historia y criptología

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EHN 36, enero-junio 2007, p. 17-62. HISTORIA Y CRIPTOLOGÍA: REFLEXIONES A PROPÓSITO DE DOS CARTAS CORTESIANAS Roberto NARVÁEZ Facultad de Arquitectura, UNAM [email protected] Introducción Ocurre a veces que un historiador, ocupado en una investigación de archivo, fracasa en acceder al contenido de un documento por cuan- to ni siquiera está seguro de poder interpretar a los caracteres o signos ante su mirada como grafemas de algún sistema de escritura común. En tales casos, los especialistas en paleografía, diplomática y disciplinas afines pueden revisar el texto en cuestión e iluminar aspectos como el agrupamiento, lugar de origen y la filiación de los tipos gráficos empleados en su composición, facilitando con ello la intelección de los términos. 1 Desde luego, siempre es probable que toda esta labor heurística termine por mostrarse inútil para garan- tizar la lectura. Sin embargo, desde una perspectiva científica el eventual incumplimiento de aquella probabilidad no es una razón para creer que la competencia del paleógrafo y el diplomatista, en la investigación de un fenómeno similar al considerado, ha llegado a su final. Recordemos que los métodos de la paleografía y la diplo- mática promueven la inferencia de hipótesis cuya meta suprema es explicar todos los aspectos problemáticos, formales y de otros tipos, en una muestra específica de escritura, y por ello, en efecto, califican de científicos. 2 Así, cuando un manuscrito es ilegible a primera vis- 1 Luis Núñez de Contreras, Manual de paleografía. Fundamentos e historia de la escritura latina hasta el siglo VIII, Madrid, Cátedra (Historia. Serie Mayor), 1994, p. 50. María Belén Pi- queras García, “Concepto, método, técnicas y fuentes de la Diplomática”, en Ángel Rieseo Terrero (editor), Introducción a la paleografía y la diplomática general, Madrid, Editorial Síntesis (Letras Universitarias), 1999, p. 191-205 (198-199 especialmente). 2 Sobre todo en tanto descubre relaciones analíticas normalmente ignoradas por la tra- dición normal y literaria. Cf. Núñez de Contreras, op. cit., p. 22. Un paleógrafo debe la poten- cia científica de sus análisis al manejo lógicamente consecuente del razonamiento hipotético.

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  • Ehn 36, enero-junio 2007, p. 17-62.

    historia Y CriptoLoGa: rEFLEXionEs a propsito dE dos Cartas CortEsianas

    roberto narvezFacultad de arquitectura, unam

    [email protected]

    Introduccin

    ocurre a veces que un historiador, ocupado en una investigacin de archivo, fracasa en acceder al contenido de un documento por cuan-to ni siquiera est seguro de poder interpretar a los caracteres o signos ante su mirada como grafemas de algn sistema de escritura comn. En tales casos, los especialistas en paleografa, diplomtica y disciplinas afines pueden revisar el texto en cuestin e iluminar aspectos como el agrupamiento, lugar de origen y la filiacin de los tipos grficos empleados en su composicin, facilitando con ello la inteleccin de los trminos.1 desde luego, siempre es probable que toda esta labor heurstica termine por mostrarse intil para garan-tizar la lectura. Sin embargo, desde una perspectiva cientfica el eventual incumplimiento de aquella probabilidad no es una razn para creer que la competencia del palegrafo y el diplomatista, en la investigacin de un fenmeno similar al considerado, ha llegado a su final. Recordemos que los mtodos de la paleografa y la diplo-mtica promueven la inferencia de hiptesis cuya meta suprema es explicar todos los aspectos problemticos, formales y de otros tipos, en una muestra especfica de escritura, y por ello, en efecto, califican de cientficos.2 as, cuando un manuscrito es ilegible a primera vis-

    1 Luis nez de Contreras, Manual de paleografa. Fundamentos e historia de la escritura latina hasta el siglo viii, Madrid, Ctedra (historia. serie Mayor), 1994, p. 50. Mara Beln pi-queras Garca, Concepto, mtodo, tcnicas y fuentes de la diplomtica, en ngel rieseo terrero (editor), Introduccin a la paleografa y la diplomtica general, Madrid, Editorial sntesis (Letras universitarias), 1999, p. 191-205 (198-199 especialmente).

    2 sobre todo en tanto descubre relaciones analticas normalmente ignoradas por la tra-dicin normal y literaria. Cf. nez de Contreras, op. cit., p. 22. un palegrafo debe la poten-cia cientfica de sus anlisis al manejo lgicamente consecuente del razonamiento hipottico.

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    ta, diplomatistas y palegrafos pueden juzgar probable la explica-cin de que su autor as lo quiso; y si este razonamiento prueba su validez en la solucin de varios casos anlogos, tiene sentido inferir un supuesto terico general, a saber, que el mensaje de un texto puede ocultarse por diferentes motivos y con el auxilio de diversos medios. As, en definitiva, un palegrafo, un diplomatis-ta consecuente, diestro en el manejo de la lgica cientfica,3 tal vez nunca ser capaz de convertir un mensaje abstruso en una pieza textual fcilmente legible, pero siempre sabr razonar hacia una explicacin de que tal mensaje no sea fcilmente legible, y se trate, por tanto, de un criptograma, una cifra.

    a pesar de las indicaciones precedentes, conviene entender que el asunto de la criptografa, esto es, de la escritura deliberadamente oculta,4 supera los lmites del mtodo paleogrfico por muchos y muy importantes motivos analticos. sera vano que un historiador, perplejo ante un criptograma, solicitase la tcnica del desciframien-to al palegrafo. ste no tiene por qu llevar su labor ms all de la identificacin de sintagmas en cifra. El experto en criptogramas debe tomar el relevo en ese punto. Es un hecho, sin embargo, que a veces ni siquiera un experto conoce la tcnica para penetrar o romper como se dice en el argot criptoanaltico una cifra determinada, pues hasta el momento slo se conoce una parte de los sistemas

    3 Con esta expresin me refiero a la clase de lgica que estudia los diferentes modos de razonamiento (induccin, deduccin, hiptesis, y las combinaciones de stos) aplicados por un investigador a propsito de un fenmeno determinado. no se trata de una mera variacin o desarrollo de la lgica formal o la de relativos, sino que constituye una denominacin para todos los aspectos lgicos realmente discernibles en la metodologa cientfica en general. Es una cuestin central en los debates actuales sobre la heurstica, la justificacin de la induccin, la naturaleza de las inferencias probabilsticas, el falibilismo epistemolgico y las investiga-ciones del gnero de lgica que presumiblemente regula los descubrimientos cientficos. En tales debates participan filsofos e historiadores de la ciencia, lgicos, psiclogos y especia-listas en inteligencia artificial y ciencias cognitivas, principalmente; casi en todos ellos, por cierto, la fuente directa de inspiracin ha sido la obra de lgicos como el estadounidense Charles S. Peirce (1839-1914). ase Atocha Aliseda, Logics in Scientific iscovery, enase Atocha Aliseda, Logics in Scientific iscovery, en Foundations of Science, v. 9, 2004, p. 339-363; thora Margareta Bertilsson, the elementary forms of pragmatism: on different types of abduction, en European Journal of Social Theory, v. 7, 2004, p. 371-389; Jaako hintikka, What is abduction? the fundamental problem of contemporary epistemology, en Transactions of the Charles S. Peirce Society, v. 34, n. 3, 1998, p. 503-533; ilkka niiniluoto, defending abduction, en Philosophy of Science, v. 66 (supple-ment proceedings of the 1998 Biennial Meeting of the philosophy of science association. part i: Contributed papers), september 1999, p. s436-s451, y nicholas rescher, Peirces Philosophy of Science. Critical Studies in His Theory of Induction and Scientific Method, notre dame (indiana), university of notre dame press, 1978.

    4 Los timos de criptografa son griegos: kryptos, oculto, y graphein, escribir.

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    criptogrficos que los hombres han empleado desde tiempos remo-tos. Ms adelante comentar los beneficios lgicos e historiogrficos que reporta el saber esto, por lo pronto advertir contra el despro-psito clasificatorio de quienes definen a la criptografa como la ciencia exclusiva del ciframiento y desciframiento de textos (los manuales de paleografa normalmente difunden esta versin sim-plificadora). Propiamente, se llama criptologa la ciencia que, englo-bando a las tcnicas de la criptografa y el criptoanlisis, reconoce como su objeto a las escrituras inmediatamente ilegibles. El cript-grafo elimina provisionalmente la claridad del texto al cifrarlo, el conocedor de la clave (principalmente el destinatario del mensaje, aunque puede ser cualquier persona) se la devuelve al descifrarlo. El criptoanalista es quien, careciendo del acceso a la clave de una cifra, restituye o bien el mensaje, o bien la clave, en un proceso al que tcnicamente se denomina decriptar.5

    indudablemente, una prctica sostenida puede fortalecer la competencia del historiador como diplomatista o palegrafo. no veo ningn obstculo a que por la sola constancia lograra desarro-llar, igualmente, habilidades de criptlogo. La investigacin hist-rica de la amrica Latina colonial ofrece numerosas oportunidades para ejercitar el desciframiento de textos. varios autores han sea-lado el uso extensivo que se dio a los criptogramas en las comuni-caciones de las indias con Espaa y viceversa. por otra parte, dispo-nemos de una ingente provisin de manuales e historias de la criptologa que describen y ensean a comprender los mtodos de cifrado ms frecuentemente utilizados desde el siglo xv hasta el xix en muchos pases europeos, africanos, asiticos y americanos, aun-que tpicamente pasan por alto a los ejemplares de lo que Guillermo Lohmann illena denomin criptografa indiana. La clasificacin de estos mtodos est lejos de haberse agotado inevitablemente

    5 En el mbito hispanoamericano tambin se ha llamado a esta tcnica perlustrar, cf. Juan Carlos Galende, Sistemas criptogrficos empleados en Hispanoamrica, en Revista complutense de historia de Amrica, n. 26, 2000, p. 58. Existen muchos manuales de historia y tcnica de la criptologa donde se explican detalladamente las diferencias entre descifrar y decriptar, as como la interrelacin del criptoanlisis y la criptografa, por ejemplo, simon singh, Los cdigos secretos, Madrid, debate, 2000; david Kahn, Codebreakers. The Story of SecretThe Story of Secret Writing, new York, scribner, 1996, revised edition; Joseph s. Galland, An Historical and Ana-lytical Bibliography of the Literature of Cryptology, new York, aMs press, 1970, y helen Fouche Gaines, Cryptanalysis. A Study of Ciphers and Their Solution, new York, dover, 1956. En la in-ternet se puede consultar una cantidad enorme de monografas, ensayos, glosarios y biblio-grafas muy tiles acerca de este tema.

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    crece cuando por lo menos un historiador o criptlogo profesional se dedica conscientemente a recolectarlas en los archivos, no obs-tante, pienso que su estudio crtico y comparado suscita reflexiones interesantes en torno a: 1) los mltiples beneficios tcnicos, heurs-ticos, metodolgicos y conceptuales que los historiadores de la Amrica colonial reciben cuando aprenden a identificar, distinguir y comparar los criptogramas y sistemas criptogrficos representati-vos de la criptografa indiana una divisin legtima de la crip-tografa clsica,6 as como valerse, cuando la ocasin lo amerite, de algunas estrategias criptoanalticas bsicas; 2) la forma en que un cierto manejo de la erudicin, la imaginacin cientfica y, sobre todo, el razonamiento lgico puede optimizar el aprovechamiento de un documento descifrado cuando la meta es explicar, a travs de la historiografa, un acontecimiento del pasado con las mejores hipte-sis, y 3) la pertinencia de renovar el proyecto de una historia de la criptografa indiana con dos objetivos fundamentales: primero, suplir a las historias generales de la criptologa con el captulo que normalmente falta en ellas, y segundo, enriquecer o refinar la meto-dologa de investigacin al uso para reconstruir la historia de Mxico desde el siglo xv hasta la guerra de independencia, cuando menos.

    En las pginas restantes expongo los contenidos de mis propias reflexiones, anlisis y prospectivas en relacin con los tres puntos recin mencionados, partiendo de una evaluacin historiogrfica y criptolgica de un corpus documental, historiogrfico y hemerogr-fico referente a dos cartas escritas por Hernn Corts a su procurador ad litem en la corte espaola, licenciado Francisco nez, una fecha-da el 25 de junio de 1532 y la otra el 20 de junio de 1533, ambas parcialmente cifradas.7

    6 se entiende por criptografa clsica la que se practic desde la antigedad hasta la invencin y puesta en marcha de las mquinas de rotor y los sistemas automatizados de cmputo para ocultar informacin (por ejemplo, el des data Encryption standard y el rsa rivest, shamir, adleman, que se desarrollaron durante la dcada de 1970 para una variedad de aplicaciones militares, financieras, telefnicas, televisivas, etctera). En cripto-grafa, el algoritmo es la funcin matemtica usada para la encriptacin y decriptacin de un mensaje. si la seguridad de un algoritmo depende de mantener secreta la manera en que opera, el algoritmo en cuestin se califica de restringido (es el tipo de algoritmos normalmen-te utilizados en la criptografa clsica). ahora bien, los criptlogos modernos enfatizan que la seguridad no debera depender de la secreca de los mtodos de ciframiento o encriptacin, esto es, del algoritmo, sino de la secreca de las claves.

    7 Los originales obran en los autos seguidos en 1546 por nez contra el marqus del valle, sobre un pago de devengados en concepto de gestin de negocios. se localizan en el ar-chivo General de indias, de acuerdo con Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves india-

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    Sobre la organizacin y el desenlace de un concurso inusual en Mxico

    En los nmeros correspondientes a abril y junio de 1925, los Anales del antiguo Museo nacional de arqueologa, historia y Etnografa incluyeron un ofrecimiento de 200 pesos oro nacional a quien consiguiera descifrar pasajes de la carta de Corts firmada el 25 de junio de 1532 en Cuernavaca [figuras 1 y 2]. Las partes inmediata-mente legibles de dicha carta haban visto ya la luz en 1915,8 pero como los palegrafos fallaban sin cesar en sus intentos de aclarar las restantes partes en cifra, Mariano Cuevas y alfonso toro director del Museo nacional en aquella poca juzgaron oportuno convocar a un concurso pblico de descifracin. 9

    El facsmil de la carta y los criptogramas que trataran de resol-ver los concursantes tambin apareci en los Anales.10 El plazo para remitir las propuestas cerraba el 11 de septiembre de 1925, pero debido a diversas circunstancias los organizadores concedieron una prrroga hasta el 31 de octubre,11 permaneciendo inalteradas las bases de la convocatoria. Cuando el plazo se cumpli, el jurado haba recibido un solo trabajo, firmado por el escritor mexicano Francisco Monterde Garca icazbalceta. Los miembros del jurado eran Luis Gonzlez obregn, nicols rangel y pablo Gonzlez Ca-sanova; reunidos el 5 de noviembre en el archivo General de la Nacin, consignaron en acta oficial que Monterde mereca pblica felicitacin y le entregaron el premio.

    En relacin con los hechos que acabo de resumir sucintamente, quiero hacer varias observaciones:

    1. Los palegrafos nunca lograron penetrar el sentido de los pasajes en cifra en la carta.12 por qu? para responder sera muy til, quiz, contar con el relato de las dificultades insuperables que

    nas. Captulos provisionales de un estudio sobre criptografa indiana, en Anuario de Estudios Americanos, sevilla, 1954, v. xi, p. 304, nota 41.

    8 Mariano Cuevas, Cartas y otros documentos de Hernn Corts, sevilla, tipografa de F. daz, 1915, p. 67-77.

    9 Convocatoria para un concurso del Museo nacional, en Anales del Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnografa, abril a junio, poca 5a., tomo i, n. 2, 1925, p. 208.

    10 Mismos tomo y nmero citados en la nota 9, pero en las p. 123-130.11 Cf. Anales del Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnografa, julio y agosto, 5a.

    poca, tomo i, n. 3, 1925, p. 330.12 vase La carta cifrada de don hernn Corts, en Anales del Museo Nacional de Ar-

    queologa, Historia y Etnografa, julio y agosto, 5a. poca, tomo i, n. 3, 1925, p. 436-443.

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    Figura 1. detalles del facsmil 1 de la carta del 25 de junio de 1532. Fuente: La carta cifrada de don hernn Corts, en Anales del Museo Nacional de Arqueologa, Historia

    Y Etnografa, julio y agosto, 5a. poca, t. 1, n. 3, 1925, p. 436-443

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    Figura 2. detalles del facsmil 4 de la carta del 25 de junio de 1532. Fuente: La carta cifrada de don hernn Corts, en Anales del Museo Nacional de Arqueologa, Historia

    y Etnografa, julio y agosto, 5a. poca, t. 1, n. 3, 1925, p. 436-443

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    abrumaron a todos los implicados; a reserva de localizarlo en algn archivo suponiendo que existe, podemos obtener una respues-ta probable al admitir la siguiente hiptesis: esos palegrafos no practicaron el criptoanlisis, por tanto, no supieron conjeturar que Corts haba empleado deliberadamente ciertos mtodos para es-conder el significado literal de los caracteres. Corts, en efecto, se vali de un sistema criptogrfico que mezcla cifras y cdigos l-neas abajo explico esto con amplitud, y para detectar siquiera esto las tcnicas de la paleografa son insuficientes. He aqu una situacin donde se marcan claramente, como ya seal al introducir el pre-sente escrito, los lmites entre paleografa y criptologa. ahora, es verdad que los palegrafos han reunido en sus clasificaciones varios signos de ndole crptica. se trata de signos complementarios o es-peciales de la escritura, funcin que asimismo cumplen los signos numerales, musicales y de puntuacin, los membretes, logotipos, imagotipos y rbricas, entre otros.13 Un palegrafo puede identificar sin mayores problemas cualquiera de estos caracteres en, digamos, un oficio del siglo xvi, y definirlo en atencin a su operatividad en el texto; sin embargo, las cosas cambiaran radicalmente si el mismo documento estuviera compuesto en su totalidad por signos crpticos o especiales, o an por signos todava sin clasificar, formando un exasperante bloque de renglones en donde resulta imposible, para magnificar el embrollo, distinguir un solo espacio en blanco. El pa-legrafo ser capaz, entonces, de nombrar algunos caracteres, mas no de asignarles una funcin inequvoca en el texto. pues el objeto de su escrutinio ser una cifra, y en las cifras cada signo tiene un valor determinado de cifrado, ms que una funcin de escritura. El valor de un signo en la cifra depender del mtodo criptogrfico empleado el cual, dicho sea de paso, no siempre necesita basarse en un algoritmo para funcionar.14 hernn Corts, por ejemplo, dot

    13 nez de Contreras, Manual de paleografa, op. cit., p. 159. pedro Luis Lorenzo Cadarso, Caracteres extrnsecos e intrnsecos del documento, en ngel rieseo terrero (editor), In-troduccin a la paleografa y la diplomtica general, Madrid, Editorial sntesis (Letras universita-rias), 1999, p. 264.

    14 Es el caso de la esteganografa. Consiste en distribuir planificadamente cada letra del mensaje oculto entre las letras de un mensaje claro, de modo que la cifra ni siquiera permite sospechar su presencia en el texto (un ejemplo familiar es el acrstico). Johannes trithemius en su Steganographia (escrita en 1518 pero impresa por primera vez en 1606) y Francis Bacon en su Advancement of Learning (1623) cuentan entre los tratadistas clsicos de la criptologa que des-cribieron este sistema, vase david Kahn, op. cit., p. 132-135; Galland, op. cit., p. 183, y thomas Leary, Cryptology in the 16th and 17th centuries, en Cryptologia, v. 20, n. 3, July 1996, p. 223-242.

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    a cada signo en su cifra de un valor por medio de la llamada susti-tucin homofnica, o alfabtica de la cual hablo por extenso ms adelante. El palegrafo bien puede saber que la criptografa medie-val y renacentista se desarrollaron, bsicamente, a partir de la sus-titucin de caracteres alfabticos por otros, o por signos no alfab-ticos,15 pero ello jams le bastar para reconocer y discernir ese g-nero de cifras.

    2. Considerando lo expresado al inicio del artculo La carta ci-frada de don hernn Corts,16 la idea del concurso surgi directa-mente del fracaso de los palegrafos. Francamente, ignoro si Cuevas, toro y sus compaeros del Museo nacional estimaron alguna vez que sera suficiente contratar un criptlogo profesional para despe-jar las incgnitas en la carta. En ms de una embajada o secretara de Estado pudieron haber hallado uno, justo como se podra hacer hoy. En fin, el hecho es que prefirieron la opcin del concurso. Por supuesto, cuando lleg el momento de aplaudir a Monterde supu-sieron que haban elegido lo mejor. pero, seamos honestos: a prop-sito de la organizacin misma del concurso lo mejor fue que slo Monterde presentara un desciframiento al concluir el plazo de recep-cin. Y se trat de una casualidad estupenda, sin duda, pues de su verificacin dependi que el concurso mantuviera los portes de un evento serio. En realidad, y para enunciarlo con un smil, Monterde gan una carrera en la que hasta el ltimo corredor en cruzar la meta mereca tambin las alabanzas y el trofeo. Me explicar: las bases del concurso indican que se dara el dinero al descifrador del texto cortesiano, pero dejan absolutamente sin especificar las condi-

    Guillermo Lohmann, sin embargo, invariablemente habla de esteganografa, o de clave este-ganogrfica, cuando el mtodo a describir es, en realidad, un nomenclator (del que hablar ms adelante en el texto); adems, da por sentado que este sistema se basa en la sustitucin de primer grado, y que proceder con l implica utilizar unos caracteres caprichosos a manera designos esteganogrficos para la sustitucin, todo lo cual es sumamente discutible. ase Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas. Captulos provisionales de un estudio sobre criptografa indiana, loc. cit., p. 373 (a propsito del mtodo criptogrfico entregado por la corona espaola a los comisionados para la pacificacin de Amrica en 1820).

    15 nez de Contreras, Manual de paleografa, op. cit., p. 180. vase tambin la entrada Criptografa en Germn Bleiberg (director), Diccionario de historia de Espaa, Madrid, alian-za Editorial, 1979, 2a. edicin corregida y aumentada, 3 tomos, t. 1, p. 1022-1023. En Bizancio existi un sistema criptogrfico en el que un numeral griego remplazaba una letra con la mitad del valor numrico por 2 (iota, 10, se vuelve epsilon epsilon, 5 y 5. vase alexander p.vase alexander p. Kazhdan (editor in chief), The Oxford Dictionary of Byzantium, new York-oxford, oxford university press, 1991, 3 v., v. 1, p. 561.

    16 vase nota 12.

  • 26 roBErto narvEz

    ciones de aceptacin de los trabajos; ahora, estas condiciones, to-mando en cuenta el objetivo de ste y todos los concursos de su clase, naturalmente se deben referir a los tiempos de entrega, no a determinados aspectos analticos o formales de cada ensayo crip-toanaltico. por consiguiente, resulta curioso leer en la base 4: El trabajo de descifracin que apruebe el jurado.17 Cuando se rom-pe una cifra, la solucin prueba su validez automticamente si la clave exhumada representante de tal solucin faculta la lectura de algo hasta entonces ilegible. no hace falta, por tanto, la aproba-cin de ningn juez. En todo caso, el nico juez de que un cripto-grama es un algoritmo genuino y, por tanto, admite una solucin dependiente del sistema de su formacin, es el propio criptoanalis-ta. Esto es obvio; la primera lectura de un documento descifrado, en efecto, siempre la realizar quien lo haya criptoanalizado, a menos que no lo haya criptoanalizado. Monterde supo que haba encontra-do la solucin en cuanto juzg evidente la coordinacin semnti-ca de los fragmentos descifrados con las partes inmediatamente legibles (ms abajo comento detalladamente su estilo de criptoan-lisis). Y es totalmente probable que otros individuos, enterados del concurso, criptoanalizaran la carta con tesn hasta lograr igualmen-te la solucin, aunque demasiado tarde para poder competir contra Monterde.

    La prctica del criptoanlisis reclama, normalmente, una con-centracin prolongada, pero tratar de hacerlo contra el reloj debe causar una gran ansiedad, en especial para quien no acostumbra lidiar con textos en cifra. Esto explica el que varios interesados en concursar solicitaran una prrroga (quiz entre ellos se encontr el propio Francisco Monterde). sin embargo, conceder la prrroga no evit que los jueces recibieran apenas un trabajo. pero supongamos que hasta seis o siete individuos hubieran entablado una verdadera competencia al remitir sus trabajos dentro del plazo. Los jueces atienden los envos por separado, luego los comparan mutuamente y, al final, se ven obligados a reconocer que la coherencia lingstica general del mensaje descifrado jams vara, o, para expresar lo mis-mo en trminos diferentes, que los concursantes restituyeron sin excepcin la clave de la cifra cortesiana es forzoso admitir como vlida esta condicin hipottica, pues de otro modo nos queda sos-

    17 vase nota 9.

  • 27historia Y CriptoLoGa

    pechar que por lo menos uno fue plenamente incapaz de apreciar la calidad heurstica del desafo. En tal situacin, y recordando lo es-tipulado en la base 4 a quin le otorgaran los jueces el premio? Mi lector acordar conmigo, espero, en que lo sensato es responder: a la persona cuyo ejercicio criptoanaltico lleg a sus gabinetes en primer lugar. Mas cmo satisfaran, despus, las reclamaciones legtimas de los dems contendientes? pues cada uno de stos, por excelentes razones algortmicas, estara totalmente convencido de que su solucin a los criptogramas cortesianos es la solucin.

    as, como dije, para los convocantes result una casualidad magnfica, sumamente oportuna, el que nicamente Monterde presentara la descifracin (si bien lo que Monterde hizo fue, pro-piamente, decriptar la clave). sin embargo, no hay motivos para dejar que la fortuna, en cualquier poca y pas, prodigue un desen-lace apropiado a los concursos de criptografa; lo absolutamente necesario es comprender la primaca del factor tiempo: en efecto, toda cifra real creada por un humano es penetrable por cualquier individuo racional, observador y tenaz, aunque bien le podra to-mar semanas, meses o aos lograrlo. por tanto, constituye una muestra de previsin criptolgica el que los organizadores de un concurso de criptografa tpicamente ofrezcan tres premios, cuando menos, para otorgar a los tres concursantes ms rpidos en superar el desafo.18

    3. Los miembros del jurado calificador aprobaron el trabajo de Monterde aplicando unos criterios cuya impertinencia es mani-fiesta cuando se trata de criptoanlisis. A este respecto ya expuse algunas consideraciones crticas en el subapartado precedente, pero es interesante comentar, desde una perspectiva historiogrfica y ya no criptolgica, otras consecuencias que derivan de lo mismo. ana-lizar con ese fin el Acta del jurado leda el 5 de noviembre de 1925 en el archivo General de la nacin.19

    18 En el siglo xxi, cuando casi todo lo referente a la criptologa, incluso desde un punto de vista historiogrfico, se hace y transmite a grandsimas velocidades por medios cibernti-cos especialmente va internet, todava se observa este fundamental detalle de organiza-cin. as ocurre, por ejemplo, con el concurso al que anualmente convoca la universidad de southampton (vase Graham a. niblo, the university of southampton national Cipher Challenge, en Cryptologia, v. 28, n. 3, July 2004, p. 277-286) y la compaa rsa security, va-se su sitio web http://www.rsasecurity.com. En ambos casos las soluciones deben enviarse por internet, y los tres primeros en hacerlo reciben un premio.

    19 La carta cifrada de don hernn Corts, loc. cit., p. 437-439.

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    despus de las formalidades iniciales de rigor, dicho documento se compone de cinco puntos. En el segundo se declaran los criterios decisivos para galardonar a Monterde, y se compone, a su vez, de cinco incisos. El inciso a registra que la descifracin, desde el punto de vista paleogrfico como criptogrfico, era difcil por cuanto las partes en cifra de la carta cortesiana estn escritas con caracteres y signos del siglo diecisis, y no haber, para la interpre-tacin de estos ltimos, claves especiales, ni manuscritas ni impre-sas.20 ahora bien, esto es totalmente falso, lo era ya en 1925, segn argumentar ms adelante. pasemos al inciso b; leemos que la difi-cultad creca porque en la cifra todas las palabras [estn] aparente-mente unidas entre s, lo cual [requiere] una suma atencin, a fin de no confundir la ltima parte de un vocablo con el principio del si-guiente;21 en la cifra de Corts los signos, y todava no las palabras, estn evidentemente unidos entre s; las palabras aparecen cada una con su inconfundible inicio y fin con posterioridad al criptoanlisis, momento en el cual, si se tiene precaucin lexicogrfica, no hace falta poner suma atencin para marcar los espacios entre ellas.

    Los incisos c y d son complementarios y se refieren a la dificultad ocasionada por haberse utilizado cuarenta y nueve signos para representar distintamente una misma letra; as, la a est escrita de tres maneras diferentes; la b de dos, la c de dos, la d de dos, etc-tera, agregndose la promiscuidad de los signos empleados, pues indistintamente se us de caracteres matemticos o alfabticos de las lenguas copta, griega y latina, cosa desusada en las claves mo-dernas.22 [figura 3] Para empezar, Corts us un alfabeto o tabla de homofonas de cincuenta signos, no cuarenta y nueve. En se-gundo lugar, la promiscuidad de que vale hablar se acusa me-diando siempre una estimacin de las frecuencias de repeticin de todos los caracteres en el texto, los del alfabeto crptico y los del alfabeto latino claro, para lo cual es irrelevante de dnde procedan los signos de la cifra. de hecho, se debe entender que la efectividad de un mtodo criptogrfico como el que us Corts muy socorri-do en su poca, segn veremos aumenta, o se espera que aumen-te, cuando el criptgrafo inventa los signos de sustitucin.

    20 Ibid., p. 438.21 Ibid.22 Ibid.

  • 29historia Y CriptoLoGa

    Figura 3. La tabla de correspondencias usada por Corts, restituida por Francisco Monterde. Fuente: La carta cifrada de don hernn Corts, en Anales del Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnografa, julio y agosto, 5a. poca, t. 1, n. 3,

    1925, p. 438

  • 30 roBErto narvEz

    por ltimo, en el inciso e se resean los problemas para exami-nar la carta en la reproduccin fotogrfica que facilit Mariano Cuevas.23

    En el cuarto punto del acta los jueces relatan que Monterde les expuso su procedimiento analtico de viva voz, y cmo ellos com-probaron el funcionamiento de la clave leyendo de nuevo parte de la carta cuyo texto haba consignado por escrito en su [] desci-fracin. trataban de decir que juzgaron positivamente descubierta la clave cuando notaron que a cada signo crptico restituido por Monterde corresponde una letra del alfabeto latino. sin embargo, es fcil advertir la completa falta de sentido criptolgico en una com-probacin semejante (recordando, adems, lo dicho en el subapar-tado 2 supra), dado que la clave restituida permite la lectura inme-diata del texto antes velado; en otros trminos, la clave perpetra su funcin evidentemente, por tanto, basta con ella misma para juz-gar si merece una calificacin aprobatoria en cualquier certamen de criptologa.

    Los jueces destinaron el quinto punto a consignar una pblica felicitacin a Monterde, alegando una doble motivacin de fondo: [] por habernos revelado el texto misterioso de esta carta y [] por haber formado la clave que sin duda servir, en lo futuro, para descifrar muchos documentos de la misma ndole, relacionados con nuestra historia y que deben existir en los archivos, casi abandona-dos por las dificultades que presenta su lectura. Como han contri-buido a demostrarlo algunos historiadores de Espaa y de la am-rica Latina colonial, en especial Guillermo Lohmann, los archivos estn llenos de documentos total o parcialmente cifrados que acusan un enorme parecido con la carta cortesiana de 1532 (y tambin con la del 20 de junio de 1533, segn argumento infra). La explicacin es que toda esa muestra documental fue cifrada con el mismo mtodo general. En este sentido cientfico es apropiado decir que la carta de Corts forma una clase junto a otros muchos textos de la misma ndole. sin embargo, es precipitado aseverar que la clave de las cifras en aquella carta particular brindar el acceso a otros documen-tos de su clase. tengamos en cuenta que los archivos histricos de inglaterra, por ejemplo, tambin deparan continuamente a los in-vestigadores el hallazgo de materiales criptogrficos. Ahora, es un

    23 Ibid.

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    hecho que ninguna letra o palabra se presenta con la misma frecuen-cia en los idiomas ingls y espaol. Existen razones lingsticas y filolgicas que hacen vano esperar el funcionamiento de una clave diseada para ocultar por va de la sustitucin homofnica tex-tos espaoles en el ocultamiento de textos ingleses. Como sea, limi-tndonos a cifras en espaol podemos negar validez al principio hipottico de que una clave inventada circunstancialmente por un individuo, en una poca determinada, para hacer funcionar un m-todo general de cifrado, permitir vencer la resistencia de cifras inventadas en pocas y circunstancias diferentes por otros indivi-duos con el mismo propsito. En el captulo siguiente, donde reviso con pormenor el criptoanlisis de Monterde, abundar sobre estos aspectos tericos de la criptologa.

    En resumen, me parece que hubiera sido muy conveniente a Mariano Cuevas, alfonso toro y sus compaeros del Museo nacio-nal asesorarse por un criptlogo profesional, o bien informarse muy escrupulosamente sobre los propsitos, los usos, el estatuto cient-fico y, sobre todo, la historia de la criptologa, antes de organizar un concurso marcado por despropsitos e inconsistencias desde sus bases. En cuanto a los jurados, pienso que un conocimiento insufi-ciente de la criptologa les impidi apreciar y exponer el genuino al-cance de lo realizado por Monterde. pero, veamos, a propsito de ese genuino alcance recin mencionado, cul era el grado de cono-cimiento del propio Francisco Monterde? El hecho de que decriptase las cifras no implica que fuera capaz de nombrarlas y caracterizarlas tcnicamente. Es lcito suponer que no lo era, pues en el caso contra-rio lo hubiera dejado patente en sus exposiciones metodolgicas ante el jurado, de las cuales, por cierto, habra debido inferir una buena razn para justificar el hecho de que su decriptacin fuera incom-pleta pues no consigui interpretar el significado de los trminos codificados en el texto.

    El criptoanlisis de Francisco Monterde

    Como ya lo he sealado, hernn Corts emple un sistema cripto-grfico basado en la sustitucin homofnica y en la codificacin de nombres propios. Monterde triunf al analizar la cifra por sustitu-cin homofnica, si bien jams mencion a sus jueces esta definicin

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    tcnica. Y tampoco explic tcnicamente la intervencin de un c-digo en la carta. Esto implica que no estaba en posicin de valorar un hecho fundamental desde las perspectivas histrica y criptolgi-ca, a saber, que Corts eligi una de entre las mltiples estrategias a su disposicin para obstruir la inteleccin automtica de sus le-tras. ahora bien, el conquistador de Mxico no estaba satisfecho con la mera sustitucin homofnica, por qu decidi complemen-tarla precisamente con un cdigo? Como bien lo interpretaron Monterde y sus jueces, las palabras legibles pero no inmediatamen-te significativas en la parte cifrada de la carta (are, aca, adan, beril) son ttulos arbitrarios para nombrar a ciertos individuos,24 a los cuales nadie, salvo Corts y su procurador ad litem, podra identifi-car mediando la correspondiente decodificacin. Pero decodificar no es lo mismo que descifrar o decriptar; producir un cdigo es un acto diferente al de formar una cifra; muchas consideraciones algo-rtmicas son dispensables cuando la eleccin es codificar palabras, o grupos de palabras, con otras palabras (inventadas o corrientes) en lugar de letras o signos. En definitiva, pues, Corts decidi usar un mtodo que combina la sustitucin homofnica y la codificacin por una razn criptolgica elemental: dificultar lo ms posible la lectura total de su mensaje a quienes pudieran interceptarlo. su intencin era repeler el ataque criptoanaltico otra expresin de argot blindando a su texto por cuenta doble. En 1925 Francisco Monterde abati la coraza del cifrado, pero la del cdigo fue lo bas-tante slida para incitarlo a la rendicin. as, como dije, la decrip-tacin de Monterde termin siendo parcial.

    En un apartado posterior sugiero que hay suficiente informacin historiogrfica para formular hiptesis que permiten traducir los nombres propios codificados en la carta de 1532, por lo pronto co-mentar el estilo de analizar frecuencias adoptado por Monterde.

    ante todo, conviene saber que el as denominado anlisis de frecuencias es el auxiliar tcnico fundamental en el estudio de cifras clsicas generadas por sustitucin homofnica, o alfabtica. La forma bsica de instrumentarlo es la siguiente: contar la frecuencia de las letras en la cifra y despus asociar a cada una, por adivinacin o hi-ptesis cuidadosamente valoradas, la letra correspondiente del texto claro, esto es, no cifrado. se sustenta en el principio terico de que

    24 vase La carta cifrada de don hernn Corts, loc. cit., p. 442.

  • 33historia Y CriptoLoGa

    ciertas letras y combinaciones de letras, en cualquier muestra de lenguaje escrito conocido, suelen repetirse con frecuencias variables. Las letras ms repetidas en el idioma espaol son las vocales. para comprobar esto basta revisar un fragmento de la primera novela en espaol que se tenga a la mano: pronto se observa que las letras e, a y o se distinguen en cada rengln ms a menudo que la t, la w y la x, digamos. Y si extendemos la revisin a cien o ciento treinta novelas, detectaremos en casi todas aquella misma distribucin re-lativa de las letras.25 otro tanto sucede con pares o tros de letras comnmente utilizados en nuestra lengua con diferentes funciones, por ejemplo, be, ca y que. En criptoanlisis, a los pares de letras ms frecuentes se los llama bigramas, y a los tros trigramas.26

    Ahora bien, es posible criptografiar un texto de modo que las propiedades citadas del lenguaje, observadas en textos claros, se observen asimismo en el criptograma. Es evidente, sin embargo, que reproducir de tal manera el patrn de las frecuencias en el texto ci-frado facilita el criptoanlisis. para evitar esto, los criptgrafos de las pocas previas al advenimiento de las mquinas cifradoras, la ciberntica y la informtica se valieron de la homofona, esto es, asignar a capricho un mayor nmero de signos para sustituir, o representar, a cada letra o grupo de letras (bigramas, trigramas, etctera) de ms frecuente aparicin. Esto contribuye a nivelar la distribucin de las frecuencias relativas, en detrimento de cualquier eventual ofensiva criptoanaltica.27

    25 digo casi porque es posible escribir una novela completa sin utilizar alguna o varias vocales en absoluto. se trata de un mtodo para crear un tipo especial de texto, el denomina-do lipograma.

    26 La explicacin registrada ms antigua del anlisis de frecuencias quiz de cualquier forma de criptoanlisis data del siglo xi, y fue obra del polgrafo rabe abu Yusuf Yaqub ibn is-haq ibn as sabbah ibn omran ibn ismail al-Kindi. sobre las contribuciones rabes al criptoanlisis y al establecimiento del vocabulario criptolgico general (trminos tales como algoritmo y cifra) a partir de sus desarrollos del lgebra y la teora del nmero, vase ibrahim a. al-Kadi, origins of Cryptology: the arab Contributions, en Cryptologia, v. xvi, n. 2, april 1992, p. 97-127, y Cryptography and data security: Cryptographic properties of arabic, en Proceedings of the Third Saudi Engineering Conference, riyadh, saudi arabia, november 24-27, 1991, v. ii, p. 910-921.

    27 durante el renacimiento muchos criptgrafos europeos desarrollaron esquemas para repeler el anlisis de frecuencias, destacando, junto al uso de homofonas (o sustitucin mo-noalfabtica), la sustitucin polialfabtica esto es, el uso de muchos alfabetos escogidos ms o menos al azar y la sustitucin poligrfica (en la cual se trata a los bigramas y trigramas, en lugar de letras sencillas, como unidades de sustitucin). para una descripcin del algorit-mo que se forma por sustitucin, vase thomas Jakobsen, a Fast Method for Cryptanalysis of substitution Ciphers, en Cryptologia, v. xix, n. 3, July 1995, p. 265-274.

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    tal fue la tctica que sigui Corts. Monterde ignoraba que an-ticipar esto es una funcin elemental del razonamiento estadstico para un criptoanalista, con todo, sali avante procediendo as:

    Primero cont el nmero de signos diferentes que figuran [en la cifra]. son cuarenta y nueve.28 Como el total de las letras del alfabeto no llega sino a menos de la mitad de ese nmero, supuse que habra letras re-presentadas con dos signos y como stos rara vez se repiten en el mismo orden, comprend que una misma palabra poda escribirse de distintos modos. a continuacin separ, aproximadamente, por medio de rayas verticales, los grupos de signos que forman palabras y observ cules signos figuran en todos esos grupos, para saber qu signos correspon-dan a las vocales. obtuve doce. haba, pues, algunas vocales repre-sentadas con ms de dos signos. Como, de stas, las que se repiten con mayor frecuencia son la e, la o y la a segn el clculo hecho por m, sobre un total de cerca de quinientas (500) letras, en la parte paleogra-fiada, hice el mismo clculo sobre un nmero igual de signos, y as averig cuales podran corresponder a esas vocales. sustituyendo los signos por vocales conocidas y el resto por pun-tos, fui descifrando las palabras cortas en que entran aquellas vocales, poniendo consonantes entre los huecos. Las primeras palabras que logr descifrar fueron sean y tengo. Estas me sirvieron de base para conocer nuevos signos, nuevas consonantes, que anot en otras palabras, hasta completar la clave.

    Como vemos, Monterde jams consigna un solo trmino tcnico de la criptologa. Le bast con observar, contar signos crpticos y letras, y conjeturar cada posible sustitucin hasta voltear, por decir-lo as, las cosas del revs al derecho. Y por ms que haya procedido como un aficionado, su criptoanlisis es admirable. Con todo, su mtodo de anlisis exhibe aspectos realmente singulares, los cuales conviene revisar para darse cuenta de que los criptoanalistas, pro-fesionales o no, conciben, desarrollan y justifican sus particulares ataques en estilos diferentes. apuntar brevemente los dos aspec-tos que ms impacto causaron en mi atencin:

    1. Monterde percibi el recurso a las sustituciones tras observar que los signos de cifrado en la carta superan a las letras del alfabeto espaol en una proporcin de 2 a 1, por lo menos. Esto lo forz a suponer que hasta dos signos podan ocultar a cada grafema, en

    28 de hecho, son cincuenta. La misma tabla de correspondencias que ofreci Monterde lo revela, vase la figura 3.

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    consecuencia, que cada palabra (exceptuando los cdigos) repetida en el texto una vez cuando menos admita lgicamente un ci-frado con signos alternativos (considerando estrictamente la pro-porcin fijada de sustituciones potenciales) para esconder a cada una de sus letras. as comprendi que una misma palabra poda escribirse de distintos modos.29 En esta altura de su anlisis, lo ms interesante es que tuviera por obvia la funcin cifradora positiva de todos los signos en el texto. Y es que Corts, en efecto, no utiliz los denominados nulos,30es decir, signos intiles al propsito del ocul-tamiento pero que se insertan en la cifra con dos objetivos bsicos: darle una traza de colosal intrincacin y, tanto ms importante, frustrar con ruido el anlisis de frecuencias. En relacin con esto, sin duda result venturoso el que Monterde no estuviera entrenado tcnicamente en criptoanlisis, pues el recelo contra los posibles nulos le hubiera generado, quiz, dudas ante sus iniciales hallazgos. A esto seguira la desconfianza generalizada en su mtodo y, cosa ms grave, una prdida de tiempo.

    2. Monterde ubic a las letras que ms se repiten en el texto (las vocales a, e y o) tomando como muestra exclusiva del idioma espaol a las fracciones legibles en la carta de Corts. procedi justo a la inversa de como lo hara un criptoanalista profesional, quien siem-pre estima el principio general de la distribucin relativa de las letras en el espaol para deducir que, en una muestra escrita de ese len-guaje, la misma distribucin relativa se habr de mantener (de acuerdo con lo ya explicado).31 al ignorar tal principio y, por tanto, no poder imaginar una razn analtica para manejarlo como una suerte de premisa mayor en una inferencia deductiva, Monterde gast esfuerzo y tiempo en clculos estadsticos, obteniendo una informacin vlida para sentar el hecho descubierto (la distribucin relativa de las letras en el espaol) por el anlisis de la carta, como un caso del cual deducir una regla general.32 Es verosmil atribuir a

    29 si bien las combinaciones, por supuesto, son limitadas.30 al menos es lo que observo en las reproducciones que se contienen en el artculo La

    carta cifrada de don hernn Corts, loc. cit. 31 Pero esto no siempre sucede con la misma flagrancia: los mensajes breves normalmen-

    te exhiben una variabilidad mayor.32 para un anlisis estadstico de las frecuencias relativas absolutas y por grupos de las

    letras en el espaol, realizado con base en un texto de 60 115 letras, vase Wayne G. Barker, Cryptograms in Spanish, aegean park press, Laguna hills, Ca., 1986. sobre la singular inter-pretacin que el matemtico ingls Charles Babbage (1792-1871) daba al fenmeno de las

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    esta circunstancia, por encima de cualesquiera otras, el que su crip-toanlisis tuviera que prolongarse tres meses.

    Nombre y caracterizacin tcnica del mtodo criptogrfico de Corts

    por su forma, organizacin y contenido, la carta cortesiana con cifras de 1532 puede suscitar el inters de historiadores, diplomatistas y criptlogos. En cuanto a su contenido, se disciernen tres designios primordiales de Corts que regulan la pertinencia, la extensin y el sentido de cada mensaje incluido:

    a) Explicar plenamente a Francisco nez (su primo, adems de procurador)33 los motivos por los cuales deber seguir encargndose de todos sus asuntos jurdicos ante la corona.

    b) Insistir a Nez que viaje a donde sea preciso con el fin de mantenerse prximo al emperador y los asuntos de la corte y poder, as, mantenerlo informado sobre los altos personajes y los acontecimientos polticos de mayor trascendencia, en particular dentro del mbito imperial de Carlos v. por otra parte, Corts fija las cantidades de dinero que se habrn de gastar en salarios comenzando por el del mismo nez, regalos para funcionarios influyentes y otras partidas.

    c) instruir jurdicamente a su procurador para obrar de modo que la Corte acepte compensarlo con cierto nmero de pue-blos si, en un afn de agraviarlo, decide reducir sus merce-des en oaxaca separando de ellas la villa de antequera, en la cual unos oidores haban puesto a vivir cristianos espaoles con el franco propsito de afectar a Corts segn lo que ste clamaba en sus derechos seoriales.

    La materia de los fragmentos criptografiados por extenso en la carta se distribuye bajo los rubros b y c. ninguno de los nombres en cdigo, por cierto, se mezcla con la cifra referente al tema de ante-

    frecuencias relativas de las letras en un idioma, considerndolo como una suerte de constan-te legalista, vase ian hacking, La domesticacin del azar, Barcelona, Gedisa, 1991, p. 96-100. Babbage siempre mostr un inters muy vivo por la criptografa, y se acepta, en general, que los principios fundamentales del ordenador digital fueron establecidos por l.

    33 Jos Luis Martnez, Hernn Corts, Mxico, fce/unam, 1993, p. 373.

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    quera.34 Como haya sido, lo cierto es que Corts valga repetirlo combin el cifrado por sustitucin homofnica y la codificacin. En lo particular, eligi un sistema de correspondencias destinado a pre-venir la reproduccin de la misma distribucin de frecuencias relati-vas que se observa en las letras de un texto claro y, por tanto, dificul-tar la penetracin de la cifra con el anlisis de frecuencias. ahora bien, desde un punto de vista historiogrfico (referente a los mtodos de la investigacin histrica, en especial) estoy convencido de que resulta muy ilustrativo aprender a nombrar y caracterizar tcnicamente a ese sistema. se trata de un nomenclator. Fue llamado as por el oficial en-cargado de anunciar, en los palacios regios, los ttulos de los digna-tarios visitantes.35 se construye con un diccionario de nombres en cdigo y unas tablas donde se establece la correspondencia homof-nica o alfabtica de unos signos arbitrarios con cada letra o grupo de letras (bigramas, trigramas) del alfabeto claro.36 La serie de corres-pondencias que Francisco Monterde restituy no es, pues, hablando con rigor tcnico, la clave de la cifra cortesiana, como repiten sus jueces, sino la tabla de sustituciones homofnicas con la que se gui Corts o la persona que propiamente inscribi al dictado los men-sajes cortesianos con el clamo37 para formar los criptogramas.

    En Europa, el primer manual de criptografa vio la luz en 1379.38 Contiene la descripcin del sistema nomenclator clsico, mismo que

    34 Quiz una hiptesis adecuada para explicar esto es la siguiente: juzgando por la fecha de composicin y el contenido de la carta misma, el asunto de antequera se hallaba en una instancia jurdica ms bien avanzada, cuando su solucin favorable a Corts ya dependa estrictamente de la capacidad litigante de nez; de poco le serva al conquistador, entonces, repartir ddivas a hombres poderosos para granjearse su intercesin. una exposicin sencilla de los pleitos de Corts relativos al valle de oaxaca se puede ver en Jos Luis Martnez, Her-nn Corts, op. cit., p. 635-636.

    35 La voz nomenclator (en ocasiones nomenclador) proviene del latn nomencltor, nomenclatris, compuesto con la raz del arcaico calare, llamar. Joan Corominas, Diccionario crtico etimolgico de la lengua castellana, Madrid, Gredos, 1976 (3a. impresin de la 1a. edicin 1955-57), v. iii, p. 520.

    36 avid ahn ofrece la siguiente definicin: [] a system that was half a code and halfavid ahn ofrece la siguiente definicin: [] a system that was half a code and half a cipher []. It usually had a separate cipher alphabet with homophones and a codelike list of names, words, and syllables, en Codebreakers, op. cit., p. xv (pero tambin sugiero consul-tar las p. 107, 115-119, 150-151, 173-74, y 190-192).

    37 El clamo, tambin conocido como peola o pluma, es el instrumento que los escriba-nos utilizaron durante siglos en ambos lados del atlntico. normalmente lo fabricaban los mismos escribanos a partir de plumas de gallo o de oca. Cf. vicenta Corts alonso, La escri-tura y lo escrito. Paleografa y diplomtica de Espaa y Amrica en los siglos xvi y xvii, Madrid, instituto de Cooperacin iberoamericana, 1986, p. 2.

    38 Es una coleccin de cifras concebidas por Gabriele de Lavinde, criptgrafo parmesano que sirvi al papa Clemente vii. Cf. david Kahn, op. cit., p. 107.

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    sera utilizado por innumerables corresponsales europeos y america-nos durante ms de cuatro siglos.39 El asunto general de la criptogra-fa se volvi extremadamente popular durante los siglos xvi y xvii. de hecho, circulaban tantos libros al respecto que el duque de Brunswick-Lneburg, en 1622, lleg a revisar y comentar casi dos-cientos.40

    Los mtodos criptogrficos de Simeone de Crema nos permiten suponer que la Europa occidental tena nociones claras del criptoa-nlisis a principios del siglo xv. de Crema fue un pionero (1401) en el uso de tablas homofnicas para ocultar a cada vocal del texto con ms de un equivalente, muestra de previsin contra los ataques criptoanalticos de la cual, segn vimos, hernn Corts hizo gala ms de cien aos despus.

    a partir del ltimo cuarto del siglo xv las tcnicas de cifrado alcanzaron una complejidad extrema. polticamente, la criptologa se convirti en un instrumento de comunicacin a tal grado vital para los Estados europeos, que la mayora de las cortes instauraron secretaras donde criptgrafos y criptoanalistas laboraban tiempo completo sobre cada despacho interceptado.41

    En Francia, antoine rossignol mereci la va libre a los secretos de la corte de Luis Xiv gracias a sus excelsas dotes criptolgicas. El sistema nomenclator le debe algunas innovaciones tcnicas de gran valor, por ejemplo, la organizacin azarosa en dos tablas de las co-rrespondencias entre las letras claras (ordenadas alfabticamente) y los elementos del cdigo. de esta manera, las dos partes del cdigo recuerdan a un diccionario bilinge. Con la colaboracin de su hijo, Bonaventure, rossignol dise un cdigo formado de 587 elementos, conocido como la Grand Chiffre (Gran Cifra), que durante cuatrocien-tos aos goz la fama de ser impenetrable.42

    39 Kahn, ibidem.40 En su obra Cryptomenytices et Cryptographiae Libri ix (1624). Cf. Gerhard F. strasser,

    the noblest Cryptologist: duke august the Younger of Brunswick-Lneburg (Gustavus selenus) and his Cryptological activities, en Cryptologia, v. 7, n. 3, 1983, p. 193-217.

    41 Kahn, op. cit., p. 108-109.42 El comandante tienne Bazeries la rompi hacia 1893, adivinando correctamente que

    una secuencia particular de nmeros repetidos, 124-22-125-46-345, vala para la expresin les ennemis (los enemigos); esta informacin lo facult para decriptar el resto. otro criptgrafo francs de grandes dotes fue el matemtico Franois vite, seigneur de la Bigotiere (1540-1603). simpatizante de los hugonotes durante las guerras religiosas entre Enrique de navarra y la Liga, en 1589 consigui penetrar una cifra de casi 500 signos que Felipe ii estimaba como invulnerable. Cf. Kahn, op. cit., p. 118 y 244.

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    En la historia de inglaterra son famosos los criptogramas epis-tolares utilizados por Mara Estuardo, reina de los escoceses, en sus conspiraciones contra isabel i para recuperar el trono de inglaterra. Gilbert Curle, su secretario, era quien propiamente cifraba las mi-sivas con el mtodo nomenclator [figura 4]. stas eran sin falta in-terceptadas por un doble agente catlico, Gilbert Gifford, empleado del secretario de Estado sir Francis Walsingham, y thomas pheli-ppes, un experto en falsificaciones, las decriptaba invariablemente. animado por amigos en el extranjero, anthony Babington escribi el 6 de julio de 1586 a Mara solicitando aprobacin y consejo para despachar a la usurpadora (isabel). La respuesta, fechada el 17 de julio, sell el destino de Mara. despus de discernir el texto claro, phelippes la hizo llegar a Babington acompaada de un bre-ve post scriptum (falsificado por l) donde solicitaba los nombres de todos los cmplices en la maquinacin [figura 5]. Arrestaron a Mara, la juzgaron y, declarada culpable, fue decapitada el 8 de febrero de 1587.43

    El nomenclator fue muy socorrido en el medio diplomtico es-paol durante el siglo xvi.44 El 11 de mayo de 1532 el embajador en venecia, rodrigo nio, lo aplic para sugerir al emperador unas medidas defensivas en previsin de que el Gran turco intentase tomar la fortaleza de Klisa (en dalmacia, cerca de split, Croacia).45 Casi veinticinco aos despus hizo lo propio el marqus de Mond-jar, virrey de npoles, para informar a Felipe ii sobre la posible negociacin de una tregua entre cristianos y turcos, lo que determi-n una crisis del espionaje imperial en el Mediterrneo. La segunda

    43 durante la dcada de 1570 Walsingham reclut espas de oxford y Cambridge para crear una escuela de espionaje en Londres, misma que se desarroll hasta convertirse en la red de informantes europea ms poderosa. Cf. stephen Budiansky,Cf. stephen Budiansky, Her Majestys Spymaster: Elizabeth I, Sir Francis Walsingham, and the Birth of Modern Espionage, new York, penguin, 2005. vase tambin el sitio web http://www.nationalarchives.gov.uk/spies//ciphers.

    44 horst rabe y sus colaboradores han trabajado durante aos en el ambicioso proyecto de publicar en lnea la correspondencia poltica de Carlos v, formada por ms de 120 000 cartas y otros documentos, de los cuales no pocos contienen criptogramas. vase horst rabe y heide stratenwerth, Carlos v en internet. sistema de gobierno y comunicacin poltica del Emperador como tema de un proyecto de investigacin realizado en la universidad de Konstanz (alemania) (traducido por publio Fernndez Morn). disponible desde internet en: [con acceso el 22-09-2005].

    45 E. sola, Los venecianos y Klisa: el arte de fragmentar, en Archivo de la frontera [pu-blicacin en lnea]. isponible desde Internet en: [con acce-so el 14-03-2006].

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    Figura 4. sistema nomenclator empleado por Mara Estuardo. Como se puede ver, algunos signos prcticamente son idnticos a otros tantos que utiliz Corts. Fuente:

    http://www.nationalarchives.gov.uk/spies//ciphers

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    Figura 5. El post scriptum falsificado por Thomas Phelippes para destruir la conjura de anthony Babington a favor de Mara Estuardo. Fuente: http://www.national

    archives.gov.uk/spies//ciphers

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    de tres pginas que ocupa el texto est colmada de sustituciones homofnicas (con letras, nmeros y smbolos diversos).46

    Bernardino de Mendoza (1541-1604), diplomtico y escritor, sobresali por sus habilidades criptolgicas. inici su carrera diplo-mtica en marzo de 1578 y mientras fungi como embajador de Felipe ii ante la corte de inglaterra particip en las conspiraciones de Mara Estuardo contra isabel i. de 1584 a 1590 ocup la embajada espaola en Francia, desde donde mantuvo una intensa correspon-dencia con los primos don Juan y don Martn de idiaquez, ambos secretarios de Estado. En muchas de estas cartas aplic un mtodo de nomenclator donde destaca la sustitucin de letras con nmeros y el cifrado de bigramas (por ejemplo, BL = 23, Br = 24, y tr = 34).47

    Como seal Guillermo Lohmann villena, historiador que de manera ejemplar decript por cuenta propia una cantidad impor-tante de cifras en la serie de documentos que su buena estrella y un poco de malicia para intuir los filones posiblemente fruc-tferos le permiti rescatar del archivo General de indias, la crip-tografa indiana fue de aparicin precoz, adelantndose incluso a las fundaciones de nueva Espaa y del virreinato peruano. Ya en 1500 el gobernador de santo domingo, Francisco de Bobadilla, inter-cept una misiva de Cristbal Coln a diego Coln escrita con ca-racteres ignotos.48 pero no slo cifraban sus comunicaciones los vi-rreyes y otros altos oficiales de la corona, tambin lo hacan las rde-nes religiosas y los particulares. tpicamente apelaron a los mtodos de la sustitucin homofnica y del nomenclator, usanza que se man-tuvo vigente an durante las luchas por la independencia.49

    46 enneth L. Clewett, Aida Borrallo Leal y Carlos Muoz Pozo, El filtro de Npoles. Carta del virrey Mondejar de npoles al rey Felipe ii, 20 de noviembre, 1577, en Archivo de la frontera [publicacin en lnea]. isponible desde Internet en: [con acceso el 10-04-2006]. (El documento sirve para inferir la causa de la cada de Aurelio de santa Cruz, jefe de la red de espas de Felipe ii en Estambul, as como la razn de la nueva frmula de negociacin empleada por la Corte.)

    47 a. herrera Casado, Bernardino de Mendoza, texto ntegro de la conferencia de clau-sura del curso 1988-1989 de la real sociedad Econmica Matritense de amigos del pas. dispo-nible desde Internet en: [con acceso el 21-05-2005].

    48 Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas. Captulos provisionales de un estudio sobre criptografa indiana (primera adicin), en Anuario de Estudios Americanos, tomo xiv, 1957, p. 351-359, p. 352. pedro Mrtir de anglera, Dcadas del Nuevo Mundo (1493-1525), Mxico, porra, 1964, traduccin de agustn Millares Carlo, estudio y apndices de Edmun-do oGorman, 2 v.; v. i, primera dcada, Libro vii, p. 177.

    49 sobre los autores que han tratado la criptografa independentista como val-dra llamarla, quiz en amrica Latina, vase Juan Carlos Galende, sistemas cripto-

  • 43historia Y CriptoLoGa

    En per, cuando transcurra la dcada de 1540, el licenciado pedro de la Gasca emple una tabla de sustitucin y un puado de trminos codificados en su correspondencia oficial con el Consejo de Indias [figura 6].50 El almirante antonio de aguayo, en agosto de 1563, aprovech una tabla de sustitucin elemental para cifrar un despacho en Nombre de ios (istmo de Panam) [figura 7].51 idn-tica maniobra pusieron en marcha los almirantes Flores de valds (en 1567, tambin en nombre de dios) y Cristbal de Eraso (para despachar un correo desde san Juan de ula el 20 de febrero de 1568); ambos recibieron la convencin criptogrfica de la Casa de la Contratacin.52 por su parte, pedro Castillo del salto, virrey del per, recibi probablemente de Cristbal ramrez de Cartagena (Fiscal de la audiencia de Lima) una carta fechada el 19 de marzo de 1575, cifrada con un sistema nomenclator dotado de un conjunto de cdigos mucho ms nutrido que el diseado por de la Gasca 35 aos antes [figura 8].53

    Es hasta la tercera dcada del xvii cuando se aprecia un aumen-to de complejidad en el diseo de un nomenclator indiano. un ejemplo son las tablas y el diccionario que el Consejo de Estado suministr a Luis Jernimo Fernndez de Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchn, virrey del per de 1629 a 1639. se trata de tres tablas con sustituciones numricas y homofnicas para letras y bigramas, una lista de signos nulos, y un diccionario de 62 elemen-tos en donde los nombres propios se sustituyen con cantidades numricas (de hasta tres guarismos) o con bigramas o trigramas [figura 9]. Ahora bien, segn lo ha narrado Lohmann illena, cir-cunstancias determinadas impidieron que los mensajes cifrados con aquellas tablas pudieran ser ledos en el Consejo de indias. debido a esto, el conde de Chinchn solicit un sistema criptogrfico que desbancase al anterior.54 esde una perspectiva historiogrfica y criptolgica, es manifiesto el inters de los refinamientos que se aplicaron al nuevo sistema: las letras se representan con dos nme-

    grficos empleados en hispanoamrica, en Revista complutense de historia de Amrica, n. 26, 2000, p. 65-68.

    50 Lohmann, Cifras y claves indianas. Captulos provisionales de un estudio sobre criptografa indiana, en Anuario de Estudios Americanos, sevilla, 1954, v. xi, p. 307.

    51 Ibid., p. 313-314.52 Ibid., p. 315-317.53 Ibid. p. 317-319.54 Ibid., p. 326-337.

  • 44 roBErto narvEz

    Figura 6. Sistema criptogrfico y fragmento de una carta cifrada por Pedro de la Gasca. Fuente: Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas. Captulos provisionales de un estudio sobre criptografa indiana, en Anuario de Estudios Americanos, sevilla, 1954, v. xi, montaje realizado con la imagen de la pgina 307 y

    la lmina 3

  • 45historia Y CriptoLoGa

    Figura 7. Sistema criptogrfico y fragmento de un despacho cifrado por el almirante aguayo. Fuente: Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas, loc. cit.,

    montaje realizado con imagen de pgina 314 y lmina 4-a

  • 46 roBErto narvEz

    Figura 8. Fragmento de una carta cifrada con el sistema criptogrfico del virrey toledo. Fuente: Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas, loc. cit.,

    montaje realizado con imagen de pgina 319 y lmina 7

  • 47historia Y CriptoLoGa

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  • 48 roBErto narvEz

    ros (figurando con doble equivalencia algunas de ellas); los trigra-mas entran en juego para representar slabas; varios nmeros estn coronados por una tilde, lo que evita confundirlos con los nmeros de sustitucin en el alfabeto simple (es decir, la sustitucin de letras solas); los nulos, en fin, son ms escasos, pero el diccionario se ro-bustece ahora con casi 100 conceptos y algunos signos inditos de correspondencia [figura 10].

    En dcadas posteriores no se multiplicaron estos adelantos tcni-cos, al contrario, hubo casos en que el interesado sigui unas pautas de ocultamiento realmente ingenuas. ocurri as, por ejemplo, con Juan ruiz de apodaca, virrey de la nueva Espaa, quien se sirvi en 1818 de una tabla de sustituciones numricas para letras indivi-duales, un signo nulo y un diccionario de apenas dos locuciones.55

    Al comparar mutuamente los ejemplares criptogrficos europeos e indianos que acabo de resear brevemente, y considerar su poca de creacin y uso, derivamos cuando menos un par de conclusiones irrebatibles: 1) el mtodo nomenclator domin lo que se podra denominar criptografa occidental desde el renacimiento hasta los albores de la poca moderna; no debe extraar, por tanto, que hernn Corts se haya limitado a facturar una variacin del mismo en la carta de 1532 pero tambin en la del 20 de junio de 1533, como veremos, y 2) el nomenclator de que se sirvi Corts no constituye, en definitiva, una clave para descifrar documentos diferentes a la carta de 1532, o bien, hablando genricamente, docu-mentos en los cuales el cifrado y la codificacin hayan dependido de tablas de sustitucin y equivalencias diferentes a las estipuladas, en su momento y lugar, por el conquistador de tenochtitlan y su procurador ad litem en Espaa.

    El cdigo en la carta de Corts

    Los trminos equivalentes en un diccionario de nomenclator se pueden graficar de varias maneras. En el diccionario del segundo sistema criptogrfico que le proporcionaron al conde de Chinchn (vase la figura 10) las equivalencias estn generalmente represen-

    55 Ibid., p. 366. su vulnerabilidad es obvia, pues cada vocal se sustituye con un complejo de cuatro guarismos y no hay mayor suministro de paridades terminolgicas para fortificar el acertijo, lo que facilita el anlisis de frecuencias.

  • 49historia Y CriptoLoGa

    Figura 10. segundo sistema nomenclator del conde de Chinchn.Fuente: Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas, loc. cit., p. 336 y 337

  • 50 roBErto narvEz

    tadas por grupos de tres nmeros arbigos o de tres letras mi-nsculas; en ocasiones los grupos numricos estn subrayados y los grupos literales van precedidos y seguidos de un punto. Estas eran convenciones tendientes a reproducir, con las modificaciones ade-cuadas a cada caso, el modelo de codificacin predominante en la criptografa clsica.56 Corts, como ya seal, prepar un breve dic-cionario que incluye cuatro grupos de hasta cinco letras are, aca, beril y adan para esconder nombres propios en su carta, aunque resulta complicado distinguir en los facsmiles si todos los grupos estn realmente cercados por puntos en cada extremo. asumir, sin embargo, que tal fue la convencin aplicada, pues ello no afecta en lo absoluto a mis intentos de inferir las equivalencias probables de dos elementos codificados en el texto.

    he aqu el resultado de mis intentos. Los elementos sobre los cuales razon son .are. y .aca. Guillermo Lohmann escribi que no es difcil vislumbrar su significado, an careciendo del diccionario. para comprobar si es as, repasemos el fragmento de la carta donde aparecen citados:

    [despus de repetir a nez los motivos por los cuales ste deber ir en pos del emperador, prosigue Corts en cifra:] porque considerando yo que todo gnero de negociacin que se haya de hacer con el .are. ha de ser despachada por la mano de .aca., y que el que a ste no tuviere grato y acepto no sabe lo que hace, he procurado desde aqu hacerle algunas obras por donde no reciba importunidad con mis negocios, antes el que en mi nombre los negociare, halle en l buena voluntad y no se importune de orle y despacharle; y podis ir muy seguro que cuando all lleguis hallaris en l todo favor y amistad y buen acogi-miento57

    si establecemos un contexto tomando en cuenta el texto claro que antecede inmediatamente a estas lneas cifradas,58 me parece de sentido comn y de lgico razonamiento inferir lo siguiente:

    56 as, por ejemplo, la cifra espaola decriptada por Franois vite (vase nota 42 supra) consista de sustituciones alfabticas y un cdigo de 413 trminos representados por grupos de dos o tres letras maysculas, o por dos nmeros subrayados o punteados encima. un grupo de dos dgitos coronado por una lnea indicaba un signo nulo.

    57 Carta de hernn Corts a su procurador ad litem Francisco nez acerca de sus ne-gocios ante la corte (con pasajes cifrados), en Jos Luis Martnez (editor), Documentos corte-sianos, Mxico, unam/fce, tomo iii, seccin vi (primera parte), 1991, p. 315-316.

    58 Ibid., p. 315.

  • 51historia Y CriptoLoGa

    1) La mejor hiptesis es que .are. codifica uno de dos posibles trminos: Emperador o rey, aludiendo a Carlos v. para realizar esta inferencia basta interpretar en el sentido de un testimonio a las repetidas alusiones de Corts al emperador como la contraparte l-tima de sus negocios jurdicos ante la corte, y valorar a tal testimonio como lo que puede ser el hecho en la conclusin de este razonamien-to hipottico. Como declar al cabo de la introduccin, siempre ser oportuno reflexionar sobre las ventajas que un historiador puede obtener si comprende y ejercita este modo de razonamiento.

    2) A mi juicio, contamos con suficientes monografas bien infor-madas acerca de la poltica y la diplomacia durante los reinados de Carlos y Felipe II cuyo anlisis, tendiente a configurar una hip-tesis del significado de .aca. en la carta cortesiana, nos permite infe-rir que .aca. puede ser el nombre Francisco de los Cobos en cdigo. secretario real desde 1517 y de indias desde 1518, Francisco de los Cobos (que obtuvo el ttulo de Comendador Mayor de Len en 1529) fue durante dcadas uno de los principales consejeros del emperador espaol. arios autores afirman que todos los asuntos de Espaa, italia y las indias pasaban por sus manos antes de llegar a las del monarca.59 Entonces, cuando Corts, en 1532, apunta [] considerando yo que todo gnero de negociacin que se haya de hacer con el .are. ha de ser despachada por la mano de .aca., parece correcto suponer, como cimiento de una hiptesis hacia la mejor explicacin, que con .aca. est diciendo, veladamente, Francisco de los Cobos. Y tiene sentido, por cierto, imaginar a Corts haciendo algunas obras a favor de tan influyente persona-je, confiando en que as no encontrara importuno recibir al pro-curador nez en audiencia.

    Estoy seguro de que la consulta de obras historiogrficas per-tinentes podr inspirar a cualquiera las mejores inferencias o, al menos, un esfuerzo de adivinacin bien orientado para modifi-car o corregir las hiptesis anteriores, o bien restituir los nombres

    59 de los Cobos tena un grupo de auxiliares para tramitar sus despachos de todas las materias de gobierno que controlaba desde la corte, sobre todo las relacionadas con Castilla, Cmara, hacienda, Guerra e indias. de tales auxiliares cabe mencionar a Francisco de Eraso, un tpico aprendiz y escribano que tena entre sus deberes la decriptacin de textos en cifra. Cf. Carlos Javier de Carlos Morales, El poder de los secretarios reales: Francisco de Eraso, en Jos Martnez Milln (director), La corte de Felipe II, Madrid, alianza Editorial, 1994, p. 107-148.

  • 52 roBErto narvEz

    propios equivalentes a los dos trminos codificados restantes, .adan. y .beril.

    El procuradorFrancisco Nez recibi y ley la carta?

    Jos Luis Martnez ha juzgado como evidente que nez jams despach ni siquiera uno de los mandatos que le transmiti Corts en la carta de 1532. Este juicio le parece vlido por considerar posi-ble que la carta fue interceptada, o recogida junto con los dems papeles del procurador, despus de que ste muri, y resguardada en el archivo General de indias. En rigor, Martnez admite esa po-sibilidad para explicar el hecho como lo quiere concebir l de que nez no haya dejado rastro de haber atendido los encargos. sin embargo, hay medios de inferir lgicamente, ms que aducirla como posible, la existencia de un hecho, a saber, que nez s dej testimonio de haber actuado conforme a las instrucciones de su primo, lo cual obviamente implica que recibi y ley la carta. para lograr esto no hace falta consumar algn prodigio analtico, basta leer cuidadosamente un grupo documental referente a las labores jurdicas de nez y relacionar hipotticamente su contenido textual con determinadas fracciones de la carta criptografiada de Corts.

    El grupo documental en cuestin est compuesto por un me-morial acerca de los pleitos y negocios del conquistador y su com-plementaria lista de cdulas, provisiones y cartas ejecutorias despa-chadas por nez de 1522 a 1543 piezas ambas que, por cierto, fueron compiladas por el mismo Jos Luis Martnez en sus Docu-mentos cortesianos. El memorial debi su redaccin, seguramente, al inicio de un procedimiento jurdico solicitado por Francisco nez para exigir a Corts el pago completo por servirlo durante veintin aos.60 rene 82 captulos o posiciones numeradas con romanos que estn dirigidas expresamente al marqus del valle para su confirmacin o rechazo. Las declaraciones sobre los despachos

    60 En Espaa, durante el siglo xvi, los oficios, informes y cartas eran indistintamente llamados memoriales. Sin embargo, hay motivos para clasificarlos por sus funciones, por ejemplo, la de iniciacin de procedimientos a peticin de parte o de oficio, y la transmisin de informacin y disposiciones de trmite. Cf. pedro Luis Lorenzo Cadarso, La correspon-dencia administrativa en el Estado absoluto castellano (siglos xvi-xvii), Tiempos Modernos. Revista electrnica de Historia Moderna, Nm. 5, 2002 [publicacin en lnea]. isponible desde Internet en: [con acceso el 02-03-2004].

  • 53historia Y CriptoLoGa

    realizados a partir de 1531 empiezan en el captulo xxxi, dato que conviene tener en mente cuando se lee el xlviii: tem, despach otra cdula para el dicho marqus porque se quej que teniendo cdula y sobrecdula de su Majestad para que los pueblos de indios que tena encomendados no se le quitasen, las cuales no haban querido obedecer el presidente y oidores, mandando se le volver a restituir.61 si esto se llev a efecto tal y como lo asent el escribano, entonces parece probable que nez atendi el preciso asunto de pueblos en oaxaca del que se quej pormenorizadamente su primo en la carta de 1532, en los renglones inmediatamente previos a la l-tima cifra: En esta tierra, dice ah Corts, es muy estimada la provincia de Guaxaca donde yo tengo alguna cantidad de pueblos que entran en los veintitrs mil vasallos [que se le entregaron por merced real el 6 de julio de 1529]62 y pretendo [] que un pueblo de cristianos espaoles que all est [y] se llama Antequera, es mo porque entra en el trmino de lo por m nombrado en la dicha pro-vincia; e oidores pasados lo hicieron poblar por repartir la tierra y que yo no lo hubiese, y agrega: [] creo que de aquel pueblo [Antequera] ir un regidor a esa Corte, el cual con otras personas que desta cibdad de Mxico irn, han de poner mucha contradiccin en que no se me d [] y creo quel presidente e oidores lo escribir (sic) y procurarn que los pueblos que all tengo se me quiten. habis de resistirlo con mucha solicitud.63 por supuesto, gracias a la decriptacin de Francisco Monterde del subsecuente fragmento criptografiado sabemos que Corts tena una estrategia alternativa para salir de aquel asunto sin mayores prdidas, an si antequera terminaba excluida del marquesado.64 todo esto indica que nez recibi y ley la carta y procedi segn lo exigido.65

    61 Memorial del licenciado Francisco nez acerca de los pleitos y negocios de hernn Corts de 1522 a 1543, en Jos Luis Martnez (editor), Documentos cortesianos, Mxico, unam/fce, tomo iv, secciones vi (segunda parte) a viii, p. 291-292.

    62 Jos Luis Martnez, Hernn Corts, Mxico, unam/fce, 1993, p. 505-506.63 Carta de hernn Corts a su procurador ad litem Francisco nez acerca de sus ne-

    gocios ante la corte (con pasajes cifrados), en Jos Luis Martnez, Documentos cortesianos, op. cit., p. 317.

    64 Ibid., p. 317-218 (pasajes entre corchetes descifrados).65 La antequera espaola nunca termin cercada dentro del permetro del marquesado

    del valle. una exposicin amplia de los motivos de Corts para no juzgar conveniente a sus intereses seoriales el que antequera estuviese habitada por espaoles, as como del pleito por el establecimiento de los lmites entre antequera y la villa propiamente marquesana en oaxaca, vase Bernardo Garca Martnez, El Marquesado del Valle. Tres siglos de rgimen seorial

  • 54 roBErto narvEz

    veamos otro caso. En el captulo lviii nez dice: Y viniendo a particularizar ms por estenso, parece que juntamente con estos procesos que arriba digo [donde se deben incluir los que Corts menciona en la carta] vino una instruccin para m de veinte e tantos pliegos, dems de ciento e veinte captulos de los cuales se dieron peticiones e se despacharon veinte e seis cdulas [] tengo la dicha instruccin original firmada del seor marqus e con lo provedo en las mrgenes.66 Corts, luego de consignar largamen-te sus razones para mantener a nez como procurador suyo en Espaa, agrega: [] por tanto, yo os envo una istrucin (sic) de negocios y pleitos en la cual se resumen todas las instruciones (sic) que all os he enviado de negocios [] y porque en ella van todos asentados, y lo que habis de decir a su Majestad y al Consejo de Indias, y lo que sobre cada cosa habis de suplicar [] en esta carta no hago mincin (sic) de negocio ninguno pues all van todos. 67 a reserva de localizar nuevas instancias de esta correspondencia, se impone inferir que la instruccin aludida por nez es la que describe Corts en la cita, pues en la carta de 1533 (la otra que cono-cemos, tambin con cifras) nada se dice de instrucciones adjuntas.

    Por ltimo, considero patente que el captulo final del Memo-rial se refiere a una exigencia muy repetida por Corts en la mitad inicial de su carta de 1532.68 Cada lector podr comparar las palabras exactas del conquistador con la siguiente declaracin de nez, y juzgar hasta qu punto tenemos la opcin de inferir una solucin lgicamente probable a la cuestin revisada en este apartado:

    en Nueva Espaa, Mxico, El Colegio de Mxico, 1969 (Centro de Estudios histricos, nueva serie, 5), p. 49, 61-63.

    66 Memorial del licenciado Francisco nez acerca de los pleitos y negocios de hernn Corts de 1522 a 1543, en Jos Luis Martnez (editor), Documentos cortesianos, op. cit., p. 292.

    67 Carta de hernn Corts a su procurador ad litem Francisco nez acerca de sus ne-gocios ante la corte (con pasajes cifrados), loc. cit., p. 313-314. En realidad Corts, con ste y otros enunciados en la carta, est siguiendo una estrategia para desanimar a los espas poten-ciales del correo, pues es un hecho que s menciona negocios a su procurador, aunque de manera criptogrfica. As, en previsin de que no podr retener legalmente al pueblo de antequera dentro de sus dominios, instruye a nez (p. 317-18) para exigir una importante cantidad de pueblos a cambio de la villa quitada.

    68 Y que se ubica bajo el rubro b) cuyo sentido describ en el apartado nombre y carac-terizacin tcnica del mtodo de Corts. segn mi interpretacin, la primera mitad de esta carta en la edicin de Jos Luis Martnez ocupa de la pgina 311 a los dos tercios iniciales de la pgina 315.

  • 55historia Y CriptoLoGa

    Fuera destos procesos [] en la instruccin que dej escripta de su mano e firmada de su nombre, entre otros captulos me dijo uno por el cual me manda siempre tenga cuidado de le enviar todas las nuevas que hobiere en esta Corte y en la del emperador, las cuales yo le envi tan copiosamente despus que parti destos reinos que ninguna cosa se ofreci en Espaa, Francia, italia e turqua, inglaterra e ale-mania de que no le envi copia [y] aunque otros negocios suyo no hobiese hecho, se me debe el salario porque muchos grandes seores destos reinos tienen solicitadores en esta Corte sin tener pleitos sola-mente para que les escriba nuevas.69

    La segunda carta cifrada de Corts

    Est fechada el 20 de junio de 1533, puerto de santiago en la Mar del sur. El original obra en los autos seguidos por nez contra Corts en 1546.70 tambin Mariano Cuevas tuvo la primicia de publicar-la en 1915, pero en la edicin de Cuevas el documento aparece mutilado; quiero decir que los dos breves prrafos donde se inser-taron los criptogramas fueron separados del texto, uno parcialmente y otro completamente. Quiz Cuevas, como hizo con la carta de 1532, procur vanamente dilucidar las escasas lneas con el apoyo de un palegrafo, sin embargo, esta vez no consider pertinente organizar ningn certamen pblico de descifracin. ahora, si damos por un hecho que jams pudo acceder a los breves mensajes disimulados en esta segunda carta, me parece interesante buscar una explicacin a su decisin de suprimirlos. a mi juicio, es acertado responder lo siguiente: notando la magna desigualdad cuantitativa entre los signos crpticos de esta carta y los de la primera, supuso que no podan ocultar algo importante, y los extirp sin ms.71

    Como haya sido, lo cierto es que la carta de 1533 se incluye mu-tilada en las colecciones de documentos cortesianos posteriores a la de Cuevas.72 Ahora cmo justificar esta tradicin editorial? En l-

    69 Memorial del licenciado Francisco nez acerca de los pleitos y negocios de hernn Corts de 1522 a 1543, op. cit., p. 292.

    70 vase nota 7.71 Considero lcito sospechar que uno de los motivos fundamentales, o quiz el motivo

    fundamental de convocar al concurso de 1925, fue que Cuevas, toro y los dems miembros del antiguo Museo nacional pensaron que las cifras en la carta de 1532, dada su longitud, necesariamente ocultaban informacin digna de acopio.

    72 Lo hace el propio Martnez en sus Documentos cortesianos, Mxico, unam/fce, tomo iv, secciones vi (segunda parte) a viii, p. 32-41. En la nota 1 al texto seala que slo se conser-

  • 56 roBErto narvEz

    tima instancia, por la regular falta de inters de los investigadores hispanoamericanos en la historia de la criptografa, en particular de la criptografa indiana. Como sea, es tiempo de ponerse al da: Guillermo Lohmann revel en 1954 la existencia de la carta de 1533, y en el ao siguiente public su texto ntegro, ya sin criptogramas (como vemos, no se limit a notificar el hallazgo, sino que examin las cifras hasta restituir las correspondencias de cada sustitucin homofnica).73 tenemos, pues, que desde 1955 las dos cartas corte-sianas con cifras se pueden leer prcticamente completas la de 1532 gracias a Francisco Monterde, ya que en ambas persiste la incertidumbre respecto de los cdigos.

    Es probable que Lohmann haya descifrado la segunda carta va-lindose de las tablas de sustitucin derivadas por Monterde para la primera carta.74 Basta clasificar y comparar cada signo de sustitucin en la cifra de 1533 con la de 1532 para inclinarse por esta hiptesis [figura 11],75 pero creo que si las cifras en la carta de 1533 hubiesen superado su paciencia analtica, an teniendo a mano las tablas de Monterde, Lohmann lo hubiera confesado. al comentar esto no pre-tendo filtrar una opinin sobre la honestidad intelectual de aquel investigador, mi meta es argumentar que conviene saber criptologa, as sea lo bsico, para reconocer una cifra tan pronto se la ve y, si es el caso, entender las razones de que los esfuerzos para romperla fra-

    van dos cartas entre las que se remitieron Corts y nez, y que la de junio de 1532 es la nica que contiene cifras. Ambas asunciones, desde luego, carecen de justificacin. La misma versin incompleta de la carta de 1533 se incluye, por ejemplo, en la coleccin Hernn Corts. Cartas y documentos, Mxico, porra, 1963 (introduccin de Mario hernndez snchez-Barba), p. 514-523, siendo de notar que el introductor, en la nota 44 a su texto, menciona el criptoa-nlisis de Monterde sobre la epstola de 1532.

    73 Guillermo Lohmann villena, documentos cifrados indianos, en Revista de Indias, 15, 1955, p. 255-282, p. 260-268 (apndice i). Las transcripciones de los textos descifrados en este material complementan al estudio que public en 1954, y las mismas, aparte de su valor intrnseco como testimonios de orden criptogrfico, suministran noticias de primera mano, ya que en su mayor parte son textos que han permanecido mudos desde la poca de su re-daccin, p. 256. Lohmann public otras decriptaciones o desciframientos en su artculo documentos cifrados relativos al per en la poca del virreinato, en Revista histrica, xx, 1955-1956, p. 222-253.

    74 Como una muestra de responsabilidad intelectual, Guillermo Lohmann hizo constar en su estudio de 1954 tener conocimiento de la edicin primigenia de Cuevas y todo lo refe-rente a la decriptacin de Monterde.

    75 Y sera muy interesante que resultara correcta, pues implicara la lgica consecuencia de que Corts y nez utilizaron las tablas y el diccionario de 1532 ms de una vez, por tanto, su correspondencia normalmente sorteaba el espionaje, pero no es el momento de di-sertar sobre el mejor modo de probar esta hiptesis.

  • 57historia Y CriptoLoGa

    Figura 11. pgina de la carta de Corts a Francisco nez del 20 de junio de 1533, con cifras. Fuente: Guillermo Lohmann villena, Cifras y claves indianas, loc. cit.,

    lmina 1

  • 58 roBErto narvEz

    casen. Como sea, el hecho es que Lohmann seguramente se esforz para su mayor aprendizaje tcnico al decriptar o descifrar las cifras mencionadas.76 Y corresponde a los expertos en la vida de Corts argumentar algo vlido, bien fundamentado, sobre si la investigacin historiogrfica de su tema permanecera inalterada, para cualquier propsito, si la lectura tradicional del fragmento En lo que toca al pleito de Cuyoacan, en estotro segundo despacho os enviar el pare-cer de los seores del audiencia y si no apretad todo el negocio todo lo que pudiredes pues all est el proceso e parecer,77 se sustituye con la lectura facultada tras las restituciones de Lohmann (en cursi-vas): En lo que toca al plito de Cuyoacn, en estotro segundo despa-cho os enbiar el pareser de los ss. del abdenia, i aunque como os es-crev, a m me conuien[e] mucho aquel pu[e]blo por estar cerca de mi casa, si me dieren trs (sic) tantos uasallos en los baya que yo pidere (sic), dezid que io lo tomar y si no, apretad todo el negoio todo lo q. pudiredes, pues all est el proceso e pareser,78 o si devolvieran a su lugar y repasaran el original prrafo antepenltimo separado totalmente por Cuevas que dice: aqu enbo al seor Eleto una Carta: tened mucho cuydado de bisitarle y darle pte. de mys negoios y aprobe-charos de su fabor, [aun] que bien s que no far nada en ellos.79

    Eplogo

    En el ao 2004 diversos medios de comunicacin propagaron la no-ticia de que el historiador Marcello simonetta, profesor de la univer-sidad de Wesleyan, haba desvanecido el misterio en torno a la fa-

    76 si un biografo de Corts para mantener el ejemplo asumiera la actitud analtica recin descrita (y que es la propia del cientfico), cualquier lector potencial de su obra termi-nada podr aprender ms sobre el marqus del valle y, por supuesto, de la manera en que lgicamente opera un historiador consecuente que si explora otra biografa cuyo autor improvisa unas especulaciones intiles sobre las razones de Corts para aplicar un sistema criptogrfico en lugar de otro, y adems considera de suyo la cuestin de las cifras y la crip-tografa como un mero asunto de recreo. Esto es precisamente lo que hizo Jos Luis Mart-nez en su Hernn Corts, op. cit., p. 647-652, donde repite el contenido central de un fascculo suyo hecho circular en 1987 con el ttulo homenaje a la hazaa de Francisco Monterde, cf. hctor azar, Francisco Monterde (Discurso), Mxico, unam, 1987, p. 19-22 (trtase de su dis-curso de ingreso a la academia de la Lengua).

    77 Martnez, Documentos cortesianos, Mxico, unam/fce, tomo iv, secciones vi (segunda parte) a viii, p. 39.

    78 Guillermo Lohmann villena, documentos cifrados indianos, loc. cit., p. 265.79 Ibid., p. 267.

  • 59historia Y CriptoLoGa

    mosa conspiracin de 1478 encabezada por miembros prominen-tes de la familia pazzi en contra de los Medici, a la sazn gobernantes de Florencia. En rigor, la contribucin de simonetta fue descifrar una carta con criptogramas escrita por Federico da Montefeltro, duque de urbino, unos dos meses antes del atentado mortal contra Giuliano de Medici.80 El texto aclarado permite saber muchos deta-lles del plan y los nombres de los conjurados.

    sin duda, este aporte criptolgico a la investigacin histrica de un caso definido es digno de nota, pero es oportuno reparar en que simonetta goz de una ventaja importante para sobreponerse al desafo de la carta cifrada sin verse forzado a improvisar ningn ataque criptoanaltico: un manual de criptoanlisis y desciframien-to redactado en el siglo xvi por su ancestro, Cicco simonetta.81 a este respecto, debemos entender que la deduccin de reglas para facilitar un criptoanlisis y esto es lo que hizo Cicco simonetta nunca puede anteceder al diseo de los mtodos criptogrficos, pues aquella deduccin est basada en el anlisis algortmico de tales mtodos (considerando que normalmente se asume el conocimien-to pblico de stos y el carcter secreto de las claves). Esto equivale a decir que constantemente se inventan cifras cuyas propiedades algortmicas, obviamente, no se hallarn descritas o analizadas en ningn manual disponible al momento de su aparicin. ahora bien, si la ocurrencia de este fenmeno se observa normalmente, nada nos impide predecir con la lgica probabilstica de las hipte-sis su ocurrencia en el futuro y el pasado. as, no deber extra-arnos el que algn da se llegue a tener noticia de una cifra com-puesta en el siglo xvi que jams haya sido registrada tcnicamente

    80 Laura C. perillo, a renaissance Murder Mystery. how a Family heirloom helped aLaura C. perillo, a renaissance Murder Mystery. how a Family heirloom helped a Wesleyan professor solve the Famous italian pazzi Conspiracy. disponible desde internet en: [con acceso el 08-11-2005], y Felicia R. Lee, 1478 Assassination Solved. The Humanist id It, en The New York Times, March 6, 2004, p. 11.

    81 Cicco simonetta fue secretario en jefe de Francesco sforza y cabeza de la cancillera ducal milanesa. En las fuentes que consult se afirma que Marcello Simonetta utiliz un manual de criptografa redactado por Cicco, y que ha pertenecido a su familia durante gene-raciones, pero no se asienta el ttulo. Quiz se trate de una versin manuscrita de la obra Regulae ad extrahendum litteras zifferatas sine exemplo, fecha