historia del pais vasco. de los origenes a nuestros dias. 2004. manuel montero

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Inprimatzailea: Leitzaran Grafikak, Martin Ugalde Kultur Parkea - Andoain 20140 (Gipuzkoa)

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MANUEL MONTERO

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HISTORIA DEL PAIS VASCO(De los origenes a nuestros días)

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EDITORIAL TXERTOAPlaza de Olaeta, s/n – bajo20011 San Sebastian

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Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artículo534 bis del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación delibertad quienes reprodujeren o plagiaren en todo o en parte, una obra literaria, artísticao científica fijada en cualquier tipo de soporte sin la preceptiva autorización.

Portada: Luis Mª Jimenez de Aberasturi. Ilustración portada: John Harper,Boys.Litografía

Selección y localización de las ilustraciones: Estibaliz Jimenez de AberasturiApraiz Archivos utilizados: Archivo Foral de Bizkaia, sección fotografia. E. I., Centro dedocumentación. Hondarribia. K.G. fototeka, Donostia. Archivo E. Txertoa.

Asimismo, se ha contado para la identificacion de las ilustraciones de Bizkaiacon la valiosa colaboración del Sr. Salva Aristondo. Fotografías de los archivos: IñakiAguirre.

© Manuel Montero © Editorial TxertoaPlaza de Olacta, s/n - bajo20011 San SebastiánTels. (943) 45 97 57. Fax (943) 46 09 41E-mail: [email protected].: 84-7148-310-6 Depósito legal: SS-1006/2004

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I. LA PREHISTORIA DE LOS VASCOS

Está constatado que el hombre habita el actual territorio vasco desde hace150.000 años, aunque su presencia quizás fue anterior.

Era el período del Paleolitico Inferior, que duró hasta hace 90.000-80.000 años.Epoca interglaciar, de clima cálido, el hombre vivía en las terrazas de los ríos, al airelibre. Las primeras señales de vida humana se han encontrado en los amplios vallesfluviales del norte y sur del País, en torno al Adour y en la cuenca del Ebro. Quizás todoel territorio estuvo habitado, pero la franja cantábrica, de ríos cortos con frecuentescrecidas, no facilita la conservación de restos.

Desconocemos qué hombre vivía entonces en el actual País Vasco, pues no sehan encontrado restos humanos, sino utensilios como hachas, construidas de piedra.

En el Paleolítico Medio (80-90.000 a 30.000 años) el clima se enfrió. Al inicialclima preglaciar sucedió la última glaciación. Por eso, aunque algunos yacimientosarqueológicos están al aire libre, como los de Sopelana, los más importantes son lascuevas, que se convirtieron en la principal vivienda. Destacan las de Lezetxiki, Olha elsturitz. De esta fase son los primeros restos humanos localizados. Corresponden alhombre de Neardenthal.

Aunque se recogían frutos y tubérculos, la subsistencia dependía de la caza. Secapturaban bisontes, caballos, renos, rinocerontes lanudos, es decir, las especies declima frío que, como el mamut, abundaron durante la glaciación. A veces, su capturaexplica la elección de la vivienda. Es el caso de la cueva de Lezetxiki, situada en unlugar idóneo para la caza por ojeo: se batía el monte hasta acorralar a los animales enuna hondonada, donde se les daba muerte. El hombre debía enfrentarse, además, alas grandes fieras, a los leones, leopardos y osos, a los que disputaba, incluso, lascuevas en que invernaba el animal.

No se conocen de este período auténticas manifestaciones artísticas. Es posibleque en algunas ceremonias adornasen sus cuerpos con ocres, pues hay restos deéstos en cuevas. Había, quizás, alguna concepción del más allá, pues se practicabanenterramientos en los que junto a los cadáveres se depositaban armas y alimentos.

Los instrumentos —bifaces, discos, raederas, cuchillos, raspadores—localizados en poblamientos aire libre como los del Raso y Osa-portillo, en Urbasa, oen la cueva de Coscobilo, en Olazagutía, demuestran que, con cierto desfase,arraigaron en el País Vaso los diversos estadios culturales del período, como elachelense, el musteriense, etc.

El Paleolítico Superior (30.000-10.000) coincidió con lo más riguroso de laglaciación. Las nieves perpetuas descendieron en el País Vasco hasta los 1.100metros, por lo que gran parte de las cumbres no las perdían nunca. Todo el territoriosufría los fríos glaciares. La habitación humana era exclusivamente en cuevas. Sonmuy pocos los yacimientos arqueológicos de las tierras altas de Alava y de Navarra,pues no podían habitarse las tierras del Sur. Se interrumpió, así, el poblamiento deUrbasa, que había sido continuo desde el Paleolítico Inferior. Gran parte de Navarraquedó despoblada durante un largo período, quizás de cinco milenios, al final delPaleolítico Superior. Los yacimientos del Alto Baztán, abundantes en la época anterior,desaparecen entre el 17.000 ó 15.000 y el 12.000.

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Los principales restos del Paleolítico Superior están en la franja cantábrica, launica que posibilitaba la presencia humana en los momentos más rigurosos del períodoglaciar. Son las cuevas de Aizpitarte, Isturitz, Urtiaga, Santimamiñe Los restoscorresponden al hombre de Cro-Magnon, que, según Barandiarán, se asentó en el PaísVasco hace unos 40.000 años.

El clima no permitía otros frutos que bayas, por lo que la caza continuó siendo labase de la alimentación. En las armas, mucho más perfeccionadas que las de la épocaanterior, el material básico era la piedra, pero las azagayas tenían puntas muy afiladas,construidas con astas de reno o de huesos de animales. Es probable que se practicasela caza con trampas.

Cráneo magdaleniense. encontrado en la cueva de Urtiaga de Deba (Itziar).Datado en unos 11.000 años antes de Cristo.

Las manifestaciones artísticas del Paleolítico Superior son muy abundantes. Elarte mobiliar, que adorna los objetos que el hombre utiliza, está muy bien representado,pero sólo en la cueva de Isturitz, una de las más ricas de Europa en este aspecto. Sehan encontrado varillas semicilíndricas fabricadas con cuernos de reno, a veces muydecoradas, bastones perforados, de las que una representa una cabeza de bisonte,siluetas de cabezas de animales, esculturas de animales en huesos y piedras, etc.

Apenas hay arte mobiliar en el resto del País Vaco. En cambio, se desarrolló lapintura, en las paredes de las cuevas. Las de Altxerri (Orio), Ekain (Deba),Santimamiñe, etc. están decoradas con grupos de animales, y, excepcionalmente, conalguna figura antropomorfa. Quizás tenían un propósito mágico-religioso, relacionadocon la caza, la actividad que aseguraba la subsistencia. En ese caso, se confiaría enque la imagen atraería al animal representado, y, quizás, aseguraría su captura.

El yacimiento de Isturitz pertenece al área cultural pirenaica, mientras que casitodo el País Vasco entraba dentro de la denominada área cantábrica. Se caracterizabaésta por la tendencia al aislamiento, fruto de su abrupta orografía, que retrasaba laentrada de innovaciones culturales; por la pobreza de las representaciones mobiliarias;y por la gran duración de los sucesivos estadios culturales, mayor que la de su entorno.Plenamente partícipe de esta cultura, el País Vasco tenía, además, dos tendencias

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contradictorias. Su accidentado relieve acentuó el aislamiento y la evolución autónoma,de lo que se derivaba, primero, la reticencia a asimilar nuevos elementos; y, después,que cuando éstos arraigaban, perdurasen más que lo habitual. De otro lado, suposición geográfica convertía al País Vasco en zona de paso entre el continente y lapenínsula, por lo que estaba en contacto con los distintas corrientes paleolíticas; así, seencuentran elementos que eran exóticos dentro del área cultural cantábrica.

El Mesolítico (10.000-3.500 a. de C.) fue una fase de transición. Acabó laglaciación, retrocedieron las nieves perpetuas, desapareció la fauna propia de losclimas fríos, resurgió el mundo vegetal El hombre pudo abandonar las cuevas. Vivíaaún de la caza, pero ya no dependía tanto de ella, pues la complementaba con larecogida de frutos. Capturaba ahora caballos, cabras, jabalíes, zorros, gatos montesese incluso comenzó a recolectar moluscos. La economía, pues, siguió siendodepredadora.

La cueva no era ya la unica ni la principal habitación humana. Las temperaturaslo permitían. El hombre que habita el País Vasco construye sus viviendas, que están enespacios amplios. Se extiende, al parecer, por todo el territorio vasco, incluso por elSur, pues en Treviño hay restos mesolíticos.

El instrumental, más pequeño pero similar al del período anterior, siguióbasándose en la piedra tallada como material básico. Por lo demás, lasmanifestaciones artísticas del período son muy escasas. Las que hay, muestran unatendencia hacia la estilización, con figuras geométricas, abstractas.

El abandono de las cuevas redujo las posibilidades de conservación depoblamientos humanos, por lo que quedan pocos yacimientos de esta etapa. Destacanlos de Ispáster, Umieta, Arrazu, y Santimamiñe, entre otros.

Cueva de Santimamiñe. grupo de bisontes.

En el Neolítico se produjo la gran revolución cultural de la prehistoria. Comenzóhacia el 7.000 a. de C. en el Próximo Oriente, desde donde se extendiópaulatinamente. Al País Vasco llegó hacia el 3.500. El hombre abandonó la economíadepredadora y se convirtió en productor. Fue el inicio de la agricultura y de ladomesticación de animales. El cambio productivo implicó transformaciones sociales yculturales. Apareció la cerámica, por exigencia de las nuevas provisiones alimenticias,así como la piedra pulimentada. Al tiempo, la nueva economía exigía una mayor

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organización social, con especialización del individuo en tareas organizativas o en lasdistintas labores agrarias o ganaderas.

Los cambios no fueron simultáneos. La reseñada tendencia al aislamiento hizoque coincidieran a la vez estadios culturales diferentes. En algunas zonas, como porejemplo en Navarra, el conjunto de las innovaciones neolíticas no penetró hastacomienzos de la Edad del Bronce.

Cueva de Ekain, representación de dos osos.

La agricultura y la domesticación de animales como la cabra, la oveja, la vaca yel cerdo impulsó a la vez la sedentarización (representada por la cueva de Arenaza enBizkaia y por Los Husos, al Sur) y movimientos de trashumancia anual entre las tierrasbajas del norte y las altas del sur.

Lo más característico del Neolítico vasco fue la economía pastoril. Le acompañóuna expresión cultural, los dólmenes, cuya distribución se corresponde con latrashumancia ganadera. Abundan en la divisoria de aguas, pero los hay también alnorte y al sur. Eran enterramientos colectivos en una cámara cerrada por varias piedrasverticales, cubiertas por una horizontal. Los movimientos trashumantes pusieron a loshabitantes del País Vasco en contacto con otros pueblos. De ello dan fe algunoselementos culturales, como la costumbre de incinerar los cadáveres, y nuevos rasgosétnicos, que se mezclaron con el anterior substrato, especialmente en el sur, en cuyapoblación estaban presentes elementos mediterráneos.

La Edad de los Metales comenzó hacia el 2.000 a. de C., pero La economíaneolítica pervivió en amplias áreas, incluso hasta la llegada de los romanos.

La introducción de la cultura del bronce fue escasa, y no cambió las formas devida ni el instrumental, similar al de épocas anteriores, aunque construido de metal.

La Edad del Hierro corresponde al ultimo milenio antes de Cristo.Representaban esta cultura los pueblos indoeuropeos. Penetraron, procedentes delcentro de Europa, hacia el 900 a. de C., por los pasos navarros del Pirineo. Desde allísiguieron, al parecer, dos direcciones. Unos, se expandieron por la Ribera del Ebro,hacia tierras de Aragón. Otros, continuaron hacia el Oeste, penetrando en la Llanadaalavesa.

Así, la cultura del hierro quedó circunscrita en el País Vasco a las tierrasnavarras y alavesas, donde se ha encontrado instrumental propio de una economíacerealista, como hoces y molinos. En estas áreas se encuentran poblados fortificados,

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de origen celta. A esta cultura pertenecen, también, los cromlechs, esto es,monumentos funerarios formados por círculos de piedras o losas por lo comúnverticales, que rodean túmulos o dólmenes, donde se depositaban las cenizas de loscadáveres incinerados. Sólo los hay en la parte oriental del País, al este del valle deLeizarán. Al oeste, seguían levantándose dólmenes. A finales de la prehistoria había,por tanto, diversos estadios culturales.

La presencia de grupos celtas incorporó al País Vasco nuevas creenciasreligiosas. De ello es buen reflejo el ido/o de Mikeldi, encontrado en Durango.Representa un novillo con un disco que simboliza el sol o la luna, y es un productotípico de una cultura celta. Lo es también el tesoro de Antzoki, que consiste en doscuencas de oro decoradas con bandas horizontales, con motivos semejantes a losvasos de la primera Edad de Hierro en Centroeuropa. Se encontró en Escoriaza, cercadel castro de Peñas de Oro.

Los castros fortificados que se levantaron en lugares estratégicos de Alava yNavarra representaban nuevas formas de dominio. Resulta verosímil que los nuevospueblos, que dejaron numerosos topónimos de Alava y Navarra, impusiesen su podermilitar y consiguiesen alguna preeminencia sobre la población indígena, y hastapropiciasen la división en clanes, gentilidades y tribus. De hecho, al menos dos de losgentilicios con que se denominaba a las tribus vasca a la llegada de Roma eran de raízcelta: los vascones y los autrigones. Sin embargo, los nuevos pueblos acabaríansiendo asimilados por la población antes existente. Sólo así se explica la supervivenciadel euskera, una lengua preindoeuropea.

Durante la Edad del Hierro, cuando extensas zonas permanecían aun en elNeolítico, se produjo la llegada de los romanos. Con ellos, el País Vasco entró en lahistoria.

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II. DE LA LLEGADA DE ROMA A LA PRIMERA EDAD MEDIA

Las tribus vascas

Referencias de escritores latinos permiten trazar un cuadro general del territoriovasco antes del contacto con Roma. Lo ocupaban cuatro tribus diferentes, quecompartían rasgos étnicos y lingüísticos. De oeste a este eran los autrigones, caristios,várdulos y vascones. Limitaban al norte con el Cantábrico, ocupando los vascones unafranja de los Pirineos. Las cuatro tribus se extendían longitudinalmente hacia el Sur,hacia el Ebro, con territorios a ambos lados de la divisoria de aguas. Posiblemente,esta configuración nacía de la trashumancia neolítica, de los desplazamientospastoriles que buscaban la alternancia estacional entre las tierras altas y las bajas.

Los autrigones abarcaban por la costa el espacio entre el río Asón, quedesemboca en Laredo, o quizás el Agüera, unos kilómetros al este, y el Nervión; al sur,penetraban en tierras de la actual Burgos, por el valle de Mena y una amplia zona queincluía Villarcayo, Pancorbo y Briviesca; tenían también la porción occidental de Alava.Los caristios se extendían del Nervión al Deva; su territorio era el que menos seprolongaba hacia el sur, pero contenía la mayor parte de la actual Alava: una líneaentre Treviño y Miranda describía aproximadamente su límite meridional. Los várdulosenglobaban por el norte el espacio entre el Deva y el actual Oyarzun, que era vascón;por el sur, habitaban el extremo occidental de Navarra y el oriental de Alava. Losvascones ocupaban un amplio territorio, que llegaba quizá hasta Bayona, aunqueresulta improbable; ocupaban la Rioja Baja y probablemente alcanzaban el Ebro; por elEste estaban, además de en la actual Navarra, en una zona de Aragón, limítrofe a laJacetania.

Desconocemos cómo vivían estos pueblos, ni si tenían diferencias entre sí o consu entorno. Los escritores romanos sólo se refirieron genéricamente a los pueblos delnorte de la península, en un difuso cuadro que incluía a cántabros, astures, autrigones,vascones, várdulos, caristios o berones y que diluía las posibles peculiaridades tribales.Según Estrabón, quien más se extendió, eran tribus pobres y frugales. Comían carnede cabra, manteca de vaca y bellotas, que molían para hacer pan. Escaseaba el vino ybebían agua y sidra, y practicaban la lucha. Su economía estaba en un estadointermedio, pues recurrían al intercambio de productos, aunque utilizaban también unamoneda rudimentaria, laminillas de plata sin acuñar. Realizaban sacrificios humanos ysus costumbres eran, para el escritor latino, rudas c inhumanas.

Roma consiguió dominar el territorio vasco sin fuerte enfrentamiento armado, encontraste con la difícil conquista de sus vecinos los cántabros (las guerras cántabrasllenaron el ultimo siglo antes de Cristo). La ausencia de noticias bélicas es general,pero se vislumbra que los comportamientos de los vascones y los de las otras trestribus fueron diferentes. Los romanos entablaron tempranas y amistosas relaciones conlos primeros. Posiblemente, dominaron antes su territorio, pues ya en el 75 a. de C.Pompeyo fundó Pamplona. Resulta probable, en cambio, que sólo controlaran definiti-vamente las tribus occidentales al terminar las campañas contra los cántabros el año19 a. de C.

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Principales vias romanas del Norte de la Península Ibérica (según datos de Ptolomeo).Julio Caro Baroja, Los pueblos del Norte.

Vias romanas del territorio vasconavarro y los vecinos; las señaladas con trazos interrumpidos,problemáticas. Julio Caro Baroja, Los pueblos del Norte.

La romanización

Una vez establecidas, las relaciones entre Roma y las tribus vascas fueronamigables. Romanos y vascones llegaron incluso a una auténtica colaboración, queexplica quizás la expansión de éstos últimos. Se extendieron hacia el este, dominandola Jacetania; hacia el sureste, por tierras de los suessetanos, en torno a las actualesSos, Sangüesa y Ejea de los Caballeros; y hacia el sur, pasando el Ebro, puesCalagurris y Cascantum se convirtieron en ciudades vasconas. Probablemente, losromanos favorecían a un pueblo con el que tenían buenas relaciones, en detrimento deotros cuyo dominio exigió enfrentamientos, corno sucedió con los suessetanos.

No sólo los vascones, todas las tribus vascas tuvieron buenas relaciones conRoma. Participaron pronto en su aparato militar, corno lo indican algunas lápidas delsiglo I. Una, encontrada en Brescia, en el norte de Italia, cita a una cohors cariestum etveniescum; otra, localizada en Inglaterra, alude a una cohors prima, fide vascorum,civium romanum. De forma que estaban al servicio de Roma unidades militarescompuestas por caristios y por vascones, muy alejados de sus lugares de procedencia.Sabemos, también, que había várdulos en la guardia de Mario.

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Grabado en una estela discoidal del periodo visigótico.

La colaboración propició la romanización de parte del País, que fue muyacusada en la vertiente meridional, y escasa en la cantábrica. El carácter de ladominación romana explica la diferente penetración territorial de la civilización latina.Roma buscaba, ante todo, un dominio económico, que le suministrase trigo y vino. Supresencia fue importante en las zonas de explotación rentable, por lo que se asentaronen el Sur del País Vasco. Entre los Vascones meridionales —resume Caro Baroja—, laromanización fue tan intensa como en la zona que más de la península. Proliferaron lasgrandes explotaciones agrarias, que recibían el nombre de fundi, o villae, y utilizabanesclavos. En cambio, las comarcas del norte, malas productoras de cereal y de vino,poco ofrecían. Allí, la presencia romana se limitó a algunos enclaves mineros, como elde Oyarzun, y quizás Triano; y a algunos puntos costeros que servían de refugiosportuarios, los de Flavióbriga —posiblemente Castro Urdiales—, Portus Amanus —noidentificado—, Fórua —su nombre deriva de forum, término latino que se aplicaba a unnucleo pequeño— y tal vez el Nervión.

Divisiones gentilicias del Norte de la Península Ibérica (según Ptolomeo).

Para consolidar su dominio militar, Roma construyó en su imperio una densa redviaria, que resultó decisiva para la explotación económica y como vehículo detransformación cultural. En el País Vasco, la vertiente meridional conoció intensamenteel impacto de estas comunicaciones. La cruzaban el camino del Ebro que unía Léridacon León, a través de Briviesca y Astorga; y la vía Burdeos-Astorga, que atravesaba elPirineo por Ibañeta, cerca de Roncesvalles, tocaba Pamplona y seguía hasta Briviesca,donde conectaba con la anterior. Por estos caminos penetró la civilización romana.

Hubo, quizás, alguna ruta secundaria, como la posible calzada a los puertos deFlavióbriga y Fórua desde la Burdeos-Astorga. Así parecen indicarlo las monedas einscripciones halladas en Carranza, Valmaseda y el alto de Gueretiz.

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El distinto impacto de la romanización creó economías contrapuestas. En lavertiente meridional aparecieron las primeras ciudades de las que tenemos noticiadocumental, como las de Pamplona, Veleia, Cascantum, Calagurris, Segia, Caria.Abundaban en el valle del Ebro y en torno a las grandes calzadas. En la franjacantábrica, en cambio, pervivió la economía pastoril, si bien la presencia romana tuvo,forzosamente, que crear algunas relaciones comerciales, e introducir algunos cambios—de ellos dan fe las monedas halladas en Gipuzkoa y Bizkaia— cuya entidad eintensidad desconocemos.

Los siglos oscuros

En el siglo III cambió radicalmente la situación el País Vasco. El Imperio entró encrisis. Fuertes tensiones sociales, pillaje y bandolerismo precedieron a los bagaudas,documentados desde el siglo IV, bandas armadas de campesinos pobres y esclavosfugitivos, que llegaron a enfrentarse al ejército regular y que encontraron, al parecer,apoyos en territorio vasco. Las autoridades imperiales perdieron el control de lospueblos del norte peninsular. Se tornaron en violentas las relaciones entre vascos yromanos. Estos incrementaron la presencia militar en torno a la zona no romanizada,levantando un limes militar seguramente para frenar a los vascos de la vertiente norte.El cerco de guarniciones incluía las de luliobriga (Retortillo, junto a Reinosa), Veleia, enAlava, y Lapurdum (Bayona). Resulta verosímil, también, que el Bajo Imperio fuese unperíodo de desromanización.

En esta época se desdibujó la antigua división tribal. Un documento del año 456cita a los várdulos, pero es la última referencia a este nombre. Los de caristios yautrigones habían desaparecido ya. Se imponía la general denominación de vascones.Todo da a pensar que las luchas del Bajo Imperio obligaron a los vascos situados alnorte del limes fortificado a unirse y los escritores romanos o visigodos les aplicaron,como único, el nombre del núcleo principal, concluye Mañaricúa.

La división tribal dejó algunas huellas. Una de ellas fue, al parecer, la lingüística.La ubicación de las antiguas tribus corresponde a la difusión de los dialectos vascos.Los autrigones se asentaban en la zona donde primero se perdió el euskera. El dialectovizcaíno se prolonga en Gipuzkoa hasta la altura del Deba, precisamente el límite delos caristios. El gipuzkoano no sobrepasa Oyarzun, donde comenzaba el territoriovascón.

Las demarcaciones tribales influyeron en la posterior división territorial del PaísVasco. Navarra se corresponde, en lo fundamental, a la zona de los vascones. Bizkaiay Gipuzkoa, a la vertiente cantábrica de caristios y várdulos; Alava, a la mediterránea.Además, en los siglos X y XI se llamaba Bizkaia a la franja entre el Nervión y el Deba,la zona donde habitaron los caristios.

Con las invasiones bárbaras del siglo V y el hundimiento definitivo del ImperioRomano comenzó un nuevo período histórico, en el que la situación del País Vasco noes bien conocida. Sólo hay escasas noticias, de autores cuyos pueblos estaban, por locomún, enfrentados con los vascos. Sus versiones son parciales, ambiguas eimprecisas.

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Lauda sepulcral, localizada en Franco (Treviño). De procedencia ibérica y datada a comienzos denuestra Era o algo anterior, demuestra los contactos culturales qe tenian las tribus vascas.

Los árabes sólo llegaron a ocupar una parte de Navarra.Los enfrentamientos continuaron, con éstos en el Sur y los francos en el Norte.

El año 509 suevos, vándalos y alanos entraron en la península. Llegaba unaetapa de inestabilidad, unas décadas de frecuentes incursiones, saqueos ydestrucciones, hasta la estabilización de fines de siglo, cuando los pueblos germánicosse asentaron en el territorio. Desde entonces, los vascos tenían dos vecinos: losfrancos al norte, y los visigodos al sur. Unos y otros intentaron extender su dominio alPaís Vasco.

No lo consiguieron. La relación de los vascos con estos pueblos contrasta con laque tuvieron con Roma. Lejos de ser amistosa, se caracterizó por los continuosenfrentamientos. Abundan las noticias de incursiones vasconas hacia el sur y el norte,y de esfuerzos francos y visigodos por controlar el territorio vasco. No llegaron aestablecer un dominio duradero y estable, aunque probablemente sí sometieron deforma esporádica algunas zonas. Así lo atestigua la discontinua asistencia de un obispode Pamplona a los concilios de Toledo.

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Dibujo original de Jose Miguel Barandiaran, trabajo de campo.La plena cristianizacion del País Vasco fue tardia, pero el proceso siguió distintos ritmos,

por el desigual grado de romanización del territorio vasco.

Durante el período existió un Ducado de Vasconia, que abarcaba posiblementeel actual País Vasco y Aquitania, donde se dejaban sentir las incursiones vasconas,pero el nombre no refleja un dominio efectivo, ni una unidad política. Creada por losfrancos y utilizada también por los visigodos, probablemente esta entidad existió sóloen la intención de sus promotores. Al duque de Vasconia se le encargaría dominar lazona, o, al menos, limitar los movimientos de los vascones. Es posible que actuara enalgún momento de forma independiente, pero esto —que tampoco exigía el dominioefectivo de su jurisdiccion—se enmarca en las constantes luchas intestinas de lasmonarquías visigoda y merovingias. Por lo demás, desconocemos la situación internadel País Vasco.

En el año 711 los árabes entraron en la península. Sorprendieron al rey donRodrigo en una campaña contra los vascones. La situación del País Vasco no cambiócuando al poder de los godos sustituyó el de los árabes, que en el País Vasco sólollegaron a ocupar una parte de Navarra (dominaban Pamplona en los años 716-719 y734-740). Continuaron los enfrentamientos armados, con los árabes al sur y los francosal norte. Los simboliza la batalla de Roncesvalles con la derrota de Carlomagno en el778.

La lenta introducción del cristianismo en el País Vasco refleja su azarosaevolución del primer milenio. A fines del siglo Ill había llegado a las romanizadasciudades del sur, pero las convulsiones del Bajo Imperio dificultaron su difusión.Durante muchos siglos convivieron cristianismo y paganismo. En el siglo IX lasmonarquías de Pamplona y Asturias iniciaron una política misional, para la que secrearon monasterios y diócesis. En el siglo XI, con la proliferación de pequeñosmonasterios en Bizkaia y Gipuzkoa, se consumaba la cristianización del País Vasco, loque no obsta para que subsistiesen prácticas paganas, en lento retroceso.

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III. LOS TIEMPOS MEDIEVALES

Reino, condados, señorío

Durante la Edad Media aparecieron Alava, Gipuzkoa, Navarra y Bizkaia. Suorigen lo explica la dinámica que siguió el País Vasco desde comienzos de laReconquista.

Al comenzar el dominio árabe de la península subsistían quizás organizacionesde tipo gentilicio, de referencia tribal, pero ya en el siglo VIII se inició el proceso quegestaría nuevas estructuras políticas. Esta evolución se enmarca en la formación de lasmonarquías cristianas que iniciaron la Reconquista. En el territorio de los antiguosvascones surgió el reino de Pamplona; al este del País Vasco nació la monarquíaasturiana, después convertida en el reino asturleonés y, por fin, en el de Castilla. Laevolución política del País Vasco durante la Alta Edad Media dependió del desarrollode estos dos poderes, de sus vaivenes y de su capacidad de influencia.

El territorio vasco siguió caminos diferentes. En Navarra se configuró un podermonárquico, en tomo al rey de Pamplona, con una dinámica propia durante el Medievo.Las futuras Provincias Vascongadas, situadas entre la monarquía asturleonesa ocastellana y la navarra, oscilaron entre el reino occidental y el oriental, segun cambió larelación de fuerzas, hasta que a fines del siglo XII entraron definitivamente en la esferade Castilla.

La lucha contra musulmanes y francos introdujo en Navarra los cambios quedesembocarían en la formación de un Reino. Desde los años 798-803 las necesidadesbélicas alentaron el caudillaje de la familia Arista. Al caudillaje militar sucedió despuésla monarquía, con Sancho Garcés I, en el 905, pues la preeminencia política seconvertia en hereditaria. Comenzaba a reinar la dinastía Jimena, que gobernó durantetres siglos, de momento como reyes de Pamplona. El máximo esplendor llegó conSancho el Mayor (1000-1035), que consiguió dominar, además de casi toda la Navarraactual —menos la ribera del Ebro, aún en manos musulmanas—, Sobrarbe, Ribagorza,los condados de Aragón y de Castilla, el territorio de las Vascongadas y el reino deLeón. Desde los inicios de la Reconquista ningun rey cristiano había alcanzado en lapenínsula tan amplio poder territorial. Reunió directamente o por lazos de vasallajetodos los Estados cristianos españoles, y hasta alguno francés.

Grabado que representa a Carlomagno. La batalla de Roncesvalles (778)simboliza los enfrentamientos armados de los vascos con los francos.

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No seconsolidó este poder político. Sancho el Mayor repartió tan amplio territorioentre sus hijos. A García le correspondió el Reino de Pamplona, las Vascongadas y elNorte del actual Burgos. Había comenzado la descomposición de la monarquía, quellegó a desaparecer en 1076, tras la tragedia de Peñalén —el asesinato de Sancho IVpor sus hermanos. Los reinos de Aragón y de Castilla se repartieron sus territorios.

En 1134 Navarra recuperó la independencia. García Remírez se alzó como rey,titulándose ya rey de Navarra. Su reino tenía los perfiles actuales, pues incorporóTudela y territorios al sur del Ebro, conquistados en el intervalo a los árabes. Algunosaños después, llegó a dominar la Rioja y las Vascongadas, que, excepto brevesmomentos, permanecieron en la esfera navarra hasta acabar el siglo. Terminaronentonces las vicisitudes territoriales. Desde 1234, cuando comenzó a reinar la dinastíaTeobaldo, con intereses en Francia, los vaivenes políticos de Navarra dependieron delacercamiento a Francia o a la política peninsular.

Hasta el 1200 el territorio de las Vascongadas fluctuó entre la monarquíanavarra y la asturleonesa/castellana. Al tiempo, surgieron las tres demarcaciones enque se dividiría en lo sucesivo. Alava y Bizkaia son los primeros nombres de los quetenemos noticia. Aparecen en la Crónica de Alfonso III, del año 900, al relataracontecimientos de mediados del siglo VIII. Es sólo una mención geográfica, peroevidencia que existían ya unos enclaves con tales nombres, cuyo contenido político oterritorial desconocemos. De Bizkaia se excluían Orduña, So-puerta y Carranza,mencionados aparte en el texto, por lo que quizás comprendía el territorio al este delNervión que habitaran los caristios.

En el siglo IX el término Alava adquirió connotaciones políticas, pues se le citacomo condado. La Crónica de Alfonso II menciona, primero, que Eylo era conde de losalaveses hacia el 868; después, a los Vela Jiménez como condes de Alava. Y en tornoal 918 Monio Vélaz, casado con una hija del navarro Sancho Garcés I, ostentó los tí-tulos de conde de Alava y de Bizkaia.

Las vinculaciones políticas de estos territorios son imprecisas. La cita del 918 losrelaciona con la Corte navarra, pero antes, cuando aún no se había consolidado elReino de Pamplona, posiblemente estaban en la esfera asturiana: Alfonso II, hijo dealavesa, se refugió una vez en Alava a fines del siglo VIII; y los Vela Jiménez y loscondes de Castilla, ambos bajo la égida asturiana, colaboraron estrechamente en lalucha contra los musulmanes. La relación que en el siglo X tuvieron las Vascongadascon Navarra debió de ser transitoria. Alvaro Herramélliz figura como conde de Alavaentre el 919 y el 931 dentro de este ámbito. Después, entre el 932 y el 970 el título loostentó Fernán González, que reunió los condados de Castilla y de Alava. Por contra, acomienzos del siguiente siglo, durante el reinado de Sancho el Mayor, el conde deAlava figura en el ámbito de Navarra, coincidiendo con la expansión de estamonarquía. Y dentro de la misma corte se movían el conde de Gipuzkoa, cuya primeramención es de 1025, y los condes de Bizkaia, documentados de forma continua desde1040.

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Teobaldo I (1234-1253). Músico y poeta, desarrolló el Arte Gótico en Navarra,y consiguió, en el plano militar, fama en la sexta Cruzada a Tierra Santa.

Es posible que al principio el condado de Alava incluyese todas lasVascongadas, y que en el siglo XI se convirtiesen en entidades diferenciadas Gipuzkoay Bizkaia.

Con la crisis del Reino de Pamplona estos enclaves pasaron en 1076 a Castilla,en cuya órbita estuvieron hasta la reconstitución de la monarquía navarra en el 1135.Desde entonces, y hasta fines de siglo, por lo común permanecieron en Navarra.Desde 1 180 el señor de Bizkaia figura siempre en la corte de Castilla. Al terminar elsiglo, Alava y Gipuzkoa se incorporaron definitivamente a los dominios del reycastellano. En 1199, tras el cerco y capitulación de Vitoria, Alfonso VIII conquistó Alava;al año siguiente, el rey navarro le entregó algunas plazas alavesas que seguían en supoder. También en el 1200 Castilla se hizo con Gipuzkoa; se ha escrito que por entregavoluntaria, pero la documentación es imprecisa: dice a veces que el rey adquirió laprovincia, y otras que la prisó, que la tomó; en todo caso, no menciona enfrentamientosarmados.

Los condes de Alava y Gipuzkoa eran, al parecer, cargos designados por el rey,para gobernar comarcas fronterizas que exigían atención militar. Titular y territorio notenían más nexo que la voluntad del rey, que era la máxima autoridad. Quizás elcondado de Alava fue de los Vela Jiménez hasta el 918, pero desde entonces los reyesdesignaron los condes de Alava sin tener en cuenta vinculaciones anteriores. Sanchade Navarra, Fernán González, Munio González, Lope Iñiguez, los Ladrón de Guevara,entre otros, ostentaron sucesivamente el título. En el mismo caso estuvo el condado deGipuzkoa, en manos de García Armáriz, Or-bita Arnárez, Vela de Guevara, LopeIñiguez, los Ladrón de Guevara. Ambos títulos desaparecieron con la ocupacióncastellana.

El Señorío de Bizkaia estuvo vinculado a sus titulares en mayor grado. Al menosdesde el 1040 los Señores de Bizkaia fueron los López de Haro: sólo perdieron elcondado entre 1135 y 1180, cuando recayó en los Guevara, hasta que se lo devolvió elrey castellano. Los Haro cambiaron varias veces la fidelidad monárquica sin perder el

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dominio sobre Bizkaia, de forma que ostentaron el Señorío en Navarra y en Castilla.

A diferencia de los otros, el de Bizkaia era un señorio jurisdiccional.Posiblemente, el ejercicio de la autoridad gubernativa generó un dominio que nodependía estrictamente de la voluntad del Rey. El señor de Bizkaia tenía competenciasque en Alava y Gipuzkoa ejercía el rey: tenía el mando militar, cobraba tributos,nombraba funcionarios (prestameros y merinos), y ejercía la potestad judicial. Mientrasen Alava y Gipuzkoa las villas las fundó el rey, en Bizkaia lo hizo el Señor.

En el siglo XIV nació otra ruta mercantil. Unía el interior de la penincula con los puertos del norte deEuropa, privilegiando el papel de las Vascongadas.

Tras la definitiva entrada en la órbita castellana no desapareció el Señorío deBizkaia, que siguió en manos de los Haro. Era ésta la más poderosa familia de Castilladespués de la real, lo que sin duda contribuyó a consolidar el Señorío. Al extinguirse lacasa de Haro, el Señorío pasó a los Lara, otro linaje importante. Recayó en 1371 en elinfante don Juan, que en 1379 heredó la corona de Castilla. Reino y Señorío tendríandesde entonces un mismo titular, pero Bizkaia mantuvo sus peculiaridades jurídicas.

Durante la Alta Edad Media se forjó la composición territorial de las cuatrodemarcaciones vascas.

Navarra, formada por la anexión de territorios al reino de Pamplona, que alprincipio comprendía la Navarra Media, reproducía básicamente la zona de los antiguosvascones, si bien perdía en 1200 la franja entre Oyarzun y el Bidasoa, conquistada porCastilla.

La antigua distribución tribal tuvo, pues, influencia en la división territorial. Laprincipal novedad fue la aparición de Alava como enclave diferenciado. Probablemente,se debió a la dinámica histórica de este área, con personalidad propia por el papelfronterizo que jugó durante siglos. Lo tuvo ya durante la crisis del Bajo Imperio;después, fue frontera entre godos y vascones, entre éstos y árabes —las crónicasárabes refieren 21 incursiones por tierras alavesas— y, por fin, entre la monarquíanavarra y la asturleonesa o castellana.

Alava no incluía en el 1200, cuando la anexión a Castilla, todo el aetual territorioalavés. Varias plazas militares las dirigían sus señores, hasta que se agregaron a laprovincia las de Portilla, Treviño y Laguardia.

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Bizkaia accedió a la unidad por adscripción personal de diversos territorios alSeñor de Bizkaia. Al principio, tenía éste la Bizkaia nuclear, que excluía elDuranguesado y las Encartaciones. Era la vertiente norte de la antigua zona caristia.Durango formó en los siglos XI y XII una circunscripción política, que en 1 195 pasó amanos castellanas; en 1212 Alfonso VIII lo donó a Diego López de Haro. Más complejafue la incorporación de las Encartaciones (antiguo territorio autrigón), pues careció deuna unidad política como la de Durango. Santurce y Gordejuela eran del Señor deBizkaia en el siglo XI; Sopuerta, Somorrostro y Carranza lo fueron en el XII; Lanestosase incorporó a fines del siglo XIII, y Valmaseda al acabar el XIV.

Gipuzkoa no incluía durante la primera mitad del siglo XI territorios al oeste delDeva, de forma que reproducía la franja norte de los antiguos bárdulos, pero sí durantela centuria siguiente. Se incorporó el antiguo territorio vascón situado al este deOyarzun en 1200, conquistado por el rey castellano. Dentro de Gipuzkoa hubo undemarcación diferenciada, el señorío de Oñate, que no entró en la provincia hasta laEdad Moderna.

La economía medieval

No conocemos bien la economía del País Vasco medieval. La documentaciónsugiere que en el sur y en Navarra la agricultura estaba más desarrollada que en elnorte: en Alava existían fincas agrícolas protegidas por torres; y el asentamiento árabeen el Ebro, en el sur navarro, hizo progresar las técnicas agrícolas, con la noria ysistemas de riego. Posiblemente, esta zona practicaba el pastoreo, pero sin que al-canzase la importancia que tenía en la vertiente septentrional, de economía ganadera yforestal: la ganadería era su actividad más importante; el bosque, que se usaba para lacría del ganado, sólo desaparecía para dejar sitio a las pomaradas; las huertas eranescasas.

BERMEO (Bizkaya). Vista general.

El Rey de Castilla o el Señor de Bizkaia crearon Villas en la Costa,para potenciar los puertos; así nacía Bermeo en 1237.

Así, el Fuero de los labradores de Durango de 1150, se promulgó para unasociedad en la que primaba la ganadería. Los labradores tenían que pagar al señorsegún sus cabezas de ganado. Varios documentos aluden a los pastos, y a tierras,huertas y manzanales, árboles, montes, y pastos, como figura en la donación de laiglesia de Yurreta a San Millán de la Cogolla de 1072. Posiblemente, en los siglos XI yXII se introdujeron prácticas agrícolas pues a mediados del XIII una mala cosecha teníaya secuelas de hambres y pestes; se paliaban con sacrificios ganaderos, de forma que

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se complementaban ambas producciones agropecuarias.

Bayonne o Baiona, que perteneció al Reino de Navarra, fue uno de los principales puertos del PaísVasco, por el que salían en tiempos los productos navarros.

Así, pues, la economía de la vertiente mediterránea estaba más avanzada.Desde al menos el siglo IX —la primera noticia es del 871—, había ferrerías en tierrasalavesas, mientras hasta fines del XIII no se documentan en el norte: los votos de SanMillón pedían a las localidades alavesas el pago en rejas de hierro, mientras exigíanbueyes en las dos provincias costeras.

Contribuyó a las diferencias económicas el mayor impacto que tuvo en Navarra yen el sur del País Vasco la ruta de los intercambios mercantiles altomedievales, que seestableció en el siglo XI a través del camino de Santiago. Con las peregrinaciones,masivas en el siglo XII y que se practicaban aún el XV, penetraron en la península in-fluencias culturales, políticas y económicas.

El camino más antiguo que afectó al País Vasco seguía el trazado de lascalzadas romanas. Tras penetrar en Navarra por Roncesvalles y alcanzar Pamplona,derivaba hacia Salvatierra, Armentia y Miranda de Ebro, a través de Huarte-Araquil. Enel reinado de Sancho el Mayor, la conquista de tierras a los árabes permitió un caminomás meridional, por lo que la ruta seguía desde Pamplona a Puente la Reina y Viana,para dirigirse después hacia Logroño. Además, se utilizaban el camino que entraba enla Península por Somport (conectaba con el anterior en Puente la Reina, tras pasar porJaca, Liédena y Monreal) y, con más frecuencia, el camino del Ebro.

Aunque a comienzos del siglo XIII algunos peregrinos llegaban por Irun (seguíanpor Hernani, Tolosa, el puerto de San Adrián, Vitoria y Miranda), estos intercambioseconómicos y culturales afectaron sobre todo a Navarra y a la vertiente meridional delPaís, insertas por el camino de Santiago en el eje que recorría el norte peninsular ensentido esteoeste.

En el siglo XIII nació otra ruta mercantil, que sustituiría en importancia a laanterior, en declive desde el XIV. Unía el interior de la península con los puertos delnorte de Europa: Inglaterra, por ejemplo, importaba lana castellana ya a mediados delsiglo XIII. Se privilegió así el papel de las Vascongadas, pues sus puertos participaronen el tráfico nortesur. De fines del siglo XIII datan, además, las primeras noticias deferrerías en Gipuzkoa y en Bizkaia. Durante la Baja Edad Media, por tanto, la economíade la vertiente cantábrica se modernizaba.

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Las villas

Las sucesivas novedades económicas propiciaron la aparición de nucleosurbanos. Cuando se fundaban, las villas recibían un marco legal que favorecía seestableciesen artesanos y comerciantes: se les concedía una estructura administrativapropia, dependiente del rey, un territorio bajo su jurisdicción, la autorización paracelebrar mercados semanales, privilegios económicos y un régimen jurídico propio.

Las primeras villas se crearon en el camino de Santiago. Fueron Sangüesa yEstella, fundadas en el 1090. Después, nacieron las de Tudela, Puente la Reina yPamplona. Con la recuperación de la independencia de Navarra en 1134 siguió elaforamiento de villas en el centro y sur del Reino (Olite, Monreal, Los Arcos, Artajona,etc). La ribera del Ebro era, de momento, la zona más urbanizada. Falces, Funes,Sesma, Caparroso, Carcastillo aparecieron ya en el siglo XII.

A los móviles económicos se unieron los militares. El rey navarro y el castellanocrearon villas para asentar su hegemonía en las tierras intermedias. El primero fundóen 1165 Laguardia, Vitoria en 1181 y Antoñana y Bernedo el año siguiente, paraafirmar sus posiciones en Alava. Las preocupaciones militares propiciaron, a su vez, lacreación de Viana, una plaza fuerte para defenderse de Castilla, así como la fundaciónentre 1263 y 1279 de Torralba, Aguilar y Genevilla, y, a comienzos del siglo XIV, deHuarte Araquil, Echarri Aranaz y Espronceda.

Salinas de Añana, fundada en 1140 para potenciar la población que explotabalas salinas, fue la primera villa creada por Castilla en las Vascongadas. Razonesmilitares inspiraron la fundación de la Puebla de Arganzón, también en el siglo XII, y laserigidas por el rey castellano en Alava durante el XIII (Labastida, Santa Cruz de Cam-pezo, Fresnedo, Corres, Antoñana, Salvatierra, Treviño).

La aparición del comercio norte-sur en el siglo XIII relanzó la fundación de villasen las Vascongadas. La formación de San Sebastián por el rey navarro, en 1181,anticipaba el interés por el tráfico marítimo, pero la nueva fase la protagonizó Castilla,que dominaba las Vascongadas desde fines de siglo. El rey de Castilla o el Señor deBizkaia crearon villas en la costa, para potenciar los puertos, y en el interior, buscandofomentar las rutas comerciales. En 1 199 nacía la de Valmaseda, situada en el caminoentre Burgos y puertos vizcaínos. En 1209 recibían la carta-puebla Hondarribia, Getariay Motrico; en 1237, Zarautz y Bermeo. Entre 1256 y 1268 nacían varias villas en loscaminos gipuzkoanos: en la ruta entre Vitoria y San Sebastián, las de Segura,Villafranca y Tolosa: Mondragón y Bergara, como puntos de paso desde el interior aDeba, Zumaya y Getaria.

Bizkaia fue el último territorio en contar con una amplia red de villas. Alacercarse el final del siglo XIII sólo tenía tres: un puerto, Bermeo, y dos villas en losaccesos al Señorío: Valmaseda y Ochandiano, fundada esta última en 1254.Posiblemente, el camino de Ochandiano unía Vitoria con los puertos más occidentalesde Gipuzkoa. Las siguientes villas vizcaínas, Durango y Ermua, creadas en 1290,estuvieron en esta ruta. En el cambio de siglo, sin embargo, se inició una ampliapolítica fundacional. En 1299 nacieron las villas de Plencia y de Orduña —un nuevoacceso al Señorío— y en 1300 la de Bilbao. Entre 1322 y 1327 otros tres puertos seconvirtieron en villas, Portugalete, Lequeitio y Ondárroa.

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Desde 1330 la creación de villas tuvo un sentido diferente. Había empezado lacrisis social de la Baja Edad Media, y con villas, enclaves amurallados, se protegió a lapoblación del amenazante entorno dominado por las luchas banderizas. MenosGernika, nacida en 1366, todas las de esta fase tuvieron tal carácter defensivo.Proliferaron en los límites entre Bizkaia y Gipuzkoa, donde surgieron Deba, Placencia,Eibar, Elgóibar, Zumaya, Marquina y Elorrio. Miravalles, Villaro, Munguía, Larrabezúa,Rigoitia nacieron en la misma coyuntura. La agitación provocó también que en Alava secrearan Alegría y Elburgo, según su carta fundacional para que sus pobladores seantenidos en paz y justicia.

Así, pues, razones muy diversas alentaron la fundación de villas. Hubo motivoseconómicos, militares y políticos. Estaban, también, las causas demográficas.Probablemente, en el País Vasco la población, como en todo el occidente europeo, sedesarrolló entre el siglo XI y comienzos del XIII. La fundación de villas del período sirviópara asimilar este crecimiento, propiciando nuevas funciones productivas. De otro lado,en Navarra las villas atraían a francos, por una política que captaba extranjeros paralas actividades burguesas: se restringió la presencia de navarros en las villas hasta queel empuje demográfico forzó a admitirlos; desde 1180-1190 se permitía ya elasentamiento sive navarras sive alias.

A mediados del siglo XIII se interrumpió la presión demográfica. Las villascreadas desde entonces no respondían al avance de la población. Los aforamientosnavarros se paralizaron. La mayor actividad fundacional en las Vascongadas sirvió,posiblemente, para reordenar la población que había crecido en períodos anteriores.Hubo, también, móviles sociales al fundarse las villas, sobre todo desde 1330. La con-flictividad bajomedieval provocó que los labradores pidiesen protección. Las villascumplían esta función, pero con frecuencia las de esta fase no gestaron un mundourbano, y muchas apenas superaron su inicial carácter agrícola. Las poblaronlabradores que se refugiaron en sus muros, pero siguieron viviendo de la agricultura.Pero por lo comun las villas representan enclaves burgueses, con formas económicasdiferentes a las del entorno rural y con una estratificación social relacionada con lasactividades artesanales y mercantiles.

La crisis bajomedieval

Pese al desarrollo de los burgos, la del Medievo era una sociedadfundamentalmente agraria, jerarquizada en función de la propiedad de la tierra.

En Navarra los villanos —campesinos, por oposición a los ruanos, que vivían enlas calles de las poblaciones— eran el grupo más numeroso. Distintas denominaciones—villanos, rústicos, mezquinos, pecheros, collazos—, aludían a varias situaciones, nosiempre bien conocidas. Con frecuencia, estaban adscritos a la tierra y pagaban a losseñores renta y tributos, y, como pecheros, contribuciones al rey, a quien prestabanservicios. No faltaban campesinos libres, ni quienes podían abandonar la tierra, si bienal hacerlo la perdían. En conjunto, no distaban mucho de los hombres de la glebatípicos del feudalismo europeo, pues se constata el carácter de siervos. Eran la basede una sociedad rural de rasgos feudales, dominada por los nobles, que presentabanuna variada tipología (ricoshombres, caballeros, infanzones o hidalgos).

Los escasos documentos altomedievales que informan sobre las Vascongadasapuntan una sociedad de rasgos similares. En la Baja Edad Media, mejor conocida, enla sociedad agraria había tres grupos básicos:

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Los ricoshombres reunían las más extensas propiedades, con posesiones querebasaban el ámbito del País Vasco. Su actividad fundamental la desarrollaban en lacorte de Castilla, donde con frecuencia jugaron un importante papel.

Con los anteriores, los hidalgos componían la nobleza de las Vascongadas.Poseían la mayor parte de la tierra y acaparaban las rentas, pero presentabansituaciones muy diversas, por sus distintos niveles económicos. Destacaban losParientes Mayores, la cúpula de una sociedad de rasgos feudales. Con ampliasposesiones, encabezaban los linajes.

Los labradores, el estrato social inferior, eran la mayoría de la población. EnAlava, la provincia mejor documentada, había durante la Baja Edad Media tres tipos decampesinos. Los labradores censuarios estaban vinculados al rey, que podíaadscribirlos a una villa; sin tierras, pagaban tributos y prestaban ciertos servicios. Loscollazos, sujetos a la jurisdicción real, estaban adscritos a la tierra; los hidalgos lospodían trocar, comprar, venderlos o donar. Algunos labradores de las tierras de loshidalgos estaban sometidos a la jurisdicción señorial; podían abandonar tierra y señor,perdiendo sus derechos sobre la heredad que cultivaban.

Desconocemos la proporción de cada grupo y sus condiciones concretas. En lasdos provincias costeras se documentan las tres situaciones estudiadas en Alava, perolos collazos sólo aparecen esporádicamente, por lo que quizás eran característicos dela vertiente meridional. Por lo que sabemos, los labradores de Bizkaia y Guipuzkoadependían también del señor, de los hidalgos o del rey, y no debía de ser excepcionalsu adscripción a un solar, la restricción de su movilidad, o que careciesen de ella;satisfacían rentas y prestaciones que variaban segun su grado de dependencia. Hubotambién campesinos libres. Posiblemente, trabajaban como arrendatarios tierrasajenas, pero no conocemos bien su situación, ni el papel social que desempeñaron.

En la jerarquizada sociedad medieval hubo agudos conflictos sociales. Los queafectaron a Navarra a fines del siglo XIII tuvieron una dimensión política. Laconflictividad que generaba la alternativa de acercarse a Francia o a la penínsulaculminó cuando los francos de Pamplona, apoyados por tropas francesas, arrasaron laNavarrería, en 1276, sellando el triunfo de la política de aproximación a Francia. '

Después, en la Baja Edad Media la crisis social sacudió a todo el País Vasco. Semanifestó en la guerra de bandos de las Vascongadas y, en Navarra, en las luchasentre agramonteses y beaumonteses.

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La crisis bajomedieval tuvo en el País Vasco su propia dinámica, peroprobablemente seguía las mismas pautas de la que sufría la sociedad europea. Entorno a 1280 los primeros síntomas de estancamiento económico interrumpieron elcrecimiento iniciado a fines del siglo X. Durante el XIV, sobre todo de 1340 a 1370, lacrisis fue muy acusada: el hambre y de la peste castigaron a una población excesivapara una economía en recesión. Los problemas desembocaron en una crisis social. Elretroceso de las rentas generó agudas tensiones en el siglo XIV, que se prolongarondurante buena parte del XV. Fue decisiva la actitud de la nobleza, pues para mantenersu nivel económico acentuó su presión sobre los campesinos y la burguesía. Además,abundaron los enfrentamientos entre los nobles. Con el empleo de la violencia en estostres frentes (campesinos, villas, y las luchas contra otros potentados) intentaban losnobles captar una mayor parte de la producción, para compensar la disminución queésta sufría.

La evolución económica del País Vasco coincide, por lo que sabemos, con la delOccidente europeo, bien que con un ritmo propio. En las Vascongadas entre 1280 y1350 el desarrollo urbano y mercantil coincidió, al parecer, con el deterioro de lasrentas agrarias. La depresión se generalizó entre 1350 y 1420. Desde esta fecha, huboya una mejoría demográfica y económica, si bien el campo fue reacio a la recuperaciónhasta aproximadamente 1475.

Esta evolución provocó una crisis social de rasgos similares a la europea. En lasVascongadas el episodio mejor conocido es la guerra de bandos, esto es, losenfrentamientos entre los hidalgos, pero abundan las noticias de presiones nobiliaressobre campesinos y villas. Basten algunos ejemplos: en 1353 algunos campesinosentraron a formar parte de Mondragón para evitar los males é dapnos é furtos é fuerzasé desaguisados de los hidalgos; la carta-puebla de Munguía, Rigoitia y Larrabezúa, de1376, refiere que los fijodalgos é otros poderosos se atreben á tomar, é robarles. Losnobles presionaban también a las villas —Salinas de Léniz, Valmaseda y Orduñafueron otorgadas en señorío— y se entrometían en actividades mercantiles: porejemplo, algunos Salazar cobraban impuestos a los barcos que cruzaban Portugalete,contra lo dispuesto en la carta-puebla de Bilbao.

Caracterizó a la crisis bajomedieval vascongada la lucha entre los señores de latierra, la guerra entre oñacinos y gamboinos, los dos bandos en que se dividió lanobleza. Los bandos, vinculaciones de rasgos feudales, quizás con reminiscenciasgentilicias, se formaban por asociación de varios linajes, que algunas veces procedíandel mismo tronco. La institución básica era, así, el linaje, que agrupaba a una extensacomunidad ligada por lazos de sangre y por dependencias personales o colectivas:gran parte de la población, incluso no nobles, se integraba en la estructura de bandos.

Torre de Orgaz, finales del siglo XIV. Fontecha

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El Pariente Mayor defendía el patrimonio familiar y tutelaba a los demásmiembros del linaje, cuyas propiedades, vida y honor protegía. Como titular del solar,símbolo y soporte material del linaje, poseía la mayor cantidad de tierras, privilegios yrentas, con ingresos muy diversos, desde los típicamente señoriales hasta, a veces, losrelacionados con el comercio y la industria. Molinos, pastos, montes, ferrerías,derechos sobre vasallos, patronatos de iglesias (que le permitían percibir el diezmoeclesiástico) componían una compleja gama de composición no bien conocida.

Del Pariente Mayor dependían parientes, atreguados, encomendados y lacayos.Con la entrada en treguas, uno o más nobles —incluso otro pariente mayor— secomprometían a prestarle servicios bélicos a cambio de protección. Por la encomienda,un vecino o grupo de vecinos se vinculaba al jefe de un linaje, de buen grado o por lafuerza: sus prestaciones económicas aseguraban a los encomendados el amparo delos parientes mayores. Además, formaban parte del bando multitud de lacayos,malhechores y salteadores, que los parientes mayores encubrían, protegían yutilizaban en sus expediciones.

Las agitaciones medievales que sacudieron el Occidente europeo tuvieron su expresión en el País Vascoen las guerras de bandos y en las luchas entre agramonteses y beaumonteses.

Torre defensiva (siglo XIV) y palacio de Murga (siglo XVI).

Los vínculos sanguíneos entre linajes fueron quizás origen de los bandos, perosu fidelidad no eran incondicional: a veces cambiaban de bando.

En Gipuzkoa la rivalidad entre oñacinos y gamboínos se estrueturó a partir de laoposición de los Gamboa-Olaso y los Lazcano, germen respectivo de ambasparcialidades. En Bizkaia encabezaban a los oñacinos los Butrón y los Mujica, y a losgamboinos los Abendaño y los Salazar. Por lo demás, la distribución de ambos bandos,también con presencia en Alava, dependió de las decisiones de los Parientes Mayores.

Las guerras banderizas comenzaron a fines del siglo XIII. Los motivos de lasluchas, muy diversos, sólo son inteligibles a partir de la mentalidad medieval. A veces,ocasionaron altercados sangrientos problemas nimios, como el robo de unas castañaso la posesión de una bocina. Era la lucha por el valer más, por la valía personal yfamiliar, el no reconocer nunca supremacías ajenas. Pero a veces motivos de másenjundia señalan mejor el trasfondo de los antagonismos, como las disputas por laherencia del señor de Ayala, el Señorío de Orozco o el de Marquina. Y si en una villavivían uno o más linajes, la lucha por el poder municipal originó numerosos incidentes,como sucedió en Bergara, Deba, Mondragón, Lekeitio, Bermeo o Bilbao.

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Enrique IV, titulado rey de Navarra y Francia, tenia como divisa «Navarra sin miedo».Era un vestigio del periodo iniciado en el siglo XIII en el que el Reino de Navarra estuvo en el área de

influencia de las dinastías francesas.

Las luchas llegaron a ser muy violentas, a veces con gran número de hombres:a la batalla de Elorrio Juan Alonso de Mujica llevó 4.000; en 1414 Alonso de Mújicaacudió a la de Munguía con 1.500, mientras su oponente, Gonzalo Gómez de Butrón,mandaba a 800.

La inseguridad se adueñó de todos los órdenes de la vida. Algunos labradoreshuían, para engrosar el bandolerismo; otros, solicitaban la creación de villasamuralladas.

Pero hubo una reacción más general. El rey impulsó la formación deHermandades para acabar con los banderizos, conforme al modelo de Castilla,compuestas por campesinos, habitantes de las villas y algunos hidalgos. Las villas —donde, por ser de realengo, era más inmediata la acción del soberano— tuvieron lamayor participación: formaron las primeras Hermandades provinciales. A fines del sigloXIV, sin embargo, toda la tierra vascongada se iba integrando en ellas. En el XV sedotaron de una sólida organización. Contribuyeron a que las provincias se convirtiesenen comunidades políticas: en su seno nacieron las primeras legislaciones de corte foral.

Las Hermandades protagonizaron el ataque a la hegemonía banderiza. Laprimera campaña general la dirigió Gonzalo Moro, corregidor del rey, que en 1390encabezó a la Hermandad vizcaína contra los Parientes Mayores. En 1394 junto a laJunta de Gernika y en 1397 con la de Getaria elaboró severas ordenanzas y organizóla justicia con duras disposiciones, que castigaban con la muerte a los ladrones y,también, a sus encubridores.

No acabaron las agitaciones, que llegaron a su punto culminante en 1448,cuando los bandos quemaron Mondragón. Se reorganizó entonces la Hermandadgipuzkoana, que entre 1451 y 1456 destruyó muchas casas fuertes y expulsó a algunosParientes Mayores. En respuesta, los bandos desafiaron a ocho villas. Provocaron asíla definitiva ofensiva de la Hermandad, dirigida personalmente por Enrique IV.

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Destierros, confinamientos, destrucciones de casas fuertes acabaron por fin con lahegemonía de los bandos en Gipuzkoa.

A petición del banderizo Lope García de Salazar, confinado por sus hijos, y demercaderes burgaleses y vizcaínos, perjudicados por los robos, Enrique IV envió aBizkaia al conde de Haro, para acabar con los bandos. No lo consiguió, pues en 1471le derrotaron los Mújica y los Abendaño. El ocaso banderizo en Bizkaia se produjo conlos Reyes Católicos, que a instancias de Bilbao enviaron a Garci-López de Chinchilla.Su Ordenamiento, de 1487, rompió el equilibrio de fuerzas a favor de las villas, alcolocarlas bajo el control de la corona.

Pacificación de los bandos Oñacino y Gamboino ante el corregidor Gonzalo Moro.

Todo indica que en las Vascongadas estos conflictos acabaron con la victoria almenos parcial de las Hermandades, a lo que contribuyeron la mejoría económica y lafuerza que adquirían las villas, por el desarrollo comercial. Los Parientes Mayoresconservaron algunos privilegios, pero al establecerse la hidalguía universal terminaronen Bizkaia y Gipuzkoa las diferencias jurídicas entre hidalgos y labradores.

En Navarra, la crisis social de la Baja Edad Media siguió una dinámica diferente.Hubo tensiones como las del Occidente europeo, con presiones señoriales sobre villasy campesinos, pero lo más relevante fue el enfrentamiento entre nobles, que presentócaracterísticas singulares. Tuvo connotaciones políticas, al entremezclarse con unproblema dinástico en el que se jugaba el destino del Reino. Además, la hegemoníanobiliar no generó una respuesta organizada, sólo reacciones aisladas, como la de loscampesinos de Falces, que en 1337 atacaron al infante Luis, gobernador del Reino; eldeterioro de la monarquía impidió que el rey encabezase iniciativas colectivas como lade las Hermandades, de modo que las agitaciones no terminaron por su acción, sinopor la intervención exterior.

La pérdida de identidad de la monarquía condicionó la lucha entre agramontesesy beaumonteses, los dos bandos en que se dividió la nobleza. Desde el siglo XIII, conla corona en dinastías francesas, Navarra se subordinaba a intereses exógenos: losfranceses copaban la administración, el rey intervenía en la Guerra de los Cien Años. Ydespués del fecundo, pero excepcional, reinado de Carlos III (13871425), el rey, JuanII, participó corno un noble más en las agitaciones nobiliarias de Castilla. Así, el marco

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de los problemas que se sucedían en la Navarra bajomedieval sobrepasaba susfronteras.

Influyeron en las agitaciones navarras del siglo XV las políticas de otros reinos.Situada entre las poderosas Castilla, Aragón y Francia, los reinos limítrofes quisieraninfluir en Navarra, para incorporar o subordinar este enclave estratégico. Tuvieron éxito,por la debilidad de la monarquía y las disputas internas. Unas veces, los propios reyesse apoyaron en facciones foráneas; otras, los reinos limítrofes encontraron apoyos enlos bandos navarros. Además, los reyes no intentaron, corno en otros reinos, fortalecerel poder real en detrimento de la nobleza, sino que participaron en sus contiendas.

Un problema dinástico desencadenó la guerra. El testamento de doña Blanca,muerta en 1441, nombraba heredero a su hijo don Carlos, el Principe de Viana, pero leexigía que no se titulase rey sin permiso de su padre. Don Juan, empeñado en lasluchas nobiliares castellanas, no lo otorgó, y retuvo el gobierno. Estalló un conflicto quese complicó al heredar don Juan la corona de Aragón; el Príncipe de Viana era suprimogénito, por lo que los territorios de Aragón se vieron afectados por el mismoproblema.

Las disensiones que había en la nobleza navarra, cuyos dos bandos se habíanenfrentado ya, se reprodujeron a gran escala, por el apoyo a don Juan o a don Carlos.A éste secundaron los Beaumont, que dieron nombre a su bando. La facción opuesta lorecibió de los Agramont. Ambas familias eran de la Baja Navarra, pero su antagonismosacudió a todo el Reino, dividido en dos por las impredecibles aspiraciones de losnobles. Casi toda la Montaña, Pamplona, Olite y algunas villas ribereñas (Lerín, Lesma,Mendoza y Arellano) eran beaumonteses. La Ribera era el principal baluarte de losagramonteses, que contaban con Estella y Tudela. De los valles pirenaicos, sólo sealineaba con ellos el Roncal, pero era un punto vital, pues les comunicaba con el condeFoix, aliado de don Juan.

La guerra civil se desarrolló de forma favorable a los agramonteses. Don Juanostentó la corona hasta su muerte, en 1479. Después, agramonteses y beaumontesesapoyaron distintas alternativas dinásticas.

Las disensiones favorecieron las interferencias exteriores. Terminaron en 1514,con la conquista de Navarra por Fernando el Católico. En guerra con Francia, el reycastellano-aragonés invadió el Reino al estimar que apoyaba a los franceses. Tenía elapoyo beaumontés: en el ejército castellano marchaban significados miembros de estebando.

Concluyeron así las disputas nobiliares, y, con ellas, la independencia deNavarra. Las Cortes juraron a Fernando como rey. En 1516, cuando doña Juana yCarlos I heredaron la corona, se especificaba que tendrían a Navarra como reyno depor sí, de forma que mantendría sus peculiaridades políticas.

Durante la Baja Edad Media se crearon los regímenes forales, que regularon lavida de los cuatro territorios: establecían su organización política e incluían variadasdisposiciones, desde las económicas y sociales hasta un derecho civil específico, quesólo faltó en Alava. En las villas sólo se aplicaron en parte, pues se organizaban porsus propios fueros, que les otorgaban además el derecho civil comun.

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La foralidad vasca desarrollaba los mismos principios que tenían los múltiplesfueros nacidos por entonces en los reinos peninsulares, que reproducían los delOccidente europeo. Eran usos y costumbres convertidos en ley por el reconocimientoreal, conforme a las concepciones medievales: el ordenamiento político se basaba enel compromiso entre reino y monarca, en un pacto por el cual el poder de éste sesupeditaba a la observación de fueros, usos y privilegios.

Grabado que representa la batalla de Pavia, 1525, en la que el gipuzkoano Juan de Urbietaapresó al rey francés. En el siglo XVI,

los vascos participaban activamente en la Administración y el Ejército de la Monarquía.

Formada tempranamente una monarquía, los Fueros de Navarra se promulgaronlos primeros. Las tensiones entre Teobaldo I y la nobleza forzaron a clarificar lasobligaciones de rey y súbditos, poniéndolas por escrito en 1238. Al llamado FueroAntiguo se añadieron en el siglo XIII diversas disposiciones (los fueros de Estella yPamplona, usos locales y ordenanzas). En conjunto formaban un cuerpo jurídico degran prestigio, que reformaron las Cortes de 1330, a instancias de Felipe de Evreux, enel Amejoramiento de Don Felipe. Con algunas ampliaciones, fue el Fuero General quepervivió tras la conquista castellana. Lo completaron Reales Cédulas y leyeselaboradas por las Cortes y sancionadas por el rey.

Las Hermandades formadas contra los banderizos fueron el marco en que sepromulgaron los fueros de las Vascongadas. Tras varias disposiciones —destacan lasque en Gipuzkoa y Bizkaia promovió Gonzalo Moro a fines del siglo XIV—, los primeroscódigos completos se elaboraron a mediados del XV. Fueron el Fuero Viejo de Bizkaiade 1452, los Cuadernos Viejo y Nuevo de la Hermandad de Gipuzkoa de 1457 y 1463;y el Cuaderno de la Hermandad de Alava de 1463 —Treviño, un siglo antes donado porel rey en señorío, quedó fuera de la Hermandad—. Formaron parte de los Fueros deGipuzkoa y de Alava, también, Reales Cédulas y ordenanzas elaboradas por las Juntasy aprobadas por los monarcas. En Alava regía además la escritura de 1332, quedescribía la situación social y generalizaba en la provincia el Fuero Real (el derechocomún). En Bizkaia, la legislación se actualizó en 1526, en el Fuero Nuevo, acabadaslas luchas banderizas, pues muchas de las duras disposiciones de 1452 eran yainnecesarias.

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IV. LA EDAD MODERNA

Caracterizó al País Vasco de la Edad Moderna la subsistencia del sistema foralcreado en el Medievo. Mientras, en España, desaparecían los demás fueros, de origeny principios políticos similares, el País Vasco se rigió por estas legislaciones durante lossiglos en que se construía la monarquía absoluta.

A la singularidad política se unía una estructura productiva atípica. La agriculturade la vertiente cantábrica, escasa en vino y cereales, no conseguía una producciónsuficiente para toda la población. Por contra, la industria y el comercio presentaban undesarrollo notable, que servía para paliar el déficit de subsistencias. Así, la economíadel País Vasco tenía rasgos modernos (debilidad del sector primario y desarrollo delsecundario y terciario), acentuados con el paso del tiempo.

La sociedad vasca del Antiguo Régimen presentaba también notas singulares, almenos en Bizkaia, Gipuzkoa y norte de Alava y Navarra: no se dividía en losestamentos característicos de la Edad Moderna, que distinguían entre nobleza, clero ytercer estado sin privilegios. La hidalguía universal, impuesta a fines de la crisisbajomedieval, generalizaba el estatus privilegiado de nobles, y suponía internamente laigualdad jurídica, una circunstancia excepcional en el período. Así, la sociedad no sejerarquizaba de forma estamental, sino por la posición dentro del aparato productivo.En esto el Pais Vasco presentaba también caracteres modernos.

De otro lado, el ámbito rural y el urbano tenían sus propias estructuras internas ycriterios de diferenciación social. En el primero, la concentración de la propiedad de latierra, entre otras formas de dominio, permitía la hegemonía de los jauntxos, la noblezarural; en las ciudades, las variadas situaciones generadas por la economía urbanadestacaban a la burguesía mercantil como grupo dominante.

Los fueros vascos

Los Fueros definían el ordenamiento jurídico y político del País Vasco durante elAntiguo Régimen. Los fueros vascos compartían algunos principios comunes, peroeran diferentes en cada provincia, por rango y contenido. A veces, sus peculiaridadesseparaban hondamente las distintas foralidades, pues no hubo uniformidad institucionalo normativa.

Aún así, durante la Edad Moderna se asentó la idea de que los fueros de lasVascongadas coincidían en aspectos esenciales, mientras se entendía a los fuerosnavarros como una realidad diferente. La distinción no era arbitraria. El rango demonarquía que tenía Navarra implicaba, además de un mayor desarrollo institucional,una legitimidad distinta. La organización política, por ejemplo, justifica tanto la distinciónentre Navarra y las Vascongadas como la afirmación de la identidad foral de Bizkaia,Gipuzkoa y Alava. En estas tres provincias los organigramas forales (basados en elesquema de Juntas Generales-Diputaciones) presentaban similitudes. Diferíanradicalmente del sistema navarro de Cortes, Diputación y Consejo Real, equiparable alde los Reinos nacidos en el Medievo.

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Torturas de la Inquisición. La Inquisición persiguió durante siglos (hasta comienzos del XIX) lasdesviaciones de costumbres, así como las religiosas y políticas.

Este entramado legal se basaba en los Códigos Forales, que, sin embargo, noreglamentaban toda la organización político-administrativa. No siempre recogían porescrito aspectos fundamentales, sobre todo en las Vascongadas; a veces sólo

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mencionan instituciones tan básicas como el Corregidor o las Juntas Generales, sindetallar su papel o funcionamiento. Tales materias, y otras muchas, no las regulabauna concreta norma legal, sino la tradición.

Esta lógica reproducía el proceso por el que se creó el sistema: los fuerosdebían su rango de ley al reconocimiento real, pero tenían un origen consuetudinario.Sobrevivieron, por tanto, las concepciones pactistas bajomedievales. Su originalidadresidía no en los principios que los animaban, sino en su pervivencia con la monarquíaabsoluta, basada en teorías diferentes. Con todo, la foralidad no cuestionaba alabsolutismo, sino que especificaba, además de normas que regían la vida de lacomunidad, la forma en que el soberano ejercía su poder supremo. Por eso, parte delos Fueros la compusieron diversas Cédulas y Ordenanzas promulgadas por el rey.

En el ejercicio del poder participaban representantes del rey y autoridades quedesignaban las entidades locales. Cada ámbito tenía sus funciones.

En Navarra encarnaban al poder real el virrey y el Consejo Real. Los delegadosdel rey en Gipuzkoa y Bizkaia eran los corregidores. En Alava no había una autoridadsimilar; segun la práctica foral, el diputado general asumía la representación real, perosin las atribuciones de los corregidores.

La participación de los delegados reales en la vida política y administrativa delas provincias vascas constituía una pieza básica del régimen foral, no una intromisiónque alterase su contenido y significado.

Una de sus competencias fundamentales era la administración de justicia,impartida en nombre del rey. Se atenía al derecho civil foral donde estaba vigente. Encasi toda Alava regía el Fuero Real y las autoridades judiciales eran similares a las deCastilla.

Por lo demás, en Navarra el virrey asumía la representación del monarca, aquien la foralidad adjudicaba el poder supremo. Ostentaba el gobierno de Navarra y erael eje de la vida política del Reino.

En Gipuzkoa y Bizkaia los corregidores tenían también atribuciones políticas yadministrativas. Al participar en los órganos representativos intervenían en la toma dedecisiones, con funciones de control, inspección o arbitraje. Presidían en Gipuzkoa yBizkaia las Juntas Generales, cuyas decisiones debían avalar. En Bizkaia formabanparte, además, de la Diputación, con la que colaboraban en Gipuzkoa. De otro lado,controlaban la vida municipal, pues los Ayuntamientos tenían que rendirles cuentas;cualquier impuesto municipal requería su aquiescencia. En Alava el diputado generalpresidía las Juntas, pero el control de los Ayuntamientos correspondía al poder central.Esta función la ejercía en Navarra el Consejo Real, que fijaba, además, los requisitospara acceder a cargos municipales.

Completaban el organigrama foral las instituciones designadas localmente. Enlas Vascongadas las Juntas Generales ocupaban el lugar central de esta estructuraadministrativa, papel que en Navarra ejercían las Cortes. Componían las primerasjunteros designados por los municipios. Las Cortes de Navarra las formaban tresbrazos estamentales.

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Grabado que ilustra el libro de Pierre de Lancre Tableau de l'inconstance, Paris, 1612, del polaco JaneZiamko. Pierre de Lancre, de ascendencia vasca (su apellido era Rosteguy) fue uno de los jueces más

drásticos en sus veredictos sobre supuestos casos de brujería. Para Julio Caro Baroja sus libros sobre eltema merecen el siguiente comentario: «... saqué la impresión de que debía ser un espíritu vulgar y

adocenado con bastante cultura humanística y una falta absoluta de criterio...».

Las Juntas se reunían periódicamente. Resolvían conflictos entre entidadeslocales, establecían las directrices de la administración provincial, planificaban laconstrucción de caminos (que ejecutaban los municipios, encargados también delorden publico, bajo la dirección de los órganos forales), definían los impuestosprovinciales, votaban los donativos al rey y nombraban diversas autoridades(diputados, regidores, escribanos, secretarios, síndicos), que desarrollaban sus deci-siones o ejercían algunas competencias forales. Decidir sobre el pago de impuestosera, también, una atribución fundamental de las Cortes navarras; puesto que no sereunían con periodicidad, sino a convocatoria del rey, éste solía congregarlas cuandoapretaban las necesidades de la Hacienda; podían, además, elaborar pedimentos deley, esto es, propuestas legislativas que entraban en vigor si recibían la sanción real.

Las Cortes de Navarra eran estamentales. En el brazo eclesiástico figuraban elobispo de Pamplona y las autoridades de diversos monasterios; en el militar,representaban a la nobleza los caballeros a los que el rey concedía este privilegio,anejo a veces al título; el popular lo componían delegados de las localidades quetenían tal autorización (pasaron de 27 a 38 a lo largo de la Edad Moderna); losdesignaban los ayuntamientos.

Por contra, en las Juntas Generales de las Vascongadas todas las localidadestenían alguna representación. Por lo comun, en los pueblos pequeños a los junteros loselegían entre todos o gran parte de los vecinos, mientras que en los de poblaciónnumerosa sólo intervenían el Ayuntamiento o algunos vecinos. Esto favorecía laaristocratización de las Juntas, consagrada por los requisitos que debían cumplir losjunteros, pues se les exigía un determinado nivel de bienes raíces o de rentas, asícomo saber leer y escribir en castellano, lo que reservaba el cargo a una élite local.

El sistema foral definía un régimen de autogobierno limitado. Correspondían alrey las principales decisiones, pero los órganos provinciales tenían importantesatribuciones. Eran autónomas en lo administrativo, aunque sus disposiciones requeríanla sanción real. Tenían incluso cierta participación en el poder legislativo, en Navarra

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por la capacidad de las Cortes de pedir leyes, y en las Vascongadas en virtud del paseforal, un mecanismo que quería garantizar que las órdenes reales se ajustasen al fuero.Si los órganos locales estimaban que una orden no respetaba la foralidad, podíandevolverla mediante la fórmula se obedece pero no se cumple.

Enrique IV juró el Fuero de Bizkaia en Guernika el 2 de marzo de 1457,bajo amenaza de "no recibir ni obedecer sus cartas".

El mecanismo del pase foral no era cortapisa definitiva a las decisiones delpoder central. Devuelta la orden considerada desafuero, si el órgano que la promulgaraestimaba que no vulneraba la foralidad, se aplicaba, tras el segundo mandamiento: asíse especificaba en 1703, cuando el pase foral se extendió a Alava, en una Real Cédulaque describía similar mecanismo para Gipuzkoa. El Fuero de Bizkaia de 1526 preveía,por contra, que la orden que fuese contrafuero sea obedecida y no cumplida ni enprimera ni segunda ni tercera fusión (mandamiento), si bien en la práctica del sigloXVIII el pase funcionaba en Bizkaia como en las otras dos provincias.

Similar institución existía en Navarra, con el nombre de derecho de sobrecarta:dificultaba la transgresión del fuero, pero no coartaba la soberanía del rey, pues loejercía el Consejo Real, un órgano cuyos miembros designaba el monarca.

De esta forma, el régimen de autogobierno limitado que existía en las provinciasvascas quedaba definido en los siguientes términos:

1. Plena autonomía administrativa, sin más límites que la supervisión de losrepresentantes del poder central, su control de las economías municipales y lanecesaria sanción real a las decisiones de los órganos provinciales.

2. Un poder judicial en manos de los órganos delegados del rey, ajustado al derechoforal donde regía.

3. Una participación local en el poder legislativo, en las Vascongadas de carácternegativo (capacidad de oponerse a una disposición que afectaba a materiasprevistas por el fuero, pero no la de elaborar leyes), por el veto suspensivo quesuponía el pase foral, y positivo en Navarra, por la iniciativa legislativa a queequivalía el pedimento de ley.

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4. Un poder ejecutivo en las Diputaciones para el desarrollo de las decisiones deCortes o Juntas Generales.

5. La aplicación de la legislación promulgada por el poder central en las cuestiones noafectadas por la foralidad.

Las previsiones económicas de los Fueros respondían a la debilidad agrícola y ala necesidad de importar subsistencias, y protegían los sectores secundario y terciario,esenciales en este modelo económico. Se buscaba el abastecimiento con la libreimportación de consumos, la prohibición de su reexportación y la exigencia de que de-sembarcaran parte de su carga los buques que recalasen con vituallas. Para protegerlas ferrerías, que jugaban un decisivo papel, se prohibía exportar mineral de hierro ycarbón vegetal.

Con estos límites los Fueros establecían la plena libertad económica, eliminandotrabas para el comercio e impidiendo los monopolios.

Diversas normas establecían la exención fiscal. Sobrevivían principiosimpositivos de la Edad Media, cuando el rey tenía dos tipos de ingresos, los ordinariosy los extraordinarios. Los primeros eran ya casi irrelevantes: sólo alcanzaban algunaentidad los derechos de ferrerías en Bizkaia, la alcabala en Alava y el impuesto detablas, sobre la exportación, en Navarra. Las principales contribuciones a la HaciendaReal se realizaban, así, por via extraordinaria, esto es, en régimen de donativovoluntario, a conceder previa solicitud del rey.

La exención fiscal imposibilitaba que se generalizase en el País Vasco elrégimen impositivo común. El pago de donativos y la financiación de la administraciónlocal generaron cuadros fiscales propios y diferentes en cada provincia, determinadospor las instituciones locales.

La libertad económica y el principio de exención fiscal hicieron del País Vascouna zona de libre comercio y baja presión impositiva, que contribuyeron al desarrollomercantil. Colaboraba a ello la ubicación de las aduanas que no estaban en la costa,sino en el interior.

Los Fueros de las Vascongadas preveían la exención del servicio militar, que losde Navarra sólo disponían para la nobleza (aún así, no hubo levas en el Reino). No eraun principio absoluto: cada provincia debía prestar el servicio militar en tiempo deguerra, cuando afectara a su territorio; para prestarlo fuera de la provincia senecesitaba el acuerdo de las Juntas. De otro lado, las localidades portuarias partici-paban en el servicio militar marítimo aun en tiempo de paz.

La legislación foral incluía, también, un derecho civil. No regía en todo elterritorio: en casi toda Alava (excepto en el valle de Ayala) y en las villas y ciudadesque habían recibido en su carta-puebla un fuero específico, la legislación civil erasimilar a la de Castilla, construida a partir del derecho romano. El derecho foral, vigenteen zonas rurales, buscaba la conservación del caserío como la base económica de lasociedad. El individuo no tenía plena capacidad de disponer sobre sus bienes, pues nopodían salir de la familia a la que pertenecían. Se quería, así, evitar la enajenación y ladivisión de la heredad, y asegurar el mantenimiento de unos niveles de producciónsuficiente.

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Las instituciones más características de este derecho civil eran la troncalidad(dificultaba que los bienes pasaran a otras personas), la libertad de testar (heredaba elhijo al que se considerase más adecuado, quedando apartados los demás) y lacomunicación de bienes entre marido y mujer (los bienes que aportasen eran comunesa ambos si tenían hijos).

La negociación de los Conciertos Económicos llevaba a la colaboración de las diputaciones de Alava,Gipuzkoa y Bizkaia. En la fotografia, los miembros de la Comisión que nombraron las tres diputaciones

para negociar el Concierto de 1906. Madrid. Fot. Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, «Kaulak».

En las Vascongadas el sistema político consagraba la hegemonía rural, con lapreeminencia de los jauntxos, pero la burguesía mercantil tenía una participaciónsignificativa en el poder. Así lo muestran los organigramas forales de cada provincia.

Las Juntas Generales de Bizkaia se reunían en Gernika cada dos años, ademásde las convocatorias extraordinarias si lo exigían las circunstancias. A fines del sigloXVIII las formaban 101 representantes: 72, de las anteiglesias de la tierra llana, esdecir, de los pueblos de la Bizkaia nuclear (todo el Señorío menos las Encartaciones yel Duranguesado) que no tenían el estatus de villa; 21, de las villas y ciudad; I, de lasEncartaciones (que tenían su propia forma de organización en las Juntas deAvellaneda); 1, del Duranguesado (en el mismo caso, celebraba sus juntas enGerediaga); 6, de los concejos encartados que obtuvieron el privilegio de enviarjunteros. La representación era abrumadoramente rural. El principal enclave urbano,Bilbao, con el 10 % de la población, tenía sólo un voto de los 101.

En los órganos ejecutivos nombrados por las Juntas Generales se atenuaba ladistorsión que primaba a los municipios rurales. En ellos Bilbao tenía mayor influenciaque en las Juntas. Eran fundamentalmente dos instituciones: el Regimiento y laDiputación General. El primero, compuesto por el corregidor, doce regidores, dosletrados, dos escribanos y dos síndicos, asumía las funciones de la Junta cuando noestaban reunidas. En cuanto a la Diputación, formada en el XVIII por el corregidor yseis diputados, desarrollaba los acuerdos junteros. En la práctica, la Diputacióntomaba. las principales decisiones cotidianas y dirigía la administración de la provincia.En ella la burguesía urbana tenían un peso decisivo. Residía en Bilbao, como elcorregidor, y su propio origen traducía la preeminencia bilbaína. Nació por lasdificultades de reunir a los 19 miembros del Regimiento: se decidió que asumiesen susfunciones los regidores que viviesen en Bilbao, lo que fue el germen de la Diputación.

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En Gipuzkoa los junteros procedían también mayoritariamente del campo, perola votación fogueral atenuaba el desequilibrio entre la importancia de una localidad y supeso político. En sus Juntas Generales (que con carácter ordinario se reunían una vezal año en una de las 18 villas que rotaban en un orden fijado a fines del siglo XV) no co-rrespondía un voto a cada juntero, sino tantos como vecinos tenía la localidad querepresentaba, según un cómputo establecido por la tradición:10 de los 63 junterosalcanzaban la mayoría.

Por otra parte, la composición del gobierno provincial privilegiaba a SanSebastián, Tolosa, Azpeitia y Azcoitia, las cabezas de los partidos judiciales en las quealternativamente, por trimestres, residía el corregidor. Conforme rotaba éste, lo hacía laDiputación General Ordinaria, cuya composición cambiaba. Las Juntas sólodesignaban a dos de sus miembros, al diputado general y su adjunto, que debían servecinos de las cuatro villas mencionadas y que ejercían el cargo mientras el corregidorresidía en su localidad, formando la Diputación junto a los dos principales cargosmunicipales. También existía desde 1748 la Diputación Extraordinaria, que se reuníados veces al año, si había cuestiones graves. La componían once personas: los cuatrode la Diputación General en ejercicio, los otros tres diputados generales que lapresidían por turno y cuatro diputados elegidos por los pueblos de la provincia, uno porpartido.

El pretendiente Carlos VII en Gernika.

Las Juntas Generales de las Hermandades de Alava se reunían dos veces alaño, en Vitoria y en Arriaga. Eran mayoritariamente rurales, como las JuntasParticulares (compuestas por el diputado general y seis representantes de lascuadrillas en que se agrupaban las hermandades), pero este hecho tenía menosrelevancia que en las provincias costeras, por el menor desarrollo urbano. En todocaso, la importancia de Vitoria, el principal centro mercantil, se reflejó políticamente, alser la residencia del diputado general o maestre de campo que, elegido por las Juntas,dirigía la administración provincial.

El organigrama político de Navarra era radicalmente diferente al de lasVascongadas. De principios similares a los de los demás reinos españoles nacidos enla Edad Media, sus principales instituciones se crearon en el Medievo, de forma quedesde fechas muy tempranas quedaron definidas sus competencias y la forma en quehabían de designarse.

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Las características más destacadas del régimen político navarro eran lassiguientes: el amplio desenvolvimiento político e institucional de la legitimidadproveniente del poder real; el carácter estamental de las instituciones representativas;la decisiva intervención del rey en el nombramiento de quienes podían estar presentesen las Cortes; y el mermado papel que jugaban en el proceso político las institucionesprovenientes del ámbito político local, circunscritas a lo administrativo, al pedimento deley y a la decisión sobre los donativos y la forma de recaudarlos.

Para paliar el absentismo real se institucionalizó desde el siglo XVI la figura delvirrey, que asumía las funciones del monarca: ostentaba el mando militar, convocabalas Cortes, presidía el Consejo Real y designaba a los alcaldes, entre otrasatribuciones.

El Consejo Real de Navarra —el único Consejo de la monarquía que no residíaen Madrid— lo formaban siete personas designadas por el rey: un regente (el virrey) yseis consejeros, de los que al menos tres tenían que ser navarros.

Las Cortes se reunían a convocatoria del rey, que podía ponerles un plazo fijopara sus debates, o incluso cerrarlas, lo que no sucedió hasta 1801. Deliberaban lostres brazos reunidos, pero cada estamento votaba por separado. Cualquier decisiónrequería la unanimidad de los tres brazos.

El órgano ejecutivo delegado de las Cortes era la Diputación. Desde 1678contaba con siete miembros: dos los nombraba el brazo militar, dos el popular y losotros dos la ciudad de Pamplona. Al votar, tenían peso diferente: los dos del brazopopular contaban con un sólo voto, lo mismo que los designados por Pamplona.

Las competencias de la Diputación navarra se limitaban a la ejecución de lo queexpresamente les encargaban las Cortes. Por ello, el cobro de los impuestos parapagar el donativo constituía el nucleo de su actuación.

Prosperidad demográfica y económica

Aunque hubo mortalidades catastróficas, como la peste de 1530, en los dosprimeros tercios del XVI continuaba la expansión demográfica iniciada en el sigloanterior. Las Vascongadas, con algo más de 60.000 habitantes por provincia, teníanuna densidad Inedia de unos 30 ha./Km2., relativamente alta (la de Castilla era de 18ha./Km2), muy superior a la de Navarra (con unos 145.000 habitantes en 1553), entorno a los 12 ha./Km2.

Coincidía esta expansión con una etapa de auge económico, en la agricultura, laindustria, el comercio y la pesca.

La agricultura, que empleaba a la mayor parte de la población., presentaba granheterogeneidad.

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Grabado de Calixto Ortega:"Manual del viajero en las Provincias Vascongadas por un vascongado" (1847).

La de la vertiente cantábrica vivía una fase de transición. Las rentascomenzaban a fijarse en cereal, pero aún había multas en ganado y se protegía alroble, haya, castaño o manzano: la agricultura estaba sustituyendo a la explotaciónpreferente de bosque y ganado, si bien persistió el déficit de subsistencias. Laroturación de bosques, pastos y pomaradas, habitual desde el siglo XV, permitió laexpansión del mijo, un cereal pobre. En retroceso, pero aún con importancia, estaba laproducción de manzana y de chacolí. La vid, que se extendió por Bizkaia y Gipuzkoaen el siglo XIV, producía una cantidad de chacolí insuficiente para la demanda deambas provincias. De ahí que se importase vino de la Rioja y la Ribera. Su consumoredujo la necesidad de sidra, y permitió roturar las pomaradas.

La vertiente mediterránea producía, por lo común, subsistencias suficientes parala población. La agricultura de Alava era, en conjunto, pobre, pero dos comarcas solíanser excedentarias, la Llanada, de orientación cerealista, y la Rioja alavesa, que seestaba especializando en la producción de vid, complementada con cereales.

Mayor diversificación presentaba Navarra. Además de trigo, producía cebada,avena, mijo y, en el sur, vid y oliva. La canalización de las aguas del Ebro o el uso depantanos correspondían a una agricultura evolucionada, con comarcas excedentariasen vino, aceite o trigo. También se exportaba lana, producida por la trashumanciarealizada desde los valles pirenaicos.

En conjunto, durante el XVI la producción agraria creció en las Vascongadas entorno al 30 %. En Alava se generaron mayores excedentes y en Bizkaia y Gipuzkoa nose agravó el déficit de subsistencias, pese al desarrollo demográfico. La expansión fuesimilar a la de toda la península, pero acentuada por las transformaciones de la ver-tiente norte.

El equilibrio económico de Bizkaia y Gipuzkoa dependía en parte de lasferrerías. La exportación del hierro elaborado permitió importar subsistencias. Loscampesinos complementaban sus ingresos en las ferrerías o en las labores derivadasde ellas.

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Las ferrerías pocas veces empleaban una docena de personas, pero generabannumerosas actividades, para preparar la fundición y dar salida a sus productos: elcuidado y tala del arbolado, la elaboración de carbón vegetal, la extracción de hierro,su transporte hasta la ferrería, el de los elaborados a las renterías (las lonjas donde sevendían), el trabajo de herreros o forjadores, la construcción naval. Las ferrerías, alprincipio situadas en los montes (cuando sólo usaban la fuerza humana), se ubicaronen los valles fluviales desde que en el siglo XV empleaban la energía hidráulica. Estase aplicó primero a los fuelles que insuflaban aire para mantener el fuego y,después, a comienzos del XVI, a los martinetes que golpeaban los tochos eliminandolas escorias.

Pintura sobre tabla procedente de Legazpia, que representa un milagro que se había producido en la ferrería deMirandaola. Reproduce la indumentaria de los ferrones y el utillaje utilizado en las ferrerías.

Se explotaron diversas minas, como las del valle del Bidasoa, Peñas de Aya,Aitzgorri, Udala, Araya, Maeztu, Santa Cruz del Fierro o el valle de Zuya, pero lamayoría de éstas no podían abastecer con continuidad a las ferrerías. Así, las deSomorrostro fueron el principal suministro de mineral. De allí se transportaba, en mulaso por mar, a las ferrerías.

Por su importancia económica, el sector estaba muy protegido. Además de laprohibición de exportar vena y carbón vegetal, cabe señalar la preferencia en el uso debosques comunales o la existencia de una jurisdicción específica. El alcalde deferrerías, nombrado por los dueños de las ferrerías de una comarca, entendía en los

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litigios, suscitados por los transportes o por la explotación del bosque, y, sobre todo, delos ríos.

En el siglo XV y gran parte del XVI las ferrerías conocieron una notableexpansión, al aumentar las demandas agraria (aperos de labranza), de origen bélico(armas, armaduras) y de los astilleros (anclas, clavos). En 1550 se decía que enBizkaia y Gipuzkoa había 300 ferrerías, una cifra excepcional, no mencionada ni antesni después. Buena parte de la producción se enviaba al exterior, a la península o alnorte de Europa.

Las 300 ferrerías que menciona Pedro Medina estaban dispersas por todaBizkaia y Gipuzkoa. Unas 180, en el Señorío, especialmente concentradas enBaracaldo, en el lbaizábal y en el Cadagua. Gipuzkoa superaba las 100, en el Oria,Urola y Deba. La producción gipuzkoana era, al parecer, la más importante. En el valledel Deba, que se especializó pronto en la siderurgia, se instalaron las mayoresferrerías. No faltaron en Alava, que a la sazón contaba con unas 20, ni en Navarra, enel valle del Bidasoa. donde sólo las de propiedad real eran 28 a fines de la Edad Media.

La sólida implantación de varios circuitos comerciales caracterizaba al PaísVasco del período. A caballo entre Francia y Castilla, entre Aragón y el Cantábrico, eranecesario punto de paso para diversos intercambios. Además, la necesidad de importarconsumos para Bizkaia y Gipuzkoa y la exportación del hierro de las ferrerías impulsa-ron el desarrollo mercantil.

El tráfico más importante era el de la lana de Castilla. El circuito arrancaba delas ferias castellanas, entre las que descollaba la de Medina del Campo. Por Burgos, sellevaban las lanas a los puertos del Cantábrico, y de éstos, por mar, a Flandes. En elviaje de retorno se importaban pañería flamenca y otras manufacturas. No faltaronviajes a Inglaterra y a Francia. Similar era el circuito que generaba la lana navarra, quesalía por Gipuzkoa, sobre todo por San Sebastián. Junto a la lana, los buques vascosllevaban al norte de Europa el hierro de las ferrerías.

Aunque movilizaban menos capitales, otros flujos mercantiles eranimprescindibles para la economía del País: el tráfico minero desde Somorrostro a lasferrerías; el transporte del cereal que abastecía a Bizkaia y Gipuzkoa, habitualmentedesde la Llanada alavesa, Navarra, la Tierra de Campos y la Bureba, aunque en añosde escasez se traía de Andalucía, del interior de la meseta o de Francia; importancialocal tenía, también, el comercio de vino de Navarra a Gipuzkoa y de la Rioja a Bizkaia.

Así, los viajes de arrieros y marinos conectaban al País Vasco con el exterior.Castilla la Vieja, Aragón, el litoral peninsular y los puertos franceses, ingleses yflamencos formaban su área de influencia mercantil.

Diversos puertos participaron en el tráfico, pero pronto San Sebastián y Bilbaocanalizaban la mayor parte. Los principales caminos del comercio con Castilla eran, enel XVI, los siguientes: el que penetraba por Valmaseda y por el Cadagua comunicabacon el Nervión; la senda que, desde Miranda o Vitoria, se dirigía a Bilbao por Orduña; elcamino tradicional que, por San Adrián, atravesaba Cegama y Segura y unía a Vitoriacon Gipuzkoa.

Esta infraestructura era una evolución de las rutas jacobeas medievales, bien

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que potenciándose los tramos que unían a Bizkaia y Gipuzkoa con el interior. Dosaccesos de la meseta a la costa, los de San Adrián y Valmaseda, existían a comienzosde la Baja Edad Media. Después, se abrió el paso de Orduña, pues para competir conlos puertos de Cantabria resultaba necesario mejorar las comunicaciones con Burgos.

Navarra comunicaba con el exterior por las siguientes vías: con Castilla, porCintruénigo; con Aragón, desde Tudela, por el valle del. Ebro; con Francia, a través delos pasos del Pirineo; su conexión con Gipuzkoa, que posibilitaba el acceso al mar, seefectuaba por Lecumberri y Tolosa.

En Bilbao se fundó en 1511, para escapar a la jurisdicción del Consulado Burgalés, el Consulado y Casade Contratación de Bilbao, que hasta el siglo XIX aglutinó a los mercaderes bilbaínos.

En el principal comercio, el de la lana, los vascos actuaban como intermediarios.No había aún grandes comerciantes vascos que controlaran este tráfico. Eran más bientransportistas que vendían sus servicios. Los mercaderes de Burgos monopolizabaneste comercio, por su estratégica situación en las rutas que unían las ferias de la lana yel Cantábrico. En Bilbao se fundó en 1511, para escapar a la jurisdicción del Consuladoburgalés, el Consulado y Casa de Contratación de Bilbao, que hasta el siglo XIXaglutinó a los mercaderes bilbaínos. Se ocupó de defender los privilegios de la villa, delos pleitos mercantiles y de los trabajos portuarios.

Al principio, junto a la costa, despues en zonas cada vez más alejadas, la caza de la ballena fue desde laEdad Media una de las actividades más características de los puertos pesqueros.

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Esta iniciativa era síntoma de la expansión mercantil que vivía el País Vascodesde el siglo XV, prolongada hasta fines del XVI. Se debía al desarrollo del tráficointernacional, al auge demográfico que demandaba más subsistencias y a la expansiónferrona. Era ya un comercio muy variado; se exportaba sobre todo lana y hierro, peroentre las importaciones encontramos, además de vituallas, plomo, estaño, cáñamo,brea, cueros, azucar y textiles (lienzos, cañamazos, telas, mercerías, paños, cuartillas).El tráfico lanero, el de mayores implicaciones, generó la aparición de una burguesía decreciente peso social. Pero la participación vasca en este comercio era muy inferior a lade Santander, que entre 1562 y 1570 captaba el 65 % del producto. Para disputarleesta preeminencia, Bilbao, entre otras iniciativas, intentó en 1553 abrir un camino realen la vía de Orduña para mejorar la conexión con Burgos. Fracasó, por la oposición deSantander, Gipuzkoa y Vitoria, que veían amenazados sus negocios.

En la costa tenía importancia económica la pesca, con dos actividades: la dellitoral abastecía de besugo, congrio y merluza; y la pesca de la ballena, con grandesarrollo, aportaba grasa, lengua, huesos, carne. Durante el Medievo las ballenas secapturaban cerca de la costa, donde se presentaban entre octubre y marzo. Cadapuerto colocaba en su atalaya un servicio de vigilancia. Avistado el cetáceo, todo elpueblo se movilizaba en pequeñas chalupas. Desde que en el siglo XV disminuyó laafluencia de ballenas, los pescadores tuvieron que desplazarse. A comienzos del XVIestas campañas duraban unos ocho meses, entre primavera y otoño. Se perseguía alos cetáceos en el Atlántico norte. La presencia vasca en Terranova, el Labrador y ladesembocadura del San Lorenzo ha dejado su rastro en topónimos (Ille-aux-Basques,Placencia, Port-aux-basques). Corresponden a factorías que servían para fundir lagrasa de la ballena o como secaderos de bacalao, cuya pesca complementaba la de laballena.

La crisis del siglo XVII

En el País Vasco el XVII fue, como en toda la península, un siglo de crisis, perocon características peculiares. No en las comarcas cerealistas de Alava, yprobablemente en casi toda Navarra, pues su depresión fue similar a la castellana. Sí,en cambio, en la vertiente cantábrica, que siguió una evolución contradictoria yexcepcional: disminuyeron los productos de las ferrerías y del comercio, perocompensó estas caídas con importantes avances en la agricultura, que experimentó, asu vez, cambios profundos.

La profunda depresión de la Alava del cereal se debió a la gran inestabilidad delas cosechas, al retroceso de la demanda de las provincias costeras, ahora másautosuficientes, y a la presión fiscal. La producción agraria disminuyó en torno al 35 %,más que la población, que en esta zona bajó alrededor del 25 %. El agricultor, conmenos producto disponible, sufrió, además, mayores impuestos y exacciones de losejércitos reales a su paso por la provincia, circunstancia frecuente en este agitadoperíodo. La peste de 1596-1601 marca, probablemente, la inflexión de la producciónagraria.

Esta epidemia se notó también en las provincias costeras, pero en ellasprobablemente dinamizó los cambios en el sector agrario. Y es que en esta zona lacrisis del XVII (en la que la demografía se estancó, pero sin retroceder) tuvo unadinámica muy diferente. Cayó la demanda exterior de bienes (los artículos de lasferrerías) y de servicios (el comercio), de los que dependía el equilibrio económico, rotoa fines del XVI: al reestructurarse las bases productivas, la revitalización agraria

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compensó este retroceso.

Desde la segunda mitad del siglo XVI las exportaciones de hierro vascoretrocedían, por la competencia de los nuevos centros siderúrgicos de Suecia y Lieja.Especial importancia tuvo la concurrencia del hierro sueco, cuya evolución técnica(utilizaba altos hornos al carbón vegetal), lo hacía más rentable que el de las ferreríasvascas, pequeñas explotaciones con hornos bajos, sin capacidad financiera paramodernizarse. La pérdida de mercados se inició en torno a 1560. Para 1580 disminuía,incluso, el número de ferrerías. Entre 1561 y 1612 no se pudieron arrendar losderechos de ferrerías: nadie se arriesgaba a hacerse con los derechos de unaprodueción en declive. Hacia 1590, por la crisis, surgían tendencias proteecionistas enBizkaia y Gipuzkoa, enfrentadas al querer monopolizar la producción.

Contribuyeron a los apuros ferrones las alteraciones comerciales. Laconflictividad bélica colapsó, a veces definitivamente, los circuitos mercantiles. Enocasiones, los enfrentamientos forzaron a suspender el tráfico. Esta contracciónmercantil se agravó por la presencia de corsarios en el litoral, que hasta mediados delXVII afectó a todos los puertos vascos.

En 1564 había ya piratas portugueses en la costa vasca. En 1575 se suspendióel comercio con Inglaterra. En su lucha con Holanda, Felipe II cerró lentamente elcomercio con las Provincias Unidas, y Felipe III lo prohibió en 1598. La derrota de laInvencible destruyó, además, parte de la flota vasca.

Al retraerse las exportaciones de bienes y servicios cambió la es-e tructuraproductiva del País Vasco. Se produjo la ruralización de parte de la población, queabandonó la actividad industrial, mercantil o pesquera por la explotación de la tierra. Laruralización exigía, a su vez, cambios en la agricultura, para absorber el aumento demano de obra. Se amplió así el espacio cultivado e importantes reformas in-crementaron la productividad.

A principios del XVII se roturaban ya tierras yermas, pero tuvo más implicacionesla transformación intensiva: se generalizó el maíz, una planta adecuada a lascondiciones de este área, que incrementó la productividad.

Conocido en el País Vasco ya desde el siglo XVI (en 1576 se le cita como mijode Indias en Mondragón), el maíz se extendió en el XVII, como respuesta a las nuevasnecesidades. Al parecer, primero se aclimató en la costa y después, siguiendo losvalles, penetró en el interior, donde su producción alcanzó a los demás cereales hacia1640-80.

La revolución del maíz, que desplazó al mijo, centeno y lino, transformó laexplotación agraria, que incluso se localizó en nuevos espacios: el maíz se plantó enlos valles, hasta entonces tierra de pastos por su excesiva humedad para el cereal. Laproducción se multiplicó en el XVII por 2 o por 2,5. De mayor productividad que los ce-reales cultivados hasta entonces, el maíz permitía eliminar el barbecho, al rotar contrigo y nabo.

También la Rioja alavesa saldó positivamente la crisis del XVII. Posiblemente secuatriplicó su producción de vino, impulsada por la demanda de Bizkaia, donde seroturaban tierras dedicadas al chacolí y al manzano.

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En el sector comercial hubo también importantes transformaciones. Aldescender el tráfico se agudizó la competencia. Nacieron las grandes compañíascomerciales, que se disputaban las exportaciones de las áreas productivas. Burgos noconsiguió adaptarse a las nuevas condiciones y los grandes mercaderes europeos sehicieron con los intercambios mercantiles. El control del comercio que se realizaba através del País Vasco pasó así de manos burgalesas a comerciantes extranjeros. Almismo tiempo, se trasladó el centro de contratación, que de Burgos pasó a a Bilbao.Entre 1600 y 1635 los comerciantes europeos comenzaron a actuar desde Bilbao,donde se asentaron importantes colonias, sobre todo de ingleses y holandeses.

En 1564 habla ya piratas portugueses en la costa basca. En 1575 se suspendio el comercio conInglaterra. En su lucha con Holanda, Felipe II prohibió el comercio en 1598 con las Provincias Unidas y la

derrota de la Invencible destruyó, además, parte de la flota vasca.

Ante este cambio la actitud de los comerciantes vascos fue de pasividad, quehay que interpretar como de cierto apoyo, al menos por lo que se refiere a Bilbao,beneficiado por su nuevo papel en las contrataciones. Por lo demás, les resultabaindiferente que la lana la controlasen burgaleses o ingleses y holandeses. No cambiabasu función, que seguía siendo la de transportistas. Burgos, por contra, intentó, sin éxito,evitar la presencia extranjera, con continuos pero inutiles Memoriales al Rey.

Las nuevas estrategias comerciales tuvieron espléndidos efectos para Bilbao. Seconvirtió en el principal puerto del norte. A mediados del XVII canalizaba el 70 % de lalana que exportaba Castilla por mar, y la totalidad de la que salía por el Cantábrico.Cantabria y Gipuzkoa la habían perdido totalmente. Los bilbaínos se hicieron, pues,con el circuito comercial de la lana castellana, evitando la crisis que paralizó a losdemás puertos vascos.

Además, a lo largo del XVII los bilbaínos comenzaron a buscar el control delcomercio, enfrentándose con las colonias extranjeras. La nueva actitud se percibe yaen 1661, cuando Bilbao impidió que los ingleses creasen un consulado con jurisdicciónsobre el comercio de su puerto. Desde entonces, se dificultó la actividad extranjera,como lo evidencian las frecuentes protestas de ingleses y holandeses por lasvejaciones a que les sometían los jueces del contrabando.

Por otra parte, la crisis del XVII se manifestó en los apuros fiscales de lamonarquía. En Bizkaia provocaron entre 1631 y 1634 el conflicto que se conoce comorebelión de la sal, que muestra la dinámica social del Señorío y el funcionamiento delsistema político foral.

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Provocó el motín la Real Orden de enero de 1631 que establecía el estanco dela sal (convertida así en monopolio de la Real Hacienda) y subía su precio en un 44 %.Era un contrafuero: se oponía a la libertad de comercio y a la exención fiscal. Variosalegatos insistieron en ello. Un escrito anónimo presagiaba la asonada, al afirmar quepor cualquier fuerza que los vizcainos yzieren en defensa de los fueros no yncurran enpena ninguna.

Cuando estalló el motín la defensa del fuero pasó a un segundo plano. Sedesbordó incluso la cuestión de la sal, perdida entre diversas protestas contra lapresión fiscal. Así, esta rebelión fue, ante todo, un amotinamiento popular contra elaumento de los impuestos reales, similar a los que sacudieron los territorios de losAustrias en torno a 1640, de los que los más relevantes fueron la rivolta catalana y laseparación de Portugal.

El estanco de la sal era una medida más de las que sufría el Señorío desdecomienzos de siglo. Ya en 1601 quiso el rey extender a Bizkaia la contribución de losmillones, a lo que los órganos forales se opusieron tajantemente, con éxito. Después,se sucedieron los donativos. En 1629 el rey pedía un servicio de soldados. En 1631 unnuevo donativo acompañaba al estanco de la sal, que fue la gota de agua quedesbordó el vaso. La presión fiscal coincidía con un alza de precios que deterioró losniveles de vida.

Las Juntas, dominadas por una aristocracia rural vinculada a la corte (a la queacudían los segundones de las familias hidalgas para hacer carrera en laAdministración), venían aceptando los donativos. Eso sí, los jauntxos evitaban que losimpuestos gravasen sus propiedades, fijándolos sobre las transacciones mercantiles.Los amotinados, al tiempo que contestaban los impuestos, cuestionaron a los gruposque ejercían el poder y a su política.

Ochoa Ruiz de Albiz fue condenado a muerte por el juez Chinchilla, "por haber deservido a sus señores".

El motín empezó el 23 de septiembre de 1631, cuando se suspendió la JuntaGeneral de Gernika por el acaloramiento de los ánimos. Se celebró tumultuariamente aldía siguiente, ante unos 1.500 vecinos. Sus expresiones revelan el trasfondo socio-político del conflicto. Parece ser que se gritaba —dice la documentación—que se

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hablase en vascuence para que todos entendiesen lo que se dijera, que no debían deser Diputados los que vistiesen calzas negras sino las personas sencillas. El brotepopular tuvo éxito, pues no se aplicó la disposición.

Cuando intentó el corregidor implantar el estanco se recrudeció el motín, quellegó a su punto álgido en octubre de 1632, con la muerte del procurador de laAudiencia del Corregidor. Se movilizaron entonces en Bilbao marinos, curtidores,sastres, campesinos... Era ya un agudo conflicto social. Las mujeres de los artesanosincrepaban a las mujeres principales diciéndoles que ahora sus maridos e hijos serianalcaldes y regidores, y no los traidores que vendían a la república y pues todos eraniguales, no era bien que unos comiesen gallina y ellos sardinas. De nuevo losamotinados consiguieron su objetivo, imponiendo al Ayuntamiento sus reivindicaciones,que reclamaban contra los impuestos creados los últimos años: ninguna aludía a la sal.

El ultimo estallido tuvo lugar en la Junta General de febrero de 1633. Secongregaron en Gernika cerca de 2.000 marineros y campesinos armados con lanzas,que forzaron a sancionar 24 decretos: se oponían a los nuevos impuestos sobre elcomercio, a las trabas que tenían los marineros y a la pesada carga que suponía larepresión del bandolerismo. Sólo uno aludía indirectamente a la sal y dos, de formatangencial, a la cuestión foral.

El conflicto terminó en 1634. Los seis principales responsables fueron detenidos,juzgados sumariamente y ejecutados. Los machines huyeron, durante varios díasningun casero bajó a Bilbao, que, al parecer, llevó la iniciativa en la represión.Después, a fines del 34, la corona suprimía el estanco y perdonaba a los implicados.Cabe pensar que los comerciantes, que habían apoyado el motín contra los impuestos,lo abandonaron al radicalizarse y cuestionar las estructuras políticas del Señorío.Quizás solicitarían entonces al rey que, a la vez que aboliese el estanco, se reprimiesela asonada, de lo que se encargó la villa mercantil.

El siglo del capitalismo comercial

El siglo XVIII fue de prosperidad económica y demográfica: se calcula que lapoblación creció entre 1720 y 1790 en torno al 50 %, gracias al auge del comercio, alcrecimiento agrario y a la recuperación de las ferrerías.

El sector más dinámico fue el mercantil. La burguesía comercial se convirtió enel grupo social con más influencia en la marcha económica del país, en un período enel que se formó un mercado interior y se generalizó la economía monetaria. El progresodel comercio, general, justifica que se pueda denonimar al XVIII el siglo del capitalismocomercial.

La expansión del comercio internacional benefició sobre todo a Bilbao, que sehabía hecho con el monopolio del tráfico lanero. El auge bilbaíno contrasta con la inicialdepresión mercantil de Gipuzkoa, peor tratada por los cambios de la centuria anterior.Sin embargo, en el primer tercio del XVIII la burguesía donostiarra buscó sus propiosrecursos; se hizo un nuevo circuito mercantil, que unía a Gipuzkoa con las coloniasamericanas, al formar la Real Compañia Gipuzkoana de Caracas. Por lo demás, lostráficos del siglo XVIII mantenían las estructuras tradicionales, si bien era un comerciomás diversificado. Y los comerciantes vascos abandonaron su papel de transportistasen el tráfico internacional y controlaron los principales circuitos comerciales en queparticipaban.

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El punto de arranque de la preeminencia bilbaína fue la reforma de lasOrdenanzas Municipales de Bilbao de 1699. Prohibía que los extranjeros interviniesenen su comercio, en una auténtica nacionalización del comercio que se efectuaba através de Bilbao, desde este momento controlado por mercaderes locales. Desdeentonces, éstos desplegaron una ingente actividad económica, encargándose de efec-tuar las contrataciones. Por vez primera, captaban el gran comercio de la lana que sehacía a través del País Vasco.

Las circunstancias políticas, por otra parte, colaboraron a la expansión mercantil:en especial el que en 1700 los Borbones pasaran a ocupar la corona española. Elcambio de dinastía y el conflicto que le acompañó afianzaron a Bilbao. Consolidaron lasOrdenanzas de 1699, pues la guerra de Sucesión abortó las intenciones de holandesese ingleses de desviar su tráfico hacia Santander, descalificados como competidores porser considerados enemigos. Además, los puertos vascos fueron fundamentales durantela contienda para la comunicación con Francia, pues los de Cataluña estuvieron enmanos de los aliados del Archiduque.

El navío del Almirante Oquendo en la batalla de Las Dunas.

La burguesía bilbaína (cuyo apoyo a los Borbones no le impidió comerciar conlas potencias enemigas, Inglaterra y Holanda) pudo imponer sus exigencias. Impidió,incluso, que los franceses participaran en el comercio bilbaíno, al negarse atransformar sus nuevas ordenanzas.

Bilbao consolidó durante la guerra el monopolio del tráfico lanero. Así, en 1714salía por su puerto el 49 % de las 108.000 arrobas de lana que por mar exportóEspaña, todo lo que se enviaba por el Cantábrico. En 1715, se embarcaban en Bilbao93.000 arrobas. Desde entonces, con esporádicos descensos, se conservarían cifrasiguales o superiores.

Torre de Mañaria (Bizkaia). Construcción típica de la época en que rige el sistema de linajes.

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Por lo demás, el comercio bilbaíno siguió siendo de reexportación,manteniéndose los circuitos tradicionales. Eso sí, se diversificó, pues entraban enBilbao productos coloniales como azúcar, tabaco y cacao, enviados clandestinamente aCastilla. El contrabando tomó carta de naturaleza entre las actividades de losburgueses vizcaínos. San Sebastián y Vitoria se quejaban al rey, ya en 1661, delescaso control de las aduanas de Orduña y Valmaseda, pero a lo largo del siglo el tráfi-co fraudulento adquirió gran fuerza. Lo favorecía la situación arancelaria del PaísVasco, un territorio de baja presión fiscal, con dos zonas, al sur y al norte, de fuertesaranceles. Constituía una plataforma desde la que atender fraudulentamente lademanda francesa y castellana sin un riguroso control aduanero.

El auge mercantil del Bilbao de comienzos del siglo XVIII implicó cambiossocioeconómicos, que se reflejaron en el motín que tuvo lugar en Bizkaia en 1718. Lomotivó un grave contrafuero, el traslado de las aduanas a la costa: la medida entrabadentro de la ideología uniformadora de los Borbones, en su búsqueda de un Estadocon unidad política y económica. La respuesta a la medida fue una aguda crisis social,sólo comprensible desde las implicaciones de la prosperidad comercial de Bilbao.

Las tensiones se habían ido acumulando desde comienzos de siglo. Frente alauge burgués la crisis intercíclica castigaba al campo vizcaíno. A veces, como sucedióen 1700 y 1718, las sequías hicieron peligrar las cosechas, y hasta llegaba la amenazadel hambre. De ahí la inquietud que reinaba en el campo y en los sectores popularesurbanos. De ahí, también, que se acentuasen los resquemores de la nobleza rural,cuyas rentas se deprimían, respecto a la burguesía, que mejoraba posicioneseconómicas.

Además, los bilbaínos aprovecharon su prosperidad para mejorar su situaciónpolítica. En 1704-06 disputaban los derechos de prebostazgo de Bilbao, adquiriéndolosen detrimento del Duque de Ciudad Real, Francisco Idiáquez Butrón Mujica. Después,se estableció en Castilla la Junta de Incorporaciones con el objeto de que el rey recu-perase lo enajenado de su patrimonio. La nobleza tenía que demostrardocumentalmente la legitimidad de sus posesiones, rentas y prerrogativas, si queríamantenerlas. Peligraban en especial los patronos laicos, que podían perder susderechos sobre el diezmo, de orígenes no bien documentados.

Duró poco esta situación. La nobleza recuperó pronto posiciones. La paz de1714 mermó, primero, la capacidad de presión de la burguesía, tan relevante durante laguerra de Sucesión. Cuando el equipo Alberoni entró en el Gobierno volvía lahegemonía nobiliar. En Bizkaia, se creó un clima de revancha. La nobleza quiso limarla pujanza comercial de Bilbao.

Así, en 1714 se disponía que el corregidor asumiese el gobierno de la villa. Y seestableció una Factoría Real de Tabaco, para comprar el que no se consumiese enBizkaia y reexpedirlo a Castilla. La medida perjudicaba seriamente a los comerciantes,acusados de contrabando de este producto.

Las tensiones se agudizaron con el traslado de las aduanas, que amenazó losnegocios mercantiles. Se afirmaba, además, que de no aceptar la medida, Bilbaoperdería el monopolio de exportación lanera. Es posible que la monarquía consiguieseapoyos de la nobleza rural, que vería en ella un medio de menoscabar la influenciaburguesa. Pero la medida era un contrafuero, pese a que seguían exentos los cereales,vinos, aceites y legumbres.

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Las Juntas Generales, controladas por los jauntxos, se opusieron al decreto,pero se sospechó que sus enviados a Madrid, tachados de traidores durante el motín,estaban siendo sobornados. Es posible que al coincidir lo dispuesto por el rey con susintereses la nobleza rural no defendiese el fuero con la contundencia de otrasocasiones. La medida suponía, sobre todo, un duro golpe al tráfico de coloniales y desubsistencias; además de pagar un arancel, desaparecía la posibilidad delcontrabando. Perjudicaba también a campesinos y artesanos, al encarecerse losproductos. El panorama no era muy halagüeño, máxime cuando la sequía amenazabala cosecha.

El 19 de marzo de 1718 se trasladaron las aduanas y el clima se enrareció. Enagosto estalló el motín, con la muerte de un aduanero y la quema de los barcos que enBermeo y Algorta servían de aduanas. Distintas juntas acusaban en los pueblos a laoligarquía del Señorío de querer perder a Bizkaia. Afirmaban que, a ese paso, prontoquedarían sujetos a la fiscalidad castellana y todos serian pecheros y obligados acomer hierba.

El 4 de septiembre campesinos de Deusto, Abando y Begoña bajaban a Bilbao.Exigieron al corregidor que se quitasen las aduanas de la costa. Al negarse, la violenciase generalizó. Se saquearon casas de enemigos de la patria, autoridades quepertenecían a la nobleza rural. Al día siguiente, los campesinos de varias anteiglesiastomaban Bilbao. Obligaron al corregidor a asentir sus propuestas, quemaron variascasas y mataron a tres notables; entre ellos, al diputado Arana, acusado de ser elprincipal influyente en el establecimiento de las aduanas. Gernika, Portugalete yBermeo vivían también horas tensas. Después, poco a poco se relajó la tensión.

En noviembre entraron en Bizkaia las tropas reales sin encontrar resistencia. Enla represión, muy dura, hubo varios ajusticiados. Eso sí, en 1723 las aduanas volvieronal interior. El indulto llegó en 1726.

En el motín vizcaíno de 1718 resultó decisivo el antagonismo entre notablesrurales y comerciantes. Todo indica que el traslado de las aduanas fue, si noprovocado, sí utilizado por los jauntxos para perjudicar a los mercaderes. De hecho, loscampesinos dirigieron su acción contra los notables rurales, y no contra las autoridadesdelegadas del rey.

Todo indica, de otro lado, que los comerciantes no se opusieron a loscampesinos. El corregidor no consiguió reunir fuerzas para defender Bilbao.Posiblemente, habia alguna connivencia, pues los intereses burgueses coincidían conlos campesinos. Quizás hubo comerciantes que incluso participaron en el motín. Sesabe que algún mercader de tabacos tuvo un papel activo, instigando a los amotinados.

Frente al auge de Bilbao, al iniciarse el XVIII el comercio gipuzkoano vivía malosmomentos. Había perdido el tráfico de lana castellana, y estaba en declive, también, elcomercio con Aragón y Navarra, desplazado hacia Bayona, al parecer por el menorcontrol aduanero. La creación en 1682 del Consulado de San Sebastián quiso iniciar larecuperación, que no llegó hasta 1728, al fundarse la Real Compañia Guipuzcoana deCaracas, la mejor expresión del capitalismo comercial en Gipuzkoa.

Presidida por el conde de Peñaflorida, la promovió un grupo de notablesgipuzkoanos, de comerciantes donostiarras y nobles progresistas con negociosmercantiles. Buscaba un nuevo tráfico, basado en productos coloniales venezolanos.

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Tenía dos concesiones: el comercio de cacao y la facultad de perseguir al corso (lo queconfiscasen sería para la Compañía).

Constituía una innovación, pues hasta entonces Cádiz y Sevilla tenían elmonopolio del comercio americano. Además, la fórmula de la compañía mercantil, concapital reunido por suscripción de acciones, no se conocía en España. La Compañíapodría enviar a Venezuela dos navíos anuales, que saldrían de Gipuzkoa. En su viajede regreso recalarían en Cádiz, para pagar los derechos, y descargarían lo importadoen Gipuzkoa, desde donde se distribuiría en un área comercial, que, según el actafundacional, comprendía las Vascongadas, Navarra, Aragón, Rioja y Castilla la Vieja.

Regatas entre los Guardias Marinas de la "Nautilus" en presencia de S.M. la Reina Regente. Al fondo, eledificio de la "Real Compañía Guipuzcoana de Caracas". San Sebastián.

Al principio la Compañía fue muy rentable: entre 1728 y 1740 repartió beneficiosequivalentes al 160 % del capital invertido. Pronto la compañía tuvo 20 barcosdedicados al tráfico y otros tantos a la vigilancia del corso y contrabando. Llegó aemplear en mar hasta 2.000 hombres.

Hacia 1740 se torcieron las cosas. Primero, por la oposición que levantó enVenezuela la Compañía Guipuzcoana: en 1738 el cabildo de Caracas protestaba deque estaba estrangulando la economía de la colonja, al pagar por el cacao precios muyinferiores a los de los comerciantes extranjeros, en su tráfico fraudulento. Además, porestas fechas hubo mayor actividad de corsarios ingleses y, por la competencia entre lasgrandes compañías mercantiles europeas, descendieron los precios de los coloniales.

Para superar los apuros en 1751 se trasladó la sede de la Compañía a Madrid,pero ya no se recuperó. Desapareció en 1778, fusionada con la que se dedicaría alcomercio de Filipinas. Contribuyó a su fracaso relativo la falta de apoyo de sectores dela burguesía donostiarra, que por entonces tenían ya en el contrabando una espléndidafuente de recursos.

Con todo, la Compañía Guipuzcoana de Caracas inició la recuperación mercantilde la provincia. Benefició, además, al puerto de Pasajes, desde entonces el másimportante de Gipuzkoa, y a la industria ferrona, al fomentar la fabricación de armas enel valle del Deva (tenía centro de compras en Placencia y las exportaba a los puertosespañoles y venezolanos).

El despegue mercantil del siglo XVIII estuvo desligado de los demás sectoreseconómicos, pero provocó importantes cambios en éstos. La creciente presenciaburguesa relanzó la industria ferrona e inició la explotación capitalista del campo,siquiera de forma localizada.

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La estructura productiva de las ferrerías propició que los comerciantes entrasenen el sector. Los ferrones, pequeños industriales con pocos recursos económicos y unaproducción de acusado ritmo estacional, realizaban los principales desembolsos (lacompra de hierro y carbón o el arreglo de la maquinaria) antes de iniciar la producciónen noviembre, mientras las ventas no se generalizaban hasta mayo. De ahí el recurso apréstamos, por lo común concedido por comerciantes, con hipoteca sobre laproducción e intereses equivalentes al 30 % anual o superiores.

Con el auge mercantil y la mayor demanda rural se recuperaron las ferrerías,favorecidas por la Real Cédula de 1702 que prohibió introducir hierros extranjeros enlas colonias. Así, la vena que salía de Bizkaia por mar pasó de 140.000 quintales en1640-48 a 240.000 en 1763-65, según los arrendamientos del derecho de ferrerías. Sien 1687 funcionaban en Bizkaia 127, en 1766 lo hacían 162. No hubo, sin embargo,mejoras técnicas sustanciales, por lo que pervivieron los problemas estructurales delsector.

Crecimiento agrario no significaba necesariamente mejores condiciones de vida.De hecho, se acentuó la dependencia de los labradores respecto a la elite terrateniente.

La agricultura vasca, que en parte había soslayado la retracción del siglo XVII,estaba en idóneas condiciones para aprovechar la tendencia alcista del XVIII. En laRioja alavesa, Bizkaia y Gipuzkoa esta expansión prolongó el anterior desarrollo,mientras que en las comarcas cerealistas representó una auténtica recuperación,iniciada en torno a 1720, a juzgar por los datos de la Llanada alavesa. Desde estafecha se constata un cambio general en la coyuntura agraria: la producción creciódurante el siglo en torno al 40 %, aunque en algunas zonas el progreso fue muchomayor.

La producción aumentó por roturarse tierras yermas e intensificarse los cultivos.Por ejemplo, a partir de 1720 en algunas localidades de Bizkaia se amplió el espaciocultivado hasta en un 25 %, se generalizó el maíz y se intensificó la explotación, alparcelarse las heredades.

En este crecimiento se desarrolló la economía monetaria e inició el final delrégimen de autoconsumo, con una incipiente especialización, en la que segeneralizaron los intercambios. Se creó un mercado interior. Lo reflejan las feriasnacidas en la segunda mitad del XVIII en Ermua (1752), Axpe de Busturia (1779),

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Sopuerta, Sopelana y Guecho (1780), Gabica, Frúniz y Bérriz (1781) y Amorebieta(1782) y las que funcionaban en Gipuzkoa en 1757 (Beasáin, Bergara, Azpeitia,Ordizia, Azkoitia, Urretxu, Mondragón, Segura, Elgóibar y Oñati). Algunas seconvirtieron en mercados semanales.

Estas transformaciones cambiaron los modos de vida campesinos, cada vezmás dependientes de los intercambios. Crecimiento agrario no significabanecesariamente mejores condiciones de vida. De hecho, se acentuó la dependencia delos labradores respecto a la élite terrateniente. De ahí el retroceso del porcentaje decampesinos propietarios, que a lo largo del siglo bajó en Bizkaia y en Gipuzkoaaproximadamente del 50 % al 35 %.

Con la economía monetaria y los intercambios llegaba el liberalismo económico,y, por tanto, la especulación. Desde comienzos de siglo, cada vez se respetaba menosla tasa del trigo, que se suprimió oficialmente en 1765.

El progresivo endeudamiento campesino fue una de las consecuencias delnuevo estado de cosas. Para participar en la expansión agraria, quienes roturabannuevas tierras y los pequeños propietarios que trabajaban con reducidos márgeneshubieron de adquirir censos hipotecarios. El recurso al préstamo resultaba arriesgadoen un sector cuyo crecimiento no evitó profundas crisis cíclicas, como las producidasen torno a 1713, 1736, 1765 y 1798. A las deudas siguió, con frecuencia, la pérdida dela propiedad, en beneficio del prestamista. De otro lado, la explotación con criterioscapitalistas hizo que los arrendamientos se concertasen a plazo más corto,actualizándose para obtener mayores beneficios.

Otra secuela de la especulación fue, en parte, la venta de bienes comunales. Enlas crisis de subsistencias, había campesinos que no podían pagar los elevadosprecios del trigo. Los municipios cubrían la diferencia entre el precio al quecolectivamente se compraba el trigo y lo que abonaban los consumidores. Así, losayuntamientos se endeudaron, hipotecando los bienes concejiles, que a veceshubieron de vender. En 1764 las Juntas Generales conocían las primeras ventas decomunales, que siguieron los siguientes años. De momento, esta desamortizaciónmunicipal tuvo escasa envergadura, pero evidencian cómo los apuros campesinosacompañaban al crecimiento agrario. Con la venta de comunales los labradoresperdían un complemento importante de sus rentas.

Tensiones sociales y económicas y realizaciones culturales

Las nuevas condiciones sociales agudizaron las tensiones. Así se reflejó en lamachinada de 1766 (paralela a los motines de Esquilache que salpicaron España),cuyo epicentro estuvo en el valle del Deva.

Fue una respuesta a la subida del precio del trigo provocada por la crisisagrícola intercíclica y la especulación. Desde 1760 la produeción descendíanotablemente. En 1765, la sequía arruinó parte de la cosecha. En Castilla el trigo seencareció 2,5 veces entre 1759 y 1765. Se abolió entonces la tasa del trigo, por RealPragmática de 1 1 de julio de 1765, una decisión de gran impacto. En el motíngipuzkoano se protestó contra el alza de precios, pero también contra la especulaciónque los subía, y, por tanto, contra una oligarquía provincial compuesta por losterratenientes y comerciantes que almacenaban el grano y lo vendían en los meses decarestía.

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En toda Gipuzkoa se palpaba en 1766 la inquietud social. En San Sebastiánmismo, donde vivía la mayoría de los comerciantes, amenazadores pasquinesrevelaban la agitación, que contuvo el Ayuntamiento bajando los precios. No sucedió lomismo en el valle del Deva. Comenzó el motín el 14 de abril, en Azcoitia, cuando losespeculadores sacaban trigo, para llevarlo a sitios de mejores precios. Unos zapaterosy herreros los detuvieron, y después, una movilización popular exigió que los caballerosabaratasen los granos. Se propagó rápidamente por una amplia zona, que incluíaElgoibar, Deba, Beasáin, Atáun, Eibar, Getaria, Mondragón, Placencia, Ordizia,Zarautz, y, en Bizkaia, Ondárroa, Berriatúa, Ereño, Nachitua y Ea.

Los amotinados pedían pan más barato, pero sus protestas afectaban a diversosaspectos de la vida campesina. Reivindicaban una moral publica tradicional, queexcluía la especulación, pero también los fraudes en pesos y medidas y, sobre todo, losabusos eclesiásticos (que ningun clérigo tuviese más de dos capellanías ni cobrasenpor los sacramentos, etc.).

60 encarcelados varios procesos, multas, destierros, presidio y condena a galeras fue el resultado de larepresión de la "matxinada".

La oligarquía provincial reaccionó enseguida. Al tiempo que se enviaba grano alos pueblos, a bajos precios, en San Sebastián se organizaron milicias de ciudadanos.El 24 de abril estaban ya en Azpeitia, desde donde continuaron una represión conpenas de muerte (no ejecutadas), unos 60 encarcelados y varios procesos, queimpusieron multas, destierros, presidio y condenas en galeras. Al final, la represión fueinferior a lo previsto, pero pronto se liberaron de nuevo los precios del trigo.

En otro orden de cosas, en 1766 nació una institución con un importante papel afines del XVIII: la Real Sociedad Bascongada de Amigos del Pais, inserta dentro de lascorrientes racionalistas que recorrían Europa. Fue la primera de las sociedades deamigos del país que surgieron en España durante el reinado de Carlos III. Agrupó a lomás florido de la intelectualidad vasca. El racionalismo ilustrado de los caballerizos deAzcoitia —un grupo social vinculado a las actividades mercantiles, en el que estabapresente, también, la nobleza rural progresista—, alejado de especulaciones teóricas,apostó por un reformismo que buscaba mejoras concretas de la sociedad.

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Impulsó la Bascongada Francisco Javier Mª de Munibe, Conde de Peñaflorida.Los estatutos, autorizados por el rey en 1765, constituían un proyecto de regeneraciónsocial por la vía de la educación y la ciencia. Pretendía fomentar la agricultura,industria, comercio, artes y ciencias, con la consigna de que se deverá siempre preferirlo útil á lo agradable.

Tuvo socios en el País Vasco, en las principales ciudades españolas y hasta enAmérica y Filipinas, sin perder su carácter vascongado. Su divisa Irurac bat simbolizabala hermandad de Bizkaia, Gipuzkoa y Alava. Algunas obras de sus socios figuran entrelas más notables aportaciones de la Ilustración española, como las de Arriquibar, Mu-nibe, Samaniego o Landázuri.

Preocupada por la educación, creó Escuelas de letras menores, en Vitoria,Loyola, Bergara, San Sebastián y Bilbao, y el Real Seminario de Bergara, el primercentro de enseñanza técnica superior en el País Vasco. Del reformismo de laBascongada dan fe, también, sus propuestas de reformas económicas. La creación deprados artificiales, el fomento del ganado con ejemplares importados, los intentos demejorar las ferrerías, los estudios sobre la minería revelan una concepción moderna,como también la publicación de libros y noticias, las pensiones a jóvenes para estudiaren el extranjero o los certámenes y premios sobre temas de aplicación práctica.Financiaron sus actividades con suscripciones publicas. Quizás fue éste, el de lafinanciación, el punto más débil de su programa de reformas. A pesar de su coherenteplanteamiento, no consiguió detener la crisis económica que se apuntaba en el ultimotercio del siglo XVIII.

Por entonces varios síntomas señalaban que el modelo de desarrollo tocabatecho. A los apuros agrarios se añadieron los del comercio.

Tenían un origen político. La búsqueda de la unidad nacional inspiró a lamonarquía medidas que cuestionaban la foralidad. No todas fueron contrafueros, perosí la supresión en 1766 del pase foral, que no estuvo vigente durante algunos años, oel intento de restablecer en 1788 el capitulado de Chinchilla, una reglamentaciónmedieval que privilegiaba los poderes del monarca. Más importancia tuvieron a largoplazo las disposiciones que querían unificar el mercado español, revisando el régimenmercantil. El comercio vasco fue gravado en las aduanas del interior. Poco a poco setendió un cerco arancelario en torno a las Provincias Exentas. Se buscaba, así, ahogarlos negocios de la burguesía vasca, sin recurrir a desafueros. En la práctica, era el finaldel libre comercio.

En 1763 se ordenó registrar en Burgos las mercancías que iban a las aduanasde Vitoria, Orduña y Valmaseda; de salir por Santander, se las desgravaba en un 4 %,eximía de alcabalas y rebajaba a la mitad el peaje del nuevo camino de Reinosa.

La nueva postura del Estado se confirmó en 1778: se hizo ver que, paracomerciar con América, las provincias vascas deberían reformar su sistema aduanero.San Sebastián y Bilbao no fueron habilitados para tal tráfico, pues se negaron, quizásporque les resultaba más atractivo seguir con el contrabando de coloniales, no muyproblemático gracias al escaso control.

Pero las cosas estaban cambiando. En 1779 se fijaron impuestos a losproductos que se llevasen a San Sebastián o Bilbao desde cualquier puerto español.Por fin, en 1789 se creó una barrera arancelaria, con derechos en las aduanas

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interiores que eliminaban las ventajas de la exención fiscal. Constituía una seriaamenaza para los negocios de unos comerciantes que habían prosperado,precisamente, en virtud del libre comercio.

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V. TRADICIÓN CONTRA REVOLUCIÓN (1793-1839)

De la Guerra de la Convención a la Guerra de la Independencia

La Guerra de la Convención, iniciada tras la ejecución de Luis XVI en 1793,enfrentó por vez primera en el País Vasco a tradición y liberalismo.

En julio de 1794 las tropas francesas que penetraron por Navarra, llegaron aTolosa, envolviendo las defensas del Bidasoa. Se rindieron Hondarribia, por suinsostenible situación militar, y San Sebastián, sin resistencia, quizás por lascoincidencias ideológicas de los burgueses con los convencionales. Lo confirmaría suinicial colaboración. Comisionados donostiarras pidieron a los franceses que sea laprovincia independiente como lo fue hasta el año 1200. Después, la Junta de Gipuzkoa,reunida en Getaria, estudió enviar diputados a la Convención. Al parecer, parte deGipuzkoa, de ideas liberales, buscó nuevas alternativas (la independencia, la inserciónen la Republica Francesa...). No se desarrollaron, pues los convencionales gobernaronGipuzkoa sin un estatus especial.

La Junta Particular y la Diputación que los notables rurales formaron enMondragón, en cambio, llamaron a defender al rey, la religión y la Patria. El lematradicionalista movilizó a los campesinos contra los franceses.

En la campaña del 95 Pamplona resistió, pero Bilbao y Vitoria caían en manosdel ejército invasor, que llegó al Ebro. Tras la Paz de Basilea, de julio de 1795, losfranceses abandonaban sus conquistas.

La guerra, y en particular la actitud gipuzkoana, tuvo consecuencias políticas: elGobierno promovió una campaña ideológica para demostrar que los fueros los habíaotorgado el rey, y que, por tanto, podía abolirlos.

Tras la Paz de Basilea, de julio de 1795, los franceses abandonaron sus conquistas.

Por otra parte, las deudas generadas por la contienda forzaron la ventasistemática bienes comunales y abrieron en Bizkaia el proceso que desembocó en lazamacolada, en la que se enfrentaron burguesía urbana y nobleza rural. En 1796, elpresupuestos provincial se confeccionó segun los intereses mercantiles, pero al añosiguiente la nobleza rural, alentada por Zamácola, se gravó al comercio. Las tensiones

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se agudizaron. Después, Zamácola ideó crear un puerto en el Nervión, que acabasecon los privilegios de Bilbao. Estaría en Abando y se llamaría Puerto de la Paz enhonor de Godoy, el Príncipe de la Paz, que tenía que autorizarlo (lo hizo a fines de1801). Al parecer, Zamácola prometió a Godoy, a cambio, un proyecto que se entendiócomo un paso hacia el servicio militar obligatorio.

Así, en 1804 estalló un grave motín, en el que participaron varias anteiglesias y,en especial, las próximas a Bilbao. La villa fue invadido varias veces por losamotinados. Una tensa Junta General extraordinaria anuló a la vez los proyectos deservicio militar y de Puerto de la Paz.

Alto de Júndiz. Batalla de Vitoria.

Las tensiones sociales se agudizaron por la profunda crisis de la economíatradicional. La agricultura alcanzó su techo entre 1780 y 1790. La roturación de nuevastierras rompió el equilibrio agrario, al eliminar pastos y bosques. La producción cayóentre un 15 y un 20 % en treinta años.

La tala del bosque disparó, además, los precios del carbón. Se redujo lacompetitividad de las ferrerías, que tenían que enfrentarse ya a los altos hornos de larevolución industrial británica. Por la dificil venta en Europa y la prohibición de importarhierro, en 1800 el 71 % del que salía por Bilbao se enviaba a puertos españoles,cuando veinte años antes el 62 % iba a los europeos. Pero la reserva del mercado es-pañol era sólo un parche, por su reducido consumo y la relajación de los nexoseconómicos con las colonias.

En torno a 1800 comenzó la crisis del comercio, al desaparecer los grandescircuitos mercantiles: quebraba el tráfico de lana, desde que la revolución industrialprivilegió a la producción algodonera.

En esta coyuntura depresiva, la Guerra de la Independencia tuvo profundasrepercusiones en el País Vasco.

La presencia francesa tuvo respuestas diferentes. Con José I estuvieron lossectores ilustrados, de planteamientos reformistas. Frente a los afrancesados, seprodujo la sublevación popular: se movilizó contra el extranjero liberal y en defensa delorden tradicional. Se levantaron partidas que hostigaban al invasor. Una Junta

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Patriótica se hizo por unas semanas con Bilbao. No sucedió así en San Sebastián,Vitoria o Pamplona, con más presencia militar, por su posición estratégica en la ruta aMadrid.

Los afrancesados participaron en la aprobación de la Constitución de Bayona.No reconocía los fueros, si bien un artículo, incluido por presión de los diputadosvascos, anunciaba que las Cortes los examinarían. También defendieron el fuero losvascos que estuvieron en las Cortes de Cádiz, pero la Constitución de 1812 eraigualmente uniformista, aunque su preámbulo enaltecía las libertades forales comoantecedente de las constitucionales.

En febrero de 1810 Napoleón desgajó a Cataluña, Aragón, Navarra y lasVascongadas del poder de José 1. El general Dufour se hizo cargo de Navarra yThouvenot de las Vascongadas, agrupadas en el Gobierno de Bizkaia. Eran gobiernosmilitares que buscaban aumentar la presión fiscal para financiar la guerra.

La Guerra de la Independencia concluyó en 1813. Tras la batalla de Vitoria, lacapitulación de Pamplona, sitiada por Wellington, y el abandono de Bilbao, sólo unapoblación importante, San Sebastián, permanecía en manos francesas, hasta elviolento ataque inglés origen del incendio que destruyó la ciudad. Por fin, la batalla deSan Marcial, en Irun, puso término a la invasión francesa de la Península.

La crisis de la economía tradicional

Las destrucciones, impuestos y costos de la guerra agravaron las dificultades delaparato productivo. A partir de 1813, se aceleró la venta de comunales. La paralizacióneconómica que acompañó a la restauración absolutista y la crisis colonial precipitaron,además, la retracción mercantil y ferrona.

Se restablecieron los fueros, pero absolutismo y liberalismo compartían en losalbores del XIX los afanes uniformizadores. El contrafuero de 1818 impuso a lasprovincias vascas un servicio militar.

Seis años después de la restauración de Fernando VII desaparecíansúbitamente los fueros, tras el pronunciamiento de Riego. Hasta 1823, durante elTrienio Liberal, estuvo vigente la Constitución de Cádiz. Se trasladaron las aduanas, sesuprimieron la exención fiscal y militar y las instituciones forales. Para la burguesíaprogresista, en el poder durante estos años, el nuevo régimen ampliaba las libertadeshistóricas. Frente a ellos, se levantaron partidas realistas que defendían la tradición. Lamovilización campesina la alentaba por el clero y financiaban los jauntxos.

Las agitaciones del Trienio concluyeron en 1823 con la invasión francesa de losCien Mil Hijos de San Luis, que restableció el Antiguo Régimen, el absolutismo y lasformas tradicionales de gobierno.

La persecución de liberales, la represión de sus agrupaciones y el control de laprensa caracterizaron al decenio absolutista 1823-33. Ahora bien, la evolución delrégimen hacia posturas menos intransigentes tuvo secuelas en el País Vasco. Porejemplo, las Juntas de Bizkaia aprobaron en 1827 un reglamento minero deconnotaciones liberales. Introdujo en las minas el sistema liberal de concesiones, perocon una adaptación foral que las reservaba en exclusiva a los vizcaínos. Los mineroslocales pudieron obtener concesiones sin competencia de capitales foráneos.

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A fines del periodo la profunda crisis económica provocaba ya nítidas reaccionessociales. Así, en 1831 los donostiarras intentaron que las aduanas se trasladasen a lacosta (similar petición habían hecho los vitorianos en 1813), para acceder a la unidaddel mercado español y contener el derrumbamiento del comercio. San Sebastián,apoyada por Irun, pidió a las Juntas de Gipuzkoa que lo solicitasen al Gobierno. Alrechazarlo las Juntas, los comerciantes amenazaron con romper la unidad provincial.

En vísperas de la carlistada, pues, estaban delimitados los antagonismos entrela burguesía urbana y la sociedad tradicional rural. Las discrepancias ideológicastenían un vívido trasfondo socio-económico.

La primera Guerra Carlista

Tras la muerte de Fernando VII el 29 septiembre de 1833, comenzó lasublevación carlista. Defendía los derechos al trono de Carlos Maria Isidro de Borbónfrente a los de Isabel II, hermano e hija de Fernando VII. El pleito dinástico se convirtióen una guerra civil de contenido ideológico y político. Se enfrentaron los defensores dela tradición y los de la revolución liberal.

A comienzos de octubre se oyeron en el País Vasco las primeras proclamascarlistas. Identificaban la causa dinástica con la defensa del Antiguo Régimen y elrepudio del liberalismo. Dios. Patria. Rey, el primer lema carlista, arraigóprofundamente en los sectores rurales del País Vasco, mientras la burguesía urbanaapostó por el liberalismo.

El enfrentamiento tuvo especial virulencia, por la profunda crisis social iniciada afines del XVIII, con la quiebra de la economía tradicional. Respondía a losantagonismos de la sociedad vasca, al resumir las tensiones históricas entre laburguesía urbana y la sociedad rural. Los campesinos vascos cerraron filas con elcarlismo: el liberalismo económico había empeorado ya sus condiciones de vida.

Los carlistas vascos se movilizaron, asi, por la tradición. De ésta formaban parte,también, los fueros, que habían funcionado con el absolutismo. Al principio apenas semencionan, pero al de unos años las proclamas los incluían entre los objetivos de la lu-cha. Dios, Patria, Fueros, Rey simbolizaba ya en 1836 las aspiraciones carlistas.

Desembarcando armas para el bando carlista.

También los liberales vascos defendían los fueros. Pero mientras el carlismo

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quería unos fueros inmutables, cobertura del orden social tradicional, ellos proponíanque se adaptasen a las nuevas necesidades, que pervivieran autogobierno yexenciones, pero no las trabas al sistema político revolucionario o a las reivindicacioneseconómicas burguesas.

Los campesinos, alentados por clero y nobleza rural, levantaron partidasguerrilleras. Los carlistas consiguieron Bilbao y Vitoria, pero carecían de plazas fuertesque actuasen como guarnición militar. Así, tras acabar con las partidas formadas enCastilla, el isabelino general Sarsfield ocupó Vitoria y Bilbao sin dificultades. El ejércitotenía así sólidos puntos para sofocar las guerrillas levantadas en el campo. Lasublevación parecía sin futuro. A las dispersas partidas carlistas les faltaba estructuraorganizativa y estrategia para hacer la guerra con posibilidades de éxito.

Zumalacárregui consiguió cambiar las tornas. Organizó las guerrillas con laconsistencia de un ejército regular y dirigió la guerra con eficacia espectacular. Dio asísu oportunidad política al carlismo, al proporcionarle una notable capacidad militar y elcontrol sobre un amplio territorio.

Incorporado a la sublevación en noviembre de 1833, pronto obtuvo el mando delas tropas carlistas. Las dirigió hasta muerte en junio de 1835. En sólo 19 mesesconsiguió crear un fuerte ejército, capaz de plantearse el asalto de Madrid. A la casitotal carencia de medios se sobrepusieron sus excepcionales capacidades militares ysus virtudes como líder carismático.

Pueden distinguirse tres etapas en la jefatura militar de Zumalacárregui. Laprimera, entre noviembre de 1833 y junio de 1834, la dedicó a disciplinar y entrenar lastropas. Impidió, además, que los isabelinos controlaran el territorio rural, evitandoenfrentamientos abiertos y utilizando la guerra de guerrillas: en ella la superioridadcarlista era incuestionable, por su conocimiento del terreno, el apoyo campesino y lascapacidades tácticas de Zumalacárregui.

En la segunda fase, entre julio del 34 y abril del 35, Zumalacárregui se hizo conel control de la zona rural y de las comunicaciones. Hizo frente a la nueva estrategiagubernamental, basada en operaciones de envergadura, a cargo de 25.000 soldados.La llegada de Carlos V al País Vasco, de otro lado, condicionó las decisiones deZumalacárregui, por la necesidad de protegerle.

Los liberales intentaron cercar a Zumalacárregui en las Amézcoas, el corazóndel carlismo, estrechando el área dominada por los sublevados. Sin tropas suficientespara mantener las guarniciones que iban ocupando, fueron rechazados. Fracasarontambién en su intento de prender a Don Carlos. En septiembre Zumalacárregui marchóa Logroño, se apoderó de un convoy militar, y, al regresar, derrotó a O'Doyle en Alegríade Alava. Meses después, ya con caballería y artillería, triunfó en el Baztán y en el Surde Navarra. En abril el liberal Mina fue derrotado en la batalla de las Amézcoas.

El carlismo obtuvo entonces cierto reconocimiento internacional. El convenioElliot, negociado con ambos bandos por los ingleses, buscaba terminar con lasrepresalias sistemáticas que unos y otros realizaban.

En mayo y junio de 1835, la tercera etapa, Zumalacárregui pasó a la ofensiva.Se hizo con la mayoría de las guarniciones liberales. Tomó primero Treviño, aislandoVitoria, y después Villafranca, Eibar y Ochandiano. Los isabelinos abandonaron

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Durango, Estella, Tolosa, Bergara y el Baztán. Los carlistas dominaban casi todo elterritorio vasco, con la excepción de las capitales, algunos pueblos costeros y la franjaentre Salvatierra y Vitoria.

Zumalacárregui propuso tomar Vitoria y rápidamente marchar a Madrid. Eraquizás la unica posibilidad de triunfo carlista, atacar antes de que se reorganizase elenemigo, sucesivas veces derrotado, pero la corte de Don Carlos impuso que en vezde Vitoria se ocupase Bilbao, para conseguir reconocimiento internacional y losrecursos de la villa, según los jauntxos rica y próspera. Quizás los recelos rurales anteBilbao pesaron en esta decisión, fatal para el carlismo: concedió tiempo a los isabelinospara reorganizarse, y, además, en el sitio Zumalacárregui recibió la herida que, maltratada, causó su muerte. Pronto los carlistas debieron levantar el sitio. Pocos díasdespués, les derrotaban en Mendigorría.

Con 33.000 soldados de infantería y 1.000 de caballería, el general Eguía intentóreorganizar el ejército, pero los carlistas fueron ya incapaces de lanzar grandesoperaciones. La situación se estabilizó.

Quisieron desbloquearla desde 1836 algunas expediciones, como la del generalGómez, que marchó hasta Andalucía buscando adeptos, y la Expedición Real, quellegó a las puertas de Madrid. Regresaron sin resultados sustanciales.

Intentaron también ocupar Bilbao. El sitio de diciembre de 1836, en el que hubouna encarnizada lucha, lo levantó Espartero tras la épica batalla de Luchana. TambiénSan Sebastián sufrió el acoso carlista, contenido por los liberales donostiarras, elejército gubernamental y voluntarios extranjeros. Algunos éxitos carlistas de 1837 (lavictoria de Oriamendi y la toma de Hernani y de Oyarzun) no desnivelaron la situación.

Guardias forales de Buzkaia que participaron en la defensa de Bilbao durante el sitio carlista de 1874.

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Para entonces, el Gobierno se hacía ya con un ejército numeroso y el desalientose adueñaba de los carlistas, cansados de la movilización permanente y los elevadosimpuestos. En este clima se sugirieron nuevas vías políticas, como la promovida porJosé Antonio Muñagorri. Instigado por el Gobierno, su oferta de Paz y fueros invitaba abuscar la paz abandonando las reivindicaciones dinásticas, a cambio de conservar losfueros.

Desfile de tropas regulares (1931) con momo de la inauguración del monumento a los carabinerosfusilados por la partida del Cura de Santa Cruz, en Behobia.

En 1936, los requetés lo volaron. Años después, fue repuesto.

El enquistamiento militar agudizó las tensiones en la élite carlista. Algunosempezaron a pensar en acuerdos con los liberales. Las disputas entre moderados eintransigentes dieron lugar a la ejecución en Estella de varios generales, ordenada porel moderado Maroto.

Esta crisis, la desmoralización de las tropas y el cansancio civil anticipaban ladescomposición del carlismo. La guerra acabó tras las negociaciones entre Espartero yMaroto, jefe del Estado Mayor carlista. El 31 de agosto de 1839 se firmaba el Conveniode Bergara. Lo desautorizó Don Carlos, pero en septiembre los ultimos focos carlistasquedaron sofocados.

En el Convenio Espartero se comprometía a recomendar al Gobierno quepropusiese la concesión o modificación de los fueros a las Cortes. No se hablaba deconfrmalos, por lo que quebraba el principio de la legitimidad histórica. El planteamientoera liberal: con la Constitución de 1837 los derechos históricos no podían imponerse alos órganos soberanos. Pero del texto firmado en Bergara se deducía que algunosfueros se conservarían.

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Iglesia de Begoña, efectos de los proyectules sobre la torre del campanario.

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VI. LA ÚLTIMA ETAPA FORAL (1839-1876)

El sistema político durante la última etapa foral

Tras la I Guerra Carlista se instauró el régimen liberal en el País Vasco, pero nose impuso la uniformidad, por el compromiso gubernamental con el carlismo y lapresión de los liberales vascos, que la rechazaban. Se inició la abolición de los fueros,con la ley del 25 de octubre de 1839, que confirmaba los fueros sin perjuicio de launidad constitucional de la Monarquia. Las imprescindibles modificaciones de losfueros las propondría el Gobierno a las Cortes, tras oír a las provincias forales. No seexigía una negociación, bastaría la audiencia del Gobierno.

En Navarra se formó una nueva Diputación elegida con procedimientos liberales,no estamentales. De su entendimiento con el Gobierno nació la llamada LeyPaccionada, que no fue tal, pues siguió el trámite legislativo habitual, previasconversaciones entre Gobierno y Diputación.

La Ley, de agosto de 1841, liquidó los Fueros de Navarra. Desaparecían lasCortes, las aduanas interiores, el derecho de sobrecarta y la exención fiscal y militar yse aplicaban los procedimientos judiciales y electorales generales. Sin embargo, laDiputación incrementó sus capacidades: asumió la de fijar impuestos, que conservabaNavarra aun teniendo que abonar un cupo anual; y le rendirían cuentas los Ayun-tamientos, que antes lo hacían al Consejo Real. La subsistencia del derecho civil foral yel fortalecimiento autonómico de la diputación se presentó como una adaptación de laforalidad.

En Alava, Gipuzkoa y Bizkaia pervivieron Juntas y Diputaciones Forales, que noeran estamentales. Optaron por no dialogar con el Gobierno, de modo que no sedesarrollara la ley de 25 de octubre de 1839. Esta se había recibido con alborozo, perono duró la tranquilidad. Las dificultades comenzaron al asumir en 1840 la regencia elprogresista Espartero. Las diputaciones forales proclamaban su lealtad a Mª Cristina,cuando tuvo que exiliarse: en el País Vasco los liberales se estaban inclinando almodernismo, quizás por temor al uniformismo radical de los progresistas.

Los generales Maroto y Espartero

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Las Diputaciones se adhirieron después a la sublevación moderada de octubrede 1841, cuyo principal escenario fueron las provincias forales. Iniciada en Pamplona,se sumó la guarnición de Vitoria, donde Manuel Montes de Oca, antiguo ministro de MªCristina, se puso al frente del levantamiento, que fracasó. Casi sin apoyo fuera del PaísVasco, incluso las adhesiones locales habían sido escasas. Montes de Oca fueejecutado en Vitoria.

Tras su triunfo Espartero abolió los Fueros, con el Decreto de 29 de octubre de1841. Vulneraba la ley de 1839: no era decisión de las Cortes, ni se había oído a lasprovincias forales. Y es que el liberalismo progresista quería eliminar un foco propiciopara ulteriores levantamientos. El Jefe Politico (similar al actual gobernador civil) seharía cargo del orden publico; diputaciones y ayuntamientos dejarían de organizarsesegún uso y costumbre y se aplicaban los nuevos sistemas electorales; desaparecíanlas Juntas Generales; subsistía el Derecho Civil foral, pero no las peculiaridades de laorganización judicial, al dividirse el territorio en partidos; desaparecía el pase foral; lasaduanas se trasladaban a la costa y frontera.

Nada decía el Decreto sobre la exención fiscal y militar, pero anunciaba que seaplicarían sin trabas las leyes generales de la monarquía. Así, la medida se entendiócomo el ocaso de las libertades vascas. Espartero, consciente de que seria malrecibida, disolvió el Ejército del Norte, para reconstituirlo personalmente y evitar nuevassublevaciones, por influencia de los moderados locales. Para atraerse a lasVascongadas, pedía una relación de los daños de la guerra, con vistas a futurasindemnizaciones.

Espartero perdió el poder en mayo de 1843, tras un pronunciamiento en el queparticiparon las guarniciones locales. Y entre 1844 y 1854, la década moderada,retuvieron el Gobierno los moderados. Ante la cuestión vasca adoptaron una actituddiferente a la progresista. Primero, por oportunidad política: si los fueros habíansucumbido como castigo a una sublevación moderada, era lógico que ahora losrestaurasen. En segundo lugar, por razones ideológicas: frente al dogmatismoprogresista preferían el pragmatismo; el concepto de soberanía nacional no era paraellos principio radical, pues defendían la adecuación a las realidades históricas.

El Decreto de 4 de julio de 1844 restituyó parte de los fueros. Volvían las JuntasGenerales y las Diputaciones Forales y los Ayuntamientos recuperaban suscompetencias tradicionales. Sin embargo, no se restablecía el pase foral, ni seretocaban las aduanas ni los procedimientos electorales liberales, la organizaciónjudicial y las competencias de orden público del jefe político, ahora llamado corregidorpolítico, que presidiría las Juntas.

Se gestaba así un nuevo sistema político, que engarzaba con la tradición foral,pero que tenía nuevos componentes. De ello es buen reflejo el régimen de doblediputación. Subsistían las Diputaciones Provinciales, si bien con reducidascompetencias: tutelaban las elecciones y controlaban la libertad de prensa. LasDiputaciones Forales, designadas por las Juntas, concentraban, con estasexcepciones, sus competencias tradicionales y las de las diputaciones constitucionales.

Después, los moderados incrementaron el autogobierno de las Vascongadas. LaReal Orden de 6 de marzo de 1849 del Ministerio de Gobernación concedió a laDiputación de Alava la facultad de entender sobre los presupuestos municipales,tradicionalmente en manos del poder central. La medida amplió notablemente las

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atribuciones de la diputación alavesa, pese a su escaso rango jurídico. En 1853 se ex-tendió similar capacidad a las Diputaciones vizcaína y gipuzkoana. Por vez primera enla historia foral las tres provincias se configuraron como marcos administrativosautónomos.

Así, durante la última etapa foral las Vascongadas siguieron una evolucióncontradictoria. Desaparecieron competencias políticas, como el pase foral, pero seamplió la autonomía administrativa y económica, aun sin engarzarse en el sistemaconstitucional. Pese a la indefinición jurídica, a la burguesía vasca le resultabansatisfactorias las exenciones, la autonomía y, también, la aplicación de las máscaracterísticas medidas liberales.

Y es que se introducían los cambios propugandos por la revolución burguesa,pues el liberalismo no se reducía a las transformaciones del régimen foral. Segeneralizaban nuevos conceptos, gestados en torno al individualismo burgués. Seliberalizaba la propiedad de las minas y se desarrollaba la desamortización eclesiástica,regulada por las leyes de Mendizábal de 1835 y 1836, el mejor ejemplo del triunfo delos esquemas burgueses: tras el Convenio de Bergara se emprendió en el País Vascola venta de los bienes de la Iglesia. Aunque éstos sólo en Navarra y en Alavaalcanzaban cierta envergadura, la desamortización tenía hondo significado, por elpoder ideológico de la Iglesia y su animadversión al liberalismo.

La desamortización suscitó resistencias sociales, alentadas por eltradicionalismo, que desanimó a eventuales compradores. Aún así, entre 1841 y 1844,durante el período progresista, alcanzó rápido ritmo. Se interrumpió en 1844, con losmoderados. Contra lo pretendido, los campesinos apenas participaron, por su debilidadeconómica, por no ofertarse las tierras en condiciones adecuadas, o por la hostilidad aunas ventas que condenaba la Iglesia. Por lo comun, los compradores residían en losnúcleos urbanos. Pese a las trabas tradicionalistas, se aplicó también ladesamortización de Madoz, a partir de 1855, con menos dificultades.

Pese a los vaivenes del período (en el que rigieron tres constituciones, las de1837, 1845 y 1869) y las luchas políticas entre moderados y progresistas, el nuevorégimen, que podría calificarse como una adaptación foral del liberalismo, propició unosaños de relativa estabilidad. La mayor autonomía administrativa y económicacompensó, desde la perspectiva burguesa, los déficits de legitimidad que tenía el nuevosistema de autogobierno, así como la pérdida de algunos derechos forales.

Los comienzos de la modernización económica

En los años cuarenta, tras el traslado aduanero, diversas iniciativas burguesascomenzaron a modernizar la economía, cuyas bases tradicionales (las ferrerías, eltráfico de lana...) se habían hundido.

El trigo, que desde 1841 exportó España durante unos 40 años, se convirtió enla base del comercio vasco. La burguesía mercantil mantuvo así sus negocios y pudoafrontar empresas innovadoras, como las que querían mejorar las comunicaciones.

La burguesía bilbaína intentó promover un ferrocarril en 1845, para situar a lavilla en un punto estratégico dentro de los enlaces de la meseta con Francia y elCantábrico y hacer frente al proyecto de una línea Avilés-Madrid, con la que peligrabasu participación en el comercio castellano. Se formó la Compañia del Ferrocarril Madrid

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Irún por Bilbao, con sede en París y colaboración madrileña y extranjera, pero la líneano se construyó, al no desembolsarse el capital por la crisis financiera de 1846.

La construcción de maquinaria fue uno de los sectores que sedesarrolló en Bizkaia en el primer tercio del siglo XX.

Otras iniciativas consiguieron transformar algunas ferrerías en modernasmetalurgias. Así, en Gipuzkoa funcionaban en 1860 varias fábricas de hierro colado,fundiciones y de armas, nacidas de esta reconversión. Similar renovación se producíaen las ferrerías alavesas de Araya. Y en varias localidades vizcaínas (Valmaseda,Durango, Amorebieta, Galdácano, Begoña, Ortuella) se reconvirtieron antiguas insta-laciones, como sucedió con la Santa Ana de Bolueta, creada en 1841 por unoscomerciantes que importaron técnicas europeas. Resultaron decisivas las iniciativas delos mineros y comerciantes Ibarra Hermanos. En 1846 formaron la Fábrica de NuestraSeñora de la Merced para explotar unas instalaciones de Guriezo. Estaba malcomunicada, por lo que en 1855 los Ybarra fundaron en Baracaldo la Fábrica deNuestra Señora del Carmen, pionera en la industrialización del Nervión. Constniyó ha-cia 1872 el primer alto horno de carbón mineral del País Vasco.

«La ria es una de las cosas mas sugestivas de España. no creo que nada exista en la Peninsula que déuna impresión de fuerza, de trabajo y de energia como esos catorce o quince kilómetros de via fluvial»,

escribió Pío Baroja.

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De índole modernizadora fue también la creación de papeleras en el valle delOria, iniciada en 1841 por La Esperanza, de los comerciantes donostiarras Brunet,Tantonat y Guardamino, a la que siguieron las fábricas de Irura (1843), Txarama(1856), Amaroz (1858)...

Los intereses prioritarios de la burguesía vasca seguían siendo los mercantiles,pero algunas iniciativas de los comerciantes resultaron decisivas, como las delFerrocarril Tudela-Bilbao y del Banco de Bilbao. La burguesía bilbaína vivía críticascircunstancias. En 1855 un grupo francés fundó la Compañia de los Caminos de Hierrode! Norte de España, para construir el Madrid-Irun a través de Miranda de Ebro, Vitoriay Alsasua. Bizkaia se quedaba al margen de la principal conexión de la meseta con elnorte. Los comerciantes locales decidieron entonces promover una línea desde Bilbaoal interior; y crear el Banco de Bilbao, para dotarle de una base financiera. Los dosprimeros ferrocarriles que cruzaron el País Vasco fueron así el del Norte, que unía Iruny Miranda del Ebro en 1864, y el Tudela-Bilbao, que funcionó desde 1863, conectabacon el anterior en Miranda y lo financiaron en lo fundamental capitales de las comarcasafectadas.

La modernización económica del Pais Vasco llevó a la aparición de muy diversos sectores productivos.La fábrica Chocolates Bilbainos (Chobil) se constituyó en 1920. La fotografia corresponde a 1960.

La Compañia del Ferrocarril Tudela-Bilbao fue absorbida por la del Norte en1878, pero había conseguido su objetivo de conectar a Bilbao con el mercado interior.El Banco de Bilbao, también de 1857, obrevivió, como un banco comercial que hasta1874 tuvo la capacilad de emitir papel moneda.

El desarrollo de la desamortización de Madoz, que afectó desde 855 a losbienes comunales, además de a los eclesiásticos, fue otro éxito del liberalismoburgués. En el País Vasco no tuvo gran importancia económica, pero sí política:simbolizaba el triunfo de la idea burguesa de la propiedad.

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Contra la Ley Madoz se movilizaron los grupos tradicionalistas, pero sólo pudieron retrasar su aplicación.En las provincias costeras se realizó el gran asalto a la propiedad eclesiástica.

También se vendieron bienes comunales.

Contra la Ley Madoz se movilizaron los grupos tradicionales, pero sólo pudieronretrasar su aplicación. En las provincias costeras se realizó el gran asalto a lapropiedad eclesiástica. Se vendieron también comunales (en torno a un tercio de loenajenado en el XIX), si bien no desaparecieron totalmente. Compraron ampliossectores: pese a las reticencias tradicionalistas —sobre todo, la condena a quienes sehacían con bienes eclesiásticos—, disminuía su capacidad de presión social. Nocambiaron las características de los compradores (burguesía urbana y hacendadoslocales, no los campesinos).

Hubo también decisivos cambios en la minería. El hierro de Bizkaia adquiriócreciente interés, tras el invento Bessemer de 1855: conseguía mejor acero, peroexigía hierro no fosfórico, que en Europa sólo abundaba en Suecia y Bizkaia. El mineralvizcaíno presentaba mejores condiciones para explotarlo con destino a la demandainglesa: era muy rico, fácil de extraer (estaba en superficie) y, cercano a la costa, detransporte poco costoso.

Para explotar de forma masiva hierro debía construirse una nuevainfraestructura, la principal inversión que requería en Bizkaia la minería, pues para laextracción bastaba un trabajo de cantera. El primer ferrocarril fue el de Triano,terminado en 1865. Lo construyó la Diputación, contra los hábitos económicos del XIX,pues estas iniciativas solía realizarlas el capital privado. La vía unía al monte de Trianocon el Nervión y le eran tributarias las minas más ricas, por lo que sus tarifas fijaron losprecios del transporte minero en Bizkaia. La Diputación explotó la línea con preciospolíticos, que no se correspondían al decisivo papel que el ferrocarril jugaba en elsector. Así, los propietarios y explotadores de las minas pudieron percibir los mayoresbeneficios, pese a sus exiguos desembolsos iniciales.

Vinculados a los órganos forales a la producción minera, las Juntas Generalessuprimieron en 1863 la norma foral que prohibía la saca de hierro.

En vísperas de la guerra varias compañías inglesas se interesaron por el mineralde Bizkaia, como la Bilbao River & Cantabrian Railway, que en 1870 adquirió minas enGaldames y proyectó un ferrocarril hasta la ría.

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Pero la mayor parte de la población trabajaba aún en la agricultura. Superó éstael estancamiento del primer tercio del siglo, por el desarrollo de enclaves urbanos, a losque había que abastecer de subsistencias, y por las mejores comunicaciones, quepermitieron dedicar cada comarca a los cultivos más adecuados, pues era posible pro-veerse de productos de zonas lejanas. Crecieron algunos cultivos tradicionales y lasproducciones se diversificaron, impulsándose hortalizas y legumbres. La expansiónganadera aumentó la productividad, al aportar más abono, al que se sumó el artificial.

Tranvías aéreos de la Sociedad Orconera Iron Ore Co. Lid., en el Monte Matamoros, 1893. Laexplotación masiva del mineral de hierro exigió la construcción de una completa infraestructura, que

incluía tranvías aéreos, planos inclinados y ferrocarriles mineros. Fotografía, Hauser y Menet.

Desde la pesca de la ballena en la Edad Media hasta las modernas flotas pesqueras. esta actividadmarítima ha jugado un papel de primer orden en el Pais Vasco. en pueblos costeros dotados de gran

personalidad.

Pero en las provincias costeras el trigo tendió a desaparecer, desde que el trenacercó a mejores precios el de la meseta. El maíz se convirtió en el cereal porexcelencia de este área, en la que la mayor diversificación colaboró a aumentar laproductividad, al generalizar la rotación de cultivos. Pero los cambios, muy lentos, noeliminaron el déficit de subsistencias.

También en el campo alavés los cultivos se hicieron más diversos, pero enconjunto no salió de su estancamiento. Sólo en las mejores tierras de la Llanada se

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recuperó el trigo. El ferrocarril tuvo efectos negativos en las comarcas que no podíancompetir con el cereal castellano. En la Rioja alavesa hubo intentos de mejorar lafabricación vinícola, sin resultados sustanciales hasta los años 70, tras la ruina del vinofrancés por la filoxera.

La descarga de los barcos del Nervión solía corresponder a las mujeres. Muelle de Ripa, hacia 1915.

La evolución demográfica permite valorar estos cambios. La población creciólentamente, por los apuros económicos y bélicos. Entre 1787 y 1857 aumentó de310.000 a 430.000 habitantes, a un ritmo medio del 0,48 % anual, por detrás delespañol (0,55 %). Entre 1857 y de 1877 la población creció aún más despacio, hasta450.000 habitantes, con una tasa del 0,27 % (la media española fue del 0,37 %). Hubonítidas diferencias provinciales. En 1857 Bizkaia era ya el territorio más poblado de lasVascongadas, y entre 1857 y 1877 inició un neto despegue, con un aumento medio del1,35 % anual; se había convertido en polo de atracción migratoria. Por contra, Alavaperdía población y Gipuzkoa crecía al ritmo del 0,17 % anual. Aparecían, pues, nuevosdesequilibrios provinciales. El estancamiento alavés contrastaba con los comporta-mientos de las provincias costeras, y, sobre todo, con la prosperidad que, a Enes de laetapa, vivía Bizkaia.

La última guerra carlista

Durante el periodo los carlistas mantuvieron su ideario, pero parecíanacomodarse al vigente estado de cosas. Desde que en 1844 se restablecieron en partelos fueros sus actuaciones se quedaron en las trabas a la desamortización o en lasprotestas de 1857 por la Ley Moyano que eliminaba atribuciones forales al designarmaestros. En ambas ocasiones fracasaron. También el liberalismo vasco perdióradicalidad. Logradas sus principales reivindicaciones, apoyó la gestión de losmoderados.

Subsistieron las convicciones foralistas, un sentimiento general. De ahí el éxitode Iparraguirre, que alcanzó con su Gernica'co Arbola enorme popularidad. Tambiéntuvieron amplio apoyo las Diputaciones al negarse al desarrollo de la ley de octubre de1839, así como los senadores Egaña, Barroeta Aldamar y Lersundi cuando defendieronlos fueros en las Cortes de junio de 1864. En este ambiente se creó en 1862 laDiócesis de Vitoria, que comprendía Alava, Gipuzkoa y Bizkaia, antes dispersas envarios obispados. Era la única unidad administrativa que reunía a las Vascongadas.

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Pero bajo la aparente estabilidad persistían hondas disensiones. Estallaron enuna nueva guerra civil, en 1872. Se reprodujeron los antagonismos de la primeracarlistada: liberalismo contra tradición, campo contra ciudad, pero ahora las cosasfueron más complejas, como lo era la sociedad vasca. En el bando carlista huboalgunos sectores urbanos (miembros de la burguesía media, artesanos o un proleta-riado subempleado). El campo fue mayoritariamente carlista, pero no con la rotundidadde años atrás. En algunas zonas no predominó el tradicionalismo (que recurrió alreclutamiento forzoso) y en otras el conflicto significó un enfrentamiento social. En elcarlismo de los años setenta subyacía la protesta contra los nuevos ricos, el malestarde campesinos, artesanos y pequeños notables rurales contra los comerciantes, lospropietarios y los nuevos industriales.

Interior del fuerte de Miravilla durante el cerco carlista de 1874. El ejército liberal organizó, con el auxiliode la población civil, una completa defensa de Bilbao. Foto Carlos Monncy.

El carlismo defendió su lema Dios, Patria, Fueros, Rey, pero apenas recurrió a lajustificación legitimista. En cambio, la defensa de la religión (atacada, afirmaban, por larevolución liberal) pasó a un primer plano y la causa de los fueros tradicionales jugó unpapel mayor que en la primera guerra. Reunió a quienes coincidían en la protestacontra el régimen democrático y en la defensa de unas formas de vida que incluían losFueros, la monarquía católica, una moral tradicional y el sistema socio-económico delAntiguo Régimen. El ensañamiento carlista contra el liberalismo incluyó acciones contraferrocarriles, símbolos de la modernización que se repudiaba, la destrucción de re-gistros civiles, la repulsa de las mujeres casadas civilmente y la reposición de diezmoso primicias.

El camino hacia la guerra se inició en 1868, con la Revolución de Septiembreque puso fin al reinado de Isabel II (le sorprendió el pronunciamiento veraneando enSan Sebastián) y a la hegemonía del liberalismo moderado. El régimen de aspiracionesdemocráticas fue un revulsivo para un País Vasco adaptado al liberalismo conservador.

Por entonces encabezaba la Legitimidad un nieto del primer Pretendiente,Carlos VII para los carlistas. Desde 1868 aumentaron sus partidarios; en él vieroncatólicos y liberales conservadores el instrumento para detener la revolución, quedespertó la animadversión de quienes añoraban las antiguas formas de vida, siemprereticentes al liberalismo.

Al principio Don Carlos propuso combatir dentro de los cauces legales, si bien

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hubo ya en 1869 un intento de sublevación. El carlismo desarrolló una intensacampaña publicitaria en toda España. En las elecciones a Cortes Constituyentesobtuvo resultados satisfactorios, con más de 20 diputados —entre ellos, toda la repre-sentación de Gipuzkoa y de Bizkaia—, que formaron una combativa minoría.

La creación de la Monarquía Constitucional cerró al carlismo la remotaposibilidad de una vía legal para acceder al poder. La corona recayó en Amadeo deSaboya. Don Carlos, con escasos medios materiales, siguió utilizando vías pacíficas.En 1871 conseguía un notable avance electoral, con 51 diputados (15 en el PaísVasco), pero bajó en las elecciones de 1872. Mantuvo 14 diputados vascos, pero entotal sólo obtuvo 38. Tras este fracaso Carlos VII llamó a las armas. Se levantaronpartidas en el País Vasco y el Pretendiente cruzó la frontera. Tras la derrota deOroquieta volvió al exilio. Los carlistas vizcaínos firmaron la paz en el Convenio deAmorebieta.

La definitiva sublevación comenzó el 18 de diciembre de 1872, aunque ya unassemanas antes se levantaron partidas, como la del cura Santa Cruz, proclive aacciones violentas. Don Carlos nombró a Dorregaray comandante general. Y alproclamarse la República en febrero de 1873 la sublevación se generalizó. Aun conpoco armamento y ninguna artillería, la sublevación se consolidó, en parte por la inope-rancia del Gobierno ante la inestabilidad política, el levantamiento cantonal en Levantey la sublevación cubana.

En la batalla de Luchana, en la Nochebuena de 1836,Espartero levantó el sitio carlista de Bilbao, tras conseguir cruzar el río Asúa. Lit. Vallejo.

Dedicó Dorregaray los primeros meses a instalar al carlismo en el campo,recurriendo a la guerra de guerrillas. Rehuyó la batalla hasta la acción de Erául demayo de 1873, que se saldó con triunfo de los carlistas, que en agosto tomabanEstella, una plaza importante militar y políticamente. Desde el 16 de julio Carlos VIIestaba en el País Vasco.

La sublevación tenía ya un ejército de 24.000 hombres. El ejército liberal seencerró en San Sebastián, Tolosa, Irun, Bilbao, Portugalete, Vitoria y Pamplona. Elcarlismo controló y dirigió el territorio durante más de dos años. Su base administrativafueron las Diputaciones Forales de las Vascongadas y la Junta Gubernativa deNavarra, que dispusieron levas obligatorias, organizaron los suministros, relanzaron laproducción de armamento de Eibar y Placencia y financiaron la sublevación con im-puestos y requisas a los liberales, estableciendo una agotadora fiscalidad.

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En la batalla de Montejurra de noviembre resistieron a los liberales y, trasconquistar Tolosa, los carlistas decidieron sitiar Bilbao, el símbolo del liberalismo al quese enfrentaban. Su conquista les proporcionaría recursos económicos y quizásreconocimiento internacional, imprescindible para obtener apoyos financierosexteriores. Tras tomar Portugalete, en enero de 1874 los carlistas iniciaron el sitio deBilbao, que resistió pese a los intensos bombardeos. El ejército liberal respondióentrando en Bizkaia desde Santander. Tras la cruenta batalla de Somorrostro elgeneral Concha liberó Bilbao el 2 de mayo de 1874, tras 125 días de asedio.

El carlismo aún controlaba el territorio, tras fracasar el intento liberal de ocuparEstella, en una acción en la que murió Concha. Lo organizó como un Estado, concapital en Durango, un gobierno de tres ministerios (Guerra, Estado e Interior) y unBoletín Oficial; abrió la Universidad de Oñate, donde instaló una Casa de la Moneda yel Real Tribunal de Justicia. Pero la situación militar se había estancado. El sitio carlistade Pamplona duró varios meses sin avances sustanciales; y fracasó el bloqueo de Irun:15.000 soldados llegados por mar a San Sebastián levantaron el cerco.

Restaurados los Borbones en la persona de Alfonso XII y sofocadas lassublevaciones cantonales, en 1875 el Gobierno canalizó recursos para el Ejército delNorte, que llegó a los 80.000 hombres, frente a unos 40.000 oponentes. Los liberaleslevantaron el sitio de Pamplona. Los carlistas aún triunfaron en Lacar, pero estaba yaclaro que su victoria era imposible. El hostigamiento liberal fue minando la moral de lospartidarios de Don Carlos. Llegaron las disensiones: varios generales se sucedieron enel mando, el propio Dorregaray llegó a ser procesado. El territorio carlista era ya unpaís cansado de una guerra sin futuro y exhausto por las contribuciones.

A fines de 1875 las tropas liberales iniciaron el ataque definitivo. Vencieron enZumeltzu y avanzaron sobre Bizkaia y Navarra. El ejército carlista se desmoronó. El 27de febrero de 1876 Carlos VII cruzaba la frontera. Marcharon 15.000 exiliados. Laguerra terminó sin acuerdos. Ningún compromiso como el Convenio de Bergara atabaa los liberales.

Los carlistas abrieron la Universidad de Oñate instalando en ella una Casa de la Moneda y el RealTribunal de Justicia.

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VII. TRANSFORMACIONES POLÍTICAS Y ECONOMICAS A FINES DEL SIGLO XIX

La abolición de los fueros y la instauración del régimen liberal

Tras la derrota carlista se abolieron los fueros, pese a la oposición de losliberales vascos. Aducían que ellos eran fueristas, y que si se castigaba a los carlistaseliminando los fueros, también se les castigaba a ellos, que tanto habían sufridodurante la guerra. El pragmatismo de Cánovas dio una solución política al problema:optó por la abolición de los fueros, pero manteniendo una autonomía de las provinciasvascas. El Gobierno buscaba asi una base social en el País Vasco para el sistema dela Constitución de 1876. La burguesía vasca, liberal, insistía en la validez de laautonomía foral.

En el Parlamento los diputados y senadores vascos, liberales fueristas,defendieron unánime y contundentemente los fueros con argumentos históricos ypoliticos, en un debate en el que destacó el alavés Mateo Benigno de Moraza. Nopudieron impedir la aprobación de la Ley de 21 de julio de 1876. Con ella, los fuerosvascos quedaron suprimidos. La ley acababa con las exenciones militares y fiscales. Almismo tiempo abría la posibilidad de un régimen excepcional. Nada se decía delautogobierno que podría subsistir, que se aplazaba a futuras conversaciones conrepresentantes de las Vascongadas. En todo caso, si pervivía alguna autonomíaprovincial no sería en virtud de derechos históricos. Quedaba al arbitrio del Gobierno,cuya única obligación sería dar cuenta a las Cortes.

El acuerdo fue costoso, por el rechazo que tuvo en el País Vasco la ley del 21 dejulio. Juntas y Diputaciones se negaron al principio a aceptar la nueva situación. Por fin,en la primavera del 77 a la decisión de las Juntas de Alava y Gipuzkoa de conversarcon el Gobierno se unieron fueristas vizcaínos. Integraron una Diputación Provincialprovisional (la Diputación Foral se había autodisuelto al no aceptar la ley abolitoria,siguiendo la línea del liberal Sagarmínaga) designada por el Ministro de Gobernación ycompuesta por liberales que querían así salvar alguna autonomía.

De las negociaciones nació un nuevo régimen político-administrativo, el de losConciertos Económicos. Se reguló por decreto el 28 de febrero de 1878, que establecíacómo el País Vasco contribuiría económicamente al Estado. No se aplicaría el régimentributario común. Cada provincia pagaría un cupo negociado entre el Estado y lasDiputaciones, y éstas recaudarían y fijarían los impuestos, que podrían ser diferentes alos del resto de España. Había cambiado la legitimidad de la autonomía fiscal, queahora nacía de una concesión estatal, pero ésta se mantenía.

El Concierto se prorrogó en 1887, 1894, 1906 y 1925, variando los impuestosconcertados y el montante del cupo. En base a la autonomía fiscal las Diputacionesampliaron sus competencias administrativas, pues en 1878 se les reconoció a susdecisiones valor ejecutivo, la capacidad de crear arbitrios y el control de losAyuntamientos, que les debían rendir cuentas.

Así, la autonomía liberal consolidó a las provincias vascas como marcos fiscalesy administrativos autónomos. Las Diputaciones desarrollaron una actividad muy amplia:pactan con el Gobierno, establecen impuestos, emiten empréstitos, construyencarreteras y vías férreas, disponen de cuerpos armados, etc. Nunca estas institucioneshabían tenido tanta autonomía. Ni unas Juntas Generales, ni un Gobierno, ni unasCortes, ni un Tribunal de Cuentas fiscalizaba su actuación. Quienes dominaban las

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Diputaciones podían realizar sin cortapisas su política fiscal y administrativa. De otrolado, fueron designadas por el cuerpo electoral, no por las Juntas Generales. Elsistema anterior permitía la hegemonía de la aristocracia rural; el nuevo favoreció aquienes controlaban las elecciones directas con los mecanismos caciquiles de laRestauración.

Este autogobierno carecía de una base jurídica sólida. Los soportes legales dela autonomía administrativa eran órdenes ministeriales, ambiguamente reconocida porlas leyes. El autogobierno económico se reguló por Decretos gubernamentales,excepto en 1887, cuando se incluyó el Concierto en el Presupuesto estatal. Lafragilidad conceptual de la autonomía liberal se aprecia también en la renovación de losconciertos. Las negociaciones no se ajustaban a ningún marco normativo: susresultados dependían de la correlación de fuerzas del momento. No se fijaba el cupo apartir de un aparato estadístico, sino de estimaciones a veces arbitrarias.

Asi, la autonomia liberal consolidó a las provincias vascas como marcos fiscales y adminsitrativosautónomos. Las Diputaciones desarrollaron una actividad muy amplia. aprovechando la nueva y amplia

autonomia.

Los Conciertos supusieron una rebaja fiscal frente a otras provincias, pornegociarse con valores subjetivos, al margen de situaciones concretas, y alestablecerse el cupo para varios años, en los que la presión fiscal se estabilizabamientras crecía en el resto de España. Hacia 1912 se calculaba en los impuestosconcertados una desgravación entre el 50 % y el 60 %. No se concertaban todos losimpuestos, por lo que también hubo en las provincias vascas una Hacienda estatal. Noeran los principales ingresos, pero correspondían a áreas que el Estado consideróprivativas: los productos del monopolio del tabaco, de la administración judicial o de lasminas.

La autonomía administrativa no tuvo una definición precisa: ninguna ley enumeróo delimitó las competencias de las diputaciones, sólo reconocidas de forma vaga con lafórmula de que éstas mantendrían las atribuciones «que han venido ejercitando». En lapráctica, la autonomía liberal de las Diputaciones nacía de su posibilidad de establecercuadros fiscales y del control de los municipios, que en otras provincias ejercía alEstado, una atribución que se legitimaba apelando a la tradición foral, pero que hasta1849 la habían tenido las autoridades delegadas de la monarquía.

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Su escasa entidad jurídica minusvaloraba la autonomía liberal. Apenas seintegraba en el sistema legislativo y su supervivencia dependía de la voluntad delGobierno. Pero la ambigüedad permitió autonomías provinciales mucho mayores quelas previstas por la Constitución de 1876.

La fiscalidad que aplicaron las Diputaciones se basó en los impuestos indirectos,especialmente en los que gravaban el consumo. Era la misma de la última etapa foral,pero las estructuras productivas habían cambiado, al menos en Bizkaia y Gipuzkoa,como consecuencia de la industrialización. Los nuevos grupos hegemónicos, que con-trolaron las diputaciones, pudieron, apelando a la tradición foral, desviar hacia laimposición indirecta la fiscalidad que hubiera correspondido a las actividadesempresariales.

El constante aumento de sus gastos —por aumentos del cupo, y, sobre todo, porsus mayores servicios— forzó a las Diputaciones a introducir nuevos conceptosimponibles, similares a la contribución que gestionaba el Estado. Los adaptaron paraatenuar su carácter directo. Inició el proceso Gipuzkoa, que ya en los años ochentaintroducía contribuciones directas, si bien no lo hizo sistemáticamente hasta 1917.Alava comenzó el cambio con el nuevo siglo, mientras que Bizkaia fue más reacia aactualizar sus bases impositivas, si bien en 1906 había ya formas del nuevo tipo deimposición.

Al crear esta fiscalidad las Diputaciones de Gipuzkoa y Bizkaia adaptaron losReglamentos del Estado (en Alava se recurría al repartimiento por municipios, queequivalía a un concierto dentro de la provincia), pero los nuevos impuestos seintrodujeron de forma selectiva, prefiriéndose las contribuciones indirectas. Porejemplo, en Bizkaia en 1913 por el impuesto de industria y comercio se pagaba el 84 %menos que en el resto de España. El principal ingreso era el impuesto de consumos,desaparecido de los presupuestos del Estado. El régimen de Conciertos Económicos yla autonomía provincial permitieron que los nuevos grupos hegemónicos administrasenel país. Pudieron imponer sus criterios, regresivos, sin graves interferencias exteriores.

En conjunto, el sistema constituyó un sistema singular, que sólo en parteenlazaba con los precedentes históricos. Pese a sus precarias bases jurídicas y sudependencia última respecto a la voluntad gubernamental, permitió el funcionamientoestable del País Vasco dentro del sistema constitucional, sin graves disensiones.Constituyó la solución política al problema planteado desde comienzos de siglo por larevolución liberal.

La revolución industrial

En el último cuarto del siglo XIX se produjo en Bizkaia un rápido proceso deindustrialización. Lo protagonizó la burguesía minera, capitalizada gracias a laexportación de hierro. Sus iniciativas industriales gestaron el nuevo modelo decrecimiento. El auge minero fue rápido y súbito. En 1878 se extraía 1,3 millones deTms. de mineral y en 1883 se llegaba a 3,6. En 1890 se acercaba a 5 millones, paraalcanzar la máxima explotación en 1899, con 6'5. La producción creció con altibajos decarácter cíclico. Hubo tres momentos de expansión, los años 1878-1882, 1887-1890 y1895-1899.

La venta del hierro generó un importante flujo de capitales, del que entre el 75 y

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el 80 % se quedó en Bizkaia, en mano de obra, instalaciones, servicios, impuestos, oen la forma de beneficios empresariales. De éstos, hacia el 40 % correspondió a lascompañías extranjeras que participaron en el negocio minero. Los mineros vizcaínosobtuvieron beneficos cuya cuantía significó un revulsivo económico. Se concentraronen un reducido grupo.

Edificio del Banco de Bilbao con sus ventanales protegidos con pieles,durante el ataque carlista de 1874.

En la última década del siglo 6 grupos, compañías o corporaciones, obteníanalrededor del 58 % de los beneficios devengados por el mineral: Orconera Iron Ore,Martínez Rivas, Franco-Belga, Ibarra Hermanos (que participaban además en un cuartodel capital de Franco-Belga y Orconera), la Diputación de Bizkaia (obtenidos en el Fe-rrocarril de Triano) y el grupo Chávarri. Hubo otros mineros locales con beneficiosimportantes, como los Echevarrieta y Larrínaga, Darío p. Arana, Gandarias o LezamaLeguizamón. Los Sota, que explotaron minas en Saltacaballos (Cantabria) desde 1887,obtuvieron beneficios similares a los de la élite minera de Bizkaia.

La inversión de beneficios mineros inició la industrialización, cuya cronologíasiguió, con algún desfase, el ritmo cíclico de la minería.

En el ciclo 1878-1882 se fundaron tres siderurgias. Las promovían losprincipales mineros. Los Rivas, la San Francisco (1878), Víctor Chávarri la Bizkaia(1882), mientras Altos Hornos de Bilbao (1882) era transformación de la Fábrica deNuestra Señora del Carmen que regentaban Ybarra Hermanos. Las dos primerasbuscaban sólo elaborar lingote, para exportarlo, y Altos Hornos de Bilbao aspiraba adirigir su producción al mercado nacional.

En el ciclo inversor 1888-92 estos empresarios apostaron por el mercadonacional, reconvirtiendo las siderurgias y promoviendo metalurgias que transformaransus semielaborados. El cambio se inició hacia 1888, al crearse Astilleros del Nervión,que fabricaron buques para la armada. La burguesía vizcaína comenzó a reivindicar elproteccionismo. Con el acicate de la ley proteccionista de 1891 nacieron variasmetalurgias (Talleres de Deusto, Aurrerá, Basconia, Alambres del Cadagua o TubosForjados). De estos años data también la compra por bilbaínos de minas de carbón enAsturias y León, el ferrocarril de la Robla (para transportar la hulla leonesa), el Bancodel Comercio y las primeras navieras de Sota y Aznar.

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El siguiente ciclo comenzó tras la guerra de Cuba. Los altos beneficios minerosde estos años y las mejores expectativas económicas provocaron entre 1898 y 1901una inusitada movilización de capital. Nació un nuevo sector naviero (133 buquesvizcaínos recalaban en 1901 en el puerto de Bilbao, frente a los 37 de 1897), surgieronlos seguros, promocionados por navieros, que constituyeron también el astilleroEuzkalduna. Se compraron minas de plomo, hierro, cobre, azufre, etc., en Gipuzkoa,Santander, Lugo, Córdoba, Huelva, Sevilla, Jaén, Almería, Teruel, Ciudad Real,Albacete...

Proliferaron las iniciativas financieras: en 1901 había en Bilbao 7 bancos,algunos especulativos. Varios desaparecieron. Sobrevivieron Banco de Bilbao(fusionado con el del Comercio), Banco de Vizcaya y Crédito de la Unión Minera. Losdos primeros los dirigían miembros de la gran burguesía, y al Crédito medianosmineros. En este ciclo se fundaron las primeras empresas eléctricas importantes, sefusionaron Altos Hornos de Bilbao, la «Vizcaya» y la Iberia en Altos Hornos de Vizcayay los vizcaínos participaron en diversos monopolios, asociaciones de productores ycompañías que aspiraban a controlar su ramo productivo.

En la fundación empresarial de los años 1898-1901 se movilizaron pequeños ymedianos capitales, pero no se diluyó el control de la oligarquía de origen minero. Laeuforia económica terminó a mediados de 1901, con el crack de la Bolsa de Bilbao, queliquidó a muchas empresas. Pero había nacido ya una moderna y diversificada estruc-tura de la economía vizcaína.

La industrialización guipuzcoana del XIX no tuvo la intensidad de la vizcaina.

Frente al despegue industrial de Bizkaia, Alava experimentó una grave recesión.Surgieron algunas pequeñas fábricas, en parte artesanales, pero su economía seguíadependiendo de la agricultura, que vivió malos tiempos. Con la revolución de lostransportes nació un mercado mundial, en el que difícilmente podía competir el cerealalavés. La legislación proteccionista de 1891 contuvo la competencia exterior, pero nomejoró la baja productividad del cereal alavés. En cuanto a la Rioja alavesa, vivió añosde auge tras la guerra, por la mayor demanda consecuencia de la crisis vitícolafrancesa. No se aprovecharon para captar los mercados que abandonaron losfranceses y al recuperarse los vinos de Burdeos acabó esta expansión. Hacia 1888 seagravó la crisis al afectar la filoxera a las cepas de la Rioja.

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La industrialización gipuzkoana del XIX no tuvo la intensidad de la vizcaína. Enel último cuarto del siglo siguió el asentamiento paulatino de fábricas dedicadas adistintas ramas productivas. Se instalaron industrias de consumo, como la alimenticia ola de madera y muebles, las papeleras modernizaron sus procesos de fabricación y seacentuó la especialización armera de Eibar. Coincidiendo con el boom de Bizkaia de1898-1901 hubo en Gipuzkoa un auge empresarial, representado por el BancoGuipuzcoano o la participación de fábricas gipuzkoanas en compañías nacionales,como Construcciones Metálicas y La Papelera Española...

Como fruto de su mayor dinamismo, Bilbao tuvo un notable peso en laconstrucción de la infraestructura ferroviaria del País Vasco. Las vías tendidas entre1879 y 1890 recorrían las riberas fluviales de su entorno. Unían Bilbao con laspoblaciones de ambas márgenes de la ría (Portugalete y Las Arenas), con Durango(siguiendo el Ibaizábal) y con Valmaseda (por el Cadagua). En la siguiente década seprolongaron algunas líneas fuera de los límites de Bizkaia. A partir de Durango yValmasedalos ferrocarriles que enlazaron Bilbao con Santander, San Sebastián y elnorte de León.

La población creció a un rápido ritmo. Entre 1877 y 1900 aumentó un 34 %, de450.000 a 604.000 habitantes. Era un saldo excepcional, pues la población españolacrecía sólo un 9,3 %.

Consecuencia del despegue industrial y minero, el crecimiento era, sobre todo,de Bizkaia, pues pasó de 190.000 a 311.000 habitantes. Aumentó en un 64 %, encontraste con el estancamiento de Alava, que creció sólo el 3 % (de 93.500 a 96.400):se abandonaban las zonas agrarias y sólo Vitoria presentaba netos ascensos. En Gi-puzkoa, acorde con su pausada mejoría de económica, el crecimiento fue másmoderado que el vizcaíno: subió de 167.000 a 196.000, un 17 %.

La inmigración fue el fenómeno más característico del boom demográfico. Suimpacto no fue similar en las tres provincias. Mientras en 1900 sólo el 12,3 % de lapoblación gipuzkoana era inmigrante, en Bizkaia alcanzaban el 27,8 %. La inmigraciónse concentró en las zonas directamente afectadas por el despegue minero e industrial.Así, mientras los contingentes de población foránea eran muy reducidos en lascomarcas rurales de Bizkaia, entre el 3 y el 7 % del total, en los distritos de Bilbao yValmaseda ocupaban un porcentaje decisivo, del 42 %. En estas zonas, de crecienteinfluencia por su vitalidad económica, se estaba creando una nueva sociedad, conproblemas y comportamientos distintos a los tradicionales.

El despegue económico y el boom demográfico provocaban en la vida deBizkaia bruscos y traumáticos. Las transformaciones acabarían influyendo en todo elPaís Vasco, pero la génesis del pluralismo vasco se explican por los intensos cambiosque se daban en esta provincia.

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VIII. EL PLURALISMO VASCO

La nueva sociedad

A fines del XIX nació en Bizkaia, inducido por la industrialización, el pluralismovasco, en el que convivían distintos ámbitos, cada uno con sus valores,comportamientos y concepciones políticas. Lo representaban el liberalismomonárquico, el nacionalismo vasco y el movimiento obrero. En la burguesía industrialnació una nueva versión del liberalismo, que aspiraba a influir en la política del Estado;el proteccionismo inició una evolución ideológica hacia un nacionalismo español.

Entre los grupos de trabajadores surgió un movimiento obrero, de caráctersocialista, articulado en agrupaciones sindicales y políticas. Y el nacionalismo vascofue la reacción de la sociedad tradicional ante las nuevas condiciones; a diferencia delcarlismo tenía en cuenta las consecuencias de la revolución industrial.

El liberalismo de referencia fuerista y el tradicionalismo pervivieron en las zonasque no recibieron el impacto directo del hecho industrial. Aun en retroceso, durantedécadas los antagonismos políticos de Gipuzkoa y Alava pudieron entenderse en lasmismas claves del período anterior.

Liberalismo españolista, socialismo y nacionalismo vasco constituían respuestasdiferenciadas a un mismo fenómeno, la modernización económica, y reflejaban adistintos ámbitos sociales, con sus dinámicas propias. Los dos últimos, antagónicospolíticamente, se vertebraron como movimientos de masas; el liberalismo, como ungrupo de presión, compuesto por notables, sin arraigo popular, pero con capacidad decontrolar el poder, gracias al sistema político de la Restauración, basado en elcaciquismo.

Las prácticas caciquiles decidían los resultados electorales, que no reflejaban la voluntad popular.El Rey Alfonso XIII en Las Arenas.

El régimen se asentaba en el turno entre los dos partidos dinásticos, liberal yconservador, que alternaban en el poder. Los caciques locales se encargaban deobtener los resultados previstos por el Gobierno, falseando las elecciones, unfuncionamiento que no cambió tras la instauración del sufragio universal (masculino) en1891. En el País Vasco este peculiar sistema político tuvo una dinámica propia. Seintrodujo el sistema caciquil y la corrupción electoral, pero por lo común las oligarquíaslocales se sobrepusieron a las orientaciones del Gobierno.

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Este funcionamiento autónomo se debió en Alava y Gipuzkoa a la debilidad delliberalismo, que tenía que competir con el tradicionalismo. No pudo imponerse el turnode partidos, pues con frecuencia tenían que coaligarse liberales con planteamientosencontrados. En Bizkaia dominaron los liberales, pero tampoco se introdujo el sistemade partidos turnantes. Durante los años 80 sólo tuvo acogida el partido liberal, por eldesprestigio del conservador, al que se responsabilizaba de la abolición foral. Después,el grupo hegemónico, la oligarquía minera, pasó en bloque al partido de Cánovas,porque defendía el proteccionismo. Se situó así al margen del turnismo, a lo quecolaboró su deseo de asegurarse el control de la provincia.

Los partidos del período (fuesen liberales o tradicionalistas) carecían de unaorganización estable y de programas definidos. Eran agrupaciones de notables, quejuntaban sus redes de influencias en las elecciones.

Las prácticas caciquiles decidían los resultados electorales, que no reflejaban lavoluntad popular. En el País Vasco arraigó tempranamente la compra de votos, sobretodo en Bizkaia, aunque también tuvo importancia en Vitoria y se llevó a cabo enGipuzkoa. Desde de 1891, en todas las elecciones se compraron votos, una corrupciónque quizás indicaba cierta conciencia política, pues al menos el elector daba un precioa su voto. A veces el dominio del cacique duró una gran período. Casos extremos losrepresentaron el dominio de los Urquijo sobre el distrito de Amurrio, el de los Gandariasen Gernika o el de Joaquín Arteaga en Zumaya. Mantuvieron sus actas de diputadossucesivas elecciones.

La lentitud de la modernización de Gipuzkoa y su ausencia en Alava explicanque en ambas provincias el principal antagonismo del período enfrentase atradicionalistas y liberales, como en las décadas anteriores.

En el carlismo desaparecían las invocaciones al Rey, pues Carlos VII se habíadesprestigiado durante la guerra antes sus seguidores. Los ejes de la propagandafueron unos fueros vinculados a concepciones ultracatólicas y la defensa de lainfluencia de la Iglesia en la política.

En 1888 el carlismo sufrió una escisión, encabezada por Ramón Nocedal.Acusaba a Carlos VII de liberal. El Pretendiente apoyaba un partido más abierto paraactuar más en la esfera política que en la religiosa. Surgió un nuevo grupo, el integrista,que se desvinculaba del pleito dinástico y afirmaba defender la verdad católica íntegra:combatir la secularización de la sociedad y recristianizarla eran sus objetivos. Perdíanel proyecto de Estado carlista y afirmaban que sólo hacia falta el reinado social deJesucristo. Cristo Rey fue su divisa. No despertó en el País Vasco las adhesionespopulares del carlismo, pero influyó en las elites intelectuales y en el clero fiel altradicionalismo ultrarreligioso. La prensa carlista, carmelitas y jesuitas participaron delintegrismo.

También los liberales de Alava y de Gipuzkoa permanecieron anclados en susanteriores bases doctrinales. Componían un grupo heterogéneo, con escasapenetración fuera de las capitales y algunas medianas poblaciones. Se vieronseriamente afectados por el resultado de la guerra. El fin de los fueros desconcertó aquienes tenían en el fuerismo una de sus referencias. Fragmentados enconservadores, liberales y republicanos de diversas tendencias, su unión no era fácil,pues sólo compartían su anticarlismo.

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En Alava y Gipuzkoa durante el último cuarto del siglo el tradicionalismo pudocaptar cuotas del poder local y provincial y representaciones en Cortes. Ahora bien, supresencia disminuía según se ascendía en la escala política. Controlaban losmunicipios de amplias áreas, y alguna vez hasta el de Vitoria, pero su participación enel poder provincial era sustancialmente menor, aunque algunos años tuvieron lamayoría de la Diputación de Gipuzkoa, y excepcionalmente de la alavesa; la captacióntradicionalista de actas en Cortes disminuía considerablemente.

Los tradicionalistas dominaban algunos distritos. No se les escaparon casi nuncalos de Tolosa y Azpeitia. Los liberales, por contra, controlaban los de San Sebastián eIrun y Amurrio. Los distritos de Bergara, Zumaya, Laguardia y Vitoria, en cambio, se losdisputaban los dos sectores políticos.

En Bizkaia el liberalismo dinástico se hizo con el control político. Y hacia 1890 lanueva burguesía industrial captó las representaciones en Cortes y controló losprincipales ayuntamientos y la Diputación. No confiaron la defensa de sus intereses apolíticos profesionales, sino que ellos mismos estuvieron en las Cortes. Lo explica laimportancia que para el desarrollo empresarial tenían los centros de decisión de Madridy la búsqueda de reconocimiento social por los nuevos ricos.

El comercio, y después la industria, hicieron que en Bilbao hubiese una importante colonia extranjera. Deello es muestra el cementerio protestante, que también se llamó Cementerio Británico, en lo que hoy se

conoce como Campa de los Ingleses. La imagen es de 1874.

Inició este cambio político Víctor Chávarri, diputado por Valmaseda ya en laselecciones de 1886. Desde las siguientes, en 1891, fue habitual la presencia degrandes empresarios en las elecciones a Cortes. Esta hegemonía política de laoligarquía se reprodujo en el nivel provincial. Chávarri fue en esto la personalidad conmayor influencia: a veces se identificaba a diputados provinciales como chavarristas,sin más precisiones.

En Bilbao la numerosa población y la presencia de tradicionalistas, republicanos,socialistas, nacionalistas o fueristas dificultaban el dominio de las redes caciquiles delliberalismo dinástico. Fue el origen de La Piña, como se conoció a la Unión Liberalpromovida por Chávarri, formada para impedir disputas entre liberales y preparar laselecciones municipales de 1897. Se repitieron sucesivas veces iniciativas similares. LaPiña simbolizó el control caciquil del sufragio y la hegemonía de la gran burguesía

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vizcaína.

Al acabar el siglo nacionalistas y socialistas participaban ya en las elecciones,pero sin grandes éxitos. Estos dos movimientos y las nuevas opciones ideológicas dela burguesía vizcaína transformarían en algunas décadas el panorama político del PaísVasco.

Hacia el liberalismo españolista: el proteccionismo

Entre las novedades ideológicas de fines del XIX se cuenta la aparición delproteccionismo, que arrastró desde 1891 a casi toda la burguesía vizcaína. Queríaaranceles que desanimasen la importación. La toma de postura nacía de los interesessiderúrgicos y llevó a la burguesía vizcaína a integrarse en un movimiento de alcancenacional, junto a catalanes, andaluces, asturianos y madrileños. Sus argumentosanticipaban las líneas de un naciente nacionalismo español, al grito de «España paralos españoles. ¡Viva el trabajo nacional». El proteccionismo fue así el puente ideológicocon el que la burguesía liberal vasca vadeó la distancia entre su fuerismo del siglo XIXy los postulados centralistas del XX.

La reorientación de las siderurgias hacia el mercado español a fines de los años80 generalizó en los grupos burgueses estas convicciones. Además, nacieron enBizkaia diversas metalurgias, desde que en 1890 se anunció una inminente leyproteccionista. Desde entonces un grupo numeroso de capitalistas iba a luchar por larentabilidad de sus inversiones. La presión proteccionista ante el Estado se convirtió enel medio de asegurar sus negocios. Pronto los industriales captaron lasrepresentaciones de Bizkaia, como fruto de unos análisis que apreciaron lasdimensiones políticas de los problemas económicos. Pero no bastaba la presencia enCortes y Diputación. Se emplearon también cauces no institucionales para presionar alEstado.

El Decreto proteccionista de 31 de diciembre de 1891 creaba altos derechospara los productos siderúrgicos, pero permitía que el Gobierno introdujese rebajas enlos aranceles mediante Tratados de Comercio; y conservaba tarifas especiales para laimportación de material ferroviario.

La primera gran movilización, de 1893, la provocó el intento gubernamental deconcertar Tratados de Comercio con Alemania e Italia. El arancel quedaría sin efecto si,como se anunciaba, servían como base para convenios con otros países. Comoafectaba a todos los sectores proteccionistas, no sólo a los siderúrgicos, el movimientofue general. Los industriales bilbaínos pudieron colaborar con la burguesía catalana.

En diciembre de 1893 se celebró en Bilbao un meeting-protesta contra losTratados de Comercio, que resultó clave en la organización de la burguesía vizcaínacomo grupo de presión. Demostró una gran capacidad de movilización, que le otorgóde momento el liderazgo del proteccionismo español, bien representado en el mitin. Losdiscursos definieron algunos características ideológicas del movimiento. Nacionalismoeconómico español, identificación de los intereses industriales con las necesidadesnacionales, aspiración autárquica, exigencia de la intervención estatal en la economía:se configuraban un nuevo ideario, que caminaba hacia un proyecto nacionalistaespañol vinculado a las posiciones empresariales.

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Del mitin salió la idea de una asociación de los industriales vizcaínos. Fue laLiga Vizcaína de Productores, que se integró en la Liga Nacional de Productores,nacida casi a la vez, con representantes de Cataluña, Vascongadas, Navarra yAsturias. Su meta iba más allá que la lucha contra los Tratados. Pedía la supresión detodos los privilegios arancelarios.

La Liga Vizcaína de Productores, fundada en enero de 1894, dirigió desdeentonces la agitación proteccionista. Ejerció una constante presión sobre la opiniónpública, alertándola cuando el Gobierno adoptaba medidas librecambistas. Organizóademás a las fuerzas vivas vizcaínas para respaldar a senadores y diputados en ladefensa de la protección. Y coordinó la agitación, promoviendo mítines, fomentandouna campaña de prensa y alentando las protestas de empresas y corporacionesbilbaínas.

Desde que en 1890 se anunció una inminente ley proteccionista,nacieron en Bizkaia diversas empresas metalúrgicas.

La movilización tuvo éxito pues, tras complejas negociaciones, en julio de 1894se abandonó el proyecto de los Tratados de Comercio. Sin embargo, la Liga Vizcaínade Productores no desapareció. Reivindicó en lo sucesivo progresos en el régimenarancelario. En esta política la burguesía vasca apenas se vió acompañada porindustriales de otras regiones. Su siguiente objetivo —eliminar los privilegios fe-rroviarios— no afectaba a todo el complejo industrial español. Era una reivindicaciónsectorial, en la que la siderometalurgia vasca era la principal, casi la única, implicada.

El acto central de la nueva campaña fue el mitin de enero de 1895, en Bilbao.Fue un acto netamente local, con oradores vizcaínos que plantearon los problemas desu industria. Presentado como una reunión de todas las clases sociales, reunió 7.000obreros, que actuaban así como elemento de presión ante el Gobierno. Se reivindicó elfin de las tarifas especiales de ferrocarriles, y, también, la intervención del Estado en laeconomía, de modo que en las obras públicas sólo se admitiesen productosnacionales.

El ascenso de Cánovas al poder en marzo de 1895 abrió las puertas al triunfo delas reivindicaciones de la burguesía vasca. Al año siguiente las Cortes discutieron la leyde auxilios a los ferrocarriles y los industriales vizcaínos solicitaron la protecciónexpresa a la siderurgia. La Liga Vizcaína de Productores llegó a amenazar con el cierrede fábricas, si no se abolían las tarifas que desgravaban la importación de material

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ferroviario. Una ley de septiembre de 1896 las anuló. La Liga lograba así las principalesaspiraciones formuladas durante el quinquenio anterior.

El nuevo status permitió que en 1897 se formase el primer Sindicato siderúrgico:las fábricas españolas se repartían el mercado, para aprovechar al máximo los altosprecios permitidos por la ley proteccionista, que tendía a aislar al mercado español. Losresultados fueron espectaculares. En 1899 los dividendos de Altos Hornos de Bilbao yla Vizcaya alcanzaban el 20 % del capital, beneficios nunca conseguidos por unaindustria en el País Vasco.

La burguesía vasca comprobaba así las ventajas de la intervención estatal y lasposibilidades que se derivaban del proteccionismo, convertidas definitivamente en susprincipales aspiraciones políticas. Se completaban con la búsqueda de la concentraciónempresarial: se concretó en la formación de Altos Hornos de Vizcaya. La integración enlos círculos de poder de Madrid, el recurso a los mecanismos de presión y una políticacorporativa para exigir la intervención económica del Estado configuraban el nuevopanorama político que encabezaba la gran burguesía vizcaína.

Esta actitud respondía al mismo espíritu que triunfaba en casi toda Europa enlos años de la segunda revolución industrial. Surgía el capital monopolista, en el quelas pequeñas y medianas empresas difícilmente podían rivalizar con el gran capital. Sesuperaba de forma generalizada el liberalismo ortodoxo. Las élites económicasestimaron que un mayor protagonismo del Estado podía resultar vital para su creci-miento. Se otorgó así un nuevo papel al Estado, que tenía que dejar de ser neutrodesde el punto de vista económico. La burguesía de la primera mitad del XIX se habíapreocupado de distinguir sociedad y Estado, para que el libre juego económicoregulase a la sociedad, conforme al principio del laissez faire. A fines del XIX habíaquebrado de este principio, el Estado no podía quedar al margen de los negocios en lasociedad presidida por el gran capitalismo.

De las nuevas concepciones participó plenamente la gran burguesía vizcaína,que llegó al mundo empresarial cuando se afirmaban las nuevas tendencias. Alababaal orden liberal basado en la competencia, pero apostaba por el modelo monopolistanacido de la segunda revolución industrial. La singularidad del camino que siguió laburguesía vasca no radicaba en estas posiciones. Residía en que llegaban sin pasarantes por la etapa del individualismo empresarial, tal como lo entendía el liberalismoortodoxo. Al corporativismo de mediados de siglo sucedió otro corporativismo mo-nopolista, que buscaba el apoyo estatal. Y es que en la industrialización de Bizkaiafueron primero las grandes empresas. Después, las medianas y pequeñas, quedependían institucional y económicamente de aquellas.

El nacionalismo vasco

El nacionalismo vasco nació a partir de las repercusiones que tuvieron en lasociedad tradicional la abolición foral y los cambios que produjo en Bizkaia laindustrialización. Lo elaboró Sabino Arana, que articuló aspiraciones dispersas desectores de la sociedad vasca vinculados al tradicionalismo. No obstante, en elnacionalismo también jugaron un papel elementos de origen liberal. Tras 1876 unsector minoritario del liberalismo fuerista evolucionó hacia posturas de tipo nacionalista.Lo representaban en Navarra la Asociación Euzkara y en Bilbao la SociedadEuskalerría. Rechazaban a los partidos monárquicos, de los que, decían, tendrían quesepararse los vascos, para defender la bandera foral. Subyacía la idea de que los

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vascos tenían una personalidad propia, diferente de la española.

Pero el nacionalismo sabiniano nació desde el tradicionalismo, cuya orientaciónmantenía; eso sí, a diferencia del carlismo tenía en cuenta las implicaciones de larevolución industrial. Su ideología se configuró como respuesta a las novedadessocioeconómicas, cuando se aceleraba en Bizkaia la destrucción de las formas de vidatradicionales y la inmigración hacía retroceder el euskera, cambios que se sumaban ala abolición foral.

Las propuestas de Sabino Arana se concretaron en su enunciación independentista de que Euskadi es lapatria de los vascos.

Para Sabino Arana la invasión maketa (la invasión española) era el origen de losmales de la sociedad vasca. Teoría antiindustrial, el primer nacionalismo se oponíagenéricamente a los males de la industrialización, destacando a uno de ellos, lainmigración. Reforzaba su carácter tradicionalista el peso de la religión, pues seatribuía una misión salvífica de tipo religioso, expresada en el lema Gu EuskadirentzatTa Euskadi Jaungoikoarentzat (Nosotros para Euskadi, Euskadi para Dios). Para Aranala invasión española constituía germen de deterioro de la moral.

Las propuestas de Sabino Arana se concretaron en su enunciaciónindependentista de que Euzkadi es la patria de los vascos. Se justificaba conargumentos historicistas. Su reinterprctación del pasado legitimaba tales aspiraciones,con el argumento de que las provincias vascas (llamadas ex-Estados vascos) habíansido independientes hasta 1839. La historia inspiraba también su proyecto político,apenas concretado, al proponer la vuelta a las formaciones tradicionales del PaísVasco, restaurando usos y costumbres. Los males terminarían con la vuelta a latradición, una imaginaria sociedad rural formada por caseros de raza vasca legalmenteiguales, partícipes de una democracia perfecta, sin las tensiones que traían liberalismoy españolismo. Era la exaltación ruralista de una sociedad preindustrial.

Al principio el nacionalismo, elaborado en Bizkaia, se identificó conbizkaitarrismo: la argumentación histórico-foral le forzaba a expresarse en términosprovinciales. Pero implicaba una teoría nacional, al justificarse por la existencia de una

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raza vasca_ Alaba, Benabarra, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra y Zuberoa tenían así unaidentidad sustancial con Bizkaya. Proponía una Confederación de los Estadoseuskerianos, ligados en el orden social y en el de las relaciones con el extranjero, conposibilidad de secesión.

El primer nacionalismo vasco respondía al modelo romántico o tradicionalista:definía la nación en virtud de caracteres objetivos, situados al margen de la voluntad delos individuos. Cinco elementos componían la nacionalidad vasca: raza; lengua;gobierno y leyes; carácter y costumbres; personalidad histórica. El prioritario era laraza, por la reacción a la invasión maketa. Para el primer nacionalismo existía una razavasca original y pura, si bien no intentó definirla. Se limitaba a afirmar su originalidad,que probaba por la existencia del euskera. Consideraba vasco al de apellido vasco: seaderivó una dinámica excluyente, que dificultaba el arraigo del nacionalismo, por lastrabas a quienes no tenían el necesario apellido.

La lengua, secundaria respecto a la raza, servía para demostrar la originalidad ypureza de ésta. Concebida como elemento diferenciador, tenía una funcióninstrumental: el euskera debía propagarse entre las personas de raza vasca,impidiéndose que la aprendiesen los make-tos. Los otros tres factores definitorios de lanacionalidad, con menos importancia, precisaban las virtudes de la raza vasca ylegitimaban el planteamiento nacionalista.

Tal concepto de nación era tradicionalista. Frente al Dios, Patria, Fueros, Reydel carlismo propuso el lema Jaungoikoa eta Lagizarra (JEL). Mantenía el peso de lareligión (Jaungoikoa, Dios), pero el Lagizarra le apartaba del carlismo, cuyo error,según Arana, fue vincular la causa foral a una dinastía. Fuero podía confundirse conprivilegio: lo sustituyó con lagizarra, la ley vieja, los usos y costumbres tradicionales. EnJaungoika eta Lagizarra, Eta simbolizaba las relaciones entre Iglesia y Estado. Aranaproponía separar ambos campos, aunque la legislación civil debería ajustarse a lospreceptos católicos.

El primer nacionalismo vasco, tradicionalista y ruralista, provenía de ámbitosburgueses vinculados al mundo tradicional, cuyos negocios quedaban desplazados enla nueva sociedad industrial. Nació en Bilbao, donde tuvo sus primeros adeptos y éxitospolíticos. Su antiindustrialismo reaccionaba ante los emigrantes, pero había una críticaimplícita a los nuevos capitalistas, a los que se responsabilizaba de la nueva situación.Su alternativa evocaba un mundo ideal, a construir cuando se consiguiese laindependencia.

Sabino Arana empezó su vida política en 1893. En su discurso de Larrazábalexpuso las líneas básicas de su doctrina. En 1894 fundó la sociedad nacionalistaEuzkaldun Batzokija, con casi 200 miembros. La efervescencia política de algunossectores propiciaba se propagase el independentismo. Así se reveló en la Sanrocadade 1893, un acto de exaltación fuerista en Gernika, en la manifestación de San Sebas-tián del mismo año, al grito de ¡Vivan los Fueros!, o en la Gamazada, movilizacionesnavarras de 1893 y 1894 contra un presupuesto que vulneraba la Ley Paccionada, queforzaron la dimisión de Gamazo, ministro de Hacienda.

Protagonizó esta agitación el liberalismo fuerista, en el que un sector de laSociedad Euskalerria evolucionó hacia posiciones nacionalistas. Lo encabezaba Sota yabundaban los navieros. Al principic Arana les rechazaba por liberales, pero afirmabanen 1897 que profesaban su misma doctrina, aun discrepando de la intransigencia que

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dificultaba el avance nacionalista.

Politicos nacionalistas vascos. De izquierda a derecha de la imagen:Garay, Apodaca, Arbeloa, Heliodoro de la Torre, José Hom Areilza,

Luis Arana Goiri, Ramón de Vicuña, José Antonio Lecube y Zarandona (1930).

Coincidiendo con la crisis de 1898 confluyeron sabinianos y euskalerrianos.Estos, un grupo burgués no monopolista, ingresaron en el nacionalismo. Sin una teoríanacional propia, asumían la de Arana, que admitió a los liberales provenientes de laEuskalerria. Influyeron quizás las dificultades que creaban los problemas financieros, lapersecución gubernamental y las limitaciones del radicalismo purista.

No se había consolidado aún el nacionalismo. Sus dos primeros periódicos loscerró el gobierno. En 1897 se disolvía el Euzkeldun Batzokija, suspendido dos añosantes por orden gubernativa. En 1895 se había creado el Partido Nacionalista Vasco,pero su irradiación no pasaba de Bilbao y algunos pueblos de Bizkaia.

La unión de euskalerrianos y sabinianos fue rentable. En 1898 Sabino Arana fueelegido diputado provincial. Pero nacía un movimiento complejo, con sectorestradicionalistas y burgueses liberales, que no rechazaban la industrialización, nisacralizaban el independentismo. Sus intereses (que no exigían la intervención estatalproteccionista, pero sí la unidad del mercado español) iban más bien por la víaautonomista. No lo formularon explícitamente, ni cuestionaron en el terreno ideológico(sí en la práctica) la ortodoxia independentista, pero el radicalismo sabiniano se hizocompatible con el pragmatismo burgués. Desde 1898 se abandonó el antiindustrialismoextremo, aun manteniendo idealizaciones ruralistas.

Al comenzar el siglo el nacionalismo, con minorías municipales en Bilbao,Bermeo, Mundaka, Arteaga, sufrió una mayor represión. En 1902, cuando Aranaestaba en la cárcel, avanzó la idea de crear una Liga de Vascos Españolistas.Pretendía al parecer crear un partido que aceptando el hecho constitucional luchasepor la autonomía, para, evitar problemas legales y defender mejor la nacionalidadvasca. Al morir Arana en 1903 se abandonó esta vía. Desapareció también la po-sibilidad de innovaciones teóricas. Se frenó cualquier rectificación del radicalismosabiniano, que quedaría abortada apelando a la fidelidad al fundador, cuya figura semitificó.

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En la primera década del siglo el nacionalismo vasco adoptaba la forma de unmovimiento nacional, dotado de un sentido de comunidad. Su implantación socialcrecía, tanto en Bizkaia como en Gipuzkoa.

El movimiento obrero

El movimiento obrero comenzó a incidir en la vida del País Vasco desde 1890.La clase obrera estaba surgiendo de forma rápida y brusca, por la puesta enexplotación de las minas y la instalación de nuevas fábricas. Formaban una nuevasociedad, compuesta básicamente por inmigrantes. En principio llegaban a Bizkaiacomo temporeros, en los meses de paro estacional agrícola, o con la idea de volver enalgunos años a su pueblo.

Los mineros sufrían las peores condiciones. La mayoría eran peones queacarreaban hierro. El patrono podía sustituirlos con facilidad, por la abundancia demano de obra. Tenían escasa capacidad de exigir mejores condiciones de trabajo. Losobreros industriales podían ejercer mayor presión sobre la empresa. Más estables, sucapacidad asociativa era mayor, si bien en este ámbito había situaciones diversas,según trabasen en grandes fábricas o pequeños talleres, o fuesen peones u obrerosespecializados.

Unos y otros vivían en condiciones precarias, con pésimas condiciones dehigiene, de vivienda y de alimentación. El rápido crecimiento de pueblos y barrios nopreparados para el boom deterioró los niveles de vida. Las tasas de mortalidad llegarona superar el 40 %° (el doble que en las zonas agrarias) y se redujo la esperanza devida, en algunas localidades por debajo de los 20 años, por las deficiencias higiénicas,sanitarias y laborales.

El hacinamiento alcanzó su máxima expresión en la zona minera. Alejadas lasminas de los pueblos, los patronos construyeron barracones, donde se agolpaban uncentenar o más de camas, cada una para dos o tres obreros. Por lo común los minerosdebían vivir en los barracones, que regentaban capataces de la empresa, a cambio deun pago elevado. También en las viviendas de los barrios era habitual el hacinamiento.La carestía de los alquileres forzaba a subarrendar cuartos. Solían vivir en el mismopiso, de reducidas dimensiones, dos o tres familias y varios huéspedes. Laalimentación precaria fue habitual. La base de la dieta era el pan, y se completaba contocino, tasajo, alubias, garbanzos, patata y vino. Para los mineros era obligatorioconsumir en las cantinas de la empresa, cuyos abastecimientos, de altos precios, erande muy baja calidad.

Las jornadas de trabajo eran largas. En las minas eran al principio de sol a sol.Existía el trabajo a tarea (a destajo): pequeñas cuadrillas ajustaban el sueldo por tantacantidad de mineral. Era un trabajo agotador, en el que cada obrero obtenía unas dostoneladas diarias de hierro.

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MINAS DE D. TOMAS ALLENDE

El trabajo en las minas, de sol a sol, era agotador.Cada obrero obtenía unas dos toneladas diarias de hierro. Vista general de la mina Carolina.

En Bizkaia arraigó la vertiente socialista del movimiento obrero. Fue, con Madridy Asturias, uno de los pilares del socialismo español. Se propagó en Bizkaia tras laacción ideológica que encabezó Facundo Perezagua. En 1879 había participado conPablo Iglesias en la fundación del Partido Socialista Obrero Español y llegó a Bizkaiaen 1886 para difundirlo.

Surgieron dos tipos de organización: las sindicales, sociedades de resistenciaenmarcadas en la U.G.T., y las de carácter político, las Agrupaciones Socialistasadscritas al P.S.O.E.. La primera fue la Agrupación Socialista de Bilbao. La impulsó en1887 Perezagua, tipógrafo, con compañeros de profesión. En 1888 nacían las deOrtuella, Sestao y La Arboleda, así como la primera sociedad de oficio, constituida portipógrafos.

La huelga general de mayo de 1890 resultó decisiva en la formación delmovimiento obrero. Iniciada en las minas, se extendió entre los obreros fabriles porsolidaridad. Al despido de 5 trabajadores siguió una huelga general en la que sereivindicaba la readmisión de los despedidos, la jornada de trabajo de 10 horas y lasupresión del trabajo a tarea, de los barracones y de la compra obligatoria en lascantinas.

El conflicto se generalizó, con 21.000 obreros en huelga, y se declaró el estadode guerra. La autoridad de la provincia pasó al general Loma. El Pacto de Loma, trasuna reunión entre empresarios y representantes obreros impuesta por el general, pusofin al conflicto. Los huelguistas veían satisfechas sus reivindicaciones. Constituyó unhito histórico, si bien sus términos se vulneraron después. La huelga consagró elliderazgo socialista.

Se inició así la etapa épica del movimiento obrero vizcaíno, que duró hasta1912-14 y se caracterizó por la radicalidad socialista y las enconadas relaciones entrepatronos y trabajadores. La violencia acompañó también a las otras cuatro huelgasgenerales que se realizaron hasta 1910. Las mejoras en la situación de lostrabajadores fueron entas. Las sociedades de resistencia, con muy pocos trabajadores,fueron escasas. Para conseguir mejoras sustanciales se confiaba en la huelga general.Era, pues, un movimiento obrero débil, disperso y poco organizado, en parte porque les

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resultaba fácil a los patronos susituir a los trabajadores. Tuvo un marcado caráctercíclico. Las huelas de los años de bonanzas económicas, cuando los patronos teníannayores beneficios y margen de maniobra, se saldaron con victorias obre-as. Lesseguían la afiliación a las agrupaciones socialistas y nuevos movimientos huelguísticos.Al llegar la crisis, el proceso se invertía.

A las actividades sindicales acompañaron las políticas. Las Agru>acionesSocialistas participaron en las elecciones desde 1891, las >limeras con sufragiouniversal (masculino). En Bizkaia, por la preión del movimiento de masas sobre lasestructuras caciquiles, las :lecciones otorgaban algunas posibilidades políticas. PabloIglesias olía presentar su candidatura por Bilbao, con derrotas menos abulta-las que lasque sufría en Madrid. Y en Bilbao el PSOE consiguió en 1891 su primer concejal.Desde los años noventa, en Bilbao y en los municipios obreros los socialistas solíantener una minoría de concejales, insuficientes para condicionar las políticasmunicipales.

La ideología socialista defendía la lucha por la sociedad sin clases; la oposicióna colaborar con partidos burgueses; una visión catastrofista del capitalismo, al que sesuponía le colapsarían sus contradicciones; y la huelga revolucionaria como arma paraacabar con el sistema. Pero el radicalismo ideológico hubo de adaptarse a lasrealidades concretas. Paulatinamente surgió una línea moderada, que defendía elgradualismo en los cambios sociales.

El antagonismo entre nacionalismo y socialismo fue constante. Para lossocialistas la nación era un concepto burgués, que negaba los intereses proletarios.Además, Sabino Arana tachaba al socialismo de antivasco y proponía un movimientoetnicista, con argumentos peyorativos sobre los inmigrantes. Los planteamientos deArana dieron pie a la aparición de una competencia sindical a los socialistas. Para elnacionalismo los obreros vascos sólo encontrarían solución definitiva a sus problemascon la independencia de Euskadi. En todo caso debían rehuir las agrupacionessocialistas. En 1911 nació Solidaridad de Obreros Vascos, para acoger a los obrerosnacionalistas. Sindicato católico, con finalidades mutualistas, se apartaba de losplanteamientos de clase de los socialistas. Su actuación, sin embargo, distó mucho dela de los sindicatos católicos no reivindicativos impulsados por la Iglesia a comienzosde siglo.

El sindicalismo nacionalista buscó su expansión entre los obreros de origenvasco. Por contra, la principal base social del socialismo la componían los inmigrantes,para los que fue vehículo de integración en la sociedad local, al proporcionalesinstrumentos de participación política.

Pero el socialismo atrajo también a obreros de origen vasco. Los había entre losafiliados vizcaínos. Y formaban el primer núcleo obrerista surgido fuera de Bizkaia, elde Eibar, donde se afianzó una sociedad de oficio compuesta por armeros. Adquiriónotable fuerza, en parte por la gran capacidad de presión de los armeros, una mano deobra muy especializada. La tradición liberal de Eibar, con un acentuadoanticlericalismo, caracterizó también a este núcleo obrerista. A comienzos del XXGipuzkoa no había profundizado aún en el proceso de industrialización, ni los gruposobreros alcanzaban una presencia relevante. Pero el núcleo socialista de Eibarevidenciaba que este eje del pluralismo vasco no era exclusivo de Bizkaia.

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IX. MODERNIZACIÓN SOCIALY CAMBIOS POLITICOS (1900-1937)

El desarrollo de la sociedad capitalista

En el primer tercio del XX la población creció a un rápido ritmo, desde los600.000 habitandes de 1900 a los cerca de 900.000 en 1930. Se mantuvo la expansiónde Bizkaia, que en 1930 llegaba a 485.000 habitantes. Su incremento decenal se situóentre el 12 y el 18 %, a la cabeza de las provincias españolas. Su población seconcentraba sobre todo en Bilbao y las márgenes del Nervión. Gipuzkoa alcanzó desde1900 ascensos similares, en torno al 15 % cada diez años. Superaba los 300.000habitantes en 1930. Caracterizaba a su población la dispersión geográfica. En Alavapersistió el estancamiento. En 1930 tenía una población de 104.000, sólo un 8 % másque en 1900. Su lento desarrollo despobló las zonas rurales, que sufrieron la sangriade la emigración hacia la capital y las provincias industriales.

La evolución demográfica refleja los comportamientos económicos, tanto eldesarrollo capitalista de Bizkaia como el despegue industrial gipuzkoano y elanquilosamiento de las estructuras productivas en Alava.

En Bizkaia los avances siderúrgicos, navieros, bancarios y los astilleroscompensaron el agotamiento minero. Se reafirmó la concentración geográfica de laindustria vizcaína. En Bilbao nació un complejo espacio urbano, con barrios obreros enlos que se hacinaban las viviendas y amplias áreas burguesas en el Ensanche. Suimpulso abarcó toda la ría. En la margen izquierda crecían los núcleos obreros y al otrolado de la ría, frente al Abra, comenzó a construirse en 1906 Neguri (el neologismo, deAzkue, quería decir población para el invierno), para residencia permanente de lasfamilias que encabezaban el desarrollo industrial.

Con la Primera Guerra Mundial se multiplicaron los precios de los fletes y las navieras vizcainasconocieron un ascenso sin parangón.

Aunque tras el crak bursátil de 1901 se liquidaron muchas empresas, sobrevivióel marco económico creado a fines del XIX, pese a la paralización de la primera décadadel siglo. El sector siderúrgico llegó a repartir pingües beneficios, sobre todo desde queen 1906 se recompusiera el Sindicato Siderúrgico español, tras dos años de dura luchaempresarial: eliminada la competencia, se rentabilizó al máximo la protecciónarancelaria.

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Con la I Guerra Mundial llegó la euforia económica, tras las primerasincertidumbres que provocaron la suspensión de pagos del Crédito de la Unión Minera.Después, se inició un despegue espectacular, que duró hasta 1919. La neutralidadespañola permitía vender a los paises beligerantes a los altos precios de guerra. Sedispararon los precios del hierro, en bruto o elaborado, al reclamarlo con urgencia lasnaciones en guerra. Las navieras vizcaínas conocieron un ascenso sin parangón, almultiplicarse el precio de los fletes. El aumento de los beneficios compensó con crecesla pérdida de algunos buques, hundidos durante la contienda. Sus dividendosalcanzaron cifras fabulosas, sin que fuese excepcional el reparto de un 100 % anual.

Semejante acumulación de capital, que se reprodujo a menor escala en banca,siderurgia y minería, provocó una nueva etapa inversora. La constitución de nuevasnavieras fue constante desde 1915. También astilleros, bancos y siderurgias ampliaronsus capitales; aun sin crearse masivamente nuevas compañías nacieron algunasimportantes sociedades, como la Babcok Wilcox, para la construcción de maquinaria, yla Siderúrgica del Mediterráneo, en Sagunto, creada por Sota.

En 1920 llegaron los tiempos difíciles, al caer los precios tras estabilizarse lasnaciones beligerantes. La industria vizcaína se resintió, pues las inversiones se habíanacomodado a los altos precios bélicos. Los aranceles de 1922 y el intervencionismo dela Dictadura de Primo de Rivera permitieron a la economía vizcaína reanudar suprogreso. La siderurgia resultó favorecida por la política de obras públicas. La banca,potenciada por las nuevas leyes bancarias, consolidó su presencia en los centrosneurálgicos de España. Las inversiones eléctricas darían entonces sus frutos.

Paralelamente, Gipuzkoa se afirmaba durante el primer tercio del siglo como unaeconomía industrial. Su proceso de modernización lo protagonizó una burguesíaautóctona, capaz de impulsar un modelo de industrialización caracterizado por ladispersión geográfica, el protagonismo de una pequeña y mediana burguesía y larelativa diversificación industrial. Las papeleras y las metalurgias dinamizaron el cre-cimiento de Gipuzkoa, pero hubo también otros sectores: textil, pesquero, del mueble,de alimentación... La industria gipuzkoana se distribuyó en los distintos valles fluviales,en los del Deva, Urola y Oria, junto al triángulo descrito por Hernani, Pasajes e Irun.

En la nueva fase industrial de Gipuzkoa se mantuvieron los rasgos básicos quese apuntaban en el XIX. El sector papelero creció y se reestructuró al crearse LaPapelera Española, que buscaba el monopolio e integró a algunas factoríasgipuzkoanas. Pero fue el sector metalúrgico el que se afirmó como el más importante.En 1906 se constituyó ya la Unión Cerrajera, de Mondragón, por la fusión de Bergara-jáuregui, Rezusta y Cía. y la Cerrajera Guipuzcoana. Y durante los años de la guerramundial nacieron numerosas empresas en el sector. La mayoría eran de reducidasdimensiones. Muchas se creaban por la iniciativa de pequeños capitalistas vinculadosanteriormente a la industria. Hubo también capitales exógenos, como los queimpulsaron la Compañia Auxiliar de Ferrocarriles, instalada en Beasáin.

En esta renovación tuvo la primacía la industria armera, con centro en Eibar,privilegiada por la demanda bélica. Tras la guerra la producción de bicicletas ymáquinas de coser sustituyó a veces a la de armas. Para afrontar la crisis, Alfa fue unprimer ensayo de la fórmula de cooperativas.

A los avances económicos descritos acompañaron transformaciones sociales. Elmovimiento obrero se modernizó: a su anterior radicalismo sucedió la moderación; la

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negociación sustituyó al sistemático recurso a la huelga como medio de resolver losconflictos laborales.

Las tensiones internas derivadas del fracaso de la huelga general de 1911favorecieron el cambio de estrategia sindical. Comenzaba una nueva etapa: en lacúpula socialista vizcaína Indalecio Prieto sustituía a Facundo Perezagua; ganabanposiciones los partidarios de reforzar el juego político, contra la anterior postura, delucha y enfrentamientos sindicales directos con la patronal; y se consolidó el pactoelectoral de 1909 con los republicanos. La actividad sindical se moderó, buscandomejoras laborales concretas, con una táctica que combinaba negociación y huelga. Alas huelgas generales sustituyeron los conflictos puntuales en empresas o ramos deindustria.

A su vez, los sindicatos se reorganizaron, agrupando a los obreros de un mismooficio en distintas localidades, frente a las antiguas agrupaciones locales por gremios.Se crearon las cajas únicas. El fortalecimiento de los sindicatos, con más serviciosasistenciales, y el nuevo rumbo moderado hicieron que, tras el bache de 1911,aumentase la afiliación.

En los años de la Guerra Mundial se produjo una aguda crisis social. Creció elnúmero de obreros, pero descendió su nivel de vida, mientras el capital se enriquecía.Los precios subieron muy por delante de los sueldos. Los socialistas decidieronacentuar la lucha sindical. Junto a los anarquistas convocaron una huelga de 24 horasen diciembre de 1916 y una huelga revolucionaria en agosto de 1917, ambas ge-nerales.

La de 1916 tuvo enorme éxito en Bizkaia y Gipuzkoa. Desarrollo distinto fue elde la huelga del 17, peor organizada: socialistas y anarquistas acabaron formulandoconsignas diferentes. Los primeros (responsables de la huelga en el País Vasco, por elescaso peso anarquista) transformaron su inicial idea revolucionaria en una revueltareivindicativa. En Bizkaia pararon unos 100.000 obreros, de forma pacífica. Aún así,actuó el ejército y hubo varios muertos. En Gipuzkoa y en Vitoria la huelga tuvotambién fuerte eco, pero sin altercados.

Pese a la amplia respuesta, la huelga fracasó. Siguió la represión de lossindicatos, pero después su desarrollo fue favorecido por el deterioro de lascondiciones de vida, la crisis política y la buena coyuntura empresarial. La UGT, enenero de 1917 con 4.600 afiliados en Bizkaia, llegaba a 18.000 en mayo de 1920; enGipuzkoa superaba en 1920 los 5.000. El sindicato nacionalista arraigó en zonas comoBergara, Mondragón o Azpeitia. Los movimientos reivindicativos consiguieronsustanciales mejoras. Un hito lo constituyó en 1919 el logro de la jornada de 8 horas.Aumentó la conflictividad, pero las organizaciones socialistas no abandonaron la líneamoderada. Al contrario: su auge reforzó su capacidad de presión y se mantuvo latáctica negociadora. Ningún conflicto tuvo carácter general.

La situación cambió en 1921, por la crisis. Los patronos no estaban dispuestos aconcesiones, en un momento de escasos pedidos. Los salarios se negociaron a la baja,y a veces se fijó una jornada laboral mayor que la legal. Los sindicatos perdieronefectivos, por su menor capacidad de presión.

Algunos obreros se radicalizaron, descontentos con la moderación de la UGT;de forma aislada, hubo protestas violentas. El único sindicato cuya afiliación creció fue

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el anarquista: la CNT protagonizó conflictos laborales y a veces acciones terroristas deacción directa. Y los socialistas sufrieron la división de la III Internacional, partidaria deintensificar la acción revolucionaria. Conectaba con el socialismo vizcaíno tradicional,vinculado a Perezagua, que encabezó la escisión del Partido Comunista en 1921. Loscomunistas permanecieron en la UGT: se recrudecieron las tensiones internas, conaltercados por el control y orientación de las agrupaciones.

Campaña de Marruecos. Quintos alaveses. 1921-1922. Fot. T. Alfaro.

En conjunto los sindicatos se debilitaron. La mayoría de los conflictos terminaronen derrotas obreras, lo que a su vez les restó apoyos. Al llegar la Dictadura de Primode Rivera, en 1923, vivían un profundo bache.

El golpe de Estado acabó con la Restauración, en abierta crisis desde 1917. Elsistema tenía en el País Vasco una dinámica propia. En general se mantuvo el dominiocaciquil de las elecciones, pero se dejó sentir la acción de socialistas, que aliados conlos republicanos consiguieron el distrito de Bilbao, y nacionalistas, que alcanzaronsonados éxitos electorales. Y los liberales, al responder al nacionalismo, llegaron aformulaciones ideológicas inusuales en los grupos que tenían el poder durante laRestauración.

Algunos grupos propugnaban la profundización democrática. Los republicanoscombatían por erradicar el caciquismo y por la enseñanza laica; se alió con elsocialismo democrático, que compartía tales inquietudes. También el nacionalismoquería democratizar la política local. Y sufrió la tensión independentistas-autonomistas,apenas explicitada. El pragmatismo burgués del grupo encabezado por Sota, que nohablaba de independencia, tuvo frutos como la designación en 1907 de un alcalde deBilbao nacionalista.

Fiesta de los somatenes en Alava.

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Las disidencias nacionalistas se tradujeron en la prensa, en el enfrentamientoentre el moderado Euzkalduna y el independentista Aberri. En 1910 se produjo unaefímera escisión en el PNV, la del grupo Askatasuna, aconfesional y republicano. Lastensiones se reprodujeron durante la I Guerra Mundial. La división entre aliadófilos, quese expresaban en el Euzkadi (el diario nacionalista desde 1913), y germanófilos,encabezados por Luis Arana, escondía diferencias más profundas. En la AsambleaGeneral de 1916 triunfaron los moderados; se adoptó el nombre de ComuniónNacionalista Vasca, sustituyendo la idea de Comunión a la de Partido.

El Somatén y la Unión Patriótica fueron los instrumentos politicos con los que la Dictadura de Primo deRivera quiso institucionalizarse. Foto E. Guinea.

El boom económico de los navieros durante la guerra mundial está, al parecer,en la raíz del éxito de la estrategia autonomista. Las elecciones provinciales de 1917dieron a los nacionalistas el control de la Diputación de Bizkaia. Al año siguienteabandonaron su absentismo en las elecciones a Cortes. Se anunciaron como lospolíticos que terminarían con el caciquismo, si bien la presencia del nacionalista Ramónde la Sota Aburto al frente de la Diputación no garantizó la limpieza electoral. Losnacionalistas obtuvieron 5 de los 6 escaños de Bizkaia (el de Bilbao iba a manos dePrieto). En Gipuzkoa y Navarra conseguían sendos diputados. Se interrumpíandécadas de dominio de la oligarquía liberal. Se imponía un nacionalismo moderado,que participaba en empresas culturales como la revista Hernies (se publicó entre 1917y 1922). En ese ambiente se fundó en 1917 la Sociedad de Estudios Vascos, todo unmovimiento de recuperación cultural.

En 1917 se produjo el primer intento de lograr un Estatuto de Autonomía. Teníasu precedente en 1906, cuando se negoció el Concierto Económico. La Liga foralautonomista de Gipuzkoa (con monárquicos, tradicionalistas y republicanos),secundada después por las otras dos provincias, planteó tal posibilidad, abandonadatras renovarse del Concierto.

El nacionalismo vasco, tras su victoria electoral de 1917, impulsó la demandaautonómica. Contó con amplias adhesiones, incluyendo la de Prieto, que arrastró algrupo socialista del Ayuntamiento de Bilbao. A iniciativa vizcaína las tres Diputacionesdemandaron al Gobierno los fueros y, en su defecto, una autonomía radical, queincluyese la gestión provincial de los servicios públicos. Al Estado se reservaríanRelaciones Exteriores, Guerra y Marina, Aduanas, Correos y Telégrafos, Pesas y

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Medidas, Moneda y Deuda Pública. Se reivindicaba también el reconocimiento por lasCortes de «su personalidad como región». El Gobierno creó en 1918 una ComisiónExtraparlamentaria para elaborar tal estatuto. El movimiento estatutista fracasó, al caerRomanones y subir al poder los conservadores en 1919.

Los éxitos nacionalistas de 1917-18 abrieron una nueva etapa, sobre todo enBizkaia. Se caracterizó por la dialéctica vasquismo-españolismo: el enfrentamientoentre nacionalismos vasco y español condicionó la vida política de 1918 a 1923. Frentea la amenaza nacionalista, los monárquicos vizcaínos terminaron con sus diferencias.En 1919 constituyeron la Liga de Acción Monárquica, que defendía una concepciónunitaria de España. En el campo españolista militaban también los socialistas, cuyaconcepción, sin embargo, distaba del patriotismo de las derechas: en 1918 el PSOEhabía incluido en su programa el reconocimiento de las nacionalidades. Con todo, lasbuenas relaciones de la oligarquía con el socialista Prieto daban pie a expresiones delEuzkadi, como la de que «el españolismo es Prieto».

En las elecciones de 1920, pasadas ya las euforias navieras, la ComuniónNacionalista perdía sus diputados. Sus dirigentes hubieron de enfrentarse a losindependentistas, que les acusaban de falsear el nacionalismo. Estalló así la escisióndel grupo Aberri (el nombre del periódico que expresaba esta crítica). Expulsado en1921, retomó el nombre departido nacionalista vasco y se declaró heredero de ladoctrina sabiniana.

En septiembre de 1923 el golpe de Estado de Primo de Rivera puso fin a laRestauración. En general fue recibido sin hostilidad: muchos vieron en la Dictadura unperíodo excepcional que sanearía la vida política. En el País Vasco algunos gruposburgueses colaboraron con la dictadura, como los mauristas, que enarbolaban la idearegeneracionista de la «revolución desde arriba» de Antonio Maura. También lohicieron muchos carlistas.

En septiembre de 1923 el golpe de estado de Primo de Rivera puso fin alaRestauración. En el Pais Vasco algunos burgueses, como los mauristas, colaboraroncon la Dictadura.

Los primeros propósitos descentralizadores, de inspiración maurista, animaron ala Diputación de Gipuzkoa a solicitar del Directorio Militar la reintegración foral, elservicio militar autónomo y el apoyo para el euskera. La Diputación vizcaína, en la que

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abundaban miembros de la Liga Monárquica, tacharon la idea de inoportuna, por fo-mentar el separatismo. La derecha vizcaína, antes liberal fuerista, había asumidoposturas centralistas.

Queriendo institucionalizarse la Dictadura creó la Unión Patriótica, un partidogubernamental que tuvo implantación en el País Vasco. No se toleraron otros partidos.Si las actividades sindicales y culturales. Gibe! egiak ekatxari (da la espalda a latormenta): tal fue el lema que recomendó el Euzkadi. Impedidas sus actividadespolíticas, el nacionalismo se volcó en empresas culturales. Creó una liturgia desímbolos que definían su concepto del «ser vasco». En 1927 celebró en Mondragón eldía de! euzkera, una movilización en defensa del idioma y una nueva línea de acciónpropagandística. El clero joven se convertiría, a su vez, en uno de los difusores delnacionalismo. Y recibió gran impulso su organización de montañeros, losmendigoizales, para mantener unida a sus juventudes.

Con algunas excepciones, los socialistas vascos colaboraron con la Dictadura,siguiendo la orientación del PSOE y UGT. Su política laboral de compromiso levantócríticas de otros grupos obreros. Así, si en los últimos años aumentó la sindicación, laUGT perdió posiciones relativas, en beneficio de anarquistas y, sobre todo,nacionalistas: Solidaridad de Obreros Vascos optó por una política reformista, pero sincomprometerse con la dictadura. A partir de 1927 las primeras huelgas mineras pedíanaumentos salariales. No se sumaron los socialistas. En 1928 Solidaridad promovía conlos Sindicatos Católicos un frente único contra la UGT en las elecciones metalúrgicas alos comités paritarios y denunciaba el «injusto monopolio socialista» de estos órganosde arbitraje, auspiciados por el Dictador.

El crecimiento económico de los años veinte —ensombrecidos en el País Vascosólo por la quiebra en 1925 del Crédito de la Unión Minera, cuyo hondo impacto seresolvió al negociarse el nuevo Concierto— permitió a Primo de Rivera gobernar sinoposición, pero a partir de 1928 la peseta se desplomó. Se incrementó la agitación con-tra el régimen. Creció la subversión estudiantil y la oposición intelectual queencabezaba Unamuno, desde el primer momento contrario a la dictadura. Lossocialistas, a inspiración de Prieto, optaron por aliarse con los republicanos. En enerode 1930 Alfonso XIII despidió a Primo de Rivera. Pensaba que así salvaba a la Corona.En realidad perdía su último apoyo, tras su compromiso con la dictadura.

La II República

Siguió, en 1930, una amplia movilización popular. La conflictividad laboralalcanzó los altos niveles de 1919-20. La agitación, síntoma de la descomposición delrégimen monárquico, afianzó a la oposición republicana. En agosto de 1930 se llegó alPacto de San Sebastián, que proyectó una república democrática, la elección de CortesConstituyentes, la plena libertad religiosa y política y la elaboración de estatutos deautonomía. Participaron grupos republicanos y los nacionalistas catalanes, así como elsocialista Indalecio Prieto, a título personal. No acudió el nacionalismo vasco, reacio aaliarse con fuerzas republicanas a las que tachaba de anticlericales y radicales. Prieto yFernando Sasiain, de Unión Republicana, lograron que se reconociese el derechovasco a la autonomía, aun sin un compromiso autonómico expreso como con loscatalanistas, por temor a que un nacionalismo reaccionario hiciese peligrar al futuroEstado republicano.

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Manifestación en Vitoria. I dc mayo de 1931. Foto E. Guinea.

El nacionalismo vasco estaba por entonces dividido en Comunión y el grupoAberri. Las nuevas oportunidades políticas que se abrían animaron a acabar con lasdisensiones. En noviembre de 1930 se celebró en Bergara una asamblea dereunificación, en la que se volvió al nombre de Partido Nacionalista Vasco. La unidadno duró mucho. Al de dos semanas surgía una nueva escisión, la de AcciónNacionalista Vasca. Quería modernizar el nacionalismo con criterios democráticos yprestar más atención al problema social. No sostenía un planteamiento anticlerical,pero sí la tesis de la no confesionalidad. Fue, durante la República, un pequeño partido,sin grandes adhesiones populares: su idea de secularizar al nacionalismo levantórecelos entre el clero, con un papel de primer orden en la movilización nacionalista.

Proclamación de la república. Vitoria, 1931. Foto E. Guinea.

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales, con las que elGobierno quería iniciar la vuelta a la normalidad política. En las principales ciudades,donde las elecciones no estaban manipuladas, triunfaron las fuerzas republicanas. Enlas tres capitales vascas ganaron los republicano-socialistas. En Alava y Gipuzkoa (noen Bizkaia) los concejales monárquicos eran mayoría, por el peso de los municipiospequeños, donde persistían los tradicionales vicios electorales, pero quedaba claro quela opinión pública rechazaba la monarquía. Eibar fue la primera localidad en proclamar

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la república el 14 de abril, anticipándose a Barcelona y Madrid.

Los años de la II República (1931-36) estuvieron condicionados por unaprofunda crisis económica, con la caída de la producción a partir de 1930. Por ejemplo,el hierro elaborado en Bizkaia bajó un 37 % entre 1929 y 1931. Era la manifestaciónlocal de la crisis del 29. La Bolsa se resintió en 1931, al alterarse las condicionespolíticas y sociales. El Banco de Bilbao cotizaba a 435 a fines de 1930 y a 200 un añodespués. La Basconia bajaba de 248 a 135. Antes, hubo cierta resistencia a la crisis,por el relativo aislamiento de la economía española, que, por lo mismo, era mucho másvulnerable a las convulsiones internas. El descenso continuó hasta que hacia 1935 seinició una leve recuperación. Hubo un fuerte aumento del desempleo: ya en 1932 secontabilizaban en Bizkaia 25.600 parados.

Las organizaciones obreras, beneficiadas por el cambio de régimen, crecieronespectacularmente. Los sindicatos socialista y nacionalista superaron los 30.000afiliados. Pero durante el bienio progresista 1931-33 descendió la conflictividad laboral,por la crisis y por las políticas sindicales. La UGT buscaba que se desarrollase lalegislación progresista del socialista Largo Caballero y Solidaridad se desplazó hacia lareivindicación autonomista. Sólo anarquistas y comunistas, opuestos a una repúblicaque calificaban de burguesa, se alejaron de entendimientos con la patronal.

La República constituía la gran oportunidad de llegar a la autonomía. El PNVimpulsó un movimiento de alcaldes para prepararla. La izquierda, que mantenía supostura autonomista pero que anteponía el asentamiento de la república a cualquierdemanda, se vio desbordada por la iniciativa. El proyecto de Estatuto, redactado por laSociedad 'e Estudios Vascos, quería armonizar la tradición foral y la creación deinstituciones comunes para el País Vasco. Sufrió cambios tras su entrega a losAyuntamientos. El más significativo reservaba al Estado vasco la facultad de negociarconcordatos con la Santa Sede. Las fue as confesionales empezaron a ver en elEstatuto la posibilidad de aislar al País Vasco de la política laica de la República. «Elalma del Estatuto de Estella es la libertad religiosa del pueblo vasco»: así opinaba elbeligerante catolicismo de La Gaceta del Norte.

El Estatuto de Autonomía fue suscrito en Estella por 427 alcaldes (de un total de548), pero no estuvieron representados las más importantes y pobladas ciudadesvascas, cuyos alcaldes planteaban el autogobierno desde principios más laicos ydemocráticos. De «Gibraltar vaticanista» calificó Indalecio Prieto al País Vasco que elestatuto de Estella configuraba.

En las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931 triunfó la coaliciónque formaron PNV, tradicionalistas y católicos independientes, comprometidos en ladefensa de la Iglesia y del estatuto de Estella. Sólo en el distrito de Bizkaia-Capitaltriunfó la coalición republicano-socialista. La alianza estatutaria obtuvo 15 de los 24diputados que elegía el País Vasco con Navarra. En las Cortes formaron la MinoríaVasco-navarra. No tuvieron éxito. Republicanos y socialistas, mayoritarios, impusieronsu criterio, alejado de planteamientos conservadores. Al aprobarse en octubre de 1931la separación de Iglesia y Estado, la minoría vasco-navarra se retiró de las Cortes. Altiempo, diversas medidas del Gobierno Provisional levantaron en el País Vasco laoposición religiosa. El Gobierno llegó a cerrar periódicos, suspender manifestacionescontra la República y a incautar fábricas de armas en Gernika y Eibar, por temor a unasublevación.

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En el nuevo sistema constitucional no tenía cabida el Estatuto de Estella, con sucarga religiosa. Pero, aunque la Minoría Vasconavarra se negó en diciembre a aprobarla Constitución, los nacionalistas pronto la consideraron un cauce válido para susreivindicaciones autonómicas. Un decreto fijó a fines de 1931 el procedimiento paraelaborar los Estatutos. Las Comisiones Gestoras de las Diputaciones (las designaba elGobierno, pues no hubo elecciones provinciales, por los que republicanos y socialistastendrían la iniciativa) elaboraría el anteproyecto. Tendrían que aprobarlo después losAyuntamientos y, antes de pasar a las Cortes, un referéndum.

El nacionalismo vasco vivía un momento de intensa efervescencia. En 1932celebraba el primer Aberri Eguna. Eligió el domingo de Resurrección, pues elnacionalismo, impregnado de religiosidad, emparentaba la resurrección de Cristo con loque para el País Vasco suponía la aparición del nacionalismo. Se planteó comohomenaje a Sabino Arana y conmemoración de los 50 años del nacionalismo, cuyaprimera inspiración, según escribió Sabino, le llegó en 1882. Fue el mayor acto demasas hasta entonces afrontado por este movimiento. Acudieron, se calculó, 65.000personas.

Aberri Eguna de 1934. Instituido en 1932 por el Partido Nacionalista Vasco como Dia de la Patria, desdeesta fecha, el domingo de Resurrección fue una jornada de afirmación nacionalista. Foto E. Guinea.

La autonomía no debía sacrificarse a posturas religiosas ni al rechazo a laizquierda: tal fue el planteamiento de la nueva generación nacionalista que encabezabaAguirre y asumía valores democráticos modernos, de inspiración cristiana. Era un virajedecisivo en la trayectoria nacionalista.

La Asamblea celebrada en Pamplona en junio de 1932 para aprobar el proyectode Estatuto provocó la salida de Navarra: los municipios navarros que se opusieronsuperaron a los que lo aprobaron. Los tradicionalistas, mayoritarios en Navarra, noquerían participar en una autonomía sin impronta religiosa. Tras la defección navarrahubó de reiniciarse el proceso. De momento se frustraba la esperanza de que entraseen vigor un estatuto vasco, mientras a fines de 1932 se aprobaba el catalán, en lareacción parlamentaria que siguió al fracasado golpe de Estado del general Sanjurjo.

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El primer equipo Athletic de Bilbao, hacia 1900. El club se había fundado en 1898 y se convirtió prontoen uno de los símbolos de la villa. Circa 1900. Foto Manuel Torcia «Lux»

Los gigantes y cabezudos constituían, junto al Gargantúa, los emblemas festivos de Bilbao. Tenían supersonalidad propia, y los presidían don Terencio y doña Tomasa. Formaban parte del grupo, también,

los turcos, los arratianos... Circa 1930. Fot. Manuel Torcida «Lux»

Este referéndum cerró en el País Vasco el bienio reformista 1931-33, en el queel gobierno presidido por Azaña había intentado crear un Estado democrático, conmayor justicia social y autonomías regionales, contra la oposición de las derechas. El19 de noviembre de 1933 se celebraron nuevas elecciones. Los partidos acudieron sinalianzas. En Navarra ganaron las derechas, mientras el PNV se benefició en Bizkaia,Gipuzkoa y Alava del voto católico y del temor a la izquierda: obtuvo 12 de los 17diputados de las tres provincias, el mayor éxito electoral de su historia; la izquierda sóloconseguía 2 (por Bizkaia-Capital) y la derecha 3. Pero la autonomía se frustró en las

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Cortes: la mayoría, de centro-derecha, era menos sensibles al autogobierno que lospartidos que dominaron en el bienio anterior.

Primer aniversario de la proclamación de la República. Vitoria, 1932. Fotografía Yanguas.

El nuevo proyecto de Estatuto, ya sin Navarra, lo aprobaron los alcaldes enagosto de 1933. Después, en noviembre, se realizó el referéndum. Seguido con menorentusiasmo por republicanos y socialistas, el PNV desarrolló una amplia campaña deapoyo, que le enfrentó con las fuerzas políticas ultracatólicas. Estas alegaban que nose podía refrendar el Estatuto, pues equivaldría a legitimar un régimen antirreligioso.Tuvo importancia por ello la postura del obispo, requerido por los nacionalistas. AfirmóMateo Múgica que eran compatibles el voto autonómico y la oposición alanticlericalismo. La votación a favor del Estatuto fue mayoritaria en Bizkaia y Gipuzkoay menos contundente en Alava, donde el ejemplo del Obispo, votando a primerashoras, animó a muchos electores indecisos.

La definitiva ruptura del PNV con las autoritarias mayorías católicas se produjo alaprobar las Cortes una desgravación fiscal para el vino. La medida exigía aumentarotros impuestos para compensar los menores ingresos y vulneraba el ConciertoEconómico, por el que las Diputaciones tenían autonomía fiscal. La aplicación delEstatuto del vino por las Gestoras, de designación gubernamental, enconó el conflicto.Monárquicos, tradicionalistas, republicanos, socialistas, comunistas y nacionalistasapoyaron las reclamaciones municipales de elecciones para designar las Diputaciones.Al radicalizarse el movimiento las derechas lo abandonaron. La movilización, que noconsiguió sus objetivos, fue reprimida por el Gobierno.

Los socialistas habían derivado en 1933 hacia posturas radicales, conforme laderecha bloqueaba las reformas. Tras su derrota electoral el proceso se precipitó: sepropusieron alianzas con otros partidos obreros, para dar una respuesta revolucionariaa la derecha. Los socialistas vascos buscaron converger con los comunistas.Paralizaron el proceso las direcciones nacionales de PSOE y UGT, que temían perderel control, pero en 1934 fueron frecuentes en el País Vasco las acciones conjuntas. Lapatronal vasca, en la misma línea que el empresariado español, urgía a enmendar lapolítica social del primer bienio, en su opinión obrerista en exceso. Variasorganizaciones patronales vascas entraron en la Unión Nacional Económica.

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El temor a que la CEDA accediese al gobierno estuvo en el origen de larevolución de octubre de 1934, una huelga general revolucionaria que alcanzóenvergadura en Asturias, Cataluña y el País Vasco. En las provincias vascas el parofue unánime y hubo enfrentamientos sangrientos con la Guardia Civil y el Ejército.

Cuando entraba en acción, la Guardia Civil recurría frecuentemente a las ametralladoras.George Soria, Guerra y revolución en España

Con algunas excepciones, la Iglesia se inclino por los partidos de derechas, pero una parte del clerovasco lo hizo por el nacionalismo y los catalanes por la Lliga.

Numerosos alcaldes y concejales fueron condenados por abandonar susfunciones, y las cárceles se llenaron de socialistas y comunistas, acusados de alzarseen armas contra el Gobierno. Hubo también condenas para solidarios, pues confrecuencia participaron en los movimientos revolucionarios, pese a la orden deabstención dada por el PNV.

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Desde octubre del 34 hasta febrero de 1936 el movimiento obrero languideció,por la represión. En este período se abrió una escisión profunda en el socialismo, entrela tendencia reformista y la vía revolucionaria que defendía Largo Caballero. Lossocialistas vascos, con excepción de las Juventudes, se alinearon con Prieto, líder delsocialismo moderado.

El segundo bienio, contrarrevolucionario, concluyó en las elecciones del 12 defebrero de 1936. La izquierda formó el Frente Popular, que incluía republicanos,socialistas y comunistas y en el que participó ANV. Su programa ofrecía la amnistíapara los presos de octubre y la reanudación de la política democrática de 1931-33; enel País Vasco se incluyó el Estatuto. La derecha no consiguió formar una coalición. Laselecciones dieron la victoria al Frente Popular, cuya representación en Cortes fuemayor que la de los votos, gracias al sistema electoral que favorecía a las coaliciones.En el País Vasco el gran perdedor fue el PNV, que bajó 5 diputados: obtuvo 7, igualque el Frente Popular. Los nacionalistas perdían su clientela más conservadora,retraida por su viraje del segundo bienio republicano.

Tras el triunfo del Frente Popular, mientras las derechas conspiraban contra laRepública, las izquierdas preparaban, bajo la dirección de Prieto, el Estatuto vasco quegarantizase la fidelidad nacionalista al régimen. La radicalización izquierdista de laprimavera de 1936 tuvo su reflejo en el País Vasco. Masivas concentracionesacogieron la excarcelación de los presos políticos y a las autoridades de elección po-pular, repuestas en los ayuntamientos. Proliferaron huelgas en una proporcióninusitada. La radicalización apartaba al nacionalismo de la política republicana, peroesto no implicó que apoyase la insurrección militar. Hubo al parecer contactos entrenacionalistas y quienes preparaban la rebelión, pero se impuso la línea que exponíaAguirre en junio de 1936. Reconocía la preocupación nacionalista por la escaladaizquierdista: «pero sublevarse, jamás».

La Guerra Civil

El golpe de Estado del 18 de julio de 1936, largamente preparado, fracasó en loscentros neurálgicos de la República y se transformó en guerra civil. Como en el restode España, en el País Vasco se produjo el enfrentamiento de la población, adscrita alos bandos beligerantes.

La revolución en marcha. Para parte de la izquierda, la República significaba unaoportunidad revolucionaria, pero subsistia el temor a la reacción de la derecha (que sereveló en el fracasado golpe de Estado del general Sanjurjo en 1932).

En la fotografia, una manifestación en Bilbao en 1932.

En julio del 36 los insurrectos triunfaron en Navarra y Alava, donde el carlismoaseguró su éxito. Al parecer, Mola, director de la conspiración, suponía que el PNV nose uniría al Frente Popular para defender la República, y que con su neutralidad larebelión ganaría en Gipuzkoa y Bizkaia. Erró en el cálculo. En Gipuzkoa milicianos so-cialistas y anarquistas sofocaron la insurrección de militares del cuartel de Loyola y defalangistas y tradicionalistas. El nacionalismo, a iniciativa de Irujo, se posicionó por laRepública. En Bilbao las autoridades abortaron los conatos de sublevación. El PNVvizcaíno llamó a defender la legalidad, vencidas las resistencias de quienes queríanmantenerse al margen del conflicto. Gipuzkoa y Bizkaia quedaban fieles a la Repúblicay su territorio aislado del Gobierno legítimo.

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En Gipuzkoa se fragmentó el poder político, con menoscabo de la eficacia. Seformaron tres Juntas de Defensa. La de San Sebastián, con tensiones entreanarquistas y nacionalistas, la formaban los partidos del Frente Popular, la CNT y elPNV. La de Azpeitia, presidida por Irujo, tenía impronta nacionalista; y la de Eibar,socialista.

Columnas de soldados y requetés avanzaron en julio desde Navarra por elBidasoa, Urumea y Oria, llegando a Oyarzun, Beasáin y Tolosa. El 26 de agostocomenzó la ofensiva contra Irun, pues los sublevados querían cortar la comunicaciónrepublicana con Francia. La superior capacidad de ataque de los insurrectos, conintensa preparación artillero y apoyo de la aviación, fue decisiva. El 5 de septiembretomaron Irun, que antes fue incendiado por sus defensores anarquistas. San Sebastiánquedaba sin posibilidades de defensa: así lo estimaron las organizaciones del FrentePopular y el PNV, contra el criterio de la CNT. Abandonada la capital, los nacionalesllegaron al Deva, donde los republicanos consiguieron frenarles. El frente se estabilizó.Unas 50.000 personas huyeron a Bizkaia. La represión franquista incluyó la ejecuciónde 14 sacerdotes, pese a que la rebelión decía defender la religión.

San Sebastián, 1936. Voluntarios republicanos, con las escasas armas conseguidas.

El triunfo de la intolerancia. Las tropas liberadoras destrozan los signos de llospartidos democráticos. Ha llegado la dictadura. San Sebastián. 1936.

Bilbao frente a las tropas franquistas. Una barricada en la calle Buenos Aires levantada en 1936.Foto Manuel Torcida «Lux».

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En Bizkaia, donde la situación se había estabilizado, se formó en agosto unaJunta de Defensa presidida por el gobernador civil y compuesta por todos los gruposque defendían la República, incluida la CNT.

Mientras Bilbao era bombardeado y miles de niños evacuados hacia Inglaterra,Bélgica y la Unión Soviética, se iniciaron los contactos politicos que llevaron a laaprobación del Estatuto de Autonomía el 1 de octubre. Largo Caballero conseguía asíque el PNV colaborase en su Gobierno Nacional, en el que figuró el nacionalista Irujocomo ministro. J. Antonio Aguirre fue elegido presidente del Gobierno Vasco el día 7,en una casi unánime votación de los alcaldes y concejales vizcaínos y de algunosayuntamientos gipuzkoanos. Los resultados de las elecciones de febrero no justificabantal preeminencia, pero para asegurar la adhesión republicana del PNV se primó supresencia política en el País Vasco.

Bilbao. 1937. Blindado ligero entrando en Bilbao. Comenzaba una nueva etapa histórica construida sobreuna victoria militar. Foto Manuel Fernández «Cecilio».

Requetés en el Palacio del Obispo agrupados para recibir la bendición antes de salir para Somosierra.Vitoria, 10 de agosto de 1937. Foto E. Yanguas.

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En los primeros meses las autoridades militares llevaron la dirección de laguerra. El Gobierno creó el Hospital Central Militar, el Voluntariado de Mar y la EscuelaMilitar de Euzkadi, y estructuró a un Ejército formado espontáneamente por partidos ysindicatos. Además, se militarizaron empresas de utilidad bélica. A partir de abril, enplena ofensiva franquista, se consagró la dependencia gubernamental del Ejército. El 9de mayo el propio Aguirre asumió el mando militar. El Ejército Vasco se organizó endifíciles condiciones, por la falta de armamento y de oficiales profesionales. Suinferioridad técnica se hizo patente en la única ofensiva vasca de la guerra. Fue ennoviembre de 1936, cuando el mando republicano pensó que un ataque desde Bizkaiaaliviaría la presión sobre la capital de España. La ofensiva de Villarreal de Alava duródoce días. El Ejército Vasco no logró su objetivo, pese a la débil cobertura de las tropasde Mola.

Por Dios, por la Patria y el Rey lucharon nuestros padres. Por Dios, por la Patria y el Rey lucharemosnosotros también...

El Ejército franquista en Bilbao. Con la entrada en Bilbao de las tropas «nacionales», el 19 de julio de1937, terminaba la resistencia armada de la República en el Pais Vasco.

Foto Manuel Fernández «Cecilio»

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En marzo de 1937 Franco, tras fracasar su ataque a Madrid, impuso laestrategia de avanzar pedazo a pedazo. Concentró el potencial bélico para acabar conel frente del Norte. Buscaba conquistar las decisivas materias primas e industrias deBizkaia y de Asturias. La ofensiva empezó en el País Vasco, el 31 de marzo. Losbombardeos aéreos en masa, realizados con ayuda de la aviación alemana yfacilitados por la carencia de aviones del Gobierno Vasco, preparaban el avance de lastropas y perseguían desmoralizar a la población. Ochandiano, Eibar, Durango yGernika sufrieron atroces bombardeos. Aun así, el avance fue lento, por la enconadaresistencia. La destrucción de Gernika pasó a ser símbolo universal del horror de laguerra. El gobierno franquista prefirió negar su autoría a asumir la responsabilidad.

Compusieron el Gobierno miembros del PNV, PSOE, Unión Republicana,Izquierda Republicana, ANV y PCE. La mayoría formaba parte del Frente Popular, perola hegemonía correspondía al PNV. Tenía la Presidencia, era el partido con máscarteras, y sus áreas de poder le reservaban la toma de las decisiones másimportantes, tales como la Defensa y el mantenimiento del orden. Pero seestablecieron directrices comunes, con un grado de consenso al parecer muy alto, pesea formar el Gobierno seis partidos distintos.

La acción gubernamental buscó afirmar el autogobierno, con medidas como laemisión de moneda o la subordinación del Ejército al Gobierno. Justificadas por elaislamiento del País Vasco, expresaban la voluntad nacionalista de representar a lasoberanía vasca. Se desarrolló, además, una política de orden, con el mantenimientode la libertad religiosa y del orden social. No hubo cambios revolucionarios en elsistema económico, tan frecuentes en la España republicana. Las incautaciones sóloafectaban a quienes se probase la colaboración con los sublevados.

Información de los vencedores. Militares y civiles del bando nacional reparten La Gaceta del Norte en elparque de Doña Casilda. Bilbao, 1937. Foto Manuel Fernández «Cecilio»

Más de una generación fue educada con estos libros que ensalzaban las virtudes de la "Raza Española"y añoraban el "Imperio".

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Desfile de falangistas. San Sebastián, 1936.

A comienzos de junio la aviación atacó el Cinturón Defensivo de Bilbao, aún sinterminar, cuyos puntos débiles conocían los insurrectos por los informes del ingenieroGoicoechea, que se pasó al bando nacional. Roto el Cinturón de Hierro y superada laresistencia de Archanda, las brigadas navarras se apoderaron de Bilbao el día 19. En laretirada no se destruyeron las fábricas, sólo se volaron los puentes para dificultar elpaso al enemigo.

El Ejército Vasco se replegó sobre Santander, pero los nacionalistas, perdidaEuskadi, no parecían dispuestos a seguir el combate por la República. De susnegociaciones secretas con los italianos saldría el Pacto de Santoña. El 25 de agostolos batallones nacionalistas se entregaron a las tropas de Mussolini. Unos díasdespués pasaban a ser prisioneros de los nacionales.

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X. EL FRANQUISMO

La ocupación franquista abrió una nueva etapa de la historia del País Vasco.Duró casi cuarenta años. El régimen dictatorial construyó un Nuevo Estado decaracterísticas totalitarias, en el que no cabía el pluralismo político. Imponía una únicavisión de España, uniformista: pocos días después de tomar Bilbao un decreto suprimiólos Conciertos Económicos de Bizkaia y Gipuzkoa, como castigo a su posicionamientorepublicano, alegando que habían «correspondido con la traición» y realizado «la mástorpe política antiespañola». Quería aniquilarse cualquier valor distinto a la «unidad dedestino» o a la «vocación de Imperio» con los que se identificaba a España.

En 1937 proseguía la guerra, fuera de las provincias vascas. Miles de vascoscombatieron en ambos bandos hasta acabar la contienda en 1939. En el republicano,quienes seguían defendiendo la legalidad constitucional. En el sublevado, además delos partícipes de la rebelión, antiguos gudaris incorporados a la fuerza. Varios miles devascos marcharon al exilio.

El gobierno personal de Franco se institucionalizó en abril de 1937. Un decretounió en una misma organización a carlistas, Falange y monárquicos independientes. LaFalange Tradicionalista y las JONS, el Movimiento Nacional, fue la base política de unrégimen autoritario que diluyó las señas de identidad de sus componentes, si bien echómano, según las circunstancias, de mensajes tradicionalistas, del fascismo de laFalange o del nacionalcatolicismo, que sirvió para legitimarlo desde que el episcopadobautizó como Cruzada la sublevación. El Nuevo Estado se construyó sobre la represiónde los vencidos y con la hegemonía política de carlistas, falangistas y la derechatradicional. La gran burguesía, que colaboró activamente en la victoria franquista,coparía el poder local, y no faltaron miembros de este grupo en la cúpula del Estado.

La industria vizcaína, prácticamente intacta, se puso al servicio de lasnecesidades del ejército franquista. Las fábricas de utilidad bélica contribuyerondecisivamente a inclinar la balanza militar del lado nacional, que se dotaba de mayorpotencia industrial que sus oponentes. Los empresarios recuperaron sus empresas. Yel Fuero del Trabajo definió en 1938 las relaciones laborales del período franquista.Prohibía toda actividad sindical independiente. La Falange obtuvo el control de la únicaorganización sindical, vertical, de adscripción obligatoria para empresarios y obreros.

La autarquía

El ideario fascista aspiraba a la autarquía, una economía basada estrictamenteen los recursos nacionales. Pero al margen de estas formulaciones la II GuerraMundial, con las potencias industriales implicadas en la contienda, obligó a que seintentase desarrollarla. Después, durante la postguerra, siguieron los métodosautárquicos, por el aislamiento español. La búsqueda del autoabastecimiento eraforzosa. Ante la escasez, se introdujo el racionamiento. Como consecuencia, surgió unamplio mercado negro y la corrupción administrativa, con graves repercusionessociales.

Se deterioró el nivel de vida de la población. En el Pais Vasco, y en generalEspaña, el hambre se convirtió en una amenaza real para amplios sectores sociales.

Los niveles de ingresos se ajustaron a límites desconocidos en más de tresgeneraciones. Diversas noticias indican que en las ciudades el estraperloproporcionaba un porcentaje de subsistencias a veces superior al 50 %. La existencia

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de un doble mercado, junto al retroceso de la producción agraria, desestructuró laeconomía. En las ciudades las subsistencias llegaban a venderse a precios 10 vecessuperiores al oficial. Por ejemplo, en Bilbao el precio del pan en el mercado negro llegóa ser en 1942 casi 13 veces superior al precio del mercado oficial (1,4 ptas., frente a 18ptas.); el año anterior, el litro de aceite valía en el mercado oficial 4,25 ptas.; en elmercado negro, 55. Los ejemplos podrían multiplicarse.

Hasta 1950 el crecimiento de los precios fue vertiginoso, con un saltoespectacular en 1945 y 1946, cuando se produjo una auténtica crisis de subsistencias,la más grave del siglo, con una brusca elevación de precios y un deterioro del mercadoque no tiene parangón, ni siquiera en los años de la guerra. En diciembre de 1946 lavida era, conforme a los precios oficiales, casi un 50 % más cara que dos años antes.La situación era más dramática medida en los términos del mercado negro.Posiblemente en 1946 se redujo el poder adquisitivo de los trabajadores en torno al 40%, mientras el año anterior su capacidad adquisitiva se había meneado, cuandomenos, el 30 %.

Los salarios crecieron, pero no al mismo ritmo que los precios. Por ejemplo, seestima que el sueldo de un peón siderúrgico había subido en Bizkaia entre 1936 y 1947tan sólo un 60 %. A la par, el pan valía en el mercado oficial cuatro veces más que en1936, 30 veces más en el mercado negro. En diez años el salario real se habíareducido, probablemente, en torno al 80 %. La dramática situación fue objeto depreocupación empresarial, pues llevaba a que disminuyese el redimiento laboral, que,según fuentes empresariales «es, en general, inferior, al de tiempos normales». Lascausas, se decía, «son, principalmente, dos: falta de personal suficientementeespecializado y depauperización física del obrero por alimentación deficiente».

La crisis de la posguerra significó, paradójicamente, la oportunidad paraespléndidos negocios. Lo permitía el estraperlo, pero incluso los dividendosempresariales subieron, pese a las retricciones en el abastecimiento de materiasprimas. Con todo, a finales de los años cuarenta, se reclamaba ya el final de laautarquía, una mayor apertura comercial.

Por entonces, el régimen se había institucionalizado. En 1945 se promulgaba elFuero del Trabajo, cuando la derrota de las potencias fascistas exigía al régimendotarse de una fachada de legalidad. Regulaba un sistema de derechos y obligaciones,pero otorgaba al Gobierno la facultad de suspender las garantías. En 1947 llegaba laLey de Sucesión, refrendada plebiscitariamente tras una coactiva propaganda.Declaraba reino a España y facultaba la jefatura de Estado vitalicia del general Franco.

España estaba aislada políticamente, tras la derrota de Italia y Alemania, laspotencias que habían apoyado la instauración franquista. Eso sí, el régimen mantuvo elcontrol del orden interior, reprimiendo cualquier contestación. La cultura vasca fueobjeto de sospecha, por no ajustarse a la versión oficial de España. Los partidosantifranquistas, con la dirección en el exilio, intentaron, con desigual fortuna, levantarestructuras en el interior. En las primeras organizaciones clandestinas del País Vasco,impulsadas por el PNV, colaboración los demás antifranquistas.

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La oposición antifranquista

El nacionalismo vasco, como en general las organizaciones republicanas,confiaba en que tras la guerra los aliados acabasen con el régimen franquista. De ahí elcreciente proamericanismo que encabezó José Antonio Aguirre. En este contexto seprodujo la huelga de mayo de 1947, impulsada por Aguirre y preparada por diversosgrupos anti-franquistas, con las consignas del Consejo Vasco de la Resistencia, queintegraba a todas las fuerzas políticas vascas. La huelga afectó a las grandesempresas vizcaínas y a algunas zonas gipuzkoanas. Hubo unos 30.000 huelguistas,una cifra sin precedentes desde la guerra, movilizados también por las crítica situaciónsocial. El régimen respondió despidiendo masivamente a los trabajadores yreadmitiéndolos de forma controlada, con pérdida de derechos de antigüedad.

Pese a su éxito, la huelga del 47, que quería demostrar el descontento socialante el régimen, fue el canto del cisne de una época. La estrategia de la oposición, queconfiaba en la actuación internacional para restaurar la democracia, quedó invalidadadesde que comenzó en 1947 la guerra fría. Con ella desaparecían casi todas lasposibilidades de que los países occidentales hicieran algo para derrocar a Franco. Elboicot diplomático se relajaría en 1950, cuando la ONU canceló su resolución de 1946de retirar los embajadores, pero ya antes se habían iniciado los contactos entreEstados Unidos y Franco, que dieron lugar en 1953 al acuerdo sobre bases militares.

El anticomunismo de los Estados Unidos abrió la puerta a un régimen que podíapresumir de haber derrotado en su guerra a los comunistas. No tardaría mucho elreconocimiento norteamericano, y con él, el internacional.

Fracasó así la estrategia de la oposición. Sin margen de maniobra, elnacionalismo en el exilio siguió confiando en la ayuda americana. Medidas como laexpulsión de los comunistas del Gobierno Vasco en el 48 querían adaptarse a la guerrafría, pero el gesto, similar a la evolución del PSOE, que también marginaba a loscomunistas, era ya políticamente irrelevante. Los acuerdos entre Estados Unidos y elrégimen diluían la estrategia del Gobierno Vasco y, en general, la de la oposición alfranquismo.

El desarrollismo

Además, en los años cincuenta se producían decisivos cambios en el interior. Seabandonaba, por agotamiento, la vía autárquica. Los préstamos norteamericanos ycierta liberalización económica iniciaron el crecimiento de la producción. Las mejorasen los niveles de vida de los trabajadores eran aún escasas, pero se suprimió elracionamiento. Desaparecía también el mercado negro sobre productos agrícolas,aunque no el de productos industriales y materias primas. Persistía el proteccionismo aultranza, y el crecimiento produjo graves desequilibrios, evidenciando la escasacapacidad española de importar bienes de equipo y productos energéticos. La inflaciónse disparó a partir de 1956. Las subidas de precios llegaron a crear una situacióncrítica. Así lo comprueba un informe secreto del Servicio de Información, de 1957.Desaconsejaba que se subiesen las tarifas ferroviarias de Bilbao-Santurce y Baracaldo-Somorrostro, pues, en opinión policial, «así lo recomiendan actualmente lascircunstancias de caracter social». «En este clima de expectante pesimismo colectivose dan a conocer otras nuevas tarifas, las de autobuses y trolebuses la situación seagrava, el clima se obscurece, el descontento y la desilusión aumenta... [Si RENFEsube los precios] se producirá el chispazo y sin que haya nada organizado

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políticamente podríamos encontrarnos, como protesta, con un paro absoluto, enprincipio de más de 50.000 productores de las principales factorías».

El crecimiento económico creó una nueva sociedad vasca: entre 1950 y 1975 la población casi seduplicó. Viviendas en construcción en la calle Rodríguez Arias. Bilbao, 1960

Fue el momento del cambio económico. Con el Plan de Estabilización de 1959se inició una nueva política, que buscaba el saneamiento económico y la apertura alcomercio exterior. A partir de 1962 se pusieron en marcha los Planes de Desarrollo.Pretendían mantener un crecimiento del 6 %, controlar la inflación y diversificar lageografía industrial. Coincidieron con una etapa internacional de expansión económica,que fue decisiva en el boom económico español. Se inició un período de rápidocrecimiento.

Las provincias vascas no estaban entre las de «interés nacional» de los planesde desarrollo, pero recibieron intensamente la influencia del desarrollismo de los añossesenta. Las inversiones propagaron por todo el país las fábricas, que saturaron losvalles de Bizkaia y Gipuzkoa y que afectaron a Alava, incorporada así a la sociedadindustrial. Promovieron el desarrollo capitales locales y, también, el capital extranjero,que penetró en los sectores más competitivos, sobre todo en el químico. En Gipuzkoase extendieron las cooperativas, un movimiento nacido en Mondragón, que generaríaun importante núcleo de sociedades, estructurado en torno a la Caja Laboral Popular ydedicadas a diversos ramos de actividad, como fundiciones, forjas, bienes de equipo,bienes de consumo para el hogar...

La saturación industrial de las provincias costeras canalizó inversiones haciaAlava. En 1950 su actividad fabril se reducía a algunos pequeños establecimientos.Después se produjo una convulsión económica, con un rasgo singular, desconocido enlos anteriores modelos industrializadores del País Vasco: la planificación delAyuntamiento de Vitoria, que creó zonas industriales dotados de una infraestructura.Así, las industrias de Alava se concentraron sobre todo en torno a Vitoria, si bien sucomarca del Nervión conoció también el influjo inmediato de la ría de Bilbao.

Todo el País Vasco se vio afectado por la onda expansiva que arrancó del Plande Estabilización y llegó hasta 1973. Se creó una importante industria química, concentro en Bizkaia, donde se instalarían Sefanitro, Petronor, Dow-Unquinesa... Ycontinuó el desarrollo de la metalurgia, hegemómica incluso en Alava: en los añossetenta aportaba el 40 % de la oferta industrial vasca. Apenas se diversificaron lasactividades industriales, pues siguieron mandando las tradicionales, sin decisivasinnovaciones técnicas ni racionalización espacial. Se mantuvieron fuertes desequilibriosy al boom industrial no acompañaron avances significativos del sector servicios,revelando las insuficiencias del modelo desarrollista.

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El crecimiento económico creó una nueva sociedad vasca: entre 1950 y 1975 lapoblación casi se duplicó. La demografía había pasado los críticos decenios de 1930 a1950 con un crecimiento moderado, mayor que la media española, pero inferior al de1900-30: los casi 900.000 habitantes de 1930 eran 1.061.000 en 1950, aumentando el7 y el 11 % cada diez años. Después, se inició un boom inusitado, del 29 % en los añoscincuenta y del 37 % en los sesenta. En 1975 el País Vasco tenía 2.070.000habitantes. La inmigración resultó decisiva en el mantenimiento de la prosperidadindustrial.

Franco, emulando a la familia real, pasaba largas temporadas en San Sebastián. Yate Azor. Franco recibe aBalduino y Fabiola de Bélgica. El escándalo en Bélgica por esta entrevista hizo cambiar de lugar de

veraneo a la familia real belga para no coincidir con Franco. San Sebastián, 1961.

Foto de propaganda de ETA que mitifica su armamento. El «wazooka» es un trozo de cañería de aguaspluviales y la mira telescópica pertenece a un rifle de 12mm.

El boom demográfico iniciado en 1950 afectó a las tres provincias Bizkaia pasóen 25 años de 570.000 habitantes a 1.043.000, su población de 1975, creciendo el 102%. Gipuzkoa saltó de 364.000 a 682.000, un 82 % más. Pero la principal novedad fueque Alava se incorporó a los avances de la población: sus 118.000 habitantes de 1950

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se duplicaban en 1975, con 237.000. El despegue industrial de Alava provocó un hitodemográfico sin precedentes: entre 1960 y 1970, er sólo diez años, creció el 47 %. Tanespectacular boom supuso ante todo una fuerte concentración en Vitoria. En general, elrápido desarrollo demográfico generó concentraciones urbanas con graves taras dehacinamiento y precarias infraestructuras.

La prosperidad desarrollista acentuó un proceso iniciado en la postguerra, laacomodación de amplios sectores de la sociedad vasca al franquismo. Llámeseindiferencia política o adaptación a las circunstancias, la apatía de la mayoría silenciosaayudó a sostener el régimen. Hubo apoyos expresos al dictador, pero también laavenencia no explícita de quienes se enriquecían, de capas medias urbanas... Si bienla represión y el control de los medios de comunicación contribuyeron a ladesmovilización, se dio también una adaptación al orden social del régimen, al margende que los partidos antifranquistas justificaran sus fracasos por la actuación policial.

Las nuevas posiciones políticas

El crecimiento económico y los nacientes desequilibrios creaban nuevascondiciones sociales, para las que no siempre encontraron respuesta los partidos de larepública, anclados en dinámicas que se quedaban desfasadas, con sentido en lapostguerra, pero que no valían para las generaciones formadas durante el franquismo,cuyo nivel de vida mejoraba. Contribuyó a ello el exilio de sus dirigentes, con unconocimiente superficial de las nuevas realidades. Fue el caso de los socialistas, quepermanecieron aferrados a los viejos esquemas, agudizándose la separación entre lamilitancia del interior y la dirección exterior. Sucedió lo mismo con los republicanos,casi sin presencia interior. Sí se adaptó a las nuevas circunstancias el PartidoComunista, cuya implantación comenzó a crecer.

Impulsó Comisiones Obreras, que participaría en las principales movilizacionesobreras yen 1966 asaltaría con éxito el sindicato vertical.

La evolución del nacionalismo fue más compleja. El PNV había subordinado suestrategia a una intervención exterior y relegado la creación de estructuras activasinteriores, aunque no faltaron acciones que demostraban la existencia de unaresistencia vasca. En este contexto surgió en 1959 un nuevo grupo nacionalista,Euskadi ta Askatasuna, ETA, que reclamaba mayor activismo. Se convertiría en el gru-po antifranquista con más resonancia pública. Era una escisión de EGI del grupo Ekin,un movimiento nacido en 1952 que se integró en la organización juvenil del PNV ycuyas relaciones con la dirección del partido se habían hecho difíciles.

El PC, cuya implantación comenzó a crecer, impulsó Comisiones Obreras, que participarían en lasprincipales movilizaciones obreras y en 1966 asaltarían con éxito el sindicato vertical.

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El atentado contra Carrero Blanco visto por la publicación clandestina Askatasuna.

Cruce de caminos. Manifestantes contra la muerte de un miembro de ETA se cruzan con un jeep delejército con soldados de reemplazo

ETA elaboró pronto una nueva estrategia, más activa que la del PNV, al tiempoque redescubría el nacionalismo sabiniano. A las pintadas y colocación de ikurriñassiguieron en 1961 los primeros explosivos y el intento fallido de descarrilar un tren deexcombatientes franquistas. En los años siguientes comenzó a teorizar la vía guerri-llera, bajo la seducción de los movimientos de liberación nacional de Cuba, Argelia eIsrael. Hacia 1964, traduciendo el impacto de los cambios sociales, ETA se alejaba delnacionalismo tradicional, formulando un nacionalismo de los trabajadores.

En 1966 se celebró la V Asamblea de ETA. Triunfaron los partidarios de la luchaarmada, que se definían como marxistas y abertzales radicales. Defendían un modelotercermundista y estimaban que la liberación de los vascos exigía construir unasociedad socialista en Euskadi. Conforme al principio de la espiral acción represiónacción se determinó acometer acciones armadas. ETA, definida como «movimientovasco de liberación nacional», lanzaba la idea de un Frente Nacional, acorde con suconcepción de Euskadi como colonia, e intentaba penetrar en el movimiento obrero. Lamuerte de Etxebarrieta en 1968 empujó definitivamente a ETA hacia la vía armada:replicó dando muerte al comisario de policía Melitón Manzanas.

Por entonces adquirían fuerza otras contestaciones al régimen. Aun siendoactitudes sectoriales, crearon, junto a ETA, una notable efervescencia política. Para elrégimen resultó particularmente grave la evolución de la Iglesia vasca, pues la religiónconstituía una de sus bazas ideológicas. Parte del clero vasco, nacionalista, disentía dela jerarquía. 339 clérigos denunciaban en 1960 la «persecución de las característicasétnicas, lingüísticas y sociales» vascas. Pronto a las posiciones nacionalistas sesumaron las sociales, tras el giro de la Iglesia durante el papado de Juan XXIII. Lasorganizaciones cristianas de base (HOAC, JOC, HARC), con éxito en los barriosobreros, representaban la nueva actitud.

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Al negarse la jerarquía al diálogo la contestación del clero vasco se convirtió enabierta oposición política antifranquista. Hubo sacerdotes que colaboraron en CC.OO. oque participaron en ETA. La tensión entre jerarquía y clero se reflejó en ocupacionesdel obispado, detenciones, multas. Hasta se habilitó en 1968 una cárcel especial parareligiosos, en Zamora. Hacia 1971 la jerarquía vasca adoptó una actitud más abierta. Elnuevo obispo de Bilbao, Añoveros, protagonizaría en 1974 un sonado enfrentamientocon el régimen. Una homilía le valió la amenaza de expulsión, por atacar la unidadnacional.

La evolución obrera fue otra fisura del régimen. La conflictividad laboral se hizocrónica a medida que se consolidó el crecimiento económico. Nació un nuevomovimiento obrero, que creaba sus propias normas de actuación, adaptada a lascondiciones de un régimen antidemocrático. Conforme a una ley de 1958 los salariosse fijaban con negociaciones dentro del Sindicato Vertical entre empresarios y traba-jadores. A menudo los convenios colectivos aumentaban salarios a cambio de mayorproductividad, situada en límites exhaustivos y conseguida sin modernizar equipos yaobsoletos. El procedimiento motivó plantes obreros. En 1962 estallaron múltipleshuelgas, contestadas con despidos y el estado de excepción en Bizkaia y Gipuzkoa,además de en Asturias. Consiguieron romper la congelación salarial iniciada en 1957.Durante las huelgas comisiones de obreros cubrieron el vacío dejado por los sindicatostradicionales.

El nuevo movimiento obrero se consolidó los años siguientes. La huelga deBandas de Laminación de Echévarri de 1966-67, que duró 163 días, la más larga delfranquismo, desató la declaración del estado de excepción y encarcelamientos ydestierros. Entre 1967 y 1972 se contabilizaban más de mil huelgas en Gipuzkoa yBizkaia y los trabajadores de Michelin consiguieron en el 72 extender su movimiento atoda Vitoria. La conflictividad se desbordó: hubo 300 huelgas en 1973 y más de 1.000en 1974. Abundaron las huelgas con motivaciones políticas.

En diciembre de 1970 tuvo lugar el Proceso de Burgos. Un tribunal juzgó a 15dirigentes de ETA. El Gobierno español quiso convertir el Consejo de Guerra en unescarmiento político. Resultó fatal para el régimen, por la movilización de la opiniónpública mundial y la popularidad que adquirió ETA. En toda España se propagaronmovilizaciones contra la represión franquista. La sentencia fue una severísimacondena, con seis condenados a muerte. No se ejecutaron, ante la presióninternacional y la contestación interior.

Pese a la escisión de ETA VI (que se fragmentaría en varios gruposizquierdistas), de 1972, quienes seguían fieles a la V Asamblea iniciaron un despegueespectacular, en activismo y en militancia. Concluyó esta fase en el asesinato deCarrero Blanco, presidente del Gobierno (diciembre de 1973). Se acercaba el final delrégimen, y surgía la escisión entre ETA militar y ETA político-militar, que discrepabansobre la función de la lucha armada y su articulación con la lucha popular. ETA-pmmantenía los esquemas insurreccionales, mientras ETA-m no consideraba conveniente,como grupo armado, participar en acciones de masas. En 1975 el Gobierno respondióa la intensa actividad de ambos grupos con un estado de excepción y la LeyAntiterrorista. En septiembre las movilizaciones no consiguieron salvar la vida deParedes Manot (Txiki) y Angel Otaegui, fusilados el día 27. Dos meses después moríael dictador.

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XI. LA TRANSICIÓN DEMOCRATICA Y LA AUTONOMIA VASCA

La efervescencia política se intensificó en 1976, con conflictos como el queprovocó la actuación policial en Vitoria-Gasteiz al reprimir una concentración obrera,con resultado de varios muertos. El impacto de la crisis económica internacionaliniciada en 1973 coincidió con la transición. La agravaron factores locales, como elterrorismo, con acciones contra empresarios que desanimarían la inversión, o lalentitud con la que la afrontaron los partidos, por entonces más preocupados porcuestiones políticas que por encarar los problemas económicos, de difícil e impopularsolución. Repercutió sobre todo en sectores tradicionales como el siderúrgico o elnaval, bases de la industria vasca. Pronto comenzó la escalada del paro.

En diciembre de 1976 se aprobó en referéndum la Ley de Reforma Política. Laapoyó casi la mitad del electorado vasco (el 49 % del censo). Pese a las inicialesreticencias de la oposición antifranquista, que llamó a la abstención, condujo a lasprimeras elecciones democráticas, las de junio del 77. El partido más votado fue elPNV (281.000 votos, el 28 % del total).

En la elaboración de la Constitución de 1978, basada en el consenso de losprincipales grupos políticos, colaboró el PNV, que finalmente decidió abstenerse,alegando que se ignoraban los derechos históricos del pueblo vasco. En el referéndumconstitucional la abstención del País Vasco (56,2 % en Gipuzkoa, 55,3 % en Bizkaia y45,8 % en Alava) superó a la participación.

La Constitución diseñó un Estado de las Autonomías que permitió lapromulgación del Estatuto de Gernika, llamado así por el lugar donde se aprobó elproyecto. Fue negociado por Suárez, presidente del Gobierno, y Garaikoetxea, líder delPNV y tras las elecciones de marzo de 1979 (en las que subió el PNV y bajaron UCD yPSOE) presidente del Consejo General Vasco que formaban los parlamentarios. Elestatuto permitía un elevado autogobierno, con una autonomía financiada por losConciertos Económicos, restablecidos para Bizkaia y Gipuzkoa en 1977. Navarraquedó fuera de la autonomía vasca: el escaso eco nacionalista en Navarra pesó en ladecisión.

El Estatuto de Autonomía consiguió un consenso mayoritario. Fue aprobado enreferéndum en octubre de 1979. Votó el 59,77 % y en las tres provincias ganó el sí, entotal un 90,3 % de los votantes (el 54 % del censo). Se opuso Herri Batasuna, lacoalición formada en 1978 por grupos nacidos en el entorno de ETA-m, quemantuvieron su oposición al sistema. ETA-pm, por contra, propició la formación deEuskadiko Ezkerra y desapareció en 1981.

Las elecciones al primer Parlamento Vasco, en 1980, las ganó el PNV. Triunfóen las tres provincias, con 340.000 votos (el 36 %). No obtenía la mayoría absoluta,pero podía gobernar en solitario, por el retraimiento parlamentario de HB. El PNV teníaasí su oportunidad histórica de construir una autonomía vasca en tiempo de paz.Intentó los años siguientes desarrollar su proyecto de comunidad vasca. Sus símbolosse convirtieron en los del País Vasco y promovió una completa estructura política, queincluía una televisión, una policía, medidas que buscaban la euskaldunización, etc.

En la transferencia de competencias UCD siguió una política cicatera. Quiso en1981 (en colaboración con el PSOE, en la marea revisionista que siguió al fracasadogolpe de estado de Tejero) enmendar las autonomías con la LOAPA, finalmente

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declarada anticonstitucional.

La victoria socialista de 1982 —en el País Vasco el PSOE igualó enrepresentación al PNV— abrió nuevas circunstancias políticas. Se realizaron nuevastransferencias y se inició una nueva política económica. El PSOE optó por acelerar lareconversión industrial. Resultó conflictiva. Sus críticos, aun reconociendo la necesidadde modernizar el aparato productivo, la tacharon de mecanicista, sin que se impulsasede forma suficiente el empleo alternativo. A fines de 1984 (cuando se daban porconcluidas las principales medidas reconversoras) apenas se había acometido lareindustrialización. En medio quedaba una larga secuela de tensiones, como losenfrentamientos entre trabajadores y policía en los astilleros Euzkalduna de Bilbao.

Por lo demás, en la gestión económica se subordinaron todas las medidas alobjetivo de controlar los precios. La política de ajuste fue, en general, admitida porsindicatos y patronales entre 1983 y 1986. A corto plazo los efectos de la políticamonetarista fueron limitados. De forma lenta se contuvo la inflación, pero continuaba ladestrucción de empleo.

ETA seguía actuando, pese a las movilizaciones en contra. El PSOE sistematizóuna nueva estrategia antiterrorista, basada en un plan global para la actuación policial(el llamado plan ZEN, Zona Especial Norte), la acción internacional para quitar a ETAsu refugio francés (con deportaciones y extradiciones) y la reinserción para quienesabandonasen las armas.

En 1983 Bizkaia y Alava sufrieron graves inundaciones que ocasionaronnumerosas muertes y pérdidas de más de 500.000 millones. Por entonces las cada vezmás frecuentes movilizaciones contra ETA y las protestas abertzales contra accionespoliciales y por sospechas de actuaciones irregulares de los aparatos estatalesenrarecieron el clima político. Contribuyó a ello la aparición a fines del 83 del GAL(Grupos Armados de Liberación), con oscuras implicaciones policiales y atentados arefugiados en el País Vasco francés, así como el asesinato del senador socialistaEnrique Casas, en la campaña electoral de febrero de 1984.

En las autonómicas de 1984 el PNV obtuvo 450.000 votos, pero pronto le estallóun problema interno, en torno a la Ley de Territorios Históricos, que regularía laarticulación política del País Vasco. Garaikoetxea defendía que se consolidase el podergubernamental. Frente a él los foralistas abogaban por transferir competencias a lasDiputaciones. El conflicto se enconó y Garaikoetxea hubo de dimitir a fines del 84. Elnuevo lehendakari fue Ardanza, a la sazón diputado general de Gipuzkoa. Su pacto delegislatura con el PSOE agilizó las transferencias, bloqueadas desde 1982.

Varios acontecimientos importantes se produjeron en 1986. España ingresó enla Comunidad Europea, acabando con su histórico aislamiento internacional. Secelebró el referéndum sobre la OTAN: ganó la permanencia en la Alianza Atlántica,pero el País Vasco tuvo de nuevo un comportamiento diferencial, pues la abstención yel no fueron mayoritarios. Y se convocaron elecciones generales, en las que el PNV,con tensiones internas, perdió 150.000 votos. Las disputas entre críticos y oficiales serecrudecieron, hasta estallar la escisión de Eusko Alkartasuna (EA), el partido queformó Garaikoetxea. La crisis forzó elecciones anticipadas al Parlamento Vasco,realizadas a fines de año. El PNV fue el partido más votado, pero perdió otros 50.000votos y el PSOE le superó en parlamentarios. EA conseguía 180.000 votos, mientraslas otras dos formaciones nacionalistas, HB y EE, aumentaron su peso. La

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fragmentación política exigió formar una coalición gubernamental. La realizaron PNV yPSOE, con la presidencia de Ardanza.

En 1983, Bizkaia y Alava sufrieron grandes inundaciones que ocasionaron numerosos muertos ypérdidas de más de 500.000 millones de pesetas.

Los ayuntamientos, disponiendo de mayores recursos, acometen nuevas obras y conservan elpatrimonio histórico. Plaza de la Brulleria, con la catedral de Santa María y la torre de los Anda. Vitoria.

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En esta legislatura se firmó el pacto de Ajuria Enea, el acuerdo de todos lospartidos parlamentarios, excepto HB, por la pacificación. Impulsó una postura comúnde aislamiento a quienes apoyaban la violencia política. Por entonces, ETA defendía laestrategia negociadora. En la primavera de 1988 fracasaron las negociaciones deArgel, entre ETA y Gobierno.

Hacia 1986 se inició una recuperación económica. Comenzaron a crearseempleos netos y el Producto Interior Bruto creció, en 1987 y 1988, en torno al 5 %.Ascendía la inversión extranjera y se contenía la inflación. Pero la mejoría no incidiópor igual en todos los sectores sociales. Crecían los beneficios empresariales, pero semantenía un paro superior al 18 %. La euforia económica quedaba reservada a quienesparticipaban de las alegrías bursátiles, mientras sólo poco a poco aumentaba lacapacidad adquisitiva de los asalariados. Se inició una fase de crisis social, con tensio-nes entre Gobierno y sindicatos. Su máxima expresión fue la huelga general del 14 dediciembre de 1988, con rotundo éxito en el País Vasco.

Las euforias financieras de fines de los ochenta no sirvieron para reestructurar laeconomía vasca, que mantendría un síntoma de su precaria modernización: es laregión de la Comunidad Europea donde tiene mayor peso la industria, que aporta el48,3 % del PIB. Tan extrema especialización implica un deficiente desarrollo del sectorservicios. Además, tiene el mayor índice de paro de las regiones industriales, el 19,1 %.El censo de 1990 mostraba un hecho sin precedentes en más de un siglo: bajaba lapoblación vasca respecto a la de diez años antes.

El terrorismo siguió condicionando la política vasca, pero las acciones de ETAdisminuyeron desde fines de los ochenta. Contribuyeron a ello éxitos policiales como ladetención de parte de la cúpula de ETA en 1987 y en 1992. HB mantuvo su propuestade negociación y una amplia capacidad de movilización, pero sus apoyos electoralesdescencieron ostensiblemente hacia 1993 (perdió cerca de 60.000 votos sobre los casi200.000 de 4 años antes). De otro lado, el secuestro de Julio Iglesias Zamora provocóeste año una amplia reacción popular, encabezada por los grupos pacifistas surgidoslos años anteriores, tras la aparición de Gesto por la Paz. Los primeros enfrentamientosarmados entre la policía autonómica y comandos de ETA agudizaron las tensionesentre el nacionalismo moderado y el radicalismo abertzale.

Una adecuada política de construcción de viviendas, con apoyo de diversas instituciones públicas, tratade amortiguar los elevados costes del suelo. San Sebastián.

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Las elecciones autonómicas de 1990 consolidaron al PNV en la cabeza de lacomunidad autónoma. Tras un efímero gobierno tripartito nacionalista, del PNV, EA yEE, se llegó a fines del 91 a la fórmula PNV-PSOE-EE, convertida en bipartito alfusionarse PSOE y EE. Y tras lo que se llamaron los fastos del 92 comenzó la crisis delsistema de poder socialista. A fines de 1992 todo pareció quebrar. Lo hizo primero laeconomía, con un rebrote de la inflación y del paro. Siguieron las tensiones internas delPSOE, que ganó las elecciones generales de 1993, pero perdió la mayoría absoluta.Después, llegaron los escándalos financieros y la corrupción.

Los apuros socialistas se tradujeron en las autonómicas de octubre de 1994: elPNV repetía victoria, mientras el PSOE perdía 4 de sus 16 parlamentarios de 1990. IUconseguía hacerse con una presencia significativa en el Parlamento Vasco y UA —lafuerza alavesista que desde 1990 se oponía a políticas nacionalistas como lacuskaldunización— se consolidaba. Las elecciones mostraban graves riesgos para lacohesión interna del País, por la fragmentación politica del Parlamento (de nuevo con 7partidos diferentes) y las distintas dinámicas provinciales. A fines de 1994 se formabaun nuevo gobierno tripartito, presidido por Ardanza y compuesto por PNV, PSOE y EA.

Fue el ejecutivo que gobernó hasta mediados de 1998, cuando el PSOE loabandonó, tras negarse los nacionalistas a exigir el acatamiento a la Constitución paraacceder al Parlamento Vasco. Quedaba un gobierno bipartito PNV-EA, pero eran yainminentes las elecciones autonómicas, a celebrar el 25 de octubre. Significaban éstasel final de una etapa, pues Ardanza no sería el candidato del PNV a lehendakari.

Durante los tensos años 1994-1998 se consumó el desgaste del PSOE,derrotado en las elecciones de 1996 por el PP, que formó Gobierno en Madrid. Porentonces se desvelaban las implicaciones políticas del GAL, hasta llegar al juicio ycondena de antiguos altos cargos socialistas.

En parte, la política vasca giró en torno al terrorismo. ETA emprendió elhostigamiento al PP, asesinando a varios de sus concejales. El de Miguel Angel Blancodesencadenó en julio de 1997 la mayor movilización antiterrorista hasta entoncesconocida. Pareció detener el desgaste de la Mesa de Ajuria Enea. Las tensionespolíticas entre sus componentes, sin embargo, la paralizaron los meses siguientes.

Se gestaba una nueva línea divisoria. Los nacionalistas, junto con IU, semostraban partidarios de negociar con ETA. PP y PSOE rechazaban esta estrategia.Ambas opciones tuvieron sus apoyos intelectuales. HB siguió sosteniendo la tesis de lanegociación. Su decisión de acudir a las elecciones con otras siglas —EH, EuskalHerritarrok— se presentó como una apertura política. Precedió a la formación del Forode Irlanda, en el que participaban las organizaciones nacionalistas, incluidas PNV y EA.Defendía el diálogo como vía pacificadora. La iniciativa ahondó la crispación, pues fuecontestada por los dos principales partidos no nacionalistas del País Vasco.

La agudización de las tensiones políticas coincidieron, en estos años, con unareal recuperación económica, propiciada por la coyuntura internacional y los ajustesrealizados para entrar en la unidad monetaria europea. Sus principales síntomas fueronla caída de la inflación y la mejoría del empleo. Las nuevas infraestructuras transforma-ron en parte la imagen del País Vasco. Algunas realizaciones, como el MuseoGuggenheim de Bilbao, inaugurado en 1997, se convirtieron en el símbolo de unasociedad que apostaba por la modernización.

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En la noche del 16 de septiembre de 1998 ETA anuncia una tregua indefinida.

Menos de cien años separan estas dos fotos.

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INDICE

I LA PREHISTORIA DE LOS VASCOS ..................................... 6

II DE LA LLEGADA DE ROMA A LA PRIMERAEDAD MEDIA............................................................................11Las tribus vascas.....................................................................11La romanización.......................................................................12Los siglos oscuros ..................................................................14

III Los TIEMPOS MEDIEVALES................................................17Reino, condados, señorío........................................................17La economía medieval ............................................................21Las villas ..................................................................................23La crisis bajomedieval.............................................................24

IV LA EDAD MODERNA ...........................................................32Los fueros vascos ...................................................................32Prosperidad demográfica y económica ..................................40La crisis del siglo XVII .............................................................45El siglo del capitalismo comercial ..........................................49Tensiones sociales y económicas y realizacionesculturales....................................................................................

55

V TRADICIÓN CONTRA REVOLUCIÓN (1793-1839)................59De la Guerra de la Convención a la Guerrade la Independencia.................................................................59La crisis de la economía tradicional .......................................61La primera Guerra Carlista ......................................................62

VI LA ÚLTIMA ETAPA FORAL (1839-1876) ............................. 67El sistema político durante la última etapa foral ................... 67Los comienzos de la modernización económica ................... 69La última guerra carlista.......................................................... 74

VII TRANSFORMACIONES POLÍTICAS Y ECONÓMICAS AFINES DEL SIGLO XIX........................................................... 78La abolición de los fueros y la instauración delrégimen liberal ...................................................................... 78La revolución industrial ....................................................... 80

VIII EL PLURALISMO VASCO ............................................... 84La nueva sociedad ............................................................... 84Hacia el liberalismo españolista: el proteccionismo........... 86El nacionalismo vasco.......................................................... 89El movimiento obrero ........................................................... 93

IX MODERNIZACIÓN SOCIAL Y CAMBIOS POLÍTICOS(1900-1937) ............................................................................ 96El desarrollo de la sociedad capitalista ............................... 96La II República ...................................................................... 102La Guerra Civil ...................................................................... 109

X EL FRANQUISMO............................................................... 115La autarquía .......................................................................... 115La oposición anti franquista................................................. 117El desarrollismo.................................................................... 117Las nuevas posiciones políticas.......................................... 120

XI LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA Y LA AUTONOMÍAVASCA................................................................................... 123

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Con este libro la editorial Txertoa asume un reto editorial: proporcionar unabreve síntesis de la evolución del País Vasco desde la Prehistoria hasta la actualidadque explique los acontecimientos fundamentales y, también, que interprete las clavesde una historia compleja en la que se interrelacionan aspectos políticos, económicos,sociales, demográficos y culturales.

Historia del País Vasco (de los orígenes a nuestros días) viene, pues, a cubrir unvacío en nuestro panorama intelectual. Sin prolijas erudiciones, resume los principaleshitos históricos del País Vasco: los rasgos básicos de la Prehistoria, las luchasbajomedievales, las organizaciones forales, las guerras carlistas, el movimiento obrero,el nacionalismo vasco, la industrialización, la II República, el franquismo o la transiciónson algunas de las cuestiones que se exponen. En el relato se conjugan un estiloaccesible para el lector no especialista y el rigor de una interpretación que indaga sobrelas razones de las vicisitudes históricas del País Vasco y que narra los principaleshechos que han determinado este desarrollo (los contactos de los vascos con Roma,las guerras de bandos, los motines de la Edad Moderna, las actividades mercantiles yferronas, las Guerras Carlistas, la abolición de los Fueros, el desarrollo industrial, laGuerra Civil, etc.).

El autor, Manuel Montero, es catedrático de historia contemporánea en laUniversidad del País Vasco y ha llevado a cabo una intensa labor de investigación y dedivulgación de la historia vasca.Tiene publicadas en esta misma editorial, Historiacontemporánea del País vasco, Diccionario de Historia del País Vasco, Historia deVizcaya, La construcción del País Vasco Contemporáneo.

Dentro de la serie "Crónicas de Bilbao y Vizcaya: El progreso de Bilbao,Acontecimientos decisivos en la Historia del País Vasco, Vida cotidiana en los siglosXIX-XX, Los negocios de Bilbao, Construcción histórica de la Villa de Bilbao, Momentoshistóricos, Vizcaya. Convulsiones y conmociones sociales