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Habitar-Convivir-Vivir Bien
en el contexto del capitalismo contemporáneo
Autor: Jhohan Braxton Oporto Sánchez
Profesión y grados: Licenciado Arquitecto y Magister en Educación Superior por la Universidad
Mayor de San Simón – Bolivia, Doctorante en Estudios del Desarrollo por la Universidad
Autónoma de Zacatecas – México
Institución(es): Universidad Mayor de San Simón – Universidad Autónoma de Zacatecas
E-mail: [email protected]
Resumen:
El programa y la crisis del capitalismo imperialista contemporáneo en su estrategia de
globalización ha generado efectos en múltiples dimensiones de la vida planetaria. En la
comprensión de que la crisis socioeconómica es solo un ámbito de una Gran crisis
civilizatoria surge la necesidad de que la humanidad genere alternativas para la
construcción de un nuevo horizonte epocal, igualitario y justo. Un horizonte epistémico-
ético de las relaciones sociales y de éstas con la naturaleza. La emergencia de fuerzas de
cambio encarnadas por movimientos sociales en América Latina durante la primera década
del siglo XXI ha planteado la reconfiguración política de varios de sus Estados, sin
embargo en la escalas cotidianas, por ejemplo la dinámica urbana, sigue el habitual guión
de opresión de la vida. Así, la producción y el consumo de la ciudad boliviana concretiza
un escenario contradictorio de relaciones económicas, políticas, ambientales, culturales
que, sin embargo, sirven como marco real para la subversión del subdesarrollo que es
desigualdad. La búsqueda colectiva del Vivir Bien, más allá de su retórica mística,
encuentra en las particularidades históricamente excluidas de tal producción y consumo, las
condiciones material e inmateriales de imaginación y construcción creativa de nuevas
relaciones sociales y productivas para el Habitar Bien y el Convivir Bien. Es en esta
realidad urgente que a la academia le cabe reflexionar su papel de sujeto y objeto históricos
para la transformación social de acuerdo a los principios revolucionarios de la universidad
pública o de otra manera alimentar el statu quo con la indiferencia de marfil en su torre.
Palabras Clave: ciudad; desarrollo; ética; habitar-convivir-vivir bien; programa y
crisis del capitalismo contemporáneo.
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Introducción
Pero no vivimos en el equilibrio bucólico de la sabiduría expansiva, sino en el desequilibrio caníbal y
reduccionista de la anormalidad globalizada, de las demencias imperiales, de la uniformización de una
ignorancia prepotente. Como en tantas otras épocas de la historia humana, a los espíritus sensibles sólo les
queda resistir, explorar, inventar.
Edgar Morin
La crisis del capitalismo en su forma neoliberal contemporánea ha desnudado el
determinismo histórico unilineal con el que la economía oficial ha concebido el decurso de
la sociedad planetaria. La lógica global del capital: la ganancia y el aumento de la riqueza
está en crisis y se expone en escenarios de alto contraste.
Por un lado, tenemos la crisis del modelo de desarrollo centrado en el estado
benefactor de la Unión Europea (UE). El abatimiento de las estructuras y estrategias que
sostuvieron este paradigmático modelo de estado han sido carcomidas por las deudas de la
especulación financiera. También tenemos a Estados Unidos (EEUU) en una situación de
avanzado descrédito de su manejo de relaciones internas y con el resto del mundo, primero,
con su gigante aparato corporativo y financiero en recurrentes tumbos de deudas y quiebres
refinanciados, y segundo, por sus políticas de estado intervencionistas en la soberanía de
países por el alto grado de intereses geopolíticos. Irak, Afganistán, Libia, Irán, Siria,
Ucrania, entre otros países, están haciendo patente la ruptura de antiguos acuerdos y
relaciones económicas, políticas y militares.
Por otro lado, la consolidación del bloque asiático con China a la vanguardia y un
capitalismo particular con un estado activo en la definición de políticas para la
reproducción del sistema por la superexplotación de su base social productiva y el consumo
de la naturaleza aún más allá de sus fronteras. Está la emergencia sistemas de relaciones
internacionales como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) que plantean
nuevos escenarios de negociación/decisión de políticas de comercio y finanzas. Está
también, el surgimiento de iniciativas de integración en América Latina que pretenden la
concreción de soberanías regionales que los posicionen frente a las dinámicas globales del
capital central y al momento de establecer vínculos comerciales y financieros al interior del
bloque.
En tal escenario global, múltiples son las disyuntivas y oportunidades para el
establecimiento de relaciones en la dimensión internacional, en la regional y a nivel interno
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de los estados. Muchas miradas están puestas sobre los procesos políticos surgidos en
América Latina durante la primera década del siglo XXI. La tentativa de crear el ALBA
con la articulación socioeconómica de Bolivia, Ecuador y Venezuela en el tronco apunta a
la posibilidad de encarnar una nuevo paradigma de desarrollo sostenido en la
potencialidades de la región que promueva un nuevo sistema de relaciones sociales y de
éstas con la naturaleza. Si bien se concibe al interior del sistema capitalista mundial, su
visión trata un proceso ético, político y epistémico que proyecta el germen de un horizonte
epocal alternativo. La recuperación de una historicidad social civilizatoria alternativa al
tiempo histórico del capitalismo, es decir, la generación de una coyuntura propia,
voluntaria, “de memoria, experiencia y anticipación” (Valencia, 2009: 211), para la
construcción de otro mundo.
El siguiente texto tiene el objetivo de caracterizar tres procesos que interactúan en el
presente, por ello se ha organizado en tres partes, la primera parte contiene una
caracterización del programa y crisis del capitalismo contemporáneo. La segunda, realiza
una caracterización de la problemática del proceso de urbanización capitalista en sus
síntesis: la ciudad. La tercera parte plantea una reflexión sobre la articulación del Habitar
Bien y el Convivir Bien en la ciudad como dimensión concreta y creativa hacia la
construcción del Vivir Bien. A manera de cierre se incluye una cuarta parte que contiene
los comentarios finales.
1. Caracterización general del capitalismo contemporáneo y su crisis
La crisis del régimen de acumulación de capital con intervención estatal de la década de los
setenta del siglo XX desembocó en una reconfiguración del sistema capitalista y las
políticas de desarrollo a nivel mundial. El imperialismo contemporáneo encabezado por
EEUU se encargó de definir una nueva política económica donde el mercado se encargaría
de la generación de la riqueza y de su distribución en el centro y la periferia del mundo.
Caracterización general del programa imperial del capitalismo
Delgado y Márquez consideran que la estructura y estrategias del capitalismo en la
actualidad se puede caracterizar a partir de cuatro ejes programáticos que organizan las
relaciones de producción y distribución a nivel mundial: i) La configuración imperialista
del sistema de poder transnacional, en las dimensiones: política, diplomática, militar,
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económica y cultural, garantiza el poder y el derecho universal del gran capital a dominar
las regiones estratégicas del mundo y continuar con el proceso de apropiación de riqueza.
Esta configuración promueve el desarrollo desigual del centro sobre la periferia y en la
esfera social entre clases explotadoras y explotadas. Está soportada por las potencias
capitalistas (UE, Asia y EEUU) y su red de instituciones internacionales de apoyo al
desarrollo: Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial (BM), Organización
Mundial del Comercio (OMC), Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre otras.
ii) Expansión del capital monopolista internacional para la acumulación mundial
centralizada, mediante la estrategia de implementación de redes globales que conjugan la
producción, las finanzas, el comercio y los servicios para expandir el ámbito de dominio,
así como sus fuentes de ganancia extraordinaria por medio del intercambio desigual. iii) La
reinserción de las periferias al proceso de acumulación mundial de capital, como
estrategia del capital representa una etapa superior de mercantilización de la fuerza de
trabajo barata y los recursos naturales a nivel global. iv) La superexplotación del trabajo
flexible, barato y abundante en los estados de la periferia, es una estrategia del capital
monopólico internacional para sustraer ganancia extraordinaria. Ante la ausencia de un
Estado social, la humanidad se reduce a una mercancía o insumo productivo. La
naturalización de la superexplotación en el contexto global atenta sistemáticamente con la
capacidad de producción y reproducción de la vulnerable fuerza laboral de los países de la
periferia (2011: 14-35).
A partir de tales elementos se puede apreciar que la estrategia de reconfiguración
del imperialismo contemporáneo obedece a un ajuste o desdoblamiento espacio-temporal
del capitalismo monopolista y su objetivo de obtención de ganancia en los Estados de la
periferia. Este desdoblamiento, según Harvey (2005), se produciría por la incapacidad de
acumular a través de la reproducción ampliada del capital sobre una base sustentable, una
sociedad y un determinado territorio. De ahí que la absorción de excedentes se realice en la
acumulación por la desposesión en oposición a las inversiones de largo plazo en la
estructura social o la infraestructura material para la producción, distribución o el consumo
(99-101).
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Caracterización de la crisis del capitalismo
Ante la apreciación en 2008, de lo que en primer momento se pensaba como una recesión
coyuntural y típica de los ciclos de sobreproducción del capital (Bartra, 2009b), la
incertidumbre sobre el resultado de las medidas de ajuste en EEUU y la UE parece haber
llegado a límites que ponen en vilo la longeva funcionalidad reproductiva de la estructura
mundial del capital. Citando a Braudel, Armando Bartra sugiere que la sociedad se
encuentra ante una Gran crisis civilizatoria por cuanto “si llamamos civilización occidental
a un orden espacialmente globalizante, socialmente industrial, económicamente capitalista,
culturalmente híbrido, intelectualmente racionalista y que históricamente se define por su
lucha sin fin contra la civilización tradicional (a la que nunca vence del todo porque ésta se
le resiste tanto desde fuera como desde dentro), la presente es –en sentido estricto– una
crisis civilizatoria” (2009a).
Esta crisis civilizatoria no es solo una crisis del sistema capitalista en su forma
neoliberal (Ibíd.). Se trata de una crisis mucho más compleja y multidimensional que
amenaza la existencia misma de la humanidad: i) económica y financiera, el descalabro del
sistema financiero internacional con epicentro en los centros históricos de poder como la
UE y EEUU “se ha extendido a la economía material ocasionando la masiva destrucción
del capital redundante y de ahí a la vida real donde arrasa con el patrimonio de las
personas” (Ibíd.); ii) medio ambiental, cambio climático, desertización, deforestación,
contaminación de los mares, el aire, el suelo y el agua dulce, depredación de los bosques y
la biodiversidad; iii) energética, evidenciada por la insostenibilidad de consumo y
agotamiento actual de combustibles fósiles; iv) alimentaria, el avasallamiento de tierras
productivas en búsqueda de biocombustibles y forraje, productos en manos de la
especulación de los monopolios, destrucción de sectores tradicionales campesinos de
producción de alimentos, hambre y desnutrición, acceso al agua (Vega Cantor, 2009); v)
migratoria, la erosión de las comunidades de origen y la reconfiguración del capital
provocan desplazamientos forzosos a nivel nacional e internacional sometiendo a los
migrantes a la superexplotación; vi) bélica, conflictos que combinan intereses geopolíticos
nacionales e internacionales: Irak, Afganistán, Palestina, Libia, y potenciales conflictos en
Medio Oriente: Siria, Irán; vii) ética, los ideales de la modernidad: progreso, igualdad,
libertad y fraternidad, son reemplazados por la acumulación de riqueza, el individualismo,
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el consumismo, el racismo, entre otros, lo que cuestiona el “poder de la razón humana para
comprender y cambiar el mundo” (Veltmeyer, 2010: 12) para el bien común y la justicia; y
viii) política, el Estado pierde soberanía frente al programa del imperialismo, su liderazgo
democrático han sido desacreditado por movimientos sociales emergentes, y a la luz de las
otras crisis se plantea un escenario propicio para conflictos sociales y así agravar las
condiciones de vida e injusticia en que viven millones de personas (Club de Madrid, 2009).
En este contexto, y parafraseando a Bartra, si la sola recesión emplaza al capital a
buscar reformas –como el programa descrito en el primer punto– que le permitan seguir
funcionando, la recesión –como crisis civilizatoria– en el contexto de la Gran crisis
emplaza a toda la humanidad relegada a buscar salidas a los problemas coyunturales por
caminos que paulatinamente la saquen del sistema (Bartra, 2009b) y conduzcan a la
construcción de un nuevo horizonte epocal poscapitalista.
2. La urbanización capitalista: la ciudad
Sobre la caracterización anterior, en este punto, restringiremos nuestro análisis al proceso
de urbanización capitalista, particularmente la producción de la ciudad. Para ello
proponemos un paralelismo de escala geográfica del capital y el desarrollo dependiente que
se estructura a partir de la relación entre imperio y periferia, y la relación entre
ciudad/metrópolis con el campo/área rural.
La producción de la ciudad
La producción urbana en América Latina está ligada a las condiciones estructurales
definidas por la ideología neoliberal y la economía neoclásica desde hace al menos tres
décadas. La homogeneización global de la problemática y las políticas urbanas que
discriminan las condiciones particulares de producción material del territorio y los factores
específicos que lo condicionan han resultado en complejas incompatibilidades económicas
y culturales. Sus efectos contraproducentes contribuyen en el presente a profundizar el
atraso, la inequidad, las desigualdades y asimetrías históricas económicas, sociales,
políticas, culturales, ambientales, que supuestamente combaten (Pradilla, 2010:9). En el
desarrollo territorial, según Pradilla, el relevo del Estado regulador por el Estado facilitador
supone que las estrategias de planificación sustentadas en las políticas keynesianas: de la
planeación indicativa, del desarrollo regional equilibrado, los polos de desarrollo de
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Perroux, o de la localización industrial, perdieron su papel central en la acción estatal. Así
el proceso de urbanización capitalista, sintetizado en la ciudad, se hace a imagen y
semejanza del mercado.
En el marco de la ideología de la globalización y su proceso de urbanización, López
Rangel, identifica al menos cuatro elementos que permiten reflexionar a la ciudad como
sistema: los procesos económicos, los actores sociales, la ideología y cultura, el medio
ambiente.
1. Los procesos económico-productivos, en el contexto de la globalización,
supeditan a las ciudades a la articulación de la transnacionalización de la acumulación del
capital. En la lógica de la desposesión, desde la etapa de acumulación originaria al presente,
las ciudades se convierten en puntos nodales (Cárdenas, 2005), de concentración o
centralización de la acumulación y flujos de capital, del trabajo y del poder político. En tal
sentido, la infraestructura urbano-arquitectónica tiene más que ver con la eficiente
circulación del capital, productivo, comercial y financiero y el control de los procesos
económicos, antes que la cualificación material de la convivencia social. En su paradoja
destructiva, la ciudad es una plataforma útil al capital hasta que se despliegue a nuevos
centros de acumulación. (Figuras: 1, 2 y 3)
2. La interacción de los actores sociales y la historia política de la ciudad. En
relación con los procesos económicos, la producción, distribución y consumo de la ciudad
está determinada por el accionar político de los actores que componen el sistema social.
Estado, capital y trabajo establecen relaciones que se concretan históricamente en la ciudad.
En tal sentido, en el escenario contemporáneo, la ciudad se transforma acorde a la
emergencia de actores económicos y políticos como las empresas transnacionales y los
movimientos sociales. Estos nuevos actores promueven a su vez nuevas relaciones con el
Estado y las políticas que de éste emanan, reclamando mejores condiciones de servicios,
seguridad, oportunidades laborales, infraestructura. El hecho de que la baja calidad de vida
de las mayorías, producto del desarrollo desigual y la injusta distribución de la riqueza se
haga patente en la aguda segregación y pauperización territorial urbana, denota que los
intereses de las clases poseedoras del capital en alianza estratégica con el Estado imponen
sistemáticamente una praxis ajustada a sus intereses inmediatos. (Figuras: 4, 5, 6 y 7)
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3. Procesos ideológico-culturales. La prefiguración, el diseño y la planificación. A
partir de la comprensión de que el neoliberalismo es una filosofía integral, la ciudad
contemporánea es también procesos de ideologización o desideologización. La
dispensación de valores, significados y representaciones que son sustanciales a los procesos
ideológicos, desintegra el abordaje material e inmaterial de la producción, distribución y
consumo de la ciudad, por tanto de la identidad cultural históricamente articulada. La
homogeneización de la cultura dominante, por varios canales (como los medios de
comunicación, la difusión de arte, entre otras) va implementando un programa transcultural
y un proceso de aculturación que implementa el sistema de valores del capital. La
urbanización del territorio se sostiene en una construcción simbólica donde las ciudades o
urbes (urbus=civilizado) se concretan como valor opuesto al mundo rural (rus=rústico)
hostil (Rodríguez et al, 2010: 94). Por otro lado, al interior de la gestión institucional, en la
lógica tecnocrática pragmático-funcionalista, las exigencias de operatividad, eficiencia y
dominio de competencias se pueden traducir como la “anulación ideológica” que afecta
directamente a los procesos de planeación/diseño/construcción urbano arquitectónicos
(Ibíd.), y por tanto al sentido de identidad percibido por las personas en su experiencia del
ambiente urbano-arquitectónico (Cárdenas, 2005). (Figuras: 8 y 9)
4. Proceso medioambientales o eco-sistémicos y los procesos tecnológicos. Las
transformaciones tecnológicas en la producción de la ciudad dirigidas por la acumulación y
la ganancia contribuyen a la depredación de los recursos naturales, sociales y culturales
comprometiendo la reproducción de los mismos, la sustentabilidad social y ambiental no
solo en el largo sino en el plazo inmediato. Al influjo de la tecnología de transportes,
materiales, costos, el 50 por ciento de la población que actualmente habita en las ciudades
del mundo crecerá considerablemente en los próximos años, contribuyendo así a la
desruralización del planeta (Vega Cantor, 2009). La expansión acelerada de la ciudad
provoca fenómenos como la metropolización, que materializan el desarrollo desigual de los
estratos sociales en el mismo sistema. (Figuras: 10 y 11)
3. Habitar Bien – Vivir Bien – Convivir Bien
Las características de la crisis del modelo neoliberal no suponen el fin de los sistemas de
explotación de la naturaleza, el trabajo, las finanzas y/o el comercio capitalista. Como se ha
visto, del programa de ajustes del imperialismo contemporáneo se desprenden múltiples
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estrategias que tienen como objeto la recuperación del sistema de manera más profunda y
aún a costa de la vida. Tal situación, lleva al horizonte civilizatorio moderno a una
encrucijada en que la desigualdad entre los centros de acumulación y la periferia –en la
escala mundial o territorial de la ciudad- y las condiciones que de ello derivan sean
insostenibles ya en el tiempo presente.
Crisis de la racionalidad modernizadora y Vivir Bien
De acuerdo a The Economist, las “mejores ciudades para vivir” (esto es la calidad de vida y
habitabilidad en las metrópolis) pueden identificarse a partir de ciertas condiciones
fundamentales: i) estabilidad económica; ii) salud; iii) cultura y medio ambiente; iv)
educación e infraestructura; y v) características espaciales. La última se refiere a cualidades
urbano-arquitectónicas: a) dispersión urbana, relación población y ocupación de suelo; b)
áreas verdes, para la recreación y el ocio; c) bienes naturales, acceso al mar, ríos, lagos,
montañas; d) bienes culturales; e) conectividad, vínculos al circuito de transporte aéreo; f)
aislamiento, posibilidad de conectarse con otras ciudades y lugares de ocio fuera de la
ciudad; g) contaminación, calidad de aire y enfermedades (2012:7-9).
La imagen de la ciudad: Hong Kong, Ámsterdam, Paris, Estocolmo, Berlín,
Toronto, Tokio, Melbourne, desde la perspectiva de los think tanks capitalistas aparece así
como una persuasiva directiva de la autorrealización social en la modelación de la ciudad y
los procesos socio económicos y culturales que la estructuran. Esta inevitabilidad de la
modernización capitalista aparece clara en la sentencia de Marx sobre la relación entre
países desarrollados y subdesarrollados: “el país industrialmente más desarrollado no hace
más que mostrar al que es menos desarrollado el cuadro de su propio porvenir” (2003:89).
Sin embargo, en la contradictoria relación entre la imagen del “vivir mejor” y la
crisis civilizatoria que reproduce el “vivir mal” en los satélites del imperio, surge la
reflexión de si es posible pensar en la existencia de un porvenir en que se “viva bien”, y si
así fuera cuál sería la vía a seguir: la subordinación a la racionalidad contradictoria del
modernismo homogeneizador que intenta humanizar el capitalismo o la búsqueda de vías
alternativas aún a sabiendas de que en la incertidumbre del presente se deba pensar lo
incierto del futuro.
Vivir Bien como reconstitución de la ética comunitaria
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¿Qué es el Vivir Bien?, Bautista reflexiona que el problema del Vivir Bien en términos
empíricos no existe “¿Por qué? Porque el vivir bien (…) ha sido continua y
sistemáticamente destruido desde que la modernidad (…) penetró en casi todos los ámbitos
del planeta, llegó hasta las comunidades más alejadas y empezó a seducirlas y a
desintegrarlas. Cuando esta forma de vida ingresa con el capitalismo, con su lógica de
intereses individualistas, la comunidad empieza a descomponerse” (2011:92).
Esta apreciación extrema plantea que el proyecto de modernización habría logrado
en primera instancia la descomposición económica y social de las sociedades tradicionales
para luego modelarla en imagen y valores. La experiencia histórica de la América colonial
y capitalista dependiente ha sido así, en cierta medida. Sin embargo, el éxito de la
modernidad no ha sido completo, la persistencia de horizontes societales diacrónicos
expresado en fuerzas políticas cultural heterogéneas frente al Estado y sociedad
colonizados se ha hecho patente en varios momentos de la historia de América Latina. Las
revoluciones indígenas campesinas en México, Bolivia, Cuba, Ecuador, entra otras, y en el
presente han puesto en evidencia la “falacia desarrollista” de la modernidad eurocéntrica.
Es en esta reconquista del papel político, la reconstitución de las fuerzas del cambio
y el Estado que el Vivir Bien, aparece como la reconstitución de una ética de vida social
que recupere el convivir en comunidad de manera solidaria para el bien común y el de la
naturaleza que la cobija. Así, ante la economía que se desarrolla así misma
subdesarrollando a otras (Bautista, 2011:94) se propone una economía plural, frente al
Estado nación se propone el Estado Plurinacional, frente a la fragmentación social de la
propiedad individual se propone la propiedad comunitaria, frente a la verticalidad del poder
y la justicia se propone su horizontalización. Así entre otras tantas dimensiones, el
planteamiento del Vivir Bien se concibe y practica desde una racionalidad que en la
heterogeneidad complementaria re-conoce la modernidad para a partir de ello proyectar la
descolonización material y espiritual de las estructuras de dominación.
De esta manera, frente al “mejor vivir” articulado en la estructura del capitalismo, el
Vivir Bien se confiere en proceso ético de estructuración de un sistema social, económico y
cultural nuevo, y por tanto revolucionario. Esa la expectativa del colectivo social, la
reconstitución del valor de la vida, del comer, trabajar, conocer, sentirse, recrearse, convivir
bien, de manera coherente y respetuosa en sus relaciones internas y con la naturaleza.
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Figura 12: Relación entre el Habitar Bien y el Convivir Bien en el Horizonte civilizatorio del Vivir Bien
En la dimensión urbano/arquitectónica, de lo que se trata entonces es de buscar la
transformación de las condiciones de Habitar Bien y Convivir Bien, para ello, como apunta
Albó “como punto de partida, la mejor vía podría ser que, al interior de cada pueblo y
cultura, se desarrollen y expliciten los valores más queridos por los pueblos que la viven
(2011: 142), porque si esto no se concretiza en soportes materiales que respondan de
manera adecuada a las condiciones económicas, políticas, ideológicas, ambientales,
tecnológicas, simbólicas de las particularidades en la pluralidad socio-cultural, el Vivir
Bien seguirá siendo una entelequia abstracta.
Si el objetivo de una sociedad más igualitaria es Vivir Bien, habría que preguntarse
también ¿Cómo se puede convivir bien si no se habita bien?
Las respuestas solo tendrán valor si se ubican en el tiempo, el espacio y la cultura,
de ahí que asumir la crisis del capitalismo y las dinámicas sociales que se desenrollan en la
producción de nuestras ciudades, donde la imaginación creativa de la sociedad bulle, parece
también un ejercicio de imaginación transformadora.
4. Comentarios finales
El análisis propuesto: i) el programa de ajustes y la crisis del imperialismo capitalista en la
dimensión planetaria, ii) la problemática del proceso de urbanización capitalista en su
síntesis: la ciudad, y iii) la alternativa del Vivir Bien como horizonte societal alternativo
post-capitalista, establece un marco propicio para reflexionar sobre el papel de la
universidad pública y la transformación social en el siempre urgente presente.
Primero, es necesario reconocer que la política educativa superior pública ha sufrido
de incertidumbre durante los últimos treinta años. Los embates del posmodernismo y la
globalización, ambos consecuencias catapultadas por el asenso de la ideología neoliberal,
debido a la crisis del paradigma socialista en la transición de la década de 1980 a 1990,
provocaron el repliegue de la universidad pública de la interacción y la extensión social. La
Vivir Bien
Convivir Bien Habitar Bien
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reducción de las tareas estatales en la gestión de las políticas de desarrollo económico y
social sentaron las bases de una nueva relación entre universidad y Estado. La omisión de la
sociedad en tal relación provocó no solo la implosión ideológica crítica sino que redujo el
debate a cuestiones de funcionamiento presupuestario justificado por un nuevo léxico de
calidad y excelencia.
La consolidación de la tendencia a cuantificar el éxito de la política educativa no
solo derivó en la burocratización de la gestión académica sino también en la
burocratización de las relaciones docente-estudiantiles. El reduccionismo de la eficiencia y
la eficacia en la dialógica administradores-docentes-estudiantes, promovió la ruptura
sistémica de la universidad y su participación e incidencia en las inflexiones coyunturales
pero con visión histórica estructural. Aquello que formaba parte de la identidad
universitaria y la constituía como fuerza de cambio.
A partir de tal reconocimiento, la tarea inmediata de la universidad pública debería
basarse en la recuperación de ciertos principios que configuran, desde la retórica estatutaria,
la política educativa comprometida con la realidad boliviana y su transformación para el
bienestar social, particularmente el de las mayorías. En tal sentido son tareas necesarias por
recuperar en el contexto actual:
Visión compleja de la realidad, no limitada a la fragmentación disciplinaria ni
reducida al voluntarismo cuantitivista
Trabajo de interpretación de la coyuntura histórica, con vías a esbozar estrategias de
producción científica y tecnológica prácticas y adecuadas a la realidad
Proyecto de desarrollo de la colectividad, el principio de servicio a las mayorías, es
decir la subversión de las condiciones socioeconómicas que limitan el desarrollo
integral de los individuos que la conforman
Producción de ciencia y tecnología para la transformación del aparato económico-
productivo
Interacción-participación con la sociedad organizada, con el Estado planificador
Diseño-participación de políticas públicas en coordinación con los estamentos de la
sociedad organizada y el Estado
Mediador del desarrollo social para la consecución de la calidad de vida
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Participación en la construcción de alternativas de solución en todas las
problemáticas de la vida social
Comprensión de la integralidad del desarrollo social y económico
Crítica solidaria y creativa
Asumir una militancia a favor de la vida, por la sustentabilidad social y ambiental
Entre otras
En tiempos de crisis mundial, se hace patente la necesidad de ciencia y tecnología,
de conocimiento pertinente, todo ello sustentado en una posición ética militante por la vida.
Esto es, para la universidad pública, la recuperación del papel de constructora de otro
horizonte de organización socioeconómica y de relacionamiento con la naturaleza. De vivir
y convivir bien, también en las ciudades. Es decir que, el “habitar bien” como dimensión
ética y material del “vivir bien” deberá entonces ser un factor condicionante de los procesos
de planificación/diseño/construcción del hábitat urbano/arquitectónico. Pensar y actuar en
la integración de los condiciones de mayor especificidad como las dinámicas sociales,
económicas, ideológicas, políticas, ambientales y culturales, ya que solo sobre esa visión
estructural sistémica de la relación entre los humanos y de estos con el territorio y la
naturaleza se podrá visualizar el “convivir bien” de todos.
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Figura 1. Mapa de expansión urbana de Cochabamba (Fuente: en base a Fidel Rocha - Plan Territorial de Desarrollo
Departamental de Cochabamba 2011-2025)
La expansión urbana de Cochabamba (conurbación metropolitana: Cercado, Quillacollo, Sacaba, Tiquipaya, Colcapirhua, Vinto, Sipe Sipe) tiene cuatro direcciones históricamente determinadas por la concentración y flujos de capital desde la época colonial al presente:
A. Hacia la región occidental andina del país donde se concentran las minas de Huanuni (Oruro), Siglo XX, Catavi, Uncía (Potosí), la
capital política del País (La Paz); B. Hacia la región oriental amazónica del país zona de expansión agroindustrial explotación de gas y petróleo (Chapare-Cochabamba y Santa Cruz); C. Hacia los valles mesotérmicos de Cochabamba (Punata, Tarata, Arani, Pocona,
Mizque, Aiquile) y el sur del país (Sucre), en la época colonial era la vía más empleada para llegar a Potosí y Buenos Aires por su
relación con la producción de granos, coca, legumbres, tubérculos, y manufactura y artesanía, también era una vía para conectarse con Santa Cruz y en la actualidad suele utilizarse para ese propósito como vía de desfogue de tráfico ante percances naturales (derrumbes,
riadas) y/o conflictos sociales en la región del Chapare (paros, bloqueos). D. Hacia las cumbre, valles y serranías dónde se desarrolla
la producción agrícola campesina de tubérculos (Morochata), en la actualidad se tiene prevista habilitar sobre esta vía la conexión con el departamento de La Paz.
Figura 2: Centro minero de Catavi hacia 1963 (Fuente:
Historic Images, P.N.: tau783)
Figura 3: Viviendas abandonadas en Catavi 2011 (Fuente:
http://www.flickr.com/photos/viajebolivia/)
La población de Catavi, en el Norte de Potosí, comprende junto a Llallagua, Siglo XX y Uncía la base sobre la cual se desarrollará la
riqueza de Simón I. Patiño el “Rey del Estaño”. En 1920, Patiño poseía el 41 por ciento del estaño mundial y se convirtió en uno de los principales proveedores del mineral a Europa durante la I Guerra Mundial. Bajo la Administración de la Corporación Minera de
Bolivia (COMIBOL) después de su nacionalización por la Revolución Nacional de 1952, Catavi llegó a cobijar cinco mil personas que
trabajaban en maestranzas y principalmente en el sector administrativo, además de las correspondientes viviendas. Con las políticas de ajuste estructural de 1985, gran parte de la población de Catavi, Llallagua, Siglo XX, dedicada a la minería tuvo que emigrar y la
actualidad aunque existe actividad minera bajo la figura cooperativista la principal actividad de esta conjunto urbano es el comercio al
ser el centro ferial de las comunidades campesinas, que los días domingo llega hasta 30 mil personas.
A C
B
D
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Figura 4: "El Alto es el cuartel de la Revolución Boliviana"
(Fuente: Agencia de Prensa Alteña, 2007)
Figura 5: Inédita batalla urbana en la Plaza de las Banderas de
Cochabamba, enero 11 de 2007 (Fuente: sinnersite.com en
Villa Libre Nro. 6)
Figura 6: Barrio residencial cerrado en la zona norte de la
ciudad de Cochabamba, (Fuente:
http://segregacioncochabamba.blogspot.mx/2009/12/el-barrio-
cerrado-una-forma-de-encierro.html)
Figura 7: Sector informal ocupando la calle en la feria
campesina de la Cancha, Cochabamba 2012 (Fuente: Propia)
La ciudad durante los últimos años se ha convertido en el escenario de conflictos sociales y políticos. Las Guerras del
Agua (Cochabamba, año 2000), del Gas (El Alto, año 2003) son ejemplos paradigmáticos de la congregación de varias
organizaciones urbanas y campesinas que interpelan violentamente al capital transnacional y al Estado en el espacio
público. El asenso de Evo Morales al gobierno boliviano en 2006 y su respaldo en un proyecto político neopopulista
ponen en vilo a las profundas estructuras coloniales del país. El conflicto de enero de 2007 en Cochabamba visibilizan los
horizontes históricos étnico-clasistas que profundizan la percepción de que en Bolivia existen dos realidades. La ciudad
materializa esta división, por ejemplo, hacia el norte se desarrollan múltiples complejos habitacionales cerrados con
sistemas de infraestructura y servicios privados, y en el extremo opuesto, el sur se desarrolla como puede, con limitados
accesos a infraestructura y servicios, violencia e inseguridad, entre otros. En este escenario social-urbano, y con las
condiciones apuntadas, se puede intentar visibilizar que las dinámicas de los movimientos sociales están ligadas a ejercitar
la reconquista simbólica, política, económica y cultural de la igualdad y del espacio público.
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Figura 8: El "less is more" de la arquitectura moderna en
Santa Cruz (Fuente: KG Studio + Associates 2012)
Figura 9: El "less is boring" posmoderno en La Paz (Fuente:
Vila, David)
Frente a los procesos de desarrollo económico y social, la posición acrítica de la academia y el estado en las
dimensiones de producción y consumo de los sistemas urbano/arquitectónicos que expresan nuevas configuraciones del
territorio y de vida en el mismo, sanciona todo aquello que no se ajusta a sus preceptos racional-modernistas. En el
ámbito de las ciencias del hábitat, el pragmatismo académico y profesional homogeneizador observa la emergencia de
expresiones que recodifican lo moderno. Esta (pos)modernidad –por así llamarla a priori– cuestiona aquello que
Guzmán observara en la segunda mitad del siglo XX: “los barrios viejos finiseculares de casuchas suburbanas van
desapareciendo con el impulso expansivo de una arquitectura menos campesina y más civilizada” (1979: 81).
Figura 10: Vivienda popular en el cerro San Miguel al sur de
Cochabamba (Fuente: Propia)
Figura 11: Vivienda suntuaria en la zona de recarga acuífera
al norte de la ciudad de Cochabamba (Fuente: Propia)
La dialéctica sistema social y sistema naturaleza tiene en la sustentabilidad un tercer elemento que establece la finitud
de la reproducción de la vida. Ante los procesos de desruralización lenta pero progresiva por la transformación de las
relaciones sociales y productivas en el seno del modelo capitalista, los procesos eco-sistémicos se hacen vulnerables y
ponen en riesgo la vida de todos los habitantes de las ciudades.