hebreos

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COMENTARIO BIBLICO DEL CONTINENTE NUEVOHebreospor

Carlos A. MorrisEditor General de la obra:

Dr. Jaime Mirn

2 [p 2] Junta de ReferenciaPresidente: Luis Palau

Junta de ReferenciaPresidente: Luis Palau Ral Caballero Yoccou (Argentina), H. O. Espinoza (Mexico), Olga R. de Fernndez (Cuba), Pablo Finkenbinder (EE.UU.), Sheila de Hussey (Argentina), Elizabeth de Isis (Mexico), Guillermo Milovn (Argentina), Carlos Morris (Espaa), Emilio Nez (Guatemala), Dory Luz de Orozco (Guatemala), Patricia S. de Palau (EE.UU.), Hctor Pardo (Colombia), Aristmeno Porras (Mxico), Asdrbal Ros (Venezuela), Randall Wittig (Costa Rica). Publicado por Editorial Unilit Miami, Fl. EE.UU. Todos los derechos reservados 1999 Asociacin Evangelstica Luis Palau Este volumen ha sido escrito con la colaboracin del Dr. Jaime Mirn y Letica Calada. Versin utilizada de la Escritura: Reina Valera (RV) 1960. Sociedads Biblicas Unidas Otras citas marcadas BLA, Biblia de las Amricas 1986 The Lockman Foundation Usado con permiso. Producto 498676 ISBN 0-7899-0702-X

3 [p 3]

PREFACIO DEL EDITOR GENERALCuando por primera vez pensamos en la necesidad de una obra como sta, una de las necesidades que advertimosal margen de que el material fuera original en castellanofue que sirviera para llenar una gran necesidad del liderazgo iberoamericano. La mayora de los obreros del Seor en Latinoamrica no cuentan con los privilegios educacionales ideales ni con las posibilidades para lograrlos. Es por eso que, recurriendo a hombres de Dios y excelentes maestors bblicos del continente americano y de Espaa, acordamos realizar esta obra. Este Comentario Bblico est especialmente dirigido al obrero, lder o pastor que recin se inicia o bien que presiente no contar con preparacin acadmica adecuada por falta de tiempo o de medios. Esta obra no est dirigida a los expertos o eruditos puesto que estos hermanos ya cuentan con suficiente material. Este Comentario Bblico expositivo no analiza la Escritura versculo por versculo ni menos palabra por palabra. Por lo general se toman las ideas por prrafos y se extrae el contenido esencial. No intentamos, en esta obra, aclarar toda duda o contestar toda pregunta que pueda tener el maestro, predicador o estudioso de la Biblia. Lo que s deseamos hacer es estimular al predicador y ayudarle a aplicar y predicar el pasaje bblico. A pesar de que hay menciones ocasionales al original griego, como parte de la filosofa editorial la Junta de Referencia pidi a los autores no ser exhaustivos en las explicaciones tcnicas ni eruditos en la presentacin. Quiera el Seor aadir su bendicin a este Comentario del Epstola a los Filipenses a fin de que los lderes del pueblo de Dios sean edificados y, a su vez, el cuerpo de Cristo crezca en conocimiento y sabidura para gloria de Dios. Dr. Jaime Mirn Editor General

4 [p 5]

NDICE DE CONTENIDOPrefacio del editor general ANALISIS Y BOSQUEJO DE LA EPISTOLA Introduccin general I. La personalidad superior de Cristo La excelencia de su persona II. Las provisiones superiores del calvario La excelencia de su obra III. Los principios superiores de conducta

NDICE DE RECUADROS ESPECIALESEl Seor exaltado Cristo como el Hijo Los cielos, el cielo, lo celestial La revelacin del Hijo de Dios Participantes La maravillosa Palabra de Dios Nuestra mayor posesinTeniendo GetsemanHe. 5:79 Seguridad absoluta Considerad al Sumo Sacerdote Las Glorias de Cristo como Sumo Sacerdote El nuevo pacto La ofrenda suficiente para el pecado La adoracon verdadera segn Hebreos La fe verdadera en accin Jess, el consumador de la fe El pacto superior Nuestro Ayudador oportuno A Dios sea la gloria

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INTRODUCCIN GENERALHebreos es considerado por muchos como la epstola ms profunda del Nuevo Testamento. Por eso su lectura y comprensin no resulta tan fcil. Sin embargo, comprobaremos que merece el esfuerzo porque llenar nuestra alma de asombro, admiracin y adoracin, y motivar nuestro servicio. AUTOR Casi desde el mismo comienzo de la historia cristiana se ha discutido mucho sobre quin fue el autor de esta epstola, llegndose aun a llamarla la epstola hurfana por no saber a ciencia cierta el nombre del autor humano, aunque no cabe ninguna duda con respecto a su inspiracin divina. Tampoco se ha cuestionado su autenticidad o canonicidad, ya reconocida antes de finalizar el primer siglo de nuestra era. Si bien Clemente de Alejandra cerca del ao 200 sugiri que el autor tena que ser el apstol Pablo, varias dcadas despus otro padre de la iglesia, Orgenes, afirmaba: Los pensamientos son de Pablo, pero el estilo es de otro En cuanto a quin lo escribi, solo Dios lo sabe. Efectivamente, si bien el estilo es diferente al paulino, el contenido y la forma del argumento parecen suyos. No obstante, cerca de la misma fecha, otro padre de la iglesia, Tertuliano, declaraba que se trataba de Bernab, mientras que otros aseguraban que era Clemente de Roma, quien fue el primero en citar Hebreos en una carta a los corintios alrededor del ao 95. Siglos ms tarde Lutero habra de sugerir el nombre de Apolos como autor, pero resulta significativo que la iglesia en Alejandra, de donde ste proceda, jams lo reconoci como tal. Ante la imposibilidad de saber precisamente quin fue el autor humano (aunque en ningun momento dudamos de la autenticidad de esta epstola), en adelante tendremos que referirnos a l simplemente como el autor o escritor a los hebreos. [p 8] RECEPTORES DE LA EPISTOLA Primordialmente se trataba de hebreocristianos, judos que se haban convertido al evangelio, y por tanto conocan bien el AT y el ritual judo. Adems resulta evidente que tanto el escritor como los lectores se conocan ver 13:7, 1719, 2224. Si bien en un principio los hebreocristianos haban combinado su piedad cristiana con sus costumbres hebreas (v.gr. Hch. 21:20), en el ao 63 se produjo un gran cambio pues Ananas, el nuevo Sumo Sacerdote, expuls a los cristianos del Templo. Esto haca imposible que siguieran como hasta entonces. Deban ahora escoger entre el judasmo o el Mesas. Adems, como judos haban sido habitualmente protegidos por la ley romana, pero como cristianos eran objeto de persecucin tanto de judos como de romanos. FECHA Probablemente entre los aos 60 y 65 de nuestra era. Es evidente que el Templo todava estaba en pie en Jerusaln, y ste fue destruido en el ao 70. PROPOSITO U OBJETIVO 1. Inmediato Establecer la verdad del carcter final del cristianismo en contraste con el carcter temporario y tpico del judaismo. Se ve al cristianismo no como el repudio o abandono de la revelacin anterior, sino como su cumplimiento, la sustancia de la que el judasmo era solo la sombra. Cabe destacar que la relacin del judaismo y el cristianismo no es la del error a la verdad, sino la del pimpollo a la flor, del nio al hombre, del amanecer al da, de la bellota que perece al germinar al roble que produce. Adems, el objetivo era conducirles de los rudimentos a un conocimiento maduro y pleno de la verdad cristiana. Eso deba llevarles a una ruptura total con el judasmo. Estaban en peligro de volver a la seguridad aparentemente mayor del judaismo y hacer as un naufragio de su fe. Muchos de ellos todava tenan un grande apego a la ley mosaica. No se trataba pues (como en el caso de los

6 glatas) de meramente complementar la fe con las obras de la Ley, sino de renunciar a la fe del todo y volver al judasmo. Y eso era precisamente lo que el escritor de la epstola quera evitar a toda costa. 2. Perpetuo Destacar la necesidad de la perseverancia y el progreso en la vida cristiana, en contraste con la indiferencia y el estan camiento de tantos. Lograr una mayor profundidad de experiencia espiritual. Esto solo [p 9] es posible mediante una apreciacin efectiva de la persona y obra del Seor Jesucristo, y de todos los recursos con que contamos como hijos de Dios. TEMA Segn el comentarista Westcott, La finalidad del cristianismo. Ms an, es la superioridad de la persona y obra de Jesucristo a la ley y a la religin juda. Se resume en dos expresiones: T eres Hijo y T eres Sacerdote. Es como si se preguntara a los lectores: Qu tenis? para luego contestar: Cristo. En El tenemos a Uno que es mayor y superior a los profetas, ngeles, mayor que Moiss, Josu, y Aarn, Uno que sirve en un mejor santuario, y ha introducido un mejor pacto. Por eso no nos extraa que a esta epstola se la haya llamado el quinto Evangelio, pues si los primeros cuatro describen el ministerio de Jess sobre la tierra, ste se ocupa de su ministerio en el cielo. Resulta pues muy apropiado el ttulo la epstola del cielo abierto. PALABRAS CLAVES Hay ciertas palabras claves que ayudan a tener una apreciacin ms adecuada del propsito y plan del libro. Entre ellas destacamos: mejor o superior (1:4; 6:9; 7:7, 19, 22; 8:6; 9:23; 10:34; 11:16, 35 y 40; 12:24). As como las estrellas desaparecen de la vista ante el mayor resplandor y gloria del sol, as los tipos y sombras del judasmo palidecen y parecen insignificantes ante la mayor gloria de la persona y obra del Seor Jesucristo. Pero el escritor no compara el cristianismo con el judasmo decadente que vemos en los Evangelios sino con su forma original, segn fue revelado a Moiss. Por eso no se hace referencia alguna al Templo sino al Tabernculo. Perfecto, en contraste con lo imperfecto de todo lo humano, ocurre en sus varias formas 12 veces en Hebreos (2:10; 5:9; 6:1; 7:11, 19, 28; 9:9, 11; 10:1, 14; 11:40; 12:23). Eterno, que indica que todo lo que toca se vuelve permanente. Lo mejor tiene que ser perfecto, y nosotros no seremos per fectos hasta la eternidad (5:9; 6:2; 9:12, 14, 15; 13:20). Una vez y una vez para siempre (6:4; 7:27; 9:12, 26, 28; 10:2, 10; 12:26, 27) mostrando la absoluta finalidad de la revelacin cristiana, que hace innecesaria toda repeticin de lo realizado por el Seor Jesucristo a nuestro favor. Cielos y celestial(1:10; 3:1; 4:14; 6:4; 7:26; 8:1, 5; 9:23, 24; 10:34; 11:16; 12:22, 23, 24, 25, 26). En contraste con el judasmo que es terrenal y se preocupa con el ceremonialismo fsico, el cristianismo es celestial y espiritual. [p 10] Sumo Sacerdote es el ttulo que se destaca en especial al hablar del Seor Jess, comparndolo con los sacerdotes humanos tan imperfectos. Este ttulo tan significativo se encuentra no menos de 32 veces en esta epstola. ATRACCION Y APELACION ESPECIAL Se aprecia al considerar que: 1. 2. 3. Es un libro de Evaluacin, como ya hemos visto en el empleo de la palabra mejor con tanta frecuencia. Es un libro de Exhortacin (ver 13:22). Contiene 5 parntesis con valiosas lecciones en cada una de ellos. Es un libro de Examen (autoexamen) para que se produzca lo que se seala en 13:9 y estemos firmes.

7 4. 5. Es un libro de Expectativa ya que mira hacia nuestro futuro glorioso (ver 2:5; 9:15). Es un libro de Exaltacin de la Persona y obra de Cristo. Necesitamos tener una concepto adecuado de El (ver 3:1 y 12:3). Todo esto nos lleva a considerar la: IMPORTANCIA DE ESTA EPISTOLA Esta es la ms antigua apologa cristiana que ha llegado hasta nosotros. Adems indica la relacin que existe entre el Antiguo y el NT, y entre el judasmo y el cristianismo. Hace un uso magistral de citas del AT, y nos ayuda a tener una mejor comprobacin del mismo.

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ANLISIS Y BOSQUEJO DE LA EPSTOLAI. A. 1. a. b. 2. a. b. B. 1. 2. 3. 4. 5. 6. II. A. 1. 2. B. 1. 2. C. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. LA PERSONALIDAD SUPERIOR DE CRISTO 1:18:5. La excelencia de su persona Superior en su majestad, 1:12:18 Como Hijo de DiosCap. 1 Superior a los profetas 1:13 Superior a los ngeles 1:414 Como Hijo del HombreCap. 2 Salvacin que no se puede descuidar 2:14 (Primer parntesis de advertencia y apelacin ref. a la negligencia) Superior como Hijo del Hombre 2:518 [p 11] Superior en su ministerio, 3:18:5 Superior a Moiss 3:16 Sensibilidad ausente 3:714 (Segundo parntesis de advertencia y apelacin ref. a la incredulidad) Superior a Josu 4:113 (y continuacin 2 parntesis) Superior a Aarn 4:145:10 Seguid creciendo 5:116:12 (Tercer parntesis de advertencia y apelacin ref. falta crecimiento) Superior a Melquisedec 6:138:5 LAS PROVISIONES SUPERIORES DEL CALVARIO 8:610:18 La Excelencia de su obra Contamos con una seguridad mayor, 8:613 Porque tenemos un mejor pacto 8:69 Porque tenemos mejores promesas 8:1013 Contamos con un santuario mejor, 9:110, que el anterior El moblaje del tabernculo 9:15 El ministerio del tabernculo 9:610 Contamos con un sacrificio mejor, 9:1110:18 Por la presencia del Sumo Sacerdote 9:11, 12a Por la provisin preciosa 9:12b Por la purificacin as lograda 9:13, 14 Porque el Pacto necesitaba de su muerte 9:1517 para tener validez Porque los principios de purificacin 9:1822 exigan sangre Porque la presentacin del Seor 9:2328 ha satisfecho Porque la perfeccin es imposible 10:14 por la Ley Por la preparacin divina sealada 10:510 Por la perfeccin hecha posible 10:1114 Por la promesa del Pacto 10:1518

9 III. A. 1. 2. 3. 4. 5. 6. B. C. 1. 2. D. E. F. G. 1. 2. 3. H. I. 1. 2. 3. LOS PRINCIPIOS SUPERIORES DE CONDUCTA 10:1913:25 El Camino a la adoracin 10:1925 Confianza para entrar 10:19 Camino nuevo abierto 10:20 Contamos con gran Sacerdote 10:21 Cmo acercarse a Dios 10:22, 23 Consideracin debida 10:24 Congregacin necesaria 10:25 [p 12] Cuidado con el pecado deliberado 10:2639 (Cuarto parntesis de advertencia y apelacin ref. al pecado deliberado) La confianza exigida 11:140 La descripcin y definicin de la fe 11:13 La demostracin de la fe 11:440 La carrera propuesta 12:14 La correccin necesaria 12:511 La conducta con nuestros hermanos 12:1215 La comparacin provechosa 12:1624 La accin profana 12:16, 17 El antiguo pacto 12:1821 El nuevo pacto 12:2224 La conciencia que deba ejercitar 12:2529 (Quinto parntesis de advertencia y apelacin ref. a la indiferencia) La comunin cristiana 13:125 En lo que se refiere a lo social 13:16 En lo que se refiere a la Iglesia 13:717 En lo que se refiere a lo personal 13:1825

10 CAPTULO UNO

I. LA PERSONALIDAD SUPERIOR DE CRISTO 1:18:5LA EXCELENCIA DE SU PERSONAA. SUPERIOR EN SU MAJESTAD 1:12:18 1. Como Hijo de Dios, 1:114. Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros das nos ha hablado por el Hijo, a quien constituy heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificacin de nuestros pecados por medio de s mismo, se sent a la diestra de la Majestad en las alturas, 4hecho tanto superior a los ngeles, cuanto hered ms excelente nombre que ellos. 5Porque a cul de los ngeles dijo Dios jams: Mi Hijo eres t, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo ser a l Padre, Y l me ser a m hijo? 6Y otra vez, cuando introduce al Primognito en el mundo, dice: Adrenle todos los ngeles de Dios. 7Ciertamente de los ngeles dice: El que hace a sus ngeles espritus, Y a sus ministros llama de fuego. 8Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. 9Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungi Dios, el Dios tuyo, Con leo de alegra ms que a tus compaeros. 10Y: T, oh Seor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos perecern, mas t permaneces; Y todos ellos se envejecern como una vestidura, 12Y como un vestido los envolvers, y sern mudados; Pero t eres el mismo, Y tus aos no acabarn. 13 Pues, a cul de los ngeles dijo Dios jams: Sintate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus [p 14] pies? 14No son todos espritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que sern herederos de la salvacin? El prlogo cristolgico en estos primeros versculos tiene ciertas similitudes con el prlogo del Evangelio de Juan (118), y establece de entrada el tono de todo el libro. As no hace falta ninguna salutacin o introduccin personal. El escritor comienza enseguida mostrando que Cristo es: a. Superior a los profetas (1:13), los mensajeros terrenales del pasado. Inmediatamente arremete con su tema, las glorias superlativas de Cristo, en un lenguaje verdaderamente exquisito. Dios. Sin prembulo alguno el escritor abre la epstola en forma abrupta, dando por sentado la existencia de Dios y la realidad de una revelacin en una afirmacin categrica, como algo a ser probado. Hebreos es uno de tres libros de la Biblia que comienzan con Dios: Gnesis, revelando su poder; Juan, haciendo escuchar su voz; Hebreos, contemplando y admirando su persona. (i) La realidad de la revelacin divina (v. 1). La elocuencia del lenguaje aqu solo es igualada por la profundidad de los pensamientos que expresa. Notemos que es una afirmacin, y asume dos cosas: que Dios existe y que se ha revelado a los hombres. Es Dios mismo que se ha revelado, y no el hombre que lo ha buscado y descubierto. Veamos los detalles: *Frecuencia. Muchas veces, pero en forma fragmentaria y progresiva, hasta llegar a proporcionarnos un retrato casi completo del Seor. El AT contiene esa revelacin progresiva por parte de Dios. *Forma. de muchas maneras. Variedad de formas: promesas, visiones, sueos, voces, ngeles, juicios, advertencias, etc., por su Espritu.1

11 *Fragmentaria, pues por estas formas y mediante estos medios Dios solo se poda revelar de modo limitado y parcial. Lo que se transmita era correcto, pero incompleto. *Destinatarios de esa revelacin pasada eran los padres, los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob: los hebreos. Ellos haban sido los depositarios de los orculos de Dios. *Instrumentos usados: los profetas. Aunque fueron empleados por Dios para ampliar su revelacin, los profetas eran solo canales. Se establece, pues, en este versculo el origen divino del AT. [p 15] S, Dios se vali de mensajeros humanos, pero ellos no podan comunicar todo lo que haba en el corazn divino. Por eso era necesaria: (ii) La revelacin suprema de Cristo (v. 2a) En estos postreros das para los judos era una expresin escatolgica, significando en los das del Mesas (cf. Is. 2:2; Mi. 4:1). Notemos que ahora nos ha hablado a nosotros, por el Hijo: Toda la revelacin del AT converge en El. Todas las voces de los profetas ahora se unen en una sola voz, la del Seor. La revelacin anterior ha quedado totalmente superada al venir El pues no era meramente parte de la verdad, sino la personificacin de ella en su totalidad. El es la revelacin definitiva, completa y perfecta. En vez de ser temporaria, es permanente; en lugar de ser preparatoria es final; y no viene a travs de subordinados sino que est encarnada en El (cf. Jn. 1:18). La palabra central aqu es Hijo, y como en el griego original no se usa el artculo definido, sugiere ms su carcter que su persona, lo que es, antes de quin es. Es Dios mismo hablndonos. Hay nada menos que nueve referencias a Cristo como Hijo en Hebreos, de las que tres se encuentran aqu (1:2, 5, 8; 3:6; 4:14; 5:8; 6:6; 7:28; 10:29). Todo lo que Dios quiso que supieramos acerca de S mismo est resumido en Cristo. (iii) Las razones de esa superioridad (vv. 2b, 3). Aqu se dan nada menos que siete pruebas de su superioridad incomparable. *Heredero. Primero se nos lleva al final de la historia, al momento culminante cuando todo le ser entregado. El universo le pertenece a El. An no ha tomado plena posesin de su herencia (He. 2:8; 1 Jn. 5:19), pero lo habr de hacer a su debido tiempo (Jn. 3:35). *Creador. Aqu se nos conduce al comienzo de la historia. Cristo fue el agente activo de la creacin. Esto de nuevo muestra su derecho sobre nosotros (cf. Jn. 1:3; Col. 1:16). Y si haba podido superar el caos anterior a la creacin (Gn. 1:2), podra controlar el deterioro de esos creyentes hebreos. *Resplandor visible de la gloria de Dios, quien es luz. No es luz reflejada, sino que sale de adentro. Aqu se nos traslada a antes de la creacin. Se describe al Seor en su relacin con Dios, como la revelacin de su gloria, como el resplandor del Shekinah o la presencia de Dios en el Tabernculo y el Templo. Todas las perfecciones que se encuentran en Dios Padre, tambin se hallan en Cristo, y se revelan en todo su esplendor en El. El Seor, literal y activamente manifest la gloria del Padre. En Cristo toda la majestad del esplendor de Dios se revela plenamente. *[p 16] Imagen misma de su sustancia, o como lo traduce la Versin Moderna, la exacta expresin de su sustancia. Si se quiere saber cmo es Dios, no hace falta especular: su Hijo vino a revelarlo. El lo representa con total exactitud. Es la fiel y precisa representacin de la misma sustancia, esencia y carcter de Dios (cf. Col. 2:9). Cristo no es solamente una manifestacin de Dios, sino Dios manifestado en carne (1Ti. 3:16). Solo Cristo poda decir El que me ha visto a m, ha visto al Padre (Jn. 14:9). Estas dos expresiones son complementarias porque podra argumentarse, en base a la primera, que como el rayo es solo parte del sol, as Cristo es solo parte de Dios; pero este error se corrige con la segunda, pues El es la imagen misma.

12 *Sustentador. No se trata de la figura mitolgica de un Atlas o un Hrcules soportando el peso del mundo sobre sus hombros, sino de una realidad irrebatible. Aqu el escritor nos lo revela a travs de toda la historia en una accin continua y sostenida. El Seor lo hace mediante el poder de su palabra, su soberano decreto y voluntad (cf. Col. 1:17). Todo lo que sucede est bajo su control, y si El en un momento quitara sus manos de ese control, todo se desintegrara (Ro. 11:36). El mantiene todo en armoniosa marcha y funcin. Los cientficos conocen tanto ms ahora acerca del universo, la composicin qumica de los planetas, la existencia de millares de galaxias ms all del alcance de los telescopios. Pero sin embargo no pueden identificar la fuerza, o el poder, que mantiene a estos mundos en rbita. La respuesta est en este versculo. Posiblemente nuestra visin de Cristo sea limitada. Estamos en peligro de enclaustrarlo en nuestra experiencia restringida o nuestro conocimiento limitado. Necesitamos, pues, una nueva visin de Cristo en estas dimensiones csmicas. *Salvador. Aqu vemos cul fue el propsito de su venida. No solo es el Revelador de Dios sino adems la Rrdencin divina, pues efectu la purificacin de nuestros pecados por medio de su muerte en la cruz. No bast su palabra, sino que tuvo que tomar forma humana y morir por nosotros. El no meramente prometi perdn, como los profetas, sino que lo logr mediante el sacrificio de S mismo. En su acto redentor realiz lo que ningn sacerdote haba hecho: quitar el pecado, no solo en forma temporaria sino permanente (Jn. 1:29; 19:30). Estas palabras tambin nos indican que la teora de la existencia del purgatorio es totalmente innecesaria y contraria a las Sagradas Escrituras. *Soberano. Aqu vemos su exaltacin como Seor, ocupando el lugar que le corresponde a la diestra de Dios, ratificando as una obra perfecta y consumada. [p 17] Resulta significativo que cuando el Sumo Sacerdote entraba en el santuario no se sentaba pues al no haber provisin para ello no haba ningun asiento, sugiriendo que su ministerio nunca quedaba concluido. En cambio nuestro Sumo Sacerdote, Cristo, al haber concluido la obra de redencin se sent. Cuatro veces en Hebreos se nos indica que se sent, o se sienta, a la diestra de Dios: aqu como Seor victorioso, despus de haber vencido a Satn y realizado una expiacin completa; en 8:1 como Sacerdote celestial, en 10:12 como Sacrificio completo, y en 12:2 como Ejemplo perfecto. b. Superior a los Angeles (1:414), los ms elevados seres creados, y los mensajeros celestiales del presente. Haba una necesidad imperiosa de destacar la superioridad del Seor sobre ellos en vista de la fuerte tendencia entre los judos a exaltar desmedidamente las huestes celestiales, que llegaban a considerar como intermediarios entre Dios y los hombres. El escritor de Hebreos lo hace citando no sus propias palabras, sino las de Dios en el AT, nada menos que siete veces (seis veces de los Salmos y una de 2 Samuel). (i) Ocupa un lugar superior a los ngeles (v. 4a). Tiene una superioridad inherente a su rango y posicin, y adems porque ellos son criaturas creadas por El. Aqu aparece por primera vez uno de los adjetivos predilectos del escritor para describir todo lo que se relaciona con el Seor Jess y su ministerio: superior o mejor. (ii) Ostenta un nombre superior a los ngeles (vv. 4b, 5) (cf. 2 S. 7:14; Sal. 2:7; 89:26), el de Hijo, el mismo nombre en que podemos ser salvos. Como en otras ocasiones, la palabra nombre equivale a naturaleza, de modo que indica que Cristo posee la naturaleza de Dios. Dios jams se dirigi a un ngel en particular llamndolo hijo, pero as llam al Seor Jesucristo. Aunque en Job 1 se refiere a ellos colectivamente como hijos de Dios (v. 6); Hijo se usa exclusivamente para Cristo. Hay aqu una relacin superior como Hijo, a la que sera si se tratara de una criatura debajo de El. Aqu se deja ver el afecto entre el Padre y el Hijo.

13 Las palabras Yo te he engendrado hoy (cf. Hch. 13:33), no se refieren a que haya sido engendrado fsicamente, sino al reconocimiento por parte de Dios de su Hijo en la resurreccin, como corrobora Pablo en Ro. 1:4. (iii) Objeto de adoracin por los ngeles (vv. 6, 7) (Sal. 97:7; 104:4; 45:6, 7), mientras que ellos son sus mensajeros y siervos. Es idolatra de la peor ndole adorar a quien no sea Dios. Sin embargo, aqu se nos manda adorar a Cristo, otra prueba ms de que El es Dios. [p 18] La palabra Primognito aqu no significa el primero engendrado. Por ejemplo, Dios hizo a Salomn primognito (Sal. 89:27) aunque l fue el dcimo en la genealoga. Es, pues, un ttulo de rango y honor. Se refiere ms a posicin que a prioridad en tiempo. Adems El es el Creador y director de los ngeles (vv. 6, 7). Ellos estn subordinados a El y obedecen su voluntad con la velocidad e invisibilidad del viento, y con el fervor y poder del fuego. (iv) Oleo de uncin divina, (vv. 8, 9). Notemos que aqu el Padre se dirije a su Hijo como Dios (Oh Dios). Aunque se hizo hombre, el Hijo jams abandon su deidad. Y es Dios Padre mismo que destaca el carcter incomparable de su Hijo. El Seor ha mostrado su aptitud para reinar al haber manifestado su amor a la justicia y su aborrecimiento de la maldad. Como mensajeros de Dios los ngeles estn dotados de grandes poderes, pero no dejan de ser criaturas sujetas a la voluntad soberana del Creador. Muy por encima de ellos est el Hijo, y slo a El le pertenece este trono. A diferencia de los reyes de este mundo, cuyas decisiones a menudo estn influenciadas por parcialidad y prejuicio, el Hijo ejerce su reinado en perfecta justicia (cf. Is. 11:5). Durante el perodo de su humillacin, Cristo prob su apego absoluto a la justicia y su odio inflexible de la iniquidad. Por eso Dios lo ha exaltado (Fil. 2:9). La uncin parece ser de la descripcin de la gozosa coronacin celestial que sigui a la terminacin victoriosa del ministerio terrenal de Cristo (ver 2:36). Segn el contexto, los compaeros parece indicar de nuevo a los ngeles. (v) Origen de todo (vv. 1013). *El principio de todo, v. 10 (Sal. 102:2527). Se destaca aqu la gloria de su poder y su eternidad (cf. Ap. 1:17). Los ngeles deben su propia existencia a Cristo. El estaba all en el principio antes de que siquiera existiesen esos seres celestes. Debe notarse aqu que Dios se dirije a su Hijo como Seor, es decir Jehov. La conclusin es evidente: Jesucristo del NT es Jehov del AT. Como Jehov, El est aparte del mundo y por encima de l, siendo antes que l y despus de l. *Lo perecedero de la creacin, vv. 11a, 12a. Qu contraste con el carcter permanente e inmutable de Cristo! Sus obras perecern, pero El permanecer. Toda la creacin tiene una obsolescencia incorporada. El movimiento mismo produce friccin, y sta a su vez trae desgaste, y desemboca eventualmente en desintegracin. El salmista la compara con un vestido, que primero se desgasta, luego se envuelve como algo ya intil, y finalmente se cambia por algo mejor. *[p 19] En el v. 12a se identifica al Hijo como el autor del juicio catastrfico que finalmente introducir los cielos nuevos y tierra nueva que el aptol Pedro seala (2 P. 3:13). *La permanencia del Creador, vv. 11b, 12b, en contraste con la transitoriedad de la creacin. Al ver desmoronarse los sistemas e instituciones de este mundo, cunto aliento nos da saber que de nuestro Salvador se dice: Pero T eres el mismo (cf. He. 13:8; Ex. 3:14; Stg. 1:17; Sal 90:4). A su vez eso nos proporciona la estabilidad que necesitamos en un mundo tan inestable.

14 *Al dirigirse a su Hijo en los vv. 412, Dios el Padre ha destacado su deidad, su trono, su cetro, su reino, su carcter, su exaltacin, su poder creador, y su eternidad (o inmutabilidad), en uno de los alegatos ms claros de toda la Escritura en cuanto a la deidad esencial del Seor Jesucristo. *La Promesa hecha al Hijo (v. 13) de dominio y supremaca absoluta, destaca la gloria de su posicin. La sptima cita (Sal. 110:1) se introduce mediante una pregunta retrica que demanda una respuesta negativa. Ningun ngel puede jams afirmar que Dios le haya dicho esto, ni que lo haya invitado a compartir el reinado sobre el universo como co-igual. *Este es el Salmo citado con ms frecuencia en el NT, y es el fundamento sobre el que descansa esta epstola. Al Hombre rechazado aqu en la tierra se le ha dado el lugar de honor ms elevado del cielo. Est reservado solo para El, siendo El despus de todo el fin y la meta de toda la historia. La imagen aqu se toma de los conquistadores que destacaban lo absoluto de su triunfo colocando sus pies sobre el cuello de los que haban conquistado. (vi) Ocupacin de los ngeles, v. 14. Aqu estamos frente una pregunta que requiere una respuesta afirmativa. La misin de los ngeles no es reinar sino servir, en especial a nosotros los herederos de salvacin. Los ngeles estuvieron muy activos durante la vida terrenal del Seor Jesucristo: Anticipando su venida (Lc. 1:2638); anunciando su venida (Lc. 2:914); ministrando luego de su tentacin (Mt. 4:11); fortalecindolo (Lc. 22:43); anunciando su resurreccin (Mt. 28:17). Luego en el libro de los Hechos vemos 7 instancias de su actividad: instruyendo a los discpulos (1:10, 11); liberando los apstoles (5:19); guiando a Felipe hasta el etope (8:26); contestando a Cornelio (10:3); liberando a Pedro (12:710); ejecutando juicio (12:2); asegurando a Pablo liberacin del peligro (27:23). Estas son ilustraciones prcticas de lo afirmado en He. 1:14, pero notemos que la salvacin nos eleva por encima de los ngeles (Heb. 2:9). [p 20] En nuestro propio siglo podramos citar varios ejemplos de la intervencin de ngeles en momentos cuando creyentes han estado en peligro. S de por lo menos dos casos de colportores de las Sociedades Bblicas protegidos de bandoleros en Espaa porque stos vieron que estaban acompaados (cuando en realidad fsicamente estaban solos y sus compaeros angelicales slo eran visibles a los ojos de los enemigos). Quizs an ms dramtico sea el caso de Marie Mousen, misionera noruega en el norte de China. Cuando su misin fue atacada por soldados comunistas, stos no se atrevieron a atacar el edificio donde se haba refugiado con muchos otros porque vean que estaban protegidos por soldados altos con rostros que brillaban (segn sus propias palabras). Es decir que los incrdulos los vean, aunque resultaban invisibles para los creyentes (cf. 2 R. 6:1417). En resumen, en las palabras del comentarista alemn F. Delitzsch, Los ngeles estn delante de Dios como espritus ministradores esperando sus rdenes, sirven a Dios y al hombre; el Hijo est delante de Dios reinando; y todo, an en contra de su propia voluntad, debe reconocer su dominio. A su vez, si bien los ngeles ministran a nuestro favor, solo el Espritu Santo trabaja en nosotros. Ellos nos pueden salvar fsicamente, pero solo el Seor nos puede salvar espiritualmente. EL SEOR EXALTADO a la diestra de la majestad en las alturas Cuatro veces encontramos la mencin de esta posicin en Hebreos. Como Hijo de DiosSu soberana y derecho como

15 Hijo1:3 Como Sumo SacerdoteSu santurario celestial8:1, donde ejerce. Como Hombre perfectoSu sacrificio consumado 10:12, para siempre. Como Sustentador nuestroSu supremaca absoluta 12:2, para concluir. [p 21] CRISTO COMO EL HIJO Notamos : Su RangoHijo de DiosSu deidad absoluta1:2, 5 13 Su preeminencia se prueba por 6 citas de Salmos y otra de 2 S. 7:14 Su RevelacinHijo del HombreSu humanidad perfecta2:6, 7 Su ReinadoHijo de DavidSu soberanasujet todo2:8, 9 Su Rol o papelHijo de AbrahamSu nacionalidad simiente 2:16 LOS CIELOS, EL CIELO, LO CELESTIAL Los cielos (fsicos) Son obra de las manos del Seor1:10 Cristo pas a travs de ellos4:14 Cristo fue exaltado por encima de ellos7:26 An habrn de ser consumidos12:26 El cielo (morada de Dios) El lugar del trono de Dios8:1 El sitio donde Cristo se encuentra9:24 El lugar donde estn nuestros tesoros10:34 cf. Mt. 6:1921 All se encuentran nuestros nombres12:23 Desde all nos habla Dios ;12:25 Lo celestial Nuestra vocacin o llamado celestial3:1 El don celestial6:4 Las cosas celestiales8:5 La patria celestial11:16 La Jerusaln celestial12:25

16 [p 22] CAPTULO DOS Hebreos, segn se ha dicho, comienza como un ensayo, prosigue como un sermn, y termina como una epstola. Pero se llama a s misma la palabra de exhortacin (13:22), y este nfasis se manifiesta en especial en una serie de cinco parntesis, el primero de los cuales se encuentra al comienzo de este captulo. 2. Como Hijo del Hombre, 2:118 Por tanto, es necesario que con ms diligencia atendamos a las cosas que hemos odo, no sea que nos deslicemos. 2Porque si la palabra dicha por medio de los ngeles fue firme, y toda transgresin y desobediencia recibi justa retribucin, 3cmo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvacin tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Seor, nos fue confirmada por los que oyeron, 4testificando Dios juntamente con ellos, con seales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espritu Santo segn su voluntad. 5Porque no sujet a los ngeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; 6pero alguien testific en cierto lugar, diciendo: Qu es el hombre, para que te acuerdes de l, O el hijo del hombre, para que le visites? 7Le hiciste un poco menor que los ngeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; 8Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujet todas las cosas, nada dej que no sea sujeto a l; pero todava no vemos que todas las cosas le sean [p 23] sujetas. 9Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ngeles, a Jess, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. 10Porque convena a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvacin de ellos. 11Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergenza de llamarlos hermanos, 12diciendo: Anunciar a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregacin de alabar. 13Y otra vez: Yo confiar en l. Y de nuevo: He aqu, yo y los hijos que Dios me dio. 14As que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, l tambin particip de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tena el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 16Porque ciertamente no socorri a los ngeles, sino que socorri a la descendencia de Abraham. 17Por lo cual deba ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18Pues en cuanto l mismo padeci siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. a. Salvacin que no se puede descuidar (2:14) Este es el primer parntesis de los cinco que encontramos en Hebreos. El propsito de cada uno es lograr que se preste atencin a la Palabra de Dios y se la obedezca. Tambin sugiere que el escritor desconfiaba de la profesin de fe de algunos lectores. Aqu se refiere en particular a la negligencia frente a la salvacin ofrecida. El autor comienza sealando: (i) Un peligro evidente, (v. 1). Primero vemos nuestro gran deber, aferrarnos y amarrarnos a las verdades expuestas. Quizs por eso el escritor se identifica con sus hermanos en esta exhortacin. Las palabras por tanto vinculan este pasaje a lo expuesto con anterioridad, y sealan que si Dios ha hablado por su Hijo, algo pasar si esa palabra no se acepta. Ser negligentes respecto de la verdad es tan serio como resistirla activamente. El peligro sealado es la posibilidad de que nos deslicemos. Este es un trmino nutico y sugiere la idea de romper amarras y estar a la deriva, llevado imperceptiblemente mar afuera, o sobre las rocas, por la corriente, mientras el capitn duerme. Necesitamos anclarnos en estas verdades pues hay corrientes que nos pueden alejar del anclaje de la fe: el tiempo, pues pronto nos olvidamos; la familiaridad con la verdad; la presin de los deberes y los placeres de esta vida.1

17 (ii) Una pregunta incontestable (vv. 24), para aquellos hebreos que estaban considerando un retorno al judasmo. Notamos aqu: *[p 24] La retribucin segura (v. 2). Durante los tiempos del AT, los que no tomaban en cuenta la palabra de Dios eran a veces castigados severamente. Recordemos a los 3000 al pie del Sina (Ex. 32:20; Hch. 7:39, 40); la muerte de Nadab y Abi (Lv. 10:120); los que fueron ajusticiados por la rebelin de Cor (Nm. 16). Si los que quebrantaban la ley o se oponan a la voluntad de Dios eran castigados, cul sera el destino de los que despreciaran el evangelio? *Los hebreos consideraban a los ngeles como mensajeros que vinculaban a Dios con el hombre. Por eso si ellos no haban rechazado el mensaje trado por los ngeles en Sina (Dt. 33:2; Hch. 7:38, 53; G. 3:19), no deban rechazar a Jess quien no era meramente un mensajero, sino el Mensaje mismo! *La respuesta imposible (v. 3a). Dios no solo castigar la desobediencia, sino tambin la indiferencia ante el mensaje de salvacin. Aqu tenemos los primeros pasos en la apostasa. *Hace muchos aos se imprimi un folleto con un ttulo sugestivo: Se ofrece gran recompensa al que sepa contestar esta pregunta. El lector pronto se enteraba de que esa cifra abultada poda ser ganada si se contestaba la pregunta que estamos considerando, y luego se le explicaba por qu resultaba imposible escapar, aprovechando para presentar el mensaje de salvacin en forma magistral. *La pregunta es enftica, pues aquellos a quienes ha sido predicado el evangelio tienen un privilegio tanto mayor que las personas del AT. Por eso la nica respuesta posible es: De ninguna manera. Uno no tiene que luchar contra la salvacin para perderse; solo basta con no tomar en cuenta el remedio provisto. Esta es la tragedia del descuido, o de no hacer caso o desatender la verdad (la misma palabra en el griego se traduce sin hacer caso en Mt. 22:5). Como bien se ha dicho, Puede alguien perecer ms justamente que aquellos que rehsan ser salvos? Si se rechaza el remedio eficaz provisto por Dios, quin tiene la culpa? Esta salvacin es tan grande por: su procedencia: sus alcances: sus resultados: su duracin: su costo enorme: Dios mismo, Ef. 1:4; Tit. 1:2; 1P. 1:20

todo el mundo, Jn. 3:16; 1 Ti. 2:46 todo aquello de que nos salva, lo que ahora nos permite disfrutar, y el cambio que produce es eterna, Is. 45:17; 51:16; Jn. 5:24 para el Seor, pero no para nosotros, Mt. 20:28; 2 Co. 5:21; He. 2:14, 15; 1 P. 1:9

*[p 25] La revelacin superior (vv. 3b, 4), ha sido confirmada a nosotros primero por el fiel testimonio de los discpulos (v. 3b, cf. Hch. 1:3; 2 P. 1:16; 1Jn. 1:1, 2). La superioridad de este evangelio a la Ley de Moiss fue manifestado adems por el poder y los resultados que acompaaron su predicacin. Estos dones eran parte de las credenciales de los apstoles, como agentes con autoridad divina, en la fundacin de la iglesia. *Aqu la referencia es a los milagros que atestiguaban la veracidad de lo predicado. Hoy tenemos la Palabra completa, de modo que no hay necesidad de estos milagros apostlicos. Dios ahora atestigua a travs de su Espritu, empleando la Palabra de Dios. Como afirma A.W. Pink: Ya no tenemos los apstoles con nosotros y por tanto los dones sobrenaturales, la comuni-

18 cacin de los cuales era una parte esencial de las seales de un apstol (2 Co. 12:12), estn ausentes. *Adems las palabras del Espritu Santo segn su voluntad nos recuerdan que todos los dones espirituales son dados soberanamente por Dios (cf. 1Co. 12:4, 11), y no pueden por tanto ser demandados o exigidos por los hombres. b. Superior como Hijo del Hombre (vv. 518). Si en el primer captulo comprobamos que Cristo es superior a los ngeles como Hijo de Dios, ahora en el resto del captulo dos se nos muestra que tambin es superior como Hijo del Hombre. Notamos aqu: (i) El propsito divino (vv. 58a), en la creacin del hombre, y su destino glorioso: darle dominio y soberana sobre toda la creacin. Si bien inferior a los ngeles, como veremos, tena privilegios mayores. El mundo venidero que se menciona no se refiere a nuevos cielos y nueva tierra, sino al milenio. El viene a reinar y nosotros reinaremos con El. Es el mundo y no el cielo lo que est en vista aqu. Se cita Sal. 8:46 para mostrar que el dominio eventual sobre la tierra ha sido dado a los hombres, no a los ngeles. No era la intencin de Dios que el mundo estuviera bajo el dominio de los ngeles sino del hombre. Sin embargo, cun dbil es comparado con ellos. La pregunta Qu es el hombre? se encuentra tres veces en el AT. En Sal. 8:46 sugiere la pequeez del hombre. En Sal. 144:3, 4 se habla de lo poco que dura. En Job 7:17, 20 se alude a su pecaminosidad. S, el hombre es insignificante, un puntito pequeo en un vasto universo, y sin embargo Dios se preocupa por l y lo ha visitado en la persona de Cristo. Vemos al hombre coronado con gloria y honor al ser creado a la imagen de Dios (Gn. 1:26). Pero perdi su corona y lleg a ser esclavo del pecado. Por eso se seala a continuacin: (ii) [p 26] El propsito malogrado (v. 8b), interrumpido y frustrado por el pecado. Cun trgico ha sido su fracaso. La entrada del pecado en el mundo ha demorado los propsitos de Dios para el hombre, quien hoy est caracterizado por la servilidad y no la soberana, por la degradacin y no la dignidad. Las cosas no le estn sujetas, como prueban las enfermedades que no puede erradicar, los desiertos que no puede hacer florecer, y lo peor de todo, el no poder controlarse a s mismo. Pero aunque el pecado ha interrumpido las intenciones originales para la raza humana, no los ha desbaratado como apreciaremos en los versculos siguientes. Hay respuesta al dilema del hombre? S, porque hay un Hombre que satisface tanto el ideal de Dios como la necesidad del ser humano. Por eso a continuacin nos encontramos con: (iii) La presentacin de Cristo (v. 9). Qu transicin preciosa! Al contemplar al hombre nos hemos sentido sin duda decepcionados ante su fracaso estrepitoso, pero ahora se nos exhorta a volver la mirada al nico ser perfecto, Jesucristo. *Su encarnacinPero vemos a Jess. Se pasa del primer Adn al Segundo Adn, el Hombre representativo. Se usa aqu por primera vez en esta epstola el nombre Jess para llamar la atencin a su humanidad. El es la respuesta divina al dilema del hombre. El es la seguridad y la prueba de la victoria final y completa. El se hizo hombre para poder sufrir y morir por el pecado del hombre como su representante y sustituto, y restaurar el dominio perdido por el pecado. Al hacerse hombre Cristo tom una naturaleza capaz de morir. Esto no era posible ni para Dios como espritu, ni para los ngeles, y en este sentido El fue hecho por un tiempo un poco menor que los ngeles. Vemos en Jess al Hombre que ha sido restaurado al dominio y la gloria que era la intencin de Dios para todos nosotros. Y en Jess debemos vernos a nosotros mismos en los propsitos de Dios. Varias veces en esta epstola se seala en forma especial a Jess para destacar el carcter distintivo de su vida y ministerio (cf. 6:20; 7:22; 12:2; 12:24; 13:12). *Su experiencia. Las palabras por la gracia de Dios nos recuerdan que toda esta obra se debe al favor inmerecido de Dios hacia nosotros. Gustase la muerte; el propsito final de

19 la encarnacin no fue la revelacin de un ideal, sino para morir por todos nosotros, sin excepcin. *Su exaltacin. Al hacerse hombre, Cristo cedi su gloria, pero recuper esa gloria al resucitar y ascender al cielo. Aquel que prob la muerte por nosotros, est ahora exaltado, coronado con gloria y honra, y aguardando con paciencia el da cuando el usurpador sea destronado y todo sea sujeto a El. (iv) [p 27] El perfecto plan divino (v. 10). A partir de este versculo vemos qu fue necesario para que Jesucristo llegase a ser Redentor y el Autor de salvacin para sus hermanos, y para que el ser humano pudiera realizarse plenamente. Primero, en los vv. 1013, se presenta el aspecto divino de su obra, su aptitud para ello; y luego en los vv. 1416 se nos indica el aspecto humano de su obra. Convena. Todo deba ser consistente con las perfecciones divinas. Sus atributos de santidad y justicia, y por otro lado el amor y el y perdn, deban armonizar. Y as sucedi. Para poder comprender claramente este versculo, nos permitimos cambiar el orden del mismo, considerando en primer lugar: *La meta u objetivo (v. 10b) sealado aqu era: llevar muchos hijos a la gloria. Ese fue el fruto de sus sufrimientos. Cun grande es la gracia divina! Cun enorme es el honor de ser llamados hijos, pues habla de una relacin nueva y sublime! Y cun maravillosa la perspectiva de ser llevados a gloria! *El medio empleado (v. 10a) era el Seor, la razn y causa de todas las cosas. El es el objetivo de toda creacin, pero tambin es fuente y origen de toda creacin. *La muerte que padeci (v. 10c) perfeccionase por aflicciones. Esto no sugiere que Jesucristo era imperfecto, pues El no podra ser ms perfecto. Perfecto aqu significa completo, efectivo, adecuado. El era perfecto en poder, en amor, y en sabidura, pero tambin necesitaba llegar a ser perfecto en experiencia. Jesucristo no poda haber llegado a ser un Salvador adecuado y un Sumo Sacerdote efectivo, si no se hubiese hecho hombre y sufrido la muerte. Sus sufrimientos son el fundamento sobre el cual descansa todo su ministerio actual. *As se convirti en Autor de la salvacin, literalmente pionero, uno que va adelante y abre el camino para que otros le sigan hacia la tierra de promisin celestial, uno que origina algo. La palabra era bastante comn en la literatura griega para describir al jefe de un clan o al fundador de una escuela de pensamiento. Encontramos esa misma palabra en He. 12:2 como el originador o fundador de la fe cristiana. En cambio la palabra que en espaol se traduce como autor en He. 5:9, es otra palabra en el griego que significa fuente de eterna salvacin. (v) El proceso efectivo (vv. 1113). Estos versculos destacan la perfeccin de la humanidad de Cristo. Combinando los versculos 10 y 11, se nos muestra que no somos meramente hombres restaurados a la gloria original. Somos hombres y mujeres que hemos sido levantados para compartir la santidad y gloria de Dios como miembros de la familia divina. Esto nos lleva precisamente a considerar: *[p 28] La relacin especial afirmada (vv. 11, 12). Qu significan las primeras palabras del v. 11? Que Cristo es el Autor de nuestra santificacin y que debemos compartir su santidad. Se parece a las palabras Sed santos porque yo soy santo (cf. Jn. 17:19; He. 13:12). *A su vez El no se avergenza de aquellos que han nacido de nuevo a la familia de Dios. Todos estos trminos familiares muestran claramente que nuestra identidad ya no est arraigada en nuestra vieja relacin con Adn, a travs de quien nos vino la esclavitud y frustracin que conocamos, sino en nuestra nueva relacin con Dios. *A partir del v. 12 se introducen tres testimonios para probar que Cristo es la cabeza de un nuevo orden de humanidad, el primero de ellos aqu del Sal. 22:22. La constitucin de la congregacin con Cristo en medio, revelacin de Dios a sus hermanos, es posible solo a causa

20 de su sacrificio (ver Jn. 20:17). Se anticipa as el da en que El conducir a las multitudes redimidas en alabanza a Dios Padre. *La dependencia declarada (v. 13a). No podemos vivir sino confiando en Dios. Y as tambin El nos dio de nuevo el ejemplo, viviendo su vida terrenal en absoluta y completa dependencia del Padre. Qu ejemplo para nosotros (ver G. 2:20)! Se cita otro pasaje ms del AT para probar la humanidad perfecta de Cristo: Is. 8:17, 18. *La cabeza representativa (v. 13b) de esta nueva raza, a la que como el postrer Adn comunica vida -en vez de pecado y muerte como hizo el primer Adn. El pensamiento es que somos miembros de una familia comn, reconociendo a un Padre en comn. (vi) El provecho resultante (vv. 1418). Para poder ser nuestro Redentor Jess deba reunir ciertas cualidades: humanidad perfecta, poder omnipotente y simpata ilimitada. *Su identificacin (v. 14a) se realiz mediante su encarnacin, y el compartir nuestra naturaleza. Su identificacin con el ser humano fue total, pero no con su pecado. Solo un hombre podra morir por otro, pero tendra que ser un hombre perfecto. Como ya sealamos, el aspecto divino de su obra se ve en los vv. 1013, y el humano en los vv. 1416. *La derrota de Satans (v. 14b). Destruir aqu no significa aniquilar sino hacer inoperante, anular el efecto de. Satans no ha sido destruido, pero para el creyente s ha sido en cierta manera desarmado. Pero para poder anular el poder de la muerte el Seor tuvo que morir. Solo podamos ser liberados del dominio de Satans por la muerte de Cristo, muerte que en realidad nos corresponda a nosotros (cf. Jn. 12:31). El Cristo resucitado ahora tiene las llaves de la muerte y del Hades (Ap. 1:18), o sea que tiene completa autoridad sobre ellos. *[p 29] En qu sentido tiene el diablo el imperio de la muerte? Probablemente en que puede demandar la muerte como pena por el pecado. En tierras paganas tambin se aprecia en la capacidad de sus agentes, los mdicos brujos, de pronunciar una maldicin sobre una persona y a fin de que sta muera sin una aparente causa natural. En ninguna parte de las Escrituras se sugiere que Satans puede producir la muerte de un creyente sin el permiso especfico de Dios (Job 2:6; cf. Mt. 10:28). Satans no tiene autoridad para demandar por segunda vez la muerte de la misma persona: por lo tanto no tiene dominio sobre los que ya han muerto (por representacin) en Cristo. *La liberacin lograda (vv. 15, 16) del temor de la muerte. Cun maravilloso es descubrir que Jess nos puede librar aun de la peor atadura, la muerte! Pero esa liberacin no es de la muerte fsica sino del temor a la muerte. El llev la maldicin de la muerte para que ahora la muerte no existiese para nosotros. El pensador francs La Bruyere dijo acertadamente, Solo morimos una vez, pero la muerte se deja sentir a lo largo de toda nuestra vida. Con razn Job se refiere a ella como el rey de los espantos (18:14). Pero el Seor nos ha liberado de ese temor (ver 1 Co. 15:5557). Por qu? Porque ahora para el creyente es solo un ausentarse del cuerpo para presentarse ante el Seor (2 Co. 5:8). La sombre de la muerte se ha disipado por el advenimiento de la Luz de la Vida. *Los ngeles que sirven a Dios no son los objetos de la gracia de Dios (v. 16), y menos an los ngeles cados que estn reservados para un terrible castigo (ver Jud. 6; 2 P. 2:4). La gracia de Dios est destinada a nosotros, los descendientes espirituales de Abraham. *La semejanza a sus hermanos (v. 17a) en todo, menos en pecado. Para poder representarnos ante Dios deba tomar forma humana, como un autntico hombre. Este versculo nos introduce al segundo gran propsito de su encarnacin mencionado en esta carta: su sacerdocio. *El sacerdocio que asumi (v. 17b). Aqu tenemos la primera mencin del tema del sacerdocio, tema que habr de ocupar mucho espacio en los captulos siguientes. Notemos su carcter:

21 + misericordioso hacia los hombres, comprendiendo su debilidad y limitaciones, sus fracasos y pecados; y tomando en cuenta sus necesidades. Hay un reconocimiento de que existe una brecha entre nuestra experiencia actual y nuestra posicin. Somos miembros de la familia divina, pero al vivir nuestra vida sobre la tierra a veces actuamos de acuerdo con nuestra vieja naturaleza adnica. Por eso necesitamos constantemente de la intercesin del Seor. + plenamente. + fidelidad hacia Dios. + para expiar. Dios puede as ser consecuente al perdonar. Aqu se habla de propiciacin y sustitucin. Nos recuerda las palabras del apstol Pablo: El cual me am y se entreg a s mismo por m (G. 2:20). *El socorro que ofrece (v. 18) para los que son tentados. La palabra socorrer (v. 16 y aqu), significa en el griego correr en auxilio de alguien. Cunto nos anima pensar que tenemos a Alguien as para socorrernos! *Para que alguien pueda realmente simpatizar con los hambrientos, l mismo debe haber experimentado hambre. Se debe conocer lo que es el rechazo para poder sentir el dolor de los derrotados. El poder de la simpata no radica en la mera capacidad para sentir, sino en las lecciones de la experiencia. Por eso los pobres se sentiran mejor representados en el gobierno por un Ministro de Asuntos Sociales procedente de una familia humilde, que por un multimillionario. Estas palabras resultan alentadoras pues nos recuerdan que el Seor comprende nuestra condicin y nos ayuda a compartir su victoria. *La tentacin no fue asunto fcil para Jess. El resisti toda la fuerza de ella y sali vencedor. Cabe destacar que El fue tentado desde afuera, pero jams desde adentro (cf. Stg. 1:13, 14). Jams poda ser tentado a pecar por deseos y pasiones dentro de s porque en El no haba pecado ni nada que pudiera responder a la seduccin del pecado. Sin embargo, la tentacin es un sufrimiento pues se dice que El padeci siendo tentado. Aun la misma sugerencia de pecado le causaba dolor. *Si Cristo hubiese sido derrotado, ahora jams podra ayudarnos. Pero tentado y triunfante El es nuestro refugio y fuerza, poderoso para socorrer. Por eso no hay razn alguna para que seamos vencidos por la tentacin y caigamos as en el pecado. [p 31] LA REVELACION DEL HIJO DE DIOS en 2:918. All le vemos como: El que sufre por nuestros pecadosv. 9 hasta la muerte El que lleva muchos hijos a gloriavv. 10a, 13, mediante su obra El Autor y fuente de la salvacinv. 10b, si creemos en El El santificador de sus hermanosv. 11. que no se avergenza de ellos El director de alabanza de los suyosv. 12, en medio de ellos El que se encarn para salvarnosvv. 14a, 17, de otro modo imposible El que venci al enemigov. 14b, el diablo y la muerte [p 30] Al sacerdocio aarnico le faltaba esta simpata hacia los hombres, y fiel hacia Dios, y por tanto Alguien en quien el creyente puede confiar

22 El que libra del temor de la muertev. 15, mediante su resurreccin El que nos representa ante el Padrev. 17, como nuestro Pontfice . El que nos puede socorrer y ayudarv. 18, cuando somos tentados

23 [p 32] CAPTULO TRES I. LA PERSONALIDAD SUPERIOR DE CRISTO 1:18:5 (cont.) LA EXCELENCIA DE SU PERSONA B. SUPERIOR EN SU MINISTERIO 3:18:5 1. Superior a Moiss, 3:16, en su persona. Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apstol y sumo sacerdote de nuestra profesin, Cristo Jess; 2el cual es fiel al que le constituy, como tambin lo fue Moiss en toda la casa de Dios. 3Porque de tanto mayor gloria que Moiss es estimado digno ste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. 4Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. 5Y Moiss a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; 6pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza (3:16). El v. 1 nos transporta desde el escenario de la humillacin de Cristo en el cap. 2, al de su exaltacin sobre la Casa de Dios. El nombre de Moiss gozaba de gran estima y veneracin entre los hebreos como la figura ms descollante de la antigua dispensacin, junto con Abraham y David. Por eso no nos extraa que su nombre se encuentre ms de 70 veces en el NT. El escritor se ocupa de l y lo compara con el Seor, aunque con mucho tacto. Pero antes veamos cmo comienza esta seccin. Por tanto relaciona este pasaje con el anterior. Cada vez que nos encontramos con un por tanto, es como la seal de trfico que indica pare, mire, escuche. Exige y demanda nuestra atencin. Notemos asimismo cmo se dirige a ellos: Hermanos, en cuanto a la relacin de ellos con el escritor. Santos , respecto de su posicin y carcter [p 33] como hijos de Dios, apartados para El. Pero tambim deban ser santos en la prctica. Participantes del llamamiento celestial pues el mensaje cristiano fue trado directamente del cielo por Uno que era divino y celestial (cf. 1:2 y 2:3) y nuestras esperanzas y vocacin estn ahora donde El est con el Padre en la gloria. Estas palabras sealan nuestro privilegio en contraste con el llamado y vocacin terrenal de Israel. a. La inspiracin de la consideracin de Jess (v. 1). Dios no busca ganar a los hebreos destacando los errores de Moiss, (ninguno de los cuales se menciona aqu), sino que antes concentra la atencin sobre el Seor pues El s merece nuestra consideracin, observacin profunda, y reflexin seria. Considerad implica dejar de lado otros objetos para fijar la atencin exclusivamente en el objeto de nueva atraccin. S, considerad su dignidad, excelencia y autoridad, y lo que implica su nombre y oficio: su carcter . Se lo llama aqu: (i) Apstol, porque El representa a Dios para nosotros; es el enviado de Dios hacia nosotros. Esta es la nica vez que se emplea este ttulo para referirse a Cristo. Como Apstol, es el mensajero de gracia para nosotros (ver Jn. 17:3, 9), el revelador de Dios a nosotros (Jn. 1:18; Mt. 11:27). En el tiempo de Jess la palabra apstol se usaba con frecuencia para describir a un embajador o plenipotenciario investido con todo el poder y autoridad del gobierno que representaba. Su voz era la voz del pas que lo enviaba. As vemos a Jess como el Embajador de Dios. Viene de Dios, lo representa, y nos habla a nosotros en nombre de El (Jn. 3:34; 12:50). Pero Jess no solo proclam la verdad sino que adems la manifest (cf. 1:2, 3). Llama la atencin que es el nico Apstol mencionado en Hebreos. Los mensajeros humanos quedaban relegados a un segundo plano. (ii) Sumo Sacerdote que nos representa a nosotros ante Dios. Es El quien entra ante Dios por nosotros. Veremos ms sobre este ttulo y oficio suyos ms adelante en esta epstola. (iii) De nuestra profesin o confesin: ver Ro. 10:911; Mt. 10:32, 33.1

24 (iv) Cristo Jess. Cristo es su ttulo divino, correspondiendo a Apstol; y Jess como ttulo humano, refirindose a su sacerdocio. La palabra latina para sacerdote (pontifex) significa hacedor o constructor de puentes. Y Jesucristo en su persona tiende un puente sobre el abismo entre Dios y el hombre, porque es a la vez Dios y hombre. b. [p 34] La igualdad o semejanza de Jess y Moiss (v. 2) en su conducta. Ambos fueron fieles. Los ministerios de Jess y Moiss tienen una serie de elementos en comn. Moiss fue mediador del pacto que hizo Dios con Israel en Sina; el Seor es mediador de un pacto nuevo y superior. Por medio de Moiss Dios los sac de Egipto; el Seor nos ha sacado a nosotros de la esclavitud mayor del pecado. Ambos tenan solemnes responsabilidades que les fueron confiadas directamente por Dios, y que cumplieron fielmente. Casa de Dios aqu no es meramente el tabernculo; es mucho ms que un edificio. Es toda la esfera en que Moiss representaba los intereses de Dios ante la casa de Israel. As tambin Jeremas dice de Dios, He dejado Mi casa(12:7); y Oseas habla de la casa de Jehov (8:1). Ver tambin Jn. 2:17. Encontramos aqu un incentivo adicional para la fidelidad en nuestras vidas al ver la fidelidad del Seor y de su siervo Moiss. Ojal nuestro Seor pueda decir de nosotros, al igual que pudo hacerlo de Moiss: Bien hecho, buen siervo y fiel. c. La inefable superioridad de Jess (vv. 36) sobre Moiss en su ministerio como en cada otro aspecto. (i) El constructor de la casa (vv. 3, 4) tiene mayor importancia que la casa misma. Superioridad de gloria. Adems Jess es superior porque es Dios (v. 4). Cada casa debe tener un constructor. El que hizo todas las cosas es Dios. De Jn. 1:3; Col. 1:16 y He. 1:2, 10 aprendemos que el Seor Jess fue el agente activo de Dios en la creacin. La conclusin inevitable es que Jesucristo es Dios. (ii) Moiss. V. 5: Moiss mostr su fidelidad, segn propio testimonio de Dios, al sealar a los hombres al Mesas que vendra. Por eso Jess dijo: Si creyseis a Moiss, me creerais a m, porque de m escribi l. A pesar de su grandeza humana, Moiss no fue ms que un siervo. Aqu la palabra siervo es distinta a la habitual, y solo se encuentra en este versculo. Es un siervo voluntario que acta por afecto. V. 6: Jesucristo es Hijo, el Hijo de Dios, por lo que tiene derecho de propiedad en esa casa o familia de los redimidos (Jn. 3:35). Con razn, pues, Dios tuvo que interrumpir el propsito necio de Pedro en el Monte de la Transfiguracin cuando ste quiso poner al Seor en el mismo nivel que Moiss y Elas. As luego vieron slo a Jess, y escucharon la orden divina a l od. Aqu el escritor explica lo que quiere decir la casa de Dios hoy: somos nosotros. La permanencia es prueba de realidad y no la [p 35] condicin para la salvacin. En cambio, aquellos que pierden confianza en Cristo y sus promesas y vuelven a los rituales y ceremonias, muestran que nunca nacieron de nuevo. Como afirma el expositor A.W. Pink: Los hebreos siempre estaban en peligro de subordinar el futuro al presente, de abandonar lo invisible (Cristo en el cielo) por lo visible (el judasmo sobre la tierra), de abandonar una profesin que significaba persecucin. Fin aqu es la aparicin de nuestro Seor Jesucristo. Cuando El venga la esperanza se trocar en realidad, la fe en vista. 2. Sensibilidad ausente, 3:719. Por lo cual, como dice el Espritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8No endurezcis vuestros corazones, Como en la provocacin en el da de la tentacin en el desierto, 9Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta aos. 10A causa de lo cual me disgust contra esa generacin, Y dije: Siempre andan vagando en su corazn, Y no han conocido mis cami7

El Hijo tiene mayor honor que el siervo, (vv. 5, 6). As el Hijo de Dios es mayor que

25 nos. 11Por tanto, jur en mi ira: No entrarn en mi reposo. 12Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazn malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; 13antes exhortaos los unos a los otros cada da, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engao del pecado. 14Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, 15entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcis vuestros corazones, como en la provocacin. 16Quines fueron los que, habiendo odo, le provocaron? No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moiss? 17 Y con quines estuvo l disgustado cuarenta aos? No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? 18Y a quines jur que no entraran en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? 19Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad (3:719). Nos encontramos ante otro semforo rojo de advertencia. Como veremos, aqu el corazn del problema es el problema del corazn. (Segundo parntesis de advertencia y apelacin, que sigue en 4:113, referente a la incredulidad). a. El ejemplo triste (vv. 711). En contraste con la fidelidad de Moiss, vemos la incredulidad del pueblo de Israel. (i) El paralelo histrico (vv. 7, 8). Notemos la admonicin del Espritu Santo contra el edurecimiento del corazn, que habla de insensibilidad. Hay un reconocimiento implcito de la inspiracin del Sal. 95:711 porque no escribe el autor como dijo David, o como dijo el salmista, sino como dice el Espritu Santo. [p 36] La palabra de Dios se dirige al corazn como centro moral de nuestro ser del cual manan los asuntos esenciales de la vida, segn vemos en Pr. 4:23. La ocasin: hoy; la instruccin divina: si oyereis. La reaccin debida: obediencia, y no como ellos, en quienes hubo desobediencia a la voz del Espritu. (ii) Sus privilegios haban sido innumerables, al haber sido rescatados de la esclavitud egipcia, haber recibido la ley divina, y haber visto sus obras durante cuarenta aos(v. 9), guindolos, proveyendo el man, y aun agua de la roca. A pesar de todo: (iii) Su provocacin en el desierto (v. 9) no poda haber sido mayor, al tentar y probar a Dios. El pueblo de Israel haba comprobado la gracia divina cada da y, sin embargo, era culpable de ingratitud, murmuracin y desobediencia. Dios se disgust con ellos (v. 10) por su perpetua propensin al mal. Aqu est la esencia de su fracaso, falta de fe, pues el pecado comienza en el corazn. Adems no quisieron conocer, o mejor dicho reconocer sus caminos. En contraste vemos la actitud de David (Sal. 27:11). De esa manera limitaron a Dios, pusieron lmite al Santo de Israel (Sal. 78:41 RV 1909). (iv) Su pena y castigo (v. 11). La decisin divina de que no entraran en su reposo, o sea la tierra de Canan, se deba a que con incredulidad constante haban incurrido en la justa ira de Dios (cf. Jn. 3:36). Es importante notar que el autor est convencido de que Dios sigue hablando a travs de las Escrituras del AT. Para l los Salmos, por ejemplo, son algo ms que memorables himnos de rica belleza potica; representan el vehculo de la revelacin activa de Dios. Y sa tambin debe ser nuestra conviccin. b. Las exhortaciones oportunas (vv. 1215). La aplicacin personal. El escritor no solo es un expositor dotado, sino que tambin tiene el corazn de un pastor devoto. Por eso hace estas aplicaciones tan sentidas. (i) El peligro de apartarse (vv. 1214), por un corazn incrdulo. La palabra griega que se traduce aqu: apartarse, es aquella de la que nos viene la palabra apostasa. Aqu se compara la dureza de corazn de Israel con la de quienes rechazan la palabra de Cristo. El corazn endurecido es aquel que no oye la voz de Dios ni las advertencias de los dems creyentes y nos aparta de Dios, mientras que un corazn sincero nos acerca a El (He. 10:22). Es el corazn de

26 aquella persona para quien el pecado ha dejado de ser algo repelente. [p 37] En esto consiste en parte el engao del pecado (v. 13). Cun engaoso es el pecado ya que su promotor el padre de la mentira, que puede an transformarse en ngel de luz. Cunto valor tiene el exhortarnos y animarnos mutuamente (v. 13)! Aqu sirve de antdoto ante el peligro de apartarnos. El consejo que surge del amor fraternal har ms para animar a los santos que cualquier cantidad de advertencias o crticas. Habra menos naufragios espirituales si estuvisemos siempre listos para animar a los desanimados y desesperados. Se destaca en forma especial la palabra hoy (vv. 13, 15). No basta preocuparse por el pasado ni de lo que suceder en el futuro, ya que existe un hoy de suma importancia. Del efmero hoy puede depender el eterno maana. Tomando esto en cuenta, he aqu ahora el tiempo aceptable, he aqu ahora el da de salvacin (2 Co. 6:2). El ayer ya se ha ido, y el maana quizs nunca llegue. Pero en su providencia Dios nos ha dado el hoy. Por eso hay una nota de urgencia en esta apelacin. Aqu adems se muestra nuestro compaerismo con Cristo (v. 14, cf. Ef. 5:30) cuando permanecemos fieles a El, y confiados en El. (ii) El peligro de la dureza de corazn (v. 15). El endurecimiento del corazn se produce por actos repetidos de pecado (v. 8) y por la operacin de la ley natural (v. 13). Es as un proceso y a la vez una consecuencia. Otra vez se vuelve al argumento del v. 6 y a la cita hecha en los vv. 78. La urgencia de la apelacin surge del hecho de que no siempre habr oportunidad de oir la voz de Dios. c. La exclusin resultante (vv. 1619). La interpretacin histrica, a travs de una serie de preguntas punzantes. La incredulidad siempre lleva como consecuencia que la promesa no se cumpla. Impide que el creyente comparta la plenitud de la bendicin de Dios. Por ejemplo, se dice del Seor No hizo all [Nazaret] muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos (Mt. 13:58). Adems la incredulidad impide que los perdidos compartan las bendiciones de la salvacin. (i) La rebelin (v. 16a). Se identifica a los rebeldes con todos los que dejaron Egipto bajo el liderazgo de Moiss, exceptuando a Josu y Caleb. (ii) La provocacin de Dios por parte de esos rebeldes (vv. 16b, 17) que persistieron en su resistencia a Dios, y que dej el desierto sembrado con sus cadveres, con sus huesos calcinados y emblanquecidos por el sol. (iii) La retribucin (v. 18) fue su exclusin de Canan por causa de su desobediencia que, a su vez, fue la lgica consecuencia de su incredulidad (cf. Sal. 78:22, 32). Recordemos que Canan no es un retrato [p 38] del cielo (a pesar de las abundantes referencias a ello en himnos y poesas), sino de nuestra herencia actual en Cristo. Los creyentes que dudan de la Palabra de Dios y se rebelan contra El no pierden el cielo, pero s las bendiciones de su herencia en Cristo hoy, y experimentan la disciplina de Dios, y la prdida de recompensa en el Tribunal de Cristo. (iv) La conclusin (v. 19). He aqu una declaracin de un hecho y una necesidad moral que no necesita explicacin. Sin embargo, diremos que fue la incredulidad que impidi que estos rebeldes entraran en la tierra de promisin, y es la incredulidad que impide que el hombre disfrute de la herencia de Dios en todo momento. Hoy en da la incredulidad har imposible que los perdidos disfruten de la salvacin, y la incredulidad de los creyentes les privar de disfrutar de la plenitud de bendicin. Debemos observar que la fe provee los antdotos para todos estos males. En vez de apartarnos de Dios, nos acerca a El (He. 10:22); en lugar de endurecer el corazn, lo enternece con amor (G. 5:6); en vez de provocar a Dios, le agrada a El (He. 11:6); y en vez de desobedecerle, cumplir sus mandatos. Quiera el Seor librarnos de toda indredulidad.

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PARTICIPANTES Cun amplia es nuestra participacin en ciertos privilegios y bendiciones merced a la gracia de Dios! Participamos de carne y sangre2:14 y por eso El se encarn Participamos de la vocacin celestial3:1, cf. Fil. 3:14 Participamos de Jesucristo3:14, cf. 2P.1:4 Participamos del Espritu Santo6:4, cf. Ro. 8:1, 9 Participamos de reproches y aflicciones10:33, por ser fieles a Dios Participamos de disciplina divina12:8, si somos realmente hijos Participamos de su santidad12:10, fruto de su disciplina

28 [p 39] CAPTULO CUATRO I. LA PERSONALIDAD SUPERIOR DE CRISTO 1:18:5 (cont.) LA EXCELENCIA DE SU PERSONA B. SUPERIOR EN SU MINISTERIO 3:18:5 (cont.) En este captulo vemos : El reposo de Dios = objetivo de la fe (4:111) La Palabra de Dios = prueba de la fe (4:12, 13) El Hijo de Dios = recurso de la fe (4:1416) 3. Superior a Josu (4:113). Temamos, pues, no sea que permaneciendo an la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2Porque tambin a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovech el oir la palabra, por no ir acompaada de fe en los que la oyeron. 3Pero los que hemos credo entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por tanto, jur en mi ira, No entrarn en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundacin del mundo. 4Porque en cierto lugar dijo as del sptimo da: Y repos Dios de todas sus obras en el sptimo da. 5Y otra vez aqu: No entrarn en mi reposo. 6Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en l, y aquellos a quienes primero se les anunci la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, 7otra vez determina un da: Hoy, diciendo despus de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcis vuestros corazones. 8 Porque si Josu les hubiera dado el reposo, no hablara despus de otro da. 9Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. 10Porque el que ha entrado en su reposo, tambin ha [p 40] reposado de sus obras, como Dios de las suyas. 11Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. 12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y ms cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espritu, las coyunturas y los tutanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazn. 13Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas estn desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta (4:113). Aunque esta seccin de la epstola es una continuacin del parntesis que comenz en 3:7, el llamativo contraste que se hace entre el Seor Jess y Josu nos lleva a considerarla separadamente. a. La condicin de la bendicin (vv. 1, 2): la fe en contraste con la incredulidad. Como superlativo evangelista que es, el escritor de esta epstola no deja escapar oportunidad de apelar a la conciencia de sus lectores, pues no todos eran creyentes. Vez tras vez les pide que se examinen a s mismos a la luz de la revelacin de Dios. Temamos, pues. He aqu una exhortacin y advertencia del peligro de perder las mejores ddivas de Dios por no creer sus promesas. No se trata de un temor esclavizador, sino el temor de desagradar al Dios de gracia. Recordemos, despus de todo, que el temor de Jehov es el principio de la sabidura (Sal. 111:10). La mencin de una promesa indica que los creyentes an no han entrado en el reposo del Seor. Notemos que la bendicin aludida es el reposo de Dios, su reposo. Es el reposo que El disfruta, y solo El puede conferir. La incredulidad excluy a los israelitas del reposo que Dios haba preparado para ellos en la tierra de promisin, los excluy de esa buena nueva prevista por El en su gacia. La palabra de Dios no aprovech a Israel porque no la recibieron con fe. No se apropiaron por la fe de lo que Dios les haba prometido. Y as, jams ser de provecho el evangelio si no se cree en l. No alcanza con solo oirlo; tambin hay que ejercer la fe.1

29 b. Las clases de reposo (vv. 39) ofrecido por Dios, o su carcter. (i) El reposo del creyente (v. 3) debido a la fe que hemos ejercitado.

Los que hemos credo somos los que entramos en el disfrute del reposo de Dios. La fe es la llave que abre la puerta. Es el reposo o descanso de la conciencia porque sabemos que ya no estamos bajo condenacin (Mt. 11:28; Ro. 8:1). Pero as como la fe admite, la incredulidad excluye del disfrute de ese descanso. (ii) [p 41] El reposo de la creacin (v. 4), el septimo da. No era que Dios estuviera cansado sino que ste fue el reposo de la satisfaccin y la complacencia, un reconocimiento apropiado de su obra completa y perfecta. Y se lo invit al ser humano a disfrutar ese descanso junto con Dios. Es un cuadro hermoso del reposo espiritual, basado en la obra completa y perfecta de Cristo. Pero este reposo fue interrumpido por la irrupcin del pecado en el mundo. Desde ese momento Dios ha estado trabajando incesantemente, como dijera Jess Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo (Jn. 5:17). (iii) El reposo de Canan (vv. 58) interrumpido con frecuencia por poderes enemigos hostiles. Aquellos a quienes se les ofreci en primer trmino el reposo de Dios, no entraron debido a su desobediencia e incredulidad. Al resumir en el v. 6 los tres versculos previos, el autor concluye diciendo que es deseo de Dios que los hombres entren en su reposo, y que su deseo de gracia no puede ser frustrado por la desobediencia de aquellos a quienes esta buena nueva fue predicada en primer lugar. Luego en el v. 7 se vuelve a recordar que el hombre no debe endurecer su corazn (Sal. 95:7, 8), salvo que desee ser destruido. Consideraremos el v. 8 ms adelante al referirnos a Josu. (iv) El reposo del cielo (v. 9) eterno e inviolable. All culminar el reposo para el creyente. Cabe destacar que la palabra reposo aqu es distinta a la empleada anteriormente, y literalmente significa el reposo del sbado. Como el primer sbado de la creacin, ste es el resultado de una obra terminada. Es cierto que en el cielo habr servicio, pero no cansancio y agotamiento, que son consecuencias del pecado. Para el creyente en Cristo el reposo o descanso comienza en el mismo instante de su conversin, ya que descansa en la perfeccin de la obra redentora del Seor. Pero contina y se experimenta cada da, y a cada paso del camino a travs del desierto de este mundo, al disfrutar de la nueva vida en Cristo. Ahora mismo como creyentes estamos sentados con Cristo en lugares celestiales (Ef. 2:6), y si bien an no hemos llegado a ese lugar glorioso, el cielo ha llegado a nosotros y lo gozamos en la medida en que por la fe echamos mano de las provisiones espirituales en Cristo. Hay quienes, sin embargo, consideran que este reposo se refiere al futuro milenio, y que pueblo de Dios es el pueblo de Israel. Francamente no encuentro suficiente base para sostener esto. c. La comparacin con Josu (vv. 810), quien los introdujo en el reposo de Canan. Si bien Moiss llev a Israel hasta la frontera de la [p 42] tierra de promisin, fue Josu que los hizo entrar. As la Ley solo poda llevarnos hasta Cristo, y es nicamente El quien que puede conducirnos al descanso celestial. Aunque podemos emplear a Josu como tipo de Cristo -y encontramos casi 40 similitudes- el Seor fue superior, como se aprecia al comprobar que Jesucristo jams fue dirigido por la sabidura meramente humana y Josu s lo fue (Jos. 7:3); nunca se desanim ante fuerzas superiores (Jos. 8:1; 10:2); en ninguna oportunidad fue engaado por el enemigo (Jos. 9:4); jams fue derrotado en ningn conflicto (Jos. 7:4). La entrada fsica en Canan bajo el liderazgo de Josu fue el cumplimiento de la voluntad de Dios, pero no agot la promesa de Dios de reposo, como apreciamos en el v. 9. Lo que se ilus-

30 tra aqu y en el v. 10 comienza en la salvacin, pero recin se cumplir en plenitud en la presencia de Dios en el cielo. Cuando un creyente muere, porque pertenece al pueblo de Dios, entra en el reposo de Dios y, como El, descansa de su labor (Ap. 14:13). Pero mientras tanto, y como se aprecia en los versculos siguientes, el reposo o descanso de Dios no significa letargo. Por eso se habla de: d. La cooperacin divina (vv. 1113) a fin de prepararnos para el reposo. (i) La diligencia deseable (v. 11a) para entrar en ese descanso. Aqu est la aplicacin del argumento de los versculos anteriores. El verbo que se emplea, procuremos, implica hacer un esfuerzo pleno y absoluto para lograr lo que se est buscando. Por eso varias versiones lo traducen como esforcmonos. Esta es otra indicacin de que todo este pasaje hace referencia principal y casi exclusiva a la necesidad del creyente de lograr plenamente los privilegios y posibilidades presentes de su posicin cristiana. Para nosotros el hoy de Dios ha llegado. Estos son das de esfuerzo, labor y servicio para el creyente, no procurando alcanzar la salvacin pues sta nunca puede ser por obras, sino porque ya es salvo (Stg. 2:20). Las obras son una prueba de la realidad de la fe no para Dios, quien conoce todo, sino para nosotros mismos y para otros. (ii) La derrota prevenible (v. 11b). La historia no tiene por qu repetirse. El caer no es inevitable. Puesto que ese descanso se ofrece a la fe, podemos entrar en el disfrute del mismo en forma inmediata. Por qu seguir continuamente vencidos, turbados, desanimados, tal como los israelitas en el desierto? Crucemos el Jordn en un acto de fe decisivo, y entremos en la tierra prometida, en el el goce del descanso de Dios. Canan no es, pues, un cuadro de nuestra entrada final en el descanso de Dios, sino de nuestro disfrute actual y presente de l por la fe. (iii) [p 43] La deteccin inevitable (vv. 12, 13) de todo: *Por la Palabra escrita (v. 12) con sus cinco caractersticas vitales: Viva pues procede de un Dios viviente, est impregnada de su misma vida, y tambin imparte vida (Dt. 8:3; Jn. 6:63). Eficaz y activa, cumpliendo la misin para la cual Dios la enva (cf. Is. 55:10, 11). Convence, limpia y transforma. La palabra griega en el original es energes que sugiere la energa poderosa que tiene y la hace activamente operativa. No hay nada ni nadie ms all de su alcance. Cortante y que penetra, por tanto hiere y hace doler en su carcter incisivo. Puede llegar a donde no llega ninguna espada humana, al alma (cf. Ap. 2:12). En Ef. 6:17 y Ap. 1:16 tambin se emplea esta figura tan grfica, aparentemente teniendo en mente la famosa espada corta del soldado romano, ideal para la lucha cuerpo a cuerpo. Pero adems esta espada penetrante acta como el bistur del cirujano que va buscando el mal para extirparlo. Discierne. La palabra griega del original, kritikos, significa criticar o juzgar, y slo se encuentra aqu en el NT. Este trmino sugiere que discrimina y juzga los pensamientos y las intenciones del corazn. La Palabra de Dios, pues, penetra hasta los rincones ms recnditos de nuestro ser. Puede juzgar nuestros pensamientos antes que se conviertan en palabras, y nuestras intenciones antes que lleguen a ser acciones. *Por la Palabra encarnada (v. 13), el Seor omnisciente con Quien debemos enfrentarnos. Nada en la creacin est escondido de la vista de Dios, sino que todo queda expuesto delante de El. Nadie puede engaarle a El pues es omnisciente. Su ojo dicierne donde hay hipocresa que otros no pueden percibir. Nada escapa a su atencin. De El no podemos esconder nada. En relacin con el contexto podemos afirmar que El sabe donde hay verdadera fe, y dnde slo un asentimiento mental de los hechos. Si no podemos engaar a Dios, mejor ser que

31 no tratemos de engaarnos a nosotros mismos ya que un da tendremos que rendir cuenta ante el Seor en el tribunal de Cristo. 4. Superior a Aarn, 4:145:10. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspas los cielos, Jess el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesin. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo segn nuestra semejanza, pero sin pecado. 16Acerqumonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para [p 44] alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. 1Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; 2para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que l tambin est rodeado de debilidad; 3y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por s mismo como tambin por el pueblo. 4Y nadie toma para s esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarn. 5As tampoco Cristo se glorific a s mismo hacindose sumo sacerdote, sino el que le dijo: T eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. 6Como tambin dice en otro lugar: T eres sacerdote para siempre, Segn el orden de Melquisedec. 7Y Cristo en los das de su carne, ofreciendo ruegos y splicas con gran clamor y lgrimas al que le poda librar de la muerte, fue odo a causa de su temor reverente. 8Y aunque era Hijo, por lo que padeci aprendi la obediencia; 9y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvacin para todos los que le obedecen; 10y fue declarado por Dios sumo sacerdote segn el orden de Melquisedec (4:145:10). Aqu comenzamos una nueva divisin de esta epstola. Se nos presenta al Seor como el mayor y mejor recurso de su pueblo necesitado. El tema del sumo sacerdocio, introducido en 2:17 3:1, se desarrolla aqu y luego en captulos posteriores. a. Apelaciones introductorias (vv. 1416), donde se detaca en especial: (i) Su excelencia personal (v. 14a). A los hebreos que se lamentaban de lo que les faltaba en el cristianismo les seala cun maravilloso era lo que posean: teniendo; y la dignidad superior de Cristo como Sumo Sacerdote. Notemos cmo se lo llama al Seor aqu: Un gran Sumo Sacerdote, sin duda por su carcter divino; dnde est: en los cielos, pues ha traspasado el cielo atmosfrico en su ascencin, y el cielo estelar, hasta llegar al tercer cielo donde est Dios, el lugar ms elevado del universo. Esto, como seguiremos viendo en esta epstola, significa que el creyente tienen acceso directo a la presencia de Dios mismo. Luego notemos quin es: Jess el Hijo de Dios. Aqu se nos da su nombre humano, Jess, por eso entiende nuestras necesidades; y su nombre divino, que nos recuerda que solo El puede satisfacer nuestras necesidades. En virtud de su experiencia terrenal, El puede tener simpata y compadecerse; mientras que en virtud de su posicin celestial El puede socorrer. (ii) La exhortacin consecuente (v. 14b). Debe haber persistencia espiritual. Retengamos significa aqu aferrarse a, y sugiere que se exige determinacin de nuestra parte. Nuestra profesin se refiere a nuestra [p 45] vocacin espiritual (3:1). Asegurmonos que nuestra confesin de su nombre es genuina y duradera. No debe tratarse de una expresin de entusiasmo pasajera. (iii) Su experiencia personal (v. 15) y sus caractersticas inigualables. El conoce nuestra naturaleza por experiencia propia, y por eso nos comprende a la perfeccin. Ninguno de nosotros, entonces, puede afirmar: Nuestro Sumo Sacerdote no nos comprende cabalmente porque no ha pasado por esta prueba, no ha tenido que cruzar este valle tenebroso, no ha sentido la presin de esta tentacin. Veamos hasta dnde alcanza su experiencia: Tentado. Cristo fue probado pero no seducido porque no haba nada en El que pudiera responder al pecado. Tena nuestra debilidad fsica humana, pero no nuestra debilidad moral por el pecado. La debilidad para nosotros es a menudo ocasin para el pecado, pero aunque El senta14

32 nuestra debilidad, eso no lo llev a pecar. No era vulnerable como nosotros. Su tentacin no se limit a la del comienzo de su ministerio pblico, sino que tuvo que soportarla toda su vida. Pero sin pecado. En El exista una imposibilidad para el pecado. En 2 Co. 5:21 se nos dice que no conoci pecado; en 1 P. 2:22 que no cometi pecado; y en 1 Jn. 3:5 que no se encuentra pecado en El. No haba dentro de El nada a que el pecado pudiera apelar. Entonces, segn objetan algunos, la tentacin no tuvo sentido si El no poda pecar. De ninguna manera, porque acaso el hecho de que se someta al oro a la prueba del fuego, lo hace menos vlido como prueba si el oro es puro? La tentacin en el caso del Seor no era para probar si poda pecar o no, sino para demostrar que no poda pecar. Compadecerse en griego sumpathesai, de donde procede nuestra palabra simpata, significa entrar en nuestro dolor y condicin y compartir nuestro sentimiento al respecto. Esta palabra slo se encuentra aqu y en 10:34 en el NT. Estos dos pasajes demuestran que nuestra capacidad para simpatizar con otros est basada en la capacidad de Cristo para hacerlo. (iv) La invitacin consiguiente (v. 16) a acercarnos al trono de la gracia con confianza, libertad, y franqueza, porque como Pablo nos dice en Ro. 5:21, reina la gracia. Antes, en cambio, en la poca del AT tan importante para los hebreos, el pueblo no se poda acercar a Dios; slo el Sumo Pontfice una vez al ao. Este es un trono de gracia, no de juicio o justicia. No recibimos all lo que merecemos, sino lo que no merecemos: misericordia (cf. 1 Co. 10:13). El primer resultado de acercarnos es alcanzar misericordia, porque a causa de nuestro pecado lo que necesitamos es precisamente [p 46] eso. El segundo resultado es Gracia, porque necesitamos esa gracia debido a nuestra debilidad. Dicha gracia es irrestringida. Oportuno socorro segn el griego expresa la idea de justo a tiempo, en el momento en que ms lo necesitamos, y en la manera en que ms lo precisamos. LA MARAVILLOSA PALABRA DE DIOS 4:12 1. 2. a. b. 3. a. b. c. 4. 5. a. b. Divina en su origen. Es su Palabra y revelacin a nosotros2 P. 1:21 Viva en su naturaleza. Dios puso su soplo en ella Gn. 1:26; 2 Ti. 3:16. Viva en s misma Imparte vida divina. ver Jn. 6:63 cf. Pr. 6:22 ver Stg. 1:18; 1P. 1:23, la semilla

Efectiva en su operacin. cf. Ec. 8:4 Corta como espada de dos filos Penetra hasta lo ms ntimo 7:54; Ap. 19:15 Hch. 2:37 Sal. 51:6; cf. Hch.

Discierne entre el alma y el espritucf. 1 Ts. 5:23. Definitiva en su juicio, pues pasa juicio sobre nosotros Clara en sus demandas, como apreciamos en el contexto. Exige: Fe o confianza en ella Obediencia a ella v. 2 v. 11

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[p 47] NUESTRA MAYOR POSESION Teniendo 4:14 He. 4:1416 constituye una especie de resumen del mensaje de esta epstola. La revelacin de esta posesin 4:14, 15 Tenemos un gran Pontficenos representa ante Dios. Es grande en cuanto a la dignidad de su persona y la perfeccin de su carcterLc. 1:32. Se trata de Jessindica su humanidad perfecta, que hace posible que nos represente ante Dios1 Ti. 2:5; He. 2:18. Es el Hijo de Diosse destaca su divinidad perfecta, y por eso puede representar a Dios ante nosotros. Ha entrado en el cieloporque ha concluido su obra aqu. He. 1:3 La respuesta nuestra ante esa posesin 4:16, sintetizada en la palabra acerqumonos: Quines podemos acercarnos? Nosotros Cmo podemos acercarnos? Confiadamente A dnde debemos acercarnos? Al trono de gracia, no de juicio Cundo podemos acercarnos? En todo momento, pero especialmente en momentos de necesidad. Por qu debemos acercarnos? Para alcanzar o encontrar algo especial, el oportuno socorrocf. 1 Jn. 1:9; 2:1; 2 Co. 9:8; 12:9

34 [p 48] CAPTULO CINCO I. LA PERSONALIDAD SUPERIOR DE CRISTO 1:18:5 (cont.) LA EXCELENCIA DE SU PERSONA B. SUPERIOR EN SU MINISTERIO 3:18:5 (cont.) 4. Superior a Aarn, 4:145:10 (cont.) b. Aptitud absoluta del Seor (5:110). Sus credenciales comparadas con las de Aarn y otros sumos sacerdotes del pasado