historia de la energía nuclear

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  HISTORIA DE LA ENERGÍA NUCLEAR JUAN PEDRO CA VERO ANATOMÍA DE LA HISTORIA

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La inmensa mayoría de los bienes y servicios que disfrutamos en las sociedades desarrolladas precisan energía para su producción. La obtención de las fuentes de energía imprescindibles para gozar de tanto bienestar material conlleva enormes esfuerzos e inversiones que hay que pagar.Desde hace décadas, la energía nuclear ha sido un medio más para solventar nuestra creciente y perentoria necesidad de fuentes energéticas. ¿Cuándo los seres humanos comenzaron a sospechar que la pequeñez de los átomos escondía tanta fuerza? ¿Quiénes han sido los protagonistas de la historia de la energía nuclear? ¿Qué motivos les impulsaron? ¿Cuándo y por qué los países industrializados decidieron promover la industria nuclear? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de dicha decisión? ¿Es esta una buena opción para el presente y una acertada elección para el futuro?

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HISTORIA DELA ENERGÍA

NUCLEAR

JUAN PEDRO CAVERO

ANATOMÍA DE LA HISTORIA

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Publicado bajo una licencia Creative Commons 3.0 (Reconocimiento - No comercial - Sin Obra Derivada) por:

Juan Pedro Cavero, 2011.

Anatomía de la Historia, 2011.

www.anatomiadelahistoria.com

[email protected]

Edición a cargo de:

José Luis Ibáñez Salas

Diseño:

Anatomía de Red

BY NC

CC €

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y de alimentos y asegurar por tanto sus necesidadesbásicas. Ello ha permitido ormar sociedades cada vezmás complejas, en las que los esuerzos cognitivos sehan dirigido a satisacer otros requerimientos que,

con el tiempo, se han convertido en nuevas necesi-dades, alcanzándose un alto nivel de calidad de vida.

En la actualidad, acciones que hace siglos nadiehubiera soñado se han aanzado en nuestra vidadiaria: viajar en avión y en trenes de alta velocidad,utilizar ordenadores personales, archivar enormescantidades de inormación en pequeños dispositivos,usar Internet y teléonos móviles, viajar al espacio,vestirse con bras sintéticas, curar determinadas en-ermedades, calentar comida en el microondas, dis-

rutar del aire acondicionado y sacar dinero de uncajero automático son algunas de las muchas activi-dades que orman parte de nuestra realidad cotidia-na. Pero no conviene olvidar que disrutamos de esasventajas gracias, entre otras cosas, a la energía. ¿Dedónde la obtenemos?

Los electrodomésticos, compañeros de nuestra vida

diaria y consumidores de energía.

La energía, imprescindible

En general, nuestros sentidos perciben la existen-cia de un movimiento local, cualitativo o cuantitati-

vo en todo aquello que nos rodea y en nosotros mis-mos. Con mayor o menor rapidez, los seres vivos y los inertes cambian, mudan, se transorman o, dichode otro modo, se mueven. Esto es así en cada casoporque existe un motor que produce ese movimien-to y una uente de energía que lo inicia y lo mantie-ne. De interrumpirse el suministro de dicha uente,cesaría el movimiento.

 A veces, muchos de los aortunados que vivimosen países desarrollados no valoramos sucientemen-

te la importancia que tiene la energía y, por ende,todo aquello que la produce. Ocurre con recuenciaque el disrute prolongado de un benecio provo-ca en el beneciario un cómodo acostumbramientoque diculta la correcta apreciación de su ventajosasituación. Precisamente por eso nos conviene recor-dar de cuando en cuando que vivimos porque, entreotras cosas, comemos. Gracias al continuo intercam-bio de materia y energía con nuestro entorno segui-mos existiendo. Y sin embargo, no todo el mundogoza de la posibilidad de consumir alimentos su-

cientes para continuar viviendo. La prueba más dra-mática de lo anterior es que miles de personas mue-ren de hambre cada año.

El progresivo avance del conocimiento y la cre-ciente comprensión de las leyes ísicas de la natu-raleza y de los seres vivos e inertes que la pueblanhan posibilitado que, al presente, muchas personashayan logrado garantizar su abastecimiento de agua

Historia de la energía nuclearPor Juan Pedro Cavero

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tativa sino cuantitativa, geométrica y de posición enlos seres. En opinión de estos lósoos, la dierenteorganización de las partículas genera nuevas ormasque constituyen nuevos objetos, como ocurre conlas piezas conectables de algunos juegos inantiles.

La interpretación epicúrea del concepto de átomoue recordada en el siglo I a.C. por el poeta y lósooromano Lucrecio en su extenso poema De rerum natu-

ra (Sobre la naturaleza de las cosas ), para posteriormen-te caer en el olvido. Los textos de Lucrecio alcanzaronmayor diusión tras ser impresos en 1475. Sin embar-go, habría que esperar mucho tiempo hasta que la dis-cutible y discutida teoría ísica y losóca de los griegosdejara de limitarse a orecer explicaciones especulativasy llegara a encandilar a la comunidad cientíca.

 A principios del siglo XIX, el químico y ísico in-glés John Dalton, partiendo de estudios anteriores,publicó el primer modelo atómico con base cientí-ca, en el que se undamenta la ciencia ísica mo-derna. Dalton armó que la materia está compuestapor partículas indivisibles o átomos, de iguales ca-racterísticas los de un mismo elemento y dierentes—y en esto diere del griego Demócrito— en masa,tamaño y otras cualidades los de diversos elementos.Los compuestos químicos, a su vez, surgirían de launión de átomos distintos, en unción de proporcio-nes variables. La teoría de Dalton hubo de esperara nes del siglo XIX para ser probada experimental-mente, pero una de sus armaciones undamentalesacabó siendo rechazada: la indivisibilidad del átomo.

En eecto, la posibilidad de que el átomo tuvierauna estructura compleja —y pudiera, por tanto, di-vidirse— había sido ya deendida en 1815 por el in-glés William Prout y ue progresivamente aceptadagracias a las investigaciones sobre electromagnetismo

de su compatriota Michael Faraday  en 1832, asícomo a las tablas periódicas de elementos químicoselaboradas en 1869 por el ruso Dimitri Mendeléyev  y en 1870 por el alemán Lothar Meyer. La com-

posición del átomo acabaría siendo admitida trasvarios descubrimientos excepcionales realizados su-cesivamente en 1895 por el alemán Wilhelm Rönt-

gen (los rayos X ), en 1896 por el rancés Henri Be-

cquerel (la radiactividad natural) y en 1897 por elinglés Joseph John Tomson, descubridor del elec-

La energía que consumimos procede de la natura-leza, tanto del interior como del exterior de nuestroplaneta. De entre los muchos criterios usados paraclasicar las uentes de energía, uno de los más usa-dos es el del ritmo de su generación en relación conel consumo humano. En relación con lo anterior, las

uentes de energía se clasican en renovables  (pro-ceden de uentes inagotables a escala humana o seregeneran de modo natural) y  no renovables  (seconsumen mucho antes del tiempo necesario para suormación).

Las principales energías renovables y sus respec-tivas uentes son las siguientes: hidráulica  (agua),eólica (viento), biomasa (astillas, serrín y otras ma-terias agrícolas), solar térmica  (sol), otovoltaica  (sol), mareomotriz  (mar) y  geotérmica  (calor del

interior de la Tierra). Las energías no renovablesmás importantes son el carbón, el gas natural y elpetróleo y sus derivados (todas ellas procedentes deyacimientos que se encuentran en el interior del pla-neta), así como la madera de los árboles y la ener-

gía nuclear de fsión (que emplea principalmente eluranio para su producción).

Escudriñando la materia 

El interés del ser humano por conocer la compo-sición y la estructura de la materia cuenta con mi-lenios de antigüedad. A comienzos de nuestra era, elgeógrao griego Estrabón atribuyó al pensador eni-cio Mosco de Sidón (siglo XIV a.C.) el origen de lateoría atomista , según la cual el universo está or-mado por combinaciones de partículas indivisibles oátomos (término procedente del latín atomum, deri-vado a su vez del vocablo griego ατομον, ‘sin partes’o ‘no divisible’).

En el siglo V a.C., el lósoo griego Leucipo deMileto concibió lo que posteriormente se denominóatomismo mecanicista , que desarrolló su discípuloDemócrito de Abdera . Según esta teoría ísica y -losóca, la realidad está ormada por partículas in-divisibles y por el vacío, que permitiría a esas partí-culas —que el sabio helénico Epicuro llamó átomos  en el siglo IV a.C.— combinarse de modos diversosormando los distintos entes. Según los atomistas, ladierencia entre unas partículas y otras no es cuali-

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ban cada vez más a los cientícos. Desde 1934, elísico italiano Enrico Fermi investigaba el modo debombardear con neutrones el uranio (mineral cuyosátomos son especialmente aptos para dividirse). Pro-undizando en estos estudios y buscando elementosquímicos más pesados, en 1938 los alemanes Otto

Hahn y Fritz Strassmann bombardearon con neu-trones un núcleo de uranio que produjo restos cuali-tativamente dierentes (un núcleo de criptón y otrode bario, así como tres neutrones sobrantes) cuyasuma de masas resultaba inerior a la masa del ura-nio original. ¿Por qué esa dierencia?

 Antes de publicar sus descubrimientos, los cien-tícos germanos dieron a conocer los resultados ala ísica austriaca Lise Meitner, por entonces reu-giada en Suecia huyendo de los nazis, que a su vez

contactó con su sobrino Otto Frisch, también in-vestigador. Tras estudiar el proceso, tía y sobrino ex-plicaron lo ocurrido, calcularon la energía liberada y concluyeron que sus colegas germanos habían con-seguido por vez primera provocar articialmente ladivisión del núcleo de un átomo, hecho hasta enton-ces impensable que denominaron fsión nuclear. Laexplicación que Meisner y Frisch orecieron del ex-perimento de Hahn y Strassmann, publicada a prin-cipios de 1939, demostró la veracidad de la ecuaciónormulada por Einstein en 1905 y sirvió para identi-car un nuevo modo de producir energía: la escisióno división atómica .

Fabricar bombas, primera aplicaciónde la investigación nuclear

  Aunque acababa de conocerse cómo conseguiruna nueva uente de energía, su obtención a gran es-cala requería provocar una sión nuclear continua,según ya había avanzado en 1933 el ísico húngaro-

estadounidense Leó Szilárd . El objetivo era posiblepartiendo de una primera sión: al n y al cabo trasbombardear el núcleo de uranio se obtenía energía,pero también, como ya indicamos, sendos núcleosde criptón y de bario y tres neutrones sobrantes.¿Podrían usarse tales neutrones para bombardearnuevos núcleos de uranio que, una vez divididos,produjeran otros neutrones que repitieran el procesoanterior y así sucesivamente? Provocar esa mutación—que dio en llamarse reacción en cadena — ue un

trón, partícula subatómica de carga eléctrica negati-va. Pero como el átomo se comporta eléctricamenteneutro en condiciones normales, había que admitirtambién la existencia de partículas subatómicas concarga eléctrica positiva.

Mientras los experimentos continuaban, en 1905el entonces casi desconocido   Albert Einstein, ísicoalemán residente en Suiza, publicó varios artículosque supondrían un cambio radical en el conocimien-to del universo. Uno de ellos dio a conocer lo que enla actualidad se conoce como teoría de la relatividad 

especial  y otro la expresaba matemáticamente, con-cretándose después en la ecuación E=mc² (energía esigual a masa por velocidad de la luz al cuadrado). Deser cierta y poder probarse, esta equivalencia supon-dría un enorme avance cientíco y tecnológico, ya

que cantidades muy pequeñas de masa podrían con-vertirse en una gran cantidad de energía y viceversa.

En décadas de gran innovación cientíca comolas primeras del siglo XX, el pereccionamiento delos aparatos cientícos y el tesón de algunos inves-tigadores permitieron seguir escudriñando la mate-ria. Progresivamente se produjeron nuevos hallazgosen la estructura del átomo: en 1918 el neozelandés 

Ernest Rutherord descubrió el  protón o partículasubatómica con carga eléctrica positiva; y en 1932el inglés   James Chadwick reveló la existencia delneutrón, sin carga eléctrica, y sus compatriotas John

Cockcrot y Ernest Walton lograron desintegrar unnúcleo atómico con partículas subatómicas acelera-das articialmente. Un año después, el matrimoniorancés Frédéric e Irene Joliot-Curie descubrió un

método de obtención de radiactividad articial.

Estructura del átomo.

El conocimiento de la estructura de la materia y las posibilidades que se derivarían de ello interesa-

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con la érrea oposición de los Aliados (entre otros y por orden de participación, Polonia, Gran Bretaña,Francia, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,Estados Unidos y República de China). Las nacio-nes más poderosas, volcadas en el tremendo esuerzobélico trataban por todos los medios de asegurarse

suministros alimenticios y de conseguir más y másecaces armas para destrozar a sus adversarios.

La premura de Einstein, el temor a que los ale-manes se adelantaran en la carrera armamentística y la urgencia de ganar la guerra llevaron a Roosevelta aprobar el Proyecto Manhattan, nombre en cla-ve para designar el plan para abricar armas nuclea-res. Dicho objetivo, dotado al principio con escasosmedios, se convirtió en prioritario del Gobiernode Estados Unidos tras el bombardeo japonés a la

base naval norteamericana de Pearl Harbour el 7de diciembre de 1941. Dirigido por el general Les-

lie Groves y bajo la coordinación técnica del ísicoRobert Oppenheimer, en el Proyecto Manhattanparticiparon entre otros los prestigiosos cientícosLeó Szilard, Niels Bohr, Otto Frisch, John von Neu-

mann, Isidor Rabi, Hans Bethe y Enrico Fermi. Esteúltimo y su equipo, como adelantamos, lograron endiciembre de 1942 provocar y controlar la primerareacción nuclear en cadena. Quedaba así abonado elterreno para abricar una bomba nuclear.

Logrado este imprescindible objetivo, los inves-tigadores trabajaron en dos prototipos de bomba,una de uranio y otra de plutonio. Finalmente, trasmúltiples pruebas, el 16 de julio de 1945 se consi-guió el primer ensayo exitoso de explosión nuclearde bomba de plutonio en un paraje desértico deNuevo México, en Estados Unidos. Vencido el ejér-cito de la Alemania nazi y tras exigir y no lograr larendición total de Japón con un ultimátum emitido

por los Aliados en la Conerencia de Postdam (17de julio a 2 de agosto de 1945), el nuevo presidenteestadounidense Harry S. ruman decidió el lanza-miento de una bomba nuclear en la ciudad japonesade Hiroshima (6 de agosto de 1945), a la que siguióun nuevo bombardeo sobre la localidad nipona deNagasaki (9 de agosto de 1945). Seis días después, Japón anunció ocialmente su rendición.

propósito aanosamente perseguido, entre otros, porprestigios cientícos estadounidenses, británicos,ranceses y alemanes.

 A nes de los años treinta del siglo XX, EstadosUnidos se había convertido ya en el país cientíca-

mente más avanzado, gracias en parte a la progresivallegada de reputados investigadores europeos —mu-chos judíos— que escapaban del nazismo y del as-cismo. Uno de ellos era precisamente el mencionadoLeó Szilárd quien, consciente de las aplicaciones mi-litares que podrían tener las investigaciones nuclea-res, instó al respetado Albert Einstein a rmar el 2de agosto de 1939 una carta sobre la cuestión diri-gida al presidente estadounidense Franklin Delano

Roosevelt . En la misiva, Einstein advertía a Roo-sevelt de la cercana probabilidad de conseguir una

reacción nuclear en cadena, de la utilidad de esteproceso para la abricación de potentes bombas y dela conveniencia de un apoyo estatal al trabajo de loscientícos dedicados a la investigación nuclear, ade-más de hacerle saber su preocupación por la recienteinterrupción de la venta de uranio de Checoslova-quia tras la ocupación de ese país por la Alemanianazi. Dos nuevas cartas de Einstein escritas en 1940apremiaban al presidente estadounidense a apoyareconómicamente a los cientícos.

Mientras, el trabajo de los eruditos continuaba.Leó Szilárd y el ísico italiano Enrico Fermi diseña-ron en 1941 en Estados Unidos un modelo de posi-ble reactor atómico o dispositivo capaz de producirreacciones nucleares continuas y controladas, paraaprovechar la energía resultante del proceso. Talesideas ueron puestas en práctica por un equipo dela Universidad de Chicago dirigido por Fermi, cuyoesuerzo acabó dando rutos el 2 de diciembre de1942 al lograr provocar la primera reacción nuclear

en cadena y, por tanto, conseguir el primer reactoratómico. Con este éxito tecnológico comenzaba laera nuclear.

Para entonces, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) había provocado ya millones de muer-tos, incluidos centenares de miles de judíos asesina-dos por los nazis y sus adláteres. El ansia dominadorade las Potencias del Eje (la Alemania nazi, la Italiaascista y el expansionista Imperio de Japón) chocó

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blicas Socialistas Soviéticas (URSS), que tuvo lugardesde 1945 hasta la disolución de la URSS en 1991.Durante esas décadas, la tecnología nuclear ue per-eccionándose sucesivamente para aplicarse a nuevasgeneraciones de bombas y misiles, unos diseñadospara ser más potentes y otros para alcanzar con más

precisión objetivos concretos.

La energía nuclear se aplicó también con nesmilitares para la propulsión de satélites (la mayoríaespías), unos alimentados con reactores y otros porbaterías de plutonio. El 29 de junio de 1961 EstadosUnidos lanzó el Transit 4A, primer satélite en usarenergía nuclear. Sería sin embargo la URSS quienmás empleó la propulsión atómica en la carrera es-pacial, lanzando decenas de satélites nucleares hasta1988, año en el que las dos superpotencias aproba-

ron una propuesta para prohibir el uso de la energíanuclear en la órbita terrestre. Estos satélites pierdenaltura y la mayoría de ellos, si no son destruidos alchocar en el espacio con otros materiales, van cayen-do en el planeta provocando a veces lluvia radiac-

tiva (caso del satélite soviético Kosmos 954 , que seestrelló en 1978 en suelo canadiense).

Con el tiempo, el número de países con armasnucleares ha ido aumentando, a pesar de acuerdosinternacionales como el ratado de no proliera-

ción de armas nucleares (NP), abierto a ser r-mado por los representantes políticos de todas lasnaciones desde el 1 de julio de 1968. En virtud dedicho pacto, suscrito por la mayoría de los estadosdel mundo, sólo los cinco países miembros perma-nentes del Consejo de Seguridad de la Organiza-

ción de Naciones Unidas (Estados Unidos, China,Federación de Rusia, Francia y Reino Unido) estánautorizados para poseer armas nucleares. Sin embar-go India, Pakistán e Israel no han rmado el acuer-

do y Corea del Norte se retiró del mismo en 2003. Además, desde el 2004 la Agencia Internacional de

la Energía Atómica  ha aprobado varias resolucio-nes instando a Irán —país del que se sospecha queha podido violar algunos artículos del convenio— acumplir los compromisos que asumió al suscribir elTNP.

Hiroshima, explosión nuclear.

  Aun siendo conscientes de que las bombas ató-micas decidieron el n de la guerra (y por tantoel reno a miles de muertes), varios cientícos im-

pulsores o participantes en el Proyecto Manhattan(Einstein, entre otros) se arrepintieron el resto de suvida de haberlo hecho. Ya era tarde. Aunque diícilde calcular, la Fundación para la Investigación de

los Eectos de la Radiación —organización esta-dounidense y japonesa de reerencia en el tema queabordamos— estima que, en los cuatro meses quesiguieron a las explosiones, entre 90.000 y 166.000personas murieron en Hiroshima y entre 60.000 y 80.000 en Nagasaki; además, unos 1.900 supervi-vientes padecieron cáncer como consecuencia de la

radiación nuclear.

Desde aquellos bombardeos en Japón, no ha vuel-to a usarse armamento nuclear contra seres huma-nos. Sin embargo, la investigación en este campocontinuó tras la Segunda Guerra Mundial, impul-sada especialmente por la Guerra Fría , el enren-tamiento multiacético aunque no armado entre elbloque capitalista encabezado por Estados Unidosy el comunista capitaneado por la Unión de Repú-

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(Westinghouse, General Electric), cuyos reactorespara generación de electricidad entraron en uncio-namiento en 1960. Poco tiempo antes, en 1957, sehabía undado la Agencia Internacional de la Ener-gía Atómica para promover el uso pacíco de dichaenergía en el mundo.

Desde los años sesenta del siglo pasado, la produc-ción de energía nuclear no dejó de crecer, al tiempoque ue aumentando espectacularmente la capacidadproductora de las centrales. Durante esa década, ade-más de ampliarse el número de plantas nucleoeléc-tricas en los países ya mencionados, se sumaron alclub nuclear nuevos países (entre otros Canadá, Ale-mania, España, Suecia, Países Bajos, Bélgica, Suiza

y especialmente  Japón). De los

17 reactoresexistentes encuatro paísesen 1960 ge-nerando untotal de 1.200megavatios sepasó en 1970a 90 reactoresen 15 nacionescapaces de pro-ducir 17.500megavatios, y en 1980 a 253reactores en 22países produc-

tores de 135.000megavatios, además de otros 200.000 que se espe-raban alcanzar con los 230 reactores que se estabanconstruyendo.

Buena parte de este espectacular aumento se de-bió a las nuevas políticas energéticas adoptadas en lamayoría de los países occidentales tras las llamadascrisis del petróleo, la primera de las cuales comen-zó en octubre de 1973. Ese mes, la Organizaciónde Países Exportadores de Petróleo (OPEP, ormadaprincipalmente por estados de mayoría árabe) de-cidió renar la producción de crudo y embargar lasventas del mismo a aquellas naciones —entre otras,Estados Unidos— que, a su juicio, ayudaban a Israel

Luces y sombras del uso pacífco de la energía nuclear

Desde los comienzos, los cientícos advirtieronque la energía nuclear podía tener numerosos usospacícos. El 1 de agosto de 1946, en Estados Unidos

se creó la Comisión de Energía Atómica para con-trolar el desarrollo de la energía nuclear y explorar suuso pacíco y, en diciembre de 1951, un pequeñoreactor experimental construido en el territorio esta-dounidense de Idaho produjo por vez primera elec-tricidad procedente de energía nuclear. Los mayoresavances, sin embargo, se lograron gracias al impulsodel almirante Hyman Rickover, que canalizó par-te del esuerzo investigador estadounidense en laconsecución dereactores parapropulsar bar-cos (el prime-ro, instalado enel submarino

 Nautilus , bo-tado en 1955,dotó a la navede enormea u t o n o m í ae n e r g é t i c a ) .

 Al  Nautilus  siguieron des-pués nuevosbuques milita-res —ademásde submarinos,también cruceros,destructores y portaaviones— alimentados con ener-gía nuclear.

  A pesar de estos éxitos tecnológicos de Estados

Unidos, ue en la URSS donde se creó la primeracentral nuclear civil del mundo, que comenzó auncionar en 1954 en la localidad de Óbninsk. Unéxito similar tendría que esperar en Occidente has-ta 1956, cuando en Reino Unido empezó a produ-cir electricidad la central de Calder Hall. El mismoaño, Francia puso en marcha su primer reactor y,tres años después, su primera central nuclear parauso civil. Tales logros espolearon a varias empresasestadounidenses volcadas en la investigación nuclear

Central nuclear de Valdellós II (Tarragona, España).

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de’), nombre que un grupo de activistas canadiensesy estadounidenses dieron al viejo pesquero en el queembarcaron para evitar con su presencia las pruebasnucleares que Estados Unidos estaba realizando en laisla de Amchitka, en Alaska. Si bien los tripulantesdel barco no consiguieron su propósito, el éxito de

seguimiento de esta expedición entre estadouniden-ses y especialmente entre canadienses acabó provo-cando que el gobierno de Estados Unidos recticaray anunciara el n de las pruebas nucleares en Am-chitka. No tardaron en surgir en varios países gru-pos independientes que, adoptando el nombre deGreenpeace, mostraron su oposición a la realizaciónde pruebas nucleares en distintas partes del mundoy su deseo de proteger la naturaleza. Tales propósitosllegaron a concretarse también en partidos políticosecologistas, el primero de los cuales, el United Tas-

mania Group (Grupo Unido de Tasmania), se undóen Australia el 23 de marzo de 1972.

Pero serían los accidentes —dos de ellos, de con-secuencias catastrócas— los auténticos catalizado-res de la oposición a la energía atómica. Hasta laactualidad, son escasos los sucesos graves ocurridosteniendo en cuenta el número de centrales cons-truidas y en construcción —más de medio millaren total— y el tiempo —medio siglo— que llevaaprovechándose la energía procedente de la sión delos átomos. Los accidentes de mayor trascendencia(en Mayak y en Chernóbil) tuvieron lugar en terri-torios de la extinta Unión Soviética, cuyas centralesnucleares, en general, carecían de los niveles técnicosy de los sistemas de protección y control obligatoriosen las centrales occidentales y en las japonesas. Ade-más, el oscurantismo inormativo inherente al régi-men comunista soviético ha imposibilitado conocerel verdadero número de víctimas mortales y de otrosaectados.

En concreto, se calcula que el accidente de laplanta soviética de Mayak  (cerca de la ciudad deCheliábinsk, en el sur de la actual Rusia), ocurridoen 1957, provocó 200 muertos y 270.000 personasaectadas, alleciendo 8.015 personas hasta 1992como consecuencia de la radiación, según el Insti-tuto de Bioísica del Ministerio de Salud de Rusia.La catástroe acontecida el 26 de abril de 1986 enChernóbil (por entonces en territorio soviético y 

en la Guerra del Yom Kippur que estaba teniendolugar.

El acuerdo de la OPEP supuso un durísimo cas-tigo para los países occidentales, relativamente con-ados hasta entonces en la seguridad del suministro

de petróleo y acostumbrados a comprarlo a preciosasequibles. En occidente la infación se disparó, seredujo la productividad y el crecimiento económi-co surió una uerte desaceleración, aumentando eldesempleo.

Occidente surió otra dura prueba con la crisispetrolíera de 1979, originada el año anterior al es-tallar la revolución iraní. ¿Cómo iban a permitir losestados occidentales que sus economías y el cómodomodo de vida de sus ciudadanos dependieran tanto

de una uente de energía no renovable, suministra-da además en buena parte por países políticamenteinestables?

  A pesar del riesgo que entrañaban la gran de-pendencia del petróleo y de la OPEP, para enton-ces en las naciones industrializadas la opinión sobrela energía nuclear —cuya producción aumentabala autonomía— no era unánime. Nada se sabía so-bre el parecer de los habitantes de la URSS y de suspaíses satélites de Europa oriental, debido a su ago-biante alta de libertad. En la mayoría de los paísesoccidentales, sin embargo, se habían ormado yaimportantes grupos ecologistas y partidos verdes,opuestos al consumo indiscriminado de las materiasprimas y deensores del medio ambiente.

Eectivamente. El aumento de reactores nuclea-res, la publicación de inormes cientícos alertandosobre la escasez de recursos naturales y la explosióndemográca, la creciente contaminación ambiental

provocada especialmente por el petróleo y el carbóny catástroes medioambientales como el nauragiodel petrolero Torrey Canyon —ocurrida el 18 de ene-ro de 1967 cerca de las costas de Bretaña— son al-gunas de las causas que explican la aparición de lasprimeras asociaciones ecologistas.

En 1969, el estadounidense David Brower un-dó Friends o the Earth ( Amigos de la ierra ). Y en1971 nació Greenpeace  (que quiere decir ‘Paz Ver-

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muertos en el primer mes y 250 personas contami-nadas.

30 de septiembre de 1999, okaimura  (Japón):una sobrecarga de uranio causó el allecimiento de 2operarios, otros recibieron altas dosis de radiación y 

las autoridades alertaron a miles de habitantes de losalrededores para permanecer en sus casas.

9 de agosto de 2004, Mihama (Japón): escape devapor no radiactivo que produjo la muerte de 5 tra-bajadores y quemaduras de diverso grado a otros 12.

8 de abril de 2008, Khushab (Pakistán): una ugade gas ocasionó al menos 2 muertos y la evacuaciónde la población residente cerca de la central nuclear.

11 de marzo de 2011, Fukushima  (Japón): unortísimo terremoto y un posterior tsunami provo-caron en días sucesivos explosiones en los ediciosde varios reactores del enorme complejo nuclear ja-ponés, allos en sus sistemas de rerigeración e im-portantes escapes de radiación. Dada la cercanía enel tiempo entre el accidente y la redacción de esteartículo (mediados de mayo de 2011) y el riesgo deque pueda agravarse la situación, aún es pronto paraevaluar los daños causados. Hasta el momento, 3personas han muerto por causas diversas y decenasde miles han tenido que ser evacuadas para evitar laradiación.

Como puede comprobarse, muchos seres hu-manos han surido ya las consecuencias de la pro-ducción de energía procedente de la sión nuclear.Sin embargo el mundo sigue necesitando energía,

cada vez más. ¿Es la fsión nuclear, uente de ener-

gía barata y muy rentable, la solución? Hoy porhoy quizá sea una parte de la solución, pero nun-

ca parece que pueda ser la única. Según un recienteestudio del proesor angloaustraliano Derek Abbott  basado en investigaciones precedentes, varias razonesdemuestran la imposibilidad de conar en el procesode sión nuclear para abastecer por completo la cre-ciente demanda energética mundial:

Es muy diícil encontrar en la Tierra los 15.000lugares de escasa densidad de población que seríannecesarios para construir las 15.000 centrales nu-

actualmente perteneciente a Ucrania) causó, segúnla Agencia Internacional de la Energía Atómica, 30muertos en los tres primeros meses, casi 1.800 casosde cáncer de tiroides en niños y el posible desarrollode varios tipos de cáncer en más de 4.000 adultos,aumento de malormaciones congénitas y de suici-

dios, eectos psicológicos negativos que generaronproblemas de alcoholismo y depresiones, además deprovocar la reubicación de 200.000 personas y unacontaminación radioactiva en 150.000 kilómetroscuadrados.

Central nuclear de Chernóbil, tras la explosión.

Los restantes accidentes nucleares de importanciahan tenido consecuencias diversas:

12 de diciembre de 1952, Chalk River (Canadá):destrucción del núcleo del reactor y derramamientode combustible. No hubo víctimas mortales ni eec-tos en los trabajadores de la central.

10 de octubre de 1957,  Windscale (Reino Uni-do): uga radiactiva que contaminó cientos de kiló-metros cuadrados a la redonda, calculándose en más

de 200 las víctimas que padecieron diversos tipos decáncer como consecuencia del suceso.

28 de marzo de 1979, Tree Mile Island (Esta-dos Unidos): uga de materiales radiactivos sin víc-timas mortales, que obligó sin embargo a evacuar amiles de personas.

13 de septiembre de 1987, Goiânia  (Brasil): ac-cidente de contaminación radiactiva que provocó 4

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se decantan por una solución combinada (energíasno renovables y renovables) para abastecer al merca-do mundial. Entre esos investigadores —al igual queocurre con los políticos y, en general, con la opiniónpública mundial— unos propugnan la eliminaciónprogresiva de la energía nuclear procedente de la -

sión atómica y otros, en cambio, consideran que di-cha energía es hoy por hoy imprescindible.

La medicina nuclear ayuda a diagnosticar y a curar 

numerosas enfermedades.

Sea cual sea nuestra posición al respecto hemosde tener en cuenta que, en la actualidad, la tecno-logía nuclear no sólo proporciona electricidad y mueve muchas máquinas, sino que se usa también—además de para abricar armamento, como ya in-

dicamos— para nes tan pacícos y loables comola vericación de soldaduras de piezas y estructuras,la investigación cientíca, histórica y arqueológica,la propulsión de barcos civiles (cargueros, rompehie-los), el diagnóstico y la curación de enermedades,la abricación de aparatos de medición y control, lamodicación de ciertas especies vegetales y la con-servación de alimentos. Precisamente por eso, quie-nes renieguen de la energía procedente de la siónatómica deben proponer o promover estudios paraencontrar o poner en práctica soluciones alterna-

tivas viables para satisacer la galopante demandaenergética mundial. No hacerlo es cuanto menosmuy cómodo, sobre todo cuando se disrutan detantos productos y servicios que orecen las socieda-des desarrolladas, obtenidos la inmensa mayoría deellos gastando energía.

cleares imprescindibles para producir la energía queactualmente se consume.

De conseguirse lo anterior, y dada la vida útil deuna central (50 años de media), habría que dar debaja una central a diario y construir otra también

cada día, ritmo imposible de lograr (la media actuales de 12 años para hacer una y de 20 años para des-mantelar otra).

Si solo dependiéramos de la sión nuclear, au-mentaría peligrosamente el riesgo de que los mo-vimientos geológicos provocaran ugas de residuosradiactivos hacia las aguas subterráneas o al medioambiente.

Hasta la actualidad, por circunstancias imprede-

cibles, en 11 accidentes se ha producido una usióntotal o parcial del núcleo del reactor nuclear. Deexistir 15.000 reactores en uncionamiento, la esta-dística indica que habría un accidente de este tipocada mes en algún lugar del planeta.

Con 15.000 reactores dispersos por el mundo se-ría muy diícil controlar la abricación de armas nu-cleares.

La dependencia total en la energía nuclear de -sión provocaría el agotamiento en menos de 5 añosdel uranio viable para desencadenar ese proceso, se-gún las reservas actualmente conocidas.

De construirse un reactor nuclear a diario, algu-nos de los metales poco comunes utilizados paraello (hanio, berilio, circonio), también usados paraabricar circuitos integrados y semiconductores, ex-perimentarían una espectacular disminución en suoerta y por tanto una crisis de recursos minerales.

Prestigiosos cientícos aseguran que la auténticasolución del uturo (pues en la actualidad se encuen-tra en ase de investigación) es la energía procedentede la usión nuclear. Esta, a dierencia de la pro-ducida por sión, tiene entre otras las siguientesgrandes ventajas: proviene de combustibles baratosy abundantes, no produce residuos radioactivos y es más eciente (esto es, transorma más materia enenergía). La mayoría de los cientícos, sin embargo,