hace mucho no sé cuánto en realidad.docx

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Hace mucho no sé cuánto en realidad, pero sé que es perturbador saber que las criaturas de las noches pueden amar. A mucha gente le llego a sus oídos en aquella época en donde hace tiempo en la edad media, un pueblo muy alejado de la civilización, en una familia muy miserable existía un joven. Este joven tan lleno de vida y muy alegre, el que día a día en el bosque buscaba el alimento para su familia, un joven moreno, no muy alto pero sin embargo muy carismático, tal vez no sea un príncipe pero en tenía algo que los demás no, un “gran corazón”, siempre se la pasaba descubriendo grandes bellas de la naturaleza, muy feliz en su mundo natural. Un día cuando me despedía de mi madre ella le dijo –Hijo cuídate mucho que hoy es la séptima luna, que abre el portal a la no realidad. Yo no creía en tal cosa. Mi madre es una señora grande, madre de 6 hijos, una bella gitana que hacia tocar melodías con el viento. Sé que el mundo de los gitanos es muy complejo y decidí no meterme con esas cosas. –Si madre estaré bien. Le dije con voz atenuante. Camine hacia el bosque en mi ruta normal el camino ya está trazado con las veces que eh pasado por ahí se formó un camino visible con algunas rocas y hiervas pero nada que impidan el paso. Mientras caminaba encontré algunas flores blancas, con un aroma que te hace superar, decidí cortar algunas y estas se las llevaría a mi madre; las flores blancas para los gitanos son de abundancia, felicidad y gratificación; cuando de pronto escucho. -¿Por qué te llevas mis flores ingrato. En tono muy aterrador, la piel se me erizo al instante me que quede pasmado por unos segundos. Yo grite titubeante y dudoso -¿Quién anda ahí? Mire a todos lados y había nadie ni siquiera animales, el viento zumbaba muy fuerte sin cesar, tal vez era el viento supuse. Seguí mi camino por el bosque aun en pensando en aquella voz me deja algo inquieto. En el camino encontré un bello lago, era tan hermoso, el agua era tan cristalina se podían ver los pececillos nadando fue tan gran la emoción que decidí meterme a nadar. El agua estaba fría pero soportable, sentí las rocas debajo de mis pies al igual que las plantas, podía ver tan claro lo peces de todos los colores era algo espectacular. Los pececillos en pequeños grupos identificados por tipos unos más grandes que otros, a lo lejos mire una manada

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Hace mucho no sé cuánto en realidad, pero sé que es perturbador saber que las criaturas de las noches pueden amar. A mucha gente le llego a sus oídos en aquella época en donde hace tiempo en la edad media, un pueblo muy alejado de la civilización, en una familia muy miserable existía un joven. Este joven tan lleno de vida y muy alegre, el que día a día en el bosque buscaba el alimento para su familia, un joven moreno, no muy alto pero sin embargo muy carismático, tal vez no sea un príncipe pero en tenía algo que los demás no, un “gran corazón”, siempre se la pasaba descubriendo grandes bellas de la naturaleza, muy feliz en su mundo natural.

Un día cuando me despedía de mi madre ella le dijo –Hijo cuídate mucho que hoy es la séptima luna, que abre el portal a la no realidad. Yo no creía en tal cosa. Mi madre es una señora grande, madre de 6 hijos, una bella gitana que hacia tocar melodías con el viento. Sé que el mundo de los gitanos es muy complejo y decidí no meterme con esas cosas. –Si madre estaré bien. Le dije con voz atenuante. Camine hacia el bosque en mi ruta normal el camino ya está trazado con las veces que eh pasado por ahí se formó un camino visible con algunas rocas y hiervas pero nada que impidan el paso. Mientras caminaba encontré algunas flores blancas, con un aroma que te hace superar, decidí cortar algunas y estas se las llevaría a mi madre; las flores blancas para los gitanos son de abundancia, felicidad y gratificación; cuando de pronto escucho. -¿Por qué te llevas mis flores ingrato. En tono muy aterrador, la piel se me erizo al instante me que quede pasmado por unos segundos. Yo grite titubeante y dudoso -¿Quién anda ahí? Mire a todos lados y había nadie ni siquiera animales, el viento zumbaba muy fuerte sin cesar, tal vez era el viento supuse. Seguí mi camino por el bosque aun en pensando en aquella voz me deja algo inquieto. En el camino encontré un bello lago, era tan hermoso, el agua era tan cristalina se podían ver los pececillos nadando fue tan gran la emoción que decidí meterme a nadar. El agua estaba fría pero soportable, sentí las rocas debajo de mis pies al igual que las plantas, podía ver tan claro lo peces de todos los colores era algo espectacular. Los pececillos en pequeños grupos identificados por tipos unos más grandes que otros, a lo lejos mire una manada de leones con sus crías bebiendo agua, muy juguetones se daban medidas uno al otro parecía divertido. Al salir del agua me senté en

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