Hola. Mi nombre es Akeem. Tengo seis años y vivo en Punta Gorda, Belice. Mi papá es guardaparques de la Reserva Marina. La Reserva protege el océa-no y un grupo de islas que llamamos cayos. El se asegura que todo el mundo obedezca las reglas de la Reserva.

Mi papá era pescador, pero ahora trabaja para TIDE. Ahora él se queda en la cabaña del parque, en el Cayo Abalone, durante una semana. A veces lo acompaño. Él me está enseñando a ser un buen guardaparques.

Es divertido ser un guardaparques. Subimos al mirador y desde ahí vigilamos el océano. Desde allá arriba se puede ver casi toda la reserva. No puedo contar todos los cayos, pero mi papá dice que hay más de 100.

A veces salimos de patrullaje en la lancha. Es lo que más me gusta, porque vemos muchos ani-males diferentes. Vemos peces voladores o tibu-rones; otras veces vemos tortugas marinas o grandes manta rayas negras que saltan fuera del agua. Hay muchos pájaros por aquí también—pelí-canos, martinetes, tijeretas y pagazas.

Me encanta cuando vemos delfines. Una vez un delfín nadó justo al lado de nuestra lancha. Parecía que estaba sonriendo. Mi papá dice que los delf-ines son muy inteligentes. Me pregunto «¿en qué estaría pensando ese delfín?».

A veces, cerca de la costa, vemos manatíes. Son un poco lentos, así que es fácil acercarse a ellos. Los manatíes pueden llegar a ser más grandes que los delfines. ¡Son casi tan grandes como nuestra lan-cha!

Antes la gente mataba y se comía a los manatíes, hasta que TIDE logró detenerlos. Mi papá se ase-gura de que nadie les haga daño.

A la orilla de la costa hay muchos árboles de manglar. A veces subimos por uno de los ríos por donde hay manglares rojos. Estos árboles crecen sobre la superficie del agua sostenidos por largas y delgadas raíces que parecen enormes patas de ara-ña. Mi papá dice que los camarones bebé, el pargo y otros peces viven entre estas raíces, así que es importante protegerlos también.

Siempre hay martinetes, patos chachos y otros pájaros entre el manglar. Supongo que a ellos les gusta comerse todos esos peces jóvenes.

Cuando vamos río arriba vemos monos aulladores en lo alto de los árboles grandes. Ellos siempre nos aúllan y sacuden las ramas de los árboles. Una vez vi a uno colgado de su cola, boca abajo y se llenaba la boca de hojas. Eso es lo que comen los monos aulladores, hojas. Me pregunto «¿será que les gusta la espinaca?».

Una vez fuimos hasta Cayo Serpiente, que está muy lejos de la costa. Está rodeado por arrecifes coralinos. Papá dice que hay más de 100 clases de peces que viven en los arrecifes coralinos.

Papá me agarraba sobre el borde de la lancha min-etras yo miraba en el agua con una máscara. Vi algunos corales y muchos peces—uno era verde y otro azul oscuro y algunos eran amarillos con rayas negras. A la gente no se le permite pescar cerca de esas islas, ni siquiera se les permite acercarse a ninguna de ellas.

Cada vez que vamos de patrullaje mi papá habla con los pescadores. Los conoce a todos porque él también era pescador. El se asegura que no usen las redes. Sólo se permite utilizar cañas de pescar dentro de la reserva. Papá también trata de que no se acerquen a las áreas donde no se permite pescar.

La reserva es bastanta nueva, así que los pescado-res todavía están aprendiendo las reglas. A algu-nos no les gusta, pero mi papá dice que necesita-mos reglas. Dice que no hay la cantidad de peces, langostas y conchas que había antes. Si pescamos demasiados es posible que desaparezcan.

Mi papá es el mejor guardaparques del mundo. Es-toy feliz por eso. Quiero que él proteja los arrec-ifes coralinos, las tortugas marinas, los manatíes y todos los demás animales. No quier que esos ani-males desaparezcan porque yo también los quiero proteger cuando sea guardaparques.