hegemonía y estrategia socialista

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Hegemonía y Estrategia Socialista-Ernesto Laclau y Chantal Mouffe “Más allá de la positividad de lo social” Con la intención de consolidar teóricamente –la hegemonía- los autores analizan el tránsito de la tradición hegeliana, marxista y posmarxista en tanto, según su opinión, las diferentes interpretaciones del discurso. Así, la constitución del concepto de hegemonía requiere una articulación más compleja que lleve consigo un movimiento relacional que impere la disolución de toda identidad esencial y aparente de lo social. Por lo tanto, los esfuerzos teóricos que redunden en la referencia de fijaciones identitarias que emerjan de planos diferenciales fracasan, en tanto, no comprenden la naturaleza relacional de la articulación, es decir, en la disolución de todos los planos. La hegemonía es comprendida desde una perspectiva estructuralista, de acuerdo la noción de sólo esta se constituye en medida de una articulación. Ésta es entendida como una práctica que permite determinar la identidad separada de los elementos que la componen, los que serían fragmentos descompuestos de una totalidad orgánica. De acuerdo a lo anterior, se afirma que desde el siglo XVII se fue afianzando una transformación en la noción de cosmos, en tanto, se intenta acabar con lo trágico de la división. De este modo, los autores fijan la mirada en la incidencia que tiene el pensamiento romántico alemán, pues son lo que se autoconfieren la tarea de recomponer la unidad pérdida a través de los fragmentos de la misma, llevando a un proceso profundamente artificial que no desemboca en una articulación, sino en una mediación, aglutinando precisamente allí el potencial positivo. Así, se presenta una ambigüedad en el pensamiento de Hegel en lo que refiere a la dialéctica entre unidad y fragmentación, dónde “ninguna identidad es, para él, positiva y cerrada en sí misma, sino que se constituye como transición, relación y diferencia”. Dichas relaciones cuando se tornan contingentes su conexión no puede ser fijada o entendida como un momento de una totalidad subyacente. En ese sentido, la matriz teórica de Hegel, y en sí del marxismo pos hegeliano, no logra escaparse de la lógica de la fijación, entendiendo que tal cierre implica la inherencia de esencias generales. La dialéctica emanada por este romanticismo es la que hay que destruir, en tanto, supone a la sociedad como totalidad

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Hegemonía y Estrategia Socialista-Ernesto Laclau y Chantal Mouffe“Más allá de la positividad de lo social”

Con la intención de consolidar teóricamente –la hegemonía- los autores analizan el tránsito de la tradición hegeliana, marxista y posmarxista en tanto, según su opinión, las diferentes interpretaciones del discurso. Así, la constitución del concepto de hegemonía requiere una articulación más compleja que lleve consigo un movimiento relacional que impere la disolución de toda identidad esencial y aparente de lo social. Por lo tanto, los esfuerzos teóricos que redunden en la referencia de fijaciones identitarias que emerjan de planos diferenciales fracasan, en tanto, no comprenden la naturaleza relacional de la articulación, es decir, en la disolución de todos los planos.

La hegemonía es comprendida desde una perspectiva estructuralista, de acuerdo la noción de sólo esta se constituye en medida de una articulación. Ésta es entendida como una práctica que permite determinar la identidad separada de los elementos que la componen, los que serían fragmentos descompuestos de una totalidad orgánica. De acuerdo a lo anterior, se afirma que desde el siglo XVII se fue afianzando una transformación en la noción de cosmos, en tanto, se intenta acabar con lo trágico de la división. De este modo, los autores fijan la mirada en la incidencia que tiene el pensamiento romántico alemán, pues son lo que se autoconfieren la tarea de recomponer la unidad pérdida a través de los fragmentos de la misma, llevando a un proceso profundamente artificial que no desemboca en una articulación, sino en una mediación, aglutinando precisamente allí el potencial positivo. Así, se presenta una ambigüedad en el pensamiento de Hegel en lo que refiere a la dialéctica entre unidad y fragmentación, dónde “ninguna identidad es, para él, positiva y cerrada en sí misma, sino que se constituye como transición, relación y diferencia”. Dichas relaciones cuando se tornan contingentes su conexión no puede ser fijada o entendida como un momento de una totalidad subyacente. En ese sentido, la matriz teórica de Hegel, y en sí del marxismo pos hegeliano, no logra escaparse de la lógica de la fijación, entendiendo que tal cierre implica la inherencia de esencias generales. La dialéctica emanada por este romanticismo es la que hay que destruir, en tanto, supone a la sociedad como totalidad subyacente que sólo intenta fallidamente domesticar el campo de la diferencia. Lo social carece de esencia.

Los enfoques que nieguen el carácter esencialista de las relaciones sociales deben, por tanto, afirmar el carácter precario de las identidades y la imposibilidad de fijar el sentido de los “elementos”. Cualquier enfoque que conciba elementos fragmentados o dispersos se plantea desde un punto de vista que postule la unidad entre los mismos fuera de una formación discursiva. El discurso es una práctica articulatoria que organiza las relaciones sociales. En consecuencia, la complejización de las sociedades sería resultado del aumento de la asimetría entre la ampliación de diferencias y explosión de necesidades.

En el debate por la construcción de un concepto adecuado de articulación:

A) Formación social y sobredeterminación

Desde los planteamientos de Althusser se desconstruye el concepto de totalidad. Para el marxista, la totalidad se entiende como un “conjunto estructurado complejo” que a diferencia de Hegel no concibe lo complejo allí en la pluralidad, sino que lo hace en el proceso de sobredeterminación social. Este concepto se acuña desde el psicoanálisis y la lingüística, perspectivas desde las cuales se toma la incidencia que tienen los campos simbólicos en la constitución de las relaciones sociales. En ese sentido, el proceso de sobredeterminación se encuentra cargado por un constante reenvió de sentidos, lo social “se constituye como orden simbólico”. En consecuencia, se afirma que las relaciones sociales al estar sobredeterminadas no pueden poseer un sentido ni una literalidad última que se rija por alguna ley inmanente se disuelve la dicotomía: esencia- apariencia.

A pesar del intento de desligarse de una concepción esencialista, Althusser fracasa en su propuesta, debido a que, pretende articular la sobredeterminación (lo simbólico) con un segundo momento: la determinación (económica). Tal pretensión termina por poner en un plano superior la determinación de las condiciones materiales, ya sea, acceso o posición en el entramado de los medios de producción como imperante en las consecuencias de la sobredeterminación simbólica. Así “el campo de la sobredeterminación es sumamente limitado: es el campo de la variación contingente (no necesaria) frente a la determinación esencial –la económica-“. Lo anterior da cuenta de la imposibilidad de Althusser de escapar de una lógica dualista, propia del racionalismo (Idea -> esencia). Para los autores, el camino que tomó el pensamiento althusseriano –la crítica a la existencia de una sociedad hacia el racionalismo- desembocó en la utilización y validación de los mismos conceptos del racionalismo, haciendo –bajo esta perspectiva- impensable el concepto de articulación.

A partir del fracaso althusseriano emergen varios intentos por despojar el esencialismo teórico. Balibar propone diversificar la identidades para que llenen las transiciones ilegitimas de la propuesta de Althusser, para ello incita a la expansión de la lucha de clases, la que siempre tendría un desarrollo desigual, por lo que la lógica de sus transiciones no puede responder únicamente a la determinación de los modos de producción, sino que sería el resultado de procesos superestructurales que disuelven cualquier identidad abstracta y constante del suelo social. Sin embargo, ¿qué son las clases? Acaso no se cae nuevamente en el reduccionismo identitario y esencial, efectivamente para Laclau y Mouffe, esto sería una tautología. Otro intento refiere al de Barry Hindess y Paul Hirst, quienes analizan los conceptos de “determinación en última instancia por la economía” y “causalidad estructural” desde el abandono de la noción de los modos de producción como objeto legitimo del discurso marxista. Bajo la tutela de estos autores es posible delimitar una concepción de formación social, la que es entendida como “una serie determinada de relaciones de producción juntamente con las formas económicas, políticas y culturales que aseguran sus condiciones de existencia”. Según los autores esta re-conceptualización ocupa un criterio de especificación de los objetos –del discurso marxista- ilegitimo, lo que sumado a que sólo se proponga que la relación entre estos objetos (por ejemplo, las relaciones sociales de producción, fuerzas productivas, etc.) se sustente en el aseguramiento de las condiciones de existencia, no lleva a la constitución de articulación alguna. La crítica se fundamenta en que es imposible suponer, por ejemplo, “que las relaciones de producción de una formación social determinada son objetos especificables separadamente de las formas concretas que aseguran sus condiciones de existencia”… ¿qué es eso? Se recurre a una contradicción, en tanto, no es posible concebir la existencia de determinadas relaciones de producción sin comprender las condiciones para que tales sean posibles, en consecuencia no se pueden entender de forma autónoma. Además dicha formación social no se hace cargo de que relaciones de producción/condiciones de

existencia, refieren a distinciones lógicas pertenecientes a un discurso –el marxista- cuya formulación no aplica para casos concretos y tangibles. En síntesis, lo dudoso de esta propuesta es que termina por mantener las identidades de los objetos, distinguiendo la pertenencia de éstos a un tipo de discurso o a otro diferente. Ahora bien ¿el asegurar las condiciones de existencia puede considerarse como una articulación de elementos? No, porque la articulación remite necesariamente a un sistema de de posiciones diferenciales que llevan a determinada configuración de lo social, es decir, que asegurar las condiciones de existencia sólo afirma la existencia de un objeto, no la relación de existencia entre los objetos el fracaso de este intento deconstruccionista radica en que se crítica el carácter esencialista de las relaciones sociales acudiendo igualmente a la idealización de conceptos como “instituciones” o “formas de organización” en términos de una generalidad y una identidad que parecieran mantenerse y aplicarse a todos los casos. Cualquier intento de unidad o separación entre objetos que no especifica el mecanismo por el cual, tales procesos ocurren, termina por sucumbir ante el dualismo entre empirismo (material) y racionalismo (ideal).

A partir de lo anterior, Laclau y Mouffe afirman que “el única camino abierto –en este deconstrucción- es una pulverización lógica de lo social y un descriptivismo teóricamente agnóstico de las ‘situaciones concretas’”.

El carácter es crítico de toda fijación de identidad, para lo cual todo sentido se encuentra sobredeterminado en la medida en que “toda literalidad aparece subvertida”, es decir, existiría una presencia de unos objetos por sobre otros que impide fijar su identidad lógica de sobredeterminación de unas identidades por sobre otras.

B) Articulación y discurso

Se entiende como articulación a “toda práctica que establece una relación tal entre elementos, que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de la misma” esta totalidad estructurada es el discurso los momentos refieren a posiciones diferenciales dentro del discurso / los elementos refieren, por otro lado, a toda diferencia que no se articula discursivamente. Estas distinciones pueden comprenderse desde:

1- El tipo de coherencia de la formación discursiva: 2- Dimensiones de lo discursivo:3- Apertura y cierre de la formación discursiva:

Desde la interpretación foucaultiana que caracteriza a la formación discursiva como la regularidad en la dispersión, es decir, se concibe la unidad en la dispersión, en tanto, ésta se rija por reglas de formación dadas por la naturaleza compleja de los elementos dispersos. El foco se encuentra en la regularidad, que puede ser pensada como el conjunto de posiciones diferenciales, las cuales no han sido emanadas desde un principio subyacente, pero que aún así –en contextos de exterioridad puede ser significada como totalidad-. Así, se complementa que el carácter necesario de las relaciones que generan la identidad, deviene de la regularidad del sistema de posiciones estructurales. Sin embargo, bajo tal lógica ninguna relación puede ser contingente (no necesaria) pues es imposible pensarla afuera del entramado relacional, por ende, tampoco puede pensarse la articulación, entendiendo que ésta ocurre entre elementos y no momentos (dialoga con lo de afuera –elementos-) ninguna formación discursiva es una totalidad suturada.Se rechaza la distinción entre prácticas discursivas y no discursivas, afirmando que: a) todo objeto se constituye como objeto de discurso, en la medida en que ningún objeto puede abstraerse de su superficie discursiva y b) que cualquier distinción entre el aspecto lingüístico y el práctico – el que

remite a la acción- es incorrecta en el análisis de una práctica social. Así, con respecto a lo discursivo se propugna lo siguiente:

El hecho de que todo objeto pueda concebirse como objeto de discurso no implica necesariamente la negación de la existencia del objeto como tal, es decir, se niega la afirmación de que estos objetos puedan constituirse como tales al margen de la incidencia de alguna condición discursiva emergente.

Siguiendo la lógica anterior, se rechaza el carácter mental del discurso, en tanto, se afirma la naturaleza material del mismo. Para los autores, lo que constituye la identidad relacional del objeto, es el mismo objeto, no la Idea de llave, por ejemplo. Aquí lo linguistico y lo extra linguistico se encuentran del mismo

modo, bajo una lógica de posiciones diferenciales (estructuralismo siempre), las cuales refieren a elemento materiales diversos y dispersos. (diferencia con Habermas).

Basta con que ciertas regularidades establezcan posiciones diferenciales para que exista formación discursiva 1) la materialidad del discurso no depende de un sujeto ni de su conciencia, el discurso es objetivo es dentro del discurso, donde pueden confluir distintas posiciones de sujetos 2) la práctica articulatoria no puede desplegarse netamente en el terreno de lo linguistíco, pues necesita del entramado material para estructurarse. Por lo tanto, se crítica las constituciones a priori de la articulación, entendiendo que interpretaciones como las del marxismo clásico hablan de las ideologías como correspondientes a las superestructuras, denotando la determinación a priori de la unidad de una clase o una lógica de reproducción (dan cuenta del carácter esencialista y determinista de equivalencias que no son tangibles, como por ejemplo: la conciencia de clase).

El discurso logra una apertura de lo objetivo en cuanto pensar innumerables formas de relaciones sociales, así romper con la dicotomía discursivo/no discursivo genera la disolución de la matriz pensamiento/realidad dando rienda suelta a las categorías que pueden dar cuenta de nuestras relaciones ampliación tanto en el campo analítico como en el existente.Si se comprende ninguna limitación exterior, la articulación sería imposible si la lógica diferencial y relacional del discurso se impusiera sin limitaciones habrían puras relaciones de necesidad todo elemento se tornaría en momento la articulación sólo ocurre entre elementos. Si se acepta que la totalidad discursiva existe “bajo la una positividad dada y limitada”, la lógica relacional se encontraría incompleta y penetrada por la contingencia, así la transición entre elementos a momentos nunca ocurre no existe identidad social que pueda permear a un

exterior discursivo que le transforme no hay identidad que logre constituirse plenamente cualquier discurso que pretenda la fijación, es metafórico.

Toda totalidad queda incompleta, por lo que necesariamente se debe abandonar del análisis teórico la existencia de una sociedad como totalidad suturada y autodefinida. No hay un principio subyacente único que fije el campo de las diferencias. Así, es en la imposibilidad de tanto una interioridad o exterioridad totales, dónde se configura lo social. Las identidades para ser completamente externas las unas a las otras deben cumplir con una totalidad interna que les permita la protección del exterior “este campo de identidades que nunca logran ser fijadas es el campo de la sobredeterminación”.

Un sistema de significaciones, un discurso, puede ser entendido solamente por la incidencia de un exceso de sentido que lo subvierte, otorgando el locus de la práctica social campo de la

discursividad. Tomando a Derrida los autores se situan en concordancia con la noción deconstruccionista (la corriente filosófica) de discurso, al cual se le concibe como la posibilidad de presentar un significado central pero ausente en un lugar determinado, que al mismo tiempo sea condición del sistema de diferencias como también su clausura, esto quiere decir, que el centro más que referir a un locus determinado, refiere a una función sobre la cual se estructuran infinidades de signos como significaciones.Como no pueden existir fijaciones totales ni no fijaciones, surge la necesidad de una fijación parcial, en ese intento se constituye lo social, allí en el esfuerzo por producir un centro que limite la discursividad –el campo de diferencias- al discurso. Dentro del proceso de fijación parcial existen puntos nodales, es decir, significantes privilegiados que fijan el sentido de una cadena significante. A esto se suma la correspondencia entre los elementos y los significantes flotantes –significantes vacíos, que se nutren de un sentido según el plano relacional en el que se desplieguen- así, se tiene una pluralidad de significados que desarticula la estructura discursiva, presentando allí mismo la dimensión sobredeterminada de la formación social “la práctica de la articulación consiste, por tanto, en la construcción de puntos nodales que fijan parcialmente el sentido; y el carácter parcial de esa fijación procede de la apertura de lo social, resultante a su vez del constante desbordamiento de todo discurso por la infinitud del campo de la discursividad”.

Articulación = puntos nodales que fijan el sentido de una cadena significante de forma parcial, gracias al exceso de sentido dado por el discurso mismo, la pluralidad de diferencias. De lo anterior, se deduce que toda práctica social es articulatoria, en tanto, genera nuevas diferencias a partir de otras (punto de condición y punto de clausura).

C) La categoría de sujeto

El análisis de la categoría de sujeto se produce bajo la distinción de dos problemas teóricos que han permeado el debate, por un lado, se encuentra el carácter discursivo o pre discursivo de sujeto, por otro lado, el tipo de relaciones existentes entre posiciones de sujeto. En primera instancia, se crítica la noción de sujeto como generador de las relaciones sociales, se le entiende por tanto, como sujeto enmarcado dentro de posiciones de sujeto diferenciales, pues todo planteamiento erigido del sujeto se desprende de las construcciones discursivas que le atañen. Debido a la compleja naturaleza del discurso, establecer el tipo de relación entre posiciones de sujeto, conlleva inherentemente la imposibilidad de fijar identidad en la posición entre diferencias, sufriendo el mismo mal que un discurso abierto. Se impera abordar la sobredeterminación de unas posiciones por sobre otras. Así, se niega el esencialismo del hombre, como también la identidad del sujeto conferida a la dispersión, refiere a algo más que eso, es necesario mostrar las relaciones de sobredeterminación y totalización que cargan las posiciones dispersas.

Con respecto a la necesidad: se entiende la existencia de necesidad, en tanto, ésta limita el campo de la contingencia, lo que conlleva que su relación no se desenvuelve entre dos áreas propias limitadas, se encuentran en constante delimitación. La necesidad no refiere al principio subyacente que configura lo social, sino que da cuenta del esfuerzo por fijar las diferencias. Así la necesidad de lo social, es la necesidad de identidades puramente relacionales.

Aquí se liga el análisis del marxismo clásico en cuanto a las clases y sus formas de representación, en tanto la conciencia se presenta como unitaria en un momento futuro. El discurso constituye representante y representado bajo distintos niveles, esto se produce mediante la articulación de demandas en torno a una cadena equivalencial que lleve a la superación del capitalismo, por ejemplo. La propuesta de los autores reside en intentar concebir de esta forma la articulación, sabiendo que quizás no deba producirse así, pero basándose en que una relación de articulación “no refiere a una relación de necesidad” es posible. Mediante la ejecución del discurso –en su cadena equivalencial- se hegemonizan ciertas demandas por sobre otras. En ese sentido, la representación se constituye como “una oscilación inestable cuyos puntos de fuga son la separación de la identidad separada entre representado y representante, a través de una absorción como momentos –dentro del discurso- de una identidad única. La categoría de sujeto se encuentra permeada por la inserción polisémica de la sobredeterminación sobre la identidad discursiva. En síntesis, no hay solución las posiciones de sujeto no logran consolidarse como posiciones separadas, por lo que, la noción de su dispersión es insuficiente, así es la misma sobredeterminación la que les reintroduce un horizonte imposible, el de la totalidad.

D) Antagonismo y Objetividad

La imposibilidad de cierre de la “sociedad” se ha presentado como precariedad de identidad, como movimiento continuo de diferencias. La forma en que aquello se refleja en la imposibilidad (o experiencia límite) de toda objetividad es mediante la presencia discursiva del antagonismo.

¿Qué es una relación antagónica? ¿Qué tipos de relación entre objetos supone?

Colletti “Oposición Real” Los antagonismos son oposiciones formales pues se dan en el plano de la realidad (ERROR: “Separación pensamiento/realidad” es falaz) “Contradicción” No considerada por Colletti será recuperada por Edgley y Elster, ya que situaciones reales se pueden expresar como contradicciones lógicas, PERO la contradicción no lleva necesariamente al antagonismo.

¿Por qué no podemos vincular antagonismo con oposición real o contradicción? Ambos refieren a relaciones objetivas con identidades plenamente constituidas (“Oposición Real” a relación objetiva entre cosas y “Contradicción” a relación entre conceptos). En cambio, en el antagonismo, el Otro me imposibilita ser totalmente yo mismo, hay una imposibilidad de constitución de identidades. Por ello, constituye los límites de toda objetividad, que se expresa como objetivación parcial y precaria.

El antagonismo escapa a la posibilidad de ser aprehendido por el lenguaje, el que intenta fijar aquello que el antagonismo subvierte. Respecto a lo social, se expresa negación de un cierto orden, siendo el límite de éste.

“El límite de lo social debe darse en el interior mismo de lo social como algo que lo subvierte, es decir, como algo que destruye su aspiración a constituir una presencia plena. La sociedad no llega a ser plenamente sociedad porque todo en ella está penetrado por sus límites, que le impiden constituirse como realidad objetiva” (p. 170)

E) Equivalencia y diferencia

Pero, ¿cómo se produce dicha subversión?, la primera condición para negar identidades plenas en espacios cerrados es disolviendo la especificidad de cada una de las posiciones (La plenitud supone que cada posición tiene un momento específico e irremplazable). Lo anterior se hace mediante la equivalencia, que anula las diferencias en la medida en que son usadas para expresar algo idéntico que subyace a todas ellas.

Proceso de equivalencia supone: 1) Dos términos diferentes (o sino sería simple identidad) y 2) La subversión del carácter diferencial de aquellos términos. Las equivalencias no introducen fijaciones finales, sino fijaciones precarias, ello se produce por la presencia del antagonismo entendido como límite de lo social.

“Ciertas formas discursivas, a través de la equivalencia, anulan toda positividad del objeto y dan una existencia real a la negatividad en cuanto tal” (p. 172).

¿Por qué negatividad?La equivalencia no se fundamenta en que todas las identidades sean iguales pues no tendría sentido equivalenciarlas, ya serían idénticas de antemano. Por tanto, no se basan en algo objetivo (o positivo), sino en que comparten elementos comunes respecto a un “otro” diferente, por lo que se construye negativamente (desde el antagonismo).

Lo social está penetrado por la negatividad (es decir, por el antagonismo) pues no logra la presencia plena y la objetividad de sus identidades es permanentemente subvertida. Si se asume que la negatividad y objetividad sólo coexisten por su subversión recíproca, se debe señalar que no existe ni equivalencia total (que todas las posiciones son idénticas) ni objetividad diferencial total (que todas las posiciones son particulares y no posibles de ser equivalentes con otras). “La sociedad” no se logra constituir completamente, pero tampoco el antagonismo logra disolver totalmente la objetividad de lo social.

¿Cómo se expresa aquello políticamente?-Sociedades industriales avanzadas proliferación de puntos de antagonismo (sociedades muy diferenciadas) permiten pluralidad de luchas democráticas “Posición democrática de sujeto” (antagonismos localizados, no dividen a la sociedad en dos).-Tercer Mundo formas de dominación brutalizadas y explotación imperialista dan, desde el comienzo, a la lucha popular un enemigo claro, definido y único “Posición popular de sujeto” (Antagonismo divide el espacio político en dos campos antagónicos).

*La lógica de la equivalencia simplifica el espacio político (lo dualiza), en tanto que la lógica de la diferencia provoca la expansión y complejización del mismo.

El espacio político es diferente a la sociedad (como referente empírico), pues responde a las diferentes configuraciones antagónicas que se dan dentro de lo social….¿Qué quiere decir eso? Un ejemplo es el feminismo que, comprendiendo la especificidad de espacios políticos, establece una relación antagónica con las prácticas y discursos que crean diferentes formas de subordinación de la mujer. Por ello, no se presenta un enfrentamiento al “hombre” en sí, pues entorpecería otras luchas, tales como la búsqueda de mayor libertad de expresión o contra la monopolización del poder económico, las que afectan tanto a hombres como a mujeres.

Sólo en el “espacio político popular” se puede constituir situaciones en que, mediante una serie de equivalencias democráticas, se tienda a una eliminación de la brecha entre espacio político y sociedad como referente empírico. Los grupos dominantes adquieren una exterioridad extrema, por lo que se dualiza el campo político.

En el capitalismo avanzado, en tanto, aquello se presenta de forma cada vez más dificultosa, pues existe una creciente proliferación de antagonismos, ello es posible de ser enfrentado mediante las prácticas articulatorias y recompositivas entre los diferentes movimientos sociales autónomos. Aquella integración permite entender el carácter antagónico radical de las luchas democráticas.

F) Hegemonía.

Lo anterior nos lleva al concepto de hegemonía, el cual supone el carácter incompleto y abierto de lo social, que sólo puede constituirse en un campo dominado por prácticas articulatorias (Si no hubiese que articular no existirían relaciones hegemónicas, sólo un orden establecido a priori).

¿Quién es su sujeto articulante?

De Lenin a Gramsci núcleo último de una fuerza hegemónica es una clase social fundamental.Se asume que el sujeto hegemónico es parcialmente exterior a lo que articula (por eso puede articularlo), pero aquella exterioridad no es total, pues tanto la fuerza hegemonizante como el conjunto de los elementos hegemonizados se constituyen en el mismo campo de la discurvisidad. Aquello conlleva a que no siempre se pueda asumir a la clase obrera como la fuerza hegemónica, pues hay que atender a cómo se organizan los sistemas de diferencias en las diversas formaciones sociales, por tanto, la definición del sujeto hegemónico debe ser mucho más contextual.

¿Qué diferencia a una práctica hegemónica de un antagonismo? No todos los antagonismos se expresan en hegemonía, para ello se requiere la presencia de una articulación que enfrente a fuerzas antagónicas, en la que además, las fronteras que las separan sean inestables (Ej: El milenarismo establece un antagonismo de campo –espacio del bien- y ciudad –espacio del mal- por lo que no hay hegemonía posible, sino “dos sociedades”).

Para ello, toman elementos prestados de Gramsci (p. 180)Crisis Orgánica “debilitamiento generalizado del sistema relacional que define las identidades de un cierto espacio social o político y que, en consecuencia, conduce a la proliferación de elementos flotantes”Bloque Histórico “un espacio social y político relativamente unificado a través de la institución de puntos nodales y de la constitución de identidades tendencialmente relacionales”Formación Hegemónica “corresponde al bloque histórico desde la perspectiva del campo antagónico en que se constituye”Guerra de Posición “cuando la formación hegemónica implica un fenómeno de fronteras” (división del espacio social)

PERO, Gramsci se equivoca al asumir que aquella división es sólo en dos campos, por ello, Laclau y Mouffe diferencian entre luchas democráticas (pluralidad espacios políticos) y luchas populares (división de un único espacio político en dos campos opuestos)

Se desarrolla la Crítica a Gramsci en dos direcciones (p.182-185):

1. Constitución de los sujetos hegemónicos: cada identidad social pasa a ser el punto de encuentro de una multiplicidad de prácticas articulatorias, muchas de ellas antagónicas. La hegemonía no se explica, como Gramsci lo hace, desde clases fundamentales, sino desde la articulación de la pluralidad de lo social, la que cada vez es mayor (su carácter no suturado) Ello explica la multiplicidad de sujetos a que apuntan hoy formaciones como Syriza o Podemos.

2. Unicidad del centro hegemónico: en una formación social puede haber una gran variedad de puntos nodales hegemónicos, algunos de ellos pueden estar sobredeterminados, pero la idea de un centro de lo social (como la estructura económica) no tiene sentido. Aquello explica la necesidad de entender una pluralidad de espacios políticos y sociales que no remiten a un fundamento unitario. La autonomización de los movimientos sociales no es incompatible con la hegemonía, sino que permite una forma de construcción hegemónica Las luchas son diversas y ninguna abarca a las otras o las sobrepasa totalmente.

En síntesis,-Ninguna lógica hegemónica puede dar cuenta de la totalidad de lo social y constituir su centro, pues lo social no está suturado. Si aquello se produjese (la definición plena de la sociedad), la hegemonía no tendría sentido, producto de que su carácter fundamental es la articulación.-Por tanto, la formación hegemónica no puede responder a la lógica de una fuerza social única, las articulaciones son diversas, identificándose en diferentes sujetos y prácticas políticas. La clase obrera y la dicotomía trabajo/capital no es lo único que puede definir las luchas políticas, sino que están integradas en una multiplicidad de disputas que buscan radicalizar la democracia.

Los autores han buscado desarrollar las siguientes ideas:-La apertura e indeterminación de lo social.-El carácter primario y fundante de la negatividad y el antagonismo.-La existencia de prácticas articulatorias y hegemónicas.

A partir de ello, buscan sustentar su posición de que se puede plantear en nuevos términos la relación entre hegemonía y democracia, confluyendo hacia una radicalización de la democracia. Eso no es simple de ver en esta parte del texto, pero se puede entender muy bien a partir de la influencia que tienen estos planteamientos en algunos movimientos políticos. Para eso puede ser de mucha utilidad lo siguiente:

1) Una entrevista muy reciente a Chantal Mouffe en que reflexiona sobre la influencia del texto y se refiere a algunos procesos políticos particulares (tanto de Europa en Podemos y Syriza, como de América Latina respecto a los “gobiernos progresistas” o experiencias como el zapatismo).

https://www.youtube.com/watch?v=BXS5zqijfA4

2) Un artículo de The Guardian donde vinculan a Laclau con Syriza.http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/feb/09/ernesto-laclau-intellectual-figurehead-syriza-podemos

María Paz Cárdenas BrionesMatias Sembler