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Historia de las Ideas Políticas I Bloque I. El mundo griego. Tema 1. Grecia, la polis, el nacimiento del ciudadano. a) Homero. El mundo épico descrito por Homero mezcla características micénicas con prácticas contemporáneas al poeta (750-700 a.C.), pero aunque no sea una narración fidedigna si puede informar de los valores e ideales que compusieron la sociedad griega a lo largo de la historia. El tipo de gobierno que presentan la Ilíada y la Odisea es la monarquía, con un rey que concentra en su persona todo el poder y que cuando necesita consejo reúne a un órgano el “ágora” que tiene funciones meramente consultivas. Estos reyes Homero los llama”basileis”, y Agamenón como líder de la alianza aquea es conocido como “wanax”, que también tiene funciones sacerdotales. La virtud homérica se entiende casi sólo como valentía y la motivación central es adquirir la gloria que se gana normalmente en la guerra, por lo que la mayoría de virtudes homéricas están relacionadas con las virtudes del campo de batalla. Existen los héroes como Aquiles, que es un guerrero ofensivo sediento de hazañas, y con Héctor, que es un hoplita que defiende lo suyo. Con la poesía homérica se criaron los griegos y bebieron de sus valores. b) Hesiodo. Es posterior a Homero y es el “profeta del Derecho”, sosteniendo que la ley sostiene los diversos ámbitos del ser. En su obra, Teogonía, muestra como a partir del caos inicial, Zeus logra crear gracias a vencer a los Titanes, un orden de las horas, las estaciones, etc. Con los mitos, Hesiodo, explica como se trastoca ese orden y su remedio. - Los mitos de las Edades, Prometeo y Pandora. Los dioses hicieron una estirpe humana de oro, que vivían felices en la tierra, cuando estos al final desaparecieron fueron convertidos en daímones protectores de los hombres. Después crearon hombres de plata, que demostraron ser muy violentos, por lo que Zeus los convirtió en demones subterráneos. La tercera especie era de bronce y nacía del fresno y sólo se dedicaban a la guerra. Los intentó destruir pero Prometeo se interpuso, por lo que Zeus castigó eternamente a Prometeo e ideó una nueva forma de 1

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Apuntes Historia de las Ideas Politicas I

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Historia de las Ideas Políticas I

Bloque I. El mundo griego.

Tema 1. Grecia, la polis, el nacimiento del ciudadano.

a) Homero. El mundo épico descrito por Homero mezcla características micénicas con prácticas contemporáneas al poeta (750-700 a.C.), pero aunque no sea una narración fidedigna si puede informar de los valores e ideales que compusieron la sociedad griega a lo largo de la historia. El tipo de gobierno que presentan la Ilíada y la Odisea es la monarquía, con un rey que concentra en su persona todo el poder y que cuando necesita consejo reúne a un órgano el “ágora” que tiene funciones meramente consultivas. Estos reyes Homero los llama”basileis”, y Agamenón como líder de la alianza aquea es conocido como “wanax”, que también tiene funciones sacerdotales. La virtud homérica se entiende casi sólo como valentía y la motivación central es adquirir la gloria que se gana normalmente en la guerra, por lo que la mayoría de virtudes homéricas están relacionadas con las virtudes del campo de batalla. Existen los héroes como Aquiles, que es un guerrero ofensivo sediento de hazañas, y con Héctor, que es un hoplita que defiende lo suyo. Con la poesía homérica se criaron los griegos y bebieron de sus valores.

b) Hesiodo. Es posterior a Homero y es el “profeta del Derecho”, sosteniendo que la ley sostiene los diversos ámbitos del ser. En su obra, Teogonía, muestra como a partir del caos inicial, Zeus logra crear gracias a vencer a los Titanes, un orden de las horas, las estaciones, etc. Con los mitos, Hesiodo, explica como se trastoca ese orden y su remedio.

- Los mitos de las Edades, Prometeo y Pandora. Los dioses hicieron una estirpe humana de oro, que vivían felices en la tierra, cuando estos al final desaparecieron fueron convertidos en daímones protectores de los hombres. Después crearon hombres de plata, que demostraron ser muy violentos, por lo que Zeus los convirtió en demones subterráneos. La tercera especie era de bronce y nacía del fresno y sólo se dedicaban a la guerra. Los intentó destruir pero Prometeo se interpuso, por lo que Zeus castigó eternamente a Prometeo e ideó una nueva forma de reproducción para los hombres, el matrimonio, y además los castigó mediante la apertura de la jarra de Pandora que contenía todos los males. Para sustituir a los hombres de bronce, Zeus creó a los héroes, que eran hijos de dios y mujer. Los héroes desaparecieron de la tierra, llegando a la edad de hierro en la que los hombres sufren porque no existe remedio para los males de los mortales.

- Fábula del halcón y el ruiseñor. En esta fábula Hesiodo lanza una advertencia a los reyes que violan la justica, dice Hesiodo que ser justo sólo atrae desgracia y espera que Zeus no consienta eso durante mucho tiempo. Advierte a los reyes que la justicia es el auténtico y verdadero bien, y que si no la respetan, acabarán pagándolo o él o sus descendientes. Las ciudades gobernadas por reyes justos prosperan y no necesitan del comercio para sobrevivir.

- Ética. Los consejos de Hesiodo van encaminados a la búsqueda de la paz. Los reyes deben entender que son tiempos de mantener la riqueza y hacerla productiva y de mantener la paz en las ciudades. Alaba a la agricultura. El vecino es mejor que el pariente porque está cerca y el hombre justo puede conseguir un amigo con el que establecer vínculos fuertes. Estos consejos

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fueron glosados y tuvieron gran éxito, salvo la exaltación de la agricultura que sucumbió frente al comercio.

c) La Grecia Arcaica.

- Organización de las polis. La aparición de las polis es contemporánea a la sustitución de las monarquías por regímenes aristocráticos. Esto pasa porque debido a la guerra los hoplitas pasan a desempeñar actividades de gobierno y por el “sinecismo”, que conlleva en que aldeas cercanas vivan en un mismo régimen político para defenderse. Atenas se crea por un “sinecismo” liderado por Teseo, dotando a la ciudad de un centro administrativo-religioso nombrado por cualidades estratégicas, donde se encontraban los altares, el tribunal de justicia y el ágora. Todas las ciudades griegas tenían un consejo (reunión menor de los ciudadanos más experimentados que presentaban al pueblo los proyectos de gobierno) y la asamblea (que decidía sobre las propuestas del consejo). Las funciones de ejecutivo las tenían ciertos magistrados, elegidos por los órganos de gobierno o las tribus. Las diferencias de los regímenes venían dada por la calidad y la inclusión de la ciudadanía, por el mecanismo de adjudicación de cargos y en la selección de votantes y el sistema de votación.

Hay que mencionar que en las polis, la ciudadanía se transmitía de padres a hijos y no servía nacer en ellas, lo que se debe al papel que jugaron las organizaciones familiares pre-estatales en la formación de las polis fue grande. En el orden político la unidad era la familia y no el individuo, siendo el padre de familia el sujeto de derechos y obligaciones políticas y el representante de sus tutelados en los órganos. Las diversas familias se agrupaban en tribus con su propio jefe, su culto propio, su caja común y órganos deliberativos. Otra agrupación era la “fratría”, que provenía de las antiguas organizaciones de herreros o guerreros. Los modos de estos organismos intermedios podían chocar con las normas más recientes de la vida ciudadana. El poder ejecutivo, el mando del ejército y algunas funciones de sacerdocio pasaron a desempeñarlas funcionarios electos, de forma vitalicia o por un lapso de tiempo.

- Anfictionías y ligas. Ciertos notables del mismo linaje procedentes de distintas ciudades se reunían en ocasiones en torno a un santuario para rendir culto y tratar cuestiones políticas, estas reuniones se llamaban “anfictionías”. Los jonios de la costa asiática y en las islas, fundaron un templo en Platea donde se celebraba la Panionia, la que salió la “Liga Jonia” en el s. IX a.C. y que consistía en una alianza estratégica abierta a todas las ciudades cuyos pobladores pertenecían a esta estirpe. Lo mismo ocurrió con los beocios y con los Jonios de las Cícladas que dará como resultado la Liga Delo-Ática. Los etolios se encargaban de la “Anfictionía Olímpica” que organizaba las Olimpiadas. Las anfictionías, que eran reuniones interciudadanas de carácter federativo, no dieron lugar a entidades políticas más amplias porque las polis nunca renunciaron a su soberanía. Esto se debe a que la felicidad ciudadana se debía a la capacidad de intervención política de los ciudadanos y era difícil esta intervención en unidades más grandes.

Dentro de las Ligas las ciudades conservaban su capacidad de decisión directa en los asuntos públicos y conservaban su poder de convocatoria y veto. La Liga del Peloponeso nunca renunció a su carácter de alianza estratégica que se reunía cuando alguno de sus miembros eran amenazados por otra potencia. Las decisiones que se tomaban para la intervención y la cuantía de tropas, debían ratificarse en asamblea general, con la cantidad de dinero que cada

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uno aportaría. Esparta era la potencia militar hegemónica en torno a la cual se organizó la liga, y estaba obligada a prestar ayuda a cualquiera de los aliados a título particular. Esparta apoyándose en la Liga, consiguió ser la potencia militar de toda Grecia.

La Liga de Delos, se creó en 477 a.C., por las victorias de Persia en la II Guerra Médica, tuvo un carácter y objetivo diferentes, ya que puede hablarse de un imperialismo ateniense que recalcaron sus enemigos, lo que se veía acentuado por el dominio inquebrantable que poseía en el mar basado en su flota hasta que fue destruida en 406 por los espartanos. En las reuniones de las anfictionías surgen ciertos acuerdos sobre la limitación del uso de la fuerza durante la guerra (germen derecho internacional) como: todas las ciudades son consideradas iguales, ninguna ciudad griega puede destruir una estirpe griega, nos es lícito privar de agua a una ciudad sitiada, a toda guerra debe precederla un arbitraje y una declaración de guerra, y cuando se finaliza el conflicto las represalias no son lícitas.

d) Las colonias. La colonización comienza en torno al s. VIII a.C. El proceso consistía en el asentamiento de una población organizada en un territorio distinto al de origen, con el objeto de fundar una nueva ciudad, y liderados por el “oikistes” futuro fundador, jefe de la expedición, portador de las tradiciones y cultos patrios y jefe de la gente armada. Estas colonizaciones se hacían para remediar las deficiencias de la ciudad de origen, ya que normalmente las iniciadoras de la aventura colonial son las ciudades con menos tierras cultivables y cuya población no integrada en el orden tradicional aumenta. La propiedad de la tierra está ligada al régimen familiar y los habitantes que no heredaban tierras no podían comprarla, no teniendo acceso al ideal de vida estaba ligado a la participación en el régimen político y a la propiedad, por lo que los no propietarios se dirigían a colonizar para reproducir en el nuevo territorio el mismo orden social pero con ellos en la cumbre. También los oráculos y los santuarios participaban en los procesos de colonización, unas veces preguntando al dios sobre un proyecto, y otras participando en la planificación y prestando ayuda económica a cambio de un interés del 10%.

Más recientemente se dieron otros fenómenos migratorios. El emporio consistía en un enclave mercantil. La cleruquía consistía en el envío de tropas a otra ciudad con el objetivo de vigilar el régimen e intervenir si se producía alteración adversa a los intereses de la potencia que los enviaba. En la migración antigua, la ciudad nueva era independiente y a veces se otorgaba un trato de rigor a los ciudadanos enviados por la “ciudad madre” llamados “episcopoi”. En cuanto al carácter militar que muchas veces adquiría la empresa colonizadora debido a la existencia de vecinos hostiles. Cuando se lograba asegurarla, la tierra se dividía en lotes, el más grande para el jefe y el resto en lotes similares, y se dedicaba un lugar para el culto a los dioses, para el gobierno y para la administración. Los colonos debían defender la ciudad y tenían el derecho a gobernarla, convirtiéndose en ciudadanos de la nueva ciudad. Es también en las colonias donde primero la legislación ciudadana se impone a la legislación familiar, ya que en las colonizaciones muchas veces se embarcaban griegos que tenían vetado la participación política en sus ciudades por cuestiones de genealogía.

e) La tiranía. La tiranía era una situación temida por la ideología griega. Era provocada según los griegos por la lucha de los nobles ciudadanos por la primacía, provocando la guerra civil y el mando de uno solo, que deben soportar los que aspiran al poder. Por tanto, la tiranía llega

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como castigo por la injusticia del algún hombre público. Una teoría posterior, de Tucídides propone la teoría, más acertada, de que el enriquecimiento exagerado de un miembro de la ciudad. En este sentido, el aumento de las tiranías griegas puede verse relacionado con el aumento del comercio, ya que la riqueza no obtenida de la tierra era un elemento desestabilizador, haciendo que muchos nuevos ricos accedieran a la primera clase por medio del matrimonio con nobles. Las aristocracias agrícolas se convierten en plutocracias cuando aumenta la actividad marítima, que además necesita de estabilidad y orden y necesita del establecimiento de puntos fuertes a lo largo de las rutas comerciales, por lo que este contexto fomenta la aparición de tiranos. No obstante, la fuerza política del tirano se basa en el pueblo y no en la plutocracia.

La tiranía tenía en Grecia una mala prensa que muchas veces no se correspondía con los hechos, pero es que la tiranía abate los principios y valores que se habían desarrollado con los regímenes oligárquicos. Fomentan las políticas expansionistas, el capital mercantil, el aumento del número de ciudadanos (granjeándose apoyos de los nuevos ciudadanos para sus proyectos), y el aumento del gasto público con el objetivo de realizar grandes obras públicas de utilidad o el patrocinio de nuevas fiestas. El tirano crea un impuesto sobre el tráfico comercial para “mimar” a su pueblo con el objetivo de que lo apoye y este se configura como una fuerza política que será imprescindible. La noción aristocrática de libertad (participación política dentro de la legalidad) es corrompida por el tirano, ya que los ciudadanos se convierten en súbditos, que no se atreven a formular su pensamiento y que no participan en las decisiones públicas.

Este tipo de gobierno por próspero que sea se considerará una plaga porque destruye los principios de ilegalidad. Esparta no conoció este gobierno porque vivía de espaldas al mar y no sufrió los cambios sociales del resto, siendo durante toda su historia una república aristocrática. La conciencia que adquiere el pueblo como fuerza política es obra de los tiranos y la política de las ciudades donde se integra esa masa se va definiendo como antagónica a la política republicana tradicional.

f) Esparta. Los espartanos decían que la continuidad política de Esparta se debía a su fidelidad a sus leyes. Tres ideas son el fundamento de la república: la buena educación, el menosprecio de la riqueza y el amor a la patria.

- La buena educación. El niño espartano era educado desde los siete años en común con sus compañeros a cargo de la ciudad. Comprendía diversas etapas según la edad y era competencia de maestros, pero cualquier ciudadano podía intervenir en ella. Cada muchacho joven contaba con un protector de más edad, que lo ayudaba a encender el amor a la virtud, siendo vergonzoso la cobardía delante del protector, por lo que los resultados en cuanto a orden y disciplina militar fueron inmejorables.

- Menosprecio de la riqueza. Comprendiendo que el dinero y la desigualdad entre los ciudadanos, Licurgo (padre de las leyes espartanas), decidió suprimir su valor de cambio, puso en circulación una moneda de poco valor y difícil de transportar, repartió de nuevo las tierras entre las familias y promovió leyes suntuarias para desterrar todo lujo de la ciudad. Se creó una sociedad autosuficiente que se contentaba con lo necesario para mantenerse. En Esparta además existían dos poblaciones que superaban a los espartiatas en número pero no

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intervenían en política: los “hilotas” y los “periecos”. Los primeros eran siervos del estado que trabajaban las tierras comunes, llevaban a cabo las obras públicas o cultivaban tierras particulares; estos no podían ser muertos ni emancipados legalmente si no era por decreto público y debían pagar a los espartiatas a los que pertenecían un porcentaje de su producción y no podían ser arrastrados a más obligaciones, salvo acompañar a su señor en la guerra para transportar la armadura. En ocasiones, formaban como tropa de infantería ligera en la batalla y debían tomar el botín lo que se consideraba indigno en Esparta. Los periecos iban a la guerra como hoplitas pero en segundo lugar. En cuanto a los periecos, no eran siervos pero tenían vedadas las funciones públicas salvo cargos subsidiarios. Les estaba permitidos dedicarse a oficios vetados a los espartanos como la artesanía y el comercio.

Los espartiatas se ocupaban sólo de estar preparados para la guerra, de desempeñar las funciones públicas que les tocasen y de convivir amigablemente en ocasión de numerosos actos públicos. Cada espartano debía mantener el producto de sus tierras y pagar con ello su parte en las comidas públicas.

La política espartana fue expansionista durante el s. VII se volvió aislacionista cuando se consiguió la hegemonía en el Peloponeso a partir de 544 a.C. Salvo intentos de expansión buscando asegurarse la autarquía, los espartanos no tuvieron ambiciones imperiales, no fundaron colonias, no tenían tráfico marítimo y sólo tuvieron flota en momentos de máxima necesidad. La moderación, la sencillez, la frugalidad y la paciencia son elementos fundamentales de la prudencia y la fortaleza consideradas virtudes indispensables.

- Amor a la patria. La mala situación de los vencidos debe servir para disuadir de la cobardía o la indisciplina. El precio de la derrota es peor que la muerte, al igual que la huida supone una tortura para toda la familia. La supervivencia de Esparta depende del valor de sus hombres, y por tanto el valor de ellos será recordado siempre aunque muera en la batalla. Por tanto, la patria de los hombres es su ciudad, considerando extranjeros a los de las otras polis, con fronteras legales. Una ciudad es el territorio que es legalmente ocupado por los miembros de una estirpe, que puede nutrirlos y ser defendido por ellos. Son compatriotas los hombres que tienen las mismas leyes y costumbres, Los hombres ocupan la tierra por herencia de su antepasado más ilustre, en ocasiones un Dios. La tierra de la patria es sagrada y no puede venderse a ningún extranjero. Además, deben encontrar el modo de vivir en ella armónicamente.

- Organización de las instituciones. Dos reyes estaban al mando de la república lacedemonia. Sus funciones eran más bien representativas; convocaban el consejo, presidían la asamblea y recibían embajadores. Sólo mandaban en caso de guerra ya que dirigían los ejércitos (al final sólo marchaba uno). El consejo (Gerusía) estaba formado por los reyes y los gerontes, ciudadanos mayores de sesenta años elegidos por la asamblea de entre aquellos que se habían distinguido por sus servicios. La Gerusía debía estudiar los proyectos que debían proponerse a la asamblea y tenía competencias judiciales. Las decisiones tomadas en el consejo, se llevaban a la asamblea (Apella) reunión de todos los espartiatas de más de treinta años, que se reunía con motivo de resolver algún asunto y su función deliberativa se limitaba a aceptar, rechazar o elegir, pero no a intervenir. Los éforos fueron magistrados que se instituyeron en torno al 640 a.C., y son representantes electos del pueblo y restan poder a la Gerusía. Sus competencias

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eran variadas: juzgaban casos de pena capital y de traición, vigilan el comportamiento de los reyes y los generales en la guerra, velan por el cumplimiento de las leyes y la observancia de las buenas costumbres.

- Forma de vida. La constitución espartana sólo menciona a ancianos, reyes y pueblo. El poder no está en función de los bienes que se posean, sino de la posición que se ocupe en el orden social, edad, familia (reyes) o prestigio social. En general no existían diferencias entre pobres y ricos, ya que no se gastaba el dinero en lujos, debido a la igualdad observada en las costumbres y en los actos comunes. La vida familiar era insignificante; los jóvenes vivían juntos en un campamento militar desde los siete años, mientras que las jóvenes recibían entrenamiento en otras labores. En Esparta no existían grandes edificios ni se desarrollaron las artes porque admiraban la sencillez y la utilidad.

En Esparta no se dio el conflicto entre leyes de los dioses y leyes de la ciudad, porque las “retrai” espartanas eran ambas cosas. Realizaron el ideal de la polis autárquica, lo que en parte fue la causa de su debilidad, porque en la Guerra del Peloponeso no disponían del dinero suficiente para sufragar las batallas.

g) Atenas. Los atenienses se jactaban de haber vivido siempre en el mismo territorio, aunque esto es falso. Este mito se une a la imagen de ciudad que no emplea la fuerza más que para defender el derecho, que es justa y piadosa en su trato con los hombres. El origen del régimen aristocrático ateniense se remonta hasta 1080 a.C. y se mantiene hasta el siglo VI a.C. La población se dividía en tres clases: los eupátridas proveían las magistraturas, y los georgoi y los demiurgoi no tenían derecho a desempeñarlas aunque pueden ir a la asamblea. La sustitución de la realeza por el arcontado fue gradual. Al principio se introdujo un arconte de forma vitalicia (luego se redujo a diez años y luego a uno) y después se amplía a tres que se repartían las competencias de gobierno: el Arconte Epónimo que tenía el poder ejecutivo, el Arconte Polemarco que decidía la guerra (hasta que la selección de arcontes pasa a hacerse por sorteo y no por elección) y el Arconte Basileus, que asume funciones sacerdotales que eran propias del rey. Estas tres magistraturas sólo las ocupaban eupátridas. Después por la presión titular se añaden los seis arcontes “tesmotetas”, guardianes de las leyes, que eran elegidos por las clases (tres por los eupátridas, dos por los georgoi y uno por los demiurgoi). Los que habían sido arcontes formaban parte del Areópago, tribunal de justicia único. A finales del s. VII la tiranía y la guerra civil habían arruinado a Atenas, y en eso Solón fue nombrado arconte en 594 a.C.

- Solón. Solón llega al arcontado apoyado por los pobres y las familias vinculadas al puerto, que incluso le instan a tomar la tiranía. En todos los órdenes Solón toma medidas: canceló las deudas sobre las personas y prohibió que se pudieran contraer, las que pesaban sobre la tierra las redujo a la mitad mediante un cambio en el sistema monetario, con esto se produjo una reforma agraria liberando la tierra y prohibió exportar productos deficitarios. También se derogaron las leyes de Dracón (excepto en los asesinatos) y se redactaron nuevas leyes para asegurar la convivencia, en la que los ricos se comprometían a no expoliar a los pobres y estos no utilizaban la violencia. Las guerras civiles son provocadas por las ambiciones de los hombres y por no respetar las leyes, por tanto todos los habitantes deben comprender que la ley conviene a todos vivir en armonía. Lo primero debe ser el bien de la patria, intentando con

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esto Solón imponerse a los bandos que asolaban la ciudad, pero extendió la idea de que las leyes que señalaban los límites eran la salvación para la ciudad.

Solón también llevó a cabo una reforma de las instituciones, hizo un censo y se dividió la ciudad en cuatro clases dependiendo de la riqueza. Se creó el consejo ateniense Bulé, formada por cuatrocientos hombres de los que cada tribu elegía cien. Las decisiones del consejo debían ser ratificadas por la asamblea (Ekklesía), reunión de todos los ciudadanos mayores de edad. Las nuevas clases económicas posibilitaron que los enriquecidos pudieran acceder a cargos de gobierno (podían ocuparlos la primera y la segunda clase). Para que participaran los más pobres se fundó la Heliea, tribunal que se podía apelar cualquier sentencia del Areópago. Este tribunal estaba formado por jurados elegidos a sorteo entre todos los ciudadanos. Las divisiones internas continuaron pero cambiando de protagonistas, ya que ahora pelean los ricos terratenientes y los comerciantes.

- Pisístrato, el tirano (561-528 a.C.). Fue el primer tirano de Atenas, que llegó al tercer poder al formar un tercer partido, los montañeses, que no se sentían vinculados con los intereses de los otros dos partidos. Poco después, se rodeó de una guardia personal y logró tomar la Acrópolis. Pisístrato aseguró el suministro de trigo, creó colonias, fortaleció la flota ateniense, fomentó las obras públicas y creó las celebraciones de las Panateneas y las Grandes Dionisiacas. El pueblo coge mayor importancia y a partir de este momento nadie podrá gobernar sin contar con él. Al final fue depuesto por el partido aristocrático.

- Clístenes. Creador de la democracia ática. Clístenes aprovechando la relevancia política del pueblo se apoyó en él para derrocar a los aristócratas. Hizo una reforma administrativa que intentaba debilitar los vínculos familiares y fomentar los patrióticos, otorgando la preferencia a la territorialidad frente al gentilicio, haciendo posible el paso a la democracia. Dividió el Ática entre zonas: la costa, las zonas agrícolas y ganaderas y la Acrópolis y sus alrededores. Estas regiones se dividieron en tres “tritriai” que a su vez se dividían en municipios llamados “demos”. Además una tritrías distintas eran las del campo, el puerto y la ciudad, que formaban la tribu o “filé”. Diez nuevas tribus sustituyeron a las tradicionales, como órganos administrativos entre el demo y la ciudad y se turnaban para dirigir la guerra. Al nombre propio seguido del nombre del padre se añadió el del demo y de la tribu. Se crea un nuevo consejo, la Bulé, formado de quinientos miembros, elegidos cien por cada tribu. Además, al cabo del año se elegía otro consejo.

Los que se encargaban del gobierno cada mes se denominaban “Pritanes” y se reunían en el Pritaneo, donde despachaban el gobierno ordinario en sesiones que presidía el Arconte Epónimo. Los asuntos de importancia los dirimía la Bulé en su totalidad, y lo debía aprobar la Ekklesía, en la que tomaban parte todos los varones mayores de edad excepto los de la cuarta clase. El Areópago tiene que proteger las buenas costumbres. Esta constitución se mantendrá hasta el año 406.

- Apogeo. La victoria sobre los persas en Maratón (490) Atenas empieza a disputar la primacía militar a Esparta. Tras esta victoria, se desató una lucha entre partidos por el dominio de la política ateniense, proponiendo unos la vuelta a las viejas formas aristocráticas y otros que se inclinaban más por la democracia. Pese a estas luchas internas Atenas estaba en condiciones de liderar, gracias a su flota, la victoria griega sobre los persas en Salamina en 479.

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- Atenas y Esparta después de la victoria. Tras la victoria contra los persas surgieron las primeras disputas entre Esparta y Atenas, debido a las poblaciones griegas que vivían en Jonia y que quedaban a expensas de las represalias persas; los espartanos querían evacuarlos y asentarlos en el continente y los atenienses se oponían. Al final cedieron los espartanos, pero los atenienses siguieron luchando en los Dardanelos cuando los espartanos se retiraron. Esto demuestra diferentes objetivos. Los espartanos buscaban terminar con la amenaza persa, mientras que los atenienses buscaban asegurarse los estrechos y rutas al Mar Negro. Además, Esparta necesitaba que sus hoplitas volvieran rápidamente para defender las tierras de cultivo, mientras que para Atenas los intereses estaban en mantener las rutas navales pacíficas para su comercio ya que su suelo era pobre.

Las ventajas que obtuvieron los espartanos de la Segunda Guerra Médica (480-479) fue sólo asegurar la libertad de su patria. En cuanto Atenas, Temístocles refuerza la vocación naval ateniense y se fortifica la ciudad, violando ambos hechos los acuerdos con los espartanos, que pretendían ser la fuerza militar que defendiera Grecia de amenazas y vieron las ambiciones de Atenas como una intolerable provocación. Con el pro-espartano Cimón a la cabeza, se condenan las decisiones de Temístocles y relaja las relaciones con Esparta.

- Griegos y persas. El programa imperial de Jerjes es el opuesto al programa tradicional griego, ya que apuesta por el gobierno de un solo hombre que busca dar paz y riqueza a cambio de sumisión a cambio de la sumisión de su pueblo, choca con la concepción griega que considera a los persas esclavos. El proyecto del imperio universal significa para los griegos esclavitud universal para los que obedecen, y para el que manda, que es esclavo de su ambición y las de los que le rodean. Los griegos prefieren vivir en pequeñas ciudades en las que pueden decir y servir su propia voluntad. Esa libertad es la única dignidad del hombre. Es un equilibrio de voluntades. Esto era especialmente importante en Atenas, donde el pueblo llegó a ser el verdadero dueño de la ciudad mientras que en Esparta se daba mucha importancia a la educación para la participación política. Pero en la defensa ante los persas no importan los matices.

- La Atenas del Imperio. La liga de Delos se convirtió en la Liga Marítima Delo-Ática, cuando los aliados desecharon la hegemonía espartana. Los atenienses establecieron la cuantía de armas y hombres con los que cada ciudad debía contribuir (muchas ciudades entregaron un tributo a cambio de no contribuir), mientras que imponían sus criterios y hacían sentir su fuerza al resto de ciudades que sólo podían denunciar las injusticias. El objetivo de la Liga era disuadir a los persas y proteger la libertad, lo que se aseguró eficazmente, logrando una paz con Persia firmada en Calías en 449. Lo que se le criticó a Atenas fue que utilizaran las fuerzas de la Liga en su propio provecho, para asegurar a Atenas el abastecimiento marítimo y el comercio, que utilizaba para avasallar a los miembros de la Liga y amenazar a los peloponesios. Durante los años que van hasta la paz con los persas, los atenienses utilizan sus fuerzas prácticamente para sofocar a las ciudades rebeldes, lo que provocó que los corintios se dirigieran a Esparta para pedir ayuda en contra de los atenienses, basándose en que Atenas había roto los acuerdos de 445 con Esparta.

Los atenienses se niegan a prescindir de su imperio que les asegura protección ante un ataque exterior, por honor de ser una potencia y por los beneficios que le proporciona a su economía

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y su organización política. Además, alegan que los espartanos dominan el Peloponeso en pos de sus intereses e invocan razones de justicia alegando que son más justos de lo que harían los espartanos si lideraran el imperio. Los espartanos declaran la guerra y arrastran a todas las ciudades griegas tomar partido. El comportamiento peor visto es el de los atenienses acusados de violar la virtud de la prudencia basando su política en el populismo. Finalmente, Atenas se rinde en el 404, renunciando a cualquier poder.

- Pericles. Pericles llega al poder al apoyarse en 443 en la Ekklesía para reformar el Areópago que era el bastión de la aristocracia, despojándolo de sus competencias salvo las causas criminales y el sacrilegio. Pericles dominará Atenas hasta el año de su muerte en 329. Pericles abandona la política filo-espartana, provocando la II Guerra del Peloponeso en el 431. El gobierno de Pericles fue parecido al de los buenos tiranos, criticándole que sólo era una democracia de nombre, en la que se respetaba la libertad pero la asamblea respetaba la voluntad de Pericles, que se imponía en asuntos importantes aunque nunca fue arconte. Trataron de acusarle indirectamente, pero logró salvarse. Tenía un plan de castigos marítimos a las incursiones terrestres de Esparta, pero a su muerte no se siguió.

- Sócrates y las leyes. Coincidió con la llegada de la dialéctica que trae consigo la posibilidad de algunos hombres de modificar la percepción que de los hechos tienen otros nombres. Esto provocó que una nueva categoría de maestros que se dedicaban a convencer y enseñaban sus capacidades a cambio de grandes honorarios. En el nuevo contexto gana el que más hombres convence, siendo la ley la voluntad del vencedor que se impone a todos los demás, siendo la expresión de este concepto de justicia lo que se llama “ley de la ciudad”.

Sócrates rechazó esto y defendió el modo tradicional de entender la justicia y la legalidad. Para él las leyes tenían la virtud de expresar la justicia y la verdad, teniendo algo de divino que está por encima de la potestad de los particulares, posibilitando la convivencia. Es necesario que los particulares respeten las leyes porque viven en ellas y porque viven gracias a ellas. Cada pueblo tiene sus leyes que aunque sean distintas comunican con una “Ley universal”. Además, se crea un sistema entre las leyes divinas y las leyes humanas, que si se decantan por las primeras puede llevar a un derecho poco acorde con los tiempos y si se consolidan sólo las segundas tampoco existirá un referente real lo que puede crear injusticia. Esto atañe a los fundamentos del derecho.

Por otro lado, el compromiso de cada hombre con su patria era sagrado y algunos aspectos de la función religiosa eran también políticos. Para un griego tradicional su patria era el único lugar donde merecía la pena vivir, donde podía desarrollar todos los aspectos de su personalidad y ser libre y feliz. La idea de la vida fuera de la comunidad es posterior. En este sentido Sócrates era un ciudadano ejemplar, pero los tiempos cambian, y la veneración a las antiguas leyes comienza a decaer mientras prosperaba la idea del derecho como representación de los vencedores. Sócrates propuso la validez universal las admoniciones del Dios de Delfos y recuerda que Dios es la medida de todas las cosas.

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Tema 2. El pensamiento político de Platón.

a) Platón, ciudadano de Atenas. Es muy probable que Platón naciera el 428 en Atenas, en el seno de una familia de la alta aristocracia, siendo descendiente de Solón. Nació en medio de la Guerra del Peloponeso, en la fase en la que todavía se estaba en condiciones de firmar una paz de compromiso, que se consiguió en 421 y rompió en 415, provocando la derrota total de Atenas en el 404. La derrota determinó el fin de las ambiciones imperialistas de Atenas y suponía un cambio en la orientación política al instalarse durante la ocupación espartana los llamados Treinta Tiranos. Además, la destrucción de su flota provocó el fin de la vocación naval y el cambio en la economía que debía reconstruirse a partir de la agricultura lo que dio poder a la aristocracia y restaba poder a los metecos que daban entrada a la ciudad a las nuevas ideas. Mientras el gobierno de los Treinta suponía el gobierno del terror hasta que los derrocaron en 403.

Cuanto esto pasó la primera decisión que se retomo la democracia y se creó un comité que devolviera la pureza de Solón, racionalizara la administración y recuperara la orientación comercial ateniense. Platón pese a todo se vio desencantado por la muerte de Sócrates y las personas que dominaban la política, pensando que la corrupción moral e intelectual de su ciudad era de difícil solución por lo que abandonó la política y se dirigió de viaje a Siracusa donde debe huir a criticar a el tirano Dionisio. Cuando vuelve Atenas ha recuperado su pujanza económica y sus ambiciones imperiales, y decide fundar una Academia donde enseñar filosofía con el objetivo de educar a élites capaces de distinguir la verdad y la justicia capaces de regenerar la ciudad. En 366 vuelve a Siracusa donde vuelve a tener problemas con el nuevo tirano. Finalmente, vuelve a Atenas donde sigue su labor docente y muere en 347.

b) Platón, filósofo socrático. Platón aparece ligado a Sócrates por varios motivos. En primer lugar, era su discípulo considerando el pensamiento de su maestro una guía para su conducta; en segundo lugar, lo que sabemos sobre el pensamiento socrático se lo debemos a Platón; en tercer lugar, es difícil desligar el pensamiento de uno y otro, por lo que tenemos que asumir que el Sócrates platónico no es un simple personaje literario ni suscribe todas las ideas que su discípulo le atribuye; en cuarto lugar, los diálogos en los que Platón expone su pensamiento son de influencia socrática, ya que este decía que las conversaciones brotaba la verdad entre opiniones enfrentadas y además nos muestra cómo se va tejiendo su pensamiento.

A Platón no le interesa sólo transmitir una teoría, sino que pretende inculcar la pasión por el pensamiento y formar filósofos. Pretende hacer a los hombres más hombres (idea socrática), porque este tipo de conocimiento tiene un valor superior porque puede cambiar la vida, por lo que identifica la verdad con este tipo de conocimiento, suponiendo que la virtud se puede aprender. Además, propone que este conocimiento procede de la introspección, buscando una purificación que desligue las pasiones de la racionalidad y proponiendo una liberación para que el hombre sea dueño de sí mismo. Es un camino abierto a todos los hombres, pero no todos tendrán el coraje de seguir esta vía. En esto se separaba de su maestro, ya que decía que pese a estar disponible a todos la filosofía es una disciplina minoritaria al alcance de unos pocos.

La filosofía aparece como camino a la verdad ya que se llega mediante la razón y no mediante los sentidos que aportan datos engañosos. Las verdades así alcanzadas tendrán validez

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general, siendo la razón la base del conocimiento científico. Se ocupa de asuntos diferentes a los ejemplos aleatorios que nos encontramos en la vida cotidiana, sino de un mundo realidades arquetípicas, que se corresponden con las realidades científicas y del que lo visible es una mala copia. Este razonamiento parece más de Platón que de Sócrates. Por otro lado, la realidad está dotada de un resplandor de evidencia que nos hace reconocerla cuando la vemos, proponiendo que tenemos un cierto un número de ideas innatas que la filosofía nos ayuda a recuperar, pudiendo hacer comprensible a todos los seres humanos.

Pero no hay que olvidar de que en Platón encontramos varios personajes que ofrecen ideas en ocasiones contradictorias, que no llegan a conclusiones cerradas y en ocasiones hablan de forma irónica o ambigua. La lección de esto es que no hay que aceptar pasivamente las respuestas, repensando el problema uno mismo y otorgándole validez sólo si llegamos a la misma conclusión. La verdad es eterna e inmutable y el hombre es imperfecto pero con una chispa de eternidad que nos puede ayudar a comprender la verdad.

c) La República o la reflexión sobre la ciudad ideal. La República es un diálogo escrito en torno a los cincuenta años. En ella se plantea la naturaleza de la justicia como base de toda convivencia política, recreando una ciudad perfecta organizada racionalmente hasta el extremo.

El diálogo comienza con un anciano que le dice a Sócrates que no cree haber cometido injusticias porque ha devuelto todo lo que le han prestado, pero Sócrates dice que si al devolver lo prestado le causas un mal al propietario actuarías con justicia. Pero tampoco serías justo si le das a cada uno lo que le conviene porque favorecerías a unos y no a otros, y estos se resentirían. En otro caso se propone la justicia como la voluntad del más fuerte ejemplificada en la represión de los tiranos, pero Sócrates replica que los gobernantes deben buscar el bien de sus subordinados y que actuar para sobresalir es de ignorantes y por tanto de injustos. Además, propone que la justicia es sabiduría y virtud siendo más fuerte que la injusticia, y en la política engendra unión y por tanto fortaleza de las ciudades. En medio de esta reflexión se introduce la idea de cómo todavía no se sabe lo que es, todas las afirmaciones quedan en entredicho. Un presente dice que la justicia es sólo una convención entre hombres y que no existe como tal, a lo que Sócrates contesta que los virtuosos no sólo lo son porque sean incapaces de ser injustos o se limiten a imitar unas formas, y para demostrar esto propone las leyes de una ciudad perfecta.

Propone que las ciudades se crean para cubrir las necesidades de los hombres, según se complejiza la vida aparecen el afán de riqueza y de lujo que llevarán a la ciudad a declarar la guerra a otras ciudades, requiriendo más especializaciones laborales con la creación de un ejército. Estos guardianes de la ciudad deben ser filósofos porque deben ser duros con los extranjeros y afables con sus conciudadanos, por lo que han de discernir y dedicarse a filosofar. Como el alma puede fortalecerse y la virtud aprenderse, Platón propone que los hombres que actúan mal lo hacen por ignorancia y por la falta de la utilización de razón que le impida domar las pasiones. El alma se educaría mediante la música, con poemas que no deben enseñar verdad, paz y concordia eliminando todo lo que amedrente y los vuelva pusilánimes. En este caso la belleza es un problema porque puede disfrazar la mentira y corromper a los gobernantes. Por esto propone la censura de obras literarias.

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Los guardianes, serán elegidos entre los niños de ambos sexos más dispuestos, y para evitar que la jerarquización de la ciudad despierte envidias, por lo que hay que enseñar al resto que existen hombres superiores como los gobernantes. Los guardianes no poseerán nada propio, vivirán en tiendas colectivas y la austeridad será el signo de la nobleza. Viviendo en una comunidad sin propiedades mantiene alejados de preocupaciones y les pone al servicio de la unidad y la armonía de la polis, mediante la ley de la razón.

En otra parte, Sócrates critica a los sofistas que venden su pensamiento enseñando opiniones adoptadas en las asambleas, en contraposición con la filosofía que se ocupa de verdades eternas, a las que se llega a través de un camino difícil que salva a la polis y conduce a los hombres a la perfección. Las conclusiones filosóficas son difíciles de asimilar por los hombres lo que ejemplifica con el “mito de la caverna”. Como hombres que observaran sombras dentro de una caverna pensarían que esto es lo real, pero si uno pudiera salir y ver lo que hay fuera y volviera a contarlo nadie le creería. Lo que ha de hacerse es confiar en los filósofos y pedirles que se encarguen de dirigir los negocios públicos y de enseñar a sus conciudadanos, llevándoles por el camino mediante el método dialéctico. Para ello se debe enseñar a las personas desde niños, los más preparados se dedicarán sólo a la filosofía y de entre ellos saldrán por turnos los gobernantes de la ciudad ideal. Es difícil poner esto en práctica si los habitantes rechazan las ideas filosóficas, por lo que Sócrates propone raptar a niños y jóvenes para enseñarlos alejados de toda corrupción.

Por último, analiza los gobiernos erróneos (el pero la tiranía, sea individual o colectiva) que se corresponderían cada uno con un tipo de hombre, pero en todos el hombre siempre es esclavo porque no gobierno la Razón y se bestializa porque gobiernan las pasiones. En el gobierno ideal todos están en armonía y felices, mientras que la razón será la ley universal y los ciudadanos llegarán a la perfección que da respuesta a la primera pregunta sobre la justicia.

d) El Político, un diálogo frío. Es un texto de un Platón más mayor por lo que los diálogos son menos apasionados, con cuatro personajes entre ellos un anciano Sócrates. Un extranjero propone que no basta con ser sabio para gobernar sino que habría que tener unos conocimientos especializados que propondrían la existencia de un arte político diferente de la filosofía. Esto lo ilustra con un ejemplo que dice que en tiempos anteriores el mundo tenía un rumbo cíclico que hacía que todo estuviera perfectamente ordenado y que los hombres se pudieran dedicar sólo a la sabiduría, por lo que no hacía falta leyes y gobernaba el anciano más venerable. Pero en un giro el mundo volcó y comienza un tiempo en el que el mundo es turbulento con hombres menos sabios y para nada perfectos, por lo que la filosofía, que se ocupa de lo perfecto e inmortal no puede servir para gobernar este ordenado e ignorante mundo. Para ordenar el caos existen tres formas de gobierno: la monarquía, la democracia y la aristocracia, y el que está al frente debe contar en todas con el auxilio de la ley, que hará que los hombres sepan a qué atenerse y gracias a su cumplimiento no se caerá en el caos y la anarquía. Lo preferible sería que el gobernante fuera un rey filósofo, que aplique correctamente las leyes, convenza al pueblo de la conveniencia de las decisiones sin violencia y sea capaz de armonizar los intereses diversos. No se habla de una educación especializada en el gobierno, lejos de ello un buen gobernante ha de formarse con: gente que tenga un carácter noble y recto, educarlos en los principios de virtud y justicia y diferenciar de lo bueno y lo malo.

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e) Las leyes. Es el libro del Platón anciano, está constituido por monólogos que da un ateniense a un espartano y un cretense. El ateniense ha abandonado toda esperanza en un mundo totalmente regido por la razón. Por eso aparece la educación como un proceso que nos llevará a respetar la ley y no como uno que nos lleve a controlar nuestro albedrío. Nos dice que estamos movidos por los dioses, y lo único bueno sería que nos inclináramos a ser movidos por el hilo de la ley que está al servicio de la razón. El primer paso de la educación es la música que somete las almas a la norma y la armonía.

Comienza a intentar a averiguar que leyes son las más apropiadas. Comienza hablando de las primeras comunidades que habitaban una especie de paraíso, donde se tenía todo en común pero la multiplicación de la gente lo complejizó. Se puede decir que existen dos sistemas políticos de los que nacen los demás: la monarquía y la democracia. Pero estos regímenes son erróneos por lo que prefiere las mezclas que suponen los regímenes cretense y espartano. Los ciudadanos y los gobernantes deben obedecer las leyes, de las que son servidores, y deben respetar a los dioses.

Después de los dioses, lo más digno de honor es el alma, que cada uno debe tender a perfeccionar, para lo que es fundamental la ley si fomenta la bondad, el honor, el alejamiento de la riqueza y el respeto a los demás. También la ciudad debe mantenerse en estos límites por lo que es mejor que tenga un tamaño medio, dividiendo la tierra en lotes para los ciudadanos y se prohibirá la moneda, el comercio y los préstamos. Los magistrados los elegirán sus conciudadanos, siendo 37, y no podrán ejercer más de veinte años ni acceder con menos de cincuenta años. Además, habrá autoridades militares y religiosas y un Consejo, lo que equilibra el poder. La educación estará a cargo de gente especializada y en cuanto a la justicia, se resolverá mediante la selección de un ciudadano imparcial, y cuando esto sea imposible por un tribunal para causas privadas y otro para los conflictos con el Estado.

Aunque Platón vuelve a aceptar la familia en vez de la comunidad de mujeres e hijos, no la deja libre ya que sólo se podrá contraer matrimonio entre los 25 y los 35 años y con el beneplácito de la gente sabia, impidiendo que se formen grandes fortunas. Además, no aborda el problema de la esclavitud aunque pide para ellos un buen trato. Pide que en la ciudad los templos estén en la zona alta. La educación sería obligatoria para todos, constando de deportes, juegos, matemáticas o lectura. Por último, pide que las personas no se esclavas de los placeres y tengan moderación.

Tema 3. Aristóteles.

a) Nota bibliográfica. Nace en una pequeña ciudad de la península Calcídica en 384. Su padre tenía relaciones en la corte macedónica, pero Aristóteles se educó en la Academia hasta la muerte de Platón en 347.Gracias a los favores que le hace a un tirano, consigue que le adjudiquen la ciudad de Asos, donde hacen trabajos de investigación, enseñanza y consejo político. Tras varios viajes donde siguió su labor de enseñanza, en 343 sigue hacia Macedonia donde es invitado por el rey Filipo, donde trabaja como preceptor de su hijo Alejandro. A los

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49 años llega a Atenas y funda una escuela de filosofía, conocida como Liceo. Permaneció allí doce años hasta la muerte de Alejandro en 323, cuando tiene que huir del grupo antimacedonio y se refugia en Eubea donde muere en 322.

b) La obra. Las obras se suelen dividir en dos grupos: los trabajos “exotéricos” y los tratados “esotéricos”. El primer grupo no son obras demasiado extensas, escritas en forma de diálogos, que se centran en la exposición de un tema científico y están destinadas al público general. Salvo Alejandro todas pertenecen a la etapa académica de Aristóteles. Las segundas no fueron editadas hasta la época de Sila, son de difíciles de interpretar para un público especializado, ya que son notas para lecciones que luego se iban a dar. La Política es uno de los tratados, que comprende ocho libros y la edición final parece ser obra del propio autor, aunque ha habido conjeturas acerca del verdadero orden de los libros III, IV, V, VI, VII y VIII. Parece que los libros originales eran los II, III, VII y VIII.

Todos estos libros son de carácter teórico. En el II se destacan puntos conflictivos de las teorías políticas famosas. Aristóteles desarrolla sus propias ideas en los libros III, VII y VIII. En el III se exponen los principios de la organización estatal y en los otros dos se perfilan las instituciones de la ciudad ideal y la educación que concordaría.

En todos estos libros son muy frecuentes las alusiones a los primeros escritos éticos: Ética a Eudemo y Protréptico.

Se advierte en todos ellos una dependencia de la ética y la filosofía política platónicas. Fueron escritos cuando Aristóteles estaba en la Academia. La fecha de los otros libros es más tardía, algunos posteriores a la estancia en Asos y

Macedonia y otras en la senectud. Los libros IV, V y VI se caracterizan por su riqueza en observaciones de hechos

concretos y por una cierta modificación de la ciencia legislativa misma, condicionada por la gran experiencia que adquiere en los años intermedios. La tarea del legislador será mejorar una situación cualquiera y el filósofo político debe conocer la situación práctica de las instituciones y los Estados.

El libro I es un resumen de los conceptos más elementales analizados en el capítulo III, compuesto para que sirviera de introducción al conjunto.

c) Libro II.

- Crítica a la República de Platón. Hay tres cosas que Sócrates quiere para su ciudad: la primera, es que no pueda ni llegue a estar desagarrada por la sedición, necesitando que todas las clases aspiren a un mismo fin; la segunda, es que exista amistad entre los ciudadanos (imposible de existir si sus fortunas son muy desiguales); y la tercera, es que sea autosuficiente, sin necesidad de recurrir al tráfico marítimo, y contar con una fuerza armada compuesta por ciudadanos que asegure su defensa. Aristóteles demuestra que con las medidas de Sócrates no se consiguen los objetivos y que el primero además no puede admitirse sin reserva.

La unidad. En primer lugar, es necesario recalcar que la ciudad no debe ser unitaria en todo, sino que tiene que ser consistente sin perder de vista que la ciudad es básicamente pluralidad. Por tanto, una ciudad con una unidad sin límites daría con consecuencias estúpidas. En segundo lugar; las disposiciones legislativas de Sócrates considera adecuadas para conseguir la unidad ciudadana en lugar de procurarla, la

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hace imposible. Si los hombres fueran virtuosos los bienes serían comunes, pero sólo se puede ser generoso cuando se es dueño de algo y la supresión de la propiedad termina con la propia satisfacción. La causa del error de Sócrates radica en un mal entendimiento de la unidad, porque debería ser una armonía polifónica. Sabiendo que existirán diferencias, la ciudad debe ser una y común mediante la educación adecuada. Por otro lado, el hecho de que dicha medida no haya sido puesta en práctica es que no debe ser muy buena. Además, en la obra de Platón se habla del régimen de vida de los guardianes pero no del resto, por lo que se crean dos clases. Si a los productores se les permite a la propiedad y a los guardianes se les prohíbe, será difícil que los segundos puedan mandar. El que los guardianes sean siempre los mismos que gobiernan la ciudad provocará que esta acabe en manos de una casta militar y su descendencia.

La autarquía. Platón dice que la ciudad debe crecer mientras que pueda ser una sola. Parece claro que hace depender la autarquía sólo del número de habitantes, y depende también de las diferencias cualitativas que existan entre ellos. Si se quiere que una ciudad sea autosuficiente ha de admitirse una gran diferencia cualitativa entre los miembros. Esto se da porque la ciudad es un gran número de elementos heterogéneos que puedan formar una convivencia que se capaz de satisfacer las necesidades. Además, dice que un régimen de propiedad común será menos eficaz porque no se cuida igual, produciendo menos bienes para ser autosuficiente.

La amistad. Sócrates pretende mediante la comunidad de las mujeres fomentar la amistad, pero conseguiría lo contrario: que la amistad no pueda existir entre los ciudadanos. En un régimen de este tipo habría más ocasiones de agravio, por no hablar de las faltas de pudor y de piedad que producirían no estar claro el parentesco. La comunidad de hijos suprime las fuentes del interés y del afecto. También se limita con el comunitarismo, las oportunidades de ser generoso.

- Conclusión. En la ciudad de Sócrates según Aristóteles no podría darse la felicidad de las personas que es el fin supremo. El todo no es feliz si no lo son las partes que la componen. La institución de la propiedad privada y la familia asociada a ella, desaparecería la libertad de cada uno. Al estar privados de bienes propios no podrán formar comunidades de hombres libres, sino que dependerán de la comunidad para su sustento. La ciudad no dependería de ellos sino de la voluntad del Estado que los convertiría en sus siervos. Se convertiría a la ciudad en un ente monstruoso cuya perpetuación estaría orientada al esfuerzo de los ciudadanos. Si se acabara con la desigualdad: las clases preferirían sus vidas actuales al supuesto platónico. La propiedad es algo sagrado para el hombre, que salvaguarda la libertad y la existencia del estado. Los ricos y los pobres son necesarios para el Estado, teniendo unos que pagar las cargas públicas y los otros deben trabajar.

Crítica de las leyes. El modelo de ciudad que se perfila en Leyes es más adecuado sin librarse de su fama de caprichoso. Se divide la sociedad en tres cuerpos: los productores, los defensores y los gobernantes. El tipo de educación es igual que el de la República, prescrito para la misma clase, así como la vida libre de los trabajos necesarios y las comidas en común. Planteadas así las cosas, Platón no percibe que cinco mil hombres ociosos necesitaría una extensión enorme para sustentar a

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guardianes y productores, y no tendrían efectivos suficientes para garantizar la defensa.

Sobre la forma del régimen. Se dice que en el mejor régimen se mezclan componentes de todos los regímenes. Del principio monárquico tiene la realeza; del oligárquico la Gerusía y del democrático los éforos. En Leyes se dice que había que mezclar democracia y tiranía, que tendrían elementos democráticos y oligárquicos, ya que se sortean cargos entre miembros ya elegidos. Todo el régimen gravita hacia la oligarquía porque obliga a los ricos ir a la Asamblea y a los pobres no. Son más numerosos los magistrados procedentes de las clases ricas y desempeñan las magistraturas más altas. Las elecciones para el Consejo son oligárquicas: el voto es obligatorio para todos cuando se eligen representantes de la primera y segunda clase. Para los de tercera el voto es voluntario y para los de cuarta sólo están obligados a votar los segunda. El poder estará en manos de los más ricos, por lo que Platón fundaría una oligarquía preponderante. Esto es por el error de que igualando la propiedad se resolverían los problemas de desunión, lo que no es así si no se regulan la natalidad que trastocaría este reparto en pocas generaciones. Por otro lado, una educación suficiente, no quiere decir que sea igual para todos sino a evitar la comisión de delitos más comunes dependiendo de la clase. Para prevenir los delitos nadie debe carecer de propiedad, para combatir la ambición de los hombres. Al final, Aristóteles muestra un discurso las razones de cambiar las leyes por otras y las de no cambiarlas. Las primeras son que todas las ciencias y las artes se alejan de sus modos tradicionales con el fin de mejorar, los restos de las legislaciones antiguas son demasiado simples y bárbaros, y que nadie busca lo tradicional sino lo bueno. Las segundas son que las leyes no son tan fácilmente cambiables como las artes y las ciencias, que sólo debe cambiarse cuando el beneficio que proporciona supere el daño a la costumbre, y que quedan las cuestiones de si es posible cambiar las leyes en todo régimen y de quién sería el encargado de hacerlo.

c) Libro III.

- Teoría General de las Constituciones. La ciudad consta de varias partes elementales, que son los ciudadanos, consiguiendo esta categoría por ser capaz de ejercer la función pública. Según sea el régimen, recibirá otras tantas definiciones, pero básicamente es a quién puede participar en la función deliberativa y judicial. Los órganos de máximo poder son los tribunales y la asamblea, Los que defienden la ciudadanía por el nacimiento tendrán que hacer frente a dos dificultades: el criterio no se puede aplicar a los fundadores, y en el caso de que se admitan nuevos ciudadanos esto queda invalidado igualmente. Aristóteles por tanto se aparta de la ciudadanía de linaje, cuando dice que el ciudadano se caracteriza porque ejerce un cierto grado de poder y queda vinculado a la ciudad con la ley y no con el territorio.

La ciudad. La definición de ciudad es consecuencia del ciudadano. La ciudad no se define por límites externos, ni por territorio habitado por las mismas familias, etc. La ciudad es ante todo una comunidad de ciudadanos en un régimen, cuando el régimen se altera específicamente y se hace diferente, parece forzoso pensar que la ciudad tampoco es la misma.

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La virtud del ciudadano y la del hombre de bien. El fin de todos los ciudadanos es la seguridad de la comunidad, y la comunidad es el régimen. La virtud del ciudadano está en relación con el régimen, si hay varias formas de régimen, es evidente que no puede haber una virtud perfecta y única del buen ciudadano. El que es buen ciudadano en una oligarquía no lo es en una democracia. El hombre de bien lo es conforme a una única virtud, luego, es evidente que lo que se considera un buen ciudadano y un hombre de bien no son la misma cosa. Las normas éticas no tienen por qué coincidir con la política. No es posible que todos los ciudadanos de la ciudad perfecta posean la virtud ética, teniendo cada uno la virtud necesaria para la función que desempeña. Por tanto, la virtud del ciudadano y del hombre son distintas.

Virtud del gobernante y del ciudadano. El gobierno político es un cierto mando según el cual se manda a los de la misma clase y a los libres. El gobernante debe tener la virtud del mando, y el ciudadano la del mando y la obediencia. La virtud necesaria del mando político, se consigue habiendo sido mandado antes. Los gobernantes y el que obedece compartirán la templanza y la justicia, mientras que la prudencia es sólo del gobernante. El mando político es diferente del señorial, porque el político ha de tener la virtud plena que se adquiere con la acción ética, de modo que si no se ha ejercitado, no la tendrá. El fin de la acción ética es llegar a estar en posesión de la virtud plena, por lo que la obediencia de los hombres libres consiste en adquirir por medio de ella la virtud necesaria para mandar cuando llegue el momento. El trabajo artesanal incapacita para la acción política, pues el trabajador padece una doble servidumbre: trabaja para alguien y para algo, de modo que no redunda en el mismo. Los jornaleros y artesanos, si son libres o esclavos, no han de considerarse parte de la comunidad ni deben participar en ella. El que emplea la mayor parte del tiempo en la producción no lo emplea en la acción, actividad señorial, y aunque sea legalmente ciudadano no será hombre libre. En el régimen aristocrático esto se cumple pues las dignidades se conceden según las cualidades y los méritos; en una oligarquía no puede participar el jornalero porque no puede pagar los costes de la magistratura pero si los artesanos; y en las democracias son todos los ciudadanos.

Los tres tipos de mando: político, señorial y familiar. Un régimen político es una ordenación de las diversas magistraturas de la ciudad y especialmente de las que tienen el poder soberano. Los hombres se asocian para formar una ciudad con los fines de la utilidad mutua y vivir juntos. Las normas que ordenan esa convivencia definen el régimen de la ciudad. La autoridad señorial se ejerce atendiendo a la conveniencia del amo y del esclavo, aunque el amo es el que más se beneficie de ello; la autoridad familiar la ejerce el padre de familia en beneficio de la comunidad familiar; y la autoridad del magistrado, la ordenada por el régimen político, se ejerce especialmente en el bien del gobernado esperando reciprocidad. La reciprocidad de beneficios entre hombres libres se llama justicia y tiene lugar en la ciudad. Los otros dos modos de autoridad no son simétricos. Todos los regímenes que tienden al interés general son rectos.

o Clasificación de los regímenes. El régimen establece cuál es la parte soberana en la ciudad, pudiéndolo ser uno, una minoría o la mayoría. Según el criterio cuando estos detenten el poder atendiendo al bien común, serán regímenes rectos. Atendiendo al número hay tres clases posibles de gobierno recto y tres

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desviaciones. Rectos son: cuando uno gobierna en busca del bien común (monarquía), cuando gobiernan los mejores en busca del bien común (aristocracia) y cuando gobierna la mayoría sin perjudicar a la minoría es la República. Desviaciones son: la tiranía, la oligarquía y la democracia.

o Sobre la justicia. Cuando acaparan las magistraturas y ejercen el poder los ricos es una oligarquía. Cuando lo hacen los pobres, una democracia. Estos regímenes definen la justicia respectivamente como desigualdad e igualdad. Ambas concepciones tienen son erróneas. Los oligarcas creen que aquellos que son superiores en riqueza deben de ser tratados de forma preferente, olvidando que la ciudad es algo más que beneficios comerciales. Los demócratas buscan una alianza defensiva para lograr más derechos, pero olvidan que la ciudad no es sólo una alianza militar. En la formación de una ciudad debe intervenir el elemento de la virtud, por encima del lucro y la defensa, que fomente que los ciudadanos sean buenos y justos. La funcionalidad de la ciudad es vivir bien, y los que más contribuyen a esa convivencia son los más ciudadanos de la ciudad.

o Sobre la amistad. La ciudad es una comunidad de familias que tiene como objetivo la autarquía y una vida perfecta. Esto no será posible si no habitan en un mismo lugar y contraen matrimonios. Por eso surgieron el parentesco, las fratrías, los sacrificios públicos y las diversiones de la vida en común. La elección de la vida en común supone amistad y esta surge por la práctica de la virtud. La amistad mantiene viva el conjunto. La virtud del ciudadano es el cimiento del estado.

o Sobre cuál debe ser el elemento soberano en la ciudad. Que sea soberana la masa, si despoja de bienes a los ricos es injusta; si se reparten los bienes de las minorías son injustos; y la ley que permite esto no puede ser justa porque se comportan como el tirano. Si son soberanos los ricos y hacen lo mismo obran injustamente y destruyen la ciudad. Si son soberanos los ilustres, el resto de los ciudadanos se envilecerían. Si es soberana la ley, como está redactada por hombres debe ser democrática u oligárquica, de donde vendrían las mismas dificultades.

o Soberanía del pueblo. En lo referente a la virtud, el conjunto de los muchos tiene más que el conjunto de los pocos. En lo que se refiere al buen juicio, la masa es más fiable que la minoría.

o Sobre qué materias debe ejercer la soberanía. Es arriesgado que lleguen a las magistraturas hombres del pueblo elegidos al azar, pues son los individuos particulares los que ejercen el poder que pueden cometer injusticias y errores. Una solución de esto fue Solón que hizo que la masa de hombres libres participase en las funciones deliberativas y judiciales, sin permitírseles personalmente ejercer las magistraturas. Por otra parte, los muchos mezclados con los mejores hacen mejor la ciudad.

o Objeciones posibles a la soberanía popular. Soluciones. 1º ¿Cómo el pueblo inexperto puede juzgar la obra del gobernante? Porque es el usuario de la cosa hecha en última instancia. 2º ¿Cómo escapar del absurdo de que los ciudadanos mediocres sean soberanos en asuntos más importantes que los

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hombres de bien? Porque el poder lo tienen representantes de la masa. La ley establecida debe ser soberana en todo, excepto en lo que no se exprese con exactitud. Las leyes pueden ser justas e injustas. Aristóteles está a favor de la soberanía popular, pero admite la posibilidad de un buen gobierno de muchos extrayendo tres observaciones: el mejor juez de las obras de arte es el pueblo, el banquete mejor surtido es el pagado por todos y las mejores leyes son las que todos respetan.

o Distribución de las magistraturas. Todos están de acuerdo en que la justicia busca una cierta igualdad. La filosofía política dilucida en qué cosas debe haber igualdad y en qué cosas desigualdad. ¿Debe ser un magistrado el ciudadano que sobresalga en un aspecto cualquiera para ser tratado con justicia? No en un bien cualquiera, sino en el pertinente al tipo de régimen que se quiera tener. Aspiran a las magistraturas los de noble linaje, los libres y los ricos, cada uno arguyendo que el suyo es el verdadero fundamento de la ciudad, siendo las demás accesorias. Pero es necesario que se junten las tres, además de la justicia de los mejores y el valor guerrero que es propio de la masa.

o Bajo que supuestos aspiran los distintos grupos al gobierno, y si su aspiración es justa. Los ricos porque poseen más tierra que nadie; los libres y nobles, aspiran a la supremacía por su linaje y porque es natural que los hijos de los mejores sean los mejores; los justos, pues la justicia forma la comunidad; y la mayoría porque todos juntos son más ricos, mejores y fuertes. Cada uno de estos grupos aspiraría a la soberanía absoluta si se atendiera sólo a una parte de la justicia, pero en la práctica no es su pretensión. La solución aristotélica es doble: hacer que participen las magistraturas proporcionalmente miembros de todos los grupos y tratar de conseguir una ciudadanía homogénea. Las medidas legislativas que se utilizan para conseguir esto son impedir que los hombres viles formen parte del cuerpo cívico y expulsar de él a los que sobresalen demasiado. Esta última medida igualitaria era conocida en las democracias como ostracismo, la ponen en práctica todos los regímenes y será justa si está encaminada al bien común. Esta medida no está justificada en los regímenes monárquicos, cuando la excelencia de un hombre consiga para la ciudad mayor bien que de ninguna otra manera y debe gobernar en solitario. La voluntad del hombre regio debe ser ley, pero hacía mucho tiempo que esto no se daba en Grecia. Aunque, no se piensa la monarquía como la solución a la defensa militar de las débiles ciudades.

Teoría del reinado. o Clases de la monarquía. Existen cinco tipos de monarquía. El generalato

vitalicio de una estirpe. En segundo lugar, el dominio hereditario consentido por los súbditos y sancionados por la ley, con la diferencia de que los reyes cuentan con la voluntad del pueblo y los tiranos no. La “Aisymneteía” es una tiranía electiva, como en cuando se nombraba a gobernantes de plenos poderes para solucionar una crisis política. Monarquías de los tiempos heroicos, que contaban con la voluntad de sus súbditos y eran hereditarias y legales, porque los primeros de la dinastía habían sido benefactores del pueblo, eran caudillos en la guerra y tenían prerrogativas religiosas. La

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monarquía absoluta, cuando uno sólo es soberano en todo, siendo la forma del futuro.

o Ventajas e inconvenientes de la monarquía absoluta. En primer lugar, ¿qué es mejor, ser gobernados por las leyes o por el mejor hombre? El gobierno es un arte y debe ser ejercido por una persona experta, y un rey puede juzgar incidencias no previstas por la ley, siendo un ejecutor que puede remediar la injusticia. El gobierno de un hombre tiene el inconveniente de que está sujeto a sus pasiones y puede ser injusto. La conclusión es que la ley debe ser soberana en todo menos en lo que no cubre. En segundo lugar, ¿en aquellos asuntos no previstos por la ley debe gobernar uno, la minoría o la masa? Es más difícil de corromper a una masa y la virtud de muchos es mayor que la de uno. Cuando hay varios iguales en virtud es justo que se turnen, apoyándose en las leyes. Por otra parte, el rey absoluto ha de tener ministros.

o Disposición natural de los pueblos para los distintos gobiernos. Algunos pueblos precisan ser gobernados con despotismo, que no es lo mismo que tiranía, mientras que el resto necesitan otro tipo de gobierno. Debe haber gobierno aristocrático cuando un pueblo produce muchos ciudadanos que pueden ser gobernados como hombres libres por los que de ellos sobresalen en virtud. Un gobierno republicano será el de aquel pueblo que produce multitud de guerreros capaces de obedecer y mandar, respetando la ley, y que distribuye la magistratura conforme al mérito. Será un mejor un gobierno monárquico para el pueblo que cuenta con una familia superior a todas las demás en cualidades para la dirección política. Si se hiciera con este hombre algo distinto que obedecerle sería injusto.

o Educación del hombre bueno y del buen ciudadano. De los regímenes rectos, que son tres, el mejor es el que está gobernado por los mejores: la aristocracia y la monarquía. La república no requiere para establecerse la virtud del cuerpo cívico, sino que con una cierta parte de ella es suficiente para el régimen. Cuando un individuo excelente gobierna es una monarquía, cuando se alteran varias familias es una aristocracia. En el régimen perfecto, las costumbres y la educación que forjan un hombre bueno, lo hacen apto para ser magistrado en una aristocracia o para ser rey.

d) Libro VII.

- Sobre el estado ideal. El supremo bien, tanto para el individuo como para el estado es la felicidad. Para esto es necesario contar con bienes, que se pueden agrupar en tres órdenes: externos (los bienes de fortuna), los bienes del cuerpo (salud) y los bienes del alma (la virtud). Respecto a los externos, dice que no sirven para conseguir la virtud, sino que la virtud los adquiere y los conserva. Los bienes externos han de tener un límite, pues pueden absorber la felicidad del poseedor. La virtud no tiene límite y es preferible, para el individuo y la comunidad. Lo mejor es un máximo de virtud y los recursos suficientes.

Vida activa, vida filosófica. En algunas ciudades algunos han confundido vida política con dominación, poniendo interés en que su pueblo prevaleciese sobre otros pueblos y cultivando el valor guerrero sobre el resto de virtudes, por lo que acaban de

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identificar la guerra como un fin en sí mismo y no como un medio para la paz. En cuanto al individuo algunos opinan que el hombre libre debe estarlo de los trabajos manuales y las obligaciones públicas. A estos hay que contestarles que el que no hace nada, no hace nada bueno y que la felicidad es una actividad. La vida activa es la mejor para el individuo y la ciudad, siempre que no se confunda acción con dominación. El pensamiento teórico es también un fin en sí mismo.

Población. La ciudad que tiene muchos artesanos y pocos hoplitas es muy populosa. Distingue Aristóteles entre el concepto de pueblo, los habitantes de una ciudad sin especificar más, y el concepto de ciudad, los pobladores que componen el cuerpo cívico (hoplitas, magistrados y sacerdotes). Las ciudades muy populosas son muy heterogéneas y no pueden tener buenas leyes. En cuanto a los habitantes dice que los hombres del norte viven en formas prepolíticas por su carácter poco reflexivo, mientras que los del sur son demasiado flojos de carácter y por eso llegan al poder monarcas despóticos. El carácter griego es intermedio, atesorando lo mejor de cada extremo, produciendo el hombre más apropiado para la vida política. Este tipo de hombre es conocido como magnánimo, que comprende el bien como algo universal, por lo que establece un pacto que extienda el bien a todos, es decir una ciudad.

Territorio. El territorio de la ciudad ideal debe ser el más idóneo para ser autosuficiente. Se debe de elegir un territorio de difícil acceso y fácil de evacuar. Las murallas son lícitas y buenas, se debe adiestrar a los ciudadanos en su defensa y cuando los hoplitas no sean suficiente deben intervenir. El territorio debe abundar en bienes de consumo y asegurarse una salida al mar para conseguir bienes que no tiene. Por tanto, da sus bendiciones a la actividad marítima que Platón desprecia. Para soslayar los inconvenientes sin renunciar a las ventajas del tráfico marítimo, hay que ubicar el mercado fuera de ella, no debe admitir en el cuerpo cívico a comerciantes y da a la armada una importancia capital para defender la ciudad. Pese a esto cuenta que con la creación de una fuerza naval, reclamaran la participación política un gran número de hombres que antes no la tenían, ya que se necesitan más hombres para defender la ciudad. Esto pasó en Atenas. Pero como Aristóteles no quiere una democracia para su ciudad, decide que los remeros sean esclavos o extranjeros, lo que contraviene la norma de que la defensa esté a cargo de los ciudadanos. Por tanto, serán parte de la ciudad (no sólo pobladores), los miembros del cuerpo cívico, y estos no pueden ser ni jornaleros, ni agricultores, ni artesanos, ni marinos, ni negociantes. Los miembros del cuerpo cívico deben ser también los propietarios de la tierra, que serán soldados en su juventud siendo los más destacados los que ejerzan el gobierno y de entre estos algunos serán sacerdotes en la senectud. En cuanto a la propiedad de la tierra será privada en un parte, otra parte será pública para pagar los gastos de la ciudad y otra parte será de utilidad religiosa. En los ámbitos que están fuera de la adjudicación de magistraturas, la ley debe tratar igual a cualquier ciudadano. La virtud del ciudadano puede ejercitarse y desarrolla un modelo educativo cuyos puntos principales son:

o La educación de los ciudadanos es competencia de la ciudad y no se deja en manos privadas.

o La ciudad debe intervenir en la procreación de los hijos, porque es un servicio público y se debe regular.

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o El ciudadano debe subordinar su voluntad a la de la ciudad y servirla, como la parte debe servir al todo.

e) Libro IV.

- Sobre las constituciones. Su objetivo es tratar y analizar los problemas que presentan los regímenes en vigor, intentando construir el mejor para unas circunstancias dadas. Además, muestra que existen varios tipos de cada uno de los regímenes.

Definición de régimen. Un régimen es una organización de magistraturas en las ciudades, como están distribuidas, cuál es el órgano soberano del régimen y cuál es el fin de la comunidad. Las leyes son disposiciones tendentes a perpetuar el orden político establecido, siendo buenas respecto al principio constitucional si consiguen eso. Las leyes sólo serán buenas en sentido absoluto cuando sean las del mejor régimen. Presenta los tres regímenes (aristocracia, monarquía y república) y sus formas aberrantes. Además, trata la república como una desviación menor de las mejores formas de gobierno: el gobierno de los hombres virtuosos o el del más virtuoso de todos. La gradación entre los regímenes desviados es: la tiranía el peor de todos, porque es la desviación del mejor de todos; la oligarquía, es el segundo; y la democracia, que es el menos malo de los regímenes desviados pues se atiene a leyes.

La variedad de los regímenes. Teoría del justo medio. La causa de que existan varios regímenes es que toda la ciudad consta de un gran número de partes y según la participación de estas partes así será el régimen. La oligarquía y la democracia son los regímenes que más se extienden y Aristóteles dice que son aberrantes pues se ocupan de asegurar el predominio de una parte de la ciudad, distando igual de la justicia. En la monarquía y en la aristocracia gobiernan los mejores, en la república gobiernan todos pero respetando el bien de todos. Estos tres regímenes siguen la justicia. Las únicas partes verdaderamente antagónicas de una ciudad son los pobres y los ricos. La democracia es el gobierno de los pobres, que son mayoría.

Formas de democracia. La primera forma de democracia es la más cercana a la república, cuyo principio es la igualdad, sin procurar que los pobres sobresalgan más que los ricos, para que ambas intervengan en los asuntos públicos, siendo una democracia porque la decisión del pueblo es lo que se acata. En esta democracia el desempeño de magistraturas se vinculan a una renta mediana y se gobierna con arreglo a la ley en todos los asuntos de poder. En esta forma la mayor parte de los ciudadanos son campesinos y pequeños propietarios. De las formas democráticas que no exigen rentas para las magistraturas, unas necesitan de un linaje intachable y en otras ser un hombre libre. En los dos tipos es soberana la ley, pero la segunda es más degradada porque el pueblo se vuelve soberano, pudiendo surgir demagogos, gobernándose por decreto y siendo el último tipo en surgir al crecer los recursos y la mayor parte de la población goza de una vida desahogada.

Formas de oligarquía. En la primera forma de oligarquía ejercen el poder los de las rentas más altas, por lo que cualquiera que llegue a la renta establecida puede ser magistrado, lo que se da cuando los ricos son muchos y no hay gran diferencia en la propiedad. Es soberana la ley y la ciudad suele estar formada por campesinos y pequeños propietarios. El censo aquí se impone para impedir que los pobres

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gobiernen. La segunda forma hace que el acceso a las magistraturas dependa de una renta más elevada y son los magistrados los que eligen a quienes corresponden los cargos. Eligiendo a los que pertenecen a un círculo todavía más restringido de grandes rentistas, estableciendo este sistema cuando los ricos son menos pero más ricos. Tienen el poder los ricos pero es soberana la ley. En la tercera forma, las magistraturas son hereditarias, sucede cuando los ricos son menos y más ricos y pueden modificar la ley. La última forma es la “dinastía”, se da cuando una familia o pocas han llegado al poder y gobiernan a su antojo, esta es la peor forma de oligarquía pues no siempre se respeta la ley. La aristocracia está formada por ciudadanos que en términos absolutos son superiores en virtud.

La república. La república mezcla principios oligárquicos y democráticos. En casi todas las ciudades existen repúblicas, pero escasean las personas virtuosas. La ciudad mejor gobernada es la que se rige por las mejores leyes pero también ha de amoldarse a los habitantes de esa ciudad. El legislador debe saber cuáles serían las mejores leyes en absoluto y cuáles convienen a sus ciudadanos. La legislación republicana hace posible la participación de ricos y pobres, uniendo los principios de libertad, riqueza y virtud para conseguir una república aristocrática, siendo esta la mejor forma después del régimen verdadero y primero.

¿Cómo se hace la mezcla de oligarquía y democracia en la república? El primer procedimiento para esto es tomar disposiciones legislativas de uno y otro régimen, consiguiendo una mezcla común e intermedia. El segundo procedimiento, es tomar el punto medio de lo que ambas disponen, como poner una renta intermedia para participar en política. El tercer procedimiento, es la combinación de reglamentaciones que regulan la adjudicación de cargos públicos, como elegir a los cargos sin depender de la renta. Se sabe que la mezcla es eficaz cuando al mismo tiempo se puede llamar al régimen democracia u oligarquía.

La tiranía. Existen dos tipos: los reyes absolutos bárbaros y los “aisymnetas” griegos (dictador). Ambos regímenes son regias por su legalidad y aberrantes porque ejercen el poder de forma despótica. La última forma de tiranía es la peor, coincide con la monarquía absoluta, ejerciendo un poder irresponsable sobre los ciudadanos por su propio interés.

Importancia de la clase media. Aborda la cuestión de si se puede crear un régimen que siendo aristocrático y legal pueda adaptarse a todas las ciudades. Los hombres de clase media son los más razonables, ya que no conspiran ni son envidiados. Lo mejor para la ciudad es que la clase media sea muy numerosa y más fuerte que las otras dos juntas. Las ciudades que carecen de esto pueden caer en sediciones y cambios. El régimen implantado por la clase media no existe, porque los ricos y pobres gobiernan en solitario, por lo que nunca ha llegado a existir o lo ha hecho pocas veces. Este régimen de clases medias podría adaptarse a cualquier ciudad, estaría sujeto a la razón y a las leyes, habría amistad entre los ciudadanos, sería virtuoso, sería igualitario, sería libre y estable. Los regímenes se han de adaptar al pueblo. El primer tipo de democracia o la república será típico de campesinos, el aumento de la clase artesanal comporta el surgimiento del grupo tercero y cuarto.

Los tres poderes del estado. En todas las constituciones hay tres elementos: el deliberativo, las magistraturas y la administración de justicia. Al elemento deliberativo

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incumbe decidir sobre cuestiones de estado (relaciones internacionales, legislación, elección de magistrados y rendición de cuentas). En los regímenes democráticos todos los ciudadanos deliberan sobre todas las cuestiones, mientras que los oligárquicos sólo algunos. En la república deliberan todos sobre pocas e importantes cuestiones, y los magistrados provistos unos por elección y otros por sorteo que gobiernan el resto. Para que se dé una mejor deliberación es necesario que las democracias que multen a los ricos si no asisten y paguen a los pobres. Que los deliberantes sean elegidos en igual número que las clases y que en caso de que estén desequilibradas sólo se pague a los designados por sorteo. En las oligarquías, se deberían elegir algunos de entre el pueblo para deliberar, establecer magistraturas como representantes públicos y deliberar sólo sobre cuestiones que los magistrados hayan seleccionado.

El poder ejecutivo. En toda ciudad existen tipos de magistraturas, pero las importantes son las que detentan el ejecutivo. Hay magistraturas propias sólo de algún régimen. Las magistraturas comunes a todos los regímenes siguen diversos procedimientos de elección debido a que son diferentes quienes los nombran, entre quienes se nombran y cómo se nombran. Hay doce modos distintos de nombrar magistraturas, siendo democráticos los que se eligen de entre todos los ciudadanos, por elección por sorteo o por combinación de estos. En la república se nombran de entre todos, por elección, sorteo o ambos, pero se nombran algunas de entre todos y otras de entre algunos. En la oligarquía nombran algunos ciudadanos entre algunos, por elección, sorteo o ambos.

El poder judicial. Hay muchas clases de tribunales y todos son necesarios en las ciudades, pero tienen importancia política los tribunales que juzgan los delitos políticos, cuyo mal funcionamiento provoca disensiones y cambios de régimen. El poder judicial es democrático cuando los jueces y jurados son elegidos entre todos y deciden sobre todo. Es aristocrático o republicano cuando parte de sus miembros se nombra entre todos y otra entre algunos.

f) Libro V.

- Causas de las revoluciones. La mayor parte de las revoluciones se originan por no diferenciar la igualdad aritmética de la geométrica. Esto asume varios modos:

o Por honor. Se sublevan justamente los que no teniendo honores los merecen e injustamente los que los desean sin merecerlos.

o Cuando uno o más superan en poder al gobierno, generalmente se rebelan para evitar el ostracismo.

o Por miedo: los que han cometido una injusticia para no ser castigados y los que temen ser víctimas de una injusticia para no serlo.

o Por mala administración del régimen. o Por crecimiento desproporcionado de una parte de la ciudad.o Por intrigas, cuando acceden a las magistraturas los enemigos del régimen. o Los cambios pequeños inadvertidos al principio pueden ocasionar revoluciones. o Por falta de homogeneidad racial.o Mala disposición geográfica para mantener la unidad de los ciudadanos.

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Los medios que se usan en las revoluciones son siempre la fuerza y el engaño.

Revoluciones en la democracia.o De democracia a oligarquía: en las democracias actuales la revolución se

origina por la insolencia de los demagogos que unas veces privadamente acusan a los notables para arrebatarles sus bienes, una vez que logran su condena al destierro, y otras veces incitan a la masa para hacer lo mismo al poder público. El resultado es que los notables se unen y pueden llegar a cambiar el régimen.

o De democracia a tiranía: La mayor parte de los tiranos antiguos han salido de los demagogos porque lideraban al pueblo y acababan gobernando ellos.

o De democracia tradicional a la democracia plena: cuando no se exige renta para ejercer los cargos y los elige el pueblo, los aspirantes actuando de demagogos hacen al pueblo soberano.

Revoluciones en las oligarquías.o De la oligarquía a la tiranía: si los oligarcas son injustos con el pueblo puede

surgir de la propia oligarquía un líder que, apoyándose en el pueblo, se convierta en tirano. También cuando un oligarca a título personal y a costa de su propia hacienda prepara la tiranía para él o para uno que actúe en su lugar. Cuando en tiempos de guerra los ricos, desconfiando del pueblo, contratan mercenarios y su jefe se convierte en tirano.

o De oligarquía restringida a más amplia o a república o a democracia. Los ricos excluidos de honores se sublevan, para participar en la vida política. Cambia a democracia cuando en tiempos de guerra los oligarcas confían al pueblo la defensa de la ciudad, y se ven obligados a incluirlos en el gobierno, cambiando al régimen.

Otros factores del cambio de régimen. Algunas veces sucesos anecdóticos producen el cambio de régimen u otras veces se produce de forma imprevisible sin participación de ningún grupo en especial. Así, en los regímenes en los que se dispone que el acceso a las magistraturas dependa de la renta y el valor no se revisa, si aumenta la prosperidad general.

Revoluciones en la aristocracia. Se producen unas veces porque el grupo de poder es demasiado restringido. Las repúblicas son más estables porque tienen una base más amplia, pero debe controlarse para no ser una democracia.

Medios de asegurar la estabilidad. Hay que tomar las medidas contrarias que las que producen su perdición como asegurarse que ningún individuo aumente tanto su fuerza por encima de lo conforme a su constitución, crear una magistratura que vigile a los que no concuerden con el régimen, evitar la prosperidad y la pobreza excesiva, creación de una clase media abundante, que las magistraturas no sean fuente de lucro, etc. Se deben guardar copias de documentos para la rendición de cuentas. Los regímenes democráticos han de ser escrupulosos con la propiedad de los ricos; y las oligarquías han de cuidar sobre todo a los pobres, prohibiendo que los ricos los agravien y asignarles servicios públicos remunerados. Tampoco es bueno que los ricos acaparen todos los cargos en las oligarquías y los ricos en las democracias. El hombre de estado ha de reunir tres cualidades: amor al régimen, virtud y justicia adecuada al

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régimen. Por último, es muy importante vigilar que la masa sea afectuosa con el régimen, por esto hay que tender al término medio. Una democracia y una oligarquía pueden servir para la vida en común si no exageran sus rasgos particulares. Ambos regímenes necesitan de la coexistencia de ricos y pobres, y cuando se destruyes estas clases se convierten en otras cosas. Para que se mantenga el orden es necesaria la educación respecto al régimen. En cuanto a la monarquía, los principales motivos de su disolución son: disensión entre los que ostentan la realeza y que el monarca ponga su voluntad por encima de la ley. En la actualidad no existe la monarquía porque los notables son muchos.

Conservación de la realeza y la tiranía. La realeza se conserva por la moderación, cuantas menos competencias se reserve. La tiranía se conserva intensificando el control o haciéndose más real. Los fines que se consiguen actuando de la primera manera son: que los ciudadanos desconfíen unos de otros, que no tengan fuerzas y que sean humildes. Se prohíben las reuniones de ciudadanos o envía espías, agobia a los pobres con grandes trabajos de obras públicas, destierra o mata a ricos y notables, desconfía de los hombres libres e independientes, quita al pueblo las armas, las mujeres y los esclavos son más “libres”, no permite las asociaciones ni la educación pública, etc. El otro modo de conservar la tiranía es hacerla parecida a la realeza. El tirano da cuenta de sus gastos e ingresos, los impuestos se recaudan por bien público, vivir con gran moderación, es un celoso guardián de lo religioso, no engrandece a nadie o lo hace con bastantes, dar los premios y pasar a otros los castigos, evitar los agravios, etc. Son en general de duración corta.

Crítica a la teoría platónica sobre los cambios de régimen. Critica la concepción platónica del mundo en el que todos los acontecimientos se repiten sin fin, pues en esto está basada toda la ideología platónica de los cambios de régimen. Los regímenes no cambian como Platón predice ni por los motivos que supone, y Aristóteles alega que esta teoría tiene más excepciones que ejemplos.

g) Libro VI.

- La democracia. Existen diversos tipos de democracia por la combinación de diferentes elementos.

Elementos o principios democráticos. o En la democracia la libertad política se funda en la igualdad según el número,

igualdad aritmética. Todos los ciudadanos tienen derecho y obligación de desempeñar cargos públicos.

o En los que se refiere a la libertad personal, los propios de la democracia es vivir como se quiere.

o Sería preferible que no hubiera gobierno, pero si ha de haberlo, lo democrático es que gobiernen todos los ciudadanos por turno.

Diferencia entre la igualdad democrática y la igualdad oligárquica. Los demócratas creen que la decisión de la mayoría es soberana y que la voluntad de cada miembro es equivalente a la de cualquier otro. Los oligarcas también creen que la mayoría es soberana, pero piensan que es injusto admitir la intervención política a los que no tienen riqueza. . Entienden que los ricos, como sufragan las cargas públicas tienen que

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ser los únicos considerados como iguales. Ambas interpretaciones del principio de igualdad, producen injusticia y opresión. Si se cree que la decisión de la mayoría ha de ser sin reservas soberana se puede dar el caso en que sea legal lo injusto. El concepto oligárquico de igualdad dirige directamente a la tiranía. Para que libertad e igualdad estén presente en un régimen democrático, se debe buscar justicia con ricos y pobres. Ricos y pobres están de acuerdo en que la voluntad de la mayoría ha de ser soberana, luego debe buscarse una mayoría en la que cuenten la riqueza y el número, para que el derecho de respete a ambos bandos y la ciudad tenga justicia.

Comentario sobre las diversas formas de democracia. La mejor forma de democracia es aquella antigua tan parecida a la república que se daba en los pueblos de ganaderos y agricultores. Con una buena masa de jornaleros también sería posible establecer una democracia buena e incluso una república si los campos de cultivo estuviesen fuera de la ciudad. Si esto pasara los agricultores sólo podrían ir contadas veces a la asamblea por lo que se pondría mantener este régimen. Lo que los demagogos suelen hacer en el cuarto tipo de democracia para que les apoye el pueblo, es admitir a nuevos ciudadanos, pero esto es viable hasta que la masa sobrepasa a los ricos, porque los incita a la revolución. Además, deben disolver las fratrías y las tribus mediante reformas para crear otras heterogéneas que aseguren la lealtad al Estado. Este régimen no es apto para cualquier ciudad y necesita legisladores que se centren en hacerla duradera.

Observaciones sobre la oligarquía. Hay cuatro formas de oligarquía y cada una de ellas es opuesta a su correspondiente forma de democracia. A medida que ambos regímenes se degradan y divergen más entre ellos. Una oligarquía poco degradada debe incorporar alguna medida democrática que permita asociar el poder a un número de pobres mayor que los que se excluyan. En cuanto a la forma más aberrante de oligarquía necesita muchas atenciones y cuidados, siendo más débil que la cuarta forma de democracia.

Observaciones sobre el tipo de población y el régimen. Hay cuatro clases de pueblo: agricultores, artesanos, comerciantes y jornaleros; la fuerza militar se divide en caballería, infantería pesada, infantería ligera y marina. Si una ciudad tiene espacio para caballos su fuerza principal es la caballería, y se establecerá una oligarquía poderosa dedicada a la cría de caballos. Cuando la fuerza principal sea la infantería pesada, habrá oligarquía porque estas armas son más propias de ricos. La infantería ligera y la marina son fuerzas demócratas. Una oligarquía cuidará de equilibrar bien estas fuerzas, y debe entrenar a los caballeros en técnicas de infantería, pues en los hechos civiles tienen ventajas estas técnicas. Las magistraturas supremas en las oligarquías deben ir grabadas por costosas cargas públicas, para que el pueblo no quiera participar en ellas. El magistrado electo debe ofrecer solemnes sacrificios, banquetes y engalanar la ciudad para dar imagen de régimen fuerte. Casi todas las magistraturas son aptas para todos los regímenes, pero algunas son privativas de algunos.

h) Libro I.

- Partes elementales de la ciudad. La ciudad es un cierto tipo de asociación, que comprende en sí misma todas las asociaciones, siendo el fin del estado un bien distinto y superior al bien que

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es el fin de las demás asociaciones. La autoridad política se diferencia del resto de autoridades. En comunidades pequeñas, tienden a darse gobiernos monárquicos con el objetivo de satisfacer las necesidades vitales básicas. Cuando aumenta la población, se forma un conjunto de familias que por lazos de parentesco crean una aldea. El mando sigue siendo monárquico, porque sus habitantes son descendientes de la rama real y están en relación de subordinación. El fin de la aldea es satisfacer necesidades cotidianas. Pero la comunidad más perfecta es la ciudad, una asociación de aldeas con el fin de vivir bien. Las asociaciones elementales tienden a formar estas ciudades, con el objetivo de satisfacer necesidades superiores. Si la ciudad es una asociación que viene de los hechos naturales, el hombre es un animal político, siendo los que son incapaces de vivir en comunidad política ajenos a la naturaleza humana. La ciudad es una asociación del que son miembros las casas y los individuos. El estado es establecido por un hombre que trae el mayor de los beneficios, empleando su fuerza para conseguir verdad y justicia. El fin al que se orienta la ciudad es la justicia, que es el orden de la comunidad civil.

- Conclusiones. El Estado es el mejor hecho natural. La ley del estado expresa el grado de justicia que le ha sido posible discernir en ese momento, porque con poca justicia que produzca la ley de una ciudad ya es más que nada. Es la expresión de la justicia que produce el orden de la sociedad y sin justicia no puede haber sociedad. El estado es el remedio de la injusticia, pues en las variadas formas del estado siempre topamos con un cierto tipo de justicia e incluso la justicia absoluta.

Relación entre los diversos elementos de la familia. La casa está compuesta por el padre, la madre, los hijos y los siervos, siendo el gobierno de todos del padre. Con respecto a la mujer el mando es aristocrático, pues tiene competencias del gobierno doméstico; mientras que al hombre le toca la representación política y el gobierno externo, la mujer debe administrar bienes y mandar sobre esclavos e hijos. La autoridad de los padres sobre los hijos es similar que sobre los esclavos, pero el fin difiere, pues es principalmente el bien del hijo. La autoridad familiar es monárquica y se ejerce sobre individuos que no pueden subsistir sin el orden familiar; mientras que la política sobre individuos libres que pueden subsistir.

La esclavitud. La competencia del marido es la adquisición de bienes necesarios, necesitando de instrumentos, como los esclavos, que son instrumentos animados, sería transformar las propiedades en beneficio del amo. La esclavitud es una institución imprescindible.

Acción y producción. La acción cuyo fin es obtener producto transforman materiales, es producción. Este es el modo de actuar propio del esclavo, siendo su fruto aprovechado por el amo principalmente e incidentalmente por el esclavo. Existe otro tipo de acción que no produce cosas, la “praxis”, propia del señor. Comprende varios aspectos: las funciones de jefe de la casa, cuidar la prosperidad de sus bienes sin caer en el servilismo, ocuparse de los asuntos públicos, etc. La contemplación también es propia de un caballero. La labor del amo es ser para sí y por si.

¿Es justa la esclavitud? Discusión. La esclavitud es necesaria para conseguir los bienes imprescindibles, pues la producción degrada al que la ejerce. Además la esclavitud era una institución legal, sobre la que existen tres opiniones sobre si es justa según los cánones de la justicia universal. Unos dicen que es justo porque la virtud de los fuertes es dominar; la segunda opinión, declaran ilícito el mando del más fuerte pues vincula

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virtud y benevolencia; y en último lugar, los griegos en general piensan que son libres siempre pero los bárbaros son esclavos siempre, independientemente de la situación en la que se encuentren, porque hacen depender la libertad del nacimiento pues la naturaleza hace a los hijos iguales. Ninguna de las teorías aclara en qué circunstancias es justa la esclavitud, y esta sólo lo sería si el beneficio entre amo y siervo es igual, la relación de dominación sería justa. La igualdad aritmética (que ha de presidir los contratos entre particulares para que sean justos) indica que los beneficios intercambiados por dos particulares deben ser iguales. Por tanto, si existe un hombre para el que sea beneficioso ser dominado por otro, es natural que se someta. En el contexto del gobierno político es completamente distinto, siendo siempre injusta porque es el gobierno de los hombres libres y la dominación se ejerce en beneficio propio. El libro I termina con un tratado de economía, como el arte de hacer llegar los bienes necesarios a la casa que no era un asunto público.

Tema 4. El fin de las polis y el surgimiento de nuevas escuelas filosóficas.

a) Las transformaciones del mundo helenístico. Macedonia no tuvo una participación decisiva en la política helena hasta la llegada de Filipo II, incluso las polis griegas consideraban a los macedonios como inferiores pese a que compartían cultura. Macedonia era una sociedad de espíritu guerrero, que había desarrollado una técnica militar muy efectiva. Eran una sociedad innovadora, pudiéndose considerar un reino con un rey enérgico y una nobleza rica e influyente. Filipo II se propone acabar con el aislamiento cultural y helenizar la sociedad, por esto trae a importantes representantes culturales de las polis y participa más en la política griega, aumentando su presencia por las vías militar y diplomática. Las ciudades comenzaron a ver a Macedonia como una amenaza (Demóstenes), mientras que otros (Isócrates) veían a Filipo como el unificador de Grecia para terminar con la amenaza persa.

En 340 se formó la Liga Helénica para combatir la política de Filipo, y en el 338 en la batalla de Queronea, en la que la victoria de los macedonios terminó con la polis, como la entendía el sentido griego clásico. Grecia quedó en manos de Filipo, que formó la Liga de Corinto y se preparó para atacar a los persas, pero fue asesinado en 336.

Le sucede su hijo Alejandro, que tiene que combatir a algunos opositores griegos y que rápidamente cruza el Helesponto, para combatir a los persas. En 334 vence la batalla de Gránico, arrebatando a sárpatras de las ciudades costeras de Asia y entregándoselas a generales macedonios, y se abre camino para conquistar Caria, Frigia y Cilicia. En 333 vence a los persas en Issos, que le abre las puertas de Siria, Egipto y Mesopotamia. El 1 de octubre de 331 tiene lugar la batalla de Gaugamela, que supone la derrota total de los persas, con saqueo de la capital incluida. Alejandro da por terminada la campaña panhelénica y licencia a las tropas no macedonias. Sigue adelante conquistando Sogdiana y se adentra en la India para lograr el imperio mundial, pero ante las quejas de sus tropas decide volver a Persia. Allí comienza la fusión cultural, con matrimonios masivos entre griegos y persas, con el objetivo de crear una organización política que admitiera variantes culturales y diversos grados de

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autonomía. Alejandro establece la igualdad de derechos para griegos y persas y la amnistía para los exiliados políticos griegos. Se decide la separación del gobierno civil y militar en las provincias y se unifica el sistema monetario en todo el imperio para crear un gigantesco mercado único. El griego es la lengua oficial del imperio y funda 70 ciudades para que sirvan de núcleos administrativos y militares. La ambición y el sentido práctico que mostró Alejandro, es fascinante teniendo en cuenta el poco tiempo del reinado del macedonio. En junio de 323 muere en Babilonia, y su imperio muere envuelto en luchas sucesorias que duran 20 años. Se crean varias monarquías que conservan rasgos fundamentales del imperio, como el cosmopolitismo, el desarrollo comercial y la difusión de la cultura y la lengua griega. Estas monarquías sobrevivieron hasta que Roma controló el mundo conocido 200 años después.

Estas son las características del llamado “mundo helenístico”, distinción del mundo griego por la desaparición de las ciudades como estructura básica del mundo político. Esto se basaba en un aislamiento que ahora era imposible, pues no era viable la limitación del número de ciudadanos que las sostenía y ahora crecen de manera descontrolada, cambian la base agrícola por economía manufacturera y comercial, prima el cosmopolitismo sobre las peculiaridades culturales, prima el sentido de unión hasta el punto de debilitarse la concepción entre griegos y bárbaros, la autonomía política desaparece bajo la autoridad real, la autarquía económica desaparece bajo la influencia de los intercambios, el equilibrio entre ricos y pobres se trastoca tras el auge de grandes fortunas, la participación directa en la vida pública se limita a la administración local, la igualdad entre nobles y plebeyos se destruye por la emergencia de la vida cortesana, etc. En una cadena de ciudades populosas y prósperas en las que al florecimiento económico se une al esplendor cultural (se crean bibliotecas, se incorporan elementos nuevos al pensamiento influidos por los contactos culturales, la lengua griega se expande como elemento de intercambios, etc.). Los valores se transforman, dejando la ostentación de ser un rasgo de mal gusto y el refinamiento se pone de modo. Además, los cultos públicos a los reyes, que asociaban al rey con los dioses de la ciudad, y creaban un culto específico que se hacía a la estatua del monarca.

Esta tendencia a identificar el soberano con la divinidad la aprovecha Alejandro para buscar un entendimiento con la cultura oriental. El monarca tenía un exquisito cuidado de su imagen pública, potenciando la expansión de su sentido de la justicia, su juventud, su imagen, su carisma e incluso su temprana muerte. Los historiadores potencian su idea como mito, de criatura semi-divina, lo que favorece la narración de sus expediciones. Sus herederos copiaron la iconografía de sus retratos para que se viera que eran sus herederos. La atribución de su prestigio semi-divino si fue un fenómeno general, y contribuyó a que la esfera de las decisiones públicas se alejara del antiguo ciudadano, que ahora se convertía en súbdito expulsado de control directo del poder.

b) El ladrido del perro. Con el desplazamiento del control de las tomas de decisiones políticas, las preocupaciones del hombre se desvíen de la vida pública y se interiorizan, sustituyendo el concepto político de libertad por otro de la autonomía del individuo, no ya en armonía con la colectividad sino independiente de ella. El cambio se venía gestando desde la Guerra del Peloponeso. Las voces críticas apuntan contra el sistema de administración de los asuntos públicos, como vemos en Platón o Atistóteles.

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El mundo se alteró más de lo que ellos pensaron y sus teorías políticas pronto se consideraron desfasadas, y ello por varios motivos: su reflexión tenía como marco de referencia la polis clásica, el supuesto de la capacidad del ciudadano para influir en los asuntos públicos, la fe en la razón para llevar a los hombres por el bien, etc. Esta idea no deja de tener su lógica: cuando la vida pública se rige por la discusión libre entre iguales, la solución se toma de manera consensuada por todos y se ve como algo fuera del alcance de la opinión privada, y de algún modo se identifica con la razón, ya que emana como conclusión del intercambio y la sucesión de diferentes argumentos, y se identifica con la razón al emanar del intercambio de argumentos. Cuando las decisiones que atañen a todos se toman por uno, es evidente que provienen de la voluntad individual y siempre se verá como algo ajeno y sujeto a la arbitrariedad. No es que se dejase la razón de lado, sino que se pensaba que por sí sola no podía llevar a la verdad en lo político, así que su funcionamiento debía ajustarse a la norma, compararse con un criterio de verdad que sea inmutable y no sujeto a error.

A esto se une que el cosmopolitismo cambia las ideas de los hombres, que se dan cuenta que buena parte de los que creían natural, era resultado de la convención. Esto hizo que se dificultara el llegar a verdades universales válidas y a conclusiones fijas. Por otro lado, al revelarse el carácter convencional de las diferencias, todos los hombres residían en lo superficial y preservaban intacto el fondo esencial, la naturaleza humana que es idéntica para todos.

Los primeros filósofos helenísticos, nacen con la crisis de las polis y son contemporáneos a Aristóteles, y comparten con Sócrates la ambigüedad y la ironía y también los asuntos éticos. Sin embargo, predican una vuelta a la naturaleza como vuelta a la simpleza de un modelo moral y cuya permanencia a través de los cambios consideran una garantía de verdad y les proporciona una seguridad que la historia había destruido. Esta moral destilada de la naturaleza, sienta las bases de una nueva moral que partiendo del individuo sea universal. Los cínicos aprovechan el carácter crítico del pensamiento socrático, hasta llevar sus pensamientos hacía la subversión. Se declaran en rebelión, que hace que se les llame cínicos (perros) por su búsqueda del lado salvaje de la vida ciudadana. Los cínicos son testigos del momento en que la ciudad ya no es capaz de proporcionar normas que legitimen la conducta moral debido a su inestabilidad. Los cínicos, por oposición al ciudadano, se declaran salvajes y buscan modelos de conducta en la naturaleza. Así asilvestran su conducta imitando la de los animales, practicando la simplicidad más absoluta, reduciendo al mínimo sus vestidos, comiendo alimentos sin condimentar y llevando la frugalidad al extremo. Defecaban o mantenían relaciones en público, obedeciendo de forma sencilla e inmediata las leyes de la naturaleza. También se significaron por acabar con los prejuicios sociales, eran pacifistas, pretendían una vida ascética, despreciaban la riqueza y los honores, y menospreciaban la cultura, las artes y las humanidades.

No toda cultura es inútil, teniendo fe en el poder de la educación. Rechazan un aprendizaje intelectual, pues consideran que la virtud está en los hechos y no en las ideas, que serían una especia de culminación de la vida ascética y sostienen que la virtud más elevada es la prudencia. Los cínicos se presentan como una forma de vida, que consideraban su más alta dignidad.

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c) A la sombra del pórtico. La escuela cínica exigía un régimen de vida demasiado severo y su contenido doctrinal no admitía demasiado desarrollo: era una rebeldía que se acababa en sí misma, y por eso su supervivencia no fue larga, aunque gente de carácter heterogéneo se cobijo en la etiqueta. Pero los cínicos influyeron muchísimo en el estoicismo, que tuvo una larga vida y un papel muy importante en la historia de las ideas. Los primeros estoicos no tienen tanta fama, pero son los fundadores que ponen las bases de una doctrina que propugna investigar libremente y preguntarse con una curiosidad sin trabas por la verdad de las cosas, ya que los estoicos buscan seguridades, respuestas y tratan de solucionar cuestiones y cerrar problemas.

El fundador fue Zenón de Citium (nacido en 332), seguidor de los cínicos y que tuvo mucha fama en Atenas, y también fue un pensador importante Crisipo (282- 204), que trabajó en una ciudad ajena a la suya, lo que demostraba el cosmopolitismo que proclamaban. En primer lugar, los estoicos proclaman que para tener alguna esperanza de lograr el bien y la felicidad es preciso seguir los dictados de la naturaleza. La concepción de la naturaleza es distinta de la de los cínicos y más compleja, pues consideran la naturaleza como un cosmos, es decir, como algo ordenado, sometido a leyes perfectas, eternas, inmutables y divinas. Los estoicos piensan que la relación entre la sociedad y la naturaleza se ha roto, de lo que se ha derivado injusticia y desgracia. La sociedad es un caos, que debe recibir las normas de la naturaleza como norma externa, superior al hombre, por la cual el hombre debe regular su conducta. La fiabilidad y la justicia de las normas que han de cimentar la vida social dependen del hecho de que tales leyes no son humanas. Estas leyes divinas son comprensibles por nuestra razón, así que podemos entenderlas y reconocer su carácter sublime, y colaborar con ellas. El hombre no puede alterar curso del mundo y su posibilidad se limita a entender y aceptar, siendo esta obediencia voluntaria la virtud y la voluntad. Es nuestro deber seguir las leyes de la naturaleza, que se cumplirán aunque sea con nuestra con nuestra actitud negativa. Los estoicos creen en el destino y elaboran una teoría física que ofrece una explicación científica de esta creencia. Cuando el hombre acepta este destino, se convierte en asociado y toda las leyes de las fuerzas naturales se suma a su fuerza moral. Por otro lado, admitía la posibilidad de negación, aunque limitada al ámbito de la vida humana y sin posibilidades de éxito, y también deja cierto margen a los detalles, en los que radicaba la posibilidad de añadir a nuestro destino una excelencia añadida, una superioridad moral que añade una elegancia ética.

El determinismo estoico hay que entenderlo como una especie de tendencia general que da sentido al mundo y lo organiza. Y es fácil ver el paralelismo con la situación política del momento: las decisiones y el sentido general de la historia, están en manos superiores y fuera del alcance del individuo, y lo más inteligente es obedecer. Pero este poder contra el que no se plantea resistencia no se extiende a todos los detalles de la vida cotidiana, sino que ejerce menos control del que ejercía la antigua organización política. Los estoicos basaban su dignidad en él su capacidad de convertir el destino en elección. Todo esto supone una visión idealizada de la naturaleza, como un mecanismo perfecto y organizado por una mente sabia que la ordena y es inseparable de ella. La virtud es sometimiento, pues no hay mayor excelencia que identificarse con el bien, hacerse auxiliar de la obra divina y así alcanzar la sabiduría, que se identifica con el justo modo de regir la propia vida.

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El hombre adquiere seguridad y firmeza que le hacen inmune de los dolores de la vida cotidiana. El sabio, al identificarse con los planes divinos, ve como todo lo demás se relativiza y es incapaz de destruir su felicidad, ya que no puede lesionar aquello que para ellos es verdaderamente valioso y que constituye la esencia de su alma. También dicen que sólo el sabio es libre, pues tiene todo lo que desea y convierte lo obligatorio en voluntad. Además, queda liberado de cualquier otra sujeción, y en el caso de que no soporte las injusticias de la vida, el sabio se reserva la posibilidad de suicidarse.

Sólo con la virtud puede florecer la justicia, pues si ésta consiste en obrar como se debe y procurar el bien, sólo puede encontrarse en ese asentimiento participativo de la gran obra de la naturaleza que realiza el sabio. Pero para convertirnos en sabios necesitamos usar nuestra razón de manera adecuada. Nuestra razón es un bien precioso, pues nos permite comprender la ordenación maravillosa del cosmos, y ya que somos los únicos seres vivos capaces de hacerlo, decimos que el hombre tiene algo divino y el orden del mundo es algo que le está destinado. Nuestro entendimiento es proclive al error, que es una sinrazón, una locura y las causas de las desdichas del hombre pues pocos viven de acuerdo con las leyes eternas. Es necesario enseñar a los hombres a vivir con acuerdo a la razón, y para ello hay que enseñarles a usarla correctamente, y aunque no todos lleguen a la perfección es deber de todos intentarlo. En esta tarea hay que desprenderse de las pasiones y eso se consigue usando la razón, para comprender que vanas y engañosas son y esforzándonos en la ver la ley que rige el cosmos, colocándose bajo la ley suprema, guiándose por la luz de la razón. Pero para esto hay que regular la razón, alimentándola con los contenidos adecuados y vigilando su funcionamiento. Esto explica el interés de los estoicos por la lógica, y en especial por las paradojas y los paralogismos.

Para los estoicos la sabiduría y la perfección son cosas que conciernen sólo al individuo, que encuentra en sí mismo su propia finalidad. Pero consideran al hombre un ser social, y es precisamente el alejamiento de la naturaleza y del recto proceder lo que ha hecho imposible la convivencia. Por tanto, su concepción de la sociedad parte de que hay un tipo de gobierno acorde con la naturaleza y preferible a cualquier otro. Por eso los estoicos tenían presente la labor política de su función pedagógica. Sólo un sabio es verdadero ciudadano, porque sólo él es libre, y si todos fueran como él la sociedad sería perfecta.

La autentica ciudad es el mundo entero y todos los hombres son sus habitantes, aunque sólo los sabios tienen derecho de ser verdaderos ciudadanos. La ley que rige el cosmos es la constitución y su cumplimiento es el deber de los hombres. El resto de gobiernos son tiranías y las distinciones entre ellos carecen de sentido. Todos los hombres son iguales, independientemente de su condición y patria, y las nuevas distinciones se establecen dependiendo de si acatan las leyes.

d) Los filósofos del jardín. La tercera escuela filosófica es la epicúrea, llamada así por su fundador Epicuro de Samos, que también fue a vivir a Atenas, situando su escuela de enseñanza en un jardín, lo que indicaba que era más un retiro que otra cosa donde el profesor se apartaba para compartir conversaciones elevadas. Tratan de construirse un refugio al margen de las agitaciones ciudadanas, que sea lo más placentero y grato como sea posible. En

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su retiro convivían sin importar de su sexo, riqueza o importancia social. Se trataba de un grupo minoritario pero carente de prejuicios.

Las afirmaciones de Epicuro identificaban el bien con el placer y la vida apartada, despertaron las envidias y las calumnias, que se extienden mucho tiempo en la historia aduciendo que no tenía moral. Pero Epicuro, afirma que el placer es el sumo bien, pero identifica éste con el goce íntimo del espíritu en paz consigo. Dice que en los placeres no reside el verdadero deleite, sino en la imperturbabilidad del ánimo, procurando vivir de acuerdo con la naturaleza, pues a poco que la observemos, vemos que los seres vivos huyen del dolor y buscan el placer. Pero nosotros somos especiales, ya que gozamos del uso de la razón, por lo que es preferible un placer que nos satisfaga racionalmente a uno que lo haga sensorialmente. Para alcanzar este bien, debemos vivir de acuerdo con la naturaleza, y eso incluye huir de las inútiles complicaciones con las que hemos complicado nuestra vida. Lo ideal sería apartarse al campo y llevar una vida sencilla, con goces sencillos. El principal deber del hombre es consigo mismo, y la vía de salvación que propone es individual, aunque compartida con los amigos y prácticamente inseparable de esto.

Conseguir la tranquilidad de ánimo requiere: en primer lugar, ser virtuoso, porque la maldad nos hace sentir un malestar interno y nos crea enemigos; en segundo lugar, tener un espíritu libre, por lo que es mejor evitar los vicios que nos debilitan y debemos evitar nuestros deseos, pues nos producen insatisfacción y dolor; en tercer lugar, hay que liberarse del temor, y la filosofía nos ayuda a conocer la verdadera naturaleza de las cosas, nos libra del miedo al destino, nos libra del temor a los dioses (Epicuro dice que los dioses son seres excelsos y no se preocupan por nosotros). El peor de los miedos que atenazan al hombre es el miedo a la muerte y Epicuro propone negar la inmortalidad del alma (dando valor a la vida mortal y nos quitamos el miedo al tránsito).

En cuanto a las relaciones con los demás hombres, los que viven fuera del círculo de amigos, lo principal es protegerse de cualquier intrusión perturbadora por su parte. Epicuro no cree que el individuo tenga deberes con la sociedad, sino que la sociedad debe proteger los intereses del individuo. Piensa que la vida social es producto de una convención, suscrita para los intereses de cada cual. No existen leyes divinas que sancionen las leyes humanas, sino que simplemente son hijas de un acuerdo y su justicia dependerá de la conveniencia de los individuos. También puede variar la justicia dependiendo de las circunstancias. El filósofo deberá cumplir las leyes de su ciudad, procure no perjudicar a otros y evite ser víctima de la injusticia,

La doctrina de los epicúreos fue atractiva para helenísticos y romanos, que encontraron en ella una guía para la vida u obra. El epicureísmo es un síntoma del extrañamiento del ciudadano respecto a la vida pública que se da con el helenismo, proponiendo también un ideal de vida sencillo, dedicada a la meditación y a la amistad.

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Bloque II. Roma.

Tema 1. Roma, su historia, sus hombres.

a) La fundación de Roma. La visión romana sobre los orígenes de su ciudad está muy ligada a leyendas míticas y explicaciones religiosas. Es difícil saber cómo era Italia en el s.VI a.C. cuando los romanos comienzan su expansión. La ciudad de Roma surgió de la unión de una serie de pequeñas comunidades agricultoras y trashumantes, que no tenían una visión de la ciudadanía ligada al territorio y el linaje. Los procedimientos de adopción permitían a un individuo ingresar en una familia con facilidad, a diferencia de Grecia, por lo que se facilitó en Roma una concepción más jurídica que territorial de la ciudadanía facilitando la incorporación de nuevas comunidades y ciudadanos. La fecha tradicional de la fundación de Roma es el 753 y lo más probables es que los asentamientos primigenios se desarrollaran en torno al siglo VII. La tradición dice que fundada por dos gemelos, de los que saldría el primer rey de la ciudad, Rómulo. Estas historias míticas revelan los cimientos morales de una sociedad, como las ansias de una nación joven de asociarse con antepasados prestigiosos (los gemelos descenderían de Eneas), el intento por diferenciarse de lo griego, las ocupaciones ideales de cada sexo (guerreros para los hombres y amas de casa para las mujeres), la estima que se le tenía a la resistencia física y a la tenacidad, también a la sencillez y la austeridad, la importancia de la disciplina y el sometimiento a la ley, y la importancia de la religión y de los cultos públicos que hacen que el máximo representante del poder asuma las funciones sacerdotales.

El Senado primigenio tenía cien miembros, saliendo de estas familias conocidas como patricias, los futuros senadores, lo que tiñó de un importante aire aristocrático la política romana. Una sociedad en expansión como la romana, debe contar con un ejército fuerte y una tranquilidad interior no turbada, por lo que los patricios tuvieron que ceder a las demandas de la plebe, otorgándoles algunas magistraturas y el acceso a una clase intermedia a partir de un cierto grado de fortuna. Además se crearon contrapesos que impedían que una persona monopolizara el poder. Pese a la tensión entre aristocracia y plebe, el imaginario colectivo guardaba su peor temor a la tiranía, así la omnipresente nomenclatura SPQR simbolizaba como los romanos se veían como un colectivo de ciudadanos que ejercían el poder.

Para ser ciudadano se requería ser libre y haber nacido en Roma o en territorios latinos. Pero los romanos fueron extendiendo la ciudadanía concediéndolo a ciudades o familias y a colectivos (hijos de libertos). A veces la ciudadanía era sin voto (todas las obligaciones fiscales y militares y todos los derechos legales y políticos salvo votar), pero esto podía ser por distancia física entre las ciudades y Roma.

En los primeros siglos, la organización política fue la monarquía, de la que sólo conocemos leyendas, de las que extraemos la fusión de los romanos con los sabinos. Los últimos reyes de Roma pertenecen a la familia de los Tarquinos, que tal vez fueran etruscos, pero el último monarca violó a Lucrecia y la familia real fue expulsada, constituyéndose una República. En la organización republicana la máxima institución era el Senado y el papel de los antiguos reyes lo desempeñan los Cónsules, que son dos y comparten el poder por un año. Se crearon otros cargos como los cuestores (funcionarios fiscales), los pretores (encargados de la justicia), los censores (que cada cinco años hacían un censo de personas), los pontífices (encargados de las ceremonias religiosas), las vestales (un papel simbólico de protección de la ciudad y guardianas

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del fuego sagrado), y los augures (que trataban de averiguar la voluntad de los dioses mediante señales). Lo religioso impregnaba la sociedad civil y se consideraba inseparable, por lo que aunque los cargos religiosos fueran vitalicios estos podían desempeñar cargos civiles. Al principio, sólo los patricios podían ocupar cargos, y ante las protestas de la plebe, crearon el tribuno de la plebe, encargados de ser portavoces de los intereses. Poco a poco los plebeyos fueron aceptados y en el s. IV podían ocupar todos los cargos, incluso la dictadura (cargo de plenos poderes que duraba mientras la ciudad se encontrara en peligro). Además, la administración pública durante la República se copia durante el resto de la historia de Occidente, al igual que el Derecho Romano, la codificación de la ley que ponía a salvo de las arbitrariedades de los poderosos y su consagración como algo común a todos los ciudadanos y por encima de ellos.

b) La expansión y la creación del Imperio. Las primeras guerras de la República tienen carácter defensivo: enfrentarse a los partidarios de la antigua monarquía, que pretendían obtener más ventajas mediante la arbitrariedad de un monarca que de la ley; en segundo lugar, hubo que luchar contra los etruscos, parientes de los Tarquinos, con batallas muy duras que perdurarían toda la historia del imaginario romano; la defensa de las invasiones célticas; y la victoria contra la coalición antirromana. Estas victorias dan una fortaleza que permiten crear nuevas colonias, con los mismos derechos que las ciudades latinas y en las que se repartían lotes de tierra que aliviaban el descontento de los más desfavorecidos. En algunos casos, se recibían lotes más grandes para premiar comportamientos, lo que favoreció el surgimiento de una nobleza provincial. Además, las colonias suponían un baluarte defensivo, pues los ciudadanos eran soldados, y supusieron un importante factor de cohesión, pues propiciaron la fusión con las poblaciones nativas y contribuyeron a la homogeneización del territorio. También jugaron un papel de reserva moral, pues conservaban mayor pureza de la austeridad y las costumbres patriarcales que la capital. Además, las necesidades comerciales y defensivas aportaron las vías de comunicación romanas.

En sus conquistas los romanos emplearon la guerra y las alianzas con otras ciudades, creando comunidades de intereses estrechos y otorgando la ciudadanía romana a familias distinguidas, hasta que la fusión caía por su peso. En este proceso de conquista y asimilación Roma también recibió algunas influencias. El primer enemigo no italiano de Roma fueron los griegos del sur de Italia y después a Cartago. La conquista de Siracusa fue la primera victoria de Roma sobre Cartago, ya en 241, y además consiguieron innovaciones militares de los griegos de la ciudad y la toma de la importante flota comercial de siciliana que había sido uno de los motivos de la guerra. La consecuencia principal de la victoria fue fijar en el imaginario colectivo romano las virtudes distintivas de su identidad. En 218 Aníbal invade Italia a través de los Alpes, logrando victorias durante dos años, pero Roma emprende la conquista de la Península Ibérica, controla por completo Sicilia e invade Macedonia (aliada de Cartago). Obteniendo la victoria en estos frentes, los romanos invaden África haciendo que los cartagineses pidieran la paz en 202. Cincuenta años después Roma destruiría definitivamente Cartago. La Segunda Guerra Púnica, produce un impresionante botín que se empleó en obras públicas, aumentó el lujo de la vida privada, aumentó el comercio de bienes de lujo y esclavos, y por tanto, favoreció la expansión comercial y la urbanización. Además, impulsa nuevas conquistas, que llevan a conquistar Grecia, a establecer relaciones de protección con Egipto y ciudades helénicas, se conquistan amplias zonas de la Galia, se conquista Asia menor y se cruza el Canal de la Mancha.

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La inmensidad del territorio fue una de las causas del cambio de la república al principado. En los últimos años de la república con la dictadura de Sila, las revueltas populares, el triunvirato y el intento del poder personal por César. A partir de Augusto el poder se centraliza, controla las decisiones, la administración se hace más sencilla y el Senado pierde poder, a favor de un círculo de funcionarios imperiales y jefes militares. Este sistema funcionó bien por cinco siglos y fue transformándose gradualmente: aparecieron los colonos en tierras de terratenientes, las ciudades del este se convirtieron en más prósperas, la capitalidad se establece en Constantinopla, la división de los imperios, la introducción de germanos en la vida romana, la formación de centros económicos y culturales más independientes, etc.

c) El mundo romano. Pese a la grandeza del Imperio hay que pensar en la violencia y las enormes injusticias que causaba la expansión romana. También se muy negativo, el grado de sujeción del individuo respecto al Estado, la inmensa parte de su vida ocupando obligaciones militares y civiles, el desprecio por la libertad individual y los afectos privados. Pero no se puede juzgar el pasado con los ojos modernos. Dejando atrás estas consideraciones, Roma materializó el sueño de Alejandro. A lo largo y ancho del imperio el latín se extendió como vehículo de comunicación entre personas nacidas en extremos opuestos del mundo, facilitando la difusión cultural, lo que hizo que una vez caído el imperio siguiera siendo la lengua de los intelectuales. Las obras públicas permitían que los hombres mantuvieran contactos y mejoraran su vida material. Y aunque la economía dependía de la esclavitud, la extensión de las ciudades y del derecho romano garantizaba la igualdad ante la ley, la justicia y la libertad cívica. La idea de civilización como comunidad cultural por encima de diversidades nacionales tiene su origen en Roma.

Por otra parte, Roma aceptó la influencia literaria y cultural de Grecia, adoptó el griego como lengua culta y se contagió por el gusto oriental por el lujo y la magnificencia. Se mostró comprensiva en provincias conquistadas con los usos locales, integrando algunos en su cultura. Además, incorporó dioses de las provincias a su panteón, como Isis o Mitra, que prepararían para la difusión del cristianismo.

d) Un intelectual romano. Cicerón nación en Arpino en 106 a.C., en una familia de caballeros, lo que le facilitó completar su buena educación en Grecia. Alcanzó fama como abogado y se lanzó a la política, logrando ser cónsul en el año 63. Aunque después es desterrado, luego logra ocupar cargos de gobernador de provincia. Al volver a Roma, encuentra la guerra civil entre Cesar y Pompeyo, tomando partido por Pompeyo, pero el vencedor Cesar trata de atraerlo a su bando. Tras el asesinato del dictador, defiende al bando de Bruto, esperando una restauración republicana, escribiendo unas Filípicas contra Antonio. Al final un soldado de Antonio lo decapita en el 43.

Cicerón no es un pensador original ni un gran pensador, es un político que pese a sus cambios siempre mantuvo su lealtad a la República y es un excelente escritor. Su obra tiene influencias epicúreas, estoicas, aristotélicas y de otras escuelas. Su ideal político era el de una república aristocrática, un ideal que resultaba bastante conservador en ese momento, cuando se efectuaba la transición al principado. Su obra más importante es la República, que tiene forma de diálogo entre Escipión Emiliano y Lelio. Establece la excelencia de la forma republicana sobre cualquier otra, siendo la única digna de los hombres libres, defendiendo la necesidad de

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participación política (la actividad más alta de la vida) que ayuda a la perfección del individuo. La republica romana es la mayor perfección de forma política, que ha sido mejorada paulatinamente por la acción de sus ciudadanos, siendo una suerte el control de la república por las familias patricias a través del Senado, siendo estas los miembros más honestos de la sociedad.

La base de la organización política es la justicia, pues la ley es la fuente de la autoridad y la base del gobierno. Dice que la expansión territorial se ha dado únicamente con el fin de defender a sus aliados o defender a Roma. Los gobernantes ideales serían los que encarnasen las virtudes fundamentales de Roma, siendo difícil de encontrar. Termina la obra con un sueño, en que su abuelo le muestra la necesidad de primar los bienes imperecederos, los que pertenecen al alma y que residen en la virtud, que se ejercitan en grado máximo cuando se sirve a la Patria de forma desinteresada. La recompensa será inmortal, y desdeña incluso las ilusiones de gloria eterna, que también perecen. El único premio adecuado es la perfección del alma, ya que si es adecuada los dioses acogerán nuestra alma cuando muramos y viviremos eternamente a su lado.

e) El estoicismo en Roma. La filosofía helenística prendió en Roma, extendiéndose las ideas griegas en muchos círculos filosóficos romanos. El estoicismo se adecuaba especialmente al carácter romano. En primer lugar, su idea de ley universal, que rige toda la naturaleza y obliga a todos los hombres, es un substrato muy adecuado para un Derecho aplicable a todos los hombres del Imperio. Una ley así debía adecuarse a la ley universal, con la Naturaleza y la Razón como principales inspiradores. Además, los valores morales del estoicismo son coincidentes con Roma: austeridad, resistencia y serenidad. Esa impasibilidad ante la suerte y la dignidad moral ante la desgracia, la compartían los romanos. Además, el estoicismo admitía que el sabio participara en los asuntos públicos, y en Roma esta participación política era el único destino digno del hombre libre y de todas las obligaciones.

El estoicismo penetró en Roma a través de filósofos como Panecio y Posidonio, tuvo éxito en círculos aristocráticos. Roma alumbró a los dos últimos grandes estoicos de la Antigüedad: Séneca y Marco Aurelio. En su versión romana, el estoicismo acentúa su carácter moral, hasta alcanzar acentos religiosos, y esto se ve especialmente en Séneca. Séneca nació en Córdoba y se trasladó a Roma joven, desempeñó magistraturas y tuvo gran fama como orador. En el 41 fue desterrado a Córcega en cumplimiento de una condena de adulterio. A su vuelta a Roma es nombrado pretor y se le encarga la educación de Nerón. Cuando Nerón sube al trono va perdiendo influencia, y en el 65 aparece implicado en una conjura contra el emperador, recibiendo la orden de suicidarse que cumple ejemplarmente. En su vida privada fue aficionado al lujo lo que le llevó a importantes críticas, porque en sus obras propone un ideal moral muy elevado.

Séneca defiende la igualdad de todos los hombres y la necesidad de cultivar virtudes como la clemencia y la beneficencia, huyendo de la ira y la crueldad que, al herir a nuestro semejante, hieren a la humanidad y nosotros mismos. Critica los juegos de gladiadores, que insensibilizan, e insiste en la necesidad de que los gobernantes sean los más clementes, para que no manden los esclavos de sus pasiones. La vida es breve y merece la pena gastarla en el perfeccionamiento interior, liberándonos de las pasiones por medio de la filosofía. Quien se

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libera de las cadenas es inmune a cualquier tiranía, pues es dueño de sí mismo, y la situación es penosa siempre le quedará el suicidio. Para conseguir la libertad de alma, hay que librarse de los temores, es inútil el temor a la muerte (para el sabio es la liberación definitiva) pues inútil preocuparse de algo inevitable. El mayor tesoro es la sabiduría, que nos ayuda a desatar las ataduras de las cosas materiales o de otras como la gloria. Lo ideal es la existencia decorosa, lo suficiente acomodada para no preocuparse de otra cosa que sea el cultivo de la filosofía y del goce de la amistad (cuando no se basa en la complacencia indulgente). Todo esto debe llevarse a cabo con discreción. El sabio debe intervenir en la vida pública, guiado por la justicia y liberado de todo temor, y la sabiduría le pondrá al abrigo de la fortuna. El alma del sabio se prepara dignamente a una eternidad en compañía de los dioses. La felicidad suprema se consigue ya en esta vida, mediante la práctica de la filosofía, y el verdadero filósofo, por penosas que sean las circunstancias, lleva una existencia divina.

El otro gran pensador del estoicismo romano es Marco Aurelio, que nació en Roma en 121 d.C., en una familia bien establecida en Roma por lo que recibió una educación cuidada y fue adoptado por el emperador Antonino Pío. En 161 asciende al trono imperial, cargo que ejerce con clemencia y moderación, pero fue firme a la hora de defender las fronteras. Murió en el año 180 por una epidemia controlando las sublevaciones germanas. Dio pruebas de su carácter afable, gusto por la austeridad y la sencillez, un alto concepto de la justicia y gran fortaleza moral. En su obra, los Soliloquios, lo más notable es su sentido del deber y la sinceridad de sus reflexiones. Partiendo de la base de que aunque no esté en nuestra mano elegir nuestro papel en el mundo, lo que debemos hacer es desempeñar de la mejor manera posible, aceptarlo con humildad y cumplir con nuestras obligaciones. Debemos poner todo nuestro empeño en nuestras tareas para colaborar con el designio universal.

Para esto es necesaria la filosofía, que nos ayuda a cumplir nuestras obligaciones de forma dispuestas, pues comprendiendo la ley universal, pasamos de la obediencia a la libre aceptación, y aprendiendo a despreciar lo poco valioso. El gobernante encontrará en la filosofía su mejor aliada, ya que sus actos tienen más transcendencias. La filosofía nos hace comprensivos con los demás hombres, pues nos revela nuestra insignificancia. Nos consuela, con el respeto de la dignidad de lo eterno que habita en nosotros, de lo pasajero y fútil que se nos aparece todo lo terreno. Nos ayuda a aceptar nuestro destino, sino a soportar la idea de la muerte. Y estas cosas adquieren un doble valor cuando se piensa que las escribió para sí mismo, cuando tenía en sus manos una porción del mundo.

Tema 6. El Derecho Romano.

a) Introducción. El Derecho Romano es uno de los avances más grandes de la humanidad, siendo inspiración de los sistemas jurídicos del mundo occidental. Cuando se habla de derecho romano hace referencia al derecho privado o civil, con su correspondiente vertiente procesal. En efecto hubo en Roma un derecho penal, un derecho administrativo, un derecho político, es decir, un derecho público. Pero sólo el derecho civil ha tenido proyección histórica. Las razones de esta relevancia histórica del derecho civil romano hay que buscarlas en las circunstancias en

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las que se formó. El mandato anual de los magistrados republicanos, ideado para limitar el riesgo de despotismo de la monarquía, unido al protagonismo de la política exterior, contribuyeron a configurar un espacio privado libre de tensiones en la construcción jurídica pudo prosperar sobre una base racional, al resguardo de decisiones políticas coyunturales.

Para comprender la diferente suerte que corrieron el derecho público y el privado en Roma, resulta útil distinguir en las fuentes jurídicas romanas entre fuentes de potestad y fuentes de autoridad. Entendiendo por fuentes del derecho los medios a través de los cuales las normas adquieren reconocimiento y vigencia social, las fuentes de potestad tienen capacidad para imponer de forma coactiva sus mandatos, dotando al derecho de capacidad de coacción que es indispensable; mientras que las fuentes de autoridad fundan su existencia en criterios ajenos al control de la violencia pública, criterios que atribuyen a las normas jurídicas el elemento de legitimidad igualmente esencial en el concepto de derecho.

La fuente de potestad en derecho público fue la institución del consulado, directamente o a través de su facultad de someter al pueblo a la ratificación de las leyes. Pero la autoridad del cónsul estaba sometido a la autoridad del Senado. En derecho privado, la principal fuente de autoridad era el pretor, magistrado que tenía a su cargo la administración de justicia. Debido a la falta de formación jurídica de estos, por lo que la actuación de estos dependía de una clase de juristas profesionales que, sin otro apoyo que su prestigio personal, fueron los verdaderos forjadores del derecho. Con la creación del principado, se puso de manifiesto la distinta consistencia de las dos señaladas fuentes de autoridad. Mientras la autoridad del Senado, fundada en la tradición, fue reducida a apariencia formal, mientras que la autoridad de los juristas mantuvo su pujanza. El edificio del derecho civil era tan sólido, que el príncipe lo respetó y auspició su desarrollo.

b) La República.

- Las leyes. La ley más importante de la República (y de la historia de Roma) es la Ley de las XII Tablas, promulgada en 450. Esta ley fue fruto de la presión de la plebe para fijar por escrito el contenido de las costumbres romanas, cuya interpretación exclusiva por el Colegio de Pontífices la colocaba en una situación de claro privilegio. La Ley se grabó en doce tablas de bronce que fueron expuestas en el foro. Los aspectos fundamentales de esta ley:

Derecho procesal. Se regulan los medios para asegurar la comparecencia en juicio del demandado. Si éste reconoce la deuda o es condenado, tiene treinta días para pagar, y si no lo hace el acreedor puede llevarle de nuevo ante el magistrado. Si tampoco paga entonces, ni se alcanza un acuerdo entre partes, el demandante puede llevárselo encadenado, y en sesenta días, exponerlo en tres mercados consecutivos, pregonando la cantidad debida. Si nadie comparece y paga la deuda por él, el acreedor puede matarle o venderlo más allá del Tíber. Se prevé la pena de muerte para el juez que acepta un soborno y para el que presta falso testimonio. El que habiendo sido testigo, se niega a testificar, es declarado incapaz de testificar e indigno de que se atestigüe en su favor.

Derecho de familia. El recién nacido con aspecto monstruoso debe ser asesinado. Las mujeres, salvo las vestales, estaban sometidas a tutela toda su vida. El repudio era un acto no sometido a requisito alguno. Si una esposa no quería caer por uso bajo el

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poder de su marido, debía interrumpir ese uso pernoctando tres noches consecutivas cada año fuera del domicilio conyugal. El hijo vendido por su padre en tres ocasiones quedaba desligado de la patria potestad, que de otro modo duraba toda la vida del padre. Si el comprador liberaba al hijo volvía a la potestad del padre. Con el tiempo, se utilizó esta institución para mediante la venta simulada a un amigo, lograr la emancipación del hijo.

Sucesiones. La Ley regula el orden de sucesión en la herencia. También prevé a quién corresponde la tutela de las mujeres e impúberes en caso de que no se haya designado tutor en el testamento, así como la tutela del demente y la curatela del pródigo, en ambos casos con objeto de proteger la herencia.

Derechos reales. La usucapión de una finca se produce a los dos años; la del resto de los bienes, al año. La viga integrada en un edificio y la vara que sujeta una vida no pueden ser separadas por su auténtico dueño, pero éste dispone de una acción por el doble de su valor. La anchura de las servidumbres de paso es de ocho pies en los tramos rectos y de dieciséis en las curvas. El propietario de la finca en que han caído frutos de un árbol plantado en la finca vecina, debe permitir recogerlos a su dueño. Si las ramas del árbol asoman sobre la finca vecina, el propietario de ésta puede cortarlas hasta la altura de quince pies.

Derecho penal. La pena de muerte sólo podía imponerse a un ciudadano previa sentencia dictada por los comicios centuriados. Además de en los supuestos ya señalados (juez corrupto y testigo falso), estaba prevista para los delitos: procuran un mal mediante actos de hechicería, incendio deliberado, hacer pastar ganado o segar mieses en terreno ajeno por la noche, provocar al enemigo y entregar al enemigo a un ciudadano romano. Por la amputación de un miembro corporal, y en ausencia de pacto, se aplica el talión. Por un hueso roto se indemnizaba con 300 ases, 50 si la víctima era esclavo y por lesiones menores 25 ases. Si un animal ocasionaba daños, su dueño podía elegir entre indemnizar el perjuicio o entregar al animal. El robo nocturno en domicilio facultaba para dar muerte al ladrón en el acto, igual que si el ladrón se defendía con armas, aunque fuera de día. El resto de los ladrones flagrantes eran azotados, y, si eran libres, entregados a sus víctimas; si eran esclavos, eran arrojados desde la roca Tarpeya. Por hurtos no flagrantes, se imponía al ladrón el doble de lo robado. Si el autor era un hijo de familia o un esclavo, el pater familias decidía si pagaba en su lugar o lo entregaba a su víctima. Obsérvese la similitud con lo previsto para el animal que ocasiona daños. La Ley prohíbe usucapir los objetos robados. El tipo de interés máximo se estableció en la dozava parte del capital y el usurero es condenado al cuádruplo del exceso.

Derecho funerario. La Ley adopta medidas higiénicas y limitadoras del gasto en los sepelios. Por último, existen dos prescripciones importantes: las leyes posteriores en el tiempo derogan a las anteriores que les sean contrarias, y se prohíbe la aprobación de leyes contra una persona determinada.

El contenido heterogéneo y carente de sistemática de esta Ley se explica por el ya aludido conflicto social que le dio origen. No se trataba de exponer de forma completa la costumbre, que en aquel estadio primitivo constituía la fuente jurídica casi exclusiva, como de especificar con claridad los aspectos más controvertidos, con objetivo de evitar la continuación de los

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abusos en la interpretación jurídica. Según la tradición los que redactaron la ley conocían las reformas de Solón, lo que sitúa el derecho romano en una época lejana al refinamiento que alcanzaría luego. Además, de las XII Tablas conocemos otras leyes de la República como:

Lex Canuleia (445). Plebiscito que prohibió el matrimonio entre patricios y plebeyos. Dos plebiscitos, la Lex de fenore semiunciarium (347) y la Lex Genucia de feneratione

(342), modificaron el tipo de interés máximo previsto en las XII Tablas, reduciéndolo la primera a la vigésimo cuarta parte y prohibiendo la segunda la retribución del préstamo mediante interés. En 88 se aprobó la Lex Cornelia Pompeia de fenore que restableció la regulación de las XII Tablas.

Lex Poetelia Papiria de nexis (326). Prohibió el encadenamiento de un deudor insolvente, que debía pagar con trabajo al acreedor.

Lex Aquilia de damno iniuria dato (286). Regulaba las consecuencias jurídicas de los daños causados en bienes, animales y esclavos ajenos.

Las Leyes Furia testamentaria (200) y Falcidia (40) limitaron cuantitativamente la facultad de otorgar legados, con objeto de que la posición del heredero no quedara desvirtuada.

Lex Laetoria (s. II). Estableció una multa por abusar de la inexperiencia en los negocios de un menor de 25 años.

Lex Cornelia de aleatoribus (81). Declaró nulas las deudas contraídas en apuestas sobre juegos de azar, admitiendo las apuestas sobre cempoticiones en las que se ejercía el valor.

Lex Scribonia (50). Prohibió la usucapión de las servidumbres.

- Los magistrados. El poder del primitivo Rey pasa a dos cónsules, que obtendrán las funciones ejecutivas y judiciales, y convocaban los comicios y al Senado. Las constantes campañas de la República imponían ausencias de la ciudad, lo que hacía sentir la necesidad de un magistrado que impartiera justicia. Con la Lex Liciniae Sextiae (367), se establecía que la creación de este puesto y la obligación de que uno de los cónsules fuera plebeyo. El pretor no ejercía la jurisdicción en todas sus fases. Los litigantes planteaban ante él la controversia, y él consideraba si la demanda encajaba en el derecho vigente. En caso legitimo, nombraba un particular (iudex) encargado de decidir sobre los hechos alegados por las partes. Se consideraba que cualquier ciudadano estaba capacitado para decidir sobre los hechos, quedando reservadas al magistrado las funciones de dirección técnica y la potestad pública.

El pretor anunciaba al principio de su mandato un edicto en el que anunciaba las situaciones jurídicas que consideraba merecedoras de protección. El edicto del pretor fue dando cabida a situaciones no amparadas por las leyes y la costumbre. Es el caso de las relaciones jurídicas de buena fe, fundadas en la palabra y que son el origen de la noción actual de contrato. También se hicieron sofisticados los medios de protección de situaciones jurídicas concedidos por el pretor. Junto a las acciones, mediante las que se perseguía la tutela judicial de una pretensión, nacieron las excepciones, que permitían al demandado alegar. Mediante los interdictos, el pretor otorgaba su protección a determinadas situaciones de hecho hasta que recayera una decisión judicial sobre el fondo del asunto.

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Un remedio drástico era la restitutio in integrum, por la que el pretor anulaba un negocio en atención a ciertas circunstancias como el engaño o la coacción. La Lex Laetoria, el pretor concedía esta medida a los menores de 25 años. Por otra parte, las tradicionales legis actiones, que implicaban el planteamiento de la demanda ante el magistrado por medio de palabras y gestos solemnes, por lo que un error podía implicar la pérdida de la acción, por lo que fueron dejando paso al procedimiento formulario, en el que el pretor permitía a las partes exponer sus alegaciones con sus propias palabras. Posteriormente, el pretor redactaba un documento denominado formula, en el que se recogían los hechos relevantes de la cuestión. La fórmula era enviada al iudex, quién debía comprobar los hechos y decantarse por una de las alternativas planteadas.

El derecho de creación pretoria era conocido como ius honorarium. Las mayores innovaciones se produjeron en los dos primeros siglos de la República. El Edicto se reproducía año a año. La aplicabilidad del ius civile y la protección que ofrecía el pretor, dependía de la ciudadanía romana de todas las partes implicadas. El ius civile era el derecho de los ciudadanos romano. Para afrontar el creciente tráfico jurídico con extranjeros que implicó la expansión militar de la República, se recurrió en 242 a la creación de un segundo pretor, al que se llamó pretor peregrino, pasando el pretor ordinario a llamarse pretor urbano. El pretor peregrino intervenía en los litigios en los que al menos una parte carecía de ciudadanía romana.

En cuanto al derecho a aplicar por el pretor peregrino, los romanos distinguieron dentro del ius civile, entre aquellas normas e instituciones que enraizaban en la tradición específica de Roma como pueblo, y aquellas otras que, por estar fundadas en la ley natural, podían considerarse comunes a todos los pueblos de la tierra: el ius gentium. El pretor peregrino desarrolló su propio Edicto, lo mismo hicieron los ediles curules, que ejercían la jurisdicción en el ámbito de sus competencias: vigilancia de la ciudad y de los mercados.

- La jurisprudencia. El cargo de pretor era uno más en la carrera política, que comenzaba en cuestores y ediles, y pasando por la pretura se llega a la censura y el consulado para acceder después al Senado. Los sucesivos pretores se veían obligados, igual que los jueces y las partes litigantes, a recurrir a los servicios de una clase de profesionales expertos en el conocimiento jurídico: los jurisconsultos. La actual función de los abogados la llevaban a cabo los oradores forenses. El equivalente actual de los juristas romanos habría que buscarlo más bien en los modernos autores de doctrina jurídica, aunque con la particularidad de que ejercían su actividad en contacto directo con las necesidades de sus clientes. En un principio, la interpretación jurídica se encontraba monopolizada por el pontificado, corporación religiosa a la que sólo los patricios tenían acceso. Hacia el año 300 la institución se abre a los plebeyos, al tiempo que se divulgan las legis actiones y el calendario procesal. Estos acontecimientos marcan el inicio de la jurisprudencia laica.

La labor más característica del jurista consistía en responder a las consultas que le formulaban magistrados y particulares. Sus respuestas carecían de fuerza obligatoria, por lo que su valor dependía del prestigio de su autor. Aunque se referían a supuestos concretos, las soluciones que ofrecían podían ser aplicadas a casos parecidos, constituyendo la materia prima de los futuros sistemas. La segunda función es la jurisprudencia cautelar, donde asesoraban a los particulares acerca del cauce formal adecuado para entablar relaciones jurídicas, evitando la

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invalidez del negocio como el riesgo que daría lugar a consecuencias imprevistas. El mismo tipo de asesoramiento, pero en su vertiente procesal, era la otra función de los jurisconsultos, que aconsejaban. El período clásico de la jurisprudencia romana se extiende durante el último siglo de la República y los dos primeros del Imperio. Entre las decenas de juristas republicanos podemos destacar a:

Quinto Mucio Escévola, llamado el Pontífice, pues fue Pontífice Máximo, y cónsul en 95 a.C. Escribió el que se considera primer comentario sistemático del ius civile, en 18 libros. Tuvo numerosos discípulos.

Servio Sulpicio Rufo. Fue pretor en 65 a.C. y cónsul en 51. Polemizó con las obras del anterior. Inicialmente orador judicial, sólo tardíamente se interesó por el estudio jurídico. Escribió 80 libros y tuvo numerosos auditores.

c) El Principado. El Principado, se inicia en 31 a.C. con la llega al poder de Augusto que mantuvo las instituciones republicanas, pero sus funciones quedaron bajo el control del emperador.

- Leyes y senadoconsultos. En este período asistimos a una sustitución de las asambleas populares por el Senado como titular del poder legislativo. Durante la República, el magistrado sometía sus proyectos de ley al dictamen del Senado, previamente a su votación de los comicios. Con la consolidación del Principado, esta intervención senatorial se fue haciendo más determinante, hasta el extremo de que se llegó a prescindir de la aprobación popular. Augusto y Tiberio aún recurrieron a las tradicionales leges, para vencer las resistencias oligárquicas a sus programas de reforma. Se trata de las leges Iuliae, de las que en el ámbito del derecho privado se pueden destacar:

Lex Iulia de maritandis ordinibus (18 a.C.) y Lex Papia Poppaea (9d.C.). Adoptaron diversas medidas para incentivar el matrimonio y la natalidad.

Leges Iuliae iudiciorum publicorum et privatorum (17 a.C.). Llevaron a cabo una amplia reforma del derecho procesal. Regularon los diversos plazos, la actuación de los testigos, el nombramiento de jueces, etc. Completaron la sustitución, iniciada con la Lex Aebutia (130 a.C.).

Lex Iulia de colegiis (s. I d.C.). Reguló las asociaciones privadas.

La sustitución de las leyes por los senadoconsultos supuso, en la práctica, una concentración de la potestad legislativa en el Príncipe. En efecto, el control que éste ejercía sobre el Senado implicaba que sus propuestas fueran siempre aprobadas sin modificaciones. Algunos han llegado como propuestas y no como senadoconsultos. Los senadoconsultos del principado en materia de derecho civil son muy numerosos. Veamos algunos ejemplos:

Senadoconsulto Liboniano (16 d.C.). Declaró nulas las previsiones testamentarias realizadas a favor de la persona que redactó materialmente al testamento.

Senadoconsultos Claudianos (49 y 52 d.C.) El primero levantó la prohibición del matrimonio entre tío y sobrina; el segundo dispuso que la mujer libre que tuviera relaciones sexuales con un esclavo ajeno se convirtiera en esclava del dueño de éste, si tal dueño se lo hubiera prohibido en tres ocasiones.

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Senadoconsulto Neroniano (61 d.C.). Estableció un nuevo sistema de sellar las tablillas en las que se consignaban los testamentos, a fin de garantizar su autenticidad.

Oratio de Septimio Severo (195d.C.). Prohibió a tutores y curadores la venta de predios rústicos o suburbanos de propiedad de sus pupilos. En caso de que existan deudas que lo hicieran necesario, han de acudir al pretor para que determinara lo que debía enajenarse.

- Los magistrados. Las magistraturas de la República sobrevivieron durante el Principado, pero sus funciones fueron absorbidas por el emperador y sus funcionarios. En el ámbito de la jurisdicción, al procedimiento judicial ordinario se superpuso otro extraordinario que se sustanciaba en su totalidad ante el emperador, bien en apelación o en única instancia. Bajo el emperador Adriano se puso fin a la facultad de creación jurídica del pretor, y se redactó un edicto perpetuo que fue aprobado por un senadoconsulto.

- Las constituciones imperiales. Con este nombre se designa toda la producción normativa, administrativa y judicial del emperador. Sus disposiciones de alcance general quedaron equiparadas a las leges. Las constituciones imperiales adoptaron las siguientes formas:

Edictos. Incorporaban decisiones en materia de organización administrativa y de derecho procesal.

Epístolas. El emperador contestaba de esta forma a sugerencias o consultas de municipios, funcionarios o asociaciones.

Mandatos. Contenían instrucciones a funcionarios imperiales y a los gobernadores provinciales. Experimentaron un proceso de consolidación similar al del edicto pretorio.

Decretos. Eran las sentencias imperiales, producto de la función jurisdiccional del emperador. Aunque se limitaban a aplicar el derecho vigente, en ocasiones suponían una innovación jurídica, fundada en el poder absoluto del emperador.

Rescriptos. El emperador respondía a la consulta jurídica de un particular. Su número llegó a ser elevadísimo y se exponían públicamente. Si la cuestión se refería a un tema sometido a juicio, el juez tenía la obligación de aplicarlo en caso de que aprobara la veracidad de los hechos alegados. Por otra parte, sentaban precedentes vinculantes para casos análogos, por lo que eran labor jurisprudencial y ayudaron a evolucionar al derecho privado.

- Los juristas. En la jurisprudencia republicana domina la reflexión sobre el derecho consuetudinario tradicional, pero en el principado prevalece el análisis del derecho escrito, lo que redujo la creatividad y la espontaneidad. Augusto intentó controlar a los jurisconsultos, pero no afectó en gran medida a sus acciones. El verdadero peligro para el ejercicio independiente de la jurisprudencia viene de la progresiva incorporación de los juristas a la cancillería y el consilium del emperador. Al comienzo del principado los juristas se agrupaban en torno a dos escuelas: sabinianos (más respetuosos con la jurisprudencia tradicional) y los proculianos (con posiciones más innovadoras y originales).

Proculianos.o Labeón. Fundador de la escuela, que dejó 400 volúmenes de obras de las que

llegaron pocas. Fue pretor pero rechazó el consulado ofrecido por Augusto.

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o Próculo. Dio nombre a la escuela.o Celso. Fue pretor, cónsul, gobernador y formó parte del consejo de Adriano. Es

autor de algunos influyentes digesta a los que dedicó 39 libros divididos entre ius honorarium e ius civile. Sus sentencias célebres son: “el derecho es el arte, en el sentido de la técnica, de lo bueno y de lo justo” y “conocer las leyes no es recordar sus palabras, sino su esencia y significado”.

Sabinianos.o Sabino. Fundador de la escuela. Persona humilde, que escribe Los tres libros

sobre el derecho civil, que tuvieron gran influencia en su ordenación sistemática (sucesiones, personas, obligaciones y derechos reales).

o Javoleno. Brillante carrera política (Consilium de Trajano) y militar. Amplia producción, donde destaca un pasaje sobre definiciones.

o S. Juliano. Pone fin a las diferencias de escuelas. Figura más destacada de toda la jurisprudencia romana. Cónsul en 148 y entró al Consilium de tres emperadores. Redactó el edicto perpetuo. Sus digesta son una colección de responsa basados en casos reales e imaginarios.

Con el fin de las escuelas encontramos a juristas igualmente brillantes.

o Gayo. Ejerció en época de Antonino Pío y Marco Aurelio, se dedicó exclusivamente a las enseñanzas, y sus Institutiones son una obra didáctica que gozó de un enorme prestigio hasta época justinianea.

Los tres grandes nombres de la jurisprudencia imperial son Papinano, Paulo y Ulpiano. Todos ellos ocuparon el cargo de prefecto del pretorio. Se echa en falta en ellos la originalidad de juristas anteriores, a los que comentan y sistematizan en obras compilatorias.

o Papinano. Fue amigo personal de Septimio Severo, que le llevó a la prefectura del pretorio. De los tres, es el más original, anteponiendo consideraciones éticas a la aplicación de la pura técnica jurídica. Tuvo gran prestigio en la época postclásica, destacando sus 37 libros de quaestiones (casos ficticios) y 19 de responsa (reales). Fue ejecutado en 212 por negarse a justificar un asesinato.

o Paulo y Ulpiano. Ambos fueron prefectos del pretorio tras ser ayudantes de Papiano. Tienen cientos de libros, pero destacan por dos obras que se titulan igual: Ad edictum, comentario del edicto pretorio, y Ad Sabinum, tratado de derecho civil bajo la forma de comentario a la obra de Sabino. De Ulpiano es la frase: “los preceptos del derecho son éstos: vivir honestamente, no hacer daño a otro, dar a cada uno lo suyo”; de Paulo son las frases: “No todo lo legal es lícito” y “Actúa contra la ley el que lo hace lo que la ley prohíbe; en fraude de ella, el que, salvadas sus palabras, contraviene su sentido”.

El período de la anarquía militar (235-284), es funesto para el derecho, pero no afectó de forma significativa a los jurisconsultos, gracias a su independencia y al elevado nivel técnico de su obra. La primera condición se contrajo con su acercamiento al poder imperial y a partir del siglo III la ciencia jurídica romana se centra en la compilación de la jurisprudencia del periodo clásico y de la legislación imperial.

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d) El Bajo Imperio. La recuperación de la normalidad se inicia con Aureliano (270-275) y se estabiliza con Diocleciano (284-305) y Constantino (307-337) bajo el signo del absolutismo imperial. El emperador adopta las vestiduras de monarcas orientales y se hace llamar señor y dios. El escaso poder de las instituciones republicanas desaparece y la voluntad imperial es la única fuente de derecho. La jurisprudencia anterior se considera válida por la tácita aprobación del emperador. Se construye una compleja administración en torno al emperador.

- Las constituciones imperiales. La facultad legislativa general, asumida por el emperador, se manifiesta en los Edictos imperiales, que eran objeto de exposición pública y lectura solemne del Senado.

- El procedimiento. El Bajo Imperio conoce el fin del procedimiento formulario y su división en dos fases, ante el pretor y ante el juez. En el nuevo procedimiento, un juez profesional y público interviene durante el proceso, que recibe la demanda y la contesta por escrito, y cuya sentencia es apelable ante tribunales superiores (cuya cúspide es el emperador). La nueva estructura hace que los jueces de rango inferior dediquen una proporción mayor de su tiempo al análisis de cuestiones jurídicas dudosas.

- Las colecciones jurídicas. Las constituciones imperiales se multiplican, lo que llevó a ordenarlas y recopilarlas de manera sistemática para facilitar su utilización. De fines del s. III datan dos rescriptos de carácter privado: El Código Gregoriano que recogía los resciptos de Adriano hasta 292, y el Código Hermogeniano que contenía los rescriptos de Diocleciano entre 293 y 294.

A mediados del s. IV se realizan colecciones mixtas de jurisprudencia y constituciones imperiales, de las que han sobrevivido los fragmentos vaticanos y la collatio legum mosaicarum et romanorum. En 438 se publica una recopilación oficial con Teodosio II, que contenía legislación oficial desde Constantino, pero mutilado para que reflejara sólo el derecho en vigor. A la compilación se agregó una disposición aprobada en 426 por el emperador occidental Valentiniano III (Ley de Citas), que decía que sólo se podían alegar en juicios los escritos de Papiniano, Gayo, Paulo, Ulpiano y Modestino, en caso de empate se aprobaba la opinión de la mayoría y en caso de empate la Papiniano. El Código Teodosiano (recopilación Teodosio III) tiene vigencia en todo el Imperio, pero a partir de ahí se separan los caminos.

- La caída del Imperio occidental. El Imperio se desintegra en 476, surgiendo reinos germánicos donde coexistían dos sistemas jurídicos: el derecho germánico de la élite gobernante y el derecho romano aplicable a la población romana. Esta coexistencia da nacimiento a las leyes romanas-bárbaras, que se agrupan de la siguiente manera:

Disposiciones en las que se recoge el derecho germánico, redactadas en latín y con influencia del derecho romano: El Código de Eurico y la lex burgundionum.

Disposiciones en las que se recoge el derecho aplicable a la población de origen romano: el Edicto de Teodorico, la lex romano burgundionum y la lex romana visigothorum.

- Justiniano. La ciencia jurídica bizantina sufre un renacimiento en el s. V, centrado en Beirut y Constantinopla. Sobre la tradición de la jurisprudencia clásica, los Códigos Gregoriano,

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Hermogeniano y Teodosiano, se intentó restaurar el esplendor del derecho con Justiniano (527-565). Se llevó a cabo una compilación jurídica conocida como corpus iuris civilis, que consta de tres partes, elaboradas y promulgadas de forma sucesiva:

El Código de Justiniano es una compilación actualizada de los Códigos Gregoriano, Hermogeniano y Teodosiano. Se incorporan a la legislación imperial, se eliminan las normas derogadas y refundieron en ocasiones el contenido de las restantes. El Código recoge de forma sistemática el contenido de unas 4.500 constituciones imperiales desde Adriano hasta Justiniano.

Reunía los fragmentos de grandes juristas romanos. El Digesto recoge a 39 juristas, entre los que destacan Ulpino y Paulo. Los compiladores podían alterar el contenido de los textos, para eliminar reiteraciones y contradicciones.

Se preparó un texto para sustituir las Instituciones de Gayo, que se inspiró en ella. Se agregaron las Constituciones de Justiniano con el nombre de Novelas.

e) El derecho romano después de Roma. Se tradujo a griego la recopilación de Justiniano pues muchos no lo entendían ya. En 900, el emperador León el Sabio, promulgó una reelaboración del corpus, conocida como la Basílica, que produjo versiones abreviadas entre las que el Hexabiblios del siglo XIV ha sido la base del Derecho Civil de la Grecia Moderna hasta 1940. También influyó en Rusia y los Balcanes. En la parte occidental influyó en las leyes romano-bárbaras. Hasta ahora es una inspiración fundamental de los códigos civiles de Occidente.

Bloque III. Alta y Plena Edad Media.

Tema 7. La difusión del cristianismo.

a) Introducción. El mensaje cristiano se difundió rápido, primero en Palestina y más tarde en Siria, Grecia, Asia Menor, Egipto y Roma. Los judíos que vivían en torno al Mediterráneo tenían el griego como idioma, ya que se extendió como idioma comercial y de la cultura. Es en el siglo III a.C. cuando se hace la Biblia de los “setenta” en griego. Las comunidades judías eran prósperas y estaban bien vistas por las autoridades. Filón de Alejandría compaginó la enseñanza de la religión judía con las especulaciones con la filosofía griega, tratando de unir dos realidades. Flavio Josefo, escribió una apología del pueblo judío, que decía que su pueblo no tenía que envidiar a nadie en sabiduría y moral. El judaísmo era una corriente religiosa fortísima y cosmopolita, circunscrita a minorías selectas, fieles a la doctrina y bien instruidas, difundida por todas partes. Una de las causas de la rápida expansión de la religión cristiana fue la existencia de un gran número de comunidades judías, a las que se dirigieron los apóstoles en primer lugar, que tenían sus patrones culturales.

B) Itinerarios de expansión. El documento que más información da sobre las etapas iniciales es Los hechos de los apóstoles. Fue escrito por San Lucas y se compone se cree que en la década de los sesenta en Antioquia. Se compone en griego y compone algunos discursos de los

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personajes. Por este documento sabemos que tras la muerte de Jesús se reunieron los apóstoles en Jerusalén y que comenzó a liderar Santiago, con una organización monástica donde tenían todo en común, oraban juntos y se atenían a todas las prescripciones de la ley mosaica.

Este tiempo fue anterior a la predicación evangélica donde se definiría el mensaje y se preparaban intelectualmente para demostrar que Jesús era el Mesías prometido por la tradición profética judía. Los cuatro evangelios coinciden en señalar a Jesús como Cristo, como rey ungido de Dios, que les ordenó guardar el secreto hasta que fuera el tiempo oportuno. La figura del Mesías, era la esperanza de salvación para el pueblo judío; pero esta esperanza podía concretarse de muy diversa manera y los doctores de la ley y maestros esperaban la llegada del reino mesiánico, como un acontecimiento nunca concreto. Todo indica que en el tiempo anterior al nacimiento de Cristo, uno de los grupos dedicados a estudiar las escrituras, los esenios, creían en la inminente llegada del Mesías. Uno de sus miembros, Juan el Bautista reconoció a Jesús como el verdadero Mesías.

La escatología esenia describía al mesías como un hombre fuerte que reunificaría al pueblo de Israel. Propugnaban resistencia armada frente a los invasores, pero Juan dice que el Mesías será una víctima propiciatoria, no un verdugo vengador. Los apóstoles deberían explicar como la propiciación de una injusticia dio la salvación a los hombres. La realeza divina de Jesús, es lo que separa al cristianismo del judaísmo. Los hombres deberían desprenderse de la obediencia servil a la letra muerta de la ley, pues entre Dios y los hombres se forja una alianza nueva, libre y universal. La comunidad judeo-cristiana, vuelta a Palestina después de la destrucción del templo, los ebionitas, se desentendieron de esa caracterización de Jesús como Mesías e Hijo de Dios, y decían que sólo era un profeta. Los judíos más apegados al rígido monoteísmo tradicional, rechazaron desde el primer momento las pretensiones de que Jesús era divino y las autoridades vieron en los cristianos perturbadores del orden. Los apóstoles fueron juzgados en ocasiones, que desencadenaría una persecución violenta de los seguidores de Jesús, que hizo que se dispersaran por algunos Samaría, Judea, Fenicia, Chipre y Antioquia, que predicaron a los judíos de otras localidades. Lograron adeptos entre los griegos y entre las comunidades judías de la diáspora y en Antioquia lograron crear una gran comunidad donde se llamaron por primera vez cristianos.

Allí viajaron Bernabé y Pablo de Tarso que adoctrinaron a los antioquenos, y Pedro marchó a Roma donde estaría hasta el Edicto de Claudio en 49, para volver a Jerusalén para participar en el concilio apostólico que dictaminó el modo en que debían coexistir los gentiles y judíos en la comunidad cristiana.

c) Pablo de Tarso. Pablo fue enviado a Damasco para detener a los judíos que se habían convertido. Se convierte allí y viaja a Jerusalén, donde se convierte en apóstol, de donde tiene que huir en el 38 para ir a Tarso y luego a Antioquia donde está hasta 45, cuando parte a Chipre, Salamina y Pafos. Luego viaja al interior de Asia y en el 49 vuelve a Jerusalén, Del 50 al 58 funda iglesias en Asia menor, Macedonia, Grecia y Corinto. Está en Atenas y es detenido en el 58 en Jerusalén. Después fue enviado a Roma para que apelara en el tribunal imperial. En Roma permaneció en arresto domiciliario hasta 63, cuando terminan los hechos. Es posible que después viajara a España y a la vuelta fuera ejecutado en Roma. Se dice que la destrucción

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del Templo (70) evitó que las comunidades cristianas fueran reabsorbidas por las judías, pues el peligro de que se constituyeran como una corriente del judaísmo era constante, y las decisiones sobe convivencia de cristianos judíos y cristianos gentiles no se respetó. Los fariseos convertidos siguieron empujando para que los cristianos volvieran a las prácticas del culto judío.

Las epístolas de Pablo ven con preocupación de que las comunidades se reintegraran en el judaísmo. En estas epístolas se hace hincapié en la doctrina de la salvación mediante la gracia, en la herencia de las promesas divinas por la fe, no por el linaje, en la directa filiación divina de cada hombre por Jesucristo. El poder de Cristo crucificado es lo que justificaba al hombre y no las obras de la ley. La fuerza de Dios, se la da éste a quién quiere, por lo que no tiene porqué sentirse a salvo por seguir una legalidad. La fe en Cristo, de que es Hijo de Dios, y de que se ha solidarizado con los hombres, es lo que salva los trabajos de los hombres de la abyección. Pablo amenaza a los cristianos que sienten la tentación de volver al redil de la Ley. No obstante los esfuerzos fundacionales fueron titánicos, pues teme que sean pasto de mistificadores y anulen la acción salvadora de Dios. El resto de los escritos paulinos fueron redactados en el último tercio del s. I, conteniendo los mismos principios doctrinales pero saben que no van a ser reabsorbidos. En la Carta a los Hebreos, hace una sistematización de los principios de la teología cristiana.

d) Doctrina de San Pablo.

- El amor. El concepto de amor como fuerza cósmica formadora y regeneradora del mundo. La sublime potencia de Dios se ha manifestado a los hombres como amor, y la finalidad de las comunidades cristianas será comunicar al mundo esa confianza salvadora y liberadora el amor universal de Dios que, después de la venida de su Hijo, es algo seguro. La fuerza de Dios es el amor y el mundo retornará al bien y a la justicia. En el tiempo que ha de transcurrir hasta la segunda venida de Cristo, el cristiano contará con fuerzas adicionales, además de con la que debería contar el hombre de bien. Estas virtudes nuevas son la fe, la esperanza y el amor. El amor es la única fuerza civilizadora y libera a los hombres.

- La Iglesia. Todos los creyentes forman un solo cuerpo cuya cabeza es Cristo. El amor mantiene unido y vivo ese cuerpo, si sufre un miembro sufre todo el cuerpo. Los vicios antiguos, como de riqueza y notoriedad, son denunciados como corruptores del orden social en sus clases dirigentes. El amor facilita eso, porque aunque la Iglesia no esté formada por hombres demasiado brillantes, pueden cumplir el deseo de construir una sociedad perfecta, pues el amor permite actuar a Dios a través de ellos. Los sabios, ricos y nobles que se creían dignos de dirigir las ciudades, han demostrado su ineficacia. Dios ha confiado a necios, plebeyos y débiles su Reino para demostrar que actúa cómo y cuando quiere. Estos serán los “hijos de Dios”, los elegidos para gobernar el mundo según la justicia y triunfarán porque Dios los ha hecho participes de su función redentora. Los verdaderos reyes desean hacer el bien al mayor número posible de hombres.

La idea de Pablo, es que los males no provienen del mal gobierno, sino del pecado de Adán. Porque desde entonces cada hombre quiere el bien pero no puede alcanzarlo, todo le es ocasión para pecar, lo que no le permite ser feliz, por lo que el verdadero rey del mundo será el que pueda liberar a los hombres del peso de los pecados. No se trata de elegir entre formas

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de gobierno, pues los orígenes del mal se remontan a Adán. La única esperanza de volver a ser libre, es sentir el amor de Dios, y esto se consigue mediante la obediencia a Dios. Pablo anuncia que el verdadero Rey del mundo, ha muerto y resucitado venciendo al pecado y la muerte. Todos los atraídos por Cristo, formarán parte de Él y continuarán su obra salvadora, liberadora y regeneradora, dando paso al hombre nuevo y a los tiempos nuevos.

- El cristiano frente a la autoridad. Toda autoridad proviene de Dios, y quién se rebela contra el orden establecido se rebela contra el divino y se atrae la condenación. Si quieres no temer a la autoridad debes obrar el bien y así no tendrás problemas, y quién obra el mal debe temer a la autoridad pues debe ser castigado. La obediencia al magistrado debe ser total pues todo poder proviene de Dios y es por eso un bien. San Pablo sitúa una edad feliz cuando el hombre no necesite gobierno en el final de los tiempos, pues tanto, el Paraíso es una expectativa de futuro. La idea del origen divino del poder bebe de las tradiciones griega y judía, y en la época de Pablo tenía un gran exponente en el Principado romano, que consideraba al emperador divino, e inviolables sus decisiones.

e) El Evangelio de Juan. El cuarto evangelio se le atribuye a Juan. EL único texto disponible es un escrito griego del s. I. Ahora se duda de que fuera Juan el que escribiera también el Apocalipsis, pero en los primeros siglos no se consideraba así, y se cree que es otro Juan. Ambos textos y las epístolas canónicas fueron lo que se utilizó para la predicación en Asia menor. Allí Juan llevó a cabo una importante labor fundando iglesias.

- El gobierno del “Logos”. El logos de las biblias españolas significa razón (palabra) y es en el prólogo del cuarto evangelio cuando Juan da respuesta a la pregunta sobre si son primero las palabras o las obras. Dice que en el principio era la palabra que estaba en Dios, por medio de la palabra se hizo el mundo, pero el mundo no la recibió. La palabra que todo lo había creado se encarnó en un hombre, enviado para llevar a cabo una misión. Es “Cordero de Dios” para devolverlo a la amistad de Dios quitando el pecado del mundo. La palabra tiene poder sobre la muerte y la vida, pero los hombres deben verla como un signo levantado entre el cielo y la tierra. El espíritu de los hombres debe ser purificado mediante el agua que nos proporciona el Señor.

A los que se acercan a Él se le proporciona bienes duraderos y transitorios. Él se da a sí mismo como alimento, siendo el espíritu que le da la vida y siendo la carne inútil. Las palabras tienen en verdad el poder de dar la vida. Finalmente, la palabra aparece como pastor, es decir, como rey de los hombres. Los hombres en ausencia del verdadero rey estaban tan desamparados como ovejas, en continuación de la tradición griega que consideraba al verdadero rey como el mejor de los gobiernos posibles. Jesús se presenta en este evangelio como un rey ideal, generoso hasta darse a sí mismo como alimento. Decide vivir en paz, pero podría hacer la guerra. Todos los que anteriormente se consideraron pastores no lo eran, y ahora que Él ha llegado sólo existirá un pastor y un rebaño. Este pastor entrega su vida para que las ovejas vean el poder que tiene sobre la muerte. Esta condición real se hace pública cuando se autoproclama rey ante Pilato. La palabra de Dios es más fuerte que las obras humanas.

- La Palabra y la Iglesia. La misma palabra creadora que hizo todas las cosas de este mundo, fue dada por Jesús a los que le siguieron, confiriéndoles el mismo poder que Él tenía, lo que se mantiene mediante el contacto con Él y el Padre por medio del amor. En pocas veces se

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presenta a Jesús como un maestro que predica de forma directa, sino que predica de forma indirecta, mostrando el camino por medio de signos, parábolas e indicios. En el evangelio de San Juan se encuentra una de las pocas órdenes categóricas de Jesús, es el amor al prójimo y al enemigo que son imperativos de la ética judía. Otros muchos preceptos incorporados después por la Iglesia (autodominio, justicia o prudencia) pertenecen a la ética tradicional griega. Jesús ordena que se amen como Dios los ama, una forma más pura de amor, que hace que la fuerza divina dé una vida nueva al mundo.

Por medio de la Ley, Dios aseguró a los hombres los bienes de la tierra y de la vida efímera de la tierra. Ha llegado el momento de que por medio de la obra de Jesús, los hombres se conviertan en “luz del mundo”. Él dio poder de que termine la enemistad entre Dios y los hombres, dando un mundo regenerado por el espíritu. Las obras de los hombres dejarán de ser polvo y cenizas. Sus esfuerzos y fracasos tendrán como finalidades la libertad y la felicidad verdaderas. Por la fuerza del amor de Dios son absueltos de su condición servil y miserable, que sólo les permitía vivir un tiempo sobre la tierra. El hombre debe ser perfecto a partir de ese momento.

f) El valor del sufrimiento. La cruz es el símbolo del que aspira a la justicia en su camino de perfección. Las injusticias que estos han de sufrir por hombres injustos, tienen una representación literaria en varias culturas y se ajustan a un esquema típico que aparece en Platón, en el profeta Isaías, etc. Estos marginados escarnecidos por los pueblos como chivos expiatorios, son los que ahora tienen el poder de Dios. Una sociedad nueva sale a la luz, donde el justo ocupará el lugar adecuado, los hombres podrán vivir en mayoría y el vicio no prevalecerá sobre la virtud. El justo y oprimido será el nuevo Rey, y los que creen en Él serán los miembros de la nueva sociedad. Esta nueva sociedad es la Iglesia, la asamblea de aquellos que creen en la justicia de Dios que informará al mundo por obra de su Hijo.

g) Organización de la Iglesia. Esta sociedad se va formando en la misma fe, al margen del mundo no redimido, tiene dos misiones fundamentales, la predicación de la doctrina y la administración de la gracia de Dios, por medio de los sacramentos. El mensaje debe mantenerse puro y para administrar los sacramentos es definir quienes son competentes, para lo que hay que definir un dogma y establecer un orden, un procedimiento estable para la provisión de funciones dentro de la comunidad de creyentes.

Los dogmas son el conjunto de verdades consideradas esenciales de una determinada escuela filosófica. Los hombres antes de Cristo, abrazaban una corriente filosófica y la fuente de su fe eran las palabras de su fundador. La definición concreta de la teología y la moral de la Iglesia se desarrolló de una manera similar. Pero el cristianismo no era una filosofía, pues aspiraba a conquistar capas más recónditas de la personalidad humana y que su mensaje de salvación fuera entendido por hombres menos cultivados.

En cuanto a la jerarquía, el primer modelo de asamblea lo toma San Pablo de la filosofía estoica, pues la Iglesia es un cuerpo cuya cabeza es Cristo y sus miembros son todos los que creen en Él. Cada miembro de la Iglesia debe colaborar a su bien y emplear su virtud por el bien de la comunidad. Con los cargos ocupados sucede manera semejante, todos son importantes para la supervivencia del pueblo. Esto bebe en parte de Aristóteles. El amor es la virtud divina común, debe persuadir a la unidad, pues si alguien no está poseído por el amor,

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se encuentra fuera del todo que el amor une. En las cartas de S. Clemente en el 66 se nota que la confianza paulina en el amor se ha debilitado un poco, insistiendo en que los corintios respeten el orden establecido de cara a evitar la lucha entre hermanos que provocaría la ruina a la comunidad. La unión de todos es una fusión, los elementos originarios no deben distinguirse en ella y la comunidad de ese estilo obrará el bien. Esto ya aparece en Solón.

La iglesia de Cristo debe estar en la tierra como una ciudad bien organizada, contando con hombres muy distintos respeto a su virtud privada y distintos en el orden que ocupen en la jerarquía, contando con gobernantes y gobernados. Todos deben contribuir al bien común, si quieren que la ciudad de Cristo permanezca. Se trasluce también una idea de que el obispo de Roma tiene primacía sobre otras comunidades, dando lugar a una organización jerárquica y monárquica muy temprana. La sólida jerarquización salvó a la Iglesia de ser una secta más que se disolviera rápido.

Los cristianos no sólo confiesan que el mundo es racional y obra de Dios, sino que el extrañamiento de la sociedad con Dios ha terminado. Dios en la figura de Cristo ha venido para inaugurar una nueva sociedad en las que la justicia y el bien sean una realidad para todos. Que la justicia divina se hace carne en la persona de Jesús. Jesús muestra la gloria de los justos en este mundo por medio de su resurrección. Pablo vio que la resurrección era la garantía de la reconciliación del hombre con Dios, siendo ésta reconciliación parte de un proceso de transcendencia universal dividido en varias partes. La primera parte, consistió en la divulgación de la Buena Nueva a los hombres para conseguir que se aceptara como verdad. La segunda parte, es la creación de una asamblea permanente (de los que han recibido el mensaje), esta se hace depositaria de la doctrina y se conforma como un organismo público (es una sociedad autárquica cuya finalidad es vivir bien, este es el sentido de público). No se define en San Pablo, a esta comunidad como una parte del poder político, sino que sólo reclama la autoridad espiritual, en una época en que esta división no estaba perfectamente clara. La causa principal de esta diferenciación fueron las pretensiones de la Iglesia a la potestad del poder espiritual, arrebatando este poder en los todos los ámbitos.

El cristianismo nunca fue una religión política, pues su Dios era el salvador de todos los hombres y la Iglesia se expandió rápidamente antes de que el poder la apoyara. Incluso, en tiempos del Imperio cristiano, se definió a sí mismo como autónoma y soberana en lo referente a la administración de los intereses espirituales, tanto de los que formaban parte de ella como de los que no. El cristianismo aporta el concepto de libertad personal, dando a entender que está amparado por el amor de Dios y es libre de tomar en conciencia sus decisiones, aunque cualquier orden de asociación se oponga a ello. Según la doctrina la fidelidad a Dios debe permanecer superior a la lealtad al Estado.

La tercera y última fase de este proceso, será aquella en que la vida cristiana impregne todas las instituciones. Cuando el emperador Constantino hizo oficial la fe cristiana, una debilitada Iglesia logró restañar sus heridas, viendo Eusebio de Cesaréa la mano de Dios en este hecho. Ello no significa que la Iglesia pusiera su potestad al servicio del Imperio. Eso sí esto facilitó por ejemplo, la celebración del Concilio ecuménico de Nicea (325), para que las comunidades discutieran libremente y llegaran a un acuerdo en materia teológica. El emperador aconsejaba la concordia, aunque se cediera en cuestiones doctrinales. Por su parte, los padres conciliares

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conocían el valor de las palabas y evitaron dar una mala definición. A partir de ese momento, la Iglesia y el Imperio se prestaron servicios mutuos, sin abdicar ámbitos de poder de sus respectivas jurisdicciones. La influencia cristiana se fue dejando sentir en las costumbres y legislaciones, y el poder imperial ayudó a la Iglesia a desembrazarse de sus enemigos. Cuando desapareció el Imperio occidental, las tradiciones romanas y sus leyes, fueron sostenidas por la influencia de la Iglesia.

Tema 8. San Agustín.

a) Introducción. San Agustín habla sobre sí mismo en las Confesiones, poniendo como punto cumbre de su vida su encuentro con la Verdad divina. Nace en territorio pagano de la actual de Argelia en 345, en una familia modesta de padre pagano y madre cristiana. La lectura de Cicerón hizo que se convirtiera a la filosofía, valorando la sabiduría, siendo en este momento la primera vez que leyó el AT y pensó de él que era mediocre en comparación con Cicerón, siendo esta su primera muestra de rebeldía contra el Creador. En Cartago entró en una secta maniquea, en la que llegó a tener altos cargos. Los maniqueos creían que existían tres clases de hombres y sólo los “espirituales” podían salvarse.

En 384 consigue un puesto de profesor de retórica en Milán (capital imperial), cuando dejó de lado el maniqueísmo. En Milán conoció a Ambrosio, obispo de la ciudad, del que admiraba la manera de sus discursos, pero no las ideas católicas de estos. A partir de los contactos con Ambrosio y por la influencia de su madre, es bautizado y se va convirtiendo progresivamente. En 388 vuelve a África y en 391 se desplaza a Hipona, donde después de estudiar las Escrituras es nombrado presbítero y 396 es obispo. En 392 logra refutar todas las tesis del maniqueo Fortunato, después defiende su iglesia de Hipona de los donatistas y busca atraerse a las masas de la ciudad. Él había proyectado entregarse a Dios y a sí mismo, pero debe ocupar un cargo en la jerarquía de la Iglesia predicando, discutiendo y viajando para convertir a los hombres y que se pudieran salvar. De su producción literaria destacan las Confesiones y La ciudad de Dios. Su grandeza como filósofo la puso al servicio de la Iglesia, que vivió por su doctrina durante siglos, ya que dio una base doctrinal consistente a la teología, la exégesis bíblica, la moral y la disciplina eclesiástica. Sus enemigos fueron los maniqueos (que negaban la omnipotencia de Dios), los donatistas (que hacían depender la eficacia de los sacramentos de la naturaleza humana), y Pelagio (que negaba el dogma del pecado original). Murió en Hipona en 430, cuando estaba sitiada por los bárbaros.

b) Doctrina de autoridad. La doctrina maniquea del poder afirmaba que la justicia y la belleza eran escasas, mientras que el crimen y el mal eran abundantes, por lo que domina es la fuerza que siembra el mal. El mundo es malo y la fuerza y el poder son agentes del mal. El bien es lo opuesto a la fuerza y el poder. En ocasiones, el bien triunfa sobre el mal y los santos maniqueos son los encargados de mantener esos pequeños actos de bien. Estos únicos santos, se amparan entre sí. Para ellos Cristo es lo contrario de la materia, de la fuerza y del poder. Cristo es la Idea. La Iglesia y el Imperio no podían consentir que estas ideas se extendieran. En el 386 se recrudece esta persecución en África y San Agustín tuvo responsabilidades en ella.

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Agustín busco una solución al “problema del mal” en relación con la fuerza y la autoridad. Defiende que el bien es tan polimorfo como el mal y que en cada momento, la fuerza del Bien (la Gracia de Dios), es suficiente para resistir la tendencia al mal. Cada hombre cuenta en cada decisión de su vida, con la fuerza para elegir el bien y si no lo hace la culpa debe echarse a la voluntad torcida de los hombres, que es herencia del pecado original, pero con la ayuda de Dios se puede evitar pecar. La verdadera raíz del pecado es la voluntad de obrar mal, de esto brota la verdadera humildad y con ella la verdadera libertad del alma, para reparar el mal causado. Así el hombre recobra su libertad y su poder, y lo afirma frente a los poderes malignos que sólo eran disfraces de la cobardía. Respecto al poder y la libertad pública, afirma que son un bien, pero divide la cuestión en tres partes. La autoridad no es un mal (pues es “algo”, y los males sólo son lo que privan a algo de su naturaleza); en segundo lugar, la autoridad es “por algo” y tiene su causa en la voluntad de Dios y su fin es mantener el ser de la sociedad a la que sirve sosteniendo los lazos entre los hombres; y la autoridad garantiza la libertad de cada uno. En conclusión, si cumplen su fin son buenos, pero no absolutamente buenos porque existe la amenaza de la corrupción. La autoridad sirve para que individuos y sociedad no se deshagan.

- Origen de las dos ciudades. El enderezamiento de la voluntad es algo que debe preceder a la buena elección. La autocorrección es imposible y la fuerza necesaria para curar la voluntad humana ha de venir de Dios. Como Dios no quiso que el alejamiento de los humanos los llevara hacía el abismo, se propuso salvarlos de sí mismos, permitiendo que el “buen amor” anidara en los hombres, siendo estos hombres los que formarán la Ciudad de Dios, peregrina en la Tierra. En el pecado original, nuestros padres dejaron de amar a Dios sobre todas las cosas y la pena se traspasó a todos los hijos, por lo que cada hombre es un campo de batalla, en el que deseos contrapuestos luchan entre sí. De éstos los más temibles son la ira y la libido, que escapan de la voluntad y de la razón; el segundo pecado es el asesinato de Abel que marcará la vida social para siempre, siendo la causa de la anarquía y la ausencia de paz entre los hombres.

d) El ejemplo de Caín. La herencia cainita es la envidia, que emponzoña las ciudades que crean sus descendientes y la vida en sociedad de estos. La vida social está fundada por y para la violencia. La voluntad humana es incapaz de amoldarse a la voluntad divina, debido al pecado, cuya raíz es una preferencia incorrecta: tomar la parte y dejar el todo. Adán prefirió su sabiduría y su criterio al de Dios, y quedaron sin ambas cosas, dejando fuera la armonía entre los humanos, por lo que las ciudades se fundan en base del recelo, la ira y la envidia. Esta identificación del pecado con la elección de lo particular, es de origen estoico. El hombre que no vive de acuerdo con la naturaleza universal no puede ser feliz, y Agustín añade que la naturaleza humana dañada por el pecado no puede ni siquiera querer vivir según la naturaleza humana. Es el pecado la causa de todas las perturbaciones y males. El signo de las sociedades es la violencia dominada por la gran violencia.

Caín y Abel son los arquetipos de las formas de la condición humana. El primero es el ciudadano terrenal, que busca sólo los bienes terrenos, y el segundo, es el ciudadano celeste que busca a Dios. San Agustín afirma que los hechos pasados contienen los presentes, y que algunos pasajes del A.T. contienen dobles significados que revelan hechos sobre el presente, lo que tiene gran influencia en el pensamiento estoico. Por esto, el santo encuentra en el Génesis dos maneras de entender la vida: Caín se adapta a la salida del Edén e intenta buscar la mejor

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salida posible con los bienes que le ofrece su actual vida, y Abel consumido de nostalgia por un mundo bueno que no ha conocido, se vuelve a Dios y le confía su vida. Dios apremia la actitud de Abel. El fratricidio de Caín prefigura el de Cristo y el fratricidio de Rómulo figura la rivalidad existente en la ciudad terrena. La ciudad terrena está marcada por el odio: el de los malos a los buenos y el de los malos entre sí, por lo que es muy difícil que se produzca la paz en ella. Los cimientos de la ciudad terrena están llenos de la sangre de inocentes y culpables. Lo de Caín y Abel puso de manifiesto las enemistades entre las dos ciudades.

Frente al espíritu cainita de lucha por los bienes de este mundo (esta es la fuerza que organiza y funde el espíritu de la ciudad terrena), surgirá el de los hombres de espíritu pastoril, que tiene en poca consideración los bienes terrenos, pone su confianza en Dios. La ciudad de Dios se funda en la justicia divina, vive como extranjera entre las ciudades de la tierra, ya que estas últimas tendrán regímenes más o menos soportables, pero la verdadera justicia no fundará sus cimientos. La idea del Estado como instrumento de perfección moral es imposible, pues el hombre bueno vivirá en la tierra como peregrino y su ciudadanía no será nunca de este mundo.

e) Otro símbolo: Babel. De Noé vuelve a resurgir la humanidad, pues la maldad antigua es barrida por el diluvio. Pero la voluntad humana vuelve a apartarse de Dios y vuelve a formar la ciudad terrena para aliviar sus apetencias terrenales. Noé tiene tres hijos: Sem del que nacerá Heber, del que desciende el pueblo hebreo; Cam, hijo maldito, cuyos descendientes fundaron Babilonia; y Jafet, del que proceden los pueblos que ocuparon la tierra firme y las islas. El hijo de Cam, Nebrot, fue el primero que tuvo poder sobre los hombres, y los reunió para levantar una torre que atentaba contra el señor, pues pretendía igualar la Gloria de Dios, por lo que Dios los dispersó creando varias lenguas, por lo que los hombres terrenos por los medios terrenos nunca podrán gozar de armonía y gozar de una patria única. Los imperios que se marcan como objetivo esto, se sustentan sobre la dominación del hombre, pero las guerras que los cimentan dividen a los hombres al crear la esclavitud, por lo que no gozan de unidad. Los imperios más importantes son el asirio y el romano.

La vida del hombre sobre la tierra está en un estado de guerra continuo. Se divide al hombre por sus tendencias contrarias. Además, luchan los hombres malos contra los buenos y los malos entre sí. La sociedad se divide en grupos que luchan contra otros grupos. Los imperios conocen su descomposición y su ruina. A la paz aspiran los ciudadanos terrenos y los celestes, estos últimos la esperan en la Jerusalén celestial, mientras que los primeros buscan una precaria paz terrenal con medios terrenos.

f) La paz: el fin de las dos ciudades. El fin de las dos ciudades es alcanzar el supremo bien y evitar el mal supremo. EL supremo bien es la paz, la ciudad terrena se contenta con la paz precaria y la de Dios aspira a la paz perfecta.

- La paz en el individuo. En primer lugar, la felicidad es el orden pacífico de las partes que forman un compuesto, es algo que se busca. Las doctrinas morales quieren ser una ayuda que oriente al hombre en esa búsqueda, pues advierten sobre el tipo de bienes que se han de acumular para seguir la marcha. Clasifica las escuelas éticas basándose en los bienes que consideran básicos. Los bienes se dividen en: bienes que se obtienen sin aprendizaje (naturales) y bienes que son fruto del aprendizaje. Los de primer orden se subdividen en

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bienes naturales del cuerpo (salud) y bienes naturales del alma (intelecto). La virtud (que no es de estos tipos) se identifica con el arte del buen vivir, buscando la paz del hombre, escogiendo unos bienes y dejando otros. El hombre que tiene los bienes del alma se considera feliz, pero nadie está seguro de poseer los bienes naturales. Los bienes del alma son el sentido y la inteligencia, son bienes precarios y es ilusorio pretender que en el sabio son más firmes que en el ignorante.

Los bienes que se obtienen por la enseñanza son las virtudes, que no ayudan a la consolidación de la paz. El ejercicio de la virtud es una dura lucha. La primera virtud, es la “temperancia” que lucha contra las pasiones de la carne. Pero no podemos desear esa guerra interior de la que nadie se libra. La prudencia, discierne los males de los bienes y nos ayuda a elegir el ben utilizando la templanza. La justicia, cuyo objeto es colocar todo en su debido sitio, busca el orden justo, que sería que todo estuviese sometido a Dios y el hombre sujeto a los mandatos de la voluntad divina. Considerar la fortaleza como virtud es testimonio de los males humanos. Las mismas virtudes son la ayuda más útil, pero son también testimonio de sus desventuras. Los bienes terrenales y las virtudes llevan al hombre a una paz precaria. Las virtudes verdaderas las alcanzan los que tienen una existencia religiosa, pero también saben que no pueden alcanzar la felicidad en este mundo. La felicidad y la paz son cosas futuras, por lo que debemos tener esperanza, que proviene de Dios, y paciencia, que sustituye a la fortaleza en el cristiano.

- La vida en sociedad es necesaria y difícil. Todos los hombres tienen que vivir en sociedad. Existen tres órdenes de asociación humana: familia, urbe y orbe, con severas dificultades que les impiden fundarse en una firme paz y constituirse en morada segura. En lo que toca a la urbe, se pone en evidencia lo imperfecto del sistema judicial de la ciudad que más ha buscado leyes justas, Roma. El sistema judicial es el mecanismo por el que el sistema legislativo se pone en contacto con su sociedad, y además es una fuente constante de injusticia y sufrimiento para los hombres. San Agustín denuncia la corrupción de los sistemas judiciales, y crítica duramente la tortura como mecanismo para lo consecución de una paz en la ciudad terrena. Esta condición se debe a la miseria de la condición humana, pues el que juzga no puede contar con los hechos exactos. Por lo que los tribunales administran injusticia. El orbe intenta unir con lazos políticos a toda la humanidad para que esté unida por la misma ley, siendo su forma política el imperio. En este orden surgen muchas dificultades, como los problemas para conjugar la amistad entre pueblos que son extraños, por lo que hay que guerrear para conseguirlo pero aún así no es estable. Siempre quedan enemigos externos y en el interior se producen guerras civiles. El concepto de guerra justa es complejo y nos habla de lo grande que es la extensión del mal. Los habitantes de la ciudad de Dios no serán felices en la tierra, pero la virtud verdadera conduce a la paz terrena.

g) La paz terrena. Todo hombre quiere la paz y la felicidad, además necesita vivir en sociedad y precisa de amistad. Los malvados buscan la paz de modo perverso, intentando someter las voluntades y que estén al servicio de uno sólo. No puede existir alguien que no ame la paz, pues no puede haber nadie que vaya contra la naturaleza. La naturaleza es un bien e implica cierta paz, existiendo una asimetría entre el bien y el mal que favorece al primero. Lo característico del mal es que precisa de una naturaleza que corromper, ya que no cuenta con naturaleza propia. El fundamento de todo ser es la paz, siendo la condición de Dios para el uso

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de la tierra, que haga uso pacífico de ésta, pues si usa estos bienes de forma no ordenada y no pacífica, los perderá y con ellos la felicidad eterna.

- Medio por el que se logra la paz terrena. El poder que distribuye los bienes tratando lograr una paz duradera es el gobierno. En lo que se refiere al individuo lo normal es que el gobierno de toda la persona sea incumbencia del alma racional. Todas las partes irracionales que tenemos en común con las bestias deben estar bajo el dominio de la razón. La paz del alma racional es el orden entre pensamiento y la acción. De manera que el alma comprenda que el hombre necesita alcanzar un bien. Se movilice a toda la persona en pos de él. El hombre necesita que Dios le instruya sobre los bienes que necesita y, además, Dios le enseña que debe tener paz en sí mismo, amar a Dios y al prójimo. Este amor a Dios y al prójimo ha de ser fundamento del gobierno familiar, para lograr la paz doméstica. Para que la jerarquía familiar sea justa y el mando legítimo deben mandar el marido a la mujer, los padres a los hijos, los dueños a los criados, y obedecer los que no sienten esa preocupación que confiere el mando. Los justos mandan por su obligación de mirar por los otros miembros y por un servicio de bondad. Existen tres verbos del ejercicio del poder: Imperare (tomar el mando), Consulere (pensar bien lo que se manda y mirar que sea beneficioso) y providere (mirar a lo lejos y tomar precauciones para el futuro).

- La esclavitud. Su origen. El dominio de unos hombres sobre otros no está establecido por Dios. Por eso, los primeros justos fueron pastores de ganado y no de hombres, pues Dios confirió dominio sobre los seres irracionales y todos pueden vivir por y para sí mismos. La esclavitud está fundada en vencer o ser vencido en una guerra. El que vence es el señor y los esclavos son los vencidos. La naturaleza humana es única, pues todos los hombres provienen de uno sólo. Las guerras son efectos del pecado y la esclavitud es un castigo divino, ya que Dios por medio de las dos partes mantiene el orden de la creación. De modo que incluso un justo puede yacer en cautividad. Por otra parte, el castigo que Dios administra al dominador es más grave que el que administra al dominado. Se le castiga porque el que domina se hace esclavo de su pasión por el dominio y tiene más cuenta servir a un hombre que a la pasión. Como la esclavitud es inevitable, San Agustín recomienda que el esclavo sirva con fidelidad a su amo, convirtiendo su esclavitud en libertad.

- Gobierno justo de la familia. El padre de familia tiene la obligación de que en su casa todos honren y estén a bien con Dios. Sólo en los bienes temporales diferenciará a los hijos de los esclavos. También está obligado a procurar la paz doméstica, teniendo derecho a castigar a cualquiera de su casa que altere el orden, aunque siempre el castigo debe ser justo y lícito. La paz de la familia está ordenada por un fin superior a la paz de la ciudad. El orden familiar hace referencia al orden político.

h) La paz de la ciudad terrena. La ciudad terrena aspira a la paz terrena, a la armonía bien de ordenada del mando y la obediencia de sus ciudadanos, armonía que depende de las voluntades humanas. La ciudad celeste mientras dura su peregrinaje, se muestra concorde con este orden y esta paz terrena. Los ciudadanos deben obedecer las normas. El único punto de discrepancia en las dos ciudades son las leyes religiosas. La ciudad celeste sólo reconoce a un Dios. Estas discrepancias son el origen de las persecuciones que sufre la ciudad celeste en la terrena y que no paró hasta que no hubo un gran número de seguidores que paró los intentos

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de perseguirlos. Este nuevo orden de Dios, rompe el antiguo orden de los muros de la ciudad, pues la ciudad celeste convoca a ciudadanos de todas las razas y lenguas, sin preocuparse de su diversidad de costumbres, leyes o estructuras. San Agustín sabe que este conflicto entre las dos ciudades será inevitable. En esta idea, el cristianismo romano sufre un peligro superior, la de ser la religión política que sustituya el politeísmo. La estructura política tiende a que sea su dominio la Iglesia, para utilizarla en beneficio de sí misma.

El verdadero destino del hombre es la autarquía y la bienaventuranza. Pero esa felicidad sólo la puede conseguir volviéndose a Dios, para ser restaurado por él en su primera dignidad. Se debe amar a Dios sobre todo, siendo este amor liberador, y los ciudadanos celestes serán peregrinos en este mundo. Por eso chocarán con el espíritu de la ciudad terrena, que quiere dominar a los hombres como si fueran bestias. El peregrino será respetuoso con el orden terreno, porque necesita paz para vivir, pues han renunciado a fundar una ciudad terrena para vivir. Su apartamiento del mundo no obedece a decepción, sino en no perder de vista las bondades de una realidad superior, que es el destino final. Los filósofos al hacerse cristianos pueden seguir siendo filósofos mientras renuncien a sus falsas creencias sobre Dios. Eligiendo el modo de vida que prefiera. Si elige la acción política no debe caer en la vanidad; y si elige la contemplación, debe estar dispuesto a interrumpir su ocio para ser caritativo.

i) Fundamentos del poder público. En primer lugar, lo que sucede con cada hombre es lo mismo que lo que sucede con una ciudad o estado, porque cada hombre forma una ciudad. Es el individuo el elemento básico del Estado y no la familia, y por tanto debe ser el elemento de análisis político. La concepción del estado es un conjunto de individuos que aspiran a la felicidad bajo un ordenamiento jurídico universal y justo. Esta felicidad dependía de la bondad del particular, por lo que lo preferible para el hombre es lo preferible para el estado y el hombre como creía Platón era una ciudad en pequeño. Por esto, San Agustín presenta el ejemplo de un hombre rico que es odiado por todos y es consumido por la angustia, y otro de clase media al que todos quieren y es feliz, y extrapola esto a los reinos o ciudades.

Entonces se pregunta si no hubiera sido mejor para Roma ajustarse a una pequeña fortuna y disfrutar de la paz, que conseguir un dominio injusto y verse acuciado por una perpetua inseguridad. Agustín dice que Roma hubiera podido elegir la segunda opción, pues al estado al igual que el individuo puede elegir entre ambas opciones, pero Roma eligió la injusticia y la dominación. Los romanos no han sido felices y han sido injustos, y si hubieran elegido la justicia, no se sabe que hubiera pasado, pues sólo los judíos en cierto periodo eligieron esa opción.

- ¿Es la justicia lo que distingue al reino de una banda de malhechores? No es la justicia la que funda los estados y las leyes, sino el interés; y dice que todos los que decidan sobre la vida y la muerte son tiranos, aunque se hagan llamar reyes, cuando algunas grupos utilizan su posición para dominar una república son una facción aunque se hagan llamar nobles; y cuando el pueblo tiene el poder, aunque lo llamen libertad, lo que hay es libertinaje. Es la extensión y la potencia lo que diferencia un reino de una banda de malhechores. Los romanos dicen que la potencia de su imperio se debe a los dioses, porque de otra manera sólo habría impulsado sus victorias la ambición. Los romanos se consideran grandes porque han ganado guerras justas,

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debido a las injusticias de sus vecinos. San Agustín alega que las guerras se emprenden por alianzas o seguridad.

En ocasiones la ciudad terrena debe elegir entre lo conveniente y lo justo. Si elige lo justo corre el riesgo de que la ciudad quede destruida para siempre el árbol perenne de la patria bajo cuya sombra es digno vivir; si elige lo conveniente, corrompe la naturaleza de esa patria a la que ama porque está fundada en la justicia y la fidelidad. Por esto, sólo hay una patria que se asienta en la fidelidad y esta es la patria de Dios. Pero los romanos alegan que la grandeza de su Imperio se debe a la acción de los dioses, en especial a Júpiter, así como a la lucha con pueblos que son malvados e injustos con el fin de salvarlos de sí mismos. Así, la ciudad al autoproclamarse eterna, se arroga funciones que no le corresponden. Pero S. Agustín proclama que si la injusticia de otros pueblos es la que provoca la prosperidad y extensión romanas, ¿por qué no proclamar diosa a la injusticia? Sin ella sólo existirían pequeños estados que vivirían en concordia y en buena vecindad, y la idea de Imperio carecería de sentido. Si se respetaran las peculiaridades de los demás, la actitud de potencia hegemónica globalizadora no tendría sentido, y las aspiraciones de Roma parecen torcidas y movidas por el odio y la ambición. La injusticia ajena y la victoria sostienen el Imperio y no Júpiter.

- Desatinos de la religión política. Los extravíos del Estado romano en cuanto a religión proceden del engaño deliberado en nombre de la utilidad pública. Los dioses se dividen en tres clases: los de los filósofos, los de los poetas y los del Estado. El sumo pontífice debe guardar esto y ocultar que un Dios verdadero no tiene ni sexo, ni edad ni rasgos corporales definidos. Los dioses romanos aparecen cometiendo atrocidades que parecen desear la degradación de la raza humana. Los romanos han sido grandes a pesar de que rendían culto a estos demonios. Las autoridades romanas sostuvieron el culto a esos dioses por utilidad, por creer que el pueblo admite mejor las ficciones poéticas y porque los ricos consideraban al pueblo como bestias sin discernimiento. Este pensamiento contribuía a su propia degradación, pues inculcaban al pueblo creencias que ellos tenían por falsas, para tenerlos encadenados a la sociedad civil y mantenerlos como súbditos.

-Discusión sobe el fundamento de la república romana. Si se tiene en cuenta lo anterior la definición de República como empresa del pueblo no se podría aplicar al Estado romano. Pueblo se entiende como una multitud reunida en sociedad por adopción del derecho y en comunidad de intereses. Derecho es algo que emana de la fuente de la justicia. Entonces sólo queda la comunidad de intereses, que no es suficiente para definir al pueblo, y si no hay pueblo no puede haber república romana. Roma ha arrancado al hombre de Dios y entregándoselo a espíritus malignos, lo que es injusto. Además, la propagación del imperio arrebata lo ajeno, adoptando la injusticia ahora sobre las provincias. Cuando el hombre no se somete a Dios, la razón y el alma no podrán dominar los vicios, por lo que será injusto, y formarán un grupo de hombres injustos incapaz de derecho y de actuar como pueblo. Sólo una comunidad de ciudadanos justos puede formar una república y ningún pueblo de la historia ha estado en esta posición.

Desde otra definición si se podría considerar a Roma república y pueblo. Esta definición dice que el pueblo es el conjunto de seres racionales asociados en la búsqueda de unos intereses comunes. El mejor pueblo será el que mejores intereses tiene, y siendo comunes los intereses

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Roma sería pueblo. Pretender que la justicia es lo que diferencia al Estado de una banda de bandidos no puede sostenerse para cualquier Estado de la historia. En este sentido, Agustín considera que el derecho romano es verdadero derecho, en cuyo caso negar a Roma como república, sería absurdo.

San Agustín dice que la justicia no es la fuente del derecho ni la forma del Estado, pues todos son estados. Es un Estado cuando el fin e interés será de toda la colectividad, siendo entonces la empresa de ese pueblo, empresa pública y estado. En el caso del Estado, aunque el beneficio sea incidentalmente beneficiosa para el particular, no lo es esencialmente como en una sociedad privada, sino que se basa en una empresa pública. Además, dice que los estados no se deben divinizar dejando libertad a los individuos. Por último, se propone que no es lo mismo público que justo, pues la justicia sólo le pertenece a Dios y los estados son obras humanas para remediar su estado de indigencia. Aquí se aproxima a los epicúreos, pues ningún hombre es justo por tanto el estado no puede serlo, y por lo tanto no puede pedir una entrega incondicional, con vistas a la perfección ética, de sus ciudadanos. Más libre será el hombre cuando entienda que su sumisión plena sólo es para Dios.

- Los romanos han llegado a fundar un imperio porque Dios lo ha querido así. Los bienes terrenales se los reparten de forma más o menos justa, con la excepción de los dones terrenales que Dios entregó al pueblo judío. Ahora bien, esas promesas y bienes terrenales pueden considerarse como cifra de otras promesas y dones espirituales concedidos posteriormente a los hombres para permitirles el hallazgo de la felicidad. Algunos hombres entendían que aquellas realidades temporales significaban la eternidad. La grandeza de Roma es un hecho providencial.

Pero los hombres deben aceptar tanto la presciencia de Dios como su libertad individual. Todo lo que sucede, sucede porque lo h querido el espíritu de un ser vivo, por lo que sólo existen causas voluntarias y reniega de la predeterminación, pues la materia se mueve y cambia porque el espíritu así lo quiere. Dios es el soplo vital que todo lo vivifica, en su voluntad reside el supremo poder, y aunque dispensa todo poder no es así con las voluntades, pues las malas voluntades contrarias a la naturaleza no provienen de Dios. De modo que cada voluntad actúa libremente sin que ello sea obstáculo para el poder supremo de Dios. Por otro lado, si Dios no abandona ninguna parte de su creación, es imposible que deje los reinos humanos fuera de su providencia.

- La grandeza del Imperio es la recompensa de Dios a la virtud de los romanos. La voluntad de Dios es la que conformó el poder romano, y asimismo Dios consiente la voluntad romana de someter a las demás naciones. A los romanos Dios no les reservó la gloria, pues cifraban en súbditos y no en Él la cifra de su gloria, pero sí les otorgó la recompensa terrena. Porque el amor a la gloria es menos vil que otros e inhibe las más bajas inspiraciones y si Dios no les permitiera tener un imperio, ni siquiera recompensaría sus buenas virtudes terrenas. Así, según la virtud romana, estos hombres se desprendieron de sus riquezas por el tesoro público, frenaron su codicia, eran inmunes al delito y todo vicio castigado por sus leyes. Pusieron su empeño en lograr honores, poder y gloria, logrando esto en buena medida, gracias a la justicia del verdadero Dios. Si los ciudadanos terrestres que aman a la patria han logrado su

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recompensa, cuanto deberán los celestes a la suya para obtener su incomparablemente hermosa paga.

La impunidad de crímenes anteriores que prometió Rómulo para crear Roma, prefigura el perdón de los pecados que reúne a los ciudadanos de la patria celestial. Si algún cristiano perseguido no huye de la Iglesia y la defiende con todas sus fuerzas, nada extraordinario hace, pues muchos romanos hicieron lo mismo por su patria y se pueden sacar muchos ejemplos de la historia de Roma, fundada y sostenida por el desinterés de sus ciudadanos. El imperio sirvió como recompensa de sus actividades, y si por la ciudad de Dios los celestes no practican lo que hicieron los romanos, deben avergonzarse y debemos tener orgullo por hacerlo.

- Retrato del tirano. El que tiene pasión por la gloria suele apetecer además el dominio. Pero mientras predomine la primera no se alejara de la justicia y quién se entregue a lo segundo caerá en la crueldad y la lujuria. Los tiranos, reinan porque lo Dios lo consiente, porque juzga dignas de tales gobernantes la empresas humanas.

Verdadera doctrina de la virtud. Las virtudes no deben ser esclavas de la gloria humana, hinchada de vanidad. El hombre religioso debe usar las virtudes como auxiliares en su búsqueda de la verdad y agradar a Dios.

En resumen: Dios es quien distribuye imperios y reinos, Dios da la felicidad del reino de los cielos sólo a los religiosos, los poderes de la tierra los distribuye a religiosos e impíos, y la voluntad de Dios es siempre justa.

Tema 9. Los reinos bárbaros.

a) Invasiones y readaptaciones. En el Imperio de Occidente el Senado ocupaba cada vez una posición más débil mientras que el ejército se hacía cada vez más poderoso; y en Oriente una compleja administración y la Iglesia conseguían que el ejército fuera más estable. En el ejército occidental cada vez ingresan más germanos, y en medio de toda esta inestabilidad las crisis de subsistencia comenzaron a empujar a pueblos del norte sobre las fronteras occidentales. Los emperadores comenzaron a atraerse a los más romanizados de los invasores, convirtiéndolos en aliados y empleándolos contra otros menos adaptados.

Cuando esta política no daba sus frutos, se nombraban a los jefes bárbaros patricios y funcionarios imperiales, para mantener una ficción de autoridad, que hizo que aunque hubo episodios muy dramáticos como saqueos, la conmoción era pasajera y el sentimiento de Roma como eterna era el que perduraba. La fusión de la cultura romana con el cristianismo reforzó esta adopción de continuidad, pues los nuevos pueblos pronto se convirtieron al catolicismo. Los invasores pretendían gozar de la civilización invadida y las grandes urbes romanas siguieron siendo prósperas y con rutas comerciales abiertas. Es por tanto, una penetración gradual de los bárbaros que tiene algunos episodios dramáticos. Esta penetración conllevó cambios profundos. En primer lugar, los nuevos dueños del poder se convertían en reyes del territorio, pues su tradición era la jefatura electiva entre un grupo de familias. El emperador en

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el derecho no había desaparecido y los jefes le reconocían supremacía teórica y presumían de títulos romanos, pero en sus territorios obraban a su voluntad. Las rudas maneras bárbaras penetraron en la vida social y privada romanas. Además, aunque no tenían administración que oponer al emperador, se apoyaron en los funcionarios de las familias romanas. Pero las leyes eran muy diferentes de las romanas, por lo que algunos se dedicaban a redactar nuevos códigos mientras que los otros se limitaban a aplicar su derecho consuetudinario, pero estas ley sólo se aplicaban a los germanos por los que existían dos códigos legales al mismo tiempo. A esto se une que en la tradición germánica eran muy importantes los lazos de fidelidad personal, mientras que en Roma la obediencia se debía al cargo.

La segunda característica de los nuevos tiempos es que cambian de manos muchas propiedades. Los romanos se sentían orgullosos de sus villas en las provincias y las habían ornamentado con todo tipo de lujos, mientras que se consideraba un gran mérito que las villas estuvieran bien administradas. Los nuevos reyes y sus súbditos se consideraban guerreros, y aunque tomaban tierras consideraban indigno el trabajar en ellas, por lo que pasaron a pedir rentas, de modo que campesinos y terratenientes no se ven obligados a dejar la tierra, pero si pierden su propiedad efectiva y gran parte de sus ganancias.

Por último, el jefe guerrero no ha recibido educación romana en filosofía ni literatura y sus hijos sólo sabían de literatura cristiana y romana lo que oían en los sermones. Esto supuso que la administración quedaba en manos de los antiguos administradores y que progresivamente fuera recayendo en el clero, que se va convirtiendo en el único reducto de la cultura literaria.

b) La transmisión de la cultura latina. La cultura clásica se integra en la tradición cristiana, por lo que los grandes escritores pasan a ser eclesiásticos y obispos. En este tiempo, los papas, alcanzan menos renombre que los obispos debido a la santidad o la erudición de estos. Los obispos eran elegidos por los fieles, a menudo entre las familias más ricas, pues tenían responsabilidades como el reparto de limosnas o la construcción de iglesias. Su influencia política era muy grande, tanto en sede episcopal como en los concilios provinciales, que se reunían periódicamente y de los que salían las decisiones administrativas y legislativas que afectaban a todos los hombres del país (por esto la administración eclesiástica y política eran difíciles de diferencias). La institución monástica también fue determinante para la transmisión de la cultura antigua, ya que estaban dotados de bibliotecas y de salas de copias de manuscritos.

En los siglos VI y VII se produce un cierto florecimiento intelectual, en el que destacan nombre como Casiodoro, Valerio Fortunato o Boecio, que escribió un libro para aportar filosofía en casos de desgracia. La mayoría del trabajo de estos intelectuales es la recuperación y conservación de textos antiguos, destacando las enciclopedias y compendios, entre los que destaca las Etimologías de Isidoro de Sevilla. San Isidoro nació en una familia rica de origen romano, y sólo se sabe que murió siendo muy anciano en 636. En su obra se propone resumir todos los conocimientos de los eruditos de su tiempo, agrupándolos por temas, explicando cada concepto. La obra es muy interesante por la cantidad de datos que aporta y por el hecho de que es una síntesis de las culturas clásica y romana. La concepción del mundo sigue siendo romana, pero ya aparecen elementos de los nuevos tiempos. En las páginas que se ocupa de la política no existen casi variaciones originales (el gobernante debe ser justo, los tiranos son

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odiosos, las leyes deben buscar el bien común, etc.). En la parte de historia considera que el derecho es sobre todo la ley romana, pero admite la legitimidad del derecho consuetudinario bárbaro. Los escritores de la época tenían la necesidad de transmitir el legado y al mismo tiempo, enseñar conceptos de los nuevos tiempos, contribuyendo a la fusión cultural.

c) Carlomagno. El imperio carolingio duró apenas un siglo. Pero goza de popularidad porque vemos en él los comienzos de la idea de Europa como identidad propia, como algo distinto y diverso que puede albergar varias naciones. En aquél tiempo Carlomagno considera su imperio una unidad política independiente. La huella del monarca, se nota la utilización de su figura por parte de los futuros emperadores para legitimar sus reinos, así como en la profunda buena imagen que tiene en la literatura.

Todo empezó con el fortalecimiento del reino franco, que sigue una política de expansión y unificación de territorios. Dentro del reino, una familia consolida su poder y funda una nueva dinastía, que comienza con la entronización de Pipino. Pipino interviene en la Italia lombarda, logrando que el Papa le muestre su agradecimiento nombrándolo rey y patricio romano sin el consentimiento de Constantinopla. Esto evidencia la futura ruptura entre la capital imperial y Roma en términos religiosos, en una lucha por la primacía en la Iglesia.

Carlomagno sucedió a su padre Pipino en el trono en 786 hasta el año de su muerte en 814. En el aspecto de la incorporación de nuevos territorios Carlomagno logra acabar con el reino de los lombardos y se anexiona Sajonia, juntando a los pueblos del Sur y el Norte del Rin. En el Este consigue tierras de los eslavos y en el Sur logra frenar el imparable avance de los árabes desde la Península Ibérica. En la navidad de 800, es coronado emperador por el Papa en Roma. Este hecho interesaba a las dos partes. A la Iglesia, le convenía pues le valía para reafirmar su independencia, reivindicar su primacía y se la potencia que legitimaba a los emperadores. A Carlomagno le convenía emanciparse de la tutela de Bizancio, pues su poder no le viene de ser patricio o cualquier cargo bizantino, sino directamente de Dios, por mano del Papa y su imperio no es el continuador de Roma sino el heredero. Para reafirmar esto fija su Corte en Germania y se define como protector de la cristiandad, a lo que Bizancio se rebelará, pero ante la imposibilidad de tomar medidas efectivas se decide firmar una paz y el trato como iguales.

El funcionamiento del poder se basaba en una mezcla de organización administrativa y fidelidad personal. La unidad del imperio se basaba ante todo en la palabra, es decir, en el juramento de fidelidad. Se dividió el territorio en trescientas partes y a la cabeza de cada una se coloca a un conde, que ejerce el poder en nombre del emperador y por concesión suya. Algunos de estos reciben un territorio más grande y se denominan duques, y los que están al cargo de zonas fronterizas se denominan marqueses. Todos administran justicia, recaudan impuestos y levantan ejércitos en caso de necesidad, y para controlar sus desmanes son inspeccionados por agentes imperiales.

Los súbditos son de dos clases: los hombres libres y los siervos. Los siervos lo son en su mayoría por habitar en tierras de servidumbre, pero también hombres libres empobrecidos. Aunque la iglesia ponía en duda la moralidad de la servidumbre, se resignó a tolerarla. La tierra estaba desigualmente repartida entre grandes latifundios con un rendimiento bajo. Los hombres libres por su parte eran los únicos con obligaciones militares. La organización de los latifundios permitió controlar de manera sencilla el imperio.

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La Iglesia aportaba el entramado ideológico, pues prestaba auxilio en las tareas de gobierno y legitimaba el poder. Además, era el principal foco cultural. En este momento las relaciones entre los poderes temporales y el eclesiástico eran magnificas, por lo que la Iglesia recibió beneficios como la independencia judicial, la exención fiscal, donativos y otros privilegios económicos. Carlomagno intentó encabezar un florecimiento cultural (“Renacimiento carolingio”), por lo que instaura el latín como idioma culto y se pone la lengua vulgar como idioma de los sermones para que los entiendan los pobres. Funda una escuela en su palacio en la que se organizan debates y se enseñan artes liberales. Potencia la lectura de grandes obras clásicas y cristianas y trata de traer a su corte a hombres de letras. Hace fundar scriptoria en su corte para copiar manuscritos independientemente de los monasterios, lugares donde se creará la letra carolingia. Los autores más destacados del esplendor literario son Alcuino, Eginardo, Nitardo y Escoto Erígena.

A la muerte de Carlomagno el imperio reparte su territorio, debido a las luchas intestinas y el recrudecimiento de las invasiones del norte. Los próximos emperadores que recuperarán su esplendor, sólo gobernarán los territorios alemanes. Sin embargo, quedará la idea del Imperio como entidad superior, con capacidad de arbitraje y con un prestigio como entidad supranacional. Los soberanos le reconocerán supremacía teórica y reverencial.

Tema 10. La sociedad feudal.

a) El nacimiento de la sociedad feudal. La época feudal tiene unos límites poco definidos, pues, por una parte hereda características romanas y germanas, además sus señas de identidad son diferentes según el lugar. Se puede decir que comenzó con la extinción del imperio carolingio (lo que provoca indefensión agravada por nuevas invasiones), conllevando que el poder real se debilite y pasen a primer plano los pactos de fidelidad y defensa. Estas incursiones eran más rápidas y violentas que las anteriores, que sólo producían asentamientos como base para incursiones más profundas que favorecieran el negocio del saqueo y la rapiña. Estas incursiones se dirigían especialmente contra las ciudades, por lo que muchas de estas se despueblan y otras estrechan su perímetro.

La vida se concentra en el campo para lograr seguridad y las rutas del comercio se vuelven intransitables, provocando una economía de autosuficiencia y el comercio se basó ante todos en objetos de lujo y especias, pues los costes eran elevados. La gente en el campo tendía a buscar el amparo de un señor que garantizara sus vidas y sus bienes, y estos señores a cambio pedían lealtad, bienes y servicios. Muchos campesinos libres pasaron a ser vasallos, colonos o siervos de poderosos señores. El acuerdo era ventajoso para ambas partes: el señor, lograba mano de obra ya que los esclavos escaseaban y grandes extensiones estaban sin cultivar; y para los campesinos, a cambio de renunciar a su autonomía personal, se les aseguraba trabajo y protección, aunque en ocasiones eran víctimas de los abusos de los señores siempre era mejor que vérselas con un bárbaro. Esto lo demuestra que la población de Europa comenzó a crecer. Por su parte, los señores menos poderosos también buscaban la protección de los señores más grandes, ofreciendo fidelidad y ayuda a cambio de protección y ventajas

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materiales. Este tipo de relación también define la de los grandes señores con el soberano, pues los primeros ofrecían fidelidad, asistencia militar y el cuidado de los súbditos, a cambio de privilegios, como la exención de impuestos y la capacidad de impartir justicia. La Corte ya no es lugar donde se concentran poderosos y donde se dan órdenes que afectan a grandes territorios, sino que sólo domina sus territorios adyacentes y el único señor obedeciendo es el cercano, aquél con cuya espada se puede contar. El Rey sólo ejerce su poder en un espacio muy limitado, delegando funciones en sus señores, necesitando cada vez menos funcionarios lo que conlleva la disminución de los laicos que rodean al rey. Las letras dejan de ser una carrera rentable para los que tienen ambiciones mundanas, por lo que pasan a los monasterios.

Por tanto se mezclan factores heredados (concentración de la propiedad, desaparición de los esclavos, concepto patrimonialista del poder, la importancia de las relaciones personales o del derecho consuetudinario, etc.), se mezclan con nuevos elementos (vacíos del poder real, inseguridad constante, inoperancia del derecho escrito o decadencia del comercio)) para formar el feudalismo. Cuando los pueblos del norte se establecieron en un lugar y se cristianizaron y se fueron eliminando los focos sarracenos del sur de Francia y de España, el sistema feudal sobrevivió evolucionando pero conservando sus características definitorias hasta el siglo XIII.

b) La tierra y los hombres. La principal fuente de riqueza era la tierra y la cantidad de tierra cultivada era escasa debido a la falta de mano de obra. Estas tierras además estaban en pocas manos, pues fueron confiadas en un principio para su defensa, pero se fueron convirtieron en patrimonio de los encargados de su custodia, pues los donantes no tenían capacidad para impedirlo. Así tan sólo sobrevivió la costumbre de renovar el juramento de fidelidad cuando la tierra era heredada, y se hacía el nuevo dueño cargo de esta y de sus las obligaciones (defensa) y derechos (elección del sacerdote o impartir justicia) que la tierra conllevaba.

La tierra era trabajada por siervos, que se transmitían junto a ella, y también colonos y campesinos libres, que entregaban al señor una parte de sus beneficios y le pagaban por la utilización de los servicios (en dinero, productos u horas de trabajo). La tierra no era mucha, se arruinaban muchas cosechas y los terrenos eran pobres y escasos, pero la producción creció por la mejora de las técnicas agrícolas y la difusión de instrumentos, como el molino de agua. Con el crecimiento de la población, se comenzó la roturación de campos de cultivo. Los beneficios no son grandes, incluso para los señores la vida es austera, por lo que un aumento de las necesidades de estos puede conllevar el empeoramiento del miserable nivel de vida de los campesinos. Esto se podía agravar si el señor se daba al abuso o las violencias.

Aunque las vías de comunicación son escasas y peligrosas los hombres se mueven mucho. En primer lugar, los trabajadores se trasladan de un lugar a otro (campesinos que buscan asentamiento, obreros especializados que ofrecen sus servicios o pequeños comerciantes, y monjes y peregrinos en desplazamientos religiosos). Este movimiento hizo que se afianzara la idea de una cultura común y que promoviera la mejora de las comunicaciones.

c) Las tres órdenes. En esta etapa de la historia existe escasa movilidad social, dividida en tres grandes grupos que cumplían una misión. Los trabajadores, debían crear riqueza, proporcionando sustento a los guerreros, que debían hacer la guerra para la defensa, y a los

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clérigos, que debían rezar y enseñar la palabra de Dios. A la cabeza de esta sociedad aparecían, con un poder más teórico que efectivo, el Rey y el Papa.

- Los trabajadores. Era el grupo más amplio, soportaban la estructura social y sobre ellos pesaban la riqueza y la ostentación de los otros grupos. Eran los inermes, pues no podían defenderse por sí mismos y pagaban su seguridad con su esfuerzo, su libertad y su trabajo. A cambio podían reclamar protección, justicia y seguridad. La justicia no se basaba en leyes escritas, pero no se basaba tampoco en el buen juicio del señor, sino que los delitos más graves estaban reservados al juicio de tribunales especiales que se reunían dos o tres veces al año; además todos los hombres libre tenían derechos a ser juzgados por un tribunal de sus iguales; y por último, los recuerdos de los antiguos códigos y sentencias orientaron las decisiones. Era por eso muy importante tener testigos de una boda o contrato que aportaran datos si surgía un litigio. Además, un individuo, independientemente de donde hubiera delinquido, sólo podía ser juzgado respecto a las leyes de su residencia.

La mayor parte de los trabajaros vivían en el campo en condiciones muy duras y siendo muy vulnerables. La esperanza de vida era corta y la mortalidad infantil elevada, y las hambrunas se cosechaban muchas víctimas. Los que tenían oficios menos sujetos a las inclemencias del tiempo y ligados a las ferias o mercados, lograban tener mejores condiciones. Algunas ciudades dependían directamente del rey, siendo sus habitantes vasallos reales, pero muchas de ellas eran patrimonio del obispo o el señor, por lo que estaban sometidos a ellos. La inmensa mayoría de estos hombres eran analfabetos y la mayoría sólo tenían una fina pátina de cristianismo, pero mantenían cultos y ritos paganos. El clima de inseguridad que se vivía dio una imagen exagerada en torno al año mil. Las epidemias, las guerras y las invasiones crearon el pánico en zonas localizadas, pero no se puede hablar propiamente de terrores milenaristas.

- Los caballeros. Los caballeros constituyen la nobleza por nacimiento. A la cabeza de los nobles está el rey, que une el prestigio familiar con haber sido ungido, hecho que se hereda de la tradición carolingia. La unción representa que es la elección de Dios para liderar a su pueblo. Pero este mandato sagrado es poco efectivo en la práctica, por lo que se ve reducido a una simple magistratura moral, en la que se conserva el auctoritas mientras los actos de poder son cedidos a la nobleza. Esa escasa efectividad del poder aumenta cuando más difícil de controlar y extenso sea un reino. La figura del emperador es aún más teórica, no dejando de ser una figura ornamental colocada fuera de la realidad.

Existen categorías de nobles: los de menor nivel rinden pleitesía a los más poderosos, jurándoles fidelidad y poniendo a su disposición su persona, sus armas y sus bienes, prestando asistencia militar y ayudando mediante el ejercicio del consejo. El poderoso se compromete a defender a su vasallo y velar por sus bienes y su honor. Además, se esperaba que entregase a su vasallo los medios para su subsistencia, otorgando tierras que sus familias heredarían junto con el vasallaje. La ruptura del vínculo de vasallaje podría traer que el vasallo pusiera su persona y sus bienes en manos de otro señor (aunque en teoría estos bienes no le pertenecían), en lo que se consideraba una traición. Podía estar justificada si el señor es injusto con el vasallo. La promesa de fidelidad tiene el carácter de una ceremonia solemne, para subrayar su importancia y darle un carácter legal de acto con testigos. Se conoce como homenaje. El señor veía acrecentado su poder y su influencia gracias al número de vasallos.

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Por otra parte, la fe jurada a un señor no excluía que pudiera tener más de un señor, bien en razón de las propiedades que detentaba o bien porque buscase su propio interés. Estas múltiples fidelidades eran en ocasiones motivo de conflicto.

Al estar basada su posición social en la pertenencia al linaje, la solidaridad familiar es muy importante, pero sin olvidar los vínculos de vasallaje. Por esto la educación se hacía al servicio del señor, donde se aprende el servicio de las armas y se establece relaciones de camaradería con sus iguales, aunque dentro de un clima de competición pues todos compiten para brillar a los ojos del poderoso. En ocasiones, los deberes del vasallaje y familiares entran en conflicto creando problemas jurídicos y morales. A su vez los nobles no dividían la herencia entre los hijos para mantener el prestigio. Los hijos (salvo el primogénito) se ven obligados a buscar botín de guerra o a lograr hazañas para buscar el matrimonio con la hija de un noble. Esto creaba a que en torno a cada señor se formara un ejército privado de caballeros.

La violencia es además un factor predominante en la cultura del caballero, y su educación se centraba en la fuerza, la destreza, los ejercicios y el arte de la guerra. Los nobles combatían a caballo, lo que exigía el conocimiento de nuevas técnicas para las que se entrenaban. Los torneos se convirtieron en un ejercicio de entrenamiento, así como en lugar donde cometer proezas y para enriquecerse con las armas de los vencidos. En casos excepcionales, servían para decidir una sentencia o poner fin a un enfrentamiento.

En el caso de los caballeros jóvenes esta violencia cultural puede llegar a ocasionar problemas, por lo que los hombres de Iglesia y los grandes señores se esfuerzan por apaciguar sus actuaciones y mantener el orden. El mundo laico, centró sus esfuerzos en un código de moral laica y guerrera, imprescindible para mantener el honor y la dignidad. Un caballero digno deberá ajustar su comportamiento a normas: no atacar a personas sin armas, a pobres ni a indefensos; defender a los desvalidos; oponerse al abuso y la brutalidad; no emplear violencia innecesaria; luchar con lealtad; huir de la traición, ser fiel al señor y honrar a las damas. Esto se expandió en Manuales del caballero perfecto y se ejemplifican en héroes novelescos, que servirán de ejemplo en el plano moral. Quienes incumplan este código deberán ser tratados como traidores y baldones para su familia. Para ejemplificar esto aparece la ceremonia de acceso al orden de caballería, en la que un caballero anciano y respetado entrega la espada al aspirante. A partir de ese momento el hombre tiene obligación moral con el código de caballería. La opinión ajena tiene un peso creciente y el guerrero ya no busca sólo la fuerza y el valor, sino que busca la aprobación general.

La mujer en este contexto actúa como fuerza civilizadora. Son un instrumento, para otorgar prestigio y riqueza, siendo objeto de alianzas e intercambios, siendo siempre los hombres los que deciden. Sin embargo, simbólicamente pasa a ocupar el centro. La mujer como trofeo y la competición de los hombres por ganarse al señor se expande también a su esposa: llevando sus colores en los torneos o buscando su admiración. Aparece el amor cortés como un amor platónico (pues era hacia una mujer casada). El amor ocupaba un lugar desierto, pues quedaba fuera del matrimonio, pues el señor se casaba con una dama que le otorgaba riquezas y prole, por lo que la debía respeto y fidelidad, pero no ternura. Así los sentimientos podían ser entregados sin faltar a los deberes matrimoniales. El amor es un juego que consiste en

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conseguir brillar a los ojos de una dama, refinando los modales y extendiendo el gusto por la música y la poesía.

- Los clérigos. Los clérigos forman el tercer orden. Su cabeza era el Papa, pero es una época de decadencia del papado, y además, los papas no pueden imponer en la práctica su autoridad y es imposible controlar lo que hace en tierras lejanas, así que se ve forzado a otorgar gran autonomía a las autoridades eclesiásticas. Los obispos, han salido de familias nobles y se comportan como grandes señores. Su cargo les otorga tierras, villas y riquezas. Sus relaciones están entre sus iguales y no desentonan entre ellos. No por eso descuidan su misión pastoral y sus labores eclesiásticas, incluso en la batallas, donde conscientes de sus deberes impulsan la Pax Domini que resta violencia. Se partía de que la violencia existía, pero se debía reglamentar para preservar a la sociedad del caos y a los desarmados de los armados. Establecía normas como no atacar a los desvalidos, respetar los lugares sagrados, y prohibir la guerra en determinadas épocas del año. Aunque no se cumplieron siempre, el rechazo a quienes las incumplían se fue imponiendo y se consiguió condenar las arbitrariedades de la guerra.

Para cambiar la violencia también se propuso canalizarla contra los infieles. En España se promovió la Reconquista y en Europa las Cruzadas. La I Cruzada la promovió el Papa Urbano II, para proteger a los peregrinos y conquistar los Santos Lugares de las manos de los infieles. Se prometió la salvación eterna a quién pereciera en la empresa. Además de la devoción había motivos de sobra para los caballeros, a los que se unieron, una cruzada popular de gente pobre sin armas ni recursos, conducidos por Pedro el Ermitaño. Estos de abastecían en las tierras por las que pasaban por lo que eran devastadores, perecieron casi todos y las cruzadas pasaron a ser cosa de caballeros. La primera cruzada estableció un reino en Jerusalén y otra serie de ducados y reinos en torno a Siria y Líbano. La precaria situación del Imperio bizantino se vio agravada por las preocupaciones que procuraban los cruzados y el reino de Jerusalén duró poco debido a la pujanza musulmana y las disensiones entre los jefes cristianos. Se mantuvieron algunas plazas fuertes y se mantuvieron durante dos siglos en los que se sucedieron las cruzadas. Esto tuvo consecuencias en Europa como la activación del comercio, lo que trajo una nueva clase de comerciantes ricos y que se reactivaran las ciudades, mejoró la seguridad y provocó sed de aventuras.

En torno a los reinos cristianos se crearon órdenes de caballería, asociaciones de caballeros ligados por votos casi monásticos, que encarnaban el ideal caballeresco. Por otra parte, provocó que los caballeros llegaran a respetar a los musulmanes y que las órdenes fueran demasiado poderosas.

Por otro lado, en la Europa medieval tiene un gran éxito la institución monacal. Los abades de los grandes monasterios son poderosos e influyentes. Los principales monasterios benedictinos son como señores feudales y como ellos poseen tierras, villas y privilegios, pero los hombres ingresan para orar y retirarse. Se situaban en lugares apartados de las ciudades, pues su fin era el retiro y la meditación. Los terrenos y villas eran trabajados, pero sólo los legos tenían contacto con ellos y los monjes vivían en aislamiento. Incluso los deberes de la caridad cristiana los ejercían con cierta distancia, a través de la hospedería. Además, los monasterios recibían donaciones a cambio de la oración de los monjes. Muchos nobles decidían en el momento de su muerte ser monjes y hacer legados para expiar sus culpas o ser

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enterrados cerca de las reliquias de los santos. Esto provocó una competición entre los monasterios por tener reliquias. Muchos de estos monasterios eran obras de arte, donde evolucionaban los estilos arquitectónicos y el arte. Aunque algunos monjes no estuvieran a la altura, los abades benedictinos lograron mantener los monasterios como lugares de la vida espiritual.

Los monjes eran hombres de letras en un contexto sin hombres alfabetizados laicos. En sus paredes se conservaron muchas obras y se copiaron muchos manuscritos que eran obras de arte en sí mismos. Gran parte del trabajo de los benedictinos se hacía en bibliotecas. Esto favoreció el alejamiento aristocrático de los benedictinos de la realidad de la gente común y posibilitaba que se desarrollaran grandes miembros de la cultura en su seno como Bernardo de Claraval.

Bloque IV. La Baja Edad Media.

Tema 12. Los teóricos de la monarquía.

a) El siglo XII. El s. XIII se inicia con el saqueo de Constantinopla por parte de la IV cruzada en 1204, es una época más dulce que las anteriores pero tampoco es una edad de oro. Es un periodo de florecimiento económico, con una mejora de las condiciones de vida para todos. Las ciudades cada vez son más prósperas y se sienten más orgullosas de su riqueza y sus leyes. En ellas se desarrollan una especie de aristocracia urbana, entre los que encontramos algunos nobles, pero una mayoría de origen burgués que en su mayoría son comerciantes o administrativos. Muchos de ellos compran tierras y obtienen del rey privilegios y cartas de nobleza, creando una nueva nobleza de toga frente a la tradicional nobleza de espada. Los sectores más conservadores tratan de reaccionar y se comienza a clamar contra la avaricia. Los viejos nobles también protestan ante la movilidad estamental, la influencia perdida y la pérdida de recursos, pero ya comienzan a cambiar su modo de vida adoptando nuevos refinamientos o casándose con hijas de ricos burgueses. La costumbre de casar sólo al heredero se relaja y la aristocracia aumenta.

En este siglo, el eje económico se traslada al sur, en torno al Mediterráneo, y aparecen los banqueros y con ellos las relaciones económicas fundadas en la confianza. Los trabajadores y artesanos se agrupan en gremios y cofradías para controlar el acceso a los oficios y garantizar la calidad de los productos. El aumento de las fortunas hace que prosperen nuevos edificios en patrocinados por los poderosos y en este contexto comienzan a surgir catedrales por el continente. La catedral es el símbolo del poder de la ciudad y de su capacidad para reunir esfuerzos, además de reflejar el peso del poder eclesiástico donde el obispo presidía la reunión comunal (entierros, fiestas religiosas, etc.). La catedral era un símbolo del universo: en la cripta se encontraban los muertos, en el suelo los fieles, las vidrieras filtraban la luz en una variedad

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celestial, etc. Era símbolo de la comunidad, testimonio de una actividad ordenada a un fin y las ciudades y corporaciones competían por maravillar con sus contribuciones. La catedral era importante para transmitir la fe, pues en sus paredes aparecían representadas parábolas, vicios y virtudes, la gloria y el castigo divino o las artes liberales. Las diferencias en los rostros de las imágenes y estatuas mostraban que la comunidad cristiana era un conjunto de individuos, distintos todos y con personalidad propia, y no una masa indiferenciada. Los reyes que se apoyaban en las ciudades para afianzar su poder, fueron conscientes de la influencia de las catedrales, y contribuyeron con generosos dones.

b) El nacimiento de las universidades. El cambio en la mentalidad de la sociedad hizo que Cristo pasara a representarse como maestro, porque las escuelas habían crecido en influencia y la vida del letrado constituía una alternativa similar a la del caballero. Las escuelas se independizaron de las catedrales y habían conseguido estatutos y autoridades bajo patrocinio real. Se convierten en universidades, consagrándose como comunidad de sabios de cualquier procedencia, hermanados por la búsqueda de la verdad y patrimonio de todos los hombres, pues Dios nos ha entregado la razón a todos para que lleguemos a Él y comprendamos el orden del mundo. El intelectual se convierte en un modelo para alcanzar la bienaventuranza eterna.

Las universidades son fundadas, protegidas o dotadas de privilegios por los reyes. Se multiplican por toda Europa, naciendo en Bolonia, Oxford, Cambridge o Salamanca. Estas instituciones traen muchos cambios. En primer lugar, suponen una importante afluencia de gente joven a las ciudades en las que se asientan y las enriquecen, aumentándose el número de tabernas y burdeles provocando en ocasiones alborotos. Además, la curiosidad hace que se reclamen más manuscritos de Oriente, por lo que se necesitan escuelas de traductores como las de Toledo o Sicilia, donde se convivían con musulmanes y judíos. Los estudiantes necesitaban libros, aumentado el número de estos rápidamente, dando lugar a un comercio nuevo y a una industria de elaboración de copias. Nace también la figura del intelectual como oficio, como profesores que se dedican a enseñar y que tienen orgullo del uso de la razón y de la lectura de libros. Esto conlleva un dominio de las matemáticas que pocos años después provocará la extensión de la arquitectura gótica.

La característica de los hombres de letras es la argumentación, para convencer al adversario de los resultados en su uso de la razón. En la confrontación, el perdedor puede ver las debilidades de su razonamiento y aprende a construir sus mejor sus elucubraciones. La razón sustituye a la autoridad. El derecho escrito pasa a ejercer de fuerza, y los juristas empiezan a reivindicar la supremacía de la ley, hija de la razón, sobre la arbitrariedad. La sociedad debe someterse a la ley, porque mediante la razón plasmada en la ley, es cómo podemos ajustar nuestra conducta y nuestros juicios a los mandatos. Se racionaliza la vida pública y en el Concilio de Letrán se prohíben las ordalías o juicios de Dios. El derecho sustituye a la fuerza como argumento supremo.

Por tanto, los caballeros confiaban en sí mismos como brazo armado de defensa de la justicia, pero los juristas desechan este procedimiento desplegando un modelo en el que se elogiaba la inteligencia, los libros, la argumentación, el ingenio y la elocuencia. Se diferencian pues los

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modos de vida de caballeresco y el liderado por la razón, y acaba imponiéndose el modo de vida de los juristas.

La confianza en la razón se extiende a la religión, pensándose en la filosofía como un camino para llegar a Dios y demostrar las verdades de la fe, donde el creyente se creería doblemente afirmado para acabar con las herejías y convertir a los infieles. Mediante la razón se podría construir un reino duradero en Tierra Santa. Las nuevas órdenes religiosas se lanzaron con entusiasmo en este camino, y los dominicos constituyen un sistema filosófico complejo y completo, la filosofía escolástica. La Escolástica ha sido criticada como un sistema estéril y dogmático, capaz de ahogar la creatividad en un mar de silogismos y distinciones absurdas, pero las críticas se centraban sobre todo en los representantes tardíos que la defendían cuando los métodos habían cambiado. En el siglo XIII la escolástica es plenamente revolucionaria, proponiéndose unir la Razón y Revelación, intentando conciliar a los maestros paganos con la fe cristiana. Supone un esfuerzo ingente por comprender todo lo que hay en el mundo, por lo que aunque considera como su principal cometido reflexionar sobre la divinidad, se ocupa de otros asuntos terrenos.

En cuanto a los reyes dieron todo su apoyo a las universidades y a sus hombres, encontrando en ellos partidarios de su lucha contra la nobleza y con otras potencias. Los letrados defendieron la monarquía en tres frentes. En primer lugar, mediante el desarrollo del derecho y la elaboración de códigos capaces de organizar jurídicamente el reino y dirimir conflictos de intereses. Además, lograban racionalizar la administración. En segundo lugar, elaboraron una imagen sacralizada y mitificada del monarca. Esto se lleva a cabo de diferentes maneras como la solemnidad de las ceremonias y en algunos casos filtrando ideas sobre los poderes taumatúrgicos de los monarcas. Estas figuras casi sobrenaturales se convierten en tema literario, donde aparecen como perfectos caballeros y cristianos ideales. En esta época surgen monarcas de gran personalidad, con gran conciencia de su misión que les hizo mantener su posición frente a otros poderes, e incluso los más piadosos se impusieron a la Iglesia en sus territorios. Pese al origen sagrado de su poder no actúan como sacerdotes en el poder, sino que son respetuosos con la ley de Dios y con sus ministros, pero participan de las virtudes terrenales y son capaces de apreciar la belleza de una vida refinada. La tercera vía del apoyo al poder real, era la argumentación racional en pro de la monarquía como forma ideal de gobierno, elaborando una teoría filosófica sólida desde el punto de vista lógico que hiciera científicamente inatacable la figura del monarca.

c) Santo Tomás de Aquino. Tomás nació en una familia noble en 1224 en Italia. Estudia y a los 20 años se hace dominico, llegando a París a estudiar Teología. Se convierte en profesor en París y en Italia. Muere en 1274 cuando se dirigía al Concilio de Lyon. Escribió gran cantidad de obras, no era brillante ni original, pero no abandonaba los problemas hasta que no encontraba una solución aceptable.

Escribió un tratado llamado La Monarquía, inacabado y divido en dos libros redactados sobre 1267. El libro primero comienza diciendo que el hombre es un ser al que Dios ha dotado de razón para que puede ver su camino, y que es un ser sociable. Estos dos dones se complementan: los hombres deben ocuparse del bien común y para ello necesitan que los guíe alguien que armonice los esfuerzos y los muestre un fin. Esto es algo que se refleja en la

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naturaleza misma de la sociedad, pues es preciso que la sociedad tenga una cabeza. Si la cabeza busca alcanzar sólo su beneficio el cuerpo sufrirá gravemente, y estará sometido a un régimen injusto que puede ser oligarquía, tiranía o democracia. Cuando el poder es justo adopta tres formas: el gobierno político, de todo el pueblo, la aristocracia, de los próceres, y la monarquía, donde gobierna un rey. Un rey gobierna buscando el provecho de todos, buscando perfeccionar la sociedad.

La monarquía es preferible y más útil. En primer lugar, conserva mejor la unidad de la comunidad y la mantiene en paz y cercana a la abundancia. El mundo tiene sólo un Creador y Señor, por tanto se debe imitar a la naturaleza y tener sólo una cabeza de gobierno. La tiranía es el peor de los regímenes posibles, pues se busca un bien privado, sometiendo lo general a lo individual, concentrando todo el poder y la fuerza por lo que puede corromper a sus súbditos. Una sociedad así degenera y enferma y los hombres se vuelven pusilánimes y serviles, convirtiéndose en menos que hombres. Los regímenes monárquicos degeneran con mayor dificultad.

Para evitar que el rey se convierta en tirano se pueden tomar varias precauciones. Si la monarquía es electiva, la primera medida es elegir a alguien cuya personalidad y virtudes ofrezcan garantías. Si es hereditaria habrá que equilibrar su poder de modo que se alejen las tentaciones. Tomás toma una postura moderada. Si el tirano no comete demasiados excesos es mejor soportarlo, porque la rebelión es muy peligrosa. Si comete muchos excesos la rebelión es lícita bajo condiciones tomadas por la autoridad competente. La comunidad delega su autoridad en un monarca, y podrá retirarle la obediencia si no cumple con su obligación, destituyéndole no matándole. Si esto fuera imposible lo mejor es tener paciencia, adquiriendo méritos para la vida eterna y rogando a Dios que acabe, pues a veces es un castigo divino.

Un buen rey debe actuar sólo movido por su amor a la justicia, sin buscar la fama y el reconocimiento de los hombres. Si merece recompensa debe ser sólo de Dios, porque sirve a Dios haciendo bien a su pueblo y porque la virtud se apremia con la felicidad eterna. La recompensa del rey es la gloria celestial y los reyes buenos la merecen plenamente, mereciendo mayor premio pues tienen mayores tentaciones y buscan el bien de muchos. Además, los reyes obtendrán satisfacciones en vida, pues la virtud es lo más digno de ser alabado obteniendo la amistad y el amor de sus súbditos. Los tiranos obtendrán sólo temor y odio, y el castigo eterno.

El libro segundo, trata de dar a los monarcas una serie de consejos para ser más perfectos. Lo más importante es que sean conscientes de su propia responsabilidad. EL rey ha de actuar en el modo en el que lo hace Dios, pues debe mantener su reino en orden y conservarlo. Toca a la conservación el hecho de crear nuevas ciudades y centros de población, como talleres o fortalezas, en aquellos lugares donde la riqueza natural asegure su conservación. Es más importante hacer que los gobernados se dirijan hacía el fin marcado, encaminándolos hacia Dios, que es origen y fin de la virtud. Para ello es necesario someterse a las leyes de la Iglesia. En lo terreno debe buscar seguridad y paz, para que la sociedad regida por leyes justas, se encamine a la felicidad terrenal y a la vida celestial. La influencia de Aristóteles es grande pero le utiliza para resolver sus problemas.

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d) Dante y el Imperio. Esta época se caracterizó por una tendencia centralizadora que favoreció al Imperio y al Papado. La Iglesia supo convertir el movimiento renovador de las nuevas órdenes en acicate para emprender reformas y afirmar su prestigio evitando la disgregación. En el caso de la orden dominica, se utilizó su curiosidad para convertirla en campeona de la ortodoxia, en el caso de los franciscanos con la muerte de su fundador se intenta dulcificar su imagen, quitándole rebeldía y mostrándole sumiso a la Iglesia.

Cuando cierra posibles disidencias internas se enfrenta a sus intereses temporales, que eran muy variados: se dispone a defender sus territorios, recabando tropas propias o con la ayuda de monarcas aliados; se niega la injerencia a las autoridades laicas en el nombramiento de obispos, cerrando el tema con compromisos (la Iglesia elegía entre una serie de nombres que presentaban los reyes); también se negaba que los tribunales laicos afectaran a eclesiásticos; y se buscó una salida a la excomunión de los reyes como castigo, ya que no se podía tomar a la ligera pues podían servir a los descontentos para iniciar una rebelión, etc.

Los problemas con el emperador fueron mucho más graves, pues además estaba en juego dirimir quién ostentaba la máxima autoridad mundial, la autoridad a quién todos debían someterse, en definitiva el único que podía pedir cuentas a todos y sólo darlas ante Dios. El Emperador sabía que fuera de sus territorios, sólo podía esperar un reconocimiento de su autoridad moral y un respeto a su primacía en cuestiones protocolarias, y que sí quería contar con la ayuda de monarcas debía establecer alianzas que mantuvieran intereses comunes. Con el Papa la cosa era distinta, pues se trataba de establecer quién era el representante de Dios en la tierra. A esto se le unía una cuestión práctica pues si el Emperador se denominaba romano, se entendía que reclamaba la soberanía de Italia. Por eso, cuando Sicilia y sus territorios peninsulares cayeron en manos de la familia que regentaba el Imperio el Papa se vio rodeado. Con Federico II la batalla llegó a su máximo esplendor, cuando el Papa denomino “anticristo” al emperador debido a su política comprensiva con los árabes. En 1250 muere y la Iglesia parece ganar la batalla de la propaganda, y el Papa parece estar cerca de poder considerarse juez de todos los príncipes, pero sólo cincuenta años más tarde el Papa tiene que huir de Italia y refugiarse en Avignon.

Las ciudades italianas para obtener ventajas ofrecieron su apoyo a uno de los grandes poderes, pero esto provocó que se dieran grandes rivalidades entre ciudades, cerrando las puertas a la creación de un Estado y dejando en manos de los monarcas europeos una Italia fragmentada. Dentro de cada ciudad surgieron bandos que provocaron violencia y disturbios.

Dante nace en 1265 en una Florencia dividida entre los dos bandos. Se integra en el partido de los güelfos blancos y en 1301 cuando toman el poder los güelfos negros es desterrado. No vuelve a Florencia y muere en 1321 en Rávena. Su obra más importante es La Divina Comedia, pero nos ocupa su tratado De monarchia. Escrito entre 1310 y 1314, realiza una defensa de la autoridad imperial lo que hizo que en 1329 se quemara la obra como herética. Dice que la ciencia política es la más útil pero la más ignorada. Para Dante monarquía quiere decir gobierno de uno en todo el orbe y se refiere al emperador con el resto de príncipes como privilegiados pero súbditos. La razón de la monarquía es procurar paz y tranquilidad para que todo hombre pueda dedicarse con libertad y facilidad a su trabajo, y en especial al desarrollo de las facultades intelectuales para alcanzar la felicidad en esta vida y en la otra. Pues la

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humanidad es una sola comunidad, cuyas partes deben ordenarse para esa finalidad común y todos los reinos someterse a la obediencia de una monarquía universal. Si Dios hizo al hombre a su imagen, la humanidad se parece más a Dios cuanto más se unifica y esto sólo se consigue mediante la monarquía. Además, sólo una autoridad única, colocada por encima de todos los intereses, puede dirimir los conflictos entre todos los poderes y sólo así la justicia puede alcanzar su esplendor. La libertad también llega a sus máximos pues el emperador es la soberanía legítima encarnada.

El libro segundo demuestra estas afirmaciones con el ejemplo histórico de Roma, que debió la extensión de su poder sobre todo a la Providencia. Quiénes se alzaron contra el poder imperial eran unos ilusos y cometieron pecado al rebelarse, pues el dominio de Roma se basaba en el derecho, por ser el pueblo más noble y ser elegido por Dios. Los romanos eran hechos para mandar y su triunfo sobre los demás era un juicio de Dios que confirmaba su supremacía. Cristo acató la justicia del Imperio.

El libro tercero se propone averiguar si el emperador heredero de los césares y legítimo monarca del mundo, depende de Dios o está sometido al Papa. Empieza argumentado que Dios, creador de la naturaleza no puede querer nada en contra de ésta. Algunos dicen que Dios instituyó dos poderes, el Imperio y el Papado, y el poder temporal recibe su autoridad del espiritual. Dante dice que tal argumentación es falsa, pues Cristo le dio a Dios las llaves del Reino de los Cielos pero eso no le da competencias terrenas. Dante declara la ilegitimidad de la donación de Constantino, porque Constantino no podía enajenar la dignidad del Imperio porque no puede hacer cosas contrarias a su función, que era defender la unidad. Sería contra derecho y contra razón que se destruyese a sí mismo. Además, Cristo prohibió a sus discípulos tener propiedades, por lo que era ilegitimo que la Iglesia recibiese la donación. No existe nada que justifique la subordinación imperial al Papa, y sólo le debe cuentas a Dios.

La última opción de que la Iglesia tuviera autoridad sería el consentimiento de todos los mortales, pero eso es no se ha producido. El Papa debe abandonar toda pretensión de gobierno temporal porque es un tipo de autoridad contrario a la razón de la Iglesia. El emperador debe ocuparse de los asuntos terrenales, manteniendo la paz, protegiendo la libertad y procurando la prosperidad. No tiene por qué haber conflictos entre las dos instituciones pues tienen cometidos totalmente diferentes a no ser que uno de los supremos guías actúe guiado por la ambición o la codicia. El Emperador sólo le debe al Papa respeto, cortesía y reverencia.

Tema 13. Iglesia e Imperio.

a) Dos poderes enfrentados. Las relaciones entre Imperio e Iglesia fueron complejas, pasando de la complejidad al conflicto dependiendo de los mandatarios y el contexto. En primer lugar, les separaban las cuestiones teóricas en torno a quién había recibido directamente de Dios su poder y quién era la cabeza del cristianismo. En segundo lugar, les dividían cuestiones más prácticas como la elección de abades y mitrados, el hecho de que el Papa se refugiara en

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Avignon, la legitimidad de la riqueza de la Iglesia, el comportamiento del Papa como ambicioso rey terrenal o la legitimidad del Papado para influir en los asuntos de los príncipes. A esto se le unió la contienda sobre la soberanía de los territorios italianos.

El contexto de la época era de grandes cambios ya que se llegaron a sitios antes desconocidos y se fortalecieron los estados nacionales, por lo que la Iglesia ya no podía cumplir su pretensión de universalidad. La Iglesia por otro lado, se aferraba a su carácter de transmisora del evangelio y no veía con buenos ojos los cambios a su alrededor. El imperio se mantenía aferrado a usos feudales que le hacían más rígido que las monarquías. Sin embargo, la polémica teórica se agrava en el siglo XIV, y sus conclusiones prepararán conceptualmente la separación entre iglesia y Estado. Esto sucede porque existen dos candidatos al trono y el Papa Juan XXII pretende designar uno y gobernar los territorios italianos del Imperio mientras no haya emperador, designado un gobernador para estos territorios (el papa estaba en Aviñón). Luis de Baviera, que fue perdedor en la designación papal, se indignó y cuestionó la legitimidad papal, a lo que el papa respondió excomulgándole. Luis promovió un concilio, en el que logró destituir al papa y nombrar uno nuevo, Nicolás V, y se coronó emperador por aclamación popular. Juan reiteró la excomunión y puso los territorios alemanes en entredicho, consiguiendo que Nicolás V renunciara al papado.

De esta crisis arranca un doble movimiento reformador. El Imperio regula la elección de los emperadores, mediante la Bula de Oro (1356), establece que serán elegidos por mayoría simple de los votos de siete electores fijos (cuatro príncipes laicos y tres arzobispos). Estos electores obtienen privilegio y autonomía para sus territorios. Por su parte, la Iglesia, ve nacer en su seno corrientes heréticas y está divida por facciones políticas. Se produce el Cisma de Occidente, en el que dos papas se consideran legitimados y cada uno busca el reconocimiento, la situación dura hasta el Concilio de Constanza (1414-1418), donde se logró la paz pontificia y se trasladó la sede a Roma.

Además, el siglo es difícil, lleno de conflictos y guerras: Francia e Inglaterra están en medio de la Guerra de los Cien Años, Castillas y Portugal son sacudidas por conflictos civiles y las ciudades italianas están constantemente en conflicto. La epidemia de peste 1348 deja muchas zonas despobladas y muchas tierras sin cultivar. Esto afecta a la sociedad, los nobles se empobrecen debido a la desertización de sus tierras, mientras que campesinos y artesanos se enriquecen, lo que despierta ambiciones igualitarias que conllevan desórdenes sociales. Además, esto afecta a las mentalidades: todos se vuelven más críticos, nacen temas como la danza de la muerte, se aprecia más realismo en el arte, etc. El pánico rompe muchas certidumbres sobre la solidaridad familiar, favoreciendo el individualismo y el desencanto, mientras que las autoridades aparecen como vulnerables siendo incapaces de hacer frente al caos.

En este movimiento de crítica el principal objetivo es la Iglesia. Se multiplican las historias críticas sobre frailes o curas y surgen reformadores religiosos que la Iglesia clasifica como herejes, como Jan Hus que pretendía la venta de los bienes de la Iglesia a favor de los pobres y critican las desigualdades. Sin salir de la ortodoxia, las órdenes mendicantes, sobre todo los franciscanos, multiplican los reproches a los ricos y creen que la es un momento ideal para que

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la Iglesia cambie y vuelva a los orígenes de mansedumbre, caridad y pobreza, abandonando las ambiciones temporales y centrándose en la propagación de la fe.

b) Guillermo de Occam. Nació en 1295 en el sur de Inglaterra, fue franciscano y profesor en Oxford, donde alcanzó gran fama como filósofo. En 1324 empieza su enfrentamiento con el papado, que le lleva buscar refugio en Múnich en la Corte del Emperador. Escribe una obra llamada Sobre el gobierno tiránico del Papa, en la que critica al papado. Comienza con un escrito donde declara la importancia de los límites del poder papal, que se ha convertido en una tiranía peligrosa para la fe católica y los derechos y libertades concedidos por Dios. Con esto pretende devolver su pureza a la fe cristiana.

El primer libro arremete contra los que se oponen a la licitud de dichas observaciones. En primer lugar, le parece absurdo la legitimidad de emprender disputas sobre los misterios más abstrusos de la fe, y escandalizarse por un mero asunto de competencias. El mismo Papa debería estar interesado en que se supieran sus atribuciones y los súbditos deben saber qué poder se ejerce sobre ellos. El no admitir este estudio le hace sospechoso de tiranía.

El Papa tiene dos tipos de poder: el que recibe directamente de Dios y el que le viene de manos humanas. El primero, es le espiritual, el de enseñar y establecer la doctrina y sus límites deberían ser fijados por los teólogos recurriendo a las Sagradas Escrituras. El segundo, se le han otorgado los hombres y es asunto de los juristas, que se ayudarán de documentos humanos. Al examinar estos documentos se puede averiguar que el Papa ha actuado mal, no pasa nada es un ser humano imperfecto y debe ser juzgado por sus obras como el resto de los creyentes. En ocasiones la Providencia permite que el Papa obre mal y los súbditos lo acepten, pues en su sabiduría espera lograr un buen mayor, pero el poder papal no es de base evangélica.

El poder eclesiástico debe tener como meta el bien común, el Papa debe instruir y edificar. La autoridad papal es espiritual, de manera que no tienen legitimidad para legislar o juzgar salvo en lo que se refiere a la ley divina. Y en esta han procurar el bien y justicia a todos los fieles. Es absurdo que el representante de Cristo goce de unas prerrogativas de las que Cristo renunció. Cristo no impidió la existencia de poderes temporales, ni dictó normas que alteraran su funcionamiento, y esto fue bueno, provocando la propagación de su fe. Además, como un rey no está sometido a las leyes de otro monarca, no puede derogarlas ni tampoco disponer de los bienes de otros. En su jurisdicción el Papa no puede imponer a los cristianos cosas que vayan contra su libertad íntima, la convicción de conciencia, pues esa ley interior es la verdadero voz de Dios. Tampoco puede mandarles penitencias demasiado duras.

Algunos afirman que fuera de la Iglesia no hay poder legítimo, pero esto es falso pues las Escrituras demuestran que Dios otorga y concede el legítimo ejercicio del poder temporal. Así, que los reyes tienen legítimo poder, no sólo los creyentes, sino también los infieles y paganos. De esa primera autoridad, se derivan los derechos, dominios y propiedades, que se derivan de la concesión divina pero pertenecen al derecho humano y han sido instituidos por el hombre. La Iglesia puede opinar y aconsejar, para orientar la vida de acuerdo al cristianismo, pero no tiene autoridad para modificar las cosas.

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En cuanto al Imperio, sería absurdo pensar que le pertenece al Papa, porque deriva del poder romano. Occam dice que el poder del Imperio emana de Dios pero que le entrega la autoridad al pueblo que la delega en el emperador. Éste pues lo obtiene de Dios a través del pueblo, por eso no es el Papa quién otorga poder al Emperador, ni puede deponer al emperador ni considerarlo su vasallo y cualquier extralimitación en sus funciones convierte sus órdenes en ilegítimas y hacen de él un tirano. Occam centra su obra en el origen del poder para explicar los abusos del papado.

c) Marsilio de Padua. Marsilio de Padua nace en una familia de burgueses en 1275. Interviene en la política de su ciudad y va a París, donde enseña en la Universidad. De regreso a Padua redacta el Defensor de la Paz que termina en 1324. En la obra se encuentra la influencia de la lectura averroísta de Aristóteles, en la convicción de que hay una distinción entre lo que podemos llamar verdadero según la razón y lo que podernos creer verdadero según la fe. De esta manera se rompía el sueño escolástico de la demostración racional de las verdades de la fe, y se abría la independencia del pensamiento laico, cuyo funcionamiento transcurre según sus propias leyes y cuyas verdades se bastan a sí mismas. La obra ofende a los partidarios del Papa y debe exiliarse en la Corte de Luis de Baviera, donde permaneció hasta su muerte en 1342.

El propósito de su obra es acabar con el conflicto y difundir la paz, que es acorde con la doctrina cristiana y es provechosa para todos. Basándose en Aristóteles define la paz como la salud de un organismo vivo. La comunidad civil tiene como fin el vivir bien, refiriéndose al bien temporal y que entra dentro de lo deducible en la razón. Para lograrlo, se precisa que los ciudadanos vivan en armonía, que no se sientan oprimidos y que reine la justicia, así que se requieren gobernadores, legisladores y jueces, así como oficios que satisfagan las necesidades temporales y soldados que defiendan el reino. Pero no todos los pueblos han sentido la necesidad de que haya sacerdotes, y entre los que lo han hecho muchos no se sentían guiados por la creencia de un más allá sino por la idea de la bondad humana. Esto era antes de la Revelación, cuando los hombres conocen a Dios, y los sacerdotes se hacen necesarios pues deben enseñar la Verdad divina. Esto es fundamental pero no concierne a como a de ordenarse la vida en la tierra.

Después Marsilio comienza a discurrir sobre las formas de gobierno. Para ser buenos han de mantenerse sin excesos y en esto es la mejor la monarquía. Para un gobierno perfecto son fundamentales las leyes, pues limitan la falibilidad humana, garantizan el bienestar y duración de los regímenes políticos y evitan caer en la tiranía. Para cualquier hombre racional es posible conocer lo bueno y lo justo, por lo que cada uno puede ser legislador. Pero la comunidad es una asociación de hombres libres, así que la capacidad legislativa reside sólo en la comunidad que debe elegir sus legisladores.

En cuanto al gobernante, debe ser prudente, útil y justo. Tiene que amar a sus conciudadanos pero de ser firme para que se respete la ley. Debe ser una persona con cualidades especiales. La fuente de autoridad reside en el pueblo, y que es la totalidad de los ciudadanos la que puede otorgar legítimamente a una persona el poder sobre las demás, delegando en el miembro más capacitado. La elección del monarca se hace dos modos: o de una vez para siempre incluyendo a sus herederos o realizando la acción cada vez. La primera forma tiene

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muchas ventajas, evitando intrigas y fomentando la identificación del monarca con la ciudad. No se puede decir que un sistema sea preferible a otro y depende en gran medida de lo que la comunidad considere necesario. Lo importante es no olvidar que cuando la transmisión sea por herencia, todos los reyes son electivos de derecho y es la elección popular de dónde vienes su legitimidad. Si un príncipe se pone por encima de las leyes, se convierte en tirano y debe ser castigado.

En cuanto a la Iglesia, considera que perturban la tranquilidad y la concordia de los reinos. Marsilio dice que los sacerdotes deben predicar y perdonar pecados y que al frente de la Iglesia está el Papa que tiene jerarquía sobre los sacerdotes. El problema es que los papas han querido tener autoridad sobre los príncipes y las comunidades terrenales, pretendiendo la primacía de Dios y abusando de su autoridad moral son fines de ambición y en algunas zonas (Italia) amenazan la supervivencia de la comunidad civil.

Para atraerse a los fieles a sus ideas explica como la ambición y el error se han situado debajo de estas prácticas. En primer lugar, con el Evangelio demuestra que Cristo se sometió a las leyes. Con qué derecho pues sus representantes se alzan sobre las leyes terrenales. A Pedro sólo le autoriza a juzgar pecados y faltas contra la conducta cristiana, y la excomunión sólo se puede utilizar contra delitos graves y probados, para lo que se necesita el acuerdo de la comunidad. Sólo Dios conoce el corazón de las personas y muchos de los condenados por los sacerdotes pueden ser perdonados por Dios. Por eso es mejor que los sacerdotes no hagan uso de sus prerrogativas coercitivas, pues los castigos pertenecen más bien a castigar las los hechos terrenos que violan leyes humanas.

Existen dos tipos de leyes: la Ley de Cristo que nos guía para alcanzar el cielo, y las leyes humanas que tienen castigos terrenales. Los sacerdotes deben estar tan obligados como cualquiera en estas leyes, y ellos lo están es difícil que liberen a nadie de su obligación. Los sacerdotes sólo tienen potestad espiritual y no pueden usar castigos terrenales, ni siquiera en el caso de los herejes: podrán excluirlos de la comunidad de creyentes o amenazarlos con el fuego eterno pero no más. A no ser que los herejes transgredan las leyes humanas, no tienen por qué sufrir en este mundo. Esta reflexión es puramente averroísta.

La Iglesia debe abandonar ese camino y profundizar en los ideales de perfección espiritual mediante la humildad y la pobreza. Hace un elogio de la última y la considera pilar básico de la santidad. Rechaza que los eclesiásticos posean bienes para seguir el precepto de Jesús. Un sacerdote sólo permitirse lo necesario para su sustento y su vestido. Es injustificable que posean tierras o castillos, pues la perfección cristiana se contradice con su posesión y deberían desprenderse de ellas. En cuanto a la jerarquía eclesiástica, alega que ningún apóstol tuvo sobre otro, jerarquía en la cuestión fundamental del sacerdocio y sólo se organizaron así en cuestiones accesorias, por que se deduce que ningún obispo tiene autoridad sobre los presbíteros. Esto supone que el Papa no es superior en dignidad al resto de sacerdotes ni puede deponerlos ni designarlos. La jerarquización es necesaria para la organización, pero la autoridad reside en la totalidad de los creyentes. La historia nos dice que los obispos se elegían por asamblea de los fieles, y si por efecto de la dispersión tal elección no es posible la comunidad delega en el colegio de sacerdotes, pero no puede ser que lo dirija un solo individuo. Las cuestiones graves de fe o de legislación eclesiástica las debe establecer el

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concilio general. La tradición de la primacía del obispo de Roma es sólo eso, una tradición, que el Papa aprovecha para justificar una desmesurada autoridad.

La autoridad suprema sólo reside en el concilio, como representante de la totalidad de los cristianos. El concilio puede dirimir problemas de doctrina, puede dictar normas generales, puede tomar decisiones que supongan penas y castigos, y designar o deponer autoridades eclesiásticas, todo ello enmarcado en funciones administrativas. El Papa no puede excomulgar a príncipes pues es en el concilio donde reside esta facultad. Pedro no es el fundamento de la Iglesia, es sólo Cristo, y no puede imponerse por parte del Papa para repartir beneficios o cargos.

Así, la Iglesia ha perdido el respeto de sí misma y está perdiendo el de los fieles. El principal culpable es el Papa que interviene en asuntos de política terrenal y se atribuye competencias que están injustificadas, y además se pretende superior al Emperador que es la autoridad legítima. Así es desleal con las leyes humanas y siembra las dudas en su rebaño. La Iglesia debe someterse a una reforma de organización, de procedimientos y espiritual. El Emperador debe tomar cartas en el asunto como cabeza del pueblo cristiano y ha de hacerlo con la energía de la razón y la legitimidad que le pertenece.

Bloque V. El Renacimiento.

Tema 14. El Renacimiento.

a) Nuevos Mundos. Durante los siglos XV y XVI se produjeron cambios fundamentales en Europa que cambiaron la concepción del Mundo. Muchos de estos cambios estaban preparados por la evolución de la sociedad medieval, pero otros se desarrollaron de manera rápida.

En primer lugar, en buena parte de Europa las monarquías se fortalecen. En Francia, Inglaterra y España, los nobles se enfrentan victoriosamente a los grandes nobles, afianzando su autoridad y suprimiendo privilegios señoriales a favor de la centralización del poder. En España y Francia se consiguen fronteras similares a las actuales, gracias al mantenimiento de un ejército numeroso y estable y de unas finanzas públicas que pueden satisfacer las necesidades del Estado. También se centraliza la justicia y se organiza la administración de manera que toda ella converja en los reyes, multiplicando ambas medidas la burocracia cuyos cargos irán a parar a burgueses favoreciendo la movilidad social. Estos cambios suponen la configuración característica del Estado moderno. A esto se une la costumbre de identificar a rey y reino, viendo en él la imagen de la patria y la garantía de unidad y estabilidad, y los reyes favorecen esto al convertir sus apariciones públicas en ceremonia y mediante el esplendor de los edificios públicos. Esto afectó incluso a las repúblicas burguesas italianas, que copiaron los fastos y en ocasiones la forma de gobierno, de los regímenes monárquicos.

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La voluntad de dominio y de riqueza empuja al ejercicio de una política expansionista, que se manifiesta en constantes intervenciones en otros territorios europeos, y en el patrocinio de aventuras viajeras en busca de mercados y zonas de influencia, que llevarían al descubrimiento de nuevos territorios que cambiarían la economía aportando grandes cantidades de metales preciosos. La navegación sufre mejoras que permitirán lanzarse al Atlántico gracias a nuevas técnicas y embarcaciones, lo que posibilitó que Portugal bordeara África y España llegara a América.

El descubrimiento de este continente despejó muchas falsedades que se concebían como verdades científicas y posibilitó el contacto con civilización extrañas que tenían valores y modelos de desarrollo muy diferentes, lo que afloró el espíritu crítico de muchas personas. Aunque se tambalearan muchas certezas que antes se tenían por absolutas, en los viajes participaron muchos misioneros, pues se mantenía que la religión cristiana era la verdadera y la que fundamentaba una moralidad más perfecta, pero a la vez se comprobaba que muchos pueblos no se sometían a ella y que para tratar con ellos se deberían buscar conceptos más universales y basarse en la razón y la naturaleza.

Por otro lado, las ansias de fortuna de los particulares y las ambiciones de nuevos territorios de los monarcas, llevaron a que se cometieran numerosos abusos y a la utilización de la violencia, lo que llevó a la discusión entre los misioneros y los juristas sobre si estas conquistas eran justas y si eran guerras legítimas. La vida material también cambió con los descubrimientos. Los productos de lujo enriquecieron a aventureros y navegantes, algunos de los cuales llegaron a conseguir títulos nobiliarios. Muchas personas humildes deseosas de fortuna lograron mejorar su suerte. Todo ello ayudaba a la movilidad social y el sentido de la oportunidad.

b) El impacto de los libros. El descubrimiento de la imprenta hizo que el número de libros se multiplicara, bajando su precio, facilitando su distribución y ayudando a que entraran en públicos antes apartados de ellos. La imprenta además facilita el transporte de los libros, convirtiéndole en equipaje de gran número de personas que antes no podían llevarlos consigo y provoca que las clases populares puedan escuchar lecturas en voz alta.

Con la mayor información se fomenta el espíritu crítico. Así se configura la mentalidad renacentista. En primer lugar, se caracteriza por el antropocentrismo, colocando al hombre en el centro de las preocupaciones y denominando humanistas a los sabios de la época. El hombre y sus problemas pasan a estar en el centro de los tratados, desarrollándose los tratados sobre la mente humana de Vives o sobre la educación de las personas como en Erasmo, Montaigne o Vives. El arte toma al hombre como figura central.

El hombre parece capaz de penetrarlo todo con su inteligencia y de conseguirlo todo con su audacia. Esto, da valor al individuo, cuyas aptitudes pueden determinar su destino y sus peculiaridades le hacen irrepetible. Los conquistadores en busca de fortuna son la imagen de este individualismo. El hombre no necesita más guía que la naturaleza y la razón. A lo que se le une la admiración por los antiguos que seguían este precepto, aumentando el conocimiento de la filosofía griega gracias a los bizantinos huidos de la toma de Constantinopla por los turcos en 1453. De entre estos intelectuales bizantinos destaca Gemisto Pletón que proponía la creación de un Estado griego en el Peloponeso. Esta admiración por los griegos promueve el desarrollo de los estudios filológicos y la adopción de formas clásicas en el arte.

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El hombre se ve capaz de resolver todos los problemas que presenta la naturaleza, y las ciencias llevan a cabo importantes avances, como la revolución de Copérnico. La cultura pasa a ser estimada como una riqueza, y los grandes señores y los reyes se convierten en coleccionistas de cuadros, tapices y esculturas. Además, se pone en relieve el carácter práctico de los saberes, debiéndose aplicarse a algo donde revelen su utilidad. Por eso aparecen grandes avances en la técnica militar y en la navegación.

c) La Reforma. El espíritu crítico no se detiene ante la Iglesia. Se critica como hemos visto antes sus pretensiones terrenales, y en el terreno intelectual, los nuevos descubrimientos científicos y la lentitud de la Iglesia para adaptarse a la nueva mentalidad, provocó una brecha que llevó a los sabios a distanciarse poco a poco de la Iglesia. En el aspecto espiritual, las críticas se centran en la hipocresía, que distanciaba a ciertos religiosos de lo que predicaban y la forma de vida que llevaban en realidad. Los grandes prelados y la corte pontificia son ejemplos de lujo desenfrenado. La ostentación de la caridad, va unida en muchas ocasiones a la ineficacia, así como prácticas que rozan la simonía como la venta de indulgencias.

Estos críticos pretenden una depuración que lleve devuelva la pureza primitiva, sin identificarla con ninguna filosofía ni que se identifiquen con verdades de fe lo que son tradiciones piadosas. Además, con el desarrollo del individualismo nace la necesidad de un diálogo entre Dios y cada uno más personal, con una religión más interiorizada y basada en la meditación, la oración y el silencio.

Se crean entonces dos tendencias: la crítica y la intimista, y en ambas participa Erasmo de Rotterdam, que tuvo gran influencia en Europa y mucha importancia en España. Erasmo tenía amigos humanistas en toda Europa y sus libros se agotaban en todo el continente. El erasmismo es de intenciones conciliadoras y de palabras suaves, pero llenó de firmeza en sus convicciones. Cuando estalló la crisis de la Reforma, los erasmistas defendieron la idea de paz entre cristianos, y fueron perdiendo influencia.

La Reforma protestante funde la búsqueda de un cristianismo más basado en la oración y en la lectura (se necesitaba por tanto traducir la Biblia a lenguas vulgares), y la crítica a los abusos de la Iglesia. El luteranismo pudo ser una corriente espiritual y unirse a otras que se olvidaron al poco tiempo, pero su rechazo a la autoridad papal y el escaso tacto de la Iglesia hicieron que se alejaran posiciones y que se partiera la cristiandad europea. Esto se agravó por intereses políticos, pues aunque Lutero declaró que no era un movimiento de rebelión de pobres al estilo husita y alabó la obediencia a la autoridad legítima, admitía la desobediencia al Emperador como algo legal, desde el momento el que éste defendía al Papa, yendo contra la voluntad divina y legitimando la rebelión contra él. Los príncipes alemanes tomaron este pretexto para minar la autoridad imperial sobre ellos, los monarcas ingleses vieron la oportunidad de colocarse como cabezas de la Iglesia, en Francia la burguesía vio con buenos ojos el protestantismo mientras que los nobles antiguos eran fieles al Papa, y en Países Bajos el protestantismo era seña de identidad en las revueltas contra España.

Todo esto causó guerras y violencia: guerras civiles en Francia, las campañas imperiales en busca de recobrar autoridad frente a príncipes protestantes, la represión a los protestantes en España o la guerra de liberación de los Países Bajos. Además, en Ginebra surgiría la figura de Calvino que consiguió que la ciudad fuera regida por los principios de la fe, estableciendo la

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voluntad de Dios como centro de la comunidad política, encargando a la autoridad el cuidado de ordenar la religión, educar a los ciudadanos en sus principios y hacer cumplir la ley de Dios, logrando prosperidad y bien común, mientras que pide a los ciudadanos que obedezcan a los gobernantes en cualquier caso.

d) De reinos inexistentes. En las sociedades renacentistas se desarrolla el género literario de las utopías, en ocasiones como partes de una historia o a veces como relatos independientes. Muchos de sus personajes y situaciones son críticas de los personajes de su época. En ellas influyen las especulaciones platónicas sobre la sociedad ideal, las nuevas formas de vida conocidas gracias a los navegantes que provocan que el viaje a ultramar sea en muchos casos el pretexto con el comienza el libro. El ejemplo más famoso es el libro de Tomás Moro (1478-1535), que está escrito en forma de diálogo en el que las narraciones corren a cargo de un viajero. Utopía es una isla con 54 ciudades, todas iguales gobernadas por tres sabios que van cada año a la capital a rendir cuentas de su administración. En toda la isla rigen las mismas leyes y se habla el mismo idioma, y la tierra está repartida en usufructo entre sus habitantes, que pueden hacer lo que quieran en su tiempo libre, siendo muy admirados los que cultivan las letras. Los gobernantes protegen la educación, y la sociedad desprecia el oro y los lujos y aprecia la salud corporal. El matrimonio se respeta y se castiga el adulterio. La guerra y la violencia resultan odiosas, y existen diversidad de cultos religiosos pensando que esto debe ser más divertido para la divinidad.

También podemos citar la Ciudad del Sol de Campanella (1568- 1639), un dominico que criticó fuertemente la escolástica y sus aficiones a las ciencias le acarrearon problemas con la Inquisición. La obra está escrita en forma de diálogos e insiste en los males de la propiedad privada y los beneficios de la agricultura, la vida sencilla y el trabajo manual. Por último, la Nueva Atlántida de Bacon (1561-1626) presenta una sociedad donde los hombres de ciencia y los sabios son los más poderosos y los que regulan el funcionamiento de la sociedad.

e) Maquiavelo. Nació en Florencia en 1469 y en su ciudad ocupó cargos diplomáticos en diversas cortes europeas. Atribuya a Julio II que Italia sea el botín de otras potencias y participa en el proceso de fortalecimiento de las instituciones para terminar con el dominio de Florencia por parte de familias. En 1512 este proceso pierde a favor de las ambiciones de los Medici, que logran instaurar un sistema personal de poder y Maquiavelo es encarcelado por un breve periodo cuando escribe casi todas sus obras. En 1527 cuando las tropas de Carlos V saquean Roma, los Medici son expulsados y Maquiavelo vuelve e intenta colaborar pero muere en junio de ese mismo año.

Sus obras alcanzaron una enorme resonancia y fueron recibidas con durísimas críticas por su carácter moral. Destacan por la audacia y la novedad de sus ideas, la cultura clásica, su estilo ameno y la pasión personal con la que están escritas. Maquiavelo soñaba con ver que su patria encabezara la unificación italiana, y para ello en sus obras ofrece soluciones aplicables a los nuevos tiempos. Concibe la sociedad como un fruto de la voluntad humana, que es utilizada como un mecanismo y que por tanto tiene sus reglas de funcionamiento que se pueden llegar a conocer mediante la razón y la experiencia. Esta actitud moderna le valió gran parte de los insultos que recibió. El mecanismo social obedece sus propias reglas y lo que valida una actuación es si sigue estas reglas, ya que la moral pertenece a la esfera de lo privado.

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- El Príncipe. Esta obra la termina en 1513 y se la dedica a Lorenzo de Medici, provocando en sus círculos republicanos la desconfianza hacia su persona y dejando la incógnita de por qué un hombre que luchó contra los Medici dedicó su obra a uno de ellos (se especula que porque pensaba que éste podía liderar la reunificación italiana o porque pensaba trabajar desde dentro del gobierno del tirano para lograr el advenimiento de la república). Pensaba que debían darse las libertades en tiempos de estabilidad pero era diferente cuando se pensaba fundar un Estado, por lo que cuando Italia estuviera unida y libre se prescindiría de los príncipes para esto escribe otro libro como un instrumento para reformar y mantener el nuevos Estado.

El príncipe está escrito en una prosa concentrada y ofrece numerosos ejemplos de las ideas que presenta. Comienza distinguiendo entre los principados que adquieren, los que se heredan y los que participan de ambos, y declara que los recién adquiridos son los más difíciles de mantener, sobre todo si tienen diferentes costumbres e instituciones. Para conservarlos aconseja que el conquistador se establezca allí, funde colonias o se convierta en caudillo de los menos potentes. Si se pretende gobernar un sitio que ha tenido sus propias leyes y libertades existen tres opciones: destruirlo, vivir en él o conservar sus instituciones y cometerlo a un tributo. Son más seguros los otros dos, sobre todo si antes era una república con libertades.

Los principados se adquieren gracias a la fortuna o la virtud (capacidad política, previsión, amplitud de miras y acierto en los medios y la ejecución). Es más fácil conseguir los principados gracias sólo a la buena suerte, pero se pierden más fácilmente. Otra manera de adquirir un principado es alzarse hasta él en la propia patria habiendo nacido un simple particular, pudiendo utilizar la violencia o el favor de sus conciudadanos. En el primer caso, es imprescindible recurrir a la crueldad, siendo inevitable hacerla toda de golpe y sólo las inevitables, para que se olviden rápido y luego administrar los favores para ganarse el favor de los súbditos. De lo contrario, se estaría expuesto a la venganza. En el segundo caso, es fácil mantenerse. Siendo necesario que el gobernante parezca imprescindible, dando la sensación que el pueblo necesita de él y para tener apoyos en tiempos de peligro.

Para mantener el poder, es preciso tener la posibilidad de defenderse, por lo que es necesario contar con un ejército y amurallar el territorio. Debe unir buenas leyes y buenas armas. Lo principal son las armas, siendo necesario contar con un ejército propio, prescindiendo de los mercenarios. Los ejércitos propios son más fuertes y tienen más posibilidades de victoria. Las tropas auxiliares tampoco son de fiar, y dan muchos peligros para el gobernante, que debe concentrar en él exclusivamente la tarea de formar y dirigir los ejércitos.

El gobernante debe desprenderse de principios morales en la tarea de mantenerse. Esto no quiere de decir que se entregue a los vicios, pues estos le infamaran y debe mantener ocultos los que tenga, sino que debe faltar a la moral en cosas útiles para sus propósitos políticos. La generosidad, es mala en exceso, pues todos esperan mucho del príncipe y muchos quedan decepcionados; por lo que es aconsejable ser tacaño para parecer mejor cuando se otorgue algo. Lo mismo pasa con la clemencia, pues lo ideal es que el príncipe sea amado al mismo tiempo, pero si hay que elegir es mejor ser temido, dado que los hombres son volubles en su afecto. El odio es peligroso e incita a la revuelta, y para lograrlo hay que poner mucho cuidado en respetar los bienes y las mujeres de los súbditos.

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La verdad es una gran cosa, pero en ocasiones no resulta conveniente. Así que el príncipe en ocasiones debe utilizar la mentira y la disimulación. También es útil fingir cualidades que no poseen, para aumentar el prestigio y aparentar mayor rectitud. Conviene cuidar la imagen y no aparentar ser cobarde, lo que impide el respeto. Para cortar de raíz las rebeliones, puede ser preciso desarmar a los ciudadanos o fomentar sus divisiones, pero a la larga puede dejar inerme al Estado frente a las ambiciones del Estado. Más vale ganarse la adhesión popular, para atraerse a la oposición y convertirlos en partidarios. Para ganar prestigio es bueno embarcarse en grandes empresas, que dan fama al gobernante y aspirar siempre a lo extraordinario. Pero evitando aliarse con alguien poderoso, pues puedes quedar ajeno a las glorias.

Es muy importante que el príncipe sea capaz de honrar a los hombres notables por su talento y que se sepa rodear de ministros inteligentes y capaces, huyendo de los aduladores. La fortuna tiene influencia, pero se puede cambiar su rumbo con talento. Termina la obra con la exhortación a Lorenzo para que emprenda la empresa de la unificación italiana.

- Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Maquiavelo cuidó mucho la obra y muestra su erudición y su admiración por los antiguos, a los que considera sus iguales. Concibe la historia como experiencias para corregir nuestros actos. Su ideal tiene las raíces en la gloria de Roma. Es una utopía posible, que se mezcla por la dificultad de su realización. El libro es sobre todo un utensilio para redimir a Italia.

Comienza sorprendiendo porque nadie imite las obras ni las instituciones de los antiguos. Pondera la perfección de Roma, que proviene de su fundación, tanto del lugar escogido para fundar la ciudad como por la forma de gobierno elegida, ya que al principio cuando se necesitaba estabilidad para defenderse del exterior y dictar leyes, estuvo regida por reyes, y cuando era más madura se optó por una república que mezclaba algo de los tres poderes: monárquico (cónsules), aristocrático (senado) y popular (plebe). Como el pueblo es el mejor guardián de la libertad, Roma se fue haciendo más grande y poderosa, porque era muy flexible. A la hora de fundar o reformar un estado lo mejor es que sea un único legislador, con poderes extraordinarios, que son los verdaderos héroes de la historia, mereciendo más los elogios que los héroes de las armas.

Otro aspecto admirable es el respeto por los dioses, que ayudó a la estabilidad, pues mantiene alta la moral y conforta a la plebe. En Italia, ha sido nociva la acción de la Iglesia, porque ha dado malos ejemplos arruinando la moral y su poder temporal ha sido un obstáculo para Italia. Para Roma fue una suerte empezar con reyes, pero el gobierno monárquico lleva a la corrupción por lo que fue afortunado que esta etapa fuera breve.

Comienza a enumerar las características de las repúblicas bien organizadas. Debe tener un ejército propio formado por los ciudadanos, se debe castigar el comportamiento de los que perjudiquen al Estado y debe socorrer al pueblo en sus necesidades urgentes. También es necesario que sea flexible según cambien las circunstancias y debe hacer gala de firmeza para mantener el equilibrio y combatir a los poderosos que ambicionan el poder. Las relaciones con el pueblo debe ser firme porque puede seguir a quién no debe, pero bastaría con un gobernante respetado para atajar las rebeliones. Las leyes mantienen el camino recto para el pueblo, éste se muestra violento.

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El libro segundo confiesa que su objetivo es ofrecer buenos ejemplos para que la gente los ponga en práctica. De lo que se trata es de saber actuar en cada momento, pues Roma consiguió recompensa de su energía y amor a la libertad, que la hicieron crecer frente a pueblos más poderosos. Roma creció gracias a terminar con las ciudades vecinas y a su política de integrar a los extranjeros, pues la abundancia de hombres es siempre riqueza. Además, se colocó a la riqueza en segundo lugar, pues colocó los buenos soldados frente al oro.

La guerra consiste en tomar la iniciativa en los ataques y tomar resoluciones rápidas, respetando la libertad de los generales, no utilizando tropas mercenarias ni fiándose demasiado de las fortalezas, no comprando amistades por dinero. No deben lanzarse grandes conquistas mientras el estado no esté consolidado. Cuando se vence las injurias y las crueldades contra el enemigo pueden hacer que se pierda el fruto de las victorias.

El tercer libro se ocupa de cómo mantener las repúblicas sin que se degeneren. Cuando se trata de trastocar el orden establecido se debe mantener en secreto e informarse bien de cómo están las cosas en realidad. No hay normas aplicables a todos los casos, pues cada gobierno tiene un carácter determinado y se debe acomodar las actuaciones al temperamento de cada pueblo. Las republicas duran más que los reinos porque cuentan con hombres diferentes y tienen más flexibilidad. Ilustra todo lo dicho con diferentes ejemplos. Para que una república se conserve no debe permitir que los gobiernos se prolonguen demasiado, manteniendo la unidad y desconfiar de quién busque la gratitud de sus conciudadanos mediante donaciones. Si se siguen buenos principios, las repúblicas se conservarán vigorosas pese a los golpes de la fortuna, porque todos los pueblos se pueden mantener en la virtud. Para esto se debe mantener en la audacia, no retroceder frente a la obligación de aplicar duros remedios y olvidar rencillas por amor a la patria.

Tema 15. Vitoria y Grocio: el nacimiento del derecho internacional.

a) Introducción. El Derecho Internacional carece de una autoridad central que se encargue de hacerlo cumplir. Las normas jurídicas internacionales no tienen fuente que no sea la propia voluntad de los Estados sobre los que ha de aplicarse. Corresponde a los Estados adoptar las medidas necesarias para establecer la legalidad internacional. Esto ha llevado a algunos a denegar el carácter jurídico. Desde los tiempos más remotos han existido treguas, la inviolabilidad de los embajadores, el derecho de asilo de los santuarios o el respeto de los tratados. Sin embargo, no existe hasta épocas recientes un sistema jurídico aplicable a las relaciones internacionales.

Esta situación cambió en el siglo XVI cuando surgió la idea de considerar la ley natural también en el ámbito de las relaciones entre pueblos.

B) Vitoria. Francisco de Vitoria (1483- 1546), dominico y formado en París, accedió a teología en 1526 en Salamanca. El trabajo ordinario consistía en la exposición de la Summa theologica de Santo Tomás. Su aportación original se basa en las relectiones, conferencias que los profesores debían impartir en ciertas solemnidades académicas. De estas, dos están dedicas al

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Derecho Internacional: De indis recenter inventis y De indis posterior, amabas de 1539. Vitoria terciaba en la larga polémica sobre la legitimidad de la presencia española en América, en la que pugnaban Bartolomé de las Casas, opuesto al empleo de la violencia, y Ginés de Sepúlveda, partidario de la conquista militar.

Vitoria dice que los pueblos están sometidos a la Ley Natural, que es igual para todos, y deben rechazarse los argumentos que dicen que los españoles tienen una posición superior sobre los americanos. Sólo son aceptables los argumentos que puedan ser aplicados en ambas direcciones. El principal obstáculo era la superioridad del cristianismo sobre las religiones indígenas, planteando que la verdadera fe justificaba el empleo de la fuerza y que como el Papa había dado la soberanía a los reyes podía esgrimirse esto como títulos jurídicos de adquisición.

Vitoria rechaza ambos argumentos, considerando que Cristo no tenía poder temporal y porque el Papa no tenía potestad espiritual sobre los infieles. Además, la conversión no se puede imponer, los indios que se nieguen a aceptar el cristianismo no pueden justificar la guerra. Si los príncipes paganos prohibieran la predicación, existiría un título para legítimo para la guerra, salvo que la guerra se erigiera como obstáculo mayor para la extensión del cristianismo.

Vitoria no cree que los españoles deban apartar a los paganos de sus pecados ni castigarlos, pues no faltan en los reinos cristianos pecadores y no por ello se derroca a sus príncipes. Vitoria pide que los paganos renuncien a los sacrificios humanos, y en el caso de que se sigan practicando se puede declarar la guerra y destituir a los gobernantes.

Otro título argumentado es el derecho de descubrimiento, de acuerdo con el Derecho Romano, pero dichas tierras no carecían de dueño, ni en lo público ni en lo privado, y la infidelidad de sus propietarios no justifica el expolio. No se trata de dementes sin uso de razón, pues el orden que tienen establecido prueba lo contrario. Por último Vitoria, no admite como título válido la elección de los indios voluntariamente de los reyes de España, ya que considera la elección viciada por la ignorancia y el miedo. Descarta así como título válido el llamado Requerimiento, que se debía leer a los pueblos y cuyo rechazo implicaba guerra inmediata, exceptuando el caso en el que hubiera mayoría de cristianos en una comunidad y quisieran sustituir un príncipe infiel por uno cristiano.

Vitoria se ocupa entonces de los títulos verdaderos fundados por la Ley Natural.

El primero y más importante es el derecho de comunicación, basado en sociabilidad de todos los hombres, que a su vez implica los siguientes derechos:

o Derecho a recorrer el territorio americano, y a permanecer en él, sin ocasionar prejuicio a sus propietarios y señores.

o Derecho a comerciar con los naturales del país.o Derecho a utilizar cosas comunes, como el agua o la caza.o Derecho a naturalizarse, y a obtener para los hijos la ciudadanía de pleno

derecho.La denegación de cualquiera de estos derechos puede ser motivo de guerra justa, aunque debe llevarse a cabo sin la actitud hostil hacia los indios que han intervenido por ignorancia o miedo.

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También son títulos legítimos para hacer la guerra en América:o La alianza militar con una de las partes en conflicto.o Impedir la coacción sobre los nuevos cristianos para que retornen a su vieja

religión.o En caso de que el cristianismo sea mayoritario, el Papa puede señalar un señor

cristiano que puede imponerse por la fuerza.Vitoria duda sobre la legitimidad del título que dice que los indígenas no son capaces de atender su propio gobierno, exigiendo que se adopte en exclusivo interés de los gobernados, sin que pesen otras consideraciones.

Aunque no concurrieran títulos que justificaran la conquista militar del territorio americano, Vitoria ve dos caminos por los que España puede ver recompensada su labor civilizadora:

o Ocupar tierras sin dueño.o Establecer factorías comerciales, similares a las portuguesas, que podría

beneficiarse de una bula papal de comercio exclusivo. Por último, para apaciguar la conciencia del emperador, declara que una vez

convertida una parte importante de la población, no puede ser abandonada a su suerte, siendo responsabilidad de España mantener el gobierno.

En la segunda relección sobre los indios, Vitoria estudia el derecho a hacer la guerra y los actos que se pueden llevar a cabo una vez declarada. Vitoria dice que la guerra es justa, si se proclama por autoridad suficiente y persigue un fin legítimo. La causa inmediata de la guerra ha de ser un daño injusto que se hay recibido o un daño que se pretenda evitar. La injuria de ser grave, eliminando la diversidad de religión, el deseo de extender su dominio o el provecho del príncipe. La guerra defensiva puede ser declarada por cualquiera incluso por particulares. La guerra ofensiva, emprendida para recibir una reparación de la injuria, requiere el consentimiento del príncipe. El fin de la guerra debe ser la paz y la seguridad de la comunidad y el interés en el mantenimiento del orden natural.

Si el príncipe tiene dudas acerca de la legitimidad de una guerra, debe buscar el consejo de expertos e intentar negociar con el adversario. En este caso, debe buscar un acuerdo equitativo. Los magistrados están obligados a analizar las circunstancias y opinar; y el resto de los súbditos debe confiar en sus superiores, pero si les consta que la guerra es injusta no deben participar, pero en caso de duda deben acudir. En cuanto al derecho en la guerra, declara legítimos los siguientes actos:

Matar a los súbditos del enemigo, excluyendo a inocentes salvo que intervengan en la lucha o perezcan en un bombardeo a una plaza asediada.

Apropiarse de los bienes hallados en el país enemigo, incluso los de los inocentes, si se debilita al bando contrario. El saqueo sólo resulta admisible por necesidades bélicas y con autorización del comandante. También se pueden adquirir inmuebles por: que se busca compensar la pérdida de bienes similares, como sanción por una injuria o como medida de seguridad.

Recuperar las cosas usurpadas por el enemigo, o su valor en cosas destruidas. Todo lo necesario para garantizar la seguridad futura de la comunidad. Resarcirse de los daños ocasionados por la guerra.

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Imponer tributos a los vencidos. Excepcionalmente, se puede deponer al príncipe enemigo, como pena o medida de

seguridad.

En medidas como estas el príncipe se impone como juez natural del enemigo injusto.

c) De Vitoria a Grocio. La Escuela de Salamanca del Derecho de gentes consolidó y desarrolló la doctrina internacionalista de Vitoria. Son también profesores universitarios, en su mayoría religiosos dominicos y jesuitas. Cabe destacar:

Domingo de Soto (1494-1579). Dominico, continuador de Vitoria. Insiste en rechazar el sometimiento de los infieles por la fuerza para obligarles a escuchar la predicación.

Vázquez de Menchaca (1512-1569). Jurista seglar, defiende el principio de libertad en los mares.

Luis de Molina (1535-1600). Jesuita, discreta del derecho de comunicación que no considera derecho natural, por lo que los Estados pueden limitarlo.

Francisco Suárez (1548-1617). Jesuita, diferenció el derecho de los hombres del derecho de los pueblos, en el que se integraría el derecho de comunicación (restringible) y el derecho de hacer la guerra, que los estados podrían sustituir por un mecanismo de solución pacífica.

Al margen de España tuvieron importancia los tratados de juristas militares como Belli o Ayala. Por último, Gentili (1552-1608), que enseño en Oxford, abordó el derecho de embajada, defendiendo la inmunidad del embajador y la inviolabilidad de su domicilio. Defiende la libre navegación, salvo en una franja de cien millas de la costa que es propiedad del Estado. En relación con los Tratados, perderían su validez si sufrieran las circunstancias la alteración que había en su celebración.

d) Grocio. Nació en 1583 en Holanda y murió en Rostock en 1645. Elaboró a partir del trabajo de los autores la primera exposición sistemática y completa del Derecho de gentes. Su obra principal es De iure belli ac pacis (1625). Dotado de un talento excepcional ocupó diversos cargos públicos en la Administración holandesa, pero su pertenencia a una secta le hizo huir de Holanda.

Grocio anuncia su preocupación por reducir el recurso a la guerra y mitigar sus consecuencias más crueles. Existe licitud en la guerra si existe causa justa. En términos genéricos, la guerra es justa si se funda en la defensa de las personas y de la propiedad. Analiza supuestos dudosos acerca de la apropiabilidad de los bienes (libertad de los mares), así como situaciones en que la utilización de la propiedad ajena no puede ser impedida por su dueño. Es también justa la guerra para castigar injurias ya producidas, y el soberano debe entregar al súbdito ofensor a los que le buscan. También es lícita si se defiende a un Estado aliado, siempre que éste cuente con justa causa y también la que tiene por objeto liberar a un pueblo oprimido.

Rechaza que son causas justas: el deseo de mejores tierras, la supuesta incapacidad de los gobernantes, la imposición a un pueblo de un gobierno beneficioso, o las aspiraciones de gobierno universal, etc.

En caso de duda acerca de la justicia de la guerra, Grocio ofrece tres criterios de decisión:

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Seguir los dictados de su propia conciencia. Preferir el derecho del poseedor actual. Si la duda persiste, abstenerse de hacer la guerra.

Ante un conflicto inevitable propone medios para buscar una salida: conversaciones bilaterales, arbitraje, concesiones mutuas, etc. Incluso defiende el combate entre campeones de ambos bandos.

Por lo que se refiere al derecho en la guerra, Grocio se extiende al análisis de numerosas cuestiones:

Declarada la guerra, es lícito herir o matar a cuantas personas se encuentren en territorio enemigo, así como devastar sus propiedades. Sin embargo, ambas facultades han de ser ejercidas con prudencia. Así, se debe evitar la muerte de mujeres y niños, salvo que tomen las armas o hayan cometido actos atroces. Lo mismo pasa con clérigos, hombres de letras, campesinos, mercaderes y prisioneros. En general, hay que esforzarse por evitar muertes innecesarias. Se debe renunciar al castigo de las injurias si el número de culpables es muy elevado o si el perdón mejora la paz o las condiciones de la comunidad. En cuanto a la destrucción de los bienes del enemigo, hay que excluir cosas sagradas, arte y monumentos. También se debe tener en cuenta si son importantes para nuestro bando o se encuentran fuera del alcance del enemigo. Los príncipes deben esforzarse por evitar la violencia en la toma de ciudades.

Los súbditos responden con su persona y patrimonio de las obligaciones contraídas por su soberano, lo que puede justificar su captura y la apropiación de sus bienes. Sin embargo, Grocio señala que los estados cristianos habían renunciado a esclavizar a sus prisioneros.

La conquista transfiere al bando victorioso la soberanía sobre el territorio conquistado. También se exige moderación: se permite a los vencidos conservar su anterior sistema de gobierno, si los objetivos políticos quedan asegurados mediante el emplazamiento de las tropas o la imposición de un tributo. Deben preservarse las libertades del pueblo, especialmente en materia religiosa.

En sus relaciones, los Estados enemigos deben comportarse de buena fe, así como respetar los juramentos y promesas formales, aunque resultan justificables las estratagemas e incluso cierta clase de mentiras.

Se analizan los poderes del general en campaña, en qué circunstancias sus actos vinculan al soberano. También estudian las treguas, salvoconductos, represalias y la conducta de los Estados neutrales.

El derecho a hacer la paz corresponde al Soberano en exclusiva, a diferencia de la tregua, que puede ser también acordada por el general del ejército. Grocio dice en qué circunstancias el tratado de paz puede enajenar dominios privados o afectar de otro modo a intereses particulares; así como los requisitos para que vincule al Estado o a los sucesores del Rey.

Además del tema de la guerra, que ocupa la parte principal de su obra, Grocio analiza otras cuestiones propias del Derecho de gentes, de entre las que cabe destacar dos:

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Derecho de los Tratados. Al tratarse de una institución de Derecho natural, son válidos los Tratados celebrados con infieles, sin perjuicio de la obligación de los cristianos de unir sus fuerzas contra el enemigo común. Se estudian los medios de interpretación y la fuerza obligatoria de los Tratados, asó como el problema de los negociados por el embajador excediendo las instrucciones recibidas.

Derecho de embajada. Tiene carácter sagrado, por lo que el domicilio y la persona del embajador son inviolables. No obstante, si el embajador participa movimientos insurreccionales contra el equilibrio de un Estado puede ser castigado, incluso con la muerte en ejercicio del derecho de la legítima defensa.

La obra de Grocio es la elaboración de una síntesis de las prescripciones de la Ley natural y de la Ley humana, equilibrándolas para que la primera no perdiera la función legitimadora del orden jurídico positivo, ni que la segunda quedara sin respuesta ante las necesidades prácticas. Partiendo de la realidad de los hechos, en que el poderoso suele imponer su voluntad sin atender las disputas de juristas y teólogos, Grocio intenta persuadir de las ventajas de respetar los principios de la Ley natural: se facilita la toma de decisiones y el acuerdo entre Estados; pues no hay Estado tan fuerte que no dependa de los otros. Por otra parte, extremar las exigencias éticas del Derecho internacional puede resultar contraproducente, pues el soberano podría llegar a desentenderse de cualquier regla por el apremio de las circunstancias. Pero si se reducen las leyes se puede preservar esas partes mejor.

Grocio defiende un Derecho natural de contenido mínimo, en el que lo justo no se caracteriza por referencia a un orden superior que se deba tender perpetuamente, sino que se define de forma negativa. La ley debe tender a proteger los derechos ya constituidos. Además, las normas del Derecho natural evolucionan al compás de la Historia humana. La vida civilizada crea la esclavitud, la propiedad y el gobierno civil, basándose en un pacto de sumisión voluntaria de los ciudadanos.

En el ámbito internacional, son los Estados, los que denegando o concediendo su apoyo a las diversas líneas evolutivas de la Ley natural, confirman o rechazan la racionalidad de su adaptación a las variables circunstancias históricas. La consecuencia principal de esta idea es la superación del tradicional concepto de guerra justa. En todo conflicto, los dos bandos reclaman tener razón y esto constituye la raíz del conflicto. Por tanto, la Ley de las naciones reconoce a ambos contendientes derechos de beligerancia con tal que la guerra haya sido debidamente declarada. Idéntico resultado se pide al final de los combates, impidiendo posteriores reclamaciones y que se precarice la paz.

La flexibilidad de Grocio puede dejar en suspenso la mínima ley natural que propone, en circunstancias presentes. La ley civil tiene menor profundidad que la natural y deja impune su cumplimiento. Las circunstancias pueden amparar verdaderos crímenes.

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