hacia una reconstruccion oral del pensamiento de hernandez arregui
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Evaluación de las posibilidades de utilización de la historia oral para estudiar al mencionado autor argentino y contribuir a historiar la filosofia reciente.TRANSCRIPT
V CONGRESO INTEROCEÁNICO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS Y II CONGRESO DE FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN EN NUESTRA AMÉRICA
América Latina: movimientos intelectuales, manifiestos y proclamas
12 al 14 de noviembre de 2014Universidad Nacional de CuyoFacultad de Filosofía y Letras
IFAA/CIIFE
Simposio 8: Propuestas historiográficas para la filosofía argentina reciente. Coordinadores: Celina A. Lértora Mendoza (CONICET - FEPAI) [email protected] Raúl Domínguez (Universidad Nacional del Sur) [email protected]
Hacia una reconstrucción oral del pensamiento de Juan José Hernández Arregui
Martín Sebastián FuentesUniversidad Nacional del Sur, Bahía Blanca
Resumen
Luego de haber ejercido durante algunos años la docencia, Juan José Hernández Arregui ha
desplegado su interés por la formación de los nacionalismos hispanoamericanos a través de
dos vías: por un lado, la publicación editorial de libros destinados a las capas medias
universitarias; por otro, el dictado público de conferencias, donde asistían auditorios muy
heterogéneos, sin formación específica en algunos casos. A este respecto, la utilización de
la historia oral como herramienta metodológica para el estudio del pensamiento vivo de
Hernández Arregui puede contribuir a una reconstrucción de la praxis oral no documentada
del autor. Lo cual permitiría obtener una visión de conjunto más amplia sobre aquella
paradójica situación perceptible en la mayoría de sus libros: escribir para la clase media con
la absoluta convicción de que las masas populares son las verdaderas depositarias del
destino nacional. Por este motivo el presente trabajo se propone examinar los valiosos
aportes que podría brindar la realización de entrevistas para la comprensión de dicha
tensión.
Palabras clave: filosofía argentina; filosofía política; Juan J. Hernández Arregui;
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Introducción
Con frecuencia, las diferentes historias de la filosofía parecen dar mayor
preeminencia al estudio de fuentes escritas (Cf. Lértora, 2014:1). Sin embargo, ¿hasta qué
punto se puede historiar el pensamiento de nuestros intelectuales sin apelar a sus aspectos
más vivos, desempeñados estos en registros diferentes al escrito? ¿Poseen acaso
fundamentos sólidos nuestras hipótesis y nuestros juicios de valor si dejamos fuera de
nuestros análisis la pletórica dinámica de las oralidades en interacción? Ciertamente,
existen situaciones en las que, efectivamente, la necesidad de sobrepasar los límites de una
lectura meramente documentalista se hace imperiosa. Y el caso de Juan José Hernández
Arregui constituye una de esas ocasiones.
Siendo un autor militante y comprometido, su constante defensa política e
intelectual de los sectores sociales más desfavorecidos le ha significado numerosas críticas
en lo que atañe al lenguaje utilizado en sus libros, el cual manifiesta una impronta
claramente academicista destinada a las clases universitarias. No obstante, el mundo
arreguiano de las conferencias pareciera replantear esto, señalando a la historia oral como la
herramienta de análisis propicia para examinar esta faceta de su labor intelectual en la que
asume a las masas populares como interlocutoras directas.
Breve acercamiento al autor1
El pensador argentino Juan José Hernández Arregui, ha dedicado gran parte de sus
esfuerzos intelectuales a formular una tematización antimperialista del “ser nacional”. Ya
desde su juventud, transcurrida en los tumultuosos años treinta, la necesidad de dicha
empresa comienza a despuntar en él. Y lo hace a través de una incipiente simpatía por el
radicalismo derrocado que, en su persona, despierta inquietudes políticas vinculadas
estrechamente con el impacto que le generan las formulaciones del APRA peruano. Esto
signa sus primeros acercamientos autodidactas al marxismo, los cuales se verán
fuertemente potenciados durante su estancia en la ciudad de Córdoba, donde en 1938
comienza a estudiar Filosofía encontrándose así con quien sería uno de sus más grandes
1 Los datos biográficos utilizados en esta sección fueron extraídos de las siguientes fuentes: Galasso, Norberto, J.J. Hernández Arregui: del peronismo al socialismo, Buenos Aires, Colihue, 2012; Piñeiro Iñiguez, Carlos, Hernández Arregui, intelectual peronista: pensar el nacionalismo popular desde el marxismo, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007.
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mentores: el filósofo italiano Rodolfo Mondolfo, cuya impronta marxista y humanista deja
en Hernández Arregui una huella intelectual imborrable que lo acompañará hasta el final de
sus días.
De esta manera, transita entonces sus años universitarios entre el interés por la
dialéctica y las cuestiones sociológicas hasta alcanzar el grado de Doctor en 1944. Tan solo
tres años después, rompe con el radicalismo una vez que la recuperación de la línea
yrigoyenista se le revela imposible. Decide entonces, de este modo y de cara a los nuevos
acontecimientos que tienen a lugar en la Argentina desde 1945, su adhesión informal al
peronismo; mudándose a Buenos Aires invitado por Arturo Jauretche para participar del
gobierno de Mercante, donde desempeña cargos administrativos hasta 1950.
Por aquellos años, Hernández Arregui se adentra también en la docencia y la cátedra
universitaria rindiendo y ganando sus primeros concursos en las siguientes materias: 1)
Introducción a la Historia en la Universidad de La Plata, 2) Historia del Arte en el Colegio
Nacional de La Plata y 3) Sociología en la Universidad de Buenos Aires. Con lo cual
comienza su aventura catedrática, desarrollándose ésta entre pequeños opúsculos,
conversaciones con alumnos y clases en las que el tema central no es otro que la formación
de las nacionalidades en el siglo XIX.
Así es que en medio del ejercicio de la docencia –y luego de haberse desempeñado
durante tres años como crítico de libros en Radio del Estado–, la llegada de la Revolución
Libertadora lo hace abdicar de sus labores confinándolo a vivir del salario docente de su
esposa. Sin embargo, las inquietudes filosóficas e historiográficas que le ha suscitado el
problema de lo nacional, lejos de extinguirse, persistirán en él para tomar a su cargo la
imperiosa tarea de reflexionar sobre ese gran drama semi-colonial que es la Argentina.
Tarea que emprenderá a través de una doble labor: la publicación editorial de libros y el
dictado público de conferencias.
Hernández Arregui y la escritura: la paradoja del destinatario
De este modo, el pensador argentino comienza a discurrir su tematización
antimperialista y latinoamericanista de lo argentino, siendo la senda de la escritura
académica uno de los caminos elegidos para tal fin. La misma es ejercida por él de la mano
de un lenguaje que se vale de medios expresivos adscriptos a la jerga culta. Razón por la
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que Hernández Arregui desarrolla un corpus escrito cuyo registro culterano, poblado de
tecnicismos y de referencias en ocasiones abrumadoras, limita notablemente el número de
lectores posibles. De ahí que las capas medias de extracción universitaria parezcan ser las
únicas aptas para el desciframiento de tal densidad conceptual que, paradójicamente, tiene
por objeto la defensa intelectual y militante de las masas populares en libros como
Imperialismo y Cultura, La formación de la conciencia nacional, ¿Qué es el ser nacional?
y Nacionalismo y liberación. Todas ellas, obras de preciado valor en lo que atañe al
surgimiento de la denominada “Izquierda Nacional”.
Se advierte entonces con facilidad cómo es que el empleo de un lenguaje netamente
académico implica, en un autor de la envergadura militante de Hernández Arregui, cierto
nivel para nada menor de paradoja. Podría decirse incluso que se trata de todo un dilema, de
una tensión humanista en la que la emancipación de los más desfavorecidos es pregonada
entre las comodidades de una clase que posee los medios materiales y simbólicos
suficientes para acceder al mundo de las lecturas complejas. Así, pareciera ser que las
masas proletarias argentinas, en cuanto sujeto privilegiado de la historia, padecen como
trágico infortunio clasista un gran número de obstáculos a la hora de leer a uno de los
grandes relatores de su ascenso histórico. Esto, muy a pesar de que sean ellas las verdaderas
depositarias del destino nacional (Cf. Hernández Arregui, 2011:22).
En estos términos es que se abre lo que podríamos denominar como la paradoja del
destinatario, cuyas tensiones parecen llevar finalmente a Hernández Arregui a desembocar,
en el año 1972, en la necesidad de torcer el rumbo lingüístico emprendido hasta el
momento, depurando así su lenguaje para volverse más accesible a la lectura de sectores
sociales sin formación específica previa. De este modo es que sale a la luz su último libro,
titulado Peronismo y socialismo, donde hace uso de un lenguaje mucho más llano y directo,
casi didáctico, dirigido a las clases trabajadoras:
“Tales propósitos –de divulgación como queda dicho– me han decidido a utilizar un lenguaje más bien periodístico, ajeno por completo a mis libros anteriores, cuidando no obstante, en la medida de lo exigible, encuadrar los diversos temas dentro de un nivel intelectual adecuado para quienes busquen una visión resumida de la realidad nacional. Dada su intención didáctica, las repeticiones comprobables a lo largo del texto, las reiteraciones de ciertos temas, son deliberadas y responden, justamente, a esa orientación del libro” (Hernández Arregui, 1972:7).
No obstante, el mencionado giro en el tipo de registro escrito utilizado por el
pensador, desencadena algunos interrogantes: ¿por qué cambiar de interlocutor ahora, en su
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quinta y última obra? ¿Las clases medias ya no requieren una nacionalización mental que
apuntale su comportamiento? ¿Por qué emprender, en las postrimerías del gobierno de
Lanusse, esta especie de ascesis filosófica, este cuidado meticuloso de la propia palabra
escrita que, en la búsqueda de nuevas otredades, conlleva un desgarramiento estilístico
traidor a su propia procedencia de clase? ¿Por qué empezar a dirigirse, sobre el final de
toda una vida, a los protagonistas exclusivos del drama argentino, a esas masas proletarias
que, según Hernández Arregui, desempeñan instintivamente el papel que el libreto de la
liberación nacional reserva exclusivamente para ellas?
Tal y como puede advertirse, en libros militantes como los de Arregui, la definición
de los interlocutores, así como la elección de los medios comunicativos para dirigirse a
ellos, deja de ser una cuestión de importancia menor para interpelar la sustancia misma de
lo pensado; convirtiéndose así, más allá de todo formalismo, en una cuestión determinante,
es decir, en una auténtica cuestión filosófica en la que se ponen en juego factores teóricos y
políticos muy profundos.
Nuevos medios para reinterpretar viejas tensiones: la historia oral
Una perspectiva estrictamente documentalista nos arrastraría, para dilucidar estos
interrogantes, a la realización de las siguientes labores de investigación. En primer lugar, y
de manera casi impulsiva, nos empujaría a buscar la respuesta a estas preguntas solamente
en los textos escritos. Para ello, deberíamos abordar, a lo largo de las cinco obras del autor
en cuestión, los diferentes fragmentos en los cuales Hernández Arregui perfila los
caracteres propios de las diversas clases sociales que describe, en especial las clases bajas a
las que ahora se dirige en 1972 desde las páginas de Peronismo y socialismo.
Esto arrojaría dos resultados. En primer lugar, se observaría que la inestabilidad
ideológica de las clases medias, es decir, su fluctuante y frágil conciencia política, es
sostenida con regularidad por el pensador argentino en todas sus obras. Podrán existir
variaciones, aunque siempre sujetas a esta fluctuación irregular: “Al peligrar su status
económico, la conciencia fluctuante de la clase media se fragmenta ideológicamente según
sus diversas capas componentes” (Hernández Arregui, 2011:77). Por esta razón, cabría
repensar hasta qué punto su radicalización política puede llegar a motivar la suspensión del
diálogo con ellas bajo el signo de una tarea ya cumplida. A este respecto es que Hernández
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Arregui muestra en 1963 y desde las páginas de ¿Qué es el ser nacional?, cierta cautela a la
hora de evaluar las potencialidades políticas de los sectores medios:
“A pesar de estas disensiones internas, la clase media en estas etapas de evolución nacional [donde
las masas populares protagonizan el ascenso industrial de la nación] tiende, en diversos grados, a la
radicalización ideológica, fenómeno que se da con excepcional rapidez venciendo el individualismo
medroso de sus miembros. Esta crisis está regida por el hecho de que la clase media es también
víctima, en amplísimos sectores, del imperialismo. Pero su antiimperialismo es abstracto (…) Un
antiimperialismo moral que propone acuerdos honorables, alianzas progresistas, reformas mesuradas
y libertades abstractas” (Hernández Arregui, 2005:172).
En estos términos, esta constitutiva precariedad política apta solo para la realización
de una “revolución a medias”, ¿no sería motivo más que suficiente para persistir en su
constante apuntalamiento ideológico con el fin de contener su fragmentación mental y
evitar así posibles desviaciones de la causa nacional y revolucionaria?
En segundo lugar, respecto a la caracterización arreguiana de las clases trabajadoras,
nuestro análisis acabaría por detectar aquella ambivalencia mediante la cual el autor
valoriza los componentes espontáneos e irracionales de las masas populares a través de dos
posiciones que entran en tensión: por un lado, la confianza en el despliegue espontáneo de
su potencia destinal; y por otro, la necesidad de coagular ideológicamente o de
intelectualizar dicha espontaneidad con el fin de inocularla frente a posibles desviaciones.
Tal es el espíritu que se cierne sobre Peronismo y Socialismo:
“Por esta ruta, me he propuesto alertar sobre los peligros que asechan a los trabajadores argentinos, asediados en estos momentos críticos de la vida nacional, por toda clase de falseamientos ideológicos que tratan de apartarlos de su misión histórica propia y de su grandiosa tarea en la lucha de liberación nacional, en la cual, la clase obrera, juega y jugará un papel protagónico con relación a la emancipación de la Argentina de tutelajes extranjeros”. (Hernández Arregui, 1972:8).
De este modo, la escritura que Hernández Arregui dedica a los trabajadores, discurre
entre la fascinación que le produce el “antiliberalismo instintivo” de los sectores bajos y
cierto nivel problemático de vanguardismo que busca inocular la acción obrera frente a
diversos agentes disgregantes que asechan en los años ´70: el vandorismo, la fragmentación
de la lucha obrera y su consecuente despolitización.
Así planteadas las cosas, podríamos convenir entonces en que el cambio de
destinatario, mediante el cual se desplaza a las clases doctas por las proletarias, parecería
tener su razón de ser en estas peligrosas asechanzas. Lo cual acabaría por delinear un
Hernández Arregui cuyo lenguaje culterano alcanza la redención sobre el final de su
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producción y de cara a una coyuntura histórica que comienza a exigir en los trabajadores
formas más complejas que las meramente instintivas.
Sin embargo, dicha interpretación impacta sorpresivamente contra un hecho curioso
digno de consideración: el diálogo con las clases obreras ya tenía larga data, aunque no por
vías necesariamente escritas. De este modo es que resulta necesario destacar que, en
paralelo a la escritura de sus libros académicos, la praxis intelectual de Hernández Arregui
se ha desenvuelto bastamente por el mundo de la oralidad a través del dictado público de
conferencias. A este respecto, Galasso (2012:112) afirma que esta actividad conferencista
emprendida por Arregui era desempeñada frente a públicos bastante heterogéneos a través
de disertaciones en sedes provinciales de la CGT y en diferentes localidades del interior
como Córdoba, Bahía Blanca y Rosario. Por este motivo, el mundo oral de las conferencias
que brindó se revela portador de una importancia capital, en la medida en que la
composición diversificada de sus respectivos auditorios puede presentarnos un Hernández
Arregui diferente, interactuando con una pluralidad policlasista de sujetos en fechas y
contextos muy anteriores al cambio de lenguaje operado en Peronismo y Socialismo. En
este sentido, varias de las preguntas que suscita dicho viraje, podrían verse fuertemente
replanteadas por la existencia de estas interacciones orales con grupos de trabajadores y
sindicalistas de base que, al haberse producido de modo no escrito, ofrecen una dinámica
discursiva muy interesante a la hora de reconstruir las relaciones efectivas que el pensador
mantenía con los sectores sociales con los que dialogaba.
De ahí la necesidad de servirse del rastreo oral y de la realización de entrevistas
como herramienta metodológica propicia para enriquecer el estudio de las interrelaciones
que se producen, en el pensamiento de Hernández Arregui, entre las diversas
caracterizaciones de las clases sociales y los interlocutores que selecciona, ya sea a través
de la escritura o de la oralidad.
Pero, ¿qué es la historia oral? Laura Benadiba y Daniel Plotinsky (2007:9) la
definen como “un procedimiento establecido para la construcción de nuevas fuentes para la
investigación histórica, con base en testimonios orales recogidos sistemáticamente bajo
métodos, problemas y puntos de partida teóricos explícitos”. Planteada en estos términos,
este tipo de tarea –emprendida desde la voluntad de historiar el pensamiento filosófico
reciente– impone cierto número de desafíos. El primero que podríamos mencionar es el
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relativo a una nueva manera de comprender y experimentar el mundo de las fuentes y de los
documentos, ya que, desde esta metodología, “la entrevista en el campo de la historia oral
es un espacio de encuentro entre entrevistado y entrevistador, en el cual –juntos–
construyen el documento” (Barela, Miguez y García Conde, 2009:22). Lo cual implica, al
mismo tiempo, la necesidad de comenzar a trabajar de una forma diferente con las
conferencias; ya que, con mucha frecuencia, se las suele tratar como meras fuentes
documentales ya constituidas en sí mismas, sin atender al valor simbólico que posee el
testimonio de aquellos que pudieron efectivamente escucharlas y participar de sus
discusiones.
Esto último, que se extravía en un tratamiento exclusivamente textual de las
disertaciones, comporta una relevancia vital en la medida en que, con esa colección de
recuerdos, se podría obtener una visión de conjunto mucho más amplia sobre los problemas
que conllevan tanto el uso arreguiano del lenguaje como los interlocutores construidos por
y a través de este.
Sin embargo, la realización de entrevistas constituye una herramienta que, además
de contribuir notablemente al análisis de las conferencias, también puede ser implementada
para acceder al testimonio de aquellos que personal o profesionalmente conocieron a
Hernández Arregui, con el fin de obtener datos de interés útiles para disipar las
ambigüedades que se ciernen sobre las diversas caracterizaciones sociales que el pensador
emprende –lo cual, como ya se ha dicho, podría incidir en la elección de sus destinatarios
discursivos. Incluso, con objetivos similares, la posibilidad de entrevistar a quienes fueron
sus alumnos resulta por demás interesante, ya que permitiría reconstruir a Hernández
Arregui desde el desempeño de su praxis docente.
A tales efectos, la implementación de la historia oral como metodología exige
definir ciertas cuestiones. Por ejemplo, el modo de entrevistar. A este respecto, y
atendiendo a la temática, resultaría conveniente utilizar un formato semiestructurado de
entrevista en el que “las preguntas, el modo de enunciarlas y el orden pueden ser variados
por el entrevistador, según su criterio y cómo se vaya desenvolviendo la entrevista”
(Barela, Miguez y García Conde, 2009:12). En este mismo sentido, la necesidad de
confeccionar las preguntas de acuerdo al tipo de entrevistado –ex alumno, colega o
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asistente a sus conferencias– por supuesto que resulta determinante y digna de tener en
cuenta.
Consideraciones finales
El estudio de la filosofía argentina reciente presenta posibilidades metodológicas
propias que deben ser aprovechadas por la enorme cantidad de beneficios que proveen.
Entre ellas, la historia oral se destaca por su capacidad para presentar de un modo vivo y
experiencial el pensamiento y la praxis de nuestros pensadores.
El caso de Juan José Hernández Arregui no escapa a esta situación. Habiéndose
desempeñado como reconocido docente, como intelectual comprometido, pero además
como escritor y conferencista, sería una completa injusticia –y tal vez incluso hasta un
vulgar improperio– circunscribirse solo a su escritura a la hora de emitir algún juicio de
comprensión sobre sus vivas reflexiones. Ciertamente, es un pensador que excede las
perspectivas de análisis exclusivamente documentalistas en las que se profesa fidelidad solo
a la letra escrita, a la letra muerta y no al ejercicio de las oralidades que, siendo más
fugaces, no por esto son menos importantes.
El problema arreguiano de la elección de los interlocutores, clásica tensión
humanista que se cierne sobre la escritura académica de corazón militante, así parece
demostrarlo. En este sentido es que la praxis oral desempeñada por Hernández Arregui –
integrada por conferencias, mesas redondas de discusión, etcétera– se revela digna de un
tipo de análisis específico que permita plantear, de un modo más amplio y a la vez más
profundo, el dilema del destinatario discursivo presentado en este trabajo. De este modo, la
recuperación vivida de las intervenciones públicas que ha realizado frente a públicos
heterogéneos, así como la reconstrucción de los diálogos efectivos que ha entablado con
grupos de trabajadores bajo un formato conferencista, resultan determinantes para el
estudio de las relaciones efectivas que el pensador argentino mantenía con las diferentes
clases sociales sobre las que reflexionó bastamente.
Referencias y bibliografía
BARELA, MIGUEZ Y GARCÍA CONDE (2009), Algunos apuntes sobre historia oral y cómo abordarla, Buenos Aires, Dirección General de Patrimonio e Instituto Histórico.
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BENADIBA, Laura y PLOTINSKY, Daniel (2007), De entrevistadores y relatos de vida: introducción a la Historia Oral, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.HERNÁNDEZ ARREGUI, Juan José (2011), La formación de la conciencia nacional (1930-1960), 2° edición, Buenos Aires, Continente.--- (2005), ¿Qué es el ser nacional?, Buenos Aires, Continente.--- (1972), Peronismo y socialismo, Buenos aires, Hachea.GALASSO, Norberto (2012), J.J. Hernández Arregui: del peronismo al socialismo, Buenos Aires, Colihue.LÉRTORA MENDOZA, Celina (2014), “La historia oral en filosofía: aspectos metodológicos y temáticos”, ponencia presentada en: “Simposio Filosofía reciente e Historia oral”, Dirección General Patrimonio Histórico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.PIÑEIRO IÑIGUEZ, Carlos (2007), Hernández Arregui, intelectual peronista: pensar el nacionalismo popular desde el marxismo, Buenos Aires, Siglo XXI.
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