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  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    EL PUERTO DE BURDEOS.

    Llevaba tiempo esperando… hacía más de dos meses que había partido y esperaba

    ansiosa su vuelta. Cada día, al amanecer me acercaba al puerto buscando una señal que medijera que pronto vendría. Pero nada, sin noticias. Los días pasaban.

    Cada día la misma historia. Me levantaba temprano y marchaba al puerto. De camino

    al mismo me encontraba con un sinfín de gente, con comerciantes, gente a la carrera, carros

    que transportaban todo tipo de mercancías… pero nada parecido como cuando llegaba al

    puerto. ¡Allí sí había gente!

    El río Garoña, en su parte final, muy cerca de la desembocadura, juntándose con el

    agua del mar, limpio, reluciente calmado parecía llamar a barcos de cualquier lugar del mundo.

    Barcos de todo tipo y tamaño se agolpaban en las orillas; unos intentaban atracar para

    descargar la pesca del día mientras otros trataban de salir mar adentro a realizar su faena

    diaria. Además de los barcos pesqueros grades barcos comerciales atracaban allí.

    Las vistas eran geniales, impresionantes, maravillosas, fantásticas, únicas, yo diría que

    inigualables. Me sentaba siempre en el

    mismo banco, desde el cual divisaba gran

    parte del puerto con Burdeos al fondo. En su

    parte más lejana se divisaba la majestuosa

    catedral, con sus torres infinitas buscando el

    cielo, elevando sus cúpulas como buscando al

    dios por el cual se levantaron. Los edificios la

    flanqueaban por todos lados, protegiéndola,

    arrodillándose a sus pies como diciendo “tú si

    eres grande”. 

    Edouart Manet: “El puerto de Burdeos”  

    Desde mi privilegiado sitio observaba cómo los obreros hacían los trabajos diarios;

    trabajos duros, físicos, constantes… los pesos con los que cargaban eran impresionantes. Todo

    a mano, todo a las costillas. Las cajas con la pesca que traían los marineros era pasada a los

    carros con prontitud, raudos; un trabajo limpio y rápido que dejaba a aquellos hombres, yamaltrechos de por sí, cansados y agotados para gran parte de la mañana. Pero ahí no acababa

    todo, más bien acababa de empezar, porque aquellos hombres parecían estar ansiosos porque

    llegara otro barco que tuvieran que descargar y poder llevar el sustento a sus hijos, como diría

    aquel… ganarse el pan con el sudor de su frente. 

    Pero hoy era un día especial. Salía un barco con destino no se sabe muy bien a donde

    que llevaba en sus bodegas grandes cantidades de vino. Si, de ese famoso y estupendo

    Burdeos. Desde mi rincón favorito pude observar como tres hombres cargaban grandes

    barricas de vino. Largo tiempo estuve pensando en acercarme a ellos y pedirles que me

    dejaran probarlo… igual les sentaba mal; ellos estaban trabajando y yo, sin embargocontinuaba mi espera… 

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      No podía dejar de observarlos, de mirarlos. Subían a bordo de aquel barco toneles y

    toneles de vino. La curiosidad me invadía. Esperaré a que suban este y me acercaré para hablar

    con ellos, me dije.

    Y así lo hice. Me acerqué al barco esperando que salieran para hablar con ellos. Por fin

    habían terminado. No había más barricas en el carro. Salieron sudorosos, con las camisasempapadas de sudor y de la humedad proveniente de las bodegas del barco. Sus sombreros de

    paja parecían dejar pasar el sol para que secara sus rostros. Sus zapatos estaban castigados por

    la sal, por las escamas de los peces, por el agua, por el día a día.

    Buenos días señores, ¿qué tal la faena?

    -  Buenas, me contestó un hombre que se secaba el sudor de la frente. Pues ya ve

    usted, aquí con la espalda doblada. Hartos de trabajar. Ya hemos terminado por

    hoy, por esta mañana. Esto no hay quien lo aguante, pero no tenemos más

    remedio si queremos salir adelante, nosotros y nuestras familias.

    ¿para quién es todo ese vino?- 

    Pues no se lo creerá usted, pero si se viene usted con nosotros, que vamos a bordo

    de este otro barco se lo contamos. Tenemos que reponer fuerzas, que esta tarde

    tenemos aún más trabajo.

    Así fue. Me subí con ellos a un barco velero y bien amarrado a tierra para que no se

    moviera ycon las velas replegadas. Tenía que estar en calma hasta que toda la mercancía

    estuviera en su sitio. Colocada, bien colocada. Era de unos comerciantes que habían llegado el

    día anterior y les dijeron que lo podían usar cuanto quisieran durante esa semana, que lo

    cuidaran y que cuidaran su carga.Subimos. Entramos en uno de los camarotes. Era bajo,

    pequeño, pero muy cómodo. Tenía unos bancos alrededor para sentarse, construidos con unosmaderos viejos y un pequeño tablero en el centro a modo de mesa. Abrieron unos armarios y

    sacaron viandas, embutidos, pescado seco, mendrugos de pan y unas jarras de vino. Me

    invitaron a degustar.

    Todo estaba exquisito, pero el vino… ese burdeos... ¡nunca había probado algo tan

    bueno! Era excelente, color cereza con ribetes violáceos. Un vino limpio y brillante con aromas

    a fruta roja madura, frutos del bosque y un aroma tostado propio de la madera de las barricas

    en las que había permanecido descansando tanto tiempo… lo degustamos y brindamos. No

    podía aguantarme y dije:

    -  No me habéis dicho dónde va este barco con este vino.

    Uno de los trabajadores empezó a contarme una historia…. 

    El barco, ese barco que acababan de cargar con toneles de vino y otras mercancías que

    no me quisieron decir, iba nada más y nada menos que a París. La forma más rápida, cómoda y

    limpia era por mar, ir por el océano Atlántico y llegar, a través del Sena hasta el punto final,

    hasta el punto donde se produciría la descarga. ¡El palacio de Versalles!

    El vino era nada más y nada menos que para el mismísimo Napoleón III que había

    declarado la guerra poco tiempo antes a la antigua Alemania, como hace medio año… 

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    Mis ojos se llenaron de lágrimas al oír aquellas palabras. ¡No me lo podía creer! La

    persona que yo estaba esperando había ido a París hacía ya tres meses, enrolado en un barco a

    prestar unos servicios al emperador, (eso me dijo), al general republicano que dio el golpe de

    estado que le llevó al poder, a aquel que quería someter a todo el mundo… le habían llamado y

    no pudo decir que no. Es la excusa que me dijo. No me dio más explicaciones.

    ¡Me estaba enterando en ese mismo instante que estábamos en guerra! ¿Y si la

    persona que yo estaba esperando estaba en la batalla?, ¿y si estaba en el frente? ¿Acaso

    estaría en peligro? Todo tipo de pensamientos pasaban por mi mente, cualquier posibilidad

    tenía cabida.

    Se produjo un silencio. Aquellos hombres me miraban extrañados. Hacían gestos y

    muecas entre ellos preguntándose qué me pasaba, porqué me había puesto así, porqué caían

    lágrimas de mis ojos, porqué mi rostro estaba triste, invadido por la angustia.

    No tardaron tiempo en preguntarme. Uno de ellos, el que más cerca tenía me dijo:

    -  Margueritte, dijiste que te llamabas Margueritte, ¿verdad?, ¿por qué de repente te

    has puesto triste?, ¿qué te ocurre?

    Empecé a contarles la historia. Sí, la de mi chico, la de mi amado, mi compañero, mi

    prometido, mi media naranja, mi yo… Les conté que hacía dos meses que mi prometido había

    salido de ese mismo puerto en dirección a Paris a realizar unos trabajos en palacio, pero que

    no sabía nada más. Había recibido una carta y estaba esperando que volviera un día de estos y

    que por eso bajaba todas las mañanas a puerto a esperar. No sabía cuándo pero esperaba su

    regreso. Les dijo que se llamaba Frederic, que era alto, guapo, bien parecido y que era

    ingeniero.

    -  ¿FredericMalster?, dijo uno de los hombres.

    -  Sí, ¿lo conoces? ¿lo has visto?, pregunté mientras lo zarandeaba esperando

    respuesta…

    -  Pues sí. Pero suelta, que me ahogas. La semana pasada vine de Paris. Yo también

    fui por un encargo de un comerciante a llevar nada más y nada menos que los

    mejores caldos para el ejército. Algo gordo se estaba cociendo allí. Conocí a

    Frederic, porque, de casualidad, me enteré que era de Burdeos, como yo y le

    pregunté qué hacía allí. Me comentó que le habían engañado, que era ingeniero y

    que querían llevarlo al frente para hacer todo tipo de cálculos con los cañones,

    para enrolarse en el ejército.

    No me lo podía creer. No quería escuchar aquellas palabras que tanto daño me

    estaban haciendo. No podía ser verdad. ¡No tenía que ser verdad! Al menos sabía que Frederic

    estaba bien, que estaba vivo… ¡pero en el frente! 

    Di las gracias a mis compañeros y salí como alma que lleva el diablo de aquel

    camarote. Corrí por todo el puerto, arriba, abajo, cruzando puentes, mirando en barcos,

    llamando a Frederic a gritos… pero nada, era en vano. 

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    De repente se acercó a mí un hombre con un bolso cruzado en el pecho que se

    acababa de bajar de un carro tirado por un caballo percherón, un todoterreno que se dice. Era

    un cartero. Me preguntó:

    ¿Es usted MargueritteSolins?

    Si, soy yo.-  Tiene una carta de Paris, firme aquí, por favor.

    Firmé dondel me dijo y cogí la carta. Mis manos temblaban, apenas podía sostenerla

    entre mis dedos. Esperé a que aquel hombre se marchara de allí. La miré con los ojos bañados

    en lágrimas. Mi corazón latía a mil por hora, se iba a salir de mi pecho. Me llevé la carta a mi

    corazón y apreté con fuerza. No estaba segura. Giré la carta y miré el remite: Frederic… Sí, era

    él. Era una carta suya. La primera carta que recibía.

    No podía ser de otra manera. Me fui corriendo a mi banco, a mi sitio favorito del

    puerto. Estaba decidida. Allí leería mi carta.

    Me senté y después de dudar largo tiempo me decidí. Abrí la carta con mis dedos. El

    sobre se rasgó por mil sitios, pero daba igual; lo importante era lo que había dentro.

    Cuál fue mi sorpresa cuando me encontré otro sobre. Un sobre cerrado, ¿por qué?;

    ¿qué significaba aquello? Me puse nerviosa, muy nerviosa. Mi corazón ahora sí iba rápido. Me

    iba a dar algo. Saqué el sobre. No ponía nada. ¿Lo habría puesto Frederic para protegerlo?.

    Tenía un olor raro. Algo no cuadraba. No tenía sentido. Giré el sobre. ¡Nooooooo! Una

    sensación recorrió mi cuerpo. Algo estaba sucediendo. Un presentimiento. Un mal

    presentimiento. Un remite. Un remite que nunca quisiera haber visto, que nunca imaginé ver.

    Que nunca esperaría. Quizás el desconocimiento. La confianza en él. ¿Por qué no sabía nada de

    él?, ¿por qué ahora esa carta? Y ese sobre… 

    Algo malo me esperaba. Lo presentía. Lo sabía.

    O quizás no.

    FÉLIX MARTÍN MARTÍN.

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    “EL VIAJE” 

    Aquella mañana de otoño fue muy especial. Estaba decidida. El viaje iba a comenzar,

    tenía que irse de su pueblo, de su casa de toda la vida para ir a buscar a su amado, para volvera reencontrarse con él.

    ¡Tenía que encontrarlo!

    Hacía ya demasiado tiempo que María no veía a su chico, a Antonio, a su amado, a

    aquel que tuvo que emigrar de su pueblo porque tenía que cuidar a su familia, porque tenía

    que conseguir dinero para alimentar a su madre y hermana; lo entendía, pero ella no podía

    más, tenía que verle.

    Estaba decidida, haría su viaje en barco.

    Nada más comenzar su viaje María abrió

    la ventana para disfrutar, por última vez, de la

    vista de su pueblo, del puerto de toda la vida, de

    los acantilados, del paisaje… el barco se alejaba

    lentamente, ella miraba todo, pensativa,

    centrada en sus pensamientos.

    María quería pensar en cómo podría

    encontrar a su amado. ¿A quién podría

    preguntar? Desde aquella ventana no dejaba dedar vueltas a qué le diría al verle. ¿Cómo podría

    encontrarle si no sabía ni dónde ni con quién se

    encontraba?

    Su intención era ir al otro lado del océano, a las

    tierras lejanas… quizás y solo quizás, allí podría

    encontrarle…

    SALVADOR DALÍ: “MUCHACHA EN LA VENTANA”. 

    La única pista que tenía… aquella carta, la última que le dejaron en el buzón de sucasa… ¡era de él!, decía que algún día se encontrarían, en el pueblo de sus sueños, en aquel

    lugar en el que habían pensado tantas y tantas veces… pero, ¿dónde se encontraría ese lugar?

    Jamás lo había visto, aunque lo había imaginado tantas y tantas veces… 

    Ella creía que sabía dónde era, estaba segura.

    El lugar se encontraba en América, en la nueva tierra, en la tierra en la que todo el

    mundo podía encontrar un porvenir, un trabajo, una forma de vida, una forma de sobrevivir y

    poder ayudar a su familia… Era una ciudad, una gran ciudad. Decían que era maravillosa, llena

    de luces, de grandes calles y enormes edificios, llena de oportunidades para todo el mundo,

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    ¿incluso para él?, ¿para ellos?… aquella ciudad… Tal y como la habían contado, como la había

    imaginado junto a Antonio… ¡era demasiado grande! ¿Cómo le encontraría? 

    El mar estaba en calma, las olas apenas movían el barco, que más bien parecía acunar

    a María, la cual, cansada de tanto pensar y pensar se quedó dormida apoyada en la ventana.

    La brisa acariciaba su cabello y refrescaba su rostro del calor propio de la estación en la queestábamos. El día empezaba a cambiar, el cielo, por momentos cambió de color…

    De repente… ¡¡¡¡¡¡piiiiiiiiiiiii!!!!! María se despertó. Al asomarse por la ventana vio algo

    que no imaginaba; habían llegado a tierra. Ella no lo sabía, era una isla en medio del océano.

    María bajó pensando que habían llegado. Le extrañó que no hubiera puerto. No esperó a nadie

    y se lanzó al agua. Llegó después de ir a nado un buen trecho; estaba cansada, pero con la

    ilusión y las ganas que tenía por llegar… ¡era tan fuerte el amor que sentía que nada ni nadie

    podría frenarla!

    Escuchó unas voces que provenían del barco, pero no hizo caso y se metió tierraadentro.

    Escuchó una voz muy rara… al principio sintió miedo, estuvo a punto de darse media

    vuelta y volverse al barco, pero no podía, tenía que continuar. Poco a poco se fue acercando al

    lugar de donde procedía aquella voz que la resultaba tan extraña.

    Tuvo dificultades para ir en aquella dirección; se trataba de un bosque frondoso, lleno

    de vegetación, de helechos y enormes árboles. Se fue abriendo paso como podía, rompiendo

    ramas con las manos, pasando unas veces por encima, otras por debajo… hasta que de pronto

    encontró un claro del bosque. ¡Había casas! Más bien parecían cabañas, hechas de palos y

    paja, parecidas a las que salen en las películas de los indios… pero no sintió miedo, lo único

    que le preocupaba era encontrar a su amado, así que, decidida, se dirigió hacia una de ellas,

    aquella en la que parecía que podía haber alguien.

    No había la puerta, con lo cual, ni corta ni perezosa dio unas voces: ¡Ehhhhhhh!, decía

    sin parar. No obtenía respuesta. De pronto, de dentro de la cabaña y con cara de miedo,

    asustada, apareció una señora vestida con un corsé de piel de animales, una falda hecha con

    hojas enormes, y unas plumas de adorno en la cabeza. Llevaba el rostro cubierto de unas

    pinturas que parecían extrañas… Le hizo señales de que pasara. 

    María quería explicarse, quería contarla porqué estaba allí y cuál era su cometido.Intentó hablar con ella, pero pronto se dio cuenta de que no hablaban el mismo idioma…

    ¿cómo comunicarse? Empezaron a hacer con gestos. La mujer le decía, o al menos ella creía

    entender, que los hombres se habían marchado del poblado a cazar y que aún no habían

    regresado… y que sería mejor que no la encontraran allí porque no se lo tomarían bien, incluso

    podrían hacerle daño… 

    De repente se oyeron gritos que ella no entendía, provenían del frondoso bosque. No

    sabía qué hacer. Quiso correr y huir de allí pero la mujer la paró. La invitó a que entrara en la

    cabaña para que no la vieran y María así lo hizo. Aquella mujer la indicó que se metiera debajo

    de unas pieles que allí se encontraban, al fondo, en la parte más oscura de aquella pobre ydestartalada cabaña. Se tapó como pudo, tratando de pasar inadvertida.

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     Un hombre entró en la casa para enseñarle a su mujer los animales que habían cazado

    y los preparara para la cena… María miró por debajo de la piel, sin apenas moverse… el

    hombre tenía unas pintas muy extrañas; iba descalzo, apenas vestía un taparrabos y tenía una

    lanza en la mano… 

    Empezaron a hablar. Llegó un momento en que parecía que estaban discutiendo…María empezó a sentir miedo… tanto que se acurrucó como un pequeño ovillo de lana… ¡no se

    le movía ni un pelo! Un silencio, unos instantes… Parecía que iban a salir de la cabaña cuando,

    sin poder evitarlo, María estornudó: ¡aaaachhhiiiiiissssss!

    El hombre empujó a la mujer fuera de la cabaña, quería protegerla. Levantó la manta

    y se encontró a María. La apuntó con su lanza. Su rostro enfurecido parecía indicar lo que iba a

    hacer… María se quedó inmóvil, estaba aterrada. No tuvo tiempo de reacción. Aquel hombre

    levantó su brazo con la lanza en la mano, empezó a chillar y a producir unos ruidos extraños.

    Su mujer parecía querer detenerle con su voz y sus gritos, pero no podía, aquel hombre no

    hacía caso. El fin se acercaba para María.

    La lanza se acercaba a su garganta, con una fuerza increíble, con una velocidad tal

    que… 

    Un vaivén fuerte de una ola en el barco; ¡María se despertó!, ¡todo había sido un

    sueño!

    De nuevo oyó un gran pitido…. Esta vez parecía ser cierto, se acercaban a la ciudad

    donde quizás y solo quizás podría encontrar al hombre de sus sueños.

    María se asomó de nuevo a la ventana. Esta vez cogió un pequeño chal porque parecíaque la brisa era más fresca. Estaba pensativa. El momento que tanto tiempo llevaba

    esperando se acercaba.

    ¿Lo conseguiría?

    Delia Pérez

    EL CABALLO DEL CIRCO

    Era sé una vez un caballo que vivía en el campo, salvaje… se

    llamaba Bingo, tenía las crines de color dorado y el pelo blancocomo la nieve. Se encontraba muy triste porque estaba solo, no

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    tenía amigos. Así que decidió salir en busca de alguien con el quecompartir sus juegos y sus sueños. Recorrió las nevadasmontañas, inmensas playas, bosques oscuros, pinares solitarios…

    pero no encontró a nadie.Cuando ya había perdido toda esperanza, llego a un pueblo

    llamado Mozoncillo. Un pueblo muy alegre y divertido que tenía ungran circo llamado MONDÚ. Todos los habitantes del lugartrabajaban en el circo, había: cuidadores de animales, payasos,acróbatas, músicos, domadores, malabaristas, forzudos, magos,

    etc… Bingo paseaba por el pueblo cuando de repente se encontró

    a una chica muy guapa. La chica se acerco al caballo paraacariciarlo. A Bingo le gustaron mucho las caricias que le dio y lasiguió por todo el pueblo hasta llegar a su casa. Estrella, que asíse llamaba esa chica, cuidó de Bingo, le dio comida, agua y le puso

    una cama de paja en el establo.A la mañana siguiente salieron a dar un paseo a orillas del

    río Pirón, disfrutaron mucho los dos juntos del paisaje, perosobretodo de la compañía. Ya no se sentían solos ninguno de losdos. Por la tarde Estrella tenía que ir a trabajar al circoMONDÚ. Era la chica de la limpieza, aunque su sueño siemprehabía sido bailar en la pista central del circo.

    Esa tarde Bingo la acompaño al circo. Estrella mientraslimpiaba no podía parar de bailar, Bingo la miraba muyatentamente y entonces… Bingo se animo y bailo con ella. Estrellase puso muy contenta y feliz, los dos se pusieron a bailar juntostoda la tarde. Lo que no sabían era que detrás de las cortinasestaba el director del circo observando todo lo que sucedía, se

    quedo maravillado viendo bailar a los dos. Se acerco a ellos y les

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    propuso bailar juntos en la pista central del circo en la siguientefunción del fin de semana. ¡Estrella y Bingo no se lo podían creer!Les hizo una ilusión enorme, era su sueño cumplido.

    El día del estrenosu espectáculo fuetodo un éxito, elpúblico aplaudía sinparar y estaba

    emocionado, lesencanto a todos.

    A partir deentonces Estrella yBingo fueron losartistas más famosos

    del circo MONDÚ.SEURAT: “EL CIRCO” 

    Alumnos de Infantil y 1º de Primaria

    Mozoncillo

    Marzo 2016 

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    “EL CAPITÁN SOÑADOR”

    La historia que os voy a relatar, me la contó un hombre al que apodaban “el

    Soñador”. En realidad, se llamaba Manuel, pero a él no le hacía mucha gracia. 

    Manuel “el Soñador”, era el

    capitán del barco bautizado como

    “el Piñonero”, y junto a su

    tripulación surcaban los mares

    más inhóspitos que nos podamos

    imaginar, con el fin de encontrar

    tesoros perdidos y vivir nuevas

    aventuras.

    Mikhail Ivanenko: “PAISAJES DE MAR” 

    -  ¡¡¡Marineros al barcoooo!!!- gritaba “el Soñador” siempre que emprendían un nuevo

    viaje. Y toda la tripulación subía al “Piñonero” cargada con sus pequeños equipajes,

    pero sobre todo, cargada de ilusión.

    Un día, cuando todos dormían, el capitán Soñador escuchó un ruido extraño. Sintió

    como si el barco hubiera chocado con algo, pero…. ¿qué podría ser?. Corrió para ver

    lo que sucedía, y despertó a toda la tripulación.

    -“Despertaos, despertaos. Nos hundimos!!!!!”- gritó.

    Todos se levantaron de sus literas y observaron cómo se hundían en el agua. ¡Se los

    estaba tragando el mar!

    Manuel no supo decirme cuánto tiempo transcurrió hasta que despertaron en

    aquel lugar; Un lugar maravilloso y encantado. Cuando abrieron los ojos

    descubrieron aquel submundo.

    Estaba formado por animales marinos, o lo que el capitán y su tripulación podrían

    entender como “animales marinos”, pero en realidad eran especies que jamás

    habían visto. Todos brillaban como las estrellas, desprendiendo una luz que

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    iluminaba todo el lugar, pero lo mejor de todo, era lo que les rodeaba. ¡¡Un tesoro

    como nunca habrían imaginado”!! Perlas, diamantes… de un tamaño grandioso!!. 

    El capitán Soñador no se podía creer lo que estaba viendo, así que de una forma uotra, tendrían que relacionarse con ellos para conseguir ese botín. Pero ¿cómo iban a

    hablar si eran animales marinos?. En ese momento, apareció una luz aún más grande

    que todas las demás. Era el ejemplar de ballena más bonito y enorme que

    conocieran.

    La ballena se acercó a ellos y dijo:

    -Soy la ballena Mora. ¿Quién sois vosotros?

    El capitán y los demás no salían de su asombro, y contestó:

    -Soy el capitán Soñador y nuestro barco se ha hundido sin saber por qúe.

    -He sido yo la que os ha traído hasta aquí, porque necesito vuestra ayuda.

    Todos, boquiabiertos, escuchaban atentamente lo que la ballena los contaba.

    -Necesito todas las medicinas que tengáis en vuestro barco para poder curar a mi

    amigo caballito de mar, que está enfermo; Yo a cambio, os daré parte de mi tesoro,

    y os devolveré a vuestro mundo.

    El capitán y su tripulación, como no, aceptaron inmediatamente la propuesta de la

    ballena, y corrieron a buscar todo aquello que pudieran necesitar.

    -¡¡¡Cogedlo todoooo, hasta las tiritaaaas….¡¡¡-Dijo el capitán.

    Y así fue, la gran ballena Mora les dio unas perlas del tamaño de una pelota, para

    más tarde devolverlos al lugar de donde habían venido.

    En un abrir y cerrar de ojos, todos estaban otra vez en “el Piñonero”, navegando por

    aguas tranquilas y con la noche iluminada por estrellas que brillaban con toda sufuerza. El capitán se despertó, sobresaltado, dándose cuenta de que todo había sido

    un sueño; Un sueño que quiso compartir conmigo.

    Alberto Herranz María

    1º Primaria

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      De repente ocurrió algo inesperado, la cebra “Rufina” ayudó al tigre a

    encontrar un refugio hasta que pasara la tormenta, lo que hizo que ”Rodolfo” y

    “Rufina” se hicieron buenos amigos. Pensaron en hacer una gran fiesta para todos los

    animales.

    La noche que se celebró la fiesta, la selva resplandecía como un gran palacio de

    diamantes gracias a “Rodolfo” y “Rufina”. Fue la fiesta más espléndida que se recuerda

    en la selva. “Rodolfo“ no podía ser más feliz; había saciado su hambre y había hecho

    nuevos y grandes amigos.

    Diego del Pozo. Infantil. 5 años.

    LA CIUDAD DE PIEDRA

    La historia que voy a contar sucedió hace mucho, mucho

    tiempo, en unos tiempos muy lejanos, en los que había

    caballeros, dragones y magos.

    El reino de Lejanía era un reino, muy prospero y rico, todos sushabitantes eran muy felices y muy trabajadores, tenía una

    preciosa ciudad de piedra que era la envidia de todos los reinos

    cercanos.

    Este reino estaba gobernado por un amable rey llamado

    Eduardo y querido por todos sus súbditos, el rey tenía una

    preciosa hija llamada Isabela, que era pretendida por todos los

    príncipes casaderos de los reinos cercanos, y sobre todo por el

    Príncipe Caspio, un príncipe malo y egoísta que trataba a todo el

    mundo muy mal y con mucha crueldad., Isabela no se quería

    casar con el príncipe Caspio, porque, era muy malo y feo y no le

    quería, pero el malvado príncipe solo tenía en su pensamientocasarse con Isabela.

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    Como el bondadoso Rey Eduardo le negó la mano de la

    princesa Isabela, el malvado príncipe quiso obligar al Rey a que

    se la diera, y se le ocurrió una terrible manera.

    En el reino del malvado príncipe Caspio, vivían los temibles

    dragones de cabeza roja, que eran temidos en todos los reinos,

    estos dragones estaban hechizados por el malvado príncipe y

    hacían todo lo que este les ordenaba, y les ordeno quemar lapreciosa ciudad del Reino de Lejanía, allí volando llegaron los

    terribles dragones y empezaron a lanzar fuego por sus enormes

    gargantas, las gentes de la bonita ciudad no sabían cómo

    defenderse, y lo único que podían hacer era esconderse y apagar

    el fuego para que no se quemara su bonita ciudad.

    En esto estaban las gentes cuando llego hasta allí el joven y

    gallardo Mago Crispín, que habiéndose enterado de la situación

    del Reino y enamorado como estaba de la bella princesa Isabela,

    decidió ayudar. Lo primero que hizo fue convertir a los temibles

    dragones en estatuas de piedra y lo segundo y más importante,

    para llevarse muy, muy lejos al precioso reino fuera del alcanza

    del malísimo príncipe Caspio, convirtió la preciosa ciudad de

    piedra en un enorme barco, y la hizo volar y volar, con todos sus

    habitantes, su Rey y su amada Princesa Isabela.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    Así que el barco-ciudad, navego por las nubes y el ancho

    cielo, hasta que

    llego a un precioso

    campo lleno deamapolas y

    margaritas y allí le

    hizo parar, y quito

    el hechizo del

    barco, para que la

    ciudad pudiera

    ponerse en tal

    precioso paraje, y

    estar a salvo del

    malvado Príncipe

    Caspio.

     JACEK YERCA: “EL PINTOR DE SUEÑOS”. 

    Todos los habitantes estaban muy contentos y el Rey en

    premio por su valentía e inteligencia, le dio la mano de su bella

    hija la Princesa, que estaba muy enamorada del valiente Mago

    Crispin, así que se casaron y vivieron felices para siempre, pero,

    nunca se olvidaron de aquella ciudad que en un tiempo se

    convirtió en barco y surco los cielos para poder alcanzar la

    libertad.

    Fernando Barrio Herrero

    Infantil 4 años

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    La fiesta del gigante

     

    Era se una vez un gigante llamado Pedro, vivía en un

     enorme castillo detrás de las montañas nevadas.

    Quería preparar una gran fiesta e invitar a todos sus amigos:

     el elefante Yumbo, el mini-perro Chispa, el enanito Bobo, el mago

    Misterioso y la princesa Mara.

    Llegaron todos a la fiesta en el Gran Salón Amarillo, estaba

     decorado como en las grandes ocasiones, lleno de flores lilas que

     desprendían un perfume embriagador, del techo colgaban fantásticas lámparas de cristal que brillaban como la luna,

    preciosos banderines de color azul decoraban las paredes y en el

     centro una mesa con velas de todos los colores. La mesa estaba

    repleta de deliciosos manjares: galletas de chocolate y fresa,

    palomitas con sabor a frutas exóticas, y una tarta preciosa con

     forma de corazón.

    Todos estaban felices y contentos disfrutando de la fiesta, no

     dejaban de bailar y reír. Qué bien se lo estaban pasando todos

     juntos.

    De repente el gigante Pedro

     apareció con una gran copa de cristalllena de un líquido de color blanco,

    parcia leche , parecía nata… pero era

    zumo de nube. Invitó a todos a probar

     de la gran copa.

    MAGRITTE: “LA CUERDA SENSIBLE”

     

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    El primero en probar el zumo fue el elefante Yumbo, que

     cuando tomo un sorbito, de repente… se convirtió en una altísima

     jirafa. Era lo que siempre había deseado llegar a comer a los brotes

    más altos y ricos de los arboles.

    El segundo en beber del zumo de nube fue el mini-perro

    Chispa. A cada lengüetazo que daba más grande se hacía, y así

    hasta hacerse tan grande como las montañas, estaba feliz porque

    era lo que siempre había deseado, poder jugar y correr con el

     gigante, su gran amigo.

    El tercero que probo el fantástico zumo fue el enanito Bobo que de repente se transformaron en dos enanitos… luego en tres… en

     cuatro… en cinco… en seis… en siete… en ocho… en nueve… y en 10

     enanitos idénticos a Bobo, todos iguales.Era lo que siempre había

    deseado, tener amigos como él con los que jugar todos los días en el

    bosque.

    El cuarto amigo que bebió de la copa de zumo de nube fue elmago Misterioso que poco a poco se fue haciendo cada vez más

    pequeño hasta convertirse en una tortuga, una tortuga muy sabia,

    una tortuga muy lenta. Era lo que siempre había deseado , poder ir

     despacio y poder contemplar y aprender de las cosas maravillosas

     de este mundo.

    Y por ultimo bebió de la gran copa de cristal llena de zumo de

    nube, la princesa Mara. Que comenzó a crecer y crecer, y convertirse en una princesa giganta preciosa. Al instante se enamoro del

     gigante Pedro locamente y el gigante Pedro de ella.Era lo que

    siempre había deseado  casarse con el gigante Pedro y ser felices

    para siempre.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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      Todos lo celebraron comiendo tarta de corazón, porque Era lo

    que siempre habían deseado...

    Creado por los chicos y las chicas

     de infantil y 1º de primaria

    LA REINA DEL CASTILLOEra sé una vez una reina

    que vivía junto a su hija en uncastillo precioso. Un buen díadecidió ir de paseo al bosque.Mientras paseaba se encontrócon un león y un unicornio quemerodeaban por allí.

    La reina Mica se asustomuchísimo y dijo: ¡El león oh,no, no! El unicornio sí, pero elleón ¡no! Por favor… –  dijo lareina temblando de miedo.

    “La dama y el unicornio” 

    - ¡Guah guah! – rugió el león.

    - ¡Fuera, fuera! –  grito la reina. Y muy asustada corrió hacia sucastillo.

    El jardín del castillo estaba lleno de árboles, en el centro había untrono. Su hija Lemina la estaba esperando con un cofre misterioso. La reina

    hablo con la princesa de lo que la había sucedido en el bosque y entonces selo pensó dos veces y decidió quedarse con el león.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    - ¡Bien, viva! – dijo el león entusiasmado.

    Entonces la reina se quedó con los dos, con el unicornio y con el león,para que la hicieran compañía y la protegieran siempre.

    -¡Muac! Le dio un besito al unicornio y al león.

    Y vivieron felices para siempre… 

    Rebeca Herranz Pavel. 1º de Primaria

    LA URRACA

    Había una vez una urraca que quería regresar a su casa.Pero no pudo, porque estaba nevando mucho y hacía mucho frío.Quería esconderse de la nieve, pero no pudo por que había nievepor todas partes.

    Pero la urracacomo era muy lista sesubió en el árbol yencontró un agujero,se metió dentro hastaque se quitó toda lanieve y pudo regresara su casa feliz.

    Claude Monet: “La urraca” 

    Valeri Rosenov Ivaylov. Infantil 5 años.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    LA ISLA DE TAHITÍ.

    En un lugar de Tahití había una isla en la cual existía una tribu que se llamaba

    “la tribu Jamakaka” y estaban muy tristes porque dos mujeres de la misma se habíatribu se habían perdido por la isla y llevaban sin aparecer varios días.

    Pero la “tribu Jamakaka” contaba con

    un perro muy listo que se llamaba

    “Tomate rojo” y le enviaron en su

    busca. Todo el mundo estaba

    preocupado por su falta pero confiaban

    en el perro. Tardó cinco días en

    encontrarlas. Las encontró sentadas al

    lado de un árbol sanas y salvas. Empezó

    a ladrar llamando su atención para que

    le siguieran hasta el poblado de su tribu.

    Así lo hicieron.

    Paul Gauguin: “Un pintor en Taití”  

    Cuando llegaron las dos mujeres desaparecidas todos se alegraron mucho.

    Hicieron una fiesta muy grande con mucha comida y bailes de tambores para celebrar

    que estaban bien. Y fueron felices y comieron perdices.

    Álvaro Gómez. Infantil 5 años.

    LOS GIRASOLES

    En un pueblo muy pequeño de Holanda vivía un niño que se llamaba Vicente.

    A Vicente le gustaba mucho dibujar y sobre todo colorear, ya que le encantaban los

    colores.

    Pero de todos los colores el que más le gustaba a Vicente era el color amarillo. Le

    gustaba tanto el amarillo que hasta su casa estaba pintada de ese color.

    Los días que salía el sol, Vicente se ponía muy contento, ya que podía disfrutar del

    color amarillo del sol. Sin embargo los días que llovía Vicente se ponía un poco triste,

    ya que las nubes no le dejaban ver el color amarillo del sol.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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      A Vicente no sólo le gustaba el color amarillo del sol, también le gustaba mucho el

    color amarillo de algunos animales, como las avispas, la jirafa, el tigre o algunos

    pájaros como los canarios , pero sobre todo a Vicente le gustaba el color amarillo que

    tenían algunas flores y plantas, de hecho había una planta en especial que a Vicente le

    gustaba muchísimo por su color amarillo , esa planta era EL GIRASOL, por eso Vicenteestaba deseando que llegara el verano y la primavera para que los girasoles

    comenzaran a florecer por el campo para poder disfrutar de su intenso color amarillo,

    aunque se ponía un poco triste cuando llegaba el otoño y el invierno, ya que en esas

    estaciones del año no se veían los girasoles por el campo.

    Era tanto lo que le gustaban los girasoles a Vicente que un día decidió arrancar

    doce girasoles del suelo y plantarlos en un jarrón con agua para poder ver todos los

    días el color amarillo de los girasoles.

    Pero aunque Vicente regaba y cuidaba todos los días a los doce girasoles de su jarrón, cuando llegaba el otoño esos girasoles acababan secándose porque dejaban de

    ver el sol, lo que hacía que Vicente se pusiera muy triste, ya que no sabía qué hacer

    para poder ver el color amarillo de sus girasoles de su jarrón durante todo el año.

    Vicente estaba tan triste por ver secarse a sus doce girasoles que comenzó a llorar.

    Cuando la mama de Vicente escuchó que su hijo estaba llorando se acercó para saber

    que le pasaba. Vicente explicó a su madre lo que le había pasado con sus girasoles, y

    fue entonces cuando a la mamá de Vicente se le ocurrió una idea genial.

    La mama de Vicente le dijo que para

    poder ver todos los días el precioso color

    amarillo de sus girasoles podía dibujarlos en

    un papel, y de esa manera siempre los vería

    amarillos como el primer día.

    A Vicente le pareció tan buena idea que

    rápidamente se puso a dibujar en un papel

    DOCE GIRASOLES EN UN JARRÓN.

    Van Gogh: “Los Girasoles”. 

    SAMUEL ILLANAS MARTIN. INFANTIL 5 AÑOS

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

    23/111

    “TARDE DE DOMINGO EN LA ISLA DELA GRANDE JATTE” 

    Como todos los domingos, Mario fue a pasar la tarde a la “isla de la

    Grande Jatte”, era un sitio precioso y muy tranquilo, mucha gente iba allí

    con sus familias y sus mascotas.

    Peroesa tarde ibaa ser muyespecial paraMario.

    GEROGES SEURAT “TARDE DE DOMINGO EN LA ISLA DE LA GRANDE JATTE” Mario llegó con sus padres y su perrito Luky. Mientras sus padrespreparaban la merienda, Mario y Luky fueron a dar un paseo junto al granrio Sena. En el rio había muchos patos y un gran cisne blanco.

    Mario era un niño muy travieso y se le ocurrió una gran idea… cogió

    una de las barcas que estaban en la orilla y se metió en el rio a navegarimaginando que era un pirata. De pronto el cielo se puso negro, empezó a

    llover, el viento soplaba muy fuerte y Mario se cayó de la barca.

    El niño estaba muy asustado y apenas podía nadar, cuando de repenteapareció el gran cisne blanco, el niño se subió en su lomo y el cisne le llevo ala orilla. FIN.

    Jimena Escribano Gonzalez.

    Infantil 4 años

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

    24/111

    UN JOVEN EN EL BOSQUE

    Erase una vez un joven pastor que vivía en un pueblo muy pequeño.

    Un día salió a pasear a sus perros Lusi, Andrea y Bea, por el bosque.

    Ese día hacía mucho calor, en el bosque había muchas flores y muchos

     árboles, los perros jugaban y corrían felices. Enseguida se hizo de noche y

    regresaron a su casa.

    A la mañana siguiente, cuando

    se hizo de día, fueron de nuevo albosque. Pero esta vez cogieron

     comida: un bocata, una botella de

     agua y comida para los perros.

    Estaban disfrutando tanto del paseo

     que se hizo de noche sin darse

     apenas cuenta, estaban muy lejos de

    su casa, así que decidieron preparar

    una cabaña para poder pasar lanoche. ¡Menos mal que llevaban

     comida!

    Cuando amaneció salieron

    hacia el pueblo a contar su aventura

     a todos.

    PIERRE AUGUSTE RENOIR: “UN JÓVEN EN EL BOSQUE”

    Gergana Ivanova Dimitrova.

    1º de Primaria

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

    25/111

    UN DÍA DE JUEGOS.

    Una tarde que hacía un sol espléndido unos amigos decidieron ir a pasar la tarde al

    campo. Era un día de verano, hacía calor y además era fiesta.

    Todos quedaron después de comer, como era costumbre, en la plaza del pueblo.

    Desde allí todos irían juntos hasta la zona donde se encontraba el lago más bonito. Tenían que

    ir andando, ya que no tenían otra forma par apode ir, ni siquiera una bicicleta.

    Eran las 4 de la tarde cuando todos se

     juntaron en la plaza. Estaban Juan, Diego, Rebeca,

    Silvia, Jimena, Rebeca (pequeña), Alberto, Gergana

    y Félix. Todos iban vestidos con ropa antigua pero

    muy bonita. Las chicas llevaban unos vestidos

    largos, de colores muy bonitos, con flores en el

    pelo, con sombreros con plumas y con zapatos de

    tacón. Los chicos llevaban pantalones cortos,

    camisetas de manga corta y una chaqueta parecidas

    a las que utilizan los toreros.

    Francisco Goya: “la gallinita ciega”  

    El camino era largo y, tenían que subir río arriba hasta la presa del lago, justo donde

    empezaba el gran bosque que tenía el pueblo. Tardaron mucho tiempo en llegar, ya que el

    camino era cuesta arriba y hacía mucho calor.

    Llevaban para merendar unos bocadillos de chorizo, de jamón y unos jarrones con

    agua, ya que en esa época el agua del lago no se podía beber. Como era fiesta también

    llevaban unos bizcochos que habían hecho las abuelas, y que sabían de maravilla.

    Cuando llegaron a la zona desde la que se veía toda la montaña y el lago se sentaron a

    la sombra de un gran árbol que allí había. Desde él contemplaban el hermoso paisaje que se

    divisaba. El lago estaba en calma y parecía un espejo en el que se reflejaban las nubes y los

    árboles. Estuvieron hablando un rato.

    Oye, chicos, ¿por qué no jugamos a algo?, dijo Alberto.

    -  Eso digo yo, dijo Diego, yo me canso de estar tanto tiempo sentado, ¡me aburro!

    Podíamos jugar al escondite, dijo Félix.

    ¡Qué buena idea!, dijo Rebeca.

    -  Yo no quiero jugar al escondite, tengo la ropa nueva y seguro que me mancho y

    me regaña mi madre, dijo Silvia.

    ¿Sabéis? Para que no haya problemas vamos a votar entre todos a qué queremos jugar, dejo Juan.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    -  Vale, hace mucho tiempo que no jugamos a la gallinita ciega, dijo Gergana.

    -  ¡Es verdad!, además yo tengo un pañuelo, dijo Rebeca (pequeña).

    -  De acuerdo, ahora tenemos que decidir quién la liga. ¿quién quiere ligar?, dijo

    Jimena.

    -  ¡Yo, yo, yo!, dijo Juan. Yo la ligaré el primero, además, tengo la cuchara preparada

    en la mano para poder daros, je, je, je.

    Todos se levantaron rápidamente y cogieron el pañuelo que tenía Rebeca y vendaron

    los ojos a Juan. ¡No tenía que ver nada!

    El juego de la gallinita ciega consiste en que uno la liga y se coloca en el centro

    mientras los demás compañeros hacen un círculo agarrados de las manos, formando un corro.

    El que está dentro del círculo tiene que tratar de tocar a alguien con la cuchara y cuando le

    toque tiene que tratar de adivinar de quien se trata; no puede verle, tiene que adivinarlotocándole con las manos.

    Jugaron muchas veces y cada vez ligaba uno. A unos se les daba bien y adivinaban

    rápidamente de quien se trataba, pero otros…. ¡tardaban un montón! Todos se lo pasaron

    genial, ligaban todos, se reían, adivinaban quien era a quien tocaban… hasta que se cansaron. 

    Decidieron sentarse a la sombra del gran árbol para merendar ya que daba una

    sombra enorme y se estaba fresquito. Se comieron los bocadillos que habían traído.

    Compartieron toda la merienda y se lo pasaron genial.

    Cuando terminaron de merendar siguieron jugando; no querían jugar a otra cosa que

    no fuera la gallinita ciega, puesto que se lo estaban pasando genial.

    Estuvieron jugando mucho tiempo hasta que una vez, Diego, que no se dio cuenta que

    había unas piedras… estaba tratando de dar a sus compañeros. Iba con demasiada fuerza,

    demasiado rápido… no vio unas grandes piedras que allí había y… ¡ se dio un gran trompazo y

    se cayó al suelo de cabeza.

    Tenía una gran herida y la sangre brotaba a borbotones, se le veía entre el pelo y le

    corría por el cuello. No paraba de sangrar. Todos los chicos y chicas se asustaron mucho. Con

    la venda que tenían taparon la herida y sin perder un segundo decidieron bajarle al pueblopara que le curaran. Le cogieron entre todos en brazos para bajarle mientras otros tapaban la

    herida para que no sangrase más.

    Tardaron poco en llegar al pueblo, menos de lo que imaginaban porque Diego pesaba

    poco y bajaron tan rápido como podían. Le llevaron a casa del médico para que le curara. Al

    verlos el médico les dijo que le dejasen en la camilla que le curaría en un momento. Les dijo

    que salieran.

    No fue nada. Solo fue un susto. El médico salió y les dijo que era una brecha pequeña,

    que era superficial, que le había dedo 6 puntos en la cabeza y que estaba bien. Lo peor de todo

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    era que le tenía que poner una inyección para que la herida no se infectara y tendría que ir

    todos los días a curarse y revisar la herida.

    Salieron de la casa del médico y todos le acompañaron a casa. Diego iba asustado,

    medio mareado, ¿qué le dirían sus padres? Al verlos llegar sus padres salieron a la puerta

    asustados. Diego llevaba un aparatoso vendaje en la cabeza.

    ¿qué ha pasado?, dijeron asustados sus padres.

    Los chicos les contaron la historia y lo que había pasado. Por suerte rodo quedó en un

    susto, no fue nada.

    Todos se lo pasaron tan bien que decidieron quedar al día siguiente para volver otra

    vez al campo a pasar una tarde estupenda de juegos con los amigos.

    ALUMNOS DE 1º Y 2º DE PRIMARIA DE MOZONCILLO.

    UN FANTÁSTICO DÍA DE PLAYA.

    Un día de verano los niños del colegio fueron a pasar el día a la playa,acompañados de sus

    mamás y papás. Jugaron

    con las olas y alguna que

    otra les hundía la cabeza

    bajo el agua y les obligaba a

    dar algún que otro trago.

    ¡Qué salada está el agua!

    Sorolla: “Niños en la playa”  

    Con las gafas de bucear cogieron algún que otro pececillo que nadaba por la

    orilla y algún cangrejo que se quedaba pegado a las enormes rocas.

    Por la tarde, tumbados en las toallas merendaron unos bocadillos y un montón

    de chuches que sus madres habían llevado.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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      Cuando acabaron de merendar, algunos niños se entretuvieron en hacer un

    gran castillo de arena ayudados de los cubos y palas que en los chiringuitos de la playa

    habían comprado. Otros jugaban corriendo detrás de un balón a lo largo de la playa.

    ¡Todos se lo estaban pasando genial!

    Fue un día muy divertido en el que los niños disfrutaron un montón. Cuando

    atardeció todos se fueron a sus casas pensando en que pronto podrían volver a

    repetirlo.

    Jimena Herranz. 1º de primaria.

    LA CARTAEl tiempo pasaba y Kaela, ya había perdido

    toda esperanza. Sin embargo, cuando esa mañana,

    después de venir de la compra, abrió el buzón para

    recoger el correo, allí estaba, la carta que había

    estado esperando todo este tiempo. Comprobó que

    nadie estaba cerca y se la metió rápidamente en el

    bolsillo de su falda. Estaba demasiado nerviosa paraabrirla en esos momentos. Recogió el resto del

    correo, cogió la compra y entró en casa lo más

    tranquilamente que sus nervios la dejaban.

     Johannes Vermeer: “Muchacha leyendo una carta”  

    - Kaela ¿ha venido ya el correo?

    - Si, papá, ahora mismo te lo llevo.

    Dejó la compra en la cocina ante la atenta mirada de su madre y se dispuso a

    llevar las cartas a su padre. Por el pasillo, tan nerviosa estaba que le parecía oír

    “ Ábreme, ábreme”. Metió la mano en el bolsillo para asegurarse de que la carta estaba

    allí y que no había sido un sueño. Sentía que su corazón iba cada vez más deprisa.

    - Aquí tienes – dijo Kaela tendiéndole el montón de cartas a su padre.

    Este las ojeó rápidamente y con una cara de desilusión, y mirando muy

    despacio a su hija y le dijo:

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

    29/111

    - ¡Vaya, hoy tampoco hay nada! Seguro que tu carta llega pronto, ya sabes, el

    correo hoy en día no funciona muy bien.

    Kaela bajó la mirada intentando disimular. ¿Su padre habría intuido algo? La

    carta le quemaba dentro del bolsillo. Tenía que estar tranquila o la iban a descubrir,

    pero solo quería correr a su habitación, rasgar el sobre y leer su contenido.

    - Voy a seguir con mis tareas  – le dijo a su padre, con intención de realizar su

    deseo.

    - ¡Kaela, ayúdame en la cocina! – gritó su madre.

    ¡No se lo podía creer! Si nunca ayudaba en la cocina, y justo hoy su madre

    quería que fuera. Intentó buscar una excusa rápida para escaparse, pero no se le

    ocurría ninguna y si se demoraba más sabrían que algo pasaba.

    “Si tengo que esperar para abrirla, será algo bueno”. Se repetía en su cabeza

    una y otra vez, para convencerse de que el destino sería bueno con ella y solo serían

    buenas noticias; pero en el fondo de su corazón algo le decía que no.

    - Ve a poner la mesa, saca la vajilla de la vitrina y el mantel blanco, hoy tenemos

    invitados a comer - dijo su madre en cuanto llegó a la cocina.

    Eso le llevaría una eternidad, o eso le parecía a ella. Intentó respirar tranquila y

    obedientemente, fue hacía el salón. “ Ábreme, ábreme” parecía gritar la carta desde el

    bolsillo. Empezaba a sentir mucho calor y a sentirse mareada. ¿Sería por la carta o en

    verdad hacía calor en la sala? Se dirigió a la ventana y la abrió dejando que la brisa de

    la mañana entra y la hiciera sentir mejor.

    Cogió el frutero que había sobre la mesa y los nervios pudieron con ella. Tiró el

    frutero encima de la mesa, cogió la carta del bolsillo y de un golpe la abrió y sacó su

    contenido. Una hoja, solo una hoja de papel.

    “Estimada señorita,

    Nos complace haber recibido su solicitud. Como ya sabrá las mujeres…”  

    Kaela no pudo leer más, blanca como la nieve, levantó la mirada de la carta y

    vio a sus padres en la puerta, que habían ido corriendo al oír un golpe, y cayó de

    rodillas llorando.

    Su madre corrió rápidamente hasta ella para intentar consolarla. En cambio, su

    padre cogió la carta que había caído al suelo y la observó con detenimiento. La carta

    había llegado, y no parecía tener buenas noticias.

    - ¡No me quieren! – sollozaba Kaela

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    Su madre no sabía que decirle, así que solo la abrazaba. Y su padre quiso

    confirmar las sospechas de que eran malas noticias. Sin embargo, levantó la mirada y

    dijo muy despacio:

    - Kaela, ¿has leído bien la carta?

    - ¡No me quieren! ¡Qué más da eso! – rebuzno Kaela sin dejar de llorar.

    Su padre, mirándola con cariño y con toda la paciencia que pudo, empezó a leer

    la carta muy despacio.

    “Estimada señorita,

    Nos complace haber recibido su solicitud. Como ya sabrá las

    mujeres no pueden acudir a la universidad. No es un sitio adecuado para

    ellas.Sin embargo, nunca habíamos recibido tantas recomendaciones

    de maestros, amigos, y profesionales de ninguno de nuestros

    candidatos; y nunca habían sido unas notas tan brillantes y

    sobresalientes como las suyas.

    Por ese motivo, queremos darle la bienvenida a la Universidad de

    Medicina. Esperamos verla en septiembre.

     Atentamente. El rector”  

    Kaela escuchaba con los ojos abiertos, y cuando su padre acabó se puso a llorar

    aún más fuerte. ¡La habían cogido! ¿Sería verdad? De un salto, se levantó y arrancó la

    carta de manos de su padre. Quería leerla pero las lágrimas no la dejaban. Se acercó

    hacía la ventana y la leyó una vez, dos veces, tres veces….mil veces. Y aún seguía sin

    creérselo.

    Se giró hacía sus padres que sonreían felices. Todo el esfuerzo, todo el estudio

    había valido la pena. Había conseguido su sueño. Pero no solo eso, y aunque ella no lo

    pensara en ese momento, Kaela pasaría a la historia como la primera mujer en

    estudiar medicina.

    Raquel.

  • 8/19/2019 Historias Cuadros. BiblioteCRA 2016

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    La Cometa Mágica

    En un país muy lejano, un Rey tuvo dos hijos, el mayor Said era un príncipe

    altivo y envidioso, conocedor de la fortuna que heredaría cuando su padre falleciera.

    Sin embargo el príncipe pequeño

    Ahmed era sencillo, sensible, le encantaban

    las aventuras y era piadoso con la gente.

    Cuando el Rey murió Said heredo

    todas las riquezas de su padre y fue

    proclamado Rey. Ahmed, pidió ayuda a su

    hermano para vivir en palacio, ya que él no

    había heredado nada y no tenía nada para

    comer. Said negó esa ayuda a su hermano y

    lo echo de palacio con una cometa vieja a la

    que Ahmed tenía especial cariño, ya que fue

    un regalo de su padre de cuando era

    pequeño.

    Francisco Goya: “La cometa”  

    De esta forma fue como Ahmed, comenzó su aventura al lado de su cometa y

    emprendió su viaje.

    Al cabo de varios días, llegó a un próspero valle, donde fue recibido por el jeque

    de aquel lugar, un hombre generoso y hospitalario. En pago por su hospitalidad, Ahmed

    le regaló lo único que tenía: su vieja cometa. El jeque examinó la cometa con asombro,

    porque en aquella ciudad no conocían ese artilugio volador, y aquello de ver un pedazo

    de tela y papel volando a son del aire a la altura que el jeque quería le parecía unespectáculo maravilloso. ¿Cómo podría corresponder adecuadamente a aquel

    maravilloso obsequio, si él sólo tenía montones de oro y piedras preciosas? Al final,

    ofreció a Ahmed doce camellos cargados de piedras preciosas, y éste, sorprendido, volvió

    a su país, donde se construyó un magnífico palacio rodeado de jardines.

    Ahmed tenía un hermano llamado Said, que gozaba de cierta riqueza, pero que

    nunca había ayudado a su hermano cuando éste lo había necesitado. Envidioso por la

    suerte de Ahmed, fue a verle, y consiguió enterarse del origen de su sorprendente

    fortuna. Entonces pensó que si su hermano había conseguido toda esa riqueza a cambiode una cometa, ¿Qué no le darían a él, a cambio de un regalo realmente valioso? Así que

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    vendió todo cuanto tenía, cargó sus pertenencias en unas mulas, y partió, siguiendo el

    camino que su hermano le había indicado.

    Pero durante el viaje fue asaltado por una partida de ladrones, que le robaron

    todo, viéndose entonces Said tan pobre como en otro tiempo lo había sido Ahmed. Contodo, decidió seguir, hasta que un día llegó a su destino.

    El jeque lo acogió con hospitalidad. En el momento de partir, Said le ofreció como

    regalo lo único que le había quedado, un viejo reloj de latón sin ningún valor. Mas en

    aquella ciudad tampoco se había oído hablar jamás de relojes, por lo que el jeque valoró

    aquel regalo mucho más que cualquier otra riqueza. Pensando sobre cómo corresponder

    a aquel maravilloso presente, y pensando que las joyas no significaban nada, que eran

    simples bagatelas, llegó a la conclusión de que sólo había en su palacio un tesoro que

    fuera digno de aquella incomparable máquina de medir el tiempo. Con infinito pesar, el jeque regaló a Said su objeto más preciado: el farol de cristales rojos que siempre llevaba

    consigo.

    Ni que decir tiene que los ladrones no molestaron a Said en su camino de vuelta a

    su país.

    Cuando regresó ese Rey como un pordiosero, su hermano Ahmed, le ayudó en

    todo lo que pudo demostrando su grandeza de espíritu. Esto hizo recapacitar a su

    hermano y se dio cuenta de que la envidia, y la avaricia lo habían llevado a la ruina.

    Desde ese momento cambio su perspectiva de la vida, se hizo más generoso,

    comenzó a valorar más los pequeños detalles, y las cosas que parecían menos

    insignificantes; a apreciar más a las personas y menos a las riquezas.

    Ruth Flórez

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    LA TERRAZA DE SAINT ADRESSE

    Pasaron dos días cuando empecé a

    ver la bandera francesa en la AltaNormandia. Había sido un viaje

    largo, y teníamos muchas ganas de

    llegar a nuestro destino. Nuestra

    boda había sido espectacular y se

    habían acercado toda la clase alta

    de la sociedad española. No podía

    caber en mi más felicidad.

    Claude Monet: “La terraza”  

    Nací en 1883 en un pueblo llamado Cabezón de la Sal. Era una época muy

    difícil, llena de cambios e inestabilidades. Mis abuelos tuvieron que emigrar a las

    Américas, donde trabajaron muy duro en la Tabacalera Española. Allí hicieron

    mucho dinero, y gracias a esa fortuna, mis abuelos pudieron regresar y construir

    la casa donde nací. Se convirtieron en los indianos más conocidos de la zona, y

    tuvieron grandes acercamientos con la alta sociedad española del momento.Nuestra casa era un palacete azul con grandes escalinatas donde podíamos

    divertirnos yo y mis hermanos. Allí teníamos nuestro propio servicio, y éramos la

    familia más popular y respetada del pueblo.

    Desde pequeña mis padres me educaron y me enseñaron los valores de la

    alta sociedad, las maneras de compostura y fui de las pocas mujeres que llegaron

    a estudiar en la universidad.

    Nada más cumplir los veintiún años fui a Santillana a estudiar Ciencias dela Naturaleza, donde estudié a ilustres personajes del ámbito de las ciencias del

    momento, como Darwin o Isaac Peral. En unas de las clases en las que yo me

    encontraba realizando un estudio sobre la flora y la fauna de las Islas

    Galápagos, al fondo de la misma un apuesto y seductor joven no paraba de

    mirarme discretamente.

    Al paso de los días, el joven Ramiro se acercaba cada vez más a mí, por lo

    cual yo me ponía muy nerviosa. Era una situación nueva para mí, pero la verdad

    es que el joven era realmente atractivo. Pronto comenzamos a hablar, contándome

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    historias de su vida. Curiosamente Ramiro había nacido en Santilla del Mar, muy

    cerca del pueblo donde nací. Formaba parte de la alta aristocracia de la zona, ya

    que era el hijo del Conde de Valbuena, lo que me agradó gustosamente.

    Nuestra relación fue estrechándose cada vez más, hasta tal punto que nosempezamos a saltar las clases de la universidad para dar vuelo a nuestro idílico

    y secreto romance. Eran tiempos realmente felices.

    Sin embargo, todo cambió cuando mis padres descubrieron que no estaba

    asistiendo a todas las clases de la universidad, lo que produjo un gran revuelo en

    mi familia. Yo les expliqué los verdaderos motivos. Mis padres, aun reticentes,

    finalmente aceptaron conocer a mi apuesto amado Ramiro. Sin embargo, no todo

    fue como yo me esperaba.

    Tres días más tarde, el día del esperado encuentro, Ramiro tuvo un

    desafortunado accidente, por lo que llegó impuntual a nuestra cita. Mis padres,

    acostumbrados a una estricta educación en el palacete familiar, tuvieron una mala

    reacción y su consecuente rechazo a nuestra relación, impidiendo volver a vernos.

    A pesar de la prohibición de mis padres, envié una carta a Ramiro pidiendo

    que viniera lo antes posible a casa para arreglar dicha situación y convencer a mis

    padres de que nuestro amor era verdadero. Rápidamente recibí su respuesta, y a

    los dos días se presentó en el palacete. Finalmente, conseguí arreglar la situaciónhaciendo que mis padres aceptaran finalmente nuestra relación.

    Hoy, 21 de Junio de 1905, estamos comenzando a vivir una vida en común.

    Tan solo han pasado dos días desde nuestro enlace matrimonial. Fue el mejor día

    de mi vida. Se celebró en la Catedral de Santander, y celebramos un lujoso

    banquete en el Gran Palacio de la Magdalena. Allí se acercó toda la aristocracia

    y alta sociedad española del momento.

    A la mañana siguiente, zarpamos del puerto de Santander en un lujosobuque hacía las costas francesas para vivir nuestra luna de miel.

    Hoy hemos arribado a nuestro destino, y no hay mayor regocijo en mí que

    estar paseando con mi querido Ramiro por las terrazas de Saint Adresse a la luz

    de un gran día soleado con vistas a la bahía de L`Havre. ¡Qué felicidad!.

    Patricia Bueno

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     “RECUERDO DE MI INFANCIA.” Era una noche fría de invierno, lo mejor que se puede hacer en

    días así es quedarse en casa, al calor de la lumbre y rodeada de lostuyos. Después de cenar, me estiré en el sofá; el día había sido duro y

    estaba muy cansada. Sin darme cuenta empecé a mirar a través de la

    ventana; observé cómo empezaba a nevar. Los copos eran enormes; el

    suelo se cubrió rápidamente de un manto blanco. Todo estaba blanco.

     Tejados, coches, aceras, calles… además había ventisca. El viento

    llevaba la nieve de un lado a otro y en algunos lugares se acumulaban

    grandes cantidades. Dejé de mirar y me acerqué a la chimenea, estaba

    bien cargada de leña y calentaba toda la habitación. Me calenté bien,

    con la tela del pijama bien calentita (por un momento pensé que iba aechar a arder) volví al sofá. Mi perro Poty vino hacia donde yo estaba y

    se tumbó delante del fuego, entre la chimenea y el sofá.

    El día había sido duro… poco a poco mis ojos se iban cayendo

    mientras miraba por la ventana y poco a poco se fueron cerrando, me

    sumergí en un profundo sueño… 

    De repente mis dos hermanos y Poty corrían sin parar a mí

    alrededor. Mamá nos llamó y nos dijo que al día siguiente tendríamos

    una sorpresa. ¡No podíamos esperar más! Estábamos muy ansiosos porsaber la sorpresa… la

    insistimos tanto, que

    nos terminó diciendo

    que nos iríamos a

    pasar unos días a

    casa de la abuela

    Carmen, a la casa de

    la playa. ¡Qué ilusión

    nos hizo a todos, conlo que nos gusta el

    mar!

    Sorolla: “Niños en la playa”. 

    Mi madre nos mandó acostarnos; nos dijo que el viaje era largo y

    que tendríamos que estar descansados para aguantar bien. Sin más nos

    fuimos a la cama. Estuvimos largo rato hablando (muy bajito para

    evitar que nos oyeran nuestros padres) de lo que haríamos en casa de la

    abuela Carmen y de lo bien que lo iríamos a pasar. No se nos tenía queolvidar ningún juguete ni herramientas para disfrutar de la arena de la

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    playa. Tardamos en dormirnos, pero nuestro sueño fue profundo, tanto

    que se pasó la noche en un santiamén.

    Al día siguiente todos nos despertamos temprano; la abuela

    Carmen vivía en A Coruña. Después de desayunar, papá metió las

    maletas en el coche y todos nos montamos en él sin protestar. Nos

    pusimos los cinturones de seguridad y emprendimos el viaje.

    Mientras yo miraba por la ventana (quería verlo todo), mis

    hermanos cantaban todo tipo de canciones. ¡Nos pusieron la cabeza

    como un bombo!, hasta que mi padre, cansado ya de tanta canción les

    dijo que trataran de dormir un poco que el camino era largo. Y así fue,

    nos quedamos dormidos. Cuando despertamos ya estábamos cerca de

    la casa de la abuela Carmen. Nos pusimos tan contentos, ¡Teníamos

    tantas ganas de verla! En un santiamén llegamos.

    Cuando nos bajamos del coche la abuela Carmen estaba en la

    terraza, mirando, esperando nuestra llegada. Mi padre tocó el claxon del

    coche. La abuela Carmen desapareció. Bajó corriendo a la calle para

    recibirnos. Estaba feliz de nuestra llegada. Nos abrazó a todos y empezó

    a besarnos, tanto que parecía no iba a acabar nunca. Recuerdo cómo la

    abuela olía a violetas, era un olor característico, solo ella llevaba ese

    perfume... Cogimos las maletas y subimos a la casa. Colocamos todo

    en los armarios y nos pusimos a comer. La abuela había preparado uno

    de mis platos favoritos: ensaimada de zamburiñas.

    Después de comer fuimos de paseo, llegamos hasta el paseo

    marítimo, mamá nos dijo que al día siguiente iríamos a la playa, ya que

    esa tarde hacía algo de aire y había bandera amarilla.

    Pasamos la tarde entre recuerdos, juegos, anécdotas, risas… todo

    lo que hacíamos encantaba a la abuela, que estaba feliz por nuestra

    presencia.

    Y llegó el día siguiente. Había amanecido un día espléndido, conun sol radiante. No había ninguna nube en el cielo, ¡bien, era un día

    perfecto de playa! Después de desayunar nos pusimos los bañadores,

    las chanclas y las toallas. Cogimos los juguetes para la playa, los cubos,

    las palas y los balones para jugar; lo metimos todo en una bolsa grande

     y bajamos a la calle. Allí esperamos a mamá. Dábamos voces para que

    bajara. Se asomó a la ventana y nos dijo que no tuviéramos prisa que

    estaba preparando todo, que tardaría unos minutos. Mamá había

    preparado con la abuela la comida para pasar todos juntos el día allí.

    Salimos de casa de la abuela y fuimos andando hasta la playa de

    Orzán, había bandera verde, ¡qué ilusión, podíamos bañarnos sin

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    problema ninguno! El mar estaba en verdadera calma, parecía un

    espejo en el que reflejarse.

    Llegamos a la rampa que daba acceso a la playa. Empezamos a

    correr como locos. Llegamos a una zona que nos pareció bien. Dejamos

    las bolsas y antes de que llegaran la abuela, papá y mamá empezamos a

    desvestirnos.

    Fui a la orilla corriendo sin parar; el agua estaba fría, pero ahí es

    lo normal, pues el océano Atlántico es así de frío. No me paré, ¡tenía

    tantas ganas! Después de darnos el primer chapuzón fuimos a secarnos

     y coger un poco de calor donde se encontraban mamá, papá y la abuela

    al cuidado de nuestras cosas. Ellos no son de agua, son de secano.

    Cogí un cubo y una pala y empecé a hacer un castillo, mis

    hermanos y mi padre me acompañaron. Entre todos nos saldría genial.

     Teníamos frío y casi no había nadie en la playa, con lo cual papá nos

    dijo que si queríamos nos quitáramos el bañador que él lo tendería para

    que se secara. Así lo hicimos. Continuamos jugando.

    Mamá nos llamó al cabo de un rato para comer. Comimos y como

    no podíamos bañarnos hasta pasado no sé cuanto tiempo, decidimos

    seguir jugando en la arena, eso sí, cerca del agua.

    Al cabo de un tiempo mamá nos dijo ¡al agua chicos! No salimos

    en toda la tarde. Jugamos a todos los juegos posibles. Las palmas de las

    manos y las plantas de los pies las teníamos blandas de no haber salido

    del agua.

    Cuando empezó a anochecer mamá nos dijo que teníamos que

    irnos, que se hacía tarde. Recogimos todo y empezamos el camino de

    vuelta.

    Una brisa de aire frío se apoderó de mi cuerpo al tiempo que un

    escalofrío me recorría de arriba abajo. En ese instante me desperté, el

    fuego se había apagado, seguía nevando y hacía un frío intenso. Todo

    había sido un bonito sueño de mi niñez, me asomé a la ventana; afuera

    estaba todo cubierto de un bonito manto blanco.

    Mª del Carmen Calles.

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    VIAJE A LO DESCONOCIDO.

    Tenía que ocurrir. Tarde o temprano llegaría el momento de partir. Lo que tanto

    tiempo llevaba esperando iba a dar comienzo. Faltaba poco. Tan solo la orden del capitán.

    -  Todos a sus puestos. ¡Elevad el ancla! ¡A toda máquina!

    Todo el mundo estaba en sus puestos acatando sin rechistar las órdenes que iban

    dando el capitán y los distintos cargos que se encontraban a bordo; repetían unos y otros las

    mismas instrucciones. Los marineros tenían todo a punto. El momento de partir había llegado.

    Las velas fueron izadas para buscar la compañía del viento, que las iba meciendo para

    ir juntos, y buscar un rumbo,

    una ruta, un camino, una

    senda… Los motores rugíanal son que marcaban las

    llamas y el carbón de las

    calderas. El barco empezó a

    moverse, no sin esfuerzo. La

    tierra quedaba cada vez más

    lejana; se iba disipando a

    medida que íbamos

    navegando mar adentro, se

    confundía con el cielo… ya

    no había vuelta atrás.

    “MikhailIvanenko: “Paisajes de mar”  

    El mar estaba en calma; las olas apenas movían el barco que iba cada vez tomando

    más y más velocidad. Las voces de los marineros dejaban de escucharse. Ya no había

    murmullo. Ni carreras. Ni gritos. Todo estaba en verdadera calma.

    Mi viaje había empezado. Estaba sola, sin nadie; sin miedo ni temor a nada. Era mi

    aventura, mi viaje, mi sueño.

    Metida en mi camarote empecé a pensar qué haría cuando llegara. No tenía nada ni

    nadie que me esperara. Quería cambiar de vida, de hábitos, de costumbres… quería una vida

    nueva, algo distinto que llenase de verdad mi corazón; que colmara mis sueños. Había oído

    tantas cosas de esas tierras… todo era nuevo para mí; la comida, el idioma, las costumbres…

    pero para eso quedaba mucho. Me dijeron que en llegar a las Indias, desde el puerto de Huelva

    tardaría, al menos, 25 días. Seguro que el esfuerzo merecía la pena.

    Habían pasado ya unas cuantas horas y me quedé traspuesta en mi camarote. No sé

    cuánto tiempo llevaba dormida… 

    ¡Hora de cenar!, señoras y señores pasajeros, pasen al salón para la hora de lacena. Se empezará a servir en 10 minutos, dijo la voz de un marinero.

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    Me levanté rápido. No podía creer que ya hubiera pasado tanto tiempo. Me había

    aclimatado muy bien al barco, a sus movimientos. Nada de malestar, ni mareos, ni vómitos.

    Nada.

    Fui al lavabo, ¡que pelos! Me lavé a conciencia, me peiné, me di un poco crema en la

    cara y me pinté los labios con un color claro, casi transparente. Me puse mi vestido largo, salídel camarote, cerré la puerta con llave y me dirigí al comedor.

    A medida que me acercaba mi corazón latía cada vez más deprisa. No conocía a nadie.

    Había pagado el billete, me dieron el camarote, coloqué mis cosas y ahí me quedé. Era el

    momento de volver a la normalidad, de convivir en sociedad, de estar con gente, con gente

    que desconocía… 

    Señorita, pase por aquí, por favor, dijo un camarero. Tiene usted sitio en la mesa

    ocho. La acompaño. La presento al señor Llorente, al señor García y a la señora

    Margarita. Serán sus compañeros de mesa. Y a ustedes les presento a la señoritaMery.

    Se levantaron muy educadamente a saludarme. Hicimos las presentaciones y nos

    sentamos a la mesa. Hablamos poco, la verdad. Juan y Margarita eran matrimonio. Después

    de cenar se disculparon, se levantaron y marcharon al camarote. Estaban cansados dijeron. Me

    quedé sola con Pitter.

    Me invitó a dar un paseo por cubierta. No sabía qué hacer. La verdad es que me

    apetecía estar con él y conocerle, pero por otro lado me daba miedo. No le conocía. No sabía

    quién era, ni cómo era, si era buena o mala persona, si era de buena o mala familia… pero yo

    soy tan confiada…. Dije que tenía que ir al baño. Cuando volví no estaba. Miré por todos lados

    pero nada. Ni rastro. Pregunté al camarero que nos había servido la mesa pero nada. No sabía

    nada. No le había visto.

    Esperé. Al cabo de un tiempo me dije que ya habría ocasión para verle, que estábamos

    en un barco y que no podía ir muy lejos. Así que decidida me fui a mi camarote. Tenía que

    descansar, el viaje sería largo y duro.

    Dormí plácidamente. Toda la noche de un tirón. Un pitido me sobresaltó. Eran los

    motores del barco que rugían. Estaban a pleno rendimiento. Me preparé y salí.

    ¿Qué habría sido de Pitter? Entré en el salón para desayunar y un camarero, muy

    atento me acompañó a mi mesa. La misma que el día anterior. Allí estaban Juan y Margarita.

    Me senté con ellos a desayunar. Hablamos mientras degustábamos un buen café y unas

    tostadas. Ni rastro de Pitter. No me atrevía a preguntar.

    Cuando terminamos me dijeron que los acompañara a cubierta, que hacía un día

    espléndido y que daríamos un pequeño paseo. Les acompañé gustosa. Pasamos la mañana

    entre risas y aventuras.

    Al pasar por la puerta que lleva a los camarotes ahí estaba… era él. Pitter me estaba

    mirando. Me acerqué a él. Nos saludamos. Salió a cubierta, saludó a mis acompañantes y dijo

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    que si nos importaba que fuera con nosotros en nuestro paseo matutino. Por supuesto le

    dijimos que no.

    Pitter conocía muy bien el barco. Nos iba explicando todo, dando detalles de todo lo

    que había y para qué servía todo. Nos cruzamos con el comandante, momento en el que

    aprovechó Pitter para pedirle permiso para enseñarnos todo el barco. El capitán dijo que sí,que podíamos ir a todos los lugares que quisiéramos salvo a la sala de los motores ya que era

    peligroso.

    Fuimos recorriendo todas y cada una de las dependencias del barco. Era fantástico.

    Nunca lo había visto; ni yo, ni mis acompañantes. Sin embargo para Pitter parecía que era lo

    que veía cada mañana, lo conocía al dedillo.

    Sin darnos cuenta oímos las señales y voces que anunciaban que se serviría la comida

    en breves momentos. Juan y Margarita dijeron que iban al camarote a cambiarse. De nuevo

    me quedé a solas con Pitter. Mi corazón palpitaba muy deprisa, sin razón aparente, sin saberpor qué.

    Nos quedamos mirando unos instantes, se produjo un gran silencio. Nuestras miradas

    se cruzaban, nuestras pupilas estaban fijas, parecían un reflejo la una de la otra. Nada que

    decir. Ni una palabra. La mirada lo decía todo.

    De repente una voz interrumpe el momento: - capitán, si le parece bien ponemos

    rumbo norte, 234º.

    -  De acuerdo almirante, dijo Pitter. Marque el rumbo a velocidad crucero.

    Esperaremos cómo evoluciona la tarde. No tiene muy buena pinta aunque no loparezca. Habrá que estar preparados por si acaso.

    -  A sus órdenes mi capitán.

    Me quedé sin palabras, casi sin aliento. Había estado todo este tiempo en compañía

    del capitán del navío y ni siquiera me había dado cuenta. Nos quedamos mirando de nuevo.

    Fue poco tiempo, pero pareció eterno.

    -  Si quieres bajamos a comer, tenemos mesa reservada, dijo Pitter.

    -  No, gracias, se me quitó el apetito. Creo que iré a mi camarote a descansar.

    Me giré para dirigirme hacia los camarotes cuando me agarró la mano. Le miré y con

    un breve gesto con la cabeza nos despedimos. Sabíamos que nos encontraríamos pronto.

    Ya en el camarote me tiré en la cama. Estaba confundida: ¿por qué me había ido?,

    ¿por qué no había querido ir a comer con Pitter? No lo entendía. Mis ojos se fueron llenando

    poco a poco de lágrimas hasta que empezaron a recorrer mi rostro en caída libre.

    No me entendía. Buscaba nuevos retos, nueva vida, conocer nuevas personas, hacer

    una vida nueva… y una oportunidad que tenía cercana la estaba dejando escapar. A ella le

    gustaba Pitter, no hacía falta decirlo. Se conocían desde hacía muy poco pero es de esas

    ocasiones en las que hay que hacer caso al corazón y esperar que la razón poco a poco seponga de tu parte. Estaba decidida. Por la noche hablaría con Pitter.

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    Entre sollozos y lamentaciones me quedé profundamente dormida. Soñaba, sonaba

    con una vida mejor, en compañía, quizás con la compañía de Pitter… 

    Un movimiento brusco me despertó. ¡Me había caído de la cama! No sabía por qué.

    Me encontraba algo mareada, confusa. Me incorporé y me senté en la cama. Todo me daba

    vueltas. De repente… ¡puuuuummmmmm! Un gran estruendo, una fuerte sacudida y otra vezal suelo. Algo raro, muy raro estaba ocurriendo. El camarote no paraba de moverse; todo lo

    que había en él se movía y terminaba por caerse al suelo. Me agarré como pude a la cama y

    me incorporé. A duras penas llegué al coger el pomo de la puerta. Le giré.

    Al abrir la puerta me llevé una gran sorpresa… ¡el pasillo estaba lleno de muebles,  

    salvavidas, cuadros… ¡todo estaba tirado! 

    Las alarmas empezaron a sonar. Era el momento de subir a cubierta lo más rápido

    posible. Algo estaba pasando. Y no tenía muy buena pinta.

    Como pude y

    agarrándome a las paredes,

    puertas, incluso a rastras conseguí

    llegar hasta las escaleras que

    llevaban a cubierta.

    Allí me junté con más

    gente. Nadie sabía lo que ocurría.

    Se oían gritos por todas partes y la

    gente intentaba subir a toda costa.

    Por las escaleras bajaba un

    pequeño torrente de agua. El agua

    me llegaba a las rodillas cuando

    empecé a subir.

    De repente una voz conocida. ¡Era él! ¡Venía en mi busca! Me agarró la mano y con su

    ayuda empecé a subir. Cuando llegué a su altura nos fundimos en un abrazo. Me dijo que no

    me preocupara, que él me sacaría de allí. Me dijo entre sollozos que habíamos chocado contra

    unas rocas y había una gran grieta en el costado del barco.

    Llegamos a cubierta y me puso un salvavidas. Todo el mundo iba subiendo a los botes.El hundimiento del barco era inevitable. Me dijo que yo iría en el próximo bote.

    Me quedé pensativa. Tenía miedo, mucho miedo. Pero estaba con él. De repente unos

    pensamientos rondaron por mi cabeza. Pitter era el capitán. Siempre se ha dicho que los

    últimos en abandonar el barco sería el capitán y los altos mandos. No podía abandonarle.

    -  Mery, tu turno. Ven, vas a bajar a ese bote. Allí estarás a salvo.

    No, me quedo contigo. No pienso abandonarte. Cuando tú vayas a un bote

    salvavidas yo iré contigo.

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    Intentó convencerme de todas las formas y maneras posibles y conocidas. Estaba

    decidido, me quedaría con él.

    Me quedé amarrada a una cuerda que sujetaba el mástil del palo mayor, allí estaría

    segura mientras evacuaban a toda la tripulación. Pitter me trajo un plástico que haría que la

    intensa lluvia que caía no me mojara más de lo que ya estaba y una manta. Seguro que teprotege, me dijo.

    Permanecí acurrucada largo rato. Apenas se oían voces. Levanté la manta para

    observar y vi cómo quedaban apenas unos marineros y algunos mandos, (otros ya se habían

    puesto a salvo). Estaban discutiendo, muy nerviosos.

    Pitter vino hacia mí. Me tendió su mano para incorporarme. Lo hice sin dudarlo. Había

    llegado mí momento; nuestro momento.

    Cuando me levanté, me quede mirando a Pitter. Su rostro estaba pálido,

    descompuesto. Podía identificar sin lugar a duda que de sus ojos brotaban lágrimas. Le

    recorrían el rostro, más bien lo cubrían. Me abrazó aún más fuerte. Parecía que nuestros

    cuerpos se fundirían en uno solo.

    -  Lo siento, me dijo balbuceando. Siento haberte dejado aquí. Quiero que lo sepas.

    Te quiero. Nunca he estado tan seguro como ahora. Tengo algo que decirte, no

    quedan más botes, el último partió hace unos minutos. Nuestro destino está

    escrito. ¡Te quiero!

    Al oír estas palabras me desmayé en los brazos de Pitter. Lo último que recuerdo es la

    voz del jefe de máquinas que decía. ¡Esperad, igual…! 

    Mar García Gil

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    DON MIGUEL.

    En un lugar de la Mancha… ¡esto me suena! Seguro que sé algo más, espera…. De cuyo

    nombre no quiero acordarme… ¡Ya me acuerdo! Es el principio del libro más   famoso de laliteratura española: “Don Quijote de la Mancha”. 

    Muchas son las cosas que ya se han

    contado del libro, muchas críticas, menciones,

    se conocen los personajes, cómo era Don

    Quijote, Sancho (siempre con su panza),

    Dulcinea, Rocinante, el cura, el barbero… todos

    los personajes. También conocemos las

    aventuras más importantes: la de los molinos

    de viento, la de las ovejas… 

    Nos planteamos una pregunta…

    ¿conocemos bien al autor, al mejor escritor

    español? Nuestra respuesta es que no.

    Sabemos que es español, que se quedó manco

    en una batalla (Lepanto creo se llamaba) y que

    escribió el Quijote mientras estaba en la cárcel

    y algún libro más que ahora empezamos a

    conocer, como “Las Novelas Ejemplares”… 

    El Greco: “El caballero de la mano en el pecho”  

    Queremos conocerle un poco más. Vamos a tratar entre todos de describirlo. Así que

    vamos a presentaros a DON MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA.

    Don Miguel es alto, mide 1,70 metros aproximadamente y está delgado. Es moreno,

    tiene el pelo corto y muy negro. Tiene grandes entradas o su frente es muy amplia. Sus orejas

    están un poco hacia afuera, como si quisiera escuchar todo lo que sucede a su alrededor. Sus

    cejas son finas, poco pobladas y se encuentran arqueadas. Sus ojos son negros y profundos.

    Tiene grandes ojeras y bolsas bajo sus ojos, lo que delata que está cansado. Su nariz es grande,

    pronunciada, alargada, puntiaguda y fina. Lleva una barba bastante poblada, negra al igual quesu cabello y gran bigote largo y tupido que sale por debajo de sus mofletes; su boca apenas se

    ve, está tapada por el espeso bigote, aunque parece pequeña y de labios finos. Su mano es

    grande, con dedos largos y delgados, quizás cansados de tanto escribir con la pluma. Le falta la

    mano izquierda; dicen que la perdió en la guerra.

    Viste con ropa oscura, quizás de esta manera pudiera ocultar la falta de trajes en su

    armario, ya que Cervantes era bastante pobre y así nunca se sabía si iba limpio o no. Siempre

    lleva gorguera y puñetas para adornar un poco su traje y darle un toque distintivo. Sus

    pantalones son bombachos, negros y hasta la rodilla. Utiliza calcetines altos, tipo calceta y

    zapatos negros y gastados por el uso. Siempre lleva un cinturón grande y ajustado con unahebilla brillante y resplandeciente.

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    Es un hombre valiente, no tiene miedo a nada. Siempre lleva su sable sujeto a su

    cinturón, por si tiene que entrar en acción. Le gusta la estrategia en la guerra e ir al frente a

    defender sus ideas, su territorio, a su rey y a su país. Le encanta pasear por el parque,

    reflexionar y pensar en los temas e ideas de sus próximos escritos. Lee todo lo que cae en sus

    manos, lo devora. Le encanta comer todo tipo de comida, siempre busca quien le invite a

    cambio de unas palabras, una poesía, un dicho, un refrán… Y como ya sabemos, lo que más le

    gusta es escribir, escribir libros de aventuras de caballeros andantes… 

    Sabemos que murió el 23 de abril de 1616, misma fecha que Shakespeare. En España,

    en esa fecha celebramos el día del libro, ya es considerado el día internacional del libro y se

    celebra en más de cien países.

    Don M iguel se autorr etrata«Prólogo al lector» de las  Novelas ejemplares : 

     Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y

    desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas

    de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los

    dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor

     puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos

    estremos, ni grande ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de

    espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y

    de Don Quijote de la Mancha , y del que hizo el Viaje del Parnaso , a imitación de César

    Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de

     su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años,

     y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en

    la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque

     parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta

    ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las

    vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria.

    Alumnos de 6º de Primaria.

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    EL BARRIO

    Esta historia sucede en un barrio antiguo de una gran ciudad. Allí normalmente habí