horizonte formativo común

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MOVIMIENTO MALLINISTA HORIZONTE FORMATIVO COMÚN

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MOVIMIENTO MALLINISTA

HORIZONTE FORMATIVO COMÚN

HORIZONTE FORMATIVO COMÚN

MOVIMIENTO MALLINISTA

INTRODUCCIÓN

En el encuentro Nacional “De Navegantes” de febrero de 2011, al inicio de este camino,

hemos puesto deliberadamente en diálogo el contexto histórico de nuestro país con el proceso

histórico del Movimiento, de diversos modos y con distintos lenguajes. Ahora vemos oportuno

explicitarlo para reinterpretar el presente y proyectar nuestro futuro.

Dejamos abiertas estas páginas a la posibilidad de hacer otros relatos.

1. “SOY ESTA TIERRA, SOY ESTA GENTE… SOY ESTA HISTORIA.”

“Fue básicamente durante la década de los sesenta, setenta, cuando los jóvenes argentinos

irrumpieron en el espacio público como actores sociales principales, a tal punto que ser joven

implicó una asociación directa al compromiso con la política (…). Los jóvenes desarrollaban sus

prácticas políticas en un escenario altamente ideologizado, donde los grandes relatos y utopías

daban sentido a cada una de las acciones sustentadas sobre la certeza de un mañana. (...) La

patria o la muerte eran opciones posibles”. 1

Así los jóvenes de la década del ’70 manifestaban su militancia. La juventud era

protagonista, no sólo en nuestro país sino en el mundo entero: el Mayo Francés, el

movimiento hippie, las marchas contra la guerra de Vietnam… Los jóvenes se unían en un

mismo sueño: la justicia social.

El compromiso social de la juventud era un hecho y se extendía a distintos ámbitos de

participación, entre ellos la Iglesia. Nacía un movimiento post conciliar, que sumaba jóvenes

creyentes que asumían una posición liberadora frente a la situación social que se vivía, como

expresión de la fe cristiana.

Nuestro movimiento juvenil no quedaba al margen de estas características. Podemos oír

las voces de aquellos jóvenes mallinistas que se comprometían con ideales por los que valía la

pena jugarse la vida entera. Claramente, la militancia se extendía a estos ámbitos, corriendo el

riesgo de caer en fundamentalismos ideológicos. La experiencia comunitaria era de vital

importancia por la misma necesidad de compartir ideales con otros. De sentirse parte de algo

más grande e importante. En esta masificación no había lugar para construir el propio proyecto

de vida en consonancia con la propia identidad. Y la figura de los dirigentes se forjaba también

en el ámbito pastoral: eran quiénes indicaban qué hacer, cómo hacer y cómo vivir los ideales, y

generalmente, esta función estaba depositada en los sacerdotes.

1 Saintout, Florencia; Culturas juveniles y comunicación; Maestría Ciencias Sociales y Humanidades; Universidad Virtual de

Quilmes; 2011.

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Una juventud activa en la lucha, en la búsqueda de qué hacer por los otros y por todos.

Los jóvenes que se organizaban en distintos movimientos, como grupos revolucionarios,

comenzaron a transformarse en una amenaza para el “orden social”.

El 24 de marzo de 1976, quedaría inaugurado el “Proceso de reorganización nacional”,

discurso utilizado por los militares para irrumpir, nuevamente, en el poder. Los procedimientos

y sus consecuencias dejaron como resultado una generación de jóvenes silenciados, muertos y

desaparecidos.

Esta situación crítica también se extendió a las formas tradicionales de organización de la

juventud en la Iglesia. Frente a este panorama, los jóvenes no renunciaron al grito de libertad y

transformación social, por eso comenzaron a surgir nuevos movimientos, grupos parroquiales

y de oración, al mismo tiempo que otros jóvenes se sentían convocados a formar parte de

organizaciones políticas o guerrilleras.

“¿Por qué no nos dicen si están vivos, si están muertos?”, reclamaban las primeras madres

de desaparecidos, mientras que el país entero festejaba el primer campeonato mundial. En

medio de esta ambigüedad, la Iglesia volvía a depositar la esperanza en los jóvenes: nació la

Pastoral de Juventud con una línea orgánica para todo el país: “una cadena, más fuerte que el

odio y que la muerte, lo sabemos el camino es el amor”. Se promovió una pastoral intensiva

para la formación de líderes, y una pastoral masiva que intentaba dar respuesta a aquellos

jóvenes menos involucrados.

Con el llamado retorno de las democracias, se convocó nuevamente a los jóvenes a la

ilusión, a empezar de nuevo. Se los convocó a transitar la democracia.2 Surgieron nuevas

formas de expresión popular y de participación en instituciones y organizaciones culturales,

políticas y religiosas.

En este tiempo se fortalecieron las comisiones diocesanas de Pastoral de Juventud y se

realizaron encuentros formativos a nivel nacional. La institucionalización de la experiencia

pastoral también tuvo sus repercusiones en nuestro movimiento: Mallín comenzaba a

expandirse a distintas provincias de nuestro país. La vivencia estilo se valoraba como un

momento significativo en la propia vida, pero esto también generaba una mirada reducida de

la experiencia de Dios a los encuentros fuertes, a la práctica Sacramental y al Sagrario.

La década del ’90 comenzaba con un panorama poco alentador para hacer realidad aquella

primera ilusión de justicia y transformación social. Carlos Menem, el segundo presidente

electo del período democrático, concedía el indulto a los responsables de la última dictadura

militar. Además, esta década se caracterizó por varios atentados y asesinatos, difíciles de

2 Cfr. Ibidem

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esclarecer: el atentado a la AMIA, el caso María Soledad, el asesinato del fotógrafo José Luis

Cabezas, la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero… la inseguridad y la injusticia volvían

a estar en las primeras planas. Por otra parte, la política neoliberal, forjada en este gobierno,

generó la profundización de la desigual distribución de la riqueza, la desaparición de las

industrias nacionales y el progresivo deterioro de la clase media argentina.

La juventud de esta década, descreyó en general de la lucha por las causas sociales,

marcada por la experiencia de los jóvenes en los años precedentes. Esta situación influyó

directamente en la concepción de los jóvenes sobre su propia vida y la realidad. Se dio un salto

a una cultura individualista y del “sálvese quien pueda”

La Pastoral de Juventud Argentina entendió la necesidad de lograr un mayor acercamiento

a la cultura juvenil, y generar nuevas respuestas a las emergentes inquietudes y reclamos de

los jóvenes. Era necesario cambiar el paradigma. Se realizó, así, el primer encuentro nacional

de responsables de Pastoral de Juventud, en Paraná, con el fin de lograr una identidad

construida entre todos y desde las bases: qué Jesús era el que interpelaba, qué iglesia, qué

sociedad, qué hombre.

Este nuevo proceso también hizo eco en el movimiento mallinista que tomó conciencia de

la necesidad de un proyecto formativo común, ante la crisis de un modelo que dejaba de ser

significativo para los jóvenes. Sin embargo, fue difícil asumir que la propuesta pastoral de

Mallín ya no daba respuesta a los adolescentes y jóvenes que buscaban ser acompañados en la

construcción de sus propios proyectos de vida, y que ya no se movilizaban del mismo modo

que generaciones anteriores, frente a las causas sociales.

“El cruce de siglos vino con el que se vayan todos, la más profunda negación a la política

que nuestra historia ha imaginado y que arrojó a los jóvenes a la intemperie poniéndolos al

frente (en el frente de batalla) de todas las transformaciones que habían provocado los

poderes neoliberales: fragmentación, polarización social, precarización, vulnerabilidad. Sin

embargo, de ellos no se esperó nada. Se dijo: no les interesa nada. Se los condenó por

apolíticos e individualistas”.3

Durante estos años, la Pastoral de Juventud Argentina se consolidaba. Como resultado, se

creó el Instituto Cardenal Pironio con el fin de “encontrar nexos entre la realidad juvenil y la

misión de la pastoral, en un ámbito de reflexión, investigación, producción de material y oferta

de instancia formativa”4.

3 Ibídem 4 http://www.pastoraldejuventud.org.ar/instituto/qsomos.htm

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En nuestro movimiento comienzan a gestarse algunos cambios en el enfoque de los

procesos formativos, a raíz de la valorización de la experiencia vital. La cultura juvenil es

revalorizada como lugar teológico.

Como consecuencia de la cultura de la imagen promovida por los medios masivos de

comunicación, los adolescentes y jóvenes de esta década se caracterizaron por habitar nuevos

universos simbólicos. El movimiento responde a esta situación despertando a nuevas

búsquedas. Sin embargo no fue fácil soltar estructuras que nos habían sostenido por tantas

décadas. Esto generó diversidad de experiencias a nivel nacional, y exigió capacidad de

escucha y diálogo para asumir los nuevos desafíos de la formación y el acompañamiento de

adolescentes y jóvenes.

FUENTES:

Este informe fue realizado en base al relato del video realizado por Pastoral de Juventud para

sus 25 años de vida y 20 años de democracia.

Además, se han utilizado como fuente las encuestas realizadas por el Equipo de Formación

Nacional del Movimiento Mallinista, a mallinistas de distintas décadas y de diferentes zonas del

país, para el nuevo Proyecto de Formación 2010-2012.

Por otra parte, se ha utilizado textos de la Dra. en Ciencias Sociales, Florencia Saintout, a

través de la Universidad Virtual de Quilmes.

2. “VAMOS DESANDANDO ESTE CAMINO” Una aproximación al camino formativo desde el relato de sus protagonistas.

Creemos que la experiencia humana es fuente de revelación que permite comprender y

discernir el presente para proyectar el futuro. Por eso, en octubre de 2010 quisimos escuchar

los relatos de quienes han sido protagonistas de las cuatro décadas de historia de nuestro

movimiento, y especialmente recoger su mirada autoconsciente de los procesos formativos

vividos en el Mallín5.

Valiéndonos de estos testimonios, en el encuentro De Navegantes (febrero 2011), hemos

indagado, discernido y registrado participativamente los subrayados, ausencias y búsquedas

formativas de cada etapa del camino.

5 Cfr. Carpeta Encuestas (70, 80, 90, 2000 y Encuestas Tabuladas).

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Contando con la producción colectiva de este encuentro6, hicimos una nueva lectura

diagnóstica del proceso vivido a través de los años, identificando dinamismos y frenos;

elementos que nos impulsan y animan, y aquellos que frenan y bloquean la fecundidad de los

procesos formativos. Situados en la complejidad del presente, sumamos nuevas

interpretaciones que puedan ser inspiradoras a la hora de construir el nuevo horizonte

formativo:

TORMENTAS Y NUBARRONES (Frenos)

VIENTOS NUEVOS DE VIDA (Dinamismos)

ORIGINADOS EN LOS AÑOS 70

Tendencia a fundamentalismos ideológicos que autoconfirman, cerrando al diálogo y al enriquecimiento mutuo. Una pastoral de militancia, de identidad prestada, que desatiende el proceso de construcción de las identidades personales. Una mirada reducida de la persona, valorada por lo que hace o deja de hacer en relación al deber ser de nuestra propuesta pastoral. El acompañamiento personal entendido como el espacio en que el Director Espiritual, sacerdote, etc. indica qué hacer, por dónde seguir, alguien que traduce el ideal en la vida personal de cada joven en detrimento de la autonomía personal. La ingenuidad en creer que la adhesión a un ideal y la claridad doctrinal, asegura el proceso de maduración personal y colectivo. Una mirada monolítica que ve en el sacerdote la autoridad que legitima los procesos de fe y las opciones pastorales, restringiendo la participación plena de los demás responsables del proceso pastoral.

Valor para hacer nacer lo nuevo, como un movimiento post-conciliar, que implica e involucra a muchos laicos y laicas jóvenes. La militancia como capacidad para la misión, el apostolado, el compromiso con ideales por los que vale la pena jugarse la vida entera, para lograr el cambio social. La búsqueda de fundamentos que den razón de la propia fe. La valoración positiva del sacrificio: tolerancia a la frustración, salida de sí mismo, espera activa. La experiencia comunitaria sustentada en los sueños y proyectos compartidos. Creatividad para construir símbolos que nutran, expresen y celebren la espiritualidad de los adolescentes y jóvenes (el fuego, el leño, la barca, el pan, canciones, etc.)

ORIGINADOS EN LOS AÑOS 80

El resguardo espiritualista frente al desencanto de las utopías, la excesiva preocupación por el cuidado de lo instituido, el temor a la novedad y al cambio, y una estructura fuertemente verticalista pretenden asegurar la “identidad” del Movimiento. Una propuesta formativa marcadamente voluntarista, para sostener líneas de conducta moralmente correctas La opción por estrategias pastorales homogéneas

La consolidación de una experiencia pastoral, base para el proceso de institucionalización del movimiento (Abriendo camino), que se explicita en una propuesta orgánica de pastoral para y con adolescentes y jóvenes. La vida entregada de laicos y consagrados por la causa del Reino entre los adolescentes y jóvenes, como experiencia de discipulado. Valorización de la vivencia, como un momento

6 Cfr. Síntesis de los subrayados, ausencias y búsquedas formativas de cada década.doc,

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(las vivencias y líneas de organización, etc.) que ignoran las particularidades regionales, locales y personales, pretenden uniformar e inhibir otras búsquedas. Mirada reducida de la experiencia de Dios, como práctica sacramental, oración ante el “Sagrario” y el encuentro con el “Cristo Vivo” en la vivencia del Mallín Estilo

significativo en la propia vida.

ORIGINADOS EN LOS AÑOS 90

La convicción de que una experiencia de corto tiempo y de alto impacto emocional, puede sostener en el tiempo un proceso formativo. La dificultad para aceptar y asumir que la propuesta pastoral del movimiento ya no responde significativamente a los escenarios y situaciones vitales de los adolescentes y jóvenes. La ilusión de que la organización y animación unipersonal y fuertemente centralizada del movimiento, garantiza la articulación interna y la vitalidad del trabajo conjunto.

La irrupción de la subjetividad como clave para una nueva comprensión de los procesos formativos (relectura del ideal de la Distinción). Toma de conciencia de que la vida del movimiento pasa por los procesos cotidianos, personales y comunitarios, y de la necesidad de acompañar ese caminar con itinerarios de formación integral. Nuevas búsquedas en las comunidades y zonas, en el campo de la formación y de la resignificación de las vivencias, en tiempos de crisis e incertidumbre.

ORIGINADOS EN LA ÚLTIMA DÉCADA

Ausencia de itinerarios formativos que puedan acompañar significativamente la vida de las comunidades integrando las vivencias a dichos procesos. Resistencia al cambio por miedo a perder la propia identidad. Una mirada sospechosa sobre la cultura, que imposibilita leer en ella los signos de novedad y vida, y cierto temor a dejarnos modificar por ella.

La opción de la “experiencia vital” en el ámbito formativo genera un cambio de enfoque y nuevos dinamismos. La convivencia de distintos modos de mirar y pensar, reclama escucha y flexibilidad para responder a los desafíos de una propuesta formativa acorde a los nuevos escenarios. Revalorización de la cultura juvenil, como espacio de escucha pastoral, donde descubrir el paso de Dios (lugar teológico). Resignificación creativa de los símbolos del movimiento. Nueva comprensión de la pedagogía del acompañamiento.

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3. “ESTÁ LLENO DE VIENTOS NUESTRO ANDAR…” El impulso de los criterios formativos

En este devenir de la historia, en la que nos sentimos inmersos, hemos visualizado frenos y

dinamismos, vientos que empujan a la fecundidad de la vida. Hoy más que nunca queremos

reconocerlos como criterios formativos y dejarnos impulsar por ellos.7

JESÚS Y LA EXPERIENCIA HUMANA (el corazón de Dios late en la experiencia humana)

Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza (…)

Miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno”

Génesis 1,26; 31

Reconocemos un viento de impulso en la condición humana que lleva como marca

fundante, la experiencia de un amor que afirma su existencia y desde entonces esa impronta

está sembrada en el corazón humano como experiencia vital. Pero el amor creador de Dios no

sólo data nuestro origen, señala también, el valor en sí mismo de todo lo creado. Desde

aquella primera mirada amorosa “somos algo muy bueno”. Es un amor que se erige como

garante e instituye así nuestra dignidad, como si fuera Dios el primer creyente de la historia.

Asumir esa mirada confiada, del Creador hacia nosotros, nos impulsa a dialogar, sobre

todo con aquello que nos resulta ajeno y diferente, y como tal amenazante. Nos permite

aventurarnos confiados, reconociendo el misterio propio de la realidad compleja en la que

estamos insertos y de la cual somos parte. Nos compromete en el desafío de empatizar con

esa primera mirada de amor volviéndonos cómplices de su confianza y reflejo de su ternura.

Siendo testimonios de esa confianza, compartimos el saber que somos y tenemos una buena

noticia, a la vez que reconocemos eso mismo en la otredad.

Estamos invitados a conquistar nuestra autonomía, donde vamos experimentando que la

fidelidad a nosotros mismos se entrama con la fidelidad de Dios. Se trata crear nuestra propia

melodía para que el salmo se haga vida y podamos cantar al señor un canto nuevo. En

nuestros múltiples ensayos, no es el amor de Dios lo que está en juego, sino nuestra

posibilidad de asumirlo.

7 Los vientos que impulsan son aquellas afirmaciones que dicen de nuestras convicciones frente a estos

tiempos que vivimos y los desafíos formativos que en ellos descubrimos. No tienen la pretensión de elaborar nuevos principios ya explicitados en la etapa analítica de la Planificación Pastoral Participativa.

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En la experiencia del dolor y el mal, la finitud y el límite, propias de la condición humana,

somos capaces de recrear sentidos que nos liguen a la vida, porque Dios, haciéndose hombre

en Jesucristo late en el corazón de la plenitud y el drama de la existencia.

En la buena noticia de la resurrección, Jesús nos confirma que no habrá experiencia de

muerte que tenga la última palabra. El dolor humano es un llamado a más vida y a la vez una

vida que llama pidiendo ayuda. Nuestro caminar junto a los adolescentes y jóvenes es

acompañar el sanar: crear las condiciones y ser testigos de la vida que busca su cauce. La

experiencia comunitaria es como una matriz que aloja nuestra humanidad y la acompaña a

seguir desarrollándose. Vivirlo de este modo la transforma en una buena noticia

Queremos acompañar la vida allí donde transcurre, la cotidianeidad misma, escenario que

condensa el llamado de Dios a la felicidad de todos y cada uno y se vuelve el lugar por

excelencia de nuestra praxis pastoral.

COMUNIDADES CREATIVAS EN EL NOMBRE DE JESÚS.

“Donde haya dos o tres reunidos en mi nombre,

allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt. 18, 20).

Reconocemos un viento de impulso en la fuerza espiritual, educativa y terapéutica de la

experiencia humana en comunidades de vida. Nuestro movimiento propone esta experiencia

comunitaria como lugar privilegiado de crecimiento humano y maduración en la fe; la alienta y

convoca desde las propias búsquedas vitales, desde el convencimiento de su propuesta, y la

fuerza de los sueños comunes.

Nos sentimos con–vocados por Jesús y lo experimentamos con nosotros. Somos

aprendices en esta tarea de construir comunidades en su nombre y creemos en la necesidad

de ir ensayando nuevas formas de hacerlo, que respondan a los signos de los tiempos.

Confiamos en la fuerza de las comunidades de adolescentes, jóvenes y adultos que asumen y

respetan sus propias tareas vitales y aceptamos el desafío de ser pastoralmente hoy un

espacio capaz de acompañar caminos de plenitud.

Sentimos la necesidad de resignificar la vida y la experiencia comunitaria de nuestro

Movimiento, respondiendo a la diversidad de las experiencias vitales, gestando espacios que

abracen todas las vidas y comprendiendo nuevos estilos de discipulado en comunidad.

Sabemos que al caminar con otros, desplegamos una dimensión indiscutible de nuestra

humanidad: vincularnos con la otredad. Vincularnos profundiza nuestra tarea de descubrir la

propia originalidad y singularidad, al tiempo que va haciéndonos capaces de convivir.

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Vincularnos, nos permite reconocernos a nosotros mismos y a los otros, crecer y potenciarnos,

en la interdependencia y la autonomía.

Creemos en este sello originario del Dios plural, del Dios trino en nuestras vidas. Nuestro

Dios no es un bloque monolítico sin matices. El Dios que nos convoca a la vida y nos sostiene

en ella es un misterio vivo de relación inclinado sobre el mundo, sobre nosotros, sobre los

adolescentes y los jóvenes. Somos seres biológicamente amorosos, está en nuestra piel el

plenificarnos reconociéndonos y reconociendo a los demás8.

La propuesta pastoral de nuestro Movimiento, nos invita a desplegar esta dimensión

comunitaria y eclesial de la vocación humana y la vida como creyente, que reconoce a Jesús en

la experiencia del encuentro con los otros.

EL REINO, UN MUNDO DONDE QUEPAN TODOS LOS MUNDOS.

“Fuera del mundo no hay salvación”

Schillebeeckx

Reconocemos un viento de impulso en la causa que Jesús asume, el reinado de Dios,

donde cada persona es reconocida como un ser único ante Dios, de dignidad y valor absoluto

e irrepetible. Un Reino en el que la Iglesia encuentra su identidad más honda, porque la

constituye en su razón y sentido; un Reino que le muestra su misión y del que se hace

servidora.

Inspirados en la misma vida de Jesús, reconocemos que la construcción de este Reino es la

invitación más clara y genuina que recibimos los cristianos para construir un mundo de

hermanos. Un mundo donde nadie viva en la exclusión y todos tengan un espacio para crecer

en su condición de personas; un mundo realmente humano, sin brechas, “donde quepan todos

los mundos”… Nos sentimos llamados a construir este Reino, el que proclama la plenitud de

la vida para todos y se juega hasta los extremos por defenderla y hacerla fecunda.

En este horizonte y como Iglesia, asumimos la necesidad de un auténtico

descentramiento, que ponga al centro la realidad de cada ser humano. Soñamos una Iglesia

que –como signo del Reino ya presente- se entrama en la historia, se compadece de sus

8 Una mirada que da cuenta del sello que llevamos: “Nosotros los seres humanos, somos seres

biológicamente amorosos como un rasgo de nuestra historia evolutiva. Esto significa dos cosas: la primera es que el amor ha sido la emoción central conservada en la historia evolutiva que nos dio origen desde unos cinco a seis millones de años atrás; la segunda es que enfermamos cuando se nos priva de amor como emoción fundamental en la cual transcurre nuestra existencia relacional con otro y con nosotros mismos…” Transformación en la convivencia; Humberto Maturana Romesín; J.C. Saez editor; Chile; 2001; pp. 46.

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dolores e injusticias y se compromete con la transformación de la realidad. Una iglesia capaz

de sintonizar con los lenguajes de las culturas juveniles. Nos distanciamos de las miradas

asentadas en la autodefensa y la desconfianza, la sospecha y el control.

Confiamos en la fuerza profética de nuestras comunidades juveniles cristianas como

relatos de Dios, que se construyen y comprenden a sí mismas en clave del Reino, y viven su

misión como la realización plena de lo humano y la manifestación de lo que Dios quiere para

el mundo.

4. “SOMOS ARTESANOS…” Empujando nuestra historia

Vislumbramos un horizonte formativo con pre-adolescentes, adolescentes y jóvenes que

viven insertos en distintas realidades socio-económicas y culturales, que transitan diversas

experiencias y propuestas de espiritualidad y religiosidad; en búsqueda de espacios de

contención e identidad grupal que resignifiquen los vínculos y ofrezcan nuevas fuentes de

sentidos.

Interpelados por la “vuelta a Don Bosco” y una nueva conciencia histórica de la realidad,

hoy nos sentimos pastoralmente en deuda con los adolescentes y jóvenes que viven en

contextos de mayor pobreza y vulnerabilidad social.

Queremos caminar juntos en procesos de construcción de identidad personal y colectiva,

posibilitándonos vivenciar un mundo diferente y despertar e impulsar nuestros sueños desde

una perspectiva creyente.

El proceso formativo se desarrollará en un escenario que buscará cultivar miradas

confirmatorias entre adultos y adolescentes-jóvenes, capaces de reconocer la necesidad y la

plenitud de cada una de las etapas vitales.

En este andar, constatamos que la construcción del vínculo intergeneracional en el

movimiento resulta a veces una experiencia de desencuentro que influye directamente en la

recepción y en la significatividad de la propuesta formativa, porque no responde a procesos de

búsqueda de sentidos, de mayor autonomía y de responsabilidad ante la propia vida y la de

los demás.

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La tarea de hacernos cargo de nuestros9 procesos vitales, complejos en si mismos, se ve

hoy desafiada por un contexto histórico de fuertes incertidumbres10; que amenazan nuestras

esperanzas y también nos invitan a descubrir nuevas certezas, pronunciar nuestras

convicciones, seguir intuiciones y sostener intentos.

Transitar por esta época histórica se transforma en un viaje apasionante cuando nos

descubrimos generosos y solidarios. Pero este viaje se transforma en un oscuro espectáculo

cuando nos encontramos con escenarios fuertemente individualistas, donde profundas

desigualdades generan múltiples formas de injusticias, el otro deja de ser un semejante para

convertirse en contrincante. Gozamos frente a las posibilidades de comunicación que

encontramos a nuestro alcance, de sentirnos parte de una comunidad global e intercambiar

bienes y conocimiento. Pero padecemos las consecuencias de la ley de mercado que atraviesa

nuestra cotidianeidad, hasta llegar a percibirnos como bienes de consumo. Una nueva

conciencia ecológica nos permite apropiarnos de nuestro bello planeta como una casa de

todos, generando sentimientos de pertenencia y cuidado. Sin embargo, pocas veces la vida se

ha visto tan fuertemente amenazada.

Vivimos diversidad de situaciones en poco tiempo, pasamos vertiginosamente de un

micromundo a otro y al mismo tiempo experimentamos la sed de unidad que reclama desde lo

más profundo de cada uno.11

En este contexto de posibilidades y amenazas, adolescentes, jóvenes y adultos

descubrimos que el encuentro con el otro es camino de crecimiento y plenitud.

Pedagogía

Presentamos algunas intuiciones pedagógicas que acompañan a este horizonte

formativo, asumiendo su complejidad con una mirada holística que dé cuenta de esto. Desde

esta lógica, un gráfico sistémico nos permite una comprensión orgánica del proceso formativo

tal como lo entendemos hoy en Mallín. Además expresamos estas intuiciones de manera

paradojal, asumiendo la tensión y la riqueza que ellas implican.

9 Nos referimos a la tarea de pre-adolescentes, adolescentes, jóvenes y adultos que compartimos estos

espacios formativos. “Cuando un adulto se hace cargo de sí mismo, un adolescente se pone de pie”. (Fundación Talita Kum)

10 Cfr. Edgar Morin.

11 Cf. La espiritualidad…un elemento constitutivo del ser humano. Fundación Talita Kum

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Breve explicitación

De la búsqueda y el encuentro: creemos y alentamos el valor de las propias

búsquedas de sentidos, de felicidad, de más vida… y sabemos que en el encuentro

se confirman, se entraman, se enriquecen, plenifican con otras búsquedas.

Narrativa y simbólica: celebramos la fuerza pedagógica de la narración que

nombra los fragmentos y nos permite apropiarnos de la experiencia, y la fuerza

evocadora de los símbolos que hace presente en nosotros lo que no se ve.

De la creatividad y la pertenencia: Somos consientes que nuestra potencia

creadora deja huellas, y que la construcción colectiva confirma y nos da

pertenencia.

De la reciprocidad y de la autonomía: la experiencia de reciprocidad nos permite

reconocernos en igual dignidad, hermanos que se pueden enriquecer mutuamente

desplegando y siendo fieles a los propios sueños.

Del fragmento y la unidad: experimentamos la tensión entre nuestra sed de

unidad que clama desde lo más profundo del ser humano y la intensidad de lo

múltiple que brota de la diversidad, legitimando búsquedas y ensayos que gozan

de la plenitud y la intemperie del caminar.

De la búsqueda y del encuentro

Narrativa y Simbólica

Contextualizada y liberadora

De la reciprocidad y la

autonomía

Del fragmento y de la unidad

De la creatividad y la pertenencia

Una pedagogía…

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Contextualizada y liberadora: Nos reconocemos hijos de una historia, con sus

aportes y condicionamientos, y a la vez, confiamos profundamente en la potencia

liberadora de las opciones con sentido. Esto, nos permite despegarnos de la fuerza

fatal del destino y desplegar nuestros sueños, en fidelidad a nosotros mismos.

Metodología

Al llegar a este punto del camino, estamos en condiciones de especificar algunas notas

que caracterizan a una metodología coherente con el horizonte formativo que se propone.

Una metodología:

Que privilegie la experiencia vital de los adolescentes y jóvenes situados en sus

contextos y cotidianeidad, y respete la especificidad de la etapa.

Que acompañe la experiencia del discipulado en trayectos con sentido

Que se haga cargo de las nuevas vivencias del tiempo y del espacio

Que favorezca el surgimiento de preguntas para construir una conciencia crítica y

responsable de si misma y de la realidad.

Que favorezca la acción-reflexión-acción en los procesos de transformación de los

sujetos y los contextos

Que asuma el carácter bidireccional del proceso educativo

Que favorezca procesos auténticos de individuación e integración grupal y colectivo

Que habilite y promueva la diversidad de lenguajes como una manera de darse a

conocer y autoconocerse: simbólico, artístico, poético, corporal, etc.

Que revalorice la experiencia lúdica y festiva de la vida

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ESPIRITUALIDAD

Este horizonte formativo reconoce la experiencia de la espiritualidad como patrimonio de

la humanidad. La espiritualidad es búsqueda de sentido y sed de unidad que clama, desde la

mismidad del ser humano, en las múltiples experiencias.

La espiritualidad, como patrimonio de la humanidad, se ha ido configurando y

concretando en distintas tradiciones religiosas. Somos parte de una tradición que reconoce en

Jesús de Nazaret, la experiencia fundante de una espiritualidad encarnada en la historia, los

contextos, la realidad misma.

Nos hacemos eco del gran ícono evangélico que inspira la espiritualidad de nuestro

movimiento: Lc 5, 1-11. Tomamos esta imagen evocadora de Jesús y la barca que nos muestra

un Dios que toma la iniciativa de salir a nuestro encuentro y quiere compartir nuestra vida;

que nos desafía a ir por más, invitándonos a construir nuevos sentidos en lo cotidiano;

acompaña nuestros ensayos y búsquedas en fidelidad a nuestros sueños y celebra junto a

nosotros.

Nos sentimos carismáticamente convocados por algunos rasgos del Dios de Jesús. Un Dios

que ama apasionadamente la vida. Mira, se conmueve, se acerca y se hace cargo de la vida de

todos los adolescentes y jóvenes, especialmente de aquellos cuya vida se encuentra vulnerada,

amenazada o herida de muerte.

Experiencia Vital

Bidireccionalidad

Experiencia lúdica y festiva de la vida

Surgimiento de preguntas

Acción-reflexión-acción

diversidad de lenguajes

procesos de individuación e

integracion

Experiencia de discipulado

Nueva vivencia del tiempo y del

espacio

Metodología

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En el encuentro con el otro gustamos y celebramos un pedacito de Dios. Cada encuentro

es un anticipo, un eco: el rostro del otro es una revelación trascendental que irrumpe, no nos

pertenece, se hace don, es regalo. En esta experiencia descubrimos un espacio de plenitud.

Entendemos que experimentar la cotidianeidad de la vida en esta clave de espiritualidad

nos alienta y sostiene en la búsqueda del gozo, la fiesta y la plenitud que anhelamos.