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Humanismo hispanoamericanoHispanoamerican humanismAMBROSIO VELASCO GMEZ Universidad Nacional Autnoma de Mxico noma Mxico Resumen: El artculo busca elucidar el papel que ha tenido el pensamiento hispanoamericano en el acontecer de Hispanoamrica como realidad histrica. En respuesta a este problema se sostiene que desde el origen mismo de Hispanoamrica en el siglo XVI se han confrontado continuamente dos tradiciones: una que podemos caracterizar como un humanismo republicano y multiculturalista y otra opuesta que se destaca por ser imperialista, homogeneizante y absolutista. La primera es verdaderamente una tradicin crtica, plural y en constante dilogo reexivo, que ha orientado movimientos emancipadores como el de los Comuneros de Valladolid de 1520 o la resistencia a la dominacin imperial en Amrica, protagonizada en el siglo XVI por Bartolom de las Casas y Alonso de la Veracruz y, ms tarde, en los siglos XVII y XVIIII, por humanistas criollos, como Clavijero, Alegre, Talamantes, Teresa de Mier, entre otros. La posicin opuesta, la imperial y absolutista, ms que una tradicin es una doctrina orientada a la justicacin de diversas formas autoritarias de dominacin. Ante esta confrontacin, el artculo se alinea en la posicin de los humanistas del exilio espaol como Jos Gaos, Joaqun Xirau y Adolfo Snchez Vzquez a favor del humanismo republicano y pluralista que mantiene hoy en da plena vigencia para orientar la construccin de una Hispanoamrica donde puedan desarrollarse libremente la pluralidad de pueblos, naciones y estados que la constituyen. Palabras clave: Hispanoamrica, humanismo, republicanismo, multiculturalismo, imperialismo. Abstract: The purpose of this paper is to discuss the signicance of Hispanoamerican thought in the constitution of Hispanoamerica as a historical process. I sustain that we can distinguish two opposed intellectual traditions that are in an agonistic confrontation since the XVI century: On one hand we have a critical, pluralistic and emancipatory humanism, oriented by republican ideals and engaged with the defense of human rights. Among the most important representatives of this tradition we can mention Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Alonso de la Veracruz, Bartolom de Las Casas, Clavijero, Talamantes, Teresa de Mier, Hidalgo, Morelos. On the other hand, there is a colonialist and authoritarian tradition that starts with Palacios Rubio and Gins de Seplveda at the time of the Spanish conquest and goes on through the XIX century with monarchists in Spain and intellectuals that justied authoritarian regimes as necessary to impose order and social progress in several Latinamerican countries. This authoritarian tradition still continues in the XX century in both Hispanoamerican hemispheres. At the conclusions I argue that our professors of the Spanish Exile Gaos, Snchez Vzquez, Xirau) were conscious of this agonistic conict between these two opposed traditions and they hold a clear and strong determination to strengthen the republican humanism as necessary to build up an authentic, pluralist and independent Hispanoamerican world. Key words: Spanish America, humanism, republicanism, multiculturalism, imperialism.

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ISSN: 11368071

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I. Introduccin Ningn hecho ha transformado tan radicalmente la historia como la toma de conciencia de que adems del Viejo Mundo exista un Nuevo Mundo: Amrica. Y fueron precisamente las naciones ibricas quienes al descubrir, conquistar e imponer su dominio sobre las tierras, los pueblos y los reinos del Nuevo Mundo, dieron origen a Iberoamrica y con ella a la modernidad. As, Iberoamrica es un acontecimiento fundante de la poca moderna. Posteriormente se suma la construccin de la otra Amrica, de la Amrica inglesa, que en el transcurso de tres siglos se convierte en la expresin paradigmtica de la Modernidad, orillando a Iberoamrica y especialmente a su parte hispana a un espacio pre o antimoderno. As pues, Hispanoamrica, no obstante constituir la primera Amrica, y abrir el camino a la Modernidad, se convierte en la reconstruccin historiogrca en la anttesis de la Modernidad, en la Amrica atrasada, subdesarrollada, fuera de la marcha progresiva de la historia.1 Hegel y Marx en el siglo XIX y muchos escritores anteriores y posteriores cultivaron y difundieron esta imagen de Hispanoamrica. La peor parte de esta descalicacin injusticada corresponde a la Amrica hispana, por dos motivos. Primero por ser colonia, que desde el momento del descubrimiento y conquista de Amrica fue considerada como tierra de brbaros a los que los europeos tenan que cristianizar y civilizar. En segundo lugar porque fuimos conquistados y dominados cultural y polticamente por Espaa, que comparada con la Europa del norte se le vea ms medieval que moderna. En la Amrica hispana, especialmente los criollos se resistieron a aceptar esta posicin de atraso y subdesarrollo, dando evidencia al mundo entero de la vala cultural propia. Los artistas y humanistas de Espaa hicieron lo propio. La interpretacin, reconstruccin y revaloracin del pensamiento hispanoamericano implica el desarrollo de una visin de Hispanoamrica no dependiente de Angloamrica, ni del mundo anglosajn, ni francs, ni europeo en general. La situacin hermenutica necesaria para la interpretacin objetiva del pensamiento hispanoamericano es precisamente la realidad inter-nacional, inter-cultural, inter-continental que constituye Hispanoamrica. Desde esta situacin y horizonte hermenuticos una pregunta fundamental que cabra hacerse es: desde dnde y hacia dnde deviene Hispanoamrica? Cul es el papel del pensamiento hispanoamericano sobre el sentido del acontecer de Hispanoamrica como realidad histrica? Jos Gaos consider que el pensamiento hispanoamericano tiene una orientacin emancipadora y antiimperialista y atribuye este carcter al movimiento iniciado en el siglo XVIII en Espaa y Amrica [que] se presenta, pues, como un movimiento nico de independencia espiritual y poltica, por respecto a una vieja Hispano-Amrica imperial y de una plural Hispano-Amrica nueva, con una constitutiva ideologa ochonovecentista, democrtica, liberal, republicana, antiimperialista.21 Cfr. OGORMAN, E., Mxico el trauma de su historia, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1977. 2 GAOS, J., El pensamiento hispano-americano, Pensamiento de lengua espaola. Pensamiento espaol, Obras Completas, Tomo VI, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1990, p. 40.

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Yo destacara el carcter republicano y antiimperialista y agregara otro rasgo ms: multiculturalista. Pero a diferencia de Gaos, considero que este carcter republicano, antiimperialista y multiculturalista ha estado presente desde el inicio mismo de Hispanoamrica en confrontacin agnica con otra tradicin tambin hispnica de carcter imperialista, absolutista y homogeneizante. Dicho de otra manera, el pensamiento hispanoamericano se caracteriza por la constante confrontacin de dos tradiciones: una de carcter imperialista, dogmtica, homognea, otra de naturaleza antiimperial, independentista, republicana y multicultural. Estas dos tradiciones, con matices y transformaciones, han estado en lucha desde el siglo XVI hasta nuestros das, pasando desde luego por la poca de la Ilustracin borbnica del siglo XVIII, por las independencias latinoamericanas del siglo XIX, por los tiempos de la construccin de la Repblica espaola. Los maestros del exilio espaol han visto con claridad las confrontaciones entre estas tradiciones, inclinndose obviamente por la antiimperialista y republicana, a la que consideran como el autntico humanismo hispanoamericano. Al respecto, Joaqun Xirau seala:El espritu de los grandes humanistas revive, en el proyecto de autonoma y federacin de los pueblos hispanos formulado por el Conde Aranda, mucho antes que se pensara en el Comonwealth ingls, anima las doctrinas de Jovellanos, de Covarrubias, de Quintana revive en la solemne denicin de las Cortes de Cdiz segn la cual la nacin espaola es la reunin de todos los espaoles de ambos hemisferios. Es el espritu de Hidalgo y de Morelos, de Riego y de Mart, de Torrijos y de Larra, de P y Margall y de Giner La aspiracin a una federacin de pueblos hispanos de Bolvar y las anctionidas de Panam, no son sino la realizacin parcial del proyecto de sociedad humana de Vives y de Vitoria y del de la federacin espaola del Conde de Aranda.3

En una perspectiva coincidente con Xirau, Adolfo Snchez Vzquez concibe al humanismo hispnico como una tradicin centenaria, que desde tiempos de Luis Vives y Cervantes hasta la Segunda Repblica espaola ha estado en lucha agnica contra una tradicin imperial y dogmtica que nada tiene de humanista:Ciertamente la patria que duele o la que se exalta, se suea o idealiza no tiene nada que ver con la Espaa imperial, eterna de la doctrina franquista de la hispanidad. Es en verdad su anttesis: la Espaa quijotesca, humanista que a lo largo de los siglos desde Luis Vives y Bartolom de Las Casas hasta Antonio Machado ha tratado de liberarse una y otra vez la guerra civil ha sido su ltimo y frustrado intento de su carroa espiritual y su misin material.4

Antes de analizar algunos momentos relevantes de la confrontacin entre la tradicin del humanismo hispanoamericano y el pensamiento imperial absolutista convendr analizar, aunque sea brevemente, el propio concepto de tradicin y su relacin con la losofa.XIRAU, J., Humanismo espaol, Cuadernos Americanos, I, 1, 1942, p. 132. SNCHEZ VZQUEZ, A., Del destierro al transtierro, A tiempo y destiempo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2002, p. 598.3 4

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II. Tradiciones loscas en el pensamiento hispanamericano Hemos sealado que el rasgo ms destacado del pensamiento hispanoamericano es su carcter republicano, antiimperialista y multiculturalista. Cabe preguntar si tal aspecto poltico-ideolgico del pensamiento hispanoamericano puede considerarse losco. Como bien seala Jos Gaos, la respuesta depende de qu entendamos por losofa. Si por ella entendemos un sistema terico de naturaleza metafsica y de aspiracin universal, entonces, ciertamente, el pensamiento hispanoamericano representa una mxima distanciacin del pensamiento relativamente a la losofa. Si por el contrario, tambin se incluye en la losofa la reexin axiolgicamente comprometida para comprender las circunstancias especcas y proponer soluciones a los problemas ms importantes que se generen en la cultura, la sociedad, el estado en el mundo real, reconociendo la esencial diversidad de la reexin losca, su carcter dialgico y falible, entonces ciertamente el pensamiento hispanoamericano, especialmente en su aspecto poltico-ideolgico es una manifestacin de la losofa hasta de relieve singular.5 As pues, tenemos otra caracterstica singular del pensamiento hispanoamericano que es su carcter prctico, comprometido con las circunstancias, siempre variables, y, por ello, la misma losofa es diversa, cambiante, polmica, pblica, con una clara orientacin pedaggica. En este sentido, la losofa hispanoamericana representa una expresin paradigmtica de lo que Kant llam el uso pblico de la razn, cuyo discurso aspira a persuadir razonablemente al gran auditorio, al gran pblico y no tanto a demostrar ante unos cuantos iniciados, de manera rigurosa y metdica, ciertos principios o tesis. Este carcter pblico de la losofa corresponde a lo que Adolfo Snchez Vzquez considera el verdadero compromiso intelectual [que] se propone deliberadamente producir cierto efecto social como el de inuir en las conciencias y promover determinado comportamiento intelectual y colectivo....6 Desde luego, el carcter prctico y dialgico de la losofa poltica hispanoamericana no excluye el recurso a principios tericos, a la argumentacin, acorde a reglas lgicas. Pero todo ello se enmarca en una lgica dialgica ms que en una lgica de la demostracin, que llama a la formacin de acuerdos, de consensos, donde la razn prudencial priva sobre la metdica y la demostrativa. La naturaleza prctica, plural, discursiva, dialgica y prudencial de la losofa hispanoamericana, le imprime el carcter propiamente de una tradicin intelectual, en el sentido que se le ha dado a este concepto en el mbito de la losofa contempornea (Polanyi, Oakshott, Popper, Kuhn, Gadamer, MacIntyre, Pocock, Laudan, Shills, entre otros). En trminos generales, una tradicin intelectual puede entenderse como un entramado de teoras, interpretaciones, prcticas, valores e instituciones que sobre un conjunto de problemas tericos y prcticos, se desarrollan histricamente a travs deGAOS, J., Pensamiento en lengua espaola, p. 96. SNCHEZ VZQUEZ, A., tica y Poltica, Mxico, Facultad de Filosofa y Letras, UNAM Fondo de Cultura Econmica, 2007, p. 57.5 6

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controversias internas y externas.7 Desde la perspectiva de las tradiciones, las obras especcas que se enmarcan en tradiciones denidas estn condicionadas por ciertos presupuestos (prejuicios) tericos, axiolgicos, conceptuales e ideolgicos, pero al mismo tiempo esas obras contribuyen a la transformacin de la tradicin. Adems, en el mbito poltico, las tradiciones no slo tienen consecuencias en el campo intelectual, sino tambin en el institucional y prctico. Jos Gaos, adelantndose a varias de estas concepciones loscas contemporneas, considera que el pensamiento losco debe interpretarse en funcin de tradiciones especcas:Un mnimo siquiera de continuidad, de unidad, no slo nominal, sino real, de tradicin, de determinacin, liga de hecho a la realidad las posibilidades, la creacin, la libertad: de la mezcla ntima de realidad y posibilidades, de tradicin y creacin, de determinacin y libertad de tradicin creadora o de tradicional creacin ... est de hecho, de hecho metafsico, amasada la historia, la historia humana.8

El concepto de tradicin nos ha de servir en este trabajo para comprender el origen y el sentido de la losofa hispanoamericana en su aspecto poltico-ideolgico, en su compromiso con la realidad hispanoamericana. En los siguientes apartados se mostrarn lineamientos del desarrollo del pensamiento poltico hispanoamericano a travs de la confrontacin entre una tradicin republicana y multiculturalista por un lado, y la otra tradicin imperialista y absolutista. Estas confrontaciones se expresaron con intensidad al momento mismo de la conformacin del mundo hispanoamericano a raz de la conquista y la dominacin espaola en Amrica. III. Humanismo multiculturalista Iberoamericano El descubrimiento del Nuevo Mundo caus en Europa una verdadera conmocin cultural. Ante las radicales diferencias entre Europa y Amrica, hubo muy distintas respuestas: desde las que ponan en duda el carcter racional y humano de los habitantes del Nuevo Mundo, hasta los que lo consideraban un verdadero paraso de la Edad de Oro, en la que los hombres an conservaban su sana inocencia. Pero ms all de estos extremos, la verdadera polmica se centr en las cuestiones acerca del carcter brbaro, incivilizado de las personas y pueblos del Nuevo Mundo. Desde comienzos del siglo XVI, apenas unos cuantos aos despus de que Coln llegara a tierras americanas, se formaron dos posiciones opuestas. Por una parte, aqullas que consideraban que la radical diferencia entre occidentales e indios era prueba contundente de que no conocan la Ley Natural a la que todo orden social debe adecuarse y atribuan este7 Sobre el concepto de tradicin vase mi artculo Universalismo y relativismo en los sentidos loscos de tradicin, Dinoia, Anuario de Filosofa, XLIII, 43, 1997, pp. 125-145 o vase tambin mi libro Republicanismo y Multiculturalismo, Mxico, Siglo XXI Editores, 2006, cap. I, pp. 19-34. 8 GAOS, J., op. cit., p. 97.

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desconocimiento a la incapacidad racional de los indios. Se trataba pues de amentes inmaduros o propiamente brbaros, que deberan ser dominados, educados, civilizados y evangelizados, de acuerdo a los rectos principios de la civilizacin europea. Por el contrario, otro grupo de humanistas, principalmente frailes misioneros, por encima de las diferencias culturales reconocan en los pueblos indios plena racionalidad, capaces de gobernarse a s mismos de acuerdo a la Ley natural. En el primer grupo se destacaron pensadores como Lpez de Gmara, Palacios Rubio y desde luego Gins de Seplveda. En el segundo, cabe sealar a Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Alonso de la Veracruz y Bartolom de Las Casas. Entre estos dos grupos haba posiciones intermedias, ms o menos cercanas a la reivindicacin de la grandeza de las civilizaciones prehispnicas, pero que consideran a las creencias y prcticas religiosas de los indgenas verdaderamente demonacas y perversas. Fray Bernardino de Sahagn es la gura ms destacada de esta posicin, que oscila entre la admiracin y la condena a las civilizaciones prehispnicas. Al respecto, Luis Villoro seala:En resumen: encontramos la Historia de Sahagn desgajada en dos vertientes. La primera parece conducida hacia una meta prctica: convencer de la necesidad de destruir la religin aborigen y de guardarse contra sus insidias. La segunda persigue meta bien distinta: convencer igualmente de la necesidad de una vuelta a las sabias leyes naturales del indio. De all que inconscientemente aparezca el mundo indgena en valoraciones tan diversas segn se le considere desde una u otra meta. En lo natural habr que respetar sus leyes y el orden de su sociedad que se nos maniesta con bellos colores, en lo sobrenatural habr que destruir la mancha idoltrica que se nos revela perversa y demonaca.9

Esta posicin intermedia, ambivalente e inclusive contradictoria fue ciertamente la predominante en el siglo XVI. Adems de Sahagn tambin la mantuvieron Vasco de Quiroga, Motolinia, Zumrraga, entre otros. Se trataba de integrar dos visiones incompatibles: la interna propia de los naturales, que desde una perspectiva etnolgica haban logrado desarrollar los humanistas recin llegados, y la externa que desde su vocacin misionera y evangelizadora imponan los frailes misioneros. Las otras dos posiciones extremas, consideraban slo un punto de vista: el interno, propio de los indios, reconocindoles plena racionalidad y legitimidad a su civilizacin, incluyendo sus creencias religiosas; o bien, la posicin opuesta que slo vea y juzgaba a los particulares desde la perspectiva externa occidental, considerndolos brbaros y condenando su cultura en general y no solo en su aspecto religioso. Los primeros, asumieron una posicin radicalmente multiculturalista, mientras que los segundos adoptaron una visin radicalmente etnocntrica. La confrontacin ms lgida entre estas dos posiciones opuestas tuvo lugar en las clebres polmicas de Valladolid, convocadas por Carlos V en 1550 y protagonizadas por Gins de Seplveda y Bartolom de las Casas. Al respecto, Edmundo OGorman seala: cuando en Valladolid en 1550 discutieron Las Casas y Seplveda, los verdaderos protagonistas fueron aquel viejo cristianismo medieval y el nuevo9 VILLORO, L., Los grandes momentos del indigenismo, Mxico, El Colegio de Mxico, El Colegio Nacional y Fondo de Cultura Econmica, 1998, p. 40.

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cristianismo nacionalista de los austrias.10 Coincido con OGorman en que se trata de la confrontacin de dos tradiciones de las cuales los contendientes son destacados representantes, pero no estoy de acuerdo en reducir a Las Casas a la tradicin de un viejo cristianismo medieval. Si bien hay supervivencia de elementos medievales, tanto teolgicos como polticos, no puede desconocerse la inuencia de la Escuela de Salamanca de Vitoria y Soto que recoge nuevas ideas de Erasmo y de Vives. Tampoco puede soslayarse la memoria del movimiento republicano de los comuneros de Castilla de 1520 y en general no se puede menospreciar el impacto en la conciencia de los europeos del Nuevo Mundo. A mi manera de ver, el humanismo que representa Bartolom de las Casas, De la Veracruz, Vitoria y Soto, es una nueva tradicin, que ciertamente recoge conceptos religiosos, teolgicos y antropolgicos medievales referentes a una iglesia sin rgidas jerarquas, basada en una hermandad de todos los cristianos y asimismo deende ideas y prcticas republicanas vigentes desde Alfonso X, pero tambin integra esta herencia medieval con una visin multiculturalista de respeto a la diversidad de civilizaciones que se pone de maniesto con el descubrimiento del Nuevo Mundo. A todo ello hay que agregar la importancia de los estudios clsicos, principalmente de Aristteles, especcamente de sus ideas republicanas. Se trata, pues, del surgimiento de una nueva tradicin, cabalmente renacentista11, que desde un humanismo multiculturalista se propone impulsar nuevas republicas cristianas en el Nuevo Mundo, as como renovar a la iglesia cristiana. Utopa republicana o imperio son los dos proyectos polticos que se confrontan. La posicin multiculturalista de Bartolom de las Casas tambin la comparti e impuls en Nueva Espaa Fray Alonso de la Veracruz, discpulo de la Escuela de Salamanca y fundador de la Facultad de Teologa y de Artes de la Real Universidad de Mxico, en junio de 1553. Es importante sealar que la llamada Escuela de Salamanca12, fundada en 1526 por Francisco de Vitoria a su regreso de Pars, impuls una renovacin de la teologa, vinculndola a los problemas ms graves de su tiempo, como el de la conquista y dominio de Espaa sobre el Nuevo Mundo. Tanto Vitoria como Domingo de Soto desarrollaron una visin multiculturalista del iusnaturalismo, que consiste en reconocer que adems de los primeros principios de la ley natural que son nicos y universales, pero generales y abstractos, existen segundos principios que sirven para interpretar y aplicar en circunstancias concretas los principios generales. Estos segundos principios son especcos de cada pueblo, de cada nacin y varan en el tiempo. De esta manera es posible reconocer interpretaciones y aplicaciones distintas de la ley natural, de tal manera que sociedades y reinos tan diferentes como los indgenas y los espaoles, podan ser igualmente acordes a la ley natural.10 OGORMAN, E., Prologo a DE LAS CASAS, B., Los indios de Mxico y Nueva Espaa. Antologa, Mxico, Editorial Porra, 1993, p. XVII. 11 Hay pues un renacimiento, pero tpicamente espaol, en el que la decisiva inuencia de los indios permite al viejo espritu recabar toda su exibilidad, y recoger sin oprimirla ni deformar la profunda originalidad del Nuevo Mundo, GALLEGOS ROCAFUL, J.M., El pensamiento mexicano en los siglos XVI y XVII, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1955, p. 173. 12 Sobre la Escuela de Salamanca en relacin a la Conquista de Amrica, vase BUFRAU PRATS, J., La Escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo Mundo, Salamanca, Editorial San Esteban, 1989.

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Fray Alonso de la Veracruz, discpulo tanto de Vitoria como de Domingo de Soto, adopt este iusnaturalismo multiculturalista13 para defender el carcter plenamente racional y legtimo de las instituciones y de los reinos indgenas, y para rechazar las pretensiones de legitimidad de la guerra de conquista y del dominio imperial sobre el Nuevo Mundo, pretensiones que se basaban en el supuesto carcter brbaro de los pueblos indgenas, incapaces de comprender la ley natural y por lo tanto, incapaces de gobierno propio. En su releccin Sobre el Dominio de los indios y la guerra justa, resultado del primer curso que imparti en la Real Universidad de Mxico en 1553, Fray Alonso claramente seala:Los habitantes del Nuevo Mundo no solo no son nios o amentes sino que a su modo sobresalen, y por lo menos algunos de entre ellos son de los ms eminentes. Es evidente lo anterior porque antes de la llegada de los espaoles, y an ahora lo estamos viendo, hay entre ellos magistrados, gobiernos y ordenamientos de lo ms conveniente luego no eran tan infantes y amentes como para que fueran incapaces de dominio.14

Esta armacin se opone puntualmente a uno de los principales argumentos que desarroll Gins de Seplveda para justicar la conquista y dominio de los espaoles sobre los indios, en cuanto stos eran como nios o amentes, por ser diferentes a los europeos en su ordenamiento e instituciones jurdico-polticas, en la educacin, moral y en religin. En contra de esta posicin eurocntrica, Alonso de la Veracruz, en plena concordancia con Bartolom de las Casas, interpreta y juzga al Nuevo Mundo desde la cultura de los propios indgenas y no desde un punto de vista externo. En su Apologtica Historia, Bartolom de las Casas deende la misma perspectiva multiculturalista de Fray Alonso que reconoce la plena racionalidad de la gente indiana para gobernarse a s mismos.Todo lo dicho se ha trado a propsito de que se vea y conozca la prudencia que los reyes de la Nueva Espaa usaban en su gobernacin de tan innitos pueblos que haba dentro de sus seoros15

El carcter de ineles no impeda a los indios tener prudencia y sabidura para establecer leyes y constituir jueces y mandar ejecutar justicia, y no cualquiera, sino13 La ley natural en relacin con aquellas cosas que son de segundos principios los cuales se deducen como conclusiones de los primeros principios, es variable y no es la misma en todas las naciones. Se prueba en primer lugar por la experiencia, pues vemos que en algunas naciones algo que se considera como bien naturalmente conocido por la luz natural de los primeros principios, en otras naciones aquello no se considera como bien DE LA VERACRUZ, A., Espejo de los cnyuges. Antologa, (traduccin de Carolina Ponce), Mxico, Los libros de Homero, Coleccin Novohispana, 2007, p. 105. 14 DE LA VERACRUZ, A., Sobre el dominio de los indios y la Guerra Justa, (traduccin Roberto Heredia), Mxico, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2004, cuestin X, p. 329. 15 DE LAS CASAS, B., Los indios de la Nueva Espaa, antologa preparada por Edmundo OGorman, Mxico, Porra, 1993, p. 137.

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buena y recta justicia.16 Inclusive en materia religiosa, los pueblos del Nuevo Mundo aventajaban a todas las antiguas naciones paganas, mayormente a los griegos y ms a los romanos a la clara queda probado haber usado mejor el discurso de la razn y tener ms desembarazado, mas desenvuelto y ms claro el entendimiento que todos ellos.17 Tambin hay que destacar que para De la Veracruz y Las Casas, la indelidad no puede ser causa de guerra justa, pues la fe no quita ni da dominio. Con ello, estos frailes humanistas se oponan radicalmente a otro de los argumentos (ttulos) con los que se pretenda justicar el dominio imperial sobre el Nuevo Mundo. As pues, nos dice Fray Alonso:el dominio ha sido introducido por el derecho humano que emana de la razn natural y la fe, en cambio, es de derecho divino y no puede por tanto cancelar el derecho natural, por todo esto, en consecuencia, no puede uno ser privado de su dominio por la sola indelidad.18

A partir de este principio antiteocrtico del poder poltico, Fray Alonso concluye que ni el emperador, ni los espaoles tuvieron ninguna razn ni motivo justo para privar de su legtimo dominio a los indgenas por no aceptar la fe, y por otra parte recibieron a los predicadores sin ofenderlos en nada.19 Esta posicin de Fray Alonso, tambin compartida con Las Casas se aparta de la opinin ampliamente compartida por otros misioneros destacados como Motolinia, Sahagn y sobre todo Vasco de Quiroga, que s justicaron la Conquista en aras de la evangelizacin. La justicacin de la legitimidad del poder poltico con bases de derecho natural y no de derecho divino conecta directamente con otro tema central del humanismo iberoamericano del siglo XVI: su republicanismo. IV. Republicanismo hispanoamericano La tradicin republicana en Espaa se desarrolla al menos desde los tiempos de Alfonso X El Sabio. Ya en Las Siete Partidas se pueden encontrar tesis republicanas respecto al origen y ejercicio del poder poltico, que tendrn una perdurable inuencia en el mundo hispano-americano en los siglos venideros. As por ejemplo en Amrica, Fray Servando Teresa de Mier, ante la crisis de la soberana espaola provocada por la abdicacin al trono de Fernando VII en 1808, recurra a textos de las Siete Partidas para justicar que ante la falta del rey, la soberana regresa al conjunto de ciudadanos. Y al igual que Jovellanos y Martnez Marina, elogiaba la institucin medieval de las cortes como un mecanismo republicano para limitar el poder del monarca. Por otro16 17 18 19

Ibidem, p. 127. Ibidem, p. 120-121. DE LA VERACRUZ, A., op. cit., cuestin X, p. 315. Ibidem, cuestin X, 323.Revista de Hispanismo Filosco n. 13 (2008): 13-30

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lado, en la propia Espaa, la tradicin republicana tuvo una expresin paradigmtica en el movimiento comunero de Valladolid y otras ciudades de Castilla, que se desarroll contra el proyecto imperial y absolutista de Carlos V hacia 1520. Respecto a este Movimiento, Jos Antonio Maravall arma que se trata de la primera revolucin democrtica de la modernidad, en la que los ciudadanos no slo defendieron sus derechos polticos derivados de las cortes medievales, sino tambin radicalizaron su republicanismo al proponer el derecho exclusivo de proponer iniciativas de ley ante el monarca y en general, fortalecer libertades ciudadanas para consolidar una autntica repblica20. Paralelamente al movimiento poltico, el pensamiento jurdico y losco de carcter republicano tambin oreci en autores como Alonso de Castrillo, autor de Tratado de la Repblica (1521)21 y de Pablo de Len, comunero de Valladolid, autor de La Ley Perpetua (1520)22. Si bien el movimiento comunero fue derrotado por los ejrcitos de Carlos V, qued grabado en la memoria histrica del pueblo espaol como un momento fundamental del republicanismo moderno. Prueba de ello es el hecho de que el pendn supuestamente morado de los comuneros se retom en la bandera de la Segunda Repblica Espaola. En todo caso, lo que importa subrayar es que el rechazo al proyecto imperial de Carlos V no surgi en el Nuevo Mundo, sino en la propia Espaa, en las ciudades castellanas en defensa de sus propias instituciones republicanas. Jos Antonio Maravall seala que despus de la derrota del movimiento comunero de 1520, Carlos V limit severamente el funcionamiento de las cortes en toda Espaa, pero en contraste, el republicanismo resurgi en el mbito acadmico, sobre todo en la Escuela de Salamanca en la tercera dcada del siglo XVI. Es importante sealar que el republicanismo de la Escuela de Salamanca, y en general el republicanismo hispanoamericano es ante todo una concepcin del origen y ejercicio legtimo de la soberana y no, como es el caso del republicanismo italiano, una teora de las formas de gobierno que opone monarqua a repblica. El republicanismo de la Escuela de Salamanca, (Vitoria, Soto, Surez) y de sus expresiones en el Nuevo Mundo (De la Veracruz, Las Casas, Zapata y Sandoval) est basado en el pensamiento de Aristteles y Santo Toms, pero tambin recibe la inuencia del movimiento comunero y su ideologa republicana. Y al igual que este movimiento se opuso al absolutismo del proyecto imperial de Carlos V en Espaa, los humanistas salmantinos opusieron su republicanismo al absolutismo imperial de Carlos V en Amrica. Con este propsito antiimperialista, Francisco de Vitoria y Domingo de Soto encaminaron sus ctedras en Salamanca a analizar el problema del dominio imperial en el Nuevo Mundo. Como resultado de sus ctedras, Vitoria escribi en 1539 su releccin De Indis20 Libertad, participacin popular en el gobierno, representacin del pueblo en las cortes, limitacin temporal del ejercicio de las funciones pblicas, responsabilidad por su desempeo, son principios que integran una concepcin democrtica del Rgimen poltico. As lo entienden los comuneros MARAVALL, J.A., Las comunidades de Castilla. Una primera revolucin moderna, Madrid, Alianza Universidad, 1979, p. 162. 21 Castrillo nos dejo una denicin de repblica, siguiendo a Aristteles, que traduce perfectamente la mentalidad comunera Repblica es una cierta orden o manera de vivir instituida y erigida entre s por los que viven en la misma ciudad, Ibid, p. 159. 22 Al respecto vase CASTILLO, J.L., Las bases losco-jurdico del pensamiento comunero en la Ley Perpetua, Revista Ciencia Tomista, 36, 1986.

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y Domingo de Soto la releccin De Dominio, en 1535. Vitoria arma en la primera conclusin de su releccin que El emperador no es seor de todo el Orbe,23 y en caso que lo fuera, en la segunda conclusin seala que no por eso podra ocupar las provincias de los brbaros, y establecer nuevos seores, deponer a los antiguos y cobrar los tributos.24 Adems, Vitoria tambin se opone a la tesis de que por ineles, los indios carecan de dominio legtimo: Ni el pecado de indelidad, ni otros pecados mortales impiden que los brbaros sean verdaderos dueos y seores, tanto pblica como privadamente.25 Por su parte, Domingo de Soto tambin sostiene que El emperador no es seor del orbe, ni tiene jurisdiccin tan universal que se extiende a todo el orbe26 y por lo tanto, el emperador, ningn derecho ni dominio tiene sobre las tierras de los ineles.27 En Amrica, ciertamente, fueron Alonso de la Veracruz y Bartolom de las Casas quienes con mayor nfasis desarrollaron esta teora republicana antiimperial. En la releccin ya citada, Alonso de la Veracruz seala categricamente:Todo el derecho que tiene el rey para gobernar la sociedad la obtiene de ella misma. Por lo tanto su poder no podr extenderse ms all. Ahora bien, de la sociedad no tiene el poder de transferir el dominio o el reino a otro, segn supongo.28

En esta cita queremos destacar tres ideas: por una parte, la tesis republicana de que el poder poltico de una autoridad se otorga por la sociedad donde se ejerce ese poder y, por lo tanto, sin el libre consentimiento de la comunidad no hay autoridad legtima. Precisamente porque los pueblos del Nuevo Mundo no han brindado tal reconocimiento, el Rey de Espaa no puede legtimamente asumir su autoridad. En segundo lugar, hay que destacar que ninguna concesin del poder es absoluta, sino siempre acotada y, en tercer lugar, el poder soberano transmitido a una persona por parte del pueblo no puede ser transferido a otra persona sin el consentimiento expreso del pueblo. Esta ltima tesis ser especialmente relevante para condenar la encomienda y los repartimentos, cosas que hace el propio Fray Alonso. Pero tambin es importante destacar que el carcter intransferible del poder poltico es una tesis que posteriormente, hacia 1808, cobrar gran importancia tanto en los procesos constitucionales de Cdiz, como en los procesos independentistas de Amricaespoola. La concesin del poder poltico por parte de la comunidad, debe estar basada en una decisin libre y voluntaria de la repblica, la cual transere el dominio a otros, tal como sucede en el principado aristocrtico o democrtico, o a uno solo, como sucede en el principado monrquico. 2923 VITORIA, F. DE, Releccin De los Indios recientemente descubiertos, en Obras de Francisco de Vitoria, Madrid, BAC, 1960, Releccin primera, p. 669. 24 Ibidem, p. 675. 25 Ibidem, p. 660. 26 SOTO, D. DE, Releccin De Dominio, (1535) en Relecciones y opsculos, Salamanca, Editorial San Esteban, 1995, p. 157. 27 Ibidem, p. 171. 28 VERACRUZ, A. DE, op. cit., cuestin XI, p. 373. 29 Ibidem, Duda I, p. 118.

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As pues, una repblica legitimamente constituida puede adoptar diferentes formas de gobierno, pero en todo caso, quien gobierna debe dirigir todas sus obras al bien comn.30 Desde estos principios republicanos, Fray Alonso concluye que el emperador no tiene un legtimo dominio, pues las repblicas indgenas jams consintieron en transferir su poder al emperador y dado que ninguna de las razones esgrimidas justica la guerra de conquista, Fray Alonso se ve en la necesidad de cuestionar de raz las pretensiones de legitimidad del imperio hispanoamericano.Concluyamos, pues, en que no hay razn justa para atacar a los ineles brbaros recientemente descubiertos, con base en que sean ineles, ni tampoco con base en que por derecho sean sbditos del emperador, ni con base en que, si no quieren prestar obediencia ni someterse, deban ser compelidos.31

Bartolom de las Casas tambin coincide plenamente con estas tesis republicanas. Respecto al poder de los reyes, arma: El poder de la soberana procede inmediatamente del pueblo y es el pueblo el que hizo a los reyes soberanos y a todos los gobernantes siempre que tuvieran un comienzo justo.32 Las Casas tambin se preocupa por que el poder soberano promueva los intereses colectivos, sin perjudicar a la libertad de los ciudadanos.33 Para ello es indispensable que se gobierne a travs de leyes que efectivamente promueven el bien comn y, en clara alusin a la institucin republicana de las cortes, habra que citar, por tanto, a todo el pueblo para recabar su consentimiento.34 Esta prctica republicana del gobierno basada en la consulta directa a los ciudadanos tan solo podra realizarse en gobiernos locales. Por ello y acorde a las tradiciones republicanas municipalistas, Bartolom de las Casas da prioridad a la comunidad poltica de la ciudad sobre la totalidad del reino. 35 Estas ideas republicanas sustentadas tanto en Espaa como en Nueva Espaa en contra del proyecto imperial de Carlos V, aunadas a la concepcin multiculturalista del Nuevo Mundo, constituyen el ncleo central de una tradicin humanista que se desarrollar con diferentes matices y variantes en los siglos subsecuentes en confrontacin con proyectos, ideas, prcticas e instituciones absolutistas. En esta tradicin multiculturalista y republicana cabe destacar la obra de Fray Juan Zapata y Sandoval, criollo agustino, Rector del Colegio de San Pablo y discpulo de Fran Alonso en Mxico, profesor de prima teologa en la Universidad de Valladolid, y despus obispo de Chiapas y de Guatemala, quien en 1605 public en Valladolid su tratado sobre Justicia Distributiva.Ibidem, Duda I, p. 119. Ibidem, Duda XI, p. 391. 32 CASAS, B. DE LAS, Derechos civiles y polticos. El poder de los reyes y el derecho de los sbditos, Madrid, Editorial Nacional, 1974, p. 73. 33 Ibidem, p. 76. 34 Ibidem, p. 103. 35 As pues, los ciudadanos tienen como su propia patria natural la ciudad en que han nacido y estn obligados ante todo a mirar por su patria, Ibidem, p. 103.30 31

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En este tratado, adems de desarrollar ampliamente una teora de la justicia, a partir de ella denuncia la injusta distribucin de los bienes, de los tributos y de los puestos pblicos, defendiendo los derechos de los indgenas, de los criollos, mestizos y en general de los nacidos en el Orbe Nuevo de Indios. A diferencia de Fray Alonso y Bartolom de Las Casas, Zapata y Sandoval ya no denuncia el carcter ilegtimo de la dominacin espaola, sino asumindolo como un hecho consumado se preocupa por que en el reino de la Nueva Espaa se garantice la justicia para todos sus habitantes. Adems, Juan Zapata y Sandoval asume una posicin claramente hispanoamericana, tan espaola como mexicana. En la Dedicacin al ptimo lector, solicitando comprensin para su libro dice:Si eres mexicano, porque escuchas a un mexicano, y a quien por ti combate lo contemplas desde tu morada y desde el altsimo y seguro refugio de tu propia y amada patria. Y lo remitas si eres hispano, porque a un hispano lees.36

As pues, el humanismo hispanoamericano que se desarrolla desde el siglo XVI va conformando en Amrica una idea y un sentimiento de identidad que integra las herencias culturales autctonas y espaolas. Este humanismo encuentra en el barroco su estilo propio y pertinente para dar cabida a la diversidad de inuencias, ideas y culturas que lo alimentan. Fray Juan de Torquemada, con su Monarqua Indiana y despus Sigenza y Gngora a con Teatro de virtudes polticas (1680), inician la revisin histrica del mundo indiano ticas donde elogian a los monarcas de los antiguos mexicas, proponindolo como modelos para los actuales Virreyes. De esta manera, se inicia lo que David Brading llama el indigenismo histrico. En particular Sigenza y Gngora contrastaba la grandeza de los antiguos mexicas con la miseria de los indgenas vivos, resultado de la opresin y explotacin que haban sufrido bajo el Imperio espaol. Pero sin lugar a dudas, la gura ms importante del siglo XVII es Sor Juana Ins de la Cruz, con quien el humanismo criollo adquiere en la literatura barroca su expresin ms renada y, al mismo tiempo, el barroco se convierte en rasgo de identidad patritica. El patriotismo criollo ya presente en Sigenza y en Sor Juana se fortalece durante el siglo XVIII, especialmente como resultado de los cuestionamientos que se hacen a Nueva Espaa y en general a la Amrica hispana, al compararla con la Vieja Espaa y con Europa en general. As, Eguiara y Eguren escribe Biblioteca Mexicana, en respuesta a las falsas crticas que se haca a los mexicanos de carecer de escritos y humanistas de relieve. En este libro Eguiara y Eguren analiza una amplia obra de humanistas mexicanos que han hecho importantes contribuciones, empezando por los misioneros del siglo XVI como Sahagn, Alonso de la Veracruz y Bartolom de Las Casas. Pero ciertamente, es en la segunda mitad del siglo XVIII a raz de las reformas

36 ZAPATA Y SANDOVAL, J., Disertacin sobre justicia distributiva y sobre la acepcin de personas a ella opuesta, traduccin y notas de Arturo Ramrez T., Mxico, Instituto de Investigaciones Filolgicas, UNAM, 1994, primera parte, p. 18.

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borbnicas que pretenden modernizar el Nuevo Mundo hispanoamericano, y sobre todo despus de la expulsin de los jesuitas en 1767, cuando el humanismo criollo se convierte en nacionalismo mexicano.37 V. Humanismo republicano e Independencia de Mxico As pues, como lo han argumentado ampliamente Luis Villoro y David Brading,38 el proceso de independencia tiene su antecedente inmediato en el nacionalismo criollo que se conforma como respuesta intelectual a las reformas borbnicas de la segunda mitad del siglo XVIII y en general a las visiones eurocntricas que desarrollaron con cierta pretensin de cienticidad autores como Buffn, De Pauw, Robertson y Hegel.39 Fueron principalmente los jesuitas humanistas del siglo XVIII los que integraron las ciencias y la losofa moderna a la tradicin humanista novohispana, para refutar los ataques eurocentristas contra Amrica y reivindicaron su vala natural y cultural frente a las pretensiones de superioridad de Europa. De una manera muy destacada, Francisco Javier Clavijero en su Historia Antigua de Mxico (1780-1781), escrita Mxico en Italia despus de la expulsin de los jesuitas por los borbones, defendi la idea de que lo americano debe juzgarse con sus propios criterios y no con los moldes europeos con pretensiones universalistas. Siguiendo una argumentacin parecida a la Apologtica Historia de Bartolom de las Casas, Clavijero rechaza tajantemente los prejuicios viscerales de De Pauw, quien enfurecido siempre contra el Nuevo Mundo, llama brbaros y salvajes a todos los americanos Frente a estas descalicaciones, Clavijero seala:Pues bien, los mexicanos y las dems naciones de Anhuac, as como los peruleros reconocan un ser supremo y omnipotente, tenan un sistema de religin, sacerdotes, templos, sacricios y ritos ordenados al culto uniforme de la divinidad. Tenan rey, gobernadores y magistrados, tenan tantas ciudades y poblaciones tan grandes y bien ordenadas tenan leyes y costumbres tenan comercio y cuidaban mucho de la equidad y justicia Qu ms se requiere para que aquellas naciones no sean reputadas brbaras y salvajes?40

37 Al respecto OGorman seala: El criollismo es pues, el hecho concreto en que encarna nuestra idea del ser de la Nueva Espaa y de sus historias... de su interior dialctica y de la clave del retraso de su desenlace... En el criollismo tenemos el Apocalipsis de la Nueva Espaa, OGORMAN, E., Meditaciones sobre el criollismo, Mxico, Centro de Estudios Histricos Condumex, 1970, p. 25. 38 Cfr. VILLORO, L., El proceso ideolgico de la Revolucin de Independencia, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1981; BRADING, D., Los orgenes del nacionalismo mexicano, Mxico, Editorial Era, 1973. 39 de Buffon en adelante, tiene la tesis de la inferioridad de Amrica una historia ininterrumpida, una trayectoria precisa que, a travs de De Pauw, llega a su vrtice con Hegel y se alarga luego en su cada, GERBI, A., La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polmica 1750-1900, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1993, p. 3. 40 CLAVIJERO, F. J., Historia Antigua de Mxico, Mxico, Editorial Porra, 2003, pp. 743-744.

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Es muy interesante resaltar esta defensa de las civilizaciones prehispnicas por dos razones: primero por el resurgimiento de las concepciones discriminadoras y eurocntricas contra los pueblos del Nuevo Mundo, que contribuan a justicar el autoritarismo de las reformas borbnicas. Segundo, por la persistencia de la defensa y reivindicacin del mundo indgena como un rasgo distintivo del nacionalismo mexicano, presente desde el siglo XVI en humanistas como Las Casas, Alonso de la Veracruz, Juan Zapata y Sandoval, entre otros, y que posteriormente dio lugar al indigenismo histrico (Torquemada, Sigenza). La defensa de lo americano, y en particular de las civilizaciones originarias, es el antecedente inmediato al nacionalismo independentista que se maniesta a partir de 1808 ante la crisis poltica del mundo hispnico, generada por la abdicacin de Fernando VII a favor de Jos Bonaparte: esta usurpacin marca un parteaguas tanto en Espaa como en la Amrica hispnica, generando procesos de emancipacin nacional contra la dominacin extranjera. En el caso de la vieja Espaa, en contra de la dominacin francesa; en el caso de la Amrica espaola, en contra tanto del dominio francs como del espaol. Pero lo que es comn a todo el mundo hispanoamericano que resiste la usurpacin es la apelacin a la tradicin republicana que desde siglos atrs se ha venido desarrollando, como claramente lo maniesta Jovellanos en Espaa o Talamantes y Fray Servando Teresa de Mier en Nueva Espaa. En Espaa, una de las consecuencias ms importantes de este movimiento republicano es la Constitucin de Cdiz. En el caso de Nueva Espaa, ante la usurpacin de la Corona, de inmediato surgen dos posiciones: por un lado, la representada por el centralismo espaol, a travs de la Real Audiencia y de los grandes comerciantes beneciados por las reformas borbnicas que sostenan que el orden poltico debera permanecer igual, en espera del regreso del Rey al trono usurpado por Francia. Esta posicin refrendaba la sentencia del Marqus de Croix, quien fuera presidente de la Real Audiencia, en el sentido de que los sbditos del gran monarca que ocupa el trono de Espaa nacieron para callar y obedecer y no para discutir y opinar en los altos asuntos del gobierno.41 Por otro lado, el punto de vista del Ayuntamiento de la Ciudad de Mxico, que siguiendo la tradicin republicana hispnica armaba que a falta del Rey la soberana regresa al pueblo, a travs de su legtimo representante, el cabildo, quien ha de designar al nuevo soberano. Esta posicin dio lugar al resurgimiento de las teoras de la soberana popular del siglo XVI, desarrolladas sobre todo por la Escuela de Salamanca, que como se vio anteriormente jug un papel determinante en la defensa de los derechos de los pueblos indgenas. En las controversias, por parte de los promotores de la independencia se destac de manera singular Fray Melchor de Talamantes, fraile peruano avecinado en Mxico. En su Discurso losco, que pronunci en las juntas de 1808, deende la capacidad de las colonias para representar a su propia nacin con un argumento republicano:La representacin nacional que da la poltica, pende nicamente del derecho cvico, o lo que es lo mismo, de la cualidad de ciudadano que las leyes conceden a ciertos individuos41

Citado por ROVIRA, C., op. cit., p. 38.Revista de Hispanismo Filosco n. 13 (2008): 13-30

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del Estado. Esta cualidad de ciudadano, segn la dene Aristteles, y despus de l todos los polticos, consiste en la facultad de concurrir activa y pasivamente a la administracin pblica.42

Talamantes reconoce doce distintas causas de independencia legtima entre las que destacan:Cuando las colonias se bastan a s mismas, Cuando la metrpoli se sometiere voluntariamente a una nacin extranjera; Cuando la metrpoli fuese subyugada por otra nacin y caso en que la voz de todas los colonos clame por la independencia de la metrpoli, y entonces, sin escudriar ms razones, ni necesidad de vincular los motivos, la independencia est decidida por s misma y decretada por la voz nacional....43

Por el contrario, los representantes de la Real Audiencia aludan no a los derechos del pueblo, ni de la nacin, sino a la soberana del monarca, que en su ausencia se depositara en la propia Audiencia. Ante esta idea, Talamantes responda:Si los ministros de la Audiencia de Mxico dijesen, como han solido decirlo, que ellos no tratan de obrar a nombre del pueblo, sino del rey cuya autoridad representan, se les dira que no existiendo el rey civilmente en la nacin, tampoco pueden existir sus representantes; que para obrar de esta manera, necesitan exhibir los poderes que el rey en este especial asunto, nuevo enteramente para ellos, los hubiese comunicado; que deben probar ante todas las cosas que hay en el rey facultad para ceder a un cuerpo o tribunal de la nacin el poder legislativo que le es privativo. Se les advertir tambin que ellos slo han representado al rey en una pequea parte del poder judiciario, sumamente inferior y siempre dependiente del legislativo.44

Luis Villoro observa que estos argumentos republicanos que Talamantes y otros criollos independentistas expusieron en las juntas de 1808 ante la crisis de la soberana espaola, no slo reejan sino que directamente retoman las ideas centrales de la Escuela de Salamanca, y en general del republicanismo hispano, que tanto en Espaa con Jovellanos y Martnez Marina, como en Mxico con Francisco Xavier Alegre se haban revalorado.45 As, el republicanismo hispano y novohispano serva al mismo propsito en Espaa y en la Nueva Espaa: independizarse de un poder extranjero e ilegtimo. Ante el consenso que ganaba la propuesta criolla para independizar el reino de la Nueva Espaa y convocar a un congreso general, la Real Audiencia, apoyada por comerciantes peninsulares, dio un golpe de estado, apres al Virrey Iturrigaray, y a los principales lderes intelectuales de la independencia criolla. Ante esta respuesta42 DE TALAMANTES, M., Representacin nacional de las colonias, DE LA TORRE VILLAR, E., La independencia de Mxico, Mxico, FCE, pp. 186-187. 43 Ibidem 44 Ibidem, pp. 185-186. 45 Cfr. VILLORO, L., El proceso ideolgico de la revolucin de independencia, Mxico, UNAM, 1981, p. 45.

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ilegal y violenta, nos dice Ernesto de la Torre Villar, no qued a los mexicanos que anhelaban su libertad otro recurso que el de acudir a la rebelin armada para obtener su independencia.46 Las ideas republicanas que estn a la base de la demanda de independencia en 1808 son las mismas que justican la insurreccin armada de Hidalgo y de Morelos. Jos Mara Morelos, al inaugurar el Congreso de Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813, ley una carta escrita por Carlos Mara Bustamante, amigo y discpulo de Fray Servando Teresa de Mier, que rearma las tesis del republicanismo hispanoamericano y del nacionalismo criollo, cuyos orgenes se remontan, como hemos visto, a los humanistas del siglo XVI. En esta carta se enfatiza que la soberana reside esencialmente en los pueblos, que trasmitida a los monarcas, por ausencia, muerte o cautividad de stos reuye a aquellos que son libres para reformar sus instituciones polticas, siempre que les convenga. La carta concluye con una dramtica expresin del indigenismo histrico como fundamento de la nacin mexicana y por ende como fuerza legitimadora de la independencia: Al 12 de agosto de 1521 sucedi el 14 de septiembre de 1813. En aquel se apretaron las cadenas de nuestra servidumbre en Mxico Tenochtitln; en ste se rompen para siempre, en el venturoso pueblo de Chilpancingo.47 VI. Conclusiones Hemos analizado a grandes rasgos el desarrollo del humanismo republicano que se origin en Hispanoamrica desde el siglo XVI con un carcter multicultural, y que a lo largo del periodo colonial conform paulatinamente en Nueva Espaa un patriotismo criollo, que, a su vez, dio lugar a una ideologa emancipadora e independentista. Los aspectos esenciales de esta tradicin humanista hispanoamericana que habra que destacar son precisamente su concepcin republicana del poder poltico, su oposicin a una visin homognea y etnocentrista de las culturas y, en consecuencia, su defensa de la diversidad cultural, especialmente del mundo indgena. Estas caractersticas coinciden en lo fundamental con la interpretacin de Jos Gaos del pensamiento hispanoamericano al que nos referimos al principio de este artculo, en trminos de su carcter republicano, antiimperialista y sobre todo como un movimiento de independencia espiritual y poltica, por respecto a una vieja HispanoAmrica imperial y de una plural Hispano-Amrica Nueva. La Nueva Hispanoamrica republicana y plural ha sido una utopa de nuestra tradicin humanista desde el siglo XVI hasta nuestros das, y no como lo crea Gaos de un movimiento iniciado en el siglo XVIII. Esta tradicin humanista, como movimiento intelectual y poltico, ha promovido ciertamente la independencia de las naciones latinoamericanas y la emancipacin republicana de la propia Espaa, como el mismo Jos Gaos lo anhelaba desde su exilio en Mxico, cuando escribaTORRE VILLAR, E. DE LA, op. cit., p. 80. Razonamiento del general Morelos en la apertura del Congreso de Chilpancingo (14 Septiembre de 1813), TORRE VILLAR, E. DE LA, op. cit., pp. 246-249.46 47

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Espaa es la ltima colonia de s misma, que permanece colonia de s misma, la nica nacin hispanoamericana que del comn pasado imperial queda por hacerse independiente, no solo espiritual, sino tambin polticamente.48

Pero, sin negar los avances democrticos y republicanos en las naciones hispanoamericanas de los dos continentes, el humanismo republicano hispanoamericano debe seguir siendo en el presente fuente de reexin crtica y gua emancipadora en nuestras naciones. Esto es especialmente relevante ante procesos y proyectos del mundo globalizante que pueden borrar nuestra pluralidad cultural y nuestra independencia poltica. Nuestros maestros del Exilio Espaol tenan muy en claro esta gran responsabilidad como intelectuales hispanoamericanos. De nuevo, Jos Gaos sealaba:El pensamiento hispanoamericano contemporneo viene siendo rgano principal de la independencia y proceso de constitucin de las naciones correspondientes y esto es el fondo ltimo de su aspecto poltico.49

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GAOS, J., El pensamiento Hispano-Americano, op. cit., p. 40. Ibidem, p. 77.

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