hugo chávez y el culto a la personalidad

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7/21/2019 Hugo Chávez y El Culto a La Personalidad http://slidepdf.com/reader/full/hugo-chavez-y-el-culto-a-la-personalidad 1/3 Gobierno y Política VenEconomía Vol. 24 No. 9 – Junio de 2007 Hugo Chávez y el culto a la personalidad  La búsqueda de admiración y apoyo ha sido una constante en Hugo Chávez desde que se convirtió en una celebridad mediática en 1992. En los últimos años, por razones  psicológicas y de estrategia  política, esa búsqueda se ha acentuado. Para algunos, esto no es sino la promoción de un culto a su persona El culto a la personalidad ha servido histó- ricamente como una herramienta para tratar de alcanzar diversos objetivos políticos, a tra- vés de la exaltación exagerada de una figura  prominente, cuya imagen sea capaz de evo- car logros, de promover valores, actitudes y expectativas comunes y de generar adhesio- nes a una causa y a un líder entre los miem-  bros de una colectividad. Por citar un ejemplo ampliamente conoci- do, el culto a Vladimir Ilich Lenin, que se ini- ció a raíz de su muerte (21 de enero de 1924) y cuyo abanderado fue Joseph Stalin, llegó a convertirse en poco tiempo en una de las ins- tituciones más visibles del comunismo so- viético. Así, a través de una serie de decre- tos, como lo ha indicado el historiador Robert Tucker (Stalin as Revolutionary , 1879-1929,  NY: WW Norton and Co., 1973), se impusie- ron manifestaciones simbólicas del culto, entre ellas: a) Se oficializó el 21 de enero como fecha de luto nacional; b) la ciudad de Petrogrado, antigua San Petersburgo, fue rebautizada como Leningrado; c) se inició la construcción de monumentos y estatuas del fallecido líder en Moscú y en otras localida- des; d) se creó el Instituto Lenin, una de cu- yas primeras tareas fue la publicación masiva y en varios idiomas de los escritos leninistas; y e) se momificó su cadáver y se le colocó en un mausoleo en la Plaza Roja del Kremlin,  para recibir tributo de los residentes y de los visitantes a Moscú. Entre los objetivos, usualmente menciona- dos, de esta exaltación póstuma del líder de la Revolución Bolchevique figuran, en pri- mer término, de acuerdo con Tucker, el lograr la aceptación de un sistema revolucionario relativamente nuevo por las mayorías cam-  pesinas no comunistas y acostumbradas al  paternalismo zarista; y en segundo lugar, el tratar de incorporar los símbolos y ceremo- niales del culto a Lenin dentro de la tradición Bizantina y el estilo Griego Ortodoxo, para asimilarlos luego y de manera conjunta al comunismo soviético. Estas explicaciones, según Tucker, resul tan parciales o incompletas, pues ese culto fue adicionalmente utilizado, por una parte  para exaltar el papel protagónico de Lenin y de los bolcheviques en la lucha entre el bien y el mal, es decir, de los individuos, clases sociales y naciones consideradas buenas contra las consideradas perversas. Y por la otra, para que Stalin demostrara públicamen te su identificación con el marxismo-leninis mo, frente a otros líderes, como León Trotsky deslindados del leninismo y vinculados con el menchevismo. Esta última acción habría sido una de las estrategias empleadas por Stalin para afian- zar el incipiente y hasta entonces soterrado culto a su propia personalidad, dentro del cual si bien Lenin llegó a ocupar el papel de líder él, Stalin, era el co-líder del desarrollo históri co del comunismo ruso. Se iniciaba, así, la  búsqueda de adulación y aclamación por un líder no carismático, que se auto-proyectaba en palabras de Tucker, no como un gran re volucionario, sino como un “gerente prácti- co y de mentalidad sobria, capaz de conducir el país al socialismo” (Tucker, p. 463). El 21 de diciembre de 1929, al arribar a sus 50 años de edad, hubo distintas celebracio nes públicas, que incluyeron la salutación de trabajadores al “querido líder”, la publicación de una biografía oficial suya y la difusión en la prensa de mensajes de felicitación prove nientes de distintas organizaciones, así como de artículos y editoriales que lo ensalzaban como el mejor leninista y líder del partido (Ibid  p. 465-466). En las siguientes décadas, este fenómeno de exaltación e idolatría sería potenciado a niveles insospechados, habiendo reforzado en Stalin los sentimientos de grandeza e in- dispensabilidad, con lo que se contribuyó a su entronización en el poder, del cual sólo saldría al morir, el 5 de marzo de 1953. En sus casi tres décadas de Gobierno, entre 20 y 40 millones de personas fallecieron como con

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Un análisis sobre la evolución del culto a la personalidad de Hugo Chávez

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Gobierno y Política

VenEconomía Vol. 24 No. 9 – Junio de 2007

Hugo Chávez y el culto a la personalidad La búsqueda de admiración y

apoyo ha sido una constante

en Hugo Chávez desde que se

convirtió en una celebridad 

mediática en 1992. En los

últimos años, por razones

 psicológicas y de estrategia

 política, esa búsqueda se ha

acentuado. Para algunos,

esto no es sino la promociónde un culto a su persona

El culto a la personalidad ha servido histó-ricamente como una herramienta para tratar de alcanzar diversos objetivos políticos, a tra-vés de la exaltación exagerada de una figura

 prominente, cuya imagen sea capaz de evo-car logros, de promover valores, actitudes yexpectativas comunes y de generar adhesio-nes a una causa y a un líder entre los miem-

 bros de una colectividad.

Por citar un ejemplo ampliamente conoci-do, el culto a Vladimir Ilich Lenin, que se ini-ció a raíz de su muerte (21 de enero de 1924) ycuyo abanderado fue Joseph Stalin, llegó aconvertirse en poco tiempo en una de las ins-tituciones más visibles del comunismo so-viético. Así, a través de una serie de decre-tos, como lo ha indicado el historiador RobertTucker (Stali n as Revolutionary , 1879-1929,

 NY: WW Norton and Co., 1973), se impusie-ron manifestaciones simbólicas del culto,entre ellas: a) Se oficializó el 21 de enero comofecha de luto nacional; b) la ciudad de

Petrogrado, antigua San Petersburgo, fuerebautizada como Leningrado; c) se inició laconstrucción de monumentos y estatuas delfallecido líder en Moscú y en otras localida-des; d) se creó el Instituto Lenin, una de cu-yas primeras tareas fue la publicación masivay en varios idiomas de los escritos leninistas;y e) se momificó su cadáver y se le colocó enun mausoleo en la Plaza Roja del Kremlin,

 para recibir tributo de los residentes y de losvisitantes a Moscú.

Entre los objetivos, usualmente menciona-dos, de esta exaltación póstuma del líder de

la Revolución Bolchevique figuran, en pri-mer término, de acuerdo con Tucker, el lograr la aceptación de un sistema revolucionariorelativamente nuevo por las mayorías cam-

 pesinas no comunistas y acostumbradas al paternalismo zarista; y en segundo lugar, eltratar de incorporar los símbolos y ceremo-niales del culto a Lenin dentro de la tradiciónBizantina y el estilo Griego Ortodoxo, paraasimilarlos luego y de manera conjunta alcomunismo soviético.

Estas explicaciones, según Tucker, resultan parciales o incompletas, pues ese cultofue adicionalmente utilizado, por una parte

 para exaltar el papel protagónico de Lenin yde los bolcheviques en la lucha entre el bieny el mal, es decir, de los individuos, clasessociales y naciones consideradas buenascontra las consideradas perversas. Y por laotra, para que Stalin demostrara públicamen

te su identificación con el marxismo-leninismo, frente a otros líderes, como León Trotskydeslindados del leninismo y vinculados conel menchevismo.

Esta última acción habría sido una de lasestrategias empleadas por Stalin para afian-zar el incipiente y hasta entonces soterradoculto a su propia personalidad, dentro del cualsi bien Lenin llegó a ocupar el papel de líderél, Stalin, era el co-líder del desarrollo histórico del comunismo ruso. Se iniciaba, así, la

 búsqueda de adulación y aclamación por unlíder no carismático, que se auto-proyectaba

en palabras de Tucker, no como un gran revolucionario, sino como un “gerente prácti-co y de mentalidad sobria, capaz de conducirel país al socialismo” (Tucker, p. 463).

El 21 de diciembre de 1929, al arribar a sus50 años de edad, hubo distintas celebraciones públicas, que incluyeron la salutación detrabajadores al “querido líder”, la publicaciónde una biografía oficial suya y la difusión enla prensa de mensajes de felicitación provenientes de distintas organizaciones, así comode artículos y editoriales que lo ensalzaban

como el mejor leninista y líder del partido (Ibid p. 465-466).

En las siguientes décadas, este fenómenode exaltación e idolatría sería potenciado aniveles insospechados, habiendo reforzadoen Stalin los sentimientos de grandeza e in-dispensabilidad, con lo que se contribuyó asu entronización en el poder, del cual sólosaldría al morir, el 5 de marzo de 1953. En suscasi tres décadas de Gobierno, entre 20 y 40millones de personas fallecieron como con

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secuencia de decisiones suyas relacionadas con la expansiónde los campos de trabajo forzado conocidos como Gulags, conlas hambrunas provocadas por la colectivización del agro y conlas deportaciones masivas a Siberia, entre otras (R. Robins y J.Post, Poli tical Paranoia. The Psychopoli ti cs of Hatred , New

Haven: Yale University Press, 1997, p. 271).El culto a Bolívar

Aunque el culto a la personalidad ha desembocado a vecesen el genocidio, no siempre ni necesariamente ello es así. Ocu-rrió, ciertamente, en los casos de Stalin y de Adolfo Hitler, perono en el del culto a Bolívar. Conviene indicar, sin embargo, quesin llegar al extremo genocida, el culto a la personalidad sevincula normalmente con la execración del adversario, que pue-de ser el primer paso de su eventual persecución e intento deexterminio.

Con respecto al culto bolivariano, el historiador Germán Ca-rrera Damas, en su libro El Cul to a Bolívar  (Caracas: Alfadil

Ediciones, 2003), expresa que el mismo ha servido para cubrir una necesidad histórica en la promoción y logro de la unidadnacional, en la justificación de programas de gobierno (libera-les y conservadores, federalistas y centralistas) y en los esfuer-zos de superación ciudadana, con un Bolívar deificado, queencarna las virtudes y aspiraciones morales, sociales, cultura-les y políticas del venezolano (p. 64-66).

 No obstante, el también historiador Manuel Caballero sostie-ne que una reciente expresión fundamentalista de este culto,que exacerba y glorifica el carácter militar y guerrero de Bolívar,ha dado pie para que se esté promoviendo el militarismo en laVenezuela actual. Fenómeno éste definido no como una simpleinstauración de un gobierno pretoriano, sino como el“copamiento de la sociedad y de las conciencias”, lo que pu-diera eventualmente conducir a una guerra civil, ante lainviabilidad de una conflagración con un enemigo externo (“Elnacimiento de Simón Bolívar”, El Universal , 24 de julio de 2006).

En todo caso, el culto a Bolívar, que ha pasado por distintos períodos de exaltación o esplendor, con su máxima expresión,según el historiador Juan Morales, en tiempos de Guzmán Blan-co (“Los mitos de la Independencia”, enCinco Siglos de H is- toria I rr everente , Caracas: Grijalbo, 2000) ha retomado un evi-dente auge durante el Gobierno de Hugo Chávez Frías.

¿Culto a la personalidad de Hugo Chávez?

En un reciente programa televisivo, producido por la ONGCiudadanía Activa, se sostiene que existe hoy en el país unculto a la personalidad del presidente Chávez. En el documen-tal, cuyo título es “ El único soy yo. Rumbo al total itarismo

del Siglo XXI”, se destacan como evidencias de ese proceso,entre otras, la búsqueda de una hegemonía comunicacional,su omnipresencia mediática en los espacios públicos, la anun-ciada reforma constitucional para consagrar la reelección pre-sidencial indefinida y la auto-exaltación pública del Presiden-te como “el único que puede gobernar a este país en estemomento histórico”.

En relación con estos indicios resulta conveniente señalar que ellos revelan, en forma objetiva, como lo han planteadodistintos investigadores del comportamiento humano, la incli-nación narcisista de Hugo Chávez, quien se considera único eirremplazable en la Presidencia de la República. Pero también

dejan entrever que podría haberse puesto en marcha un proce-so deliberado para propiciar la adulación y lograr la admiraciónincondicional a su persona con fines de control y manipulaciónsocial, es decir, un culto chavista.

 No se trataría en este caso, desde luego, de un culto post-mortem, como los de Bolívar y Lenin, sino de uno “en vivo” o“en tiempo real”, como los de Stalin, Hitler y Fidel Castro, orien-tados primeramente a neutralizar y derrotar al adversario, conmiras a perpetuarse en el poder. Pero orientados también, ensegundo lugar, a satisfacer la urgencia narcisista de ser admira-dos y reverenciados como héroes o como personajes geniales,difíciles de reemplazar.

Estos sentimientos de grandeza e indispensabilidad han en-contrado expresión, a menudo, durante los años mozos de quie-nes, una vez instalados en el poder, se dedican a activar unculto a sus personas. Stalin, según sus biógrafos, encontró enKoba, personaje de la obra El Parr icida  de Alexander Kasbegi,una especie de Robin Hood caucásico, el héroe con el cualidentificarse (Robins y Post, p. 268: Tucker, p. 130). El adoles-cente Hitler, por su parte, albergó “grandiosas fantasías de con-vertirse en artista, sin llegar a prepararse para ganarse la vida”(The New Encyclopedia Br itann ica , Vol. 8, 1982, p. 966). YFidel Castro, recién instaurado en el poder, confesó a un anti-guo profesor suyo lo siguiente:

Confidencialmente, a mí Cuba me resulta muy estrecha…Mi

aspiración suprema es poder sentarme a gobernar el mundoentero en una misma mesa con el americano, el ruso y el chi-

no. Yo como representante del bloque de naciones iberoame-

ricanas (D. Rousseau y C. Cumerlato, La Isla del Dr . Castro.

La Transición Secuestrada . Barcelona: Planeta, 2001, p. 25).

Con respecto a Hugo Chávez es posible afirmar que tambiénexisten evidencias de sus aspiraciones juveniles de grandiosi-dad o protagonismo político. En concreto, siendo cadete en laAcademia Militar, escribió en su diario, en 1974, que aspiraba a

 presidir algún día la “Patria del Gran Bolívar”. Aspiración que leratificaría ocho años después a un amigo de la adolescencia (C.Marcano y A. Barrera T.,Hugo Chávez sin Uniforme , Caracas:

Random House Mondadori, 2005, p. 32).Ya elegido como Presidente, y a lo largo de sus ocho años de

gestión, Chávez ha desplegado conductas que se ciñen a ladinámica del culto a la personalidad. Entre ellas cabe mencio-nar, en primer lugar, sus esfuerzos por rescribir la historia de lademocracia en Venezuela. La descalificación de la “corrupto-cracia puntofijista”, iniciada durante la campaña electoral de1998 y mantenida hasta hoy, constituye quizás el más obvio dedichos esfuerzos. Paralelamente, ha habido también la reiterada

 justificación del fallido golpe del 4 de febrero de 1992, con elalegato de que sin el estallido social del 27 de febrero de 1989 y

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sin la represión militar de quienes protestaban en las calles ysaqueaban comercios, el mismo nunca se hubiese producido.Lo cual, obviamente, falsea la verdad, pues los preparativosgolpistas se habían iniciado bastante antes de 1989, tal como lohan sostenido personas que se identificaron con el chavismo,

como Ángela Zago (La Rebeli ón de los Ángeles ).Desde una perspectiva más formal, la Resolución 259 delMinisterio de Educación, publicada en la Gaceta Oficial  No.

36.850 del 14 de diciembre de 1999, modificó los contenidos del programa de Ciencias Sociales de educación básica, para exal-tar los logros constituyentes de la administración chavista y

 para minimizar los logros de los gobiernos anteriores. Las críti-cas formuladas públicamente por educadores y especialistas

 por lo sesgado y deformante del programa obligaron a que serevisara y reformara lo establecido en dicha resolución.

Un segundo indicador del culto a la personalidad se halla enlos reiterados intentos de identificación de Hugo Chávez conSimón Bolívar, que guardan similitud a los de Stalin con Lenin.Desde una perspectiva general, dichos intentos se concretancuando Chávez declara que él comparte y es un fiel seguidor delos valores e ideas políticas de El Libertador, expuestas en do-cumentos como el Discurso de Angostura, en diversas corres-

 pondencias y en proclamas como el juramento del Monte Sa-cro. El supuesto antiyanquismo bolivariano, asumido en formaestentórea por él, sería una de esas afinidades ideológicas en-tre ambos.

Pero esa insistentemente proclamada identificación no seagota aquí, puesto que, como lo han sugerido algunos analistas,Chávez se ha presentado públicamente como una especie dereencarnación de Bolívar. Al respecto se menciona la cita que

hizo, durante su discurso inaugural como Presidente de la Re- pública, de una obra de Pablo Neruda en la que éste exclamaque Bolívar resucita cada cien años. Dicha cita ha sido repetida

 por él en distintos escenarios. Por lo demás, luego del desfilecarnavalesco de Río de Janeiro en 2006, donde la escuela desamba Vila Isabel participó exitosamente con una carroza queincorporaba una inmensa estatua de Simón Bolívar – financiada

 por PDVSA– Chávez expresó que Bolívar no era un hombre blanco, sino un zambo como él (Braudel Papers , “Oil and 

 Democracy in Venezuela”, 2006).

Otro indicador, al que se hizo breve referencia, es la aparenteconvicción, expresada públicamente, de que nadie sino él estáen capacidad de gobernar a la Venezuela de hoy. Esa afirmaciónha sido reiterada, en tono apocalíptico, en eventos realizadosfuera del país. En Bolivia, por ejemplo, afirmó recientementeque “si algo llegara a ocurrirnos a nosotros, a Evo y a mí, ten-

gan la seguridad de que se arrepentirán…Comenzaría por estatierras la guerra de cien años” ( El Nacional , 12 de marzo de2007).

Finalmente, como lo había hecho Stalin en 1929, Chávez cele bró con esplendor mediático su quincuagésimo cumpleaños. E

28 de julio de 2004, semanas antes de realizarse el Referéndumrevocatorio presidencial convocado por el CNE, el Presidenteencadenó a los medios audiovisuales para transmitir desde unalujosa hacienda ubicada en Barinas, su estado natal, y en com

 pañía de sus familiares, el acto conmemorativo de sus cincuenta años de vida.

Perspectivas

Durante el ejercicio de la función presidencial, Hugo Chávezha evidenciado inclinaciones narcisistas que, aunadas a suhistrionismo, a su carisma y al elevado ingreso fiscal petrolerocon el que ha contado en los últimos años, le han permitidosuperar situaciones políticas difíciles y recuperar la popularidad que había perdido para el año 2003.

La historia de la Venezuela democrática ofrece lecciones, sinembargo, acerca de lo inestable y volátil que resulta este tipo deapoyo popular afincado en un gasto público transitoriamentealto. El profundo repudio a la gestión de Luis Herrera Campínsluego del llamado “Viernes Negro”, y la derrota como candidatooficialista de Rafael Caldera en las elecciones nacionales de1983, ejemplifican esa dinámica de apoyos que fluctúan con loaltibajos fiscales.

La promoción del culto a la personalidad de Hugo Chávez, s bien refleja la urgencia narcisista de ser constantemente admirado y adulado, también parece reflejar cierto aprendizaje de la

lecciones históricas mencionadas. En este sentido, si la con-tracción del gasto público ha provocado en el pasado frustración popular y rechazo al gobierno, la idolatría o deificación deJefe de Estado puede servir, al menos parcial y temporalmente

 para neutralizar ese inminente desengaño. El llamado “efectoteflón”, de exculpar al Presidente de fallas y errores de gestióne inculpar a sus ministros y colaboradores, ha sido mencionadocomo ejemplo de ese impacto del culto chavista.

Lo previsible es, en todo caso, que esos esfuerzos destinados a extender y reforzar la admiración por el Primer Mandatarioseguirán adelante por las razones psicológicas y políticas ex-

 puestas. Éstos podrían incluir la neutralización o cierre de me

dios de comunicación incómodos y críticos, como sucedió con RCTV . A lo que cabe añadir, por último, que con ese culto es probable que se intente llenar el vacío idolátrico continentaque producirá la desaparición de Fidel Castro.

 Herbert Koeneke R