han señala que la filosofía debería relajarse y

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Byung-Chul Han, una de las voces filosóficas másinnovadoras que ha surgido en Alemania recientemente,afirma en este inesperado best seller, cuya primeratirada se agotó en unas semanas, que la sociedadoccidental está sufriendo un silencioso cambio deparadigma: el exceso de positividad está conduciendoa una sociedad del cansancio. Así como la sociedaddisciplinaria foucaultiana producía criminales y locos, lasociedad que ha acuñado el eslogan Yes We Canproduce individuos agotados, fracasados y depresivos.

Según el autor, la resistencia solo es posible en relacióncon la coacción externa. La explotación a la que unomismo se somete es mucho peor que la externa, ya quese ayuda del sentimiento de libertad. Esta forma deexplotación resulta, asimismo, mucho más eficiente yproductiva debido a que el individuo decidevoluntariamente explotarse a sí mismo hasta laextenuación. Hoy en día carecemos de un tirano o de unrey al que oponernos diciendo No. En este sentido,obras como Indignaos, de Stéphane Hessel, no son degran ayuda, ya que el propio sistema hace desapareceraquello a lo que uno podría enfrentarse. Resulta muydifícil rebelarse cuando víctima y verdugo, explotador yexplotado, son la misma persona.

Han señala que la filosofía debería relajarse y

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Han señala que la filosofía debería relajarse yconvertirse en un juego productivo, lo que daría lugar aresultados completamente nuevos, que los occidentalesdeberíamos abandonar conceptos como originalidad,genialidad y creación de la nada y buscar una mayorflexibilidad en el pensamiento: «todos nosotrosdeberíamos jugar más y trabajar menos, entoncesproduciríamos más». ¿O es acaso una coincidenciaque los chinos, para quienes originalidad y genialidadson conceptos desconocidos, sean los responsables decasi toda invención —desde la pasta hasta los fuegosartificiales— que ha dejado huella en Occidente? Sinembargo, esto no deja de ser para el autor una utopíainalcanzable para una sociedad en la que todos, inclusoel ejecutivo mejor pagado, trabajamos como esclavosaplazando indefinidamente el ocio.

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Byung-Chul Han

La sociedad del cansancioePub r1.0

turolero 19.05.15

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Título original: Die MüdigkeitsgesellschaftByung-Chul Han, 2010Traducción: Arantzazu Saratxaga Arregi

Editor digital: turoleroAporte original: SpleenePub base r1.2

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Prólogo a la sexta ediciónEl Prometeo cansado

El mito de Prometeo puede reinterpretarse considerándolo unaescena del aparato psíquico del sujeto de rendimientocontemporáneo, que se violenta a sí mismo, que está en guerraconsigo mismo. En realidad, el sujeto de rendimiento, que secree en libertad, se halla tan encadenado como Prometeo. Eláguila que devora su hígado en constante crecimiento es su alterego, con el cual está en guerra. Así visto, la relación dePrometeo y el águila es una relación consigo mismo, una relaciónde autoexplotación. El dolor del hígado, que en sí es indoloro, esel cansancio. De esta manera, Prometeo, como sujeto deautoexplotación, se vuelve presa de un cansancio infinito. Es lafigura originaria de la sociedad del cansancio.

Kafka emprende una reinterpretación interesante del mito ensu críptico relato «Prometeo»: «Los dioses se cansaron; secansaron las águilas; la herida se cerró de cansancio». Kafka se

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cansaron las águilas; la herida se cerró de cansancio». Kafka seimagina aquí un cansancio curativo, un cansancio que no abreheridas, sino que las cierra. La herida se cerró de cansancio.Asimismo, el presente ensayo desemboca en la reflexión de uncansancio curativo. Tal cansancio no resulta de un rearmedesenfrenado, sino de un amable desarme del Yo.

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La violencia neuronal

Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existeuna época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con eldescubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedoa la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral.La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. Elcomienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, nosería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedadesneuronales como la depresión, el trastorno por déficit deatención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de lapersonalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO)definen el panorama patológico de comienzos de este siglo.Estas enfermedades no son infecciones, son infartos ocasionadosno por la negatividad de lo otro inmunológico, sino por unexceso de positividad. De este modo, se sustraen de cualquiertécnica inmunológica destinada a repeler la negatividad de loextraño.

El siglo pasado era una época inmunológica, mediada por

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El siglo pasado era una época inmunológica, mediada poruna clara división entre el adentro y el afuera, el amigo y elenemigo o entre lo propio y lo extraño. También la guerra fríaobedecía a este esquema inmunológico. Ciertamente, elparadigma inmunológico del siglo pasado estaba, a su vez,dominado por completo por el vocabulario de la guerra fría, esdecir, se regía conforme a un verdadero dispositivo militar.Ataque y defensa determinaban el procedimiento inmunológico.Este dispositivo, que se extendía más allá de lo biológico hasta elcampo de lo social, o sea, a la sociedad en su conjunto,encerraba una ceguera: se repele todo lo que es extraño. Elobjeto de la resistencia inmunológica es la extrañeza como tal.Aun cuando el extraño no tenga ninguna intención hostil, inclusocuando de él no parta ningún peligro, será eliminado a causa desu otredad.

En los últimos tiempos, han surgido diversos discursossociales que se sirven de manera explícita de modelosexplicativos procedentes del campo inmunológico. Sin embargo,no cabe interpretar el hecho de que el discurso inmunológicoesté en boga como indicio de que la sociedad de hoy esté, másque nunca, organizada inmunológicamente. Que un paradigmasea de forma expresa elevado a objeto de reflexión es a menudouna señal de su hundimiento. Desde hace algún tiempo, estállevándose a cabo de manera inadvertida un cambio deparadigma. El final de la guerra fría tuvo lugar, precisamente, enel marco de este cambio.[1] Hoy en día, la sociedad incurre demanera progresiva en una constelación que se sustrae porcompleto del esquema de organización y resistencia

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completo del esquema de organización y resistenciainmunológicas. Se caracteriza por la desaparición de la otredady la extrañeza. La otredad es la categoría fundamental de lainmunología. Cada reacción inmunológica es una reacción frentea la otredad. Pero en la actualidad, en lugar de esta, comparecela diferencia, que no produce ninguna reacción inmunitaria. Ladiferencia postinmunológica, es más, posmoderna, ya no generaninguna enfermedad. En el plano de la inmunología correspondea lo idéntico.[2] A la diferencia le falta, por decirlo así, el aguijónde la extrañeza, que provocaría una violenta reaccióninmunitaria. También la extrañeza se reduce a una fórmula deconsumo. Lo extraño se sustituye por lo exótico y el turista lorecorre. El turista o el consumidor ya no es más un sujetoinmunológico.

Asimismo, Roberto Esposito basa su teoría de la Immunitasen un falso supuesto cuando constata:

Un día cualquiera de los últimos años, los diarios publicaron,acaso en las mismas páginas, noticias aparentementeheterogéneas. ¿Qué tienen en común fenómenos como la luchacontra un nuevo brote epidémico, la oposición al pedido deextradición de un jefe de Estado extranjero acusado deviolaciones a los derechos humanos, el refuerzo de las barrerascontra la inmigración clandestina y las estrategias para neutralizarel último virus informático? Nada, mientras se los lea en el interiorde sus respectivos ámbitos separados: medicina, derecho, políticasocial y tecnología informática. Sin embargo, las cosas sondistintas si se los refiere a una categoría interpretativa que halla lapropia especificidad justamente en la capacidad de cortar

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transversalmente esos lenguajes particulares, refiriéndolos a unmismo horizonte de sentido. Como ya se pone de manifiestodesde el título de este ensayo, he identificado tal categoría con lade «inmunización». […] A pesar de su falta de homogeneidadléxica, todos los acontecimientos antes citados puedenentenderse como una respuesta de protección ante un peligro.[3]

Ninguno de los sucesos que menciona Esposito indica quenosotros nos encontremos en plena época inmunológica.Asimismo, el llamado «inmigrante» no es hoy en día ningún otroinmunológico, ningún extraño en sentido empático, del que sederive un peligro real, o de quien se tenga miedo. Losinmigrantes o refugiados se consideran como una carga antesque como una amenaza. Del mismo modo, al problema del virusinformático no le corresponde ya una virulencia social desemejante dimensión. Así, no es casualidad que Espositodedique su análisis inmunológico a problemas que no son delpresente, sino exclusivamente a objetos del pasado.

El paradigma inmunológico no es compatible con el procesode globalización. La otredad que suscitaría una reaccióninmunitaria se opondría a un proceso de disolución de fronteras.El mundo inmunológicamente organizado tiene una topologíaparticular. Está marcado por límites, cruces y umbrales, porvallas, zanjas y muros. Estos impiden el proceso de cambio eintercambio universal. La promiscuidad general que, en elpresente, se da en todos los ámbitos de la vida y la falta de laotredad inmunológicamente efectiva se condicionan de maneramutua. Del mismo modo, la hibridación que domina no solo el

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mutua. Del mismo modo, la hibridación que domina no solo elactual discurso teórico cultural, sino también el estado de ánimode la actualidad en cuanto tal es diametralmente opuesta a lainmunización. La hiperestesia inmunológica no permitiría ningunahibridación.

La dialéctica de la negatividad constituye el rasgofundamental de la inmunidad. Lo otro inmunológico es lonegativo que penetra en lo propio y trata de negarlo. Lo propioperece ante la negatividad de lo otro si a su vez no es capaz denegarla. La autoafirmación inmunológica de lo propio se realiza,por tanto, como negación de la negación. Lo propio se afirma enlo otro negando su negatividad. También la profilaxisinmunológica, es decir, la vacunación, sigue la dialéctica de lanegatividad. En lo propio se insertan solo fragmentos de lo otroa fin de provocar la reacción inmunitaria. La negación de lanegación se realiza en este caso sin peligro de muerte porque laresistencia inmunológica no se ve confrontada con lo otro encuanto tal. Se ejerce voluntariamente una pequeña autoviolenciapara protegerse de una violencia mucho mayor, que sería mortal.La desaparición de la otredad significa que vivimos en un tiempopobre de negatividad. Ciertamente, las enfermedades neuronalesdel siglo XXI siguen a su vez una dialéctica, pero no de lanegatividad, sino de la positividad. Consisten en estadospatológicos atribuibles a un exceso de positividad. La violenciaparte no solo de la negatividad, sino también de la positividad,no únicamente de lo otro o de lo extraño, sino también de loidéntico. Por lo visto, es a esta violencia de la positividad a laque se refiere Baudrillard cuando escribe: «El que vive por lo

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que se refiere Baudrillard cuando escribe: «El que vive por lomismo perecerá por lo mismo».[4] Habla, asimismo, de «laobesidad de los sistemas del presente», de los sistemas deinformación, comunicación y producción. No hay reaccióninmunitaria a lo obeso. Baudrillard, sin embargo, describe —y enello consiste la debilidad de su teoría— el totalitarismo de loidéntico desde la perspectiva inmunológica:

No es casualidad que hoy se hable tanto de inmunidad, deanticuerpo, de trasplante y de rechazo. En una fase de penurianos preocupamos de absorber y de asimilar. En una fase pletóricael problema consiste en rechazar y en expulsar. La comunicacióngeneralizada y la superinformación amenaza todas las defensashumanas.[5]

En un sistema dominado por lo idéntico solo se puede hablar delas defensas del organismo en sentido figurado. La resistenciainmunitaria se dirige siempre contra lo otro o lo extraño ensentido empático. Lo idéntico no conduce a la formación deanticuerpos. En un sistema dominado por lo idéntico no tienesentido fortalecer las defensas del organismo. Debemosdiferenciar entre el rechazo inmunológico y el no inmunológico.Este último va dirigido a la sobreabundancia de lo idéntico: alexceso de positividad. No implica ninguna negatividad ytampoco conforma ninguna exclusión que requiera un espaciointerior inmunológico. El rechazo inmunológico, por el contrario,es independiente del Quantum porque consiste en una reacciónfrente a la negatividad de lo otro. El sujeto inmunológico, con su

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interioridad, repele lo otro, lo expulsa, aun cuando se dé solo enproporciones insignificantes.

La violencia de la positividad, que resulta de lasuperproducción, el superrendimiento o la supercomunicación,ya no es «viral». La inmunología no ofrece acceso alguno a ella.La repulsión frente al exceso de positividad no consiste enninguna resistencia inmunológica, sino en una abreaccióndigestivo-neuronal y en un rechazo. El agotamiento, la fatiga yla asfixia ante la sobreabundancia tampoco son reaccionesinmunológicas. Todos ellos consisten en manifestaciones de unaviolencia neuronal, que no es viral, puesto que no se deriva deninguna negatividad inmunológica. Por eso, la teoríabaudrillardesca sobre la violencia carece de claridadargumentativa, puesto que intenta describir la violencia de lapositividad, o mejor dicho, de lo idéntico, que no implica ningunaotredad, desde claves inmunológicas. Así, escribe:

Se opone una forma propiamente contemporánea de violencia,más sutil que la de la agresión: es la violencia de la disuasión, dela pacificación, de la neutralización, del control, la violencia suavedel exterminio. Violencia terapéutica, genética, comunicacional:violencia del consenso […]. Esta violencia es vírica, en el sentidode que no opera frontalmente sino por contigüidad, por contagio,por reacción en cadena y desde el primer momento atenta contratodo nuestro sistema inmunológico. En el sentido también de que—a diferencia de la violencia negativa, la violencia clásica de lonegativo— esta violencia-virulencia opera por exceso depositividad, esto es, por analogía con las células cancerígenas,por proliferación indefinida, por excrecencias y metástasis. Existeuna profunda complicidad en la virtualidad y lo vírico.[6]

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una profunda complicidad en la virtualidad y lo vírico.[6]

Según la genealogía baudrillardesca de la enemistad, el enemigoaparece en la primera fase como un lobo. Es «un enemigoexterno, que ataca y contra el cual uno se defiende construyendofortificaciones y murallas».[7] En la siguiente fase, el enemigoadopta la forma de una rata. Es un enemigo que opera en laclandestinidad y se combate por medios higiénicos. Después deuna fase ulterior, la del escarabajo, el enemigo adopta por últimouna forma viral: «El cuarto estadio lo conforman los virus; semueven, por decirlo así, en la cuarta dimensión. Es mucho másdifícil defenderse de los virus, ya que se hallan en el corazón delsistema».[8] Se origina «un enemigo fantasma que se extiendesobre todo el planeta, que se infiltra por todas partes, igual queun virus, y que penetra todos los intersticios del poder».[9] Laviolencia viral parte de aquellas singularidades que se establecenen el sistema a modo de durmientes células terroristas y tratan dedestruirlo. El terrorismo como figura principal de la violencia viralconsiste, según Baudrillard, en una sublevación de lo singularfrente a lo global.

La enemistad, incluso en forma viral, sigue el esquemainmunológico. El virus enemigo penetra en el sistema quefunciona como un sistema inmunitario y repele al intruso viral. Lagenealogía de la enemistad no coincide, sin embargo, con lagenealogía de la violencia. La violencia de la positividad nopresupone ninguna enemistad. Se despliega precisamente en unasociedad permisiva y pacífica. Debido a ello, es menos visible

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sociedad permisiva y pacífica. Debido a ello, es menos visibleque la violencia viral. Habita el espacio libre de negatividad de loidéntico, ahí donde no existe ninguna polarización entre amigo yenemigo, entre el adentro y el afuera, o entre lo propio y loextraño.

La positivización del mundo permite la formación de nuevasformas de violencia. Estas no parten de lo otro inmunológico,sino que son inmanentes al sistema mismo. Precisamente enrazón de su inmanencia no suscitan la resistencia inmunológica.Aquella violencia neuronal que da lugar a infartos psíquicosconsiste en un terror de la inmanencia. Este se diferenciaradicalmente de aquel horror que parte de lo extraño en sentidoinmunológico. Probablemente, la Medusa es el otroinmunológico en su expresión más extrema. Representa unaradical otredad que no se puede mirar sin perecer. La violencianeuronal, por el contrario, se sustrae de toda ópticainmunológica, porque carece de negatividad. La violencia de lapositividad no es privativa, sino saturativa; no es exclusiva, sinoexhaustiva. Por ello, es inaccesible a una percepción inmediata.

La violencia viral, que sigue rigiéndose por el esquemainmunológico del adentro y el afuera, o de lo propio y lo extraño,y que además presupone una singularidad o una otredadcontrarias al sistema, no sirve para la descripción de lasenfermedades neuronales como la depresión, el TDAH o el SDO.La violencia neuronal no parte de una negatividad extraña alsistema. Más bien es sistémica, es decir, consiste en unaviolencia inmanente al sistema. Tanto la depresión como el TDAH

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o el SDO indican un exceso de positividad. Este último significa elcolapso del yo que se funde por un sobrecalentamiento que tienesu origen en la sobreabundancia de lo idéntico. El hiper de lahiperactividad no es ninguna categoría inmunológica. Representasencillamente una masificación de la positividad.

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Más allá de la sociedaddisciplinaria

La sociedad disciplinaria de Foucault, que consta de hospitales,psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas, ya no secorresponde con la sociedad de hoy en día. En su lugar se haestablecido desde hace tiempo otra completamente diferente, asaber: una sociedad de gimnasios, torres de oficinas, bancos,aviones, grandes centros comerciales y laboratorios genéticos.La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino unasociedad de rendimiento. Tampoco sus habitantes se llaman ya«sujetos de obediencia», sino «sujetos de rendimiento». Estossujetos son emprendedores de sí mismos. Aquellos muros de lasinstituciones disciplinarias, que delimitan el espacio entre lonormal y lo anormal, tienen un efecto arcaico. El análisis deFoucault sobre el poder no es capaz de describir los cambiospsíquicos y topológicos que han surgido con la transformaciónde la sociedad disciplinaria en la de rendimiento. Tampoco eltérmino frecuente «sociedad de control» hace justicia a esatransformación. Aún contiene demasiada negatividad.

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transformación. Aún contiene demasiada negatividad.La sociedad disciplinaria es una sociedad de la negatividad.

La define la negatividad de la prohibición. El verbo modalnegativo que la caracteriza es el «no-poder»[10] (Nicht-Dürfen).Incluso al deber[11] (Sollen) le es inherente una negatividad: lade la obligación. La sociedad de rendimiento se desprendeprogresivamente de la negatividad. Justo la crecientedesregularización acaba con ella. La sociedad de rendimiento secaracteriza por el verbo modal positivo poder[12] (können) sinlímites. Su plural afirmativo y colectivo «Yes, we can» expresaprecisamente su carácter de positividad. Los proyectos, lasiniciativas y la motivación reemplazan la prohibición, el mandatoy la ley. A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Sunegatividad genera locos y criminales. La sociedad derendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados.

El cambio de paradigma de una sociedad disciplinaria a unasociedad de rendimiento denota una continuidad en un niveldeterminado. Según parece, al inconsciente social le esinherente el afán de maximizar la producción. A partir de ciertopunto de productividad, la técnica disciplinaria, es decir, elesquema negativo de la prohibición, alcanza de pronto su límite.Con el fin de aumentar la productividad se sustituye el paradigmadisciplinario por el de rendimiento, por el esquema positivo delpoder hacer (Können), pues a partir de un nivel determinado deproducción, la negatividad de la prohibición tiene un efectobloqueante e impide un crecimiento ulterior. La positividad delpoder es mucho más eficiente que la negatividad del deber. De

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poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber. Deeste modo, el inconsciente social pasa del deber al poder. Elsujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el deobediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujetode rendimiento sigue disciplinado. Ya ha pasado por la fasedisciplinaria. El poder eleva el nivel de productividad obtenidapor la técnica disciplinaria, esto es, por el imperativo del deber.En relación con el incremento de productividad no se da ningunaruptura entre el deber y el poder, sino una continuidad.

Alain Ehrenberg sitúa la depresión en el paso de la sociedaddisciplinaria a la sociedad de rendimiento:

El éxito de la depresión comienza en el instante en el que elmodelo disciplinario de gestión de la conducta, que, de formaautoritaria y prohibitiva, otorgó sus respectivos papeles tanto alas clases sociales como a los dos sexos, es abandonado a favorde una norma que induce al individuo a la iniciativa personal: quelo obliga a devenir él mismo […]. El deprimido no está a la altura,está cansado del esfuerzo de devenir él mismo.[13]

De manera discutible, Alain Ehrenberg aborda la depresión solodesde la perspectiva de la economía del sí mismo (Selbst).Según él, el imperativo social de pertenecerse solo a sí mismocausa depresiones. Ehrenberg considera la depresión como laexpresión patológica del fracaso del hombre tardomoderno dedevenir él mismo. Pero también la carencia de vínculos, propiade la progresiva fragmentación y atomización social, conduce ala depresión. Sin embargo, Ehrenberg no plantea este aspectode la depresión; es más, pasa por alto asimismo la violencia

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de la depresión; es más, pasa por alto asimismo la violenciasistémica inherente a la sociedad de rendimiento, que da origena infartos psíquicos. Lo que provoca la depresión poragotamiento no es el imperativo de pertenecer solo a sí mismo,sino la presión por el rendimiento . Visto así, el síndrome dedesgaste ocupacional no pone de manifiesto un sí mismoagotado, sino más bien un alma agotada, quemada. SegúnEhrenberg, la depresión se despliega allí donde el mandato y laprohibición de la sociedad disciplinaria ceden ante laresponsabilidad propia y las iniciativas. En realidad, lo queenferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino elimperativo del rendimiento, como nuevo mandato de lasociedad del trabajo tardomoderna.

Alain Ehrenberg equipara de manera equívoca el tipo de serhumano contemporáneo con el hombre soberano de Nietzsche:«El individuo soberano, semejante a sí mismo, cuya venidaanunciaba Nietzsche, está a punto de convertirse en una realidadde masa: nada hay por encima de él que pueda indicarle quiéndebe ser, porque se considera el único dueño de sí mismo».[14]

Precisamente Nietzsche diría que aquel tipo de ser humano queestá a punto de convertirse en una realidad de masa ya no esningún superhombre soberano, sino el último hombre que tansolo trabaja.[15] Al nuevo tipo de hombre, indefenso ydesprotegido frente al exceso de positividad, le falta todasoberanía. El hombre depresivo es aquel animal laborans quese explota a sí mismo, a saber: voluntariamente, sin coacciónexterna. Él es, al mismo tiempo, verdugo y víctima. El sí mismo

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externa. Él es, al mismo tiempo, verdugo y víctima. El sí mismoen sentido empático es todavía una categoría inmunológica. Ladepresión se sustrae, sin embargo, de todo sistema inmunológicoy se desata en el momento en el que el sujeto de rendimiento yano puede poder más. Al principio, la depresión consiste en un«cansancio del crear y del poder hacer». El lamento delindividuo depresivo, «Nada es posible», solamente puedemanifestarse dentro de una sociedad que cree que «Nada esimposible». No-poder-poder-más conduce a un destructivoreproche de sí mismo y a la autoagresión. El sujeto derendimiento se encuentra en guerra consigo mismo y el depresivoes el inválido de esta guerra interiorizada. La depresión es laenfermedad de una sociedad que sufre bajo el exceso depositividad. Refleja aquella humanidad que dirige la guerracontra sí misma.

El sujeto de rendimiento está libre de un dominio externoque lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño ysoberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido anadie, mejor dicho, solo a sí mismo. En este sentido, sediferencia del sujeto de obediencia. La supresión de un dominioexterno no conduce hacia la libertad; más bien hace que libertady coacción coincidan. Así, el sujeto de rendimiento se abandonaa la libertad obligada o a la libre obligación de maximizar elrendimiento.[16] El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza yse convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que laexplotación por otros, pues va acompañada de un sentimientode libertad. El explotador es al mismo tiempo el explotado.Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Esta

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Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Estaautorreferencialidad genera una libertad paradójica, que, a causade las estructuras de obligación inmanentes a ella, se convierteen violencia. Las enfermedades psíquicas de la sociedad derendimiento constituyen precisamente las manifestacionespatológicas de esta libertad paradójica.

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El aburrimiento profundo

El exceso de positividad se manifiesta, asimismo, como unexceso de estímulos, informaciones e impulsos. Modificaradicalmente la estructura y economía de la atención. Debido aesto, la percepción queda fragmentada y dispersa. Además, elaumento de carga de trabajo requiere una particular técnica deadministración del tiempo y la atención, que a su vez repercuteen la estructura de esta última. La técnica de administración deltiempo y la atención multitasking no significa un progreso parala civilización. El multitasking no es una habilidad para la cualesté capacitado únicamente el ser humano tardomoderno de lasociedad del trabajo y la información. Se trata más bien de unaregresión. En efecto, el multitasking está ampliamenteextendido entre los animales salvajes. Es una técnica de atenciónimprescindible para la supervivencia en la selva.

Un animal ocupado en alimentarse ha de dedicarse, a la vez,a otras tareas. Por ejemplo, ha de mantener a sus enemigos lejosdel botín. Debe tener cuidado constantemente de no ser

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del botín. Debe tener cuidado constantemente de no serdevorado a su vez mientras se alimenta. Al mismo tiempo, tieneque vigilar su descendencia y no perder de vista a sus parejassexuales. El animal salvaje está obligado a distribuir su atenciónen diversas actividades. De este modo, no se halla capacitadopara una inmersión contemplativa: ni durante la ingestión dealimentos ni durante la cópula. No puede sumergirse de maneracontemplativa en lo que tiene enfrente porque al mismo tiempoha de ocuparse del trasfondo. No solamente el multitasking,sino también actividades como los juegos de ordenadoressuscitan una amplia pero superficial atención, parecida al estadode la vigilancia de un animal salvaje. Los recientes desarrollossociales y el cambio de estructura de la atención provocan que lasociedad humana se acerque cada vez más al salvajismo.Mientras tanto, el acoso laboral, por ejemplo, alcanzadimensiones pandémicas. La preocupación por la buena vida,que implica también una convivencia exitosa, cedeprogresivamente a una preocupación por la supervivencia.

Los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece lafilosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa. Lacultura requiere un entorno en el que sea posible una atenciónprofunda. Esta es reemplazada progresivamente por una formade atención por completo distinta, la hiperatención. Esta atencióndispersa se caracteriza por un acelerado cambio de foco entrediferentes tareas, fuentes de información y procesos. Dada,además, su escasa tolerancia al hastío, tampoco admite aquelaburrimiento profundo que sería de cierta importancia para unproceso creativo. Walter Benjamin llama al aburrimiento

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proceso creativo. Walter Benjamin llama al aburrimientoprofundo «el pájaro de sueño que incuba el huevo de laexperiencia».[17] Según él, si el sueño constituye el puntomáximo de la relajación corporal, el aburrimiento profundocorresponde al punto álgido de la relajación espiritual. La puraagitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera lo yaexistente. Benjamin lamenta que estos nidos del tiempo y elsosiego del pájaro de sueño desaparezcan progresivamente. Yano se «teje ni se hila». Expone que el aburrimiento es «un pañocálido y gris formado por dentro con la seda más ardiente ycoloreada», en el que «nos envolvemos al soñar». En «losarabescos de su forro nos encontramos entonces en casa».[18] Asu parecer, sin relajación se pierde el «don de la escucha» y la«comunidad que escucha» desaparece. A esta se le oponediametralmente nuestra comunidad activa. «El don de laescucha» se basa justo en la capacidad de una profunda ycontemplativa atención, a la cual al ego hiperactivo ya no tieneacceso.

Quien se aburra al caminar y no tolere el hastío deambularáinquieto y agitado, o andará detrás de una u otra actividad. Pero,en cambio, quien posea una mayor tolerancia para elaburrimiento reconocerá, después de un rato, que quizás andar,como tal, lo aburre. De este modo, se animará a inventar unmovimiento completamente nuevo. Correr no constituye ningúnmodo nuevo de andar, sino un caminar de manera acelerada. Ladanza o el andar como si se estuviera flotando, en cambio,consisten en un movimiento del todo diferente. Únicamente el ser

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consisten en un movimiento del todo diferente. Únicamente el serhumano es capaz de bailar. A lo mejor, puede que al andar loinvada un profundo aburrimiento, de modo que, a través de esteataque de hastío, haya pasado del paso acelerado al paso debaile. En comparación con el andar lineal y rectilíneo, la danza,con sus movimientos llenos de arabescos, es un lujo que sesustrae totalmente del principio de rendimiento.

Con la expresión vita contemplativa no debe evocarseaquel mundo en el que originariamente fue establecida. Estáligada a aquella experiencia del Ser, según la cual lo Bello y loPerfecto son invariables e imperecederos y se sustraen de todoacceso humano. Su carácter fundamental es el asombro sobre elSer-Así de las cosas, que está libre de toda factibilidad yprocesualidad. La duda moderna y cartesiana reemplaza alasombro. Sin embargo, la capacidad contemplativa no se hallanecesariamente ligada al Ser imperecedero. Justo lo flotante, lopoco llamativo y lo volátil se revelan solo ante una atenciónprofunda y contemplativa.[19] Asimismo, el acceso a lo lato y lolento queda sujeto al sosiego contemplativo. Las formas o losestados de duración se sustraen de la hiperactividad. PaulCézanne, aquel maestro de la atención profunda ycontemplativa, dijo alguna vez que podía ver el olor de lascosas. Dicha visualización de los olores requiere una atenciónprofunda. Durante el estado contemplativo, se sale en ciertomodo de sí mismo y se sumerge en las cosas. Merleau-Pontydescribe la mirada contemplativa de Cézanne sobre el paisajecomo un proceso de desprendimiento o desinteriorización. «Alcomienzo, trataba de hacerse una idea de los estratos

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comienzo, trataba de hacerse una idea de los estratosgeológicos. Después, ya no se movía más de su lugar y selimitaba a mirar, hasta que sus ojos, como decía MadameCézanne, se le salían de la cabeza. […] El paisaje, remarcaba él,se piensa en mí, yo soy su conciencia.»[20] Solo la profundaatención impide «la versatilidad de los ojos» y origina elrecogimiento que es capaz de «cruzar las manos errantes de lanaturaleza». Sin este recogimiento contemplativo, la mirada vagainquieta y no lleva nada a expresión. Pero el arte es un «acto deexpresión». Incluso Nietzsche, que reemplazó el Ser por lavoluntad, sabe que la vida humana termina en una hiperactividadmortal, cuando de ella se elimina todo elemento contemplativo:

Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en unanueva barbarie. En ninguna época, se han cotizado más losactivos, es decir, los desasosegados. Cuéntase, por tanto, entrelas correcciones necesarias que deben hacérsele al carácter de lahumanidad el fortalecimiento en amplia medida del elementocontemplativo.[21]

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Vita activa

Hannah Arendt, en su ensayo La condición humana, trata derehabilitar la supremacía de la vita activa contra la primacíatradicional de la vita contemplativa y procura articularla demanera novedosa en atención a su complejidad interna. A suparecer, la vita activa ha sido, a lo largo de la tradición,injustamente reducida al mero desasosiego, nec-otium o a-scholia.[22] Ella vincula su nueva definición de la vita activa a laprimacía de la acción y al hacerlo se consagra, como su maestroHeidegger, al accionismo heroico. No obstante, el jovenHeidegger orientó la acción decisiva a la muerte. La posibilidadde muerte impone unos límites a la acción y convierte la libertaden algo finito. Por el contrario, Hannah Arendt orienta laposibilidad de acción al nacimiento, lo que da un énfasis másheroico a la acción. Según la autora, el milagro consiste en elhecho mismo de haber nacido y en el nuevo comienzo que losseres humanos, en virtud de su condición de ser nacidos, han dellevar necesariamente a efecto. La creencia, que origina milagros,

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llevar necesariamente a efecto. La creencia, que origina milagros,es reemplazada por la acción. Ahora, los milagros sonoriginados por la acción heroica, a la cual el ser humano esobligado por el hecho de haber nacido. Así, la acción adquiereuna dimensión casi religiosa.[23]

Según Arendt, la sociedad moderna, como sociedad detrabajo, aniquila toda posibilidad de acción, degradando al serhumano a animal laborans, a meros animales trabajadores.Expone que la acción ordena nuevos procesos de manera activa,mientras que el ser humano moderno está sometido pasivamenteal proceso de vida anónimo. Incluso la reflexión se degenerareduciéndose a una pura función cerebral que consiste en unejercicio de cálculo. Todas las formas de la vita activa, tanto lafabricación como la acción, se reducen al nivel del trabajo. Así,Arendt considera que la modernidad, que principalmente hacomenzado con una inaudita y heroica activación de todas lascapacidades humanas, termina en una mortal pasividad.

La explicación de Arendt sobre la victoria del animallaborans no resiste una revisión que se atenga a los desarrollossociales más recientes. Sostiene que en la modernidad la vida delindividuo «está sumergida en el total proceso vital de la especie»y que la única decisión activa e individual consiste ya tan solo ensoltarse, por decirlo así, y abandonar su individualidad parapoder «funcionar» mejor.[24] La absolutización del trabajo estáunida al desarrollo que consiste en que «solo con el posteriorconcepto de una societas generis humani (“sociedad de génerohumano”) “social” comienza a adquirir el significado general de

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humano”) “social” comienza a adquirir el significado general decondición humana fundamental».[25] Arendt cree incluso poderreconocer señales de peligro de que el hombre «esté a punto deevolucionar en esa especie animal de la que, desde Darwin,imagina que procede».[26] Supone que si todas las actividadeshumanas se contemplaran desde un punto suficientementedistante en el universo, ya no aparecerían como actividades, sinocomo procesos biológicos. Así, para un observador en elcosmos, la motorización se vería como un proceso de mutación,en cuyo transcurso el cuerpo humano, a modo de un caracol, seenvuelve con una casa de metal, como bacterias que reaccionanal antibiótico por medio de mutaciones que las convierten encepas resistentes.[27]

Las descripciones de Arendt del animal laborans modernono se corresponden con las observaciones que podemos haceren la actual sociedad de rendimiento. El animal laboranstardomoderno no renuncia de ningún modo a su individualidad nia su ego para consumarse trabajando en el proceso vitalanónimo de la especie. La sociedad de trabajo se haindividualizado y convertido en la sociedad de rendimiento yactividad. El animal laborans tardomoderno está dotado detanto ego que está por explotar, y es cualquier cosa menospasivo. Si uno renunciara a su individualidad y se entregaraplenamente al proceso de la especie, gozaría, cuando menos, dela serenidad propia de un animal. El animal laboranstardomoderno es, en sentido estricto, todo menos animalizado.Es hiperactivo e hiperneurótico. A las preguntas de por quédurante la modernidad tardía todas las actividades humanas se

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durante la modernidad tardía todas las actividades humanas sehan reducido al nivel del trabajo y por qué, más allá de estacuestión, se alcanza un nivel de agitación tan nerviosa hay quebuscar otras respuestas.

La moderna pérdida de creencias, que afecta no solo a Dioso al más allá, sino también a la realidad misma, hace que la vidahumana se convierta en algo totalmente efímero. Nunca ha sidotan efímera como ahora. Pero no solo esta es efímera, sinotambién lo es el mundo en cuanto tal. Nada es constante yduradero. Ante esta falta de Ser surgen el nerviosismo y laintranquilidad. El hecho de pertenecer a la especie habría podidoayudar al animal que trabaja para ella a alcanzar el sosiegopropio del animal. El Yo tardomoderno, sin embargo, estátotalmente aislado. Incluso las religiones en el sentido de técnicastanáticas, que liberen al hombre del miedo a la muerte y generenuna sensación de duración, ya no sirven. La desnarrativizacióngeneral del mundo refuerza la sensación de fugacidad: hace lavida desnuda. El trabajo es en sí mismo una actividad desnuda.El trabajo desnudo es precisamente la actividad quecorresponde a la vida desnuda. El mero trabajo y la nuda vida secondicionan de manera mutua. Ante la falta de una tanatotécnicanarrativa nace la obligación de mantener esta nuda vidanecesariamente sana. Ya lo dijo Nietzsche: tras la muerte deDios, la salud se eleva a diosa. Si hubiera un horizonte desentido que rebasara la vida desnuda, la salud no podríaabsolutizarse de ese modo.

Más desnuda que la vida del Homo sacer es la vida de hoy

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Más desnuda que la vida del Homo sacer es la vida de hoyen día. Un Homo sacer es originalmente alguien que a causa deuna infracción ha sido excluido de la sociedad. Se lo puedematar sin ser sancionado por ello. Conforme a Agamben, elHomo sacer representa una vida absolutamente aniquilable.Como homini sacri describe también a los judíos en un campode concentración, a los presos en Guantánamo, a los sinpapeles, a los asilados que en un espacio sin ley esperan suexpulsión, o incluso a los enfermos que yacen vegetantesenchufados a los aparatos de la unidad de cuidados intensivos.Si la sociedad de rendimiento tardomoderna nos reduce a todosa la vida desnuda, entonces no solamente los seres humanos almargen de la sociedad o que se hallan en estado de excepción,es decir, no solo los excluidos, sino todos nosotros somoshomini sacri, sin excepción. No obstante, estos homini sacritienen la particularidad de no ser absolutamente aniquilables, sinoabsolutamente inaniquilables. Son, en cierto modo, «muertosvivientes». Aquí, el término sacer no tiene el significado de«maldito», sino de «sagrado». Ahora, la nuda vida es en símisma sagrada, de modo que ha de conservarse a toda costa.

A la vida desnuda, convertida en algo totalmente efímero, sereacciona justo con mecanismos como la hiperactividad, lahisteria del trabajo y la producción. También la actualaceleración está ligada a esa falta de Ser. La sociedad detrabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre. Producenuevas obligaciones. La dialéctica del amo y el esclavo noconduce finalmente a aquella sociedad en la que todo aquel quesea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una

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sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a unasociedad de trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido enesclavo del trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cuallleva consigo su campo de trabajos forzados. Y lo particular deeste último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctimay verdugo, a la vez. Así, uno se explota a sí mismo, haciendoposible la explotación sin dominio. Los seres humanos quepadecen depresión, TLP o SDO desarrollan síntomas patentestambién en los llamados Muselmänner de los campos deconcentración. Los Muselmänner son los reclusos debilitados ytábidos que, como las personas que sufren una depresión aguda,se han vuelto totalmente apáticos y ya no son capaces ni dediferenciar entre el frío físico y la orden del celador. Nopodemos sustraernos de la sospecha de que el animal laboranstardomoderno afectado por trastornos neuronalescorrespondería al Muselmann, con la diferencia, en todo caso,de que al contrario de este último está bien nutrido y no enpocas ocasiones obeso.

El último capítulo de La condición humana de HannahArendt trata de la victoria del animal laborans. Frente a estedesarrollo social, Arendt no ofrece ninguna alternativa efectiva.Tan solo constata con resignación que la capacidad de acciónqueda reservada ahora a pocos. Entonces, en las últimas páginasde su libro, hace un llamamiento directo al pensamiento. Según lafilósofa, este es el menos perjudicado de aquel desarrollo socialnegativo. Aunque el futuro del mundo dependa del poder de loshombres en acción y no del pensamiento, este, no obstante, noserá irrelevante para el futuro del ser humano, puesto que es la

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será irrelevante para el futuro del ser humano, puesto que es lamás activa de las actividades de la vita activa y supera a todaslas demás en su puro ser activo. De esta manera, Hannah Arendtconcluye su libro con las siguientes palabras:

Quien tiene cualquier experiencia en esta materia sabe la razónque asistía a Catón cuando dijo: Numquam se plus agere quamnihil cum ageret; numquam minus solum esse quam cum solusesset («Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada,nunca está menos solo que cuando está consigo mismo»).

Estas líneas finales parecen un recurso de emergencia. ¿Quépuede hacer este pensamiento puro, en el cual «la experiencia deser activo» se pronuncia de la manera «más pura»? Puesprecisamente el énfasis de ser activo tiene mucho en común conla hiperactividad y la histeria del sujeto de rendimientotardomoderno. También la cita de Catón, con la que HannahArendt concluye su libro, parece un tanto impropia, puesto que aella remite originariamente Cicerón en su tratado De re publica.En el pasaje citado por Arendt, Cicerón incita a sus lectores aapartarse del «foro» y del «jaleo de la multitud» y retirarse a lasoledad de una vida contemplativa. Así, enseguida después dehaber citado a Catón, Cicerón elogia propiamente la vitacontemplativa. Según él, la vida contemplativa, y no la vidaactiva, convierte al hombre en aquello que en un principio debeser. Arendt hace de ello un elogio de la vita activa. Asimismo,la soledad de la vida contemplativa de la que habla Catón no escompatible sin más con el «poder de los hombres en acción»

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compatible sin más con el «poder de los hombres en acción»que evoca Arendt una y otra vez. Por ende, al final de su tratadoLa condición humana Arendt habla en favor de la vitacontemplativa sin pretenderlo. No se percata de queprecisamente la pérdida de la capacidad contemplativa, que, yno en último término, está vinculada a la absolutización de la vidaactiva, es corresponsable de la histeria y el nerviosismo de lamoderna sociedad activa.

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Pedagogía del mirar

La vita contemplativa presupone una particular pedagogía delmirar. En El ocaso de los Dioses, Nietzsche formula tres tareaspor las que se requieren educadores: hay que aprender a mirar,a pensar y a hablar y escribir. El objetivo de este aprender es,según Nietzsche, la «cultura superior». Aprender a mirarsignifica «acostumbrar el ojo a mirar con calma y con paciencia,a dejar que las cosas se acerquen al ojo», es decir, educar el ojopara una profunda y contemplativa atención, para una miradalarga y pausada. Este aprender a mirar constituye la «primeraenseñanza preliminar para la espiritualidad». Según Nietzsche,uno tiene que aprender a «no responder inmediatamente a unimpulso, sino a controlar los instintos que inhiben y ponentérmino a las cosas». La vileza y la infamia consisten en la«incapacidad de oponer resistencia a un impulso», de oponerleun No. Reaccionar inmediatamente y a cada impulso es, alparecer de Nietzsche, en sí ya una enfermedad, un declive, unsíntoma del agotamiento. Aquí, Nietzsche no formula otra cosa

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síntoma del agotamiento. Aquí, Nietzsche no formula otra cosaque la necesidad de la revitalización de la vita contemplativa.Esta no consiste en un Abrir-Se pasivo, que diga Sí a todo loque viene y a todo lo que sucede. Antes bien, opone resistenciaa los impulsos atosigantes que se imponen. En lugar de exponerla mirada a merced de los impulsos externos, la guía consoberanía. En cuanto acción que dice No y es soberana, la vidacontemplativa es más activa que cualquier hiperactividad, puesesta última representa precisamente un síntoma del agotamientoespiritual. La dialéctica del ser activo, que a Arendt se le escapa,consiste en que la hiperactiva agudización de la actividadtransforma esta última en una hiperpasividad, estado en el cualuno sigue sin oponer resistencia a cualquier impulso e instinto. Enlugar de llevar a la libertad, origina nuevas obligaciones. Es unailusión pensar que cuanto más activo uno se vuelva, más libre sees.

Sin esos «instintos que ponen término», la acción se dispersaconvirtiéndose en un agitado e hiperactivo reaccionar yabreaccionar. La pura actividad solo prolonga lo ya existente.Una verdadera vuelta hacia lo otro requiere la negatividad de lainterrupción. Tan solo a través de la negatividad propia deldetenerse, el sujeto de acción es capaz de atravesar el espacioentero de la contingencia, el cual se sustrae de una meraactividad. Ciertamente, la vacilación no es una acción positiva,pero vacilar es indispensable para que la acción no decaiga alnivel del trabajo. Hoy en día vivimos en un mundo muy pobre eninterrupciones, en entres y entre-tiempos. La aceleraciónsuprime cualquier entre-tiempo. En el aforismo «El principal

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suprime cualquier entre-tiempo. En el aforismo «El principaldefecto de los hombres activos» escribe Nietzsche:

A los activos les falta habitualmente una actividad superior […]en este respecto son holgazanes. […] Los activos ruedan, comorueda una piedra, conforme a la estupidez de la mecánica.[28]

Hay diferentes tipos de actividad. La actividad que sigue laestupidez de la mecánica es pobre en interrupciones. La máquinano es capaz de detenerse. A pesar de su enorme capacidad decálculo, el ordenador es estúpido en cuanto le falta la capacidadde vacilación.

En el marco de la aceleración e hiperactividad generales,olvidamos, asimismo, lo que es la rabia. Esta tiene unatemporalidad particular que no es compatible con la aceleracióne hiperactividad generales, las cuales no toleran ningunaextensión dilatada del tiempo. El futuro se acorta convirtiéndoseen un presente prolongado. Le falta cualquier negatividad quepermita la existencia de una mirada hacia lo otro. La rabia, encambio, cuestiona el presente en cuanto tal. Requiere undetenerse en el presente que implica una interrupción. Por esacondición se diferencia del enfado. La dispersión general quecaracteriza la sociedad actual no permite que se desplieguen elénfasis y tampoco la energía de la rabia. La rabia es una facultadcapaz de interrumpir un estado y posibilitar que comience unonuevo. Actualmente, cada vez más deja paso al enfado y alestado enervado, que no abren la posibilidad a ningún tipo decambio decisivo. Así, uno se enfada incluso de cara a lo

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cambio decisivo. Así, uno se enfada incluso de cara a loinevitable. El enfado es para la rabia lo que el temor para elmiedo. A diferencia del temor, dirigido a un determinado objeto,el miedo se refiere al Ser como tal. Comprende y quebrantatoda la existencia (Dasein). Tampoco la rabia se refiere a undeterminado estado de cosas. Niega el todo en su conjunto. Enello consiste su energía de negatividad. Representa un estado deexcepción. La creciente positivización del mundo hace que estese vuelva pobre en estados de excepción. Agamben pasa poralto esta creciente positividad. Frente a su diagnóstico, según elcual el estado de excepción se desborda, convirtiéndose enestado normal, la positivización general de la sociedad absorbeen la actualidad todo estado de excepción. De este modo, elestado normal es totalizado. Precisamente, la crecientepositivización del mundo presta mucha atención a conceptoscomo «estado de excepción» o Inmunitas. Sin embargo, laatención de que estos gozan no es prueba de su actualidad, sinode su desaparición.

La progresiva positivización de la sociedad mitiga, asimismo,sentimientos como el miedo o la tristeza, que se basan en unanegatividad, es decir, que son sentimientos negativos.[29] Si elpensamiento mismo fuera una «red de anticuerpos y de defensainmunológica natural»,[30] entonces la ausencia de negatividadtransformaría el pensamiento en un ejercicio de cálculo. Quizásel ordenador hace cálculos de manera más rápida que el cerebrohumano y admite sin rechazo alguno gran cantidad de datosporque se halla libre de toda otredad. Es una máquina positiva.

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porque se halla libre de toda otredad. Es una máquina positiva.Precisamente por su egocentrismo autista, por su carencia denegatividad, el idiot savant obtiene resultados solo realizablespor una calculadora. En el marco de la positivización general delmundo, tanto el ser humano como la sociedad se transforman enuna máquina de rendimiento autista. También puede decirseque justamente el esfuerzo exagerado por maximizar elrendimiento elimina la negatividad porque esta ralentiza elproceso de aceleración. Si el ser humano fuese un ser denegatividad, la total positivización del mundo tendría un efecto noinofensivo. Según Hegel, precisamente la negatividad mantiene laexistencia llena de vida.

Hay dos formas de potencia. La positiva es la potencia dehacer algo. La negativa es, sin embargo, la potencia del nohacer, en términos de Nietzsche, de decir No. Se diferencia, noobstante, de la mera impotencia, de la incapacidad de haceralgo. La impotencia consiste únicamente en ser lo contrario de lapotencia positiva, que, a su vez, es positiva en la medida en queestá vinculada a algo, pues hay algo que no logra hacer. Lapotencia negativa excede la positividad, que se halla sujeta aalgo. Es una potencia del no hacer. Si se poseyera tan solo lapotencia positiva de percibir algo, sin la potencia negativa de nopercibir, la percepción estaría indefensa, expuesta a todos losimpulsos e instintos atosigantes. Entonces, ninguna«espiritualidad» sería posible. Si solo se poseyera la potencia dehacer algo, pero ninguna potencia de no hacer, entonces secaería en una hiperactividad mortal. Si solamente se tuviera lapotencia de pensar algo, el pensamiento se dispersaría en la

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potencia de pensar algo, el pensamiento se dispersaría en lahilera infinita de objetos. La reflexión sería imposible, porque lapotencia positiva, el exceso de positividad, permite tan solo el«seguir pensando».

La negatividad del «no-…» (nicht-zu)[31] es, asimismo, unrasgo característico de la contemplación. En la meditación zen,por ejemplo, se intenta alcanzar la pura negatividad del «no-…»,es decir, el vacío, liberándose del Algo atosigante que seimpone. La negatividad del «no-…» constituye un procesoextremadamente activo, a saber, es todo menos pasividad. Es unejercicio que consiste en alcanzar en sí mismo un punto desoberanía, en ser centro. Si solo se poseyera la potenciapositiva, se estaría, por el contrario, expuesto al objeto de unamanera del todo pasiva. La hiperactividad es, paradójicamente,una forma en extremo pasiva de actividad que ya no permiteninguna acción libre. Se basa en una absolutización unilateral dela potencia positiva.

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El caso Bartleby

El relato de Melville Bartleby, a menudo objeto deinterpretaciones teológicas o metafísicas,[32] admite también unalectura patológica. Esta «historia de Wall Street» refiere unmundo de trabajo inhumano, de habitantes reducidos a animallaborans. Se describe con detalle la atmósfera lúgubre y hostildel bufete, envuelto en una cadena compacta de rascacielos. Amenos de tres metros de distancia de las ventanas sobresale «unmajestuoso muro de ladrillo, negro por los años y por la sombrasempiterna». Al despacho, que se parece a una cisterna, le falta«vida» (deficient in what landscape painters call «life»). Lamelancolía y la aflicción, temas recurrentes del relato, configuranla tonalidad fundamental. Todos los asistentes del abogadosufren trastornos neuróticos. Turkey, por ejemplo, se vearrastrado por una «extraña temeridad fogosa, aturullada ydesenfrenada de actividad» (a strange, inflammed, flurried,flighty recklessness of activity). Al ayudante Nippers,marcado por una ambición exagerada, lo atormenta un

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marcado por una ambición exagerada, lo atormenta unpsicosomático trastorno digestivo. Durante el trabajo, rechina losdientes y constantemente suelta sapos y culebras. Con suirritabilidad e hiperactividad, estos dos forman el polo opuesto aBartleby, que enmudece y se queda petrificado. Bartlebydesarrolla síntomas que serían característicos de la neurastenia.Visto así, su fórmula «I would prefer not to» («Preferiríano…») no expresa ni la potencia negativa del «no-…» (nicht-zu) y tampoco el instinto que inhibe y que sería esencial para la«espiritualidad». Antes bien, representa la falta de iniciativa yapatía que acaban con la vida de Bartleby.

La sociedad que describe Melville es todavía una sociedaddisciplinaria. Así, en todo el relato abundan los muros y paredes,los elementos de una arquitectura propia de dicha sociedad.Pues Bartleby es una «historia de Wall Street ». El muro (wall)es una de las palabras más repetidas en el relato. A menudo, sehabla de dead wall: «The next day I noticed that Bartleby didnothing but stand at his window in his dead wall revery».[33]

El mismo Bartleby trabaja detrás de un tabique y mira ausentehacia la dead brick wall. El muro está asociado siempre a lamuerte.[34] Como representante de la sociedad disciplinariaaparece también, no en último término, el motivo —recurrenteen Melville— de la prisión con sus muros monumentales, quellama Tombs. Ahí, toda vida está extinguida. También Bartlebyaterriza en las Tombs y muere en total aislamiento y soledad. Élrepresenta aún un sujeto de obediencia. Todavía no desarrollalos síntomas de la depresión característica de la sociedad de

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los síntomas de la depresión característica de la sociedad derendimiento tardomoderna. El sentimiento de insuficiencia einferioridad o el miedo al fracaso no forman parte de la vidaemocional de Bartleby. No conoce ni los reproches a sí mismoni la autoagresión. No se ve confrontado con el imperativo deser él mismo, signo característico de la sociedad de rendimientotardomoderna. Bartebly no naufraga ante el proyecto de ser Yo.La monótona transcripción, única actividad que ha de llevar acabo, no le permite ninguna libertad de acción que hicieranecesario o posible desarrollar iniciativa propia. Lo que aBartleby lo enferma no es el exceso de positividad o posibilidad;no lleva el lastre del imperativo tardomoderno de dejar quecomience el Yo mismo. Transcribir es precisamente unaactividad que no permite ninguna iniciativa. Bartleby, que viveaún en la sociedad de convenciones e instituciones, no conoce elsuperagotamiento del Yo que conduce a un depresivocansancio-del-Yo.

La interpretación ontoteológica de Agamben sobre Bartebly,que pasa por alto todo aspecto patológico, fracasa ya ante loshechos narrativos. Tampoco tiene en cuenta el giro estructuralpsíquico de la actualidad. Agamben eleva a Bartleby, de maneradiscutible, a una figura metafísica de la pura potencia:

A esta constelación filosófica pertenece Bartleby, el escriba.Como escriba que ha dejado de escribir es la figura extrema de lanada de la que procede toda creación y, al mismo tiempo, la másimplacable reivindicación de esta nada como potencia pura yabsoluta. El escribiente se ha convertido en la tablilla de escribir,ya no es nada más que la hoja de papel en blanco.[35]

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ya no es nada más que la hoja de papel en blanco.[35]

Bartleby personifica, por tanto, el «espíritu», el «Ser de purapotencia», al que remite la tablilla en blanco, sobre la quetodavía no hay nada escrito.[36]

Bartleby es una figura sin referencia a sí mismo o a otracosa. Carece de mundo, es ausente y apático. Si fuera «una hojaen blanco», se debería a que está vacío de toda referencia demundo y sentido. Ya los ojos turbios y cansados de Bartleby(dim eyes) hablan en contra de la pureza de la potencia divina,que él presuntamente personifica. Tampoco resulta muyconvincente la afirmación de Agamben según la cual Bartleby,debido a su obstinada negación a escribir, persevera en lapotencia del poder-escribir, y que su radical renuncia al quererdenota una potentia absoluta. La negación de Bartleby es, portanto, notificadora, kerigmática. Él personifica el puro «Ser sinpredicado alguno». Agamben hace de Bartleby un mensajeroangelical, un ángel de anunciación, la cual, sin embargo, «noafirma nada de nada».[37] Pero Agamben pasa por alto queBartleby rechaza cualquier recado de mensajería (errand). Así,Bartleby se niega rotundamente a ir a Correos: «“Bartleby”,said I, “Ginger Nut is away; just step round to the PostOffice, won’t you?” […] “I would prefer not to”».[38] Comoes sabido, la historia termina con el curioso epílogo de queBartleby ha trabajado temporalmente de empleado en eldepartamento de envío de cartas “muertas”, es decir, cartas paradestinatarios ignotos (Dead Letter Office): «Dead letters! does

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destinatarios ignotos (Dead Letter Office): «Dead letters! doesis not sound like dead men? Conceive a man by nature andmisfortune prone to a pallid hopelessness, can any businessseem more fitted to heighten it than that of continuallyhandling these dead letters and assorting them for theflames?».[39] Lleno de dudas exclama el abogado: «On errandsof life, these letters speed to death».[40] La existencia deBartleby es un negativo ser para la muerte. Con esta negatividadno va conforme la interpretación ontoteológica de Agamben, queeleva a Bartleby a anunciador de una segunda creación, de una«des-creación», que disuelve el límite entre lo que ha sido y loque no ha sido, entre el ser y la nada.

Si bien es verdad que Melville deja brotar un diminutogermen de vida en medio de las Tombs, ante la masiva pérdidade esperanza y la arrolladora presencia de la muerte, el pequeñotrozo de césped encarcelado (imprisoned turf) pone de relieveaún más la negatividad del imperio de la muerte. Completamenteimpotentes parecen también las palabras alentadoras que elabogado dirige al Bartleby encarcelado: «Nothing reproachfulattaches to you by being here. And see, it is not so sad aplace as one might think. Look, there is the sky and here isthe grass».[41] A ello responde Bartleby sin inmutarse: «I knowwhere I am».[42] Agamben interpreta tanto el cielo como lahierba en cuanto signos mesiánicos. El pequeño trozo de céspedcomo único signo de vida en medio del imperio de la muerteacentúa tan solo el vacío sin esperanza. «On errands of life,these letters speed to death»[43] es el mensaje central del

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these letters speed to death»[43] es el mensaje central delrelato. Todos los esfuerzos por la vida conducen a la muerte.

Un ser más falto de ilusión es, en cambio, el artista delhambre de Kafka. Su muerte, de la que nadie se percata,significa un gran alivio para todos los implicados, unrestablecimiento «hasta para el más obtuso de los sentidos». Sumuerte abre paso a la llegada de la pantera joven, quepersonifica la plácida alegría de vivir:

La comida que le gustaba traíansela sin largas cavilaciones susguardianes. Ni siquiera parecía añorar la libertad. Aquel noblecuerpo, provisto de todo lo necesario para desgarrar lo que se lepusiera por delante, parecía llevar consigo la propia libertad;parecía estar escondida en cualquier rincón de su dentadura. Y laalegría de vivir brotaba con tan fuerte ardor de sus fauces que alos espectadores no les era fácil poder hacerle frente. Pero sesobreponían a su temor, se apretaban contra la jaula y en modoalguno querían apartarse de allí.[44]

Al artista del hambre, sin embargo, tan solo la negatividad de lanegación le da la sensación de libertad, una libertad que es igualde ilusoria que aquella que la pantera guarda «en cualquierrincón de su dentadura». A Bartleby se le une Mr. Cutlets («elseñor Chuleta»), que tiene aspecto de un trozo de carne. Mr.Cutlets elogia exaltado el lugar e intenta seducir a Bartleby paraque coma: «Hope you find it pleasant here, sir; —spaciousgrounds— cool apartments, sir —hope you’ll stay with ussome time— try to make it agreeable. May Mrs. Cutletsand I have the pleasure of your company to dinner, sir, inMrs. Cutlets’ private room? ».[45] Casi irónicas suenan las

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Mrs. Cutlets’ private room? ».[45] Casi irónicas suenan laspalabras del abogado con las que, tras la muerte de Bartleby,responde al sorprendido Mr. Cutlets: «“Eh! —He’s asleep, aint[sic] he?” “With kings and counsellors”, murmured I».[46]

El relato no se abre a la esperanza mesiánica. Con la muerte deBartleby cae precisamente «la última columna del templodesmoronado». Él se hunde como un «barco naufragado enmedio del Atlántico». La fórmula de Bartleby «I would prefernot to» se sustrae de toda interpretación cristológicomesiánica.Esta «historia de Wall Street» no es ninguna historia de la «des-creación», sino una historia del agotamiento. La exclamación conla que concluye el relato es al mismo tiempo lamento yacusación: «¡Oh, Bartleby, oh, Humanidad!».

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La sociedad del cansancio

El cansancio tiene un gran corazón.Maurice Blanchot

La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, estáconvirtiéndose paulatinamente en una sociedad de dopaje.Entretanto, el Neuro-Enhancement reemplaza a la expresiónnegativa «dopaje cerebral». El dopaje en cierto modo haceposible un rendimiento sin rendimiento. Mientras tanto, inclusocientíficos serios argumentan que es prácticamente unairresponsabilidad no hacer uso de tales sustancias. Un cirujanoque, con ayuda de nootrópicos, opere mucho más concentrado,cometerá menos errores y salvará más vidas. Incluso un usogeneral de drogas inteligentes, según ellos, no supone ningúnproblema. Solo hay que establecer cierta equidad, de maneraque estén a disposición de todos. Si el dopaje estuvierapermitido también en el deporte, este se convertiría en una

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permitido también en el deporte, este se convertiría en unacompetición farmacéutica. Sin embargo, la mera prohibición noimpide la tendencia de que ahora no solo el cuerpo, sino el serhumano en su conjunto se convierta en una «máquina derendimiento», cuyo objetivo consiste en el funcionamiento sinalteraciones y en la maximización del rendimiento. El dopaje soloes una consecuencia de este desarrollo, en el que la vitalidadmisma, un fenómeno altamente complejo, se reduce a la merafunción y al rendimiento vitales. El reverso de este procesoestriba en que la sociedad de rendimiento y actividad produce uncansancio y un agotamiento excesivos. Estos estados psíquicosson precisamente característicos de un mundo que es pobre ennegatividad y que, en su lugar, está dominado por un exceso depositividad. No se trata de reacciones inmunológicas querequieran una negatividad de lo otro inmunológico. Antes bien,son fruto de una «sobreabundancia» de positividad. El excesodel aumento de rendimiento provoca el infarto del alma.

El cansancio de la sociedad de rendimiento es un cansancioa solas (Alleinmüdigkeit), que aísla y divide. Corresponde alcansancio que Handke, en el Ensayo sobre el cansancio,[47]

denomina el «cansancio que separa»: «[…] los dos estábamoscayendo ya, cada uno por su lado; cada uno a su cansancio máspropio y particular, no al nuestro, sino al mío de aquí y al tuyo deallá». Este cansancio que separa atormenta «con la incapacidadde mirar y con la mudez». Solamente el Yo llena por completo elcampo visual:

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No, no le hubiera podido decir: “Estoy cansado de ti”, ni siquieraun simple “¡Cansado!” (lo que como grito común, tal vez noshubiera podido liberar de nuestros infiernos particulares): estoscansancios nos quemaban la capacidad de hablar, el alma.

Estos cansancios son violencia, porque destruyen todacomunidad, toda cercanía, incluso el mismo lenguaje: «Aqueltipo de cansancio —sin habla, como tenía que seguir siendo—forzaba a la violencia. Esta tal vez se manifestaba solo en lamirada que deformaba al otro».

Handke contrapone el cansancio elocuente, capaz de mirar yreconciliar, al cansancio sin habla, sin mirada y que separa. Elcansancio como un «Más del Yo aminorado» abre un entre, alaflojar el constreñimiento del Yo. No solamente veo lo otro, sinoque también lo soy, y «lo otro es al mismo tiempo yo». El entrees un espacio de amistad como indiferencia, donde «nadie ninada “domina” o siquiera “tiene preponderancia” sobre losdemás». Cuando el Yo se aminora, la gravedad del Ser sedesplaza del Yo al mundo. Se trata de un «cansancio que daconfianza en el mundo», mientras que el cansancio del Yo encuanto cansancio a solas es un cansancio sin mundo, que aniquilaal mundo. Este «abre» el Yo y lo convierte en algo «permeable»para el mundo. Restaura la «dualidad», completamente arruinadapor el cansancio a solas. Uno ve y es visto. Uno toca y estocado: «Un cansancio en cuanto volverse accesible, es más,como consumación del hecho de ser tocado y poder tocar a suvez». Es ese cansancio que hace posible que uno se detenga y sedemore. La aminoración del Yo se manifiesta como un aumento

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demore. La aminoración del Yo se manifiesta como un aumentode mundo: «El cansancio era mi amigo. Yo volvía a estar ahí, enel mundo».

Handke recoge en este «cansancio fundamental» todas esasformas de la existencia y del estar-con que, en el transcurso dela absolutización del ser activo desaparecen por completo. El«cansancio fundamental» es cualquier cosa menos un estado deagotamiento en el que uno se sienta incapaz de hacer algo. Másbien, se considera una facultad especial. El cansanciofundamental inspira. Deja que surja el espíritu. La «inspiracióndel cansancio» se refiere al «no-hacer»: «¡Una oda de Píndaro aun cansado en lugar de a un vencedor! A la comunidad dePentecostés recibiendo al Espíritu Santo —a todos los apóstoles— me la imagino cansada. La inspiración del cansado dicemenos lo que hay que hacer que lo que hay que dejar». Elcansancio permite al hombre un sosiego especial, un no-hacersosegado. No consiste en un estado en que se agoten todos lossentidos. En él despierta, más bien, una visibilidad especial. Así,Handke habla de un «cansancio despierto». Permite el acceso auna atención totalmente diferente, de formas lentas y duraderasque se sustraen de la rápida y breve hiperatención. «El cansancioarticulaba […] —la maraña habitual, gracias al ritmo delcansancio, en beneficio de la forma— forma, hasta dondealcanzaban los ojos». Cada forma es lenta. Cada forma es unrodeo. La economía de la eficiencia y de la aceleración laconducen a la desaparición. Handke eleva el cansancio profundoincluso a una forma de salvación, esto es, a una forma de

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rejuvenecimiento. El cansancio devuelve el asombro al mundo.«Ulises, cansado, ganó el amor de Nausícaa. El cansancio terejuvenece, te da una juventud que nunca has tenido. […] Todoen la calma del cansancio se hace sorprendente».

A la mano que trabaja y coge Handke le contrapone lamano juguetona, que ya no coge de manera decidida: «[…] ytodas las noches, aquí, en Linares he estado contemplandocómo se iban cansando los muchachos […]; ningún afán ya, lasmanos no cogen nada, tan solo juegan». El cansancio profundoafloja la atadura de la identidad. Las cosas brillan, relucen yvibran en sus cantos. Se vuelven más imprecisas, máspermeables y acaso pierden algo en determinación. Esta especialindiferencia les concede un aura de la cordialidad. Se suprimela rígida delimitación que divide a unos de otros: «La cosa eneste cansancio fundamental no aparece nunca sola para sí, sinosiempre junto con otras, y aunque solo pocas cosas, al fin y alcabo todo está junto». Este cansancio funda una profundacordialidad y hace posible la concepción de una comunidad queno precise pertenencia ni parentesco. Los hombres y las cosasse muestran unidos por un cordial «y». Handke ve estacolectividad singular, esta colectividad de singularidadesmodelada en un bodegón holandés: «Tengo para el “todo enuno” una imagen: aquellas naturalezas muertas, generalmenteholandesas y del siglo XVII, en las que aparecen flores: en estas,de forma que parecen seres vivos, hay un escarabajo, aquí uncaracol, allí una abeja, allí una mariposa y, aunque quizásninguno de ellos tiene idea de la presencia del otro, en este

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ninguno de ellos tiene idea de la presencia del otro, en estemomento, están todos juntos». El cansancio de Handke no esningún cansancio del Yo, no es ningún cansancio del Yoagotado, sino que lo llama un «cansancio del nosotros». En estecaso, yo no estoy cansado de ti, sino, como dice Handke, «Teestoy cansado». «De este modo estábamos sentados —recuerdo que siempre fuera, al sol de las primeras horas de latarde— y, hablando o callados, disfrutábamos del cansanciocomún. […] Una nube de cansancio, un cansancio etéreo nosunía entonces».

El cansancio del agotamiento es un cansancio de la potenciapositiva. Incapacita para hacer algo. El cansancio que inspira esun cansancio de la potencia negativa, esto es, del «no-…»(nicht-zu). También el Sabbath, que originariamente significafinalizar con, es un día del «no-…», un día libre de todo para-que (um-zu); dicho con Heidegger, de todo cuidado. Setrata de un entre-tiempo. Dios, después de la creación, declaróel séptimo día sagrado. Sagrado no es, por tanto, el día del paraque, sino el del «no-…», un día en el que se hace posible el usode lo inutilizable. Es el día del cansancio. El entre-tiempo es untiempo sin trabajo, un tiempo de juego, que se diferenciaasimismo del tiempo de Heidegger, que esencialmente es untiempo de cuidado y trabajo. Handke describe este entretiempocomo un tiempo de paz. El cansancio desarma. En la larga ypausada mirada del cansado, la determinación deja paso a unsosiego. El entretiempo es un tiempo de la indiferencia comocordialidad:

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Estoy hablando aquí del cansancio en la paz, en el intervalo. Y enaquellas horas había paz […]. Y lo sorprendente es que allí micansancio parecía contribuir a aquella paz temporal, ¿amansando,suavizando con su mirada cualquier intento de gesto de violencia,de pelea o siquiera de actuación poco cordial?.

Handke esboza una inmanente religión del cansancio. El«cansancio fundamental» suprime el aislamiento egológico yfunda una comunidad que no necesita ningún parentesco. En elladespierta un compás especial, que conduce a unaconcordancia, una cercanía, una vecindad sin necesidad devínculos familiares ni funcionales: «Un cierto cansado, a modo deOtro Orfeo en torno al cual se unen los animales más feroces yal final pueden estar cansados con él. El cansancio les da elcompás a los solitarios distraídos».[48] Aquella «comunidad dePentecostés» que inspira el «no-hacer» se opone a la sociedadactiva. Handke se la imagina «cansada sin excepción». Consisteen una sociedad de los cansados en sentido especial. Si «lacomunidad de Pentecostés» fuera sinónimo de la sociedadfutura, entonces la sociedad venidera podría denominarsesociedad del cansancio.

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BYUNG-CHUL HAN (Seúl, Corea del Sur, 1959) Byung-ChulHan estudió metalurgia en Corea antes de mudarse a Alemania,en la década de 1980, para estudiar filosofía, literatura alemanay teología católica en Friburgo y Múnich. En una entrevistaexplicó: «Al final de mis estudios [de metalurgia] me sentí comoun idiota. Yo, en realidad, quería estudiar algo literario, pero enCorea ni podía cambiar de estudios ni mi familia me lo hubierapermitido. No me quedaba más remedio que irme. Mentí a mispadres y me instalé en Alemania pese a que apenas podíaexpresarme en alemán. […] Yo quería estudiar literaturaalemana. De filosofía no sabía nada. Supe quiénes eran Husserl yHeidegger cuando llegué a Heidelberg. Yo, que soy unromántico, pretendía estudiar literatura, pero leía demasiadodespacio, de modo que no pude hacerlo. Me pasé a la filosofía.Para estudiar a Hegel la velocidad no es importante. Basta conpoder leer una página por día».

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poder leer una página por día».Recibió su doctorado en Friburgo con una disertación sobreMartin Heidegger, en 1994. En 2000, se incorporó alDepartamento de Filosofía de la Universidad de Basilea, dondecompletó su habilitación. En 2010 se convirtió en miembro de lafacultad Staatliche Hochschule für Gestaltung Karlsruhe,donde sus áreas de interés fueron la filosofía de los siglos XVIII,XIX y XX, la ética, la filosofía social, la fenomenología, laantropología cultural, la estética, la religión, la teoría de losmedios, y la filosofía intercultural. Desde 2012, es profesor deestudios de filosofía y estudios culturales en la Universidad de lasArtes de Berlín (UdK), donde dirige el Studium Generale, oprograma de estudios generales, de reciente creación.Han es autor de dieciséis libros, de los cuales los más recientesson tratados acerca de lo que él denomina la "sociedad delcansancio" (Müdigkeitsgesellschaft), y la «sociedad de latransparencia» (Transparenzgesellschaft), y sobre su conceptode Shanzai, neologismo que busca identificar los modos de ladeconstrucción en las prácticas contemporáneas del capitalismochino.El trabajo actual de Han se centra en la «transparencia» comonorma cultural creada por las fuerzas del mercado neoliberal,que él entiende como el insaciable impulso hacia la divulgaciónvoluntaria de todo tipo de información que raya en lopornográfico. Según Han, los dictados de la transparenciaimponen un sistema totalitario de apertura a expensas de otros

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imponen un sistema totalitario de apertura a expensas de otrosvalores sociales como la vergüenza, el secreto y laconfidencialidad.Hasta hace poco, Han se negaba a dar entrevistas de radio ytelevisión, y raramente divulga en público sus detalles biográficoso personales, incluyendo su fecha de nacimiento.

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Notas

[1] Curiosamente, hay una sutil interacción entre los discursossociales y biológicos. Las ciencias no están libres de dispositivosque no tienen su origen en la ciencia. Así, después de la guerrafría se produjo un cambio de paradigma también en el marco dela inmunología médica. La inmunóloga norteamericana PollyMatzinger rechaza el antiguo paradigma inmunológico de laguerra fría y diferencia entre friendly y dangerous, en lugar deentre self y non-self, es decir, entre lo propio y lo extraño o lootro (cf. P. MATZINGER, «Friendly and dangerous signals: is thetissue in control?», en Nature Immunology, vol. 8, 1, 2007, pp.11-13). El objeto de la resistencia inmunológica ya no consisteen la extrañeza o la otredad como tales. Se repele únicamente alintruso que se comporte de manera destructiva en el interior delo propio. Mientras lo extraño no llame la atención en estesentido, la resistencia inmunológica no lo afecta. Según la idea deMatzinger, el sistema inmunitario biológico es más generoso delo que hasta el momento se pensaba, pues no conoce ninguna

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lo que hasta el momento se pensaba, pues no conoce ningunaxenofobia; por tanto, es más inteligente que la sociedad humana,que implica xenofobia. Esta corresponde a una reaccióninmunitaria patológicamente exagerada, que es nociva inclusopara el desarrollo de lo propio. <<

[2] Asimismo el pensamiento de Heidegger presenta un carácterinmunológico. Así, rechaza de manera decidida lo idéntico (dasGleiche) y le opone el término de lo mismo (das Selbe). Encontraposición a lo idéntico, lo mismo guarda una interioridadsobre la que se apoya toda reacción inmunitaria. <<

[3] R. ESPOSITO, Immunitas. Protección y negación de lavida, Buenos Aires, Amorrortu, 2005, p. 9. <<

[4] J. BAUDRILLARD, La transparencia del mal. Ensayo sobrelos fenómenos extremos, Barcelona, Anagrama, 1991, p. 72.<<

[5] Ibíd., p. 82. <<

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[6] Íd., «Violencia de la imagen. Violencia contra la imagen», enLa agonía del poder, Madrid, Círculo de Bellas Artes, 2006,pp. 45-47. <<

[7] Íd., Der Geist des Terrorismus , Viena, Passagen, 2002, p.85. <<

[8] Ibíd., p. 86. <<

[9] Ibíd., p. 20. <<

[10] El verbo modal dürfen se traduce por «poder» en el sentidode «tener permiso». Con ello se indica una posibilidad, oderecho de poder hacer algo en función de que esté o nopermitido. Asimismo, su forma negativa, nicht-dürfen tiene elsignificado de prohibición. [N. de la T.] <<

[11] El verbo modal sollen se traduce por «deber» y expresa unconsejo o una obligación autoimpuesta, en el sentido de queresulta muy conveniente y aconsejable cumplir esa imposición.

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resulta muy conveniente y aconsejable cumplir esa imposición.[N. de la T.] <<

[12] El verbo modal können se traduce por «poder», en elsentido de «posibilidad», o de «ser capaz», «tener capacidad».[N. de la T.] <<

[13] A. EHRENBERG, La fatigue d’être soi-même. Depressionet société, París, Odile Jacob, 2008, pp. 10s. (trad. cast.: Lafatiga de ser uno mismo. Depresión y sociedad, BuenosAires, Nueva Visión, 2000). <<

[14] Ibíd., p. 129. <<

[15] El último hombre de Nietzsche eleva la salud al estatus dediosa: «Se honra la salud». «Nosotros hemos inventado lafelicidad —dicen los últimos hombres, y parpadean» (F. NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Madrid, Alianza, 2011[1972], p. 40). <<

[16] La libertad, en sentido propio, está vinculada a la

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negatividad. Es siempre libertad de obligación que parte de lootro inmunológico. Allá donde el exceso de positividadreemplaza la negatividad, desaparece también el énfasis de lalibertad, que dialécticamente procede de la negación de lanegación. <<

[17] W. BENJAMIN, «El narrador», en Iluminaciones IV. Parauna crítica de la violencia y otros ensayos, Madrid,Taurus, 1991, p. 118. <<

[18] Íd., Libro de los pasajes, Madrid, Akal, 2005, p. 131. <<

[19] Así, escribe Merleau-Ponty: «Solemos olvidarconstantemente las ambiguas y fluidas manifestaciones ypasamos a través de ellas de forma inmediata hacia las cosas porellas presentadas». (M. MERLEAU-PONTY, Das Auge und derGeist. Philosophische Essays, Hamburgo, Meiner, 1984, p.16). <<

[20] M. MERLEAU-PONTY, Das Auge und der Geist.Philosophische Essays,op. cit., p. 15. <<

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[21] F. NIETZSCHE, Humano, demasiado humano, Madrid,Akal, 2007, p. 180. <<

[22] En contra de la suposición de Hannah Arendt, tampoco en latradición cristiana se da una prevalencia unilateral de la vitacontemplativa. Antes bien, se aspira a una mediación entre vitaactiva yvita contemplativa. Así, escribe también san GregorioMagno: «Hay que saber: si un buen plan de vida exige que sepase de la vida activa a la vida contemplativa, a menudo es útilque el alma vuelva de la vida contemplativa a la vida activa, demanera que la llama de la contemplación, encendida en elcorazón, regale a la actividad toda su perfección. Así, la vidaactiva nos tiene que llevar a la contemplación, pero a su vez lacontemplación ha de partir de lo que hemos contemplado en elinterior y llamarnos a volver a la actividad». Cf. según A. M. HAAS, «Die Beurteilung der Vita contemplativa und activa inder Dominikanermystik des 14. Jahrhunderts», en Arbeit, Muße,Meditation, ed. por B. VICKERS, Zúrich, Verlag derFachvereine, 1985, pp. 109-131, para esta cita: p. 113. <<

[23] «El milagro que salva al mundo, a la esfera de los humanos,de su ruina normal y “natural” es en último término el hecho de la

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natalidad, en el que se enraíza ontológicamente la facultad de laacción. Dicho con otras palabras, el nacimiento de nuevoshombres y un nuevo comienzo es la acción que son capaces deemprender los humanos por el hecho de haber nacido. Solo laplena experiencia de esta capacidad puede conferir a los asuntoshumanos fe y esperanza. […] Esta fe y esperanza en el mundoencontró tal vez su más gloriosa y sucinta expresión en las pocaspalabras que en los Evangelios anuncian la gran alegría: “Os hanacido hoy un Salvador”». Cf. H. ARENDT, La condiciónhumana, Barcelona, Paidós, 2009, p. 266. <<

[24] Ibíd., p. 346. <<

[25] Ibíd., p. 354. <<

[26] Ibíd., p. 335. <<

[27] Ibíd. <<

[28] F. NIETZSCHE, Humano, demasiado humano, Madrid,Akal, 2007, p. 179. <<

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Akal, 2007, p. 179. <<

[29] Tanto el «miedo» de Heidegger como la «náusea» de Sartreson reacciones típicamente inmunológicas. El existencialismo esel discurso filosófico de mayor calado inmunológico. El énfasisexistencial filosófico de la libertad debe su virulencia a la otredado extrañeza. Precisamente estas dos obras principales de lafilosofía del siglo XX indican que esta fue una era inmunológica[se refiere a Ser y tiempo, en el caso de Heidegger, y a Lanáusea, en el de Sartre (N. de la T.)]. <<

[30] J. BAUDRILLARD, La transparencia del mal. Ensayosobre los fenómenos extremos , Barcelona, Anagrama, 1991,p. 68. <<

[31] En el idioma alemán, la fórmula sustantivada del «nicht-zu»precede a un verbo cualquiera en infinitivo cuando se quiereexpresar su negación; es el equivalente del inglés «not-to».Puesto que en castellano la negación de un verbo no precisa deninguna preposición como «zu» o «to», en la presente traducciónse han añadido en su lugar los puntos suspensivos. El significadodel «no-…» estriba en la negación de cualquier verbo/acción, endefinitiva, en la ausencia de toda actividad. [N. de la T.] <<

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definitiva, en la ausencia de toda actividad. [N. de la T.] <<

[32] Así, escribe Deleuze: «Catatónico y anoréxico, Bartleby noes el enfermo, sino el médico de una América enferma, elMedecine-man [sic], el nuevo Cristo o el hermano de todosnosotros». Cf. G. DELEUZE, «Bartleby o la fórmula», en J. L. PARDO et al., Preferiría no hacerlo, Valencia, Pre-Textos, 2009. <<

[33] «Al día siguiente noté que Bartleby no hacía más que mirarpor la ventana, en su sueño frente a la pared», traducción citadad e Bartleby, el escribiente, traducción y prólogo deJ. L. Borges, Buenos Aires, Emecé, Cuadernos de la quimera,1944. Las traducciones de todos los fragmentos de la obramencionados en el texto se citan según esta edición. <<

[34] En las traducciones al alemán [y al castellano (N. de la T.)]Brandmauer («cortafuego») o blinde Ziegelmauer («muro deladrillo») se pierde totalmente el matiz de muerte. <<

[35] Cf. G. AGAMBEN, «Bartleby o De la contingencia», en J. L. PARDO et al.,Preferiría no hacerlo, op. cit. <<

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[36] Ibíd. <<

[37] Ibíd. <<

[38] «Bartleby —le dije—. Ginger Nut ha salido; cruce al Correo[sic], ¿quiere? […] —Preferiría no hacerlo». <<

[39] «¡Cartas muertas!, ¿no se parece a hombres muertos?Conciban un hombre por naturaleza y por desdicha propenso auna pálida desesperanza. ¿Qué ejercicio puede aumentar esadesesperanza como el de manejar continuamente esas cartasmuertas y clasificarlas para las llamas?». <<

[40] «Con mensajes de vida, estas cartas se apresuran hacia lamuerte». <<

[41] «Nada reprochable lo ha traído aquí. Vea, no es un lugar tantriste como podría suponerse. Mire, ahí está el cielo, y aquí el

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césped». <<

[42] «Sé dónde esto».. <<

[43] «Con mensajes de vida, estas cartas se apresuran hacia lamuerte». <<

[44] F. KAFKA, «Un artista del hambre», en La metamorfosis yotros cuentos, Buenos Aires, Losada, 1972. <<

[45] «Espero que esto le resulte agradable, señor; lindo césped,departamentos frescos, espero que pase un tiempo connosotros, trataremos de hacérselo agradable. ¿Qué quiere cenarhoy?» [En el original, la última pregunta reza literalmente: «¿Nosconcede a la señora Cutlets y a mí el placer de cenar connosotros en la habitación privada de la señora Cutlets?». (N. dela T.)] <<

[46] «¿Eh?, está dormido, ¿verdad? —Con reyes y consejeros—dije yo». <<

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[47] P. HANDKE, Ensayo sobre el casancio, Madrid,Alianza, 2006. <<

[48] Tanto la ética de Kant como la de Levinas estáninmunológicamente estructuradas. Así, el sujeto moral de Kantse ejercita en la tolerancia, que representa una categoríagenuinamente inmunológica. Pues lo que se tolera es la otredad.La ética de Kant es una ética de la negatividad, que Hegel llevaa la culminación con su teoría del reconocimiento. Por elcontrario, Levinas lleva al punto cero la tolerancia inmunitaria delYo. De esta manera, el Yo queda «expuesto» a aquella«violencia» que parte de lo otro y cuestiona por completo al Yo.El énfasis de lo totalmente otro concede a la ética de Levinas uncarácter inmunológico. <<