hegel filosofía de la historia universal. introducción

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Para Hegel el hombre, a diferencia del animal, es un ser pensante y que, además, no puede dejar de pensar. Y esto tiene importantes consecuencias para la historia: «Apelar a la universal participación del pensamiento en todo lo humano y en la historia puede parecer insuficiente, porque estimamos que el pensamiento está subordinado al ser, a lo dado, haciendo de éste su base y su guía.

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Page 1: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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Page 2: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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Señores:

' Ei objeto de estas iecciones es la fllosofía de ia historia uni-versal. No necesito decir lo que es historla, ni lo que es hiStoriar¡niversal. La representación general es suflciente y sobre poco máso meuos concordamos con.ella. Pgro ,lo que puede sorprender, yaen el tÍtulo de estas lecciones, y lo que lra de parecer necesitadode expücación, o más bfen, de jugtiñcación, es que el objeto denuestro esturiio sea una filosofía de lp historia universal y quepretenda,ueos tratar fíIosóficamente la historia.> Sin embargo, la ñlosofÍa de Ia historia no es otra cosa que iaconsideración pensante de La historia; y nosolros no podemos de-jar de pensar, en ningún momento. Ei hombre es un ser pensante;en esto se distingue del animal. En todo lo humano, sensación, sa-ber, conocimiento, apetito, voluntad-por cuanto es humano y noanimal-hay un pensamiento; por consiguiente, también lo hay cntoda ocupación con la historia. P€ro este apelar a la universal par-.ticipación de1 pensamiento en todo Io humano y en la historia,,puede parecer insuf,ciente, porque estimamos que el pensamiento':está subordinado al ser, a !o dado, haciendo de ésüe su base y $dguÍa. A Ia fllosofía, empero, le son atribuidos pensamientos propios,...que Ia especulación produce por sÍ misma, sin consideración a 1o

que existe; y con esos pensamientos se dirige a Ia histori*, !ra-tándota como un material, y no dejándola tal como es, slno dis-poniéndola, con arreglo.al pensamienüo y eonstruyendn a priorí una"historia.

I ^ ff,, historia se reflere a to que ha aconlecido. El concepto, que

lse detemina esencialmente.por sf mig:no, parece, pues, eontrarioLa su consúderación. Cabe, sin duda, rgrmir los acontecimientqs de

ftal moao que nos representemos due lo sucedido está inmediata-f inente ante nosotros. Pgro entonces hay que establecer eI enla¿e

f Oe los acontecimlentos; hay que descubri: eso que se llama hlsio-

lrla VraOrndtlca, esto es; las causas y fundamentos de lp sucedido,

l-1**' ''-'1,.,;*,", ,-..I - ,;,'I.

ffir:ryI,\Z BIBLICTETT-;ifi ^f. -t,-^ A"\.-r-"+r. 4\ -$§§,

Page 3: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

18 '"t ' F:dasüna de ta historia unhmsotr.-Introd,ucción ',

y cabe representarse que el concepto es necesario para ello, sinque por eso el co¡rcebir se pongg en relación de oposición a simisÍro. Ahora que, de este modo, los acontecimientos siguen cons-tituyendo la base; y la actividad del concepto queda reducida alcontenido formal, universal, de los hechos, a los principios y re-gfas..Sg ree¡noce, pues, qug el pensamiento lógico es necesario paralas deducciones, que así se hapen de ia historia; pero se cree quelo que ias justiñca, debe provenir de Ia experiencia. En cambio, loque la f,losofía entiende por concepto es otra cosa; el concebir esaquÍ la actividad misna del concepto y no la concurrencia de un¿tnateria y una fonna que vienen cada una de su lado. UDa aliznzacomo la de la historia pragmática no basta al eoncepto en la fi.lo-soffa; éste toma esencialmente de si mismo su materia y conte-nido. nn este respecto, y a pesar del eniace'indicado, subsiste Iamisna dlferencia: lo sucedido y la independencia del concepto seoponen muüuamente. .

§in embargo, la misma relación se nos ofree¿e ya dentro de .IahistoriB'(prescürdlendo aún enteramente de la fllosofÍa), tan pron-to como toúramo^s e¡r ella un pr:nto de visla más alto. En primerténni:ro vemo,s a la ihistoria ingredientes, coadiciones naturales,que se halla¡ lejos del concepto; vemos diversas formas del arbi-trio humano y de Ia necesidad externa. Por otro lado ponemosfrentc a todo esto el pensamlento de una necesidad superior, deuna eterna justicia y amor, el fin ú.Iürno absoluto, que es verdaden sí y por si. Este término opuesto desca¡rsa sobre los elementosabstractos en la contraposición del ser natural, sobre la libertady necesidad del concepto. Es una contraposición, que no,s interesaen rnúltiples for:rras y que también ocupa nuestro interés en la ideade Ia historia unlversal. Nuestro propósito es mostrarla rezuelt¿en si y por sÍ en la historia universal.l..- La historia sólo debe recoger puramente lo que es, Io que ha.sido, los acontoclmientos y actos. Es tanto más verdadera cuantomás exclusivamente se atiene a lo dado y-puesto que eslo no seofrece de un modo inmediato, sino que exige varias i¡vestigacio-nes, enlazadas también con el pensamiento-cuanto más exclusi-vamente s€ propone como ñn lo sucedido. La labor de la fllosofiapareoe hallarse en contradlcción con este fin; y sobre esta contra-dicción, sobre el reproche que se hace a la ñlosofia, de que llevapensamientos a Ia historia coD arreglo a los cuales trata Ia histo-ria, quiero explicarme et la Intraducción. Se trata de enuneiar

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primera,rrente la deftniciüt. generul de la fllosoila d,e l.a'htsto¡íf,,unioercal; y de hacernotar las consecuenclas inmediatas que sF.

d¿rlvan de ella. Con esto, la relación entre el-pensamtento Y 1o st¡-ceüdo se llumürará por sf mis¡na con recta luz. Y tanto por es[ara.zóD., eomo también para no resultar demasiado prolijo en la In-troducción, ya que en la historia universal uos aguarda una ma-teria tan rica, no será menester'que me entretenga erl refutar yrecüficar las inñnltas representaciones y reflexiones eqüvocadas,que están en curso o se inventan continuamente (1) sobre los pun-tos ile vlsta, los prlncipios, las oplrione§ acerca del fin y del inte-rés del estudlo de la historia, Y €[ particular sobre la relaciÓn delcmcepto y de'la-flIosofÍa con.lo histórlco. Las omttiré por mteroo sólo incidentalmente recordaré algo sob¡e ellas.

(1) Clade nuevo prólogo de uDa histo¡ia y seguidamente las introducciones,en las ¡eseñas de esúa mis¡na hi.storia, aportan una nr¡eva t¿oda.

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Page 4: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

aDVEBTENCIAS:SOBRE XL TEXTO DE Ilr FILOSOFTADE LA EISTOR.IA I]NTVERSAL

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t ' Sobre ta edición alemana

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-rla servido de base a Ia presente traducción la edición de G. Las-son, publicada. ?or la Bibüoteca Filosóflca (eütorial F. Meiner,Ieipzig). Para establecerla sirvióse el editor alemá¡ de r¡n marlus-critooriginal üe IIegel y de varios euademos de apuntes tomadospor oyentes en diferentes años de Ia enseianza universitaria deIlegel. El ma¡uscrito original de ltegel lleva al principio ia tech¿de 8-11-30; esto quiere decir que está esc¡ito con ocasión de lasúItimas lecciones que lIegel profesó acerca de la fllosofÍa de la his-toria. No es su redacción continua, si¡o que se compone de trozossueltos, entre los cuales ha dejado IIegeI grandes claros. Al mar-gen hay aclaraciones, adiciones, breves apuntaciones; eI editor 1asha incluÍdo en el texto, que sigue con fldelidad las divisiones y tt--tulaciones del manuscrito. EI número 3 del capÍtulo III, en la In-troducción general (pág. 137), lleva en el manuscrito de Hegel eltÍtulo de <EI curso de la historia universal.», es decir, repite exac-tamente eI tÍtulo general del capítulo ltl (pág. 122). Esta inadver-tÉncia de Ilegel tra sido subsanada por el editor alemám (y nos-otros 1o seguimos), intitulando el número 3 con las palabras: «La.marcha de la evolución.» En eI manuscrito de Hegel no están con-tenidos los. estudios que s€ publican bajo el nombre de «Introduc-ción especial»; ni tampoco las partes históricas propiamente, que.comprenden el mr¡ndo oriental, Grecia, Roma y el mundo germano.EI manuscrito de llegel termina, pues, con la Introducción gene-ral. En la traducción de esta parte fremos distinguido el texto que,procede de la mano misma de IIegeI del que procede de apuntes-tomados por los oyentes, poniendo este rlltimo entre corchetes [.

Además del manuscrito de llegel ha utilizado eI editor alemán"

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Page 5: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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Filosofía de la ¡¿istsia uni»ersü

l¡ara lja¡ su edición cuatro cuadernos de apuntes, tomados poroyentes. Dos de ellos pertenecen a las leccioues del a,ño 1822-1823-

El tercero pertenece a las de L824-1825-El cuarto, a las de 7826-L821-.Son, pues, todos de época anterior al manuscrito de lIegel. los dosprimeros, del mismo año, se completa"n mutuamente, Ilero ofrecennotables d,iferencias-sobre todo en la distribuciÓn y üsposiciÓn de

las partes--con res¡recto al manuscrito de IIegel. Uno de ellos está -;

,escrito en letra clar¿ y reposada, en fonrra que delata una ¡eela-boración sobre otras notas más rápidas e inmediatas. EI otro, erl

ca.:nbio, es seguramente 1a apuntación viva al tiempo de olr la pa-labra del maestro. La coincidencia de ambos cuade¡nos es muy¡ootable y provechosa para la ñdelittad de la eüciÓn. El tercer cua-,dento, que también es visiblemente la apuntaciÓn directa de las

.palabras de llegel, está hecho por pe$ona de gra.u talento y rá-pida y cert¿ra facultad receptlva. Aunque la velocidad de la es-

critr¡ra hace,diflcllfsi¡na.la tarea de descifrarlo, .este cuade¡no es,

según el edito¡3lemá4, ¡na ¡'iga mi¡ra de varia¡tes y arilciones g¡ecompletan-y,.pfrfeccionan el pensamiento de Ilegel. EI-cuarto cua-denlo,.an¡Jxque -no- representa ¡rna labor .tan büllante como el ter-cero,:irae:taBbléa numerosas¡ovedades y trozos Duevos que llegeldebió añadir en aquel año. Hegel volvló ¿ tomar la ñlosofla de laf¡istoria como t¿ma de enseñanza en los años 1828-1829 y 1830-1831'

esta última vez limttándose a Ia «Primera parte de la fllosoffa de

ta historia universal». Pero de estos dos cursos no lra^n apalecido]rasta ahora apuntes ningunos y sólo exisüe el manuscrito frag-mentario de Hegel, que ya lremos citado al principio.

l¡l¡r la tarea de establecer el texto, el eütor alemán ha proce-dido seg¡l¡r el principio de ¡recar más bien por exce§o que por de-fecto. Cua,ndo un desarrollo se ofrecía paralelo en dos o más cua-derros, no habiendo entre las distintas redacciones sino insigni-.trca¡rtes diferencias de palabras, ha elegldo naturalmente siempre,la expresión más precisa y hegellana. Cüando el encaje de las dis-.tintas redacciones ¡esultaba patentre, ha fonnado con eüas r¡na

sola corriente discursiva. Pero ¿ veces, existiendo en varios cua-denro.s for:rras diferentes de désarrollar un mismo pensamiento, hapreferido, en vez de refirndirlas, yuxtaponerlas, ensartando esas

cspecies de duplicado§ que producen entonces'-la impresión de re-peticiones innecesarias. Asf eI lector puede considerar éstas comoréplicas de la ex¡lresión hegeliana en épocas distintas.

si se compata la edición de Lasson con las ediciones a.nüeriores,

Ad,t¡ertencW rcbre d tetto

salta en seguida a la vista eI enonne enriquecimiento que ha expe-'tiiientáao el texto de Hege}. La forma en que ahora queda puedeconsiderarse como reproducción aproximadamente exacta de lasIecciones profesadas. La primera edición fué hecha en 183? porSduardo Gans. La segunda, en 1840 por Carlos Hegel; ést¡ fué re-impresa--con muchas erratas-en 1848. La seguuda eüción ha sldusiempre considerada como la canónica, por las grandes adicionesque contiene respecto de ]a primera. IIa sido ¡eeditada en 190? por

'Fritz Brunstád en 1a conocida colección Reclam. I¡s dos editoresprimeros, E. Gans y Carios Hegel, partieron del pmpósito equivo-eado de convertir €n un clibro» lo que era u¡a serie de «lecclones».Esto les llevó no'sólo a pulir acaso excesivamente el estilo de losmariuscdtos que les slrvie¡on de base, sino a refundir reatrnentepartes entcras y a suprimir lo que juzgabau repeticiones o pasaJessin"inte¡és. Iodo ello con el'buen'deséo de conver.tir en rm übrolos materiales que.teerÍan a [rano. Asi, por ejemplq el manuscütode Xfegel t¡e'¡iniaa bruscamente (en :ruestra edición, pág.'141) yCárlos Hegel, para rematar bie[ el capitulo no vacila en agregar

. rula §erie.de conside¡acione§ torhadas'de los cuademos de apun-t¿i,''bero que pertenecen a temas anterlores y uo mcaJan bien conel trozo'a que se añaden. La eüción uueva de Lassm ha repuestoestas adiciones en.su-lúgar aatural; y como uua coucluslón satls-f¿¿toria que dé'térr¡iuo.al, @.a¡.uscrito de Ileget ¡o se.'encuentra,ha colocado aquf las que en'los¡uadenxos¿par@€n cla¡amente comcobservaciones ffnales de.la parte general. Además de esas réfun-dicloads y supresibnes,'lo§'primérós editores no han dedicado alt¿xto de Hege1 Ia atenclón necesaria; son frecuentes los errores dcinterpretación, los pasaJes mal eutendidos y puntuados, etc... Car-los tlegel asegura que las adiciones de su edición proceden todas

. ao de cuademos de apuntes, süto de manuscrilos de la propie

-mano de su padre. Pero estos ma¡uscritos no Ios h¿ visto nadle.Es posible que Carlos Hegel dé est¿ nombre a las nolas volanderas,sin redaetar, compuestas de palabras sueltas, que llegel utilizaba ensus clases: En tat caso, las páginas de ios a¡runtes resultarian másauténticas aún, puesto que I{egel no daba realmente forma plena

; - a sr pbnsa.miento sino en la improvisación oral. hr todas estasrazones ¡ruede considerarse la eüción nueva de I¡sson como Iaprimera que refleja con exactitud bastante aprorimada la formaque tuvieron las lecciones de. I{egel sobre ñ.losofÍ¿ de la historiauniversal.

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Page 6: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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Sobre la traducción es?añota

Esta traducción de la FilosofÍa de la historia, de Hegel, puedeconsiderarse prácticamente como la primera que se hace a idiomaslatinos. En fra¡cés no existe ninguna---que sepamos-. En italianoexist¿n dos: 1.o Hegel. Filosofín d.ella Storia, trad. dg G. P. Paase-rini (Capolago, Tip- e Libr- etl,etica. 1840);2.. Hegel. Íílosofia dcllaStoria" ordinnta iln Eúnrilo Gans;.3.\ eüzio¡t¿ fetta.Wf aura, ilíC. Hegel, traittnione d,all' originale per A: Nooelü. 7864. La prine-¡a es Ia traducción tle Ia edición de Gans,;que quedó totalmeuteanulada ¡ror la edición de Carlos Eegel con sns.lunerosa.s ad.icio-nes.- La segunda, -la traducción de litovelli; está .juzgada por Be-netletto Croce, en la introducción a su traducción italiana de laEnciclopedta de las ciencias fllosóflcas, en palabras duramente con-denatorias, abonadas por una muestra a dos columnas.

La terminologla de Hegel ha sÍdo para :rosotros causa, a veces,de perplejidades no todas satisfactoriamente resueltas y que co-municamos al lector.

I{egel üstingue entre Mora,tritiit y Sitilichkeit Ambos términostienen una sola traducción en español: moralidad. La palabra ale-mana Sittlichkeit es el derivado de §íte, que signiflca costumbre,como moraiidad es el derivado de rnos, \a voz latina que tambiénsigniñca costumbre. La diferencia de sentido que I{egei estableceentre Moralitiit y Sittlicllkeit es que Marüitiit se reflere a Ia mo-ralidad subjetiva, a Ia calidad o valor moral de una voluntad queobra por respeto al deber, mientras qae Sitüichkeit seiala másbien Ia moralidad objetiva, la moral como conjrrnto de nonnas,costumbres, leyes objetivas que constituyen la manera de obrarun pueblo. Esta diferencia de sentido ha sido destacada en las tra-ducciones itaiianas de llegel por el uso de los dos términos Mora-litd y Eticitd,. PodrÍarnos-y en esto consiste nuestra perpleJidad-haber empleado en nuestra traducción las palabras moralidad ¡retieidad. Pero la introducción de este neologismo nos resultaba algo

dura y poco conforme con el espiritu de nuestro idioma' Que pai ',

recemásbienotorgaralavozmoralidadlosdossentidos,elobje-"tivo y eI subjetivo. Acaso 1a mejor traducciÓn de Sittlichkeit fietatioilid.ad., dando a este término su sentido pristino de vida humana

social sujeta a normas de convivencia, esto es' distinta de la vida

animal o natural. En general puede decirse que Io que Hegel en-

tiende por Estoto (stáa? no tiene el sentido precisamente juri-

O"o-poiiti"o que tiene para nosotros' sino más bien et de soeiedad

ltumana. Pero esta disiinciÓn, ya vislumbrada por Hegel' que in-

siste en diferenciar eI Estado de su constitución' etc"'' no se ha

piactica¿o hasta después' Por eslas razones- y repetimos que en

irio "orrrirte

nuestra perpleiidad-hemos usado solamente eI téi-

-i"o de moralidad., confla¡do ea que el contexto dará al lector

facilidad para discemir eI sentido en cada caso' De todos modos.

,i*uf" de guÍa esta nuestra advertencia y el aviso de que el tér-

minoestátomadoeqsusentidosubielivo,principalmenteenlaspáginas 56, ?6, tilO, í42 y 216 de nuestra traduoclÓn' '

Otro problema terminolÓgico nos ha plant'eado la expresiÓn

votisiiit. su traducción,literal es ewiriht itel pu,ebto. Podria tra-.ducirse esplritu naciona-l- I{emos preferido la primera erpresiÓn'

que tiene a.lgiln abolengo en nuestro idioma' habiendo sido usada

por tos ñlÓsofos y juristas españoles que en el pasado siglo tuÉe- -

ron contacto con eI pensamiento alemán (IIegel, Krause' etc"')'pero también aquÍ tiénen los términos naciÓn y pueblo para He-

gel eI misno sentido más amptio que hemos indicado para el tér-

mino Estado.Ifemos traducido Bild,ung casi siempre por cultura' Solamente

en algrln caso hemos puesto educaciÓn (pág' 51) por tratarse de'

pasajes en donde se insiste principalmente sobre ta nociÓn de

formación,d.epasodeunesladoaotro,deunasituaciónincultaa otra culta.

Por último, no necesitamos decir que la palabra idea no ha sido

empleada por no§otros nada más que para traducir la voz alemang

Idie, cuyo valor ten4inológico en Heget es conocido' Acaso hubiera

sido mejor ponerla siempre con mayúscula'

Para los demás terminos hemos seguido en general eI vocabu-

lario fllosóflco admitido en nuestra lengua'

Adoertencios sobre el texto 13

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Page 7: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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LA VISION RACIONAL DE LA HISTOR,IA UNIVERSAL

'l j ir...:i., 'j.i':.:.:;:.;'.'.: í-' "' '..

Empezaré ad.virtiendo, sobr€ el concepto provisional de ia ñIo-sofÍa de la historia uDive§a}, que, como he dlcho, a la fllosofía s€

le hace en primer ténnino €1 reproche de gue va co-n ciertos pen-samientos ¿ la liistoda y de que coD§idera ésla según esos pensa-

mientos. Pero.e,f Uq¡cg*W_q$piJgllP;gle aporta:e§ el simple pen-

:sgslqsb--ge @X:,sIi É-ilñE ñ&;i*müiiaóT'"é uüé, r9i'tá¡rtolia¡nriien:a--¡istoriau4ivg¡¡{tráiiañicriirido"iacionálmeii-

te..Jsta'convicción y evidéncia ás ün §ipl¿i§to; con-resDecto a la-ñistoria como tal. En la ñ.losofía, empero, no es un supuesto. Eneila está d.emostrol,o, mediante el conocimiento especulativo, que

la -razón--podemos atenernos aquÍ a esta ex¡:resiÓn, sin entrar ¡d.iscutir su referencia y relación a Dios---es La sustanciu,' es, comopotencia infinita, para sÍ misma La m.ateria inlinita de toda vidanatural y espiritual y, como forma infinita, la realizaciÓn de estesu contenido: riustancia, como aquello por lo cual y en Io cualtoda realidad tiene su ser y consistencia; potencio inñnita, por-qüe la razón no es tan impotente que sólo alcance al ideal, a lcque debe ser, y sólo exista fuera de la realidad, quién sabe dÓnde,quizá como algo particular en las cabezas de algunos trombres;contenido inflnito, por ser toda esencia y verdad y materie parasí misma, la materia que eIIa da a elaborar a su propia actividaci..La razón no ha mene§ter, como la acciÓn finita, condiciones de unmaterial externo; no necesita de medios dados, de los cuales re-ciba eI sustcnto y Ios obietos de su actividad; se alimenta de sÍ

misma y es ella misma ei rnaterial que elabora. Y asÍ como ellaes su propio supuesto, su f,n, eI ñn último absoluto, de igual modo'es ella misma Ia actuación y producciÓn, desde io interno en elfenómeno, no sóIo del universo natural, sino también del espiri-tual, en la historia universal. Pues bien, que esa idea es,1o ve¡da"

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L-La oisiÓn tacional de la histori,a uüaersaL ---:-.:- 2L

dero, 1o etemo, 1o absolutamente poderoso; que esa idea se mani-ñesta en el mundo y que nada se maniflesta en eI mundo sino ellámisma, su ma,gniñcencia y dignidadi todo esto está, como queda

d.icho, demostrad.o en la fitosofÍa y, por tanto, se presupone aquicomo demostrado.

[L¿ consid.eración ñlosÓflca no liene olro designio que eliminarlo contingente. La. contingencia es lo mismo que la necesidad. ex-terna, esto es, una necesidad que remonta a causas, las cuales son

sólo circunstancias externas' Dgb-e,ry1os-buscar-en"la -trislo'ria un -fln \

en que eI hombre puede interesarse Lo racional es el ser en sí ypor sÍ, meüante eI cual todo liene su valor. Se tla a sÍ mismo di- tversas figuras; en ninguna es más claramente ñn que en aquella /

q[ry9lffll-glgp-uttimo del-mundo; no un ¡n -partigular §el espÍritusubietivo o del á@gn994-o*pq.Lla-.razóf¡- qUg

no püedeToñer 'mterés en ningún ñn particular y flnito, y sÍ 'sÓIo

"r, "t no absoluto. Este es un contcnido que da y lleva en sÍ mismo

'er te§uñññióEk mismo, y en el cual tiene su apoyo todo aquello

€n que el espÍritu se explicita y maniflesta en las flguras multi:-formes que llamamos pueblos. Es 9ec99ariq-ll,ev?r-9-.,1-a ]i{o-!A- l?.te y el pensamiento de que eI mundo de la voluntad no.está-en:--iiesaáo al acaso. Damos por supuesto,- como-verdad,.quq-*e-+-.19s-ácontecimientos de los pueblos domlna un ñn último, que en la

{*ogq*i¡xlversal hay- un¡ razÓq-no la razÓ¡ de u1 süietci ñar-ti¿ülái, sino la razón divina-y.-ab.so!rlta=:. La demostración de eslaverdad. es el tratado de la historia universal misna, imagen y acto /de la razón. pero la verdadera demostración se halla más bien en /el conocimiento de la razÓn misma. Esta se revela en la historia'¡niversal. La historia universal es sÓlo Ia manifestaciÓn de esta

única tazón; es una de las flguras particulares en que la razÓn

se revela; es una copia de ese modelo que se ofrece en un elementoespecial, en los Pueblos. - lrli:.r' La razón descansa y tiene s¡ fln en sÍ misma; se da Ia exis-tencia y se explana por sÍ misma. El pensamiento necesita darse

cuenta de este fln de la razÓn. El modo ñlosÓflco puede tener aI

principio algo de chocante; dadas las malas cosüumbres de la re-presentación, puede ser tenido por conti:rgenté, por una ocurren-cia. Aquél para quien el pensamiento no sea 1o úqico verdadero'lo srpremo, no puede iuzgar en absoluto el modo fllosóñco-l'

Podria, pues, peür a aquellos de ustedes, sefiores, que üodavfá

no han trabado conocimiento cou la ñlosofÍa, que se acelcasen a

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Page 8: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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22' Fil.osofía de la historin uniuersü.-Inlr@urción

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esta exposición de la historia universal con fe en la razón, con sedde su conocimiento. Y en efecto, Ia necesidad zubjetiva que lleyaal estudio de las ciencias es, eD verdad, sin duda, eI afárr de evi-dencia racional, de conocimiento, y no m€ramente de una sumade noticias. Pero, en realidad, no necesito reclamar de antemanosemejante fe. Lo que he ücho hasta ahora, y diré todavÍa, no debetomarse como un supuesto-ni siquiera por 1o que se ref,ere a nues-tra ciencia-, sino como una sinopsis de1 conjunto, como e\ re-sultad,o de ia consideración que hemos de hacer-resultado que mees conocido, porque conozco el conjunto. La consideración de lahistoria universal ha dado y dará por resultado eI saber que hatra¡rscurrido racionabnente, que ha sido el curso racional y nece-sario del espÍritu universal, eI cual es la sustancia- de la hisloria-espiritu uno,'cuya naturaleza es una y siempre la misma, y queexplicita ésta su naturaleza en Ia existencia universal. (El espfrituuniversal es el espÍritu en general.) Este ha de ser, como quedadicho, eI resrütado de la historia misna. Pero hemos de tomar lahistoria tal como es; hemos de proceder tristórica, empÍricamente.Enüre ot¡as cosas, no debemos dejanros seducir por los historia-dores de oflcio. Pues, por lo menos entre los historiadores alema-nes, incluso aquellos que poseen una gran autoridad y se enorgu-llecen del üamado estudio de las fuentes, los hay que tracen 1o quereprochan a los ñlósofos, esto es, Uevar a la historia invencionesa priori. Para poner un ejemplo, diremos que es nna muy difunüdainvención la.de que ha existido un pueblo primero y más antiguo,e1 cual, adoctrinado inmediatament¿ por Dios, h¿ vivido con pei-fecta visión y sabidurÍa, ha tenido penetrante noción de todas lasleyes naturales y de toda verdad espiritual-o que ha habido estosy aquellos pueblos sacerdotaies, o, para indicar algo más especia),que ha existido una épica romana, de Ia cual ios historiadores ro-maños han sacado la historia antigua, etc. Dejaremos a los inge-niosos historiadores de oflcio estos apriorismos, no insólitos entrelos alemanes.

PodrÍamos for:rrular, por tanto, como la primera condición, lade recoger lielmente 1o histórico. Pero son ambiguas €sas eripre-siones tan generales como recoger y fielrnente. Ei historiógrafo co-rriente, medlo, que cree y prelende conducirse receptivameD,te, en-tregándose a los meros datos, no es en realidad pasivo eu su pensar.lrae consigo sus categorfas y ve a través de ellas lo existente. Loverdaderrc no se halla sr la superflcie visible. Singulannente en lo

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¿ , L-La oisión ruciotwl de Ia ltu

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que debe ser cientÍfic o, la razÓrL no puede dormir y es menester I

emplear la reflexiÓn. Quien mira racionalmente el mundo' Io ve I

racional. Ambas cosas se determinan mutuamente' I

lCuando se dice que la f,nalid'ad del mundo debe desprenderse i

de ia percepción, esto no deia de tener exactitud' Mas para cono-

cerlouniversal,loracional,hacefaltaemplear]ratazÓl.Losobje-tos son estimulos para la reflexiÓn' EI mundo se ve según como se

le considere. Si nos acercamos al mundo sÓio con nuestra subjeti-

yidad, lo encontraremos lat como nosotros mismos estamos cons-

titufdos; sabremos y veremos cÓmo ha tenido que hacerse todo y

cómo hubiera debido ser. P-e¡o- ,e-l gl?n contqn-ido O" ': Lús191?

¿niversal es racional y tien6-qüe sel I-ag¡o4¡J;-una -v-olt1gta4-di-

vúarigqliüdqsa-sr-m*unqqJ-.np.es--!an.impoleltc'que-no-pffi¿e6lñiñai-"Ste .gr4g-pg4!gr¡!^o-..Nuestro f,n debe ser conoc'

sustanciatidad, y para descubrirta, r¡ace-iárt¿ 16" CónCibni.l-l aó r"-

;;;;,ir" rot fíot'¿A*ra óáiá, ni un inqele-ci9--84"Úe, s-ino los-oios

<íetóánceptq-a¿ p,!-q{1 uu! ltrS,viesan Q s¡19-$9}e-{ PenetlSn

,ma; rá iutiriricáOá rñáiána-dé ios acontecimrgpJp§. Mas se dice

q"", ¡roaaaiando asÍ con ta historia, se emplea un proeeümiento

ápri*i*ti"o e ilÍcito en si y por sÍ. Pero tal tenguaje ie es indife-

ránte a Ia f,Iosofia. Para conocer 1o sustancial hay que ac€rcarse

a ello con la razÓn. Sin duda, no debemos acudir con reflexiones

pareiales, pues éstas desfigura"n ia historia y provienen de falsas

ópiniones subjetivas. Pero la ñIosofÍa no tiene nada que ver con

éstas. La ñIosofia, s€gura de que la razÓn rige el mundo' estará

convencida de que lo sucedido se somete al concepto y no trastrg-

carálaverda.d,como€shoymoda,par.ticuiarrrentcentrelosñló-iogos, que introducen en 1a historia puros apriorismos' -con su pre-

tenAiOa sagacidad (1). La f,losofÍa opera también a priori' puesto

que supone la idea. Pero ésta existe ciertamente; tal es la con-

vicción de Ia razón.-ElpuntodevistadeiahistoriauniversalñlosÓñcanoes'por

tanto, un punto de vista obtenido por abstracción de olros muchos

puntos de vista generales y prescinüendo de lo's demás' Su prin-

cipioespiritualeslatotalidaddeiospuDtosdevista.Considera-el principio concreto y espiritual de los pueblos y su historia' y no'".

oarrpt de las situaciones particulares, sino de un pensamiento

(1)Porejemplo,Niebuhlconsugobiernodelossacerdotesenla,hi§to¡iede Rom&; también Milller en §us Dorios.

Page 9: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

24 Fitosolta de la historid, uniotrsol;-Introducai.ón --=-

universal, que se prolonga por el.conjunto. Esüe,elemento univer-sál áo p€rtenece al'fenómeno, que es contingent¿. La muchedum-bre de las particularidades debe comprenderse aqui en una unidad.La historia tiene ante sÍ el más concreto de los objetos, ei queresume en sí todos los distintos aspectos de la existeneia; su indi-viduo es €l €spíritu universal. La iloso-fia-pues*¿L gc_gpj_§q !e_lalUstq¡ia,l_qlqa_pql_9pJelo Ig qué eI objeto concreto es, €4_sq_f,guraconcreta, y considera su evolución necesaria. Por esto, lo primeropara ella no son los destinos, ni las pasiones, ni las energias de'los pueblos, junto a las cuaies se empujan los aeontecimientos;sino que 1o primero es el espÍritu de los acontecimientos, que hacesurgir los acontecimientos; éste es Mercurio, eI guía de Ios pue-blos. Por lo tanto, no se puede considerar Io universal, que la his-toria universal fiIosóñca liene por objeto, como una parle, por im-portante que sea, junto a la cual existirÍan otras partes; sino quelo universal es lo inflnitament¿ concreto, que comprende todas lascosas, que está presentc en todas partes (porque el espÍritu estáetenramente dentro de sí mismo), para el que no hay pasado yque permanece siempre el mismo €n su fuerza y poder.

La historia debe considerarse con el intelecto; la causa y el efec-to deben hacérsenos concebibles. Vamos a considerar, de este modo,lo esencial en la historia universal, omitiendo lo inesencial. El in-telecto hace resaltar lo importante, lo en sí signiflcativo. Determina1o esencial y io inesencial, según el ñn que persigue, al tratar Iahistoria..Estos ñnes pueden ser de la mayor diversidad. En cuantose señala un fln, manifiéstanse en seguida otras referencias, hayflnes eapitales y secundarios. Si comparamos lo dado en la histori¿con los ñnes del espÍritu, habremos de renunciar a todo io demás,por interesante que pueda ser, y aüenernos a lo esencial. De estemodo la tazón se ofrece a sí misma un contenido, que no está sim-plemente en la misma linea que los sucesos;-se propone fi.nes queinteresan esencialmente al espÍritu, aI ánimo, y que ya en Ia lec-tura nos mueven a 1a tristeza, la admiración o 1a alegria.l Perono es pertinente desarrollar aquí los distintos modos de la refle-xión, puntos de vista y juicio sobre la mera importancia e insig-niflcaucia (que son las catcgorias más próximas), sobre aquello aque, en el inmenso material existente, concedemos el mayor peso.

[En cambio, debemos indicar brevemente las categorias én que lafaz de Ia historia se presenta, en general; al pensamiento.

La primera categoría surge a la vista del cambio de los indi-

I.-La aisión racional cle la historia unipersal

-

2l;

viduos, pueblos y Estados, que existen un momento y atraen nuestro 1

interés, y en seguida desaparecen. Es la categoría de la lgriaciÓn- \L V€mos un ingente cuadro de aeontecimientos y actos, de ñgu-

|i ,rs inflnitamente diversas de pueblos, Estados e individuos, en in- f,

cesante sucesión. Cuanto puede introducirse en el ánimo del hom- libre e interesarlo, todo sentimiento de1 bien, de 1o bello, de lo grande' /jse ve solicitado y promovido; por todas partes se conciben y per-

[]siguen ñnes que reconocemos y cuya realizaciÓn deseamos y por

I

los cuales esperamos y tememos. En todos estos acontecimientos iy accidentes vemos sobrenadar el humano hacer y padecer; en \

todas partes algo nuestro y, por tanto, una inclinación de nuestro'i\interés en pro y en contra. Ora nos atraen la belleza, la iibertad

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y la riqueza; ora nos incita la energÍa con que hasta el vicio sabe Iatlqúrir importancia. Unas veces vemos moverse üficilmente Ia

Iexténsa masa de un interés general y pulverizarse, sacrificada a f\una inñ¡ita complexión de pequeñas circu¡stancias. Otras veces lfvemos producirse una cosa pequeña, mediante una enortne leva de l[fuerzas, o salir una cosa enorme de otra, en apariencia, insigni- llñcante. Por toclas partes el más abigarrado tropel, arrastrándouos lfen su interés. Y cuando una cosa desaparece, viene otra al mo- flmento a ocupar su puesto.

El aspecto negativo de este pensamiento de la variación provocar

nuestro pesar. Lo que nos oprime es que la más rica figura, 1a vida-más bella encuentra su ocaso en Ia historia. En la historia camina-mos entre las ruinas de lo egregio. La historia nos arrauca a Io másnoble y más he¡moso, por que nos interesamos. Las pasiones lo hanhecho sucumbir.-Es perecedero. Todo parece pasar y nada perma-necer. Todo viajero ha sentido esta melancolia. ¿Quién habrá estado,

entre las ruinas de Cartago, Palmira, Persépolis o F¿oma' sin en-tregarse a consideraciones sobre la caducidad de los imperios y delos hombres, al duelo por uua vida pasada, fuerte y rica? Es unduelo que no deplora pérdidas ¡rersonales y la caducidad de 1os

propios fines, como sucede iunto al sepulcro de las personas que-ridas, sino un duelo desint¿resado, por Ia desapariciÓn de vidashumanas, brillantes y cultas.

Pero otro aspecto se enla¡a en seguida con esta categoria 49 lava@n: aue . Es éste un'

firande, y desde iuego el más alto de su metafÍsica. En el mito

vg@n: q .Esjstel3 Pun-s.imiento qu" los odentales ya concibieron. quUjl su_!@A!S

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Page 10: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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a 1o ürdividual; pero más universalmente conocida es arln la ima-gen del fénix, de la vida naüural, que se pnepara eterna,mente supropia pira y se consume sobre ella, de tal suerte, que de sus ceni-zas resurge una nueva vida rejuvenecida y fresca. Pero ésta es sólo'una imagen oriental; conviene aI cuerpo, no aI espíritu. Lo occi-dental es que el espÍritu no sólo resurge rejuvenecido, sino guUim¿-do, esclarecido. Oponiéndose a sÍ mismo y consumiendo su figurapresente, elévase a una formación nueva. Pero aI deponer la en-voltura de su existencia, no sólo transmigra a otra envoltura, siDoque resurge'de las cenizas de su figura anterior, como un espiritumás puro. Esta es la segunda cate,gorÍa de1 espÍritu. El rejuoene-cimiento del espfritu no es un simple retorno a la misna figura;es una purificación y elaboración de sÍ mismo. Resolviendo.su plo-blema, el espfritu se crea nuevos problemas, con lo que multiplicala materia de su trabajo. AsÍ es como en la historia vemos al espi-ritu propagars€ €n inagotable multitud de aspectos, y gozarse ysatisfacerse en ellos. Pero su trabajo tiene siempre el mismo ¡esul-'tado:'aumentaf de nuevo su actividad y consumirse de nuevo.Cada una de las creaciones, en que se ha satisfecho, se le presenta€omo una nueva m¿teria que exige nueva elaboraeión. La formaque ésta ha recibido se convierte en material que el trabajo ttelespÍritu eleva a una nueva fonrra. De este modo eI espfritu maJxi-fiesta todas sus fuerzas en lodas las dlrecciones. Conocemos lasfuerzas que posee, por la diversidad de sus forma,ciones y produc-eiones. En esta alegría de su actividad, sólo consigo mismo tieneque habérselas. Sin duda está ligado, interior y extcriormente; aconüciones naturales que no sólo pueden poner resistencias yobstáculos en su camino, sino también acarrear el completo fraaasode sus intentos. Pero en este caso cae en su función, somo enteespiritual, para quien el fin no es Ia obra, sino la propia actividad;y de este modo nos of,rece todavia el espectáeulo de haberse demos-trado como tal a¿tividad.

Ahora bien, eI prlnrer resultado de esta consideración introduc-tiva es que nos fatiga,mos ante la sucesió¡r,'de las formas y creacio-nes particulares y preguntamos: ¿cuál es el fin de todas estas for-

,*rs V crea¿iones? No podemos verlas agoladas en §u fin particu-:1¿¡¡JTodo debe redundar en pmvecho de una obra. Este enormeisabrlfleló:de conteuido eE¡iritual ha de tener por fundamento unfln: firümo. s€ impone, pues, la pregunta de si tras el tumulto deesta superlicie no habrá una obr¿ fntima, silenciosa y secreüa, en

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I.-La oisión racionnl d,e la historia uniuersaf,

-

27

áue-.§e corrf¡enre la, faetzu de todos los fenómenos. Io que puedeBtlá#6"-perpleJos es la gran dlversidad e incluso el interior a^nta-gónlmro de este contenido. Vemos cosas antagónicas que son vene-radas como sa¡tas y que han suscitado el interés de las épocas ylos pueblos. Frodúcese el deseo de hallar en Ia ldea la justiflcaciónde"semeJante decadencia. Esta con§derbción nos conduce a la tc¡-eera categorÍa, a la cuestión de un nn flümo en sÍ y por sÍ. Es est¿catcgoria de la razútt mi$na, que existe en Ia conciencia, como feo Ia razón que úge e1 mundo. Su demostración es el tratado mis-mo de la historia universal, la cual es Ia imagen y la obra de la¡a¿ón.l¡. §ólo recordaré dos formas, relativas a Ia convicción general deque-la-razón ha rcgido y rige el mundo y, porconslgrdente, tam-bié¡r Ia lristoria universal. ¡süas dos formas nos dan z la. vez oe:,.sünpara toear más de cerca el punto capital de 1áditicultad. y pa.raa,tudir.¿ lo que hemos de ex¡roner más a,mpliarnente luego. i:" iirt-r'.¡';--La, rma es eI hecho lristórico de que el griego Anaed,goras fi¡é elprimem en decir que eltu7ts, el'lntetecto en generalo la rzzón, rige.el'mrmd.o; no una inteligeucia como .ra,zón.consciente:de sf mlma,n:i un espfritu como !al. Debemos distinguir muy bien ambas co-sas. EI movimiento del sistema solar se verifica seg¡¡n leyes lnva-riables; estas leyes son la rezón. del misno; pero ni. el sol nl losplaneta§, que giran en tonro al sol confonne a eptas ley.es, tieneaconcie¡rcia de ellas. El hombre extrae de Ia e:dstencia estas leyesg-las sabe. Et pensamiento, pues, de que hay una.raaón en la¡atu-.xzlez,L, de que ésta es regida in¡nutablemente por leyes universales,zro-Iros sor¡rrende; ni ta.mpoco que en Anaxágoras se limlte a la¡aturaleza- Estamos acosüumbrados a é1 y ¡o le hacemos mucho.caso.;Jl€ mencionado, pues, este trecho histórico, para hacer noiárque Ia histoüa enseña que aig¡¡nas gosas- gue pueden paxecernos$fivlales aq,1¡.aJ¡.estado siempre en el mundo; antes blen, ese ¡ren-samie¡rto bq.hecJro época en la historia del espÍriüu hr¡mano. Aris-tóteles:dioe de Anaxágoras, como creador de ese pensamlento, queparecfa ¡un Jrombre sereno entre bo¡racbos..s:8ócr-fites:tomé'de A¡axágor¿s este pensa,miento, y, con excep;§iún ds fifrcuto, quea.tribufa,todos lo,s sucesos aL amso;.dicho pen-samie¡rto.serhar;hecho domlna¡te en la. füosoffa. A'su tiemX» vere-.sp§ ep;{ué leligf,ones y.pueblos aparece tambié¡r. Aho¡a blen,.plotúnhabé"decirra §ócrates (v. Fetd,ón, ed. Estéfauo, páginas 9?-gg) eobre.e$eldescubrtrniento de que el pensamiento*-,esto es,.tco la razónÉ;t':i-i.-,. -

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Page 11: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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28-Fitoso|íad'elal¡,ístoriauniuersal.-IntroduociÓn-

consciente, sino una razón todavÍa indeterminada, ni consciente,ni inconsciente-rige el mundo: <<Me gozaba en él y esperaba ha-ber encontrado un maestro que me ex¡:licara la naturaleza segúnla razótt, mostrándome en io particular su fin particuiar y, en eitodo, el fin universal, e] fin último, el. bien. Y no habrÍa renun-ciado por nada a esta esperanza. Pero ¡cuán decepcionado quedé

-prosigue Sócrates-al leer afanosamente los escritos del propio

Anaxágoras! HaUé que solo aducÍa causas exteriores: el aire, eIéter, el agua y otras semejantes, en lugar de la razón.» Como se

ve, la insuficiencia que Sócrates encontraba en el principio deAnaxágoras, no se refiere aI principio mismo, sino a su fatta deaplicación a la naturaleza concreta; a que ésta no es concebidani explicada por aquel principio; a que aquel principio permaneceen la abstracción, o, dicho más determinadamente, a que Ia natu-raleza no es aprehendida ,como un desarroiio de dicho principio,como una organi.zación producida por é1, por la tazórt, como causa.-Llamo ya desde ahora Ia atención sobre la diferencia que hayentre sentar una definición, principio o verdad, de.un modo me-ramente abslracto, o üevarlo a una deüe'nninación más precisa y aun desarrollo coner.eto. Esta diferencia ,es fundamental y, entreotras cosas, la encontrar€mos principalmente al termino de nues-tra historia universal, cuando tratemos de la novÍsima situaciórpoiítica-.

Fero he señalado esta primera aparición del pensamiento deque la tazón rige eI mundo, asÍ como las deficiencias que habíaen é1, sobre todo porque io dicho tiene su perfecta aplicación a otra.forma del mismo pensamiento, forma gue nos es bien conocida y:

bajo ia cual este pensamiento ,constituye una ,convicción en nos-otros. Me refiero a Ia forma de la verdad religiosa que dice que elmundo no está entregado al acaso, ni a causas exteriores, contin-gentes, sino que urta Prooid,encia rige eL mundo. Ya dije anterior-mente que no quiero apelar a vuestra fe en el pri:rcipio indicado.Sin embargo, a¡relaria a la fe en é1, bajo esta forma religiosa, sila Índole propia de la ciencia filosófica no prohibiese hacer su-puestos; o dicho de otra manera: porque la ,ciencia que nos pro-ponemos, tratar, es la que debe proporcionar Ia prueba, no üréde \a oerda"d,, pero sí de la eractitud, de aquel principio, de que elloes asf ; sólo ella debe mostrarlo en concreto. La oerdoñ, de que unaprovldencia, la Providencia divina, preside los acontecimientos delmundo, corresponde al principio lndicado. La Providencia divina

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1+ r.-La oisión raci,o,Lol d,e la historia unit¡ersal

-

29

es, en efecto, Ia sabidurÍa segÚm una potencia infinita, que realiTa

sus fines, esto-€s, eI fin último, absoluto y racional del mundo.

La'raz,ós es el pensamiento, el nus, que se determina a sí mismocon entera libertad.

Mas, por otra parüe, Ia diferencia y hasta Ia oposiciÓn entre€staJe y nuestro principio, resalta iustamente del mismo modoque; en el principio de Anaxágoras, bntre éste y la erfgencia que

Sócrates le pone. Aquella fe es igualmente i:rdeterminada; es unaJe en la Proaid.encia et general, y no pasa a lo detenninado, a laaplicación al conjunto; al curso fntegro de ios acontecimientos enel universo. En lugar de llevar a cabo e§üa aplicaciÓn, complácenselos histoüadores en explicar natural¡nente la historia. Atiénensea las pasiones de ios hombres, a los ejércitos más fuertes, al talento'o genio de tal o cual individuo o al hecho de que €n un Estado noha exisüldo justamente ningún inüviduo semeJante, a las llamadascausas naturales y contingente§, como las que,sócrales censura,bb+n Anaxágoras. Perman€cen en !a abstracción y se contentan cou¿¡:licar la idea de Ia Proridencia de r¡n ¡¡rodo gener^al, sin introdu-cirla en lo co¡rcreto y delero.inado" Esta determinación de la Prb-videncia, el hecho de que la Frovldencia obre de este o aquel modo,se [ama el plan de Ia Providencia (fin y medios para este destipo,estos planes). Pero se dice que este plan se halla oculto a nuestros' ojos e incluso que sería tcmeridad querer conocerlo. La ignorancia,de Aaaxágoras sobre el modo de revelarse el.intelecto en la reali-dad.era una simple ignorancia; eI pensar, la conciencip del pen-

- §amiento no se.habÍa desarrollado arln ni €n é1, nt, en general, en. Grecia. TodavÍa no era capa,z de aplicar su principio general a lo

-concreto, ni de explicar lo concreto por su principio. Sócrat¿s hada{o un paso más, concibiendo lma forma de unión entre lo con-creto y lo universal, aunque sólo en el aspectg subjetivo; por

t'ɧo no adoptó uua actitud polémlca contra semejante aplicacióü.''?ero aquella fe significa una actiüud polémica, por 1o menos con-, üra::la- aplicación en grande, contra el conocimiento del plan!,proYidencfal. Pues en particutar se la deja interr¡enir ap,á, y allá;p*J.*lggrespiritus pladosos ven bn muchos sucesos, que otros conslde-pra4rcome easualid.ades, no sóIo decrelos de Dios, eu general, sino

Lif&ámbién.de su Providencia, es decir, fines que ésta se propone.

&§fi1:embargo, esüo suele suceder solamente en casos aislados. Porkfwrplor-cuando un individuo, que se halla en gran confusión yffin$9§idad,r.Ieclbe inespe-radamente un auxilio, no debemos negarle

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' 30 Fltosaftr¡. de la, t¿i$.tüia unhte¡sal.-Introü.toci.ón

-

la razón, si da gracias por eUo a-O.ios. p.ero el f¡DtBis¡rio-es deindole limitada; su contcnido es tan sólo et fin,particular de estelndlvlduo. IvIas en la historia universal nos referimos a indtviduosque son pueblos, a conjuntos que.son Estados. por lo lanto, no po-demos contenüarnos con aquella fe que administra la providenciaal por menor, digámoslo asÍ; ni fa^mpoco cou la fe mera.¡nenüe abs-tracta e indeterrrinada que se satisface con la fórmula general deque hay una Frovidencia que rige ei m.undo, pero sin querer entraren lo determinado y concreto, sino que hemos de proceder dete-nidamente en este punto. Lo concreto, los caminos de la providen-cia son los medios, Ios fenómenos¡ en la histolia, los cuales está¡¡patentes ante. nosotros; i aeUemos referirlo,s a aquel principio uni-vorgal. :-

-Perc la mensión det conocimieuto úl plan de Ia.divina Provi-dencia:ros hace recordar una cuesüón de máldma rmportanda ennuestros ülem¡ros, a saber: la cuestlón de Ia posibilidad..de,conoeera Dio§, o más bien (puesto que tra cesado de ser cuestión)".1a:doc.trina, convertida en preJuicio, de que es imposible conocer a Di.!s,contrariam.ente a lo que Ia §agra.da Escritura impone como.debersupremo, que es no sóIo anlar, sino conocer a Dios. IIay quienesniegan lo que allÍ se dier, esto es, que el espiritu es quien nos in-troduce en la verdad, gue é1 conoce todas las cosas y penetra inclusoen las profundidades de la Divinldad.

[La te ingenua puede renunclar aI conocimiento detallado yconüentarse con la representación general de un gobiemo divinode1 mr¡ndo. Qüenes tal hacen ao son censurables, mientras su feno se eonvierta en polémica. Pero cabe también sostener esa re-presentación con parcialidad; la proposición general puede tener,precisamente a ,causa de su generalidad, uq sentido negativo pa¡-ticular; de suerte que, mantenido el ser üvino en la lpJanÍa, quedesituado más allá de las cosas humanas y del conocimiento hu¡ra¡o,AsÍ se conserva, por otro lad.o, la libertad de eluür las eÉgenciasde la verdad y de la razón y se garu la comodidad de abandonañ¡ea las propias representa,ciones. En este sentido, esa representaciónde Dios se convierte en una palabra va¡a. Si ponemos a Dios másallá de nuestra couciencia raclonal, podemos muy blen prescindlrde preocupamos de su naturaleza, como de buscar l¿ razón en lahistoria universal; Ias libres b.ipótesis üenen enlonces ancho carn-po. La piaáosa humildad sabe bien lo que ga¡Ia con su renunela.l

Podrla no haber dicho que nuestra aflrmación de que la ra,zón

d:4.3J\"ii'ts- X: La-z¡lslán rttcbttü dé la ,r¿tstorta unio*'sü

-:3t¿FL¡*M!+".*.:+ .;

:el'mundo, se expresa eu fo:rr¿ religiosa; üiii{üáb.".rjatf¡uiamos gue Ia Provtdencla rige el mu¡rdo. Asf no hublera recor-'

dado esta cuestión de la posibilidad de conocer ¿ Dios. Pero nohe querido dqjar de hacerlo, no sóIo para hacer notar los obJetos

.. con que se relaciona¡r esüas naterlas, sno también p¿ra evi-tar la'mspec¡¿ de que la filo,soffa se atemorice, o deba atemorizarse, derecordar las verdades religlosas y las apatte de su catniJto, colnosi, a@rca de ellas, no tuviese Ia conciencla lranquila. Antes por elcontrario, se ha llegado en los rlltimos tiem¡ros a ta.t punto, gue lafilosofÍa tiene que hacerse aargo del conteuido de Ia religlón, in:cluso contra'algunas fonrras de lcologla

- [Oyese con frecueucia, como l¡emos dicho, que 'es'una temed-rrsd querer conocer el plan de la Provide¡rcia. Hay que ver en estoun'resultado de la representación, converüida hoy e¡ axiom¿ caslunlversal, de que no se puede conocer a Dios. Y cuando Ia teologfa.TFlsEma es qulen ha Ilegado a esta desesperada actitual, b¿y.^q¡¡e ,

'refuglarse e¡r la fllosoffa qi se quicre conocer a Dlos. §e acusa deorgullo a la tazóo., por queter saber algo sobre Dlos. Pero rnás blendebe decirse que !a verdadera humlldad consiste JuSüa¡nente en l¡ereonocer a Dios en todas las cosas, tributándote honor en lodo yprincipalmente en eI teatro de Ia historla univers¿l. Arrastramo§,corno una tradición, la convioción de que la sabiduria de Dios s-e

reconoee en Ia naturaleza. Asi fué moda durante algrln tiempo,admlrar la sabldu¡Ía de Dios en los ani:nales y las plantgs. sedenrruestra conocer a Dios asombrándose antre los desttnos huma-nos o ante los productos de Ia naturateza.-Si se concede, pues, quela Providencia se revela en estos obJetos y materias, ¿por qué no en-Ia historia u¡iversal? ¿Parecerá esta matcria acaso demasiado. a¡n-püa? Eabitualmente, en efecto, nos representa¡nos la Provldenci*' corno obra¡rdo en ¡requeño; nos la flguramos semeJante a un hom-bre rtco que dtstribuye $rs llmosnas a los hombres y los ürige. peroyerDa quien piense que Ia materia de la historia unlversal es dema-Sado-,grande para la'Providencia. Pues la divina sabiduria es, ert .

,,,Jo.grande"como eu io pequeño, un& y la misma. Br la planta y enr

E¡et l¡secto es la rnisma .que.en los desti:ros de pueblos e imperios,

" enlros Y :ro debemos considerar a Dios como demasiado débilpara;emplear su sabiduría en las cosas grandes. Si no se cree que

,,*la;§abidurfa,de Dios achle en todas partes, debiera esta humildad'referirse más bien a la materia que a Ia divina sabiduria. por otrap¡rtq".la natu¡aleza 6s 1m eseenario de orden inferior al de Ia'

Page 13: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

I

32 ------ Fitosofía' de ta historia unhsersü.-Introduccion

historia universal. La naturaleza es eI campo donde la idea divin¿'existe en eI elemento de !o que carece de concepto. r:n lo espiritualestá en cambio en su propio terreno, y aquÍ juslamente es dondeha de ser cognoscible. Armados con el concepto de la razón, no,debemos atemorizarnos ante ninguna materia.

La afirmación de que no debemos pretender conocer a Dios, ne-.cesita sin duda un desarrollo más ampiio g,ue el que puede hacerse.aquÍ. Pero como esta materia se halla muy emparentada con nues-tro fin, es necesario indicar los puntos de vista generales más im-portantes. Si Dios no pudiera ser conocido, únicamente lo no divi.-.rro, lo limitado, 1o finito, quedaria al espÍritu, como algo capaz deint¿resarle. §in duda el hombre ha de ocuparse neeesariament¿ de'lo finito; pero hay una necesidad superior, que €s la de que el hom-bre tenga un domingo en Ia vida, para elevarse sobre los quehaceresde los dias ordinarios, oeuparse de Ia verdad y Íraerla a la con-'ciencia. /'

Si eI nombre de Dios no ha de ser vano, debemos reconocer. queDios es bondadoso, o sea, gue se comunica. En las antiguas repre-,sentaciones de los griegos, Dios es pensado como envidioso y sehabla de la envidia de los dioses y de que Ia divinidad es hostil alo grande y de que las sent¿ncias de los dioses rebajan las cosas.grandes. Aristóteles dice que los poetas mienten mucho; que nose puede atribuir envidia a Dios. Si afirmásemos, pues, que Dios.no se comunica, esto seria atribuir a Dios enviüa. Dios no puedeperder por comunicación, como una luz no pierde porque se €n-cienda otra en ella.

Ahora bien, se dice que Dios se comunica, pero solo en Ia na-turaleza, en el corazón, eD eI sentimiento de los hombres. Lo prin-'cipal en esto es que en nuestro tiempo se afirma la necesidad depermanecer quieto; se dice que Dios existe para nosotros en la.conciencia inmeüata, en la intuiaión. La intuición y eI sentimientocoinciden en ser conci,encia irreflexiva. Contra esto debe hacerse.resaltar que el hombre es un ser pensante; que se diferencia delanimal por el pensa:niento. El hombre piensa, aun cuando no tenga,conciencia de eIIo. Si pues Dios se revela aI hombre, se Ie revelaesencialmente como a un ser pensante; si se revelara aI hombre

-esencialmente en el sentimiento, lo'consideraria idéntlco al ani-.Jtxal, a quien no ha sido dada la facultad de la reflexiÓn. Pero a:los a¡imales no les atribuímos religién En realidad, el hombreJiene religión porque no €s un animal, sino un ser pensante. Es

Ia mayor de las trivialidades decir qug el hombre se diferencia del

animal por el pensamiento, Y, §h embargo, esta trivialidad ha'sidoolvidada.

Dios es el ser eterno en sÍ y por sÍ; y Io que en sÍ y por sÍ es

universal es objeto del pensamiento, no dei sentimiento. Todo lo

espiritual, üodo contenido de la conciencia, eI producto y obieüo

del pensamiento y, ante todo, ia religiÓn y Ia moralidad, deben, sln

duda, estar en eI hombre también en la forma del sentimiento, y

asi empiezan estando en ,éI. Pero el sentimiento nO es Ia fuentede que este contenid,o ma¡ra, para eI hombre, sino sólo el modo

y marrera de encontrarse en éI; y es la forma, peor' una forma que

elhombreüieneencomúnconelanimal'Losustancialdebeexistiren la forma del sentimiento; pero existe también en otra fonn&superior y más digna. Mas si se quisiera reducir 1á moraiidad, laverdad, los Contenidos más espirituales, necesariamentc al senti-¡niento y mantenerlo generalmente en é1, esto.sería atribuirlo eseq-

cial:nente a la forma animal; Ia cual, €mpero, es absolulament¿

rncapaz de contenido espiritual. El sentimiento es Ia form¿ inferiorque un contenido puede tener; en ella exisle 1o meuos posible.

Mientras pe¡manege tan sólo en ei sentimiento, hállase todavÍa en-cubierto y enteramente indeter:rrinado. Lo que se tiene en eI senti-miento e$ completamente subjetivo, y sóIo existe de un modo

subjetivo. El que dice: <<yo siento asÍ», se tra encerrado en sÍ mis-mo. Cuatquier otro tiene eI mismo derecho'a decir: <yo no losiento asÍ»; y ya Do hay üerreno común. En ]as cosas totalmenteparticulares el sentimiento está en su derecho, Pero querer ase-

gurar de algúa contenido que todos los hombres lo lienen en su

sentimiento, es contradecir el punto de vista del sentimiento, en elque nos hemos colocado; es contradecir eI punto'de visla de laparticular subjetividad de cada uno. Guando r¡n contenido se da

en eI sentimiento, cada cual queda atenido a su punto de visla§ubjetivo. sl alguien.quisiera calificar de éste o aquel modo a unep€rsona que sóio obra según su sentimiento, esta persona tendriaeI derecho de devolverle aquel calificativo, y ambog tendrian ra-aón, desde sus puntos de vista, para injuriarse. si a.lguien dice-que

la religión es par¿ é1 cosa del sentimiento, y otro leplica'que nohalla a Dios eD su sentimiento, ambos,tienen razó¡- Así, pues, re-ducir de es!4 modo al mero sentimieoto el contenido divino-la¡evelación de Dios, la relación'det hombre con DiOs, la existenci¿

,.de Dios para el hombre--es llmltaise al punlo de vlsüa de Ia sub-

¡rgcn, I.-3

Page 14: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

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U Fltosoltr- de la historia unioersd.-.Introd'uccün

jetividad partlcular, del atbedrfo, del eapricho. En realidad, es

hac"er caso omlso de lo verdadero en sl y por sf. Si sÓio existe elmodo indeterminado del sentimlento, sin ningún saber de Dios'ni de su contenido, no queda nada rnás que mi capricho. Lo finitoes lo único que prevalece y domina. Si nada sé de Dios, nada sertopuede haber que limite y constriña la relación

Lo verdadero es algo en si universal, esencial, sustancial; y toque es asÍ, sóIo existe en y para el pensamiento. Pero Io espiritual'lo que llamamos Dios, es precisamente la verdad verdaderamentcsustancial y en sÍ esencialmente individual, subieliva. Es €I serpensante ; y el ser pensante es en sÍ creador; como tal lo encon-tramos en 1a historia universal. Todo 1o demás, que llamamos ver-dadero, es sólo una forma particuür de esta etema verdad, tienesu base en ella, es un rayo de ella. Si no se sabe nada de ella, pa&ise sabe'verdadero, recto, nada rnoral.

¿Cuál es, pues, el plan de la Providencia en la historia r¡niver-sal? ¿Ha llegado el tiempo de conccerlo?l Sólo qüero inücar aqur

esta cuestión general.En ta religión cristiana, Dios se ha revelado, esto es, ha dado

a conocer a los hombres lo que El es; 'de suerte que ya no es unarcano ni un secreto. Con esta posibilidad de conoeer a Dios se no3

ha impuesto el deber de conocerlo, y la evoluciÓn del espÍritu pen-sante, que ha partido de esta base, de Ia revelación de Ia esenciadivina, d.ebe, por fin, llegar a un buen término, aprehendiendo conel pensamiento lo que ry presentÓ primero al sentimiento y a larepresentación. ¿Ha ltegado el tiempo de conocerlo? Elto depende

necesariamente de que el fin último de1 mundo haya aparecido

en la realidad de un modo consciente y rrniversalmente válido-

[Ahora bien, lo caracterÍstico de Ia religiÓn cristiana es que corr

ella ha llegado este tiempo. Este constituye Ia época absoluta en

Ia historia universal. IIa sido revelada la naturaleza de Dios. Si se

dice: no sabemos nada de Dios, entonces la religión eristiana e¡algo superfluo, algo que ha llegado demasiado tarde y malamente-En ta religión cristiana se sabe 1o que es Dios. sin duda, el conte-

nido existe también para nuestro sentimiento; pero, como es unsentimiento espirituai, existe también por 1o rnenos para la repre-

sentación; y no m€ramente para Ia representaciÓn sensible, sino-para la pensante, para el Órgano peculiar en que Dios existe pro-.piamente para eI hombre. La religiÓn cristiana es Ia que-ha manl-festado a los hombres la naturaleza y la esencia de Dios. Como

eüstlauos sabemos lo que es Dio§. Dios ya Do es aJrora ug. ggscg-

*gf¿gg#Fl.afirmamo| que. Dlos es.desconocid.o, ao soinos ya.g¡lcr$aqos.,La rellgión. cr.lstiana edge de nosotros que practlquemos]a humildad-de que ya hemos hablade-de cotrocer a Dios, no-pornosotros m.isnos, slno por el saber y el conocimiento divino.

I,os cristianos están, pues, laiclados en los mlsterios de Dio§, yde este ¡nodo nos ha sido dada ta^mbién Ia clave de la trlstoria lml-versal. En el cristlaaismo hay un conoclmlento det¿nrdnado de laProvldencia y de su plan. En el cristiantEmo 9s doctritra caplt¿lque la Providencia ha regido y rige el urundo; que etmJxto sucedeen el mundo está determinado por el gobiemo di¡ino y es conformc¿ éste,.Esta doctrina va contra la ldea del azar y contra la de losfines limitados: por ejemplo, el de la consefva¿lón del pueblo Ju-tlfci. IIay un fiu rlltimo, universal, que erlste eD sl y por sf. It¡e-Ugrón no rebasA esta representaclón general. La religióu se ade-ne a est¿ generalidad. Pero esta fe unilersal, la creeucia de que'la hlstoria r¡nlvelsales un producto de la razón eteuray d9 gug ia¡*azóe ha deteminado las grandes revoluclones de Ia hisior.ia, espl.punto de partida necesa¡io dq la filosofia en general y-de"lafil0sofia de la h8toria universal

Se debe decir, por tanto, que ha llegado absolutamente el ülem-po en que esta convicción o cerüidumbre no puede y¿ perrna¡recefta¡ sólo en la modalidad de lp representación, slao que debe ade-

4ás ser ¡rensada, desarrollada, conocida y-conveltlrse en un saberdeterminado. La fe no es ap!4 par¿ desarrollar pI contenido. L'a.inhrición de la necesidad está dada sólo por eI conocimlento. Elmotivo po.r el cual este tiempo ha de llegar es gue et espfr.itu Doreposa; el áI¡ice supremo del espfrltr¡, eI ¡rensamicnüo, eI concepto,démanda su derecho; su universaifsima y esencial esencia es lanaturaleza propia del espÍritu.;:',La,dlstinción entre Ia fe y el saber se ha converbido en r¡na.a¡rtftesis,corriente. Consldérase como qosa decidida que son distiB-tos Ia fd:y el saber y que, por tanto, no sabemos n¿da de Dios. Paraasustar a los. hombres, basta decirtes que se quiere conocer a Diosy eq)oner este conocimiento. Pero esta dlstincióD es, en"qu ideter-p¡iqación,esenciaL va¡a; pues aquello que creó, !o sé;€gtofcle¡tode qllo. El hombre religioso cree en'.Dios y eD las doct¡inas {ü.e €x:pllcan su. ¡aturaleza; pero sobe también es.to, y es.tá cierto de-ello.§aber.§g¡xüica tener algo como objeto ante la conciencia y estargiertq,de ello; y creer significa exacta¡oente to misqoo. EI congcer,

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FilosoÍia d,e la'hi.storia unioersü.-Introducún

en cambio, penetra además en los fundamentos, en Ia necesidaddel contenido sabido, incluso del contenido de Ia fe, prescindiendode la autoridad de Ia Iglesia y del sentimiento, qué es algo inme-diato; y desarrolla, por otro lado, el contenido en sus deüermina-ciones precisas. Estas determinaciones precisas deben primero serpensadas, para poder ser conocidas exactamente y recibidas, en suunidad concreta, dentro del concepto. Por tanto, cuando se hablade ia temeridad del conocimiento, podría replicarse que eI conoci-miento no puede anularse, porque éste sólo contempla Ia necesidady ante é1 se verifica el desenvolvimiento del contenido en sÍ mismo.También cabría decir que este conocimiento no puede considerarsecomo temerario, porque la única dlferencia entre é1 y 1o que 11a-

mamos fe con§ste en eI saber de lo particular. Pero esla explica-ción serÍa equivocada y falsa en sÍ misma. Pues la naturaleza delo espiritual no consiste en ser algo abstracto, sino en ser algoviviente, un inüviduo r¡niversal, subjetivo, que se determina y en-cierra en sf mis¡no. Por la eual la naturaleza de Dios es verda-d.eramente conocida, cuando se conoeen sus determinaeiones. Elc¡istiani.srrro habla de Dios, lo conoce como espÍütu, y éste no es loabstracto, sino el-proceso en sÍ missro, que establece las difereiciasabsolutas que precisamente la religión cristiana ha dado a conocera los hombres.

Dios no quiere espírltus estrechos, nl cabezas vacÍas en sus hi-jos, sino que exige que se Ie conozca; quiere tene¡ trijos cuyoespíritu sea pobre en si, pero rico en el conocimiento de El, y quepongan todo valor en el conocimiento de Dios. Siendo ia historiael desarrollo de Ia naturaleza divina en un elemento particular ydeüerminado, no puede satisfacer ni haber en ella rnás que unconocimiento determinado.l Tiene que haber llegado, en fin, ne-cesariamente el tiempo de concebir también esta ri,ca producciÓnde la raza creadora, que se llama la historia universal. Nuestroconocimiento aspira a lograr la evidencia de que los fines de laeterna sabiduria se han cumplido en el terreno del espÍrltu, realy activo en el rÍundo, lo misno que en el terreno de la ¡aturaleza.Nuestra consideración es, por tanto, vna Teodicea, ttn.a. justifica-ción de Dios, como la que Leibnitz intentó metaffsicamente, a sumodo, en categorÍas aún abstractas e .indeterminadas:. se propusoconceblr el mal existente en el mundo, lncluyendo el m.al moral,'y reconciliar aI espíritu pensante con 1o negaüvo. Y es en Ia his-torla unlversal donde la masa entera del mal concreto aparece

I.-La oisi,ón racionnl de la historia uniuersal

-

3?

ante nuestros ojos. (En realidad, en ninguna parte hay mayor es-tfmulo para tal conocimiento conciliador que en la historia univer-sal. Vamos a det¿nernos sobre esto un momento.)

Esta reconciliaeión sóIo puede ser alcanzada medianle el cono-cimiento de 1o afirmativo---+n eI cual lo negativo desaparece comoalgo subordinado y superado-, mediante Ia conciencia de lo quees en verdad el fin último del mundo; y también de que est¿ finestá realizado en el mundo y de que el mal moral no ha prevalecidoen la misma medida que ese fin último. [La justificación se propo-ne hacer concebible eI mal, frente al poder absoluto de Ia razón.Se trata de la categorÍa de lo negalivo, de que se habtó anterior-mente, y que nos haee ver cómo en la historia universal lo másnoble y más hermoso es sa,crificado en su altar. Lo negaüvo esrechazado por la razóD., que quiere más bien en sir lugar un finafirmativo. La razón no puede conteniarse con que algunos inü-üduos hayan sido menoscabados; los fines particulares se pierdenen lci universal. La taz6t ve, en 1o que nace y per<be, Ia obra queha brotado del trabajo universal del género humano, una obra'queexiste realmente en el mundo a que ¡osotros pertenecemos. EImundo fenoménico ha tomado la foma de una realidad, sin nues-tra cooperación; sólo la conciencia, Ia conciencia pensante, esnecesaria para comprenderlo. Pues io afirmativo no existe m€ra-mente en el goce del sentimiento, de la fa¡tasÍa, slno que es algoque pertenece a la realidad, y que nos pertenece, o a que nosot¡ospertenecemos.l

Latazótt, de la cual se ha dicho que rige el mundo, es una pala-bra tan indeterminada como Ia Proyidencia. Se habla siempre dela razón, sin saber lndicar cuáI sea su detenrrinación, su conte-nido; cuál sea el criterio segUn el cual podemos juzgar si algo osracional o irracional. La razón, aprehenüda en su d,etgrminación,es la cos¿. Io demás--si permanecemos en la r¿¿ón en general--:-son merds palabras. Con estas indicaciones pasamos al segrrndopunto de vista, que queremos eonsiderar en esta Introducción, comóya hemos ürdicado. 'r

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II

LA IDEA DE LA EISTOBIA Y SU REALI'ZACION

1. La idea

a) Et munilo espiriiuol.-¿A qué se refi.ere la determinactún dela razón en si misma y por cua¡üo La ¡gzót es tomada en ¡elactóncon el mu¡do? xste problema es el r¡riqo que el de definir cualsea el fin último del mr¡¡do. y se expresa de un modo más precisodiciendo que este fin. debe realizarse. Hay que considerar aqul doseosas, el coutenido d.e este ñn último,' U aetcrminación mis¡nacomo tal y su realización.

Eu primer término hemos de observar que nuestro obJeto, lahrsbria universal, se desenvuelve en et terreno d,el esplritu. Elmr¡ndo semprende en sÍ Ia natu¡aleza fisica y Ia psÍquica. La na-turaleza fÍsica i¡¡tervlene también en la historia universal y habre_mos de prestar aüención, desde el primer momento, a esta relaciónfr¡ndamental de la determinación naturai. pero io sustancial es eIespfrihr y el curso de su evolución. AquÍ no hemos de considerarla naturaleza como constituyendo también por sÍ misma.un sistemade Ia tazón, realizado en un elemento paqticular, caracteristico,sino relatlvamentc al espÍütu. [El hombre aparece deppués de Iacreaclón de la naturaleza y constituye 1o opuesto aI mr¡ndo natu-¡at. Es el ser que se eleva aI segundo mundo. fenpmgs e4^nuesürac9ncie+Qla unlv€rsal dos relnos, et de Ia naturaleza y el del eipi-

*r!_tu, EI reiao det espÍritu es el creado por eI hombre. poddfoosforJarqos toda clase d.e representaciones sóbre lo que sea'el rei:rode Dlos; slsñpre ha de ser un rei:ro del espÍrlfu, que debe ser rea-lizado grn el hombre y establecldo en la existencia.

trll tcreno del espiritu lo abarca todo; eacterra todo cuanto halntert¡ado e ürteresa todavfa aI hombre. El hombre actrla 9n él; y

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J¡aga lo que quiera, siempre es el hombre un ser eu quien eI es,plrltues actlvo. Puede, por tanto, ser lnteresante conocer, en el curso dela historia, la naturaleza espiritual en su existencia, esto es, la unlóndel espfritu con la naturaleza, o sea la naturaleza humana. Al ha-blar de tattraleza humana, se ha pensado sobre todo en algo ¡»er-maaente. Nuestra exposición de la naturaleza hr¡¡nana debe conve-¡ir a toáo§ los hombres, a los tiempos pasad.os y a ios presentes. Estalepresentación universal puede sufrir inñnitas modiflcaciones; perode hecho lo universal es una y la miura esencia eu las más dlveDsasmodiflca¿iones. La refleñón pensante es la que prescinde de la dl-ferencla y flja 1o uuiversal, que debe obrar de lgual modo en tod"las circunstanclas y revelarse en el mis,mo interés. El tlpo uni.sal puede -tambiéu revelarse en lo que parece mtrs alejado de ". ,

en eI rostro más desflgurado cabe aún rastrear lo humano P¡¡eileh¿ber.r¡na especie de consuelo y compensaclón en el hecho de quequede en él un rasgo de hr¡ma¡idaü Con este interés, Ia consi-deraclón de la lristorla r¡nlversal pone el apeuto en el heclro cleque los hombres han perrranecido iguales, de que los vlcios y lasvirtudes han sido los mis¡nos en todas las clrsunsta¡cias Y p9.drÍamos, por ta,nto, decir con Salomóu: nada hay nuevo bajo el sol.

Guando, por eJernplo, v€mos a un hombre arrodillarse y orarfreute a un idolo, ¿uunque esle acto sea recusable a¡te La, razón.,podemos, sin embargo, aprobar e! sentimieuto gue palpita en él ydecir que este sentimiento tiene el mis¡no valor que eI del crlstia-no, que adora el reflej.o de la verdad, y que el del fllósofo, que seabisma con la razón. pensante en Ia verdad etenra. §ólo los obJe-tos son distintos; el sentimiento subjetivo es uno y el mismo. §i nosrepresentadros la historia de los asesztlos, según la narración quese hace de'sus relaciones con su señor, el viejo de la Montaña, ve-mos cómo se sacrlflcaban al Señor para sus infa,n¡ias. En sentidosubJetlvo es el mismo sacrificio que el de Curcio, cuaudo saltó aiabisuro, para salvar a su patria. Si nos at¿nemos a esto, en gene-ral, podemos decir gue no es necesario ir a fijarse en el gran teatrode la historia unlversal. Hay una conocida anécdoüa de César, que:9flere que.en un'pequeño municipio halló las mlsmas aspiracio-¡es y actlvid¿des que eD el gra.n escenarlo de Roma. Los mismosáfanes y esfuerzos se producen en una pequeña ciudad que en e1graq teatro d.el mundo

ñace abstraccióu del contenldo y de los flnes de la actividad hu-

ll

Page 17: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

ma¡a. Esta elegante indiferencia por la obJetividad puede hallar-se especiaimente entre los franceses y los ingleses, que la llamanhistoriograffa fllosóñca. Pero el esplritu humano educadq no pue-de por menos de hacer diferencias entre las inelinaciones e ins-tintos que se maniflestan en un cÍrculo pequeño y los que se pre-sentan en la lucha de intereses de Ia historia universal. Este in-terés objetlvo, que aetúa sobre nosotros, tanto por virtud del flnuniversal como del individuo que lo representa, es lo que hace atrac-tiva la historia. Deploramos la pérdida y decadencia de estos ñ¡ese individuos. cuando tenemos ante la vista la iucha de los griegoscontra los persas o el duro dominio d.e Alejandro, nos d.amos muybien cuenta de lo que nos inüeresa, que es ver a, los griegos ll-bres de la barbarie. Nos interesamos por la conservaeión de1 Es-tado ateniense, por eI soberano qué a la cabeza de los griegos hasometido Asia. Figurémonos que Alejandrb fracasase en su €mpre-sa. No habrfamos perdido ciertamente nad.a, si se tratara aquf tansólo de las pa§ones huma¡as. No habrÍamos deJado de ver en elloun juego de las pasiones. Pero no nos sentirÍamos satisfechos. Te-nemos en ello un interés material, objefivo.

Ahora bien, ¿de qué clase €s el fin sustancial en gue el espfritullega a semejante contenido esen,cial? El inüerés es de Índole sus-tancial y detennfu:ada; es una determinada,religión, ciencla o árte.¿Cómo llega eI espfrttu a tal contenido? ¿De dónde procede estecontenido? La respuesta empfrica es fá¿il. En la actuatldad. tod,oindividuo se encuentra ligado a un interés esencial de esa clase; sra

encuentra incorporado a una determinada paüria, a una detenrri-nada religión, a un determinado cÍrculo de saber y de representa-eiones sobre lo que es reeto y moral. Sólo le queda libertad de ele-gir dentro de ellas los circulos particulares a los cuales quiere adhe-rir. Pues bien, la historia universal, cuyo contenido justamenteindagamos, es eso mismo; hallamos a los pueblos ocupados en tal,contenido, llenos de tales intereses. Pero no podemos contentamoscon eI método empfrico, sino que debemos plantear otra cuestión.Ia de cómo llega a semejante contenido eI espfritu como tal, nos-otros, o los i:rdividuos, o los pueblos. El contenido debemos com-

'prenderlo por los conceptos especÍñcos y no por otra cosa. Lo dichohasta aquÍ se encuentra en nuestra conciencia ordinaria. Distinto,empero, es el concepto que vamos a i¡dicar ahora (no es ésle elmomento de analizarlo cientÍflcamente). La filosofÍa conoce ll'

'1 '':'¡¡'¡:;'*i*i:ri-llrll-'¡¡.-l.iai.d.eaderahistoria.b) Etconceptod,elesplritu '"ií"'''"t"'¡j':".':{ir'

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I representación corriente; pero tiene sus motivos para apartarseI' de ella.t:

l, H"mos de contemplar ia historia universal según su fin úIti-mo. Este ñn último es aquello que es querido en el mundo. Sabe-mos de Dios que es 1o más perfecto. Por tanto, Oios sOto-!@

' ';q gual a si..oiáíñ@@@oluntad son una misrna_cosalf, ésta es la o-ue fllosóflca-mente llamamos la ld.ea. Lo que debemos contemplar es, por tan-to, la idea; pero prffiiraa en este elemento del espiritu humano.Dicho de un modo más preciso: JA,ilLea de Ia liberbad hu.mana*f,amás pura forma en que la idea s=evela es el pensamiento mismo;asÍ es la idea considerada en la lógica. Otra forrta es la de ia.natataleza fÍsica. La tercera, por últirno, la del espÍritu en gene-rát.1 anrora bien, el espÍritu, en el teatro sobre eI cual nosotroslo considera¡rros, €n la historia universal, está en su más concretarealidad. Pero a pesar de ello, o meJor, para recoger- t¿¡nbién 1o

r¡niversal" en este modo de su concreta realidad, debemos antepo-ner algunas consideraciones abstractas sobre la naturalpza detespfrltu. Y hemos de hacerlo más bien en la forma de unas cuaJr-

.i'G.-r-{ tas afirmaciones; porque no es aqui el lugar de exponer eq)ecu-lativamenüe la idea del espfritu. Diremos lo necesaÚo para que-

. sea comprendido por los oyentes que tengan cierto grado de for-mación intelectual. Lo que puede decirse en una introducción debe

- toxnarse como algo histórico, como un supuesto (segÍtn se advirtiÓya) que o tiene ya su desarrollo y demostraciÓn en otra parte, o,

r por lo menos, se justiñcará en el subsiguiente tratado de la ciencia..

I b) El coneepto del esplritu.-Lo prirnero que hemos de expo-ner, por tauto, es la d,efinición abstracta del espíritu. Y decimos:

l, [que el espíritu no es una cosa abslracta, no es una abstracciónde Ia natutaleza trumana, sino algo enteramente individual, acti-

. vo, absolutamente vivo; es una conciencia, pero también su objeto..La existencia del espiritu consiste en t¿nerse a sÍ misno por ob-jeto. El espíritu es, pues, pensante; y es el pensamiento de algoque es, y el pensamiento de que es y de cómo es, El espÍritu sabe;

.pero saber es t¿ner conciencia de r¡n ó¡ieto racional. Además eL' espÍritu sólo tiene conciencia por cuanto es conciencia de sf 'mis-. rtro, esto es: sólo sé de un objeto por cuanto en él sé también de

mf misrro, sé que :ni deterrninación consiste en que lo que yo soy'es también ebjeto para mÍ, en que yo Do soy meramente esto o

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tr1,,osoÍ{.o, de la hlstorta uflloeroü.-Intioduxión

aguello, §no que soy aquello de que sé. Yo sé de ml objeto y sé

de .mf ; arnbas cosas son inseparables. EI espfrltu se hace, pues,:r¡na deter:ninada representación de si, de lo que es esencialment¿,de 1o que es su naturaleza. Sólo puede tener un contenido espi-ritual; y 1o espiritual es justamente su conlenido, sr interés. Asi€s como el espÍritu liega a un cont¿nido. No es que encuentre su,coDt€nido, .sing q¡s se hace su p¡opio obJeto, el contenido de si¡nismo. El saber es su for:na y su actitud; pero el contcuido esjustamente lo espiritual. Asi el espÍrltu, segúo su naturaleza, estácn sf mismo; es decir, es llbre.

La naturaleza del espÍritu puede conocers€ en su perfecto con-:ürario. Oponemos eI espíritu a Ia materia. Asl como la gravedad eÁ

Ja susta¡cia de la materia, asíiebemos decir-+§ ]a übeúad lasustancia del espÍritu. Inmediatamente claro para todos es que e1

espiritu posee la libertad, entre otras propiedades. Pero la ,flloso-.fla nos enseña que todas las propiedades del e¡pÍriüu existen sóIo:media¡te la libertad, que todas son simples medios para la lfber-tad, que todas buscan y producen Ia libertad. Es este r¡n conocl-¡niento de Ia fllosofía especulativa, que Ia liberüad es la única cosaque tiene verdad en el espiritu. La materia es pesada por cua¡to.hay en elia el impulso hacia un centro; es esencialmente com-puesta, constá de parües singulares, las cuales tienden toclas ha-cia el ceutro; no hay, por tanto, unidad en la materia, que con-.siste en una pluralidad y busca su unidad, es decir, gue tiende aa¡ularse a si misma y busca su contrario. Si la atcar:zara, ya tro

-.serla materia, sino que habria sucumbido como tal. A'spira a laidealidad; pues en la unidad sería ideal..Ei espÍrilu, por el con-trario, consiste justa¡nente en tener el centro en sf. Tiende üam--bién hacia eI centro; pero eI centro es é1 mismo en sL No tiene-la unidad fuera de sÍ, sino que Ia encueatra continuamente en sf ;

,es y reside en sf mismo. La maleria tiene su susta¡rci¿ fuera de.sf. El espÍritu, po.r el contrario, reside en sÍ mismo; y esto justa-¡nente es la libertad. Pues si soy dependiente, me refiero a otrc¡cosa, Qüe no soy yo, y no puedo exisüir sin esa cosa extenra. Soy

I',LHl:t:,":§1"ff *'"HT"; cenrro, riende a perfecclonarrgu.libertad; y esta tendencia Ie es esencial.'Cuando se dice en

-cfecto. que eI espÍriüu es, esto tiene, ante todo, el sentido de que.es'algo acabado. Pero es algo activo; La actividad es su esencia;€s su propio producto; y asf es su comienzo y también su ténrrino.

l3u libertad no conslste en un Ser inmÓvll, siD.o en una contlnua,.lxégoiOo'de 1o que alnena,za anular la libertad. Producirse; ha- :

cerse obJeto de sf migno, saber de sf, es la tarea del espfritu. De

este modo eI espÍriüu existe para si mismo. Las cosas naturalesno existen para sÍ rnismas; por eso no son libre§. EI espiritu se

produce y reallza s€glin su saber de sÍ mlsmo; procura que Io gue

sabe de sf misrno sea realizado también. Así, todo se reduce a laconciencia que el espiritu tiene de sf propio. Es muy distinto que

eI espÍritu sepa que es libre o que no lo sepa. Pues si no Io sabe,

es esclavo y está contento con su esclaütud, sln saber que éstano €s justa. La sensación de la libertad es 1o único que hace libreal espfritu, aunque éste es siempre libre en sÍ y por sÍ.

Lo primero que eI espÍritu sabe de sf, en su fo¡ma de indivlduoI¡umano, es que sicnte. AquÍ todavÍa no hay nilcgu[a objetividad.Nos encontramos deterninados de este y de aquel mo'do. Ahorabien, yo trato de séparar de mi esa detenninaciÓn y acabo con-traponiéndorne a mi mismo. AsÍ mis sentimientos se convlerténen un mundo exterior y otro tnterior. A la vez surge una peculiarmanera de mi determtnación, a saber, que me siento defectuoso,negativo, y encuentro en mÍ una contradicciÓn, que amenaza des-

l¡acerme. Pero yo existo. Esto lo sé, y lo opongo a la negaciÓn, aldefecto. Me conservo, y trato de anular el defecto; y asi soy unünputso. El objeto a que el lmpulso se dirige es entonces el objetoque me satisface, que restablece mi unidad. Todo viviente üene

impulsos. AsÍ somos seres naturales; y eI lmpulso es algo sensible.

Los objetos, por cuanto mi actitud para con ellos es Ia de sen-

tir¡ne impulsado hacla ellos, son medios de integración; esto cons-

tituye, en general, }a base de la técnica y la práctica. Pero en

estas intuiciones d.e los objetos a que eI impulso se dirige, estarnos

§tos inmediatamente en 1o exüenro y nosotros mismos §omos ex-ternos. Las intuiciones son algo singular, sensible; y lo mismo es

el impulso, cualquiera que sea su coutenido. Según esta dete¡rti-nación eI hombre sería idéntico al animal; pues en eI impulso-no hay autoconciencia. Pero el ho,tnbre sabe de sÍ misano; y esto

le diferencia del animal. Es un ser pensante,' pero pensar es saber'r:de Lo unlversal. El pensamiento pone el contenido en'lo simple,

? lde esle modo eI hombre es simpliflcado, esto es, convertido enralgo intemo, ideal. O mejor dicho: yo soy 1o interuo, slmple; y''"sólo'por cuanto pongo el contenido en lo simple, hácese udiversal'e ideal.

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Lo que el hombre es realmente, tiene que serlo idealmente,Conociendo lo real como ideal, cesa.de ser algo natural, cesa deestar entregado meramente a sus intuiciones e impulsos inmedia-tos, a Ia satisfa,cción y produeción de estos impulsos. La pruebade que sabe esto es que reprime sus impulsos. Coloca 1o ideal, elpensamiento, entre Ia violencia del impulso y su satisfaeeión. Am-bas cosas están unidas en eI anlmal, el cual no rompe por sÍ mis-mo esta unión (que sólo por el dolor o el üemor puede romperse).En el hombre el impulso existe antes de que (o sin que) lo satis-faga. Pudiendo reprimir o dejar correr sus impulsos, obra eI hom-bre según fines y se determina según 1o universal. El hombre hade determinar qué fin debe ser el suyo, puüendo proponerse comoñn incluso lo totalment¿ universal. Lo que ie determina en estoson las representaciones de 1o que es y de 1o que quiere. La inde-pendencla del hombre consiste en esto: en que sabe lo que-le de-tennina. Puede, pues, proponerse por ñn el simple concepto; porejemplo, su liberüad positiva- Et animal no tiene sus represenla-ciones como algo ideal, real; por €so le falta esta independenciaÍntima. También eI animal tiene, como ser vivo, la fueute de susmovimientos eu sf mismo, pero no es estimulado por lo exterior,si el estimulo no está ya err é1; lo que no corresponde a su inte-rior, no existe para €l anirnal. El animal entra en dualidad con-slgo misno, por sf mismo y dentro de sÍ mismo. No puede inter-calar nada entre su impulso y la satisfacción de éste; no tienevoluntad, no puede llevar a cabo la inhibición. El estÍmulo co-mienza en su interior y supone un desarrollo inmanente. Pero elhombre no es independiente, porque el movimiento comience ené1, sino porque puede inhibir el movimiento. Rompe, pues, su pro-pia espontaneidad y naturalidad.

El pensamiento que se es un yo constituye la raw de la natu-raleza del hombre. El hombre, colr-r9-f.s.p{ri-bu. no es algo iumeüa-to, si:ro esencialmeñti)-iü- sei que ha ruelto sobre si mismo. Este'niovimiento

aé meüación ós un rasgo eseneial del espÍritu. Su ae-tividad consiste en superar Ia i:rmediatez, e:D tegar ésta y, porconsiguiente, en volver sobre si mismo. Es, por tanto, eI hombreaquello que él se ha¿e, mediante su actividad. Sólo lo que vuelvesobre sf mis¡no es suJeto, efecüvidad real. Et espÍritu sólo es comosu résultado. I¿ tmagen de la simieute püffiErvir Fára-A¿'táñiE§üC:trETla.nta comienza con ella, pero ella es a la vez eI resul-tado de la vida entera de ia planta. La planta se desarrolla, por

-- .- il.-[. Lo ideo de la h,isto¡ia. U El, concepto del espiritu

- 45

lo tanto, para producir Ia semilla. La impotencia de la vida con-siste, empero, eg que la simiente es comienzo y a Ia vez resultadodel individuo; es distinta como punto de partida y como resul-tado, y sin embargo, es la misma: producto de un individuo y co-mienzo de otro. Ambos aspectos se hallan tan separados aquÍ, comola for:na de la simplicidad en eI grano y el curso dei desarrollo enla planta.

Todo individuo tiene en si mismo un ejemplo más próximo. Elhombre es 1o que debe ser, rnediant¿ la educación, mediante Iadisciplina. Inmediatamente el hombre es sóio Ia posibilidad deserlo, esto es, de ser racional, Iibre; es sólo la determinación, eldeber. EI animal acaba pronto su educacióo; pero esto ao debeconsiderarse como un beneñcio de la naturaleza para con eI ani-mal. Su crecirniento es sólo un robustecimiento cuantitativo- EIhombre, por eI contrario, tiene que hacerse a sÍ ¡ni.smo lo quedebe ser; tiene que .adquirirlo todo por sí sotq justamente por-que es espÍritu; üene que sacudir io natural. El espfritu es, portanto, su propio resultad.o.

La naturaleza de Dios nos da el ejemplo más sublime. Propia-mente no es trn ejemplo, sino 1o universal, Ia verdad misma, deque.todo lo demás es un ejemplo. Las anüguas religiones han lla:,mado a Dios espfritu; pero esto era un mero nombre y no se en-t¿ndÍa de modo que resultase explicada la naturaleza del espÍritu.La religión judÍa es ia primera en que el espiritu es concebidode un modo universa.l. Pero en el cristianisrno Dios se ha reveladoeomo espÍritu; es, en primer término, Padre, poder, lo generalabstracto, que está encubierto aún; en segundo termi:ro, es parasÍ como un objeto, urr ser distinto de sí mismo, ulx ser en dua-lidad consigo mismo, el lIijo. Pero este ser otro que sÍ mismo esa la vez inmeüatamente éI mismo; se sabe en él y se contemplaa sf mismo en é1 y justamente este saberse y contemplarse es, entercer término, eI EspÍritu mismo. Esto signiñ,ea que el EspÍritues el conjunto; ni el uno ni el otro por sÍ solos. Expresado en ellenguaje de la sensación, Dios es el amor et€mo, esto es: tener

' a1'. otrb como propio. Por esta trinidad. es la religión cristiaua su-' perlor a las demás religiones. Si careciera de ella, podria ser que

eI:.pensamiento se encontrara en otras religiones ElIa €s lo es-: peqil&tivo del crisiianis¡no y aquello por Io cual la fllosofía en-guentra'en ]a religión crisiia¡a la idea de Ia razóni'.,:- Pasemos ahora a consid.erar el espíritu (que concebimos esen-

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' 46 'FlJosofl¿.ü, d.e la hi,storld tmtoersú;lntroduoción

cial¡rrente como conciencia de sl mistno) más detenidamente ensu fo¡¡rra,.uo comrl individuo humauo. El espÍritu es esencial¡¡ren-#te l¡rtüviduo; pero en el elemento de la hlstoria unlversal no te-

. nemos que ¡.r*abémoslas con eI individuo particuiar, nl con Ia li-rnitación y referencia a la individualidad particular. El.espÍritu,

, _"o _¡1 higt-o5ra, -es

un individug $e naturaleza. universalr p"_e.,Ig .p h- ¡'f) llez'Oetérminada, esto es: un pueblo eD ,general. Y eI esüil¡tu ¿e

¡'l I;1.Á, -,

que hemos de ocupamgs es el espíritu itet pueon.*tMra-b1en, ioi-- -"ésfiritu§ de los puebios se diferencian según la representación quetienen de si rnismos, según Ia superñcialidad o profundidad conque han sondeado, concebido, lo que €s eI espÍritu. El derecho dela ¡noralidad en los pueblos es la conciencia gue el espÍritu tienede si rnismo. Lj.loglLqs qqp.el..conJqplg que et-espÍritu tiene de-

si mismo. Por tEñlo, Io que se reatizátñIfñIffióñA-e§ tfréÍiiés;óñ:' tación 'déi-

espÍritu. La 'conciencia del pueblo depende de 1o queeI espÍritu sepa de sÍ misrro; y ia úItima conciencia, a que s€ r€:. duce todq es que el hombre es übre. La conciencia del espÍritudebe toma¡ forma en el mundo. El material de esta realización,su ferreno, no es otro que la conciencia unive¡sal, Ia concienciade u pueblo. Esta conciencia contiene-y por ella se rigen-todoslos ñ.nes e intereses del pueblo; esta conciencia constituye el de-recho, Ia rnoraL y Ia religión "¿p_l

pü6bki'Es to sustanciai del espi-ritu de'irri pueblo, aun cuando los individ.uos no 1o saben, sino queconstituye para éslos como un supuesto. Es como r¡na necesidad.El individuo se educa en esta atmósfera y no sabe de otra cosa.Pero no es rnera educación, ni cons€cuencia de la educació& s¡noque esta conciencia es desarrollada por el individuo mismo; no Ie

I es enseñada. El..tldi-vi"dto*.e!;iste. en.esta.sustanqiq. Esta sustanciauniversal no €s Io terrenal; Io terrenal pugna impotente conlraI ella. Ningún individuo puede t¡ascender de esta sustancia; puede,

: sÍ, distingúrse de otros iuüviduos, pero uo de.l espfritu del pue-I Uto. Puede tener un ingenio más rico que muchos otros hombres;

pero no puede superar eI espÍritu del pueblo. Los lrombres de mástalento son aquellos que conocen el espÍrltu del pueblo y sabendirigirse por é1. Estos son los grandes hombres de un pueblq quegufü al pueblo, conforrre aI espÍritu universal. Las inüviduali-dades, por lo tanto, desaparecen para nosotros y son para nosotroslas que vier0en en tra realidad Io que et espfritu del pueblo quiere.En Ia coasideración fllosóflca de la historla hay que prescindir de

. expresiones como: «Este Estado no hab¡ía sucumbido, sl hubiese

trqlEúF"f -,':'; il.-7. La td,ea de ta htstotü"b) El'c,oncepto del esvíritu 4T

cxlstido Un ho:nbre gue... et¿.» Los individuos desaparecen a¡rte

itaisustancia r¡nlverSal, la Cual ,fonrta loS individuos que neceslt¡'para su ñn. P€ro los individuos no impiden que suceda lo que tie-ne gue suceder.

EI espÍritu del pueblo es un espÍritu particular; pero a la vez

también es el espíritu universal absoluto; pues éste es uno "8olo.

El esplritu uniaersal es el espÍritu del mundo, tal como se despiie-'ga en 1a conciencia humana. Los hombres están con él en la mis-ma relación que eI individuo con el todo, que es su sustancia-Y este espÍritu universal es conforme al espÍritu divino' que es,

el espÍritu absolutó. Por cuanto Dios es omnipotente, está en to-'dos los hombres y aparece en Ia conciencia de cada uno; y éste

es eI espÍritu uuiversai. El espÍritu particuiar de un pueblo par-ticular puede perecer; pero es un miembro en Ia cadena que cons--tituye €l curso del espÍritu universal, y este espíritu r¡niversal no'puede perecer. El espíritu del pueblo es, por lo tanto, eI espÍritu.universal vertido en una forma particular, a la cual es su¡:erioren sf ; pero la tiene, por cuanto existe. Con ia existencia surge laparticularidad. La particularidad del espÍritu de1 pueblo consiste'en el modo y manera de Ia conciencia que tiene el pueblo de1 es-pÍritu. En la vida ordinaria decirnos: este pueblo ha tenido esta.idea de Dios, esta religión, este derecho, se ha forjado tales re-'presentaciones sobre la rnoralidad. Consideramos todo eslo a modo,de objetos exteriores que un pueblo ha tenido. Pero ya una con-sideración superficial nos permite advertir gue esta§ cosas son de

Índole espiritual y no pueden tener una realidad de otra especieque el espÍritu mismo, la concieneia que del espiritu tiene eI es--plritu.

Pero ésta es, a la vez, colno ya se ha dicho, conciencia de sÍmismo. AquÍ puedo caer en el error de tomar la representación'de mÍ mismo, en la conciencia de rnf mismo, como representacióa-

- del individuo temporal. Constituye una dificultad para Ia. fllosofíaei hecho de que la mayorÍa piense que la autoconciencia no con-tiene más que la existencia partisular empírica del individuo. Pero"el espÍritu, en ia conciencia del espÍritu, es libre;'ha abolido la."existeneia t¿mpqral y llimitada, y entra en rela¿ión con la esencia;püra, que es a tra vez su esencia. Si Ia esencia divina no fuese late§encl¿ del hombre y de Ia naturaleza, serÍa una esencia que-nG;riéria riada. La coneiencia de sl mismo es pues un concepto filosó-nco que sólo en una ex¡roslclón fllosóñca puede alcanzar completa

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48

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FiJosol[a de lo historia uni»efia¿.-Introdurc4ón

detenninación. Esto sentado, 1o segundo que debemos tener encuenta es gue Ia, conciencia de un pueblo detcrminado es la con-.ciencia de su esen,cia. El espÍrilu es ant¿ todo su propio objeto.Mientras lo es para nosotros, pero sin todavÍa conocerse a sÍ mis-mo, no es aún su objeto según su verdadero modo. Pero el f,n es

saber que sóio tiende a conocers€ a sÍ mismo, lal como es en sÍ y-para sÍ mismo, gue se manifi.esta para si mismo en su verdad,

-eI f,n es que produzca un mundo espiritual conforme al con-cepto de sÍ mismo, que cumpla y realice su verdad, que produzcaJa religión y el Estado de tal modo, que s€an confor:rres a su con-.cepto, que sean suyos en Ia verdad o en ia idea de si mismo-laidea es la realidad como espejo y e4presión del concepto. Tal es.eI fln universal del espÍritu y de la historia. Y asi como eI germen-encierra ,la uaturaleza toda del árbol y el sabor y ia fonrra de susfrutos, asÍ también los primeros rastros-del espÍritu contienenúrtualiter la historia entera.l

c) El contenido de la h,istoria unioersat.--Según esta deter-,mitrasión abstracta, puede decirse que la historia universal es la.exposición del espÍritu, de cómo et espÍritu labora por llegar a so-her lo gue es en sí. Los orientales no saben que el espÍritu, o el-hombre como tal, es ,Iibre en sÍ. Y como no lo saben, no lo son.Sólo saben que hay uno qlJe es libre. Pero precisamente por es!o,.esa libertad es sólo capricho, barbarie y trosquedad de la pasión,,o también dulzura y mansedumbre, como accldente casual o ca-_pricho de la naturaleza. Este uno es, por 1o üanto, un déspota, no.un hombre libre, un humano. La concieneia de la libertad sóloha surgidb entre los griegos; y por eso han sido los griegos libres.Pero 1o mismo ellos que los romanos sólo zupieron qae algunos

' son libres, mas rro que io es eI hombre cómo tal. Platón y Aris-.$óteles no supieron esto. Por eso los griegos no sólo tuvieron escla-vos y estuvo su vida y su hermosa libertad vinculada a Ia escla-vitud, sino que también esa su iibertad fué, en parte, sóIo un

:produeto accidental, irnperfecto, efÍmero y limitado, a Ia vez que-r¡na dura servidumbre de lo humano. Só1o las naciones germani-.É*§:h.an llegado, en eI cristianis,rro, a la conciencia de que el hom-

, &f,g.e¡ Jibre como lrombre, de que la iibertad del espÍritu constituyet§.U 4ás,propia naturaleza. Esta conciencia ha surgido por primera

.'-Tezren,:la.reügión, en la más Íntima región del espiritu. pero in-.fqndir este principio en el mundo temporal era otra tarea, cuya

il.-L. La id.eo de lo, hi,storto,. d El contenido ile la historia - 49

sotucióu y desarrollo exige un difÍcil y largo trabajo de educa-ción. Con et triunfo de Ia religión cristiana no ha cesado; por€jemplo, inmediatamente la esclavitud; D.i menos aún Ia iibertaüha dominado en seguida en los Estados; ni los gobiemos y lasconstituciones se han organizado de un modo racional, fundán-dose sobre eI principio de la libertad. Esta aplicaciüt. del princi-pio al mundo ternporal, la penetración y organización del mundopor dicho principio, es e1 lango proceso que constituye la historiamisma. Ya he llamado ia atención sobre esta dilerencia e'ntre eiprincipio como tal y su apiÍcación, o sea su introducción ! des-enaoluimienfo en la realidad del espiritu y de la vida; volveremosen seguida sobre esto, pues es una determinación fundamental de¡uestra ciencia y hay que fljarla esencialmente en el pensamien-' to. Esta diferencia que acabamos de hacer resaltar con res¡recto

. a1 principio ct'lstiano, a la autoconcienci¿ de Ia llbertad, existetambién esenciáhnente con respecto aI principio de La libertad. engeneral. La historia universal es el progreso en la conciencia d.ela libertad-un progreso que debemos conocer eu su necesidad.

Lo gue he dicho en general sobre la diferencia réspecto al.modode conocer la libertad-esto es, que Ios orientales sóIo han sabidoqlae uno es libre, y eI mundo griego y romano q:ue algunos son li-bres, y nosotros que úodos los hombres son en sÍ libres, que el horn-bre es libre como lwmbre-strti¡istra Ia división que haremos en Iahistoria universal y según la cual la trataremos. pero ésta es unaobservación de pasada. Antes hemos de explicar iodavfa algunosconceptos.

Hemos indicado ya que 1o que constituye la razón del espÍrituen su detenninación, 1o que constituye la determinación del mun-do espirituai y-puesto gue el mundo substancial y fÍsico está su-bordinado o, dicho con una expresión especulativa, no liene ver-dad frente al primero-el f,n último del mundo, es que el espi-ritu t¿nga conciencia de su libertad y que de este modo su tíbertad.se realice. Pero nunca se ha sabido ni expirimentado mejor queen la época actual hasta qué punto esta libertad, ta1 como'ha sldoform.ulada, es indeterminada todavÍa, hasta qué punto es una pá-

' 'Iabra lnñnitamente ambigua, y, siendo Io más alto, trae consigo. inflnitos eqüvocos, confusiones y errores y comprende todos los-desórdenes posibles. Mas por ahora nos cont¿ntaremos con aque-rla deflriición general. rremos llamado la atención, ad.emás, sobrela importancia de la diferencia inflnita entre el principio, o Io

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r50 Filosolta de la:htstor-ra unh)e7sal.-yntroitu*tón

.que es sólo en sf, y lo que es en la realida.d. A1 mis¡no tiempo ia'llbertad en sÍ mlsma encler¡a la necesidad. inffnlf,¿ de llegar porsf a la conciencla-puesto que ésta es, según su concepto, un sa-ber de sf-y con ello a la realidad. La libertad es eI fln que ellamisma realíza, y el único ñn del espÍritu.

[La sustancia del espíritu es la libertad. Su fln en el procesohistórico queda indicado con esto: es la libertad. del sujeto; es queéste tenga su conoiencia rnoral y su moralidad, que se propongañnes universales y los haga valer; que el sujeto tenga un valorinflnito y llegue también a la conciencia de estc extremo. Este fi¡sustantivo del espiritu universal se alcanzá mediante la libertadde cada uno.. Los espÍritus de los pueblos son los miembros del proceso enque el espfritu llega aI libre conocirniento de sÍ m.ismo. pero lospueblos son existencias por sí-no estamos aqú lratando del es-piritu en sÍ-y como tales lienen una exist¿ncia naturaL. Son na-ciones, y, por tanto, su principio es u!. principio:ratural. y comoIos principios son distintos, también los pueblos son naturalmen-

. te distintos. Cada uno tiene su propio principio, al cual tiendeeomo a su ñn. Alcanzado.estc fln, ya no tiene nada que hacer enel mundo.

Hay que considerar, por tanto, el espíritu de un pueblo comoel desarrollo del principio, que está encubierto en la forma deun oscuro impulso, que se ex¡lansiona y tiende a hacerse objetivo.Este espiritu del pueblo es un espÍritu detenninado, un todo con-creto, que debe ser conocido en su detertninación. Siendo espiritu,sólo puede ser aprehendido espiritualmente, med.iante ei pensa-mlento; y nosotros somos quienes concebimos el pensamiento. peroademás el espÍritu del pueblo se aprehende a sÍ mismo con el pen-samiento. Hemos de conside¡ar, por tanto, ei concepto determi-nado,'el principio de este espíritu. Este principio es en sÍ muyrico y se despliega diversamente; pues el espíritu es üvo y activoy su actividad se reñere al producto de sÍ mismo. El sólo es quiense maniflesta en todos tros hechos y direcciones del pueblo, qüense realiza y goza y comprende a si mismo. La religión, la ciencia,las artes, los destinos y acontecimientos constituyen su desenvol-vimiento. Todo esto, y no la naturaleza fisica del pueblo (como la

-derivación de la palabra natio de nasci podria sugerir), da al pue--Dlq -su" carácter. En su actuación, el espÍritu del pueblo sóio co-noce, a! principio, los f,nes de su determinada realidad; todavia

no se conoce a §f mi§no. pero tiene la tendencia a aprehenderurs pensamientos. Su activldad. suprerna es e! pensamiento.; y asfen su actuación suprema lrata de comprend.erse a sf rnismo. Losuprerno para el espiritu es saberse, llegar no sólo a la intuición,sino aI pensamiento de sÍ mismo. El espiritu tiene por fuerza querealizar esto y Io rea_lizará. pero esta realización es a la vez sudecadencia, y ésta la aparición de un nuevo estad.io, de un nuevoespíritu. El espÍritu d.e un pueblo se reariza sirviendo de tránsitoal principio de otro pueblo. y de este modo los principios de lospueblos se suceden, surgen y d.esaparecen. Mostiar en qué con-siste la conexión de este movimiento es'ra tarea propia ae u rris-toria universal fllosóñca.

Er modo abst¡acto en la progresióu del espÍritu de un puebloes el curso sensibre det tiempo, primera actividad. EI movimiento¡oás concreto es la actividad espiritual. un puebro bace progresosen sÍ mi§mo, experimenta. aderanto y aecaoencia. Aquf'viene lacategoria de la d,u*aciún, q.ue puede ser educación ascendente odefor¡nación. Esta rrltima es para er pueblo producto o

-iuente ¿e'su ruina. Con Ia palabra educación oo ,e ha precisado todavíanada sobre e] contenido susta¡ciar del espíritu áet puebro. E§ unténnino formal y se construye en general mediante Ia fo¡ma dela universaridad. Er hombre educad.o es aquer que sabe lóil;a toda su conducta el se[o de Ia universaridad, el que ha abolidosu particularismo, el que obra seg:rln ¡lrincipios r¡Jxiyel§a1e§. Laeducación es una forma del pensamiento. Más concretamente: Ia

educación consiste €n que eI hombre sepa reprrmirse y no obre-meramente segúa sus inclinaciones y apetitos, sino que se recoja.Gracias a esto da al objeto una posición libre y se rra¡itrta a eon-ducirse teóricamónüe. con esto va unido el rrá¡ito de aprehenderlos distintos aspectos en su singuraridad y de anarizar las clr-.cunstancias, de aislar las partes, de abstraer, dand.o in¡rediata-mente a eada uno de estos aspeetos ra forma de la ,niversalid¿d.El [rombre educado conoce en ros objetos 10s distintos aspectos;éstos existen para él; su reflexión educada les ha dado la formade la universaridad.. sabe también d.ejar que en su conaucta sema¡rlfieste cada as¡recto particular. Er ineducadq,por el.€ontra:.rio, aI aprehender lo principal, puede echar a perder, con la me-Jo: intención,. nred.ia docena de otras.cosas. por cuanio

"r ;;;;i"educado flja los distintos aspectos, obra concretamente; está ha_bituado a obrar según puntos de vista y fines universares. r¡a edu=

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áá'!¿-" i*-:: Fitosofra' d.b' la' histaria anittPrsatr.-Introiluación

bd¿lód:expresa; pues, esta sencllla determi:ración: imprimir a lmconte¡údo el carácter de Io universal.{-t-, S1ü':erirbargo, el desarrollo del espfrihr, como movimiento delque ha surgido la educación, debe ser considerado de r¡n modotodavfa más concreto. Ei carácter general del espÍritu consiste en7a Wsición de las detenninaciones que tiene en sl. ESto puede en-rtberderse también en sentido mrbjellvo; y entonces se llaman dls-po$ciones a io que el espfritu es en sÍ y, por cuanto el espÍritrrexiste en Ia realidad, se las llama propiedades y aptitudes. El pro-ducto misrno sóIo se considera entonces en forma subjetiva. En lahistoria, por eI contrario, el produclo e¡úste en Ia foma eu queha sido producido por eJ espfritu, como objelq hecho, obra delespfritu. El espfritu del pueblo es un saber; y la actividad del pen-sa¡niento sobre la reaüdad del espfritu del pueblo conslste en queéste conozca su obra como algo obJeti¡o y no ya merameote sub:Jetivo. Es de advertir, con respecto a estas deterdt¡raclbueÉ;'quese hace con frecuencla r¡¡¿ distlnción entre 1o que el hombre eshterlormente y sus a¿tos. ¡':n la hlstorla esto es falso;'ld'.*éité1'desüs a¿to§ es eI hombre rrismo. Nos flguramos mucb.as vecbsr iuela l¡rtención, el propósito puede ser excelente, aunque los acto§ novalgan nada. En el i¡rdtvtduo puede suceder, desde luego, que elbombre se disfra¿e; pero esto es algo muy parcia!. L¿ verd.ad esque lo externo no es distlnto de 1o fultehro. SemeJantes reñnamlen-tos de distinciones momentáneas no se da¡ en la hlstoria. Lospueblos son lo que so¡r sus actos. Los aclos son su fln.

Ei espfritu obra esenctalm"ente; se hace lo que es en sÍ, su acto,su obra; y de este modo se convierte en su propio objeto y ,*ofrece a sf rnisno como una existencia. Y lo mismo el'espfritu deun pueblo. §u actividad consiste en hacerse uu mundo real, gue'existe también en el espacio. Su religión, su culto, sus costumbres,slrs llsos, su arte, su constltución, sus leyes polfüicas, el orbe en-tero de sus i:rstituclones, sus acontecimlentos y actos, todo estbes su obra, todolesto es ese pueblo. Todo pueblo tlene esta sensa-ción. El i:rüviduo halla entonces ante sf el ser del ¡rueblo, comoun mundo acabado y flJo, al que se ineorpora. IIa de aproplarseeste ser sustanclal, de modo que este ser se co:rv1-erta'ren"Bn-'modo¿e'sedttr y en fl¡s aptiüudes, para ser él mimó'at[¡ü tá'obra pre-eil§té y los l¡edlvlduos lran de educarse en +11ü tran de haeerseooritoimes a ella. Si eonsideramos el perfodó'de ésta produccióri,e¡icontiamos que el pueblo trabaja aquf para'el üñ cte su espfritu,

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y 1o llamamos moral, virtuoso, fuerte, porque produce lo que cons-ütuye la íntima voluntad de su espÍritu y def,ende su obra, 9pi,Flabor de su obietivación, contra todo poder externo. La separa-ción de los individuos con respecto aI todo no tiene lugar lodavÍa;ésta sóIo aparece posteriormente, en el perÍodo de Ia reflexión.Cuando eI pueblo ha hecho de si mismo su propia obra, desapa-rece la dualidad entre lo que es en sí, en su esencia, y lo que esen la realidad. EI pueblo se ha satisfecho; ha desenvuelto comosu rnundo propio 1o que en sÍ mismo es. Y el espÍritu se goza enesta su obra, en este su mundo.

. Ahora bien, ¿qué sucede cuando el espÍritu tiene lo que quie-re? Su actividad ya no es excitada; su alma sustancial ya no entraen actividad. §u actividad sóio está ya en una lejana relación consus intereses supremos. Sólo tengo int¿rés por algo, mientras estealgo pennane,ce oculto para rnÍ, o es necesario para un fi,n mfo,que no se halla cumplido todavía. Cuando eI puebio se ha for-mado por completo y ha alcanzado su ñn, d.esaparece su más pro-fundo int¿rés. El espÍritu deI pueblo es un inüviduo natural; comotal florece, madura, decae y muere. La naturaleza de Io flnito exigeque el espÍritu limitado sea perecedero. Es vivo y, por tanto, esesencialmente actividad. Ocúpase en la producción y realüaciónde sÍ mismo. Una oposición existe, cua.ndo la realidad todavÍa noes conforme a su concepto, o cuando eI íntirno concepto de sí to-davía no ha ilegado a la autoconciencia. Pero tan pronto como elespÍritu se ha dado su objetividad en su vida, tan pronto comoha elaborado enteramente eI concepto de sÍ y io ha llevado a ple-no desarrollo, ha llegado, ,como hemos dicho, al goce de sÍ mismo,que ya no es una actividad, sino que es un blando deslizarse através d,e sÍ mismo. La edad florida, la juventud de un pueblo eseI perÍodo en que el espÍritu es todavÍa activo. Los individuos tle-nen entonces el afán de conservar su patria, de realizar eI fin desu pueblo. Conseguido esto, comienza el hábito de vivir. Y así comoel hombre perece por eI hábito de 'vivir, asÍ también eI espÍritudel pueblo perece en el go,ce de sÍ mismo. Cuando el espÍritu delpueblo ha llevado a cabo toda, su actividad, cesan Ia agitación yel interés; el pueblo vive en el tránsito de 1a virilidad a Ia vejez,en eI goce de lo adquirido. La necesidad que habÍa surgido hasido ya satisfecha mediante una institución; y ya no existe. Lue-go también la institución debe mrprimirse. Y se inicia un presentesin'necesidades. Quizá tarnbién el pueblo, renunciand.o a diver-

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il ' 'FíloioJía'Aé la' n§Ai¡o ,uli1)ersol-Itltroduccün

sos aspectos de su fln, se ha contentado con un ámbito menor.Aunque acaso su lmagJnación haya rebasado este á¡¡rbito, hubode renunciar a aquellos ftñes, al ver gue no se presta Ia realidada ellos, y limitar su fln a esta realidad. Vive, pues, ahora en lasatisfacción del fin alcanzado, cae en la costurnbre, dond.e ya nohay vida alguna, y camina asi hacia su muerte natural. Todavlapuede hácer mucho en la guerra y en la. paz, en el interior y enel exterior. TodavÍa puede seguir vegetando largo tiempo. Se agi-ta, sÍ. Pero esta agitación es rneramente la de Ios inüereses par-ticulares de los individuos, no eI interés del pueblo mismo. La vida' ha perdido su rnáximo y supremo interés; pues el interés sólo exis-te donde hay oposición, antÍtesis.

La muer[e natural dei espÍritu del pueblo puede presentarseéomo anula¿ión politica. Es lo que llamamos la costumbre. El relojüene cuerda y sigue marchando por sí rnismo. La costumbre esuna actividad sin oposición, a la que sólo Ie queda la duracióufonnal y en la gue la plenitud y Ia profundidad del fin ya nonecesitán expresarse; es, por decirlo asÍ, una existeneia sensibiey externa, que ya no profundiza eD la cosa. Asl mueren los indi-viduos, asf irueren los pueblos de muerte natural. Aunque lostiltimos continúen existiendo, es la suya una existencia sin inte-rés y sin vida, que no siente la necesidad de sus instituciones, pre-cisarnente porque Ia necesidad está satisfecha; es una nulidad yhastÍo polÍtico. Lo negativo no aparece entonces como oposición,ni lucha. Asi, por ejemplo, las antiguas ciudades imperiales, quehan sucumbido, inocentes, sin saber cómo. Un pueblo puede en-contrarse muy a gusto en semejante muerte, al¡nque haya queda-do fue¡a de la vida de Ia idea. Entonces sirve de material a unprincipio superior, tórnase provincia de otro pueblo, en el que rigeun principio superior. pero el principio al que ha llegado uD pue-blo es algo real. Aunque éste halle en la costumbre su m.uerte, es1o cierto que, como ente eipiritual, no puede morir, sino que seabre paso hacia algo superior. La caducidad puede conmovernos:p€ro se nos rnuestra, si miramos más profundamente, como algo

- necesario en la idea superior del espÍritu. EI espÍritu está puestode manera que rea.liza de esa suerte su absoluto fin rlltimo. y asÍdebemos reconciliarrfos con su caducidad. -

'- ' El espÍritu de un pueblo particular está suJelo, pues, a la ca-ducida{ declina, pierde su significación para Ia historia univer-sal,- cesa de ser eI portador del concepto supremo, que eI espÍritu

r: :,.,.¿.

Ira cOncebido de sf mi§mo. Pues siempre vlve en sll tiempo, Siem-

,:,npre,rlge aquel pueblo que ha concebido eI concepto supremo del

espfritu. Puede suceder que subsistan pueblos de no tan altos con-

"uptos. Pero quedan a un lado en Ia historia universal'

i» Et pnoceso d,et esplritu unitsersal--Pero como el pueblo es

un universal, un género, ofrécesenos una determinaciÓn más' El

espÍritu del pueblo, por cuanto es género, existe por sÍ' l¡}n esto

consiste la posibilidad de que Io universal, que hay en é1, aparezca

como lo contrario de é1. su negaaiÓn se hace ura¡lfiesta en é1

mismo. El pensamiento se eleva sobre la actuaciÓn lrmediata;y d.e este modo su muerte natural apareie como un suiciüo. ob-servamos asÍ, de una parüe, la decadencia que eI espíritu del pueblO.

se prepara. La rnanifestaciÓn de Ia muerte tiene distintas fonnas;la ruina arTanca de dentro, los apetitos se desata¡, lo particularbusca su satisfacción y el espÍritu sustancial no medra y por

tanto perece. Los lntereses patticulares se apropian las fuerzas

y facultades que anles estaban consagradas al conjunto' Asf lonegativo, como descomposiciÓn interior, parece particularizarse-

suele unirse a esto un poder extel:no, que qulta aI pueblo la, pose'

sión de Ia soberania y es causa de que cese de ser pueblo. Mas est'e

poder externo pertenece sólo aI fenÓmeno; ninguna fuerza puede

prevalecer contra el espÍritu del pueblo ni destruirlo, si no está

ya exámime y muerto Por sf misro.Pero otro momento sigue aI de Ia caducid¿d. La vida sucede

a la muerte. se podria recordar aquÍ la vida en la naturaleza, y

cómo los capullos caen y brotan otros. Pero en la vida espiritua)

sucede de distinto modo. EI árbo1 e§ Yivaz, echa brotes, hojas,

flores, produce frutos una y o!ra, vez. La planta anual no sobre-yive a su fruto. EI árbol puede durar decenios, pero muere aI ftn. -

La rezurrección en la naturaleza es repetición de una y Ia mism¿

. cosa; es ia a¡urriaa historia siempre sujeta a1 misto ciclo. BaJo] , ,: eI so1 no hay nada nuevo. Pero con el sol del espÍritu' Ia cosa I I' varÍa. Su curso y rnovimiento no es una repeticiÓn de sf mismo' I I

El cambia¡rte aspecto en que eI espÍritu se ofrece, con su§ crea- I I,. ,bloneS siempre distintas, e§ esencial,rnente un progleso. E§lO es lo l,

que sucede en esa disolución del espiritu del'pueblo'por la nega- f t. tividád de su pensamiento; d.e üaI modo, que eI conoclmiento,-

-,'1á?'óoncepción pensante d.el ser, es fuente y cuna de una nuev&fonna, de una forma superior, en un principio, en pa$e conser-

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56 FilosoÍía d,e la'.7¿istpria!¿rlúoersatr;-:¡ntToduaeión

vador y en parte transflgurador. Pues eI pensamiento es lo uni-versal, el género, que no muere, que permaüece igual a si mismo,La forrna determinada del espíritu no pasa naturalmente en eltiempo, sino que se anula en la actividad espontánea de la auto-conciencia. Como esta anulaeión es una actividad del pensarñéñ-to;'es-a la vez conservación y transfiguración. Y asi, el espíritu,aboliendo por un lado la realidad, Ia consistencla de lo que eIespfritu es, gana a la vez Ia esencia, eI pensarniento, 1o universalde lo que fué. Sl principio ya no es este inrnediato contenido y fin,tal como fué, sino la esencia de eIIo.

Puesto que hemos de exponer el tránsito de un espÍritu de unpueblo aI de otro, es preciso advertir que el espiritu universal nomuere; pero como es espÍritu de un pueblo, perteneciente ¿i Iahistoria universal, necesit¿ llegar a saber lo que es su obra, y paraello necesjta pensarse. Esle pensamieuto, esta reflexión, no tieneya ningún respeto a lo inmediato, que coDoce como un prlncipioparticular, y entonces el espÍritu subjetivo se separa del universal.Los individuos se retraen en sÍ mis:rros y aspiran a sus propiosfines. Ya hemos hecho observar que esto es la ruina de1 pueblo;cada pual se propone sus propios fines, según sus pasiones. Perocon esüe retraimiento del espíritu, destácase eI pensamiento comouna realidad especial y surgen las ciencias. AsÍ las ciencias y laruina, la decadencia de un pueblo, van siempre emparejadas.

Pero aquí está el origen de un principio superior. La dualidadimplica, trae consigo la necesidad de la unión; porque eI espÍritues uno. Y es vivo y bastante fuerte para producir Ia unidad. Laoposición €n que el espíritu entra con eI principio inferior, la con-tradicción, conduce al principio superior. Los griegos, durante superfodo de florecimiento, en su serena moralidad, no tenian elconcepto de la libertad universal. Tenían, sÍ, 1o xa0lxoo, lo decente;pero no una moralidad o conciencia rnoral. Una rnoralidad, que

es la vuelta del espÍritu sobre sÍ, la reflexión, la fuga del espÍritudentro de sí, no existÍa; esto sóIo comenzó cor: Sócrates. Mas ianpronto como nació Ia reflexión y eI individuo se retrajo en sÍ y se

separó de la conducta general, para vivir en sÍ y según sus pro-pias determinacion,es, surgió Ia ruina, la contradicción. Pero eIespfritu no puede permanecer en medio de la oposición; buseauna unión, I €D Ia unión está el principio superio,r'. Fs!q_p-{ggg¡o_-,.que proporciona al espÍritu su-se-r*misrqg-§ll-concepü;;i la hii-

tu"'@''': '- _' ':'''_'-mffm-ñi§ensión encierra, pues, 1o superior de Ia conciencia;

pero este algo superior tiene un aspecto que no entra en la cm'-, ,ciencla. ;Laj oposición sólo puede ser recogida' ea la coneienela,

cuando ya existe el principio de la libertad personalEI resultado de este proeeso es, por tanto, que el espÍritu, at

objetivizarse y pensar su ser, destruye por un lado la determi-nación de su ser, pero aprehende por otro lado Io universal del'misrro, y de este modo da a su principio un& nueva determina-ción. La realidad sustancial de este espÍritu dei puebio ha va-riado; esto es, su principio se ha transfundido en otro principio,superior.

Lo más importante, el alma, Io principal en la concepción y"

comprensión filosófica de ia historia, es tener y conocer eI pensa-miento de este tránsito. Un individuo recorre distintas fases en:su educación y permanece el misrno inüviduo; e igualmente unpueblo, hasta la fase que sea la fase universal de sr espfritu. &este punto se halla la necesidad intema, ia necesidad conceptualde la variación. Pero la impotencia de Ia vida se revela---¿ Io óua1ya hemos alugido---.en que eI comienzo y el resultado son d.istin-tos. Así también, en Ia vida de ]os tnüviduos y pueblos. El espÍritu'

' de un pueblo determinado es sólo un individuo en eI curso de la.historia universal. La vida de un pueblo hace madurar su fruto;pues su actividad se endereza a rea\rzar su principio. Mas este'fruto no cae en eI regazo en que se ha formado. EI pueblo queto produjo no llega a gozar\o; anles al contrario, resulta pará étun trago amargo. Rechazario no puede, porque tiene infinita sedde é1. Mas apurar eI trago significa su aniquilamiento-y a Iavez empero el oriente de un nuevo principio. El fruto se to¡na de'nuevo en simiente; pero simiente de otro pueblo, que ha de ha-cerla madurar.

EI espíritu es esencialmente resultado de su actividad: su ac-tividad rebasa 1o inmediato, es Ia negación de 1o inmediato y ia-rmelta en sÍ.

El espÍritu es libre. Hacer real ésta su esencia, alcanzar esta.excelencia, es la aspiración del espÍritu universal en la historiauniversal. Saberse y conocers€ es su hazaña, pero una hazaña queno se lleva a cabo de una vez, sino por fases. Cada nuevo esplritude un pueblo es una fase en la conquista del espiritu universal,.en eI logro de su conciencl¿, de su libertad. La rnuerte del espf-.ritg cte un pueblo es tránsito a la vida; p€ro no como en la naüu-raleza, donde la muerte de una cosa da existencia a otra igual^

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!.¡_1r.r,. ;1' . ,'t

.stnoqueelespfrituunlversalasciendedesdelagdet¿rminaciones

.inferiores hasta ros principios y co:rceptos superlores de sf mismo'

;;;i; m¿s a¡nprias manifesta¿iones de su ide&'

e) Dt fin ultimo.-Hav que tratar aqui, por t-1t-':::: fin ul-

'timo que tiene ia humanidad' y que "i-"ipiiru

§Ú propoDe alca¡-

:zar en eI mundo, y a tealizar el eual 'i""-" i-p'llodo con infinito

y absoluto empuie. Las considt'u"io"u' -'Lferento¡ a estc fin út-

timo se enlazan con 1o que se na dicno. antcs r-esPc:i'.*rfi"t"#del pueblo. Se ha dicho que 1o importante partl o'-:i''puede ser otra cosa que él mismo' *o n* naaa lruPesr.al espÍ-

ritu, nada mas dieno de ser su o¡Jem. ni espirllu n^o puede des-

cansar ni ocuparse eu otra cosa, nasá1u¡"t to eu.e^ls;'Este es'

sin embargo, un pensarniento general v '¡ti""to' V t1y^5

hondo

abismo entre este pensamiento aet cual decimo§ quo es el 'supremo

:y único interés del espÍritu-y to que '"*ot ouo coyt¡hrye los

lntcreses de los pueblos y de los inaiviauos en ia hlstoria' rh ia

visión emplrica contemplamos fines e iutereses partlculares' oue

):an ocupado durante sigtos a tos pue¡tos'' piéusáro' por'eJeqplo'

en ra rucha entre cartago y Roma -, ;;íil" franquear.,n hondo

abismo para llega.r a dáscubrir en los áá*"oot fl6 la historia el

.pensamiento del cual hemos dicho que cons!r-t]11e- "]"*mr"tt;X:cial. I,a antÍtesis entre los intereses que aDarecet) u' ¡'^"

.mino y eI interés absoluto del espÍritu' qti" r"*og lndlcado' será

,üscutid,a posteriormente' Pero t¿cilnránL se cortlPrende' por 1o

menos, eI pensamiento generai del concepto' t"SF-"l- cual' el

espiritu libre se refiere necesariamente a sÍ misno' ya que e§ uII

espÍritu libre; de otro modo, seria aependiente y no llbre' si defi-

nimos, pues, eI fin diciendo que consiste €n que el espÍritu llegue

.a la conciencia de sÍ rnismo o haga aI mundo confor¡ne a sÍ mismo

_ambas cosas son idénticas-, puede decirse quo eI espÍritu se-

,apropia Ia obietividad, o a la inversa' que eI espult'u saca de si

su concepto, 1o objetiva y s'e "orrui"'tt'¿i

este motlo "" T proplo

:ser. En ia objetividad se hace consciente de tl' poT ser bien-

.aventurado; pues J""4" Ia obietlvid"á "ot'"'pondo

ala-,exiBencla

Ínteüor, allí hay libertad. Sf, Pues, á"t'ut-it'' ast ol fln' queda

definida Ia progresión exac.lamente, en eI sentido ie oue no es

eónsiderada como un mero aumento' Podemos añadlr-en seguida

ñ:;;ñ;;d; J; nuestra conclencia habitual' sotx§demos lam-

Pr4§?!r!u:ÑF'r '. 'IL.¿7. La üea de la historta. d Etl fin üti¡no ' " 59

blén que la conciencla ha de recorrer fases de educaciÓor psra

,conocer gu esencia.

El fin de ia historia universal es, por Io tanto, que eI e's¡rllltu

Itegue a saber 1o que es verdaderamente y haga objetivo estt" sa-

ber, 1o realice en 'utr mund.o presente, se produzca a si l¡tlsmo

objetivamente. Lo esencial es que este fln €s uD producto. Sl es-

pfritu no es una cosa natural. como el animal. Este es cotllo es'

trmediatamente. Pero el espÍritu se produce, se hace lo gtte es'

Por eso, su primera formaeión, para ser real, es autoactividt(l' Su

ser consiste en actuosidad; no es una exlstencia inmóvll' slnoproducirse, ser advenido para sf, hacerse por sÍ. Para que el ospi-ritu sea ve¡daderamente, es menester que se haya producldo a

eÍ mis¡rro. Su ser es el proeeso absoluto. Este proceso, que e§ unaconciliación del espÍriüu consigo mismo, mediante si misilO, Do

mediante otro, implica que el espÍrttu tiene distintos momQfltos'encierra morvimientos y variaciones, está deter¡ninado tan prontodó ésta, tan prouto de esta otra manera. Este proceso, por t¡nto,comprende esencialmente fases, y la historia universal es lg IIra-nifestación del proceso divino, de Ia serie de fases en que el olpt-dtu se sabe y se realiza a sÍ mlsmory realiza su verdad. fodasson fases del conocirniento de sÍ mismo. El mandamiento supre-mo, la esencia del espÍritu, es conocerse a sÍ mismo, sabot'lo V

produclrse como lo que es. Esto lo lleva a cabo en Ia hlst0riauniversal, produciéndose en formas determinadas, que son lo§ pue-blos de Ia historia universal. Los pueblos son productos que efPre-san cad.a uno una fase especial, y asÍ caractettzan una épocn de

ta tiistoria universal. Concebido rnás profundamente ürÍamog Oüe

son los principios que el espÍritu ha encontrado en si mismo Y que

está obligado a realizar. Hay, por tanto, en ellos una conoÍlónesencial, que expresa la naturaleza del espÍritu.

Ia historia, universal es la exposición deI proceso divino y olr§o-luto del espiritu, en sus formas supremas; la e:posición de Ia loflede fases'a través de las cuales e1 espÍritu alcirrza, su verdad¡ laconclencia de sí mismo. Las formas de estas fases son los espldlll§de los puebtos históricos, las detenni:raciones de su vida mOfd,

., de'su constltución, de su arte, de su r.eligión y de su ciencla. l?BE-llzar estas fases es la'infinita aspiración del'espíritu universal, Áu

' ir¡esistible impulso, pues esta ar.ticulación, asÍ corno sa reallí,&-;: clóD,: es su concepto. La hlstoria universal muestra tan sólo cdÍBo

el espfritu llega paulatinamente a Ia coneieneia y a la volur¡[E'd

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60

-

Filosoftn de la historia unh)ersal,-Introduceión

de la verdad. El espÍriüu alborea, encuentra luego puntos capitales,y llega por riltimo a la plena conciencia. Hemos explcado antesel fin último de este proceso. Los principios de los espfritus de.los pueblos, en una serie necesaria de fases, son los momentosdel espiritu universal único, que, rnediante ellos, se eleva en lahistoria (y asÍ se integra) a una totalidad que s€ comprende a simisma.

A esta conce¡rción de un proceso mediante el cual el espÍritrrrealiza su fin en la historia, opónese una representación muy di-fundida sobre io que es el ideal y sobre la relación que éste tienecon la realidad. Nada más frecuente ni corriente que el lamentode que los ideales no. pueden realizarse en Ia efectividad-ya setrate de ideales de la fantasfa o de la raz6t-; y, en particular,de que los ideales de la juventud quedau reducidos a ensueñospor la frÍa realidad. Estos ideales que asÍ se despeñan por la de-rrota de la vida en los escollos de la dura realidad, no puedenser, en primer üérmino, sino ideales subJetivos y pertenecen a Iaindividudhdad que se considera a sí mislna como lo más alto y eIcolmo de la sa,gacidad. Pero estos ideales no son los ideales deque aquÍ trata,¡rros. Pues lo que el individuo se forja por sf, €n suaislamiento, puede no ser ley para la realidad universal; asf comoIa iey universal no es sólo para los individuos, los cuales puedeBresultar menoscabados por ella. Puede suceder, sin duda, que talesideales no se realicen. El individuo se forja con frecuencia repre-sentaciones de sÍ mismo, de los altos propósitos y magnÍficos he-bnos que quiere ejecutar, de la importancia que tiene y que conjusticia puede reclamar y que sirve a Ia salud del mundo. por loque toca a tales representaciones digo que deben quedar en supuesto. Cabe soñar de si mismo muchas cosas que no son sinorepresentaciones exageradas déI propio valor. Cabe también queel individuo sea injustamente tratado. Pero esto no afecta paranada a la historia universal, a la que los individuos sirven comomedios en su progresión.

Pero por ideales entiéndense también los ideales de la razón,las ideas de1 bien, de la verdad, de 1o rnejor en el mundo; ideasque exigen verdaderamente su satisfacción. Considérase como in-justicia objetiva el que esta satisfacción no tenga lugar. poetascomo Sehiller han expresado con sensibitidad conmovedora sudolor por ello. Si pues aflrmarnos, frente a esto, que Ia razó*,universal se realiza, quiere decir que no nos referimos al indivi-

W,*É*tiÉ:r"'-"''' '' ü.-L. La id,ea de ta historia. e) EI lin úttimo . 6l

duo empirico, el cual puede ser mejor y peor, porque aquÍ el acaso,:Ia'particularidad, obtiene del concepto el poder de ejercitar su:€norme derecho. Cabe, sin duda, representarse, respecto de lascosas particulates, que muchas son injustas en eI mundo. llabria,.pues, mucho que censurar err ios detalles de los fenómenos- Perono se trata aquÍ de lo particular empÍrico, que está entregado alacaso y ahora no nos importa. Nada tampoco es más fácil que

eensurar, sentando plaza de sabio. Esta censura subjetiva, que

.sólo se reflere al individuo y a sus defectos, sin conocer en éi larazón universal, es fácil y puede fanfarronear y pavonearse gran-.demente, ya que acredit¿ de buena intención hacia eI bien de lacomunidad y da la apariencia de buen corazón. Más fácit es des-cubrir en los individuos, en los Estados y en la marcha del mundolos defectos, que el verdadero contenido; pu€s la censüra negiativa:ros coloca en posiclón elegante y permite un gesto de superioridadsobre las cosas, sin haber penetrado en e1las, esto es, sin haberlascomprendido, sirl haber comprenüdo lo que tienen de posltivo.f.a censura puede estar fundada, ciertamente; pero es mucho másfácil descubrir lo defectuoso que Io sustancial (por ejemplo, cn las-obras de arte). Los hombres creen con frecuencia que ya lo han-l:echo todo, cuando han-descubierto Io con razón censurable. Tie-:xen, sin duda, tazón €n censurarlo; pero, por otra part€, no tienenrazón en desconocer eI aspecto afirmativo de las cosas. Es señalde máxima superficialidad el hallar por doquiera 1o malo, sin vernada de Io afirmativo y auténtico. La edad nos hace más modera-dos,'en general. La juventud está siempre descontenta. La causade esta moderación en la vejez es la rnadurez del juicio, qrre no"sólo tolera 1o malo, por desinterés, sino que, adoctrinada, másprofundamente por la seüedad de la vida, penetra en lo sustan-cial y meritorio de las cosas; lo cual no es benevolen,cia, sino.justici¿.,ri 'i?ero en lo toeante al verdadero id.eal, a la idea de la razónmism.a, la filosofÍa debe llevarnos al conocimiento de que et rnundoreal es tal como debe ser y de que la vol.untad racional, eI bienconcreto, es de hecho lo más poderoso, el poder absoluto, reali-zándose. EI verdadero bien, ta divina tazón, universal, es ta¡¡biéu€l poder de realizarse a sÍ mismo. Este bien, esta razón, €n sulepresentación más concreta,, es Dios. Lo que üamamos Dios es el.bien; no meramente corno una idea en general, sino como una'eficiencia. La evldencla filosófica es que sobre el poder deE bien

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de Dio.s no hay nlngin poder que le lmpida imponerse; es queDios üen¿ razón slempre; €s que la historia universal representael plan de la Provldenci¿. Dios gobierna eI rnundo; el contenidode su gobierno, la realización de su plan, es Ia historia unlversa!.Comprender ésta es la tarea de la filosofÍa de ia historia univer-sal, que se basa en eI supuesto de que eI ideal se realiza y de quesólo aquello que es conforme a la idea tiene realidad. Ante la puraluz de esta idea divina, que no es un mero ideal, desaparece lailusión de que eI mundo sea una loca e insensata cadena de suce-sos. La filosofía quiere conocer el contenido, la realidad de Iaidea divina y ,justificar la despreciada realidad, pues Ia razón esla percepción de la obra d.ivina.

Lo que generalmente se llama realidad es considerado por lafilosofÍa conxo cosa corrupta, que puede aparecer como real, pero

- que no €s real en si y por sÍ. Este modo de ser puede decirse quenos consueta, frente & la representbción de que la cad.ena de lossucgsos. e_s, absoluta infelicidad y locura. pero esüe consuelo sólo.es,,sua_,p-mbargo" pl sustitutivo d.e un mal, que no hubiera debidosuceder; su gent"o es 1o finito. La filosofÍa no es, por tanto, un

. consuelo; es,algo más, es algo que purlfica Io real, algo que re-.meüa la i:rjusticia aparente y Ia reconcilia con lo racional, pro-sentandolo corno firndado en la idea misma y apto para satisfacerla razón. Pues en la tazón. está lo divino.

El contienido, que forma el fondo de la razón, es la idea divinay esencialmente e1 plan de Dios. Considerada como historia uni-versal, La tazón no es en la voluntad del zujeto, igual a la idea;sólo Ia eficiencia de Dios es igual a la idea. pero, en la represen-tación, 7a tazón es Ia percepción de ia idea; etimológicamente esla percepeión de lo que ha sido exlpresado (Logos), de lo verdadero.La verdad de lo verdadero---es el mund.o creado. Dios habla; seexpresa a sÍ mismo, es la potencia de expresarse, de hacerse ofr.Y la verdad de Dios, la copia de Dios, es Ia que se ¡rercibe en laruzón. La filosofÍa demuestra que 1o vacÍo no es ningún ideal; guesóto lo real es un ideal; que ia idea se hace perceptible.l

Il.-2: I.os

a) La indiuidualidad.-La cuestión inmeüata no puede ser'más que ésta: ¿qué medios usa Ia idea? Esto es lo segundo que Jrarde considerarse aqú.

Esta cuestión de los m.edios por los suales la libertad se pro-duce en u:x mundo, nos conduce al fenómeno de la historia misma.-Si la libertad, como tal, es ante todo el concepto intemo, Ios rne-.dios son, en cambio, algo externo; son lo aparente, que se expóne.en la historlt tal como se ofrece inmeüatamente a nuestros ojos.Ahor4 bien, la prinera oisión que de Ia historia t¿nemos nos pre--senta las acciones de los hombres, como naciendo de sus necesl--dades, de sus pasiones, de sus iJxtereses y de las represeutaciones:'y fines qlre se forjan, seg¡ln aquéllos; pero ta¡nbién naciendo de.sus caracteres y talentos. Nos presenta esas aociones de tal modo,que en este Bs,pectápulo de Ia acüividaü esas necesidades, pasio--nes, intereses, etc., apareceri como los únicos motures. Los indi-,viduos quieren, sin duda, en parte, fines r¡¡iversales; quieren un:bien. Pero 1o quieren de taI modo que este bien es de naturalezalimitada; por ejemplo, sienten el noble amor a la patria, pero.acaso a una comarca que está en una relación insig¡rificaute con.el mundo y con el fin universal del mundo; o sienten eI amor a.la familia, a los amigos-la bondad en general. r'.n suma, aqultienen todas las oirtu.d,es su lugar. En eilas podemos ver realizada.la deter':mi¡ación de Ia razón en estos sujetos mismos y en los cÍrcu--los de su acción. Mas estos son individuos particulares, que están:en eseasa proporción con la masa del género humano-por cuanto,debemos compararlos, como individuos, con Ia masa de los res--tantes. individuos-y asimismo el radio de acción que lienen sus.vlrtudes, es relativamente poco extenso. Pero las pasiones, Ios fines,del interés particular, la satisfacción del egoísmo, son, en parte,.lo más poderoso; fúndase su poder en que no respetan ninguna.de las lirnitaciones que eI derecho y la moralidad quieren poner-les, y 'en que Ia vioiencia natural de las pasiones es mucho mágprórthra al hom.bre que la disciplina- artificial y larga d.el orden,"de,la moderación, del derecho y de la moralidad.

.nuéstros oJos en las consecuencias hi§tóricas de su violencia, de

. .: ., , , , ,,¡ ,.,.;l

..' . 1,

.. ¡ .i ..:.i ;i.j;l

m.ed.bs de la realización^ a) La:lndío&ualtd,ad - 6&: ''" " :..'?'

2. Los medios de la reatización

añ.62

-

r ilosoira, íi g" tl*t*t". -tt, ersr¿;-Inirodtnún

Page 29: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

,UO "',lt;¡tir¡Flldbofi.Gd¿ to, histarla, utliilersü.-Introducción

... Ia irreflerló-n.que acompáia, no sólo a ellas, sino también, y aúni':-3refexiriteriente,la los buenos propósitos y rectos fines; si consi-' deramos el'mal, la perversidad y Ia decadencia de los más fiore-

cientes imperios que €1 espÍritu humano ha producido; si miramos"a los individuos con la más honda piedad por su indecible miseria,

: , lremos de acabar lamentando con dolor esta caducidad y-ya que' .esta decadencia no es sólo obra de la naturaleza, sino de la volun-,tad trumana-con dolor también moral, con la indignación del.buen espÍritu, si tal existe en nosotros. Sin exageración retórica,recopilando simplemente con exactitud las desgracias que han.sufrido las creaciones nacionales y polÍticas y las virtudes priva-das más excelsas o, f)or Io menos, la inocencia, podrÍamos pintar.el cuadro más pavoroso y exaltar el sentimiento hasta el duelomás profundo e inconsolable, que ningún resultado compensadorserÍa capa.z de contrapesar. Para fortificarnos contra ese duelo o'escapar de é1, cabrÍa pensar: asÍ ha sido, es un sino, no se pueden,cambiar las cosas. Y para olvidar el disgusto que esta dolorosareflexión pudiera causarTros, nos refugiarÍamos acaso en nuestrosentirniento vital, en el presenle de nuestros fines e intereses, que.exigen de nosotros no eI duelo por lo pasado, sino la mayor acti-vidad. Tarnbién podriamos recluirnos en eI egoísmo, que perma--nece en la playa tranquila, y contemplar seguros el lejano especJtáculo de las confusas ruinas. Pero aun cuando consid.eremos latristoria pomo eI ara. ante la cual tran sido sacrificadas la dichade los pueblos, la sabidurÍa de los Estados y 1a virtud de los indi--viduos, siempre surge aI pensamiento necesariamente la pregun-ta: ¿a quién, a qué fin itltimo ha sido ofrecido este enorme sacri-ficio? AquÍ es donde habitualmente se plantea eI problema de:aquello que ha constituÍdo el ,comienzo general de nuestras consi--deraciones. Partiendo de est¿ comienzo, nos hemos referido a los-acontecimientos que ofrecen ese cuadro a nuestra melancólica visión.y a nuestra reflexión, y los hemos determinado como eI campo enque queremos ver los tnedios, para 1o que afirmamos s€r Ia deter-minación sustancial, el fin último absoluto o, lo que es lo mismo,el verdadero resulta.dn de Ia historia universal. Desde un principiohemos desdeñado emprender eI camino de !a reflexión que, sobreaquel cuadro de lo particular, nos elevase a Io general. Por otra

-parte, el interés de aquella reflexión sentimental no consiste pro-piamente tampoeo en eernerse sobre aquellas visiones y los sen-timientos correspondientes, y en resolver de hecho los enigmas

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de la Providencia, que aquellas considera¿iones nos han propues-

te, sino más bien en complacerse melancólicamente sobre las vana§é infecundas sublimidades d.e aquel resultado negativo. Volvarnos,pues, a la posición que habíamos adoptado. Los aspectos que indi-quemos contendrán las determinaciones esenciales para r€spon-der.a las pregunta^s, que puedan plantear aquellos cuadros.

Lo prlmero que advertimos es que eso que hemos llamado prin-cipio, fin último, detenrrinaeión, o 1o que el espÍritu es en sí, sunaturaleza, su concepto-es solamente algo unhsersal y abstracto.El principio, Ia ley, es algo universal e interno, que, como üal, porverdadero que sea en sí, no es, completamente real. Los fines, losprincipios, etr., existen sólo en nuestro pensamiento, eD nuestrafntención interna o también en los libros; pero aún no en Ia rea--lidad. Lo que sóIo es en sl, constituye una posibilidad, una poten- -cia; pero rio ha pasado todavia de Ia interioridad a la existencia.Es necesario un segundo rnomento para su realidad!"'Y este mo-mento es Ia actuación, la realización, cuyo principio es la volt¡¡-tad, la actividad de los hombres én el mundo. Sólo mediante estaactividad se realizan aquellos conceptos y aquellas detenninacio-¡es existentes en sf.

Las leyes y Ios principios no viven ni prevalecen inmediatamentepor si mismos. La actividad que los pone por obra y les da exis-tencia son las necesidades y 1os impulsos del hombre, como asi-mismo sus inclinaciones y pasiones. Para que yo haga y realicealgo, es preciso que ello me imporbe; necesito estar en ello, en-contrar satisfacción en realizarlo; es preciso que ello sea' mi inte-zés. Interés significa ser en eIIo, estar en ello. Un fin, por el que,debo trabajar, tiene que ser de algrln modo también tni fin. Hede satisfacer a la vez mi fin, en eI fin por el ,cual trabajo, aunqueéste tenga muchos otros aspectos, en los cuales no me importe.Este es el derecho infinito del sujeto, el segundo momento esencialde la libertad: que el sujeto halle su propia satisfacción en unaactividad o trabajo. Y si los hombres han de interesarse por algo,necesitan poder actuar en ello, esto es, exigen que el interés sea

su propio interés y guieren tenerse a sÍ mismos en él y encnntraren éI el sentimiento de su propio yo. Hay que evitar en esto unmalentendido. Se censura, se critica en mal sentido (con razón)'a todo individuo, que es interesado-interesado en general-, e§to€s, gue sólo busc4 su provecho privado, es decir, este provechoprivado aisladamente, que sólo busca su medro, sin consideraeión

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al fül unlversal, coo ocaslÓn del cual busca su fin partlcular, enparte aun contra aquéI, y con ¡:erjuicio, menoscabo y sacrilicio deqquel fln uuiversal. Pero quien trabaja por una cosa, no está sóIo

ürteresado en general, sino que está interesado ez ella. El lenguaJeexpresa esta distinción exactamente. Nada sucede, nada se eje-euta, sin que los individuos, que actúan en ello, se satisfagan a slrnisnos. Son individuos particulares, es decir, tienen necesidades,apetitos, intereses particulares, peculiares, aunque comunes conotros, esto es, los mismos que otros, no diferentes, por el conte-nido, de los de los otros. Entre estos intereses está no sólo el de laspropias necesidades y voluntad, sino también eI de la propia ma-nera de ver y convicción, o, por 10 menos, el de Ia creencia y opi-nión propias, si en efecto Ia necesidad del razonamiento, de lainteligencia, de la razón. ha despertado ya. Entonces los hombresexigen que, sl han de laborar por una causa, ésta les agrade; quie-ren estar en eIla con su opinión y convicción de Ia bondad de lacosa, de su legitimidad" de su utilidad, de Ia ve¡rtaja que repre-senta para ellos, etc. Este es particularmenle un rasgo esencialde nuestro tiempo, en que los hombres son poco atraÍdos hacia lascosas pot el asentimiento y la autoridad, y prefieren consagrar suactivldad a una cosa, por propia razóu, por convicción y creenciaindependientes.

[En Ia historia universal es nuestro tema la idea, tal como seexterioriza en eI elemento de la voluntad y de 1a libertad huma-nas; de ta1 rnodo que la voluntad es la base abstracta de la liber-tad, pero el producto es Ia exist¿ncia moral entera de un pueblo.EI primer principio de la idea, en esta forma, es, como se ha dicho,esa idea misma, en abstracto; eI otro es Ia pasión humana. Ambosforman la trama y la urdimbre en el lapiz de la historia universaj.La idea, como ta1, es la realidad; las pasiones son el brazo co:lque se extiende. Estos son los extremos; y el meüo que nos enla-za y en el que ambos concurren es la libertad moral. Objetivamen-te consideradas, la idea y la individualidad particular están en lagran oposición de la necesidad y ia libertad. Es la lucha del hom-bre contra el sino. Pero no tomamos Ia necesidad en el sentido dela necesidad externa del destino, sino en eI de Ia idea divina, ypreguntamos: ¿cómo cabe conclliar esta alta idea cdn la libertaChumana? La voluntad del inüvlduo es libre, cuando puede estable-cer abstracta, absolutamente, en sÍ y por sÍ, lo que qÚere. ¿CÓmoeotonces lo unlversal, lo raclonal puede detennüaar la historia?

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Esta contradicción no puede aclararse aqul cou todo detalle. Peropiénsese en lo sigulente:

La llama consrrme eI alre y es alimentada por !a leña. EI alrees la única condición para el creclmiento de los árboles. La leña,cooperando a consumir eI aire, mediante eI fuego, lucha contrasÍ mis¡rra y contra su propia fuente; y, sin embargo, eI oxigeno delaire subsiste y los árboles no cesarr de reverdecer. A§mls,mo, siuno quiere hacer una casa, ello sólo depende de su albedrÍo; perolos elementos deben todos ayudarle. Y, sin embargo, la casa ei.s-te para proteger a los hombres contra los elementos. Estos son,por lo tanto, usados contra ellos mismos; pero la Iey universal dela naturaLeza no es menoscabada por ello. Un sriifisiq es, antetodo, un ñn y propósito int¿mo. Frentc a éI están, como medios,los distintos elementos; como material, eI hierro, la madera y lapiedra. Los elementos son empleados para trabaJar estos mate:riales: el fuego, para fundir el hierro; el aire, para atizar el fue:go; el agua, para poner en movlmiento las ruedas, cortar la ma-.dera, etc. El resultado es que el aire, que cooperó, es conlenidopor la casa, y lo misrno eI agua de la lluvia y el estrago del fuego,en la parte en que Ia casa es incombustible. Las pied¡as y las vigasobedecen a la gravedad, propenden a caer y hundirse, pero me-diante ellas se alzan altas paredes. Los elementos son, pues, usa-dos conforme a su naturaleza y cooperarr a un resultado, por eleual son limitados. De igual modo satisfácense las pasiones. Des¿.

arrollándose a sí mismas y desarrollando sus flnes, confofine a sudeterrninación natural, levantan el eüñcio de la sociedad huma-na, en el cual han proporcionado al derecho y al orden poder con-tr¿ ellas. En la vida diaria vemos que existe un derecho, que nosprotege; y este derecho se d.a por sÍ mismo, es una manera sus-taneial de obrar los hombres, modo de obrar que, frecuentemen-te, va dirigido contra los intereses y ñnes particulares de los hom-brés. En cad.a caso particular, los hombres persiguen sus flnes par:ticulares contra eI d.erecho universal; obran libremente. Pero eseelementó sustancial universal, el derecho, no por eso es menos:cabado. Asi sucede también en el ord.en universal. AquÍ las pa-

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siones son un ingrediente y 1o racional eI otro: L-as pasiones soncl elemento activo. En modo alguno son sierlpre opütlstas a lamoraliclad; antes bien, realizan lo universal. Por 1o que toca.a loD,oral, en. las pasiones, es cierto que éstas tienden aI propio in-terés y asi aparecen por una. parte malas y egofstas. Sin em-'

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6t - ' Fitosofía d.e lo ¡¿ístori/, tal,iuersü,-Introouwi.ón ------.bargo, Io activo es siempre individual: yo soy Io que soy en laacción; es mi fln el que trato de cumplir. Pero este ñn puede seruú ñn bueno, un fln universal. El interés puede, sin duda, ser uninterés enteramente particular; pero de esto no se sigue que seacontrario al universal. Lo universal debe realizarse. medianüe loparticular.

La pasión se considera pomo algo gue no es bueno, que es máso menos malo; el hombre-se dice-no debe tener pasiones. Lapalabra pasión no es, empero, justa para io que quiero expresaraquí. Me reflero aquÍ, en general, a la aclividad del hombre, im-pulsada por intereses particulares, por flnes 'especiales, o, si se

quiere, por propósitos egoÍstas, de tal suerte que éstos ponen todala energÍa de su voluntad y carácter en dichos flnes, sacrifican-doles tros demás flnes posibles, o, mejor dicho, todo 1o demás. Estecontenido particular está tan unido a la voluntad del hombre, quela determina totalmente y resulta inseparable de ella; de estemodo es 1o que es. El individuo es, como tal, algo que existe; noes el hombre en general (pues éste no existe), sino un hombre de-terminado. El carácter expresa igualmente esüa detenninación deia voluntad y de ia inteligencia. Pero el carácter comprende, engeneral, todas las particularidades y maneras de conduclrse eulas relaciones privadas, etc.; no es una deüenninación particularpuesta en la reaiidad y Ia actividad. Por lo tanto, cuando diga:pasión, entenderé ia determinación particular del carácter, porcuanto estas detcrminaciones de 1a voluntad no tienen solamenteun contenido privado, sino que son eI elemento impulsor y activode ios actos universales. No se hablará aquf de los propósitos enel sentido de interioridades impotentes, con las cuales los carac-teres débiles se desorientan y paren ratones.l

Decimos, pues, que nada se ha producido sin el interés deaquellos cuya actividad ha cooperado. Y si llamamos pasión aiinterés en el cual Ia individualidad entera se entrega---con olvidode todos los demás intereses múltiples que tenga y pueda tener-y se ñja en ei objeto con todas las fuepas de su voluntad, y con-centra en este fln t'odos sus apetitos y energÍas, debemos decirque nada grande se ha realizado en el mundo sin Wsión. La pa-sión es el lado subjetivo, y por lanto formal, de la energÍa de lavoluntad y de la actividad--cuyo contenido o ñn queda üodaviaindetcrminado-; lo mismo Que en la propia convitción, en Iapropia evidencia y certnza. Lo que importa entonces es el conte-

.-¿.'!-¿,s md.bs dc la realización. ü La ind,itid,uüiiwl .--.89

aido,que tenga mi convicción, e igualmente el fln que persiga lairasión, y si el uno o el otro es de naturaleza verdadera. Pero a lalnversa, sl lo es, entonces, para que entre en ia existencia, par¿que sea real, hace falta el factor de la voluntad subjetlva, que

comprende todo eso: Ia necesidad, el impulso, la pasión, 1o mismoque la propia evidencia, la opinión y la convi,cción.

..De esta explicación sobre el segundo momento esencial de lareaiidad histórica de un fin en general, resulta que--si de pasa.da

nos fljamos en el Estado-un Estado estará bien constituido yserá fuerte en sÍ mismo cuando eI interés privado de los ciudada-nos esté unido a su ñ.n general y eI uno encuentre en eI otro susatisfacción y reabzación. Esta. proposición es sumamente impor-tante por sÍ. Pero en el Estado }racen falta rnuchas organúacio-nes y ei descubrimiento de instituciones adecuadas, con largas lu-chas del intelecto, para que el Estado llegue a la conciencl¿ delo que está conforme con el fln; y también son ¡ecesarias luchascon los intereses particulares y con las pasiones y una dificil ylarga edueación, para que se produzca aquella uniflcación de losñnes. El momento de esta uniñcación constituye en la historia deun Estado el perfodo de su florecimiento, de su virüud, de su fuer-za y de su dicha. Pero la historiq, unioersal no comienza con nin-gún fin consciente-eomo sucede en los grupos humaJxos particu=lareq donde ei impulso sencillo de la conciencia tiene el fn cons-ciente de asegurar su vida y propiedad, y más tarde, una vez lle=vada a cabo la convivencia, el fln se determina más precisamenteen el de conservar la ciudad de Atenas o la de Roma, etc., y la

. labor sigue deterrnina¡rdose más precisamente arin en cada unade las dificultades o necesidades que surgen. La historia universal'comienza con su fln general: que el concepto del espÍriüu sea sa-tisfecho sólo en si, esto es, como naturaleza. TaI es el impulso ln-terno, más Íntimo, inconsciente. Y todo el asunto de la historiauniversal consiste, como ya se advirüió, en la Iabor de üraerlo a iaconciencia. Presentándose asÍ en Ia forma de ser natural, de oo-hlnto'd natural, eso que se tra llamado el lado subjeüivo, o sea lasnecesidades, el impulso, la pasión, eI interés particular, como lam-bién la opinión y la representación subjetiva, existen por sÍ mis-mos.,Esta inmensa masa de voluntades, intereses y actividades sonlos lnstfltmentos y meüos del espÍritu universal, para cumplir su

. fln, elevarlo a La conciencia y realizarlo. Y este ñn consiste sóIoen",hallarse; en realizarse a sÍ mismo y contemplarse como reali-

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dad- At¡ora blen, esto de que las vidas de los ürdividuos y de lospueblos, al buscar y satisfacer sus p¡oplos ñnes, sealr a la iez'cl?¡?,eilto y eL lnstnunento fu algo suwrior y más amplio, d.e algoque ellas no saben y que realizan inconscientes, esto es lo gue po-dria ser puesto en cuestión y ha sido puesto en cuestión y ha sittonegado también muchas vece§ y difa¡nad.o y despreciado comofantasia, como fllosofÍa. pero ya he ex¡riicado esto desde er prin-cipio y he expresado nuestro supuesto o creencia de que ra razónrige el mundn y, por Io tanto, ha regido y rige üambién ia historiauniversal--creencia que, como se ha dicho'también, será sóIo erresultado y no tiene aquí mayores pretensiones_. Todo Io demásestá subordiuado y sirve de medio a esto, que €s Io más generar ysusta¡rcial en sÍ y por sÍ. pero, además, esta razón es inma¡ent¿en la existeneia histórica y se reariza en elra y mediante eüa. Laanión de 1o universal, que es en sí y por sf, y d.e Io particular, delo subJeüivo, y la añnnación de que ella sola es la verd.ad, sontesis de naturaleza espeailatioa y están tratadas esr la lógica, enesta fonna general. pero en el curso mis¡rro de ta historia univer-sal, como curso arln e¡ movimieulo, el lado subjetivo, la concien-cia no sabe todavfa cuáJ es el puro y rlltimo ñn tte la historia, elconcepto del espÍritu; en efecto, éste no es todavÍa ei contenidode su necesidad e interés. pero, aunque sin conciencia de e[o, elfin universa! reside en 1os fures particulares y se cumple medianteéstos. como eI rado especulativo de este nexo pertenece a ra ró-gica, segri:r queda dicho, no puedo dar ni desarronar aquí su con-cepto, esto es, hacerl,o cúrcebíble, como suele decirse. pero trataréde hacerlo imaginable y más claro mediante ejemplos.

Dicho nexo implica que, en la histotia universal y mediantelas acciones de los hombres, surge algo más que lo que ellos seproponen y alcanzan, algo más de lo que ellos saben y quieren in-mediatamente. r,os hombres satisfacen su interés; pero, ar hacer-lo, producen algo más, algo que está en lo que hacen, pero queno estaba en su couciencia ni en su intención. pongamos comoejemplo análogo el de uu hombre que incendia Ia casa de otro,en veDganza, quizá justa, esto es, a causa de una ofensa injusta.surge aquf una relación entre eI hecho inmediato y oüras circuns-üanclas, que son extemas por sÍ y que uo pertenecen a aquel he-cho, tomado inmediatamente en sÍ mis¡rro. Este hecho, escueta-mente, consiste en acercar, por ejemplo, una pequeña llama a unpunto de una viga. Io que con ello no ha sido hecho, hácese luegc

por sl misano. El punto incendlado de Ia viga está unldo con losdemás puntos; la viga esiá unida a la armadura de la casa en-tera, y ésta a otras casas, y se produce un gran incendio que con-sume Ia propiedad de muchos otros hombres, disti:rtos de aquelcontra quien la venganza estaba dirigida; acaso cuesta incluso lavida a muchas personas. Esto no estaba ni en eI hecho inmediat'oni en ta intención del que tal hizo. Pero Ia acciÓu contiene, ade-más, otra determinación general. En la intención del autor sóloera una venganza contra un individuo, destruyendo su propiedad.Pero Ia acción es además un delito, y éste implica su castigo.Esto no habrá estado en la conciencia y, menos aú:1, en la volun-tad del autor; pero tal es su hecho en sÍ, 1o universal y sustancialdel hecho, ¡eaüzado por el hecho. Se puede retener de este ejem-plo que, en la acción inmediata, puede haber algo más que en lavoluntad y conclencia del autor. Pero este ejemplo enseña, ad€-más, que la sustancia de la. aeción, y por consiguiente la acclÓnmisma, se vuelve contra aquel que la ejecu!ó, se convierte en uncontragolpe que 1e abate, que anula la acción, en suanto es uncrirrien, y restablece el derecho en su vigencia. No hemos de in-sistir en esüe aspecto del eiemplo; este aspecto pertenece al casoespecial. Ya dije que iba a poner sólo un eiemplo anáIogo.

Pero quiero indicar algo que aparecerá posteriormente en sulugar y que, como propiamente histórico, coDtiene aquella unlónde lo universal y lo particular, aquella unión de una determina-ción necesaria por sf y un ñn aparentemente casual, en la formamás peeuliar, en la que nos importa esencialmente. César, l::a-llándose en peligro de perder Ia posición-si no todavia prepon-derante,'al menos igual,-a que se habÍa elevado iunto a los de-más que se hallaban a la cabeza del Estado, temió sucumbir a losque estaban en trance de hacerse sus enemigos, los cuales, alurque

r peiseguÍan sus flnes personales, tenÍan además en su favor Iaconstitución for:rral del Estado y, con ella, e! poder del orden ex-temo JurÍdico. Los combafió, pues, con el interés de conserrrarsee sf mismo y de mantener su posición, honores y seguridad; peroau triunfo sobre ellos fué a 7a. yez la conquisla del imperio todo,

'' puesto que el poder de aquellós hombres era-el {ominig sobre lasprovlncias del Imperio romano. De este modo fué César poseedorlndividual del poder del Estado, con menoscabo de la fo¡ma cons-tituiional de éste. Pero Io que asf le facilitó el cumplimiento de sufln-4ue en un principio era negativr, Ia hegemonÍa, Roma, fué

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a. lai vez,.1¡¡¡e del,ermlnación necesaria en la historia de Rorna yen.la de,l .grungo.;de,.suerte que no satisf,zo sólo su parüicüar ñn,siqq que gu.labor pbedeció a r¡n instinto que realtzó aquello queen.sÍ y por sÍ. se hallaba en el tiempo. Estos son los grandes hom-bres de Ia historia, los que se proponen ñnes particulares que

contienen 1o sustancial, Ia voluntad del espÍritu universal. Estecontenido es su verdadero poder .y regide en eI instinto universalinconsciente del hombre. Los grandes hombres se sienten jnte-riormente impulsados, y este instinto es eI apoyo que tienen con-tra aquellos que emprenden el cumplimiento de tal fln eu su in-terés. Los pueblos se reúnen en torno a la bandera de esos hom-bres que muestran y realizan 1o que es su propio impulso Ínma-nente.

[Lo que un pueblo es, los elementos que se distinguen en unpueblo, es cosa que pertenece al fenómeno general. El otro prin-cipio de este fenómeno general es la inüvidualidad. ! ambo*principios pertenecen juntos a Ia realidad de Ia idea. E:n el pueblo,en el Estado, im.porüa la esencia de ambos aspectos, la modalidadde su separación y unión. Esie es el proceso vivo mediante el cuatvive la idea. La idea 'es primeramente algo interno e inactivo,algo irreal, ¡rensado, representado; es lo i¡temo en el pueblo. Yaquello media¡rte lo cual este algo general se exteriortza pan,realizarse en la actividad del inüviduo, qu€ traslada 1o interno ala realidad y que hace que eso que se llama falsamente realidad,la mera exterioridad, sea conforme a Ia idea.

La individualid.ad misma, mientras no es espiritual o no estáeducada, puede incluirse en esa mera exterioridad. El individuoIo es tanto rnás verdaderamente cuanto más fuertemente estáadherido, por §l totalidad, a lo sustancial y cuanlo más enérgi-camente está la idea impresa en é1. Esta relación de lo universalcon la subjetividad es lo importante. Lo importante es que lo in-tcrno de la conciencia del pueblo se manifleste fuera y que elpueblo tenga conciencia de io verdadero, como ser etenro en si ypor sÍ, como esencial. Este desarrollo de la conciencia, viva, m€-üante el cual se conoce eI ser en sÍ y por sÍ, no existe en su rectomodo, €n Ia fonrra de Ia universalidad. Cuando la voluntad es me-ramente interna y está adonrrecida, es mera voluntad natural';todavfa no. ha encontrado lo racional. Lo juslo, el sentido de 1ojusto como tal, no existe aún para e[a. Sólo cuando lo,s individuosconoeen sus foes exist¿ la verdadera moralidad. Debe ser cono-

La indiaid,ualid.atl - 7g

cldo 1o inmóvil, el motgr inmóvil, como dice Aristotel.es, que gsJoque mueve a los individuos. Para que sea éste el motor, es me-inester que eI sujelo se haya desarrollado por sÍ, hasta convertirseen libre peculiaridad. Es menester, pues, que este etcrno inmóvilllegue a la conciencia y, además, que los sujetos individuales seanlibres, independientes por sf. Consideramos aquf a los inüviduosen su pueblo, como hemos de considerar en la.historia r¡niversala los pueblos que se han desarrollado por sÍ mis¡nos.

La idea tiene en si misma el destino de saberse a sÍ mlsura;.de Ia actividad. Es Ia vid¿ ete¡:aa de Dios en sl mismo, por decirlo.asÍ, antes de 1¿ creación de1 mundo; es el nexo lógico. Le falüatodavÍa Ia forma del ser en Ia inmediatez. Es primeramente lounivs¡s¿1, interno y representado. Pero lo segundo es: que Ia ideadebe dar un paso más y hacer justicia a la antÍtes§ que al priq-cipio edste en eüa idealmente; esto es, debe, poner, aflrmar la.diferegcla. Asf i;e distingue Ia idea en su modo Jibre, unlversal,en el cual permanece en sí misma, ¡I la idea eomo reflexión en sf'puramente abstracüa. Por cuando la idea universal aparece asÍ.por un lado, detennina el otro lado como sü.s€r formal para si,,como libertad formal, como unidad abstracta de la conciencia de,sÍ mismo, como i::finita reflexión en sf, como Inffnil¿ negalividad;un yo, que se'opone ¿ toda. realización como átomo, el extremode la contraposición, 1o contrario de Ia entera pleniüud de ia idea.La idea rrnlversal es, por tanto, plenitud sustanclal por un lado'y abstracción del libre albedrio por otro. Dios y el todo se han.escindido y cad¿ uno s.e ha a^flrmado como oüro; pero el ser cog--noscente, el yo, está de modo üal que para é1 también existe 1ootro. Si se desarrolla esto encuéntrase contenida en ello la crea-ción de espiritus libres, del mundo, etc. Ese otro, eI átomo, quees a la vez multipiicidad, es lo fnito en general. Es por sÍ sola-mente la exclusión de 1o otro, que, por consiguiente, tiene en élsus lÍmltes, sus barreras, y, por !o tanto, también es algo ñnito-Esta reflexión en sf, Ja conciencia inüvidual de sÍ urisno, es 1o.

otro frento a la idea general y, por lo tanto, en absoluta flnilud.*,-"Esta ffnitüd, ápice de la libertad, este saber formal, €$-€D re:

.lgción;-con la diguidad de Dlos como:idea absoluta'que conoce 1oque debe ser-el lerreno en que nace el:elemento espiritual delsQber;,como. taI, y, por Io üa¡to; también el -lado de lo absoluto,$,lqdo,de. su re¿lldad, aunque sólo 'formal. El probiema profundodg,la metafÍsica es comprender el nexo absoluto de esta antÍtesis:-

r:Ll :.1 i .j''- lI--2. Los m,ed,ios de la realiza.ciÓn. a)

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?1 FílosoÍia (b-la l¿lstorigr, unloersoL-Itttroduccün

Para el yo, lo otro es lo dlvi:ro, y asi erdste la religión; pero ade-'más, €n la forora de Io otro, como mundo en general, es eI á,¡n-bito r¡niversal de lo flnito. El yo es, en este á¡nblto, su propia flnl-tud; por este lado se conaibe como finito y, de este modo, es elpunto de vista de los fines ñnitos, del fenómeno. La reflexión ensÍ, esa libertad, es abstractamente eI momento fonnal de Ia acti-vidad de Ia ldea absoluta. EI que se conoce a sÍ mismo, primera-mente se quiere a si rnisno y se quiere en todo; esta su subjeti-vidad, que se eonoce a sÍ misma, debe existir en toda objetividad.Tal es La certnza de sf mismo; y puesto que Ia subjetividad notiene otro contenido, esta certeza debe üamarse el impulso de latazón-del misrno modo que en Ia piedad sóIo se trata de que el:§ujeto se salve. El yo no se quiere primeramente a sí mlsmo comoser que conoce, sino como ser flnlto, en su inmediatez; y- ésta esla esfera de su fenómeno. Se quiere en su partlcularidad. Tal esel punto en el cual las pasiones reslden, y en que la inüviduali-dad realiza su particularidad. Una vez que se halla en estado derealizar s¿ ffnitu{, hase duplieado; y reconclliándose de'este modocl átomo con su opuesto, los tnüviduos tienen eso que s€ Uamafelicid,od,. Pues feliz se dice a aquel que se halla en armonfa bon-sigo mismo. Se puede tomar también la felicidad como punto devista en la consideración de Ia historia; pero la historia no es elterreno para la feticidad. Las épocas de felicidad son en ella hojasvacías. I:n Ia hlstoria universal hay, sln duda, también satlsfac-ción; pero ésta no es lo que se llama felicidad, pues es la satis-facción de aquellos ñnes que están sobre los lntereses particula-res. Los flnes que tienen importancia, en la historia universal, tie-nen que ser fljados con energia, mediante la voluntad abstracta.Los individuos de importancia en la historia universal que lranperseguido tales flnes se han satisfecho, sin duda, pero no han,querid.o ser felices.

b) Los indioidu,os, cotno consen:ad,ores.-Hay que considerareste momento de !a actividad abstracta corno eI lazo, como eI üér--mlno medio entre Ia idea universal (que reside en la recámara.del espÍritu) y lo externo, que saca a !a ldea de zu inlerioridad yila traslada a la exterloridad. Lo ruriversal, aI exteriorlzarse, se ln-dividualiza. I;o interno por sf serfa algo uruerto, abstracto; me-

'diante la actividad se convierte en algo edstente. A la inversa,fa actividad eleva la obJetivtdad va¿Ía y hace de ella la manlfes-

tación de la esencia que edste en sf y por sf. rlasta aquf hemosconsiderado un aspecto en la escisión de la ldea: su divlslón enla ldea y el átomo (Bero átomo que se piensa). Este edste paraotro y el otro existe para ér. Hay que concebirro, por tanto, en sicomo actividad, como infi¡ita inquietud. En cuanto 1o consideramoscomo un esto, tiene un aspecto unilateral y recibe una expresiónextrema. Siendo algo a que puede apücarse eI pronombte esto,hállase eolocado, por una parte, en prlmera flla; pero es a la veztambtén lo ürmediato, a quien corresponde introducirlo tod.o en' la materia, en lo universal, y extraerlo d.e ella, para que la volun-tad. absoluta sea eonocida y realizada. Este inffnito impulso haciala unidad, esta tendencia a red.ucir eI dualismo, es el otro aspectode Ia escisión. El punto de vista de la ñnitud consiste en ta acti-üdad individual que da existencia ¿ lo unlversal, realizando susdetenninaciones. un rado consiste aquf en ra activrdad como tar,por euanto los ürdividuos tienden a eumplir su voluntad real ñnl_ta y a procurarse el goce de su particularidad. pero eI otro la.doe§ que aquf se transparentan en seguida lnes unlversales: el bien,el. derecho, eI deber. Donde esto no osurre tenemos el punto devista de la nrdeza, del capricho; el cual hemos de pasar aqui poralto. En la universarización de Io particular consiste l¿ ésenciade la educación del sujeto para la moralidad. y el medlo de darvalidez a la morarida¿ Lo universar en ras cosas particulares esel bien parüicular, ro que existe como morar. su producción es unaconservaeión, por cuanto que conservar es siempre produclr; noes simple duración. Esta conservación, la moral, el derecho vi-gente, es algo detenninado; no es el bien en general, lo abstracto.El deber reclama la defensa de esta determinada patria; no deuna cualqúera. AquÍ está la regla para la activicla¡l moral de 10sindividuos; 'aquf están los &beres y las leyes bien conocidos detodo individuo; esto es to obJetivo en la posición de cada cual.Pues una cosa ta¡ vacfa como el blen por el bien no tiene lugaren Ia realidad viva. cuaudo se quiere obrar, no sólo hay que que-rer eI bien, sino que se necesita saber si eI bien es esto o aquello.Los contenidos buenos y maros, Justos e inJustos, está¡ deten¡ri-aados, para los casos habituales de la vida privada, en las leyes y.costumbres de un Estado. No hay nlnguna dtflcultad en saberlo.

.itr-'.Et valor de los individuos descá¡sa, pues, eu que sea¡ confor-:4€s al espfritu del puebtq en gue seaD representa¡tes de este es-. pfrihrr, pertenezcan a uua clase, en los negocios del conJunto. y

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,,,o{,r.r,- .."-.... ' ..,., t i ( )r''.'':-' Füosoiia,ite"ta hürtinii urrar"ri,il*i*?oatiñ'+,

para que haya libertad en el Estado e§ prectso que esto dependadel albedrio del, i:rdividuo, y gue Do sea una dirlsión eñ castas laque determine'a qué nenester ha de con§agmsetcaila.'pu¿1: Larnoralldn¡l del Irdividuo con§i§te, ademá§, en cumpllr lo§ deb€resde su clase. Y esto es cosa fácil de saber; ios deberes están de-termlnados por la clase. Lo sustancial de semeiante relaciÓn, toracional, es conocido; está expreso en aqueUo que §e üa,ma pre-cisamente el deber. Es inrltil trabajo investlgar lo que sea el de-ber. La l¡rclinación a conslderar la moral como algo dlflcultosopuede considerarse más bien como eI deseo de dar de lado a lo.spropios- deberes. Tod.o indivlduo tiene su .cro$e y sabe Io que'esuna conducta justa y honrada. Considerar difÍcil el dlscemir 1o

justo y bueno en las circunsüancias ordi¡rarias de la vida prlvada';creer que es signo de moralidad superior el descubrir mucXras di-flcultades y escnlpulos en ella, es cos¿ que debe atri-butse a lamala'o pervema voluntad,, que busca mdeo§'paxa elüdl-r:'sus üe-beres, los cuaies no son tllJlciles de couocer.I)ebe t¿ne¡se¿l nenoepor una ociosúdad del eryfrltu teflexivo, a qule ¡¡ria;vd}¡ntaillxai-,quítica no da mucho que hacer Y Qlle, por tanto; .se entretieriecousigo mlsmo perdiéndose e¡r Ia complacencla noral- La,nahl-raleza de una relaclón, en Ia que Io moral es determi¡¡ante, con-siste en lo que es sustanclal y en 1o que indlca eI deber. La natu-raleza de Ia relación entre padres e ,hiJos indlca sencillamente eIdeber de portarse conforme a ella. O en la relaoiÓn iurfdica: slyo debo dinero a alguien, con arreglo aI derecho tre de obrz¡ con-fonne a Ia naturaleza de Ia cosa y devol.ver el di:rero. No hay enesto la menor diñcultad. La vida civil constltuye eI terreno deldeber. Los ludividuos tlenen su fl¡nción asignada Y, Por 1o tanto,su deber señalado, y su moralidad. consiste en portarse confonrrea este deber.

La unión, pues, de ambos extremos, la iealización de la ldeauniversal en la realidad. inmediata y eI encumbramiento de la tn-dividualidad hasta Ia verdad unlversal, tiene lugar, ante todo, bajoeI srpuesto de Ia dlversldad. e indiferencia recfprocas de amboslados. Los sujetos activos tienen flnep flnitos e jnterese§ particu-.lares €n su actividad; pero son también seres cogloscente§ y'pen-sa¡te¡,r" El contenido de sus.fnes está, pues;'éntrelazadstri:on¡ de'temlnaclones r¡nlversales y esenciales..del .derecho,:delL bien; deldeber;-etc Ios simples apetilos, la barbarle y crudeÚa:de !a ¡ro-t[ntadtcaen fuera deI-tealro y clelaesfera de la"hlstoüatniver-

3ái Ustas deteuninaciones uni¡ersales, que son a.Ia.vez direc$va§

3rara. los f¡es y las aoclones, tienen r¡n cont¿nido determina'do.

tro¿o 'indtvtduo es hlJo:de §u pueblo, en' un estadlo determrnads'del desarrollo de este pueblo. Nadis puede saltar por euclma de1

espfritu de str pueblo, como no puede saltar por encima de ia tie-rra. La tierra es el centro de la gravedad. Cuando nos repre§en-tamos un cuerBo abandonando éste su centro, nos 1o representa-¡¡ros floüando en el alre. Igual sucede con:Ios individuos. Pe¡o. e1

individuo es confonne a su sustancia por sf mismo. Ha de traeren si a la conciencia, y ha de erpresar la voluntad de este pueblo.

Xl i:rdividuo no inventa zu contenido, slno que se lrqita a rcallzaren sl el contenido sustancial.

: i : r'

c) Los tnd.itsid,uos históricos.-Pero frente. a este contenidouniversal, que cada uno ha de actualizar con'una acüividad;fte:dia¡te la cual se consery& eI conju¡to de la.moralidbd¡ qɧte ¡nsegundo contenido universal, que se expresa'en'ta histo¡fi':grandé:y que Pla¡tea la dlflcultad de ponducirse conforlqe a l¿ oorallda,úánterlormente se ha turdicadói al hablar de:la'.pmgtredórde'18ide¿; de,dónde surge este contenido unlversal. .No puedg caer den;tro de,1a comunidad. moral; eu ésla puede aeontecer ¿1go que se9

contrario a su contenido universal: un vlclo, un engaño, etc:, y es

reprimido. P€ro, en ca,mblo, un conjunto moral, por cuanlq, és

algo limitado, tiene otra unlversalidad süperior, sobte sf. Este ¿1go

superior es eI que quebra^nta aI inferior. El trá¡sito de r¡na fomieespiritual a Ia otra consiste precisamente en que'la fonna unl-versal antecedente queda anulada, como algo partleular, por elpensamiento. La forma superior, posterior, es e! gé¡rero pró:Cmo

de la a"nterior especie, por decirlo asÍ, y existe i¡rterlormeute, perotodavfa no se ha hecho válida; esto es lo que hace vacilar y gue-branta ia realidad existente.

. La conservación de un pueblo o Estado y la conservación delas esferas ordena.das de su vida es un rnomento ese¡cidl eu'elcurso de la historia. Y ia actividad de los indlviduos cousiste-entromar parte en la obra comrln y ayudar a producirla en §us eslle-cie§,p$uculares; lal es Ia consemaciÓn de.la -vlda.moral. Pero 91

i*F*g-pgmQ to consiste en que eI espfrllu- de,"u+' pueblo.-Yea qu§'

ffi$ff*-+*consistenci& pqr haber llegado a' su t§tal:desarroll«i-fF,&tgi+g+[o*; .

gs " la - prosecución de la htstoria, unlversal, deli es;

ptrI*¿eUf§4¿.lNq:elqdlmos ¿quf & .la posiciÓn de los.lndiv.iduo§;

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(

?8 :' FilasoÍld it¿ ui htstott¡¡ ünlüerso4-Inttoducaon

dentro del conJunto m.oráI, ni a su cond.ucta moral, ni a zus de-beres, sino que tratamos sólo de la continuaclón, prosecrrción,autoelevación del espfritu a'un concepto supeüor de sf mismo.Pero ésta se halla enlazada €on una decadencla, con una disolu-ción, destrucción de la realidad precedente, que su concepto sehabia formado. Esta destrucción acontece, por una parte, en eldesarrollo fu:terno de la idea; pero, por otra parte, esta idea es,a su vez, una idea hecha, y los iadtviduos son sus autores y llevaua cabo su realización. Aquf es Justamente donde surgen las gran-des colisiones entre los deberes, lag leyes, los derechos existentes,reconocidos, y ciertas posibilidades que sotr'opuestas a este siste-ma, Io menoscaban e lrcluso destruyen sus bases y realidad, y ala vez tlenen un contenidci que puede par€cer también bueno y€D grarr m.ar¡er¿ provechoso, esencial y necesario. Estas posibili-dades se hacen, empero, histórlcas; enclerran un contcnido uni-versa.l de disti:¡ta eqlecie que el que constltuye la base de la exis-tencia de un ¡lueblo o Estado. Este contentdo r¡niversal es un mo-mento de la idea productora, un momento de la verdad que EeDdéY aspira a sf u is¡n¿. '. : r

''- " .'. Los grand.es iudivlduos en Ia historia unlversal son, pues, losque aprehendeD este contenido universal superior y hacen de éIsu fin; son los que realizan el fln confonrre al concepto superiordel espfritu. F"¡ este sentido hay que llamarlos lLéroes. No haüansu ñn y su misión en el §stema tranqúlo y ordenado, eD el cursoconsagrado de las cosas. Su Justiñcación no está en el estado exis-tente, sino que otra es üa fuente de donde la toman. Tómanla delespÍritu, del espÍritu oculto, que llama a la puer.ta del presente,dei espÍritu todavfa subtcrráneo, que no ha llegado aún a la exis-tencia acüual y quiere srrgir, del espíritu para quien el mundopresente es una cáscara, que encierra distinto meollo del que lecorresponde. Atrora bien, todo cuanto discrepa de lo existente:propósltos, fines, opiniones, Ios llamados ideales, todo esto es porigual distinto de lo existente. Los a,ventureros de toda Índole tie-nen ideales semejantes y su actividad se endereza hacia repre-sentaciones contrarias a las circunstancias existentes. Pero el he-cho de que esas representaciones, esos buenos motivos, esos prin-cipios unive¡sales'sean disti:rtos de los edstentes; no basta a Jus-tiflcarlos. El fln verdadero es excluslvamente aquel contenldo i¡I'cual el espÍritu lntemo se ha elevado m'edianÉ su absoluto pb-der; y los'lndividuos que cuentau eu l¿ hlstóña universal son lus-

':"\.-J;^:'::r;:ta¡r¡ente aquellos que no han querido nl realizado r¡na mera flgu-' raclón u opinlÓn, slno 1o Justo y n@esarlo, y que saben que lo que

,,1¡iÍ.,.,., estaba sr el tleurpo, lo gue era necesario, se ha revelado en suinterior.

Se puede distinguir aquf entre los flnes del tndlviduo histórlcoy la concepción de que tales flnes son sÓIo momentos en la ideauniversal. Esta concepción €s peculiar de la fllosofÍa. Los hombreshistóricos no deben -tenerla; pues son hombres prácticos. Pero sa-ben y quieren su obra, porque está en el tiempo y es lo que ya.

existe en el interior. Su mlsión ha sido saber esta noción univer-sal, 1a fase necesaria y suprema de su rnundo, hacer de ell¿ suñn y poner su energÍa en ella. IIan sacado de sÍ mismos lo uni-versa,I que han realizado; pero éste no ha sido i:rventado poI ellos,

sino que existe eternamente y se realiza mediante ellos y es hon-rado con ellos. Parecen haberlo sacado simplemente de sÍ mismoq -

porque 1o sacan de1 interior, de una fuente que antes no existÍa;las nuevas eircunstancias dei mundo, los hechos que llevan acabo, aparecen como productos suyos, como lnterés y obra suya.Pero tienen el derecho de su parte, porque son los clarividentes;saben 1o que es la verdad de su.rnundo,.de su tiempo, lo que esel coacepto, 1o universai que viene; y 1os demás, como se ha dl-cho, se congregan en torno a su bandera, porque ellos expresanlo que está en el tiempo. Son los más clarividentes de su mundoy los que rnejor saben lo que debe hacersel lo que hac€n e§ ]ojusto. Los demás IeS obedecen necesariamente, porque sienten,esto. Sus discursos y sus acciones son 1o mejor que podía decirsey hacerse. Por eso los grandes inüviduos históricos son sóIo com:prensibtes en su lugar; y Io único digno de admiración en ellos esque sq hayan convertido en órganos de este espíritu sustancial.Esta es lá verdadera relación del individuo con su sustancia uni-versal. De aquÍ saie todo; esta sustancia es el único fin y poder,.lo único querido por tales individuos, 1o que en ellos busca su sa.-tisfacción y se realiza en ellos. Precisamente por esto tienen esoshéro€s poder en el mundo. Por cuanto su fln se ajusta al ñn de}espfrltu.existente en sf y por sf, eI derecho absoluto eslá de suparte. Pero es un derecho de una naturaleza enteramente peculiar-

".ii*{'o: "" ,,.'.El estado del mundo no es todavfa conocldo; eI fln es produ*il'il!1lr::. ctñ6¡rte'u",er fln á" tor'no*¡res hlstóricos, y en ello encuentran

su,gptisfacció¡..Se {an cuenta de la lmpotencia que hay en Io quetod.41!a,es_.q,9tu.ql,.eq Io que arln brilla y que sólo aparenüemente

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€§.¿ún Ia tealidad. El espÍritu, que se ha ido transforntando en el:ha; Sutgiao,'que está en trance de apalecer, y cuya

tson¿feüólái"ya'no'§€'encuentra satisfecha en eI mundo presente,

no ha encontrado todavÍa, mediante esla insatisfacciÓn, Io gue

quiere; .Io gue quiere no existe aún añ.nnativamente, y el espÍritu.está,'[ior 1o tanto, en la fase negativa. Los individuos 'histÓricosíson los que les han dicho a los homb¡es 1o que éstos quieren. Es

dificil saber lo que s€ quiere. Se puede, en efecto, querer aJgo yestar, sin embargo, en el punto de vista negativo; y no estar sa-tisfecho. Puede faltar rnuy bien la conciencia de lo a^flrmativo..Pero aquellos individuos Io sabÍan de tal suer.te, que lo que ellos,queúan era lo aflnrrativci. Por de pronto estos individuos .se sa-tisfacen a sÍ mismos, no obran en modo alguno para satisfacera los demás. Si quisieran hacer esto, tendrÍan harto que tracer;pues los demás no saben Io que el tiempo quiere, ni Io que qúe-ren ellos mismos. Pero es empresa imposible resistir a aquellos indi-viduos históricos, que son irremediablemente impulsados a realizarsu obra. Esta es entonces lo justo; y los demás, aunque no opinenque esto es,lo que ellos querfan, adhieren a ello, y to admiten;.sient¿n un poder sobre ellos mismos, annque les aparezca como'exterior y extraño y vaya contra la conciencia de su supuesta vo-luntad. Pues el espÍritu progresivo constituye el alma interior de'todos los individuos; y es también esa inconsciente interioridadque ios grandes hombres les traen a la conciencia. Es lo que ellosquieren verdaderamente. Por esto eI gran hombre ejerce un poderal que se entregan los demás, incluso contradiciendo zu voiuntadconsciente. Los demás siguen a este conductor de almas, porque.sienten que en él está el irresistible poder de su propio espfrituinterno.l

d) El destino de los inüaiduos.--8i arroJamos una mirada al.destino de estos individuos históricos, vemos que hao tenido lafortuna de ser los apoderados o abogados de un fln, que constituyeuna fase en la marctrra progreslva del espÍritu unlversal. Pero como

i sujetos, distintos de es¿ zu sustancia, [no han sido lo que se diceI comú¡mente dichosos. Tampoco quisleron'serlo, slno sóIo cumplir

su ñn; y la consecución de su fln se ¡¡"a reallzado m.ediante su pe-noso trabajo. Han sabido satisfacerse y realizár su ñIt, el fln uni-Tersal. Han tenido la audacla de tomar sobre sf ese fi,n tatr grande,contra todas las opinlones de los hombre's. No es, por tanto, ia

II.-2. d.) El destüw d,e tos indhli&tos

-

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ücha lo que eligen, sino el esfuerzo,.la J.uCtra, e1.!rabajo.p.o.t,s.ilfln. cuando ilegán. a a,rcanzar su fin, no pasán aI tranquilo goce,no son dichosos. Lo que son, ha sido su obra. Esta su pasión haconstituÍdo eI árnbito de su naturaleza, todo su carácter. Alcan.-zado el ñn, semejan cáscaras vacÍas, que caen a,l. suelo. euizá lesha resuitado amaxgo el levar a ,cabo su fin; y en el momento enque lo han conseguido, o han muerto jóvenes, como Alejandro, ohan sido asesinados, como César, o deportados, como Napoleón.Cabe preguntar: ¿eué han logrado para sÍ? Lo que han logradoes su concepto, su fin,.eso mismo que han realizado. Ni gananciaalguna, ni tranquilo goce. Los que estén necesitad.os de consuelopueden saca¡ de la historia estc consueto horrible: que tos hom-bres históricos no han sido Io que se nama felices; de felicidadsólo es susceptibre Ia vida privada, que puede encontrarse en muy

. distintas circunstancias exten:as. Necesitada de consuero está em-pero la envidia, a quien 10 grande y elevado enoja. y que se es-fuerza por empequeñecerlo y encontrar defecto en'erá, y aoto

"o-cuentra soportable la existencia de semejante superioridad, cuando, ¡abe que eI hombre grande no ha sido feliz. Gracias a esto creeeI envidioso esta.brecer un equilibrio entre ér y er héroe. De estemodo se ha demostrado suf.ci.entemente, en los tiempos moder-nos' que los prÍncipes no son ferices en sus tronos; por eso 10sltoleramos en elros y encontramos soportabre que no nosotros, sino" ellos, sean reyes. EI hombre libre, en cambio, no es enviüoso; re_conoce gustoso a los grandes individuos y se alegra de su exis-tencia.

.:,-:'" Pero los grandes hombres llevan tras de sÍ todo un séquito de,.,po-riü*-, que les reprochan como fa,ltas sus pasiones. De hecho

ffi _"lll""T 1 su viáa externa u r""", a" ir";#;;;#;:;:; Á,., .-_;- -r--ve¡- e §4 vrq4 sÁutrtrr¿a ra lurllla qe ra pasron y hacer re_

irlr',, 3:1i :^tl":lulTunte-el lado moral.del juicio, diciendo que sus pa-:, iil+l{'i:iili . .,

" llll"l:loi, 1l impursado, s* á"oi -i,i. r""'niái; ;"";ffi ;;

"l¡,":..-l - ¡^^¡ J PuDrErul¡ L/U(lU §U U¿IagUgI,

:.: . lT"_jl g:1r: y naturateza en este fln. Lo en sÍ y por sÍ necesario-,r..:- q ea¡ L§uE r¡¡r. !L, srl §I y uul §I I¡.gc€§arlo

fr:::",,: 3f]'[}:], por tanro, en ta forma de ta pasión. aqueuos sran_

u:_:lli"qp1 e¡ ro .,riio"rr"i.-rJ" ;; ;ñ;í ilí r'r:iáJ;;

';i.''¡''"'--'¡¡";"f,t trn de ra pasión y de ]a idea es, por tanto, uno y ei mismó." r,a pasión es la unidad absoluta del carácter con lo universal. Elj¡l -' ---. - -

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82

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?ilosofla de la histori.a unhseisat-Introducaón

mod.o como aquÍ el espíritu, en su particr¡laridad subjetiva, se iden-tiflca con la idea, es, por decirlo asl, algo animal.' . '-:

EI hombre que realiza algo grande, pone toda su energfa enello. No tiene la rnezquindad de querer esto o aquello; no se disipaen tantos y cuantos f.nes, sino que está entregado totalmepte asu verdadero gran fln. La pasión es la energía de esle ñn y la de-t¿rrri:rante de esta voluntad. Hay una especie de impulso, casianimal, en eI hecho de que el hombre ponga asÍ su energía enuna cosa. Esta pasión es Io que llamamos üambién entusiasmo.Sin embargo, usafnos la expresión entusiasmo sólo cuando los fi-nes son de naturaleza má,s ideal y universal. EI hombr'e polÍtieonb es entusiasta; necesita lener esa clara perspicacia, que no sue-le ser atributo de los entusiastas. La pasión es Ia condiciÓn paraque algo grande n:az,ca del hombre; nó es pues inmoral. Cuandoeste entusiasmo es de naturaleza verda.dera, es a La vez frío. LateorÍa abtaza de una ojeada aquello por io cual son realizados es-tos ñnes verdaderos , .' '

Es de advertir además que los trrombres históricos, por el he-cho de haber alcanzado su gran fil.t, que es necesario para el es-píritu universal, no sóIo se tran satisfecho a sÍ mismos, sino quehan adquirido otras cosas exteriores. Han realizado zu fln perso-nal al mismo tiempo que el universal. Estos son inseparables. EIfin universal y el héroe, ambos se satisfacen. Se puede separareste lado de la propia satisfacción del lado del fln alcanzado; cepuede demostrar que Ios grandes hombres han buscado su f,n pro-pio y aun afirrnar que sóIo han buscado este fln propio. Estos hom-bres han obtenido, en efecto, gloria y honores; han sido recono-cidos por sus contemporáneos y la posteridad, salvo que hayansido víctimas de la manÍa crÍtica, principaimente de la envidia.Pero es absurdo creer que se pueda hacer algo, sin querer recibirsatisfacción en ello. Lo subjetivo, como algo meramente particu-iar y que tiene meros flnes flnitos y particulares, ha de someter-se, sin duda, a lo universal. Pero en la medida en que lo subjetivotealiza la idea, es en sí mismo lo que conserva lo sustancial.

La vulgaridad psicológica es la que hace esta separaciÓn' Dan-do á la pasión el nombre de ambición y haciendo con ello sos-pechosa la moral de aquellos hombres, presenta las consecuenclasde lo que han trecho como sus ftnes, y rebaja los hechos mismosal nivel de ¡nedios. Aquellos hombres-dice-Iran obrado sÓIo porafán de gloria o afán de conquista. Así, por ejemplo, las aspira-

ll.-¿. il Et destina ite los índiuid,uos 83

ffile Ateja¡dro son eonstderadas como afán de conquista,

l;i.,:"::'j:*;co4gp¿lgo subJetivo; lro son pues eI bien: Esta consideración, lla:" mada psicológica, sabe éxplicar asl todas las acciones, hasta den-

tro del corazórr, dándoles la forma subietiva según la cual susautores 1o han hecho todo por alguna pasión, grand.e o pequeña,por. uaa ontbiciott, y no han sido por lo tanto hombre§ morales.

'i ':':' Alelandro de Macedonia conquistó parte de_Grecia y luego Asia;por 1o tanto Iloo ambición de conquista, obró por afan de gloria,

. por afán de conquista; y la prueba de que estas pasiones le im-pulsaron es que hizo ,cosas que dan gloria. ¿Qué maestro de es.-

cuela no ha demostrado muchas veces ampliamente que Alejan-dro Magno y Julio César fueron impulsados por iales pasiones,

. : siendo por tanto 'hombres inmorales? De 1o cual se sigue en se-guida que é1, el maestro de escuela, es un hombre excelente, me-

., jor que Alejandro y César, puesto que no posee tales pasiones; y1o prueba no conquistando eI As.a, ni veneiendo a DarÍo ni a Poro,'r,.,. slno viviendo tranquilo y dejando vivir a los demás. Estos psicó-

.-, logos se entregan también principalmente a Ia consideración de

., las . particularidades que atañen a las grandes flguras históricas: ': en sus üdas privadas. El hombre necesita comer y beber; está.en

relación con amigos y conocid.os; tiene sentimientos y arrebatosmomentáneos. Aquellos grandes homb¡es han tenido también es-tas particularidades; han comido, han bebido, han preferido este

, manjar o este vino a aquel otro o al agua. No hay grande hombrepara su ayuda de cámara, dice un ,conocido refrá¡. Y yo he aña-dido (1)-y Goethe lo ha repetido dos años después (2)-:-: no por-que el grande hombre no sea un héroe, sino porque el ayuda decámara es eI ayuda de cámara. El aruda de cámara le quita las

' , pagrre, et¿. Para el ayuda de cámara no hay héroes; sólo los haypara eI mundo, para Ia realidad, para Ia historia. Las personali-

' I dades históricas, si son servidas en la historiografÍa por tales' ayudas de cá,mara psicológicos, salen malparadas. Quedan nive-ladas y en la misma línea, o más bien un par de peldaños por

:.!, debajo, de la moraüdad que anima a esos f.nos conocedores det=..i*,;,,...- J¡"ombres. El ,Tersitps.homérico, que critica a los reyes, es una flgu-

'': ."' (I.)'Fñ la Fenotnenologío det espíritu. '' {2} ED, Afini.d.a.d,es.electioas, II parte. Cap. V. El diorio de Otitia.

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84 -- ' r Fitasotia"ae"wnxto*itiiii¿isa:¿nirÑ.ucción ,'

los garrotazos que recibió en los tiempos homéricos. Pero la en-vidia, la obstinación es eI dardo que lleva cla.vado en eI cuerpo;y eI gusano indestructibte que le corroe.es eI tomento de'ver quesus excelent¿s avisos y admoniciones resultan infructuosos en EI

mundo. Ca.be ver con alegrÍa maligna el sino del lersitismo.En esta cicaterÍa psicológica hay, por lo demás, una contra-

dicción. Repróchase al hombre histórico el honor y la fama, comosi ésta hubiese sido su

-ñn. Por otro lado se aflrma que lo que tales

hombres quieren hacer necesita la aprobación de los demás, estoes: se añrma que Ia voluntad subjetiva de esos hombres debe serrespetada por los demás. Ahora bien, el honor y Ia fama contié-nen precisamente esa aprobación que se exige, ese reconocirnien-to de que lo querido por aquellos hombres era 1o justo. Los indi-viduos históricos se han fljado un ñn que era de hecho la voluntadinterna de los hombres. Y sin embargo, justa¡rrente esa aproba-ción gue se ha exigido, es objeto de censura después que ha. te-nido lugar, y ie acusa a esos hombres de haber querido eI tronory Ia gloria. Puede replicarse a esto, que el ihonor y la'gloria noimpdrtaban nada a aquellos hombres, pues trabÍan despreciado 1o

ordinario, 1o hasta entonces considerado, lo que ñota en la super-ñcie. Sólo por esto han realizado su obra; de lo contrario habrÍanperman,ecido como el común de los hombres y otros habrÍan he-cho lo que eI espÍritu querÍa.

Pero entonces se les inculpa de no haber buscado el reconoci-miento de los hombres, de haber despreeiado su opinión. Sin dudasu gloria ha procedido del desprecio por Io admitido. Por cuantolo nuevo que tra,en al mundo es su propio fr.n, han sacado de símismos su representación de él y 1o que realizan es su fln. De estemodo están satisfechos. Lo han querido contra la oposición de losdemás; y en ello encuentran su satisfacción. Los grandes hom-bres han querido su fln, para satisfacerse a sÍ rnismos, no parasatisfacer las buenas intenciones de los demás. De éstas no hansabido nada. Si hubiesen trabajado al dictado de los demás, ha^brÍan cometido una limitaeión y una equivocación. Mejor quenaüe lo sabÍan ellos. César tenÍa la representación justa de loque la república romana signiflcaba, a saber: que las leyes esta-ban ahogadas por la auctorit¿s y la ügnitas, y que era necesarioponer término a esto, que es el albedrfo particular. Y pudo lle-varlo a cabo, porque era lo justo. Si hubiese seguido a Cicerón,no habría sido nada. César sabfa que la reprlblica era una men-

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.É:,.'r;,..- ".. :.,..-7 f I.--2. Los med,ins d,e l,a realkorión. d El üalür def indbddlto - S5

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, tira, que los d.iscursos de Cicerón eran vanos, que había que crearotra forma en vez de esta fonrra huera, y que ia forma que éItraJo :era la necesaria. Eslos individuos históricos, atentos a susgrandes intereses, han tratado sin duda ligera, frivola, atropella-damente y sin consideración otros intereses y derechos sagrados,que son, por sÍ mismos, dignos de consideración. Su conducta estiexpuesta por ello a la censura moral. Pero hay que entender deotro modo la posición de estos ,hombres. Una gran flgura que ca-mina, aplasta muchas flores inocentes, destruye por fuerza rnu-chas cosas, a su paso.

El interés particular de la, pasión es, por Io tanto, inseparablede Ia realización de 1o universal; pues lo universal resulta de Ioparticular y determinado, y de su negación. Lo particular tienesu interés propio en la historia universal; es algo flnito y comotal debe sucumbir. Los nnes particulares se combat¿n pno a otroy una parte de ellos sucumbe. Pero precisamente eon Ia lucha,con la mina de io particular se produce lo universal. Este rro pe-rece. La idea universal no s€ entrega a la oposición y a Ia lucha,nose expone al peligro; perrnanece intangible e ilesa, en el fon-do, y envfa lo particular de la pasión a que en la lucha recib¿' ios golpes. Se puede llamar a esto et arüit de tn roeón; la razórthace que las pasiones obren por ella y que aquello mediante locual la razón llega a la existencia, se pierda y sufra. daño. puesel fenómeno tiene una parte nula y otra parte añrmativa. Lo ppr-ticular es la mayoria de las veces harto mezquino, frente a louniversal. los individuos son sacriflcados y abandonados. La idea' no paga por sí el tributo de la existen,cia y de la caducidad; pá-galo con las pasiones de los individuos. César hubo de realizar lonecesario, el derrocamiento de la, podrida libertad. pereció en estatucha; pero lo necesario subsistió: Ia libertad sucumbió, confor-me a la idea,. bajo los sucesos externos.l

e) 'El oalor det ind,itsiduo.---Si consentimos en ver saeriflcadaslas i:rdividualidades, sus flnes y su satisfacción; si admitirnos quela feticidad de los individuos sea entregada at imperio del podernatural, y por lo tanto, de lá casualidad, a que pertenece; si nos

, , ave¡ximQ§ a considerar los individuos bajo la categoria de'los p.e.,dlo§,,hay .si:r embargo €n ellos un 'aspecto que vacilamos en con-

.',, .templar;sólo desde este punto de vista (incluso frente al pupto'-,,Lideiy.1sta;§upremo), potque no es en absoluio un aspecto subordl:; i ,:

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86 ' ' Füasofít de lgt htstño uitoersat.-Inirod.ucción ..-

nado, sino algo en si mismo eterno y üv-ino. Es 1¿ moralidad yla religiosidad. Ya cuando se habtó de que los ürü-viduos realizan?Fel ñn de Ia razóu, bube de indicar que el aspecto subjetivo deellos, su i:rterés, el lnterés de mrs necesidades e impulsos, de susopiniones y evidencias, aunque es ei lado formal, tiene, sin em-bargo, un derecho inflnito a ser satisfecho. Cuando hablamos de

un medio, nos lo represeutamos primeramente como algo extcrioraI fln, algo que no liene parte algr¡na eu 9l fln. Pero en realidad,aun ya las cosas naturales, inctuyendo Ios seres i:ranimados máscomunes que sorl usados como medios, han de ser de tal indoleque sirvan aI fn, ha.¡r de tener algo que les §ea común con eI fln.Los hombres no se comportan ilulca, en ese sentido completa-

-

mente exterior, como:riedios para el [n de la rcz6n'. A la vezque éste, y con ocasión de éste, satisfacen también los flnes desu'particularidad, ünes gue son disti:¡tos, por el contenido, delfln de la razón. Pero Do sólo esüo, sino que además Tnrtütpan enaquel fln de la razón y, precisamente por esto, son ñne§ gtr sf. Noson, pues, ñnes sóIo fomalmenle, como lo§ pere§.vi¡os-e¡r gene-ral, cuya vida individual, por su contenido, es algo s¡¡bordlnadoa la vida huma,na y usado legltimamente como medlo, sino que

son también tines en sf, de acuerdo cou el contenido de lo que

es el ñn. En esta detenninaciÓn está comprendido todo aquelloque no podemos menos de considerar ajeno a Ia categoría de -"- 1dio: la moralldad V la reügiosidact. El hombre es fn en si m.ismo,

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por lo divi:ro que hay en él; lo es por eso que h€nnos llamado des-de el principio la razón.y, porcuanto éstaes acttva en sÍ y deter-minante de sf misma, Ia liber.tad. Y decimos, §in poder entrar -'€n mayores desarrollo§, que la religiosidad y Ia mo¡alidad tieneuprecisamente aquÍ su terreno y su fuente Y, Por consiguiente, §onsuperiores por sÍ a la necesidad y a l¿ casualidad ex.terna. Perono ha de olvidarse que sólo hablamos aquf de moralidad y reli-giosidad, por cuanto existen en los individuos, y por consiguiente,por cuanto están entregadas a la libertad individual. En este sen-

tido, la debilidad, la ruina y perdición moral y religiosa, es de-bida a La ctilpa de los individuos misnos.

EI sello del alto destfuro absoluto del hombre es que sobe 1o que

es bueno y malo, que es suya la ooluntad del bien'o del fal; enuna palab¡a: que puede tener culpa no sólo del mal, sino tambiéndel bien, culpa no por es!o, nl tampoco por aguello, nl por todo1o que él es y es en é1, slno culpa por el bien y el mal inherente

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il.-Z..t os pcdbs d¿ la redizadón. d El oalor. dd ittdlitsid,w - 87

'. absoluto, inocente. Pero para evitar o rechazar todas las confu-

,, -siones qUe SUelen oCUrrir acelca de eStO (pOr ejemplo, qUe con esto

se rebaja y menosprecia eso que §e llama inocencia o sea la igno-

rancia misma del mal) se necesitarÍa rrna exposición exLensa, tan

extensa, que serÍa por fuerza un tratado completo sobre la li-berüad.

Mas para considerar eI destino que la virtud, la moralidad y

ia religiosidad tienen en la 'Iristoria, no necesitamos caer en laietania de las quejas de que a los buenos y piadosos les va fre-cuentemente o casi siempre mal en el mundo y en ca,rrbio a los

malos y perversos les va bien. Por ir bien suelen entendeJse mu-chas cosas, entre ellas la riqueza', el hono¡ externo y otras seme-jant¿s. Pero cuando se trabla de lo que es un fin existent¿ en sfy por sÍ, uo puede hacerse de semeja¡te hiena¡dauza, o malan-.da¡zá de estos o aquellos individuos, un factor del o¡den raclo-nal universal. Con más razón que Ia rnera dicha y circunstanciasdichosas de los individuos exigese del f¡ universal'que ios flnes

buenos, morales y justos hallen bajo éI y en éI su cumplimientoy s€guridad. Lo que hace a ios hombres moralment'e d'escontentos:--descont¿nto de que se envanecen--4s que §e refleren a ñnes más.generales por su contenido, y los tienen por lo justo y 1o bueno,especialmente hoy en día los ideales de instituciones polfticas; y

. el gusto de inventar ideales, dandose con ello alta satisfacción,. ,4o encuentra que eI presente corresponda a su§ pensa,rrientos,

.principios y axiomas. Los hombres oponen a la existencia la no-"ción de 1o que debe ser, de Io que es iusto en la cosa. Lo que de-ma¡rda aquÍ satisfacción no es el interés particular, ni la pasión,.sino La raz6n, el derecho, ia libertad. Y, armada de este tÍtulo,esta exigencia alza \a cabeza y no sólo se siente fácilmenüe des-

'.contenta del estado y los acontecimientos del mundo, sino que se

'subleva,coutra ellos. Para apreciar este sentimiento y estas con-' cepciones, habrfa que entrar en Ia investigación de dichas exigen-

piag dp esas evidencias y opiniones asertóricas. Nunca como hoyse han estabiecido tantos principios ni pensamientos tan genera-lep Bi. t4n llenos de pretensión sobre estos puntos. Si la historia

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siones e interes,es subjetivos, acogidos bajo el tftulo de esas altasautoridades. Estas exigencias, hechas en nombre de 1o señaladoeomo determinación de la razón, ñn a,bsoluto, libertad conscientede sí, valen pues por ello como flnes absolutos, llo misrno que lareligión y la moralidad.

Llegaremos en seguida al Estado, que ,es el obieto a que se

ref,eren esas exigencias. En 1o tocante a la degeneración, a,I me-noscabo y decadencia de ios flnes y estados religiosos y moralesen general, bastará con deeir-volver,emos posteriormente a unexamen más detallado de esto*que aquellos poderes espiritualesestán s n duda justiñcados absolutamente, pero que sus formas,su contenido y su desarrollo, hasta llegar a. la realidad, puedenser de naturaleza limitada, siendo Io interno y universal de ellosinf.nito, y eüe, por consiguiente, pueden estar en una relaciónnatural externa y sometida a Ia contingencia. Por esto son, bajoeste aspecto, también perecederos y están expuestos a la deca-dencia y al menoscabo. La religión y la moralidad, justamentepor ser esencias universales, tienen la propiedad de existir eu eIal¡na Índividual con arreglo a su concepto, o sea, verdaderamentc;aunque no hayan sido en ella empleadas por la educación y apli-cación a formas más desarrolladas. La religiosidad, Ia moralidadde una vida limitada-la de un pastor o un labrador-en su con-centrada intimidad, en $l limitación a pocas y muy simples re-Iaciones de Ia vida, tiene un valor inf,nito, el mismo valor que lareligiosidad y rnoralidad de un conocimiento desarrollado y deuna eÉstencia rica por Ia amplitud de sus relaciones y activida.des. Este ,centro interno, esta simple región del derecho a la Ii-bertad subjetiva, este hogar de ia voluntad, de la resolución y dela acción, ese contenido abstracto de la. conciencia moral, eso enque está encerrada la culpa y eI valor del individuo, su eternotribunal, pennanece intacto y sustraido aI estruendo de la his-toria universal; y no sólo de los cambios exteriores y temporales,sino también de aquellos que Ia absoluta necesidad del conceptomismo de libertad lleva ,consigo. P€ro en general hay que dejarsentado que 1o que en el mundo es legÍtimamente noble y mag-niflco, tiene algo superior sobre sÍ. El derecho del espíritu univer-sal está sobre todas las legitimidades parti,culares. Comparte és-tas, ¡rero sólo condicionalmente, por cuanto dichas legitimidadesforman parte del cont¿nido de1 espÍritu, aunque estan tambiénunidas al particularisrno.

L - ¡¡,'¡. Et ma,teriat d,e la real.,izocl.ón. ü El Estado-- $$.r ,,:'r',,1-'.

' t:',;. srto puede bastar por lo que se reñere a los meüos de que eI- espiritu universal se vale para Ia realización de su concepto. Es;: .tos medios, en sentido simple, abstracto, son la actividad de los,

sujetos, en los cuales €stá Ia razón coglo-§Ilj§eDcia-s:stancial.que es en sÍ, pero también como su fondo qu€, por de pronto, es

aún oscuro y está oculto para los sujetos. Pero ei tema se hacemás confuso y difÍcil cuando tomamos los individuos, no sola-mente como activos, no solamente con sus ñnes particulares, limi-tados a tal o cual individuo, sino más coneretamente con eI con-tenido determinado de su religión y moralidad, determinacionesque tienen parte en Ia razón, y por lo tanto, lambién en su abso-iuta justiflcaeión. La relación de un mero medio para un fln des-aparece entonces. Los puntos de vista capitales sobre la relacióndel f,n absoluto del espÍritu, han sido examinados brevemente.

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3. El material d,e la realizacíÓn

0,) Et Estaito.-El tercer punto es: ¿cuál es eI fln que ha de

ser realizad.o con estos rned.ios? O sea: ¿cuái es Ia conñguraciÓndel ñn en la realidal? Se ha habtado del rnedio; pero la realiza-ción 'de u-n fln subietivo y flnito ifnplica además el factor de unrnaterial gue tiene que existir o ser prod.ucido. La cuestiÓn es, por I*é4 - alq tanto:lEffir é¡ él mátéñál en que se veriflca el fln último de I

Ia razón?

[Los cambios de la vida histórica suponen algo en gue se pro-ducen. Ya hemos visto que se hacen mediante la voluntad subje-tiva. EI primer elem,ento vuelve a ser aquí, por tanto, eI sujetomismo, las necesidades del hornbre, Ia subietividad en general. Loracional adviene a la existencia en el material del saber y quererhumanos. Hemos considerado ya la voluntad subjetiva; hemos vis-to que tiene un ñn, que es la verdad de una realidad, precisamentepo¡ c-uanto es una gran pasión histórica. Como voluntad subjetivaen pasiones limitadas, es dependiente, y sólo puede saüisfacer susflnes particulares dentro de esta dependencia. Pero, como hemos

; ,,. . .4gppslrado, tiene también una vida sustancial, una realidad, con,t..ai¡". :.1*¡ ,r .

.''.' j :; la.que se mueve en lo esencial y que toma por fln de su existen-

.1., iiuitr,i¿199,,10,9o¡rirsal, es el orbe moral y, en su forma concreta, el

.]¡,,rr.i,':. ir.'clá. Ahota bien, eso esencial, la unidad de Ia voluntad subjetiva.+ ' *'t:i '. :' t- , ,to ln rrnivarcal ac aI nrlra maro l rr 6ñ cir fnmo ¡n¡¡rof-a oIJ, *d9,.1P,

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BO Füosofí¡¡ d,e la historia unioersal,.-In'tro¡tuccbn

Estada. Este es la realidad, en la cual eI inüviduo liene y goza

su libertad; pero por cuanto sabe, cree y quiere Io universal. ElEstado es, por tanto, e1 centro de ios restantes aspeclos concretos:derecho, arte, costumbres, comodidades de Ia vida. En el Estadcla libertad se hace objeti.va y se realiza positivarnente. Pero estono debe enüenderse en eI sentido de que Ia voluntad. subjetiva dei,individuo se realice y goce de sÍ misma mediante la voiuntad ge-

Jreral, siendo ésta un medio para aquélla. Ni tampoco es eI Estaciouna reunión de hombres, en 1a que la libertad de los individuostiene que estar limitada. Es concebir la libertad de un modo pu-tarnente negativo eI imaginarla como si los sujetos que viven jun-tos limitaran su libertad de tal forma que esa común limitación'*esa recÍproca molestia de todos, sóIo dejara a cada uno un pe-queño espacio €n que poder moverse. Al contrario, eI dertlcho, lamoralidad y eI Estado son la ú¡ica positiva reaiidad y satisfac--ción de ia libertad. EI capricho del individuo no es libertad. Laiibertad gue se limita es el albedrÍo referido a las necesidades ,

.particulares. /§glp*pn el*[s!1do- tiene el hombre .glls--tg_t-t91a3!§19ua1- roda

.educación se endereza a que el individuo no siga siendo algo sub-jetivo, sino que se haga objetivo en el Estado. Un individuo puede,

'sin duda, hacer del Estado su medio, para alcanzar esto o aquello;pero 1o verdadero es que cada uno quiera Ia cosa misrna, aban-donando 1o inesencial. EJ*!g$_rg.3qb"..p.r?"to_ es aI Estado. Sólo

§n_e§lg^-t-iggssU-psg4cja. Todo el valor que eI hombre tiene, todasu realidad espiritual, la tiene mediante eI Estado. La realidad es-piritual del hornbre ,consiste en que, como ser que sabe, sea paraél objetiva su esencia, esto es, 1o racional, tenga para é1 la razónuna existcncia objetiva e inmediata. Só1o así es el hombre unaconciencia; sólo así participa en Ia costurnbre, en la vida jurídicay moral del Estado. La verdad es Ia unidad. de la voluntad gene-ral y la voluntad subjetiva; y lp-rrg¡ygl§?L.esiá-sn.Jas.Jeyes delEstado,-e&--l-a-s-d-e;lerm¡naaiaqg§--pqiversales y racfo.nale§ -/

La voluntad subjetiva, la pasión, es el factor activo, e1 prin-eipio realizador; Ia idea es lo interno; el Estado es la vida moralrealizada. Pues el Estado es Ia unidad de Ia voluntad universal yesencial con la subjetiva; y esto es la moralidad. El individuo que-lvive en esta unidad, tiene una vida moral, tiene un valor, q"" i^

sólo consiste en esta sustancialidad. AntÍgona dice en la onra ae /

Sófoctes: los mandatos divinos no son de ayer ni de hoy, no; vi-

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II:.--3- Et mnterial d.e t¿ reüizoci,ón. a) El Estddn -_

91

|fren.sin.térrrrüro y nadic sabrfa decir de cuá¡do son. Las leyes de

,,;;Ja moralidad.no son conti:rgentes;.son 1o racional mismo. El ún

'Ce conserre en las acciones reales de los hoanbres y en §t¡§ iuten-

ciones¿,La exisüencia de este orbe moral es eI interés absoluto dela tazón; y en este ürterés de la razón se fr¡nda el derecho y elméñto de los héroes fi¡ndadores de los Eqtados, por imperfectos.que hayau sido. El Estado no existe para los,ñ:!eu§ de-los-*qlUde-á"oor. iodrÍa a* a-o eúl n" v-rg" "irá;A*o"

!o"sirs-in§tiümén.ió§.-"§iii émÉárg<i', ést? rehcióu de fln y medio uo ^ ¡d§*dqü-lfá-adffiáda, pues el Estado no es r¡na a,bstrzcción que !,ef L*r o,f*/¿,.r,ir -oponga a los cludadanos, si:to que ésto§ son elementos, en losl ñt,'nl-¡.,;-cuales, como en la vida orgánica, ningún mlembro es fn nimeüo.l"rflfffto divino de1 Estado es la ldea, tal como edste sobre,la !'7e¡g,t'.Lt/. W :' La esencia del Esüado es Ia v.ida'.mora1.rEgta condstc¡¡ln.la :. t,.

rmific¿ción de Ia volu:rüad genéral y:dg 1& voluntad gnbJetiv-a.*I¿ . ; . l " . r,

vol.untad es-acüvidad;" y,ésta, en la. volr¡ntad,subleüv¿¡ tiene.su .r'contrario enl,el mrmdo'exterlor. El'pftnciplo de Ia volu¡tad-'es.el ,- .

§€r por sf; perb esto impltca excluslón y flnihrü l¿,"a,fl¡nacióur

en eI pensa,:nlento, es falsa. Justa,mente es verdad. lo conJrario.Si se conclbe, en ca,mbio, la voh¡¡tad en la foma en que edsteesenclalmente y en si y por sf, deberá considerÉ¡sela como übrede la oposicióu al mrurdo exüerior, "y como algo completa,mo,tfr /r¡niversal en este a,specto. lgJghrglaÉ -es--ea!9g999-m*poder--Énsl.misma, la esencla dél podgl unlversal, de Ia naü¡laleza y del¿sTi?fff. Esta éffiCflEd[dtóñ§ñerarse*Gomo «el séñop-el Se:

.f9tg_eJ?*natura-Íeá i-i"t pgpigtu. Pero este süiéh, á1 s"ñor, "t,;§mñ6*átgó-qüé ¿xtsid tiénte1 otra cosa. E-r»der, como poder

i -a,bsolrrto, no es, en_camlio, .§e-qo-r*§glr9. otra- cñEFñdseño'f sobrá-l'.ffi Cn si mlsrró;ñisonatidad. Esta refledón so-

ffi-ffi renóíá-a §f l-6§-iid' -§ai.' EI poder, refleJ ado. ile

-b.qg;m'odo sobre si misnq es inmediata realidad. Esta, empero, es

- . saber, y más concretamente, es el que sabe; y éste es el individuoomc€.ploo\rmano. El esDÍritrt universal existe esencialmente co¡go cnn¡ien-

-.. '. ta eia humana El hombre es esta existencia, este «ser por sÍ» del

it- conocimiento. El espfritu que se sabe a si mismo, que existe para:lt:i ,. sf como sujeto, consisüe en realizarse como algo inmediato, como;, 1;r; --, algo'que es; y,entonces es la conciencia humana.

híffi.+d+:i.",";.'1'*,,.Et hábito de obrar seg;rin una voluntad. universal y proponerse" Ylt ,,

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-f4osoÍte-ibla|h.tffia'tlu,tloersolú5J trl\ c@#¡i!r,"--..'. -.. . . .,,::,i,.-.,:.-:. r::j.-1it,r{.43),q¡,i.r"'. .- .'-'<

por ñn un fln universal, es lo que prevalec€ en.el Estado. Aun ellel Estado rudimentarlo hay su:nisión de una voluntad ¿ ofra. Peroesto no signifca que eI ¡rdividuo no tienga por "§f una vohrDtad'slno que no es válida su voluntad particular. Log caprictro§ y losgustos no tienen validez. Ya en dicho estado polfl-tco grosero se

r€nuncia a la voluntad particular; y la voluntad universal es loesencial. Atrora bien, la voluntad particular, aI ser a§f reprimida,se vuelve hacia sÍ mis¡na. Este es el primer momento necesarlo'para la e:d.stencia de Io universal, eI elemento .del saber, del pen-samiento, que aparece aquf en el Estado. El arüe y la reiigiÓn sÓlo

pueden existir en este tcrreno, es declt, en el Estado. I,os pueblosque uosotros conslderamos son los que se han organizado racio-nalnente. En la lristoria r¡niversal sólo puede hablatse de los pue-blos que forma¡r r¡¡r Estado. No debémos flguramos que un Esladopueda surgir en una tsla desierta, en la soledad.'Todos los gran-des hombres se han fonnado, sfur duda, en" eI aisla,mlento;. perosólo por cuanto elaboraba¡r para sl lo que el "Estádo;l.habfa,creadoya. tr,o universal no debe ser simplemente:el 'té*ltts..&.qu9, eI.individuo se reflere; debe ser rma realida{ y."corro.tal^edster.enel Estado. Es lo que üe¡re validez. ta i¡rterioridad es aquf a Iavez realidad. Sln duda la reaüdad es multipücid¿d ex.tenra; peroaqulestá comprendidA en universalid.g.

{l* i"dgq -_qprye^_rg.*je úIa,g}figs!¡-egjl Estad{. Respecto aI tér-mino de ienoñiio-;'ffiestasióq ;§ ité-EÑá*ir que no tieneaquÍ el misuro significado que en su representaalÓn habitual. Enésta separamos la fuerza y la manifestación, como sl aquélla fueselo esencial y ésta Io i¡resencial y extenro. Pero en Ia categorfa dela fuerza no hay anin una detenninación conereta. En ca,mbio'donde está eI eEfritu, el concepto concreto, Ia ,manifestaciónmisma es lo esencial. El distintivo del espirltu es su acto, su ac-tuosidad. El hombre es su acüo, es Ia serie de sus actos, es aquellopara lo cual se ha hecho. Et espfritu e§, por tanto, esencl¿lmenteenergía, y en é1 no se puede hacer abstracción d" l, manlfesta-ción. La manifestación del esplrltu es $r detenni¡raciÓn; y éstees eI elemento de su naturaleza concreta. El espÍrltu que no se

determüra es tura abstracción del iutelecto. La rnanlfestaclón delespfrltu es su autodet¿nni:ración; y esta ura¡lfestaclón hemos deconsiderarla baJo Ia fonrra de Estados e ürüviduosJ: 'r¡' ,--.

'Llama¡nos Estado at individuo espirltual, al pueblo, por cua4toeffi¿r,a¡io-a:rmhaó órÉ-ñiñ;Éstlffi"o-:.- ---.i-.-+-.

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_,f.__J. Et mf,,ttriü ite. l.a realizaciótt ú, Él Estado,-# g8.,,1 ., ,":,*¡:1,:,,;¡1,,:;

ñi¡aciOn se halla expuesta a la ambigüedad, porque con las pala-brás Estado y derecho del Estado, designa^lnos habitual¡nente sóIoel sector polÍtico,. a diferencia de 1¿ religión, la ciencia y el ¿rte.Pero aquf se toma el Estado en un senüdo más amplio, ta1 comousamos también la ex¡lresión de reino, cuando designarnos Ia ma-nifesta'ción de 1o espiritual. Concebirnos, pue§, un pueblo comoun individuo espiritual y no subrayamos en él principalrnente elaspe.cto exterior, sino que destacamos eso que hemos llarrado es-pÍritu del pueblo, esto es, la autoconciencia de su verdad y de suesencia y lo que para él mismo es la verdad en general, las poten-cias espÍrituales que viven en ese pueblo y io gobiernan. f,o;llgi:ve-rpal que se destaca y se hace consciente en pl Estado, Ta Jormn

!"1ie,l+"-c.Jl3t-59.pro$ygg g}qgto existe, e§-o-e§ lq-Que.9on§.Il$y*q.la,cultura de una nación. Pero el conttentd,o determinado que recibeirsta fonna de universalidad y que está encerrado en la realldadL t- ñ1,r'. ^-eonc¡eta del Estado, es €I esplrttu mivno d,et prcbto. Et.Estado l{o**[ffi¡ealse halla anlmado por ese esplritq en todos srs asuntos par- {:

ticulares: guerras, tnstituclones, etc. Este contenido esl¡irltual.es- :íitiló y sólirlo; bstá'entera¡nente sustralclo al arbltrio, a la§Qarüicu-, -

"-'- ' -1§

laridades, a los caprithos, a Ia inttividualidad, a Ia conüingencla. ' :Io:€ntregado a estas fuetzas no eonstltuye en nada la ¡aturaleza '' ':del pueblo; €s como el polvo que flota y se cierne sobre una clu-dad o un carnpo, pero sin afectarle esencialmente. Ese contenidoespiritual constituye Ia eseucia del individuo, como consüituye tlespfritu del pueblo. Es eI Iazo sagrado que une los hombres, los'espfrltus (1). Toda dicha prlvada y todo arbitrio privado dependede upa y la misana vida, de un mismo gran objeto, de un mis¡nogran fi:r, de r¡n mismo gra¡r conteuido.

ELE_sBdo_ 9§, por 19_l?l!o-,.'.91 obieto inmediato de la historiauniversal En el Estadó-átcaniá

'Ia libertñE']ü-o¡íéuvidad y vivéffiEüoce de esta objetividad. Pues Ia ley es la objetividad. del es-p¡ritu y la voluntad en su verdad; y sólo la voluntad que obedecea la ley es Iibre, pues se obedece a sÍ misma y permanece én simisma, y €s, por tanto, libre. Por cuanto e1 Estado, la patria, esuna comunidad de existencia; por cuanto la voluntad subjetivedpl hombre se somete .a las leyes, desaparece la oposición entrela'libertad y la necesidad. Necesario es lo racional, como sustan-

il.:i'nlj.!i'.'{:.,'.'ii::*,t :'

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xÍ'.,,.-,94 *---------t'¡lto§otta de la htstoria, u¡1"h)ersal.-Introd'ucción

cia; y somos libres por cuanto lo reconocemos como iey y Io se-guimos como sustancia de nuestra propia esencia. La voiuntadobjetiva y la subjetiva se reconcilian asÍ y constituyen uno y elmisrno todo imperturbable. Pues la moralidad del Estado no es laintelectual, la refleja, en que domina la propia convicción; éstaes más asequible aI mundo modenxo, mientras la verdadera y an-tigu¿ radica en que cada cual se atenga a su deber. Un ciudadanoateniense hacÍa por instinto, ügámoslo asi, lo que Ie correspon-dÍa. Pero si reflexiono sobre eI objeto de mi acto, he de tenerconciencia de que mi voiuntad debe cooperar. La moralidad es,

empero, el deber, eI derecho sustancial, 1a segunda naturaleza,como se Ia lra llamado con razón, pues ,Ia primera naturaleza delhombre es su ser inmediato y animal.l

tl,

b) El estodo de derecho.---Queda indicada la naturaleza delEstado. A la vez hemos recordado que en las teorÍas de nuestrotiempo hay sobre esto diversos errores en curso, que pasan porverdades fehacientes y se han convertido en prejuicios. §ólo al-gunos indicaremos; aqué[os principalmente que están en relacióncon eI fin de nuestra historia.

EI primero que encontramos es ia negación directa de nuestroconcepto, según ei cual eI Estado es la realización de la libertad;o sea, la tesis de que el hombre es libre por naturaleza, pero seve obligado a limitar esta libertad natural en la sociedad y enel Estado, en que entra a la vez nec.esariamente. Es totalmenteexacto que el hombre es iibre por naturaleza, en el sentido deque io es con arreglo a su concepto, y, precisamente por ello, conarreglo a su naturaleza propia, esto es, en sí,' Ia naturaleza de unobjeto significa, sin duda, tanto como su concepto. Pero tambiénse entiende por naturaleza (y se sobreentiende en aquella tesis)el modo de ser el hombre en su existencia puramente natural e in-mediata. En este sentldo se admite un estado de naturaleza, eneI cual se representa al hombre como poseedor de sus derechosnaturales, en eI ilimitado ejercicio y goce de su libertad. Est¿hipótesis no pretende precisamente tener valor histórico; si sequisiera tomar en serio, fuera dificil probar que semejanüe estadoexiste en los tiempos presentes o ha existido en alguna parte enel pasado. Se puede probar, sin dud.a, que existen estados de sal-vajismo; pero se presentan unidos a las paslones de la crueldarly la violencia, y ligados además, por primitivos que sean, con ins-

tituciones sociales de las que se üce que limitan la libertad. Estahip.ótesis es uno de esos productos nebulosos que la teoria engen-dra, una representación que fluye necesariamente de la teorla ya la cual se presta existencia, sin poder justificarla histórieamente.

[Se suele comenzar la historia con un estado de naturaleza, eL

estado de Ia inocencia. Según nuestro concepto del espíritu, estsprimer estado del espÍritu €s un estado sin iibettad, en que eIespÍritu como tal no es real. La otra t¿sis tiene por base un equf-voco. Si la palabra naturaleza desig¡ra la esencia, el coneepto deuna cosa, entonces el estado de naturaleza, el derecho natural esel estado y el derocho que corresponden aI hombre con arregloa su concepto, con arreglo al concepto del espiritu. Pero no eslÍcito confundir esto con lo que es eI espÍritu en su estado na-tural. Este es el estado donde falta la libertad e impera la int'ri-ción sensible: exeundum est statu natura.e (Spinoza).Por eso noempezaremos con las tradiciones que se refieren al estado pri-mitivo de la huma¡idad, como, por ejemplo, las mosaicas, sinoque las tomaremos en el momento en gue se cumple la profecfacontenida en ellas. Sólo entonses tienen existencia histórica; an*tes no estaban recogidas todavÍa en la cultura de los pueblos.l

El estado de naturaleza es, en su concepto, igual aI que encon-tramos empÍricamente en Ia exist¿ncia. La libertad como ideali-dad de 1o inmediato y natural no es inmediata ni natural, sino,que necesita ser adquirida y ganada mediante una discipli:¡a in-finita del saber y del querer. Por Io cual, eI estado de naturalezaes más bien el estado de la injusticia, de la violencia, del impulsonatural desatado, de los hechos y los sentimientos inhumanos.IIay, sin duda, una limitación, debida a la sociedad y al Estado;pero es una limitación de esos obtusos sentimientos y rudos im-pulsos, ,como también del capricho reflexivo y de las necesidadesque proceden de Ia educación, del capricho y de la pasión. Estalimitación desaparece cuando surge Ia conciencia y Ia volunladde la tibertad, tal como ésta es verdaderament€, o sea, racional-mente y según su concepto. Con arreglo a este concepto, perte-necen a la libertad et derecho y la moralidad, y éstos son en si yPor si esencias, objetos y fines universales, que deben ser hallados.pór h actiüdad del pensamlento, eI cual se üstingue d.e la sen-sibilidad y se desarrolla frente a la sensibilidatt. Y el pensamientolos incorpora ante todo a Ia voiunlad sensible, eD, contra de estamisma voluntad. Este es el eterno eguÍvoco: conocemos la libertad

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. . .. ¡ :

a,

96 raosoin d¿ lA-historia, uxli»ersal.-Introdatcaión

sólo en el sentido formal y subjetivo, haciendo abstracción de esossus objetos y fines esenciales; asÍ el impulso, el apetito y la pa-sión--que sólo constituyen un contenido propio del individuo par-ticular, como tal-, asÍ el arbitrio y el capricho se ionfunden conla libertad, y su limitación con una limitación de la libertad. Pero.semejantes limitaciones son más bien, sin embargo, las condi-ciones de donde surge la liberación; y la sociedad y el Estadoson más bien situaciones en que la libertad se realiza.

En segundo término hay que mencionar otra representación'que se opone a que eI derecho se desarrolle en forma legai. EI es-tado patriarcal es considerado, en conjunto, o, por lo menos enalgunos de sus aspectos, como la relaeión en que el elementomoral y afectivo encuéntra su satisfacción al mismo tiempo queel jurÍdico, y €D que la justicia misma se ejerce verdaderarnenteen unión de aquel elemento moral, y con arreglo a su contenido.El estado patriarcal tiene por base la relación familiar, que ex-.presa la primitiva moralidad. La del Estado es Ia segunda, cons-cientemente desarrollada. La relación patriarrcal es una sltuación'de tránsito, en que ta familia ha prosperado, hasta convertirse errtribu o pueblo y eI vÍnculo ha cesado rle ser de amor y de con-tianza para convertirse en una relació¡ d,e seruicío. Hay que refe-rirse ante todo a Ia moraiidad lamiliar. La familia es una p€rso-na; sus miembros, o han enajenado reciprocamente su personali-dad y por tanto también Ia relación jurÍdica y demás interesesparti,culares y egoismos (los padres), o todavia no la han adqui-rido (los hijos, que s€ hallan aún en el estado de naüuralezaindicado antes). Constituyen, por tanto, una unidad de senti,mien-to, de amor, de confianza y de fe recíprocas. En el amor et indi-viduo tiene la conciencia de sÍ en 1¿ conciencia del otro; hase,enajenado y con esta recÍproca enajenación ha adquirido aI otrocomo se ha adquirido a sÍ mismo, forrnando uno con el otro. Losdemás intereses, las necesidades, los negocios externos de Ia vida,así como 1a perfeceión interior de ellos mismos, en atención a loshijos, ,constituy,en un fin común. EI espÍritu de la familia, lospenates, son un ente tan sustancial como el espÍritu de un puebloen el Estado; y la moralidad no consiste, en ninguno de los casos,en el sentimiento, la conciencia y la voluntad de la personaüdady los int€reses inüviduales. Pero esta unidad es en Ia familiaesencialmente una unidad sentimental, que permanece dentro dela naturaleza. El Estado debe' respetar surnamente el amor a la

familia; gracias a la familia tiene por miembros indlyiduos quer son morales por sÍ (pues como personas.no Io son) y que aDorian'l ál-Estado el sólido funda:nento de sentirse unos corl un todq. pero

Ia ampliación de la familia hasta fomar una comunidad patriar-cal rebasa el Tazo de Ia consanguinidad, et aspecto naturai delfundamento; y más ailá de éste los individuos entran necesaria-ment¿ en el estado de la personalidad.'

Considerar eI estado patriarcal en toda su ampliiud nos lleva.ria, entre otras cosas, a examinar la forrna de la teocracia. Elcabeza de Ia tribu patriarcal es también su sacerdote. Guando lafamilia no está separada todavÍa de la sociedad y del Estado, Iaseparación de la religión y la familia no se ha verificado todavía.;tanto menos cuanto que la propia piedad familia¡ es una intimi-dad del sentimiento. [Sin duda hay en el mundo semeJantes st-tuaciones; y también hay Estados que surgen en parte de la uniónde familias. La familia es tanrbién un todo moral. pero aquf elespÍritu existe en el modo del amor. También cada mlembro dela familia se sabe miembro del todo y no trabaja egofstaméntepara sf, sino pam la familia ent¿ra. Pero el espÍritu del Estad.o esdistinto de esta moralidad, es distinto del espÍritu de los penatesNo eb el espiritu en Ia forma del amor, del sentimiento, sino dela conciencia del querer y del saber. El Estado considera Io unl-versal corno un m.undo natural. Las costumbres aparecen comor¡n mbdo inmediato de la existencia mora!. Pero un Estado lm-plica leyes y esto sigxiflca que las cosüumbres no existen mera-mente en la for:rra inmediata, sino como algo conocid.o, en lafonna de lo universal. Lo espiritual del Estado consiste en que

fn éI es conocido 1o universal. El individuo ooe-dece a las leyes ysabe gue tiene su libertad en esta obediencia; obed.ece, en efecto,i pn ellas a su propia voluntad. De este modo e$stc aqui una uni-" dad querida y conocida. En eI Estado, por tanto, los individurson independ.ientes, pues son sujetos que saben, esto es, conir",ponen su yo a lo universat. En Ia familia esta independencia aoexiste; es un impulso natural el que tiga a sus miembros. Sólo en

¡,;., "ÉL-Éstado exisüen con refiexión sobre sf mlsmos. Ea el Estado,",,§!lfge.esta separación: que lo obJetivo para los lndlviduos queda' -cgntrapuesto a ellos y ellos obtienen en camblo su tndependencla.

EI momento de -Ia'¡acionalidad conslste en que el Estado es algo- concreto en sf.

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FilosoÍla'de la'J,i'8túi,'untoe¡s,I,'-Itttl rcclán ---

e) EL Estad,o g la rctigiÓn-flay que considt'?I *I detalla-

dament¿ las ult¿riores Aetel:¡ninaciones del espirttu del pueblo;

cóario se diferencia en si y ra manifesüación, esenciaimente nece-

saria, en que er espiitu precisarnent¿ se actualiza y §e determina

a si mismo y medú;; ti cuat es espÍritu en general' A1 hablar de

un pueblo, hemos a. "*po""' las potencias en que su espiriüu se

parüiculariza. Eslaspotencias particulares son Ia religiÓn' Ia co¡rs-

üituclón, et sistemalr,'iAi"o con eI derecho clvil' [a industria' el

arte y la ciencia, ei aspecto mililar' et la'do de Ia valeutÍa' me-

diante todo io cu*i cu¿u pueblo se distingue de los demás' El ca-

ráctergeneraldenuestrasconsideracionesseinteresapri:rcipal-mente por la reracián de estos distintos factores. Todos los as¡»ec-

tos que aparecea en la hiptoria de u¡ pueblo es!án en t'-Ti:estrecha relaclÓn. La historia de un pueblo no es otra cosa que la

expresiÓn AA concepto gue el espirihr tiene de sf en las distintas

esf€ras en las @aies ei espÍritu. se viert¿. Esto significa que su

Estado, su religiJn,'su arte, su derecho' su relación'con otras

naclgtres, todo esto, son las esferas en que se reallza el concepto

que el espfritu tlene de s1 misÚIoison las esferas en que eI esl¡Í-

ritu llega a verse' a conocerse como un mundo presente' a tenerse

a,nte sf; como eI artista obedece ar impurso de poner su esencla

a¡te si y de gozarse a sÍ misuto "o to 9bt?; ,llt-}oductos

del

espiritu del pueblo comprenden, como queda ü'cho' su reüglón' et-

cétera; pro "o*f'"oduo,

adeurás' sus destinos mismos y sus tre-

chos, los cuales no son otra cosa que ra exl¡resión de ést¿ su

concepto. La rerigión de un pueblo, sus reyes, su moratidad, el

estado de las "i""'cilt,

de las art'es' de las relaciones iuúdicas' sus

restantes aptitudes, su industria' la satisfacciÓn de sus necesida-

des fisicas, todos sus destinos y su§ rela'ciones de paz y guerra

con su§ veclno§, tod'o esto se halla en la más Ínttma relación' Est'e

es un pnnto ¿" oiri" qre Montesquieu sirrgttlanfiente ha afirmado

y tratado de desarrollar y exponer con gran talento' Es muy im-

portante "o -r"t

o, *oiidor. Asf, por á¡emplo' la religiÓn india

es incompatlUfu con la libertad espiritual de los europeos; y cons-

tituciones polÍticas que est¿n con frecuencia muy aleJadas unas

de otras, resuttan incompatibles con otra reliBión' :=:T' por otra

parte, es éste ;;tt"t,io mu-v trillado' Habituaünente úsanse

gian cantiaa¿ ¿e i"p'"'ióo"' de este modo' ltena¡do bon ellas

;.a[,n;t y iinro, enteros, $n un contenldo real' {}Y pueblos en

los cuale§ *""**-uJ"t'se encuentran en un alto grado 'de per-

,d, como los chinos y los indios. Aquéllos inventaron la pól-

vói¿;..pero no supieron .usarla. Entre éstos la poesia ha producidofló'rbs nagufficas, sin que lrayan progresado el arte, la libertad,¿f¡€fherecno. Mas sl se Juzgara superficialmente, por dichas pro-ducclones, que su cultura debió ser igual en todos sus aspectos,se verÍa cuán mal entendido puede ser aquel principio. Lo que

importa es determinar gué relación existe realnente. Pero no se

h¿ atendido, sin embargo, & esto, como si las distintas esferas se

limitaran a estar en general relación entre si. Ahora bien, esasesferas se basan en un prlncipio, están determinadas por azl espÍ-ritt¡ que las llena todas. Este ,principio de un pueblo es su co¿-eiencíd d¿ sl mis¡no,' es la fuerza que actúa en los destinos de lospueblos. Los aspectos de Ia cultura de un pueblo son las relaclonesdel:cspíritu consigo mlsmo. El espfritu da forma a los pueblos;y,.sólo conociéndolo podemos conocer estas relaciones. Lo susüan-ciá1¿et espÍritu de un pueblo debe considerarse como llermes, gueguialas-almas a los infienros; ps €l guía y conductor de todos losiuii¡iduos del pueblo. nsle es el conteuido de la representacióu¡¡rfulii;le.gdal es [mportante tener ante si a los ind,ividuos.l.- . '.

las montañas, el aire y las aguas, esto es, la comarca, la patria.' la historia de este Estado, sus hechos y los hechos de sus ante-.. pdsados son suyos, viven en su memoria, han producido Io que

r',"- actualmente existe, le pertenecen. Todo es su posesión, lo misrno

., Qúe todo es poseído por é1, pues constituye su sustancia, $r ser.

". §ti'representación está ocupad.a por todo ello, y su voluntad es

,:;i, la voluntad de estas leyes y de esta patria. Si se Ie pregunta a

|.' un'tnglés [dirá de sí y de sus conciudadanos que son hoy dueños, de'.-la§ Ind.ias orientales y del océano, que poseen el comerrio:'-' miindlal, que üienen un parlamento y tribunales jurados, etc. Es-

." ,. toS itiecüo§ constituyen eI sentimiento que el pueblo tiene de sÍ.1' Este-conlunto espiritual eí un enüe, €s el espírtúu, de un pueblo.1. §iendo espiritual y comprendiendo todas esas determinaciones en

.:,, ....:. una esencia simple, ha de fijarse ésta necesariarnente como und,

r¡..Dotbncia,.iomo un eatn. Atenas, por ejemplo, tiene la doble sig-:Pl-LlceciOnr¡de.'ser la ciudad misma, en su totalidad, y la diosa

bl pspiülu de esta totalidad. Los individuos le pertenecen.

99

;.ttu¿ivi¿uo es hilo de su pueblo y a 1a vez-por cuanto eI

I

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lOO -:-- Fttosofia [email protected]@-1tc'-----

Estado se halla en evolución-b$o de su lleEpo. Nada qued¿ lrasé1, ni salta por encima de éI. Esta esencia espiri.üual es la suya;

él es un representante de ella, procede de ella y en ella reslde:

[Ella constituye Ia objetivida.d en cadg individuo; todo 1o demás

es forrnal.lEste espíritu de uu pueblo es un espÍritu deter¡ninn'd'o y, como

acabarnos éq decir, cteter¡ni:rado también por la fase histÓrica de

su evolución. Estg espiritu constltuye Ia base y el contenido oe

ias otras formas de Ia conciencia, ya indicadas' [Pues eI espfrltu'en su conciencia de sf mlsmo, es necesariamente obietivo para sÍ;y la objetividad impüca inmediaüamente la apariciÓn de dife¡en-cias, que constituyen la totalidad de las distintas esferas del es-

pÍritu objetivo, tal como el alma sÓlo existc en cuanto sistema de

sus miembros, que la producen reuniéndose eD su uuidad $:nple.lEl espfritu es u;na individuaüdad que es teprese¡rtada, venerada'y gozada €n su esencialidad, como esencia, como Dlos, ea lt rell-giüt; qrc es expuesta como f'magen'e intuiciÓn, eL ?).Mte;J que

es concebid& y conocida 'pol el pensa.mienlo'' en .fa ff,wCIÍíf,', -l*originaria identidad. rde §¡ sustancla y de su'contentdo y obteto

hace que §us torrra¿iones estén.en lnseparable r¡nidad con el'es-pfritu del Estado. Est¿ forma del Estado sólo puede coexistir con

esf¿ religión; y 10 mls¡no esta filosoffa y este alte, e¡ este Estado.

Esta observación es sobremanera importante, vista la locura

de nuestros tiempos, que quieren inventar y desarrollar constitu-clones politicas independientemente de la religión. La reügfón

eató}ica,'aunque unida dentro del cristiani§mo con la proüestante,

no admite ta Justlcia y moraüdad i:rtemas del Estado, que rest-den en ta intimidad del principio protestante. Aquella separación

respecto del derecho polÍlico, de Ia constltuciÓn, es necesaria en

la peculiaiidad'de la religiÓn catóIica, que no reconoce la exls-tencia en sÍ, la sustancialidad det derecho y de la moraiidad. se-parados así de Ia intimidad, del rlltimo santuario de la conciencla,

det tranqúlo lugar donde la religiÓn tlene su sede, los princlpiose instituciones iuridicopolftlcos no llegan a un centro real y per-rnanecen en la abstracción y Ia imprecisiÓn.

[Ilemos ex¡luesto los dos momentos: el primero, la idea de Iallbertad como absoluto ftn rllüimo; el segundo, el medio de que

se vale, e] lado subjetivo del saber y del querer, con su vfda, su

movimiento y su actividad. flemos visto que el Estado es g! orbemoral y la reaüdad d.e la libertad, Y, por tanto, la unidad objetiva

'''' '"¡/,-3. d El Estad,o g lto relTglón-' :' r1¡['.":':, -;

hc estos dos rnomentos. Aunque consideramos separadamente am-,.,'bos"factores, es de adverüir que se relacionan estrechamente y que

éste lnexo reside en cada uno de los dos, cuando los estudiamosáisladamente. Hemos conocido la idea, por un lado, en su d.eter-'mi::ación como 1a libertad que se conoce y se quiere a si misma,que se tiene a si sola por fin: esto es a, La vez el simple concepto

,dé la tazón y también eso que hemos llamado suJeto, Ia concien-cia de sÍ mismo, el espÍritu exlstente en el mundo. Si consideramosahora, por otro lado, la subjetividad, encontramos que el saber yguerer subjetivo es el pensamiento. Pero por cuanto ml saber y miquerer son actos de pensamiento, tienen por objeto el objeto uni-

'versal, lo susta¡rcial de lo en si y por sÍ racional. Vemos, por lotanto, una unión etr sÍ, entre el factor objetivo, el concepto y éllact¡: suibJetivo. La existencia objetiva de esta rmión es et Estado;el cual es, por consigufente, la base y el centro de los demás fa¿to-res concretos de üa vida del pueblo: derecho, costr¡mbres, rellgión,ciencia.- Toda actividad espiritual tiene por rlnico fln e-t ha¿erse

- óonscienüe de esta unióo, esüo es, de su libertad. Entre las for:nasde esta nnión consciente hállase la retigión a la cabeza. En ellael espfritu existente, el espfritu terréstre, llega a la conciencia delespÍritu absoluto; y en esta conciencia del ser existente en sf ypor sf, renuncia la voluntad del hombre a'su interés particular,ponléndolo a un lado, en la piedad, en la cual ya no puede trata*se de nada particular. El hombre expresa, mediante el saerificio,que'se despoja de su propiedad, de su voluntad, de sus sentimien-tos particulares. La concentración religiosa del alma aparece comoun sentimieuto; pero, sin embargo, pasa a la reflexión. El culüoes una exteriorización de la reflexión. La segunda fonna de launión de 1o objetivo con Io subjetivo es el arte;el cual entra másen la realidad y la sensibitidad que ta religión. En su actitud más9igaa, el arte debe representar, no sin duda el espÍritu d.e Dios, pefosf la fonna de Dios, lo divino y lo espiritual en general. Lo divinodebe hacerse intuitivo rnediante eI arte, que lo presenla a la fanta-sfa y a la intuición. Pero lo verdadero no llega sólo a la ,representa-cióú y al sentimiento, como en Ia religión; ni tampoco sólo a Ia in-tuttiÓn, como en el arte, sino también al espÍritu ¡rensante, rnedian-t¿ito cual obtenemos -la lerrcera forma oe ra union ,'ra fitoiofta. Est¿es,'¡ror 1o lanto, la forrma slprema, la más libre y üa más sabia.l'ir:E1riionténid.o der Estado

""¡.t" en sÍ y por sí; es el espfritu der'prieblo.:¡i rstádo real está ;;il";; por este espiritu. pero en el

:ill, ,'ü.xi

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llgl ¿- Fitosofto d¿ ta l¿istorio'utt!»qtsü¡-'$tl tuíón ---:.,

Estado real hay det¿rminado§ intere§es, distiutos negocios, gue-

rras, instituclones, etc.'§in embargo, el hombre no ha de §aber

meramente de estos intereses, sino de sÍ mismo en ellos, y ha de

alcar¡zar la conciencia expresa de Ia unidad con el espfritu uni-versal, que existe originariamente. El espfritu real de esta con-

ciencia, eI centro de este saber, es la religió¿. Esta es el primer

rnodo de |a autoconciencia; es Ia conciencia espirituai del espÍriüu

nacionat mismo, del espÍritu uuiversal, exisüente en sÍ y por si,pero determinado en el espiritu de un pueblo; es la conciencia de

1o verdad.ero, en su forma rnás pura e integra. Lo demás, que se

considera como verdadero,, vale para mÍ, por cuanto es conforme

a su principio en Ia religiÓn. La religión, la'representaciÓn de

Dios, constituye por ta¡to el limite universal, et fundarnento del

puebto. La religión es el lugar en donde un pueblo se da la defini-ción de lo que tiene por verdadero. La definiciÓn'de un objeto,

de una ley, contiene todo 1o que'pertenece'-en si aI objeto, según

su esencia; es Ia totalid.ad del obieto, §u naturaleza, reducida'auna simple detenninación intelectual, con'la cual se ¡nrede+df-cese-erplicar lo partieular, de suerte,que ella constittrye el.almade tod.o lo particular. Asi de las leyes del movimienüo de'los cuer-pos celestes i:oferi¡nos todas:sus posiciones partlculares' ' ' ''

La religión es la conciencia que un pueblo tiene de lo que e§,

de Ia esencia de 1o supremo. Este saber es la esencia universal.

Tal como un pueblo se repre§enüa a Dios, asi se representa su

relación con Dios, o asÍ se representa a si mls¡no; la religión es

el concepto que el pueblo tiene de sl mismo. Un pueblo que con-

sidera como su Dios la naturaleza, ,rLo puede ser un pueblo libre;só1o cuando considera a Dios como un espfritu que e§tá sobre lanaturaleza, tórnase é1 misno espÍritu y libre. Al considerar la re-

ligión espiritual, impoqta saber si §€ conoce Ia verdad, Ia idea,

sólo en su separaciÓn, o eu su verdadera unidad. Eo su separa-

ción, esto es: Dios como supremo ser abslra¿to, señor del cielo y

de Ia üierra, que -reside allá arriba, m᧠allá de todo, y del cualla realidad humana está excluida. En su unidad, esüo es: Dios

comounidaddelouniversalYloparticular,porcua¡rtoeIIél.esintuidopositivamentetambiénloparüicular'eDlaideadelahu-.ma¡rtzación.. La idea divina i¡nplica eI ser de la unidad, de la uni-versalid.ad deI espfútu y de la conciencia real; dfcese en ella que

Jo fi:rito lstá unldo con lo infinito' La i¡rfinitucl del entendtmiento

¡eina cuando ambos están sepprados. En Ia refigión cristia.na, }a

:; - ¡r.-J. d EtEsto'itoy:areligi.ón

ffiE¿i,¿ivinr se ha revelado como la unidad de las naturalezas di'iiou y hurnana. Esta es Ia verdadera idea de 1a religión. A ella

i lrertenece el culto, que no consiste en otra cosa sino en que la

:'. i :.:' cónciencia individual se procura su unidad con lo dlvino. La inte-" Iigencia rnoderna ha hecho de Dios una abstracciÓn, algo más

allá de la conciencia humana, un muro desnudo y férreo sobre el

cual el hombre se rompe La'eabeza. Pero las ideas de Ia razón son

. enteramente distintas de las abstracciones de ia inteligencia.El objeto de ta religiÓn es Io verdadero, la unidad de 1o sub-

jetivo.y lo obietivo. En la religiÓn positiva, !o absoluto vuelve em-pero frecuentemente a s€parars€ de Io f,nito, incluso alli dondeya es acaso llamado espíritu; pero entonces resulta un nombrevacÍo. AsÍ sucede entre los judÍos, entre los mahometanos y en Iaactual reilgión de ia inteligencia, gue se ha convertido, en este

. respecto, a la represenüación turca. Este universal abstracto pue-de sin duda representarse de un modo elemental, como mera obra

' 'de la naturaleza, T)or ejemplo, como fuego. Pero puede represen-

, ' tarse tarnbién como un unlVersal espiritual; así los iuüos. Si eI.ii;^- .

.-. ..?¡,=.: ' . jhombre se representa 1o universal colrio Ia naüuraleza, tenemos

#J.. -. lel pantefsmo. Pero en éste no hay contenido. Dios, eI §ujeto, de§-

ffi*Li - - \spprece, porque ya uo se distingue. Et otro modo es la unidad de

ffiÉ'r:" "' bibs y det mundo. A éste perüenecen la encarnación entre los ü-,1ü. ,t dios, el arte griego y, €n un sentido mucho más puro, la religión

crlsüana, donde Ia unidad de las naturalezas divina y huma.na se

. rúanifiesta en Cristo. Esta es una encarnaciÓn que'no está ex-¡i'.. puesta de un modo antropomórfico e indigno de Ia Divinidad, sino

' -de,ial sue¡te que conduce a Ia verdadera idea de Dios. '

,ii';i ,;:* En la filosofÍa de la reiigión debe señalarse además el desarro-i., , , llo de la conciencia religiosa sob¡e Io que €s Ia esencia del espÍritu.:í1I

,A:esto-hemo§ de limitarnos aqui. Pues para nosotros es igualmente

. .-eseacfal lratar de los otros aspectos, de las otras formas en que, , ..iál"iesplrltu de un pueblo se diferencia. El espiritu real de esta",.i1",*fixmclennla es'la. rplisiÁn. pl qrte w lq ¡ieneia. nreden eonsider¿rse

103

ff.'L .'.;1ip9o"1"t"ra es la religión; el arte y la ciencia pueden considerarseffi ''+Í; ffimo aspectos y formas de dicha conciencia. El arte tiene el mi§-i$;¡.l,ol,ipiurcontentdo que la religión; sólo que su elemento es la intuición'j,:, , l:ensible. La ciencia xaté"q,,7^r¡v, la filosofia, trala también el mis-

¡p,.!Jeto, pero en eI elemento del pensamiento. Las otras cien-

aó,,¡üieueir'un contenido absoluto, y para el Estado háIlanse

iSlcontcaido finito que se refiere a las necesidades. Por tanto,iespldtu'de un pueblo se expresa del modo más simple,

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10É --- Filosofíe dc la h$oria unit¡ersü.-Intt tcción

es €n lá reügión. La existenbia entera del ¡iueblo descansa eo itrellgión.

En este sentido, la retigión está en la más intima relación conel principio del Estado. Es una representación del espfrlüu detEstado, en universalidad inconücionada; pero de tal rnodo queel espfritu real, el espfritu que tiene dicha representación, se hadespojado en ella de üodas Ias contingencias extemas. La libertadconscienüe sólo existe cua¡¡do ca.da iadividualidad es'conocida po-sitivamente en la esencia üvina misma. Esta llbertad conscienteexiste entre los griegos y, más desaro[ad.a aún, en et rnundo cris-tia¡ro. En este sentido se üce con razó¡r que el Estado tiene subase eD la reügión. Er nexo consisle en que el ser munda¡ro es nnser temporal, u:t ser que se rnueve en inüereses particular€s; por10 tanto, un ser relativo e injustlficado, que sólo arcanza Justifi-cación cuando su alma universal, su prin:ipio, está aQsorutamentejustificado; y esto sóro se verifica haciéndose consclente.comodeterminación y existencia de la esencia de Diog..Esta es ra causade que e! Estado se base eD, la retigión. El principio del Estadotiene que ser 1o inmedratamente justificado; los intereses fiuitosson, €in cambio, algo rerati-vo. r,a Justificactóu absoruta der prin-cipio r¡niversal consiste en gue sea conocido como momento, comodeteminación de la naturáIeza divina misna. El priuciplo delEstado, lo universal que el EStado pide, se hace consciente, pues,como absoluto, co,mo deterrrinación de la esencia divina mima.oÍmos re¡retir con frecuencia, en nuesüro tiempo, que eI Estadose basa en la religión; pero la rnayorÍa de las veces no se quieredeclr con ello otra cosa sino que ros inüvidr¡os, euando son teme-rosos de Dios, tanto más inclina.dos y dispuestos está¡ a hacer sudeber, po4rue Ia obediencia al prÍncipe y a la ley puede enlazarsefácllmentc con el üemor de Dios. Sin duda el tcmor de Dios, puestoque eleva lo universal sobre lo parti,cular, puede tambiéu resol-verse contra este rlltimo, hacerse fanático y,atacar aI Estado in_flamando y destruyendo sr¡s organismos e i:estituciones. por esoel temor de Dios debe, según se üce, ser refrexivo y mantenerseen clerta frialdad, a fi:r de no sublevarse conlra lo que debe pro-teger y no hacer zozobtar -lo que debe conse¡rar. por lo menosIteva en sf la posibilidad de ha¿erlo.. Ilabiendo logrado, pues, la Jusüa convicción.de que el Estad.o

se basa en la religión, suele- darse a la religtón una situaptón quecoqsiste en creer que el Estado e:dste, pero no ta religión, de ma:

nera qué, para sostener eI Estado, se estima necesario i::troduclren él la- religión, a palptadas, para inculcarla en los ánimos. Es

. fiiuy exacto que los hombres deben ser educados en Ia religiÓn;pero nb como en algo que todavía no existe. EI hombre es educa-do en lo que es y no en lo que no es. Fues si decimos que el Estadose basa en la religión, tiene sus raíces en Ia religión, esto significaesencialmente que ha salido de ella y sale de eüa ahora y siempre.EI Estado deterurinado sale de la religión determinada. Los prin-cipios del Estado deben considerarse, según se ha dicho, comoválidos en si y por sÍ; y sóIo 1o son cuando son conocidos comodetenrrinaciones de la naturaleza divina misma. Según, pues, seala religión, asi será eI EstaCo y su constitución. El Estado ha na-

. cido realmentc de la religión; de tal modo, que el Estado ateniensey el romaoo sólo eran posibles en el paga¡isrro es¡recifito de estospueblos, lo misno que un Estado católico tiene un espÍriüu dis-t'iuto y una constltución distinta que r:¡ Estado protestaate.

Si ese llamamlento, si esa t¿ndencia y aspiración a implantarla religión fuera r¡n grito de angustia y de necesidad-como loparece coD frecuencla-un grlto .en que se expresa eI peligro deque la religión haya desapareeido del Estado o esté en trance deilesaparecer por completo, eIIo serfa un sÍntoma bien malo,'toda-via peor de lo que se figura ese grito de angustia, ya que éste.creetodavía que la implantación e inculcación de la reilgiosidad es uuremedio contra el mal. Pero Ia religfón no es cosa que se pueda.implantar; sus rafces están mucho,más hondas.

. El Estado tiene con ia religión un mlsmo principio común. Estano sobreviene desde fuera, para regular eI edificio del Estado, raconducta de los lndlviduos, su relación con el Estado, sino que es'la primera lnterioridad que eu él se deñne y realiza. Los hombresdeben ser educados en la religión; la religión ha de conservarse

- slempre;:exactament€ como Ia ciencia y el arte deben ser enseña-do§. Pero,no debefnos representarnos esta relación como si la re-ligtón, debiera: sobrevenlr posteriomente; sino que el sentido es,como se ha dichq que el Estado ha salido de una religión determi-aada, que tlene' cort la reilgión un mismo principio común y eu€,st'pgsee.r¡na vidg polfülca, artisüica y dientffica, es porque tiene

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Trate v?r ¡rt se:fgede encontrar en él esta relación. Es

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iY:{i$rEs"r{ác[,1:hacer a superficialesj"Pero no debe-oralqulera; :a1'que §e delel r¡ombre

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106 -------:- Fitosolía d,e ta historia u¡r,iüerso,l.-Intrc.t*accr,ón ----=---

menester tomar Estados, que hayan llegado a .la madurez y pue-blos que hayan prosperado hasta su completo desarrollo; no, porejemplo, pueblos de pastores, cuya eonstitución es la misma en lasreligiones más diversas. En tan imperfectos estados no existe esedesarrollo en el cual el principio del espÍritu de un pueblo s,e rea-liza y se da a eonocer de un modo determinado. Un pueblo así des-arrollado ha reunido en sí todas las esferas y modalidades de exis-tencia; las cuales pueden existir tarnbién aisladamente, por cuantoun pueblo se encuentra todavÍa €n un estado más simple, y ñü-chos pueblos no tienen independencia o por lo menos no debena ésta su constitución y poder. Tales pueblos, en parte, no han pro-gresado en 1a rica perfección de si rnismos; en parte, no tienenindependencia por sf. Atenas tenfa una constitución democrática;pero Hamburgo, por ejemplo, también 1a liene. La religión es enambos Estados sumamente distinta; la constitución es la misrna.Esto parece ser una instancia contra 1o gue hemos llarnado rela-ción esencial de una relirgión determinada con rrna constitucióndeterminadai Pero eI fenómeno se explica considerando.que el co-mercio prepondera en llamburgo; la ciudad es inde¡rendiente gra-eias a ello, pero no como un gran Estado europeo. Tampoco debe-mos considerar pueblos que tienen facultades externas, pero quetodavÍa no han ilegado a un libre desarrollo. Los Estados norüe-americanos han comenzado por el rnar, por el eomercio; van ex-tendiéndose hacia dentro; pero todavÍa no han alcanzado et des-arrollo, la madurez que sólo corresponde a los viejos Estados eu-JOpeos.

d) Ld.s esferas de la aida d,el pueblo.-La religión debe, pues,considerarse como algo que se convierte necesariamentc en cons-titución, gobierno y vida temporal. El principio universal existe.en el mundo y, por tanto, debe realizarse en el mundo; pues conoce,el mundo. Cuanto más hondamente se abisrna en sÍ mismo el prin-cipio espiritual; cuanto más pura es, por tanto, Ia religión, tantomenos se preocupa del mundo; asi sucede, por ejemplo, en la rell-gión cristiana. La religión se distingue de ia filosofía en que a.qué-lla ordena la indiferencia hacia los honores, hacia el valor y lapropied.ad, mientras que ésüa participa más del rnundo y aspira alos honores y enaltece el denuedo y la valentÍa; en esto consisteIa mundanidad. La religión puede ser muy infecunda; esto.es bieneonocido. Por eso se dice que 1a reiigión- no debe existir solamente

en la'cabeza del hombre, sino también en su corazón; que toda.raüda real del hombre debe expresa¡ la religión; que eI hombre de-be poseer esencialmente moralidad y reiigiosidad. sin embargo,rnientras que respecto de los individuos üenemos la opinión d.e quees posible que el principio de la verdad. no se imprima en 1a rea-iidad, en ca nbio, respecto de 1os pueblos tenemos la de que ellono es posible. El principio universal de la verdad se i¡trod.uce aquien las distintas esferas de la vida, de tal mod.o que ésta, como con-ciencia religiosa práctica, queda penetrad.a por ra verdad. La ma-nifestación de la verdad en las distintas esferas se presenta, pues,como constitución polÍtica, como relación juridica, como morali-dad, como arte y ciencia. El espÍritu-ya io hemos dicho rnuchasvoces-tiene que realizar la conciencia de si mismo, tiene que ha-cerse objetivo. sólo es. espÍritu, por cuanto sabe de sÍ, :por cuantoes objetivo. Pero la objetividad. irnplica Ia timitación y, por con_siguiente, la aparición de üferencias, que vienen a ser como losdistintos miembros de la organización. El espÍritd se relacionacon su objeto y en eslo ha surgido la diferencia. y como se rela_ciona también consigo ,mismo, como se explicita y es el akna+riva en los miembros, resulta que es en si consciente de sÍ mismo,como expresión de sus distintas partes en su esfera particular; EI ,

espÍritu no puede aprehenderse simplemente como un comienzo,sino que se produce a sÍ mismo, €s su propio fin y su propio re_sultado; de suertre que lo que resulta no €s otra cosa que lo q¡recomienza. Pero, por intermedio de Ia objetivación, se da realid.ad.La religión como tal d.ebe realizarse esencialmente; debe desarro-Ilar un mundo, para que el espÍritu se haga consciente de sÍ, para

. que sea un espÍritu real.' Lo que importa esencialmente en la rerlgión es hasta qué puntoestá contenida en ella la conciencia que el espÍritu tiene d.e io queel espiritu es en realidad. si en la conciencia. de lo que es el espÍ-ritu está contenida 1a conciencia de lo que es la verdad, de ro quesegún su concepto es el espÍritu, entonces todos los aspectos de suexistencia están establecidos en verdad. y han arcanzad.o, por eon-siguiente, la determinación de lo verdad.ero. pero esto sólo puedeaconüecer en la verdadera religión. Los otros gspectos deben tener'por'base eI aspecto religioso, porque 'si no, resullan infructuosos,'¡o estando determinad.os por la verdad.. pero hay también aspectos:que están abandonados ar albedrÍo y caen en la barbarie, que to-

* davla no ha sido reducida a la verdad. Nuestras consideraciones

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han de tener por fln el explicar cómo Ia religión es el sello ñ¡nda-mental de las üstintas esferas.

Se ha dicho que la religión, como tal, se ¡nuestra con freeuen-cia infructuosa en el individuo, debiendo, ¡ror el cootrario, el sis-tema de la vida del pueblo estar formado conforme a la religión.Las religiones se distinguen esencialmente según que su principiosea de tal strerbe que todo cuanto lrertenece al concepto del espí-ritu se halle armonizado en el principio religioso y haya alcanzadoun principio propio determinado. Si el espiritu no es comprendldoen su verdadera profundidad, hay, como queda dirho, as¡rctos dela vida de un pueblo, en los cuales el espÍritu es irracional, estáentregado a su albedrfo, o se conduce si:r liberbad. AsÍ es un de-fecto de la religfón griega-o del principio del eppfritu griego, cr

del concepto que el espirtüu se ha hecho de sf mismo como espÍritu'griegrque los gri-egos asudiera¡ a los oráculos en los asuntos pú-blicos---conclusión de tratados--y en los asuntos privados Eay queexplicar esto dlciendo que obeder.e a un aqlecto esenclal del espi-ritu, pero que este aspecto se'ha satisfecho de un modo fálso y sinUbertad, aDtes de obtener su puesto en el prlncipió sustancial dela religlón. Ast ta,mbién zuc.ede en la ¡eligión mahometana. §u fa-natisrno ha impulsado a sus prosélitos a conq,uistar el mundo; peroes i:rcapaz de hacer que se forme un Estado con una vida p{rblicaarticulada, organüada, con un orden legal para la ltbertad. Cuan-do, pues, u¡a religión como eI crisüanls¡no tiene por principio elconcepto absoluto del espfrltu, es necesario que su mundo sea for-mado por este concepto. La elaboraclón de la realidad con arregloa aquel principio es un trab¿jo largo y no ha Podido suceder in-meüatamente. Ya al comienzo de Ia era cristiana encontraremos.la enonne contradicclón entre su prürcipio y la rudeza y barbarieq.ue existía al empezar los pueblos cristlanos.

El arte,lo misro cuando se esfuerza por elaborar la rnaderiapara satisfacer las uecesidades, que euando aspira a producir obrasbellas, está estrechamente enlazado con la religión, La ürteligenciano puede tcner ningún atte, o ha de contentarse, a lo sumo, con eIarüe de lo sublime, cuando la fonna se halla en tal fermentaciónque eI individuo se ve a¡rulado. Allf donde el espfritu es concebidocomo'lo tnforme, por oposiclón al hombre-por elemplo, entre losjudfos y los mahometañoF, no queda lugar para las artes plásti-cas; lo que lbs hombrres estirnan como verdadero, no ad:rrite fonrraalguna; el modo en qu€ se flJa y deterrnüra no debe ser una flgtra

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/I.-J. d).Las esfera^s d.etat:pa del pu.eblo,'::--:-:- iOg -

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exüerra; la fantasia no es aqui eI órgano encargado de recoger lo,gue tiene verdadera validez para ei espfrltu. pero el arte es es€n-.cial¡nente arte bello; ha debido, pues, existir necesariamente állfdonde la fantasÍa, la facultad de dar fonna, constltuye. el órgano.supremo, alli donde Dios no es conocido como espÍritu universat;por lo tanto, ent¡e los griegos, donde Ia uuiversaiidad divina erainüuÍda en la foma de ta subjetividad naturai. un pueblo s€me-Jante, por necesidad, ha de aprehender y represenlar lo uplversal,lo üvino, en l¿ intuición sensible. Asimismo la religión cristiana$iene esencialneentc arte, porque para ella Io divino Do es 1o abs-tracto del iutelecto. §in embargo, el aúe no puede ser entre nos-otros, como era entre los griegos, el modo supremo de aprehendery representar lo verdadero; sólo puede ocupar un puesüo subordi-¡ado. La forma, que da el atte, no tiene para_nosoüros r¡na verda.dinconücionada, no es Ia fonna en que aparece lo absoluto. La for-¡ a artistica es algo ñnito, inadecuado al contentdo ,inúulto, que

,r1,,. ' Las aiensias son las que más se acercan,a la religió¡r. cierto es" . que tieáen el nrás diverso contenidq el cual constituye con fre-. *uencia una simple colección de noticias; mas para las ciencias,, en general, rige por 1o menos el principio d.el pensar, del conocer.

son ritiles para todos los aspectos de la realidad. También la reli-gión, et Esüado y el derecho son útiles. Lo verdadero sirve asimismoa otros f,nes. Hasta se puede decir que Dios es útil, aunque ésta es''l una expresión profana, inconveniente. su utilidad es su bondad,' por la cual deja libres las demás cosas y se entrega a ellas. peroes esencial no considerar las ciencias bajo este aspecto subordina-.do de ia utilidad. Las ciencias, como la religión, son un ñn en sí

, y por §f, un ñn último por sí mismas. pero por cuanto las cienciasi: -y en particular la del pensamiento libre, Ia fllosofia-pertenecenit:..

' aI pensamiento, encuéntranse en el elemento y terreno peculiar:, ,. - del espÍritu. Cada pueblo aprehende el coneepto que tiene de sÍ y.'',' de ila verdad., mediante eI pensamiento, en forma cientÍflca, estoÍ¡ . e§, en la forrna que corresponde al concepto mismo del espÍritu.

, Pensar es aprehender abstractamente lo más hondo del espÍriüu..,,,y..- Lo objetivo es, por tanto, aquÍ, a.decuado a la naturaleza del espÍ-g,:.:,4tu. Las ciencias consüituyen, por consiguiente, el sr¡premo punto

ft;.,. ,'"q, que culmina un pueblo. El supremo impulso de un pueblo esl" comprenderse y realwar por doquiera su concepto. El elemento más'.*-importante en que puede hacerlo, no es la necesidad físca, sea cual

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fuere, ni tampoco el derecho formal, Sino el pensamirnto, la inte-ligencla como tal. La flor del pueblo es la conciencia Ubre, des¡n-terésada,-,sin'apetitos. AsÍ es en el arte. Pero el contcnido de estaconciencia no reside en un elemento sensible, como en el arte. Elmaterial en que esta conciencia ex¡rresa su concepto es el pensa-miento. Un pueblo se honra cultivando las ciencias. La ciencia dela fllosofÍa es en especial la que piensa y comprende el contenidoque existe en la religión bajo Ia forrna de Ia representación sgnsi-ble y espiritual. En el cristianismo esto. se expresa diciendo queDios ha eugendrado a su lIijo. Con Io cual no se enuncia uxa re-lación de pensamiento, sino una relación uatural.-Ahora bien, esoque en Ia religión se ha representado como relación de vida, estomado en la ciencia de un modo conce¡lüual; de sue{te que el cur-tenido ss sl .mis¡rro, pero está expuesto en su fonrra suprema, másviva y más ügna. La ciencia es el modo supremo como llega unpueblo a la conciencia de la verdad; es la pleuitud. de la g¡odali-dad absoluta del esplrilu. Por eso sucede con la fllosoffa;.dentmde la.hlstoria r¡niversal, 1o misno gue con ta,g artes plásücas. Só1oent¡e Ios gricgos y los cristia,nos pudo haber r¡na fllosoffa concreta;entre los orientales hubo fllosoffa abstraeta, que no llegó a..[a uni-dad de lo f¡lto y lo divino.

Frente a estas fonnas ideales, hay también otro aspecto en laexistencia del Estado, el que se reñere al conlenido de su aparien-cia exterior. También este cont¿nido, cualguiera que sea su frdoleparticular, trasluce en su interior lo unlversal.

La primera materia de esta clase es eso que llamamos costum-bres y usos de los pueblos. La mototid.od, naturü y La retaciún fa-mlti,ar pertenecen a este aspecto. Ambas están determinadas porla naturaleza del Estado. AsL por ejemplo, el matrimonio puedeser poligámico, poliándrico, monogámico. Pero en los Estados cris-tianos sólo puede existir eI matrimonio de un solo varón con unesola mujer, porque sólo en este nratrimonio recibe cada parte supleno derecho. La relación de los hijos con los padres, seg¡in quesea¡ eselavos o puedan tener libre propiedad, pertenece tamhién aeste aspecto. La otra forma moral concieme más bien a la conduc-

. ta reefproca de los lndividuos, incluso en lo que se reflere a Ia cor-.'tesfa¡Considérese tan sóIo Ia diferencia en las demostracio¡res de..gorüesla,que el europeo y el asiático hacen, por ejemplo, a sus su-

perióres;'Estos usos arraigan en las relaciones s¡stasrciales y ex-:presam:los'¡rensamlentos que los hombres tienen de sÍ mismos. Son

II.--3. d) La.s esferas d.e la ui.d,a ¿¿¡ pntebto - 11i"

simbolos. No obstante, encierran bastante aecldentalidad. No todo. tiene en ellos uu senüdo. \ .: ri.

' Otro punto que se reflere a la partb de la apariencia exteriores la conducta práctica del hombre, con relación a la naturaleza ya la satisfacción de sus necesidades ñnitas. La ind.ustria pert€necea este aspecto. La industria nos da a conocer cémo_los hombres seco¡rducen en su de¡rendencia y relación coo la naturaleza; cómosatisfacen sus necesidades en este sentido, para procurarse los go-ces correspondientes. El impulso natural de que se trata aquÍ con-cienre a lo particular en eI hombre; eI lado esencial, Ia reiigión,la constitución polÍtica, está, por io tanto, en relación leJa¡a conesta esfera. Pero el prlncipio universal del esptritu interviene tam-bién esencialmente en la manera como el espÍritu del pueblo seconduce en la industria y el comercio. Estas actividades tienen porfin que eI individuo se ocup€ de sÍ mismo, aplicando su esfuelzo,su inteligencia; su trabajo y sr arte a la adquisición de lo que hamenesterpara satisfacer. sus necesdadesi que puede, por !o demá,qmultiplicar y reñnar hasta eI inflnito. E.n est¿ orden de.cosas, laagricultura implica la necesaria dependencia de la naturaleza. Lq

' que lla:rramos en sentido propio industria, recoge el materiai brulopara elaborarlo y encuentra su zubsistencia en los productos de iainteligencia, de la reflerión, de la destreza. Esta rama se refi.ere alo particular; pero precisamente en lo particular no hay ningúnlíhite inmanente. La acumulación de riquezas y el reñnamiento

. pueden llegar hasta 1o inflnito. Ahora bien, hay una gran diferen-cia entre que la industria es!é lirnitada, adscrita a ciertas caslas,sin poder experimentar ninguna ampliación, o que el individuo notropiece con ningún lfunite y pueda ensanchar su acción sin me-- dida. Este modo de ser la industria supone en el puebto un espÍritu

. enteramente distinto y, por Io tanto, una religión y constitucióntambién enteramente distintas de las de un Estado en que el tra-

. bajo, aunque necesario, ve el campo de su actua,ción limitado de¡¡na vez para siempre. Las armas de los hombres para valerse con-tra los animales y para el mutuo ataque, e igualmente los barcos,

***,-:r.. Hetro fué descubierto por. los asiáticos.. El descubrimiento de l¡¿' pÓlvora no puede consid.erarse corno casual; la pólvora no ha,po*1, dido ser descubierta y usada más que en cierüa época y bajo cierta,. cqttur_a. Una gran ca¡tidad de objetos semejantes es, sin embargo,tLu.^.1 sv¡..vJÉ¡-Yvv v--.vE-pY,

independiente de Ia Índ.ole particular del esplritu del puebto; por

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':"n,¡-":i::i12 'FíloiloÍíÚ dE la historia unü¡ersü'-Introdu¿sión

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.;lalemplo,..lo§ bbJetos de tujo pueden §urgir aproximada.rnente del

",.;. mlmo modo en todas las épocas y coll todas las culluras. .

ri't':'-:', El táraerpr¡nto es eI dPrecho prin:ad,a, eI derecho relatlvo a'es-

tas necesidades flnitas. El desenvolvimiento de Ia tibertad personal

se rnani.flesta aquÍ, por ejemplo, no admiliendo la esclavitud o es-

tableciendo eI régimen de la propiedad libre. Una plena liberfad' personal, una propiedad plena,:nente libre, sóto pueden existir ea

Esüados que se funden eu un principio determinado. El principiojurídico está, empero, en relación inrnediata con eI principio r¡ni-Tersal. nn Ia religión cristiana, por ejemplo, es priacipio universal'prlrnero: que existe zz espíritu que es la verdad, y segundo: que

tos inüviduos tienen un valor inñnito y deben ser recibidos eu lagracia de Ia espiritua[dad absoluta. Consecuencia de esto es gue

el individuo es reconocido como infnito en su personalidad y comogozando de la conciencia de si miwro, de la liberüad. Esie principiode que el hombre'tiene un valor inñnito como hombre, ño edsteen las religiones orlentales. Por e§o sóto en eI crisüanismo §o¡r per-soria¡nente libres los hombres, es.to es, aplos laxa pos€eruia pro-pled¡d libre. ' . t' :' ,'¡t :':'-: ':'

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..' Por ulttmq hay que menclonar ta.mbién la clettda da lo ttntto-La matemá,tica,La fuistoria nahrral, Ia ffsica, exigen que la culturah¿ya üegado a cierto punto de vista. sÓlo cuando el individuo hrconseguido para sf la übertad interior, sólo entonce§ dej¿ estar el

obJeto y no se conduce ya respecto de él segrln sus apelitos, sl:roque adopta ante él una actitud teÓrlca. También en esto se dife-

' rensian el mundo antiguo y el modenro; aquél no senüfa este in-terés por la aaturaleza y sus leyes. Es rnenester cierta seguridadsuperior y rnás concreta, cierta brtaleza del espfritu, para estu-diar los objetos en su fnitud. Para que el egpíritu üegue a estaabstracción es necesario una superior intensidad de Ia concieusiade sÍ mismo.

Estas son las esferas capitales en que se diferencla el espfritu,¿l realizarse en un Eslado. Si el Estado está desarrollado y estos

¿spectos están en él diferenciados, entonces cada uno Iecibe su de-rectro, y todos se distribuyen necesaria:nente entre distürtas clase¡

@afes. Por una parte, eI individuo puede partiei@ftñ-üfitü§-éñsilipecto.s; por otra par.te, participa necesaria¡nenté en- la religiÓD"en el delecho, en la constituclÓn, eu la ciencia, Al menos lndirec-taÍIente. Estas esferas se dividen, además, entre las distlDtas cla-ses soclales, en las cuales están repartidós los lndividuos; estas

1'1,S '.',|-,$ ;i.9 ) tllú wtstitución

la profesión del individuo.; pues las diferenclas

#E; ;sfuú?*sffirlsi-'ffiñ61-manlTestarse en distintas es-peculiares. Tal es el fundamento de la diferencia

.'f;Tdñ"é§ iuc r" encuentra en los Estados organizados. El Estado {u..rn conJunto orgáriico y estas diferencias son en é1 tan necesa- t

üas como €n eI organismo. El Estado es, por tanto, un conjunto

orsrpico d¿ njs*]1*'*11al La iibertad no es envidio§a; per-'"ñttcl,a su§6mentos gue se construyan. Y lo universal conservala yirbud de mantener en su unidad todas estas detenninaciones.l

e) La constituaión.-Los puntos expuestos hasta aquf se refe-ríau a los elgmentos abstractos, qu,e se encuentran en el concepto

¿ei Estado. Desarrollar est'e concepto y fiiar las instltuciones ade-.cuadas pars gue cuanto suceda dentro del Estado sea conforme

.'ai-.concepto del urismo, es obra de la constitución. Hay quien cree

, -; sr¡pe¡Auq quo ur pueblo 9enga una constitueión y quien Juzga que," su'iárm¿ polltLca se comprende por sÍ misrna. Esto empero eqü-

d".i?#e".pi.egguldotar la falta de constitución como una constitución;

::'i"i:r:';¡;--; datL,a nonsirlcra. ttna c.qferc a^yyl^ rrñq ficrrEIi ñ...é |''r*::":.,,"I lo;.p¡§ino-gu? #..ols.iae3 r¡na esfera.

":1? una

_ñgura.: ,ry*Cüandg_ el ptio"ipio de la voluntad indiaid.uat es el único rr¡¡-'áaüento dO l¡, Ubertad poiÍtica, de suerte que todos los inüviduos. deben prestef §u a§entimiento a cuanto es hecho por y para el Es-tadq no e#tb propiamente constitución.'l.a única institución ne-ceparia 6 OrlP caso serÍa un centro sin voluntad, que observase

lss,que.lF,.r&r@iesen ser necesidades del Estado, y dirse a conocersu oplnlón i Ylf,lgo habrÍa también un mecanismo destinado a con-vocar,a lgt ,Odlviduos, recibir su voto y hacer la'operación arit-mética del togte¡to y comparación de los votos favorables a lasrlfstintas pfopo§iciones; con 1o cual la resolución quedaría deter-mütada.

g1'bstadO fnlsmo es una abstracción, cuya realidad, puramentru'n-lieüatr,fc4de en los ciud.ad.anos. Pero es real; y la existenciapurairente Unlversal debe particularizarse en voluntad y actividadtndtvldualel, gurge la necesidad. de un gobierno y una adminisüra-clóa prlblllCü.91 preclso aislar y separar a aquellos que dirigen 1o*

Wado, resuelven sobre ellos, detenniuaD la forma dei,fir¡an¿an a los cludad.anos que deben llevar a cabo

§rr tas democracias, por ejemplo, el pueblo decide

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pp¡o ep.n3Tsrig poner a.la cabeza del pueblo un:

;sroB, r.

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i.,,..,..r.j.- ...+;".!.-,:; .,.:1 r : .

, f-t{':-: " , tril,o8ofro,-de ,la.: historio, un@rsdt-*Introdttociótl

general que Ia dirija. Et ente abstracto del Estado sóIo adquierevj4a.y r€aligad mediarxte la constituciÓn; pero con é§ta surge tam-

.' bién'la disti:rción entre los que mandan y los que obedecén, iosgobemantes y los gobernados. Ahora bien, la obediencia no parece

conforme a la libertad y los que mandan parecen incluso hacer Io

contrario de Io que exige el fundamento del Estado, €I cone€pto de

. le3i-bertad. Si, no obstante, Ia distinción entre mandar y obedeceres necesaria, porque eI Estado no podrÍa marchar de otro modo

-y en verdad parece t¡atarse aquí tan sólo de una necesidad exte-rior y contraria a la libertad, si se toma ésta en un sentido abs-tracto-habráur de ser las instituciones (piénsese) al menos talesque los ciudadanos obedezcan lo menos posible, quedando a los quemandan el menor albedrÍo posible y siendo el contenido de aquellopara 1o cual el mando es necesario, determinado y resuelto en 1o

capital por eI pueblo, por ia voluntad de muchos o de todos los. individuos,, si:x que, sin embargo, el Estado pierda fuerza y robus-

tez como realidad y unidad individual.La primera deterrninación de todas es pues la distinción entre

gobemantes y gobemados; y con razón se han dividido las consti-tuciones en monarquÍa, aristocracia y democracia; respecto a bcual sólo he de advertir, primero: que la monarquia debe dividirsea su vez en despotisulo y monarquÍa propiamente dicha; segundo:que todas las clasif,cacj.ones tomadas del concepto hacen resaltarsolamente el rasgo fundamental y, por consiguiente, no está dichoque este rasgo quede agotado por una forma, género o especie, ensu desarrollo concreto, y tercero y principal: que el concepto ad-mite una, serie no sóIo de moüflcaciones en aquellos órdenes ge-nerales mismos, sino también de combinaciones entre varios deestos órdenes esenciales, combinaciones empero que son orrganiza-ciones informes, insostenibles e inconsecuentes. La primera deter-minación es, por tanto, ia distribución entre gobernantes y gober-nados, y la manera de llevarla a cabo y el sentido y f,n con quedebe hacerse. El problema en esta colisión es, pu€s, el de cuáI seaIa mejor constitució?¿, esto es, el de qué institución, organizacióno mecanismo del poder público alcanza con más seguridad el flndel Estado.,. Este ñn puede entenderse de distinto mod.o; puede ser, poreiemplo, eI tranquilo goce de 1a vida civil o feiicidad general. Ta-les flnes han ocasionado los llamados ideales politicos, principal:

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.i}:.i :,.:,irñante lbs ideales de educación de'los prÍncipes (Fenelón) (1) o dd

l{a#¡*+rl.g§.-gobernantes €n general, de los aristócr¿tas (ptatón). En estos4l}:i* t: ' ldeales se ha puesto el centro de gravedad en la indole o carácter

Ai'tos sujetbs que están aI frente del gobierno, sin pensar paranada en instituciones polÍticas orgánicas. El problema de Ia cons-titución mejor se plantea con frecuencia en el sentido de suponerque la'teoría acerca de este punto es tema d.e libre reflexión subJe-tiva, y no sólo esto sino también que el establecimiento reat de laóonstitución considerada ,como 1a mejor de todas o la mejor de 1asconocidas puede ser consecuencia de una decisión tomada teóri-cam€nte, por ser la especie de ta constitución asunto de wa erec-ciott. totalmente libre y sólo determinada por la reflexióu. En estesentido ingenuo deliberaron, no, silr dud.a, el pueblo p€rg, pero silos magnatcs persas que se habÍan conjurado para derrocar al fa1-so Esmerdis y a los magos. Lograd.a su e¡npresa y no quedand.o yáningún vástago de la fa:rritia de ciro, discutieron sobre la consH:tución que ÍntroducirÍan en persia; y Herodoto narra con la mis.ma Íngenúdad esta discusión.."' En el dÍa de hoy no se concibe que Ia constitución de un país,y de un pueblo esté entregada tan absoluta¡nente a la.llbre elec-ción- Si se toma por base el concepto de la libertad, pero mante-niéndolo en la abstraceión, resulta que la república vale común-mente en teorÍa como la única constitución justa y verdadera; eincluso algunos hombres que ocupan altos puestoi en Ia adminis.tración pública de las constituciones mond,rquícas, por eJemplo,Lo,fauette (2), no han contradicho esta opinión y hasta se han in-clinado a ella, pero pensando que la constitución republicana,aunque sea la mejor, no puede ser introducida en todas partes y,dqdn ln índole d,e los hombres, es prefedble menos libertad, de suer-te que la constitueión monárquica resulta mds útit en estas cir-cunstancias y estado moral del pueblo. También en esta opiniónla necesidad d.e una constitución polÍtica determinada se hace .de-¡:ender del estado real del pueblo, es d.ecir, de una contingenci*puramente extcrna. Esta r.epr,esentación se fund.a en Ia diferencla

':que la reflexión intelectual establece .entre eI concepto y flr rea-

;'(1) 1651-1?15, Arzobispo de Cambray, preceptor de príncipes: Escribió ¿esu»enf¡lres ile Télémaque.

'_:,i(?-1 1?59-18¡,4, fundador de la Guardia Nacional fra,Dc€sa €u Ug9, Jefe de los:rbrriue¡rts durar¡te la Revolución, emigrado de 1?92 a L7g7. oesae óritoircei iásrde eri ParÍs y en 1930 fué partidario de Luis Felipe.

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116 -- - Ftlnsofío ite'.ta .Uitn* -unioer§ü.-:Iritroilwcün T

lidad, ateeriéndose a un concepto abstracto y por consiguiente falsoy no comprendiendo la idea o-1o que es 1o mlsmo por el seutido,ya que no por larforma--no teuiendo una intuición concreta deun pueblo y un Estado. Ya se ha indireado anterior¡nente que laconstitución de un puebio constituye una sola sustancia, ¿¡t soloespÍritu con su religión, su arte, su ñlosofía, o por 1o menos conlas representaciones e ideas de su cultura en geoeral, para Dorneneionar los otros poderes ext¿riores del cllma; de los paÍses ve-cinos, y de la situación en eI mundo. Un Estado es una totalidadindividual, de la que no se puede separar un aspecto particular,annque sea sumamente importante, como la constitución polÍtica,para elegirlo o discutirlo aislada y excluslvamente. I_{o sólo la cons-titución es un elemento'conexionado con aquellos otiros poderes es-pirituales y dependientes de ellos de..un modo fntimo, siao gue eIcarácter de toda Ia individualidad. espiritual con inclusión de to-das sus ¡rotencias es sólo r¿n momento'en la lÍlsüorla del conJuntoy viene predetermi:ea.do por eI curso de esta histoda. Esta es Iasuprema sa¡ción de la constitución y su necesidad zupreúa. ' i .;:

[Debo advertir en esfe respecto que cuando hablamos de lrconstitución no nos detenémos en distinciones abstractas, como sonlas ya conocidas y citadas de democracia, aristocracla y monar-quÍa. Concedemos, desde luego, que no es fácil que exista una de-mocraeia pura, sin mezcla de principio aristocrático. La monarqufaes por su parüe una constltución en la que están contenidas, com-prendidas; las otras for'¡nas. Son muy otras las determinaciones que

importan 'cuando se consideran las constituciones, eI estado poll-tico eseneial de un pueblo.

La determinación esencial de la constitución polfüica, dada ladiversidad de aspectos de la vida pública, se expresa dlciendo, que

el mejor Estado es aquel en que reina la mayor líbertad. Pero aquÍsurge la cuestión siguiente: ¿dónde está Ia realidad de la übertad?L¿ libertád consiste para muchos en gue !a voluntad subietiva detodos los individuos tome parte en los más importantes negirclosdel Estado. La votuntad subjetiva es conslderada aquf como lo últl-mo y deeisivo. Pero la naturaleza del Estado conslste en la untdaqde la voluntad subJetiva y Ia voluntad u:riversal; la voluntad sub-Jeüva se ha elevado hasta renunciar a su partlcularlsmo.'CuaB+onos representamos un Estado, solemos poner a un lado el gobienroy a otro lado eI puebto; aquél es la actividád

-concentrada de io

universal, é§te es el üotal de las muchas y aisüntas voluntade¡

,reeiprcica¡r¡enüe; por un lado eI .gobiemo como

subJetiva, debiendo ambos iimitarse mutuamente. Tal forma tiene

su lugar en la historia. Pero esla oposición desapareee ya en eldel Estado. Hay cierta perversidad en el antagonismo en-

slgobiemo; .hay como un ardid de Ia voiuntad mala;ii.n,tr..#:¿pmolsl el pueblO; separado del gobiemo, constituyese el todo. Mien-

tras asf sea, no puede decirse que exista e1 Estado, esto es, la uni-

del Estado. EI Estado tiene por base aquella unidad; la,Fs,§u ser,'stt sustancia. i

fasreén esto el Estado no es todavfa la gustancia desarrollaCal-ir-rr §omo tal, eü.et flstqlp-un tiürc-" de órganos, de

:lry=lfl-^-- L^-^--,dg r¡niversalidades ffiuuristas, independientes ert sf,ac!,ividad produce eI conjunto, anula,ndo su propia in-

rEn la vida orgánica no puede trablarse de oposición,elementos particulares independientcs; en los animales, por

.lo.universal de Ia vida existe en cada partÍcula, y cuandovital se separa, sólo queda un resto inorgánico.

ferencias entre las constituciones polÍticas se*reflerea a la.:.¿ - *..;- *i*----.*.--i'de. est¿- totaudadH-iifiádd:é§" lt ;ü6n*en la tierra ; iái

í se zuceden en 1a diversldad. de sus prln-plos y sierrpre las anterior.es son anuladas por las siguientes.{¡i UsAAo es la idea espirituai en lo externo de la voluntad hu-

ra y de su iibertad. Las transformaciones de la historia acaecen

"en eI Estado y los momentos de la idea existen encomo,distintos principios. Las constituciones en que los

!9s;,b1stórlcos han alcanzado su florecimiento, les son pecu:e§;51o;§on,pues.1ma base r¡njversal, como si la diversidad solo

en el modo es¡recial de desarrollo y desenvolvimiento,,,fliv.grsidad de los principios mismos. La historia- no sir-,tP?e.,rpara la conformación actual de,las constituclo:§; EI fltimo prfurcipio de la constitución, el principio,&-lemps,s, ao- se halla contenido en las constituciones

llTrs{tai¡n{.: '' t -rÉi¡;lr&ifr.iti.$ : .¡.

Íiiituabs..,separamo§, pues, el pueblo y eI gobiemo.

imi buena'constltución polftica allÍ donde ambas par-

l.$sJóricos anlerlore§. Muy distinto es.lo que sucede

{.illi! rli r

esta oposición hablan de eila comó'no-óáUen absolutamente nada de la

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119- F.ilasofla ile.la h{stoña rm*o*sa.-tnL, -d/yÉión.,*ien la ciencia y el ar.te. Los pr'rncipios anteriores son aqul ta baseabsolutF del principio siguiente. por eJemplo, l-a fllosofia de losantiguos es la base de la fllosoffa modenra; de tal modo que estácontenida absolutamente en ésta y constltuye su terreno básico.La relación aparece aquÍ como un ini¡rtemrmpido desarrollo delmismo ediflcio; cuyos eimientos, muros y teJado siguen siendo losmiqmos. En el arte, el artet griego es incluso eI modelo supremo.Pero respecto de Ia constitución, ra cosa varla; lo antiguo y 10 Eo- .

denro no tienen de común ningún principio esenciar. Las concep-ciones y teorfas abstractas sobre el gobien:o justo, en el cual elconoci¡¡iento y la virtud deben predominar, son sln dud.a frecuen-tes. Pero nada hay más inepto que querer tomar ejemplo de losgriegos, los romanos o los orientares, para las instiüuciones cons-titucionales de nuestro tiempo. De oriente pueden sacarse henno_sos cuadros de üda patriarcal, de goblerno patenxal, de abnegaciónde los pueblos. Los griegos y ros romanos nos.ofrecen descripcio-nes de la libertad pública. Entre éstos encontramos el conceptode una constitución llbre, entendido de tal suerte, que tod.os losciudadanos puedeu tomar parüe en tas dellberaclooe" y resoluclo-nes sobre los negocios y leyes generales. Esta es también €n nues_tros tiempos la opinión general; con la rlnica modiflcaelón de que, '

como nuestros Estados son tan grandes y los individuos tantos, és-tos no pueden expresar directamentc su volunlad, en ra resoluciónde los negocios prlblicos, sino sóto indirectamente, por medio derepresentantes; esto es, el pueblo debe estar representado por rlipu-tados en la confección de las leyes La llamada constitución re-presentativa es la forma a gue asociamos la representación deu¡a consütución libre; de tal modo que esto se ha convertido yaen un preJúcio. Lo importante es que la libertad, tal como es de-ter:rrinada por eI concepto, uo tiene por principio la voluntad y elalbedrfo subJetivo, sino eI eonocimiento de la voluntad universal.El sistema de la Iibertad es eI 1ibre desarrollo de sus momentos.La voluntad subjetiva es una detenr¡inación totalment¿ fonnal,que no contlene 1O que la voluntad quiere. Sólo la voluntad racio_nal contiene ese elemento universal que se determina y desen-vuelve por sf misrro y despliega sus momentos en uriembros orgá_nicos. Pero esto es 1o último, la lib€rüad racional, ediflcio gótico,cuya:mater.la es lo univer§al. r,os antiguos no han conocldo estacatedral gótlca, que es una conquista de la época cristiaaa. r.o im_portante es haber [egado a una diferencia inflnita, que.desaparece

II.-3. e) Lo cozitltu,cün

cua¡rdo los inüviduos saben poseer su libertad, inde¡»ndencia'. yesencialidad en la unidad con 1o sustancial, de s¡erüe que eonsi:

..i deran que [a fonna de obrar es ese principlo zustancial. I.o itd- ,

porüante es esta expansión de Io susüancial. En esto conslste lasuperior diferencia entre los puebios y sus constituciones.

Del pdncipio superior se desprende una distinción subalterna,indifereute, que es considerada de ordinario como esencial en laconstltucióu; es, a saber, si los lndiv.iduos le han dado o no stlaprobación subjetiva. Lo primero que se ha de ver es si los inü-viduos son concebidos como personas; si la sustancialidad existecomo espfritu, como esencia conocida por ellos. Enlre los chlnos,por ejemplo, no exisüe ninguna forma de semejante aprobación; ..encontrarfan tan insensato que se ies pldiera su asentimieutn-coaoy'que los niños de cualquier eda(I fueran llamados a un conseJo defamilia. Los chinos todavfa no se eonocen como suJetos ilbres; pá.raeüos la libre subjetividad no contirne todavla la esencia de lo mo:ral y jurÍdico; no es aún para ellos su fln, obra y objeto. por otrotrado, vemos en el turco la voluntad subjeüva en estado comple:tamente irdómito. Los genfzaros, pot ejemplo, lienen volutrtad yla ejercen. Pero es una vol,untad salvaje, determinada en parte ¡rorIa religión y también indómiüa 9n sus apetitos. Aqui la votuntadpersonal es libre, segun u:ta representación inexacta; pero no estáincorporada a la voh¡ntad racional concreta. El. turco no sabe nadade esta volunüad, no la tiene por objeto, ni se interesa por ella, nila toma por rnóvll; y cuando entra en contaclo con lp r¡niversal,es éste para éI algo abstracto, no orgánico, es puro fanatlsrro quedestruye todo_lp orgánico, toda moralidad y todo derecho. @ losEstados europeos la cosa ttarta; aquÍ el conocimiento es algo uni-versal. La cultura cientlfica, Ia persecución de flnes universales yIa obediencia a principios universales es u:r bien común, que losciudadanos compar.ten con eI gobierao y el gobierno con los ciu-dadanos, por cuanlo todas las esferas, que perteuecen a Ia admi-nistración, están comprendidas en el concepto. En semejante si-tuación, la aprobación de los indl¡iduos es más o menos ürdife-rente; porque no podrÍan apottar ningrln conoclmiento parüicular,antes al contrario sabrfan menos que los que expresamente se ocu-pan de los asuntos prlblicos. Tampoco apottarfa¡ buenas inüencio-.nes, con sus intereses particulares; pues 1o decisivo aquf es queexiste un bien común, al que estos intereses deben ceder. Si seI dice que la libertad consiste en que todos los individuos deu su

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..:5 i -.:..Jr .'. -{lr., htstoria unh¡er sat --I ntr o ducción

aprobación,,fácll es'v€r gue no podrÍa regir ninguna ley, salvocua?.rdqtgdOc.¡uaáalmes coincidiesen en ella. AsÍ se llega en segul-da'alprinciplo de gue la minorÍa debe ceder a Ia mayorÍa; y ésüa

es la que decide. Pero ya J. J. Rowse¿z observÓ que en ese caso lalibertad no existe, pues la voluntad de la minorÍa no es atendida.Eu la Dieta polaca cada individuo habia de dar su aprobaeión; ypor causa de esta liberüad se hundió el Estado. Es, además, falsoy peligroso suponer que sólo eI pueblo tiene razón y conocimientoy que sólo él ve lo justo; pues cada facción de1 pueblo puede eri-girse en todo el pueblo. Lo que constituye el Estado es el conoci-miento culto; no el pueblo.

' Las diferencias entre las constituciones del Estado conciernena Ia forma en que la totalidad de la vida del Estado se manifiesta.En su primera fonna esta totalidad hállase todavÍa oculta y susdistintos circulos no han llega.do aún a la independencia; en la se-gr¡nda fonna, estos cfrculos, y por tanto los individuos, se hacenlibres; en la tercera forma, en fln, éstos gozan ya de su indepen-dencia y su obra conslste en producir lo uuiversal. Vemos todos losimperios y la historia universal entera recorrer estas formas. Pri-mero vemos en todo Estado una eqrecie de monarquia patriarcal,pacÍflca o guerr€ra. Esta primera manera de producirse un Estadoes despótica e instintiva; pero la obediencia, la violeneia, el miedoa un déspota son también nexos de la voluntad. Viene luego laparüicularización; dominan los aristócratas, determinados cÍrtu-los, los demócratas, los individuos. Una aristocracia accidental cris-talíza en estos individuos y se convierte más tarde en un nuevorei:to, en una nueva monarqula. El flnal de todo esto es la sumisiónde estas fuerzas particulares a un poder, que no puede ser otroque el que deja fuera de si las distintas esferas independientes; yésüe es el poder monárquico. Hay, pues, que distinguir una primeray una segunda monarquÍa. Este es el curso abstracto, pero necesa-rio, en la evolución de los Estados verdaderamente independientes;r¡n curso tal que en él aparece ne,cesariamenüe en cada momentouna detenninada constitución, que no es el resultado de una elec-clón, sino Ia constitución adecuada at espÍritu del pueblo.

En una c_o^+süiución-impqfia, ante todo, el desarollo del estadorgffiái,"lsto es, po-iÍtlco en sij-importa i¡üe ios momentos-i1e1-co'ri3*cE-to-E-d66ndan uáos dri'otros, de manera que los distintospoderes se dlfereneien y perfeccionen por sl, pero a la vez cola-uffid,'áln niismo'fiñ'que los une forrnando

II.-3. e) La corwtitúción

uD conJunto orgámico. Asf es el Estado la libertad racional, que se

cónoce objetiva¡nente y existe por sÍ. Su obJetividad consiste pre-cisamente en que sus momentos no exisüen de un modo ldeal, §noen una peculiar realidad y, actuando sobre si mismos, se convier-ten en Ia actividad mediante Ia cual se produce y resulta eI con-junto, el alma, la unidad individual.

I{ay que añaür que el Estado tiene también una relación conotros Estatlos. El Estado es independiente y sustantivo. El honorde un pueblo ctñ§ñte- eii-iei*iniiepénáiente. Para delerminar estomás exactamente habrfa que decir muchas más cosas; pero nos

abst¿nemos de mencionarlas porque pu,eden omitirse. Importa. sinembargo, distinguir los principios gue rigen las relaciones entre los

Estados y et prlncipio que rige sus relaciones en la historia uni-versal. ug3sia-§gtg"-yg]g*"I.*S*stto-¡al_eM&._L.§r._Wg;*ysólopueden e:Cstlr aquí las relaclones que hacen'prevalecer un prlncl-pio superlor del espfrltt¡. ?ero ningrln Estado puede'invocar este

derecho. I,os distintos Estados se suponen unos a otros bomo ürdl-üduos independi-entes; y la ürdependeneia del uno no es respetadasino por cuanto se zuponé Ia lndependencia de los demás. Seme-

Jantes rela¿loneis pueden establecerse mediante tratados y los prin-cipios Jurlücos iteben decidlr entonces. Pero en Ia historla unl-versal prevalece un derecho superior. Este superior derecho se ve-rtflca tam)r{ég en la realidad, cuando se trata de la relaciÓn de'

los pueblos cu-Itss-con las hordas bárbaras. También en las guerras

religiosas un bandi\sostiene un principio sagrado, frente aI suallos derecho-s de los otros puebtos son algo subordlnado y no lienenel misuro valor. Asf fué entre los mahometanos antaño y, eu t¿o-rla, aún hoy. También los crlstianos, cuando hacfan la guerra a

los pueblos paganos, para convertirlos, sostenfan que §u religióntes daba un derecho superior. En tales circunstanclas no prevalece

un derecho o una si:rrazón abstractos. Estas circunstancias empe-ro sólo se dan donde todavía no ha surgido un estado de derechoproplamente tal. Lo que pasa en semeJantes circunstancla§ no esaplicable a una situacióir de verdadera independencia recfproca de

los Estados. Inversamente, lo que rlge en el supuesto de un estadode derecho no puede ser aplicado a un estado que üodavia no'pue-de llamarse estado de derecho. Por estd los principios de los Esta-dos, 1o que vale.como dereeho de los Estados, no nos importa aquÍ-

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EL CURSO DE LA HISTON,IA UNIVERSAL

L. El coneepto de la eaolución

La variación abstracta que se veriflca en Ia historia ha sidoconcebida, desde hace mucho tiempo, de un'modo universal, comoimplica.redo un progreso hacia algo mejor y más perfecto. L¿s va-¡iacioues en la naturaleza, con ser tan i¡rñnitamente overffiñ-o

.taleza no sucede nada nuevo bajo el sol; por eso el espec!áculomultifor¡ne de sus transformaciones produce hastio. Só1o en las valmultifor¡ne de sus transformaciones produce hastio. Só1o en las va:l! *riaciones oue qe veriñcan en la esfera del espÍritu sur&e-glge-Bu"- [t*

-l¿o. Esto oue acontece en io espiritual nos pemite ver oue el hom-J t

.bre tiene otro En éstasmanifléstase siempre urxo y eI mis¡r¡o destino, un carácter fljo, es-table, aI cual toda variación viene a parar y lodo ca¡nbio se subor-

variación ta reiigión como religión de la verdad y or parüe T per-mite también atribuir las transformaciones, revoluciones y destruc-ciones de to establecido, ya á casualidades, ya a toqtezas, pero prln-cipalmente a la ligerez a, a la corrupción y a las malas pásiones delÑffiffii" Iá perrectiuitidad es iéáliiieqlq--a]so casi !an'.in{e-'teriniññdó ¿o -

dina. pero el r''ombre tiene u \ -. I

más. cqgro oueda dicho. esajacllta* c?$ina.hacia alg i I \*más perfecto, . Este ¡¡rin- i 1r,,. I

mino. Lo mejor, lo más perfecto, a que debe encamin&rse, es algoent¿ramente indetenninado.

[Es eseucial adtertir que el curso del espiriüu constituye un _

progreso. Esta representación es bien conocida, pero también fre-cuentemente atacada, como queda dicho. pues puede parecer con-¿raña a Ia existencia tranquila, a la constitución y legislación

toda activldad debe cooperar & su conservación.f¿ idea del pro-

-

greso es insatisfactoria, porque suele fonnut?rsElffiffiñic9igie.ndo _que el hombre es perfectible, esto es. pq!gg-g34g!bi-lidadEál

aquÍ como lo si:ro que lo §ñesta representación no

tenido que el del perfeccionamiento, confcnido harto indetermi-nado, que no da de sf nada más que la variabilidad. No edste enél ningtn criterio de Ia vatiación, ni tampoco cr.iterlo alguno paraapreciar hasta qué punto lo edstente es Justo y sustanciat: no haynfDgrlq prlnc¡pio de exclusión; ¡o hay ningúu término, nürgfrnñn rlltimo deterrninado, preciso. La vartaclón, úni.cg restg*que qup--da, es también lo rlnico que constltuye la deten:d:ra¿ión de esecontenido. La representaclón, segrln la eual el género humaJxo seeduea (Lessing), es ingeniosa; pero sólo de leJos roza aquello deque se habla aquÍ. El progreso, en todas estas representaclones,toma una forma cuantitativa. Md,s conoclmieutos, una culturá le¿á.reñnada... todos éstos son puros comparativos; y se puede seguirhablando asi largamente, sin indicar ntng¡ln principio preciso, sinenunciar nada cuaiitativo. La cosa, 1o cuaiitativo, gish_yl; perono se expresa ningún ñn que deba ser alca¡zado; tal fln pema-neee totalmentc i¡rdetenni¡rado. Pero lo cuanütatlvo-si queremos

-hablar con precidón del progresq=¡s justamente lo aieno-al¿¡en-_samiento. Ei fln que debe ser alcanzado, necesita ser conocido. Elespfrltu es en.su actividad tal que srs produe,ciones y transforma-ciones tienen que ser representadas y eonocidas como varlaciouescualltativas.l

El principio de la e¿ol¿aóz ir.nplica ade¡Eas oue gBlJ j[ondo

-hay una detennlnación inter¡ra, gg supuesto, qgg i§!á-p,Egg¡[l

cipio oue hace de Ia iransformacién rnisma una lev. hEEfl6 mal r it- i

recibido por algunas relisiones como ia católica; g tanryryqr I J I

los Estados oue sostienen un verdadero derecho a ser esüáticos o, l t I

al menns, estables. Mientras sé concede en general que las cosas I

terrenas, asÍ como los Estados son variables, excep!úase de esta I

añ-siyE d¿ a sf ur-ismo ala eÉste@u§!¿ detirminación_]lor-

escenario. su propiedadl eL campo de su realización. no fluchla

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.G-I-.juego "*t""io, de ias continge4gias,-§ino que es en sí io

Page 59: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

absolutamente determinante: su,peculial detenninación es abqp;lutamente flrme frente a las contingencias que el espiritu dominay €mplebü:€ñ su provecho. La evolución se da ta¡nbién en los obJe-tós de lá: naturaleza orgánica; la existencia de éstos no se ofrececomo una existcncia puramente inmediata y variable tan sóiodesde fuera, sino que emana de sÍ misma, de un Íntimo principioinvariable, de una esencia simple, cuya existencla empleza por serta¡rbién la edstencia slmple del germen y luego va dlferencián-dose y entrando en relación con otras cosas y, por 1o tanto, vi-üendo un continuo progreso de transformacióri. Este proceso, etrl-pero, vuelve con la misma continuidad a su contrario, esto es, setransforña en la conservación del priucipio orgánico y de su for-

lo que es eu sÍ.r--

Asihacede r¡n rnodo inmedlato, si:l oposiclones, §n obs!ácuJos; entre eIconcepto y su realizaclón, entre la naturaleza (en sf mlsma delterminada) del gennen y la acomodación de la existencia a dirhanaturaleza, no puede i:rtroducirse nada. f".n camblo, el espfrltu es .

distüxto. Su determinación pas¿ a realizarse media¡te Ia concien-cia y la voluntad; ésta§, conciencia y voluntad, se hallan primerosumidas en una vida inmediata y natural; zu objeto y fln es aIprincipio la determi:racióu natural, como tal, que, por ser el es-piritu quien la anim¿, tiene inffnltas pretensiones, inflnlta fuerzay riqueza. AsÍ es como el espiritu se opone a si mismo; ha de ven-cerse a si misrro, como verdadero enemigo de su fln. La evolución,que es en sÍ un sosegado proauóirse-¡iuesto que cousiste en per-manecer ?, la vez en sÍ e igual a sÍ en Ia exteriorización--+s, enel espÍritu, una dura e inflnita lucha contra si misr¡o. Lo que elespíritu qulere es alcanzar su propio conceplo; pero el espiritumisuro se lo encubre, orgulloso y rebosaute de satisfacción, en estealejamiento de sf mismo.

L_? eyolución 3§s, pues, un mero producirse, ürocente y pacÍ-flco, como en la vida orgáJdca, n-tra sÍ misrno Tampocq_!:onsiste en la mera evolución fonrral, sino

-

en la'realización de un f.n con indeterminado contenido. Hemos,g-g¡Étu

Este es el obietoun

fundamental¿po"-l@ et principio director de ta evotución,

- lo que da.a la evolución su sentido; co-mo, en ia htstorla rorna.rra,es Roma el objeto y, por eonsiguiente, la directriz eu Ia conslde:

de los acontecimientos y, a la inversa, los aconleclmlentos ,.

brota¡ de ese objeto y sólo en relación con él tienen sentido y eon-tenido. Hay en la historia universal algunos grandes perÍodos que]¡an transeurrido sin, al parecer, perseverar; antcs bien, despuésde ellos quedaron amrinadas las enormes conquistas de Ia cultu-ra y, desdichadamente, hubo que comenzar de nuevo arecuperar,eon la ayuda de las ruinas salvadas de aquellos tesoros y un re-novado e inmenso gasto de fuerzas, de tiempo, de crfmenes y do-lores, alguna de las partes de aquella cultura adquiriala muchotiempo autes. También hay evoluciones perseverautes, ricos y aca-bados ediflclos y sistemas de cultura, pla,srnados en peculiares ele-

evolución como lo fundamental y úItimo.[Es confonne al concepto del espÍritu el oue la evolución de

la historia aeontezca en el tiempo. El tiempo contiene t, d r-mltg§i«ln_qq b neggllvo. Un acontecimiento es atgo'posltivo paianosotros; pero la posible exlstencia de str contrarlo, la refereuclaal no ser. es el tiempo. No sólo pensamos el tiemoo. sino oue tailr¡ Ibién lo intuimof. u tiñiiGG[ñeucion, ile-reulo¡ffiG\\reabstracta y sensible. a,jg-J '

-ffidura. si cornpáramos las transformaciñel ael

----effileza, vemos que en ésta eI individuo estásujeto aI cambio, pero que las especies perseveran. El planeta pasapor distintos lugares, pero la trayectoria total es perrranente. Lomisno pasa con las especies animales. La variación es en ellas unefrculo, una repetlción de Io mlsmo. Todo se mueve en cfrculos ysólo en un crrculo, en algo inaiviauffie§¡rge de la mu*te, en la naturaleza, eE6.ffivida tndividual; y Sse considera la,especie como lo sustanclal ed este ca,mblo, la muer-te del inüviduo es una recaída de la espeeie en la individuatldad.

-La conserración de la especle no es más oue la unlfonne reoe-

-ttción de la misma manera de existencia. Otra cosa sucede empero

\

ni dar prefe¡gn,

de considerar tales procesos, o más especialmente los re-tr@esos, como apcldentes extemos; sólo puede tuzga¡ las supe-rioridades s€gún Éuntos de vista lndet¿rminados, los cuales sonfnes relativos y no absolutos, precisarnente por haber tomado la

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con'Ia tor-a,"Wiritual. La vari?ción nq tig+e lugar,aqui ¡¡rera--ii-- r--i--lli^t- -L- ^- ^I aasaa¡la Ert ¿a¡a¡ni¡ mi¡rn¡ ¡¡ f iáente en la sunerfete. sino €n el concepto. El coneepto mismo es I

@rl=ñ Ia. natilraleza- llásneeie nri har..e nin- i-?ñ-Lrogreso; en €I e§pfrrtu empero, loda transformación esJr.o--3g*.r Stn duda, también ia señe de las formas naturales consti-tuye- una escala que va desde Ia luz hasta eI hombre, de suerteque. cada tramo es una transformación del precedente, un prin-

; .eipio sup€rior, nacido de la abolición y muerte del precedente.P€ro en la naturaleza estos distintos peldaños se separan unos deotros y coexisten unos junto a otros; el tránsito se revela tan sóloal espíritu pensante, que comprende esta conexión. La naturalezano se aprehende a sÍ misma y, por tanto, el aspecto negativo desus formaciones no existe para ella. En la esfera espiritual, por eIcontrario, descúbrese que la fonna superior ha nacido de la trans-elaboración de la anterior e inferior. Esta, por tanto, ha dejadode existir; y si las variaciones espirituales acontecen en el tiempo,es porque cada una de ellas es la transflguración de la anterior.La historia universal es el desenvolvimiento. ia exolicitación del'-:--;espÍritu en eI tiempo: del mismo modo oue la idea se desnliesa en€1 eSDo,cio comn nef¡rr¡leza.

Por 1o demás, los pueblos, como formas espirituales, son tam-bién seres naturales en cierto sentido. Por esto los distintos pro-ductos se presentan también coexistiendo y perdurando en eI es-pacio, indiferentes unos a otros. Si lanzamos una mirada sobre eImundo, descubrimos en sus tres partes más antiguas tr,es formascapitales: el principio asiático, que es también el primero en Iahistoria (mongólico, chino, indio); eI mundo mahometano, en queexiste el principio del espiritu abstracto del Dios único, pero te-niendo enfrent¿ el albedrÍo desenfrenado; y eI mundo cristiano,europeo-occidental, donde está logrado el prineipio supremo, el co-nocimiento por el espíritu de sí mismo y de su profund.idad propia.Esta serie universal se halla etpuesta aquí en su modo perdurablede ser; p€ro en la historia universal Ia encontramos €n fases su-cesivas. Los grandes principios, al pervivir unos junto a otros, noexigen por ello la pervivencia de todas Ias formas que transcu-rrieron en el tiempo. Podriamos desear la existencia actual.de unpueblo griego, con su hermoso paganismo, o de un pueblo roma-no; pero estos pueblos ha¡r perecido. Hay asimismo formas, dentrode todos 1os pueblos, que pereeen, aunque éstos sigan existiendo.¿Por qué desapareeen? ¿Por qué no perduran en el espacio? Estb

;¡E,1fr

,", ,' !II.:-7. El ñncepto de lo eoolucün' '* l2T.|.

¡uede explicarse por su especlal naturaleza; pero esta expli-....::,J[r"¡fl tiene zu lugar indicado en la historia universal misma. A]li

Fg-.il.glá que solo perviven ias fonnas más univer§ales..T,as formasá"eterninaaas desaparecen necesariamente, después de haberse ma-iliiiffaao con intranquita, vivacidad.

El progreso se deflne en general como la serie de fases por que

atraviesa tra conclencla. El hombre gmpieza por ser un niño, conr-r¡na sorda conciencia del mundo y de sf mismo; sabemos que ha

de recorrer vaüas fases de la conciencia empfrica, para llegar asaber lo gue es en sÍ y por sÍ. rll niño empieza eon Ia sensación;er nomrJre pasa .,e esüa a ,, ,a"@ genera-

lg§,; t@to, [eeando a conocer el alma fu iasco-sl¡sr, su verdade.IA_gatu¡aleza. -Por 1o que se reflere a lo espi-ritual, el niño vive primero conflado en sus padres y en los que lerodean, a quienes ve esforzarse por educarle en Io justo y razona-ble, que le parece estar prescrito arbitrariamente. Otra fase pos-terior es la de la Juvenüud; su caracteristlca es que el hombrebury" en sÍ su independencia, descansa eD sf misrro, descubre ensu conciencia lo justo, lo moral, lo que ds'esencial hacer y Uevara cabo. La con -tel*lo nciat. U progreso es, segünesto,-la for-mación de la qonqiencia; gles, ry.r, ryIry§gr-W4tivo, sino una serie de faser, *distintas relac_iones con Io eseñcial.l

La historia universal representa eI coz,i¿zta rtq ra,e faae-s no¡qJ¡e pasa Ig. €volución.del Iljlrgci,gi.g, cuyo contenido es lLc -cia de la libertadj Esta evoluelón tiene l¿ses, porque el espíritu no.es aquf inmediato a si mismo, sino que requieré mediación, bienque una mediaeión consigo mismo; pero esta evolución está dife-renciada, porque es üvisión y diferenciación del espíritu. Ja-de¡terminaeión de estas fases_es,@al, lógiea;pero en su naturalqa más concreta ,es tema de la f.losofía det

ción, es que la primera fase, la fase inmeüata,.cae dentro de taya indicada sumersión ,del espíritu en eI qlemento de la natura-.

I-

es imperfoctaglrmperrccta y parcial (son libres algunos), puesto oue proeedeiumediatamente det estado natural V, pgr goortsoiglt".:le j*

Page 61: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

todavfa con lo natlrral como uno de §usdesde esta libertad. to-

@. en o_ue consideramos al espiritu. es com-

_':lirahle-::or tanto. con el espÍñtu tlfantit. R¿ina ao-ú esa unidaddel espÍritu con Ia naturaleza, que encontramos en el mundo ori¿n-t¿I. Este espÍritu natural reside todavÍa en la naturaleza, no ensf mis,:no; no es, pues, todavia libre, ni ha tecorrido el proceso de

la liberüad.'También en esta fase del espíritu encontramos Esta-dos, artes, ciencias i:ecipientbs; pero todo esto se halla en eI te-rreno de la natlrraleza. En'este primer mundo palriarcal, eI espÍ-ritu es una sustancia a Ia que el indiYidüo se ¿ñade sólo como unaccidente. Para la voluntad del uno sou',los otros como niños.como subordl¡rados.

Es empero--, en eI pasa-

-

--gp, no r¡3}gg§; -por eso la comparaciÓn es aquf impo$lle.EI individuo, por su aspecto uegativo, perteuece aI elemento, d bmateria y perece; mas el espÍrltu vuelve sobre sf misrrro, sobre

sus conceptos. En ta época cristiana, el espiritu üvino ha venidoal mundo, ha puesto su sede en eI individuo, que ahora es per-fectamente libre, con una libertad sustanclal. Esta es'la conci-liacióu del espÍrltu s¡bJetivo cou el obietivo. EI espfritu se ha¡econcillado, se ha hecho uno con su concepto, del eual se habf¿separado aI constituir la subjetivldad, saliendo"para ellcí del esta-

delpeSUEAI_de_la senectud eI vivir sóIo en eI recuerdo

.bxperiencia debe resPonder.lEste§'fases son los principios fundamentales del

'III.-2. Et conlerl?D d,e ta historta ' '.;-"*,--- 1|§ ,

:'.*i.*

ilebaturaleza.- Todo esto es el o priori de la historia, al que

r.::ri,,of"r1. En desarrollos ultcriores veremos que cada una de esas

fases es, dentro de si misma, un proceso de formación, y cómo es

b.diaiéctica, en eI tránsito de una fase a otra.¡ i^ Aoui sólo he de advertir que eI espíritu comien?fl, por su infi-'nita podlilidadi Ia cual es r¡na mera ¡rosihllidad oue cóntlene suÉ66IüTó-EóñGnid.o como algo ez sf, como el ftn que et espfritusóIo alcanza en su resultado, resultado que sóIo entonces es su

@l-lo.imñ-ertecto a rn m¿sconcebirse en la abstracnión. como meramente imoerfecto. slno

@ si' @, de imoulso, ¡gr.;coutrario, o sea €so que llamamos lo perf€cto. Aslmimo la.posi-:bi$dad alude, por Io menos, de modo.refleJo a algo que üebe,llegar¿

3", fealidaa; la dunamis anstotéllca es también tnte?tt€- .f¡¡S&&,g3g§r. Io imperfecto, pues, es lo conürario dq sf,..ere s! *i§qo;:.es la contradioción, que exisfe, pero que debe ser aboltda y-rg-suelta; 6s sl lmFütrso de,la vlda espiritual en sÍ mtsma gue asplra,.a romper el lazo, la cubierta de la uatura,leza, de la seasibilidad;de la enajenación, v-Iesar__a_la luz de Ia conciencia. e§!g-g§,3-sl mismo.

2- El co¡nienzo d¿ h, historia-

En general ya hemos indicado cómo debe concebirse eI comien-zo de la historia del espÍritu, segrln el concepto. Nos hemos refe-rldo a Ia teorfa de un estado de naturaleza, eD el que, según se

dice, la libertad y el derecho existeu o han existldo de un modoperfeeto. Pero esta teorÍa era la pura szposeción de una existenciahistórica, suposición hecha. a la luz crepuseular de la reflexiónhlpotética. Otra teorfa, Eüy puesta hoy en circulación por eiertaparte, pretende algo muy distinto, quiere serno una hipótesisoriginada en el pensamiento, sino un hecho histórlco y, a la tez,un superior testi¡nonio de'tal hecho. Esta teorfa recoge nueva-mente aquel primer estado paradisÍaco de tros hombres, desarro-tlado ya por los teólogos a su modo-por ejemplo, sosteniendoque Dios habló hebreo con Adán-pero lo reforma con arreglori*rr" r.--g

i.!

sf : consisüe en salir dti'ia mera obedien-rmás. Esta fase se tlivide en dos. La prl-

mera'es la Juventud del espfritu, que tiene llbertad propla, peno

vinculada todavía a la sustancialidad. La liber.tad ao ha renacidotodavfa de lo profundo del espfrilu. Este es el mundo griego. La'otra es la edad viril del esl¡fJilu, en que eI i:rdividuo tiene su¡fines pmpios, pero sólo los alcanza aI servicto de un ente univer-.sal, del Estado. Este es eL mund,o rümrt,no. Eq'ét se da la antftesicentre la personalidad det individuo y el servicio a lo universal.

Page 62: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

a otras Decesidades. [se ha sostenido ra existencia de un puebloprimitivo que nos habrfa t.ans*itiao bdas ras ciencias y arües(scheltitlg; <Et tenguaie gt ta sabiduria d.e tos indios», de scrüegel).Este puebro primitivo ."riu u"tJár al género rr,r*"oo propia-mente dicho y habria sido eternir*ao po, ru, "oJürrl teyendas,bajo la imagen de los Aio".r- f"rrJ .

su aua cu*ura en ras reyendas o"'i3lHJ":t"Triñtti:Hff: *iestado de los puebros m¿s anuguii oo" conoce ra historia, serfa,pues, una cafda desde las alturai u" "n*ri. "rrráu?rir.r.". v u,afir:na todo esto,- pretendiendo que la tilosofÍa to exge y quetambién existen de euo ,"rtigior=iistóricosl. La alta-autoridada que se acude ef. prrmer termino, ;;-il;;riloi.üorrca. perola Biblia Dos descdbe et estaao-priirrrrr*_yu sea en los pocos ras_gos conocidos, ya en §us variaciones---o como representado ea eIhombre en generar (que ser¡a];;r,J; ;#;;;'"nlversar)o como dado y perfecto en un solo tndividyo, o "t oo" sola pa-reJa, si se toma a Adá¡

"o*o p"1*"" ;ffiil# ;T* con§-guiente rinica' pero no hay fuuttamento alguno pará representarseun pueblo_y un estado hlstórico de dicho pueblo__, qire haybexistido.en e§a primitiva ror-r;- oiLenos para afi¡mar que e§epuebro tuviera r¡n puro

"oooci-i"oto de Dios y de Ia naturareza.La naturareza-dicese fant¿sticameitc-esta¡á "o un-'principioabierta, transparente,. ante to* prro, ojos der hombre, como unclaro espejo de ra creacióa divina (1); y ia divina verd,ad eraigualmente patente para é1. apúntase, aeiándolo empero en ciertaoscuridad, que eI hombre ."

"o"ootába, en ""t" pJ*r e§tado,en posesión de un extenso y preciso conocimiento de las verdad.esreligiosas reveradas inmediatamentc por Dios. Todas las rerigione§habrÍan §audo históricamente de esL esta¿o; pero impurificán_dose y oscureciendo aquella primera- verdad,, con los fantasma§del error y Ia perversión. Huellas de aquel origen y de aquerasprimeras verdaderas doctrinas retigiosas existen v pueden reco-nocerse-dÍcese-en lodas las mitorogias del error. por eso se atri_buye esenciarmente a ra investig""iloo de ra historia antigua delos puebtos et inüerés de remonta-r;;;t" un punto en que puedan

"*Y"* todavia fragmentos de ese p"r** "orro.t="iro ,r"-

130-- Fttosoilo de lo histotfu, untarcrsü_!

,¿*111, ü ü.."$:ffi} .Phitosoptt'ie der Geschichte rFitosotiq ae tq, historiat, L

'III.-4. El comie¡an de la hLstorb

'su máxima pureza (*). Tenemos que agradecei al interésüovestigaciones muchfslmos tesoros. Pero estas investi-^atestiguan in:nediatamente contra sf mi§uras, pue§ se

a acreditar de histórico sólo aquello que supolen de

antemano ser histórico. [Por lo demás, los datos históricos em-pezaroD, pronto a confundirs V, al fin, han desaparecido por com-

. pletol. Ese primer conocimiento de Dios; esos conocimientos cien-por eJemplo, astronómicos (como los que ha¡r sido aüri-

butdos fabulosamente a los furdlos, i¡rcluso por astrÓnomos, como,por ejempto, Baittu (**); la existencia de un estado semeiante en elorigen de la historia universal, estado del cual las religiones de

los pueblos habrfa¡ partldo para degenerar luego (como se §upone

(') Debemos a este tnte¡és muchos y muy especisles de§cubdniento§ ell laliteraturs oriental y uu renovado estudio de ésta sob¡e los t€soros ya anterio¡-mente apuñulados aperca de los antiei¡os Estados asiáticos y zu mitologfa, ¡eUgiión e historia. El gobierno catóüoo no ha podido st¡straprse ¡nÁs tiempo, eolos palses cultos, a las exig€txcias del pensa,rniento y, pot tanto,.a la Dece§idadde alia¡se cou la erudicióny.Ia fllosoffa. El abate Lom,etuttis (1), con elocuen-cia impresioaante, h¿ inclutdo €¡rtrc los criterios para disc€¡nir la verdader¿¡'etigióu el ser ésta por fuerza unh¡e¡sol, es d@ir, católica, y ls mu orltigte; yla Cong¡Wa¿ióD (2) ha trabajado celosa y diligB¡¡teme¡rte eü ¡'ranci& pa¡a lrro-pagar estas a,ñrEaciones, para que no sean simple decla¡asioDes ora,torias yaseveracioaes fu¡dadas en mer& autoridad. Principalmente la t¿¡ difundida re-ligién de Buddtw,, hombredios, he atraldo la ¿tención. l,a Trimarti india, adcomo la sbstracción china de la Triuidad, tieneD u¡r contenido más claro desuyo. I-'c eruditos señores Abel Renusot @) y Saint Martln (4) ha¡r empren-dido, por su parüe, las más meritorias investigaciones en la liÉratqra china, yen la mougólica y, § fuese posible, e¡r la tibetana. EI barón de Eehstein lít, a,

su modo, esto es, con superflciales ideas de ñlosoffa natural, tomadas de Alema.nia, y con procedimientos semejantes a los de f'. vm Schlegel, aunque cou mástaleuto que éste-+uy& manera no hüo el menor efecto en I'ra¡cia-, defendfaen su periódieo Le Catholique aquel primitivo cristianismo; pero espeoia,lmenteorieutaba el apoyo del gobierno hapia el lado erudito de la @ng¡egación, a lnde emprender yi&jes a Oriente, para descubri! los tesoros aun ocultos, de loscuales se prometia mayores coDocimientos sobre las profundas doctrinas y, prin-cipalmente, sobre Ia ¡r¡ás alta antigüedad y las fuentes del budismo, favorecien-do la causa del catolicismo por este largo, pero, para los eruditos, interesa¡¡terodeo.

(1) IJ8¡nenneis, U82-1854, Jefe de la democrBcia católica er Fra¡cla, edltor deIa revista L'Aoenir, 1830-32.

Q) Se Blude a la Congregd.tio d,e propagando Íiile, fundada por el Papa Grego-rlo f(V eI 21 de Junio de 1622, llamada de ordiDerlo §lmplemente ls Propagorldd.(3) Rémusat, Jean Plerre Abel, 1?88-18Í12, profesor de chiDo en el Coleglo detr'ra,ncla.(4) S8lnt Msrtln, Marquls de, U43-1803, teGofo. L'llomne ¿lu désír, 7790. Del'espñt iL$ c¿oses, 1800.. (5) Eck8tefn, Ferdin8nd, ba¡ór1 de, 179G1861, pa¡tid8rio de le A,estsuración y delultramontanl§mo. IIa§tB 1830 fué blstorr.ógr&fo del MiDisterlo francés del Bterlor.

(.') BoiU! g) ha escrito sobre la astronomla de los i¡dios con ua cotroci-miento superñcial.'En nuestros tiempos se ve, siu emba¡go, por eJemplo e\ Lon-

(f) BaiUy, JeaJx Sylvatn, 1736-93, presidente ale Is prlmera .{.sa,mbleB naclonalfrances8, murló en la gxrluoüna. Históire de l,d.strorlúnie ancisnne, lz1b,

II

I

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. 1 ., .'t' --' ..

I . : t";',,i,*-::-,',' ',i . ' . '

' ¡rP? .;+i¡,f;,t-¿9§Wy,#.3-lW. ltlsfrlfr .;u?htersal-. Ii rtucctón'--:-'.-----':.'' ,,,,,'l,.,,ji:

en €1 grosero sistema llamado de Ia emanaciÓn); todas éstas sonhipótegis,. que ni tienen fundamento histórico, ui pueden Uegata teaerlo,,pu€§to.que sieYnpre podemos oponer el concepto a ese

arbitrario origen, producto tan sólo de Ia opinión subJetiva.[l,o'rlnico que tiene de filosófico esa representación d.e un es-

tado primitivo de perfección es que eI hombre no puede haberem¡rezado por una rudeza animal. Eslo es exacto. EI hombre noha podido evoluci.onar partiendo de una rudeza arximal; pero side una rudeza humana. La humanidad animal es cosa ent¿ramentedistinta de la animalidad. El comienzo es, pues, el espíritu. Peroel espÍritu existe primero en sí, es espÍritu natural. Sin embargo,eI carácter de la humanidad está completamente impreso en é1. EIniño no tiene razón, pero sÍ la posibilidad real de ser racional.El animal, por eI contrario, no tiene posibilidad de ltegar a poseerconciencia de si. Hay algo humano ya en el simple movimientodel niño. Su primer movimiento, su grito, es ya algo enterament¿distinto de 1o animal. El hombre ha sido siempre lnteligente; peroquien quiera por ello sostener que debe haber vivido en aguel es-tado, en la pura conciencia de Dios y de la naturaleza, €n elcentro, por declrlo así, de cuanto nosotros sóIo penosamente alcan-zamos, en el centro de todas las cienclas y artes, ése no sabe Ioque .es la inteligencia, Io que es el pensamiento; no sabe que elespíritu es lnñnito movimiento, évép1era rivte).á7et« (energia, acti-vidad), no sabe que el espiritu nunca cesa, nunca reposa y es unmovimiento que, después de una cosa, es arrastrado a otra, y laelabora y en su labor se encuentra a si mismo. Sólo mediante estetrabajo pone el espÍritu ante sÍ lo universal, su concepto. Sóloentonces se hace real. Esto no es, pues, lo primero, sino lo último.Los usos, Ias leyes, las instituciones, los sÍmbolos de los pueblosantiguos encubren, sin duda, ideas especulativas, puesto que sollproductos del espÍritu. Pero esa realidad interna de la idea es cosaharto distinta de conocers€ y comprenderse a sí misma en la for-ma de la idea. La idea especulativa conocida no puede haber sido

bert (D, que, a,uDque los indios posefau conocimientos asüronómicos, los brah-manes calculaban los eclipses de sol segin fórmulas totalmente desprovistas deconocimiento de causa. El espiritu, que existió, sin duda, en esüas fórmulas,aun_ que fuera puramente mecánico, ha desaparecido hape largo tigmpo. Sobretodo, los métodos tredicionales ent¡re eüos no poseen la superioridad que se lesha etribufdo.

(z) I.aF¡ert, Jua¡t Enrlque, L7zg_?l, coroctdo f,lósofo y ffBlco, célebre tsmblénco_mo aatroDoEo Dor au§ Kosmowsclt¿ Briele übe¡ dk El¡rTclrtr,;íg ¿les westbaustuortos @smatógtcag sobre la est¡ltoturo d¿l mutdol, L76L.

ffi4:.":-;-" :.:,.j¡.. ...4, , ,r¡,tü.*primero, porque es el fruto del supremo y más abstraótól6§; . '

§áüe-o del esPiritul'ñ#r{.o único propio y digno de la consideración filosÓfica es reco-

ffi¿tira historia allf donde ta racionalidad empieza, a aparecqr en' itlrirt"neia terrestre; no donde sólo es todavfa una posibilidad

ensl,slnodondeexlsteunEstado,enelquelarazónsurgeala- 'conciencia, a7& voluntad y a |a acciÓn' La exist,encia inorgárrica.delespfritu,labnrtaüdad_osisequiere,laexcelencia_ferozoblanda, ignorante de Ia llbertad, esto es, del bien y del mal y'

portanto,dela§leyes,noe§obietodelahistoria'Lamora'lidadnatural,yalavezreligiosa,eslapiedadfamiliar'lomoral'enestasocledad,conslsteenquelos¡niernbrosnohandeconduclrseunos.req)ectodeotro§comolndividuosdevolunladlibre,comopersonas; preclsamente por eso gueda la familia en sf sustrafda

aestaevoluclÓndequesurgelahistorta.Perocua¡dolar¡nld¿despiritual rebasa este clrculo de la sensación y del a¡nor nat'ural

'Í [ega a la conclencla ,de la persona'lldad'n aparece ese obscuio,yn¡docentroeuelquenllanaturalezanielespfrl.tuseabrenytrasparentan y para ét cuat la naturalezay el espfr.ittt sólo pueden

abrirse y trasparentarse por el trabajo de ¡ua cultura leJana' muy

leJana en el tiempo, la cultura de aquella voluntad que §e lP. e'-nado conscleute de si misma. La conclencia es lo únlco abierto,

lo rlnieo a que Dios-o cualquier cosa en general-puede ¡evelarse'

Nada puede revelarse en su verdad, en stl unlversalidad, en sl y por

sf,sinoalaconcienciareflexiva.Lalibertadconsisteexcluslva-' mente €n conocer y querer los objetos sustanclales y unlversales'

como Ia ley y el derecho; y en produclr una realidad que sea con-

fonne a ellos---el Estado.LospueblospuedenllevarunalargavidastnEstado,antesde

alcanzarestadeterminación.YpuedenlograrsinEstadouni:rr-portante desarrollo, en clertas direcciones' Esta prehistoria cae

empero fuera de auestro fi:e, según 1o ya indicado; aunque la' haya

seguido una hlstoria real, o tos pueblos no hayan conseguido for'mar un Estado. El gran descubrimlento histÓrlco' grande como el

de un nuevo mundo, ha sido el que tuvo lugar hace veirxtltantos

años, sobre Ia lengua sá¡scrita y soble la relación de las lenguas

- eurolleas con el sánscrito. Este descubrimiento los 11 mostrado launiOn histórtea de los puóUtos ger-mánicos y los pueblos lndo§, con

. la máxima segürlda.d que puede edglrse en tales materlas' Arru

al presente sabemos de pueblos que apena§ constltuyen una §o-

\-:<d¡-d

Page 64: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

coaocid¿ hace largo tlempo. Otros (cuyo estado cultural debe tnte-.riesa.rnos.:preferentemente) ülenen una tradición que alcanz¿ másallá de la historia de la fundación de su Eslado; y sabedos quehan sufrido muchas transformaciones antes de esta época. La in-dicada relación entre las lenguas de pueblos tan distantes y di-.versos por su religión y constitución, su moralidad y toda su cul-tura espiritual y física (y no sótro en los tiernpos actuales, slrodesde los ya antiguos eD que los conocemos) nos ofrece un resul-tado que nos revela como un hecho innegable la üsl¡erslón deestas naclones, a partlr.del Asia, y eI desarrollo dlvergente de suafi¡rldad primiüiva. Este hecho empero no resulta de esas com-blnaciones mentales tan de Doda, que baraJando grandes y pe-queñas circunstauclas han enrlquecido la hi,storia con hartas ü¡-Yencioues, en vez de hechos, y seguirán eariquecléndola slempre,puesto que siempre son posibles ot¡as comblnaciones de las mis-mas u otras circunstancias. Pero ese pasado, que se'ofrece tanlargo, cae fuera de .la historia; ha precedido a la historia propla-.

ciones como algo más que una casualidad exterra; sigulfica quela narración histórlca aparece slmultá¡ea.ment¿ con los hechosy acontcclmientos propia,mente hlstóricos. Uu f¡rtimo fundamentocomtln las hace brotar Juntas. Los recuerdos familiares y las tra-diciones patrlarcales tienen un interés dentro de Ia familla o dela trlbu. El curso unifonne de su estado no es objeto del recuerdo;pero los hechos más señalados o los giros del destlno pueden ln-citar a Ivfnemosyne a conservar esas imágenes, como el amor y eIsentimiento religioso convidan a la fantasla a dat forua al im-pulso que, en un pr'rncipio, es infonne. El Eslado es, empero, elque por vez primera da un coutenid,o, que no sólo es apropiadoa Ia prosa de Ia historia, sino que la engendra. En lugar de tosma¡datos puramente subJetivos del Jefe, ma¡odatos suflclentes

-para las necesidades del momento, toda comunidad, que se con-sollda y eleva ¿ la altura de un iEstado, eÉge preceptos, leyes,declsiones generales y válidas para la generalidad, y crea, porconsigulente, no sólo !a narración, stno el lnte¡és de los hechos y

-¿conteci:nientos lnteligibles, determlnados y perdurables eD "81¡t-€,fiulrl€vu

resultados-hechos a los cuales Mnemosyne tlende a añaür la du--

ración del recuerdo, para perpetuar el fin de la fonna y estruchrra- ---¡---J^ ^^*^ at -*i-l-

i

presentes del nshdo. Un sentimiento profi¡ndo, como el amór'y 'iambién la intuición religiosa, co¡I sus fortrras, es totalmente ac-

tualysatisfaceporsfmlsmo;perolaedstenciaexternadelEs-,tado, con su§ leyes y costumbres raclonales, es un present¿ imper-

fecto, lncompleto, suya inteligencia necestta, para tnteglarse, l'B

conclencia del PasadoLosespaciosdetiempoquehantranscurridoparalospueblos,

antes de la historla escrlta, ya nos los flguremos de siglos o de

mllenlos, y aunque hayan estado repletos de revoluclones, de ml-graelone§, de las más vtolentas trznsfotEaclones, carecen de lrls-

torta objeüva, porque no tienen hlstoria subjetlva, narraclÓn blg-

tórica. Y Do es que la hlstoriograffe haya decaldo en estos e§pactol

de tlempo casualnente, SDo que Do la tenemos porgue no h8

podido á"i"ttr. §ó1o en el Estado edsteu, con la conclencla de las

,iayur, bbcbos claros y' con éstos, una conclencia clara de los be-

c,hos, que da al hombre la capacidad y la uecesldad de conservar-

.los. Es sorprendente, para todo el que empleza a trabar conocl-

miento con los.tesoros de ]a llteralura tndta, que este paLs tan rlco

enlasmásprofundasproducclonesesplritualesnotengahlstorla,contrastando eu ello del modo más euérgfco eon C.h[rat imperlo

queposeeunahtstoriografÍaexcelenteycoBiosa;condatos¡efe-tentesalostlemposmásantigSos.LaInüanosóloüeneantlguosllbros religiosos y creaelones brlllantes de la poesia, slno también

códigos aJxtiguo§, cosa que ant¿s se edgia como una condición

delahistoria;y,sinembargo,notlenehtstoria.Peroenestepalslaorgantzaclón,queempezÓdlfe¡enciandolasocled¿d'sepetrl-ficóenseguidaendeterminaelonesnaturales(lascastas);defor-maquelasleyes,aunqueconclernenalosderecho§clvlles'hacenaepenaientesestosderechosdeaqueüasdiferenciasfi:¡dadasenlanaturalezaydeflnenpri:rcipalrnentelassituaclonesrespectlvas(notantodederechocomodefaltadederechos)deestasclases'esto €s, de las superiores frente a las inferiores' EI elemento de

1á moraüdad estál pues, exclufdo de la magpüicencia de la vida

:1¡ediay'desusre¡ros.DadalafaltadeUb€rtadenguesebasaese.ordenfi!o,naturallsta,delas@stas,todonexosocialessalvaje

arbltrarled.ad,pasaleroimpulsoomásblenfuro¡'sürunfi:xúlti-' ' mo de progreso y áe evoluciÓn; no exlste, pues' ni:rguna memorla

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f3-O ---

Flldsofto .de_la \fsqrig unhtersal.-¿ .oürccün

pensante, ningún obJeto para MnemosJme, y una fantasia, anul-que profunda, caótica, dlvaga sobre un terreno que hubiera debidoorientarse hacla un ffur determinado (perbeneciente a Ia realid.ad,si todavfa no subJeüva, siqurera sustanclal, esto es, racional), y,por tanto, hacerse apto para la historia.

Esta conüción de que exista una historia escrlta ha sido causade que haya transcurrido sin historia esa labor inmensa y variadaque §upone el crecimiento de las familias en tribus, de las tribusen pueblos y la dispersión consigulente a tal aumento, que per_mlte presumir grandes complicaciorres, guerras, revoluciones y d.e-cadencias. Más aún; asf se explica que ta dlfusión y elevación delr-eino de Ia palabra se haya verificado calladamente y haya per_manecido en ei silencio- Es un hecho atestiguado por ros monu-mentos que las renguas se haJx desarro[ado mucho en er estad,roinculto de los ¡rueblos que ras hablaban. La i:rterigencia hubo dedesenvolverse poderosamente en estc terreno teórico. La extensa

'gramática consiguiente es ra obra del pensamtentq que destacaen ella sus categorfas. Es, ad.emás, un hecho que, con la progrestvacivilización de ra soctedad. y del Estado, se embota este s;e;a-tico desarro[o de ra rnteligencra; y ra lengua desde entonces sehace más pobre e infome. Es pecurlar este fenómeno de q""

"iprogreso' aI hacerse más espirltual, al producir más raclonalldad,descuide aquella precisión y exactitud intelectual y la considereembarazosa y superfrua. EI ienguaje es la obra de ra rnterigenc¡atécnica, en sentido proplo, pues es su manifestación externa. Lasactividades de la memoria y de Ia fa.ntasla son, §n el lenguaJe,simples manlfestaeiones internas. pero esta obra .teórica, comoasimismo su posterior evorución y también ra rab-or más conereta-enlazada con ella-de la üspersión de los pueblos, su separa-ción,- su mezcla y sus mlgraciones, permanece envuelta en la nie_bla de un mudo pretérito. No son hechos de la voluntad., queadquiere conclencia de sí misma; no son hechos de la libertad,que se da otra apariencia, una realidad propiamente ücha. Nosiendo, pues, obra de ese elemento verdade¡o que es la voluntad,esas transformaciones no han tenido historia, a pesar de su des-ar¡ollo cultural en el idloma. El rápido flore,cimlento del lenguaJey la dispersión y migración de las naciones sólo han alcanzad.oimportancia e interés para ra ¡azón concreta, al entrar en bontactocon algunos Estados o al empezar a formar Estados nuevos.

>:!--::- nL-&. lá morcno d.e la eooluci.órl' ' ,

3. La marcha de la eoolución

Tras estas observaciones referentes a la forma en que cornienzcta historia universal y a la prehistoria, que de esa forma se infie-re, réstanos lndicar aquÍ la tnanerd, co¡no transcurre la historia,sl bi€n sólo balo eI aspecto formal; La determlnación del conte-nldo concreto queda para la división de la historia.

La historia universal representa, como hemos dicho anterior-mente, la evolución de la conciencia que el esplritu tiene de sullbertad y también Ia evolución de la realización que ésta obtlenepor ureüo de tal eonclencla. La evolucién impllca :ulc;a serle defases, una serie de detenninaciones de la libertad, que nacen deleoncepto de la cosa, o sG&,1 aquf, de la naturaleza de la libeftadaI hacerse consclente de sl. La naturaleza lóglcu y todavfa másla naturaleza dialé'etica del concepto en general, que consiste en.que el concepto se detennha, s,e da determi:raciones y .luego las-anula de nuevo y, medlante esta misma anulaeión, consigue otra.detenniuaclón positiva más rlca y concreta,:est¿ necesidad y laserie necesaria de las puras detenninaciones abstractas del con-cepto son estuüadas en la lóglca. Aquf hemos de repetir sol4*mente-oue sasa .!qrc, *@,.];¡@

carácterd€t€s @-- cr€tamente el oueblo todos los asDectos de §u eónclen¡l¡ y vnh'n-tad. de toda su realidad: estc carácter es

de su morald¡d, de-su sistemajurfdico,

ffia,cia. su arte v su,+

-ñ6¿"s' rse meüante aquella otra'peculiaridad general, meüante aquel carácter o principio proplo'de un pueblo'; a,si como, a la lnversa, esa particularidad generaldebe lnferlrse de los hechos singulares que nos presenta Ia histo-

dete , §&-de tal o Eacer esto no

sólo supone-una facultád-Gtarn616¡ un trato famiüar con las ldeas; es menester estar Iami-üarizado a prtori con el clrculo, por decirlo asi, denlro del cuaE

. Estas peculia-

J

ta:Íffión de su actl

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' f,gB

-

Ítlosiofla. de M'trtstotúz atthxrsa;.-Jt. .rúatcc'lón

caen los principlos; asf como Keplero, para clüar al hombre más,grande en este modo de conocer, hubo de tener trato famlliar conlas elipses, los cubos y los cuadrados y sus rela,iiones o prtori, a\-tes de'descubrlr mediante los datos empfricos sus ürmortales leyes,.qud consistcn en determinaciones de aquei cÍrculo de representa-ciones. Quien ignore las nociones de ias determinaclones elemen-tales universales, no puede entender esas leyes, por mucho quecontempie el clelo y los movimientos de las estrellas; como tam-

iencia'che

tes determinaciones intelectuales aparecen entonces comoalgo extraño, algo gue no se encuentra en cI obleto. Para la edu-cación subJetiva, que no conoce el pensa,rriento nl tlene costumbrede pensar, esas ldeas son algo extraño y no ent:an en la repre-sentaclón e lnteügencla que dicha deflciente, educaclóa,,iiene delobjeto. De aquf procede la e¡presión de que la .fllosofla no cgln-.prende esas ciencias. La filosofia debe conceder, en efecto, que no$iene Ia inteligencia que reina en aquellas clencias, esto es, gueno procede con arreglo a las categorÍas de semeJante ürtetigencla,-sino con arreglo a las categorías de la tazón, con las cuales conoceempero aquella i:eteligencia y su valor y posiclón.-Ea esüe pro-ceder de Ia inteligencia cientÍfica se trata igualmente de separary destacar lo esenclal de lo llamado inesencial. Mas para poderhacer esto, es necesario conocer 1o esencial. ]thora bien, g9oso trata de coqsiiderar la higbo{q uaivergqrl en su confunto,ao

Una parte de las instancias que, como contradicción dlrecta,se esgrlmen contra la determi¡nación, lomada en su universalidad,proviene habitualmenüe de ia deficiencia en la aprehensló[ y com-Drensión de las ideas. Cuando, en Ia historla natural, los ejem-plares o abortos hfbridos, desgraciados y monstnrosos'son emplea-.dos como ürstanclas contra los géneros y las eslrecies-tan paten-'ter-puede replicarse con razón uua frase que suele declrse enqgeneralJ es: que la excepción confinna la regla, esto es, que en<l

; se Ie hace, en efecto, el repro-

6ffiIáI es, c-o_M_§g h3lSegldg

lugar Ia regla, bien lo que hay de hibrido y defecluoso en Ia des-,TIa tipo nor:nal. La impotencia de Ia naturaleza impiáe . i.

- que so mantrnga la tlleza de sus géneros y clases unlvefsalescontra otros factores y acciones elementales. Aunque, por eJem-plo, tomada la organización del hombre en su fomra concreta, el@rebro, el corazón, etc., parecen esencialmente aecesarios parasu vlda orgánica, puede presentarse un üriste aborto o atgrin mons-truo, que tenga faz hqmana, o partes de ella, y que haya sidoengendrado y haya vivido en uu cuetpo huma¡ro y aún haya na-cido-y respirado de éI, pero que no leuga cerebro o corazón. Usareste eJemplar como argumento contra Ia estructura necesaria. deuna verdadera organización b.umana, es quedamos atenidos altérmüro abstracto de hombre y a.su definlción superriclar pemla represeutación de r¡n hombre concreto y real es, sür duda, otracosa: este hombre ha de tener un cerebro en la cabeza y rm'oorarzón en el pecho.-. De igu¿t modo se procede euando se dice<on razón--que el

genlo, eI talento, las virtudes y sentirnientos morales, Ia piedad,pueden euconürarse en todas las zonas, constitucloues y cstadospoüticos. Y no faltaa ejemplos de ello. Pero sil con esto se quleredeclr que la diferencla fundada en la conciencia que la übertadtiene de si mism.a, carece de lmportancia y es lnesencial; compa-rada con las i¡rdlcadas cuaüdades, entonces la refledón perma-rrece en las cat¿gorfas abstra¿tas y renuncla al contcnido deter-mlaado, para el cual no existe, desde luego, nlngúD principio endichas categorias. La actitud lntelectual que se sltfra eu estospr¡¡tos de vista .fomiales, descqlre-_lq inmenso campo de pene-tr,antes problemas, -eru-ditas opinlones, sorlrrendentes comparacio-t¡es, y reflexiones y declamaciones aparentemente profundas, quepue$en ser !an!o_..mfg-p.1f!tantes cua¡to más indet-ennin-ado es suobJeto, y que pueden renovarse y modificarse lanlo- mas $q gon-tinuo cuanto menos pueden lograr en sus esfuerzos grandes resul-tados y llegar a algo fijo y racional. En este sentido las conocidasepopeyas indias pueden compararse, si se qüere, con las griegas,y aún colocarse por encima de éstas, dado que el genio poético'se aeredita eB la grandeza de la fantasfa; como ta^mbién hayquien se ha crefdo autorizado, por la analogÍa de algunos ras'go§o atübutos fanüásticos de las deidades, para reconocer figuras de'la mltologfa griega en las indlas. En análogo sentido, la filosofia

de lospoco habria podido descubrirlas. Este

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.l

.uniDer s 0,1.-I ntr odu uü n

chtna, por cuauto tiene por base Io uno, ba sido considerada idén-tica 4. las que han aparecido posterlonnente con los nombres de'fllosoffa',eleátlca y slstema sptnozlsta; y porque'se €xpresa connllmeros y llneas abstractos, se ha querido ver €n ella la filosofiapitagórica y aun el dogma cristiano. Los eJemplos de valor y ánimoperseverante, los rasgos de nobleza, de abnegaclón y sacrificio, et-cétera, que se encuentra¡ en las naclones más salvajes, lo mlsrnoque en las más débiles, estlmanse suficientes para sostene! quehay en estas naciones tanta y acaso más moralidad que en losEstados cristianos ¡nás cultos, etc. Sn este respeeto, s€ ha plan-teado ia duda de s! ios hombres se han hecho meJores con el pro-greso de la historia y.de la qultura; de sl su moralidad ha aumen-tado, ya que ésta se basa en la i¡tenclón y evidencia subJetivas,en lo que el que obra considera como Justo o crlmlnal, como buenoo malo y no en lo que es conslderado como lusto y bueno o crl-al¡ral y malo eu sf y por sf-o en lura determü¡ada religión, con-§iderada*c9glo verdader&. -,.- -._.-"*-_ ._...- ', :".'.'. fodemos dispensarnos aquf de aclarar el formalls¡no y €rrorde semeJante modo de ver las cosas; no necesltamos establecer

sehmedios parL oo4er, por obrll:-@r. Peroen las revoluclones de este género, ambos partidos quedan dentrodel mismo cfrculo de perdición, y Io que defienden los defensoresde la autoridad legal es un derectro puramente formal, condenadoya por el espfritu vlviente y por Dios. Ios acüos de los grandes--h,ombres, que son lndivtduos de la historla unlversal, aparecetr asiJustificados, no sólo en su sig:rificaclón interna, lnconsciente paraéllos, slno tamblén desde el puuto de vlsta terrenal. Y los cfrculosmorales, a que no ¡rertenecen los hechos históricos y sus autores,

' III;3. La marcha de ta et¡otución

¡o deben pretender nada contra éstos, desde ese punto de ,¡s!¿La lelanÍa de las virtudes prlvadas: modestla, h-u:nildad, .i ) :l

La historlauniversal, no sólo podrfa abstenerse de üodo Juicio--sus prlncipio§y la necesari¿ referencla de las acciones a ellos son ya por sf mls-,nos un Julcir, sino dejar a los individuos si:r mención y ente-ramente fuera de Juego. Pues su l¡¡cumbencia es referlr los hechosdel espfritu de los pueblos. Las formas lndividuates que este. es-

'pfrltu haya tomado en el terreno de la realldad, podrÍan quedarentregadas a la hisüoriografia propiamentc dicha.

Un fo¡maüsro idéntieo al moral se aplica a vece§'a las vagasnoclones de genio y poesia, y también de filosofía, hallándolas dé

lgual modo en todas partes.refledón

versalldad, que es necesario ggnlgrtir not'§t en obletq4illi*.spn------!ggfla. Semeiantc-coqplencla de-l pensamiento mismq J sus tor-

mas, aistadas de toda mataria, es la fllosofia. La filosofÍa tiene,riin duda, la condición de su existencia en la cultura; pero la cul-tura conslste sóto en revestlr el conüenido ya edstente con lafor:na de la universalidad, de suerte que su posesión mantienejuntos la forrra y el contenido, lan inseparablemente, que uneontenido que se dilate en riqueza incalculable, mediante el aná-tíds de una representaclón, resuelta en una muchedumbre de re-presentaclones, será tomado por meramente empfrico, por uncontenido en el cual el pensamiento no tiene parte alguna. Peroh¿cer de un objeto, gue en sf es un contenido concreto y rico, unarepresentación simple (como la tierra, el hombre, ete.,:'o AleJan-dm, César) y designarlo con una palabra, es obra. del pensamiento,ni más nl menos que descomponerlo, aislar en la representaciónlas determinaclones eneerradas en é1, dándoles un'nombre par-ticular. No queria deJar de advertir esto, para evltar decir vague-

convertido en

EilIameñfeTorm

moverse con destrezaantes generalidades-quq de relieve

L8, formal,

vldirlo enLo propio de la cultura, como tal, no es la libre ur¡!''- '4

itLo

y lleva a cabo, lo que la Provldencia hace, está por encima de lasobügaciones y de la responsabilidad que recae sobre eI individuo

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dades y vaciedades acerca de la cütura. Respecto, sür embargo,a la opi:rión que dió motivo para esta observación, se ve clara-mente que,'asf .como la reflexión produce las nociones generalesde geniq talento, arte, ciencia, etc., y las conslderaciones genera-les acerca de ellas, asÍ la cultura forrral no sólo puede, sino quedebe progrcsar, proE)erar y alcanzar un alto florecimiento en cadafase de las formacioues del esplriüu, por cuanto estas fases se des-arrollan.eu forma de Estado y, sobre esta base de civilización,llegan a la reflextón intetoctuat y, lo mlsmo que detenniuan lasleyes, asf también, en todo, producen fonnas generales. La vida del

jsta$o, como tal, implica la necesldad de la culüura formal y, porconsigüente, el nacimiento de las clencias, asf como de una poe--t-Iffi un arte@s, dóiñ¡ r:-ñólffiÉffi ernombre de plásticas, erigen Ia convivencla clvllizada de los hom-breq aunque :co fuera má.s que pot sru¡ necesidades técnicas. L¿poesÍa, que necesita ¡neuos medios extertores y que tiene por ma-,t"ri" ]g p@ra, pr.qducto i:¡mediato det espfdtu, puede nac6r coagran audacia y cutta expresión, eu eH[átF de r¡¡ pueblo ,quetodavÍa ¡o esüá reuntdo en vida Jurtdica. ya hemos olservesqjeSteriormente que el

Ta¡rbién la filosofla apansce necesariamente en Ia vida del Es-tado. &r efecto, ya hemos dicho que un contenido es culto cua¡rdotiene la fomra propia del pensamiento. Ahora bien, Ia filosofiaes la conciencia de esta foma, es el pensamiento del peusamien_to; por Io tanto, el pecutiar material de zus construcciones está ya.preparado en la cultura general. En la evolución del Eslado so-brevienen necesaria¡nente perÍodos en los cuales et espÍritu de lasnaturalezas nobles tiende a huir del presente para recluirse en Iasregiones ideales y buscar en ellas la paz que ya no puede gozaren Ia realidad, diviüda y hostil a sÍ misma; son perÍodos en que,habiendo el inteiecto rreflexivo atacadq destruido y disipado engeneralidades ateas lodo lo santo y profundo que ingenuamenteestaba depositado en la religión, en las leyes y en las costumbresde los pueblos, es impulsado eI pensamiento a convertirse en ra-zón pensante y tiene que buscat y llevar a cabo corr sus propioselementos Ia restauración de Ia ruina causada por él mismo.

f Hay, pueg sin d.uda, en todos los pueblos de ta historia uni-/ versal poesfa, artes plásticas, ciencia y filosofía. pero no sólo .eti tono, et estilo y la direcciói¡'son d.istintos, sino también el conte-It-

il1.-3.'Ld, rnorcha d,e ta eootución.-

Ét contenido se refiere q la suprema diferencia, tggllg-.e racionalidad. De nada sirve que una crÍtica estética sealcebte

arte, que aquélla sóIo puede ser clásica sl éste Io es. Con un {oa1tenido fantástico, iümitado en si misnno-y io racional es 1o qustiene en sÍ medida y ténrrino-la fonna se hace a la vez desme--dlda e infonne o minuciosa y mezquina.

Iguabnente'cabe poner en paralelo la filosoffa shin¿.e.1¡diacon la metafÍsica ekeálica, pitagórlca, spinozista; o lucluso cojr Ia*

moder:ra. Todas, en efecto, tienen por base lo uno o la unidad, lo-universal abstracto. Pero semeja¡te comparación o identificaciónserfa sumamente superficial. T:n ella se pasarÍa por alto j¿süa-mente lo únlco importante, la naturaleza de dicha unidad. La- di-ferencla esencial consisie precisamente en que aquella unidad es:

coneebida en un lado como abstracta y en el otro como conc¡eta

-concreta hasta la r¡nid¿d en sf, que es el espiritu-. Pero €sa.identificación prueba precisament¿ que quien la hace'sólo cor:ocela untdad abstracta y, juzgando las filosoffas, lgnora lo que corrs-tituye eI interés de la filosofÍa., Mas hay también círculos que siguen siendo los mismos a pe..

' sar dé sus diversos contenidos sustanciáles. En este caso la diver-

que nuesüro gusto no sea determlnado por la Éate-ria, que es lo sustancial del contenldo, y afirme que Ia fonna bella.como tal, la grandeza de la fantasía y demás cosas análogas, sonel fin de las bellas artes y lo unico que debe ser considerado ygozado por un ánimo liberai y un espfiütu cultivado. Cuando €[contenldo es insignifiealrte, o grosero y fantástico, o insensato, el.

saJxo sentido del hombre no plnde l¡acer caso omiso de é1, para,acomodar su goce a Ia f¡rdole de §em€jantes obras. Aunque se eui*siera equiparar las epopeyas indias a las homéücas por cierto nrl-mero de cualidades formales: gtandeza en la invención, fa¡basfa,.vlvacidad de las i:nágenes y senti:nlentos, belleza de la dioclón, et-

.. cétera, la dife,rencia en el contenldo y, por, consiguiente, en losustancial, en eI interés de la razón-que se orienta excluslvamente

,. hacla la conclencia del conceptode Ia übertad y su e:presióa.en"Ios individuos---seguirÍa siendo infinita. @3!§!g". . Además. la forma y eL' conteuiilo-selñá[an lan estrechamente'enlazados en ]a obra de,

sidad concierne a,la tazón. ¡rensante.-La libertad, @ry!3;.de si misma es la razón r¡ensante, tiene la misma rafz oue el oen-

'' _ffi el animai, sino sólo el hombre, el gue

142

-

Fllosofío.. de . to . histufu unh)ersal'.-Inu -,l,ucclón. 4 ffi

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*r t\( vv*ltlsL,rl .

piensa, asi también sóto el hombre tieneporyue es un ser pensanle. La conciencla

libertad y,la üienede la liberfad

de todo

comprensión son, por consiguiente, algo comun a aquellas dife-¡enclas susta¡ciales. La moral mis,rra, que tiene un¿ relación tancercarla con la conciencia de .la llbertad, puede ser muy pura yfaltarle, sin embargo, esta conciencia de la liberbad; expresará losdeberes y derechos univers4les como preceptos objetivos o-si se

Iimita a la elevación formal y a la renuncia a lo sensible y a todoslos motivos sensibles--como algo meramente negativo. La moralcbina-desde que Europa ha teuido conocimiento de ella y de lasobras de Qonfucio-, ha merecido tas mayorcs alabanzas, con re-conocimiento de su ex@lencla, por parüe de los europeos, aunqueéstos están familiarizados cou l¿ moral cristia"na. También se ha:reco¡rocido la sublimldad cou que Ia religión y Ia poesfa ,lndias (7a-

.superlor) y en especial'su' filosofia ex¡lresan'y o¡dena¡-d-abanümoy sacrificio de lo sensible. Estas dos naclones carecen,"stu'embargo

-puede decirse que enteramente-, de !a eseucial conciencia que

el concepto de la libertad debe tener de sÍ misno. Para los chinos.las reglas morales son como leyes naturales, preceptos positivos ex-ternos, derechos y deberes impuestos o reglas de mutua cortesla.Fáitales la ljbertad, medianüe la cual tan sóIo las determinaciones.sustánciales de la razón.se convierten en conciencia groral; la mo-ral es para elios asunto del Esüado y es ad:ninistrada por los fun-.cionarios y los tribunales. Aquellas de entre sus obras dü'moral,que no'S"on códigos-del Estado, slno que se dirigen a la voluntad.y a la conciencla subjetivas, léense, igual que las obras morales'de los estoicog como una seric de preceptos necesaüos para el fin.de la felicidad, de tal modo que pareoe.posible decidirse ltbrement¿-a seguirlos o no. Igualmente la figura de un sujeto abstracto, el,sabio, constituye entre los chlnos, lo mlsmo que entre los estoicos,el ápice de las doctrinas morales. Eln la doctrina inüo gtue nenun-.cia a la iensibilidad, a los apetitos, a los lntereses terrenos, el fin-y térrnino no es una tibertad aflrmativá y moral, si¡o la nada dela conciencia, la no vlda, en el sentido espiritual e incluso fÍsico.

soio

sincriste una obra. Sus únicas huellas son la ruina y la destrucción.Los griegos hablan del reinado de Cronos, el Tiempo, que devoraa sus hijos, los hechos. Era la edad de oro, sin obras morales. Sólo

el dios polÍtico, de cuya cabeza ha uacido Palas Atenea, y acÍrculo pertenece Apolo, Juntamente con las Musas, sólo Zeus

yence al Tiempo, realizando una obra sabia y moral, creando elEstado.. Lo objetivo de la obra consiste sóIo en Ia conciencia que se

- tiene de ella. El elemento de una obra conliene la detenninación-de la universalidad, del pensamienta. No hay obletlvidad sin pen-

' ssmiento; éste es la base.-El pueblo tiene oue saber lo universal,base de su moralidad. medio Dor el cual lo narticüar desaoarece.El oueblo tiene. pues. oue conocer las determinaciones de su de-

ouien imnulsa a los nueblos. este: nor eiemolo. el fanatis¡no; No-#

. El espÍritu no puede contentarte con_suejxistato: lo oue ét ouieré es este conosimlento de sús.

SóIo asf se coloca el espÍritu en la unidad de-suvidad con lo r¡nlversal de su obJetividad. Su mundo es, sin

duda, un mund.o de partes eit¿riores unas a otras, y respecto a estemundo el espiritu ejercita la intuición extema, etc. Pero tamblénIa unidad de su intimidad con éste su mundo, debe erfstir paraé1. Esta unidad es su liberación suprema, porque el pensamlentoes lo más íntimo del espÍritu.'El punto supremo en laun pueblo consiste en comprender el pensamietrtq_de_su _VLda y de

:pues esta unidad es Ia más Íntima unidarP a que eJ espiritu pue9eIlegar consigo misup. Lo que le importa en su obra es tenerse comoobjeüo. Ahora bien, eI espÍritu se tiene como objeto, en su esencia,cuando se piensa a si mismo. En este punto el espÍritu conoce,pues, sus principios, lo universal de su mundo real. Si queremossaber lo que ha sido Grecia, hemos de buscarlo en Sófocles y Aris-tófanes, en Tucídides y Platón; aquí ha advenido a la historia laeseneia de la vida griega. En estos individuos et espiritu griego se

' tra comprendido a sÍ mismo, represeutándose y pensándose.

- i sqpremo. Pero, en primer térmi::o, sólo es ideal. Esta obra del pen-'-- '*s¿miento constituye Ia más honda satisfacción; pero siendo r¡ni-' versal, es a la vez ideal; es dlstürta, por srr forma, de la verdadera

, rfEctL, I.-10

lecho y su

V, como unlversal; se comprencte, por con-

c.omo infinito en sÍ. Los círculos que caen fuera de esta

Page 70: HEGEL Filosofía de la Historia Universal. Introducción

: -. .. ,'.,..:

146

-

Íilosofia'd.e' .la histor& unioersol.-Intrdu.cción

efectiyidad, de',la.obra y de la vida reales, por medto qe la§ cualeo

'se,¡e-Bf-q0ucldo..esta obra. Alrora bay una edstencia real y otraiae¿t,I'iif;'eita eüoca verñog pues, cómo un pueblo h4ua'satlsla¡-ciO¡¡ én ¡&resenüarse la virtud y en hablar de ella co:r palabras que

se ponen unas veces al lado de Ia vlrtud y otras en su lugar. EIespÍritu ha producido esta virüud y sabe tra,er a la reflerióu Iolrrefledvo, el puro hecho. Asf logra en parüe tener conciencla dela limita,ción que aqueja a estas determinaciones-como la fe, laconfianza, la costr¡mbre-y descubre razones para separarse deellas, de sus leyes. Esto sucede en general slempre que.el ürtelectoempieza a peür ra,zoDes; pues sl no las encuentra, esto es, sl no

.encuentra algo unlversal y entera,menüe abstracto, que sirva d¡base a aquellas leyes, Ia representación de la virbud se tonra vacl¡lante y lo absoluto y¿ rro tlene valor como ta"l, slno sólo por cuantose funde en razone§. Con.esto surge la sepa¡a,qfóq de.lgs lndividuo¡

1

unos de otros y det todo; surge eI destnrctor egofsmo, la rranldaQ,_1la busca del propio provecho.y satlsfacclón a costa.del toAo. fue¡ | i ,

la conctencia es-subjeüividr¿; l 1 *aislarse. Asi anarecen la vanidad v el esors,mo:'asf brotan las oa- I [ -'

-9""9§ I los intereses pmpios. desatados cry¡'..g!glón. E§ñ- I I

'ePgllsu división ürtema. .¿l- Asf Zeug que ha puesto un fin a la voracidad del Tlempo y bedet¿nido su'paso, después de baber fundado á1go sóüdo, ha sidodevorado eon todo sr imperio por el principlo de1 pensamlento,progenitor del conoclmlento, del razona^miento, de la evldenclafundada en razones y de la eñgencla de razones. §!...¡@epg-es Ianegación, en lo selxsible. El ¡reusamiento es también la negaclón;pero es la más f:rtima foma, la fonna ürfinita en que todo ser *des¡¡-ace y, en prlmer témüro, el ser fürito, la forma defi:rida. Eltiempo es ta negación corrosiya; p€ro eI espfritu ta;mbién 10 es,porque destruye todo contcnido determi:rado. El espiritu es lo ¡¡nt-Jersal, lgjlfqgpgg la forma interna intinlt@con todo lo finlto. Incluso cuando Io obJetlvo rro aparece comofinito y 'limltado por su contenido, ha de apareeer; sin gqbargqcomo dado, como inmediato, como algo impuesto. g. por. tanto,

' como algo que'no puede ttazar llmites al ¡rensámlento ul penna-, recer erlgido cmo lfmite para. el srjeto pensante y la reflelóniAflnita-,..:l: ,:- ir: l j.. - ..: j , ,r .i ,.,.i.. ri; i¿;l,tro.': -i .t ,.': Ahorra bien,.esta destrucción; obra del pensamtenlo, es necesa-

-' .. ,.,r:r;.,,... i'.,..'r i i..::¡§;).itIII.-3. Lo norcha de lo eooluclin

-4':la¡nente a 7a vez la producción de un nuevo principio. EI oens¿-miento, s1ent1o,un:lyglsal, es destructor; pero esta destrucción con-,@, en- T!priTEiióJ-nteri@ en srrprimitiva determinación. Se ha conservadoffi;pero su universaiidad ha sido destrufda como üa,1. EI principio an-terior se ha tra^nsfigurado rnediante la universalidad. Pero a la yez

':hay que considerar ]a modalldad actual corno distinta de ia a¡te-ttrior; en ésta el principio actual e:lstia a¡rterionnente, y sólo tenfarrna exist¿ncia externa por cua¡to estaba ligado a un complejo de

. diversas circunstancias. Lo que anterionnente existÍa en una ln-dividualidad concreta, es elaborado ahora en la forrna de ta unt-versaüdad. Pero también existe algo nuevo, r¡na determinaclón más'amplia. El espfritu, tal como ahora está detenninado, tiene otros''.lntereses y fines urás ampliog La transfonnación del princlpto-acarrea otras determüraciones del contenido. Todos sabemos que .

- el hombre culto tiene muy distintas exigencias que el hombre ln-"culto del mismo pueblo, anurque éste vive en la misnoa religión y'moralidad y su estado zustancial es enteramente el m{srro. La cul-ürra paroce ser primero puramente fonrral; pero produce ta¡rrbién:una diferencia de contenido. Et cristiano culto y el t¡culto i¡are-cen exactamente iguales; tienen, sin embargo, necesidades muydisti¡rtas. Lo mismo pasa en las relaciones de Ia propiedad. El siervotiene una propiedad; pero vinculada a cargas por las cuales otro¡esulta copropietario. Ahora bien, sil. *, piensa en lo que es la pro-

.'piedad, se advierte que sólo uno puede ser el dueñó. El pensamtentohace resaltar 1o rrniversaL y con ello ha¿e que zurja otro interés,' ótras necesid.ades

La deüerminación de este tránsito consiste. en que lo existeute'es pensad.o y, por tanto, elevado a la universaüdad. El espfrituconsiste en aprehender lo unlvlrsal, lo esencial. to universal. com-plg4qgq_tal como es verdaderq¡nente, es Ia sustancia, la esencñ,

,,oáEiiñ3emllóffi-eresclavo el hombre; la parbicularidad se disuelve aguf en Ia uni-lersalidad. Sl, pues, ia particularidad es aboiida en nn pueblo porel pensamiento-como por ejemplo sucede en eI ateniens+; si el

.'pensamiento evdluciona en el sentido de que el principio particu-iriar de este pueblo ya no result¿ esencial, este pueblo no puede ya' existir; ha surgido un nuevo principio. La historia universal pasa,i'é¡tonces a otro pueblo. En la historia los principios exlstea baJo'-Ia.fonna de 19s espiritus de ios pueblos; y éstos son, a la, aez,

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148" FílosoÍio de b historü, unioérsü.-Introd.ucción

-existencias naturales. La fase, que e] espÍritu ha alcanzado, existecomo principio naturü del pueblo, como naciÓn. EI espÍrilu apa-rece en distintas fomas, según su§ maneras de despleg¿r§e €n e§e

elem,ento natural determinado. Asi la nueva y superior determi-nación del espÍritu de un pueblo aparece corno negación, comoruina de 1o exisiente; pero eI aspecto posiflvo aparece como unnuevo pueblo. Un pueblo no puede recorrer varias fases, no puedehacer dos veces época en la historia universal. Para que surgieranen un pueblo intereses verdaderamente nuevos, eI espÍritu de estepueblo tendrÍa que qu€rer algo nuevo. Pero ¿de d.ónde vendrÍa estealgo nuevo? Este algo nuevo no podrÍa ser más que una superiory más universal, representación de si mismo, una superación desu principio, una tendencia hacia otro principio más universal.Pero precisamente entonces surge otro. principio detenninado, unnuevo espÍriüu. Un pueblo sólo puede sar una vez-donri¡¿ntee¡ Iahlstoria-universal, porque sólo una func!ón -puede serle-"cncomeu-dada; errel'proceso det espiritu

'Este progreso, esta serie de fasesi parece'-sor un progreso inti-nito, conforme a !a representación de 1a perfectibiiidad, un pro-greso que permanece eternamente lejos del fin. Aunque en eltránsito a un nuevo principio eI contenido del anterior es com-prendido de un modo más universal, es 1o cierto que también Ianueva for,ma es una forma de&ermin?da. Por otra parte, la historiatrata de ia realidad, en Ia cual lo universal tiene que presentarsecomo un modo detenninado. Ninguna forma, determinada puedeconsolidarse frente al pensamlento, frente al concepto. Si hubiesealgo que eI concepto no pudiese disolver, digerir, esto serÍa el ma-yor desgarramiento e infelicidad. Pero, además, si hubiese algo asl,habrÍa de ser el pensamiento mismo, tatl como se comprende a simismo; pues el pensamlento es lo ilimitado en sÍ y toda realidadestá definida en el pensamiento. Y asÍ cesarÍa ese desgarrarnientoy el pensamiento quedarÍa satisfecho en si. Este seria el fin últimodel mundo. La razón conoce Io verdadero, 1o existente en si y porsi, lo que no tiene limitación. El concepto del espÍritu es la vueltasobre sÍ mismo, el hacer de sÍ el objeto; luego eI progreso no es unprogr€so indefinido en lo infinito, sino que existc un fin, a saber,la vuelta sobre sÍ rnisrno. Existe, pues, también un cierLo ciclo. Elespfritu se busca a sf mismo.

Se diee que el fin último es el bien. Esta.es, en primer térmlno,una expresión indetenninada. Se podrÍa y se debe recordar aquÍ

La marcna d,e lo eootualó, ' I t tl"'t i"'' . .

a religiosa. En general no debemos en la filosoffa evitártimidez otras res¡retables intuiciones. Según Ia intuición reü-'

fin consiste en que el hombre sea santificado. Tal es, des-punto de vista neligioso, el fin propio de los individuos. El

sujeto se asegura, como tal, eI eumplimiento de su fin en la ins-tltución religiosa. Pero, asÍ entend.ido, ese fin presupone un con-tenido de Índole universal en que las almas encuentra^n su salva-ción. se podría pensar que esta representación de Ia salvación nonos afecta para nada, por ser eI fin futuro, ultraterreno. peroentonces la existencia seguiria siendo aún la preparación para esefi:r. En general, esta distinción sólo tiene valor en srr aspecto sub-jetivo; en efecto, a los individuos sólo les quedarla el considerar¡neramente como un medio aquello que les conduce a la salvación.Pero¡o es asi; sino que ese fin debe concebirse como,lo absoluto.§egÉ* la cgnceoción religiosa, el fin de la existeneia naturat y del? ?gtiviaad esoirituat es ta o-¡o¿l¿cac¿ón ¿¿ n¿ns nste esren etecto,el .fln- más digno del espÍritu v de la historia. fles¡iritu se trar.objetivo y se comprende a sf misrrro. sólo entonces existe rear--mente como un produeto de si mismo, como un resultaao. Com-orenderse quiere decir .comprenderqe_ñs1inaóG:ñ- esffi6significa me¡amenüe el conocimiento de algunas determinacilarbitrarias, caprichosas, pasajeras, sino la comprensión de lo absu.Iuto mismo. -El fin del espfritu es, por tan_to, a.dquirir concienclaoe Io q,D§ollr_qo, de tal modo que esta conciencia aüarezfr,a como la@fu*,fudad, y qqe to*g,Bayra tle s+dergzarm v esté¡gulurente enderezado a que eI espfritu rija y siEa risiendo la his--ts$a.

, mismo que lleva a cabo la glorificación de la verdad. En la honrade Dios tiene el espÍritu individual también su honra; pero no suhonra particular, sino la, honra que trae el conocimiento de quesu actividad para la honra d.e Dios, es lo'obsok¿üo. Aquel espÍntrrestá en la verdad, entra en r.elación con lo absoluto; por lo ta;:;.está en sÍ mismo. Aqul ha_gss3pelggido la antitesis intry:rehay siempre en el esencia@o,[email protected]!Erf, pues, no pqede sobr€venir la mu l.

---,r.=

_pnlggr térmlno-como de un pasado; @_

presente.

dar honra a Dios o exal-taf la verdad. Este es el absoiuto fin lilti.mólE;E

Al concebir la historla universal, tratamos de la historia. en-1l

"'@ilÉ,sen!€. Lo verdadero es gt¿mo en sÍ y por sf ; no és nf ae aVer J

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¡1 de mañana, sino p@, en el senttdf{]del aEsoiiifo-i,r \ gDarece haber pasado. La tdea es present¿: el esofritu es lnmortal:11 't\nt ha habido un antes en oue no existiera. ni habrá un aJrora en I \_qIg gg$La ; :l-g_!&-p aggo, nj_pue de--dqgi-rsp gUp todav.f e ¡r. e-§ea, J )sino que es absolutamente ahora. Queda dicho con esto gue elmundo y fonna presentes del espÍritu y su actual conciencia de sícomprend.e todas las fases a¡terio¡es de la historia. Estas se handesarrollado en sucesión, indepenüentes; pero el espfritu ha sidoen sÍ siempre 1o que es y Ia diferencia se reduce aI desarrollo de

pfritu ha producido mediante eI ürabaJo de Ia historia universal, loque ha debido na,cer de este trabalo. AsÍ hemos de ent¿nder la bis-toria universal. En ella se nos ofrecdtemos cómo el tu de sf

esferas condicionadas porr}n este sentido podemos ¡ecordar que todo lndividuo necesita

recorer en su fonr¡ación distiutas esferas, que fundan su conceptodel espfritu y se forman y desarrolla¡ cada una pof sf, lndepen-dlentemente, en una detennlnada época. Pero el esplritu fué siem-pre lo que es ahora; y es ahora sólo una conciencia más rica, unconcepto más houdamente elaborado, de si mismo. El espÍritusigue tenlendo en sf todas las fases del pasado y la vtda del espf-rltu en la hlstoria es rur curso cfcllco, de distiutas fases, en parteactuales, en parüe surgldas ya en una forma pasada. Por cuantotrata¡nos de la vida del espfritu y consideramos todo en Ia historl¡uoiversal como su mauifestación, siempre nos ocupamos del pre'sente cuando recorremos el pasado, por grande que sea. La filoso-ffa trata de lo presente, de Io real. EI espfritu sigue teniendo, en

parece tener tletrás de sf. Talescomo los ha recorrido en la historia, asf ha de recorrerlos al pre-tente, en el concepto de sl mlsmo.]

eu eualo rea-

este cen sÍ>. EL tu del mundo actual es eI concees quien sustenta y rige eI mundo.

es el resultado de los esfuerzos de 6.fi)0 años. Es lo que el es-. TNTR.ODUCCION ESPECIAL

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