historia cultura boliviana

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  • 7/22/2019 Historia Cultura Boliviana

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    HISTORIA DE LA CULTURA

    BOLIVIANA : FUNDAMENTOS

    SOCIO-POLITICOS

    Jos Fellman Velarde

    Obra suministrada por laUniversidad Mayor de San Andrs, Bolivia

    http://www.umsanet.edu.bo/http://www.umsanet.edu.bo/
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    INDICE

    PrlogoPARTE I - LOS FACTORES FORMATIVOS

    La Raz Nativa

    El Injerto Forneo

    La Oportunidad Perdida

    PARTE II - LA EPOCA DE LOS SEORES DE LA TIERRA

    La Casi Nada

    Los RomnticosGabriel Ren Moreno

    PARTE III - LA EPOCA DE LOS BARONES DEL ESTAO

    Realistas y Modernistas

    La Generacin del Chaco

    El Nacionalismo Revolucionario

    PARTE IV - LA ACTUALIDAD

    Notas Preliminares

    Bibliografa

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    PROLOGO

    La tarea de escribir una obra de historia cultural requiere, previamente, laobligacin de aclarar lo que se entiende por cultura. De otra manera, el campo deestudio que se abarca, resultara opaco y discutible.

    Definiciones de cultura hay muchas, pero todas ellas, de un modo u otro,pueden catalogarse en dos grandes grupos: las sociolgicas y las histricas. Para elsocilogo, la cultura lo engloba todo o casi todo, es la suma de la actividad humanadentro de una sociedad dada. El historiador es menos ambicioso. Para l, la culturaes el conjunto de las actividades espirituales creativas dira yo- de un pueblo.

    Como sta, en esencia, es una obra de historia, se ha ceido, naturalmente, almbito histrico.

    Hecha la primera aclaracin, resulta evidente la necesidad de una segunda.Cules son las manifestaciones espirituales o creativas de un pueblo? En orden deimportancia, primero el pensamiento, aquellas directrices que, tcita o explcitamente,informan la conducta de ese pueblo en cada uno de los momentos de sudesenvolvimiento; adems, la educacin, el mecanismo gracias al cual nace elpensamiento, es inyectado en la corriente social y se convierte en causa histrica.Luego, las ciencias, el estudio de los hechos observables, desplegadas en el amplioabanico que va desde las puras, especulativas, hasta sus aplicaciones. En tercerlugar, las letras, en todas sus formas, incluso aquellas, como el periodismo porejemplo, nacidas de un propsito pasajero por ltimo, las artes y el folklore.

    Las manifestaciones espirituales o creativas de los pueblos son originadas porlas condiciones ambientes, econmicas, sociales y polticas que viven esos pueblos y,a su vez, influyen en esas condiciones dentro de una larga cadena cada uno de cuyoseslabones, a la postre, viene a resultar causa y efecto a la vez.

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    Un ejemplo, cualquier, sirve para ilustrar esa afirmacin. La obra literaria de lageneracin, de los aos treinta, caracterizada por una aspiracin de cambio, vaga sise quiere, no podra explicarse sin tener en cuenta algunos hechos que le dieron vida:la crisis del llamado problema del indio, la maduracin de la clase obrera, elpredominio del pensamiento liberal, y sobre todo, la guerra del Chaco. Por otra parte,sin tener en cuenta el impacto resultante de esa obra, tampoco podra explicarse elcambio, cuando ocurri aos ms tarde, o, por lo menos, no podra explicrselointegralmente.

    La regla es igualmente vlida para las manifestaciones espirituales o creativasindividuales, ya que, despus de todo, son parte del total. Incluso las manifestacionesestructuralmente tardas respecto a su poca, las tentativas innovadoras o, en otroplano, lo que se ha dado e llamar obras de arte por el arte mismo, no puedenexplicarse sino respecto al eje de las condiciones histricas, como demostraciones,respectivamente, de que un nuevo orden establecido empieza a ser cuestionado oque, dentro del orden, hay segmentos sociales anmicamente despegados.

    Por esa razn, en este trabajo, se ha encarado la historiacin de la culturaboliviana sobre el gran teln de fondo de la historia boliviana entendida como unconjunto de hechos ambientales, econmicos, sociales y polticos, a fin de posibilitar lacomprensin de las manifestaciones espirituales o creativas de los bolivianos, susorgenes, sus consecuencias, la influencia que tuvieron, y poderlas, en consecuencia,valorar debidamente.

    El hacer historia de la cultura, como el hacer historia en general, importa emitirjuicios de valor, lo que, casi siempre, resulta conflictivo, sobre todo para el autor.

    No hay manera de evitar el problema. Se puede, s, minimizarlo, reduciendo,en todo lo que es posible, el elemento subjetivo que entra, necesariamente, en todaapreciacin. Para ese objeto, en el caso particular de esta obra, primero, he tenido encuenta que Bolivia, pas pobre, mediterrneo y de escasos habitantes, no ofrece lascondiciones ideales para un desarrollo cultural vigoroso y sostenido, lo que hace tantoms dignos de estmulo a quienes producen sobreponindose a esos obstculos y

    tanto ms meritorios a quienes alcanzan una estatura internacional. Y, segundo,dentro de ese criterio, me he sujetado a los parmetros propios de toda crticaresponsable: la influencia de la obra criticada, su originalidad tanto dentro de unaescuela como en relacin con su tiempo, el valor intrnseco de sus presupuestos y desus proposiciones, la armona entre el fondo y la forma, su fuerza, su equilibrio, suclaridad.

    Ntese el uso del vocablo parmetros y no el de reglas. Las reglas sonpasajeras. Evaluar una creacin literaria de acuerdo a las reglas gramaticales enboca, por ejemplo, es imprudente, podra desanimar a un innovador. Los innovadores,

    precisamente, son los que rompen unas reglas para crear otras.

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    La aplicacin estricta de ese doble criterio, me ha permitido, sin caer en lainjusticia, historiar, como parte de la cultura boliviana lo que, como parte de la culturaboliviana lo que, como parte de una cultura nacida de mejores condiciones no tendra,tal vez, el mrito suficiente; limitar el juicio adverso, cuando se hace constructivamentenecesario, para los personajes o las obras inflados ms all de sus verdaderasproporciones, y orillar la tentacin de hacer un catlogo de lo que es slo una historia.

    Una advertencia. Esta Historia de la Cultura Boliviana no llega ms que hastael ao 1956. El resto es demasiado reciente para aventurar un estudio o unavaloracin con pretensiones definitorias. Pero le he aadido unas Notas adicionales,puramente tentativas, que llegan al ao 1971. Repito que son puramente tentativas, lahistoria actual, sus condiciones, no ha cuajado an lo suficiente como para registrarlasin temor a equivocarse, y la cultura que le corresponde, por lo tanto, se halla todavaen ebullicin.

    Y una explicacin final. Se ha acompaado esta obra con una bibliografabsica, que puede ser til para el que quiera profundizar en el tema, total oparcialmente. Las obras comentadas en el texto, como es natural, no figuran en esabibliografa.

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    PARTE I : LOS FACTORES FORMATIVOS

    LA RAIZ NATIVA

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    El altiplano es una enorme y rida meseta que se extiende entre las CordillerasReal y Occidental, dos brazos que el gran macizo andino abre en el nudo de Vilcanotay cierra e la quebrada de Humahuaca.

    Cuenta con pocos y delgados cursos de agua, y su altura media oscilaalrededor de los 3.600 metros sobre el nivel del mar. La agricultura, por eso, se hallarestringida a unos escasos rubros y depende del rgimen de lluvias. La vida humana,

    consiguientemente, resulta sacrificada e insegura.

    Se halla, al norte, aliviada por la hoya del lago Titicaca. En los alrededores deesa hoya, gracias a la accin fecundadora de las aguas, la produccin de alimentos esmayor y puede sustentar una poblacin ms numerosas.

    All naci la clula madre de la bolivianidad.

    No se sabe, a ciencia cierta, cuando lo hizo. Los restos humanos ms antiguosque se ha encontrado hasta ahora, tienen unos 11.000 aos. Se trata de unas pinturas

    de tipo arrunense existente todava cerca de Mojo-Coya, en la provincia Zudez, yde algn material ltico hallado en Viscachani y en el cerro Relaves de San Vicente deLpez. Fueron hechos por tribus de cazadores primitivos de paso a otras tierras msabundantes de animales.

    Los primeros asentamientos tienen, poco ms o menos, 4.300 aos. Fuerondescubiertos en Chiripa y Sora-Sora. Sus actores se hallaban, recolectando susalimentos, cazando ocasionalmente y empezando a cultivar la papa.

    Una vez que hubieron dominado el cultivo de la papa, esos recolectores

    devinieron agricultores y empezaron a evolucionar con rapidez. Su evolucin avanza,

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    histricamente en tres grandes pocas. La primera puede denominarse Epoca de losGrandes Cultivos. Empez hace 2.800 aos, cien ms de cien menos, y se distinguepor varias caractersticas peculiares: el aumento de la poblacin determinado por lamayor productividad del cultivo estable; la definicin de la propiedad de la tierra y queconcluye en el ayllu, un grupo humano unido por vnculos de sangre, asentado en latierra, que la posee colectivamente, la trabaja en comn y cuyos miembros se dividen,por igual, el fruto de su esfuerzo; una primera definicin social que relieva a lossacerdotes como administradores y a los artesanos, dedicados a producir para elculto; la modificacin de ese culto, o sea, las superimposicin de una diosa de lafertilidad: la Pachamama , sobre las creencias animistas y totemistas propias de loscazadores y recolectores; la aparicin de la marka, una federacin de ayllus, debidoa la creciente importancia del culto, y el establecimiento del ocio creativo.

    La papa posee un alto rendimiento. Una familia, con el trabajo de tres meses,puede vivir todo un ao. Su cultivo da, pues, tiempo para pensar; es decir, paradedicarse a ese ocio creativo. Con ello nace la cultura.

    Durante la Epoca de los Grandes Cultivos hubo, en el altiplano, varios centrosurbanos de importancia: Pucara y Chaapata entre otros, amn de Chiripa; peroTiwanacu, que perdur a lo largo de dos milenios, fue, sin duda, lemas importante. Erael corazn del aymarismo, la sede de un culto generalizado, lo ms grande y lo msbello.

    Tiwanacu se halla a 60 kilmetros de La Paz en direccin al lago Titicaca y se

    llamaba, probablemente, Taipicalaque significa piedra de en medio; Chuquihuaraque quiere decir campamento de oro o Wiaimarca, traducible como ciudadeterna.Durante la Epoca de los Grandes Cultivos evolucion, desde el punto de vistacultural, en tres fases.

    Durante la primera, las construcciones se hicieron de piedras bastas unidascon barro, como el pequeo templete semisubterrneo que tiene, en cuanto adornoprincipal, el raro motivo de las cabezas clavas. Los edificios, al menos los principales,estaban comunicados por estrechos caminos empedrados. La cermica es peculiarpor el pulido vertical con esptula, su engobe amarillo y su pintado rojo. Se producan,

    tambin, objetos de oro, plata y cobre.

    En la segunda fase empez a trabajarse la piedra principalmente arenisca rojadebido a su mayor maleabilidad. Las piedras eran, an, unidas con barro ydevastadas slo en caras visibles. Para dar solidez a las paredes se usaban grandesbloques colocados verticalmente a intervalos regulares. El Kalassasayaempez aconstruirse entonces. Lo tipifican los grandes bloques verticales que sirven de sostna sus paredes y est a la vista que fue concluido ms tarde y refaccionado variasveces. La cermica era puramente utilitaria, lisa y de un material con un alto contenidomicceo. Aparecieron las primeras aleaciones: cobre con oro o plata por lo general.

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    En la tercera fase, las energas del aymara tomaron vuelo y procurarongrandes empresas para emplearse. Fue completado el Kalassasaya, se construy elAka Panay empez el Puma-Punku. El Aka-Panafue concebido de acuerdo a unaidea general y distinta de la que inspir el Kalasassayay realizado con una tcnicadiferente de construccin. El material es el mismo, la arenisca roja, pero se haaprendido a trabajarlo con mayor precisin, en masas rectangulares perfectamentecortadas y pulidas, de modo que los altos bloques verticales subsisten, nicamente,como motivos de adorno. El uso del barro se hizo innecesario, ya que las piedras seajustan a tal punto que es imposible meter una hoja de cuchillo entre sus junturas. Elbajorrelieve pas a formar parte inseparable de la arquitectura.

    Empez a tenderse una red de alcantarillado, hecha de piedra, asombrosacomo obra de ingeniera y que comprende cuatro niveles de caeras de distintadimensin, con sus correspondientes bocas de tormenta.

    La cermica se produca en dos tipos. Uno, sin pintura, adornado conincisiones y realizado en cuatro formas principales: un vaso de borde ondulado, otrode borde recto, un cazo con asas horizontales y un incensario, semejante al vaso,pero del que se desprendi un cabeza totmica en bulto; el otro, pintado, que aadi alas cuatro formas de la cermica incisa, una ampolla globular de cuello alto y delgado.Empez a precisarse, en el diseo, el severo y peculiar estilo tiwanacota, con dibujosmuchas veces antropomorfos, geomtricamente estilizados, en rojo, anaranjado ymarron.

    Es posible, por analoga con las tcnicas y el material empleado en laconstruccin, clasificar la estatuaria. De acuerdo con ese criterio, corresponderan, ala primera fase, los antropolitos bastos y cuyos adornos no corresponden a una solaunidad de concepcin como el llamado Kon-Tiki; a la segunda, los monolitos detendencia naturalista, cuyos mejores ejemplos son los dioses acuclillados que sehallan, actualmente, a las puertas de la iglesia del pueblo; a la tercera fase, losmonolitos estilizados, ricos en adornos, representados, idealmente, por el que, ennuestros das, seorean la plaza de stadiumen La Paz.

    El inventario cultural, al finalizar la Epoca, se enriqueci enormemente. el tipo

    de papa original fue desdoblado en ms de trescientas variedades, amn de la oca yla quinua. Se us el algodn junto a las lanas de llama, alpaca y vicua. Lasaleaciones fueron refinadas para adecuar los porcentajes al uso del objeto. se empleel hueso en la fabricacin de agujas y la madera en la de varios instrumentosmusicales. Se usaban adornos de piedras semipreciosas, toposde metales raros,anillos y botones de arcilla....Un alto porcentaje de enterramientos revela crneosartificialmente deformados. Las armas, de varios tipos, empezaron a hacersecomunes, lo que indica una situacin generalizada en conflicto.

    Alrededor del primer siglo de nuestra Era, la Epoca de los Grandes Cultivos dio

    paso a otra que se caracteriza, principalmente, por la domesticacin de todas las

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    plantas comestibles que se conocieron hasta la Conquista, la introduccin de sistemasgenerales de riego, el uso de los abonos y, lo que es igualmente importante, eldescubrimiento del bronce, que le da su nombre.

    El bronce es un arma. Gracias a ella, se subray la importancia social de losguerreros, que acabaron por convertirse en estamento aparte junto a los sacerdotes, ycanalizaron la creciente necesidad de espacio vital creada por el aumento de lapoblacin, expandiendo el mbito cultural tiwanacota hasta Cochabamba por el sur yPachacamac por el norte.

    El bronce es tambin una herramienta. Con ella, el hombre altiplnico se hizocapaz de abandonar la andesita roja y enfrentarse al trabajo de otras piedras msduras y perdurables como la andesita gris. Fuera de la pared balconera delKalasasaya, del templete superior del Aka-Panay de algunos remanentes sueltos del

    Puma-Punku, no quedan vestigios de ninguna edificacin que pueda adscribirse, sinduda, a la Epoca del Bronce. El aymara, en su transcurso, conserv el espritu deempresa que haba demostrado ya, pero confinado al embellecimiento de los edificiosexistentes. El cortado, el pulido y a unin de las piedras, se mantuvieron en un nivelde rara perfeccin y continu la prctica llevada a su apogeo, de adornar las paredescon bajorrelieves y frisos en su cara exterior y con nichos cruciformes y escaleriformesen su cara interior. El hallazgo de pequeos capiteles y piedras de dintel, acredita laexistencia de puertas y ventanas rectangulares. Los primeros trabajos hechos contaladro, son contemporneos de ese tipo de construcciones.

    La estatuaria de andesita gris sigue el patrn perfeccionado en la ltima fasede la Epoca de los Grandes Cultivos, mejorando el detalle y elevando la idealizacinen Epoca del Bronce, no es, sin embargo un monolito, sino la Puerta del Sol. Si bienlos aymaras seoreaban ya slidos conocimienos astronmicos. el motivo que adornaesa puerta no parece ser un calendario; ms bien, la representacin de laorganizacin social tiwanacota de ese entonces.

    Los conocimientos calendricos de los tiwanacotas de la Epoca del Bronceestn eternizados en la llamada placa de Echenique. Su porcin central representael rostro de Viracocha, la divinidad suprema de la metrpoli aymara desde la tercera

    fase de la Epoca de los Grandes Cultivos, y el crculo que la rodea se halla dividido entantos cuarteles como meses tiene el ao lunar.

    La cermica ceremonial tiwanacota de la Epoca del Bronce, es de varia yexquisita belleza y colorido, y su calidad resulta superior a cualquiera otra en elcontinente. el artfice tiwanacota, heredero de una larga tradicin, inspirado, dominasu material, es un maestro de la arcilla y de los colores. Produce diversos modelos,entre los que sobresale el kero y se cuentan los incensarios de bordes ondulados olisos que concluyen en cabezas de pumas o de cndores, el huaco-retrato, el cntaroy las vasijas de bordes abiertos. El diseo suma las principales figuras de laestatuaria, idealizaciones del ser humano y de los animales totmicos de los distintos

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    ayllusfederados, sin ningn esfuerzo aparente, para formar otros nuevos, sugestivosy simblicos. Los adornos subsidiarios son geomtricos y en ellos se repite el signoescalonado.

    El trabajo de los metales y del hueso es exquisito. Collares, mscaras y armas,muestran el genio de la raza en su mxima expresin original.

    El inventario blico, amn del hacha y de la maza, comprende la flecha y elpeto. El espritu religioso y guerrero del tiwanacota ha dejado, en las realizaciones delartista, muestras tiles para adelantar un estudio de costumbres. Los jefes, a juzgarpor lo que es ve en los huaco-retratos, se pintaban el rostro con dos surcos, desde lafrente hasta las mejillas y usaban mscaras como los sacerdotes. Se conservan kerose los que se ven bailarines enmascarados de cuyas manos cuelga la cabeza de susenemigos, crneos-trofeos y calotas craneanas que servan como vasos sagrados,acaso para beber chicha.

    El arte tiwanacota de la Epoca del Bronce, evidencia un alto grado derefinamiento. Las formas originales del modelo se desdibujan en el vuelo de lafantasa y, al adquirir acento propio y diferente, contribuyen a precisar, en el proceso,el carcter del artista que las cre y el de la sociedad que cre al artista. Laimaginacin que se solaza idealizando y combinando est, sin embargo, sujeta a laseveridad del estilo predominante. El refinamiento, por eso, no cae en el preciosismo,la lnea conserva su trazo seguro y angular, y la armona se mantiene por ladistribucin uniforme, casi matemtica, de los elementos.

    Para completar la pintura de la sociedad tiwanacota debe alinearse, junto a susrealizaciones materiales, alguna nocin sobre el cuerpo de ideas que constitua suvida intelectual.

    Cuando los Incas, que podan haber recogido sus tradiciones, conquistaron elaltiplano, Tiwanaku era una ciudad en ruinas y los habitantes no conservaban msque un manojo incoherente de mitos y leyendas. Esos mitos y leyendas, si pudieranfecharse, constituiran los restos arqueolgicos conservados hasta la actualidad. Poreso, el material ms importante que e tiene a mano para profundizar en ese terreno es

    el idioma.

    El idioma es una cosa viva, plstica y al mismo tiempo, un instrumento. Creceenriquecindose, a medida que aumenta el horizonte intelectual de quienes lo utilizany, consiguientemente, refleja, muy ajustadamente, su grado de cultura. ES lgico, poreso, pensar que un idioma alcanza su plenitud con la plenitud de la sociedad a la quesirve.

    La evolucin del aymara, idioma de los tiwanacotas, si poda an evolucionar,qued detenido por la conquista espaola. El habitante aymara, desde entonces,

    recurre al castellano para expresar cualquier concepto que le es desconocido. Ese

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    hecho notorio permite deducir que un fenmeno semejante se produjo, hace cincosiglos, con la conquista incsica, ms an si se sabe que los Incas, entre sus mediosde dominio, imponan el aprendizaje del quechua.

    El idioma aymara, pues, alcanz su plenitud antes del Incario y precisamente,durante la Epoca del Bronce, ya que nunca, como entonces, los aymaras requirieronde trminos que significaran el vuelo de sus ideas y la amplitud de sus conocimientos.

    La ciencia astronmica de los tiwanacotas ha dejado su huella en la riqueza devocablos creados para darle precisin. El siglo: vinaya, las estaciones, los meses ylos das, tienen sus nombres respectivos. Se distinguan los planetas. Venus eranantaio, Marte era sartirninasannhay Jpiter pakheri.Los cometas llamabanencalla, la Va Lctea alaj takhiy el plenilunio paysurutti.

    Los aymaras posean un sistema decimal de numerar: hakhutasin haberllegado como los mayas, a la abastraccin del cero. Comprendan las nociones delcrculo, cuadrado, recto y curvo.

    Sus medidas menores eran el palmo: tajlliy la cuarta, chia. Es de suponer, porla exactitud de sus construcciones, que esas medidas haban sido estandarizadas.

    Sus actividades agrcolas e, incluso, las tcnicas apropiadas como riego,canalizacin, terrado y abono, dieron al aymara un elevado porcentaje de acepciones.Los oficios o cama: carpintero, metalurgista, cacharreo, poseen sus denominaciones

    especiales.

    Cuando los espaoles impusieron sus diferencias sociales en la regin, elaymara, para denominarlas, no tuvo necesidad de recurrir al castellano. Contaba consus correspondencias para esclavo: supari, para siervo: yanaojaque, para noble:Iaco. Tambin ciertos conceptos teognicos; eterno era saymay creador hapallathao pachajachachi.

    Pero donde se evidencia con mayor claridad la hondura del pensamientoaymara es en las abstracciones como accin: huraa, entendimiento: chumania

    costumbre: sara,paz: utaa, tristeza: llaqui, razn: aro, imaginacin: amajasicha ycondicin natural: chima, lo que requiere un considerable desenvolvimiento de lafacultad de generalizar.

    Es digno de hacer notar que tambin posean nociones como letra, escrito yescribiente.

    La Epoca del Bronce dur unos ocho siglos. Al cabo, el impulso expansionistade los aymaras desde Tiwanacu, logr la primera unificacin poltica y cultural de los

    Andes Centrales, todo lo que es ahora Bolivia y el Per, ms una parte de Chile y la

    Argentina y otra del Ecuador.

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    Esa unificacin caracteriza una nueva Epoca que no puede tener otro nombreque Imperial. Aparecieron poblados ya no organizados solamente, sino planificados;se regulariz el intercambio; los conocimientos metropolitanos fueron generalizados ymejor la navegacin gracias al uso de la totora.

    El esfuerzo imperial recanaliz las energas del aymara del arte a la conquista.El uso de la piedra en las construcciones se redujo a los cimientos, reutilizndose, aveces, material antiguo y reemplazando el bajorrelieve por la pintura mural. Laestatuaria fue rebajada parte del planteo arquitectural, enanizando los modelos enfuncin de ornamentos. En la cermica surgieron formas derivadas, de menor gracia yproporcin que las originales, algunas puramente ornamentales y la mayora hechasen molde. Los diseos clsicos resultaron mutilados y perdieron su sentidoconvirtindose en un puro adornado, ejecutado sin atencin y pintado en negro sobrecaf y anaranjado.

    Como todos los pueblos que alcanzan la etapa imperial, Tiwanacu se hizovulnerable. No se sabe bien qu precipit su derrumbe, probablemente una sequaprolongada. Lo cierto es que se derrumb con rapidez. Su inmenso territorio resultparcelado como un rompecabezas que ha perdido su cohesin y, en el altiplano, losaymaras se dividieron en busca de un nuevo equilibrio.

    Pero la metrpoli misma no se recuper jams.

    II

    El encuentro de ese nuevo equilibrio result lento y penoso. La disgregacin sehaba profundizado hasta las unidades ms primitivas: los ayllus. Muy luego, sinembargo, en una segunda fase que ha dado su nombre a toda la Epoca, como Epocade los Estados Locales, esos ayllus volvieron a formar alianzas que se dibujaban ydesdibujaban de acuerdo al vaivn de los acontecimientos militares.

    El aporte de los estados locales aymaras a la historia cultural del altiplanoconsiste, sobre todo, en los tejidos, la cestera y la orfebrera con que enterraban a

    sus muertos: en las chullpasque servan de enterratorios y en las pucaras, susfortalezas, cuyo trabajo ltico habra de inspirar, ms tarde, a los Incas; pero, sobretodo, en la medicina. Los callahuayasrefinaron un inusitado talento en el estudio delas propiedades de las hierbas. Usaron la quinina en el tratamiento de lasenfermedades tropicales; la collpa,tierra rica en sulfatos, para curar las lceras y laachicoria de flores amarillas, amn de la savia de la tuna, para combatir la fiebrecomn. Los dolores al rin eran curados con el jugo de la oca, la rigidez de lasarticulaciones con la raz molida de la huanchaca. La carne del pjaro-mosca erautilizada contra la epilepsia, las de vicua y serpiente contra los males de la vista y elcaldo de un cndor joven contra la locura.

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    En medio del caleidoscpico panorama de la Epoca de los Estados Locales,desapercibidamente, naci y empez sus desarrollo el que haba de ser Imperio de losIncas.

    Sus fundadores, los Ayares, procedan de las orillas del lago Titicaca y eranaymaras por lo tanto. Dirigidos por Manco Capaj y Mama Ojllo llegaron al valle deCuzco alrededor del ao 1.100 y se asentaron all. Sus primeros descendientes nohicieron otra cosa que consolidarse en su nuevo ambiente gracias a los superioresconocimientos tcnicos que llevaban consigo. Fue, recin, el sptimo u octavo Inca,Viracocha, quien cre el ncleo de un nuevo imperio aduendose del valle cuzqueoe imponiendo una nueva forma de reparto de lo producido por la tierra. De esamanera, emergi una nobleza: los orejones, un estamento productor: loshatunrunas y otro estamento medio de artesanos y burcratas.

    El hijo de Viracocha, Pachacuti, sistematiz la superestructura consecuente.Dividi y subdividi el imperio para fines administrativos. Confi la operabilidad de esearmazn a la estadstica, perfeccionada gracias a los quipus, y, para preservarlo,reorganiz el ejrcito, especializando a los soldados, e invent el mitimayazgounrecurso destinado a trasladar ayllus enteros de una regin a otra de acuerdo a lasnecesidades de la poltica imperial.

    En verdad, toda esa construccin hubiera sido un compuesto carente decohesin y unidad, sin los aglutinantes capaces de integrarlo. Pachacuti hall esosaglutinantes y los us con sabia deliberacin: la religin, la ley, el idioma y las

    comunicaciones.

    Superpuso el culto del sol sobre los cultos locales y, de esa manera, aadi lacondicin de dios encarnado a la de gobernante supremo. Configur un cuadro dedelitos y de penas, fundamentado filosficamente en la religin e inspirado, primeroque nada, en la defensa de los privilegios del Inca. Hizo del quechua un idiomaobligatorio para todo el que aspiraba a circular en la escala social. Y perfeccion yextendi una red caminera que facilitaba el desplazamiento rpido y seguro por todoel imperio.

    An as integrado, ese armazn parece a primera vista, helado y horro d vida.La tena, sin embargo, densa y rica, y las ciencias y las artes eran la manifestacin, elpulso de esa vida.

    Las ciencias, como en todos los pueblos de la aurora histrica, eran parteinseparable del culto. Ms que eso, eran una expresin del culto, interpretacinhumana de la voluntad de los dioses y parte de su rito, con mucho de magia pura y unpoco, cada vez mayor, de ciencia en su verdadero sentido, resultado prctico de laobservacin, de la experimentacin y del estudio.

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    Como en todos los pueblos agrcolas, la astronoma era una actividad decapital importancia entre los Incas. No parece, empero, que hubieran avanzado losconocimientos heredados de los tiwanacotas, aunque su tcnica para calcular eltiempo, de atenerse a las evidencias arqueolgicas, era diferente. Lo hacanguindose por la dimensin y el ngulo de la sombrea proyectados por el sol enpilares de piedra levantados a propsito: los intihuathanaso amarraderos del sol, queno se encuentran en las ruinas tiwanacotas o tiwanacoides.

    Sus unidades de medida, al igual que las aymaras, correspondan a la cuarta,el codo y la altura media del hombre. Una piedra inscriptiva hallada en Sayhuito, cercade Abancay y cubierta de signos, lneas y figuras, recuerda, ajustadamente, un mapa.

    No se puede trazas una lnea divisoria entre la prctica mdica y lasupersticin mgica de los Incas. Consideraban, en principio, que toda enfermedad

    constitua un castigo de los dioses o el resultado de alguna hechicera. la cura, enconsecuencia, consista en identificar el mal por adivinacin o por revelacin, ycombatirlo mediante la magia simpattica. Sin embargo, la prctica haba idoreemplazando los mtodos del diagnstico y la medicinacin puramente arbitrarios porotros verdaderamente cientficos. En todo caso, los callahuayasaymaras continuabansiendo solicitados como mdicos y maestros.

    Los cirujanos incas mantuvieron la tradicin de excelencia que les habalegado los aymaras. Practicaban la trepanacin y las amputaciones. El extracto de lacoca les serva como anestsico y, para cerrar una herida, hacan picar sus dos

    bordes, a la vez, con hormigas que, cumplida su funcin, eran decapitadas.

    Donde los Incas alcanzaron un alto nivel de perfeccin, habidas en cuenta laslimitaciones de tiempo y de lugar, fue en la arquitectura. Heredaron de los tiwanacotasel uso de la piedra rectangular almohadillado y el poligonal, de mayor solidez. Sustrabaos de cantera, que hicieron intil el empleo del mortero, eran superiores a losegipcios.

    Los arquitectos incas no conocieron el arco. Techaban sus edificios con pajadispuesta sobre vigas de madera y abran sus puertas y ventanas en forma

    trapezoidal. La misma destreza en el preparado de la piedra, era empleado en laconstruccin de acueductos. Conocieron el principio de los vasos comunicantes y loemplearon para elevar el agua, en algunos casos, a notables alturas.

    La tradicin escultrica de los tiwanacotas se perdi en el derrumbe delImperio Aymara. No se conoce ninguna estatua, monumento o bajorrelieve quechuadigno de atencin.

    El trabajo de los metales preciosos, mayor en cantidad, no es mejor en calidad,a juzgar por los ejemplares que se conocen, aunque es justo mencionar que los msbellos pueden haber sido parte del rescate de Atahuallpa y fundidos en consecuencia.

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    El tejido de los Incas desmerece tambin si se lo compara con el de otrospueblos anteriores de la regin andina. Sobresalieron, en cambio, en la confeccin deadornos de plumas. Existen todava bellos ejemplares de tocados y de capas, cuyaurdimbre y disposicin, revelan gran habilidad y elevado sentido artstico.

    Por lo que se refiere a la cermica, los Incas, ms que trabajarlas ellos mismoscubran sus necesidades importndola de sus provincias. Introdujeron el arbalo, unvaso de cuello alto, vientre abultado y base cnica, con dos asas a media altura, quesolan decorar, con gusto y sobriedad, en tres colores bsicos. Bastardearon, encambio, el bellsimo kero tiwanacota, reemplazando la arcilla por maderas yrecargando el dibujo.

    Sus mayores realizaciones artsticas figuran en el campo de la msica, lapoesa y el teatro. El ms popular de los instrumentos incaicos era la quenade huesoo caa. Usaba, tambin, la zampoa, el tambor, los cascabeles y la trompeta decuero o concha. Los aires nativos sobrevivientes, como el takipor ejemplo, parientedel huayoaymara, relievan la dulzura y la melancola como cualidades dominantesde sus composiciones musicales.

    Poesas, cantos y relatos, eran obra de los amautas: sacerdotes, cientistas yconsejeros polticos a la vez. Estos, adems, llevaron la evolucin de la danzarepresentativa hasta su extremo natural, el teatro. Se conserva una obra fechable enlos tiempos del Incario: Ollantay. Fue recogida despus de la conquista por un nativode apellido Espinoza Medrano, que la reform y adapt al gusto colonial. Suconstruccin demuestra que el autor original presupona, por parte del pblico, elconocimiento del tema, lo que le permita cercenar las escenas de relleno yexplicacin. Tiene una gran dignidad temtica.

    Pachacuti y Tupaj Yupanqui, su hijo y sucesor, redondearon el Imperio sobre300 mil millas cuadradas. el primero venci a las chancas, con lo que unific a todaslas tribus quechuas, empuj a los hatunhuayllas hasta fijar la frontera norte delImperio en Cajamarca y lleg, por el sur, hasta Charcas, despus de dos sangrientascampaas contra los collas y otras markasaymaras.

    El segundo, cuando era todava heredero del trono, ocup el territorio de losquitusy toda la costa que se extiende desde ese territorio, sobre la lnea ecuatorial,hasta la desembocadura del ro Rimac. Ms tare, convertido ya en soberano delImperio, puso cruento fin a una nueva rebelin aymara, descendi hasta el ro Maule,trasmont la cordillera y se hizo dueo del Tucumn.

    Fue sucedido por Huayna Capaj que aadi 80 mil millas ms a las posesionesimperiales estableciendo su frontera norte en el ro Ascamayo. Hacia el fin de sureinado, en 1525, unos hombres blancos y barbados fueron vistos en las costas norte

    del imperio. Su jefe se llamaba Francisco Pizarro.

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    III

    Desde el descubrimiento de Amrica, en 1492, espaoles y portugueses seapresuraron a explorarla y colonizarla, derramndose por sus dos flancos, sin otrarestriccin que el lmite impuesto, entre unos y otros, por el Tratado de Tordesillas:una recta perpendicular ms o menos situada sobre el grado 48 de longitud oeste delmeridiano de Greewich.

    Pizarro era parte de una sociedad constituida, adems, por Diego de Almagro yHernando de Luque, un sacerdote que actuaba representando a Gaspar de Espinoza,rico comerciante, y que, en resumen, representa lo que, en esencia, fue la Conquista,una empresa conjunta de aventureros, mercaderes y predicadores.

    Los mercaderes se hallaban movidos por la necesidad de abrir una nueva rutaa las Indias, como se llamaba entonces el Asia desconocida, a fin de quebrar elcontrol que ejerca Constantinopla sobre el trfico de las especies, y para hacerse demetales preciosos, nico medio de pago que les era admitido en a adquisicin de esasespecies. As se explica el por qu la Corona de Espaa, desde los inicios de laConquista, impuso a sus colonias el rgimen del monopolio centralizando tanto laexportacin de bienes de consumo cuanto la importacin de oro y plata.

    Ese hecho se convirti en causa de la Conquista, pero no en la nica causa.La religin haba provisto el aglutinante nacional en la lucha por la reconquista de

    Espaa de la dominacin morisca y el espaol, por eso, era un catlico militante,fantico. Por otra parte, el triunfo, en la pennsula, del absolutismo y de las nacionesconsiguientes sobre el derecho divino de los reyes, tenan soldada una estrechaalianza entre la Iglesia y la Corona y daban a la Conquista el carcter de genuinascruzadas para imponer la fe. De ah surge el papel desempeado por lospredicadores.

    Hombres como Pizarro y Almagro, los aventureros, a su vez, se constituyeronen el brazo ejecutor de mercaderes y predicadores. Las leyes del mayorazgo y lasguerras contra los moros, arrojaban al ocio, y del ocio a la aventura de la conquista a

    una cantidad de seres crueles, individualistas, valerosos y desesperados por hacerfortuna, pero al mismo tiempo demasiado orgullosos para trabajar por sus propiasmanos.

    Pizarro encabez dos primeras expediciones, una hasta el ro Bir y la otrahasta Tumbes, que no hicieron ms que confirmar en su nimo la desproporcin entresus fuerzas y la magnitud de la empresa en la que se haba embarcado.

    Puesto en ese trance, acudi al Rey mismo y, reforzado por un contrato real,las Capitulaciones, arm una tercera, ms consistente y mejore pertrechada.

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    Volvi a Tumbes y hall la ciudad desierta. Huayna Capaj, al morir, habadividido el Imperio entre dos de sus hijos, Huscar y Atahuallpa, y los dos habandisputado el total.

    Atahuallpa, vencedor, invit a los extraos extranjeros a visitarlo en Cajamarca,a fin de conocerlos personalmente, una curiosidad que le cost el Imperio. Pizarro letendi una trampa, lo apres, le impuso un enorme rescate con la promesa de ponerloen libertad y lo hizo ejecutar una vez que tuvo el rescate o, por lo menos, parte de l,en sus manos.

    La muerte del Inca, para todo propsito prctico, puso fin al Imperio. Se habacortado la cabeza y el cuerpo, inmenso, vigoroso todava, qued paralizado. Pizarroqued con las manos libres para incorporar toda la regin de los Andes Centrales aldominio de la Corona de Espaa.

    Esa incorporacin impuso en el Per el rgimen feudal imperante entonces enEspaa. Pizarro fue ennoblecido. Se le reconoci una inmensa posesin territorial conla facultad de repartir con la facultad de repartir entre sus hombre y facilitarles laexplotacin de minas a cambio del quinto real.

    Como los espaoles tenan a menos usar sus propias manos, y las tierras y lasminas, por lo tanto, no posean valor algunos sin brazos que las trabajaran, sesubsan el problema facultando a Pizarro a encomendar a los indios. Laencomienda consista en poner un nmero variable de indios en manos de un

    encomendero para quien deban trabajar sin otra retribucin que la enseanza de lafe catlica. Las encomiendas reconocidas a Pizarro y sus compaeros eranrevertibles al cabo de tres generaciones, las encomiendas, en su mayor parte, fueronreatadas a la tierra; otras, con el nombre de mitasse destinaron al laboreo de lasminas. De esa manera, los habitantes del Per, por efectos de la Conquista, pasaron aconvertirse en siervos y en mitayos.

    Esas formas de propiedad y de trabajo produjeron, n el Per, una clase deseores, los conquistadores; otra de siervos, los campesinos, y abrieron, entre ambas,un ancho vaco para las clases medias.

    Los poblados ocupados o fundados por los espaoles, asumieron, de hecho,los privilegios que posean, en esa poca, las ciudades de la pennsula,principalmente, en principio al menos, el de elegir a sus autoridades mediantecabildos abiertos. La imposicin del rgimen econmico y social espaol, motoriz,en el Per, la imposicin paralela del rgimen de gobierno. El Rey que, en lapennsula, centralizaba los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, los deleg enPizarro que fue nombrado gobernador, capitn general, adelantado y alguacil mayor, yque no dependa de nadie, sino del Rey mismo, a travs del Consejo de Indias.

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    IV

    Los conquistadores pertenecan a un ambiente cultural ms evolucionado queel de los conquistados. Conocan la rueda, el argo y el hierro, que los peruanosignoraban; cultivaban los granos mesopotmicos y haban domesticado algunasvariedades tiles de animales: caballares, ovinos y porcinos; posean losconocimientos propios de los albores de la Edad Moderna: la escritura alfabtica, laplvora, la brjula y la imprenta. Cargaban, en resumen, con todo el bagaje materialde la civilizacin cristiana tal como haba desarrollado en su poca y, lo que esigualmente importante, tambin con su bagaje mental.

    Este era, tal vez, el de mayor peso. El cristianismo, a principios de la EdadModerna y, sobre todo, en el apartado rincn europeo del que eran originarios losconquistadores, constitua, no slo un estilo de vida, sino algo ms, una concepcin

    integral de la existencia, su desenvolvimiento y su propsito.

    Su cimiento era la verdad tal como haba sido revelada y era interpretada yentendida por la Iglesia, su nica depositaria. El resto del edificio, naturalmente, tenaque estar unido por la argamasa de la fe.

    Para el cristiano espaol del Siglo XVI, Dios haba creado el universo y lomantena en existencia cmo, para y porqu s. En consecuencia, el pensamientoespeculativo se hallaba subordinado a la teologa y, al igual que las verdadescientficas, poda resultar falso o hertico si discrepaba del dogma teolgico.

    La creacin, como un enorme escenario, estaba centrada en el hombre, suactor principal, puesto que haba sido creado, l solo, a imagen y semejanza delcreador. Como tal, su destino en la vida, consista en hacer la voluntad de Dios, as leimportara sufrimiento y, despus de la muerte, en reintegrarse a Dios, supuesto quehubiera hecho esa voluntad. La felicidad terrena era, por lo tanto, mucho menosimportante que la felicidad en la otra vida.

    La voluntad divina constitua, no solo una norma de conducta intrnseca en elser humano: la ley natural, sino tambin, el parmetro maestro de todo orden, fsico,

    espiritual y hasta social. La autoridad terrena era dada y permitida por la nicaautoridad puesta ms all de toda cuestin, la autoridad divina. De ese concepto sedesprenda, de un lado, el derecho divino de los reyes y, de otro, la obligacin de laobediencia poltica.

    Una conquista, cualquiera que ella sea, significa, por lo general, lasuperimposicin de una cultura fornea sobre otra nativa. La conquista espaola en elPer, sin embargo, excepcion esa regla. Durante los breves aos que medan entrela tercera expedicin de Pizarro y la muerte de Atahuallpa, apenas si losconquistadores importaron algunas formas culturales propias, las ms necesarias a

    los efectos de sobrevivir en el nuevo ambiente. Lo que s hicieron, con una totalidad

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    digna de mejor causa, fue detener por completo la evolucin cultural nativa, confinarlos remanentes al mbito rural y, para todos los efectos prcticos, aprisionar eseremanente en un crculo de hierro sin otra salida que la folklorizacin.

    El proceso, tal vez, no fue deliberado, aunque si lo fueron muchos de losmtodos empleados para llevarlo a trmino. La desaparicin, como clase, de lanobleza nativa, acab con la demanda de obras de creacin original. El saqueo de lasriquezas acumuladas en los templos y en los palacios, contribuy a destruir la mayorparte de las obras ms ejemplares del arte nativo. Y la reduccin indiscriminada de lospobladores a la categora de siervos, desterr, dentro del feudo, a loa artesanos quehaban heredado la tradicin creativa de sus antepasados y podan haberla legado asus descendientes.

    La conquista, en si misma, produjo algunas narraciones escritas por testigospresenciales de los hechos, como Pedro Pizarro y Sancho de la Hoz, secretario deFrancisco Pizarro; Juan Betanzos, su intrprete oficial y Cristbal de Molina. Susobras no son, ciertamente, parte del acervo cultural o bajoperuano, pero s son partede su historia cultural, no slo porque se refieren a hechos decisivos de su evolucin,sino, asimismo por el valor que tuvieron en su formacin mental.

    Lo curioso y por curioso raramente percibido, fue el papel que, en la civilizacincristiana, madre de la rama peninsular importado a los Peres, desempe eldescubrimiento y la conquista del fabuloso Imperio de los Incas. Su estructura socialsobre todo, una proyeccin lgica del medio ambiente, haba de encender la fantasa

    de numerosos exponentes del pensamiento europeo y, ms tarde, la admiracinapostlica de varios de los profetas de la Revolucin Francesa, como Voltaire yRousseau. Si se tiene en cuenta la influencia que el pensamiento de esos hombrestuvo en la Independencia americana, se ver cmo, a travs de un crculo cuyasdimensiones abarcan algo ms de tres siglos, el ejemplo americano sirvi para losfines de su propia liberacin.

    EL INJERTO FORNEO

    I

    Los primeros aos del Coloniaje se desenvolvieron bajo el signo de las luchasentre los propios conquistadores. Colidieron, primero, almagristas y pizarristas; luego,los encomenderos y la Corona. Todo lo cual, naturalmente, retras la iniciacin mso menos metdica del proceso colonizador.

    La manzana de la discordia entre Pizarro y Almagro fue la posesin del Cuzco,que no haba sido cabalmente definida en las concesiones de tierras efectuadas por la

    Corona dentro de las Capitulaciones. Almagro fue derrotado en Las Salinas, juzgado

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    y muerto. Sus seguidores despojados, se vengaron, algunos aos ms tarde,asesinando a Pizarro en Lima. Como resultado, Gonzalo Pizarro, hermano deFrancisco qued dueo y seor de todo el antiguo Imperio Incaico.

    Las confrontaciones entre los encomenderos y la Corona tuvieron causasms profundas. La Corona, como institucin permanente, estaba obligada, primero, adefender la nica verdadera riqueza local: el indio, de la codicia de losencomenderos que, deseosos de hacer fortuna con rapidez, la agotabanimpiadosamente, y, segundo para los fines de esa defensa, a imponer su autoridadabsoluta en el Per.

    Ese doble objetivo se concret, el ao 1542, con las Ordenanzas deBarcelona. Fue reafirmada la revertibilidad de las encomiendas; la prestacin deltrabajo campesino result substituida por el tributo y se traslad, al dominioamericano, toda la jerarqua institucional espaola empezando por los Virreynatos ylas Audiencias.

    Los encomenderos, en defensa de sus privilegios, se alzaron bajo lasbanderas de Gonzalo Pizarro. Este, como Almagro, result, al cabo, derrotado enSacsahuaman, juzgado y ejecutado, gracias a la astucia de un clrigo: Pedro de laGasca. Las Ordenanzas de Barcelona fueron puestas en vigor, excepcin hecha delos acpites referentes a la substitucin del trabajo obligatorio por el tributo.

    Mientras los encomenderos y la Corona disputaban el destino del continente,fue descubierto el cerro de Potos, un milagro de riqueza tan enorme que, por si solo,haba de determinar la forma del Coloniaje y su curso, en todo el Alto Per, por cercade tres siglos.

    La Gasca, para conmemorar su victoria, orden la fundacin de La Paz. Estabadestinada a servir de pascana en el largo camino de la plata entre Lima y Potos; perocobr importancia independiente como nudo del camino del oro hacia Tipuani, y delcamino de la coca yunguea, cuya demanda se haba multiplicado a causa de la mita .

    II

    La incorporacin del antiguo feudo de los Pizarro al dominio absoluto de laCorona mediante las Ordenanzas de Barcelona, inici, recin, el proceso decolonizacin en el Alto Per.

    Ese proceso, que dura hasta a Independencia, se desenvolvi en variosperodos acusadamente singularizados. El primero va, poco ms o menos, desde laderrota de los encomenderos hasta el segundo decenio del siglo XVII, cuando laminera potosina entra en su poca de mayor auge, y puede calificarse como elperodo de caracterizacin del orden colonial.

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    En l, lo que le da su denominativo, el orden colonial, primero, es definido enun mbito poltico concreto; segundo, ese mbito poltico resulta organizado prctica ylegalmente; tercero, empieza a poblarse en sus puntos de mayor importancia a losfines colonizadores, y, cuarto, adquiere la fisonoma social que haba de serle propiadurante toda su existencia.

    La definicin del orden colonial altoperuano se produjo con la creacin de laAudiencia de Charcas el ao 1559. Su ncleo bsico era el altiplano, al que, congenerosa imprecisin, se le aadieron enormes extensiones por los cuatro costados.La Audiencia de Charcas, legalmente al menos, dependa del Virreynato de Lima; dehecho, a causa de la distancia, funcionaba como un ente autnomo.

    La organizacin ms o menos sistemtica del orden colonial, fue, en granmedida, obra de virrey Francisco de Toledo que gobern el Per entre 1559 y 1581, ylo fue, sobre todo, por la dictacin de las Ordenanzas, el primer intento hecho paraadaptar la legislacin espaola a las condiciones peculiares de la colonia.

    El poblamiento de los puntos de mayor importancia del mbito colonialaltoperuano, hasta entonces reducido a su corazn altiplnico, se realiz mediante lasfundaciones. Fueron motivadas por el descubrimiento de nuevas minas; el empeo delos aventureros en la bsqueda de El Dorado, el reino fabuloso de la riqueza y de lafelicidad; la creciente demanda de alimentos determinada por la rpida expansinpotosina y la necesidad de defender el territorio audiencial de las incursiones de lassalvajes tribus orientales, chiriguanas sobre todo.

    As, en 1538 y 1606, nacieron Chuquisaca, Santa Cruz, Cochabamba, Tarija,Trinidad y Oruro principalmente.

    Entre los caminos surgidos para vincular fundaciones con su ncleo central,figura, en primer trmino, el de la coca, que una Potos con La Paz por un arcotendido a travs del valle de Cochabamba, y, en segundo trmino, el que iba de Tarijaa Cotagaita, ramal desprendido del gran camino de la plata.

    La diversidad de las causas que motivaron las fundaciones, produjo un

    conjunto desordenado y desigual. Las gentes y el progreso con ellas, resultaronconcentradas en los centros mineros, Potos sobre todo, lo que disminuy el impulsode otros poblados, excepto La Paz y Cochabamba, y sumi a las fundacionestropicales en un largo sopor vegetativo.

    La modalidad espaola, europea en verdad, de usar los poblados comocentros de poder: guarniciones, mercados y sedes administrativas, determin, sobretodo en la Audiencia de Charcas, una divisin profunda, econmica, poltica y cultural,entre la urbe y el campo. La ciudad y la campia empezaron a ser dos pasesdiferentes. Su incomunicacin haba de tener largas y hondas consecuencias en el

    desarrollo de la sociedad altoperuano primero y boliviana ms tarde.

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    El orden colonial adquiri su fisonoma social peculiar en los hechos, pero sonlas Leyes de Indias las que lo configuran con mayor precisin.

    Las Leyes de Indias constan de nueve libros. Tienden esencialmente, aorganizar el drenaje de la riqueza colonial en beneficio de la Corona y estatuir elaparato poltico y administrativo necesario para operar ese drenaje. Sus diversasdisposiciones rigidifican el monopolio comercial de la Corona tendente a dictar losprecios de los productos que las colonias deban consumir y de las materias primasque esas colonias producan; rearreglar el sistema de concesiones de tierras, lo que,mediante el mecanismo de las composiciones iba a terminar en la aparicin dellatifundio de tipo feudal; aclaran el sistema impositivo y el rgimen de los estancos,dos medios adicionales al monopolio para drenar la riqueza colonial; reafirman lasprerrogativas financieras de la Iglesia, beneficiada con los diezmos y las primicias eimponen en las colonias un aparato burocrtico de doble curso, similar al que operabaen la metrpoli. Uno, originado en el Rey, que puede denominarse como la burocraciapeninsular y otro nacido de la ciudadana, la burocracia local.

    III

    Recin en el perodo de caracterizacin del orden colonial empieza a haberuna vida cultura, digna de ese nombre, en el Alto Per. No era, desde luego, una vidacultural propia; lo era importada. La riqueza que empezaba a producir el rico cerropotosino, canalizada a travs de la Iglesia y de la devocin de los concesionarios deminas, alent la arquitectura sacra, su adorno y un cierto movimiento intelectual

    incipiente. Se limit, empero, a aquellos centros urbanos directa o indirectamentebeneficiados por el auge de Potos.

    La importacin provena, casi totalmente, de la pennsula, algo natural si setiene en cuenta el control estricto que la Corona ejerca sobre el trfico con lascolonias, y llegaba atrasada por la distancia, enanizada por las desconfianzasburocrticas, deformada en beneficio de sus rasgos confesionales y envilecida acausa del propsito de orientarla como un instrumento ms del dominio colonial. As lodemuestra, entre otros cientos de ejemplos, la prohibicin, incluso, de los libros decaballeras; el tamizado con medida religiosa de quienes inmigraban al nuevo

    continente y el traslado de la Inquisicin que, si bien no quemaba herejes, solaorganizar unos espectaculares autos de fe para hacerlo con los libros.

    El elemento ms importante de la imposicin cultural hispana en el Alto Per,fue, ms all de toda duda, la religin. La expandieron los predicadores, convertidosen misioneros, con un celo a veces tan fantico, que lleg hasta la destruccin decreaciones artsticas nativas invalorables, como lo atestiguan los sumarios de lanotoria Comisin para la Extirpacin de las Idolatras; pero, como toda medalla, tuvotambin otra cara. Si bien deformada por un matrimonio a veces vergonzante con lascreencias y las costumbres lugareas, se constituy, durante varios siglos, en el nico

    lazo de unin entre el pas urbano y el pas rural.

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    El idioma apenas si le va en zaga a la religin tratndose de elementosimportantes en la imposicin cultural hispana. Estaba destinada a servir, por la puralgica de las cosas, para incorporar a los indios a un mbito cultural mayor, msadelantado y, gracias a la imprenta, mejor organizado para facilitar la accesin alconocimiento. Sin embargo, su penetracin en el pas rural result lentsima. Tressiglos ms tarde, al nacer la Repblica, no haba en el campo ms que un medio porciento de alfabetos.

    Lo que hizo el espaol, o ms exactamente, el misionero, para facilitar sucomunicacin con el colonizador, fue tratar de aprender los idiomas nativos. Elesfuerzo ha dejado varias obras, todas tiles y, algunas de ellas, meritorias adems.La primera gramtica quechua fue publicada en 1563 por fray Domingo de SantoToms, ms tarde Obispo de La Plata, a quien se debe tambin el primer vocabulario

    en ese dialecto. En 1583, la Audiencia de Charcas, a imitacin de su par limea,instituy una ctedra de quechua y el catecismo fue traducido tanto al quechua comoal aymara. Tres aos ms tarde, apareci otro vocabulario aymara, destacado, tantopor su tema, su alcance y su erudicin, cuanto por haberse editado en la imprentams antigua de que se tiene noticia en el territorio audiencial, se debe al jesuitaitaliano Ludovico Bertonio y vio la luz el ao 1612. Le sigui, muy poco despus, unsegundo vocabulario aymara el de Diego Torres Rubio.

    La cultura del perodo de caracterizacin del orden colonial patentizada sucondicin de importada y la intencin poltica que la deform, sobre todo en la

    educacin, en la historia y en aquellas especialidades de las letras ms cultivadasentonces.

    En 1571 y 1577, el jesuita Alonso Barzana fund, en La Paz y Potosrespectivamente, los dos primeros establecimientos de enseanza del Alto Per con elpropsito explcito de descubrir vocaciones. La enseanza propiamente dicha sereduca a las primeras letras y a las operaciones aritmticas elementales. El resto deltiempo dedicado a los alumnos, era empleado, igual que durante la Europa medioeval,en la memorizacin del catecismo y la inculcacin de la fe religiosa, el amor a laIglesia y la obediencia al Rey de Espaa.

    Sin mucho esfuerzo, como homenaje a su intencin, las descripciones: librosde viajes, anecdotarios, opsculos especializados y monografas, puedencategorizarse como obras de educacin. Entre las que se publicaron durante elperodo de caracterizacin del orden colonial, hay varias que poseen intersdocumental y valor intrnseco. La mayora de ellas, sin embargo, no alcanza a velar supropsito de estimular una ms pronta y efectiva colonizacin.

    Entre los autores de ese tipo de descripciones descuellan: Jos de Acosta,Fray Romualdo de Lizrraga, Bernab Cobos, Gonzalo Fernndez de Oviedo y MiguelCabello de Balboa, Snchez de Alcayaza y Lorenzo Surez de Figueroa se

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    interesaron en el oriente altoperuano y Juan Matienzo, Oidor charquino, public unextenso estudio sobre el gobierno colonial, con indudable penetracin poltica peroenconadamente antindigenista.

    La especialidad histrica del perodo admite varias divisiones. Es posible,primero, separar a los que escribieron sobre temas de su actualidad, como DiegoFernndez de Palencia y Pedro Gutirrez de Santa Clara, relatores de las luchasintestinas entre los conquistadores, Juan Capoche que pint el Potos de sus primerosdecenios y Diego Cabeza de Vaca que lo hizo con La Paz, de los que seespecializaron en la crnica del Imperio Inca.

    Estos ltimos, a su vez, pueden dividirse, con facilidad, entre quienesrecogieron sus datos, investigando personalmente sobre el terreno de quienesnarraron lo odo o recogido por terceros.

    El primero de esos dos grupos, por lo general, es bastante imparcial yautorizado. Lo prueban sobre todo, Pedro Cieza de Len, autor de una Crnica delPer, obra profunda, escrita con buen estilo y loable honestidad intelectual, yCristbal de Molina, homnimo del cronista que acompa a Pizarro, ms inclinado ala descripcin costumbrista que a la crnica propia dicha y cuya Relacin de lasFbulas y Ritos de los Incas es inapreciable para profundizar el tema. Los trabajos de

    Agustn de Zrate, padre de una Historia del Descubrimiento y la Conquista del Pery Martn de Mora, aunque en otro plano confirman el juicio merecido por los dosprimeros.

    El grupo de cronistas, que narraron lo odo o recogido por terceros, meritauna nueva divisin, ya no en grupos sino en escuelas: una proespaola y la otraamericanista.

    El virrey Toledo, a poco de llegar a Lima, organiz las Informaciones, unainvestigacin del pasado incaico destinada a probar, primero que Espaa posea underecho legtimo para conquistar el Per y, segundo que su dominacin era harto msbeneficiosa que la de los Ayares. El primer extremo no necesitaba prueba ningunapuesto que ya haba sido consumada el querer legitimar a posteriori un acto de

    fuerza es siempre hipcrita e intil- el segundo era imposible.

    De todas maneras, las informaciones de Toledo dieron su fruto. Sirvieronpara proveer de inspiracin y de material a los cronistas de la escuela proespaola.Dentro de esa escuela, se destaca, con nitidez, Pedro Sarmiento de Gamboa, autorde una Historia de los Incas, bien escrita y mejor metodizada que, a pesar de suintencin, an hoy da se lee con agrado y se consulta con frecuencia. Le siguieron,en la misma huella, Polo de Ondegardo, despus corregidor de Charcas, Antonio deHerrera, cronista de rey de Espaa y Fernando de Santilln. Fernando Montesinos,entre una tupida maraa de fantasas, aporta alguno datos importantes para la

    prehistoria incaica.

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    La escuela americanista estuvo compuesta, en su mayor parte, por hijos de latierra y surgi, en reaccin contra la escuela proespaola, como una tentativa pararestablecer el equilibrio histrico.

    Sus principales exponentes son: Garcilazo de la Vega, hijo de un gentilhombreespaol y de una princesa india, y el sacerdote jesuita Blas Valera. Garcilazo adquiererelieve, ms por su excelencia literaria que por su rigorismo histrico, y Valera, tantopor su equilibrio cuanto por la profundidad y la riqueza de sus aportes ha quedadocomo nica fuente para investigar una probable dinasta de los gobernantestiwanacotas-. A ellos, es justo aadir el altoperuano Guamn Poma de Ayala, densopero novedoso, y a Juan de Dios Pachacuti, minucioso y equilibrado. A pesar de suslimitado propsito, los americanista tuvieron la virtud de demostrar, en esa poca, laexistencia de valores nacidos en las colonias, con puntos de vista acordes con su

    condicin de tales, en una de las especialidades ms importantes del campo de lasletras. Con ello, a su manera, se constituyeron en la primera avanzadilla de esaextraa comunin entre el espritu nativo y la carnadura peninsular que fue, ms tarde,la cultura barroca-mestiza.

    En materia teatral, slo se conserva referencia de una obra escrita en el AltoPer y que dato de 1601: Nuestra Seora de Guadalupe y sus Milagros. Perteneceal fraile Jernimo Diego de Ocaa. El resto de la actividad teatral, por lo que se sabe,se redujo a la representacin de auto sacramentales importados, algunos de loscuales devinieron en coreografas argumentadas dentro del folklore.

    El mismo Diego de Ocaa produjo alguna poesa ocasional. Parece ser quevarias composiciones de Duarte Fernndez y Luis de Rivera fueron escritas a su pasopor el Alto Per, pero no cabe considerarlas como parte de la historia culturalaltoperuano por cuanto no se refieren a la regin ni tuvieron influencia posterior en sudesenvolvimiento literario. Las que caben, aunque con mrito desigual, son lasCanciones Castellanas de Sebastin de Mendoza, natural de Chuquisaca.

    En el campo de las artes el rasgo confesional es todava ms acentuado y lacalidad de importacin ms evidente.

    Las primeras manifestaciones de la arquitectura colonial en el Alto Per notienen, en verdad estilo alguno. Obedecen a las sencillas exigencias de la economa yde la prisa, y fueron realizadas, consecuentemente, del modo ms fcil, por medio dearcos y columnas. Se ha querido ver en llas una extensin renacentista, pero, en elhecho, no son ms que versiones utilitarias del romnico o del mudjar, o sea deaquellos estilos prevalecientes en la pennsula donde haban nacido y vivido losconquistadores y colonizadores. Algunos ejemplos de ello son las iglesias de SanLzaro y San Francisco en Chuquisaca, Laja cerca de La Paz y Santa Brbara enPotos, por lo que hace a lo religioso. En lo secular, no se conserva ejemplo alguno.

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    De todo ese disperso material es posible colegir, con un buen margen deaproximacin, que, durante el perodo de caracterizacin del orden colonial, el indio,repuesto pero no olvidado de la derrota sufrida en manos del hombre blanco,desarroll aquellas vlvulas de escape que permanecan abiertas para lasmanifestaciones de su personalidad espiritual: la msica y el baile.

    Sujeto como estaba al calendario de trabajo impuesto por los dueos de lastierras y de las minas, aprovech, para ese desarrollo, las mismas festividades questos le prescriban: la Navidad, el Corpus Christi, la Semana Santa, la llamadaInvencin de la Santa Cruz y los distintos presteros a que daba lugar el aniversariode los santos patronos locales.

    Como resultado, todas esas festividades acabaron por convertirse enaleaciones inseparables de lo que eran originalmente y del sentido pagano con que

    los indios las adaptaron a su modo de ser. El culto catlico, entonces, quedimpregnado del viejo ritual dedicado a la Pachamama, al Inti, a los antepasados o alos totems familiares, y la fe, en el acpite de sobrenatural por lo menos, se mezclcon sacrificios hechos para propiciar el xito de las cosechas o la mejor reproduccinde los animales de trabajo.

    La msica y el baile, puestos a la sombra del culto, se ramificaron entre lo queel indio conserv como tradicin ancestral y lo que copi del pas urbano, adaptndoloy transformndolo de acuerdo a su carcter.

    Lo que era tradicional puede distinguirse mejor por la msica que por el baile.

    Aquellas melodas susceptibles de ser interpretadas en las simples escalasnativas, pueden, sin esfuerzo, clasificarse como anteriores a la Conquista. Con esecriterio, es altamente probable que, amn del huayo aymara, las machascasy losyaravesquechuas sean efectivamente tradicionales.

    Lo adoptado o transformado, en cambio, se singulariza mejor por lacoreografa. Las cuadrillas, las pandillas y la danza de las cintas son, con pocaduda, derivaciones de la contradanza, el minueto y el baile del cordn, tan de moda

    entre los peninsulares de esa poca. Es muy posible que el bailecito pertenezcatambin a esa clasificacin.

    IV

    El perodo de caracterizacin del orden colonial fue seguido, muy naturalmentepor uno de consolidacin que, en lneas generales, dur algo ms de cien aos, desdeel segundo decenio del siglo XVII hasta el tercer decenio del siglo XVIII.

    El perodo de consolidacin del orden colonial comprende todo el auge de laminera potosina hasta que entra en la curva de su declinacin. Debido principalmente

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    al descubrimiento de otros yacimientos, a la regularizacin de la agricultura y de laartesana y a la conservacin de su riqueza por parte de la Iglesia, esa declinacin noarrastr consigo, en la misma proporcin, la de todo el Alto Per. Este, durante elperodo consolidativo del orden colonial, creci con el crecimiento potosino; pero,luego, empez a parcelarse en grandes zonas autosuficientes, un fenmeno al que sepuede atribuir el origen del sentimiento regionalista.

    La consolidacin del coloniaje se caracteriza por la emergencia del criollismo,el agrupamiento y la creciente importancia de los espaoles nacidos en las colonias;por la incorporacin de nuevos ncleos, principalmente selvticos, a la vida activa dela Audiencia, y por la emergencia del mestizaje, los hijos de indias y espaoles.

    La emergencia del criollismo tuvo su origen en el tema de la competenciaeconmica con los peninsulares. Los criollos, gracias a la sencilla ley de la

    acumulacin, acababan por ser dueos de las tierras ms extensas y de las mejoresminas a cabo de dos o tres generaciones. Los peninsulares, a fin de quebrar, para suprovecho, la operabilidad de esa ley, excluan a los criollos del acceso a la burocraciapeninsular, a la facultad de controlar el flujo de la riqueza. El balance daba una doblecontradiccin: los amos del poder econmico no lo eran del poder poltico y los amosdel poder poltico no lo eran del poder econmico.

    Esa doble contradiccin origin una serie de conflictos que llenan casi toda lahistoria del perodo. Estallaron alrededor del ao 1580, recurrieron, con mayorintensidad, a principios del siglo XVII y, para el segundo decenio de ese siglo, se

    haban convertido en verdaderas guerras civiles, las guerras entre vicuas yvascongados.

    La incorporacin de los ncleos selvticos principales al conjunto humano de laAudiencia de Charcas fue, en gran medida, obra de los misioneros, y acabaron porperfilar tres grandes centros misionales autosuficientes: el de Apolobamba, a cargo delos franciscanos, y los de Chiquitos y de Moxos, organizaos por los jesuitas.

    Como resultado de esas conformaciones, se esbozaron dos caminos ms: uno,el de las misiones franciscanas, que remataba en Tipuani para enlazarse con el

    camino del oro; otro, el de las misiones jesuitas, que una las concentraciones deMoxos y Chiquitos y conduca a Cochabamba, va Santa Cruz.

    La emergencia del mestizaje fue lenta y penosa, y complet, sobrepuesto alcomplejo social, el complejo tnico altoperuano. El mestizo, deprecativamente, eradefinido por la ley como el hijo de india y espaol nacido en infamia.

    Pocos espaoles traan sus mujeres blancas y ms pocos an llevaban susmujeres indias al altar. El mestizaje, pues, creci considerablemente y en poco tiempo.Los mestizos estaban privados de heredar debido a las circunstancias de su

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    nacimiento y se legisl, expresamente, para que no pudieran, tampoco, optar a cargospblicos o poseer tierras.

    Era una situacin explosiva que hallaba desahogo parcial en la administracinde las propiedades de espaoles o criollos, en el pequeo comercio y en lasartesanas, con lo que el mestizo se hizo, tambin, parte de las clases medias. Tenaque estallar y estall, al cabo, en varias, breves pero brutales confrontaciones, cuyosmejores ejemplos son las sublevaciones de Antonio Gallardo en La Paz y de AlejoCalatayud en Cochabamba.

    V

    La cultura, durante el perodo consolidativo del orden colonial, sigue, msestrechamente an que durante el perodo caracterizativo, la evolucin econmica del

    conjunto social.

    Puede dividirse en dos etapas. La primera coincide con la curva ascendentedel auge minero potosino y con la emergencia del criollismo. La conjugacin de esosdos factores, el uno como impulso y el otro como carcter, con su contradictoriadistencin a enraizar en la tierra pero dentro de un mbito semejante al mbitopeninsular, produjo una continuacin del estado de cultura propio de las ltimas fasesdel perodo de caracterizacin del orden colonial, magnificada en cierto, pero tambinimitativa, de sello confesional y retrasada respecto de sus modelos. Para subrayar eseretraso, parece necesario acotar que, cronolgicamente, coincide con la aparicin

    europea del pensamiento liberal, creacin, bandera y herramienta de la burguesa, ensu rama racionalista. En esa primera etapa, la educacin se seal por un hecho sinduda relevante debido a su influencia: la fundacin, en Chuquisaca, de la UniversidadSan Francisco Xavier, que acaeci en 1624 y fue puesta a cargo de los jesuitas.

    Para clarificar el sentido que la inform, alquitaradamente tradicionalista, bastatraer a colacin las ctedras con que abri sus puertas. Amn del aymara, seenseaba otras seis: dos de teologa, una de teologa moral, una de artes y dos delatinidad. Es fcil advertir en semejante plan de estudios, una copia resumida deaquellos que rigieron las universidades europeas en la aurora del feudalismo y que,

    por entonces, estaban siendo abolidas en todo el viejo continente. Aprisionaba alestudiante en un mundo artificial, sin relacin alguna con la realidad de la que formabaparte y lo titulaba, tal vez como un buen cristiano, pero, en todo caso, como un serintil.

    El carcter del mecanismo colonial altoperuano, bsicamente orientado haciala explotacin minera, y la detallada reglamentacin merecida por los sistemasdrenadores de la riqueza americana, produjeron dos obras de vala, una en el terrenode la exploracin y explotacin del subsuelo y otra e el de la recopilacin y elcomentario legales: el Arte de los Metales del sacerdote Alonso Barba, rebosante de

    datos, unos curiosos y otros todava tiles, y el Gazofilacio Real del Per de Gaspar

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    de Escalona y Agero. El opsculo dedicado a Galileo por Juan Vsquez Acua elao 1560, constituye una curiosidad meritoria, sobre todo si se tiene en cuenta lasvicitudes que el clebre astrnomo acababa de pasar a manos de la Inquisicin.

    Las descripciones se justifican con cuatro nombres principales: losfranciscanos Vsquez de Espinoza y Bernardino de Crdenas, autores de relacionesgenerales sobre las Indias y el Per, y los jesuitas Francisco Altamirano y JuanPatricio Fernndez, que se refieren, en particular, a Moxos y Chiquitos. El gneroetnogrfico propiamente dicho, tuvo un pionero solitario en Diego Andrs Rocha,Oidor de la Audiencia de Lima, que escribi un libro sobre el origen de los americanos,particularmente referido a los dos Peres, curiosa mezcla de fantasa y rigurosidad.

    En materia histrica, el mayor nmero de obras estuvo dedicado a la relacinde los hechos de las distintas rdenes y sus autores fueron naturalmente, religiosos:

    Diego de Mendoza y Diego de Crdova entre los franciscanos y Bernardo de Torresentre los agustinos, para no mencionar sino a quienes lo meritun. Alonso RamosGaviln produjo una Historia de Copacabana digna de relieve y Antonio de laCalancha tipifica el gnero, con todas sus limitaciones y sus aciertos. Su CrnicaMoralizadora de la Orden de San Agustn, posee el mrito intrnseco y documentalpor sus agudas observaciones a pesar de su pesado estilo.

    La grandeza de Potos estimul el inters de numerosos cronistas: Juan deMedina, Diego de Acosta, Pedro Mendoza, Bartolom Dueas y Enrico Martnez. Conexcepcin de los dos primeros, los restantes son conocidos, nicamente, por las

    referencias de cronistas posteriores.

    La obra de Antonio Len Pinelo, ms tarde Cronista Mayor de la Corona, esinclasificable por su vastedad. Abarc una tesis sosteniendo que el Paraso habaestado en el nuevo mundo, una historia de Chile, otra de Potos e incluso un memorialsobre el comercio entre Potos y el Ro de la Plata.

    El cultivo de las letras, empez a acusar, primero, una prdida de ambicin enla perspectiva temtica y. segundo, la influencia. en algunos casos, del oscurantismoy, en otros, de las dos ramas principales del barroco: el conceptismo, dedicado a

    relievar la agudeza de las ideas, y el culteranismo, empeado en difuminar el fondocon la exuberancia de la forma.

    La poesa volvi a la atencin histrica con la obra de Juan Sobrino, el cantor delos vicuas, y de Luis de Rivera. El primero tiene un marcado sabor conceptista y fuerecogida fragmentariamente, por cronistas posteriores. El segundo, un sonetista, hadejado escasas muestras de su indudable dominio tcnico.

    En el terreno de las artes, la abundancia de riqueza facilit la importacin deaquellos ambiciosos estilos: el gtico y el barroco, todava boyantes en Espaa. que

    demandaban mayores recursos y esfuerzos que las simples versiones utilitarias del

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    romnico o del mudjar. El gtico, tpico del medioevo europeo, se caracteriza, en suinspiracin, por un alto vuelo mstico y, en lo que hace a sus manifestaciones, por laslneas grciles y elevadas, por la bveda de crucera y por el arco ojival. El barroco, asu vez, peculiar del siglo XVII, se distingue por la tendencia a ahogar el armaznesqueletal con una superabundancia de elementos ornamentales y decorativos.

    Entre las muestras ms destacadas del gtico producidas entonces figura lacatedral de Potos; entre las del barroco, se relieva la portada de la Iglesia deCopacabana.

    La arquitectura utilitaria era bien simple. Cuatro hileras de cuartos, sincomunicacin interior, solan alinearse alrededor de un patio rectangular centrado porun aljibe. Los techos calan en dos aguas muchas veces de paja y algunas de tejas.Las vigas interiores raramente eran trabajadas.

    La escultura sigui el curso de la arquitectura religiosa a la que continuadscrita en condicin ornamental y copio su evolucin estilstica, bien que, en algunoscasos, con toques realistas. El ms destacado de los escultores del periodo es elsevillano Gaspar de la Cueva, que trabaj parte de su vida en Potos y produjo all,entre otras obras, el llamado Cristo de Burgos y un excelente Juan Bautistaactualmente en Chuquisaca. Luis de Espndola. Fabin Jernimo y Luis de Peraltaeran respetuosamente considerados por sus contemporneos.

    La pintura se concentr en Chuquisaca, asiento del aparato burocrticopeninsular y en Potos. Sus exponentes ms calificados son Francisco de padilla, masbien manierista, cromticamente atrevido, y Nicols Chvez de Villafuerte, barroco, delneas duras y modesta temtica.

    La msica misional, inspirada por Domenico Zapiola, ha dejado algn recuerdoen las descripciones de los viajeros, ms que nada por la facilidad de los nefitos, noslo en ejecutarla, sino, asimismo en construir suS propios instrumentos.

    La segunda etapa cultural del perodo consolidativo del Coloniaje coincide conla curva decente de la minera potosina, la aparicin de otras fuentes de riqueza

    minera, la parcelacin econmica del Alto Per en grandes unidades provinciales mso menos autosuficientes y la emergencia del mestizaje, y esos hechos la fluyendecisivamente.

    Disminuy el nmero de estudiosos, escritores y artistas; el mecenazgo seconcentr en la Iglesia liberada del empobrecimiento general; apareci el estilobarroco-mestizo, primera aportacin americana de cuanta a la historia de la culturaoccidental y, finalmente, ese estilo barroco-mestizo se parcel en varias escuelaslocales ms o menos correspondientes a las grandes unidades provinciales en las quese haba dividido la economa alto-peruana.

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    En el terreno del pensamiento, el panorama es desrtico, igual que en el de losestudios o las divulgaciones cientficas o tcnicas. Por lo que hace a lasdescripciones, las nicas de que se tiene noticia pertenecen a los jesuitas de Moxos yChiquitos y recuerdan los nombres de Francisco Altamirano, Garriga y Fernndez.

    Continuaron apareciendo algunos estudios lingsticos de factura misional: unode la lengua moxa perteneciente a Marbn, otro de la baure recopilado por elminucioso Di Maggio y un tercero de la guaran, hecha por Montoya.

    En el campo de la historia, aparte de Bartolom de Orza y Vela, lapreocupacin de las rdenes religiosas por documentar sus realizaciones, continusiendo comn denominador, bien que en menor cuanta gracias al dominico JuanMelendez y al mercenario Francisco de Mi randa.

    Bartolom de Orza y Vela merece prrafo aparte. Su obra ha sido y continasiendo documento y fuente de inspiracin inapreciable para el estudio de Potos enparticular y del Alto Per en general. Escribi los Anales de la Villa Imperial de Potosy la Historia de la Villa Imperial de Potos, distinguibles por el mtodo seguido en lapresentacin del material. Ni los Anales ni la Historia fueron publicados en vida delautor y las ediciones de unas y otras hechas ms tarde, se basan en diversosmanuscritos que aparecen con distintos nombres, entre otros el de Nicols deMartnez Aranzaes y Vela. Algunos estudiosos creen, por ello, que Nicols era unpariente de Bartolom y, por lo tanto, otro autor. Sin embargo, la coincidenciacronolgica, la similitud del estilo y, aunque parezca paradjico, la misma diversidad

    de firmas en los distintos manuscritos, ahora que se sabe que los copistas solanrubricar sus trabajos, constituyen argumentos plausibles en favor de la tesis quesustenta una paternidad nica para los Anales como para la Historia, bien que laltima palabra no ha sido dicha an.

    La obra de Bartolom de Orza y Vela, continuada, desde 1736, por su hijoDiego, deja un explicable sabor de nostalgia por el glorioso pasado potosino y sufreuna notoria evolucin estilstica que va desde el barroquismo con toda su cargaidiomtica y funcional, hasta la mayor llaneza y objetividad del neoclacicismo, estilodel que aparece como nico cultor en la historia de las letras altoperuanas.

    El teatro no produjo nada digno del recuerdo, salvo que se adscriba al perodouna Tragedia de Atahuallpa, de autor desconocido, escrita en quechua y castellano,que no puede fecharse debidamente. Su estilo, puramente barroco, constituye unabuena razn para hacerlo.

    Sin embargo, es en las artes, mas acequibles para los hijos de indias yespaoles, que el estilo barroco-mestizo alcanz su ms elevada expresin. Lalibertad para el fantaseo y el adorno, la singularirizacin de las partes dentro de laconcepcin del conjunto y la dedicacin al detalle, eran tentaciones en las que el

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    mestizo cay gozosamente. El constructor, el pintor, el escultor, el artesano y elmsico, cogieron la importacin y la hicieron suya, dndole un carcter propio y vital.

    El barroco mestizo, dentro de la es pecialidad arquitectnica, ha sidoejemplarizadora, en Potos, por la torre de la Iglesia de los jesuitas, y los templos deBeln, San Bernardo. San Benito y, sobre todo. San Lorenzo; en La Paz, por la caraexterior de la iglesia de San Domingo y, mejor an, por la fastuosa fachada de SanFrancisco, un elaborado tejido de piedra, imponente y leve a la vez. Los nombres delcriollo Bernardo de Rojas y de los mestizos Agustn y Jos Chavarra, constituyen elpinculo expresivo en la materia junto al de los canteros indios Sebastin de la Cruz yJos Condori.

    La Casa de la Moneda, en Potos, el edificio ms importante y digno decuantos se construyeron durante el Coloniaje en el Alto Per, es ms bien neoclsicoo, ms precisamente, escorialesco.

    La escultura, ejecutada siempre como parte del diseo integral de laarquitectura. tiene, en Luis Nio y en Diego Quispe, pintores adems, y en LzaroCoro, una representacin de indudable jerarqua.

    Empero, es en la pintura donde se percibe, con mayor diafanidad, laparcelacin del estilo barroco-mestizo en distintas escuelas provinciales: La Paz,Potos y Chuquisaca principalmente. Diego Quispe, desde el Cuzco, singulariza sucarcter, y Javier de Cuenca y Leonardo Flores, en La Paz, le confieren algunos desus rasgos ms apreciables. Este ltimo, sobre todo, se relieva, seero, por laseguridad de su trazo, el equilibrio de la composicin, el brillo audaz de los colores y,en no menor grado, por haber avanzado, al escoger sus temas, en ese medio campoentre confesional y secular, en el que tan diestramente se movieron los grandesmaestros del Renacimiento. La Parbola del Rico Epuln y del Pobr Lzaro,actualmente en la Iglesia de San Pedro, es el ms tpico de sus trabajos.

    La obra, vasta y meritoria, de las distintas escuelas barroco-mestizas delterritorio charquino, ha sido un tanto ensombrecida por la presencia contemporneadel mayor de los pintores altoperuanos, el cochabambino Melchor Prez Holgun.

    Este, dueo de un equipaje tcnico que no admite paralelo en el mbito colonial, nopuede, sin embargo, ser clasificado dentro del barroco-mestizo y menos anencasillado en una u otra de las escuelas provinciales a las que este dio lugar. Suestilo arranca de Rivera, el Espaoleto en ltima instancia y. ms inmediatamente,de Zurbarn, seguidor de aquel, y forma instancia aparte.

    Las obras de Agustn Chvez y Juan Pineda, con el sello de lo altoperuano, laretorcida ebullencia del barroco y la gracia densa de lo mestizo, elevaron la plateradel perodo a la categora de lo artstico.

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    En materia musical, Juan de Araujo, compositor de Chuquisaca, ha dejado elrecuerdo de algunos villancicos, no precisamente navideos, que los entendidosaprecian altamente.

    El folklore, de acuerdo con las ms apretadas aproximaciones que es posibleescarbando en una y otra fuente de consulta, dio en aquellos aos. la creacin propia,hecho que se explica, adems, por el mismo ordenamiento producido a causa de laconsolidacin econmica y social colonial. Esa creacin propia tiene, en la mayora delos casos, una intencin ridiculizadora de los usos y las costumbres del hombreblanco, pequea revancha que el indio se tom por todo lo que le era debido. Losauki-aukis, danzas de viejos enchambergados. de luengas barbas y que arrastran lospies debido al peso de los aos; los huaca-tokoris, remedos de las corridas de toros ylas morenadas, reminiscentes de la esclavitud negra, pertenecen a ese gnero. Msagudo an es el llamado baile de la venganza, casi desaparecido hoy, en el queunos soldados cubiertos de armaduras, gordos traficantes enharinados y secosdoctrineros de sobrepelliz, son vencidos, en los pasos finales de una complicadacoreografa, por unos indios que an llevan el faldelln incaico.

    Hay folkloristas que fechan por entonces el nacimiento de La Diablada. Suinspiracin primigenia parece haber sido un auto sacramental que, con el correr de losaos, se ha depurado y enriquecido hasta concluir en una parbola acerca de laeterna lucha entre las fuerzas del bien y las del mal, llena de color y de fuerza.

    No puede, casi dudarse que el cuarteamiento del Alto Per en grandesunidades provinciales ms o menos autosuficientes, tuvo una gran influencia en elfolklore. Resulta lgico deducir que el campesino, estrechado dentro de esas grandesunidades y cada vez ms falto, por lo tanto. de una comunicacin integral, acabdesarrollando, en cada una, un tipo de folklore propio y distinto. Hay, pues, buenasrazones para adscribir al perodo, el nacimiento del folklore de rasgos provinciales.

    VI

    Alrededor del tercer decenio del siglo XVIII. la minera peruana estaba en elpunto ms bajo de la curva descendente iniciada cuarenta aos antes, lo que, como

    es natural, tuvo una serie de repercusiones ,todas concatenadas entre s. El comercioexterior se paraliz, el interno qued reducido a un mnimo, los precios cayeron a losms bajos niveles conocidos y los medios de pago empezaron a desaparecer.

    Ese estado de cosas, a ms de otras de menor importancia tuvo tresconsecuencias visibles: fue conmovida la consistencia de las grandes unidadesprovinciales, lo que hizo al latifundio el heredero de sus caractersticas deautosuficiencia; se profundiz la divisin entre el pas urbano y el pas rural y, lo quees igualmente importante, el cuadro social, completado con la emergencia de criollos ymestizos, result estratificado en una pirmide de afilado extremo y ancha base.

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    En ese afilado extremo se empinaban las clases dominantes. Primero, laCorona, representada, en lo poltico, por la burocracia peninsular y, en lo econmico,por los agentes del monopolio y los concesionarios de impuestos y estancos.Segundo, con la Iglesia por delante, los espaoles propietarios de tierras, de minas yde obrajes. Tercero, los propietarios criollos.

    En el largo trecho medio de la pirmide e igualmente divididos en diversascapas, se contaban las clases medias: criollos incrustados en la burocracia local, sintierras, minas, ni~ obrajes; criollos y mestizos dedicados al sacerdocio, las armas, lasprofesiones liberales y el comercio minorista; mestizos que vivan del comercio aldetalle o de las artesanas.

    La ancha base de la pirmide, totalmente nativa, admita, tambin, unaestamentacin. En primer trmino se debe contar a los comunarios cuyos ayllushaban sobrevivido a la Conquista y al Coloniaje, pero que, en el hecho, eran colonosde la Corona; en segundo lugar, a los colonos de los latifundistas espaoles, criollose, inclusive, nativos, a cuya obligacin de trabajar la tierra se aada el pongueaje; y,por ltimo, a los yanaconas no absorbidos por los latifundios.

    Las relaciones entre los diversos niveles de esa pirmide se desenvolvan deacuerdo a las contradicciones propias de toda diferenciacin social, pero esascontradicciones se hallaban limitadas en su operabilidad, por la interrelacin deintereses derivados, tanto de la situacin colonial como de la divisin del pas urbanoy el pas rural, por los prejuicios tnicos y por los reflejos de orgen religioso, de tal

    manera que slo el campesinado poda destrozar la pirmide sin perder nada encambio, aunque careca de la capacidad necesaria para hacerlo.

    El juego de esas contradicciones y limitaciones entramadas, a partir del tercerdecenio del siglo XVII, en un esttico equilibrio que iba a prolongarse hasta principiosdel siglo XIX, configuran una sociedad que atraviesa un perodo de anquilosamiento,del que no puede salir por s misma y que espera, para evolucionar o revolucionar, laintrusin de un agente exterior de agitacin o destruccin.

    Durante casi todo el perodo de anquilosamiento, pareci que el agente

    exterior capaz de destruir el esttico equilibrio del orden colonial, sera Inglaterra.Existan varios motivos de antigua data que se profundizaban con el correr de losaos.

    El rgimen del monopolio impuesto por la Corona haba privado a la burguesainglesa, primero mercantil y luego industrial, del mercado americano donde podacolocar sus manufacturas a cambio de metales preciosos, y, de esa manera, la pusoen la disyuntiva de romper ese monopolio o resignarse al enanismo.

    Los ingleses, naturalmente, optaron por el rompimiento del monopolio y su

    audacia en ese empeo, se hizo mayor a medida que Espaa, en su larga

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    decadencia, perda la capacidad de controlar el Atlntico. Lo hicieron, en lo querespecta al Alto Per, primero, a travs de las colonias portuguesas, empujando lasincursiones de mamelucos y bandeirantes o usando la colonia de Sacramento, comoun gran puesto de intercambio. Ms tarde, luego de imponerse a Espaa en lasllamadas guerras de sucesin, difundiendo la idea emancipadora y obligando a losvencidos a aceptar la presencia de un almacn flotante frente a Buenos Aires. Comoresultado, se cre, en ese puerto, una burguesa mercantil necesitada de la libertad decomercio. la economa altoperuana fue re-orientada hacia el ro de La Plata yacabaron liquidados los obrajes paceos y cochabambinos.

    Las guerras de sucesin acabaron con la entronizacin de los Borbones en eltrono es