heriotza hondartzan

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uando Javier Bauluz bajó a la playa de Zahara ya sabía que se iba a encontrar un cadáver. Javier Bauluz es fotó- grafo, en sus cámaras tanto caben besos como cuerpos destrozados. Si los besos se tornaron indiferentes por la vulgaridad y monótonos los muertos por la multiplicidad, la culpa no es suya. De él se espera que retrate lo que ve, no lo que le gustaría ver. En septiembre las playas están lle- nas de bañistas. A veces las olas traen un aguamala, un pe- cio, una concha partida, una bola de alquitrán. La concha y los pecios pueden interesar a artistas y coleccionistas del ready-made, el alquitrán y la aguamala hay que retirarlos con prontitud para evitar las justas reclamaciones de los turistas de fuera y de dentro. A veces es un ahogado quien recala en la costa, alguien a quien nadando le faltaron fuer- zas o ya no las tenía cuando la patera se hundió. Entonces tres cosas pueden suceder ante el muerto tendido en la are- na. Que los bañistas acudan y lo rodeen compasivos, pero eso no durará mucho porque la compasión, como sabemos, se cansa fácilmente. Que los bañistas, tocados en su sen- sibilidad, enrollen la toalla y regresen a casa, pero eso sig- nificaría perder las últimas horas de playa porque, como igualmente sabemos, el mundo va a acabar mañana. Que los bañistas sigan en lo suyo, ya que el muerto, muerto está, y, si es verdad que durante unas horas será un deslustre pa- ra la playa donde arribó, no la deslustrará más que la im- pertinencia del alquitrán, de la concha partida, del pecio y la aguamala. Y es en ese momento cuando aparece Javier Bauluz. Viene a realizar su trabajo. En otra ocasión tal vez lo atraería la translucidez de la medusa, la tabla mojada por los océanos, la cáscara vacía, el chapapote viscoso, hoy ha venido llamado por la muerte. No tiene la culpa de que los bañistas no se hayan retirado o de que no lloren alrededor del cadáver. Hace su trabajo, fotografía lo que allí está, el muerto y los vivos, fotografía tantas veces cuantas consi- dera necesarias, desde tantos ángulos cuanto el arte de la fotografía prevé, admite y enseña. Dirá con sus imágenes lo que todos ya sabíamos: que los vivos, por la simple ra- zón de que todavía están vivos, repelen automáticamen- te la evidencia de la muerte, incluso, o sobre todo, cuando la tienen ante los ojos o al alcance de la mano. Un día es- cribí que el muerto es el mejor amigo del vivo. Aquel ca- dáver en la playa era un amigo que venía a recordarnos que estamos siempre a la vera de morir, que no vale la pena que volvamos la cabeza hacia otro lado, porque la muerte puede estar a punto de tocarnos el hombro diciéndonos: “Estoy aquí”. Javier Bauluz bajó con su cámara a la playa y dijo: “Está ahí”. Pero nosotros preferimos hacer como que eso no nos atañe, aprovechamos la última caricia del sol para sumergirnos otra vez en las olas, intercambiamos unos besos más y unas caricias con quien nos acompaña, nos to- mamos unas cervezas o un helado de vainilla, exclamamos: “Una tarde espléndida”. Y somos inocentes, no hemos he- cho mal a nadie. Los vivos se justifican siempre, realmen- te no sería sensato exigirles que a todas horas vuelvan la cabeza hacia este lado, el del dolor, el de la miseria, el de lo que podía haber sido y no será. Javier Bauluz sólo es reo de un delito: el de creer que podíamos ser de otra mane- ra. Honra le sea dada, por eso. . De aquí al mundo UNA FOTOGRAFÍA QUE SALTÓ FRONTERAS. Los lectores de “The New York Times”, uno de los periódicos más influyentes del mundo, vieron la foto de Javier Bauluz en primera página el verano del 2001. En los meses ante- riores había inspirado reportajes en periódicos y revistas de media Europa y en países como Brasil y Australia. Tam- bién fue objeto de interés de varias productoras de televisión británicas y fue solicitada para ilustrar libros y en- sayos sobre inmigración. Esa fotografía fue punto de par- tida del programa educativo “Cuando viajar no es un pla- cer” (P.A.U. Education, en colaboración con la Unesco). Aún hoy, Bauluz ve de vez en cuando la foto publicada en diarios y revistas de distintas partes del mundo. Y sigue al alcance del público en “España, frontera sur”, una ex- posición itinerante promovida por la asociación Crear. A su autor le gusta situarse detrás de ella mientras escu- cha los comentarios de los asistentes: “En general, no quieren dar crédito a lo que ven. Intentan excusar a los bañistas de la sombrilla argumentando que creen que el cuerpo inmóvil es de un hombre borracho o dormido”. José Saramago El escritor portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, nació en la pequeña aldea de Azinhaga en 1922. Desde 1993 vive en Lanzarote. Autodidacta, Saramago renovó con su particular estilo narrativo las letras portuguesas y mundiales. Columnista habitual de prensa internacional, ha sido un autor comprometido política y socialmente a través de su obra y de su actitud vital. Entre sus obras destacan “El Evangelio según Jesucristo”, “La balsa de piedra”, “El año de la muerte de Ricardo Reis”, “La caverna” y la recién publicada “El hombre duplicado” Llamado por la muerte PORTADA DE “THE NEW YORK TIMES”. EE.UU. 10/VII/2001 “INTERNAZIONALE”. ITALIA. 3/XI/200O PORTADA “NRC HANDELSBLAD”. HOLANDA. 27/XII/2000 “MAX”. ALEMANIA. 9/VIII/2001 “COURRIER INTERNATIONAL”. FRANCIA. 2/XI/2000 “VEJA”. BRASIL. 12/IX/2001 C JORDI BELVER 62 MAGAZINE

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uando Javier Bauluz bajó a la playa de Zahara ya sabía

que se iba a encontrar un cadáver. Javier Bauluz es fotó-

grafo, en sus cámaras tanto caben besos como cuerpos

destrozados. Si los besos se tornaron indiferentes por la

vulgaridad y monótonos los muertos por la multiplicidad,

la culpa no es suya. De él se espera que retrate lo que ve,

no lo que le gustaría ver. En septiembre las playas están lle-

nas de bañistas. A veces las olas traen un aguamala, un pe-

cio, una concha partida, una bola de alquitrán. La concha

y los pecios pueden interesar a artistas y coleccionistas del

ready-made, el alquitrán y la aguamala hay que retirarlos

con prontitud para evitar las justas reclamaciones de los

turistas de fuera y de dentro. A veces es un ahogado quien

recala en la costa, alguien a quien nadando le faltaron fuer-

zas o ya no las tenía cuando la patera se hundió. Entonces

tres cosas pueden suceder ante el muerto tendido en la are-

na. Que los bañistas acudan y lo rodeen compasivos, pero

eso no durará mucho porque la compasión, como sabemos,

se cansa fácilmente. Que los bañistas, tocados en su sen-

sibilidad, enrollen la toalla y regresen a casa, pero eso sig-

nificaría perder las últimas horas de playa porque, como

igualmente sabemos, el mundo va a acabar mañana. Que

los bañistas sigan en lo suyo, ya que el muerto, muerto está,

y, si es verdad que durante unas horas será un deslustre pa-

ra la playa donde arribó, no la deslustrará más que la im-

pertinencia del alquitrán, de la concha partida, del pecio y

la aguamala. Y es en ese momento cuando aparece Javier

Bauluz. Viene a realizar su trabajo. En otra ocasión tal vez

lo atraería la translucidez de la medusa, la tabla mojada por

los océanos, la cáscara vacía, el chapapote viscoso, hoy ha

venido llamado por la muerte. No tiene la culpa de que los

bañistas no se hayan retirado o de que no lloren alrededor

del cadáver. Hace su trabajo, fotografía lo que allí está, el

muerto y los vivos, fotografía tantas veces cuantas consi-

dera necesarias, desde tantos ángulos cuanto el arte de la

fotografía prevé, admite y enseña. Dirá con sus imágenes

lo que todos ya sabíamos: que los vivos, por la simple ra-

zón de que todavía están vivos, repelen automáticamen-

te la evidencia de la muerte, incluso, o sobre todo, cuando

la tienen ante los ojos o al alcance de la mano. Un día es-

cribí que el muerto es el mejor amigo del vivo. Aquel ca-

dáver en la playa era un amigo que venía a recordarnos que

estamos siempre a la vera de morir,que no vale la pena que

volvamos la cabeza hacia otro lado, porque la muerte

puede estar a punto de tocarnos el hombro diciéndonos:

“Estoy aquí”. Javier Bauluz bajó con su cámara a la playa

y dijo: “Está ahí”. Pero nosotros preferimos hacer como que

eso no nos atañe, aprovechamos la última caricia del sol

para sumergirnos otra vez en las olas, intercambiamos unos

besos más y unas caricias con quien nos acompaña, nos to-

mamos unas cervezas o un helado de vainilla, exclamamos:

“Una tarde espléndida”. Y somos inocentes, no hemos he-

cho mal a nadie. Los vivos se justifican siempre, realmen-

te no sería sensato exigirles que a todas horas vuelvan la

cabeza hacia este lado, el del dolor, el de la miseria, el de

lo que podía haber sido y no será. Javier Bauluz sólo es reo

de un delito: el de creer que podíamos ser de otra mane-

ra. Honra le sea dada, por eso..

De aquí al mundo

UNA FOTOGRAFÍA QUE SALTÓ FRONTERAS. Los lectores de “The New York Times”, uno de los periódicos más

influyentes del mundo, vieron la foto de Javier Bauluz en primera página el verano del 2001. En los meses ante-

riores había inspirado reportajes en periódicos y revistas de media Europa y en países como Brasil y Australia. Tam-

bién fue objeto de interés de varias productoras de televisión británicas y fue solicitada para ilustrar libros y en-

sayos sobre inmigración. Esa fotografía fue punto de par-

tida del programa educativo “Cuando viajar no es un pla-

cer” (P.A.U. Education, en colaboración con la Unesco).

Aún hoy, Bauluz ve de vez en cuando la foto publicada en

diarios y revistas de distintas partes del mundo. Y sigue

al alcance del público en “España, frontera sur”, una ex-

posición itinerante promovida por la asociación Crear. A

su autor le gusta situarse detrás de ella mientras escu-

cha los comentarios de los asistentes: “En general, no

quieren dar crédito a lo que ven. Intentan excusar a los

bañistas de la sombrilla argumentando que creen que el

cuerpo inmóvil es de un hombre borracho o dormido”.

José Saramago El escritor portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, nació en la pequeña aldea de Azinhaga en 1922. Desde 1993 vive en Lanzarote.Autodidacta, Saramago renovó con su particular estilo narrativo las letras portuguesas y mundiales. Columnista habitual de prensa internacional, ha sido un autor comprometidopolítica y socialmente a través de su obra y de su actitud vital. Entre sus obras destacan “El Evangelio según Jesucristo”, “La balsa de piedra”, “El año de la muerte de RicardoReis”, “La caverna” y la recién publicada “El hombre duplicado”

Llamado por la muerte

PORTADA DE “THE NEW YORK TIMES”. EE.UU. 10/VII/2001 “INTERNAZIONALE”. ITALIA. 3/XI/200O

PORTADA “NRC HANDELSBLAD”. HOLANDA. 27/XII/2000“MAX”. ALEMANIA. 9/VIII/2001

“COURRIER INTERNATIONAL”. FRANCIA. 2/XI/2000“VEJA”. BRASIL. 12/IX/2001

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