guia sociales "zona central de chile"

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Universidad de las Américas Facultad de Educación Educación Básica Integrantes: Macarena Cortés José Miguel Hernández Asignatura: Didáctica de las Ciencias Sociales Actividad 3 Zona Central

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Page 1: Guia Sociales "Zona Central de Chile"

Universidad de las AméricasFacultad de Educación Educación Básica

Integrantes: Macarena CortésJosé Miguel Hernández

Asignatura: Didáctica de las Ciencias Sociales Fecha: 04 de septiembre de 2013

Actividad 3

Zona Central

Page 2: Guia Sociales "Zona Central de Chile"

Objetivos

Distinguir recursos naturales renovables y no renovables, reconocer el carácter limitado de los recursos naturales y la necesidad de cuidarlos, e identificar recursos presentes en objetos y bienes cotidianos.

Ubicar lugares en un mapa, utilizando coordenadas geográficas como referencia (paralelos y meridianos).

Page 3: Guia Sociales "Zona Central de Chile"

1. Observa el siguiente mapa de Chile y pinta de color verde la zona central.

2. Realiza una breve historia con las principales características que presenta la zona centra, en ella deberás incorporar la población (demografía) y los recursos naturales de la zona

3. Reúnete en grupos de 6 compañeros y realiza un mapa de la zona central en el que deberás destacar su relieve y el clima que predomina en la zona.

Page 4: Guia Sociales "Zona Central de Chile"

4. De las siguientes leyendas de la zona central, escoge la que más les llame la atención y realiza una representación de ella.

La Calchona

Se cuenta que un matrimonio vivía sin problemas en el campo, junto a sus dos pequeños hijos. Sin embargo, nadie de la familia sabía que la mujer era bruja y que en su hogar escondía varios frascos que contenían mágicos ungüentos, los que, al aplicarlos sobre su cuerpo, le permitían transformarse en una oveja negra.

En las noches, mientras todos dormían, realizaba el rito de colocarse estas cremas y salir a pasear por los campos, transformada en este animal. A su regreso, a la mañana siguiente, se aplicaba nuevamente los ungüentos y volvía a recobrar la forma de mujer.

Un día, sus hijos la vieron realizar el hechizo, por lo que, queriendo imitarla, se pusieron las cremas, transformándose en zorritos. Pero cuando quisieron volver a ser niños, no supieron cómo hacerlo y se pusieron a llorar.

En ese instante, el padre despertó con los sollozos, y su sorpresa fue enorme, ya que en lugar de encontrar a sus hijos, vio a dos animales. Rápidamente, supuso que eran sus hijos y logró imaginarse que podía ser un hechizo, por lo que comenzó a buscar frascos que pudieran contener algún tipo de ungüento mágico. Cuando encontró estas cremas, se las puso y de inmediato se transformaron en niños.

Los pequeños le contaron que era su madre la dueña de los frascos, por lo que el padre, asustado y para evitar que les volviera a ocurrir lo mismo, tomó las cremas y las botó en las aguas de un río.

A la mañana siguiente, la mamá, aún convertida en oveja, regresó a la casa y comenzó a buscar sus ungüentos. Solo encontró frascos casi vacíos y, desesperada, trató de utilizar los restos de cremas para transformarse nuevamente en mujer, pero solo le alcanzó para cambiar sus manos, rostro y cabello. El resto quedó como oveja.

Así, se dice que cuando los campesinos en la noches sienten balar una oveja, saben de inmediato que se trata de la Calchona (nombre con el que llamaron a este animal). Como tradición, todos acostumbran dejarle un plato de comida para que se alimente, ya que se dice que es totalmente inofensiva y estaría arrepentida de sus antiguos actos de brujería.

Cueva del chivato

Se dice que esta cueva existió al pie del cerro Concepción, en Valparaíso. En ella, vivía un chivo monstruoso que por las noches salía a atrapar a cuanta persona pasaba por afuera de este lugar.

Este tenía una potente mirada, que podía hipnotizar a sus víctimas, impidiéndoles cualquier intento de fuga.

Los pocos que lograban huir lo hacían tan desesperadamente que morían en el camino o escapaban abandonando sus pertenencias. Los que eran atrapados por el chivato eran llevados al interior de la cueva y se les convertía en imbunches. Sin embargo, el que no quería esta transformación debía cumplir con el desafío de deshacer el hechizo de una muchacha que el chivo tenía en lo más apartado de su vivienda.

Los que se atrevían a romper dicho encanto, primero, debían pelear con una serpiente que se les subía por las piernas y se les enroscaba en la cintura, brazos y garganta, y los besaba en la boca.

Después, tenían que luchar para atravesar un grupo de carneros, los que ponían toda su fuerza para atajar a quienes querían pasar.

Si los hombres lograban hacer esta prueba, luego debían cruzar entre cuervos que les sacaban los ojos y soldados que los pinchaban con sus espadas.

Pero, como ninguno terminaba la tarea, no les quedaba otra que conservar la vida y dejar que el chivo los convirtiera en imbunches, y vivir para siempre como sirvientes de este monstruo.

Además, nadie volvía de la cueva a contar lo que pasaba, por lo que casi no había familia que no lamentara la pérdida de algún pariente, ni madre que no llorara a un hijo robado y transformado en imbunche.

Page 5: Guia Sociales "Zona Central de Chile"

El Cristo de la Matriz

En 1630, el rey Felipe II de España donó a la catedral de Santiago el Cristo de la Agonía. Esta obra fue entregada a manera de compensación por la profanación de que fuera objeto la entonces capilla La Matriz, ubicada al pie del cerro Santo Domingo (Valparaíso), por parte del pirata inglés Francis Drake.

El Cristo de la Agonía era un crucifijo tallado en madera hecho por un escultor japonés y llegó a Valparaíso en un gran cajón, permaneciendo por un largo tiempo en el puerto. Cuando se le quiso trasladar a Santiago, que era supuestamente el destino final, la yunta de bueyes que tiraba la carreta con el cajón se detuvo frente a la capilla de La Matriz y no se movió más. Esto, porque la caja pesaba demasiado y, además, era invierno y llovía torrencialmente, por lo que las ruedas de la carreta se hundieron en el barro.

Entonces, se añadieron nuevas yuntas de bueyes, pero todo fue inútil, ya que la carreta permaneció empantanada.

Luego, se decidió bajar el cajón y dejarlo en la capilla. Apenas este fue bajado, la carreta salió del barro, por lo que los cargadores volvieron a colocar la carga, pero cuando estaba de nuevo arriba, las ruedas se volvieron a empantanar.

Algunos pobladores que observaban este episodio plantearon abrir el paquete y asegurarse de su contenido. Cuando fue abierto y apareció la imagen del Cristo de la Agonía, en ese instante, se acabaron la lluvia y el fuerte viento que habían impedido su traslado.

Muchos fieles pensaron que este acontecimiento no era otra cosa que un verdadero milagro, por lo que se dejó definitivamente el crucifijo en esta capilla, ya que este era el expreso deseo de Dios.

Desde aquel entonces, la sagrada imagen es venerada y mucha gente asegura que, año a año, el Cristo inclina cada vez más la cabeza, por lo que un día terminará por quebrarse por completo, y ahí se acabará el mundo.

La Animita de Juanita Ibáñez

En Linares, Juan Ibáñez Valenzuela tenía una carnicería en la calle Delicias N° 1435. En ese mismo lugar, vivía con sus hijas Juana y Gladys Rosa, la primera, de quince años y alumna del Liceo de Niñas, y la segunda, de diez años y alumna del tercer año en la Escuela Nº 3.

Un día, el padre se enfermó, por lo que tuvo que ser trasladado a Santiago, con el fin de ser hospitalizado. Las niñas quedaron al cuidado de la empleada de la casa, Mercedes Gajardo, quien solo tenía 17 años.

Ella sabía que en el velador de Juan Ibáñez había dinero, así que resolvió que en la noche los robaría.

Armada con un martillo, se dirigió a la pieza donde dormían las niñas y las golpeó en el cráneo. La mayor murió y la otra quedó gravemente herida.

Luego trató de abrir el velador, pero como no pudo, decidió llevarse el mueble a la casa de las hermanas María y Emilia Estrada, las cuales se convirtieron en sus cómplices. En ese lugar, rompieron el velador y sacaron el dinero, para después escapar velozmente.

Un hermano sordo de Juan Ibáñez, que habitaba en la casa, percibió que algo grave había ocurrido, por ello fue a buscar a los carabineros y al alcalde de la ciudad, que vivía al frente. A los pocos días, lograron detener a las mujeres en la estación de trenes de la ciudad de Curicó.

Luego, que el cuerpo de Juana fuera conducido a la catedral, se produjo una interminable procesión de alumnas de su liceo y de cientos de personas que querían rendirle un último homenaje. El impacto de la muerte de la niña persistió por mucho tiempo, así que se decidió levantar un altar popular, la animita de Juanita Ibáñez.

Se dice que cuando sus devotos, principalmente estudiantes, le piden salir bien en las pruebas, esta siempre les cumple el deseo.