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©2007, 2008 Roberto P. Payró Historia del Río de la Plata Tomo ii Roberto P. Payró Parte primera: Vicisitudes del proceso revolucionario en el Río de la Plata, 1810-1820 Capítulo 4: La guerra en el Norte (1812-1814) y el Directorio (1814-1816)

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©2007, 2008 Roberto P. Payró

Historia del Río de la Plata

Tomo ii

Roberto P. Payró

Parte primera:Vicisitudes del proceso revolucionario

en el Río de la Plata, 1810-1820

Capítulo 4:La guerra en el Norte (1812-1814)

y el Directorio (1814-1816)

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Capítulo 4. La guerra en el Norte (1812-1814) y elDirectorio (1814-1816)_________________________________________

1. Segunda campaña del Ejército del Norte

Una nueva rebelión en Cochabamba dio respiro aBelgrano y al ejército del Norte, pero de todos modos tuvoque retirarse al sur de Jujuy, donde logró ser victorioso enel encuentro de Las Piedras (3 de septiembre de 1812)pero tuvo que proseguir su retirada hacia Tucumán (conorden de la Junta de bajar hasta Córdoba). En Campo delas Carreras, cerca de Tucumán, venció a los realistas el 24de septiembre. El 20 de febrero de 1813 logró una nuevavictoria en la batalla de Salta contra el general Tristán,quien se rindió y entregó todo su armamento, además decomprometerse a no volver a empuñar armas contra lospatriotas. Debido a esa derrota y a la insurgencia declaradaen Potosí, Charcas, Tarija y Cochabamba, los realistasdebieron abandonar nuevamente la región potosina.

Los patriotas emprendieron otra ofensiva en el Alto Perúque les fue muy costosa, pues fueron derrotados enVilcapugio y Ayohuma (octubre y noviembre de 1813) porel general Pezuela, sucesor de Goyeneche, que invadióSalta pero tuvo que retirarse cuando se enteró de la caídade Montevideo, mientras que Belgrano se replegaba aTucumán.

2. Tercera campaña del Ejército del Norte

José de San Martín dio su primera prueba de eficaciamilitar en América cuando, al frente de un escuadrón degranaderos a caballo, enviado a las costas santafecinaspara evitar desembarcos realistas sobre el Paraná, frustróel que intentaron frente al convento de San Lorenzo enfebrero de 1813. En diciembre ya fue nombrado mayorgeneral del ejército auxiliar del Alto Perú, en reemplazo deBelgrano. Durante su breve experiencia en el nordesteargentino, comprendió que era inútil continuar la guerra

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defensiva y ofensiva en el frente septentrional: paraasestar un golpe decisivo a los españoles había que abrirun nuevo frente a través de los Andes, combatirlos en Chiley lanzarse luego contra el Virreinato del Perú.

Mapa 2. Las campañas del Ejército del Norte, 1811-1815

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Mapa 3. Las campañas en el Alto Perú: Entre Tucumán yCotagaita

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Mapa 3 (continuación). Las campañas en el Alto Perú: EntreCotagaita y Huaqui

Ambas partes del mapa 3 están basadas en Martín Suárez:Atlas histórico-militar argentino (Buenos Aires, Círculo Militar, 1974),

págs 13, 14.18 y 30

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Tenía razón San Martín en considerar que era vanoinsistir en abrirse camino hacia Lima operando en el AltoPerú, pues cuando el general Rondeau tomó el mando enTucumán, lanzó una última ofensiva en enero de 1815 queterminó en octubre-noviembre con sus derrotas en elcombate de Venta y Media y la batalla de Sipe-Sipe y, enconsecuencia, la pérdida del Alto Perú por tercera vez.

En lugar de desgastar al ejército regular en esa región,era pues preferible alentar la guerra de guerrillas, como loestaba haciendo Güemes en la quebrada de Humahuaca ysiempre lo habían hecho las partidas volantes de lospatriotas altoperuanos.

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3. El Directorio

En Buenos Aires, la facción alvearista de la asamblea delaño XIII decidió poner fin a la experiencia del SegundoTriunvirato y logró que se aceptara la necesidad de unpoder ejecutivo unipersonal y de un Consejo de Estado. Asísurgió el Directorio, con Gervasio Antonio de Posadas comoprimer Director Supremo durante algo menos de un añoentero al cabo del cual lo sucedió su sobrino Alvear. Ambosdebieron enfrentarse pues a un cúmulo de situacionesalarmantes: el resurgimiento del absolutismo en Europa; laperspectiva de que, por orden de Fernando VII, el generalMorillo se lanzara contra las Provincias Unidas; una nuevainvasión realista por el norte; crecientes dificultades a raízde la vehemencia de la oposición demostrada por elmovimiento artiguista, e indicios y reacciones cada vez másevidentes de descontento en las filas de los ejércitospatriotas y en el mismo Buenos Aires

El Director Supremo Posadas acababa de tomar elmando cuando ya decidió lanzar una ofensiva militar contra

Artigas y declararlo fuera de la ley1; al mismo tiempo, la

1 Artigas fue declarado por dos veces "traidor" a la causa porteña, la primeravez por Sarratea y la segunda por Posadas. Algunos años más tarde, sucompatriota Pedro Feliciano Sánchez de Cavia (que había sido secretario deSarratea) publicó un panfleto en su contra, acusándolo de ser nada menos que el«nuevo Atila de las comarcas desgraciadas que ha protegido». Varias generacionesde intelectuales e historiadores ligados a la escuela de pensamiento favorable amuchas interpretaciones y tesis de los futuros "unitarios", descendientes de laoligarquía liberal porteña, partidaria del centralismo político, siguieron atribuyendoa Artigas los más grandes defectos y algunas de las cualidades de un enemigo,culpable de disrupción de una unidad nacional que sólo había existido en teoría.Sarmiento vio en él el representante de una fuerza heterogénea, desprendida de lasubdivisión de los grandes bandos opuestos primitivos - patriotas revolucionarios yconservadores realistas - en fracciones de "moderados" y "exaltados", que lotransformó en «instrumento ciego, pero lleno de vida, de instintos hostiles a lacivilización europea y a toda organización regular, adverso a la monarquía como ala república porque ambas venían de la ciudad y traían aparejado un orden y laconsagración de la autoridad». Bartolomé Mitre lo sindicó de «anarquistaantinacionalista», «caudillo del vandalismo y de la federación semibárbara»,responsable de haber pretendido desligar a la Banda Oriental, y a los territoriosque le obedecieron, de la «comunidad argentina». Vicente Fidel López llegó aconclusiones demoledoras. Con Emilio Ravignani, John Street y algunos otros

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asamblea resolvió no incorporar a los diputados orientales,desconoció al nuevo gobierno oriental y creó en cambio lagobernación-intendencia de la Banda Oriental, privada deautonomía. Era un duro golpe político cuyas repercusionesno fueron las que esperaba el Directorio, resuelto a ponercoto a la expansión del movimiento artiguista en otrasprovincias. Por de pronto, Holmberg, al mando de sustropas, quiso unirse con Hilarión de la Quintana,comandante militar de Entre Ríos, pero Otorgués derrotó ade la Quintana, y Hereñú venció a Holmberg a orillas delEspinillo, cerca de La Bajada, mientras que en las Misiones,una vez batido el teniente gobernador en Concepción y LaCruz, los artiguistas tomaron el mando en todo Corrientes.

4. La situación de las Provincias Unidas bajo elDirectorio

Desde 1812, el costo humano y material de lasoperaciones militares en el noroeste y la Banda Oriental, lanecesidad de reforzar las defensas contra un posibleataque español en gran escala, la política de tierraarrasada con que Artigas reaccionó ante la primerainvasión portuguesa, las depredaciones causadas por elejército auxiliador, el estado lamentable en que quedó lacampaña uruguaya después de la retirada del ejércitoporteño que sitió a Montevideo, el fracaso de la nuevaofensiva lanzada por Rondeau contra los realistas del AltoPerú que culminó en su derrota en Sipe-Sipe, la retiradaprecipitada de las tropas patriotas hacia el noroesteargentino y una nueva invasión española de Salta y Jujuy,las acciones emprendidas contra los artiguistas del litoral,los levantamientos militares contra Alvear y sus sucesores,y los destrozos causados por las guerras civiles entrecentralistas y autonomistas en el litoral y en Córdoba.,contribuían a que en el plano económico la situación nofuera menos tensa que en el orden político-militar.

historiadores argentinos, uruguayos, ingleses y norteamericanos de este siglo pudocomenzar la obra de rehabilitación de Artigas.

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Más que antes, cundió un muy comprensible temoracerca de las consecuencias de la reconquista impulsadapor el general Morillo en el resto de la América española.Hubo muchas interrogaciones sobre la posibilidad de quetambién se derrumbara la revolución en el Río de la Platay, con ella, los sueños de emancipación política yeconómica, y en mar tan revuelto se fue afirmando la ideade que podían resolverse los problemas deingobernabilidad y preservación del país buscando la uniónnacional bajo un régimen que siguiera siendo elitista,dictatorial y centralista, pero gozara de ventajas que, comocreyeron muchos miembros de la clase dirigente, sólo

podría traer la instauración de la monarquía2.

Todos los gastos, exacciones y estragos provocados porel estado de guerra y la amenaza de nuevas operacionesespañolas y portuguesas - conjuntas o por separado -, asícomo la organización del ejército de los Andes en Cuyo,encomendada a San Martín con la intención de liberar aChile, seguían drenando una economía cada vez másconvulsionada y, por ende, las finanzas del Estado. Como sifuera poco, en el litoral volvieron a producirsedevastadores malones indígenas. No había intercambiocomercial con Chile y a esto se añadió la nueva paralizacióndel comercio con el Alto Perú y la desorganización de laactividad económica en el noroeste a raíz de las derrotasmás recientes. La Banda Oriental había quedado en manosde Artigas y la influencia de sus partidarios en Santa Fe,Entre Ríos y Corrientes trababa el comercio fluvial yterrestre con la mesopotamia, además de mantener en pielos conflictos políticos con Buenos Aires. Sin embargo, erapalpable la extensión que cobró el comercio inglés en laBanda Oriental y el litoral bajo la política auspiciada porArtigas. Además, grandes propietarios porteños conestancias en la Banda Oriental estaban perdiendo tierras eingresos a raíz de la revolución agraria artiguista, quetambién castigó a los españoles y criollos que no habíandemostrado su oposición al régimen pro-realista

2 En un capítulo posterior presento una amplia relación de cómo se fuearmando y deshaciendo el proyecto monarquista.

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establecido en Montevideo, y fue vista como un atentadocontagioso a los derechos de propiedad tanto por BuenosAires como por Portugal.

En enero de 1815 Alvear no tuvo dificultad en conseguirser el reemplazante de Posadas. Su gestión duró poco ytuvo poco éxito. En abril de 1815, el ejército que lanzócontra Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes se sublevó enFontezuelas. Los oficiales insurrectos estaban enconnivencia con Artigas, pero quien sacó partido político dela emergencia fue su comandante Álvarez Thomas,transformado inesperadamente en el líder de unmovimiento contra Alvear que cundió porque éste no habíaevaluado suficientemente las reacciones que estabaprovocando desde antes de su ascensión al mandosupremo. Gravitaban contra él la animosidad del ejércitodel Norte desde que intentara ponerse a su frente enreemplazo de Rondeau; la impopularidad de su gobierno;la resistencia que suscitaba su política frente a Artigas; sumal vista tentativa de desplazar a San Martín de lagobernación-intendencia de Cuyo; la arbitraria ejecución deun oficial, y la manera en que favorecía a sus parientes yamigos. Álvarez Thomas acusó al Director Supremo de dardecidida protección a sus parientes y acólitos, incluso aespañoles europeos que obtenían «los primeros empleoslucrativos y de honor», en lugar de preferir a los criollos,casi siempre postergados. «El Estado -decía- se haconvertido en patrimonio de unos pocos que tiranizan alresto de sus compatriotas».

Alvear quedó aislado y tan vulnerable que la asamblea,hasta entonces alvearista en su mayoría, designó en sureemplazo a un triunvirato compuesto de Nicolás RodríguezPeña, San Martín y Matías de Irigoyen. Esto no satisfizo nial Cabildo y el pueblo porteños ni a Soler, que era elgobernador militar de Buenos Aires; prefirieron declararcaduca la autoridad de la asamblea, retrovertirla al Cabildo,elegir un nuevo gobierno y crear una Junta deObservación. Alvear quiso conservar la comandancia military hasta intentó marchar con sus tropas contra BuenosAires, pero debido a la intensa presión de que fue objeto

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tuvo que renunciar indefectiblemente y abandonar BuenosAires a bordo de una fragata inglesa.

El nuevo Director Supremo elegido por el Cabildo deBuenos Aires debió haber sido Rondeau, pero éste no pudoasumir el puesto porque estaba a cargo de una nuevaofensiva militar en el norte, de modo que fue ÁlvarezThomas quien comenzó un interinato. Inmediatamentecomenzaron los juicios incoados contra los partidarios deAlvear, muchos de los cuales fueron expatriados odeportados al interior del país, entre ellos Posadas,Rodríguez Peña, Monteagudo, Vieytes, Herrera y ÁlvarezJonte. La Junta de Observación preparó un Estatutoprovisional conforme al cual en lo futuro el DirectorSupremo sería elegido en elecciones populares, lo mismoque los diputados al próximo Congreso (el de Tucumán),los cabildos y gobernadores de provincia y los futurosmiembros de la Junta de Observación.

Fue durante la administración de Álvarez Thomas queempezaron a tomar forma más firme las maniobrasdestinadas a socavar y eliminar la influencia de Artigas,pese a la voluntad de concordia manifestada por él, y aconstruir una alianza con Portugal. Contrariamente a lo quehubiera podido esperarse, el Director Supremo interinopersistió por las vías trazadas por Posadas y Alvear.

5. Congreso de Tucumán

No puede decirse que el Congreso general que se reunióen Tucumán actuó bajo buenos auspicios. Desdetemprano, actuó en pugna con el Congreso de Oriente,convocado por Artigas en el Arroyo de la China paraconcertarse con los representantes pro-federalistas de laLiga de Pueblos Libres, y careció de representatividad, nosólo porque impidió que participaran en él los voceros deese movimiento, sino porque deliberadamente impuso lospoderes de una mayoría de diputados, muchos de elloseclesiásticos, adictos a las ideas del gobierno central, hastael punto de admitir en su seno a un grupo de hombresescogidos entre los emigrados altoperuanos másconservadores y a miembros "aporteñados" ligados a los

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intereses de Buenos Aires - como Pueyrredón, que fueelecto en representación de San Luis, Castro Barros, de LaRioja, Acevedo, de Tucumán, y Gallo, de Santiago delEstero - a la vez que se empeñaba en coartar la acción dediputados (sobre todo cordobeses) presuntamenteopositores, o rechazaba la accesión de auténticosrevolucionarios como Moldes, considerado por parte de laopinión pública como el mejor candidato al puesto de

Director Supremo3.

El Estatuto provisional para la dirección y administracióndel Estado había sido muy resistido por Artigas y suspartidarios de la Liga de los Pueblos Libres, pues lasprovincias no fueron reconocidas como entidades políticasautónomas. Artigas y dos comisionados de Álvarez Thomas(Blas José Pico y Bruno Francisco de Rivarola), reunidos enPaysandú el 16 y 17 de junio de 1815, presentaronpropuestas y contrapropuestas relativas al contenido de untratado de paz.

Por su parte, Artigas sostuvo entonces que el articuladodebía comprender el texto de los principales principiosadoptados en abril de 1813 por el Congreso de TresCruces, el reconocimiento de que el ejército porteño no

3 José Moldes era salteño. Como San Martín, Alvear y Zapiola, había peleado enEspaña contra los franceses; fugado de Cádiz en 1808, residió en Londres - dondese puso al corriente de la política británica de apoyo a las finalidades de Miranda ya la emancipación americana, regresó al Río de la Plata en 1809 y se puso encontacto con Moreno, Castelli, Chiclana, Paso y Vieytes, y aceptó ser elpropagandista inicial de las ideas revolucionarias en Córdoba, Santiago del Estero,Tucumán, Salta, Cochabamba y La Paz. Una vez instalada la Junta de Mayo, fueteniente gobernador en Mendoza y entró en conflicto con Pueyrredón cuando ésteera gobernador intendente de Córdoba, pues se solidarizó con las ideasautonomistas cuyanas. Por orden del Triunvirato, prestó servicios en el ejército delNorte a las órdenes de Pueyrredón y Belgrano; tuvo destacada actuación en labatalla de Tucumán y desde entonces ocupó distintos cargos: inspector general deinfantería y caballería, intendente general de policía en la ciudad y campaña deBuenos Aires, diputado por Salta en la asamblea general constituyente de 1813, dela que fue presidente en noviembre, y comandante de un regimiento degranaderos de infantería, con el que participó en el sitio y rendición de Montevideo.En 1814 se opuso a que se negociara la conciliación con España y fue deportado aPatagones. Su comprovinciano Güemes, opuesto como él al centralismo de BuenosAires, apoyó su candidatura a diputado por Salta en el Congreso de Tucumán,aunque Pueyrredón lo conminó a echarlo de esa provincia, lo acusó de "traición einfidencia" y lo deportó por vida a Chile en febrero de 1817. Recién pudo regresara las Provincias Unidas en 1820. René Orsi: Historia de la disgregación rioplatense,1808-1816 (Buenos Aires, Peña Lillo, 1969), págs. 202-210 y 287-288.

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había actuado conforme a las bases previstas y que, porende, Buenos Aires debía restituir cuanto extrajo de la

Banda Oriental4.Los comisionados aceptaron que se reconociera la

autonomía de la Banda Oriental, aunque en términosgenerales, pero negaron que la Banda Oriental pudierapedir bajo ningún pretexto una indemnización, dado queBuenos Aires había gastado en la toma de Montevideo porlo menos cinco millones de pesos; pidieron la demoliciónde las murallas de Montevideo y la restitución de losbuques apresados o retenidos por los orientales despuésde la evacuación de Montevideo por los porteños, yabogaron porque se firmase un tratado de comercio con

Buenos Aires, aplicable también a Entre Ríos y Corrientes5.

Pese a que no hubo entendimiento entre las partes,Artigas decidió enviar una delegación a Buenos Aires. Susmiembros (Cabrera, García del Cossio, Diez de Andino yBarreiro) fueron muy mal recibidos y se les hizo entenderque el gobierno central sólo estaba dispuesto a aceptar unsometimiento absoluto, si fuere necesario por la fuerza delas armas.

Así fueron fracasando todas las supuestas tentativas deconciliación con Artigas. Buenos Aires no quería perderninguna provincia del litoral y le interesaba poco el futurode la Banda Oriental mientras estuviera bajo la influenciade aquél. Álvarez Thomas decidió que las tropas deViamonte marcharan contra Santa Fe (gobernada desdeabril de 1815 por Candioti), pero ese jefe cayó prisionerodurante el sitio de la capital santafesina por Artigas, yBelgrano, que lo reemplazó, prefirió intentar una nueva

4 Debía comprometerse a pagar 200.000 pesos en compensación por lascantidades extraídas de propiedades pertenecientes a españoles europeos, a crearun sistema equitativo de indemnización por las pérdidas sufridas por la BandaOriental mientras fue ocupada por el ejército auxiliador, a socorrer coninstrumentos de labranza a los labradores orientales hasta resarcirlos por lo menosen una quinta parte de los perjuicios que sufrieron, a proteger el comercio de laBanda Oriental con Buenos Aires, y a devolver tres mil fusiles, mil sables, docepiezas de artillería de campaña, nueve lanchas cañoneras, morteros y obuses,pólvora, cartuchos, balas y piedras de chispa, bombas y granadas, reponiendotodas las piezas de muralla de que se había privado a Montevideo.

5 Bruschera, op. cit., págs. 135-138.

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negociación, encomendada a Eustaquio Díaz Vélez. En abrilde 1816, Díaz Vélez firmó el pacto de Santo Tomé, envirtud del cual Álvarez Thomas sería depuesto y Belgranoperdería su comando y sería reemplazado por él. Días mástarde renunció Álvarez Thomas y quedó en calidad deDirector interino Antonio González Balcarce. Nuevamente,sin consultar a las demás provincias, Buenos Aires decidíapor sí sola quien debía gobernar al país en su conjunto.

Entretanto, habían comenzado en Tucumán las sesionesdel Congreso convocado en 1815.

De los miembros y simpatizantes de la Liga de losPueblos Libres, sólo participaron los diputados de Córdoba,provincia que si bien reconocía a Artigas como su Protectorno había adherido formalmente a la Liga. Como hemosvisto, el Congreso de Oriente, aunque estuvo dispuesto aapoyar la constitución de un Estado nacional y a losDirectores Rondeau y Álvarez Thomas, no logró obtenercondiciones satisfactorias para concertar la paz con BuenosAires. Además, fracasó otra tentativa de mediaciónencomendada por el Congreso a del Corro, uno de losdiputados cordobeses, pues González Balcarce no sólo senegó a ratificar el tratado concertado en Santa Fe por lamisión presidida por un hermano suyo (en virtud del cualse habría reconocido la autonomía de esa provincia hastaque el Congreso no hubiese adoptado una constituciónnacional), sino que decidió no enviar otra misión aPurificación con objeto de «ajustar relaciones de amistad yunión» con Artigas y, en cambio, hizo sentir la presencia deuna escuadrilla naval y contingentes militares porteños aorillas del Paraná.

La posición del Congreso de Tucumán frente a Santa Fefue terminante: esa provincia debía acatar al DirectorSupremo y reconocer la autoridad de la asamblea deTucumán. Ante la inminencia de la invasión portuguesa ytan malas perspectivas de reacercamiento con el Directorio,Artigas resolvió que no concurrieran diputados de la Liga alCongreso de Tucumán: demasiado sabía que podía ocurrirlo mismo que en 1813, es decir el rechazo de sus poderespor la mayoría de los congresales oficialistas.

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Por ese motivo, fueron muy pocas las voces partidariasdel autonomismo que pudieron hacerse escuchar en elCongreso, pues constituyeron una minoría aislada frente aquienes esgrimían ideas afines al centralismo porteño opropiciaban la instauración de una monarquía6, o quienespor otras razones rechazaban la "anarquía" y ensalzaban la"unión nacional". Para todos estos congresales, la políticaexterior trazada en Buenos Aires perseguía designios quelos sucesos europeos, marcados por la vuelta alabsolutismo, parecían justificar.

Pero sólo un pequeño grupo - el de los miembros de lacomisión de relaciones exteriores (Serrano, Acevedo yMedrano), que deliberaban en secreto -, conocía, quizás nodel todo, los verdaderos alcances de esa política. ElDirectorio insistía, como García desde Río de Janeiro, enque se obrara con el mayor sigilo para que no se revelaranada que pudiera provocar convulsiones internasindeseables o sospechas de "entreguismo" a losportugueses.

Quien más motivos de prevención tenía era Artigas, perosus opiniones y observaciones eran sistemáticamenteignoradas. Los miembros de la Junta de Observación acasofueron los primeros en reaccionar cuando se enteraron delos preparativos de invasión portugueses, pero ni ellos ni elCabildo de Buenos Aires conocían los demás pormenores.

Manuel Dorrego7

fue uno de los pocos militares a quienesGregorio Tagle, eminencia gris del Directorio y principalinterlocutor de García, informó de la existencia denegociaciones con los portugueses destinadas a dar portierra con Artigas. Él, que había luchado contra Artigas,comentó que no deseaba «su ruina a todo trance» y negóque las Provincias Unidas y su gobierno estuvieranfacultados para concertar acuerdos con los portugueses o

6 Sobre la influencia de las ideas en pro de una monarquía, véanse también loscapítulos 8 y 11.

7 Dorrego había estudiado derecho en Chile antes de la revolución de mayo ydesde que comenzó la lucha por la independencia había peleado con distinción enlas filas patriotas, ganando prestigio en el combate de Nazareno y la batalla deSuipacha (1811) y en las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813) antes de suderrota en Guayabos por las fuerzas artiguistas (1815). Siempre había sidodefensor de la causa republicana contra la monarquía.

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disponer de la Banda Oriental como si fuera dominiopropio. Como en el caso de Moldes, fue inmediatamenteperseguido; primero fue destacado al ejército que seaprestaba a atacar a Santa Fe, pero pronto fue apresado,trasladado a un buque de guerra y deportado a la isla deSanto Domingo.

A fines de junio de 1816, el Congreso de Tucumán eligióDirector Supremo a Juan Martín de Pueyrredón. El 9 dejulio, la independencia «de la dominación de los reyes deEspaña, sus sucesores y metrópoli» fue votada poraclamación. Diez días más tarde, en vísperas de recibirse laconfirmación de que los portugueses estaban por invadir laBanda Oriental, se agregaron las palabras «y de toda otradominación extranjera», pero se ha dicho que la mociónque formuló Medrano al respecto obedeció al designio de«aplacar el entusiasmo revolucionario» de los congresalesopuestos a la política exterior directorial.

En lo que se refiere a la organización del país, esevidente que nadie deseaba acelerar el examen de lasbases constitucionales que habría que adoptar. En BuenosAires, el gobernador Oliden, el comandante militar Soler,Dorrego, los alcaldes de barrio y el pueblo llano, semanifestaron a favor de que cesara la desigualdad entre lasprovincias y se aceptara que la ciudad portuaria no debíaseguir reivindicando el papel hegemónico de capital de lasProvincias Unidas. Los diputados menos comprometidos enel proyecto directorial trataron de interrogar a la comisiónde relaciones exteriores sobre las negociaciones con losportugueses, pero sólo consiguieron que se lescomunicaran documentos escogidos con la intención de no«develar los misterios». El Congreso tardó más de un añoen publicar una declaración de motivos, en forma demanifiesto dirigido a todas las naciones del mundo, sobre eltratamiento y las crueldades que el Virreinato y lasProvincias Unidas habían sufrido a manos de los españoles.