Título: Hasta que nos volvamos aencontrar©Priscila S.©Dolce BooksPrimera edición: Mayo, 2017©Portada: MunyxDesignFotografía: Fotolia©Todos los derechos reservados.Bajo las sanciones establecidas enlas leyes, queda rigurosamenteprohibida, sin autorización escritade los titulares del copyright, lareproducción total o parcial de estaobra por cualquier medio oprocedimiento, sea electrónico,

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ÍNDICE Prólogo Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6

Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15

Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Epílogo

Prólogo

Un año despuésAlison después de llegar a París,buscó trabajo y consiguió uno comocamarera en una cafetería. No erael trabajo de sus sueños, pero ledaba para pagarse un estudiopequeño. Total, para vivir sola,¿para qué alquilar algo más grande?Ese año para ella fue el peor detoda su vida. Las noches las pasabaen vela y los días, entre estudiar enla escuela de ballet y el trabajo, nole daban para pensar mucho, por

eso no dormía. Eran las únicashoras que elegía para pensar en él,en su francés, en ese chico de ojosazules que le demostró su amor y lallamaba cisne. Ese hombre que laamó antes de partir y que no volvióa ver.Se sentía mal y aunque quería pasartodas las horas ocupadas para notener tiempo a nada más que nofuese eso, no quería llorar y noquería sufrir más.En el avión que la llevó hasta laciudad del amor, conoció a Edgar,un hombre guapo que bebía losvientos por ella y que con su cariñode “amigo” la ayudaba a pensar

menos en el pasado. Ese pasadoque su familia intentaba recordarleen todo momento, pues las llamadasde su madre eran constantes. Su“supuesto” progenitor, nunca sepuso en contacto con ella y esodaba mucho que pensar, en cambiosu padrastro, sí, Carlos, ese hombrecon el que creció y que sería supadre, siempre. Él, sí la llamaba ycon él, era con el único que hablabaa veces, pero un tiempo después,dejó de hacerlo para no sufrir más.Con su hermano, sí siguió encontacto. Bueno, su hermano estabaa punto de ir a París a vivir conella. Estaba harto de estar con sus

padres, ya que ellos prácticamenteno estaban juntos, pues su madre yale pidió el divorcio a Carlos yquería rehacer su vida con elhombre que amó y amará siempre,ese era Peter.Marcos, seguía sin saber el motivotan grave que tuvo su hermana paraescapar de su hogar e irse a París ycon el viaje hasta ella, intentaríapor todos los medios saber cuál fueese motivo.Alison estaba en el aeropuertoesperando a que llegara suhermano. Edgar la llevó arecogerlo. Estaba muy nerviosa,pues un año hacía que no lo veía y

se moría de ganas por abrazar a sugrandullón. Estaban sentados en unacafetería y Edgar la mirabaembelesado. Se había enamoradode ella, aunque sabía queenamorarla, era una tarea difícil, lointentaba constantemente y se habíaconvertido en un gran punto deapoyo para ella. Salían a diario yhabía veces que él le robaba unbeso y ella se dejaba. La falta decariño estaba ahí y él lo sabía.—¡Deja de mirarme así, me ponesnerviosa! —exclamó Alisontomando un sorbo de su refresco ymirando por encima de sus gafas aEdgar.

Este, le sonrió y miró de nuevohacia la pantalla que ponía la horade llegada de los vuelos. Todavíafaltaba una hora para que Marcosllegara. Tenía ganas de conocerle,era el hermano de la chica que élamaba y pretendía ganarse suconfianza. Las intenciones deEdgar, eran pasar el resto de suvida con Alison, si ella le dejaba,claro.—¿Y cómo se supone que te estoymirando? —Preguntó con unasonrisa ladeada.Alison le siguió con la sonrisa yachicó los ojos en forma graciosa.Se le arrugaba la nariz cuando

hacía eso y Edgar babeaba aún máspor ella si podía. Estuvieron poruna larga hora en aquella cafeteríadonde se tomaron más de dosrefrescos. No eran mucho de hablarpues Alison, siempre se perdía ensus pensamientos, esospensamientos que solo la llevaban aun lugar. A ese puente lleno deamor y recuerdos, ese puente quequería volver a ver pero que no seatrevía por miedo a darse cuenta deque él, no estaría nunca más.Minutos después, escuchó: ¡Alison!Levantó la mirada y ahí estaba. Suhermano Marcos corría a suencuentro. Ella se levantó y fue

hasta él y cuando llegaron al puntoneutro, se abrazaron fuertemente.Un año sin verse había sidodemasiado y aunque hablaban casia diario, no era lo mismo. Alisonhabía necesitado a su hermanomucho, demasiado diría ella.—Te eché de menos pequeña —susurró Marcos en su oído y Alisonal oír eso, lloró.Había necesitado tanto a suhermano y ahora que lo tenía conella, abrazándole y sabiendo que yano se separarían más, le hacía másfeliz, por lo menos un poquito másfeliz.

—Yo también, mí “grandullón”.—No llores pequeña.Se separaron y miraron para ver loscambios que habían sufrido en unaño. Alison ahora estaba un pocomás alta. Se había cortado el pelo,dejándolo por los hombros, estabapreciosa. Llevaba puestas unasgafas de visión, cosa que teníadesde hace muy poco y se le veíaperfecta. Sin embargo, Marcos nohabía cambiado tanto, solo que eraun poco más fuerte. Espalda anchay cuerpo fibroso.—Estás preciosa y voy a tener quedejar de llamarte pequeñaja. Has

crecido mucho ¿Qué es lo quécomes aquí? —Se burló Marcosganándose uno de sus pellizcos.Los había echado tanto de menos,que ni le dolió. En cambio, se rio ycontagió a Alison que soltó unagran carcajada. Era la primera vezque reía desde que llegó a esapreciosa ciudad.—Mira quien habló, el musculitosgrandullón. —Siguieron riendohasta que Alison se percató de queaún no le había presentado a suamigo Edgar—. Quiero presentartea alguien. Ven.—¿Tu novio? —Preguntó

levantando las cejassugestivamente. Alison volvió areír y negó, no quería que suhermano se llevara falsas ilusiones.Caminaron en dirección a Edgarque los esperaba al otro lado delaeropuerto y cuando llegaron,Marcos lo miró de una maneraextraña ¿Qué le pasaba? Lo repasócon la mirada y Alison se diocuenta de cómo su hermano miró asu amigo. Pasaron unos minutos enlos que ya los había presentado yAlison tenía que volver pues eranlas doce de la mañana y no queríaperder más horas de clases. Eramuy estricta a la hora de sus

estudios de ballet. Ella queríaconvertirse en la mejor, aunque yalo era.Su vida había cambiado tanto, que aveces no se lo creía ¿Se daríacuenta alguna vez de que el pasadoera solo eso, pasado? No sabía siiba a poder borrar todo lo quepasó, todo lo que sufrió y seguíasufriendo. Solo esperaba que lallegada de su hermano le ayudara apoder vivir un poquito más en paz,pero ¿Conseguiría olvidar?

Capítulo 1 Un año despuésEsa semana estaba llena de unalocura inminente. Alison estabamuy nerviosa, pues en dos díastenía su primera actuaciónprofesional. El estreno era en elPalais Garnier y es ahí donde teníaesos nervios que no la dejabancomer. Ese teatro era uno de losmás famosos que había en París yesa noche era muy importante, pues,aunque ya había actuado otrasveces, no eran como la de esanoche, estaban los mejores jurados

para convertirlas en bailarinasmundialmente conocidas y a eso, esa lo que aspiraba Alison.Desde que su hermano llegó, lavida le era un poco más fácil. Sesinceró con su hermano y le contótodo, lo que su madre le dijo antesde marcharse y el motivo por elcual se había ido de Badajoz. Suhermano no podía creer todo eso.Su madre le había mentido seguro,pues Alison no se parecía a Peter ymucho menos a Nicolás, pero si ledijo eso sería por algo, aunque deigual forma ya daba igual lo quepasara, Nicolás no estaba y no iba avolver.

***

Alison se encontraba en la cocinapreparando algo para almorzar,cuando su hermano llegó hasta ellay le dio un beso en la mejilla. Sesentó en la silla y esperó a que suhermana le sirviera la comida.—¿Cómo estás hoy? —PreguntóAlison preocupada.Su hermano llevaba unos días queno dormía y aunque ella sabía loque le pasaba, estaba a la espera deque él le confirmara sus sospechas.Marcos se había hecho muy amigo

del hermano de Edgar, era un chicomuy guapo y era de la misma edadque él. Desde que Edgar le presentóa su hermano Tony, Marcos nohabía dejado de hablar con él adiario, pero desde unos días atrásestaba raro y Alison sabía que algohabía pasado entre ellos.—Bien ¿Por qué lo preguntas? —Respondió Marcos desviando elproblema.—No sé. Hace días que no te veosalir con Tony y pensé que habíasdiscutido con él —expuso y Marcosla miró sorprendido por esaaclaración—. Marcos, ¿puedopreguntarte algo? —Alison se sentó

y Marcos se encogió de hombros amodo de respuesta—. ¿Te gustaTony?En ese momento Marcos bebía unsorbo de coca cola y la escupió porla pregunta. No se la esperaba ymucho menos por parte de suhermana ¿A que venía esa pregunta?Pensó mientras miraba al suelonervioso. Cosa que no pasódesapercibida por su hermana.Verle así tan nervioso le respondíasu pregunta.—¿De dónde sacaste semejantetontería? Yo no soy gay. Ya sabesque tuve novia y me gustan lasmujeres —afirmó muy convencido.

—Está bien, como tú digas. Es soloque pensé que vuestra relación eraalgo así, como “más que amigos”. Perdona si soy tan sincera…Marcos, puedes confiar en mí ¿Losabes verdad? —Marcos asintió ydespués de esa conversaciónterminaron de almorzar.Alison estaba esperando a queEdgar la recogiera para ir alconservatorio, pues se pasaríavarias horas ensayando para laactuación. Era muy importante yella era la protagonista. Harían ElLago de los Cisnes. Cuando supoeso, recordó a Nicolás, pues seríala primera vez que realmente se

vería como un cisne y él no estaríacon ella para verla bailar delantede miles de personas.Alison fue hasta su habitación paracoger su maleta y terminó dearreglarse, pues en solo unosminutos Edgar, estaría abajorecogiéndola. Cuando Marcos llegóy encontró un trabajo como monitoren un gimnasio, buscaron unapartamento con dos habitaciones ypagaban los gastos a medias. Salióde su habitación, le dio un beso a suhermano y bajó las escaleras hastala calle. Cuando cruzó el portal, vioen la acera, echado en la puerta desu coche a Edgar, se acercó a él y

le dio un beso en los labios. Ellosse hicieron novios meses atrás yEdgar intentaba hacerla feliz, puesAlison, había pasado por tanto queno sabía que significaba esapalabra. La felicidad estabasobrevalorada para ella y nada lahacía sonreír. Hasta que Edgarllegó a su vida, él se la hacía másfácil, más llevadera.—Hola preciosa ¿Cómo estás? —Preguntó besando su cuello.—Muy nerviosa. En dos días es laactuación y estoy que no me lo creo—respondió y ambos sonrieron.Después se montaron en el coche de

él y arrancó. Edgar la llevaría hastael conservatorio y después iría arecoger a su hermano, pues tambiénquería hablar con él, el tema deMarcos. Alison lo habló con sunovio y entre los dos averiguaríancual había sido el problema entreambos.Mientras conducía, hablabananimadamente sobre la función yAlison cada vez se ponía másnerviosa. Edgar paró en unsemáforo y Alison se quedómirando la acera del ladoizquierdo. Algo había visto o aalguien, pero ¿Quién? Sus ojos seachicaron intentando hacer más

nítida la visión, pues no llevaba lasgafas y aún no se había puesto laslentillas.—¿Dónde miras? —Preguntó Edgarllamando su atención. Alison cadavez se ponía más blanca, habíacomenzado a sudar y se puso muynerviosa—. Eh, eh ¿Qué te pasa?¿Estás bien?—Eh, sí. Creo que sí —respondióen un hilo de voz—. Creí habervisto a alguien que… Olvídalo,serán los nervios. —Se auto-convenció.A Alison, le pareció veralucinaciones y lo achacó a los

nervios, pues era imposible.Después de unos minutos en los queno dejó de darle vueltas a lapersona que pensó ver, llegaron alconservatorio. Edgar le tocó lamejilla con cariño y ella…, ella nosentía nada, pero lo intentaba. Élera un buen hombre y lo único quequería era que ella fuera feliz, dabaigual con quien.—Estás extraña —expresó él.—No te preocupes, son solo losnervios.—Tengo muchas ganas vertevestida de cisne. Te convertirás enmí cisne por una noche —dijo

inocentemente. Alison lo miró y suexpresión al oír eso cambió porcompleto. Se había cabreado.—¿Tú cisne? No Edgar, no seré túcisne y por favor, espero que sea laúltima vez que me digas eso. Teprohíbo que ni siquiera lomenciones. Yo solo fui un cisne unavez y no era tuyo —respondió ysalió del coche.Los recuerdos la habían marcadocon solo esas palabras ¿Por quéseguía doliendo? Ella no loentendía, solo intentaba rehacer suvida, pero cada vez le era másdifícil conseguirlo, Edgar se quedómudo, la vio marcharse y no la

buscó, no quería agobiarla, pero…¿Por qué se puso así? Él noentendía nada. Arrancó cuando lavio entrar y se fue de allí, tenía querecoger a su hermano.Cuando Alison entró en la primeraclase, el profesor no estaba, aunquesí había llegado su amiga Sophie.Era una chica que conoció desdeque llegó a París y de la que se hizomuy amiga. Por ella conoció aEdgar, pues ellos eran amigosdesde pequeños y aunque Sophieestaba enamorada de ese chico quebebía los vientos por Alison, ellahabía comprendido que nada podíahacer y no se interpuso en su

camino, pero si le dijo a Alison queno le hiciera daño.—Hola Ali —saludó Sophiebesando su mejilla.—Hola So ¿Cómo estás? —Respondió Alison y ambas sesentaron en los bancos a esperar. Elprofesor jamás se retrasaba y esedía sería el primero en hacerlo.—Estoy bien ¿Y tú? No tienesbuena cara ¿Te pasó algo? —Alisonla miró y se quedó pensando. Nosabía si contarle a su amiga lo quehabía visto, no quería que latachara de loca.—Creo que vi un fantasma… No

me hagas caso, seguro que son losnervios.—¿Un fantasma? Estás loca. Sí,seguro que es por eso. No tepreocupes que todo, saldrá bien.En ese momento llegó el profesor ycomo cada día comenzaron lasclases. Ya estaba harta de asistir aclases que se suponía que leenseñaban lo que ya sabía y por esoera importante la actuación puespasaría de ser alumna a bailarinaprofesional. Dos horas después,había acabado la clase con elprofesor Murphy, ese hombre eramuy, muy aburrido y cansaba atodos los alumnos. Alison y Sophie,

se fueron hasta la clase de ensayospara el estreno y ahí pasaronbastantes horas. Sin descansar nicomer, estaban tan metidas en elensayo, que se les iba las horas yno se daban cuenta. Varias horasdespués, Alison paró cansada, sesentó en el suelo y terminó tumbadaen el mismo. Sophie la imitó y serecostó justo a su lado. Ambasestaban agitadas y sudadas.—¿Cómo va tu relación con Edgar?—Preguntó So de pronto. Alison lamiró y ya sabía ella del por qué, deesa pregunta.—Bueno…, bien, ya sabes que noestoy enamorada de él. Es muy

bueno y me cuida mucho, aunque aveces, me siento mal por no podercorresponderle como se merece.Intento olvidar y centrarme en lonuestro, pero a veces me cuesta, aveces me pasa como hoy, que creoque lo he visto.—¿A quién?—A Nicolás. —Suspiró Alisondejando caer una lágrima de su ojoderecho—. Nos paramos en unsemáforo y un hombre muyparecido a él, pasó por la acera deenfrente. Llámame loca, peropodría jurar que era él… Pero esoes imposible, Nicolás está muerto—susurró apenada.

Su amiga se incorporó e hizo queella lo hiciera para poderabrazarla. Solo ella sabía lo malque Alison lo pasó y seguíapasándolo, ni siquiera Edgar losabía. Bueno ahora sí, pues Edgar,estaba en la puerta a punto de entrarcuando ellas comenzaron laconversación. Quiso irse y dejarlaen paz, pero su corazón no se lopermitía, la amaba demasiado y esole convertía en un ser egoísta,queriéndola solo para él, pero…¿Alison podría aguantar eso? No legustaba que la manipularan y encierto modo Edgar, a veces lohacía, pero antes de ser pareja eran

amigos y para Alison, aún lo eran.Solo amigos y nada más.Minutos después, Alison se levantódando por terminada la hora dedolor. Por un día había sidosuficiente y desde hacía mesesintentaba no pensar más en supasado, dejando a Nicolás en susmás bellos recuerdos, aunque, ¿quépasaría si el pasado quiere volver asu vida? ¿Cómo afrontaría eso?Alison a veces pensaba o más biensoñaba, con que eso pasara algúndía. Que una mañana se despertaray Nicolás la buscase hasta elcansancio, que la encontrara ypudieran ser felices, pero luego ese

sueño tan perfecto se veía turbadopor varias cosas. Una: Nicolásestaba muerto y dos: son hermanos.Esas cosas la tenían muerta en viday por eso no podía rehacer su vida.La sensación de pérdida y sobretodo de mentira, la tenían agotada,pero, aunque ella intentaba olvidar,no podía. Su corazón no la dejabahacerlo.Recogió sus cosas, cogió una toallay se secó la cara y el cuello, en elmismo instante en el que Edgardecidió al fin entrar en el aula.Alison lo miró reprimiendo unamueca de disgusto ya que en esemomento no se sentía con ganas de

verle, bueno no quería ver a nadie.Simplemente quería desaparecer,perderse del mapa y no volverjamás, no mirar atrás, así como hizohace dos años cuando se fue de suhogar. Ese que le asfixiaba y el quea veces echaba de menos. Echabade menos a sus padres, las horasque pasaba en aquel puente que lavio enamorarse por primera vez,echaba de menos a Nicolás.<< ¡Joder! ¿Cuándo te voy aolvidar mí francés? >> Pensócabreada.Edgar pasó cerca de Sophie y estaparecía abstraída mirándoloembobada. Alison la miró y sonrió,

tenía que hacer que Edgar salieracon ella, su amiga se lo merecíamás que ella misma y aunqueperdiera a su amigo por juntarlocon Sophie, le daría igual. Ella soloquería que ambos fueran felices ysabía que ellos eran el uno para elotro.—Hola chicas ¿Estáis muycansada? —Preguntó Edgaracercándose a Alison y dándole unbeso, este fue recibido en lamejilla, Alison le volvió la cara.No quería que su amiga se sintieraincomoda.Edgar la miró con el ceño fruncidopor ese acto, no se lo esperaba,

aunque en parte después de haberescuchado la conversación, algo síque se podía esperar. Alison lomiró y abrazó, luego se separó deél y agarrando su mano, tiró de élpara salir de allí de una vez. Antesde salir, se dio la vuelta y miró aSophie.—¿Te vienes So? Iremos a tomarunas cervezas —propuso Alison yella agachó la mirada al suelomientras negaba. Alison le dio ungolpe con el codo a Edgar para quereaccionase y éste habló.—Vente con nosotros So. Lopasaremos bien. Vendrá también mihermano y Marcos —insistió él y

así, dijo que sí.Sophie cogió su bolsa y los tressalieron a la noche de París. Laciudad del amor, era unapreciosidad y aunque Alison yallevaba dos años viviendo allí,todavía el tiempo no le habíadejado conocerla a fondo. Nisiquiera subió a la Torre Eiffel y noporque Edgar no lo hubieraintentado, pero para ella subir ahíarriba, en donde tantas parejas sejuraban amor eterno, era comoengañar a su propio corazón y solosubiría con su amor verdadero,pero... ¿Quién sería esa personaque la haría subir hasta lo más alto?

Capítulo 2 Dos días antes en Badajoz.Bibiana estaba en su casa, ese díahabía llegado temprano de laacademia y todo porque la chicaque cuidaba de Carlos en suausencia, tenía que irse antes esedía. Estaba harta de esa vida, ellano iba a abandonar al padre de suhija, pero a veces necesitaba eseespacio que él intentaba quitarle,sabiendo que ella lo ocupaba con elhombre al que amaba, Peter.Estaba en la cocina y Carlos entróen ella despacio, lo que la silla de

ruedas le permitía. Miró a su mujercon media sonrisa. Tenía lasensación de estar consiguiendo suatención pues él, solo quería quellegaran a ser la familia que fueronen un pasado, pero era eso, pasadoy todos excepto él, sabían que elpasado nunca vuelve ¿O sí?—Hola Bib —saludó Carlos. Ellalo miró y sonrió despacio, haciendouna pequeña mueca—Hola ¿Cómo estás? —Preguntóella.—Estoy bien, aunque estaría mejorsi pasáramos más tiempo juntos,como antes, ¿te acuerdas?

Bibiana se sentó en el taburete de lacocina, frente a él. Esaconversación no era la primera vezque la tenían, pero a Carlos parecíaque se le olvidaba. En el mismomomento en el que Bibiana le iba aresponder, sonó el timbre de lacasa.—Perdona un momento —sedisculpó y fue hasta la puerta de lacasa.Bibiana abrió y cuando lo hizo yvio al hombre que tenía ante ella,abrió los ojos desencajados, tantoque se le saldrían de las orbitas. Laboca formando una “O” exageraday sorprendida. No lo podía creer.

No, no era él…, no podía ser él. Lomiraba sin poder creerlo. Losmuertos no reviven, ¿o sí?—¡Nicolás! —Habló en un hilo devoz—Hola Bibiana —saludó Nicolás.Sí, era él.Nicolás estaba vivo y frente a laque era su suegra ¿Cómo eraposible eso?—¿Puedo pasar?—Claro, pero ¿Cómo? Estabasmuerto… Esto no puede estarpasando, esto no es real. CuandoAlison lo sepa… —Las palabrassalían de su boca sin pensarlas y se

arrepintió al instante el habermencionado a su hija.Ella y Alison no tenían buenarelación desde aquel día en el quedecidió mentirle. Se arrepentía,pero sabía que, si le decía ahora laverdad, sería peor. Pero con lallegada de Nicolás, las cosashabían cambiado y no sabía quepasaría ahora.Bibiana se apartó y dejó pasar aese chico de ojos claros queenamoró a su hija y que tanto lerecordaba al Peter adolescente delcual ella se enamoró hace más deveinte años.

Carlos salió de la cocina para verquién había llegado. — ¿Quién esBib? —Preguntó, pero al ver lavisita, se calló de inmediato ycambió su expresión a una dedisgusto.Para Nicolás no era un secreto queCarlos le odiaba, pero tambiénestaba seguro que no era a él aquién odiaba, si no el hecho de queél, era hijo del hombre que tenía elcorazón de su mujer.—¿Cómo está Sr. Morgan? —Preguntó Nicolás con esa educaciónque tanto le caracterizaba.—Bien. —Fue lo único que Carlos

le pudo responder. Estaba igual desorprendido que su mujer pero,¿cómo no estarlo? Se suponía queNicolás estaba muerto.Dos años había pasado ya desdeque llegaron a su casa, buscando aAlison Morgan para decirle que sunovio había muerto en el campo debatalla. Afganistán había sido muyduro y esos días habían sufrido unaemboscada en las que se llevaron aNicolás y varios militares mássecuestrados. Lo había pasado mal,lo torturaron, lo tuvieron sin comerpor días e incluso semanas, pero nolo matarían, no hasta conseguir quetodos los militares se fueran.

Bibiana invitó a Nicolás a pasar alsalón y ahí los dos se sentaron.Carlos, no quiso acercarse y se fuea su habitación. Le habíanacondicionado el que había sido sudespacho, pues al estar en silla deruedas la subida a su habitación enel primer piso era muy complicaday más con la ausencia de sus doshijos para ayudarle.Al sentarse, Bibiana no sabía cómocomenzar, era raro hablar con esechico, con un hombre “muerto”.Solo pensaba en Alison ¿Quépasaría cuando su hija se enterarade que Nicolás estaba vivo? Ysobre todo ¿Qué haría cuando

supiera que no eran hermanos, quetodo fue una mentira programadapor su madre y Peter? De seguro suhija la iba a odiar de por vida.Todo el sufrimiento ocasionado. Elhaber cambiado de residencia solopor el simple hecho de no estar consu familia, con su madre. Por¿odio? Tal vez, pero lo que estabaclaro es que su hija se enteraría yese día la perdería de por vida.—¿Dónde está mi cis… digoAlison? —Preguntó con un nudo enla garganta.Bibiana se encogió de hombros sinsaber. Ella no tenía idea de dondeestaba su hija, nunca se lo dijo y

ahora que Marcos también se fue,tampoco sabía dónde encontrarla.Sus hijos estaban en cualquier lugardel mundo y ella no tenía idea.Podrían estar muertos o perdidos yella no tendría constancia de nada.Su familia se había ido al traste conla llegada de ellos. Peter y Nicolás,sus mundos se pusieron patasarriba.—Lo siento, pero no tengorespuesta para eso, mis hijos sefueron. Alison se fue hace dos años,no tengo idea de dónde y Marcos lasiguió un año después, lo único quesé, es que seguro qué están juntos—respondió apenada.

El dolor que sentía por la pérdidade sus hijos, por la pérdida de sufamilia, no era comparable connada…, bueno sí, su hija Alisonhabía sufrido más que ella, de esoestaba segura.—¿Cómo es eso posible? ¿Cómo esposible que no sepas donde estántus propios hijos? —Nicoláshablaba incrédulo y solo tenía enmente una cosa: ¿Dónde estaba sucisne? La mujer que amaba se habíaido y ella creía que él estabamuerto. ¿Cómo se pondría ahoraante ella? ¿Qué pensaría? Nicolástenía miedo a eso, al reencuentro ysobre todo miedo a que ella hubiera

rehecho su vida y la haya perdidopara siempre.—No sé qué decirte… Solo puedocomentarte que ella se fue a vivir suvida. —Suspiró Bibiana reteniendolas lágrimas—. Ella lo pasó muymal con tu perdida y un día antes,recibió tu última carta en donde ledecías que no te esperase.¿Por qué le mandaste esa cartaNicolás? ¿Qué fue lo que te pasó?Nicolás se quedó pensando comocontarle el infierno que viviódurante estos dos años. Miró aBibiana y su semblante seendureció. Bibiana lo miraba con

algo de miedo, pues la frentearrugada y la mandíbula tensada,daba la sensación de que iba apelear con alguien. No era elmismo chico dulce de hacía dosaños. Nicolás había cambiado, sumundo había cambiado, solo lehacía falta una cosa para volver aser él y tenía que encontrarla. Selevantó y caminó hasta el muebledel salón, ahí en un cuadropequeño, una foto de su chica.Retuvo las lágrimas, pero no sabíacuánto tiempo podría hacerlo. Lanecesitaba, necesitaba a esa chicarisueña de la que se enamoró. A esamujer que, al bailar, parecía estar

flotando en el agua… Era la máshermosa. Sus ojos oscuros, sucabello negro hasta la cintura. Noera bajita, más bien, era una mujeralta para la edad que tenía. Suslabios, cuanto los echaba de menos,necesitaba besarlos. Nicolásrecordó la última noche que pasócon ella, esa noche que le hizo elamor por primera vez, esa nochefue la más maravillosa y perfectade todas y durante esos dos años,recordarla a ella fue lo que lomantuvo con vida. Con la esperanzade encontrarla de nuevo. Élprometió una cosa, prometió quehasta que el camino se acabase la

amaría y si la perdía, la encontraríade nuevo para volver a amarla yeso mismo era lo que quería,encontrarla.—Tengo que irme —dijo de pronto.—¿Dónde irás?—A encontrarla. No sé por dóndecomenzaré, pero la encontraré y laamaré hasta que nuestro camino seacabe —respondió seguro de símismo.Nicolás comenzó a caminar endirección a la salida y Bibianasalió corriendo hasta él. Tenía quedecirle la mentira que le hizo creera su hija. Tenía que decirle porque

lo hizo. Antes de que Nicoláscruzara el umbral de la puerta,Bibiana cogió su brazo.—Tienes que saber algo antes,Nicolás —espetó nerviosa.—¿El qué?—Sois hermanos. —Volvió amentir y no sabía si estaba haciendolo correcto.Por alguna razón que desconocíaquería seguir protegiendo a su hija,quería seguir con esa mentira quetanto daño le hizo, pero que estabasegura le sirvió para que olvidara aNicolás. Y que equivocada estaba,Alison lo seguía amando e incluso

más que antes. No lo olvidaba ysabía que nunca podría ser feliz connadie que no fuera él, su francés.—¡Eso es imposible! Mi padre melo habría dicho —gritó furioso.Nicolás salió corriendo como almaque lleva el diablo. Tenía quehablar con su padre y que leexplicara todo con másdetenimiento. Quería que leconfirmara esa desfachatez.Mientras iba de camino hasta sucasa, iba pensando en lo absurdo dela situación.—¿Hermanos? —Susurró para símismo.

Llegó hasta su casa en menos demedia hora. Había corridodemasiado, ni siquiera se paró enese lugar hermoso donde la viobailar por primera vez, dondehablaron de amor, donde se besarony donde se despidieron. El puente,ese lugar favorito para ambos y quesabían que volverían, pero juntos.Al llegar, su padre no hacía másque dar vueltas, pues que te llametú hijo diciendo que está vivo y quelo primero que haría sería ir abuscar a la mujer que amaba, no eranormal.Nicolás cruzó la puerta de su casa ymiró todo con detenimiento. Los

recuerdos de los años vividosentraron en su mente y le hizopensar en su madre. Una lágrimaestúpida salió de su ojo derecho yse la borró con fuerza. Peter, alescuchar la puerta, corrió hasta ellay vio a su hijo parado en la entrada.Se miraron y su padre fue el que seacercó para abrazarle, pero Nicolásno hacía nada. Estaba tan cabreadocon la vida, con su padre, con elmundo y todo por no saber de ella,por ser engañado. Porque no secreía eso de que eran hermanos, nisiquiera se parecían.—¡Nic, hijo! ¡Estás vivo! —hablóPeter con el corazón encogido.

Peter apretaba a su hijo con fuerza,como si no quisiera que se leescapara, como si fuera un malditoespejismo. Pero Nicolás no hacíanada, no podía abrazar a su padre,no después de que Bibiana le dijeraesa estupidez. Nicolás se separó desu padre casi empujándolo y Peterfrunció el ceño perdido. Noentendía nada, su hijo estaba bien,parecía él, pero no del todo.—¿Alison es mi hermana? —Preguntó antes de que su padresiquiera pronunciara palabra.Este último tragó saliva si podrecreer lo que su hijo estabadiciendo, y pensó, ¿por qué Bibiana

siguió con la mentira? ¿Qué haríaél? No sabía si decirle la verdad asu hijo, pero tampoco entendía aBibiana. Su hijo había vuelto, suhija lo amaba y él también a ella¿Por qué darles más amargura?—¡Responde papá! —GritóNicolás con los ojos aguados.Estaba a punto de llorar. Todosesos meses en los que se sintiósolo, no se permitió derramar niuna lágrima, pues quería ser fuerte,sentirse fuerte para volver con viday casarse con la mujer que amaba.Ahora que había vuelto, ella noestaba ¿Dónde la buscaría? ¿Pordónde comenzaría? La quería, la

necesitaba… Sí, lo pensaba a cadainstante, cada vez que su nombre secruzaba en su mente, cada vez queescuchaba la canción con la que lavio bailar y brillar a la vez. Laañoraba y la encontraría, de esoestaba seguro.

Capítulo 3 Ya en el bar. Alison, Sophie yEdgar se sentaron en la misma mesade siempre, cerca del billar.Después de tomarse todas lascervezas que su cuerpo aguantase,jugarían hasta que el dueño del bar,el Sr. Osman, los echara por la horay cerraría. Menos mal que esopasaba sobre las cuatro de lamadrugada. El bar París Love, erauno de los bares que más tardecerraban y donde trabajaba Alison,pero estaba de vacaciones. Unasvacaciones que les debían desde

meses atrás. Trabajaba demasiado ysu jefe lo sabía, así que le dio dossemanas de descanso. Alison esedía se lo agradeció infinito ya que,al ser la protagonista de laactuación, tenía que ensayar muchopara que todo saliera perfecto y quelos jurados la mirasen con buenosojos para convertirla en bailarinaprofesional.—¡Eh, Ali! —Llamó Marcosalzando la voz desde la entrada delbar.Se acercó hasta ellos y no se diocuenta de que Tony también habíallegado. Ambos se miraron yAlison sonrió como una tonta. Su

hermano estaba enamorado de esechico y no lo reconocía, aunque leentendía. Tenía que ser difícilllegar hasta un familiar tuyo, ya seapadre, madre u hermana y decirle:Soy gay.—Hola grandullón —saludóAlison dándole un beso a suhermano.Este la apretó entre sus brazos ydespués caminaron con sus manosentrelazadas hasta la mesa y sesentaron. Marcos saludó a Sophie,Edgar y se quedó mirando a Tonypor unos minutos, pero al final leextendió la mano y lo saludó. Elcamarero llegó con la primera

ronda de cervezas y animadamentecomenzaron la noche. Hablaron,bebieron, rieron y todo eso junto alas miradas entre Marcos y Tony,más las de Sophie hacia Edgar,pero este último solo la miraba aella. Era todo tan complicado.—Marcos ¿Podemos hablar? —Preguntó Tony dejándolos a todosen silencio.Alison miró a su hermano,esperando a que reaccionara. Ledio un pellizco y este la miró concara de cabreo, pero mirando denuevo a Tony, asintió y se levantó.Ambos salieron a la calle parapoder hablar pues en el bar, estaba

la música alta y no se escuchabanentre ellos. En ese momento, unacanción nueva de Beyonce comenzóa sonar. Esa cantante era la favoritade Alison y nada más oir su voz, selevantó para bailar Naughty Boy —"Running" Beyonce.

Estas cuatro solitarias paredes,han cambiado la forma en que me

siento, Estoy paralizada, yahora que tú no estás aquí,ninguna otra cosa importa.

Entonces, ¿dónde estás?

Te he estado llamando, te estoyechando de menos.

¿A qué otro lugar puedo ir?¿A qué otro lugar puedo ir?

Persiguiéndote, persiguiéndote,los recuerdos se convierten en

polvo,Por favor, no nos entierres.

Te tengo (o te entiendo) te tengo.Corriendo, corriendo, corriendo...

Ya no voy a escapar más de mímisma.

Juntos, lo ganaremos todo.No correré, correré, correré...Ya no voy a escapar más de mí

misma.

Estoy preparada para afrontarlotodo,

Si me pierdo a mí misma, lo pierdotodo.

Alison bailaba y todos la miraban.Era digna de ser admirada… Ellavolaba mientras bailaba, lodisfrutaba tanto que te podíasenamorar de ella con soloobservarla. Alguien la miró desdefuera, desde la noche de París.Alison sintió la presencia y se diola vuelta, pero ya no había nadie.Su ceño se frunció y como si algola atrajera, salió corriendo a la

calle para buscar algo o a alguien.Se estaba volviendo loca. Al salir,su hermano la miró con la frentearrugada y ojos sorprendidos, éltambién vio a esa persona ¿Quiénera?—¿Lo viste? —Preguntó Alison.Marcos asintió y ella sin pensarlocomenzó a correr calle abajo, haciadonde su hermano le indicó que esapersona caminaba a toda prisa. Lamente de Alison especulaba ysentía que se volvería loca encualquier momento.Corrió y corrió durante más demedia hora, pero no encontró anadie o a ese alguien que creyó ver,

pero esta vez no había sido soloella, esta vez su hermano también lovio. ¿Qué pasa si el pasado quierevolver? ¿Qué pasará cuando esapersona que creía que no estabavuelve? Alison no podrá creerlo ymucho menos él.De pronto escuchó la voz de Edgarllamarla desde bastante lejos.Alison se dio la vuelta y su“novio” corría hasta ella. Cuandola alcanzó, llegó muy preocupadopor ella. No entendía que le pasópara que saliera corriendo del bar.Cogió sus mejillas y sin que Alisonpudiera reaccionar, la besó, pegósus labios y a ella, no le quedó más

que dejarse besar. Estaba muynerviosa, pues seguía sintiendo quealguien la observaba ¿Será que elsubconsciente quería decirle algo?No estaba segura de eso. Alsepararse, Edgar la miró y sonrió,pero Alison sin decirle nada,comenzó a caminar de regreso albar.Ese alguien que ella creyó ver, viotodo. Como ella corrió en su busca,como un hombre que él no conocíabesaba esos labios que lepertenecían. Quiso acercarse ypartirle la cara a ese desgraciadoque se tomó esas confianzas con sucisne, pero no podía, no podía

llegar después de dos años en losque ella creyó que estaba muerto yhacerle eso, así que no le quedóotra que, con la cabeza gacha,caminar hasta su casa.Ya en el bar, Marcos se acercó a suhermana y la abrazó. Él sabía loque ambos habían visto y tenían quellamar a sus padres para ver siellos sabían algo, pues de ser así yninguno les informó, se cabrearían,aunque después de todo no podíanenfadarse con sus padres. Ellos nosabían ni siquiera donde estabansus hijos ¿Cómo hablaría con ellos?— ¿Estás bien? —PreguntóMarcos.

Alison tenía la cabeza agachada,miraba sus pies nerviosos y negóencogiéndose de hombros. Desde lamañana que lo había visto estabaasí y ahora que lo veía otra vez yque no pudo alcanzarle paracomprobar que fuera él, en realidadestaba peor, pero ¿qué haría?Seguramente era alguien parecido,alguien que ni siquiera conocían.Marcos preocupado se sentó a sulado y Edgar quiso ponerse al otrolado, pero su hermano no lo dejó.Tony se dio cuenta de que Edgar laatosigaba demasiado y Alison enese momento no se encontraba bien.Minutos después, Alison decidió

dar por terminada la noche. Aún eratemprano y esa no era su intención.La noche se le fue al traste. Selevantó junto con su hermanoMarcos y sin despedirse, salió delParís Love para volver a suapartamento. Necesitaba descansar,necesitaba pensar. Edgar la mirómarcharse y se agobió al darsecuenta que ahí acabaría su relacióncon la mujer que amaba.

***

—No puede ser él, no puede serreal. Nicolás está muerto Marcos

—decía Alison al borde de unataque.Hacía ya media hora que habíanllegado a su casa y aún seguíandándole vueltas a la cabeza.Marcos le estaba preparando unataza de té para que se relajara.Alison se ponía muy nerviosa y lepodía provocar un ataque deansiedad o algo peor. Cuando lotuvo preparado, se acercó a suhermana y lo puso en la mesa, justodelante de su cara.—Tómatelo, te vendrá bien —propuso Marcos—. Voy a llamar amamá y tendrá que decirme lo quesepa. No te preocupes pequeña,

todo se arreglará.—Yo no estoy tan segura de ello.—Cogió la taza y le dio un sorbo—. Si él está vivo, ¿qué haremosahora? Dos años Marcos, dosmalditos años pensando en unhombre que amo, pensando queestaba muerto y ahora aparece de lanada y se supone que es mi hermano¡Joder!La ansiedad estaba haciendo suaparición y Marcos tuvo que cogerun abanico del cajón del mueble yabanicarla.—Tranquila Ali… Por favor, no measustes —habló con voz

temblorosa.—No puedo con esto, necesitosaberlo ya. —Se levantó y sacó desu bolso el móvil.Sabía que era ya tarde para llamara sus padres, pero le daba igual.Necesitaba saberlo. Marcó elnúmero del móvil de su madre yeste comenzó a sonar. Segundosdespués una Bibiana soñolientadescolgó el teléfono.¿Quién es?Mamá. Soy yo… Alison.Cuando Bibiana escuchó la voz desu hija, se levantó de la cama comoun resorte y comenzó a respirar con

dificultad. Dos años había pasado,dos años sin hablar con su hija y sinsaber dónde estaban los dos.Mamá ¿Sigues ahí? —La voz deAlison sonó temblorosa. Laslágrimas no tardarían en salir.Eh, sí. Lo siento, es que noesperaba tu llamada… Alison,cariño. —Bibiana no podía hablar.Comenzó a llorar desesperada.Quería saber dónde estaban sushijos, necesitaba verlos, saber queestaban bien. Necesitabaabrazarlos, besarlos y hacerles verque tenían a su madre, pero ¿Ellossentían lo mismo? Alison no.

Mamá… Solo llamo para saberuna cosa.Vale cielo, pero por favor, dimeque estáis bien… Necesito veros.No mamá… Solo dime una cosa ydespués colgaré. Es sobre Nicolás.Bibiana se tensó al escuchar eso.Ella sabía que en cualquiermomento su hija la llamaría parasaber sobre Nicolás, pero tenía laesperanza de que él no laencontrara nunca. Peter se encargóde hacerle creer a su hijo lo queAlison pensaba. Ya ambospensaban que eran hermanos ypensaron que, con eso, Nicolás no

la buscaría, pero parece que no, alfinal la buscó y la encontró.¿Qué pasa con tu hermano?Deja de decir eso. Él no es mihermano ¡Joder! —Alisoncomenzó a dar vueltas de un lado aotro en su salón, bajo la atentamirada de Marcos que estaba apunto de quitarle el teléfono a suhermana para hablar él mismo consu madre.¿Nicolás está…, vivo? Y esperoque me digas la verdad mamá.Sí… Él está vivo Alison.Solo quería escuchar eso, así quesin más le colgó a su madre

después de confirmarlo. Nicolás…,estaba vivo. El hombre que ellaamaba, al cual se entregó, al cual leprometió amor eterno y que loesperaría por siempre. No lo podíacreer, ¿Cómo lo enfrentaría?Necesitaba verle, tocarle, besarlo.<<No ¡Joder! No puedo besarle. Esmi hermano>>, Pensó.Con lágrimas en los ojos, se sentóde nuevo en el sofá y su hermanohizo lo mismo, sentándose a sulado. Cogió a su hermana por loshombros y la aferró entre susbrazos para poder consolarla. No legustaba ver llorar a su hermana, nole gustaba verla sufrir.

—¿Está vivo? —Alison asintióentre hipidos.Las lágrimas no la dejaban hablar ysu hermano las secó con sus dedos.Minutos después, en los queconsiguió que su hermana secalmara, agachó la mirada y se diocuenta de que se había quedadodormida. Tocó su mejilla roja porlas lágrimas y aún así, dormida,seguía llorando. Marcos se moríade pena por ella, la cogió en brazosy la llevó hasta su habitación, larecostó en su cama y la arropó conuna manta que tenía doblada a lospies de la misma. Le dio un beso enla mejilla y se dispuso a salir de la

habitación.—Marcos.—Dime preciosa.—¿Te quedas conmigo esta noche?—Claro… Déjame un lado,pequeña.Marcos se acostó a su lado yAlison echó su cabeza en el pechode su hermano. Este comenzó aacariciar su cabello largo y así sequedaron dormidos, abrazados ytranquilos. Solo así Alison pudodescansar, solo así pudo dormir contranquilidad, aunque mientrasdormía…, en su sueño se metióunos ojos azules que la hicieron

soñar con algo bello, con lo másprecioso que podría soñar.

Capítulo 4 Por la mañana Alison, se despertó yvio que su hermano seguía ahí conella. Si no fuera por él, esa nocheno habría dormido nada, pensandoen cómo mirar a Nicolás y nodesear besarle hasta que sus labiospidieran clemencia. Se levantó dela cama sin hacer el mínimo ruido yfue hasta el baño para ducharse.Tenía que ir a ensayar, para laprueba de mañana y entre lo deNicolás y la actuación, no podía.Estaba demasiado nerviosa y enparte eso le preocupaba, porque si

no se puede concentrar ¿Cómo lesaldrá? Ese momento era muyimportante para ella, con él, sufuturo estaba más que hecho.Cuando terminó de ducharse, sevistió y salió del baño. Su hermanoya no estaba en la cama, así que fuea buscarlo. Cuando llegó a lacocina, encontró a su hermano, conla música puesta y moviendo elculo graciosamente. Alison soltóuna risita graciosa y su hermano sedio la vuelta avergonzado.—Vaya que nos hemos levantado debuen humor hoy —refirió Alison.—Eh, yo… ¿Cuánto tiempo llevas

mirándome? —Preguntó Marcosagachando la cabeza mientras serascaba por detrás de la misma.—Poco, pero suficiente para verese movimiento ¿Cómo era? —Alison comenzó a mover lascaderas y su hermano se rio—.Enséñame.—Pero que tonta te pones a veces.—Tú lo eres más y lo sabes —respondió acercándose a él ydepositó un beso en su mejilla—.Me voy… Te dejo tiempo y espaciopara tus movimientos. —Se burlóAlison mientras caminaba hacía lapuerta.

—¡Ali, espera! —llamó su hermanosu atención. Se acercó a ella e hizoque se diera la vuelta y así lo hizo—. ¿Estás bien? —Alison asintió ysin decirle nada se marchó.Su hermano estaba preocupado porella, pero Alison no decía nada, nisiquiera hablaba del tema. Sesuponía que Nicolás le pidió que laesperara, quería casarse con ella yahora que después de pensar queestaba muerto, vuelve y no sabe quéhacer. Es normal que esté así, loque le resultaba raro a Marcos, esque aún no hubiera ido a buscarla.Cuando llegó a la escuela, su amigaSophie, la esperaba justo en el

umbral del portón de maderamaciza de la entrada. Caminó hastaella sin ganas, pues los recuerdosseguían atormentándole y saber quelo tenía tan cerca y a la vez tanlejos, no ayudaba en nada.—Buenos días So —saludó Alisonal llegar hasta ella.—Buenos días. ¿Qué te ocurre? Notienes buena cara —preguntó suamiga preocupada.Alison se encogió de hombrosmientras un suspiro se le escapadade lo más profundo de su alma.Entraron y en silencio, caminaronhasta el aula. Tenían mucho que

ensayar, mañana era el gran día yaunque estaban más quepreparadas, nunca estaba de más,seguir con el ensayo. Tenía quesalir todo perfectamente solo así,Alison, cumpliría su sueño y conello, su viaje tan esperado a NuevaYork.Los ensayos cada vez eran de mástiempo, más horas de lo que estabanacostumbradas y acababanagotadas. Si le incrementaban eltrabajo en el bar, Alison caíarendida en la cama todos los días alllegar la noche, pero no le quedabaotra que seguir con ese ritmo por lomenos, hasta que su situación se

arreglara. Sophie paró un momentoy se sentó en las bancas que habíajusto al lateral del aula. Alison lamiró y negó, ella no descansaría, nohasta que ella no se quedaracompletamente conforme y confiadade que saldría todo como esperaba.—¿De verdad te vas a sentar? —Preguntó Ali, reprimiendo unasonrisa al ver a su amiga sobarselas piernas. La verdad es que ella,también se sentía agotada.—Sí y tú deberías hacer lo mismo.Si no descansas, mañana no podrásdarlo todo y creo que estás más quepreparada, si es eso lo que tepreocupa —dijo esto último en un

susurro.—Tienes razón —respondiócaminado hasta ella para sentarse asu lado. Alison entendía a Sophie,ella no tenía las mismas ambicionesy por eso se lo tomaba con máscalma.—Deberíamos ir al París —propuso Sophie.Alison, se quedó mirándolasopesando la propuesta y la verdadno tenía muchas ganas, pero pensóque, si iba, a lo mejor él también ypodría verla, así que asintió conganas. La verdad que además detener ganas de que Nicolás la

buscara, también le vendría bien undescanso y sobre todo una buenacerveza para despejar la mente. Selevantaron y cogieron sus bolsas.Por el camino, Alison le mandó unmensaje a su hermano.“Marcos, Sophie y yo vamos alParís, así que allí te espero”Espero unos segundos y su hermanono respondía. Segundos después, yaestaban de camino al coche deAlison. Antes de arrancar le sonó elmóvil y lo cogió para ver si era suhermano, pero no, no era él.“Hola, cisne, dirás cómo es quéconseguí tu número, te diré que fue

gracias a tu hermano”El corazón de Alison comenzó abombear deprisa, muy deprisa.Sophie al ver la cara pálida de esta,se preocupó y le puso la mano en elhombro para ver si estaba bien.Alison la miró, mientras que lasestúpidas lágrimas volvían paramartirizarla aún más. Volvió amirar el móvil, ya que no habíaterminado de leer el mensaje.“Quiero verte. Necesitamos hablary…, te quiero”Eso fue lo último que leyó y loúnico que gravo en su mente. Ese tequiero llevaba esperándolo dos

años y llegaba ahora, en el peormomento. No sabía si Nicolás teníaconstancia de que sus padres habíanconfesado su parentesco. De igualmanera, ella sí que lo sabía y esoera algo que los separaba. Loamaba, claro que lo amaba, pero nopodían estar juntos, no así, nuncapodrían y era el peor castigo queuna persona podía recibir.

***

Llegaron al bar en completosilencio. Alison no pudo explicarlenada a su amiga, no lo entendería.

En realidad, nadie en su sano juicioentendería que dos hermanos seamaran ¿Cómo hacerlo? Ni ellamisma lo aceptaba y aunque elamor que sentía era cada vez másfuerte, no podía.—¿Me vas a decir de una vez quete pasa? Desde que recibiste elmensaje en el coche estás así, ¿lepasó algo a tu hermano? —RepusoSophie.—Lo siento So, pero no puedocontártelo.—¿No confías en mí?—No es eso y lo sabes. Es que…,es algo muy complicado y no lo

entenderías —se defendió Alison.—Ahora me llamas tonta. Desdeluego que lo estás arreglando —replicó su amiga.Alison no quería que su mejoramiga se sintiera excluida de suvida, pero había cosas que eramejor dejarlas guardadas. Seacercó a Sophie y la abrazó ¿Algúndía podría contárselo a alguien? Nolo creo. Cuando se separaron,Sophie le dio un puñetazo en elhombro y comenzaron a caminarhacía el bar. Segundos despuésllegaron y el corazón de Alisonlatía sin previo aviso, como sientrar allí le fuera a doler, como si

en ese lugar en donde ellatrabajaba, le esperara alguien, esapersona, Nicolás. Se quedó paradafrente a la puerta y su amiga le instóa que entrara, pero no podía, no seatrevía.—¿Por qué no entras? —PreguntóSophie.Alison se quedó con la miradaperdida, se encogió de hombros yasintió con pesar. Entraron y miróhacía ambos lados. Suspiró al darsecuenta de que no estaba. O, nohabía llegado aún. Fueron a lamisma mesa, la misma desde que seconocieron. Su jefe siempre laguardaba, para que nadie se la

quitara, pues era la más cercana ala mesa de billar.—Hola Ali —saludó su jefe cuandola vio entrar.—Hola Damien. —Se acercó a labarra para pedir las cervezas—.Qué, ¿me echas de menos? —Preguntó con una sonrisa socarrona.—Ya sabes que sí. Eres mi mejorcamarera.—Uy, no mientas o te crecerá lanariz como a Pinocho —refirióAlison haciéndole reír.Ambos soltaron una carcajada, enel mismo momento en el queentraba por la puerta del bar, Edgar.

Este al verla, se acercó a ella pordetrás y besó su cuello. Alison sedio la vuelta y le dio un guantazosin pensarlo. No sabía quién habíasido el descarado que le dio elbeso y en esos momentos, lo únicoque podía hacer, era defenderse decualquier abusador. Edgar se posóla mano en su mejilla y la miró conel ceño fruncido, no se lo esperó enningún momento. Alison se iba adisculpa, pero no pudo, pues sumirada de pronto se clavó en unosúnicos ojos, en una sola persona, enla persona que quería ver y a la vezla evitaba. Ambos se miraban yEdgar al darse cuenta, miró hacía la

puerta y vio como un hombre alto,con cabeza rapada al igual que unmilitar, se acercaba a ellos. Se fijóen cada uno de los detalles de estedesconocido, que tenía hipnotizadaa su “chica”. Alrededor de sucuello, tenía las típicas placas quese ponían los militares y es ahídonde se dio cuenta, de que sí, erajustamente eso, pero… ¿Qué teníaque ver él con Alison?—Hola —susurró cuando estuvotodo lo cerca que podía de ellapues Edgar estaba en medio de losdos. Alison, se puso delante de su“amigo” poniéndose cara a cara deél.

—Hola —respondió temblorosa.Nada más salió de sus labios, nadamás podía decirle en ese momentoy agradeció enormemente, que suhermano llegara hasta ellos y larescatara. Parecía que Nicoláshabía llegado con Marcos y si eraasí, tendría una charla seria con él.—¡Vaya! Que ya os habéis visto —ironizó Marcos.—Así es y me gustaría hablar conella… Contigo a solas, Alison —propuso Nicolás mirándola a losojos.Alison no sabía qué hacer, si hablarcon él ahora o esperar a que ella

estuviera más tranquila. Estabasegura que este era el peormomento para hacerlo, no queríadiscutir, no quería recordar, noquería hacer nada en este instante.Solo desaparecer, únicamenteesconderse para siempre. Agachóla cabeza y sin responderle, caminóhasta la salida. Nicolás fue tras ellay antes de salir, Marcos lo cogiódel brazo y este se dio la vuelta.—Nicolás, no quiero que sufra —pidió rascándose la nuca, nervioso.—No lo hará, te lo prometo. —Ycon esa respuesta, salió en busca desu cisne.

Al salir, se dio cuenta de que ellalo esperaba sentada en un bancofrente al bar. Cruzó la carretera y seacercó a ella sigiloso pues Alison,miraba al suelo, nerviosa, cohibida¿Qué pasaría en este momento? ¿Deque podrían hablar dos personasque se aman y que resultaron serhermanos? Nicolás se sentó a sulado y posó su mano izquierda en laderecha de Alison. Ella lo miró yno pudo retener las lágrimas pormucho más tiempo y terminó amoco tendido. Era demasiadapresión, eran demasiadosrecuerdos, era demasiado amor loque sentían.

—Te extrañé, mí cisne —susurróNicolás atrayéndola hasta su pecho.En ese momento, Alison se sentíaprotegida, en casa. Nicolásacariciaba su cabello negro, esecabello que tanto amaba y queahora estaba más corto, pero aúnasí era la mujer más hermosa.Ella…, no podía hacer más quedejarse acariciar, dejarse amar. Enese momento no sentía más, nopodía más y lo único que sucorazón le gritaba, era que loamara, que lo abrazara, que lobesara y eso era lo que haría.Alison levantó la cabeza y cruzó sumirada con él. Nicolás tragó saliva

y cogió sus mejillas que aúnestaban mojadas por las lágrimasderramadas. Se fueron acercando,estaban a milímetros el uno delotro, pero, antes de pegar sus labiosAlison, se separó bruscamenterecordando el motivo por lo que nopodían volver a estar juntos, porqueeran hermanos.

Capítulo 5 Seguían en ese banco, cada unomiraba hacia el lado contrario. Nopodían hacerlo, ni siquiera unamirada podían regalarse. Alison selevantó y puso distancia entre losdos. Solo con respirar cerca de él,le dolía pues su olor, ese que tantorecordaba, entraba en sus fosasnasales llenando su alma porcompleto. No quería amarle comolo hacía, no quería desearle comouna autentica loca, pero, ¿qué podíahacer para no sentir lo que sentía?¿Cómo podría olvidar a alguien que

no quería olvidar? Nicolás, selevantó para acortar esedistanciamiento que ella seempeñaba en poner entre ambosporque a él, le daba igual esosrumores que sus padres seempeñaban que creyeran pues él, nolo creía. Algo dentro de él, dentrode su corazón decía que no, queella, su cisne, no era su hermana.—¿Por qué huyes de mí? —Preguntó Nicolás en un hilo de voz—. No lo hagas, te quiero Alison—confesó acercándose aún más aella.—No lo hagas tú. No me digas eso,cuando sabes perfectamente que no

podemos. —La voz de Alison, salíatemblorosa y necesitaba sentarse ose caería en cualquier momento—.Tú y yo, somos…—¿Hermanos? ¿Eso ibas a decir?—Respondió Nicolás sin dejarlaterminar.Nicolás no apartaba la mirada, cosaque sí hizo ella. Agachó la cabeza,observando sus pies, nerviosa,afligida, cansada. Entonces, levantóla cara y se dio cuenta de queNicolás no la veía igual. Una vezpensó que, si un hombre tecontemplaba con el mismo amorcon el que la miraba Nicolás dosaños atrás, ese amor sería para

siempre, hasta que sus caminosacabaran.—Me miras como si fuera unaextraña y en cierto modo lo soy...—Susurró reprimiendo las ganaslocas de llorar de nuevo—. No soyla misma, esa que te esperaba cadadía en aquel puente, esa que soñabacada noche por tener un beso tuyo,esa que día a día, ha recordadotodos los momentos vividos. Esa…,no soy yo, esa ya no existe, esamurió el mismo día que te fuiste —confesó y no pudo más,derrumbándose en el suelo,cayendo de rodillas.Nicolás corrió hasta ella y la cogió

entre sus brazos, cobijándola comosiempre soñó durante esos dosmalditos años en los que estuvoapartado de ella, en los que no dejóni un instante de soñarla, pensarla,amarla. Caminó con ella entre susbrazos, como debía mantenerse,hasta el mismo banco, dondeminutos antes estaban sentados. Laacunó, la besó en la frente, laapretó en su pecho y la amó aúnmás al verla así, frágil. Al ver a esachica de diecisiete años que loenamoró con solo una simplesonrisa aquella noche, en aquellafiesta. Luego la vio bailar en esepuente que tanto amor guardaba,

que tantos recuerdos escondía bajosus tablas de madera antigua.—Lo siento, perdóname. No quisellegar tan tarde, dos años es muchotiempo —susurró con los labiospegados a su frente.Alison recordó ese escalofrío quesintió cuando lo conoció. Su cuerpose estremeció al sentir sus labios denuevo, aunque no los hubierarozado aún. Moría por un besosuyo, moría por ser suya. Levantóla cabeza chocando su nariz con esabarbilla. Nicolás tenía barba, perosolo de no haberse afeitado en tresdías, de esas que tan atractivo lohacía. Sus ojos se cruzaron,

embelesados, enamorados.Entonces, solo unos segundosbastaron para sentir esa punzadaque logró que ambos se fueranacercando, rozando al fin suslabios, pegándolos con todo elamor que sentían, uniéndose en uno.Besando sus labios.En ese mismo momento, Edgar losmiraba muy de cerca y sintió comosu corazón se rompía en milpedazos, pero entonces pensó quetenía que hacer que ella volviera,que ese hombre que había llegadode pronto tenía que dejarla en paz yél, se encargaría de ello. No iba aperder a la mujer que amaba.

Alison sería suya, costara lo quecostara.Alison y Nicolás, estaban perdidosen este momento, perdidos en esebeso que los transportaba a untiempo pasado. A ese bonito tiempoque podían amarse con totallibertad, a ese en el quedesconocían lo que sus padresguardaban. Entonces se separaron yse miraron. Ambos lloraban,estando en silencio, sin saber quedecir.—No puedo hacerlo —expresóAlison secándose las lágrimas conel puño de su camiseta.

—¿El qué?—Esto —respondió señalándose aambos—. No podemos hacerlo. Nopodemos amarnos, Nicolás, nodebemos.—Exacto, no debemos, pero sí,podemos. No me digas que nopuedes hacer algo que deseas tantocomo yo —replicó él agarrando subarbilla para hacer que lo mirase alos ojos—. Dime que no sientesnada por mí y me iré para siempre.Mírame y dímelo Alison, pero dimela verdad —propuso nervioso. Noquería escuchar un no, no quería siquiera pensarlo.

Alison lo miró achicando susoscuros ojos ¿Qué le respondería?Si le decía que no, que no lo queríaél, lo iba a saber pues ella no sabíamentir y se daría cuenta y si ledecía que sí, que lo amaba inclusomás que antes todo sería un caos,una locura, algo que deberánmantener en secreto, algo que nadieiba a aceptar, pero… ¿Ella loaceptaba? No lo sabía, realmenteno sabía si su amor por él, sería tanfuerte como para soportar queestaba con su hermano.—Por favor Ali, mí cisne…, dimealgo o creo que moriré aquí y ahora—suplicó reprimiendo las lágrimas

y ese fue el detonante para que ellareaccionara de sus pensamientos.Lo miró y asintió.—Sí, te quiero, te amo y es algoque, aunque he intentado borrar, nohe podido y el saber que eres mihermano, no ayuda en nada. —Suspiró exasperada—. No sé cómohacerlo Nicolás, no sé cómosoportar el saber esto…—Yo no me creo esa patraña quenuestros padres han inventado —respondió él haciendo que ella lemirara aún más atenta—. Pero,¿sabes qué? —Preguntó y ella negó—. Que me da igual, que te quiero yque ni eso, ni nada, hará que te

olvide, que deje de amarte cómo teamo. —La besó—. Déjame amarteAlison, deja que te haga feliz.—Ámame. —Nicolás sonriócomplacido y se acercó a ella parabesarla de nuevo.

*** Ya en el bar, Alison se acercó a suhermano y lo abrazó por detrás,este al sentirla, pegó un repullo y aldarse la vuelta sonrió. Nicolás ibacon ella y a su hermano le gustó,pero a Edgar no le hizo muchagracia la situación y Alison se dio

cuenta. Entonces pensó que seríabueno hablar con su “amigo” yaclarar las cosas de una vez portodas, no quería estar mal con suúnico amigo, ese que la ayudócuando llegó a París.—Edgar ¿Podemos hablar unmomento? A solas. —Edgar la miróy asintió mientras se levantaba desu silla.Al pasar por el lado de Nicolás,cruzó una mirada con él, que no legustó a Alison. Ella salió del bar,pues en el interior no se escuchabanada con la música tan alta. Alisonse sentó justo en el bordillo de laacera y Edgar la imitó sentándose a

su lado. Al hacerlo, cogió su manoderecha y Alison la apartóbruscamente.—¿Qué ocurre Ali? Ni si quieradejas que coja tu mano ¿Qué hacambiado entre nosotros? —Preguntó Edgar, sabiendo larespuesta.—Todo, ha cambiado todo Edgar—respondió Alison entre suspiros—. Nicolás es a quién siempreamé. Lo siento —se disculpó yEdgar asintió fingiendo una sonrisa.—No tienes que darmeexplicaciones. Está más que claroque lo quieres y que…, bueno, él te

quiere…, supongo —susurró estoúltimo para provocar a Alison yella frunció el ceño.Edgar nunca le habló así. Alisoncomprendía que se enfadara puessupuestamente él, estaba enamoradode ella, pero en el corazón no semanda y ella siempre intentóquererlo como él le pedía y nopudo hacerlo. Nunca llegó aenamorarse de él y no entendíaporque Edgar actuaba así, déspota,si ella jamás lo engañó.—No entiendo por qué te pones así,pero da igual. Solo quería aclararlocontigo —dijo levantándose paravolver al interior del bar en donde

un Nicolás muy preocupado, lamiraba desde la ventana.No se fiaba del amigo de Alison yalgo le decía que iban a tenerproblemas con él. En uno de losmomentos Edgar, lo miró desdefuera y le sonrió con malicia.Estaba provocándole claramente yno quería perder los estribos conalguien como él, pues de pasarleeso, no iba a poder controlarlo ytendría un problema con Alison.Nicolás había pasado demasiadascosas en el ejército y ahora queestaba con ella, con su cisne,quería dejarlo atrás, comenzar unanueva vida, con ella.

Alison se levantó y miró hacíadonde miraba Edgar y sus ojos secruzaron con los del hombre queamaba. Le sonrió y se encogió dehombros mientras negaba. Noquería que Nicolás se preocupara ytuviera una pelea con su “amigo”.Sin más que decir, caminó hasta lapuerta del bar y Edgar fue tras ella,la agarró del brazo para obligarla adarse la vuelta y al hacerlo, pegósus labios a los de ella. Sabía queNicolás seguía mirando y queríaconseguir su cometido y eso era quese enfrentara a él, que le enseñara aAlison lo que un militar podríallegar hacer, aunque le costase la

vida a él, la separaría del amor desu vidaNicolás al ver lo que Edgar estabahaciendo, salió del bar a toda prisa,aunque Marcos fue tras él. Seacercó al supuesto amigo de Ali ylo tomó de la camisa obligándolo asepararse de ella. Lo cogió delcuello de la camisa y lo pegó en lapared con bastante fuerza. Edgarsoltó un gemido de dolor y Alisonentró en pánico.— ¡Como vuelvas a acercarte aella, te mato! ¡¿Me oyes?! —GritóNicolás enfurecido.Alison lo cogió por los hombros

con ambas manos e intentótranquilizarle, pero no podía con él.Nicolás estaba completamente ido.En su mente solo pasaba el cruzarlela cara a ese gilipollas con unpuñetazo y Edgar lo sabía, por esolo hizo.—¡Suéltalo Nic! —Gritó Alisonagarrándolo con la ayuda de suhermano.—Déjame en paz. Le estásdemostrando lo que yo quería —susurró Edgar haciendo queNicolás se cabreara aún más. Lotiró al suelo y le comenzó a golpearen la cara.

Alison no sabía que más hacer, nosabía cómo conseguir que Nicolásentrara en razón y soltara a suamigo. Su hermano Marcos, lepidió ayuda Damien y con su ayuda,pudieron separar a Nicolás deEdgar. Cuando lo separaron, Alisonse puso delante de él, agarró sucara con ambas manos e hizo quesolo la mirase a ella, que solopensara en ella.—Nic, Nic, mírame, mírame a mí,solo a mí —sollozó Alison.Nicolás la miró y soltó un bufido,mientras que sus lágrimas salían aborbotones de sus bonitos ojos.Abrió sus brazos y Alison se

escondió entre ellos, aferrándose ensu pecho, escuchando los latidos desu corazón. Él besó su cabeza yMarcos aprovechó ese momento,para llevarse a Edgar lejos deellos, lejos de todos. Su hermanotenía que hablar con el “amiguitopues se dio cuenta de que Edgar loplaneó todo y no le gustó que lohiciera, porque si Alison decidía noestar con Nicolás, que fuese por supropia voluntad, no porque unestúpido se lo impusiera.

Capítulo 6Esa noche después de la pelea,decidieron irse de aquel lugar.Alison sentía la necesidad de queNicolás le contara todo lo quevivió, lo que le pasó. No quería quecargara con esa amargura por elresto de su vida y si contándoselo aella le servía de algo, pues mejor.Nicolás le pidió a Alison que loacompañara esa noche a su casa.Por un momento lo dudó, perodespués asintió con ganas de pasarla noche con él, aunque eso latuviera nerviosa.Caminaron hasta el coche de

Nicolás y después de abrirle lapuerta a Ali como todo uncaballero, entró él. Arrancó sinquitar la mirada de ella, pues nopodía dejar de contemplarla, eracomo si tuviera un maldito imán ycon solo ver su sonrisa osimplemente ver como arrugaba lanariz, lo enamoraba aún más ytambién le traía muchos recuerdos.—¿Estás mejor? —Preguntó Alisonpreocupada.—Sí, gracias… Lo siento, no quiseque me vieras así. Perdóname —sedisculpó y Alison negóencogiéndose de hombros.

Nicolás durante el trayecto, puso lamúsica para Alison y ella se loagradeció. El camino era largo yaque vivía a las afueras de París. Seestaba hospedando en la gran casafamiliar, aunque él hubierapreferido mil veces quedarse en unhostal de mala muerte, antes que enese lugar donde había tan malosrecuerdos, recuerdos que loatormentaban y que jamás le contó aAlison ¿Podría algún día sincerarsecon ella y contarle el pasado de sufamilia? No sabía si podría, nosabía si después de eso, ella lorechazaría y él moriría. Ya casiestaban llegando a la casa, cuando

una canción que Alison escuchabamucho comenzó a sonar: Reik— Yame enteré.

Ya me enteré Que hay alguien nuevo acariciando

tu piel Algún idiota al que quieres

convencer Que tú y yo, somos pasado.

Ya me enteré Que soy el malo y todo el mundo te

cree Que estás mejor desde que ya no

me ves Más feliz con otro al lado

¿A quién piensas que vas aengañar?

Sabes bien que eres mi otra mitadOlvídate de ese perdedor

Y repítele Que yo soy mejor Que no le eres fiel

Con el corazón Que eres mía y sólo mía, amor.

Esa canción era muy importantepara ella pues la primera vez que laescuchó, fue el mismo día de suaniversario, del aniversario quejamás pudieron celebrar. Alison sesecó una lágrima tonta que se le

había escapado y Nic la vio, pusosu mano en su rodilla y le dio unapretón.—Estoy bien, no te preocupes —susurró ella apenada.—No quiero que vuelvas a llorar,Alison.—Eso es imposible. A veces llorares bueno, te ayuda a desahogarte y aolvidar.—Eso no es cierto y lo sabes¡Llorar para olvidar! Eso es unatontería —repuso él un pocoalterado. Alison lo miró extrañada—. No me mires así. Yo hacetiempo que dejé de llorar para

olvidar, no sirve para nada y noolvidas, al contrario, recuerdas aúnmás, sufres mucho más y temartirizas por ser tan estúpido.—¿Crees que soy estúpida? —Preguntó ella notablementecabreada.—Yo no he dicho eso, cisne.—Pues deja de tratarme como si lofuera. Yo he llorado demasiado yno por eso soy estúpida. Todas ycada una de mis lágrimas sonjustificadas y casi todas fueron yson por ti —escupió harta de esaconversación.En ese momento llegaron a la casa

y Alison no pudo decir más pues sequedó impresionada por la granmansión que tenía ante sus ojos. Erauna casa antigua, de piedra oscura.Nicolás salió del coche y le abrióla puerta, quiso ayudarle a salir,pero se negó y bajó por sí sola.Todavía podía caminar, teníapiernas para hacerlo. Él la miró yse le escapó una sonrisa queprovocó que Alison se enfadara aúnmás, pero no contento con eso,corrió hasta ella que ya casi estabasubiendo el primer escalón delporche y la cogió en brazos,haciendo que ella soltara un gritopor la impresión. No se lo esperaba

y aunque tenía que seguirmanteniendo su fría mirada y suceño fruncido por el enfado, nopodía negar que lo que hizo Nic, leencantó.—¡Suéltame! —Gritó.—Eso jamás. Nunca más te soltaré,nunca más te dejaré mí cisne —sentenció besando sus labios conternura.Así, besando su boca mientras laapretaba entre sus brazos, subió lasescaleras del porche, como pudosacó la llave de su pantalón y abrióla puerta. Era bastante complicadobesarla, desearla como un maldito

demente mientras la tenía así, entresus brazos y tener que abrir lapuerta. Cuando entraron, Nic cerróla puerta con la pierna y conmaestría hizo que Alison enroscarasus piernas alrededor de su cintura,la pegó a la pared y ahí quiso darrienda suelta a lo que sentía porella. Ese beso que comenzó dulce,delicado, lleno de amor, seconvirtió en un beso lleno de deseo,pasión, que lo volvería loco encualquier momento. Pero no sabíasi ella querría, no sabía si esecuerpo seguía siendo suyo si él, fueel único que lo tocó y lo amó y esocomenzó a atormentarlo,

provocando que la dejara en elsuelo y separara sus labios de elladescolocándola.—¿Qué pasa? —Preguntó Alisonagitada.—Nada —respondió serio.Alison no entendía nada y quisosaber, tenía que decirle por qué seseparó de ella si tanto la deseaba¿Acaso no era así? Se acercó a élpor atrás y metió sus brazos por sucintura, rodeándolo. Nicolás soltóun suspiro y Alison notó sunerviosismo.—Dime que te pasa ¿Por quéparaste? ¿Acaso no te gusto? —

Habló con un hilo de voz.—Jamás digas eso —respondiódándose la vuelta. La miró a losojos y esa mirada decía mucho másde lo que ella esperaba—. Te amo,te deseo como un loco, pero noquiero…, no puedo hacerlo sinsaber antes algo. —Alison fruncióel ceño y arrugó la narizprovocando a Nicolás—. Te ponestan hermosa cuando tu nariz searruga. Cuando tu expresión seendurece.—Dime de una vez, ¿qué es eso quéquieres saber?—¿Ha habido más hombres en tu

vida? —Soltó con voz temblorosa.Alison cerró la boca y sonrió delado, dándose cuenta que lo quetenía Nicolás, eran celos. Estabaceloso de cualquier hombre que lahubiese tocado después de él. Perolo que él no sabía, era que no huboninguno más. Que él, fue el únicoque la tocó, que le hizo el amor. Elúnico hombre en su vida pues ellano quiso estar con nadie más. Losrecuerdos de aquella noche laatormentaban día a día, porque fuela mejor noche de toda su vida y laúltima que pasaron juntos. Le hizoel amor, la hizo suya por primeravez y consiguió meterse tan adentro

de su piel, que aunque pasaran milaños, nunca, nadie, podría borrar lahuella de Nicolás Jones.

Flash Back—Te amo y te recordaré todos losdías —susurró en su oído.Esa era la última noche quepasarían juntos y estaban en elpuente, en ese lugar especial quetanto adoraban. Su escondite, unatienda de campaña que pusieronpara pasar esa noche allí. Nicolásla besó dulcemente después dehaberle susurrado cuanto laamaba. Alison no podía seguir

reteniendo las lágrimas pues sabíaque después de esa noche, novolvería a verlo, no hasta despuésde dos años, y eso la estabamatando. Él, se dio cuenta de suslágrimas, separó sus labios de losde ella y besó cada una de lasgotas que rodaban por las mejillassonrojadas. Alison era preciosa, lachica más hermosa que habíaconocido en toda su vida y erasuya.—No llores, mí cisne. Se me parteel alma verte así —sollozóacariciando su mejilla—. Quieroque olvides que mañana me voy,quiero que pienses que esta noche

es especial y que mañana será otrodía más, por favor. Hazlo mi amor—suplicó y ella asintió.—Está bien, lo haré —respondiócon la voz entrecortada.En aquel momento, estabanrecostados en unas esterillas deplaya que Nic había encontradojunto con la tienda. Él pasó subrazo por debajo de la cabeza deAlison y ella con sus manos libres,comenzó a desabotonar la camisaazul marico que ese día Nicllevaba puesta. Él se pusonervioso pues cuando decidiópasar la noche con ella, en ningúnmomento pensó en lo que estaba a

punto de pasar. Con su manoderecha, cogió la de ella y laaprisionó encima de su cabeza.—Déjame quitarte la camisa…,quiero sentirte Nicolás —pidióella con suplica.—No quiero que lo hagas si noquieres. Tenemos toda la vida pordelante —aseguró no muyconvencido de ello.Porque aunque él quería dejar depensar en que se iría a la mañanasiguiente, era inevitable pensar enello. Saber que, si la amaba esanoche, no podría dejarla nuncamás, saber que, si ella se lo pedía,

se escaparía lejos con ella, perono podía, eso solo eran sueños.Nicolás dejó de aprisionar susmanos y Alison acarició desde sucuello hasta que llegó de nuevo alos botones de la camisa.—Quiero hacerlo Nicolás. Pensar en aquella noche, le puso lovellos de gallina y algo recorrió sucuerpo entero. Alison volvió aacercarse a él y lo abrazó. Nicolásbesó su cabeza poniendo sus manosen las mejillas de ella, la obligó amirarle.

—No me has respondido —repitió.—No, no ha habido más hombresque tú en mi vida, Nic —respondióy él soltó todo el aire que estabareteniendo.Alison se rio por ello y él la cogióen brazos y la besó bruscamente, laalzó y ella volvió a enroscar suspiernas alrededor de su cintura.Así, en esa posición, caminó hastaque llegó a la mesa del salón, lasentó ahí y separó sus labios. Seveía hermosa así, con los labioshinchados por sus besos. Susmejillas rojas, su pecho subiendo ybajando, agitado. Alison se mordióel labio inferior y Nicolás soltó un

gruñido desde lo más hondo de sugarganta.—¿Sabías que eres la mujer másmaravillosa de este mundo?—Deja de hablar y bésame Nic —respondió ella y él sonrió conmalicia.Alison tragó saliva y él seaprovechó de su nerviosismo parapoder volverla loca. Se acercó aella despacio, como a cámara lentay comenzó a besar su cuello conamor. A ella se le escapó un sollozoahogado, su cuerpo ya ardíadeseoso de tenerle, deseoso de seracariciado y amado. Necesitada,

con manos temblorosas, comenzó aquitarle la camiseta simple quellevaba, obligando a Nic, subir losbrazos para facilitarle el trabajo.Solo unos segundos se separó deella y ya su cuerpo pedía a gritostenerle de nuevo cerca. Lo miró,observó cada musculo, cadacicatriz de su pecho y entonces sedio cuenta. Nicolás tenía una grancicatriz en el costado, una cicatrizque le respondía a alguna de suspreguntas. Tocó la cicatriz despacioy él suspiró nervioso, no queriendoque le tocara ahí.—¿Como? —Preguntó ellapreocupada.

—Después, ¿vale? Ahora déjameamarte, déjame hacerte olvidartodos los malos recuerdos yayúdame a olvidar los míos —pidió con la voz rota y ella asintióapenada.—Está bien… Ámame Nicolás,hazme el amor. —La voz de Alisonsonó frágil, pero a la vez llena dedeseo.Nicolás la cogió de nuevo enbrazos y con ella, subió lasescaleras hasta la primera plantadonde estaban las habitaciones.Cada segundo era una tortura, nopodía pasar ni uno sin probar suslabios, sin tocar su piel. Cuando

llegaron a la habitación, Nicolás laposó en su cama y se subió encimade ella para poder besarla a suantojo. Los besos rodaban desdesus labios hasta su cuello, bajandohasta su pecho. Nicolás le abrió lacamiseta con fuerza rajándola porla mitad, dejando ver sus bonitospechos tapados por un sujetador dedeporte. El nerviosismo de ellacada vez se hacía más presentepero la batalla la ganaba el deseo,así que levantó su pelvisprovocándole, pidiendo a gritosque la desnudara de una vez yNicolás no se hizo esperar. Bajósus mallas y la dejó con el tanga de

algodón que llevaba. Dos añoshacía que no veía su cuerpo y eracomo si realmente no hubierapasado tanto tiempo. Su cuerpo nohabía cambiado, seguía siendo elmás hermoso que había visto jamás.—Eres hermosa —susurróacercándose de nuevo a ella parabesarla.Bajó sus manos, acariciando suscostados por el camino, hasta llegara sus caderas. Las apretó y ellasoltó un gemido. Ahí, con susmanos cerca de su tanga, lo bajópara dejarla desnuda al fin. Cuandoya la tenía sin el tanga, subió susmanos y rajó también el sujetador

deportivo. Los pechos de Alison, sequedaron a su vista y Nicolás noesperó ni un segundo en bajar suboca hasta ellos. Lamió, besó ymordió despacio, arrancando unospreciosos gemidos, mezclados consuspiros, desde la boca de su cisne.Alison, lo necesitaba ya, bajó susmanos para quitarle el pantalón aNicolás. Comprendiéndola, laayudó y se bajó los pantalones juntocon el calzoncillo, hasta que quedócompletamente desnudo para ella.—Te deseo Nic, te adoro —sollozó.Se puso justo en la entrada de su

intimidad y poco a poco, fuepenetrando en ella, como si fuera laprimera vez y en cierto modo asíera pues después de dos años sinmantener relaciones, parecíanprimerizos de nuevo.La amó, la besó, la deseó, así lehizo el amor durante toda la noche.Demasiado tiempo separados ydemasiadas cosas los separaban,pero algo tenían claro, lucharíanpor su amor, lucharían por tener unfuturo juntos.

Capítulo 7A la mañana siguiente Alison, sedespertó, miró a su izquierda ysonrió. Nicolás dormíaplácidamente. Le gustó la sensaciónde despertar a su lado y no queríaque eso acabase nunca. Lentamentese levantó de la cama, caminódescalza hasta una puerta que habíaen la habitación, supuso que era elbaño, así que abrió y así era. Ungran baño se puso frente a ella yentró. Se despertó acalorada y unaducha le venía de miedo. Sedesnudó y entró en la ducha, abrióel grifo y esta cayó por sus

hombros, relajando cada musculo.Ahí se dio la libertad de pensar entodo lo que había pasado en menosde veinticuatro horas. Al principiono quería verle para no sufrir pues,aunque quisieran taparlo,esconderlo, enterrarlo en lo másprofundo, eran hermanos y eso, eraalgo que no podían olvidar, por lomenos ella.—Dios ¿Qué voy hacer? —Sepreguntó—. Me he acostado con mihermano… Por favor, esto lo cuentoy me tachan de loca. —Su vozsonaba afligida, pues ella pensabaque lo estaban haciendo mal, perotampoco podía negar que lo amaba

y que se enamoró de él sin saberque eran hermanos ¿Qué harían coneste amor que sentían?Al salir de la ducha, se acercó auna estantería de madera blanca,cogió una toalla para su cuerpo y laotra la enrolló en su pelo. Se miróal espejo, la mujer que se reflejabano era ella, esa que ahí se veía felizno lo merecía, ella no era digna deél y de nadie… Alison se sentíamal, muy mal. De pronto, unasmalditas lágrimas aparecieron ensus ojos mojando sus mejillas.—No le merezco, no le merezco —susurró para ella misma.

Echó su espalda en la pared y porla misma, arrastró su cuerpo hastaquedarse sentada en el suelo,escondió su cabeza en el hueco desus piernas y ahí sintió como sucuerpo se entumecía por el frío queestaba sintiendo. No sabía lo que lepasaba, pero su cuerpo entró en unaagitación inesperada que la tumbóen el suelo de golpe. Entonces,Nicolás, entró al baño y se laencontró así, convulsionando, conla cara pálida y los labios morados.—¡Alison! —Gritó agachándose asu lado para tomarla entre susbrazos.Al cogerla se dio cuenta de que

estaba congelada, su cuerpo estabafrío, demasiado frío y Nicolás setemió lo peor. Salió del baño conella en brazos y la recostó en lacama. Tenía que llevarla al hospitalo que viniera una ambulancia loantes posible. Decidió llevarla élmismo, así que se puso lo primeroque pilló en el ropero y con ellahizo lo mismo pues estaba desnuda.Alison, estaba inconsciente y pocoa poco, su cuerpo estaba llegando asu temperatura normal. Unossegundos después, la cogió enbrazos y bajó las escaleras a todaprisa, pero con cuidado de nocaerse. Antes de salir, escuchó

como alguien lo llamaba, se dio lavuelta y Aurora, la empleada quellevaba la casa en su ausencia,estaba en el umbral del salón.—Nicolás, ¿qué pasó? ¿Quién esella? —Preguntó la mujer demediana edad.—Es mi novia y se puso mal.Después te cuento —respondiórápidamente y salió de la casa.Corrió hasta su coche y subió aAlison en el asiento delantero paraasí poder estar pendiente de ella entodo momento hasta llegar alhospital.Conducía a toda prisa, loco por

llegar lo antes posible al hospital eincluso saltándose los semáforosque pillaba en rojo, no queríaperder tiempo. En el camino, llamóa Marcos poniendo el móvil enmanos libres, este lo cogió al tercertono.Hola Nicolás —saludó este ajeno atodo lo que estaba pasando.¡Marcos, es Alison! ¡Voy decamino al hospital! —explicóagitado.¿¡Cómo!? ¿¡Qué le pasó a mihermana Nic!?¡No lo sé, pero estaba muy mal¡—La voz sonó quebrada pues este

momento era el más duro que habíavivido en mucho tiempo, ni estandoen el ejército a merced de otros,había sufrido tanto como ahora.¡Voy enseguida!Sin más que decirle, colgó y yaquedaba apenas minutos para llegaral Hôpital Saint-Louis. Nicolásseguía mirándola, pero ella seguíainconsciente. La preocupaciónestaba llegando a un punto de sumente que no era buena, losrecuerdos de personas heridas ymuertas, entraban en su mente paraarruinarlo todo y hubo un momentoen el que Nicolás perdió el controldel coche. Gracias a que el coche

que iba tras él, se dio cuenta y lepitó para que despertara de sutrance. El conductor de atrás nosabía lo que le estaba pasando a él,pero si no fuera porque élreaccionó rápidamente, estaríanahora estrellados.Nicolás se desesperó y le pegó ungolpe al volante, mientras ungruñido salía desde lo másprofundo de su garganta.—¡Joder! —Gritó.Minutos después llegó al hospital,salió del coche a toda prisa y cogióen brazos a Alison que seguía sinresponder. Un enfermero que los

vio, se acercó hasta ellos con unacamilla, recostaron a Alison y estese la llevó sin un mínimo deinformación. Nicolás corrió tras él,pero el enfermero la introdujo porunas puertas y ahí no podía pasar,no sin autorización. No le quedómás remedio que esperar a quealguien saliera a informarle delestado de Alison. Se sentía mal,agobiado, deprimido, todos esossentimientos afloraban en su cuerpotensando todo a su paso y no sabíacómo podría responder a eso, nosin la ayuda de ella, de la únicamujer que él ha amado en su vida,la única que lo comprende, que lo

ama de verdad.Unos minutos después, llegóMarcos junto con Sophie. Suhermano la avisó y no se lo pensó,tenía que ver a su amiga y hasta queeso no pasara, no estaría tranquila.Nicolás al verlos, se levantó de esasilla que lo tenía anclado, lossaludó y volvieron a sentarse.—¿Se sabe algo? —PreguntóMarcos y Nicolás negó reprimiendoesas putas lágrimas que se negaba asoltar pero que tan difícil se leestaba haciendo.—Nicolás —llamó Sophie yNicolás la miró—. Alison estuvo

ensayando demasiadas horas y sucuerpo estaba agotado… Le dijeque no forzara, pero se negaba. Laprueba de esta noche es muyimportante para ella y no se lo vaperder por nada del mundo —expuso Sophie y Nic comenzó anegar cabreado.—Ni de coña… Alison no saldráde aquí para irse a una prueba ymenos estando mal de salud. Estáloca, si piensa que voy a dejar quelo haga —sentenció.Marcos asintió, pues pensaba lomismo que Nicolás. No quería vermal a su hermana, quería que secuidara y no forzara tanto ya que se

podía quedar sin nada. Sophie nodijo nada más, pero ella estabasegura que Alison no le haría casoe iría a la actuación. Su pasión porel baile estaba por encima de todo,pero ¿También del amor de suvida?Los segundos, minutos y horaspasaban y aún nadie salía a decirlenada. La preocupación que estabasintiendo Nicolás, era bastantenotable. Los suspiros de Nicolás,cada vez eran más fuertes y Marcosya no sabía qué hacer para calmarloya que él, tampoco lo lograba.—¿Por qué coño tardan tanto? —Lavoz de Marcos salió agitada y

Nicolás se acercó a él para ver sientre los dos conseguían estarserenos.Desde que se vieron en París, losdos estuvieron muy unidos yrealmente no sabían por qué. Elloscreían que era por Alison, porqueambos querían lo mejor para ella ypor eso hablaban tanto. Pero larelación de ellos, cada vez era másfuerte y no se daban cuenta de loque pasaba.—Marcos ¿Te contó tu hermana loque pasó con nuestros padres?Digo, el secreto que guardaban —habló Nicolás intentando despejarla mente, aunque el tema que estaba

a punto de tocar también era unpoco preocupante. Porque…,¿cómo puedes estar con la personaque amas aún sabiendo que es tuhermano? ¿Se puede vivir así? ¿Sepuede tapar eso por amor? Todoeso pasaba por la mente de Alisona todas horas y aunque Nicolásdijese lo contrario, él también lopensaba, pero no quería decírselo aella para no perderla pues semoriría si eso pasaba.—¿Lo de que sois hermanos? —Asintió Nic—. Lo supe por Alison,aunque ella no me habla de eso y loprefiero así, porque la verdad…Sufre demasiado y yo no creo que

seáis hermanos y pienso que tenéisque ir a haceros las pruebas deADN —confesó Marcos.—Yo también lo había pensado,pero tu hermana está tan metida eneso, que ni siquiera piensa en esaposibilidad. Se creyó la mentira,porque es una vil mentira denuestros padres. Lo único que nologro comprender es, cuál es elmotivo para querer separarnos ¿Porqué les molesta tanto?—No lo sé y por eso Alison huyóde la familia. Supuestamente elhombre que ella quería odiarresultó su padre y el que hundió elmatrimonio de mis padres. Ella

estaba muy apegada a nuestro padrey saber que no lo era, la hundió,aunque nada comparado con saberque el hombre del que estabaenamorada, era su hermano. —Suspiró—. Fueron demasiadascosas en pocos días. Tu muerte, lamató a ella también.En ese momento, un médico saliópor la misma puerta, por la quemetieron a Alison. Los chicos selevantaron incluso antes de que elmédico los llamara. Se acercaron aél y lo acosaron a preguntas. Elmédico no sabía qué hacer anteesos dos desesperados y si no espor Sophie que fue y los

tranquilizó, no sabría qué pasaría.—Cálmense, por favor —suplicótitubeando. Los chicos pararon y secallaron para que el doctor pudieraexplicarse—. Bien, gracias. —Agachó la mirada al informe yvolvió a levantarla—. La Srta.Morgan en este momento estáestable, le hicimos varias pruebas yla verdad si no es porque ella noscontó que le pasó, no lo hubiéramossabido.—¿Usted cree normal eso? O sea,que si se hubiera muerto, nohabríamos sabido por qué ¿No esasí? —Escupió Nic cabreado.

—No es eso. Le hicimos todas laspruebas posibles y no encontramosninguna anomalía, pero la Srta.Morga tuvo convulsiones¿Provocado por qué? No losabemos. Lo único que podemosdecirle, es que estaremos alpendiente de ella y le haremos máspruebas —afirmó el doctor un pocoapenado.Nicolás estaba preocupado por ellay encima ahora no sabían si leestaba pasando algo grave, algo quepudiera poner en peligro la vida desu chica. Si algo le llegaba a pasar,no se lo perdonaría, pues él fuequién la encontró tirada en el baño,

él podía haber estado máspendiente de ella, pero algunascosas pasan por algo y esta era unade ellas.—¿Podemos verla? —Preguntó suhermano y el médico asintió.—De momento, solo de uno en uno.No queremos que se ponga nerviosao haya algo que le vuelva aprovocar la convulsión. —Eldoctor se fue y Marcos tras él, seríael primero en ver a Alison, puesNicolás, así se lo pidió.Cuando Marcos llegó a lahabitación, su hermana estabamirando por la ventana y no se

percató de su presencia hasta queeste no estuvo lo más cerca posiblede ella. Le agarró la mano y miró asu hermano con una tierna sonrisa,pero también una sonrisa llena dedolor que a Marcos no le gustó ver.Se sentó en el colchón y acarició sumejilla para luego decirle:—¿Cómo te sientes? —HablóMarcos, preocupado.—Como si un camión me hubieraarrastrado por todo el asfalto —respondió en un hilo de voz—, perotengo que salir de aquí ahora mismo—expresó alterándose—. Tengo laprueba esta noche y no puedodejarlo, así como así, después de

todos los meses incansables detrabajo para estar lo bastantepreparada…—Estás muy equivocada si piensasque dejaré que lo hagas —dijo unavoz desde la puerta. Alison lo miróy frunció el ceño, cabreada.Nicolás no le iba a prohibir nada,era su vida y la viviría como lediera la gana y ni él, ni nadie, se loiban a impedir.

Capítulo 8Nicolás entró en la habitación y seacercó a Alison con paso decidido.Cuando estuvo lo más cerca posiblede ella y dándole igual la miradaasesina de ella, posó sus labios enlos de Alison, besándola condesesperación. Marcos, se levantóy se fue, pues no quería estar enmedio de besos y mucho menos debroncas porque Ali y Nic, la iban atener y muy grande.Estaban en una burbuja de amor,pasión y deseo, tanto que se habíanquedado solos y no se habían dadoni cuenta. Era tal el desespero que

sentían, que incluso podríamosdecir que gracias al cabreo quetenían en ese momento el uno por elotro, incrementada su pasión, sudeseo. Alison jadeó al sentir losdientes de Nic, aprisionar su labioinferior. Se separó de ella y estavolvió a mirarlo igual, cabreada yno iba a dejar que Nicolás leprohibiese nada.—No me mires así —expresóNicolás.—¿Y cómo se supone que tengo quemirarte? —Preguntó— ¡Me estásprohibiendo algo que sabes que esimportante para mí, muyimportante! ¿¡Y me dices que no te

mire así!? —Replicó cabreada.Se quedó callado, pensando quedecirle para convencerla de que erauna locura. Su salud era lo primeroy tenía el presentimiento de que, siiba a la prueba algo le pasaría o erasimplemente miedo a que pase algocon lo que tendrá que vivir parasiempre. Alison esperaba unarespuesta, algo con lo que poderexplotar, algo con lo que poderdecirle sus pensamientos de futuro,algo que marcará un antes ydespués en la relación.—Alison, yo solo quiero que estésbien y creo que irte a una actuaciónel mismo día que tienes

convulsiones es una locura. Nosabes porque te dan o si te darán denuevo ¿Qué harás si te pasa enmedio del escenario? —Se quedócallada, esa pregunta no se laesperaba y no tenía respuesta—. Loque me temía. No tienes respuestapara eso, porque sabes que tengorazón.—Te equivocas. Sí que tengorespuesta y es que no me darán másconvulsiones. Estaré perfectamentey voy a ir te pongas, como tepongas —sentenció levantándosede la cama. Al hacerlo, sintió unmareo que casi hace que se caigade culo y Nicolás corrió hasta ella,

cogiéndola de la cintura para evitarla caída.El estar tan cerca de ella y estarenfadados era una tortura, pues semoría de ganas de besarla hasta quesus terminaciones se durmieran,hasta que pidieran clemencia. Susojos conectaron por unos segundos¿O quizás fueron minutos? No losabían, pero Alison, no queríamirarle, no, sabiendo que lo estabautilizando para convencerla de algode lo que ya estaba más queconvencida. Ella agachó la miraday se soltó de sus brazos.—¿Estás bien? —Preguntó él.

—Sí.—Alison ¿Por qué te apartas demí? Solo quiero que estés bien. Mepreocupo por ti porque te quiero¿Es qué no lo ves? —La voz deNicolás sonó temblorosa y no erapara menos, si se estaba dandocuenta del distanciamiento queAlison estaba tomando con él ¿Seráqué ya no lo ama? Esa preguntarondó su cabeza y sintió unescalofrío que lo partió en dos.—No huyo, pero si quiero espacioNic. Tengo que ir a esa prueba y túsolo haces lo posible para que noasista ¿Tú sabes la importancia quetiene? Es mi vida, la que yo deseé

de pequeña, la que estoy a punto dealcanzar. Estoy a solo un paso deconvertirme en la mejor bailarina.—Suspiró—. Estoy tocándolo conla yema de mis dedos y tú quieresarrebatármelo —expresó ofendida.Nicolás estaba nervioso, aterrado.Su cuerpo en tensión y daba vueltaspor toda la habitación ¿Qué haráAlison? El miedo era cada vezmayor y el hecho de poderperderla, su pesadilla, de ahí nosaldría con vida, porque sin ella, noera nada ni lo sería jamás. Alisonse acercó y tocó su mejilla,sintiendo las cosquillas por la finabarba que Nicolás llevaba

perfilada. Estaba guapo, muy guapoy ella lo amaba, pero más amaba suprofesión, esa que la ayudó arecuperarse de todo su pasado, dela muerte del hombre que amaba, deenterarse que era su hermano. Esola tenía mucho, pero, aunque seamaban, seguían sin darse cuenta dela realidad y esa era que no podíanestar juntos, que era imposible.—Yo no hago eso. No quiero querenuncies a tus sueños, pero… ¿Yyo? ¿En qué punto de tu vida deensueño entro yo, Alison? —Preguntó y se quedó callada, con lamirada en un punto fijo, sin saberque decirle—. Lo que me temía, no

entro, ¿no es así? No me respondas,no hace falta… Me ha quedado muyclaro todo. —Se dio la vuelta parasalir de esa habitación. No podíaestar más, frente a ella y saber quela estaba perdiendo, que ya la habíaperdido.—¡Nicolás espera! —Gritóentristecida, se le notaba en su voz.Nicolás se paró, pero no se dio lavuelta—. No te vayas así, no quieroque lo nuestro acabe así.—¿Eso es lo único que te importa?Déjalo Alison, vive esamaravillosa vida. No quiero serquién te la quite. —Sin más quedecir, salió de la habitación

pegando un portazo tras de sí.Alison cayó al suelo de rodillaspues, aunque había sido su culpa,no quería que pasara así, no queríaperderle, pero ya no se podía hacernada. Alison había tomado unadecisión pero, ¿había sido laacertada? No lo sabía. Lo únicoque tenía en mente, era salir de esehospital sin que nadie la viera e ir aesa actuación y que cambiará suvida de una vez. Quería vivir enNueva York, que los jueces lavieran bailar era su propósito y loque la llevaría a vivir esa vida, laque eligió y en la que Nicolás, noentraba.

Se acercó a la ropa que Nic lehabía dejado y se quitó el camisónque le habían puesto en el hospital.Cuando se vistió, sintió unestremeciendo en el fondo de sualma, la ropa olía a él y ahora suaroma quedaría impregnado en sucuerpo. Minutos después, abrió lapuerta con sigilo y miró hacíaambos lados para comprobar quenadie rondara por allí y poder salirsin ser vista. Al salir, caminódespacio, silenciosa y hubo unmomento en que casi la pillan, peropudo esconderse. Estando cerca dela salida, escuchó como Marcos lallamaba, miró hacia atrás y salió

corriendo de aquel lugar. En lapuerta del hospital había un taxi ydio gracias a Dios por tener tantasuerte. Entró en él y le dijo ladirección de su apartamento. Suhermano ya estaba al lado, pero eltaxi ya había arrancado,llevándosela lejos de él, lejos detodos.—Srta. Srta.—Eh, sí.—Ya hemos llegado —dijo eltaxista.—¿Puede esperar un momentoaquí? Voy a por dinero y le pago —explicó Alison.

—Claro, pero no tarde. Tengo queseguir mi ruta.—Vuelvo en seguida.Salió del taxi y corrió hasta suapartamento para coger el dinero.Cuando llegó, abrió y se acercó alcajón donde guardaba el dinero,cogió lo que necesitaba y volvió abajar a toda prisa para pagarle ataxista, pero este ya no estaba¿Dónde se había metido? Miró aambos lados, pero a la únicapersona que vio, fue a Edgar.Alison frunció el ceño y se dio lavuelta para volver a su casa. Edgarla cogió del brazo y se dio la vueltaenfurecida.

—¿Qué coño quieres? ¿No tuvistebastante ayer? —Preguntócabreada.—Perdóname por lo de ayer. Noquise estropear nuestra amistad,pero el amor que siento por ti mecegó y no pude remediar ponermeceloso y tener ganas de matar a esemilitar —se disculpó y Alison lecreyó—. Fue verte con él, ver cómote besaba y abrazaba, algo que memoría por hacer yo y no podía. Nole deseo a nadie ese sufrimiento.—Nunca te di esperanza Edgar.Siempre fui clara contigo en lo querespecta mis sentimientos hacía ti.—Se dio la vuelta y entró en su

edificio. Edgar fue detrás como unperrito faldero.Ya en casa, se sentó y recostó suespalda en el sofá, se sentíamareada, pero no se lo diría anadie, no la dejarían ir a bailar. Suamigo se sentó a su lado y agarró sumano, besó los nudillos y suspiró.Alisó lo miró y había algo que lehacía desconfiar de él, pues Edgar,era un hombre transparente que consolo mirarle sabías que pensaba,pero, en ese momento no era él, sumirada era oscura, sin esa luz quelo hacía brillar por completo. Suamigo había cambiado y tendría quedespacharlo pronto, no quería tener

más contratiempos con nadie o quealguien más, se metiera en su vida.—Edgar estoy cansada —hablósobándose las sienes con los dedos.Le estaba doliendo la cabeza y elmareo no se iba.—¿Me estás echando?—No es eso, es que estoy muycansada y me acostaré un rato. Noquiero que te quedes aquí solo.—Está bien, pero si necesitas algo,llámame. —Se levantó, le dio unbeso en la frente y se fue.<<Por fin sola>>, pensó.Se levantó del sofá temblorosa. Suspiernas parecían gelatina y el

mareo incesante, junto con el dolorde cabeza, la tenían mal, muy mal,pero ella era muy cabezota y nodejaría que nada le destrozara eldía más importante de su vida.Llegó como pudo a su habitación,se metió en el baño para ducharse yse desnudó. Cada roce de esacamiseta la hacía recordarlo, suolor seguía ahí, incluso después dehoras.Terminó de ducharse y se arregló elpelo de manera que pudieraponerse la diadema, se maquillópoco, muy suave y se vistió conunos vaqueros y una sudaderaancha. Después de cogerlo todo y

llenar su maleta, salió de su casa,con la mala suerte de que suhermano entraba en el edificio. Lamiró de arriba abajo cabreado yella en vez de disculparse, bajó lasescaleras y pasó por su lado comosi nada.—¿En serio irás? ¿Te da igualponerte peor? —Preguntó suhermano agarrándola del brazo confuerza. Alison, se soltó y bufódesesperada. Estaba harta de quetodos repitieran lo mismo ¿Acasono se daban cuenta de que ladecisión ya estaba tomada?—Marcos déjame en paz —escupióy su hermano negó sin entender.

—Estás loca y lo peor es que losabes, sabes que esto es un error,pero eres tan cabezota que no te dascuenta —explicó mirándolafijamente—. Eres igual que papá.—¿De qué papá estamos hablando?—Sonrió sarcásticamente—. Ves,esto es lo único que me mantieneviva. Ni siquiera sé realmentequién es mi padre ¿Qué harías simamá te dijera que tu novia enrealidad es tu hermana? La quierestanto que lo darías todo por ella,pero… ¿Soportarías esa noticiaMarcos? —Su hermano negóagachando la cabeza—. Pues esome pasó a mí. Yo amo a Nicolás lo

que no tienes idea, pero no puedomirarle a la cara y pensar que estoyviendo a mi hermano, que estoybesando a mi hermano —sollozóAlison, se secó las lágrimas y suhermano la abrazó. Él sabía que suhermana tenía razón, pero tambiénestaba seguro de que eso de serhermanos era una mentira de suspadres. Lo único que le quedabaera averiguar porque lo habíaninventado.Minutos después, Alison ya estabasentada en un taxi para llevarla alteatro. Su vida no podía pararse porcualquier cosa y debía pensar así,fría como un témpano de hielo, pues

de no ser así, correría a los brazosde Nicolás y sufrirá para siempreporque siempre lo verá igual, comosu hermano y aunque le doliera enel alma, tenía que olvidarle parasiempre.

Capítulo 9 En el teatro los nervios estaban aflor de piel, las bailarinas iban deun lado al otro dando vueltas sinparar y Alison, las observaba desdesu silla frente al espejo. Se estabaretocando y no se creía lo tranquilaque se encontraba. Ya estabacompletamente arreglada, llevandoel clásico tutú y corset de la 'Reinade los Cisnes'. Estaba preciosa. Suamiga Sophie se acercó a ellapreocupada, pues la había visto unpar de veces ponerse los dedos en

las cienes y parecía estar mareada.—¿Cómo te sientes? —Preguntó suamiga preocupada.—¡No empieces tú también! —Respondió muy borde—. Lo siento,no quería hablarte así. Es que estoyun poco nerviosa —afirmó—. Yasabes lo importante que es estopara mí y lo que me he preparadopara este día. —Su amiga asintió yla abrazó un momento.—Él está aquí —susurró en suoído.—¿Quién?—Nicolás vino a verte y estásentado muy cerca del escenario —

declaró inocente pues ella, no sabíanada.—Vale —respondió y se acercó altelón, asomó la cabeza y lo buscócon la mirada hasta que lo vio en lasegunda fila.Su pecho se comprimió y sintiócomo se apretaba sin dejarlarespirar. No podía pensar conclaridad, no podía verle después detodo lo que se dijeron y no sentirlas ganas de hacerle ver que todo loque dijo era mentira, que solo fuepara alejarle de ella ¿Qué haría contodo lo que sentía? Su amor por élcada vez era más fuerte y no estabasegura de llegar a olvidarle alguna

vez. No entendía como su madre,dejó escapar al hombre de su vidacasándose con un hombre al que noamaba y nunca amó. No concebíacomo su madre pudo vivir así feliz.Entonces pensó que tanta desdichafue tapada por un nuevo amor, omás bien por dos nuevos amores,sus hijos. Alison sintió unas ganaslocas de llamar a su madre,necesitándola. Necesitaba susbesos, sus abrazos tranquilizadores,sus “te quiero” antes de dormir, yen las mañanas. La necesitaba aella, a su madre.Seguía ensimismada en suspensamientos, mientras continuaba

con la mirada clavada en una únicapersona. Llegó hasta ella elprofesor Murphy, este le tocó elhombro y pegó un repullo asustada,se dio la vuelta y sonrió contristeza. Algo en ella sedesquebrajó sin darse cuenta. Losrecuerdos, las horribles palabrasque le dijo a Nicolás y ahora verleahí sentado, esperando por verladespués de todo. A lo mejor Nictenía razón y no tendría que haberido al teatro, pero ya era tarde paradarse la vuelta e irse.—¿Estás preparada? —Preguntó elprofesor poniendo cada mano ensus hombros—. Este es un día

importante para ti. Eres mi mejoralumna y creo que todo el mundodebe saberlo. No estés nerviosa, tesabes el Lago de los Cisnes aldedillo. —Alison sonrió por laspalabras de apoyo de su profesor.—Estoy bien, muchas gracias porsus palabras, llegan en buenmomento —dijo y el profesor yatenía que irse. La función iba acomenzar, Alison tenía que salir ya.Alison esperaba ansiosamentedetrás de bastidores cuando elprimer acto empieza, se miraba lospies y calentaba a cada rato. Sentíala adrenalina y la música entrar porsus venas. Estaba nerviosa,

doblemente nerviosa porpresentarse. Cuando ya es su turno,ella solo se deja llevar y marca unpatrón entre punta y talón al girar,su protagónico era el de lamaravillosa Odette, la Princesa delos Cisnes. El teatro estaba lleno, yeso en cierto modo, la ponía muchomás nerviosa. Poco a poco el telónfue subiendo y ella se preparó paratodas esas personas que habían idohasta allí para verla. El primer actoestaba a solo unos segundos decomenzar y Alison sintió como suspiernas flaqueaban, pero se irguió ysalió al escenario.La función comienza con un prólogo

en un bosque oscuro.La música comienza a sonar yAlison ya no existe en este mundo,ya no está con nosotros, sino en elmundo fantástico del ballet. En estaescena, acompañada por la oberturamuestra la transformación real porla que la princesa Odette esconvertida por primera vez en uncisne.Nicolás la miraba embelesado,haciéndole recordar aquelmaravilloso día en el que se diocuenta que estaba enamorado deella, pero no era el único que laobservaba. Bibiana, la madre deAlison, se había enterado de esa

función de casualidad comprobandoque su hija era la protagonista,entonces cogió el primer vuelohasta París y allí estaba, viendo asu hija después de dos largos años,en los que no supo nada de ella yverla así, haciendo lo que ambasmás amaban, la llenaba de orgullo.El primer acto iba a comenzar y eneste, salía un compañero de Alison,el chico no había ensayado mucho,pero se lo sabía perfectamente. Un magnífico parque ante unpalacio.El príncipe Sigfrido, el compañerode Alison, celebra su vigésimo

primer cumpleaños, con su tutor,amigos y campesinos en uno de losjardines de palacio. Lasdiversiones son interrumpidas porla reina madre de Sigfrido y susdamas de honor, que se preocupanpor el estilo de vida descuidado desu hijo. La reina recuerda a su hijoque la noche siguiente deberáescoger una esposa durante el bailereal de celebración oficial de sucumpleaños. A la fiesta estaráninvitadas jóvenes muchachas, entrelas más hermosas de la comarca yel príncipe, deberá elegir a una deellas como futura esposa. Estocausa una gran melancolía en

Sigfrido ya que no puede casarsepor amor. Su amigo Benno y sututor, tratan de levantar su estado deánimo con problemas. Al caer lanoche, Benno ve una bandada decisnes volando por encima ysugiere una partida de caza.Sigfrido y sus amigos toman susballestas y parten en busca de loscisnes.Todo precioso. Momentos queAlison estaba viviendo con muchoamor, pero todo acaba y en uno delos saltos que Alison da, se marea ycae desmayada en el escenario.Todo el mundo está preocupado.Todos los espectadores gritan

asombrados.El compañero de Alison, se acercaa ella con rapidez, pero esempujado por alguien. Nicolás alverla caer, corre y sube alescenario por delante, dándoleigual que los de seguridad lo echen.La coge en brazos y la saca de allía toda prisa. Alison iba mal, muymal, las convulsiones estabancomenzando. Nicolás no la habíavisto así, jamás en su vida hubieraimaginado el gran dolor que sesiente al ver a la mujer que amas, alborde de la muerte. Nicolás mirótodo su cuerpo comprobando queno estuviera herida, entonces se da

cuenta de que la pierna derecha deAlison está bastante mal. En lacaída sufrió daños, solo quedabaver que no estuviera rota, porque deser así, Alison sufriría.—Te pondrás bien, mí cisne.Resiste Alison —susurraba Nicolásen su oído.La madre de Alison corrió hastaellos, junto con Marcos. Nic seasombró al ver a Bibiana allí. Estalloraba desconsolada, ver caer a suhija de esa manera y ahora observarque su cuerpo se tensaba y entrabaen convulsiones, no era la mejorvisión.

—¡Alison, por Dios! —SollozóBibiana.Salieron del teatro y se montaron enel coche de Nicolás. Su madre sepuso detrás, Nicolás puso a Alisoncon ella, dejando su cabezareposaba en las piernas de sumadre. Esta la acariciaba, mientraslas lágrimas salían a borbotones.Hubo un momento en el que Alisonabrió los ojos despacio y susurro:—¿Mamá? —Se quejó de dolor yvolvió a cerrar los ojos.—Sí cariño, aquí estoy y no me iréde tu lado —respondió con un nudoen el estómago.

Marcos iba en el asiento delcopiloto y no podía dejar de mirarhacia atrás para comprobar elestado de su hermana. Estaba muypreocupado y más al ver lavelocidad en la que Nicolás puso elcoche para llegar lo antes posibleal hospital, ése del que Alison, notenía que haber salido ese día.Nicolás estaba desesperado porllegar de una vez, pero parecía queesa noche, todo París se habíapuesto de acuerdo para salir.—¡Joder! —Gritó pegando con lasmanos en el volante.—Tranquilo Nicolás —dijo

Marcos.—No puedo, no puedo verla así, nopuedo ver como su vida está enpeligro y yo no puedo hacer nadapara salvarla —respondió entrelágrimas.Bibiana lo miraba sorprendida,nunca pensó que Nicolás amara deesa manera a su hija y se sentía muyculpable por haberles mentido en loque concernía a su parentesco, peroya era tarde, ahora no podíadecirles que era mentira que solo lohizo por cuidar a su hija, para queno sufriera por la muerte de él y loque hizo fue hacerla sufrir aún másy alejarla de ella.

Minutos después estaban en elhospital, el enfermero salió a todaprisa con la camilla y Nicolás bajódel coche para coger a Alison. Noquería que nadie más la tocara, soloél podía hacerlo. Tenía miedo deque le hicieran daño, tenía miedoque un cisne tan hermoso, salieradañado y él no pudiera recomponerlos pedazos.—No pueden pasar, por favor,vayan a la sala de espera y lesavisaremos cuando sepamos algode la paciente —explicó elenfermero. Menos mal que no era elmismo que los atendió en lamañana…

Los tres asintieron y se fueron a lasala, en dónde las esperas erandemasiado largas, demasiadodolorosas. Bibiana se levantó unmomento y Nicolás la miró, queríasaber que haría pues iba con elmóvil en la mano. Nic, no queríaque llamara a su padre, no queríaverle y en realidad tampoco aBibiana, pero estaba allí y no podíaecharla, al fin y al cabo, era sumadre, aunque hayan jodido surelación con Alison, por culpa deesa mentira que inventaron.Bibiana, marcó el número de Petery éste, lo descolgó a los dos tonos.Hola Bibiana ¿Pudiste ver a

Alison?Bibiana estaba llorando y Peter sequedó bloqueado preguntándose, aque venían esas lágrimas ¿Quéhabría pasado? Pasó por su mente.Entonces se preocupó y comenzó apreguntarle a esta y no respondía.Dime de una vez ¿Qué pasó?Es Alison, se desmayó en el teatroy está mal, muy mal. Ha tenidoconvulsiones y parece que tieneuna pierna rota, la caída fue fatal.Ahora estamos en el hospital —explicó con la voz desgarrada dedolor.¿Y mi hijo? ¿Cómo está él?

Muy mal, nunca pensé que tu hijoadorara así a mi hija y creo que loque hicimos estuvo mal. Ahora medoy cuenta de que fue el peor errorde mi vida, sí después de que seentere mí hija, se aleja parasiempre de mí, me lo merezco y nola buscaré nunca más.Aún no digas nada, espera a queesté Alison mejor, por favor. Ya séque no lo hicimos bien, pero yotambién pensaba en el sufrimientode mi hijo y ahora creo que estásufriendo mucho más.Estuvieron hablando por unosminutos más, hasta que colgaron.Entonces Marcos se acercó a su

madre y la obligó a acompañarle albar del hospital para que se tomaraun café o una infusión. Además deque quería hablar con ella y aclararciertas cosas, una de ellas era elparentesco de su hermana con elhombre que amaba, porque Marcosestaba seguro que ahí había un gransecreto, algo que Bibiana no queríacontar y tenía que averiguar porqué.

Capítulo 10 Las horas pasaban tan lentamenteque Nicolás moría igual, lenta ydolorosamente. Seguían sentadosahí, en esa sala de espera, sinnoticias de Alison, sin saber que lepasaba o si estaba bien. Ladesesperación estaba llegando alímites insospechados y Marcosestaba a punto de entrar por esasmismas puertas por las quemetieron a su hermana para ir arescatarla. Siempre sintió que debíaprotegerla de todo aquel que

intentase dañarla, hasta que Nicolásllegó a su vida. Ahí cambió todo,Alison ya no necesitaba a suhermano, pues ya tenía a unpríncipe valiente que lucharía porella con uñas y dientes. Marcossabía que eso era así, que, aunquepasaran mil años sin verse, tresvidas más, eso nunca cambiaría.Bibiana en cambio estabapreocupada sí, pero tambiénbastante asustada, en su estómagose había instalado un gran nudo queno la dejaba respirar y todo por esemaldito secreto y esa mentira que lemetió a su hija en la cabeza,dándose cuenta ahora de que no le

sirvió de nada. Pues con la vueltadel francés, su hija volvió a susbrazos, aunque fueran hermanos deverdad, ellos se amaban y contra elcorazón, no se podía hacer nada.Tres horas habían pasado, tresmalditas horas y no salía nadie.Nicolás se levantó con la intenciónde buscar a cualquiera que pudierapreguntarle sobre su cisne, seacercó a esa puerta que ponía,“prohibido el paso” y antes deentrar, un médico vestido de verdesalió. Nicolás se puso delante de élsin dejarle pasar, le daba igual queese doctor no fuera el que asistió aAlison, a él mismo le preguntaría

por ella. El médico frunció el ceño,pero luego comprendió que ahípasaban demasiadas horas y queera normal esa desesperación porsaber sobre sus familiares, así que,sin más, dejó que le preguntara.—Doctor, dígame que Alison estábien, por favor —suplicó Nic.—En primer lugar, yo no soy elmédico que atendió a la Srta.Morgan, pero sí sé su estado —explicó —. Ella está fuera depeligro, es lo único que te puedodecir muchacho. Espera unosminutos que su médico salga, creoque ya venía a informar a losfamiliares.

—Muchas gracias —respondió y seacercó a Marcos, solo a él.Nicolás no quería acercarse aBibiana, le tenía demasiado rencortanto a ella, como a su propio padrey no creía que eso cambiara, por lomenos no ahora. Se sentó al lado desu cuñado y le dijo lo que el doctorle había dicho, ya después Marcosse levantó y se lo dijo a Bibiana.Esos minutos pasaron y el doctorsalió, llamó desde la puerta a losfamiliares de Alison Morgan y lostres, desesperados, se levantaron desus asientos para ir hasta él.Estaban demasiado preocupados yno era para menos. Cuando

estuvieron frente al doctor, Marcosfue el primero en hablar.—¿Cómo está mí hermana?—Bueno, la Srta. Morgan, estuvoinconsciente hasta hace menos deuna hora. Le hicimos varias pruebaspara saber el motivo de esasconvulsiones, pero todas laspruebas salieron bien y no sabemosnada sobre eso. Creemos que elmotivo puede ser nervioso y deestrés —expuso el médico y sequedaron aún más preocupados —.Ahora mismo estamos máspendiente de su pierna, tiene unafractura bastante peligrosa yprobablemente tengamos que

operar. La caída fue muy dura.—¿Podemos verla? —PreguntóNicolás.—En este momento la han sedado.Enterarse de lo de la pierna, laasustó bastante y se puso muynerviosa. —El doctor frunció elceño —. Creemos que no podrávolver a bailar.—¡Oh, Dios mío! —susurróBibiana.El doctor estuvo unos segundos máscon ellos y después de decirles queles avisarían para poder entrar, sefue por donde llegó. Bibiana nodejó de llorar en todo momento,

Marcos se preocupó bastante por suhermana, sabiendo que esa noticiala mataría, la destrozaría parasiempre y no volvería a ser lamisma y Nicolás… Él, estabasentado en una silla apartadamirando por la cristalera de esehospital, pensando que hacer paraque Alison no sufriera, pero noencontraba salida para lo que seavecinaba. Lo único que sabía, eraque no la iba a dejar sola nunca, niaunque ella lo echara de su vida, nola dejaría.En ese momento, el móvil deNicolás comenzó a sonar. Quisoignorarlo, pasar en ese momento de

todo lo que estaba ocurriendo,dejando solo su mente libre paraella, pero no podía, la persona quelo estaba llamando no paraba deinsistir, así que sacó el móvil delbolsillo del pantalón y miró quiénera. Su padre lo estaba llamando yNicolás se quedó con la miradaperdida en la pantalla, decidiendosi responder o no. Pasó unosminutos y volvió a sonar, ahíNicolás tuvo que contestar.Hola papá —saludó Nicolás.Hijo ¿Cómo estás?Bien ¿Qué quieres?Las palabras de Nicolás salieron

demasiado duras, pero no podíahablarle a su padre de diferentemanera, no después de todo lo queestaba pasando, porque por suculpa estaba ahí, porque si él yBibiana no le hubieran dicho aAlison que ellos eran hermanos,ella seguiría esperándole en aquelpuente, de donde no tuvo que habersalido.Nicolás, perdóname. Sé que estásenfadado conmigo y te comprendo,pero solo estoy preocupado por ti,por Alison.A ella, ni la nombres… Por vuestramaldita culpa, está ahora aquí, enun puto hospital ¿Sabes que puede

que no vuelva a bailar? ¿Cómocrees qué se tomará eso? Cómo lovas a saber, tú no eres su padre.Hijo yo… Lo siento.Peter estaba sufriendo y searrepentía por todo lo que habíapasado, pero las cosas salieron asíy ahora no se atrevía a decirle a suhijo que todo era una mentira, unafarsa para tapar el verdaderosecreto. Pero ya no podía más,necesitaba decir la verdad, declarartodo, que Marcos era su hijo, elverdadero hermano de Nicolás.Ya es tarde para eso papá. —Esasfueron las últimas palabras de

Nicolás, después le colgó a supadre.¿Por qué todos se empeñaban ensepararlo de la mujer que amaba?Él, nunca le dijo a su padre a quiénamar, aún sabiendo que no quería asu madre y que en su corazón soloestaba Bibiana, nunca le dijo nada,ni siquiera lo juzgó ¿Por qué a él sí,a ellos sí?Nicolás esperó que el médico losllamara para entrar, en soledad. Noquería cruzar ni una palabra con lamadre de Alison y aunque conMarcos se llevaba bien, había algoque no dejaba que confiara en él.Minutos después, un enfermero

salió y llamó a los familiares deAlison Morgan. Bibiana fue laprimera que quiso entrar, peroMarcos no la dejó sabiendo que siella era la primera persona que suhermana veía, sería peor pues surelación con su madre aún seguíaigual, así que decidió que él seríael primero en entrar. Nicolás no seopuso, pero sí sintió ganas deempujarlo y ser él, el primer rostroque su amada viese, aunque noestaba seguro de que Alisonquisiera verle. Tendría que correrel riesgo, porque de ahí no semovería.Esperó y esperó a que Marcos

saliera, alejado de Bibiana, ella lomiraba desde la lejanía con ganasde acercarse a él, con gana deaclarar algunas cosas porque,aunque Peter le dijo que no dijeranada aún, ella no podía más con esaculpa, no podía seguir mintiendo.Tenía que decirle a Nicolás de unavez, aunque de eso, dependieraganarse el odio de su hija.Bibiana se levantó acongojada,nerviosa y no era para menos puesese momento, era uno de los máscomplicados. Tener que confesaralgo que separó a su hija delhombre que siempre amó no eraplato de buen gusto, pero ya no

podía más. Caminó despacio, casiarrastrando los pies. El miedo seapoderó de ella, pero no podíaecharse para atrás, tenía que ser unapersona responsable y cargar conlas consecuencias de sus actos,aunque con ello perdiera a sus hijosy su vida entera. Cuando llegó hastadonde Nicolás estaba sentado, lomiró esperando a que él, se dieracuenta y poder entablarconversación. Nicolás estaba tanensimismado en sus pensamientosque ni cuenta se dio, hasta quesintió una presencia sentándose a sulado. Miró a su derecha y bufóexasperado. No quería hablar con

ella, así que dándole igual todo, selevantó, aunque Bibiana le cogió elbrazo, impidiendo que se marchara.—¿Qué quieres? —PreguntóNicolás de mala manera.—Solo quiero hablar contigo, porfavor —respondió en un hilo devoz.Bibiana estaba sufriendodemasiado, cosa que ella sabía quepasaría, pero quería enmendar elerror, quería que su hija fuera felizy confesando era la única manerade conseguirlo.—No tengo nada que hablar contigo¿No crees qué ya nos hiciste

bastante daño? —Las palabras deNicolás sonaban muy duras y encierto modo no quería sonar así,pero era tanto el rencor que le teníaa Bibiana y su propio padre, que nopodía tratarlos de otra manera. Leshabía perdido el respeto.—Lo siento Nicolás, de veras quelo siento, lo único que pretendo esremediar lo que hicimos, pero no…—No quiero escuchar más —respondió soltándose de su agarre—. ¿Remediar lo que hicisteis? Nome vengas con eso ahora. —Lamiraba fríamente y ella se diocuenta de su odio.

Bibiana iba a responder, pero, enese momento, llegó hasta ellosEdgar. Se acercó a Nicolás,nervioso, más de la cuenta y cuandoNic lo vio, se le nubló la mente yfue hasta él. No quería tener a esetío cerca de su cisne.—¡Solo faltabas tú para terminar dejoderme el día! —Gritó Nicolásdesquiciado, mientras que lo cogíadel cuello de la camisa y loestampaba contra la pared.Bibiana se levantó asustada puesver así a Nicolás, era preocupante.Él nunca fue así, siempre fuetranquilo, una persona serena yrespetuosa, pero algo en esos dos

años había pasado, haciéndolecambiar a él del todo. Bibianaintentó agarrarle para que nogolpeara a Edgar, pero no le fueposible, Nicolás, había estampadosu puño en la cara del amigo de suhija y estaba encima de él, dándolegolpes.—¡Eres un hijo de puta! —GritabaNicolás.—¡Nicolás para, por favor! ¡Lo vasa matar! —Bibiana gritabanerviosa, asustada, sin saber quéhacer. Todo estaba pasandodemasiado deprisa y si no esporque salió Marcos, gracias a queescuchó los gritos, lo habría

matado. Agarró a Nicolás confuerza y lo alejó de Edgar.Nicolás forcejeaba con él, confuerza, pero Marcos, era un hombrefuerte y pudo con él. No entendíapor qué se ponía así cuando veía aEdgar, debía preguntarle e intentarrazonar con él, pues de no ser así,Nicolás acabaría matando a esechico en cualquier momento y esesería el fin para él y su hermana.—Cálmate, joder —susurró Marcosllamando su atención—. ¿Cómocrees que se tomará mi hermana quecasi matas a su amigo? Debespensar antes las cosas, Nicolás.

—Lo siento… Es que es verle ycegarme. El estúpido quiere a tuhermana y no voy a dejar que me laquite —respondió con miedo.Eso es lo que le pasaba a Nicolás,tenía miedo, mucho miedo deperder lo único hermoso que lavida le había dado, a la única mujerque ha amado en toda su vida y aveces sentía que la estabaperdiendo, que ella no lo quería,que lo dejaría y eso…, eso era algoque él no podría soportar. El amorque Nicolás sentía por Alison, eramás fuerte que antes, mucho másfuerte.—Dejaré que entres a verla si te

calmas, de lo contrario, no la verás—amenazó Marcos y Nicolásasintió.Quería verla y por ella se calmaría,por ella haría todo. Unos minutosmás tarde Marcos, vio que Nicolásestaba lo suficientemente calmadocomo para ver a su hermana, asíque lo dejó entrar a verla. Nicolásestaba nervioso, aunque aún seguíacabreado y con ganas de partirle lacara a Edgar y es que seguía allí,con la intención de ver a Alison.Edgar estuvo todo el tiempomirando a Nic, provocándole,sabiendo que Nicolás no iba apoder parar hasta golpearle de

nuevo, pero en ese momentoNicolás, solo tenía en mente unacosa, ver a la mujer que ama yconseguir que ella vuelva con él.

Capítulo 11 Nicolás se paró en la puerta de lahabitación de Alison, sin saber quehacer ¿Pasar o no hacerlo? ¿Quéhacer? Quería entrar, deseabahacerlo, deseaba besarla, amarla,abrazarla y retenerla entre susbrazos para siempre, por el resto desus vidas. Pero las cosas no estabanpasando por su mejor momento y nosabía cómo estaría ella. No losoportó más y con sigilo, entró,cerró la puerta despacio y la miró.Alison estaba con los ojos

cerrados, su cabello negroadornaba la almohada y era lo máshermoso que podía contemplar susazules ojos. Caminó despacio hastaella y cuando llegó a la cama, sesentó en la silla que había justo a sulado y cogió su mano condelicadeza. No quería que sedespertara y mucho menosasustarla.—¿Sabes una cosa? —Preguntó envoz baja— Ahora mismo me sientomal, muy mal. Verte aquí acostada,ver como todo se fue a la mierda,me hace sufrir… Porque no temereces todo lo que estás pasando,no te mereces siquiera derramar

una lágrima y te pido perdón porser el causante de todas tuslágrimas —declaró con un nudo enel estómago—. No sé qué harécuando despiertes. Te necesitotanto, mí cisne. Te eché tanto demenos que…, eso fue lo único queme mantuvo vivo, tu recuerdo, elsaber que alguien me esperaba,pero… —No sabía cómo continuar,como decirle lo que le pasó. En esemomento, Alison comenzó a abrirlos ojos despacio, con pesadez.Cuando ya los tuvo abiertos deltodo, miró al frente, encontrándosecon los ojos que ella adoraba, conel rostro del hombre que ella amaba

y también al que no quería ver pormiedo a perderse de nuevo. Nopodía pensar en él con deseo,pasión, amor, eso no estaba bien,Nicolás era su hermano o eso,seguían creyendo ambos.—Hola —susurró Alison— ¿Quéhaces aquí?—Creo que sabes la respuesta a esapregunta —dijo Nic levantándosede la silla, se acercó a ella aún másy se sentó en la cama.Su mano aún reposaba en la de él yAlison sentía ese escalofrío quesentía cada vez que se rozaban.Nicolás, con delicadeza se la llevó

hasta sus labios y la besó. Amor,era lo que sentían, lo que sedemostraban. Aunque Alisonquisiera taparlo, no podía, no sabíahacerlo.—¿Qué me pasó? No recuerdonada.—Te desmayaste en el escenario yte caíste. Nos asustamosdemasiado… Pensé que te perdía—confesó pegando su frente a la deella.—Nicolás, por favor. No lo hagasmás difícil —suplicó ella conlágrimas en los ojos.Sentirlo tan cerca, no poder

besarlo, tocarlo y amarlo como loamaba no facilitaba las cosas.Nicolás la miró con esos ojosclaros, en donde Alison podíaperderse, pensando que era un marenorme, pero también podíaahogarse y era lo que no quería. Susvidas no podían volver amezclarse, ellos no podían amarsenunca más, siendo a partir de esemomento, hermanos, solo hermanos.—No te alejes. No hagas que telleve conmigo lejos, porque loharé. No permitiré que me dejes —sollozó y sin esperarlo, pegó suslabios a los de ella, llenando deamor ese corazón frágil y dolorido.

Alison sintió como su pecho secomprimía, no dejándola respirarcon normalidad. Sentir sus labiosunidos, llenándola de amor,demostrándole que sí, que se podíaamar, era lo que en ese momentonecesitaba. Pero una cosa eranecesitar y otra muy distinta poderhacerlo y ellos no podían, eraprohibido, su amor no era posible.Alison, con todo el dolor de sualma se separó de él y cruzando lasmás duras de las miradas, le dijo:—No vuelvas a besarme nuncamás, no vuelvas a tocarme. Esto seacabó Nicolás, lo nuestro se acabópara siempre —sentenció.

Nicolás la miró con los ojos muyabiertos, tanto que se le saldrían delas orbitas, dándose cuenta de quelo que había pensado, había pasadojusto por sus narices en menos deun minuto, arrastrándole a él en eseamargo trayecto. Alison lorechazaba, lo dejaba para siempre yen ese momento lo único que queríaera morir, desaparecer parasiempre pero no, no lo haría y nodejaría que ella consiguiera esepropósito. Alison le amaba tantocomo él a ella y es por eso queNicolás no la dejará tan fácilmente,primero muerto que sin ella.Alison lo miraba suplicante,

implorando que se fuera al fin, peroNicolás no se movía de allí, no laiba a dejar, aunque le rogara. Enese momento, el medico que asistióa Alison, entró en la habitaciónpara hablar con ella algoimportante, algo que cambiará suvida y con lo que ella no contaba.—Hola Alison ¿Cómo te sientes?—Preguntó el doctor, Nicolás seiba a marchar, pero el médico nodejó que lo hiciera—. Espera, no tevayas. Quiero hablar con Alison dealgo importante y prefiero quealguien cercano a ella esté aquí —explicó—. ¿Tú eres?—Mi hermano —respondió Alison

antes de que Nicolás lo hiciera yeso le dolió a él demasiado.El hecho de que ella lo presentaracomo su hermano, era algo que lepartió el alma en dos, pero nopodía reprocharle nada, no ahora,no en ese momento tan delicado.Tenía que esperar, esperar a queella estuviera fuera de ese malditohospital y llevarla lejos, volver aBadajoz, volver a ese puente quefue el testigo de tanto amor y endonde la convencería de que nopodían enterrar el amor que sentían.—Está bien. Alison tu piernaderecha...

—¿Qué le pasa a mi pierna? —Preguntó cortando al doctor,nerviosa.—Déjame terminar y te explico¿Vale? —Ella asintió— Cuando tecaíste, tu pierna sufrió una roturabastante grave.— ¿Cómo de grave?—Por favor, déjame acabar, así nopuedo decirte nada.—Lo siento. Estoy muy nerviosa yasustada —refirió con los ojosaguados—. No me duele yrealmente es como si la tuvieradormida.—Eso es por el sedante. Vamos a

ver, tenemos que operarte la piernaAlison. Tienes una lesión muygrave y…, no sabemos cómo vas aquedar —expuso el médico.Alison abrió los ojos y se destapóla pierna para verla. Al hacerlo,vio que tenía escayolado desde lamitad del muslo, hasta el tobillo.No se había dado cuenta, nisiquiera le dolía, pero era por lossedantes que tenía puesto. Lapreocupación y el miedo seinstalaron en su cuerpo, pensandoque no volvería a caminar o peor,que no volvería a bailar. Su mundo,ese con el que ella soñaba, seestaba yendo por el retrete y todo

por no hacer caso, por forzardemasiado. No volvería a ser lamisma porque si no podía bailar,que era lo más importante para ella,todo cambiaría en su vida.—¿No podré bailar más? —Preguntó con cautela, esperandoque la respuesta fuera la contraría.—No lo sabemos con certezaAlison, es por eso que necesitabaque alguien estuviera aquícontigo… Sé lo importante que espara ti el baile, pero la salud lo esmucho más y en este momentoestamos mirando eso, tu salud.—Está bien. Muchas gracias doctor

—dijo Nicolás pues Alison sequedó bloqueada y no estaba en esemomento con ellos. El médico seacercó a la puerta para salir de lahabitación, pero antes le dijo aNicolás que no la dejara sola, queen dos horas la recogería parallevarla a quirófano.Después de que el doctor semarchara, Nicolás se acercó a ellay se sentó a orillas de su cama.Alison seguía sin estar en esteplaneta. Su mundo estaba siendodevorado y su mente estababloqueada, no pensaba con claridady se sentía perdida. Él cogió susmanos haciendo que ella

reaccionara y sin previo aviso,Alison se aferró entre sus brazos ylloró en su pecho.Nicolás acarició su cabello y laapretó aún más a él si podía,metiéndola dentro de él, en suorganismo, en su alma negra.—Tranquila, todo pasará —susurróen su oído—. Estoy aquí contigo yno te dejaré jamás.—No puedo con esto Nic, no puedosoportarlo —respondió entresollozos mientras que Nicolásbesaba su frente.Le dolía verla así, pero él no podíahacer nada. Realmente lo que le

pasó fue su culpa, algo que elladebía haber controlado y sobretodo haber escuchado. Todos ledijeron que no fuera a la prueba,que descansara, pero para ella eramuy importante y con ello, loperdió todo.—Gracias por estar aquí Nicolás—agradeció y él besó sus labios.Alison se separó de él, con todo eldolor de su alma se separó, sealejó.—Por favor Alison, no te alejes demí. Te necesito, te amo —suplicócon un nudo en el estómago.—No puedo hacerlo, no debo

hacerlo.—Si podemos y queremos.—Vete Nicolás, por favor. Necesitoque te vayas —suplicó y a él no lequedó más remedio que irse ydejarla sola en ese momento, perono se alejaría de ella, aunque se lopidiera de rodillas.Cuando Nicolás salió de lahabitación, caminó hasta la sala deespera y Marcos al verlo así,llorando y respirando condificultad, como si le acabaran dearrancar el corazón del pecho, setemió lo peor y corrió hasta lahabitación de su hermana

preocupado. Nicolás volvió asentarse en la misma silla que horasantes. Necesitaba estar solo, pensaren lo que haría para hacer razonar aAlison, pero eso era algo quetampoco pasaría pues Bibianavolvió a sentarse a su lado, con laesperanza de que por fin la dejarahablar y poder decirle todo,sincerarse de una vez y pedirleayuda.Marcos entró en la habitación de suhermana y la vio con sus manostapando su cara. Los sollozosahogados resonaban en todo elcubículo y su hermano no pudohacer más que acercarse, agarrar

esas manos y hacer que ella secobijara entre sus brazos. Laabrazó, consolándola, besó sucabeza como cuando eran niños. Suhermano no soportaba verla así,frágil, sufriendo. Verla llorar lomataba y prefería mil veces ser él,la persona que sufriera, aunque él,también soportaba lo suyo. El amorno jugó bien con los hermanosMorgan y ambos sufrían eldesamor.Marcos nunca le habló a suhermana de su relación con laprima de Nicolás, Laura. Con ella,las cosas salieron mal, muy mal yeso era algo que a él le hizo sufrir

demasiado e incluso podría decirque aún sufría por ella, por esachica que robó su corazón, quedespués arrancó de su pecho paratirarlo a la basura. Su vida cambiótanto, que ahora estabacompletamente confundido, sussentimientos, sus gustos estabanvolviéndose en su contra y loestaban complicando todo. Marcosestaba hecho un lio, pensó que, si lecontaba a su hermana lo que lepasaba, ambos podrían ayudarse yla pena de no estar con las personasque aman, podría ser másllevadera.

Capítulo 12 Bibiana y Nicolás, se miraban ensilencio, él no quería estar frente aella. Todo lo que estaba pasandoera culpa de ella y su padre, todoese dolor que estaban sintiendo,solo tenían esos culpables. Se iba alevantar para irse, alejarse de esamujer era lo mejor que podía hacerantes de perder la cabeza porcompleto y cometer una locura,pero otra vez fue retenido por ella,por la madre de la mujer que amaba¿Qué haría? ¿La escucharía de unavez? Se sentó respondiéndose a

esas preguntas, la miró expectantepara que hablara de una vez y asípoder largarse de su lado comotanto deseaba en ese momento.Perderla de vista para siempre, eralo que más ansiaba.—¿Qué quieres Bibiana? —Preguntó de mala manera.—Quiero confesarte algo —respondió, Nicolás puso toda suatención—. Lo que os dijimos, esode que sois hermanos.— ¿Qué pasa con eso? De verdadBibiana, no estoy para tonterías. Tuhija no quiere ni verme, no quieresiquiera que la bese en la mejilla

¡En la puñetera mejilla! ¡Somoshermanos y eso hace que me mirede diferente manera, aunque semuera por estar conmigo! —hablódesesperado.Todo lo que estaba pasando, todo loque sufrió en el campo de batalla,todo eso estaba acabando con lapoca paciencia que le quedaba yBibiana pagaría los platos rotos deello.—No sois hermanos Nicolás —declaró haciendo que Nicolás lamirara con el ceño fruncido.—¿Qué dijiste?—Lo siento, solo quise quitarle el

dolor a mi hija, Nicolás. Se suponíaque estabas muerto —dijo y él selevantó, comenzó a dar vueltas deun lado al otro.—¡¿Y era más fácil decir tremendamentira?! ¡Con ello solo habéisprovocado más dolor, Bibiana! —Gritó hecho una furia.La gente que pasaba alrededor, lomiró asustado. Nicolás estaba fuerade sí, pero ¿Cómo no estarlodespués de eso? Les hicieron creerque eran hermanos y Alison viviócon esa pena durante dos años.Pensó que se había acostado con suhermano, que se había enamoradode alguien que no podía y eso la

tenía mal, pero eso, a sus padres,les dio igual. Nicolás la miró conmás odio aún, nunca pensó quellegaría a odiar a su padre, pero, enese momento, le odiaba más que anadie. En ese momento, solo teníaen mente una cosa, decirle a Alisonla verdad. Tenía que recuperar a lamujer que ocupaba su corazón y sualma.—Perdóname —repitió con la vozentrecortada—. Nunca pensé que túvolverías, solo miraba por sufelicidad, pero me di cuenta que sufelicidad, eres tú y en eso, no puedohacer nada. Ella te ama y tú aella…

—Ahora mismo voy a contarle todo—pronunció Nicolás sin dejarlaterminar.—¡No! —Gritó Bibiana.—¿No?—Deja que yo lo haga, por favor.No quiero que mi hija me odie depor vida, con tu odio es suficientepara mí. Deja que yo le confiese laverdad.—¿Por qué debería esperar?—Nicolás… Soy su madre y ellame necesita ahora, si le dices, meechará de su vida y no podré estarcon ella, por favor. Solo esperahasta que esté recuperada, solo un

poco más, te lo suplico. —Laslágrimas de Bibiana y suahogamiento por el miedo deperder a su hija, hizo que Nicolásdijera que sí. No sabía si se estabaequivocando y solo esperaba quedurara unos días, porque no iba aaguantar mucho tiempo así.Después de eso, Nicolás se fue.Necesitaba aclarar sus ideas, estarsolo y pensar. Sí, pensar era loúnico que en ese momento podríahacer con total libertad, era loúnico que lo mantenía vivo. Losrecuerdos de su amor, los recuerdosde aquella noche que la amó porprimera vez, era algo que inundaba

su mente siempre, era lo que hacíaque se diera cuenta de que Alison yél estaban hechos el uno para elotro y nadie, nadie los iba aseparar. No, mientras él estuvieravivo.Llegó a su casa, esa casa quecompartía de niño con una familiafeliz, una familia completamentedestrozada por la muerte de sumadre y el engaño de su padre. Esafamilia feliz existió un cortotiempo, pero cuando volvieron aPortugal todo se desmoronó y lamuerte de su madre en esosmomentos, dolía aún más pues lanecesitaba tanto, la extrañaba tanto

que, a veces, prefería haber muertoen el ejército.

Flash Back.Descansaba en su habitación esanoche de verano después de habervuelto de la fiesta que sucompañero Eric, hizo por sucumpleaños. La noche no habíasalido mal del todo e inclusoconsiguió una cita con Melanie,esa pelirroja de grandes pechos ylabios carnosos. A Nicolás esachica le encantaba, pero tambiénsabía que ella, era un poco suelta

con los chicos y que lo único queconseguiría de ella era buen sexoy nada más. A punto estaba dequedarse dormido, cuando supadre irrumpió en su habitacióncomo un vendaval.—Nicolás, Nicolás —dijo su padreal entrar en la habitación.La desesperación con la que supadre entró, le hizo asustarse ypensar en su madre. Ella estabaenferma y llevaba días bastantemal. Esa noche fue la única detodas que Nicolás, no habíaentrado a la habitación de suspadres para saber si su madreestaba bien y fue la peor noche de

todas.—¿Qué pasa papá?—Tu madre Nic… Está muerta.Solo hizo falta esa palabra, esamaldita palabra para que Nicolásmuriera con ella, con la únicamujer que lo quiso de verdad.Salió corriendo de su habitaciónal encuentro de su madre. Alentrar en la habitación y verlademacrada, sin respiración, sinvida, caminó hasta ella y searrodilló frente a su cuerpodesplomado en la cama. Nicolásno podía creer que eso hubierapasado, así, tan rápido. Tuvo muy

poco tiempo y se culpó por nohaber pasado el suficiente tiempocon ella y ahora no estaba, sumadre había muerto y lo habíadejado para siempre.—¡Mamá, por favor! ¡No te vayasahora, te necesito! —sollozóNicolás. Su padre se acercó a él yabrazándole por la espalda, ledijo:—Nicolás, hijo… Ya no se puedehacer nada.Ese día fue el peor de toda su vida,después de una semana en las queno salió de casa, en su mente entróuna locura, algo que marcaría su

vida entera, pero algo quenecesitaba. Su vida cambió sin sumadre y necesitaba salir de allí,necesitaba irse y olvidar.Quedándose en su casa, no lolograría.Una semana después y sin que supadre estuviera al tanto, Nicolásdecidió meterse en el ejército.Cuando se lo dijo a su padre, éstese asustó mucho, pero Nicolás yaera mayor de edad y no podíaimpedírselo, así que días después,se fue. Su hijo, el que tenía cerca,ése que había crecido con él, seiba y lo dejaba solo pero no podíaretenerle. Así fue como Nicolás

decidió meterse en ese mundo, enun mundo en el que no duermes nide noche, ni de día por miedo auna emboscada. Pero todo esocambió cuando Nicolás, conoció asu cisne, esa chica morena y deojos marrones que volvió sumundo del revés. La amaba, claroque la amaba, pero la vida nosiempre juega limpio y con ellos,no lo hizo.

Flash BackLos recuerdos no le dejabanconciliar el sueño. Pensar en

Alison, tampoco le ayudabademasiado y saber que todo habíasido una mentira, que no eranhermanos, pero tener que seguirocultándolo por Bibiana, eso erapeor que creer que lo eran. Teníamiedo de perder a la mujer querobó su corazón, a la única chicaque logró hacerle sonreír despuésde la muerte de su madre. Nopodría vivir sin ella y lo único quele quedaba, era volver al ejército,de donde no tenía que haber salido.Cuando estaba en el campo debatalla, lo único que lo manteníacon vida era su recuerdo, elrecuerdo de una mujer hermosa, una

mujer que lo amaba y lo esperabacon los brazos abiertos, pero nopudo volver y cuando lo hizo, todospensaban que estaba muerto y enrealidad sí, allí estaba muerto.Por un momento perdió la nocióndel tiempo y se quedó dormido,pero las pesadillas, esas malditaspesadillas que tenía desde que salióde Afganistán, lo atormentaban. Lopasó mal y casi muere allí.Torturas, muertes y sangre, muchasangre. Había sido lo peor quevivió y tenía miedo de volver,miedo a morir como estuvo a punto.

Flash BackDespués de horas buscandoguerrilleros, no encontraron naday tampoco querían ir más lejos,pues podrían sufrir unaemboscada. Nicolás y suscompañeros, Logan y Mark,volvieron a la base que teníaninstalada en el desierto afgano. Alllegar, su capitán los obligó avolver, no podían regresar sinsaber dónde encontrar a algúnguerrillero ¿Y si iban a la base?No podían correr el riesgo.—Sr. Si salimos ahí, cabe la

posibilidad de que no volvamos—refirió Mark.—Para eso están aquí. Esto no esla guardería, así que mueva suculo, coja a sus hombres y vayan ala caza de guerrilleros¿Entendido?—Pero.—¡¿Entendido?!—Sí, Sr.Tuvieron que volver y no pudieronnegarse, para eso estaban allí,sabían a lo que iban. Los tresvolvieron a montarse en el Jeep yMark, condujo despacio hastadonde habían estado horas antes.

Nicolás iba nervioso sabiendo quelo que estaban haciendo era unaauténtica locura que les iba acostar la vida.—¡Joder! ¿Qué mierdas le pasapara mandarnos otra vez aquí?—Preguntó cabreado Logan.—No sé, pero a mí tanto silenciome asusta —refirió Nicolás.—¿Tienes miedo francés? —Seburló Mark.—No es eso, pero no quiero moriry aquí no sé por qué, estamos enun blanco fácil —respondió—. Adiferencia de ti a mí sí me esperanen mi casa y le prometí a mi novia

que volvería sano y salvo paracasarme con ella. —Al decir eso,recordó el día que le pidiómatrimonio antes de volver alejército.Nicolás estaba preocupado,expectante a cada sonido, a cadamovimiento de hoja, a cada aireque daba. Parecería una locura,pero ahí tenías que tener seis ojosen vez de dos y cualquiermovimiento que hicieras, podríassalir volando. Allí era morir omatar, sobrevivir, pero acabar conotras vidas para conseguirlo.De pronto, un ruido, un pequeñoruido puso a los tres soldados

alerta. Cinco guerrilleros sepusieron delante de ellos ydispararon sin ton, ni son,hiriendo a Logan. Nicolás saltópor detrás del Jeep y Mark seagachó como pudo, pero pocopudo hacer cuando dos de losguerrilleros caminaron hasta ellosy cogieron a Mark del brazo,sacándolo del Jeep de malamanera. Nicolás seguía escondido,pero no podía dejar que sellevaran a Mark así que, sin más,salió. Disparó por sorpresa,matando a esos dos guerrillerosque cogieron a su compañero.Miró hasta donde yacía el cuerpo

sin vida de Logan y agachó lacabeza, sufría por ello y esepequeño tiempo que se tomó parapensar en su amigo Logan, fue elque los tres guerrilleros locogieron sin previo aviso. Lospusieron a los dos de rodillas y lequitaron las armas. Primerodispararon en la pierna de Mark yeste cayó al suelo, desangrándose.Si no miraban esa herida, moriríaallí mismo. Cuando vio queestaban a punto de dispararle a él,rezó por su vida y pidió perdón aAlison, por no cumplir su promesapues iba a morir. Sonó un disparo.

Flash BackSe levantó de la cama y se metió enel baño, necesitaba una ducha, algoque le refrescara la mente y dejarde recordar eso. Los miedos, lo quele pasó después de aquello. No lomataron, pero sí lo torturaron, lehirieron demasiado y Alison aún nohabía visto esas marcas que teníaen su espalda por las balas eincluso cuchillos. Estuvo a punto demorir, pero algo divino no le dejócaer y la noche que casi pierde lapoca esperanza que ya le quedaba,el ejército lo encontró y mataron a

los guerrilleros que lo teníancautivo.Se arrastró por la pared de la duchahasta quedar sentado. El aguahelada caía calándole los huesos,pero nada le importaba, solo ella,solo Alison y esos malditosrecuerdos. No podría borrarlos sinella, sin ese perfecto cisne quehacía que perdiera la poca corduraque le quedaba.

Capítulo 13 Cuando Alison despertó de laoperación, esperó ver sus ojos, surostro, pero Nicolás no estaba, sefue como ella le había pedido,suplicado más bien. Se sentía comouna autentica estúpida porque lenecesitaba, le amaba, pero lascosas no podían ser así, ella nopodía amar a su hermano, a unapersona que llevaba su sangre, quecompartían el mismo padre, eso esalgo imposible y sobre todo muymal visto. Aunque estuviera

sufriendo por no ver a Nicolás, nopodía reprocharle el hecho de queno estuviera pues ella fue laculpable de su marcha o esopensaba ella.Su hermano Marcos, entró en lahabitación para ver si ya habíadespertado. Los médicos le dijeronque la operación había salido bien,pero que no podían decir nada hastadespués de unos días.—¿Cómo te sientes? —Preguntó suhermano besando su mejilla.—¿Dónde está Nicolás? —Ignoróla pregunta de su hermano.Este se sentó a su lado y suspiró.

Sabía que ella lo había echado,sabía que lo amaba pero que leatormentaba eso de los hermanos,eso de amar a un hermano. AunqueNicolás se fue, le dejó dicho aBibiana que le informara sobreAlison, pero Bibiana no le habíallamado y eso a Nicolás lo teníapreocupado.—Se fue, Alison. Tú le echaste.—Lo sé, pero pensé que no meharía caso, nunca lo hace —refirióAlison—. Bueno, ya da igual, esmejor así —afirmó reprimiendo laslágrimas.Se sintió estúpida por un momento.

Lloraba por alguien que ella mismahabía alejado. Amaba a Nicoláscon su propia vida, pero no podía yse sentía la peor mujer del mundopor estar enamorada de su hermano.Marcos se acercó a ella y secó esaslágrimas que no quisieron quedarsedentro ¿Por qué el sufrimiento no seiba? ¿Por qué todo se complica? Leencantaría echar el tiempo atrás yvolver a aquel sitio, ese lugarmágico en donde se sentía en paz,feliz. Aunque le gustaría estar enese lugar con él, con su francés.Vivir aquellos momentos de nuevo,lo mejores de toda su vida y no…,esto. El sentimiento hiriente, el

corazón dañado y el alma herida.No sangraba, no, pero no hacía faltaporque el dolor era exacto, igual aque si te sacaran el corazón por elpecho, igual que si clavaran uncuchillo en lo más hondo de sualma.—Siento mucho que todo hayapasado así, Alison —dijo su madre.Esta había entrado sin que sus hijosse dieran cuenta. Alison alescucharla, levantó la mirada, esamisma mirada, la misma de hacedos años, esa llena de dolor por elengaño. La misma mentira volvía ahacer daño a su hija y ella, ella nohacía nada, ella prefería verla así

antes que sufriendo por amor ¿Porqué? Porque ella pensaba queNicolás la dejaría, igual que Peterhizo con ella y prefería mil vecesque su hija pensara que estabaenamorada de su hermano a verlasufrir toda su vida por un amor queno volverá.—Mamá —susurró Alison. La vozno le salía, las palabras sequedaron atrapadas en su pecho ylo único que pudo hacer, es llorar.Su madre se acercó a ella y quisoabrazarla, pero Alison no se lopondría tan fácil. Bibiana pensóque su hija al estar así, débil,vulnerable, frágil ¿Dejaría que se

acercara? No, claro que no. Alisonno quería ver a su madre, no queríaestar cerca de la persona que dañósu vida, que estropeó todo sumundo, su amor ¿Por qué lo hizo?Alison se preguntaba eso, siemprelo hizo, pero jamás encontrórespuesta para aquello y tampoco lepreguntaría a su madre, no, si le ibaa responder con mentiras.Alison la miraba con odio, un odioque fue creciendo estos dos años,un odio que Bibiana no pensó queencontraría en los ojos de su hija,pero ahí estaban y la única manerade borrarlo, era decir la verdad,pero ¿Estaba preparada para

confesárselo a su hija? No, no loestaba.—¿Qué haces aquí? —PreguntóAlison con despotismo.—Alison, hija. Vine por ti… Estabamuy preocupada —respondióBibiana en un hilo de voz.La manera en que Alison le habló,le hizo daño. Quiso acercarse unpoco más, pero no podía, no ahora,no así.—¡Prefiero que no estés aquí!¡Quiero que te vayas! —EscupióAlison.—Alison. No le hables a mamá así—le regañó Marcos.

—¿Y cómo quieres que le hable?¡Por su culpa estoy así, por su culpano puedo estar con Nicolás…! ¡Nopuede pretender ahora venir y queyo la reciba con los brazosabiertos, como si no hubiera pasadonada, como si no me hubierahundido la vida! Lo siento Marcos,pero no puedo ni mirarla, así queprefiero que se vaya —sentenció yla miró— ¡Quiero que te vayas!Bibiana llorabadesconsoladamente, pero sabía quesu hija tenía razón y se merecíatodo lo que le había dicho, semerecía ese odio. Antes de irse, seacercó a ella, le dio un abrazo

importándole muy poco que su hijase negara y después de unossegundos, los más dolorosos detoda su vida, se separó de ella y sefue dejando en aquella habitación asu hija, a la niña de sus ojos, a sucorazón. Al salir de la habitación,Bibiana corrió hasta la salida, estaren el hospital en ese momento laasfixiaba. Cuando ya estuvo al airelibre y lejos de todo mundo quepudiera verla, se permitió llorar.Las lágrimas no paraban y no podíamás ¿Qué haría para recuperar a suhija? Aunque lo pensó bien, se diocuenta que, a su hija, ya la habíaperdido. Hacía dos años que la

perdió y no se dio cuenta hastaahora, hasta que las palabras de suhija, demostraban todo el odio quesentía por ella. Bibiana cogió untaxi y le dio la dirección del hoteldonde se estaba hospedando. Sequedaría unos días más. No queríairse si poder decirle a su hija laverdad y realmente se lo podríahaber dicho antes, pero no seatrevió, así que prefirió esperarunos días a que su hija estuvieramás tranquila.

***

Cinco días después

Los días más largos de su vida.Nicolás se moría de ganas porverla y aunque Marcos le tenía altanto de todo, no podía dejar depensar en ella y más de una vez, fuehasta el hospital y cuando Marcosle avisaba de que Alison dormía,entraba para contemplarla. Noquería agobiarla, no quería queAlison volviera a echarlo de suvida, ver esa mirada de dolor aldecirle que no podían estar juntos.Él, ya sabía que no eran hermanos yse sentía cabreado con Bibiana,pues ella le prometió que le diría aAlison, pero no, aún no le decíanada.

En ese momento se encontraba en lasala de espera del hospital,esperaba la llamada de Marcos,pero ese día tardaba más de lacuenta y se preocupó.Por otro lado, Alison esos dos díassufrió mucho. Su pierna le dolíahorrores y temía no volver acaminar con normalidad. Losmédicos le hicieron varias pruebasy aún no le decían nada. Se sentíafrustrada y no dejaba de pensar enNicolás, porque con él, todo eramás fácil, con él, todo era másllevadero. Nicolás hacía que seolvidara del mundo entero, soloestando ellos dos en él. Ella sabía

que Nicolás la visitaba cuandodormía, aunque en realidad nodormía y un día supo que estaba ahíporque Nicolás le habló despacio,en susurros, con amor.

Flash BackMarcos aún estaba con ella,estaba loca por dormir algo, perono le gustaba quedarse dormidamientras su hermano estaba conella, pues no quería dejarlo solo.Marcos estuvo con Alison día ynoche, ella estaba muy agradecidaya que, de no ser por él, esos días

se le habrían hecho eternos. SinNicolás, el amor de su vida. SinSophie, su mejor amiga. Ella nopudo ir a verla aún, porque estabamuy ocupada cumpliendo susueño. La habían cogido debailarina y salía de viaje en unasemana. Sophie estaba cumpliendoel sueño de ambas y Alison el díaque se enteró, por teléfono, llorócomo nunca, pues sabía que esesueño, se había convertido en unapesadilla, de la cual aún nodespertaba.—Alison ¿Estás cansada?—Preguntó Marcos.—Bastante.

—¿Y por qué no me lo has dicho?—No quería dejarte solo—respondió con media sonrisa.—Venga tonta, descansa y así voya la cafetería a comer algo ¿Vale?—Alison asintió cerrando los ojos.De verdad estaba demasiadocansada. Los médicos le habíanpuesto algo para el dolor de lapierna y eso le provocaba unsueño muy pesado. A veces sequedaba dormida y escuchaba lavoz de su hermano, era como si susubconsciente siguiera despierto.Cuando se quedó dormida, Marcossalió de la habitación y lo primero

que hizo fue buscar a Nicolás. Estele esperaba en la misma silla dedías anteriores, en la mismaposición. Estaba bastantenervioso, pues llevaba sin verla undía y se moría de ganas de besarlahasta el cansancio, hasta que suslabios pidieran clemencia y supecho pidiera aliento. Marcos lehizo una señal, esa que él tantoesperaba para poder entrar averla. Nicolás asintió y se levantóde la silla. Caminó hasta lahabitación de Alison y suspirócuatro veces antes de entrar. Abrióla puerta despacio y metió lacabeza para comprobar que sí, que

estaba dormida. Cuando locomprobó, entró despacio ycamino hasta su cama. Volvió asuspirar, aunque esta vez porverla.La miraba embelesado, pues era lamujer más hermosa que habíavisto en toda su vida. Verla así, tanfrágil, tan delicada y a la vez tanguerrera. Su cabello negroreposaba en la almohada y semoría de ganas por verla en lasuya, despertar con ella cada día,sentirla cerca, abrazado a ella,piel con piel y alma con alma. Semoría de ganas por besarla, perono se atrevía ¿Y si la despertaba?

Bueno, eso puede significarmuchas cosas porque si con unbeso la despierta, es porque ella essu princesa y esperaba al príncipeque la salvara de su amargura.—Hola mí cisne… Siento muchono haber venido antes, pero no meatrevía. No quería que me echarasde nuevo de tu vida, no losoportaría. —Suspiró cogiendo sumano con cuidado de nodespertarla—. ¿Sabes las ganasque tengo de besarte? Pero ya séque no puedo, que no me dejarás,pero…, no lo soporto más. Tenecesito mí cisne. Te amo y aunqueme eches de tu vida mil veces,

siempre estaré aquí. Mi corazón estuyo desde aquella noche que te vien la fiesta, desde el día que te vibailar.Mientras le hablaba, unasestúpidas lágrimas salieron de susojos y ahí no pudo aguantarlo másy poco a poco, fue acercando sucara, hasta que sus labios serozaron. Un simple roce lo llevó alcielo y era ahí donde queríapermanecer, en su cielo.— ¿Te acuerdas de nuestro primerbeso? Nunca te dije esto, pero yodeseaba besarte desde el primerdía, pero quería hacer las cosasbien, quería ir despacio contigo.

Tú no mereces una aventura, temereces el universo entero, temereces más de lo que yo teofrezco y a veces pienso que nosoy digno de ti… Y me siento elhombre más feliz del mundo portener tu amor, aunque en estemomento pienses que es imposibleque lo sintamos.Nicolás la vio removerse en lacama y solo le quedaba unossegundos más a su lado, antes deque despertara, así que, sin más,besó de nuevo sus labios y saliócorriendo antes de que abriera losojos y lo viera allí.Alison abrió los ojos y lo primero

que hizo fue poner los dedos ensus labios. Lo había oído todo, lohabía sentido todo y en esemomento todo cobró sentido. Suamor por Nicolás era más grande,tanto, que a veces pensaba que sele saldría el corazón del pecho.—Yo también me acuerdo, mífrancés y también te amo.

Capítulo 14Dos semanas después.Los días seguían pasando y conellos la soledad se hacía másgrande. Nicolás llevaba tres díassin ir a verla y estaba preocupada,sin saber cuál fue el motivo que lollevo a no volver. Pensó que sehabía dado cuenta de que ella sabíade sus visitas, pero luego vio queno.Los médicos esos días estuvieronmuy pendientes de ella y la verdadhacía una semana que la pierna nole dolía tanto. No quería hacerse

ilusiones, pues el doctor le dictóalgunas pautas para conseguir unabuena movilidad y con el tiempo,una recuperación. Quería volver abailar, pero de momento tenía queesperar un tiempo muy largo. Teníamiedo, mucho miedo de darsecuenta de que no podría, de que larealidad le diera de lleno. Según eldoctor, los huesos y músculosparecían estar mejor, aunque aún lequedaba una semana más con laescayola y después larehabilitación.Estaba en la habitación esperando asu hermano que iba a recogerla. Enpocas horas le darían el alta y

estaba como loca por salir delhospital.De su madre no supo nada y no porfalta de informante porque suhermano, todos los días intentabahablar de ella, pero Alison noquería saber nada. Se levantó de lacama con cuidado, pues con laescayola le era complicado. Cogióla muleta y despacio, fue cojeandohasta su bolso. Sacó un vestido quele pidió a su hermano ya que así, sepodría vestir mejor y después sedirigió al baño. No se llevaba biencon la muleta y casi se cae, pero enese momento, alguien entró en lahabitación y la cogió de la cintura

para impedir su caída. Alison sepuso nerviosa pues, aunque aún nohabía visto a la persona que la teníaagarrada, sabía quién era, sucolonia se metió en sus fosasnasales, inundando su alma alcompleto. Levantó la mirada y esosojos que tanto amaba, se cruzaroncon los suyos. Alison suspiró yNicolás sin darle tiempo areaccionar, pegó sus labios a los deella.Le daba igual que después del besole golpeara o simplemente leinsultara. Le daba igual quedespués de abrazarla, con laintención de meterla en su interior,

tan adentro que no pudiera salir, loechara de nuevo de su vida. Alisonsentía como su pecho se llenaba aligual que sus ojos se inundaban delágrimas porque sí, deseaba esebeso, deseaba tenerlo así,apretándola con su pecho,reteniendo cada latido de sucorazón, uniendo ambos en uno solo¿Qué tan fácil es amar? No, no esfácil y menos si se ama con laintensidad que ellos lo hacen ¿Quéharíais si un día os dicen que lapersona de la cual estás enamorada,es tu hermano? Alison no queríapensar en ello, no por ahora, perono podía evitarlo y aunque Nicolás

intentaba que ella no lo pensara, nolo conseguía del todo. Un beso noborraba esa mentira, un beso noborraba el sufrimiento que causabael no poder tenerle cerca como ellaansiaba.Al separarse, Nicolás la miró y seenamoró un poquito más de ella, sipodía.—Eres preciosa —susurróhaciendo que ella se sonrojara.—Gra… gracias —respondiónerviosa.Era absurdo como conseguíaNicolás, derretirla de esa maneradespués de tanto tiempo, de tantos

besos. Alison lo miraba con losojos brillantes y en ese momentoMarcos, entraba en la habitación.Este al verlos, sonrió a la mismavez que fruncía al ceño extrañado.Se suponía que Alison no queríaver a Nicolás y ahora los pillabaasí.—¿Interrumpo? —Preguntó yAlison se puso roja.—No, claro que no interrumpes —respondió Nicolás sin apartar sumirada de Alison—. Solo vine paraver cómo estaba, parece que ya ledieron el alta ¿No es así? —Preguntó y ella asintió.

Ninguno apartaba la mirada,dándole igual la presencia deMarcos, dándole igual lo quepasase a su alrededor. Era tanta lamagia que había entre ambos quetodo lo demás, pasaba a segundoplano. Únicamente existían ellosdos. Marcos carraspeó variasveces, pero ninguno se movía de laposición en la que estaban. Nicolásrodeaba la cintura de Alison consus brazos y sus miradas estabanconectadas. Su hermano caminóhasta ellos y tocó el hombro deNicolás, éste al sentirlo, lo miró ysonrió. En ese momento, se sentíael hombre más feliz del mundo.

Tener a Alison así para él, era todasu vida.—Lo siento —dijo mirando denuevo a Alison—. No me di cuentade que aún te sostenía.—No… no pasa nada —respondiócon voz temblorosa—. Voy avestirme. —Nicolás y Marcosasintieron y ella entró en el bañopara poder arreglarse.Cuando cerró la puerta del baño,pegó su espalda en la puerta ysuspiró, expulsando todo el aireque no sabía que retenía. Estabanerviosa, demasiado y hacía tiempoque Nicolás no le hacía sentir así.

Recordó cuando lo vio por primeravez, recordó el momento en elpuente el día que la vio bailar, todoy cada uno de los momentosvividos, entraron en su mentellenando su corazón. Recreandocada frase, cada beso, cada caricia,así se vistió. Cuando terminó dearreglarse, cogió su cabello en unacola alta y después de contar hastaveinte y suspirar otras tantas, saliódel baño. Nicolás estaba sentado enla silla, miraba por la ventana yella salió sigilosa. No queríamolestarle. Se le veía guapísimoasí, pensativo. Ese momento eraperfecto, Alison pudo mirarle sin

vergüenza, pudo observar cadafacción de su precioso perfil y sedio cuenta de la incipiente barbaque comenzaba a aparecer en surostro. Suspiró enamorada yNicolás se dio cuenta de quealguien le miraba. Viró la cabeza ysonrió, consiguiendo así que Alisonse derritiera al ver esa preciosasonrisa.Él, comenzó a caminar en sudirección. Ella le esperaba con elcorazón latiendo a mil por hora. Eltiempo se paró en ese momento yninguno quería que pasara,preferían congelarlo ahí, estandojuntos, aunque no pudieran estarlo,

así lo sentían y así estarían.Nic, llegó hasta ella y con su manoderecha acarició su mejillaprovocando un gemido lastimeropor su parte, cerrando los ojos,disfrutando de su tacto. Abrió losojos y Nicolás la atrajo a su cuerpoy la abrazó, escondiendo su cabezaen el hueco de su cuello, aspirandosu olor.—No dejes que me vaya, por favor—suplicó Nicolás tembloroso.Alison no entendió eso ¿Por qué lepidió tal cosa? ¿Acaso Nicolásdebía irse de nuevo?—No dejaré que te vayas nunca

más —susurró en su oído y él laapretó aún más. Sus cuerpos seunieron en uno solo, al igual quesus corazones.

***

Estaban en el aparcamiento delhospital y Nicolás esperaba queAlison eligiera irse con él, en vezde con su hermano, pero no estabaseguro de ello. Marcos llegó con elcoche y lo puso justo delante de suhermana. Alison miró a Nicolás yaunque deseaba con toda su almairse con él, no podía, no debía y

eso tenían que entenderlo de unavez. Alison miró a Nicolás y seacercó a él temerosa.—No puedo irme contigo, Nic. Yasabes que tú y yo no podemos estarjuntos y aunque nos duela es unhecho que debemos aceptar de unavez —habló con la vozentrecortada. Nicolás comenzó anegar él, sabía la verdad y se lodiría a Alison, importándole muypoco el sufrimiento de Bibiana.—Alison… No me puedes decireso por favor. Yo no puedo vivirsin ti y tú tampoco sin mí —respondió—. Tú y yo estamosdestinados a estar juntos y

sinceramente me da igual queseamos hermanos porque para mí,no lo somos y nunca lo seremos.—Sí lo somos Nicolás, a lo mejorpara ti es algo que puedas soportar,pero yo no puedo mirarte a losojos, no puedo besarte y no pensarque estoy con mi hermano. Losiento, pero no puedo, Nic —dijo yantes de que él le respondiera, semetió en el coche de su hermano yeste arrancó.Nicolás se quedó bloqueado, en lamisma posición de segundos antes,cuando ella entró en el coche de suhermano. La última imagen de ellafue alejándose, mirándole desde el

retrovisor del coche. Tenía elcorazón en un puño y estaba hartode luchar, estaba harto de seguirla yque ella no entendiera que dabaigual el parentesco, que ellos sehabían enamorado sin saber esamentira. Sin saber que más hacer,se fue hasta su casa. Queríaconfesarle a Alison que tenía quevolver al ejército y que ahora sí nosabía cuándo volvería.

Flash BackTres días antes.Nicolás estaba en su casa, sin

dejar de pensar en ella. Sabía queAlison estaba mejorando y quepronto le darían el alta. Ese seríael momento que elegiría paradecirle la verdad y pedirle quefuera su esposa. Únicamenteesperaba que ella le creyera y quedijera que sí.Se levantó sin ganas de nada. Supadre llevaba unos días intentandohablar con él, pero no le cogió elteléfono, no quería saber nada desu padre, no quería escuchar másmentiras por su parte. En esemomento, se daba cuenta que supadre era igual que su abuelo.Este último le prohibió a Peter

estar con la mujer que amaba,Bibiana y Peter ahora seinventaba mentiras para conseguirlo mismo con su hijo, Nicolás.En ese momento su teléfonocomenzó a sonar y ofuscado selevantó para comprobar que nofuera su padre. Cuando vio elnúmero, su estómago se comprimióaterrado. Solo esperaba que fuerauna falsa alarma.¿General? —Preguntó Nicolás enun hilo de voz.Hola, Nicolás —saludó este—. Tellamo porque necesitamos quevuelvas. Ya sabes que tu contrato

no acaba hasta después de cincomeses y te fuiste de permiso.Tienes que volver cuanto antes.Yo…, yo no puedo. Necesito mástiempo aquí, por favor. Aún no hearreglado mi problema familiar yme tomará un poco más de tiempo.—Nicolás intentó excusarse ydeseaba que el General Dwain leentendiera y dejara algún tiempomás. No quería irse, no ahora queestaba a punto de volver conAlison, a punto de reconquistar alamor de su vida.Lo siento Nicolás, pero solo puedodarte dos semanas más. Despuéstendrás que volver para ayudarnos

con la misión.Dicho eso, el general colgó elteléfono. Nicolás se arrastró porla pared hasta quedarse sentadoen el suelo. No podía creer quesolo tuviera dos semanas parapoder estar con ella y le parecíamuy poco tiempo para conseguirsu confianza.En ese momento lo tenía muyclaro, debía ir a verla y contarletoda la verdad, debía ir yllevársela con él lo más lejos detodos, convirtiéndose en unfugitivo, pero importándole poco,mientras que ella estuviera junto aél.

Flash BackDespués de dos horas, Alisonestaba en su habitación con lapierna en alto, sosteniéndose por uncojín que su hermano Marcos lehabía puesto. Este estabapreocupado por ella y no la dejaríasola, estaría al pendiente de suhermana, pues sabía que en esemomento estaba sufriendo porNicolás.—¿Qué voy hacer con todo esto quesiento? —Se preguntó Alison.No dejaba de pensar en él y su

mirada llena de dolor al decirle queno se iba con él, que no podíanestar juntos y que ella no podíabesarle, abrazarle, sin dejar depensar en que eran hermanos. Eramuy doloroso todo lo que estabapasando y llegaría el momento enque Alison no podría más. Lonecesitaba, necesitaba estar con él,necesitaba tenerle cerca pero nopodía y eso la estaba matando.Hubiera preferido mil veces, nohaberlo visto de nuevo.

Capítulo 15 Habían pasado ya cuatro días desdeel último, desde que la vio montadaen el coche de su hermano y cómose alejaba de él. Fue a buscarlamuchas veces, pero en todasencontró una negativa por su parte.Alison no quería verle, él despuésde todo no la culpaba y la entendía,pero necesitaba verla, necesitabadecirle la verdad antes de irse,necesitaba tenerla en sus brazos porúltima vez, aunque después laperdiera para siempre.

El sufrimiento que estaban pasandolos dos en aquel momento, eraenorme, pero ¿ya qué más daba? Deigual manera, no volverían a versepues la partida de Nicolás, estabamuy cerca y la única pena que teníaera no poder verla antes de eso.Alison no salió de casa por miedo aencontrarse con él, ya que lo creíacapaz de esperarla en la puerta desu casa y eso era lo que menosquería. Sus días habían sidodesastrosos y todo porque su madretambién la buscó, pero ella, noquería ver a nadie, no estabapreparada para volver a enfrentarsecon su madre y menos después de

haberla echado de su vida como lohizo.Después de dos días, Marcos fue ala habitación de Alison pararecordarle la cita con el médico.Tenía que ir a quitarse la escayola yfaltaban dos horas para la cita. Suhermano pegó en la puerta variasveces y no respondía.—Alison, Alison, abre la puerta.Tenemos que ir al doctor paraquitarte la escayola —informóMarcos.—No pienso ir y déjame en paz,por favor —respondió cabreada.Estaba harta de que todos los días

estuvieran en su habitaciónintentando hacerla salir de él.—Por favor, Ali. Tienes que ir.Hazlo por tu pierna. —Los intentospara convencerla no estabansirviendo de nada y se estabapreocupando.—Marcos vete, por favor. Busca alhermano de Edgar, sal con él y¡déjame en paz! —Gritó mientrascogía del suelo un zapato y loestampaba en la puertabruscamente.Marcos no pudo hacer más que irsey dejarla en paz. Tampoco iba adejar que lo tratase mal y en ese

momento su hermana no estabasiendo sutil ni mucho menoscariñosa con él. Sabía el carácterque tenía y sobre todo sabía que noera fácil de llevar cuando secabreaba, así que no le dijo nadamás, se dio la vuelta y se fue. Tres días después.—Alison ¿Estás ahí? —PreguntóMarcos pegando en la puerta de suhabitación.Ella seguía encerrada en suhabitación. No comía bien, nodormía y no podía seguir así. Suhermano Marcos estaba demasiado

preocupado. Alison escuchabacomo él golpeaba la puerta, pero nole respondía.—Alison, tienes visita, Sophie estáaquí y Edgar también —declaróeste.—Diles que se vayan. No quierover a nadie —respondióreprimiendo las lágrimas.Esos días fue lo único que hizo,llorar por horas hasta quedarsedormida. Se levantó de la cama, seacercó a la puerta y cerró elpestillo. Sabía que su hermanosería capaz de entrar sin permiso yno lo iba a permitir. Marcos al ver

lo que hizo, comenzó a llamarla almóvil, mandarle mensajes. Dealguna manera tenía que conseguirque su hermana reaccionase, aunquetodos los intentos eran en vano.Entonces le dijo a Sophie quehablase con Alison, pues tenían queseguir intentándolo.—Alison, cielo ¿Estás bien? Tienesque salir, por favor, quiero verte.Te echo mucho de menos —refirióSophie.Esas palabras llegaron al fondo desu corazón, necesitó todos esos díasescuchar palabras así, pero nollegaban en el mejor momento, nide la persona indicada.

—Lo siento Sophie, siento mucholo que os estoy haciendo pasar,pero es que no quiero ver a nadie yninguno deberíais estar aquí yperder el tiempo con alguien comoyo.Habían sido unas palabras muyduras, pero era lo que sentía en esemomento. Su amiga lo entendió y noquiso decirle más, así que salió alsalón. En éste estaba, Bibiana,Marcos y Nicolás, pero ni rastro deEdgar. Aunque al ver a Nicolás, atócabos y supo porque no estaba suamigo.Bibiana quería entrar en esahabitación y hablar con su hija, ella

era la única que podía conseguirque Alison reaccionara. Además,tenía que llamar a su padre, Carlos,pues éste, se moría de gana dehablar con su princesa y Bibianajuraría que su hija también lodeseaba, así que sin que nadie sediera cuenta, se levantó del sofá yantes de ir a ver a su hija, se acercóa Nicolás y le dijo:—Nicolás quiero que te vayas —habló seriamente y Nicolás fruncióel ceño mientras negaba eufórico—. Lo siento, pero necesito que noestés aquí para que mi hija me abrala puerta. Sé cómo hacerlo —declaró.

—No puedes pedirme eso.Necesito verla y decirle que me…—¿Qué ibas a decir? —PreguntóBibiana sin dejarle terminar.—Nada… Está bien, me iré —dijoy se dio la vuelta para irse—. Solote pido una cosa.—Lo que tú digas.—Dile la verdad, por favor y dileque la amo. —Después de esadeclaración se fue y Bibiana siguiósu camino.Cuando llegó a la puerta de lahabitación de su hija, suspirónerviosa, pues sabía que conseguirque ella la dejara entrar iba a ser

complicado, pero tenía queintentarlo y debía conseguirlo.Bibiana pegó en la puerta y Alisonno respondió.—Alison, hija. Soy yo, mamá¿Puedo entrar?—¿Mamá? —Preguntó sorprendida—. No, no puedes pasar y porfavor, dejarme en paz de una vez.—No pienso irme sin hablarcontigo —afirmó su madre.—Pues pierdes el tiempo. No tedejaré entrar.—Está bien. Me quedaré aquí hastaque salgas, total, no tengo nadamejor que hacer —respondió y

cogió una silla para sentarse en lapuerta.Pasaron las horas y Bibiana seguíaahí sentada. Intentó hablar con suhija más de una vez, pero esta norespondía y al verse acorralada,cogió su móvil, conectó losauriculares y se puso a escucharmúsica para así no oir más a sumadre y a nadie. Bibiana no sabíaque su hija había hecho eso y seguíasentada, hablando sola.Marcos estaba solo en el salón conSophie. Esta no quería irse hasta nover a Alison, aunque sabía que lashoras iban a pasar y no la vería,pero allí estaría esperando.

Mientras tanto, comenzó a hablarcon Marcos y este se pusonervioso, pues Sophie era una chicamuy guapa y hacía tiempo que él lamiraba en la lejanía, aunque suhermana pensara que era gay, no loera.—¿Crees que saldrá de esahabitación? —Preguntó Sophie.—No lo sé y estoy muypreocupado. Lleva días sin comer yya deberíamos haber ido a quitarsela escayola. Hace tres días teníaque ir y no salió de la habitación.—Suspiró Marcos mirando al suelonervioso.

—No te preocupes, Alison esinteligente y de alguna forma sedará cuenta que haciendo eso, no esla solución a sus problemas —expresó su amiga.Marcos la miraba encandilado ySophie se dio cuenta, provocandoque se sonrojara. Hacía tiempo quenadie la miraba así y aunque deseópor mucho tiempo que quién lamirase fuera Edgar, nunca loconsiguió y ahora se encontrabaahí, delante de Marcos y atraídapor un hombre perfecto. La duda desi era gay o no estaba en el airepues Alison, todo se lo contaba y ledijo sobre las sospechas que tenía

referente a la condición sexual desu hermano, pero ahora que lo teníadelante, no pensaba que fuera así.Una hora después, Bibiana se cansóde hablarle a la pared y se dio porvencida. Se levantó de la silla ysalió al salón. Su hijo y Sophieseguían en la misma posición decomo los dejó antes y le gustó ver aMarcos sonreír de la manera en quelo hacía con esa chica. Por lomenos uno de sus hijos, se veíafeliz. No sabía qué hacer y estabaperdida, su hija seguía sufriendopor algo que ella hizo y de algunamanera tenía que remediarlo.Se acercó a su hijo y se sentó en el

sillón de enfrente. Marcos la miró ysonrió apenado, dándose cuenta deque, si su madre estaba ahí, fueporque no consiguió nada con suhermana.—¡Nada, no hay manera de hacerlasalir de la habitación y yo, yo soyla culpable de todo Marcos! —exclamó llorando—. Mi hija esinfeliz por mi culpa y tengo quedecirle la verdad.—¿De qué verdad hablas? —Preguntó Marcos confundido.—Pues…—Será mejor que me vaya —dijoSophie levantándose del sofá—.

Cualquier cosa me llamas, Marcos.—Se acercó a él y le dio un beso enla mejilla. Luego se despidió deBibiana y salió del apartamentodejando a madre e hijo solos.Bibiana no sabía cómo empezar acontarle la historia a su hijo, puesél era el mayor protagonista detodos. Tenía que decirle la verdadde una vez por todas. Por lo menosasí, si ella se marchaba, su hija seenteraría por su hermano, suverdadero hermano.—¿Y bien? ¿De qué verdad hablas,mamá? ¿Acaso tiene algo que vercon Nicolás y Alison? —Sin darsecuenta le hizo tres preguntas a su

madre y esta se sintió agobiadapues eran demasiadas lasrespuestas que tenía que darle a suhijo y con ello tenía que enfrentarseal pasado, un pasado que quisodejar enterrado y que el destino sehabía propuesto sacarlo.—Peter, es tu padre Marcos —declaró de sopetón—. Nicolás, estu hermano, no el de Alison.Marcos la miró con los ojosabiertos, intentando retener esainformación que su madre guardabadesde hacía muchos años, pero¿Por qué nunca se lo dijo?Enterarse así, de que tu padrerealmente es otra persona y que

encima tienes otro hermano, no eraplato de buen gusto. Enseguidapensó en su hermana y en la mentiraque le hicieron creer para separarladel amor de su vida ¿Cuál era suintención? No entendía porque sumadre hizo eso y desde luego no laperdonaría fácilmente.—¿Cómo se te ocurre engañar así ami hermana? —Eso fue lo únicoque él pudo decirle a su madre.Alison era lo más importante que éltenía y su dolor, le hacía daño a él.—¿Es lo único que vas a decir?—¿Y qué quieres que te diga,mamá? ¡Engañaste a mi hermana, le

hiciste creer que el hombre del cualestá enamorada, era su hermano yahora resulta que no, que es el mío!En serio, no te entiendo —dijolevantándose del sofá, caminandohasta la ventana del apartamento.Su madre se levantó para ir tras él— ¡No te acerques a mí…! ¡Esmás, quiero que te vayas y nosdejes en paz de una vez! ¡No quierovolver a verte mamá! —Sentenció yfue a la habitación de su hermana.Su madre al oir eso, murió en eseinstante, pero se lo tenía merecidoo eso pensaba ella. Se enjugó laslágrimas y echando una últimamirada al apartamento de sus hijos,

salió de allí dejando su alma encada rincón. Esa sería la última vezque los vería por lo menos, hastaque ellos mismos la buscaran.

Capítulo 16 A la mañana siguiente, Marcos selevantó con la intención de sacar asu hermana de la habitación de unavez por todas. El día anteriorcuando echó a su madre, lo intentóde nuevo, pero no escuchórespuesta de su hermana, así queabrió la puerta de la habitacióndándose cuenta que Alison, habíaquitado el pestillo. Cuando entró enesta, la vio acurrucada en la camadormida. Se acercó a ella, vio lanariz roja de Alison, estuvo

llorando por horas hasta que sequedó dormida. Marcos le dio unbeso en la frente y la arropó, luegola volvió a mirar y se fue a suhabitación a descansar. Esos díashabían sido muy pesados y estabanmuy cansados.Marcos se dirigió a la habitaciónde su hermana y entró. Esta aúnseguía dormida, cosa que le extrañóa Marcos pues Alison, era muymadrugadora. Se sentó en la cama ycogió su mano.—Alison, despierta —susurróacariciando su mejilla.Alison abrió lentamente los ojos y

al ver a Marcos se cabreó. Lanoche anterior estaba tan cansadaque se le olvidó cerrar el pestillo.—¿Qué haces aquí? Vete, por favor.No quiero ver a nadie —hablóescondiendo su cabeza en laalmohada.—Alison, por favor. Tienes que iral doctor a quitarte esa escayola,así que levántate, dúchate —refiriótapándose la nariz bromeando—. Yponte guapa.—¡Oye! Yo no apesto.—Un poco sí —respondióconsiguiendo que sonriera.Verla sonreír después de una

semana le alegró. Siempre fue así,siempre conseguía que, en lospeores momentos, su hermana leenseñara su perfecta sonrisa.Alison le dio un beso en la mejillay se levantó para ducharse. Cuandoentró al baño, se puso una bolsa deplástico en la escayola y entró en laducha, abrió el grifo y le cayó elagua helada, por un momento gritó,pero después lo agradeció. Despuésde unos minutos bajo el agua,terminó de enjuagarse y salióenrollada en una toalla grande. Suhermano seguía en la habitación, lamiró y allí se quedó ante ella.—¿Puedes irte? No quiero que me

veas desnuda. —Se señaló elcuerpo reprimiendo una sonrisa.—No saldré de aquí sin ti, así queme doy la vuelta y así no te veo.—Marcos, por favor, no seas crio.Te prometo que sí iré a quitarme laescayola —respondió—. Además¿Te crees que quiero tenerla parasiempre? Ya estoy cansada dellevarla puesta.—Está bien, saldré, pero te doycinco minutos, si no, entraré por ti.Alison cuando se vio sola en lahabitación, suspiró con una sonrisaen la cara. Adoraba a su hermano yla manera que tenía de hacerle

sonreír hasta en los peoresmomentos. Recordó cuando supadre estuvo en el hospital y ella sesentía tan perdida que tuvo quesalir de ese lugar para pensar. Todopasaba demasiado deprisa. Supadre, Nicolás y su madre conPeter. En todos y cada uno de susamargos recuerdos estaba Nicolás,pero también en los más bonitosque había tenido en toda su vida.Se enfadó consigo misma porpensar en él otra vez. Desde que lodejó en la puerta del hospital, noparaba de tenerlo en su mente,Nicolás no salía de su vida, nosalía de su corazón y estaba harta

de todo. Le necesitaba y llegó apensar en que daba igual que fueranhermanos, ellos se enamoraron sinserlo y con ese amor no podíanhacer nada.Cuando terminó de vestirse, salióde la habitación y se acercó a suhermano, éste estaba de espaldas,lo abrazó por detrás y su hermanocogió sus manos.—Ya pensaba que no saldrías —susurró Marcos con la vozentrecortada.Él, también estaba sufriendo y másdespués de saber que Carlos, esehombre que lo crio como un hijo,

que le dio todo el amor que unverdadero padre puede dar, no loera y eso le dolía. Ahora seencontraba con un nuevo padre y unhermano.—¿Estás llorando? —PreguntóAlison y Marcos se secó laslágrimas, esas que salieron sinavisarle si quiera—. Marcos, dimeque te pasa, sabes que puedescontármelo todo ¿Verdad?—No es nada, no te preocupes —respondió dándose la vuelta—.Vamos, hay que quitarte esaescayola para que puedas caminartú solita.

Alison no dijo nada más y con laayuda de la muleta y su hermano,caminaron hasta la salida.El camino en el coche fue encompleto silencio, aunque Alisonse moría por saber que rondaba lacabeza de su hermano pues desdeque salieron del apartamento, lohabía notado muy extraño y estabapreocupada.Por el camino, Alison pensó milesde cosas. Los recuerdos del pasadoaún seguían muy presentes, sumadre hizo rememorar todos y cadauno de ellos. Pensó en su padre,Carlos y se secó una pequeñalágrima que hizo de las suyas pues

desde hacía dos años no sabía nadade él y al fin y al cabo para ella,ese hombre era su padre y siemprelo sería.Una hora después, estaban en lasala de espera del hospital,esperando que el doctor queatendió a Alison saliera a recibirla.Alison no tenía cita, pues se le pasópor no querer salir de la habitacióny ahora tenía que esperar a que elmédico tuviera un hueco y pudieraatenderla.Mientras esperaban, Alison intentóentablar conversación con suhermano, pero este siempre laevadía, haciendo que su hermana se

preocupara aún más. No sabía quepodía pasarle, solo que era algograve y que seguro su madre teníamucho que ver en eso.—Marcos. —Alison tocó su mano ysu hermano le miró—. ¿Me dirás deuna vez qué te pasa? —Preguntó.—Aún no, pero te prometo quecuando esté preparado, te lo diré —respondió.Se sentía perdido, sin saber cómocontarle a su hermana la verdad ysabía que cuando se lo dijera seenfadaría con él por no contarleantes, pero tenía miedo a quecometiera una locura. No quería

que llamara a su madre y la odiaramás de lo que ya lo hacía, no queríaque viviera así, llena de odio. Suhermana se merecía toda lafelicidad del mundo y él, lo únicoque deseaba es que la consiguierade una vez y se iba a encargar deello.

***

Nicolás estaba en su casa,esperando la tan ansiada llamadade Alison, pero no llegó y sepreocupó pues Bibiana, le dijo quele diría a su hija la verdad y si ella

aún no le dijo nada, solo podíasignificar una cosa. No lo sabíaaún.Cuando se fue del apartamento deAlison, no sabía dónde ir y casi lodaba todo por perdido, sin saberqué hacer para recuperarla de unavez. Antes de llegar a su casa, dejóel coche aparcado en un parque,caminó sin rumbo alguno, hasta quellegó a la torre Eiffel. La miródesde abajo, ya que él quería subircon ella. Su idea era llevarla hastaallí y arriba, pedirle matrimonio.Había soñado tantas veces con esemomento y lo veía tan lejano que…,ya no sabía qué hacer. Por más que

pensara, por más que desearatenerla, todo se iba por la borda.Después de pasar toda la mañanapensando en ella, se levantó y cogiósu móvil para llamar a Marcos.Quería saber cómo estaba ella ydecirle que se iba en dos días. Sí,su general lo llamó ayer pidiendoque llegara antes, así que solo lequedaban dos días para poderreconciliarse con ella. No sabíacómo le iba a decir a Alison, de sumarcha.Buscó el número de Marcos y ledio a llamar, este lo cogió al tercertono. La voz de su “cuñado” sonótriste y enseguida pensó en Alison y

se preocupó.Marcos ¿Pasó algo con Alison? —Preguntó Nicolás desesperado porverla.No, no ¿Por qué? Estamos en elhospital, le quitarán la escayolade una vez.Nicolás expulsó el aire que estabareteniendo y se sentó de nuevo en lacama. Desde ayer no salía de suhabitación y ni siquiera habíacomido.Te noté extraño y me preocupé,pero bueno… Te llamaba parasaber de ella y también paradecirte algo. —Ahora era Nicolás

el que hablaba con la vozentrecortada—. En dos días tengoque irme de nuevo Marcos y antesquiero verla por última vez.Necesito verla.“Alison Morgan” Escuchó la vozde alguien llamando a Alison.Lo siento, el médico llamó a mihermana. Espera un segundo.Mientras volvía Marcos, Nicolásfue hasta la cocina y sacó de lanevera la jarra de zumo, vertiópoco en un vaso y se lo tomó.Minutos después, volvió a escuchara Marcos.Alison está dentro de la consulta

¿Dónde te vas? —Preguntó Marcossorprendido.Tengo que volver a Afganistán yahora no sé cuánto tiempo estaré.—Se quedó en silencio mientrassuspiraba—. Marcos, necesitoverla, por favor. Dile que venga averme o que me deje verla.Ayúdame hermano.Cuando Nicolás lo llamó hermano,a Marcos algo se le quebró dentrode él. Nicolás no sabía toda laverdad, lo único que sabía era queAlison y él, no eran hermanos, peroBibiana no le contó que suverdadero hermano era Marcos.

¿Qué dijiste? —Preguntó Marcos,él solo había retenido la palabrahermano—. ¿Me llamastehermano?Lo siento, Marcos. No queríamolestarte.No, no…, no es molestia, es queme extrañó oírtelo decir.Está bien, entonces… ¿Meayudarás?Cuenta con ello, yo mismo lallevaré a tu casa, hermano.Después de esa conversación colgóy una pequeña sonrisa se dibujó ensu rostro. Todavía mantenía unapequeña esperanza de recuperarla,

aunque después de fuese.Alison salió de la consulta despuésde media hora. Aún se sostenía conla muleta, pero por lo menos, yapodía apoyar el pie un poco en elsuelo. Se sentía liberada despuésde todo. Su hermano la esperabasentado en la misma silla de cuandoella entró y al verla, se levantó y laayudó a caminar. No quería que sehiciera daño de nuevo. Caminaronhasta la salida y cuando estuvieronen el coche, Marcos arrancó y pusocamino al centro de París. Queríainvitar a su hermana a comer y quemejor sitio que el bar donde ellatrabajaba. Su jefe se pondría feliz

de verla y sobre todo su amigaSophie.—¿Dónde me llevas? —PreguntóAlison curiosa.—Es una sorpresa… Por cierto¿Qué te dijo el doctor?—Pues que tengo muy bien lapierna, pero que no puedo esforzarmucho, si no, la recuperación serámás lenta y me perderé demasiadascosas —respondió con una sonrisa.Al llegar al bar, Alison sonrió alver a su amiga Sophie en la puertade este, salió del coche y su amigacorrió hasta ella para abrazarla.Llevaban muchos días sin verse y

se echaban de menos. Edgartambién estaba, pero lejos, noquería importunar y después detodo lo que había pasado lasúltimas veces, no merecía queAlison le mirase si quiera, aunqueél sabía que ella era muy buena.—Te he echado de menos —dijoSophie besando su mejilla.—Yo también a ti.Al entrar al bar, su jefe fue hastaella y le dio un abrazo. Ese hombrehabía sido muy considerado conella después de todo, había faltadoal trabajo demasiado y aún no lohabía perdido. Se sentaron en su

mesa y Edgar la miraba desdelejos. Alison lo miró y le sonrióapenada. No quería perder suamistad él, fue el único que laayudó cuando llegó a París y si nohubiese sido por su ayuda, nohabría conseguido tantas cosas.Alison le hizo una señal y éste seacercó para darle un beso y pasarcon ella ese momento.Todo en ese momento parecía irbien, pero Alison no se esperaba lanoticia que Marcos estaba a puntode confesarle ¿Qué pasará cuandose entere de la verdad? ¿Y quépasará cuando sepa de la partida deNicolás?

Capítulo 17 Marcos observaba a Alison y laveía tan feliz en ese momento quecontarle todo le costaba, pero habíaque decírselo. Ya casi tenían quevolver al apartamento, pero no iríanallí, en el coche le diría todo y queella eligiera donde ir.Habían cenado allí, habían bebidoalgo y estaban muy relajados,aunque Marcos, no dejaba depensar en Nicolás y su hermana. Nodejaba de pensar en la partida de suhermano y en cómo se lo iba a

tomar Alison. Ella sufriría de nuevopues iba a recuperar y perder a suamor a la vez ¿Cómo se vive coneso?La noche estaba cerca y Alison sesentía cansada, demasiado, así queMarcos se levantó y se puso a sulado para poder hablarle.—¿Quieres que nos vayamos ya?—Preguntó Marcos en su oído yella asintió.—Bueno chicos, me voy a ir ya.Estoy cansada —dijo Alisonlevantándose de la silla. Sedespidió de Sophie y Edgar,después de decirle adiós con la

mano a su jefe, salió del bar con suhermano.Ya en el coche, Marcos, arrancó ycondujo hasta el parque dondeaparcó de nuevo. Alison lo miróextrañada y tocó su hombropreocupada. Ella sabía que a suhermano le pasaba algo, peroesperaba que él mismo se lo dijera.Únicamente deseaba que no fueraalgo grave, porque no soportaríamás, una mala noticia.Marcos la miró y suspiró antes dehablar. No sabía cómo empezar¿Cómo le dices a tu hermana quetodo era una mentira? Alison yaestaba cansada de esperar y le dijo:

—Dime de una vez lo que tengasque decirme porque no creo que mehayas traído aquí para ver laspalomas —refirió Alison y Marcossonrió negando.—Verás… No sé cómo empezar acontarte —exclamó Marcos—.Nicolás y tú no sois hermanos.Todo fue una mentira de mamá yPeter para separaros. —Los ojos deAlison se abrieron en el mismomomento en el que se llenaban delágrimas.<< ¿Cómo era posible que sumadre le mintiera así? >> Pensó.—Esto no puede estar pasando…,

esto no es real. —Decía sin pararAlison—. ¿Cuándo pensabasdecírmelo? ¡Porque no creo que tehayas enterado hoy!—Me lo dijo mamá antes de irse.Además ¿Cómo crees que te iba adecir esto? Tenía que pensarlomucho para poder confesártelo —declaró Marcos y Alison se secólas lágrimas estúpidas que noparaban de salir—. Alison, eso noes lo único que debes saber.—¿Hay más? —Preguntó y suhermano asintió agachando lacabeza.—El verdadero hermano de

Nicolás, soy yo.Su hermana no daba crédito a todolo que estaba escuchando y aunquesiempre sospechó la posibilidad deque Marcos fuera hijo de Peter,nunca lo pudo comprobar, hastahoy.No dejaba de pensar en esa mentiraque cambió su vida durante dosmalditos años pues de no haberlosabido, ahora no estaría en París yseguiría con Nicolás. Inclusopodría pensar, en que se casaríancomo se prometieron antes de sumarcha.En ese momento, pensó que tenía

que verle, tenía que buscar aNicolás y decirle la verdad. Ya nohabía nada que los separara o esopensaba ella.—¡No puede ser que nuestra madrenos haya ocultado todo esto tantosaños! ¡Nos han tratado como críos!—exclamó Alison cabreada.—Lo sé —respondió—. Alison, tehe dicho esto antes de llegar alapartamento, para que elijasrealmente donde quieres ir. Puedollevarte a casa de Nicolás paradespedirte… —En seguida Marcosse dio cuenta de que había metidola pata. Alison lo miró con el ceñofruncido ¿Qué significaba eso?

¿Tenía que despedirse de Nicolás?—¿Qué dices?—Nada.— ¡Habla de una vez, Marcos!¡¿Por qué tengo que despedirme deNicolás?! —Preguntó alzando lavoz.—Ali, Nicolás tiene que volver aAfganistán. Se va pasado mañana.—Alison no podía creer que esoestuviera pasando de nuevo. Nopodía perderle ahora que lo estabarecuperando.—¡Llévame a casa de Nicolás, porfavor!Marcos sabía que su hermana le

pediría eso, así que arrancó y pusocamino hasta la casa de Nicolás.Por el camino, Alison, no paraba depensar en él, no podía dejar depensar en todo el tiempo que habíanperdido por culpa de una malditamentira y ahora que podían estarjuntos de nuevo, él tenía que irse.Esto no podía estar pasando. Alisonestaba mal y tenía que intentar algo,tenía que impedir que Nicolás sefuera de nuevo.<<No puedes irte Nicolás, noahora>>, pensó.Al llegar a casa de Nicolás, Alisonse bajó del coche sin ayuda de su

hermano y así, cojeando, caminóhasta la puerta de la casa. Suhermano esperó a que llegara y queNicolás le abriera la puerta. Alisontocó el timbre y después de unossegundos que le parecieron eternos,su francés, abrió la puertaquedándose boquiabierto al verlaallí, ante él. Marcos arrancó y sefue. Alison sin pensarlo se abalanzósobre él y besó sus labios conpasión. Nicolás la recibió con losbrazos abiertos y se dejó besarhasta el cansancio. Al separarse,pegaron sus frentes y Alison yatenía esas pequeñas lágrimas quesalían rápidamente poniéndola en

evidencia.—Te amo Nicolás, nunca dejé dehacerlo —declaró—. Ya sé toda laverdad y siento todo lo que te hicepasar. —Suspiró y Nicolás secó susmejillas.—No tienes que disculparte. Nosabías nada —respondió—. Yotambién te amo, mí cisne.Se quedaron abrazados por unaeternidad y no querían que eltiempo pasara y lo robara todo.Nicolás debía irse y ahora que latenía entre sus brazos, odiaba tenerque hacerlo. Alison se sentíaprotegida con él. Pensar que solo le

quedaban dos días para estarjuntos, la mataba. Se separó de él ylo miró con miedo, esa mirada nopasó desapercibida para Nicolás yla llevó hasta el salón para hacerque se sentara. Tenían mucho quehablar y ella aún tenía la piernamal. Se sentaron y Alison cogió susmanos temblorosas. Nicolás laatrajo hasta él y la besó, pegó suslabios de nuevo y aunque sabíanque tenían que decirse muchascosas, ese no era el momento. Senecesitaban demasiado, se amabandemasiado.—No te vayas Nic, por favor —susurró Alison entre sollozos.

—¿Cómo lo sabes? —Preguntó élsecando sus lágrimas.—Marcos me lo dijo.—Lo siento, pero me quedan unosmeses por cumplir y debo irme —explicó temeroso de su reacción.Alison se puso a horcajadas en suspiernas y besó sus labios condulzura, una dulzura aplastante quelo hacía volar y caer al vacío a lavez. El deseo se podía palpar conla yema de sus dedos y no podíanhacer más que amarse. Eso pedíansus cuerpos, eso pedían suscorazones, amarse hasta morir,amarse hasta que el camino se

acabara.Nicolás besó desde sus mejillasmojadas por las lágrimas hastallegar a sus pechos, por encima dela tela de la camisa que Alisonllevaba, a ella se le escapó ungemido y eso fue lo que encendió aNicolás. La cogió en brazos y sindejar de besarla la recostó en elsofá, quedando él encima de sucuerpo. Poco a poco, sus ropasfueron desapareciendo, hastaquedar completamente desnudos. Sedeseaban, se amaban y no iban adesaprovechar el momento de tenersus cuerpos unidos en uno solo,como siempre debió estar, como

siempre estará.—Eres la mujer más maravillosaque he conocido en toda mi vida yte voy amar por siempre —declaróNicolás mientras por sus mejillasrodaban algunas lágrimastraicioneras.—No hagas de esto una despedida,porque no lo soportaré… Vamos aestar juntos por siempre, mífrancés. —Y antes de que élrespondiera, besó sus labios paracallarlo. Lo que tuviera que decirle,se lo diría en otro momento.Ya desnudos completamente,Nicolás la adoró y de besos la

lleno. Todo su cuerpo seestremecía, a cada beso queNicolás daba en cada rincón de supiel. Esos besos iban acompañadosde lamidas e incluso de una queotra mordida. La estaba volviendoloca y lo que ella más ansiaba, eraque la hiciera suya de una vez portodas. Ella levantó su pelvis paraincitarlo y él cogió el mensaje. Deuna sola estocada, entró en ellacomo deseaba, como necesitaba,llenándola por completo. Nicolás alprincipio se movía despacio,disfrutando el momento de hacerleel amor, porque eso le hacía, elamor. De pronto Alison, hizo un

movimiento brusco, provocándoleuna pequeña punzada en la pierna,pero que ignoró completamente,para quedar encima de él. Nicolásno se lo esperó, pero se dejó hacer.Alison se movía despacio, queríavolverlo loco, como él intentabahacer con ella. Nicolás cogió suspechos entre sus manos y se losllevó a la boca, arrancándole ungruñido desde lo más profundo desu garganta, provocando que Alisonse moviera a un ritmo frenético, asíhicieron el amor por horas,pensando que quedaríansatisfechos, pero no. Cada vez sedeseaban más y no sería fácil la

separación que estaba a punto deproducirse.

A la mañana siguiente.Nicolás se despertó y miró a sulado, donde Alison dormíaplácidamente. Una noche llena deamor y ese día, sería lleno de dolor.Hablarían de todo y puede que todoacabara. Nicolás no quería que esedía pasara, no quería tener que irsemañana y perderla para siempre,porque esta vez sí tenía miedo yestaba seguro que nunca másvolverían a verse ¿Qué harán a

partir de ahora? No iban a podersoportar todo lo que se avecinaba,no iban a poder soportar la lejaníaque se aproximaba a ellos, como untornado, arrancándolo todo decuajo. El amor es fuerte, pero¿Hasta cuanto podrá soportar?De pronto notó como Alison seremovía e inconscientemente sucuerpo, se pegaba al de Nicolás,necesitado de ser abrazado.Nicolás no se hizo de rogar y posósus brazos alrededor de su perfectocuerpo. Alison abrió los ojos y sedio la vuelta para ver el rostro deNicolás recién levantado, semiraron y pegaron sus labios. Él no

quería llorar, no quería dañar elmejor amanecer que había tenido entoda su vida, pero simplemente nopodía. No se podía tapar el sol conun solo dedo.—Buenos días —exclamó Alison alsepararse.—Buenos días preciosa ¿Tieneshambre? —Alison asintió y selevantaron para ir a la cocina.El tiempo que le quedaba con ellano quería pasarlo discutiendo ymucho menos sufriendo. Estabaretrasando la conversación y esoera algo inevitable, algo que teníanque hablar sí o sí y nada haría que

se olvidara.En la cocina, Nic preparó tortitas yle sirvió a Alison zumo de naranja.Se sentaron y comenzaron adesayunar. Ella lo miraba,esperando que él le dijera algo deuna vez y Nicolás hacía como queno la veía, concentrándose solo enel desayuno. Quería pasar con ellauna mañana normal, quería tenercon ella una vida normal.—Nic, por favor. Tenemos quehablar y lo sabes —refirió ella.—Lo sé, pero no quiero estropeareste perfecto momento… Alison,yo, yo te amo, pero no puedo

quedarme —titubeó nervioso—.Me voy mañana y solo me quedapasar este día contigo y olvidarmedel resto.—Lo siento… No queríaestropearlo, pero no puedo evitarhablar de lo que ha pasado —explicó ella—. Mi hermano me dijoque tú y yo no somos hermanos,pero eso no fue lo único que medijo. —Nicolás la miró extrañado—. Marcos es tu hermano, Nic. —Se levantó y comenzó a dar vueltaspor la cocina, nervioso. No podíacreer lo que Alison le decía—. Nic,Nicolás, tranquilo —habló ellaacercándose a él por atrás.

—¿Cómo quieres que esté tranquilosi nuestros padres nos mintierondurante años? ¡Tengo un hermano yme entero ahora! —refirió Nicolásreprimiendo las lágrimas.Se dio la vuelta y se aferró a ella.Alison lo cobijó y acarició suespalda para conseguir calmarlo.Todo lo que había pasado en tanpoco tiempo, estaba sobrepasandolos límites y ya no sabía qué hacer.Después de desayunar, se ducharony vistieron, pues Nicolás queríallevarla a comer, quería pasar eldía con ella.En el coche, iban en silencio.

Alison no se atrevía a hablar más,no quería estropear el maravillosodía que Nicolás quería darle, perono podía dejar de pensar quedespués de ese día, el siguientesería el peor de todos, teniendo quedespedirse del hombre que amaba.La llevó a un restaurante cercano ala Torre Eiffel. Las vistas eranperfectas pero la compañía lo eramás.No volvieron a hablar del tema yNicolás lo agradeció pues él, sabíaque Alison tenía en su mentemuchas cosas y que ahí noterminaba esa conversación.Quedaban muchas cosas que decir.

Capítulo 18 Caminaron por el Campo de Martedurante horas y ese momento fue elmás especial que habían vivido.Con ella no hacía falta decir nada yel día se le hacía corto. Se sentaronen un banco, Alison echo suespalda en su pecho y él la abrazó,escondiendo la cabeza en su cuello,impregnándose de su aroma floral.La amaba demasiado y las horasque les quedaban juntos querían quefuera especial. Mañana el díacambiaría y todo se iría al traste,

aunque tenía la esperanza decumplir su sueño de hacerla suesposa, para así, ser feliz porsiempre.—¿En qué piensas? —PreguntóAlison entrelazando sus dedos conlos de él.Nicolás suspiró e intentó borrar latristeza que le provocaba pensar entodo lo que estaba a punto de pasar.—No te preocupes, mí cisne. Nopienso en nada —respondióapretándola en su pecho.—Entonces ¿Por qué suspiraste? —Volvió a preguntar— Nicolás, porfavor. No quiero que te vayas y te

lleves dentro algo que me tengasque decir. No quiero secretos entrenosotros. —Alison viró la cabezapara mirarlo y rozó sus labios conlos de él. Al separarse, Nicolássuspiró exasperado.—Es que no quiero hablar de nada.Simplemente pienso en el momentoque tenga que irme y se me encogeel corazón, porque no quiero irme.—No te vayas.—Ojalá fuera tan fácil. Tengo queirme Alison, pero está vez volveréy estaremos juntos por el resto denuestras vidas. Te lo prometo —declaró cogiendo su mejilla,

acariciándola con amor y volviendoa besar sus labios.La amaba tanto que a veces dolía.Era un amor tan puro que teníamiedo, un miedo enorme se metíaen su pecho y no le dejaba respirar¿Será que no volverán a verse? Noquería pensar en esa posibilidad.Estaban en el mismo momento quehace dos años cuando él, tuvo queirse la primera vez. Otra vez elmiedo, el amor guardado, lasdudas, aunque esta vez era diferentepues esta vez sabía que volvería yque ella le esperaría toda la vida sihacía falta.

—Ven conmigo —exclamócogiendo su mano.Ambos se levantaron del banco yNicolás tiró de ella, caminandohasta la Torre Eiffel. Alison ibanerviosa, ella nunca subió a esatorre, pues pensaba que allí solopodían subir las parejasenamoradas. Siempre esperó elmomento de hacerlo, de subir conesa persona importante de su vida yhoy se cumpliría uno de sus sueños.Nicolás pagó las entradas yagarrando su mano con fuerza,subieron. Los dos iban nerviosos yno era para menos. Él lo tenía todopreparado y sería el momento

perfecto para pedirle que fuera suesposa, aunque ya le pidiómatrimonio una vez, esta eradiferente, esta vez se cumpliría sudeseo. Llegaron arriba y demomento estaban solos. Elatardecer frente a ellos, viendoParís desde lo más alto y abrazadaal hombre que amaba, era mágico,simplemente perfecto.—Alison —dijo Nicolás haciendoque ella volteara a verle. Nicolásestaba de rodillas frente a ella, conuna cajita de terciopelo rojo y elcorazón comenzó a bombearlefrenético—. Sé que no es laprimera vez que me ves así, pero

también sé que está vez esdiferente.—Nicolás, mí francés… No tienespor qué hacerlo…—Déjame hablar, por favor —lacortó mientras suspiraba. Elcorazón se le saldría de la boca encualquier momento—. Mañana mevoy, eso es un hecho y aunque noquería que eso pasara de nuevo,pasó y no hay marcha atrás… Poreso quiero, te pido por favor, queme esperes, Alison ¿Quieres ser miesposa? —Nicolás tenía los ojosllenos de lágrimas y Alison se pusode rodillas ante él mientras asentíacon la cabeza pues las palabras en

ese momento no le salían.—Claro que quiero casarmecontigo y te esperaré toda mivida… Hasta que el camino seacabe ¿Recuerdas? Siempre metendrás —respondió entre sollozos.Sus labios se pegaron y escucharonaplausos, no se habían dado cuentaque ya la gente comenzaba a subir ala preciosa torre. Se separaron ymiraron a su alrededor. Alisonestaba roja como un tomate yNicolás besó su perfecta mejillasonrojada. Siempre la vio como lachica más dulce y perfecta de todoel mundo.

Ni si quiera pensó cuando la viopor primera vez, se enamoró de ellaal instante, teniendo el mayor de losflechazos y comenzó a amarla en elmomento que la vio bailar en aquelpuente.Echaban de menos esos momentosen aquel lugar y deseaban volverpara sellar su amor allí.Minutos después bajaron de la torrey fueron a cenar al Restaurant de laTour. Tuvieron una veladaromántica de ensueño y Alisonjamás pensó que su día acabaríaasí, siendo la prometida de Nicolásy celebrándolo. Luego pensaba enel siguiente día y su cara cambiaba

a una llena de dolor. No sabía cómoiba a afrontar la despedida de sugran y único amor, al igual queNicolás estaba destrozado por elmismo motivo.Los dos intentaban parecer felices,en cierto modo así era, pero nopodían negar lo que pasaría enpocas horas. Tendrían que decirseadiós y a saber cuándo volverían averse. Puede que no lo hagan,puede que sea su última nochejuntos, puede que todo acabe y susvidas se separen para siempre.Terminaron de cenar, Nicolásquería llevarla a su apartamento,pero Alison, se negó en rotundo, ya

que quería ser ella quién lo llevaraal aeropuerto, sabiendo que ladespedida allí, sería más dolorosa.—Te llevaré a tu apartamento —refirió Nicolás.—No ¿Por qué quieres despedirteya? Esta noche quiero pasarlacontigo Nic. Es nuestras, últimanoche y no quiero irme a mihabitación, encerrarme en ella y nodejar de pensar en ti ¿Meentiendes? —Preguntó y Nicolásasintió comprendiéndola, pero noquería verla llorar. Aunque el queno quería llorar era él. El que noquería sufrir era él, pues le costarála vida separarse de ella.

***

No podían perder tiempo y quémejor manera que entregándose eluno al otro, amándose, prodigandosu amor con cada beso y caricia...Terminaron en la cama, después detropezar veinte veces con cadaesquina y mueble que seencontraban. Entre risas, besos ysonidos de placer. Revolviendo lassábanas, adorándose mutuamente,entretejiendo sus cuerpos hasta elpunto de no saber dónde empezabaella y acababa él.

Nicolás la llevaba al límite, límiteque no era otro que las estrellas. Lasaboreaba a placer,concienzudamente, memorizandocada curva, cada recoveco ocultode aquel manjar que le habíaregalado la vida. Alison gemía,gritaba deseosa. Pidiéndole a casisollozos que la hiciera suya. Él,gustoso la llevó al cielo. En cadaembestida, en cada vaivén de suscaderas le hacía perder la cordura.A la mañana siguiente, Nicolás sedespertó a las siete de la mañana,pues el avión salía a las once y aúnle quedaba algunas cosas porguardar. Alison aún dormía y no

quería despertarla. En realidad, ledejaría una carta y se iría. Noquería que ella fuera al aeropuertoa despedirse de él, a separarse deél, sabe Dios hasta cuando, así que,sin más, se vistió y cogió papel yboli para escribirle sus últimaspalabras. Mientras escribía, unnudo en el estómago se hizopresente y sus ojos se fueronllenando de lágrimas. Precisamenteeso, era lo que no quería que pasaraen el aeropuerto.Alison, mí cisne hermoso.Perdóname por no dejar quevengas conmigo al aeropuerto,pero es que no quiero verte llorar

con mi partida… Yo me sientodestrozado y prefiero recordarteasí, recostada en mi cama, con tucabello abrazando mi almohada ytus mejillas sonrojadas. Esa es laimagen que quiero grabar en mimente y la que prefiero ver.No sé cuándo volveré, pero teprometo que lo haré, te prometoque volveremos a encontrarnos yme casaré contigo. Te amo, mícisne, no lo olvides nunca, pueseso me llevo yo, tu amor parasiempre grabado a fuego en mipecho… No sé cómo despedirmede ti, ni mucho menos comodecirte adiós, así que no te lo diré.

Hasta luego, mí cisne… Te amo.Tú francés.Después de escribirla se acercó aella, besó despacio sus labios ydejó la carta en la almohada, cercade su mano. Luego, la miró porúltima vez y salió de su casadirección al aeropuerto.En su coche iba pensándola,deseando volver a su casa yencontrarla de nuevo allí,descansando en su cama y de dondeno la dejaría salir nunca. Minutosdespués, llegó al aeropuerto y aúnle quedaban dos horas paraembarcar, así que se fue a unacafetería para desayunar algo y

luego se iría.En la casa, Alison se despertó ymiró hacía ambos lados, buscandoa Nicolás. No lo encontró, encambio, vio un papel dobladoencima de la almohada que ponía:Para mí cisne. Alison lo cogió conmanos temblorosas y lo desdobló.Comenzó a leerlo y no podía creerque Nicolás se marchara sin decirlaadiós, sin dejar que lo acompañaraal aeropuerto.Con el corazón en un puño y losojos llenos de lágrimas, se vistió atoda prisa. Iría al aeropuerto adecirle adiós, aunque él no laquisiera ver, la vería y no iba a

dejar que se marchara sin por lomenos besarlo por última vez.Terminó de vestirse y bajó lasescaleras, cogió su bolso y saco deeste su móvil. Necesitaba queMarcos la recogiera y la llevara,pues por ahí no pasaban taxis.¿Alison?¡Marcos, necesito que vengascagando leches a casa de Nicolás,por favor! ¡Quiero que me lleves alaeropuerto!Está bien, voy en seguida.Colgó y se sentó en el escalón delporche a esperar a su hermano.La espera se hacía eterna y miraba

el reloj cada cinco minutos.Nicolás estaba a punto de embarcary no podía irse sin verle por últimavez. Minutos después, Marcosllegó, Alison corrió como pudo,pues su pierna aún estaba frágil y semontó en el lado del copiloto.—¡Arranca! ¡Corre! —Gritóponiéndose el cinturón.—Quiero llegar vivo, ¿vale?—¡Pues acelera o no llegarás! —Amenazó su hermana haciéndolereír— No es momento de risas,Marcos. Nicolás se va y no lo verémás ¡Joder! —Exclamó cabreada—¡Francés tenía que ser! ¿Por qué

cojones no me dejó acompañarle?—Alison, yo le entiendo. No quiereque sufras y sufrir él, si vas, pasaráeso, sufriréis los dos.—Ya estoy sufriendo, Marcos ¿Quémás da? Yo le amo y no puedodejar que se vaya así sin más. —Suhermano asintió y aceleró lo quepudo.Media hora después llegaron.Alison salió del coche como almaque lleva el diablo, casi con elcoche en marcha. Corrió sinimportarle su pierna, corrió paraverle, estaba desesperada pues nole encontraba. Miraba todas y cada

una de las pantallas de vuelos, perono daba con el suyo y es querealmente no sabía dónde ibaprimero.Buscó por cada rincón delaeropuerto, pero dentro no ladejaban pasar a no ser quecomprase un billete de avión. Pensóen hacerlo, pero sería una locura,pues ya eran cerca de las once yseguro que Nicolás estaba sentadoen el avión, esperando que éste,despegara y lo alejara de ella.—Dios, ya se fue —susurróapenada. Se agachó cansada puesya se había dado por vencida.

Marcos llegó hasta ella y toco suhombro. Alison le miró y abrió losojos como platos, al ver que suhermano le extendía un pasaje deavión para Madrid. Se extrañó,pero lo cogió, así por lo menosentraría para buscarle, todavíaquedaban diez minutos y tenía laesperanza de encontrarle.—¡Gracias, grandullón! ¡Te quiero!—Lo abrazó.—¡Anda, corre! ¡Que se te escapael amor de tu vida! —dijo y ellaasintió—. Alison, lo compré paraMadrid para que vuelvas a casa.Solo tienes que decirme que temande tus cosas y lo haré.

Su hermana no respondió y besó sumejilla antes de salir corriendo.Llegó al control policial y ladejaron pasar pues no llevaba nada,ni equipaje, solamente llevaba subolso.Cuando pasó, buscó por todoslados. Miraba el reloj y faltabancinco minutos para que el vuelo deNicolás despegara. No podía corrermás de lo que ya lo hacía. Losavisos de vuelos, cada vez seescuchaban más y sobre todo depasajeros que llegaban tarde. Nopodía creer que no lo encontrara,mantenía la esperanza de volver averle.

Alison, cansada, se sentó en unasilla con los ojos llenos delágrimas y la cabeza agachada. Ya,sí lo daba todo por perdido. Suvida cambiaría a partir de esemomento y no sabría cuandolevantaría cabeza. Porque todopasó demasiado rápido, porque suvida con Nicolás había sido unacarrera a ciento cuarenta kilómetrospor hora y la vida se le estabayendo en esos momentos. Entonces,sin esperarlo, escuchó comollamaban a Nicolás, con el vuelo M—450 con destino a Madrid y lapuerta era la diez. Ella estaba en lacinco, había estado tan cerca de él.

Se levantó eufórica y corrió,chocaba con todo el mundo y huboun momento en que su piernafallaba, pero le dio igual, ya estaballegando. Cuando estaba cerca, vioa Nicolás entregado su pasaje a unaazafata y entraría por la puerta enmenos de dos segundos.—¡Nicolás! —Gritó—. ¡Nicolás,espera! ¡No te vayas! —Nicolás laescuchó y se dio la vueltaextrañado, pues escuchaba su voz.Cuando la vio, correr hasta él ycojeando, se sintió el peor hombredel mundo por no dejar que ella loacompañara. Importándole muypoco que la azafata le amenazara

con que perdería el vuelo, corrióhasta ella y al alcanzarla, la abrazófuerte, encerrándola entre susbrazos.—¿Qué haces aquí? —Preguntóentre sollozos.—Tenía que verte por última vez.No podías irte si besarme,Nicolás… Bésame, por favor.Ámame —pidió con la voz entrecortada y Nicolás no la hizoesperar.Pegó sus labios, llenando sucorazón herido de amor, besandosus labios y amándola al mismomomento, como ella le pidió. No

podían estar separados y perderlaahora, era morir al instante.Se separaron, había llegado elmomento de decir adiós, aunque noquerían, era lo que venía ahora.Alison volvió a abrazarle y laazafata, volvió a llamar a Nicolás.—Hasta que el camino se acabe, teamaré por siempre, mí francés —declaró con lágrimas en los ojos yél besó cada lágrima.—Lo sé, nunca he dudado de queeso pase… Te prometo que volveréy me casaré contigo, mi amor —respondió—. Te amo, mí cisne.—Yo te amo, mí francés. —Se

separó de ella, aún tenían susmanos entrelazadas, hasta que ya lalejanía los obligó a separarlas.Cuando eso pasó, Alison gritó:—¡Te esperaré! —Y se perdió poresas puertas que lo llevaban alavión.Alison, subió su mano a su pecho yse arrodilló llorando. No podíaestar pasándole eso de nuevo, nopodía dejar de pensar que era laúltima vez que lo vería, que, enParís, ya nada le retenía. Se levantóy se sentó en una silla, cogió elpasaje de avión que su hermano lehabía comprado para volver a suhogar, pero no sabía que hacer

¿Cómo miraría a su madre despuésde todo lo que había pasado? Laechaba mucho de menos y en esemomento, la necesitaba más quenunca.Alison no lo pensó más y se fue a lapuerta de embarque, volvía aBadajoz, volvía a su hogar despuésde más de dos años.

Capítulo 19 Alison había llegado a Madrid y deallí tenía que coger un autobús quela llevaba a Badajoz. Aún no ledijo a su madre que volvía, es más,ya estaba en España, la llamaríacuando llegara a la estación, oincluso cogería un taxi hasta sucasa, sí, eso haría.Mientras iba en el autobús, llamó asu hermano y éste, lo cogióenseguida.¡Vaya, al fin me llamas! Pensé quete habías ido a Madrid.

Eh, sí…, eso hice. Estoy enMadrid, Marcos. Bueno…, ya casillegando a Badajoz.¿En serio? ¿Y por qué no mellamaste antes?Lo siento, pero en el avión nopodía hacerlo y después dedespedirme de Nicolás, tenía quecoger mi vuelo. Perdóname ygracias.Su hermano frunció el ceño al oirsu agradecimiento. Ella no teníanada que agradecer y sabía quecogería ese vuelo pues Alison,necesitaba volver a recordar quiénera, necesitaba estar con su familia,

con su madre y ese tiempo leserviría para reencontrarse con lamujer que le dio la vida.No tienes por qué. Eres mipequeña y haría todo por ti. Tequiero, enana.Te quiero, grandullón.Terminó de hablar con su hermanodespués de decirle que le mandaratodas sus cosas, ya que no teníapensamiento de volver a París.Las horas habían pasado y lallegada a Badajoz cada vez era máscercana ¿Cómo fue qué sé subió aese avión? Aún no creía que lohiciera, no sabía cómo iba a

reaccionar su madre al verla, o supadre. Con él, llevaba muchotiempo sin hablar, no teníaconstancia de cómo estaba su padrede salud o como iría el matrimoniode ellos. No sabía nada, de nada.Cuando llegó y se bajó del autobús,caminó hasta la salida y respiróprofundo, llenando sus pulmonesdel aire familiar que tanto echabade menos. Había regresado a casa yera para quedarse. Caminódecidida hasta un taxi y se montó enél, le dijo al taxista la dirección yéste emprendió camino. Alisonestaba muy cansada y se sobaba lapierna de vez en cuando pues le

dolía horrores. Había corriódemasiado y ahora tendría quedescansar por días, hastarecuperarse del todo.El camino se hacía eterno y loscampos llenos de árboles, cada vezse acercaban más. La llegadaestaba próxima, aunque parecíalejana o era el miedo que sentíapues ver a sus padres después detanto, a su padre después de más dedos años, la ponía nerviosa.Entonces algo cruzó su mente, algoque tenía que hacer antes de llegara casa, le indicó al taxista que lallevara a un lugar y éste, así lo hizo.Se metió por la carretera antigua,

esa que daba a las casas de campoy al bosque, cuando el taxi no podíapasar porque la carretera se perdía,paró. Alison le pagó y se bajó.Sentía que había llegado elmomento de volver a ese lugardonde se enamoró y dondeesperaba día a día la llegada de suprimer amor, Nicolás. Caminódespacio, la pierna no la dejabacorrer, más bien, la dejó llegar,pero cojeando y cuando llegó, susojos se aguaron. Ahí estaba frente aella, el puente que unía España conPortugal y donde había sido felizpero también infeliz. Caminó hastalas escaleras y se sentó donde

siempre. Su mente comenzó a volary se llenó de recuerdos.

Flash BackAlison se movía de una formaespecial. Bailaba con los ojoscerrados, se metió tanto en lamúsica que no notó que alguien laestaba mirando. Nicolás desde elotro lado del puente. La mirabaimpactado, embobado. El corazónde Nicolás latía frenético al verlaasí tan concentrada en lo quehacía, era admirable y una deliciacontemplarla.

Cuando la música terminó Alison,se sentó para descansar, seguía sinver a Nicolás. Estaba tan, absortaen lo que hacía, que no se habíadado cuenta de que alguien laobservaba.—Te dije anoche que a lo mejor yahabía llegado quién esperabas —susurró Nicolás acercándose aella sin querer asustarla, pero aúnasí Alison, se asustó, no loesperaba.—Dios me has asustado. ¿Siempreme vas a estar asustando? —Preguntó divertida.Nicolás sonrió y le dio un beso en

la mejilla mientras se encogía dehombros. Alison al recibir esebeso, un cosquilleó sintió en suestómago y sobre todo ahí, dondeél había pegado sus labios.—Lo siento, no queríainterrumpirte —afirmóavergonzado.Se puso roja, al darse cuenta quepodía haberla visto bailar y le dioun poco de vergüenza.—¿Me has visto bailar? —preguntó un poco nerviosa.Ella nunca bailaba delante denadie, no le gustaba. Decía queeso solo lo quería disfrutar ella,

pese a que estaba en elconservatorio, siempre pensó enregalarle a personas que noconocía de nada su talento o comoella lo llamaba, su amor por lamúsica. Lo hacía, pues lo adoraba.

Flash BackEse recuerdo le hizo sonreír, perodespués de ese, vino otro y otro, nopodía dejar de pensar en todo loque había pasado en tan cortotiempo, pero después de recordareso y revivir hermosos momentos,llegaron los instantes que no quería.Todos los recuerdos se hicieron

presentes, haciendo que sus ojos sellenaran de lágrimas a la mismavez, que su corazón se comprimíasin dejarla respirar.

Flash Back—Alison, hay algo que tengo quedecirte y que no sé por dóndecomenzar —dijo su madrellamando su atención. Alison selevantó y la miró con el ceñofruncido—. Es algo que no puedoseguir escondiendo y que creo quellegó el momento de que lo sepas,aunque puede que sea algo tarde

pues podía habértelo dicho antes,tienes que entender que no es fácilpara mí decirte esto hija.—¡Mamá habla de una vez, porfavor!—Es sobre ti y Peter —susurrónerviosa Bibiana.—¿Peter y yo? ¿Qué pasa connosotros mamá? —Alison preguntósabiendo la respuesta, pero noquería pensar que su madre ledijera eso que tanto miedo le teníay que siempre pensó que era consu hermano Marcos y no con ella.—Peter es tu padre, Alison —declaró su madre con lágrimas en

los ojos.En ese momento Alison, se quedóbloqueada. No podía pensar conclaridad, no podía creer eso, erauna mentira de su madre parahacerle ver que podía olvidar aNicolás, pues si ella era hija dePeter, ellos eran hermanos. Selevantó negando y llorando a lavez. Sentía un gran nudo en elestómago, un nudo que sabía queno se le quitaría en mucho tiempo.—Eso es mentira ¡Eso es mentira!Una maldita mentira vuestra —gritó desesperada y se fue de allí,huyó de su madre.

— ¡Alison espera! ¡No te vayas,por favor! —Su madre gritaba ycorría tras ella, pero no laalcanzó, su hija entró en su casa ypor consiguiente en su habitación,encerrándose en ella, en sumundo, en su gran dolor desentirse engañada y utilizada porsu madre y su supuesto padre.— ¡Hermanos, somos hermanos!¡Me enamoré de mi hermano! —Decía una y otra vez, no lo podíacreer…

Flash Back

Dio por terminada la sesión derecuerdos y se levantó. Queríadejar enterrados todos los malosmomentos que inundó su mente yque mejor sitió, que bajo esepuente. Sacó un papel de su bolso,un bolígrafo y escribió en él.Después de eso, sacó un mecheroque ni siquiera sabía cómo habíallegado a su bolso y lo quemó,tirándolo al rio que pasaba pordebajo del puente. Ahí es dondetenían que estar sus malosrecuerdos, esos que laatormentaban. En el papel escribió:Nicolás y yo hermanos… Peter mipadre… Eso nunca.

Bajó las escaleras, caminódirección a su casa, iba despacio,cansada y en diez minutos llegó.Miró la fachada y estaba igual,intacta. El banco en el porche, lapuerta de madera blanca y todopintado de marrón oscuro. Era lacasa más bonita que había visto yen ese momento, era la mejor visiónque podía tener. Cuando llegó a lapuerta, no sabía que hacer ¿Tocaríael timbre o escaparía antes de servista? No quiso hacerse esperar ytocó dos veces. Escuchó pasos y sucorazón latió nervioso hasta que lapuerta se abrió y su madre, semostró en su campo visual.

—Alison —susurró Bibiana al vera su hija. Se acercó a ella y laabrazó—. No puedo creer que estésaquí, cariño. Te he echado demenos, mi amor. —Sollozaba sumadre.Alison la abrazó, necesitaba deamor maternal y se metió entre susbrazos como si fuera la pequeñaAlison, perdida y asustada por losmonstruos de la noche, esos que supadre echaba todos los días antesde que se fuera a dormir pues soloasí, conseguía conciliar el sueño.—¿Quién es Bibiana? —Preguntósu padre acercándose hasta ellas.

Alison se separó de su madre ymiró a su padre. Este al verla, llorócomo llevaba tiempo sin hacer,desde que su hija se fue, no volvióa mencionarla y la había extrañadodemasiado. Su hija se habíaconvertido en una gran mujer yestaba preciosa. Alison se agachóhasta su padre y lo abrazó entrelágrimas. Entraron en la casa, nopodían creer que su hija estuvieraallí. Estaban felices de verla al fin.—Hija, ¿Por qué no avisaste quevenías? —Preguntó su madre—.Podríamos haber ido a buscarte¿Cuánto tiempo te quedarás?—Para siempre —respondió y sus

padres abrieron los ojossorprendidos.Entonces, sin esperarlo, alguiensalió del salón y caminó en sudirección. La presencia de Peter ensu casa significaba muchas cosas yverlo cerca de su padre no legustaba ¿Qué se había perdido enese tiempo? ¿Qué hacía Peter allí?Este, se acercó a Alison y besó sumejilla. Ese acto no le gustó yesbozó una sonrisa falsa. No queríadiscutir tan pronto, ya tendríatiempo de aclararlo con su madre.—Estoy muy cansada, mamá. Meiré a mí habitación para ducharme ydormir algo —dijo Alison.

—Claro hija ¿No trajiste equipaje?—Preguntó su padre.—No, Marcos me lo mandará.Asintieron y ella subió lasescaleras. Suspiró al verse alejadade Peter, todavía no le soportaba.Llegó hasta su habitación y abrió lapuerta. Al entrar, vio que nadahabía cambiado, que su madre lahabía mantenido igual, todo estabaen su lugar, cada rincón igual quecuando se fue hace dos años. Entróen ella y lo primero que hizo fuecaminar hasta la mesilla de noche,abrió el cajón y sacó las cartas queNicolás le envió cuando se fue laprimera vez. Tenía que coger la

dirección, para enviarle ella laprimera carta ¿Cómo sí no, Nicolásle mandaría a ella una, si no sabíaque había vuelto a su casa?Sacó su libreta del instituto y unboli para escribir esa carta. Lellegaría a Nicolás pronto, casi almismo momento que llegara él.Hola, mí francés. Esta es laprimera carta de muchas y queríaser la primera en hacerlo. Elmotivo de ésta, primeramente, teescribo para decirte que he vueltoa mí casa. Sí, sé lo qué estáspensando, que me volví loca, perolo necesitaba. No puedo vivir sin tiy en París, no me podía quedar.

Se miró el anillo mientras escribía.Nadie en la casa se dio cuenta yseguro su madre, entraría en suhabitación en cualquier momentopara hablar con ella.Solo hace horas que te fuiste y yate echo de menos. Menos mal, queme dejaste algo para recordarte ycada vez que me miro el dedo,sonrío… Te amo, mí francés ycomo te dije en el aeropuerto, teesperaré. Únicamente, deseo quecumplas tu promesa y vuelvas.Atte. Tú cisne, que te ama.Metió la carta en un sobre yescribió la dirección para dársela

al cartero al siguiente día. Despuésde eso, se levantó y fue hasta elbaño para ducharse. Necesitabarelajarse y descansar. Se quitó laropa y miró su pierna, ésta, estabainflamada y un poco amoratada,tendría que ir al médico para que lehicieran una radiografía, pero nohabía prisa, descansaría y si veíaque le dolía demasiado, iría a verqué tal estaba. Instantes después, sequitó la ropa y se metió en la ducha,abrió el grifo y el agua templada,caía por sus hombros, relajandocada musculo.

***

Ya estaba en la cama con un pijamaantiguo suyo y arropada con lasabana, cuando su madre pegó en lapuerta, al escuchar el “pase” deAlison, entró con una bandeja.Alison sonrió al ver como su madrele llevaba algo de comer a la camay le hacía recordar cuando ella noquería bajar por estar cabreada consu padre y su madre le subía lacena.—Como en los viejos tiempo ¿No?—Preguntó Alison y su madresonrió asintiendo.—No todos los días vuelve tu hija

después de tanto tiempo. —Seacercó y puso la bandeja en lamesilla de noche, luego se sentó enla cama y cogió las manos de suhija—. ¿Cómo te sientes? Ya sé queNicolás se marchó hoy. —Alisonsuspiró y su madre besó susmejillas—. No tienes por quécontarme nada si no quieres. Yasabes que estaré cuando tú quierashablar ¿Verdad? —Su hija asintió yBibiana se levantó, caminó hasta lapuerta y antes de salir escuchó:—Sé toda la verdad mamá, tienesque explicarme muchas cosas, perohoy no. Ya tendremos tiempo deponernos al día —refirió Alison.

Su madre asintió para después irse.Después de cenar lo que su madrele llevó, se acostó de nuevo ycomenzó a dar vueltas sin parar. Nopodía dejar de pensar en él, en susojos azules, su pelo rubio y esasonrisa que le mataba. No habíamejor manera de quedarse dormidaque pensando en el hombre queamaba.

Capítulo 20 Meses después.Esos meses le habían servido aAlison para reencontrarse con suspadres, pero, sobre todo, con sumadre. Con ella se sinceró yBibiana le confesó todo lo queocurrió en su pasado con Peter,como escondió el que Marcos fuerasu hijo y porque inventó que Alisony Nicolás eran hermanos. A Alison,le costó perdonar a su madre, peroesos tres meses, hicieron queconfiara de nuevo en ella. Verla

feliz con Peter, hacía que dejara demirarlo a él de la manera en que lohacía. Cuando habló con su padre,éste le explicó que él mismo fuequién dijo a Bibiana que hiciera suvida con el hombre que siempreamó, la ayudo a aceptarlo.Una semana después de su llegada,tuvo que volver al médico para quele vieran la pierna. Esta estabadébil, pero con los medicamentosque el doctor le mandó y larehabilitación, poco a poco, supierna fue cogiendo fuerza y aveces volvía a bailar, aunquedespacio para no lastimarse.Todas las semanas le llegaban

cartas de Nicolás, hasta quedejaron de hacerlo. Ella estabaasustada y pensaba que algo lepasaba, ya que hacía una semanaque no llegaban. Alison escribió larespuesta a la última y después lemando otra. No dejaba de leer esaque le llegó una semana atrás.Hola, mí preciosa cisne. Me alegroque las cosas con tu madre vayanbien. Y no te preocupes por mí¿Vale? Soy un hombre fuerte yenamorado y este amor es el queme hace querer vivir día a día,para volver a verte. La llegadaestá cerca y solo quedan unosmeses más para abrazarte, besarte

y hacerte mía para siempre.Te amo y te extraño demasiado.Por cierto, me encanta la foto queme has enviado, pero… ¿Hasengordado? No, es broma, te vesperfecta.Alison sonrió al leerla y recordó eldía que se hizo la foto y laimprimió para enviársela aNicolás.No desesperes mí amor, que prontovolveré junto a ti.Atte. Tú francés enamorado y quete ama.Alison, después de releer esa carta,la guardó y cogió una hoja para

escribirle la siguiente, dándoleigual que no recibiera respuesta ala misma. Comenzó a escribir ysintió como su vista se nublaba. Unmareo la hizo tambalearse y caer derodillas en el suelo, hasta queperdió el conocimiento.Bibiana, esperaba a Alison paradesayunar y al ver que pasaban losminutos y su hija no bajaba, subióen su busca. Bibiana pegó en lapuerta de la habitación, pero norecibió respuesta, así que abrió lapuerta y encontró a Alison, tiradaen el suelo inconsciente.Rápidamente, se agachó para poderreanimarla.

—¡Alison…! ¡Despierta cielo! —Habló Bibiana asustada.Le pegó varias cachetadas a su hija,hasta que, por fin, esta comenzó aabrir los ojos despacio. Bibiana,soltó el aire que retenía sin darsecuenta y respiró con normalidadcuando por fin, su hija estuvoconsciente del todo. La ayudó alevantarse del suelo y la llevó a lacama, Bibiana fue hasta el baño ycogió un vaso que allí tenía su hija,lo llenó de agua y se lo llevó aAlison para que bebiera puesseguro tendría la garganta seca.—¿Qué te pasó? —Preguntó sumadre.

—No sé. Solo recuerdo que estabaescribiendo y de pronto me mareé yperdí el conocimiento. —ExplicóAlison. Bibiana se asustó, puespodría ser que le estuvieranrepitiendo los ataques de epilepsia.No quería que su hija volviera apasar por ello.—Hay que ir al médico y no aceptoun no por respuesta ¿Queda claro?Así que levántate, que nos vamos.—Está bien, mamá. —Se levantó,cogió su bolso y ambas salieron dela habitación.Bibiana ayudó a su hija a bajar lasescaleras, ya que iba un poco

mareada. Le dijeron a Carlos queirían al doctor y éste enseguidaquiso acompañarlas, pero senegaron y dijeron que no era nadagrave, así que, sin más, las dossalieron de casa y se montaron en elcoche.Durante el trayecto, Alison nodejaba de pensar en el desmayo, leentró pánico al pensar que podríaser lo mismo que le pasó en París.Ya hacía bastante tiempo que no serepetía y ahora que era cuando másfrágil estaba, a lo que emocional serefiere, le vuelve a dar ¿Por quétodo le tenía que pasar a ella? Sumadre conducía en silencio, pero

era por el mismo motivo, pensabaen la posibilidad de que a su hija sele repitieran esos ataques de nuevoy no quería que se le volvieracrónico y se repitieran más amenudo.Cuando llegaron, salieron delcoche. Bibiana volvió a coger a suhija del brazo para evitar que ésta,se marease o se desmayara.Caminaron y dieron los datos en elmostrador, ahora solo le quedabaesperar a que la llamaran.—Tranquila mamá, verás que no esnada —intentó Alison calmar a sumadre, pero… ¿Quién la calmaba aella?

Pasaron los minutos e inclusoestaba a punto de pasar una hora,hasta que la enfermera la llamó yentraron a la consulta. Lo primeroque el médico hizo fue pedir unanálisis de sangre y orina paracomprobar que todo fuera normal.Le explicaron que había pasado, lasveces que le ocurrieron los ataquesde epilepsia. También que era laprimera vez que se desmayaba sinllegar a tenerlos. El doctor sequedó pensando, mientras escribíaen el teclado de su ordenador.—Alison ¿Cuándo fue tu últimoperiodo? —Preguntó el doctor.Alison frunció el ceño, pues no

entendía a que venía esa pregunta.—Pues, no lo recuerdo bien. Heestado un poco distraída. —Depronto se quedó callada,comprendiendo del por qué lapregunta del médico y éste, asintió.Alison se puso nerviosa y su madrele dio un apretón en su mano. Luegode hablar algunas cosas más con eldoctor, salieron y Alison se fue albaño para coger la muestra de orinay se acercó a la enfermera para quele sacaran sangre. Terminaron ysalió a la sala de espera, donde unaBibiana nerviosa esperaba. Sesentó con su madre y ahora soloquedaban los resultados.

No paraba de darle vueltas a laposibilidad que había de queestuviera embarazada de Nicolás. Ysi era así ¿Qué haría? Nicolásestaba desaparecido y ni siquierapodía decirle que podría ser padre.—Esto no puede estar pasando, noahora —susurró Alisonreprimiendo las ganas de llorar,aunque poco le faltaba.—No te preocupes cariño, yoestaré contigo en todo momento y siestás embarazada, te ayudaremos.No te dejaremos sola.—Gracias mamá, por todo —dijo yla abrazó.

—No tienes por qué darme lasgracias. Soy tu madre y aunque mehaya equivocado a veces, todo lohago por ti y tú felicidad.La espera la mataba, saber quepodría ser madre, la atormentabapues no era el mejor momento. Doshoras habían pasado y aún nadie lallamaba. Estaba harta de esperar yya quería saber que pasaba. Aunqueestaba asustada, prefería mil vecesque le dijeran que estabaembarazada a que fueran losataques epilépticos de nuevo. Depronto, escuchó a la mismaenfermera llamarla y decirle queentrase a la consulta. Alison se

levantó y temblorosa, caminó juntoa su madre hasta la consulta sieteque era donde el doctor laesperaba. Entraron, se sentaron yesperaron a que éste, hablara deuna vez y le dijera que pasaba.Estaba asustada, nerviosa, muchascosas más que sentía y no sabíaexplicar.—Alison, todo está bien y no hayriesgo de epilepsia y mis sospechaseran ciertas. Estás embarazada.Su madre la abrazó con lágrimas enlos ojos porque, aunque ese bebévenía de sorpresa, sería abuela yeso era motivo de alegría. Elmédico le dio indicaciones y citas

para siguientes días. Tenían quehacer controles de embarazo ycomprobar que todo estuviese bien.Después de eso, salieron de laconsulta. Alison salió de allí conalgo metido en su cabeza. Iba a sermadre y lucharía por ese bebé quecrecía en su interior y que le regalóNicolás antes de marcharse.

Cinco meses después.Los meses se hicieron eternos,seguía sin recibir respuesta deNicolás, pero ella no perdía laesperanza. En todas las cartas le

decía lo del embarazo por si algunano llegaba a su destino y él no laleía. Ya casi estaba de ocho mesesy ese bebé cada vez estaba másgrande. Alison tendría un niño yestaba feliz, casi lo tenía todopreparado para su llegada. Habíanarreglado la habitación de suhermano Marcos para que Byron,como lo llamarían, ocupara sulugar.Esa mañana se levantó cansada y notenía muchas ganas de salir de lahabitación. La depresión llamaba asu puerta siempre, pero ella sacabafortaleza y por su hijo, salíaadelante como podía, aunque en su

mente siempre estuviera Nicolás ysu desaparición.—Hija, te traigo el desayuno —dijosu madre entrando en su habitación.Desde que Alison estabaembarazada, la cuidaban muchomás y todos estaban emocionadoscon la llegada de ese niño quellenaría de alegría la casa y lafamilia. De pronto, Alison gimió dedolor y se arqueó. Le había dadouna contracción. Ambas seasustaron pues aún, le quedaba másde un mes de embarazo. Luego ledio otra y así contaron hasta quevieron que las tenía cada tresminutos. Cogieron todo lo

preparado y bajaron las escalerasdespacio. Tenían que llevar a suhija al hospital.—Mamá, tranquila. Estoy ¡Bien! —Gritó por una contracción.—¡Serás cabezota! ¡No me digasque estás bien, cuando estás a puntode traer a mi nieto al mundo! —Respondió Bibiana nerviosa.Se subieron al coche, su madrearrancó, aceleró y salió a toda prisade su parcela. Condujo rápido, ledaba igual que los demásconductores le pitaran, ella teníaque llegar al hospital ya. Su hijasería madre y el bebé no esperaba.

Solo pasaban minutos y otracontracción doblaba a Alison dedolor. Jamás pensó que eso doleríatanto y ya estaba loca porque lesacaran al niño.Quince minutos después, llegaron alhospital y Bibiana corrió hasta losenfermeros para avisarle de quecogieran a su hija que iba de parto.Dos enfermeros la ayudaron abajarse y se sentó en una silla deruedas. El que la llevaba corríatanto, que estuvo a punto deatropellar a un señor que pasabapor su lado. Así, llegó a la consultadel doctor en menos de un minuto.A su madre no la dejaron pasar

pues después de que el médico laviera, la llevarían a la sala departos.Y dicho y hecho. Su doctor, despuésde comprobar que estaba dilatada ypreparada para el parto, le ayudó aquitarse la ropa y ponerse elcamisón del hospital y se lallevaron a la sala de partos paraprepararla. Tenían que ponerlesuero y algún que otro calmante.Acto seguido, llamaron a su madrepara que entrara en la sala ypudiera estar con su hija.No podía creer que llegara esemomento, que hubiera pasado tantotiempo. Alison se desmoronó pues

echaba en falta a alguien muyimportante en ese momento, elpadre de su hijo, el amor de suvida. Nicolás no estaba en eseacontecimiento y no podía ser felizdel todo sin él, no la encontraríajamás.El parto estaba siendo fácil, muydoloroso, pero, con la ayuda de losmédicos, enfermeros y, sobre todo,su madre, le ponían las cosas másfáciles. Las contracciones eran muyfuertes y las ganas de empujar másconstantes.—Alison, ahora tienes que empujarpara que podamos sacar a tu bebé¿De acuerdo? —Asintió y le hizo

caso al doctor.—Así cariño, lo estás haciendomuy bien —susurró su madre en suoído.Apretó su mano con fuerza y volvióa empujar esta vez más fuerte y condos empujones más, escuchó lo másmaravilloso que jamás en su vidapensó que podría oir, el llanto de suprimer hijo. El enfermero se loacercó y Alison lloró como nunca,pues ver la carita de su hijo, eraverle a él, recordarle a él. Bibianaestaba emocionada y besó a su hijaen su frente, a la vez que acariciabala manita de su primer nieto.

—Te prometo que jamás estarássolo, Byron. Mi dulce y preciosobebé —habló Alison, mirandoembelesada a su hijo.

***

Estuvieron un par de díasingresados en el hospital y ledieron el alta. Su hijo estaba sano yella estaba feliz, ya que era un bebémuy bueno. Su madre la recogió yAlison no se esperaba lo que leaguardaba en su casa.Al llegar, salieron del coche ycaminaron hasta su hogar. Bibianaabrió la puerta, dejó que Alison

fuera la primera en entrar, caminóhasta el salón para ver a su padre yque este por fin, conociera a sunieto. No creía lo que veía, suhermano Marcos y Sophie estabanallí, este corrió hasta ella y laenvolvió entre sus brazos, le dio unbeso a su sobrino y en ese momentoAlison, se sintió más feliz.Su familia había vuelto a ser la queera. Su padre, aunque no estaba conla mujer que amaba, al final la dejóser feliz con el hombre que quería.Su madre era la mujer más dichosadel planeta, pues regresó con suprimer y único amor, a la mismavez que recuperó al que fue su

mejor amigo. Sus hijos habíanconseguido la felicidad, aunqueAlison, no lo era del todo, pues lefaltaba una parte fundamental entoda la historia. Nicolás no estaba.No podía negar que ver a Marcoscontento con su mejor amiga,Sophie, ayudaba a que su felicidadfuera un poco más grande y por finveía la dicha en las caras de sufamilia. Al único que no veía deltodo satisfecho, era a Peter que,aunque recuperó esa vida que le fuerobada, no tenía a su hijo y sesumaba a esa pequeña parte queentristecía a Alison, ya que lacompartían.

Desde el umbral de la puerta delsalón, los miraba feliz. Su familiasí era feliz. Alison caminó con suhijo entre sus brazos y lo llevóhasta su habitación. Sería laprimera noche que dormiría en sucuna, no le gustó tenerlo tan lejosde ella, así que arrastró la cuna y lallevó hasta su habitación para tenera su hijo lo más cerca posible deella.—Eres lo más perfecto que me haregalado el amor… Te adoroByron. Y él, por muy lejos que esté,seguro que también lo hará —exclamó enseñándole una foto de supadre—. Serás la luz que ilumine

mis días y quién me haga olvidar eldolor que siento en este momento.—La voz salía entrecortada.Alison, no se dio cuenta de que suhermano la miraba desde el pasillo.Marcos se secó una pequeñalágrima que rodó por su mejilla yse fue para dejar a su hermana asolas con su hijo.Y ahí, en ese preciso momento, esdonde Alison, se da cuenta delamor que siente por su hijo, pues esel mismo que sintió por Nicolás, laprimera vez que lo vio ¿Será queestaba destinada a perderlesiempre? No lo sabía y no queríapensar en ello. Únicamente pensaba

en ese niño, de oscuros ojos comoella y pelo rubio como su padre yver que sí, podía llegar a ser feliz.—Hasta que el camino se acabe, teamaré, Nicolás —susurró mirandola foto—. Siempre te esperaré, mífrancés.

EpílogoAños después.Ya habían pasado dos años desdeque recibió su última carta y nuncapudo decirle que tenían un hijo,producto de aquella noche de amoren París. Perdió al amor de su vida,pero, le regaló antes de marcharse aun remolino de rizos rubiosllamado, Byron. Era su vivaimagen, salvo por los ojos que, sinduda, eran los de ella. Simplementesu principito, era perfecto.Cuando decidió volver a Badajoz,pensó que estar con su madre era lo

mejor que podía hacer. Y no seequivocó pues de no ser por ella,no sabía que podría haber sido desu vida. Una joven embarazada ysin recursos, no podía sola. Alisonera primeriza y quién mejor que sumadre para ayudarla en esa nuevaetapa. La vuelta a su hogar fueextraña y más el hecho de volversola, pues su hermano se quedó enParís con Sophie, la chica de lacual se había enamorado incluso,sin darse cuenta. En el momentoque él le confesó sus sentimientosrespecto a su amiga, casi se cae deespaldas ya que siempre pensó queera gay.

Por desgracia Alison, nunca másvolvió a bailar. Su hijo la manteníaocupada cada rato y aunque loechada de menos, no se arrepentíade un segundo junto a su pequeño.Echaría por tierra todo lo quetuviera solo para mantener a eserenacuajo a su ladoconstantemente. Ahora su vida eraél, estar alerta por si su pequeñínhacía de las suyas, como la teníaacostumbrada. No paraba quieto,salvo cuando dormía.En ese momento Alison, estaba solaen casa, su madre había ido a llevara su padre al médico. Queríanintentar ponerle una prótesis en la

pierna y había que hacerle variaspruebas.Se encontraba en la cocinapreparando el desayuno de Byron,mientras éste, miraba la tele con susdibujos preferidos. Cuando terminóde preparar el desayuno, fue hastael salón y se sentó al lado de supequeño monstruito. Este besó sumejilla y comenzó a comerse lafruta que Alison le había llevado.Desde que comenzó a caminarhacía ya dos meses, no había quiénlo cogiera y si no era por Peter quelo tenía a veces controlado, más deuna vez, se hubiera escapado.

En ese momento, Peter entró en lacasa y fue al salón para ver a sunieto.–¿Dónde está mi pequeño demonio?–Preguntó con voz cantarinaentrando a la sala.Byron corrió hasta él, paraabrazarlo apretadamente. Ambos seadoraban.–No me aprietes tanto que me harásdaño–la falsa protesta de Peter,hizo reír al niño–. ¡Pero qué fuerteestás! –Exclamó a la vez que lehacía cosquillas.El niño se reía, se retorcía mientrasle pedía entre risas que parara.

Alison los observaba embobada...Alison lo miraba embelesada y sereía de la manera de hablar de supequeño. Casi llevaba hablando, lomismo que caminando, habíacogido carrerilla en todo. Peterdejó en el suelo al niño y se sentócon Alison, después de saludarlacon un beso en la mejilla. Ellostenían muy buena relación desdeque Peter se enteró que tendría unnieto de Nicolás y Alison. Ella, porfin confiaba en él y entendió todo loque él hizo, ya que lo había hechopor amor a su madre y verla feliz aella, hacía feliz a Alison.Estaban tan absortos en su

conversación, que no se dieroncuenta de que el pequeño Byron,corrió hasta la puerta. Si no esporque Peter, recordó que habíadejado la puerta abierta, se hubieraescapado y no se habrían enterado.Alison salió corriendo tras él,sintiendo como el corazón se ledisparaba mediante iba viendo a supequeño huracán correr.—¡Byron ven aquí! —Gritócabreada—. ¡No corras más!El niño corría por el pequeñocampo que había delante de la casay como no, se sabía el camino quellevaba al puente, Alison, lo

llevaba a menudo allí para pasear.—¡Byron no te metas en el agua! —Su hijo estaba cerca del pequeñorio que pasaba bajo el puente.Sin que el niño se percatara, unafigura masculina y corpulenta quese alzaba junto a él, lo miró encuanto el niño apareció.Caminó hasta él, al escuchar quealguien gritaba que no se metiera enel agua. Se agachó a la altura delniño y el pequeño le miró. En esemomento sintió como su corazónsalía disparado, pues no podíacreer lo que estaba viendo. Byronlo miró, entrecerrando los ojos y

tocó su mejilla, haciéndolecosquillas en su mano con lapequeña barba que le estabacreciendo.—Papi —dijo Byron en el mismomomento en el que Alison llegabahasta ellos.Se quedó paralizada al verle ahí,agachado frente a su hijo. Nicolásmiraba embobado a ese pequeñoque lo llamó papi, ¿Cómo eraposible?Alison, caminó hasta ellos con piestemblorosos, pues parecía unespejismo producto de suimaginación. Siempre imaginaba el

momento, ese momento en el queNicolás regresaba y veía a su hijopor primera vez.—Nicolás —susurró Alison tras él.Este se paralizó y se dio la vuelta,se levantó al verla y cayó derodillas ante ella. No podía creerlo,estaba vivo ¡Nicolás estaba vivo!Alison cogió su cabeza para hacerque la mirase pues él se habíaescondido entre sus manos. Ellaquería ver sus ojos azules, queríacomprobar que era verdad. Byronse quedó callado, aunque parecíamentira, no sabía que estabapasando con ellos. Solo sabía queél, era su padre y todo porque

Alison, siempre le enseñó fotos deNicolás, haciendo que el niño loreconociera.—¿Es mi hijo? —Preguntó con lavoz rota y Alison asintió.Alison se agachó quedando a sualtura y no esperó más. Pegó suslabios, fundiéndose en ese beso tanesperado por los dos. Dos añosseparados, dos años sin saber de él.Nicolás en ese momento era elhombre más feliz del mundo. Habíavuelto, como prometió. Habíarecuperado al amor de su vida yésta, lo esperaba con la mejornoticia que podían darle, era padre.

Tenía un hijo precioso que era suviva imagen y ese fue el detonanteque lo llevó a explotar y caer derodillas ante ella. Las lágrimas quederramaban esta vez eran defelicidad, una felicidad queinundaba sus corazones de unamanera descomunal. Al separase,Nicolás cogió al pequeño y loestrechó entre sus brazos, a los doslos estrechó entre sus brazos.—Te amo, mí cisne te amo comojamás pensé hacerlo y este hijo, esla prueba de nuestro amor. —declaró entre sollozos.Alison secó sus lágrimas con layema de sus dedos y besó sus

mejillas, ahí donde estabanmojadas, ahí donde tenía que borrarla tristeza para dar paso a lafelicidad. Por fin podían estarjuntos como siempre desearon, sinobstáculos de por medio, sin tenerque volver a marcharse. Nicoláshabía regresado y nunca más seiría. El tiempo que estuvo enAfganistán, no dejaba de pensar enel día de volver y ese día habíallegado.Se sentía feliz. De todos losmomentos vividos con Alison, éste,sin duda, era el mejor pues no solola recuperó a ella que era lo quemás amaba en su vida, si no que

ahora, tenía algo más por lo queluchar a Byron, su hijo y no cabíade felicidad al enterarse de ello.Se levantaron y Nicolás cogió enbrazos a su hijo y aferró a Alison asu cuerpo. La miró con el amor másprofundo que sentía, besó suslabios con esa pasión que elladespertaba en él. Al separarse,pegó su frente a la de ella.—Si supieras las ganas que tenía debesarte, mí cisne —Y con esa frase,la primera que le dijo cuándo labesó por primera vez, la hizosonreír como jamás pensó hacerlo,enamorándola más, si podía.

Se prometieron amor, hasta que elcamino se acabe y volvieron aencontrarse dos veces… Un amorque comenzó con una guerra entrefamilias y que continuaba con lafelicidad absoluta.A veces luchar por lo que uno amano es fácil y la vida, se encarga deponerte mil piedras en el caminopara que no lo logres, pero siluchas con todas tus fuerzas,sabiendo que llegarás a tu destino,ese que estaba ya escrito, todo esmás fácil y la recompensa es la queesperabas.

FIN