herodes anduvo suelto por los andes

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HERODES ANDUVO SUELTO POR LOS ANDES05:34 ABDEL PADILLA VARGAS NO COMMENTSLes presento uno de los artculos que escrib en octubre de 2003 en el peridico La Prensa a propsito de lo sucedido en esos fatdicos das. Es un escrito que guardo con particular apego porque no pude soportar derramar algunas lgrimas mientras haca el reporte y mientras escriba. El ttulo lo puso mi sempiterno editor, Arturo Choque. Abajo incluyo una nota de apoyo del amigo y periodista Miguel Gmez.

La Prensa, 26 de octubre 26, 2003

Hay actos que no se perdonan ni siquiera en el fragor de una guerra. Hay muertes que duelen ms que otras. La memoria de los inocentes no se la llevar el tiempo, quedar como testimonio del horror que nunca debi desencadenarse. No se conoce un dato oficial sobre el nmero de nios que murieron en el conflicto social entre septiembre y octubre de 2003, pero las historias que se esconden detrs de cada nio muerto hacen que cualquier nmero sea decididamente intolerable.

Representacin: lex fue herido mientras observaba desde su terraza; al fondo se ve el puente Bolivia.

"Mi Eva, te perdono", fueron las primeras palabras que lex pronunci al amanecer del sbado 11 octubre.

"Ser un mal sueo?, de qu me perdona mi hijo?, de qu un nio de cinco aos?", pens, confundida, la madre. Nunca lo supo. A las seis de la tarde de ese da, lex muri en sus brazos. En los brazos de "mi Eva", como la llamaba.

Da negro La jornada del sbado fue la ms tensa de la semana en El Alto. Un nmero aproximado de cinco mil personas, vecinos de la avenida 6 de Marzo, Santiago Segundo y Carmen Pampa, amanecieron apostados en los alrededores del Complejo de Senkata para impedir la salida hacia La Paz de 11 cisternas con diesel y gasolina. Durante las primeras horas de la tarde y a cinco kilmetros de Senkata, Eva Mollericona particip, junto a sus vecinos de Rosas Pampa, en el entierro de Ramiro Vargas, por cuya cabeza, el jueves, atraves un proyectil calibre 38 expulsado de la pistola de un guardia de la Zona Franca, cuando asegur el entonces Ministro de Salud, Javier Torres Goitia el joven de 22 aos intentaba "ingresar por la fuerza" a ese lugar. A las 17.20, cuando Ramiro yaca ya bajo la tierra, parti desde Senkata el primer camin cisterna fuertemente escoltado por los hombres del Batalln Blindado nmero 1. Casi a la misma hora, Eva retornaba a la casa nmero 3 de la calle 33 de Rosas Pampa, donde viva con sus padres y lex, su nico hijo. Cerca a las seis de la tarde, y luego de superar un primer enfrentamiento con los vecinos, la cisterna lleg al puente principal de la avenida Bolivia. Esta vez los vecinos no cederan. La violenta resistencia fue respondida por los uniformados con gases, balines y rfagas de ametralladoras. "Los heridos estn tirados como ovejas...", grafic una mujer a los minutos de haberse iniciado la refriega. El puente, escenario improvisado de la guerra, fue el centro de atencin de un espectculo que nadie se perdera. Las ventanas, las terrazas o los techos, cualquier lugar era bueno mientras se est prudentemente alejado. As pens Eva, que, presurosa, subi las 15 gradas irregulares hacia su pequea terraza. La siguieron sus padres y sus tres hermanos, entre ellos un ex conscripto. El ltimo en subir, como olvidado por los mayores, fue lex, quien para alcanzar la pared de la terraza, de medio metro de alto, debi subirse sobre un ladrillo. A las seis de la tarde el humo blanco de las granadas de gas lacrimgemo se convirti en neblina. En ese instante una bala annima y cobarde silv cerca del ex conscripto

Silencio... Un destello y enseguida un quejido dirigieron la mirada de Eva al suelo. Angustia... lex yaca tendido con la sangre brotando por delante y por detrs. La bala ingres por la boca y sali por la nuca. La muerte fue casi instantnea. Los intentos por detener el ro de sangre que sala de la cabeza de lex fueron insuficientes. "Aydenme, mi hijo se muere". Sin un solo auto que pase por la calle de tierra, Eva, con el nio en brazos, y los suyos corrieron en busca de un centro mdico. El ms prximo era el Hospital Corazn de Jess, en la zona del Kenko. En el camino se toparon con los militares. "Miren lo que me lo han hecho", reclam el abuelo de lex. "Perderse, carajo", respondi el soldado. La impotencia se apoder de la familia. Eva imagin lo peor. Ya no haba nada que hacer. lex Llusco Mollericona, el primer y nico hijo de esta madre soltera de 24 aos, haba fallecido. Los recuerdos desordenados bombardearon su mente. Risas y travesuras; el arroz con leche, su plato preferido; su cancin preferida, una de Agua Bella; sus juegos y su ltimo dibujo. "Qu vas a ser cuando seas grande?", sola preguntar Eva. "Un gente", responda el nio, de quien recuerda su madre sorprenda cmo pensaba. "Pareca mayor", dice. "Mi Eva" sola reclamar lex "tenemos que ahorrarnos para comprarnos una cocina para nosotros solitos". Dos cosas no le gustaban. Que lo vean dibujando o haciendo sus tareas, y que lo llamen lex Llusco. Para su madre y para todos l era lex Mollericona. Saba que no tena padre, pero quera tenerlo. "Cada que vea a Javier Encinas en la televisin, deca que l era su padre", recuerda Eva. Cmo olvidar que a sus cinco aos ya ayudaba a preparar empanadas, las mismas que Eva venda en el anaquel de un colegio. Cmo no recordar sus chistes preferidos: "Miau...go, miau...go, dijo el gato. Muurete, muurete, dijo la vaca. Vee..., vee... te he dicho, dijo la oveja. Ququiris que haga, dijo el gallo". El mnimo detalle latiendo en el cuarto, la casa a donde nunca ms volver. "Cmo hago para olvidar, he cambiado las cosas del cuarto, he quemado todas sus cositas... quiero destrozar esa terraza. Ya no es lo mismo, ya no puedo vivir", se lamenta Eva.

"Qu es esto?, acaso era su destino?", se cuestiona. "Nunca deba pasar, cmo un nio va a morir con bala?", sentencia mientras observa detenidamente el ltimo dibujo de lex, aquel que traz horas antes de su muerte. "Cuando me mostr el dibujo yo crea que era un gusanito, pero l me corrigi, me dijo que hay que verlo al revs", termina. Al revs el gusanito parece sta es una visin personal de quienes lo vimos un camin militar repleto de soldados, cmo los que dispararon en el puente Bolivia el sbado 11 de octubre a las seis de la tarde.

Como lex Llusco, alrededor de cinco nios fallecieron entre septiembre y octubre como consecuencia de la convulsin social, la mayora heridos de bala. Entre ellos hay uno o una a quien ni siquiera se le permiti nacer.

Muerte prematura La muerte de doa Teodosia Morales (39) cuenta por dos. Como muchas personas, fue vctima de un conflicto en el que no participaba. Fue herida el domingo 12 de octubre en la casa de su hermana, en la avenida 6 de Marzo de El Alto, poco antes de comer un apthapi. El proyectil atraves uno de sus riones y sali por su abdomen. "Sorprendentemente", como cuenta una de sus sobrinas, no se desangr, por lo menos no de inmediato. Ech, en cambio, un lquido blanco, justo poco antes de que se tome el vientre, cuidando al que sera su octavo hijo. La intervencin mdica no fue oportuna, ni para ella ni para el nuevo ser. Falleci en el Hospital Juan XXIII, el lunes 13. "La han operado, pero no nos han devuelto al chiquito, dice que primero tienen que estudiarlo", lamenta Tefilo, el esposo de doa Teodosia, reclamando por el cuerpo de su octavo hijo. El mismo da en que fue herida doa Teodosia, el 12 de octubre, muri Kevin Colque Huanca, de dos meses. Contradictoriamente, fue su propia madre quien lo hiri al caer sobre l mientras escapaba de los gases lacrimgenos y las balas, en Villa Ingenio.

Libertad Bolivia Libertad Bolivia naci el 1 de octubre en La Paz, dos meses antes de lo previsto. Pas algunos das en la incubadora y durmi una semana en la Terminal de Buses, donde fue

bautizada por ms de una centena de pasajeros que quedaron atrapados en La Paz debido al conflicto social. Entre estas personas, los padres de la nia, Grover Alanoca, de 25 aos, y Andre Ledezma, de 23. Ambos llegaron a La Paz desde el centro minero de Viloco, donde l trabaja desde hace cinco aos como minero. Lo que debi ser una visita relmpago de un da se convirti en toda una aventura que oblig a los esposos a dejar casi solos a sus otros dos hijos en la ciudad de Oruro. Libertad Bolivia es, para muchos, el smbolo del cambio, de un nuevo pas y de una nueva forma de gobernar.

Marlene Rojas fue la primera en morir Miguel E. Gmez "Marlene and a ver a tu mam", le dijo su abuela sin saber que esa orden ira a costarle la vida a su nieta. Al llegar al cuarto con un vaso de agua para su madre, que estaba delicada de salud por haber dado a luz hace tres semanas, no aguant la curiosidad de asomarse a la ventana y ver por qu haban tantos gritos y disparos en los alrededores. A los pocos segundos, una bala certera atraves el cristal y le perfor el pecho. "Atatau... ay...", fue lo ltimo que sali de sus labios. Marlene Nancy Rojas Ramos falleci el sbado 20 de septiembre, a las 16.30, en los enfrentamientos protagonizados por campesinos y uniformados en la localidad de Warisata. Era la tercera de cinco hijas y estudiaba en la Escuela de Aplicacin de Warisata, donde cursaba el 3ro. bsico. Adems, por su obediencia y responsabilidad, era la mimada de la casa. Desde las cinco de la madrugada, Warisata se convirti en un campo de batalla. Sin embargo, desde las 15.00, la sombra de la muerte rondara por la localidad de la provincia Omasuyos, dejando el saldo trgico de cuatro fallecidos, dos campesinos, un conscripto y Marlene. "Era muy estudiosa, cariosa, habladora, entradora, y ella cuidaba de su mam", record afligido Eloy Rojas, su padre, quien hasta ahora no se perdona no haber estado presente en el momento que falleci su nia. Ella exhal su ltimo suspiro en los brazos de su to. "Sub al cerro para ver lo que pasaba, logr ver los dinamitazos y los disparos de gases y balas de los policas y militares. En eso, vino mi hermano a avisarme que mi hija estaba muerta; baj desesperado y al ver su cuerpo en el piso, lleno de sangre, slo la levant y la lleve al patio trasero esperando que pase todo el problema", record Rojas. Marlene falleci a tres kilmetros del centro de los conflictos. Sus padres ahora exigen justicia

mientras miran con rabia la bala que seg sin causa la vida de su pequea. "Todos los das la recordamos", afirman, mientras acarician a la beb de tres semanas que se llamar Marlene, igual que su hermana.