guerra y violencia durante la revolución de independencia

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15 Marco Antonio Landavazo UERRA Y VIOLENCIA DURANTE LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA DE MÉXICO R E S U M E N La violencia colectiva es un fenómeno crucial para entender el proceso de la independencia mexicana y algunas de sus dimensiones sociales, pero no contamos con un estudio comprensivo sobre el tema pues los trabajos existentes resultan ser muy parciales, tanto por los aspectos particulares que analizan como por las visiones polarizadas que denuestan o alaban la violencia insurgente o realista. El propósito de este trabajo es entonces realizar una primera aproximación al tema de la violencia colectiva durante la guerra de independencia de México, a partir de una propuesta de caracterización de ese fenómeno, que parte de una distinción entre violencia subversiva y violencia represiva. Después de analizar las expresiones concretas de cada una de esas dos categorías, se ofrece una evaluación acerca de estas nociones y los significados subyacentes en los actos de violencia observables en la guerra. PALABRAS CLAVE: Violencia, independencia de México, insurgencia, gachupines, asesinato político, Hidalgo, Morelos. Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Correo electrónico: [email protected] TZINTZUN • Revista de Estudios Históricos • Nº 48 • julio-diciembre de 2008 • ISSN 1870719X G

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Historia de México

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    Marco Antonio Landavazo

    UERRA Y VIOLENCIA DURANTELA REVOLUCIN DEINDEPENDENCIA DE MXICO

    R E S U M E NLa violencia colectiva es un fenmeno crucial para entender el proceso de la

    independencia mexicana y algunas de sus dimensiones sociales, pero nocontamos con un estudio comprensivo sobre el tema pues los trabajos existentesresultan ser muy parciales, tanto por los aspectos particulares que analizancomo por las visiones polarizadas que denuestan o alaban la violenciainsurgente o realista. El propsito de este trabajo es entonces realizar unaprimera aproximacin al tema de la violencia colectiva durante la guerra deindependencia de Mxico, a partir de una propuesta de caracterizacin de esefenmeno, que parte de una distincin entre violencia subversiva y violenciarepresiva. Despus de analizar las expresiones concretas de cada una de esasdos categoras, se ofrece una evaluacin acerca de estas nociones y lossignificados subyacentes en los actos de violencia observables en la guerra.

    PALABRAS CLAVE: Violencia, independencia de Mxico, insurgencia,gachupines, asesinato poltico, Hidalgo, Morelos.

    Instituto de Investigaciones Histricas de la Universidad Michoacana de San Nicols de HidalgoCorreo electrnico: [email protected]

    TZINTZUN Revista de Estudios Histricos N 48 julio-diciembre de 2008 ISSN 1870719X

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    WAR AND VIOLENCE DURING THE MEXICANINDEPENDENCE REVOLUTION.

    A B S T R A C TCollective violence is a crucial phenomenon in order to understand the process ofMexican independence and its social dimension. But there is not a comprehensivestudy on the topic because the existing works are partial, due to the particularaspects they analyze or because of the polarized visions with which they attack ordefend independent or royal violence. The purpose of this paper is to approach thetopic of collective violence during the Mexican Independence War, by characterizingthis phenomenon and making the distinction between subversive violence andrepressive violence. After analyzing the two categories, an evaluation of the twocategories and its underlying meaning of violent acts that can be observed is offered.

    KEY WORDS: Violence, Mexican Independence War, Insurgency, gachupines(Spaniards), Political assassination, Hidalgo, Morelos.

    LA GUERRE ET LA VIOLENCE PENDANT LA RVOLU-TION DE LINDPENDANCE DU MEXIQUE.

    R S U M La violence collective est un phnomne crucial pour comprendre le processus delindpendance mexicaine et quelques des ses dimensions sociales. Nous ne comptonspas avec des recherches sur le thme, car les travaux existants sont partiaux tantpour les aspects particuliers quon analyse que pour les visions extrmes quiinjurient ou font des loges de la violence insurgent ou royaliste. Lobjectif de cetterecherche cest de raliser un premier approchement au thme de la violence collectivependant la guerre de lindpendance du Mexique, partir dune proposition decaractrisation de ce phnomne. Nous partons de la distinction entre la violencesubversive et la violence rpressive. Aprs analyser les expressions concrtes dechacune des ces deux catgories, nous offrons une valuation des notions et des

    significations qui subjacent dans les actes de violence observs dans la guerre.

    MOTS CLS : Violence, Indpendance du Mexique, insurgent, gachupines (desespagnols pjorativement) assassinat politique, Hidalgo, Morelos.

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    Desastre en Guanajuato: la inundacin del 5 de Julio de 1760

    El tema de la violencia colectiva durante la guerra deindependencia resulta fundamental para entender este procesohistrico, pero a la fecha no contamos con un estudio comprensivo.Existen desde luego algunos trabajos ms o menos recientes, pero quese han hecho atendiendo a uno de los bandos en pugna, es decir,mientras que algunos autores se han acercado a la violencia populary a la violencia insurgente, otros han dirigido su mirada ms bien alas campaas represivas del gobierno virreinal. Se han publicado, porotro lado, interesantes estudios que tratan sin embargo nicamentealgunos aspectos de la violencia en la guerra: la formacin yparticipacin de bandidos y su relacin con la insurreccin, laactuacin de algunos jefes militares, motines y tumultos, actos diversosde terrorismo.1

    El tema es en verdad importante, pero todava privan visiones yposiciones muy polarizadas, que se fraguaron desde los tiempos de la

    1 Eric Van Young, La otra rebelin. La lucha por la independencia de Mxico, 1810-1821, Mxico,Fondo de Cultura Econmica, 2006, captulos 14-17; Moiss Guzmn Prez, Los mtodosde represin realista en la Revolucin de Independencia de Mxico, 1810-1821, en Serrano,J.A. y Tern, M. (Coords.): Los procesos de independencia en la Amrica espaola, Instituto Nacionalde Antropologa e Historia, El Colegio de Michoacn, Mxico, 2002, pp. 323-335; Xavier TaveraAlfaro, Calleja, represor de la insurgencia en Herrejn, Carlos (Comp.): Repaso de la indepen-dencia, El Colegio de Michoacn, gobierno del estado de Michoacn, Zamora, 1985, pp. 71-89;Christon I. Archer: Banditry and Revolution in New Spain, 1790-1821 en Bibliotheca Ame-ricana, 1:2 (nov. de 1982), pp. 59-89; The Cutting Edge: The Historical Relationship BetweenInsurgency, Counterinsurgency and Terrorism during Mexican Independence, 1810-1821 enL. Howard (Ed.), Terrorism: Roots, Impact, Responses, Nueva York, Praeger, 1982, pp. 29-45;La revolucin desastrosa: fragmentacin, crisis social y la insurgencia del cura Miguel Hidal-go en Jean Meyer (Ed.), Tres levantamientos populares: Pugchov, Tpac Amaru, Hidalgo, Mxico,CEMCA, CONACULTA, 1992, pp. 113-132. William Taylor: Bandolerismo e insurreccin:agitacin rural en el centro de Jalisco, 1790-1816 en F. Katz (Comp.), Revuelta, rebelin yrevolucin. La lucha rural en Mxico del siglo XVI al siglo XX, Mxico, Editorial Era, 2004, pp. 187-222. Carlos Herrero Bervera, Revuelta, rebelin y revolucin en 1810. Historia social y estudios decaso, Miguel ngel Porra, Centro de Estudios Histricos Internacionales, Mxico, 2001.

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    guerra y que perviven an en nuestros das. Estas visiones parciales,casi antitticas, son, por un lado, aquellas que condenan la rebelininiciada por Hidalgo como un movimiento sanguinario y destructoraunque poco o nada dicen de la violencia realista; y por el otro aquellasque minimizan, justifican o niegan los hechos violentos de losinsurgentes al mismo tiempo que cuestionan agriamente las crueldadesde la represin gubernamental. Los historiadores y oradores que sesitan en uno u otro extremo pecan, pues, de parcialidad, al mirar lapaja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

    Entre los primeros destacan sin duda Lucas Alamn y Jos MaraLuis Mora. Para este ltimo la revolucin de 1810 fue tan necesariapara la consecucin de la independencia como perniciosa ydestructora del pas. Segn Mora, los errores de la revolucin, suduracin, sus dirigentes y los medios empleados contribuyeron a ladestruccin del pas. El juicio de Alamn no es menos duro y sumario.En su Historia de Mxico se refiri as a la insurreccin: Reuninmonstruosa de la religin con el asesinato y el saqueo: grito de muertey de desolacin que habindolo odo mil y mil veces en los primerosdas de mi juventud, despus de tantos aos resuena todava en misodos con un eco pavoroso.2

    Pero todava hoy encontramos historiadores que hacen suya unavisin digamos negativa de la guerra. En el nmero de septiembre del2002 de la revista Nexos, el llorado don Luis Gonzlez se refiri a lainsurreccin como el incendio de los curas, calificndola de guerramuy sangrienta que puso a la Nueva Espaa en una situacinlamentable, de desastre. Con menos ponderacin, Josefina Vzquezafirm en la misma revista que tras once aos de guerra, de desorden,de dilapidacin de la riqueza, de la muerte de la mitad de la fuerza de

    2 Jos Mara Luis Mora, Mxico y sus revoluciones, en Obras completas, tomo II, Mxico,Instituto Mora, 1997; Lucas Alamn, Historia de Mxico, desde los primeros movimientos queprepararon su Independencia en el ao de 1808 hasta la poca presente, 5 Vols., Mxico, Editorial Jus,1942, tomo I, pp. 243-244.

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    trabajo, del abandono de obrajes, campos y minas, el desastre sehaba consumado.3

    El reverso de la moneda lo tenemos en textos como los de CarlosMara Bustamante, algunos discursos cvicos septembrinos del sigloXIX y algunos trabajos de reciente publicacin. En su Cuadro histricode la Revolucin Mexicana de 1810, Bustamante afirm categrico,con evidentes propsitos justificadores, que la voluntad del curaHidalgo no fue la de matar gachupines, y que si lleg a decretaralgunos suplicios lo hizo porque esos espaoles se lo merecan porfaltar a la fe prometida y por maquinar contra el estado.4 Algosimilar su postura a la que han defendido no hace mucho los profesoresMartn Tavira y Jos Herrera Pea, en su libro Hidalgo contemporneo.Debate sobre la independencia. Para este ltimo, en efecto, lasejecuciones ordenadas por Hidalgo fueron hechas por razones deEstado.5

    El propsito de estas pginas es, por ello, realizar una primeraaproximacin al tema de la violencia colectiva desde un enfoque globaly desde un punto de vista que quiere ser objetivo y dejar de ladoprejuicios y nociones preconcebidas. La idea es saber algo ms sobreun tema que no slo resulta esencial para entender la guerra deindependencia, sino que toca al corazn de nuestra sociedad actual yal fondo de la naturaleza humana. Porque en efecto, el tema de laviolencia, ms all de diferencias sociales, polticas o ideolgicas, nosremite a una de las experiencias humanas ms fascinantes y msaterradoras.

    Contamos ya con suficientes evidencias para empezar a construiruna tipologa de la violencia, paso inicial y necesario para irdesbrozando el terreno. Podemos formular una primera distincinentre violencia subversiva y represiva, pues aunque similares enesencia, parecen diferenciarse por lo que hace a algunas de sus formas,

    3 Nexos, Nm. 297, septiembre de 2002, pp. 27-30 y 33-35.4 Carlos Mara de Bustamante, Cuadro histrico de la Revolucin Mexicana de 1810, Mxico,INEHRM, 1985, Vol. I, p. 69.5 Hidalgo contemporneo. Debate sobre la independencia, Morelia, Preparatoria Rector Hidalgo,2003, p. 54.

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    contenidos y significados. Por el lado de la insurgencia, los principalesactos de violencia que hemos encontrado en las fuentes documentalesson: a) el homicidio, sobre todo las matanzas de espaolespeninsulares; b) los ataques a los pueblos, villas y ciudades; c) el roboy el saqueo; y d) los maltratos, injurias y amenazas. Por lo que respectaal bando realista destacan una variedad de penas y castigos por unlado, diversas modalidades del ataque a pueblos y villas que seconsideraban infidentes, y una mirada de actos muy cercanos alterrorismo oficial.

    La violencia subversiva

    Las diferentes expresiones de la violencia insurgente estaban desdeluego vinculadas entre s. Al asedio, ataque y ocupacin de unalocalidad le segua la amenaza y las injurias, el saqueo y la destruccin,y finalmente el asesinato, sobre todo de los peninsulares ah donde loshaba. Entre 1810 y 1815, al menos unas 70 localidades de lasintendencias de Guadalajara, Zacatecas, San Luis Potos, Guanajuato,Mxico y Valladolid entre ciudades, villas, pueblos y haciendassufrieron el embate de grupos insurgentes que las atacaron, ocuparon,saquearon, arrasaron o incendiaron.6 En estos actos no sloparticipaban los guerrilleros, pues a menudo muchos vecinos, sobretodo de las clases bajas, se les unan en el pillaje, como ocurri porejemplo en Valladolid, San Luis Potos y reiteradamente enGuanajuato.7

    6 Juan Ortiz Escamilla, Guerra y gobierno. Los pueblos y la independencia de Mxico, El Colegio deMxico, Instituto Mora, Universidad de Andaluca, Universidad de Sevilla, Mxico, Sevilla,1997, cuadros 11 y 14.7 Archivo General de la Nacin, Ciudad de Mxico (en adelante AGNM), Historia, Vol. 116,Exp. 10, fs. 206-207: Relacin de Sebastin de Betancourt Len, Mxico, 24 de octubre de1811; AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, Exp. 96, f. 214-216: Flix Calleja al VirreyVenegas, Quertaro, 13 de noviembre de 1810; AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 676,s.n.f.: Fernando Prez Maran al virrey Venegas, Guanajuato, 28 de noviembre de 1811;AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 195, fs.256-259v: Fernando Prez Maran al mariscalde campo Flix Mara Calleja, Guanajuato, 13 de diciembre de 1811.

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    En la ciudad de Valladolid, tras la entrada de Hidalgo y sus tropasen octubre de 1810, tuvo lugar durante varios das la prctica delrobo a casas y comercios propiedad de espaoles, que ni los mismoslderes podan contener, lo que hizo necesaria la intervencin deIgnacio Allende, el hombre ms importante de la insurreccin despusdel cura Hidalgo, auxiliado de otros jefes y de un can. El gobiernoinsurgente que se instal en Valladolid prohibi formalmente los robospor medio de un bando, medida que si bien logr contener los saqueospblicos fue incapaz de impedir una especie de robo hormiga queafect, entre otras, las casas del obispo Manuel Abad y Queipo y otroseclesisticos que haban abandonado la ciudad. Segn el testimoniode un testigo presencial, este tipo de saqueo clandestino no poda serimpedido porque los participantes se amotinaban y apedreaban a losguardias que trataban de hacerlo.8

    El asedio y ataque insurgente a pueblos y villas que no mostrarondisposicin para unirse a la causa rebelde fueron una constante enlos primeros aos de la guerra. Salvo excepciones, los rebeldes no sehacan fuertes en una plaza sino solan atacar y retirarse, lo cualcreaba una situacin de amenaza permanente. Un oficio dirigido alvirrey Venegas desde Cuautla, para poner un ejemplo, informaba queMorelos asolaba la regin de Taxco y que sus fuerzas no dejaban dehacer sus correras por los pueblos comarcanos e inmediatos a estacabecera, robndolos, vejndolos a todos, con toda clase de violencias,tratando de desordenar el gobierno y promoviendo la insurreccin.9

    Eran constantes las cartas e informes que reportan el temor quesentan los vecinos de muchas localidades de ser atacados por losinsurgentes, la desazn en la que vivan y los maltratos, injurias yamenazas que solan padecer. Por supuesto que stas aparecen, frenteal exterminio de personas y pueblos, como algo menor. Sin embargo,eran actos que contribuan a crear un clima de temor e incertidumbre.

    8 AGNM, Historia, Vol. 116, Exp. 10, fs. 206-207: Relacin de Sebastin de Betancourt Len,Mxico, 24 de octubre de 1811.9 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 769, fs. 66-67: Oficio dirigido al virrey Francisco XavierVenegas, circa Cuautla, circa 1811.

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    El informe antes citado refera que cerca de cien insurgentes habanentrado al pueblo de San Mateo Tetecala, y que habiendo mandadoa su gobernador Don Jos Vicente pusiese dos correos para queexaminase si en la hacienda de San Vicente haba europeos, por nohaberlo verificado lo maltrataron de palabras, le infirieron cintarazosy por fin se lo llevaron preso para Haltizapan. Por su parte, el curade Irapuato informaba al obispo de Michoacn Abad y Queipo de loscontinuos atentados que sufra, como el ocurrido en una ocasinen la que llegaron a entrar a su casa con el fin de saquearla, leasestaron tiros de fusil y piedras porque haba sacado el santsimopara aquietarlos, y lo obligaron a entregarles dos mil pesos paraevitar el saqueo del mismo convento. Eran tan continuas lasamenazas de los insurgentes se quejaba el cura, y cada vez seenfurecan ms contra l por ser amigo y protector de los europeos,que tuvo que huir hacia Quertaro, dejando a algunos eclesisticosde su confianza encargados de las labores de su parroquia.10

    Una representacin de algunos vecinos de la ciudad de Zacatecas,enviada al Consejo de Regencia, expresaba sin rodeos la angustia y lainseguridad que padecan en especial los peninsulares, ante unarebelin que desde sus inicios adquiri un carcter antigachupn:V.M. no puede ignorar que nuestra espantosa persecucin sigue confuror: ninguno de nosotros vive seguro en su casa, en la calle, en loscaminos. Sealaban tambin los zacatecanos una suerte de inversindel orden social que haba trado consigo la insurreccin, el mundo alrevs que experimentaban ahora, su conversin de espaoles agachupines: el sobreescrito honroso de hijos de la pennsula, quedeba servirnos de salvaguardia, es la seal odiosa de nuestroexterminio: a cada paso, a cada descuido sucede un asesinato.11

    10 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 769, fs. 66-67: Oficio dirigido al virrey Francisco XavierVenegas, circa Cuautla, circa 1811; AHMCR, Fondo Diocesano. Seccin Gobierno. SerieSacerdotes. Subserie Informes. Caja 437, Exp. 1: Carta del Lic. Diego Antonio Salvago alDoctor Don Manuel Abad y Queipo, Quertaro, 6 de mayo de 1811.11 Los vecinos de la ciudad de Zacatecas al Rey nuestro seor Fernando Sptimo representadoen el Consejo de Regencia de Espaa e Indias, Zacatecas, s.f., Benson Latin American Colection,Universidad de Texas, Austin, Fondo Edmundo OGorman, I.2.

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    Estos asesinatos y ejecuciones de espaoles europeos fueron sinduda, una de las expresiones ms conspicuas de la violenciasubversiva, pues stos, los europeos, se convirtieron en el objeto porexcelencia de la hostilidad popular. La rebelin del cura MiguelHidalgo, al levantarse con el grito de Viva la Virgen de Guadalupe ymueran los gachupines!, exacerb resentimientos antiguos. Das antesdel estallido de la insurreccin, la conspiracin de Quertaro, cuyodescubrimiento y denuncia sirvi de ocasin para la rebelin, fueacusada de plantearse como propsito degollar a todos losespaoles.12 La propaganda insurgente confirm ese sentimiento deanimadversin, pues el objetivo de la guerra, como se sealaba enuna de las primeras proclamas de Hidalgo, era poner a los gachupinesen su madre patria porque se oponan, con su codicia y tirana, a lafelicidad temporal y espiritual de los americanos.13

    La hostilidad y la muerte de peninsulares caracterizaron, de esemodo, a la primera fase de la insurgencia. En el pueblo de Dolores, elcura Hidalgo apres a 17 europeos que llev consigo hacia San Miguelel Grande. All aprendi a otro tanto, y lo mismo hizo en Chamacueroy en Celaya, hasta llegar a Guanajuato.14 En esta ciudad minera seprodujo entonces el primero y el que es quiz el ms virulentoasesinato colectivo: cerca de 300 gachupines, casi todos los que seencontraban refugiados en la alhndiga de Granaditas, fueronbalaceados, acuchillados y apaleados a manos de una multitudenardecida que hizo caso omiso de la rendicin y el deseo decapitular.15 En palabras de un testigo presencial, era difcil haceruna pintura de la desolacin, la falta de humanidad y la horrorosavista que todo presentaba.16

    12 Lucas Alamn, Historia de Mxico..., tomo I, pp. 338-339.13 Miguel Hidalgo, Amados compatriotas religiosos, hijos de esta Amrica, s.l., s.f., enErnesto Lemoine, La Revolucin de Independencia. 1808-1821. Testimonios. Bandos, proclamas,manifiestos, discursos, decretos y otros escritos, Departamento del Distrito Federal, Mxico, 1974,[La Repblica Federal Mexicana. Gestacin y nacimiento, vol. IV], pp. 42-44.14 Lucas Alamn, Historia de Mxico..., tomo I, pp. 347-357.15 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 180, f. 75 y 75v: Jos Mara Rico a Flix Mara Calleja,Lagos, 30 de septiembre de 1810.16 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, fs. 489-491v: Testimonio de Juan Jos Garca,Guanajuato, 8 de diciembre de 1810.

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    De all se sigui una oleada de asesinatos cometidos en laspersonas de los espaoles europeos. Los casos ms sonados fueronsin duda los ocurridos en algunas de las principales ciudades delvirreinato, como Valladolid, San Luis Potos y Guadalajara. En laprimera Hidalgo orden sacrificar a por lo menos 60 peninsulares,quienes fueron degollados y fusilados en las afueras de la ciudad; unacantidad menor fue ejecutada en San Luis Potos y otras poblacionesrelativamente cercanas como Charcas, Matehuala y Real de Catorce;mientras que en Guadalajara, segn el propio testimonio del curaHidalgo, fueron asesinados alrededor de 350.17

    Los asesinatos cometidos por los insurgentes y sus seguidorestuvieron lugar en otros pueblos y villas del virreinato, y alcanzarontambin a algunos criollos. En diciembre de 1810 el virrey Venegascomunicaba al general Flix Calleja haber recibido la noticia de queen Zapotln el Grande los indios se haban levantado y haban pasadoa cuchillo a todos los blancos sin distincin de europeos niamericanos, mientras que en San Felipe haban dado la mismainhumana muerte a ciento treinta y tantos, de tal suerte que,considerando los sacrificados en Guanajuato y en Valladolid, el virreyllevaba una cuenta de 600 asesinatos.18 Existen testimonios de msmuertes cometidas en otras localidades novohispanas, como lasocurridas en diversos pueblos de lo que en ese entonces era laIntendencia de Mxico: Calpulalpan, Atlacomulco, Amecameca.19

    17 Moiss Guzmn Prez, Miguel Hidalgo y el gobierno insurgente en Valladolid, UniversidadMichoacana de San Nicols de Hidalgo, Morelia, 1996, pp. 98-99; Proceso militar de Hidalgoy dems socios en Antonio Pompa y Pompa (compilador), Procesos inquisitorial y militarseguidos a Miguel Hidalgo y Costilla, Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo,Morelia, 1984, pp. 234-235; AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, Exp. 96, fs. 214-216:Flix Calleja al virrey Venegas, Quertaro, 13 de noviembre de 1810.18 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, Exp. 150, f. 386 y 386v: El virrey Venegas a FlixMara Calleja, Mxico, 8 de diciembre de 1810.19 Vase para Atlacomulco Eric Van Young, La otra rebelin..., pp. 351-384; y para Calpulalpany Amecameca Carlos Herrero Bervera, Revuelta, rebelin y revolucin en 1810. Historia social yestudios de caso, Miguel ngel Porra, Centro de Estudios Histricos Internacionales, Mxico,2001, pp. 90-96 y 107-122.

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    El asesinato y la ejecucin de peninsulares fueron una expresinde la violencia rebelde tan compleja que admite a su vez unacaracterizacin, en funcin de sus fines, objetos, medios, participantes,formas y/o intensidad. Por ello hemos postulado en otro lado unaprimera distincin entre la va tumultuaria del gachupinicidio y laejecucin organizada de peninsulares. Mientras que la primera tendaa tener un carcter ms o menos espontneo y su protagonista era lamultitud, la segunda fue el resultado de una orden expresa de loslderes rebeldes. Esta distincin es tan slo un esquema inicial queprecisa de matices pues en cada uno de esos dos tipos es posibleencontrar variaciones nada desdeables que deberan llevarnos aformular a su vez una subclasificacin, tarea que desborda los alcancesde este trabajo.20

    Pero digamos, para ilustrar el aserto anterior, que son diferentesen efecto la matanza de Granaditas (hecha a plena luz del da, yllevada a cabo por una muchedumbre enardecida) de las ejecucionesordenadas por Hidalgo en Valladolid y Guadalajara (efectuadas enla madrugada, en parajes alejados, sin mediar juicio alguno, y a partirde la decisin exclusiva del cura). Como diferentes son stas de lasms de 200 ejecuciones ordenadas por Morelos en Tecpan y Zacatula,en febrero de 1814, tras la conocida derrota rebelde en Puruarn, laposterior captura de Mariano Matamoros, la propuesta de canje quehizo Morelos, la negativa del virrey y el fusilamiento de Matamoros,pues en esa decisin el lder rebelde pidi autorizacin al Congresode Chilpancingo, como buscando de esa forma legitimar una decisindifcil y terrible de suyo.21

    20 Vase al respecto Marco Antonio Landavazo, El asesinato de gachupines en la indepen-dencia de Mxico en Mexican Studies/Estudios mexicanos, Universidad de California en Irvine,Vol. 23, Nm. 2, verano del 2007, pp. 47-75.21 Archivo General de Indias, A-367: Toms de Comyn. Apuntes de un viajero, o cartasfamiliares escritas durante la insurreccin del Reino de Mjico en 1811, 12, 13 y 14. Madrid,Imprenta de D. Miguel de Burgos, 1843, pp. 520-522. Vase tambin la tercera declaracin deMorelos del llamado Interrogatorio de la capitana general en Carlos Herrejn Peredo editor,Los procesos de Morelos, Zamora, El Colegio de Michoacn, 1985, pp. 418-419.

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    La violencia represiva

    Las respuestas del lado realista fueron tanto o ms violentas que lasagresiones insurgentes, pues una vez desatada la insurreccin, el podervirreinal reaccion como una bestia herida y acosada, con furor ymiedo. La guerra civil de 1810 se volvi rpidamente en lo que sevuelven todas las guerras, o sea, una espiral de agresiones y crueldadesque parecan sucederse sin solucin de continuidad. Ante la rebelin,las fuerzas del orden respondieron como si hubiesen ledo el AntiguoTestamento, aplicando una suerte de ley del Talin en versin reloaded,por decirlo as. Por lo dems, la estrategia de lucha rpidamenteadoptada por los insurgentes, la guerra de guerrillas, dificult las tareascontrainsurgentes y dio pie a una respuesta militar encarnizada, muyallegada al terrorismo oficial.

    Adems del asedio y ataque a pueblos y villas consideradasproclives a la insurgencia, cuyas modalidades fueron similares a laspracticadas por los rebeldes la ocupacin, el saqueo, el arrasamientoy el incendio, el gobierno virreinal aplic diversos castigos a loscapturados, que iban desde la pena de muerte por horca, fusilamientoo decapitacin, hasta diversas formas de tortura como los azotes o lasbaquetas, pasando por el destierro, la crcel, el envo a los presidios,el trabajo forzado en obras pblicas o en los navos oficiales, y laconfiscacin de bienes.

    Un ejemplo que puede ilustrar el asunto de las penas impuestaspor el gobierno a los sediciosos es una lista de las sentenciaspronunciadas por el Consejo de Guerra Militar establecido por elgeneral Jos de la Cruz, fechada en Guadalajara el 28 de mayo de1811. En ella se consignan 42 reos sentenciados a la horca y 9 alfusilamiento, 20 a presidio, 7 a presidio y baquetas, 5 a presidio yazotes, 1 a azotes y crcel, 1 slo a azotes, 4 al destierro, 2 a la crcel,2 a bajeles, 5 a obras pblicas. Los delitos por los cuales fueroncondenados eran diversas modalidades de la participacin en las filasinsurgentes, desde la muerte de peninsulares hasta el robo de plvora,

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    ganado y otros bienes, pasando por la labor de proselitismo y el proferirpalabras sediciosas.22

    Sin embargo, y como suele suceder en estos casos, la justiciatermin por militarizarse, vale decir, se sujet a la lgica y a losimperativos de la guerra y la represin. En algunos casos el gobiernoy los militares llevaron a cabo juicios civiles y militares en los que seimponan las diversas penas a los capturados, justo como en el ejemploanterior; pero en muchos otros se impuso la necesidad, la prisa, laintolerancia, la impiedad o todo eso a la vez, y se ejecutaron juiciossumarios y a veces sumarsimos: una suerte del clsico porfirianomtalos en caliente, avant la lettre desde luego. Y en otros casosms ni siquiera hubo juicio, como se ve en este par de testimoniosofrecidos por Alamn: el del comandante del batalln urbano deQuertaro, Fernando Romero Martnez, quien tena fama de quitar lavida l mismo a muchos prisioneros que todava se encontraban atadosde las manos; o el de lldefonso de la Torre, quien hacia septiembre de1811 siti el cerro del Moro, cercano a San Juan del Ro, en donde sehaban refugiado varias familias insurgentes, a las que atac sinpiedad, sin distincin de edad o sexo, y a quienes someti, sin ningunaformalidad de por medio, a una horrenda carnicera segnAlamn.23

    Otro aspecto de esta militarizacin de la justicia se observatambin en algunos juicios seguidos a clrigos relevantes comoHidalgo, Morelos o Matamoros, en los cuales se produjo un ostensibleavasallamiento militar en materia judicial. En el de Hidalgo, porejemplo, fue clarsima la manera en que la jurisdiccin eclesistica sesubordin a los imperativos militares de imponer la mxima pena alreo en un tiempo perentorio, como observ con atingencia CarlosHerrejn hace ya algunos aos: la ausencia del comisionado del obispode Durango en los interrogatorios o la falta del juicio de degradacin

    22 AGNM, Infidencias, vol. 5, exp. 10, fs. 322-329: Sentencias pronunciadas por el Consejo deGuerra Militar Permanente Ejecutivo, establecido por el seor Brigadier Dn. Jos de la Cruz delejrcito de la Octava, Guadalajara, 28 de mayo de 1811.23 Lucas Alamn, Historia de Mxico..., tomo II, pp. 400-404.

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    previo al dictamen en que se peda la pena capital. O en el deMatamoros, donde el necesario juicio para despojarlo de la inmunidadeclesistica para ser pasado por las armas brill por su ausencia. O,en fin, el famoso bando de Venegas de 25 de junio de 1812, basejurdica en la que se apoyaron precisamente los jueces de Matamorosy Morelos, en el que se daba carta abierta a los jefes militares paraejecutar sin mayores trmites a los clrigos insurrectos.24

    Pero ms llamativo, y ms expresivo de la violencia excesiva quetrajo la guerra, fue un fenmeno crucial: la va del terror por la quetransit a menudo la labor represiva del gobierno y el ejrcito. Entrelos militares que se destacaron por su extremo rigor en las tareas derepresin estaban Flix Calleja, nombrado ms tarde virrey de la NuevaEspaa, el general Jos de la Cruz y el teniente coronel TorcuatoTrujillo. El primero informaba al virrey Venegas, sea por caso, que alsalir de Irapuato a finales de noviembre de 1810 se vio en la necesidadde dar un ejemplo de terror y escarmiento en ese pueblo insolentey osado, en donde se haba arrancado un bando sobre indulto quehaba mandado fijar. Al no poder descubrir al culpable de ese ultrajehecho a la potestad del gobierno, Calleja mand aprehender a msde 40 sospechosos de los cuales sorte a uno de cada diez para que seles aplicara la pena capital.25 De la Cruz, por su parte, dirigi a Callejaun oficio en diciembre de 1810 en el cual le informaba que las tropasa su mando pasaban a las armas y reducan a cenizas a los rebeldesque encontraban, pues las rdenes que haba dado eran que llevaranel terror y el exterminio por todas partes si esta canalla rebelde noestn en su deber.26

    La respuesta de los militares a la insurreccin fue ms all delcastigo que se impone a cualquiera que haya cometido un delito, parallegar en ocasiones a convertirse en un acto de represin brutal eindiscriminada. En efecto, en algunos casos la represin alcanz no

    24 Vase al respecto Carlos Herrejn Peredo (Ed.), Los procesos de Morelos..., pp. 31-36.25 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, Exp. 130, f. 307-308v: Flix Calleja al virreyVenegas, Hacienda de Burras, 23 de noviembre de 1810.26 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, Exp. 145, f. 363: Jos de la Cruz a Flix Calleja,Huichapan, 2 de diciembre de 1810.

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    slo a los rebeldes sino a la poblacin civil, a la que se acus a menudode ser indiferente o cobarde. De esto da cuenta el bando que Callejaemiti en Silao, en la Intendencia de Guanajuato, el 12 de diciembrede 1810, en el que sealaba la existencia de individuos que habanvisto las crueldades de los insurgentes con indiferencia criminal ocon una cobarda culpable. Para hacer frente a esa conducta en suopinin reprobable, dispuso que en el pueblo donde fuese asesinadoun soldado, un funcionario gubernamental o un vecino honrado sesortearan cuatro de sus habitantes sin distincin de personas por cadauno de los asesinados, y sin otra formalidad fuesen pasadosinmediatamente por las armas.27

    La contrainsurgencia, en no pocas ocasiones, se decant por unaespecie de espectculo de la destruccin, la destruccin de cuerpos ypueblos rebeldes. Entre los primeros, destac el descuartizamiento delos cuerpos yacientes de insurgentes ejecutados. A varios lderesinsurgentes, despus de muertos, se les cortaba la cabeza paraexhibirla. Hay varios testimonios al respecto, pero el ms notorio essin duda el del propio cura Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama yJos Mariano Ximnez, cuyas cabezas, tras ser aprehendidos el 21 demarzo de 1811 en Acatita de Bajn, juzgados en Chihuahua yposteriormente ejecutados, fueron enviadas a Guanajuato y expuestasen jaulas en las esquinas de la alhndiga.28 Otros insurgentes presosfueron ejecutados y sus cuerpos descuartizados o arrastrados porcaballos en las principales calles de los lugares donde se ejecutaba elcastigo, como sucedi con los rebeldes Jos Antonio Torres y BenedictoLpez, quienes asolaron las regiones de Guadalajara y el oriente deMichoacn respectivamente.29

    27 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, f. 458: Don Flix Mara Calleja del Rey, Brigadierde los Reales Ejrcitos, Subinspector y Comandante de la Dcima Brigada de este Reyno y delas Provincias Internas dependientes y Comandante en Jefe del Ejrcito de Operaciones contralos insurgentes, Silao, 12 de diciembre de 1810.28 Proceso militar de Hidalgo y dems socios en Pompa y Pompa (compilador), Procesosinquisitorial y militar..., pp. 297-299 y 307-308; Alamn, Historia de Mjico..., tomo II, p. 226.Guzmn Prez, Los mtodos de represin..., ofrece algunos ejemplos de esta prctica decortar y exhibir las cabezas de insurgentes tomados presos.29 Vase al respecto Guzmn Prez, Los mtodos de represin....

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    Este espectculo adopt formas y propsitos diversos. Vase elcaso del jefe militar Jos Mara de Rgules Villasante, quien orden enfebrero de 1812 cortar las orejas a veintitantos indios en el pueblo deSan Juan Teposcolula, a quienes hizo poner debajo de la horca y dejexpuestos al pblico durante todo el da. O el del capitn Juan Bautistade la Torre, quien despus de atacar varios pueblos del valle de Tolucaen el mes de marzo de 1811, fusil a Francisco Marn, alcalde de SanMateo, cuyo cuerpo hizo colgar de un rbol con un cartel en el pechoque rezaba Por traidor a Dios y al Rey.30 O, sea por caso tambin,el informe dado a Pedro Celestino Negrete sobre la aprehensin delrebelde Jos Antonio Torres, en abril de 1812, en el que se deca quede sus 400 acompaantes, quienes no haban muerto merced a losfilos de las bayonetas, lo haban hecho asados por haber quemadoyo asever ufano Jos Antonio Lpez Merino las trojes donde semetieron.31

    La estrategia realista arremeti contra los pueblos de igual formaque hizo con los cuerpos de los rebeldes: con el propsito de destruir,de arrasar. Y fue el fruto, por lo menos en algunos casos, de una polticadeliberada. Vase si no un par de proclamas del interesantecomandante Jos de la Cruz: una de diciembre de 1812, en la que serefera a los insurgentes como unos monstruos producidos por elinfierno a quienes era preciso matar o perseguir como bestiasferoces; y otra de enero de 1811 en la que amenazaba con incendiary exterminar aquellos pueblos que, una vez indultados, volviesen arebelarse.32 Muchos de estos pueblos rebeldes fueron efectivamentearrasados, quemados, borrados del mapa, y algunos con ms suertefueron simplemente atacados y/u ocupados.

    El ejrcito realista atac, ocup, incendi o arras, entre 1811 y1813, por lo menos 160 villas, pueblos, ranchos y haciendas de lasIntendencias de Guanajuato, San Luis Potos, Mxico, Guadalajara,

    30 Lucas Alamn, Historia de Mxico..., tomo III, pp. 153-155 y 355-356.31 Hernndez y Dvalos, tomo IV, doc. 55, pp. 147-148: Jos Antonio Lpez Merino a PedroCelestino Negrete Palo Alto, 4 de abril de 1812.32 Ambas proclamas referidas por Lucas Alamn, Historia de Mxico..., tomo III, p. 229 y tomoII, p. 139.

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    Zacatecas y Valladolid. En algunas localidades se realizaronejecuciones selectivas, como en La Barca y Colima, La Piedad, Pnjamo,Acatln, Atlixco y Sultepec; otras fueron tan slo ocupadas comoZapotln, Juchipila, Zamora, Jiquilpan, Salamanca o Ixmilquilpan.Pero en algunos casos se arras, como ya sealamos, con la localidadentera, como ocurri en Zitcuaro, Santa Mara, San Andrs, SanMateo, San Bernab, San Francisco, San Juan, Timbineo y San Miguel,en la intendencia de Valladolid; o Tenango, Nopala, Los Remedios yOrizaba en la intendencia de Mxico.33

    Podemos mencionar otros ejemplos: el ya citado Juan Bautista dela Torre quem algunos pueblos aledaos a Toluca en marzo de 1811ya mencionados: San Francisco, San Miguel y San Mateo. El mismocapitn De la Torre fue enviado un mes despus a reprimir el pueblode Jocotitln, en la subdelegacin de Ixtlahuaca, en donde habaocurrido un tumulto que termin en la muerte del subdelegado; el 15de abril inform al virrey que haba dejado 400 cadveres en el campoy que el pueblo qued bien castigado, esto es, haba sido reducido acenizas. Rosendo Porlier destruy el pueblo de San Juan Evangelista,tambin en las inmediaciones de Toluca, en septiembre del mismoao. Y el tambin ya referido jefe Rgules incursion en el pueblo deSan Juan Tepescolula, en la zona de la Mixteca, en febrero de 1812,en donde orden fusilar a los prisioneros insurgentes y quemar lascasas en las que acopiaban semillas.34

    Nociones y significados

    En los actos de violencia colectiva observables durante la guerra deindependencia mexicana podemos encontrar una multiplicidad de

    33 Vase Ortiz Escamilla, Guerra y gobierno..., cuadros 7 y 10. Para el notable caso de la villa deZitcuaro, sede de la insurgente Suprema Junta Nacional Gubernativa, vase Moiss GuzmnPrez, Hacia la institucionalizacin de la insurgencia. La Junta de Zitcuaro, Universidad Michoacanade San Nicols de Hidalgo, Morelia, 1994 y AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 195, fs. 196-200.34 Vase Lucas Alamn, Historia de Mxico..., tomo II, pp. 346-353, 355-356, 390-392, y tomoIII, pp. 153-155.

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    significados y de nociones subyacentes. Por lo que hace a la violenciainsurgente y popular, la primera idea que viene a la mente es la deuna catarsis social: parecera adivinarse en varios de sus actos undesfogue de tensiones contenidas, la liberacin intempestiva derencores reprimidos. Un testigo presencial de la guerra sealaba contino que la revolucin daba ocasin para las venganzas deresentimientos antiguos.35 Hay dibujadas en efecto, en la matanza yen la destruccin, las lneas de una accin punitiva, cuyo mvil es undeseo de venganza que no es otra cosa que una forma primitiva delagravio moral, en cuya base encontramos mezclados odios raciales ysociales.36

    El saqueo y el sentimiento antigachupn, a los ojos del gobiernovirreinal, eran los principales motores de la insurreccin. As loafirmaba Flix Calleja en una carta enviada al virrey Venegas: elfuego de la insurreccin continuar, deca, mientras resida en elnimo de la plebe de este reyno la inclinacin al robo y al pillaje, y elodio que se le ha hecho concebir al europeo.37 Y es que en los actosde pillaje y saqueo se cifraban actitudes diversas, que iban desde lasllanamente criminales, hasta una suerte de sentimiento primitivo dejusticia social, pasando por el clientelismo y el autofinanciamiento.

    El robo y la confiscacin de bienes navegaron entre las aguas delsimple pillaje y la obtencin de recursos para financiar la guerra.Christon Archer ha sealado que la desorganizacin del movimientoinsurgente y el rpido apetito para el pillaje que desarrollaron lashuestes de Hidalgo propiciaron que la mayor parte del botn fuepara individuos y no para la causa revolucionaria.38 Debemos dematizar sin embargo esta afirmacin, pues una y otra no siempre

    35 AGNM, Historia, Vol. 116, Exp. 10, fs. 194-221: Relacin de Sebastin de Betancourt Len,Mxico, 24 de octubre de 1811.36 Tal y como lo entiende Barrington Moore, La injusticia. Bases sociales de la obediencia y la rebelin,Mxico, UNAM, 1989, p. 29.37 AGNM, Operaciones de Guerra, vol. 103, fs. 249-254v: Flix Calleja al virrey Venegas,Guanajuato, 26 de septiembre de 1811.38 Christon I. Archer, Los dineros de la insurgencia, 18101821 en Herrejn, Carlos (Comp.):Repaso de la independencia, El Colegio de Michoacn, gobierno del estado de Michoacn, Zamora,1985, pp. 39-55.

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    fueron mutuamente excluyentes. Los lderes insurgentes vieron en loscaudales de los espaoles peninsulares ciertamente el medio parafinanciar la guerra, como lleg a afirmar sin rubor alguno IgnacioAllende al corregidor de Quertaro Miguel Domnguez. Pero de igualforma, cuando el mismo Allende hizo saber a Hidalgo que desaprobabael saqueo de las casas de europeos que las tropas insurgentes hicieronen Celaya, tras la toma de la ciudad el 21 de septiembre de 1810,Hidalgo respondi que no saba otro modo de hacerse departidarios.39 Dicho de otro modo, el pillaje fue visualizado por loslderes insurgentes como un mecanismo clientelar, lo cual desde luegono le restaba su carcter criminal.

    Hubo tambin casos de saqueos que Eric Van Young ha vistocomo expresivos de un sentimiento primitivo de justicia social, puesel producto del botn era repartido entre el pueblo bajo. Eso ocurripor ejemplo en Amecameca a fines de 1810 y en Calpulalpan, enabril de 1811.40 En este ltimo lugar, uno de los cabecillas que incitabanal saqueo gritaba: tomen hijos, que esto es de ustedes, no se asustenque nosotros no venimos a haceros dao sino a coger gachupines.El caso de Calpulalpan resulta interesante, dicho sea de paso, porqueen el saqueo que all tuvo lugar, segn la causa criminal formada alefecto, haban participado no slo los indios del pueblo sino tambinalgunos vecinos de razn41 , lo cual habla de la necesidad dedesechar una especie de demofobia, muy propia de las elites de lapoca.

    En los asesinatos de europeos encontramos motivaciones ycircunstancias diversas, a lo cual nos hemos referido ya en otro lado.42

    Mencionaremos nicamente que, consecuentemente con su carctercomplejo, encontramos en la base de dichas ejecuciones un conjuntoabigarrado de motivaciones: polticas, militares, sociales, econmicas,

    39 Alamn, Historia de Mjico..., tomo I, pp. 334-356.40 Eric Van Young, Comentario, en Herrejn, Carlos (Comp.): Repaso de la independencia, ElColegio de Michoacn, gobierno del estado de Michoacn, Zamora, 1985, pp. 58-59.41 Vase Herrero Bervera, Revuelta, rebelin y revolucin en 1810..., pp. 85-92.42 Marco Antonio Landavazo, El asesinato de gachupines en la independencia de Mxico,pp. 47-75.

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    morales, religiosas, psicolgicas, personales. Una parte importante deestos motivos estn asociados a un trasfondo econmico y social, enla medida en que los espaoles peninsulares eran la personificacindel dominio colonial que para principios de siglo XIX se perciba yacomo injusto y tirnico, cercado por una coyuntura de crisis agrcolasy sequas sobre la cual se desliz la rebelin de Hidalgo. Si a esoagregamos una serie de conflictos locales derivados de abusosadministrativos o patronales, y presiones fiscales o sobre derechos ytierras, podramos afirmar, como hizo Alamn, que en alguna medidase trat de crmenes de clase.43

    Es posible advertir tambin un difuso pero operante factorreligioso en estas ejecuciones, asociado a una imagen casi demonacade los gachupines observable en el violento discurso hispanofbico delas proclamas y manifiestos rebeldes.44 Morelos, por ejemplo, se refiria la destruccin de la religin a manos de gachupines e hizo un llamadoexplcito a su exterminio, a liberarse de las manos impuras ysangrientas de los peninsulares, dado precisamente su carctersacrlego.45 Y basta recordar al respecto el episodio harto elocuente,referido por Alamn, segn el cual, tras la toma de la Alhndiga deGranaditas de septiembre de 1810, el populacho revisabafrecuentemente el cadver del intendente Riao para comprobar si

    43 Vase Brian Hamnett, Races de la insurgencia en Mxico. Historia regional, 1750-1824, Mxico,Fondo de Cultura Econmica, 1990, pp. 19-22 y 131-147; John Tutino, De la insurreccin a larevolucin en Mxico. Las bases sociales de la violencia agraria, 1750-1940, Mxico, Editorial Era,1990, pp. 47-115. Algunos casos, como el ya famoso tumulto de Atlacomulco estudiado porVan Young, ilustran con detalle el papel crucial, aunque no exclusivo, que desempean losagravios locales, en este caso conflictos por la tierra, en el estallido de la violencia social;aunque, ciertamente, el propio autor encuentra, en el episodio de Atlacomulco, significadosculturales ms profundos que estaran ubicado ms all de estos factores socioeconmicos.Vase Van Young, La otra rebelin..., pp. 620-674.44 Sobre esto vase Marco Antonio Landavazo, El imaginario antigachupn de la insurgenciamexicana en A. Snchez Andrs, T. Prez Vejo y M.A. Landavazo (Coords.), Imgenes eimaginarios de Espaa en Mxico, Mxico, Editorial Porra, CONACYT, UMSNH, 2007, pp. 35-61.45 Jos Mara Morelos, Desengao de la Amrica y traicin descubierta de los europeos,Tehuantepec, diciembre de 1812, Jos Mara Morelos, A los criollos que andan con las tropasde los gachupines, Cuautla, febrero de 1812, y Proclama de Jos Mara Morelos, Cuautla, 8de febrero de 1812, ambas en Lemoine Villicaa, La Revolucin de Independencia..., 1974, pp. 61-63, 82-84 y 156.

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    en efecto tena cola porque se le supona judo. El cura de Aculco porsu parte afirm en un impreso que los insurgentes acusaban a loseuropeos de hombres traidores, infieles, infames, ladrones, asesinos,judos y otros dicterios y cuando eran asesinados les han registradosus cuerpos para encontrarles rabos.46

    En fin, es posible observar otras nociones y circunstancias queentraron en juego en los asesinatos y ejecuciones de peninsulares. Porejemplo, la presin que ejercieron algunos de los seguidores de larebelin, tal y como reconoci el propio Hidalgo en el juicio que leincoaron tras su aprehensin en Chihuahua, sobre las matanzas deValladolid y de Guadalajara.47 O la soberbia que al parecer invadipor lo menos al mismo Hidalgo, sobre todo durante su estancia enGuadalajara, que lo habra hecho perder el piso y empujado a ordenarlas ejecuciones.48 O la frustracin que produjeron las derrotas de losinsurgentes, a partir de la batalla de Aculco, que llevaron a los lderesrebeldes a adoptar actitudes manifiestas de agresin: justamente trasesa derrota se produjeron las matanzas de Valladolid.

    Distintas son las motivaciones y los significados de la violenciarepresiva, pues sta se encontraba informada por las nociones de la

    46 Vase Lucas Alamn, Historia de Mjico, tomo I, p. 435. Alamn asegura que esa fbularidcula corri por el populacho acerca de todos los espaoles, a pesar de que haban vistosus cadveres. Exactamente lo mismo seal el bachiller Manuel Toral, cura de Aculco, en suSuplemento a los desengaos de falsas imposturas, Mxico, en la Imprenta de Arizpe, 1812, enBNM, Coleccin Lafragua, 181. En Van Young, La otra rebelin..., pp. 786 y 355-364, se ofreceel dato de un cura del pueblo de Jocotitln, quien en un sermn pronunciado en 1809 califica los gachupines de judos, lo que provoc un motn que intent quemar varias casas deespaoles; y se analiza tambin una carta de Jos Mara Villagrn, un importante lder rebeldey delincuente, en la que se formula referencias antijudas dirigidas a los peninsulares.47 Proceso militar de Hidalgo y dems socios en Antonio Pompa y Pompa, (compilador),Procesos inquisitorial y militar..., pp. 234-235.48 Alamn, Historia de Mjico, tomo II, pp. 88-90. Habla Alamn sobre el repentino engrande-cimiento que le hizo a Hidalgo desvanecer completamente la cabeza. Segn esa opinin, elcura contaba con un destacamento de seguridad y acompaamiento al que le llamaba susguardias de corps, y en los efmeros das del gobierno insurgente en Guadalajara se organi-z una verdadera sociedad de corte a cuyas ceremonias y funciones sola asistir; adems,reconoci en su causa que reciba tratamiento de alteza serensima, y por todo ello, sumadoa la declaracin de un capitn insurgente segn la cual peleaban para poner al sr. cura en sutrono, que Alamn escuch de viva voz, le hicieron concluir que se haca tratar como unsoberano.

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    ejemplaridad del castigo y de la reinstalacin del orden. No se tratabanicamente, a los ojos de los cuerpos militares encargados de enfrentarla insurreccin, de impartir justicia, sino de enviar un mensaje clarsimoa los infidentes y al pueblo todo, acerca de las terribles consecuenciasque implicaba la rebelin.

    En la lista de las sentencias pronunciadas por el Consejo deGuerra del general Jos de la Cruz, que ya citamos lneas arriba, seconsigna en el apartado de los sentenciados a la horca que los cuerposde los reos ejecutados haban sido colgados a la entrada de los pueblospara escarmiento general.49 El mismo significado tenan las cabezasde los muchos insurgentes pasados a las armas, entre ellas la deHidalgo, que fueron puestas en lanzas y picas en muchas localidades.La carta que Jos de la Cruz envi a Calleja en la navidad de 1810, enla que informaba de su entrada en el infame pueblo de Acmbaro,situado en la Intendencia de Guanajuato, es muy ilustrativa de laidea de la ejemplaridad del castigo y de las tentativas que rayaban enla obsesin de instaurar el orden a cualquier precio. Deca De la Cruzque la poblacin del lugar estaba ya en un estado de temor por habervisto las ejecuciones de justicia que he hecho esta tarde. Diecisis hansido pasados por las armas y quedan colgados de cuatro en cuatro enlas nicas cuatro entradas principales que tiene, por manera que esun espectculo bastante horroroso el que tienen delante a todas lashoras del da. Si de este modo no hacemos entrar en su deber a estacanalla ser preciso dejar una milsima parte solamente viva. Pues espreferible la paz a toda otra consideracin.50

    Pero tambin los insurgentes utilizaron la violencia comoamenaza. Hidalgo amenaz el 19 de septiembre de 1810 alayuntamiento de Celaya con degollar a 78 europeos que llevaba presos,si se oponan en su intento de tomar la ciudad. Juan Aldama, por su

    49 AGNM, Infidencias, Vol. 5, Exp. 10, fs. 322-329: Sentencias pronunciadas por el Consejode Guerra Militar Permanente Ejecutivo, establecido por el seor Brigadier Dn. Jos de la Cruzdel ejrcito de la Octava, Guadalajara, 28 de mayo de 1811.50 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 170, Exp. 202, f. 566 y v: Jos de la Cruz a Flix M.Calleja, Acmbaro, 25 de diciembre de 1810.

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    parte, dirigi un oficio a las autoridades de la ciudad de Valladolidintimando su rendicin, el 15 de octubre del mismo ao, en el queadverta tambin que en caso de resistencia entrara con su ejrcito asangre y fuego. Y en una proclama annima, encontrada a la puertade algunas casas de las orillas de Teloloapan, se invitaba a los amadoshermanos y compatriotas a unirse al partido justo y santo de losinsurgentes, para evitar de ese modo que vuestra sangre seaderramada. Agregaba que sera en vano resistirse al llamado, puesquienes lo hiciesen habran de perecer sin duda como a cada instantese est verificando con los que siguen pertinazmente la defensa de loseuropeos.51

    Hay otros aspectos en los que las actitudes insurgentes y realistasparecen acercarse bastante. Los actos de confiscacin de bienes parafinanciar operaciones blicas, por ejemplo, no fueron exclusivas delos rebeldes. Conocemos el testimonio del oficial Jos Mara Reynoso,quien haba vendido algunos productos confiscados a los insurgentes,con el propsito de premiar a su tropa y comprar plvora ymuniciones.52 De igual forma, el saqueo y la destruccin fue cometidatambin por los realistas, como ocurri en Aculco, en noviembre de1810, donde tropas de Calleja destruyeron unos coches que pertenecanal jefe de la plaza militar de ese pueblo.53

    Lderes insurgentes y jefes realistas, aunque cometieron,permitieron y alentaron actos de violencia, compartieron tambin unapreocupacin por contenerlos. Entre las tropas del rey esapreocupacin parece no haber estado muy extendida, pero conocemosal menos el testimonio del capitn Angel Linares, quien aseguraba en

    51 Miguel Hidalgo e Ignacio Allende al ayuntamiento de Celaya, Campo de batalla, 19 deseptiembre de 1810, en Alamn, op. cit., tomo I, doc. 17, p. 511; AGNM, Historia, vol. 116,exp. 10, fs. 194-221: Relacin de Sebastin de Betancourt Len, Mxico, 24 de octubre de 1811;AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 467, s.n.f.: Proclama insurgente dirigida a los Amadoshermanos y compatriotas, s.l., s.f.52 AGNM, Operaciones de Guerra, vol. 1000, f. 10: Jos Mariano Reynoso a Flix Calleja, Silao,1 de abril de 1811; y AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 1000, f. 11: Flix Calleja a JosMariano Reynoso, Potos, 11 de abril de 1811.53 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 180, f. 196-197: Manuel Perfecto de Chvez a FlixCalleja, Aculco, 9 de noviembre de 1810.

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    carta dirigida a De la Cruz que a su entrada en Ptzcuaro, endiciembre de 1810, acarici y trat con mucho agrado a algunosvecinos, para que perdieran el miedo a las tropas.54 Los insurgentes,por su parte, expidieron varios bandos y disposiciones que prohibanlos saqueos, el robo de mujeres y otros excesos como los calificHidalgo. Conocemos los que expidieron el propio Hidalgo, Jos MaraMorelos, Ignacio Rayn, Jos Mara Liceaga y Jos Mara Ansorena.55

    Las instrucciones dadas por Liceaga en enero de 1813, por ejemplo,imponan la pena de muerte al comandante que, valindose de suautoridad, extrajese de las casas a las mujeres de cualquier clase ocondicin.56

    La violencia no slo iba dirigida contra los enemigos sino tambincontra los malos elementos de las filas propias. La prctica de cortarcabezas y exhibirlas, tan caracterstica de los realistas, formaba partetambin de una de las leyes penales decretadas por la rebelde SupremaJunta Gubernativa. En efecto, todo aquel que se insubordinara consu accin o palabras contra el gobierno insurgente sera llevado a lahorca y su cabeza deba ser puesta en el lugar donde hubiese cometidoel delito.57 Los realistas, por su parte, castigaban a los desertores conla muerte y sus cuerpos eran colgados de un rbol irremisiblementea las 24 horas.58

    Hay otros aspectos del fenmeno de la violencia que no hemosabordado ahora por falta de espacio, como el de la dimensindiscursiva, lo que podramos llamar el terrorismo verbal que signific

    54 AGNM, Infidencias, Vol. 134, s.n.f.: Angel Linares a Jos de la Cruz, Ptzcuaro, 30 dediciembre de 1810.55 Vase AGNM, Operaciones de Guerra, vol. 4a, f. 79: Bando de Don Miguel Hidalgo yCostilla, Generalsmo de Amrica, Cuartel General de Guadalajara, 1 de diciembre de 1810;Lemoine: op. cit., documentos 26, 30 y 41, pp. 73, 79-80 y 105-106; AGNM, Historia, vol. 116,exp. 10, f. 206: Relacin de Sebastin de Betancourt Len, Mxico, 24 de octubre de 1811.56 AGNM, Operaciones de Guerra, Vol. 345, Instruccin que debern observar todos losseores comandantes en sus respectivas divisiones, dictadas por S.M. la Suprema JuntaGubernativa del Reyno por medio de Exmo. Sr. Cap. General D. Jos Mara Liceaga,Comandancia General en Dolores, 19 de enero de 1813.57 Idem.58 AGNM, Historia, Vol. 116, Exp. 10, f. 206: Relacin de Sebastin de Betancourt Len,Mxico, 24 de octubre de 1811.

    Guerra y violencia durante la revolucin de independencia de Mxico

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    TZINTZUN Revista de Estudios Histricos

    tanto a insurgentes como a realistas. Hemos querido ocuparnos de sutipologa y de los significados subyacentes, teniendo presente que latambin llamada revolucin de independencia mexicana no slo fueparte del proceso de disolucin del conjunto monrquico espaol ode la revolucin poltica y cultural que llev a la formacin de estadosnacionales sobre la base del constitucionalismo liberal: fue tambin,como ha dicho el profesor F.X. Guerra, una vasta conmocin socialque produjo, segn clculos de un observador de la poca, ms demedio milln de muertos.

    Recibido: 16/04/2008

    Aceptado:25/06/2008