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Módulo I
Historia Antigua de Hispania
Guerreros y conquistadores: la llegada de
romanos y cartagineses. Sagunto y la 2ª
Guerra Púnica
[5.1] ¿Cómo estudiar este tema?
[5.2] De los fenicios a los púnicos
[5.3] La expansión cartaginesa
[5.4] Las transformaciones de la Roma republicana
[5.5] El protagonismo de los Escipión
[5.6] El control romano de las poblaciones y los
territorios hispanos
5
TE
MA
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
TEMA 5 – Esquema
Esquema
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
TEMA 5 – Ideas clave
Ideas clave
5.1. ¿Cómo estudiar este tema?
Para estudiar este tema lee el capítulo 1 “Roma y Cartago” (pp. 193–232) de
la segunda parte del manual (“La Conquista romana”) de referencia de la
asignatura: Hispania Antigua, de Domino Plácido.
No olvides leer las ideas clave del tema ya que en ellas se amplía información que
no encontrarás en el manual de la asignatura.
No olvides que para la correcta comprensión del capítulo resulta imprescindible
consultar el mapa de la página 708, y que puede ser de utilidad usar como
referencia la cronología de las páginas 660-666.
Por último, debes leer los textos de las fuentes relacionadas con la 2ª Guerra Púnica
y sus antecedentes: “Las causas de la 2ª Guerra Púnica”, (pp. 762-764) y “El
Tratado del Ebro (226 a.C.) según dos fuentes” (pp. 764-766) y “Revuelta
de Indíbil y Mandonio contra los romanos (206 a.C.)” (pp. 767-768).
5.2. De los fenicios a los púnicos
Este tema está dedicado a analizar la presencia púnica y romana en la Península
Ibérica entre los siglos VI y III a.C., tres centurias en las que el método y los
propósitos de la presencia de las potencias extranjeras en el territorio peninsular
cambiaron radicalmente, y el antiguo sistema de colonias y emporios
comerciales se abandonó por la ocupación y explotación completas del
territorio.
Los cartagineses, que habían ido asentándose en las antiguas bases comerciales de
los fenicios, fueron los primeros en cambiar significativamente su comportamiento tras
el final de la Primera Guerra Púnica (264-241). Las elevadas condiciones
económicas impuestas por los romanos, unidas a la pérdida de Sicilia, llevaron a los
cartagineses a emprender una política más agresiva en la Península Ibérica. El
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TEMA 5 – Ideas clave
principal objetivo ya no era el comercio, sino la obtención directa de
riquezas, especialmente los metales procedentes de las minas de la Andalucía interior.
Este cambio no pasó desapercibido para las ciudades indígenas y las colonias griegas de
la Península, así como para los romanos, que lo percibieron como una amenaza a sus
intereses y su propia integridad. Esta circunstancia contribuyó, por un lado, a
desencadenar la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.), y por otro, a que una
parte esencial de la contienda se librara, precisamente, en suelo hispano.
Cartago, capital del reino púnico, era una fundación fenicia. Desde sus mismos
orígenes, por tanto, los cartagineses estaban estrechamente ligados a los
fenicios, y no es de extrañar que un número importante de comerciantes y colonos
cartagineses fueran instalándose en los asentamientos fenicios de la Península Ibérica
desde el siglo VI a.C. Ya a finales de esa centuria (509 a.C.) se firmó el primer
tratado comercial entre Roma y Cartago, en el que las dos potencias, todavía
incipientes, se repartían los espacios de navegación por el Mediterráneo. El tratado
permitía a los púnicos operar libremente en los territorios situados al oeste de la propia
Cartago, lo que incluía las cosas de la Península Ibérica.
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Fruto de esta presencia púnica en la Península son tanto los viajes de exploración
cartagineses por el Atlántico, como la presencia de mercenarios ibéricos en los
ejércitos de Cartago. Además, en toda el área de influencia púnica se desarrollan la
agricultura, la minería, las técnicas de salazón y extracción de sal, se
generalizan las divinidades de origen oriental y norteafricano como Melkart,
y el uso de moneda cartaginesa.
Sin embargo, la penetración de los cartagineses en Hispania comenzó a levantar ciertas
suspicacias entre los griegos y sus partidarios en las ciudades indígenas,
presentes en la costa oriental de la Península. Resulta significativo que en el nuevo
tratado firmado entre Roma y Cartago el 348 a.C., el límite de actuación de los
dos estados se fijara con mucha más precisión que en el sellado 150 años atrás. En esta
ocasión, los púnicos se comprometían a no rebasar el emplazamiento de Mastía
Tharseion, un lugar situado en la zona de Cartagena. Pero a pesar de los acuerdos
firmados entre las dos jóvenes potencias, a partir de ese momento, la desconfianza
de colonos griegos, indígenas y romanos no haría sino aumentar, como
demuestran los sucesivos tratados y las continuas embajadas que Roma envió a suelo
púnico.
5.3. La expansión cartaginesa
Tras su derrota en la Segunda Guerra Púnica, los cartagineses no sólo se veían
obligados a hacer frente a desorbitadas indemnizaciones de guerra. Además, habían
perdido sus bases en Sicilia primero, y en Córcega y Cerdeña después. Todo
había quedado en manos de Roma, que empezaba a construir un imperio mediterráneo
amenazando directamente a la propia Cartago.
Como reacción a la debacle, algunas de sus personalidades más importantes, lideradas
por la familia de los Barca, promovieron un cambio importante en su política
exterior, especialmente en el modo en el que estaban presentes en la Península Ibérica.
Tras la pérdida de sus bases en el Mediterráneo Central, debían ser las de la Península
las que devolvieran a Cartago su poderío comercial, económico y militar.
A partir del año 237 a.C. Amílcar Barca, su yerno Asdrúbal y su hijo Aníbal
desembarcaron en la Península y comenzaron una campaña encaminada al
control efectivo de amplios territorios, la explotación de las ricas minas del
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TEMA 5 – Ideas clave
interior y el reclutamiento de mercenarios entre los pueblos de la
Península.
En primer lugar, Amílcar Barca se concentró en restablecer el dominio sobre algunos
puestos comerciales púnicos, que habían escapado al control cartaginés por la acción de
indígenas íberos y tartesios, aprovechando la coyuntura de la Primera Guerra Púnica.
Desde Gades, en la costa, Amílcar se dirigió hacia el interior siguiendo el
valle del Guadalquivir, sometiendo el importantísimo enclave minero de Cástulo, y
fundando en las inmediaciones de Alicante, Akra Leuke/Castrum Album, un
importante centro púnico en la Península. Y cuando los romanos protestaron (229 a.C.)
porque se habían rebasado los límites del tratado del 348 a.C., Amílcar se limitó a
señalar que el motivo de su guerra de conquista no era otro que el de pagar las costosas
indemnizaciones a Roma. Sin embargo, el año 229 a.C. Amílcar Barca perdió la vida
luchando contra alguno de los caudillos indígenas, en algún lugar cercano a la propia
Akra Leuke, y fue su yerno Asdrúbal quién tuvo que continuar con la campaña
cartaginesa en la Península.
Asdrúbal contribuyó a afianzar el control cartaginés sobre los territorios peninsulares
haciendo no sólo uso de la fuerza, sino también de la diplomacia. Estableció numerosas
alianzas con los reyezuelos y caudillos ibéricos, y sentó las bases de una tupida red de
pactos con los indígenas que no comenzarían a romperse hasta casi el final de la
Segunda Guerra Púnica.
El año 228 a.C. se funda la colonia de Carthago Nova, que pronto se convierte en la
principal base de operaciones de los cartagineses en la Península. Carthago Nova no
sólo es un puerto excelente situado en un punto estratégico, sino que además constituye
el punto de salida ideal para las producciones mineras del interior.
Desde Cartagena los púnicos inician lentamente una expansión hacia el norte por la
costa mediterránea, que en un principio incluye sólo intercambios comerciales cada vez
más estrechos con las poblaciones de la costa. Sin embargo, esta expansión cartaginesa
se topa con la desconfianza de las colonias griegas (Massalia, Ampurias, Rosas) y
las ciudades indígenas más cercanas a los griegos (Sagunto). Mientras tanto, la propia
Roma también estaba atravesando un período de fuerte expansión, que en el norte de la
Península Itálica y el sur de la Galia le había llevado a peligrosos enfrentamientos con
muchas de las tribus galas. La constante amenaza de los galos se acrecentaba ahora
por su posible alianza con los propios cartagineses, que para Roma era imprescindible
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TEMA 5 – Ideas clave
evitar. Y para proteger su avance por el Mediterráneo Occidental y defenderse de los
belicosos galos, Roma contaba con la alianza esencial de la colonia griega de
Massalia. Colonias griegas, ciudades ibéricas helenizadas y los propios romanos
deseaban por tanto evitar a toda costa el avance de los cartagineses hacia el norte.
Fruto de estos intereses encontrados es el célebre Tratado del Ebro, que se firma
entre Roma y Cartago el 226 a.C., en el que el río Ebro se fija como límite último
del avance de ambas potencias. Cartago podía operar con libertad al sur del río, lo que
no significa que necesariamente controlara ya ese territorio, mientras que Roma se
reservaba los territorios al norte del Ebro como ámbito de influencia, alejando así a los
púnicos de las colonias griegas y las tribus galas del sur de la Galia.
Sin embargo, el 221 a.C., Asdrúbal fue asesinado por un indígena. Su muerte dejó
abierto el camino a su sobrino Aníbal, que se convirtió en máximo caudillo de los
cartagineses con sólo 25 años. El acceso al poder de Aníbal dio una nueva dimensión a
las acciones cartaginesas en la Península, que ya no estaban encaminadas únicamente a
procurar el control de los territorios más ricos y a ganar mercenarios para la causa
púnica, sino a preparar una nueva guerra con Roma.
La campaña de Aníbal en la Península se desarrolló entre los años 221 y 220 a.C. y
le llevó desde la costa de la actual Andalucía hasta los territorios del Tajo y el Duero. En
este caso, no se trata de ocupar los territorios conquistados ni de establecer en ellos
bases permanentes, sino simplemente de establecer nuevas alianzas con los indígenas
que pudieran proporcionar amplios contingentes de mercenarios, al tiempo que el
ejército cartaginés se aprovisionaba de cereales, caballos, armas, pertrechos bélicos,
oro, plata y otros metales gracias a los botines de guerra.
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TEMA 5 – Ideas clave
5.4. Las transformaciones de la Roma republicana
El Tratado del Ebro había limitado el avance cartaginés al sur del río, lejos de las
colonias griegas, pero había dejado libertad de acción a los cartagineses en gran parte
de la costa levantina, donde se encontraban ciudades muy influenciadas por la cultura
griega y aliadas de Ampurias y Marsella, como Sagunto. Y los movimientos de Aníbal
entre el 221 y el 220 a.C., claramente encaminados a preparar una guerra cada vez
más cercana, no hacían sino aumentar los temores de todas estas ciudades, que
reclamaban insistentemente a Roma que detuviera de un modo u otro el avance púnico.
En respuesta a esa llamada, los romanos enviaron una nueva embajada a Cartago el
219 a.C., recordando a los cartagineses que no podían atravesar el Ebro, pero
advirtiéndoles también de que responderían a un ataque sobre Sagunto, a pesar de que
la ciudad quedaba dentro del territorio en el que los púnicos contaban con libertad de
movimientos.
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El año 219 a.C., Aníbal sitió Sagunto. La conquista de la ciudad se enmarcaba
claramente en su campaña de avance por toda la Península, en la que Sagunto marcaba
un punto de enorme interés estratégico tanto desde el punto de vista terrestre, como
marítimo. El asedio a Sagunto duró ocho meses, durante los cuales los romanos se
limitaron a protestar, sin iniciar ninguna actividad militar. La ciudad cayó al año
siguiente, el 218 a.C.
Aníbal obtuvo un enorme botín, tanto en hombres como en riquezas y vituallas.
Después se retiró a Cartago Nova a ultimar los detalles de la expedición de conquista de
la Península Itálica, e inmediatamente, emprendió su avance hacia el norte,
sometiendo a las principales poblaciones ibéricas de la actual Cataluña,
entre el Ebro y los Pirineos.
La situación era ya irreversible para Roma, y ese mismo año 218 a.C. daba comienzo la
Segunda Guerra Púnica. En su declaración de guerra Roma no sólo adujo la
violación del tratado del Ebro, sino también la conquista de la ciudad de Sagunto.
Cneo Cornelio Escipión y dos legiones traídas desde Roma desembarcaron en
Ampurias, pero eligieron como centro de operaciones a la ciudad Tarraco, que a partir
de entonces y casi hasta la época de las invasiones, se convertiría en una de las ciudades
romanas más importantes de la Península. Por primera vez, Hispania aparece
designada en las fuentes romanas como provincia encomendada a un cónsul o a uno
de sus legados, no en el sentido de territorio sobre el que ejercer su gobierno, como se
entendería después, sino como ámbito de una misión concreta y limitada en el tiempo.
Los cartagineses, por su parte, con Aníbal al mando de su ejército hacia la Península
Itálica, quedaron a cargo de Asdrúbal y Hanon, que dirigían todas sus operaciones
desde el estratégico enclave de Cartago Nova.
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TEMA 5 – Ideas clave
5.5. El protagonismo de los Escipión
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TEMA 5 – Ideas clave
La rápida intervención de Cneo Escipión consiguió recuperar para Roma los
territorios al norte del Ebro, estableciendo además una fuerte base de operaciones
en la Península, y sobre todo, cortando las posibles vías de abastecimiento de Aníbal
atravesando los pirineos y el sur de la Galia. Su hermano Publio se le sumó en el 217
a.C. Juntos, se centraron en el sometimiento de las principales poblaciones indígenas
en torno al Ebro, aliadas de los cartagineses, entre las que se contaban los ausetanos,
iacetanos e ilergetes, al mando de los célebres caudillos indígenas Indíbil y
Mandonio. Mientras tanto, la flota romana, ayudada por los apoyos navales enviados
desde Masillia, consiguió imponer su hegemonía sobre la costa levantina tras la
batalla naval de Dertosa.
Desde el Ebro, los romanos van avanzando lentamente hacia el sur, en el territorio
dominado por los cartagineses. Su objetivo es sobre todo romper las alianzas de los
cartagineses con los indígenas, para evitar que éstos aprovisionen a los púnicos y
les surtan de mercenarios, y además apoderarse de las zonas de interés minero del Alto
Guadalquivir, donde los cartagineses obtienen oro y plata suficientes para pagar a su
ejército.
Ante los indígenas, la llegada de las legiones romanas se presenta en un primer
momento como una liberación del yugo cartaginés, y entre los años 214 y 211 los
Escipiones obtuvieron algunos apoyos entre las comunidades indígenas de
la costa mediterránea. Y probablemente en el 212 a.C. consiguieron reconquistar
Sagunto.
Sin embargo, a pesar de sus éxitos, que les llevaron incluso hasta el importantísimo
enclave minero de Castulo ambos hermanos Publio Cornelio Escipión y Cneo
Cornelio Escipión, murieron el 210 a.C., derrotados por las tropas púnicas.
La muerte de los dos hermanos fue el momento más crítico para los romanos en la
Península. Por primera vez en toda la contienda, Roma se encontraba en la tesitura de
perder todo lo que había conseguido en Hispania, justo en el momento, además, en el
que la situación era más complicada en la Península Itálica. Es esta coyuntura de
extrema necesidad la que explica la reacción del senado romano, que toma la decisión
de enviar como procónsul a Hispania a Publio Cornelio Escipión “El Africano”,
un joven de 25 años que sólo había ejercido la edilidad.
Escipión “El Africano” desembarcó en Ampurias el mismo 210 a.C., e
inmediatamente decidió atacar el corazón mismo del poder cartaginés en la Península.
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En una maniobra extremadamente audaz, el año 209 a.C. tomaba Carthago Nova,
asestando un golpe durísimo a los cartagineses. En la ciudad Escipión no sólo se hizo
con un enorme botín en provisiones y metales preciosos, arrebatando además a los
cartagineses su principal base de operaciones en Hispania. Cartago Nova era también el
lugar elegido por los púnicos para vigilar a los rehenes nobles de varios pueblos
indígenas y que servían para garantizar su lealtad. Así, tras la conquista de Cartago
Nova, y la liberación de los rehenes cartagineses, numerosos pueblos indígenas
comenzaron a pasarse al bando de Escipión, y se documentan, por primera vez,
guerreros íberos y celtíberos junto a las tropas romanas.
Desde Cartago Nova, Escipión “El Africano” tenía abierto el camino hacia las regiones
mineras del alto Guadalquivir, esenciales para garantizar el pago de las soldadas de los
mercenarios cartagineses. Así, el 208 a.C. tuvo lugar la batalla de Baecula, en la que
las tropas romanas derrotaron a los cartagineses comandados por Asdrúbal,
(que perdería la vida sólo un año después, en la batalla de Metauro en la Península
Itálica). Después Escipión, centra su atención en segundo general cartaginés en
Hispania, Magón, que debe refugiarse en la ciudad de Gades, último enclave
cartaginés de importancia en la Península. Mientras tanto, se suceden las
defecciones al bando romano, que se ve incrementado por un número creciente de
caudillos indígenas.
El enfrentamiento final entre las tropas romanas y cartaginesas en la
Península Ibérica se produjo el año 206 a.C., cuando el ejército púnico, al mando
de Magón y de Asdrúbal, hijo de Gisgón, se enfrentó a las legiones romanas,
comandadas por Escipión “El Africano” en Ilipa, (Alcalá del Río). La batalla se saldó
con una completa victoria para las legiones romanas, que recibieron la ayuda de
varios jefes turdetanos, que habían cambiado de bando al frente de todas sus tropas.
Los restos del ejército cartaginés se refugiaron en Gades, pero ese mismo año, la
milenaria ciudad, último reducto púnico en la Península, se entregó voluntariamente a
Roma. La conducta violenta de Magón, que había saqueado su tesoro un año antes, el
convencimiento de la victoria romana, y el deseo de aprovechar la creciente influencia
de Roma en las rutas comerciales del Mediterráneo pesaron para los dirigentes de la
ciudad mucho más que la vieja lealtad a los cartagineses. Ese mismo año 206 a.C. se
entregó también el fundamental enclave minero de Castulo.
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5.6. El control romano de las poblaciones y los territorios
hispanos
La entrega de Gades suponía el golpe final a la presencia cartaginesa en la
Península, y fue celebrada como si con ello se hubiera puesto fin a toda la guerra.
Escipión “El Africano” recibió entonces el encargo de reorganizar el gobierno de
toda la Península, revelando a aquellos que aún no lo hubieran advertido, que la
presencia romana en Hispania sería ya definitiva, y que sus generales no iban a
conformarse con derrotar a los cartagineses, sino que planeaban una ocupación
efectiva de todo el territorio peninsular, con el objetivo último de obtener su
completa asimilación económica, social y cultural.
El mismo 206 a.C. se fundó la colonia romana de Itálica, junto a la actual Sevilla. El
enclave estaba habitado por veteranos romanos de la guerra, a los que se
recompensó su participación en la contienda con la entrega de amplias tierras fértiles
en pleno valle del Guadalquivir. Desde el punto de vista del estado romano, la presencia
de una colonia de veteranos en ese punto clave garantizaba no sólo el sometimiento y la
pacificación de un territorio que había pertenecido a los cartagineses, sino que
impulsaba la romanización de una zona de enorme interés estratégico.
Sin embargo, esta la progresiva solidificación de la presencia romana no pasó
desapercibida a los pueblos indígenas. Muchos habían recibido a los romanos como
libertadores que venían a descargarlos de las pesadas cargas impuestas por los
cartagineses, para encontrarse con que después de la victoria romana, los nuevos amos
imponían tributos aún mayores. Aunque la Segunda Guerra Púnica no había
terminado aún, con la expulsión de los cartagineses de Hispania Roma era libre para
proceder a su antojo en el territorio, y estaba liberada de la necesidad de mantener la
lealtad de los caudillos indígenas.
No es de extrañar, por tanto, que sólo un año después, el 205 a.C., Indíbil y
Mandonio, los caudillos ilergetes, consiguieran reunir en torno a sí a un nutrido
grupo de poblaciones indígenas, y comenzaran a saquear la zona de la
desembocadura del Ebro, probablemente como reacción a las cada vez más pesadas
cargas tributarias impuestas desde Roma. Ambos fueron derrotados y ejecutados por
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Escipión “El Africano”, que sin embargo, no pudo evitar que ambos caudillos se
convirtieran en un ejemplo para otros muchos que vendrían después.
Tras la victoria sobre los caudillos ilergetes y hasta después del final de la Segunda
Guerra Púnica, Roma siguió enviando generales a Hispania, con la misión de
completar la pacificación de las poblaciones de la cornisa levantina. Hasta comienzos
del siglo II a.C., Roma seguiría viendo a Hispania casi exclusivamente como una
tierra de conquista. Tras las victorias contra las distintas poblaciones indígenas, los
procónsules volvían a la capital cargados con ingentes cantidades de oro, plata, esclavos
y botín de todo tipo, causando la admiración de sus conciudadanos y acrecentando la
leyenda de las increíbles riquezas de Hispania.
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http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/_comun/eshome.php?PHPSESSI
D=665af39d4a8612a8bc281884f3b8d911
Bibliografía
GONZÁLEZ WAGNER, C. Fenicios, griegos y cartagineses en Occidente. Cátedra.
Madrid. 1992.
SALINAS DE FRÍAS, M. El gobierno de las provincias hispanas durante la República
romana (218-27 a.C.). Universidad. Salamanca. 1995.
Excelente publicación sobre la administración y el gobierno romanos cuya consulta es
de enorme utilidad para este tema y los dos siguientes.
Historia de España de la Edad Antigua y la Edad Media
TEMA 5 - Test
Test
1. Los cartagineses ocuparon preferentemente:
A. Antiguos asentamientos griegos en la Península Ibérica.
B. La zona del viejo reino de Tartessos.
C. Antiguos asentamientos fenicios en la Península Ibérica.
D. El territorio donde se desarrollaría la cultura castreña.
2. Las campañas de Amílcar, iniciadas el 237 a.C., tenían como principal objetivo:
A. El control de los puertos del sur de la Península.
B. El control de los pasos de los Pirineos.
C. El control de las zonas mineras del suroeste.
D. El control de los caminos de trashumancia.
3. Asdrúbal cambió la política de su yerno Amílcar:
A. Estableciendo diversas alianzas con los indígenas.
B. Empleándose con mayor dureza con los indígenas.
C. Abandonando la ciudad de Akra Leuke.
D. Tomando a los hijos de los caudillos indígenas como prisioneros.
4. La ciudad de Carthago Nova fue fundada en el:
A. 228 a.C.
B. 246 a.C.
C. 282 a.C.
D. 218 a.C.
5. Entre las causas de la intervención romana en la Península, cabe citar:
A. El temor a una alianza entre los púnicos y los griegos de Massalia.
B. El deseo de apoderarse de las vías de trashumancia en la meseta occidental.
C. La defensa de la presencia griega en la costa levantina.
D. El temor a una alianza entre los cartagineses y los celtíberos.
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TEMA 5 - Test
6. El 226 a.C. Asdrúbal y los romanos sellaron:
A. Una alianza temporal contra los íberos.
B. El llamado “Tratado de Sagunto” que proclamaba la independencia de la
ciudad.
C. El llamado “Tratado del Ebro”.
D. Un pacto que permitía a los cartagineses recuperar a algunas bases en Sicilia.
7. El principal objetivo de la campaña de Aníbal en la Península (221-220 a.C.) era:
A. Conquistar algunos puntos estratégicos antes de la llegada de los romanos.
B. Aprovisionarse de cereales y reclutar tropas.
C. Garantizar el sometimiento de los indígenas.
D. Explorar los territorios del noroeste peninsular.
8. Relaciona los siguientes términos:
Tarraco Caudillos ilergetes
Indíbil y Mandonio Colonia de veteranos
Carthago Nova Base romana en la Península
Itálica Derrota definitiva de los púnicos
Ilipa Base púnica en la Península
9. El primer objetivo de Escipión “El Africano” en la Península fue:
A. Atraerse a los caudillos lusitanos.
B. Ocupar el territorio minero de Castulo.
C. Tomar la base cartaginesa: Carthago Nova.
D. Atacar la ciudad más rica de la Península: Gadir.
10. Tras el final de la 2ª Guerra Púnica los romanos:
A. Aumentaron la presión tributaria sobre los indígenas.
B. Recompensaron a los indígenas que les ayudaron con tierras y botín.
C. Castigaron a los partidarios de los púnicos llevándose a los hijos de los nobles.
D. Se retiraron al norte del Ebro para consolidad sus bases.