husserl patocka

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RECUERDOS DE HUSSERL Jan Patoèka Presentación del traductor Los Recuerdos de Husserl que Jan Patoèka puso por escrito en el año 1976, muy hacia el final de su vida, son también unas pequeñas memo- rias de juventud del pensador checo y un bello apunte acerca del singular destino de la fenomenología a poco de iniciarse la década de los años treinta. Las penosas Circunstancias en que, ya bajo el régimen nacionalsocialista, se conocieron y trataron el anciano pensador de ori- gen judío y su último discípulo de entre los muchos que tuvo, el único que era coterráneo suyocobran un perfil peculiar , incluso misterioso, si se piensa que más de cuarenta años después, cuando Patoèka hace la evocación de su maestro, es él mismo quien sufría del gobierno de su país un severo aislamiento intelectual y una persecución política implacable. (Todo lo cual acabaría al año siguiente, 1977, con la muerte de Patoèka tras interminables interrogatorios policiales). No conviene olvidar, con todo, que Patoèka no sólo contribuyó deci- sivamente a la publicación fuera de Alemania de las dos primeras partes de La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental (1936), sino que esta obra postrera de Husserl vino a ser el punto de partida teórico de su original posición filosófica: Patoèka es seguramente el intérprete de Husserl que con más detenimiento y penetración ha reflexionado sobre la fenomenología en su conjunto la husserliana y la que no lo esdesde la perspectiva decisiva y extremadamente problemática de la filosofía de la Historia. En el trasfondo de este pequeño texto, de lo que en él se narra y del momento mismo en que se narra, se dibujan de hecho varios de los terribles acontecimientos del siglo XX que el filósofo checo tuvo bien DEVENIRES III, 6 (2002): 7-22

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Notas de clase-Husserl

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  • RECUERDOS DE HUSSERL

    Jan Patoka

    Presentacin del traductor

    Los Recuerdos de Husserl que Jan Patoka puso por escrito en el ao

    1976, muy hacia el final de su vida, son tambin unas pequeas memo-

    rias de juventud del pensador checo y un bello apunte acerca del singular

    destino de la fenomenologa a poco de iniciarse la dcada de los aos

    treinta. Las penosas Circunstancias en que, ya bajo el rgimen

    nacionalsocialista, se conocieron y trataron el anciano pensador de ori-

    gen judo y su ltimo discpulo de entre los muchos que tuvo, el nico

    que era coterrneo suyo cobran un perfil peculiar, incluso misterioso,

    si se piensa que ms de cuarenta aos despus, cuando Patoka hace la

    evocacin de su maestro, es l mismo quien sufra del gobierno de su pas

    un severo aislamiento intelectual y una persecucin poltica implacable.

    (Todo lo cual acabara al ao siguiente, 1977, con la muerte de Patoka

    tras interminables interrogatorios policiales).

    No conviene olvidar, con todo, que Patoka no slo contribuy deci-

    sivamente a la publicacin fuera de Alemania de las dos primeras partes

    de La crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa trascendental (1936), sino

    que esta obra postrera de Husserl vino a ser el punto de partida terico de

    su original posicin filosfica: Patoka es seguramente el intrprete de

    Husserl que con ms detenimiento y penetracin ha reflexionado sobre la

    fenomenologa en su conjunto la husserliana y la que no lo es desde

    la perspectiva decisiva y extremadamente problemtica de la filosofa de

    la Historia. En el trasfondo de este pequeo texto, de lo que en l se narra

    y del momento mismo en que se narra, se dibujan de hecho varios de los

    terribles acontecimientos del siglo XX que el filsofo checo tuvo bien

    DEVENIRES III, 6 (2002): 7-22

  • Jan Patoka

    presentes en su reflexin sobre el sentido incierto, quiz definitivamente

    perdido, de la Historia de Occidente.

    Recuerdos de Husserl apareci por primera vez en 1976, en el volumen

    de homenaje a Patoka de la serie Phaenomenologica (vol. 72) que lleva por

    ttulo Die Welt des Menschen - Die Welt der Philosophie. Los editores de este

    libro colectivo eran Walter Biemel y el Archivo Husserl de Lovaina. Re-

    cientemente el texto se ha reeditado en la monumental obra Jan Patoka.

    Texte, Dokumente. Bibliographie, cuyos editores son Ludger Hagedorn y Hans

    Rainer Sepp (Friburgo/Munich y Praga, Karl Alber y Oikoimene, 1999).

    Algunas de las notas que me ha parecido oportuno aadir estn tomadas

    de esta ltima edicin.

    ***

    Una y otra vez me han insistido los amigos en que deba poner por

    escrito mis recuerdos de los aos de juventud, en que me fue dado coin-

    cidir con varias de las personalidades de la fenomenologa. Y es que que-

    dan ya pocas personas que hayan vivido esta ltima gran poca de la

    filosofa as sea slo desde el margen, pero en cercana fsica a los crea-

    dores; una poca en que, como en la Academia o en el Liceo, se trabaj

    con mxima intensidad y con la singular conciencia de responsabilidad

    que exiga una misin histrica.

    Yo vi a Husserl por primera vez en el ao 1929, en Pars. Como beca-

    rio, segua yo entonces en la Sorbona un curso sobre lgica del profesor

    Lalande, curso que tena lugar por las tardes, de cinco a seis si no re-

    cuerdo mal. Cierto da Lalande anunci que tenamos que concluir antes,

    dado que en ese mismo lugar iba a celebrarse una conferencia del profe-

    sor Husserl de Friburgo. Mientras la mayora de mis compaeros abando-

    naron la sala, yo permanec en ella con el corazn acelerado, pues haca

    tiempo que consideraba a Husserl el filsofo; yo haba seguido las confe-

    rencias especiales de Gurvitch en la Universidad de Pars sobre la filoso-

    fa alemana actual,1 y mantenido contacto con el Prof. Koyr, del que

    saba que era discpulo de Husserl y que justamente ahora tena que de-

    fender en la Sorbona su gran tesis doctoral sobre Jacob Boehme. Viv as

    8

  • Recuerdos de Husserl

    el nacimiento de las Meditaciones cartesianas, proyectadas y pensadas por

    Husserl como una exposicin sistemtica de la totalidad de la problem-

    tica fenomenolgica por desgracia tan apretada y llena de cosas, que

    resultaba poco apta para ser presentada en una conferencia. Y sin embar-

    go, de la conferencia y del conferenciante irradiaba algo que mova a la

    comprensin, que atraa hacia los cursos que tomaba su pensamiento, por

    desacostumbrados que resultaran: en aquel momento se senta la necesi-

    dad urgente de una nueva fundamentacin, de un cambio de orientacin

    de profundidad secular, y uno se encontraba all con un filsofo que no

    haca referencias ni comentaba, sino que tomaba asiento en su taller como

    si estuviese solo, y despreocupado del mundo y de los hombres se debata

    con sus problemas. El xito de las conferencias fue grande, aunque los

    maestros de la Sorbona en aquel momento Brunschvicg, Brhier,

    Gilson no hicieron acto de presencia a causa del idioma, como ms

    tarde me aclar Koyr. Pero an veo en mi memoria al viejo Chestov

    llegndose hasta la ctedra al concluir la conferencia, para felicitar con

    verdadero entusiasmo a quien con tanta frecuencia haba criticado...

    Unos das despus vi de nuevo a Husserl en la soutenance de thse de

    Koyr. Lo veo todava bajar la escalera del anfiteatro Louis Liard en

    compaa de la Sra. Malvine Husserl y de algunos conocidos para asis-

    tir como un simple espectador ms al triunfo de su antiguo alumno. Una

    vez abajo, se le recibi solemnemente y se le rog que tomase asiento en

    el estrado del tribunal. l tena entonces setenta aos justos y se mostra-

    ba lleno de vigor; su aspecto an no presentaba la delgadez que muestran

    fotografas posteriores, pero una singular dignidad presidan su actitud y

    sus movimientos.

    Tres aos despus, tras la superacin de mis exmenes de licenciatura

    y una vez tomada la decisin de dedicarme a la filosofa, una beca

    Humboldt me llev hasta Berln y Friburgo. En el polvorn del Berln del

    cambio de ao 1932-33, que yo tuve ocasin de vivir, lata ya el comien-

    zo del fin de Europa, y con l un trgico giro en el destino de la

    fenomenologa y de tantos fenomenlogos. En el semestre de verano de

    1933, cuando aparec en Friburgo, Husserl haba sufrido ya las primeras

    decepciones y humillaciones. La Fundacin me haba entregado una car-

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  • Jan Patoka

    ta de recomendacin para Husserl y pronto recib una invitacin de su

    parte. En la hora indicada, l mismo apareci en la puerta de su casa y me

    recibi con la ms conmovedora amabilidad. No recuerdo ya los trmi-

    nos exactos que emple, pero hay unas palabras que se me quedaron

    profundamente grabadas: Ah, por fin! He tenido alumnos de todos los

    confines del mundo, pero que un compatriota se acercase hasta m..., eso

    an no me haba ocurrido.

    Me hizo pasar y exponer mis planes, y me dijo: Si Ud. viene a m sin

    deformaciones de doctrinas filosficas, sin anteojeras intelectuales, para

    de verdad aprender a ver, entonces es sinceramente bienvenido. El Doc-

    tor Fink hablar con Ud. para ver qu es lo que ante todo le interesa.

    Dicho lo cual, se me invit al t de la tarde y me march. A la hora del t

    me encontr por primera vez con Eugen Fink, que era en ese momento el

    ayudante cientfico de Husserl y cuyo aspecto fsico, noble y espiritual,

    me impresion desde el primer momento; se mostr igual de amable que

    el propio Husserl y pronto pude convencerme de sus excepcionales dotes

    filosficas. Adems de Fink, nos acompaaban tambin un japons y un

    chino que ya mantenan relacin cientfica con Fink. Tiempo despus

    hizo Fink una caracterizacin del talante espiritual de cada uno de ellos,

    pero al cabo de tantos aos yo he olvidado sus nombres. Naturalmente

    hablamos de fenomenologa, de la misin espiritual que albergaba el

    tema predilecto de Husserl cuando se trataba del concepto mundano de

    fenomenologa. Recuerdo cmo Husserl dijo: Estamos aqu enemigos

    jurados; sealndome a m ya Fink: enemigos; sealando al chino y al

    japons: enemigos. Pero sobre todos nosotros est la fenomenologa

    Fink me hizo acudir a l, y con posterioridad se refiri a mi persona en

    trminos nada negativos, pues l haba recibido encargo de dedicarse con

    mxima intensidad a mi instruccin fenomenolgica lo que hizo a con-

    ciencia. Al mismo tiempo yo iba estudiando los textos husserlianos en el

    orden recomendado, y tena consultas casi diarias con Fink, unindome

    de cuando en cuando al paseo filosfico que Husserl sola hacer todos

    los das con Fink y en que comentaban los resultados de los trabajos en

    curso.

    10

  • Recuerdos de Husserl

    Dentro de lo peculiar de estas conversaciones entraba el que uno mis-

    mo fuese tomado en seguida como interlocutor en el sentido ms estricto

    del trmino sin duda un interlocutor con menos experiencia, pero pre-

    cisamente por ello como alguien a quien poder convencer. Esperaban de

    uno objeciones y observaciones, que eran bienvenidas, y si no las haba,

    los silencios o las vacilaciones les servan para percatarse de ellas. Y as

    surga de repente, en los lugares en que uno se encontraba entre perpleji-

    dades, una problemtica insospechada, que el nuevo cuestionar haba

    abierto.

    Por aquel tiempo Husserl y Fink se ocupaban sobre todo de la proble-

    mtica de la reduccin fenomenolgica como llave del idealismo

    fenomenolgico trascendental. Fink se inclinaba a interpretar este idea-

    lismo como creador, y destacaba las analogas con el idealismo alemn,

    del que era un extraordinario conocedor, mientras que Husserl no dejaba

    nunca de remitir a la significacin del empirismo ingls, al que deba gran

    parte de su formacin. Pero Fink y Husserl insistan siempre por igual en

    que uno deba concentrarse sobre un problema concreto, singular, para

    desde l llegar a comprender y a aprender el significado general del mto-

    do fenomenolgico de cuyo alcance total slo mucho ms tarde me

    hice idea. Lo que en el caso de Fink impona singularmente era su arte de

    preguntar, que pareca no tener nunca fin. Haba en ello un innegable

    parecido con Heidegger, y sin duda la confrontacin no temtica con este

    pensador estaba constantemente producindose en Fink.

    Husserl, por su parte, subrayaba en toda ocasin lo inconciliable de su

    perspectiva con la de Heidegger. El intento de sintetizar ambas est con-

    denado al fracaso adverta Husserl, y haca alusin a los jvenes que

    una y otra vez haban intentado una sntesis tal, para verse siempre en un

    callejn sin salida. Acaso justamente en esto le haya sido fiel el propio

    Fink, quien abandon por entero los caminos de la fenomenologa tras-

    cendental-reflexiva cuando trat de acercarse desde el punto de vista del

    todo a los problemas de las grandes totalidades: espacio, tiempo, mundo.

    Husserl, en cambio, lleg incluso a ponerme en una ocasin ante la op-

    cin de, bien seguir los cursos de Heidegger, bien proseguir mis consultas

    con l y con Fink; aunque entendi perfectamente mi referencia a mis

    11

  • Jan Patoka

    obligaciones como becario y dej estar la situacin. Por lo dems, la im-

    presin que yo haba alcanzado acerca de la vasta problemtica de la

    investigacin husserliana era tan fuerte que apenas me quedaban ni tiem-

    po ni energa para trabajar sobre Heidegger.

    De Heidegger nunca habl Husserl con menosprecio, s crticamente,

    pero reconociendo sus dotes geniales. Mas para Husserl las dotes eran

    una fuente de obligaciones antes que un valor en s. l siempre se haba

    visto rodeado de hombres altamente dotados, y un modelo era el propio

    Fink. En cierta ocasin describi la primera aparicin de Fink en sus

    cursos: un estudiante en el cual repara, dado que escuchaba las lecciones

    sin tomar una sola nota, y as clase tras clase. Bonito cuadro, cuando le

    toque comparecer a examen pens para s. Pero el da del examen ese

    estudiante lo expuso todo cual si lo estuviera leyendo de un libro. Hay

    que pensar, pues, en Platn, que consideraba una memoria perfecta como

    la primera condicin de un ingenio filosfico.

    Rara vez el estudiante ve en el maestro venerado a un hombre con

    pre-ocupaciones, con sufrimientos, en dificultades humanas. Aquellos dos

    filsofos llevaban una vida que para m en aquel momento result una

    completa novedad; parecan no preocuparse de la opresiva realidad pol-

    tica que los rodeaba y que nolens volens determinaba sus destinos; ellos

    tenan una misin a la que entregaban fervorosamente sus vidas, y yo

    tuve as un primer ejemplo de cmo una vida espiritual en el autntico

    sentido puede, pese a todo, fructificar fuera de la existencia oficial. Lejos

    de m en aquel tiempo el reparar en las graves preocupaciones de Husserl

    acerca del destino de su obra, de ese ingente, diligente trabajo de cada

    da, de cada hora. No saba yo que un da tal preocupacin me tocara de

    cerca.

    Al despedirnos, Husserl me remiti para la continuacin de mi forma-

    cin a su antiguo ayudante Ludwig Landgrebe, que por esas fechas aspi-

    raba a una plaza de profesor en Praga, en la Universidad alemana con el

    Prof. Oskar Kraus; Landgrebe, como colaborador suyo que haba sido

    durante aos, me sabra dar cuenta de manera sobresaliente acerca de

    todos los problemas de la fenomenologa trascendental. Pero en Praga

    ocurri algo ms. Pues de Halle haba vuelto a su antigua patria Emil

    12

  • Recuerdos de Husserl

    Utitz, un hombre de amplios horizontes, de un gran sentido para captar

    posibilidades culturales, y un organizador de primera fila.2 Antiguo alum-

    no de Brentano, Utitz careca de comprensin para la esfera trascenden-

    tal, por lo cual pona el acento en la vertiente concreta y analtica del

    pensamiento de Husserl. Utitz concibi un grandioso plan de convertir a

    Praga en un centro de estudios fenomenolgicos. Segn el modelo del ya

    mundialmente famoso Crculo lingstico de Praga, haba que crear tam-

    bin un Crculo filosfico, en parte con los mismos miembros que el lin-

    gstico y en contacto con l. Y as, poco despus de la fundacin en

    1934 del Cercle philosophique de Prague pour les recherches de lentendement humaine

    por parte de los profesores de ambas facultades de filosofa: Utitz y J.B.

    Kozk, result que a mis conversaciones filosficas semanales con

    Landgrebe quien se revel un maestro de no menor liberalidad que la

    de Fink, en que los problemas husserlianos eran los dominantes, se

    sumaron las reuniones pblicas del Cercle con un programa mucho menos

    exclusivo.

    Hoy sabemos por los fundados trabajos de Elmar Holenstein lo mu-

    cho que los lingistas praguenses sin excepcin deban a las Investigaciones

    lgicas, gracias sobre todo a la mediacin del ms genial de entre ellos:

    Roman Jakobson. Este hecho, sin embargo, no les era patente a todos

    ellos por igual; entre los checos, lo era sobre todo para Jan Mukarovsky.

    Y el que tales paralelismos tericos no fueran sistemticamente cultiva-

    dos se cuenta entre las muchas posibilidades de la vida espiritual de aquella

    Praga que quedaron sin aprovechar. En todo caso, Landgrebe, que se

    haba habilitado con un estudio sobre los problemas de la filosofa del

    lenguaje de A. Marty, s se dejaba ver activamente por el Crculo lings-

    tico, Y Mukarovsky tom parte en nuestras reuniones. La capital del pas

    estaba entonces tan llena de estmulos y contactos intelectuales que ape-

    nas si era posible atender a todos en profundidad. Ah estaba la escuela

    de Brentano, en una versin notablemente endurecida, pero prosiguiendo

    siempre una tradicin de la que proceda la doctrina husserliana de la

    intencionalidad de la conciencia. Y haba tambin seguidores menos dog-

    mticos de esta lnea, como los amigos de Kafka: Brod y Weltsch, que

    estaban muy abiertos a los trabajos de anlisis. Hacia los representantes

    13

  • Jan Patoka

    del Crculo de Viena se mantena en general cierto distanciamiento, pero

    tambin ellos estaban en Praga, representados sealadamente por Philipp

    Frank y por Carnap, y dejaban sentir su influencia sobre algunos lingis-

    tas y filsofos. La teora pura del Derecho de Kelsen y Weyr tena poco

    que ver, claro est, con la fenomenologa, aunque Kelsen siempre habl

    con respeto de Husserl y se dej ver por el Crculo. Otra posibilidad de

    contacto intelectual la ofrecan los psiclogos de la escuela de Lindworsky.

    Pues bien, abarcando todo ello sobre la base de una teora fenomenolgica

    entendida en un sentido amplio al estilo de Investigaciones lgicas, Utitz pen-

    saba poder articular una comunidad de investigadores dedicados a las

    ciencias del espritu; comunidad que deba dejar margen de independen-

    cia a los individuos, pero que haba de tener el suficiente carcter propio

    como para diferenciarse hacia fuera con suficiente nitidez.

    Una ocasin para la fundacin del Crculo la ofreci el Congreso de

    Filosofa del ao 1934 en Praga. El Congreso estaba organizado por E.

    Rdl, el conocido filsofo checo e historiador de las teoras biolgicas.

    Rdl era un espritu sumamente peculiar, cuya personalidad impresiona-

    ba y descollaba, para nosotros sus estudiantes, por sobre el resto de los

    profesores locales, y cuyo significado, visto retrospectivamente, ha segui-

    do creciendo. Este peculiar filsofo de la vida y alumno crtico de Masaryk

    conceba la filosofa como anlisis tico-metafsico de los problemas de

    la Humanidad en el presente, y dio en la idea de articular el Congreso en

    torno al problema de la crisis de la democracia.

    Tan elevado propsito vino, sin embargo, a fracasar. Los filsofos so-

    viticos no aparecieron, los alemanes enviaron a Hellpach, Heyse y otros

    parecidos, que no hicieron contrapeso a los neutrales como Nicolai

    Hartmann;3 el defensor francs de la democracia, el senador Barthlmy,

    se desenmascar ms tarde como un antidemcrata nada raro que los

    italianos estuvieran tan amables con l. As, lo que originariamente era

    secundario en el Congreso se convirti en principal; el Congreso fue la

    primera aparicin conjunta del Crculo de Viena, que ante la derrota de

    los vitalistas del momento (Driesch mismo estaba presente) hizo pbli-

    cas sus tesis antimetafsicas. E inesperadamente, en virtud de esta com-

    parecencia de lo no oficial junto a las delegaciones oficiales, en virtud de

    14

  • Recuerdos de Husserl

    los desafos de un pensamiento que se desentiende de encargos polticos

    controlables todo lo cual encarnaba en concreto el espritu democrti-

    co, se hizo realidad el propsito fundamental de Rdl. A ello contribu-

    y tambin la carta de Husserl al Congreso, que versaba sobre la misin

    universal de la fenomenologa uno de los avances de la problemtica

    de La crisis. Desde Polonia aparecieron asimismo por Praga importantes

    personalidades: Ingarden cruz armas con los neopositivistas en el Con-

    greso, y fue la primera vez en que yo tuve ocasin de escuchar y de hablar

    con este estudioso y crtico, extremadamente fino, del trascendentalismo

    husserliano. Todo ello result la ocasin concreta para la fundacin del

    Crculo, a lo que se sum un motivo de gran importancia, que Utitz, con

    su agudo sentido para lo necesario, capt como una de las misiones capi-

    tales que promover desde el Crculo, y a la vez como una de sus

    legitimaciones capitales. La misin no era otra que la gran preocupacin

    de Husserl, la preocupacin por su legado cientfico. El Prof. Kozk, que

    era diputado del Parlamento checoslovaco, se encarg de conseguir fon-

    dos y obtuvo una primera financiacin, ciertamente modesta pero sufi-

    ciente para empezar. Se concretaron entonces los planes para hacerse

    cargo del material estenografiado existente y para asegurarlo

    mecanogrficamente.4 Se concibi al mismo tiempo la idea de invitar a

    Husserl a una conferencia a Praga. Y yo, que ejerca como secretario checo

    del Crculo (el secretario alemn era un joven pedagogo de la Facultad de

    Filosofa, el profesor Kurt Grube), acept entusiasmado el encargo de

    visitar a Husserl en las Navidades de 1934 para hacerle entrega de la

    invitacin.

    Los desvelos de Husserl por la suerte que poda correr su trabajo cien-

    tfico ms esforzado venan de antiguo. El origen en el tiempo de su pre-

    ocupacin coincidi con el predominio de la direccin heideggeriana en

    el seno de la fenomenologa. A lo que se aadieron, despus de 1933, los

    temores de orden poltico, para los que haba fundamento de sobra. Husserl

    se haba convertido en un exiliado interior en su pas, y ya no poda

    esperar ninguna proteccin de parte de instancias pblicas. En tales cir-

    cunstancias, ni el Crculo de Praga ni la propia Checoslovaquia consti-

    tuan, claro est, aliados demasiado poderosos, pero s eran un rayo de

    15

  • Jan Patoka

    luz en una oscuridad que pareca sin esperanza. Sentir una misin filos-

    fica y tambin humana de autntica grandeza, como impulso que anima

    toda una vida de trabajo, y tener luego que contemplar cmo el destino

    de ese trabajo es una botella arrojada al mar: tal era ao tras ao su per-

    manente afliccin. Por entonces todo ello se vea ms como una enorme

    anomala; lejos an el pensamiento de que un destino como aqul pudie-

    ra estar adelantando abstraccin hecha de la grandeza de la misin

    lo que en un tiempo prximo iba a suceder a los intelectuales de gran

    parte de Europa, e indirectamente de todo el mundo. Se viva an con

    una sensacin de relativa seguridad: Alemania estaba aislada, y las debi-

    lidades morales del ncleo poltico decisivo de la Europa occidental no

    se haban manifestado tampoco las nuestras! de la manera tan pa-

    tente en que lo haran unos aos despus. Se crea que an haba funda-

    mentos para poder alentar esperanzas y concebir planes. En este ambien-

    te se pasaban por alto las voces de los refugiados que daban noticia del

    gigantesco rearme del rgimen hitleriano, como la de mi amigo berlins J.

    Klein, que de camino hacia Amrica disert en Praga sobre historia del

    lgebra.

    La vinculacin de Husserl con su antigua patria era dbil, pero perviva

    un motivo de notable intensidad: su relacin con la personalidad de

    Masaryk. Durante mi estancia en Friburgo en la Navidad de 1934, la

    conversacin gir con frecuencia en torno a Masaryk. Husserl recordaba

    con agrado el ao de estudios que ambos compartieron en Leipzig, la

    convivencia en casa de los Ghring, la Sociedad Filosfica de Leipzig

    as como tambin el que fuera Masaryk quien le anim a ir a Viena a

    estudiar con Brentano. Husserl saba de lo mucho que haba hecho Masaryk

    por el Archivo Brentano y por ello tena alguna esperanza puesta en l.

    Filosficamente no significa mucho, pero como personalidad moral es

    nicotal era su opinin. Tambin recordaba cmo Brentano haba di-

    cho de Masaryk que de entre sus alumnos era el que se haba interesado

    ante todo por las consecuencias prcticas de las doctrinas filosficas.

    En Nochebuena recib de Husserl un regalo extraordinario. A primera

    vista no muy aparente un trozo de madera de color marrn claro, se

    revel como un sencillo atril de lectura, para disponer sobre l el libro de

    16

  • Recuerdos de Husserl

    estudio. Era el atril que, al partir de Leipzig, Masaryk le haba dejado al

    joven matemtico que se interesaba por la filosofa, y que ste haba con-

    servado desde finales de la dcada de los setenta en memoria fiel del

    amigo. Me convert as en el heredero de una gran tradicin de la que

    nunca me he sentido suficientemente digno. Cuando Husserl supo que yo

    no haba tenido an oportunidad de hablar con el entonces Presidente de

    la nacin, medio asimismo una carta personal para entregrsela al propio

    Masaryk lo que por desgracia no pudo ser, ya que muy pronto en el ao

    1935 Masaryk enferm. La carta s fue entregada en el Castillo Lana a su

    secretario, y yo, como su portador, fui recibido con todos los honores;

    pero ya no haba posibilidad de una recepcin infortunio que ms tarde

    se repiti con Husserl durante su visita a Praga.

    Tambin Eugen Fink se encontraba de nuevo en Friburgo, y pudimos

    reanudar conversaciones al estilo del ao anterior. La Navidad fue tan

    suave en el Schlossberg haban empezado a florecer las forsitias que

    haba la tentacin de proseguir el paseo filosfico hasta cerca de San

    Gtilio. Tambin Hans Lassner haba venido de Viena, e hizo muchas fo-

    tos de Husserl, unas fotos pequeas y bellas que luego circularon por

    aqu y por all. En esta Navidad fue cuando se acordaron los viajes de

    conferencias de Husserl a Praga y a Viena.

    En mayo habl Husserl en Viena, y en noviembre en Praga a invita-

    cin del Crculo: fue el momento culminante de la actividad y la existen-

    cia del Crculo. El gran pensador lleg a Praga, como antes a Viena, dis-

    puesto a hablar de la problemtica acuciante del presente, pero de una

    manera aun ms profunda y original, ya que por primera vez todo descan-

    saba sobre el problema del mundo de la vida, siempre omitido. Bajo la

    crisis que se haba desencadenado en la ciencia pese a todos sus xi-

    tos, se vea surgir en la conferencia el problema de la razn y la crisis

    de la Humanidad; se volva la vista hacia una crisis de la Ilustracin que

    con el paso de los siglos se ahondaba ms y ms, y que no haba de supe-

    rarse abandonando la razn sino conquistando una cota an insospecha-

    da de racionalidad y de ciencia. Qu contraste con las conferencias de

    Pars en que la concepcin se desplegaba en el puro empreo de un pensar

    que construye de nuevas, mientras que aqu una voz clamaba por la con-

    17

  • Jan Patoka

    versin, una voz que traa el mensaje de la filosofa a una Humanidad en

    extremo peligro! Husserl dio una conferencia en la Facultad de Filosofa

    de la Universidad alemana, otra en la de la checa; improvis luego una

    sesin en el seminario de Utitz y otra ms entre los checos del Cercle

    Linguistique, donde el anfitrin fue en realidad Roman Jakobson. Era cosa

    de recordar, ahora de nuevo, la antigua escena en que se dijo: enemigos,

    pero sobre todos la fenomenologa. El xito volvi a ser enorme; la im-

    presin que produjeron la persona de Husserl y la energa solitaria de su

    pensamiento fue extraordinaria. Nunca antes y nunca despus vio nues-

    tro Auditorium maximum un acontecimiento como aqul. Nunca nadie habl

    tales palabras entre nosotros, nunca el espritu de la filosofa conmovi

    con tal inmediatez.

    Amigos del filosofar husserliano vinieron de Viena a Praga para escu-

    char a Husserl y para participar de la comn preocupacin por el pensa-

    dor y su obra. Fritz Kaufmann y Alfred Schtz departieron con Husserl, e

    incluso trazaron planes, demasiado ambiciosos, de cara a un posible tras-

    lado del pensador. Haba llegado, pues, el momento de ponerse a trabajar

    sobre los escritos estenografiados. Landgrebe parti para Friburgo con el

    propsito de, conjuntamente con Fink y Husserl, elaborar un cuadro ge-

    neral de la situacin y trasladar material a Praga. Sobre sus hombros recay

    el grueso del trabajo como volvi a ocurrir luego, con la preparacin de

    la edicin de Experiencia y juicio. El Cercle inici un ciclo de conferencias

    sobre la esencia del espritu, que al igual que la primera parte de La crisis

    apareci en la revista belgradense de refugiados Philosophia, que diriga

    Arthur Liebert. Estaba tambin en preparacin, con tiempo suficiente,

    una aparicin conjunta en el Congrs Descartes, previsto para 1937 en Pars.

    Pero entre el Congreso y nosotros se interpuso el ao de oscuridad de

    1936: ocupacin de Renania, vuelco en la situacin poltica a consecuen-

    cia del rearme alemn, guerra civil espaola. Desde este momento empe-

    z a sentirse cmo el huso de anank giraba hacia el sinsentido. En nues-

    tro pas reinaba la crisis y creca la tensin poltica; aunque todava se

    segua teniendo esperanzas y se trabaja con empeo. Durante su estancia

    en Praga, Husserl me haba urgido a terminar mi habilitacin. El escrito,

    que trabajaba temas husserlianos, en especial el tema del mundo de la

    18

  • Recuerdos de Husserl

    vida, qued listo en 1936.5 Tambin los trmites ulteriores de la habilita-

    cin se desarrollaron con normalidad en 1937.

    Lo que ya no discurri con normalidad fue la vida del Crculo. Un da

    nos abandonaron todos los alemanes no judos y no emparentados con

    judos. La propia presidencia del Crculo tena que ser renovada, y la pre-

    sin externa sobre la Repblica se hizo notar hasta en cuestin aparente-

    mente tan minscula.

    La aparicin del Cercle en Pars no fue un xito brillante, aunque s

    constituy una primera aparicin internacional de un grupo

    fenomenolgico, un primer simposio fenomenolgico. Con la ciudad en-

    vuelta en una atmsfera incierta que se manifest externamente en la

    desorganizacin de la Exposicin Universal, sal de Pars hacia Friburgo

    con intencin de ver y de informar a Husserl. No sospechaba que iba a

    ser mi ltima ocasin de hablar con l.

    Ya antes del Congreso se haban producido prdidas muy penosas:

    muerte de Masaryk, desmoronamiento de Rdl. 6 Pero ahora encontr a

    Husserl, el hombre del coraje inconmovible para la claridad, en un estado

    de nimo no menos penoso. l saba de la contrariedad terrible de la

    situacin, y no se haca ningn tipo de ilusin: el sueo checoslovaco ya

    se haba soado;7 la obra de su vida quedaba otra vez librada a las tinie-

    blas; para su pas no vea ninguna esperanza. Hablaba con mesura y pru-

    dencia, pero en un tono totalmente distinto de aquel al que estbamos

    acostumbrados, en el tono que le dictaba la fra ponderacin de la situa-

    cin. No es que predijera nada, y ciertamente no el depravado desenlace

    posterior, pero todas las eventualidades parecan desesperadas para su

    trabajo filosfico. Claro que entretanto no caba ms que proseguir la

    tarea. El ltimo da de mi estancia, al llamar por telfono, supe por Malvine

    Husserl que l se haba resbalado en el bao y se haba lesionado seria-

    mente. No hubo ya ocasin de despedirme. Aqul fue el accidente a par-

    tir del cual se desarroll la fatal pleuresa de la que ya no se recuper. En

    mi camino de regreso hacia la frontera bohemia haba tropas por todos

    lados, multitud de unidades motorizadas. A Husserl le fue ahorrado vivir

    la anexin de Austria (y a fortiori la catstrofe checoslovaca).

    19

  • Jan Patoka

    Por la narracin de la hermana Adelgundis Jaegerschmidt se ha sabido

    cun penoso result ese final, tanto por el dolor fsico como por el des-

    asosiego de la amenaza sobre la obra de su vida.8 Eugen Fink ha relatado,

    no obstante, cmo cierto da se lleg a un lmite en el que Husserl ya se

    apart por entero de estas cuitas mundanas las ms arduas por ser las

    ms espirituales y mir enteramente en otra direccin, y cmo ello le

    trajo alivio. Cabe quiz conjeturar que este quedar libre para la muerte

    fue una suerte de desprendimiento por su parte.

    Sobre su tumba Eugen Fink pronunci las palabras de despedida.9 Dado

    que yo haba asumido entonces, durante medio ao, la edicin de la revis-

    ta filosfica checa Ceska Mysl, pude ofrecer una traduccin de ellas. El

    Crculo organiz asimismo un encuentro en memoria del maestro de la

    fenomenologa, en el cual Langrebe y yo mismo tuvimos ocasin de ha-

    blar. Por estas fechas la editorial Marcus de Breslau se haba trasladado

    precisamente a Praga, y quiso asumir la edicin de escritos que salieran

    del Crculo. El folleto con los discursos en memoria de Husserl fue el

    primer nmero de la serie de publicaciones. El segundo, la edicin de

    Landgrebe del texto Experiencia y juicio. El libro apareci poco antes de la

    ocupacin de Praga por las tropas de Hitler, y la tirada, salvo algunos

    ejemplares, fue en seguida incautada y destruida. Despus de la guerra

    pude yo hacer llegar a Landgrebe un ejemplar para la nueva edicin.

    No entrar aqu a describir el final, la disolucin del Crculo y la inte-

    rrupcin de su actividad. Es ya otra historia: la de la separacin de los

    amigos, el aislamiento. Mejor ser poner sobre esta sombra estampa al-

    gunos acordes ms claros. Pues poco despus del Pacto de Munich apare-

    ci por Praga el salvador con quien nadie haba contado, con quien el

    propio Husserl nunca cont dado que nunca lo haba visto. 10 De este

    hombre, Herman Leo Van Breda, puede decirse sin exageracin que puso

    su vida a la causa de Husserl, que incluso la sacrific a ella. l mismo ha

    relatado cmo lleg a salvar la obra de la vida de Husserl. 11 Pero en

    realidad hizo mucho ms: llev a Fink y a Landgrebe a Lovaina, organiz

    el trabajo del Archivo-Husserl, no dej de incorporar nuevos y nuevos

    colaboradores, hizo accesible el pensamiento de Husserl a otros pensa-

    dores a los pensadores franceses ya durante la guerra, protegi du-

    20

  • Recuerdos de Husserl

    rante toda la guerra, con grave riesgo de su propia persona, a la Sra. Malvine

    Husserl. En suma, salv a Husserl para la poca de la posguerra e hizo

    accesible su obra al mundo filosfico. Tambin nuestros propios desaso-

    siegos los ha asumido Van Breda, y l ha llevado a trmino una empresa

    que ninguna otra institucin sin su disposicin al sacrificio y sin su ejerci-

    cio personal de conciencia habra siquiera concebido. Despus de la gue-

    rra la situacin entre nosotros no slo ya no fue propicia para una edicin

    de Husserl, sino que tal cosa era sencillamente imposible.

    Traduccin de Agustn Serrano de Haro.

    NOTAS DEL TRADUCTOR

    1. Se refiere al pensador ruso nacionalizado francs George Gurvitch, cuyas confe-

    rencias especiales o cursos libres en la Sorbona entre 1928 y 1930 se publicaron

    resumidos bajo el ttulo Tendences actuelles de la philosophie allemand. (La obra se tradujo

    rpidamente al espaol: Nuevas tendencias de la filosofa alemana, Madrid, Aguilar,

    1931.)

    2. Utitz, que tambin era judo, haba tenido que abandonar su ctedra de

    filosofa en la Universidad de Halle.

    3. En las Actas del Congreso aparece J .E. Heyde, no el filsofo nazi Hans Heyse.

    4. Husserl redactaba sus manuscritos en un antiguo sistema taquigrfico alemn

    (estenografa Gabelsberger) que el pensador haba adaptado a sus necesidades de re-

    flexin y expresin y modificado para su propio uso.

    5. El escrito de habilitacin lleva por ttulo El mundo natural como problema filosfico.

    Se reedit en Praga en 1970, con un apndice El mundo natural en las reflexiones del

    autor treinta y tres aos despus.

    6. Masaryk, que en 1934 haba ganado por tercera vez las elecciones a la Presidencia

    de la Repblica, tuvo que abandonar el cargo al ao siguiente a consecuencia de la

    enfermedad que le llevara a la muerte en septiembre de 1937. Una penosa enfermedad

    retir asimismo de la vida pblica a Rdl, quien fallecera en 1942.

    7. La frase refleja un famoso apunte husserliano de 1935, en que a propsito de la

    idea de la filosofa como ciencia estricta el filsofo dice que el sueo ya se ha

    soado (La crisis de las ciencias europeas, Husserliana VI, p. 508). El sentido de la

    expresin husserliana ha dividido a los intrpretes, y no es del todo claro que

    signifique, como s lo hace, en cambio, la de Patoka, que la empresa haba fracasado.

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  • Jan Patoka

    8. Gesprche mit Husserl [Conversaciones con Husserl], en: Stimmen der Zeit

    199 (1981).

    9. Pueden leerse en Perspektiven der Philosophie 1 (1975).

    10. El Pacto de Munich tuvo lugar, como se recuerda, en septiembre de 1938. Los

    primeros ministros de Francia (Daladier) y Gran Bretaa (Chamberlain) firmaron con

    Hitler y Mussolini la segregacin de los Sudetes (parte norte de Bohemia y Moravia, de

    poblacin mayoritariamente alemana) de la Repblica checoslovaca y su anexin al

    Reich alemn. Checoslovaquia no tuvo voz en el acuerdo de su desmembramiento, y el

    Pacto signific de hecho su fin como Estado independiente: as se consum en la

    primavera de 1939 con la ocupacin de Praga por las tropas hitlerianas y la creacin del

    Protectorado alemn de Bohemia-Moravia.

    11. Die Rettung von Husserls Nachlass und die Grndung des Husserl-Archivs

    [El rescate del legado de Husserl y la fundacin del Archivo Husserl], en: Husserl et la

    Pens e Moderne (Phaenomenologica 2), La Haya, Martinus Nijhoff, 1959.

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