historia del expolio: saqueos. -...
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Historia del
expolio: Saqueos.
Pablo M. Antonini Vázquez
Curso 2013 – 2014
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
Historia del
expolio: Saqueos.
Índice
Introducción………………………………………. Pág. 1
Saqueos a Roma………………………………….. Pág. 2-6
Saqueo a América Latina…………………….. Pág. 7-9
Saqueo a Europa…………………………………. Pág. 10-12
Bibliografía………………………………………… Pág. 13
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En este trabajo veremos algunos de los más grandes saqueos en la Historia, tratados desde
una perspectiva de preservación patrimonial y como estas acciones afectan al devenir de la
memoria cultural de determinados pueblos, sin entrar en discursos éticos y morales acerca de
la legitimidad de estas acciones ni enumerar uno por uno los delitos cometidos. La finalidad es
acercar al lector a una visión global de los beneficios y perjuicios que estos hechos
ocasionaron.
Según la Real Academia de la Lengua Española, expolio significa la “apropiación de algo que
pertenece a otra persona de forma violenta e injusta”.
Sin embargo, no es esta le definición adecuada para el tema que se tratará. Hablamos del
expolio de patrimonio arqueológico y artístico ajeno, mediante el saqueo o el pillaje. Esta
acción concreta está definida como “un delito consistente en la incautación del patrimonio
histórico, arqueológico y artístico por parte de profesionales con afán de lucro, por
coleccionistas, por arqueólogos aficionados e inexpertos, anticuarios sin escrúpulos o turistas,
sin el permiso ni la información previa de las autoridades civiles y gubernativas de los lugares
saqueados ni respeto a las leyes de protección de bienes culturales”.
Así bien, vamos a ver como se desenvuelve la historia del saqueo a lo largo de la historia y a
tratar en profundidad tres de los más importantes: el saqueo de América Latina en el siglo XVI,
El Saco di Roma de 1527 y el saqueo de gran parte de Europa por parte del ejército nazi
durante la Segunda Guerra Mundial.
El pillaje, aunque controvertido desde nuestra perspectiva, se conoce desde tiempos
inmemoriales, y era usado para sufragar los gastos de las guerras que libraban los ejércitos, o
incluso como método de pago a los soldados. Ya en su época los fenicios se dedicaban a estas
labores: una vez sometida y conquistada una ciudad, procedían a reunir todos los objetos de
cierto valor como botín de guerra y se llevaban de vuelta a la capital.
También en Roma se aplicaba este método, regulado por leyes militares: una vez sometida una
ciudad, se levantaba como estandarte una lanza enrojecida en sangre, señal que daba permiso
a los soldados a saquear cualquier objeto que creyeran oportuno.
Pero no solo ocurría con el pueblo romano. Como contrapunto, Roma ha sido saqueada un
total de ocho veces a lo largo de la historia:
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Saqueos a Roma
· El saqueo a Roma tras ser derrotada por los galos en la batalla de Alia, 387 a.C.
En esta ocasión los galos, buscando venganza por la deshonra de que Roma no respondiera
ante el asesinato de uno de sus líderes en las manos de Quinto Fabio, invadió la ciudad.
Vencieron muy fácilmente, y toda la ciudad fue saqueada y casi todos los escritos romanos de
esta época destruidos, de ahí la falta de información escrita sobre este periodo histórico.
· El saqueo de Roma a manos de los visigodos, 410 d.C.
Bajo el mando de Alarico, el ejército visigodo, revigorizado por la anexión de gran cantidad de
soldados antes leales a Roma que vieron la realidad de su situación, asaltaron Roma en el año
408. Tras poco tiempo, el Senado romano les prometió un tributo si se retiraban, y así lo
hicieron.
Sin embargo, el emperador Honorio se negó a pagar este tributo y el asedio por parte de los
visigodos se retomó en el 410, y al conseguir salvar las murallas romanas, se dedicaron a
saquear la ciudad durante tres días.
Cabe destacar que se conoce a este acontecimiento como un hito clave en la declive del
Imperio Romano de Occidente, inexpugnable durante 800 años y de repente con un aspecto
tan frágil.
·El saqueo de Roma por parte de los vándalos, 455 d.C.
En este año, tras dar por inválido, con motivo de su muerte, el tratado de paz que se había
acordado con el emperador Valentiniano en el 442 d.C, el ejército vándalo capitaneado por el
rey Genserico se alzó en armas contra el ejército romano, con el emperador Petronio Máximo
a la cabeza.
Según los relatos del cronista Próspero, al llegar los vándalos a las puertas de la capital del
Imperio, el Papa León I rogó a Genserico que no destruyera la ciudad ni matase a sus
habitantes. Este accedió, y las puertas de Roma se le abrieron en señal de rendición.
Genserico y su ejército saquearon grandes cantidades de tesoros de la ciudad y, según parece,
estuvieron un total de 15 días.
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· El saqueo a Roma por parte de las tropas del emperador Ricimero, 472 d.C.
Ricimero fue un bárbaro cristiano arriano, hijo del príncipe suevo Requila y de una una de
Walia, rey de los visigodos.
En el año 472 se dirigió con su ejército a Roma y declaró batalla al emperador Antemio. Tras
tres meses de lucha, consiguió asediar la ciudad y asesinó a Antemio, proclamando emperador
a una persona de su entera confianza, Anicio Olibrio.
El saqueo en esta ocasión fue más violento y caótico, ya que Ricimero murió a las dos semanas
de tomar la ciudad, y sus hombres quedaron por libres.
· El saqueo a Roma por los ostrogodos, 546 d.C.
El saqueo de Roma del año 546 fue realizado por el rey godo Totila, durante la Guerra Gótica
(535–554) entre los ostrogodos y el Imperio bizantino. Totila estaba asentado en Tívoli y,
buscando la reconquista de la región del Lacio, se desplazó en dirección a Roma. Sin embargo,
las defensas de la ciudad aguantaron su ataque, por lo que decidió asediarla hasta que se
rindiese por hambre.
Roma fue saqueada, pero no dañada ni perjudicada, de una manera ordenada, sin incendios ni
violaciones. Pero debido a otro desacuerdo, en el año 549 Totila volvió a marchar contra
Roma, capturándola gracias a la traición de algunos defensores hambrientos, y en esta
ocasión, la ciudad fue saqueada hasta el punto de que quedó deshabitada durante cuarenta
días.
· El saqueo a Roma por parte de los sarracenos, 846 d.C.
En agosto del año 846 las tropas piratas sarracenas, tras atacar y saquear varias ciudades como
Portus u Ostia, se dirigieron a Roma. Fueron incapaces de sobrepasar las murallas que
rodeaban la capital, así que se dedicaron a destruir y saquear todo lo que éstas no protegían,
principalmente las basílicas de San Pedro y San Pablo, a pesar de estar defendidas por un
regimiento de soldados, quienes fueron exterminados.
De estas dos basílicas fueron hurtados todos los objetos litúrgicos, e incluso fueron sustraídos
los revestimientos de los presbiterios. También fueron profanados los altares y los
tabernáculos.
Hay que destacar que estos eran dos de los templos más importantes para la cristiandad, y el
saqueo al que fueron sometidos causó una gran conmoción, lo que desembocó en la
construcción, entre el 848 y el 852, de las Murallas Leoninas, llamadas así en honor al vigente
Papa León IV. Hoy día estas murallas siguen rodeando la basílica de San Pedro y, en parte
forman parte de las fronteras actuales de Ciudad del Vaticano.
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· El saqueo de Roma a manos de los normandos, 1084 d.C.
En esta ocasión, el saqueo vino dado por otras circunstancias. El Papa Gregorio VII intentó, por
segunda vez, excomulgar a Enrique IV para reconocer como nuevo rey a Rodolfo, duque de
Suabia.
Sin embargo, esta excomunión no fue aceptada por obispos alemán y lombardos, quienes
apoyaron a Enrique, quien, en un sínodo celebrado en Brixen el año 1080, proclama nuevo
papa a Clemente II y marcha al frente de su ejército camino a Roma, donde se le recibe con las
puertas abiertas.
En 1084 se celebró un segundo sínodo en el que se decretó la excomunión de Gregorio VII y se
confirmo como nuevo papa a Clemente III, quien coronó como emperador a Enrique IV.
Gregorio VII se tuvo que refugiar en el Castillo de Sant’Angelo, donde pidió ayuda a sus aliados
normandos, al mando de Roberto Guiscardo. La llegada del ejército normando obligó a Enrique
IV a abandonar Roma, y la cuidad, otra vez fue saqueada durante varios días y muchas iglesias
incendiadas a manos de éstos. Esto acabó con el levantamiento de los romanos contra
Gregorio VII, que se vio obligado a exiliarse a la ciudad de Salerno, donde falleció un año
después.
· El Saco de Roma, 1527.
Este acontecimiento, conocido como Saco de Roma (o Sacco di Roma), tuvo lugar el 6 de mayo
de 1527. Se trata de la invasión por parte de las tropas españolas e imperiales de Carlos I y
supuso una victoria imperial determinante en la contienda entre el Sacro Imperio Romano
Germánico y la llamada Liga de Cognac, la alianza de Francia, Milán, Venecia, Florencia y el
Papado.
El regente papa, Clemente VII, había dado su apoyo a Francia con el fin de liberar al Papado de
la “dominación imperial” a la que estaban sometidos por parte del Sacro Imperio Romano
Germánico. Se sucedieron varias batallas, y tras un tiempo las tropas imperiales consiguieron
conquistar Milán y dominar todo el norte de Italia. En los siguientes meses se continuó con la
campaña militar, e incluso derrotaron al ejército francés en Italia. Sin embargo, al fin de esta
contienda el ejército no disponía de fondos para pagar a sus soldados.
Estos 34.000 soldados imperiales se amotinaron y forzaron al comandante, Carlos III duque de
Borbón y Condestable de Francia, a redirigirse hacia Roma. En su camino saquearon algunas
ciudades, como Viterbo y Acquapendente.
El 5 de mayo de 1527 las tropas imperiales llegaron a las puertas de Roma, defendidas por la
Guardia Suiza. Un día después, atacaron las murallas por los ángulos de las puertas Torrione y
Santo Spirito, con gran éxito gracias a la bruma que cubría la ciudad y que impedía la visión de
los cañoneros que la defendían. En el asalto a la ciudad, Carlos III murió por una herida de
flecha, según cuenta la leyenda, disparada por Benvenuto Cellini.
1. CHASTEL, André. El Saco de Roma, 1527. Pág. 46. Ed. Espasa-Calpe, Madrid. 1986
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La muerte del comandante supuso el caos y el descontrol de las tropas imperiales que, a pesar
de esto, consiguieron conquistar las murallas ese mismo día, masacrando a la Guardia en su
gran mayoría en la escalinata de la Basílica de San Pedro, quienes defendían la seguridad del
Papa, que en ese momento se dirigía a través de un pasadizo desde San Pedro hacia el Castillo
de Sant’Angelo.
En el castillo se concentraban los cardenales, los embajadores y el personal de la Curia.
Benvenuto Cellini escribió: “Había llegado la noche y el enemigo estaba dentro de Roma.
Nosotros, desde el castillo, y sobre todo yo, que siempre me han gustado las novedades,
contemplábamos aquel increíble espectáculo”.1
Heinrich Leutemann, Saccheggio di Roma. 1870.
En este punto, con las defensas masacradas, Clemente VII recluido en su castillo cercado por
las tropas imperiales, y la mayor parte de Roma ocupada, comenzó el saqueo, pillaje y
destrucción de la ciudad: Palacios e iglesias fueron destruidos e incendiados después de haber
sido saqueados, o indultadas a cambio de grandes cantidades de dinero.
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El 8 de mayo, el cardenal Pompeo Colonna, enemigo personal de Clemente VII, entró en la
ciudad seguido de un séquito de campesinos, quienes pretendían vengarse de los saqueos que
habían sufrido antes por orden papal.
Sin embargo, según parece, el cardenal Pompeo Colonna no pudo soportar la infrahumana
situación en la que se encontraban los ciudadanos de Roma, y acabó hospedando a varios de
ellos en su palacio.
Después de muchos estragos, Clemente VII se rindió y acordó pagar un elevadísimo rescate,
además de hacer varias concesiones de ciudades como Parma, Piacenza o Módena.
Más allá de esto, las repercusiones del saqueo fueron enormes. Este hecho se señala como el
fin del Renacimiento romano, y el declive del Papado en parte por el surgimiento del
movimiento protestante.
En el terreno artístico, el saqueo propiciado por alemanes, italianos y españoles por toda
Roma, incluida las colecciones privadas del Vaticano, provocaron cuantiosas pérdidas, y el
mecenazgo tardó muchos años en recuperarse, con lo que muchos artistas decidieron emigrar
a otras regiones.
Por una parte, se podría hablar de la inmoralidad de los saqueos, de los botines de guerra, o de
la guerra misma. También del daño sobre el patrimonio artístico y cultural de Roma, diezmado,
incendiado, dividido y repartido por diferentes lugares.
Sin embargo, también tuvo un aspecto positivo o por lo menos crucial para el desarrollo y
evolución del arte europeo, lo que no había ocurrido con los siete anteriores saqueos: la
dispersión de las obras de arte romanas por buena parte de Europa supuso una expansión de
una corriente artística que hasta entonces había sido, en cierto modo, nacionalista o incluso
regionalista.
Hoy día resulta impensable que habría deparado el arte europeo si no se hubiera nutrido de
esta vuelta a los orígenes del arte, la búsqueda de la perspectiva que culminó con la
perspectiva lineal, el estudio de la luz o los claroscuros típicamente renacentistas.
2. ESPINO, Antonio. “Ejecuciones, mutilaciones, violaciones” Así fue la Conquista de América. Entrevista en periódico El Confidencial. 12/10/2013
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El saqueo cultural de América Latina
Calendario azteca.
Este tema en concreto ha sido en ocasiones suavizado con eufemismos sobre la colonización,
enfocada desde una perspectiva europea como un acontecimiento histórico que supuso la
expansión del mundo y una gran fuente de riqueza para el Viejo Continente.
Sin embargo, para llegar a un equilibrio también debemos aplicar la perspectiva contraria: la
colonización como canal que desembocó en un masivo saqueo cultural de toda América Latina,
en gran parte nunca reclamado ni denunciado por el genocidio de los pueblos nativos que allí
habitaban.
“Masacres, asesinatos, amputaciones de manos y pies, heridas curadas con aceite hirviendo,
violaciones… semejantes crímenes parecen sacados de una mente perturbada. Sin embargo
esto era el día a día en las batallas que tuvieron lugar durante la conquista de América. Un
periodo de nuestra historia que tiende a mitificarse obviando sus pasajes más oscuros.” 2
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La conquista de América supuso un truncamiento en la evolución cultural propia, que, por
ejemplo, era muy elevada en el caso de los mayas, aztecas e incas: se conoce que utilizaban el
calendario, poseían amplios conocimientos astronómicos, de arquitectura y de agricultura. La
conquista dio lugar a virreinatos y colonias que consiguieron imponer su perspectiva cultural y
sus leyes a los indígenas. Es cierto que toda Europa creció enormemente gracias a las riquezas
aquí halladas y a la importación de nuevos productos agrícolas como el tomate, la patata o el
cacao.
España llegó a conquistar gran parte de América Latina debido a la ventaja que supuso haber
patrocinado el viaje de descubrimiento, a la que poco tiempo después se sumaron Portugal y,
en menor medida, Francia, Gran Bretaña, Holanda e incluso Rusia. También se formaron
pequeñas colonias que no duraron demasiado tiempo en el norte del recién descubierto
continente, lo que actualmente es Estados Unidos.
La expansión española se extendió desde la actual Texas (EE.UU) hasta Tierra del Fuego
(Argentina), y se culminó en solo 31 años (1519-1550). Fue realizada por pequeños grupos de
hombres sin gran conocimiento bélico. México, una región habitada por 25 millones de
habitantes fue conquistada por un grupo de menos de 700 hombres. Las causas de esto son
muy variadas: la superioridad técnica, como el uso de caballos, armas de fuego o armaduras,
las enfermedades que trajeron los conquistadores y que diezmaron a la población indígena, o
la ingenuidad de los indígenas, que no comprendían los propósitos de los conquistadores, ni su
avaricia, siendo fácilmente engañados incluso para colaborar con ellos. Incluso, los aztecas e
incas creyeron que los españoles eran sus dioses, blancos y barbudos como ellos
representaban a Quetzalcóatl o Viracocha.
Hernán Cortés llegó a afirmar por escrito en el capítulo primero de sus ordenanzas que su
motivación principal era “apartar y desarraigar de las dichas idolatrías a todos los naturales
destas partes”.
La evangelización de indígenas justificó la invasión y el sometimiento cultural, e incluso
justificó guerras libradas con este fin. Los españoles impusieron su cultura, y con ello su
lengua, religión, formas de organización política, social y económica; por ejemplo, el concepto
de propiedad privada.
La conquista se basó, además, en otros principios como la legitimidad de apropiarse de
territorios descubiertos que no pertenecían a la Cristiandad o la bula del Papa Alejandro VI por
la cual se le reconocía a España los derechos sobre la tierra conquistada.
. 9
Más allá de lo moral y de lo justo o injusto que haya resultado este hecho, desde una óptica
de preservación del patrimonio supone un hecho atroz: se arrasaron ciudades enteras, como
Tenochtitlan a manos de Hernán Cortés, se eliminó la memoria azteca con la quema y
destrucción de sus libros y tratados (llamados ámatl), se exterminaron las idolatrías propias de
cada pueblo, con su consiguiente iconoclasia e incluso censura de la música, se enterraron
enormes estatuas dedicadas a divinidades, se destruyeron e incendiaron edificios, se castigó y
torturó a quien utilizaba otra lengua que no fuese estrictamente la española y se prohibieron
toda forma de arte que tuviera que ver con las costumbres autóctonas, incluyendo la música,
la danza o el arte pictórico.
Hoy día nos sigue escandalizando la atrocidad cometida, tanto hacia los seres humanos como
hacia el tema que nos ocupa, el patrimonio cultural y artístico de estos pueblos y, en esta
perspectiva, la invasión, saqueo y colonización de América Latina no tuvo nada de positivo.
Supuso, en cierto modo y de una forma muy reducida, un acercamiento del arte indígena a
Europa, que apenas tuvo repercusión, nada comparable a la expansión que supuso el Saco di
Roma.
Por otro lado, el arte creado por las colonias europeas en el Nuevo Mundo sufrió
inevitablemente un mestizaje con el arte indígena por diferentes motivos, como pueden ser la
indisponibilidad de ciertos pigmentos y de modelos europeos o la fricción diaria con el arte
indígena, creando así nuevas escuelas y una nueva corriente estilística que se denominó Arte
Colonial.
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El saqueo de Europa durante el Tercer Reich
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) el ejército alemán, bajo la orden estricta del
Kaiser Wilhelm II, hacía todo lo posible por proteger y preservar todas aquellas obras de arte
ubicadas en territorio enemigo o cerca de una zona de combate. La palabra alemana para
describir esta posición con el arte durante el periodo de guerra es llamada Kunstschutz, que
traducido al español significaría algo parecido a “protección del arte”.
Al final de la Primera Guerra Mundial, estas obras de arte fueron rescatadas y devueltas
voluntariamente. Ante esta gran acción, Alemania fue más tarde elogiada por su Kunstschutz
durante “La Gran Guerra”.
Esto habla del gran grado de cultura de los alemanes y de sus prioridades en época de guerra.
Sin embargo, el arte durante la Segunda Guerra Mundial corrió una suerte diferente.
En 1933 Adolf Hitler llegó al poder. En estos momentos, el arte de vanguardia estaba en pleno
auge, aunque el gobierno de Hitler no lo consideraba oportuno, regidos por un gusto clásico y
convencional de las artes que además ensalzara los valores por los que se regían, como el
trabajo y el esfuerzo o el amor patriótico.
Al endurecerse el régimen totalitario, se prohibieron los estilos más propios del arte moderno,
denigrado a la categoría de "arte degenerado". De la misma manera la música que no se rigiera
por los principios que así dictaba el régimen, y se basara en el jazz, como el swing, fue
censurada bajo la etiqueta de “música degenerada” y, como los simpatizantes del arte
Tras seis años de reactivación económica y militar, Adolf Hitler reorganizó sus fuerzas y
comenzó su campaña de expansión y anexión de otros países. En poco más de un año
consiguió invadir Polonia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, y ocupó la mitad norte de
Francia. También se alió militarmente con Benito Mussolini, dictador italiano que tenía su
propia campaña de expansión e invasión hacia Grecia, Egipto y Los Balcanes.
Fue durante esta serie de invasiones, en las que no nos centraremos, cuando ocurrió el tema
que nos incumbe: el saqueo y expolio sistemático de obras de arte en los países invadidos.
Adolf Hitler, pintor en su tiempo libre, tenía buena consideración y gusto por el arte a pesar de
la división arbitraria que hacía con el “arte degenerado”. Así, bajo el pretexto de retomar el
espíritu del Kunstschutz, el ejército alemán se apropió de innumerables obras de arte,
“degeneradas” o no, que ocultarían para preservarlas o, en el caso de ser arte moderno,
vendidas para saciar la necesidad urgente de fondos del Tercer Reich.
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Este proyecto fue encomendado al Mariscal de la Fuerza Aérea Hermann Göring. Mientras los
bombardeos terroristas de los Aliados hacían estragos en Europa, miles de pinturas y
esculturas procedentes de Italia, Francia, Bélgica, Rusia, Holanda, Rumanía y Polonia fueron
reunidas y meticulosamente inventariadas por los alemanes, bajo el pretexto de
salvaguardarlas.
Sí que es cierta la importancia que Adolf Hitler y todo su entorno daban al patrimonio artístico.
Así, cuando el 9 de abril de 1945 el ejército de los Aliados se encontró con el ejército nazi en la
Península Itálica, y viendo la supremacía que tenían los Aliados frente al diezmado ejército
alemán, Hitler ordenó evacuar Roma con el fin de que, al precio de sacrificar su posición y
estrategia territorial, la ciudad no sería atacada ni por tierra ni por aire, dejando su vasto
patrimonio cultural intacto.
Hitler y su comitiva observando una exposición de arte español.
Sin embargo, el propósito del Kunstschutz era el de preservar el patrimonio artístico en época
de guerra. He aquí la principal diferencia entre lo propuesto tiempo atrás por el Kaiser Wilhelm
II y lo realizado por el ejército alemán: las obras fueron saqueadas y expoliadas de todos los
países invadidos, y en muchas ocasiones vendidas.
En el año 1942 el comercio del arte floreció en Francia, a pesar de la invasión de su mitad
norte, y fue en este país donde se vendieron obras expoliadas por los nazis de grandes artistas
como Vermeer, Van Eyck, Goya, Velázquez, Rembrandt, Picasso, Cézanne, Rubens, Dalí, Van
Gogh, Brueghel, Durero, Cranach, Matisse, Renoir, Manet o Monet, que salieron de Francia y
fueron desperdigadas por el mundo.
3. COLOMER, Jorge. El detective del saqueo nazi. Revista digital Investigator Detectives. 29/04/2010
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“Si los nazis montaron una industria de saqueo fue sobre todo porque Hitler y Goering eran
grandes aficionados al arte. Ese drama definió la magnitud de su expolio. Los dos
coleccionaban; Hitler quiso ingresar dos veces en la Academia de Bellas Artes en Viena, y quería
montar un Museo de Arte Europeo en Linz (Austria). Goering le dijo a un amigo por carta que
quería poseer la mejor colección del mundo. Al morir tenía unas 5.000 piezas. Al menos mil de
ellas eran robadas.
Francia se convirtió en cuatro años en el país más y mejor saqueado de Europa, París dejó de
ser la capital mundial del arte. Los nazis robaron 203 colecciones privadas, en las que además
de 100.000 obras, muchas de ellas piezas maestras, había medio millón de muebles y un millón
de libros".
Incluso hoy día este tema sigue vivo: en 2011, la Asociación de Museos Holandeses identificó
139 obras expoliadas por el ejército nazi.
Ese mismo año, la policía alemana localizó un escondrijo en Munich con una colección de más
de 1.500 piezas atribuidas a pintores de la talla de Picasso, Matisse, Chagall o Klee, apropiadas
durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial por Hildebrand Gurlitt, uno de los brazos
ejecutores de la política nazi sobre el “arte degenerado”.Se calcula que el valor de la colección
completa podría ascender a más de mil millones de euros.
En conclusión, la política de expolio llevada a cabo por el ejército nazi bajo el pretexto de
preservar los bienes patrimoniales de cada nación a la que se anexaban supuso un empuje
económico muy importante para el Tercer Reich. Ya no se incendiaban ciudades ni se
saqueaban para malvender todo aquello que se pudiera robar: la excusa del Kunstschutz
supuso la creación de un método sofisticado que aseguraba suficiente dinero para cubrir otra
invasión y que, a pesar de lo controvertido e ilegítimo del expolio, la alta consideración del arte
por el ejército nazi supuso una protección sobre el patrimonio ajeno que, aunque saqueado,
fue tratado con la estima y deferencia que merecía.
Bibliografía
· BÁEZ, Fernando. El saqueo cultural de América Latina. Ed. Debate. Barcelona,
2009.
· CHASTEL, André. El Saco de Roma, 1527. Ed. Espasa-Calpe. Madrid, 1986.
· COLOMER, JORGE. El detective del saqueo nazi. Revista digital Investigator
Detectives. 29/04/2010
· ESPINO, Antonio. "Ejecuciones, mutilaciones, violaciones" Así fue la Conquista
de América. Entrevista en periódico El Confidencial. 12/10/2013.
· NICHOLAS, Lynn H. El saqueo de Europa. Ed. Destino, Barcelona, 1996.