hannah arendt y el imperativo de ser incomparable

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HANNAH ARENDT Y EL IMPERATIVO DE SER INCOMPARABLE Detalles Publicado el Domingo, 15 Marzo 2015 04:09 “Hannah Arendt y el imperativo de ser Incomparable”, es el texto de la Conferencia Magistral presentada el 11 de marzo en el I Coloquio Hannah Arendt: Pensar y Actuar en el Mundo, que se presentara ante estudiantes y profesores en la Universidad de Guadalajara. Es un viaje desde Arendt al desafío de enfrentar la tentación totalitaria y la emancipación ahora, en estos tiempos de oscuridad y desde la orilla del horror que nos amenaza y del saber y dignidad que no puede seguirse sometiendo al sistema mundo que nos desprecia, nos devora para enriquecerse destruyendo y explotando y nos niega para alimentar su codicia insaciable. Es un espejo que nos reclama ser incomparables para abrazarnos frente a la amenaza de las fábricas de cadáveres de hoy. Inspirado en la vida y obra de Arendt, nos convoca desde su trabajo provocador y exigente. Así Sí. Pueblos en Camino. Hannah Arendt y el imperativo de ser Incomparable Aclaración y Nota Introductoria De ninguna manera soy un experto en Hannah Arendt ni puedo decir que conozco su obra a cabalidad. Intento, con este texto, compartir en voz alta y hacer público una parte de un diálogo íntimo y permanente que llevo con ella desde hace muchos años. Quiero agradecerle su compañía y desafíos y por ello, aclaro que ella es mucho mayor, más sabia y profunda de lo que yo pueda reflejar. En medio de amenazas y esperanzas, en diversos lugares, me ayudó a sacar la cabeza, tomar fuerzas y seguir adelante. Aún recuerdo el día en que, sentado en una chiva”, bus escalera, en el norte del Cauca, Colombia, pasando por un lugar donde unas horas antes un retén de escuadrones de la muerte había asesinado a una mujer, entendí en sus palabras frente al paisaje caluroso de montañas y valles de esos territorios indígenas ancestrales, la posibilidad cercana de un régimen totalitario cuyos ejecutores locales son apenas fichas que cometen crímenes atroces para un régimen que los ignora y se sirve de ellos sin conocerlos siquiera, así como no conoce a los que explota y despoja ni las tierras que destruye para alimentar la codicia de unos pocos, arrogantes y poderosos.

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ponencia de rOZENTAL EN La Universidad de guadalajara

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HANNAH ARENDT Y EL IMPERATIVO DE SER INCOMPARABLEDetallesPublicado el Domingo, 15 Marzo 2015 04:09Hannah Arendt y el imperativo de serIncomparable, es el texto de la Conferencia Magistral presentada el 11 de marzo en el I Coloquio Hannah Arendt: Pensar y Actuar en el Mundo, que se presentara ante estudiantes y profesores en la Universidad de Guadalajara. Es un viaje desde Arendt al desafo de enfrentar la tentacin totalitaria y la emancipacin ahora, en estos tiempos de oscuridad y desde la orilla del horror que nos amenaza y del saber y dignidad que no puede seguirse sometiendo al sistema mundo que nos desprecia, nos devora para enriquecerse destruyendo y explotando y nos niega para alimentar su codicia insaciable. Es un espejo que nos reclama ser incomparables para abrazarnos frente a la amenaza de las fbricas de cadveres de hoy. Inspirado en la vida y obra de Arendt, nos convoca desde su trabajo provocador y exigente.As S. Pueblos en Camino.Hannah Arendt y el imperativo de serIncomparableAclaracin y Nota IntroductoriaDe ninguna manera soy un experto en Hannah Arendt ni puedo decir que conozco su obra a cabalidad. Intento, con este texto, compartir en voz alta y hacer pblico una parte de un dilogo ntimo y permanente que llevo con ella desde hace muchos aos. Quiero agradecerle su compaa y desafos y por ello, aclaro que ella es mucho mayor, ms sabia y profunda de lo que yo pueda reflejar. En medio de amenazas y esperanzas, en diversos lugares, me ayud a sacar la cabeza, tomar fuerzas y seguir adelante. An recuerdo el da en que, sentado en una chiva, bus escalera, en el norte del Cauca, Colombia, pasando por un lugar donde unas horas antes un retn de escuadrones de la muerte haba asesinado a una mujer, entend en sus palabras frente al paisaje caluroso de montaas y valles de esos territorios indgenas ancestrales, la posibilidad cercana de un rgimen totalitario cuyos ejecutores locales son apenas fichas que cometen crmenes atroces para un rgimen que los ignora y se sirve de ellos sin conocerlos siquiera, as como no conoce a los que explota y despoja ni las tierras que destruye para alimentar la codicia de unos pocos, arrogantes y poderosos.

Esta es una expresin de gratitud a Hannah Arendt y una manera de recuperar su voz, su vida y su trabajo, para estas tierras y pueblos cuya sabidura y coherencia en armona con la tierra nos puede garantizar el futuro, an hoy, cuando todo se oscurece.Estos y esos Tiempos de OscuridadEn Hombres en Tiempos de Oscuridad, Hannah Arendt hace referencia a una poca: el mundo durante la primera mitad del siglo XX, con sus catstrofes polticas, sus desastres en el terreno moral y su asombroso desarrollo en las artes y las ciencias. (Arendt 2001, p 9-10) Ese tiempo de oscuridad era real,ocurri en el espacio pblico; no haba nada secreto o misterioso acerca de ello. Y an as no era en absoluto visible a todos y adems no era nada fcil percibirlo; porque hasta el momento mismo en que la catstrofe se ech encima de todo y de todos, permaneci encubierta, no por las realidades, sino por la gran eficiencia del discurso y el lenguaje ambiguo de casi todos los representantes oficiales, quienes continuamente y en muchas variaciones ingeniosas hacan desaparecer con sus explicaciones los hechos desagradables y la legtima preocupacin. Cuando pensamos en tiempos oscuros y en la gente que viva y se mova en ellos, hemos de tener tambin en cuenta este camuflaje por parte delestablishment, o del sistema como entonces se llamaba. (Ibd. 10).Oscuridad porque la luz que ilumina el mbito pblico se ha extinguido. La luz que permitemostrar en actos y palabras, para bien o para mal, quienes son y qu pueden hacer los hombres (sic) es apagada por un discurso que no descubre lo que es, sino que lo esconde debajo de la alfombra mediante exhortaciones de tipo moral y otras que, con el pretexto de defender antiguas verdades, degradan toda verdad a trivialidades carentes de significado. (Ibd.)Recordando a Heidegger en relacin con esta oscuridad del mbito pblico afirma que todo lo que es real o autntico se ve asaltado por el poder aplastante del puro palabreo que surge irresistiblemente en el mbito pblico, determinando cualquier aspecto de la existencia cotidiana, anticipando y aniquilando el sentido o el sinsentido de todo lo que pueda traer el futuro. (Ibd 10-11)La primera mitad del siglo XXI se levanta ante nuestra mirada mltiple, aterrada, distrada, solitaria, entretenida y confusa. Desde Mxico o cualquier lugar de Nuestra Amrica, aterran por su precisin estas palabras, an sin abordar los hechos que les dan origen ni las circunstancias particulares que las respaldan. La catstrofe, sin duda, est sucediendo ahora mismo, como vena avanzando y anuncindose en sus preparativos imparables entonces. No ha alcanzado la magnitud ni el horror destructivo, masivo y cruel de su potencial de exterminio que nos resulta inimaginable, pero del que nos dan muestras mientras lo consolidan y preparan los asaltos. A diario hoy se exhibe abiertamente su capacidad y su poder aplastante y lo experimenta en uno u otro lugar con mensajes de terror que son simultneamente hechos inconcebibles, recurrentes, en un escalamiento que nos acostumbra, nos insensibiliza, nos distancia como si las fosas comunes, los bombardeos, las y los desaparecidos, el llanto y el dolor fueran tan normales como cualquier otro evento, actividad o suceso. Nos aterra cada vez menos y por menos tiempo la masacre, la maquinaria que desaparece, desprecia la vida, enumera la destruccin y nos aplasta entre la cobarda, el miedo, la incredulidad y el fro, perfumado, elegante y sereno discurso de la autoridad legtima. Suprenlo, ordena el palabrero del poder. La justicia garantiza impunidad a los asesinos y encuentra culpables y cadveres donde no los hay. Discurso. Mentira. Farsa. Ritual y actuacin que encubren. Marchas y reacciones que hacen parte del experimento, del clculo, del desgaste y de la oscuridad planificada. El mbito de lo pblico ya no ilumina. Su luz ha sido apagada. Son, una vez ms, tiempos de oscuridad. Slo que la catstrofe, tal como sucedi en la primera mitad del Siglo XX, no tiene precedentes en la historia.

El mbito pblico oscurece. Obama apoya a EPN ante la desaparicin de normalistas de AyotzinapaArendt, recogi en un libro, diversas personas que difcilmente podran ser ms diferentes entre s, y no cuesta mucho imaginar hasta qu punto habran protestado contra su ubicacin en un tal espacio comn si se les hubiera dado un voto en el asunto. (Ibd. 9) Cuandola luz pblica lo oscurece todo ()incluso en los tiempos ms oscuros, tenemos el derecho de esperar cierta iluminacin, y que esta iluminacin puede llegarnos menos de teoras y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo dbil que irradian algunos hombres y mujeres en sus vidas y en sus obras, bajo casi todas las circunstancias y que se extiende sobre el lapso de tiempo que les fue dado en la tierra. Ojos tan acostumbrados a la oscuridad como los nuestros difcilmente sern capaces de distinguir si su luz fue la de una vela o la de un sol deslumbrante. (Ibd. 11)Reconocer de manera pstuma a quienes iluminaron desde diversas perspectivas y vidas la oscuridad. Hacerlo ahora mismo, acostumbrados como estamos a no ver. Aprender no slo a esperar que nos iluminen sino, ante todo, menos de teoras y conceptos y mucho ms desde hechos de nuestras propias vidas y obras individuales y colectivas, para, en medio de la desesperanza y la ceguera, iluminarnos, reconocer la oscuridad, que ya es alumbrar y, tal vez, sealar la catstrofe, levantarnos segn nuestras capacidades y fuerzas ante los abusos para que los reconozcamos como tales y para no quedarnos condenados a la soledad de una luz tenue que tal vez sea recogida en el futuro, luego de la debacle, si es que sobrevive alguien que pueda escuchar. Que podamos hacer fuego y detener la catstrofe que se echar encima de todos y de todo lo que nos tienen preparado los beneficiarios y artfices de la oscuridad y del exterminio, tiene que pasar de ser una esperanza angustiante de solitarios y convertirse en camino y posibilidad por nuestro esfuerzo.Arendt se decide por esta historia: Un error fundamental frente a la teora, una paria destinada al olvido.Entre las personas reunidas en Hombres en tiempos de Oscuridad, Arendt da un lugar destacado a Rosa Luxemburgo. Cualquiera de las vidas all recogidas servira para ilustrar las motivaciones, propsitos, criterios ticos y el sentido del trabajo de Hannah Arendt, jams inspirado por el afn de la popularidad y el reconocimiento pblico sino por el de nombrar y poner en debate sus puntos de vista y su compromiso, sustentado siempre con la mayor seriedad y rigor. Podramos, por ejemplo, citar su presentacin de Angelo Giuseppe Roncalli, ms conocido como Juan XXIII. Un hombre sencillo cuya fe y compromiso sinceros haran que lo seleccionaran desde los clculos de quienes lo hicieron Papa, como un pelele manejable por las fuerzas y facciones del Vaticano en esos tiempos oscuros. Pero esa fe y esa sencillez pusieron en evidencia a la institucin de la Iglesia Catlica y los criterios ticos del hombre sencillo sometieron a la Iglesia, por lo menos durante su papado, a actuar con dignidad y coherencia. Un hombre sencillo y honesto, destinado a ser manipulado, desde el poder, someti al propio poder a la humildad y a la decencia: hizo realidad lo imposible en medio del infierno (Ibd. 67-78). Podramos citar, en fin, a cualquier otro de esa madeja que Arendt recogi para que fueran esas vidas, desde su pluma, voces en la oscuridad y ejemplos que nos inspiren. Rosa Luxemburgo en el contexto de este escrito pretende ilustrar este trabajo de Arendt y el sentido tico de su quehacer.Para presentar a Rosa Luxemburgo, se basa en la biografa de J.P. Nettl a quien reconoce su genialidad por haberla escogido para un genero apropiado para las vidas de los grandes hombres de Estado y otras personalidades del mundo. Ella, ciertamente no perteneca a ninguna de estas categoras. Lo que Arendt reconoce en el bigrafo de Rosa Luxemburgo, no obsta para que sea critica de esta biografa y se empee en rescatar a una luchadora poltica incansable, que no cupo dentro de las categoras y moldes de las maquinarias y que fue, para cuando Arendt la rescat de la oscuridad como una luz entre las dems que nos ensea y alumbra, doblemente asesinada ya que los partidos de izquierda y las dirigencias al ms alto nivel, la haban condenado al olvido y al silencio. No es solamente Rosa Luxemburgo quien desafa al sistema y a las jerarquas del partido. Hannah Arendt al rescatarla lo hace tambin. Pero no es nicamente rescatarla, sino lo que rescata de esa vida, lo que ilumina estas oscuridades establecidas.En enero de 1919Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, los dos lderes de la Liga Spartakus, precursora del Partido Comunista alemn, fueron asesinados en Berln bajo los ojos del rgimen socialista que entonces estaba en el poder, y tal vez con su connivencia. Los asesinos eran miembros de los ultranacionalistas Freikorps, una organizacin para militar de la que los milicianos nazis reclutaran sus asesinos ms prometedores. (Arendt, 2001, 45)Rosa recibi un tiro en la cabeza dentro de un coche y fue arrojada al canal Landwehr. Los Freikorps eran un brazo del gobierno y los asesinos celebraron ruidosamente su asesinato quedando en la impunidad (Ibd.)Arendt destaca como el mayor y ms original de los logros de Nettl, el reconocimiento de la fuente importante y totalmente olvidada, no de las revoluciones sino del espritu revolucionario del siglo XX (Ibd. 50). Se refiere al grupo de camaradas polaco-judos y a la vinculacin ntima, duradera y cuidadosamente ocultada de Rosa Luxemburgo al partido polacoque surgi de ese grupo. Dice Arendt:Estos judos, una minora en extremo pequea en Europa oriental, e incluso un porcentaje menor que el de los judos asimilados en Europa occidental, se mantenan por fuera de todo rango social, judo o no-judo, y por lo tanto no tenan prejuicios convencionales y haban desarrollado en este aislamiento verdaderamente esplndido su propio cdigo de honor, el cual atrajo un nmero de no-judosquienes ms tarde se unieron a los bolcheviques (Ibd 51).Segn Arendt, Nettl tambin acert en sealar la excelente relacin de Rosa Luxemburgocon su familia, sus padres, sus hermanos, su hermana, su sobrina, ninguno de los cuales jams mostr la menor inclinacin hacia las convicciones socialistas o hacia las actividades revolucionarias y que, sin embargo, hicieron todo lo que pudieron para ayudarla cuando tena que esconderse de la polica o estaba en prisin. Vale la pena mencionar esto pues nos da una visin de este carcter nico del ambiente familiar judo sin el cual la emergencia del cdigo tico del grupo de camaradas sera casi incomprensible. El secreto denominador comn de aquellos que siempre se trataron como iguales (y casi a nadie ms) era la simple experiencia de un mundo infantil donde el respeto mutuo y la confianza incondicional, una humanidad universal y un desprecio genuino, casi ingenuo, por las distinciones sociales y tnicas, se daban por sentado. Aquello que el grupo de camaradas tena en comn era algo que slo puede llamarse gusto moral, que es muy diferente de los principios morales; la autenticidad de su moral la deban al hecho de haber crecido en un mundo que no estaba en desorden. (Ibd. 51)No era por judos, ni por ser superiores, ni por haber sido educados en el marco de una teora colectivista, comunista o Marxista, sino por haber tenido la experiencia vital y cotidiana del compartir en igualdad tejiendo afectos como fundamento tico y cimiento de las relaciones. No se sentan mejores, pero s eran diferentes a ese medio Alemn y Europeo de su poca caracterizado, como todos los contextos en los que la escasez se combina con la competencia, por el resentimiento, la envidia, el prejuicio y el clculo. Sigue Arendt: Esto les daba esa rara confianza en s mismos, tan desconcertante para el mundo en el cual luego se integraron y tan amargamente percibida como arrogancia y presuncin. Este ambiente, y nunca el partido alemn, fue y sigui siendo el hogar de Rosa Luxemburgo. Un hogar movible que no coincidi con ninguna patria (Ibd. 51)Si el espritu revolucionario surge de esa vivencia colectiva, solidaria, compartida que da origen al partido y no a la inversa, si ese gusto moral supera y desborda cualquier marco de principios morales, Rosa Luxemburgo adems,nunca fue una creyente, nunca utiliz la poltica como un sustituto de la religin y se cuid, tal como seala Nettl, de no atacar la religin cuando se opona a la iglesia. En resumen, aunque la revolucin era para ella tan real y tan cercana como para Lenin, no era un artculo de fe ms importante que el marxismo. Lenin era principalmente un hombre de accin y hubiera entrado en la poltica de cualquier forma; ella sin embargo, que en su no tan alta autoestima haba nacido para cuidar gansos, podra haberse dedicado a la botnica, a la zoologa, la historia, la economa o la matemtica si las circunstancias del mundo no hubiesen ofendido su sentido de justicia y libertad.(Ibd. 48)He aqu lo esencial de Rosa Luxemburgo desde la mirada de Hannah Arendt. Una luchadora ejemplar que entreg su vida muy a pesar de s misma- por la causa que defina su esencia, su calidad humana, su ser, precisamente porque esta esencia era inseparable de su sentido colectivo, de la vivencia de lo compartido, de la lealtad prctica por lo comn. Materiales esenciales y definitorios de una posicin y de un sentido ticos ante la vida desde los que estudi, aprendi, comprendi, comparti y dio sustento a una lucha coherente, que no poda ser otra ni de otro modo. Rosa Luxemburgo era partidaria de sus actos, los que a su vez, eran efecto inevitable de su sentido vital y afectos, todos alimentados por ideas, lecturas, anlisis serios y profundos que nutran sus debates y perspectivas. Nunca una ideologa, o una teora convertida en disciplina. De all su experiencia con Marx y el marxismo.(N)o era una marxista ortodoxa, y de hecho, tan poco ortodoxa que podra dudarse de si en verdad era marxista. Nettl declara justamente que para ella, Marx no era ms que el mejor intrprete de la realidad de todos ellos, y el hecho de que escribiera Ahora siento horror por el tan alabado primer volumen delEl Capitalde Marx debido a sus ornamentos rococ estilo Hegel... Su heterodoxia era inocente y nada polmica: recomendaba a sus amigos que leyeran a Marx por lo atrevido de sus pensamientos y su rechazo a dar algo por sentado, en lugar de por el valor de sus conclusiones.(Ibd., 49)

La tesis central de Luxemburgo enLa acumulacin del Capital,tal como la resume Arendt, pone de manifiesto su compromiso, su claridad, su conocimiento de la realidad y el valor enorme de atreverse a pensar aunque esto le significara la persecucin tanto del sistema como de las maquinarias y dirigencias del partido:Como el capitalismo no mostr ningn signo de colapso bajo el peso de sus contradicciones econmicas ella comenz a buscar una causa externa que explicara su existencia y crecimiento continuos. La encontr en la denominada teora del tercer hombre, es decir, en el hecho de que el proceso de crecimiento no era meramente la consecuencia de leyes naturales que dirigan la produccin capitalista sino la continua existencia de sectores precapitalistas en el pas que el capitalismo capturaba y llevaba dentro de su esfera de influencia. Una vez que este proceso se haba expandido a todo el territorio nacional, los capitalistas se vieron obligados a buscar otras partes de la tierra, otras tierras precapitalistas para integrarlas dentro del proceso de acumulacin del capital que, segn su manera de ser, se alimentaba de todo lo que estuviera fuera de l mismo. En otras palabras, la original acumulacin de capital de Marx no era, como el pecado original, un hecho nico, una accin nica de expropiacin por la burguesa naciente, estableciendo un proceso de acumulacin que luego seguira con necesidad frrea su propia ley inherente hasta el colapso final. Por el contrario, la expropiacin deba repetirse una y otra vez para mantener el sistema en movimiento. Por lo tanto, el capitalismo no era un sistema cerrado que generaba sus propias contradicciones y estaba preado de revolucin; se alimentaba de factores externos y su colapso automtico slo poda ocurrir, si es que ocurra, cuando se hubiese conquistado y devorado toda la superficie de la Tierra. (Ibd. 49-50)Esta cita, adems de ilustrar la forma en que Arendt reconoce a Rosa Luxemburgo para conminarnos a descubrir desde el respeto y el afecto a otros y sumarnos as a luchar como sentido y alegra del vivir-, al mismo tiempo desborda la posibilidad de ser encerrada dentro de alguna interpretacin o poca particular en la medida en que abre y convoca debates, re-lecturas de la historia y nos confronta con la vigencia y relevancia de una realidad actual predecible a travs de su contenido premonitorio. Los lmites ecolgicos del planeta, generados por el propio capital al crear excedentes insalvables de poblacin as como dficits de recursos, amenazan con una disyuntiva entre el colapso automtico del sistema (si es que ocurre) y la masiva eliminacin de excedentes de poblacin con la consecuente apropiacin privada del planeta con el que el Capital resuelve su crisis.Adems, en torno de esta cita debo anticiparme y subrayar que la propia Rosa Luxemburgo, al sealar la existencia de una realidad diversa que denomina precapitalista externa al capital del que este depende y a la que debe someter e incorporar para poder acumular, se devuelve, como propondr ms adelante, sobre el propio trabajo y anlisis de Arendt. Basta anticipar que los pueblos indgenas y otros pueblos y procesos del mundo mal definidos desde la soledad de Europa que restringe la mirada al crculo cerrado del Eurocentrismo, para denominarlosprecapitalistas(opre-europeos, que es equivalente), impide reconocer, siquiera como posibilidad, la emancipacin de y desde pueblos y culturas otras (es decir una emancipacin distinta a la posible en Europa), con relaciones que desbordan lo que Europa pudiera entender. Precisamente porque, ms all de lo que pudiera percibir Luxemburgo (o la propia Arendt) no slo son objetos de conquista por parte del capital en el proceso de acumulacin (y sin duda lo son, lo siguen y seguimos siendo), sino que son-somos permanente y potencialmente, mundos-otros, pueblos-otros, en resistencia y emancipacin frente a los que, el Capital y la Europa encerrada en s misma quedaran y de hecho siempre han quedado desbordadas y superadas.Esta descripcin de Rosa Luxemburgo del proceso de acumulacin no era marxista y Lenin se dio cuenta de ello: Contradeca las bases mismas de la dialctica de Marx y Hegel, que sostenan que cada tesis debe crear su propia anttesis la sociedad burguesa crea el proletariado-, de modo que el movimiento de todo el proceso quedara ligado al factor inicial que lo caus. Es la lgica, la racionalidad imperial, arrogante, que niega a otros pueblos y culturas externos (desde derechas o izquierdas), la posibilidad de ser alternativos y diferentes en s mismos. Todo lo que no sea y suceda en Europa, es inferior. Para Lenin, esa necesidad de canibalizar otras economas era un error fundamental. El problema era que aquello que se consideraba un error dentro de la teora marxista abstracta era una descripcin eminentemente fiel de las cosas tal como eran en realidad. (Ibd. 50)Rosa Luxemburgo fue un error fundamental frente al discurso y al poder que extinguieron la luz del mbito de lo pblico generando los tiempos de oscuridad. Desde la derecha que la asesin porque confrontaba de manera directa, organizada, argumentada y con fuerza creciente y coherencia vivencial, al sistema en su totalidad y adems, por una razn ms que Hannah Arendt expone abiertamente y que no podemos perder de vista en el contexto actual:desde el principio hasta el fin (Rosa Luxemburgo), se neg categricamente a ver en la guerra otra cosa que no fuera el desastre ms absoluto, sin importar su eventual resultado; el precio en vidas humanas, en particular vidas proletarias en cualquier caso era demasiado alto. Ms an, hubiera ido en contra de sus ideas mirar la revolucin como aprovechndose de la guerra y la masacre, algo que a Lenin no le molestaba en absoluto. (Ibd. 63)A la luz de la experiencia histrica que no parece habernos enseado lo suficiente, o, al menos, lo necesario. La guerra fue, ni ms ni menos, el mecanismo ms eficiente para eliminar excedentes de capital en un contexto de crisis cclica del mismo, precisamente como mecanismo para sacar al capital de la crisis, reactivar la acumulacin concentrndola y eliminar los excedentes de poblacin, en su mayora proletaria, a la vez que disciplinarlos reclutndolos para un bando u otro de modo que el proyecto revolucionario contra el capital quedara subsumido bajo la prioridad de la guerra y de sus argumentos (Pueblos en Camino, 2014). Eliminar a Rosa Luxemburgo permiti dividir permanente y definitivamente al movimiento revolucionario alemn y Europeo, romper la consciencia de clase y la resistencia a la guerra. (Ibd. 46-47) Arendt rescata a travs de la vida y muerte de Rosa Luxemburgo este tipo de enseanzas cuya relevancia y vigencia crecen con el tiempo como pistas para iluminar tiempos de oscuridad como los actuales. Entre estos es importante sealar otro:()con respecto a la cuestin de la organizacin, ella no crea en una victoria donde la gente no tena participacin ni voto: de hecho, crea tan poco en el sostenerse en el poder a cualquier precio que tema ms una revolucin desfigurada que una revolucin fracasada; esta era, en efecto, la mayor diferencia entre ella y los bolcheviques Y acaso los hechos no le dieron la razn? No es la historia de la Unin Sovitica una larga demostracin de los terribles peligros de las revoluciones desfiguradas? (Ibd. 63-64)

Para cuando Hannah Arendt escribe su texto, Rosa Luxemburgo era poco menos que una paria. Censurada y expulsada por los partidos comunistas y las izquierdas, su vida, obra y muerte, haban sido enterradas por los asesinos del rgimen de derecha y por las maquinarias de la izquierda burocrtica. Era, pues, una causa intil y sin aliados. En esta como en muchas otras ocasiones, siguiendo su propio criterio y obedeciendo a decisiones ticas que orientaban su quehacer, Hannah Arendt, an sealando los errores de Rosa Luxemburgo y los de su bigrafo, la rescata de la soledad y del olvido y reclama la necesidad de sus ideas como esencial para los tericos polticos de occidente. (Ibd. 66)La tentacin Totalitaria entre nosotras y nosotros.Debo confesar que mantengo un dilogo permanente con partes del trabajo de Hannah Arendt desde hace muchos aos y en las circunstancias ms diversas. Entre los textos que me acompaan y desafan se destaca su excepcional investigacin sobre Los orgenes del Totalitarismo (Arendt 1979) en tres volmenes que vuelvo a revisar y que leo, con el paso del tiempo como observando un caleidoscopio cuyas figuras cambian con el movimiento del tiempo y de los hechos, as como con la luz desde la que se observen. Resalto de manera especial el tercer tomo dedicado especficamente al totalitarismo y all, con terror, el apartado III del captulo 3 sobre Dominacin Total (Ibd. Vol. 3). Cuando le este estudio por primera vez, hace casi tres dcadas, lo experiment como un viaje fascinante y luego, claro, aterrador, pero siempre distante. Desde mbitos de la intimidad y la cotidianeidad, pasando por experiencias y vivencias personales y colectivas diversas y la puesta en escena de realidades concretas y cambiantes de la Europa de los siglos XIX y XX, hasta hechos y datos macro-econmicos y polticos, de manera que en el escenario estaban directamente hablndonos con su peso especfico y relativo, pensamientos, movimientos, poderes, ideologas, pueblos, comunidades, culturas. Europa se desnuda en estos textos en su complejidad descifrada en un lenguaje sencillo, pleno de referencias y respaldos desde lo acadmico hasta lo literario-creativo pasando por lo testimonial. Es el contexto del antisemitismo, del imperialismo y finalmente, la maquinaria totalitaria tanto en y desde el Tercer Reich como desde el rgimen de Stalin. Son opiniones, lecturas, anlisis. Hay otras, sin duda. Pero estas tienen un respaldo tan minucioso y comparten el rigor de la inquietud, del inters por entender desde haber hecho parte de esas historias y sin embargo, Arendt pregunta abiertamente, esculca, escarba, quiere saber y no acepta nada tal como aparece o se presenta. Con el transcurrir del tiempo, la distancia se ha disuelto frente al totalitarismo. Me encuentro ahoraenel escenario mientras leo y los textos no se quedan en el libro, ni en la memoria. Se han vuelto vivencias, amenazas. Se llenan de referencias y sustento en hechos cotidianos. Me ayudan a entender noticias, a explicarme contextos, an si no busco que lo hagan. La tentacin totalitaria, los mecanismos que avanzan hacia la catstrofe a la vez que la encubren, la necesidad y el beneficio razonable de regmenes totalitarios est presente, al igual que la soledad que nos obstaculiza al buscar compartir este peligro, esta comprensin, esta necesidad de dialogar, debatir, estar en escena. Resulta imposible citar parcialmente este enorme trabajo hecho mientras las vctimas de las fbricas de cadveres an no acababan de reconocerse, mientras el olor de los hornos crematorios segua inundando el viejo continente y la incredulidad de unos y otros le negaba a testigos, analistas y sobrevivientes por igual, la credibilidad que necesitaban para regresar a un mundo normal de cuyo seno haba surgido el horror impensable, imposible, sin precedentes.Arendt escribi este libro en la ltima mitad de los aos 40 y lo public por primera vez en ingls en 1951. Tuvo el valor y la capacidad de recorrer de pie el horror, el dolor, lo imposible e inverosmil sufrindolo y transformando esa inenarrable catstrofe indigerible en un aporte al entender, al ponerse en el lugar de otros, an de los ms perversos y terribles, a partir de una premisa excepcional: tanto ese demonio destructivo, como esa vctima irrecuperable, pudimos ser cualquiera de nosotras y de nosotros; yo misma, en las circunstancias histricas y determinantes de los hechos a los que dieron lugar. Esa premisa, esa decisin de no asumirse desde principios morales por encima del bien y del mal para juzgar, en un momento en el que el dolor, el sufrimiento y el odio exigan culpables, abscesos, demonios: reclamaban buenos y malos para poder dejar atrs comolos otros, como una excepcin, como los malos enemigos vencidos y externos a la humanidad a los criminales y as, salvarnos de una posibilidad terrible pero cercana en el espejo ante nuestra propia mirada aterrada.Ese ser perverso capaz de lo peor, inimaginable, inenarrable, ese somos nosotros y nosotras, puedo ser yo. Ese estado convertido en una fbrica de cadveres, en una maquinaria para el exterminio cotidiano hasta sumar millones, puede ser el nuestro, el que nos rige, el que ignoramos, frente al que nos declaramos impotentes, resistimos dbilmente o respaldamos. Lo que Arendt reclam como una voz solitaria y malentendida durante mucho tiempo fue precisamente eso, que mirramos como ella estos tiempos en los que lo imposible se hizo realidad para que, entendiendo porqu y cmo habamos sido capaces de caer tan bajo, desde la cuna misma de la civilizacin que se reclam la ms elevada de la historia. Entender y asumir nuestra responsabilidad, el riesgo de ser arrasados por las mismas tempestades, precisamente como nico mecanismo para poder evitarlas. Derrotar la versin ms cmoda y falsa:que el bien haba derrotado al mal y salvado a la humanidad.Estoy convencido de que Arendt tena razn en su empeo y exigencia, en su metodologa y en la decisin de convertir en saber el dolor y la desesperacin, tanto como estoy seguro de que en general, salvo maravillosas excepciones, hasta hoy, fracas en su empeo. Pudo ms la propaganda que seal al otro como el mal, ajeno a la humanidad, al bien y a nosotros. Pudo ms el mejor aliado del poder, de los vencedores y de la propaganda: la indiferencia promedio, cotidiana, culturalmente establecida y educada que deja estos temas de vida o muerte a los expertos, a los poderosos, o a los otros. En consecuencia, el germen que nos lleva a la misma catstrofe o a una mayor, racionalmente planificada y argumentada como necesaria e inevitable, no slo vive, sino que est presente entre y en todas y todos. Hoy es tan posible o ms que antes entender la necesidad de eliminar a quienes sobran y saber que sobra la mayora. Hoy le tememos ms y rechazamos con ms vehemencia a quienes sealan o siquiera nombran el fascismo o la tendencia totalitaria del poder y del capital que al propio fascismo totalitario del capital transnacional. Hoy podemos argumentar que se necesita la guerra total para salvar la economa y recuperarla de su estancamiento (Cowen, 2014). Peor an, hoy somos de nuevo indiferentes o estamos muy ocupados (en el doble sentido deinvadidos porydedicados a) frente a las mentiras del poder y vulnerables ante las versiones oficiosas que encubren y enmascaran. Hoy podemos ser reclutadas y reclutados a uno u otro bando para sumarnos a ejrcitos y guerras que nos imponen como inevitables y necesarias, a la vez que reclamamos la presencia de lderes con mano dura y poder total que nos salven. No ha pasado un siglo desde estos hechos y hoy en torno nuestro, en nuestros pases, estados, el exterminio avanza al servicio de unos pocos y seguimos convencidos de que la resistencia es un problema ajeno, porque quienes imponen el terror y promueven la guerra para su beneficio han tenido xito en convencernos que el horror pertenece al pasado, a otro lugar y que no tenemos de qu preocuparnos.

El horror pertenece al pasado, a otro lugar y no tenemos de qu preocuparnosLos tres volmenes de los Orgenes del Totalitarismo de Hannah Arendt deben ser ledos para que iluminen la oscuridad de nuestros tiempos, pero para leerlos se requiere hoy, como cuando fue publicado, la disposicin a enfrentar verdades desagradables por cercanas e ntimas. Hacer el esfuerzo por comparar pocas, reconocer circunstancias diferentes y contextos cambiantes, para que las diferencias no nos lleven a la falsa tranquilidad de asumir que eso era entonces y ahora no es posible. Estas palabras que parecen tener un tono de delirio o paranoia frente a la normalidad del pensar con el deseo de nuestros das, sealan realidades que solamente nuestra decisin de no verlas las puede seguir ocultando. Inequidades sin precedentes. Concentracin de la riqueza como nunca antes se haba visto. Crisis del sistema-mundo tan profunda que no aparece una solucin sin guerras totales. Bloques econmicos en creciente proceso de confrontacin. Destruccin ecolgica global incontenible y en sentido contrario al modelo de crecimiento y acumulacin. Excedentes masivos de poblacin en todas partes y actos de terror y de guerra abiertos u ocultos que nos acostumbran al exterminio, entre otros. Hay algo peor que una catstrofe en ciernes y es, precisamente, negarnos a reconocerla tal como se lo proponen los rganos de propaganda de quienes se benefician de sus efectos. Hannah Arendt tuvo el valor de ponerse de pie ante la debacle, la hecatombe, lo imposible, para explicarlo, para ayudar a entenderlo en sus propios trminos. Si tuviramos el valor de hacer otro tanto, reconoceramos la necesidad de abrazarnos para resistir por la vida para que lo aterradoramente imposible no nos caiga encima de manera inexorable y para que lo que se requiere de todas y de todos se haga realidad por nuestra mano y esfuerzo. No se trata entonces de darle la misma interpretacin poltica a los hechos que Hannah Arendt le dio, sino de reconocer latentacin totalitaria, la inminencia de la catstrofe y las dinmicas en el mbito pblico, cuyos efectos sobre todos los mbitos cierran espacios y arrasan potencialmente hacia el control total y el exterminio. Interpretar desde los hechos, desde las evidencias y anlisis para resistir, convocar consciencias y tejer alternativas.En el propsito de ilustrar apenas con algunos ejemplos esta propuesta de aprehender los aportes de Arendt para nuestra realidad desde nuestros anlisis y perspectivas sobre el sistema, esbozamos a manera de contextualizacin algunos conceptos y clarificaciones. En primer lugar, el reconocimiento del capital, en tanto sistema mundo comototalidady, desde esta perspectiva, tanto el experimento de la izquierda realmente existente as como las luchas contra el capital como luchas para suplantar esta totalidad por otra, dando lugar aregmenes totalitarios en espejoenfrentados entre s (como sucediera con Hitler y Stalin) o, por el contrario, como luchas por superar esa totalidad:Ya no se trata entonces de entender las luchas como un movimiento -que lucha- contra el capital para establecer una nueva totalidad, como lo plantea Lukcs basndose en Hegel y la experiencia leninista. Por el contrario, se trata de una lucha contra la totalidad porque la totalidad no es una categora neutra sino una categora de dominacin inseparable de la relacin capitalista. El sistema basado en la valorizacin del valor, en la produccin y apropiacin de trabajo abstracto, es una totalidad. (Tischler Visquerra 2013, 161).Esta totalidad que abarca todos lo mbitos, incluido el territorio de nuestro imaginario, a pesar de ser real y normal, no nos ha vencido ni sometido de manera permanente y definitiva. Nuestra relacin en su interior es, consciente o inconscientemente de lucha, de resistencias mltiples, de grietas que se abren constantemente (Holloway, 2011). Para el sistema, la amenaza de la resistencia, de la insubordinacin, de la subversin son permanentes, constantes. Luego de estudiar Guatemala, el historiador Greg Grandin se convenci de que el sistema es, en esencia, contrainsurgente (Grandin, 2007).Como lo vimos en la lectura rescatada por Arendt de Rosa Luxemburgo sobre el proceso de acumulacin, el Capital obedece por su naturaleza y precisamente, por su necesidad de acumular, a una tendencia expansiva, de conquista inexorable, es decir, a una tendencia totalizante que le es inherente. El capital necesita abarcar nuevos mbitos e incorporarlos a su lgica y dinmicas. mbitos fsicos o geopolticos y mbitos del imaginario y del comportamiento o biopolticos. La tendencia totalizante oscila entre la coercin y el consenso. Este ltimo confiere legitimidad al sistema y es menos costoso para el mismo, aunque nunca puede permanecer estable y oscila en torno de crisis cclicas que provoca el propio sistema en su dinmica de acumulacin. Cada crisis se aborda con un nuevo proceso de expansin, as como genera una tentacin totalitaria para imponerse y alcanzar sus objetivos en contextos donde el consenso es inalcanzable. Esta tentacin totalitaria no es exclusiva del capital sino de todo rgimen que enfrenta perodos de crisis que amenazan su estabilidad, as como de todo proceso de resistencia o de confrontacin al capital bajo su mbito y poder, que busca confrontarlo como contra-hegemona que, en la dinmica de la lucha, frente a la agresin y en el afn de diferenciarse, defenderse, disciplinarse y pervivir, cae, una y otra vez en su propia tendencia totalitaria a nombre de utilizar todas las formas de lucha y justificar todas y cualquier accin para derrotar al capital o, precisamente porque el Capital acta desde el terror, luego el contra-terror autoritario es justo, bueno o necesario. La tentacin totalitaria reaparece racionalmente en el contexto actual de crisis sistmica, ecolgica, econmica y de reproduccin de la vida consecuencia del afn de acumulacin y concentracin de la riqueza, resultado de un sistema cuyos poderes perciben el mundo en trminos utilitarios, as se enmascare en causas religiosas, geo-estratgicas, ideolgicas o de otra ndole. Escuchemos a Arendt desde los conflictos y confrontaciones globales actuales:El peligro de las fbricas de cadveres y de los agujeros del olvido es que hoy, con poblaciones y despojados en aumento en todas partes, hay masas de gente que resultan superfluas, si seguimos pensando nuestro mundo en trminos utilitarios. Los eventos sociales, polticos, econmicos en todas partes confluyen en una conspiracin con instrumentos totalitarios diseados para hacer superfluos a los seres humanos. La tentacin implcita es bien comprendida por el sentido comn utilitario de las masas, que, en la mayora de los pases est muy desesperada para retener un miedo suficiente ante la muerte.las soluciones ms eficientes para el problema de la sobre-poblacin son tanto un atractivo como una advertencia. Las soluciones totalitarias pueden perfectamente sobrevivir la cada de regmenes totalitarios en la forma de fuertes tentaciones que surgirn cuando quiera que parezca imposible aliviar la miseria poltica, social o econmica de una manera digna del ser humano.El desafo es fabricar algo que no existe, es decir, un tipo de especie humana, parecida a cualquier animal cuya nica libertad consista en preservar esa especie. Transformar la personalidad humana en una cosa. Despus del asesinato de la persona moral y de aniquilar la persona jurdica, la destruccin de los individuos es casi siempre exitosa...la destruccin de la espontaneidad, del poder humano para comenzar algo nuevo a partir de sus propios recursos, algo que no pueda ser explicado como reacciones a un contexto y a unos eventos. Nada queda ms que horribles marionetas con rostros humanos, que se comportan como perros en los experimentos de Pavlov, reaccionando con perfecta confiabilidad predecible, an cuando marchan hacia su propia muerte, y quienes no hacen nada diferente a reaccionar. Este es el verdadero triunfo del sistema. (Arendt, 2000a, p.140)Al estudiar el Totalitarismo y la Dominacin Total, Hannah Arendt seala cmo, para la produccin masiva de cadveres vivientes que precede a su exterminio, se requiere de la eliminacin de los seres humanos como sujetos morales, lo que tiene una de sus manifestaciones ms dramticas en la imposibilidad de que an la muerte inminente e inevitable tenga algn sentido que la trascienda. El rgimen les niega la posibilidad de convertirse en mrtires. En este sentido cita el testimonio de David Rousset desde los campos de concentracin:Cuanta gente aqu, an cree que una protesta tiene siquiera importancia histrica? Este escepticismo es la obra maestra de la SS. Su gran logro. Han corrompido toda la solidaridad humana. Ac, la noche ha cado sobre el futuro. Cuando no queden ya testigos, no podrn haber testimonios. Manifestarse, movilizarse, protestar, an cuando la muerte no pueda ya ser postergada, es un intento por dar a la muerte algn sentido, actuar ms all de la propia muerte. Para lograrlo, este gesto debe tener an significado para la sociedad. Ac estamos cientos de miles, todos viviendo en la ms absoluta soledad. En esta soledad, nos encontramos totalmente sometidos, sin importar lo que suceda. (Ibd.,132)Y esta advertencia que nos hace a nosotras y nosotros ahora, cuando an hay espacio y el orden totalitario no se acaba de imponer:Lo que prepara a los hombres(sic) para la dominacin total en un mundo no-totalitario es el hecho de que la soledad, alguna vez una experiencia limtrofe usualmente sufrida en ciertas condiciones marginales como la vejez, se ha convertido en una experiencia cotidiana de las masas crecientes de poblacin (superflua)en nuestro siglo. El inmisericorde proceso hacia el que totalitarismo que conduce y organiza las masas se ve como un escape suicida de esta realidad. (Arendt, 1979, Vol. 3, 176)Descripcin absolutamente literal de los hechos que son vivencia, noticia y realidad no solamente en las guerras y el terror de hoy y en contextos de dominacin total y miseria absoluta cuando a diario se decapitan personas inermes, se bombardean civiles asesinando nios, se desmiembran vivos seres humanos a plena luz del da, se desaparecen estudiantes y decenas de miles de personas de manera sistemtica y mucho ms y peor- que se extienden afectando continentes y pases enteros como todo el Medio Oriente, Hait, Palestina, gran parte del continente africano y territorios de pases latinoamericanos como Colombia, Guatemala, Honduras, Mxico, para sealar apenas algunos ejemplos de regiones y territorios ocupados por maquinarias de poder y terror totales al servicio de intereses geo-polticos en torno del acceso a recursos esenciales para la acumulacin frente a la crisis del capital.Giorgio Agamben complementa y actualiza lo que Arendt ha estudiado en detalle sobre el Tercer Reich y Stalin, cuando, a partir de Foucault en Lo que queda de Auschwitz seala la estrategia de seleccin y denominacin, de manera que los otros se pueden controlar a la vez que se les niega reiterada y recurrentemente, como desde el comienzo de la conquista, en tanto sujetos, es decir, como pueblos:La cesura fundamental que divide el mbito biopoltico es la existente entre pueblo y poblacin, que consiste en hacer surgir del seno mismo del pueblo una poblacin; es decir, en transformar un cuerpo esencialmente poltico en un cuerpo esencialmente biolgico, en el que se trata de controlar y regular natalidad y mortalidad, salud y enfermedad. Con el nacimiento del biopoder, cada pueblo se dobla en poblacin, cada pueblo democrtico es, al mismo tiempo, demogrfico. (Agamben, 2010, 88)Hecho esto, aislados en una categora, los prescindibles, despojados de nosotros mismos, se hace posible la fbrica de cadveres y la ltima y ms definitiva soledad en los trminos de los vencedores. Conducidos a la miseria de una soledad generalizada, nos transformamos, de humanos, en organismos susceptibles y vulnerables, ocupada nuestra intimidad y suplantadas nuestras relaciones de modo que, an sin saberlo, entramos al servicio de nuestra destruccin:La coercin interior cuyo contenido nico consiste en la evasin estricta de contradicciones que parece confirmar la identidad de un hombre (sic) por fuera de toda relacin con otros. Lo ajusta a la banda de terror an cuando est solo, y la dominacin total intenta no dejarlo slo jams, excepto en la situacin extrema del confinamiento solitarioSin embargo, la soledad organizada es considerablemente ms peligrosa que la impotencia desorganizada de todos aquellos que son gobernados por la voluntad tirnica y autoritaria de un solo hombre. Su peligro es que amenaza con arrasar con el mundo como lo conocemos-un mundo que en todas partes parece haber llegado a su final-antes de que un nuevo comienzo que surja de este fin haya tenido tiempo para afianzarse a s mismo. (Arendt, 1979, Vol. 3, 176)Nadie ms dcil y sumiso que quien busca garantizar un mnimo de seguridad para s y para los suyos y que por ello ha sido transformado una y otra vez, bajo la presin de condiciones econmicas adversas que amenacen su seguridad generndole incertidumbre, pudiendo hacer, literalmente, cualquier cosa para defender su empleo, su pensin, su familia, etc. Personas capaces de sacrificar sus creencias, sus convicciones y su dignidad humana. Cuando el umbral de lo que se requiere de estas buenas personas se eleva a cambio de superar la amenaza para su seguridad y la de los suyos, harn lo que les manden solamente a cambio de ser eximidos de toda responsabilidad ya que actuaban para mantener un mnimo de bienestar. Funcionarios, cuyas funciones son definidas por la estructura y el sistema. Burcratas haciendo su parte en la maquinaria autnoma de un todo cuyo sentido les desborda y supera. Obedientes a la moral cambiante que define y modifica el bien y el mal segn lo impongan para su beneficio quienes tienen el poder de garantizar seguridad, pero para quienes la tica que reclama tomar decisiones y asumir las consecuencias, carece de un sentido prctico. Los peores asesinos, por ejemplo, de la SS y de la Gestapo, no fueron escogidos por Himmler entre sicpatas, fanticos, o asesinos congnitos. Confi enteramente en la eficiencia y obediencia sin lmites de padres de familia y personas que tenan y defendan su empleo. Este carcter burgus nos mira en el espejo cotidianamente mientras la responsabilidad por nuestros actos la tienen quienes dan las ordenes y funcionamos segn se requiera para un beneficio accesible. Nos encierra en la impotencia de la socialidad de lo que se nos permita, as como condena a la soledad de nuestros buenos deseos poco prcticos y limitados por condiciones objetivas a quienes son vctimas de abusos que siempre comete el otro, en el que no nos vemos a nosotros en condiciones que nos obliguen a funcionar y a hacer bien lo que tengamos que hacer (Arendt, 2000b, 152) .Arendt realiz su estudio sobre los escombros de la destruccin total, que era, simultneamente, un nuevo comienzo al que quiso contribuir con las verdades terribles de sus lecciones inaceptables e indispensables, para evitar que ese nacimiento nos condujera de nuevo e inexorablemente como siempre cuando nos negamos a reconocernos y a aprender- a otro fin, otra pesadilla an ms terrible, increble e impredecible. Por ello, concluye de manera optimista aseverando que (c)omenzar, antes de convertirse en un evento histrico, es la capacidad suprema del hombre(sic); polticamente (comenzar) es idntico a la libertad humanaEste comienzo est garantizado por cada nuevo nacimiento;es, de hecho, cada hombre(sic). (Arendt, 1979, Vol. 3, 177)Es cierto entonces que hay algo peor que la muerte y es el fin de los nacimientos (ACIN, 2005). En ese sentido, el poder totalitario en ciernes con su amenaza y poder de manipulacin de la vida misma y de destruccin de bienes comunes y recursos esenciales como el agua y la tierra, la naturaleza toda, por el inters utilitario y el afn de acumulacin en los lmites mismos del planeta a los que nos ha llevado la totalidad del sistema totalizante, hace posible ahora mismo lo impensable an en la mirada de Arendt, ante el horror totalitario del que fuera testigo ejemplar: el fin de los nacimientos que garantice nuevos comienzos. Ms valido an es su esfuerzo porque entendamos en el espejo, en nuestra humanidad defendida y compartida, en la ruptura colectiva de nuestra soledad de unidades fabricadas por y para el sistema, que la tentacin totalitaria es ms que una tentacin y que nos corresponde conocerla y detenerla entre todas y todos y ante el espejo, por la pervivencia de la humanidad y de la vida misma.Ser Incomparable y sufrir las consecuenciasSi lo tico consiste en actuar conociendo las reglas del juego y los principios morales y asumir las consecuencias a sabiendas de que estas no se harn esperar, un rasgo fundamental de Hannah Arendt en torno de su trabajo poltico e intelectual es precisamente su actitud tica. Le cost y mucho, an despus de su muerte. Fue perseguida, sealada, atacada por individuos, colectivos, estados y maquinarias tan fuertes y de manera tan sistemtica que en ms de una ocasin pareca inminente su muerte poltica, aislamiento y desprestigio definitivos. Muy a pesar de esto, persever en sus argumentos. Busc espacios de debate. Escuch con atencin a sus detractores y, siempre que pudo, les respondi -llegando incluso a suplantar a un traductor que estaba distorsionando el contenido y sentido de un ataque apasionado contra Arendt en alemn, en un mbito pblico anglo parlante. Ella asume la traduccin para hacerla con la vehemencia y claridad que su interlocutor estaba manifestando en su contra garantizando as que se entendiera y se sintiera con fuerza y claridad la posicin de quien la atacaba-. Esta actitud, sumada al rigor de sus investigaciones, anlisis y argumentos, merece ser destacada y emulada.No se debe confundir el reconocimiento de este rasgo caracterstico de su personalidad e inseparable de su trabajo con el de defender a ultranza sus posturas y opiniones ni los argumentos y evidencias que, a su juicio, las sustentaban. Muy al contrario, construir opiniones y posiciones an cuando estas vayan en contrava del sentido comn y asumiendo que van a generar tormentas, no requiere, de antemano, que se est a favor o en contra de las mismas. Esto es otro tema. Lo que sealo y resalto como ejemplar es esa decisin de enfrentar con argumentos rigurosamente construidos poniendo toda la capacidad y esfuerzo en un trabajo a consciencia y serio, an sabiendo, o especialmente cuando uno sabe que va a tener consecuencias an definitivas para la propia vida y libertad, pero que, sacrificar esta obligacin tica por defender la seguridad y el espacio, es, en la soledad de la decisin personal, sacrificar la misma vida y el sentido de vivirla. Esto nunca lo hizo Hannah Arendt y debe reconocerse.En consecuencia, no es este el espacio ni es el inters de este texto, el de abordar las controversias y desacuerdos que ciertamente merecen ser planteados en torno de muchos temas, pero especialmente en torno de su concepcin pragmtica de libertad en el marco del republicanismo liberal del modelo capitalista norteamericano y, muy especialmente , frente a sus anlisis y lecturas Sobre la Revolucin (Arendt, 2012) en los que compar desde unos criterios particulares, la revolucin francesa con la revolucin americana para sacar conclusiones sobre las revoluciones en general defendiendo como modelo la revolucin americana a partir de una premisa, a todas luces errada e histricamente falsa, al asegurar que la revolucin americana fue una revolucin desde la afluencia por no haber all pobreza, cuando, de hecho, fue una revolucin de unos hombres afluentes a nombre de una nacin en ciernes, por el afn de acumular y someter a los pobres para acceder a tierras y acumular con libertad, sin someterse a las limitaciones imperiales. Basta con sealar que Arendt acepta a priori como nica revolucin posible, el capitalismo republicano de los EEUU y hace su estudio comparando a Francia y EEUU para sustentar esta conclusin que merece ser cuestionada:Lo que la autora sin demasiada discusin celebra al analizar los acontecimientos polticos ocurridos durante la llamada guerra de la independencia de los EEUU; es la produccin de una estructura poltica republicana para la produccin de decisin poltica sobre asuntos generales. Tal estructura poltica que da forma al mbito de lo pblico, entendido como espacio de inclusin colectiva, contiene y organiza a tramas comunitarias, locales y de parentesco, de reproduccin material de la vida social. De hecho, tal estructura poltica o de gobierno se construye segn Arendt- a fin de garantizar o al menos permitir- la participacin de algunos varones en la produccin de la decisin sobre asuntos generales, a partir de entonces entendidos como asuntos pblicos. Sin embargo, la filsofa del pluralismo poltico no se ocupa en absoluto de la crtica a las condiciones especficas-capitalistas o tendencialmente capitalistas-bajo las cuales se organiza la reproduccin material de la vida social una vez admitida la distincin cannica pblico/privado. (Gutirrez, 2014)Revivir el trabajo y la vida de Hannah Arendt en el mbito de la filosofa y del quehacer poltico de las sociedades es abrir espacios de debate abierto y critico con y an contra sus ideas. Arendt no merece creyentes ni fanticos. Arendt no debe provocar corrientes polticas ni mucho menos el Arendtismo, en el mismo sentido en que, como ella misma lo manifiesta con conocimiento de causa, nada peor le pudo haber pasado al pensamiento marxista que haber generado elmarxismocon todas sus consecuencias nefastas (Arendt c, 2000, 247). Abrir coloquios, ctedras, espacios de reflexin y pensamiento en torno de Hannah Arendt implica e impone, no creer en sus ideas y posiciones en principio ya priori, sino descubrir cmo las construye y construir en dilogo con estas y otras, debates cuyo impacto concreto en la poltica surja de posturas ticas slidamente sustentadas y abiertas a ser rebatidas. Los espacios de anlisis y no la fe en las organizaciones y en las personas, son la esencia de la libertad y nuestra proteccin esencial contra la banalidad del mal(Arendt d, 2000, 313-390).Frente a la catstrofe final que confront a los judos casi con su aniquilacin definitiva, Arendt trabaja, examina y rebate, por ejemplo, las tesis incuestionadas e incuestionables entonces, sobre el origen del antisemitismo que parecan, a todas luces, haber sido validadas por la solucin final y el proceso sistemtico de exterminio. Frente a la idea del eterno antisemitismo inevitable, simultneamente una fuente recurrente y misteriosa de odio y persecucin en todas partes y siempre, persecucin que a su vez, mticamente fortalece en su sufrimiento y resistencia a este pueblo para garantizarle su pervivencia, Arendt seala que este argumento, adems de insostenible es ms peligroso que nunca. Absolvera hoy a quienes odian a los judos de crmenes peores de los que nadie jams hubiera podido imaginar. El Antisemitismo, lejos de ser una garanta misteriosa para la supervivencia de los judos, ha sido revelado, claramente, como una amenaza para su exterminio. (Arendt, 1979, Vol. 1, 8) Este argumento refuerza tercamente la completa e inhumana inocencia que caracteriza a las victimas del terror moderno y que, en consecuencia, es ratificada por los acontecimientosPor qu los judos?, una pregunta que exige una respuesta anticipada: hostilidad Eterna. (Ibd.) La otra explicacin reiterada es la delchivo expiatorio. En todas las sociedades en las que hay conflicto, los judos son chivos expiatorios del mismo. Se niega con estas respuestas reiteradas la posibilidad de examinar seriamente y ms all del misterio, mbitos y contextos histricos concretos, as como la participacin y posible responsabilidad juda en estas dinmicas interactivas.De alguna manera en los campos de exterminio, los Judos fueron exterminados en concordancia con la explicacin que estas doctrinas haban brindado respecto de porqu eran odiados: omitiendo lo que hubieran hecho o dejado de hacer, a pesar de toda virtud o vicio. An ms, los propios asesinos, solamente obedeciendo ordenes y orgullosos de su desapasionada eficiencia, parecan bajo esta luz instrumentos inocentes de un curso de acontecimientos impersonal e inhumano que la doctrina del eterno antisemitismo les haba asignado.(Ibd.)No hay, argument Arendt, indicacin alguna de verdad histrica en estos argumentos. Solamente demuestran lo oportunos que resultan en momentos particulares en los que aparecen como plausibles para la multitud (Ibd. 8-9). Arendt busca desatar un nudo histrico y confrontar argumentos manidos precisamente para evitar que se repita la persecucin, el sealamiento, la segregacin y la hecatombe. Pero esto resulta inaceptable para quienes necesitan o prefieren estas explicaciones que permiten separar irreconciliablemente a los asesinos, por Nazis, ms an, por alemanes y a sus vctimas inocentes y puras por judos. Advirti Arendt que este tipo de pseudo-argumentos populares y populistas, satisfacen necesidades inmediatas de diferenciar de manera absoluta el bien y los buenos, del mal y los malos. Pero son falsos argumentos. En consecuencia, las vctimas pueden convertirse y actuar en las condiciones histricas apropiadas como victimarios, ya que no es una caracterstica gentica la que los define. Nada impide que, sobre la base de estas explicaciones puristas que nada esclarecen, con el tiempo, las vctimas, an a nombre de haberlo sido, asuman una superioridad moral que les faculte para actuar contra otros tal como han actuado contra ellos(Ibd.). No se necesita de mucha inteligencia ni de un conocimiento acabado de la historia para reconocer, a la luz de hechos actuales y recientes, cuanta razn tena Arendt. Sin embargo, ella, juda, vctima, sionista y defensora de la necesidad del Estado de Israel, sera atacada por las organizaciones judas y por el establecimiento, como antisemita y pro-Nazi.Arendt promovi el sionismo en los aos de la persecucin Nazi que la oblig a refugiarse en Francia con su madre. Desde Pars propuso la formacin de un ejrcito judo, lo que les dara elsentido de ser una nacin en armas, partcipes y no solamente espectadores de su propio destino, estimulando una solidaridad que trascendiera el tribalismo y la filantropa. Otra consecuencia de este ejrcito sera la eventual posibilidad de acceder a un lugar en la mesa de negociaciones de la postguerra, contribuyendo a la construccin de una nueva Europa.(Baehr, 2000, xv)Pero, unos aos despus, se opuso abiertamente a la creacin de un Estado de Israel unitario y judo. Abog por una nacin federal, basada en consejos locales sustentados en formas de democracia directa y no representativa y en la coexistencia y convivencia permanente y armnica entre rabes y judos.Luego del juicio a Eichmann, aunque estuvo de acuerdo con el proceso, estuvo en contra de la sentencia, en la medida en que Eichmann era, a todas luces un criminal contra la humanidad y la ejecucin de la sentencia por parte de una nacin particular, de una parte, dotaba de un autoritarismo moral inaceptable para juzgar y condenar a nombre de la humanidad a Israel y de otra, le permita a jurisdicciones internacionales evadir su responsabilidad para enfrentar la necesidad de hacer justicia en crmenes que no eran abarcables por ninguna condena, dada su magnitud. Se opuso abiertamente a la postura explcita de Ben-Gurin, Primer Ministro de Israel, quien plante que Eichmann era un smbolo de todo el odio histrico contra los judos y exigi que como tal se le condenara. Con ello, de acuerdo con Arendt, se reduca al acusado a una instancia histrica y dejaba de ser un acusado con derechos enfrentando sus propios crmenes. Insisti Arendt: se juzgan sus crmenes, no el sufrimiento de los judos (Ibd., xv). Eichmann, segn lo percibi y document Arendt, era genuinamente incapaz de pronunciar una sola frase que no fuera un clich (Ibd., xxvi). No era un hombre estpido sino vaco, un funcionario eficiente, una extraa mezcla de incapacidad para pensar y maldad (Ibd.). No poda demonizarse, como se hizo, a Eichmann porque esto lo pondra ms all de cualquier posibilidad de juicio y le brindara un aura metafsica de grandeza satnica. Eichmann no estaba loco ni posedo. Lo que asombr a Arendt como evidente era su banalidad, su incapacidad para mirar a cualquiera desde el punto de vista del otro. Eichmann hizo lo que deba a cabalidad siendo absolutamente incapaz de realizar a consciencia lo que estaba haciendo o haba hecho. Simplemente funcionaba. Esto era an ms aterrador que la peor de las maldades. Una evidencia viva del tipo de gente capaz de cometer bajo regmenes especficos y en las condiciones adecuadas, los peores crmenes contra la humanidad. Era esto lo que debera juzgarse y convertirse en una leccin y en un precedente (Ibd. xxvi).

Arendt public su reporte sobre el juicio a Eichmann en Marzo de 1963 y fue atacada en el mundo entero por organizaciones, individuos y estados para quienes, La Banalidad del Mal slo poda provenir de una juda que se odiaba a s misma. (Arendt d, 2001, 313-408). Retrospectivamente es evidente cuanta razn ha tenido en plantear el debate que propuso y qu nefastas han sido y son las consecuencias de no escuchar y debatir con seriedad su voz crtica y sus argumentos serios. Sealarla y marginarla para encubrir las verdades difciles que plante refleja el estado autoritario e intolerante de un mundo totalizante que necesita de la homogeneidad y del pensamiento nico para perpetuarse.Segregacin y racismo asuntos pblicos que superan la opinin pblicaComo la mayora de las personas de origen Europeo tengo dificultades para entender, mucho menos compartir, los prejuicios comunes de la gente de esta regin (el sur de los EEUU). Dado que lo que escrib puede chocarle a la gente buena y ser mal aprovechado por la gente mala, debo dejar en claro que, como juda, simpatizo y asumo la causa de los Negros (Negroes) como la de todos los pueblos oprimidos y apreciara que los lectores hicieran otro tanto. (Arendt e, 2000, 232).As se expresaba Hannah Arendt en la frase final de su introduccin a uno de los artculos ms controvertidos y atacados de su vida. Publicado en 1959 en la revistaDissent, Reflexiones sobre Little Rock fue escrito en el otoo de 1957 en torno de una fotografa que muestra a los 9 de Little Rock. Un caso que tuvo resonancia e impactos nacionales e internacionales. La fotografa, mostraba a nueve jvenes afro-americanos, estudiantes de secundaria entrando a un colegio que haba sido nicamente para blancos en la Amrica segregada y racista de esos aos y que haba sido integrado como consecuencia de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia (Brown v. Board of Education of Topeka, Kansas), as como la decisin del Presidente Dwight Eisenhower de enviar tropas para reforzar militarmente la integracin en la Secundaria Central de Little Rock como consecuencia de este acto de discriminacin. Los editores de la revistaCommentaryhaban decidido no publicar el mismo texto antes por las reacciones que podra haber suscitado y que de hecho desat. Ante la inminencia de asumir una posicin que no sera -ni fue- respaldada por nadie y que podra ser manipulada para sealarla como partidaria del racismo del sur de los EEUU y enemiga del fin de la segregacin racista, Arendt no puede ni quiere hacer silencio y asume los riesgos defendiendo su posicin y luego argumentndola en respuesta a algunos de los ataques mas vehementes que le hicieran (Ibd. 243-246). Esta controversia y los debates al respecto, siguen siendo parte de la agenda acadmica de diversas universidades de los EEUU.

Sin pretender resumir el texto, que necesita ser ledo, el argumento fundamental de Arendt no es en contra del fin de la segregacin racista ni contra la lucha de los afro-americanos por sus derechos sino, especficamente, contra la imposicin por decreto de la integracin de los colegios previamente segregados y contra el reforzamiento militar de esta decisin jurdica. Arendt asume que el racismo se encuentra arraigado en todos los mbitos de la sociedad y que con esta decisin legal se pretende forzar su superacin en la poblacin ms vulnerable, heredera y vctima de una estructura social y cultural establecida. La fotografa de los 9 de Little Rock, muestra a nueve jvenes afro-americanos aterrados ante el odio, las amenazas y los insultos de los blancos que los rodean, sin embargo, caminan en medio del terror, con dignidad y firmeza. Para Arendt, la decisin legal y militar de imponer el fin de la segregacin en las escuelas de un momento a otro, a sabiendas de que esta se encuentra arraigada en los corazones y tradiciones de esta sociedad, es trasladar a los estudiantes un problema social y poltico profundo y complejo que estos ni han creado, ni estn en condiciones de resolver. La ley y la fuerza, segn Arendt, no sirven en estos mbitos sino para reforzar el odio y, a lo sumo, ocultarlo, para que la segregacin, que se busca superar, por el contrario, se afiance de manera perversa, oculta, hipcrita e insidiosa como consecuencia de una imposicin contraria a la superacin consciente de esta distorsin intolerable. Para ella se trata de superar definitivamente la segregacin, no de obligar a la sociedad que la cree justa y necesaria, a reforzarla por otras vas ms insidiosas y difciles de reconocer y enfrentar. Obligar a la sociedad a encubrir un vicio en lugar de enfrentarlo y obligar a sus vctimas ms vulnerables e imposibilitadas a enfrentar esta problemtica, establece bandos confrontados en un campo de batalla trasladado al mbito de las escuelas.La segregacin es discriminacin reforzada por la ley, la desegregacin no puede hacer ms que abolir la legislacin que reglamenta la discriminacin: no puede abolir la discriminacin e imponer la igualdad en la sociedad pero puede, y en realidad debe, imponer la igualdad en el cuerpo de la poltica de la sociedad. (Ibd., 137).El punto es que la fuerza puede, de hecho debe centralizarse para ser efectiva, pero el poder ni puede ni debe concentrarse en el centro. Si las diversas fuentes de las que surge se secan, toda la estructura se vuelve impotente. Los poderes de los Estados en esta nacin son unas de las fuentes ms autnticas del poder, no slo para la promocin de la diversidad y los intereses regionales, sino para la Repblica como un todo. (Ibd., 241).Las y los nios,buscan de manera instintiva autoridades que les guen hacia un mundo para el que todava son unos extraos, en el que no pueden orientarse por su propia juicio. En la medida en que padres y maestros les decepcionen como autoridades y guas, los jvenes, se conformarn con mayor fuerza con sus pares y, en ciertas condiciones, sus pares se convertirn en la autoridad suprema. El resultado slo puede ser el surgimiento del poder de bandas o pandillas, como lo demuestran de manera elocuente las fotografas mencionadas arriba. El conflicto entre un hogar segregado y una escuela desegregada por ley y por la fuerza, entre prejuicio familiar y demandas escolares, causa la abolicin inmediata de la autoridad de profesores y padres, reemplazndola por la autoridad de la opinin pblica sobre escolares que no tienen ni la habilidad, ni la posibilidad, ni el derecho para establecer su propia opinin pblica. (Ibd., 243).La historia se ha desenvuelto frente a estos hechos sacando sus propias conclusiones en el contexto de los EEUU. Pero la posicin y los argumentos de Arendt, planteados ante el calor de los acontecimientos, ms all de haber sido expresin de sus calidades ticas y de su valor por encima de la popularidad y de la vanidad que busca el favor de la opinin pblica por encima de la honestidad y la autonoma, alimentan un debate necesario respecto de la construccin de poder desde abajo y de las dinmicas que empujan a los grupos sociales ms vulnerables al odio y a la violencia. La vigencia de estos temas, supera con creces, el conflicto de opiniones e intereses de una coyuntura particular. Tener la capacidad, la sabidura y el valor de ver en cada situacin especfica la necesidad de posicionarse, manifestarse y actuar con dignidad y de no hacer silencio sino argumentar, as nos genere dificultades, es, como lo demuestra este hecho, ejercer la sabidura necesaria para no caer en la crcel de los acontecimientos y someterlos a nuestra capacidad, derecho y obligacin de decidir a consciencia y con sabidura para construir as libertades colectivas y no las trampas inmediatas de la opinin pblica aceptada e imperante.Incomparables frente a los desafos de la dignidadLa fama es un fenmeno social;ad gloriam non est satis unius opinio(tal como seal Seneca con sabidura y pedantera), para la fama no basta la opinin de uno, a pesar de que es suficiente para la amistad y el amor La fama pstuma parece ser, por tanto, la suerte de los inclasificables, es decir, aquellos cuyos trabajos no encajan dentro del orden existente ni introducen un nuevo gnero que lleve a una futura clasificacin. Los innumerables intentos de escribir al estilo Kafka, todos ellos rotundos fracasos, slo sirvieron para enfatizar el carcter nico de Kafka, la absoluta originalidad que no puede hallarse en ningn predecesor y no tiene seguidor. (Arendt, 2001, 163).Esto, que podra haber sido escrito en referencia a Hannah Arendt, lo escriba ella misma en su ensayo sobre su amigo y colega Walter Benjamin incluido en Hombres en Tiempos de Oscuridad. Benjamin fue, es, incomparable, es decir, inclasificable.Para decirlo de otro modo, en la actualidad sera tan engaoso recomendar a Walter Benjamin como crtico literario y ensayista como habra sido recomendar a Kafka en 1924 como novelista y escritor de cuentos. Para describir su trabajo en forma adecuada y a l como autor dentro de nuestro usual marco de referencia, tendra que hacer varias declaraciones negativas, tales como: su erudicin fue grande, pero no era un erudito; sus temas comprendan textos y su interpretacin, pero no era un fillogo; no lo atraa mucho la religin, pero s la teologa y el tipo de interpretacin teolgica para la que el texto en s es sagrado, pero no era telogo y no senta un inters particular por la Biblia; era un escritor nato, pero su mayor ambicin fue producir una obra que consistiera slo en citas; fue el primer alemn que tradujo a Proust (junto con Franz Hessel) y St. John Perse, y antes de eso haba traducido losTableaux perisiensde Baudelaire, pero no era traductor; revis varios libros y escribi una serie de ensayos sobre escritores vivos y muertos, pero no era un crtico literario; escribi un libro sobre el barroco alemn y dej un estudio sin terminar sobre el siglo XIX francs, pero no era un historiador, ni de la literatura, ni de otros aspectos: tratar de demostrar que pensaba en forma potica, pero no era ni poeta ni filsofo. (Ibd., 163-164).Ante el espejo de Benjamin podramos reconocer mejor a Hannah Arendt. Compartieron una poca, un origen cultural y social, una nacionalidad, una pasin por el saber y las bsquedas rigurosas, atrevidas, innovadoras. Una persecucin por judos y porque siendo tales, enfrentaron a su manera con la frente en alto su derecho a pensar, a opinar, a participar en la sociedad, a no hacer silencio an cuando deberan asumirse bien como inferiores, bien como sujetos de la concesin graciosa del derecho a manifestarse y producir intelectualmente. Esto y mucho ms los hermanaba a ellos y a otros como Scholem, Adorno y tantos otros.

Hannah Arendt y Walter BenjaminSegn lo propone Arendt, el problema de Benjamin (si es que era tal) era que no se poda reconocer en nada de lo existente; siempre result sersui generis(Ibd.)Escuchando la voz del hombrecito jorobado (segn un cuento tradicional alemn, este personaje habla al odo a sus interlocutores para mal aconsejarlos y hacerlos tomar las decisiones equivocadas), Benjamin, segn Arendt, vivi el laberinto de los tiempos oscuros que compartieron, optando siempre por aquello que le cerraba el camino y lo aproximaba al abismo hasta su muerte, aparentemente en el suicidio, en el intento de huir de la persecucin Nazi (Ibd., 161-213).Arendt sobrevivi, vivi, sigui produciendo y alcanz una libertad que dese para su amigo (si tan solo el hubiera actuado de otro modo). A pesar de su rabiosa independencia de criterio y autonoma, fue una filsofa poltica. Su trabajo ha sido clasificado y sus actividades como intelectual y acadmica son, a todas luces clasificables. Sin embargo, an dentro de estos parmetros, sin lugar a dudas, Hannah Arendt es tambin incomparable. Leer su ensayo sobre Benjamin es un himno (riguroso, distante, serio) a la amistad, al afecto profundo. Arendt, quera salvar a Benjamin de su muerte, de su suicidio, de su marginacin, de la incomprensin. Quera haber suplantado al hombrecito jorobado y lo hace, ante la impotencia de su desaparicin y ausencia. Le habla al odo. Le recomienda con vehemencia no haber decidido como lo hizo para tenerlo a su lado. Le reclama su muerte, como una especie de entrega suicida a ese mal sin precedentes que desat la hecatombe y los persigui. No se si esto es cierto, pero as lo creo al leer y releer ese texto amoroso y duro. Es una declaracin profunda de amistad y por ello una exigencia al hombre en cuyo lugar de muerte, frente al mar, hay un monumento que parece llevar al camino abierto de la libertad y termina frente a un abismo.

Monumento a Walter Benjamin en PortbouSin sacar conclusiones s necesito proponer una diferencia vital, esencial, entre Arendt y Benjamin, aunque los dos son incomparables, que est, precisamente en su grado deincomparabilidad. La pista est en las Tesis sobre la Historia (Benjamin, 2007, 65-76) y de ellas, tal vez, en la Tesis VIIILa tradicin de los oprimidos nos ensea entretanto que el estado de emergencia en que vivimos es la regla. Debemos llegar a un concepto de historia que resulte coherente con ello. Se nos plantear entonces como tarea la creacin del verdadero estado de emergencia, y esto mejorar nuestra posicin en la lucha contra el fascismo. La fortuna de ste proviene desde hace bastante del hecho de que sus adversarios lo combaten en nombre del progreso como ley histrica. El estupor porque las cosas que vivimos sean an posibles en el siglo XX no esnadafilosfico. No es el comienzo de ningn conocimiento, salvo del que la idea de la historia de la cual proviene carece ya de vigencia.(Ibd., 69)Benjamin escuchaba el consejo equivocado siempre, en el marco de una historia que ya careca de vigencia para el. Benjamin puso toda su capacidad desde una historia otra. Preparndose para habitar las constelaciones de los vencidos y derrotar de manera permanente a los vencedores frente a los que, ni siquiera los muertos estn a salvo. Arendt, reconoci la magnitud del poder y la permanencia del estado de excepcin. La presencia total de la historia y el cuerpo de lo poltico en el marco de esta realidad que estudi, critic y frente a la que asumi lecturas, posiciones y bsquedas. Arendt buscaba llegar al otro lado desde ac o mejor, contribuir a que muchas y muchos tuviramos que hacerlo al reconocer este imperativo. Benjamin no pudo tolerar estar de este lado y recorri la historia, la vida, a contrapelo, en contrava. Benjamin y Arendt fueron arrasados como el ngel (Angelus Novus) de Paul Klee por la tormenta de la historia en su camino de escombros, horror y ruinas (Ibd., 69-70). Pero Arendt, de pie ante el horror inconcebible, encontr maneras prcticas, al interior de la tormenta y en sus materiales mismos, para exigir espacios y rumbos. La razn no resuelve este reclamo, este dilema, porque es apenas una de las tantas maneras de enfrentarlo. El mundo en el que Arendt resulta clasificable e incomparable, es el mismo en el que Benjamin no encuentra espacio y solamente es incomparable y nico. El de los acontecimientos, el tiempo vaco y los vencedores. Benjamin, fue un destello en el momento de peligro. Arendt sobrevivi para plantearlo, encontrando su nicho en y a pesar del orden de la Historia. Una Historia que existe para negarnos y acumular. No es un dilema de ellos, los famosos, sino, un desafo de todas y todos, mientras el tiempo de los vencedores nos siga negando y mientras nuestros actos sigan alimentando su historia vaca.Arendt sigui siendo incomparable an cuando gan por mrito propio su espacio en el mundo acadmico. Durante la guerra de Vietnam, Arendt era profesora universitaria en EEUU. Sus alumnos decidieron no asistir a sus clases para unirse a las protestas y la buscaron para anuncirselo. Su respuesta fue ya tienen donde hacer las fotocopias del material que van a repartir? Se opuso a la guerra y al imperialismo de los EEUU y escribi sobre el tema con firmeza, siendo una de las voces ms escuchadas al respecto. Lo hizo, porque crey en el republicanismo de los EEUU y senta que estas acciones imperiales lo traicionaban. Nada queda cerrado en el conocer a Hannah Arendt, todo queda abierto, provocado y provocando. Esto es an ms cierto frente al espejo que ella misma se construy ante la vida, la obra y la muerte prematura de su amigo Walter Benjamin.La pertinencia de la emancipacin de los pueblos,desde otras orillas y posibilidadesUno de los temas que ms trabaj Hannah Arendt fue el de la emancipacin de los pueblos con nfasis particular en los judos entre los siglos XIX y XX en la Europa central y occidental. En torno de este tema siempre gir el de la asimilacin, en las caractersticas y con las condiciones que de hecho se impusieron a los judos al pasar de pueblos o colectivos sinstatusni nacin al de ciudadanos con plenos derechos en el marco de los recin nacidos Estados-Nacin de la poca. Arendt seal con firmeza los riesgos de la asimilacin en estas condiciones (que aparecan como las nicas posibles) y dedic un extenso escrito para ilustrar esta situacin en su texto sobre la vida de Rahel Vernhagen (1781-1833), una escritora de origen judo quien promovi la emancipacin y se convirti en un smbolo de la asimilacin. Rahel odi y rechaz su pasado judo y dedic mucho de su vida a borrarlo, pero se convirti, a pesar de haber adquirido una profunda y sincera identidad con personalidades no-judas de las letras y artes de Alemania, en una vctima del antisemitismo en 1819. Ante estos hechos, abandonada por quienes haba cultivado para negar su pasado y huir de el, se encuentra rodeada cerca de su muerte, del apoyo y afecto de los judos a quienes haba rechazado. Se arrepiente de haberse perdido la relacin con su propia gente (Arendt f, 49-72).Desde otra orilla del mundo, en los Andes bolivianos, en un contexto de discriminacin, conquista y persecucin permanentes, a pesar de los cuales, la identidad se preserva y pervive, explica Silvia Rivera Cusicanqui, la sociloga y activista boliviana mestiza-Aymara:Somos mestizos, pero tenemos una fuerte marca indgena en nuestras almas. Somos impuros. No somos gente pura. Y debemos reconocer tambin que hay una marca europea en nuestros cuerpos y subjetividades. Lo bueno de esa marca es la idea de libertad y derechos individuales. De nuestra parte indgena proviene la idea de comunidad y de ciclos, de nuestra intimidad con los ciclos de la naturaleza. Pero reconocemos el valor, la validez de los derechos y libertades individuales()Todo esto proviene de lo mejor de la civilizacin europea y de la Ilustracin. Son contradictorias. Pero vivimos la contradiccin con alegra. No es una contradiccin esquizofrnica. Vivimos la contradiccin de manera que esta nos llena de energa. Y contradiccin sin sntesis va totalmente contra la esencia del Marxismo.Esto tiene que ver con la lgica Aymara trivalente, opuesta a la lgica Aristotlica binaria. La filosofa Aymara est basada en el tercero incluido. A no es B y B no es A. Pero hay cosas que son A y B simultneamente. En la lgica binaria, uno excluye al otro. Pero cuando tienes una lgica de inclusin, tienes enormes posibilidades de accin intercultural.Esto est inscrito en la lengua Aymara. En la gramtica Aymara puedes decir es o no es y puedes decir es y no es al mismo tiempo. Jisa es si, jani es no, e inasa puede ser si y puede ser no. (Weinberg, 2014)De vuelta a Arendt, explica, en el contexto y dinmicas histricas de la Europa que le toc vivir y entender, su perspectiva respecto de la emancipacin-asimilacin. La emancipacin de los judos en Europa hace referencia a un proceso histrico particular cuya caracterstica y exigencia esencial y contradictoria era la de su asimilacin, lo que implicaba, dejar de ser, dentro de una sociedad que as lo requera, para poder gozar de los beneficios y privilegios garantizados a la ciudadana, a cambio de superar la exclusin de estas sociedades y derechos. Para emanciparse como pueblo, tenan que integrarse como ciudadanos y as, asimilarse, lo que converta aparentemente en innecesaria y obsoleta su identidad. Pero, se les conceda la ciudadana como una forma de emancipacin en tanto en cuanto se necesitaba de ellos como judos, con una identidad juda que no interesaba a los negocios del estado-nacin, pero a cuyo nombre podra obtener los beneficios de una relacin que no estaba fundamentada en el reconocimiento de esa identidad, sino en el reconocimiento de ciertas capacidades de ese grupo particular. Por razones prcticas, los nacientes Estados-Nacin, los integraban entonces, como ciudadanos, por ser judos y porque necesitaban de sus servicios y favores, exigindoles que siguieran sindolo para poder obtener estos beneficios que eran el fundamento de la relacin, pero, a cambio de convertirse en ciudadanos, como cualquier otro, lo que impona precisamente, abandonar las diferencias y especificidades que hacan necesario este reconocimiento en tanto ciudadanos.Por lo tanto, la emancipacin de los judos, segn les fue concedida por el sistema de estados nacin en Europa durante el siglo XIX, tuvo un doble origen y un significado ambiguo siempre presente. De un lado, era consecuencia de la estructura poltica y legal de un nuevo cuerpo poltico que poda funcionar nicamente bajo las condiciones de igualdad poltica ante la ley. Los gobiernos, para su propio beneficio, tenan que limar las desigualdades del viejo orden tan rpido y completamente como fuera posible. De otro lado, fue consecuencia de una extensin gradual de privilegios a judos especficos, garantizados originalmente nicamente a individuos, luego exclusivamente a pequeos grupos de judos ricos. Solamente cuando estos grupos limitados no podan ya manejar por si mismos las crecientes demandas de los negocios del estado, sus privilegios se hicieron extensivos a todos los judos de la Europa central y occidental. (Arendt, 1979, Vol. 1, 11-12)Durante la conferencia Paz y Democracia en Guatemala: Desafos pendientes, Charles Hale aborda el mismo tema en otro contexto y circunstancias muy diferentes, desde esta orilla, en un texto titulado El protagonismo indgena, las polticas estatales y el nuevo racismo en la poca del indio permitido (Hale, 2005). El aporte esencial de este texto indispensable es el de sealar la poltica pblica que diferencia entre indios permitidos, aquellos que an preservando su lengua, sus costumbres, rituales y vestidos, se insertan dentro del modelo econmico y poltico que les remunera, por hacerlo, reconocindolos y financindoles actividades. Son indios folclorizados que no amenazan, por el contrario, refuerzan con su colorido el sistema y sus regmenes. Una asimilacin que el sistema denomina emancipacin en la medida en que amoldan su identidad al lugar que les permite el sistema. Los indios no-autorizados son, en contraste, quienes por ser indgenas y en cuanto tales, rechazan el modelo y para proteger su cultura y manera de ver y vivir el mundo, no se asimilan al sistema que, por principio y necesidad vital, deben transformar para poder pervivir. En consecuencia, el sistema no los autoriza.

Reparto de Indios tras la "Guerra del Desierto", Argentina.Re-examinado el tema de la emancipacin juda planteada por Arendt para la Europa que conoci, se reconoce, desde esta perspectiva indgena americana en lucha frente al sistema, un aspecto fundamental de la temtica emancipatoria en la medida en que la asimilacin impone como condicin esencial, la insercin al modelo econmico-poltico y cultural dominante, el cual subordina la identidad a la ciudadana y sta se encuentra supeditada a la libertad de mercado y de circulacin de mercancas. La identidad que puede perseverar, la permitida, es apenas un adorno folclrico colateral y pictrico al servicio de la estructura social del poder y de la acumulacin.Silvia Rivera Cusicanqui manifiesta que la categora indio, no es una categora esencial. Es una categora histrica, creada para y por la Conquista, para identificar a otros que deban ser sometidos y subyugados. Asumir la categora indio como identidad es una necesidad para la lucha, para afianzar la diferencia y, precisamente, la identidad contra y frente al modelo opresor, pero, la lucha emancipatoria, una vez tenga xito, permitir que se supere esta categora y que se recupere la diversidad de pueblos que fueron sometidos bajo esta categora. Emanciparse, en este sentido es, asumirseenel rgimen opresor, levantarse asumiendo la categora impuestacontrael mismo, pero para eventualmente estarms allde las limitaciones y restricciones de esta categora impuesta y emanciparse de la propia categora y denominacin asociada a la conquista y al orden contra el que se lucha y que no solamente nos ha impedido ser, sino que nos ha definido y encasillado para ser de un modo determinado al servicio de sus intereses de modo que no pueda existir alternativa al establecimiento (Holloway, 2011, 223-230).En el contexto europeo de los siglos XVIII al XX, bajo la estructura del capital en sus fases expansivas, cualquier intento de emancipacin era generalmente, a su vez, un intento de asimilacin al establecimiento. La pervivencia de los judos como pueblo en este contexto, en la dispora de tierras extraas, no se propona por principio, un proyecto de resistencia y alternativa al orden, sino, a lo sumo (salvo excepciones notorias y muy reales), una necesidad de pervivencia a pesar y en medio del establecimiento para salir de las condiciones de marginalidad. Los aportes de Arendt resultan muy tiles en este contexto, pero ante la actual crisis del sistema mundo, la necesidad de alternativas a un orden cuyo carcter esencial impone la dominacin y el despojo para la acumulacin y la amenaza a la vida y a los bienes comunes, desde esta orilla del mundo y desde pueblos sometidos, conquistados, despreciados, la lucha por la emancipacin adquiere un sentido y un significado ms profundo y que abarca desde los pueblos indgenas, las identidades humanas todas y la relacin de los pueblos entre s, frente al modelo dominante y con la vida.Poner a dialogar a Hannah Arendt desde la soledad de Europa ante el mundo externo que consideraba -como Rosa Luxemburgo- lo que no se asimilara en sus trminos a sus condiciones: Es decir, loprecapitalistay sujeto de sucanibalizacincomo sistema. La relacin de reciprocidad con las identidades, cosmovisiones, experiencias, visones y luchas de esos otros pueblos que nunca fueron ni han sido y se niegan a ser pre-europeos, es una necesidad impostergable. Reconocerlos finalmente como otros, en camino de la emancipacin en sus trminos y no slo como primitivos o entidades a ser devoradas, nos permitira no solamente liberarnos de la soledad en la que nos aplasta este sistema que nos amenaza nuevamente con el terror totalitario, sino que, adems, nos posibilita considerar alternativas a ese viejo mundo. No se trata del esencialismo indianista racista y falso, sino de que lo indio, es una manera de buscar desde la dignidad y la humildad un mundo otro tejido a la Madre Tierra. Qu hermoso sera tener entre nosotras y nosotros a Hannah Arendt para abrir el territorio de su maravilloso imaginario a estas regiones inexploradas de lo posible que no alcanz a reconocer.

Silvia Rivera Cusicanqui. Un dilogo desde esta otra orilla que nos corresponde a nosotras y nosotrosEn las respuestas de Silvia Rivera Cusicanqui a Bill Weinberg en Nueva York, en el otoo del 2014, reaparece la pertinencia y actualidad de estos temasEntonces, tus antepasados (ancestros) fueron indgenas?Claro!Y sin embargo dices que eres mestiza. Slo porque creciste hablando espaol como tu primera lengua?No slo por eso. Tengo sangre juda. Del lado de mis padres. Fueron los colonos judos que vinieron a los Andes en el siglo 16, escapando a la Inquisicin en Espaa. De modo que de ambos lados, estoy en contra del rey de Espaa!Tu lado indgena y tu lado judo. Los Judos fueron Marranos?Si, Marranos. Lo descubr en la Universidad de Austin, Texas. En una rara seccin de libros haba un fichero llamado Judos en Amrica. Y el primer apellido que vi fue Rivera! Ese era un apellido judo comn. Fue entonces cuando decid que soy juda. Un judo y un Aymara son una mezcla interesanteY Quechua tambin, no?Si, Quechua tambin. Y probablemente tambin Vasco y otras cosas. Pero no me importa la sangre. Odio cuando se habla de la sangre. Creo que la identidad se construye viviendo el presente. He asumido mi amor por lo Aymara a tal extremo porque descubr el aspecto ms sano de mi lado Europeo a travs del reconocimiento Aymara de la otredad. Es el lado Aymara el que me ayud a descubrir los buenos aspectos de mi herencia Europea.En Bolivia, los indgenas son una mayora y los mestizos una minora, no?Mestizo, es una construccin. Desde un punto de vista, puedes decir que los mestizos son una mayora porque la mayora de los indios son mestizos de todos modos, porque hablan Espaol, le rezan a un Dios Cristiano, utilizan el dinero en transacciones, son individualistas, y quieren que sus hijos hablen Ingls. Pero desde otro punto de vista, esas cosas extraas que hacemos son indgenas, son parte de la herencia indgena que todos compartimos. Y desde ese punto de vista, la mayora somos indios. Por lo tanto se puede responder s y no a tu pregunta. Esta es, una vez ms, la lgica Aymara trivalente. (Weinberg, 2014)Qu podra aportar Hannah Arendt desde y frente a la perspectiva trivalente de los pueblos y luchas de Abya Yala en la crisis del viejo mundo y ante la amenaza de estos tiempos oscuros? Esas respuestas y lo que puedan darnos para nuestras luchas por salir de estos tiempos de oscuridad para tener un futuro digno en armona con la Madre Tierr