himno ¡venceremos! · cumpliremos con nuestro deber. sembraremos las tierras de gloria, socialista...
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HIMNO “¡VENCEREMOS!”
Desde el hondo crisol de la patria
se levanta el clamor popular,
ya se anuncia la nueva alborada,
todo el pueblo comienza a cantar.
Recordando al colono valiente
cuyo ejemplo lo hiciera inmortal,
enfrentemos primero a la muerte,
¡traicionar a la patria jamás!
Venceremos, venceremos,
mil cadenas habrá que romper,
venceremos, venceremos,
la miseria sabremos vencer.
Campesinos, soldados, mineros,
la mujer de la patria también,
estudiantes, empleados y obreros,
cumpliremos con nuestro deber.
Sembraremos las tierras de gloria,
socialista será el porvenir,
todos juntos haremos la historia,
a cumplir, a cumplir, a cumplir.
Venceremos, venceremos,
mil cadenas habrá que romper,
Venceremos, venceremos,
la miseria sabremos vencer.
CÓMO SURGIÓ EL HIMNO “VENCEREMOS”
Letra es de Claudio Iturra y la música de Sergio Ortega (Antofagasta,
1938- París, 2003) del que ya hemos oído El Pueblo unido jamás será vencido,
compuso también Venceremos, himno de la Unidad Popular. Sobre el
nacimiento de esta canción, narra Joan Jara en su libro “Víctor Jara, un canto
truncado”:
“A esas alturas no cabía duda de que el «sonido de la Unidad Popular»
era el de los instrumentos indígenas que los Parra (Violeta y Ángel), y que los
grupos Inti-Illimani y Quilapayún habían contribuido tanto a popularizar con
todas sus energías. Se llegó a la conclusión de que era necesario contar con
una marcha para la campaña y así nació «Venceremos». Le pidieron a Sergio
Ortega que compusiera la música… Más adelante se remodeló la letra y la
canción se convirtió en el «himno» de la Unidad Popular”, una coalición de
partidos que llevó al poder al presidente chileno socialista Salvador Allende,
en 1970.
El “estreno” de Venceremos fue en el cierre de la campaña: “Según se
dijo se habían reunido unas ochocientas mil personas y es muy probable que
la cifra sea acertada. Fue increíble oír cantar «Venceremos» a semejante
multitud”. El grupo chileno de música folcklórica Inti-Illimani la grabó en 1970,
en el disco “Canto al programa” y en 1973 en “Viva Chile!”
LA UNIDAD POPULAR
La Unidad Popular fue una coalición electoral de partidos políticos
de izquierda de Chile que llevó a la Presidencia de la República al médico de
orientación socialista Salvador Allende.
La UP se formó en octubre de 1969 con motivo de las elecciones
presidenciales de 1970, en reemplazo del Frente de Acción Popular. Estuvo
conformada por el Partido Radical, Partido Socialista, Partido Comunista,
el Movimiento de Acción Popular Unitario, el Partido de Izquierda Radical y
la Acción Popular Independiente, incorporándose la Izquierda Cristiana y
el MAPU Obrero y Campesino (escisión del MAPU) en 1973.
Además contó con el apoyo de la central sindical nacional, la CUT
(Central Única de Trabajadores). Los partidos políticos estaban representados
en la Comisión Política de la UP. Para los simpatizantes independientes se
formaron los CUP (Comités de la Unidad Popular) a nivel vecinal, campesino,
de servicio público y de fábrica.
Uno de los principales problemas fue la designación del abanderado de
la izquierda, si bien Salvador Allende era el candidato lógico (tenía tres
campañas presidenciales: 1952, 1958 y 1964), el Partido Socialista, dirigido
por Aniceto Rodríguez Arenas —líder del sector más radical a partir del
Congreso de Chillán de 1967— no lo apoyaba completamente a pesar de
formar parte de sus filas.
El Partido Comunista había propuesto al poeta Pablo Neruda, mientras
que el Partido Radical sugería a Alberto Baltra. Otros precandidatos
fueron Rafael Tarud, por la Acción Popular Independiente, y Jacques Chonchol,
representando al Movimiento de Acción Popular Unitario. Al final ganó la
candidatura de Allende el 22 de enero de 1970.
El único partido de izquierda que se excluyó del pacto fue la Unión
Socialista Popular (USOPO), grupo escindido del PS en 1967. La colectividad,
liderada por Raúl Ampuero, decidió respaldar indirectamente a Allende y
colaborar en los frentes sociales de su gobierno, sin ocupar cargos públicos.
PROGRAMA DEL GOBIERNO DE ALLENDE
Partiendo de una crítica de la gestión del gobierno de Eduardo Frei
Montalva, el programa de gobierno de la UP se plasmó en el Programa básico
de la Unidad Popular y Las 40 primeras medidas del Gobierno Popular. Estos
conformaron, junto con la acción de Allende asesorado por Joan Garcés, la vía
chilena al socialismo (la revolución con sabor a vino tinto y empanadas, en un
discurso de Allende).
Esta postulaba la posibilidad de que un país capitalista subdesarrollado
efectuara un tránsito democrático y no violento al socialismo. Dicho paso
facilitaría y crearía las condiciones para llegar a un Estado socialista, todo lo
anterior por la vía del proceso democrático y por medio del uso de la legalidad
del Estado de Derecho, llamado por los socialistas "Estado burgués".
Sin la necesidad de contar con un partido único que lo efectuara, solo la
coalición de todas las fuerzas democráticas que estuvieran a favor de los
cambios sociales y democráticos. En cierta forma se trataba de crear un nuevo
bloque hegemónico dentro de la línea del teórico comunista italiano Antonio
Gramsci. La vía chilena al socialismo difería a la vía armada inspirada en
la Revolución Cubana triunfante (1959), que se propugna por América
Latina durante la década de 1960 y 1970.
Las medidas de gobierno fueron:
La participación de los trabajadores en las empresas (cogestión).
Terminar con el latifundismo acelerando el proceso de la reforma
agraria.
Nacionalización de la banca y las empresas.
Nacionalización del cobre.
Distribución de medio litro de leche diario a cada niño.
La creación de tres áreas de propiedad (social, mixta y privada) que
no se pudo efectuar por oposición del Congreso Nacional.
El programa básico de la Unidad Popular fue firmado el 17 de diciembre
de 1969 por los dirigentes y líderes de los partidos de la coalición:
De visita en México, el presidente chileno Salvador Allende pronunció
un memorable discurso ante miles de estudiantes de la Universidad de
Guadalajara. De ahí rescatamos dos frases que fueron trascendentales:
“La revolución no pasa por la universidad, y
esto hay que entenderlo, la revolución pasa por
las grandes masas, la revolución la hacen los
pueblos, la revolución la hacen, esencialmente,
los trabajadores”
Y, acaso la más memorable:
“Ser joven y no ser revolucionario, es una
contradicción hasta biológica”.
LOS MILITARES ACABAN CON EL SUEÑO CHILENO…
El 11 de septiembre de 1973, un golpe de Estado liderado por el general
Pinochet acabó con la ‘vía chilena al socialismo’. El bombardeo del palacio de
la Moneda, donde se hallaba el presidente Salvador Allende, y su decisión de
morir antes que entregar el mando a los golpistas, se convirtió en un símbolo
de la reciente historia de Chile.
Chile, uno de los países de Latinoamérica con mayor tradición
democrática, era sacudido el 11 de septiembre de 1973 con un golpe militar,
encabezado por el general Pinochet. Pero no fue una sorpresa. El país vivía
desde hacía meses en una tensión creciente y el rumor de un inminente golpe
crecía imparablemente.
El pronunciamiento fue bien recibido por un amplio sector de la
sociedad chilena, enemiga de las reformas y cansada de las penurias
económicas. Los militares desencadenaron una furibunda represión contra los
partidarios de la Unión Popular (UP), que se saldó con miles de detenidos y
centenares de muertos.
Augusto Pinochet era un hombre astuto, hermético y ambicioso, al que
se consideraba un militar constitucionalista –Allende confió en su lealtad
hasta última hora-. No había jugado un papel relevante en la preparación del
golpe, pero cuando los organizadores se lo propusieron, no dudó en
aprovechar la oportunidad histórica de encabezarlo.
La última imagen del presidente Salvador Allende, con casco y una metralleta
AK-47, mientras el palacio de La Moneda era bombardeado.
El bombardeo del palacio de La Moneda
El presidente Allende, advertido de los primeros movimientos golpistas
de la Armada en Valparaiso, había llegado a La Moneda, acompañado de su
guardia personal, a las 7.30 hrs. En los alrededores del palacio ya se apostaban
tropas rebeldes. En su primera alocución por radio, Allende informó al país del
levantamiento, que él suponía restringido a la Armada en Valparaíso. Quince
minutos después las radios de oposición transmitieron la primera proclama de
las Fuerzas Armadas.
Después de tratar inútilmente de comunicarse con los jefes de los tres
ejércitos, Allende tuvo claro que los tres cuerpos estaban conjurados en el
golpe. Entonces empezaron a sentirse los primeros disparos entre golpistas y
francotiradores instalados en los edificios públicos próximos. A las 9.20 hrs.
Allende habló por última vez a través de Radio Magallanes. Con emotivas
palabras, en el que sabe será su último discurso, se despidió del pueblo
chileno.
Poco más tarde, los tanques comenzaron disparar intensamente contra
La Moneda, desde donde los defensores respondieron el fuego. Allende
rechazó el ofrecimiento de un avión para partir al exilio. Alrededor de las 11h,
a instancias del presidente, un grupo de mujeres -entre las que se encontraban
sus hijas- y funcionarios del gobierno abandonaron el palacio.
A las 12 hrs. cuatro aviones arrojaron durante quince minutos más de
veinte bombas explosivas sobre el viejo edificio, que empezó a arder. El ataque
a La Moneda constituyó la acción militar más emblemática del golpe, la más
determinante para su éxito y un ejemplo de precisión, porque las bombas
destruyeron el interior del inmueble pero no la fachada del palacio, la cual sólo
quedó impactada por disparos de rifle y metralla.
Todavía hoy se desconoce la identidad de los cuatro pilotos de los
Hawker Hunter que participaron en esa operación –durante años corrió el
rumor de que habían sido pilotos norteamericanos-. El pacto de silencio entre
pilotos y mandos de la Fuerza Aérea chilena perdura y los intentos recientes
(2011) de la justicia por esclarecerlo han sido infructuosos.
La muerte de Salvador Allende:
El presidente resistió los ataques aéreos y terrestres dentro de La
Moneda, junto con un grupo de fieles colaboradores, hasta que efectivos
militares lograron entrar en el edificio por una puerta lateral. La guardia de
Carabineros, encargada de custodiarlo, ya se había pasado a los golpistas.
Cuando los militares ocuparon la planta baja, Allende instó a sus colaboradores
a rendirse. Eran las 13.30 hrs.
Oscar Soto, médico personal del mandatario, que ya se había entregado,
escuchó una ráfaga de metralleta y ya no volvió a ver a Allende. Cuando el
comandante Roberto Sánchez -otro fiel colaborador del presidente- entró al
salón donde estaba el cuerpo de Allende, lo encontró con un fusil automático
AK-47 dirigido a la mandíbula, pero puesto en tiro a tiro –es una de las
incógnitas que queda por aclarar: la metralleta estaba puesta tiro a tiro y lo
que se escuchó fue una ráfaga-.
En los primeros momentos, persistieron varias versiones sobre su
muerte: que murió combatiendo en la defensa del palacio, que fue asesinado
cuando se encontraba herido y que acabó suicidándose antes que rendirse,
con la AK-47 que le había regalado Fidel Castro. Esta última hipótesis es la más
aceptada después de que el mismo presidente, en su discurso radiofónico de
despedida a través de Radio Magallanes, expresara: "pagaré con mi vida la
lealtad del pueblo". Esta versión está avalada por el testigo presencial Patricio
Guijón, un médico colaborador de Allende, y aceptada por la familia. Fue
enterrado en el cementerio de Viña del Mar y con la llegada de la democracia
en 1990 fue trasladado al de Santiago.
El 23 de mayo de 2011, a petición de la fiscalía, su cadáver fue exhumado
para revisar las causas del fallecimiento. El equipo internacional que examinó
el cuerpo confirmó que Allende se suicidó.
Una sociedad dividida:
Salvador Allende se había convertido en el líder natural de la izquierda
chilena desde mediados de los años cincuenta. Impulsor de la fórmula
conocida por la vía chilena al socialismo, una vía pacífica, que postulaba un
socialismo democrático y pluripartidista, muy distinto al impuesto por Fidel
Castro en Cuba. Fue candidato en cuatro ocasiones a la presidencia. A
excepción de la primera vez (1952), donde obtuvo un testimonial 5.4 % de los
votos; en 1958 consiguió el 28.8 % y en 1964, el 38.9 frente al 56.1 del
democristiano Eduardo Frei Montalva.
Finalmente, en las elecciones del 4 de septiembre de 1970, encabezando la
candidatura de la UP -coalición que integró a socialistas, comunistas, radicales
y otros pequeños partidos -, recibió el 36.6 % de los votos, casi dos puntos más
que el derechista Jorge Alessandri y nueve más que el
democristiano Radomiro Tomic, pero dos puntos menos que su propia
candidatura de 1964.
A falta de una victoria por mayoría absoluta, el pleno del Congreso y el
Senado debía elegir al nuevo presidente. Aunque el centro-derecha tenía
mayoría, los democristianos no aceptaron las propuestas de Alessandri y, el 24
de octubre, las cámaras proclamaron presidente de la República a Salvador
Allende, por 153 votos contra 35 para Alessandri. Tomó posesión el 3 de
noviembre.
En las legislativas de marzo de 1973, la UP aumentó el respaldo hasta el
45 por ciento de los votos, pero fue insuficiente para conseguir la mayoría de
las dos Cámaras. Allende dirigió el país durante tres años con la oposición del
Congreso y una parte de la sociedad, antagónica a sus ideas. Su voluntad de
disminuir la pobreza y las desigualdades no tuvieron el suficiente apoyo social.
La sociedad chilena se fue polarizando cada vez más y el centro político se
hundió. Además, la misma UP, en demasiadas ocasiones, le proporcionó un
apoyo político endeble y fragmentado.
La crisis económica
Los mil días de gobierno de Allende estuvieron lejos de ser la ansiada
experiencia de revolución sin fusiles que proclamaba. A la creciente tensión
social -avivada entre bastidores por Washington- se le sumó una política
económica recibida con hostilidad y miedo por empresarios y grandes
propietarios
En julio de 1971, Allende promulgó la ley de Nacionalización del Cobre.
Después llevó a cabo expropiación de haciendas, el aumento del control
estatal de empresas y bancos, la nacionalización de compañías extranjeras y
medidas de redistribución de la renta. Sus intentos de reestructurar la
economía del país llevaron al aumento de la inflación y la escasez de alimentos.
En diciembre de 1972, Allende denunció ante la Asamblea General de la ONU
la agresión internacional y el boicot económico del que era objeto su país.
Finalmente, meses antes del golpe, una prolongada huelga de camioneros que
se oponían a sus planes de nacionalización dejaron las tiendas desabastecidas.
Los comerciantes, sin casi nada que vender, se unieron a la protesta. El
malestar social era imparable.
El papel de Estados Unidos
La masiva desclasificación de documentos estadounidenses sobre el
golpe de Estado en Chile en 1999 y el año 2000 confirmó la responsabilidad de
Washington en el derrocamiento de Allende. Los documentos de la CIA, el
Pentágono, el departamento de Estado y el FBI señalaron que desde la elección
de Allende en 1970, el entonces presidente Richard Nixon autorizó al director
de la CIA, Richard Helms, a socavar al gobierno chileno por temor a que el país
se convirtiera en una nueva Cuba.
De hecho, la agencia realizó operaciones encubiertas en Chile desde
1963 a 1975, primero para impedir que Allende fuera electo –sobornando a
políticos y legisladores-, luego para desestabilizar su gobierno y, tras el
sangriento golpe, para apoyar la dictadura de Pinochet. Los documentos
también revelaron que la CIA pagó 35.000 dólares a un grupo de militares
chilenos implicados en el asesinato, en octubre de 1970, del general René
Schneider, comandante en jefe del Ejército y leal a Allende.
Las víctimas
El mismo día 11, todavía vivo Allende, el comité político de la UP decidió
no resistir: los trabajadores debían abandonar sus centros de trabajo y
regresar a sus hogares, pero hubo enfrentamientos en la Universidad Técnica,
en industrias y en otras poblaciones del país que arrojaron decenas de
muertos y miles de detenidos. Las embajadas comenzaron a llenarse de
asilados.
El Estadio Nacional se convirtió en el mayor campo de detención, cerca
de 30.000 partidarios de la UP fueron hechos prisioneros, torturados y muchos
asesinados, entre ellos el cantautor Víctor Jara. Según el informe
Rettig (1991), murieron a causa de la violencia 3.196 personas, de las que
1.185 fueron detenidos políticos desaparecidos, de las que pocos han sido
encontrados e identificados. Pero estas cifras son de muertos y desaparecidos
comprobadas meticulosamente tras las denuncias recibidas por la Comisión
Nacional de Verdad y Reconciliación, creada en 1990. Otras fuentes elevan las
cifras significativamente.
La última víctima ilustre de aquel luctuoso septiembre chileno fue el
laureado poeta Pablo Neruda. Falleció el día 23. El funeral se convirtió en la
primera manifestación contra la Junta Militar. Su muerte todavía es un
misterio. En febrero de este mismo año, su cadáver ha sido exhumado para
intentar aclarar si falleció como consecuencia del cáncer de próstata que
padecía o fue envenenado. En cualquier caso, su fallecimiento es paradigma
del dolor por el golpe militar y el fracaso del socialismo a la chilena que él tanto
defendió.
Soldados chilenos observan el bombardeo del palacio de La Moneda durante
el golpe militar encabezado por el general Pinochet.
El gobierno de México abrió las puertas a miles de refugiados chilenos
que huyeron del horror de la represión y la dictadura de los militares. Nos
trajeron su cultura, su música, entre ella el HIMNO VENCEREMOS, que fue
adoptado por muchas organizaciones mexicanas de colonos, campesinos,
obreros, maestros y estudiantes, entre ellas, destacadamente, la UNIÓN
POPULAR REVOLUCIONARIA EMILIANO ZAPATA (UPREZ), organización
donde militamos los maestros de ésta escuela y doscientas más en el Estado
de México, de todos los niveles, desde preescolar hasta licenciatura. El
HIMNO VENCEREMOS también fue adoptado por la COORDINADORA
NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA EDUCACIÓN (CNTE), donde también
participamos como miembros del CONSEJO CENTRAL DE LUCHA DEL VALLE
DE MÉXICO (CCL).