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Lasherejíasmedievales E. Mitre, E J. Fernández, E de Moxó y C. Granda '-! HIS 1 69/66 66 140pías

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Las herejíasmedievalesE. Mitre, E J. Fernández, E de Moxó y C. Granda

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Los tres muchachos de Babilon/a, siglo XI (Monasteno de Os/os Loukas, Grecia)

IndiceLAS HEJERIAS MEDIEVALES

Disidencia religiosa y protesta socialPor Emilio Mitre Fernández """"."""",...

Catedrático de Historia MedievalUniversidad Complutense de Madrid

La herejía en EspañaPor F.Javier FernándezConde"""""""",

Profesor de Historia MedievalUniversidad de OVledo.

Los cátaros

Por Francisco de Moxó """"",," '.....

Profesorde Historia MedievalUniversidad Complutense de Madrid.

El movimiento husita

Por Cristina Granda Gallego""""""""""Historiadora.

Las herejías de Occidente. . . . . . " . . . . . . . , . . . " .

Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Disidenciareligiosay protestasocialPor EmilioMitre Fernández

Catedrático de Historia Medieval. Universidad Complutense de Madrid

LA existencia de corrientes de opinión(el término griego airesis =herejía, opción

filosófica libremente elegida) es consustanciala todas las grandes religiones. Ortodoxia ver-sus heterodoxia ha creado una imagen deunidad frente a variedad de pensamiento. Lasdificultades comienzan a la hora de fijar loslímites entre una y otra. Hereje, heterodoxo,disidente, son expresiones utilizadas muchasveces como armas arrojadizas. Más aún, eldescubrimiento de la verdad como conjunto dedogmas ha sido fruto, por lo general, de unaprogresiva decantación. En sentido hipercrítico(idea de Bauer), se ha sostenido que laheterodoxia (identificada con la variedad de op-ciones) precede a la ortodoxia, definida comounidad de pensamiento rígidamente estable-cido. No en balde, San Pablo hablaría de laconveniencia de que existieran bandos paraque, a través de ellos, se descubriese los queeran de probada virtud. (1 Coro11,19.)

El cristianismo, que tuvo su campo de ex-pansión inicial en la sociedad helenística,alimentó desde fecha temprana distintas es-cuelas doctrinales. El más elevado nivel cul-tural de la cuenca oriental del Mediterráneo-matriz del imperio bizantino- y su consi-guiente mayor proclividad a la especulaciónteológica, hicieron de ella campo abonado paralas primeras grandes herejías: gnosticismo,montanismo, marcionismo, arrianismo, nes-torianismo, monofisismo...

Hasta fecha avanzada, el Occidente romano-germánico fue a remolque de la proliferaciónde corrientes doctrinales anatematizadas poruna ortodoxia cada vez más definida. Pris-cilianismo, donatismo o pelagianismo (entrefines del siglo IV y comienzos del V), pese a suindudable importancia, quedan en un rango in-ferior frente a las grandes querellas cristo-lógicas de Oriente. El arrianismo, religión delos germanos asentados en el Occident9 desdelos inicios del siglo V, fue, a fin de cuentas,una herejía de procedencia oriental. Sólo apartir del siglo VIII, la Europa occiderltal vaforjando definitivamente su personalidad. Unapersonalidad que conlleva la existencia deherejías propias.

La Europa carolingia -con ella se ha sos-tenido, empieza verdaderamente la Edad Mediaen el conjuntodel Occidente- fue anti-Islam yanti-Bizancio. A ello contribuyó la política deemulación iniciada en la coronación de Car-lomagno la Navidad del 800, pero también elpresentarse frente a Bizancio como campeonade la ortodoxia. En efecto, ante una Constan-tinopla que en torno a esta fecha había sufrido

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el último de los grandes traumas espiritualesde su historia interna -la querella iconoclas-ta-, el mundo carolingio ofrecía una aparentehomogeneidad religiosa. No faltaron proble-mas, sin embargo: la herejía adopcionista (vid.artículo dedicado a la herejía en el medio his-pánico), pmyectada desde España al sur deFrancia, la querella predestinacionista de Gots-kalk, o el pensamiento de signo panteista deScoto Erigena. La primera, pese al poder decaptación que demostró, se extinguió en losprimeros años del siglo IX, y predestinacionis-mo y erigenismo no pasaron de ser espe-culaciones filosóficas de dos de los mejorescerebros de mediados de la centuria, peroprácticamente sin proyección social.

El mismo destino -a título de ejemplo-cabría a lo largo del siglo XI a la querellaeucarística protagonizada por Berengario deTours. Pero cuando este personaje muereen 1088 en apacible retiro en la isla de San Cos-me, la situación espiritual del Occidente se en-cuentra en un período de sensibles transfor-maciones. Las herejías intelectuales van dando

. paso a los grandes movimientos religiosos demasas.

Reforma eclesial

Dos hechos inciden de forma decisiva en eldesarrollo de los movimientos heréticos delOccidenteentre los siglos XI al XIV: los inten-tos de reforma en la Iglesia y las transfor-maciones sociales y económicas que permitenhablar, para estos tres siglos, de un período deexpansión. Las ciudades -en franca recu-peración en estos años- se convierten en es-cenario de las más variadas experiencias es-pirituales.

Los vicios eclesiásticos, acrecentados a lolargo del Alto Medievo, despertaron, en es-pecial desde los inicios del siglo XI, sincerosdeseos de reforma desde la cúpula de la jerar-quía. La simonia (tráfico mercantil de cargoseclesiásticos), el nicolaismo (concubinato delos clérigos), la investidura laica (intromisiónde los poderes seculares en la provisión de loscargos religiosos) y, en definitiva, la media-tización en la elección de papas protagonizadapor los señores romanos o los emperadoresalemanes, eran otros tantos abusos a los queuna serie de reformadores trataron de ponercoto. Fueron los Pedro Damiano, Humberto deSilva Cándida o el monje Hildebrando, papadesde 1073, con el nombre de Gregorio VII. Laexpresión reforma gregoriana ha quedado con-sagrada.

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A su lado, otras corrientes deseosas deuna transformación radical de la Iglesia aco-metieron una virulenta denuncia del clerocorrompido. La expresiónmás dramática fue lapataria milanesa, vasto movimiento popularapoyado al principio por los propios refor-madores de la curia. Pero el movimientoevolucionó de la reforma de costumbres delclero al cuestionamiento de la jerarquía.Veteranos dirigentes patarinoscomo el clérigoArialdo y el caballero Erlembaldo fueron víc-timas de las pasiones desatadas. Los propiosreformadores gregorianos hubieron de r.1a-niobrar para captarse el ala moderada delmovimiento y arrojar la radical al pozo delanatema.

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Inocencio III otorgaa San Francisco de Asísel derecho de predicacióny confirma la primera reglafranciscana de 1209(retablo de Giotto,Museo de Louvre, París)

San Hugo, abad de Cluny,resucita a un muerto

(miniatura del siglo XII,Biblioteca Nacional, París)

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La experiencia reformista milanesa (Milánserá designada en el futuro por la jerarquíaromana como cueva de herejes) sentó elprecedente para que otras ciudades italianasen años sucesivos se convirtieran en recep-táculo de nuevas experiencias sediciosas. Lade mayor entidad fue el arnaldismo romano demediados del siglo XII. Mezcla de visionarioreligioso y de tribuno, Arnaldo de Brescia con-trolará la capital pontificia entre 1145 y 1155,fecha de su ejecución. Heredero de la viejatradición republicana romana y de la idea depobreza evangélica, Arnaldo adquirió fama deheterodoxo más que nada por su amistad conPedro Abelardo.

Fue el sentido tumultuario del movimientoarnaldista y el cuestionamiento de alguna delas potestades jurisdiccionales (ajenas a lopuramente eclesiástico) que los pontíficestrataban de arrogarse en estos años lo quehizo considerar a la jerarquía romana que seestaban traspasando peligrosamente las fron-teras de un intento reformista ortodoxo. Paraello, éste habría de desenvolverse dentro delos condicionamientos sociales y políticos delmomento y sin llegar a ponerlos en tela dejuicio.

Reforma social

El cuestionamiento del orden social (se hahablado de herejías antifeudales) es una buenapiedra de toque para calibrar el valor de losmovimientos heréticos del Medievo.

¿Herejías como formas de canalizar unaprotesta social? En ocasiones, en efecto,pueden agrupar a gentes desesperadas, perolas más de las veces componen frentes social-mente heterogéneos, por lo que resultan muyvulnerables frente al aparato represivo de laIglesia. Aunque no deba llegarse a la simplifi-cación de entender por herejía la expresión dela lucha de clases, la disidencia religiosa en elMedievo tiene con frecuencia el valor de uncuestionamiento del orden social, que es algomás que la simple jerarquización de categoríassociales. Y -habría que añadir- los canalesutilizados para ello no suelen tener un sentidorenovador: consideran los modelos del pasado(supuesto igualitarismo bíblico, pobreza evan-gélica) antes que la construcción de un futurocompletamente diferente.

En este ambiente se propician movimientosde tipo mesiánico, profético, milenarista yotros de similar textura. Los estratos másdesheredados de la sociedad medieval de-positaron en ellos sus esperanzas, en especialen momentos difíciles: epidemias, vacíos depoder, acentuación de los desequilibrios so-ciales, etcétera. En tal contexto actúan per-sonajes de carne y hueso (mesías como Tan-quelmo o Eon de Stella en la primera mitad delsiglo XII) o mitos (el recuerdo de Carlomagno oel de Federico Barbarroja, a quien la imagi-

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nación popular se negaba a reconocer comomuerto). Ellos se encargarán de conducir a susseguidores en especial o a sus pueblos engeneral a un mundo en el que el fin de lasdesigualdades sociales y de la práctica sa-cramental impuesta por la Iglesia serían lascondiciones previas para la salvación.

En un terreno más intelectual izado se muevela obra del cisterciense .Joaquín de Fiore(muerto en 1202), que planteó a sus discípulosy seguidores la posibilidad de un reino del Es-píritu Santo hacia 1260, momento en que laIglesia jerarquizada daría paso a una especiede papado espiritual exclusivamente.

Renovaciones semejantes de la sociedadtrataron de acometer los movimientos depobreza voluntaria. La mecánica de sus rela-ciones con el poder eclesiástico establecidorepite modelos anteriores.

La Iglesia en su expresión jerárquica nocondenó por principio la pobreza voluntaria. Lacanonización de numerosos eremitas y laaprobación de comunidades monásticas queincluían este precepto en sus normas son(sugiere Manteuffel) buena muestra de ello. Laactitud cambió cuando el ideal de pobrezavoluntaria dejó de ser una aspiración individualpara encabezar auténticos movimientos po-pulares que, desde mediados del siglo XII enparticular, pusieron en tela de juicio, o bien elorden social en un sentido global o bien-caso del arnaldismo- el papel de una Iglesiaque por su mundanización e intento de dominiouniversal cnocaba frontal mente con las as-piraciones reformistas de las que se habíapretendido campeona.

Pedro Valdo y el valdísmo en general sim-bolizan bien el drama de un sector del laicadoprogresivamente más culto, ganado por losideales de pobreza voluntaria y por el deseo deromper con el monopolio de la predicación os-tentado por el estamento eclesiástico. La es-cisión del vaidismo a la muerte de su fundador(hacia 1184) con la condena del ala másradical y la atracción por Roma de los másmoderados en el coloquio de Pamiers de 1207confirma los viejos esquemas. Y no será la úl-tima vez. Años después el drama se repetirá ala muerte del otro gran defensor de la pobrezaabsoluta: Francisco de Asís.

Reforma radical de la Iglesia, pobreza volun-taria y corrientes de signo minoritario e in-telectual, sólo marginalmente afectan a la prin-cipal de las herejías del Pleno Medievo: elcatarismo. Desde mediados del siglo XII-momento clave en los movimientos hete-rodoxos occidentales- afectará profundamen-te al Mediodía de Francia y, en menor grado, aalgunas zonas de Italia y otros países del Oc-cidente. Desde el punto de vista doctrinal (vid.artículo dedicado al problema), supuso unrevivir del dualismo. Desde otros ángulospresenta una rica problemática; por sus con-notaciones sociales, culturales, nacionales, se

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La Virgen V los Apóstoles (detalle de un fresco del convento de San Apolo de Baui!, al norte de la Tebaida. siglo VI-VII)

convierte en el mayor peligro para la unidad dela Iglesia romana. El catarismo será, así, lapiedra de toque para la definitiva perfilación dela doctrina y el aparato represor puestos enjuego por el Pontificado en estos años.

Réplica de la Iglesia

Se ha considerado la bula lile HumaniGeneris, promulgada en 1232 por Gregario IX,como el acta de nacimiento de la Inquisición,tomada como quintaesencia del espíritu de in-tolerancia de la Iglesia.

En realidad no es más que el fin del largocamino iniciado por los gobernantes del BajaImperio en el siglo IV al dictar una serie deconstituciones que incluían duras penas contraarrianos, maniqueos y otros disidentes. Al-gunos años más tarde (entre el 411 y el 430),San Agustín abogó por una actitud de seve-ridad y de colaboración de los dos poderes-espiritual y temporal- en la represión de laherejía donatista en el norte de Africa. Que-daba así sentado un grave precedente y suprimera víctima notable sería el heresiarca es-pañol Prisciliano, ejecutada en Treveris enel 385 por orden del usurpador Máximo.

La conjunción de las tradiciones imperiales ycanónicas en la represión de la heterodoxiaquedaba fijada. Sin embargo, la debilidad delos movimientos heréticos en Europa antes delaño 1000 y la facilidad con que los disidentesse plegaron a las sentencias hizo innecesariauna excesiva severidad.

La situación fue cambiando, en especial a lolargo del siglo XII. Por una parte, las corrientesheréticas eran más numerosas y tenían unaproyección social más amplia. Por otro lado, lajerarquía eclesiástica, como categoría socialoficialmente reconocida, guardiana por ex-celencia de la fe y monopolizadorade la ad-ministración de los sacramentoscomo mediode acción salvífica sobre el conjunto de lasociedad, será el blanco favorito de las he-rejías. Por último, la renovacióndel DerechoRomano -Bolonia a la cabeza- consolidará

una infraestructura jurídico-doctrinal en la quela Iglesia (paralelamente al poder civil) seapoyará para ejercer con mayor firmeza suautoridad sobre la masa de fieles y yugulartoda disidencia. La labor de los canonistas(Graciano, Rolando Bandinelli, Huguccio,Lotario de Segni".), algunos de ellos acce-didos al Papado, será decisiva en la afirmaciónde este proceso.

Si bien los dos poderes actuaron frente a laherejía -atentatoria contra la unidad religiosapero también contra el orden social en ge-neral-, lo hicieron muchas veces sin coor-dinación. Sin embargo, desde el concilio deVerona del 1184, la Iglesia pide con insistenciaal poder civil que proceda contra los herejescuando la jerarquía lo solicite.

El castigo tendrá dos expresiones: lasmedidas militares en forma de cruzada -loscátaros del Mediodía de Francia (vid. artículodel Cuaderno) fueron los primeros en sufrir lasconsecuencias- y las medidas judiciales, per-feccionadas en una serie de concilios, tantoprovinciales como generales, caso del IV deLetrán de 1215. La investigación de las causasde herejía por parte de tribunales (en manosfundamentalmente de los dominicos) y lacolaboración exigida a los poderes civiles en lapersecución y aplicación de la última pena ter-minaron de forjar el instrumento del que-también en este caso- los herejes del Lan-guedoc serían víctimas. Desde 1231 se imponeun término que hará fortuna: inquisidor.

La herejía en la Baja Edad Media

Si el siglo XII fue etapa de expansión de laherejía, el XIII es de contención. Corrientescomo el catarismo y el valdismo se venprogresivamente reducidas a la impotencia,aunque su desaparición no sea total ni muchomenos. El valdismo, en concreto, mantendráun conjunto de colonias, especialmente enItalia, más allá de la estricta Edad Media.

En la primera mitad del siglo XIV, la Iglesiasigue su batida contra corrientes ya arraigadas

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Dominicosen un libro de horas (Biblioteca Nacional, París)

en el período anterior. Espirituales franciscanosy fraticel/i, hijos del franciscanismo radical,sufren la condena de Juan XXII. Algo similarocurre con los conventículos y panteístas-Hermanos del Libre Espíritu- y con ciertasformas de piedad proclives a una excesiva in-dependencia, caso de los beateríos de be-guinas, o a manifestaciones aberrantes comolos fIagelantes, que proliferaron en momentosde crisis. La gran oleada de peste de 1248 fueuna excelente piedra de toque.

Es, sin embargo, en la segunda mitad de lacenturia cuando advertimos la existencia demovimientos heréticos de nuevo cuño, dotadosde una gran capacidad de expansión. El climales fue propicio, ya que, a las tensionesmateriales del siglo (peste, crisis financiera,carestía, guerra generalizada entre Francia eInglaterra...) se unen circunstancias de ordenespiritual extremadamente graves, en especialla crisis del Pontificado, primero con sutraslado a Aviñón y, desde 1379, con el estallidodel cisma, que dividirá durante algunos dece-nios a la cristiandad occidental en dos bandosirreconciliables.

En este ambiente -matizado por algunaspeculiaridades propias del medio inglés- sur-ge la figura de Juan Wyclef.

Se ha fijado en 1370 el punto de arranquedel wyclefismo. Es el momento en que elreformador de Oxford inicia la publicación deuna serie de obras: Determinatio, De Ecclesia,De veritate Scripturas, De officio regis, Decivile domino. En ellas se exponen puntos devista insostenibles para la Iglesia establecida:identificación de la verdadera Iglesia exclu-sivamente con la comunidad de predestinados,amplios reproches a la actuación del Ponti-

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ficado, cuestionamiento de la transubstanciacióneucarística, defensa de las facultades civilesfrente a los beneficiarios eclesiásticos queobren injustamente, etcétera.

El wyclefismo fue al principio una doctrinacon proyección exclusivamente académica. Sinembargo, sus acres críticas al orden eclesiás-tico causaron profunda impresión en sectoresantipapales y antijerárquicos de la sociedad in-glesa, Así, se han encontrado influencias wy-clefitas en predicadores populares ingleses queatizaron el movimiento de los trabajadoresde 1381. El Cuando Adán araba y Eva hilaba,¿dónde estaban los señores?, de John Ball, esilustrativo de la simbiosis de religiosidad yreivindicación social a la que se llega enmomentos particularmente tensos. Si bien lospoderes públicos ingleses actuaron con tremen-da severidad contra los revoltosos, el wyclefis-mo moderado se refugió en las esferas de laadministración británica, deseosa de aligerar lavieja dependencia con las autoridades papales.

Con todo, la mayor proyección de las doc-trinas del reformador inglés tendría lugar enuna zona muy alejada de las islas: en laBohemia de Juan Hus.

Como movimiento reformador, el husismo(vid. artículo en este Cuaderno) entronca con lasdoctrinas de otros personajes como ErnestoPardubice, Conrado Waldhausen o MatíasJanow. Todos ellos hicieron del Arzobispado dePraga y de la universidad de la capital checalos centros motores de los deseos de reformaen Centroeuropa.

Tanta trascendencia como la doctrina deJuan Hus la tiene el mito que se creó en tornoa él tras su ejecución en la hoguera de Cons-tanza en 1415. Lo que en principio parecía unmovimiento de reforma moderada se convirtióen una gigantesca conmoción religiosa, socialy nacional, que sólo declinará a partir de 1430,cuando la Iglesia romana consiga poner enjuego una política de contemporización con lossectores más moderados del movimiento.

En los años siguientes, el Pontificado pudomostrarse satisfecho de sus victorias. La herejíaera mantenida a raya y las veleidades de-mocratizadoras de los defensores de un con-ciliarismo a ultranza fracasaban tras laclausura del concilio de Basilea en 1448.

Las cosas, sin embargo, no eran tan sen-cillas. Aunque el husismo estuviera política-mente controlado, seguía mantenido en elmedio checo la antorcha de la inquietud refor-mista. Algunas conmociones centroeuropeas,como la encabezada en 1476 por el tambor deNiklashausen contra la prepotencia económicade la Iglesia, son explicables dentro de estecontexto. Tanto como la frase pronunciada porLutero unos años más tarde: Todos somoshusitas. Así, la unidad religiosa de Europa,amenazada repetidas veces por las herejías delMedievo, se rompe definitivamente en loscomienzos de la modernidad.

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La herejíaenEspañaPor F. Javier FernándezConde

Profesor de Historia Medieval. Universidad de Oviedo

LAS invasiones de beréberes y árabes yel asentamiento progresivo de los con-

quistadores en la Península a lo largo del si-glo VIII supuso transformaciones de variadas ycolosales proporciones en toda la Hispaniagoda. La ruina de la sociedad y del estadovisigodos coincidió con profundos cambiosdeterminados por la presencia de un nuevomundo cultural-religioso, el islámico, patrimoniodel grupo minoritario que formaban los vencedo-res. Las comunidades cristianas del territoriosometido al dominio musulmán -la mayor partede España- pudieron seguir practicando su re-ligión y disfrutando de sus propiedades medianteel pago de un impuesto. Y si es cierto que losárabes, por razones obvias de índole eco-nómica, no tenían excesivo interés en con-

seguir prosélitos, la situación discriminada deestos grupos de cristianos mozárabes resultabapropicia para que se produjeran numerosasapostasías. Por otra parte, el trato continuo decristianos e islamitas fue erosionando la or-todoxia cristiana, propiciando planteamientosteológicos espúreos -brotes aislados de for-mas sabelianas en tiempos del arzobispo deToledo Cixila (745-754) o concepciones ra.dicales de la predestinación- y originandoprácticas disciplinares de un sincretismo re-ligioso marcado por el signo de la decadenciay del confusionismo.

Al comenzar el último cuarto del siglo, Wil-chario, arzobispo de Sens, consagra obispo aEgila y le envía a España, probablementeaconsejado por la Santa Sede, con el objeto de

Franá3cano distribuyendo limosnas

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promover una reforma vinculada a Roma yparecida a la realizada por Bonifacio en laGalia. Pero ni Egila era San Bonifacio ni elambiente hispano y las circunstancias político-religiosas eran similares. La jerarquía mo-zárabe, aglutinada en torno a Elipando deToledo, veía con malos ojos la intromisión juris-diccional de la iglesia franca. Además, elsupuesto legado papal tuvo la desgracia decontar entre sus colaboradores más cercanosa Miguecio, cuyas predicaciones intransigentessobre la separación de la población cristiana yla musulmana, unidas a las extravagancias desus planteamientos teológicos, acabarondeteriorando completamente el proyecto delreformador.

Eli.eando

El arzobispo Elipando condena a Miguecioen un sínodo que se reúne en Sevilla elaño 785. Allí formularía claramente el contenidofundamental de su pensamiento cristológico,que constituirá la clave de la primera herejíamedieval española: el adopcionismo. Para elprelado toledano, Cristo es hijo de Dios sóloen cuanto a su naturaleza divina, pero comohombre, solamente adoptivo. Las dos filia-ciones distintas parecen presuponer dos per-sonas. Elipando, sin saberlo seguramente, es-taba muy cerca de la doctrina nestoriana.

Sabemos que antes de alcanzar el epis-copado había conseguido una formaciónprofana notable, frecuentando ambientes cul-turales islámicos, que le sirvieron para gran-jearse prestigio y la influencia de las autori-dades musulmanas. Algún autor moderno(Rivera Recio) precisa más todavía los caucesde la comunión intelectual de Elipando y lossaberes importados de Oriente.

Es cierto que a mediados del siglo VIII sepuede hablar de un resurgimiento admirabledel nestorianismo en las regiones más orien-tales del gran imperio islámico, pero no pareceque los contingentes de soldados siriacosasentados en la Bética fueran el vehículoadecuado para este comercio cultural. El ar-zobispo de Toledo, familiarizado con la teologíaislámica, al insistir en la adopción de la na-turaleza humana de Cristo, trataría sencilla-mente de ofrecer una doctrina más cercana ala del Corán. También allí se admiraba la figurade Jesús, pero ni Mahoma ni sus seguidorespodían admitir la filtración divina de la hu-manidad de Jesús. El prestigioso y brillante ar-zobispo no tenía necesidad de repasar fuenteso tradiciones foráneas para afirmar su pen-samiento. La tradición teológico-litúrgicavisigoda había empleado la misma fórmula,aunque sin las connotaciones extrinsicistas ypolémicas del toledano.

Los planteamientos teológicos de Elipando,hechos, sin duda, con preocupaciones irenis-

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tas, no hubieran tenido apenas resonancia sinla clamorosa polémica que estalló posterior-mente. Los iniciadores de la misma fueron dosmonjes de la Liébana, la pequeña región sep-tentrional ubicada en el corazón del pequeñoreino cántabro-astur, que en los últimos lustrosdel siglo cimentaba su consolidación frente alemirato. Beato había compuesto ya el cele-bérrimo Comentario al Apocalipsis y Eterio eraun obispo exiliado, porque su sede estaba aúnen poder de los árabes. Ambos, alarmados porel éxito de las doctrinas del toledano, comienzana darles réplica.

Elipando reacciona violentamente con un es-crito dirigido a otro abad norteño, Fidel, en elque muestra su extrañeza por el atrevimientode los dos lebaniegos: Nunca se oyó que loslebaniegos tuvieran la osadía de enseñar a lostoledanos. Todo el mundo sabe que esta sedebrilló por el esplendor de sus doctrinas desdelos comienzos, sin caer jamás en el cisma. Yahora una miserable oveja tiene la desfachatezde presentársenos como doctor. Los dososados críticos le responden componiendo elfamoso Apologeticum, que publican elaño 786.

En realidad, la obra de Beato y Eterio nopasa de ser un centón mal adobado de textosbíblicos y patrísticos, sin que alcance cotasteológicas notables. A veces tergiversa el pen-samiento de su adversario y las doctrinas trini-tario-cristológicas expuestas en el mismo distanbastante del rigor y de la coherencia. En laimagen de Cristo trazada por los dos monjeslebaniegos, por ejemplo, la naturaleza humanaaparece diluida y muy desdibujada.

Posiblemente la mayor significación culturalde este libro radique en el momento históricode su composición. Los autores escriben des-pués de haberse producido la crisis interna dela España musulmana al estallar la revuelta delos beréberes que dejaron abandonadas nu-merosas plazas fuertes de la parte septen-trional de la Península y facilitaron las ex-pediciones de saqueo de Alfonso I el Católico(739-757). la consolidación del pequeño rei-no asturiano. como un estado verdadero anteAI-Andalus. El panfleto teológico de Beato yEterio parece constituir una especie de ma-nifiesto de la iglesia cántabro-astur que se afir-ma y se aísla frente a la mozárabe y especial-mente frente a Toledo, más tolerante con losmusulmanes.

Controversia adopdonista

Félix de Urgel, seguramente monje delcenobio pirenaico de Tabernoles y hombre decontrastado prestigio religioso y cultural, nom-brado obispo de la sede urgelitana hacia el782, fue otra de las piezas clave de la con-troversia adopcionista, el principal responsablede la internacionalización de la misma y

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probablemente el primero que formuló dichadoctrina en su deseo de convertir más .fácil-mente al catolicismo a los musulmanes y a lospaganos de ambas partes del Pireneo (M. Riu).Sometidos los territorios de Urgel a los francosen la década del 780, la diócesis caía dentrodel ámbito político de Aquisgrán. La interven-ción de Carlomagno en una disputa de esta ín-dole resultaba inevitable.

A partir del 790, los acontecimientos seprecipitan vertiginosamente. Carlomagno,secundando las posiciones del papa Adriano I-el cual ya había reconvenido epistolarmentea Elipando y a otros responsables de la iglesiamozárabe en el 786-787, exhortándoles aabandonar las doctrinas erróneas-, convocaun concilio en Ratisbona (792), que condenapor primera vez el pensamiento adopcionistafeliciano. Félix de Urgel, que asiste a estareunión, abjura de los errores y más tardevuelve a hacer lo mismo en Roma. Pero deregreso a su sede pirenaica continúa propalan-do las primeras enseñanzas adopcionistas yacaba retirándose a AI-Andalus para moversecon mayor libertad.

La controversia se hace más clamorosacuando la iglesia mozárabe aglutinada en tornoa Elipando reafirma por carta sus posiciones,acusando a Beato y Eterio de incidir en laherejía y motejando al propio Carlomagno deproceder despóticamente en negocios de ín-dole religiosa. El soberano franco vuelve areunir en Frankfurt (794) otra asamblea con-ciliar con participación de los legados ponti-ficios y más numerosa que la anterior. En ellase condena de nuevo la impía y abominableherejía de Elipando y Félix que sostenía laadopción en Dios. Un sínodo convocado porLeón 111en Roma (798) anatematiza otra vez aFélix de Urge!.

Al año siguiente los legados carolingios con-siguen llevar al prelado urgelitano a Aquisgrány allí, en el transcurso de una conferenciateológica, vencido por la erudición de Alcuino,

termina confesando la verdadera fe católica.En previsión de posibles recaídas le prohíbenretornar a su sede y tiene que establecerse enLyon bajo la tutela del arzobispo Leidrado,donde acabará sus días (818), al parecer sinabandonar del todo los planteamientos adop-cionistas. La muerte de Elipando unos añosantes (807)' propició, asimismo, la extincióndel adopcionismo en ambientes mozárabes.

Esta intrincada controversia teológica, quea primera vista parece haberse desenvuelto enel terreno especulativo de teólogos y obispos,¿tuvo repercusiones populares? Parece que sí.Aun prescindiendo de las denuncias alarmadasde Beato y Eterio, fáciles ambos para lasexageraciones, Jonás de Orleans testimoniahaber visto en Asturias discípulos de Elipando.y a finales del siglo, durante los últimos com-pases de las disputas más solemnes, Leidradode Lyon, Benito Aniano y Nebridio de Narbona,enviados a tierras urgelitanas para poner enmarcha una campaña de reevangelización,evalúan en 20.000 personas de toda clase ycondición social los seguidores de Félix.

Por lo demás, la controversia adopcionistadinamizó los trabajos teológicos, provocando laaparición de numerosos escritos. En torno a laCorte de Aquisgrán se movieron personalidadesde la talla de Paulino de Aquileia, BenitoAniano y Alcuino de York, este último el ver-dadero protagonista de la pOlémica al lado deFélix de Urgel. Pero a la larga, la complejalucubración producirá efectos negativos. Talvez sirvió para perfilar la metodología pro-piamente teológica, enseñando a los teólogosde la joven iglesia franca a utilizar con mayorcorrección y homogeneidad los textos escri-tu risticopatrísticos (Amann). Sin embargo, lasposiciones firmes de cada una de las iglesiaspeninsulares participantes en la controversiaagudizaron un proceso de separación entreellas, que ya estaban en marcha por las cir-cunstancias políticas.

Tras la fogosa denuncia de Beato y Eterio

Miniaturadel Beato de Liébana.

siglo X

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latía, como ya se indicó, un cierto sentimientoautonomista de la cristiandad noroccidentalfrente a Toledo. El celo misionero y tolerantede Elipando y de otros obispos de AI-Andalusencubría seguramente la preocupación porfrenar los movimientos centrífugos de lasiglesias tanto del Noroeste como de la MarcaHispánica, que mermaban la influencia delmetropolitano de Toledo. En Félix de Urgel,animado de ideales evangelizadores similares alos del toledano, podría obrar, asimismo, eldeseo de oponerse a la influencia de la pujanteiglesia carolingia. Creemos que está en lo cier-to Abadal i de Vignals cuando considera estadisputa teológica como uno de los factoresmás importantes de la desintegración de laiglesia visigoda en el siglo de la invasiónislámica.

El catarismo

El catarismo fue la segunda herejía que tur-bó los reinos cristianos peninsulares, demanera especial los orientales, a lo largo delos siglos XII Y XIII. Este movimiento, muy ex-tendido primero en los países balcánicos yposteriormente en casi toda Europa (ver ar-tículo «Los cátaros», página 19), encontró en elmediodía de Francia, de manera particular entoda la Occitania, un clima muy propicio parasu arraigo. Albi y Toulouse, sobre todo, seconvirtieron, como es sabido, en los dos prin-cipales centros difusores de las nuevas co-rrientes religiosas.

El trasvase de las mismas a los dominiosaragoneses del sur de los Pirineos fue prontouna realidad, no sólo mediante el concurso debuhoneros, mercaderes y trabajadores de lalana -la industria de la lana ya existía enCataluña durante el siglo XII-, sino y prin-cipalmente gracias al apoyo que encontraronlos cátaros en los señores feudales de lasregiones pirenaicas. Entre la corona de Aragóny sus vecinos de Foix, Toulouse, Cominges,Rosellón, Narbona, Montpellier y Provenzaexistían numerosos lazos comunes de índoleeconómica y política y muchas veces familiar.Por eso el catarismo catalano-aragonés nace yse desarrolla estrechamente vinculado al de ul-trapuertos y no presenta novedades ideológicasespecíficas.

No resulta fácil precisar el momento de laentrada del catarismo albigense en las tierraspirenaicas de la corona de Aragón. El conciliode San Félix de Caramanh (1167), de grantrascendencia para la iglesia cátara langue-.dociana, nos ofrece la primera noticia de laposible existencia de adeptos en tierras ca-talanas. En aquella asamblea los hombres delvalle de Arán eligieron para su zona un obispocátaro, sin duda uno de los primeros propa-gadores de estas doctrinas religiosas en lascomarcas limítrofes.

12 LAS HEREJIAS MEDIEVALES

El Lateranense 111,convocado por Alejan-dro 111(1179). que denuncia alarmado la propa-ganda abierta de numerosos albigenses en laGasguña, Toulouse y otras localidades cerca-nas, después de anatemizarles a ellos y a cuan-tos les protegieran o encubrieren, hace lo mis-mo con los brabanzones, aragoneses, vascos,coteleras y triaverderas que no respetan lasiglesias ni los monasterios, que no tienenpiedad alguna, que no hacen distinción con laedad y el sexo, que, como los paganos, des-truyen y desbaratan todo (c. XXVII), endilgán-doles el calificativo de heréticos sin ningunaclase de atenuantes.

Los señores feudales de estos territorios,titulares de unos dominios en vías de con-solidación, no dudan en acometer los dominiosde las iglesias, que constituían lógicamente unserio obstáculo para sus ambiciones expan-sionistas, acudiendo incluso a recursos comoel bandidaje siempre que fuera preciso. El an-ticlericalismo radical de los cátaro-albigensescreó un ambiente propicio para esta políticaseñorial.

Gracias a los trabajos de Ventura Subiratssabemos que en Cataluña hubo numerososgrupos de cátaros, concretamente en Castell-bó, Josa del Cadí, la Cerdaña, las tierras delRosellón y en otras zonas más meridionales,destacando en ellos muchas personalidades derango social elevado.

Resulta ya tópica la referencia a la supuestaintransigencia de Pedro 11 de Aragón (1196-1213) respecto a los herejes. En la famosaconstitución de 1197 ordenaba que todos losValdenses, llamados vulgarmente sabatati otambién Pobres de Lyon, y demás herejes in-numerables y de nombre desconocido, ana-tematizados por la Iglesia, salieran de su reinoy de sus dominios, como enemigos de la Cruzde Cristo, violadores de la fe cristiana y pÚ-blicos enemigos del rey y de sus estados. Lasautoridades civiles ejecutarían dicho mandatoantes del domingo de Ramos. Si después delplazo fijado encontraran algÚn hereje, le con-fiscarían las dos terceras partes de sus bienes,el tercio restante pasaría al denunciante y ellosserían quemados vivos.

Seguramente que con el término genéricoherejes innumerables, recogido por esta peren-toria disposición, se mencionaba implícitamen-te a los cátaro-albigenses, pero Pedro elCatólico se mostró habitualmente tolerante conellos en la práctica, sobre todo si se trataba degentes poderosas. La comunión de interés en-tre señores catalano-aragoneses y occitanos,puesta de relieve más arriba, les acercabatambién en los objetivos políticos primordiales ytodos ellos participaban, sin duda, de la mismaanimosidad contra la nobleza de la Francia sep-tentrional, cuyo deseo de predominio sobre losterritorios de la Occitania coincidían con los dela monarquía de París. Las tendencias políticasde los señores feudales de los dominios pire-

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naicos favorecían al soberano aragonés y éstetratará de ayudarles sin fijarse demasiado en suortodoxia.

Trasfondo I!olítico

La cruzada de Inocencio 111contra los al-bigenses del Languedoc se desarrolló con untrasfondo político, en el cual también estuvoimplicado Aragón. Los ejércitos cruzados com-batiendo contra los herejes servían simulta-neamente a la causa de los franceses del nor-te, y los señores occitanos, cátaros o protec-tores de cátaros, luchaban, asimismo, pormantener su libertad frente al expansionismode los Capetos.

Pedro II no puede permanecer neutral. Losprincipales caudillos de los cátaros, el condede Foix y Raimundo VI de Tolosa, por ejemplo,eran parientes próximos suyos. Resulta perfec-tamente comprensible que al final terminaraenfrentándose a Simón de Montfort, el jefe dela cruzada. La muerte del soberano aragonésen Muret (1213), además de constituir una im-portante derrota para los albigenses fue tam-bién el final de un proyecto acariciado pro-bablemente por el titular de la corona deAragón: la creación de un gran reino a caballode los Pirineos, con Provenza, Cataluña y elLanguedoc como partes integrantes fundamen-tales. Y desde 1229, año del tratado deMeaux, los capetos consiguieron imponer yafácilmente su soberanía sobre los dominiosfeudales de las tierras del Midi.

Al arreciar la persecución contra los albi-genses después de la batalla de Muret, mu-chos de ellos buscaron refugio en la Península,en tierras catalanas y aragonesas especial-mente. Jaime I (1213-1276) cambia el rumbode las directrices pOlíticas de Aragón, relegan-do los problemas occitanos y orientándosepreferentemente hacia el Mediterráneo. Los in-migrantes de los dominios occitanos, impli-cados en la herejía cátara o descendientes deantiguas familias albigenses, encuentran en lastierras reconquistadas y repobladas por estesoberano un espacio idóneo para su nuevoasentamiento. Estos inmigrados cátaros ofilocátaros podían consolidar ya su posición so-cio-económica sin recurrir a las doctrinasheréticas como cobertura ideológica justifi-cativa.

Tiene toda la razón Ventura Subirats cuandoafirma que desaparecida la dificultad expansiva-para los nobles y burgueses ricos- con lasgrandes conquistas peninsulares, transformadaCataluña de un país eminentemente agrícolaen otro marítimo e insular, los dos brazos, bur-gués y noble, al aplicar sus energías sobre lastierras conquistadas, pudieron dejar en paz lasque, en la metrópoli, eran dominio de laIglesia. El mismo autor constata la presenciade focos albigenses en tierras catalanas derepoblación, en Baleares y Valencia. Además, -

14 LAS HEREJIAS MEDIEVALES

Jaime I prefería encauzar las posibilidadeseconómicas y humanas de estas familias deinmigrados occitanos o pirenaicos, sospe-chosos de herejía, hacia empresas de recon-quista o repoblado ras, que verles convertidosen víctimas de la represión.

El nuevo clima socio-político, la toleranciadel soberano aragonés y el funcionamiento dela Inquisición en Aragón desde el año 1232,fueron factores que contribuyeron podero-samente a erradicar los restos de herejíacátara en los reinos orientales. En torñoa 1300, sus pervivencias eran ya poco impor-tantes.

La presencia de albigenses en los dominiosde la corona castellano-Ieonesa fue un fe-nómeno completamente residual y de carácterciudadano. En la primera parte del siglo XIII ydurante los años de mayor persecución de losadeptos al catarismo en el sur de Francia,aparecen grupos aislados de herejes en Bur-gos, Palencia y León, tres estaciones impor-tantes del Camino de Santiago, en las queconfluían extranjeros, peregrinos y comercian-tes, y creaban un ambiente abigarrado, socialy religiosamente, propicio para la propagaciónde ideas contrarias a la ortodoxia o simple-mente novedosas y extravagantes.

De los tres núcleos urbanos heréticos, sóloel leonés llevó la nominación de albigense. Sudoctrina y sus métodos propagandísticosquedaron reflejados en la conocida obra deLucas de Tuy: De altera vita fideique con-troversiis adversus Albigensium errores libri /11.Pero todo parece indicar que el Tudense ex-trapoló la significación del grupo revoltoso,proyectando sobre él, formado fundamental-mente por laicos con algún francés entre ellos,todo el credo de los cátaro-albigenses, bienconocido por el autor leonés gracias a susperegrinaciones a Francia, Italia y Oriente.

En realidad estos albigenses de León selimitaban a propalar sus ideas anticlericales y acombatir la religiosidad popular, según se des-prende de unos cuantos hechos históricos concierto aire de pintoresquismo supersticioso. Lasevera y exagerada denuncia de D. Lucas, asícomo su celoso proceder contra los supuestosherejes, perseguían, sin duda, un objetivo bienpreciso: poner en guardia a la jerarquía contracualquier atisbo de la herejía que tantos estra-gos causaba allende los Pirineos.

De los herejes palentinos y burgaleses nosabemos casi nada. Fernando 111,más toleran-te con los judíos que con los tildados deheterodoxia, publicó un edicto, en el cualfiguraban las sanciones penales característicasde la legislación antiherética: confiscación debienes, extrañamiento o destierro, y unasseñales en la cara grabadas a hierro candente.Los Anales Toledanos registran cómo estesoberano enforcó muchos ames e cociómuchos en calderas. Después de analizar elextenso tratado de Lucas de Tuy, creemos que

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los brotes de herejía en los reinos occidentalesnunca debieron de tener una especificidad al-bigense muy neta. Podríamos decir que en laobra del Tudense nos aproximamos a un fe-nómeno de nacimiento del espíritu laico duran-te el siglo XIII en León, y posiblemente enotras ciudades castellanas (J. F. Conde).

Los valdenses, citados ya formalmente en elfamoso decreto de Pedro 11 el Católico elaño 1197, no fueron un problema religioso osocial serio en los reinos peninsulares. Los quehubo pertenecían al estamento artesanal ocampesino artesanal o campesino y carecieronde la influencia socio-política que hubierapodido hacerles peligrosos. Entre todos des-taca la personalidad de Durand d'Osca, el exvaldense autor del Uber contra manicheos, quese converti rá en jefe de la orden de losPauperes Catholici aprobada por Inocen-cia 111(1212) para encauzar las inquietudesradicales de muchas personas atraídas por lastendencias religiosas de aquellos años. Estosnuevos monjes parece que vivieron en algunaspartes de Cataluña muchos años, pero pau-latinamente -a mediados del sialo XIII- vol-vieron a la herejía. ~

El ideal de la vita apostolica, articuladosobre el seguimiento estricto de Cristo, lapobreza rigurosa, la comunicación plena de

El XVII Concilio de Toledo. según una miniaturade Primacía de la Iglesia Toledana. siglo XII.Biblioteca Nacional. Madrid

bienes y una piedad puramente evangélica,orientó, como es sabido, la reforma y reno-vación del monacato medieval entre los si-glos XI Y XIII. Y el mismo ideario figuró tam-bién en los programas de varios movimientosanatematizados como heréticos, revistiendocon frecuencia connotaciones subversivas,sociales y eclesiásticas, al constituirse en al-ternativa crítica frente a una sociedad feu-dalizada, poderosa y rica en el vértice y llenade desigualdades en los estamentos más bajos.

Estos ideales, que animaron los primerosgrupos de valdenses -menos a los de albi-genses- se convierten, asimismo, en obje-tivos esenciales de las corrientes pauperísticasde los siglos XIII-XV, protagonizadas por los es-pirituales y fraticelli: los sectores más radicalesde las órdenes mendicantes, sobre todo de lafranciscana, y por las beguinas y begardos deaquella época.

Juan Olivi, natural del Languedoc y profesoren Florencia, donde tuvo como discípulo aUbertino de Casale, propagador también desus ideas joaquinistas y de su fanatismopauperístico, ejerce un notable influjo enCataluña. Muchos grupos catalanes y foráneosle tendrán por maestro aun después de sumuerte. Durante el siglo XIV sobresalen al-gunos nombres de personajes catalanes adep-

Miniatura del testamento de Ordoño II (del LiberTestamentorum Ecclesiae ovetensis. siglo XI)

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tos a la ideología de los fraticelli, como ArnauOliver, Bernat Fuster, Pon<;:Carbonell, guardiándel convento franciscano de Barcelona ymaestro de San Luis, y Arnau Muntaner.

En los reinos orientales abundarán, además,los beaterios de mujeres y varones piadosos-beguinas y begardos- que se orientabanpor los mismos derroteros que los espirituales yfraticelli. Muchos de estos grupos se man-tuvieron dentro de los cauces de la ortodoxia,ingresando algunos en la Tercera Orden deSan Francisco, otros incidirán en los mismosradicalismos extremistas de los franciscanosrebeldes.

Sabemos de la existencia de centros sig-nificativos de beguinos en Barcelona, Gerona,Vilafranca del Penedés, Puigcerda, Valencia yMallorca. Varios de esos grupos -llamadosFratres de penitentia de tertio Ordine SanctiFrancisci- encontramos en Arnau de Vilanova(1238-1311) -prototipo del laico reformista yextremista, enemigo acérrimo de una Iglesiarica e influyente con un papa dotado de enor-me poder temporal y partidario decidido de lossaberes empíricos como precursor de la se-cularización del mundo científico eclesiástico-a un poderoso mentor, que escribió para ellosy los favoreció con su influencia.

La corte de Mallorca fue también otro focoimportante de beguinismo. Varios hijos de Jai-me 11(1262-1311) favorecieron decididamentesu causa aun después que muchos fraticelli seenfrentaron al papa Juan XXII a causa de laespinosa disputa teórica sobre la pobreza deCristo y de los apóstoles. Jaime, el primogénitoheredero, renuncia al trono para ingresar en laorden del Povere/lo d'Assisi. hacia elaño 1300. Sancha, su hermana, casada con unAnjou, Roberto 11 de Nápoles, era una apa-sionada devota de esta congregación monás-tica y convirtió la corte napolitana en refugioseguro para los franciscanos rigoristas, per-seguidos por la Santa Sede después de la con-dena de Juan XXII. Allí encuentra acogida elpropio Miguel de Cesena, el general depuestopor el RomanoPo~n~e.

El infante Felipe fue todavía más lejos. Des-pués de abrazar la vida religiosa dominicanamuy joven, la abandona para ingresar en laTercera Orden de San Francisco. Influido porlas enseñanzas de Pedro Juan Olivi y de An-gelo Clareno, acabará asumiendo las ideas y lapráctica religiosa de los fraticelli más extremis-taso Al ocupar la sede regia de Mallorca encalidad de regente (;1324), crea en torno a síun círculo vivaz y austero de beguinos, especiede congregación autónoma de terciarios, unidapor su espíritu al beguinismo provenzal-catalány al fraticellismo de. Clareno (A. Oliver). Cuan-do abandona dicho compromiso político, seretira a Nápoles, en cuyo ambiente, favorablea los planteamientos del franciscanismo ra-dical, que apoyaba su hermana, puede darrienda suelta a las inquietudes rigoristas más

16 LAS HEREJIAS MEDIEVALES

extravagantes. Morirá enemistado con el papa.Federico 111de Sicilia, hermano de Jaime II deAragón, casado con una Anjou, protegió tam-bién a los franciscanos y beguinos perse-guidos.

El movimiento franciscano o seudofrancis-cano de beguinos y fraticelli siguió vivo enAragón hasta el siglo XV, a pesar de la con-dena del concilio de Vienne (1312) contra lastendencias quietistas e iluministas que existíanen algunos sectores del beguinismo. De ella sehacía eco el concilio de Tarragona de 1317,formulando algunas cautelas para tratar de dis-cernir lo ortodoxo de lo heterodoxo en estacorriente espiritual, de los procesos inquisi-toriales y de la mala posición en la quequedaron los frailes rebeldes frente a la co-munidad, después de las duras disputas con elpapa por las cuestiones relativas a la pobreza.

Hasta no hace mucho se sabía muy poco delos fraticelli y de los beguinos de Castilla-León.Hoy, después de los trabajos de J. Perarnau,estamos mejor informados. Según este autor elfenómeno beguina en la parte occidental de lacorona de Castilla era omnipresente. Podría in-cluso trazarse un mapa de sus casas quearrojaría los resultados siguientes: un fococonsiderable en torno a Galicia y otro másreducido en torno a Sevilla; del primero sal-drían dos flechas, una en dirección a Salaman-ca y otra en dirección a Burgos. En conjunto,las noticias se refieren a 19 casas, cuatro deellas en la zona de Sevilla.

Durante la primera parte del siglo XVquedaban aún en la Península rescoldos delfranciscanismo extremo de los fraticelli. FrayFelipe de Berbegal, probablemente catalán deorigen y miembro de la provincia franciscanade Aragón, partidario de las tendencias ori-ginarias de la Orden, combate los estatutosque había promulgado San Juan de Capistranopara los observantes, por considerarlos de-masiado suaves. Sus enseñanzas llenas de lasexageraciones y errores del viejo pauperismo,consiguieron numerosos seguidores entre losfrailes, arrastrando también a mujeres be-guinas que se hacían pasar por miembros de laTercera Orden. Gracias a unas cartas deEugenio IV (1431-1447) sabemos que elproblema existía igualmente en otras partes dela iglesia hispana.

Los «herejes de Duraf!.go»I

Los episodios protagonizados por los herejesde Durango constituyen, sin duda, el testi-monio más llamativo y mejor documentadosobre la pervivencia de este rigorismo francis-cano tardomedieval. Un pasaje de la Crónicadel Rey Don ,¡Oan el Segundo puede consi-derarse como el locus classicus de las noticiasrelacionadas con este brote herético: Asimes-mo en este tiempo se levantó en la villa deDurango una grande herejía, y fue principiador

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della fray Alonso de Mella, de la Orden de SanFrancisco, hermano de Don Juan de Mella,obispo de Zamora que después fue cardenal. Epara saber el Rey la verdad, mandó a frayFrancisco de Soria, que era muy notablereligioso así en sciencia como en vida, e aDon .Juan Alonso Cherino, abad de Alcalá laReal, del su Consejo, que fuesen a Vizcaya, ehiciesen la pesquisa, e ge la truxiesen cerradapara que su Alteza en ello proveyese como aservicio de Dios e suyo cumplía; los qualescumplieron el mandado del Rey; e traída antesu Alteza la pesquisa, el Rey embió dos al-

Eclesiásticos V seglares en un frontal de San Miguel deSumguerola. Gerona

guaciles suyos con asaz gente e con podereslos que eran menester, para prender a todoslos culpantes en aquel caso; de los quales al-gunos fueron traídos a Valladolid, y obstinadosen su herejía, fueron ende quemados, e muchosmás fueron traídos a Santo Domingo de laCalzada, donde asimesmo los quemaron; e frayAlonso, que había seydo comenzador de aquellaherejía, luego como fue certificado que la pes-quisa se hacía, huyó y se fue a Granada, don-de llevó asaz mozas de aquella tierra, lasquales todas se perdieron, y él fue por losmoros jugado a las cañas, y así hubo el galar-dón de su malicia.

Las enseñanzas subversivas del franciscanoAlonso de Mella -parece que estaba pre-parando un levantamiento. al ser descubierto-comienzan hacia 1425 y durarán aproxima-damente veinte años. El contenido de las mis-mas era sencillo y poco novedoso: él y susadeptos combatían la devoción a la Cruz y alos sacramentos, especialmente al Matrimonioy a la Eucaristía; practicaban la comunión debienes y de mujeres; proponían una relecturade la sagrada escritura, que incluía la teoríahistoriológica de las Tres Edades, situándoseya ellos en la Edad del Espíritu; ponían un én-fasis particular en el valor de la libertad per-sonal, que consideraban como experiencia delespíritu del Señor, y creíanse santos.

Semejante orientación ideológica yla per-tenencia de Mella y de sus primeros propa-gadores a la orden franciscana, sitúan a lospartidarios de esta herejía -parece que eranmuchos con abundancia de personal feme-nino- en las mismas coordenadas del fra-ticellismo y del beguinismo heterodoxos. Unsiglo antes, el concilio de Vienne (1312) habíacondenado ya varios grupos de begardos ybeguinas alemanes, que afirmaban la perfec-ción radical de la naturaleza humana: impe-cable, dotada de libertad corporal -la sexualincluida- y espiritual -con capacidad paradesobedecer a la Iglesia-, portadora de laeterna beatitud en la tierra, sin necesidad deobras meritorias, propias de los imperfectos.También menospreciaban la Eucaristía. Lasobrevaloración de la libertad de la que hacengala los herejes del Duranguesado le aproximaigualmente a la secta de los Hermanos dellibre espíritu, rama extrema del gran tronco delos espirituales y beguinos heterodoxos, con-denada ya por Bonifacio VIII el año 1296.

Por otra parte, la protesta socio-política quese vislumbra en los herejes de Durango en suintento de crear un estado como espacioadecuado para llevar a la práctica su credo,desvela, asimismo, parecidos, no dependen-cias formales contrastadas, con otros movi-mientos socio-religiosos de la Baja EdadMedia. Recuérdese, por ejemplo, el misticismoanarquista y revolucionario de los taboritas deBohemia, que estaba en pleno auge durantela misma época.

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El papa Gregario IX entrega a unos dominicos la bula instituyendo la Inquisición contra los herejes, 1299

Los cátarosPor Francisco de Moxó

Profesor de Historia Medieval. Universidad Complutense de Madrid

ENTRE las herejías medievales emerge, sinduda, como una de las más significativas,

la herejía cátara o albigense. Sin otra relaciónque la nominal con los katharoi novacianos dela Roma del sig lo 111,el catarismo medievalhundesus raícesen el dualismooriental (rTlfI.Z-deísmo de Zoroastro en el siglo VII a. de C.)que, con repercusiones en el mundo esenio, ya través de los gnósticos, neoplatónicos ymaniqueos de los primeros siglos cristianos,llega a los paulicianos de Armenia a fines delsiglo VII. Estos, perseguidos por losempe-radores bizantinos, fueron en su mayor partetrasladados a Tracia (siglo IX), donde dieronorigen al bogomilismo, cuya relación con elcatarismo occidental es hoy algo comprobadoe indiscutible. En 1143' tenemos noticias decátaros en Colonia, y su nombre ketzer pasará.a significar en alemán hereje.

En 1163 (concilio de Tours) aparece yacomo normal en Francia la denominación decátaros. En Italia se les conocía como gazzari.y en ambos países recibirán también el nom-bre de patarinos, por confusión en el usopopular con el movimiento de ese nombre que

tuvo lugar en Milán en el siglo XI (1056-1075).El concilio III de Letrán (1179) identifica ya acátaros y patarinos. En cuanto al nombre dealbigenses, su origen no es claro: según unoslo recibieron en Francia por haber nacido enAlbi, a mediados del siglo XII, la primeradiócesis cátara, reconocida con las de Tou-louse, Carcassonne y Valle de Arán en el con-ciliábulo de San Félix de Caraman de 1167; oquizá por la consonancia del nombre deaquella ciudad con los albaneses de Italia ocon albi, blancos o puros.

Doctrina r moral

El dualismo cátaro defiende la existencia dedos Principios Supremos: el del Bien, creadorde los espíritus, y el del Mal, creador de lamateria. Este es el dualismo absoluto profe-sado en el sur de Francia e igual al de losbogomiles búlgaros y albaneses, aunque enciertas ciudades de Italia (Concorezzo, Bag-nolo) tuvo una forma mitigada, con un ángelcaído, Lucifer, subordinado al Principio del

LAS HEREJIAS MEDIEVALES 19

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Sello de Raimundo VIde Tolosa

Las barras de Cataluña VOccitania en un escudo de un caballerorepresentado en un cofre de boda del siglo XII

Bien. A partir de esta dualidad, el cátaro ad-mite un mundo de mezcla en el que las almascelestes, seducidas por el Principio o ángel delMal, se encuentran aprisionadas por la materiade la que no pOdrán salir, sino a través desucesivas purificaciones -una como alquimiadel ser- en una incesante reencarnación.Para los cátaros no había un infierno distintode esta cautividad de la materia y admitían lasalvación universal con el fin del mundo.

Este proceso secular de liberación de lamateria no se encuentra en todos los hombresen el mismo estadio. En algunos, los Perfec-tos, el espíritu o parte superior del ser humanoque quedó en los cielos en el momento de lacaída, se ha adueñado de nuevo del alma. Conla muerte, libre ya el alma del cuerpo material,será arrastrada por el espíritu al reino celes-te del Bien, en donde se revestirá del cuerpoespiritual y glorioso que perdiera en su des-censo a este mundo.

Esos Perfectos o Bons Hommes no poseíanbienes propios ni tenían comercio sexual al-guno. Se abstenían de carne y lacticinios. Nopodían jurar ni ir a la guerra. Iban vestidos denegro (en tiempo de persecución sustituido porun cordón de lino o lana bajo la ropa) y vivíanen comunidad, hombres y mujeres por se-parado. Entre los hombres se escogían losobispos y diáconos y viajaban constantemente,predicando e impartiendo el consolamentum.

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Pero no todos los cátaros alcanzaban esegrado. La mayoría, los Creyentes, no hanrecibido aún el espíritu y -c-salvo que lo haganantes de la muerte- habrán de pasar porsucesivas reencarnaciones. Les está permitidoel matrimonio y aun el amor libre (mejor queaquél, ya que el matrimonio supone la insti-tucionalización de la relación sexual -larégularisatíon de la débauche, en frase deGuiraud- ordenaba a la perpetuación de lamateria). Pueden comer carne y tener bienespropios, aunque les están vedados el juramen-to y el matar animales, posibles receptáculosde reencarnación. Todos en general conde-naban la pena de muerte.

En cuanto a - Cristo, los cátaros sosteníanque hasta su venida la Humanidad había es-tado bajo el imperio de Satán (Principio delMal), al que atribuían incluso la personificaciónde Jehovah en el Antiguo Testamento. Sin em-bargo, no consideraban a Cristo como Dios,sino como un eón emanado y adoptado porDios como Hijo y venido al mundo a través delseno de María para enseñar a Ids hombres elvalor del espíritu y el camino de la liberaciónde la materia, sin misión expiatoria alguna,sino puramente didáctica y ejemplar. El nopodía ser contaminado por la materia: su cuer-po era aparente o fantasmal y por tanto no

~

MAR MEDITERRANEO

había sufrido ni muerto realmente en la Cruz-sino sólo simbólicamente- ni resucitadocorporalmente. De acuerdo con su Cristología,la Iglesia católica, con sus sacramentosmateriales, su culto visible -cruces, imágenesy ornamentos- y su organización externa, erapara los cátaros la gran Babilonia, la cortesana,la basílica del diablo y sinagoga de Satán.

El acto fundamental de la vida cátara recibíael nombre de Consolamentum o comunicacióndel Espíritu Consolador (Paráclito) -junto conel individual dejado en el cielo cuando lacaída-. El acto consistía en la imposición demanos de un Perfecto, por la que el Creyente-hombre o mujer- alcanzaba el grado dePerfecto. Desde ese momento el Espíritu seadueñaba de su alma y en él lo veneraban losdemás creyentes mediante el melioramentum ogenuflexión, besando el suelo y pidiendo labendición. Los creyentes que no se sentíancon fuerzas para llegar a Perfectos hacían, sinembargo, con frecuencia la convenentia con-venensa o pacto de recibir el Consolamentumantes de morir.

Esta recepción dio lugar tardíamente a laendura o suicidio voluntario pasivo, institucióndenigrada por los adversarios del catarismopero' sin la difusión que algunos suponen ni elsignificado que se le dio. Practicada por los

LAS HEREJIASMEDIEVALES21

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enfermos graves que habían recibido el Con-solamentum, tuvo más bien algo del nirvanabudista o del estoicismo clásico, o aun si sequiere de la huelga de hambre de nuestrosdías, y era algo perfectamente concordantecon el espíritu de liberación de la materiapropio del catarismo. Claro que en esto hubotambién su picaresca: a veces herederos an-siosos o cónyuges infieles provocaban la en-dura.

El culto cátaro, sin cruces, imagenes nisacramentos, se reducía a reuniones en lasque se leía el Nuevo Testamento traducido alengua vulgar (cosa que prohibiría el conciliode Toulouse de 1229). Seguía una homilía, larecitación del pater y la bendición del pan,reservadas al Perfecto, y a veces una comidaen común. Una vez al mes tenía lugar elapparelhamentum o confesión genérica de lospecados ante los diáconos (la específica ysecreta se dio alguna vez).

Un terreno abonado: el Languedoc

La doctrina cátara halló en los siglos XIIY XIII un humus ideal y un ambiente apto parasu expansión en el desarrollo burgués del nortede Italia y del sur de Francia y en el mutuo tráfi-co comercial. Ya el marco geográfico-políticofavorecía la libre expansión de la doctrina: enlas comunas italianas, por su posición inde-pendiente del control imperial y papal equidis-tante de ambos poderes; en el Languedoc, porsu situación de neutralidad entre el poder fran-cés del norte, el inglés de Aquitania al oeste,el catalano-aragonés al sur y el imperial al es-te. Por otra parte, la conducta de los grandesdignatarios de ia Iglesia (creaturas ciegas,perros mudos, les increpaba Inocencio 111)dejaba mucho que desear y favorecía el augede la contestación herética.

Como observa Charles Molinier, de 1200 a1250 todas las clases sociales contribuyeron aengrosar la secta. Los grandes señores feu-dales, si no pertenecían al catarismo, estabanestrechamente ligados a él por lazos de paren-tesco, vasallaje o amistad. Raimundo VI deToulouse (1194-1222) llevaba siempre consigoun séquito de Perfectos dispuestos a darle elConsolamentum en peligro de muerte. RamónRoger de Foix (1188-1223) vio recibirlo a sumujer Philippa y a su hermana Esclaramunda,dos grandes damas del catarismo.

La pequeña nobleza se adscribió directa-mente en gran número. Unos y otros actuabancon una cierta independencia, y aun hostilidada veces, ante el poder eclesiástico y civil. Jun'to a ellos, la burguesía mercantil, que parti-cipaba cada vez más por sus cónsules en elgobierno ciudadano y en la época inicial delcapitalismo, aspiraba al libre comercio deldinero con la posibilidad de préstamo a interéscondenado por la Iglesia católica, y veía con

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malos ojos las medidas antisuntuarias de la In-quisición y las persecuciones que ahuyentabanla mano de obra y el dinero. Los artesanos,especialmente los textiles, fueron una de lasclases predilectas de los cátaros: muchos Per-fectos ejercieron ese oficio y tisserand se con-virtió, prácticamente, en sinónimo de cátaro.Los campesinos, en fin, en los que se refugiaráel catarismo de los últimos tiempos, estaráncontra los diezmos y primicias eclesiásticos ymirarán también por ello con simpatía almovimiento.

Así pues, no podemos simplificar el fenó-meno cátaro considerándolo (como parece fueprevalentemente el bogomilismo búlgaro) unmovimiento social de las clases inferiores;debe añadirse a ello su carácter profundamen-te espiritual y de fuga mundi en su aspiraciónúltima: // est clair que le catharisme dépasseinfinement le plan des reivindications capitalis-tes et commerciales (Evidentemente, el ca-tarismo rebasa el plano de las reivindicacionescapitalistas y comerciales) (Nelli). Fourier con-sideraría una utopía el catarismo y Engels novería en él más que un protestantismo utópico.

Otro factor singular favoreció su expansión:la poesía trovadoresca. Aunque no ha podidoprobarse (salvo en casos aislados como el deGuilhem de Durfort, señor de Fanjeaux, poetay Creyente) la relación directa trovadores-cata-rismo, hay síntomas de indudable simpatía,mezclada con elementos políticos de afir-mación occitana frente al norte. El punto deconcomitancia más claro de los trovadores conel catarismo lo hallamos en la revalorizaciónde la mujer. Para los cátaros la desigualdad desexos era producto únicamente de la materia yen la transmigración se pasaba indistintamentea cuerpo de hombre o de mujer (aunque al-gunos parece exigían un cuerpo de hombrepara la última reencarnación).

Ya vimos que las mujeres podían recibir elConsolamentum como los hombres, quedandosólo excluidas del episcopado y diaconado.Además, la concepción cátara de la preferen-cia del amor espiritual sobre el físico y, dentrode éste, del amor libre al conyugal, concor-daba también plenamente con la actitudtrovadoresca. Había en la castitatz heroica ymeritoria de los trovadores por la dama, en laque se sublimaba la líbido, algo radicalmentecoincidente con las supremas aspiraciones delcatarismo.

Fase de las misiones y coloquios(117J-1208}

El volumen adquirido en el siglo XII por elmovimiento cátaro, junto al cual aparece,desde 1170, el de los Valdenses o Pobres deL.yon, da lugar al fin a la intervención oficial deRoma que, de 1177 a 1203, envía al sur deFrancia diversas misiones, encomendadas en

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Batalla de Muret donde murió Pedro 11a manos de los cruzados contra los albigenses (dibujo de José Granyer)

su mayoría a los cistercienses por Alejandro 111e Inocencio 111; éste actúa también en Italiaenviando un legado a Verona en 1198, que or-dena a los católicos de Viterbo desobedecer alos cónsules cátaros y exiliar a los herejes(1205) y obliga al Podesta y cónsules deFlorencia a publicar un Estatuto (1206) contralos mismos. Pero el fruto de todo ello es es-caso.

Entonces aparece en el Languedoc la figurade Domingo de Guzmán, en 1203 y 1205; sufundación de la Orden de Predicadores nopuede comprenderse bien fuera del contextocátaro. Se trata de contrarrestar el influjo delos Perfectos con una predicación y ejemplo devida semejantes. Se aborda el problema de lavida escandalosa del clero. Se organizancoloquios con los herejes buscando la vía de lapersuasión, alguno de ellos, como el de Car-cassonne en 1204, presidido por el mismo reyPedro II de Aragón.

Fase de la Cruzada (1209-1229)

Pero el asesinato del legado Pedro de Cas-telnau, en 1208, acabará con esta fase pa-

cífica. Inocencio 111proclama la Cruzada. Unpoderoso ejército desciende del norte, por elRódano. La campaña será larga y sangrienta:en el saqueo de Béziers morirán 17.000 perso-nas. Matadlos a todos: Dios reconocerá a lossuyos será la terrible consigna atribuida allegado papal. Pronto toma el mando Simón deMontfort. Pero Toulouse no se rinde y Pedro 11,que ha regresado victorioso de Las Navas, sal-drá al fin en defensa de sus depuestos parien-tes y perecerá en la jornada de Muret (1213).Poco tiempo después, caída ya Toulouse, elconcilio de Letrán consumará la condena delcatarismo (1215).

Inocencio muere al año siguiente y todo elLanguedoc se subleva. Raimundo VI acude contropas prestadas por Jaime 1, Y su hijo Rai-mundo VII desembarca en Marsella. En 1217se recupera Toulouse y en 1218 muere Simónde Montfort. Sigue un largo paréntesis de res-piro. Vuelven los Perfectos. Raimun"do Tren-cavel recupera Carcassonne (1224). Pero en1226 la contraofensiva de Luis VIII, que muereal regreso, acabará conduciendo al tratado deMeaux (1229), con la penitencia de Raimun-do VII en Notre-Dame y la promesa de su hijaJuana a Alfonso de Poitiers, hermano de

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Luis IX. Así se afianzará para el futuro eldominio nórdico, que la boda de Carlos de An-jou (otro hermano de San Luis) con Beatriz deProvenza no hará sino completar años des-pués (1246).

Todavía en 1240, exasperados los ánimospor la represión inquisitorial, el Languedoc al-zaría la cabeza por última vez. Después deuna amplia conspiración fracasada Toulouse-Inglatera-Aragón, sólo resistirá como últimoreducto cátaro la roca de Montségur, a1.200 m de altura, no lejos de Foix, donde seguardaba el Tesoro fruto de los donativos delos Creyentes. Al fin, el 2 de marzo de 1244 serendía también la fortaleza. El 16, en el llanoal pie del castillo hoy conocido como Prat deIscrematz, 205 Perfectos fueron quemados. Asíterminó prácticamente la resistencia cátara,aunque otro foco fortificado, el que Quéribus,no se rendiría hasta 1255. Montségur quedópara el futuro como un símbolo misterioso ylegendario, templo y fortaleza de carácter solar(como ha pretendido demostrar Fernando Niel)y relacionado incluso con la leyenda del Graal.

Fase inquisitorial: la clandestinidad(1229-1330)

Sometidas por las armas las regiones he-réticas, se inició la búsqueda implacable de losherejes. Ya en 1228 se había organizado unainquisición secular, ofreciéndose dos marcosde propina al que capturase un hereje.En 1229 el concilio de Toulouse introducía lainquisición episcopal. En 1231 Gregorio IX con-fiaba la inquisición monástica a los dominicos.Las hogueras proliferan de tal modo que elmismo papa ha de moderar el celo de los in-quisidores, disponiendo que cada inquisidordominico tenga un colega franciscano a fin deque la dulzura de este último temple la de-masiado grande severidad del otro (1237).

El uso de abogados estaba prohibido.En 1252, Inocencia IV autorizó la tortura -bienque ejecutada por seculares- por su célebreConstitución Ad extirpanda. Además de lahoguera existía la pena de prisión o murus quepOdía ser: largus, con cierta posibilidad demovimientos; strictus, con cadenas en pies ymanos, local estrecho y poca comida, y stric-tissimus, verdadera antecámara de la tumbacomo dice Belperron. También se practicó laexhumación de condenados ya difuntos:en 1234, el pueblo y autoridades de Albi senegaron a esta macabra ceremonia; entoncesel inquisidor se dirigió por su cuenta al ce-menterio y procedió por sí mismo a desen-terrar los cadáveres.

Ante esta situación, la mayoría de los Prefec-tos huyeron a Italia, donde reinaban mejorescondiciones. Se organizará una jerarquía en elexilio y se establecerá una corriente perma-nente, con guías o ductores, que alimentará lo

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que quede del catarismo occitano hasta sudesaparición. Algunos cátaros huyeron tambiéna Cataluña (véanse los trabajos de Jordi Ven-tura) y en León sabemos que hubo albigenses,por la Crónica de Lucas de Tuy.

En el Languedoc, el catarismo sobreviveclandestinamente en casas particulares, hos-pederías y hasta en silos y bodegas: los nuntiivan a buscar secretamente a los escasos Per-fectos para las reuniones nocturnas. A vecessalta la chispa de la rebelión, pero en vano:en 1305, Pons de Montolieu y otros seis nota-bles de Carcassonne son atados a la cola de uncaballo y arrastrados y colgados con sus trajesconsulares. Poco a poco, el movimiento, refu-giado cada vez más en los campos y aldeas,se extingue bajo la represión. En 1321, el últi-mo Perfecto del Languedoc, Belibasto, es cap-turado después de atraerle a traición desde surefugio en España (San Mateo). Alrededorde 1330 puede deci rse que todo ha desapareci-do en el sur de Francia, aunqu~ en el nortede Italia y en Sicilia se prolongue aún hastaprincipios del siglo XV.

Perdurará, sin embargo, una sensibilidad es-piritual particular que, a través de los turbulen-tos tiempos del cisma, llegará al siglo XVI.Aun sin conexión casual directa, es incontes-table que muchos descendientes de herejes delsiglo XI/I abrazaron el calvinismo para vengar-se de Roma (Nelli) Hoy apenas quedan en elpueblo huellas del catarismo, como la marmitallamada en Moissac Patarinon, semejante a laque llevaban consigo los Perfectos para no usaraquellas en que se había cocido carne. Másinteresantes son quizá los restos iconográficoscomo las cruces antropomórficas de Cassés yBaraigne con su Cristo Viviente de grandesmanos alzadas y abiertas.

Pero el mensaje profundo del catarismo vamás allá de estos restos y rebasa con muchoel marco de un simple episodio de la vidareligiosa medieval. Su dualismo de antiguasraíces (aun con el lastre que supone la vin-culación de la materia al Principio del Mal)responde al intento perenne y nunca satisfechode explicar satisfactoriamente la existencia delmal, el enigma que ya atormentara siglos antescon dolores de parto (Conf. VII, 7) el corazónde Agustín.

Huella y sentido del catarismo

Su exigencia moral (aun con su flexibilidadcomprensiva de la diversidad de capacidadesde Perfectos y Creyentes) desmiente el laxismoque, con demasiada facilidad, se le atribuyódesde su origen. Es significativo a este respec-to el caso de Jean Tisserand que, acusado fal-samente de herejía, se defendía así por lascalles de Toulouse: Eschuchadme, señores: nosoy un hereje. Tengo una mujer con la que meacuesto. Tengo hijos, como carne. Miento y

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juro. iSOY, pues, un buen cristiano! (Encar-celado pese a ello, y movido en la cárcel porel ejemplo de los herejes, abrazó el catarismoy fue quemado).

Su talante espiritual (con sus curiosas trans-migraciones, su paradójica distinción de Per-fectos' y Creyentes y su negación de los sa-cramentos) resultaba más lento, más inter-dependiente y más incierto, pero quizá muchomás profundamente religioso que un 'ciertocatolicismo apresurado con su individualismo,su mecanismo y su afán inmoderado de se-guridad.

La postura socio-eclesial, en fin, del cataris-mo (prescindiendo de implicaciones políticas),

Quemade librosalblgensesen presenciade SantoDomingode Guzmán(por Berruguete.Museodel Prado.Madrid)

concomitante con otros movimientos de laépoca como el de los valdenses, los espiri-tuales de Joaquín de Fiore y los fraticelli,muestra una tendencia correctiva periQdica-mente frustrada en el seno de la Iglesiamedieval: el intento de lIevarla al terreno deuna espiritualidad evangélica espontánea ypopular de reforma interior y sencilla de vidaen común, opuesta al tentador planteamientopolítico, o de reforma desde el poder, escogidopor Gregario VII y continuado por Inocencia 111y sus sucesores hasta Bonifacio VIII, cuando laIglesia hubo de empezar a pagar (como duran-te siglos seguiría haciendo) el precio del te-rreno en que se había colocado.

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Muerte de Juan Huss en la hoguera tras su condenaen el concilio de Constanza. 7477

El movimientohusitaPor Cristina Granda Gallego

Historiadora

CUANDO en 1315 el predicador checo JuanHus es condenado a la hoguera por el

concilio de Constanza, nadie puede prever lareacción que en toda Bohemia se va a pro-ducir, ocasionando lo que Lambert ha califi-cado como el mayor movimiento herético de laEdad Media.

Dicho movimiento, resultado de la conjun-ción de diversos factores -entre los que desta-can el religioso, el social y el nacional-, pre-se~lia por ello una gran complejidad y unasraíces anteriores al propio Hus.

Bohemia había conocido en el siglo XIV elesplendor que le proporcionó Carlos VI (1346-1378). Este monarca culto accedió al título im-perial, mejoró Praga urbanísticamente -alconstruir la Ciudad Nueva- y fundó en 1348 laprimera universidad de Centroeuropa. Estocoincidió con el desarrollo económico originadopor las minas de plata de Jilhava y KutnaHora. Pero este auge, acompañado de un in-cremento demográfico, tiene su contrapartidaen el aumento de las masas de desposeídosurbanos, entre los que habían acudido a Praga

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atraídos por su actividad (a fines del siglo XIVtenía 35.000 habitantes).

A la muerte de Carlos VI las diferenciassociales eran evidentes y se podía encontraruna nobleza y un alto clero enriquecidos, enespecial este último, que contaba con un terciode las tierras checas; un patriciado urbano ensu mayoría alemán; los artesanos y bur-gueses de las corporaciones; una masa dedesposeídos urbanos (hasta el 40 por 100 de lapoblación de Praga), y, finalmente, un cam-pesinado en frecuente oposición a las ciu-dades.

Por otra parte, la crisis general europea ten-día a reflejarse en Bohemia, y en especial lareligiosa: el cisma estaba presente en todos lospensadores; así como las tendencias heréticasdel momento (valdenses, libre espíritu.. .). Elloinfluyó en la reforma checa. Su punto de arran-que, la universidad de Praga, fue escenario dela imposición paulatina de- -tendencias nomi-nalistas de los estudiantes checos frente aldominio alemán, y de la llegada, como re-chazo, de las ideas realistas de Wyclif en 1390.

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Por otra parte, la predicación en Bohemia deConrado de Waldhausen originó una corrientede pensadores reformistas entre los que des-tacaban Milic de Kromerice, Matías de Janowy Tomás de Stitné. Las líneas generales de es-tas reformas venían marcadas por un gran fer-vor eucarístico, el uso de la predicación comodenuncia de los problemas de la Iglesia, undeseo de imitatio Christi en la línea de laDevotio Moderna, un renovado interés por laBiblia y su difusión y la lucha contra el An-ticristo, idea que obsesionó a Janow, profun-damente afectado por el cisma. A través deestos hombres y de la iglesia de Belén, cons-truida para la predicación en checo, llegamosa Hus.

La .eersonalidadde Hus

Juan Hus es el punto donde confluyen todasestas ideas reformistas. Chaunu lo calificacomo un producto del cisma y de la promociónde los universitarios checos, insertos en lapiedad del XV sin perder la tradición medieval.Capellán de la iglesia de Belén desde 1402,desarrolla una labor pastoral importante,predicando sobre el Nuevo Testamento, difun-diendo a Wyclif, escribiendo en su lengua natalobras como La Postilla y los Opúsculos contrala Simonía, entre otras, traduciendo la Biblia al

Dresde

1421

1427

LAS CRUZADAS CONTRA BOHEMIA (1420-1469)

checo sin que ello le impida escribir en latínDe Ecclesia, de inspiración wyclefita.

Su creencia en la cooperación de toda laIglesia para lograr la reforma le lleva a acudiren defensa de sus ideas al concilio de Cons-tanza, apoyado por un salvoconducto del em-perador Segismundo; pero allí es condenado,junto a Jerónimo de Praga, por hereje y dis-cípulo de Wyclif. La extremada dureza del con-cilio ante un hombre cuyas teorías, comoveremos, tenían un mínimo contenido herético,sólo puede explicarse como un golpe de fuerzapara afirmar la preeminencia conciliar en unmomento tan crítico para la cristiandad.

De Vooght ha señalado en la ideología deHus la influencia de San Bernardo, de SanAgustín y, sobre todo, de Wyclif, aunque se hadiscutido el grado de contribución de este úl-timo. En líneas generales, la base del pen-samiento de Hus es la siguiente:

a) Eclesiología: Conjuga las ideas tradi-cionales de la Iglesia como congregación defieles, con las tomadas de Wyclif de tipoheterodoxo: Ecclesia est omnium praedesti-natorum universitas (La Iglesia es la con-gregación de todos los predestinados), hacién-dolas compatibles.

b) Papado: Se muestra radical, consi-derando a Cristo la única cabeza posible de laIglesia; ésta puede regirse sin papa como al

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principio. En todo caso, no es el cargo lo quecomporta su dignidad, sino su virtud.

c) Eucaristía: Pese a ser condenado porno aceptar la transubstanciación, en su obraDe Sacramento Corporis et Sanguinis Domini,sus propias palabras lo desmienten: El sacer-dote, como ministro de Cristo hace con elpoder y las palabras de Cristo lo que Cristohace con su propio poder y sus propias pa-labras, transubstanciando el pan en su cuerpoy el vino en su sangre. De importancia pos-terior será la idea tomada de Jakoubek deStribro, de comunión frecuente bajo las dosespecies: ya que en la Consagración subutraque specie manet Christus totus y no porseparado el cuerpo y la sangre.

d) Problemas de la Iglesia: Critica es-pecialmente la simonía, la venta de indulgen-cias, la riqueza del clero y su bajo nivel moral.Pese a todo, no niega la obediencia a un su-perior indigno, pues el cristiano debe creer ensu virtud, a priori.

e) Pensamiento social: Ha sido resaltadopor Macek, y se encuentra, esencialmente, enlos Opúsculos contra la Simonía. La críticaal clero es también al estamento privilegiado,pero en ningún caso preconiza más que lalucha espiritual.

La explosión husita

Todo este componente ideológico no hubieraprendido con la fuerza que lo hizo si su muerteno le hubiera convertido en un héroe nacionaly al emperador Segismundo en un traidor.Constanza había sido una afrenta, pues nuncaun checo fue un hereje, según afirmaba unrefrán popular.

De 1415 a 1419 se fue gestando la revo-lución; la sociedad en crisis de Bohemia sehabía convulsionado. Pero la homogeneidad nopudo mantenerse ni siquiera desde el principio:la nobleza y la universidad no eran partidariasde la violencia, mientras algunos predicadoresla consideraban necesaria. Esto tuvo sumáxima expresión en la figura de Juan deZeliv, y en sus sermones, que llevaron en juniode 1419 a las masas praguesas a arrojar por laventana a los consejeros municipales de laCiudad Nueva.

En 1420, tanto el emperador como el papacondenaban a los husitas. Martín V proclamala primera cruzada contra ellos, la alta noblezacheca se pone del lado católico y el resto de lapoblación se divide en dos grandes bloques.

- Utraquistas. Representan la reforma ofi-cial checa. La encabeza la universidad ycuenta con la baja nobleza y la burguesía. Sunombre: utraquistas, calicistas, pragueses ocalixtinos, deriva fundamentalmente de Su sím-bolo: el cáliz, y de la comunión sub utraquespecie, que, además, será su más importantemeta. Sus objetivos son los llamados CuatroArtículos de Praga, fijados con motivo de la

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primera cruzada y que consisten fundamental-mente en:

1) La libre predicación en checo. 2) La co-munión bajo las dos especies. 3) La vuelta a laprimitiva pobreza de la Iglesia. 4) El castigo delos pecados públicos por el poder civil.

- Taboritas. Paralelo a este movimiento seproduce en toda Bohemia una huida de losdesposeídos hacia las montañas y las cincociudades consideradas santas, en especial lacolina de Hradiste, a la que se dio el nom-bre bíblico de Tabor. Para este grupo, constitui-do en forma de campamento militar, ros CuatroArtículos constituyen una corta aspiración.Parte de su ideología la definirán en 1420 losArtículos Milenaristas de Tabor.

Bohemia es el pueblo elegido en espera dela segunda venida de Cristo, quien, al llegar,destruirá al que no esté en las montañas yluego instituirá aquí su iglesia para alabanza ygloria como nunca lo fue la Iglesia Primera.Pero para conseguir esto habrá que eliminarantes a los enemigos de Cristo, lo que confiereal movimiento intensos tintes revolucionarios.

Al igual que en Hradiste, o en Tabor, nadaes mío ni nada es tuyo, porque todo es depropiedad común..., se cita en los ArtículosMilenaristas. En efecto, los taboritas estabandotados de una organización de tipo comunal,sin propiedad privada, y subsistían de lo quetomaban a sus enemigos. Había, igualmente,una organización religiosa con algunos pre-dicadores y un obispo a la cabeza: Nicolás dePelhrimov; sus ritos se reducían a la lecturaevangélica y los cánticos.

En el seno de la comunidad taborita se en-contraba un sector más radical: los picardos,quiliastas o adamitas, de procedencia des-conocida, que con Martín Huska al frenterechazaban toda la teoría eucarístiCa husitaquitándole importancia y negando la presenciareal, considerándose incluso superiores a Cris-to y preconizando la exterminación total de susenemigos. Parece, también, que este grupopracticaba la desnudez ritual y el amor libre,aunque, según Macek, esto fueron calumniashechas para justificar la brutal represión quelos propios taboritas les aplicaron.

Será el grupo taborita el que domine losaños comprendidosentre 1419y 1421, debido,sobre todo, a la excepcional figura de JuanZizka el Ciego, su hetmán (comandante en jefede los ejércitos), que con una gran capacidadmilitar extenderá el poderío husita, derrotará alas tres primeras cruzadas exteriores y se en-cargará de la depuración del extraño grupopicardo, en gran medida ajeno al propio husis-mo.

Después de esto, Tabor pierde su preeminen-cia y da paso a un dominio moderado des-de 1421, Y en especial desde 1424, con lamuerte de Zizka. Su sucesor, Procopio el Gran-de, vencedor en la cuarta y quinta cruzada y

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Coronacióndel papa Martín V

en el conciliode Constanza

(Museo Rosgarten,Constanza)

preconizador de expediciones husitas porSilesia, Sajonia y Turingia, se muestra par-tidario de la negociación con Roma, Así sehace en el concilio de Basilea de 1433, dondelas ideas husitas son mejor acogidas que enConstanza, aunque los católicos se daráncuenta de su debilidad: su división interna; yasí, apoyando a los moderados, les será másfácil vencer a los taboritas,

El 30 de mayo de 1434, Procopio es de-rrotado en Lipany, Este fracaso se debe enparte al cansancio producido por tantasguerras, al debilitamiento económico y alabandono de los utraquistas, que se darán porsatisfechos con la proclamación de los Com-pactata en la Dieta de Jilhava en 1436, DichosCompactata constituyen las bases de la pos-terior iglesia Calicista y son esencialmente losCuatro Artículos de Praga muy atenuados,aunque nunca serán reconocidos por loscatólicos,

Tras la elección de Jorge Podiebrad,en 1458, como rey de Bohemia, abierto el pe-ríodo de la monarquía nacional, las tendencias

moderadas se vieron favorecidas, y después dela paz de Kutna Hora, en 1485, la iglesia,Calicista pudo desarrollarse con tranquilidadcomo proyección del utraquismo, con Juan deRokycana a la cabeza, y con la pretensiónprogresiva de crear una nueva ortodoxia,

En paralelo a esta iglesia Calicista, PedroChelcicky inspirará nuevos movimientos dereforma popular, que culminarán con la Unidadde los Hermanos, basada en los principiostaboritas despojados de violencia y en el pen-samiento valdense, Desde 1476 serán indepen-dientes tanto de Roma como de la iglesiapraguesa y lograrán más adelante la unión dela reforma husita con la luterana,

En efecto, tanto calicistas como miembrosde la Unidad acabarán integrados en el protes-tantismo, Son evidentes los préstamos husitasa Lutero reconocidos por él mismo y porMelanchton, E incluso los radicales comoUlrich de Hutten y Müntzer se proclamaronsucesores de los taboritas. Según Chaunu,puede considerarse a Wyclif y a Hus como elpUnto de partida de la reforma protestante, que

LAS HEREJIAS MEDIEVALES 29

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Adamitas: Términopara designar diversassectas en la historia del cristianismo. Como talse conoce al más extremo radicalismo husita(véase husitas).

Adopcionismo: Visión de Cristo sólo comohijo adoptivo del Padre. Predicado por Elipandode Toledo y Félix de Urgel en la segunda mitaddel siglo VIII. Condena definitiva en el conciliode Frankfurt (799).

Albigenses: Nombre dado a los cátaros(véase cátaros) en el sur de Francia. Derivadode la ciudad de Albi, en esta zona.

Amaurianos: Panteístas disCípulos de Amau-ry de Bene. Condenados en 1210.

Apostólicos: Joaquimitas (véase joaquimis-mo) extremos. Discípulos de Gerardo Segarelliy Fra Dolcino (fines del siglo XIII, comienzosdel XIV).

Arnaldistas: Seguidores de Arnaldo de Bres-cia (m. 1155). Detractores del poder temporaldel papa y de la riqueza del clero.

Averroístas: Seguidores del filósofo hispano-musulmán Averroes (1126-1198). Desde 1235Siger de Brabante enseña sus doctrinas enParís sobre la eternidad del mundo y la unidadd6f intelecto agente. En 1270 el obispo EstebanTempier condena trece de sus tesis.

Beguinas y begardos: Hermandades semi-religiosas que proliferan desde el siglo XII. Porsu independencia resultan sospechosas de he-rejía. Algunas son condenadas en el concilio deVienne de 1311.

Berengarianos: Discipulos de Berenguer deTours (m. 1080), cuestionador de la transubs-tanciación eucarística.

Cátaros: Herejes con enorme fuerza en elsur de Francia y parte de Italia desde media-dos del siglo XII. Defensores del dualismo(véase dualismo) y debeladores de la prácticasacramental, que sustituyen por una especie depenitencia (consolamentum) administrada porsus ministros o perfectos. Una cruzada quearrasará el Midi, al inicio del siglo XIII y la In-quisición acabará con la herejía en este siglo.

Concorenses: Otro de los nombres italianosde los cátaros.

Dinantismo: Doctrina panteísta de David deDinant (m. 1215).

Dualismo: Componente de procedenciaoriental (Zoroastro, Manes...) de diversas here-jías. El mundo se concibe como campo debatalla de dos principios igualmente poderosos:el Bien y el Mal.

Enricianos:Seguidores del predicador itine-rante Enrique de Lausana (m. 1145). Negabanla eficacia de los sacramentos.

30 LAS HEREJIAS MEDIEVALES

en

Eonistas: Secuaces del pseudomesías Eonde Stella (m. 1150) autoproclamado Hijo deDios y juez del mundo.

Erigenismo: Doctrina neoplatónica de ScotoErigena (m. 877), en De Divisione Naturae.El mundo es un ciclo en el que todo sale deDios y todo retorna indefectiblemente a El, sinque haya una posibilidad real de condenación.

Espirituales: Rama de los franciscanos de-fensores de la pObreza absoluta. Condenadospor Juan XXII en 1323.

Flagelantes: Forma de autopenitencia colec-tiva, con enorme fuerza en el siglo XIV. Influi-dos a veces por el milenarismo, se conviertenen un grupo verdaderamente anárquico.

Fraticelli: Originariamente, miembros de lasórdenes mendicantes. Luego, sinónimo de es-pirituales franciscanos.

Herejes de Durango: Movimiento de tipoespiritual franciscano desarrollado (mediadosdel siglo XV) en esa localidad por Alonso deMella.

Hermanos del Libre Espíritu: Expresión ge-nérica que designa a diversas sectas panteís-tas, exaltadoras de la libre experiencia indivi-dual mística como vía de salvación. Identifica-dos como herejes en 1200.

Hostegesistas: Seguidores del antropomor-fismo del obispo mozárabe malagueño Hostege-siso Rebatido en el año 864 por el Abad Sansón.

Husismo: Doctrina del reformador bohemioJuan Hus (m. 1415). Al wyclefismo (ver wycle-fismo) añade otras ideas: extensión de la co-munión por el cáliz a los seglares, fuerte senti-do antipapal y antialemán y, en los sectoresmás radicales, una profunda carga social ymilenarista.

Joaquimismo: Doctrina inspirada en los es-critos de Joaquín de Fiore (m. 1202) y en lasideas del espiritualismo franciscano. Se confíaen la próxima llegada de la Iglesia del Espíritudiferente de la jerárquica.

Lollardismo: Facción radical del wyclefismo(ver wyclefismo) muy influyente en la agitaciónde los trabajadores ingleses de 1381.

Luciferianos: Secta surgida en Maestrich enel siglo XII, reivindicadora de Lucifer frente aSan Miguel.

Maniqueos: Nombre genérico de las sectasdualistas (ver dualismo).

Milenarismo: Creencia de distintos movi-mientos heréticos-radicales, en un futuro mi-lenio de bendiciones, previo a la segunda ve-nida de Cristo.

Nicolaísmo: Amancebamiento de clérigos,particularmente en el siglQ XI.

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Nominalismo: Teoría negadora de la reali-dad de los conceptos universales, defendida enel siglo XII por Pedro Abelardo y Roscelin.Rebrota en el siglo XIV con Guillermo de Occam.Teológicamente sólo admite la autoridad de lafe para llegar a un conocimiento de Dios.

Pastoureaux: Movimiento cruzadista campe-sino profundamente antinobiliario y anticlericalque sacudió a Francia en 1250.

Patarinos: Reformadores radicales milane-ses (mediados del siglo XI) contra la corrup-ción del clero.

Petrobrusianos: Seguidores del pseudome-sías Pedro de Bruys (m. 1140). Fuertementeantisacramentalistas y antijerárquicos.

Predestinacionismos: Basándose en SanAgustín, diversas tendencias de este signo sedan en el Medievo. V. g. la de Gottskalk (me-diados del siglo IX).

Publicanos: (Deformación del término «pau-licianos».) Uno de los nombres para designara los dualistas. Derivado de Pablo de Samo-sata (mediados del siglo 111),a quien se creyóincurso en este error, o de otro Pablo desco-nocido.

Simonía: Tráfico mercantil de beneficioseclesiásticos. Denunciado por reformadorescomo el cardenal Humberto (1050).

Speronismo: Doctrina antisacerdotalista,cuestionadora de los sacramentos, y predes-tinacionista, predicada por Hugo Speroni (1170).

Taboritas: Rama radical y mllenarista delhusismo (ver milenarismo y husismo). Aplas-tada militarmente en 1434.

Tanquelmitas: Seguidores el pseudomesíasTanquelmo (m. 1115) en el área Brujas-Am-beres-Utrecht.

Valdenses: Seguidores de Pedro Valdés (se-gunda mitad del siglo XII), mercader de Lyonconvertido a la pobreza voluntaria y defensorde la predicación de los laicos. Aceptados enel 111Concilio de Letrán, se escindirán luego.

Utraquistas: Rama moderada del husismo(ver husismo), defensora de la comunión de loslaicos bajo las dos especies (sub utraque spe-cie) y de una reforma moderada de las estruc-turas eclesiásticas. Aceptados por Roma en laCompa de Praga de 1435.

Wyc : Doctrina del maestro de Oxford,Juan Wyclef (1330-80). Impugna la idea de latransubstanciación eucarísticá, aboga por la in-tervención del poder civil frente a los benefi-ciarios eclesiásticos indignos y concibe a laIglesia espiritual como comunidad de predes-tinados.

Emilio Mitre Fernández

no llegó a cristalizar porque la Iglesia aún teníafuerza para reprimirlos. Pero quedan clarosmuchos puntos en común que García Villosladaha señalado: parte de su eclesiología, elmenosprecio al papa, la importancia de loslaicos, la lucha contra las indulgencias, la len-gua nacional para la Biblia, el uso primordialde las Escrituras...

Además de calar en la reforma protestante,el movimiento husita ha tenido importantesrepercusiones en la historia posterior checa.Dejará profunda huella en su religiosidad, in-fluirá en su sentimiento nacional, especialmen-te en el siglo XIX (la historia de Palacky, lamúsica de Dvorak, la literatura...) y, por suaspecto social y revolucionario, repercutirá enel nacimiento del movimiento obrero checo einteres~rá a Marx y a Engels...

En la historiografía actual el husismo tiendea ser contemplado en su faceta de revoluciónsocial, en especial por autores checos comoMacek, mientras que los aspectos religiosos, yla figura de Hus, en concreto, están algorelegados (exceptuemos los estudios de DeVooght). Otros autores, como Kaminski, pien-san que es un movimiento más político,económico y cultural que religioso. Nuestravisión es que, predominando unos sobre otrosen determinados momentos, el husismo con-juga elementos revolucionarios y reformistas.Reformistas porque se plantean reivindica-ciones de importancia frente a Roma y surgengrupos en su seno marcadamente extremistasen sus aspiraciones religiosas. Revoluciona-rios, también, porque la división interna entrelas distintas maneras de entender la religión secorresponderá a grupos sociales diferentes en-frentados entre sí.

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