hablando de música

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Hablando de música Dario Navac El llamado a ser un líder de adoración es muy importante. Pero, ¿qué características espirituales se encuentran en este tipo de liderazgo? Dios le deposita Su confianza para dirigir la congregación hacia su presencia (Isaías 62:10), así que sobre todas las cosas, debe ser un líder con corazón de adorador. Aunque muchos líderes de adoración han sido llamados por Dios y poseen muchos dones, Él espera que uses los dones que te ha dado. Muchas veces tratamos de imitar a otros, pero acuérdate, tú solo puedes ser de la manera que Dios te hizo. El Señor ha dado muchos dones a su pueblo así que no te preocupes si consideras que debes tenerlos todos. Un líder de adoración debe ser de tal manera que las personas se sientan cómodas acercándose a él. Gente de todos los trasfondos se acercaban a Jesús, particularmente los pobres, los rechazados y poco populares y Dios espera lo mismo de un líder de adoración. Debes preguntarte constantemente si las personas se pueden acercar a ti fácilmente o te has convertido en una persona que te pasas juzgando a otros, con muchas barreras que impiden que las personas se acerquen a ti. El propósito de un líder de adoración es dirigir a la congregación a adorar a Dios. Las personas deben reconocer que hay algo diferente en ti y que ellos deben ser retados a tener una relación más profunda con el Señor inspirados en lo que ven en ti. Si tú, como líder de adoración, sabes que has sido llamado por Dios a dirigir su pueblo a la adoración genuina, la unción de Dios estará a tu disposición. Debes desarrollar un estilo de vida llena de adoración y alabanza a Dios ayudando a otros hacer lo mismo. La escritura dice que Dios está llamando a su pueblo a adorarle en espíritu y en verdad (Juan 4:23), así que un líder de adoración tiene como tarea el ayudar a otros a responder a este llamado de Dios. La adoración debe convertirse en más que una rutina. Cuando las personas entran en una verdadera adoración debe haber cambios, que sean diferentes de lo que eran antes. Por tanto, el líder de adoración debe ser un ejemplo a todas las personas que él dirige a la presencia de Dios. Aunque sería muy tentador crear una fórmula basada en cómo lograr un servicio de adoración exitoso en vez de depender en la dirección de Dios, nunca debes subestimar el poder del Espíritu Santo. El Salmo 22:3 dice que Dios habita en la alabanza de su pueblo, así que, aunque no veas o sientas su presencia durante la adoración, esto no significa que Dios no esté presente. Puedes estar seguro que si estás ofreciendo sinceramente una ofrenda de adoración y alabanza, el Espíritu Santo la honrará, moviéndose en la congregación y ministrará a todos los que la quieran recibir. Acuérdate que Dios quiere ministrarnos tal como nosotros lo hacemos a Él. Permítele a Dios

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Hablando de música Dario Navac

El llamado a ser un líder de adoración es muy importante. Pero, ¿qué características espirituales se encuentran en este tipo de liderazgo?

Dios le deposita Su confianza para dirigir la congregación hacia su presencia (Isaías 62:10), así que sobre todas las cosas, debe ser un líder con corazón de adorador. Aunque muchos líderes de adoración han sido llamados por Dios y poseen muchos dones, Él espera que uses los dones que te ha dado. Muchas veces tratamos de imitar a otros, pero acuérdate, tú solo puedes ser de la manera que Dios te hizo. El Señor ha dado muchos dones a su pueblo así que no te preocupes si consideras que debes tenerlos todos. Un líder de adoración debe ser de tal manera que las personas se sientan cómodas acercándose a él. Gente de todos los trasfondos se acercaban a Jesús, particularmente los pobres, los rechazados y poco populares y Dios espera lo mismo de un líder de adoración. Debes preguntarte constantemente si las personas se pueden acercar a ti fácilmente o te has convertido en una persona que te pasas juzgando a otros, con muchas barreras que impiden que las personas se acerquen a ti. El propósito de un líder de adoración es dirigir a la congregación a adorar a Dios. Las personas deben reconocer que hay algo diferente en ti y que ellos deben ser retados a tener una relación más profunda con el Señor inspirados en lo que ven en ti. Si tú, como líder de adoración, sabes que has sido llamado por Dios a dirigir su pueblo a la adoración genuina, la unción de Dios estará a tu disposición. Debes desarrollar un estilo de vida llena de adoración y alabanza a Dios ayudando a otros hacer lo mismo. La escritura dice que Dios está llamando a su pueblo a adorarle en espíritu y en verdad (Juan 4:23), así que un líder de adoración tiene como tarea el ayudar a otros a responder a este llamado de Dios. La adoración debe convertirse en más que una rutina. Cuando las personas entran en una verdadera adoración debe haber cambios, que sean diferentes de lo que eran antes. Por tanto, el líder de adoración debe ser un ejemplo a todas las personas que él dirige a la presencia de Dios. Aunque sería muy tentador crear una fórmula basada en cómo lograr un servicio de adoración exitoso en vez de depender en la dirección de Dios, nunca debes subestimar el poder del Espíritu Santo. El Salmo 22:3 dice que Dios habita en la alabanza de su pueblo, así que, aunque no veas o sientas su presencia durante la adoración, esto no significa que Dios no esté presente. Puedes estar seguro que si estás ofreciendo sinceramente una ofrenda de adoración y alabanza, el Espíritu Santo la honrará, moviéndose en la congregación y ministrará a todos los que la quieran recibir. Acuérdate que Dios quiere ministrarnos tal como nosotros lo hacemos a Él. Permítele a Dios

moverse como quiera, sin que te interpongas en el medio. Mantén tu corazón puro y humilde. Si haces esto, verás que Dios hará cosas maravillosas. Comenzando un Ministerio de Adoración Hay muchos detalles prácticos que deben ser considerados por aquellos que quieran comenzar un ministerio musical. Para que te puedas mantener fresco y relevante a las personas que sirves, un ministro necesita enfocar su atención en ciertas prioridades. Una de ellas es la calidad del equipo de alabanza y qué es lo que cada uno aporta al ministerio. En un ministerio musical, hay un número de costos que deben ser cubiertos de forma regular; equipos musicales y de sonido, viajes, pagos a músicos, etc. Algunas personas se ofrecen como voluntarios para ayudar en el ministerio, otros no tienen el tiempo ni el dinero para hacerlo. Las personas que viven de la música, necesitan ser compensados por su esfuerzo y esto se puede hacer ya sea por salario u ofrendas. Acuérdate que cuando las personas hacen este tipo de compromiso, deben ser honrados por el mismo. Después de todo, invertir en un ministerio musical y en las personas que trabajan en el mismo, puede ser una gran decisión, considerando los beneficios potenciales que se puede cosechar. Algunos ministerios musicales tendrán como meta grabar un CD. Los beneficios de hacer y distribuir canciones de alabanzas a creyentes y no creyentes son enormes. Para la persona sin experiencia, los detalles que implican el mismo pueden ser intimidantes. Por tal razón es de ayuda familiarizarse con alguna de las implicaciones prácticas y cómo éstas se relacionan con el líder de adoración. La vida de un CD comienza en la pre-producción, en la cual el artista y su equipo de trabajo toman decisiones en cuanto al estilo que el mismo va a tener. El departamento de mercadeo ayuda al artista a decidir qué tipo de diseño debe tener el producto. Luego, dirigido por los productores e ingenieros de sonido, el artista realiza la grabación en un estudio. Una vez que se hace el diseño de la carátula del disco y el proceso de grabación está completo, el CD se puede hacer en dos semanas. Una compañía hace las replicas del CD, lo empaca y ya está listo para ser distribuido para la venta. El artista también debe decidir cómo se va a vender y distribuir su producto. Como esto puede ser un proceso complicado, muchos artistas deciden tener un distribuidor con experiencia que maneje el producto por ellos. Entonces, dependiendo del contrato que el artista firme con la compañía distribuidora, ellos pagan regalías en la grabación, basados en cuantas unidades hayan vendido. Todavía, algunos artistas deciden distribuir su propio producto. Son muchas las decisiones importantes, algunas muy complicadas, pero todas deben tomarse sabiamente con la dirección de Dios. Es obvio que hay muchos más aspectos en la vida de un líder de adoración que las que hemos cubierto en el artículo. Al final, la vida del líder de adoración, tanto en la plataforma o fuera de ella, debe reflejar el patrón dado por nuestro Señor Jesucristo como verdadero adorador. De hecho, hay muchas

cosas que debes estar consciente antes de buscar un ministerio de adoración, pero si crees que Dios te está llamando, entonces debes responder a Él. Nunca dudes en buscar consejo de aquellos que ya han pasado por este proceso. Desde las inquietudes o preguntas que tengas en el dirigir a otros a adorar a Dios genuinamente, a los detalles prácticos para mantener el ministerio, lo mejor que puedes hacer es que deposites tu confianza en Dios, busques su voluntad y que le des a Él la gloria. Él puede hacer grandes cosas a través de ti si le das la oportunidad. Pon tus ojos en Jesús y en Su vida como ejemplo de un verdadero adorador y no tengas temor de hacer algo nuevo si Él te lo muestra.

Adoración: La meta de salvación John MacArthur

La adoración es la clave para comprender la cuestión total de la salvación. Eso se debe a que la meta de la salvación es producir verdaderos adoradores.

Ellos son lo que “adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Jn. 4:23). Cuando Pablo evangelizó a los perdidos, aun sus seguidores dijeron de él: “Este persuade a los hombres a honrar a Dios contra la ley” (Hch. 18:13). El corazón y el alma del evangelismo es llamar a los perdidos a adorar a Dios. El no vivir una vida de adoración es una afrenta a su santa naturaleza y un acto de rebelión en su mundo. El evangelismo es el registro de una crónica de adoración. Cuando los sabios del oriente vieron al recién nacido Cristo “postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mt. 2:11). Después que los discípulos vieron a Cristo caminar sobre las aguas y calmar una tempestad, lo adoraron diciendo: “Verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mt. 14:33). Un ciego a quien Cristo sanó dijo: “Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye” (Jn. 9:31). Aquel hombre destacaba que solo hay dos clases de personas: Aquellos a quienes Dios oye y a quienes no oye. El contraste es entre pecadores y adoradores. Ser cristiano es ser un adorador. En los evangelios los que llegaron a conocer a Cristo le rindieron alguna clase de adoración, dándole honor, homenaje, respeto, reverencia, adoración y alabanza al mismo Dios. Nosotros no debemos hacer menos.

El autor de Epístola a los Hebreos escribió: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor” (He. 12:28–29, vea Dt. 4:24). La adoración agradable es el resultado de la salvación. Pero la adoración alcanza su plenitud cuando el creyente espontáneamente se ofrece a Dios, lo adora con respeto y con temor piadoso. Dios debe ser el centro de nuestros pensamientos ¿Cómo podemos cultivar un corazón para la adoración? Haciendo a Dios el centro de nuestros pensamientos. Adorar es un desbordamiento de una mente renovada por la verdad de Dios. Debemos centrar toda nuestra atención a Él. Centrar nuestros pensamientos en Dios comienza con lo que me gusta llamar descubrimiento. Es decir, cuando descubrimos una gran verdad respecto de Dios, comenzamos a meditar sobre esa verdad hasta que cautiva toda nuestra capacidad pensante. Esa a su vez nos conducirá a la adoración. A veces no será una cuestión de descubrir algo nuevo. Quizá sabemos una verdad pero la olvidamos. O tal vez todavía la recordamos, pero ahora la vemos más claramente o desde una perspectiva diferente. Si la adoración se basa en la meditación, y la meditación en descubrir, ¿sobre qué se basa el descubrir? En el tiempo invertido con Dios en oración y en la Palabra. Es triste que muchos consideren la oración primordialmente como una manera de conseguir cosas. Hemos perdido de vista el aspecto que acompaña la oración, es decir, estar quietos y ser conscientes de la maravillosa presencia de Dios y tener comunión con Él allí. Como creyentes, estamos arraigados y fundados en Cristo, pero cuán profundamente crecen nuestras raíces y cuán maravilloso aparece nuestro fruto dependerá en gran medida de nuestro proceso de descubrir y meditar en la maravillosa verdad de Dios. Donde no hay descubrimiento, no habrá meditación. Donde no hay meditación, no habrá adoración. Cuando tratamos de centrarnos en la adoración, encontraremos un gran obstáculo, el ego. En lugar de permitir tiempo para la oración, la meditación y la adoración somos propensos a cumplir nuestros propios deseos. Nos inclinamos a pensar sobre nuestros propios proyectos, actividades y necesidades, pero no acerca de Dios.

Incluso si lo hemos aprendido de otra persona, debemos meditar en verdades espirituales y apropiarnos de ellas. Al hacer eso, el Señor llenará nuestros corazones con alabanza. Tomado del libro: Nuestro extraordinario Dios Editorial: Portavoz

Adoración y adicción Don Williams

Si nos convertimos en aquello que adoramos, el camino para salir de la idolatría es renunciar a nuestros ídolos y volvernos hacia el Dios viviente.

Adore al dinero, y se volverá codicioso. Adore al sexo y se volverá lujurioso. Adore el poder, y será corrupto. Adore a Jesús, y se volverá como Cristo. Nos convertimos en algo parecido al objeto de nuestra adoración. Pero ¿qué significa adorar? El verbo “adorar” en hebreo, significa rendirse, caer en sumisión, de la manera en que nos humillaríamos ante un rey poderoso (Salmo 95.6). Pablo dice que la adoración es la ofrenda de nuestros cuerpos como sacrificio (Romanos 12.1). Esta adoración abarca todos los aspectos de nuestra vida. Aunque no lo entendamos del todo, la adoración es la parte espiritual de nuestra entrega, sumisión o apego a muchas cosas. La adoración del dinero, del sexo, del poder o de las personas, da como resultados conductas adictivas y compulsivas. La impactante verdad es que todos nos sentimos atraídos a adorar a algo o a alguien que no sea el Dios viviente. Esto es idolatría, pura y llanamente. Nos roba nuestra humanidad y nos hace adictos. Así que, si de veras queremos librarnos de la idolatría, debemos comprender lo que es la adicción. La adicción se da cuando apegamos nuestro deseo a algo o a alguien que nos controla. A medida que ese apego crece, nos consume. Poco a poco, somos cautivos de las mismas cosas que nos dan placer y significado. El Doctor Gerald May dice: “Todos somos adictos, en el sentido estricto de la palabra”. Si es cierto, entonces también somos todos idólatras, en el sentido estricto de la palabra. Podemos negarlo, pero recordemos que la negación es el primer síntoma de la adicción. El psicólogo John Bradshaw dice que la mayoría de nosotros provenimos de “familias disfuncionales”, familias que no funcionan de manera abierta y saludable. A menudo, somos niños abusados sexual, física o mentalmente.

Vivimos con mucho dolor reprimido. Bradshaw llama a esto el “agujero del alma”. Todo lo metemos allí, para llenar este agujero. Es un imán para las adicciones. El problema es que el agujero nunca se llena, y se hace más y más grande. Si la idolatría es el tema, y la adicción es el resultado ¿cómo podemos entenderlo? Las tres C nos dan la clave. La adicción comienza por el deseo de “consumir” algo. Esto nos lleva a perder el “control”, lo cual resulta en uso continuo. Digamos que formamos una dependencia con la nicotina. Cuando necesitamos relajarnos, levantar el ánimo u olvidar un problema, deseamos consumir. Cuanto más usamos, tanto más queremos – y necesitamos –. Ahora ya hemos perdido el control, y vamos camino de fumar un cigarrillo tras otro. Cuando somos adictos, ya estamos dentro del patrón de conducta del uso continuo. Cuanto se vuelve obsesión, tenemos un ídolo. ¿Cuál es entonces, la raíz de la adicción? Es espiritual, es idolatría. Sea cual fuere el objeto de nuestra adicción, es un ídolo en nuestra vida. Nos preocupa, lo deseamos, estamos a su servicio. Como hemos visto, adorar el objeto de nuestra adicción conforma su aspecto espiritual. La Biblia nos enseña que con nuestros ídolos, no solo deshonramos a Dios, sino que también perdemos nuestra verdadera humanidad: “Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que lo hacen, y cualquiera que confía en ellos” (Salmo 115.4-8). “¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos?” (Jeremías 2.5). En New Tasks for a Renewed Church (Nuevas Tareas para una Iglesia renovada) Tom Wright analiza la idolatría. Primero, los ídolos son todas perversiones del bien. Por ejemplo, el sexo es bueno según el designio y el plan de Dios, pero como ídolo, es degradado y nos esclaviza. Segundo, los ídolos nos ensalzan. Cuando los adoramos, sentimos que medimos tres metros de alto. Tercero, los ídolos exigen sacrificio. Todo adicto sabe lo que ha sacrificado al ídolo del alcohol o a las drogas: tiempo, energía, dinero, integridad y hasta otras personas.

Cuarto, creamos una ideología para justificar a nuestros ídolos. La obsesión sexual es la revolución sexual, la conquista del daño, de la represión victoriana. Quinto, los ídolos nos esclavizan. Exigen nuestras vidas. No es de extrañar que Pablo enseñe que detrás de los ídolos mudos hay demonios ocultos (1 Corintios 10.19-20). Quieren mantenernos en el reino de las tinieblas. La Biblia lucha una batalla continua en contra de la idolatría. El primer mandamiento es: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Y el segundo: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. (Éxodo 20.3-4). Solamente Dios merece nuestra adoración. En ello, Él nos devuelve nuestro ser. Si nos convertimos en aquello que adoramos, el camino para salir de la idolatría es renunciar a nuestros ídolos y volvernos hacia el Dios viviente. Esto comienza con una entrega personal y pública. En lenguaje psicológico, debemos “despegarnos”. Esto solo puede hacerse por medio de la intervención y la gracia de Dios. La convicción moral no alcanza. Solo cuando quebramos el centro de nuestro ser lo lograremos. Solo cuando destruimos nuestra vergüenza y culpa, podremos hacerlo. Pablo escribe en Romanos 12.1: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. Por esta misericordia, entonces, venimos a adorar. Traemos el sacrificio de nuestros cuerpos. Somos aceptables ante Dios por medio del perfecto, impoluto cuerpo de su Hijo. Ahora le pedimos al Espíritu de Dios que llene “el agujero del alma” con su presencia. Comenzamos a adorar solamente a Dios, a amarlo con todo nuestro corazón, toda nuestra mente, toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas. Esta adoración nos hará parecernos a Cristo. En lugar de conformarnos a este mundo y a nuestras adicciones idólatras, Él nos hará conformarnos según su persona (Romanos 12.2). Si adoramos a las drogas, nos deprimiremos y nos volveremos personas consumidas. Si adoramos al trabajo, nos volveremos frenéticos, inquietos. Si adoramos a Jesús, nos pareceremos cada vez más a Cristo. Hay dos opciones: ser como nuestros ídolos, o como el Dios viviente. Debemos elegir: Pablo les dice a los Tesalonicenses: “Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,

y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera (1 Tesalonicenses 1.9-10). No hay, realmente, otra opción. Tomado del libro: Lo que todo adorador debe saber

Cómo edificar a todos con la música Steve Miller

¿Qué estilo musical es el más adecuado para la Iglesia? ¿Y para evangelizar?

¿Qué estilo musical es el más adecuado para la Iglesia? ¿Y para evangelizar? En esta nota, el autor nos orienta para que podamos ser "todo para todos" en cuanto a la música. Porque al final de cuentas, el amor es el que edifica. Por Steve Miller Una herramienta poderosa debe ser usada de manera apropiada. En las manos de un chef, una llama de gas es usada para preparar una fiesta. Controladas por un incendiario, la llama llega a ser mortal. De la misma manera pasa con la música cristiana contemporánea: si los principios bíblicos son violados, usar esta herramienta puede resultar sin sentido, o puede ser divisorio o destructivo, aun cuando la música sea usada con la mejor intención. Consideraremos qué dice la Biblia con respecto a nuestro uso de la música. Hacerse de todo para todos Este principio de 1 Corintios 9:19-23 muestra que debemos escoger los estilos al comprender la cultura a la cual nos dirigimos. Es en esta sección de las Escrituras en la cual el apóstol Pablo revela un componente esencial de su estrategia para evangelizar cuando dice: "a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos". ¿Cómo podemos ser "todo para todos" en cuanto a la música? Primero que nada, debemos resignarnos al hecho de que ningún estilo de música funcionará igualmente bien en todos los contextos culturales. Pablo abandonaba su propia zona de comodidad, la herencia cultural en la que se sentía cómodo, para poder alcanzar a otros con métodos en los cuales ellos se sintieran cómodos. Para el ministro que está preocupado por presentar el evangelio con

claridad, un entendimiento profundo del grupo al cual se dirige es esencial. Ignorar estos matices culturales es arriesgarse a presentar un Jesús irrelevante, o peor aún, a un Jesús débil. Ajuste la música a la ocasión Dentro de cada grupo cultural, existen formas musicales apropiadas para ciertas ocasiones, que son inapropiadas para otras. Proverbios 25:20 describe esto de la siguiente manera: "El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre". No tener en cuenta esto, podría frustrar el impacto pretendido. Prepárese diligentemente Mientras que el mundo se ha acostumbrado al profesionalismo musical, demasiadas veces la Iglesia se ha quedado adicta a la mediocridad. Pablo expresó el nivel de excelencia bíblico en su carta a los Colosenses: "Y todo lo que hagáis hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (3:23). ¡Pon tu alma al trabajo, como si tu jefe fuera el Señor! Enfóquese en Dios y en los otros La popularidad de la música presenta la amenaza de tentar a los grandes egos que tienen hambre de satisfacción. Los músicos cristianos tienen que luchar con la tentación de sustituir el servicio por el estrellato. Esta es un área en la cual la Biblia es clara: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (1 Pedro 5:5). Rinda cuentas a alguien En los últimos años, muchos cristianos muy prominentes se han visto involucrados en escándalos que han traído desgracia a la Iglesia. Tal vez mucho de esto pudo haber sido evitado si estos líderes se hubieran puesto bajo la autoridad de alguien. Los ministerios musicales harían muy bien en establecer el rendimiento de cuentas espirituales y financieras, como ya algunos lo hacen. Demande calificaciones espirituales Antes de que una iglesia contrate a un músico o a una banda, se les deben hacer algunas preguntas muy serias. Si los músicos son considerados como siervos o líderes de Dios en una posición visible dentro de la iglesia, ¿no deberían exhibir las mismas cualidades de los ancianos o los diáconos que se mencionan en 1 de Timoteo 3 y en Tito 1? Las vidas de los cantantes deben estar de acuerdo con las letras que cantan. Esfuércese por comunicar con claridad El pedido de oración de Pablo en Colosenses 4:3-4 debería ser adoptado por cada intérprete y líder de alabanza: "Que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo manifieste como debo hablar".

La claridad en el mensaje a través del cántico no es un asunto simple, especialmente en una sala de conciertos. Aun cuando los cantantes hacen su mejor esfuerzo para pronunciar con claridad las letras, los mensajes pueden ser oscurecidos por los problemas de acústica que provocan ecos y otras distorsiones. Muchas veces los problemas de la claridad del mensaje causados por las variantes de un concierto pueden ser vencidos por la previsión del promotor de la iglesia local. Sea sensible con el débil Una cosa es compartir la verdad, pero muchas veces compartir la verdad en amor es otra cosa completamente diferente. Aquellos que tienen libertad para usar la música cristiana contemporánea, deben considerar a aquellos que han sido cuidadosamente guardados de toda forma de música contemporánea, y están convencidos de la naturaleza malvada de tal música. Otros a quienes debemos considerar son aquellos que fueron libertados de una subcultura del rock de la cual ahora quieren mantenerse lo más lejos posible. Debemos usar nuestra sensibilidad hacia aquellos que tal vez nunca entiendan la libertad de usar tales formas para Dios. Aquellos que creen erróneamente que una práctica neutral es pecaminosa, son señalados como "débiles" por Pablo. Para entender mejor la respuesta apropiada que debemos tener para con los débiles, vamos a tomar Romanos 14 y sustituir el asunto de comer por el de escuchar música: "Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que puede oír la música cristiana contemporánea; otro, que es débil, oye solamente la música cristiana tradicional. El que oye la música contemporánea no menosprecie al que no la oye, y el que no oye la música cristiana contemporánea no juzgue al que la oye, porque Dios le ha recibido... Así que ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano". Extraído de "Debate de la música cristiana contemporánea" Editorial Unilit.

La prioridad de su Presencia Tommy Tenney

La falta de adoración siempre produce una falta de “trabajadores”, pues los extraordinarios trabajos de Dios se generan por la relación íntima que solo nace de la adoración.

La falta de mano de obra en el campo es tan crítica que Jesús nos ordenó que oráramos al Señor de la mies por más “segadores” que trabajen en el campo de las almas. El problema aquí es que nadie quiere salir de la cómoda “cocina” en la casa de Dios para trabajar en los campos. ¿Es posible que su casa esté llena pero que sus campos estén vacíos? Hace falta la pasión de Dios en los corazones humanos para impulsarlos más allá de la comodidad del hogar y la iglesia para formar trabajadores ungidos de compasión. La verdadera adoración no alienta el aislamiento; propicia la transmisión divina de la pasión de Dios por los perdidos y el mundo herido. Hay bastantes personas que trabajarán en la obra de Dios con sus manos, pero Dios está tratando de llevarnos a sentarnos a sus pies cuando nos visita, aun si este no es nuestro principal lugar de servicio. Sabe que nunca faltarán manos en el campo si ponemos nuestras vidas en sus manos. Fue Judas el que protestó por la adoración. La aparente situación de Marta de sentarse en la cocina antes que sentarse a los pies del Señor parece ser superada por ella. La dicotomía entre los puntos de vista terrenales y las perspectivas celestiales llegó a estar muy clara en la noche que María rompió el frasco de alabastro y ungió a Jesús en la casa de Simón el leproso. Una vez más nos encontramos con Marta sirviendo en la cocina, pero en esta ocasión no escuchamos su voz de queja. Su corazón se regocijó por el regalo de María para el Único que levantó a su hermano muerto, Lázaro. Fue Judas, el traidor en espera, que esa noche protestó por la adoración de María. Jesús interrumpió y les dijo:”Hay momentos cuando necesitan alimentar al pobre, pero en este instante mi presencia es la prioridad”. Marta ya había recibido la lección que Jesús le enseñó a las personas en el banquete: Cuando el Maestro está en la casa, se debe dejar a un lado todas las demás ocupaciones por la búsqueda que más importa: sentarse a sus pies y buscar su rostro, las Martas y Marías por igual, en la adoración. Deje los preparativos y alábelo cuando Él llegue. Somos cuidadosos para preparar nuestras casas de adoración antes de cada reunión colectiva. Planeamos nuestros cultos y

desarrollamos los detalles de su orden y contenido por adelantado. Esta es Marta sirviendo a Dios de la mejor manera, y esto es de gran valor a su debido tiempo y en el adecuado lugar. Nuestro error, como Marta antes que nosotros, es no dejar los preparativos y sentarnos a los pies del Señor cuando llega su manifiesta presencia. Debemos aprender a parar los preparativos y comenzar a alabarlo cuando Él se manifieste. ¿Pasaríamos cada momento de todo culto adorando en el altar? Esto parece bueno en una manera idealista, pero parece poco práctico e imposible desde este lado del cielo. El hecho es que nuestro práctico Dios proporcionó la predicación, la enseñanza, la exhortación y los dones, que ayudan a perfeccionarnos para la obra del ministerio. Hizo falta la manifestación de la presencia de Dios para transformar a Saulo en Pablo Dios estaba en “todas partes” cuando Saulo fue a Damasco a perseguir a los cristianos, pero el fariseo seguía convencido de que le estaba haciendo un favor a Dios erradicando a los renegados de la secta judía llamados cristianos. Hizo falta la manifestación de la presencia de Dios en un solo lugar junto al camino para derribar y transformar al asesino Saulo en el mártir Pablo por Cristo. La omnipresencia de Dios inundó el desierto cuando Moisés todavía velaba las ovejas de su suegro. Hizo falta la concentración o manifestación de la presencia de Dios en la zarza ardiendo para captar la atención de Moisés y lanzarlo a rescatar a Israel de la esclavitud egipcia. Estos son solo dos ejemplos de personas que reconocieron la presencia de Dios y lo honraron al ofrecerle sus vidas. Estoy convencido que a menudo Dios visita nuestras reuniones, en especial cuando comenzamos a olvidarnos de nosotros mismos y a concentrarnos en Él. Sin embargo, pocas veces nos damos cuenta de su manifiesta presencia. Incluso, con menos frecuencia honramos a Dios al ofrecerle el control total de nuestras agendas y nuestras vidas. Él todavía no ha terminado contigo. ¿Alguna vez ha visitado a un amigo o un pariente que le hace sentir que su visita es un inconveniente o una interrupción en su plácido desarrollo y por completo previsible horario del día? He estado de visita entre personas que actuaron como si ni siquiera estuviera allí. Considere por un momento cómo se siente el Espíritu Santo cuando respondemos a la fresca brisa de su presencia que se mueve en nuestro culto, como una declaración como ésta: “Y ahora pasemos

a la siguiente parte de nuestro culto”. ¿Qué hicimos? A través de nuestras acciones le decimos al Espíritu Santo de Dios: “Pues bien, estamos contentos de que nos hayas visitado. He aquí tu sombrero, pero no tienes que estar apurado para marcharte. Solo trabajaremos a tu alrededor...” ¡Qué dicotomía tan increíble! Por un lado decimos: “Oh, ven, Espíritu Santo. Ven y manifiesta tu presencia entre nosotros”. Cuando llega, le decimos: “Espero que no tengas planeado quedarte mucho tiempo. Tenemos asados en el horno, los visitantes por primera vez en la congregación, y agendas que seguir”. Fracasamos en cambiar la divina visitación en santa habitación porque no valoramos su presencia. La solución es simple: “Marta, cuando la presencia del Señor está en la casa, quítate el delantal, sal de la cocina y siéntate a sus pies”. Tomado del libro: Busquemos a Dios, sirvamos al hombre Editorial: Unilit

¡Alabado sea el Señor! Don Williams

Don Williams - ¿Cuál es nuestro motivo al entrar en la presencia del Señor para adorarlo?

Comentario del Salmo 150 El grito final del salterio es “¡Alabado sea el Señor!”, con tono imperativo. En este vasto volumen de literatura se nos llama a hacer esto una y otra vez. El estudio de los Salmos sería un ejercicio fútil si no oyéramos ni obedeciéramos a este llamado. La mayor verdad de Dios es que Él merece nuestra adoración, y la verdad más profunda acerca de nosotros es que hemos sido creados para adorarlo. Cuando lo hacemos de veras, encontramos el fin eterno y real – el telos – de nuestra existencia. ¿Por qué es que hay tanta gente dura, fría, sin amor, temerosa, introvertida, triste, asustada, vacía, enojada, violenta, calculadora, egocéntrica, consumida en sí misma? La respuesta es: jamás han adorado a Dios. Nunca se inclinaron ante Él, jamás se han sometido a Él, nunca lo vieron en su gloria y amor, nunca se levantaron para alabarlo, para gritar su alabanza.

Nunca han conocido esta liberación, y si por un momento la percibieron, se han negado a permanecer allí, casados con la adoración, habitando su presencia y recibiendo el poder del Dios todopoderoso, por medio de su Hijo en su Espíritu. Al llegar al final de esta era, los temas se ven claramente. El campo de batalla está definido. O adoramos al Dios viviente, o al diablo con todas sus máscaras y disfraces. ¿Pero cómo adoramos? ¿Dónde aprenderemos a adorar a Dios? La primera respuesta es bíblica. Los salmos nos enseñarán y reformarán nuestra adoración, si les prestamos atención. Nos llevarán a la adoración centrada en Dios y no en la estética o el arte dramático. Nos enseñarán que adorar es rendirse ante el gran Rey que reina, y nos rendiremos. Nos enseñarán cómo alabarlo, a reconocer su carácter y su obra, que lo hacen merecedor de nuestra alabanza, pues evoca nuestro gozo. También aprenderemos a esperar en Él, en calma y silencio, escucharemos su voz. Creceremos en la expectativa de que Él oirá cómo su palabra nos llega, y también aprenderemos a peticionar ante Él como nuestro Rey, esperaremos recibir sus respuestas y veremos cómo demuestra ser el Dios viviente que está activo entre nosotros, una vez más. Esperaremos ver su salvación, sanación, liberación, paz y consuelo al oír su palabra y ver su obra. Todo esto dará como resultado más y más grandes olas de alabanza que asciendan a su trono, hasta el día en que nos lleve con Él para siempre. El Salmo 150 finaliza el salterio con un llamado a la alabanza. La palabra “alabanza” aparece repetida trece veces en seis versículos. Este salmo es una introducción y un resumen de lo que es la verdadera adoración: expresar gozoso deleite en la presencia de Dios. ¡Alabado sea el Señor! Alaben a Dios en su santuario Alábenlo en su poderoso firmamento. El versículo 1 comienza con la exhortación común: “¡Alabado sea el Señor!” Nos habla a todos en conjunto. Responde a la pregunta de qué hacer en presencia del majestuoso Rey. Venimos a Él ofreciendo gritos de gloria a su nombre. Venimos expresándole nuestro amor, deleite y adoración. Pero, ¿dónde hacerlo?

Primero, debemos alabar a Dios “en su santuario”. Por supuesto, su templo o palacio en Jerusalén. Durante generaciones los judíos iban a Jerusalén a alabar al Señor, mientras existió el templo. Con la venida de Jesús, sin embargo, el velo del templo que separaba a la gente de la santa presencia de Dios, fue quitado, y el templo fue luego destruido en juicio. Ahora adoramos a Dios en el templo del cuerpo resucitado de Jesús (Juan 2.13) y, como creyentes, somos todos parte de ese cuerpo. También nuestros cuerpos – que refleja el de Jesús – son pequeños templos donde Dios elige habitar con su Espíritu (1 Corintios 6.19). Hoy, al reunirnos para adorar como iglesia, somos el templo viviente de Dios, el cuerpo de Cristo en ministerio. También adoramos a Dios en “su poderoso firmamento”. Lo adoramos en la vasta expansión de los cielos. El cielo y la Tierra se unen y se convierten en una misma cosa al adorar a Dios (ver Salmo 148). El versículo 2 del Salmo 150 continúa: “Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza”. ¿Cuál es nuestro motivo al entrar en la presencia del Señor para adorarlo? Primero, lo “alabamos por sus proezas”. Para hacerlo debemos recordar las grandes cosas que Él ha hecho en la creación y la historia. Sus actos revelan su carácter. Por medio de ellos aprendemos de la majestad del Creador. A través de ellos aprendemos de su rectitud y justicia, cuando golpea a Egipto con plagas y derrumba las murallas de Jerusalén. Y por medio de ellos aprendemos de su amor y misericordia, de su alianza con nosotros, su fidelidad, consumada en el nuevo pacto por medio de la sangre de su Hijo. También debemos recordar sus proezas en nuestras propias vidas. Provee para nosotros, día tras día. Entra en nuestras vidas por medio de su Espíritu. Responde a nuestras oraciones. Nos libera de nuestros enemigos. Cura nuestras enfermedades. Nos une en amor. Nos madura en su palabra, nos emplea en la obra de su reino, y se mantiene fiel. En verdad, “¡Alabadle por sus proezas!” También debemos “Alabarle conforme a la muchedumbre de su grandeza”. Dios es grande. Está lleno de grandeza. Nadie es más grande que Él. Lo alabamos por quien es Él, no solo por lo que ha hecho. Es el rey poderoso.

Es el Dios eterno, es la fuente de todas las cosas; todas las cosas vienen de Él y a Él vuelven. Está lleno de santidad, justicia, confiabilidad y amor en su alianza. Es el alfa y la omega; el comienzo y el fin. La adoración es para este grandioso Dios. Nuestros motivos para alabarlo son dobles. Lo alabamos por lo que ha hecho, y por quien es Él. ¿Pero cómo alabaremos su nombre? “Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas. Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo. Todo lo que respira alabe a JAH. “¡Aleluya!” El salmista nos da medios para alabar, al describir los instrumentos musicales del antiguo Israel. Debemos alabar a Dios con “el sonido de la bocina” – el cuerno de carnero utilizado para señales – el salterio y el arpa, los timbales – utilizados por las mujeres para la danza – las cuerdas – instrumentos de cuerdas – flautas y címbalos – tipos de instrumentos de percusión –. Debemos alabar a Dios con una sinfonía de sonidos (versículos 3-5). Hoy podemos agregar a la lista legítimamente nuestros propios instrumentos musicales. Todo lo que evoque o exprese alabanza es legítimo instrumento de alabanza y, por ello, relevante para la cultura que lo utilice. No importa qué instrumentos usemos; el hecho es por qué los usamos y cómo lo hacemos. Nuestras voces en alabanza se acompañarán de instrumentos de alabanza. También debemos danzar (v.4). La expresión física es importante en la alabanza. Lo que importa aquí es si la danza proviene del corazón y está guiada por el Espíritu – y no por el afán del espectáculo – y si es adecuada para la reunión. Preguntemos si la presentamos como ofrenda al todopoderoso Dios. Al concluir, hay una exhortación final que nos refiere nuevamente al versículo 1: “Todo lo que respira alabe al Señor”. Los animales respiran: deben alabar al Señor. Las aves respiran: deben alabar al Señor. Los humanos respiran: deben alabar al Señor. Este es el propósito de la respiración, el Espíritu – ruach – el aliento que Dios insufló en nosotros (Génesis 2.7). Debemos devolverle nuestro aliento en alabanza, ofrecerle la esencia de nuestra vida. En verdad, como termina este Salmo, “¡Aleluya!” ¡Gloria a Dios! Tomado del libro: Lo que todo adorador debe saber

Revelación y respuesta Matt Redman

Matt Redman - ¿Qué tipo de revelación les traen a las personas las canciones que les hacemos cantar? ¿Les dan una “imagen total” de Dios?

Hace poco estaba pensando en la adoración a través de las puertas de la “revelación” y la “respuesta”. ¿Qué tipo de revelación les traen a las personas las canciones que les hacemos cantar? ¿Les dan una “imagen total” de Dios? ¿Hay suficiente de la gracia y esplendor de Dios en nuestras reuniones de adoración, como para despertar aún a los corazones cansados o desalentados? ¿Y respondemos de manera adecuada ante la revelación que recibimos? La adoración siempre responde a una revelación. Mientras pienso en estos aspectos de la adoración, veo que le he prestado más atención a uno que a otro. A menudo trabajo sobre el tema de la adoración en la congregación. Pensando más en el elemento de respuesta que en el costado de la revelación. Y me pregunto si esto no les sucederá también a otros líderes. En algunos servicios es obvio que el líder por sobre todas las cosas, se ve impulsado por encontrar respuesta de parte de la gente. No hay mucho acerca de la integridad y el corazón de las ofrendas. En cambio, se observa gran aliento a “gritar/palmear/bailar” y demás expresiones. En lugar de concentrar la atención en un corazón que rebosa con sinceridad, pareciera que se lleva a cabo un tipo de competencia disco espiritual, con un premio para los participantes que más se destaquen. Y no es fácil señalar con el dedo. ¿Soy yo diferente cuando lidero? ¿Qué sucede en mi mente mientras lo hago? ¿No he liderado reuniones en las que al final de cada canción mi mente busca el “aplausómetro”, para ver si vamos bien? Después de todo, si la gente aplaude después de cada canción entusiasta, significa que la reunión va bien, ¿verdad? ¿No me encuentro a veces subconscientemente mirando el horizonte de la congregación, buscando señales de vida? (si veo manos levantadas, ¡significa que funciona!) A medida que avanzamos hacia la íntima reverencia ¿no espío con

los ojos entrecerrados para ver qué respuesta obtengo, y espero ver al menos una persona de rodillas, con los ojos llenos de lágrimas? Estoy exagerando un poco, para señalar a qué me refiero, pero creo ser claro. Muchas veces cuando lidero el servicio de adoración, lo que me impulsa es obtener buena respuesta de la gente. Quiero ver resultados. Ahora, todas estas cosas son potencialmente buenas: bailar, alzar las manos, aplaudir, arrodillarse, pero en lugar de buscar desesperadamente verlas – o, Dios no lo permita, aún intentar hacer que sucedan – debiera yo estar más interesado en lo que subyace a estas respuestas – o la falta de ellas. Es una distinción sutil pero importante para cualquier líder de servicios de adoración. Y esto nos lleva justamente de vuelta a la revelación. En lugar de estar tan interesados por ver cómo responde la gente, es bueno prestar atención a aquello a lo que responden. Como líderes y compositores de canciones, necesitamos concentrarnos más en las razones por las que escribimos y lideramos, es decir, en el valor de Dios. ¿Qué aspectos de la maravilla de Dios y esplendor les presentamos a las personas, para que entreguen sus corazones? ¿De qué modo les recordamos a los corazones, las mentes y las almas, los actos misericordiosos que Dios ha realizado, y la inconmensurable gracia que Él derrama sobre nosotros? Ahora, claro, esto no es solo responsabilidad de nosotros, ya que todos los que están involucrados en el servicio juegan su papel. Pero debemos tomar nuestro rol muy en serio. En lugar de buscar entusiasmar a la gente – aún de manera muy sutil – para que respondan de una u otra forma, debemos encarar la tarea de manera diferente. Traigamos canciones tan llenas de nuestro glorioso Jesús, como para que se encienda un nuevo fuego en los corazones, como respuesta a nuestra música. William Temple escribió: “La adoración es para despertar la conciencia ante la santidad de Dios, para alimentar la verdad de Dios, para purgar la imaginación con la belleza de Dios, para dedicar la voluntad al propósito de Dios”.

Observe el modo en que esta definición de la adoración se centra en la revelación. Este hombre sabía que para que las personas se involucren con la santidad, verdad y belleza de Dios, se requiere la devoción de la voluntad al propósito de Dios, que nuestras vidas enteras estén puestas en la adoración. Y al final esta es la respuesta de todo quien ha reconocido sinceramente la inconmensurable revelación de Dios. Sí, en el poder del Espíritu Santo podemos ayudar a llevar a la gente hacia una revelación nueva de Jesús durante el servicio de adoración, la respuesta llegará sola. No podremos impedir que ocurra una explosión de apasionado baile, reverencia, canto y adoración de parte de quienes aman a Dios. Tomado del libro: Lo que todo adorador debe saber

Adoración y justicia Mike Pilavachi

Hay muchas maneras de vivir la adoración, y buscar el corazón de Dios de justicia para los pobres y quebrantados, es una de ellas.

¿Cuál es el vínculo entre la adoración y la justicia? Hay muchas maneras de vivir la adoración, y buscar el corazón de Dios de justicia para los pobres y quebrantados, es una de ellas. La adoración y la justicia son dos caras de la misma moneda, y están íntimamente relacionadas. Uno de los pasajes que mayor desafío me presentaba es Amos 5.23-24. Estos versículos dicen: “Quita de mi la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo”. Aquí encontramos la ira de Dios, que pena por un pueblo que podría haber cantado las canciones correctas y hecho todo lo que se debía en el templo, pero cuyas vidas no eran acordes a ello. No vivían la justicia de Dios. No veían que debían cuidar del pobre, del quebrantado, del oprimido y del marginal, que son aspectos importantes de la adoración. ¿Dónde nos deja esto en términos de cantar canciones de adoración? No se trata de minimizar el rol de las canciones o de rechazar lo que hacemos como comunidad reunida. Y, por supuesto, tampoco de minimizar la adoración.

Pero debemos mirar a nuestro Padre celestial a los ojos, sin mirar con desprecio al pobre, al quebrantado y al oprimido, porque estaríamos contradiciéndonos. Juan dice en su primer carta: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (4.20). En cierto sentido es así de simple. Es reconocer lo que hacemos cuando cantamos con el resto de nuestras vidas. En Mateo 25 Jesús dice al recto: “El rey dirá (…) tenía hambre y me diste de comer, tenía sed y me diste de beber (…) tenía frío y me abrigaste”, etc. El recto dirá: “¿Cuándo te vi con hambre…?” Y el Rey responderá: “…lo que hiciste por el menor de mis hermanos, por mí lo hiciste”. Jesús dice explícitamente que el modo en que tratemos a los pobres y menospreciados de la sociedad, está íntimamente ligado con lo que le ofrecemos a Dios. Cuando vivimos una vida de adoración, lo que cantamos tiene mucho más significado. Algunas personas dirán que si vivimos cuidando al pobre, entonces ¿para que gastar tiempo y dinero en la calidad de la música, o en los sistemas de sonido, si este dinero podría darse a los pobres? ¿Qué dices a esto? Exactamente fue lo que se le dijo a María Magdalena cuando rompió el frasco de alabastro con perfume sobre los pies de Jesús, perfume que valía más que un año de salarios. Vemos en Juan 12 que ella lo vertió sobre Jesús, y que fue algo extravagante, un derroche. La pregunta fue: “¿Por qué no vendiste el perfume para dar el dinero a los pobres?” Y Jesús respondió: “Siempre habrá pobres entre ustedes, pero no siempre me tendrán a mí entre ustedes”. El Señor llamó a Israel a dar lo mejor para el templo, y a ofrecer sacrificios a Dios. Cuando lo hacemos, siempre tendremos más que suficiente para dar al pobre. Es cuando tenemos una mentalidad de pobreza hacia Dios, que encontramos que no tenemos recursos suficientes para ayudar a los pobres. Si no somos extravagantes al adorar a Jesús, entonces no somos más que trabajadores sociales glorificados. ¿Cómo hacemos esto en la práctica, en la vida cotidiana? Intentamos encontrar maneras de expresar nuestra búsqueda de la adoración y la justicia. Los domingos ponemos una bolsa grande al frente de la iglesia. Alguien dijo que la arquitectura de una iglesia refleja su teología. Si la iglesia tiene un gran altar y velas, se sabe que tiene cierta teología. Si hay

un gran púlpito con un águila de oro, se conocerá su teología. Bueno, nosotros tenemos una bolsa enorme al frente de la iglesia, y durante la ofrenda, cuando la gente entrega el diezmo para la obra del Señor, entregamos también comida y otros elementos. Esto se distribuye a los servicios sociales, que a su vez lo entregan a los necesitados. Es simbólico. Esta bolsa grande al frente de la iglesia nos recuerda que siempre debemos pensar en los pobres. Lo que más interesante me parece, como pastor, es que las personas más activas en el ministerio del quebrantado siempre son los más comprometidos en la adoración los domingos. No es una cosa o la otra. Son dos caras de la misma moneda. Yo se que cuanto más amo a Jesús, tanto más siento de su compasión por un mundo dolido y en pena. Debemos adorar a Dios, alabarlo y darle gracias en el templo, y luego desde allí, salir con poder para vivir una vida que sea de su agrado. Tomado del libro: Lo que todo adorador debe saber Entrevista