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HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES CONTEMPORANEA - DE 1789 A 1991 - DE MORGAN MEDAL

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HISTORIA DE LAS RELACIONES

INTERNACIONALES CONTEMPORANEA

- DE 1789 A 1991 -

D E M O R G A N M E D A L

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Índice

Cápitulo I – Coaliciones contra Napoleon ---------------------------------------------------------------- Página 03 Cápitulo II – Olas revolucionarias de 1830 y 1848 ---------------------------------------------------- Página 23 Cápitulo III – La Unificación Italiana ----------------------------------------------------------------------- Página 34 Cápitulo IV – La Unificación Alemana --------------------------------------------------------------------- Página 42 Cápitulo V – Decadencia del Imperio Otomano, la cuestión oriental, la guerra de Crimea

y la paz de Paris ------------------------------------------------------------------------------ Página 47 Cápitulo VI – La expansión territorial de los Estados Unidos --------------------------------------- Página 57 Cápitulo VII – Fase colonial de las relaciones internacionales en Asia y Africa ---------------- Página 61 Cápitulo VIII – El orden internacional con eje Londres-Berlin -------------------------------------- Página 76 Cápitulo IX – Expansionismo de las grandes potencias ---------------------------------------------- Página 87 Cápitulo X – Extremo Oriente ----------------------------------------------------------------------------- Página 96 Cápitulo XI – La formación de bloques antagónicos y la “Era de la Crisis” --------------------- Página 104 Cápitulo XII – Relaciones Internacionales durante la I Guerra Mundial ------------------------ Página 113 Cápitulo XIII – Formación y evolución del Orden Paris – Washington ------------------------- Página 130 Cápitulo XIV – Los fracasos de la seguridad colectiva ---------------------------------------------- Página 140 Cápitulo XV – Relaciones Internacionales durante la II Guerra ---------------------------------- Página 158 Cápitulo XVI – La Guerra Fria ----------------------------------------------------------------------------- Página 174 Cápitulo XVII – La distensión chino-sovietica y la “crisis de Tiananmen ------------------------ Página 207

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Capítulo I - Coaliciones contra Napoleón

Antecedentes

En 1791 ya se venían dando conversaciones entre Prusia y Austria sobre lo que ocurría en Francia. Como resultado de esto se da la Declaración de Pillnitz la cual es el producto de la reunión entre Leopoldo II de Austria y Federico Guillermo II de Prusia que tuvo lugar en 1791 en Pillnitz, Sajonia (actualmente en Alemania). Esta declaración fue interpretada por la Asamblea Nacional francesa como una declaración de guerra de las potencias europeas. El objetivo fue: "permitir al rey de Francia afianzar en completa libertad las bases de la forma de gobierno, que es lo que corresponde al soberano y para el bienestar de Francia", lo que significaba la coalición de las potencias europeas en contra de la Revolución francesa. Esto implicaba que Austria entraría en guerra sólo si las demás potencias europeas también entraban. Leopoldo II hizo esta declaración para satisfacer las exigencias de los franceses refugiados en Austria y para evitar entrar en guerra. Sabía que el primer ministro británico, William Pitt, no era partidario de ella, y si Inglaterra no entraba, Austria no entraría. Sin embargo, la Asamblea Nacional de Francia interpretó el documento como una declaración de guerra, lo que hizo ganar influencia a los radicales franceses, como Brissot, que la querían.

La Primera Coalición La ejecución de Luis XVI (21 de enero de 1793) trastorno a todo europa. La opinión europeo acudió casi unánime en apoyo de los gobiernos del antiguo régimen, en la lucha que emprendieron contra la expansión de la revolución contra sus principios y contra su programa. Durante la guerra de la Primera Coalición (1793-1797), Francia luchó contra la alianza formada por Austria, Prusia, Gran Bretaña, España, las Provincias Unidas (actuales Países Bajos), el reino de Cerdeña y Piamonte, a ellos se sumaron Portugal, Napoles, Toscana. El gobierno francés —el Directorio— confió a Napoleón la dirección de las operaciones militares contra las tropas austriacas en el norte de Italia en 1796. En menos de un año, Napoleón había vencido a las fuerzas de Austria, superiores en número (Paz de Campo Formio). En 1798, se le asignó el mando de una expedición que tenía como objetivo conquistar Egipto para cortar la ruta británica a la India. La invasión fracasó tras la batalla del Nilo y Napoleón regresó a Francia. Aunque ambas campañas se produjeron durante el régimen del Consulado, antes de la asunción del poder por Bonaparte, suelen ser consideradas como la primera fase de las Guerras Napoleónicas. Fue en ellas donde el líder francés desplegó por primera vez a gran escala su talento como jefe militar. La Primera Coalición contra Francia fue el primer intento para acabar con el republicanismo. La coalición fue derrotada por los franceses debido a una movilización general, levas en masa, reformas en el ejército y una guerra absoluta. En 1795, Francia se anexionó los Países Bajos austriacos (actual Bélgica) y la Renania (orilla izquiera del Rin). Sigue la conquista de las Provincias Unidas (a las que había declarado la guerra en 1793) y su transformación en la República Bátava (Tratado de La Haya, 19 de enero de 1795). En 1795 Prusia firmó la Paz de Basilea, dejó la coalición y se dedico al tercer reparto de Polonia. España, tras unas victorias iniciales en la invasión del Rosellón en 1793 (Guerra del Rosellón), vio como las tropas francesas invadían Cataluña, Vascongadas y Navarra. Ante esta amenaza, también firmó separadamente en 1795 la Paz de Basilea. Las campañas italianas de Napoleón en 1796 y 1797, también hicieron abandonar al Piamonte la Coalición. Piamonte fue uno de los miembros originales de la Coalición y había significado un peligro persistente para Francia en el frente italiano durante cuatro años en la época en la que Napoleón asumió el mando del ejército francés en Italia. A Bonaparte le llevó un mes vencer a Piamonte y hacer retroceder a sus aliados austriacos. Las fuerzas de los Estados Papales se rindieron a los franceses en Fuerte Urbano, forzando al Papa Pío VI a firmar un Tratado de Tolentino en donde se reconoce a Napoleon y promete que los fieles franceses respeten las nueva república de Napoleon, quien se hace dueño de toda Italia. A su vez se las sucesivas contraofensivas austriacas en Italia fueron infructuosas, y condujeron a la entrada de Bonaparte en el Friul. La guerra terminó al forzar Bonaparte a los austriacos a aceptar sus propias condiciones en el Tratado de Campo Formio. Es aquí en donde Austria renuncia a Bélgica a cambio de

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Venecia. El biógrafo de Napoleón Felix Markham escribió que «la partición de Venecia no fue sólo una mancha moral sobre el establecimiento de la paz, sino que dejó a Austria una cabeza de playa en Italia, que sólo podría conducir a otra guerra». De hecho, la paz de Campo Formio, aunque redibujó el mapa de Europa y fue un gran paso en la fama de Napoleón, sólo fue un aplazamiento. A su vez en Italia, Genova se constituye bajo la protección de Francia en República de Liguria. Con la parte de Lombardia cedida por Austria, Modena tomada por las armas a su Duque y por su parte con Ferrara, Bologna, Ancona y la romania quitadas al Papa por el Tratado de Tolentino se crea la Rep. Cisalpina. El Reino Unido quedó entonces como la única potencia aún en guerra con Francia aunque reticente a enfrentamientos se dedico más que nada a pagar subsidios a los que hicieran la guerra a Francia. En cuanto a Rusia, quien no forma parte de la primera coalición, mediante Catalina II se piensa una alianza anglo-ruso-austriaca de 1795. Una vez que Catalina ya había resuelto el reparto de Polonia empezó a preparar 70.000 hombres para enviarlos contra Francia. La zarina no buscaba restablecer la monarquía en Francia por que ya era imposible si no solamente la vuelta de Francia a sus fronteras anteriores poniendo un freno a la conquista y volviendo regiones limítrofes a sus regímenes monárquicos y aristocráticos. Pero la muerte de Catalina II en 1796 y la posición hostil de Prusia fueron un nuevo obstáculo para la participación del ejército Ruso en la guerra contra-revolucionaria.

Europa Central tras la Paz de Basilea y Campo Formio

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Segunda Coalición La victoria de Napoleón en la campaña contra los austriacos en el norte de Italia puso fin a la Primera Coalición. No obstante, durante su estancia en Egipto se formó la Segunda Coalición (1798-1802) integrada por Rusia, Gran Bretaña, Austria, el reino de Nápoles, Estados Papales, Portugal y Turquia (Imperio Otomano). En 1798 Napoleon empieza a pensar en Egipto y ocupa Malta y Alejandria, lo hace para desmembrar a Egipto y que el Imperio Otomano se haga cargo y reconozca a Francia. Según Potemkin la hegemonía de Francia en Turquia podía crear allí un obstáculo para la penetración de la influencia rusa de Pablo I. Sin embargo la expedición de Bonaparte a Egipto, que había colmado de terror al Sultan, permitió a Rusia e Inglaterra atraer a la coalición a Turquia. Europa vio entonces un espectáculo nuevo: la alianza de Turquia y Rusia contra la Republica Francesa. Según Renouvin, algo que escandaliza a europa es la intervención del Directorio Frances en Suiza en 1798. Esto genera preocupación en Inglaterra donde se manifestaba un constante interés por los asuntos helvéticos. La Segunda Coalición (1798-1801) de Imperio ruso, Reino Unido, Imperio austríaco, el Imperio otomano, Reino de Portugal, Reino de Nápoles y los Estados Papales contra Francia fue al principio más efectiva que la primera. El gobierno corrupto y dividido de Francia, bajo el Directorio Ejecutivo, se encontraba en plena agitación, y la República estaba en bancarrota (ciertamente, cuando en 1799 Bonaparte tomó el poder, encontró sólo 60.000 francos en el Tesoro Nacional). La participación rusa supuso un cambio decisivo sobre la guerra de la Primera Coalición. Las fuerzas rusas en Italia estaban mandadas por el notoriamente despiadado y nunca derrotado Aleksandr Suvórov. La República Francesa no disponía de líderes como Lazare Carnot, el ministro de guerra que había llevado a Francia a las sucesivas victorias que siguieron a las masivas reformas de la primera guerra. Además, Napoleón Bonaparte estaba ocupado en una campaña en Egipto, con el objetivo de amenazar a la India Británica. Sin dos de sus más importantes comandantes del conflicto anterior, la República sufrió sucesivas derrotas contra unos enemigos revitalizados, financiados por la corona británica. Napoleón Bonaparte volvió en 1799, dejando la campaña en Egipto a cargo de su segundo al mando, el general Kléber, quien fue posteriormente asesinado. Tomó el control del gobierno francés en 1799, derribando el Directorio con la ayuda del ideólogo Emmanuel Joseph Sieyès. Según Renouvin, Austria se encontraba peligrosamente aislada para seguir una política tan rigida, el Zar amenzaba con retirar del frente las fuerzas rusas. Los desastres que sufrió su ejercito en Suiza le decidieron abandonar el teatro de operaciones y de volver con sus tropas a territorio ruso. El cambio de frente era irrevocable, la partida de defunción de la coalición estaba firmada. La ofensiva de las fuerzas austríacas en el Rin y en Italia, se convirtió en una amenaza acuciante para Francia, pero todas las tropas rusas habían sido retiradas del frente tras la muerte de la zarina Catalina II de Rusia. Napoleón reorganizó la milicia francesa y creó un ejército de reservistas para apoyar tanto los esfuerzos en el Rhin como en Italia. En todos los frentes, los avances franceses encontraron a los austriacos con la guardia baja. En ese momento, el ejército francés contaba sólo con 300.000 soldados luchando contra las fuerzas de la Coalición. En Italia, la situación era sin embargo más delicada por la presión de Austria, y Napoleón se vio forzado a movilizar al ejército de reservistas. Chocó con los austriacos en la Batalla de Marengo el 14 de junio de 1800, y podría haber perdido la batalla de no ser por la decisiva intervención del general Desaix de Veygoux, que atacó la retaguardia austríaca y la venció. Desaix murió en la batalla, y Napoleón conmemoró posteriormente su bravura construyéndole monumentos y tallando su nombre en el Arco del Triunfo. En el Rin, en cambio, la decisiva batalla llegó cuando un ejército francés de 180.000 hombres se enfrentó a 120.000 soldados austríacos en la Batalla de Hohenlinden el 3 de diciembre. Austria fue definitivamente vencida y abandonó el conflicto tras el Tratado de Lunéville, en febrero de 1801. El tratado declaraba que «de ahora en adelante y por siempre, habría paz, amistad y buen entendimiento». El tratado requería al mismo tiempo de Austria el reforzamiento de las condiciones del anterior Tratado de Campo Formio (27 de octubre de 1797) y además desposeía a Austria de las antiguas posesiones venecianas que había adquirido en 1971. El control francés se extendió a la margen izquierda del Rin «en completa soberanía», mientras

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renunciaba a la posesión de los territorios al este del Rin. Las fronteras en disputa de Italia fueron definidas, y el Gran Ducado de la Toscana pasó a Francia, siendo compensado el Duque con posesiones alemanas. Los dos partícipes del tratado acordaron la independencia de las repúblicas de Baviera, Cisalpina, Helvética y Liguria. Los franceses volvían a ser dueños absolutos de la península de los Apeninos. El Gobierno de Bonaparte obligo a los borbones napolitanos suscribir en Florencia un tratado de paz con Francia. Luego Napoleon se aviene a buscar la paz con Rusia y Turquia para aislar a Inglaterra. En 1801 se firma un tratado secreto de paz entre Rusia y Francia en donde la república aceptaría la mediación del zar en los problemas de compensaciones en Cerdeña y prometiendo que no atentaría contra las posesiones de los borbones en Napoles a cambio de que Rusia “aseguraría la libertad de los mares”. En ese mismo año, Bonaparte suscribía con los turcos otro tratado de paz por el que Francia se comprometía a devolver Egipto a Turquia, aunque de hecho había dejado de dominar aquel país. Todas las concesiones a Rusia y Turquía ayudaron a Bonaparte a concluir la paz con Inglaterra quien había perdido todos sus aliados en el continente. El mayor problema pendiente de Napoleón era ahora el Reino Unido, que permanecía como una influencia desestabilizadora en las potencias continentales. El Reino Unido había propiciado la Segunda Coalición a través de su financiación. Napoleón estaba convencido de que, sin una derrota británica o un tratado con el Reino Unido, no podría conseguir una verdadera paz. El ejército británico era una amenaza relativamente pequeña para Francia, pero la Armada Real Británica era una continua amenaza para la flota francesa y para las colonias en el Caribe. Además, los fondos económicos del Reino Unido eran suficientes para unir a las grandes potencias del continente contra Francia y, a pesar de las numerosas derrotas, el ejército austríaco todavía era un peligro potencial para la Francia napoleónica. En cualquier caso, Napoleón no fue capaz de invadir Gran Bretaña de una forma directa. En las famosas palabras del almirante John Jervis, primer Conde de San Vicente (en honor a la histórica victoria naval de la Batalla del Cabo de San Vicente contra la escuadra franco-española): Yo no digo, señores, que los franceses no vayan a venir; sólo digo que no vendrán por mar (palabras evidentemente irónicas tratándose Gran Bretaña de una isla), se expresaba la situación tras las derrotas de la flota francesa en la Batalla del Nilo (Aboukir, 1 de agosto de 1798) y la posterior derrota de la flota combinada franco-española en la Batalla de Trafalgar (21 de octubrede 1805), ambas con el almirante Horatio Nelson al mando de la flota británica. Por último, fue fácilmente contenida una expedición francesa a Irlanda. El Tratado de Amiens (1802) dio como resultado la paz entre el Reino Unido y Francia, y significó el colapso final de la Segunda Coalición. Inglaterra acuerdo en Amiens pensando una actividad comercial con Francia. Sin embargo, nunca se consideró un tratado duradero: ninguna de las partes estaba satisfecha y ambas incumplieron partes del mismo. Las hostilidades recomenzaron el 18 de mayo de 1803. El objeto del conflicto cambió desde el deseo de restaurar la monarquía francesa a la lucha para acabar con Napoleón Bonaparte El tratado, que significó el colapso final de la Segunda Coalición, dejó sin solucionar cuestiones muy importantes, por lo que la paz duró tan sólo un año: el Reino Unido organizaría la Tercera Coalición, declarando la Guerra al Primer Imperio francés tras la llegada al poder de William Pitt (el Joven). Bonaparte declaró el Imperio el 28 de mayo de 1804, y fue coronado emperador en la catedral de Notre-Dame de París el 2 de diciembre. Se podría decir, como dice Renouvin, que Luneville y Amiens se enmarcan en la pacificación. Anexo: Guerra de las Cañoneras Dinamarca y Noruega, que originalmente se habían declarado neutrales en las Guerras Napoleónicas, sacaron provecho de la guerra a través del comercio y establecieron una armada. Tras una muestra de intimidación en la Primera Batalla de Copenhague (1801), los ingleses capturaron un gran número de naves de la flota danesa, en la Segunda Batalla de Copenhague (1807). Esto terminó con la neutralidad danesa, enzarzándose los daneses en una guerra naval de guerrillas, donde con pequeños barcos cañoneros pretendían atacar a los barcos ingleses –mucho mayores– que estuvieran en aguas danesas y noruegas. La Guerra de las Cañoneras terminó cuando la flota inglesa obtuvo la victoria en la Batalla de Lyngør en 1812, en la cual fue destruido el último de los buques de guerra daneses, una fragata.

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Tercera Coalición Las violaciones de los acuerdos internacionales por parte de Francia obligaron al representante ruso en Paris a hacer gestiones tratando de impedir su empresa de “hacer y deshacer a su antojo” el mapa de Europa. La reanudación de la guerra anglo-francesa, la entrada de tropas a Hannover y el fracaso de la mediación rusa entre Inglaterra y Francia convencieron definitivamente al Gobierno ruso en 1803 de que era imposible poner límites a la expansión de Francia en el mediterráneo y en Europa Central por vía diplomática. Es por ello que Alejandro I de Rusia se aviene a formar un sistema de alianzas con Dinamarca y Prusia para la defensa en común del norte de Alemania y los mismos acuerdos con Austria y Suecia. Inglaterra y Rusia seguían distanciadas por ciertas diferencias: el gobierno ruso estimaba que Inglaterra debía renunciar a sus pretensiones de revisar barcos mercantes de países neutrales en mar abierto en tiempo de guerra. Las discrepancias no se limitaban a las cuestiones relacionadas con el derecho marítimo. Los intereses de las dos potencias chocaban ya en el Cercano y Medio Oriente. No obstante, frente a las pretensiones de Francia, que aspiraba a la hegemonía de europa, ambos gobiernos consideraban necesario concluir una alianza para la lucha contra el imperio napoleónico. Es decir “no lo unió el amor sino el espanto”. En 1805 era suscrito en San Petersburgo el tratado anglo-ruso de alianza. La coalición se proponía expulsar por completo las tropas francesas de Italia, Hannover, el norte de Alemania, Holanda y Suiza haciendo volver a Francia a las fronteras determinadas por el Rin, los Alpes y los Pirineos; en ella seria restaurada la monarquía y en Europa se establecería un orden de cosas que garantizase realmente la seguridad y la independencia de los distintos Estados y ofreciese un apoyo firme contra futuras usurpaciones. Napoleon no contento con el titulo de emperador de Francia, que había tomado en 1804, en marzo de 1805 se declaro Rey de Italia y en junio de ese mismo año incorporaba Genova y Lucca a Francia. Como las anexiones de Napoleon en la península de los Apeninos afectaban a los intereses de Austria, ésta en agosto de 1805 se unió a Inglaterra y Rusia. Suecia y Dinamarca y el Reino de las Dos Sicilias no se incorporaron formalmente a la coalición, pero de hecho debían alinearse en virtud de los tratados que las unian a Rusia. A su vez la nueva amenaza francesa a Egipto hizo que ese mismo año se firmase un tratado de alianza entre Turquia y Rusia. La incorporación del Imperio Otomano a la tercera coalición fue un éxito importante en la diplomacia rusa: la Francia napoleónica tenia de nuevo frente a ella a toda una serie de Estados enemigos que se extendían desde Escandinavia hasta las regiones levantinas del Mediterraneo. Napoleón se apresuró a tomar medidas contra la nueva alianza. Había ejercido una gran presión sobre Gran Bretaña desde 1798 al mantener a un ejército concentrado en Boulogne —a orillas del canal de la Mancha—, que hacía pensar a los británicos que se preparaba una invasión de Inglaterra. Bonaparte aumentó considerablemente el número de fuerzas destacadas en Boulogne cuando comenzaron las disensiones que hicieron estallar la guerra en 1803. La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, en el marco de la tercera coalición iniciada por Reino Unido, Austria, Prusia, Nápoles y Suecia para intentar derrocar a Napoleón Bonaparte del trono imperial y disolver la influencia militar francesa existente en Europa. Tuvo lugar cerca del cabo Trafalgar (provincia de Cádiz), donde se enfrentaron los aliados Francia y España (al mando del vicealmirante francés Pierre Villeneuve, bajo cuyo mando estaba por parte española el teniente general del mar Federico Gravina) contra la armada británica al mando del vicealmirante Horatio Nelson. Los acontecimientos históricos que precedieron a esta batalla se han de encontrar en el intento frustrado por parte de Napoleón de invadir las islas Británicas, en el que la escuadra franco-española debía distraer a la flota británica y alejarla del Canal de la Mancha para dirigirla hacia sus posesiones en las Indias Occidentales. Este plan de distracción fracasó, y se agravó con la consiguiente derrota de Finisterre (22 de julio de 1805). Tras esta derrota, la flota se dirigió al puerto de Cádiz, de donde zarparía el 19 de octubre hacia Trafalgar. Tras este contratiempo, Napoleón abandonó (aunque no olvidó) sus planes para invadir las Islas Británicas, y volvió su atención a sus enemigos en el Continente. El ejército francés dejó Boulogne y se trasladó a Austria. Tras la formación de la Tercera Coalición contra Francia, sus tropas abandonaron Boulogne para enfrentarse a los austriacos, que habían invadido Baviera con un ejército dirigido por Fernando III, el gran duque de la

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Toscana, y el general Karl Mack von Leiberich. Varios estados alemanes, entre los que se contaban Baviera, Württemberg y Baden, se aliaron con Francia. Napoleón derrotó a las fuerzas de Austria en Ulm, capturó a 23.000 prisioneros y, a continuación, marchó con sus tropas a lo largo del Danubio y conquistó Viena. Los ejércitos rusos, liderados por el general Mijaíl Kutúzov y Alejandro I, emperador de Rusia, respaldaron a los austriacos, pero Bonaparte venció a las fuerzas austro-rusas en la batalla de Austerlitz, también denominada de los Tres Emperadores. Austria se rindió nuevamente y firmó el Tratado de Presburgo el 26 de diciembre de 1805. Una de las cláusulas del acuerdo estipulaba que Austria debía entregar a Francia la zona del norte de Italia y a Baviera parte del propio territorio austriaco; asimismo, Austria reconoció a los ducados de Württemberg y Baden como reinos. La Confederación del Rin Dado que las tropas del general Masséna habían derrotado al ejército austriaco mandado por Carlos de Habsburgo en Italia, Napoleón aprovechó esta situación para nombrar a su hermano, José I, rey de Nápoles en 1806; asimismo, nombró a otro de sus hermanos, Luis I Bonaparte, rey de Holanda (la antigua República Bátava); el 12 de julio estableció la Confederación del Rin, constituida finalmente por todos los estados alemanes a excepción de Austria, Prusia, Brunswick y Hesse. La formación de esta entidad política puso fin al Sacro Imperio Romano Germánico y casi toda Alemania quedó bajo el control de Bonaparte. No obstante, los éxitos en el continente quedaron contrarrestados en gran medida por la derrota que el almirante británico Horatio Nelson infligió a la fuerza conjunta de la flota francesa y española frente a las costas del cabo de Trafalgar el 21 de octubre de 1805. Napoleón implantó en 1806 el denominado Sistema Continental por el que los puertos de toda Europa quedaban cerrados al comercio británico. La superioridad naval de los británicos dificultó la aplicación del Sistema Continental e hizo fracasar la política económica europea de Bonaparte. Guerra Económica: EL BLOQUEO (1806-1810) Inglaterra había destruido las flotas francesas, pero perdido todos sus aliados en Europa, la guerra económica se convertía para el gobierno de Londres en la forma esencial de lucha. En sus manos tenia la voluntad y los medios de obtenerla. Después de la ruptura de la Paz de Amiens, Francia e Inglaterra iban tomando posiciones. El 20 de junio 1803 y el 13 mazo 1804, Bonaparte prohibió que se recibiesen en Francia productos coloniales u objetos manufacturados de origen ingles; los cargamentos neutrales solo serian admitidos mediante un certificado que atestiguase que no pertenecían a tales categorías. En Junio y Julio Inglaterra declaro en estado de bloqueo las bocas del Elba y las del Weser, luego la medida se hizo extensiva a los puertos franceses del mar del norte y del canal de la mancha. En 1806 se notifico que el bloqueo “empieza en el río Elba y llega hasta el puerto de Brest, ambos inclusive” Fuera cual fuere la fuerza de la marina británica, esta decisión era casi completamente ficticia. Los publicistas franceses y alemanes encontraron en ella un excelente motivo de polémica. Por otro lado la victoria sobre Prusia, le abría a Napoleón nuevas perspectivas ya que se da cuenta que tenia el poder de responder a un bloqueo de mar por un bloqueo de tierra. En 1807 los tories suben al poder y declaran que todos los países que excluyeran el pabellón británico, esto es, prácticamente toda Europa, quedaban declarados en estado de bloqueo. Los barcos neutrales no podían dirigirse a un puerto bloqueado, ni venir legalmente de él, mas que si tocaban en Inglaterra, pagando los mismos derechos que si fuesen a importar su cargamento y comprando allí una licencia. De esta manera el tráfico neutral, abrumado por tales cargas, retrocedía e beneficio de los ingleses; y las materias primas que aun pudieran llevar a los países en obediencia napoleónica serían gravadas con tales gastos que las fábricas continentales no tardarían en cerrar. Además existía un producto que no debería entrar jamás en los puertos bloqueados: el algodón. Por ultimo, a su paso por Inglaterra, los neutrales serían inducidos fácilmente a introducir de contrabando en el continente las mercancías que abarataran los almacenes británicos.

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Napoleón con objeto de dificultar el contrabando, dio el primer decreto de Milán: todo barco neutral que hubiera tocado en Inglaterra se exponía por este solo hecho a ser capturado; en cuanto el emperador se entero de las violentas medidas tomadas por lo tories, su replica fue inmediata y estruendosa. Consistió en el segundo decreto de Milán: todo barco que se hubiera sometido a imposiciones británicas “será declarado desnacionalizado” perderá la garantía de su pabellón y se habrá convertido en propiedad inglesa”. Por lo tanto, puede ser capturado, lo mismo en puerto que en alta mar. Esto equivalía a declarar la guerra económica total. La primera preocupación de Napoleón para organizar al Continente en economía de bloqueo, fue la información. Los órganos de estadísticas creados bajo el consulado se esforzaron por brindársela. Estadísticas anuarios departamentales le proporcionaban esas cifras exactas y abundantes que él exigía en todos los terrenos. Esta información económica recogida fue la base y el fundamento de una actividad imperial que causa asombro, por su precisión, su competencia y su ingeniosidad. Pero en este terreno la materia era demasiado vasta para que el emperador pudiera dominarla, la mentalidad de napoleón era demasiado autoritaria para hecho tan fluidos. La producción industrial y las corrientes de cambio obedecían a otras leyes que la voluntad imperial. En la doctrina de guerra económica que ideo el emperador, existen dos puntos primordiales: la voluntad de excluir de Europa el comercio Ingles, es decir, el bloqueo continental. El otro aspecto de la política imperial se refiere a la organización económica de Europa, y esto es lo que se conoce como Sistema Continental. La idea napoleónica consistía en: había una economía dominante: la francesa, y unas economías dominadas: la de los vasallos. La primera fabricaría, confeccionaría y vendería sus productos acabados. Los otros le proporcionarían materias primas, y comprarían sus mercancías. De este modo la dominación política se afianzaría con la económica. En manos de napoleón el instrumento esencial de esta política era el cordón aduanero. Las tarifas aduaneras tenían como primer objetivo, construir la economía francesa como economía dominante. En el imperio la carretera reemplazo al mar. Francia disponía de un excelente grupo de ingenieros que habían sido formados por la Escuela de Caminos. En esta guerra económica Napoleón encontraría el mismo adversario que en sus campañas militares en Rusia y Polonia: la distancia. En su tiempo el transporte por mar (más perfeccionado y menos costoso) daba a las economías marítimas una ventaja sobre las terrestres. Por tierra, a partir de cierto punto, la distancia se convertía en un obstáculo insuperable para el rendimiento financiero de un tráfico que alcanzaría gran tonelaje. Buen ejemplo de esto era el transporte del algodón de levante, desde Salonia hasta Francia; las mulas eran robadas por los bandidos. Pasados los primeros años del sistema, el comercio exterior francés perdió terreno. En lo que a cifras se refiere: 550 millones en 1799 – 933 millones en 1806 y baja en un 35% hasta 1813. Parecía haber una solución: hacer extensivas las exportaciones francesas al adversario mismo. Inglaterra fue la primera en dar el ejemplo de aquel tráfico con el enemigo, ya que en 1803 entregó licencias y permitió remisas de la propia Francia. En 1809-1812 tolero el tráfico de vinos y aguardientes. La aventura del bloqueo Francés fracasó, tal vez por anacrónica o por anticipación, por estar en discordancia con la época. Exigía estructuras sociales y técnicas de comunicaciones que aún no existían; suponía una unificación del continente mucho más profunda que la que se logró en el Imperio. La economía organizada y dirigida que soñó Napoleón iba contra la corriente de un siglo que Burguesía y capitalismo hacían lo suyo. Como conquistador, Napoleón se quejo alguna vez de haber nacido muy tarde. Para dirigir la economía, y por ella dar formas a las masas humanas, no cabe duda que nació demasiado pronto. Cuarta Coalición La Cuarta Coalición fue una alianza organizada contra el Imperio Francés de Napoleón entre los años 1806 y 1807. Los participantes en esta coalición fueron Inglaterra, Prusia, Rusia, Sajonia y Suecia. En

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julio de 1806, el Emperador de Francia había creado la Confederación del Rin, ignorando a los minúsculos estados alemanes del valle del Rin y del interior de Alemania. Muchos de los estados más pequeños se anexionaron a electorados, ducados y reinos más grandes para hacer del gobierno de la Alemania no prusiana una labor más sencilla. Los mayores estados fueron Sajonia y Baviera, cuyos gobernantes fueron elevados al rango de reyes por Napoleón. En agosto, el rey de Prusia Federico Guillermo III tomó la decisión de ir a la guerra independientemente de las otras grandes potencias. El curso de los acontecimientos más sensato hubiera sido declarar la guerra el año anterior y unirse a Austria y Rusia. Esto podría haber contenido a Napoleón y prevenido el desastre aliado en la Batalla de Austerlitz. Así las cosas, el ejército ruso, un aliado de Prusia, se encontraba bastante lejos cuando Guillermo hizo su declaración de guerra. En septiembre, Napoleón lanzó a todas las fuerzas francesas sobre el Rin. Eran alrededor de 160.000 hombres, cifra que aumentó a medida que la campaña se desarrollaba, contra Prusia, y se movieron con tal velocidad que virtualmente aniquilaron al ejército Prusiano de unos 250.000 hombres. Prusia tuvo que soportar la muerte de 25.000 de ellos, 150.000 fueron hechos prisioneros y los franceses se apropiaron de unas 4.000 piezas de artillería y 100.000 mosquetes, que fueron almacenados en Berlín. El ejército prusiano fue definitivamente vencido por Napoleón en la Batalla de Jena, y por el mariscal Louis Nicolas Davout en la Batalla de Auerstädt (14 de octubre de 1806). Esta última batalla enfrentó a un simple cuerpo del ejército francés que derrotó al grueso del ejército Prusiano. En Jena, Napoleón únicamente luchó contra un destacamento. Napoleón entró en Berlín el día 27, y visitó la tumba de Federico II el Grande, ordenando a sus mariscales quitarse el sombrero y diciendo: Si él estuviera vivo, nosotros no estaríamos aquí hoy. En total, a Napoleón había tardado solamente 19 días desde el comienzo de su ataque sobre Prusia hasta el final de la guerra con la caída de Berlín y la destrucción de sus principales ejércitos en Jena y Auerstädt. Como contraste, Prusia había luchado durante tres años en la guerra de la Primera Coalición. En Berlín, Napoleón promulgó una serie de decretos, que entraron en vigor el 21 de noviembre de 1806, llevando a efecto el Bloqueo Continental, que pretendía eliminar la amenaza británica a través de medidas económicas. El Reino Unido mantenía un ejército regular de sólo 220.000 hombres en el momento álgido de las Guerras Napoleónicas, cuando las fuerzas francesas superaban la cifra de un millón y medio, además de los ejércitos de numerosos aliados y muchos cientos de miles de guardias que podían ser agregados al ejército en caso necesario. La Armada Real Inglesa era problemática en lo concerniente al comercio extra-continental de Francia, pero no podía hacer nada contra el comercio francés continental, y no suponía una amenaza para el territorio de Francia. Por otro lado, la población y la capacidad de producción francesa eran abrumadoramente superiores a la británica; sin embargo, el dominio de los mares del Reino Unido le permitió consolidar una considerable fuerza económica, que era suficiente para asegurar que Francia nunca podría consolidar la paz por las coaliciones que Inglaterra levantaba contra ella. Los gobernantes franceses, en cambio, creían que aislar a Inglaterra del continente acabaría con su influencia económica sobre Europa. Esta era la base del llamado Bloqueo Continental, que fue el que se impuso. La siguiente etapa de la guerra llevó a la expulsión de tropas rusas de Polonia y la creación del nuevo Gran Ducado de Varsovia. Napoleón entonces tomó rumbo norte para enfrentarse a los restos del ejército ruso e intentar capturar la nueva capital prusiana de Königsberg. Un movimiento táctico en la Batalla de Eylau, entre el 7 y el 8 de febrero, forzó a los rusos a una posterior rendición. Napoleón llevó al ejército ruso entonces a la Batalla de Friedland, el 14 de junio. Tras esta derrota, Alejandro se vio forzado a firmar la paz con Napoleón en Tilsit, el 7 de julio de 1807. Los Tratados de Tilsit fueron dos acuerdos firmados por el Emperador Napoleón I de Francia en la localidad de Tilsit en julio de 1807. El primero de los acuerdos fue firmado el 7 de julio de 1807 entre el Zar Alejandro I de Rusia y Napoleón I de Francia, terminando con la guerra entre Rusia y Francia e iniciando una alianza entre ambos países, lo cual dejaba al resto de los países europeos en una posición más débil aún. Ambos países acordaban en secreto la ayuda mutua en los conflictos. Francia prometía ayudar a Rusia contra los turcos, mientras que Rusia acordaba unirse al Bloqueo Continental contra el Reino Unido. Este tratado también daba lugar a la creación del Gran Ducado de Varsovia.

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El segundo tratado de Tilsit, firmado dos días más tarde (9 de julio de 1807), entre Prusia y Francia ponía fin a la guerra entre ambos países, aunque con unas condiciones extremadamente duras para Prusia, que perdía prácticamente la mitad de su territorio nacional En el Congreso de Erfurt (1808), Napoleón y el Zar Alejandro I acordaron que Rusia debía forzar a Suecia a unirse al Bloqueo Continental, lo cual condujo a la Guerra Finlandesa y a la división de Suecia por el golfo de Botnia. La parte oriental fue anexionada por Rusia en el Gran Ducado de Finlandia. Quinta Coalición El alzamiento popular contra la invasión francesa el 2 de mayo de 1808 dio lugar a la Guerra de la Independencia Española, que finalizó en 1814 con la expulsión del trono de José Bonaparte y la restauración de la monarquía borbónica en la figura de Fernando VII. La Quinta Coalición (1809) del Reino Unido y Austria contra Francia se formó mientras España se enfrentaba con Francia en la Guerra de la Independencia Española. De nuevo, el Reino Unido se había quedado solo, lo que se debía en gran parte al hecho de que Gran Bretaña nunca había entrado en un conflicto a gran escala con Francia, al contrario que sus aliados continentales. La actividad militar británica se había reducido a una sucesión de pequeñas victorias en las colonias francesas y otras victorias navales en Copenhague (2 de septiembre de 1807). En tierra, sólo se intentó la desastrosa Expedición Walcheren (1809). La lucha se centró entonces en la guerra económica - Bloqueo Continental contra bloqueo naval. Ambos lados entraron en combate tratando de reforzar sus bloqueos; los ingleses combatieron a los Estados Unidos en la Guerra de 1812, y los franceses se enfrentaron en la Guerra de Independencia en España (1808-1814). El conflicto en la Península Ibérica comenzó cuando Portugal continuó comerciando con Inglaterra a pesar de las restricciones francesas. Cuando tropas españolas vencieron a los franceses en la batalla de Bailén, demostrando que una parte importante del pueblo español no quería mantener su alianza con Francia, las tropas francesas ocuparon gradualmente su territorio hasta entrar en Madrid, lo que propició la intervención inglesa. Austria, previamente aliada de Francia, aprovechó la oportunidad de intentar recuperar su antiguo Imperio alemán que había existido antes de Austerlitz. Inicialmente tuvieron éxito contra las débiles fuerzas del mariscal Davout. Napoleón había dejado a Davout con solamente 170.000 soldados para defender la frontera oriental de Francia. Esta misma tarea se había llevado a cabo en los años 1790 por 800.000 soldados, y entonces tenían que defender un frente mucho menor. Napoleón disfrutó de un fácil éxito en España, retomando Madrid y derrotando a españoles e ingleses, expulsando al ejército inglés de la península. El ataque de Austria cogió desprevenido a Napoleón, que estaba envuelto en victoriosas operaciones contra el Reino Unido. Esto hizo que abandonara la Península Ibérica y no volviera nunca más a ella. En su ausencia, y en ausencia de sus mejores oficiales (Davout permaneció en el este durante la guerra), la situación cambió, especialmente cuando llegó el general inglés Sir Arthur Wellesley como comandante de las fuerzas británicas. Los austriacos se introdujeron en el Gran Ducado de Varsovia, pero fueron vencidos en la Batalla de Radzyn, el 19 de abril de 1809. El ejército polaco recuperó el territorio conocido como Galicia Occidental tras sus primeros éxitos. Napoleón asumió el mando en el este y alentó al ejército para contraatacar en Austria. Una serie de batallas relativamente menores aseguraron la masiva Batalla de Aspern-Essling, la primera derrota táctica de Napoleón. El error del comandante austriaco, el Archiduque Carlos, al querer proseguir tras su pequeña victoria, permitió a Napoleón preparar un intento de sitiar Viena, cosa que hizo a primeros de julio. Venció a los Austriacos en la Batalla de Wagram, entre el 5 de julio y el 6 de julio. Durante esta batalla el mariscal Bernadotte fue desposeído de su título y ridiculizado por Napoleón frente a otros oficiales del Estado Mayor. A Bernadotte le ofrecieron entonces la corona de Príncipe de Suecia, que aceptó traicionando así a Napoleón. Posteriormente, Bernadotte participaría activamente en las guerras contra su antiguo emperador. La guerra de la Quinta Coalición terminó con el Tratado de Schönbrunn (Tratado de Viena), el 14 de octubre de 1809. El Tratado de Schönbrunn fue firmado entre Francia y Austria en 1809, poniendo fin a la

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guerra de la Quinta Coalición durante el período de las Guerras Napoleónicas. Fue firmado en el castillo-palacio del mismo nombre situado en Viena, que es hoy una de las mayores atracciones turísticas y culturales de Austria. Austria fue definitivamente vencida en la batalla de Wagram, y en esta ocasión, Francia impuso duras condiciones para la paz. Austria había de reconocer las anteriores conquistas de Napoleón Bonaparte, así como a su hermano José como rey de España. Austria se vio al mismo tiempo obligada a ceder el Tirol y Salzburgo a Baviera, partes de Polonia (Galizia occidental) al Gran Ducado de Varsovia, así como Trieste y Dalmacia, al sur del río Sava, a Francia. También tuvo que pagar una elevada indemnización económica. En 1810, el Imperio francés alcanzó su máxima extensión. Napoleón se casó con la archiduquesa Marie-Louise, hija del emperador de Austria, con el fin de asegurar una alianza estable con Austria y proporcionar al Emperador un heredero, algo que su primera esposa, Josefina, no había podido darle. Además del Imperio francés, Napoleón controlaba la Confederación Suiza, La Confederación del Rin, el Gran Ducado de Varsovia y el Reino de Italia. Los territorios aliados incluían: el Reino de España (José Bonaparte), el reino de Westfalia (Jerónimo Bonaparte), el reino de Nápoles (Joachim Murat, hermano adoptivo), el principado de Lucca y Piombino (Félix Bacciocchi, hermano adoptivo), y sus antiguos enemigos, Prusia y Austria. La victoria de Wagram fue la culminación de los éxitos militares de Napoleon, de la misma manera que la paz de Viena (Paz de Schoenbrunn) era el mayor y ultimo de sus éxitos en el campo de la política exterior y de la diplomacia. En 1810, el Imperio Frances, que había absorbido a Holanda y a muchas provincias de Austria, ocupaba una gran parte del mapa de Europa, a la vez que mantenía sometidos a una serie de Estados y naciones.

Mapa de apogeo del Imperio Francés de Napoleón en 1810

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Sexta Coalición La Sexta Coalición (1812-1814) fue una coalición formada por el Reino Unido, Rusia, Prusia, Suecia, Austria, y cierto número de estados germánicos para combatir al Imperio Francés de Napoleón y sus aliados. Como resultado de esta guerra Napoleón fue derrocado y confinado a la isla de Elba. Desde principios de 1812 toda la europa esclavizada por Napoleón esperaba ansiosamente el inevitable rompimiento de Francia y Rusia. La política de conquista de napoleón colocaba a Rusia en una situación extremadamente peligrosa. Las violaciones del bloqueo continental por parte de Rusia obligaban a Napoleón a cubrir a los diplomáticos rusos de quejas alternadas con amenazas y quejas. Exigía de Alejandro I el cumplimiento exacto y unilateral de los compromisos adquiridos en Tilsit y el fortalecimiento, e incluso la ampliación de la alianza con Francia. Rusia sin embargo exigia como condición previa a todo esto la retirada de las tropas francesas al otro lado del Elba, la evacuación de Pomerania y el Danzig, y la aceptación del comercio de Rusia con países neutrales. Napoleon dice: “Como se atreve a hacerme semejante propuesta!”. Por su parte Alejandro I dice: “prefiero hacer la guerra durante 10 años….retirarme a siberia…antes que aceptar para Rusia las condiciones en que ahora se encuentran Austria y Prusia (subordinados a Francia)”. La invasión del “gran ejercito” empezó el 24 de Junio. Cuatro días después napoleon se encontraba en la vieja capital Lituana. Tras frustrados intentos de Rusia lograr la paz con Francia, el Gran Ejercito llega hasta Moscú. La corte de Alejandro I se encontraba dividida entre anglófobos dirigidos por Rastopchin, quienes buscaban el acercamiento con la Francia burguesa y los anglófilos que buscaban el acercamiento con la Inglaterra aristocratica, entre ellos los hermanos Panin y Vorontsov. Despues de que Napoleon hubo huido de Moscu, los choques de las distintas orientaciones cobraron mayor virulencia. Los partidarios de una relación mas estrecha entre Rusia e Inglaterra, que contaban con el apoyo del Zar, no se conformaban ahora expulsar a los franceses de Rusia y Alemania Oriental hasta las orillas del Elba, sino que querían la demolición definitiva del Imperio Napoleónico. La retirada hacia el Berezina y Vilno, puso al ejército de Napoleón al borde mismo de su desaparición completa. La situación de las tropas francesas, ya de por si catastróficas, se vio empeorada al pasarse con los rusos las tropas prusiana al mando de York quien tenía iniciativa propio y había firmado un convenio con

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Rusia para poner fin a las hostilidades. El cobarde, Federico Guillermo III, acostumbrado a someterse siempre a las órdenes de Paris, se negó a reconocer el convenio suscrito por York e incluso aparto a este del mando. Pero poco después bajo la presión de la opinión pública tuvo que entrar en relaciones directas con Alejandro I. El 28 de Febrero de 1813 fue suscrito un tratado entre Rusia y Prusia por el que después de la victoria comn sobre Napoleon, y de ser este expulsado de Alemania, Prusia debía recobrar sus anteriores fronteras “geográficas, financieras y estadísticas”. Con ello se creaba una nueva coalición, la sexta, contra Francia. Ademas de Inglaterra y Rusia, en ella entraron Prusia y posteriormente Suecia. En estas condiciones de, de la posición política de Austria, dependía, en grado considerable, el rápido fin del imperio napoleónico. Metternich trataba solamente de ganar tiempo, de conservar intactas las fuerzas del ejército austriaco para mas tarde obtener de Napoleón una compensación a expensas de la Rusia vencida o al contrario, acudir como mediador e imponer a ambas partes la paz en condiciones ventajosas para Austria. No obstante Metternich no se apresuro en acudir en ayuda de Prusia y Rusia. Sus vacilaciones eran debidas al miedo de una victoria demasiado grande de Rusia (rival del imperio austriaco en el sudeste de Europa) y también el temor de que una nueva derrota del ejército francés transportara las acciones militares contra Francia, provocase un nuevo ascenso revolucionario, la resistencia nacional de todo el pueblo y la creación de un nuevo comité de salud pública. Metternich no podía tampoco que Napoleón estaba casado con una princesa austriaco y que el –Rey de Roma- “Heredero del imperio Francés” era nieto del emperador de Austria. A fines de Junio después de las negociaciones previas con los representantes de Rusia y Prusia, se decidió Metternich a arrogarse las funciones de mediador, presentando al emperador francés una serie de condiciones de paz, que de hecho equivalían a un ultimátum: 1) supresión del gran ducado de Varsovia, cuyo territorio debía ser repartido entre Rusia, Austria y Prusia. 2) Devolución a Austria de las provincias iliricas. 3) incorporación de Danzig a Prusia. 4) Restablecimiento de las ciudades hanseáticas. Si Napoleón se negaba a aceptar estas condiciones Austria se comprometía a entrar en la coalición. Napoleón obviamente no acepto las propuestas y dijo: “No puedo aparecer humillado ante mi propio pueblo, queréis dictarme leyes, está bien, ahora pero nos volveremos a ver en Viena”. El 10 de Agosto Austria se incorpora a la sexta coalición. Lo hacía en un momento en que en Alemania se había concentrado contra Napoleón un enorme ejercito integrado por contingentes Rusos, Prusianos, Suecos e ingleses. Entrada de los ejércitos aliados en Francia. El tratado de Chaumont. La decisiva “batalla de los pueblos” se libró 16-19 de octubre de 1813 en las inmediaciones de Leipzig. Los ejércitos de Napoleón, derrotados, se vieron obligados a retroceder al otro lado del Rin, y de ahí a poco la lucha era transportada al territorio de la propia Francia. El desacuerdo en cuanto a los fines últimos de la guerra era un obstáculo para la buena marcha de las operaciones entre los aliados. El emperador de Rusia y el rey de Prusia querían acabar por completo en Francia con la dinastía de los Borbones. En enero de 1814 Lord Castlereagh, ministro inglés de Asuntos Exteriores se entendió con Metternich, y manejando los subsidios ingleses para presionar sobre los aliados consiguió que algunos de los problemas de la futura organización de Europa fueran resueltos de conformidad con los intereses británicos. Entre tanto los aliados no acababan de ponerse de acuerdo en cuanto a la futura organización de Francia. El deseo de robustecer la coalición y de unir a los aliados con unos compromisos comunes, en vista de la proximidad de las negociaciones de paz, movieron a Castlereagh a proponer la firma de un tratado general de alianza. Dicho tratado fue suscrito el 1º de marzo en Chaumont, por los representantes de las cuatro potencias: Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia. Dicho tratado significaba para los aliados el compromiso de no firmar la paz con Francia por separado y de seguir la lucha hasta la victoria completa. Se comprometían igualmente a poner cada uno de ellos frente a Francia un ejército de 150.000 hombres, a excepción de Inglaterra, que en vez de tropas había de entregar un subsidio anual. Francia quedaba reducida a su territorio anterior; en Alemania se creaba una confederación de Estados independientes, y en Suiza otra de cantones; Italia era fragmentada de nuevo de nuevo en varios Estados independientes, y Austria recobraba sus antiguas posesiones en esta península; Holanda era unida a Bélgica; en España eran restaurados los Borbones; Inglaterra conservaba Malta, la isla de San Mauricio, Toboga, y otras colonias.

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Hundimiento del imperio napoleónico. La primera paz de París y la restauración de los Borbones. El 30 de marzo de 1814 las avanzadas de la coalición ocupaban el campo fortificado de París, y al día siguiente Alejandro I y Federico Guillermo III hacían su entrada solemne en la capital francesa. Estaba a la vista la pasividad del pueblo francés, cansado de tanta guerra, lo cual hacia que los monarcas europeos dejen de ocultar su propósito de la restauración de los Borbones. Napoleón que se encontraba en Fontainebleau, si vio obligado a abandonar la lucha, y el 6 de abril abdica a favor de su hijo. Embarcó para la Isla de Elba. Tratado de Fontainebleau El tratado de Fontainebleau de 1814 fue un acuerdo pactado entre Napoleón Bonaparte y los representantes de Austria, Rusia y Prusia en el contexto de las guerras napoleónicas. Tras la derrota de los ejércitos franceses y la ocupación de París por las fuerzas de la Sexta Coalición, el tratado establecía la renuncia de Napoleón y las condiciones de su exilio a la isla de Elba. El acuerdo fue ajustado el 11 de abril de 1814 en París por Armand Augustin Louis de Caulaincourt, Michel Ney y Etienne Jacques Joseph MacDonald en nombre de Napoleón, y por los respectivos representantes del emperador austriaco Francisco I, Klemens von Metternich; del zar Alejandro I de Rusia, Karl Nesselrode; y del rey de Prusia Federico Guillermo III, Karl August von Hardenberg. Entre las principales condiciones del tratado se incluían las siguientes:

- Napoleón Bonaparte renunciaba a todos los derechos de soberanía sobre todos los territorios bajo su dominio. Únicamente le seguiría perteneciendo la isla de Elba, adonde debería retirarse con un séquito de 400 personas para su servicio.

- La emperatriz María Luisa, esposa de Napoleón, recibiría los ducados de Parma, Placencia y Guastalla, que a su muerte pasarían a su hijo Napoleón II.

- Tanto Napoleón como los miembros de su familia conservarían sus títulos nobiliarios. Sus familiares conservarían sus bienes privados, pero los bienes que el emperador mantuviera en Francia serían devueltos a la corona francesa.

- Las tropas polacas al servicio de Francia quedarían libres para poder regresar a Polonia. El tratado fue ratificado por el propio Napoleón en Fontainebleau dos días después. El 20 de abril salió de Fontainebleau, y el 28 se embarcó en Fréjus en una fragata inglesa en dirección a la isla de Elba , donde permanecería retirado hasta marzo del año siguiente, cuando tomó nuevamente rumbo a París para comenzar el período de los Cien Días. Los aliados saludaban la vuelta a París del conde Artois, hermano menor del rey decapitado, en calidad de “gobernador del reino”. El regente de Inglaterra hizo suya la causa de la restauración de los Borbones. El Zar dejaba al país la libertad de elección. El 6 de abril de 1814 hay un nuevo rey Luis XVIII que le otorgo al pueblo francés la “Carta Constitucional”. Talleyrand, antiguo ministro de Napoleón, y ahora ministro de Asuntos exteriores de Luis XVIII, suscribía el tratado de paz de las potencias aliadas a la Francia vencida. Una de sus cláusulas estipulaba que el 1 de agosto de aquel año se reuniría en Viena un congreso internacional encargado de dar solución definitiva a todos los problemas políticos y territoriales relativos a los distintos países europeos. Los representantes de Francia quedaban autorizados para asistir a dicho congreso. 1º Paz de París 30 de mayo de 1814, no exigía ninguna indemnización y Francia volvía a sus límites del 1º de enero de 1972.

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El congreso de Viena (octubre de 1814 a junio de 1815)

Actitud de Alejandro hacia los miembros principales del Congreso: En abril y mayo de 1814 Rusia era incontestablemente el Estado más poderoso en una Europa continental arruinada y desangrada por la guerra. Por esos motivos Metternich hizo todo lo posible para retardar la apertura del Congreso hasta el otoño a fin de que Austria pudiera reponerse. Alejandro consintió en esta demora. Alejandro no sentía grandes deseos de colocar a Luis XVIII en el trono vacante de Francia. Cuando, a pesar de todo, ocurrió esto, el zar insistió enérgicamente en la necesidad de conceder a Francia una carta constitucional, estaba convencido de que los Borbones serían barridos por una nueva revolución si en el país no era establecida una Constitución que obrase a modo de pararrayos.

La intervención de Talleyrand: Una semana antes del comienzo del Congreso llega Viena Talleyrand, ministro de Asuntos Exteriores de Luis XVIII. A su llegada a Viena sabía ya qué problema ocuparía la atención del Congreso. Era la complica cuestión de Sajonia y Polonia. Alejandro cuyas tropas habían ocupado el Gran Ducado de Varsovia, no se recataba en decir que no lo cedería a nadie. Federico-Guillermo pedía compensaciones. Talleyrand comprendió que era allí donde más le convenía presentar combate, combate que el necesitaba para conseguir su principal objetivo: destrozar la alianza de Chaumont.

El principio de legitimismo: Europa representada en el Congreso por sus soberanos y sus diplomáticos, debía, al proceder a la redistribución y a la modificación de las fronteras territoriales, dejar intacto todo lo que existía legítimamente antes de la dar comienzo a las guerras revolucionarias, es decir, antes de 1792.

Problema de Polonia y Sajonia Talleyrand después de su llegada a Viena fue invitado a una reunión de representantes de las cuatro “grandes” potencias. Criticó la palabra “aliados”, “si las potencias aliadas existen todavía, yo estoy de más aquí”. A principios de octubre de 1814, Talleyrand se presentó ante Alejandro y expuso su “principio de legitimismo”. Alejandro debía renunciar a la parte de Polonia que no pertenecía a Rusia antes de las guerras

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revolucionarias, y Prusia debía abandonar sus pretensiones sobre Sajonia. “Prefiero la guerra” declaró Alejandro. Alejandro le manifestó a Castlereagh que había decidido “corregir el error moral cometido por el reparto de Polonia”. No pretendía reunir todas las partes de la antigua Polonia inmediatamente, sólo hablaba del territorio que estaba ocupado por sus tropas. Allí se crearía el reino de Polonia, del que él sería monarca constitucional. Para Castlereagh la constitución que el zar proponía era demasiado “liberal”. El Gobierno austriaco temía la creación de un régimen liberal en Polonia, y lo que estimaba un incremento excesivo del poderío de Rusia, mediante la anexión de la mayor parte de los territorios polacos. El canciller austríaco sugirió inmediatamente a Castlereagh dar a entender al representante prusiano, Herdenberg, que Austria e Inglaterra estaban conformes con entregar toda Sajonia al rey de Prusia. A cambio de ello, Prusia debía hacer traición a Alejandro inmediatamente, adherirse a Austria e Inglaterra y, junto a ellas, impedir que el zar se apodere de Polonia. De este modo Sajonia serviría para pagar la traición del rey de Prusia a Alejandro. Federico Guillermo III se negó a aceptar este plan. Estimó preferible poner a Alejandro al corriente de todo, a fin de mostrarle toda la nobleza de sus intenciones. El zar llamó a Metternich y se explicó con él con toda la franqueza.

Acuerdo secreto de Austria, Francia e Inglaterra contra Rusia y Prusia ( 3 de enero de 1815) Los trabajos del Congreso, frenados por las grandes luchas internas no avanzaban. Talleyrand cambió de tácticas. En los deseos de impedir por un lado el fortalecimiento de Rusia y de poner a coto a la influencia que había ganado con la victoria contra Napoleón y por el otro impedir el fortalecimiento de Prusia que era un país enemigo y vecino de Francia, se alió secretamente con Castlereagh y Metternich. El 3 de enero de 1815 firmaron el acuerdo las tres potencias, se comprometían en si una de las altas partes contratantes es amenazada por una o varias potencias a acudir en ayuda con un ejército de 150.000 hombres cada una. También se comprometían a no concluir por separados tratados de paz con los enemigos. El zar no quiso enemistarse con las tres potencias, cedió y Prusia recibió solamente una parte de Sajonia.

Organización de la Confederación germánica (1815) El Congreso se consagró seguidamente a poner el orden los asuntos alemanes. No hubo grandes discusiones. Se decidió crear una organización “Confederación Germánica”, la cual debía representar una barrera contra eventuales avances de Francia hacia el Rin y, al mismo tiempo, asegurar a Austria la hegemonía dentro de Alemania.

Los cien días (20 de marzo- 28 de junio de1815) El 1º de marzo Napoleón había desembarcado en Francia, el 20 de marzo de 1815 hacía su entrada en París. El Imperio quedaba restablecido. Los rumores de desacuerdos que desgarraban el Congreso habían contribuido a la decisión que Napoleón tomó de abandonar la isla de Elba. El despacho del rey, que había huido de la capital, fue tomado por Napoleón, donde encontró el acuerdo secreto del 3 de enero de 1815. Napoleón envió un correo a Viena con la orden de entregar el documento al emperador Alejandro. El zar recibió la visita de Metternich, quien desde el momento mismo de la vuelta de Napoleón esperaba sobre todo del zar la salvación de Europa. Y a pesar del acuerdo secreto, el miedo a Napoleón se impuso, y Alejandro se consideró obligado a manifestar a Metternich que, a pesar de todo, tenían un enemigo en común, y que ese enemigo era Napoleón. Después de la derrota en Waterloo, el 18 de junio de 1815, se produjo la segunda restauración de los Borbones en Francia. Luis XVIII entró de nuevo en París. Castlereagh juzgó absurdo eliminar a Francia, por dos razones: necesitaba a Francia para contrarrestar la influencia rusa; además un exceso de rigor en la política aliada podía impulsar a los desesperados franceses a una nueva revolución. Se firma la 2º Paz de París el 20 de noviembre de 1815, favorable para Francia, aunque no tanto como en 1814.quedaría reducida a sus fronteras de 1789, lo que significaba que el Sarre era incorporado a Prusia; pagaría 700 millones de francos como reparaciones de guerra y restituiría los tesoros artísticos confiscados por los ejércitos de la república y del imperio. Además un ejército aliado de 150.000 hombres ocuparía

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durante cinco años el norte del país. Como complemento de ésta paz se produce una renovación del pacto de Chaumont. El Nuevo Mapa de Europa tras el Congreso de Viena Unos días antes de Waterloo, el 9 de Junio de 1815, tenia lugar la ultima reunión del Congreso de Viena y se firmaba el “Acta Definitiva, que se componía de 121 articulos y 7 apendices. Los miembros del Congreso creain haber realizado algo muy solido. a En el aspecto geográfico, las potencias centraron su atención en conformar Estados nacionales más fuertes, con un territorio más extenso y de mayor volumen demográfico, para prevenir cualquier intento expansionista como el que habían experimentado con Francia, que tratara de dominar otra vez Europa. El mapa continental europeo fue reconstruido como un gran rompecabezas que benefició particularmente a los países anti-napoleónicos: Austria y Rusia se configuraron como las grandes potencias continentales, al lado de Gran Bretaña que consolidó su expansión oceánica, y Prusia que, aun con su territorio dividido, aumentó su poder en la zona del mar Báltico y dentro de la Confederación Germánica recién formada. Otros aspectos relevantes del mapa geopolítico de 1815 fueron la formación de una barrera para mantener el control de Francia y la creación de naciones artificiales mediante la unión de pueblos diferentes, como por ejemplo los belgas con Holanda, lo cual terminó drásticamente con sus expectativas nacionalistas. Gran Bretaña: Fue la primera beneficiaria, ya que se le reconoció su rango de primera potencia marítima al asegurar su hegemonía sobre el mar Mediterráneo, mediante el dominio de las posiciones de Malta, las islas Jónicas y Gibraltar, así como de otras bases fuera de Europa, como El Cabo y Ceilán para controlar la ruta de la India y el refuerzo de sus posesiones en las Antillas, para favorecer el comercio americano. Austria: Logró concentrar su poder en el norte de La Península Itálica al obtener el reino Lombardo-Veneto e imponer príncipes austriacos en los tronos de los ducados de Parma, Módena y Toscana; también consiguió una salida al mar Mediterráneo al iricorporarsé las provincias llíricas. Con las posesiones en Alemania garantizó la intervención de su emperador en tos asuntos de la recién creada Confederación Germánica. Prusia: Quedó dividida y formó parte de la Confederación Germánica. Recuperó la orilla izquierda del Rin con la anexión de Renania, una zona fronteriza con Francia. De este modo Prusia a pesar de la resistencia de Talleyrand y Metternich salía bastante robustecida gracias al apoyo del Zar y también de los diplomáticos ingleses en el Congreso. Aunque Prusia quedaba partida en dos muy poco después de 1815 empezo a acumular fuerzas hasta convertirse en un vecino peligroso. Confederación Germánica: Quedó formada por 39 Estados, de los cuales Prusia y Austria fueron los más poderosos Rusia: Obtuvo Finlandia antigua posesión sueca, Besarabia y una gran parte de Polonia Suecia: Perdió Finlandia, pero fue compensada con Noruega. Lo anterior para evitar que Dinamarca controlara los accesos al mar Báltico. Francia: Redujeron su territorio y se estableció una barrera con Estados tapón en torno a ella: aL norte el Reino Unido de Los Países Bajos con la incorporación de Bélgica a Holanda; al este con la anexión de Renania a Prusia y la Confederación Suiza, y al sur el reino Piamonte-Cadeña. Península Itálica: Quedó dividida en siete Estados: al norte los reinos de Piamonte ~ Lombardía-Veneto; al centro tos ducados de Parma, Módena y Toscana, y Los Estados Pontificios; al sur, el reino de Dos Sicilias que devolvieron a los Borbones de Francia.

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Este trabajo de reorganización geopolítica provocó una serie de problemas que mantuvieron un clima de fuerte tensión en la vida de los europeos durante la mayor parte del siglo XIX, entre ellos: Rivalidades cada vez más acentuadas entre las potencias. Sometimiento de algunos pueblos como: Irlanda a Inglaterra, Bélgica a Holanda, Noruega a Suecia, y Polonia a Austria, Prusia y en su mayor parte a Rusia, sin tomar en cuenta sus intereses y características étnicas y culturales. Esta situación impulsó el desarrollo del sentimiento nacionalista. Hubo conformación plurinacional de dos imperios: - Austriaco, donde convivían alemanes, italianos, checos, croatas, eslovenos, y húngaros, entre otros. - Otomano, integrado por turcos, griegos, búlgaros, servios y albaneses, entre otros. • División política de los territorios de los pueblos italiano y alemán, los cuales serían las semillas de los futuros movimientos nacionalistas con carácter de unificación. El acta definitiva del Congreso fue acompañada de otros decretos como los que garantizaban la neutralidad de Suiza y la libre navegación de los ríos de Europa. Los aliados, satisfechos de su labor en los aspectos político y geográfico, establecieron el compromiso de reunirse periódicamente para decidir las medidas necesarias para mantener la paz europea, en caso de que las corrientes revolucionarias volvieran a alterar a Francia y amenazaran la paz de los demás Estados. En conclusión, el Congreso de Viena fue la primera conferencia de paz moderna; un intento no sólo de resolver todas las cuestiones pendientes en el continente europeo, sino también de preservar la paz sobre una base permanente. Sus procedimientos fijaron la pauta de las futuras conferencias internacionales, que todavía en la actualidad se conservan como medio para establecer acuerdos entre las naciones. La Santa Alianza Las reuniones del Congreso de Viena fueron interrumpidas por el regreso de Napoleón a Francia y su Imperio de los Cien Días, y se reanudaron hasta la derrota definitiva de éste en Waterloo. Fue entonces, en el contexto de la Segunda Paz de París, en noviembre de 1815, y antes de que se disolviese el Congreso de Viena, que el zar Alejandro I realizó una propuesta particular, crear una Santa Alianza para prevenirse de otra amenaza revolucionaria. Ésta fue pensada como una fuerza solidaria de intervención integrada por tropas de Austria, Prusia y Rusia, con el compromiso de: • Mantener el orden absolutista en Europa. • Defender de los principios cristianos.

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• Reprimir por medio de la intervención armada, los movimientos liberales y revolucionarios que en cualquier país podían alterar la situación política de la Restauración. La Santa Alianza fue un acuerdo que principalmente llevó a la práctica el ministro austriaco Metternich. Otro pacto fue la Cuádruple Alianza, que firmaron Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra para vigilar a Francia, durante veinte años, y sostener en el poder al rey francés de la casa de los Borbones, Luis XVIII. Con estas alianzas, se concretó un sistema de relaciones internacionales que resultó eficaz, al basarse en la llamada “práctica de los Congresos”, mismos que llevaron a cabo periódicamente para vigilar que se respetaran los intereses comunes de la Europa de la Restauración. Durante los Congresos que se desarrollaron entre 1818 y 1822, las discusiones giraron en torno a las medidas a emprender ante las inquietudes y desórdenes de tipo liberal o nacionalista que surgieron y fueron extendiéndose rápidamente. De esta forma se ensayó por primera vez un sistema de ordenación internacional, con base en el acuerdo de las potencias, el cual, modificado, ha llegado hasta nuestros días. Un sistema basado en el principio de que los problemas que afecten mundialmente serían analizados y las soluciones decididas en forma colectiva por los países más poderosos. Segunda Restauración: Luego de Waterloo y la derrota definitiva de Napoleón, Alejandro I y Castlereagh (GB) invocaron los intereses colectivos de Europa y pretendieron asegurar su conservación. Uno era el autor del Pacto de la Santa Alianza (Austria – Prusia y Rusia, 26 de septiembre de 1815) y el otro, el promotor del Pacto de Garantía (20 de noviembre de 1815). Castlereagh deseaba mantener la solidaridad entre los vencedores en interés de Gran Bretaña y para impedir cualquier iniciativa de desquite francés; pero deseaba, también, encuadrar a Rusia, cuyas ambiciones temía. El medio para ello era renovar el tratado de Chamount con las modificaciones a que obligaba la restauración en Francia. Esta era la sugerencia inglesa en octubre de 1815: una alianza de los cuatro contra Francia. Durante las negociaciones con los aliados Alejandro sugirió que el acuerdo fuese considerablemente ampliado: las cuatro potencias se garantizarían mutuamente el conjunto de sus posesiones; afirmarían también el derecho de ejercer una vigilancia en los asuntos interiores de los Estados y a intervenir colectivamente para reprimir las tentativas revolucionarias. Para coordinar su acción los gobiernos de los cuatro Estados celebrarían conferencias periódicas. Tales concepciones resultaban demasiado amplias y vagas para el gusto de Castlereagh. El gabinete inglés se limitó a una garantía colectiva de las fronteras fijadas por el segundo tratado de París y rechazó el proyecto de una intervención colectiva destinada a garantizar la estabilidad al interior de los Estados. Sólo debía intervenirse en caso de que la paz general fuera amenazada por revueltas revolucionarias. Del programa Ruso se retuvo la idea de reunir conferencias entre los representantes de los estados vencedores. La oposición de Gran Bretaña al proyecto Ruso bastó para hacerlo fracasar, Metternich (Austria) no apoyó las sugerencias del Zar, desconfiaba de la política rusa y no quiso proporcionarle medios para intervenir. El tratado del 20 de noviembre de 1815 estaba de acuerdo con el proyecto inglés: iba únicamente dirigido contra Francia. Las cuatro potencias signatarias formaron una liga permanente para asegurar el respeto del segundo tratado de París, y, en aquella inteligencia ponían de nuevo en vigor las estipulaciones de los tratados del 1 de marzo de 1814 y de 25 de marzo de 1815, y decidieron que “Napoleón y toda su familia” quedarían “excluidos para siempre” del trono francés. Para el caso en que los principios revolucionarios desgarraran de nuevo a Francia y amenazaran la tranquilidad de otros Estados acordaron concertar entre ellos y con su Majestad Cristianísima las medidas que estimen necesarias para la seguridad de sus respectivos Estados y para la tranquilidad general de Europa. El Art. 6 añadía para consolidar las mutuas relaciones, los cuatro soberanos o sus ministros celebrarían conferencias en las que se examinarían las medidas adecuadas no solamente para el mantenimiento de la paz, sino acerca de los grandes intereses comunes, especialmente el reposo y la prosperidad de los pueblos. Los cuatro estados entraron en el compromiso mutuo de oponerse a toda tentativa que pudiera realizar Francia con vistas a la modificación de

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sus fronteras. Este compromiso preveía solamente un concierto, no una verdadera alianza. En cuanto a las fronteras de los otros grandes estados, no fueron objeto de ninguna garantía colectiva. La innovación fue la institución de conferencias periódicas en las que los cuatro gobiernos intercambiarían sus puntos de vista sobre todas las cuestiones. Aquel concierto de las grandes potencias implicaba la idea de un control que podrían ejercer de común acuerdo con vistas a mantener la paz. Las soluciones propuestas no tuvieron otro objetivo que confirmar la preponderancia de las grandes potencias victoriosas, todo lo más, consistían en un esbozo de directorio, no un preludio de esfuerzo de organización inspirado en ideas federativas. Sin embargo, no fue Francia la que opuso las dificultades mas serias a la política de los aliados, sino los movimientos revolucionarios de Italia y de España, así como las simples amenazas de revueltas en Alemania. La prudencia de Francia (Luis XVIII) constituyó una sorpresa para los aliados. El deseo unánime de estos era ver en el poder a los elementos realistas moderados. La presencia en el poder del duque de Richelieu les satisfacía. Richelieu poseía la confianza personal del Zar, fue aceptado de buena gana porque tenía reputación de ser moderado y leal. Cuando los ultrarrealistas lograron mayoría, Inglaterra y Rusia se pusieron de acuerdo para aconsejar a Luis XVIII la disolución de la misma, las nuevas elecciones dieron mayoría a los moderados. La situación interior de Francia parecía, pues, afirmada en 1817 en el sentido que los aliados deseaban. El duque de Richelieu aprovechó para tratar de establecer la independencia de la política exterior francesa. Tenía dos objetivos: obtener la evacuación del territorio (sin tener que esperar el plazo fijado por el segundo tratado de Paris) y conseguir la admisión de Francia en el concierto europeo. La evacuación anticipada del territorio la consiguió con el argumento de que las cargas financieras, materiales y morales contribuyen al descontento y resentimiento contra el vencedor, favoreciendo el resurgir del espíritu revolucionario. En la Conferencia de Aquisgrán (1818), primera de las reuniones previstas por el tratado, los aliados aceptaron la retirada de las tropas de ocupación. Sin embargo, la desconfianza de los aliados parecía impedir la admisión de Francia en el grupo de las potencias dirigentes. Rusia deseaba hacer entrar a Francia para que sirva de contrapeso a Austria e Inglaterra. Gran Bretaña se negaba, temía una colaboración ruso-francesa, este temor era compartido por Austria y Prusia. Finalmente en Aquisgrán se acepta mantener la cuádruple alianza y se admitió a Francia en las conferencias previstas. El gobierno de Luis XVIII tendría ocasión de desempeñar su parte en las deliberaciones relativas a las cuestiones europeas y hacer valer la ayuda que, en caso de divergencias mutuas, pudiera prestar a uno u otro. En el momento en que se esfumaba en Francia el temor de una explosión, aumentaron las amenazas en otros puntos del continente. No fueron sino obra de grupos restringidos, de sociedades secretas, no obstante, la coincidencia de estos desórdenes parecía indicar cuán precarias eran las restauraciones de los regímenes políticos. En Alemania el movimiento liberal obtuvo éxito en el reino de Baviera y en el Gran Ducado de Baden, cuyos soberanos establecieron un régimen constitucional; el movimiento nacional se manifestó en los medios universitarios. En Italia, reaparecieron amenazas en Nápoles (julio de 1820) y en Turín (marzo de 1821). El movimiento revolucionario agrupó a antiguos oficiales del ejército napoleónico y a miembros de las profesiones liberales. En España, el absolutismo de Fernando VII sucumbió, en febrero de 1820; un movimiento revolucionario, dirigido por la Junta de Oficiales, impuso al rey un régimen constitucional. En julio de 1822, los partidarios de la monarquía intentaron un golpe de fuerza; fracasaron delante de Madrid, pero formaron un gobierno en el Norte de la península, mientras que Fernando estaba prácticamente prisionero de los liberales. Ninguno de estos movimientos revolucionarios afectó el estatuto territorial establecido por los tratados de 1815 pero el orden social y político se veía amenazado. Todo ello fue motivo para confirmar la preocupación sentida por Alejandro I, y la proposición rusa volvió a ser atendida, aplicándose la política de intervención. Por tres veces – en el congreso de Troppau (1820), en el de Laybach (1821) y en el de Verona (1822) – las potencias se lanzaron por el camino que había indicado el Zar (no obstante las reticencias de Gran Bretaña): Austria fue encargada de una intervención armada contra la revolución en Nápoles en interés del orden europeo; Francia mediante intervención armada fue la encargada de restaurar en España el poder de Fernando VII.

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La revolución de Nápoles amenazaba directamente los intereses austríacos, por el tratado secreto del 21 de Junio de 1821 Austria había prometido no adoptar reforma política alguna sobre las instituciones monárquicas tradicionales, el abandono comprometería toda la influencia austríaca en Italia. En la cuestión alemana se aseguró mediante un acuerdo con Prusia y los príncipes alemanes la base de la represión. En ambos casos el canciller austríaco estaba dispuesto a reestablecer el orden por sus propios medios; pero el Zar aprovechó la ocasión para adoptar su plan de intervención colectiva: la política rusa se encargó de dar a este asunto su carácter europeo. Alejandro en el fondo deseaba impedir a Austria que desarrollase libremente su acción en Italia. El método del Congreso le servía para obtener una contrapartida en beneficio de los intereses Rusos. Austria realizó bajo las apariencias de un “mandato europeo” que no le molestaba, la intervención que por su propia iniciativa hubiera realizado con gusto. A finales de febrero de 1821 el ejército austríaco reestableció en Nápoles la autoridad absoluta de Fernando I y reprimió la insurrección liberal piamontesa. Por otro lado, el gobierno Francés quería mostrar que era capaz de volver a ocupar un rango militar en Europa, buscaba restaurar la potencia política de Francia. La cuestión española fue planteada en el Congreso de Verona el gobierno francés no estaba dispuesto a adoptar iniciativa alguna, ni a solicitar ni a aceptar un mandato, buscaba reservar la libertad de acción de Francia en esta cuestión. Por pura necesidad se convirtió en mandatario de las potencias (se vio obligado ante la resistencia inglesa a la intervención, Francia quería asegurarse no quedar aislada). Durante todos aquellos congresos el interés europeo fue solo cuestión de palabras: de hecho, sólo contaban los intereses particulares de los estados. En 1823 se rompió, definitivamente, la solidaridad proclamada ocho años antes por las grandes potencias y que, en apariencia por lo menos, se había mantenido hasta entonces. Gran Bretaña desautorizó la política de intervención, aunque, por el estado de sus fuerzas militares, no pudiera oponerse efectivamente a ella. No cabía mantener, el concierto europeo en los asuntos continentales.

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Capítulo II - Olas Revolucionarias de 1830 y 1848

Revolución Paris 1830: muere Luis VXIII, asume su hno Carlos X quien era ultraconservador y se apoyaba en la iglesia, 1828 parlamento mayoría liberal que se oponía a las medidas de Carlos X, por lo tanto intenta restablecer el absolutismo a través de las _ordenanzas de Julio_ que disolvía la cámara de diputados y otras medidas restrictivas. Debido a revueltas populares abdica y se va a Inglaterra. Ante el temor de una revolución desembocara en un nuevo terror la burguesía moderada impuso la solución ornealista, a través de un pacto en entre el rey y el pueblo el duque Felipe de Orleans fue nombrado Rey de Francia. Se amplió el sufragio ye l parlamentarismo, aprobando libertad de prensa, separación de la iglesia y el restablecimiento de la guardia nacional. Por lo tanto fue un triunfo de las ideas liberales y la vuelta de la bandera tricolor Movimientos revolucionarios de 1830 a 1832 en Europa La revolución parisiense de junio de 1830 y la caída de la dinastía, restaurada en 1814 por voluntad de los aliados, constituyeron la primera brecha en el estatuto establecido en 1815. En toda Europa los adversarios del mismo miraban hacia Francia, a la que esperaban ver reemprender las tradiciones revolucionarias. Los primeros actos de Luis Felipe despertaban esa esperanza, que la política del Rey de los franceses desmentiría pronto. Los movimientos revolucionarios en gran parte del continente se asociaban con las aspiraciones del liberalismo político y las del sentimiento nacional. Pero el alcance internacional de dichos movimientos era muy diferente. Para comprenderlo es preciso tener en cuanta las fuerzas profundas de cada movimiento. La crisis Belga Los tratadas de 1815 habían constituido el Reino de los Países Bajos, que agrupaba, bajo la dinastía Orange-Nassau, las provincias Belgas como “barrera” contra Francia. El Rey Guillermo I debía hacer convivir poblaciones cuyas costumbres, tradiciones y religiones eran diferentes. Talleyrand había dicho en 1815: “no existen Belgas, sino valones y flamencos”. Opinión que era confirmada por la diferencia de leguas y estructura social de los grupos. El reino de los países bajos se hundió en 1830 bajo el impulso de los belgas que obtuvieron su independencia. ¿Cuáles fueron las causas de este movimiento revolucionario? ¿Cómo se unieron flamencos y valones contra los holandeses? Aquí es donde puede verse la formación de un sentimiento nacional. Se descartan los móviles religiosos. ¿Móviles políticos? El gobierno de Guillermo quería afirmar la preponderancia de los holandeses en el Estado, a pesar de su inferioridad numérica. Flamencos y valones reclamaban una representación parlamentaria proporcional al número de habitantes. El país valon tenía una burguesía liberal activa y numerosa mientras que los flamencos eran caracterizados por un clero conservador. La cuestión escolar constituyó un obstáculo desde mucho tiempo atrás; los liberales eran partidarios de conceder al Estado el monopolio de la enseñanza, lo cual no podía ser aceptado por el clero católico. Hasta 1829 no se atenuaron estas diferencias: un grupo de jóvenes liberales del país valon aceptó subordinar sus preferencias religiosas a sus reivindicaciones políticas. En consecuencia se hizo posible el acuerdo entre liberales y católicos. Aquello era el unionismo. En lo sucesivo los dos grupos tendrían un programa común: libertad de enseñanza, libertad de prensa y libertad electoral, para establecer un régimen verdaderamente representativo. ¿Qué parte hay que conceder a las cuestiones económicas y sociales en el desarrollo de aquella oposición? El progreso industrial había sido una de las grandes preocupaciones de la política real, pero tal modernización de la producción había sido, sobre todo, obra de los belgas, y en ella apenas habían participado los holandeses. En Valonia, los industriales que habían tenido que hacer frente a la competencia inglesa, se quejaban del régimen aduanera de los países bajos, y deseaban disponer de medios para ejercer influencia sobre la legislación aduanera; por lo tanto se impulsaba las reivindicaciones del liberalismo político y la

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oposición al régimen holandés. Pero otra parte de esta burguesía favorecía el statu quo, deseaban que subsistiese la unión de las provincias belgas a Holanda ya que aseguraba la libertad de trafico en las bocas del Escalda, ni tampoco querían perder el mercado con las colonias holandesas; por lo tanto en muchos casos no deseaban la independencia del país belga sino solo un régimen de separación política, administrativa y financiera, la cual dejase subsistir la soberanía del rey de los países bajos, salvaguardando así la unidad económica de los territorios belgas y holandeses. Los acontecimientos en Francia abrieron nuevas perspectivas. Pero la revolución no se desencadeno de un solo golpe; las revueltas de Bruselas en agosto de 1830 que obligaron a la guarnición holandesa a retirarse, solo eran una manifestación de origen social. La Liberación Nacional se convirtió en el objetivo. La formación de un gobierno provisional belga fue anuncio de la declaración de la independencia, que se hizo efectiva el 4 de octubre. Una asamblea constituyente decidió el 22 de noviembre 1830 que el nuevo estado sería una monarquía constitucional. ¿Sería reconocida la independencia por las potencias que habían juzgado necesario crear el reino de los países bajos? Guillermo I se dirigió a Prusia Rusia Austria y GB solicitando su ayuda armada para reprimir la rebelión de los belgas. Las repuestas de los gob ruso y prusiano fueron en principio favorables, pero uno y otro subordinaron su intervención a una acción colectiva de la potencia que en 1815 se habían comprometido a “mantener el Reino de los Países Bajos”. Y Metternich, aunque favorable a una política de intervención, no deseaba comprometer las fuerzas austriacas a tan gran distancia, porque se hallaba inquieto por la situación italiana. Por lo tanto solo brindó un apoyo moral. En consecuencia no se produjo la solidaridad de las potencias continentales. Prusia y Rusia no quisieron comprometerse solas, porque sabian que su intervención armada provocaría una intervención de Francia en beneficio de los belgas. Luis Felipe veía en la disolución del Reino de los Países bajos, formado contra Francia, una satisfacción para el amor propio de los vencidos en 1815. A finales de agosto el gob. francés se declaró a favor de una política de no intervención. Francia no ayudaría al levantamiento belga, a condición de que ninguna otra potencia apoyase al rey de los Países Bajos. Para GB era necesario evitar una intervención armada de Rusia y Prusia la cual provocaría una respuesta francesa. Victoria francesa o victoria rusa, ninguna de las dos resultaría deseable para Inglaterra. El 3 de octubre el gob. Ingles sugirió la reunión de una conferencia internacional. En esta decisión, que hacia predecir un arreglo pacifico, la actitud de GB fue decisiva. Por protocolo el 20 de noviembre las potencias reconocieron la independencia del estado belga. La oposición rusa fue paralizada en aquel momento por la insurrección polaca. La conferencia internacional estuvo dominada por la política inglesa, la cual decidió que el nuevo estado belga sería neutral a perpetuidad y que las potencias signatarias garantizarían tal condición. Era una precaución de GB contra Francia, pero también un medio para tranquilizar al rey de los países bajos . se fijaron los limites territoriales al que no se incorporaban Luxemburgo ni Limburgo.. el gobierno Frances no emitió objeción. En junio de 1831 el Congreso nacional se decidió a llamar al trono a Leopoldo de Sajonia-Coburgo. La política inglesa triunfó. El rey de los países bajos intento una reconquista en 1831, pero no lo logro ya que Luis Felipe envió un cuerpo expedicionario contra los holandeses. El mas claro resultado de la aventura fue que el reino de Bélgica obtuvo una parte de Luxemburgo y otra de Limburgo. Lo importante era que aquel primer ataque al estatuto territorial de 1815 hubiera podido resolverse pacíficamente. El gabinete ingles fue realista, renunciando a la concesión de una barrera contra Francia y aceptando la independencia belga bajo la garantía de neutralidad. Por su parte Luis Felipe no quiso ceder a las suplicas de la opinión publica, aprovechando la ocasión para modificar los tratados e 1815.Esto se convirtió a fin de cuentas, en motivo de una aproximación franco-inglesa. La insurrección Polaca. En la Polonia rusa, que en 1815 había recibido estatuto liberal, el dominio del Zar se ejercía en condiciones particulares: la Constitución concedida por Alejandro I, garantizaba la libertad individual, de prensa y la del culto católico; no había impuesto a los jóvenes el servicio miliar ruso. El Zar había tomado precauciones,

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reservando a su representante, el virrey, la iniciativa de las leyes y colocando un general ruso al frente del ejército polaco. Después de 1820 había violado alguno de sus compromisos y estableció la censura de prensa. ¿Porque las protestas llevaron a la insurrección de 1830? Ni las causas sociales ni económicas o religiosas parecen haber desempeñado un papel importante en los orígenes del movimiento. La única causa del movimiento fue el deseo de recobrar la independencia, la conciencia nacional, el patriotismo polaco no podían aceptar el dominio extranjero. No se trataba sin embargo de un movimiento de masas, los partidarios de la insurrección no formaban más que una minoría, reclutada entre miembros de la nobleza media o de la burguesía intelectual constituida por jóvenes influidos por el romanticismo y las idea liberales de la Europa occidental. En cambio la alta burguesía (consientes de las dificultades de la empresa) solicitaban el cumplimiento por parte del gobierno ruso a la Constitución de 1815. Los jefes de movimiento creían poder triunfar por medio de un golpe de audacia. Pensaban eliminar por la fuerza al virrey y a las autoridades rusas de Varsovia, y sustituirlos por un gobierno polaco. El 21 de noviembre de 1830 se expulsó al virrey que ni siquiera intentó resistirse. Pero ¿con que oportunidades de éxito contaba el movimiento? La sola esperanza era la ayuda que pudiesen prestar a la insurrección los movimientos revolucionarios de Europa. Prusia y Austria que tenían provincias polacas no podían desear el triunfo del movimiento. A comienzos de 1833 cerraron sus fronteras para impedir que se suministraran armas. La opinión publica inglesa era favorable la movimiento polaco porque iba en contra de Rusia; pero el gobierno se mostraba mas reticente pensando que el éxito de aquel sería beneficioso para la influencia francesa. ¿Y Francia? En ella depositaban la esperanza los patriotas polacos. Pero el gobierno Frances- el partido del movimiento- señalo los limites de sus intenciones: deseaba que los estados no interviniesen contra las revueltas, si este principio de no intervención no era respetado, no se opondría a la acción de las otras potencias sino en las regiones vecinas de Francia. Los polacos quedaron solos. Antes de desaparecer, el gobierno provisional atribuyó su derrota a las potencias occidentales. Los jefes de la insurrección polaca no querían acordarse de que habían proclamado la independencia sin haber obtenido de París o Londres ninguna promesa. No obstante la abstención de las potencias y el fracaso final (las tropas rusas se apoderaron de Varsovia el 7 sep 1831) esta crisis polaca fue un acontecimiento de gran alcance en las rel int. Su resultado inmediato consistió en paralizar la política exterior del Zar en 1831,sin ella la cuestión belga podría haber tomado otro rumbo. Pero sus consecuencias a largo plazo no fueron menos importantes para Rusia y para Europa: el Zar se inquietaba de continuo ante el pensamiento de una nueva insurrección. Y aunque suprimió la constitución de 1815, mediante el cierre de las universidades de Varsovia y de Vilna, la formación de una clase intelectual, se vio obligado en todas las horas difíciles de su política exterior a contar en lo sucesivo con un posible despertar del movimiento nacional polaco. Los movimientos liberales y nacionales en Italia y Alemania (1831-1832) Las repercusiones de la revolución de Paris de julio de 1830 tuvieron distinto alcance en Italia y en la confederación germánica que en Bélgica y en Polonia. La oposición al régimen establecido en los estados italianos fue obra de las sociedades secretas, la más activa: la de los carbonari. La insurrección que estalló en febrero 1831 en la Romaña fue un movimiento liberal dirigido contra los métodos de la administración pontificia. Y se extendió a los ducados de Módena y Parma con el mismo carácter: un esfuerzo para abatir el absolutismo de los príncipes. El asunto tomo carácter internacional por la intervención de Austria, en 1831 Metternich deseo desarticular el movimiento revolucionario en el estado pontificio. El consideraba que la existencia de regimenes absolutistas en los estados italianos resultaba beneficiosa para los intereses austriacos, quizás, también, al conceder su ayuda armada al poder del papa se aseguraba una influencia en la política espiritual de la Santa Sede. Aquella iniciativa inquieto al gobierno francés que quería poner un contrapeso a la influencia austriaca en la península.

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La intervención francesa en Ancona hizo concebir a los revolucionarios italianos la esperanza de un apoyo exterior y animó a los carbonari a la ampliación de sus objetivos: soñaban con provocar en toda la península una gran insurrección para conseguir la expulsión de los austriacos y la fusión de los estados italianos en un solo cuerpo de nación.¿ que oportunidades tenía de conseguirlo? Los dos únicos estados que poseían un ejercito y no se encontraban bajo un dominio directo de Austria (las 2 Sicilias y Piamonte-cerdeña) desearían poder eliminar de la península la influencia de Austria, pero deseosos de no comprometer su autoridad real, aquellos dos soberanos temían los movimientos liberales por lo tanto no vacilaron en sacrificar sus anhelos de independencia a sus intereses dinásticos. El desembarco en Ancona del gob francés tenía la intención de solamente destruir la influencia austríaca en el estado pontificio. Pero su intención no era favorecer un movimiento de independencia italiano En Alemania las repercusiones de la revolución francesa de 1830 fueron menos sensibles que en Italia. Los movimientos liberales de sajonia, las manifestaciones en la provincia renana de Prusia y las revueltas en Hannover en 1831 fueron esporádicas y no estaban ordenadas. Pero el espectáculo del esfuerzo de la Polonia rusa despertó pronto, entre los intelectuales, el deseo de preparar el camino a la unidad alemana. Por primera vez luego de 1815, aquellas manifestaciones nacionales fueron manifestadas públicamente, los promotores de esta manifestación soñaban con organizar una logia nacional, es decir, una especie de gob provisional alemán, rival de la Dieta germánica, pero renunciaron a ello porque dijeron que no habían recibido mandato popular. Metternich consintió que Prusia realizase la unión aduanera de los estados alemanes. El 1 de enero de 1834 nació la Zollverein de la que Austria no entró a formar parte . No obstante las amenazas para la paz general, estos movimientos revolucionarios no fueron causa de conflicto entre las potencias. La explicación principal debe buscarse en la política francesa, en la voluntad de Luis Felipe, que habiendo sido elevado al trono por los partidos o grupos políticos que reclamaban una política exterior emprendedora y deseaban la abolición de los tratados de 1815, no cedió a la presión de la opinión pública, ya que consideraba que Francia no podía exponerse al peligro de una guerra general. Ya que tenia sus fuerzas armadas empeladas en Argelia. Las revueltas entre 1831-1834 tuvieron como consecuencia promover el reestablecimiento de la colaboración entre las tres grandes monarquías absolutas, que reavivaba los acuerdos de la Santa Alianza. El 6 de sep de 1833 Metternich solicitó en la entrevista de Munchengratz, de acuerdo con Prusia, el apoyo de Rusia a la política de represión a los movimientos liberales en Alemania y la obtuvo prometiendo al Zar ayuda para el mantenimiento del dominio ruso en Polonia. Los tres estados reafirmaron el principio de intervención. París y Londres sentían la misma desconfianza hacia Metternich, desconfianza fundada en las divergencias ideológicas y la oposición de intereses: el gobierno frances no quería abandonar la península italiana a la influencia austriaca y Palmerston estimaba que el desarrollo del liberalismo político en los estados alemanes favorecía al comercio inglés. Del 1834 a 1837 se conforma la entente cordial entre Francia e Inglaterra. Las Revoluciones de 1848 El contexto general en el que se van a desencadenar las revoluciones de 1848 es la crisis en la producción agrícola e industrial, así como el sector financiero, que afectaron a Europa en 1846-1847, con una crisis social más compleja que en las revoluciones anteriores, ya que según los países podemos encontrar enfrentamientos distintos entre la gran burguesía, la pequeña burguesía y los obreros. La crisis política que subyace en estas revoluciones se derivaba de la propia crisis del sistema de la Restauración y la resistencia de los Gobiernos a las reformas liberales, con una irrupción del nacionalismo que se va a configurar como un factor fundamental. Se trató de movimientos de masas, con un fuerte protagonismo de los pobres, obreros, jornaleros, pequeños artesanos y propietarios, así como de los elementos radicales de la clase media, entre los que se incluían hombres de negocios, intelectuales y estudiantes.

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La Revolución en Francia Al igual que en 1830, las revoluciones de 1848 tuvieron su origen en Francia, en un contexto de crisis económica y consiguiente malestar social. Frente al agotamiento político del régimen orleanista se articuló un movimiento en favor de las libertades y una ampliación del sufragio electoral, que la revolución de 1830 había mantenido censitario. La negativa del Gobierno francés condujo a la revolución de febrero de 1848 en París, que llevó a la abdicación del rey Luis Felipe de Orleans, la toma de la Asamblea Nacional por el pueblo, la proclamación de la II República y la instauración de un Gobierno provisional moderado, que debía ser el encargado de convocar elecciones por sufragio universal. Sin embargo, este Gobierno provisional debía hacer frente a la crisis económica y financiera y al aumento del paro, por lo que decretó medidas sociales de gran significación, como el establecimiento de los Talleres Nacionales con el objetivo de proporcionar trabajo a los obreros desempleados en la realización de obras públicas, la disminución de la jornada laboral y la regulación del derecho al trabajo y a la huelga. El triunfo de esta nueva revolución en Francia creó alarma en los Estados europeos. Palmerston estaba dispuesto a mantener buenas relaciones con el Gobierno provisional, siempre que éste siguiera una política de no intervención en Europa, así que exigió al presidente francés Lamartine que se pronunciara sobre la política internacional del nuevo Gobierno. Éste, ante la necesidad de asegurar el nuevo régimen republicano y el temor al caos revolucionario que podía provocar una guerra europea, hizo público el 5 de marzo de 1848 el Manifiesto a Europa, en el que expresaba su oposición a los regímenes absolutistas y a los acuerdos de 1815, así como su apoyo a los nacionalismos europeos, pero aceptaba, en la práctica, las fronteras que le habían sido impuestas. El derecho de cada nación a decidir su propia suerte era compatible, por tanto, con los deseos de paz del nuevo régimen francés, por lo que no habría guerra en Europa provocada por Francia, a menos que ésta se viera amenazada, lo cual era improbable, teniendo en cuenta que la mayoría de los Estados europeos deberían hacer frente a sus propios problemas internos derivados de la agitación revolucionaria. La Revolución en los Estados Italianos En 1847 Metternich, ante la amenaza que ya veía cernerse en Italia sobre el Imperio, ocupó Ferrara durante seis meses para presionar al papa Pío IX, y firmó tratados secretos con los Ducados de Parma y Módena, que permitían la ocupación austríaca si el territorio Lombardo-Veneto era atacado desde el exterior. Estas precauciones no impidieron que la oleada revolucionaria de 1848 llegara a Italia en dos momentos distintos. En un primer momento, los sucesos de París provocaron movimientos liberales y forzaron la aceptación de Constituciones con sufragio censitario en el reino de Piamonte, el Ducado de Toscana y los Estados Pontificios. En un segundo momento, los sucesos de Viena provocaron el estallido de movimientos nacionalistas, el mencionado en Lombardía-Veneto en contra de la dominación austríaca, al que se sumó Piamonte-Cerdeña, animado también porque en los Ducados de Parma y Módena, bajo control austríaco, habían sido depuestos sus gobernantes. Estos movimientos nacionalistas crearon una corriente de opinión favorable a la causa de la unidad italiana, así que el 25 de marzo Piamonte hizo un llamamiento a la unión de todos los italianos y con la ayuda de Toscana, Nápoles y los Estados Pontificios declaró la guerra al Imperio. En la guerra austro-italiana no participaron las potencias europeas, aunque Gran Bretaña estaba dispuesta a intervenir si lo hacía Francia. Palmerston quería mantener a Francia fuera del norte de Italia y evitar su influencia, y tampoco deseaba la disgregación del Imperio austríaco, ya que era necesario que siguiera siendo una gran potencia europea para contener a Rusia en los Balcanes. Pero Francia no ayudó a los italianos porque no quería desatar una guerra que la enfrentaría a las grandes potencias europeas y no le interesaba una Italia unida. Sin embargo, la posibilidad de obtener Saboya si apoyaba a Piamonte la llevó a ofrecer su ayuda a Carlos Alberto, que no estaba dispuesto a ceder ese territorio, de manera que la II República mantuvo su política de no intervención. La alianza militar italiana contra Austria duró poco, pues al mes de iniciadas las hostilidades Pío IX se retiró de una lucha que le enfrentaba a una nación católica, tras instar al emperador a que abandonara los territorios italianos ocupados. La actitud del Papa acabó con las esperanzas de conseguir la unidad a través de una confederación de Estados italianos por él presidida, e hizo que los patriotas fueran decantándose por la unidad en torno al reino de Piamonte y la casa de Saboya. Además, Leopoldo de Toscana y Fernando II de

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Nápoles siguieron el ejemplo del Papa y dejaron la alianza anti-austriaca, a pesar de lo cual la Lombardía y el Véneto votaron en plebiscito unirse a Piamonte-Cerdeña. Pero la unión no duró mucho, porque la derrota de los piamonteses en Custozza en julio de 1848 obligó a Carlos Alberto a retirarse de Milán y firmar un armisticio. Gran Bretaña evitó una posible intervención armada francesa, de manera que el territorio Lombardo-Véneto se reincorporó en su totalidad a Austria. Y a pesar de que, a principios de 1849, Carlos Alberto denunció el armisticio del año anterior y volvió a invadir los territorios austríacos, fue derrotado nuevamente en la batalla de Novara del 23 de marzo, y obligado a reconocer el derecho austríaco a ocupar la plaza fuerte de Alejandría, que hacía peligrar la independencia de Piamonte. Francia amenazó con enviar tropas a Génova y Gran Bretaña recomendó moderación al Gobierno austríaco, que renunció a ocupar esa plaza en territorio de Piamonte. Éste, no obstante, se vio obligado a firmar la paz definitiva en Milán el 6 de agosto de 1849, por la cual Austria se reafirmaba en los territorios del norte y recibía una fuerte indemnización de guerra de Piamonte, cuyo Rey abdicaba a favor de su hijo Víctor Manuel II, futuro artífice de la unificación. Las deserciones de Pío IX y Leopoldo de Toscana al abandonar la alianza italiana desencadenaron en Roma y Florencia una agitación revolucionaria que les obligó a abandonar sus Estados y refugiarse en la fortaleza de Gaeta, en Nápoles, proclamándose la creación de repúblicas tanto en Roma como en Toscana. Sin embargo, el triunfo austríaco en Novara acabó con la República de Toscana y repuso al gran duque en su trono. Para la restauración de Pío IX fue necesaria la acción internacional acordada por todas las naciones, con la participación de España, pero fue la intervención de Francia la que tuvo especial significado, porque se ajustaba a la política exterior del presidente de la República francesa, Luis Napoleón Bonaparte, que por su cuenta intervino desde el primer momento contra la república revolucionaria establecida por Mazzini en Roma. Perseguía la expulsión de Austria de los Estados italianos y ejercer un protectorado sobre los Estados Pontificios, manteniendo así el apoyo de los católicos que le había permitido acceder al poder. El ejército francés desembarcó en Civittavecchia en abril de 1849 y atacó Roma, venciendo a las tropas romanas dirigidas por Garibaldi, de manera que se restableció el poder temporal del Papa, que regresó a Roma el 12 de abril de 1850. El triunfo final de la reacción en Italia convenció a los nacionalistas italianos de que por sí mismos no podrían alcanzar la unificación, y de que en el futuro tendrían que buscar la ayuda de alguna potencia europea para poder expulsar a Austria de Italia. El movimiento Nacional Italiano (Renouvin) Desde el punto de vista politico, los estados italianos no estaban unidos por una lazo federativo; desde el punto de vista economico apenas conocían las nuevas formas de la producción industrial. Las fuerzas de resistencia parecían solidas porque Austria ejercía, en la mayor parte de la peninsula italica, un control: poseía el Lombardo- Veneto, dominaba de hecho los ducados de Toscana Modena y Parma, cuyos príncipes estaban emparentados con la dinastía austriaca; había un tratado secreto con el Rey de las dos Sicilias; tenía derecho a poseer guarniciones en el norte del Estado Pontificio (en Ferrara). Unicamente el Reino de Piamonte-Cerdeña no se encontraba bajo esa presion de Austria. El primer objetivo de aquellos hombres era la independencia de la península, es decir, la eliminación de la influencia austríaca en los estados italianos y al liberación del Lombardo-Veneto. La importancia del movimiento intelectual en este risorgimento fue más considerable que la de los intereses económicos. Eran un grupo de novelistas, historiadores, poetas a los que es necesario añadir los emigrados italianos en Marsella, Lyon y Paris quienes se hallaban en contacto con el pensamiento francés. En tales círculos, los particularismos se desvanecían y se afirmaba la conciencia nacional. Los revolucionarios se agrupaban alrededor de Mazzini (era carbonari) tenía 23 años y vivía en el exilio desde 1831. Era un filosofo con una concepción personal del progreso de la humanidad y aspiraciones a construir un sistema de creencias. Estaba convencido de la unidad del género humano y de la necesidad de colaboración entre los pueblos. Era necesario ofrecer a la humanidad una nueva fe. La que predicaba Mazzini y sus discípulos tenía como fundamento de deber social y la idea de asociación. De este sistema ideológico se derivó su programa político: los pueblos debían conquistar el libre ejercicio de su soberanía y lo conseguirían si el Estado coincidiese con la nacionalidad y se organizase con arreglo a los principios republicanos y democráticos y fuese dirigido por un único centro propulsor. Para lograr dicho

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programa debían enfrentarse a los principales focos de resistencia: La Santa Sede, la cual dificultaba el progreso humano, y al Imperio Austriaco, cuya existencia era le símbolo de la inmovilidad y la negociación del principio nacional. Más aún que por su doctrina, Mazzini ejercía su influencia por sus dotes de jefe y por las agrupaciones que alentaba –la joven Italia- . Su programa despertó la inquietud de la burguesía pero encontró adherentes en la plebe urbana de algunas grandes ciudades, por ejemplo: Génova. A estas audacias revolucionarias se oponían las concepciones políticas de los moderados quienes veían la unidad como una federación bajo uno de los soberanos italianos. Pero ¿Cuál? Unos pensaban en el Papa (neo-guelfistas), otros en el Rey de Piamonte-Cerdeña. El proyecto de Niccolò Tommaseo consistía en obtener para el movimiento e apoyo del Papado y el clero cátolico, es decir, conciliar el principio religioso y la idea nacional. Esta tendencia llamada Neoguelfismo no adquirió importancia hasta 1834, en que apareció en Bruselas el libro Primato d´Italia, de Gioberti, sacerdote piamontés quien se tubo que exiliar de su patria por haberse adherido al mov mazziano. Luego abandona las ideas de Mazzini, pues creía que la insurrección no originaría mas que sacrificios en vano. Para obtener la adhesión de compatriotas intentó seguir la “vía moral” religiosa italiana. En el Primato demuestra como podía Italia encontrar en sí misma todas las posibilidades de un despertar nacional; reservaba el lugar para desempeñar el desarrollo de la nación, ya que solo la Santa Sede tenía fuerza moral suficiente para garantizar el orden social. La idea era una confederación, cuyo jefe sería le soberano pontifíce, asistido por un consejo de estados que administraría los intereses generales de la península. El Primato quería conciliar Religión y libertad. Los otros moderados El programa del Neoguelfismo fue combatido por otros moderados que querían colocar a la cabeza del movimiento nacional al Rey de Piamonte-Cerdeña. En su Speranze d`Italia, Balbo insistía menos en la unidad que en la independencia. El punto capital de la empresa era la liberación de Milán y Venecia. En cuanto a d`Azeglio dirigió un ataque contra el poder temporal, denunciando el contraste existente entre los métodos administrativos del estado Pontifice y la moral evangélica. No obstante dichas divergencias la discusión de la cuestión italiana estaba completamente abierta. En el periodo comprendido entre 1845-1848 su difusión se efectuó clandestinamente. En Toscana el gran duque reprimió la propaganda mazziniana y el neoguelfismo y no pusó trabas al libro de d`Azeglio. En Piamonte Carlos Alberto no obstaculizó la difusión del Primato pero tenía preferencia por la propaganda “albertista”. La policía austriaca del Lombardo-Veneto proscribió todos los escritos de los patriotas, pero no consiguió impedir que pasaran por la frontera Suiza. ¿Qué parte hay que atribuirle, al lado de la influencia del movimiento ideológico, a la de los intereses materiales y a la evolución económica? Fue importante dicha influencia en la política interior de los estados donde el desarrollo industrial comenzaba a modificar la estructura social. Hasta 1846 no se percibieron primeros síntomas de una propaganda socialista, limitada a unos cuantos focos toscanos. La nueva burguesía reclamaba libertad económica y veían en el liberalismo político un medio para conseguir sus fines. Los intereses económicos contribuyeron en gran manera al sentimiento de solidaridad entre la población de los diferentes estado, asi como a la crítica del fraccionamiento político que dificultaba el intercambio y la circulación de mercaderías. La nueva industria deseaba ver abatidas las murallas aduaneras y poder disponer de un mercado nacional italiano, favorecido por los ferrocarriles. La unidad comercial de la península era una de las aspiraciones de la Asociación agraria. Los elementos activos del despertar italiano eran los intelectuales, los jefes de las empresas industriales o comerciales y algunos grandes terratenientes, pero sin duda el pueblo no estaba ausente, los artesanos, los obreros reforzaban el movimiento, pero seguían mostrándose pasiva. Unicamente a partir de 1846 comenzaron a manifestarse las consecuencias e este risorgimento intelectual y económico en el dominio de la acción política. El hecho nuevo que originó perspectivas imprevistas

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(impulso para el neoguelfismo de Gioberti) fue la subida de Pio IX al trono Pontifico, quien anunciará reformas administrativas y políticas. En septiembre 1847 otorgó consideración a un proyecto de liga aduanera de los estados italianos, hecho que no pasó inadvertido para Metternich: “¡un Papa liberal!” refunfuñaba. El movimiento nacional Alemán (Renouvin) Las influencias económicas e intelectuales se unían el movimiento del despertar nacional alemán. Desde el punto de vista económico los hechos dominantes eran dos:

1- la unión aduanera efectuada entre la mayor parte de los estados (pero no Austria) la Zollverein acostumbro a colaborar a los estados alemanes bajo la dirección de Prusia. 2- la construcción de la red ferroviaria

el desarrollo de vias ferreas, facilitado por la supresión de las barreras aduaneras, permitió el establecimiento de corrientes de intercmabio entre las diferentes regiones económicas alemanas. En 1847 el gobierno prusiano creó una unión de los ferrocarriles alemanes, con la intención de completar la obra de la Zollverein.

Gracias a la unión aduanera y a los ferrocarriles se desarrollo un espiritu aleman, principalmente entre la gran burguesía, primera en comprender la importancia de tales innovaciones para el impulso de la vida económica. No obstante el movimiento ideológico tenía sus propias fuentes, que nada debían a las influencias materiales. Ya antes del establecimiento de la unión aduanera había germinado en el pensamiento alemán una filosofía de la historia –Fitche, Hegel, Ranke- Entre 1840 y 1848 este movimiento intelectual se orientó claramente hacia los fines nacionales. La preocupación era buscar los antecedentes que permitían mostrar el estrecho parentesco de las poblaciones germánicas. Los eruditos deseaban mostar que desde la edad media había existido una unidad intelectual entre las diversas ramas del pueblo alemán. Las universidades eran agentes de difusión de esta literatura. El progreso de este movimiento ideológico se manifestó mediante los proyectos de reforma de la Confederación germánica. En 1846 se produjeron dos grandes iniciativas:

1- la fundación de un periódico El Deutsche Zeitung que se dirigía a la nación alemana y que reclutaba sus colaboradores entre los liberales de la Alemania del sur y del Oeste.

2- La reunión en Francfort, la cual fue una asamblea de profesores, que abordaron por medio de debates científicos las cuestiones de la actualidad política.

Sin embargo, los partidarios de la unidad no estaban de acuerdo sobre la forma del futuro Estado alemán. Se dividían en tres tendencias:

Conservadores: querían realizarla sin atentar a los derechos de los soberanos, pensaban en una Confederación de Estados, pero reajustando de forma considerable el estatuto de 1815 con objeto de dar una mayor cohesión a la política exterior y a la militar.

Los Liberales: deseaban un estado federal, en cuya cabeza habría un emperador, pero dejando subsistente a las dinastías, aunque restringiendo los poderes de los soberanos.

Los demócratas: querían barrer a los príncipes y que desaparecieses todos los vestigios de la vieja Alemania. Para conseguirlo estaban dispuestos a recurrir a la fuerza.

En los Ducados de Slesvig, Holstein, y Lauemburgo la población era de lengua alemana. Desde 1721 se hallaban unidos a la corona danesa (unión personal). Y entre la población alemana se habia formado un movimiento de protesta contra la soberanía danesa. Los inspiradores del movimiento unitario alemán habían tomado partido en este conflicto mediante una campaña de la prensa liberal y por la manifestación de simpatia que enviaron a la universidad de Kiel otras universidades. El movimiento nacional alemán amenazó, pues, ya en sus comienzos con la disgregación a un estado vecino (Dinamarca). El movimiento nacional en los principados Rumanos Los territorios de lengua rumana estaban divididos entre los imperios ruso Austriaco y Otomano. En Besarabia, territorio ruso, los rumanos que habian sido casi los unicos ocupantes del territorio antes de

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1812, perdían cada vez mas su preponderancia ante la inmigración rusa, y a partir de 1828 se los sometió a una política de rusificación. En Transilvania, Bucovina y el Banato de Temesvar, territorios austriacos, los rumanos estaban entremezclados con otras poblaciones: magiares y sajones, rutenos y servios; pero en Transilvania donde eran mayoría comenzaron a afirmar su conciencia nacional. En los principados de Moldavia y Valaquia la población era casi únicamente rumana, a excepción de las principales cuidades, en las que el comercio se encontraba en manos de judíos y griegos. Desde 1829 tales principados, si bien formabna parte del imperio Otomano, de hecho estaban sometidos al protectorado de Rusia que por el reglamente de 1831-32 organizó al gobierno; cada uno de ellos tenía un príncipe rumano, cuyo poder estaba limitado por una asamblea legislativa. Para conservar su influencia, Rusia, contaba con la oposición entre los asambleistas y los príncipes. Pero a esa influencia rusa empezó a oponerse un sentimiento nacional rumano a partir del momento que los boyardos (terratenientes) comenzaron a enviar a sus hijos a las universidades extranjeras. Principalmente a París y los profesores franceses fueron a enseñar a alguno de los establecimientos escolares de los principados. Esto represento una analogía con los otros movimientos nacional, ya que se intenta crear una literatura en lengua rumana para poder estudiar la historia de los rumanos. Este grupo de jóvenes expresó su deseo de unir los principados bajo un mismo príncipe. El movimiento político tenía como centro la Sociedad Filarmónica, en la que se agrupaban los intelectuales. Pero aún no se abría paso a un programa de acción. En aquel país, en que la burguesía urbana, pobre y demasiado entremezclada con extranjera, no poseía ni influencia económica ni conciencia política, el movimiento nacional no hallaba refuerzos de los intereses económicos (la masa campesina era muy pasiva), como si sucedía en la Europa central y en Italia. La revolución en el Imperio Austriaco (Pereira) La extensión de la oleada revolucionaria llegó también al Imperio austríaco, en donde la revolución de París impulsó en marzo el levantamiento de Viena, que hizo dimitir a Metternich —que huyó a Inglaterra— y provocó la convocatoria de una Asamblea Constituyente, a la vez que estimuló revoluciones nacionales dentro del Imperio de los Habsburgo: los checos promulgaron la Carta de Bohemia, que garantizaba la creación de una Dieta o Parlamento representativo, las libertades políticas y la igualdad lingüística; los húngaros demandaron la autonomía completa y obtuvieron una Dieta y Gobierno propios, bajo el liderazgo de Lajos Kossuth, defensor de la independencia completa de Hungría; y dentro de ésta, otras nacionalidades, como los croatas, reclamaron la separación de los húngaros. Y, sobre todo, lo más trascendental fue que en todas partes fueron abolidos los vestigios del feudalismo, como la servidumbre campesina o el censo y la justicia señoriales, que todavía persistían en esta zona de Europa. Pero la dura represión en Viena le devolvió al emperador todos sus poderes y acabó con la Asamblea Constituyente, aunque no impidió que Hungría continuase su lucha por la independencia. Kossuth solicitó ayuda a las potencias liberales, pero ni Francia ni Gran Bretaña le prestaron ningún auxilio, por muy cercanas que se sintieran ideológicamente de la causa húngara, ya que no deseaban la disgregación del Imperio austríaco porque supondría una peligrosa ruptura del statu quo europeo, que permitiría a Rusia llegar a dominar la Europa danubiana. Aun sin la ayuda de las potencias occidentales, Hungría se declaró república independiente el 14 de abril de 1849, ante lo cual Francisco José, el nuevo emperador austríaco, se vio obligado a pedir la ayuda de Rusia, cuyo Gobierno estaba ocupado en atajar cualquier amenaza interna, como las revueltas campesinas debidas a las malas cosechas, reprimidas por el zar. Cuando Nicolás I decidió intervenir lo hizo fundamentalmente teniendo en cuenta los efectos internacionales que podía comportar la cuestión húngara: la posible solidaridad de Hungría y Polonia, que pondría en peligro su dominio sobre el territorio polaco; la oportunidad y conveniencia de perseguir a los revolucionarios polacos que colaboraban con las fuerzas húngaras; y la necesidad de mantener el estatuto territorial de Europa central, que pasaba por que Austria sirviera de contrapeso a la pujante Prusia en la cuestión alemana. Estos eran intereses que tenían el valor suficiente para justificar la intervención rusa sin requerir nada a cambio. Tres meses después de que el zar enviase 150.000 hombres a Hungría, la derrota de los magiares por las tropas austro-rusas, en Temesvar el 13 de agosto de 1849, restableció el poder austríaco y puso fin por la fuerza a la independencia húngara, aunque no al deseo de autogobierno de los magiares.

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También en el territorio Lombardo-Veneto se desarrolló un movimiento liberal nacionalista en contra del absolutismo y dominación austríacos. Tras conocer la caída de Metternich, los revolucionarios, que se sublevaron en Milán y Venecia, pidieron ayuda a Carlos Alberto de Piamonte. Lograron expulsar a las tropas austríacas y proclamaron una república en Milán y la de San Marcos en Venecia, animando el sentimiento nacionalista en los diversos Estados italianos. La cuestión de las nacionalidades en el Imperio Austriaco (Renouvin) En la mayor parte de las poblaciones halógenas del Imperio Austriaco, las señales de un despertar nacional aparecieron de 1840 a 1848, no solo entre los italianos del Lombardo-Veneto, sino también entre los habitantes de lengua eslava, que formaban mas de la mitad del total de la población del impero, así como entre los magiares. A excepción de los polacos de Galitzia, los grupos eslavos de Austria y Hungría no parecían conservar plana conciencia de su individualidad nacional. Habían aceptados la cultura alemana y renunciado al uso de su lengua nacional. Pero la gran novedad fue a partir de 1830 el renacimiento lingüístico, obra de una pequeña minoría de intelectuales que veían ocasión para afirmar los caracteres de su nación, el medio de revivir el culto de la tradición y el recuerdo de un pasado en el que el grupo nacional había desarrollado una vida independiente. Este movimiento intelectual se inspiraba en el despertar de las nacionalidades italianas y alemanas, pero tenía una fisonomía propia. Pero hasta 1831 –bajo la influencia de la insurrección nacional de la Polonia rusa- no comenzó realmente el despertar checo. Chafarik, protestante de origen eslovaco, era un erudito que en sus trabajos sobre los orígenes de los eslavos recordaba a los checos que pertenecían a una gran familia de pueblos, entre los que debería establecerse una solidaridad, pero no intento extraer consecuencias políticas. Por el contrario, Palatsky perseguía un objetivo político: mostrar que dicha historia había estado dominada por al lucha entre alemanes y checos, hacer adquirir a sus compatriotas la conciencia de su derecho histórico, animarles a reivindicar la libertad política. Era sin duda el jefe del movimiento intelectual. Pero si bien atraía a la burguesía y a la nobleza al movimiento, descuidaba a los elementos populares, ya que los consideraba demasiado ignorantes para desempeñar dicho papel. Havlitchek era un periodista orientado hacia la acción practica. Quería liberar a los checos de su deferencia hacia el elemento alemán y convertir “el patriotismo verbal en patriotismo de acción”. Estaban de acuerdo en aceptar una reforma política que disminuyese las atribuciones del Gobierno de Viena y que concediera a los países del Imperio un estatuto de autonomía dentro de un marco federal. Pero en su idea el país checo no era solamente la región en que las poblaciones de lengua checa vivían en grupos compactos, sino también todo el territorio de Bohemia, Moravia y Silesia: el concepto de derecho histórico dominaba al de las nacionalidades. En los países eslavos del sur, el despertar nacional se manifestó en el seno del grupo croata, dirigiéndose contra los magiares más aún que contra los alemanes. Pero la masa campesina era pasiva. El sentimiento nacional polaco seguía activo en Galitzia, donde la nobleza había intentado en 1831, ayudar a la insurrección de la Polonia rusa. Desde aquel momento el gobierno austriaco hizo todo lo posible para extirpar el polonismo, esforzandose en extender el uso del alemán y en germanizar las instituciones de enseñanza. Sin embargo no podía contener la propaganda polaca cuyo centro era la rep independiente de Cracovia. Se manifestaron los primeros sintomas de un despertar nacional entre los dos grupos menos desarrollados desde el punto de vista económica e intelectual: los eslovenos de Hungría y los rutenos de Galitzia. Fue en el seno de la nobleza magiar donde se manifestó una fuerte tradición de resistencia al germanismo: querían desarrollar una cultura magiar y de tenían el deseo de eliminar la influencia alemana en la economía. Pero aquellos movimientos no estaban coordinados. Los magiares interpretaban la idea nacional conforme a sus intereses. El movimiento croata se dirigía contra los magiares; los campesinos rutenos de Galitzia eran extraños a la población rural polaca a causa de diferencias religiosas. Las protestas no alcanzaban igual gravedad para la existencia del imperio. Los italianos del Lombardo-Veneto eran los que provocaban mayor inquietud. Ni los magiares ni los checos ni los croatas reivindicaban una

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independencia política, y los polacos de Galitzia eran impotentes si no contaban con los de Rusia por lo tanto, no entrañaban todavía una amenaza de disgregación del estado. Las consecuencias de las revoluciones de 1848 (Pereira) Las revoluciones de 1848 se extendieron por toda Europa. En otros países, como Bélgica, Holanda, Suecia, Suiza, España y Portugal, la revolución fue controlada mediante el uso de la fuerza o la adopción de oportunas reformas liberales que supusieron la ampliación del sufragio censitario en Bélgica y Holanda y la concesión de Constituciones en Suecia y Suiza. Estas revoludones fueron movimientos liberales y nacionalistas independientes, sin conexión en el ámbito internacional, que fracasaron ante la dura represión militar y. aunque propagadas por toda Europa, no comportaron un conflicto internacional entre Estados europeos, porque las alianzas existentes se habían debilitado. El Tratado de Munchengratz era difícilmente aplicable en las nuevas circunstancias internacionales, marcadas por una rivalidad creciente entre Austria y Rusia en los territorios danubianos debida a la decidida política expansiva de Nicolás I en los Balcanes, la más difícil relación entre Austria y la Prusia de Federico Guillermo IV, de talante más liberal y con aspiraciones unificadoras, y el consiguiente acercamiento de Prusia a Francia. Por tanto, a pesar de la intensa actividad diplomática que se derivó de la expansión del proceso revolucionario por toda Europa, sólo en dos ocasiones se produjo la intervención militar de potencias extranjeras —contra los movimientos liberales y nacionales de Hungría y de Italia—. Rusia contribuyó a la derrota del- nacionalismo magiar, y reprimió igualmente el nacionalismo rumano, ocupando Moldavia en julio de 1848. Las potencias católicas, por su parte, colaboraron para restaurar el poder temporal de Pío IX en los Estados Pontificios. Las restantes revoluciones constituyeron fundamentalmente un problema doméstico, que no ocasionó conflictos entre las potencias, casi todas ocupadas en la represión de sus propios movimientos, ya que no existió cooperación entre los distintos nacionalismos. No obstante, aunque las revoluciones de 1848 no modificaron el equilibrio territorial europeo y tuvieron un efecto limitado sobre las relaciones internacionales, marcaron el ascenso de nuevas fuerzas políticas —como el nacionalismo— o estatales —como Prusia— que a corto plazo sí tendrán un gran impacto sobre el statu quo territorial y las relaciones internacionales europeas.

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Capítulo III - La Unificación Italiana

En 1848 se produce una revolución que parece en un primer momento derribara el sistema, cambiando el orden legitimista de los príncipes por el principio innovador de las nacionalidades, sin embargo, todos sus efectos desaparecen para el 49 cuando la revolución es vencida en todas partes. Para 1853 Europa se ve envuelta en la Guerra de Crimea, la cual marca el desenvolvimiento del frente conservador y da a Napoleón la oportunidad de iniciar su política revisionista. Austria por su lado, niega la ayuda Rusia y adopta una política neutralista la cual contribuye a su progresivo aislamiento. En 1854 conforma una alianza con los occidentales la cual implica el definitivo abandono del antiguo aliado con la condición básica de mantener el status quo político y territorial en la península italiana. Cavour por su parte, sabía que la realización de su programa no sería posible sin la ayuda de una potencia extranjera y deseaba encontrar ese apoyo en las potencias occidentales (Francia e Inglaterra). Decide así, intervenir en la Guerra de Crimea con el visto bueno de las potencias, las cuales estaban interesadas en la intervención de Piamonte para ejercer así presión sobre Austria. A su vez, Cavour consciente de que necesita una alianza a cualquier precio, se adhiere sin condiciones a la alianza occidental (1855) pero Viena se niega a participar activamente de la guerra comenzando su asilamiento total, mientras que Cavour se gana la confianza y gratitud de Occidente. Aprovechando esto, Cavour intenta en el Congreso de Paz de Paris hacer del problema italiano un problema europeo. Para 1856, Napoleón renueva el pacto de alianza con Austria con el fin de profundizar la separación de esta con Rusia, lo cual por otro lado le ata las manos con el problema Italiano. Inglaterra mientras tanto, se muestra cautelosa y moderada. (Atentado de Orsini contra Napoleón) Entrado el año 1858 se realiza la Entrevista de Plombiéres, la cual establece las bases de una acción franco-sarda contra Austria cuyos términos se precisarían en 1859 con un tratado secreto. Los principales intereses de Francia se basaban en: *Debilitar a Austria *Lograr que una eventual victoria italiana lleve a Bélgica y a los Estados Alemanes a solicitar la alianza francesa *Lograr una compensación territorial tras la intervención armada *Pensamiento de que Italia se transformaría en un satélite Con esto, Napoleón desechaba por completo la eventualidad de un Estado Italiano Unitario y se pensaba su futuro solo como una Confederación de Estados, donde el Estado Pontificio subsistiría en el cuadro confederal. Cavour entonces, acepto que los territorios italianos fueran agrupados en cuatro Estados, bajo la presidencia del Papa pero bajo la dirección efectiva de Saboya. Por otro lado, preveía la liberación del Lombardo-Véneto y la Formación de un “reino de la Alta Italia” además de un compromiso a entregar Saboya y Niza a Francia. Llegado el momento de pasar a la ejecución del plan, Napoleón III vaciló, intentaba pues, demorar la guerra sugiriendo incluso otra solución a la cuestión italiana que no comprendería el Lombardo –Véneto. Al firmar este tratado franco-sardo, Napoleón III tenía por cierto que el adversario quedaría aislado llegada la Hora Critica: Prusia, no podría desear otra cosa que el debilitamiento de la monarquía austriaca; Rusia, aprovecharía esa ocasión para amenazar a Austria y Gran Bretaña tenía un horrible temor a la guerra (contexto Rev. zipaya en India). No obstante, aquellas previsiones optimistas se verían desmentidas: el zar se limitaba por un tratado a prometer una neutralidad benévola en caso de guerra austro-sarda; GB se pronuncio en contra, pues no deseaba la influencia preponderante de Francia en la Península y Prusia por su lado rehusó a tomar posiciones ya que temía que Francia planteara la cuestión del Rin. Fue el ultimátum de Austria por las provocaciones piamontesas lo que decidió a Napoleón III, quien coloca a Piamonte en la situación diplomática más favorable. En mayo de 1859 comienza la Guerra de la Independencia Italiana, con Inglaterra, Prusia y Rusia como neutrales. Después de la victoria en el Norte de Italia, la campaña quedara detenida a mitad de camino por dos motivos fundamentales: los celos ingleses y los recelos de la propia Francia.

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En caso de continuar la guerra el emperador expondría a Francia serios riesgos y aun en caso de victoria se avenaría a que la solución de la cuestión italiana no conviniera a sus intereses. Esto basta para explicar su decisión de firmar el armisticio. En los preliminares de Villafranca y Paz de Zúrich: Austria entrega la Lombardía, conserva el Véneto y la restauración de los soberanos dela Italia central. Esta solución, de compromiso, supuso la antipatía de los italianos, los cuales se volverán hacia Inglaterra. Esto le dará a GB la ocasión de volver a tomar la iniciativa y conceder al gobierno sardo apoyo diplomático pronunciándose a favor del principio de no intervención y además intentar hacer fracasar la tentativa austriaca de desquite con el objetivo de sustituir la influencia francesa por la inglesa. Por su parte Cavour echando mano de la vía revolucionaria desata una serie de insurrecciones y motines en la Italia central, Toscana, Parma, Módena y las Legaciones, contra los soberanos legítimos, que cuenta con el visto bueno de Inglaterra y de Francia que por su papel de potencia católica no puede apoyar la acción pero que por su papel de potencia oficial de las nacionalidades y de la causa italiana que se rehúsa a dejar en manos inglesas, no debe impedirla. Prusia que pretende encabezar el movimiento de la unidad alemana no puede estar en contra; Rusia se mantiene ajena a la cuestión y Austria permanece completamente aislada. A pesar de la situación internacional, Piamonte se anexiona las nuevas provincias liberadas y en 1860, una serie de plebiscitos sancionan la anexión de Toscana, Parma, Módena, Bologna y las Legaciones romanas. No obstante, Napoleón exigirá a cambio del reconocimiento la entrega de Saboya y Niza. Dos meses después de esto, los “Mille” de Garibaldi liberan Sicilia y de allí pasan a Nápoles. Su propósito era llegar a Roma, pero Cavour quien no quiere exponer el éxito de sui obra, decide enviar a Nápoles un cuerpo expedicionario con el pretexto de brindarle ayuda a este pero con el fin de cortarle el paso a Roma. Para esto era necesario atravesar los Estados Pontificios, lo cual como fin justificaría ante las potencias Europeas la agresión a un Estado neutral. Cavour ocupara así, las Marcas y L’Umbria pero no tocara a Roma ni Lazio. Londres apoyara esto; Napoleón se limitara a una protesta con el simple objetivo de cubrir las formas y Viena continua con su aislamiento. En Octubre, un plebiscito anexionara las Marcas, Umbría, Nápoles y Sicilia y el 14 de Marzo de 1816 se creara el reino de Italia, bajo el cetro de Vittorio Emanuel II de Saboya. EL papa conservara Roma, Lazio y una breve franja circundante, mientras que Austria retendrá el Véneto. Para 1866, el pacto militar con Prusia brinda a Italia un nuevo aliado y con él la esperanza de recuperar el Véneto, van así a la guerra y el hundimiento de Austria le obliga a entregar el véneto al reino Italia, lo cual vuelca con mayor interés los ojos hacia Roma. Siguiendo con esto, Garibaldi proyecta un segundo asalto revolucionario, RATAZZI favorece en secreto sus planes, sin embargo el golpe en Mentona es impedido por las tropas francesas, dejando a Napoleón enfrentado con la nacionalidad que ayudo a nacer. Sera Austria ahora quien abogue por una solución de la cuestión romana (deseaba fundir la alianza contra Prusia) Italia desea una solución con el consentimiento de las potencias católicas, Napoleón accede a la ocupación, pero las fuerzas revolucionarias se han movilizado. El 20 de septiembre 1870 las tropas del Reino Unido de Italia entran a Roma. La preocupación de las potencias será ahora la conservación del orden. En 1871 Víctor Emanuel establece su residencia en Roma, cerrando así el proceso de la unidad Italiana

Unificación Italiana según Pereyra El fracaso de las revoluciones europeas de 1848 supuso un freno para los distintos movimientos nacionalistas que habían surgido en Europa durante la primera mitad del siglo XIX. Con todo, la contrarrevolución de 1848-1849 no puso término a los procesos que habían cuestionado el equilibrio europeo durante el periodo inmediatamente anterior. Las relaciones entre los diferentes Estados europeos continuaron mediatizadas entre 1849 y 1871 por el inter& de diversos movimientos nacionalistas europeos por crear sus propios Estados-nación, y por la creciente rivalidad entre las principales potencias a causa de las rápidas transformaciones económicas producidas por el proceso de industrialización. La combinación de esos dos factores dio lugar a una serie de crisis internacionales sucesivas que provocaron una profunda transformación del escenario europeo. El éxito de los procesos de construcción nacional en

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Italia, Alemania y Rumania supuso la aparición de nuevos actores internacionales y la redefinición de las bases que, hasta ese momento, habían determinado las relaciones entre las distintas potencias europeas. El proceso de unificación italiano EL REINO DE CERDESIA-PIAMONTE Y LA CUESTION ITALIANA El fracaso del movimiento nacional italiano en 1848 consagro la fragmentación política de Italia y el mantenimiento de la hegemonía austriaca sobre esta región. Austria no solo continuo) reteniendo Lombardía y Véneto como parte integrante de su Imperio, sino que, hasta 1855, mantuvo guarniciones militares en los Ducados de Parma y Módena y consiguen una influencia política predominante en Toscana, Nápoles y los Estados Pontificios. El establecimiento de regímenes absolutistas en todos estos territorios relego a la clandestinidad al movimiento nacional italiano en la mayor parte de la península y convirtió al Reino de Cerdeña-Piamonte en el principal promotor del proceso de unidad italiano. Pese a su derrota frente a Austria, el Estado piamontés conserv6 las instituciones liberales emanadas de la revolución de 1848 e inició un proceso acelerado de reformas socioeconómicas que desembocaron en el desarrollo de un incipiente proceso de industrialización y en la creación de un ejército moderno. El desprestigio de los movimientos republicano y neogruelfista a raíz del desenlace de la revolución de 1848 despejo asimismo el camino para que el proceso de unificación italiano se desarrollara en tomo a la dinastía de Saboya. Esta situación fue perfectamente percibida por el primer ministro piamontés, Camilo Benso, conde de Cavour, quien desde su nombramiento en 1852 orientó decididamente la política de Cerdeña-Piamonte hacia la consecución de la unidad de la península italiana. La Revolución de 1848 había puesto de manifiesto que la creación de un Estado-nación italiano se enfrentaba a importantes obstáculos internos y externos. En el primer caso, la unificación chocaba con los intereses dinásticos y con los particularismos regionales existentes en Italia, pero, fundamentalmente, con la firme oposición del Papado a un proceso que había de significar necesariamente el final de los Estados Pontificios. En este sentido, el considerable ascendiente de Roma sobre amplios sectores de la opinión pública europea y la presencia desde 1849 de un cuerpo expedicionario francés en los Estados Pontificios constituían un importante obstáculo para el proceso unificador. La principal dificultad para la creación de un reino de Italia provenía, sin embargo, de la oposición de Austria, que desde el Congreso de Viena había incorporado al imperio el reino Lombardo-Véneto y se había convertido en garante del mantenimiento del statu quo en la península italiana. La experiencia de 1848 había puesto de manifiesto la imposibilidad de que Cerdeña-Piamonte y el resto de los Estados italianos pudieran por si mismos expulsar a Austria de Italia. Ella llevó a Cavour a tratar de conseguir el apoyo de otras potencias. La guerra de Crimea proporción al Estado piamontés la oportunidad para intentar obtener el respaldo de Francia y Gran Bretaña para modificar el statu quo establecido en Italia por el Congreso de Viena. En un primer momento, tanto el gobierno de Paris como el de Londres rechazaron los ofrecimientos de Cerdeña-Piamonte para intervenir en la guerra por terror a enajenarse el decisivo apoyo de Austria en la cuestión oriental. En diciembre de 1854, Francia y Gran Bretaña habían conseguido finalmente que Austria se comprometiera a declarar la guerra a Rusia si esta potencia no aceptaba los cuatro puntos aprobados por una Conferencia internacional celebrada en Viena en agosto de ese mismo ano. Este acuerdo quedaba, sin embargo, supeditado a la entrada en la guerra de las fuerzas federales de la Dieta Germánica y, en febrero de 1855, Prusia, que tenía que Austria pudiera consolidar su liderazgo en Alemania, consigui6 bloquear la movilización de las fuerzas federales contra Rusia, invalidando de hecho el acuerdo firmado por Austria con Gran Bretaña y Francia. Las reticencias de Austria a declarar la guerra a Rusia llevaron a Francia y Gran Britania a incrementar la presión sobre Viena mediante el inicio de negociaciones con Cerdeña-Piamonte. En este contexto, hay que analizar el Tratado firmado por los aliados con el pequeño Estado italiano el 28 de febrero de 1855, que motivo el envió de un cuerpo expedicionario piamontés a Crimea. Francia y Gran Bretaña se comprometieron a cambio a plantear una posible revisión de la situación de Italia en la futura Conferencia de Paz. La estrategia franco-británica tuvo éxito, pues la caída de Sebastopol y el anuncio de la visita de

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Víctor Manuel II a Paris, en diciembre de 1855, hicieron que el gobierno austriaco se decidiera a enviar un ultimátum a Rusia, obligando a Alejandro II a aceptar los cuatro puntos de Viena. La tardía intervención de Austria en el conflicto impidió que la Conferencia de Paris hiciera otra coca que abordar sin consecuencias prácticas la situación de los Estados Pontificios y del Reino de las Dos Sicilias. Las negociaciones de paz hicieron posible, sin embargo, que el Estado piamontés planteara internacionalmente la existencia de la cuestión italiana y recuperara la iniciativa de cara a la opinión pública italiana y europea como principal pro-motor del proceso de creación de un Estado-nación italiano, pero, sobre todo, la participación de Cerdeña-Piamonte en la guerra de Crimea permitió a Cavour iniciar un acercamiento a Francia que se revelaría decisivo para el proceso unificador. LA INTERVENCION FRANCESA Y LA DERROTA DE AUSTRIA El Tratado de Paris que puso fin a la guerra de Crimea abrió el camino a los proyectos revisionistas de Napoleón III respecto a las fronteras impuestas a Francia por el Congreso de Viena en 1815. En este sentido, la cuestión italiana proporcionaba al Emperador una oportunidad para debilitar a Austria y llevar a cabo una redefinición de las fronteras francesas en Italia que fuera susceptible de extenderse posteriormente a Bélgica y a Renania. Las negociaciones secretas franco-sardas comenzaron en enero de 1856. Desde el principio, Napoleón III manifestó su oposición a la creación de un Estado italiano que abarca la totalidad de la península. Esta eventualidad hubiera sido contraria a los intereses del Emperador, quien proyectaba desplazar de Italia la influencia austriaca para sustituirla por la francesa e intentaba conservar la independencia de los Estados Pontificios para evitar que la cuestión romana le privara del apoyo del clero francés. Napoleón tampoco vela con buenos ojos una Italia unificada que pudiera constituir una amenaza para los intereses mediterráneos de Francia. La diplomacia francesa planteo, por lo tanto, en el curso de las negociaciones con Cerdeña-Piamonte la creación de una confederación italiana integrada por cuatro grandes Estados y presidida por el Papa. El atentado sufrido por Napoleón III a manos de un nacionalista italiano exaltado, en enero de 1858, imprimió un mayor ritmo a las conversaciones. El gobierno piamontés se plegó finalmente a las pretensiones francesas y en una serie de conferencias secretas celebradas por Napoleón III y Cavour en el balneario de Plombieres, en julio de 1858, los dos estadistas acordaron expulsar a Austria del territorio italiano y crear en la península una confederación de cuatro reinos presidida por el Papa. El Piamonte se anexiono el norte de Italia y parte de la Romania y Cerdeña Saboya y Niza a Francia. La Toscana seria la base de un nuevo Estado centro-italiano, el Papa mantendría Roma y una buena parte de los Estados Pontificios y el Reino de las Dos Sicilias permanecería inalterado. El Tratado secreto de alianza firma-do por ambos Estados el 28 de enero de 1859 no reflejaba directamente este acuerdo verbal y se limitaba a precisar que Francia intervendría en ayuda de Cerdeña-Piamonte si este Estado era atacado por Austria en los siguientes doce meses. El Tratado comprometía asimismo a Francia a continuar la guerra hasta la liberación de Lombardia-Veneto y a respaldar la anexión de estos territorios a Cerdeña-Piamonte, que pasaría a constituir, junto con Parma, Módena y la Romania, el Reino de la Alta Italia. Como se había acordado en Plombieres, el Segundo Imperio francés recibiría Saboya y Niza a cambio de su ayuda, si bien la anexión de dichos territorios se condicionaba a la celebración en los mismos de sendos plebiscitos en torno a su incorporación a Francia. Todo el acuerdo se supeditaba a una agresión austriaca contra el Reino de Piamonte-Cerdeña. De ahí que Cavour preparara desde entonces una serie de provocaciones para empujar a Austria a un conflicto. Los agentes piamonteses promovieron un clima de agitación nacionalista en Lombardía y Véneto; la prensa de Turín ataco a las autoridades austriacas y el gobierno impuso crecidas tarifas arancelarias a las exportaciones de esa potencia mientras concentraba tropas en la frontera lombarda. Todo ello puso a ambos partes al borde de la guerra. La situación internacional llevo, sin embargo, a Napoleón III a dar marcha atrás y a intentar buscar una Salida diplomática a la cuestión italiana en oposición a lo acordado previamente en el Tratado secreto franco-piamontés. La diplomacia francesa había esperado que el interés ruso por revisar el Tratado de Paris acabara por decidir a San Petersburgo a concluir una alianza contra Austria. El gobierno ruso, centrado en el complejo proceso de reformas internas puesto en marcha a raíz de su derrota en la guerra de Crimea, contrario esta esperanza y en el Tratado firmado entre ambas potencias el 3 de marzo de 1859 se limito a

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prometer su neutralidad en el caso de un conflicto franco-austriaco. Tampoco Prusia se decidió a adoptar una actitud hostil contra Austria, puesto que creía que Francia, una vez conseguida la revisión de las clausulas del Congreso de Viena en Italia, plantearía una delimitación de sus fronteras en Renania. Finalmente, Gran Bretaña se mostraba igualmente opuesta a cualquier alteración del equilibrio de poder en Italia, ya que necesitaba contar con Austria en caso de un nuevo conflicto con Rusia y temía que la influencia austriaca en la península italiana fuera sustituida por la de una potencia marítima como Francia. Esta situación obligo a Francia a secundar la iniciativa británica para celebrar una Conferencia internacional que ofreciera algunas compensaciones territoriales a Cerdeña-Piamonte pero que, al mismo tiempo, garantizara las posesiones austriacas en Lombardía y Véneto mediante la imposición de un desarme generalizado a los Estados italianos. La mediación británica buscaba, en Última instancia, mantener el equilibrio de poder entre las distintas potencias y evitar un conflicto internacional de impredecibles consecuencias. La presión francesa obligo a Cerdeña-Piamonte a ceder, pero la intransigencia del Gobierno austriaco hizo fracasar la mediación británica. El Gobierno austriaco cometió un error de cálculo al pretender dar una lección a los piamonteses, creyendo que Napoleón III no intervendría. El 23 de abril, Viena presento un ultimátum a Turín para que desmovilizara sus tropas en tres días. Transcurrido este plazo, el ejercito austriaco cruzo la frontera piamontesa. Poco después, Napoleón III declaraba la guerra a Austria y acudía en ayuda de su aliado. La declaración de guerra austriaca dejo a esta potencia aislada frente a la alianza franco-sarda. El inicio del conflicto deterioro, además, la position de Austria en Italia, ya que desencadeno diversos levantamientos nacionalistas en Toscana, Módena y Parma que provocaron el derrocamiento de las autoridades pro austriacas de dichos Estados. Bolonia, Perugia y otras ciudades de la Romania y de Umbría también se sublevaron contra el Papa. La campaña militar fue rápida. Los austriacos, derrotados en Magenta y Solferino, evacuaron Milán en junio y se replegaron a sus fortificaciones del Cuadrilátero. Poco después, los gobiernos provisionales creados en Módena y Parma proclamaron su incorporación a Cerdeña-Piamonte. La derrota austriaca provoco un clima de agitación nacionalista en los territorios alemanes. El gobierno prusiano negociaba con el austriaco la interposición de una mediación armada desde mayo de 1859. Las conversaciones, no obstante, estaban paralizadas a consecuencia de la negativa de Viena a acceder a las exigencias prusianas para que, en el caso de una movilización de las fuerzas federales, se le concediera el mando supremo de las fuerzas de la Confederación Germánica. La derrota de Austria reactivo estas negociaciones, pues Berlín temía que la campaña de Italia constituyese la antesala de nuevos intentos revisionistas por parte de Francia, esta vez dirigidos hacia las fronteras renanas. En este marco, Prusia concentro en el Rin a seis cuerpos del ejército mientras solicitaba al Gobierno francés que detuviera las operaciones militares en la línea del rio Mincio. El riesgo de una guerra en dos frentes se unió a la creciente inquietud de Napoleón III hacia la política unificadora de Cerdeña-Piamonte. En contra de lo pactado, Cavour había promovido levantamientos nacionalistas en diversas partes de Italia y enviado un comisario piamontés a Toscana para preparar su anexión al reino de Cerdeña-Piamonte, pese a que en Plombieres se había acordado que este Ducado constituiría el futuro madre de un Estado de Italia central. El primer ministro piamontés había iniciado, incluso, negociaciones con los húngaros para provocar un levantamiento dentro del Imperio austriaco. La perspectiva de una alianza con elementos revolucionarios de Europa Central era tanto más inadmisible para el Emperador cuanto que suscitaba la oposición del gobierno ruso. Todo ello impulso a Napoleón III a poner fin de manera unilateral al conflicto. El 8 de julio se entrevisto con Francisco José I y, tres días mas tarde, los dos monarcas firmaron en Villafranca los preliminares de la paz. En virtud de dicho acuerdo, Austria cedía Lombardía a Francia que, a su vez, la entregaba a Cerdeña-Piamonte; Napoleón III renunciaba a Saboya y Niza al no cumplir con los términos del Tratado franco-piamontés; se reponía en sus tronos a los duques de Toscana, Parma y Módena; se mantenía la integridad territorial de los Estados Pontificios y se establecía una confederación italiana de la que formaría parte Austria, que conservaba el Véneto. El Gobierno piamontés, que no había sido consultado por su aliado, denuncio los acuerdos de Villafranca y se mostro dispuesto a proseguir la guerra en solitario, pero Víctor Manuel II desautorizo a Cavour e impuso finalmente la aceptación de los acuerdos preliminares de paz. LA CREACION DEL REINO DE ITALIA

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Los acuerdos preliminares de Villafranca fueron ratificados el 10 de noviembre de 1859 por el Tratado de Zúrich. Sin embargo, el curso de los acontecimientos invalidó los términos de este Tratado aún antes de su firma. Entre agosto y septiembre de ese mismo ario, los agentes piamonteses promovieron la creación de asambleas constituyentes en Toscana, Módena, Parma y la Romania que, poco después, proclamaron su anexión a Cerdeña-Piamonte. La restitución de estos territorios a sus anteriores soberanos quedaba, por lo tanto, supeditada a una intervención armada de las potencias signatarias del Tratado de Zúrich. Cavour trato de prevenir esta amenaza mediante un acercamiento diplomático a Gran Bretaña. La diplomacia británica, que había contemplado con preocupación la alianza franco-sarda, se mostro dispuesta a favorecer la creación de una potencia regional en el norte de Italia que sirviera de contrapeso a Francia. En este sentido, el Gobierno británico, no solo se manifestó a favor de la anexión de los territorios de Italia central a Cerdeña-Piamonte, sino que obstaculizó diplomáticamente los intentos de Viena para promover una intervención internacional en los Ducados. La actitud británica facilito la aceptación por Napoleón III de la política sarda de hechos consumados. El temor del Gobierno francés a que se estableciera una alianza permanente entre Turín y Londres le condujo a aceptar en diciembre la anexión de los Ducados centrales y de la Romania a Cerdeña-Piamonte, pese a los problemas que esta Última cuestión entrañaba para su política interior. Napoleón III obtuvo a cambio de este reconocimiento la cesión de Saboya y Niza. En estas condiciones, el Gobierno austriaco hubo de renunciar a sus proyectos de intervención en los ducados y se vio obligado a contemplar pasivamente como el Tratado de Zúrich quedaba invalidado y como, en marzo de 1860, una asamblea legislativa integrada por representantes de Cerdeña-Piamonte, Lombardía, Toscana, Módena, Parma y la Romana ratificaba por unanimidad la integración de estos territorios en el reino de Cerdeña-Piamonte. Un mes más tarde, el estallido de una revuelta secesionista en Sicilia proporcionó a Cavour la oportunidad para extender el proceso de unificación al sur de Italia. El primer ministro piamontés actu6 con gran habilidad para llevar a cabo un proyecto que contaba con la oposición de Gran Bretaña y de Francia y que ofrecía a Austria la posibilidad de una intervención revanchista. De este modo, mientras garantizaba a las potencias que su Gobierno se abstendría de emprender cualquier acción hostil contra el Reino de las Dos Sicilia, Cavour promovía de manera encubierta la expedición preparada por el líder republicano nacionalista Giuseppe Garibaldi que, entre mayo y julio de 1860, consiguió hacerse con el control de Sicilia. El rápido éxito de la expedición de Garibaldi provoco una nueva crisis internacional. La petición de ayuda de Francisco II de Nápoles hizo que, desde junio, Napoleón III intentara una mediación basada en la creación de un reino constitucional independiente en Sicilia, cuyo trono sería ocupado por un monarca de la dinastía Borbón-Sicilia. El emperador pretendía obligar posteriormente a Cerdeña-Piamonte a establecer una alianza con los nuevos reinos de Sicilia y Nápoles, lo que hubiera supuesto, en definitiva, la renuncia de Turín a la anexión del sur de la península. Para conseguir este objetivo e impedir que Garibaldi pudiera desembarcar en Nápoles, el Gobierno francés intentó imponer un bloqueo naval a los puertos sicilianos. No obstante, la diplomacia piamontesa logró que Gran Bretaña se opusiera a cualquier medida dirigida a establecer un bloqueo naval. El Gobierno británico contemplaba con recelo la creación de un Reino de Italia, que modificaría el equilibrio de poder en el Mediterráneo, pero temía aún mas que Napoleón III pudiera aprovechar la desintegración del Reino de las Dos Sicilia para establecer a un príncipe trances en el trono siciliano. El desacuerdo anglo-francés abrió el camino para la ocupación de Nápoles. En agosto, Garibaldi desembarcó en Calabria e fenicio un rápido avance hacia la ciudad del Vesubio, donde entró el 6 de septiembre. La formación de un gobierno napolitano provisional dominado por los republicanos inquieto al Gobierno piamontés, que ocupo los territorios pontificios de Las Marcas y Umbría tras derrotar a las huestes papales en Castelfidardo, e hizo avanzar a su ejército hasta la capital napolitana para poder garantizar de este modo la incorporación de Nápoles y Sicilia a Cerdeña-Piamonte, lo que tuvo lugar tras la celebración de un plebiscito el 15 de octubre de 1860. La ocupación de una parte de los Estados Pontificios provocó una nueva crisis internacional. Napoleón III, presionado por el clero católico francés, retiro a su representante de Turín pero evitó un conflicto con Cerdeña-Piamonte que le enajenara en el futuro las simpatías de la nueva potencia mediterránea y ordeno al cuerpo expedicionario francés que se limitara a defender Roma. Austria intento aprovechar la situación para

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conseguir que Prusia y Rusia respaldaran una intervención dirigida a restablecer el statu quo en Italia, pero la diplomacia franco-británica conjuró este peligro al lograr que Rusia adoptara una actitud neutral. El parlamento constituido en enero de 1861 por representantes de todos los territorios italianos integrados en Cerdeña-Piamonte aprobó el 14 de marzo la creación del Reino de Italia y ofreció el trono a la dinastía de Saboya. El nuevo Estado estableció su capital provisional en Turín y, desde 1865, en Florencia. La unificación suponía el nacimiento de un Estado desarticulado, producto más de una conquista militar por parte del reino de Cerdeña-Piamonte que de un verdadero movimiento nacional. Con todo, el proceso de unificación italiano aun tendría que superar dos importantes obstáculos: la liberación del Véneto, que todavía se encontraba en poder de Austria, y la incorporación de Roma, que un cuerpo expedicionario francés mantenía bajo control del Papa. La resolución de ambas cuestiones estaría estrechamente ligada al proceso de unificación alemán.

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Capítulo IV - La Unificación Alemana

LA RIVALIDAD ENTRE PRUSIA Y AUSTRIA El fracaso del movimiento nacionalista alemán en 1848-1849 puso de manifiesto la importancia de los

obstáculos externos e internos a los que se enfrentaba el proceso de unificación alemana. Entre los primeros, la creación de un Estado alemán unificado había de encontrar necesariamente la oposición de las principales potencias y, sobre todo, de Francia. Entre los segundos, el éxito de la contrarrevolución de 1849 puso de relieve la fuerza disgregadora de los particularismos regionales y de los intereses dinásticos alemanes. La principal dificultad para la unificación provenía, sin embargo, de la rivalidad entre las dos grandes potencias que formaban parte de la Confederación Germánica: Austria y Prusia.

Las dos potencias germánicas tenían objetivos antagónicos en Alemania. Austria trataba de mantener el statu quo emanado del Congreso de Viena, en virtud del cual esta potencia disponía de un considerable grado de influencia dentro de la Confederación Germánica. El Imperio austriaco contaba para este fin con la ayuda de los diferentes intereses dinásticos alemanes y con la existencia de importantes particularismos regionales, especialmente intensos en los Estados del sur de Alemania. Prusia, por su parte, trataba de promover un proceso de unificación que se desarrollara en torno al Estado prusiano y, desde la década de 1850, disponía del respaldo de la mayoría del movimiento nacionalista alemán y de la presión ejercida por importantes grupos económicos alemanes a favor de la unificación.

La revolución de 1848 había enfrentado por primera vez a ambas potencias en torno a la cuesti6n alemana. Como vimos, la crisis se resolvió en un sentido favorable a los intereses de Austria, pero este desenlace convenció a un importante sector del nacionalismo alemán de la inexistencia de una alternativa a la vía prusiana hacia la unificación. La fundación de la Liga Nacional en 1859 acelere este proceso de identificación del movimiento nacionalista alemán con la política prusiana. Prusia disponía además de un formidable mecanismo de presión económica sobre el recto de los Estados alemanes: la unión aduanera o Zollverein. La incorporación de los Estados del norte de Alemania a este organismo en 1854 acentuó la creciente interdependencia económica entre los distintos Estados alemanes y, sobre todo, su dependencia respecto al mercado prusiano.

En este marco, resultaba inevitable que los intereses de Austria y Prusia volvieran a chocar en Alemania. La siguiente crisis se produjo a consecuencia de la cuestión de los ducados daneses. Desde 1721, los Ducados de Schleswig, Holstein y Lauenburgo se hallaban asociados al Reino de Dinamarca por una union de caracter personal, si bien Holstein pertenecía asimismo desde 1815 a la Confederacion Germánica. La existencia en estos territorios de una importante población alemana y de un derecho de sucesion distinto del danés provocó una crisis sucesoria a la muerte sin herederos de Federico WI, en noviembre de 1863. La población germana de los ducados se negó a reconocer como duque al nuevo monarca danés, Cristian IX, y a aceptar la anexión de Schleswig a Dinamarca, decretada poco antes de su muerte por Federico VII.

Las medidas represivas adoptadas por Copenhague hicieron que la Dieta de la Confederacion Germánica decretara la movilización de las fuerzas federales para obligar a Dinamarca a entregar los tres ducados al príncipe alemán Federico de Augustemburg, quien, segun el derecho sucesorio existente en dichos territorios, debía suceder como duque a Federico.

Prusia escogió este momento para intentar anexionarse los ducados daneses, presentándose al mismo tiempo como defensora de la población germana de los mismos. El canciller prusiano, Otto von Bismarck, preparo con esta finalidad una intervención militar que se anticipara a la lenta movilización decretada por la Dieta.

La iniciativa prusiana arrastró a Austria, que se adhiri6 a la misma para tratar de frustrar los propósitos de Berlin. En febrero de 1864 ambas potencias firmaron una alianza y, tras una breve campaña militar, ocuparon conjuntamente la peninsula de Jutlandia. Las protestas de Francia y de Gran Bretaña se apaciguaron cuando Prusia y Austria garantizaron que el futuro de Schleswig, la mayoria de cuya poblacion era danesa, seria decidido por medio de un plebiscito. En este contexto, Dinamarca se vio obligada a ceder los tres ducados a ambas potencias en virtud del Tratado firmado en Viena en octubre de 1864.

LA GUERRA AUSTRO-PRUSIANA El final de la guerra con Dinamarca reaviv6 el antagonismo entre las dos potencias germánicas, cuyas diferencias

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en torno al futuro de los ducados daneses estuvieron a punto de desencadenar un conflicto. El interés de Prusia por anexionarse la totalidad o, al menos, una parte de dichos ducados encontró la firme oposición de Austria. Las negociaciones entre ambos gobiernos en torno a esta cuestión fracasaron por la negativa de Berlin a aceptar las contrapartidas territoriales y económicas solicitadas por Viena. En este contexto, Bismarck comenz6 a preparar el escenario para un enfrentamiento con su rival.

En primer lugar, Bismarck se dirigió al Reino de Italia, enfrentado con Austria por la cuesti6n del Veneto. El Gobierno italiano se mostro receptivo a las propuestas prusianas, pero supedito la aceptación de cualquier acuerdo de alianza a la neutralidad del Gobierno frances en el caso de un hipotético conflicto con Austria. Esto paralizo las negociaciones porque Napoleon III declino comprometerse en ese sentido.

Prusia aceptO un acuerdo provisional con Austria. El Convenio de Gastein, firmado por ambas potencias en abril de 1865, diferia momentáneamente el contencioso austro-prusiano al establecer la integracion de los ducados daneses en el Zollverein y repartir provisionalmente su administracion entre ambas potencias hasta que se adoptara una decisión definitiva sobre el destino final de estos territorios. Prusia retuvo Schleswig, Lauenburgo y el estrategico puerto de Kiel, en tanto que Austria obtuvo Holstein. El Convenio de Gastein, sin embargo, no resolvia el problema, pues Austria continuaba oponiendose a los proyectos anexionistas de Prusia hacia los ducados daneses. Viena contaba además en esta cuestión con el respaldo de la mayoría de los restantes Estados alemanes, partidarios de crear con los tres ducados daneses un principado independiente.

Esta situación llevó a Bismarck a redoblar sus esfuerzos para aislar diplomáticamente a Austria y preparar de

este modo el enfrentamiento con esta potencia. Con este objetivo, el canciller prusiano reinició las negociaciones dirigidas a neutralizar a Francia y a conseguir una alianza con Italia. En octubre de 1865, Bismarck se entrevistó con Napoleon III en Biarritz, donde logró finalmente que el Emperador francés se comprometiera a adoptar una actitud neutral en el caso de un conflicto austro-prusiano, a cambio de una vaga promesa por parte del Canciller de Hierro de apoyar futuras compensaciones territoriales para Francia.

Conseguida la neutralidad francesa, el camino para un acuerdo italo-prusiano quedaba abierto, máxime cuando un mes antes el Gobierno de Berlin habia sentado las bases para un acercamiento a Italia a través de la firma de un acuerdo comercial entre este pais y el Zollverein. En marzo de 1866 Bismarck reanudaba las negociaciones con el Gobierno de Florencia, interrumpidas en marzo del ano anterior. Las conversaciones culminaron un mes mas tarde con la firma de un Tratado secreto de alianza, en función del cual el Reino de Italia se comprometía a declarar la guerra a Austria en el caso de que Prusia entrara en guerra con esta potencia en los tres siguientes meses. Bismarck se aseguraba de este modo que Austria tuviera que dividir sus fuerzas en el caso de un eventual conflicto. El Gobierno italiano obtuvo a cambio el compromiso prusiano de incluir la cesión del Veneto a Italia entre las cláusulas del futuro Tratado de Paz con Austria.

Las gestiones de Bismarck tuvieron como resultado el aislamiento diplomático de Austria, pues las restantes potencias adoptaron una position equidistante hacia la rivalidad austro-prusiana. En este sentido, el Gobierno bri-tánico anunció en febrero de 1866 que se mantendría neutral en el caso de que estallase una guerra entre Austria y Prusia, en tanto que el Gobierno ruso no ocultaba su hostilidad hacia Viena desde el final de la guerra de Crimea.

Una vez seguro del aislamiento de Austria, Bismarck encamino sus gestiones a provocar un conflicto con esta potencia. En abril, el representante prusiano en la Dieta de Frankfurt presento una propuesta para convocar una asamblea nacional alemana, elegida por sufragio universal, que tuviera como misión reformar los estatutos de la Confederación Germánica. La proposición prusiana tenia como único objetivo provocar a Austria. El canciller prusiano consigui6 su propósito, pues Viena respondió exigiendo a su vez a la Dieta la celebration de plebiscitos en los ducados daneses para determinar el estatuto definitivo de dichos territorios. Esto proporción el pretexto que el Gobierno prusiano necesitaba para ocupar militarmente Holstein, haciendo inevitable el enfrentamiento.

El 11 de junio, el Gobierno austriaco solicito a la Dieta la movilización de las fuerzas federales contra Prusia. Un dia después, la diplomacia austriaca se aseguraba la neutralidad de Francia mediante la firma de una convención secreta por la que Viena se comprometia a renunciar al Véneto tras el conflicto. La Dieta Germánica accedió a la petición austriaca el 14 de junio. Esta decisión hizo que Prusia declarara la guerra a Austria y a sus aliados dos dias mas tarde. Inmediatamente, Italia invadió el Veneto, en cumplimiento del Tratado firmado con Prusia, mientras que la mayoria de los Estados del norte de Alemania se agrupaban en torno a esta potencia, en

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tanto que Hannover, Hesse, Sajonia y la casi totalidad de los Estados alemanes del sur se alineaban con Austria. La rápida resolucion del conflicto evito su internacionalización y facilito los proyectos de Bismarck. Los

ejercitos prusianos ocuparon fácilmente los Estados alemanes aliados a Austria y, pese a los fracasos italianos en Custozza y Lissa, infligieron en julio al ejército austriaco una derrota decisiva en Sadowa, obligando a Austria a solicitar el cese de las hostilidades.

Las reacciones de las restantes potencias europeas ante la aplastante victoria de Prusia fueron de distinto signo. Gran Bretana y Rusia optaron por no interferir en el desarrollo de las negociaciones de paz. De hecho, la diplomacia británica se mostr6 interesada desde un principio en que Austria y Prusia Ilegaran a un rápido acuerdo de paz, que evitara que Francia o Rusia pudieran extraer alguna ventaja del conflicto. El Gobierno ruso, por su parte, esperaba que la derrota austriaca facilitara su politica balcánica. La actitud francesa fue diferente. La rapidez del triunfo militar prusiano alarmo a Napoleon III, quien había proyectado conseguir compensaciones territoriales si, como esperaba, el conflicto se prolongaba, y le llevó a interponer su mediación en las negociaciones de paz para evitar que Prusia obtuviera excesivas concesiones. Bismarck tuvo, pues, que comprometerse a que el futuro proceso de unificacion se limitara a los Estados alemanes situados al norte del Main y a reconocer a los Estados alemanes del sur, es decir Baviera, Wurttemberg, Hesse-Darmstadt y Baden, una existencia internacional independiente. El canciller prusiano rechazo, no obstante, las pretensiones francesas de lograr compensaciones territoriales en la orilla izquierda del Rin o en Belgica y se limito a manifestar ambiguamente que no se opondria a una hipotetica anexión del Ducado de Luxemburgo a Francia.

El 23 de agosto de 1866, Bismarck, contra el parecer de Guillermo I y de una parte de su propio Gobierno, que deseaban anexionar a Prusia parte de Bohemia, firmo con Austria el Tratado de Praga. En función de dicho Tratado, Prusia renunciaba a anexiones territoriales a costa de Austria, pero conseguía a cambio la disolución de la Confederacion Germánica, se anexionaba los territorios alemanes de Holstein, Schleswig, Lauenburgo, Hannover, Hesse-Cassel,-Frankfurt y Nassau e imponia a los 21 Estados alemanes situados al norte del Main su ingreso en una Confederación de Alemania del Norte dominada por Prusia. Los acuerdos de paz se completaron con la firma del Tratado de Viena, en octubre de ese mismo ario, por el cual Austria cedio el Véneto a Napoleon III, quien lo entrego al reino de Italia tras la celebración de un plebiscito.

LA GUERRA FRANCO-PRUSIANA Y LA CULMINACION DE LOS PROCESOS DE UNIFICACION ALEMAN E ITALIANO Alemania se desarrollara de acuerdo con los intereses de esta potencia. El primer paso en esta dirección fue

la creación de la Confederación de Alemania del Norte en diciembre de 1866. La Confederación era un Estado federal, dentro del cual cada uno de los Estados integrantes conservaba su autonomia interna, pero cedia la politica exterior y de defensa a un Gobierno de la Confederación presidido por el rey de Prusia. Las instituciones federales se completaban con una Asamblea Nacional (Reichstag), elegida por sufragio universal, y un Consejo Federal (Bundesrath), formado por los representantes de los diferentes Estados integrantes, que tenia derecho de veto sobre las leyes votadas por el Reichstag. Los Estados del sur de Alemania quedaron al margen de este organismo, si bien Bismarck consiguió evitar que cayeran en la esfera de influencia francesa al hacer públicas las pretensiones de Napoleón III de obtener compensaciones territoriales en Renania o el Sarre. De esta manera, el canciller prusiano logró concluir acuerdos defensivos secretos con Baviera, Baden, Wurttemberg y Hesse-Darmstadt durante el verano de 1866.

El proceso de unificación todavía arrastraba, pese a todo, importantes dificultades. En primer lugar, la pervivencia de fuertes particularismos en la mayoría de los Estados del sur de Alemania que, pese a los acuerdos defensivos bilaterales firmados con Prusia, habían quedado momentáneamente al margen del proceso unificador. En segundo lugar, la decidida oposición de Napoleón III a la creación de una Alemania unificada que desplazara al Segundo Imperio francés del centro de gravedad de la política europea.

Bismarck intento resolver el primero de estos problemas, impulsando un estrechamiento de las relaciones políticas y económicas de la Confederación de Alemania del Norte con los Estados alemanes del sur. La creación de un parlamento aduanero alemán dentro del Zollverein, en julio de 1867, respondió a este objetivo. Bismarck esperaba que el desarrollo de los vínculos entre estos Estados y la Confederación, unido a una intensa campaña de propaganda promovida por el Gobierno de Prusia, acabaran generando en los mismos un clima de opinión favorable a su integración en un Estado alemán unificado.

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Los planes de Bismarck solo tuvieron éxito en el caso de Baden, el Estado alemán más amenazado por los proyectos revisionistas de Napoleón III, que solicito su ingreso en la Confederación de Alemania del Norte, No resulto así en el recto de los Estados meridionales, donde el resurgimiento de los sentimientos particularistas durante las elecciones celebradas en el invierno de 1869-1870 puso de manifiesto la incertidumbre de la vía progresiva hacia la unificación y convenció al canciller de la necesidad de provocar una guerra nacional contra Francia, como Única forma de crear el clima de opinión necesario para que aquella tuviera lugar.

El resultado de la guerra austro-prusiana había supuesto un fuerte desprestigio interno y externo para la política exterior francesa y para la propia figura de Napoleón III. En un plano interior, el Emperador francés trato de frenar el descontento mediante una progresiva liberalización del régimen político. En un plano internacional, la diplomacia francesa intentó anexionarse el Gran Ducado de Luxemburgo para compensar su fracaso a la hora de obtener concesiones territoriales en Alemania o Bélgica. La oposici6n británica y prusiana frustro este proyecto. En la Conferencia internacional celebrada por este motivo en Londres, en abril de 1867, Bismarck incumplió las vagas promesas hechas a Napoleón III en el verano de 1866 y se limito a aceptar la retirada de las guarniciones prusianas del Gran Ducado a cambio de la neutralización internacional de dicho territorio.

El fracaso francés en la cuestión de Luxemburgo puso de manifiesto el aislamiento internacional de Francia. Napoleón III intento establecer una alianza con Austria e Italia para salir de dicho aislamiento y mantener el equi-librio de poder en el continente, pero los proyectos del Emperador fracasaron a causa de la cuestión romana.

La derrota de 1866 había producido la reorganización del Imperio austriaco sobre nuevas bases. El compromiso de 1867 entre los austro-alemanes y los magiares sent6 las bases para la creación de la Monarquía Dual. El nuevo protagonismo de la minoría magiar favoreci6 las tendencias expansionistas de la política austro-húngara en los Balcanes. Esta situaci6n provoco una escalada de las tensiones con Rusia y obligó a Austria-Hungría a supeditar cualquier- acuerdo con Francia a la obtención de un compromiso de neutralidad por parte de Italia. El Gobierno austro-húngaro esperaba de esta manera evitar que el irredentismo italiano sobre Trieste y el Trentino Ilevara a Italia a amenazar su retaguardia en caso de un conflicto con Prusia o Rusia. Sin embargo, el Reino de Italia no estaba dispuesto a firmar ningún acuerdo de este tipo si Francia continuaba bloqueando la culminación del proceso de unificación italiano. La presión de los sectores católicos de la opinión pública Francesa impedía, no obstante, a Napoleón III actuar en este sentido y le obligaba a mantener un cuerpo expedicionario en Roma para garantizar la supervivencia de los Estados Pontificios. En estas circunstancias, el acercamiento entre Francia, Austria e Italia resulto imposible.

Bismarck, por su parte, trato de acentuar el aislamiento internacional del Segundo Imperio francés y de asegurarse la neutralidad de las restantes potencias en el caso de un conflicto con Francia. El Gobierno austro-húngaro rechazó cualquier acuerdo con Prusia, pero el ruso se mostro más receptivo debido a su inquietud hacia las nuevas directrices de la política austro-húngara en los Balcanes. En marzo de 1868, Prusia y Rusia firmaron un acuerdo secreto que, en el caso de un conflicto franco-prusiano, establecía el compromiso ruso de concentrar tropas en Galitzia con el objeto de paralizar cualquier hipotética acci6n de Austria-Hungría contra Prusia.

Berlín podía contar además con la neutralidad británica. La reticencia de Londres a involucrarse en cualquier problema continental que no afectara directamente a los intereses geoestratégicos británicos se había acentuado des-de la llegada al poder de William E. Gladstone a finales de 1868. De hecho, la diplomacia británica se mostraba mes preocupada por los proyectos de Napoleón III para incorporar Bélgica a su esfera de influencia que por la creación de un Estado alemán unificado que, momentáneamente, no parecía suponer una amenaza para la seguridad de Gran Bretaña ni para sus intereses imperiales. La actitud equidistante de la diplomacia británica hacia la cuestión alemana se acentuó a raíz de la grave crisis diplomática franco-británica provocada, en abril de 1869, por el intento del Estado francés de adquirir la Compañía de Ferrocarriles Belgas de Luxemburgo.

En este contexto internacional, la cuestión sucesoria española proporciono el pretexto que Bismarck buscaba para provocar un enfrentamiento con Francia. La revolución de 1868 había derribado a la dinastía borbónica del trono español. Las Cortes Constituyentes reunidas en 1869 habían optado por mantener la monarquía constitucional y habían ofrecido la corona a una serie de candidatos, pero ni Luis I de Portugal ni el duque de Génova aceptaron el trono español. El Gobierno-Regencia ofreció entonces la corona de España a Leopoldo de Hohenzollern, primo de Guillermo I de Prusia, perteneciente a la rama católica de dicha dinastía.

El Gobierno francés reacciono airadamente y exigió a Berlín la retirada de la candidatura. Las gestiones de la diplomacia francesa tuvieron éxito, pues, pese a la oposición de Bismarck, Leopoldo de Hohenzollern, presionado

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por Guillermo I, retira su candidatura al trono español el 12 de julio de 1870. Sin embargo, Napoleón III trató de aprovechar este éxito diplomático para desprestigiar a Prusia. Ese mismo día por la tarde, el Emperador francés ordeno a su embajador en Berlín que exigiera a Guillermo I una declaración pública garantizando que la candidatura Hohenzollern quedaba definitivamente descartada. El monarca prusiano, quien se encontraba en el balneario de Rems, se negó a acceder a esta pretensión y telegrafió a Bismarck para informarle de la misma. El canciller redacto entonces para la prensa un resumen del telegrama en el que se tergiversaba la entrevista entre el conde de Benedetti y Guillermo I en Rems y se daba la impresión de que el monarca prusiano había desairado al embajador de Francia. La agitación nacionalista que se produjo en Francia hizo que Napoleón III viera en la guerra la oportunidad para consolidar el tambaleante régimen imperial y para frenar el ascenso internacional de Prusia. El 15 de julio declaró la guerra a esta potencia.

Los proyectos de Bismarck funcionaron de este modo a la perfección. La declaración francesa de guerra a Prusia obligo a los Estados alemanes del sur a colocar sus ejércitos bajo el mando unificado prusiano, de acuerdo con los términos de los Tratados de defensa firmados con Prusia en el verano de 1866, y el sentimiento nacionalista, que pronto se extendió por toda Alemania, convirtió la confrontación con Francia en una guerra nacional.

El aislamiento internacional de Francia quedó de manifiesto cuando las restantes potencias se abstuvieron de intervenir en el conflicto. El Gobierno ruso cumplió el acuerdo de 1868 y mediante la amenaza de movilización obligo a Austria-Hungría a declarar su neutralidad el 20 de julio. Italia se mostró dispuesta a entrar en la guerra del lado de Francia, pero a condición de que Napoleón III permitiera la unificación del país, condición que el Emperador, que necesitaba más que nunca el apoyo de los católicos franceses, no estaba en disposición de cumplir. El Gobierno francés consiguió, no obstante, que el italiano se comprometiera a no ocupar Roma, lo que permitió la repatriación del cuerpo expedicionario francés acantonado en lo que restaba de los Estados Papales. Gran Bretaña también se mantuvo al margen del conflicto franco-prusiano.

En estas condiciones, el aparato bélico alemán decidió rápidamente la guerra, provocando la caída del Segundo Imperio francés. El Gobierno Provisional Republicano formado el 4 de septiembre apenas pudo prolongar la resistencia durante varios meses hasta que la toma de Paris le obligo a capitular. El triunfo fue aprovechado por Bismarck para llevar a cabo sus proyectos de unificación. En noviembre de 1870, aprovechando el clima de exaltación nacional creada por la victoria, el canciller prusiano consiguió que los Estados del sur se adhirieran formalmente a la Confederación de Alemania del Norte, convertida ahora en Confederación Alemana. Finalmente, el 18 de enero de 1871 los representantes de los soberanos alemanes, reunidos en Versalles, proclamaron el Segundo Imperio alemán y eligieron a Guillermo I como emperador.

Diez días más tarde se firmaba en Versalles un armisticio que difería las negociaciones de paz a la constitución de un gobierno en Francia que estuviera legitimado por un proceso electoral. El Gobierno francés salido de las urnas, presidido por Adolfo Thiers, tuvo que firmar el 10 de mayo el Tratado de Frankfurt, que estipulaba la anexión al Segundo Imperio alemán de Alsacia y de la parte oriental de Lorena; el pago de una indemnización de 5.000 millones de francos oro y la ocupación militar del norte de Francia hasta que dicha indemnización se hiciera efectiva.

La derrota francesa permitió asimismo la culminación del proceso de unificación italiano. La caída del Segundo Imperio francés desligo al gobierno de Víctor Manuel II de los compromisos contraídos con Napoleón III en torno a la cuestión romana y el 20 de septiembre de 1870 las tropas italianas entraron en la capital pontificia. Dos meses más tarde, un plebiscito estableció la incorporación de los Estados Pontificios al Reino de Italia y el traslado de la capital a Roma.

El Gobierno ruso aprovecho igualmente la oportunidad para desligarse de las limitaciones impuestas por el Tratado de Paris a su flota en el mar Negro y, en octubre de 1870, anunció que ya no se consideraba obligado por dicho Tratado. El nuevo papel de Alemania como uno de los principales centros de gravedad de las relaciones internacionales se puso entonces de manifiesto cuando Bismarck logro que Gran Bretaña y Rusia alcanzaran un compromiso en la Conferencia internacional reunida con este motivo en Londres en enero de 1871.

La guerra franco-prusiana culminaba así el proceso de constitución de dos nuevas potencias europeas iniciado en 1848. Abría también una nueva etapa en la historia de las relaciones internacionales marcada por la consolidación de Alemania como potencia hegemónica en el continente y por la creación de un nuevo equilibrio de poder en Europa.

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Capítulo V - Decadencia del Imperio otomano, la cuestión

oriental, la guerra de Crimea y la Paz de Paris

Entre las grandes potencias, fueron las cuestiones mediterráneas las que ocuparon el primer lugar en las relaciones. Gran Bretaña ocupaba una posición dominante, los esfuerzos de Francia y Rusia abría nuevas perspectivas a favor de la crisis del Imperio otomano. INDEPENDENCIA GRIEGA

La insurrección griega contra el dominio turco presenta todos los rasgos de un movimiento nacional; fue la protesta instantánea de una población que por su lengua, por su religión, por sus costumbres, por su historia, por sus sentimientos, por sus intereses económicos había permanecido extraña al Imperio otomano. Los primeros síntomas del movimiento nacional se manifestaron en el momento en que el Congreso de Viena asumió la tarea de “reconstruir” Europa. En 1814 se fundó en Odesa una sociedad secreta, la Hetairía, que se había fijado como objetivo restaurar la independencia griega o, por lo menos, obtener la autonomía de los territorios griegos bajo príncipe cristiano. En febrero de 1821, Ypsilanti, después de haber formado en territorio ruso una tropa, franqueó la frontera otomana. Aquel movimiento de independencia griega que, entre 1822 y 1825, rechazó la dominación turca de Morea, planteaba una cuestión de principio: en el momento en que las grandes potencias continentales querían oponerse a todo esfuerzo insurreccional de un grupo de poblaciones contra un soberano legítimo, apareció como un síntoma nuevo de la fermentación que se extendía desde Europa, y era, desde aquel punto de vista, condenable a ojos de los partidarios del statu quo. Sin embargo, como la población griega era cristiana y se rebelaba contra el dominio musulmán, encontró en seguida, incluso en la opinión más inclinada al mantenimiento del orden y al respeto de la legitimidad, simpatías que no había sido otorgadas a los demás movimientos insurrecciónales. Pero tal cuestión no desempeño un papel importante en las decisiones de los gobiernos. Las reacciones de los grandes estados eran determinadas por sus intereses: el éxito del movimiento de independencia griega traería consigo un nuevo debilitamiento del Imperio otomano, quizá su hundimiento. ¿Era aquella una posibilidad deseable? Rusia deseaba el éxito de la insurrección griega. En la orientación de aquella política, los móviles económicos desempeñaban un papel secundario. Los comerciantes y los marinos griegos eran, los principales agentes del comercio ruso en el mar Negro, y desde comienzo de la insurrección cesaron en su actividad, paralizando las relaciones comerciales rusas en dicha zona. En cuanto a los fines políticos Rusia se beneficiaría con la victoria de los griegos, ya que significaría una disgregación del Imperio otomano. La perspectiva era grave para Austria, que no podía abandonar la península balcánica a la influencia rusa. También resultaba inquietante para Gran Bretaña, que vería inmediatamente quebrantada su preponderancia en el Mediterráneo, y tendría que verse expuesta al riesgo de una penetración rusa en Medio Oriente, que amenazaría a la India. No obstante GB podría beneficiarse de un debilitamiento del Imperio otomano si se asegurara una influencia preponderante en la Grecia independiente. La perspectiva de Francia, el estatuto territorial de Europa fue establecido sin contar con ella o contra ella; y el hundimiento del Imperio otomano podría abrir el camino a reajustes territoriales, a un sistema de compensaciones entre las grandes potencias en el que los vencidos de 1815 encontrarían ocasiones favorables para obtener la revisión parcial de los tratados. No era la cuestión griega en sí la que podía originar dificultades internacionales graves, sino sus repercusiones posibles o probables sobre la suerte del Imperio otomano. Las iniciativas rusas fueron las que orientaron la evolución de la crisis y las que determinaron las reacciones de las otras potencias. ¿Cuál fue el sentido general de esta complicada acción diplomática?

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Hasta la muerte de Alejandro I (1825) la política rusa no se empleó a fondo. Aunque amenazaba al gobierno otomano con una intervención, no parecía pensar seriamente en pasar a la acción. Inglaterra y Austria manifestaron su voluntad de oponerse a una intervención rusa. Alejandro tampoco consiguió en apoyo de Villéle (Francia). El gobierno ruso solo se limitó a intentar una acción diplomática colectiva. Su proyecto de formación de 3 principados, que aun bajo dominio turco, tendrían gobernadores griegos, fue considerado como insuficiente por los griegos e inaceptable por los turcos, y fue rechazado por Inglaterra y Austria. El gobierno otomano comenzó, con el apoyo de la flota y del ejército de su vasallo egipcio, la reconquista de Morea. En menos de cuatro meses los griegos se vieron perdidos. Sus jefes solicitaron la ayuda inglesa, ofrecieron poner la “existencia política de la nación griega bajo la exclusiva protección de GB”. Canning se negó a conceder tal apoyo, porque el establecimiento de un protectorado inglés en Morea daría lugar a una probable intervención rusa en los Balcanes. Y puesto que la política inglesa deseaba evitar el hundimiento de Imperio otomano, viose forzada a sacrificar los intereses inmediatos que se le ofrecían. La muerte de Alejandro I reanimó la crisis en su aspecto internacional. El nuevo zar Nicolás I, se mostró resuelto a asumir los riesgos que habían echo retroceder a sus predecesor. Pero no concedió primacía a la cuestión griega. En el ultimátum que dirigió a la Puerta, se trataba sólo de los principados danubianos, cuestión no relacionada directamente con los intereses mediterráneos de GB. La política inglesa se adoptó inmediatamente a la nueva situación. Ante el peligro que ahora se le presentaba podría, sin duda, estudiar una alianza con Austria, pero dicha alianza obligaría a GB a apoyar la política austríaca en Alemania y en Italia, eventualidad inaceptable. Creyó preferible buscar un acuerdo con el zar para “frenar” la política rusa. (Optó por el mal menor). La negociación anglo-rusa tuvo por resultado la firma del protocolo de 4 de abril de 1826: GB actuaría de mediadora entre el gobierno otomano y los griegos sublevados, y Rusia apoyaría aquella iniciativa. El objetivo sería conseguir para Grecia una régimen de autonomía; vasallo del Imperio otomano, aquel estado sería gobernado y administrado por griegos, sometiéndose únicamente la designación de los mismos a la Puerta. La política inglesa no se opuso a la acción de Rusia en los principados Danubianos con la promesa de que no se extendiera hacia Grecia. Por la convención de Akkermann (octubre de 1826), satisfizo a Rusia en la cuestión de los principados danubianos (autonomía de los Principados de Serbia), mientras que se oponían a la mediación. Los gobiernos ingles y ruso decidieron imponer (por el Tratado de Londres de 06/07/1827, al que se asocio Francia) la conclusión de un armisticio entre turcos y griegos, valiéndose para ello de un bloqueo. Este que comenzó como una demostración naval, degenero en octubre de 1827, en una batalla, durante la cual fue destruida la flota egipcia y paralizo al ejército turco. La mediación pacífica se convirtió en una intervención armada dirigida contra el gobierno otomano. Para los griegos esto significaba la salvación. Los rusos se regocijaban al ver que el Sultán lanzaba un llamamiento a la guerra santa, el gobierno inglés vio abrirse ante él las perspectivas que toda su política había intentado alejar: la amenaza de que una guerra pudiese originar el hundimiento del Imperio otomano. La perspectiva de un conflicto anglo-ruso reapareció en la primavera de 1828, cuando Rusia declaró la guerra a Turquía. En el momento en que las tropas del Zar penetraron el territorio, fueron reforzadas las escuadras inglesas del Mediterráneo para proteger Constantinopla contra aquella amenaza. El gabinete ingles atravesaba por dificultades internas que le aconsejaban no emplearse a fondo. El zar no disponía de la totalidad de sus fuerzas desde 1826, estaba en guerra con Persia. La política inglesa de Teherán no era ajena a este conflicto. La debilidad de sus medios militares le incitó a la prudencia. El gobierno francés, no tuvo la menor dificultad en que se aceptase un compromiso. El proyecto de La Ferronnays, ministro de Negocios Extranjeros en el ministerio Martinag, sugirió a GB que dejase a Rusia libertad de acción en la región danubiana, pero que la apartara del asunto griego; seria suficiente el envió de un cuerpo expedicionario franco-ingles para obligar a las tropas egipcias a evacuar Morea. El zar acepto esta propuesta en julio de 1828. Diciembre de 1828, después de que Ibrahim evacuo Morea, la conferencia de embajadores de las potencias, en Poros, decidió la formación de un Estado griego, cuyo príncipe seria hereditario; pero pagaría tributo al sultán.

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La política inglesa abandonó a zar porque no le convenía que el futuro estado griego poseyera el litoral frente a las islas Jónica, es decir, frente a una base naval inglesa. En la regulación de los asuntos el gobierno francés aceptó un papel activo, pero eran más las preocupaciones de la política general las que la motivaban. Los consejeros del zar veían en el mantenimiento del Imperio Otomano más ventajas que inconvenientes. Era un estado débil, acosado constantemente por sublevaciones cristianas, que estaría destinado a ceder ante las presiones rusas. El 14 de septiembre de 1828 se firma el tratado de Andrinópolis, la cuestión griega se resolvió según los términos del protocolo de marzo. Rusia obtuvo la delimitación de la orilla derecha del Danubio, la formación (en los principados de Moldavia y Valaquia) de un gobierno nacional, que permanecería al teóricamente siendo vasallo del sultán, pero que seria colocado bajo la garantía de Rusia; la cesión del puerto de Poti; libertad de comercio en el Imperio Otomano, y el derecho de libre paso de los barcos mercantes rusos por los estrechos. LAS CRISIS EGIPCIAS

Apenas la cuestión griega quedó resuelta, el Imperio otomano atravesó una nueva crisis. El Sultán se encontraba en conflicto con un vasallo muy poderoso, el bajá de Egipto. El Imperio otomano veíase nuevamente amenazado por el hundimiento. El papel desempeñado por Egipto en las relaciones internacionales fue resultado de la acción personal de un hombre ambicioso, Mohamed Alí. Desde 1806 era bajá de Egipto y, aunque vasallo del Sultán, actuaba como si fuera jefe de Estado. Trabajo durante 20 años para modernizar Egipto, al mismo tiempo que para extender los límites territoriales de su dominio, dentro del Imperio otomano. Los objetivos del bajá eran obtener el carácter hereditario de su mando, ya que poseía 61 años, y que le reconozcan de Jure la independencia que ya poseía de Facto. Las ambiciones del bajá plantearon cuestiones de gran alcance en las relacione internacionales. La disgregación del Imperio turco bajo los golpes de Mohamed Alí, llevaría sin duda, a un reparto, que despertaría nuevamente los antagonismos entre las grandes potencias. ¿Cuál fue la posición de las potencias mas directamente interesadas? Francia poseía en el nuevo Egipto una influencia sólida. El gobierno francés pensó en aprovecharse de tal situación para consolidar su política mediterránea, y por medio de un acuerdo con el bajá hallar en Egipto un punto de apoyo con GB, pero no deseaba el hundimiento del Imperio turco. Gran Bretaña quería mantener abierta la ruta de Suez, dicha zona no parecía amenazada. Temía más al establecimiento del dominio egipcio en Siria, que podía ser el punto de partida de una expansión del estado egipcio hacia el golfo Pérsico y una amenaza para la seguridad de la India. Deseaba sobre todo mantener el Imperio turco, porque establecía una barrera contra la penetración rusa en el Mediterráneo y el Próximo Oriente. Además el Sultán había concedido a Inglaterra un tratado de comercio muy favorable y el Imperio turco estaba convertido en mercado muy importante para las exportaciones. La suerte del Imperio turco le importaba, sobre todo, a Rusia, si bien había sostenido que el Imperio tenía más ventajas que inconvenientes, se esperaba que la autoridad del Sultán, amenazada por la sublevación de las poblaciones cristianas, siguiera siendo precaria y que la Puerta no fuese capaz entonces de resistir a una presión diplomática rusa. La política egipcia se enfrentó con obstáculos temibles. A partir de 1829-1830 era a Rusia a la que consideraba su principal adversario. Existen dos fechas críticas en la cuestión egipcia: 1832, en que el ejército egipcio, después de haber conquistado Siria, destruyó al turco Konieh, y se aprestó a la marcha sobre Constantinopla; y 1839, en que el gobierno turco intentó reconquistar Siria, y sufrió un nuevo desastre en Nézib, que parecía situar de nuevo a merced del bajá la capital turca. En ambos casos los proyectos de Mohamed Alí fracasaron por la voluntad de una de las grandes potencias.

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Con la primera crisis mientras que el gobierno inglés no se decidió a cerrar la ruta al bajá, el gobierno del Zar obligó, en enero de 1833 a Mohamed Alí, a detener su marcha victoriosa, enviando una escuadra, y un ejército que desembarco en Bósforo. Rusia presionó a los turcos para firmar el tratado de Unkiar-Skelessi el 8 de julio de 1833, el cual establecía una alianza defensiva ruso-turca por ocho años. Un artículo secreto precisaba la forma de asistencia mutua: Rusia se comprometía a suministrar al Imperio apoyo armado (ocupar el Bósforo y los Dardanelos), mientras que el Zar no solicitaba de la Puerta apoyo efectivo alguno si el Imperio ruso se encontrara en guerra con otro potencia, bastaría solamente que el Imperio turco cerrase el Bósforo y los Dardanelos, prohibiendo la introducción en el mar Negro de una flota adversaria. Dicho tratado no aseguraba a la política rusa más que una solución parcial de la cuestión de los Estrechos, ya que su flota no podía franquearlos, y no amenazaba la posición de GB en el Mediterráneo, pero si amenazaba directamente los intereses de GB, porque se le concedía a Rusia un papel dominante. No obstante el gabinete inglés se limitó a una protesta diplomática. En diciembre de 1833 Palmerston trazo su programa: mostrar los peligros de la alianza ruso-turca, que colocaba al Imperio otomano bajo el control de una potencia; ofrecer a la Puerta la ayuda de GB, con objeto de reorganizar sus fuerzas armadas, pero sin proponerle una alianza; obtener en compensación, beneficios comerciales. Pero los resultados fueron modestos: se firmó un tratado de comercio (Balta-Liman) que redujo los derechos aduaneros turcos y que permitía a GB aumentar sus adquisiciones de materias primas. En 1839 se confió a la marina inglesa la reorganización de la flota turca. Así manifestó el gobierno turco su intención de sustraerse del control de Rusia. La amenaza del Unkiar-Skelessi había fracasado. La prudencia del zar se explica, ya que no contaba con el apoyo de Austria, desde que las cuestiones alemanas se habían calmado. En 1839 por iniciativa de Sultán se produjo la segunda crisis egipcia. Esta vez fue GB la que se constituyó en protectora del Imperio turco y quiso obligar al bajá de Egipto a que, no obstante su victoria, renunciara a Siria. En el momento en que tuvo ocasión de poner en práctica el tratado de Unkiar-Skelessi, el gobierno ruso renunció a ello y se declaró dispuesto a resolver las cuestiones orientales “de acuerdo con las otras potencias”. La resistencia a la política inglesa se manifestó únicamente en Francia, cuyo gobierno concedió apoyo a Egipto. La prudencia era la característica del gobierno ruso. Nicolás I sabía que no contaba con oportunidad de la renovación del tratado Unkiar-Skelessi. También la prudencia se encontraba en la política general, pensó que lo más conveniente era dejar actuar a GB. La imprudencia, en cambio, era la característica del gobierno francés. Desde su decisión de conquistar a Argelia, el gobierno de Luis Felipe pensaba que el Imperio egipcio podía suministrar un punto de apoyo a su política Mediterránea; y concedió empréstitos a Mohamed Alí. Cedió al movimiento de la opinión pública que manifestaba gran susceptibilidad en dicho tema, y sintió la necesidad de realizar una “política nacional”. Se llamó al poder a Thiers, quien deseaba aumentar la moral de la nación. El gabinete inglés se declaró resuelto a no consentir que Francia apoyase a Egipto. Y Palmerston reunió en torno a GB, a Rusia, Austria y Prusia, su acuerdo fue consagrado por el tratado de julio de 1840. “Es preciso dar una lección a Francia, hacerle comprender prácticamente que su palabra y su deseo no son la ley de Europa”, declaró Palmerston. También influyo en esta decisión las tentativas de la política francesa en Bélgica, que desde 1836 había visto la posibilidad de establecer una unión aduanera. Mientras tanto Thiers quería mantenerse firme y declaró que Francia no aceptaría que las potencias empleasen la fuerza contra el bajá de Egipto. No obstante la intransigencia inglesa y la efervescencia de las pasiones de la opinión pública francesa no originaron ningún conflicto general. Si bien Luis Felipe no se atrevió a desautorizar a su ministro, se mostró dispuesto, para cuando la ocasión se presentase, a romper relaciones con él antes que con Europa. Tampoco Thiers deseaba un conflicto general, pero pensaba que los Cuatro no se decidirían, a causa de esta cuestión siria, a la guerra europea. Creía también que Mohamed Alí sería capaz de oponerles suficiente resistencia para cansarles.

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Palmerston amenazo con una guerra general, pero sabia que no se iba a llegar a ella, reconoció que la actitud de Thiers era un bluff. Y hasta fines de septiembre no envió a Siria la flota inglesa y un pequeño cuerpo expedicionario. El rápido desenlace confirmó las previsiones de Palmerston. Cuando Mohamed Alí, expulsado de Siria no solamente por el desembarco anglo-turco, sino también por el levantamiento de la población, solicitó la ayuda militar de Francia, Thiers aceptó, en realidad, adherirse a las decisiones de los Cuatro. Triunfaron pues los intereses ingleses. Palmerston impidió el desarrollo del Imperio egipcio, la expansión de la influencia francesa hacia el Mediterráneo oriental y el hundimiento del Imperio Turco, obtuvo la renuncia del zar al tratado Unkiar-Skelessi. Comprendió que Rusia no podía aceptar la renovación del imperio que significaría Ali, y que Francia, en el fondo, no deseaba la guerra. El Imperio otomano consolidado debía servir a los designios de Inglaterra, cuyo interés más inmediato era el mantenimiento de su preponderancia en el Mediterráneo. Para conseguir esto, Palmerston decidió el cierre de los Estrechos. La convención de Londres (julio de 1841) estipulo que el paso de los estrechos debe estar siempre prohibido en tanto que la Puerta no se encuentre en guerra, el gobierno turco tenia el deber de proteger los estrechos y las potencias a respetar ese estatuto. El sultán, en caso de que el este en guerra, podía abrirlos a una potencia aliada. Aunque para Rusia significaba que renunciaba a entrar en el Mediterráneo, su flota del Mar Negro era mínima. En cambio se beneficiaba de que GB no pudiera manifestar su potencia naval en el Mar Negro. ASIA: EXTREMO ORIENTE

En el Extremo Oriente se produjeron dos crisis simultáneas. Una, quebrantó el Imperio chino; la otra al Japón. La guerra civil china, la revolución de los taipings, comenzó en 1851, y se prolongó quince años. Sus orígenes no están todavía aclarados. No obstante, es posible observar la convergencia de dos movimientos-uno político; el otro religioso-, originados en el Sur de China. El movimiento político se llevó a cabo por Sociedades secretas, la más importante era la Triada, que deseaba liberar a China del dominio manchú y restablecer una dinastía china: este sentimiento nacional fue alentado por el resultado de la Guerra del Opio. El religioso fue obre de la secta de los Adoradores de Dios, cuyo jefe era Hong-Sieu T’iuan. La secta quería regenerar a China, predicando una nueva fe. La colaboración de aquellos dos movimientos exigieron largas conversaciones. Hong trataba de formar, con la ayuda de la Triada, un gobierno insurreccional. No parece que las condiciones económicas y sociales desempeñaran un papel fundamental en esta crisis, pero tampoco puede calificarse de despreciable. Desde que China se vio obligada a ampliar sus contactos con los occidentales, la penetración comercial originó consecuencias que afectaban la estabilidad social. La importación de las mercancías extranjeras arruinó a algunos artesanos, y también produjo un desorden monetario. El origen de la revolución estaba en relación directa con una circunstancia accidental: el hambre producida por una mala cosecha. Para la defensa contra bandas los campesinos formaron milicias, y en seguida, los conjurados-los de la Triada y los de la Secta- lo aprovecharon para desarrollar sus propaganda entre dichas tropas, que se convirtieron en los primeros focos de las ideas revolucionaria. En agosto de 1851 la revolución tuvo su primer éxito: la toma de Yuang-Tcheu. Pero hasta 1853 Hong no organizó su ejército, con el que emprendió la ofensiva en el valle del Yang-Tse. No logró poner en peligro a Pekín, debido a su falta de caballería. Después de adjudicarse el título de Emperador, instaló su capital en Nankín. Pero la dinastía manchú no se hundió, pues contaba con el apoyo de los funcionarios chinos que no podía admitir el programa religioso de Hong ni su desprecio de la misma esencia de la civilización china. Los éxitos de los Taipings alentaron otras rebeliones. En 1855, aunque la defección de los jefes de la Triada debilitó al gobierno de Nankín, el ejército imperial fue incapaz de destruirlo. Los dos tercios del territorio quedaron sustraídos, al dominio de la dinastía manchú. El orden fue mantenido por el gobierno insurreccional. En los límites de la zona imperial y de la revolucionaria la lucha entre ambos ejércitos devastaba las comarcas más ricas del país. China sentía la amenaza de la disgregación.

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La crisis japonesa; el Imperio japonés, cerrados casi totalmente, desde 1837, a los contactos con el extranjero, había conservado una estructura social. La nobleza feudal-daimíos y sus samurais- formaban una clase privilegiada. Frente a los daimíos el Emperador había perdido toda su autoridad política, a partir de siglo XII, encontrándose reducido al papel de jefe religioso. Pero este régimen feudal había empezado a descomponerse en el siglo XVI ¿Cuál era su estado en la segunda mitad del siglo XIX? La autoridad imperial había sido reemplazada por la del daimío más poderoso, gracias a la extensión de su feudo (familia Togukawa). Después de haber obtenido del Emperador el título de shogun (generalísimo), el jefe de la familia sometió a los otros daimíos. Conservaba el derecho de percibir los impuestos en su feudo, acuñar moneda y mantener su pequeño ejército e samurais. La organización política había evolucionado hacia una centralización del poder. La organización social quedó también quebrantada, sobre todo desde principio del siglo XVII. En el medio rural, el sistema tradicional había consistido en la repartición de las tierras entre los campesinos a quienes el daimío había atribuido, a título de posesión perpetua, una parcela de tierra. No obstante, los esfuerzos del gobierno shogunal, los cultivadores agrícolas más hábiles o más favorecidos por la suerte, lograron burlar la ley y aumentar su dominio a expensas de otros. En el medio urbano se produjo otro cambio, los artesanos agrupados en gremios, obtuvieron del gobierno shogunal una organización privilegiada, que les permitió sostenerse y mantener los precios. La formación de una burguesía rural y el crecimiento del capitalismo comercial minaron poco a poco la sociedad feudal. El gobierno shogunal, que al conservar la política de aislamiento del país respecto a las influencias extranjeras deseaba salvaguardar la estabilidad social, no había logrado impedir la evolución, sino tan sólo retrasarla. En la vida intelectual, las nuevas corrientes de pensamiento contribuían a la amenaza de la organización política y social. El gobierno shogunal no ignoraba los peligros de la situación; y reprimía la difusión de las nuevas ideas. En 1841 y en 1842 intentó reaccionar contra el poder adquirido por el capitalismo comercial, y restaurar la situación social de la nobleza feudal. Pero fue en vano. El estado de crisis latente no significaba un peligro inmediato, por lo menos mientras el Shogun pudiera dirigir la administración y mandar sobre los daimíos, así como mantener alejada la codicia de las potencias extranjeras. La guerra de Crimea

En 1844 el Zar había tratado de sondear las intenciones del gabinete conservador inglés, hablando

de la verosimilitud de un hundimiento del Imperio Turco, aludiendo a la eventualidad de un reparto y afirmando, no obstante, que no haría nada para provocarlo. El gobierno inglés había tomado apresuradamente nota de aquella intención pacífica, pero no podía creerse que fuera duradera. La política otomana de Rusia – económica, religiosa y política – seguía siendo muy activa. El zar se preparaba para actuar en varios frentes. Pero las resistencias a ello se iban dibujando: La conservación del estatuto de los Estrechos era una preocupación inmediata de Gran Bretaña. Con motivo de la amenaza de ruptura entre Rusia y Turquía, la escuadra inglesa penetró en los Dardanelos, y al retirarse el gabinete inglés ofreció un tratado de amistad a la Sublime Puerta, que no quiso aceptar. El gobierno Francés, deseando satisfacer a los círculos católicos, impugno en mayo de 1850, las posiciones adquiridas en Palestina por los ortodoxos, y pretendió ejercer en toda su extensión los derechos que le adjudicaba su protectorado religioso sobre los católicos del Imperio otomano. En la serie de pequeños incidentes respecto a la custodia de los Santos Lugares de Belén y de Jerusalén la política rusa se mostró muy reservada. En 1851 el Zar informó al Sultán que si rechazaba las pretensiones francesas contaría con su apoyo moral y material. No obstante dichas resistencias el gobierno ruso impulsó su acción y en 1852 Nicolás I volvió al tema del hombre enfermo. Esta política en el fondo tendía a provocar el hundimiento del Imperio turco. Rusia

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preferiría, alcanzar tan resultado sin arriesgarse, obteniendo el amistoso asentimiento de una de las grandes potencias cuyos intereses eran opuestos a los suyos. En 1853 dio a conocer su plan: si el gobierno otomano cediera, Rusia podría ejercer en Turquía una influencia dominante y se contentaría con aquel resultado; si no cedía, iría a la guerra, se apoderaría de los Estrechos y destruiría el Imperio otomano. ¿Qué sucedería después? La menos mala de las soluciones consistía en dejar subsistente la dominación otomana en los territorios asiáticos y repartir los de la Turquía europea: conceder la independencia al principado servio; crear un estado búlgaro y repartir el resto entre las grandes potencias, concediendo a Rusia el Bósforo y a Austria los Dardanelos. El resultado sería el establecimiento de una preponderante influencia rusa en la península balcánica y el control del Bósforo. En febrero de 1853 el Zar ofreció a Gran Bretaña Egipto y Creta. En julio insistió en la idea de repartir los Estrechos entre Austria y Rusia y para intentar obtener la aceptación del gobierno austríaco le propuso un protectorado conjunto de los Balcanes. El zar no hacía más que tantear, no cedía porque su prestigio estaba en juego. El 28 de febrero de 1853 exigió a Constantinopla una solución de la cuestión de los Santos Lugares y una convención que reconociese el protectorado ruso sobre las poblaciones ortodoxas del Imperio turco. Pretendía incluso imponer, por medio de un ultimátum, un tratado de alianza. Los motivos de esta directa presión sobre el gobierno otomano no eran económicos ni religiosos; la única explicación posible debía buscarse en el estado de ánimo del Zar y sus cálculos políticos. Nicolás I, después del papel que había desempeñado en la represión de los movimientos revolucionarios de 1848, creía en la preponderancia de la política rusa. Además creía que la empresa era factible porque estimaba que podía desecharse el peligro de una coalición. El gobierno ruso consideraba improbable una colaboración franco-inglesa porque el golpe de estado de diciembre de 1851 y la declaración del Imperio francés habían despertado viva inquietud en la opinión pública inglesa. Pero la política rusa se enfrentó con la resistencia conjunta de Francia y de Gran Bretaña. Gran Bretaña rehusó constantemente pensar en una disolución y un reparto del Imperio otomano, tampoco consentiría la adquisición rusa de una influencia preponderante sobre las bases de las exigencias de febrero de 1853. Todo lo más permitiría al Zar una retirada honrosa, consintiéndole la obtención de algunas satisfacciones formales por parte de la sublime puerta. Pero en la cuestión de fondo se mostraba irreductible. Los intereses económicos eran de importancia decisiva, los industriales ingleses estaban descontentos de la política aduanera rusa y el imperio otomano se había convertido, a partir del tratado de comercio de 1838, en un buen comprador de productos manufacturados y proveedor de cereales. Los intereses políticos y estratégicos continuaban siendo decisivos, el deseo de conservar la preponderancia inglesa en el Mediterráneo; voluntad de conservar la barrera que a la expansión rusa oponía el Imperio otomano, impidiendo que las fuerzas navales rusas franqueasen los Estrechos. Además la actitud del gobierno francés apoyaba la resistencia inglesa; en mayo de 1853 Napoleón III ofreció a Gran Bretaña un acuerdo contra Rusia. La preocupación francesa estaba relacionada con la política general, napoleón quería neutralizar a Gran Bretaña y veía en aquella oferta la posibilidad de orientar en un nuevo sentido las relaciones franco-inglesas. No ignoraba que podía originar una guerra con Rusia, ni que dicha guerra emprendida por intereses ingleses, sería impopular en Francia. Pese a la formación de aquella entente franco-inglesa el Zar no renunció a sus proyectos, sin duda por una consideración de prestigio, pero también porque tenía la vaga esperanza de que la coalición franco-inglesa no se llevara a efecto. Nicolás I demasiado comprometido para retroceder se vio obligado a un conflicto que no deseaba. Cuando el 4 de octubre de 1852 se iniciaron las hostilidades entre Turquía y Rusia, la entrada de la flota inglesa y francesa en el mar Negro abrió el conflicto armado entre las grandes potencias. Las operaciones militares y navales tuvieron menor alcance en la guerra que la acción política. La dificultad principal con que se enfrentaban los franco-ingleses era la elección de un terreno eficaz; se adoptó la solución de atacar la

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base naval de Sebastopol, en Crimea. La elección respondía a los objetivos de guerra de los aliados, era preciso para proteger al Imperio otomano arrebatar a Rusia los medios de acción en el mar Negro. Pero las operaciones en el sitio eran lentas y penosas, Gran Bretaña y Francia no tardaron en percatarse de que existía el peligro de que la guerra fuese larga y ambas tenían razones poderosas para desear una lucha corta; Napoleón III temía que el descontento de la opinión pública y los círculos de negocios y el gabinete inglés que perseguía una finalidad precisa sabía que sin un ejercito considerable no podría vencer, en caso de que Francia se retirase. La preocupación constante de los dos gobiernos fue ampliar la coalición para que el gobierno ruso se sintiera amenazado y se decidiese a solicitar la paz. ¿Qué alianzas eran posibles? Piamonte-Cerdeña podría ofrecer su concurso, Cavour buscaba la ocasión de adquirir amistades en el exterior; pero aquella alianza no proporcionaría sino escasos efectivos y en manera alguna podría aportar soluciones en el aspecto militar. Austria y Prusia eran de una importancia primordial, únicamente con su ayuda podría efectuarse una invasión del territorio ruso. Los esfuerzos de Rusia para conseguir la neutralidad de las potencias centrales y los de Gran Bretaña y Francia para hacer entrar en el conflicto, al menos a una de ellas tuvieron mayor importancia para la guerra que las luchas sangrientas en Sebastopol (Crimea). La posición de las dos potencias centrales era muy diferente, porque una de ellas tenía intereses balcánicos y la otra no:

Austria deseaba que se frenase la política turca de Rusia, le había parecido peligrosas las pretensiones rusas y voluntad de sacar el máximo partido de su protectorado religioso sobre los ortodoxos. Aún le inquietaba más la ocupación rusa de los principados danubianos, ya que para su comercio exterior era necesaria la libertad de navegación en las bocas del Danubio. El gobierno vienés podía pensar que la ocasión era favorable para romper la política rusa de acuerdo a las potencias occidentales; pero también temían proporcionar ocasión favorable para los adversarios alemanes e italianos de Austria si iniciaban una lucha contra Rusia.

La actitud de Prusia estaba determinada exclusivamente por su política alemana. ¿Tenía algún interés en debilitar a Rusia, que había contribuido grandemente a la retirada de 1850? Bismarck estimaba que su país podría adquirir nuevamente autoridad moral sobre los estados alemanes si, con ocasión de aquel conflicto internacional, siguiera su política propia en vez de ir por la estela de Austria.

Las potencias occidentales deseaban arrastrar a Austria al conflicto, tanto para acortar la guerra como para provocar el rompimiento del frente establecido por las monarquías conservadoras. En interés de su política alemana, el gobierno austríaco no quería provocar una situación que originase el peligro de que los estados alemanes medios se apartasen de su influencia aceptando sugestiones prusianas. Este complejo enlazamiento de intereses produjo cambios bruscos de actitud durante la guerra. El 8 de agosto de 1854 el gobierno austríaco aceptó la conclusión de un acuerdo con las potencias occidentales para definir las bases de la paz. Son los cuatro puntos de Viena:

1. Rusia tendría que renunciar a su influencia preponderante en los principados rumanos. 2. Abandonaría sus pretensiones de protectorado religioso sobre la población ortodoxa del Imperio

turco; lo cual sería sustituido por una garantía colectiva de las grandes potencias. 3. La libertad de navegación en las bocas del Danubio sería garantizada por un acuerdo internacional. 4. La convención de los Estrechos de 1841 sería revisada en sentido evidentemente perjudicial para los

intereses rusos.

Francia y Gran Bretaña querían obtener más, el gobierno austríaco debía prometer, en caso de negativa del Zar, que se pondría de acuerdo con las potencias occidentales para imponer a Rusia los cuatro puntos. Los círculos dirigentes austríacos intentaron volverse atrás, pero la presión franco-inglesa era fuerte:

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o alianza o ruptura, y Napoleón III dejó entender que, en este último caso, resucitaría la cuestión polaca. Finalmente firmó el acuerdo, Francia y Gran Bretaña se comprometían a no tolerar, durante la eventual guerra austro-rusa, un movimiento revolucionario en Italia y aceptaban que la ejecución del acuerdo se subordinase al concurso armado de la Confederación Germánica. Sin embargo, por iniciativa de Bismarck la dieta germánica se rehusó acceder a la movilización de las fuerzas federales. El acuerdo quedó en letra muerta. Para obligar a Austria, las dos potencias occidentales adoptaron una política de intimidación. Aceptando la negociación que Cavour les venía ofreciendo desde hacía algún tiempo. Por el tratado del 28 de febrero de 1855 el gobierno sardo se comprometió a intervenir en la guerra de Crimea, y las dos potencias se declararon dispuestas a interponer sus buenos oficios a favor de la política sarda en la cuestión italiana. Francia y Gran Bretaña consideraban principalmente el efecto que esto podría producir en Viena, y por ello dejaron entender a Viena que en caso de que Austria se decidiera a apoyarlos contra Rusia, se opondrían a una iniciativa del estado sardo en Italia. En diciembre de 1855 el gobierno austríaco se decidió a enviar un ultimátum a Rusia. Un mes más tarde el nuevo Zar; Alejandro II (había sucedido a Nicolás) se resignó a aceptar los cuatro puntos. Fue entonces la amenaza armada de Austria lo que acabó con la resistencia Rusa. Tratado de París de 30 de marzo de 1856: el Imperio de los zares perdió las ventajas adquiridas por los tratados de Kainardji (protectorado sobre los ortodoxos) y Andrinópolis (preponderante influencia en los principados danubianos), ya que el tratado colocaba al Imperio turco bajo la garantía colectiva de las potencias signatarias. Rusia abandonaba las esperanzas de volver a adquirir ventajas. Por una interpretación demasiado amplia del tercer punto de Viena (revisión de la convención de 1841) se imponía tanto a Rusia como a los demás estados ribereños la neutralización del mar Negro, es decir, la prohibición de tener en él flotas de guerra o arsenales. Era una cláusula esencial, impedía al gobierno ruso la violación del cierre de los Estrechos y ejercer sobre el Imperio turco una presión directa. La neutralización del mar Negro fue un éxito en la política inglesa. En interés de Suecia decidió que Rusia no pudiera fortificar las Islas Aland en el Báltico; estableció conforme a los deseos austríacos, la libertad de navegación en las bocas del Danubio bajo el control de una comisión internacional; prometió a los principados danubianos, liberados de vigilancia rusa, una administración independiente y nacional dentro del Imperio otomano; fijó las reglas de derecho marítimo en tiempo de guerra y proporcionó a Cavour ocasión de tratar ante la opinión internacional – con el asentimiento de Napoleón III– dos aspectos de la cuestión italiana: la situación del estado pontificio y la del reino de las Dos sicilias, consiguiendo a los ojos de los patriotas italianos una victoria moral. Es destacable el prestigio del emperador de los franceses, y que cincuenta años después de los tratados de 1815 Francia hubiera vuelto a desempeñar un papel de primera importancia en las relaciones internacionales. Fue Gran Bretaña, no obstante, la que obtuvo ventajas efectivas inmediatas. Las consecuencias de dicha guerra se hicieron sentir más allá de la cuestión de oriente: Austria quedaba condenada a un asilamiento que la debilitaría, al abandonar, bajo la presión franco-inglesa, la política de acuerdo con Rusia que seguía desde 1833. La derrota demostró al gobierno del Zar la necesidad de establecer reformas de gran alcance en la estructura administrativa, en la organización de transportes y en la vida social. Mientras realizaba aquel esfuerzo de reajuste interior, el gobierno ruso se veía en la imposibilidad de pensar en comprometerse en una acción exterior de cierta amplitud. La política zarista no podía desempeñar a favor del status quo el papel que tuvo en 1848 y 1849, y estaba obligada a observar únicamente los acontecimientos. Este eclipse de Rusia y la ruptura del frente de las grandes monarquías conservadoras ofrecieron perspectivas favorables para la política revisionista de Napoleón III.

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Capítulo VI - La expansión territorial de EE.UU

A partir de 1838 la política de expansión se desarrollo rápidamente. En diez años, la Unión americana se expandió hasta el Golfo de México y hacia el pacífico por los dominios que habían sido españoles. Tan pronto como fue alcanzado el litoral pacífico, atrajo la atención la cuestión del canal interoceánico. Los móviles de la expansión eran sin duda económicos pero también obedecían a cuestiones de política interior y a corrientes profundas de la psicología colectiva. En cuanto a las preocupaciones de política interior, en 1841, las fuerzas respectivas de los estados del Norte y del sur eran casi iguales dentro de la Unión: 13 Estados de cada parte. Pero a medida que la inmigración aumentaba, aquel equilibrio corría riesgo de quebrarse, pues los estados del norte recibían la mayor parte y los campesinos de Nueva Inglaterra comenzaban a extenderse hacia el sur de los grandes lagos. Para defender su puesto en la Unión, los sudistas se vieron obligados a buscar también expansión hacia el Oeste. Pero la mentalidad colectiva fue quizás el móvil principal de aquel movimiento: el espíritu pionero del agricultor no dudaba en abandonar sus tierras para buscar su suerte en los grandes espacios del Oeste, la convicción de que el hombre blanco llevaba a cabo una “misión civilizadora” al rechazar a las tribus indias. La atención fue atraída por Texas, California y América Central, regiones donde los intereses de los EEUU se enfrentan con los europeos, especialmente con los de GB y Francia. La cuestión de Texas Cuando los EEUU, en 1803, obtuvo de Francia la cesión/venta de Luisiana, quedó sin fijar la frontera sudoeste de dicho territorio ¿debería trazarse en el río Sabine o en el río Grande?. Durante el periodo que Francia había sido dueño de Luisiana no había tomado posesión efectiva de la región comprendida entre ambos ríos, es decir, Texas. EEUU fijó la frontera en el río Sabine. Cinco años mas tarde el dominio español había desaparecido del virreinato de México, y el gobierno del nuevo estado mexicano se incorporó Texas. En 1828 los EEUU habían firmado un tratado que reconocía de hecho esta incorporación. Pero poco después se establecieron en Texas algunos colonos americanos. El gobierno mexicano no pensaba en impedir tal inmigración. En 1836 la colonización había tomado tal incremento que los norteamericanos formaban la mayoría de la población, consiguiendo reunir una asamblea que proclamó la independencia del territorio y que reestableció la esclavitud abolida por la ley mexicana. Pero aquella solución era precaria, pues, el estado independiente temía el retorno ofensivo de los mexicanos. Para hacer frente a este peligro la única solución era solicitar la incorporación del territorio a la unión americana. Esto se llevó a acabo en septiembre de 1836. Pero el gobierno de los EEUU se limitó a reconocer la independencia y no aceptó su ofrecimiento de anexión. El verdadero motivo de esto era la opinión pública: los estados del sur eran partidarios de una anexión que haría entrar en la Unión a un territorio de economía y estructura social análogas a la suya, por esta misma razón los estados del Norte adoptaron la postura opuesta, pues no deseaban ver aumentado el numero de los estados con esclavitud. El gobierno no quería arriesgarse a reavivar las pasiones. Ante aquella negativa los tejanos no insistieron ya que la amenaza mexicana no era clara. ¿pero se podría vivir sin ayuda exterior? Necesitaba colonos y capitales y se los pidió a BG y a Francia, a partir de aquí la cuestión de Texas desbordo el marco americano. GB se mostraba reticente. Francia firma un acuerdo de comercialización de vinos y sedas, esto fue razón suficiente para que GB revisará su posición. A pesar de esto las dificultades financieras originaron desordenes interiores en Tejas, de los que en 1842 se aprovecho Mexico para realizar una invasión. GB concede un emprestito al gobierno tejano, solicitando de este la abolición de la esclavitud como satisfacción a la opinión inglesa. En la política interior de los EEUU esta iniciativa de GB favorecía los designios de los anexionistas. ¿No era de temer que el gobierno tejano, cuyos recursos financieros se están agotando, acepte las condiciones impuestas por el gobierno ingles? ¿No cabía pensar que la abolición de la esclavitud en Tejas era el preludio de un gran plan general para la abolición de la esclavitud en todo el continente americano? ¿Cómo se

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mantendría una mano de obra servil en las regiones algodoneras de los EEUU si su vecina (Texas) la había abolido? ¿Cómo evitar la huída de los esclavos hacia aquel territorio? El presidente de EEUU se decidió a actuar y en 1844 obtuvo del gobierno texano un tratado de anexión. El presidente Polk, en su mensaje al Congreso pudo añadir un “corolario” a la Doctrina Monroe “si una parte de un pueblo de este continente propone la unión a nuestra Federación, es un asunto que debe ser tratado exclusivamente entre el y nosotros, sin intervención extranjera. La guerra entre EEUU y México. En California las crisis interiores y las dificultades exteriores por las que atraviesa el gobierno de México habían abierto el camino, hacia finales de 1844, a una agitación autonomista que amenazaba adquirir carácter separatista. Pero (a diferencia de Texas) eran pocos los pioneros de la Unión. California era una región rica e importante por su puerto de San Francisco. En 1845 el gobierno EEUU ofrecía a México una reanudación de las relaciones diplomáticas, rotas luego de la anexión de Texas, y el pago de una indemnización por la pérdida del territorio, como así también conseguir del gobierno Mexicano la cesión de California o por lo menos de la Bahía de San Francisco, a cambio de una recompensa de 20 millones de dólares. El apuro se debía al temor de que GB se adelantara. El 13 de mayo se inició la guerra entre México y EEUU. El estado mayor americano no se contentó con ocupar de golpe California, sino dirigió una ofensiva contra México. El gobierno mexicano se resignó a pedir la paz. ¿Sería posible que los EEUU se aprovechasen de su victoria para anexionarse todos los territorios mejicanos? Regenerar un pueblo inferior, inyectarle vida, eran algunos de los lemas, pero el presidente Polk no se dejo llevar por esto, ya que se dio cuanta de las dificultades interiores que se producirían: los antiesclavistas temían ver que los plantadores sudistas restablecieses la esclavitud en México en caso de anexión; la población de Nueva Inglaterra pensaba que una extensión territorial tan considerable disminuiría la influencia del norte en la Unión americana. Por el tratado Guadalupe-Hidalgo los EEUU se contentaron con adquirir los territorios mexicanos situados al Norte de los Ríos Grande y Gila( Nuevo México, California, Arizona, nevada) GB se mantuvo como espectadora de aquel conflicto. REPERCUSIONES INTERNACIONALES DE LAS CRISIS AMERICANAS. La guerra civil americana originó grandes consecuencias en la vida económica y social de los grandes estados industriales (GB y Francia). El bloqueo de los puertos sudistas, establecido por los nordistas, impedía a los productores americanos exportar a Europa el algodón en bruto. Pero esta crisis económica y social solo alcanzó a la industria algodonera, las otras se mantenían prósperas. En Francia la principal región productora era Normandía, naturalmente, la mas perjudicada. Los gobiernos ingles y francés tenían, en consecuencia, interés directo en conseguir la atenuación del conflicto; más las medidas adoptadas por los nordistas respecto al comercio marítimo con los neutrales planteaban todas las cuestiones de principio relacionadas con el problema de la “libertad de los mares”. Pero la crisis americana podía tener en el terreno político un alcance mas considerable: ¿GB y Francia, se hallaban o no interesadas en una escisión definitiva de la unión americana? La división del territorio Federal significaría el fin de la potencia americana. En los momentos críticos, el gabinete ingles se hallaba dividido, por un lado Gladstone deseaba que GB desempeñase un papel mediador, por otro lado, Palmerston fue mas reservado. En el fondo el gobierno británico no podía olvidar que Canadá era vulnerable. ¿Cómo ser protegería aquella parte del Imperio, en caso de un conflicto con los nordistas? El gobierno francés aprovecho la guerra de Secesión para emprender en México una política expansionista, con despreció de la doctrina Monroe. Los intereses de la política francesa eran contradictorios: la prolongación de la guerra civil originó en Francia, dificultades económicas y sociales; pero favoreció la empresa mexicana, dando tiempo a que se produzca un hecho consumado. Napoleón III tendía a orientar su política respecto a la guerra civil americana en función de aquellas preocupación dominante, y descontaba

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las ventajas que presentaría, en tal aspecto, una escisión definitiva entre los estados de la unión americana, incluso aprovecharse de ella para obtener el consentimiento de los confederados para la expedición mexicana. Al comienzo del conflicto, caracterizado por los éxitos del ejército sudista, los gobiernos franceses e ingles observaron y esperaron, ambos declararon su neutralidad. Esta misma favorecía a los nordistas. En 1861 el incidente del trent provocó una crisis: El comandante de un barco de guerra nordista registró un barco mercante ingles; E hizo prisioneros a dos enviados del gobierno sudista que se encontraban a bordo. La opinión inglesa reaccionó con vehemencia. La prensa de Washington replicó en tono amenazador. El gabinete ingles exigió excusas y la entrega de los dos prisioneros; Lincoln vaciló en desautorizar una iniciativa que lamentaba. Pero el gobierno francés se asoció a las iniciativas inglesas. Y aquella afirmación de solidaridad franco-inglesa hizo que cediera el secretario de estado: Los dos enviados sudistas fueron puestos en libertad. El gobierno nordistas se veía obligado a inclinarse cuando las dos potencias occidentales actuaban de acuerdo. ¿Se mantendría este acuerdo en 1862, la época más crítica de la guerra civil? El gobierno francés parecía pensar ahora en la perspectiva de una escisión definitiva. El emperador pensaba enviar a Nueva Orleans una escuadra para romper el bloqueo. No obstante no era cuestión de llegar a ello sino previamente tener el consentimiento de GB. ¿Aceptaría el gobierno Ingles, por lo menos, una acción diplomática que tuviera por objeto poner fin a la guerra americana, consolidando el estado de hecho, es decir la escisión? El gobierno inglés desecho esta sugerencia. El gobierno francés aunque eran favorables a los sudistas, no se atrevió a separarse de GB. Es posible concluir que ni GB que ni Francia tuvieron durante los 4 años de la guerra civil americana una posición estable. En ninguno de los dos países los dirigentes políticos parecían haber estudiado el problema americano en su conjunto, sino que trataron el asunto al día, con la única preocupación de resolver las dificultades inmediatas. No reaccionaron contra el bloqueo de los puertos sudistas, pese a que les suscitaba severas dificultades económicas y sociales. Su actitud fue de prudencia. En el único momento que esta línea de conducta se vio puesta seriamente en duda en los dos países fue cuando estuvo a punto de triunfar la idea de la mediación. No fue mero azar el hecho de que tal momento crítico coincidiese con aquel en que la situación militar era más difícil. AMÉRICA CENTRAL La anexión del litoral del pacifico por los EEUU dio nueva actualidad a la construcción de un canal interoceánico, puesto que las comunicaciones terrestres entre california y los estados americanos del este eran prácticamente imposibles y lo seguirían siendo mientras no se construyese una vía férrea transcontinental. Esta cuestión del canal fue abordada, en 1826, por el congreso de panamá y después había sido objeto de diversos estudios, ya por Europeos (empresa belga), ya, en 1838, por los americanos; unos y otros habían pensado en trazar el canal en territorio nicaragüense, pues el valle del rio San Juan ofrecía grandes ventajas. Pero la situación interior del país, donde los movimientos revolucionarios se sucedían con carácter endémico, no alentaba precisamente la inversión de capitales extranjeros. Pero en aquellas regiones GB tenía, además de sus posesiones Antillas, otras que trataba de consolidar. En 1841 estableció un protectorado en la costa de los Mosquitos, al sur de la desembocadura del rio San Juan, creando una base naval en Belize, en la costa de Guatemala. Ocupo la desembocadura del rio San Juan, de esta manera se aseguraba el control de una de las entradas del problemático canal. El objetivo de GB era apoderarse de todos los puntos importantes para su comercio. El gobierno de USA se preocupo de frenar aquellas usurpaciones británicas, en 1848 obtuvo del gobierno de Nueva Granada (Colombia) el derecho en exclusiva de construir un ferrocarril o canal a través del Istmo de Panamá. Al año siguiente firmo con el gobierno de Nicaragua un acuerdo para establecer una vía de transito por su territorio. La rivalidad anglo americana adquirió un aspecto grave cuando los ingleses, no contentos con la posesión de la desembocadura del rio San Juan trataron de asegurarse, al otro extremo del futuro canal, la de las isla del tigre. Los estados unidos obtuvieron de Nicaragua el derecho de establecer una estación naval en la isla, el gobierno norteamericano no tenía intención de llegar a un conflicto armado y

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ofreció a Inglaterra negociaciones para una regulación de los asuntos de América central en conjunto. Palmerston acepto firmar el tratado el cual preveía la construcción del canal transoceánico por una empresa anglo norteamericana y en él los dos gobiernos intercambiaban promesas: no intentarían conseguir un control exclusivo del futuro canal, que sería neutralizado; renunciaban a ocupar la isla del tigre y se comprometían a no dominar de manera alguna a Nicaragua o Costa Rica. ¿Quería esto decir que los ingleses tuvieran que abandonar las posesiones adquiridas en la costa de los Mosquitos? Se acuerda que Inglaterra conserve la base naval de Belize, las relaciones anglo americanas de América Central se establecieron sobre una base que permanecería inmutable durante 40 años. GB no tenía interés alguno en la construcción de un canal que en cualquiera de los casos no quedaría bajo control ingles. Lo que quería era impedir que los EEUU estableciesen aquella vía internacional en su exclusivo beneficio. Durante algún tiempo lo consiguió; si llegara a construirse el canal se haría por iniciativa conjunta anglo americana. Tal solución tenía un atractivo mucho menor para los EEUU, el tratado Clayton Burlwer tendía a aplazar la empresa eventualidad que el gobierno ingles acogió sin sentimiento alguno, lo esencial era haber opuesto una barrera a la expansión de los EEUU en América Central y haber impedido un nuevo Texas. No solo el problema del istmo atraía la atención en AC; también existía la cuestión de cuba. La isla estaba llamada a adquirir gran importancia estratégica el día en que se inaugurase el canal interoceánico. La dominación española se veía amenazada por una insurrección de esclavos. El gobierno de Washington ya había examinado la cuestión de Cuba, sin pensar aun en una anexión. Sin embargo la política que adopto fue vacilante, en 1848 propuso a España, sin éxito comprarle la isla. La política norteamericana sin dejar de indicar sus intenciones futras renunciaba por el momento a toda acción porque temía enfrentarse con la resistencia de France y GB. Cuando la expansión de los EEUU se enfrento con los intereses de las grandes potencias triunfo sin verdaderas dificultades, las cuales surgieron, en cambio, por las discordias entre los estados de la unión. Ni Francia ni GB opusieron una resuelta resistencia. En GB los intereses económicos y financieros favorecieron la conciliación. El comercio de EEUU tenia para la industria inglesa tal importancia que no podía seriamente pensarse en un conflicto; por otra parte los EEUU estaban grandemente necesitados de capitales ingleses, y la importancia de las inversiones inglesas hacia desear a los círculos de negocios de GB la solución de las dificultades políticas. En Francia lo que más pesaba era la mentalidad colectiva se encontraba desde hacía años sumergida en una ola de americanofilia. EEUU creyó preferible limitar sus empresas expansionistas a la esfera de sus intereses directos, evitando de momento cualquier ambición panamericana.

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Capítulo VII - Fase colonial de las relaciones

internacionales en Asia y Africa

China

El régimen imperial chino y el “choque” con occidente Por los mismos años en que el movimiento de las nacionalidades agitaba al continente europeo, el Extremo Oriente despertó la vida universal. El gobierno del imperio chino, que no autorizaba al comercio extranjero más que un solo puerto –Cantón- y que se esforzaba en impedir relaciones directas entre los extranjeros y su población; se vio obligado a renunciar a aquella política de clausura. China se iba a convertir en campo de expansión para Europa y los Estados Unidos. El contacto que se estableció entre la civilización occidental y la civilización china abrió el camino a fuerzas nuevas que, durante la segunda mitad del siglo XIX, transformarían toda el Asia Oriental. Los intereses europeos se debían a la presión ejercida por los intereses económicos, el deseo de obtener acceso al mercado chino fue lo que impulso la actividad de los Estados europeos y de los Estados Unidos. La existencia en China de una enorme masa humana hizo concebir la esperanza de que dicha población sea un mercado en donde volcar las exportaciones de manufacturas, sobre todo, textiles. Gran Bretaña fue la primera en darse cuenta de tales perspectivas. Solo ella tenía, antes de 1840, un número importante de comerciantes (cerca de 350) en Cantón que vendían, sobre todo, a los chinos, opio procedente de India o Persia, y les compraban Té y seda en bruto. Mientras que los industriales textiles de Lacanshire comenzaban a enviar productos textiles a Cantón, los intereses económicos y financieros, agrupados en Londres en la China Association, querían conseguir la supresión de trabas que el gobierno chino imponía a la entrada de productos extranjeros además que obligan a los comerciantes extranjeros de Cantón a tramitar sus negocios por intermedio de Co-hong, asociación de comerciantes chinos que monopolizaban las transacciones. La China Association también quería que se eliminase esta intermediación y llegar con sus mercancías directamente al pueblo chino aboliendo el Co-Hong. China se presentaba, a los ojos de los industriales ingleses como un Eldorado comercial. Por su parte EE.UU durante las guerras napoleónicas intentó suplantar a los ingleses pero no lo lograron y consiguieron solo un éxito pasajero. En cuanto a Francia, en 1838 solo contaba con dos comerciantes que ni contaban con el apoyo efectivo de algún agente consular sino que se había confiado esto a un ingles. Por ultimo, los comerciantes rusos de Siberia y del territorio del Amur se relacionaban con China por via terrestre, aunque la ruta era para llegar al Imperio Medio a través de Mongolia era larga y lenta. Todos estos países se lanzaron al asalto después de que Gran Bretaña hubo abierto la brecha. A modo de resumen, Los intereses británicos en China comenzaron a finales del siglo XVIII, cuando Gran Bretaña se convirtió en un gran importador de té. El comercio del té creo un déficit que los británicos trataron de corregir exportando opio de la India a China, a pesar de la oposición de las autoridades chinas. El conflicto dio lugar a las Guerras del Opio, en las que Gran Bretaña derrotó por dos veces a China. Las guerras del Opio Las Guerras del Opio, también conocidas como las Guerras Anglo-Chinas, fueron dos guerras que duraron de 1839 a 1842 y de 1856 a 1860 respectivamente, el punto culminante de los conflictos comerciales entre China y el Reino Unido. Los antecedentes y causantes son el contrabando británico de opio de la India Británica hacia la China y los esfuerzos del gobierno chino para imponer sus leyes contra las drogas. Las drogas llevaron al conflicto. Francia luchó al lado de Gran Bretaña en la segunda guerra.

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La derrota de China en las dos guerras forzó al gobierno a tolerar el comercio del opio. El Reino Unido coaccionó al gobierno a firmar “Tratados Desiguales”, abriendo varios puertos al comercio exterior y entregándole Hong Kong a Gran Bretaña. Portugal siguió a Gran Bretaña y forzaron términos de intercambio desiguales para China (Tratado de Nankín, cesión de Hong Kong a Gran Bretaña y ampliación de Macao para Portugal). Esta humillación por obra de potencias exteriores contribuyó a la Rebelión Taiping (1850–1864), la Rebelión Boxer (1899–1901), y la caída de la Dinastía Qing (Dinastia Manchú) en 1911. Primer Guerra del Opio ¿Cómo conseguiría la iniciativa inglesa forzar la puerta del Imperio Chino? En 1833 el Parlamento ingles se negó a renovar el contrato con la Compañía de las Indias y el gobierno envió a Cantón a un representante diplomático encargado de vigilar las relaciones diplomáticas. Este representante se negó a entablar conversación con la asociación de comerciantes de Co-Hong y solicito hacerlo con representantes gubernamentales. Pero el virrey de Cantón se rehusó a concederle audiencia. Gran Bretaña no había conseguido entrar en negociaciones con las autoridades chinas, respecto a las relaciones económicas, y obtener una ampliación de las condiciones comerciales. El conflicto se aproximaba. La ocasión la proporciono el incidente producido en 1839, con referencia a la cuestión del Opio. EL gobierno chino decidió de una vez por todas hacer respetar la prohibición de entrada y contrabando de Opio la cual no solo era una preocupación de higiene social sino mas que nada financiera ya que ese comercio generaba salidas de numerario. El gobierno chino estaba en todo su derecho de tomar tal medida. Para ello se envía a un comisario a Cantón para poner en practica la medida de manera brutal bloqueando factorías extranjeras hasta que le entregasen los cargamentos de opio, que luego destruía. En 1840, Palmerston declaro ante la Camara de los Comunes que los procedimientos chinos eran intolerables y que se hacia necesaria una intervención armada para “conseguir seguridad en lo futuro para el comercio británico”. Según Renouvin, la guerra del opio fue en realidad una guerra para abrir a China al comercio ingles; no se trataba de obligar al comercio chino a que aceptase la importación de opio, sino de que ampliara sus intercambios comerciales, según el programa fijado en 1834. A dicho programa se añadió el gobierno británico una nueva pretensión: la cesion de una isla próxima a las costas chinas que sirviese de plaza de comercio a los súbditos británicos: Hong Kong. La guerra se gano no solo por la debilidad militar china sino también por la oscilación del gobierno chino de poner a todos sus ejércitos, ya sean provinciales o manchu, a la carga en Yang-tse ya que tenia miedo que la atacasen también por Pekín. Además de esto, la dinastía manchu estaba superpuesta de instituciones políticas, sociales y administrativas lo que la limitaba a ejercer un control efectivo y así la dominación manchú se veía amenazada por las actividades de las sociedades secretas chinas quienes organizaban revueltas. El desastre de Ningpó en el que los ingleses no perdieron ni un solo hombre, pusieron en fuga a 8000 manchúes, decidió al emperador a emprender negociaciones y firmar la paz. Tratado de Nanking Tras la derrota de China en la guerra, los representantes del Imperio Británico y de la China de Qing negociaron los términos del tratado a bordo del navío de guerra británico HMS Cornwallis, en aguas de Nankín. -Comercio El interés principal del tratado era cambiar la forma de comercio exterior que perduraba desde 1760. El tratado abolía el monopolio de las trece fábricas en el comercio extranjero en Cantón y a cambio, se abrieran cinco puertos: los de Cantón, Amoy, Foochow, Ningbo y Shanghái, donde los británicos pudieran comerciar libremente. El Imperio Británico adquiriría también el derecho a enviar cónsules a estos puertos abiertos (Treaty Ports), a lo que se daba derecho a comunicarse directamente con las autoridades chinas locales. También quedaba estipulado que el comercio en estos puertos estaría sujeto a unas tarifas fijas, que

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serían acordadas entre los británicos y el Gobierno Qing. El Tratado de Nankín fue el primero de una serie de tratados durante el Siglo XIX entre China y las naciones europeas a los que se conoce como "Tratados Desiguales". -Reparaciones y Desmovilización El gobierno de Qing quedó obligado a pagar a los británicos 6 millones de dólares de plata por el opio que había sido confiscado por Lin Zexu en 1839, más 3 millones de dólares en compensación de las deudas que los comerciantes de Hong en Cantón debían a los británicos, y otros 12 millones como compensación por los costes de la guerra. En total, 21 millones de dólares debían ser pagados en un plazo de tres años, con un interés anual del cinco por ciento en las cuotas que no fueran entregadas a su debido tiempo. El gobierno de Manchú debía, asimismo, liberar a todos los prisioneros de guerra británicos y conceder la amnistía a todos los súbditos chinos que hubieran colaborado con los británicos durante la guerra. Los británicos, por su parte, hicieron retroceder a sus tropas de Nankín y el Gran canal después de que el emperador diera su consentimiento al tratado y los primeros plazos de las compensaciones fueran pagados. Las tropas británicas permanecieron en Gulangyu y en Zhoushan hasta que el gobierno de Qing pagó en su totalidad el precio acordado. -Cesión de Hong Kong El gobierno chino accedió a ceder la isla de Hong Kong a perpetuidad para proveer de un puerto próximo al comercio marítimo británico. Esta isla era no solo una plaza comercial sino también base naval que permitiría asegurar la protección de los intereses ingleses Los Tratados Desiguales Tratados Desiguales es un término que hace referencia a la calidad de condiciones en los que fueron firmados ciertos tratados entre varios estados del Este de Asia y autoridades extranjeras. Aunque principalmente es usado para refirirse a los firmados por China cabe destacar que no solo la Dinastía Qing (de China) fue afectada, sino que también lo fueron el Shogunato Tokugawa de Japón y la Dinastía Joseon de Corea. Dichos tratados fueron firmados durante el siglo XIX y principos del siglo XX, periodo en el cual, esos estados, fueron incapaces de resistir las presiones militares y económicas de las potencias de Occidente. El Tratado de Nankín fue el primero de una serie de tratados durante el Siglo XIX entre China y las naciones europeas a los que se conoce como "Tratados Desiguales". Luego de Gran Bretaña, Francia y EE.UU buscaron negociar con el gobierno chino las mismas ventajas comerciales que habían obtenido los británicos, es por ello que en 1844 China firma los tratados de Wanghia con EE.UU y Whampoa con Francia lo cuales reproducían casi exactamente las clausulas comerciales del tratado de Nanking. Ademas de ventajas comerciales los americanos y franceses obtuvieron derecho a que se reconociese la libertad del apostolado a las misiones religiosas. Luego de Nanking, el gobierno británico consigue la firma del protocolo adicional de Humen por lo que se le da al Reino Unido el principio de nación más favorecida. Es decir si se le da un privilegio a otro país el mismo beneficio regirá para Gran Bretaña. El levantamiento de los taipines. La guerra civil china, la revolución de los taipings, comenzó en 1851, y se prolongó quince años. Sus orígenes no están todavía aclarados. No obstante, es posible observar la convergencia de dos movimientos-uno político; el otro religioso-, originados en el Sur de China. El movimiento político se llevó a cabo por Sociedades secretas, la más importante era la Triada, que deseaba liberar a China del dominio manchú y restablecer una dinastía china: este sentimiento nacional fue alentado por el resultado de la Guerra del Opio. El religioso fue obre de la secta de los Adoradores de Dios, cuyo jefe era Hong-Sieu T’iuan. La secta quería regenerar a China, predicando una nueva fe. La colaboración de aquellos dos movimientos exigieron largas conversaciones. Hong trataba de formar, con la ayuda de la Triada, un gobierno insurreccional.

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No parece que las condiciones económicas y sociales desempeñaran un papel fundamental en esta crisis, pero tampoco puede calificarse de despreciable. Desde que China se vio obligada a ampliar sus contactos con los occidentales, la penetración comercial originó consecuencias que afectaban la estabilidad social. La importación de las mercancías extranjeras arruinó a algunos artesanos, y también produjo un desorden monetario. El origen de la revolución estaba en relación directa con una circunstancia accidental: el hambre producida por una mala cosecha. Para la defensa contra bandas los campesinos formaron milicias, y en seguida, los conjurados-los de la Triada y los de la Secta- lo aprovecharon para desarrollar sus propaganda entre dichas tropas, que se convirtieron en los primeros focos de las ideas revolucionaria. En agosto de 1851 la revolución tuvo su primer éxito: la toma de Yuang-Tcheu. Pero hasta 1853 Hong no organizó su ejército, con el que emprendió la ofensiva en el valle del Yang-Tse. No logró poner en peligro a Pekín, debido a su falta de caballería. Después de adjudicarse el título de Emperador, instaló su capital en Nankín. Pero la dinastía manchú no se hundió, pues contaba con el apoyo de los funcionarios chinos que no podía admitir el programa religioso de Hong ni su desprecio de la misma esencia de la civilización china. Los éxitos de los Taipings alentaron otras rebeliones. En 1855, aunque la defección de los jefes de la Triada debilitó al gobierno de Nankín, el ejército imperial fue incapaz de destruirlo. Los dos tercios del territorio quedaron sustraídos, al dominio de la dinastía manchú. El orden fue mantenido por el gobierno insurreccional. En los límites de la zona imperial y de la revolucionaria la lucha entre ambos ejércitos devastaba las comarcas más ricas del país. China sentía la amenaza de la disgregación. Segunda Guerra del Opio La Segunda Guerra del Opio (1856-1860) fue un conflicto armado entre el Reino Unido y Francia, por un lado, y la dinastía Qing o Manchú, por otro. En la década de 1850 se vio un rápido crecimiento del imperialismo. Algunos objetivos compartidos entre las potencias occidentales incluían expandir sus mercados ultramarinos y establecer nuevos puertos de escala. Tanto el acuerdo francés conocido como Tratado de Whangpoa, como el pacto estadounidense llamado Tratado de Wanghia contenían cláusulas que permitían la renegociación de dichos tratados después de doce años. En un esfuerzo de expandir sus territorios en China, el Reino Unido pidió a las autoridades de la dinastía Qing renegociar lo acordado en el Tratado de Nanjing, en 1854. Es también asumible que tras la guerra de Crimea Gran Bretaña quería volver a obtener mas concesiones en China. Las demandas británicas incluían que pudieran ejercer el libre comercio en toda China, legalizar la comercialización del opio, abolir los impuestos a extranjeros para el tránsito interno, suprimir la piratería, regular el comercio de Kulies y permitir al embajador británico residir en Pekín, entre otras cosas. La corte de los Qing rechazó las demandas presentadas por el Reino Unido, Francia y los Estados Unidos. Aunque los británicos fueron retrasados por la Rebelión de la India y el levantamiento de los cipayos, lo que los obligo a sacar efectivos de China para sofocar dicho levantamiento, respondieron al Incidente del Arrow en 1857 atacando Guangzhou desde el Río de las Perlas. Ye Mingchen, quien se convertiría en gobernador de las provincias de Guangdong y Guangxi, alertó a los soldados chinos en los fuertes. Después de tomar los fuertes cercanos a Guangzhou sin mucho esfuerzo, la Armada Británica atacó la ciudad. El Parlamento Británico decidió tomar compensación de China basándose en el reporte del “Incidente del Arrow” presentado por Harry Parkes, el cónsul británico en Guangzhou. Francia, los Estados Unidos y Rusia recibieron invitaciones para adherirse al Reino Unido en una alianza. Francia se unió a la acción británica en contra de China, provocada por la ejecución del misionario francés Padre Auguste Chapdelaine, en el llamado «Incidente de Auguste Chapdelaine», por parte de autoridades locales en la provincia de Guangxi. Rusia y los Estados Unidos invitaron a Hong Kong a unirse a la causa anglo-francesa, pero nunca aportó ayuda militar. Los británicos y los franceses unieron fuerzas bajo el mando del almirante Michael Seymour. La armada británica, liderada por Lord Elgin, y la francesa, encabezada por Gros, atacó y ocupó Guangzhou en 1857

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tardío. Ye Mingchen fue capturado, y Bo-gui, el gobernador de Guangdong, se rindió. Se formó un comité conjunto de la alianza. Bo-gui permaneció en su puesto original para mantener el orden en nombre de los agresores. La alianza anglo-francesa mantuvo el control de Guangzhou por casi cuatro años. Ye Mingchen fue exiliado a Calcuta, India, donde murió de inanición. La coalición se dirigió luego hacia el norte para asaltar los fuertes de Taku, cerca de Tientsin (Tianjin) en mayo de 1858. Tratado de Tian jin

En junio de 1858, la primera parte de la guerra concluyó con el Tratado de Tientsin, en el cual Francia, Rusia y los Estados Unidos tomaron parte. Los chinos inicialmente se negaron a firmar el tratado.

Los puntos más importantes del tratado fueron:

1. El Reino Unido, Francia, Rusia y los Estados Unidos tendrían el derecho de establecer legaciones diplomáticas (pequeñas embajadas) en Pekín, una ciudad cerrada en aquel tiempo;

2. Diez nuevos puertos serían abiertos al comercio internacional, incluyendo Niuzhuang, Danshui, Hankou y Nankín;

3. El derecho de todos los buques extranjeros incluyendo barcos comerciales a navegar libremente por el río Yangtsé;

4. El derecho a los extranjeros de viajar a regiones internas de China, lo cual antes estaba restringido;

5. China debería pagar una indemnización al Reino Unido y Francia de 2 millones de teals de plata respectivamente;

6. China debería pagar una compensación a los comerciantes británicos de 2 millones de teals de plata por la destrucción de sus propiedades.

Tratado de Aigun El 28 de mayo de 1858, el Tratado de Aigun fue firmado con Rusia para revisar la frontera entre aquella nación y China, según se determinaba en el Tratado de Nerchinsk de 1689. Rusia ganó la orilla izquierda del río Amur. El tratado también le dio control sobre el área costera del océano Pacífico que no se congelaba, donde la ciudad de Vladivostok fue fundada en 1860. Continuación de la guerra o Tercer guerra del opio En 1859, después de que China se negara a permitir el establecimiento de embajadas en Pekín como se había acordado en el Tratado de Tianjin, una fuerza naval bajo el mando del almirante Sir James Hope bombardeó los fuertes ubicados en la boca del río Hai He. Un escuadrón naval comandado por el comodoro Josiah Tattnall los dañó gravemente. En 1860, una fuerza anglo-francesa se reunió en Hong Kong y luego llevó a cabo un desembarco en Pei Tang el 3 de agosto, y un exitoso ataque a los fuertes de Taku el 21 de agosto. En septiembre, la fuerza llegó a Pekín y tomó la ciudad. Nombrando a su hermano, el príncipe Gong, como su representante, el emperador Xianfeng escapó al Palacio de Verano de Chengde, ubicado en la ciudad de Chengde. Las tropas anglo-francesas incendiaron el Palacio de Verano de Pekín y el Viejo Palacio de Verano después de varios días de saquearlos. El Viejo Palacio fue totalmente destruido. Pekín ya no estaba tomada, pero las tropas permanecieron en las afueras de la ciudad. Los motivos de la destrucción del Palacio de Verano son un tema de debate. La razones oficiales declaradas por Elgin eran las de desalentar a los chinos de usar el secuestro como una herramienta de negociación y vengarse del emperador por su violación a la bandera de tregua. Otras opiniones, como ejecuciones, son discutibles. Elgin calificó este hecho como lo «menos desagradable», al haber dañado el gobierno despótico pero sin alterar la vida cotidiana de los chinos inocentes. Historiadores occidentales afirman que el accionar de Elgin al autorizar la destrucción del Palacio de Verano fue motivado por la tortura y asesinato de casi veinte prisioneros occidentales, incluyendo dos enviados británicos y un periodista del periódico de la misma

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nacionalidad The Times. Los manchú de esa época habían convertido la tortura en una cruel arte que incluía la muerte por medio de miles de cortes mientras se estaba en lo que podría llamarse una chaqueta de alambre, y muerte por mortificación, en la cual los miembros eran quitados del cuerpo uno por uno. En este contexto, Elgin fue muy insultado por la completa destrucción del Viejo Palacio de Verano. Historiadores chinos han argumentado que esta destrucción fue un encubrimiento para los ya muy difundidos saqueos. Convención de Pekín El Tratado de Tientsin o Tian Jin, firmado en junio de 1858 que intento poner fin a la segunda guerra del opio, fue finalmente ratificado por el hermano del emperador, el príncipe Gong, en la Convención de Pekín del 18 de octubre de 1860, poniendo final a la tercera Guerra del Opio. El comercio del opio fue legalizado y a los cristianos se les fueron concedidos todos los derechos civiles, incluyendo el derecho de la propiedad privada y el derecho de evangelizar. El contenido de la Convención de Pekín incluye: -El reconocimiento de China sobre la validez del Tratado de Tientsin; -Apertura de Tianjin como un puerto comercial; -Cesión del Distrito Nº 1 de Kowloon (al sur de la actual Boundary Street) al Reino Unido; -Autorización a los barcos británicos de llevar a los chinos heridos a América; Indemnización al Reino Unido y Francia por 8 millones de teals de plata a cada uno; -Legalización del comercio de opio. La política de autorreforzamiento Si bien no hay un intento de modernización occidental de china, las potencias occidentales ayudaron a reprimir a los taipines. Pero China contaria con su política de autorreforzamiento, es decir, adoptar armas y maquinas occidentales lo cual llevaría inexorablemente de la maquinaria a la tecnología, de la ciencia a la enseñanza. La falacia de que una occidentalización a medias, en instrumentos pero no en valores, reforzó a los conservaduristas no aperturistas lo que hace que el autorreforzamiento no de resultado. La cuestión de Macao Macao no se desarrolló como establecimiento importante hasta que los portugueses llegaran en el siglo XVI. Habiéndose establecido en Goa en 1510 y Malaca en 1511, los primeros portugueses llegaron en la costa de China a 1513 a bordo de un junco alquilado navegando desde Malaca. Llegaron a la Isla Lintin, en el estuario del río Zhujiang (Río de Perla de los portugueses) y erigieron ahí un jalón de piedra reclamando la isla para el rey de Portugal. Con Hong Kong establecido como una colonia de la Corona británica, el estado de Macao, como centro de comercio regional principal disminuyó porque los barcos más grandes preferían el puerto de aguas profundas Victoria. En 1845 Portugal declaró a Macao puerto franco, expulsó a funcionarios y soldados chinos, y a partir de entonces impuso impuestos para los residentes chinos. En 1849, Portugal declaró la colonia independiente de China.

En 1955, el régimen fascista de Salazar declaró Macao, así como otras colonias portuguesas, "provincia de ultramar" de Portugal. En 1974, después de la Revolución de los Claveles, Portugal abandonó todas las reclamaciones coloniales y reconoció la soberanía china sobre Macao. La Declaración Conjunta sobre la Cuestión de Macao se firmaba oficialmente en Pekín el 13 de abril de 1987, fijando el 20 de diciembre de 1999 como final del plazo para el retorno de Macao a la total soberanía china como una Región Administrativa Especial. En 1999 los 199 miembros de un comité de selección designado por Pekín habían elegido al nuevo mandatario de la Región Administrativa Especial (CNP), el banquero Edmund Ho Hauwah. El Comité Permanente del Congreso Popular Nacional es el competente ahora para interpretar la Ley Básica aprobada para regir el territorio.

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Japón

La crisis japonesa; el Imperio japonés, cerrados casi totalmente, desde 1837, a los contactos con el extranjero, había conservado una estructura social. La nobleza feudal-daimíos y sus samurais- formaban una clase privilegiada. Frente a los daimíos el Emperador había perdido toda su autoridad política, a partir de siglo XII, encontrándose reducido al papel de jefe religioso. Pero este régimen feudal había empezado a descomponerse en el siglo XVI ¿Cuál era su estado en la segunda mitad del siglo XIX? La autoridad imperial había sido reemplazada por la del daimío más poderoso, gracias a la extensión de su feudo (familia Togukawa). Después de haber obtenido del Emperador el título de shogun (generalísimo), el jefe de la familia sometió a los otros daimíos. Conservaba el derecho de percibir los impuestos en su feudo, acuñar moneda y mantener su pequeño ejército e samurais. La organización política había evolucionado hacia una centralización del poder. La organización social quedó también quebrantada, sobre todo desde principio del siglo XVII. En el medio rural, el sistema tradicional había consistido en la repartición de las tierras entre los campesinos a quienes el daimío había atribuido, a título de posesión perpetua, una parcela de tierra. No obstante, los esfuerzos del gobierno shogunal, los cultivadores agrícolas más hábiles o más favorecidos por la suerte, lograron burlar la ley y aumentar su dominio a expensas de otros. En el medio urbano se produjo otro cambio, los artesanos agrupados en gremios, obtuvieron del gobierno shogunal una organización privilegiada, que les permitió sostenerse y mantener los precios. La formación de una burguesía rural y el crecimiento del capitalismo comercial minaron poco a poco la sociedad feudal. El gobierno shogunal, que al conservar la política de aislamiento del país respecto a las influencias extranjeras deseaba salvaguardar la estabilidad social, no había logrado impedir la evolución, sino tan sólo retrasarla. En la vida intelectual, las nuevas corrientes de pensamiento contribuían a la amenaza de la organización política y social. El gobierno shogunal no ignoraba los peligros de la situación; y reprimía la difusión de las nuevas ideas. En 1841 y en 1842 intentó reaccionar contra el poder adquirido por el capitalismo comercial, y restaurar la situación social de la nobleza feudal. Pero fue en vano. El estado de crisis latente no significaba un peligro inmediato, por lo menos mientras el Shogun pudiera dirigir la administración y mandar sobre los daimíos, así como mantener alejada la codicia de las potencias extranjeras.

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La apertura del Japón Desde que, después de la guerra del opio, China tuvo que abandonar la política de aislamiento, las potencias occidentales trataron de conseguir en el Japón ventajas análogas: acuerdos comerciales y, sobre todo, posibilidad de hacer escala en los puertos japoneses. Las primeras potencias en mostrar interés en esta cuestión fueron naturalmente las potencias del Pacifico Norte: Rusia y Estados Unidos, que habían podido convencerse que el gobierno japonés no estaría dispuesto a negociaciones. A partir de 1848 ambas pensaron en obligar al Japón a ello. Por su parte el Japon era incapaz de resistir a esta presión no solo porque atravesaba por una crisis interior, sino porque su numerosa nobleza militar (500.000 samurais), animada por un profundo sentimiento patriótico y de un ardiente espíritu de sacrificio, no constituía un verdadero ejército. Esta casta militar no había podido conocer, por la política de aislamiento, ninguna de las técnicas europeas. Solo algunos daimios habían conseguido algunos fusiles y cañones gracias a comerciantes holandeses. En 1851, y casi simultáneamente, Rusia y EEUU decidían recurrir a una acción armada para abrir el comercio con Japón. Los americanos llevaron la delantera y una escuadra a cargo del comandante Perry se acerco a las costas japonesas. Perry había recibido la orden de no emplear la fuerza salvo en caso de legitima defensa, y se limito a entregar una carta al gobierno japonés, anunciándole que vendría a buscar la respuesta al año siguiente. En marzo de 1854, en su segundo viaje, obtuvo fácilmente la apertura de las negociaciones. Alli se firma el Tratado de Kanawaga que concedia a los americanos el derecho de residencia, de hacer escala y de poder comprar y vender en dos puertos de importancia secundaria, si bien por medio de funcionarios nipones. En 1858, en el momento en que los acontecimientos de China demostraban a los japoneses los peligros de una posible negativa, se ampliaron tales posiciones: se abrieron cinco puertos a los americanos (Yokohama, entre ellos) obteniendo aquellos, además, el derecho de entablar relaciones comerciales directas con la población y el beneficio de extraterritorialidad, pudiendo acreditar también representación diplomática. Aunque al principio el shogunato se mostraba indeciso sobre cómo actuar frente a las potencias extranjeras, finalmente se permitió el comercio y se firmaron una serie de tratados, conocidos como «Tratados desiguales» (Tratado de amistad Anglo-Japonés, Tratado Harris, Tratado de Amistad y Comercio Anglo-Japonés), durante la Convención de Kanagawa, sin el consentimiento de la casa imperial, lo que ocasionó un fuerte sentimiento anti Tokugawa. Inglaterra, Rusia, Francia y Holanda obtuvieron análogos acuerdos. En cuatro años, pues, Japón se abrió a la influencia occidental, abandonando la política de aislamiento adoptada desde hacía dos siglos. El gobierno shogunal se avino a aceptar la política aperturista ya que no quería terminar como China. En una memoria de marzo de 1858, el Shogun indico que el país debería, en lo sucesivo, adoptar una nueva forma de vida, inspirándose en los métodos y técnicas occidentales; y siguiendo su ejemplo, desarrollar recursos económicos y sus fuerzas militares. Entonces podremos entrar en el concierto de las naciones y ligarnos a las potencias cuyos principios sea idénticos a los nuestros. La población japonesa no acepto esta política aperturista ya que la decisión no había sido tomada, únicamente, contra consejo de la mayoría de los señores feudales, sino tambien contra la del emperador quien se había negado invocando la dignidad nacional. El régimen shogunal se vio, pues, amenazado en adelante por los partidarios de la restauración del poder imperial y por los samuráis quienes se sentían humillados. En fin, la masa de población observaba, en su vida diaria, los incovenientes de la apertura, que provocó durante los primeros años, dificultades económicas y financieras: alza de precios, fuga de monedas oro, etc. De esta forma los móviles sentimentales convergían con las causas materiales para provocar un profundo sentimiento xenófobo. La consigna era expulsar a los extranjeros. Por fin, en 1863 el Emperador ordenó al Shogún (generalísimo) expulsar a los barbaros, fijando para ello la fecha del 25 de junio. Las potencias occidentales se vieron obligadas a intervenir. Ineludiblemente no ignoraban (por comunicación secreta del Shogún) que el gobierno no haría nada para la aplicación del decreto de expulsión, pero lo consideraban impotente para asegurar el respeto de los tratados. La escuadra inglesa bombardeó Kagoshima, porque el daimio de Satsuma se negó a castigar el asesinato de un ingles; las escuadras francesas

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y americanas penetraron en el Estrecho de Simonoseki, cuyo paso acababa de prohibirse a los barcos mercantes extranjeros, y destruyeron los fuertes. El emperador frente a esto decide romper con los xenófobos y revoca el decreto de expulsión. Pero siguió negándose a ratificar los acuerdos de 1858 y para obligarlo a ello las potencias hicieron una demostración naval en Osaka y le enviaron un ultimátum. El 24 de noviembre de 1864 se produjo la ratificación e incluso el emperador se vio obligado a insertar nuevas concesiones a los tratados: el Japón se comprometia a limitar a un 5 por 100 ad valorem los derechos aduaneros. Las potencias occidentales no intervinieron en la crisis interna japonesa de 1867-68 entre el régimen shogunal y el poder imperial. La subida al trono del joven emperador Mutsuhito en 1867, cuyos consejeros eran samuráis reformadores deseosos de reorganizar el gobierno y la administración sobre bases modernas, tranquilizo las legaciones extranjeras. Y en realidad, inmediatamente después del golpe de Estado del 3 de enero de 1868, que suprimió el régimen shogunal, una ordenanza imperial prescribió al pueblo nipón que reconociera los derechos y privilegios concedidos a los extranjeros. Los partidarios de la restauración del poder vacilaron rápidamente del apoyo al movimiento antiextranjerista al aperturista solamente por oportunismo ya que lo único que querían era ver caer el régimen shogunal. La revolución Meiji había triunfado. La carta de abril de 1868, dirigida a toda la nación, resumió todos los planes de reforma que sepultarían el viejo aparato del Estado feudal. En ella se pedía la abolición de las costumbres “absurdas”, se anunciaba el fin del gobierno absoluto, y se recurría a los conocimientos científicos y técnicos del mundo occidental. En 1869 se anuló el monopolio económico de los feudos y se dio luz verde a la libertad de iniciativa comercial e industrial. Los derechos señoriales ya no se pagarían en especies, si no en impuestos sobre la tierra. La venta de tierras se hizo libre. En el terreno político se abolió la distinción entre los cuatro Estados: daimyo, samurai, campesinos y comerciantes. Los feudos se transformaron en prefecturas administradas por el gobierno central. Se aprobó el calendario occidental, se instituyó la enseñanza moderna y obligatoria, y se dedicó un intenso empeño en el cultivo de la ciencia y la técnica. La revolución Meiji fue una “revolución desde arriba”, dirigida por los altos estamentos contra el secular feudalismo japonés, que paralizaba el desarrollo económico de las islas, en favor de las todopoderosas familias del shogunado. Había que entrar en la órbita del mundo moderno y “contestar” al “desafío” de Occidente. Se enviaron varios especialistas japoneses para analizar los gobiernos extranjeros y para seleccionar sus mejores características que se aplicarían en Japón; se redactó un nuevo código penal a imagen del francés, se estableció un Ministerio de Educación en 1871 para desarrollar un sistema educativo basado en el de Estados Unidos, que fomentaría una ideología nacionalista y la exaltación del emperador a partir del desarrollo del sintoísmo. El país experimentó un rápido crecimiento industrial bajo la supervisión del gobierno. En 1872, se decretó el servicio militar universal y, unos años después, en 1877, un decreto abolió la clase de los samuráis, no sin un trágico enfrentamiento entre los soldados y los samuráis en Satsuma.

India El Imperio Británico en la India La victoria de las fuerzas de la British East India Company en la Batalla de Plassey en 1757 abrió la provincia india de Bengala al dominio británico. La India fue sin duda el dominio más importante. Se trataba de una colonia de explotación administrada desde 1777 por la Compañía de las Indias Orientales. Se convirtió en la principal suministradora de materias primas (algodón, yute, té, etc.). Constituida en el eje del imperio, la construcción del canal del Suez agilizó de manera notable las relaciones con la metrópoli. Para mantenerla protegida de los territorios coloniales de otras potencias Gran Bretaña creó en torno a ella una serie de estados tapón, como Beluchistán (en el actual Pakistán) o Afganistán. A raíz de la sublevación de los cipayos, soldados indios al servicio de Gran Bretaña,

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la Corona tomó directamente el gobierno de la India que había estado dirigido por la citada Cía. de las Indias Orientales. En 1858 los territorios de la Compañía pasaron a estar bajo la administración de la Corona. La Reina Victoria (1837–1901) fue proclamada Emperatriz de la India en 1876. Otras áreas de dominio británico en Asia fueron Malaca y Singapur; ésta se convirtió en un punto estratégico en las rutas marítimas. Birmania, que había constituído un protectorado semiindependiente fue anexionada en 1885, lo que supuso la creación de una vía terrestre hacia China. El levantamiento de los Cipayos. La Compañía Británica de las Indias Orientales obtuvo el poder sobre el principado de Diwani en Bengala después de ganar la batalla de Plassey en 1757, la cual colocó bajo su dependencia a gran parte del Decán. La victoria en la batalla de Buxar en 1764 añadió Nizamat a su regencia. En 1845, la Compañía había logrado extender su control sobre la provincia de Sindh tras una sangrienta campaña bélica. En 1848 tuvo lugar la Segunda Guerra Anglo-Sikh y la Compañía logró el control de Punjab también. En 1853 el líder maratha, Nana Sahib fue despojado de sus títulos y de su pensión, pasando a ser subordinado de los británicos. En 1854 Berar fue anexada al dominio de la Compañía Británica de las Indias Orientales. En 1856 el estado de Awadh/Oudh fue también añadido a la regencia de la Compañía. Poco después el imperio mogol, que mantenía un poder puramente nominal ante los británicos, sucumbió en su totalidad ante el dominio británico, siendo el emperador Bahadur Shah Zafar el último de esta dinastía. La rebelión de los indios tuvo diversas causas religiosas, sociales, políticas y económicas. Los cipayos hacía tiempo que venían acumulando oposicion contra la Compañía Británica de las Indias Orientales, principalmente por las diferencias étnicas entre los oficiales británicos y las tropas indias. Los cipayos eran soldados indios que servían en el ejército de la Compañía bajo el mando de oficiales británicos. Estos oficiales eran entrenados en escuelas de guerra que tenía la Compañía en Inglaterra. Los enclaves de la Compañía en Bombay, Madrás y Bengala mantenían sus propios ejércitos con sus propios comandantes-en-jefe y tenían mayor contingente de tropas que el ejército del Imperio Británico. En 1857 había 257.000 cipayos. y a los soldados británicos se les conocía como Casacas rojas La Compañía también reclutaba indios de otras castas diferentes a los brahmanes y los rajastaníes. Estos últimos son una casta guerrera de la parte occidental del norte de la India. En 1856 tropas de cipayos fueron a pelear en Birmania. La tradición hindú dictaba que aquellos que «atravesaban las aguas negras» perdían su casta en la comunidad hindú. Por esto los cipayos se antagonizaron muy profundamente al ser enviados fuera de India. Los cipayos también estaban descontentos con varios aspectos de la vida militar. Si bien no estaban sujetos a ciertas normas exclusivas de los soldados británicos (como el castigo de azotes con látigo), la paga era relativamente baja y gozaban de pocas prestaciones. Cuando los británicos conquistaron Awadh y Punjab, los cipayos no recibieron la paga extra que representaba servir en estas regiones, por cuanto ya no se consideraban como misiones extranjeras. El detonante de la rebelión fue, sin embargo, un nuevo fusil de avancarga. En efecto, por esta época el ejército fue armado con el fusil Enfield Modelo 1853. El cartucho de papel que utilizaba este fusil estaba cubierto por una membrana engrasada que debía rasgarse con los dientes para poder cargarlo en el fusil. Circulaba el rumor que esa grasa provenía de vacas o de cerdos, algo ofensivo tanto para los soldados hindúes como para los musulmanes, dado que consideraban el consumo de cualquier producto derivado de la vaca o el cerdo como algo prohibido por sus principios religiosos. Los británicos alegaron que la grasa no era de animales y trataron que los indios prepararan su propia grasa de abejas o vegetales. No obstante el rumor persistió. Inclusive se estableció un nuevo procedimiento mediante el cual el cartucho podía ser rasgado, no con los dientes, sino con las manos. Por aquella época también se esparció el rumor entre los fieles hinduistas y musulmanes que el dominio británico "sólo duraría cien años". Este dominio comenzó en 1757, tras la Batalla de Plassey, lo cual aumentó la inquietud al acercarse el centenario de dicho evento.

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El 26 de febrero de 1857, el Regimiento 19º de Infantería de Bengala rehusó utilizar los nuevos cartuchos. El coronel del regimiento les exhortó a hacerlo, profundamente enojado, amenazándolos con artillería y caballería. Finalmente el jefe británico aceptó retirar sus amenazas tratando de buscar una solución pacífica al problema. El 29 de marzo de ese mismo año en Barrackpore, cerca de Calcuta, un soldado cipayo del 34° Regimiento de Bengala (compuesto por nativos indios) atacó e hirió a un sargento británico y a su ayudante. Lo marco el inicio de los enfrentamientos La rebelión comenzó a extenderse más allá de las fuerzas armadas, si bien no resultó tan popular como sus líderes esperaban. Los indios no estaban totalmente unidos. Si bien Bahadur Shah Zafar fue restituido en su trono mogol con poder real y efectivo, había facciones que querían que el trono lo ocuparan los marathas (temiendo una resurrección del Imperio Mogol) y, por su parte, los awadhis (del actual Uttar Pradesh) querían mantener el poder que su nawab tenía antes de la ocupación británica. La guerra se centró principalmente en el norte y centro de la India. Por otra parte, muchos indios respaldaban a los británicos debido a que rechazaban la idea del retorno del Imperio Mogol o de la Confederación Maratha y, además, porque la mayoría de rajás no percibían la existencia de una nación india, debido a las fuertes divisiones políticas, linguísticas, y religiosas, que habían prevalecido en el subcontinente durante muchos siglos. Estas fuerzas fueron cruciales para la recuperación por parte de los británicos de las zonas ocupadas por los rebeldes. Los Sikhs y pathans del Punjab, en el Noroeste de la India, respaldaban a los británicos y fueron una fuerza determinante en la captura de Delhi. Los gurkhas de Nepal también formaron parte del contingente británico, debido en parte a su tradicional hostilidad hacia los mogoles. El sur de la India, en la llanurá del Decán, se mantuvo relativamente pacífico, únicamente con brotes aislados de violencia. La mayoría de los estados del sur estaban regentados por los nizam de Hyderabad o de Mysore, los cuales no estaban sometidos a la ocupación británica directa y que mantenían pocos intereses en común (o incluso diferencias frontales) con los mogoles y marathas del centro y el norte. Para finales de 1857 los británicos habían comenzado a ganar terreno en la batalla contra los rebeldes. Lucknow fue retomada definitivamente por Havelock y sus hombres en marzo de 1858. El 8 de julio de 1858 un tratado de paz fue firmado y la guerra cesó. Los últimos rebeldes fueron derrotados en Gwalior el 20 de junio de1858. En 1859 los líderes de la rebelión habían sido liquidados o habían huido del país. Fue una guerra cruda y brutal en donde ambos bandos incurrieron en claros crímenes de guerra incluso para los estándares de 1857. Al final, sin embargo, fueron los indios los que registraron el mayor número de bajas, al carecer de una dirección unificada y de un objetivo común: si bien todos los rebeldes citaban los perjuicios sufridos por culpa de los británicos, algunos pedían el retorno del Imperio Mogol, otros exigían resucitar la Confederación Maratha, y otras más simplemente reclamaban que los antiguos rajás desposeídos por los británicos (como el propio caso de la lideresa Rami Kakshmi Bai en Jhansi) volvieran a ocupar sus tronos sin mayor cambio. Muy escasas eran las voces rebeldes que reclamaban una unificación política de la India o insistían en que los diversos rajás y comunidades abandonaran sus diferencias. Los regionalismos e intereses particulares impidieron a los rebeldes formar un frente unido, mientras que las motivaciones iban desde los abusivos tributos contra los campesinos hasta la mera defensa de privilegios de élites locales contra los británicos. Por el contrario, la Compañía Británica de las Indias Orientales y sus aliados indios mantenían un solo fin: preservar sus inmensas ventajas comerciales en el caso de los británicos y mantener privilegios regionales o de casta en el caso de los indios. En agosto de 1858 se emitió una proclama real mediante la cual la regencia de la India pasaba a la corona de manos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Un ministro del gabinete fue nombrado como la autoridad en asuntos de la India, así como un Virrey, quién sería el jefe ejecutivo de la región. Los británicos comenzaron un programa de reforma, tratando de integrar a las castas altas de la India al gobierno. El Virrey abolió la ocupación de tierras, decretó tolerancia religiosa y admitió a indios en entidades gubernamentales, si bien siempre como subordinados de los británicos. El ejército también aumentó su

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contingente de tropas británicas de forma tal éstas no serían nunca menores a un tercio de cualquier regimiento y solo los británicos les era permitido manejar piezas de artillería. En 1877 la Reina Victoria tomó el título de Emperatriz de la India siguiendo el consejo del célebre Primer Ministro Benjamin Disraeli. Bahdur Shah fue condenado por traición y exiliado a Rangún, donde falleció en 1862, finalizando de esta forma la dinastía Mogol. 90 años después de finalizada la rebelión, India consiguió su independencia de Gran Bretaña. Indias Neerlandeses (Dominacion colonial holandés en el sudeste asiático) Indias Orientales Neerlandesas (Indonesia) En 1605, la base de operaciones de los portugueses, Amboyna, que estaba situada en las Islas Molucas (Indonesia), fue capturada por los barcos neerlandeses. En 1619 fundaron Batavia (Yakarta) en la isla de Java, como centro de coordinación de las operaciones neerlandesas en Oriente. Poco a poco los neerlandeses fueron tomando todos los puertos del archipiélago; Malaca en 1641, Aceh en 1667, Macassar en 1669 y Bantam en 1682. Cuando la Compañía neerlandesa de las Indias Orientales (VOC) quebró en 1799, el archipiélago pasó a ser controlado y administrado directamente por el estado neerlandés hasta su independencia en 1949, excepto en el periodo de ocupación francés, en el cual todas las colonias de los Países Bajos estuvieron administradas por Inglaterra. Ceilán Neerlandesa (Sri Lanka) Los neerlandeses llegaron por primera vez a Ceilán en 1602, por aquel entonces la isla se encontraba bajo dominio portugués. Entre 1636 y 1658 los neerlandeses lucharon contra los portugueses para expulsarlos, inicialmente invitados por los gobernantes locales. Los portugueses habían gobernado la línea de la costa, aunque no el interior, desde 1505 hasta 1658. Los budistas, los hindúes y los musulmanes habían sufrido la persecución religiosa del dominio portugués; los neerlandeses estaban más interesados en el comercio que en convertirlos al cristianismo, por eso fueron bien vistos por los gobiernos locales. Una vez que los portugueses habían sido expulsados El VOC intentó ampliar su control en el interior aunque no lo consiguió y sólo pudo controlar provincias costeras. Ceilán se convirtió en el centro del Imperio durante la época del VOC. Su importancia se debe a que la isla era el punto intermedio entre Sudáfrica e Indonesia. Además era una fuente de canela y elefantes, que luego eran vendidos a los príncipes indios. En 1796 los ingleses tomaron el control de la isla, la cual fue formalmente cedida por el tratado de Amiens. Formosa (Taiwán) Los neerlandeses controlaban en la isla de Taiwán la zona sur, cuya base principal era Fort Zeeland. Su control de la zona duró desde 1624 hasta 1662, año en el que fueron expulsados por Koxinga. La isla en sí misma era una fuente de caña de azúcar y pieles de ciervo. También era el lugar donde los comerciantes neerlandeses podían negociar con los comerciantes de la China Continental y comprar la seda necesaria para vendarla en el mercado japonés. Los neerlandeses mantenían una buena relación con los nativos y muchos aprendieron el idioma de los colonizadores. Los neerlandeses también fueron los primeros en introducir masivamente trabajadores chinos. En 1661, una flota con aproximadamente 1.000 embarcaciones liderada por Koxinga desembarcó en Lu'ermen para atacar Taiwán y expulsar a los neerlandeses de la isla. Después de 9 meses de asedio a Fort Zeeland, Koxinga venció a los neerlandeses y estos se vieron obligados a firmar un tratado de paz por el cual tenían que abandonar la isla. A partir de entonces Taiwán se convirtió en la base del reino de Tungning. Malaca Los neerlandeses las arrebataron a los portugueses Malaca, situada en la costa oeste de Malaya (ahora Malasia Occidental), en 1641. De acuerdo con el tratado firmado con el Estatúder Guillermo V de Orange-Nassau (Por aquel entonces exiliado en Gran Bretaña) fue cedida al Reino Unido durante las Guerras Napoleónicas. Inglaterra se la devolvió al recién creado Reino de los Países Bajos en 1816, pero en virtud del Tratado anglo-neerlandés de 1824 su soberanía volvió a poseerla Inglaterra.

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Dejima Entre 1609 y 1641 los neerlandeses hacían los intercambios comerciales con Japón en Hirado. Más adelante, los japoneses concedieron a los neerlandeses el monopolio comercial con Japón, pero sólo en la isla de Dejima, una isla artificial frente a las costas de Nagasaki hecha por los japoneses para que los extranjeros no pisaran el «sagrado suelo de Japón». El comercio de los neerlandeses en Dejima duró desde 1641 hasta 1853, periodo durante el cual los neerlandeses eran los únicos europeos permitidos en Japón. Los comerciantes chinos y coreanos siguieron siendo bienvenidos, aunque tenían sus movimientos restringidos. Originalmente, los neerlandeses negociaban con seda, pero más adelante el comercio del azúcar se hizo muy importante. También se negociaba con pieles de ciervos y de tiburón que fueron transportados de Asia, así como paño de lana y cristalería de Europa.

Argelia

La ocupación de Argelia La ocupación francesa de Argelia, comenzando en 1830, mientras tuvo un profundo impacto, fue conocido inmediatamente por una rebelión liderada por Abdel Kadir. Además de soportar la afrenta de ser gobernado por un poder extranjero no musulmán, muchos argelinos perdieron sus tierras con el nuevo gobierno o con los colonistas. Los líderes tradicionales fueron eliminados, encerrados, o hechos irrelevantes, y el tradicional sistema educacional fue ampliamente desmantelado; las estructuras sociales fueron presionadas hasta el punto de quiebre. Vista por los europeos con condescendencia a lo mejor, y desprecio a lo peor, los argelinos soportaron 132 años de subyugación colonial. En la primera parte de la colonización francesa, los musulmanes y judíos eran vistos como nacionales franceses, pero no como ciudadanos franceses. Sin embargo, en 1865, Napoleón III les permitió solicitar la total ciudadanía francesa, una medida que pocos tomaron, ya que involucraba renunciar al derecho de ser gobernado por la sharia en asuntos personales, y fue considerado un tipo de apostasía; en 1870, la ciudadanía francesa se hizo automática para los judíos, una decisíon que enojó enormemente a los musulmanes, quienes comenzaron a considerar a los judíos como los cómplices del poder colonial. No obstante, este periodo vio el progreso en la salud, algunas infraestructuras, y la expansión global de la economía de Argelia, así como la formación de nuevas clases sociales, que, tras la exposición de ideas de igualdad y libertad política, ayudaría a propulsar al país hacia la independencia. Durante los años de dominio francés, las luchas por sobrevivir, coexistir, lograr la igualdad, y conseguir la independencia dieron forma a una gran parte de la identidad nacional argelina.

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Las masacres de 1945 marcaron un giro en la historia argelina. En abril de 1945, los franceses arrestaron al líder argelino más popular, Messali Hadji. El 1 de mayo, los simpatizantes de su partido, el PPA(Parti du peuple algérien) participaron en manifestaciones que fueron suprimidas violentamente por la policía. Varios argelinos murieron. Pero fue el 8 de mayo, cuando Francia celebró la rendición incondicional de Alemania, que más muertes provocaron un violento alzamiento de la población argelina en y alrededor de Sétif. El ejército prendió fuego a las villas. 6000 a 8000 personas perecieron, según Yves Bénot. De ahora en adelante, parecía evidente para todos los nacionalistas que la independencia no podía ser ganada por medios pacíficos. La Guerra de Independencia de Argelia (1954-62), brutal y larga, fue el punto de giro más reciente en la historia del país. Aunque a menudo fratricida, a la larga unió a los argelinos y abrazó el valor de la independencia y la filosofía del anticolonialismo en la conciencia nacional. El uso sistemático de la tortura por parte de los franceses no aseguró la victoria militar. El canal de Suez Debido a la perforación del itsmo de Suez, el mediterraneo se convirtió en la gran via del comercio internacional, no solamente con extremo oriente sino también con la india y los grandes archipiélagos del sudeste asiático. En esto acontecimiento de considerable alcance para todo el mundo las iniciativas personales fueron preponderantes. En noviembre de 1854 Lesseps obtuvo un acta de concesión. La compañía de Suez, registrada legalmente en Egipto, tendría un consejo de administración internacional cuyo presidente sería elegido para los súbditos del país que hubiera proporcionado la parte más importante del capital. La empresa era todavía un asunto privado dirigido por Lesseps sin dar cuenta al gobierno francés; pero casi inmediatamente iba a entrar a formar parte de la política internaciónal, porque el jefe, vasallo del sultán, necesitaba obtener el consentimiento de la sublime puerta. La cuestión del canal se convirtió en campo de rivalidades entre Francia y Gran Bretaña. Palmerston se había mostrado hostil al proyecto. En 1847 creia que aquel canal se convertiría en un segundo Bosforo o un Gilbraltar Egipcio. En el fondo Palmerston pensaba que el gobierno francés estaba a punto de reemprender como en 1839-1840 una política egipcia. La perspectiva era suficiente para suscitar inquietud. Napoleon III se mostro al principio muy reservado. En 1855 aprobó discretamente, pero no quiso aceptar la responsabilidad de conceder un apoyo diplomático. Dejo entender sin embargo, que tal reserva era provisional: cuando los capitales se subscribieran se desvanecerían las resistencias. En esas condiciones, Lesseps lanzo su emisión de 400.000 acciones. Ni Gran Bretaña, ni Rusia, ni Austria proporcionaron subscriptores. El mercado financiero Francés absorbió 207.000 acciones. El capital de la compañía de Suez era pues Francés en su mayoría y el presidente de la compañía seria siempre un Francés. Por fin el gobierno británico se dio cuenta de que la obra llegaría a su fin y se sometió a lo inevitable intentando por medio de negociaciones con el gobierno francés apaciguamientos. Gran Bretaña solicito a Napoleón III que la compañía de Suez se comprometiese a no establecer una colonia extranjera en la zona del canal y a no convertir sus orillas en fortalezas enmascaradas. En suma Gran Bretaña abandono su oposición pero a condición de que el control ejercido por Francia en la empresa fuese únicamente financiero. Y como compensación, el gabinete ingles logro que el gobierno otomano diera su consentimiento al contrato de concesión. Una vez superadas las dificultades políticas la compañía impulsaría los trabajos y encontraría fácilmente los recursos financieros necesarios para colmar las diferencias entre el presupuesto establecido en 1858 y el costo efectivo de la obra. En noviembre de 1869 se inauguro el canal. Rivalidad Anglo-Francesa en Egipto y Túnez En 1875 el Pachá de Egipto, a causa de la deuda externa del país, puso a la venta su parte de las acciones del canal. En una rápida maniobra, el Primer ministro del Reino Unido, a la sazón Benjamin Disraeli, convenció a la Reina Victoria de la necesidad de comprarlas para tomar el control sobre la ruta hacia la India,

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la colonia más rica del Reino Unido. Un enviado de Disraeli consiguió un cuantioso préstamo de parte de la Casa banquera Rothschild, y de esta manera Reino Unido se aseguró el dominio del canal. El Banco Franco-Egipcio, constituido por franceses en 1870, para hacer negocios en tierras faraónicas, ante la presencia de los ingleses, optó por desarrollar el sistema bancario de México, donde fundó el Banco Nacional Mexicano, antecedente del actual Banamex, y en otros países latinoamericanos. Participó en el intento fallido de Lesseps de hacer un canal en Panamá, entonces parte de Colombia. Tratado de Constantinopla 1888 La Convención de Constantinopla es un tratado internacional firmado el 29 de octubre de 1888 por Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, Turquía, Austria-Hungría, España, Países Bajos e Italia en dicha ciudad por el que se estableció el uso libre del paso del Canal de Suez, tanto en tiempo de paz como de guerra y para todo tipo de buques, se prohibió el bloqueo del canal y la zona o área alrededor del mismo que quedaba sujeta al mismo. Para alcanzar su objetivo se fijó que el Canal de Suez no podría ser zona de hostilidades, ni tampoco la zona de seguridad establecida tres millas alrededor de él. El Canal pasaba a estar desmilitarizado y sus fortificaciones debían ser eliminadas y, en todo caso, no se permitirían nuevas construcciones militares. Las razones para el establecimiento del tratado nacen cuando en 1854 se le otorga a Fernando de Lesseps la concesión para la construcción del Canal por parte de Francia. Los acuerdos entre la Compañía Universal del Canal de Suez y el Khedive de Egipto (sometido al Imperio otomano) preveían el uso comercial, pero no el bélico, acuerdo que se plasmó en 1866. Durante la guerra ruso-turca en 1877, el Imperio británico (el mayor accionista de la Compañía Universal del Canal de Suez) temió un bloqueo del canal, lo que interrumpiría sus comunicaciones con la India. Aunque las partes beligerantes manifestaron al Reino Unido su disposición al no uso del bloqueo del canal como arma de guerra, tanto éste país como Francia iniciaron en 1885 conversaciones para llegar a un acuerdo internacional que fijase el estatuto jurídico definitivo. Así en 1887, ambos países firmaron un acuerdo que, en resumen, se convertirá con pocas variaciones en la Convención de Constantinopla. El Tratado de Constantinopla de 1888 declaró el canal zona neutral bajo protección británica. Al ratificar este tratado, el Imperio otomano accedió a permitir la navegación internacional de forma libre a través del canal, tanto en tiempos de paz como de guerra.

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Capítulo VIII - El orden internacional con eje

Londres – Berlín.

LA DIPLOMACIA BISMARCKIANA. Bismarck logró mantener alrededor de Alemania un sistema de alianzas y acuerdos que confirmaban la preponderancia del Imperio hasta 1890, fecha en que abandonó el poder. El objetivo central de esta política de alianzas era aislar a Francia ante los indicios de un restablecimiento rápido de la misma. I SISTEMA DE ALIANZAS: (1873 – 1878) En mayo y junio de 1873, el Canciller del Imperio alemán estableció la primera forma de su sistema: la “Entente de los Tres Emperadores”. Esta alianza se basaba en dos convenios:

Convenio germano – ruso: Firmado el 6 de mayo de 1873. Establecía que si uno de los Imperios

fuese atacado por una potencia europea, sería socorrido, en el más breve plazo posible, por medio

de un ejército de doscientos mil hombres de tropas efectivas”. Este convenio se concluyó sin límite

de duración; pero podía ser denunciado con el previo aviso de dos años. Tenía el carácter de alianza

defensiva.

Convenio austro – ruso: Firmado el 6 de Junio de 1873. Era un acuerdo personal entre el Zar y el

Emperador por medio del cual se comprometían a consultarse, ya en caso de divergencias entre sus

estados respectivos, ya en la hipótesis de que la paz se viera amenazada por la agresión de una

tercera potencia. El emperador alemán otorgó su adhesión a este acuerdo en un acta de fecha 22

de octubre de 1873.

Bismarck esperaba que el juego de tales acuerdos le pusiera en situación de controlar la política rusa y la austro-húngara; contaba con poder mantener a los dos vecinos en el mismo atalaje. Pero los acuerdos silenciaban las cuestiones más delicadas, las que pudieran enfrentar en los Balcanes los intereses de Rusia con los de Austria-Hungría. Los tres gobiernos obedecían móviles diferentes: Alemania buscaba el apoyo de Rusia a fin de desanimar toda tentativa francesa de desquite. Rusia sólo firmo el acuerdo con Alemania para evitar una aproximación estrecha entre los dos imperios centrales. Austria-Hungría únicamente veía en la entente de los tres emperadores una concesión hecha a Bismarck con vistas al porvenir. El sistema era precario. El ALERTA de 1875: La corta crisis que estalló en las relaciones franco-alemanas en la primavera de 1875 puso a prueba el acuerdo germano-ruso y la prueba resultó desalentadora para la política del Canciller. En marzo de 1875, la Asamblea Nacional Francesa votó una ley de cuadros que, sin aumentar la cantidad de hombres que servían bajo la bandera, en tiempos de paz, incrementó en una cuarta parte el número de batallones y preveía, en relación con este acrecentamiento, los efectivos necesarios de oficiales y suboficiales. En el ánimo del gobierno francés y de los miembros de la Asamblea, esta ley tenía como objetivo, principalmente, poner remedio a la crisis de los ascensos, aumentando las incorporaciones. Bismarck, sin embargo, vio en ella una medida destinada a facilitar una movilización, y, por consiguiente, una señal de que Francia preparaba la guerra. Alemania estaría interesada en declarar una “guerra preventiva”. El gobierno francés dio al incidente un alcance europeo, al solicitar el apoyo diplomático de Gran Bretaña y de Rusia. El gobierno inglés se hallaba inquieto por los métodos y objetivos de la política alemana, no aceptaría una guerra preventiva. Aunque rehuyó a prometer apoyo a Francia. La acción rusa fue análoga, pero tuvo mayor alcance, ya que Rusia participada de la Entente de los Tres Emperadores. Rusia no toleraría una guerra preventiva contra Francia, Alejandro II intervino en persona y señaló claramente los límites que asignaba al Acuerdo de los Tres Emperadores. Para Bismarck, el asunto, por pequeño que pudiese parecer, era de importancia. No solamente no había conseguido impedir el rearme francés, sino que había apreciado la debilidad del sistema de los tres

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Emperadores. Sin repudiar la promesa de alianza defensiva, dada hacía dos años a Alemania, Rusia había indicado claramente que no admitiría que Bismarck tratara de aplastar a Francia. El acuerdo de los tres Emperadores, quebrantado ya por el alerta de 1875, no podía sobrevivir a la crisis balcánica de 1877-78. En agosto de 1875 comenzó en Bosnia y Herzegovina una insurrección que se extendió en la primavera de 1876 a los países búlgaros. La represión fue inmediata y salvaje sobre todo en el país búlgaro, donde se entregaron los turcos a matanzas. Entonces, Serbia y Montenegro declararon la guerra al Imperio Turco; pero los dos principados serían aplastados evidentemente de no conseguir una intervención extranjera. Surgió de nuevo la cuestión de oriente. Rusia podía encontrar en aquella crisis la ocasión de debilitar al Imperio otomano. El gobierno ruso anunció a las potencias que, si no se ponían ellas de acuerdo para imponer al Sultán un programa de reformas en beneficio de las poblaciones cristianas, no dudaría en intervenir solo. Austria-Hungría vigilaba la ruta de Salónica. Se proponía establecer su influencia en Bosnia y Herzegovina. Se interesaba también por el Sandjak de Novibazar, territorio turco que se interponía entre Serbia y Montenegro. Sin duda alguna, tampoco quería ver desarrollarse en los Balcanes, bajo la égida de Rusia, un movimiento eslavo. A Inglaterra le interesaba en esta nueva crisis, como en las precedentes, mantener la integridad del Imperio Turco; temía una invasión rusa de los estrechos. La crisis internacional se perfiló cuando el 11 de noviembre de 1876, en un discurso pronunciado en Moscú, el Zar se declaró resuelto a actuar mediante las armas si las potencias no se decidían a intervenir vigorosamente cerca del Gobierno otomano. Esta crisis iba a mantener a Europa en estado de alerta durante casi dos años. Para evitar una intervención de Rusia sería preciso obtener del sultán Abdul-Hamid la adopción inmediata de un programa de reformas. En diciembre de 1876 se reunió una Conferencia de embajadores en Constantinopla. La misma, estableció un plan, según el cual los búlgaros y los bosnios insurrectos obtendrían su autonomía administrativa dentro del marco del Imperio. El Sultán, para escapar a este peligro, promulgó una Constitución y anunció la convocatoria de un Parlamento en el que las poblaciones cristianas podrían, decía, presentar sus reivindicaciones. Pero cuando se trató de determinar qué medidas se adoptarían para obligar al Sultán a ceder, surgieron los desacuerdos pues el Gabinete inglés se negaba a dirigir una amenaza concreta. El Gobierno turco aprovechó esta situación para zafarse. El fracaso del proyecto de una acción colectiva de las grandes potencias abrió el camino a la intervención del ejército ruso. Pero el gobierno del Zar antes de tomar este partido, tomó precauciones: no quería tropezar al mismo tiempo con Inglaterra y con Austria-Hungría. En 1877 Rusia firma un convenio secreto con Austria-Hungría, esta última prometía a Rusia guardar, en caso de guerra ruso-turca, una neutralidad benévola e incluso dedicarse mediante acción diplomática a eludir la intervención posible de una tercera potencia, es decir, de Inglaterra. A cambio de esta promesa, Austria-Hungría obtendría el derecho de ocupar Bosnia y Herzegovina, y Rusia se comprometía, en el curso de la guerra ruso-turca, a no llevar las operaciones a la parte occidental de la península. El gobierno austro-húngaro se había dado cuenta de que no podría evitar la intervención rusa; prefería por tanto, un compromiso que limitase los daños y le asegurase una compensación. Tras una nueva negativa del Gobierno otomano a aceptar las condiciones fijadas por las potencias (el Sultán se hallaba convencido de que Gran Bretaña se opondría a toda coacción efectiva) el Gobierno ruso pasó a la acción. Declaraba la Guerra – decía – para obligar al Sultán a mejorar la suerte de las poblaciones cristianas de su Imperio. Para tranquilizar a Gran Bretaña aseguraba que no tenía intenciones de apoderarse de Constantinopla, como tampoco de imponer por una decisión unilateral una revisión del estatuto de los Estrechos; prometía también no extender la zona de las operaciones de guerra hasta Egipto. A finales de noviembre de 1877 la resistencia turca pareció completamente rota. En enero de 1878 marcharon sobre Constantinopla, los turcos solicitaron un armisticio, que el alto mando ruso no parecía tener mucha prisa en concederles. La oposición activa por parte de las otras potencias recién se manifestó a partir del avance ruso sobre Constantinopla. Austria-Hungría y Gran Bretaña se alarmaron. Gran Bretaña advirtió al gobierno ruso que no admitiría una ocupación de Constantinopla y que tomaría, llegado el caso,

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medidas enérgicas para proteger sus intereses. Austria-Hungría exigió a Rusia que no situase a Europa ante un hecho consumado, es decir, que no impusiera a Turquía condiciones de paz antes de haber consultado con las otras potencias. Ante tales amenazas, el gobierno del Zar envió al comandante en jefe la orden de firmar el armisticio. Rusia inició las negociaciones de paz con Turquía sin tomar consejo de las otras potencias. El 3 de marzo de 1878 se firmaron los preliminares de la paz de San Stefano entre Rusia y la Sublime Puerta. El tratado de San Stefano estipulaba que Rusia se anexionaría las ciudades de Kars, Bayazid y Batum, en la parte asiática del Imperio otomano, y la Dobrudja, en la parte europea. Prometía aumentos territoriales a Serbia, que se anexionaría el alto valle de Morava, y a Montenegro, que obtendría un acceso al mar Adriático. Preveía un estatuto de autonomía a favor de Bosnia y Herzegovina y concedía a Rumania, ya autónoma, la independencia. Los territorios búlgaros serían separados del Imperio otomano para formar un principado autónomo; esta Gran Bulgaria debía extenderse desde el Danubio al Mar Egeo y englobar, por consiguiente, la Rumelia y gran parte de Macedonia. La influencia de Rusia dominaría en este principado, creado por ella y para ella; el derecho que tendrían las tropas rusas de mantener guarnición en aquel territorio durante dos años proporcionaría al Zar los medios de establecer un gobierno de su elección. Europa se vio colocada ante un hecho consumado, a pesar de las advertencias hechas por Gran Bretaña y Austria-Hungría. En Londres y en Viena los gobiernos exigieron una revisión del tratado de San Stefano por un congreso internacional. Rusia aceptó la proposición del congreso. Gran Bretaña y Austria-Hungría se dedicaron a ello mediante negociaciones directas y por separado con el Gobierno ruso. Estas negociaciones preliminares de la reunión del congreso fueron decisivas. El gobierno ruso tenía conciencia de que su ejército no se encontraba en situación de hacer frente a un conflicto europeo; pasaba también dificultades financieras, esto le obligó a retroceder. Las decisiones acordadas con Gran Bretaña y con Austria-Hungría sancionaron la desaparición de la Gran Bulgaria; se formarían en territorio búlgaro dos principados: La Bulgaria, autónoma, y la Rumelia, que continuaba sometida al Imperio otomano, pero con un gobernador cristiano. El acuerdo anglo-ruso contenía, además, una cláusula relativa a las anexiones rusas en Turquía asiática: Rusia conservaría Kars y Batum, pero no Bayazid, nudo de comunicaciones hacia el Eufrates; se comprometería formalmente a no tratar de extenderse más en tales regiones en el porvenir. El Congreso Internacional de Berlín, reunido del 15 de Junio al 13 de Julio, bajo la presidencia de Bismarck, no hizo más que ratificar los acuerdos ya establecidos, añadiéndoles algunos detalles: reducción apreciable de las ventajas territoriales concedidas por el tratado de San Stefano a Serbia y Montenegro; promesa dada a Grecia de recibir aumento territorial en Tesalia; obligación de Rumania de ceder a Rusia la Besarabia meridional, recibiendo a cambio la Dobrudja, que el tratado de San Stefano había quitado al Sultán. El congreso concedió a Austria-Hungría las compensaciones que esperaba: derecho de administrar, a título provisional, Bosnia y Herzegovina, sin proceder a su anexión; derecho de mantener guarniciones en el Sandjak de Novibazar para defender la ruta de Salónica. En función de sus propios intereses arreglaron las grandes potencias estas cuestiones, pero sin tener en cuenta los intereses y los deseos de los pueblos balcánicos. Austria-Hungría había obtenido un éxito incontrovertible, se aseguraba una situación preponderante en la parte occidental de la península balcánica. Inglaterra había impedido el hundimiento del Imperio otomano, pero no pudo evitarle un debilitamiento y pérdidas territoriales. Rusia obtuvo resultados muy inferiores a sus esperanzas. Había quebrantado al Imperio otomano y aparecido como protectora de los eslavos. Pero sufría un golpe en su prestigio, ya que hubo de renunciar a la creación de la Gran Bulgaria. Su rencor se dirigió no solamente contra Gran Bretaña y contra Austria-Hungría sino también contra Alemania, a la que reprochaba haber favorecido una coalición de Europa contra ellos. En realidad la política Bismarckiana, en el deseo de no comprometer la Entente de los tres emperadores, había evitado, durante mucho tiempo, tomar partido. Bismarck pensó primero que Alemania no debía escoger entre Rusia y Austria ni erigirse en juez de sus divergencias. El Zar creyó en la mala voluntad alemana y ese convencimiento, aún siendo infundado, bastaba para hacer caducar el acuerdo celebrado en 1873 entre Rusia y Alemania. Bismarck no había previsto aquella reacción rusa, se sintió defraudado e irritado.

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A finales de 1878 el sistema que Bismarck había establecido en 1873 se derrumbó. Bismarck iba a reconstruirlo, casi enseguida, sobre bases nuevas. II SISTEMA de ALIANZAS: (1879 – 1887) Puesto que se veía obligado a escoger entre Rusia y Austria-Hungría, optó, en 1879, sin dudar por esta última. No obstante consiguió en 1881 volver a establecer un lazo con Rusia, al mismo tiempo que se aseguraba en 1882, por la alianza con Italia, un medio de contener a Francia. Alianza austro-alemana, tratado de los tres Emperadores, Triple Alianza, estas eran las piezas del nuevo sistema bismarckiano.

Tratado de Alianza Austro – Alemán: En octubre de 1879 el tratado de alianza defensiva se hallaba

concluido, si una de las dos potencias fuera atacada por Rusia, ambas potencias unirían todas sus

fuerzas contra aquella; en caso de ataque por parte de otro estado, solo se prometían una

neutralidad benévola. Adoptando esta solución, Bismarck daba evidentemente a su política una

orientación antirrusa que no respondía a sus planes generales. Pero temía ver a Austria-Hungría, si

permaneciera aislada, procurarse una alianza con Francia o incluso resolverse a buscar, sin Alemania,

un acuerdo con Rusia. Bismarck tropezó con la resistencia del emperador Guillermo I, sin embargo, y

ante la amenaza de dimisión de todos sus ministros, hubo de ratificarlo. Bismarck echó, todo el peso

de su autoridad para imponer la alianza austro-alemana dirigida contra Rusia. El tratado tenía otro

objetivo, Rusia, el día que se diese cuenta de la existencia de una alianza entre Austria-Hungría y

Alemania, se sentiría peligrosamente aislada, ella misma pediría el restablecimiento del sistema de

los tres Emperadores y Alemania se prestaría a ello. La conclusión de la alianza era un medio para

presionar al Gobierno del Zar y atraerlo a la órbita bismarckiana.

Acuerdo de los Tres Emperadores: Las negociaciones germano-rusas se iniciaron en seguida.

Bismarck estaba dispuesto, sin renunciar al acuerdo austro-alemán, a restablecer el acuerdo de los

tres emperadores. La actitud de Austria-Hungría era lo que más obstaculizaba las negociaciones,

había obtenido la alianza del Imperio Alemán y no quería el restablecimiento de un sistema que

siempre había considerado como lo peor que pudiera haberle sucedido. Bismarck acabó por poner al

gobierno austro-húngaro entre la espada y la pared, ante la amenaza de ver comprometida la suerte

de la alianza austro-alemana se decidieron por ceder. En junio de 1881 el nuevo tratado de los tres

emperadores estaba concluido. No era más que un acuerdo. Los tres Estados no se prometían

ningún apoyo armado, sólo una neutralidad benévola en caso de que una de las altas partes

contratante se encontrara en guerra con una cuarta potencia. En caso de guerra franco-alemana,

Rusia se comprometía a permanecer neutral, aún cuando fuese Alemania quien tome la iniciativa.

Alemania y Austria-Hungría permanecería neutrales en caso de guerra anglo-rusa, aún cuando esta

guerra fuese provocada por Rusia. Importaba que no surgieran nuevas dificultades en los Balcanes,

las tres potencias se comprometían a tener en cuenta sus respectivos intereses en los Balcanes y a

no aceptar, de común acuerdo, una posible modificación del estatuto territorial del Imperio

otomano. Austria-Hungría obtuvo la autorización de anexionarse, en un futuro indeterminado, la

Bosnia y Herzegovina; Rusia, a cambio, podría unir la Rumelia a Bulgaria. El tratado, acordado por

tres años, era secreto.

Triple Alianza: A la alianza con Austria-Hungría, al acuerdo con Rusia, Bismarck añadió en 1882 la

alianza con Italia. Italia era débil, necesitaba encontrar apoyos exteriores para hacer el papel de gran

potencia. Pero después de la alianza austro-alemana el gobierno italiano no esperaba conseguir un

acuerdo con el Imperio Alemán sin entrar en negociaciones también con Austria-Hungría, que

continuaba poseyendo territorios cuya población era italiana. Austria-Hungría deseaba calmar la

propaganda irrendentista para no tener que hacer frente, en caso de conflicto europeo, a dos

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enemigos: Rusia e Italia. Para Alemania, Italia podría convertirse en una aliada contra Francia. En

caso de conflicto franco-alemán, Alemania no contaría con el apoyo armado de Austria-Hungría o de

Rusia. El tratado del 20 de mayo de 1882 fundó la Triple Alianza. Fijó el estado de las relaciones

entre Italia y las potencias centrales, mientras que las relaciones austro-alemanas conservaron como

base el tratado de 1879. Acordado en su origen por cinco años, iba a durar, prolongándose una y

otra vez, hasta mayo de 1915. La cláusula esencial del tratado establecía que, en el caso de que

Italia, sin provocación directa de su parte, se viera atacada por Francia, por cualquier motivo que

sea, las otras dos partes contratantes estarían obligadas a prestar socorros y asistencia a la parte

atacada. Esta misma obligación incumbiría a Italia en el caso de una agresión, no provocada

directamente, de Francia a Alemania. El tratado, cuyos términos eran secretos, tenía el carácter de

una alianza defensiva. Italia había conseguido que Alemania y Austria-Hungría la protegiesen contra

un ataque por parte de Francia; además, ya no tenía que temer que el Gobierno de Viena prestase al

Papa su apoyo en la cuestión romana. En cambio, daba la seguridad de un apoyo armado a Alemania

pero no a Austria-Hungría. Además, se veía obligada a renunciar a la propaganda irredentista y, por

consiguiente, tenía que abandonar a su suerte todo el tiempo que durase la alianza a los italianos

que permanecían como súbditos de Austria-Hungría. Esta última ya no tenía que temer en el caso de

que estuviera en guerra con Rusia, el ser golpeada por la espalda por Italia que prometía

expresamente su neutralidad.

En el invierno de 1886-87 el sistema bismarckiano se encontró de nuevo amenazado a la vez por la crisis de las relaciones franco-alemanas y por la tensión austro-rusa resultante de la cuestión búlgara. Segunda crisis Búlgara: Gracias a la presencia de sus tropas, Rusia disponía de una influencia decisiva en Bulgaria. El Parlamento búlgaro había elegido por príncipe a Alejandro de Battenberg, alemán de nacimiento, aliado por matrimonio con la familia real inglesa, pero sobrino del Zar, que apoyó su candidatura. Battenberg confió a dos generales rusos las carteras de Guerra y de Asuntos Extranjeros. El principado búlgaro parecía destinado a ser un estado satélite de Rusia. Pero surgió un movimiento nacionalista búlgaro, que se señaló como objeto sustraer a Bulgaria de la influencia rusa y reprochaba al príncipe Alejandro su excesiva obediencia al Zar. Battenberg tuvo en cuenta dichas resistencias; escuchó los consejos ingleses, y en 1883 intentó prescindir de sus ministros rusos; pero se vio obligado a batirse en retirada ante una intimación del Zar, y desde aquel momento perdió la confianza de su protector. La crisis estalló en agosto de 1886. El príncipe fue raptado por oficiales búlgaros y conducido a la frontera. Rusia apoyaba este complot, a pesar de las protesta de los nacionalistas búlgaros, que exigieron el regreso del príncipe, Battenberg tomó la decisión de abdicar, se daba cuenta de que no podía sostenerse en el poder desafiando la voluntad del Zar. Rusia parecía haber restablecido su influencia en el principado, en el cual se constituyó un gobierno provisional adscrito a sus órdenes. Pero la resistencia nacional continuó, en el momento de designar el nuevo príncipe, el parlamento rechazó el candidato presentado por Rusia y designó a Fernando de Sajonia-Coburgo, que era apoyado por el Gobierno de Viena. Esto significó un duro golpe para la política rusa, no había conseguido defender la única ventaja de importancia obtenida en el Congreso de Berlín. Después de Serbia, después de Rumania, Bulgaria se le escapaba. Crisis de las relaciones franco-alemanas: En Francia la presencia del general Boulanger en el Ministerio de Guerra había favorecido en el ejército y en la opinión pública un reanime en el sentimiento antialemán y el despertar de la idea del desquite. Bismarck estaba inquieto, tenía motivos para vigilar atentamente aquella situación. En el invierno de 1886 a 1887 obtuvo un aumento en los efectivos del ejército; convocó a los reservistas durante un período de ejercicios en la proximidad de la frontera francesa. Bismarck consideraba la hipótesis según la cual Boulanger llegaría a ser presidente del Consejo o presidente de la República, en tal caso, sería la guerra. (Para Bismarck era importante el mantenimiento de la democracia en Francia, como medio de evitar posibles alianzas con las Monarquías Absolutas (Austria-Hungría – Rusia). La tensión franco-alemana alcanzó su punto culminante en abril de 1887 con el asunto Schnoebelé. El comisario de policía

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francés fue apresado por policías alemanes tras una orden de detención del Tribunal Supremo. Schnoebelé había tenido una actividad de espionaje que el gobierno francés no ignoraba. Las condiciones en las que tuvo lugar el arresto fueron las que hicieron grave el incidente: Schnoebelé fue atraído a una emboscada y los policías alemanes penetraron algunos metros en territorio francés. Al suceder este incidente se levantó en Francia un airado movimiento de opinión pública, parecía que Bismarck buscaba una ocasión para provocar la guerra. El general Boulanger exigió al gobierno que decretase el despliegue de tropas de cobertura, pero el presidente se negó y el gobierno se contentó con reclamar la libertad de Schnoebelé. Bismarck la concedió al cabo de unos días. La tensión se debilitó cuando Boulanger fue eliminado del ministerio de guerra en mayo de 1887. En 1887 se disuelve la Entente de los Tres Emperadores; sin embargo la Triple Alianza sería renovada. III SISTEMA DE ALIANZAS: (1887 – 1890) En los primeros meses de 1887 el Canciller alemán realizó este plan: Para contener a Francia y a Rusia, aceptó con ocasión de la renovación de la Triple Alianza, contraer nuevos compromisos respecto a Italia y atraer a Gran Bretaña a su sistema diplomático. Pero inmediatamente realizó con Rusia un acuerdo secreto, el tratado de reaseguro. Ello fue un éxito del virtuosismo diplomático biscmarckiano.

Triple Alianza: El primer tratado de la Triple Alianza expiraba en mayo de 1887. El gobierno italiano

estaba dispuesto a renovarlo, pero a condición de obtener garantías suplementarias. Temía ver a

Francia, dueña de Túnez, extender la mano hacia Tripolitania; quería también que se le reconociera

el derecho de obtener algunas ventajas en los Balcanes en el caso, siempre posible, de que el

antagonismo austro-ruso se viera solventado por un compromiso y por un reparto de zonas de

influencia. Ni Alemania, ni Austria-Hungría tuvieron al principio, la intención de aceptar estas

reivindicaciones, pero a fines de 1886, como las dificultades balcánicas y la tensión franco-alemana

habían hecho valer más el apoyo italiano, los dos imperios centrales consintieron en entablar

negociaciones sobre estas bases. EL gobierno de Viena acabó por ceder a la presión Alemana. El

tratado de la Triple Alianza, renovado por cinco años, fue completado así mediante dos convenios

anexos, uno entre Alemania e Italia, respecto a las cuestiones mediterráneas y el otro entre Austria-

Hungría e Italia, referente a las cuestiones balcánicas. El arreglo mediterráneo estipulaba que si

Italia, a consecuencia de una extensión de la influencia Francesa en Tripolitania, atacaba a Francia en

Europa, Alemania la sostendría con armas, en tal caso, Italia podría tomarle a Francia Niza y Córcega.

El arreglo Balcánico estipulaba que si el mantenimiento del status quo en los Balcanes fuera

imposible y si Austria-Hungría se viera obligada a proceder a una ocupación del territorio,

permanente o incluso temporal, Italia tendría derecho a una compensación. El carácter de la triple

alianza fue modificado, había tomado un matiz ofensivo.

Dúplice: Alemania tenía un tratado de alianza defensiva con Austria-Hungría desde 1879 dirigido

contra Rusia.

Acuerdos del Mediterráneo: Desde diciembre de 1886, Bismarck hizo presión sobre el Gobierno

Italiano para que llevase a termino un tratado con Gran Bretaña sobre las cuestiones mediterráneas,

y algunos días más tarde hizo aconsejar a la Reina Victoria que se aproximase a Austria-Hungría y a

Italia. De este modo esperaba asociar indirectamente a Gran Bretaña a su sistema. En febrero de

1887 se celebró un acuerdo secreto anglo-italiano. Este acuerdo indicaba la voluntad de las dos

potencias de mantener el statu quo en el Mediterráneo y al mismo tiempo en el mar Adriático, en el

Egeo y en el mar Negro, o, si no fuera posible mantenerlo, ponerse de acuerdo sobre las

modificaciones que deberían hacerse. Igualmente se preveía que Italia preste a Inglaterra un apoyo

completo en la cuestión de Egipto y que, recíprocamente, Gran Bretaña apoye la acción de Italia en

África del Norte, principalmente en Tripolitania y en Cirenaica en caso de invasión por una tercera

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potencia, es decir, Francia. El texto en inglés se limitaba a decir que el carácter de esta cooperación

debería ser decidido cuando se presentara la ocasión y según las circunstancias de la cuestión. En

marzo de 1887 Austria-Hungría otorgó su adhesión al acuerdo anglo-italiano. España, a su vez, entró

en la combinación: en mayo celebró un acuerdo con Italia para mantener el statu quo en el

Mediterráneo y prometió no prestar a Francia, en ningún caso, un apoyo que pudiera molestar

directa o indirectamente a Italia, Austria-Hungría o a Alemania. Alemania no otorgó su firma a estos

acuerdos mediterráneos porque Bismarck no quería tomar la responsabilidad de asociarse, ni

siquiera en secreto a una actividad dirigida contra Rusia. Pero fue el canciller quién dirigió todo el

juego con la esperanza de paralizar la política francesa y la rusa. En Tripolitania el apoyo diplomático

de Inglaterra a Italia debía bastar para proteger los intereses italianos y ahorrar a Bismarck, por

consiguiente, la preocupación de llevar a la práctica la promesa hecha a Italia. Asimismo, la

protección de los intereses balcánicos de Austria-Hungría quedaría asegurada, en parte, por Gran

Bretaña e Italia: Rusia se vería obligada a ser prudente, sin poder acusar de malevolencia a Bismarck.

Tratado de Reaseguro: Este tratado secreto germano – ruso fue firmado en junio de 1887. Alemania

y Rusia se prometían mutuamente, mantener la neutralidad, si una de ellas se encuentra en guerra

con otra gran potencia; pero si esta gran potencia fuese Austria-Hungría o Francia no se prometía

neutralidad, sino en caso de que no se tratase de una guerra de agresión. Por consiguiente, Rusia, si

Alemania atacase a Francia se vería desligada de todo compromiso. Por otra parte, Alemania

reconocía la legitimidad de la influencia Rusa en Bulgaria, comprendida la Rumelia. Prometía

también su apoyo diplomático a Rusia, en el caso de que esta se viera en la necesidad de defender

por sí misma la entrada del Mar Negro, es decir, de ocupar preventivamente el Bósforo, si una

escuadra inglesa intentara forzar el paso. Bismarck se mostró dispuesto a hacer promesas en

secreto, dando por descontado que Rusia no podría sacar partido de ellas porque tropezaría con la

resistencia combinada de Inglaterra, Austria-Hungría e Italia, las tres potencias firmantes de los

acuerdos del Mediterráneo.

En este momento, el sistema bismarckiano se encontraba en su apogeo. Alemania tenía un tratado de alianza defensiva con Austria-Hungría desde 1879 y otro de alianza con Rumania desde 1883: ambos dirigidos contra Rusia. Poseía, en caso de que se viera atacada por Francia, una promesa de apoyo armado de Italia y una promesa de neutralidad rusa. Por último, Gran Bretaña, sin haber formado ningún acuerdo con ella, se hallaba, por los “acuerdos mediterráneos”, asociada indirectamente con los objetivos de la política bismarckiana. Los objetivos del Canciller eran dos: Aislar a Francia y neutralizar a Rusia. En el primer punto, obtuvo un éxito completo: el Gobierno francés, si no conocía el contenido de los acuerdos del mediterráneo, tenía buenos motivos para sospechar de su existencia; estaba estrechamente vigilado por Inglaterra y se daba cuenta de la creciente hostilidad en Italia. Pero en el segundo punto el éxito de Bismarck fue mucho más precario. Cierto, había obtenido la promesa de neutralidad rusa, en la hipótesis, muy poco verosímil, de que Francia atacase Alemania. Sin embargo, dudaba del valor de este compromiso: creía que en una guerra franco-alemana, Rusia no tardaría en intervenir, si Francia llevase las de perder. La única ventaja efectiva que aseguraba a Alemania el tratado de reaseguro, era evitar la conclusión de un pacto de alianza entre Francia y Rusia: mientras el Gobierno ruso conservase un lazo de unión con el Imperio Alemán, no sentiría la necesidad de contraer compromisos precisos con Francia; y el gobierno francés, puesto que no podría contar con el apoyo armado de Rusia, no pensaría en una guerra de desquite. Los hechos desmentirían aquel optimismo. En agosto de 1887, el advenimiento de Fernando de Sajonia-Coburgo en Bulgaria reanimó el antagonismo austro-ruso. Bismarck llevó una ayuda a la política austro-húngara. Inició conversaciones con el Estado Mayor Austro-Húngaro, mientras rehusaba admitir, sin embargo, una guerra preventiva contra Rusia. Por último, actuó de tal manera que en diciembre de 1887, Inglaterra, Austria-Hungría e Italia hicieron una advertencia al Gobierno turco: la Sublime Puerta no debía

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enajenar, en benefício de Rusia, su soberanía sobre Bulgaria; si se resistía a la política rusa, tendría el apoyo de las tres potencias asociadas en el acuerdo mediterráneo. El gobierno ruso, sometido a aquellas presiones simultáneas, se vio obligado a abandonar la política que quería llevar a cabo en Bulgaria, pero buscó en Francia las facilidades financieras que Alemania le negaba. En octubre de 1888 se emitió en la plaza de París un importante empréstito ruso. Parecía el fin del tratado de reaseguro, Bismarck buscó otros caminos, por dos veces, ofreció secretamente a Gran Bretaña una alianza. Pero cuando el gabinete inglés declinó la oferta volvió a desear el mantenimiento del reaseguro. El Zar que no ignoraba las negociaciones anglo-alemanas y temía que tornaran a ser emprendidas, aceptó la iniciación de las negociaciones con miras a la renovación del tratado. Creía conveniente conservar aquel lazo para evitar que la política alemana concediese un apoyo total a los planes de Austria-Hungría en los Balcanes. La caída de Bismarck en marzo de 1890, precipitó la crisis. El gobierno alemán, después de la dimisión del Canciller, renunció a mantener con Rusia un lazo secreto y abandonó así el rasgo esencial de la política bismarckiana. Rusia, aislada, se orientó hacia la alianza con Francia. La dimisión del Canciller fue el resultado de un conflicto con el joven Emperador, Guillermo II (A la muerte de Guillermo I asume su hijo, Federico III, pero muere a los 99 días, por lo que asume el nieto de Guillermo I, Guillermo II de 26 años). En aquel conflicto, ocuparon un importante lugar los motivos de orden personal: entre un ministro de setenta años y un soberano de veintisiete no era de extrañar que la armonía resultara difícil; y mucho más, cuando el soberano era ambicioso, ávido de tener un gran reinado, y encontraba enfrente de él a un canciller habituado a dominar. Guillermo escuchaba gustosamente las críticas que se dirigían a la política rusa de Bismarck, tanto de los medios militares como de las oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores, donde algunos colaboradores del canciller comenzaban a separarse. Estos adversarios creían superfluas las consideraciones que deseaba guardar el Canciller respecto a Rusia; y peligrosos los compromisos inscritos, a espalda de Austria-Hungría, en el tratado de reaseguro. En los medios del Estado Mayor algunos pensaban, incluso, oportuno declarar la guerra a Rusia antes del ulterior desarrollo de sus fuerzas. Los adversarios de Bismarck lo acusaban de rusofilia y sospechaban que el gobierno ruso preparaba la guerra contra Alemania. Guillermo II pidió y obtuvo la dimisión de Bismarck, acusado de ocultación de documentos. Los nuevos hombres modificaron la orientación de la política alemana respecto a Rusia, el sucesor de Bismarck sería Caprivi, el no tenía mucha experiencia en las cuestiones exteriores, por lo que las dirigían sus colaboradores, sobre todo el barón Fritz von Holstein, quien comenzó a desempeñar un papel decisivo en la dirección de la política exterior. “El Nuevo Curso”: En tal vuelta de la política exterior alemana fue capital la influencia de Holstein. Creía que el tratado de reaseguro, cuya renovación había preparado Bismarck, debía ser abandonado, porque se hallaba en contradicción, sino con la letra, al menos con el espíritu de la alianza austro-alemana. En lugar de entregarse a azarosos ensayos diplomáticos, Alemania debía practicar una política clara y leal, mientras que el mantenimiento de un compromiso secreto con Rusia, coloca bajo la Triple Alianza una bomba, que cualquier día, pudiera incendiar a Rusia. Este abandono del tratado de reaseguro no podría ocasionar, según Holstein, ningún inconveniente. Esta decisión alemana, determinaría una orientación nueva de la política exterior del Zar. El Gobierno ruso era conciente de su aislamiento y se inquietaba. El acercamiento a Francia respondió a una necesidad. Nuevos acontecimientos aumentaron los peligros del aislamiento ruso, en mayo de 1891 se renovó el tratado de la Triple Alianza, en junio, el gobierno italiano al anunciar a su parlamento dicha renovación, aludió al acuerdo mediterráneo de 1887, es decir, al lazo establecido indirectamente, entre Gran Bretaña y la Triple Alianza; el Gobierno ruso se inquietó con aquella revelación. Fue el temor al aislamiento lo que llevó al Zar y a su Gobierno, a abandonar su aversión respecto a la Francia republicana. Cuando se dieron cuenta de que existía un lazo entre Gran Bretaña y la Triple Alianza, sintieron la necesidad de ir más allá. Pacto Consultivo: En agosto 1891 se concluye un acuerdo en la forma de un cambio de cartas, estipuló que los dos Estados (Rusia y Francia) se concertarían en todas las cuestiones cuya índole pueda poner en litigio la paz general. Para cualquier amenaza de agresión, las dos partes convenían en ponerse de acuerdo sobre las medidas, cuya adopción, caso de presentarse la eventualidad, se impusiera simultánea e inmediatamente a los dos gobiernos. Francia salía del aislamiento, pero en el ánimo de los hombres de Estado franceses aquel

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acuerdo no era más que un primer paso. El Gobierno francés se esforzaría en completar el acuerdo por un convenio militar. Convención Franco-Rusa: En 1892 iniciaron las negociaciones para un convenio militar franco-ruso. En agosto se concluyó el Tratado de Alianza Franco-Ruso. Las cláusulas del convenio definían los compromisos recíprocos, en caso de movilización y en caso de guerra. Sobre el primer punto se decía: En caso de que las fuerzas de la Triple Alianza o de una de las potencias que la forman lleguen a movilizar, Francia y Rusia, al primer anuncio del acontecimiento, y sin que sea preciso un concierto previo, movilizarían inmediata y simultáneamente la totalidad de sus fuerzas y las llevarán lo más cerca posible de la frontera. Sobre el segundo punto establecía: si Francia es atacada por Alemania o por Italia apoyada por Alemania, Rusia empleará todas sus fuerzas para atacar Alemania. Si Rusia es atacada por Alemania o por Austria-Hungría apoyada por Alemania, Francia empleará todas sus fuerzas disponibles para combatir a Alemania. Los últimos artículos estipulaban que Francia y Rusia no harían la paz por separado, que la convención franco-rusa tendría la misma duración que el tratado de la Triple Alianza y, por último, que se mantendría un secreto absoluto sobre el contenido de la convención. A primera vista parecía salvaguardar la libertad de acción de Francia, en caso de guerra austro-rusa, mientras Alemania no participase en el conflicto. Pero en realidad, Francia se comprometía a movilizar su ejército en caso de movilización austro-húngara, esa iniciativa francesa ocasionaría una réplica alemana y precipitaría la guerra. El gobierno francés había aceptado ese riesgo porque sabía que si rehusaba la petición rusa, provocaría el fracaso de la negociación. En diciembre 1893 el Zar entregó al embajador de Francia una carta en la que declaraba que el convenio militar franco-ruso podía ser considerado como adoptado definitivamente. En enero de 1894 el gobierno Francés respondió por medio de una declaración simétrica. La alianza se llevó a cabo. Francia salió del aislamiento en el que se había visto mantenida por la política bismarckiana. SALISBURY Y LA POLÍTICA INGLESA DEL “ESPLÉNDIDO ASILAMIENTO”: (Potemkin) En política exterior, Salisbury se atenía al denominado “espléndido aislamiento” de Inglaterra. Suponía que el país podría siempre aprovechar los conflictos de las potencias continentales para arreglar tranquilamente sus asuntos relacionados con las colonias en todas partes del mundo. Salisbury fue el rival más fuerte que Bismarck tuvo en la palestra de la diplomacia europea. El duelo oculto entre Bismarck y Salisbury se prolongó durante cinco años. Trataba de ver quién de los dos arrastraba al otro al conflicto con Rusia. Una buena mano de Bismarck eran las contradicciones anglo-rusas y los acuerdos anlo-austro-italianos a que estas contradicciones dieron lugar. Pero esos semicompromisos siempre dejaban a Inglaterra la posibilidad de eludir la participación en la guerra. La atención de la diplomática británica se hallaba centrada en los problemas de la expansión colonial. Una de sus principales preocupaciones era mantener y ampliar la dominación o la influencia en los países lindantes con la India Británica o que servían de acceso a la misma: Persia, Afganistán, el Imperio Otomano, Birmania, Siam, etc. Se ocupaba muy singularmente de robustecer las posiciones de Inglaterra en Egipto y en el canal de Suez. La diplomacia inglesa debía disputar constantemente con los rivales a fin de quedarse con el mayor bocado posible en el reparto de África. Debía ocuparse de los múltiples problemas relacionados con las bases navales británicas dispersas en todas las rutas marítimas más importantes del globo. Los liberales habrían preferido alcanzar todos estos fines de conformidad con Rusia, que era su principal rival en Asia. Los conservadores, incluido Salisbury, estimaban que el éxito resultaría más fácil si se reforzaba la presión sobre Rusia, estimulando a los dos principales adversarios de ésta en el continente: Alemania y Austria-Hungría. Pero unos y otros, prácticamente, basaban su política en idénticas premisas: cuánto más aguda fuese la lucha entre las otras grandes potencias, cuánto más profundas fuesen las contradicciones que las dividían, tanto más fácil le sería al “Gobierno de su majestad” y a su diplomacia defender los intereses de la burguesía inglesa en todas las regiones del mundo. Estaba generalizada la opinión en los círculos dirigentes del país que las alianzas con una u otra agrupación de potencias del continente no serviría más que para poner trabas a Inglaterra, dificultando su juego, que descansaba en el aprovechamiento de las contradicciones entre las otras potencias. Reino Unido: Espléndido aislamiento (1874 – 1902).

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Esta política se basó en el no establecimiento de alianzas permanentes para la defensa de sus intereses. “Las naciones tienen intereses permanentes, no amigos permanentes o aliados”. Disraeli: Primer Ministro (1872 – 1880). Salisbury: Primer Ministro y Secretario de Estado (1885 – 1902). Razones:

Distancias georgráficas.

Amarga experiencia de Crimea.

Grado sustancial de autosuficiencia.

Hegemonía Incontrastable (1815 – 1870).

El Reino Unido se mantiene alejado de las cuestiones Europeas. Causas del abandono de esta política:

Competencia industrial y colonial (Alemania – Francia – Rusia).

Competencia Comercial.

Competencia Naval.

Separación Geográfica.

Formación de la Doble Entente (1892).

Falta de cooperación de otras potencias Europeas (Sentimiento anti-británico, Ej: Guerra anglo –

Boer).

Según Renouvin esta política comienza luego de Crimea y hasta 1914. Para la Cátedra finaliza en el año 1902 con la Alianza Anglo-Japonesa. El quiebre de la política de aislamiento se debe a la Guerra Anglo-Boer o Guerra de Liberación de fines del siglo XIX. Boer: Colonos Holandeses en el sur de África, con la llegada de los británicos se desplazaron al Norte en búsqueda de tierras donde establecerse. I Guerra Anglo-Boer: 1880 – 1881 y II Guerra Anglo – Boer (1899 – 1902) 1902 con el Tratado Anglo – Japonés finaliza la política de Espléndido Aislamiento.

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Capítulo IX - Expansionismos de las grandes potencias

A partir de 1880 empezó a desarrollarse un amplio movimiento de expansión imperialista en los grandes estados europeos. Este movimiento se manifestó primero en Gran Bretañá, donde Disrali (primer ministro) actuó contra las tendencias anticolonialistas que habían prevalecido en el seno del gobierno liberal. En Francia fue Ferry quien dio el impulso colocando en Túnez, en África occidental en Madagascar y en Indochina los jalones de un nuevo imperio colonial. Rusia miraba hacia le imperio Otomano de Europa, hacia los Balcanes, buscando el acceso al mar libre: el Mediterráneo. La acción en el Asia central era solo una diversión o una compensación por las decepciones balcánicas. En Italia la preocupación mediterránea dominaba, pero la decepción en el asunto tunecino iba a empujar hacia la aventura en África Oriental. En Alemania, los comerciantes obligaron a Bismark a aceptar en África y en los archipiélagos de la Insulindia empresas coloniales. En Bélgica, el rey Leopoldo II, creó a titulo personal, (bajo el velo del internacionalismo) el estado independiente del Congo. Los móviles de este impulso imperialista eran casi iguales en todas partes. Los argumentos de interés material, que estaban ligados a la situación económica, pasaron a primer plano. La gran industria moderna no podía crecer sino encontraba nuevos mercados. Era preciso, pues, buscar clientes fuera e Europa como así también materias primas. Pero el deseo de expansión no respondía solamente a los intereses económicos, procedía también de un estado de ánimo: el deseo de acrecentar el prestigio del estado y convicción de que un gran pueblo tiene una misión que cumplir en el mundo. El argumento de prestigio va ligado a los progresos del nacionalismo. En Italia, la aventura de África oriental se orientaba a reavivar el sentimiento nacional “¿Para que nos sirve la unidad si no nos asegura fuerza e importancia?”. Por último se alejaban móviles estratégicos. La expansión colonial era indispensable, porque permitía adquirir los puntos de apoyo navales de los cuales dependía la seguridad de las comunicaciones. Este argumento era de gran importancia a ojos de los ingleses. Para estar en situación de dominar las rutas navales, la flota de guerra inglesa debía disponer de puntos de escala con astilleros de reparación, con abastecimiento de combustibles y bases de operaciones, ya poseía Hong-kong y Singapur, Gilbrartar, Malta, Santa Elena y las Bermudas, pero le era suficiente. En Alemania, cuando los medios económicos quisieron aprovecharse de la derrota francesa para anexionarse la Conchinchilla Martinica y Saint Pierre, Bismark se negó “No quiero colonias, todo la política colonial sería para nosotros como el abrigo de seda de un noble polaco que no tuviera camisa”. Sin embargo acabo por ceder en 1884 a la presión de los medios comerciales, ya que también era deseo de la opinión publica, y además estimaba oportuno inquietar a Gran Bretaña. En Francia, la masa de la opinión pública se mostraba cauta respecto a una política colonial. El interés nacional exigía consagrar todos los esfuerzos en liberar Alsacia y Lorena “he perdido dos hijos y me ofreces 20 criados”. En resumen, no había aún en ninguna parte, salvo en GB un amplio movimiento de opinión que exigiese una política de expansión colonialista. Entre 1893 y 1901 el esfuerzo de expansión de las grandes potencias a expensas de los estados dediles se manifestó a un ritmo acelerado; comenzó a provocar transformaciones importantes en la forma de la vida económica y social en Extremo Oriente, en África, America Central. Los litigios europeos, incluso las rivalidades balcánicas, que algunos años antes habían provocado el peligro de una guerra general, parecían adormecidos. Los intereses rivales ¿Cuáles eran los territorios geográficos hacia los cuales miraban en aquel momento los grandes estados europeos en el esfuerzo de expansión, en que las iniciativas pertenecían a menudo a los hombres de negocios aunque estuviesen apoyadas por sus gobiernos?

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Francia desarrollaba metódicamente en África occidental y central un plan de acción. Rusia buscaba en Manchuria y en Corea el medio de establecer una gran base naval en aguas libres que les permitiese ejercer una presión sobre el gobierno chino. Italia ponía sus miras en Etiopía. En esta decisión los móviles económicos eran débiles y los geográficos secundarios. La finalidad del esfuerzo consistía en dar satisfacción al sentimiento nacional después de las decepciones sufridas entre 1880 y 1883 en las cuestiones mediterráneas Alemania se interesaba en Asia menor y en conseguir algo en China Gran Bretaña, que tenía intereses económicos y estratégicos en todas partes del mundo, se metía en todos los sitios a la vez, bien para proteger sus posiciones adquiridas o bien para encontrar nuevos campos de acción. En China actuaba para defender su supremacía económica. Mediante su acción en el Nilo quería asegurarse de cuidar la vida agrícola en Egipto. Pero en África del Sur el impulso era ofensivo. En America Central, en cambio, dio paso a los planes del nuevo imperialismo de los Estados Unidos. En África los litigios eran incesantes. En África del Sur, donde Gran Bretaña poseía la Colonia del Cabo y Natal, Alemania al suroeste africano desde 1884 y Portugal sus antiguas colonias de Angola y Mozambique, los planes de expansión británica se dirigían hacia los yacimientos de oro y de diamantes del Transvaal y del Orange: amenazaban los intereses alemanes: intereses financieros, pues los capitales alemanes formaban el 20% del total de las inversiones efectuadas en las empresas mineras del Transvaal. La resistencia alemana se afirmó en 1895-1896. Guillermo II se erigió en defensor de la independencia del estado Boer. Simple gesto, ya que la incursión había fracasado, pero este gesto causó una gran irritación en la opinión publica inglesa. La política alemana renunció, sin embargo, muy pronto a esa resistencia y buscó un arreglo con su competidor. Este acuerdo se realizó a expensas de Portugal: la convención secreta del 30 de agosto de 1898 implicaba, sin fijar plaza, un plan de reparto de las colonias portuguesas, que daría a Alemania la mayor parte de Angola y Mozambique; así cuando el Gabinete inglés decidió en 1899 acabar por la fuerza con la resistencia de los Boers se inició en África del Sur una guerra que se prolongaría hasta 1902. Alemania abandonó el Transvaal y no sacó nada a cambio porque el acuerdo del 30 de agosto 1898 era letra muerta. Que Inglaterra consiguiera establecer su dominio en África del Sur y eliminar el obstáculo alemán, fue un éxito irrebatible. En el alto Nilo, la política inglesa había obtenido el alejamiento de los tres competidores eventuales: Italia, mediante un acuerdo en 1891; Alemania en 1890; el Estado independiente del Congo en 1894. Pero en vano intentó asegurarse el de Francia, donde los medios militares esperan obligar a GB, tomándole la delantera en el Sudan del Nilo, a entablar de nuevo una negociación sobre la suerte de Egipto. En Junio de 1894 GB hizo a Francia una advertencia secreta: el envió de una misión francesa hacia el alto Nilo provocaría entre los dos estados el más grave conflicto; renovó la advertencia mediante una declaración pública en marzo de 1895. Con plena conciencia del riesgo, pues el gobierno francés envió la misión Marchand hacia Fashoda, en el momento mismo que GB lanzaba un cuerpo expedicionario a la reconquista del Nilo. El encuentro esperado solo tendría lugar dos años más tarde. En 1898; el Gabinete inglés, sin llegar hasta el envío de un ultimátum, exigió la evacuación de Fashoda; el gobierno francés se inclinó, porque ni el estado moral del país, desgarrado por el caso Dreyfus, ni el estado de las fuerzas navales permitían pensar en una guerra. El movimiento de expansión colonial comenzaba a desarrollarse en África negra, en Asia central y en Indochina. En algunos puntos críticos se enfrentaban directamente los intereses de las grandes potencias. En África, Gran Bretaña había intentado en 1877, proclamar la anexión Republica de Transvaal, pero luego de una sublevación de los bóers, en 1880, se vio obligada a reconocer la independencia de aquel Estado, conservando solamente el derecho de vigilar su política exterior. Puso el pie en 1881, en el bajo Niger y 1885 en Africa Oriental. Francia estableció un protectorado sobre la isla de Madagascar, penetró en 1883 la curva del Niger. Italia ocupó el Mar Rojo, el Puerto de Masaua en torno del cual estableció su colonia Eritrea. Alemania entró en escena en 1884, cuando Bismark cedió a la presión de los intereses económicos: se estableció en la costa Sudoeste africano, luego en el Cameron y por último en el África Oriental. Solo en África Central, en la cuenca del Congo, llegaron a ser verdaderamente agrias las rivalidades. Tal zona era propiedad de la Asociación Internacional del Congo, fundada por el rey de los belgas (Leopoldo II).

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El gobierno alemán se pronunció en contra del establecimiento de un régimen exclusivo en beneficio de una sola potencia en la desembocadura del Congo y exigió que la libertad de comercio fuera asegurada en todos los territorios del África Central. Bismark pensaba, así, crear un precedente y colocar las bases de un nuevo régimen colonial que ya no permitiría a los estados colonizadores atribuirse un beneficio exclusivo, este régimen proporcionaría ventajas a Alemania, que recogería sin haber sembrado. Sobre estas bases la diplomacia alemana busco, a partir de 1884, un acuerdo con Francia. Ferry aceptó una negociación pero a condición de que Alemania consiguiese atraer a Gran Bretaña, se orientaron, por lo tanto, hacia una Conferencia internacional en Berlín en 1884-1885. Las dificultades entre Francia y Alemania no fueron un obstáculo. El acta general reconocía la existencia del Estado Independiente del Congo, cuyo soberano era el rey Leopoldo II de Bélgica, sin que esta situación indicase un lazo jurídico entre el Reino de Bélgica y el Nuevo Estado. Se decidió que para tomar posesión en los territorios de África central, toda potencia europea debería dirigir una notificación a las otras potencias y proceder a una ocupación efectiva de la región, impidiéndose así que un estado, para adelantarse a sus competidores, proclamase la anexión de territorios sobre los cuales no poseyera ninguna autoridad real. Estableció la libertad de comercio en toda la basta zona llamada “cuenca convencional del Congo”.Esta libertad de comercio implicaba la libertad de navegación por el Congo y sus afluentes para los navíos de todas las nacionalidades, la entrada libre de todas las mercancías importadas y la igualdad de derechos, desde el punto de vista económico para todos los europeos que fueran a ejercer sus actividades a dichos territorios. Por primera vez los estados europeos conseguían establecer el principio de una explotación económica abierta a todos en el campo colonial, es decir, un régimen a propósito para atenuar las rivalidades internacionales.

El reparto de África entre el Reino Unido y Francia

La presencia europea en África resulta poco relevante con anterioridad al siglo XIX. Se reducía a unos pocos establecimientos insulares y litorales de portugueses, españoles y holandeses en el frente occidental del continente entre Melilla-Ceuta y El Cabo, y a la dependencia respecto al Imperio turco de las Regencias mediterráneas de El Cairo, Tripoli, Thnez y Argel, de hecho independientes.

Aunque las costas africanas eran en gran parte conocidas desde el siglo XV, y se hallaban correctamente representadas en la cartografía europea, la penetración en el interior apenas se había iniciado por causa de un cumulo de dificultades. Desde el litoral inhóspito y peligroso para la navegación, y la imposibilidad de utilizar los ríos como vías de acceso al interior en razón de la irregularidad de sus caudales, a lo extremado del clima, relieve laberintico unas veces y prodigo otras en desiertos y selvas impenetrables, abundancia de animales salvajes y desconocidos, y sobre todo ello la hostilidad de la población autóctona y el devastador efecto sobre los europeos de endemias locales como la fiebre amarilla. Todo ello haría de África por largo tiempo el continente ignoto por definición.

Sin duda, la represión de la trata de esclavos que desde el siglo XVI los europeos venían realizando en el litoral atlántico para proveer de mano de obra sus plantaciones americanas, y los árabes en la costa indica, fue el factor que inicialmente impuls6 la ocupación del frente marítimo continental y la penetración en el interior. La abolición y persecución de la trata negrera por el Reino Unido y Francia desde finales del siglo XVIII, adoptada por los restantes Estados, entre ellos España (acuerdo anglo-español de 1817), y luego la gradual supresión de la esclavitud (Reino Unido en 1833, seguido por los demás países; los últimos, España en Cuba y Brasil en su vasto territorio, a l filo de 1890) posibilitó la definitiva erradicación de tan abominable practica.

Para entonces, casi toda África había sido recorrida y explorada por abnegados viajeros, impulsados unas veces por sus gobiernos y otras, las más, por asociaciones mercantil es en busca de nuevos mercados para sus productos o de materias primas, por sociedades geográficas o puramente científicas y por instituciones de tipo religioso o misional. Cabe recordar, entre otros muchos, al alemán Heinrich Barth, quien entre 1849 y 1853 cruzo todo el noroeste africano entre el Mediterránea (Trípoli) y las inmediaciones del Atlántico (cuenca del Níger), y los numerosos exploradores

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franceses y británicos que recorrieron el Sahara y regiones inmediatas en todas direcciones.

Cabe recordar también a los exploradores de África occidental y ecuatorial atlánticas (Caron, Park, Vogel, Brazza, Nachtigal, Gallieni, Crampel, Fourneau, o al español Manuel Iradier, entre tantos otros), o bien a quienes dieron a conocer el África central y oriental ribereña del Indico (Burton, Speke, Stanley...), o los holandeses, británicos y portugueses que exploraron el extremo sur del continente. Pero el viajero más memorable por encarnar mejor que nadie las cualidades del explorador incluso en su dimensión humanitaria y por la propia relevancia de su contribución personal al descubrimiento de África fue el doctor David Livingston, misionero escocés, que a partir de 1840 y por espacio de veinte arias ininterrumpidos recorrió y dio a conocer las extensas y recónditas regiones comprendidas entre el Indica, los Grandes Lagos y Bechuanalandia, hasta su desaparición en Tanganika en 1860 en el curso de su último viaje.

Sin embargo, la primera acometida general del nuevo colonialismo imperialista europeo no se dio en el África subsahariana sino en la cornisa mediterránea del continente. Egipto, el país de mejor perfilada personalidad histórica, y también el más conocido en Europa desde las campanas de Bonaparte a finales de la centuria anterior, fue el primer objetivo. Dependencia del Imperio otomano desde el siglo XVI, a comienzos del XIX se convirtió en un Estado independiente de hecho bajo la dirección de Mehmet Ali, soldado de fortuna de origen albanes y genio político-militar, que por un momento transformo al país del Nilo en primera potencia del Mediterráneo oriental, anexionándose Palestina, Siria y regiones inmediatas, hasta que la intervención conjunta de las potencias europeas occidentales, que velan peligrar sus intereses políticos y mercantiles en el área, restablecieron el anterior estado de cosas, y Egipto volvi6 a ser provincia turca, aunque con amplia autonomía.

Rivalidad anglo-francesa (Egipto) unidad 8

Tras la muerte de Mehmet Ali en 1847, sus sucesores cayeron bajo una creciente mediatización europea, primero francesa, luego franco-británica y finalmente inglesa. Al control financiero del país por el capital extranjero, siguió otro control político todavía mas oneroso. La construcción y apertura del Canal de Suez en la década de 1860 por una empresa francesa, pero con participación británica y egipcia, que imprimió formidable impulso a la navegación al posibilitar una comunicación .marítima directa de Europa con la India y Extremo Oriente, se tradujo en importantes ingresos para el erario egipcio que debían posibilitar su saneamiento hacendístico y la liquidación de su deuda con el extranjero. No sucedió así por la mala gestión del jedive egipcio, que vendió además sus acciones en el Canal al Gobierno británico, que en adelante paso a controlar en exclusiva esa empresa, las finanzas egipcias y al propio País.

En 1882, so pretexto de sofocar unos disturbios contra los extranjeros, Gran Bretaña ocup6 Egipto, que fue sometido a régimen de protectorado, y seguidamente corrió igual suerte Sudan, convertido en condominio anglo egipcio en 1899 tras una cruenta y prolongada guerra para sofocar el movi -miento insurreccional acaudillado por El Mahdi. La región del Nilo y gran parte del noroeste africano quedaron bajo el exclusivo control del Reino Unido, situación aceptada por Paris en un Convenio suscrito en 1904 a cambio de que los británicos dejasen las manos libres a los franceses en Marruecos.

La otra gran plataforma de la presencia británica en África fue la Colonia de El Cabo, en el extremo meridional del continente, holandesa desde 1652, en que fue establecida como estación de apoyo en la ruta marítima hacia las Indias Orientales, ocupada por el Reino Unido durante las guerras napoleónicas y luego retenida hasta su formal anexión en 1814. Las relaciones entre los antiguos y nuevos colonos fueron especialmente tensas, culminando cuando al ser abolida la esclavitud en todo el Imperio británico en 1834, los cultivadores neerlandeses o Boers se sintieron despojados y arruinados al no ser adecuadamente compensados por la pérdida de la que era la mano de obra básica en sus plantaciones. Su respuesta

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fue el Gran Trek de 1835-1837, en que unos 10.000 granjeros Boers cruzaron los límites septentrionales de la Colonia para establecerse en la región del rio Orange. Otros tantos marcharon al este, a Natal, junto al Indico, donde se hicieron sitio tras una cruenta guerra con los zulúes nativos, y allí permanecieron hasta que, declarado el territorio colonia británica en 1843, se adentraron en el interior-, cruzaron el rio Vaal y colonizaron el territorio conocido en adelante como Transvaal.

Tras el doble éxodo, no mejoraron las relaciones de los colectivos neerlandeses que permanecieron en El Cabo y Natal con los dominadores británicos, siendo frecuentes los contenciosos entre unos y otros. Entre tanto, Orange y Transvaal se organizaron como Estados independientes, siendo tensas sus relaciones tanto con las autoridades británicas de El Cabo como con las tribus bantúes de la zona, fortalecidas por la inmigración desde aéreas limítrofes. El descubrimiento de minas de diamantes en 1867 (Kimberley) y dos décadas más tarde (1886) yacimientos auríferos, determinaría a Gran Bretaña, al filo del cambio de siglo, a anexionarse ambos territorios, no sin antes vencer la épica resi stencia de sus habitantes blancos en el curso de una cruenta contienda (Guerra de los Boers) que tuvo amplia resonancia internacional.

Para entonces, el diseño del Imperio británico en África se hallaba casi ultimado. Los dominios del sur y del norte quedaron unidos por nuevas adquisiciones tales como ambas Rhodesias, Uganda y Kenia, de forma que gran parte del frente oriental africano quedo bajo control de Gran Bretaña, siendo su eje vertebrado el ferrocarril El Cabo-El Cairo, que recorría el continente de sur a norte, discurriendo siempre por territorios británicos. En el resto del continente, los ingleses también se hallaban presente en el frente atlántico, en sus antiguas colonias de Gambia, Sierra Leona y Costa de Oro, aparte de varias dependencias insulares menores (Santa Elena, etc.), siendo la más importante en extensión, población y riqueza Nigeria, sin duda la posesión europea más relevante en África occidental. Esos dominios se verían luego redondeados al ter-mino de la Primera Guerra Mundial con la adquisición en régimen de fideicomiso de casi todas las posesiones germanas en el continente africano.

En cuanto a Francia, igual que en el caso de Gran Bretaña, al margen de algún enclave litoral anterior al siglo

XIX (San Luis de Senegal es el más reservable), su sistemática penetración en el continente africano en

la nueva era colonial se inicio también en el marco mediterráneo, concretamente en la llamada Regencia de

Argel, dependencia nominal del Imperio turco.

Un incidente diplomático dio lugar a la ruptura de unas relaciones precarias por causa de los frecuentes atentados del corso argelino contra la navegación francesa e internacional. Francia envió una expedición punitiva que dio por resultado la toma de Argel y el comienzo de la ocupación sistematica del pais. Esto tuvo lugar en el verano de 1830, semanas antes del derroca miento de Carlos X y de la instauración de la Monarquía burguesa de Luis Felipe de Orleans, bajo cuyo régimen prosigui6 la conquista del país. Vencida la tenaz resistencia de los argelinos —polarizada en la abrupta región de la Kabilia, en el centro, en la de Constantina al este y, sobre todo, en la del emir Abd el Kader al oeste—, la conquista fue completada en 1847, para penetrar seguidamente en las extensas regiones pre desérticas, y del Sahara central, que con el nombre de Territorios del Sur quedaron incorporados a la Argelia francesa. Estas campañas, así como la represión de varios levantamientos nacionalistas, no concluyeron hasta 1882, bien entrada la III República.

Entre tanto, la administración militar del territorio dio paso a otra civil, se acelero el proceso colonizador con la introducción de las infra-estructuras adecuadas (puertos, carreteras, ferrocarriles...), y con la explotación tanto de grande latifundios como de numerosas medianas y pequeñas propiedades agrícolas dedicados unos y otros a la vid, el olivo y otros cultivos mediterráneos de exportación. El grave inconveniente de la reticencia de la población autóctona a colaborar con los ocupantes, sobre todo durante la prolongada fase de la conquista, fue resuelto con la introducción de colonos procedentes de la Europa mediterránea (españoles, italianos y malteses). El colectivo europeo predominante en la Argelia occidental, Oranie o región de Oran era el español (150.000 residentes en 1900 y otros tantos de

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origen hispano, los «neos» o nuevos franceses, que hablan accedido a la nacionalidad gala en virtud de la Ley de Naturalización Automática de 1889). Diez años antes había sido suprimido el régimen colonial, e integrada Argelia en la metrópoli como tres departamentos, los de Argel, Oran y Constantina, facultados para enviar sus diputados a la Asamblea Nacional. Pero la ciudadanía solamente fue otorgada sin restricciones a la población de origen euro peo y a los judíos en bloque (Ley Cremieux de 1870), pero no a los argelinos musulmanes, que en gran parte continuaron privados de derechos civiles, al considerárseles súbditos que no ciudadanos.

Rivalidad anglo-francesa Túnez (unidad 8)

Túnez por el contrario, gravitaba hacia la Italia reunificada, de la que viene a ser prolongación geográfica, por lo que cabía esperar que se convirtiera en dependencia colonial de esta, tanto más por cuanto la población europea residente era casi exclusivamente italiana. Pero Francia tom6 la delantera, y contando con la aquiescencia del Reino Unido —a cambio de dejarle las manos libres en Chipre, segregada del Imperio turco—, procedi6 a la ocupación de Túnez, también teórica dependencia otomana, convertida ahora en protectorado francés en virtud de los Tratados de El Bardo y Marsa de 1881 y 1882.

Marruecos siguió un proceso similar, pero más lento y complejo. Este sultanato independiente, en que la dinastía alauí reunificó los reinos de Fez, Mequinez y Marrakech, el Ultimo de los cuales da nombre al país en su conjunto, fue el único estado norteafricano que logro mantenerse independiente respecto al Imperio otomano primero y al colonialismo europeo más tarde, a pesar de la formidable acometida turca del siglo XVI sobre el Magreb; la ocupación temporal por los portugueses de varios puertos del estrecho de Gibraltar y litoral atlántico entre los siglos XV y XVII, y de Tánger por Inglaterra en esa Ultima centuria, y el establecimiento permanente de los españoles en Melilla (1497) y Ceuta (1640), y en los enclaves menores de Peñón de Alhuccmas, Pe-non de Vélez de la Gomera e islas Chafarinas.

Por esta última circunstancia, y por evidentes razones geográficas e históricas, Marruecos fue considerado en Europa como asunto preferentemente español hasta bien entrado el siglo XIX. La crisis bélica hispano-marroquí de 1859-1860 (la llamada «Guerra de África»), concluida con la victoria de España (Tratado de Wad-Ras con la consiguiente ampliación de límites de Ceuta y Melilla, y concesión de una indemnización de guerra, así corno del derecho a ocupar un enclave frente a Canarias) reafirmó esa prioridad. Pero el objetivo preferente de España en materia de política internacional, por no decir el único, era retener los restos de su antiguo imperio colonial, Cuba sobre todo. Por ello se abstuvo de intervenir más activamente en Marruecos y finalmente logró (Conferencia internacional de Madrid, 1880) que el defini tivo planteamiento del futuro de Marruecos fuese aplazado durante 25años.

Cuando se replanteó la cuestión marroquí tras el 98, la posición española en Marruecos era más desfavorable que un cuarto de siglo antes al tener que competir ahora con la penetración política y económica de otras potencias en ese país, Francia en particular. La cuestión marroquí quedo zanjada mediante los sucesivos Convenios hispano-franceses de 1902, 1904 y 1912 que, respetando la integridad territorial de Marruecos y a su dinastía, redujo el país a régimen de Protectorado sujeto a la administración de ambas potencias, aunque primando sensiblemente la zona de influencia francesa, bastante más extensa, rica y poblada que la española, y en la que quedo además la capital (Rabat), sede del sultán y de su gobierno o Majzén. Por presiones del Reino Unido, el puerto de Tánger y su comarca, enclave ingles en otro tiempo, situado frente a Gibraltar y en la ruta imperial británica de la India, quedo bajo administración internacional.

En el África subsahariana, aparte de su antigua colonia de Senegal, Francia logro imponer su dominación en los extensor territorios comprendidos entre la región del lago Chad y el litoral atlántico, con solución de continuidad respecto a Argelia y el Sahara centro-occidental, de forma que, de este lado, una parte importante del continente quedo bajo soberanía francesa, con solución de continuidad entre el Mediterráneo y el Atlántico hasta el golfo de Guinea

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(Dahomey, Costa de Marfil y Guinea francesa), comprendiendo por el sur parte del Congo y la colonia de Gabón. Aunque su avance hacia el este fue frenado por los británicos en el Sudan (Fashoda, 1898), Francia contaba en el Indico con los enclaves de Somalia francesa e isla Reunión, y con el dilatado dominio también insular de Madagascar, reino autóctono sometido primero a protectorado y luego a territorio de plena soberanía tras ser sojuzgado por las arenas y derrocada su dinastía.

Con ello el imperio francés en África alcanzo los 9.771.616 km 2, más extenso incluso que el británico en el mismo continente (9.640.620), aunque de inferior interés económico y estratégico. La totalidad de esos dominios fueron reducidos a régimen colonial (colonias de explotación, que no de poblamiento), exceptuados los tres Estados magrebíes: Argelia, Tta.nez y Marruecos, el primero, asimilado administrativamente a la metrópoli en la década de 1870, y los dos últimos, ocupados militarmente y sometidos a régimen de protectorado en 1881 y 1912 respectivamente.

6. La restante presencia europea en el continente africano

El ejemplo de Gran Bretaña y Francia no tardo en ser imitado por otros Estados, afanosos de participar en el reparto de África y de sus presumibles riquezas. Pero a diferencia de los casos británico y Francés, donde por lo general las empresas coloniales fueron preferentemente estatales, en los otros países solían ser iniciativas de asociaciones colonialistas privadas, las cuales una vez establecidas en aéreas africanas todavía a merced del primer ocupante, invocaban y obtenían la protección de sus respectivos gobiernos para consolidar y expandir sus establecimientos, según sucedió en los casos de Bélgica y Alemania. 0 bien se daban ambos factores (Italia), o las sociedades pri vadas científicas y mercantiles incentivaban a sus respectivos Estados a hacer efectivos derechos históricos considerados incuestionables, según aconteció en Portugal y España.

Sin duda el Congo, inmensa región centroafricana flanqueada por perifér icos establecimientos ingleses y franceses, era el territorio más interesante y apetecible de cuantos restaban por ocupar y colonizar en África. Recorrido en parte por el británico nacionalizado norteamericano Henry Morton Stanley, avezado y celebre explorador enviado por el New York Herald en 1870 en busca del doctor Livingston, a quien localizó al año siguiente junto al lago Tanganika, impresionado por las potenciales riquezas de aquellos parajes, y resuelto a explotarlas, gestion6 en Europa (especialmente con el rey Leopoldo II de Bélg ica) la formación de una potente sociedad capaz de asumir con éxito ese reto.

A partir de 1879 y coordinada por Stanley, fue desplegada en el Congo una operación colonizadora de magnitud e intensidad sin precedentes en el continente africano. Sus objetivos fueron estrictamente económicos, y en ella la dimensión cultural e incluso la humanitaria brillarían por su ausencia, hasta el punto de haberse hecho proverbial su excepcional dureza en la historia de la colonización europea en África, por haber conllevado la ocupación, saqueo sistemático y parcial exterminio de la población autóctona en un gigantesco territorio de 2.329.200 km2. Tal fue el Estado Libre del Congo, que el rey Leopoldo lego en su testamento al pueblo belga.

Una andadura colonialista bastante semejante a la anterior fue la em prendida por los alemanes en Camerun y África Oriental Alemana (Tanganika y Zanzibar), territorios que en parte flanquean el Congo por el oeste y el este, menos extensos pero de alto interés económico y mercantil, y que proyectaron unir mediante un ferrocarril entre el Atlántico y el Indico, eje simi lar al británico El Cabo-El Cairo. A estas colonias se sumaron en el frente atlántico las de Togo y África del Suroeste, de inferior relevancia. En total 2A27.411 km2, desglosados en las cuatro posesiones mencionadas, todas las cuales fueron distribuidas en régimen de fideicomiso entre el Reino Unido y Francia (con una pequeña participación de Bélgica) al termino de la Primera Guerra Mundial.

Si Bélgica y Alemania fueron las principales beneficiarias del reparto colonial del continente africano

(o lo que es igual, de las áreas del mismo todavía no ocupadas por británicos y franceses), de acuerdo

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con los criterios establecidos por Bismarck en la Conferencia Internacional de Berlín de 1884-1885, la recientemente reunificada Italia, también afanosa de colonias, aunque más atenta a sus asuntos internos que a los internacionales, en cierto modo llego tarde al reparto. En sustitución de Túnez, su área natural de proyección e influencia, pero bajo ocupación francesa desde 1881, tuvieron que contentarse con los desolados parajes situados más al este (Tripolitania, Cirenaica y Fezzan), rebautizados por los italianos con el nombre de Libia, cuya ocupación se dejaría esperar hasta 1911, y en África oriental, los territorios de Eritrea, en el Mar Rojo, y parte de Somalia, en el Indico, con lo que privo de sus accesos marítimos al antiguo Estado autóctono de Abisinia (actual Etiopia); este se convirtió en el siguiente objetivo colonialista de los italianos. Y es que Abisinia y la República de Liberia, enclave de esclavos norteamericanos manumitidos establecidos por Estados Unidos en África occidental en 1847, eran los únicos Estados africanos que habían logrado preservar su independencia tras el reparto colonial.

Diferentes respecto a los ya mencionados fueron los casos de Portugal y España. Portugal retenía varios establecimientos de su antigua ruta a la India, de escasa entidad unos (Guinea-Bissau, islas de Santo Tome y Príncipe) y de amplias posibilidades otros (Angola y Mozambique). Estos dos últimos cubrían extensos parajes de litoral atlántico e Indico del cono sur africano. De acuerdo con los criterios consensuados en el Congreso de Berlín, era legítima la ocupación por los portugueses de dilatados territorios del respectivo trans-pais, como de hecho venían haciéndolo desde mediados del siglo XIX. Serpa Pinto, uno de los exploradores lusitanos, tras recorrer el continente de océano a océano entre Angola y Mozambique, diseño su famoso «mapa rosa», en que era presentada como de soberanía portugués a la amplia franja continental, «de mar a mar, comprendida entre ambas posesiones litorales. Tal pretensión choco con el rotundo rechazo del Reino Unido («Crisis del Ultimátum , 1890), de forma que Portugal hubo de reconocer la soberanía británica sobre las extensas regiones (Rhodesia) que separan ambas colonias, desenlace que en la metrópoli suscitó una honda conmoción nacional, muy similar al 98 español.

En cuanto a España, en otro lugar ha quedado indicado cuanto se refie re a la cuestión marroquí y su aplazamiento hasta después de 1898 en que se liquidan los restos del Imperio ultramarino español tras la guerra con Estados Unidos. Los criterios de partición acordados en el Cogreso de Berlín también otorgaban a España derecho a ocupar una amplia franja litoral frente a las Islas Canarias (Colonia de Rio de Oro), cuya exploración (viajes de Cervera, Quiroga, Rizzo, Álvarez Pérez) posibilito enclaves como Villa Cisneros (actual Dajla) y la teórica anexión desde la década de 1880 del tras-país del frente costero comprendido entre los cabos Bojador y Blanco.

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Unidad X - Extremo Oriente

La cuestión del Extremo Oriente tomó entre 1894 y 1901 un nuevo aspecto. El centro de interés era la crisis china, cuyas causas profundas fueron la actitud del Gobierno imperial manchú respecto a la penetración occidental. Aunque se vio obligado a abrir el país en 1842 y luego en 1860 a la influencia extranjera, aquel Gobierno no se propuso a seguir el ejemplo de Japón e ir a aprender a las escuelas americanas o europeas. La organización administrativa se estancó, el cuerpo de funcionarios rechazaba casi siempre las técnicas europeas de la producción y el transporte; las fuerzas armadas era insuficientes, a falta del espíritu material en la masa del pueblo y de material moderno. La dinastía manchú se encontraba aún bajo la impresión de los recuerdos que le dejara la revolución de los taipings; no se preocupaba más que en mantener el orden y de frustrar la oposición de las sociedades secretas chinas. Esa debilidad animó la codicia de los grandes estados industriales, despertó también la del Japón. En 1894, en Corea se habían establecido hasta veinte mil japoneses, en su mayoría comerciantes. El capital japonés, hacía esfuerzos convulsivos para mantener sus posiciones en el mercado coreano. Pero no lo conseguía, la parte del Japón en las importaciones de Corea descendían, mientras aumentaban las de China. Dentro del propio Japón, el Gobierno, prestaba apoyo a la emigración coreana, que seguía a los representantes de la familia feudal de los Kim. En la primavera de 1894, el líder del grupo Kim, fue muerto en Shanghai. El Gobierno japonés pensó aprovechar el caso para hacer una manifestación de simpatía hacia la oposición coreana, y también de su “espíritu civilizado”. A través de su ministro elevó su protesta contra la “ejecución” del muerto. La protesta fue rechazada. En Japón, dicho “conflicto” sirvió de punto de partida para una desenfrenada propaganda chovinista contra el Gobierno coreano y por la ocupación de Corea por los nipones. La lucha diplomática en el Extremo Oriente se desarrollaba en un ambiente de desintegración de los regímenes feudales imperantes en los países asiáticos. La crisis de las relaciones feudales y la invasión del capital extranjero producirían la agudización de la lucha de clases. No escapó a esta suerte Corea; que en aquel tiempo era uno de los países más retrasados del Extremo Oriente. En 1893 estalló allí una gran insurrección campesina. El Gobierno coreano fue presa de pánico ante el levantamiento del pueblo. La monarquía manchú (China) vio en la alarma del Gobierno de Seúl un motivo para robustecer aún más su influencia en Corea. El residente principal del Gobierno de Seúl, aconsejó a la corte coreana la llamada de la potencia soberana para pacificar a los insurrectos. Este consejo se oficializó y el 9 de junio de 1894 tropas chinas empezaron a desembarcar en los puertos coreanos próximos al levantamiento. Al mismo tiempo el ministro chino en Tokio había informado al Gobierno japonés acerca del envío de tropas, de conformidad con el tratado de Tientsin en 1885. Aprovechó en julio de 1894 los disturbios en Corea para desembarcar tropas en dicho reino, vasallo del Imperio chino. Japón estaba gobernado por el segundo gabinete del conde Ito Hirobumi, el cual era denunciado por la oposición por los abusos cometidos por el mismo. La noticia del inminente desembarco de los chinos en Corea fue para él un buen pretexto para arrastrar el país a conflictos exteriores, que apartarían la opinión pública de los asuntos internos. La primer guerra chino-japonesa, aunque la población de China fuera ocho veces superior a la de Japón, mostró de sorprenderte modo de la superioridad del ejército, de la marina y de los estados mayores nipones. En marzo de 1895, el ejército japonés después de haber ocupado Corea, así como Manchuria meridional y logrado desembarcar en Shantung y en Formosa, preparó una gran ofensiva contra Pekín. Esta amenaza decidió al Gobierno chino (que había esperado en vano una mediación de las grandes potencias) a firmar el tratado de Simonoseki; abandonó su soberanía en Corea, cedió Formosa (Taiwán) y las Islas de los Pescadores y en Manchuria meridional, la península de Liao-Tung (Port Arthur). Pero la victoria de Japón era demasiado completa, pues en lo referente a la península de Liao-Tung se entrometía en los proyectos rusos. El gobierno del Zar, apoyado por Francia y Alemania, impuso la revisión del tratado: Liao-Tung (Port Arthur) siguió abierta a la expansión rusa. Después de aquel retroceso impuesto al Japón, los grandes estados europeos se aprovecharon la debilidad del Imperio chino, para obtener de la corte de Pekín nuevos privilegios y para adelantarse a la expansión

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nipona; pidieron concesiones de ferrocarriles y de territorios en arriendo. En dos años se dibujaron así zonas de influencia económica (quiebre de China) en beneficio de las potencias europeas, la zona central fue ocupada por GB, el sur por Francia, la península de Sandong por Alemania, Corea y la región submanchuriana por Japón y Mongolia, Manchuria del norte y el noroeste de China por Rusia. Esto era el break-up of China: la repartición en zonas de influencia podía transformarse en el preludio de un reparto político. Solo los EE.UU. rehusaron a participar en aquella política: mediante el principio de puerta abierta*, protestaron contra el establecimiento de privilegios comerciales; pero no en ocasión de su conflicto con España, tomaron garantías asegurándose la posesión de las Filipinas para tener una base naval próxima a las costas chinas, y se anexionaron las islas Hawai, lo mismo que la isla de Guam, para tener puntos de apoyo en las rutas marítimas al océano Pacífico. El Gobierno manchú se daba cuenta de los peligros que le amenazaban, pero parecía incapaz de reaccionar. Después de 1895, los círculos no-gubernamentales con intereses nacionales comenzaron a clamar para acelerar las reformas de gran envergadura propuestas por los intelectuales. Algunas de ellas, tales como las de Kang Yousei y Liang Qichao, abogaban por imitar las mejoras mostradas por Japón y Rusia con respecto a mejorar los sistemas de trabajo político y social bajo el poder imperial. La reforma, que terminaría siendo llamada de los Cien Días debido a su corta duración, ganaba el apoyo del Emperador Guangxu, y comenzó en 1898. Ciento tres días después la reforma fue abortada cuando los conservadores en la dinastía efectuaron un golpe de estado. Aunque muchos reformistas fueron exiliados todavía quedaban aquellos que deseaban tener una Monarquía Constitucional parecida a la del Reino Unido, permitiendo que la familia imperial permanezca en el sistema político, pero orientando el poder político al gobierno democrático. A finales de 1899 se esbozó un movimiento de resistencia por la iniciativa de las sociedades secretas chinas, la más importante de las cuales, la de los boxers, tenía su centro en el Chantung (zona de Sandong). La insurrección xenófoba se extendió como mancha de aceite por la China del Norte, y la corte imperial se decidió a aliarse con los boxers. En 1900 los boxers invadieron Beijing matando 230 diplomáticos extranjeros. Pero aquel esfuerzo para escapar de la influencia extranjera, fracasó, como los precedentes. En agosto de 1900, la rebelión fue sofocada por la alianza de las ocho naciones: Austria-Hungría, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, GB y EE.UU., un cuerpo expedicionario internacional se hizo dueño de la situación en quince días: ¿no tenían las potencias, a pesar de sus rivalidades y de la mutua desconfianza, un interés común, que era la defensa de sus privilegios? Y, sin embargo, tal vez fue aquel ensayo de resistencia el que, a pesar del fracaso, apartó la perspectiva de un desmembramiento de China: los estados europeos parecieron comprender que, existía un patriotismo chino y pensaron que, si el movimiento boxer no hubiera quedado limitado a la China del Norte, la represión habría sido difícil. El 7 de septiembre de 1901 la corte de Qing (Imperio manchú), fue reunida para firmar el “protocolo de boxer” (protocolo de Pekín), también llamado el acuerdo de paz entre la alianza de las ocho naciones y China. El protocolo ordenó la ejecución de altos oficiales del ejército revolucionario. China fue multada para la reparación de guerra con alrededor de 67,5 millones de libras esterlinas por las muertes causadas, la cual debía ser pagada en 39 años con intereses anuales. Gran cantidad de dicho dinero fue destinado por parte de las naciones que lo recibieron para la educación de los estudiantes chinos en el extranjero. *Política de puertas abiertas: es un concepto en relaciones exteriores y economía. Como teoría originalmente postulaba que debían existir las mismas condiciones comerciales de las grandes potencias en China. Con base en los Tratados desiguales firmados entre China y las potencias existiría un acceso sin restricciones a los mercados comerciales chinos. Esta política se origina con las prácticas comerciales británicas, las cuales se reflejaban en los tratados comerciales con la Dinastía Qing china después de la Primera Guerra del Opio (1839-1842). A pesar de que la Política de puertas abiertas está generalmente asociada con China, fue reconocida en la Conferencia de Berlín de 1885, la cual declaró que ningún poder podía imponer aranceles preferenciales en la cuenca del Congo. Política de puertas abiertas de China (doctrina hai:) Como una política específica con respecto a China, sus primeros avances fueron hechos por los Estados Unidos en las Notas de Puertas Abiertas de septiembre-noviembre de 1899. En 1898, los Estados Unidos se habían convertido en una potencia en el Este de Asia por medio de la adquisición de las Filipinas, y cuando fue inminente la repartición de China por las potencias

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europeas y Japón, los Estados Unidos sintieron que sus intereses comerciales en China estaban siendo amenazados. El Secretario de Estado de los Estados Unidos John Hay envió notas a las principales potencias (Francia, Alemania, el Reino Unido, Italia, Japón y Rusia), pidiéndoles que declararan de manera formal que ellos defenderían la integridad territorial y administrativa de China y que no interferirían con el uso libre de los puertos chinos ubicados dentro de sus esferas de influencia en China. Como respuesta, cada nación evadió la petición de Hay, tomando la posición de que no se comprometerían hasta que los otros accedieran. Durante este período hubo una fuerte tensión económica. Sin embargo en julio de 1900, Hay anunció que cada nación había accedido en un principio. A pesar de los tratados realizados a partir de 1900 hacían referencia a la Política de puertas abiertas, la competencia entre las potencias por concesiones especiales dentro de China por los derechos de ferrocarriles, minería, préstamos, puertos de comercio exterior y demás, continuaron de manera constante. Asia Central, rivalidad anglo-rusa En Asia, los progresos de la expansión europea iban unidos, sobre todo, a dos preocupaciones: la conquista de vías de accesos terrestres al mercado chino y la consolidación de las fronteras de la India. La cuestión de Afganistán amenazaba, en 1885, con provocar un conflicto entre Inglaterra y Rusia. Desde 1860, Rusia, había comenzado en el Turquestán una política de expansión en la que los intereses económicos desempeñaban un papel menos importante que el interés político: conseguir un medio de presión sobre GB. Después de los tropiezos que experimentara en los Balcanes, realizaba aquel esfuerzo con mayor actividad, simultáneamente, hacia el Este, donde las tropas rusas habían invadido las fronteras del Imperio chino y hacia el Sur donde ocuparon el oasis de Merv, y avanzaron hacia la barrera montañosa que limita la meseta de Afganistán. Con China se resolvió el conflicto, en 1881, abandonando a Rusia una parte del valle Ili. Pero el progreso ruso hacia Afganistán planteaba problemas más graves, porque comprometía la seguridad de la India, cuya “cobertura” en dirección Noroeste la formaba desde hacía medio siglo el bastón afgano. Por la fuerza Inglaterra impuso al emir del Afganistán, en mayo de 1879, el tratado Gandemax, que establecía un cuasi protectorado. Para darle una aplicación claro fue preciso aplastar una rebelión e instalar un nuevo emir: al terminar la tercera guerra afgana, el Gobierno británico, en agosto de 1883, esperaba, pues, haber consolidado su posición y establecido una barrera contra la expansión rusa. La crisis se hizo amenazadora cuando, en marzo de 1884, el mando ruso se dispuso a lanzar sus tropas hasta el oasis de Pendjeh, próximo al paso de Zulficar, que da acceso a la meseta afgana. El emir de Afganistán exigió la ayuda de Inglaterra, para obtener de Rusia una delimitación de fronteras. El Gobierno inglés inició, en vano, las negociaciones: el 30 de marzo de 1885, las tropas rusas ocuparon Penjeh. Era esto, una “agresión no provocada”, que GB no podía tolerar, pues la cuestión interesaba directamente a la India, corazón del Imperio. A falta de ejército suficiente GB pensó, como es lógico, en objetivos que pudieran alcanzarse con sus fuerzas navales. Envió una escuadra a la costa de Corea para amenazar Vladivostok. A esta presión lejana ¿podría, si llegara el caso, añadir otra de mayor eficacia? Sería preciso actuar en el Cáucaso. Pero ¿cómo conseguir, para la flota inglesa, el derecho de franquear los Dardanelos y el Bósforo por los cuales no podían pasar los navíos de guerra, según acuerdo de la Convención internacional de 1841? Ante esos obstáculos, los miembros del Gabinete vacilaron. Hartington consideraba que la ruptura era casi inevitable, pues GB no podía prescindir de su dignidad; será preciso, pues declarar la guerra, incluso en Afganistán, si los rusos penetraban en ese país. Pero Joseph Chamberlain, creía que era “cuasi imposible” declarar la guerra. También era la opinión de Gladstone. El Zar pensaba que una guerra anglo-rusa daría como principal resultado la consolidación de la preponderancia alemana en Europa. La negociación se inició, a fines de abril y el protocolo de 10 de dic de 1885 dejó el Pendjeh a los rusos y el paso de Zulficar al Afganistán. La amenaza de guerra se había alejado de Asia Central. La cuestión de Turkmenia: El Gobierno zarista se dio prisa en asegurar la ocupación de Turkmenia y en impedir que los ingleses avanzasen al norte de Afganistán. La primera expedición de las tropas rusas en Turkmenia, en 1879, no tuvo éxito. En 1880 fue emprendida la segunda campaña. En 1881 tomó el oasis de

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Ajal-Tekín. En 1884 ocuparon Merv. De este modo desembocaron en la zona lindante con Afganistán. El Gobierno inglés, se hizo cargo, en nombre del Gobierno del emir, de las negociaciones relativas a la delimitación de las fronteras entre Afga. Y Rusia. El Gobierno de Londrés no deseaba el establecimiento de relaciones de buena vecindad entro los dos países y se esforzaba en complicar las relaciones de Afga con su vecino del Norte. En 1884, inducidos por los ingleses, los afganos enviaron sus tropas al oasis de Pendjide. Se pidió ayuda militar a los ingleses, los cuales se limitaron a dirigir las operaciones. El peligro para Rusia estribaba en que en el mar Negro seguía casi desarmada. El gobierno ruso trató de frustrar los planes militares ingleses por vía diplomática. Llamó por el tratado ruso-alemán en 1885, a Alemania, y luego recurrió a Francia. El emir afgano no se prestó al juego de los ingleses. No quería verse envuelto en una guerra con Rusia. GB tuvo que renunciar a sus reclamaciones acerca de Pendje. Rivalidad anglo-rusa en Persia durante la guerra ruso-turca, Persia prestó a Rusia cierto apoyo, pues tenía con Turquía viejas diferencias por cuestiones de fronteras. En 1879 la influencia rusa creció considerablemente en Teherán. La conquista de Turkmenia fortaleció aún más las posiciones estratégicas de Rusia en las fronteras septentrionales de Persia. Las autoridades rusas desplegaron una intensa actividad para ganarse en calidad de agentes a los Kanes y jefes de las tribus que poblaban Horasán. Esto lo consiguieron por diferentes caminos: soborno, apoyo y protección en diferentes casos, la intimidación y la compra de tierras y de derechos feudales. La expansión rusa en Horasán se vio propiciada en grado considerable por la concesión de trabajos de una carretera de Ashjabad a Kuchán. El comercio ruso desplazó de esta provincia al inglés. El Gobierno inglés, en respuesta, consiguió en 1883 del Gobierno del sha autorización para establecer un servicio de navegación por el río Karun, que desemboca en Schatt-el-Arab, en las proximidades del golfo Pérsico. Un éxito del capital y el Gobierno inglés fue la concesión para la fundación del Banco de Shahinshah. El 1890 el gobierno persa entregó al capitalista inglés Talbot el monopolio de la compra, elaboración y venta del tabaco. El capital ruso no se quedaba atrás, en 1890 fundó el Banco de Préstamo y Descuento de Persia. El gabinete de Londres se manifestaba dispuesto a concertar con Rusia un acuerdo en el problema de los ferrocarriles y extender la colaboración a otras cuestiones litigiosas que dividían en Persia a Rusia y a Inglaterra. La diplomacia rusa consiguió en Teherán el compromiso del Gobierno del Sha de no otorgar, en los próximos 10 años, ninguna concesión de ferrocarriles más que con la conformidad del Gobierno de Rusia. Mientras que el norte de Persia se consolidaba como esfera de influencia de la Rusia zarista, en el centro del país no cesaba de incrementarse el predomino de Inglaterra. En Teherán, ambas potencias mantenían con éxito variable la lucha por ganarse al Gobierno del sha. Pero, en su conjunto, el platillo de la balanza a fines del siglo XIX se inclinaba a favor de la Rusia zarista. El tratado anglo-japonés La maniobra de los militares nipones se vio coronada por el éxito: el 30 de enero de 1902, Lansdowne y Hayasi suscribían el tratado de alianza. En el artículo primero, ambas partes reconocían, la una a la otra, el derecho a defender a China y Corea sus intereses “si son amenazados por las acciones agresivas de cualquier otra potencia o por desórdenes producidos en China o en Corea y se requiere la intervención de cualquiera de las partes contratantes para proteger las vidas y propiedades de sus súbditos”. Así, pues, los compromisos derivados del tratado no se referían sólo a la necesidad de rechazar los ataques de una tercera potencia en Corea o China. Preveían también el “derecho” a oponerse a cualquier intento de una tercera potencia-evidentemente, Rusia- de “amenazar los intereses” del Japón o de Inglaterra en estos dos países del Asia oriental. El artículo segundo comprometía a cada una de las partes contratantes a observar estrictamente la neutralidad en el caso de que la otra parte, en defensa de sus intereses en China o en Corea, se viera arrastrada a la guerra con una tercera potencia. En el caso de guerra de uno de los aliados con dos o más potencias, el tratado-art. 3ro- comprometía al otro signatario a prestarle ayuda militar. El tratado anglo-japonés de alianza significaba una gran victoria de la diplomacia japonesa. La India no era mencionada en él y con relación a Corea y Manchuria aseguraba al Japón todo cuanto su Gobierno

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pretendía. Le permitía iniciar la guerra contra Rusia en la seguridad de que ninguna potencia prestaría apoyo armado a su enemigo ante el temor de chocar no ya con el Japón solamente, sino también con Inglaterra, que era su aliada. Dicha alianza iba dirigida contra Rusia, contra China y contra Corea. Debía servir, por una parte para aplastar el movimiento nacional, y, por otra, para satisfacer los intereses del la lucha del imperialismo inglés y japonés contra el imperialismo ruso. El Gobierno ruso se sintió intimado. Sus diplomáticos recurrieron inmediatamente a Francia, proponiendo una contestación conjunta a la alianza anglo-japonesa. El Gobierno francés no aprobaba el envío de fuerzas de Rusia a Extremo Oriente. No obstante, accedió a la petición y el 20 de mayo de 1902 ambos aliados hacían pública una declaración común. La declaración daba entender al Japón y a Inglaterra la posibilidad de una colaboración franco-rusa en el Extremo Oriente. La Guerra Ruso-Japonesa (8 de febrero de 1904 – 5 de septiembre de 1905) fue un conflicto surgido de las ambiciones imperialistas rivales de la Rusia Imperial y el Japón en Manchuria y Corea. Los principales escenarios del conflicto fueron el área alrededor de la Península de Liaodong y Mukden, los mares de Corea y Japón y el Mar Amarillo. Los rusos buscaban un puerto de aguas cálidas (que no se congelan en invierno) en el Oceano Pacífico para uso de su armada y para comercio marítimo, El puerto de Vladivostok solo podía funcionar durante el verano, pero Port Arthur sería capaz de mantenerse funcionado todo el año. Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa, en 1903, las negociaciones entre Rusia y Japón resultaron ser inútiles, así que Japón decidió entrar en guerra para mantener su dominio exclusivo de Corea. Las campañas resultantes, en las cuales una milicia nipona carente de experiencia logró obtener varias victorias de manera consistente sobre sus oponentes rusos, fueron un hecho inesperado para muchos en el mundo. Estas victorias eventualmente transformarían dramáticamente el balance de poder en el Este de Asia, lo que daría como resultado la consolidación de Japón como país importante en el escenario mundial. Las vergonzosas derrotas generaron insatisfacción en los rusos con su corrupto e ineficiente gobierno Zarista, y fueron una de las principales causas de la Revolución Rusa de 1905. Para 1904, Japón ya contaba con una serie de bases logísticas distribuidas en el Mar Amarillo y además con unidades navales de primera mano, a diferencia de Rusia que tan sólo tenía dos bases muy distantes y estratégicamente desubicadas: Port Arthur y Vladivostok, así como unidades navales ya anticuadas. La batalla de Chemulpo fue una batalla naval que se libró el 9 de febrero de 1904 en el puerto del mismo nombre, en Corea. El objetivo japonés era Port Arthur (hoy Lüshunkou, China), situado en la península de Liaotung, al sur de Manchuria, que había sido fortificado para convertirlo en una base naval mayor por los rusos. Los japoneses necesitaban controlar el mar para enfrentarse a una hipotética guerra en el continente asiático. De este modo, su primer objetivo militar fue neutralizar a la flota rusa anclada en Port Arthur. La noche del 8 de febrero, la flota japonesa, bajo el mando del almirante Heihachiro Togo, abrió fuego torpedeando sin previo aviso a los barcos rusos en Port Arthur, dañando seriamente a dos acorazados rusos. Los combates de la batalla de Port Arthur se desarrollaron a la mañana siguiente. Siguieron una serie de acciones navales indecisas, en las cuales los japoneses fueron incapaces de atacar con éxito a la flota rusa protegida por los cañones terrestres de la bahía, y los rusos declinaban abandonar la bahía hacia mar abierto, descabezados por la muerte del almirante Stepán Makárov el 13 de abril. Estas acciones proporcionaron cobertura para un desembarco japonés cerca de Incheon en Corea. Tras el desembarco, invadieron Seúl y ocuparon rápidamente el resto de la península. Para finales de abril, el ejército japonés al mando de Kuroki Itei se preparaba para cruzar el río Yalu, en el interior de la Manchuria ocupada por los rusos. En contrapunto a la estrategia japonesa de lograr victorias rápidas para controlar Manchuria, la estrategia rusa se enfocó en acciones defensivas destinadas a ganar tiempo para que los refuerzos llegaran vía Ferrocarril Transiberiano. El 1 de mayo estalla la batalla del río Yalu, en la cual las tropas japonesas toman por asalto una posición rusa después de cruzar el río sin oposición. Fue la primera batalla terrestre de la guerra. Las tropas japonesas procedieron a desembarcar en varios puntos de la costa manchuriana, obligando a los rusos a retroceder a Port Arthur. Estas batallas, incluida la batalla de Nanshan el 25 de mayo,

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estuvieron marcadas por las grandes pérdidas japonesas al atacar posiciones rusas atrincheradas, pero los rusos permanecieron pasivos y no fueron capaces de contraatacar. Japón comenzó un largo asedio de Port Arthur, fuertemente fortificado por los rusos. En agosto parte de la flota rusa intentó escapar de Port Arthur en dirección a Vladivostok, pero fue interceptada y derrotada en la batalla del Mar Amarillo. El resto de los barcos permanecieron en Port Arthur, donde fueron hundidos lentamente por la artillería japonesa. Los intentos por socorrer a la ciudad desde el continente también fracasaron, y después de la batalla de Liaoyang (24 de agosto–5 de septiembre de 1904), los rusos se retiraron a Shenyang. El ejército japonés infligió una nueva derrota a los rusos en el río Cha-ho (5 de octubre–18 de octubre de 1904). Campaña de 1905 Port Arthur cayó finalmente el 2 de enero de 1905, después de una serie de asaltos brutales y gran cantidad de bajas en ambos bandos. Con las espaldas cubiertas, el ejército japonés presionó hacia el norte de Manchuria. Tras la batalla de Mukden (21 de febrero–10 de marzo de 1905), expulsan a los rusos de Shenyang. Mientras tanto, Rusia había enviado la flota del Báltico al mando del almirante Rozhdestvenski hacia Asia, bordeando el Cabo de Buena Esperanza. El 21 de octubre de 1904, mientras navegaba en aguas británicas (un aliado del Japón pero neutral en esta guerra), provocó el incidente de Dogger Bank al disparar sobre botes pesqueros a los que los rusos confundieron con lanchas torpederas. El viaje se demoró tanto que el almirante Togo hizo planes para interceptar a la flota del Báltico antes de que pudiera recalar en Vladivostok. Las escuadras se encontraron en la batalla de Sutsima, en el estrecho del mismo nombre entre Corea y Japón, el 27 de mayo de 1905. Durante la batalla, que duró hasta el 29 de mayo, la flota japonesa, numéricamente inferior pero más moderna y con mayor velocidad y alcance de fuego, bombardeó a la flota rusa sin piedad, destruyendo sus ocho acorazados. La flota japonesa contaba entre otros con dos cruceros acorazados de Clase Giuseppe Garibaldi comprados a Argentina: el Mariano Moreno (renombrado Nisshin) y el Bernardino Rivadavia (renombrado Kasuga), así como un crucero comprado a Chile: el Esmeralda (rebautizado Izumi). Conclusión y consecuencias de la guerra Artículo principal: Tratado de Portsmouth (1905) El mando ruso en Extremo Oriente, formado por el almirante Yevgeni Alekséyev y el general Alekséi Kuropatkin, era incompetente y sus tropas, insuficientes. Los refuerzos llegaban desde la Rusia europea en el ferrocarril Transiberiano de vía única, muy lento e interrumpido a la altura del lago Baikal. Éstas y otras razones, como el ataque por sorpresa del Japón, implicaron que la guerra resultara en una sorprendente victoria japonesa, lo que le convirtió en una potencia mundial a tener en cuenta. Rusia se ve obligada a negociar. El resultado: la humillación de una nación occidental. Se concluye un armisticio entre los dos gobiernos: aunque los rusos se encuentran muy debilitados por la Revolución de 1905, las finanzas japonesas están totalmente agotadas y el Imperio nipón ya no dispone de los medios para destruir completamente al grueso de las tropas rusas de Extremo Oriente. Se organiza una conferencia de paz en Portsmouth (EE.UU.) el 5 de septiembre de 1905, gracias a la mediación del presidente estadounidense Theodore Roosevelt. Las cláusulas contienen las siguientes estipulaciones: Rusia debe reconocer la preeminencia de los intereses del Japón en Corea; cede al vencedor su arrendamiento de la península de Liaodong, su base de Port Arthur, el ferrocarril meridional de Manchuria y la mitad sur de la isla de Sajalín. Ambos países, de común acuerdo, se comprometen a restituir Manchuria a China. A pesar de la insistencia del Japón, no se prevé ninguna indemnización. El descontento popular en Rusia, seguido de la derrota, llevó a la Revolución de 1905. La guerra terminó gracias a la mediación de los EE.UU. El descontento japonés ante la ausencia de adquisiciones territoriales condujo a una erosión de los buenos sentimientos hacia Estados Unidos, constituyendo la semilla para el futuro conflicto con el país americano. La derrota de Rusia fue recibida con conmoción en Occidente, especialmente a través de Asia. Que un país no occidental pudiera derrotar en un conflicto bélico a un poder establecido resultó particularmente

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inspirador para varios movimientos independentistas anticoloniales alrededor del mundo. Esta guerra ha sido llamada el «fin del mito del hombre blanco». Frente al racismo de la época, supuestamente por primera vez, una nación blanca era vencida por otra raza. Después de esta guerra, el Imperio nipón adquirió gracias a su Armada Imperial un prestigio nacional e internacional en lo naval y militar que durará hasta la Segunda Guerra Mundial.

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Revolución rusa de 1905 El Estallido revolucionario de 1905 sirvió de precedente y referente al de 1917. Fue fruto del malestar que provocó la crisis económica que azotaba Rusia (crisis de subsistencias, desempleo), y del descontento causado por la derrota militar frente a Japón. Entre 1901-1903 la crisis, de extensión internacional, azotó a Rusia, que para entonces había alcanzado cierto grado de industrialización. Se sucedieron manifestaciones y huelgas, especialmente en la región de Bakú, rica en pozos de petróleo. La inestabilidad se prolongó durante todo 1905. En comparación con la revolución de 1917, la mayoría de las fuerzas políticas que se vieron implicadas no pretendían destruir el zarismo, tan sólo denunciaban el mal gobierno y solicitaban la incorporación de reformas políticas. El hecho que desencadenó el proceso revolucionario ocurrió el 9 de enero de 1905, cuando una muchedumbre (200.000 personas), desarmada, compuesta por obreros, campesinos, mujeres y niños, dirigida por el pope (sacerdote) Gapón, posible confidente de la policía y colaborador del régimen, se encaminó hacia el Palacio de Invierno, residencia del Zar en San Petersburgo. Pretendía hacerle llegar una serie de peticiones: convocatoria de una asamblea constituyente, mejoras salariales, jornada de ocho horas, libertad de sindicación, etc. Por respuesta obtuvieron una violenta represión que se saldó con más de mil manifestantes muertos. Este acontecimiento ha pasado a la historia con el nombre de "Domingo Sangriento". La reacción de los habitantes de San Petersburgo se materializó en una oleada de protestas, acompañada de la paralización del sistema productivo como consecuencia de las huelgas y motines. En San Petersburgo y Moscú surgieron las primeras asociaciones de obreros y campesinos, los "soviets" (comités de obreros). En junio de 1905 la marinería del acorazado Potemkin, anclado en el puerto de Odessa (Mar Negro), se sublevó contra sus oficiales, iniciativa que se extendió a otras unidades de la marina y del ejército. Ante este aluvión de protestas el zar se vio obligado a transigir e hizo algunas concesiones, que se recogieron en un Manifiesto Imperial emitido en octubre de 1905. No obstante su aparente fracaso, la acción de 1905 tuvo repercusiones de gran relevancia que sirvieron de ensayo a los acontecimientos de 1917.

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Capítulo XI - La Formación de bloques antagónicos y la

“Era de la Crisis”

Introducción El ascenso al trono alemán en 1890 de Guillermo II y la consiguiente destitución del anciano Bismarck como canciller supuso un cambio en la política exterior alemana que inició el proceso que finalmente llevó a la I Guerra Mundial. Guillermo II abandonó el complejo sistema de alianzas construido por Bismarck, los sistemas bismarckianos, que había garantizado la paz en Europa durante casi veinte años e impulsó una política alemana de hegemonía mundial, la Weltpolitik. Para comprender el camino que llevó a la Gran Guerra es necesario que reparemos en otras transformaciones de fondo que van alterar de manera decisiva el mundo que transitaba del siglo XIX al XX: El ascenso de las potencias extraeuropeas, Estados Unidos y Japón, supuso el paso de un concierto europeo a un concierto mundial de potencias. Dos guerras en el tránsito de siglo ejemplifican esta transformación: la guerra hispano-norteamericana de 1898 (en Cuba) y la guerra ruso-japonesa de 1905. El cambio tecnológico propiciado por la Segunda Revolución Industrial trajo consigo un cambio en la correlación de fuerzas entre las potencias. La cada vez más poderosa Alemania desafió la ya larga hegemonía británica, este desafío se concretó en dos terrenos:

- Rivalidad económica, en el terreno industrial, comercial y financiero. En 1896, se publica en Gran Bretaña el libro "Made in Germany" de Ernest E. Williams, que supuso una verdadera señal de alerta ante la creciente competencia de la economía germana.

- Rivalidad naval. La Weltpolitik necesitaba de una armada poderosa. Las leyes navales alemanas de 1898 y 1900 significaron un claro desafío a la hegemonía naval británica. El gobierno de Londres respondió en 1907 con la construcción de un nuevo tipo de acorazado, el Dreadnought. La respuesta germana no se hizo esperar. Las potencias se lanzaron a una verdadera carrera de armamentos navales.

El colonialismo exacerbó la pugna entre las potencias industriales europeas en busca de territorios y mercados. El imperialismo provocó que los roces entre las potencias desbordaran el marco europeo y tuvieran lugar prácticamente en cualquier parte del globo. El colonialismo y el imperialismo agudizaron las tensiones económicas. Las potencias imperialistas tendieron a establecer economías cerradas con sus colonias, lo que llevó primero a una feroz lucha por territorios y, posteriormente, cuando el reparto estaba prácticamente hecho, a una guerra de aranceles. El proteccionismo fue otro elemento que enrareció las relaciones internacionales.

En este marco de creciente competencia entre las potencias, florecieron otras rivalidades, esencialmente de tipo territorial, que están en el origen de la Gran Guerra:

- Rivalidad franco-germana, ineludible desde la anexión de Alsacia-Lorena por Alemania en 1870. - La creciente debilidad turca y el nacionalismo eslavo anti-Habsburgo incrementaron de manera significativa la rivalidad entre Rusia y Austria-Hungría por la hegemonía en los Balcanes. - Un último elemento que no debemos olvidar es la rivalidad psicológica entre los pueblos. El creciente nacionalismo fue sistemáticamente fomentado por la prensa y por las campañas de militares y grandes industriales. Los casos más evidentes se dieron en Francia, Alemania y Gran Bretaña. El odio al vecino fue más la norma que la excepción.

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LA FORMACIÓN DE BLOQUES ENFRENTADOS

Bismarck había construido una compleja red de tratados internacionales cuyo elemento clave era la Triple Alianza o Tríplice (1882) que ligaba a Alemania con Austria-Hungría e Italia. El principal objetivo del canciller alemán era el mantenimiento de un status quo que él consideraba beneficioso para Alemania. El delicado edificio diplomático construido por Bismarck se vino abajo con la nueva Weltpolitik impulsada por Guillermo II. Esta nueva actitud de Alemania, ambiciosa y agresiva, desencadenó un proceso de competencia y desconfianza del que nacieron dos bloques de potencias: El primer resultado de la política del nuevo Káiser fue lo que más temió Bismarck, el fin del aislamiento de Francia. En 1893, se firmó la Alianza franco-rusa, acuerdo que suponía un compromiso de ayuda militar en caso de guerra contra Alemania. En 1905, ante la sorpresa mundial Rusia es derrotada en la guerra que le enfrentó contra Japón. Este fracaso hizo que Rusia abandonara sus ambiciones en el Extremo Oriente y centrase su atención en los Balcanes, lo que llevó inevitablemente al choque con Austria-Hungría. Empujadas por la creciente agresividad y ambición colonial de Alemania, Francia y Gran Bretaña pusieron fin a sus diferencias coloniales y firmaron la Entente Cordiale en 1904. Por último, animadas por Francia y tras resolver sus problemas en Asia Central (Persia, Afganistán) y el Tibet, en 1907 se firmó el Acuerdo anglo-ruso. Se ponían así las bases de la denominada Triple Entente entre Francia, Gran Bretaña y Rusia. En definitiva, en los años previos al conflicto se había configurado dos grandes alianzas en torno a las que van a pivotear los bloques enfrentados en la Gran Guerra: la Triple Entente y la Triple Alianza.

Formación de la Triple Alianza Alianza principal del complejo sistema diseñado por Bismarck. Tras optar por Austria-Hungría, ante la imposibilidad de mantener a la vez una alianza con Austria-Hungria y Rusia, enfrentadas en los Balcanes, Bismarck encontró en Italia el esperado aliado contra Francia. Por un lado, Bismarck consideraba su principal objetivo diplomático mantener el aislamiento de Francia, por otro lado, Italia pensaba que con su adhesión a la Tríplice y su asociación a Alemania era el mejor camino para acceder al rango de gran potencia. Italia firma el tratado en 1882 a pesar de que existen diferencias entre Italia y Austria debido a que ésta sigue teniendo territorios italianos (Trentino e Istría). Se une por su rivalidad con Francia ya que ésta ha ocupado Túnez, territorio ansiado por Italia. Italia estaba descontenta por la actitud francesa ante sus aspiraciones coloniales en Túnez. Los tres países acordaron apoyarse mutuamente en caso de ser atacados por Francia o por Rusia. (Tratado Defensivo) El tratado fue reafirmado varias veces (1907 y 1912), aunque la posición italiana, como se vio al comenzar la guerra, era cada vez más incómoda. A lo largo del conflicto (Primer Guerra Mundial) nuevas potencias se adhirieron a este bloque: Turquía (octubre de 1914) y Bulgaria (octubre de 1915).

Formación de la Triple Entente

Francia

Gran Bretaña Rusia

Entente 1904 (Egipto, Marruecos)

Entente 1907 (Persia, Tíbet, Afganistán, los estrechos)

Alianza 1893 (Defensa Mutua)

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Alianza Franco-Rusa (1893) o Convención Durante largo tiempo, la profunda diferencia entre ambos regímenes políticos fue un obstáculo insalvable para esta alianza. El zar Alejandro III, representante de la última autocracia en Europa, afirmaba sentir "asco" y "desprecio" por el sistema republicano francés. Sin embargo, la política agresiva iniciada por Guillermo II y su negativa a renovar el denominado Tratado de Reaseguro entre Rusia y Alemania van a facilitar la formación de la alianza. Esta alianza significa el fin definitivo de los sistemas diplomáticos diseñados por Bismarck, Francia había conseguido salir de su aislamiento. El primer contacto entre Francia y Rusia se da gracias a que el Zar consigue apoyo financiero de Francia, algo que Alemania había negado. La entente franco-rusa de 1891 establecía para ambos signatarios la consulta mutua, en el caso de amenaza o agresión a una de las potencias. Es aquí cuando Francia sale del aislamiento pensado por Bismarck. En 1882 se llego a la firma de una convención militar franco-rusa que precedió a la posterior alianza de 1893. En octubre de 1893, la visita de la flota rusa a Toulon generó el entusiasmo popular francés y el zar ratificó finalmente la convención militar el 27 de diciembre de ese año para convertirla en una verdadera alianza. Confirmada en 1900 por Delcassé, éste hizo modificar la finalidad del tratado, cuyo objetivo no seria la garantía de paz general, únicamente, sino “el mantenimiento del equilibrio entre las fuerzas europeas” Entente Cordial (Gran Bretaña-Francia) 1904 Meses de arduas negociaciónes entre los antiguos rivales, Francia y Gran Bretaña, dieron finalmente su fruto en 1904 con la firma de la Entente Cordiale, que no fue una alianza total pero sí un pacto suficiente para equilibrar de forma significativa la balanza del poder. Los dos países tenían razones para aliarse. Gran Bretaña, el máximo poder del mundo, perdía terreno. La agobiante guerra de los boers había dañado la confianza y los recursos del imperio. Además, Rusia, Japón, Estados Unidos, Francia y sobre todo Alemania estaban construyendo flotas que cuestionarían la supremacía británica en el mar. Los franceses, en cambio, esperaban terminar con el bloqueo británico a sus ambiciones coloniales en Africa, además de querer evitar verse involucrados en las hostilidades entre sus aliados rusos y Japón, apoyado por Gran Bretaña. La Entente se hacía cargo de problemas tan prosaicos como los derechos de pesca en Terranova, aunque sus cláusulas más importantes hacían referencia a las largas disputas por dos países del norte de Africa. La politica francesa de «penetración pacifica» en Marruecos disgustaba a Gran Bretaña, cuyos barcos debían pasar por el estrecho de Gibraltar para alcanzar el Mediterráneo. La ocupación británica de Egipto (que había formado parte del imperio napoleónico) mortificaba a los franceses. La Entente declaró cerrados estos problemas: a partir ( ese momento, ninguna de las dos naciones obstruiría la acción de la otra en ambos países. Además de suprimir ciertos problemas políticos, el pacto tenía otra virtud más sutil: demostraba que las dos naciones podían trabajar juntas a pesar de todo. Egipto y Marruecos no tuvieron ninguna autoridad para decidir su destino. Tampoco se tuvieron en cuenta los deseos expansionistas de Alemania que vio en el nuevo pacto entre Francia e Inglaterra un motivo de alarma. El kaiser Guillermo II pronto intentó poner a prueba la Entente presentándose a sí mismo como protector de la independencia de Marruecos. (Crisis Marroquies). El resultado: mayor aislamiento de Alemania y fortalecimiento de las relaciones anglo-francesas. La firma del Entente Cordiale marcó el fin de siglos de conflictos intermitentes entre ambas naciones y el inicio de una coexistencia pacífica que continúa en el presente. Entente Anglo-Ruso 1907 Presionados por Francia, aliada de ambas potencias, y recelosas ante la creciente agresividad alemana (primera crisis marroquí), Gran Bretaña y Rusia liquidaron finalmente sus históricas diferencias coloniales. El Entente Anglo-Ruso fue un acuerdo de 1907, en el cual la Gran Bretaña y Rusia apaciguaron sus disputas coloniales sobre Persia, Afganistán y el Tíbet. Fue firmado durante el Convenio Anglo-Ruso. Delineó las esferas de influencia en Persia (el norte Ruso, el centro neutral y el sudoeste británico), estipulaba que ningún país debía interferir en los asuntos internos del Tíbet, le reconocían a China sus

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derechos soberanos. No obstante, el gobierno Ingles se reservaba el derecho a mantener relaciones directas a través de agentes comerciales y la ocupación del valle río chumba hasta que el Tibet pague una compensación. Ademas se reconocía el control de los británicos sobre Afganistán. Este acuerdo indujo a la formación de la Triple Entente. Aunque no se firma una alianza en firme, se ponen las bases de uno de los bandos de la guerra. En Alemania, la sensación de "cerco " va en aumento.

LAS CRISIS QUE PRECEDIERON AL CONFLICTO

Primera crisis marroquí (1905-1906) De inicio habría que recordar que ambas crisis fueron desencadenadas por Berlín, con la estrategia de romper el cerco al que se le estaba sometiendo, y para desestabilizar a la Entente Cordial. Consideremos también que la Historia de las Relaciones Internacionales desde 1898 hasta 1907 fue la historia de un volverse en contra de lo previsto. Gran Bretaña, Francia y Rusia resolvieron sus diferencias fuera de Europa. Y excepto en Marruecos, desde 1907 no hubo área alguna en disputa en la esfera colonial. El punto de partida de la primera crisis estuvo en la división anglo-francesa del norte de África, lo que había supuesto a los ojos del káiser Guillermo II un nuevo motivo de disgusto, al no haber sido consultada Alemania. Su traslado a Tánger en 1905 tuvo por objeto asegurar al sultan de Marruecos una ayuda ante la hipotética intentona francesa de un control total del país magrebí. Solicitó por ello la celebración de una Conferencia internacional que dilucidase sobre los asuntos norteafricanos. Ante el temor de que la guerra se iniciase, la actitud del gobierno francés fue ambigua, y el ministro Delcassé dimitió en señal de protesta, pues Francia aceptó tomar parte en la Conferencia que tendría lugar en la ciudad española de Algeciras, durante los días 14 de enero al 7 de abril de 1906. Ocasión en la que Francia pudo evaluar el alcance y utilidad de sus alianzas, así como el valor específico de su posición a nivel internacional. El soporte anglosajón (Gran Bretaña y Estados Unidos) resultó en este sentido muy importante para ella. En Algeciras se dieron cita once naciones europeas, además de Estados Unidos y Marruecos, y a lo largo de sus sesiones se mostraron claramente dos tendencias opuestas. Por un lado Alemania, que reclamaba el principio de la “puerta abierta” para Marruecos y la internacionalización de su apertura económica y financiera, sin que ello comportase un reparto efectivo del territorio marroquí. Situación que prevaleció también en el caso de China y de Turquía. De otra parte, la postura francesa se había esforzado por hacerse reconocer argumentando respecto de sus derechos particulares en Marruecos, especialmente por razones financieras; con lo que se transformaría en centinela y guardián del orden en la zona, sin hacer demostraciones de exclusividad, pero con manos libres a fin de cuentas. El acta final se firmó en abril, y en ella se decidió la integridad territorial de Marruecos, quedando confirmada asimismo la autoridad del sultán. Pero también se estableció el principio de libertad comercial y de igualdad en cuanto a la explotación del territorio en materia de recursos, garantizándose asi para todos los Estados firmantes. La diplomacia francesa logró no obstante que se aceptara al funcionariado español y francés para actuar con competencias en calidad de policía portuaria. Por otro lado, los grupos de intereses financieros franceses, así como los de sus aliados, lograron tomar posiciones en relación al nuevo Banco del Estado creado para reformar la economía marroquí, lo cual les ubicó favorablemente en la acción de control del futuro desarrollo del país. Se consumaba, en definitiva, la internacionalización de la puesta en valor de Marruecos, pero con prioridad francesa. Una situación asegurada en aquellos momentos con el consenso español, que obtendría una zona reservada en la parte septentrional (Tetuán y Larache, así como en relación mixta franco-española en Casablanca y Tánger). Como se deduce fácilmente de estos datos, sólo los franceses salieron de la Conferencia satisfechos. Especialmente, al haber podido comprobar el respaldo que sus aliados ingleses y rusos habían concedido a sus puntos de vista, y ante el aparente cuestionamiento de las tesis alemanas, efectuado por sus aliados austrohúngaros. Aislada Alemania, parecía confirmarse con éxito el diseño de Delcassé, ya que el sistema de alianzas permanecía intacto. La Entente salió fortalecida

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ante esta victoria diplomática, y Gran Bretaña y Alemania se mostraron mutuamente aún más hostiles a partir de entonces. La segunda crisis marroquí tendría lugar en 1911. A la intencionalidad alemana que provocó la primera crisis se unieron ahora otros motivos de ambición colonialista acentuada. Dada la inoperancia del Gobierno marroquí, las protestas se sucedieron, hasta que Francia debió responder con el envío de su ejército en Fez, con el fín de restaurar el orden y acallar tales protestas. Alemania temió que esta circunstancia facilitaría al Gobierno francés una anexión completa del Estado marroquí; la decisión del káiser fue igualmente prepotente, enviando el Panther (Nuevo barco acorazado alemán) a Agadir, enclave situado en la costa Oeste africana, representación que confirmaba de hecho las capacidades militares alemanas también en el mar, y con lo que se hacía un test al futuro de la Weltpolitik. La excusa argumentada remitía a motivos de protección para con los intereses y negocios alemanes instalados en territorio marroquí. Motivos poco creíbles que sólo lograron volver a poner a prueba la entente anglo-francesa. Mr. Grey, ministro de Asuntos Extranjeros del Gobierno británico, ante la sospecha de que Alemania utilizase Agadir como centro de operaciones navales reaccionó con rapidez y el canciller Lloyd George definió oficialmente la postura británica como dispuesta a intervenir también, para frenar la posible amenaza y en defensa de sus propios intereses navales y comerciales. Ante un discurso de tono belicista como éste, la solicitud de disculpas dirigida a Alemania -que no obtuvo respuesta- hizo que la marina británica se colocara literalmente en pie de guerra. Pese a lo delicado del momento, al igual que en 1905, una Conferencia celebrada esta vez en París ajustó la situación. Las negociaciones fueron largas y difíciles. Por el acuerdo alcanzado el 4 de noviembre de 1911, Alemania reconocía la influencia política de Francia sobre Marruecos, se aseguraba de la aplicación de políticas de libertad comercial y cedía una parte del Camerún. Francia concedía a Alemania -esencialmente- una extensa franja territorial en el Congo francés, y ésta vería asegurada su presencia con manos libres en Marruecos. La Entente había funcionado de nuevo y se convirtió en un acuerdo aún más sólido. Las competencias alcanzadas sobre el papel de la marina francesa y británica, señalando objetivos muy concretos (la vigilancia para una, del mar Mediterráneo, y para la otra, del mar del Norte) indican que la entente se convirtió, de hecho, en una alianza casi total. Acuerdo naval.

El polvorín de los Balcanes 1908, 1912,1913

El desarrollo de las alianzas no condujo inevitablemente a la guerra ni tampoco al deterioro de las relaciones entre los principales poderes. Durante el periodo 1871-1890, sin embargo, las rivalidades fueron ocasionalmente promovidas por dos circunstancias que directa o indirectamente afectaron a todas las potencias: los objetivos imperialistas en ultramar y el desarrollo de los Balcanes. Después de 1890, con la emergencia británica dispuesta a romper su aislamiento y el despertar alemán de su vocación mundializadora, convirtieron a los Balcanes en un área particularmente inestable de Europa. El Imperio otomano fracasaba en sus intentos por mantener su control sobre las provincias cristianas que habían emergido como Estados independientes: Bulgaria, Rumanía y Serbia. La rivalidad entre Austria-Hungría y Rusia por mantener su ascendencia sobre los nuevos Estados se acentuó en los períodos 1877-79, 1885-87 y 1908-1914. Tales hechos desempeñaron un papel importante en la formación de la Alianza dual (1879) y el Tratado de Reaseguro (1887), al igual que más tarde ejercería un influjo decisivo para el estallido de la guerra en 1914. Pero entre varias razones manejadas por la historiografía, el problema potencialmente más peligroso concernía al área específica de Bosnia-Herzegovina. Desligada del Imperio otomano hacia 1877, se reservaba de acuerdo con el Tratado de Berlín (1878) una futura ocupación austríaca. Esto tuvo lugar en 1908 dando lugar a una confrontación con los serbo-bosnios, con la vecina Serbia y con Rusia. De este enredo emergieron luego los temores y discrepancias que produjeron la situación que llevó a la guerra en 1914. Austria-Hungría estuvo convencida de que Serbia intentaba desestabilizar Bosnia-Herzegovina; razón por la cual se mostró dispuesta a acciones militares que contuvieran esta amenaza. Serbia vio esta coyuntura como un ataque directo a su propia soberanía, mientras Rusia percibió la tentativa austríaca

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contando con el respaldo alemán como una forma de ejercer su supremacía sobre todo aquel espacio europeo. No podemos olvidan asimismo, que durante ciertos períodos se superpusieron los objetivos imperialistas y los específicamente orientados hacia los Balcanes. Un ejemplo de ello estuvo en la invasión italiana en Libia de 1911. La última provincia africana del Imperio otomano. Tal circunstancia alentó a Bulgaria, Serbia y Grecia a declarar la guerra (1912) para hacerse con los territorìos todavía en manos de Turquía, como Macedonia y Tracia. A esta primera guerra le siguió una segunda (1912-1913) -como más tarde analizamos- en la que los vencedores combatieron unos contra otros por hacerse con el botín. Este momento fue particularmente peligroso ya que Turquía, perdedora de la primera guerra, y Bulgaria -perdedora de la segunda» se Acercaron más aún a Austria-Hungría y a Alemania, mientras Serbia redundaba en su virtual alianza con Rusia. La crisis bosnia (1908) indicó dónde se encontraría el punto crucial y conflictivo de Europa. Austria-Hungría se anexionó las provincias turcas de Bosnia-Herzegovina en 1908 sin ninguna justificación legal, habiendo ocupado y administrado previamente este país durante los 30 años precedentes, según un mandato internacional (Tratado de Londres de 1878). En aquellos momentos, el ministro austríaco, conde Aehrenthal, estaba dispuesto a destruir Serbia, cercándola. El káiser Guillermo dejaría bien claro que llegado el caso lucharía junto a Austria como «un caballero de brillante armadura». Y los grandes poderes europeos se sintieron incapaces de responder en aquellos instantes. La decisión austríaca aniquiló las grandes esperanzas de Belgrado sobre el proyecto de la Gran Serbia que había acariciado previamente. Serbia ponía fin al sueño de un reino eslavo y se había quedado sin el ambicionado acceso al mar Obviamente, 1908 marca sobre todo el momento crucial del descontento en Turquía. Motivo de revuelta para los Jóvenes Turcos que en dos años (1908-1909) acabaron con el Gobierno otomano, lanzando un programa nacionalista de modernización. Aquellos oficiales del Ejército -entre los que se encontraba el joven Mustafa Kemal- lograron con su pronunciamiento deponer al sultán Abdul Hamid poco después, prometiendo la implantación de un sistema de democracia parlamentaria. Pero el reflujo de la situación se planteó una vez alcanzado el poder olvidando las promesas formuladas. No fue esta la única razón de la siguiente crisis, que llegaría en 1912. A la vista de todas estas realidades, los Estados balcánicos se convencieron de que sus diferencias sólo podrían resolverse entre ellos y mediante el empleo de la fuerza. Así, entre 1912 y 1913 tuvieron lugar tres guerras regionales en los Balcanes. Guerra Italo-Turca La contrarrevolución hacía retornar el viejo sistema represivo en Turquía, prematuramente. En mayo de 1912, Italia atacaba al Imperio otomano, ocupando pando Rodas, Trípoli y Cirenaica (actual Libia). Considerando cómo los italianos habían derrotado fácilmente a los desorganizados otomanos, los miembros de la Liga Balcánica atacaron al Imperio Otomano antes de que la guerra con Italia hubiera terminado. Guerra de la Liga Balcánica por Macedonia En octubre de 1912, con la Sublime Puerta dividida y una insurgente Albania, la Liga Balcánica formada por Montenegro, Bulgaria, Serbia y Grecia (bajo la inspiración del estadista Venizelos) tomó la iniciativa de ataque contra los otomanos en Macedonia. Aunque alemanes y austríacos creyeron que el caduco Imperio otomano les vencería fácilmente, los integrantes de la Liga recorrieron en seis semanas la Turquía europea con facilidad. Tal éxito alarmó a los principales poderes, ante la indeseada posibilidad de que Serbia llegase al Adriatico (ocupando Albania), y Rusia lo hiciese a Constantinopla, gracias a esta coyuntura. Forzaron por consiguiente a ambas partes a que concluyesen la guerra y a que resolvieran mediante el diálogo sus problemas, por vía de conferencia. El Tratado de Londres concedió a Turquía la conservación de Tracia Oriental, pero no se consiguió acuerdo alguno sobre Macedonia. Lo cual convirtió al problema macedonio en casus belli perpetuo.

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Guerra a Bulgaria En junio de 1913, Bulgaria atacó Serbia para iniciar la guerra de partición (segunda guerra balcánica), cuando ésta ocupó el territorio macedonio. Reclamaba la parte más importante de este espacio balcánico. La inmediata respuesta fue que Serbia, Rumanía -que no había intervenido en la primera guerra balcánica-, Montenegro, Grecia y una Turquía en busca de revancha, actuaron conjuntamente contra los objetivos búlgaros. Derrotada esta con facilidad, se vio obligada a aceptar el Tratado de Bucarest (agosto, 1913) por el que Serbia y Grecia conservaron las zonas de Macedonia que les había concedido el Tratado de Londres con anterioridad. En cualquier caso, Serbia seguía literalmente enclaustrada. Turquía aseguraría ligeras ganancias (Adrianópolis), y Rumanía ganó territorios en el mar Negro, obtenidos de Bulgaria. No es extraño que ante el descontento reinante, el premier serbio dijera tras el cese de las hostilidades en agosto de 1913: «Éste es el primer round; ahora debemos prepararnos para el segundo contra Austria». La expansión serbia como gran país no tardaría en desvelarse, pese a que se le había frenado apartándola de los puertos del Adriático, pero su objetivo seguía siendo Salónica y territorios otorgados a Grecia en 1913. Aquel mismo año fue cuando el káiser convino con Austria su respaldo, ante el supuesto de una entrada en guerra con Serbia. Así lo haría también Turquía en busca de desquite, tras habérsele reducido de tamaño. Como hemos visto, con la acentuación de la guerra, en cada oportunidad tuvieron lugar a posteriori Conferencias internacionales, y fueron firmados Tratados ad hoc. Su balance es precario. Albania emergió como Estado soberano, pero no así Macedonia. El juego austriaco se pagó muy caro, la influencia alemana en Turquía se incrementó. Las ambiciones rusas siguieron insatisfechas. Serbia reivindicaba su suelo. En definitiva, la «Cuestión de Oriente» seguía sin resolverse. Crisis Sarajevo Curiosamente, el heredero al trono austríaco simpatizaba con la causa eslava y su aspiración de auto-control y ampliación de competencias. Incluso se mostró predispuesto a aceptar -a diferencia del emperador Francisco José resoluciones a su favor, pero siempre desde dentro del Imperio. El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando visitaba Sarajevo (Bosnia) con su esposa morganática Sofía, duquesa de Hohenberg, coincidiendo con el Festival Nacional Serbio de Vidovdan (el día de San Vito), aniversario de la mítica batalla de Kosovo. Una decisión que a los ojos de Serbia era, sencillamente, un insulto calculado. El estudiante serbio de Bosnia, Gavrilo Princip fue el ejecutor elegido, instrumento de la Mlada Bosna (Bosnia Joven) y sus conexiones con la política serbia. Austria, como sabemos, enviaría el 23 de julio un ultimátum a Belgrado en términos muy duros, y ante la insatisfactoria respuesta serbia, le declararía la guerra el día 28 de julio, poniendo final a la última crisis y dando paso así a la primera conflagración mundial. La secuencia de los hechos que condujeron al estallido de la guerra corresponde a otro capítulo. No obstante, cabe señalar que respaldada por Alemania, Austria-Hungría lanzó aquel ultimátum a Serbia, que al ser rechazado, le obligó a declarar formalmente la guerra a ésta el mencionado día 28 de julio. Rusia se movilizaba en respaldo de Serbia el 30 de julio. Alemania declaraba la guerra a Rusia el 1 de agosto (el kaiser Guillermo II había demandado la revocación inmediata de las decisiones del zar), y dos días mas tarde a Francia (después que el,presidente Poincaré llamara a las tropas franceses). Para implementar el Plan Schlieffen, Alemania invadió Bélgica, lo cual hizo que Gran Bretaña declarase la guerra a Alemania el 4 de agosto (el Primer Ministro Asquith y el secretario de Asuntos Extranjeros Grey acordaron ayudar a Francia con la defensa de la costa atlántica, pero fue la invasión alemana de Bélgica lo que les movió a hacer pública la declaración de guerra). Alemania habia violado la independencia belga y su neutralidad garantizada desde el año 1839 por el Tratado de Londres. Se adhirieron a las potencias centroeuropeas Bulgaria y Turquía, mientras los Aliados recibieron el apoyo italiano en 1915. Acuerdo Naval Anglo-Francés Después del acuerdo con Francia, el Almirantazgo ingles retiro a aguas de Gran Bretaña unos 160 navios de guerra que antes se hallaban dispersos por las numerosas posesiones de Inglaterra,

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particularmente fueron retirados del Mediterraneo. Asi, después de la creación de la entente, las comunicaciones británicas se hallaban relativamente seguras: ahora se veian garantizadas por la flota francesa, que ya no era enemiga, sino amiga de Inglaterra. En adelante, el grueso de la marina británica quedaba concentrada contra Alemania. Antes, sus bases principales se encontraban en el litoral de la mancha, contra las costas francesa. En 1903, Inglaterra empezó a construir grandes bases navales en su costa oriental de cara a Alemania. La carrera armamentista y la conferencia de la haya Carrera Armamentista Durante el período de la paz armada, las tensiones fueron tantas que en realidad debería hablarse de un estado intermedio entre la paz y la guerra. Si los cañones no eran los que llevaban la voz cantante en Europa, era sólo debido a los grandes esfuerzos de la diplomacia por mantener un cierto equilibrio de poderes. De hecho, en general reinaba un gran temor al estallido de una guerra. Y esto tenía una explicación lógica. Durante el enfrentamiento franco-prusiano de 1870, había quedado claro que, a partir de ese momento, las batallas no involucrarían sólo a los militares, como ocurría en la antigüedad. Serían naciones completas las que se verían envueltas en la movilización bélica. Los progresos en el campo de las máquinas de combate hacía que la guerra cobrara un rostro cada vez más amenazador, capaz de poner en jaque el porvenir de toda una nación. Sin embargo, las potencias se vieron embarcadas en una vertiginosa carrera armamentista. Alemania, temerosa de sufrir un ataque francés de revancha, se preparaba concienzudamente para un eventual enfrentamiento. Los otros imitaban su ejemplo, para no quedar en posición de desventaja. Según un historiador, por ese entonces "las naciones mantenían, en tiempos de paz, ejércitos más considerables que antiguamente en tiempos de guerra Las cifras vienen a corroborar lo anterior. Alemania, por ejemplo, contaba con más de 600 mil hombres de armas a fines del siglo XIX. El ejército francés tenía unos 550 mil soldados, el austríaco casi 400 mil y el ruso superaba el millón trescientos mil efectivos. A esto hay que sumar el arsenal militar, que se hacía más sofisticado a medida que progresaba la técnica. Fusiles, cañones, ametralladoras acorazados y buques torpederos llenaban el inventario, que cada día lucía nuevas piezas como submarinos, dirigibles y aeroplanos. Como este material bélico debía ser renovado y actualizado permanentemente, resulta fácil comprender que absorbiera una tajada considerable de los presupuestos de las naciones. La corriente pacifista Ante este inquietante panorama, no faltaron pacifistas que alzaron su voz para pedir una paz verdadera y sólida entre los estados. Ellos consideraban que los impresionantes preparativos bélicos terminarían por conducir al desastre, y pensaban que dicho peligro debía desterrarse.(En la foto, las manifestaciones pacifistas, como la que muestra la ilustración, no lograron impedir el estallido de la guerra en 1914) La propaganda pacifista se centraba en puntos que aún hoy siguen en plena actualidad. Se pedía a los gobiernos llegar a un acuerdo para lograr el desarme o, al menos, a la limitación de los armamentos. También se abogaba por recurrir al arbitraje, como medio de solucionar las controversias internacionales. Inglaterra dio un buen ejemplo en este sentido al someter a arbitraje un conflicto con los Estados Unidos. Este último país exigía una indemnización a los ingleses, por haber dejado armar en sus puertos, durante la Guerra de Secesión un barco sudista llamado "Alat bama". El tribunal dio la razón a los norteamericanos y el fallo fue acatado por Inglaterra. El Ministro inglés Gladstone. entonces, declaró: "Esta herida de amor propio pesa lo que un grano de polvo en la balanza, comparada con el valor moral de este ejemplo: dos grandes naciones entre las más fieras y las más sensibles al sentimiento patriótico, que vienen por su propia voluntad ante un tribunal lealmente escogido, en lugar de atenerse al juicio de la espada". El Tribunal de la Haya (Actual Corte de la Haya)

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Hacia fines del siglo XIX se dio otro paso importante en pro de la paz por invitación del zar Nicolás II de Rusia., los representantes de 26 gobiernos se dieron cita en la ciudad de La Haya(Holanda) para buscar la forma de reducir los armamentos. Esta conferencia internacional se realizó en 1899, pero desgraciadamente no logró sus objetivos. Sin embargo, dio un fruto muy positivo. Se instituyó un tribunal permanente de arbitraje, ante el cual se han ventilado muchos casos y que continúa vigente hasta nuestros días. Estas iniciativas pacifistas no fueron suficientes para evitar que los países recurrieran al viejo método de la violencia. El germen de la guerra venía incubándose desde hacía mucho y nada fue capaz de impedirle brotar en 1914.

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Capítulo XII - Relaciones Internacionales durante la

Primera Guerra Mundial

Activacion de las alianzas e inicio de la guerra: El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando heredero de Austria-Hungría, fue asesinado, en Sarajevo, por un joven bosnio. El gobierno Austro-Húngaro vio, en el atentado de Sarajevo, una nueva prueba del peligro que constituía, para la misma existencia de la Monarquía danubiana, el movimiento nacional yugoslavo; pero, además, una ocasión de hacer frente a tal peligro. Se proponía hacer contra Serbia una guerra preventiva que le permitiese ajustar las cuentas con ella y eliminarla como factor político. El Gobierno alemán fue puesto al corriente de tales intenciones y las aprobó. La guerra austro-serbia preparada el 23 de julio por el envío de un ultimátum, se declaró el 28. Pero para que efectivamente el conflicto permanezca “local”, era necesario que Rusia se resignara a permitir que aplastasen a Serbia y dejara el campo libre, en los Balcanes, a la política austro-húngara. Rusia anunció el 25 de julio, que no se resignaría a ello. El 29 al conocer la declaración de guerra dirigida a Serbia y el bombardeo de Belgrado, el gobierno ruso decidió una movilización parcial, que puso en pie de guerra los trece cuerpos del ejército destinados a operar contra Austria-Hungría. El conflicto austro-serbio amenazaba en convertirse en un conflicto austro-ruso. Hubiese podido evitarse, tal vez, si el gobierno austro-húngaro se sometiese a un arbitraje del problema austro-serbio o si consintiera, según sugerencias del Gobierno inglés, en limitar sus operaciones militares a la ocupación de Belgrado; y luego a iniciar, una vez provista esta garantía, una negociación con Serbia. Pero Austria-Hungría desechó aquellas proposiciones. La guerra austro-rusa parecía inminente. El 23 de julio el gobierno Francés prometió al ruso cumplir las obligaciones de la alianza, es decir, intervenir por las armas en el caso de que Alemania apoyase a Austria-Hungría. El 29, el Gobierno alemán declaró que movilizaría el ejército si las medidas de movilización rusa (dirigidas solo contra Austria-Hungría) continuaban llevándose a cabo. La actitud del Gobierno Ruso apresuró el desenlace: decidió el 30 de julio, sin esperar que alemania pasara a la acción, la movilización general de sus fuerzas armadas. El Gobierno alemán replicó el 31 con el envío de un ultimátum, que dirigió no solamente a Rusia, sino también a Francia y con la proclamación del Estado de peligro de Guerra que implicaba las primeras medidas de movilización, al día siguiente decidió la movilización general. El Gobierno ruso dejó sin respuesta el ultimátum. EL Francés respondió que actuaría según sus intereses, y demostró, al decidir, la movilización de sus tropas, que estaba determinado a ayudar a Rusia. La violación de la neutralidad belga dio al Gabinete inglés, convencido de que no podía dejar a Alemania una victoria continental, el apoyo casi unánime de la opinión pública: El 4 de agosto Gran Bretaña entró a la guerra. En Austria-Hungría, el Gobierno y el Estado Mayor vieron, en las aspiraciones nacionales de los eslavos del Sur, una amenaza, no solamente para el poder de la Doble Monarquía, sino también para su existencia, pues el éxito de un irredentismo animaría a las otras minorías nacionales a seguir el ejemplo. Era una cuestión vital. Para intentar dominar el movimiento de las nacionalidades y el riesgo de desmembración del Estado, estaban dispuestos, desde el principio, a declarar la guerra a Serbia, aún cuando tal guerra ocasionase con Rusia un conflicto que, debido al juego de las alianzas, se extendiera a todos los grandes Estados del continente. El conflicto austro-serbio amenazaba gravemente los intereses fundamentales de la política exterior rusa,

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orientada hacia el área balcánica. La influencia sobre las poblaciones cristianas en lls Balcanes no solamente era el medio de presión que utilizaba la política rusa para intentar conseguir una modificación del estatuto de los Estrechos y asegurarse el acceso al Mediterráneo, sino que, además, la preponderancia eventual de Austria-Hungría en los Balcanes favorecería los planes alemanes en Constantinopla. El Gobierno ruso no quería, que Austria-Hungría aplastase a serbia y se convirtiese en la potencia dominante en los Balcanes. Ni Rusia ni Austria-Hungría podían considerar la guerra sin haber obtenido el asentimiento de sus aliados. El Gobierno alemán, había prometido a su aliado un total apoyo, y le recomendó que no dejase pasar una ocasión tan favorable. Se opuso a las tentativas de mediación. El 28 de julio animó a su compañero austro-húngaro a que declarase la guerra a Serbia, y el 29 anunció a Rusia que no toleraría las medidas de movilización dirigidas contra Austria-Hungría. El Gobierno Francés se mostró más moderado, había prometido cumplir las obligaciones de la alianza franco-rusa, pero el 30 recomendó al aliado que evitase toda iniciativa que, por su índole, provocase una réplica alemana. La movilización del ejército ruso debía dirigirse únicamente contra Austria-Hungría. EL gobierno ruso hizo caso omiso a sus consejos, pero Francia no podía ni pensar en retirar su promesa de apoyo, si dejase a Alemania aplastar a Rusia, se encontraría en seguida en situación de no poder resistir un ataque alemán. Gran Bretaña, libre de todo compromiso, había procurado evitar, con una acción conciliadora, el conflicto europeo. Sólo cuando la guerra continental era segura, decidió entrar en el conflicto. Gran Bretaña no podía correr el riesgo de una victoria alemana, de una hegemonía continental que, apoyada en la fuerza naval, amenace la seguridad de las Islas británicas. La cuestión belga, esencial para los intereses ingleses, aseguró la adhesión de la opinión pública. La posición de los Estados: Desde primeros de agosto hasta finales de septiembre de 1914, todos los gobiernos y Estados Mayores europeos creian en una guerra corta. Desde el punto de vista economico, los Estados beligerantes pensaban vivir e sus reservas; no intentaron solicitar recursos materiales que pudieran ofrecerles los neutrales. Desde el punto de vista de la cohesion moral, aun no se habia puesto de manifiesto ninguna dificultad. Pero despues de la batalla de Marne y del fracaso del plan de operaciones aleman, en el otoño de 1914 los beligerantes se encontraron ante la perspectiva de una larga lucha, cuyo resultado no iba a depender ya de las fuerzas militares del mar y la tierra solamente: la salvaguardia de la cohesion moral y el problema de los cambios economicos internacionales ocuparon un lugar importante dentro de las precauciones e todos los gobiernos, que, al mismo tiempo tuvieron que prestar atencion a las cuestiones referentes al mantenimiento y la extension de las coaliciones. Los Estados Beligerantes: Las dos potencias centrales: Alemania y Austria-Hungria, pese a la diferencia demografica, dispusieron, al inicio de las hostilidades, de efectivos militares que podian compararse con los de sus adversarios. La perspectiva de una guerra prolongada no les inquietaba por el momento, estaban muy lejos de haber dispuesto todos sus recursos humanos. La cohesion del esfuerzo de guerra parecia que iba a asegurarse sin diicultad, porque el Estado Mayor Austro-Hungaro, aunque a menudo tuviera que quejarse de los metodos tajantes de los grandes jefes alemanes, aceptaba la influencia de estos y, salvo en raras ocasiones, se inclinaba ante su superioridad. La armonia de la accion politica no vacilo durante los primeros dos años de guerra, porque la practica de una alianza que perduraba desde hacia treinta y cinco años habia establecido solidas tradiciones y porque los objetivos de guerra son mucho mas faciles de armonizar cuando la orientacion geografica es diferente: Alemania no miraba hacia los Balcanes, que eran, al principio de la guerra, la unica region a la que se aferraba la politica Austro-Hungara. Por otro lado, la colaboracion economica que la guerra imponia a los dos Estados abrio el camino para un plan de union aduanera que podria dar a la alianza, en el futuro, el refuerzo de los intereses materiales. Los

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puntos debiles eran, por una parte, la dificultad de hacer marchar al mismo pas a dos Estados cuyas poblaciones respectivas tenia reacciones sentimentales muy distintas, y por otra, la amenaza que pesaba sobre las relaciones economicas internacionales. En Alemania el conjunto de la poblacion estaba animado por un patriotismo activo, por el sentimiento profundo de la grandeza nacional, por el espiritu de sacrificio en interes del Estado y por una vigorosa tradicion militar. No cabe duda que la presencia en el territorio del Imperio de grupos alogenos localizado en la proximidad de las fronteras y que permanecian casi completamente extraños a la vida nacional, podria ser un elemento creador de debilidad nacional, pero esas mnorias nacionales, dispersas por regiones alejadas entre si, separadas por sus mentalidades y sus estructuras sociales, no podian oponer al Estado una resistencia efectiva. En Austria-Hungria, por el contrario, en donde solo la maquina administrativa mantenia una apariencia de cohesion entre las poblaciones dispares, no se podia pretender la realizacion de una guerra nacional. Para contener la amenaza de disociacion, los gobiernos de Viena y Budapest no hallaron otro medio que el de imponer la obediencia con la fuerza. La situacion economia al final de 1914 no era grave y la escasez no se dejaba sentir seriamente en el terreno de los abastecimientos. Durante el año 1915 los neutrales europeos contribuyeron ampliamente a allimentar a la poblacion alemana.Hasta el invierno de 1915-1916 no empezaron a ser serias las dificultades alimenticias, que se agravaron rapidamente durante el transcurso d 1916, cuando los procedimientos de bloque se hicieron mas rigurosos.La persepectiva de la guerra larga era, peligrosa para las potencias centrales, cuyos recursos no tenian mas remedio que disminuir a medida que se prolongaban las hostilidades. Al principio de 1915 el gobierno aleman adopto una politica de represalias lanzandose a la guerra submarina, esperaba que los perjuicios ocasionados a la navegacion neutral obligarian a Estados Unidos a exigir a Gran Bretaña una aplicacion menos estricta del bloqueo. Durante los primeros dos años de la guerra, por tanto, la suerte de las operaciones militares dependiio de los ejercitos frances y ruso. Los tres Estados sobre los que descansaba el peso principal de la lucha presentaban, tanto esde el punto de vista de las fuerzas economias como desde el de las fuerzas morales, condiciones muy dispares. En Francia las fuerzas morales estaban intactas, pero las fuerzas economicas se hallaban gravemente comprometidas. Los rendimentos de la produccion agricola se veian amenazados por la escasez de mano de obra, Francia era el Estado beligerante que desde el principio de las hostilidades habia movilizado el mayor numero de hombres. La producion industrial sufrio fuertemente al ser invadidos los departametos del norte. El Gobierno tuvo que recurrir a las importaciones de gran escala: de Gran Bretaña, carbon; de EEUU productos alimenticios, materias primas y material de guerra y municiones. Al principio Gran Bretaña cuya industria conservaba todos sus medios de produccion y la mayor parte de su mano de obra, pudoo mantener la produccion economica a un ritmo casi normal. Cuando la guerra se prolongo, bajo el valor de la libra y los transportes se hicieron mas dificiles, fue preciso acudir a los metodos de control de la economia dirigida. La situacion del Imperio Ruso era, mucho mas dificil, tanto desde el punto de vista moral como desde el economico. Entre los medios cortesanos y la nacion rusa no existia colaboracion. La masa campesina permanecia en un estado de pasividad. Los medios obreros rechazaban la unidad sagrada y daban por descontado que la derrota militar, segun las consignas de Lenin, daria paso a la revolucion politica y social. La burgesia desconfiaba de las autoridades gubernamentales y administrativas. Junto a esa "Nacion Rusa" existian grupos nacionales alogenos que veian en la crisis internacional la ocasion para liberarse del regimen y de la dominacion que sufrian (Judios, Finlandeses, Polacos). La unidad nacional, incovada por el Zar, seguia siendo, una formula vacia. La vida economica era precaria. El cierre de los estrechos daneses, decidido por el Gobierno de Copenhague desde el primer dia del conflicto, impedia la circulacion entre el Mar del Norte y el Baltico; los estrechos otomanos, el Bosforo y los Dardanelos, fueron cerrados por el gobierno turco a las

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semanas de empezar las hostilidades. El Imperio Ruso se encontraba practicamente aislado. Las poblaciones urbanas sufrian de escasez y se veian sometidas al racionamiento de alimentos, otro motivo para que en los medios obreros se atendiese a la propaganda clandestina que elaboraban los adversarios del regimen. El pacto de las grandes potencias de la Entente firmado en Londres el 5 de septiembre de 1914, consignaba la promesa mutua de no concertar la paz por separado. Pero ese acuerdo no indicaba cuales eran los objetivos de guerra de la coalicion. El acuerdo entre las politicas nacionales era, realmente dificil. Francia queria obtener la liberacion de Alsacia y Lorena. Rusia estaba interesada en los estrechos otomanos: asegurar a su flota mercante el libre paso, en cualquier tiempo, por el Bosforo y los Dardanelos era objetivo importante para la vida economica del Imperio, porque la exportacion de trigo se efectuaba, en gran parte, a traves de esta via maritima; abrir a su flota de guerra aquella puerta del Mediterraneo seria dar a la politica exterior del Imperio un instrumento de presion en sus relaciones con todas las grandes potencias. Gran Bretaña habia entrado en guerra para impedir que Alemania, su gran rival desde el punto de vista economico, llegase a dominar el continente y los puertos de las costa flamenca, que proporcionarian a la flota de guerra alemana el medio de amenazar directamente la seguridad de las Islas Britanicas. Pero, una vez que se hallaba comprometida en esa lucha, penso en sus intereses imperiales y en sus zonas de influencia economica fuera de Europa. Los principales resultados positivos que podria conseguir con una victoria serian: eliminar la presencia alemana en las regiones de Africa, donde los intereses ingleses podrian resultar amenazados y en los archipielagos cercanos a Australia. ¿Eran inconciliables aquellos intereses? Podian serlo en dos puntos: la cuestion polaca, porque la reconstitucion de una Polonia independiente encontraba simpatias en Francia; y la cuestion de los Estrechos otomanos, en donde los intereses de Gran Bretaña tuvieron en jaque constantemente a los de Rusia. Pero la importancia relativa de estas dos dificultades era muy desigual, mientras las preferencias sentimentales de la opinion publica francesa con respecto a la nacionalidad polaca hubieron de ceder ante la necesidad de mantener la alianza francorrusa, parecia, mas dificil obtener que Gran Bretaña aceptase conceder a la flota de guerra rusa el acceso al Mediterraneo. El arma economica se encontro, desde el principio, en primer plano. El domino del mar que poseia la flota de guerra britanica, permitia estorbar el abastecimiento a Alemania y Austria-Hungria de productos alimenticios y materias primas. El bloqueo se convirtio en un importante aspecto de la marcha de la guerra. Con el fin de que este arma fuese eficaz, Gran Bretaña y Francia no dudaron en ampliar la nocion de "contrabando de guerra", aplicaron esa nocion a los productos alimenticios, y, mas tarde, al algodon, decidieron tambien, apresar en los barcos neutrales toda mercaderia susceptible de ser utilizada por la industria alemana cuando fuera transportada hacia un puerto neutral vecino a Alemania, salvo en el caso de que el armador pudiera probar que dichas mercancias no iban destinadas a la produccion alemana. El Gobierno aleman respondio, a partir de febrero de 1915, con la guerra submarina, dirigida contra la navegacion comercial del enemigo e, incluso, de los neutrales. Una declaracion franco-inglesa replico que todas las mercancias destinadas al enemigo, fuera cual fuere su naturaleza, serian apresadas. Las potencias centrales corrian el riesgo de verse privadas de cualquier importacion por via maritima. La guerra economica pesaba en la espalda de los neutrales, aunque, esa misma guerra proporcionaba al comercio de los neutrales la ocasion de conseguir grandes beneficios. Los neutrales en Europa Dinamarca pese a tener la oportunidad de reivindicar Slesvig, considero necesario hacer una declaracion de neutralidad (ante el temor de una ataque aleman sin poder contar con el apoyo inmediato de las fuerzas inglesas, francesas o rusas). Suecia podria pensar en Finlandia, pero sabia muy bien que el exito temporal conseguido contra Rusia seria efimero. Los Estados Balcanicos, a pesar de que podrian suministrar a los beligerantes productos alimenticios, solo desempeñaban un papel secundario en la lucha economica. La

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guerra europea, de la que el conflicto entre Austria-Hungria y Serbia fue, sino la causa, por lo menos, la ocasion, debia modificar, inevitablemente la situacion conseguida: una victoria serbia podria permitir realizar, a expensas de Austria-Hungria, la unidad de los eslavos del Sur; una victoria austro-hungara significaria, sin duda, la desarticulacion y tal vez, la desaparicion del pequeño Estado serbio. Bulgaria, la vencida de 1913, acariciaba la esperanza de un desquite que le daria la ocasion de arrebatar a serbia Macedonia. Grecia, que mantenia desde 1913 el tratao de alianza con Serbia tenia interes en impedir el desquite bulgaro, pues ella tambien tenia territorios macedonicos.Turquia, despues de haber recuperado Adrianopolis en el curso de la segunda guerra balcanica, no se resignaba a abandonar Tracia oriental a Grecia, ni las islas del Mar Egeo. Rumania, habia conseguido en 1913 una parte de Dobrudja pero su interes se volcaba a los problemas planeados por el porvenir de las poblaciones de lengua rumana sometidas a la dominacion rusa en Besarabia y a la soberania de Austria-Hungria en Transilvania, Bukonavina y Banato de Temesvar. Pero divergencias internas dieron lugar a la declaracion de neutralidad en agosto de 1914. De la futura actitud de los neutrales europeos, la mas importante, seria la de Italia. A pesar del Tratado de Triple Alianza en agosto de 1914 declaro su neutralidad. En apoyo de esta decision invoco la negativa de Austria-Hungria a la peticion italiana de compensaciones, fundada en el articulo 7ª del Tratado; pero tambien se tuvieron en cuenta las perspectivas estrategicas en el Mediterraneo: si se tomara parte en la guerra, las ostas italianas y por lo tanto los centros industriales de Genova y Liorna quedaban a merced de los cañones ingleses. Esta neutralidad parecia ser solo una solucion para ganar tiempo. Desde los primeros dias del conflicto el Gobierno Italiano habia indicado, mediante sondeos secretos, cuales eran sus aspiraciones: la guerra europea le ofrecia ocasion de dar satisfaccion al sentimiento nacional, liberando a las poblaciones de lengua italiana sometidas a la dominacion de Austria-Hungria. La diplomacia italiana tanteo el terreno por dos lados a la vez para ver que posibilidad tenia de arrancar una cesion amistosa y que promesas podia obtener de las potencias de la Entente si se decidiese a una intervencion armada. La unica politica que Salandra, el presidente del Consejo, se negaba a emprender, era la pasividad pura y simple. Las preocupaciones y los intereses de los neutrales ofrecian el campo de accion de la diplomacia de los beligerantes, que multiplicaban esfuerzos y promesas, dosificando unos y otras de acuerdo con el conjunto de fuerzas militares o economicas que cada uno de esos Estados neutrales podia aportar. Los Estados escandinavos, muy resueltos a mantener su neutralidad, no atraian en realidad, la atencion de los beligerantes mas que en la medida en que podian desempeñar un pape en la guerra economica.Los dos Estados Ibericos estaban muy lejos del teatro de las operaciones. La atencion se fijaba en los Estados Balcanicos y aun mas en Italia, la unica potencia neutral cuya intervencion impondria a Austria-Hungria los peligros y quebrantos de una lucha en dos frentes. Los nuevos beligerantes europeos Turquia fue la primera que intervino. El 2 de agosto de 1914 el Gobierno de jovenes turcos, dominado por Pacha, firmo un Tratado Secreto de Alianza con Alemania y contra Rusia. Permitio el ingreso por los Dardanelos de cruceros alemanes y cerro los estrechos a la navegacion mercante, es decir, impidio el paso del material de guerra que el ejercito ruso esperaba con tanta ansiedad. Pese a todo se decidio en noviembre a entrar en la guerra. El Gobierno tudco estaba convencido, de que el Imperio Otomano habia de temer lo peor de una victoria rusa: Gran Bretaña, aunque hubiera protegio en el pasado a ese Imperio Otomano contra las ambiciones rusas, se veria completamente obligada ahora a dejar actuar a Rusia si no queria dislocar la coalicion. Por el contrario, los intereses otomanos, nada tenian que temer de una victoria alemana.Pacha convencido de la fuerza alemana, siguio siendo fiel a las promesas que hizo en el Tratado de alianza. En este caso el papel personal del hombre de Estado fue determinante. Italia: El gobierno de Salandra se habia inclinado a seguir una politica de "neutralidad productiva", consecuentemente habia intentado emprender negociaciones con Austria-Hungria, para obtener la cesion del Trentino, y en enero de 1915 daba por descontado el exito de esa gestion. Pero los circulos dirigentes de

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la doble monarquia temieron que si, cedian a las reivindicaciones de Italia, alentarian otras, sobre todo la de Rumania sobre Transilvania. Ante la falta de interes austro-hungara el gobierno italiano se puso en contacto con las potencias de la Entente, el Gobierno de Viena, informado por los italiano de este comienzo de negociaciones, acepto la iniciacion de conversaciones. Por espacio de un mes la diplomacia italiana sostuvo la pugna en dos frentes. Si Italia decidiese entrar en la guerra contra Austria-Hungria, podria obtener no solo todos los territorios de la doble Monarquia en los que existieran poblaciones de lengua italiana, sino tambien el valle del Alto Adigio, habitado por la poblacion alemana, la parte de Istria de poblacion eslava y la mitad de la costa dalmata, podria asimismo ocupar en la costa del principado de Albania, el puerto de Valona y el islote de Sazan y obtendria en caso de reparto del Imperio Otomano la region de Adalia y en caso de reparto de las colonia alemanas, compensaciones en los confines de Libia y Eritrea. La obtencion de todo lo prometido estaba subordinada, como es natural, a la participacion efectiva de Italia en la victoria. Si Italia por el contrario pactase con Austria-Hungria podria obtener como pago de su neuralidad, el Trentino, el Veneto italiano con Gorizia, la constitucion de Trieste como territorio autonomo, libertad de accion en Albania y en el Dodecaneso, en el mar Egeo. Pero no recibiria ni la frontera del Brennero, ni las regiones eslavas de Istria, ni el litoral dalmata, ni veria la perspectiva de una extension territorial por Asia Menor y por los dominios coloniales. No podria adquirir en el Adriatico una posicion predomintante. El gobierno Italiano considero, que la neutralidad productiva no podria satisfacer por completo las aspiraciones nacionales y el 26 de abril firmo en secreto, con los Estados de la Entente, el Tratado de Londres, mediante el cual se comprometia a entrar en guerra contra Austria-Hungria en el plazo de un mes. Italia dudaba que Austria-Hungria mantenga, si saliese victoriosa de la guerra general, las promesas que habia hecho en un momento que luchaba por su vida. Por otro lado la opinion italiana se volvaba al deseo de resolver el problema nacional y terminar la unidad italiana, el deseo de demostrar al mundo que la nacion italiana seguia siendo capaz de un gran sacrificio. La intervencion de Bulgaria aparece en condiciones completamente diferentes. Cuando el 23 de mayo de 1915, tres dias despues de haberse votado en Italia los creditos de guerra, el Gobierno Austro-Hungaro ofrecio lleno de ansiedad la Macedonia Serbia a Bulgaria si se mantenia neutral, el Rey Fernando no hizo caso de esa proposicion que le parecia ilusoria. En la situacion que se presentaba en la peninsula balcanica, la unica posibilidad que podria tener bulgaria para realizar sus aspiraciones nacionales, consistia, por tanto, en tomar parte del conflicto general. En mayo de 1915 las potencias de la Entente no podian ofrecer mas que una sola promesa firme: si Bulgaria interviniese en la Guerra contra Turquia, recuperaria Andrinopolis y la parte de Tracia que habia conquistado en 1912 y perdido en 1913. Por el contrario, las potencias centrales podian ofrecer, de entrada, la inmediata ocupacion de toda la Macedonia serbia y obtuvieron incluso que Turquia aceptase una amplia rectificacion de frontera, favorable a Bulgaria, en Tracia. El rey se decidio por estas ultimas en el momento en que en el frente oriental se presagiaba una completa derrota del ejercito ruso y por lo tanto ya no tenia por que temer las represalias de una Rusia, al parecer, vencida. La actitud de Grecia estuvo determinada por cuestiones de politica interior, relacionadas con intereses dinasticos. El Rey Constantitno entendia que la politica exterior debia ser obra suya y no de sus ministros, consideraba imprudente lanzar al Estado griego por el camino del expansionismo. El presidente del Consejo, Venizelos, era de la gran idea griega, buscaba oponerse resueltamente a la tentativa de desquite bularo y a la devolucion de Kabala; extender la expansion nacional griega a costa del Imperio Otomano, en el mar Egeo y en Asia Menor; participar en el Control de los Dardanelos e incluso recontruir un Imperio Griego que se extendiese hasta Constantinopla. Creia que podia llevar adelante estos objetivos sino con el asentimiento de Rusia, si con el de Gran Bretaña y Francia. Francia y Gran Bretaña habia decidido crear un frente balcanico y establecer en Grecia las bases de aprovisionamiento de sus tropas, ante la negativa del Rey, se vieron obligadas a no respetar la neutralidad griega y a imponer en el poder al hombre de Estado que les ofrecia las garantias deseables. En otoño de 1916 las potencias occidentales concedieron su apoyo a un gobierno nacional griego, formado en Salonica por Venizelos. En junio de 1917 termino por prevalecer la iniciativa francesa de formar un Gobierno Republicano venizelista, luego de imponer la abdicacion al Rey.

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La intervencion de Rumania en la guerra, fue una decision tomada libremente por un Gobierno cuyo jefe, Bratianu, podia disponer del Parlamento, y desde la muerte del Rey Carol, en octubre de 1914, y la entronizacion subsiguiente de Fernando, su sobrino, dominaba incluso, a la Corona. Las condiciones en que se presentaba la consecusion de la unidad nacional bastaban para fijar la orientacion de esta politica rumana: la derrota de Austria-Hungria podria significar la liberacion de la poblacion rumana de Transilvania, de Bucovina y del Banato -alrededor de tres millones de hombres- mientras que la derrota de Rusia implicaria, todo lo mas, la liberacion de los rumanos de Besarabia. El lugar del estado Rumano se enontraba al lado de las potencias de la Entente. Pero el gobierno rumano no queia intervenir en el conflicto hasta que los ejercitos de la entente esten, en su opinion, en el camino de la victoria. El Tratado de Alianza y el Convenio Militar firmados el 17 de Agosto de 1916 dio plena satisfaccion a las reivindicaciones rumanas. Pero habia tardado demasiado en decidirse, en noviembre de 1916 el territorio Rumano cayo casi enteramente en manos del enemigo (tropas alemanas). Ninguna de estas intervenciones produjo resultados decisivos hasta finales de 1916 en el desarrollo de las operaciones militares. La misma intervencion italiana aunque inclinase de manera mucho mas importante el equilibrio de fuerzas y aliviara considerablemente la situacion de los ejercitos rusos, solo tuvo una victoria, y esa victoria no tuvo consecuencias. Pero los compromisos que habian contraido los grandes beligerantes con esos recien llegados, para decidirles a intervenir en el conflicto, hipotecaban el porvenir de la actividad diplomatica, pues oponian nuevos obstaculos al intento de buscar una paz de conveniencia con cualquiera de los estados enemigos. Las potencias centrales, que planteaban la posibilidad de una paz separada con Rusia se encontraban lastradas, en sus intentos para conseguirla, por la postura que habian adoptado en los Balcanes, al atraerse a Turquia y a Bulgaria. Los Estados de la Entente habian hecho promesas a Italia y a Rumania, cuyo cumplimiento supondria la completa derrota y el desmantelamiento de Austria-Hungria; con ello restringieron el margen que existia para una posible negociacion. Lo mismo podia decirse de los compromisos contraidos en cadda una de las coaliciones con el fin de definir los objetivos de guerra. En marzo de 1915, Francia y Gran Bretaña, ante demandas de tono imperativo, y cediendo a la presion de su aliada, prometieron a Rusia que, despues de la victoria comun, podria anexionarse Constantinopla, Tracia oriental, las costas europeas del Bosforo y los Dardanelos y asi mismo parte de la orilla asiatica, en marzo de 1916 establecieron un plan de reparto de los territorios asiaticos del imperio otomano; en febrero de 1917, Francia prometio a Rusia que le permitiria fijar las fronteras occidentales a su gusto. Alemania y Austria-Hungria, que ocupaban toda la Polonia rusa declararon que al final de la guerra reconsituirian un Estado Polaco Independiente, esto tenia como objetivo una ola de alistamientos voluntarios en la polonia ocupada, pero la promesa redujo aun mas las posiblidades de una negociacion de paz separada con Rusia. Alemania, al pretender conservar Belgica, se cerro el camino a un contacto secreto con Gran Bretaña. Japón y “las veiniún condiciones” impuestas a China: En China, Asia Occidental y América Latina, las posiciones conseguidas hacía tiempo, por los europeos en el terreno político, económico e incluso cultural, se resintieron. En Extremo Oriente lo que amenazaba esos intereses europeos era la competencia japonesa. La acción del Japón se había dirigido, al principio, solamente contra los intereses alemanes. El 23 de agosto de 1914, el gobierno Nipón declaro la guerra a Alemania: el 7 de noviembre obtuvo la capitulación de Tsingtao y ocupó el territorio en arriendo de Kiaochew. No pensaba tomar parte en el conflicto entablado entre las grandes potencias europeas ni tenía intención de enviar a Europa un cuerpo expedicionario. Japón deseaba mantener la paz en Oriente y la seguridad de su país. Pero, esta paz del Extremo Oriente quería decir que Asia Oriental había de quedar sometida a la hegemonía japonesa. La independencia de China, no sólo económica, sino también política, estaba amenazada de modo más inmediato de lo que estuviera nunca. A la vez, resultaban amenazadas las posiciones conseguidas por las potencias de la Entente,

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de las que Japón era, aparentemente asociado, por ser beligerante contra Alemania, pero en el fondo, rival. En enero de 1915, el jefe de Gobierno chino, general Yuan Chi-Kai, que, aunque se titulaba Presidente de la República, ejercía la dictadura, recibió una nota diplomática nipona en la que se formulaban ventiún demandas. El Gobierno Nipón que se había apoderado del territorio en arriendo alemán, declaró que estaba dispuesto a restituirlo a China, al final de la guerra europea, a condición de recibir un territorio en arriendo en otro punto de la costa. Pero esa restitución quedaba subordinada a la realización previa de toda una serie de requisitos: En tres provincias chinas, Feng-tien – es decir, Manchuria meridional-, Shangtun y Honán -, Japón reivindicaba ventajas económicas que le asegurarían zonas de influencia. En Manchuria meridional, donde los japoneses poseían, desde 1905, el ferrocarril principal y la mayor parte de los ramales, y donde ocupaba, a título de arriendo, el territorio de Port-Arthur, la duración de esas concesiones se fijaría en noventa años y no en veinticinco; además los subditos japoneses, compredidos los coreanos, podrían adquirir tierras y por consiguiente, practicar una colonización. EN Shantung Japón heredaría los intereses alemanes, esto es, las ventajeas concedidas a Alemania (vías férreas y minas), fuera del territorio en arriendo, obtendría también, el derecho a construir y explotar nuevos ferrocarriles. En Honán, los yacimientos de mineral de hierro, serían explotados por una sociedad chino-japonesa. Por otra parte, el Gobierno Chino debía prometer no enajenar o conceder en el futuro cualquier parte del su litoral a una tercera potencia sin el consentimiento de Japón. Por último, las demandas reunidas en el quinto apartado, incluían la colaboración de consejeros japoneses en los organismos políticos y financieros chinos, así como en el ejército; la presencia de funcionarios nipones en los cargos superiores de la policía; la apertura de escuelas japonesas, en general, un conjunto de exigencias que parecían destinadas a preparar un protectorado. No obstante, el Gobierno nipón, concedía, de momento, que la aplicación del quinto apartado podría ser diferida. Yuan Chi-Kai no estaba en condiciones de oponer una resistncia armada, temía también las consecuencias que podría traer un conflicto con Japón para el régimen político chino, el Gobierno japonés amenazaba con prestar apoyo a los refugiados políticos chinos que vivían en su territorio y luchaban contra la dictadura. La eficacia de la resistencia china dependía del apoyo que pudieran ofrecerle las grandes potencias: El Gobierno alemán, pese a estar en guerra con Japón, tenía la garantía de que, dedicado a los asuntos chinos, Japón continuaría negándose a enviar tropas a Europa. Las potencias de la Entente estaban también preocupadas por sus problemas y no adoptaban una actitud coherente. Gran Bretaña, cuya posición económica predomintante en el mercado chino quedaba amenazada, protestó por mediante una nota enviada a Tokio contra la amplitud de las exigencias japonesas, a pesar de ello el Gabinete inglés evitó cualquier tipo de compromiso con China. Sólo Estados Unidos estaba en condiciones de emprender una acción práctica; pero el tono de la nota que su Gobierno dirigió en mayo de 1915 al Gobierno nipón era superficial, pedía que Japón renunciase a las cláusulas que implicaran un atentado contra la independencia, integridad, y libertad comercial de China. China no vislumbraba la esperanza de obtener un apoyo armado de USA. Por eso, cuando el 7 de mayo de 1915 se halló en presencia de un ultimátum nipón, apoyado por movimientos de tropas en Manchuria y por el envío de una escuadra ante las costas de China central, se resignó a ceder, obtuvo, sin embargo, que Japón renunciase provisionalmente a las demandas del quinto apartado. El 24 de mayo de 1915 se firmaron los Acuerdos Chino-Japoneses. El Gobierno nipón consintió en renunciar a parte de su programa porque temían que, si iba demasiado lejos, los Estados Unidos reaccionaran más enérgicamente. Los Acuerdos abrieron al Japón vastas perspectivas, pero tenían su reverso. La reacción nacional, se manifestó por primera vez, en la opinión pública china, entre los intelectuales, estudiantes y comerciantes de las grandes ciudades y de los puertos abiertos: la Prensa, cuya campaña era orquestada por los periódicos chinos veía en los acuerdos una humillación intolerable. El Gobierno japonés no estaba seguro del porvenir y desconfiaba de la actitud que pudieran tomar los EEUU. Por ello, la diplomacia nipona, intentó obtener, por lo menos, el consentimiento de las potencias europeas. En julio de 1916, el Gobierno del Zar, que necesitaba que la industria japonesa suministrase a sus tropas armas y municiones, accedió a firmar un acuerdo secreto

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con el Gobierno de Tokio, que establecía una cooperación en Extremo Oriente: los dos Estados tomarían las medidas necesarias “para salvaguardar a China de la dominación de una tercera potencia”. Era una precaución que tomaba Japón contra una respuesta ofensiva alemana o una posible intervención de EEUU. En febrero y marzo de 1917, Gran Bretaña y Francia dieron pruebas de buena voluntad, con la esperanza de recibir el apoyo de los navíos de guerra japoneses para proseguir su lucha contra la guerra submarina alemana. Las dos potencias occidentales prometieron al Gobierno nipón, que, en el momento de la conferencia de paz, apoyarían las reivindicaciones japonesas sobre los archipiélagos alemanes del sur del pacífico y sobre los derechos e intereses alemanes en Shantung. Bajo el peso de las necesidades que les imponía la guerra europea, las tres potencias de la Entente contrajeron compromisos cuyo más claro resultado consistía en estorbar la resistencia que podría oponer EEUU al predominio japonés en Extremo Oriente. Ingreso de Estados Unidos a la Gran Guerra: “En el momento en que los síntomas de la fatiga moral se agravaban en todos los países beligerantes; en el mismo momento en que la crisis al interior de Rusia tomaba un cariz revolucionario y provocaba la caída del régimen Zarista el 15 de marzo de 1917, las condiciones generales de la lucha se vieron modificadas por la entrada de Estados Unidos en la guerra”. Aunque la posibilidad de intervención de los EEUU en la guerra europea contaba con activos partidarios, y con adversarios decididos, la gran masa de la población, mantenía ante las querellas europeas, la desconfianza o la reserva que los fundadores de la Unión americana habían aconsejado. Con motivo de las elecciones del otoño de 1916, el cuerpo electoral tuvo ocasión de pronunciarse sobre la política general de los Estados Unidos. Wilson resultó reelegido, el presidente se manifestaba con insistencia a favor del mantenimiento de la neutralidad. El slogan adoptado era el de mantener a Estados Unidos fuera de la guerra, evidentemente porque respondía a los deseos del cuerpo electoral. Sin embargo, tanto entre los republicanos como entre los demócratas, se afirmaba la intención de proteger la seguridad de las comunicaciones marítimas, necesaria para el comercio de exportación. Esa seguridad estaba casi conseguida desde que en mayo de 1916, la guerra submarina alemana contra los neutrales fue prácticamente suspendida. Pero el gobierno alemán se reservó la libertad de revisar esa decisión. Apenas reelegido Wilson preparó una gestión de Paz. El esfuerzo militar había comenzado a debilitarse en los dos grupos de Estados que combatían entre si, al mismo tiempo, se agravaban las dificultades económicas y de abastecimiento. En aquellos momentos de incertidumbre fue cuando, por primera vez, se hizo público un ofrecimiento de Paz. El Gobierno alemán y el austro-húngaro en su nota del 12 de diciembre de 1916 propusieron a sus adversarios una negociación, querían mejorar su situación moral ante los neutrales, sobre todo EEUU. La iniciativa alemana adquirió de pronto importancia, debido a que, ocho días más tarde, tuvo lugar una nueva propuesta de paz, hecha por el presidente Wilson. El neutral más poderoso invitaba a los beligerantes a hacer públicos sus objetivos de guerra. Las potencias de la Entente decidieron publicar su respuesta: en la nota del 10 de enero de 1917 solicitaban la evacuación de los territorios invadidos y la reparación de los daños causados, la liberación de la dominación otomana a las nacionalidades no turcas, la modificación del mapa de Europa Central, liberando de la dominación extranjera a los alsacianos y loreneses, rumanos, italianos, checos, eslovacos y yugoslavos y restaurando un Estado polaco. Se guardo silencio, acerca de los acuerdos concertados con el fin de repartirse los futuros despojos del Imperio Otomano. El Gobierno alemán no accedió a la pública manifestación de sus condiciones de paz y se limitó a darlas a conocer al presidente de los Estados Unidos. Aceptaría evacuar Bélgica, pero con especiales garantías: ocupación de las fortalezas de Lieja y Namur, intervención de los ferrocarriles y prohibición al Estado belga de conservar su ejército; reclamaba que Francia le cediese la cuenca de mineral de hierro de Lorena; sobre todo, quería obtener una expansión territorios hacia el Este, más allá de Polonia, que sería englobada en el sistema austro-alemán. Ninguno de los Gobiernos beligerantes admitió, la sugerencia

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americana. En los dos bandos, los Estados, conservaban las esperanzas de lograr resultados decisivos durante los próximos meses. El fracaso de esta gestión de paz, en diciembre de 1916, le confirmó su neutralismo. En ese momento fue cuando el Gobierno alemán decidió reanudar la guerra submarina, y reanudarla a ultranza. El 31 de enero de 1917, el presidente Wilson recibió una carta del Gobierno alemán, declarando en situación de bloqueo las costas de las Islas Británicas y de Francia y anunciando que, en el mar del Norte, canal de la Mancha, mar de Irlanda y Mediterráneo occidental, los navíos navegarían por su cuenta y riesgo. El presidente Wilson, a partir de entonces, estaba convencido de que se imponía la intervención. Si esperó dos meses más, fue, sobre todo, porque quería contar con el apoyo de la opinión pública. A la carta del Gobierno alemán, replicó con la ruptura de relaciones diplomáticas, confiaba que tal decisión bastaría para devolver la razón a Alemania. Sin embargo, Wilson se vio obligado en seguida a ir más allá de la simple presión diplomática y a adoptar una actitud de neutralidad armada. La circunstancias económicas le impulsaron a ello, los armadores norteamericanos habían interrumpido la navegación por las zonas bloqueadas, lo que había parado gran parte de las exportaciones destinadas a Francia y Gran Bretaña y provocó una congestión económica en los puertos americanos del atlántico. Para remediar esa situación y animar a los armadores a reanudar sus actividades se dotó a los barcos mercantes con medios de defensa contra el ataque de submarinos, las flotas mercantes llevarían cañones. La neutralidad no había impedido a EEUU establecer, de hecho, relaciones financieras con una de las coaliciones beligerantes, ni proporcionar a los Estados de la Entente los recursos que permitían a estos librarse de las dificultades económicas que conocía Alemania. Las Bancas – y sobre todo la Banca Morgan – que habían abierto créditos a Gran Bretaña y Francia o negociado los empréstitos otorgados al Gobierno Francés e Inglés, estaban profundamente comprometidas, se arriesgaban a sufrir un desastre en caso de derrota de la Entente, tenían por tanto, interés evidente en volcar la opinión pública contra Alemania y controlaban, para ello, la Prensa. Los intereses económicos y el sentimiento del honor nacional o del prestigio de Estados Unidos convergían, en febrero de 1917, cunado los puertos estaban atestados de mercancías que ya no transportaban los barcos mercantes americanos, la congestión económica alcanzó rapidamente los centros de producción, al cesar los exportadores de comprar artículos alimenticios y materias primar; los agricultores del Oeste Medio y los plantadores de algodón del Sur sentían directamente en sus intereses materiales, las consecuencias de la guerra submarina a ultranza. Esas poblaciones comprendían ahora que no era fácil permanecer fuera de la guerra. Unos días más tarde sobrevino el asunto del telegrama Zimmerman. El Servicio de Información Inglés pudo captar y descifrar un mensaje dirigido por el Secretario alemán de Estado en Asuntos Exteriores a su representante diplomático en Méjico: si los Estados Unidos entraran en la guerra, deberían ofrecer a Méjico la alianza alemana, haciéndole concebir la esperanza de que reconquistaría los territorios que se anexionó la Unión en 1848, y aconsejar al presidente Mejicano que se pusiera en contacto con el Gobierno nipón. El telegrama fue comunicado a Wilson quien hizo que se publicase en la Prensa. De ese modo en el espacio de quince días, las poblaciones hasta entonces más favorables al neutralismo se dieron cuenta del peligro alemán. El Gobierno se sintió con mayor libertad para preparar la intervención, que consideraba ahora inevitable. La ocasión la dio el hundimiento del vapor Vigilentia con su tripulación, el 19 de marzo; el 20 el presidente se encontraba decidido a la intervención armada y convocó a una sesión extraordinaria del Congreso, que votó por la declaración de guerra el 2 de abril. El presidente Wilson, de acuerdo con el Gabinete, decidió que la participación en el conflicto europeo sería efectiva en todos los sentidos y que la Unión americana pondría en pie de guerra un gran ejército. Gran Bretaña, a causa de la guerra submarina, corría el riesgo de verse forzada a capitular antes de seis meses; pero la entrada en guerra de los Estados Unidos hizo fallar todos los cálculos alemanes, porque el tonelaje mercante disponible para el abastecimiento de las Islas Británicas aumentó en proporciones importantes. La flota comercial americana estaba a disposición de los organismos interaliados. La mayoría de los Estados de América Latina que, siguiendo el ejemplo de EEUU, entraron a la guerra, confiscaron los barcos mercantes alemanes que se encontraban refugiados en sus

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puertos y los pusieron al servicio de la Entente o de los EEUU. Los Estados neutrales europeos, recibieron la advertencia de que, en tanto sus barcos rehusasen navegar, ser verían privados de mercancías americanas. La Entente a su vez, obtuvo ventajas considerables desde el punto de vista económico – financiero. Las perspectivas militares eran a más largo plazo, EEUU proporcionaría reservas de efectivos superiores a las de todos los demás beligerantes juntos, excepto Rusia. El ejército norteamericano, que se formaría de cero, entraría en combate recién en la primavera de 1918, pero a partir de ese momento el equilibrio de las fuerzas militares se desplazaría rápidamente a favor de las potencias de la Entente. Las potencias centrales, ante las nuevas esperanzas que hizo concebir la crisis interior de Rusia, optaron por intentar obtener una victoria decisiva antes de la entrada en combate de las tropas americanas. El Gobierno de los Estados Unidos pensaba desempeñar esa nueva misión que le había correspondido en las relaciones internacionales sin comprometerse por escrito con las potencias de la Entente, que no eran sus aliadas, sino sus asociadas. Wilson conservó libertad de acción. No adhirió al Pacto del 5 de septiembre de 1914, es decir, se reservó el derecho de retirarse de la lucha cuando quisiera. La participación de los Estados Unidos en la guerra europea hizo que tomasen un nuevo aspecto los asuntos de Extremo Oriente. En 1915 la diplomacia de los Estados Unidos había manifestado su oposición a la política japonesa en China: en enero de 1917, en el mismo momento en que Francia y Gran Bretaña se resignaron a hacer promesas al Gobierno nipón, el Gobierno americano declaró que no reconocería los intereses especiales del Japón en Shangtung, pero no fue más allá de esa manifestación de intenciones. Pero la decisión de participar en la guerra europea iba a llevar a los Estados Unidos a esarrollar sus fuerzas navales y a crear un ejercito que le proporcionaría, una vez terminado el conflicto, medios de acción para el Pacífico y Extremo Oriente: iban a asegurar al Gobierno americano un papel importante, y quizás predominante en la Conferencia de Paz, donde se discutiría la suerte de los territorios e intereses alemanes en China. La política norteameriana en Asia Oriental sería más firme y ofrecía dos aspectos complementarios: el esfuerzo por consolidar la posición internacional de China y el intento de frenar al Japón y limitar sus ambiciones. El medio diplomático más eficaz sería el conceder a China el derecho a sentarse en la Conferencia de Paz, donde las diferencias chinojaponesas se someterían al arbitraje de las grandes potencias. Para esto bastaba que China se convirtiese en beligerante contra Alemania. El primer objetivo de la política norteamericana fue, la intervención de China en la guerra. Hacía falta persuadir al Gobierno Chino, en el que el presidente de la República, Li-Yuan-Hong y el primer ministro, Tuan-Chi-Jui, se encontraban en desacuerdo fundamental. Tuan, que estaba confabulado con los generales gobernadores de las provincias del norte de China, deseaba entrar en la guerra, porque pensaba encontrar la ocasión de desarrollar las fuerzas armadas con la ayuda de créditos norteamericanos. El problema de la posible intervención estaba dominado por cuestiones de la política interna de China. El asunto se resolvió por un golpe de Estado.Tuan cuya política era condenada por el Poder Legislativo, provocó una sedición de Generales, obligó al presidente de la república a disolver el Parlamento y se instaló, como amo, en Pekin. El 14 de Agosto de 1917 el Gobierno Chino declaró la guerra a Alemania. El resultado inmediato era la amenaza de secesión: en Cantón, Sun Yat-sen, padre de la revolucion China de 1911, formó un gobierno frente al de Pekín. China se vio envuelta en una nueva guerra civil; el gobierno de Tuan buscó el apoyo financiero de los japoneses. La esperanza de consolidar China era más remota que nunca. El Gobierno Japonés se aprovechó de las circunstancias: intentó neutralizar la oposición de Estados Unidos y obtener seguridades que podría utilizar en la Conferencia de Paz y que no dejaría de emplear antes de esa conferencia para intimidar al Gobierno Chino. El 2 de noviembre de 1917 se firma el Acuerdo de Lansing-Ishii: El gobierno nipón prometía rspetar la independencia y la integridad territorial de China, así como las ventajar comerciales concedidas a las potencias por los tratados; pero consiguió que los Estados Unidos reconociesen los intereses especiales a los que podía aspirar en China, particularmente en la parte contigua a sus posesiones.

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Los “14 puntos” de Wilson: Wilson deseaba una paz que concediese a las minorías nacionales de Europa y Próximo Oriente mejores condiciones de existencia, sin que estas mejoras implicaran, necesariamente, la independencia; deseaba una paz que destruyera el militarismo alemán y a la pandilla militar prusiana; pero no quería aplastar, ni desde el punto de vista económico ni desde el político, a esa Alemania donde el movimiento liberal triunfaría en cuanto fuera seguro el fracaso de los militares; esperaba que esa paz sería duradera, gracias a una nueva organización de las relaciones internacionales. Wilson contaba decididamente con que, una vez terminada la guerra, podría imponer su concepción. Para influir sobre la opinión pública del mundo entero, parar conmover la moral del adversario y para debilitar la resistencia de los nacionalistas ingleses y franceses, sin esperar el fin de la guerra, definió su programa de paz en el Mensaje del 8 de enero de 1918. En sus Catorce Puntos expresaba:

1. Convenios abiertos y no diplomacia secreta en el futuro.

2. Absoluta libertad de navegación en la paz y en la guerra fuera de las aguas jurisdiccionales, excepto cuando los mares quedasen cerrados por un acuerdo internacional.

3. Desaparición, tanto como sea posible, de las barreras económicas.

4. Garantías adecuadas para la reducción de los armamentos nacionales.

5. Reajuste, absolutamente imparcial, de las reclamaciones coloniales, de tal manera que los intereses de los pueblos merezcan igual consideración que las aspiraciones de los gobiernos, cuyo fundamento habrá de ser determinado, es decir, el derecho a la autodeterminación de los pueblos.

6. Evacuación de todo el territorio ruso, dándose a Rusia plena oportunidad para su propio desarrollo con la ayuda de las potencias.

7. Plena restauración de Bélgica en su completa y libre soberanía.

8. Liberación de todo el territorio francés y reparación de los perjuicios causados por Prusia en 1871.

9. Reajuste de las fronteras italianas de acuerdo con el principio de la nacionalidad.

10. Oportunidad para un desarrollo autónomo de los pueblos del Imperio austrohúngaro.

11. Evacuación de Rumanía, Serbia y Montenegro, concesión de un acceso al mar a Serbia y arreglo de las relaciones entre los estados balcánicos de acuerdo con sus sentimientos y el principio de nacionalidad.

12. Seguridad de desarrollo autónomo de las nacionalidades no turcas del Imperio otomano, y el Estrecho de los Dardanelos libres para toda clase de barcos.

13. Declarar a Polonia como un estado independiente, que además tenga acceso al mar.

14. La creación de una asociación general de naciones, a constituir mediante pactos específicos con el propósito de garantizar mutuamente la independencia política y la integridad territorial, tanto de los Estados grandes como de los pequeños.

El mensaje estaba redactado, con la intención de moderar algunas impaciencias, evitando, por ejemplo, prometer la independencia de las nacionalidades de Austria-Hungría de las que solo se decía debían esperar el mayor grado de desarrollo autónomo.

´La revolución Rusa y su política exterior – Paz de Brest-Litovsk y la salida rusa del conflicto – El decreto de Paz de Lenin:

El 15 de marzo de 1917 se producía la caída del régimen zarista ruso, después de la abdicación del Zar, se formó un Gobierno provisional el 17 de marzo, el cual declaró mediante una circular del ministro de Asuntos Exteriores, Miliukoff, su deseo de continuar la lucha hasta el fin, sin vacilar, dentro del marco de los objetivos de guerra fijados en los acuerdos interaliados. Pero aquel Gobierno, aunque apoyado por la burguesía

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liberal, fue combatido por los socialistas, bolcheviques y no bolcheviques, partidarios de una paz sin anexiones; y tales tendencias de los socialistas concordaban con el profundo sentimiento de la masa campesina, dispuesta a olvidar la guerra y preocupada unicamente por la reforma agraria de la que la desaparición del régimen zarista parecía ser el preludio. El ejército ruso estaba desorganizado y expuesto a la disolución. Esta fue la única posibilidad en el horizonte militar capaz de atenuar a Alemania y Austria-Hungría la amenaza que significaba la intervención de los Estados Unidos. El Gobierno alemán dio todas las facilidades a Lenin para trasladarse desde Suiza a Rusia, a través del territorio alemán, para que fuese a ponerse a la cabeza de un movimiento pacifista: fue Lenin quien, el 4 de mayo de 1917, lanzó un llamamiento al pueblo e intentó derribar el Gobierno Provisional, no lo consiguió, pero obtuvo la dimisión de Miliukoff (Asuntos Exteriores) y su sustitución por un partidario de la Paz sin anexiones, Teretschenko. El nuevo ministro afirmó que deseaba una paz general y rechazaba toda idea de una paz por separado. La fidelidad de Rusia a sus compromisos de alianza quedaba, sin embargo, comprometida, pues el gobierno reconocía que estaba paralizado por la inercia del espíritu público.

La perspectiva de una Paz por separado con Rusia constituía, el centro de las preocupaciones austro-alemanas durante el verano de 1917. A causa de la revolución rusa, la intervención americana no tuvo, todos los resultados políticos que hubiera podido conseguir. Los Gobiernos de las potencias centrales afirmaron de nuevo su voluntad de proseguir la guerra hasta la victoria, confiaban en la disociación de la coalición adversaria, sobre todo por la situación cada vez más precaria del Gobierno provisional ruso y la disgregación de sus fuerzas armadas.

En Rusia, la gran mayoría de la opinión pública se adhirió a la consigna de paz lanzada por Lenin y los socialistas bolcheviques: Paz sin anexiones, ni indemnizaciones de guerra, pero, sobre todo, paz inmediata, que sería el prefacio necesario para una reconstrucción política y social. Los dirigentes bolcheviques estaban decididos a hacer esta paz por separado, si los aliados de Rusia no querían secundarles. El ejército estaba desorganizado por la huida de un gran número de oficiales, diezmado por la deserción de campesinos que no pensaban más que estar presentes en su aldea el día en que se fuese a realizar el reparto de la tierra. Se trataba, de la descomposición del Estado. Fue la influencia de esas fuerzas profundas la que preparó y anunció la paz por separado.

El Gobierno provisional, al mismo tiempo que proclamaba su fidelidad a las alianzas, aceptaba el programa de paz sin anexiones ni indemnizaciones de guerra; estaba, por consiguiente, en desacuerdo con las potencias occidentales en cuanto a la cuestión de Alsacia y Lorena y la del irredentismo italiano. Kerensky (Gob. Provisional Ruso) continuó declarando que no abandonaría los compromisos de alianza. Esta posición, aunque su base jurídica y moral fuera sólida, era, a los ojos de la opinión pública rusa, una posición falsa.

El Gobierno se veía amenazado desde dos frentes por tentativas de Golpes de Estado, por un lado, los bolcheviques, por el otro el ejército. En octubre de 1917 la anarquía aumentó, los bolcheviques no estaban dispuestos a dar más tiempo al Gobierno provisional, la revolución del 7 de noviembre (comienza el 25 de octubre de 1917) derribó el Gobierno, gracias a la neutralidad declarada de los jefes militares superiores. La primera decisión del nuevo Gobierno fue anuncia que iba a hacer la paz. Sin anexiones, y el decreto del 15 de noviembre sobre las nacionalidades otorgaba a los pueblos de Rusia el derecho a disponer de su destino e incluso el de formar Estados independientes. Como los territorios ocupados por los ejércitos de las potencias centrales estaban habitados casi exclusivamente por poblaciones alógenas – polacos, bálticos, rutenos -, dicho decreto permitía presumir el abandono definitivo de dichos territorios.

Las causas de la defección rusa fueron exclusivamente rusas: crisis económica, desorden administrativo, evolución moral, que utilizaron los artífices de una revolución social y política; clarividencia de los jefes bolcheviques, quienes para asegurar el éxito de este movimiento revolucionario, anunciaron su intención de terminar con una guerra de la que la inmensa mayoría de la población se había desentendido. Las otras potencias, adversarias o aliadas, no desempeñaron en esa coyuntura más que un papel pasivo. Los aliados se limitaron a ser espectadores, sabían que el ejército ruso, carcomido por las deserciones, ya no era una fuerza combatiente; que el pueblo ruso, en su gran mayoría, deseaba la paz inmediatamente, a cualquier precio; y porque, en fin, no imaginaban ningún medio para hacer que Rusia continuase la guerra.

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Sin embargo, fueron necesarios cuatro meses para obtener esa Paz inmediata. El 21 de noviembre de 1917 pocos días después de haber dominado la contraofensiva del Gobierno provisional, se iniciaron las conversaciones con las potencias centrales. El 15 de diciembre fue firmado el Armisticio sin serias dificultades. La discusión sobre el tratado de paz, iba a desarrollarse en la Conferencia de Brest-Litovsk, a través de ásperos debates, hasta el 2 de marzo de 1918. El conflicto consistía en la manera de concebir el derecho de libre disposición de los pueblos, la cuestión era saber si las potencias se anexionarian o no la mayor parte del territorio que ocupaban sus tropas. La delegación soviética admitía que las poblaciones de esos territorios decidiesen su destinio mediante plesbicito, pero exigía que el voto sea libre, y por consiguiente tenga lugar después de la retirada de las tropas. Los alemanes y austro-húngaros se negaban a la evacuación previa, que les quitaría los medios para ejercer presión sobre los votantes. Los soviéticos habían obtenido, mediante el convenio de armisticio, el resultado que necesitaban con urgencia, es decir, la posibilidad de emplear sus fuerzas en los frentes de la guerra civil; podían sin ningún inconveniente, aplazar la firma de la paz. Los austro-alemanes tenían necesidad de aclarar las relaciones con los soviéticos para poder dedicar todas sus fuerzas a la ofensiva contra el frente francés antes de la entrada en fuego de las fuerzas americanas y, también, procurarse en Rusia los cereales y el ganado indispensable para superar la crisis de abastecimiento.

Austria-Hungría necesitaba una paz rápida para remediar la penuria de artículos alimenticios. La separación de Ucrania le ofreció esa solución. El 10 de enero de 1918 la Asamblea Nacional de Kiev se declaró independiente y envió una nota a la Conferencia de Best-Litovsk. Austria-Hungría firmó un tratado de reconocimiento de independencia y paz con la República de Ucrania en vistas a obtener recursos agrícolas. Pero las tropas bolcheviques habían empezado a invadir el territorio de la república independiente y ocuparon Kiev. La delegación soviética en Brest-Litovsk argumentó que aquella paz austro-ucraniana no tenía valor. Las tropas austro-alemanas para obtener los suministros reanudarían hostilidades. Trotsky se negó a continuar las conversaciones de paz. Guillermo II reanudó las hostilidades el 18 de febrero de 1918, una simple marcha militar hacia Petrogrado bastó para provocar el retorno a Brest-Litovsk de una delegación rusa, que declaró someterse ante la fuerza y firmó el Tratado de Paz. “El objetivo era la salvación de la Revolución: si Rusia firmase la Paz, aunque fuese a costa de abandonar algunas provincias, la revolución se salvaría; si la guerra continuase, la ruina de la revolución es segura. Esta paz, sin duda, sería una humillación para el poder soviético, sin embargo, evitaría la completa derrota de ese poder”

Por el Tratado de Brest-Litovsk, Rusia abandonaba sus territorios de Polonia, Curlandia y Lituania y dejaba a las potencias centrales que decidiesen el destino de esos territorios; prometía evacuar completamente los de Livonia y Estonia, sin renunciar a su soberanía sobre ellos, y reconocía la independencia de Ucrania y la de Finlandia. El Gobierno soviético se comprometía a no entorpecer mediante derechos aduaneros o prohibiciones las compras que Alemania quisiera efectuar en territorio ruso. Dos días después, el Gobierno rumano, incapaz de conservar, sin el apoyo de las tropas rusas la pequeña parte de su territorio nacional, preservado de la invasión, firmó los preliminares de la paz en Buftea: Por el Tratado de Paz de Bucarest, del 7 de mayo, cedía la Dobrudja a Bulgaria y renunciaba, en provecho de las potencias centrales, a su independencia económica.

Esta paz rusa por separado, en el momento de su firma, parecía oferecer a Alemania la perspectiva de una victoria decisiva en los campos de batalla de Francia. Indudablemente aliviaba las dificultades alimenticias de Alemania y Austria-Hungría, facilitaba la aviación por el petróleo rumano, la organización de los transportes militares; pero como contrapartida, contribuía a provocar dificultades interiores en los dos Imperios Centrales: la propaganda comunista se filtraba en Alemania, al mismo tiempo, la resistencia de las minorías nacionales en Austria-Hungría se hacía más activa al ritmo de los debates sobre el derecho de libre disposición de los pueblos de Brest-Litovsk. Las relaciones con el Gobierno soviético no fueron llevadas de una manera realista. El gobierno aleman, decidido a obtener amplias anexiones territoriales no percibió la conveniencia de una paz conciliadora, que le hubiese permitido trasladar, con mayor rapidez, su esfuerzo militar hacia el frente de Francia. Las potencias occidentales no consideraron luego de Brest-Litovsk buscar un acuerdo con los soviéticos, sobre

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todo, por que al reconocer a ese gobierno, tendrían que renunciar a un argumento que pensaban utilizar a posteriori para la anulación del Tratado. El alcance de la cuestión rusa no fue apreciado en ningún momento de acuerdo con su valor. El cordon sanitario (historiasiglo20.com y Wikipedia):

Tras intervenir directamente y ayudar al Ejército Blanco durante el guerra civil, las potencias vencedoras, durante las conferencias de paz, optaron por establecer lo que se denominó cordón sanitario en torno a la URSS comunista. Establecimiento de una serie de estados antisoviéticos que cercaran al nuevo estado soviético. Se trataba de impedir la expansión del comunismo y debilitar a la URSS.

Los Armisticios: La dislocación de Austria-Hungría: El Gobierno de Austria-Hungría quiso, en 1914, la guerra europea, porque creía que unicamnte una victoria militar podría detener la amenaza de disgregación del Estado. Pero los sintomas de la crisis aparecieron desde principios de 1917. Las amenazas profundas estaban relacionadas con la situación económica y la actitud de las minorías nacionales. Austria, sufría la escaséz de artículos alimenticios, no podía contar con los recursos agrícolas de Hungrìa para remediarla ya que el compromiso económico permitía a Budapest prohibir la exportación de cereales y de ganado. La protesta de las minorías nacionales, alentada en diciembre de 1916 por la declaración de las potencias de la Entente señalando sus objetivos de guerra, recibió un nuevo impulso, en marzo de 1917, cuando la desaparición el régimen zarista abrió perspectivas favorables a la reivindicación polaca. La penuria de artículos alimenticios adquirió gravedad en toda la parte austríaca de la Doble Monarquía, para 1917. Esas dificultades de abastecimientos constituyeron el origen inmediato de las revueltas sociales que, a mediados de enero de 1918, tomaron un cariz amenazador. El Emperador preveía un movimiento revolucionario si no se conjuraba la crisis de abastecimientos. Esta amenaza obligó a Austria-Hungría a acoger la paz ucraniana, única vía de salvación. El movimiento de las nacionalidades tuvo más importancia. El desarrollo de la protestas de las minorías, estaba fuertemente relacionado con la situación internacional; pero también con las condiciones de la política interior, el Emperador Carlos hizo que se reuniese el Parlamento austríaco, dando ocasión a los grupos nacionales para afirmar publicamente sus reivindicaciones. La protesta Checa adquirió nuevo vigor, al iguar que la Yugoslava, fuertemente afectada en 1915 por la intervención italiana y la derrota serbia. El objetivo era la creación de un Estado Yugoslavo, donde reinaría una dinastía serbia, pero las poblaciones croatas tendrían un estatuto de autonomia. Serbio y Croatas deseaban englobar en ese estado a los eslovenos; el promotor del movimiento nacional esloveno, Korosec, se mantuvo, al principio distanciado y hasta marzo de 1918 no se adhirió a la reivindicación de independencia y al proyecto del Estado yugoslavo. Los jefes de los dos movimientos nacionales de mayor importancia, solo adoptaron un programa de dislocación de la Doble Monarquía cuando el derecho a la libre determinación de los pueblos se encontró en el centro de las conversaciones de Brest-Litovsk. Las potencias de la Entente debían tratar de explotar en su provecho ese movimiento de las nacionalidades. Pero Francia y Gran Bretaña no emprendieron, en un principio, una política favorable a las nacionalidades, sino que buscaron, la paz por separado. Prometieron a Austria-Hungría que conservaría todos sus territorios, si aceptara la paz por separado; pedían, solamente, que las minorias nacionales fuesen beneficiadas con una autonomia, dentro de un marco confederal. Pero ante el fracaso de la paz por separado, Gran Bretaña y Francia se decidieron a inscribir la destrucción de Austria-Hungría entre sus objetivos de guerra esenciales, en lo sucesivo, apoyarían a los dirigente que en la emigración, impulsaban los movimientos nacionales y reivindicaban la independencia. El gobierno italiano cedió a una política de acuerdo con las nacionalidades oprimidas de Austria-Hungría. El 24 de octubre de 1918, el Emperador formó nuevos ministerios en Viena y en Budapest, que se resignaron

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a permitir la constitución de Estados Nacionales, sólo intenaba prever el mantenimiento de una vaga relación confederal, en forma de un Consejo Ejecutivo común. Ese mismo día, el ejército italiano lanzó una ofensica que rompería el frencte de Piave y dislocaría el ejército austro-húngaro. Entonces, mientras el Emperador solicitaba el armisticio, los "Consejos Nacionales" se organizaron como Gobiernos Independientes: el 29 de octubre se proclamó la República Checoslovaca y tuvo lugar la separación de los yugoslavos; el 30 se formó un Estado alemán en Austria. La destrucción de la Doble Monarquía era un hecho consumado. El Gobierno imperial firmó el Armisticio de Villa Giusti el 3 de noviembre. La Conferencia de paz no haría casi más qie dar constancia de los resultados obtenidos. La causa profunda de este derrumbamiento de Austria-Hungría fue el movimiento de las nacionalidades. La derrota Alemana: Los indicios derrumbamiento del Imperio Alemán no se percibieron hasta primeros de agosto de 1918. Alemania hubiera querido negociar n compromiso que le permitiese conservar las ventajas obtenidas por el Tratado de Brest-Litovsk y que le impusiera solamente la evacuación de los territorios belgas, franceses e italianos. Pero seis semanas después, el 29 de septiembre, tomó la decisión de dirigir, sin más tardanza, una petición de armisticio y de paz al presidente Wilson: era la confesión de la derrota. El presidente de EEUU respondió que el armisticio había de ser tal que “haga imposible una reanudación de las hostilidades por parte de Alemania”. La paz se concluiría en base a los Catorce puntos; Alemania se vería obligada no sólo a abandonar los territorios que se había anexionado, sino también renunciar a Alsacia y Lorena y a ceder sus territorios polacos. Las negociaciones solo podrían mantenerse con representantes del pueblo alemán y no con los que hasta ahora habían sido sus amos. El 27 de octubre el Gobierno del Imperio decidió dirigir al presidente Wilson una aceptación incondicional. “La guerra como tal, había terminado”. La derrota militar imponia la capitulación. La delegación alemana firmó el armisticio en Reahondes. El régimen imperial se desplomó el 9 de noviembre, ante el empuje de un movimiento popular que achacaba a la dinastía la responsabilidad de la derrota y veía en Guillermo II un obstáculo para la paz. La república se proclamó en Berlín, impuesta por los obreros. No cabe duda que el descontento de las minorías se incrementó con las dificultades económicas; también es indudable que la independencia no adoptó un carácter revolucionario hasta el momento en que se precisó la inminencia de la derrota militar. Es posible que sin la derrota de Piave, el movimiento de las nacionalidades sólo hubiera conseguido la autonomía y no la independencia, pero esa misma derrota fue, en gran medida, la consecuencia de las reivindicaciones nacionales. La formación del Partido Comunista Chino: El movimiento nacional chino, que se había puesto de manifiesto en mayo de 1919, sufrió un eclipse entre 1920 y 1921 como consecuencia de la gravedad de la crisis interior. La guerra civil, suspendida durante la conferencia de paz, se reanudó: librábase entre el Gobierno de Pekín y el Gobierno de Cantón, refugio de Sun Yat-sen y los autores de la revolución de 1911. Los dos Gobiernos rivales se encontraban a la vez en lucha abierta con disidentes o rebeliones locales: en 1922, de las dieciocho provincias que formaban la China propiamente dicha, cuatro se hallaban bajo el dominio efectivo de Pekín, dos bajo el de Cantón, las otra doce, prácticamente independientes, estaban en manos de generales cuyo poder de hecho era discutido, con frecuencia, por otros rivales. Pero empezaban a perfilarse dos fuerzas de resurgimiento: el Partido Kuomintang y el Partido Comunista. Sun Yat-sen reorganizó en 1923 el Partido Kuomintang y en 1924 le dio una doctrina con su libro - Los tres principios del mundo -. China, decía se había convertido en un mercado colonial, oprimida por las potencias imperialistas. Para escapar de esa decadencia no había otro camino que asimilar la civilización material de los occidentales, sin abandonar, por ello, la moral y la filosofía política chinas. Sun consideraba que la situación económica China era demasiado diferente a la de Europa para que fuese posible adoptar la solución marxista. China debía aportar, su propia solución: conceder a la aristocracia de la inteligencia el papel dirigente: conceder a la masa un simple derecho de inspección, que solo podría ejercer después de un período de educación. Los tres principios del pueblo, llevaban a sugerir un Gobierno muy fuerte, muy diferente del que Sun había propuesto en 1912.

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Pero la experiencia comunista, descartada por Sun Yat-sen, contaba con sus apóstoles, que en 1919 comenzaron a extender sus ideas entre la juventud universitaria. En julio de 1921, Chan To-siu, designado por el Congreso de la Internacional Comunista para organizar el Partido chino, celebró en Shangai su primera reunión, asistido por LiTa-caho y Mao Tse-tung; en torno a él todavía solo hay un puñado de hombres. ENtonces fue cuando el Partido empezó a reclutar adherentes en los medios obreros de la región industrial de Honan- principalmente en los establecimientos metalúrgicos de Han Yeh Ping -: sin embargo hasta 1924 no llegaría al mundo campesino.

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Capítulo XIII - Formación y evolución del orden París-

Washington

El derrumbamiento de Alemania, la disolución de Austria-Hungría, la parálisis de Rusia, donde el Gobierno soviético estaba absorbido en la guerra civil, dejaban a los vencedores entera libertad de acción para establecer los tratados de paz. La obra era inmensa porque las hostilidades determinaron cambios profundos en las instituciones políticas, en la vida económica y social, en la misma mentalidad de los pueblos, modificando el equilibrio de fuerzas que existía entre los continentes. La Conferencia de Paz sería el fondo en el que se habilitaría un complejo mecanismo para diseñar el nuevo sistema internacional, sancionando el nuevo equilibrio resultante de la Guerra del Catorce. La Conferencia habría de resolver, a su vez, las necesidades inmediatas de Europa para su reconstrucción, establecer el nuevo mapa político de Europa en lo que sería la mayor revisión de fronteras desde 1815 y decidir el futuro de las posesiones territoriales e intereses en ultramar y el de los territorios del Imperio otomano. La elección de París como sede de la Conferencia de Paz fue problemática, no sólo por las agitadas y vivas pasiones que la guerra concitaba en la capital francesa, sino también por sus carencias logísticas tras los años de guerra para hacer frente al amplio elenco de servicios inherentes a la Conferencia. Con la participación final de 32 estados y unos mil delegados, la sesión inaugural se abría el 18 de enero con un discurso de Raymond Poincaré dirigido a las representaciones de las naciones aliadas y asociadas. La actividad de la Conferencia se desenvolvió a través de dos fases: la primera, entre los meses de enero y marzo, transitó al abrigo del órgano supremo de la Conferencia, el Consejo de los Diez, constituido por los jefes de gobierno y los ministros de Asuntos Exteriores de las grandes potencias vencedoras (EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón), y al que se encomendó la discusión de las bases de paz y la coordinación de la actividad de las múltiples comisiones especializadas; y la segunda, desde marzo hasta junio, orquesta por el Consejo de los Cuatro, compuesto por los dirigentes de las cuatro potencias occidentales, el presidente estadounidense Wilson, el Premier británico Lloyd George, el primer ministro francés Clemenceau y Orlando, el jefe del ejecutivo italiano, con el cometido de plantear la exclusiva elaboración del Tratado de Paz con Alemania.

REINO UNIDO - Lloyd George: No tenía reivindicaciones territoriales en Europa. Aspiraba, sin embargo, a ganancias coloniales en África y Asia a costa de los imperios alemán y turco. Destrucción del poderío naval alemán. Siguiendo su tradicional política de equilibrio europeo, Gran Bretaña no deseaba hundir a Alemania, para no fortalecer en exceso la posición de Francia en el continente. Una de sus preocupaciones clave fue impedir la extensión de la agitación revolucionaria bolchevique a la Europa central y, especialmente, a Alemania. Indemnizaciones de guerra ESTADOS UNIDOS – Wilson: Creación de la Sociedad de Naciones para garantizar la paz en el futuro. Aplicación del principio de las nacionalidades en el diseño de las nuevas fronteras europeas. Esta postura implicó, desde mayo de 1918, la destrucción de Austria-Hungría. Indemnizaciones de guerra. FRANCIA - Clemenceau: Recuperación de Alsacia-Lorena. Ocupación militar de la zona occidental del Rin y posible creación en Renania de un estado independiente. Esta última aspiración encontró la oposición de Gran Bretaña y EE.UU. En el primer caso, porque alteraba el equilibrio europeo, en el segundo, porque iba en contra del principio de las nacionalidades. Explotación económica de la región del Sarre. Debilitar militarmente de forma definitiva a Alemania. Oposición al Anschluss (unión de Alemania y Austria). Ganancias territoriales a costa de los imperios turco y alemán. Indemnizaciones de guerra. ITALIA - Orlando: Aplicación del Tratado de Londres: anexión del Trentino, el Alto Adigio, Trieste y partes importantes de Istria y Dalmacia. Esta aspiración italiana encontró la oposición de EE.UU. ya que la anexión

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de territorios poblados por eslavos (Dalmacia) iba contra el principio de las nacionalidades. Wilson defiende a la recién creada Yugoslavia frente al expansionismo italiano en el Adriático. Ganancias coloniales en Oriente Medio y África. Indemnizaciones de guerra. Tratados de Paz De la Conferencia emanaría el primero de los Tratados de Paz, el Tratado de Versalles, Firmado el 28 de junio, no sólo

para establecer la paz con la principal potencia de los imperios centrales-Alemania-, sino que también definiría la pauta de los demás Tratados de Paz.

Los reajustes territoriales se convertirían en uno de los argumentos más emblemáticos y contundentes de la política revisionista de Berlín. Alemania reconoció la soberanía incondicional de Bélgica, Polonia, Checoslovaquia, así como la de Austria, y perdió aproximadamente 71.000 km2 de su territorio, esto es, algo más de un 13% de sus dominios europeos. Las fronteras orientales de Alemania se fijaron con mayor dilación y resistencia que las occidentales. En el norte y oeste se sancionaba la restitución, ya hecha efectiva por el armisticio, de Alsacia y Lorena a Francia; se cedía Eupen y Malmedy a Bélgica tras los plebiscitos celebrados en 1920; y en el norte Schleswig el plebiscitos celebrado en aquel mismo año se resolvía a favor de la incorporación a Dinamarca. En las controvertidas fronteras orientales, Alemania cedió Posnania, y el oeste de Prusia, así como el sur de la Alta Silecia tras la celebración del plebiscito y la partición resuelta por la Sociedad de Naciones en octubre de 1921 a favor de Polonia. Por último, la estrecha franja de Memel, al este de Prusia Oriental y poblada por lituanos y alemanes, acabaría en manos de Lituania, sin llegar a celebrarse plebiscito alguno. El Sarre y la ciudad de Dantzig bajo la nueva organización internacional. Las posesiones ultramarinas del Reich se transformarían, a su vez, en mandatos y fueron asignados, bajo la tutela de Sociedad de Naciones, a Gran Bretaña, que asumiría bajo su responsabilidad Tanganika; a Francia que, previo reparto con GB, se haría cargo de Togo y Camerún; a Bélgica, que administraría Ruanda-Burundí; a la Unión Sudafricana, que tomaría posesión de África de Suroeste; y a Japón, Australia y Nueva Zelanda, que se repartirían las posesiones alemanas del Pacífico: Marianas, Marshall, Carolinas y Palaos y las islas Samoa Occidentales, para los dominios. Además a Japón se le concedió la atribución de los derechos e intereses que Alemania poseía en la provincia china de Shantung.

Las garantías de seguridad para debilitar y evitar la revancha alemana se concretaban en una serie de cláusulas militares y políticas. Las primeras se materializan en tres tipos de restricciones: la limitación de armamentos, la desmilitarización y la ocupación militar de aquella región. Su ejército quedó reducido a una fuerza de 100.00 hombres. Éste sería profesional, quedando abolido, en consecuencia, el servicio militar obligatorio, a la vez que carecería de Estado Mayor Central y se prohibía la artillería pesada, los carros de combate y la aviación. El grueso de la Armada de guerra fue confiscado y confinado en la base británica de Scapa Flow. Desmilitarización de Renania, zona occidental y franja de 50 km al este del Rin. Ocupación temporal de la orilla occidental del Rin. Las tropas aliadas se retirarían escalonadamente en plazos que concluirían en 1935.

En la cuestión de las reparaciones Alemania como responsable moral de la guerra, en razón de lo cual debía hacer frente a los daños causados a la población civil de las naciones aliadas y a sus propiedades. El texto del tratado se limitaba a recoger aquel principio, sin avanzar ningún reglamento ni el montante de las reparaciones, como órgano competente para discutir y regular la cuestión. Francia y Bélgica, que habían sufrido la invasión querían conseguir que los gastos de reconstrucción corriesen a cargo de Alemania. GB, que no sufrió más pérdidas materiales que la destrucción parcial de la flota mercante, pedía que Alemania se hiciese cargo de la reparación de los perjuicios sufridos por las personas. Cuando los valores franceses dieron la cifra provisional de 220 millones de marcos oro, la delegación americana protestó: no era posible que Alemania hiciese pagos de tal magnitud. La delegación británica apoyó las objeciones americanas a las que la delegación francesa se limitó a oponer una afirmación de principio: Alemania pagará. El desacuerdo

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de los cuatro obligó al Consejo de los Cuatro a dejar una comisión la tarea de fijar el volumen de la deuda alemana.

La Conferencia de Spa no llegó a fijar la suma global de las reparaciones, pero estableció definitivamente la parte de cada uno de los aliados, Francia 52%, GB 22%, Italia 10%, Japón 0,75%, Bélgica 8%, Portugal 0,75% y Grecia, Rumania y Yugoslavia, que no se hallaban representadas en la Conferencia, 6,5%. A los EE.UU se le reservaba el derecho de percibir su parte de las reparaciones.

En la Conferencia de Londres se fija el monto total de las reparaciones: 140.000 millones de marcos-oro El sistema internacional de Versalles supuso un salto cualitativo en la configuración de la sociedad internacional. Dicho tratado establecía la creación de Sociedad de Naciones. En la Conferencia de Paz, el presidente Wilson asumió como un compromiso personal y prioritario impulsar y tutelar los trabajos para crear la futura Sociedad de Naciones. El texto final fue presentado por el presidente norteamericano. El Pacto constituiría la Parte I de cada uno de los tratados de paz. Constituido por un preámbulo y 26 artículos, el Pacto era un instrumento de gran versatilidad, en la medida en que era a la vez la ley que regía su actividad y la fuente misma de su existencia. El Pacto se convertiría en adelante en el fundamento institucional sobre el que descansaría la multilateralización de las Relaciones Internacionales de posguerra. Los Estados se comprometían en su preámbulo a aceptar el compromiso de no recurrir a la guerra, mantener a la luz del día relaciones internacionales fundadas en la justicia y el honor, la rigurosa observancia del Derecho Internacional y el escrupuloso respeto a las obligaciones contraídas en los Tratados. Todo ello iba dirigido a <<fomentar la cooperación entre las naciones y para garantizar la paz y la seguridad>>. La Sociedad de Naciones afrontaría su tarea en una doble dimensión, inseparable la una de la otra: la garantía de la paz mediante la seguridad colectiva y la construcción de la paz a través de la cooperación. La SdN fue integrada en un principio por los Estados miembros originarios y los miembros admitidos, la vía para la admisión de nuevos miembros quedaba regulada para todo <<estados, dominio o colonia que se gobierne libremente>> a condición de aceptar los términos del Pacto. Asimismo se aprobó una lista de trece Estados neutrales, España entre ellos. La seguridad colectiva defiende el <<derecho internacional abstracto>>, habilitaba un sistema jurídico de prevención a la guerra en el que convergían diferentes elementos: la garantía a la integridad territorial y la independencia de los Estados, la asistencia colectiva, el arbitraje, la limitación del derecho de guerra y un sistema punitivo de sanciones. La concepción colectiva se erigía sobre tres pilares: el arbitraje o solución pacífica de las disputas internacionales; el desarme; y la seguridad. Defección de EE.UU: el presidente Wilson sometió el Tratado de Versalles a la aprobación del Senado el 10 de julio de 1919, y el 29 de julio le sometió el Pacto. El 19 de agosto se celebró una conferencia entre Wilson y el Senado, y la discusión giró en torno al artículo 10º (los miembros de la Sociedad se comprometen a respetar y a mantener contra toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política presente de todos los miembros de la Sociedad. En caso de agresión, de amenaza o de peligro, el Consejo determinará los medios para asegurar el cumplimiento de esta obligación), el presidente consideraba a dicho artículo de cómo la columna vertebral del tratado y la oposición lo estimaba contrario a la Constitución. Con la intención de subrayar los defectos del tratado y demostrar que el presidente había tomado las decisiones esenciales sin tener en cuenta las objeciones de sus colaboradores, la Comisión senatorial decidió abrir una encuesta. Wilson, para intentar presionar al senado, acudió directamente al cuerpo electoral, pero por sufrir un ataque de parálisis el 25/09 no pudo terminar su campaña. La lucha entre el presidente, y la Comisión senatorial fue desigual: el 20/11 de 1919 el senado rechazó la ratificación del Tratado de Versalles. A pesar de ello, el informante de la Comisión, Lodge, declaró que consentiría en la ratificación si el texto fuera acompañado por catorce reservas. Pero el presidente declaró que esas reservas eran inaceptables. Después de haber concluido la paz con Alemania, tras el Tratado de Versalles, los vencedores iniciaron las negociaciones con los aliados de ésta. El 10 de septiembre el tratado con Austria era suscrito en el palacio de Saint-Germain (tratado de Saint-Germain), es el fin del Imperio Austro-Húngaro, de su ruptura nacen nuevos

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estados como Austria, Hungría y Checoslovaquia, a lo que se une cesiones de territorio a Italia y a las recién nacidas Polonia y Yugoslavia. Austria se comprometía a ceder a Italia parte de las provincias de Carniola (Kraina) y Carintia, Küstenland y el Tirol del Sur. Yugoslavia recibía la parte mayor de Carniola, Dalmacia, el Sur de Estiria y el sudoeste de Carintia. Bukonia pasó a manos de Rumania. Checoslovaquia quedó integrada por Bohemia, Moravia y dos provincias de la Baja Austria y parte de Silesia. Polonia se anexionaría en 1923 Galitzia oriental. Austria tenía derecho a mantener un ejército de 30.000 hombres. Su marina de guerra y mercante era entregada a los vencedores. El imperio de los Habsburgo cesaba de existir. Se prohibía a Austria y a Alemania proceder a la unificación-Aunchluss- a menos que fuese autorizada por la SdN. El 27 de noviembre, fue firmado el Tratado de Neuilly con Bulgaria. La Dobrucha quedó en poder de Rumania. Bulgaria cedía parte de su territorio a Yugoslavia. Tracia quedó en manos de los vencedores y más tarde fue entregada a Grecia. Esto aislaba a Bulgaria del mar Egeo. Bulgaria se comprometía a entregar a los vencedores toda su flota y a pagar una contribución de guerra de 2.500 francos oro. Las fuerzas armadas quedaban fijadas en 20.000 hombres. La paz con Hungría si firmó el 4 de noviembre de 1920, Tratado de Trianón, se aceptó la imposición de reparaciones por daños de guerra y unas cláusulas militares que limitaban su ejército a unos 35.000 hombres. La configuración de las nuevas fronteras meridionales se resolvió con la cesión del Fiume, Eslovenia, el reino de Croacia, el Banato occidental y Batchka al nuevo Estado de los eslavos del sur. En el Norte, cedería Eslovaquia y la Rutenia subcarpática a Checoslovaquia. En el Este, Rumania incorporaría el Banato oriental y la mayor parte de Transilvania. Rumania había ampliado su perímetro a expensas de Rusia a extender su soberanía sobre Besarabia. El desmembramiento del Imperio otomano, se diluciría en dos capítulos. El primero de ellos, en el Tratado de Sèvres, y el segundo el Tratado de Lausana. El Tratado de Sèvres fue firmado el 10 de agosto de 1920, suscrito entre GB, Francia, Italia, Japón, Armenia, Bélgica, Grecia, Hedjaz, Polonia, Portugal, Rumania, Yugoslavia y Checoslovaquia, de una parte, y Turquía de la otra. El territorio de Turquía se reducía hasta una cuarta parte de su extensión anterior. El sultán conservaba su capital Constantinopla (Anatolia central). GB, con el protectorado sobre Egipto, el mandato de Palestina y Mesopotamia conseguía la mejor parte, extendería hacia el Norte la zona de protección del Canal de Suez y dominaría, con Bagdad, la ruta terrestre de la India, y de paso obtendría importantes recursos petrolíferos. Impuso la decisión de desmilitarizar los Dardanelos y el Bósforo donde el paso de los estrechos era declarado abierto a todos los barcos mercantes y de guerra, sin distinción de bandera, lo mismo en tiempo de paz como en tiempo de guerra. Una Comisión de los Estrechos era creada para velar la observancia de estas normas. El mar Egeo se convertía en un lago griego. Turquía se comprometía a entregar a los vencedores su flota, a excepción de seis torpedos y siete corbetas. Se restablecía el régimen de las capitulaciones. Las potencias vencedoras se reservaban el control de las finanzas, y prácticamente de toda la economía del país. Los efectivos del ejército quedaron reducidos a 50.000 hombres Levantamiento de kemal Ataturk y la revisión del Tratado de sèvres El nacionalismo turco encontró su expresión en el movimiento dirigido por Mustafá Kemal, que protestaba contra la disolución del Imperio otomano, así como contra las ventajas consentidas a GB y a Grecia, en agosto de 1920. Kemal exigía a revisión del Tratado de Sèvres, al menos en lo que afectaba a poblaciones turcas sometidas a dominación extranjera: se negaba a admitir el derecho de ocupación, concedido a Grecia en Esmirna; a Francia en Cilicia; a Italia en Anatolia meridional; pedía también la retirada del contingente encargado de ocupar Constantinopla y asegurar la aplicación del nuevo estatuto de los estrechos otomanos.

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El gobierno de Kemal quería garantizar el éxito de esas reivindicaciones por medio de la presión armada e incluso la guerra. La entrada de las tropas turcas en Cilicia y en la zona de Adalia obligó a Francia y a Italia a aceptar la negociación. El gobierno francés, renunció a la ocupación de Cilicia, el gobierno italiano abandonó la región de Adalia. Las tropas griegas instaladas en Esmirna no esperaron el ataque turco; y lanzaron una ofensiva preventiva que fue rápidamente desbaratada; la victoria abrió el paso al ejército de kemal a Esmirna, la cual fue ocupada. El ejército turco se dirigió luego hacia los Dardanelos; y el Chanak encontró a un destacamento francoinglés, encargado de la guardia del estrecho. Se evito el choque armado, pero el armisticio de Mudania, del 11/10/1922, concedió a kemal el derecho de recuperar la administración de Constantinopla y de expulsar al sultán. Faltaba consagrar tales resultados mediante la revisión del tratado de Sèvres. La conferencia de Lausana procedió a esa revisión. El tratado restituyó a Turquía la soberanía sobre toda Anatolia, Constantinopla y tracia hasta Maritza (Andrinópolis), y sobre las islas de Imbros y Tenedos, que dominan, en el mar Egeo, la entrada de los Dardanelos, suprimió el régimen de privilegio que los extranjeros poseían en territorio turco, en virtud de las Capitulaciones; y reguló, en fin, en estatuto de los estrechos: el gobierno turco reconocía el principio de la libertad de tránsito, establecido en el Tratado de Sèvres; pero obtenía el derecho a prohibir ese tránsito a los navíos pertenecientes a cualquier Estado que se encontrase en guerra con Turquía. La República turca no hubiera podido destruir el estatuto territorial si hubiese encontrado una resistencia concertada de GB, Francia e Italia. Pero los Estados vencedores se hallaban divididos. Formación de la URSS y su reconocimiento internacional La revolución bolchevique de octubre-noviembre de 1917 había tenido un éxito rápido y sorprendente. Pero en el año 1918 algunos generales zaristas, ayudados militarmente por sus aliados desencadenaron una guerra civil para recuperar el poder. La guerra duró aproximadamente tres años (1918-1921). Finalmente, el Ejército Rojo acabó venciendo y recuperando el control de todo el país. Una gran parte de territorios de la vieja Rusia zarista se había independizado durante la guerra civil. A partir de 1920-21 se empezaron a establecer pactos que culminaron en 1922 con la formación de la URSS que comprendía Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia. La URSS era un Estado federal que tenía un parlamento con dos cámaras: el Soviet de la Unión, y el Soviet de las Nacionalidades. Un solo partido, el PCUS dominaba todos los organismos del poder. En el otoño de 1921, el gobierno soviético intentó salir de su aislamiento político y económico. Lenin sentía la necesidad de reanudar las relaciones comerciales con los estados capitalistas, dentro del marco de la Nueva Política Económica, que había anunciado en marzo de 1921, precisa para evitar la ruina de la economía soviética. Lo primero que propuso el gobierno ruso fue una negociación colectiva. El 28 de octubre sugirió que una conferencia internacional estableciera las condiciones en que podrían ser reanudadas esas relaciones. E 16 de abril de 1922 el acuerdo de Rapallo permitió la reanudación de relaciones diplomáticas y comerciales entre Alemania y Rusia. Las negociaciones con GB y Francia fracasaron Dos años mas tarde, la diplomacia rusa volvió a la carga, emprendió negociaciones independientes con cada una de las potencias occidentales: en esta ocasión consiguió la reanudación de las relaciones diplomáticas y comerciales. A fines de 1924 el gobierno soviético fue reconocido, pues, por todas las potencias europeas, ya que lo veían como un mercado para la exportación.

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial. La guerra había costado a los Estados europeos 8 millones y medio de hombres, Francia, Alemania y Rusia fueron los estados más gravemente afectados. Todos los países beligerantes se encontraron con falta de mano de obra. Los medios de producción eran en todas partes insuficientes. En la agricultura disminuyeron

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los rendimientos. El desgaste del material mecánico, el agotamiento de las reservas de materias primas, la escasez de carbón, paralizaron la actividad industrial. Los transportes ferroviarios estaban desorganizados, y la flota mercante reducida. Esta crisis era, naturalmente, más grave en aquellos territorios que habían sufrido la invasión y las devastaciones; también lo era en Rusia, a causa de la revolución y de la guerra civil. Alemania conservaba un 90% de su equipo industrial, pero había perdido la casi totalidad de su flota mercante y sus inversiones de capitales en el extranjero, y obligada por el bloqueo a practicar una economía de agotamiento, no disponía de reservas de materia prima. GB había perdido importantes mercados exteriores y parte de los fondos que, en el extranjero, facilitaban sus importaciones; había sufrido graves daños en su flota mercante y había contraído una deuda exterior. El rasgo dominante era la baja producción. Europa necesitaba acudir a recursos de otros continentes. Europa al mismo tiempo se veía afectada profundamente por una crisis moral.

Crisis en las instituciones liberales y democráticas, hay cambios en las circunstancias y las necesidades que el estado de guerra había provocado en el espíritu público.

Crisis social la guerra trajo como consecuencia una amplia transferencia de riquezas en todos los estados beligerantes. La inflación modificó sensiblemente en nivel de vida relativo de las clases sociales. Las masas campesinas se vieron beneficiadas ya que las necesidades de abastecimiento de artículos alimenticios les aseguró una posición ventajosa. Pero los obreros se encontraban en una situación más difícil, el aumento de los salarios había sido más lento que el del coste de la vida.

Exasperación de los nacionalismos. En el plano político, cuatro imperios autoritarios se derrumbaron, lo que transformó profundamente el mapa de Europa, rediseñado por el tratado de paz de 1919:

el Imperio del zar quedó transformado en la Rusia comunista (más tarde la URSS),

el Imperio Otomano se disolvió dando paso a Turquía (península de Anatolia y Constantinopla),

el Imperio Austrohúngaro fue disuelto dando paso a los Estados de Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia como nuevos países independientes,

el Imperio alemán finalizó y fue reemplazado por la República de Weimar, que gobernaría sobre una Alemania mermada territorial y económicamente por el pago de las reparaciones de guerra

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Conferencia de Washington Tras el tratado de Versalles Japón había obtenido los territorios alemanes de Shantung. En agosto de 1919 el Senado de EE.UU se negó a ratificar dicho tratado y alentó la resistencia de China frente a la política japonesa. Desde la llegada de la Administración republicana al poder, en marzo de 1921, los EE.UU ejercieron una presión directa sobre el Japón. El presidente Harding dispuso que continuase ejecutándose el programa de construcciones para aumentar la marina de guerra, proyectado en el curso de la guerra mundial, porque el Japón no debía quedar como dueño del Pacífico, y declaró que los EE.UU no reconocerían la ocupación japonesa de la Provincia Marítima rusa. A pesar de ella, el gobierno norteamericano no tenía la intención de colocar a Japón entre la espada y la pared, pues, antes, incluso, de enseñar los dientes, hizo que el Congreso sugiriera la celebración de una Conferencia internacional donde fuesen examinadas las cuestiones del Extremo Oriente y el Pacífico. La táctica: amenazar a Japón con una carrera de armamentos en la que los EE.UU, gracias a su superioridad industrial, tendría cómoda ventaja y ofrecer la renuncia a esa competición, siempre y cuando el Gobierno nipón renunciase a extender sus ambiciones territoriales por el continente asiático. El éxito de esa acción dependería, en buena parte, de la actitud que adoptase GB. La alianza anglosajona, concluida en 1902 fue renovada, por diez años, aunque GB había hecho estipular que no llegaría a la intervención armada en caso de conflicto entre Japón y los EE.UU; sin embargo prometió su apoyo diplomático para salvaguardar los intereses especiales del Japón. En mayo de 1921 el presidente de la Comisión de Asuntos Extranjeros del Senado, en Washington, expresó el deseo de que GB renunciase a esa alianza con los japoneses. El secretario de Estado afirmó que la renovación de la alianza constituiría un estímulo para el partido militar nipón, estímulo perjudicial para los intereses de los EE.UU, y que el abandono de esa alianza sería el signo tangible de una colaboración angloamericana en las cuestiones del Extremo Oriente y el Pacífico. La Conferencia Imperial británica decidió no renovar la alianza de 1911. Sometido a la presión directa de los EE.UU y abandonado por GB, el gobierno nipón se resignó a aceptar la conferencia internacional. La Conferencia se celebró en Washington del 12/11/1921 al 06/02/1922. La cuestión del Pacífico dio como resultado el Tratado de los cuatro, firmado por el gobierno japonés asociado a EE.UU, GB y Francia para prometer el respeto mutuo, durante 10 años, del statu quo en las posiciones insulares. La cuestión de china se abordó en el Tratado de las nueve potencias, por el que los contratantes se comprometían a respetar la soberanía, independencia e integridad territorial y administrativa de China, así como el principio de puerta abierta, desde el punto de vista económico. Por último, la cuestión de los armamentos navales quedó establecida por el Tratado de los cinco. El Japón aceptó que la proporción entre los navíos de línea fuese fijada en tres para el Japón, cinco para los EE.UU y GB, 1,75 para Francia e Italia. La resistencia nipona fue seria, pero cedió cuando los EE.UU amenazaron con acelerar la carrera armamentística. Bajo la presión de EE.UU, la delegación japonesa prometió a China, la restitución de los derechos e intereses que, antes de 1914 poseía Alemania en Shantung y que fueron transferidos a Japón. El gobierno nipón anunció su intención de evacuar en breve plazo, la provincia Marítima y todos los puntos del litoral siberiano ocupados por sus tropas. Japón seguía manteniendo privilegios en la Manchuria meridional, y conservaba a título de mandato los tres archipiélagos del pacífico. Los EE.UU gracias a la colaboración de GB habían aplicado al Japón, mediante una sencilla presión diplomática un frenazo. El problema de las reparaciones de Alemania: la política de cumplimiento del Tratado de Versalles y los planes Dawes y Young. Tratados de Locarno.

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Desde 1920 a 1923 el gobierno alemán intentó escapar a la limitación de los armamentos y al pago de las reparaciones. Las crisis sociales y políticas que sacudían al Reich proporcionaban a aquel gobierno argumentos que la opinión francesa, por lo general, se negaba a tomar en consideración, pero que eran mejor recibidos por la opinión pública de GB. Durante la agitación revolucionario de 1920, las cláusulas militares del Tratado de Versalles no fueron respetadas. El ejército alemán que debería quedar reducido a 100.000 hombres, mantuvo 200.000 las tropas regulares del Reich, para reprimir en marzo de 1920 una insurrección comunista en el Ruhr, penetraron en la zona renana desmilitarizada que se extendía por la orilla derecha del Rin. El gobierno francés respondió a la violación de estatuto de desmilitarización con una sanción militar y la mantuvo a pesar de las objeciones inglesas, hasta que las tropas alemanas evacuaron la zona. Luego exigió la votación de las leyes alemanas, que, redujeron los efectivos del ejército a las cifras fijadas en el Tratado y anunciaron la disolución de las milicias, el gobierno francés obtuvo el asentimiento de GB. Las cuestiones de reparaciones dio lugar a discrepancias franco-inglesas que facilitaron la resistencia alemana. Ante todo se trataba de fijar las obligaciones del Reich, cuya suma total no había sido determinada en el Tratado de Versalles. En las conferencias sucesivas que se celebraron en 1920, el gobierno francés adelanto una cifra considerable, tanto para asegurar los recursos necesarios para la reconstrucción como para retrasar la recuperación económica alemana, el gobierno inglés se negó a abrumar a Alemania. La cifra de transacción adoptada fue de 132.000.000.000 marcos-oro. El gobierno alemán después de haber declarado que no estaba en condiciones de pagar más de 30.000.000.000 de marcos-oro, aceptó, sin embargo esa pretensión para eludir la amenaza de la ocupación del Ruhr. Pero seis meses más tarde solicitó una moratoria. La respuesta del gobierno francés a esta suspensión de pagos fue la ocupación de Ruhr en enero de 1923; GB se negó a participar en ella.* Alemania opuso una resistencia pasiva (huelga de mineros y empleados de ferrocarriles), que abandonó en 8 meses. Sin embargo cuando Alemania capituló, el gob francés acabó por aceptar que la cuestión de las reparaciones pasase a examen de un comité internacional de técnicos. *un año antes de decidir la operación del Ruhr, Francia había recibido, a principio de enero del 1922, una oferta inglesa: si Francia aceptase la remisión del examen de la reparaciones a una conferencia internacional que, sin ninguna duda, disminuiría sus derechos, recibiría de GB una promesa de intervención armada en caso de agresión armada. El presidente del Consejo, Briand, estaba dispuesto a negociar sobre esa base, pero fue desautorizado por el presidente de la República y por la mayoría de consejos de ministros, que considero inaceptable la oferta inglesa. Después de las elecciones generales en Alemania de mayo de 1924, en las que la mayoría del cuerpo electoral francés se pronunció, a la vez, contra el aumento de las cargas fiscales y contra los métodos de violencia frente a Alemania, la política de conciliación sería la que, durante varios años, orientase las relaciones franco-alemanas. Stresemann anunció la intención de cumplir las cláusulas del Tratado de Versalles; a cambio, esperaba conseguir la revisión progresiva de dichas cláusulas, y un puesto en el Consejo de la Sociedad de Naciones, que daría a Alemania la oportunidad de desarrollar con mayor eficacia el juego de su diplomacia, así como la de intervenir en las cuestiones relativas al estatuto de las minorías nacionales; además, obtuvo una ventaja inmediata: la concesión de créditos extranjeros, necesarios para la recuperación económica del Reich. La participación alemana se caracterizó por la reanudación de los pagos por reparaciones; y por el reconocimiento expreso de las fronteras establecidas en 1919 entre Alemania, Francia y Bélgica; la contrapartida fue la evaluación de los territorios renanos. El 1930 se hizo evidente el fracaso de esa política. La reanudación de los pagos alemanes por reparaciones se estableció sobre las bases previstas en 1924 por el Comité Internacional de técnicos que presidía el americano Dawes. El Plan Dawes fijó, aunque solo para una duración de cinco años, las anualidades crecientes que debería pagar Alemania, y disponía que el cumplimiento de esas cláusulas estaría garantizado por la entrega de obligaciones sobre los ferrocarriles y la industria de Alemania. El acuerdo disminuía sensiblemente las cargas impuestas a Alemania. La aceptación del Plan Dawes era necesaria, ante todo para obtener la evacuación del Ruhr, pero también para encontrar en los EE.UU y el Inglaterra los capitales indispensables en el reequipamiento de la industria

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alemana. ¿Qué posibilidad tendría Alemania de obtener esos capitales si rechazase el plan establecido por los técnicos financieros de los dos países eludidos? De hecho, el plan Dawes fue aplicado en condiciones satisfactorias. Durante 5 años, Alemania cumplió puntualmente sus obligaciones la transferencia de anualidades se efectúo sin dificultades. Sin embargo esa circunstancia favorable se debía a otra de carácter excepcional, la afluencia de capitales extranjeros al mercado alemán. Tratado de Locarno, El 5 de octubre del 1925 se inauguraron las sesiones de la conferencia entre Inglaterra, Francia, Bélgica y Alemania, los representantes de las potencias hicieron prometedoras declaraciones de carácter pacífico. La conferencia de Locarno aprobó los siguientes documentos: 1- protocolo final de la conferencia; 2- pacto de garantía entre Alemania, Bélgica, Francia, Italia y GB (pacto del Rin); 3- acuerdo de arbitraje entre Alemania y Bélgica; 4- acuerdo de arbitraje entre Alemania y Francia; 5- acuerdo de arbitraje entre Alemania y Polonia; 6- tratado de arbitraje entre Alemania y Checoslovaquia; 7- acuerdo entre Francia y Polonia y 8- acuerdo entre Francia y Checoslovaquia. El tratado entre Alemania, Bélgica, Francia, Italia y GB contenía el compromiso de los signatarios a respetar el statu quo territorial establecido por la paz de Versalles. Las partes contratantes garantizan individual y colectivamente el mantenimiento del statu quo territorial que se desprende de las fronteras entre Alemania y Bélgica y entre Alemania y Francia, y la inviolabilidad de dichas fronteras, y también el cumplimiento acerca de la zona desmilitarizada (Renania). Alemania y Bélgica, Alemania y Francia, se comprometían mutuamente a no llevar a cabo ninguna agresión o invasión, y a no recurrir a la guerra una contra otra. Las únicas excepciones era los casos en que se tratase de ejercer el “derecho de legítima defensa” o por acción de SdN. Los conflictos que no pudieran ser resueltos por vía diplomática ordinaria deberían ser entregados a una comisión de conciliación o sometidos a arbitraje. La Conferencia de Locarno terminó el 16 de octubre de 1925. La diplomacia alemana estaba convencida de que la evacuación anticipada de los territorios renanos había de ser la consecuencia necesaria de esos tratados. En Thoiry Stresemann pidió a Briand, no solo la evacuación anticipada de Renania sino también la supresión de la misión militar, a cambio ofreció una contrapartida financiera: la liquidación inmediata de las obligaciones de Dawes, es decir, el pago anticipado de una anualidad por reparaciones, que remediaría la crisis monetaria que entonces sufría Francia. No fue favorable a la opinión pública francesa ni al consejo de ministros. Después de dos años, el gobierno alemán invocó el derecho moral de Alemania a la evacuación anticipada de los territorios renanos. Cuando llegó a París para firmar el Pacto Briand (Francia)-Kellog (EE.UU), Stresemann consiguió obtener el consentimiento no sólo de Briand sino también de Poincaré, a cambio ofreció una solución definitiva a la cuestión de las reparaciones, es decir, .la fijación de un plan de pagos a largo plazo que rebasara el período de cinco años establecido en el plan Dawes. La aceptación del gobierno francés se debe a las dificultades que surgieron en las relaciones entre Francia y EE.UU. El 30 y 31 de agosto de 1929 los acuerdos de La Haya previeron, por una parte, un nuevo plan de pagos de reparaciones, el plan Young, que determinó las anualidades durante cincuenta y nueve años, pero que redujo en un 17% el valor actual del crédito francés, y por otra parte, la evacuación anticipada de los territorio renanos. Pacto Briand-Kellog: El punto culminante de la diplomacia pacifista fue el denominado Pacto Briand-Kellog, firmado el 27 de agosto de 1928, sobre la renuncia a la guerra como instrumento de política nacional. Formaron parte de este pacto representantes de Inglaterra, Bélgica, Alemania, Italia, Polonia, Francia, Checoslovaquia, la URRS y Japón. Los signatarios renunciaban en sus relaciones recíprocas a la guerra en calidad de instrumento de la política nacional. La regulación o solución de todas las discrepancias o conflictos que independientemente de su carácter u origen pueda surgir entre ellos, deberán realizarse únicamente con medios pacíficos. Se proclamaba que podían incorporarse al pacto los Estados restantes.

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La crisis de 1929 y su incidencia en las relaciones internacionales El sistema construido bajo los principios de la seguridad colectiva se hundió estrepitosamente a principios de la década de los treinta en un período de crisis económica que, por sus implicaciones y extraordinaria gravedad, afectó a los equilibrios sociales y políticos de los estados y a la propia vida internacional. El origen de la crisis económica se sitúa tradicionalmente por la histografía en 1929, tras el hundimiento de la bolsa de Nueva York el jueves negro. La dimensión mundial de la crisis y sus dramáticas consecuencias internacionales deben situarse en coordenadas temporales y teniendo presentes diversos factores. El primer término, los problemas económicos presentaron sus perfiles más dramáticos entre 1931-1933, momento en el cual los datos e índices productivos y de crecimiento de todos los sectores resultaron negativos. En segundo, la depresión se vio agravada cuando los estados fracasaron en su intento de darlo solución global bajos los principios de la cooperación y la solidaridad internacionales, prevaleciendo los enfoques que a través de la autarquía, las preferencias aduaneras, las devaluaciones monetarias y el cierre de los mercados, buscaban, a costa de incrementar el antagonismo entre los países. La confusión de consideraciones políticas y económicas impidió soluciones beneficiosas. Las primeras iniciativas partieron de los norteamericanos. A fin de salvar la producción, EE.UU aplicaba en junio de 1930 una tarifa ultra-proteccionista, que elevaba a un 40% las tasas medias de los derechos aduaneros. Washington, líder económico internacional, se replegaba sobre sí mismo, rechazando su papel animador mundial, obstaculizando el comercio internacional y obligando al resto de los países a medidas similares. La imbricación de las economías norteamericana y europea quedó plasmada especialmente en el terreno financiero. La restricción del crédito internacional y la retirada masiva de capitales americanos invertidos en Europa aceleraron el proceso de propagación de la crisis. La incapacidad de una concertación mundial quedó patente en tres procesos: el problema de las deudas, la crisis de los Estados danubianos y el fracaso de la conferencia económica de Londres. La grave circunstancia por las que atravesaba Alemania empujaron a su gobierno a solicitar al presidente norteamericano una moratoria temporal (moratoria Hoover) sobre todas las deudas intergubernamentales. Se produce la suspensión de las reparaciones alemanas y renuncia norteamericana a seguir cobrando las deudas interaliadas. Se convocó a la conferencia de Lausana en 1932, donde se decidió que Berlín efectuara un último pago en concepto de reparaciones de 3 mil millones de marcos a partir de 1935, con el cual quedaría liquidado el problema, dando carpetazo al plan Young. En el ámbito danubiano la crisis económica golpeó especialmente a los países agrícolas de la Europa central y oriental que eran incapaces de garantizar el servicio de su deuda exterior. Para evitar su bancarrota y la crisis social, sólo la cooperación multilateral de los estados acreedores (Francia, GB, Italia y EE.UU) podía dar una solución que salvara a sus monedas y finanzas. Sin embargo los intentos planteados a los largo de 1932 carecieron de resultados.

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Capítulo XIV - Los fracasos de la seguridad colectiva.

La iniciativa japonesa en Manchuria se ejerce a costa de china. Dos años mas tarde el gobierno Italiano escoge un terreno de expansión: Etiopía. Tanto China como Etiopía eran miembros de SdN. En 1933 asume en el poder Hitler quien comienza a poner en práctica el programa trazado en Mein Kampf. Así estas amenazas quebraron los principios de la seguridad colectiva. No obstante las reacciones del Consejo de SdN son débiles. La causa profunda de estas debilidades se deben buscar en la política francesa y de Gb, sus desconfianzas mutuas o sus divergencias de criterio, eso es lo que explica la carencia del sistema. LAS INICIATIVAS JAPONESAS El desarrollo de esta politica es bantante difícil debido a falta de documentación. 1931 una bomba china produce algunos desperfectos en el ferrocarril de Manchuria , colocado bajo la administración japonesa. Japón aprovecha esta oportunidad para iniciar una acción militar en Manchuria El gobierno japonés declara que la intervención tiene por objeto proteger la seguridad y los bienes de los súbditos japoneses establecidos en Manchuria. Reunida bajo la egida de los agentes japoneses una asamblea proclama la independencia de Manchuria con respecto de china y entrega el poder al príncipe Pu-Yi, que a los 3 años había ostentado el titulo de emperador y que fue destronado en 1912. En 1932 el gobierno japonés reconoce el nuevo Estado de Manchukuo. La SdN en 1931 hace un llamamiento a la buena voluntad del Japón, pidiéndole que retire sus tropas, el gob rechaza la evacuación, en tanto China no haya reconocido a los Japoneses el derecho a construir nuevos ferrocarriles en Manchuria y a explotar tierras en régimen de colonización. El Consejo admite el punto de vista japonés, según el cual las operaciones militares en curso no son actos de hostilidad, sino simples medidas de policía, po lo tanto no se trata de agresión. Ahora bien: mientras la comisión investigadora, nombrada por el consejo y presidida por Lord Lytton, procede a lentas investigaciones, la política japonesa sitúa a la SdN ante un hecho consumado: la fundación del Estado del Manchukuo y quasi protectorado. El informe establece que la declaración de independencia hecho por el estado nipón no corresponde con el deseo de las poblaciones; estima que la SdN no debe reconocer la existencia del Manchukuo; en cuanto a los derechos en materia de ferrocarril y colonización agrícola deberá ser determinado por un acuerdo Chino-Japonés. En 1932 en Ginebra, ante la asamblea de SdN en sesión extraordinaria se adopta la negativa a reconocer al Estado “fantasma”. Por lo tanto el gob japonés decide retirarse de SdN. ¿Cómo va a ejecutar el consejo de la Sociedad las resoluciones adoptadas por la Asamblea? No trata de exigir la retirada de tropas niponas; y para aplicar la decisión de no reconocimiento del Mnchukuo se limita, en 1933, a prever simples gestos simbólicos: se niega a dar por válidos los pasaportes, los sellos de correo y las monedas puestas en circulación por el gob del Pu Yi. Medidas casi irrisorias. Por lo tanto SdN se ha limitado a una acción platónica. No se ha atrevido a declarar que Japón es culpable de agresión y no ha decretado sanciones previstas en el art.16 del pacto. La seguridad colectiva ha sufrido un golpe casi irremediable. Gb se ha mostrado indeciso y temeroso, ya que la opinión publica no la impulsaba a la acción. ¿Por qué no se adoptaron medidas económicas contra Japón? En este caso Japón vuelve sus ojos hacia Washington. EEUU no forma parte de SdN pero tiene grandes intereses económicos en el Extremo Oriente, y ya hace 10 años quisieron frenar en seco la expansión japonesa. ¿Estaría dispuesto a volver a hacerlo? Ahora es diferente porque asume una administración demócrata, la cual se muestra interesada en la política interior. Pero declaran en 1932 que se negará a reconocer cualquier situación provocada por un hecho consumado y cualquier acuerdo que afecte a la integridad del territorio Chino o al principio de puerta abierta, si el acuerdo se firma a la fuerza. Esta declaración de “ no reconocimiento” se inspira en el procedimiento adoptado en 1915 por EEUU, cuando la política nipona trataba de imponer las “21 condiciones” al gob Chino.

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Los EEUU no piensa aplicar sanciones eco. Ya que los circulos financieros gravemente afectados por la crisis no quieren privarse del cliente japonés, que a pesar de los dificultades sigue comprando petróleo y maquinarias a EEUU. Por lo tanto no era necesario ir mas alla de las sanciones morales cuya expresión mas destacada es la declaración del “no reconocimiento”. LAS INICIATIVAS ITALIANAS Italia tenía interés en el África Oriental ya que obtendría una sólida posición en la ruta marítima hacia el mar Rojo. El gob italiano invoca el acuerdo de 1906 que tenía con GB Y FR en el cual se repartían entre los 3 zonas de influencia económica en el territorio etíope. Mediante un acuerdo con GB 1925 el gob italiano había anunciado su intención de construir un ferrocarril en su zona de influencia. Obtiene el asentimiento de Gb, pero no el de Francia. A cambio de dicho reconocimiento Italia autoriza a BG a construir una presa en el lago Tana (zona de influencia italiana) El principal motivo fue la resistencia etíope, el Negus no se presta a dar la concesión del ferrocarril; ya que tenia un acuerdo que favorecía la importación de productos japoneses competidora de los productos industriales italianos. Los círculos financieros italianos se quejan de tropezar con el espíritu de hostilidad del gobierno etíope, que por su parte declarar tener un derecho absoluto “para ser el único juez de los intereses de Etiopía”. Etiopía es miembro de SdN desde 1923, por consiguiente ha adquirido el derecho de protección impuesto por el art. 10, por lo tanto el Negus declara que el acuerdo anglo italo constituía una amenaza para la integridad territorial y la independencia de Etiopía. Los intereses franceses son mas bien económicos que estratégicos LAS INICIATIVAS ALEMANAS 1931 Alemania no podía hacer frente a la ejecución del Plan de pagos de las Reparaciones (Plan Young) establecido el año anterior. Después de haberse beneficiado de un año de moratoria hoover, ha solicitado la suspensión del pago. El resultado ha sido satisfactorio y alcanzado con facilidad ya que en aquel momento Francia se encontraba aislada. El gob ingles, pensaba que Alemania si seguía pagando las reparaciones no podría asegurar el pago de sus deudas privadas, por consiguiente la moratoria se extendería a estas deudas privadas: esto supondría para la vida económica del mundo un gran peligro. El parlamente francés decidió en dic 1932 cesar en el pago de estas deudas, pero había ratificado los acuerdos de Lausana. 1931 Alemania proyecta una unión aduanera con Austria, lo cual de haberse efectuado hubiera dado una preponderancia económica en Europa a Alemania. Paris propone llevar el asunto ante el Tribunal permanente de justicia Internacional. Austria y Alemania anuncian el abandono del proyecto, ya que le Tribunal lo declara contrario a los compromisos en 1922 por el gob austriaco. A partir de 1933 la política exterior del gob nacional socialista se orienta por los caminos que según, en Mi lucha, habían de seguirse inmediatamente antes de emprender la conquista espacial: la anexión del Reich de los alemanes que viven fuera de sus fronteras y la reconstitución de sus fuerzas armadas. 1933 el gob alemán reivindica la aplicación inmediata de la igualdad de derechos en el terreno de los armamentos: como se tropieza con la resistencia de Francia, el 14 de octubre de 1933 decide abandonar la Conferencia Ginebra del Desarme y la SdN. Comienza un rearme clandestino. Entre tanto viene a primer plano la cuestión de los alemanes en el extranjero: alemanes en Polonia, alemanes en Austria, alemanes en el Sarre. La cuestión de los alemanes en Polonia parecía ser la causa más probable de conflictos en Europa. La propaganda alemana seguía declarando intolerable la existencia del pasillo. Ahora bien, es el mismo Hitler quien se decide a apaciguar estos temores: en sep de 1933 propone al gob poloaco una negociación, en la declaración firmada entre ambos en enero de 1934, y con una validez de 10 años, el gob alemán promete no recurrir en ningun caso a la guerra para solucionar sus litigios con Polonia, las promesas polacas son reciprocas. Pero este respiro por transitorio que pueda ser, es considerado en Europa como una señal

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tranquilizadora. ¿porque ha aceptado el gob polaco este pacto? Se puede decir que porque el jefe de estado, Pilsudsky, partidario de los métodos autoritarios, sentía desprecio por la democracia parlamentaria y también por las divergencias en la interpretación de los mutuos compromisos con el gob Frances, el gob polaco se había disgustado a causa de que el francés aceptara el principio “revisionista del Pacto de los cuatro”. En cuanto a la cuestión de los alemanes en Austria la política de Hitler reservo mayor prioridad. En Viena los comunistas austriacos y los judíos se encontraban en una posición de todopoderosos en los círculos bancarios de Viena. Pero el advenimiento de Hitler al poder había favorecido el desarrollo de un partido nacionalsocialista austriaco, y este movimiento (aunque solo contaba con una minoría de la población) resultaba fortalecido por la división reinante de sus adversarios: el partido social cristiano, que ejercía el poder con el canciller Dollffuss y los socialistas que lo combatían encarnecidamente en el terreno social y económico. Los preludios de la crisis no fue iniciativa alemana sino el conflicto armado entre las milicias socialistas y el gobierno cristiano social. Una batalla de tres días. El partido nazi austriaco, luego de ver la batalla como un espectador, prepara un complot contra el canciller Dollfuss, quien es asesinado en 1934 en su despacho, pero esto no es suficiente para el golpe de estado ya que la población vienesa niega su apoyo. El nuevo canciller es Schusschingg. Mussolini, ante la noticia del asesinato, ha dado orden de concentrar 4 divisiones en la frontera del Branero. A pesar de este paso en falso, la política hitleriana busca inmediatamente otro objetivo, cuya ejecución es ciertamente mucho más fácil: el arreglo de la cuestión de Sarre. El cual separado de Alemania desde 1919 y colocado bajo administración de la SdN, la población debía decidir mediante un plebiscito acerca de su futuro: anexión a Francia, restitución a Alemania o mantenimiento del régimen internacional. En 1935 la votación da un 90% de los sufragios a favor de Alemania “ el sentimiento de la raza ha triunfado sobre cualquier otra consideración” En marzo Goering declara que Alemania va a reorganizar su aviación de guerra, a pesar de las prohibiciones establecidas en 1919 y anuncia el restablecimiento del servicio militar obligatorio esta es la primer gran medida de liquidación del tratado de Versalles. Los resultados de esta política son la consecuencia de la pasividad de las demás potencias. En aquel momento, estos paises contaban con medios para mostrase firmes, sin correr ningún riesgo, hasta podían hacer fracasar el régimen hitleriano. ¿Por qué en la cuestión austriaca el Gobierno fascista interviene con gesto de amenaza; y por que es el único en hacerlo? La diplomacia fascista había manifestado ya, varios años antes, su propósito de proteger la independencia austriaca ya que la misma esta llamada a desempeñar un papel importante. En la organización económica de la Europa central y a servir a la influencia italiana. Los protocolos firmados en Roma en 1934 entre Italia Austria Hungría conceden una tarifa preferente para la importación en Italia de productos metalúrgicos y farmacéuticos austriacos. La explicación de la falta de reacción de Francia debe buscarse en la política de la Pequeña Entente. Estos desconfiaban de la política italiana, lo que podría incitar a la política francesa a eludir presentarse de la mano de Italia en el asunto Austríaco. Por lo que respecta a la cuestión de armamentos, la política alemana, durante las deliberaciones de 1933, se había beneficiado de las divergencias de criterios entre GB FR e ITA. El gobierno italiano daba su apoyo al rearme alemán, porque consideraba oportuno un contrapeso a la preponderancia militar francesa. El gob británico estimaba que la discriminación impuesta a Alemania por el Tratado de Versalles no podía ser mantenida por más tiempo: planteaba que el ejercito francés no debería tener en Europa efectivos superiores a los alemanes. Así pues, con la decisión de rearme, Alemania, ha recobrado los medios para una política exterior enérgica. Pero para apreciar los cambios sobrevenidos entre 1933 y 1934 en las relaciones de los estados europeos no hay q perder de vista el desarrollo de la influencia económica de los países danubianos. Ofrecer a estos países la oportunidad de vender a Alemania, a precios remunerativos y estables, sus productos agrícolas y proveerles, en cambio, de productos industriales y maquinarias, organizar esto dentro de un marco de importación y exportación. Los estados danubianos se prestan se buena gana, puesto q tienen excedentes exportables y Alemania les ofrece precios considerables (estos países son Hungría, Yugoslavia, Rumania).

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Ahora bien al mismo tiempo, Rumania Yugoslavia y Checoslovaquia, aún las tres perteneciendo a la Pequeña Entente, no tienen entre si mas q relaciones económicas reducidas. LA FORMACIÓN DEL FRENTE COMÚN DE STRESA Abril de 1935 la Conferencia de Stresa, indica que Italia esta de acuerdo con GB y Francia en oponerse por todos los medios adecuados a cualquier repudiación unilateral de tratados susceptibles de poner en peligro la paz de Europa. Mayo de 1935 Francia con la URSS firman un tratado de ayuda mutua, el cual estipula una promesa de ayuda inmediata en caso de que algún Estado europeo, violando el Pacto de SdN ejerciera contra alguno de los dos una agresión no provocada. El acuerdo de Stresa, el cual lo llevo adelante Laval (pero fue pensado por Barthou misteriosamente muerto) mantenía como propósito convencer a Italia para que asumiera su parte en las responsabilidades europeas, con vistas a mantener la paz en Europa danubiana. Austria por lo tanto, es un tema de conversación de Laval- Mussolini. Tomaron medidas en caso de que la independencia de Austria se viera amenazada nuevamente. Pero esta colaboración preveía la previa solución de las diferencias Franco-Italianas en el terreno colonial y mediterráneo. Las convenciones le conceden a Italia dos rectificaciones de frontera, en el sur de Tunez yu en la costa de Somalía y uan participación financiera en la concesión del ferrocarril de Djibuti a Addis-Abeba. El gobierno francés se ha comprometido a no competir con Italia para obtención de concesiones en territorio etiope , pero no ha dado su conformidad a una acción militar. Pero según la prensa italiana Laval había prometido dejar en libertad de acción al gobierno italiano. (Algunos comentaristas creen poder suponer que Laval ha prometido a Mussolini no obstaculizar la política italiana en Etiopía) ¿Cómo escoger entre ambas afirmaciones, cuando la promesa ha sido hacha de palabra, en una conversación personal? En 1935 el gobierno italiano encuentra una abierta oposición por parte de GB y Francia a sus propósitos en Etiopía. GB trata de frenar la acción italiana mediante un acto de intimidación: la concentración de las fuerzas navales británicas las cuales si era necesario cortarían el canal de Suez. Pero el Gob Italiano no cede ante la amenaza y entra en guerra con Etiopía (GB no cierra el Canal ya que violaría el tratado de Constantinopla de 1888). El gob francés se asocia a la política inglesa, pero no sin reservas. No participa en la demostración naval pero participa en la votación de sanciones. Finalmente accede a prestar a Gb su apoyo armado, en el caso de que Italia atacara como represalia por las sanciones. En definitiva cree poder, sin alejarse de GB, mantener a Italia contenta, con la esperanza de mantener el frente de Stresa. Por lo tanto se expone a las críticas del gabinete ingles y del Duce. Francia decía que al aplicar sanciones se sacrifica el Frente de Stresa y se corre el riesgo de echar a esta al campo alemán. Mientras que otras afirmar que se debe defender el principio de seguridad colectiva en Etiopía. A fin de cuentas la política de sanciones termina con un doble fracaso: la disolución de Stresa y el fallo del principio de seguridad colectiva. ¿ de quien es la culpa? Paris y Londres se hacen reproches mutuamente. El pacto franco-soviético podía parecer lógico y necesario, sin embargo la idea no había adquirido cuerpo hasta después de muchas vacilaciones. En Paris era considerada ilusoria, puesto que la alianza franco-polaca, a la que el gobierno de Varsovia declaraba se fiel a pesar del pacto con Alemania de 1934, podía bastar para ejercer una presión eficaz sobre las fronteras orientales; y además en la hipótesis de que Polonia abandonara la alianza francesa, y de que la ayuda militar rusa adquiriera importancia, la URSS no podría poner en combate su ejercito sino a condición de obtener el derecho de transito através de Polonia o de Rumania. Pero Rusia no debía quedar aislada, ya que se corria de esta manera el riesgo de que volviera a la política del Rapallo( Rusia con Alemania tratado de amistad, cooperación eco). Finalmente cuando esta alianza se concreta solo es aceptada con muchas reticencias tanto en París como en Moscú. Por otra parte es incompleta, puesto que no va a compañada de un Pacto militar que concrete el alcance práctico de los

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compromisos adquiridos. Moscú quiere negociar este punto pero Laval elude la oferta, porque solo concibe al pacto como un medio para inquietar al gobierno de Hitler e inducirlo a buscar una negociación franco-alemana. GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Esta guerra supone un acontecimiento importante en las rrii principalmente por el lugar que ocupa España en el Mediterráneo. También porque los ejércitos españoles (nacional y republicano) buscaban en el exterior artilleria y aviación. De esta forma cuatro grandes estados europeos participan en la guerra española, mediante el envío de armas o de voluntarios, concediendo su apoyo a uno u otro ejercito. Esto amenaza en degenerar en un conflicto entre los estados. El gob italiano declara que su única preocupación es impedir en España el éxito del Frente Popular de inspiración marxista. Pero la realidad es que lleva a cabo una politíca ofensiva que presta su apoyo al movimiento nacional español con la esperanza de obtener compensaciones estratégicas y políticas, especialmente el puerto de Gilbrartar, para inquietar a GB. El gobierno nazi no persigue objetivos en el mediterráneo. Lo que le interesa son las perspectivas estratégicas y económicas que sitúa en el marco de un futuro conflicto europeo. La España nacional podría representar una amenaza en la frontera de los pirineos y pos consiguiente debilitar al ejercito francés en el caso de una guerra franco-alemana (estos cálculos ya los había hecho Bismark, ahora Hitler). Tanto GB como Frnacia se beneficiaron en los siglos XIX y XX de la decadencia española, que les permitió una mayor acción en el mediterraneo, por lo tanto no tienen ningún interes en que se instale en Madrid un gobierno fuerte que podría modificar el statu quo. El gobierno ruso desea el fracaso del fascismo español. Los nacionales reciben la ayuda italiana y alemana, las iniciativas italianas son mucho mas importantes, a cambio Franco promete al Duce un acuerdo económico, de una colaboración política en el mediterráneo occidental y de una neutralidad simpatizante de España en caso de guerra privada, el acuerdo no prevé compensaciones territoriales ni concesión de bases navales o aéreas a favor de Italia. El acuerdo concluido en 1937 con Alemania no va mas allá de un compromiso de neutralidad que hace hincapié en la cooperación económica. España proporcionará aprovisionamientos en materias primas y víveres que facilitarán el segundo plan cuatrienal. La política francesa se encuentra obstaculizada por la opinión publica. Los comunistas piden que la España republicana reciba ayuda armada, porque no es posible dejar que se ahogue el pueblo español y Franco es claramente el agresor. Los medios derechistas se muestran favorables a los nacionales por motivos políticos y económicos, no quieren dejar el campo libre a Italia y Alemania y quieren salvaguardar las capitales franceses. En GB el Gabinete cuenta con la opinión publica en la no intervención, lo cual muestra un telón de seguridad. La política de no intervención favorecerá la victoria de los nacionales. ¿Cuáles han sido las ventajas obtenidas por el gob italiano? Recibe además de su reconocimiento en Etiopía, la seguridad de que el paso por el Canal de Suez permanecerá libre en todo momento y de que la libertad de transito por el mediterráneo no será obstaculizada. LA GUERRA CHINO JAPONESA Mientras tiene lugar la guerra civil española, el imperialismo nipón inicia en China un nuevo esfuerzo de vasta envergadura, luego de haber establecido de hecho un protectorado en Manchuria. El Japón quiere organizar ahora, bajo su dirección, la vida económica y politica de China, incluso da a entender que tiene la misión de asegurar la paz y el orden en toda Asia Oriental. La resistencia opuesta por China decide a los nipones a iniciar la guerra en julio de 1937, la cual va a durar 8 años. A partir de marzo del 37 ejercen el poder los nacionalistas intransigentes, presidido por el general Hayashi (hacen dimitir al gobierno anterior con una tentativa de golpe). Los partidarios de una expansión armada no dejan de afirmar que la politica de expansión pacifica, preconizada por los grandes capitalistas, es incapaz de resolver las dificultades económicas y sociales, subrayan el estado de dependencia y de inseguridad en que se encuentra la economía japonesa con

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respecto al extranjero, declaran que la única solución posible es implantar la hegemonía política del Japón en todo el Asia Oriental. Japón había adoptado un política de desgaste ante China luego de haber alcanzado la Muralla China, el ejercito japonés había permanecido en sus posiciones luego comenzaron a penetrar al sur de la Muralla, ocuparon Mongolia interior. Pero con motivo del insignificante incidente de Huan- Ping (unos disparos cruzados entre un destacamento japonés y otro chino al sudoeste de Pekin) el gobierno nipón aprovecha y le envía un ultimátum a China. El 26 de julio se da un ataque contra Pekín, luego un desembarco en Shangai y se apoderan de Nankín. En 18 meses, el ejercito japonés demuestra una superioridad aplastante. A finales del 38 Japón domina las regiones mas importantes por su actividad económica. Pero no ha conseguido quebrantar la voluntad de resistencia del gobierno nacionalista chino de Chan kai chek, ni la de los comunistas que han suspendido la guerra civil en 1937 para hacer frente a la invasión extranjera. El gobierno nipón comienza a comprender la dificultad de su empresa. En el transcurso de la fase de desgaste Japón anuncia que se opondrá a cualquier tentativa de China para obtener ayuda técnica y financiera de las potencia occidentales; esta Doctrina de Monroe asiática indica el propósito de hacer de China un campo reservado a la influencia Japonesa. El gobierno Nipón denuncia los acuerdos de 1922 y 1930, estableciendo la igualdad de armamento. El 25 de noviembre Japón firma con Alemania en pacto Anti-Komintern por el que acuerda informarse mutuamente acerca de las actividades de la Internacional Comunista, y ejecutar las medidas en estrecha colaboración. Evidentemente esta colaboración va dirigida contra la URSS. El gobierno soviético aconseja al partido comunista chino que ofrezca a Chang Kai Chek una colaboración amistosa y que establezca un “frente nacional” para oponerse a la amenaza japonesa. Pero no se plantea la cuestión de establecer entre Gb y Rusia una acción coordinada. 1938 Japón anuncia que el principio de la puerta abierta ha perdido su razón de ser. Ni Gb ni EEUU se atreven a declarar a Japón culpable para no tener que aplicar las sanciones. La única que ejerce una presión directa es la URSS con motivo de un incidente fronterizo lanza a sus tropas a sus tanques y sus aviones a una batalla de 10 días contra las tropas niponas. Pero el gobierno soviético estaba demasiado preocupado con las avances de Alemania en Europa para comprometerse con las asuntos de Asia Oriental. LA EXPANSIÓN ALEMANA EN EUROPA CENTRAL Europa se conmueve en 1938 por la expansión alemana: la anexión de Austria el 13 de marzo y la anexión de los Sudetes, a costa de Checoslovaquia, el 30 de septiembre. En ambos casos el gobierno alemán parece buscar el éxito primeramente sin recurrir a la fuerza. Lo que hoy resulta asombroso es que este profundo cambio en la relación de fuerzas se haya realizado mediante la simple a menaza de un acto de fuerza. En Viena el canciller Schusschingg cede porque comprende que el ejército austriaco es incapaz de impedir la invasión alemana. En Praga, Eduardo Benes abandona la región de los Sudetes al darse cuenta que no podrían contar con ninguna fuerza exterior. ¿Por qué Francia GB Italia la URSS han permitido a Alemania realizar las primeras etapas de Mein Kampf? La política italiana, tan firme, en la cuestión de Austria, había empezado, con la guerra española, a mostrar indicios de la política italiana por un lado y la inglesa y francesa del otro. En 1937 con el eje Berlín-Roma indica claramente a Goringg que no quiere sorpresas en la cuestión austriaca, pero luego se declara “cansada de hacer de guardián de la independencia austríaca”. La actitud del gobierno francés es vacilante, ya que espera la ayuda del GB. En el gabinete ingles, hay agitaciones por la dimisión de Eden (ministro de asuntos exteriores) por lo tanto las negaciones italo-inglesas quedan en suspenso y entorpecen las iniciativas de Chamberlain. Por lo tanto el único hecho indiscutible es la inercia del gabinete británico. Al declarar ante la Cámara de los Comunes, el 21 de febrero, que Gb no ha dado ninguna garantía a Austria. Se limita a gestos simbólicos: censurar severamente la política alemana y a pedir al gobierno italiano que exponga su punto de vista, también advierten al gob de Schusschingg que la resistencia a Alemania “ expondría a Austria a unos peligros contra los cuales el gob de su majestad no puede garantizar su protección”. Los medios dirigentes y la opinión pública estaban de acuerdo en pensar que la cuestión de Austria no merecía la guerra.

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En el fondo tanto Londres como París, los círculos políticos consideraban que la independencia de Austria era necesaria, de cualquier forma, para los intereses italianos, y que pos consiguiente, era superfluo ofrecer a Italia ventajas importantes en el mediterráneo. Ahora bien, Mussolini, decidido a realizar una gran política mediterránea, había terminado por converserse de que en el medio más seguro para lograr sus objetivos era establecer con Alemania una colaboración más estrecha, cuya primera condición era resignarse al Anschuluss. Por lo tanto en la cuestión de Austria cumple un papel fundamental Italia En el desenlace de la crisis Checoslovaca no tiene importancia la política de las dos potencias occidentales, pero si la de la URSS. El gobierno de Praga se ha resignado a abandonar la región de los Sudetes como consecuencia de la presión de Francia y GB. De todas formas en aquellas circunstancias, las potencias occidentales se encontraron en dos situaciones muy distintas: El gobierno inglés nunca se había comprometido a nada con respecto a Checoslovaquia, cuyas fronteras se habían negado expresamente a garantizar con las tratados de Locarno Francia, por el contrario, había dado esa garantía en el tratado de alianza firmando en 1935 con el gobierno de Praga. En cuanto a la URSS también tenía un tratado de alianza con Checoslovaquia desde 1935, pero no se había comprometido a prestar su colaboración armada hasta tanto q Francia cumple con sus compromisos. Por lo tanto no ha de intervenir en septiembre de 1938 dado que el gobierno francés elude sus obligaciones de alianza, y el mismo gobierno checoslovaco no pide ayuda a Moscú. Por lo tanto, lo que mas interesa en esta cuestión checa es la actitud de Francia. Francia cuando la amenaza alemana se hace evidente avisa al gobierno de Praga que si “Checoslovaquia se obstina a negarse a abandonar la región de los Sudetes, Francia no podrá ayudarla”. El gobierno francés solo prestara ayuda si Bélgica Polonia y Rumania concedieran al ejercito francés el derecho de transito, en virtud del art 16 de pacto de SdN. Además la aviación francesa no estaba en condiciones de entrar en guerra. Los países cuyo concurso sería necesario para el éxito de una política enérgica, son Polonia, la URSS, EEUU Y GB ¿Cuál es su comportamiento durante esta crisis? Polonia había firmado con acuerdo con Alemania en 1934, con la esperanza de desviar hacia otra lado la dirección de la expansión alemana. La cuestión de los Sudetes le hace creer en el éxito de sus planes URSS esta dispuesto a cumplir con sus compromisos de alianza si Francia también lo hace. Pero Francia sabia que la iniciativa rusa nunca podría ser llevada a cabo ya que para accede a Checoslovaquia debía pasar por Polonia y esto no sería posible ya que el gobierno polaco ha puesto una negativa absoluta “ si los rusos entrar en Polonia, incluso como “amigos”, no volverán a salir y pronto implementarán el comunismo. El Gabinete británico se aviene a tomar en consideración una intervención militar solo en el caso de que Francia se encuentre en peligro. Pero finalmente el 26 de sep anuncia que en caso de guerra franco-alemana, GB estaría, indudablemente del lado de Francia. Desde el principio hasta el fin de la crisis, el Gabinete inglés muestra una sola preocupación: evitar la guerra, porque comprende la debilidad de sus recursos; no cree en la eficacia de los elementos militares franceses. EEUU permanece en plan de espectador “ no queremos asumir ninguna obligación en la dirección de las negociaciones”. La política de Munich, obra franco-inglesa ha sido determinada por el convencimiento de una guerra genral, en 1938, se presentaría en unas condiciones inciertas y por consiguiente es necesario evitarla. No cabe duda que tanto Francia como GB esperaban q Hitler detuviera su impulso expansionista, una vez arreglada la cuestión de los alemanes en el extranjero. La URSS, que había sido mantenída al margen del arreglo de Munich, tenía motivos para sentir desconfianza creciente con respecto a la politica francesa ¿Quién creerá todavía en la palabra de Francia? ¿ porque el gobierno francés que acaba de de anular con sus propias manos el pacto concluido con Checoslovaquia, ha de respetar el pacto franco soviético?

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Hitler aceptó tomar parte de la conferencia de Munich, e hizo en ella algunas concesiones. Hitler tomó esta decisión a espaladas de Ribbentrop y Himmler, porque le dio la sensación de que la opinión publica alemana se mostraba reticente, y porque temió que Italia no la siguiera.

LA CRISIS DE MANCHURIA La crisis —recuerdan Girault y Frank— alimentó otras crisis. En un sistema incapaz de encontrar soluciones bajo la cooperación, los actores no tardaron en recurrir a la fuerza, la guerra, como instrumento para alcanzar sus metas nacionales. La iniciativa partió de Japón. Japón, a lo largo de los años veinte, se había ido configurando como un Estado moderno, demográficamente potente y con importante desarrollo económico. Su política exterior respetuosa con los principios de la Sociedad de Naciones, optó por una vía conciliadora aceptando, en el sensible tema del desarme, los cupos navales decididos en 1930. Sin embargo, el impacto de la crisis económica, corta, pero muy intensa, alteró radicalmente estos presupuestos. Los sectores ultra-nacionalistas y el Ejército fueron progresivamente controlando los resortes del poder y, empujados por los grupos económicos dominantes, diseñaron una acción exterior agresiva y expansionista a través de la cual buscaban recuperar su equilibrio económico-social y solucionar los problemas derivados de la depresión mundial. La crisis económica, aunque poco a poco superada, servirá de justificación a una expansión militar destinada a controlar nuevos mercados, adquirir territorios para su creciente población y prestigio internacional. La Manchuria china sería el centro de sus actuaciones. En 1922, Tokio había suscrito, junto a otras ocho potencias, un tratado reconociendo la plena soberanía de China sobre Manchuria, si bien mantenía en el sur del territorio un destacamento militar para proteger sus intereses en torno al ferrocarril y los de una importante colonia nipona que controlaba en la zona sus principales recursos mineros (carbón y hierro) y económicos. En septiembre de 1931, las tropas japonesas, pretextando ataques chinos contra el ferrocarril, ocuparon primero la ciudad de Moukden, y poco después, toda la región de Manchuria. La agresión coincidirá con un cambio político en Tokio, en el que la caída del gabinete liberal de Wakatsuki da paso al general Araki, paladín del militarismo. Dos acontecimientos agravaron la crisis. En primer término, una asamblea de representantes manchukos vinculados a los intereses de los ocupantes proclamaba la independencia del país (1 de marzo de 1932), bautizado como Manchukuo. Japón reconocerá de inmediato al nuevo Estado, convertido en su protectorado al asumir su defensa y la política exterior. En segundo, en enero de 1932, Tokio provocará una nueva acción militar contra China al atacar el puerto de Shanghai. El gobierno de Chiang Kai-shek, consciente de su inferioridad, rechazó una respuesta militar y optó por someter la cuestión a la Sociedad de Naciones, denunciando la violación que del Pacto cometía un Estado miembro contra otro. La organización de Ginebra se veía confrontada a un reto fundamental: por primera vez debía actuar contra la política de fuerza de una gran potencia que, caso de Japón, había sido clave en su puesta en marcha y funcionamiento. Su prestigio y los principios de la seguridad colectiva se jugaban en Manchuria. Tras diversas resoluciones reclamando a Japón la retirada de sus tropas, desoídas por Tokio, el Consejo Político de la Sociedad de Naciones aprobó en diciembre de 1931 crear una comisión investigadora que presidida por el británico lord Lytton, debía elaborar un informe de la situación creada. Un año más tarde, diciembre de 1932, la Asamblea hacía suyas las conclusiones de la comisión Lytton, rechazando reconocer el Estado Manchukuo, ordenando a Tokio retirar sus tropas y exigiendo el regreso al statu quo. Condenado unánimemente por la Sociedad de Naciones, Japón abandonará la organización en marzo de 1933. Sin embargo, ninguna de las grandes potencias deseaba intervenir contundentemente contra el gobierno japonés, sacrificando la seguridad colectiva en beneficio de sus intereses nacionales y el realismo político. La resolución de la Asamblea, que debía ser hecha efectiva por el Consejo Político, no fue acompañada de las medidas coercitivas. Nadie quiso adoptar las sanciones contra el Imperio nipón previstas en el artículo 16 del Pacto de Ginebra, ni declarar que Manchuria y China habían sido víctimas de agresión. Washington, tras una condena moral para no alterar sus relaciones comerciales con Japón, se limitó a manifestar que no reconocería ninguna situación de hecho que atentara contra la integridad china y el régimen de puertas abiertas. Tampoco Londres o París desean correr riesgos, acomodándose a la pasividad norteamericana. Gran Bretaña consideraba ineficaces y peligrosas las sanciones económicas y peor aún, las militares: una demostración naval podría

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volverse contra su colonia en Hong Kong y la concesión internacional de Shanghai. Francia —campeona de la seguridad colectiva— duda en condenar a un-país que, como Japón, ha sido un socio clave en las negociaciones dentro de la Sociedad de Naciones. La impotencia de la Sociedad de Naciones, fruto de la inercia de las grandes potencias, alentaron a Japón en su política expansionista. Además de guardar Manchuria, desde principios de 1933, el ejército nipón invadía el Jehol, la región montañosa entre Manchuria y Mongolia interior, amenazaba Pekín y obligaba a su gobierno a firmar un armisticio. Jehol quedó anexionado al Manchukuo. En el plazo de dos años, los acontecimientos de Extremo Oriente habían dado un golpe mortal a la Sociedad de Naciones: la agresión, al triunfar, constituía un ejemplo para los actores del sistema contrarios a los procesos de institucionalización de la paz y volvía a situar a la guerra en el primer plano de las relaciones internacionales, evidenciando que frente a aquélla, la seguridad colectiva no funcionaba. La ejecución de pactos y acuerdos bilaterales y multilaterales La continuidad de la diplomacia en los primeros tiempos del Gobierno nazi se explica por la influencia de las antiguas minorías en las jerarquías militares, empresariales y del ministerio de Relaciones Exteriores y por la voluntad de aparecer como un gobierno de confianza para el resto de Occidente. Entre sus propósitos iniciales se encontraban dos: evitar el aislamiento de Alemania y provocar situaciones de desequilibrio internacional en su propio provecho. En cumplimiento de sus objetivos desplegó un conjunto de acciones entre las naciones europeas para avanzar hacia la conquista y el dominio. En la primavera de 1933 se celebró una Conferencia sobre desarme que debatía dos planes presentados por británicos y franceses sobre reducción de Ios ejércitos y control de armamentos. En esta conferencia tuvo lugar un discurso de Hitler que constituyó una declaración manifiesta de su deseo de paz y, al mismo tiempo, una protesta por el tratamiento injusto que los Aliados otorgaban a Alemania en la cuestión del desarme. Cuando los franceses convencieron a Londres y Washington para que se limitara el armamento alemán, la delegación germana se retiró de la Conferencia y el 19 de octubre anunció la salida corno miembro de Sociedad de Naciones. La retirada vino seguida de la presentación de un plan de rearme que triplicaba la adquisición de armamento en un plazo de cuatro años. Italia fue una de las naciones que contribuyó a la integración de Alemania en la sociedad internacional europea defendiendo la creación de un acuerdo de los Cuatro Grandes —Francia, Italia, Alemania y Gran Bretaña— para el entendimiento y la colaboración. El Pacto cuatripartito se firmó en junio de 1933 pero aludía únicamente a una política de colaboración sobre cuestiones específicas de los cuatro. El Pacto no fue ratificado como consecuencia de las divergencias entre fines y métodos de cada uno de los signatarios. El mariscal Pilsudski, aliado de Francia, quedó decepcionado por el Pacto de los Cuatro Grandes en tanto que no reconocía a Polonia como potencia de primer orden. Este fue el motivo que le animó a entablar relaciones con Hitler partiendo de un ensayo de colaboración en la ciudad de Dánzig. En enero de 1934, Alemania y Polonia firmaron un pacto de no agresión vigente para diez años que suponía el alejamiento de su aliada tradicional, Francia. La firma del pacto fue una sorpresa para todos, pues parecía que el Führer se apartaba de la política antipolaca seguida por gobiernos y ministerios anteriores, y de las directrices nazis, que consideraban a Polonia como el principal obstáculo en la expansión hacia el oriente. A efectos estratégicos el pacto con Pilsudski permitía romper el cerco en torno a Alemania e impedía futuras intervenciones de París en los asuntos de su aliada Varsovia. La Alemania nazi desarrolló hacia el Este una diplomacia abierta y amistosa consistente en la integración de estas naciones en una red de relaciones económicas y políticas que favorecían su desarrollo. En este sentido fomentó las importaciones rumanas, yugoslavas, búlgaras y húngaras así como las exportaciones de productos alemanes hacia esta zona. Ayudó y promocionó opciones políticas de partidos fascistas, militares o monarcas dictatoriales que se extendieron por la región como reacción a las democracias occidentales y a los Tratados de París. La dependencia comercial hacia Berlín y la inestabilidad política fue aprovechada por Hitler para estimular las reivindicaciones territoriales y el desequilibrio existente en la zona por cuestiones fronterizas como el de Hungría y Bulgaria contra Rumania o Hungría contra Yugoslavia. Era la táctica que permitía al Führer mantener el control sobre una Europa oriental en situación de conflicto que se planteaba irresoluble, a no ser que sus autoridades accedieran a la absorción en el Reich alemán. Acuerdos, pactos y tratados tenían el propósito de

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estructurar un sistema defensivo entre los gobiernos nazi-fascistas cuyo futuro se insertaba en la idea del Nuevo Orden Europeo liderado por la Alemania nazi. La vasta reorganización continental incluía a aquellos regímenes que de alguna manera formaban parte de la órbita ideológica y económica del Tercer Reich: Hungría, Bulgaria, Rumania, Checoslovaquia, España, Italia, Austria, Yugoslavia, naciones que tenían en común gobiernos dictatoriales, quejas contra las resoluciones del Tratado de Versalles, amenazas físicas o ideológicas de la URSS, etc. Entre 1938 y 1939 se convirtieron en territorios anexiona-dos —Austria y los Sudetes— o protectorados —Bohemia y Moravia—, en cualquier caso en satélites voluntarios u obligados de la Alemania nazi. Ante la nueva red de relaciones, el ministro de Asuntos Exteriores francés, L. Barthou, propuso el Pacto del Este a aplicar en tres etapas: 1) Tratado de Garantía Recíproca entre vecinos, que garantizaba asistencia militar inmediata contra la agresión a los países incluidos: Alemania, Finlandia, Letonia, Estonia, Polonia, URSS, Checoslovaquia y Lituania. 2) Asistencia franco-soviética, por la cual la URSS se adhería al Pacto de Locarno y Francia al Pacto del Este. 3) Acta general que declaraba a todo el conjunto compatible con la Sociedad de Naciones, una vez que la URSS se adhiriera a dicha organización. El espíritu del Pacto empezó, sin embargo, a dar sus frutos en septiembre de 1934 cuando este país fue aceptado en la Sociedad de Naciones aun-que su continuidad quedó frustrada con el asesinato de su autor, L. Barthou, en el mes de octubre. Tanto Hitler como Pilsudski rechazaron el pacto por falta de confianza y desacuerdo en sus objetivos. Uno de los puntos principales de la política exterior nazi era la doble alianza con Gran Bretaña e Italia. Gran Bretaña le parecía un aliado idóneo para sus propósitos por tratarse de un Imperio con quien en el futuro pensaba pactar las zonas de influencia en el continente europeo a cambio de asegurar su dominio en las colonias africanas y orientales. El acercamiento a Londres fue, sin embargo, un fracaso a pesar de todos los intentos que Hitler realizó entre 1935 y 1937. Esta idea de aproximación a Londres retrasó el acercamiento a la Italia mussoliniana. Con Italia, Hitler debía renunciar al Tirol habitado por una minoría germánica que, junto con Austria, formaba parte de la comunidad alemana de la que le resultaba difícil prescindir Mussolini consideró que la zona danubiana en torno a Austria, Hungría y Croacia podía organizarse en un conjunto económico regional, y así se firmaron en marzo de 1934 los Protocolos de Roma que sentaron las bases para el desarrollo del área. El primer encuentro Hitler-Mussolini en Venecia el 15 de junio de 1934 no resultó amistoso. Hitler se hallaba profundamente contrariado por la adhesión que Italia, Francia y Gran Bretaña firmaron a la independencia austriaca. En julio de 1934 varias decenas de nazis austriacos asesinaron al canciller austriaco En-gelbert Dollfuss, acto ante el que Italia respondió con el envío de varias divisiones a la frontera. Mussolini había acordado con Francia la defensa de los territorios austriacos en caso de amenaza contra la independencia de Austria a cambio de lo cual París permitió al Duce atacar Etiopía. A comienzos de 1935 la situación política internacional no parecía muy positiva para Alemania. Sin embargo, recuperó posiciones gracias a circunstancias ajenas a su política: había llegado el momento, según el Tratado de Versalles, de la celebración del plebiscito en el territorio del Sarre para determinar si sus habitantes deseaban volver a Alemania, mantener el statu quo o formar parte de Francia. Ante el desentendimiento aliado, las elecciones del mes de enero arrojaron un resultado de un 90,9 % de votos a favor de la adhesión a la Alemania nazi, cifra que fue interpretada como un respaldo a Hitler. Mientras tanto el Führer decretó por ley la potenciación de la Wehrmacht, con el aumento de los objetivos terrestres y la introducción del servicio militar obligatorio. Esta ley de marzo de 1935, que constituía una flagrante violación del Tratado de Versalles, provocó las protestas de las potencias europeas que reaccionaron con la firma de tres convenios internacionales: 1) en el mes de abril se firmó en Stressa un acuerdo entre Italia, Francia y Gran Bretaña —Frente de Stressa—por lo que se opusieron al rearme alemán, rechazaron sistema de denuncia unilateral de los tratados internacionales, reafirmaron su fidelidad al tratado de Locarno y reivindicaron las garantías para la independencia de Austria. 2) En mayo, Francia y la Unión Soviética concluían una alianza bilateral que reforzó la asistencia mutua y la seguridad colectiva ante una amenaza de agresión. Desde su concertación Hitler, Von Neurath y Ribbentrop insistieron en denunciarla y la consideraron como una «violación de Locarno». Cuando el parlamento francés ratificó este acuerdo, Alemania inició el proceso de ocupación de Renania. 3) También en mayo, un último tratado entre la Unión Soviética y Checoslovaquia confirmaba la asistencia recíproca en caso de agresión, aunque un protocolo anexo mencionaba que sólo

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entraría en vigor si se producía la ayuda francesa al país atacado. Parecía que el Frente de Stressa y el pacto franco-ruso habían supuesto el aislamiento alemán junto a una red de tratados antialemanes que se extendía por Europa: Francia, Rusia y Checoslovaquia; Francia, Italia y Gran Bretaña; Francia y Polonia; Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia. De todo este juego político, el canciller alemán había extraído grandes ventajas diplomáticas al tiempo que había dejado claro que concebía los tratados como instrumentos coyunturales, unos medios para alcanzar un fin: la destrucción de Versalles y el rearme alemán. Sin embargo, Francia y Gran Bretaña estaban en esos momentos especialmente atentos a la invasión italiana de Abisinia en octubre de 1935 y al descontento social como consecuencia de la grave situación económica que se registraba. El Frente de Stressa fracasó ante esta guerra y las incompatibilidades de los asociados en sus objetivos internacionales y estratégicos. Acuerdo Naval Anglo-Aleman – Politica de apaciguamiento GB Gran Bretaña ratificaba la ruptura cuando concluyó un acuerdo naval con Alemania en junio de 1935 según el cual esta aumentaba la producción de barcos y submarinos y daba un paso importante hacia la alianza con Londres. Hitler consideró este acuerdo como el principio de una alianza «eterna» con Londres y aprovechó la ruptura del Frente de Stressa para proceder a la reocupación de la zona desmilitarizada de Renania el 7 de marzo de 1936 y para acercarse a Italia, que había quedado aislada y buscaba a Alemania, a la que veía como una potencia dinámica, poderosa y decidida a combatir a las débiles , Francia y Gran Bretaña. En julio de 1936, Austria y Alemania llegaron a un acuerdo relativo al establecimiento de relaciones de amistad en el que se reconocía que Austria se identificaba a sí misma como un Estado alemán y prometía seguir una política exterior que respetara la del Tercer Reich. El partido nazi en Austria se desarrolló dentro de la legalidad y muchos de sus simpatizantes entraron en el ejecutivo austriaco. En 1936 la orientación antisoviética de Hitler quedó de manifiesto en la campaña propagandística realizada contra la URSS y el comunismo internacional ante quienes la política nazi se ofrecía como garante del freno al bolchevismo. El tono antisoviético de su política exterior se mostró con toda claridad en la intervención en la Guerra Civil española, nuevo núcleo de tensiones en el sur de Europa. Se trataba de la petición de ayuda que el general Franco, al frente de una rebelión militar contra el Gobierno republicano, había solicitado a Hitler para que pudiera transportar tropas desde las colonias africanas a la península. En su política exterior, el canciller alemán nunca había pensado en España. Sus alianzas las había concebido con Gran Bretaña para derrocar a la URSS y con Italia, de quien buscaría su apoyo para solucionar los problemas del Tirol y de la Anschluss de la Austria alemana. Sin embargo, la noche del 25 al 26 de julio decidió aceptar las propuestas de los emisarios españoles y ordenó el envío de aparatos a los rebeldes. Al adoptar la decisión de ayudar a Franco, Hitler no esperaba una victoria rápida, pero pensó que impediría la formación de un bloque populista que podría abarcar desde el norte de África hasta el norte de Francia. El recurso a un tipo de ayuda «no oficial», concentrada en la persona de Franco, se debe a sus deseos de evitar posibles implicaciones de su decisión en el plano internacional. El Fühirer se habría decidido a favor de la intervención por consideraciones de carácter ideológico y estratégico, es decir, no podía tolerar de ningún modo una España volcada hacia la izquierda que actuara como un enemigo en el sur de Europa, factible de conformar un bloque hispano-francés aliado a la URSS. El 25 julio de 1936 Hitler sopesó que, a cambio de la limitada ayuda que Franco solicitaba, cabría modificar, si éste triunfaba, la situación estratégica en el Mediterráneo occidental a la vez que se eliminaba la posibilidad de acercamiento a Francia y a Rusia del Gobierno de Madrid. La concesión de recursos a Franco constituyó un paso decisivo en el camino que se propuso recorrer para reunir en un solo bloque a todos los países anti bolcheviques. Con el conflicto español, Hitler empezó a preocuparse cada vez más por el momento de la llegada de la lucha definitiva contra Rusia. En consecuencia, el 1 de noviembre de 1936 firmó con Mussolini el Eje Berlín-Roma y el 25 de ese mismo mes concluyó con Japón el Pacto Anti-kominterm como estrategias sustitutorias de la imposible alianza con Gran Bretaña-Estas adhesiones marearon el fin del equilibrio de poder en Europa. En su memorando sobre el Plan de Cuatro Años de 1936 marcaba el comienzo el intenso programa de rearme como elemento básico en la previsible guerra entre Alemania y la URSS. El carácter agresivo de la política exterior del Tercer Reich tuvo su contrapunto en política interior, materializado en cambios de ministros y jefes a lo largo de 1937: sustitución del ministro de Economía,

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nombramiento de Hitler como ministro de la Guerra, nombramiento de Keitel como jefe del Alto Mando de las Fuerzas Armadas y de Von Ribbentrop como ministro de Asuntos Exteriores. Estas medidas reforzaron su poder ante el ejército y los distintos grupos políticos de opiniones opuestas en asuntos de política internacional. La política expansionista de Hitler discurrió con éxito debido a un conjunto de de acontecimientos que se sucedieron en la sociedad internacional: la atención hacia la crisis en el oriente asiático entre Japón y Manchuria. la conquista italiana de Etiopia; la Guerra Civil española; la debilidad-de Francia; la implantación de sistemas políticos de tipo dictatorial en Hungría, Rumania, Polonia, Bulgaria; el antagonismo anglo-soviético sólo superado en 1941 y las consecuencias políticas y económicas del Tratado de París, que no satisfizo ni a vencedores ni a vencidos. Todos los intentos de apaciguamiento por parte de la diplomacia occidental fueron insuficientes para calmar los deseos expansionistas de la Alemania hitleriana. Virajes hacia la guerra: Renania, Checoslovaquia, Austria, Polonia Una vez establecido el sistema de alianzas y las redes de apoyo en Europa occidental y oriental, Hitler procederá en una escalada paulatina a cumplir con sus objetivos de ocupación del Lebensraum. Era el momento de la ascensión de Alemania y del cambio de poder a partir de 1936. La comunidad racial germana necesitaba un espacio mayor que otros pueblos y su conquista sólo podía resolverse mediante acciones violentas. La consecución de este objetivo, que desembocará en la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló en cuatro fases sucesivas que detallaremos a continuación: LA OCUPACIÓN DE RENANIA La remilitarización de Renania el 7 de marzo de 1936 constituyó un giro decisivo en el camino hacia la guerra y un síntoma evidente de las ambiciones territoriales de Hitler. Después de semanas de deliberaciones, Hitler aprovechó las divisiones y debilidades entre Londres y París y asumió el riesgo de la invasión, justificada por la necesidad de poder llegar, en caso de conflicto con Francia, a la línea del Rin. Desde su punto de vista el pacto franco-soviético era contrario al Tratado de Locarno y dejaba a Francia las manos libres para intervenir contra Alemania en caso de conflicto con la URSS. En París se discutió la opción que quedaba entre autorizar la instalación de algunas guarniciones en la zona o rechazar por la fuerza la ocupación. Hitler no aguardó decisión alguna y pasó a los hechos: en marzo de 1936 tres batallones traspasaron el Rin y cubrieron en breve tiempo Aquisgran, Tréveris y Sarrebrück. Esta acción fue sometida a plebiscito popular cuyo resultado arrojó un 99 % de votos positivos. Los firmantes del Tratado de Locarno denunciaron esta operación ante la Sociedad de Naciones cuya respuesta fue la confirmación de que Alemenia había incumplido con sus obligaciones internacionales. Junto a esta denuncia, propusieron un análisis de la compatibilidad del pacto franco-soviético firmado en mayo de 1935 con Locarno y las derivaciones que pudieran detectarse de amenazas hacia la integridad alemana. Finalmente, sugirieron al Tercer Reich la limitación de sus efectivos en la zona reocupada así como el mantenimiento de una zona neutral controlada por las fuerzas internacionales. Mientras tanto, Bélgica, Francia y Gran Bretaña firmaron un acuerdo por el que garantizaban sus territorios en caso de agresión alemana, acto que molestó extraordinariamente a Hitler. En abril presentó un plan de paz según el cual no aumentaría sus efectivos en Renania, firmaría pactos de no agresión con Francia, Bélgica y el resto de los países fronterizos por el Este y finalmente reingresaría en la Sociedad de Naciones. Los políticos franceses desconfiaron de este plan de paz, pero aceptaron la remilitarización de Renania y sugirieron a la Sociedad de Naciones la formación de acuerdos y de una fuerza militar bajo autoridad europea que controlara los movimientos en la zona. Dicho suceso tuvo gran importancia dentro del contexto del rearme y fue muy bien aceptado tanto por las elites nacional-conservadoras tradicionales como por la población, puesto que se trataba del restablecimiento de la soberanía alemana sobre un territorio que había pertenecido a Alemania. Una de las consecuencias más graves fue el efecto que tuvo sobre el propio Hitler: la victoria le hizo creer que tenía una misión que cumplir, mientras que los halagos y la adulación de su entorno hicieron el resto. Por su parte, en mayo de 1936 el Frente Popular francés se erigió en el ganador de las elecciones y los asuntos de política interna pasaron a tener prioridad sobre cualquier otro. El Gobierno francés tenía numerosos asuntos pendientes y dejó a un lado los aspectos internacionales, situación que aprovechó el Gobierno alemán para continuar tomando posiciones en el continente.

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EL ANSCHLÜSS: LA ANEXIÓN DE AUSTRIA A excepción del conflicto localizado en España con motivo de su guerra civil, 1937 parecía anunciar una era de apaciguamiento, especialmente en lo que concernía a las relaciones anglo-italianas dispuestas con el propósito de mantenimiento de la paz en el Mediterráneo. El año transcurría sin que Alemania consiguiera una alianza con Gran Bretaña y decidió reconsiderar sus planes iniciales, es decir, dar golpes breves y decisivos en el Oeste antes de lanzarse hacia el Este. Ante esta circunstancia prefirió asegurar sus fronteras eliminando a Checoslovaquia y a Austria, teniendo en cuenta que la situación era propicia puesto que contaría con el apoyo de las minorías y del pueblo alemán. Además, el rearme de Francia y Gran Bretaña no había avanzado suficientemente mientras que la Guerra Civil española y el Pacto Antikomintern le proporcionaban un respaldo estratégico fundamental. En noviembre de 1937, Hitler expresó su preocupación por la escasez de materias primas y la necesidad de una expansión territorial que aliviara esta penuria para la economía alemana. El Führer no había logrado aproximarse a Gran Bretaña, pero ésta había expresado con total claridad que no deseaba un conflicto armado con Alemania, y Francia no haría nada sin el apoyo británico. En consecuencia era el momento adecuado para rehacer la comunidad étnica alemana a base de incorporar la población y el territorio residente en Austria y en la región de Bohemia. A pesar de que la idea inicial era comenzar con la anexión de los Sudetes, Hitler cambió de opinión y dio prioridad al Anschluss con Austria aprovechando la presencia nazi en el Gobierno, la intensa propaganda y la movilización de los medios económicos alemanes hacia la unión económica y aduanera con el vecino país. Austria era alemana de lengua, raza y cultura: las condiciones para la anexión estaban definidas. El 12 de febrero, el canciller Schuschnigg recibió un ultimátum para que Austria se alineara con el Tercer Reich en el que se exigía el cese del Jefe del Estado Mayor, general Jansa por su carácter antinazi. El canciller aceptó pero reaccionó por sorpresa convocando un plebiscito para el 13 de marzo en el que los 'ciudadanos se pronunciarían sobre la independencia. El proceso fracasó porque Hitler logró detener el plebiscito; Gran Bretaña y Francia no proporcionaron ninguna ayuda a Schuschnigg, y éste dimitió por orden de Goering. El 12 de marzo de 1938 Hitler llegó a la frontera y recorrió en coche descubierto toda la zona aclamado por la población. El mismo día 13 se decretó la unión germano-austriaca al tiempo que el Führer llegaba a Viena donde proclamó la entrada de su nación natal en el Reich como una provincia más. Londres y París se mantuvieron impasibles ante la anexión.

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LA ABSORCIÓN DE CHECOSLOVAQUIA Y LA CONFERENCIA DE MÚNICH La siguiente fase del expansionismo sería los Sudetes, asunto prioritario para Hitler tras el Anschluss. Checoslovaquia era uno de los Estados multinacionales creados a raíz del Tratado de Versalles cuya configuración no satisfacía plenamente a ninguna de las partes. Para asegurar la protección de los montes de Bohemia, se había incluido en sus fronteras zonas limítrofes pobladas por alemanes, se aña-dieron territorios con población magiar y el Este quedó completado con una zona minera habitada por polacos. El argumento utilizado por Hitler era la necesidad de integrar a la población alemana residente en esta región fuertemente industrializada, cuya convivencia con los checos había sido pacífica hasta la aparición del Partido de los Sudetes alemanes de ideología nazi. En abril de 1938 el Partido, liderado por Konrad Henlein, incluía en su programa la reivindicación de la igualdad entre el grupo alemán y el pueblo checo, proponían un gobierno autónomo para la región y una legislación específica para los alemanes de Checoslovaquia que residieran fuera de los Sudetes. Hitler animó a Henlein a que siguiera planteando reivindicaciones que fueran de imposible concesión para quebrar así la solidez del Gobierno checo. Aparentemente se trataba de una crisis nacional pero la democracia checa comenzó a barajar sus alianzas a la vista de lo ocurrido con Austria. La ayuda podría proceder a través de los tratados firmados tanto con Francia como con la URSS así como de la Pequeña Entente —Checoslovaquia, Rumania y Yugos-lavia— aunque esta última tenía su razón de existencia contra Hungría. El Gobierno de Leon Blum no pudo convencer a Londres ni a sus propios militares de que cumplieran los compromisos con Checoslovaquia, aunque por razones de imagen interna tenían que guardar las apariencias de no estar traicionando a su aliada centro-europea. El Gobierno francés no estaba dispuesto a afrontar una guerra contra Alemania si no se aseguraba el apoyo británico y éste no se consiguió. París y Londres rogaron a los checos que negociasen y aceptasen las peticiones alemanas, pero los acontecimientos se precipitaron: el Gobierno de Praga movilizó a reservistas ante la alarma de un inminente ataque alemán y el Partido de los Sudetes protagonizó violentos incidentes en algunas zonas, acontecimientos utilizados por los pronazis para demostrar la incapacidad del Gobierno y, en consecuencia, hacerse cargo de la situación. La crisis checoslovaca se agudizó en septiembre de 1938 con motivo de un discurso de Hitler en el que la reivindicación no era la autonomía sino la anexión a Alemania. Lo que comenzó como un problema interno alcanzó el grado de cuestión internacional de gran relevancia. Londres reaccionó con la petición de una entrevista a Hitler en la que el primer ministro británico Chamberlain expresó su deseo de acercamiento y de mejora en las relaciones bilaterales. En la entrevista, Hitler manifestó claramente su intención de que los Sudetes se integrasen en el Reich y se mostró dispuesto a emprender una guerra si fuera necesario. Tanto Chamberlain como el observador británico lord Runciman —enviado por Londres para comprobar el estado de la cuestión— estuvieron de acuerdo en la cesión inmediata a Alemania de aquéllas zonas en los que la población alemana fuera mayoría así como en el establecimiento de un régimen de autonomía para los Sudetes.

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Esta amputación de territorio y habitantes significaba, además, que alrededor de un millón de checos, judíos y alemanes antifascistas pasaban a ser ciudadanos del Reich. Aunque el ejecutivo británico y francés tenían opiniones enfrentadas ante nuevas concesiones a Hitler, la propuesta de ambos era que Praga debía aceptar la amputación de la parte de su territorio poblada por germanófonos en beneficio de la paz. Daladier y otros ministros franceses temían que Hitler procediera a la destrucción de Checoslovaquia y a la guerra de conquista hacia el oriente ante lo cual solicitó ayuda inminente de Gran Bretaña. El gabinete checo no aceptaba la anexión si no había plebiscito, pero Londres y París presionaron a Praga con un ultimátum: si continuaba con la resistencia no podría contar con la asistencia de ambas naciones. Las reivindicaciones de Hitler se extendían a Polonia y Hungría y se aceleraron los preparativos militares para la invasión. El 22 de septiembre Chamberlain visitó de nuevo a Hitler para que fijara una línea fronteriza que delimitara las zonas. El Führer exigió el cumplimiento de las peticiones sobre Polonia y Hungría y advirtió de una invasión militar en el caso de que el ejecutivo checo lo rechazara. Ante lo que parecía ser el inminente estallido de una guerra, el primer ministro británico y Mussolini propusieron la celebración de una Conferencia en Múnich para el 29 de septiembre entre los jefes de gobierno de Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania. Hitler acudió con Mussolini quien tenía la intención de presentar una propuesta como si de un participante neutral se tratara. El 30 de septiembre se llegó a un acuerdo por el que los alemanes de los Sudetes pasarían al Reich en los primeros días de octubre junto a la creación de una comisión que supervisaría la toma de posesión. Después se estudiarían las reivindicaciones polacas y húngaras y el resto del territorio checoslovaco sería salvaguardado por las cuatro potencias. El presidente checo E. Benes no tuvo otra opción que la de aceptar los resultados de Munich para presentar inmediatamente su dimisión. De esta manera, la Conferencia que reunía a los cuatro grandes, acabó para Alemania con la concesión de todo aquello que deseaba sin recurrir a la fuerza, sin consultar a Checoslovaquia y con el consenso de París y Londres: la zona de los Sudetes fue anexionada con la única preocupación por parte de las democracias de garantizar las nuevas fronteras del Estado checoslovaco y ante la desconfianza e indignación del resto de las naciones del centro y este europeos. La conferencia neutralizaba a Checoslovaquia y lanzaba a estas naciones la percepción de que su única salida era la de conseguir acuerdos con la gran Alemania en los mejores términos, si querían evitar acciones violentas. En noviembre de 1938 el llamado Arbitraje de Viena efectuado por Italia y Alemania, concedió a Hungría 12.000 km2 y un millón de habitantes al sur de Checoslovaquia al tiempo que Eslovaquia se constituía con un gobierno autónomo presidido por monseñor tiso. La Rutenia subcarpática recibía igualmente la autonomía de tal manera que las defensas checas quedaron debilitadas, perdió el 70 % de la producción de acero y energía eléctrica y gran parte de la industria química. Hitler despedazaba así a Checoslovaquia, islote democrático en una Europa centro-oriental gobernada por sistemas dictatoriales. La ratificación del desmembramiento checoslovaco se produjo en marzo de 1939 cuando Eslovaquia se configuraba como Estado independiente bajo los auspicios alemanes. El 15 de marzo las tropas nazis entraron en Praga para colocar este país bajo las órdenes del Reich alemán configurando de este modo el Protectorado de Bohemia y Moravia. El Gobierno eslovaco al frente del cual se hallaba monseñor Tiso, se puso a las órdenes de Hitler ejerciendo así de Estado vasallo en una relación denominada eufemísticamente de protección con el Tercer Reich. POLONIA Después de Checoslovaquia una cadena de cesiones alrededor de las fronteras alemanas aumentó el espacio vital hitleriano: Lituania cedía Memel, se firmó un acuerdo rumano-germano por el que la explotación del petróleo rumano se asociaba a Alemania y Franco ganaba la guerra de España y se adhería al Pacto Antikomintern.

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La opinión pública internacional estaba traumatizada con el aniquilamiento de Checoslovaquia puesto que había sido percibido como que el Tercer Reich se proponía ampliar sus fronteras hacia un espacio que incluía no sólo a los pueblos de lengua y raza alemana sino a todos aquéllos próximos a sus fronteras. El paso lógico en la consecución de tales objetivos era la anexión de Polonia. Las relaciones entre Alemania y Polonia habían sido relativamente cordiales aunque se esperaba que en cualquier momento Berlín intentara modificar los acuerdos de Versalles sobre Dánzig y el Corredor polaco. Desde octubre de 1938 se estaban produciendo incidentes en las zonas de minoría alemana. El ministro alemán Ribbentrop había propuesto a Polonia la vuelta de Dánzig a Alemania y la aplicación del principio de extraterritorialidad para una autopista que atravesaría el corredor polaco. La presión nazi sobre Dánzig era una prueba evidente de que Polonia acabaría como Checoslovaquia y que Hitler atacaría por el Oeste a menos que Gran Bretaña y Francia tomaran medidas decisivas para fortalecer a ambos países. En la primavera de 1939 Ribbentrop comunicó a Varsovia la necesidad de que se uniera al bloque Antikomintern y que Dánzig retornara a Alemania, quien además contaría con una carretera v un ferrocarril de carácter extraterritorial que la unirían con la Prusia oriental a través del corredor. El Gobierno del coronel Béck le informó en tono conciliatorio y amistoso de la imposibilidad de atender a tales exigencias y de la resolución de luchar si los intereses polacos se vieran amenazados. Gran Bretaña contestó con la asistencia inmediata en caso de alguna acción que amenazara la independencia polaca, decisión que Berlín consideró incompatible con el acuerdo de no agresión germano-polaco de 1934. Francia confirmó la alianza con Varsovia a la que siguieron promesas de asistencia a Rumania, Grecia y Turquía puesto que, desde su punto de vista, Polonia no podría ser otra Checoslovaquia. El único tema pendiente en todo el sistema de alianzas alemán era la reacción de la URSS en cuanto a si optaría por defender a Polonia o no. Stalin temía que las democracias occidentales concluyeran un nuevo Múnich para Polonia dejando así el paso libre de Hitler hacia el Este. Tras diversas vacilaciones Alemania y la URSS firmaron un Tratado de No Agresión en agosto de 1939 (Ribbentrop-Molotov). El Pacto reconocía las reclamaciones soviéticas de parte del territorio polaco, los Estados bálticos y Besarabia y además imposibilitaba que Gran Bretaña y Francia ayudaran a Polonia. Una cláusula secreta disponía el reparto de ésta entre Hitler y Stalin en un futuro inmediato. De este modo los preparativos militares se intensificaron en la frontera germano-oriental así como los incidentes en las zonas de minorías alemanas. Las órdenes del Führer eran que el inicio de la invasión fuera el 26 de agosto. Los últimos intentos para evitar el conflicto armado partieron de Mussolini pero resultaron inútiles: Hitler exigía Dánzig, partes de Silesia y la destrucción de Polonia. La orden del ataque se retrasó hasta el 1 de septiembre y estaba convencido de que había llegado la hora de ejecutar definitivamente su proyecto de Lebensraum así como de recuperar la maltrecha economía del Reich. La campaña de Polonia fue rápida y espectacular y Gran Bretaña y Francia actuaron tardíamente. La invasión desembocó en una nueva guerra mundial como consecuencia de la insaciable sed de conquista de Alemania y la

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debilidad de las democracias. Renania, Austria, los Sudetes, Bohemia-Moravia, Polonia... se fueron integrando en el espacio vital nazi junto a los Estados vasallos de Hungría, Rumanía, Bulgaria, Serbia, engranajes esenciales para el funcionamiento de la economía de guerra hitleriana. Estas ocupaciones o anexiones sucesivas dependieron bastante de la oportunidad del momento en que ocurrieron. En su provocación, subyacía el objetivo de establecer la dominación alemana sobre Europa Central y dejar abierta la posibilidad para un ataque contra el bolchevismo. Hacia 1938-1939 la «idea» hitleriana y su visión del mundo se hacía realidad. La diplomacia europea se tambaleaba ante la expansión nazi, que había congregado un conjunto de causas diferentes pero ligadas entre sí —presión económica, debilidad occidental y presión militar—, cuya consecuencia fue que Europa se vio involucrada en una nueva guerra. Los dos líderes de mayor influencia sobre Hitler en asuntos de política internacional, Ribbentrop y Góring, no aportaron alternativas políticas concluyentes. Los años 1933-1939 muestran, pues, la voluntad persistente de los dirigentes alemanes de rearmar el país, de anular Versalles y de convertir a Alemania en una potencia mundial, a pesar de que estos propósitos significaran el estallido de una guerra internacional de proporciones sin precedentes.

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Capítulo XV - Relaciones internacionales durante la

segunda guerra mundial.

El acuerdo germano-soviético que dio paso a la guerra (El Pacto Ribbentrop-Molotov) El 23 de agosto de 1939, el ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop llegó a Moscú para firmar con su homólogo ruso, Viacheslav Molotov, un pacto de no agresión con la URSS. A dicho pacto se le añadió un «protocolo secreto» que constituyó un verdadero reparto de la Europa del Este. Aquel acuerdo germano-soviético de agosto-septiembre de 1939, que determinó las zonas de influencia entre Alemania y la URSS, cerró la historia de las relaciones internacionales en el viejo continente basadas en el equilibrio y el Concierto europeo de potencias. Cuando se produjo la firma del pacto de Moscú, nadie supo de la existencia de un protocolo adicional secreto, en el que se establecía una «delimitación de las zonas de interés respectivas» en los Países Bálticos y en Polonia, a partir del momento en que interviniera un «cambio» en aquel espacio europeo. Esto permitiría a Stalin restablecer su dominio sobre los territorios del antiguo Imperio de los zares, perdidos después de la revolución de 1917. En el Norte, una primera cláusula del pacto situaba Lituania y Vilna en la órbita alemana, y Finlandia, Letonia y Estonia en la de la URSS; una segunda cláusula fijaba el reparto de zonas de influencia en Polonia a lo largo del Narev, el Vístula y el San. El pacto germano-soviético abrió el paso a la guerra y nadie dudó ya de su inminencia. Gran Bretaña, que había transformado completamente su anterior política de apaciguamiento (appeasement) en otra de garantía completa a los países amenazados por Hitler, empezando precisamente por Polonia, firmó el 25 de agosto un tratado de alianza con este país despejando cualquier duda sobre cuál sería su deriva final en caso de agresión alemana. En efecto, el 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia y la venció de manera fulminante en menos de un mes, poniendo en pie de guerra a 70 divisiones (de las que siete eran de carros de combate) y 2.700 aviones. El 3 de septiembre, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania. El día 6, los alemanes tomaban Cracovia y el 10 alcanzaban Varsovia. Pero el hecho esencial del giro que experimentó la escena internacional durante aquel verano fue que el 17 de septiembre, el Ejército Rojo de la URSS también invadió Polonia, y que el 28 Ribbentrop llegó a Moscú para firmar un Tratado de amistad y de delimitación de fronteras, o segundo pacto germano-soviético, que constituyó, de hecho, el cuarto reparto de Polonia en su historia, por el que la URSS recibió 200.000 kilómetros cuadrados ); 13 millones de habitantes (ucranianos, bielo-rrusos y 2 millones de polacos), incorporando Lituania también a lo inicial-mente previsto en el primer protocolo secreto.

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Beligerantes y Neutrales (Renouvin)

El plan de operaciones alemán prevé que la mayor parte de las fuerzas sea lanzada contra Polonia, la frontera del Oeste será defendida por la línea Sigfredo. El ejercito ingles es casi insignificante. Las fuerzas francesas son superiores, pero están mal equipadas para una gran operación ofensiva. El alto Mando no cree poder romper las fortificaciones alemanas. Desde la firma del pacto germano-ruso, daba por perdida a Polonia y por lo tanto no cumplió las promesas del acuerdo militar del 15 de mayo. El ejército polaco es aplastado por completo. La intervención rusa, esta destinada para evitar que los alemanes penetran en la zona de influencia soviética. El ejército alemán alcanza sus objetivos para fines de septiembre. El 8 de octubre hace público un ofrecimiento de paz. GB y Francia se niegan. Hitler discute con los jefes militares que no desean lanzar la ofensiva contra occidente. Sus razones: dentro de 6 u 8 meses la superioridad aérea y acorazada de Alemania será menor. Balanza de fuerzas primavera de 1940: Fuerzas armadas: Alemania, ejército superior, armamento moderno, mandos subalternos adiestrados. Nueva doctrina que permite la ruptura de frentes fortificados. Francia, ejercito inferior en fuerzas aéreas y acorazadas. Difícil reclutamiento de los mandos, los reservistas carecen del entusiasmo de 1919, le gustaría aplazar el inicio de las hostilidades hasta que GB pudiera realizar un aporte activo. GB, ejercito sumamente débil, solo en la aviación ha realizado algunos avances. Las tropas belgas y holandesas, serán destruidas en el primer caso y desorganizadas en el segundo, después de la primera ofensiva. Fuerzas económicas: Alemania, potencial económico excelente, se ve amenazado por el bloqueo de las comunicaciones marítimas. En Francia, las consecuencias de la crisis habían sido menos profundas, pero mas prolongadas, en 1938 no había alcanzado la producción de 1928. GB había estimulado la modernización, consiguiendo llegar en 1934 a niveles similares a antes de la crisis. Ambos estados dependían más que Alemania del comercio exterior. Pero la preponderancia naval asegura la libertad de los mares. Fuerzas morales: GB, solidez de la moral. Prensa, Parlamento y Opinión Publica aprueban la guerra. Llega al poder Churchill. La firmeza es mas significativa, teniendo en cuenta que los objetivos de guerra son limitados: ninguna anexión, tampoco transformar el mapa político de Europa a costa de los enemigos, la restauración de Polonia y de Checoslovaquia no significa que recobren las mismas fronteras, Alemania no será desmembrada. En Francia el sentimiento de resignación se asemeja al de la masa de la población en todos los países beligerantes. Pero es superficial, dos oposiciones: una abierta (comunistas) otra sorda (círculos derechistas) Las causas profundas de esta debilidad hay que buscarlas en el hecho que desde 1932 al francés le ha faltado dinamismo. Los jefes militares aliados creen en la eficacia del bloqueo, porque reconocen la imposibilidad de ganar la guerra por las armas en el corto plazo. El ejército alemán ha de temer las consecuencias económicas de la guerra larga, debe inclinarse por la ofensiva. Los Neutrales. Los recursos económicos de los neutrales son vitales en este conflicto. Los jefes aliados reconocen que para poder soportar una guerra larga se necesitaran los recursos de EE.UU. El gobierno alemán se ve obligado a contar para su abastecimiento de petróleo y de mineral con las compras que pueda hacer en la Rusia soviética, en Rumania y Suecia. Lo único que puede cambiar esta balanza es la intervención armada de los grandes neutrales. Italia, que había declarado la no beligerancia en septiembre de 1939, posee recursos para armar un gran ejército, pero carece de los recursos industriales para utilizarlos eficazmente. Su marina de guerra y su aviación son modernas y de calidad, pero sus fuerzas económicas son mediocres. La oposición interna del régimen es inoperante y solo supone que no se podrá contar con una adhesión activa de la opinión pública a un gran esfuerzo.

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La URSS, gracias a su política económica puede armar y equipar a su masa humana. Puede contar desde el principio con grandes efectivos, la crisis interna de dos años atrás ha sido superada. El ejército ha recobrado el equilibrio de sus mandos superiores. EE.UU. lo que le da su posición excepcional, es su potencial económico. Por sus inversiones en Latinoamérica poseen un lugar preponderante en la explotación de las materias primas. Las restricciones impuestas desde 1935 al comercio con beligerantes habían sido levantadas parcialmente desde 1939, los productores americanos no podían renunciar a aquellos mercados europeos. Esas exportaciones estaban limitadas por la cláusula de Cash and carry, pero el gobierno sabe que esta no durara por mucho tiempo. El plan de rearme planteado por Roosevelt después de Munich se destina casi por completo a la aviación. La modernización del ejército recién ha sido comenzada. Solo las fuerzas navales están en mejores condiciones. Japón, esta llevando, desde julio de 1937, una política de conquista; sus tropas ocupa en China todas las regiones en la que se encuentran las regiones agrícolas más importantes y los yacimientos minerales. Pero no han podido quebrar la voluntad de los nacionalistas. El Estado mayor nipón no podrá extender las operaciones hacia el interior, se limita desde el punto de vista militar a defender lo conseguido y piensa en la posibilidad de una solución política. Establece en Nankin un gobierno chino, cuyo jefe, Uang Ching-Uei accede a colaborar con el ocupante. Esta guerra no absorbe todos los medios militares de Japón, puede pensar en una campaña hacia el Pacifico o hacia el Sur. La fuerza armadas japonesas son excelentes. La Marina es más fuerte que la Yankee. La aviación es imponente. Sus materiales no son de muy buena calidad. Subsisten los puntos débiles de la economía nipona, el abastecimiento de carburantes proviene de EE.UU. o de las indias neerlandesas, la industria metalúrgica es insuficiente Los Países Escandinavos. Como resultado de la Conferencia de Estocolmo, el 19 de octubre de 1939, que había reunido a los representantes de Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, habían anunciado su deseo de mantenerse en estricta neutralidad. La colaboración germano-sovietica pesaba fuertemente, cuya neutralidad es mas precaria que en la 1 GM. En noviembre de 1939, el gobierno soviético había aprovechado el conflicto europeo para exigir a Finlandia una amplia rectificación de fronteras. La Guerra de Invierno estalló cuando la Unión Soviética atacó Finlandia el 30 de noviembre de 1939, tres meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia, la URSS fue expulsada de la Sociedad de Naciones el 14 de diciembre. Stalin había esperado conquistar el país entero para finales del año, pero la resistencia finlandesa frustró a las fuerzas soviéticas, quienes superaban en número a los fineses tres a uno. Finlandia aguantó hasta marzo de 1940, cuando un tratado de paz se firmó cediendo cerca del 10% del territorio finés y el 20% de su capacidad industrial, a la Unión Soviética. La guerra ruso-finlandesa había colocado a Suecia en una posición difícil: La URSS después de triunfar en Finlandia, pudiera pensar en alargar su mano hacia las Aland. La cooperación sueca iniciada por el ministro de asuntos exteriores, Sandler fue desautorizada por el Presidente del consejo de ministros. El gobierno de coalición compuesto por todos los partidos excepto el Comunista, había realizado el 13 de diciembre, una declaración de neutralidad en la guerra de Finlandia. Cuando el Consejo de SDN condeno la agresión rusa, la diplomacia sueca declino inmediatamente la participación en sanciones militares. Sin embargo, haciéndose eco de la Opinión publica, el Gobierno sueco había concedido al finlandés suministros de armamento y apertura de créditos. Suecia había realizado una política de no beligerancia, que la colocaba en la ventajosa posición de venderle a los beligerantes, las exportaciones esenciales se realizan a Alemania por el puerto de Lulea, ya que la marina inglesa no se atreve a entrar en el Báltico. Noruega, su seguridad no estaba comprometida por la guerra de Finlandia. Pero el mantenimiento de la neutralidad en la guerra entre Alemania y occidente es especialmente difícil por la posición geográfica. Por una parte, en noviembre de 1939, permite a la Asociación de Armadores firmar un contrato que pone a dispocision de GB una parte de la flota mercante noruega. Por otra parte, garantiza a Alemania que el mineral de hierro sueco podrá ser enviado por Narvik. Principios de 1940:

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El gobierno sueco es requerido a principios de marzo, para que autorice el transito de un cuerpo expedicionario francés, destinado a socorrer a Finlandia, en cumplimiento de la condena pronunciada contra la URSS por el Consejo de la SDN (también podría cortar la ruta del hierro). Suecia se opone. Noruega también se opone a una petición similar, el 2 de marzo. El 12 de marzo, el gobierno finlandés se decide a aceptar las condiciones de paz impuestas por la Rusia soviética. La ruta del hierro conserva una actualidad inquietante, el gobierno francés e ingles no renuncian al proyecto de una intervención militar y naval en Escandinavia: ahora se proponen ocupar la zona minera y los puertos suecos y noruegos por los que sale el mineral. El 28 de marzo, el consejo supremo decide exigir a Suecia la interrupción de las exportaciones de mineral con destino a Alemania, que siembre minas en las aguas territoriales noruegas y, para adelantarse a una intervención alemana, que envié un Cuerpo expedicionario, cuyo principal objetivo será Narvik. La fecha del desembarco es el 10 de abril. Pero antes sobreviene la fulminante ofensiva alemana. Decidida el 2 de abril, los objetivos eran defensivos, utilización de las costas noruegas para atacar a GB, capturar parte de la marina noruega. Pero en el momento de entrar en acción, el 9 de abril, su preocupación inmediata es asegurarse el suministro de hierro. Francia y GB piden Noruega una ayuda militar. Alemania le advierte que no debe movilizar ni interrumpir las exportaciones de mineral. El gobierno sueco se apresura a confirmar su neutralidad, que va en beneficio de Alemania. Alemania respeto los derechos de Suecia por interés de tener miramientos con los intereses rusos: el gobierno soviético había declarado que la neutralidad sueca era vital. La URSS El 11 de febrero de 1940 se amplía el acuerdo del 23 de agosto de 1939. El Reich recibe materias primas y promete entregar al gobierno soviético material industrial, ferroviario, un crucero y material de artillería y aviones. Bélgica Leopoldo III había reafirmado la neutralidad, a costa de la seguridad colectiva. Pero tanto Alemania y Francia no quieren realizar un ataque directo a sus respectivas líneas fortificadas. El 26 de agosto de 1939 el gobierno alemán anuncio que respetaría la neutralidad belga; GB y Francia habían hecho una declaración análoga. El compromiso del 26 de agosto era una carta a explotar el mayor tiempo posible. Francia y GB solicitan un contacto entre los mandos militares con objeto de determinar las condiciones en que ayudaran a las tropas belgas. El gobierno belga declina la negociación de un acuerdo militar secreto. Pero en realidad, cada vez que se siente amenazado acepta buscar contactos con el Estado Mayor francés. Los belgas quieren que Francia ocupe el canal Alberto en 48 horas. Francia responde que solo es posible en el 4 o 5 días, para hacerlo en 48 horas es necesario realizar un llamamiento preventivo, a lo que Leopoldo se niega. El 10 de mayo de 1940 no se hace el llamamiento a Francia y GB hasta después de la violación de la frontera por las tropas alemanas. Italia Italia no ha proclamado el 2 de septiembre de 1939 su neutralidad, se ha limitado a comunicar su no beligerancia. Aunque no aplico el pacto de acero, quiere afirmar su solidaridad con Alemania. El Gobierno quiere realizar los objetivos de su política mediterránea, la neutralidad le es necesaria, al menos temporalmente. La gran debilidad de Italia es su dependencia con respecto al extranjero, antes de convertirse en beligerante y afrontar el bloqueo debe acumular stocks. La masa de la opinión pública se muestra partidaria de la no intervención, porque no desea favorecer una victoria italiana y porque se da cuenta de los riesgos que correría Italia en caso de participar. Esta oposición se debilita a partir de la primavera de 1940. La apreciación del interés y de los riesgos depende de la voluntad del Duce. En las primeras 5 semanas, Mussolini espera que el conflicto sea de corta duración. Estas previsiones se ven desmentidas cuando GB y Francia se oponen a la ofensiva de paz alemana el 10 y 12 de octubre. Pero en el fondo esta tensado entre el deseo de acción, al cual lo impulsan su temperamento y su calidad de dictador, y las dudas, que todavía le asaltan. En el transcurso de marzo de 1940, esta actitud cambia por completo. A partir de ese momento el Duce se orienta hacia la intervención en un futuro próximo, pero no se adentra por este camino sino midiendo los pasos. Espera el 26 de mayo, es decir, al momento en que los ejércitos aliados son separados en dos partes para fijar la fecha: septiembre de 1940. Las decisiones italianas están estrechamente relacionadas con el mapa de la guerra. Hay que obrar solo cuando la victoria alemana sea un hecho, pero antes de que sea total, para obtener algún beneficio Guerra soviético-finesa. Expulsión de la URSS de Sociedad de Naciones

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El 23 de agosto de 1939, la Unión Soviética y Alemania firmaron el Pacto Molotov-Ribbentrop, el cual era un pacto de no agresión por diez años. Una cláusula secreta del mismo desglosaba el reparto de los países de Europa Oriental entre los países firmantes. Finlandia quedó en la esfera de influencia soviética, mientras que Polonia debía ser dividida entre ambos. Los soviéticos veían con aprensión que Leningrado era muy vulnerable, a solo 35 km de la frontera con Finlandia, desde cuyo territorio, teoricamente, podria incluso ser bombardeada. En abril de 1939, la Unión Soviética hizo su última demanda a Finlandia: la frontera debía moverse 25 kilómetros atrás desde Leningrado, además debía permitir el establecimiento de una base naval en la península de Hanko por treinta años. Como el gobierno finés rehusó aceptar las demandas soviéticas, Stalin ordenó el bombardeo de Mainila el 26 de noviembre de 1939 y la invasión de Finlandia el 30 de noviembre. La Guerra Ruso Finlandesa fue una guerra librada entre la Unión Soviética y Finlandia en una franja territorial sobre la frontera de estos dos paises, luego del inicio de la Segunda Guerra Mundial, entre el 30 de noviembre de 1939 y el 12 de marzo de 1940. La Guerra de Invierno estalló cuando la Unión Soviética atacó Finlandia el 30 de noviembre de 1939 reclamando el territorio de la Carelia oriental. Como consecuencia, la URSS fue expulsada de la Sociedad de Naciones el 14 de diciembre. Stalin había esperado conquistar el país entero para finales del año, pero la resistencia finlandesa frustró a las fuerzas soviéticas, quienes superaban en número a los fineses tres a uno. Finlandia aguantó hasta marzo de 1940, cuando un tratado de paz se firmó cediendo cerca del 10% del territorio finés y el 20% de su capacidad industrial, a la Unión Soviética. Declaración de Londres (Primer antecedente de Naciones Unidas) A pesar de los bombardeos sobre Londres. La fe en la victoria final no se había extinguido ni en Londres ni entre los gobiernos y los pueblos aliados. Ya entonces se miraba más allá de la victoria militar en busca de un porvenir más estable para los años de la posguerra. "¿Para qué triunfar si hemos de seguir viviendo con el temor de otra guerra? ¿No debiéramos ya trazarnos propósitos más fecundos que los que representa la victoria militar? ¿No sería posible proyectar una mejor existencia para todos los países y así cortar de raíz la causas de la guerra?" Tales eran las angustiosas preguntas que se hacían muchos, no sólo en la Gran Bretaña, sino en todos los países aliados. El 12 de junio de 1941, los representantes de 14 países aliados se reunieron en el Palacio de St. James (Londres) y firmaron esta declaración con la que se proponían "trabajar, juntos y con los demás pueblos libres, en la guerra y en la paz". Este fue el primer paso para la creación de las Naciones Unidas. La "Declaración de Londres", firmada por los representantes del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, y Sudáfrica, además de los gobiernos en exilio de Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Noruega, los Países Bajos, Polonia, Yugoslavia y Francia representada por el general De Gaulle. Este documento se pronunciaba a favor de la concertación de la paz de forma conjunta, estableciendo que la única base de una paz duradera es la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres para evitar la amenaza de una agresión. La Carta del Atlántico Habían pasado dos meses desde la declaración de Londres, cuando, como resultado de la histórica reunión entre el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill, surgieron nuevas medidas en favor de una organización mundial. En agosto de 1941 el Eje parecía victorioso, y las reuniones entre Hitler y Mussolini, deliberadamente espectaculares, que siempre culminaban en "acuerdos perfectos," hacían presentir un trágico desenlace. Alemania acababa de lanzarse sobre la Unión Soviética; a la sazón el poderío militar del nuevo aliado era todavía una incógnita y los Estados Unidos, aunque contribuían moral y materialmente a la causa aliada, no habían entrado en la guerra. Una tarde llegó la noticia de que el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill se entrevistaban "en algún punto del mar," el mismo mar donde se librara desesperadamente la batalla del Atlántico. El 14 de agosto los dos dirigentes expidieron una declaración conjunta que se conocería en la historia como la Carta del Atlántico. Este documento no era un tratado entre las dos potencias. Tampoco constituía una definición definitiva y oficial de los fines de la paz. Como el mismo documento lo expresa, era una afirmación de "ciertos principios

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comunes en la política nacional de nuestros países respectivos, en los cuales radican las esperanzas de un mejor porvenir para la humanidad." De los ocho puntos de la Carta del Atlántico, dos se relacionan directamente con una organización mundial. Reza la cláusula sexta: "Después de la destrucción total de la tiranía nazista ellos esperan ver establecida una paz que ofrezca a todas las naciones los medios para vivir seguras dentro de sus fronteras, y que brinde asimismo a sus habitantes la oportunidad de vivir emancipados del temor y de la necesidad." En la cláusula séptima se declara que tal paz deberá garantizar a todos los hombres la libertad de recorrer los mares, y la octava cierra el documento con este bosquejo de una organización para la paz: "Creen ellos que todas las naciones del mundo, material y espiritualmente, deberán renunciar al uso de la fuerza. Puesto que no se podrá asegurar la paz futura mientras haya naciones que continúen empleando armas terrestres, navales o aéreas con fines bélicos fuera de sus fronteras, creen ellos que mientras no se establezca un sistema más estable y amplio de seguridad general, se impone el desarme de tales naciones. Ayudarán también, y alentarán, cualesquiera otras medidas prácticas que alivien a los pueblos que aman la paz del peso aplastante de los armamentos." En otros puntos de la Carta del Atlántico se afirman los principios básicos de la justicia internacional: Nada de expansiones ni cambios territoriales sin el libre y expreso deseo de los pueblos interesados; facultad de cada país para escoger su propio sistema de gobierno, e igualdad de condiciones para todos los países en la adquisición de materias primas. La cláusula quinta también traza el propósito constructivo de una futura organización internacional al declarar que los dos estadistas desean promover la máxima colaboración entre las naciones en el campo económico a fin de que todas puedan conseguir mejores condiciones de trabajo, progreso económico y seguridad social. La Carta del Atlántico, creación de los dos grandes dirigentes democráticos de entonces, y que entrañaba además todo el apoyo moral de los Estados Unidos, produjo una profunda impresión entre los aliados. En los países ocupados sirvió como mensaje de esperanza. Se propuso en ella el establecimiento de una organización mundial fundamentada en las verdades eternas de la moral internacional. El hecho de que tuviese poca validez jurídica no le quitaba mérito. Si en último análisis la validez de un tratado se determina por la sinceridad de sus principios, ninguna afirmación común de fe entre dos naciones amantes de la paz podría carecer de importancia. Poco después del regreso del primer ministro Churchill a Londres, después de su entrevista en alta mar, se reunieron en esta ciudad diez gobiernos, que apoyaron los principios de la Carta del Atlántico y prometieron coadyuvar en su cumplimiento en toda la medida de sus fuerzas. El 24 de septiembre, la Unión Soviética firmo esta declaración junto con los representantes de los países ocupados de Europa: Bélgica, Checoeslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Polonia, Yugoeslavia y el del general De Gaulle, de Francia. La Entrada de EE.UU. en la Guerra. Desde el Invierno de 1941, el presidente de los EE.UU. había ido desarrollando su política de intervención indirecta. Firma, el 11 de agosto, de la Carta del Atlántico, en la que el presidente se unía al Primer Ministro para expresar su deseo de, después de destruir la tiranía nazi, organizar un sistema de seguridad colectiva, de establecer un régimen de colaboración económica entre todos los pueblos y de restaurar los derechos soberanos de todos los pueblos. Sin embargo Roosevelt no parecía convencido todavía de la necesidad de enviar un ejército norteamericano. El Japón pone fin a estas perplejidades, cuando el 8 de diciembre de 1941, y sin previa declaración de guerra, inicia las hostilidades contra los EE.UU. mediante el ataque a Peral Harbour. La guerra del Pacifico lanza inmediatamente a Norteamérica a la guerra europea. La declaración de guerra parte, el 11 de diciembre, de

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Alemania e Italia, se adelantan a los deseos americanos. Esta iniciativa japonesa señala el desenlace de un conflicto diplomático, que venia durando desde mayo-junio de 1940. El gobierno nipón, había aprovechado la ocupación alemana de los Países Bajos y la derrota de Francia, para extender sus ambiciones hacia los mares del Sur. El gobierno americano expresa inmediatamente su propósito de oponerse a esta dominación japonesa en Extremo Oriente. El Gobierno japonés impone al de Vichy, en septiembre de 1940, la instalación de bases militares, navales y aéreas al norte de Indochina francesa. Ataca Singapur y envía a las Indias Neerlandesas, en octubre de 1940, a la misión Kobayashi, encargada de conseguir (sin gran éxito) entrega de materias primas.( gran Asia oriental) Los EE.UU. prohíben la exportación de productos metalúrgicos y de maquinaria a Japón, admiten a China nacionalista en los beneficios de la Ley de Préstamo y Arriendo. Cuando en julio de 1941 Japón extiende su dominación a toda la Indochina francesa, EE.UU. prohíbe todas las exportaciones, incluidas las de Petróleo. El 1 de agosto congela todos los fondos de japoneses en EE.UU. El gobierno nipón no replica a esta presión, prefiere ofrecer una negociación. Norteamérica quiere conseguir que el Japón renuncie, inmediatamente, a la ocupación de la Indochina francesa; el gobierno nipón, para seguir cerrando el paso hacia China, pretende mantener esta ocupación, aunque sea parcialmente hasta que termine la segunda guerra sino-japonesa; por otra parte el gobierno japonés exige que los EE.UU. no ayuden a Chang Kai Chek a prolongar su resistencia; mientras que el gobierno americano se muestra decidido a mantener su ayuda a la China nacionalista.El gobierno nipón acaso aceptaría el abandono parcial de sus planes de expansión en Indochina; pero no quiere renunciar a su política China; por consiguiente decide la guerra. La política nipona ha sido fijada, a grandes rasgos, en julio de 1940; y orientada por la cuestión China. Para vencer a China nacionalista, había que cortar sus comunicaciones con el mundo exterior. La aplicación de esta política sufre fluctuaciones de junio de 1940 a noviembre de 1941: dimisión del Gabinete Yonay, moderado, y formación, el 16 de Julio de 1940, del Gabinete Konaye, que decide la intervención en Indochina; vacilaciones, en junio de 1941, en el seno de este mismo Gabinete, cuyo jefe elimina al ministro de Asuntos Exteriores y trata de negociar; dimisión del príncipe Konaye, el 16 de octubre de 1941, presionado por los intransigentes. Consecuencia de graves divergencias en el seno de los círculos dirigentes. Los financieros se muestran reticentes; los militares se muestran completamente dispuestos a aprovechar la guerra europea para realizar adquisiciones territoriales. La llegada al poder de Hideki Tojo, principal promotor de esta actitud militar abre el camino a la política belicista. La ruptura de hostilidades entre Alemania y la URSS deja libre al Japón del peligro ruso. El Estado mayor del Ejército estima que ha llegado el momento de actuar enérgicamente en los Mares del Sur. El príncipe Konaye, decide intensificar el avance hacia el Sur y ocupar luego la Siberia Oriental; pero solo cuando la URSS traslada la mayor parte de sus tropas hacia Europa es cuando se decide a llegar hasta Saigon. Cuando EE.UU. replica con las sanciones económicas, el Jefe del Estado Mayor Naval recomienda evitar una guerra cuyo resultado es muy dudoso, los stocks de materias primas se agotaran como máximo en dos años. Esta es la razón de porque negocia. A principios de septiembre se ve que el Primer Ministro japonés no conseguirá una entrevista con el presidente de los EE.UU. El emperador se opone a la idea de los militares de declarar la guerra inmediata. Se prosiguen las tentativas diplomáticas, las bases fijadas el 6 de septiembre por la Conferencia imperial, subrayan la necesidad de conseguir libertad de acción en China. El 2 de octubre las negociaciones tropiezan con la cuestión china. Konaye desea arrojar lastre. El Estado Mayor y el Ministro de Guerra se aferran al programa establecido por la Conferencia Imperial y reclaman una decisión inmediata. El 16 de octubre consiguen que el Emperador sustituya a Konaye y ponga en su lugar al Ministro de Guerra. Desde ese momento el gobierno japonés pone en marcha todos los preparativos para la ofensiva en Hawai. Los círculos dirigentes nipones no quieren renunciar a establecer un Nuevo Orden en Extremo Oriente. Cuando comprendió que las condiciones americanas eran incompatibles con este programa de expansión, consideran que es preferible ir a la guerra cuanto antes. Japón vive de sus reservas. El gobierno americano esta conciente de la amplitud de las ambiciones niponas. Roosevelt quiere oponerse a la política japonesa con objeto de proteger las posiciones británicas, cuyo mantenimiento esta dentro de los intereses de la Unión. Además hace lo posible para dificultar la actuación japonesa en China, intereses económicos y financieros.El principal medio de presión de EE.UU. es el arma económica. Ha vacilado durante

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un año desde junio de 1940 a julio de 1941. La explicación de estas vacilaciones hay que buscarla en las preocupaciones de tipo estratégico y en el estado de la opinión publica. El presidente no quiere en estos momentos forzar a Japón a una guerra, porque eso le impediría intervenir en el Atlántico.La opinión publica ve a Japón como un buen cliente; el embargo decretado en mayo junio de 1940 no perjudica a la industria porque es absorbido por GB, pero implica una reducción de la ganancia. La mayor rigidez del gobierno americano en el verano de 1941 se debe a otras consideraciones, la ruptura entre Alemania y la URSS, GB esta menos amenazada por la batalla del Atlántico. Esta mayor rigidez, había tenido por objeto obligar al Japón a una negociación. Ahora bien, toma otro aspecto puesto que la falta de flexibilidad del gobierno americano no se presta a un compromiso. Hay que fijarse en dos momentos. El primero se sitúa a finales de agosto de 1941, cuando Roosevelt recibe del príncipe Konaye una petición de entrevista y opone un aplazo sine die. Tiene motivos para dudar de las buenas intenciones japonesas y además podría precipitar la ruptura, al poner de manifiesto el irreducible antagonismo existente. El segundo momento se sitúa en los últimos días de noviembre. Después de la caída del Gabinete Konoye y la llegada del general Tojo, el gobierno americano se convence de que la guerra es inevitable. El presidente prefiere que Japón tome la iniciativa de la ruptura, para asegurarse el apoyo de la opinión publica y ganar tiempo para los Estados Mayores. Ataque a Pearl Harbor y la participación de EE.UU. El 7 de diciembre de 1941 la aviación japonesa atacó por sorpresa la base naval de Pearl Harbor en Hawaii, donde se concentraba la flota de guerra norteamericana del Pacífico. Los buques de guerra anclados en el puerto fueron fácil blanco para los aproximadamente 360 aviones de guerra japoneses que participaron en el ataque. Los norteamericanos sufrieron 3400 bajas con 2300 muertes. El ataque dañó seriamente el poder naval y aéreo norteamericano en el Pacífico. Sin embargo, esta agresión galvanizó al pueblo norteamericano y Roosevelt consiguió que al día siguiente, el 8 de diciembre de 1941, el Congreso aprobara la declaración de guerra contra Japón. La falta de previsión de las autoridades militares ante un eventual ataque provocó duras críticas en aquel momento. E, incluso, algunos historiadores han sugerido que Roosevelt conocía el ataque y no hizo nada por impedirlo para así meter a Estados Unidos en la guerra. La mayoría piensa actualmente que, si bien los militares norteamericanos eran conscientes de la probabilidad de un ataque japonés, no sabían con exactitud el cuándo y el dónde. El avance alemán y el “orden nuevo” La entrada de la URSS en la segunda guerra, el 22 de junio de 1941, es responsabilidad de la iniciativa alemana. Hitler se lanza a esa aventura, a pesar de las objeciones de alguno de sus colaboradores más directos Keitel, Göring, von Raeder. Los motivos: El primero es el antagonismo que se ha manifestado cada vez con mayor claridad, desde junio de 1940, entre Alemania y la URSS en el reparto de sus respectivas zonas de influencia. El gobierno soviético, cuando el vertiginoso derrumbe del frente occidental dio al traste con sus planes. Pensó que era momento oportuno para asegurarse un derecho de posesión: el 26 de junio obtiene de Rumania, tras un ultimátum, la devolución de Besaravia; el 21 de julio ocupa Estonia y Letonia, el 3 de agosto decide la anexión de Lituania. Protesta cuando Alemania, el 30 de agosto de 1940, decide arrebatar a Rumania la Transilvania septentrional y el cuadrilátero de Dobrudja, para cedérselos a Hungría y Bulgaria. El 27 de septiembre tiene lugar la conclusión del pacto tripartito entre Japón, Alemania e Italia, uno de cuyos fines es amenazar a la URSS, Hitler no quería apresurar las cosas, para eliminar las desconfianzas Hitler propone una revisión del pacto del 23 de agosto de 1939. Molotov se reúne con Ribbentrop del 13 al 15 de noviembre de 1940. La diferencia se amplia, Alemania trata de orientar a la URSS hacia Persia y hacia el Indico. Le ofrece imponer una revisión del tratado de Montreux a condición de que la URSS abandone los Balcanes a la influencia alemana. Molotov manifiesta que la URSS

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no abandonara los Balcanes. El fracaso convence al gobierno alemán a poner a la URSS frente a los hechos consumados: entrada de tropas alemanas en Rumania en enero de y en Bulgaria en febrero de 1941. En marzo de 1941, la política hitleriana se dispone a apoderarse de Yugoslavia. El gobierno soviético trata de anticiparse a los acontecimientos y desea ganar tiempo incitando al ejercito alemán hacia los Balcanes: el 27 de marzo, un golpe militar lleva al poder a un gobierno, en Belgrado, que decide hacer frente a Alemania y que acto seguido firma un tratado de amistad con la URSS; las tropas alemana entran en Yugoslavia, la ocupan en 10 días. El gobierno soviético ha entregado los Balcanes, en ese momento se siente incapaz de resistir con las armas. Según Ribbentrop, Hitler quiere destruir a la URSS para no tener que hacer una guerra en dos frentes cuando entre los EE.UU. Hitler cree que no podrá obtener una victoria decisiva sobre GB en el Mediterráneo. Sabe que para ganarle a GB deberá lanzar todas sus fuerzas sobre la isla, lo que no puede hacer mientras tema un ataque desde Polonia. El Führer estima que el gobierno británico no prosigue la guerra sino en la esperanza de una intervención rusa o americana, sabiendo que no podía atacar a EE.UU., apunta a la URSS., a su vez estima que la derrota de esta dará la oportunidad a Japón de ampliar su ofensiva en el Pacifico. Cuestión Económica: La ocupación de los territorios soviéticos facilitara sobremanera el abastecimiento de productos alimenticios como los cereales de Ucrania y, sobre todo, de materias primas como los campos petrolíferos del Caucaso. Los motivos estratégicos son más acuciantes que los económicos. Los planes de guerra alemanes preveían una victoria rápida y total. Se podría contar con la simpatía de las poblaciones no rusas, en Ucrania y en el Báltico. Durante el verano de 1941 los ejércitos alemanes consiguen éxitos brillantes. En el Norte llegan a Leningrado, en el centro alcanzan las afueras de Moscú, en el Sur llegan a la zona industrial del Donetz. El 4 de diciembre, una contraofensiva rusa libera Moscú y obliga a los alemanes a retroceder 100 km. Durante 5 meses las operaciones se paralizan. Las causas de este fracaso son fundamentalmente estratégicas. Hitler dirigió sus operaciones hacia las zonas industriales del norte y del sur, cuando el objetivo más importante era Moscú. Las causas políticas y económicas. La guerra política preconizada desde el comienzo es un fracaso. La batalla de Staliningrado y el cambio de las acciones militares La Batalla de Stalingrado fue un enorme y sangriento enfrentamiento entre las fuerzas alemanas y los ejércitos soviéticos por la ciudad de Stalingrado, actual Volgogrado, entre junio de 1942 y febrero de 1943, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Con bajas estimadas de tres a cuatro millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles, la Batalla de Stalingrado es considerada como la más sangrienta en la historia de la humanidad. Los alemanes la llamaron «Rattenkrieg», «guerra de ratas». Después de que Adolf Hitler desviase fuerzas de la imparable Fall Blau hacia Stalingrado, se libraron dentro de la ciudad intensos combates urbanos, sin que ningún bando se hiciese con el control total de las ruinas. En noviembre de 1942, una contraofensiva soviética atraparía al 6º Ejército Alemán, que sería aniquilado cien días después. La negativa de Hitler a renunciar a la importantísima ciudad, punto de entrada a la rica región petrolera del Cáucaso, significó la muerte de cientos de miles de soldados de ambos bandos, y más de un millón de civiles rusos. Stalingrado significó el fin de las esperanzas alemanas de capturar el Cáucaso y el Volga. Además, muchos oficiales del ejército alemán se convencieron definitivamente de que Hitler estaba llevando a Alemania al desastre, participando luego en el atentado contra Hitler de 1944. Stalingrado confirmó lo que muchos expertos militares sospechaban: las fuerzas alemanas no eran lo suficientemente poderosas como para mantener una ofensiva en un frente que se extendía desde el mar Negro hasta el mar Báltico. El triunfo de esta batalla trascendió los límites de la Unión Soviética e inspiró a todos los aliados, incentivando la resistencia en todas partes. El rey Jorge VI de Inglaterra le regaló a la ciudad una espada forjada especialmente en su honor, y hasta el poeta chileno Pablo Neruda escribió el poema «Canto de amor a Stalingrado», recitado por primera vez el 30 de septiembre de 1942 y el poema «Nuevo canto de

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amor a Stalingrado» en 1943,10 celebrando la victoria, lo cual transformó esta lucha en un símbolo y en un punto de quiebre para toda la guerra. El Mantenimiento de la “Gran Alianza” La coalición formada a finales de 1941, por GB, la URSS y los EE.UU. dispone de recursos que a la larga le darán la victoria. El desembarco anglo-americano del 8 de noviembre de 1942 en el Norte de África y la contraofensiva rusa en Stalingrado del 19 de noviembre de 1942 señala el fracaso de los planes de Hitler. La ofensiva en febrero de 1943 en las Islas Salomón abre la era de la contraofensiva americana en el Pacifico. Bastara para con que los 3 grandes sigan unidos. La colaboración entre la URSS y las dos potencias anglosajonas, difícil por la marcha de las operaciones militares, lo es mucho mas cuando se trata de determinar los objetivos de guerra y de trazar las bases de la paz futura. En ningún momento se piensa en admitir al Comité francés de Liberación Nacional, ni a los gobiernos exiliados de Polonia, Grecia, Yugoslavia, Holanda y Noruega. La cuestión primordial entre junio de 1941 y noviembre de 1942, es la cuestión del encauzamiento estratégico de la guerra. Durante las primeras semanas de la ruptura germano-rusa, la principal ayuda de las potencias occidentales estuvo limitada al envió de materiales de guerra. Pero el gobierno soviético quería garantías de que se formaría un “segundo frente” y deseaba también en la cuestión de los objetivos de la guerra. La cuestión de los objetivos de guerra, se aborda varias veces en las conversaciones anglo-americanas, no se trata con la URSS sino mediante veladas alusiones. Cuando Churchill y Roosevelt establecen los principios de la paz y se limitan a informar a Stalin de los resultados: dos de los principios, el de libre determinación de los pueblos y el de la renuncia a las ganancias territoriales, son como para incomodar a Stalin. Tan pronto como entran en la guerra EE.UU., reclama un cambio de impresiones con sus aliados. En esta ocasión, el 16 de diciembre de 1941, concreta, por primera vez, las reivindicaciones soviéticas: restauración de la influencia rusa en las regiones del Báltico y Besaravia y la frontera de Polonia en la línea Curzon. El gobierno polaco en Londres había puesto ya, a fines de junio de 1941, la reivindicación de las fronteras fijadas en 1921 por el tratado de Riga. Ni GB, ni EE.UU. se atreven a pronunciarse por ninguno, la URSS no insiste tampoco; incluso accede a firmar, a finales de diciembre de 1941, el Pacto de las Naciones Unidas, que recoge los principios formulados en la Carta del Atlántico. La formación del segundo frente, por el contrario, sigue siendo preocupación constante del gobierno soviético. Stalin estima, en septiembre de 1941, que el Alto Mando alemán, para llevar a cabo la guerra en Rusia ha retirado divisiones de la fuerza de ocupación de Bélgica y Francia, y que, por consiguiente, seria posible una invasión en el Norte de Francia. Churchill contesta que GB no dispone de efectivos. El envió directo de fuerzas a Rusia es también descartado. En enero de 1942, la conferencia de técnicos militares ingleses y americanos, celebrada en Washington, afirma la imposibilidad de abrir un segundo frente en Europa antes de un año. Para consolidar la resistencia rusa, GB firma, el 26 de mayo de 1942, un pacto que promete a la URSS cooperación por 20 años. Los EE.UU. le conceden a la URSS los beneficios de la Ley de Préstamo y Arriendo. En el momento de que la ofensiva alemana alcanza Stalingrado, solamente puede resignarse. El éxito de la contraofensiva rusa en Stalingrado, el 19 de noviembre de 1942, cuyas consecuencias se ponen de manifiesto dos meses y medio después, al capitular el ejecito de Paulus, abre una nueva etapa en las relaciones entre la URSS y las potencias del Atlántico. EL gobierno soviético se encuentra en una posición militar lo bastante favorable para recobrar la libertad de acción en política exterior. El temor de que la URSS firme una paz por separado, explica en gran parte los comportamientos de los aliados. Roosevelt y Churchill se reúnen en Enero en Casablanca, donde Stalin se negó a ir, su preocupación inmediata es aplacar el descontento ruso. No pueden satisfacer el deseo de Stalin de crear un segundo frente, pero por lo menos quieren hacer desaparecer las desconfianzas rusas afirmando que impondrán a Alemania una capitulación sin condiciones. En febrero Stalin sigue insistiendo en la necesidad del segundo frente, pero Churchill dice que no se aventurara a un ataque prematuro. En las conversaciones de Washington, en mayo de 1943, las potencias occidentales hablan de iniciar las conversaciones con la URSS

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acerca de los objetivos de guerra. En Québec, en agosto, se ponen de acuerdo para darle una entrevista a Stalin y discutir ese tema. Este ofrecimiento esta en relación con la inminente derrota italiana, que acelerara la derrota alemana y significara a la URSS una buena posibilidad para extender su dominio a todo el continente. El primer obstáculo era el conflicto diplomático entre Polonia y la URSS. En el verano de 1943, el Gabinete ingles, convencido de que la solución mas razonable es la de fijar la frontera en la línea Curzon, trata de convencer al polaco, la diplomacia angloamericana propone compensarlos en territorios a costa de Alemania, los polacos de Londres consideran esta eventualidad como inaceptable. Las reivindicaciones de la URSS se exponen, globalmente y con marcado éxito, el 28 y el 29 de noviembre de 1943, en Teherán, primera conferencia donde se reúnen los Tres. Stalin recibe la promesa formal de que el desembarco, efectuado en Italia, en mayo de 1943, será seguido en mayo de 1944, por un gran desembarco en Normandia. Sin encontrar oposición indica su deseo de anexionarse los países del Báltico; se niega a tomar en cuenta el proyecto ingles de formar una federación danubiana; se adhiere al principio del desmembramiento de Alemania. El primer ministro británico consiente en la proposición de correr Polonia hacia el Oeste. Stalin se anexionara los territorios concedidos por el pacto germano-ruso de 1939, mientras que Polonia recibirá Prusia Oriental, la Pomerania de Stettin y la Silesia. Churchill condiciona su aceptación definitiva a la aprobación del gobierno polaco de Londres. En la última etapa de la guerra, paralelamente al éxito de los desembarcos de Normandia y en Provenza, la situación militar proporciona a la política soviética nuevos argumentos. En abril de 1944 los ejércitos rusos penetran en la península balcánica; en julio, entran en territorio polaco, donde se forma bajo su protección, un Comité de Liberación polaco, y luego, en Lublin, un Consejo Nacional. Estos hechos consumados se imponen en la situación diplomática. Rusia ya no ganaría nada firmando una paz con Alemania, pero se encuentra en una mejor posición para negociar acerca del botín de guerra. En el mes de mayo, para poner a Grecia al abrigo de la penetración rusa, Churchill se muestra dispuesto a firmar un acuerdo destina a determinar las respectivas zonas de influencia, reconociendo que los asuntos de Rumania le conciernen más a Rusia. En julio convence al presidente polaco en Londres, Mikolajzyk, de que ha llegado el momento de negociar con la URSS, según las bases de Teherán. En octubre de 1944, aborda personalmente, en las conversaciones de Moscú, las cuestiones balcánicas: GB consigue libertad de acción en Grecia acepta la influencia soviética total en Rumania y Bulgaria, y parcial en Yugoslavia. El objetivo que se fijan los EE.UU. y GB en Yalta, es salvar a Europa del Bolchevismo mediante un acuerdo amistoso. Cuando se inician estos debates, los ejércitos americanos, ingles y francés están a punto de cruzar el Rin; pero Rusia controla toda Polonia. Aspectos esenciales: 1) Alemania, hasta tanto se determine su situación, será dividida en zonas de ocupación entre la URSS, los EE.UU. y GB, Francia podrá unirse mientras que su zona de ocupación salga de las potencias atlánticas. 2) El estatuto de los Estrechos, establecido por la conferencia de Montreaux será modificado para tener en cuenta los intereses soviéticos. 3) La URSS hará la guerra a Japón cuando Alemania se rinda; obtendrá los derechos que poseía en 1904, la parte meridional de las Sajalin y las Kuriles, se reconocerá su influencia en Corea. 4) En Polonia la solución será solucionada por un plesbicito, que organizara un Gobierno de provisional, formado por todos los partidos. Las potencias atlánticas confían que el gobierno democrático salido de estas elecciones podrá sustraerse de la dominación rusa. Molotov, si bien al principio planteaba que la seguridad rusa exigía la amistad del Gobierno polaco termina cediendo con respecto a la votación. Roosevelt y Churchill renuncian a obtener para los demócratas un lugar de igualdad en el gobierno provisional. La Derrota de las Potencias del “Eje” El Armisticio Italiano. La caída de Mussolini, el 25 de julio de 1943, anuncia la defección de Italia. El nuevo Gobierno, presidido por el mariscal Bodoglio, trata inmediatamente de obtener el armisticio; no lo consigue hasta el 3 de

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septiembre, después de seis semanas de prolongados esfuerzos. E Italia cuando se retira de la guerra se convierte en campo de batalla. La desaparición del régimen es consecuencia directa de la nueva orientación adquirida, a partir de noviembre de 1942, por las operaciones bélicas en el Mediterráneo; pero también habían contribuido las tensiones internas y las dificultades de la colaboración entre Italia y Alemania. Las relaciones germano-italianas habían sufrido el primer golpe en el otoño de 1940. En lugar de atacar a Malta, Mussolini lanza una ofensiva en los Balcanes que fracasa. El Duce se había visto obligado, después de su entrevista con Hitler, el 8 y el 9 de febrero a renunciar a su guerra paralela. La oposición dentro del régimen aumenta después del desembarco americano en África del Norte. Para mantener el frente de Túnez y precaver el riesgo de una invasión de Italia, pide a Hitler que mueva tropas de Rusia al Mediterráneo. El líder alemán se niega. A Mediados de mayo de 1943 parece ser que el rey se inclina a favorecer los propósitos de la oposición. Avisado de esto Bodoglio estudia el golpe de estado. La crisis latente se agrava con el desembarco angloamericano del 10 de junio en Sicilia. El 19 Roma es bombardeado. En Feltre, Mussolini pide el envió de refuerzos alemanes, Hitler no se lo puede asegurar. Al ser informado de esta negativa, el rey plantea que hay que dejar la lucha. El desenlace se provoca por medio de un golpe: iniciativa de algunos jerarcas del partido fascista de reclamar una reunión del Gran Consejo; el 24 este Gran Consejo vota por iniciativa de Grande un orden del día que prevé el restablecimiento del Rey y del Parlamento. El 25 a la tarde dimite Mussolini, que es arrestado. El gobierno del mariscal Bodoglio pretendía conseguir la paz desde su llegada al poder. Italia no podía salirse del pacto de acero hasta no contar con la seguridad de que GB y EE. UU tuvieran las fuerzas necesarias para derrotar a las tropas alemanas que se hallaban en la península. La única conducta posible era el doble juego: anunciar a Alemania que continuaría en el conflicto y ponerse en contacto con los angloamericanos a sus espaldas. El 6 de agosto en la entrevista de Tarvisio, Ribbentrop no queda convencido de las garantías italianas, se niega a repatriar a las tropas italianas peleando en el extranjero y decide asegurar por sus tropas los ferrocarriles italianos, sin embargo le permite a Bodoglio ganar tiempo. La negociación secreta con los EE.UU. y GB, iniciada en Lisboa y Proseguida en Casibila, cerca de Siracusa, reserva grandes sufrimientos al gobierno. El 11 de agosto, el gobierno italiano es conminado a firmar una capitulación sin condiciones. Termina resignándose después de 3 semanas, la resignación hubiera sido mucho mas rápida si el negociador hubiera podido conseguir la condición previa para el armisticio, es decir, la sincronización entra la firma y el desembarco aliado. El 3 de septiembre de 1943, se firma el armisticio, declara aceptar un desembarco, cuya fecha será determinada por el General en jefe de las fuerzas interaliadas; se compromete a cumplir todas las condiciones políticas y económicas que le sean notificadas ulteriormente. Este acuerdo se mantendrá en secreto hasta que tenga lugar el desembarco. El 8 de septiembre, el comandante en jefe interaliado advierte a Bodoglio que el armisticio será anunciado ese día, Bodoglio se ve obligado a anunciarlo igualmente. El 9 se produce el desembarco en Solerno. Pero los alemanes ya dominan Roma. El 16, mussolini puesto en libertad por los alemanes forma en Italia septentrional, el gobierno fascista republicano. Deserción de los Satélites. El nuevo orden danubiano y balcánico por Alemania e Italia, había tenido por instrumento a aquellos estados que prefirieron el vasallaje a la destrucción. En Hungría, el almirante Horthy había creído oportuno ponerse del lado del vencedor. En Rumania, desde la llegada al poder, en enero de 1941, del general Antonescu, el objetivo había sido, no solamente participar en el reparto de los despojos rusos. En Bulgaria, el rey Boris había accedido a entrar en la orbita alemana desde marzo de 1941. En Yugoslavia y Grecia, cuyos soberanos habían emigrado a Londres, las autoridades de ocupación habían instalados unos gobiernos que actuaban bajo su protección. Mientras que Grecia se mantenía como nación, Yugoslavia había sido desmembrada: republica croata y serbia; división de Eslovenia en tres zonas de ocupación: alemana, italiana y húngara. La inestabilidad de ese sistema era manifiesta incluso antes del cambio estratégico de 1942. En Yugoslavia, desde septiembre de 1941, las fuerzas de resistencia ya habían iniciado una acción armada. En la misma

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fecha se había formado en Grecia el Frente de Liberación Nacional, que organizo las guerrillas. En septiembre de 1942, Albania tuvo su propio Comité de Liberación. En Hungría y Rumania no se manifestó ninguna resistencia, ni siquiera bajo la forma de una operación abierta; pero sus gobiernos al no ser aplastada la URSS por la ofensiva alemana de 1941, habían considerado oportuno tomar algunas preocupaciones. Después de la deserción de Italia. Los movimientos de resistencia armada de Yugoslavia extienden su ratio de acción. En Grecia los grupos de resistencia (el Edes, comunista, y el Ekka, republicano) se muestran muy activos en octubre de 1943; en la misma época aparece en Eslovaquia, un movimiento análogo. Los aliados se muestran vacilantes. La muerte súbita del rey Boris, el 28 de agosto de 1943, y el advenimiento al trono de Simeón II, asistido por un comité de regencia, abren en Bulgaria una era de inestabilidad política. En septiembre, el Gobierno rumano piensa en ajustar su política exterior a la de Italia; pero se le contesta que debe hacer la oferta de negociación a la URSS al mismo tiempo que a las potencias del Atlántico. En la misma fecha, el presidente del Consejo húngaro, Kallay, se pone en contacto, secretamente, con GB y además, por medio del archiduque Otto de Habsburgo, con los EE.UU. Confirma su intención de capitular solo ante los angloamericanos. La entrada de las tropas rusas en territorio polaco, el 4 de enero de 1944, y luego en Bucovina el 18 de marzo, pone a los países satélites de Alemania frente a una perspectiva amenazadora. Hitler, al que, primero Antonescu y luego Horthy, piden que negocie la paz, se niega a hacerlo. Ello induce a volverse a GB y EE.UU. sin descuidar ponerse en contacto con el gobierno de la URSS. Hitler informado de los contactos establecidos por la diplomacia húngara; el 18 de marzo se realiza la ocupación de Hungría por las tropas alemanas. Hasta fines de agosto de 1944, cuando los ejércitos aliados alcanzan Paris y los ejércitos rusos penetran en Valaquia, no se deciden los satélites a librarse del yugo alemán, y se resignan a volverse hacia la URSS. El 23 de agosto, el rey Miguel hace detener en Bucarest a Antonescu, y pide la conclusión de un armisticio, que se firma, el 12 de septiembre, en Moscú. El 26 de agosto, el gobierno de Sofía hace una declaración de neutralidad. Quiere zafarse de Rusia, pero el 12 de septiembre también tiene que iniciar en Moscú las negociaciones del armisticio. Hasta el 20 de enero de 1945 no podrá Hungría apartarse del sistema alemán. El Derrumbamiento de Alemania. ¿Paz por separado? Después de la caída de Mussolini el gobierno hitleriano se dirige, primero, hacia la URSS. Las condiciones rusas implican, por un lado, el restablecimiento de las fronteras de 1914, es decir que Alemania abandone Lituania y los territorios polacos adquiridos en 1939, a excepción del pasillo y de parte de Posnania; y por otro, la plena libertad de acción para la URSS en Asia y en los Estrechos. Hitler no se resigna en estas condiciones; es alentado por Ribbentrop. Sin embargo, el 23 de septiembre, esta dispuesto a aceptar, una conversación con el gobierno soviético. Pero entonces es Rusia quien no le da importancia. La eventualidad de una negociación con GB y con EE.UU. parece excluida desde que declararon que se impondría la paz sin condiciones. A pesar del intento de asesinato a Hitler, el pueblo no estaba dispuesto a apoyar un acto de fuerza contra el líder. Tampoco se podía contar con el ejército, los mandos subalternos, provenientes de las juventudes hitlerianas conservaban la fidelidad. El Derrumbamiento de Japón. Desde febrero de 1943, después de la Batalla del Mar de Coral había ensombrecido las perspectivas japonesas: en adelante se encontraba amenazado la ruta de comercio con las Indias Neerlandesas, fuente de materias primas. Los signos de la derrota no hicieron su aparición hasta el verano de 1944: crisis de los transportes marítimos; la batalla naval de las islas Filipinas, que destrozo, en el mes de octubre, la capacidad ofensiva de la flota japonesa. En el invierno de 1944-45, las ciudades japonesas eran afectadas gravemente por los bombardeos aéreos, la población había comenzado a sufrir la penuria alimenticia y la industria metalúrgica se había obligada a disminuir su producción. El éxito en Okinawa del USMC el 1 abril de 1945, agrava la situación estratégica, el archipiélago nipón queda ya al alcance de una operación de desembarco. Cinco semanas después, la capitulación alemana permite a los EE.UU. y a GB concentrar todos sus esfuerzos en Extremo Oriente y cortar las relaciones entre el archipiélago y el ejército de ocupación en China. El mismo día Truman declara que busca la capitulación sin condiciones. La resistencia nipona se prolonga. En Junio los

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consejeros del Presidente, para evitar el costo de vidas que significaría la invasión a Japón y evitar que la URSS pueda jugar un rol en el Extremo Oriente, ven necesario utilizar la bomba atómica. Al no contestar Japón un ultimátum que le dirigieron el 26 de Julio, el arma atómica se utiliza en Hiroshima, el 6 de agosto, y en Nagasaki, el 9, al tiempo que Rusia denuncia el pacto de no agresión firmado en 1941 y dirige al gobierno de Tokio una declaración de guerra. El gobierno nipón pide la paz el 10 de agosto; el 14, acepta las condiciones norteamericanas; el 2 de septiembre, la capitulación es un hecho. En el transcurso de la Conferencia imperial, reunida en la noche del 9 al 10 de agosto, los jefes militares afirman que Japón no esta efectivamente vencido. Pero el Emperador se decide por aceptar la declaración de Postdam, si se soluciona la cuestión dinastica. Los aliados contestan que la autoridad del emperador se ejercerá bajo el control del comandante en jefe interaliado. Los jefes militares replican que el comandante en jefe interaliado podrá transformar las instituciones japonesas. El Emperador se ve obligado nuevamente el 14 a dar a conocer su posición, acepta las condiciones aliadas.

Los Tratados de Paz

En aplicación de los acuerdos alcanzados en Potsdam, los cinco ministros de asuntos exteriores de Gran Bretaña, EE.UU., la URSS, Francia y China se constituyeron en Consejo Permanente y se reunieron en Londres en septiembre de 1945 a fin de redactar los tratados de paz con los vencidos. La reunión fue fracaso lo que llevó a una reunión en diciembre en Moscú de los ministros de EE.UU, Byrnes, URSS, Molotov, y Gran Bretaña, Bevin. Allí se acordaron los procedimientos para redactar los tratados de paz.

En 1946 se reunió en París una conferencia de los ministros de asuntos exteriores de Gran Bretaña, URSS, EE.UU. y Francia y posteriormente de julio a octubre de ese mismo año se encontraron en lo que se denominó Conferencia de Paz los representantes de los veintiún estados miembros de las Naciones Unidas que habían luchado realmente en la guerra contra el Eje: Gran Bretaña, URSS, EE.UU., Francia, China, Bélgica, Grecia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia, Australia, Canadá, India, Nueva Zelanda, Unión Sudafricana, Brasil, Chile, Etiopía y la Rusia Blanca y Ucrania, repúblicas soviéticas que se vieron reconocidas individualmente.

El proceso culminó en Europa con la firma de los Tratados de París el 10 de febrero de 1947 entre los vencedores y los países satélites de la Alemania nazi (Italia, Rumania, Hungría, Bulgaria y Finlandia).

En el caso de la firma del tratado de paz con Japón, la revolución china y el triunfo de Mao Zedong complicaron el proceso que finalmente culminó con la firma del Tratado de San Francisco en 1951 con Japón. Este tratado fue firmado por cuarenta y nueve países, entre los que no se hallaban presente la URSS, India y China y redujo a Japón a sus fronteras de 1854. La denominada declaración de Moscú de 1956 firmada por los primeros ministros Hatoyama y Bulganin puso fin al estado de sitio entre la URSS y Japón.

En 1955 se firmó el Tratado de Viena que acabó con la ocupación de Austria, país que recuperó su independencia por primera vez desde el Anschluss de 1938.

Tras la capitulación sin condiciones del 7 y 8 de mayo y la ocupación de su territorio Alemania sufrió duramente las consecuencias de la guerra de destrucción iniciada por Hitler: fuertes pérdidas territoriales, pago de indemnizaciones... Sin embargo, como veremos más adelante, el estallido de la guerra fría llevó a unos resultados no previstos por los Aliados vencedores. La partición del país en dos estados, la RFA (Occidental) y la RDA (Sovietica), enfrentados y alineados con las dos superpotencias enfrentadas tras la segunda guerra mundial impidió la firma de un tratado de paz entre los vencedores y Alemania. Habrá que esperar a la firma el 12 de septiembre de 1990 del llamado Tratado 4+2 entre las cuatro potencias vencedoras (URSS, EE.UU., Gran Bretaña y Francia) y la República Federal y la República Democrática de Alemania. El tratado que otorgó la plena independencia a una Alemania reunificado fue firmado 45 años después de la derrota.

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Los cambios territoriales

El principio general que rigió todos los acuerdos y tratados fue el retorno a las fronteras europeas de 1937 con tres excepciones principales: la reducción del territorio de Alemania, el engrandecimiento del territorio soviético y el "desplazamiento" del territorio polaco en torno a 225 kilómetros hacia el oeste. Estas tres excepciones estaban evidentemente relacionadas.

Estos fueron los principales cambios territoriales en Europa:

La Unión Soviética obtuvo:

De Finlandia: gran parte de Carelia con la ciudad de Vyborg y el puerto de Petsamo en el norte lo que hizo que tuviera frontera con Noruega.

Los tres estados bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, que habían sido independientes de 1918 a 1940.

De Alemania: la parte norte de la Prusia Oriental con la ciudad de Könisgsberg (actual Kaliningrado). De Polonia: las regiones al este de la línea Curzon De Checoslovaquia: la Rutenia subcarpática De Rumania: la Besarabia (denominada Moldavia en adelante) y la Bukovina del Norte.

Polonia en contraprestación de sus pérdidas orientales obtuvo:

La parte sur de Prusia Oriental y las regiones de Pomerania y Silesia hasta la línea Oder-Neisse. Aunque Polonia perdió algo de territorio consiguió adquirir zonas más ricas y una gran salida al Báltico con los antiguos puertos alemanes de Danzig (rebautizado Gdansk) y Stettin (Szczecin)

Alemania perdió de nuevo Alsacia-Lorena en el occidente, reanexionadas por Hitler en 1940, y, sobre todo, importantes territorios en el oriente en beneficio de Polonia. Quedó reducida a 356.272 kilómetros cuadrados, en contraste con los 472.034 de 1919 y 540.521 de 1914.

Italia, aunque limitó sus pérdidas al firmar el armisticio con los Aliados en 1943, cedió algunos pequeños territorios:

La península de Istria con Fiume (Rijeka) pasó a Yugoslavia, aunque consiguió mantener Trieste. La isla de Rodas y el archipiélago del Dodecaneso fueron entregados a Grecia. Albania recuperó su independencia e Italia perdió sus colonias (Etiopía, Somalia, Eritrea y Libia)

Aunque los cambios territoriales fueron menores que tras la primera guerra mundial, fueron acompañados de enormes desplazamientos de población que añadieron más dolor a un continente devastado por la guerra:

Entre 11 y 12 millones de alemanes fueron expulsados de las zonas anexionadas por la URSS y Polonia, así como de los Sudetes en Checoslovaquia y de las comunidades germanas de los Balcanes.

2 millones de polacos fueron las zonas orientales cedidas a la URSS fueron realojados en la "nueva Polonia occidental".

Entre 400.000 y 500.000 finlandeses fueron expulsados de los territorios anexionados por la URSS. Una parte de la población húngara de Eslovaquia fue expulsada.

Los cambios en el Extremo Oriente se concretaron en la desaparición del Imperio Japonés:

La URSS se anexionó la isla de Sajalín y las islas Kuriles.

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Japón debió abandonar sus conquistas en China, Corea y la isla de Formosa (Taiwan). Además 7 millones de japoneses dispersos por el antiguo Imperio debieron retornar al archipiélago nipón.

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Capítulo XVI - La Guerra Fría

En 1946 la desconfianza aumenta entre los antiguos socios de la Gran Alianza de la época de guerra. El presidente Truman envía el 5 de enero de 1946 al secretario de Estado James Byrnes un memorándum que refleja su exasperación y que convertirá, en sus Memorias, en el origen de una nueva política exterior americana. “Estoy harto de mimar a los rusos” En Febrero Stalin pronuncia un discurso en el que se refleja el endurecimiento ideológico en curso y es percibido por los observadores como “el toque de alarma de la guerra”, donde incluso menciona ya la carrera nuclear. En marzo, George Kennan, embajador americano en Moscú, dirige al departamento de Estado el informe que alcanzara una gran notoriedad tras su publicación, donde este analiza el sistema político soviético y descubre las amenazas que pesan sobre la humanidad. EE.UU debe “contener” el peligro comunista. Es importante oponer a los rusos “una resistencia inquebrantable en todos los sitios en donde se disponen a causar daño a los intereses de un mundo pacifico y estable”. Proféticamente Kennan esboza un proyecto: “Provocar, antes o después, la desaparición o el suavizamiento gradual del régimen soviético”. CONTENCION: la consigna de Kennan se convertirá en la de la diplomacia americana. A continuación vendrán las advertencias públicas: el 5 de Marzo Churchill evoca, en presencia de Truman, “el telón de hierro que ha caído a través del Continente de Stettin en el Báltico a Trieste en el Adriático”. Solo 8 días después, Stalin responde en una entrevista en Pravda, las advertencias se convierten en guerra de nervios. 1947 es el año terrible, el año de entrada en la “guerra Fría” para emplear la expresión forjada por el periodista Walter Lippmann: la guerra fría prolonga la guerra que acaba de terminarse por su implacabilidad y por el carácter global de lo que está en juego, pero se distingue de aquella por los medios utilizados. Al oeste la contención de la Unión Soviética toma forma: una vez disipadas las esperanzas puestas en las UN, Washington se hace directamente cargo del orden mundial. Como muestra de la voluntad de coordinar con eficacia los diversos medios de influencia nacional se crea la Ley sobre Seguridad Nacional (se crea la CIA y el Concejo nacional de Seguridad) pero la disuasión no debe ser solamente militar esta es solo un auxiliar de una acción económica y social. Por eso, EEUU tiene la intención de ayudar al renacimiento de las naciones amenazadas (Doctrina Truman) “ayudar a las naciones libres e independientes a que mantengan su libertad”, esta doctrina contiene una primera ayuda de 400 millones de dólares PLAN MARSHALL: tras el fracaso en la primavera del 47 de la conferencia de Moscú sobre el problema alemán, el Gral. Marshall, nuevo secretario de Estado, encarga a Kennan de preparar un plan que sería la versión mas clara de la contención = había que ayudar a Europa del oeste concediéndole la asistencia económica que haría de ella un socio prospero y animar a los europeos a cooperar en el marco regional. Los 13.ooo millones de dólares de ayuda económica que EEUU ofrecerá entre 1948 y 1952 permitirán liberar los intercambios entre europeos y después los de Europa con la zona del dólar, restableciendo el nivel de producción europeo de posguerra. Mientras tanto, la grieta ideológica se profundiza. Dos Europas se esbozan y después se confirman bajo la tutela de los dos grandes. A partir de 1948 las relaciones entre los antiguos aliados toma el aspecto de una víspera de combate entre campos atrincherados; la espera ansiosa se convierte en reto con el “golpe de Praga” y después con el bloqueo de los sectores occidentales de Berlín en febrero y en Junio del 48. Del Bloqueo al Muro Berlín oeste podía convertirse en una ciudad del frente, es así que en marzo de 1948 los soviéticos decidieron que controlarían a los viajeros que utilizasen los trenes militares con destino a Berlín. En junio con el pretexto de restaurar algunos puentes sobre el Elba, queda suspendida la circulación de la autopista, los ferrocarriles y los canales que unían Berlín con la Alemania del oeste. El presidente Truman decidió abastecer a la ciudad por aire, el puente aéreo se intensifica. La reforma monetaria llevada a cabo en zonas occidentales no había sido más que un pretexto: Stalin quería hacer desaparecer ese puesto avanzado de

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Occidente y no creía en la eficacia del puente aéreo. En 1949, los soviéticos reconocen su fracaso y el 12 de Mayo se levanta el bloqueo. La división de Alemania como reflejo de la división del mundo: El 5 de junio de 1945 los comandantes en jefe de los ejércitos de ocupación, actuando en nombre de sus gobiernos, constatan que ya no existe una autoridad central en Alemania. Las potencias aliadas, considerando anticuadas las reglas clásicas de la ocupación de guerras contenidas en el Reglamento de La Haya de 1907, deciden asumir los poderes absolutos de gobierno. Pero no van a suprimir a Alemania en tanto que entidad política, el Estado ocupado conserva su personalidad en el derecho de gentes, tiene ciudadanos, un espacio territorial que le pertenece y únicamente es su gobierno lo que no existe. Así, las potencias aliadas actúan como un comité de tutores, que estará nombrado en un el futuro por la Organización de las Naciones Unidas, mientras que el derecho a gobernar Alemania se lo atribuyen a si mismas en su calidad de Estados Vencedores. Se trataba entonces, de una tutela común entre las 4 potencias, la cual implicaba el establecimiento de una autoridad suprema común. Alemania estaba dividida en 4 zonas de ocupación pero un Consejo de control compuesto por los 4 comandantes supremos tenía el poder de decisión en las cuestiones que interesaban a toda Alemania, Berlín, era sede del Consejo de control, quedaba dividida en 4 con una autoridad interaliada de gobierno, Kommandatura, subordinada al Consejo aseguraba la administración conjunta de la ciudad. Democratizar Alemania: el acuerdo se hizo en cuanto a la palabra, no sobre el contenido. El desacuerdo estallo, a la democracia de tipo marxista que los soviéticos establecían en la zona oriental, las tres potencias occidentales opusieron la resurrección de instituciones políticas y económicas liberales. Alemania no era más que un reflejo del mundo. EL consejo comienza a tener problemas, se tiende a gobernar cada uno su sector, la importancia de las divergencias entre el Este y el Oeste iba a provocar la división de la tutela común. El 20 de Marzo de 1948 el comandante supremo soviético deja de asistir al Consejo, al igual que en junio el comandante del sector soviético de Berlín se retira de la Kommandatura, se convierten así en los órganos de una tutela tripartita. Sin embargo hay que tener en cuenta que los vencedores eran a partir de entonces rivales, y cada uno le corresponde crear nuevos poderes públicos alemanes, hechos a su imagen. *El resultado de este conflicto ideológico fue la división de Alemania en dos estados separados: la República Democrática Alemana (RDA) fue creada en la zona soviética y la República Federal de Alemania que se desarrolló en las zonas americana, británica y francesa. Esta división se hizo oficial con la creación de dos estados alemanes separados en 1949 y se consolidó con la construcción del muro de Berlín en 1961. Las dos Alemanias se desarrollaron en formas muy diferentes dentro de dos sistemas políticos opuestos. La República Federal se convirtió en una nación altamente industrializada con una fuerte orientación hacia occidente, manteniendo una estrecha relación con Estados Unidos de América. Se unió a la OTAN el 5 de mayo de 1955 y continúa siendo miembro hoy en día. La República Democrática Alemana se integró al Pacto de Varsovia de las naciones de Europa del este y estaba fuertemente orientada hacia la Unión Soviética. Las diferencias entre ambas naciones alcanzaron todas las facetas de su existencia. En 1949 la asamblea parlamentaria, voto la ley fundamental de la Republica Federal que fue aprobada por el Consejo de Control. En la carta de aprobación de la ley, interpretaba que Berlín oeste no podía ser gobernado por el Estado federal. Igualmente en 1950 se preciso que la evolución jurídica de Berlín oeste quedaba disociada de la Republica Federal. A pesar de todo, el levantamiento de la tutela tripartita sobre Alemania occidental no pone fin a la ocupación militar de Berlín oeste. Los acuerdos concluidos con la Republica Federal del 26 de marzo de 1952 en Bonn ponen término a la ocupación de Alemania occidental. Las obligaciones internacionales de la RF no quedan fijadas por un acto de autoridad sino por un convenio internacional, reconociéndose así la plena capacidad de su gobierno. Pero hay un gran obstáculo a la soberanía alemana: las 3 potencias occidentales vigilaran el mantenimiento de las estructuras esenciales de la RF y pueden intervenir en caso de amenaza grave contra el orden liberal y democrático. Este derecho de intervención el que suprime la conferencia de Paris de 23 de Octubre de 1954, que declara asociar a Alemania, en pie de igualdad, a los esfuerzos de los

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pueblos libres por el mantenimiento de la paz y la seguridad. Al mismo tiempo esta conferencia establece los derechos de las 3 potencias en Berlín (mantendrán fuerzas armadas en B oeste tanto tiempo como lo exija el ejercicio de sus responsabilidades y consideraran cualquier ataque a B como un ataque a sus fuerzas armadas o su propio territorio). Ante la RF que ha recuperado su total soberanía, B oeste aparece como el último land bajo ocupación militar. El levantamiento de la tutela tripartita sobre la Alemania occidental influye sin embargo en las modalidades de la ocupación militar de Berlín-oeste. En los sucesivos, la ocupación aparece como un velo jurídico, bajo este, se establece un nuevo reparto de competencias entre las autoridades de ocupación y el land ocupado, paralela a la instituida entre las 3 potencias y la RF hasta los acuerdos de Bonn (capital de la Alemania Federal EEUU) y Paris. En definitiva, la ocupación convencional de guerra de derecho clásico descansa sobre un instrumento jurídico, el convenio de armisticio.

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Los 3 primeros enfrentamientos (Guerra Fria) - Cuestión de Azerbaiyán El primer conflicto entre EE.UU. y la URSS fue en plena cooperación de postguerra. El lugar fue Irán. El motivo, por supuesto, fue el petróleo. En 1941, Inglaterra y la URSS ocuparon militarmente Irán. La firma de un acuerdo entre compañías norteamericanas e inglesas produjeron la repartición del petróleo iraní entre ellas, en 1944. En 1945, un partido nacionalista azerbaijano se fusionó con el Tudeh, el partido comunista persa. Stalin, mas fuerte en la región, exigió a Teherán la creación de una empresa irano-soviética para explotar los yacimientos. Las presiones occidentales hicieron que Irán rechazara la propuesta. Entonces hubo levantamientos en todo el país y la URSS volvió a exigir sus derechos petrolíferos además del reconocimiento de la soberanía de Azerbaiján y el mantenimiento en Irán del Ejército Rojo. A esto se le sumó que los kurdos, apoyados por la URSS, proclamaron su Repú blica Popular. EE.UU. llevó el problema al Consejo de Seguridad. Para evitar una condena internacional, los rusos retiraron su ejército del país. Pero dejaron tres ministros en el gobierno, que luego cayeron por la debilidad de los soviéticos al presentarse la posibilidad de una guerra con EE.UU. -Telon de Acero - Informe Kennan y Doctrina Truman) La Guerra Civil en China y la Revolución de 1949 (y la alianza chino-soviética) Desde el otoño de 1948, la guerra civil había vuelto a resurgir en China, al hundirse los ejércitos de Chiang Kai-Shek en Manchuria y en China del norte. El 18 de Febrero de 1948, el secretario de Estado americano, Gral. Marshall, había propuesto un programa de ayuda económica a CH paralelo al que había elaborado para Europa. Pero los acontecimientos se precipitaron: el 22 de Enero de 1949, las tropas de Lin Piao entraban en Pekin; el 20 de Abril los comunistas se apoderaban de Nankin, abandonado por el gobierno nacionalista, que se había atrincherado en Cantón. El 21 de Septiembre, en Pekin, Mao Tse-tung proclamaba el nacimiento de la Republica Popular China; Cantón caía el 15 de Octubre, Chiang y los dirigentes nacionalistas chinos alcanzaban la isla de Taiwán, donde varias centenas de miles de hombres se habían concentrado. Desde el 1 de Octubre de 1949, la URSS había reconocido al nuevo gobierno chino. Entre los 3 occidentales se crea una divergencia, pues GB arrastrada por los dominios asiáticos de la Commonwealth y preocupada por la suerte de Hong Kong, reconoce el régimen de Pekin el 6 de enero de 1950, mientras que Francia considera como un acto hostil el reconocimiento hecho el 25 de enero de 1950 del gobierno comunista del Vietminh por Mao. EEUU se consagra a la defensa de Taiwán. China “había caído de un solo lado”. En diciembre de 1949, Mao viajo a Moscú, en donde permanece 2 meses. China popular escoge campo socialista, la amistad y la alianza con la URSS, pero no la “satelizacion”. CH recibió ayuda económica, científica y técnica (un módico crédito de 300 millones de dólares, el reconocimiento del principio de soberanía china sobre Manchuria y la promesa de la retirada de las tropas soviéticas de esa región así como de Port Arthur y otras posesiones japonesas). Lo cierto es que Stalin había quedado estupefacto por la victoria de Mao, teniendo en cuenta que en un principio tras el conflicto mundial y temiendo un enfrentamiento directo con EEUU, Stalin no se había mostrado favorable a una revolución comunista en China y había aconsejado al “partido hermano” la constitución de una coalición con los nacionalistas. Chipre: el combate por la Enosis Lugar privilegiado de tránsito entre las diferentes orillas del Mediterráneo, situada en la inmediata proximidad de Turquía, al norte de Siria y del Líbano al este, Chipre es, por sus superficie la tercera isla del Mediterráneo. Entre sus habitantes, un 80% son griegos, 18% turcos y 2% extranjeros. En 1869 tras la apertura del canal de Suez le da un nuevo valor geoeconómico y estratégico. En 1878, la isla es cedida a GB por el I otomano, que obtiene el derecho de ocuparla y administrarla a cambio de lo cual Turquía obtiene una garantía militar contra un eventual ataque ruso. El tratado del 4 de junio de 1878 precisa sin embargo que GB deberá devolver la isla si los rusos evacuasen sus conquistas. La isla continua estando bajo soberanía otomana.

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Psicológicamente, los chipriotas griegos se consideran como griegos y cuando estallo la guerra greco-turca de 1897, muchos de ellos se alistan en las fuerzas griegas. La ambigüedad en cuanto al estatuto de la isla desaparece el 5 de nov de 1914, cuando el I otomano declara la guerra a los Aliados: GB decide la abrogación del tratado de 1878 y la anexión de Chipre. Lo particular es que el nacionalismo chipriota no tendrá como consigna la independencia, como los otros movimientos anticolonialistas, sino la ENOSIS, la unión con Grecia. Por convicción de formar parte del helenismo, por voluntad de unirse al Estado Griego, sentimientos compartidos que se ven acrecentados por el alejamiento geográfico de la madre patria idealizada. En el corazón del movimiento nacionalista esta la Iglesia Ortodoxa, erigida por el ocupante otomano en representante político del pueblo griego de Chipre, como prueba de lo cual el arzobispo era elegido por sufragio indirecto por la población cristiana y ostenta el título de jefe de la nación, por lo que al lanzarse al combate político, el arzobispo Makarios prolongara las tradiciones helénica y chipriota. Pero otros actores contribuyeron a la lucha por la enosis (escuelas, hogares del sentimiento nacional griego, el movimiento sindical y el PC AKEL que se desarrolla rápidamente) Cuando a partir de 1931, el régimen británico se convierte en autocrático, las instituciones representativas quedan abolidas. Pero el sueño de la Enosis se quiebra ante el obstáculo turco que durante mucho tiempo había sido subestimado. La minoría turca, de origen Anatolio, inextricablemente mezclado con la mayoría griega, se entrega también a un nacionalismo construido de odio ancestral y de repulsa a la incorporación a un E griego. Hacia 1945, el Dr. Fazil Kutchuk funda el Partido Nacional Popular Turco de Chipre y reivindica la autonomía (jurídica y educativa) para su comunidad. Vista desde Londres, la cuestión de Chipre no es puramente colonial, sino que no es más que una de las facetas de la cuestión de Oriente próximo, un sustitutivo a la presencia británica en Palestina o en Egipto. En octubre de 1946, el gabinete laborista (recientemente asumido en GB) publica su plan destinado a establecer en Chipre “un régimen más liberal y más humanista”, donde el gob de la isla seria invitado a que convoque una Asamblea Constitutiva escogida entre los elementos rep y encargada de proponer una ref const. Pero este plan no se proclamo solemnemente, apareció subrepticiamente con ocasión de una respuesta escrita del gabinete a una pregunta parlamentaria. EL gobernador de Chipre confesara más tarde su tristeza. Algunos, invocaron para justificar esa presentación un orden del día parlamentario demasiado cargado, pero el error psicológico ya estaba hecho. EN Chipre el descontento era unánime. El concejo entarquico rechaza categóricamente cualquier solución de la cuestión de CH que no acuerde la libertad nacional por medio de la unión con Grecia. El partido y la prensa nacionalista y después el AKEL se alinearon a favor de esta posición. Más tarde, otras dificultades surgirán: solo el partido comunista acepta participar en la creación de una asamblea consultiva…, donde el gobernador (ingles) tendría en manos el poder ejecutivo. Lo que ocurrió es que Winster solo consiguió el apoyo de una débil minoría, disuelve la asamblea y abandona la perspectiva de evolución constitucional. En lo sucesivo, GB parecerá contentarse con el mantenimiento del statu quo en tanto que la competencia política se intensifica entre los nacionalistas y la izquierda chipriotas. La influencia del PC aparece en declive: su adhesión a la consigna de la Enosis había sido tardía, mientras que en Grecia la guerrilla comunista había sido vencida. En septiembre de 1949, la izquierda chipriota, deseando volver a tomar la iniciativa, propone a la Iglesia enviar un memorándum común y una “embajada nacional” a la Asamblea General de las NU. El 23 de Nov el AKAEL decide organizar un plebiscito para disipar todas las dudas sobre sentimientos de la población. El 1 de Dic la etnarquía reacciona reclamando para sí la idea del plebiscito puesto que desde el 18 de nov el santo sínodo había examinado dicha idea. El plebiscito queda fijado para el 15 de Enero de 1950. Bien fuese por extremo liberalismo o por subevaluar lo que estaba en juego, el caso es que la administración británica, se muestra indiferente ante los preparativos del plebiscito. Del 15 al 22 de Enero el 96% de los chipriotas exigirá Enosis. El 14 de Mayo, una “embajada nacional” parte para Atenas para obtener el apoyo de Grecia, sacando así el conflicto de su marco anglo-chipriota. Sin embargo, en los 3 años siguientes la vida política chipriota parecerá inmovilizada. Al mismo tiempo, las negociaciones anglo-egipcias sobre la base británica del canal de Suez fracasan en Oct de 1951 y el Gob. de EL Cairo denuncia el tratado de alianza de 1936 con Londres, trasladándose los

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cuarteles generales terrestres y aéreos en el Próximo Oriente a Chipre en Dic de 1952. La isla queda así, como único territorio de soberanía británica en el Mediterráneo oriental. Son años de espera, pero también de afirmación del movimiento nacionalista. DE la iglesia sale un nuevo líder, el arzobispo Makarios III, quien designa un nuevo consejo de la etnarquía, comité consultivo de 30 miembros que será el comité director del “partido patriota”, multiplico los sindicatos y los clubes de jóvenes nacionalistas. En solo 3 años logra construir una “maquina política”. Como conflicto de descolonización otra vez en 1950 el asunto de Chipre saldrá progresivamente del marco bilateral anglo-chipriota para convertirse en internacional, lo cual culminara cuando en 1954 el gobierno de Atenas lleve la cuestión ante NU (hasta este año los griegos estaban más preocupados por la amenaza comunista, las tensiones con el campo socialista y la necesidad de integrarse a la Alianza Atlántica, lo cual implicaría una buena relación con Turquía) Además pensaban que si llevaban el tema a NU pondrían a Atenas en oposición con sus aliados y en alianza con el campo socialista, pero a la vez recibían presiones de parte de los universitarios, partidos de oposición y la iglesia ortodoxa. Luego de no recibir respuestas favorables desde Grecia M III lanza una reforma ofensiva. Para nov. de 1952, el Partido de Reunificación Helénica del mariscal Papagos logra una aplastante victoria. Su principal objetivo es la Enosis pero las torpezas del gob británico provocan el endurecimiento de Papagos. Grecia se dirige a UN apelando a la “injustificable actitud” de GB y sus “simulacros de constitución”. Grecia cree que se ha dado un giro, incluso si no se trata de reivindicar fundamentalmente la Enosis, sino que únicamente se pide el derecho a la autodeterminación del pueblo de CH. Sin embargo, otro giro se da en Turquía, estos se oponen a cualquier modificación del estatuto internacional de CH y si se impone un cambio de este, la isla deberá pasar a Turquía. ¿Era esta intervención turca el resultado de las intrigas británicas (Pérfida Albión = es una expresión utilizada para referirse al Reino Unido en términos anglófobos u hostiles) o un interés puramente turco? De todos modos, la tesis de la devolución de la isla a su legitimo propietario carecía del mas mínimo fundamento jurídico ya que por el TRATADO DE LAUSANA, Ankara había renunciado a sus derechos sobre Ch. En los meses que precedieron a la guerra de Suez, la cuestión de CH había tomado un giro nuevo y complicado debido a la situación del mediterráneo oriental. En la coyuntura internacional de 1954 el llamamiento de Grecia a la ONU no podía verse coronado por el éxito. Si bien la ONU había puesto el tema a la orden del día, el 17 de sep a horas de cerrar la novena sesión decido oportuno no adoptar una resolución sobre la cuestión de CH. Los británicos lograban de esta manera un triunfo porque el recurso de Grecia quedaba apartado, los turcos felices por ver que el tema se cerraba definitivamente. Sin embargo en el 55 se da una sublevación armada en abril a manos de la Eoka (organización nacional de combatientes chipriotas) y el tema debe volver a la ONU. La originalidad del Eoka residía en su deliberada creación desde arriba: nada de espontaneidad, ninguna sublevación de masas, sino la voluntad de un grupo de patriotas de Chipre de obtener la Enosis por la lucha armada y sobre todo la voluntad de un hombre, el famosos “Digenís”, el coronel Grivas. Hacia finales de 1955 la finalidad del Eoka se había conseguido: la vida cotidiana estaba gravemente desorganizada, la isla en estado de sitio y las mentalidades transformadas. Los británicos, desorientados, no logran reaccionar eficazmente, inician la reorganización de las fuerzas británicas. La tragedia se perfila. Se lanzan las ofensivas y contraofensivas, la Eoka se vuelve más atrevida pero cuando las tropas de la campaña del Suez llegan la situación cambia a favor de los british. En marzo del 57 Grivas propuso la suspensión de los combates si monseñor Makarios era liberado, el 28 es dejado en libertad y la tregua entra en vigor. Para 1958 las negociaciones eran ya políticas. (En verdad la crisis de Suez y sus consecuencias habían modificado la visión estratégica de los british) Ya en el 57 el ministro Sandys imagina ante la Cámara de los Comunes “una base en CH y no más CH como una base”. GB se perfilaba hacia una retirada pura y simplemente de la isla, como lo había hecho en 1948 de Palestina. Las iniciativas de Londres chocaron con los vetos de Atenas y Ankara. Las instituciones internacionales eran relativamente ineficaces. Entre los proyectos que se destacan es el Proyecto Radcliffe: instauraba un doble poder británico y chipriota sobre la isla, el gobierno Griego lo rechazo porque no conducía a la isla a la autodeterminación además Makarios estaba en el exilio y se negaba a discutirlo fuera. Se plantea que si se le da la autodeterminación a los griegos tb debe dársela a los turcos, se abre así una negociación tripartita, pero la oposición del gob turco

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es enérgica, en la isla estallan sangrientos tumultos que terminan con el nuevo plan que había preparado Foot (adm de colonias) El 19 de Junio de 1958, el primer min Macmillan presento un nuevo proyecto de arreglo que era gran parte la obra de sir Foot, lo esencial es atraer a Turquía. Este fue rechazado el 20 de junio por Makarios y el 21 por Atenas, sin embargo da una idea ya del estatuto de CH tal y como se instaurara por los acuerdos de Londres y Zúrich. Mientras tanto se habrá logrado la vuelta al “dialogo regional” mediante las conversaciones anglo-griego-turcas de Paris, celebradas en dic del 58 y las conversaciones bilaterales greco-turcas. Se elabora un estatuto internacional para CH, firmándose los acuerdos el 11 de feb de 1959 en Zúrich por los primeros ministros griego y turco y después el 19 de feb en Londres por los min de Asuntos Exteriores de UK, G y T. Estos acuerdos se aprobaran el 28 de feb de 1959 por el Parlamento de Atenas, el 4 de Marzo por Turquía y el 19 por GB. Entre los acuerdos se encuentran un tratado entre CH y los tres “E garantes” a los que se les atribuye el derecho a intervenir en la isla, de forma conjunta o separada, en caso de violación de los acuerdos; un tratado de alianza entre CH, G y T, que daba derecho a estos dos últimos de estacionar en la isla contingentes fijados… La Constitución de la nueva Republica fue elaborada entre feb de 1959 y agosto de 1960 y la independencia de la isla proclamada el 16 de agosto de 1960 *En 1960, Turquía, Grecia y el Reino Unido -junto a las comunidades turcochipriota y grecochipriota- firman un tratado que declara la independencia de la isla y la posesión británica de las bases de Acrotiri y Dhekelia. Makarios asume la Presidencia. La constitución indica que los turcochipriotas estarán a cargo de la vicepresidencia, y tendrán poder de veto. Esa peculiar Constitución que le fuera impuesta, dificultó el funcionamiento de Estado, y las relaciones entre greco y turcochipriotas se hicieron tensas, desembocando en las explosiones de violencia intercomunitaria de 1963 y 1967. El 15 de julio de 1974, un golpe "pro-griego", apoyado por la "dictadura griega de los coroneles", depuso al gobierno legítimo, lo que provocó la reacción de Turquía, quien invadió y ocupó militarmente el tercio norte de la isla, incumpliendo ambas partes la legalidad internacional. Éste es el origen de la República Turca del Norte de Chipre, un estado de facto que solo es reconocido por Turquía y la Organización de la Conferencia Islámica. La República de Chipre entra como miembro de la Unión Europea en el 2004, año en el que se aplica un plan para la reunificación apoyado por las Naciones Unidas. Sin embargo, el referendo es rechazado por el 76% de los grecochipriotas. En las eleciones presidenciales, tras la segunda vuelta de los comicios, el 24 de febrero de 2008 salió vencedor, con el 53,36% de los votos, Dimitris Christofias, secretario general del Partido Comunista de Chipre (AKEL, antes Partido Progresista de los Trabajadores de Chipre), frente al 46,64% del ex ministro de Asuntos Exteriores, Ioannis Kasulides. Uno de los objetivos de su candidatura era la reanudación de las negociaciones para la reunificación de Chipre.

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La Partición de Palestina y el Nacimiento del Estado de Israel Tras la derrota del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones otorgó el Mandato sobre la región de Palestina al Reino Unido, en la Conferencia de San Remo (1920), celebrada en Italia. El territorio a administrar incluía todo lo que es actualmente Israel, Cisjordania con Jerusalén Este, la Franja de Gaza y Jordania. En 1947 se sucedieron los atentados con bombas, los tiroteos y secuestros. Ante una rebelión confusa pero intensa, la posición de los 100mil soldados ingleses estacionados en Palestina resultaba insostenible. El hastío se apodera del Gob. de Londres y el 14 de Feb el secretario del Foreign Office anuncia la intención de llevar el asunto ante la ONU. El 18 de Feb se confirma la renuncia británica. “El problema de Palestina… es un problema internacional, pues la cuestión del futuro Hogar Nacional Judío en Palestina no puede aislarse del bienestar del pueblo judío en su conjunto y en el mundo…” A partir de Feb de 1947 el centro de gravedad de la cuestión palestina se desplazo de Londres a la ONU.los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad iniciaron negociaciones con el secretario general. Dos nuevos actores quedaran a partir de entonces implicados en la búsqueda de una solución: EEUU, ya dividido entre un Congreso “prosionista” y un Departamento de Estado preocupado por no indisponerse con los países árabes; entre la voluntad de los parlamentos demócratas, incluso republicanos, por lograr el “voto judío” y la determinación de proteger los intereses petrolíferos; y la URSS, cuya actitud no era entonces particularmente ofensiva, y que si un año antes había apoyado las reivindicaciones de Siria y Libano contra la presencia militar francesa y británica, se opone al nac de la Liga de Estados Árabes cuya inspiración parece claramente prooccidental. En 1947, en la primera sesión especial de la Asamblea General y tras haber oído a la Agencia Judía y al Alto Comité Árabe, la Asamblea designa una comisión especial para Palestina, encargada de preparar el examen de la cuestión del futuro gobierno de Palestina. La comisión choca con dos actitudes diferentes: el rechazo neto de los portavoces árabes a negociar (inspirado por el gran muftí-Husein) y la táctica conciliadora de los sionistas, cuya actividad queda además aureolada ante ciertos comisarios de las UN por el dramático Exodus, que transportaba judíos salvados de los campos de concentración hacia Palestina. Las organizaciones judías invocaron el lazo histórico con Tierra Santa y desearon la creación de un E Judío, abierta a la inmigración judía. El Alto Comité árabe, amparado en los derechos del Islam sobre una tierra conquistada desde el año 637 y de la relación de fuerzas demográficas (los dos tercios de la población palestina es musulmana), pide la creación de un E unitario en el seno del cual la inmigración judía seria rigurosamente prohibida. La parte árabe se niega en consecuencia a admitir una antigüedad anterior a su propia historia y reduce el sionismo a una nostalgia “místico – religiosa”, reforzada bajo el efecto de las persecuciones europeas. En principio la Comisión tiene la elección entre cinco soluciones (que no pienso detallar pag151), en el medio se los persigue y boicotea, y el 31 de agosto no habiendo podido alcanzar la unanimidad, presento dos propuestas: 1)-la mayoritaria- consistía en el reparto de Palestina en dos Estados, unidos por una unión económica, quedando Jerusalén y sus alrededores dotados de un Estatuto separado. 2) –apoyada por India, Irán y Yugoslavia- era favorable a la creación de un Estado Federal La AG de UN, reunida el 23 de sep de 1947 para su segunda sesión ordinaria, designo una nueva comisión especial, el comité ad hoc. Esta vez las posiciones están claras: EEUU y la URSS se ponen de acuerdo sobre el reparto; GB decide retirar sus tropas y poner fin a su administración antes del 1 de agosto de 1948; la Agencia Judía aprueba el reparto, pero los árabes se oponen. El comité ad hoc, se pronuncio por la creación de dos E independientes, uno árabe y otro judío, y de una zona internacional en Jerusalén, bajo control de ONU, permaneciendo las 3 entidades relacionadas por una unión económica. El 29 de sep de 1947, la asamblea ratifica en su resolución 181 el reparto. En los principios de la “guerra fría” primo el consenso americano-soviético, pero luego la URSS escogió apoyar a un Israel (que bonito es Israel!) renaciente aunque no fuese nada más que para reducir la influencia británica y occidental en la región. Entonces: el E árabe englobaría el Este y el centro de Palestina desde el valle de Jericó a Beersheba, la parte del oeste de Galilea y una franja costera a lo largo del Mediterráneo, desde la frontera egipcia al mar Rojo, quedando Jaffa como un enclave árabe en territorio judío.

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El estado judío estaría compuesto de 3 partes con una superficie total de 14.000 km cuadrados: Galilea oriental; una banda costera que iría de Acre a Ashod, a 25km al sur de Tel-Aviv; la mayor parte del Neguev. Jerusalén y Belén, con los territorios adyacentes, quedarían fuera de este reparto, siendo sometidos al control de la ONU. Mientras que la UNSCOP quedo convertida en autoridad administrativa temporal a través de una organismo de 5 miembros. 30 años después de la declaración Balfour que prometía Sion a los judíos y creaba la “cuestión de palestina”, la ONU atribuía un trozo de Tierra Santa a cada una de las partes. El reparto era difícil por la mezcla de población, la existencia de los Santos Lugares y la insuficiente viabilidad económica de los 2 futuros E. GB por su parte rechazaba categóricamente ayudar a la ejecución del plan de la ONU, no pudiendo imponerse la solución internacional. En la primavera de 1948, las armas van a decidir la cuestión y el plan de la ONU es reemplazado por otro salido de la fortuna de las armas. La votación del 29 de nov de 1947 de la AGdNU a favor del reparto provoco alegría en la población judía de Palestina y cólera en el mundo árabe. Tumultos desde Libia hasta el lejano Golfo: en El Cairo se proclama la guerra santa, la YIHAD; en Damasco, los manifestantes atacan las legaciones americanas y soviéticas (y así por el estilo). Las organizaciones judías, no permanecieron inactivas. La Haganah desplego sus tropas para defender las colonias judías. El ala radical sionista del Irgun reafirmo su maximalismo por medio de una declaración de su jefe Menahem Begin. El Irgún y el grupo Stern ponían fin a las hostilidades contra los ingleses para dirigir sus armas hacia los árabes. Del 11 al 13 de Dic de 1947 se sucedieron diferentes ataques. La liga árabe se reunió el 12 de dic y declaró la resolución de la ONU como nula y sin efecto. Tras haber tomado partido por los árabes rehusando votar la resol del 29 de Nov, GB da muestras de una neutralidad oficial sobre el terreno, pero sus órdenes son aplicadas de forma contradictoria. Los árabes reprochan a los ingleses que hubieran cedido unos cuarteles y municiones a los sionistas. Estos a su vez denunciaron la actitud de los británicos cuyo bloqueo de fronteras y costas impedía la inmigración judía y las importaciones de armas, mientras que a través de Transjordania, en donde esta estacionada la Legión Árabe del Ingles Glubb Pacha, gran número de tropas se infiltra y asaltan las colonias judías del este y norte. El 11 de Marzo de 1948, las milicias judías (la Haganah, el Irgun y el Stern) se unen crenado un “movimiento de resistencia” común. Pero la llegada de unidades árabes de “voluntarios” bien dirigidas pone a las colonias judías en dificultades (escasean municiones) – Nuevo combate donde la suerte de las armas parece inclinarse hacia los sionistas- Por otra parte, sorprendido por el estallido de violencia entre judíos y árabes, inquieto por la guerra total que se anunciaba, cogido entre sus compromisos hacia el movimiento sionista y sus amistades árabes, preocupado por evitar una ruptura del equilibrio en el Mediterráneo oriental, el Gob. de Washington intento andarse con rodeos y retrasar los plazos… el 5 de Ab, pidió la convocatoria de una AG de Nu para anular el plan de división y establecer una tutela provisional de la ONU, esta propuesta fue combatida por la URSS que ve en ella una maniobra para prolongar el mandato británico. Ambas partes (jya) se oponen aunque a los árabes les permitiría ganar tiempo.la diplomacia de EEUU, tomo una actitud más determinada: en el Dep de E Henderson que tiene muchos amigos árabes, es sustituido por Hilldring que muestra simpatía por los sionistas. GB por su parte acelera su retirada. El ultimo día del mandato británico, el Haganah y el Irgún controlan el conjunto del territorio concedido por el E judío, con la excepción del Néguev. Los combatientes árabes ocupan el suyo, con excepción de la Galilea occidental, donde los enfrentamientos prosiguen. Jerusalén queda dividida. La primera guerra árabe-israelí El 15 de Mayo de 1948 se convierte en el día del destino de Palestina. Para los judíos, será el día de la proclamación del Estado de Israel; para los árabes, el comienzo de la guerra entre Estados. En enero de 1948, el Consejo nacional de los judíos de Palestina había decidido preparar el establecimiento de un Estado Judío, en conformidad con la resolución 181. En abril, en Tel-Aviv, el Comité provisional del Gob. designa un Comité ejecutivo de 13 miembros bajo la presidencia de David Ben Guirón, presidente del ejecutivo de la Agencia Judía. El estad es proclamado en víspera de Sabat, antes de la puesta del sol el 14 de mayo a las 16.16 min y el honor corresponde a Ben Guirón. La ceremonia fue en el museo de Tel-Aviv,

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mientras que se izaba la bandera blanca y azul con la estrella de David, Chaim Weizmann se convierte en jefe de Estado. El primer decreto del gob abroga el Libro blanco de 1939 y las restricciones decretadas por los británicos con respecto a la inmigración judía. 16 min después de la proclamación, el E de Israel fue reconocido de facto por EEUU, y rápidamente seguido por la URSS. Por otro lado, los ejércitos regulares de los E árabes se ponen en movimiento con el fin de aplicar la “decisión secreta” del consejo de la liga árabe, se le dirige una larga nota al secretario de la ONU, el conflicto entre Estados es puesto en los sucesivo directo y publico. Relación de fuerzas: unidades israelíes agrupan 70mil hombres, armamento aun escaso, aspecto de tropa de guerrilleros. Del lado árabe, solo los ejércitos regulares de Egipto, Siria, Irak y Transjordania quedaran efectivamente envueltos en la contienda (entre 70 y 150 mil apoyados por unos 20 mil irregulares palestinos). Están dotadas de artillería, de carros de combate, de aviación e incluso por parte de Egipto de unidades navales, aunque el armamento esta en desuso y en mal estado de mantenimiento. Tenían una organización y disciplina deficientes con la excepción de la legión árabe de Transjordania. Además el mando común árabe fue improvisado. Los sionistas que se preparan para la guerra ya no son personas que se han escapado de los guetos, se presentan como una secta unida por un modo de vida y de pensamientos ancestrales, pero para la mayor parte de ellos la religión ha sido reemplazada por el racionalismo, el nacionalismo y la cultura científica. Se diferenciaban de los árabes por sus dotes de organización, su tenacidad y su consumada habilidad, sin contar que su ejército se basa en una población en la que cada individuo debe estar dispuesto a morir por defender cada pedazo de tierra. El 14 de mayo, la legión árabe atraviesa Jordán y empieza a rodear la ciudad vieja de Jerusalén (y así por el estilo pag 158-159) La verdadera batalla tiene lugar en Jerusalén y en la carretera de Jerusalén a Tel-Aviv. El 25 el frente ha quedado estabilizado por 5 meses, esta primera fase de la guerra ha sido la más peligrosa para Israel de todos modos los soldados hebreos lograron mantener la integridad de sus fronteras. Ya el 15 de mayo la ONU había adoptado una propuesta franco-americana que preveía el envió de un mediador para un “arreglo pacífico” (el mediador es el conde Bernardotte de Suecia) el 22 el Consejo de Seguridad pide a los beligerantes que cesen los combates pero los árabes se niegan. El 29 se vota por una propuesta de tregua y se crea una “org de NU para la Vigilancia de la Tregua”. Un mes más tarde, el conde presenta su plan= sugiere la construcción de una “Gran Palestina” federal, incorporando Transjordania y comprendiendo los E autónomos, uno judío y otro árabe. El extraño reparto de NU es modificado en cuanto que Israel renunciaría al Néguev y recibiría en compensación la Galilea occ. Jerusalén queda a los árabes, en tanto que los jew gozarían de la autonomía municipal y se tomarían disposiciones para la protección de las minorías y la salvaguardia de los Santos Lugares. El estatuto de Jaffa, ciudad árabe, se volvería a examinar, se establecería un puerto franco en Haifa y un aeródromo franco el lidda. En la cima de la unión se crearían órganos federales encargados de vigilar los int eco comunes, gestionar los grandes servicios públicos, coordinar pol extranjera. El 2 de julio, la Liga A preconiza el establecimiento de un gob único, compuesto de 7 árabes y 3 judíos así como la org de elecciones generales. El mediador no tiene tiempo de elaborar un nuevo palan y sugiere nueva tregua pero el 8 los combates se retoman. 10 dias de batalla que terminan con una ventaja clara de Israel. El 18 se acepta una nueva tregua, esta vez ilimitada, que será respetada hasta el 18 de sept. El 17 el conde es asesinado por supuestos policías israelíes, el gob de este país acusa al grupo Stern que fue desarticulado. Las hostilidades se recrudecen, violentos combates se suceden. El 23 de oct el consejo de Seg ordena un nuevo cese el fuego, el 22 de Dic vuelven las hostilidades, el doctor Bunche como nuevo mediador despliega sus buenos oficios con vistas a un último cese el fuego el 7 de enero de 1949. Mientras tanto, una comisión de conciliación creada por la AGdNU intenta poner las bases de una paz árabe-israelí. El armisticio de Rodas (1949) Contexto de opinión publica favorable a Israel, al mismo tiempo que se constituye progresivamente un frente de los “cinco grandes” (EEUU, URSS, Francia, GB, CH nacionalista) sobre el reconocimiento del principio de E de Israel y el mantenimiento de los límites territoriales previstos por el plan del 29 de nov de 1947.

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El 22 de dic se lanza la operación “HOrev” la más importante de la guerra por los efectivos que intervienen. Desde febrero a Abril de 1949, una serie de armisticios se firman en Rodas entre Israel y los diversos E árabes, excepción hecha de Irak. A partir de un convenio egipcio-israeli el 24 de feb de 1949, el E judío parece implícitamente reconocido por un E árabe, y aunque el acuerdo es militar los judíos lo firman en nombre del E de Israel. La guerra terminó sin que la paz fuese alcanzada. El 11 de dic de 1948, la AGdNU había adoptado la resol 194 que preconizaba el retorno de los refugiados palestinos a Israel y su indemnización, manteniéndose el pcipio de la internacionalización de Jerusalén, la comisión de conciliación había sido igualmente establecida y estaba compuesta por EEUU; FR Y TURQ. Seguirían 3 años de esfuerzos y fracasos. La primera conferencia árabe-israelí se abrirá en Lausana en abril del 49, pero se niegan a entrar en conversaciones directas, se llevan a cabo a través de la comisión de conciliación. Para la cuestión de los refugiados, en Ginebra en agosto del 49, se crea la oficina de socorro y trabajos para los refugiados de Palestina. 2da conferencia es en enero del 50 quedo marcada por la retirada de la oferta israelí de repartición de 100mil refugiados 3ra conferencia en septiembre del 51 se choco con el obstáculo de la doble actitud negativa Israel y los E árabes con respecto a las recomendaciones de la ONU, una que reprochaba a la org mundial limitar la noción de “acto de hostilidad” a la utilización única de la fuerza armada, mientras que la otra parte se negaba a reconocer ninguna obligación hacia Israel, el “usurpador”. A continuación se dan un suceso de derroques, golpes y asesinatos en los diferentes países árabes (pueden verlos en las pag 164-165) que llevan a las diferentes naciones a tentarse por un arreglo directo con Israel. Los nuevos gobiernos guardan una profunda amargura por su derrota militar en Palestina ( que atribuyen a una traición de la monarquía), pero están divididos con respecto a los israelíes, entre el resentimiento y la admiración por unos adversarios en los que aprecian el valor y la determinación. Pero la tensión vuelve en 1954 cuando en El Cairo se descubre una red de terroristas trabajando a favor de Israel y después de un ataque de estos sobre Gaza en feb de 1955. La Guerra de Suez La guerra de 1948 aunque supuso la independencia de Israel, no significó el final de las hostilidades entre este país y sus vecinos árabes. Durante toda la década de 1950 se sucedieron continuos ataques por parte de grupos apoyados principalmente por Egipto, lo que llevó en 1956 a Israel, tras el bloqueo egipcio del estrecho de Tirán, a firmar una alianza para un ataque conjunto a Egipto con el Reino Unido y Francia, a su vez molestos con Gamal Abdel Nasser, entonces presidente de Egipto, por la nacionalización del Canal de Suez. Aunque militarmente los aliados alcanzaron todos sus objetivos, la presión diplomática conjunta de la Unión Soviética y EE. UU. forzó a éstos a retirarse, en lo que los países árabes consideraron una victoria política. Como consecuencia de esta guerra, la ONU desplegó una fuerza de cascos azules entre Egipto e Israel. En este contexto, los árabes comenzaron a organizarse en diferentes asociaciones para resistir. La más importante fue la OLP (Organización para la liberación de Palestina), fundada en mayo de 1964 en Jerusalén con el apoyo de la Liga Árabe y a instancias del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, como organización palestina unificada. La Guerra de los Seis Días En 1967 el líder egipcio Nasser pidió a las Naciones Unidas que retirara a los Cascos Azules de Gaza, el Sinaí, y de las islas de Tirán y Sanafir (a la entrada del Golfo de Eilat-Aqaba), solicitud que la ONU, en ese entonces presididas por U Thant, aceptó, pese a que eso significaba renunciar a su papel de interposición. Egipto movilizó 80.000 soldados en el Sinaí y ocupó las islas del golfo de Aqaba el 22 de mayo. Esto volvió a poner en peligro la salida de los barcos israelíes al Mar Rojo, y fue considerado un casus belli por parte del gobierno israelí. En ese mismo mes, Egipto, Siria e Iraq firmaron un pacto de defensa mutua. El 5 de junio de 1967, ante la negativa egipcia de desbloquear el Golfo de Aqaba, y ante la nueva realidad estratégica, Israel bombardeó la aviación egipcia situada en la península del Sinaí, dando comienzo de esta forma a la Guerra de los Seis Días.

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En los 6 días que duró la guerra, Israel conquistó la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, la península del Sinaí y los Altos del Golán (Siria). La oleada palestina de refugiados fue de unas 300.000 personas, de los que casi un tercio eran refugiados por segunda vez. La mayoría se exilió en Líbano, Jordania, Siria y los Estados del Golfo Pérsico.

Los Conflictos de Corea e Indochina La decisión tomada en Yalta y confirmada en Potsdam fue la de liberar Corea tras 35 años de colonización japonesa. ¿Debía ser un país soberano? Roosevelt había pensado en una tutela internacional, idea que en nombre de Truman, había sido propuesta por Hopkins a Stalin en 1945 en la conferencia de ministros de Asuntos Exteriores y hecha oficial. La tutela debía durar 5 años pero todos los partidos coreanos protestaron y exigieron la independencia inmediata. De hecho, Corea tomaría el aspecto de una “Alemania de Asia, de un E dividido, que reflejaba la división del mundo, aunque en este caso la división era resultado de las circunstancias de hecho y de un cierto interés de

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EEUU. Tras la declaración de guerra a Japón el 8 de ago de 1945, la URSS había dirigido sus fuerzas sobre Corea y Manchuria; poco tiempo antes, de Potsdam, los jefes de E mayor habían escogido como simple línea de demarcación entre los dos ejércitos, el paralelo 38. Esta línea de demarcación iba a convertirse en frontera política: la comisión mixta soviético-americana, creada con ocasión de la conferencia de Moscú, no logro entenderse en nada. En el 47, EEUU llevo la cuestión coreana a ante la AGdNU, encargándose una “comisión temporal de las NU para corea”, boicoteada por la URSS y el bloqueo socialista, la constitución de un gobierno nacional coreano al día siguiente de las elecciones. Las elecciones solo tendrían lugar en Corea del Sur, el 10 de mayo de 1948, ganándolas el viejo líder de la “Republica en el exilio” desde 1919 Syngman Rhee y de su grupo; en el norte, una asamblea del pueblo de toda Corea fue constituido sobre la base de una lista única en agosto del 48. El 9 de septiembre de 1948, la URSS y el conjunto de las democracias populares reconocen la Republica Popular de Corea, presidida por Kim Il Sung. La comisión temporal de la ONU proponía el reconocimiento de la Republica de Corea, régimen político del sur. En dic del 48, la URSS retiraba sus fuerzas de ocupación, haciendo lo mismo EEUU en junio del 49, contra la opinión de la ONU que decía que era imprudente. El telón de acero había caído en el paralelo 38, pero a diferencia de la situación en Alemania, las fuerzas de los dos Grandes estaban ausentes del territorio coreano. El conflicto armado que comienza en Corea es un puro conflicto este-oeste, el primer enfrentamiento directamente ligado con la guerra fría. El 25 de Junio de 1950, a las 4 de la mañana, las fuerzas norcoreanas lanzan un ataque de gran envergadura a lo largo del paralelo 38. Dos cuerpos de ejército norcoreanos atravesaron la línea de demarcación en 5 puntos de paso terrestres y por mar. Desbordado inmediatamente, el ejército surcoreano, “gendarmería” sin armamento pesado, se bate en retirada en medio de total confusión. El puesto avanzado de Ongjin cae y la antigua capital de Kaesong también, las fuerzas del norte se introducen en el corredor de Uijongbu: Seúl está a solo 33 km. El 25 por la tarde fracasa una contraofensiva de las fuerzas del sur; el cuarto día de la invasión, el 28, cae la capital. Truman por su parte llevaba desde el comienzo la idea de intervenir pero un interrogante lo retiene: como interpretar la intervención norcoreana. Su primera toma de posición es prudente: ordeno a la VII flota ir hacia el estrecho de Taiwán desde Filipinas y al cuartel general de las fuerzas de Extremo Oriente que contribuyesen con su apoyo aéreo y naval. Prudencia que se diferencia de las inmediatas tomas de posición del estado mayor: el general Bradley, el “sabio” aconsejo una acción terrestre. “Es una guerra declarada contra la ONU” dijo el secretario general; el Consejo de Seguridad fue convocado para el 25 de Junio a la tarde. Por unanimidad (salvo abstención de Yugoslavia), se hizo un llamamiento por un alto el fuego y ordena a los coreanos del norte que vuelvan al paralelo 38. Los soviéticos estaban ausentes ya que desde hacía 10 meses boicoteaban el Consejo para protestar contra el mantenimiento del régimen nacionalista chino como representante de CH en ONU, cuando solo controlaban Taiwán. El 27, el Consejo constata el rechazo de Corea del Norte a respetar su precedente resolución y pide a los miembros de la ONU que apoyen a Corea del Sur, petición a la que GB,Australia,NZ responden inmediatamente, se le suman varios países mas con ayuda terrestre, aérea, naval o humanitaria, pero la participación más importante es la de EEUU: el 7 de Julio el Consejo decide establecer un mando único unificado de la ONU bajo dirección americana; al día siguiente, EEUU instala el mando de la ONU en Tokio, nombrando a MacArthur a la cabeza. Union Pro Paz De conformidad con la resolución Unión Pro Paz, adoptada por la Asamblea General en noviembre de 1950, la Asamblea puede tomar medidas si el Consejo de Seguridad, por falta de unanimidad entre sus miembros permanentes, no las toma en un caso en que parece haber amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión. La Asamblea está facultada para considerar el asunto inmediatamente a fin de recomendar a los Miembros la adopción de medidas colectivas, inclusive, en casos de quebrantamiento de la paz o de acto de agresión, el empleo de la fuerza armada si fuera necesario para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales. Los americanos sufren una derrota fruto de un ataque lanzado por sorpresa, el 15 de Julio, los norcoreanos franquearon el rio KUM, EL 17 Los americanos abandonaron Taejon, el 25 los norte llegaron a 55km de la

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costa sur, controlando ya toda la corea occidental, los americanos se repliegan al reducto montañoso del norte.las fuerzas de la ONU parecen estar a punto de ser expulsadas de Corea. El conflicto tomara un nuevo giro, el 18 de julio, dos nuevas divisiones americanas habían llegado al frente. El 20 de agosto la IV división norcoreana es destrozada, el 1 de Sept hacen el último esfuerzo por empujar las fuerzas de la ONU hacia el mar: el frente norte del reducto americano es atravesado. El 15 de septiembre se va a producir un acontecimiento que va a romper el equilibrio a favor de las fuerzas de la ONU, quebrar el ejercito de CdN y poner fin a la primera fase de la guerra: volviendo a su estrategia de la guerra del Pacifico, MacArthur pretende salir de la guerra de posesiones por medio de un asalto relámpago sobre la retaguardia del enemigo. La resistencia que oponen los norcoreanos resulto débil. El objetivo de Mac era doble: reconquistar la capital (SEUL) y cortar las comunicaciones con CdN de las fuerzas que se encontraban en el sur. El 16 de sep se reconquista Seúl. El avance de las fuerzas de la ONU fue tan rápido que cogió desprevenidos a los dirigentes políticos, las dos cuestiones que se planteaban eran si había que atravesar el paralelo 38 y cuál sería el futuro político de Corea. EEUU se pronuncio a favor de la unidad de Corea, pero la unificación seria llevada a cabo bajo la egida de una comisión de la ONU con predominio asiático y de la que serian excluidas las 5 grandes potencias; la solución sería así una asunto de la ONU y del pueblo coreano y EEUU precisaba además que no tenia deseos de instalar bases militares en la Península. En cuanto al inmediato futuro, si estaban a favor de perseguir al agresor mas allá del paralelo 38. Desamparado, el gobierno norcoreano había propuesto en sept a la embajada de la India en Pekin un “programa de paz” que contenía la firma de un armisticio, la retirada de las fuerzas norc tras el p 38, la retirada de las fuerzas de EEUU en los límites del “reducto” de Pusan, mientras que los otros contingentes nacionales ocuparían el resto del territorio surcoreano ,pero como aceptaría esto EEUU?. La india se niega ante la AGDNU a plantearse una reunificación de Corea por la fuerza en beneficio del Sur, sobre todo después de la prohibición lanzada a CdN de recurrir a la fuerza en las horas que siguieron el 25 de junio. Pues, según Nueva Delhi, la confianza de la que gozaba la ONU quedaría en entredicho. También la URSS se esfuerza por impedir el franqueo del paralelo 38. Solo la amenaza de una intervención China podría disuadir a las fuerzas de la ONU, el 20 de ago los chinos dicen “…el pueblo chino no puede desinteresarse del desenlace del asunto coreano…”, así siguen pronunciándose a favor de una intervención, EEUU desconfía de la veracidad, cree que es un chantaje, no obstante autorizan a Mac a proseguir su acción sobre todo el territorio coreano contra eventuales combates chinos. Las unidades chinas hacen movimiento hacia el Yalu, el 8 de Oct 40 milhombres de la ONU combaten al norte del paralelo. El primer ataque chino se da el 26 de oct, la suerte de las armas había cambiado. (Fracasos norteamericanos…bla, bla, bla…) cinco columnas chinas y norcoreanas convergen hacia Seúl, en donde ya están listos los planes de evacuación. El 1 de Enero de 1951 se lanza la segunda ofensiva china; el 4 de enero Seúl cae por segunda vez. Ante la cuestión de cómo evitar el desastre, la tentación de una utilización de arma atómica se había vislumbrado ya al comienzo del conflicto. ( en este punto el arma atómica se veía como algo no excluible, pues la verdadera amenaza era la agresión como dijo Dean Acheson (secretario de E) y Truman quien llego a declarar que no era necesario pedir permiso a la ONU)* La tercera guerra parecía inminente y sobre todo por la atmosfera de malestar internacional en medio de la cual EEUU aclara que “la decisión de recurrir al arma atómica es competencia exclusiva del pte de EEUU; únicamente la elección del objetivo dependería del comandante en jefe” (que fuman?) EL primer min Británico pone en guardia a EEUU contra una “acción precipitada”= GRIETA ENTRE WASHINTONG Y EUROPA. Sin embargo, sobre el terreno, el frente se estabiliza: el ejército chino parece agotado por los constantes bombardeos aéreos. En marzo, Seúl es reconquistada y el 31 las fuerzas de la ONU alcanzan de nuevo el paralelo 38. *lo que en verdad se debatía en EEUU no era si se recurría al arma nuclear, sino la de si el conflicto se extendería o no al territorio chino, punto que aumenta la discrepancia entre Truman y MacArthur (ver págs. 184 para mas detalles) el 15 de oct de 1950 estos dos hombres se encuentran en la isla de Wake ( se dan una serie de disputas de órdenes y contra ordenes, no se si detallar o no) lo cierto es que en abril mac queda relevado de sus funciones. Durante su controversia con Mac, el pte privilegio la búsqueda de una solución

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política a la guerra de Corea: su finalidad no era, o no lo era ya, la victoria total sobre el comunismo asiático, sino una paz sin victoria… consistiendo esta en la simple anulación de la agresión del 25 de junio de 1950. Los chinos lanzan una nueva ofensiva el 22 de abril volviendo a atravesar el paralelo 38, pero su frente se hunde para mayo. El prestigio militar chino queda alterado y la ONU detiene la agresión. El 23 de junio a un año del ataque norcoreano, el delegado soviético de la ONU propone un armisticio puramente militar. El sucesor de Mac le sugiere al comandante jefe de las fuerzas comunistas coreanas un encuentro para conversar el cese de las hostilidades. Las conversaciones se abren el 10 de julio en Kaesong a 1.500 metros del sur del paralelo 38, para interrumpirse un mes más tarde ante la intransigencia de los chino-coreanos que exigen la inmediata salida de las fuerzas extranjeras. Las conversaciones se reanudan el 25 de Oct en Pan Mun Jom. El 12 de Nov, el general Ridgway da la orden a los combatientes de la ONU de cesar todas las ofensivas. Comienza un largo maratón por la paz. Los negociadores chocan con la “cuestión de los prisioneros”: la ONU hace una propuesta de intercambio en base al principio del “repartimiento voluntario”. El 28 de marzo de 1953, los comunistas aceptan el intercambio de prisioneros heridos o enfermos. El 27 de julio tras un último ataque chino contra la II división surcoreana, se firma el acuerdo de cese el fuego en Pan Mun Jom (vigente hoy en día). El régimen surcoreano, la republica de Corea, se niega finalmente al acuerdo de armisticio (sus objetivos (reunificación) no han sido alcanzados). El acuerdo recoge simplemente una “línea de tregua”, la línea de fuego del 27 de julio de 1953, ligeramente al norte del p 38, salvo al oeste donde Kaesong queda perdido. Así concluyo el conflicto con la promesa de que en los siguientes 3 meses se reuniría una conferencia a la que se le confiaría la búsqueda de un reglamento político.

Indochina *Indochina es la península ubicada en el sureste asiático, situada entre India y China. Actualmente está formada por Camboya, Vietnam, Laos, Birmania y Tailandia. En sentido más estricto sólo se denomina Indochina a las colonias francesas de Asia, esto es: Laos, Camboya, Annam, Tonkín y Cochinchina (Historiasiglo20.org) Francia había conquistado una colonia en Indochina en el siglo XIX compuesta de diversos territorios: Vietnam (Tonkin, Annan, Conchinchina), Laos y Camboya. Ocupado el territorio por los japoneses, la guerrilla comunista del Viet-minh, dirigida por Ho Chi Minh, proclamó el nacimiento de la República Democrática de Vietnam el 2 de septiembre de 1945, paralelamente a la capitulación japonesa. De Gaulle respondió enviando tropas al mando del general Lecrec para restaurar la soberanía francesa sobre el territorio. Tras un frustrado acuerdo, los disturbios estallan en el otoño de 1946. La guerra había comenzado. En un principio, la guerra tiene el carácter de una guerra colonial. Francia, ante la mirada distante u hostil de las dos grandes potencias trata de restablecer el control sobre Indochina, para ello concede al antiguo emperador Bao Dai la independencia de un Vietnam que quedaría integrado en la Unión Francesa. La guerra, sin embargo, entra de lleno en el marco de la guerra fría tras la victoria comunista en China en 1949 y la guerra de Corea. Apoyados por los chinos, el Viet-minh se convierte en un moderno ejército comandado por el legendario general Giap. Pese a la ayuda financiera norteamericana, las tropas francesas terminan siendo derrotadas en el 7 de mayo de 1954 en Diem Bien Fu. Francia se ve forzada a la negociación y finalmente se llega a los Acuerdos de Ginebra en 1954. Laos y Camboya acceden a la independencia y Vietnam quedaba dividido en una línea de armisticio en el paralelo 17º. El norte quedaba bajo control del Viet-minh y el sur bajo el dominio de nacionalistas anticomunistas. Los Acuerdos recogían la previsión de que en dos años se celebrarían elecciones libres para reunificar el país. Esas elecciones nunca tuvieron lugar y fue la guerra la que continuó dominando durante muchos años la península de Indochina. (Zorgbibe) Los primeros meses de la guerra de Indochina se parecen a los del conflicto indonesio. Las situaciones son idénticas: los japoneses habían legado una independencia teórica al territorio del que se retiraban; el poder quedaba vacante mientras que la antigua potencia colonial estaba decidida a emprender la reconquista.

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Independencia relativa, puesto que de hecho el gobierno projapones de Tran Tong Kim dimitió el 7 de agosto de 1945, abdicando el emperador Bao Dai el 24 del mismo mes. El 2 de septiembre, la Liga para la independencia de Vietnam, dominada por los cuadros del partido comunista clandestino, proclama la independencia de Vietnam e instauraron la Republica Democrática. En cuanto al poder vacante, las fuerzas chinas ocuparon Vietnam al norte del paralelo 16, quedando los británicos al sur. Los riesgos eran grandes para el Vietminh ya que la CH nacionalista, ocupante provisional, podía imponer al viejo partido nacionalista que le rendía total fidelidad, el VNQDD ( partido nacional de Vietnam), replica fiel del KMT, muy influenciado por los “tres principios del pueblo” de Sun Yat-Sen. Riesgo tanto mayor cuanto que el general Lu Han, comandante de las fuerzas chinas, preveía una ocupación de larga duración que le permitiría preparar una independencia en la órbita nacionalista china (estaba en desacuerdo con Chiang que deseaba permanecer neutral entre los vietnamitas y Francia). La reoconquista del colonizador se lleva a cabo tan rápidamente como F sustituyo a los británicos en el sur, en Cochinchina; el 28 de feb de 1946, F cede todos sus derechos en China (derechos de extraterritorialidad de F en CH, derechos sobre ferrocarril de Yunnan, estatuto del puerto de Haifong, atribución de un estatuto privilegiado a los chinos de Indochina) para obtener la salida de 16omil soldados chinos. El delegado de Paris negocio con Ho Chi Minh y reconoció el 6 de marzo de 1946 la Rep democrática como un E libre: con su gob, parlamento, ejercito, finanzas; durante 5 años 15mil soldados franceses estarían estacionados al norte del paralelo 16, antes de ser sustituidos por unidades vietnamitas. El “Estado Libre” queda dentro de la Unión Francesa, no quedando fijo su contorno territorial. La Indochina francesa comprendía cinco entidades: Vietnam, dividido en 2 protectorados, Tonkín y Annam y una colonia, Cochinchina; y Camboya y Laos que contrariamente a Vietnam, antiguo E “tributario” de Ch, no pertenecía al mundo Ch. Con Camboya y Laos, que temían el tradicional imperialismo vietnamita con respecto a ellos, el acuerdo sobre la autonomía en el marco de la Unión Francesa fue fácil, siendo concluido el 7 de enero de 1946 con Camboya (En donde la elite adm y pol esta reunida en torno a Norodom Sihanuk) y el 27 de ago de 1946 con Laos, pese a la hostilidad de una parte de la familia real. En Vietnam por el contrario, el acuerdo del 6 de marzo de 1946 queda resquebrajado por la cuestión de Cochinchina; un referéndum debería decidir si el gobierno de V extendería su autoridad a la “colonia”. En el 46 se firma un acuerdo que preveía la igualdad de derechos de los ciudadanos de los 2 países, el recurso a consejeros franceses y la creación de una unidad monetaria y aduanera en Indochina. Pero sobre el terreno, la situación se deterioraba y los franceses bombardearon Haifong y reconquistaron Hanoi; Vo Nguyen Giap sublevo a V contra f, haciendo estallar la primera guerra INDOCHINA Desde el lado de Paris, la visión de una guerra colonial se dibuja bajo la de un conflicto de “guerra fría”. Francia renuncio a su primera idea de soberanía; en lo sucesivo se trataba de ayudar a poner en pie un gobierno vietnamita no comunista. La cuestión de Cochinchina queda pronto solucionada pues la colonia se uniría al gob de V El 8 de marzo de 1949 se fijo la sit de V: el nuevo E quedaría compuesto por Tonkín, Annam y la Cochinchina y tendría el estatuto de E asociado a la UF con una representación diplomática en India, en Tailandia y en el Vaticano; su candidatura a la ONU seria apoyada por F. Acuerdos similares fueron concluidos el 19 de julio y el 8 de nov de 1949 con Laos y Camboya. Del otro lado, a pcipios de dic de 1949, las fuerzas ch alcanzaron la frontera vietnamita.el 15 de enero de 1950, CH reconocia la Rep democrática y el 30 la URSS seguía el ejemplo. Según Vo Nguyen Giap ..” V se encontraba unido al campo socialista…”. El 7 de feb, EEUU y GB responden reconociendo al E de Vietnam, haciendo lo mismo Australia y NZ. EEUU durante un tiempo favorable a Ho Chi Minh en nombre del anticolonialismo, se convierte en el contexto de la Guerra Fria en el principal proveedor de armas de F. La situación militar sobre el terreno permitirá solucionar el conflicto de “legitimidad” entre los dos Vietnam, la Rep democrática comunista y el E asociado pro-occidental. En Dien Bien Phu, ocurrió la tragedia: el triunfo de la artillería masiva china y de los transportes y zapadores del Vietminh, que el mando francés no había querido tomar en cuenta al instalarse en el fondo de la famosa hondonada. El ataque de la base había comenzado el 13 de marzo y la rápida caída de los puestos avanzados

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había dejado estupefacto al gob de parís. El 20 se le pide ayuda a EEUU: estos eran favorables a una intervención masiva e incluso resonó la idea del arma atómica, pero los líderes del congreso lo rechazaron. La idea de entablar negociaciones sobre Indochina era anterior a Dien Bien Phu,pues tenia su origen en el acuerdo de armisticio sobre Corea cuando apenas firmado el acuerdo de Pan Mun Jom la URSS lanzo el 4 de ago de 1953 su proyecto de conferencia a “cinco”, con CH Popular, con el fin de reducir las tensiones en Extremo Oriente, ya que habían sido los mismos occidentales los que habían afirmado siempre que las operaciones de Corea e Indochina eran parte del mismo combate como un todo indisociable. Finalmente se habían reunido “a cuatro” en el 54, la agenda se limitaría Corea e Indochina. La conferencia de Ginebra se abrió poco antes de la caída de Dien el 26 de abril del 54 El objetivo prioritario de Ch era: hacer de Indochina una zona prohibida para EEUU. En una primera fase las negociaciones parecían no avanzar, Georges Bidault era acusado de hacer un doble juego, pues mientras afirmaba su interés en negociar, intentaba ampliar el conflicto por medio de una mayor intervención de Washington. La caída del gabinete Laniel-Bidault y la investidura de Pierre MEndes-France como pte del Consejo el 17 de junio abrirán la segunda fase de las negociaciones. Como concesiones reales, CH acepto la composición de la comisión de control propuesta por Francia: India, Canadá y Polonia serian los 3 miembros de dicha comisión encargada de supervisar la situación de V, la línea de armisticio que separaría la RD del E sudviednamita,no comunista, se fijo en el paralelo 17, quedando Hue y Turane al sur. Las elecciones que conducirían a la reunificación tendrían lugar en un plazo de dos años. Pero otras dificultades aparecerían: EEUU rechazaba firmar un compromiso en Ginebra y Ngo Dinh Diem que había sucedido el 18 de junio a Buu Loc en la presidencia del consejo sudviednamita no ocultaba su reprobación. Las elecciones no serian organizadas en los plazos previstos: una segunda guerra, esta americana, se desarrollaría progresivamente. Unión Francesa: La Unión Francesa (en francés, Union Française) fue la entidad política en vigor durante la IV República instaurada por la Constitución francesadel 27 de octubre de 1946 para la administración del antiguo sistema colonial con el que se había gobernado parte del Imperio francés. El fracaso de su política se hizo patente en conflictos como el de Indochina o Argelia provocando la crisis económica, social e institucional que desembocó en la constitución de la V República en 1958 y su substitución, según la Constitución de 1958 por la Comunidad Francesa.

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El Tratado de Paz con Japón 1951 La firma de un tratado de paz con Japón se había dejado en suspenso desde 1945. La victoria comunista en China en 1949, la alianza chino-soviética firmada en febrero de 1950 y el desencadenamiento de la guerra de Corea hicieron que para EE.UU. esa firma fuera urgente. Estados Unidos convocó una Conferencia que provocó importantes disensiones internacionales. La India, China y la URSS se negaron a firmar un tratado que finalmente ratificaron 49 países. Japón fue reducida a sus fronteras de 1854 renunciando a territorios que de hecho ya había perdido en 1945: Corea, Formosa (Taiwan), las islas Pescadores y Kuriles, la parte sur de Sajalín. Todas las islas de antigua soberanía japonesa al sur del archipiélago nipón fueron puestas por la ONU bajo la administración norteamericana. No se impusieron reparaciones de guerra, lo que provocó un gran descontento en muchos países asiáticos. A la vez que se mantenían tropas americanas, ya no como ocupantes sino por la conclusión de acuerdos entre ambos países, se permitía un rearme japonés limitado a 110.000 soldados en 1952. Japón pasó directamente del estatuto de vencido al de aliado natural de EE.UU. en Asia mediante el Pacto de Seguridad entre ambos países firmado inmediatamente después del tratado de paz. Es un acuerdo bilateral ya que británicos, australianos, neozelandeses y otros pueblos asiáticos que habían sufrido la ocupación nipona se negaron a firmar un pacto multilateral siguiendo el modelo de OTAN. Si bien el tratado de paz fue generoso con Japón, el tratado de seguridad entre Japón y EE.UU. es claramente desigual ya que concede a EE.UU. múltiples bases militares con un estatuto de casi extraterritorialidad, con derecho a introducir todo tipo de armas. Japón tiene prohibido denunciar el tratado y no puede firmar otros acuerdos de defensa con terceros países. Este tratado, renegociado en 1960, es la piedra angular del sistema de seguridad nipón y norteamericano en el Extremo Oriente. Japón firmó tratados de paz con diversos países asiáticos entre 1954 y 1959, y con la China Popular en agosto de 1978. Todas las negociaciones con la URSS han chocado con el conflicto de la soberanía de las islas Kuriles, apropiadas por los soviéticos en 1945. Conferencias de Bandung La conferencia afro-asiática que se inauguro el 18 de abril de 1955 en Bandung (Indonesia) señala sin duda un giro en la historia de las relaciones internacionales. Los promotores fueron 5 primeros ministros asiáticos (Birmania, Ceilán, India, Indonesia y Pakistán), 25 gobiernos de África y Asia habían sido invitados, y solo uno, el de la Federación de África Central que representaba a la minoría blanca de las dos Rodesias y de Niasaland, había rechazado la invitación. Las razones que explican el éxito de la primera “cumbre” del Tercer Mundo fueron la inquietud ante la continuación de la guerra Indochina y el aumento de la tensión chino-americana; desconcierto ante las crecientes dificultades económicas. Ya desde las primeras sesiones plenarias los discursos de los presidentes de delegación dejando a la vista graves disonancias, tres tendencias parecen afirmarse; la occidental (Filipinas, Japón, Vietnam del Sur, Laos, Tailandia, Turquía, Pakistán, Etiopia, Líbano, Libia, Liberia, Irak e Irán), la neutralista (Afganistán, Birmania, Egipto, India, Indonesia y Siria), la comunista (China y Vietnam del norte), quedando los otros E en una posición más indefinida. De los países anfitriones Ceilán y Pakistán se pusieron a la cabeza de la cruzada anticomunista, mientras que los otros 3 permanecían como “honestos intermediarios” Paradójicamente será Ch popular, en la persona del Chu En-lai, la que hará el papel de conciliadora. El anticolonialismo constituía el tema principal de la conferencia. Sin embargo cuando se llego al momento de definir el colonialismo, la esperada unanimidad no apareció. ¿Era el colonialismo una política esencialmente occidental o podía ser también de las potencias comunistas? El debate volvió a comenzar con la presentación por los E prooccidental de un proyecto de resolución condenando “todas las clases de colonialismo”, terminando por calmarse gracias al compromiso imaginado por el indio Krishna Menon: se condenaba finalmente “el colonialismo en todas sus manifestaciones”. Fórmula ambigua que satisfacía a todos los grupos; según los prooccidentales, con ella quedaba en el punto de mira los colonialismos tanto del este como del oeste; según los comunistas y los no alineados, el colonialismo no podía ser más que occidental, pero expresarse de diferentes maneras. El no alineamiento, segundo tema de la conferencia, provoco también animadas controversias: para los neutrales, la misión

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histórica de los afro-asiáticos era la de interponerse entre los dos bloques, tomando como base de acción los 5 principios inscritos por India y CH en el preámbulo del acuerdo concluido el 29 de abril de 1954 sobre Tíbet: respecto de la integridad territorial y de la soberanía, no agresión, no injerencia en los asuntos internos, igualdad y ventajas reciprocas y coexistencia pacífica. A los “cinco principios”, el Primer Ministro pakistaní opuso los “siete pilares de la paz”, entre los cuales estaban “el derecho de todo país a defenderse solo o colectivamente”, lo que justificaba la pertenencia de Pakistán a la Organización del Tratado de Asia del Sudeste, que era una réplica asiática del Pacto atlántico. Chu En-lai media aceptando los “siete pilares de la paz” y acogiendo con satisfacción la seguridad dada por Pakistán de que aun siendo miembro de la OTASE, jamás se asociaría a una guerra de agresión contra CH. Afirmación de independencia, símbolo de la entrada del Tercer Mundo en la escena internacional, Bandung expreso, en palabras de Leopold Senghor, “la toma de conciencia de su eminente dignidad por los pueblos de color, los pobres del mundo”. La Conferencia Afroasiática ha prestado seria atención al problema de la paz y de la cooperación mundial. Ha examinado con profunda preocupación el actual estado de tensión internacional con el consiguiente peligro de una guerra atómica mundial. El problema de la paz está ligado al problema de la seguridad internacional. A este propósito, todos los Estados deben cooperar, sobre todo, a través de las Naciones Unidas en realizar la reducción de las armas atómicas bajo un válido control internacional. En este modo se puede promover la paz internacional y la energía ató mica puede ser usada exclusivamente para fines pacíficos. (...) Todas las naciones deberían tener el derecho de escoger libremente sus sistemas políticos y económicos y su modo de vida en conformidad con los fines y principios de la Carta de las Naciones Unidas. Libre de sospechas y de miedos y animados por la fe y buena voluntad de una hacia otra, las naciones deberían practicar la tolerancia y vivir juntas en paz y de buenos vecinos a desarrollar una cooperación amigable sobre la base de los diez principios siguientes: 1. Respeto por los derechos fundamentales del hombre y para los fines y principios de la Carta de las Naciones Unidas. 2. Respeto para soberanía y la integridad territorial de todas las naciones. 3. Reconocimiento de la igualdad de todas las razas y de todas las naciones, grandes y pequeñas. 4. Abstención de intervenciones o interferencia en los asuntos internos de otros países. 5. Respeto al derecho de toda nación a defenderse por sí sola o en colaboración con otros Estados, en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas. 6. a) Abstención de participar en acuerdos de defensa colectiva con vistas a favorecer los intereses particulares de una de las grandes potencias. b) Abstención por parte de todo país a ejercitar presión sobre otros países. 7. Abstención de actos o de amenaza de agresión y del uso de la fuerza en los cotejos de la integridad territorial o de independencia política de cualquier país. 8. Composición de todas las vertientes internacionales con medios pacíficos, como tratados, conciliaciones, arbitraje o composición judicial, así como también con otros medios pacíficos, según la libre selección de las partes en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas. 9. Promoción del interés y de la cooperación recíproca. 10. Respeto por la justicia y las obligaciones internacionales. La Conferencia Afroasiática declara su convencimiento de que una cooperación amistosa en conformidad a estos principios y desarrollo de la paz y seguridad internacionales, mientras la cooperación en el campo económico-social y cultural contribuiría a crear una común prosperidad y el bienestar de todos (...)

La "coexistencia pacífica" de Kruschev

La muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953 abrió una nueva fase en la historia de las relaciones internacionales. Tras un complejo proceso sucesorio, Kruschev consiguió asentarse en el poder del Kremlin, muy especialmente tras eliminar a Beria, jefe del aparato represivo stalinista, en junio de 1953.

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El nuevo líder soviético lanza una nueva política exterior que va a denominar coexistencia pacífica. Este nuevo concepto significaba básicamente que la URSS no solo negaba el recurso a las armas para extender la revolución comunista por el mundo, sino que rechazaba la idea de que la guerra con el capitalismo era inevitable. El bloque comunista, que en ese momento ya se veía lo suficientemente fuerte para disuadir al adversario de un posible ataque, concentraría en el futuro todas sus fuerzas en la competición pacífica con el Oeste.

La realidad de la política soviética no fue, sin embargo, tan pacífica. Como veremos, Moscú no dudó en tomar medidas, en algún caso arriesgadas, que pusieron en grave peligro la paz mundial.

La reacción norteamericana: la doctrina de las "represalias masivas"

La visión de Washington no se vio muy influenciada por la nueva política del Kremlin. En EE.UU. primaba una situación de inseguridad propiciada por el acceso de la URSS al arma atómica y sus ensayos con misiles intercontinentales. El lanzamiento del Sputnik en 1957, el primer satélite al espacio por parte de los soviéticos vino a reforzar ese sentimiento.

El candidato norteamericano Eisenhower había criticado duramente la política de "contención" de Truman y Foster Dulles, el que luego sería su Secretario de Estado, había propuesto durante la campaña electoral de 1952 el roll back, el hacer retroceder a los Soviéticos a sus posiciones de partida.

Tras el triunfo republicano, la nueva administración afirmó lo que se vino a denominar la doctrina de las "represalias masivas". Washington amenazaba a la URSS con el uso masivo del arma nuclear en el caso de que adoptara una política exterior muy agresiva.

Afortunadamente, como los hechos vinieron pronto a confirmar, la política exterior norteamericana fue mucho más moderada. Algunos historiadores hablan de una política de "contención" reforzada para subrayar la continuidad que hubo ente la diplomacia deTruman y la de Eisenhower. En definitiva, se iniciaba un nuevo período en el que las palabras una vez más no correspondían exactamente con los hechos. Ni la política exterior soviética fue tan pacífica, ni la norteamericana fue tan belicosa.

El deshielo 1953-1956

Más allá de las formulaciones de la política exterior de las grandes potencias, la muerte de Stalin abrió un período en el que aparecieron signos de distensión entre Moscú y Washington: la firma del Armisticio en Pan-mun-jong en 1953, que ponía fin a la guerra de Corea, los acuerdos de Ginebra que ponían fin a la guerra de Indochina en 1954, la reconciliación entre la URSS y Yugoslavia que culminó con la visita de Kruschev a Tito en 1955 o la firma del Tratado de Paz con Austria en 1955, que significó la evacuación de las tropas de ocupación y su neutralización.

Estos signos de distensión no impidieron que las superpotencias afirmaran, de forma brutal si era necesario, su hegemonía en sus respectivas áreas de influencia. La brutal represión de las protestas obreras en Berlín y Alemania oriental en 1953 por parte del ejército soviético de ocupación o las intervenciones de la CIA para derrocar por la fuerza los gobiernos progresistas de Mossadegh en Irán en 1953 o Arbenz en Guatemala en 1954, muestran bien a las claras la complejidad de la nueva fase de las relaciones internacionales.

No debemos de olvidar tampoco que en 1954 la República Federal de Alemania se rearmaba e ingresaba en la OTAN y que, como contestación, la URSS y las "democracias populares" fundaban en 1955 el Pacto de Varsovia.

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Guerra de Vietnam (1964-1975) Según un biógrafo de Kennedy, este era partidario de la “americanización” de la guerra de Indochina. Se dice que pidió que EEUU aportase su ayuda para establecer una verdadera independencia y autodeterminación del pueblo indochino. En 1956, ante la Asociación Americana de Amigos de Vietnam, Kennedy insistió sobre la necesidad de contener al comunismo asiático y subrayo que el “domino” vietnamita, si llegase a ceder, haría caer toda la fila siguiente, los estados asiáticos vecinos. Vietnam del sur parece una realidad política. (Recordamos que EEUU no firmo los acuerdos de Ginebra del 54) EEUU se fijo hacer viable el E que se constituía al sur del paralelo 17, y en consecuencia apoyaron al gobierno sur vietnamita de Ngo Dinh Diem que se había asegurado el poder, convirtiéndose Vietnam en una republica tras la eliminación por referéndum del emperador Bao Dai; el E se beneficiaba de la ayuda americana y el ejercito a su vez de los consejos de los instructores militares americanos. Al llegar al poder K elije una vía de acción intermedia: establecería una “alianza limitada” con Vietnam del Sur, pero la ayuda americana no sería incondicional y Diem debería lograr el apoyo de la población por medio de reformas políticas y sociales. Los consejeros militares americanos son profesionales que habían participado en el segundo conflicto mundial o en el conflicto de Corea. Organizaron unidades especiales de montañeros del centro de V, decidieron la utilización de napalm y de defoliadores para localizar al enemigo en la jungla. Contribuyeron a la construcción de aldeas estratégicas (experiencia ya hecha en Malasia y Filipinas) para reagrupar a los campesinos en pueblos rodeados de barreras de bambú y protegidos por soldados que permitiría cortar al Vietcong de sus bases logísticas y poner fin al terror que ejercían en el campo. Pero resultaron en un fracaso político total, mientras tanto EEUU toma conciencia de la creciente impopularidad de Diem. Se suscitan las manifestaciones budistas y un bonzo se inmola. Wash tomo la decisión de no sostener más a Diem. El 1 de Nov de 1963 tuvo lugar un golpe militar, siendo asesinados Diem y Nhu, el 8, EEUU reconoció a la nueva junta militar. Incertidumbre reina en Wash, nuevas misiones americanas recorren Vietnam, unas hundiéndose, las otras señalando grandes progresos. Kennedy es asesinado, y entra Johnson, este estaba tan convencido como su antecesor de la necesidad de poner fin a la expansión asiática, decidió así mantener y después aumentar el compromiso americano en V. Los días 2 y 5 de ago de 1964 se informa el estallido de violentos incidentes en los cuales el destructor estadounidense Maddox habría sido atacado por lanchas norvietnamitas. El 7 de ago el Congreso voto la “resolución del Golfo de Tonkín”, de acuerdo con la cual el pte habría sido autorizado a tomar “todas las medidas necesarias, incluso el recurso a la fuerza armada”, para ayudar “todo E signatario del tratado de defensa colectiva del Sudeste Asiático o todo E que solicite la asistencia de EEUU para defender la libertad” La época de los consejeros militares ha quedado atrás; la intervención de EEUU se convierte en posible. Se multiplican las tropas así como los ataques aéreos, pero la situación sigue degradándose: Vietnam del Norte continua, bajo los bombardeos, su esfuerzo militar gracias a los envíos soviéticos de armamento y al socorro alimenticio chino; en el sur, los 200mil combatientes “Vietcong” del frente nacional de liberación, reforzados por 150mil norvietnamitas, prosiguen una guerra de gran amplitud en la que se entremezclan la subversión de guerrillas y las batallas clásicas. El ejecito americano logra finalmente la victoria, pero el Vietcong se había apuntado un punto importante ante la opinión publica americana: “las palomas” (Eugene McCarthy en el seno del PD, Jane Fonda y Martin Luther King) llevan a cabo una campaña a favor de la negociación. La guerra de V cuesta a EEUU 25 mil millones de dólares de un presupuesto militar total de 75 mil millones. El 1 de Marzo del 68 McNamara se retira de la Secretaria de Defensa y su sucesor Clifford se muestra partidario de la interrupción de los bombardeos, el 31 Johnson anuncia la suspensión parcial de los bombardeos aéreos sobre VN y su intención de no solicitar un segundo mandato presidencial. El 13 de Mayo se inician las conversaciones en Paris: Hanoi exige la suspensión incondicional de los bombardeos, lo cual es aceptado el 31 de Oct. La opinión americana era sobre todo hostil a la manera en la que se había dirigido la guerra. Por otro lado se cree que Johnson había subestimado al régimen de Hanoi, su empuje revolucionario, sin tomar en conciencia además de la profunda crisis psico-social que iba a provocar este conflicto en EEUU.

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Nixon, en su campaña había prometido poner fin a la guerra de Vietnam una de las razones era la voluntad de devolver su eficacia a una política exterior americana que debería ser relativista en sus fines, consagrada en cada caso a la búsqueda no de la solución ideal sino del compromiso menos imperfecto y moderada en sus medios, por un cierto distanciamiento tanto psicológico como físico. La vía era estrecha: no llevar a cabo el desentendimiento brutal exigido por los pacifistas; obtener una “paz honrosa” al mismo tiempo que se negocia con la espalda contra la pared, bajo la presión cada vez más fuerte de la opinión publica americana, ante un adversario que no parece precisamente dispuesto a las concesiones y bajo la mirada desconfiada del aliado vietnamita, e incluso de los aliados asiáticos. Ya el 25 de enero de 1969, Nixon decidió la retirada progresiva del ejército de tierra, retirada incondicional que no será objeto de negociación con el adversario. En dic de 1971 no quedarían más que 171mil soldados americanos. Los EEUU de Nixon, a falta de alcanzar esa nueva “edad de oro de las RRII” que exaltara la convención republicana de Miami en ago de 1972, están a punto de sustituir una política de acción por una política de incitación. EEUU continuaría dando protección nuclear, armamento e instructores; simplemente no enviaría sus fuerzas al extranjero. Pero en EEUU el “frente interior” se debilita: en la primavera de 1970, las manifestaciones estudiantiles terminaron causando muertos en los campus; en junio el Congreso abrogo la resol sobre el golfo de Tonkín; en el 71 el juicio del Tte. Calley esclareció la masacre de My Lai. En 1972, la administración republicana hizo una gran concesión: EEUU no exigiría ya la evacuación de las tropas de Hanoi infiltradas en VS. En septiembre el acuerdo parecía concluido. Las fuerzas am se retirarían en los 60 días siguientes al alto fuego; los prisioneros de guerra am serian liberados; la aplicación del acuerdo y la preparación de elecciones serian confiados a una comisión tripartita formada por representantes del gobierno de Thieu del frente nacional de libración y neutrales. El acuerdo se firmo en el 73, así los estadounidenses se habían librado del “cenagal vietnamita” enfrentamiento sangrante de 7 años, el más largo de su historia. La guerra había causado un millón de muertos indochinos y 50mil americanos. EEUU no había sufrido una derrota militar pero los acuerdos de Paris supusieron su primera derrota política, abandonado al aliado survietnamita al mismo tiempo que la esperanza del restablecimiento de la democracia en V.

La Distensión entre las Superpotencias El 19 de diciembre de 1962, Kruchev escribe a Kennedy: “Me parece que ha llegado el momento de poner fin de una vez por todas a las pruebas nucleares, de eliminarlas…..” Kennedy se sintió de nuevo animado. Al estabilizar el equilibrio nuclear y consolidar el statuquo estratégico, las dos superpotencias parecían dispuestas a una codificación de sus comportamientos, que incluía “todas las formas de cooperación militar entre enemigos potenciales con vistas a reducir la posibilidad de una guerra, su extensión y violencia si llegase a producirse y los costes político y económico que supondría la necesidad de estar preparado para la eventualidad”

Cuáles fueron las razones que llevaron a EE.UU. y la URSS a adentrarse en un período de relativa distensión en sus relaciones? Esencialmente podemos señalar tres motivos:

La crisis de los misiles en Cuba en 1962 hizo tomar conciencia a las superpotencias del peligro mortal de la posesión y multiplicación de su arsenal nuclear.

Las dos superpotencias consideraron por diferentes motivos que una relajación de las tensiones favorecía a sus objetivos a largo plazo. Podemos hablar en ese sentido de la distensión como un medio para obtener los fines a largo plazo de cada superpotencia.

Ambas potencias atravesaron un período de contestación en sus respectivos bloques. La URSS, debilitada por el conflicto chino-soviético, tuvo que hacer frente entre otros conflictos a la Primavera de Praga en Checoslovaquia. EE.UU. vio como la Unión Europea se consolidaba como una potencia económica y como en el seno de la OTAN surgió la disidencia concretada en la Francia de De Gaulle.

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Los acuerdos Este-Oeste

El teléfono rojo

Uno de los elementos más célebres de la nueva situación fue el establecimiento de lo que se vino a denominar el "teléfono rojo" entre la Casa Blanca y el Kremlin en septiembre de 1963. Era una consecuencia de la crisis de los misiles en Cuba y de la necesidad de establecer una comunicación directa entre Washington y Moscú que pudiera frenar una crisis antes de que se produjera una escalada en la tensión.

La paridad nuclear

Esta nueva relación no supuso en absoluto el fin de la carrera armamentística. EE.UU. había quedado conmocionado a fines de los cincuenta por el liderazgo soviético en la "carrera del espacio": el lanzamiento del Sputnik fue un verdadero aldabonazo en la conciencia de seguridad norteamericana. Nada más llegar al poder, Kennedy lanzó el programa "Apollo" para recuperar el retraso acumulado en el terreno de los ingenios balísticos ("Missile gap"). Los norteamericanos pronto sobrepasaron a la URSS en ese terreno, en 1963 había 500 misiles intercontinentales norteamericanos por 100 soviéticos, y consiguieron poner al primer hombre en la luna en 1969. Sin embargo, la guerra de Vietnam hizo que los EE.UU. consagraran su gasto militar en otra dirección lo que permitió que la URSS recuperara el terreno perdido. En 1971 se había establecido la paridad nuclear.

Los acuerdos de control armamentístico

Los sucesores de Kennedy y Kruschev continuarán la política de distensión. Tras el asesinato de Kennedy en 1963, el demócrata Lyndon B. Johnson y el republicano Richard Nixon, elegido en 1968. Dirigirán la política norteamericana; en la URSS, tras la destitución de Kruschev en 1964, motivada parcialmente por sus fracasos en política exterior, Leonid Breznev dirigirá la potencia soviética.

En 1968, EE.UU., la URSS y el Reino Unido firmaron el Tratado de no proliferación de armas atómicas, tratado al que no se unieron las otras dos potencias nucleares: China y Francia.

Lo que aún fue más importante, en 1969 se iniciaron negociaciones sobre limitación de armas stratégicas (SALT - Strategic Arms Limitation Talks), que finalmente llevaron a la firma en Moscú del Acuerdo SALT I. Este tratado ponía límite a la construcción de armamentos estratégicos, y fijaba un número para los misiles intercontinentales (ICBM) y los lanzadores de misiles instalados en submarinos (SLBM) que poseían la URSS y los EEUU. También prácticamente prohibía el establecimiento de sistemas de defensa antimisiles. Era el mayor ejemplo, llevado al absurdo, del "equilibrio del terror": la única forma de mantener la paz era que ninguna de las superpotencias se sintiera segura. La "mutua destrucción asegurada" era la única forma de impedir el conflicto.

El desarrollo del comercio entre los bloques

Este desarrollo comercial partió de la situación de debilidad soviética. La URSS necesitaba importar tecnología occidental y, a la vez, necesitaba comprar cereales norteamericanos para garantizar la alimentación de su población. La crisis de la agricultura soviética era de tal calibre que ¡necesitaba del grano de su enemigo para que su población no pasara hambre! Por supuesto, estas exportaciones cayeron como del cielo a unos agricultores norteamericanos que tenían creciente dificultades para vender sus productos en el mercado mundial.

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OSPOLITIK – BRANDT

La Ostpolitik o Política del Este fue el esfuerzo de Willy Brandt, canciller de Alemania desde 1969, para normalizar las relaciones de la RFA con la Europa comunista y especialmente con la RDA. Dos elementos claves fue de esta política fueron:

El abandono de la denominada Doctrina Hallstein, ministro de asuntos exteriores entre 1955 y 1966, que sostenía que la RFA era la única representante del pueblo alemán y, por consiguiente, nunca establecería relaciones diplomáticas con ningún país que reconociera diplomáticamente a la RDA, a excepción de la URSS.

El reconocimiento de las pérdidas territoriales de Alemania tras la segunda guerra mundial, lo que significaba la aceptación de la línea Oder-Neisse como frontera entre la RDA y Polonia.

La Ostpolitik se concretó en una serie de acuerdos y tratados:

Tratado de Moscú entre la RFA y la URSS (1970): renuncia al uso de la fuerza e inviolabilidad de las fronteras existentes.

Tratado de Varsovia entre la RFA y Polonia (1970): aceptación por parte de la línea Oder-Neisse como frontera entre la RDA y Polonia. Durante esta visita en un acto simbólico, Brandt se arrodilló ante el monumento en memoria a las víctimas del ghetto judío de Varsovia bajo la ocupación nazi.

Acuerdo cuatripartito sobre Berlín (1971): confirmación de la autoridad de las cuatro potencias ocupantes sobre Berlín y flexibilización de las comunicaciones entre las dos partes de la ciudad.

Tratado fundamental entre la RFA y la RDA (1972): reconocimiento mutuo de los dos estados alemanes, mejora de las relaciones económicas y las comunicaciones.

Admisión en la ONU de la RFA y la RDA (1973): la comunidad internacional asume la división de Alemania.

Tratado entre la RFA y Checoslovaquia (1973): abrogación del Pacto de Munich en 1938 y mejora de las relaciones bilaterales.

Todos estos acuerdos se vieron ratificados con la firma del Acta final de la Conferencia de Helsinki en 1975

El viaje de Nixon a China y el Comunicado Conjunto

PREPARACIÓN

En Julio de 1971, el Consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger visitó secretamente Beijing durante un viaje a Pakistán, y preparó la tierra para la visita de Nixon a China.

El 21 de febrero de 1972, Richard Nixon era calurosamente recibido por Mao Tse-tung (es cuando mao se panquequea con los imperialistas). El acontecimiento tenia dimensiones planetarias ya que dos estaciones de comunicaciones por satélite habían sido instaladas por EEUU con el acuerdo de China. El 27 de febrero se publica el comunicado de Shangai, un comunicado de sus puntos de vista de la política exterior y un documento que sentaría las bases de las relaciones bilaterales chino - americanas por muchos años, además en el comunicado, ambas naciones prometen trabajar para una normalización completa de sus relaciones diplomáticas.

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Las relaciones diplomáticas chino-americanas no quedaban normalizadas, pues EEUU no reconocía a la Republica Popular CH, pero no por ello el equilibrio internacional de Asia dejaba de transformarse. China y EEUU harían abstracción de todo aspecto ideológico en sus relaciones bilaterales, alejándose claramente de los antagonismos de la guerra fría. Sobre la cuestión nacional, CH repetía su posición tradicional sobre Taiwán, en tanto que EEUU reconocía a su manera la unidad formal de China (no hay más que una sola china). La parte americana anunciaba por otro lado, la retirada progresiva de sus fuerzas de Taiwán, o sea de la distención chino-americana. Esta aproximación permitirá que la China popular acceda a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, hasta ese momento detentado por el gobierno de la China nacionalista de Taiwán. Este fue el último gran movimiento en la arena internacional del dictador chino.

RESULTADOS

Estados Unidos conoció la noción que todos los Chinos en ambos lados del estrecho de Taiwán tenían la noción que sólo hay una China. Nixon y el gobierno de Estados Unidos reafirmaron sus intereses en una resolución pacífica al problema de Taiwán acordada también por los propios chinos. Esta declaración habilitaba al gobierno de EUA y la RPC la destitución temporal de "la cuestión crucial que obstruye la normalización de las relaciones" refiriéndose al estatuto político de Taiwán y la apertura comercial. Sin embargo, Estados Unidos siguió manteniendo relaciones con el gobierno de la República de China en Taiwán hasta 1979 cuando EU rompió relaciones con la República de China y estableció relaciones diplomáticas con la RPC.

Después de la visita de Nixón, él hablo acerca de lo que ésto significaba para ambos países en el futuro:

"Ésta fue una semana que cambió el mundo, tal como hemos dicho en el comunicado, no es tan importante como lo que haremos en los próximos años para construir un puente sobre 16.000 millas y 22 años de hostilidades que nos han dividido en el pasado. Y lo que hemos dicho hoy es que debemos construir ese puente." Conferencia sobre Desarme La Conferencia de desarme (CD) es un foro de negociación sobre desarme de caracter multilateral. Se fundó en 1979 como resultado de la primera Sesión Especial de Desarme de la Asamble General de las Naciones Unidas que tuvo lugar en 1978. Sucedió a otros foros de negociación de caracter similar, incluyendo el Comité de desarme de las 10 naciones (1960), el Comité de desarme de las 18 naciones (1962-1968) y la Conferencia del comité de desarme (1969-1978), y La CD es un foro establecido por la comunidad internacional para la negociación de acuerdos multilaterales de control de armas y desarme. Aunque la conferencia no es formalmente una organización de las Naciones Unidas, está vinculada a la misma a través de un representante personal del Secretario General de las Naciones Unidas; este representante actúa como secretario general de la conferencia. Las resoluciones adoptadas por las Asamblea General de Naciones Unidas solicitan con frecuencia a la conferencia que considere determinados aspectos del desarme. A su vez, la conferencia informa anualmente de sus actividades a la Asamblea. Miembros Tras su fundación original con 40 miembros, la conferencia fue posteriormente ampliada a 66 miembros, para ser reducida en 2003 (al eliminar de la lista a Yugoslavia) a los actuales 65 miembros que representan todas las áreas del mundo, incluyendo todos los países nucleares.1 Argelia, Argentina, Australia, Austria, Bangladés, Bielorrusia, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Camerún, Canadá, Chile, China, Colombia, Cuba, Corea del Norte, República Democrática del Congo, Ecuador, Egipto, Etiopía, Finlandia, Francia, Alemania, Hungría, India, Indonesia, Iraq, Irlanda, República Islámica de Irán, Israel, Italia, Japón, Kazajistán, Kenia, Malasia, México, Mongolia, Marruecos, Birmania, Países Bajos, Nueva Zelanda,

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Nigeria, Noruega, Paquistán, Perú, Polonia, Corea del Sur, Rumanía, Federación Rusa, Senegal, Eslovaquia, Sudáfrica, España, Sri Lanka, Suecia, Suiza, República Árabe Siria, Túnez, Turquía, Ucrania, Reino Unido, Estados Unidos de América, Venezuela, Vietnam, Zimbawe. Otros estados, como Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia y Montenegro, la Antigua República Yugoslava de Macedonia han sido invitados a tomar parte en los trabajos de la conferencia en calidad de observadores. El impacto de la Crisis Energética: A partir de 1974, la transferencia masiva de recursos provocada que produjo el alza de los precios del petróleo no tenía precedentes. Al concluir la guerra de Octubre, el reciclaje de los nuevos capitales petrolíferos, superiores en 10 años al PBI de EEUU, supusieron la pérdida del control de sectores enteros de las economías occidentales. La crisis petrolífera ilustro una situación de lucha social transnacional: los E actores recobraron los reflejos de los agrupamientos que se enfrentan en la arena económica y social interna. Para empezar, en el seno de las instituciones especializadas de la ONU, los “77” países en vías de desarrollo actuaban menos en coalición interestatal que en sindicato de los pobres de la ciudadela universal, resueltos a disputar a los pudientes una parte mas importante de los ingresos mundiales: en marzo de 1975, la conferencia de la ONU para el desarrollo ind, citara un objetivo preciso a largo plazo: el 25% de la producción industrial mundial será para los E subdesarrollados en el año 2000. Al fijar los precios del petróleo, los E miembros de la OPEP se constituyen en monopolio y aplican las tarifas correspondientes a una maximalizacion de los beneficios. Las motivaciones económicas y políticas de los E petrolíferos estaban claras: el desarrollo de la inflación en el conjunto de los países occidentales a partir de 1968 exasperaba a los productores conscientes de ser “pagados con assignats” (pagares emitidos en F a partir de 1789 que se despreciaban continuamente), puesto que en moneda de valor constante, el petróleo era menos caro en sept de 1973 que en 1962. Los E árabes, interesados en presionar sobre los aliados de Israel, deseaban la utilización política del petróleo como arma. La explicación del éxito de la OPEP era más dudosa y algunos observadores mencionaron la colusión de EEUU con el cartel de Oriente Próximo en el que estaban muchos de sus protegidos. De hecho, las consecuencias de la crisis no fueron negativas para EEUU: los elevados precios de la OPEP permitieron a EEUU desarrollar sus recursos energéticos internos, ganando así independencia. Por otro lado, el reagrupamiento necesario de los E consumidores había facilitado que el campo occidental se volviese a hacer con el control. La inversión de los términos de intercambio había sido muy bien recibida en amplios sectores y los emires del Golfo quedaron como heraldos del Tercer Mundo. Sin embargo, los países nuevos ricos de 1974 estaban a veces muy poco poblados y la indiferencia de sus dirigentes ante el dramático deslizamiento de los grandes E del 3er mundo, a los que el azar de la posesión del suelo habían negado la apropiación de una parte sustancial de los recursos del globo, no servía para confirmar la aparición de un nuevo orden internacional. Cabria preguntarse si la política de los precios de la OPEP era entonces realmente mas favorable a los intereses de los E productores. Esta política provocara un esfuerzo de sustitución muy rápida entre los consumidores y, de rebote, graves divergencias entre los productores. Relaciones Norte-Sur Junto a las relaciones Este-Oeste que caracterizaron la guerra fría, en los años sesenta surge claramente la conciencia de la existencia de unas relaciones Norte-Sur: relaciones entre el Norte desarrollado y el Sur o Tercer Mundo. El Sur había iniciado su afirmación política en la Conferencia de Bandung y con el movimiento de los países no alineados. Pronto estas relaciones contradictorias tuvieron su reflejo en el terreno económico. En 1960 nacía la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que buscará imponer un alza de los precios del "oro negro". En 1964 se reunió en Ginebra la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo. Su falta de resultados llevó a que en 1973 en la Conferencia de Argel, las naciones agrupadas en el movimiento de los países no alineados proclamaran que los países pobres, más que confiar en la ayuda de los países desarrollados, debían de tratar de aumentar su propia capacidad para organizarse y conseguir imponer unas nuevas reglas del juego económico a nivel mundial.

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Origen y evolución del G-7

Se denomina G7, o Grupo de los siete, a un grupo de países industrializados del mundo cuyo peso político, económico y militar es muy relevante a escala global. Está conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. La pertenencia al grupo no se basa en un criterio único, ya que no son ni los siete países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita ni aquellos con un mayor Producto Interior Bruto. En todo caso, la pertenencia no sigue criterios democráticos mundiales, como sería deseable, para los que comparten esta ideología.

Los orígenes del G7 se establecen en marzo de 1973, cuando, a petición del Secretario de Tesoro estadounidense, George Shultz, se reunieron los ministros de finanzas de Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental, Francia y el Reino Unido. En la cumbre de 1975, en Rambouillet, Francia, se produjo la entrada de Italia y, dos años más tarde, en 1977, en la cumbre de San Juan - Puerto Rico, se unió a ellos Canadá. Tras este último se formó el G-7, que a partir de 1998, con la integración de Rusia, se denominó G-7+Rusia ó G-8.

Los representantes de estos ocho países se reúnen anualmente en lugares pertenecientes a alguno de los miembros en la llamada Cumbre del G7. La finalidad de estas reuniones es analizar el estado de la política y las economías internacionales e intentar aunar posiciones respecto a las decisiones que se toman en torno al sistema económico y político mundial.

A lo largo del año, los ministros de economía, comercio, relaciones exteriores, medio ambiente, trabajo, etc., se encuentran para ir preparando la Cumbre anual, acercando posiciones y negociando consensos.

Esto sucedería en junio de 1997, en Denver (Colorado, EEUU), cuando la reunión de líderes fue bautizada como "Cumbre de los Ocho" pues Rusia asistía por primera vez en calidad de socio y no como observador, como venía haciendo hasta entonces, aunque tampoco como miembro de pleno derecho.

Rusia, a pesar de pertenecer al Grupo, ha estado durante todos estos años marginada en el debate de los temas económicos y financieros del G8, al no pertenecer aún a la Organización Mundial de Comercio (OMC) por sus discrepancias con Estados Unidos, único país con el que Rusia aún no ha concluido las negociaciones comerciales bilaterales para acceder a la organización multilateral, integrada por 149 países.

La invasión soviética a Afganistán La víspera de Navidad de 1979, las fuerzas soviéticas penetraron con grandes efectivos y determinación en Afganistán. La acción aero-terrestre fue ostentosa, pues ocho divisiones soviéticas afluyeron con sus equipos nucleares, biológicos y químicos, cuando un discreto golpe de E hubiera sido suficiente para derrocar al gobierno de Amin. Los observadores occidentales se preguntaron si para Moscú se trataba de un deliberado abandono de la política de distención o de un accidente circunstancial, un estorbo en la coexistencia. ¿Cuáles fueron los verdaderos fines de los gobernantes del Kremlin? ¿Protegerse contra el contagio islámico iraní? ¿O conquistar una plataforma de salida hacia el Golfo? Lo esencial era la modificación de un statu quo secular. Las altas tierras de Af eran una región de paso, sin intereses económicos, pero con un gran valor estratégico. Era un E artificialmente delimitado, sin fronteras naturales, un conjunto de etnias con una vida común a veces difícil. La rivalidad anglo-rusa, la doble ocupación, rusa al norte e inglesa al sur, terminaron en 1907 en provecho de la independencia afgana, bajo un control británico que duraría 12 años. Hasta 1973 fue un E tapón entre soviéticos y americanos: “al norte de Hindu Kush estaban los soviéticos ocupando también una pequeña zona de apuntando hacia Kabul y Jelalabad; en el sur, los americanos.

El gobierno soviético fue el primero en reconocer en 1919 la independencia afgana. Pronto toman conciencia de la dificultad de implementar en un país poco evolucionado y demasiado fiel al Islam el marxismo. La política interior afgana obedece sus propios ritmos. El rey Amanullah, soberano absoluto pero de espíritu liberal, era un gran admirador de ATATURK y, como este, quiere también occidentalizar a su país, implantar en la sociedad afgana reformas tales como las de la Turquía Kemalista.

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La URSS durante años fue penetrando pacientemente en la sociedad afgana, tanto así que el golpe que se sucede en 1973 fue ejecutado por dos oficiales formados en las academias soviéticas pero aun así se le pide ayuda a Norteamérica y se busca arrancar la influencia soviética. Pero Moscú no puede aceptar una derrota semejante, pues Af ofrecía desde entonces interesantes promesas revolucionarias con un PC muy activo entre la pequeña burguesía. El silencio de occidente reafirma a los soviéticos en su voluntad de controlar más Af. EL 78 una nueva revolución abre las puertas a una democracia avanzada, con una economía de tipo socialista Una toma de control directo se concretizo y simbolizo por el tratado soviético-afgano de dic de 1978, pero cada vez mas tribus entraban en rebelión, fracaso político fue evidente. En 1979 ante lo insostenible de la situación, la unidad entre las dos facciones que conformaban el PDPA (los "khalq rojos" de Taraki y los "khalq negros" de Amin) se deteriora rápidamente, lo que se tradujo en fuertes luchas internas. Los líderes del grupo Parcham de Amin fueron purgados de los cargos gubernamentales y los seguidores de Taraki pasaron a dominar ostensiblemente el gobierno, hasta que una división entre la propia facción roja volvió a provocar purgas internas. Finalmente, Taraki citó a Hafizullah Amin en el Palacio del pueblo e intenta asesinarle. Amin escapa ileso del tiroteo y regresa con sus seguidores y con la ayuda de la guardia del palacio toma a Taraki como prisionero. En esa misma fecha se cree que Taraki fue ejecutado; aunque algunas versiones mencionan que su ejecución sumaria y secreta se produjo el 9 de octubre. La incapacidad de Taraki y sus seguidores de revertir la situación del país había llevado a Amin a tomar el control total del país. Durante los 104 días de su gobierno, Amin trató de ampliar su base de apoyo interno y lograr el interés de los gobiernos de Pakistán y de Estados Unidos en materia de la seguridad afgana. El giro de su política hacia los intereses norteamericanos, provoca la definitiva intervención directa de la Unión Soviética, que el 27 de diciembre de 1979 envía un comando especial de la KGB OSNAZ (Grupo Alfa) compuesto por 700 soldados vestidos con uniformes de afganos que en Kabul, ocupan las principales instalaciones gubernamentales, militares y de medios de comunicación, incluyendo su principal objetivo, el Palacio Presidencial, en el que es asesinado el presidente Amin. En estas circunstancias, la Unión Soviética decide la intervención militar directa con la invasión de Afganistán. En total, la fuerza soviética inicial fue de alrededor de 1.800 tanques, 80.000 soldados y 2.000 AFV. Con la posterior llegada de dos divisiones, la fuerza soviética total ascendió a más de 100.000 efectivos.

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La URSS se encontraba en su apogeo. Cada uno de los avances territoriales que se hace se explica por la necesidad de encontrar la manera de vencer un complejo de estar cercada, cuyo origen se encuentra en los primeros momentos de la Republica Soviética, e incluso en lo más profundo de la historia rusa. Una interpretación más general: la URSS habría desplegado su cuerpo expedicionario en Kabul con el fin de precaverse contra la manera de integrismo islámico que iba a extenderse sobre las tierras del Islam soviético, las republicas federadas de Asia Central. Ahora bien, más allá del debate sobre las razones, hay que considerar dos realidades. Una conquista territorial: por vez primera, los soviéticos “satelizan” un E en tiempo de paz, la ventaja estratégica será que de esta manera dispondrán de una plataforma hacia el Golfo. Ventaja estratégica: un campo de maniobras ampliado, una nueva “Mongolia exterior” apuntando no solo hacia China, sino también hacia los mares calientes Presión indirecta sobre Occidente, por una amenaza, a distancia respetable, sobre su aprovechamiento energético; pensada con vistas a una forma de neutralización de Pakistán e Irán: los objetivos de la URSS parecían, en la intervención armada de dic de 1979, ir más allá de la satelizacion definitiva de Af. Después de la invasión quedaban las reacciones perjudiciales para la URSS: el despertar americano, la solidaridad islámica. Sin embargo, Af no era Vietnam; la URSS no tenía que contener con una opinión pública hostil o un Congreso reticente, a diferencia de EEUU. El ejército soviético podía golpear fuerte si lo quería, pero la historia es imprevisible: Af, en la URSS de Gorbachev, adquirirá el aspecto del síndrome vietnamita.

*Este renovado vigor de la resistencia y el advenimiento de la Perestroika llevaron a Gorbachov a ordenar la retirada de las tropas soviéticas. A principio de 1989, se retiraron los últimos soldados del ejército rojo. La guerra dejó profundas heridas en la sociedad afgana y también en la soviética primero y rusia después.

EL FIN DE LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA POPULAR DE AFGANISTÁN

A pesar de haber perdido el apoyo de su gran aliado, el gobierno del PDPA se mantuvo en el poder hasta 1992, año en el que fue derrocado por la resistencia nacionalista y fue reemplazado por un gobierno de unidad nacional peligrosamente débil que preludió la aparición de los talibanes.

Esta invasión tuvo otras consecuencias, muy significativas. Por ejemplo, casi 60 países se negaron a presentarse en los Juegos Olímpicos de 1980 celebrados en Moscú y en el período de la invasión, centenares de miles de afganos buscaron refugio en los países limítrofes. Se llevó a cabo una feroz resistencia contra los rusos en las cordilleras afganas.

Deng Xiao Ping y la modernización china China bajo Deng Xiaoping La paulatina subida al poder de Deng Xiaoping se completaría durante la VI Sesión Plenaria del XI Comité Central del Partido, celebrada en junio de 1981. En esa reunión, Hua Guofeng, que había dimitido como primer ministro un año antes, renunciaba a los dos cargos que aún ocupaba, el de presidente del Partido, que pasaba a Hu Yaobang, y el de presidente de la Comisión Militar Central, único cargo de poder que asumía formalmente el propio Deng Xiaoping. Durante ese Congreso, se publicó además un documento titulado "Resolución sobre diversas cuestiones en la historia de nuestro Partido desde la fundación de la República Popular", en el que se emitía una valoración oficial sobre la Revolución Cultural y sobre la figura de Mao. En ese documento se culpaba a Lin Biao y a la Banda de los Cuatro de la Revolución Cultural, de la que se decía que " llevó al caos nacional y resultó una catástrofe para el Partido, el Estado y el conjunto del pueblo". El documento atribuía "errores graves" a Mao, pero consideraba que sus méritos como líder revolucionario habían estado muy por encima de sus errores. Así, en 1981 la República Popular lograba la estabilidad política bajo los nuevos líderes del país. Deng Xiaoping, Hu Yaobang y el primer ministro Zhao Ziyang debían enfrentarse al reto ineludible de la reforma económica. El Plan Decanal que había anunciado Hua Guofeng en 1978 se había revelado inviable, al apostar por un crecimiento desmesurado de la industria pesada sin acompañarlo con el progreso tecnológico o la

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entrada de capital externo necesario para un desarrollo de ese nivel. Los desequilibrios en el modelo de desarrollo se dejaban ver en la creciente inflación. La interrupción brusca del Plan Decanal, que debía prolongarse hasta 1986, llevó a la cancelación de enormes proyectos de infraestructuras que afectaron sobre todo a las empresas japonesas, alemanas y estadounidenses que habían logrado los contratos para esos proyectos, entre los que se encontraban refinerías de acero y plantas petroquímicas que no llegarían a finalizarse. El fracaso de tales proyectos llevó a una revisión de la estrategia de modernización. Abandonando las ideas económicas de inspiración soviética, los nuevos líderes del país llevaron a cabo las reformas, denominadas las “cuatro modernizaciones”: En el sector agrícola, se implantó el llamado "sistema de responsabilidad", por el que los campesinos debían comprometerse con sus cooperativas a alcanzar una cuota de producción. La producción en exceso de la cuota quedaba a disposición de los campesinos, que podían venderla en el mercado libre. Este nuevo sistema llevó a un crecimiento notable de la producción agrícola en la década de los 80, que aumentó los niveles de renta de la población rural. En la política industrial, el Estado paralizó los grandes proyectos de la industria pesada y alentó el desarrollo de la pequeña industria. Con la introducción del "sistema de responsabilidad industrial", las empresas estatales adquirían la posibilidad de administrar sus propias ganancias. Similar al ámbito agrícola, las empresas se comprometían a aportar al Estado una cuota, quedándose con el resto de los beneficios que hubiera, que podían reinvertir en el propio desarrollo de la empresa. Este sistema de cuotas se transformaría en junio de 1983 en un sistema de "impuesto sobre la renta", que rompía con la tradición del comunismo chino, y consolidaba las reformas económicas. El nuevo modelo de desarrollo, en el que tenía prioridad la industria ligera, seguía en gran medida las pautas que años antes había marcado el crecimiento económico de Taiwán, Hong Kong y Corea del Sur. A pesar del éxito de estas reformas, el ritmo de crecimiento de la economía china se veía amenazado por el fuerte aumento de la población. Mientras que en la época maoísta se había promovido la natalidad, en esta época el rápido crecimiento de la población china comenzó a verse como un problema, que ponía en riesgo los logros del aumento de la producción agrícola. En 1982 China rebasaba los mil millones de habitantes (en 1964, eran 695 millones). Esto llevó al Gobierno chino a introducir la política del hijo único, que prohibía a las parejas, bajo pena de sanciones económicas y administrativas, tener más de un hijo, con ciertas excepciones para el medio rural (donde se permitía un segundo hijo si el primero era una niña) y para las minorías étnicas (a las que no se aplicaba la ley). La nueva estabilidad política permitió a China afrontar con confianza la recuperación de su integridad territorial. Conscientes de que el periodo de arrendamiento de los Nuevos Territorios de Gran Bretaña en Hong Kong vencía en 1997, China dejaba claro su intención de asumir el control sobre toda la colonia, incluidas la isla de Hong Kong y Kowloon, cedidas a la corona británica. La primera ministra británica Margaret Thatcher visitó Pekín en 1982, y el 26 de septiembre de 1984, las dos partes alcanzaban un acuerdo. El Reino Unido aceptaba devolver a China la totalidad de la colonia, y el Gobierno de la República Popular se comprometía a respetar el sistema legal y económico del territorio durante al menos 50 años. Tras el acuerdo con los británicos, China exigió a Portugal la devolución de Macao bajo términos similares a los definidos para Hong Kong. El acuerdo final entre las autoridades portuguesas y el Gobierno chino establecía la fecha del 20 de diciembre de 1999 para la devolución definitiva de Macao. Así, bajo la bandera de las cuatro modernizaciones preconizadas por Zhou Enlai, y asumidas por Deng Xiaoping, China conseguía unas altas tasas de crecimiento económico y estabilidad política, mientras frenaba el crecimiento vertiginoso de su población y avanzaba hacia la recuperación de su integridad territorial. Junto a estos éxitos, las reformas económicas habían ido acompañadas de una mayor libertad de expresión y una mayor apertura a la influencia exterior, como se veía en el auge del cine y la música popular de Hong Kong y Taiwán, y en los profundos cambios en el modo de vida en una sociedad cada vez más competitiva y desigual. En esta atmósfera de cambios, comenzaron a surgir voces críticas con el sistema, que reclamaban más libertades políticas y de expresión, el pluralismo y de libertad de expresión al estilo de los países occidentales. A los intelectuales y científicos se sumarían las protestas estudiantiles de diciembre de 1986, cuando en quince ciudades chinas se produjeron manifestaciones masivas de estudiantes que reclamaban reformas políticas, que provocaron que el secretario general del Partido Hu Yaobang, uno de los hombres

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fuertes del régimen, fuera forzado a dimitir en enero de 1987, acusado de simpatizar con las protestas y de no haber hecho nada por evitarlas. La salida de Hu Yaobang dejaba el cargo de secretario general del Partido en manos de Zhao Ziyang, el otro hombre fuerte del régimen junto a Deng Xiaoping, que hasta entonces había sido primer ministro, puesto al que accedía Li Peng, hijo adoptivo de Zhou Enlai y considerado parte de la facción más conservadora del Partido. A pesar de estos cambios, y de un incremento de la censura informativa con el fin de acallar las protestas, el clima de descontento, en un momento de crisis de los regímenes socialistas de Europa del Este, seguía en aumento, y desembocaría en uno de los momentos más críticos de la historia del régimen comunista: las protestas de la Plaza de Tiananmen de 1989. 1980-88 - GUERRA ENTRE IRAN E IRAK Un costoso conflicto que amenaza por primera vez el flujo de petróleo desde el Golfo Pérsico Esta guerra entre Irak e Irán tuvo su origen en un antiguo litigio fronterizo entre ambas naciones disputándose la posesión de varias pequeñas islas en el Golfo Pérsico y una franja de tierra, de 120 millas de extensión, limítrofe a ambas naciones en la frontera sureste y noroeste de Irak e Irán respectivamente. Los antecedentes inmediatos de esta disputa se remontan a 1971 cuando Irán, entonces bajo el gobierno de Sha Muhammad Reza Pahlevi ocupo dos de estas islas militarmente . En 1975 un acuerdo de demarcación de límites firmado por ambas naciones en los acuerdos de Argel pareció poner fin al conflicto, con ventajas territoriales para Irán. Irán, aliado privilegiado de Occidente para aquel entonces, contaba con un poderoso ejército, cuyo poder disuasivo influyó seguramente para que Irak se aviniese a un arreglo político para desactivar en esa instancia el conflicto.

Diferencias limitrofes históricas Los fundamentos históricos de fondo que asistían a Irán e Irak en sus reclamos territoriales datan de varios siglos atras. Los antecedentes sobre la demarcación del área de Shatt al Arab se remontan al Tratado de paz de 1639 entre el Imperio Otomano y Persia, las disímiles interpretaciones de turcos y árabes acerca del límite efectivo entendiendo los primeros que la totalidad del curso de agua les pertenecía hasta la orilla opuesta en contra de la interpretación de dividir la soberanía mediante una linea intermedia divisoria de aguas resultó ya claramente conflictiva dos siglos mas tarde. La disputa continuó irresuelta y no pudo dirimirse como estaba previsto mediante el Tratado de Constantinopla en 1913 debido al estallido de la 1ra.Guerra Mundial. En 1938 una comisión binacional tampoco pudo concretar una delimitación definitiva y mas tarde la inestabilidad política en Iraq especialmente a partir de 1958 con el derrocamiento de la monarquía impidió resolver el problema. Detonante político principal La causa principal que reactualizó el conflicto para dar paso a la guerra en 1980 fue la caída del régimen del Sha en febrero de 1979, a manos de los revolucionarios fundamentalistas islámicos, liderados por el ayatola Ruhollah Jomeini quien poco mas tarde funda la República Islámica de Irán. Los convulsionantes sucesos llevaron a la pérdida de todo respaldo militar por parte de los EE.UU. debido a la crisis diplomática desatada con la toma de rehenes estadounidenses en la embajada de EE.UU. en noviembre de 1979 por parte de grupos radicalizados iraníes. Esta situación y los inevitables relevos producidos en los mandos de las fuerzas armadas luego de la caída del Sha, de formación occidental, sugirieron al régimen de Saddam Hussein la oportunidad de reivindicar militarmente la disputa territorial. Diferencias religiosas No fue esta la única causa, hubo otras de tipo religiosos. Irán poseía y posee una mayoría de musulmanes chiitas en su población la revolución fundamentalista promovida por Jomeini alentó la propagación de esta particular interpretación del islamismo. En el sur de Irak existían importantes minorías chiitas. El régimen baatista laico de Hussein visualizo con cierto temor la posibilidad de que esta oleada de fervor religioso desatada en Irán a partir de la revolución tuviese efectos desestabilizadores para su régimen.

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Inicio y desarrollo de la guerra El conflicto se inició con la irrupción el 22 de setiembre de 1980 a través de su frontera sur de seis divisiones armadas iraquíes precedidas por un sorpresivo ataque aéreo, las que lograron inicialmente algunos moderados avances en territorio iraní. Dos años una contraofensiva iraní llevo la línea del frente nuevamente a las posiciones iniciales. Desde 1982 hasta 1986 ambos bandos no lograron ventajas posicionales significativas incurriendo en una costosa guerra de desgaste en hombres y equipos que llevó finalmente a ataques directos blancos civiles en lo que se dió en llamar la 'Guerra de las Ciudades', tan solo Teheran llevó a recibir el impacto de 140 misiles iraquíes. Los ataques realizados con misiles de mediano alcance procuraron sin éxito lograr socavar el apoyo de las respectivas poblaciones. La situación escaló simultáneamente en una nueva etapa de destrucción de estratégicas instalaciones petroleras para quebrar las fuentes de recursos que respaldaban el esfuerzo bélico. A partir de 1984 el conflicto amenazo internacionalizarse en lo que se llamo la ' Guerra de los petroleros'. En 1987 Irán acordó aceptar la resolución 598 del 20 de julio del Consejo de Seguridad de la ONU exhortando al fin de las hostilidades. Pocos meses mas tarde las partes pusieron fin definitivamente al conflicto en julio de 1988. Repercusiones internacionales En cuanto a la posición que tomaron las potencias mundiales respecto a este conflicto, la Unión Soviética, Francia y los demás estados árabes fueron los principales proveedores de armamento del régimen iraqui que conto ademas con el respaldo logístico de Arabia Saudita y Kuwait. EE.UU. pareció al comienzo mantenerse prescindente, no obstante lo cual trascendió finalmente el envío encubierto de armamentos a Irán siguiendo una táctica de apaciguamiento hacia el comienzo del conflicto con motivo de la hasta entonces irresuelta crisis de los rehenes. Promediando el conflicto y en forma creciente hasta su desenlace aumento su presencia militar en el área y la presión contra de Irán. A partir de fines de 1986 ejerció un control aéreo discrecional sobre el espacio aéreo del golfo, interceptando y desviando vuelos internacionales de aviones civiles iraníes por razones de seguridad. En julio de 1988 en un conmocionante episodio el destructor USS Vincennes derribo un Airbus de la aerolinea Iranian Air provocando la muerte de 290 civiles al identificar equivocadamente en el radar su aproximacion como la de un caza F-14 irani. El petróleo y la guerra La llamada 'Guerra de los petroleros' se inició a partir de 1984 consistió en el ataque por parte de Irán a buques tanques de terceras naciones, entre ellas naves liberianas, saudies y kuwaities, mediante bombardeos aéreos y ataques iraníes para neutralizar las exportaciones de crudo iraquíes y las de sus aliados. La escalada que amenazaba el flujo de exportaciones de crudo a occidente llevó especialmente hacia 1986 al involucramiento de las potencias.

El caso del USS Stark En marzo de 1987 en pleno conflicto con Iran un Mirage F-1 iraquí confunde la fragata estadounidense USS Stark que protege el trafico petrolero de naciones no beligerantes en el golfo Perisco con un tanquero iraní disparandole dos misiles Exocet AM39 desde una distancia aproximada de 20 kilometros. La presencia del caza iraqui ha sido detectada por la nave que intenta advertirle su posicion y también por un avion AWACS que sigue sus movimientos. El disparo de los misiles no logra ser detectado a tiempo ni neutralizado, lo cual le causan graves daños y provocan la muerte de 37 tripulantes. La nave logra ser rescatada y reparada. Irak asume el error resarciendo economicamente los daños materiales y humanos.

Kuwait que llegó a recibir ataques misilísticos en su propio territorio, optó forzado por las circunstancias en marzo de 1987 a embanderar sus naves con la insignia estadounidense para garantizar su protección

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mediante las fuerzas navales de EE.UU. ubicadas en la desembocadura del Golfo. Navíos británicos y franceses colaboraron en la fuerza de disuasión. La intervención rusa se limitó a arrendar buques tanques propios para garantizar la inmunidad de los envíos. Hacia el fin de la guerra esta estrategia de ataques a blancos navales mercantes coloco a Irán en una peligrosa situación de aislamiento internacional, lo que sumado al desgaste militar de varios años de guerra forzó en buena medida su aceptación del cese al fuego reclamado por la ONU. Armas químicas y cantidad de bajas Las armas químicas fueron usadas desde el inicio de la guerra por parte de las fuerzas iraquíes, cuyo estado mayor confiaba en que una rápida irrupción de fuerzas mecanizadas seguidas de infantería les permitiría ganar los objetivos propuestos en un par de semanas, lo que finalmente no ocurrió. El siguiente enlace conduce a un documento recomendado en inglés, conteniendo texto exclusivamente, con respaldo bibliográfico sobre este aspecto de la guerra. La pérdidas humanas en ambos bandos fueron cuantiosas durante la guerra. Al fin del conflicto mas de 600.000 iranies y 400.000 iraquies habían muerto, las perdidas económicas fueron muy elevadas ambos bandos dado que a lo largo del conflicto fueron seleccionados como blancos estratégicos vitales instalaciones petroleras que afectaron sensiblemente la capacidad de producción de ambos países, dos de los mas importantes exportadores de petróleo del mundo.

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Capítulo XVII - La distensión chino-soviética y la “crisis de

Tiananmen”

La tensión creciente en la vida pública china alcanzaría su nivel máximo en 1989. Mientras se extendían las opiniones críticas con el sistema, la economía, aún manteniendo su crecimiento, daba muestras de recalentamiento con una tasa de inflación cada vez más alta y la entrada en crisis de numerosas empresas estatales. A estas circunstancias sociales y económicas debe añadirse el simbolismo del año 1989, año de la serpiente en el calendario chino, y en el que coincidían varias efemérides importantes, al cumplirse el 40º aniversario de la proclamación de la República Popular y el 70º aniversario del Movimiento del Cuatro de Mayo, así como el bicentenario de la Revolución Francesa. Aludiendo a estas efemérides, el más famoso disidente político del momento, el astrofísico Fang Lizhi, envió una carta a Deng Xiaoping firmada conjuntamente con otros 90 intelectuales en la que reclamaba la liberación de disidentes políticos, en particular de Wei Jingshen, en prisión desde hacía diez años por su defensa de la democracia como "quinta modernización". Aunque Deng Xiaoping rechazó tales peticiones, la situación internacional en la que las políticas de glásnost y perestroika de la Unión Soviética estaban transformando los regímenes de Europa del Este, amenazaba con extenderse a China, donde cada vez eran más habituales las críticas públicas a los dirigentes. Todo parecía indicar que se podían reproducir las protestas estudiantiles de diciembre de 1986. El detonante de las nuevas protestas, que serían mucho más intensas y multitudinarias que las de 1986, fue la muerte de Hu Yaobang, el antiguo secretario general del Partido, desalojado del poder en 1987 precisamente por sus intentos de diálogo con los manifestantes. Hu fallecía en Pekín el 15 de abril y varios miles de personas se congregaron dos días después en la Plaza de Tiananmen en homenaje a su memoria. Las manifestaciones fueron aumentando en días sucesivos y durante el mes de mayo se extendieron a muchas otras ciudades chinas. La publicación a finales de abril de un duro editorial en el Diario del Pueblo, el órgano del Partido Comunista, en el que se calificaban las protestas de "actos delictivos", lo cual hizo aumentar el apoyo a los actos de protesta. El Gobierno estaba dividido: por un lado, Zhao Ziyang estaba dispuesto a tener en cuenta las peticiones de los manifestantes, mientras que, por otro lado, el primer ministro Li Peng defendía la necesidad de atajar las protestas mediante la intervención de la policía o, incluso, como ocurriría finalmente, del Ejército. El anciano líder Deng Xiaoping parece haber vacilado en su apoyo, pero finalmente acabaría respaldando al sector representado por Li Peng. Las protestas en la Plaza fueron seguidas con atención por los medios de comunicación de todo el mundo, en gran medida gracias al envío masivo de corresponsales a Pekín para cubrir la histórica visita del líder soviético Mijaíl Gorbachov en mayo de 1989. Esta visita suponía la reconciliación de las dos grandes potencias del bloque socialista, aunque la presencia de los manifestantes en la plaza obligó a cancelar los actos oficiales en la misma. La humillación que supuso para el régimen chino no poder celebrar los actos programados durante la visita de Gorbachov, mientras las cadenas de todo el mundo retransmitían lo que ya muchos consideraban la caída del comunismo en China, despertó la ira de Deng Xiaoping y de los miembros más veteranos del Buró Político, lo cual derivó en la destitución inmediata del secretario general Zhao Ziyang. El 19 de mayo, mientras las protestas se extendían por toda China, Deng viajó a Wuhan, donde presidió una reunión de la Comisión Militar Central. Algunas fuentes afirman que se habría llegado a elaborar un plan para trasladar la capital provisionalmente a Wuhan en caso de que el Gobierno llegara a perder el control sobre Pekín. Tranquilizado por el apoyo del Ejército tras la reunión de Wuhan, Deng Xiaoping ordenó a Li Peng que declarara la ley marcial en Pekín el 20 de mayo. Durante los días siguientes, Deng Xiaoping, junto a Li Peng y al presidente Yang Shangkun, dirigió la operación militar para acabar con las protestas. Unos 300.000

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soldados fueron desplazados a Pekín, donde, en la noche del 3 de junio, comenzaban la operación. Los tanques entraban en la ciudad y se dirigían hacia la Plaza. Los enfrentamientos se sucedieron durante las primeras horas de la madrugada del 4 de junio. El saldo de víctimas mortales se estima entre 400 hasta más de 3000, según las fuentes. La represión violenta de las manifestaciones en Pekín puso fin a la oleada de protestas en el país y, durante los años siguientes, condenaría al ostracismo internacional al régimen chino, blanco de fuertes críticas de la opinión pública internacional. En cualquier caso, el régimen había evitado el destino de los regímenes de Europa del Este y, recuperada la estabilidad política, el sector ideológica y económicamente más conservador, representado por Li Peng y Chen Yun, defendió una marcha atrás en las reformas económicas de tipo capitalista. Sin embargo, Deng Xiaoping, aunque había acabado apoyando al sector conservador, seguía creyendo en la necesidad de mantener y, aun más, acelerar el ritmo de reformas económicas. Su desconfianza en los conservadores parece haber sido la razón por la que eligió como nuevo secretario general del Partido y como sucesor a un político poco conocido, Jiang Zemin, el alcalde de Shanghái que había logrado un fuerte desarrollo económico en esa ciudad durante la última década, y que había conseguido mantener el orden público en Shanghai mientras se sucedían las protestas en Pekín y otras ciudades chinas.-

“Crisis de Tiananmen”

Las protestas de la Plaza de Tian'anmen de 1989, también conocidas como la masacre de Tian'anmen, la revuelta de Tian'anmen o el incidente del 4 de junio, consistieron en una serie de manifestaciones lideradas por estudiantes en la República Popular China, que ocurrieron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989. La protesta recibe el nombre del lugar en que el Ejército Popular de Liberación suprimió la movilización: la plaza de Tian'anmen, en Pekín. Los manifestantes provenían de diferentes grupos, desde intelectuales que creían que el gobierno del Partido Comunista era demasiado represivo y corrupto, a trabajadores de la ciudad que creían que las reformas económicas en China habían ido demasiado lejos y que la inflación y el desempleo estaban amenazando sus formas de vida. El acontecimiento que inició las protestas fue el fallecimiento de Hu Yaobang.

Tras las protestas y las llamadas del Gobierno pidiendo su disolución, se produjo en el seno del Partido Comunista una división de criterio acerca de cómo responder a los manifestantes. La decisión tomada fue suprimir las protestas por la fuerza, en lugar de acceder a sus reivindicaciones. El 20 de mayo, el Gobierno declaró la ley marcial y en la noche del 3 de junio, envió los tanques y la infantería del ejército a la plaza de Tian'anmen para disolver la protesta. Las estimaciones de las muertes civiles varían: 400-800 (CIA), 2.600 (según fuentes no identificadas de la Cruz Roja China). El número de heridos se estima entre 7.000 y 10.000. Tras la violencia, el Gobierno emprendió un gran número de arrestos para suprimir a los instigadores del movimiento, expulsó a la prensa extranjera y controló estrictamente la cobertura de los acontecimientos en la prensa china. La cruel represión de la protesta de la plaza de Tian'anmen causó la condena internacional de la actuación del gobierno de la República Popular China.

Caída del “Muro de Berlín”, fin del eurocomunismo y desintegración soviética: La Unión Soviética sufrió una gran mutación, que fue esbozada y luego confirmada a partir de 1985, una verdadera revolución que provocará el cambio del sistema internacional. Había razones internas: la URSS se había estancado desde los años setenta; el estrato social técnico, nacido del régimen, habría tomado conciencia de la necesidad de reformar el sistema y de relegitimar a sus dirigentes. Razones externas: los Estados Unidos de Ronald Reagan habían reaccionado con energía a la voluntad hegemónica de la URSS bresneviana y a su hiperarmamento; desde la no-ratificación de los acuerdos SALT II al lanzamiento de la iniciativa de Defensa Estratégica, se iba a provocar el ahogo del complejo militar-industrial soviético. De

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todas formas, la parte que corresponde a la personalidad de Gorbachev no debe subestimarse, era reconocida la “naturaleza democrática” del Presidente Soviético, “alguien que abre puertas hasta entonces cerradas”. Con la llegada de Mijail Gorbachev al secretariado general del Partido Comunista de la Unión Soviética en marzo de 1985, y sobre todo con la difusión de los lemas perestroika y glasnot (reestructuración y transparencia), a partir de comienzos de 1987, grandes cambios influirán en la visión de los dirigentes soviéticos de su ambiente internacional y en la idea que se hacen ellos mismos de su acción en el mundo. El nuevo pensamiento político expuesto en 1986 por Mijail Gorbachev ante el XXVII congreso del Partido Comunista da su fundamento teórico al nuevo curso diplomático, al expresar una toma de conciencia de la “interdependencia global” y una voluntad de búsqueda de cooperación y del consenso en la dirección de las relaciones internacionales. Los Estados son interdependientes y así lo reconocen los dirigentes soviéticos. El 7 de diciembre de 1988, Gorbachev evoca ante las Naciones Unidas la “desideologización de las relaciones internacionales”, el hecho de que ya no era posible “mantener sociedades cerradas”. Se procedió a la detensión del desarrollo, sobredimensionado, de las fuerzas navales del almirante Gorchov; luego, discretas negociaciones con EEUU, región por región del mundo prepararon el Gran Repliege de la URSS, el abandono del apoyo soviético a los satélites o aliados de ultramar. Moscú redujo a la mitad y después suprimió totalmente su ayuda financiera y militar a Vietnam, al cual ordena se retire de Camboya. El 8 de febrero de 1988, la URSS se compromete a poner término a su presencia militar en Afganistán en el plazo de un año. La guerra civil en Nicaragua toca su fin en abril de 1988, solucionándose el conflicto por vía electoral. Entre Somalía y Etiopía se firma un alto el fuego en abril de 1988. A finales de ese año se evacuan las unidades cubanas de Angola y se concluye un acuerdo internacional sobre la independencia de Namibia. Al terminar el año 1988 la URSS se había desecho ampliamente de los conflictos del Tercer Mundo. Las revoluciones europeas de 1989: Durante el año 1989 ocurrieron todas las rupturas que echaron abajo el viejo orden heredado del segundo conflicto mundial. Es posible reconocer tres momentos más importantes: el 24 de agosto, la entrada del Primer Ministro no comunista en la Dieta Polaca; el 9 de noviembre, el reencuentro de los dos segmentos separados de la nación alemana, y después la destrucción del muro de Berlín; y el 29 de diciembre, el disidente de Praga Vaclav Havel, instalado en la Jefatura del Estado Checoslovaco. Primer Momento Clave: un primer Ministro no Comunista en Polonia. Desde el golpe del 13 de diciembre de 1981 en Varsovia perpetrado por el General Jaruzelski, el conjunto de la nación polaca, unida en torno a la Iglesia y al sindicato Solidaridad, habían entrado en la disidencia. El 5 de abril de 1989, con el aval de Gorbachev, el general Jaruzelski y los dirigentes del sindicato firmaron un acuerdo histórico: por primera vez desde 1946, se organizarían elecciones libres en Europa del Este, pero el alcance de esta libertad sería controlada y limitada. El “modelo” probado en Polonia debía ser el de una reducción, pero también de una protección provisional de la hegemonía del Partido Comunista: Solidaridad concedía 65% de la Dieta al Partido Comunista, comprometiéndose a no oponerles candidatos. La segunda cámara, el Senado, sería objeto de una competencia real: pero el papel del Senado estaba limitado al veto de las leyes votadas por la Dieta. El control sobre la transición se reforzaría con la elección por seis años y por las dos cámaras conjuntamente de un Presidente de la República que tendría importantes poderes y que probablemente sería el general Jaruzelski. Pero el modelo polaco tomó un significado totalmente distinto al inicialmente previsto. En el Senado, Solidaridad se hizo con noventa y nueve de los cien puestos. En la Dieta, casi ningún candidato del Partido Comunista fue elegido en la primera vuelta; en la segunda vuelta la participación electoral fue escasa y fueron los candidatos Comunistas, que estaban menos ligados con el aparato del partido, los elegidos. El Partido Comunista se encontró en minoría en la Dieta con un 38% de los diputados, pasando sus filas a la

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disidencia. El general Jarulezki consideró que no tenía otra solución que la de confiar la dirección del gobierno a Solidaridad. Las únicas exigencias de los soviéticos eran: el mantenimiento de la alianza con la URSS y la integridad del Pacto de Varsovia. Taudeusz Mazowiecki, primer ministro prepuesto y que recibió investidura el 12 de septiembre, aceptó ceder cuatro ministerios al Partido Comunista. Jaruzelski fue elegido Jefe de Estado, pero la desintegración del Partido Comunista dejará rápidamente sin sustancia el compromiso político alcanzado y la verosimilitud de los poderes del general-presidente. La carrera de Hungría hacia el Estado de Derecho: Desde la revolución antitotalitaria de 1956, aplastada por los carros soviéticos, el régimen dirigido por Janos Kadar había llevado a Hungría hasta la vanguardia de las reformas económicas y de una cierta tolerancia política en Europa del Este. La efervescencia política comenzó a manifestarse en 1987, en septiembre los intelectuales populistas, nacionalistas preocupados por la suerte de la minoría húngara en la Rumania vecina, oficiosamente animados por el jefe comunista reformador Imre Pozgay, constituyeron el Foro Democrático Húngaro (MDF). Se trataba de un instrumento de diálogo, era la primera organización política independiente del Partido Comunista. Los intelectuales de la oposición democrática clandestina, los disidentes hostigados por la policía, se envalentonaron y se constituyeron en Red de Iniciativas Libres que en 1988 se convirtió en un verdadero partido, la Unión de Demócratas Libres (SZDSZ), con un movimiento autónomo juvenil que a su vez se transformará en partido, la Federación de Jóvenes Demócratas Libres. La competencia entre facciones del Partido Comunista supondrá una verdadera carrera hacia el Estado de Derecho y la restauración de la identidad nacional. El 21 de febrero de 1989 los dirigentes del Parido Comunista optaron por una competencia electoral completamente libre y para darse mejores oportunidades de vencer abandonaron el 7 de marzo el marxismo-leninismo y definieron el Partido Comunista (transformado en Partido Social-Demócrata) como un partido nacional que se situaba por encima de las clases sociales. En el otoño de 1989, los comunistas reformadores húngaros pensaron que su partido lograría dirigir la apertura política y ganar las elecciones. Se esboza así un compromiso político, como en Polonia, a través de un acuerdo entre los comunistas reformadores y el Foro Democrático. La elección presidencial por sufragio universal precedería a las legislativas; la presidencia correspondería al antiguo partido único en la persona de Imre Pozgray, mientras que el jefe del Foro, Joseff Antall , sería nombrado Primer Ministro. Pero la otra rama de la oposición húngara, la Unión de los Demócratas Libres, animada por Janos Kis, rechazó el compromiso y exigió que su desacuerdo con el Foro y el poder fuese arbitrado por un Referéndum. La Unión de los Demócratas Libres vencerá en el referéndum del 29 de noviembre de 1989, concerniente al aplazamiento de la elección presidencial. El Partido Comunista se deshacía. La popularidad de Pozgay se desvanecerá rápidamente. Las elecciones legislativas de abril de 1990 darán la victoria al Foro Democrático, de tintes nacionalistas y populistas; la nueva oposición estará representada por la Unión de los Demócratas Libres, que defiende un anticomunismo radical junto con un liberalismo económico de tipo occidental.

Segundo Momento Clave: la Caída del Muro de Berlin La carrera de Hungría hacia el Estado de Derecho y la independencia política, tuvo un impacto decisivo en la evolución del régimen germano-oriental. El 10 de septiembre de 1989, tras infructuosos tratos con Berlín Este referentes a la suerte de los miles de turistas germano-orientales que, refugiados en la embajada de la República Federal en Budapest, piden ir a Alemania del Oeste, el gobierno de Budapest decidió abrir completamente su frontera con Austria. El “telón de acero” se alzó y Budapest hizo caso omiso, invocando los convenios internacionales sobre Derechos Humanos, del acuerdo República Democrática Alemana – Hungría sobre la circulación de los ciudadanos de Alemania del Este, limitada únicamente a los países socialistas. Nuevos visitantes germano-orientales llegaron y el éxodo se convirtió en incontrolable. Moscú manifestó su solidaridad con la República Democrática Alemana y sugirió reformas políticas para frenar el

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éxodo de los alemanes del Este. Honecker, quien dirigía el Partido Comunista de Alemania del Este, acababa de felicitar públicamente al embajador de China por la represión en la Plaza de Tiananmen y estaba persuadido de que las reformas sólo provocarían el hundimiento del régimen. Era un defensor de la firmeza y la determinación, pero un recurso a la fuerza sería públicamente condenado por Moscú a lo cual seguiría un grave aislamiento internacional de Berlín Este. El 18 de Octubre, Honecker dimitió de la dirección del Partido Comunista. Las vagas promesas de su sucesor, Egon Krenz, lejos de estabilizar la situación, acentúan el movimiento del éxodo, mientras que las manifestaciones de masas doblan su intensidad. Krenz se juega el todo por el todo y en la noche del 9 al 10 de noviembre hace que se abra el Muro de Berlin y anuncia la celebración de elecciones libres. Pero pese al nombramiento de una personalidad reformista, Hans Modrow, que lleva a cabo una dura autocrítica del régimen, la descomposición del Estado se aceleraba y la emigración masiva llevará consigo la reunificación. El 9 de noviembre el portavoz del Ministerio Soviético de Asuntos Exteriores afirmaba: “estos cambios van en buena dirección, de la Europa de posguerra dividida evolucionamos hacia la casa común europea”. Seguirán las reticencias soviéticas, no al irresistible movimiento de la reunificación, sino hacia la perspectiva de una absorción pura y simple del Estado germano – oriental por la República Federal.

La Reunificación Alemana: La reunificación se impuso por sorpresa a una opinión política y universitaria alemana que se había acomodado, desde hacía varios decenios, a la realidad del bi-estatismo. Los trastornos del otoño de 1989, la caída del Muro, el hundimiento rápido de la RDA, habían revitalizado las disposiciones constitucionales que se podían creer ya caducas. ¿Cómo reunificar Alemania?

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Estaban abiertas dos vías por ley fundamental. La vía real, establecida en el artículo 146: la ley fundamental de la RFA no tenía ya vigencia; una nueva constitución era adoptada por el conjunto del pueblo alemán que había recuperado “la libertad de sus decisiones”. Un camino más oscuro: el artículo 23 enumera los länder de la República Federal (los diferentes países federados) y añade que “otras partes de Alemania podrán acceder a la Federación”. En realidad, el constituyente pensaba en la reintegración del Sarre, administrado entonces por Francia, y no en la Alemania del Este. Sin embargo, el artículo utilizado fue el 23, puesto que permitía un procedimiento más rápido y evita cualquier interrogante sobre la identidad del nuevo Estado Unificado. No hubo fusión de la RFA y la RDA en una entidad estatal nueva, sino unión pura y simple de los cinco länder de la Alemania del Este (reconstituidos el 22 de julio de 1990) a la República Federal. La reunificación era, en consecuencia, dominio del derecho constitucional de la República Federal, en tanto que la fórmula de una “comunidad contractual”, mantenía el proceso en el marco del Derecho Internacional. Se recurrió también, a la vía interestatal clásica, es decir, a las negociaciones entre la RFA y la RDA, arriesgándose a crear una impresión de confusión. Son los representantes elegidos de la nación alemana los que deben tomar la decisión de principio de la reunificación y los dos gobiernos negociarán las modalidades de la aplicación. Los dos tratados de Estados instauraron una unión monetaria y económica entre la RFA y la RDA y adaptaron la legislación vigente de la RDA a la de la RFA, evitando así un vacío jurídico. La unión pura y simple de la RDA a la RFA aseguró continuidad de la participación del Estado unificado a la Comunidad Europea y la Alianza Atlántica. La Comunidad había afirmado desde su inicio, por el protocolo anejo al Tratado de Roma, el principio de la unidad económica pan-alemana y autorizado el libre comercio interalemán. La RDA se había convertido, de este modo, en miembro invisible de la CEE. Para oficializar esta antigua relación tras la caída del Muro, la CEE abrió negociaciones con la RDA el 22 de diciembre de 1989, con vistas a la conclusión de un acuerdo comercial, pero iniciada la unificación alemana, la negociación con la CEE perdía todo su sentido. En Dublín, el 28 de abril de 1990, el Consejo Europeo constataba que la integración de Alemania del Este en la CEE sería efectiva en el momento en que tuviese lugar la unidad alemana, sin revisión de Tratados. El presidente Gorbachev se resignó tras su entrevista con el canciller Kohl el 16 de julio de 1990 a que la Alemania unificada perteneciese a la Otan, poniendo fin de esta forma al antiguo orden europeo heredado de 1945. Desde el punto de vista político, la reunificación alemana planteaba un problema para los socios europeos occidentales y en particular a Francia. El 13 de febrero de 1990, en Ottawa, los ministros de Asuntos Exteriores de los “cuatro Grandes” (EEUU – FRA – URSS – GB) concluyeron un acuerdo sobre el principio de una negociación “dos más cuatro” (RFA – RDA + las Cuatro Potencias de Ocupación) referente a las condiciones de la unificación. Correspondería a las dos Alemanias el arreglo de sus cuestiones internas: las cuatro ex – potencias ocupantes se unirían a ellas para precisar las condiciones externas “incluyendo las cuestiones referentes a la seguridad de los Estados limítrofes”, fórmula que concernía a los polacos, preocupados por su frontera. La negociación gemano-soviética se encajó en el proceso diplomático. El acuerdo Kohl – Gorbachev del 16 de julio de 1990 solucionaba lo esencial: las fuerzas de la Alemania unificada quedarían limitadas a doscientos setenta mil hombres. Un tratado germano-soviético, de una duración de veinte años, se firmó el 13 de septiembre y en él Alemania se comprometía a no proporcionar ninguna ayuda militar a un país en guerra con la Unión Soviética. El 12 de septiembre los seis Estados habían puesto fin a la negociación “dos más cuatro”: Alemania recobraba su plena soberanía, garantizaba el respeto de las fronteras, renunciaba a las armas de destrucción masiva, se comprometía a no permitir el estacionamiento de fuerzas de la OTAN o de armas nucleares sobre el territorio de la ex RDA. Moscú retiraría el conjunto de sus fuerzas de Alemania a fines de 1994. El 01 de Octubre de 1990, las cuatro ex - potencias ocupantes pondrían fin a sus derechos de vencedores heredados desde 1945. El 3 de octubre de 1990, los alemanes celebraron su unidad política. Tercer Momento Clave: el líder de la disidencia, a la cabeza de Checoslovaquia.

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Desde la caída del Muro de Berlin, Checoslovaquia estaba rodeada en todas sus fronteras de regímenes comunistas “reformados” o en vías de reforma. En el interior del país parecía continuar la gran glaciación política instaurada tras la intervención de las fuerzas del Pacto de Varsovia en 1968. El régimen comunista permanecía congelado en la autosatisfacción y en el culto a la represión de la Primavera de Praga. Ante la imposibilidad de diálogo con un régimen inmóvil y los segmentos esparcidos de la oposición, fue la irrupción de las manifestaciones en las calles lo que provocará la salida del comunismo: el 17 de noviembre, cincuenta mil estudiantes de la universidad y los institutos quisieron rendir homenaje a un joven de Praga que los nazis habían matado en 1939; la manifestación fue duramente reprimida; el 19 de noviembre, el dramaturgo Vaclav Havel creó el Fórum Cívico durante una reunión en el Teatro de la Linterna Mágica; el 21 de noviembre, doscientos mil habitantes de la capital reunidos en la plaza de San Venceslao saludaron con una larga ovación la aparición de Vaclav Havel en el balcón del periódico Svodone Slovo. La gente no quería volver a la experiencia reformista, sino al fin del socialismo real y la democracia parlamentaria. Al día siguiente, en la huelga general del 27 de noviembre, el Partido Comunista se dispuso a entregar las armas, pues, como el partido germano – oriental, se resquebrajaría ante la negativa de ayuda soviética en caso de enfrentamiento. Gustav Husak, guardián de la ortodoxia desde la represión de 1968, dimitió de la presidencia de la República el 10 de diciembre de 1989. El 11 se constituyó un gobierno de coalición bajo la presidencia del comunista Marian Calfa, que inmediatamente dimitió del partido; las estructuras del Estado-Partido se dislocaron en pocos días; el 28 de diciembre, el Parlamento que había cooptado una centena de diputados no comunistas para paliar las masivas deserciones de sus filas, eligió a la presidencia a Alexander Dubcek; el 29 eleva a Vaclav Havel a la jefatura de Estado. “La verdad es que, sin saber por qué, la gran potencia que nos había capturado desde 1945 nos ha liberado repentinamente”. La separación de los checos y eslovacos: Al igual que la URSS y Yugoslavia, Checoslovaquia era un Estado Federal. Como en Yugoslavia, la unión se remonta a 1918: el Estado fue primero unitario; y no fue “federalizado” más que en el contexto de confusión de 1969; surgen entonces dos repúblicas que representan a diez millones de checos y a cinco millones de eslovacos. La distancia cultural no era tan grande entre checos y eslovacos: los dos pueblos tienen el mismo pasado austro – húngaro, la misma afiliación religiosa al catolicismo y al protestantismo (minoritario). La tradición nacional checa era más laica y el dominio de la Iglesia más fuerte en Eslovaquia. Pero checos y eslovacos no habían tenido ni un conflicto sangriento ni disputas fronterizas. El “divorcio amistoso” fue pronunciado el 1 de enero de 1993. Fue un “divorcio de terciopelo”, como resultado de un proceso de negociación metódico y programado. Pero la tristeza política estaba presente: checos y eslovacos no fueron realmente consultados. Tras las elecciones legislativas de junio de 1992, que habían llevado al poder en Praga a los liberales de Vaclav Klaus y en Bratislava al Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS) de Vladimir Meciar, ambos líderes habían concluido el 20 de junio unos acuerdos sobre el principio de la división y después, el 27 de agosto, sobre la creación de dos Estados independientes. El 17 de julio, el Parlamento de Bratislava había proclamado la soberanía de Eslovaquia y después adoptó la Constitución el 01 de septiembre. El 24 de septiembre, el quinto intento de elección de un presidente checoslovaco por el Parlamento Federal fracasaba. El 16 de septiembre el Parlamento de Praga había adoptado la Constitución de la República Checa. Quedaba, sobre todo del lado Checo, el doloroso adiós a Checoslovaquia (después de 74 años de historia) con la que se habían identificado siempre los ciudadanos de Bohemia y Moravia. Testimoniaban de ello el mantenimiento de la Bandera Tricolor Checoslovaca para la nueva República Checa y la elección del presidente checoslovaco Havel como Jefe del Nuevo Estado.

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La desintegración Soviética: El primer territorio de la URSS que declaró la independencia en enero 1990 en respuesta a acontecimiento de Bakú, era la República Soviética autónoma de Nahichevansky. Luego declararon la independencia dos repúblicas de la unión (Lituania y Georgia) y cuatro (Estonia, Letonia, la Moldavia, Armenia). (Esto es de Wikipedia) El hundimiento de la economía, la independencia proclamada de los Estados Bálticos, el malestar en el ejército dejaban al descubierto un Estado Soviético en vías de Implosión. Ante los peligros, la actitud de Mijail Gorbachev fue desconcertante: el Presidente Soviético, desbordado por los Partidarios de Yeltsin (Quien el 12 de junio de 1991, había ganado con el 57 % del voto popular en las elecciones democráticas para el puesto de presidente de la República Socialista Federativa de Rusia – SFSR, nombre de la Nación Rusa en la Unión Soviética), intentaba desesperadamente volver a tomar el control de una situación que se le escapaba; prevenido de la inminencia del golpe, se negó a hacer frente a lo peor y se dejó sorprender por los conjurados mientras estaba de descanso en Foros, a la orilla del Mar Negro. Pero la falta de preparación y la improvisación de los “golpistas” los llevará al fracaso. Yeltsin reunió en torno suyo a toda la oposición; la joven generación moscovita fue al edificio del Parlamento y se opuso al golpe (organizado por los conservadores en un intento de preservar el sistema soviético en agosto de 1991). El fracaso del golpe provocó una verdadera revolución de los pueblos soviéticos, dos años después de la de los de Europa del Este. El Estallido de la URSS estaba ya en gestación, varios meses antes del golpe. Las políticas de reformas de Gorbachev, la lucha contra la corrupción y por la descentralización económica, había provocado la creación de un frente común de los apparatchiks (es un término coloquial ruso que designaba a un funcionario profesional, a tiempo completo del Partido Comunista o la administración soviética) de las diferentes repúblicas federadas y de los disidentes nacionales contra Moscú. Los sueños de autonomía nacional eran legitimados por los comunistas locales, que, en parte, se deslizaban hacia la oposición. Ante la subida de los nacionalismos periféricos, Rusia había vuelto a examinar su propio destino. (WIKIPEDIA) El 8 de diciembre de 1991, los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el Tratado de Belovesh que declaró oficialmente la ya inevitable disolución de la Unión Soviética y se estableció la Comunidad de Estados Independientes (CEI), en su lugar. Como quedaban dudas sobre la autoridad del Tratado de Belovesh para disolver la Unión, el 21 de diciembre de 1991, los representantes de todas las repúblicas soviéticas excepto Georgia, inclusive las 3 repúblicas que habían firmado el Tratado de Belovesh, firmaron el Protocolo de Alma-Ata, que confirmó el desmantelamiento consecuente de la URSS y volvió a

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plantear el establecimiento de la CEI. La cumbre de Alma-Ata convino también en varias otras medidas prácticas como consecuencia de la extinción de la Unión Soviética. El 25 de diciembre de 1991, Gorbachov presentó su dimisión como presidente de la URSS y transfirió los poderes a Borís Yeltsin; el presidente de la República Rusa. El día siguiente, el Soviet Supremo de la URSS, el cuerpo gubernamental más alto de la Unión Soviética, reconoció que la Unión Soviética había sido desmantelada. Esto es reconocido generalmente como la disolución final de la Unión Soviética como un estado. Muchas organizaciones como el Ejército Rojo y la policía continuaron ocupando sus respectivos puestos hasta principios del año 1992, pero fueron retirados progresivamente y absorbidos por los nuevos estados constituidos.

PROCLAMACIÓN DE INDEPENDENCIA DE LAS REPÚBLICAS URSS:

1990: o 19 de enero — República Autónoma Socialista Soviética Nahichevanskaya o 11 de marzo — República Socialista Soviética Lituana o 30 de agosto — República Autónoma Socialista Soviética Tártara o 27 de noviembre — República Autónoma Socialista Soviética Chechena-inguche

1991: o 9 de abril — República Socialista Soviética Georgiana o 8 de junio — República Autónoma Socialista Soviética la parte de Chechena-inguche o 20 de agosto — República Socialista Soviética de Estonia o 21 de agosto — República Socialista Soviética de Letonia o 24 de agosto — República Socialista Soviética de Ucrania o 25 de agosto — República Socialista Soviética de Bielorrusia o 27 de agosto — República Socialista Soviética de Moldavia o 30 de agosto — República Socialista Soviética de Azerbaiyán o 31 de agosto — República Socialista Soviética de Kirguizia o 1 de septiembre — República Socialista Soviética de Uzbekistán o 9 de septiembre — República Socialista Soviética de Tayikistán o 23 de septiembre — República Socialista Soviética de Armenia o 27 de octubre — República Socialista Soviética de Turkmenia o 16 de diciembre — República Socialista Soviética de Kazajstán

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El fin del Pacto de Varsovia: En marzo de 1990 el Pacto de Varsovia mostró su inutilidad política para Moscú: ante la reunión ministerial del Pacto, la URSS abordó el problema de la neutralidad de la futura Alemania. Ninguno de los Estados miembros aceptó seguir a Moscú y sólo Bulgaria se abstuvo. Polonia, que parecía el Estado más concernido por la eventual resurrección de un “peligro alemán”, temía una eventual neutralidad alemana que recordaba a Varsovia la posibilidad de un nuevo Rapallo, por lo que prefería la perspectiva de una Alemania sólidamente amarrada a la organización militar de la OTAN. La diplomacia polaca volvía a su comportamiento del período de entreguerras: busca una garantía de seguridad al oeste de Alemania. La función militar del Pacto era ya discutida por los dos Estados que tuvieron que sufrir una intervención militar soviética, Praga y Budapest obtuvieron el acuerdo de Moscú para la fijación de plazos de la retirada de las fuerzas soviéticas; a partir de abril de 1990, Hungría y después Checoslovaquia anunciaron que abandonarían la organización militar del Pacto de Varsovia a fines de 1991, tras negociaciones o unilateralmente. Polonia, Rumania, Bulgaria adoptaron la misma posición. El 25 de febrero de 1991 el comité político y consultivo del Pacto formado por los ministros de Asuntos Exteriores y los Jefes de Estado Mayor, ratificó la propuesta de Mijail Gorbachev de disolver las estructuras militares del Pacto el 31 de marzo de 1991. El 1 de Julio de 1991, los Estados miembros firmaban un protocolo poniendo fin al tratado de “amistad, cooperación y asistencia mutua” que había sido firmado en Varsovia el 14 de mayo de 1955. Las guerras de secesión yugoslavas:

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En el interior del Estado multinacional de los eslavos del Sur – el “Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos” de 1945 – no había ni conciencia de un destino común, ni voluntad de vivir juntos. El régimen titista creará y mantendrá durante mucho tiempo la ilusión. La solidaridad entre los pueblos de Yugoslavia fue muy fuerte en los años 1948 a 1953, con ocasión del combate contra Stalin. Josef Broz Tito, hijo de padre croata y madre eslovena, impuso un verdadero compromiso multinacional, una Yugoslavia fuerte, una reducción de la influencia de la nación serbia. Pero a partir de los años sesenta, la Federación se debilita al afirmarse la autonomía política y económica de las “ocho” entidades yugoslavas. Aparece entonces que la gran división mundial Norte – Sur atraviesa Yugoslavia: las regiones ricas de Eslovenia, Croacia y la Voivodina del norte y en el sur las regiones antiguamente turcas que muestran todos los signos del subdesarrollo. Las tensiones entre el centro y la periferia se agravan en 1971 con el aplastamiento de la “Primavera Croata”. A mitad de los años ochenta, el mito de una Yugoslavia unida, líder de los Estados no alineados, modelo de autogestión económica, se hunde. En tanto que Estado Comunista, Yugoslavia no escapa al “efecto Gorbachev”, pero a partir de entonces las vías escogidas por las diversas repúblicas se oponen diametralmente: mientras que Eslovenia y Croacia emprenden el camino de la democracia pluralista, Serbia se encierra en el nacional-comunismo. La Liga Comunista Yugoslava, reunida en congreso en Belgrado el 20 de enero de 1990, estalla tras cuarenta y cinco años de poder exclusivo. La presidencia Federal de Yugoslavia desaparece quince meses más tarde y el Gobierno Federal veintiún meses más tarde. A continuación surgen los primeros actos de guerra, con la rebelión de los serbios de Croacia, alrededor de la ciudad de Knin, en el interior de Dalmacia, en septiembre de 1990; la proclamación de la Independencia de Eslovenia el 26 de Junio de 1991; el intento de reconquista por parte del ejército federal rápidamente detenido por la Comunidad Europea; la agravación de los desórdenes en las zonas serbias de Croacia; la caída de Vukovar el 19 de noviembre de 1991; el alto el fuego respetado el 3 de enero de 1992 tras seis meses de guerra en Croacia. Los combates ganaron Bosnia – Herzegovina. Tras las elecciones de diciembre de 1990, se había formado un gobierno de coalición representando a los tres pueblos, pero la coalición no era más que aparente, cada ministerio, cada centro de poder se convertía en un feudo étnico. Anexo Wikipedía: Después de la muerte de Tito en 1980, y en medio de una crisis económica, las tensiones entre los pueblos del país crecieron. Tras el ascenso de partidos nacionalistas al poder en Serbia, dos de sus repúblicas constituyentes (Eslovenia y Croacia) declararon su independencia en 1991, a las que seguirían Macedonia y Bosnia-Herzegovina al año siguiente, no sin resistencia por parte de Serbia. En 1991 la tensión entre las diferentes repúblicas derivó en el sangriento conflicto conocido como guerra de Yugoslavia. Las repúblicas que decidieron permanecer en la federación reemplazaron en 1992 a la República Federativa Socialista de Yugoslavia por la nueva República Federal de Yugoslavia, integrada ya sólo por Montenegro y Serbia y abandonando también el sistema socialista. La minoría étnica albanesa al sur de Serbia fue también fuente de tensión y, ante los enfrentamientos del ejército yugoslavo con la guerrilla kosovar así como después del bombardeo de la OTAN a la República Federal de Yugoslavia, a partir de 1999 la ONU se hizo cargo, de forma temporal, del territorio kosovar. Tras la aprobación y promulgación de la Carta Constitucional de Serbia y Montenegro por la Asamblea de la República Federal de Yugoslavia el 4 de febrero de 2003, la República Federal de Yugoslavia pasó a ser la unión de Estado de Serbia y Montenegro.

El antiguo territorio de Yugoslavia actualmente está distribuido entre 6 estados soberanos:

1. Bosnia y Herzegovina 2. Croacia 3. Eslovenia

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4. República de Macedonia 5. Montenegro 6. Serbia

6a. Kosovo: territorio en disputa entre Serbia y la autodenominada República de Kosovo

EL CONFLICTO ARMADO DEL GOLFO PÉRSICO: La política de la cañonera y la práctica de la acción relámpago no eran ya el privilegio exclusivo, y ampliamente sobrepasado, de las grandes potencias tradicionales. Irak demostró todo esto en la noche del 1 al 2 de agosto de 1990, cuando sus blindados invadieron Kuwait. El emir Jaber y el príncipe heredero huyeron a Arabia Saudí, mientras el ocupante instalaba un “Gobierno Provisional del Kuwait Libre”. El mundo árabe pareció estar sordo ante los llamamientos de ayuda lanzados por ciertas autoridades kuwaitíes, del mismo modo que había permanecido pasivo ante las duras negociaciones impuestas a Kuwait por Irak, pasividad que fue interpretada por Irak como una promesa de no – intervención. En las semanas precedentes a la agresión, Irak había conminado a los Estados árabes productores de petróleo a que redujesen sus producciones de hidrocarburos con el fin de aumentar el precio del barril de bruto de quince a veinticinco dólares. Irak había salido debilitado de una guerra de ocho año que había arruinado su economía. La vuelta al tema de la anexión de Kuwait (provincia iraquí, según la reivindicación de 1961), parecía ahora más fácil de realizar por Irak con su ejército de un millón de hombres, su armamento químico y sus esperanzas nucleares. El minúsculo Kuwait era acusado de preparar una invasión a Irak y luego de robar petróleo iraquí en la zona fronteriza. Según Bagdad, Kuwait debería pagar dos mil cuatrocientos millones de dólares como indemnización. Aparecieron otras reivindicaciones territoriales: los dos islotes de Boubiyan y de Warba, en la desembocadura del Chatt al-Arab, deberían ser cedidos por Kuwait con el fin de mejorar el acceso de Irak a las aguas del Golfo. Una vez que Kuwait fue invadido, sus vecinos árabes, sus amigos y aliados occidentales, parecieron estar a punto de aceptar el “diktat” de Bagdad. Sólo el voluntarismo de los Estados Unidos modificará el curso de los acontecimientos. El golpe de fuerza iraquí había sido interpretado primeramente desde una perspectiva exclusivamente “petrolera”: el dictador iraquí quería controlar la oferta mundial de petróleo e imponer precios más remuneradores. Los Estados occidentales, sin embargo, tenían reservas nacionales muy elevadas, de cien días para los países de la OCDE y de ciento treinta para Japón; en consecuencia, los Estados consumidores

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disponían de un gran margen de seguridad. La amenaza que hacía pesar el presidente Saddam Husein sobre la economía occidental parecía todavía lejana. Pero la reacción de Estados Unidos y después la condena unánime de la comunidad internacional, dieron una nueva dimensión al asunto. Políticamente la situación se exacerbó cuando Irak respondió con la anexión definitiva de Kuwait al envío de un cuerpo expedicionario americano. En el aspecto económico el golpe iraquí había sido dado en una sociedad internacional debilitada por un comienzo de recesión. El alza de los precios del petróleo, de quince a cuarenta dólares, 170% en dos meses, una de las alzas más rápidas jamás registradas, tenía consecuencias desmultiplicadoras por los malos resultados de la economía americana y su impacto previsible en Europa. Estados Unidos estaba dispuesto a reaccionar ante cualquier crisis en el Golfo; su dispositivo estaba preparado desde la presidencia de Carter. El embargo se hizo efectivo inmediatamente, cerrándose los oleoductos turco y saudí; los dos golfos, el árabe – pérsico y el de Aqaba, fueron bloqueados herméticamente; las rutas estaban cortadas, salvo hacia Jordania. Irak ni importaba ni exportaba. No podía vivir en autarquía ya que el 80% de los productos alimenticios y casi la totalidad de los productos industriales que le eran necesarios eran de importación. El gobierno de Bagdad, multiplicaría los intentos para “salir”: El primer intento fue reanudar las relaciones con Irán para aflojar el Bloqueo. El 15 de agosto, Saddam Husein ofreció a Teherán volver al acuerdo de Argel de 1975 a propósito de Chatt al-Arab. Desde el cese el fuego, Bagdad controlaba de facto esta vía de agua. Saddam aceptaba renunciar a la única ventaja obtenida tras ocho años de guerra. No obstante seguían existiendo numerosos obstáculos que dificultaban el acercamiento irano – iraquí. El segundo intento de “salir” fue la decisión de Saddam Husein de tomar a once mil extranjeros que vivían en Irak y en el Kuwait ocupado como rehenes. En realidad se trató de una medida con efecto búmeran, pues al actuar abiertamente como un Estado Terrorista, Irak había reforzado el consenso internacional contra él. El tercer intento de “salida”: desconcertados por sus fracasos los iraquíes decidieron presentar un perfil bajo. Renunciaron a cerrar por la fuerza las embajadas occidentales en Kuwait (pese al ultimátum lanzado); ordenaron a sus navíos que no resistiesen en caso de abordaje y, sobre todo, decidieron proceder a la liberación, en etapas sucesivas de los rehenes: los niños y las mujeres extranjeros y después el conjunto de los nacionales franceses antes de anunciar la liberación total de los rehenes en diciembre de 1990. Pero la verdadera “salida” sería para Saddam Husein la desestabilización de sus vecinos, incluso el conjunto de los regímenes árabes. Saddam olvidó de repente el “llamamiento a la nación árabe”, modernista y laico que encarnaba y el dictador acorralado proclamó la guerra santa, el yihad contra los saudíes. La decisión de Georges Bush y la aparente facilidad con la que la opinión pública americana aceptó la operación “Escudo del Desierto” u “Operación Tormenta del Desierto” pusieron de manifiesto el fin del síndrome de Vietnam que había paralizado a las administraciones de Ford y Carter y que Reagan había intentado borrar. La aprobación de la opinión americana era casi unánime. Estados Unidos se encontraba en un nuevo apogeo tras las revelaciones de 1989 y 1990: había ganado la Guerra Fría, tras cuarenta y cinco años de confrontación con la Unión Soviética. Aparecían por un tiempo como la única superpotencia, combinando las bazas del espacio y de los recursos naturales, del potencial militar y de la demografía, del avance tecnológico y de la unidad nacional, mientras que su único rival la URSS perdía su cohesión nacional y se derrumbaba económicamente. Por otro lado, la acción de EEUU en el mundo producía un amplio consenso, la URSS y los nuevos regímenes liberales de Europa del Este, Egipto y una mayoría de los gobernantes árabes, Japón y la nueva Asia industrializada buscaban la alianza o el apoyo de Washington. El objetivo era la constitución de una amplia coalición internacional contra Sadam Husein y no excluía el derrocamiento del dictador iraquí por medio de una estrategia indirecta en lugar de un ataque frontal. Los soviéticos aceptaban condenar a Irak, pero no lanzar represalias, ante el Consejo de Seguridad, calificaron a Iraq de “Estado Predador”, pero se inquietaban por la concentración de fuerzas americanas “a mil kilómetros del Cáucaso”. Los problemas causados por la constitución de una vasta coalición contra Irak no eran solamente psicológicos; eran también puramente materiales. El Gobierno de Kuwait, en exilio, había decidido afectar los intereses de su “fondo de reserva para las generaciones futuras” al combate contra el agresor. Arabia Saudí había aumentado su producción de petróleo y el alza de precios le proporcionaba un

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suplemento de cien millones de dólares por día, por lo que se ocupara del mantenimiento del cuerpo expedicionario americano. La constitución de una vasta coalición exigía la abstención de Israel. Las consideraciones técnicas y políticas se oponían en este caso. Técnicamente, el concurso de Israel al bloqueo podría resultar precioso, particularmente en el Golfo de Aqaba. Politicamente la participación israelí podría provocar reacciones pasionales en la opinión pública de los países árabes coaligados contra Irak. Recordar a su vez, la necesidad de EEUU de que en el Consejo de Seguridad China no vete la resolución para actuar en el Golfo, sobre todo ante la condena de EEUU a lo sucedido en Tiananmen (Esto lo mencionó Oviedo en Consulta). Finalmente, el 16 de enero de 1991 una coalición internacional de 31 países liderada por Estados Unidos y bajo mandato de la ONU, inició una campaña militar con el fin de obligar al ejército invasor a replegarse de Kuwait, atendiendo a la resolución Nº 660 de la ONU. Los países integrantes de la coalición eran: Afganistán (con un grupo de guerreros mujahadines), Argentina (cooperando con dos aviones de transporte un destructor ARA Almirante Brown (D-10) y algunas fragatas y corbetas),Arabia Saudita, Australia, Bangladesh, Bélgica, Canadá, Checoslovaquia, Corea del Sur, Dinamarca, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Kuwait, Marruecos, Países Bajos, Nicaragua, Nigeria, Nueva Zelanda, Noruega, Omán, Pakistán, Polonia, Portugal, Qatar, Reino Unido, Senegal y Siria. Para la batalla, la coalición había logrado reunir un ejército de 680.000 hombres, 2.000 carros de combate y una flota de 100 barcos de guerra entre los que había seis portaaviones, además de un impresionante despliegue aéreo de al menos 1.800 aviones. Cabe destacar que el contingente estadounidense era por mucho el más numeroso con 415.000 soldados de los cuales 27.000 eran mujeres. (WIKIPEDIA) La guerra es un revelador extraordinario de las verdaderas relaciones de Fuerza. Importantes cambios geopolíticos se llevaban a cabo. Del lado occidental, el compromiso americano confirmó a EEUU en su papel de policía del mundo. Accesoriamente el debate que fue objeto de tantas discusiones de expertos y políticos quedaba resuelto: los tiros de los antimisiles Parriot sellan la victoria de Ronald Reagan y su Iniciativa de Defensa Estratégica. Sin embargo, este éxito tecnológico no podía disimular la vulnerabilidad de EEUU en el tablero económico y financiero. Por primera vez, EEUU autofinancia una intervención con los ingresos del petróleo saudí y kuwaití y con la ayuda financiera alemana y japonesa. El 28 de febrero de 1991 Irak se rindió y aceptó las condiciones impuestas por las Naciones Unidas. En ese momento las fuerzas francesas de la 6ª División acorazada se hallaban a sólo 150 kilómetros de Bagdad. Al final del conflicto, la coalición internacional informó de la pérdida de 378 soldados y unos 1.000 resultaron heridos. Los iraquíes se llevaron la peor parte ya que sus bajas oscilaron entre los 25.000 y 30.000 muertos. Mientras los iraquíes se retiraban incendiaban los pozos de petróleo de Kuwait.

Tras el conflicto, la ONU impuso a Iraq un severo embargo que produjo gravísimos trastornos sociales y económicos en el país.

En julio de 1992, aviones británicos y estadounidenses despegaron desde Turquía y quemaron cultivos en Iraq. El 30 de junio de 1993, Estados Unidos bombardeó Iraq en represalia por una supuesta conspiración para asesinar a George Bush. Del 16 de diciembre al 19 de diciembre de 1998, mientras en EE.UU. arreciaba el "escándalo Lewinsky", EE.UU. y Gran Bretaña llevaron a cabo sobre Iraq una serie de bombardeos a la que llamaron «Operación Zorro del Desierto».

En el año 2002 George W. Bush acusa a Iraq de constituir un «eje del mal», junto con Corea del Norte e Irán, desencadenando la Invasión de Iraq de 2003 bajo pretexto de tener gran cantidad de armas de destrucción masiva, las cuales nunca fueron encontradas, y de tener vínculos con Al Qaeda. El 5 de noviembre de 2006, tras dos años de juicio, Husein fue condenado, junto con otros dos acusados, "a morir en la horca" por el Alto Tribunal Penal iraquí, que lo encontró culpable de haber cometido un crimen contra la Humanidad, por la ejecución de 148 chiítas de la aldea de Duyail en 1982. También se le atribuye a su responsabilidad el ataque químico a Halabja (1988), el aplastamiento de la rebelión chiíta (1991), las fosas comunes (1991), la guerra contra Irán (1980-88) y la invasión de Kuwait (1990).

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La ejecución de Saddam Husein tuvo lugar el día 30 de diciembre de 2006, aproximadamente a las 06:05 hora local (03:05 GMT), como sentencia del juicio, el ex dictador fue condenado a la horca. Se le ejecutó en presencia de un clérigo, un médico y un juez. Su cuerpo fue entregado a sus familiares para ser enterrado en su ciudad natal de Tikrit.

LA CUESTIÓN DE VIETNAM Y LA SITUACIÓN EN LA PENÍNSULA DE COREA: La caída del Muro de Berlin, el fracaso del putsch de Moscú, el hundimiento de la Unión Soviética no parecían tener influencia sobre los regímenes “socialistas” asiáticos, China, Corea del Norte, Vietnam, que parecían petrificados en la línea dura impuesta a sus pueblos. Sin embargo, a partir de 1991, la aceleración del desarme nuclear de Estados Unidos, su alejamiento de Asia, llevan a los Estados de la región a reconsiderar la relaciones políticas y equilibrios estratégicos en la zona de Asia – Pacífico. El cierre de las bases americanas en Filipinas puso fin a un siglo de presencia americana y a un dispositivo que contribuía a la seguridad de los estrechos malayos y de las vías japonesas de aprovisionamiento. En Corea, la declaración del Presidente Bush de 29 de septiembre de 1991, sobre la “eliminación total de las armas nucleares de corto alcance con base en tierra”, significa la retirada del armamento atómico americano, una retirada confirmada el 18 de diciembre por el presidente Roh Tae-Woo; pero el 20 de noviembre, el gobierno de Washington había suspendido la reducción de sus fuerzas en la península hasta que Corea del Norte no aceptase la inspección de sus emplazamientos nucleares por la Agencia de Viena. Un enorme potencial ruso subsiste en Extremo Oriente. El Gobierno de Tokio prosigue en consecuencia el desarrollo de sus Fuerzas de Autodefensa, al mismo tiempo que busca la conclusión de un Tratado de Paz con Moscú, que solucionaría la hiriente cuestión de las Kuriles. En mayo de 1991, Pekín y Moscú solucionaron los litigios territoriales en su frontera al este de Mongolia. En noviembre de 1991, la visita de los dirigentes vietnamitas a Pekín permitió relanzar los intercambios comerciales y sobre todo consagra el acuerdo alcanzado entre los dos países sobre el destino de Camboya. Los acuerdos de Paz sobre Camboya habían sido concluidos en París el 23 de Octubre de 1991 y ponían término a las tensiones del asunto camboyano. El Gobierno provietnamita de Phnom Penh, reducido a sus propias fuerzas desde la evacuación del cuerpo expedicionario vietnamita, acepta el reparto de poder y la intervención de la ONU. China, aislada tras la tragedia de Tiananmen, no puede ya sostener la resistencia jemer roja. Necesita en el momento del hundimiento del comunismo acercarse a Vietnam y aceptar que los equipos provietnamitas de Phnom Penh continúen desempeñando su papel. Estados Unidos, la URSS y los Estados de la ASEAN exigían el arreglo del asunto camboyano con el fin de asegurar la estabilidad de la región. Los acuerdo de Paris habían sido precedidos por la creación en Yakarta, el 9 de septiembre de 1990, de un Consejo Nacional Supermo (CNS) compuesto de las cuatro facciones rivales, seis representantes del gobierno provietnamita, dos partidarios del príncipe Sihanuk, dos nacionalistas de la facción Son Sann (emanación de la antigua república Jemer de los años 1970-1975), dos jemeres rojos. En agosto de 1991, el CNS había decidido llevar el príncipe Sihanuk a la presidencia e instalarle en Phnom Penh. Los acuerdos de Paris, firmados por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, los seis miembros de la ASEAN, Vietnam, Laos, Australia, India y Japón, Yugoslavia y las cuatro facciones camboyanas, confían una verdadera tutela a la Autoridad Provisional de las Naciones Unidas para Camboya (APRONU), auténtico ejecutivo provisional del país, encargado de mantener la seguridad, de hacer respetar el alto el fuego decidido en junio de 1991, de aplicar las opiniones del CNS, incluso, a largo plazo, asegurar la repatriación de los refugiados, la reconstrucción económica y garantizar la soberanía, la neutralidad y la unidad de Camboya. El 23 de mayo de 1993 el responsable de la Autoridad de las Naciones Unidas constata que el mandato confiado a la ONU ha sido cumplido. Las elecciones legislativas habían podido celebrarse. Los partidarios del antiguo soberano constituían con el 47 % de los sufragios, el principal grupo de la nueva Asamblea. El 14 de Junio, el Príncipe Norodom Sihanuk es restablecido en sus funciones de Jefe de Estado y en septiembre coronado tras el restablecimiento de la monarquía. El 16 de Junio, su hijo Ranariddh había formado un gobierno de unión nacional, asistido por el dirigente neocomunista Hung Seng.

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Con el acuerdo de reconciliación entre las dos Coreas; firmado el 13 de diciembre de 1991, la primera guerra fría parece en un camino de apaciguamiento. El juego de las grandes potencias sobre la Península Coreana se hace menos apremiante. La nueva Rusia y China están menos comprometidas del lado norcoreano; no consideran ya la reunificación de Corea en un marco liberal – democrático como contrario a sus intereses nacionales. China empuja incluso a Corea del Norte a la reconciliación con el Sur. Japón consciente del contrapeso que podría constituir para su influencia una Gran Corea, económicamente dinámica y fuertemente armada, busca, en el marco de una nueva diplomacia del equilibrio, una apertura hacia Corea del Norte. En el plano de las relaciones de fuerza, subsiste el peligro de una huida hacia adelante del régimen de Pyongyang. Estados Unidos denuncia desde 1991 las ambiciones nucleares de Corea del Norte. La cuestión coreana se convierte, en una cuestión nacional, la división de una nación en dos Estados, antaño reflejo de la división del mundo, de una división que ya no existe. Los acuerdos de armisticio de 1953 preveían un arreglo final, tratado de paz y unificación de Corea, que sería negociado por una conferencia política y asumido por la Asamblea General de la ONU. La conferencia de Ginebra de 1954 probó que no existía ningún consenso sobre la cuestión coreana. Desde el fin de la Guerra Fría, Corea del Sur había afianzado su estatuto internacional y lanzado un proceso de paz. Las dos Coreas habían sido admitidas en la ONU en septiembre de 1991, un fracaso evidente para el régimen norcoreano que discutía la legitimidad de la República del Sur. En fin, la normalización de las relaciones entre Seúl y Pekín fue esbozada desde abril de 1991 con el intercambio de representaciones comerciales antes de oficializarse por el reconocimiento diplomático de 24 de agosto de 1992. Tras veinte años de conversaciones interrumpidas periódicamente las dos Coreas firmaron el 13 de diciembre de 1991 en Seúl un acuerdo de “reconciliación, no agresión, intercambios y cooperación”. Los dos gobiernos se comprometían a respetar recíprocamente los regímenes políticos y renunciaban a toda injerencia en los asuntos internos del otro Estado.