historia de candido

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Nuestra propia condena La Villa 41 estaba situada en la ciudad de Almena, Capital de Catamarca. Los habitantes estaban excluidos de cualquier tipo de grupo social, no recibían subvenciones por parte del estado, ni puestos de trabajo por su lugar de residencia, eran vistos por las clases superiores como “bichos raros” o personas de las cuales debían alejarse para no sufrir contagios. Era un lugar discreto, muy humilde, donde la gente trabajaba las 24 horas del día para ganarse la vida. Pero no hablamos de cualquier trabajos sino aquellos que no requieren de papelería, ingenio ni un equipo organizado. Recaudar en las calles, vender bijouterie eran actividades realizadas diariamente para contribuir con los ingresos familiares. Generalmente dichas familias estaban

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Cuentos con fotografias realizados por alumnos de quinto año

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Page 1: Historia de Candido

Nuestra propia condena

La Villa 41 estaba situada en la ciudad de Almena, Capital de Catamarca. Los habitantes estaban excluidos de cualquier tipo de grupo social, no recibían subvenciones por parte del estado, ni puestos de trabajo por su lugar de residencia, eran vistos por las clases superiores como “bichos raros” o personas de las cuales debían alejarse para no sufrir contagios. Era un lugar discreto, muy humilde, donde la gente trabajaba las 24 horas del día para ganarse la vida. Pero no hablamos de cualquier trabajos sino aquellos que no requieren de papelería, ingenio ni un equipo organizado. Recaudar en las calles, vender bijouterie eran actividades realizadas diariamente para contribuir con los ingresos familiares. Generalmente dichas familias estaban integradas por numerosos miembros, de los cuales cada uno estaba encargado de alguna actividad, desde el más pequeño en pedir dinero hasta el más grande en vender mercancías robadas o sacadas del basural vecino. El único centro de compras era un pequeño kiosco en el medio de la Villa atendido cordialmente por Don Cándido, con una antigüedad de aproximadamente 30 años en dicho rubro. La gran cantidad de familias que habitaban la Villa, hacían imposible la convivencia colectiva. Diariamente Don Cándido apreciaba las distintas controversias y discusiones entre los vecinos, así como también los ya “normales” tiroteos que despertaban a la muchedumbre en la madrugada.

Page 2: Historia de Candido

Cándido, se había integrado a la Villa de una manera muy particular. En 1933 la trata de personas era algo novedoso, usualmente desaparecían niños de sus hogares y la mayoría de dichas veces nunca más volvían a ser vistos. Cándido vivía en México, y tenía 10 años cuando fue llevado a una cadena de personas que iban a llevar como “mercancía” al sur de América. Allí conoció un niño llamado Jerónimo con el cual idearon un plan para abandonar la embarcación antes del punto de llegada. Como ya era visto se lanzaron de la borda apenas llegado a América del Sur, donde solo divisaron una isla cuyo poder ejercía Chile. Luego de días y días para llegar, abordaron en Almena.

Nadie entendía como se pudo integrarse en dicha Villa, ni la forma en que indiferentemente veía a diario tantos conflictos. Algunos decían que era un hombre insensible, otros que no veían los problemas, y unos pocos que tan solo no le interesaban. Se lo veía feliz y tranquilo, quizá como esperando que el destino actué sobre el pero sin resolver nada. Las pocas personas que lograron saber sus pensamientos, se sorprendieron de la forma en que contaba sus experiencias, como si eso fuera totalmente normal o no habría nada que él pudiera haber hecho. Solo afirmaba que las cosas sucedían por algo, y no tenían porque ser cambiadas.

Las veces que las personas heridas caían en la plaza, todas las que hombres con hambruna se rendían ante esos bancos, la manera en que los niños discriminados por la sociedad no se podían integrar en las escuelas, simplemente él lo veía como normal. Cualquier persona capaz de vivir y apreciar cada condición que veía a diario Cándido seguramente no estaría en todos sus cabales, pero Cándido seguía intacto, solo encontraba una razón en ello.

Actualmente, la pobreza y la discriminación son problemas que están a la vista de todos o básicamente del que quiere verlos. Sabemos que muchas personas hacen cosas para cambiar estas situaciones pero también notamos la falta de voluntad para combatirlas. Entonces pensaríamos que aunque ambos problemas sean vistos por la sociedad, el principal problema es que ya es tomado con normalidad. Ya no nos sorprende encontrar personas discriminadas a la hora de buscar trabajo, ya no causa el mismo impacto ver niños en hambruna pidiendo colaboración en las calles, es normal observar individuos excluidos en grupos sociales, así como, la triste división de las “clases sociales”

Y ahora bien ¿Por qué no consideramos también como discriminación hablar sobre clases sociales? Tenemos por asentado que una persona con menos ingresos o bienes, pertenece a una clase social baja, y por lo tanto aquella con buenos recursos pertenece a la clase social alta.

Encontramos en este concepto unos de los posibles inicios de la discriminación... ¿Es correcto afirmar que una persona pobre tiene menos clase? Diariamente pensamos que no vale la pena cambiar individualmente, ya que colectivamente todo seguiría igual. ¿No será esa nuestra propia condena?

Pellisa Micaela, Martinez Paz Paloma.

Page 3: Historia de Candido

Evolución bajo mis piesUna producción de Marcio Márquez y Fernando Gago.

En esta sociedad moderna los desperdicios de unos, son la vida de otros, ya que son indispensables para su subsistencia.

En este mundo, el más perfecto posible, algunas vidas han logrado adaptarse a la Bondad de él no reciclado de la basura.

Estas son criaturas magnificas, adaptadas de forma extraordinaria a su ambiente. Sus habilidades llegaron al punto de la evolución, de poder desplazarse en lugares reducidos que el humano no pude acceder.

Nuestra sociedad las ha hecho inmunes a nuestras debilidades fatales, como la misma radiación, fortaleciéndolas y brindándole el privilegio de una larga y prospera vida en nuestro mundo compartido.

Esto lo sé gracias a mi virtud de poder tenerlas a mí alrededor, viéndolas crecer, y alimentarse de mi agradable bondad .Me acompaña en mi vida diaria, ya que ellas necesitan expandir y agrandar su ambiente, que este está tupido de nuestros desechos.

Muchas de ellas, me dejan ver el otro bello mundo, en el cual la cascar de nuestros desechos lo deja existir.

Estos mamíferos y no mamíferos no es que le tengan miedo a la luz. Si no que el miedo se lo dirigimos nosotros, los seres humanos.

Con estos días de mal tiempo, mala luz, y espíritu vacio, les transmití a mi tutora, que cuido de mi durante mi inmadurez, o por lo menos eso creo… que viniera a entrelazar un dialogo, con motivo y objetivo de visita. Al llegar el momento de presentar mi hogar, los ojos de mi docente se interrumpieron por la vida tupida de mi hogar. Ella grito “ratas! Un mundo de ratas, estás demente”, repitiéndolo constantemente .Luego de un silencio molesto me dijo; “cándido no tengo rostro para aclararte la situación, pero si pies para marcharme”. Me sentí desilusionado y claramente me di cuenta que la frase que dijo la describió en su totalidad (no cara, y si pies). Esto me recordó la razón de dejar el nido sin saber volar.

Page 4: Historia de Candido

12 de julio de 2006; lamentablemente mi reflexión acompaño a mi tutora… y sigo viendo el mundo como nadie lo percibe. Muchas veces solo hay que dejar de lado lo que tus ojos ven de pasada, enfocando el conocimiento desperdiciando, en la evolución invisible para los ignorantes. Todos tenemos una propia lógica de pensar… y muchas veces solo son visiones en esta rígida sociedad.

Page 5: Historia de Candido

orque sí

En un barrio pudiente de la ciudad de Córdoba, cegado de la pobreza que abunda en lugares cercanos, vive Cándido, un ejecutivo de una empresa que vende energía, quien creció en una sociedad “moderna”, acostumbrada al fracaso y al éxito fugaz. Cándido a pesar de haber crecido en una sociedad tan fría y cruel, era una persona amable y educada, pero que había pasado por algunas de las más crueles situaciones, como la muerte de su padre y la bancarrota de su familia. De esa manera Cándido se hizo a la idea de que “todo es así porque tiene que ser y que este es el mejor de los mundos posibles”.Un día se ve forzado por su trabajo a salir de la comodidad de su barrio y dirigirse a uno de los lugares más pobres de la ciudad, un lugar frío, oscuro y sucio. Con la pintura desprendida de las paredes, y basura que nadie se molestaba en recoger. Al llegar, Cándido revive los recuerdos de su problemático pasado que había sido olvidado años atrás. Cuando unos de sus compañeros pregunta si existe algo que pudiesen hacer para mejorar la vida de estas personas, Cándido, a pesar de ser una persona sensible le responde con frialdad: “estamos en el mejor de los mundos posibles, tanto nosotros como ellos”, por lo que no hay nada que cambiar. Todos sin cuestionar lo dicho por Cándido, quedaron de acuerdo con él. Al llegar al barrio todos olvidaron y dieron por sentado los problemas y la pobreza que esa gente padecía a diario, y solo se enfocaron en encontrar una forma de venderles su energía.Pasaron los años y a pesar de que Cándido tuvo que enfrentar esa pobreza todos los días siguió viendo al mundo de la misma manera.Al envejecer y dejar de ser útil para su trabajo, los jefes de Cándido, habiendo notado que de repente tenía canas, estaba lleno de arrugas y le costaba caminar, decidieron despedirlo. Cándido pensando que eso era un acto del destino y lo mejor que podría haberle sucedido, decidió aceptar los hechos y no cuestionarse al respecto, por lo que tampoco se molestó en buscar trabajo ni pagar rentas o impuestos. Un par de meses después, Cándido comienza a recibir esas tan temidas intimaciones de pago, pero sin dinero ni forma de conseguirlo, decidió dejar que las cosas siguieran por su cuenta pensando que estas simplemente serían lo mejor. Al fin y al cabo, Cándido quedó sin nada y en la quiebra ya por segunda vez, sin dinero, sin hogar y sin amigos, quienes se olvidaron de él luego de unos meses.

Page 6: Historia de Candido

Cuando los compañeros de Cándido se vieron forzados por su trabajo a regresar a ese horrible barrió pobre de la ciudad. Entre los compañeros de Cándido había uno que se destacaba por ser una persona responsable, inteligente y cuidadosa, al cual le llamo la atención una figura confusa en uno de esos oscuros callejones, se le acerco y resulto que esa figura era un hombre y ese hombre era en realidad Cándido. Solo cuando este se le acercó aún más Cándido lo saludo, pero para su sorpresa con un tono muy conforme y alegre. Su compañero le pregunto: ¿Qué ha pasado? Y Cándido muy seguro de lo que iba a decir le respondió: nada absolutamente nada. No lo creo, algo debe de haberte pasado o en algo debes de haberte equivocado, dijo su compañero, no nada malo me ha pasado y en nada me he equivocado, esto no es mi culpa. Creo que en realidad no te das cuenta de que las cosas solo son como son; dijo Cándido excusándose de todos sus errores, de todos sus problemas y de toda una vida de culpa que podría alguna vez haber cargado sobre sus hombros. Francisco Raboy y James Burton