histología del timo

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Page 1: Histología del timo

Histología del timo

El timo, situado en el mediastino superior y que se extiende sobre los grandes vasos del corazón, es un órgano pequeño encapsulado compuesto por dos lóbulos. Cada lóbulo surge por separado en la tercera (y tal vez cuarta) bolsa faríngea del embrión. Los linfocitos T que penetran en el timo para adquirir capacidad inmunitaria provienen del mesodermo.

El timo se origina temprano en el embrión y continúa en crecimiento hasta la pubertad, cuando puede pesar hasta 35 a 40 g. Después de los primeros años de vida el timo comienza a involucionar (atrofia) y se infiltra por células adiposas. Sin embargo, su función puede continuar incluso en adultos de mayor edad.

La cápsula del timo, compuesta de tejido conjuntivo denso irregular, colagenoso, de la que parten tabiques que dividen al órgano en lóbulos incompletos. Los tabiques se bifurcan hacia el interior del tejido disminuyendo levemente de calibre y generan lobulillos, también incompletamente separados entre sí. Estos tienen un aspecto poligonal en las secciones transversales.

Todo el espacio delimitado por la cápsula y los tabiques está ocupado por el tejido linfoide, vasos sanguíneos y estructuras típicas de este órgano.

Los lobulillos muestran una zona periférica o cortical de coloración más oscura, debida a una mayor densidad celular. La cortical posee una población numerosa de linfocitos con escaso citoplasma. La zona central del lobulillo o médula es más clara en coloración y menos celular. Las células presentes en la médula tienen un citoplasma abundante y eosinófilo, lo que da un tono más claro y cierta eosinofilia. En ella se encuentran los corpúsculos de Hassall, que son estructuras exclusivas de este órgano.

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Porción de lobulillo tímico

Esta figura corresponde a un mayor aumento de la zona central de un lobulillo tímico. Se observa una trabécula de tejido conectivo delimitando dos lobulillos por la que pasan vasos sanguíneos. En la zona central del corte se encuentra la médula lobulillar rodeada por la corteza.

La corteza está formada por una alta densidad de linfocitos denominados timocitos.

La médula se diferencia por ser más clara debido a la menor cantidad de células. En ella se encuentran las células retículo epiteliales que suelen conformar grupos. En el centro de la zona medular se observa un corpúsuculo de Hassall. Este tiene una estructura ovoide, con material central eosinófilo (queratina) y está rodeado por capas concéntricas de células reticuloepiteliales aplanadas. Estas células tienen diferentes grados de queratinización y son exclusivas de la zona medular.

Corteza

Las células T sin capacidad inmunitaria salen de la médula ósea y migran a la periferia de la corteza tímica, donde se someten a una proliferación extensa e instrucciones para convertirse en células T con capacidad inmunitaria. Además de linfocitos, la corteza aloja macrófagos y células epiteliales reticulares. Se piensa que en el ser humano las células epiteliales reticulares derivan del endodermo de la tercera (y tal vez la cuarta) bolsa faríngea. En la corteza del timo se encuentran tres tipos de células epiteliales reticulares.

Las células tipo I separan la corteza de la cápsula y de las trabéculas del tejido conjuntivo y rodean elementos vasculares en la corteza. Estas células forman uniones ocluyentes entre sí, que aíslan por completo la corteza tímica del resto del cuerpo. Los núcleos de la célula tipo I son polimorfos y tiene un nucleolo bien definido.

Las células tipo II se localizan en la corteza media. Estas tienen prolongaciones largas y anchas, similares a vainas que forman uniones desmósicas entre sí. Sus prolongaciones forman un citorretículo que subdivide la corteza tímica en compartimientos

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pequeños , lleno con linfocitos. Los núcleos de la célula tipo II son estructuras pálidas y grandes, con escasa heterocromatina. El citoplasma también es pálido y contiene tonofilamentos en abundancia.

Las células tipo III se hallan en la corteza profunda y la unión corticomedular. El citoplasma y los núcleos de estas células son más densos que los de las células epiteliales reticulares tipos I y II. El RER de las células tipo III muestra cisternas dilatadas, que indican síntesis de proteínas. Las células epiteliales reticulares tipo III también tienen prolongaciones anchas, semejantes a vainas que forman compartimientos llenos con linfocitos. Estas células participan en la formación de uniones ocluyentes entre sí y con células epiteliales reticulares de la médula; ello aísla la corteza de la médula.

Estos tres tipos de células epiteliales reticulares aíslan por completo la corteza del timo y en consecuencia impiden que las células T en desarrollo entren en contacto con antígenos extraños. Tanto las células tipo II y III como las células interdigitantes derivadas de la médula ósea (APC) también presentan autoantígenos, moléculas MHC I y moléculas MHC II a las células T en desarrollo. Los linfocitos T en desarrollo cuyo TCR reconocen proteínas propias, o cuyas moléculas CD4 o CD8 no pueden reconocer las moléculas MHC I o II, se someten a apoptosis antes que puedan dejar la corteza. Resulta de interés que 98% de las células T en desarrollo muere en la corteza y experimentan fagocitosis por macrófagos residentes, que se denominan macrófagos de cuerpo teñible. Las células que sobreviven pasan a la médula del timo como linfocitos T vírgenes y desde ese sitio (o de la unión corticomedular) se distribuyen a órganos linfoides secundarios a través del sistema vascular.

Médula Hay tres tipos de células epiteliales reticulares en la médula.

Las células tipo IV se encuentran en relación cercana con las células tipo III de la corteza y ayudan en la formación de la unión corticomedular. El núcleo de estas células tiene una red de cromatina gruesa y su citoplasma es de tinción oscura y contiene abundantes tonofilamentos.

Las células tipo V forman el citorretículo de la médula. Los núcleos de estas células son polimorfos, con una red cromatina perinuclear bien definida y un nucléolo notable.

Las células tipo VI constituyen la característica más distintiva de la médula tímica. Estas células grandes de tinción pálida coalescen entre sí y forman corpúsculos tímicos (corpúsculos de Hassall) en forma de espiral, cuyo número aumenta con la edad de la persona. Las células tipo VI pueden queratinizarse de manera intensa e incluso calcificarse. A diferencia de las células tipo IV y V, las células epiteliales reticulares tipo VI pueden ser de origen ectodérmico. La función de los corpúsculos tímicos se desconoce, aunque podría ser el sitio de la muerte de linfocitos T en la médula.