propios, originales. Todo lo existente perfila, pues, una identidad. Tal vez lo correcto sea decir que la identidad es slida o dbil, feble, ambigua, malaguosa o fuerte.

A quin le falta identidad nacional en el Per? Si entendemos sta como el arraigo de nuestras races, historia, valores, la experiencia peruana revela a una sociedad, ms bien, de identidades fuertes. Podr alguien decir que nuestros paisanos, los qosqorunas (Cuzco) no son claros y meridianos en su modo de ser? Si hasta el centro, el ombligo del mundo se sienten. Habr alguien tan miope que no encuentre solidez en los aymaras, los hombres de bronce? Y qu decir de los huancas como de nuestros paisanos de Ayacucho o de Huancavelica, seguros de lo suyo pero desamparados tantas veces en nuestra historia patria? Puede alguien ser tan despistado que encuentre falta de carcter, de temperamento nacional en nuestros campesinos cocaleros? Y si cambiamos de regin, acaso los chiclayanos, los piuranos, los tumbesinos, los huaracinos, los trujillanos o los hombres y mujeres de Iquitos no estn escribiendo en los ltimos tiempos y desde siempre pginas de lucha, de dignidad, de amor al terruo, a lo propio? Ni hablemos de los nacidos en la denominada Repblica de Arequipa, los que a partir de su entronque histrico con el Cuzco y Puno configuraron hace varios siglos una regin semi-independiente poco ligada a la capital, con mucha autonoma, circuitos comerciales propios, hasta tren regional y salida comercial hacia Bolivia como lo podemos encontrar en valiosos ensayos de Tito Flores Galindo y Baltaco Caravedo Molinari. Destaca adems el orgullo de los chalacos y de todos los regionalismos.

Cmo ha podido difundirse esa monserga de falta de identidad del peruano cuando encontramos un tremendo potencial identitario? Lo que pasa es que la llamada identidad nacional no es una sumatoria de identidades mltiples. Sumando identidades regionales fuertes no resulta una identidad nacional fuerte, menos en un pas que se caracteriza por tener una composicin tnica muy heterognea. No sern los estamentos criollos los que no viven identificados con la historia patria y sus valores nacionales? Porque que sepamos son ellos los que han gobernado nuestro pas desde el grito libertario y han dado escasas muestras de solidez en sus proyectos polticos, en sus plataformas gubernamentales. Dnde pues la debilidad, la falta no de identidad sino de patriotismo, de amor por lo nuestro y la venta fcil de nuestros recursos a los extranjeros? Acaso no es desde Lima desde donde se ha dirigido el Per a partir de 1532 y posteriormente a partir de 1821?

Tal vez en la regionalizacin y en el incipiente proceso de descentralizacin, se encuentre el camino para sacar adelante el pas con su unidad y diversidad simultneas.Pinselo otra vezNo existe identidad nacional en el PerContra lo que se piensa convencionalmente, la idea de nacin s parece encontrarse asentada en el imaginario nacional, aunque quiz sea una concepcin sobrevaloradaToda nacin es una construccin mental. Vale decir, la nacin como tantas otras categoras sociales es una ilusin verosmil. Tan exitosa es la mentira nacional que solemos creer en ella a ojos cerrados, estamos convencidos de que ellas existen como cualquier otro hecho de la naturaleza. De la misma manera que montaas y ros, hombres y mujeres, creemos que all afuera tambin estn las naciones. La fuerza de esta ilusin es tal que ni siquiera concebimos a un pobre hombre sin nacin (incluso un aptrida puede ser imaginado pero no un a-nacional) y, entonces, vivimos con real angustia la experiencia nacional, la duda nacional Y si no somos una nacin, quin podr salvarnos?La idea de la nacin peruanaLos amigos dePer Econmicome trasladan la angustia nacional: hay identidad nacional en el Per? La pregunta tiene implcita una carga valorativa que me incomoda: si no la tenemos estaramos jodidos. Esa es la parte ms macabra de la falacia nacional; como asumimos que carecer de una es una desgracia insalvable, se llevan a cabo las maldades ms aterradoras para conseguirlas. Ninguna otra idea (a excepcin de las religiones) es madre de tanta desdicha. As, lo digo con todas sus letras, no tengo mayor simpata por las naciones, ni la ma ni las ajenas, ni las verdaderas ni las falsas. Porque las naciones exigen identidad nacional, que sera cierto rasgo idntico compartido por todos los individuos integrantes de una nacin. Las naciones en distintos lenguajes y a travs de distintos medios exigen pureza y temen a lo hbrido, nos exigen races a quienes tenemos piernas (pues no somos rboles para ostentar races). As, desde mi punto de vista, constatar la existencia de una nacin no es motivo de jolgorio porque la construccin de una nacin ha sido siempre, sobre todo, la destruccin de muchas otras.Ahora bien, que no las valore no implica que no pueda constatar la fuerza del mito. Y creo que la idea nacional en el Per se ha construido. Hemos conseguido la construccin mental compartida de la nacin peruana. Que quede claro: no digo que la nacin exista (de la misma manera que existe esta computadora sobre la cual escribo o el ejemplar dePer Econmicoque el lector tiene entre sus manos), lo que existe es la idea compartida de formar parte de algo que se llama nacin peruana.En el contexto de las elecciones de 2006, Maxwell Cameron, profesor universitario y observador de la OEA, me contaba que lo que ms le haba sorprendido de su viaje por distintos poblados de las serranas del Cusco, era que las personas expresaban su rechazo a la intromisin de Hugo Chvez en la poltica nacional. A Cameron el futuro resultado de la eleccin presidencial lo entusiasmaba mucho menos que constatar que la nacin peruana es un hecho!. Creo que mi amigo canadiense estaba en lo correcto, la idea nacional ha ido construyndose en el Per de a pocos hasta llegar a este momento en que todos, aun en los poblados ms alejados, nos reconocemos como integrantes de la nacin peruana.Un largo procesoCuando las colonias latinoamericanas se independizaron a inicios del siglo XIX, eran repblicas sin estado ni nacin. Repblicas sin territorios definidos, con deudas y regidas por caudillos. A diferencia de algunos pases europeos donde el artificio nacional poda rastrearse en el pasado, las elites encargadas de las independencias se dieron cuenta desde el inicio de que las naciones latinoamericanas habra que conseguirlas en el futuro, que habra que establecer diferencias entre ecuatorianos, peruanos y bolivianos, entre uruguayos, argentinos y brasileos y que habra que olvidar otras lealtades (no recordar que pertenecamos, por ejemplo, a Nueva Granada). As, desde el siglo XIX las naciones fueron inventndose desde arriba e imaginndose desde abajo.El largo proceso de invencin nacional ha tenido distintos componentes. En primer lugar, como en todas las construcciones nacionales, la destruccin de otras naciones que pueblan el mismo territorio. Las naciones son como las religiones monotestas, exigen dedicacin absoluta. Cualquier otra lealtad social debe ser eliminada, a travs de la educacin o la limpieza tnica; el mtodo vara pero no el objetivo de homogenizar a las poblaciones bajo la bandera nacional. En nuestro pas, slo las identidades precoloniales podan desafiar la construccin nacional peruana. Y as, desde el periodo colonial se ha logrado eficazmente disminuir el peso de dichas lealtades. Para slo recordar algunos episodios, podemos nombrar la feroz represin espaola luego de la rebelin de Tpac Amaru en el siglo XVIII. Todo rastro de lealtad hacia lo indgena fue barrido sin misericordia. Algo similar ocurri tras la guerra con Chile, los indgenas sin identidad nacional eran los culpables de la derrota, por lo cual haba que nacionalizarlos. De otro lado, la migracin multitudinaria durante el siglo XX se hizo a lejansimas ciudades de la costa, desde las serranas o la selva, y las lealtades primeras fueron cediendo paso a la lealtad nacional, que fue hacindose cada vez ms dominante. Y durante estos dos siglos el Estado tambin fue imponindose a los habitantes. Elecciones de todo tipo (de presidenciales a locales) han ido delineando lealtades afectivas a partir de estas prcticas polticas. Con la expansin del Estado y sus instituciones, la poblacin tambin fue reconociendo que formaba parte de la nacin en la que se sostena tal Estado. Las paradas (y reclutamientos) militares han hecho lo suyo, los medios de comunicacin han aportado tambin. Finalmente, la expansin de la educacin ha sido la gran herramienta de instruccin nacional. Cada escuela lleg a ciudades y pueblos con un escudo y una bandera, y un profesor con un libro bajo el brazo presto a exaltar los hroes nacionales. As, ningn romanticismo en la construccin nacional, la cual es siempre, a travs de distintos mtodos, un ejercicio de imposicin de una nica verdad nacional por sobre otras ms dbiles.Pero la construccin nacional no es slo una imposicin sobre la poblacin. sta tambin contribuye con aquella. En la prctica cotidiana a todo nivel de las instituciones estatales se va edificando tal idea nacional. Y el Estado cotidiano no es una entidad abstracta, son distintos funcionarios que en cada rincn del pas cooperan con la puesta en prctica de la idea nacional. Entonces, lo nacional es una idea dinmica que va construyndose entre lo estatal y lo social, por arriba y por abajo. Por ejemplo, los republicanos andinos del siglo XIX de los que habla Mark Thurner, donde la idea nacional aparece desde la prctica cotidiana de reglas estatales en niveles muy locales (Republicanos andinos, IEP, 2006).Por tanto, creo que esta idea nacional se ha construido. Sin embargo, a diferencia de toda la sociologa peruana del siglo XX (de Riva Agero a Cotler) no creo que su sola presencia nos vacune contra los peores males ni que sea fuente inmediata de beneficios. Porque nuestros problemas principales son la arbitrariedad, la ausencia de justicia, la indolencia ante la pobreza. En dos palabras, nos hace falta una repblica ms democrtica y no una comunidad ms nacional. La nacin quiere que sus habitantes sean nacionales. Y la Repblica quiere que sus habitantes sean ciudadanos. La nacin se basa en sentimientos y la Repblica en la razn. La institucin que mejor representa a una nacin es un mito, y la institucin que mejor representa a un pueblo democrtico es un parlamento. La nacin exige fidelidad a un sentimiento y la democracia respeto a las leyes convenidas. Es que acaso haber conseguido la anhelada identidad nacional nos va a volver ms libres, solidarios y justos? La nacin y su identidad nacional no son necesariamente un remedio ni garantizan una comunidad ms democrtica. Tengo la impresin muy personal de que los males del Per estn relacionados con la ausencia de una comunidad poltica, y no con la ausencia de una comunidad nacional.Sin embargo, la construccin nacional s otorga un punto a favor que no se puede negar: impide un tipo de inestabilidad recurrente. Como lo podemos apreciar en estos das, de la civilizadsima Blgica a nuestra vecina Bolivia, pasando por Kenia, los pases con problemas nacionales latentes son siempre suelo frtil para la inestabilidad inter-comunitaria. Sospecho que si en el Per el movimiento indgena tiene mucho menos fuerza que en Bolivia o Ecuador es porque el Estado peruano ha sido ms eficaz durante dos siglos en su labor de nacionalizacin de las poblaciones. Ahora bien, para ser honestos, muchos pases son inestables teniendo una nacin homognea, y, algunos otros, son estables con diferentes comunidades nacionales al interior (Espaa, por ejemplo). De tal forma que esta virtud de la estabilidad debe ser puesta en contexto.La angustia por la identidad nacional es sectaria. Cuando nos preguntamos por la identidad nacional, en realidad estamos preguntando por otras identidades nacionales; nos preocupa que los habitantes de un territorio vayan a tener otras querencias grupales, que no le reserven a la patria su completa devocin, tememos que su corazn se comparta con otras impuras lealtades. Y por eso vivimos con angustia la duda de si lo realmente peruano es Vargas Llosa o Arguedas (lo vemos a travs de sus pleitistas herederos) y nos obligamos a elegir entre Chabuca Granda y Daniel Aloma Robles. Y claro, si la identidad nacional exige seres idnticos, cmo viviramos dichos dilemas sin angustia?Los procesos de construccin nacional son, para bien y para mal, fundamentalmente, procesos de fusin. Pero lo no fusionado (o en vas de fusin) no debera jaquear nuestras certezas comunitarias. Qu es ms peruano: el pollo a la brasa, el arroz chaufa o el olluco con charqui? Slo la estupidez identitaria se ve obligada a escoger entre uno de ellos. Tendremos que aprender a vivir con nacin y sin los vicios del nacionalismo, porque, como deca Javier Maras, tener apndice no es lo mismo que tener apendicitis.Termino. En un plano fctico sospecho firmemente que la construccin de una nacin peruana se ha realizado. Incluso en los poblados ms alejados, los individuos se consideran peruanos y le reservan a este pas el monopolio de su lealtad. Sin embargo, mientras la discriminacin persista dicha construccin ser precaria. Porque no basta que todos nos consideremos peruanos si, al mismo tiempo, la nacin no nos considera a todos compatriotas con iguales derechos. Aunque los individuos se consideren peruanos, muchos de ellos constatan que persiste la discriminacin. Y tambin el racismo esa enfermedad del alma, canta Rubn Blades, al que deberamos combatir con la severidad ms implacable. Aunque el racismo sigue ah, ste se hace cada vez ms ofensivo, vergonzoso y repudiado. Si Tocqueville tena razn, las discriminaciones devienen ms odiosas cuando las circunstancias son ms igualitarias. As, tal vez esta construccin nacional que constato sea una de las razones por las cuales el racismo y la discriminacin generan hoy mucho mayor rechazo que hace algunas dcadas. En todo caso, si la construccin nacional se ha conseguido (y sigue consiguindose), el real desafo es transformar esta base nacional en una comunidad poltica que trascienda los calores primarios que otorga la nacin.