homilía de la misa del alba 2015 · cautivo - trinidad
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MISA DEL ALBA DE LA COFRADÍA DEL CAUTIVO
(Parroquia San Pablo-Málaga, 28 marzo 2015)
Lecturas:Ez 37, 21-28; Sal (Jr 31, 10-13); Jn 11, 45-57.
Bajo el cuidado del Buen Pastor
1. En la lectura que se ha proclamado del libro del profeta Ezequiel se nos
presenta a Dios como pastor de su pueblo, que reúne a los hijos de Israel de
entre las naciones y los congrega de todas partes para conducirlos a su tierra
(cf. Ez 37, 21). Son muchos los pasajes del Antiguo Testamento que presentan
al Dios de Israel como pastor de su pueblo: «El Señor es mi pastor, nada me
falta» (Sal 23,1); «él es nuestro Dios y nosotros el pueblo de su pasto» (Sal
95,7). El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo nos invita a permanecer con
él, porque desea ser nuestro Dios y estar con nosotros y cuidarnos. Ezequiel
recordaba: «Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos serán mi
pueblo» (Ez 37, 27). Queremos ser del pueblo de Dios; queremos ser miembros
de su familia.
2. La misión de pastorear al pueblo de Israel se cumple de manera definitiva
en la plenitud de los tiempos, cuando el Hijo de Dios se hace hombre y asume
la naturaleza humana. Jesucristo encarna en su persona la misión de
pastorear a los hijos dispersos por el pecado. El futuro Mesías es descrito con
la imagen del pastor: «Como pastor pastorea su rebaño; recoge en brazos los
corderitos, en el seno los lleva y trata con cuidado a las madres» (Is 40,11). El
futuro Mesías, aquí descrito, lo veneramos hoy bajo la imagen del “Cautivo”.
Jesús es el nuevo David, el rey que pastorea a todos los hombres: «Mi siervo
David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis
preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica» (Ez 37,
24).
El Señor Jesús, “el Cautivo”, nos congrega hoy en esta asamblea anual,
congregada en esta histórica plaza del barrio de la Trinidad, porque quiere
que formemos parte de su rebaño y seamos guiados bajo su firme cayado de
pastor; y espera que vivamos según sus enseñanzas. No se puede ser “devoto
del Cautivo”; hay que ser “discípulo del Cautivo”, “amigo del Cautivo”. Hay
una gran diferencia. Los seres humanos no somos “devotos de nuestros
padres”, sino “hijos” de nuestros padres; tampoco somos “devotos de
nuestros hermanos”, sino “hermanos”. Hay una vinculación de “fraternidad” y
de “discipulado” con el Cautivo; se nos pide el seguimiento a su persona. No
se trata solo de unas ideas o de unas teorías. La fe, como el amor, es una
experiencia humana; hay que vivir la experiencia de conocer, amar y seguir al
Cautivo.
3. La imagen ideal de pastor encuentra su plena realización en Cristo. Él es el
buen pastor que va en busca de la oveja extraviada; se apiada del pueblo
porque lo ve «como ovejas sin pastor» (Mt 9,36); llama a sus discípulos «el
pequeño rebaño» (Lc 12, 32); nos llama hoy a nosotros “pequeño rebaño”.
Pedro llama a Jesús «el pastor de nuestras almas» (1 Pe 2, 25) y la carta a los
Hebreoslo denomina «el gran pastor de las ovejas» (Hb 13,20); es decir, de
toda la humanidad.
El Buen Pastor nos invita a seguirle, en su compañía; pero nosotros nos
empeñamos muchas veces en andar por vericuetos, lejos del Buen Pastor;
recorremos caminos inhóspitos, que nos desvían de quien es el Camino
verdadero (cf. Jn 14, 6), Jesucristo; transitamos por sendas sin rumbo y sin
norte, porque las recorren algunos de nuestros coetáneos, paganos, que sólo
confían en sí mismos, pero su corazón está lejos de Dios; o que siguen sus
propias ideologías.
4. El Buen Pastor nos ofrece sabrosos pastos y verdes praderas. Él quiere que
disfrutemos de su compañía y de sus bienes. Decía el profeta Jeremías:
«Afluirán hacia los bienes del Señor: hacia el trigo y el vino y el aceite, y los
rebaños de ovejas y de vacas; su alma será como un huerto regado, y no
volverán a desfallecer» (Jr 31,12).Pero nosotros nos empeñamos, a veces, en
mordisquear alimentos que no sacian y beber aguas que nos envenenan.
¿Por qué creéis que está Cristo “cautivo y maniatado”? Por culpa de nuestras
infidelidades; a causa de nuestras rebeliones; por nuestros desprecios a su
persona; por nuestras negativas a su invitación de seguirle y de escuchar su
voz de Buen Pastor. Jesús Cautivo nos ofrece verdes prados y aguas limpias,
queridos cofrades y fieles. ¡No destruyáis los pastos, ni enturbiéis las aguas!
¡Esforzaos en mantener limpio el prado del Señor, para que todos puedan
retomar fuerzas y beber aguas limpias! El que no quiera alimentarse de las
verdes praderas del Señor o beber aguas limpias, que lo deje; pero que
permita que quien quiera hacerlo, pueda alimentarse y beber. ¡Ya me
entendéis!
El profeta Ezequiel insiste en que los que pertenecen al pueblo de Dios no
deben contagiarse con la idolatría: «No volverán a contaminarse con sus
ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones» (Ez 37,
23).¡Cuántos ídolos adoramos, queridos cofrades;cuántas acciones realizamos,
impropias de nuestra condición de cristianos!
Pero el Señor, con paciente bondad, nos espera y quiere purificarnos, como
dice el profeta Ezequiel: «Los purificaré, ellos serán mi pueblo y yo seré su
Dios» (Ez 37, 23). Siempre tenemos la oportunidad de regresar a la casa
paterna, como el hijo pródigo (cf. Lc 15, 17-21). Jesús Cautivo, aunque con
las manos maniatadas nos espera siempre con los brazos abiertos y con su
corazón abierto.
5. Jesús Cautivo, como Buen Pastor, conoce bien a sus ovejas. Es muy
importante el conocimiento recíproco entre pastor y ovejas. Él mismo ha
dicho: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (Jn 10,
27).
En el contexto cultural en que están escritos estos textos los pastores criaban
a las ovejas sobre todo por la lana y por la leche; por ello las ovejas
permanecían muchos años en compañía del mismo pastor, quien llegaba a
conocer a cada una de sus ovejas y a llamarla con algún afectuoso nombre.
Jesús quiere decirnos con estas imágenes que Él conoce a sus discípulos y a
sus amigos; los conoce y los llama “por su nombre”, que en lenguaje bíblico
quiere decir que conoce su ser más íntimo. Jesús nos ama a cada uno de
nosotros con un amor personal y nos llama por nuestro nombre; para Él cada
uno de nosotros es una persona irrepetible e inconfundible; al igual que las
madres, por muchos hijos que tengan, aman a cada uno en particular. El
Cautivo nos conoce y nos ama a cada uno de nosotros; pero, nosotros, ¿le
conocemos a Él de verdad?; ¿le amamos sinceramente?;¿correspondemos a su
amor?
Está muy bien que celebremos su fiesta; que nos reunamos hoy en esta
histórica plaza de Málaga, que es testigo de los encuentros anuales con el
Cautivo. Pero Él nos mira y nos pregunta a cada uno: ¿Me amas?; ¿me conoces
realmente? ¿Estás dispuesto a seguirmey a obedecerme? ¡Que cada uno
responda desde el fondo de su corazón! ¿Por qué está aquí hoy? ¿Por simple
compromiso social o político?; ¿o porque de veras reconoce que es amado por
Cristo Cautivo?
Pedimos a María Santísima de la Trinidad, su Madre y madre nuestra, que nos
ayude a ser buenos discípulos de Jesús Cautivo. Amén.