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GUlAS DIDACTICAS Museo ' Arqueológico Nacional

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GUlAS DIDACTICAS

Museo ' Arqueológico Nacional

i ATENA5 2 CoRlNTO 3 MICENA5 4 CALCl5 s CLAZOMENAS S MPOLE5 7 PAE5TUM

TARENT# 9 AGRIGE TO 10 SIRACUSA

El texto que aquí ofrecemos tratará de guiarnos, de una manera breve, a través de las Salas de Cerámica Griega del Museo.

La cerámica griega no debe ser para nosotros una manifestación más, aislada, del arte griego. Creemos que para acercarse al arte griego y a la cerámica es preciso, tam- bién, aproximarse a la vida y a la sociedad de Grecia de hace 2.500 años.

De ahí nuestra propuesta y nuestro método de lectura: nos irán guiando los objetos mismos con los que entablaremos una búsqueda y un diálogo continuado. Como hom- bres del siglo xx, con una sensibilidad y una visión de la vida, en ocasiones próxima y en ocasiones muy distante de los griegos, descubriremos unas veces sus problemas co- tidianos, otras sus inquietudes religiosas o rituales y otras, finalmente, sus variadas ac- titudes en el ámbito de la ciudad o polis griega.

En ningún momento hemos querido imponer una síntesis teórica en la que enmar- car el arte griego. Existen, para ello, múltiples manuales al uso. Nos limitaremos a apun- tar en ocasiones el marco artístico general para comprender mejor el proceso creativo de una época.

Más atrayente, sin duda, será que los objetos mismos nos muestren su riquísima ca- pacidad de sugerencias.

Intentaremos descubrir, y que el visitante descubra con nosotros, con el mismo fres- cor humano que siempre acompañó a los griegos en su actitud vital y artística. algunos aspectos de su pensamiento y de su arte.

Un equipo de investigadores del museo que trabajamos en cerámica griega hemos redactado el texto dialogando con las piezas. Este diálogo nos ha llevado muchas ve- ces a formular preguntas en las que queremos que participe también el visitante. Yo compararía esta. aún tímida, actitud Iúdica a la de la lechuza en un vaso del museo que nos inquiere, siempre llena de curiosidad e inquietud asombrada, a cada uno de los vi- sitantes que descuidadamente pasamos ante ella. Nunca ha dejado de mirarnos la le- chuza y de decirnos algo nuevo. Y lo que es más paradójico: no pensábamos incluir su dibujo en estas páginas, pero un grupo de niños indicó a uno de nosotros que la le- chuza de ojos desorbitados -la pasión griega por la mirada- era de lo más atractivo de la sala.

Alguien nos ha comentado su cálculo de que una visita, guía en mano -buscando las piezas, dialogando con ellas-, exigiría un mínimo de tres horas. Como nos parece mucho para un día, recomendaríamos una lectura más pausada. Deberíamos dividir, al menos en dos mañanas, la visita de estas salas griegas.

Ricardo Olmos

SALA 15 VITRINA 1

LAS COLECCIONES

Los vasos de esta colección proceden, en su mayoría, de Italia y de Grecia y fueron adquiridos fundamentalmente en el siglo xix. Las colecciones se formaron, sobre todo, con criterio esteticista propio de la concepción arqueológica y anticuaria de entonces.

Algunos vasos fueron reunidos en el siglo xviii por Carlos III, en el ambiente arqueo- lógico de la Ilustración. En el siglo xix, la «Expedición Científica» de la Fragata Arapiles, que dirigieron don Juan de Dios de la Rada y Delgado y el arquitecto y dibujante don Ricardo Velázquez Bosco ( 1 87 1 ) por el Mediterráneo Oriental, aportó un importante lo- te de antigüedades de Grecia y Chipre. Patrocinó el proyecto, como ministro de Instruc- ción Pública, el escritor y helenista don Juan Valera.

Fue, sobre todo, importante la adquisición de los vasos, esculturas y bronces grie- gos e itálicos pertenecientes al marqués de Salamanca, un «banquero romántico», amante de las antigüedades clásicas.

El visitante podrá ver también otros vasos griegos hallados en la Península Ibérica, pero expuestos en la planta tercera del museo, en su contexto arqueológico adecuado, que es el mundo de las colonizaciones e ibérico.

FORMAS Y NOMBRES DE LOS VASOS GRIEGOS

La forma de los vasos griegos estaba estrecha- mente vinculada a su función. Algunas de estas formas, como el aribalo o el alabastron, por ejemplo, eran utilizadas como frascos de perfu- mes. Por ello, su cuello y su orificio son estre- chos, pues regulaban la salida lenta y pausada del líquido. Su boca discoidal era, a su vez, ade- cuada para extender sobre la piel el aceite per- fumado.

Vaso asimismo destinado a contener aceites, el Iécito tuvo un uso muy extendido en Atenas como ofrenda funeraria. Contenía los bálsamos y perfumes rituales que ofrecían en la tumba los familiares y los amigos del difunto.

Una de las más peculiares creaciones griegas -por sus proporciones, no así por la forma, que es universal- es el ánfora, vaso con dos asas pa- ra transportar y conservar líquidos o sólidos. Va- riante del ánfora es la pélice, donde la mayor an- chura del vaso corresponde a su mitad inferior.

La hidria, vaso con tres asas, dos horizontales y una vertical. era utilizada, generalmente por las mujeres, Para transportar el agua de la fuente pública. El asa vertical permitía levantar la hidria así como verter el líquido.

En la cratera se mezclaban el vino y el agua, pues beber vino puro era una costumbre bárba- ra e incivilizada, no griega. Tienen las crateras un cuerpo de cavidad profunda y una ancha bo- ca para que los comensales introdujeran con fa- cilidad la copa y se sirvieran directamente. Por la forma del cuerpo y la posición de sus asas, dist inguimos cuatro variedades: de cáliz, de campana, de columnas y de volutas.

La lebeta se llama también dino. Es un gran caldero sin asas, sobre un pie. Una variante, con un alto pie unido al cuerpo y con asas vertica- les, es la llamada lebeta nupcial, asociada a las ceremonias del matrimonio.

El estarnno, vaso de cuello estrecho y con dos pequeñas asas horizontales, se utilizaba también como vaso de vino.

Con la enócoe se servía el vino en las copas. Su asa es alta y vertical, y su boca, generalmen- te trilobulada, canalizaba el líquido.

La copa o cílica es un vaso ancho y poco pro- fundo, de asas horizontales y muchas veces con un alto pie. Sus dimensiones, a veces ostento- samente grandes. pueden explicarse bien por tratarse de una ofrenda funeraria -en el reino de la muerte hay otra escala que en el humano-, bien por su uso comunitario en el banquete don- de circularía de mano en mano entre los co- mensales.

Otras Copas para beber son: el escifo o copa profunda; el cántaro, vaso con dos asas vertica- les, y el cíato o cazo con una sola y alta asa vertical.

La fíale o patera es un vaso ancho con un um- bo o saliente central. Servía para beber y, más específicamente. para la libación u ofrenda de Ií- quido en honor de los dioses.

Y, por último, la píxida, caja cilíndrica que uti- lizaban las mujeres griegas para guardar sus jo- yas y objetos de tocador. Utilizada también co- m o caja, sobre todo en el siglo iv a. C., la lecá- nida, variante de la píxida, pudo servir para con- tener regalos y ofrendas de amor.

PERIODOS DE LA CERAMICA GRIEGA

En la cerámica griega encontramos tres períodos principales que se reflejan en las salas de este Museo:

Un Período Geométrico (siglo viii a. C.).

Un Período Orientalizante (siglo vil-vi a. C.).

Un período de creación ática que se inicia en el arcaísmo, con la cerámica de Figu- ras Negras -que surgen en el momento Orientalizante- y que evoluciona, ya con las cerámicas de Figuras Rojas, hacia el l lamado clasicismo ático (mediados del siglo V a. C.).

Un prolongado período de decadencia a lo largo del siglo iv a. C. señala el final de las cerámicas pintadas en Atenas del estilo de Figuras Rojas.

En esta última época surgen paralelamente numerosos talleres en el sur de Italia, que sustituyen con sus creaciones la demanda de los productos áticos en sus respec- tivas áreas locales: Campania, Paestum, Lucania y Apulia.

SALA 14

MUNDOS CHIPRIOTA Y GRIEGO GEOMETRICO Y ORIENTALIZANTE

La exposición de arqueología griega comienza en la sala 14, donde confluye el mun- do del Próximo Oriente -fundamentalmente bronces del Luristán (vit. 3 ) y cerámica me- sopotámica y persa (vit. 1 ) - con el mundo chipriota y propiamente griego.

EL MUNDO CHIPRIOTA

La isla de Chipre, estratégicamente situada frente a la costa de Palestina y al norte de Egipto, fue en la an- tigüedad famosa por su riqueza en cobre y, al tiempo, lugar de encuentro entre las culturas del Oriente Próxi- mo y Grecia. La población misma de la isla -una isla próspera por el comercio y la explotación de metales- debió de estar enormemente mezclada durante toda la antigüedad: tuvo un gran peso la presencia oriental y, en concreto, fenicia. Ello le confiere al arte chipriota una gran vitalidad y, también. en cierto modo, un cier- to eclecticismo.

La cerámica chipriota fue enormemente original y variada, pero en el Museo, con la excepción de algu- nas escasas piezas de la Edad del Bronce. la mayoría de los vasos corresponden al período Geométrico y Subgeométrico (finales del siglo viiixal siglo vi a. C. ) . Fueron muy característicos en esta época los vasos de técnica bícroma (rojo y negro) con profusión de círcu- los, bandas y, en menor medida, otros motivos geomé- tricos, en los que en algún caso intuimos estilizacio- nes de algún elemento vegetal. ¿Es sólo un rombo o una extraña flor de loto enmarcada en pétalos este mo- tivo que encontraréis en dos de las ánforas de mayor tamaño?

Las formas cerámicas son muy variadas, pero pre- dominan los grandes vasos que sirvieron como reci- piente de líquidos -aceite y vino- e incluso sólidos. como grano.

Entre los pequeños vasos observad los destinados a contener perfumes, de estrecha boca y cuello, algunos de aspecto fenicio y otros más propiamente griegos, como el aribalo globular adornado con círculos (com- paradlos, más adelante, con los aribalos corintios de la vitrina 9).

Pero el ceramista chipriota imitaba con frecuencia formas de la naturaleza que con su barro estilizaba y transformaba: un vaso en forma de animal ha trocado

VITRINA 4

VITRINA 4

su cabeza por una boca trilobulada, pues habría que utilizarlo para escanciar líquido. Hay también temas de la naturaleza marina, fuente de recursos económicos fundamental para una isla y, así, algunos vasos tienen forma de pez o de calamar como un frasco de perfu- mes en la vitrina 4.

El vasito en forma de gallina pudo servir de biberón. Junto a la cerámica chipriota hallamos la escultura.

Son piezas realizadas en piedra caliza (hay expuesto un único ejemplar en mármol) y se trata, por lo gene- ral, de cabezas humanas. Este t ipo de escultura esta- ba vinculada al mundo palacial: en el palacio chiprio- ta confluían los ámbitos del poder real y religioso. Por ello estas figuras, algunas arcaizantes. están en gran medida heroizadas: la mayoría de estas cabezas se ci- ñen con diademas o coronas y en muchas de ellas se conserva, aún viva, la sonrisa arcaica, rasgo típica- mente griego para indicar el gozo de la existencia, la vida que se esconde bajo la imagen de piedra.

M u y bella es la cabeza femenina exenta, con gran- des ojos almendrados y actitud frontal. Probablemen- te formó parte de una estructura arquitectónica, aca- so una cariátide o columna femenina.

Característico de la escultura chipriota es el busto exento que representa a un varón vestido con túnica. Hemos de imaginárnoslo completo en la actitud arcai- ca de caminar, con la mano doblada ante el pecho, al igual que la figura varonil de la vitrina 6. Este esque- ma se ha podido inspirar en el mundo egipcio a la vez que en el griego. Pero es propio de Chipre el gusto por lo ornamental y lo barroco, aquí manifiesto en las jo- yas que le adornan y otorgan heroificación: suponed- las de orfebrería.

Muy populares en Chipre y en todo el Mediterráneo fueron, también, las figuras de mujeres entronizadas, generalmente con un niño en los brazos, tal vez una di- vinidad femenina de la maternidad, o mejor de la crian- za y tutela del niño. Una de ellas aún conserva restos de policromía.

Se exponen, también, dos fíbulas de bronce Ilama- das de codo por su forma; y el fragmento de las asas, que rematan en manos, de un caldero, hoy perdido. Es- ta pieza en concreto, procede de Chipre, pero en la An- tigüedad, por medio tal vez de los intermediarios feni- cios, llegaron objetos de este t ipo hasta la Península Ibérica: recordad los hallazgos de la ría de Huelva y del brasero de plata, con asas, del tesoro de Aliseda. La misma cerámica chipriota, con sus motivos geométri- cos y sus círculos, pudo influir decisivamente en la for- mación de la cerámica tartésica e ibérica.

LA CERAMICA GEOMETRICA

Para iniciar la visita del arte y arqueología griegos propiamente dichos, vamos a pasar al otro ángulo de la sala. donde se encuentra una pequeña vitrina (n.O 7) dedicada al Mundo Geométrico.

El Período Geométrico se sitúa en Grecia, grosso modo, entre los siglos ix y vi11 a. C . y representa una gran transformación y enriquecimiento cultural, eco- nómico y+,pol[tico en relación a las épocas anteriores (siglos xi y x), caracterizadas por su pobreza y os- curidad.

En esta vitrina reunimos, sobre todo, vasos cerámi- cos que fueron la manifestación fundamental del arte geométrico. Estos vasos proceden de diversos centros, fundamentalmente del Atica y Beocia, y muestran, al margen de las diversidades locales, un estilo común.

El estilo geométrico se caracteriza por la concepción del vaso como si fuese un edificio orgánico: en él, ca- da parte del conjunto se articula por separado. La de- coración es bícroma: una pintura oscura sobre el fon- d o claro de la arcilla; la superficie se distribuye en ban- das, metopas, paneles, etc., cubriéndose por comple- to, pues el artista se guía por un sentimiento de horror al vacío: veréis líneas, zig-zags, grecas, rombos, esv5c- ticas, etc.

Con los años, aparecerá la figura animal y humana. interisretada como un motivo geométrico más. Fijaos en 16s pájaros en fila de la gran ánfora del centró de la vitrina v. en la ~ í x i d a beocia, en los páiaros afronta- -VITRINA I

dos a un triángul'o que brota del suel;, acaso un mo- tivo geometrizado del árbol de la vida que protegen es- tas aves heráldicas.

VITRINA 7

VITRINA 7

Predominan las copas de labio alto. Hay una copa de pie calado. que tal vez serviría para calentar su con- tenido, seguramente una ofrenda funeraria dado que la mayoría de estos vasos geométricos proceden de tumbas.

En esta época se inician los contactos con Oriente. Desde Oriente pudieron introducirse objetos de lujo, como marfiles y orfebrería. Pero también, los mismos artesanos pudieron haber llegado a Grecia acompaña- dos de una iconografía nueva. La banda de oro con leones de fauces amenazantes atacando a indefensos cervatillos muestra la introducción de esta temática in- novadora. Procede esta banda de una tumba ática, y formaría parte, como aplique, de una caja de madera. Es ésta la época en la que Homero ha cantado la muer- te de algún guerrero con el símil del ciervo ingenuo -la vida- al que se aparece de repente el felino, ex- presión de la muerte inevitable.

Hay, también, dos terracotas modeladas a mano, de tradición geométrica, pero mucho más tardías: una diosa sentada en su trono y un auriga que conduce una biga (vit. 9).

APERTURA AL ORIENTE

Tras el mundo geométrico, las relaciones con Orien- te se intensifican. En los siglos vil y vi alcanzará su flo- recimiento el llamado Período Orientalizante. En reali- dad, los contactos de todo el Mediterráneo con Orien- te no cesarán ya a lo largo de la historia.

En la vitrina 8 mostramos algunos objetos griegos en torno a este mundo oriental. Algunos proceden de la costa Jonia, en la actual Turquía, y de las islas cer- canas a esta costa, donde se habían fundado las más antiguas colonias griegas.

Veis, por ejemplo, las copas jonias, relacionadas con el rito de la bebida; y, al lado, un ritón, realizado en la vecina Frigia, en forma de toro: el agujero en su hoci- co sirvió para la libación y, también, para que bebie- ran los frigios un vino espumoso.

Hallaréis, también, unos vasos de perfumes, como el lidion, que así se llama por el cercano reino de Lidia: imitan en cerámica el veteado del alabastro y del már- mol. También contuvieron perfumes esos llamativos frascos de vidrio polícromo, que aún hoy os fascina- rán por sus formas y por sus colores ondulados. Hay delante de estos vidrios una estatuilla de bronce, una muchacha o kore con un frasco de perfumes en la ma- no. Finalmente, veréis otros motivos de raigambre oriental: diosas sentadas en tronos alados (recordad la Dama de Baza), máscaras de mujeres, algunas con co- loretes rojos en las mejillas, y dioses barbados.

Hay en la repisa dos vasos de este período orienta- lizante llamados calcidios. realizados en u n taller de Occidente: una tapadera de cratera decorada con pan- teras y machos cabríos y una copa en forma de más- cara humana, con nariz de sátiro y ojos protectores; las asas serían las orejas. Sin duda, una máscara per- fecta es la forma viva que adopta aquí nuestro vaso de beber.

Al mundo de 0;iente jonio pertenecieron también los dos bordes de tapaderas de sarcófagos en arcilla cocida, procedentes de la región de Clazórnenas. Es-

VITRINA 8

VITRINA 8

tán decorados con temas funerarios: la partida alada del alma en carros (arriba, en el ejemplar de la izquier- da): las esfinges protegiendo al difundo como en las estelas arcaicas, y las luchas de animales.

Las restantes vitrinas de esta sala (9, 10 y 1 1 ) se de- dican a la cerámica corintia; representan la tradición occidental en este mundo orientalizante.

Corinto destacó por la introducción de una técnica nueva en la cerámica. El mundo geométrico-había uti- lizado siluetas planas; el artista corintio marcará la si- lueta con incisiones para indicar los detalles interiores de las figuras: anatomía y pliegues de los vestidos. Se sugiere. así, la profundidad y, simultáneamente, al po- sibilitarse la superposición de figuras, se logra una narrativa más rica. Frente a la bicromía geométrica se enriquece, además, la gama de colores: encontraréis en estos vasos retoques frecuentes en rojo y en blan- co.

En la cerámica corintia predominan los vasos rela- cionados con la bebida (jarras y copas) y con el per- fume (alabastrones, aribalos y cajitas para objetos de tocador y aromas llamadas píxidas).

En el arte corintio abundan los animales fabulosos inspirados en los orientales. como las esfinges y las si- renas; leones y panteras que, hasta entonces, eran desconocidos en Grecia.

El mundo vegetal es, ahora, exuberante y estilizado: alm meta s. lotos, árboles de la vida e innumerables ro- setas de relleno. Veréis que la flor es un motivo muy querido en esta época pues sugiere la vida que brota, el color. los aromas y una fascinación de belleza vin- culada siempre a una clase social alta. Una de las mu- chachas en terracota, una kore, muestra en su mano una flor entreabierta. El aroma sugerido. el gesto de ella y la ofrenda acercarían al ofrendante a la divinidad.

Merece la pena que veamos dos vasos corintios: la gran olpe y la cratera de columnas. La decoración de la olpe nos recuerda la profusión de motivos y colores de un bordado oriental. Se han perdido los toques blancos. Sería un vaso ritual que nos narra una fiesta en Corinto, tal vez en torno a Artemis, diosa y señora alada de los animales. Buscadla en el segundo friso in- ferior, entre la maraña de imágenes: agarra dos patos y la protegen esfinges, leones y panteras (vit. 10).

En el hombro discurre la procesión de muchachas corintias, cogidas de la mano, en marcha comunitaria. Van a ofrecer una corona que porta la muchacha que las guía.

El segundo vaso es más tardío pero es el mejor ejem- plo de la policromía corintia: dos gallos se afrontan a un inmenso árbol de la vida, una flor entrelazada de lo- tos y palmetas. Tres jinetes cabalgan, en el reverso, acompañados de un ave (vit. 1 1 ) .

P. C.-R. O.

SALA 15

ASPECTOS DE LA VIDA ATENIENSE DURANTE LOS SIGLOS vi Y v A. C.

Esta sala se ha ordenado no sólo cronológicamente, sino también por temas: segui- remos en estas vitrinas la evolución de la vida y costumbres griegas, especialmente en los siglos vi y v a . C.

La primera parte de la sala se centra fundamentalmente en la tradición orientalizan- te y arcaica de Figuras Negras (siglo vi).

A continuación, con las Figuras Rojas. avanzaremos hacia el clasicismo (siglo v).

LO FABULOSO

En la sala anterior dejábamos un mundo de sabor oriental, que aquí reencontramos en los vasos dedica- dos especialmente al mundo de la bebida y a Dioniso durante el siglo vi (vit. 1 ) . Las copas, de gran tamaño, se adornan con animales. con seres fabulosos y con máscaras terroríficas que protegen al que bebe, como el medallón de la copa firmada por Pamfaios (<<Pam- faios me hizo.) con el rostro grotesco de la Gorgona, la mítica mujer barbuda cuya mirada desorbitada nos infunde a todos espanto primitivo.

Predomina ahora el mundo de lo fabuloso sobre el humano. El universo arcaico estaba poblado de seres extraños y fantásticos contra los que había que prote- gerse. Las máscaras de Dioniso alternan con grandes ojos en un ánfora muy sugestiva: ¿protegerían, acaso. máscaras y ojos, el preciado contenido del vino que contuviera este vaso?

VITRINA 1

DIOSES Y HEROES

Pasaremos Ya al mundo de los dioses y de l o s hé- roes. Encontraréis primero, las hazafias de Heracles (vit. 2). Era Heracles el héroe sufriente que liberó la tierra de monstruos y malhechores Le veremos iu- chando. cuerpo a cuerpo. con el león de Nemea, sin ar- ma alguna; o en el preciso momento de arrojar sobre Euristeo al peligroso jabalí de Erimanto, El cobarde Eu- risteo. aterrorizado, gesticula escondido en una gran tinaja. ¿No os parece también una historia en gran me- dida cómica? ¿O acaso es más divertida la historia de los traviesos Cércopes a quienes Heracles lleva atados por los tobillos y boca abajo, como si fueran su botín de caza? También hallaremos a nuestro héroe en el emocionante concurso del arco. cuando quiso con- quistar a la bella lole: sus competidores, que se atre- vieron a negarle su tr iunfo y a la mujer, yacen por el suelo. heridos de muerte por Heracles. El tema nos re- cuerda el certamen de Ulises, en la Odisea, cuando dio muerte a los insolentes pretendientes.

Pero también Heracles se atrevió a luchar con los propios dioses como Apolo, al que quiso robar el trí- pode sagrado en Delfos. El dios le sorprende y trata de arrebatárselo. No nos dice el pintor quién ganó la disputa. VITRINA 2

Finalmente, Heracles hubo de bajar al reino de los muertos para sacar de él al monstruoso can Cerbero. representado aquí con dos cabezas. Tras el esfuerzo de estas hazañas, el héroe recibió el merecido descan- so y accedió a la inmortalidad. Heracles celebrará, con vino y manjares, sus triunfos, como en el reverso del anfora 10.91 6 Es un héroe glotón y desmesurado, una figura de rasgos populares.

Un especial sabor aristocrático rezuma el gran dino negro expuesto junto a la ventana. En torno a su boca se despliega el mundo heroico de las luchas homéri- cas, con sus monomaquias o duelos entre guerreros. Y, sobre todo, están presentes los caballos: vemos có- mo se arma un carro, cuadrigas de frente, la despedi- da del guerrero, etcétera. El interior del borde se de- cora con cinco barcos o trirremes, sobre las olas del mar.

Podemos completar esta visión del mundo heroico, con la descomunal lucha de Heracles y las amazonas en un ánfora exenta. Su reverso narra la sugestiva his- toria de la vida cotidiana de dos héroes: Aquiles y Ayax están absortos en un juego de dados en un momento de reposo durante la guerra de Troya. Pero Atenea apa- rece de repente, para llamarles al combate. ¿No nos sugieren todas estas figuras arcaicas una gran tensión emocional que desborda al mismo hombre?

EL DEPORTE

Este mundo de los héroes nos lleva al ámbito del de- porte durante la época arcaica: el deporte en estos años se revestía de una concepción heroica. ¿Son hé- roes del pasado o varones del presente los que aquí compiten? (vit. 6) .

Se exponen algunas ánforas panatenaicas en esta sala. Fijaos, sobre todo, en la gran ánfora exenta. Es- tos vasos se ofrecían llenos de aceite, como premio a los vencedores en los juegos que tenían lugar cada

11. - . cuatro años en honor de Atenea, diosa que los presi- de. En el reverso, el vencedor del certamen: un auriga.

) atento a sus caballos (recordad el severo auriga de Delfos). En otras ánforas expuestas veréis, también, certámenes de lucha libre y un combate de hoplitas o

VITRINA 6 guerreros. Y junto al certamen del presente, se entremezclan

frecuentemente en estos vasos alusiones al pasado he- roico: Príamo, el anciano rey de Troya, va a partir en la cuadriga que preparan sus hijos; en el hombro del vaso, carreras de carros.

'1 LA TECNICA DE FIGURAS ROJAS

Los alfares áticos lograron durante el siglo vi el pre- dominio comercial en los mercados del Mediterráneo. Pero en la última década de este siglo, más concreta- mente en el año 530, un taller innovador ensaya una nueva técnica, que llamamos de Figuras Rojas: el vaso se recubre de barniz negro, salvo las figuras, que con- servan el color claro de la arcilla. En lugar de utilizar- se incisiones, que era lo más característico de las Fi- guras Negras, ahora se marcan los detalles con pince- ladas de barniz negro. Ello permite expresar de una manera estilizada y cada vez menos convencional, la anatomía humana, así como la calidad de los pliegues de los ropajes. Paralelamente se buscará el volumen y la tercera dimensión de las figuras ensayándose el escorzo.

Ambas técnicas se aplican aún simultáneamente en los vasos llamados bilingües. como en el ánfora mo- delada por el alfarero Andócides y pintada por Psiax (vit. 7 ) . Es una pieza excepcional. Vemos la sensibili-

' dad caligráfica en el lado con Figuras Negras: es un trabajo casi más propio de un grabador minucioso que de un ceramista. El dios Dioniso está rodeado de su

, alegre cortejo, sátiros y ménades amantes del vino y de la danza. En el lado con las Figuras Rojas los per- sonajes poseen una mayor corporeidad y volumen: pa- rece que se salen del marco del vaso. La representa- ción es, sin embargo, más serena y estática: el dios Apolo tañe la cítara ante los dioses.

l

VIDA COTIDIANA

VITRINA 7

Vamos a ver algunos aspectos de la vida cotidiana griega que nos llevarán desde el arcaísmo de las pri- meras Figuras Rojas a la plenitud del momento clási- co para concluir en la decadencia artística de finales del siglo v y primera mitad del IV. El aspecto demónico y sobrenatural de la época orientalizante (acordaos de las máscaras y de los seres terroríficos) se diluye en el estilo cada vez más humano de estas nuevas re- presentaciones.

ueaicamos una vitrina a ia mujer (n." t r j . vereis sus 1 fiestas, sus vestidos. sus objetos de uso cotidiano (ala- bastrones, cajas de cosméticos), sus vasos nupciales (hay una lebeta nupcial) y hasta su mundo del trabajo.

Una fiesta en Atenas es el tema de dos hidrias con muchachas que van a buscar agua a la fuente pública. Se trata de un rito seguramente relacionado con el ba- ño purificatorio de la boda. Contrastad el ejemplar de Figuras Negras, mucho más colorista y arcaico (las muchachas son aquí verdaderas kórai en su asociación al mundo de la flor y a lo vegetal), y la hidria de Figu- ras Rojas: en ésta se sugiere el interior humano de las dos muchachas dialogantes cuya charla preside el dios del amor. Las fiestas servían de pretexto a las mu- jeres nobles para salir de sus casas. No así a las tra- bajadoras, como la que describe una pélice del pintor de Pan: una vendedora e s t a m o s seguramente en el ágora o mercado de Atenas- ofrece persuasivamente unos objetos, que pueden ser pasteles, a un mucha- cho. Si dais la vuelta lo veréis en el reverso del vaso sosteniendo indeciso la bolsa del dinero.

LA BEBIDA EN COMUN

Dejamos el entorno de la mujer, y nos introducimos en el mundo aristocrático y masculino del simposio griego o bebida en común (vit. 9). Se reúnen aquí los principales utensilios en cerámica y bronce de un ban- quete griego: las crateras o grandes recipientes para mezclar el vino y el agua, según la norma griega; los coladores de bronce que eliminan las impurezas; los cazos de larga asa para servir el vino en la copa; y los vasos para beber (copas, escifos y cántaros), siempre con asas y muchas veces de gran tamaño, pues la be- bida era colectiva y la copa circulaba de mano en ma- no entre los comensales. Ved su utilización en la gran copa de las heteras: una de ellas tiende el vaso hacia su compañera la flautista y le dice en griego: <<Bebe tú también.»

El banquete poseía una vertiente religiosa e irracio- nal: en él se reunían los aristócratas para hablar de po- lítica. de poesía y de amor. Los varones bebían recos- tados en lechos y ceñían sus cabezas coronas vegeta- les que, además de refrescarles. les vinculaban a la na- turaleza. Las mujeres participaban como heteras, esto es, como cortesanas que cantaban. tocaban el aulós o doble flauta y distraían a los comensales. Todo este ambiente festivo, en algún caso casi teatral, lo encon-

, traréis representado en las imágenes de estos vasos. VITRINA 9

LA VIOLENCIA Y LA GUERRA

Volvamos un momento a la vitrina 6, donde unos va- sos de Figuras Rojas nos sugerirán el ambiente en tor- no a las Guerras Médicas (490-470) . en las que Gre- cia, y en especial Atenas, triunfaron sobre el gigantes- co imperio persa. Los dioses intervinieron decisiva- mente en favor de la tierra griega y los vasos reflejan esta participación divina. El arte quedará imbuido en un nuevo espíritu de seriedad humana. El lujo de co- lores y de gestos tan propio del arcaísmo durante el si- glo vi cederá paso a una interiorización paulatina del hombre. He aquí los temas: la diosa N~ke , la Victoria alada, liba sobre un altar en honor de los vencedores. Bóreas, el Viento alado del Norte, rapta a la doncella ateniense Oritía, significando con ello la intervención de los dioses en la vida de los hombres, pues Bóreas intervino destruyendo a la armada persa en el cabo Ar- temision, salvando así a los griegos. También Artemis,

i / que ayudó activamente a los atenienses contra los per- sas. corre fugazmente en el ánfora del pintor de Pan,

. ! blandiendo su arco ante la mirada asombrada de un , i efebo ateniense que contempla su aparición. Artemis : I intervino activamente en las guerras médicas. : '

Los horrores de la guerra fueron también un tema frecuente en esta época La guerra de Troya sirvió co- mo modelo mítico. El guerrero Neoptólemo, hijo de Aquiles, arrastra al pequeño Astianacte, hijo del troya- no Héctor. el niño está muerto, tras ser arrojado por los muros de la ciudad, y vemos su cuerpo infantil yer- to, de frente. ¿No sugieren estas imágenes una crítica sobre lo absurdo de una guerra?

La temática de la violencia divina continuará en el ar- te y en los vasos griegos de la primera mitad del siglo v a. C . Abundarán las escenas de rapto en las que in- tervlenen dioses y hombres, un mortal, Peleo, raptó a Tetis por amor. También el deseo amoroso lleva a Zeus, transformado en toro. a raptar a Europa. El amor no es intimidad: es pasión externa. gesticulación tea- tral, movimiento y violencia (vit 10).

VITRINA 6

LA EDUCACION DEL ATENIENSE La democracia ateniense se consolidará definitiva-

mente tras las Guerras Médicas v encontrará su refle- jo en el arte clásico. Abundan las escenas de la vida cotidiana y, en especial, los temas de la educación del ciudadano: reflejan el nuevo estilo de la democracia (vit. 1 1 ) .

Dedicamos un lugar al niño. Hallaréis vasos de su primera infancia: un biberón, un sacaleches. que es al- go más tardío; muñecas articuladas que el niño podría manipular y vestir como si fueran diminutas marione- tas; pequeños vasos festivos como una coa o jarrita con un bebé a gatas, etc.

También está el mundo de la escuela, con el joven que llega para instruirse en la música y en la recita- ción de los poemas homéricos; le acompaña. en el otro lado del vaso, el viejo esclavo o pedagogo.

Pero sobre todo fue popular el mundo de la palestra donde el muchacho ateniense recibía la educación en las artes corporales: el lanzamiento del disco; el joven que, con la estrígile o raspador de bronce se limpia el aceite con que se había ungido para realizar los ejer- cicios gimnásticos, etc.

Hemos reconstruido el ajuar de un deportista: el frasco de aceite o aribalo (que es corintio), varias es- trígiles de bronce y una esponja que hemos añadido, como las que se pescan hoy en día en el Eqeo. Estos elementos aparecen representados en los mismos va- sos.

Otras imágenes relacionan el tránsito de la adoles- cencia a la madurez: veréis al joven cuando realizaba su servicio militar.

VITRINA 1 1

19

VITRINA 11

VITRINA 12

Los mitos de esta época reflejarán el interés de los atenienses por la educación: Eos, la Aurora, se enamo- ró y raptó al niño Titono cuando iba a la escuela al al- ba Uno de los vasos más bellos del Museo, la gran co- pa firmada por Aison, exalta en sus imágenes a Teseo, héroe nacional ateniense que luchó empleando la in- teligencia y la táctica aprendidas en la palestra (vit. 12). Contrasta su figura adolescente con la del héroe arcaico y de la fuerza bruta que fue Heracles. Esta co- pa cuenta sus aventuras como liberador de monstruos y malhechores. hazañas que culminan con la victoria sobre el Minotauro. Si os interesan sus peripecias po- déis seguirlas en el panel explicativo. Comparad algu- nos motivos de la copa con otros vasos y terracotas ex- puestos al lado (vit. 10).

La copa de Aison se realizó seguramente unos años después de la construcción y decoración del Partenón.

t cuando Atenas estaba embarcada en la Guerra del Pe- loponeso Un cierto aire de exaltación patriótica, pero a su vez de melancolía. se diluye bajo estas figuras amaneradas de la copa.

TEMAS DEL PARTENON u> i,

El final de la sala nos acerca al Partenón En el cen- t ro exponemos una pieza importante, pues ha servido para aproximarnos a uno de los frontones esculpidos del templo Es el puteal o brocal del pozo de La Mon- cloa, obra ya de época romana que narra el nacimien- to de Atenea de la cabeza de Zeus en cuyo parto ex traordinario interviniera el dios Hefesto con su hacha Es el mismo motivo que decoró en su día el frontón oriental del Partenón Completan la escena las Moíras o diosas del destino, que asisten al nacimiento de Atenea

A su vez, el tema mítico del frontón occidental está recogido en una gran cratera fabricada en Campania, del siglo iv a C , que cuenta la disputa de Atenea y Po- seidón por el dominio de Atica, certamen en el que tr iunfó finalmente la diosa Poseidón ofreció el caba- llo, pero Atenea el olivo. que será, desde entonces, la gran riqueza del Atica (vit 13)

MUNDO FUNERARIO

Dedicamos las dos últimas vitrinas de la sala a los vasos de la muerte. En la más grande hemos querido sugerir el paisaje de un cementerio ateniense: al fon- do, una foto del Cerámico con sus árboles rojizos, pai- saje que se sugiere también en un Iécito blanco. So- bre una tumba dos muchachas ofrecen un huevo y unas cintas. Cuelga, además, como de la pared del ce- menterio, un frasco de perfumes. Hallaréis esta esce- na en el Iécito central del escalón superior.

Ved. en otro vaso, el llanto funerario e imagináoslo acompañado de alaridos, con las mujeres arañándose las mejillas y mesándose los cabellos.

Y, no olvidéis el Iécito del Pintor de Aquiles en el que una muchacha se prepara para el baño con la ayuda de su criada. ¿Qué relación guarda esta escena con la muerte? La explicación no es sencilla: en la Atenas clá- sica el baño nupcial podía aludir también a la boda de Hades, dios de los infiernos, con las muchachas que habían muerto sin casarse.

El enorme vaso de fondo blanco aislado (vit. 15) Ila- 4 ma la atención no sólo por su tamaño (es uno de los

mayores vasos griegos conservados) sino también por su colorido: el artista intentó reflejar las nuevas técni- cas de la pintura mural con la indicación de sombrea- do en los vestidos y en las carnaciones. En todos es- tos vasos el engobe blanco es la base de esta rica

VITRINA 14 policromía. R. O.-P. C.

SALA 16

EL MUNDO GRIEGO SURlTALlCO

El arte cerámico del siglo iv se documenta en los vasos áticos y, muy especialmen- /

I te, en la cerámica griega del Sur de Italia. Históricamente, el siglo IV supuso la crisis de la pólis o ciudad-estado griega, el au-

ge imperialista de Filipo de Macedonia y de su hijo Alejandro Magno y el preludio de la época Helenística. Esta crisis histórica se reflejará en las instituciones. la religión y

. , el mito y, asimismo. en las manifestaciones artísticas. Frente a los temas ciudadanos y de la vida cotidiana, que hemos visto en la sala anterior (recordad la educación del ni- ño, los deportes. los dioses de la ciudad. el banquete, etc.). vamos ahora a encontrar, ! 1 por un lado, una expansión de los sentimientos oscuros e irracionales y, por otro, una floración de lo íntimo y de lo individual.

l

El mito, como evasión romántica. nos hace huir de la ciudad y nos traslada a paisajes agrestes. La religión dionisíaca cobra gran fuerza en esta época y la mayo- ría de los vasos que encontraréis aquí giran en torno a este tema. Dioniso fue el dios de la naturaleza vege- tal, de lo que brota, y, por consiguiente, de la transfor- mación radical de la vida. Su religión. introducida des- de Oriente. arraiaó con fuerza entre las clases popula- res de la poblaci~ón.

Su ritual comportaba una fusión con la naturaleza: las mujeres de su séquito llevan tirso o ramas remata- das en piñas, y van coronadas con hojas de hiedra y con frutos: son las llamadas ménades. Buscad en la primera vitrina la ménade que danza con serpientes enroscadas en los brazos. Ella, con su rostro ávido di- rigido al cielo, está empapada de divinidad.

Pero os recomendamos que os fijéis en la cratera áti- ca de la vitrina exenta (n.o 2). En uno de sus lados se expresa la beatitud y serenidad dionisíaca, la armonía de la naturaleza: transcurre la escena al aire libre en un paisaje montañoso (podría ser el de la fotografía de la vitrina 1 , las estribaciones del Parnaso, morada so- bre todo de las Musas). Dioniso está sentado sobre una roca y recibe el homenaje de su séquito. El amor cósmico rebosa en los detalles como en los erotes o amorcillos (uno de ellos con una lira); en la ofrenda de

m- ,, los frutos o en la liebre que salta desprovista de temor ' . I IHINA í para jugar con una ménade.

Sin embargo, frente a esta quietud, en el reverso del vaso, brota desbordante la locura dionisíaca con dan- zas desenfrenadas: este ambiente romántico y exótico podéis encontrarlo también en la cratera apulia en la que Dioniso y Ariadna marchan enamorados (ved que les sigue una liebre que sugiere amor) en un carro nupcial tirado por ciervos (vit. 3). Dioniso era el dios del vino, de la embriaguez y fue su vaso el cántaro, co- mo el que encontraréis al lado, en cerámica negra. Fi- gura el cántaro en numerosas escenas de banquete: convertía en héroe y acercaba al dios a aquel que en él bebía.

U w n . VITRINA 3

SACRIFICIOS Y OFRENDAS

VITRINA 4

SUGERENCIAS DE ULTRATUMBA

En honor de los dioses los griegos realizaban ofren- Jas. A las divinidades del campo pudo ofrecerse este zernos negro, vaso múltiple con cuatro pequeñas ca- coletas que contendrían las ofrendas selectas de la na- :uraleza, por ejemplo grano y semillas (vit. 4).

Pero sobre todo a los dioses se ofrecían líquidos y ibaciones. Libar es el acto de verter una ofrenda Iíqui- da como leche, vino o miel. Para libar utilizaban los riegos la patera, que es un plato con un umbo cen- :ral donde se metían los dedos para facilitar la liba- sión. Si dais la vuelta a la vitrina 4 hallaréis una pate- -a negra y en su entorno estatuillas de ofrendantes.

El altar resumía el ritual del sacrificio. Podéis ver es- cenas en torno a un altar en dos crateras. Y es esplén- dida la gran ara circular romana, decorada en mármol, con temas dionisíacos, expuesta en el centro de la sala.

En la época clásica ya no existían sacrificios huma- nos en Grecia. Se sacrificaban habitualmente anima- les: en una de las crateras un sátiro va a inmolar una cabra. Pero el mito nos recuerda que en un remoto pa- sado hubo sacrificios de hombres y éste es el tema re- presentado en una cratera lucania: un niño va a ser ofrecido sobre un altar en presencia de los dioses. Su muerte inocente es irremediable -lo exigen las divini- dades, el destino- pero los mismos dioses están Ile- nos de pena y sus rostros, casi frontales, reflejan el su- frimiento ante lo inevitable. Nos resulta hoy difícil de entender el sacrificio de un niño.

Otro tema muy relacionado con el mundo dionisía- co es el funerario (vit. 5). Dioniso como dios de la ve- getación era también una divinidad infernal. esto es, de la tierra que cíclicamente fecunda las semillas para producir nueva vida. Las grandes máscaras terrorífi- cas, barbadas y en relieve en la gran cratera de volu- tas, protegerían al difunto En la escena principal, en medio de un paisaje florido, alusivo a la vegetación fu- neraria, una mujer sentada ofrece una libación ante una tumba. Sobre ella surge la imagen tal vez del pro- pio Dioniso que se apoya en su tirso. El conjunto es ex- traño: j n o os sugiere un arte ingenuo y provinciano? Deliciosa es la figura del dios con sus piernas cruza- das y sus manos apoyadas en la cadera que imita, muy exageradamente, la actitud refinada de las esculturas coetáneas. Divinidad y ofrendante se miran y dialogan en silencio.

VITRINA 5

LAS FLORES

En el mundo suritálico fueron muy populares los mo- tivos florales. Desbordan las vasos en exuberancia de- corativa de palmetas y tallos, incluso en colores que contrastan con la austeridad de la cerámica ática que hemos dejado en la sala anterior.

Hay un lugar especial para este mundo de la flor en la vitrina 6: veréis quemaperfumes con mujeres en- vueltas en flores; o, al lado, un cántaro que en reali- dad es una flor: las asas son sépalos y del cáliz brotan unas diminutas cabezas con mitra: ¿un dios de la ve- getación que brota? Estos temas estuvieron muy vin- culados al mundo funerario como la gran cratera de

e se representa un templete con la es- difunto y. encima, la desbordante dio-

LLANTO FUNERARIO

Deteneos un momento en la vitrina 7, que expone un odre o ascós cerámico de carácter funerario. Las tres mujeres que lo rematan son plañideras como las que hemos visto en la sala anterior. Pero en su actitud hay diferencias muy claras: aquéllas se arañaban real- mente el rostro hasta sangrarlo. y allí casi, oíamos sus griteríos. Pero aquí el dolor aparece contenido y estas tres figuras sólo gesticulan amaneradamente, como si actuaran en un teatro.

Enseguida nos acercaremos al mundo de la aparien- cia de las representaciones teatrales: la ficción, junto con la transformación del hombre y de la naturaleza, sería uno de los temas dominantes durante esta épo- ca helenística. Pero antes veremos una pequeña este- la funeraria en mármol. que en su día sirvió para indi- car una tumba, que nos insiste en este tema de la muerte: la figura femenina de mayor tamaño debe ser la difunta. la señora de la casa. De menor tamaño es la nodriza, pues también su clase social es inferior: en sus brazos sostiene al más pequeño de los niños. La otra niña llora acurrucada en un rincón. Os diríamos que compararais este t ipo escultórico de la madre, que va envuelta en túnica y manto con las terracotas, Ila- madas tanagras, que exponemos enfrente (vit. 8).

MUJER E INTIMIDAD

Esta comparación nos introd<,ce cn el ámbito dc la nii,ier. uri miindo ai ie tanta imporionc a va ;i auqiiirir en 'esta época helenística. Ya vimos a la mujer ante- riormente. imbuida en el ambiente ciudadano de los vasos áticos: recordad a la vendedora del ágora, o a las muchachas en la fuente pública. Pero ahora la va- mos a ver en su ambiente doméstico. La adornada pé- lice apulia con una escena amorosa, nos hace espec- tadores de su intimidad: [no hay una nueva sensibili-

4 dad en este abrazo humano del varón y la muchacha? (vit. 8). A la belleza de ella alude el espejo. Una com- pañera va a quemar, delante de los amantes, perfumes que estimularán el amor. Los erotes, genios alados del deseo amoroso, están también presentes. Y la mujer

I'IIRINA 8 que se asoma desde la calle por la ventana -su ros- tro está oculto con un velo como tantas orientales- nos sugiere que estamos en un interior: nos introdu-

' cimos con ella en la intimidad doméstica. Este ilusio- nismo en el que todos participamos es un tópico de la época helenística.

Vamos también a contrastar esta nueva sensibilidad que muestran unas escenas de baño en la vitrina 10 con la de los vasos nupciales, hidrias y lebetas de la sala anterior. En primer lugar, las formas de estas le- betas son más plásticas, más recargadas, más escul- tóricas: la decoración, con múltiples cabezas adosa- das, transciende al mismo vaso. Pero además de la for- ma ha variado el contenido: frente al ambiente colec- tivo y ciudadano de las muchachas que recogían el agua de la fuente pública para el baño nupcial, estos vasos, preludio del helenismo. nos introducen en el baño doméstico e individual de la recién casada. Las pilas de baño no son tan grandes como nuestras ba- ñeras pues el agua era un biei-i escaso. La intervención de Eros niño en la más ornamentada de estas lebetas sugiere la irrupción del amor que va a otorgar la fe- cundidad y la felicidad a la recién casada. Un pajarito en la ventana será una alusión más al interior domés- t ico y al amor: la perdiz, como la de la tapadera, era el 'animal de Afrodita.

TEATRO, MUSICA, GESTO 1

Las tres últimas vitrinas de la sala (núms. 1 1 -1 3) se centran en torno al teatro, la música y el gesto. Las re- presentaciones teatrales, con todo su ritual de la trans- formación, máscaras y disfraces, estuvieron estrecha- mente vinculadas a Dioniso, el dios que todo lo trans- forma. En Grecia estas representaciones dramáticas formaban parte importante de los festivales religiosos; y en el Sur de Italia, y sobre todo durante la época he- lenística, el teatro alcanzó su máxima popularidad.

Ved las pequeñas máscaras expuestas; son, por su reducido tamaño, máscaras votivas, esto es, ofrendas. Unas y otras responden a tipos cómicos y trágicos. pues el teatro de esta época se basaba en la fijación de estereotipos: la vieja fea, el pedagogo con el niño, el criado chistoso, etcétera. Podéis vislumbrar algunos tipos en las terracotas y bronces de esta vitrina 1 1 . Los mismos dioses, tan serios y severos en épocas ante- riores, son en el teatro motivo de burla: ved al Zeus, glotón y bebedor, en la cratera de cáliz, un dios que ca- mina renqueante al son de la música obscena de unas flautas. Le guían el odre de vino y la cesta con paste- les blancos que lleva su sirviente.

La música jugó un importante papel en el teatro y en los ritos religiosos: comparad la terracota del danzan- te con la danzarina central de la cratera que está al lado.

Pervive el sentido colectivo de la música: en una pre- ciosa terracota helenística, dos mujeres danzan entre- lazadas por el hombro, una de ellas con un pandero en la mano. También veremos los instrumentos repre- sentados en los vasos: el aulós o doble flauta; la cíta- ra; la siringa o flauta de Pan; el pandero. Y los expues- tos en bronce: el sistro, los crótalos o castañuelas; los címbalos o platillos y el cascabel.

La pieza más relevante de este mundo suritálico. obra que nos sintetiza la sala entera, es la gran crate- ra de la locura de Heracles, que pintó y f irmó Asteas, un artista de Paestum (vit. 12). En medio de un suges- tivo escenario teatral, el artesonado y la incipiente perspectiva arquitectónica ambientan el palacio de Heracles. El héroe, poseído de la locura. ha quemado su ajuar doméstico y va a arrojar a su hi jo al fuego. Su esposa, Mégara, sale aterrorizada por la puerta.,En el segundo piso del palacio -una galería abierta- ges- ticulan amaneradamente la madre de Heracles, de pe- lo blanco, llamada Alcmena, y el fiel amigo del héroe. lolao. La diosa de la locura, llamada Manía, está tam- bién presente incitando con una fusta al héroe quien viste un pintoresco atuendo teatral que nos recuerda el de los samnitas, pueblo itálico que conquista Paes- tum por estos años. El reverso del vaso vincula el tea- tro al tumulto dionisíaco de una fiesta nocturna: sáti- ros y ménades preceden a su dios que cabalga sobre una Dantera.

La mímica teatral nos lleva a estudiar el gesto, la úl- tima vitrina de esta sala (n O 12) recoge algunos ejem- plos de la variedad mímica en el mundo griego el do- lor de Marsias despellejado, en una estatuilla de már- mol, el contraste entre la belleza y fealdad de un Dio- niso joven que muestra un espejo, hoy perdido, a un horrendo sátiro, la representación de la vejez, no idea- lizada, en su crudo realismo, el mundo del niño con los mofletes regordetes y simpáticos, y la expresión de patetismo del interior humano en algunas terracotas con el rostro levemente levantado, como en añoranza, los ojos hundidos y los labios entreabiertos en un leve éxtasis o en nostalgia

Hemos visto representados en esta sala, fundamen- talmente, cuatro talleres cerárnicos muy fecundos en el Sur de Italia: Campania, Paestum, Lucania y Apulia. El origen de estas escuelas griegas hay que buscarlo en la cerámica ática: en las últimas décadas del siglo v artistas atenienses debieron emigrar a estas colonias helénicas del Sur de Italia. Artísticamente, estas pro- ducciones son una evolución muy recargada de la ce- rámica ática de fines del siglo v y de inicios del siglo iv tal como se muestra en las dos primeras vitrinas de esta sala.

B. G.-R. O.

1 V N I H ~ I A . e ! ~ e ~ a u n ~ u?!3ez!o~ay ap ewa i un a n j .e61q eun ua eiuow ' ~ ! J o L ~ ! A el 'ay!N :eisandxa e ~ a i e ~ 3 el ap la u03 ewa i ns p e ~ e d w o 3 :e!4e~6olo~ el ua souiauodxa anb el ouio3 'salejnw se~n iu !d sequin! se] ap sapa~ed se1 ueq -euJope u a ! q w e l .aluelap uelsa anb a 3 u o ~ q ap s e ~ ~ e l se1 ap sese se1 ua s!?jaA anb sol e saJel!ui!s opueilns -aJ 'oiun$!p le ue !6a io~d 'seuedwe:, seqwni se1 ap so6 -e403~es IA 0161s ouald eisey ueqe~oc~ap anb aAa!laJ ua sanb!lde u o s .sou~an3 u03 l e ! ~ n l ~ so!p un eJa ua!nb o01 -anby ap sezaqe3 h se3!$!~01~ai Seu06~06 'so3!6oloi!ui sa[euos~ad ap e l o 3 e ~ ~ a i ua se~e3sew seJaAas se1 seA!i -ewell uos :o!deJaunj opunui le saiua!3auayad seza!d o p e d n ~ 6 e uey as eu!Ji!A el ap ey3aiap ayed el u3

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CALVI: UN SANTUARIO ITALICO

VITRINA 6

Pero la mayor parte de la sala recoge una serie de terracotas procedentes del santuario campano de Cal- vi. la antigua Cales.

Como lugar de culto a los dioses itálicos se ofrecie- ron numerosos exvotos en este santuario a lo largo de varios siglos: algunos son ofrendas de animales (ca- ballos. vacas, jabalíes, ovejas, etc.) pues seguramente buscaban propiciar la reproducción de aquéllos o la curación de epidemias. Este t ipo de santuarios jugó un importante papel en la economía itálica. Pero sobre to- do encontraréis representaciones de madres con ni- ños y, especialmente, cabezas y medias cabezas de hombres y mujeres, órganos sexuales y exvotos ana- tómicos como piernas o un torso, donde aparecen los intestinos. El santuario hubo de estar dedicado a una divinidad medicinal.

La mayoría de estas terracotas, realizadas con mol- de, estuvieron policromadas. Debió existir una activi- dad artesanal muy intensa en torno a estos santuarios antiguos, donde nos figuramos una gran floración de talleres y puestos de venta competitivos y para todos los gustos, que nos recuerdan el ambiente abigarrado de nuestras romerías y ferias modernas.

B. G.-A. L.-R. O.

SALA 18

EL MUNDO VILLANOVIANO Y ETRUSCO

En Italia, concretamente en el área situada en el Nor- te de Roma y junto a la costa tirrénica, se desarrolló en la antigüedad la riquísima cultura etrusca. Esta cul- tura se conformó en base a los múltiples influjos grie- gos y orientales que recibió principalmente a través del comercio y de un intercambio humano. Pero el mun- do etrusco fue también evolución de una cultura an- terior protohistórica a la que, globalmente, podemos llamar villanoviana. Esta cultura conoció una gran ex- pansión de su metalurgia. Junto a las armas, veréis sí- tulas o calderos. navajas de afeitar rituales, colgantes -algunos pertenecen a caballos- y, sobre todo, fíbu- las para agarrarse el vestido (vit. 1 ) . Hay ejemplares de gran tamaño: más que como ostentación o vanidad co-

VITRINA l

tidiana debieron servir como ofrendas funerarias. Es un arte decorado con profusión de motivos geométri- cos que llegan a cubrir obsesivamente la Superficie de los objetos: su horizonte es similar al Geométrico grie- go. La cerámica. realizada a mano y de color gris, es típicamente villanoviana: imita formas y decoraciones metálicas. Destacan las urnas funerarias con tapadera v una sola asa.

EL BUCCHERO

Los vasos de bucchero que vemos a continuación pertenecen ya a la cultura etrusca (vit. 2). Resalta en ellos el color negro brillante. Algunos están ricamente decorados. Fijaos en los motivos orientales como las primitivas esfinges y los grotescos leones -¡qué seres tan extraños!- que desfilan amenazantes en la delica- da olpe de la repisa.

VITRINA 2

VITRINA 3

VITRINA 4

ORO Y BRONCES

El mundo etrusco fue también famoso por la rique- za y finura de su orfebrería, de la que se expone algu- na pequeña muestra. En realidad los vasos de bucche- ro son sustitutos de los recipientes en metal, que eran mucho más caros. Comparad las formas, aspecto y técnica entre los vasos de cerámica y los de bronce que se exponen en la vitrina 3; por ejemplo, contras- tad la jarra en bronce, cuyo borde protege una cabeza de Gorgona y dos serpientes, con la enócoe de cerá- mica que está justo en la vitrina de enfrente: un león amenazante v seraientes muv estilizadas tienen aauí la misma funciQn q l e en el ejemplar en bronce; prote- gían el líquido del vaso, seguramente vino. Los vasos y el mismo vino poseían en la antigüedad, ya lo diji- mos, un poder casi mágico.

El mundo etrusco estuvo muy influido por el arte griego, especialmente la cerámica, pues las ricas ciu- dades etruscas fueron las principales clientes de los griegos. Pero además de adquirir productos importa- dos de Grecia, ellos mismos llegaron a imitar las téc- nicas cerámicas y los motivos de los vasos de Figuras Negras y de Figuras Rojas griegos. Podéis ver también estas imitaciones etruscas (vit. 4). Es un arte menos re- finado pero de mayor ingenuidad. ¡Qué figura tan de- liciosa la de Atenea, asombrada y precipitada ante He- racles, su protegido!

ESPEJOS

Os recomendamos, sobre todo, que os detengáis an- te los espejos etruscos (vit. 4). El lado convexo se pu- lía y reflejaba, algo ampliada, la imagen. El lado opues- to se decoraba profusamente, mediante incisiones. con temas mitológicos inspirados en el arte griego.

La muerte obsesionó profundamente a los etruscos, y es el tema de algunos espejos. Por ejemplo, el que está en el centro del aanel: narra el ~ e s a i e de las al- mas de dos guerreros'pbr el dios ~ u r h . ~a caída de la balanza decidirá quién debe morir. A la derecha, la ma- dre o esposa del guerrero a quien ha tocado morir, muestra con lamentos su pesadumbre. Nadie ha sen- t ido como los etruscos el fatalismo de la existencia y la inevitabilidad de nuestros destinos.

TRINA

-m-e-e-e-i-e-e-a-m-a-m-e-m m m * e e e e e * * * * e VASOSDAUNIOS i m e . . m ............. ............. ............. ............. ...***. . .*.e. Por último, acerquémonos a un conjunto de vasos .............

l l daunios. La Daunia estuvo situada al Norte de Apulia, ............. ............. .. e............ junto al Adriático. Su cerámica local. tanto primiti- ............. *e*e*e*m*e*e*e*e*e*m*e*e*a va, nos atrae hoy mucho más que hace unos años pues ............. e.e.eme.e.e.e.e.a*a*m*a*ea

somos, ahora, más sensibles y receptivos a este arte ............. . .....e....... menos clásico y estas formas tan originales. Algunos ............. *.*e*.*e*a*e*e*e*.*e*m*e*e de estos motivos decorativos, como las palmetas o las ..*.m.*..**.. eeemeeamm*a*eeeeeeeeeee*ee grecas. se inspiran en el repertorio griego. Fueron va- ............. .m*eae*e.e.e.m.e.eme*eee.e sos funerarios. ............. ............. B. G.-R. O.

................ ............... ............... ............... ............... ............... ............... ............... ............... ............... ................ ............... .*mm..a**.***..a ..m. m . a . m . . ............... ............... ............... ............... ............... ............... ............... ............... ............... *-.-*-.-.-*-.-.-.-.-*-*-*-.-*-

1 .o00

700

PERIODOS

PERIODO GEOMETRICO

..., " .-.. - - - . .

ORIENTALIZANTE Y ARCAICO Apogeo comercial de Corinto

PLENITUD DEL CLASICISMO

CLASICISMO TARDIO

HELENISMO

Tiranía en Atenas: Pisístrato Grandes obras públicas

Batalla de Maratón

Destrucción de la Acrópolis por los persas. Salamina

Hegemonía de Atenas

Pericles

Guerra del Peloponeso Declive del imperialismo ateniens

Guerras Samnitas en Campania Conquista de Paestum

Alejandro: imperio helenistico

Ptolomeos, Seleúcidas , Atálidas

Conquista romana de Corinto

Poemas homericos (s . viii 1

Florecimiento de la lírica griega

Esq ilo: Los Persas ( 1 A enas. partenon S&cies : Antígona ,441 1

de Atenea Nike. Erecteion Las Bacantes (406)

Mderte de Sócrates

Platón . Praxiteles . Escopas

Aristóteles. Lisipo

I DESPEDIDA

Pensamos que esta visita ha sido demasiado rápida. Es mucho lo que hay que ver en el Museo. Seguramente una sola mañana en estas salas os habrá sabido a poco. Volved otro día y fijaos con más tiempo en los múltiples deta- lles y sugerencias que se esconden en cada uno de estos objetos del pasado.

Los autores

Otras lecturas

ARTE: RICHTER, G. M . A,, Arte griego, Barcelona, 1980. - BLANCO. A., Arte griego, Ma- drid, l 9 74 . - Grecia Arcaica-Grecia Clásica-Grecia Helenística, Editorial Agui lar. El Universo de las formas, Madrid, 1969-72.

CERAMICA GRIEGA DEL MUSEO: OLMOS, R., Guías del M . A. N., número 1: Cerámica griega, Madrid, 1978 . - OLMOS, R., Los Iécitos Aticos de fondo blanco, Catálogo de vasos griegos en el M. A. N,, Madrid, 1980.

MITOLOGIA GRIEGA:SC HWAB, H ., Las más bellas leyendas de la Antigüedad Clásica, Madrid, 1980 . - FALCON, C.; FDEZ.-GALIANO, E.; LOPEZ, R., Diccionario de Mito- logía Clásica, Madrid. 1980.

VIDA COTIDIANA: FLACELIERE, R., La vida cotidiana en Grecia en el siglo de Pericles, Hachette, 1959.

SALA 14.-Mundos chipriota, geométrico y orientalizante SALA 15.-Cerámica ática de los siglos vi y v a. C. SALA 16.-El mundo griego suritálico. SALA 17.-El mundo de la Campania. SALA 18.-El mundo villanoviano y etrusco.

Coordinación científica: Doctor Ricardo Olmos, Con- servador de la Sección de Arqueología Griega y Etrusca-del Museo Arqueológico Nacional.

Orientación Pedagógica: Teresa Sanz y Angela García Blanco, Departamento Pedagógico.

Dibujos: Santiago González. Cedidos por la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico Nacional.

Texto: Paloma Cabrera (P. C.); Beatriz de Griñó (B. G.); Avelino Losada (A. L.); Ricardo Olmos (R. O.).

Con la colaboración de Carmen Cano y Teodora Fer- nández.

Impresión: GRAFOFFSET, S. L. - Getafe (Madrid) ISBN: 84-7483-3 10-8 NIPO: 30 1-87-004-9 Depósito Legal: M . 25944-1 983

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