híbridos genéricos

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  • 7/25/2019 Hbridos Genricos

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    vista electrnica de teora de la ficcin breve

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    HBRIDOS GENRICOS: LA DESINTEGRACIN DEL LIBROEN LA LITERATURA HISPANOAMERICANA DEL SIGLO XX

    Francisca Noguerol Jimnez

    The 20th Century has witnessed the emergence of a potent -and, I think, possibly even new-

    literary form, which we might dub, informally, the unwritten novel. The unwritten novel is a book,

    however polished that seems a compilation of fragments. A typical example looks like a salad of

    autobiography, notebook extasies, diaristic confessions, prose poems, epigrams, meditations, shafts

    of critical discourse. Yet these scattered works are no mere pastiches. They do have a unity; bet

    theirs is the coherence of a unifying refusal, an energizing denial (Kock 155).

    El crtico Stephen Kock reeja con estas palabras la existencia de una nueva forma de escritura en el

    siglo XX: la del texto hbrido, que surge en los primeros aos de nuestro siglo para llegar con enormepujanza hasta nuestros das. En el presente trabajo analizar los rasgos de estas obras voluntari -amente caticas, ignoradas mayoritariamente por la crtica debido a su carcter inclasicable1 peroasentadas rmemente en la segunda mitad de nuestra centuria por sus anidades con el pensa-miento posmoderno.

    En nuestra poca se ha producido un progresivo rechazo del concepto cannico de libro que hadado lugar a la proliferacin de nuevas categoras genricas relacionadas con la variedad yfragmentacin de las estticas contemporneas. En el contexto hispanoamericano, estas misce-lneas exibles y rigurosas a un tiempo han gozado de especial relevancia2. Denidas como en -ciclopedias en miniatura3, su conguracin ha sido considerada caracterstica del pensamientoposmoderno porque responden a la teora del rizoma4 y maniestan lo que Frank Kermode ha de -nominado the Postmodern Love-affair with the Fragment (Kermode: 38)5.

    Aunque la eclosin de estos textos inclasicables se ha producido especialmente a partir de losaos setenta de nuestro siglo, debemos buscar su origen en las ltiimas dcadas del siglo XIX, cu -ando se maniesta por primera vez en Hispanoamrica la crisis que dene el pensamiento de laModernidad6. Ya en 1882 Jos Mart, al redactar el conocido prlogo al Poema del Nigara, de-scriba su poca como un periodo de incertidumbre:

    Nadie tiene hoy su fe segura. Los mismos que lo creen se engaan. Los mismos que escriben fe

    se muerden, acosados por hermosas eras interiores, los puos con que escriben (Mart 61).

    Slo en poca de elementos constantes, de tipo literario general y determinado, de posibletranquilidad individual, de cauces jos y notorios, es fcil la produccin de esas macizas y corpulen -tas obras de ingenio que requieren sin remedio tal suma de favorables condiciones (Mart 65).

    Con un problema nos levantamos; nos acostamos ya con otro problema. Las imgenes sedevoran en la mente. No alcanza el tiempo para dar forma a lo que se piensa (...). De aqu pequeasobras

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    flgidas, de aqu la ausencia de aquellas grandes obras culminantes, sostenidas, majestuosas,concentradas (Mart 66-67)7.

    As lo armaba tambin Alfonso Reyes en 1920 -no es hoy el da del cuento maravilloso nidel poema excelso, no es el da de la invencin, sino el de la crisis intelectual, el de la tormenta devalores (Reyes 216)- o Ramn Gmez de la Serna, defensor de la esttica de la atomizacin unadcada ms tarde:La literatura se vuelve atmica por la misma razn por la que toda la curiosidad de la vida

    cientca palpita alrededor del tomo (...). Reaccionar contra lo fragmentario es absurdo porque laconstitucin del mundo es fragmentaria, su fondo es atmico, su verdad es disolvente (Gmez de la

    Serna

    66-67).

    Los gneros de la brevedad se desarrollaron fundamentalmente a partir del modernismo, comolo demuestra la proliferacin en el n de siglo de libros de crnicas, de poemarios en prosa y,

    posteriormente, de volmenes que reunan una literatura de cascajo, primeros exponentes clarosde miscelneas8.

    El cosmopolitismo modernista se reej especialmente en las crnicas, textos que ofrecieronuna imagen irreal de los paisajes de cultura de la poca por su estilo impresionista y debido a laceleridad con la que se escriban (el clich era un recurso habitual en ellas). Las crnicas posean uncarcter eminentemente frvolo y caducaban al ser ledas, pues se dedicaban a resear temas del

    da haciendo gala de una gran carga de subjetividad. Aparecidas primero en prensa y luego recop-iladas en libros, han conocido su continuacin en algunos textos hbridos como Escrito en el tiempo

    de Brbara Jacobs (1985), que rene cincuenta y tres cartas dirigidas por la autora a la revista Timedurante el ao 1984, y donde sta se pregunta -a partir de artculos ledos en la publicacin norteam -

    ericana- por cuestiones como qu es un crtico (carta 2), qu hay en un ttulo literario (carta 6), si hayindependencia entre la obra, el nombre y la vida de un artista (16), de qu manera elige un autor asus lectores (carta 26), qu se necesita para ser escritor (carta 37), o si todos los traductores man-tienen la ambicin secreta de convertirse en autores (carta 47) (Jacobs passim).

    Y si la crnica sigue viva, la recuperacin del poema en prosa es an ms evidente, pues son

    numerosos los hbridos que se decantan por la prosa lrica en perjuicio de la reexin ensaystica. YaJulio Torri en los aos diez se declaraba apasionado admirador del Gaspard de la Nuit de AloysiusBertrand e incluy en su obra pginas de clara liacin potica9. Su estela fue continuada por Sal -vador Novo en Ensayos (1925) y En defensa de lo usado (1938), libros que, segn Blanca GarcaMonsivais:

    Se desarrollan a travs de una coleccin y acumulacin de informacin erudita, que [Novo]presenta escueta y sucintamente, y crea la impresin de dignicacin de un tema demasiado trivialpara la reexin seria. Caractersticamente son temas como el pan, la leche, las barbas, la calvicie,etc., el cual seala desde el ttulo mismo, como: Discurso sobre las camas, Meditacin sobre losanteojos, Antologa del pan, De las ventajas de no estar a la moda, Ensayo sobre la leche, etc.(Monsivais 158).

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    Encontramos uno de los mejores ejemplos de un poemario en prosa actual en Disertacin

    sobre las telaraas de Hugo Hiriart (1985), obra sobre la que leemos en la contraportada estas

    signicativas palabras:

    Los escritos que componen este libro miscelneo, por no decir promiscuo, se resisten a la

    clasicacin en los gneros tradicionales (...) Son juegos, juegos de palabras destinados a tratar de

    imantar ciertas criaturas y ciertos artefactos para que atraigan hacia s sentidos frescos, inusitados,

    a veces asombrosos; as, un hueso, una telaraa, un aller, un pulpo o un matamoscas, por ejemplo,

    vulvense de pronto entes extraos y maravillosos que pareciera que encontramos por primera vez

    (Hiriart contraportada).

    Los ejemplos del vuelo lrico que alcanza la prosa de Hiriart son numerosos. As comienza Elaller: )Esqueleto? No, cuerpo asctico y espritu indagador; poblada teolgicamente de ngeles la

    testa y morticada la metlica carne erguida y solemne (Hiriart 136). En Sobre el huevo, desarrollado

    en los captulos Metafsica, Geometra, Psicologa y Semntica del huevo, leemos al comienzo

    del segundo apartado: Ser pjaro es ser un poco de yema y de clara con brisa (Hiriart 18). Este

    tratado concluye con un potico escolio: Las ms hermosa de todas las mujeres,

    Helena, hija de Leda, no poda menos que nacer de huevo; si observamos cuidadosamente al huevo

    en su forma suprema veremos cifradamente, anticipadamente, a Zeus, al cisne, a Helena, a la guerra

    de Troya y, por extensin, a toda la historia de la humanidad (Hiriart 29).

    La tercera categora de obligada referencia en el marco de los hbridos genricos, aqulla que

    cuenta con mayor nmero de cultivadores y a la que dedicar especial atencin en estas pginas, es la

    de las miscelneas. Cercanas a la estructura del dietario, estas obras anan la reexin crtica con la

    imagen lrica a travs del recurso al ensayo y al aforismo10. El centauro de los gneros, segn la

    clsica denicin de Alfonso Reyes, permite que los autores maniesten sus opiniones sin que stas

    deban ser acatadas como verdades absolutas11. Como seala Enrique Gonzlez Aguilar en El espejo

    de tinta ya se rompe:

    Parece que, en este siglo, el ensayo ha tendido a convertirse, en ciertas manos, en una suerte de

    verbalizacin alqumica que lo transustancia en cosas que no parecen ensaysticas pero lo son, donde

    el centauro es, tambin, espritu camalenico. Ya bastante es que la prosa pueda decirse potica; lo

    desmesurado es que una prosa potica o un poema en prosa se originen en una tentativa ensaystica

    que parece un cuento que parece una resea (Gonzlez 61)12.

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    Los orgenes de las miscelneas se remontan a la generacin del Ateneo mexicano, siendo susprimeros cultivadores Alfonso Reyes, Mariano Silva y Aceves, Carlos Daz Dufoo Jr. y, muyespecialmente, Julio Torri. Si ste ltimo armaba en 1913 que escribir hoy es jar evanescentes

    estados del alma, las impresiones ms rpidas, los ms sutiles pensamientos (Torri 1964: 126),Reyes reconoca en 1920 la posibilidad de elaborar un libro hecho con las astillas del taller de unescritor, y algunos papeles y cuadros de su pequeo museo privado (Reyes IV: 21), pues, ya nohay quien no escriba para el pblico artculos de dos o tres lneas (...). El mundo se desmenuzar en

    papelitos llenos de escritura abreviada (Reyes III: 104-105)13.

    Las prevenciones contra este tipo de obras se han mantenido hasta nuestros das. As, MarioBenedetti conesa no haber sido capaz de publicar Despistes y franquezas (1990) hasta bien avan -zada su produccin:

    Este libro, en el que he trabajado los ltimos cinco aos, es algo as como unentrevero: cuentos realistas, vietas de humor, enigmas policiacos, relatos fantsticos, fragmentosautobiogrcos, poemas, parodias, grafti. Coneso que como lector siempre he disfrutado con losentreveros literarios. (...) De antiguo aspir secretamente a escribir (...) mi personal libro-entrevero,yaque consider este atajo como un signo de libertad creadora y, tambin, del derecho a seguir el der-rotero de la imaginacin (...). Si no lo hice antes fue primordialmente por dos motivos: no haberme

    sobrepuesto a cierta cortedad para la ruptura de moldes heredados, y, sobre todo, no haber desem-

    bocado hasta hoy en el estado de nimo, espontneamente ldico, que es base y factor de

    semejante heterodoxia (Benedetti 13).

    Sin embargo, a partir de los aos ochenta, con los xitos incuestionables de ttulos como

    Manual del distrado de Alejandro Rossi, cada vez es mayor el nmero de autores que se acerca a lamiscelnea, especialmente en la literatura mexicana y argentina. Analicemos a continuacin cules

    son las caractersticas ms signicativas de estas obras.

    En ellas prima el espritu festivo y de experimentacin, por lo que se oponen abiertamente a los

    moldes establecidos. Alejandro Rossi reeja este hecho en la Advertencia a Manual del distrado:El Manual del distrado nunca se castig con limitaciones de gnero: el lector encontrar aqu

    ensayos ms o menos cannicos y ensayos que se parecen ms a una narracin. Y tambin des -cubrir narraciones que incluyen elementos ensaysticos y narraciones cuyo nico afn es contar

    una pequea historia. Tampoco estn ausentes las reexiones brevsimas, las confesiones rpidas olos recuerdos. Un libro, en todo caso, que huye de los rigores didcticos pero no de la crtica, y que

    fervorosamente cree en los sustantivos, en los verbos y en los ritmos de las frases. Un libro -lec-

    tor improbable- que expresa mi gusto por el juego, por la moral, por la amistad y, sobre todo, por laliteratura. Lelo, si es posible, como yo lo escrib: sin planes, sin pretensiones csmicas, con amor aldetalle (Rossi 31).

    Mario Benedetti acepta orgullosamente el desorden como clave para leer su libro:

    Reconozco que Despistes y franquezas padece (o quiz disfruta) de cierta inarmona, ya que

    abarca desde relatos casi tenebrosos hasta cuentitos poco menos que cursis. )Importa eso demasia-

    do?

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    Tengo la esperanza de que las discordancias en cadena generen (como a veces ocurre en la msica)

    una nueva armona. Lo cierto es que cuando los temas empezaron a golpear en mi puerta (...) no les

    pregunt la procedencia ni el color ni la raza; mucho menos, el gnero (Benedetti 15).

    El paratexto suele ser fundamental en unas obras que deenden su singularidad desde la portada

    As se aprecia en ttulos como La vuelta al da en ochenta mundos (1967) y Ultimo round (1969) de

    Julio Cortzar, Movimiento perpetuo (1972), La Palabra mgica (1983) y La letra e (1985) de Augusto

    Monterroso, Manual del distrado (1978) de Alejandro Rossi14, Despistes y franquezas (1990) de Ma-

    rio Benedetti o La musa y el garabato de Felipe Garrido (1984). En otras ocasiones el ttulo reeja e

    carcter inclasicable de los fragmentos recogidos, como en Cuaderno de escritura (1969) de Salva-

    dor Elizondo, Prosas aptridas (1979) de Julio Ramn Ribeyro, Textos extraos (1981) de Guillermo

    Samperio, De aqu y de all(1994) de Fernando Ansa o La batalla perdurable (a veces prosa) (1996)de Adolfo Castan.

    Con frecuencia, estos textos aparecieron publicados en peridicos para ser posteriormente

    reunidos en libro. Este hecho conere una clara estructura abierta al volumen, como destaca Augusto

    Monterroso en el prrafo que cierra Movimiento perpetuo: Salvo por el Indice, que debido a razones

    desconocidas viene despus, el libro termina en esta pgina, la 151, sin que eso impida que tambin

    pueda comenzar de nuevo en ella, en un movimiento de regreso tan vano e irracional como el empren-

    dido por el lector para llegar hasta aqu (Monterroso 1981: 151)15.

    Los cultivadores de miscelneas deenden la literatura de lones, en las que los temas nunca

    se agotan. Torri seal tempranamente que un escritor es, ante todo, un descubridor de lones (Torr

    1964: 57)16, frase que corrobar su compaero de generacin, Carlos Daz Dufoo Jr., cuando lanz la

    consigna de que El artista slo debe sugerir (Daz Dufoo 4). Medio siglo despus, Julio Cortzar

    retomara la idea a partir del take, concepto del lenguaje musical que dene las breves

    improvisaciones a partir de las que se organizan las jam sessions en el mundo del jazz:

    Lo mejor de la literatura es siempre take, riesgo implcito en la ejecucin, margen de peligro quehace el placer del volante, del amor, con lo que entraa de prdida sensible pero a la vez con esecompromiso total que en otro plano da al teatro su inconquistable imperfeccin frente al perfecto cine

    (Cortzar 201).

    El escepticismo es otro de los rasgos que denen estos textos llenos de aristas, que enuncianproblemas, pero no los resuelven. Ya Daz Dufoo Jr. propugnaba La posibilidad de desear todas lasverdades y la imposibilidad de poseer ninguna (Daz Dufoo 1988: 67). Estos autores, hostiles aldiseo de la utopa, buscan ser cronistas de sus mundos privados ms que redentores de su socie-

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    dad, en contraste con la postura adoptada por los ensayistas decimonnicos. Ante este derrumbe de

    los sistemas gnoseolgicos, el caos siempre resulta bienvenido: La incoherencia slo es un defectopara los espritus que no saben saltar. Naturalmente, slo pueden practicarla los espritus que saben

    saltar (Daz Dufoo 1988: 54).

    Los ejercicios transtextuales son bsicos para unos escritores que alimentan sus textos de suslecturas favoritas17. Segn Esperanza Lpez, se trata de una literatura: Vocacionalmente marginaly exterior, ubicada en el afuera del texto, en el lmite de s misma (...). Una escritura fronteriza, glo-

    sadora, derivada de otra y, por tanto, modesta, ausente de pretensiones, contraria a la autarqua y

    arrogancia con que se ha visto siempre sealada la creacin ms clsica (Lpez 16-17).Si Daz Dufoo Jr. escriba que Nunca entramos en un ro nuevo (Dufoo 1980: 52), AlejandroRossi comenta: es a veces un alivio poder expresarse a travs de alguien. El hizo el esfuerzo,nosotros apenas descubrimos coincidencias y pasivamente asentimos (Rossi 124). La vocacin de

    marginalia se aprecia as en ttulos como Saln de lecturas (1972) de Marco Denevi, Contextos(1984) de Salvador Elizondo o El saln de los espejos encontrados (1995) de Jaime Moreno Villar-real.

    Las miscelneas presentan en muchos casos un carcter autobiogrco, que conere unidad alconjunto a partir del yo autorial18. Ya Torri reuni en Ensayos y poemas algunos fragmentos de sudiario sentimental, narrando sus aventuras amorosas ms o menos logradas en Its a pity shes awhore, Muecas y sonrisas o Anywhere in the South. En La letra e de Augusto Monterrosoencontramos un buen ejemplo de cmo pueden unirse autobiografa y reexin crtica en el marco dela miscelnea. As, Jorge Rufnelli lee en la letra que da ttulo al libro a la vez ego y escritura, el yo yla literatura. De eso se trata (Rufnelli: 213). Desde mi punto de vista, y sin rechazar la interpre-

    tacin de Rufnelli, La letra e alude a la palabra ellos, pronombre con el que Monterroso se reerea la pluralidad de individuos que lo constituyen, con lo que refuerza el carcter autobiogrco de suescritura. As lo comenta el mismo escritor en el prefacio del libro:

    Escribindolo me encontr con diversas partes de m mismo que quiz conoca pero que habapreferido desconocer: el envidioso, el tmido, el vengativo, el vanidoso y el amargado; pero tambinel amigo de las cosas simples, de las palabras, de los animales y hasta de algunas personas, entre

    autores y gente sencilla de carne y hueso. Yo soy ellos, que me ven y a la vez son yo, de este lado

    de la pgina o del otro, enfrentados al mismo n inmediato: conocernos, y aceptarnos o negarnos;seguir Jjuntos, o decirnos resueltamente adis (Monterroso 1987: 7).

    Asimismo, Julio Cortzar consideraba La vuelta al da en ochenta mundos como su personal

    libro de memorias: Y por qu no un libro de memorias? Si me diera la gana, )por qu no? Qu

    continente de hipcritas el sudamericano, qu miedo de que nos tachen de vanidosos y/o de pedantes

    Si Robert Graves o Simone de Beauvoir hablan de s mismos, gran respeto y acatamiento; si Carlos

    Fuentes o yo publicramos nuestras memorias, nos diran inmediatamente que nos creemos impor-

    tantes. (...) La suma de naturalidad y humor es lo que en otras sociedades da al escritor su personera

    (...). Vamos a ver: )por qu no escribira yo mis memorias ahora que empieza mi crepsculo, que he

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    terminado la jaula del obispo y que soy culpable de un montoncito de libros que dan algn

    derecho a la primera persona del singular? (Cortzar 13)19.

    De acuerdo con los rasgos reseados hasta el momento, puede colegirse que el tema

    fundamental de las miscelneas es el de la literatura. Los frecuentes homenajes a otros escritores, de

    las pocas y procedencias ms variadas, demuestran la amplitud de intereses de estos autores. Es

    asimismo muy comn encontrar en ellas el reejo de las vanidades del mundo literario, donde se ha

    perdido el placer de leer en favor de otros intereses ms pragmticos. Si Torri denunciaba la inexis-

    tente repercusin de la literatura en la civilizacin contempornea en La oposicin del temperamento

    oratorio y el artstico, De la noble esterilidad de los ingenios, La humildad premiada, El descubri -

    dor, Le pote maudit o Mutaciones, Augusto Monterroso se permite escribir, evocando melancli-

    camente las coplas manriqueas, Nuestros libros son los ros que van a dar en la mar que es el olvido(Monterroso 1987: 7)20.

    La proliferacin desmesurada de publicaciones, ya denunciada por Julio Torri en Era un pas

    pobre21 y por Julio Cortzar en Fin del mundo del n22, encuentra su mejor crtica en los ensayos

    de Gabriel Zaid La superacin tecnolgica del libro, La nueva ley de Malthus23, Los demasiados

    libros o La oferta y la demanda de la poesa, divertida reexin que termina al estilo de Charles

    Lamb: Toda persona que pretenda ser leda tendra que registrarse en una ocina central donde

    demostrara lo que ha ledo. Por cada mil poemas (cuentos, artculos, libros) que demostrara haberledo, se ganara un cupn para publicar un poema (cuento, artculo, libro). La cantidad exigida ira

    ajustndose, hasta lograr el equilibrio de la oferta con la demanda (Zaid 104).

    En las miscelneas se ataca frecuentemente el ejercicio de una crtica intil24, daina25, aburrida26

    o incompetente27. La frivolizacin de la cultura se maniesta en la parafernalia que rodea los con -

    gresos literarios28 o en la escasa atencin que se dispensan los colegas entre s29 En denitiva, los

    textos analizados realizan una saludable crtica al mundo de la intelligentsia, que nos previene contra

    la solemnidad de la que solemos investirnos cuando subimos al estrado del profesor y nos invita a

    matener vivo el espritu festivo e iconoclasta de la verdadera literatura.

    No puede existir mejor coda a un trabajo sobre los hbridos genricos que las imgenes con las

    que Julio Cortzar cerr La vuelta al da en ochenta mundos. En la primera un camalen pasea sbre

    una alfombra abigarrada: como este animal, los autores que hemos considerado cambian de tonalidad

    en cada pgina, en un esfuerzo por ser originales que obliga a los lectores a no bajar nunca la guar-

    dia.

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    La segunda imagen reproduce un aguafuerte decimonnico, con unos personajes en globo enfrenta -dos a un abismo. Abajo leemos la leyenda: (No es tan difcil!. Siguiendo esta invitacin, aceptemoscambiar nuestros cnones de lectura, incluyendo en nuestras bibliotecas unos textos que basan su

    incuestionable valor en su apuesta por conseguir la pgina perfecta.

    Bibliografa

    Benedetti, Mario (1992) Despistes y franquezas. Madrid, Alfaguara.Bensmaa, Reda (1987) The Barthes Effect. The Essay as Reective Text. Minneapolis, University ofMinnesota Press.Castan, Adolfo (1996) La batalla perdurable (a veces prosa). Mxico, CNCA/Ediciones del

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    Zaid, Gabriel (1982) La feria del progreso. Madrid, Taurus.

    Notas1

    Augusto Monterroso reeja la mala acogida habitual de estos textos: (Qu ocurre cuando en un libro uno mezcla

    cuentos y ensayos? Puede suceder que a algunos crticos ese libro les parezca carente de unidad ya no slo temtica sinode gnero y que hasta sealen esto como un defecto. (...) Recuerdo que todava hace pocos aos, cuando algn escritor se

    dispona a publicar un libro de ensayos, de cuentos o de artculos, su gran preocupacin era la unidad, o ms bien la falta

    de unidad temtica que pudiera criticrsele a su libro (como si una conversacin -un libro- tuviera que sostener durante

    horas el mismo tema, la misma forma o la misma intencin (Monterroso 1987: 27-28).

    Del mimo modo, Alejandro Rossi lamenta que estas compilaciones nunca hayan gozado de la simpata de los editores:

    Quienes me conocen extraarn la virtud mayor de mi ocio, la enigmtica concisin que ha sido mi cruz y mi triunfo:

    una docena de frases memorables por las cuales he renunciado a las glorias del volumen, a la rstica con fotografa en la

    contraportada (Rossi 155).

    2Entre los escritores que las han cultivado se encuentran Julio Torri, Alfonso Reyes, Carlos Daz Dufoo Jr., Salvador Novo

    Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Marco Denevi, Julio Cortzar, Augusto Monterroso, Salvador Elizondo, Jaime Gar

    ca Terrs, Julio Ramn Ribeyro, Alejandro Rossi, Hugo Hiriart, Guillermo Samperio, Gabriel Zaid, Brbara Jacobs, Felip

    Garrido, Jos Miguel Oviedo, Mario Benedetti, Jaime Moreno Villarreal o Adolfo Castan, autores de una nmina de obra

    que abarca desde los Ensayos y poemas de Torri (1917) hasta La batalla perdurable (a veces prosa) (1996) de Castan

    3

    Adolfo Castan calica el Manual del distrado como un libro vasto, en cierto modo es una enciclopedia irnica, una

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    enciclopedia en miniatura de los temas y motivos, de los personajes y modas predominantes en la vida intelectual

    hispanoamericana en la segunda mitad del siglo XX (Castan 1997: 13).

    4

    Se dene el rizoma como un tipo de organizacin donde un elemento se encuentra conectado con otro de muy diversa

    estructura, produciendo una proliferacin ajerrquica, desunida, abierta y siempre en desarrollo. Este principio de la

    Posmodernidad ha sido denido por Gilles Deleuze con las categoras de conexin, heterogeneidad, multiplicidad,

    asignicante ruptura, cartografa y decalcomana, lo que signica la carencia de una estructura profunda para la obra

    (Guattari: 11-34).

    5

    Como seala Simn Marchn Fiz en relacin a la sensibilidad posmoderna, la fragmentacin tiene que ver con el

    abandono de los cuadros permanentes, de las jerarquas, del estilo o las tendencias homogneas (Marchn: 335).

    6

    Aun as, pueden considerarse antecedentes de la miscelnea textos tan variados como la silva de varia leccin rena

    centista, los cuadernos de apuntes sobre las propias lecturas publicados por autores como Stendhal o Poe o los libros de

    pensamientos y aforismos de tradicin centroeuropea.

    7

    La cursiva es nuestra.

    8

    As denomina Torri a su obra en una carta a Alfonso Reyes fechada en 1916: Es libro de pedacera, casi de cascajo. Nopuedo hacer nada de longue haleine. Tengo por ello mucho despecho, como puede verse en el dicho libro (Torri 1980

    199). El mismo Reyes consideraba este tipo de literatura un producto menor:

    En cierta ocasin (...) Mr. Dobson tuvo que suspender todos los trabajos de gran aliento (...). Olvidado entre sus

    papeles, se encontr un antiguo cuaderno de apuntes y recortes, donde da tras da haba ido recogiendo pequeas

    erudiciones amenas, felices ocurrencias, pasajes que le haban llamado la atencin en la lectura del diario, la

    revista o el libro (...). Y de ese cuaderno, retocado ligeramente, un tanto clasicada la abundante materia, sali

    este libro, que ha alcanzado ya la segunda edicin (Reyes 1956 III: 19).

    9

    Es el caso de A Circe, el texto que transcribimos a continuacin:(Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mstil cuando

    divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera

    fatal. Pareca un cargamento de violetas errante por las aguas.

    (Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no

    cantaron para m (Torri 1964: 81).

    10

    Gabriel Zaid recalca en una afortunada sentencia que no hay ensayo ms breve que un aforismo (Zaid 66).

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    11

    Rda Bensmaa, glosando a Roland Barthes, seala cmo el discurso ensaystico has at its disposal an operatory power

    that is not homogeneous with any preconceived rhetorical schema (...) Indeed, what offers food for thought, what allows us

    to experiment with the Essay as writing, as a unique Form, is the possibili ty of a plural text made up of multiple networks

    that interact without anyone of them being able to dominate the others (Bensmaa 99).

    12

    As lo sealaba Julio Torri en El ensayo corto (1914): El ensayo corto ahuyenta en nosotros la tentacin de agotar el tema

    de decirlo desatentamente todo de una vez (...). Es la expresin cabal, aunque ligera, de una idea. Su carcter propio pro

    cede del don de evocacin que comparte con las cosas esbozadas y sin desarrollo (...). El desarrollo supone la intencin de

    llegar a las multitudes. Es como un puente entre las imprecisas meditaciones de un solitario y la torpeza intelectiva de un

    listeo (Torri 1964: 33-34).

    En nuestros das, Augusto Monterroso sigue considerndolo el ms libre de los gneros: El ensayo no pretende juzgar, nensear, ni establecer, ni jar maldita la cosa. (...) En el ensayo uno da sus opiniones, emite sus juicios, maniesta prefer

    encias o rechazos sin que para nada pretenda estar diciendo algo que deba ser credo, acatado, o incluso refutado (...). E

    ensayo es as el gnero ms libre, y por tanto uno de los ms bellos que existen (Monterroso 1990: 55).

    13

    El mismo recopil sus escritos inclasicables en Marginalia (1954), completadas con ttulos como El cazador. Ensayos y

    divagaciones (1921), Simpatas y diferencias (1921-1926), Calendario (1924), Tren de ondas (1932), Los siete sobre Deva

    (1942), Memorias de cocina y bodega (1953) y Las burlas veras (1967).

    14En relacin a esta obra Juan Villoro comenta: el ttulo mismo es un golpe de irona. El manual sugiere un prontuario de

    instrucciones, la cama tendida antes del toque de corneta. Un manual distrado es un recetario contra las recetas (Villoro

    25). Octavio Paz destaca a su vez cmo Rossi nos enfrenta a una disyuntiva quiz sin respuesta: entre manual y distrac

    cin no hay contradiccin sino inconexin (...). El ttulo nos enfrenta a una interrogacin que, simultneamente, nos hace

    sonrer y nos estremece (Paz 21).

    15

    He analizado la hibridez en la obra de Monterroso en mi libro La trampa en la sonrisa (Noguerol 1995) y posteriormente e

    el artculo Textos como esquirlas: hbridos genricos en la obra de Augusto Monterroso (Noguerol 1997).

    16

    En una carta fechada en 1914 comentaba a Alfonso Reyes su labor como glosador de epgrafes: Yo trabajo ahora gneros

    de esterilidad, como poemas en prosa, etc. Pronto te mandar algunas composiciones. Las escribo de la siguiente manera

    tomo un buen epgrafe de mi rica coleccin, lo estampo en el papel, y a continuacin escribo lo que me parece, casi siem

    pre un desarrollo musical del epgrafe mismo. Es como si antes de comprar un vestido, adquirieras el clavo del que lo has

    de colgar (Torri 1980: 186). Muy semejante es la armacin que hizo Salvador Elizondo en su Teora mnima del libro

    cincuenta y cinco aos despus:

    La tarea del escritor se propone brutalmente. Una frase escuchada al acaso, proferida por un desconocido, en algn luga

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    remoto, puede revelarnos (...) la clave de todo un universo literario potencial (Elizondo 10).

    17

    Las miscelneas suelen ser escritas por crticos practicantes segn la famosa expresin de Eliot; esto es, crticos y profesores

    universitarios cuyo medio de vida es la exgesis textual y la docencia en literatura.

    18

    De ah que Jos Miguel Oviedo eligiera para su personal hbrido el ttulo de Diario imaginario (1988).

    19

    As entienden tambin esta obra Thierry Guinhut: Je ne le lis plus comme un fourre-tout de notes, dessais et de petites

    nouvelles, mais comme un almanach (...), comme le roman dune existence, ou comme un portrait intrieur qui, si clat

    quil soit, est travers par un projet quindique dj le titre: il sagit du tour dun objet partiel, vu au travers du prisme de lmultiplicit des mondes et des visions (Guinhut 55).

    y Jorge Alberto Saez: La vuelta al da en ochenta mundos explora las napas ms densas de la experiencia existencial

    artstica de su autor, a travs de un proceso de auto-anlisis donde no falta la asociacin libre encubierta tras la ancdota

    casual (Saez 87-88).

    20

    En Los libros tienen su propia suerte el mismo autor reeja de forma sangrante la futilidad de la fama: Los nios de la

    escuelas irn el da de tu aniversario a la calle que lleva tu nombre, y el ministro dir su discurso, mil quinientos aos lejos,

    podrs ver desde el lugar en que ests a aquellos seres extraos diciendo palabras en un idioma que ya no comprendes, y

    en un momento dado el ministro levantar la vista y el brazo y agitar su papel en la mano como saludndote y como dicindote no te preocupes por tu mensaje, estamos contigo y te queremos mucho; mientras, los nios mirarn asimismo hacia

    lo alto y se llevarn la mano a los ojos cubrindolos no sabrs si del sol o de tu propio resplandor (Monterroso 1983: 10).

    21

    A la manera de Jonathan Swift en su Modest Proposal..., el escritor mexicano recurre al absurdo para plantear la situacin

    de un pas subdesarrollado que llega a conocer la prosperidad gracias a su abundante produccin literaria (vid. Torri 1964

    123-124).

    22

    En este cuento los papeles impresos llegan a invadir toda la Tierra hasta provocar la destruccin de la humanidad (vid.Cortzar 1994: 449-450).

    23

    Dedicada sarcsticamente A la seorita profesora Mary Anders, que me deslumbr con las primeras quinientas pginas

    de su tesis doctoral sobre un libro que pienso escribir, la reexin comienza con una frase antolgica: La literatura

    mexicana crece en proporcin aritmtica. Los profesores norteamericanos, en proporcin geomtrica. Al paso que vamos

    se avecina un desastre (Zaid 122).

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    24

    Rossi abre La pgina perfecta con el siguiente comentario: Escribir sobre la obra de Jorge Luis Borges es resignarse a

    ser el eco de algn comentarista escandinavo o el de un profesor norteamericano, tesonero, erudito, entusiasta; es resig

    narse, quiz, a redactar nuevamente la pgina 124 de una tesis doctoral cuyo autor a lo mejor la est defendiendo en estepreciso momento (Rossi 43).

    25

    Torri cuenta Cmo se deshace la fama de un autor: Se comienza por elogiarle equivocadamente (...); se le dan a sus

    ideas gran importancia (...); se le clasica mal (...); se venden sus libros (...); se le aplican calicativos vacuos (...);

    Finalmente se le cubre con la caritativa sombra del olvido (Torri 122).

    26

    El reconocido crtico peruano Jos Miguel Oviedo se permite una ocurrencia de ecos mallarmeanos: Consejo para los

    crticos: un golpe de datos jams abolir el azar (Oviedo 203).

    27

    Zaid abre A quien corresponda con un anuncio: Pas sumamente importante de ejemplar y brillante subdesarrollo con

    una literatura en plena expansin al mercado internacional SOLICITA CRITICO LITERARIO IDEAL (Zaid 126).

    Tambin Adolfo Castan rechaza al intelectual que se vuelve espectculo: (La era de la comunicacin! Fast food, fast

    thinking, pocas palabras y muchas imgenes en papel satinado. De nada te sirven las ideas de alta denominacin si no

    traes morralla para opinar. Piensa rpido. Cuida los gestos. Es todo un arte transmitir las muecas del pensamiento (Casta

    n 36).

    28

    La vistosa basura que nos regalan al comenzar un congreso o reunin profesional -cartapacios de plstico con el escudode la institucin, mapas y folletos sobre lugares que no visitaremos nunca, distintivos con nuestros nombres, papeles de

    apuntes, etc.-, )son un una forma corts de decirnos lo que piensan de nosotros antes de que hayamos siquiera abierto la

    boca? (Oviedo 150).

    29

    Tuve un amigo que comenzaba sus conferencias con la frase: En la selva masnica.... Si nadie se inquietaba en la sala

    saba que no le estaban prestando atencin y entonces despachaba la conferencia de cualquier modo, dejando la frase sin

    explicar (Oviedo 199).