gritos y susurros

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14 abril 2012 Gritos y susurros – Ingmar Bergman (1972) Lo que más quería en el mundo estaba allí. Hasta podía oír la voz de mamá. Sentía la proximidad de sus cuerpos y el calor de sus manos. Quise retener ese momento, y pensé que aquello era la felicidad, y que no había nada mejor. Ahora, por unos minutos percibo una sensación de totalidad, me siento llena. Y doy gracias a la vida por haberme dado tanto. Agnes, personaje de la película. Gritos y susurros es una de las mejores películas de Ingmar Bergman . Nuevamente el director sueco se enfrenta a la muerte y a los fantasmas que habitan en la mente humana. Esos fantasmas de los que diera cuenta, por vez primera, Sigmund Freud . Esta vez a través del alma femenina. Las constantes de Bergman se aprecian en todo su esplendor en este film, a veces injustamente subvalorado. La enfermedad terminal de una mujer (Agnes), ocasiona que sus dos hermanas la acompañen en sus últimos días (María y Karin). Empero, su “criada” Anna es la que le ofrece más consuelo a la adolorida enferma. Los temores ante la muerte, los celos y desencuentros entre María y Karin surgen durante los tensos días. Las famosas miradas-cámara (como las llamara Gilles Deleuze ) de la filmografía bergmaniana permiten que podamos escudriñar los laberintos de las mentes de los personajes, hábilmente interpretados por la bella Liv Ullman (María), Ingrid Thulin (Karin), Harriet Andersson (Agnes) y Kari

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análisis de la película

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Page 1: Gritos y Susurros

14 abril 2012Gritos y susurros – Ingmar Bergman (1972)

Lo que más quería en el mundo estaba allí. Hasta podía oír la voz de mamá. Sentía la proximidad de sus cuerpos y el calor de sus manos. Quise retener ese momento, y pensé que aquello era la felicidad, y que no había

nada mejor. Ahora, por unos minutos percibo una sensación de totalidad, me siento llena. Y doy gracias a la vida por haberme dado tanto.

Agnes, personaje de la película.

   Gritos y susurros es una de las mejores películas de Ingmar Bergman. Nuevamente el director sueco se enfrenta a la muerte y a los fantasmas que habitan en la mente humana. Esos fantasmas de los que diera cuenta, por vez primera, Sigmund Freud . Esta vez a través del alma femenina. Las constantes de Bergman se aprecian en todo su esplendor en este film, a veces injustamente subvalorado.

   La enfermedad terminal de una mujer (Agnes), ocasiona que sus dos hermanas la acompañen en sus últimos días (María y Karin). Empero, su “criada” Anna es la que le ofrece más consuelo a la adolorida enferma. Los temores ante la muerte, los celos y desencuentros entre María y Karin surgen durante los tensos días. Las famosas miradas-cámara (como las llamara Gilles Deleuze ) de la filmografía bergmaniana permiten que podamos escudriñar los laberintos de las mentes de los personajes, hábilmente interpretados por la bella Liv Ullman  (María), Ingrid Thulin (Karin), Harriet Andersson  (Agnes) y Kari Sylwan (Anna). Las largas tomas (que también conseguimos en el cine de Andrei Tarkovski ) de primerísimos primeros planos, que comienzan o terminan con fundidos de color rojo, nos dan el tiempo suficiente para espiar la mente de los personajes, e invitan al juego de adivinar qué piensan, por qué, qué miserias y tristezas los acongojan. Karin, amargada y fría, a quien le resulta repulsivo el contacto humano logra ceder ante las caricias de su hermana María, quien es más frívola y terrenal, sin problemas existenciales que la bloqueen, y que quiere un acercamiento con su distante hermana Karin. Agnes desvela el inmenso dolor físico que le causa su mal. Finalmente Anna da cuenta de su triste existencia tras la pérdida de su hija, y de su entrega para con Agnes, a quien la une un vínculo de profunda amistad.

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   En cuanto al trato “con la muerte”, se aprecia una evolución entre El séptimo sello y esta realización. Ya Bergman comienza a aceptar la muerte como parte de la vida, y se deslastra un poco de las preguntas sin respuesta, y de otros fantasmas que lo apremiaban en El séptimo sello. Acepta, a través de uno de los personajes, que la muerte está “fuera del entendimiento humano”, y –a través de otro- que la existencia logra su exaltación en la felicidad que proporcionan los pequeños momentos junto a los que uno quiere (escena final). Esta reflexión última pertenece a Agnes, la que está en el umbral de la muerte. María y Karin no logran trascender el hecho de la muerte de su hermana, y ni siquiera le dan el tan ansiado cariño de despedida. Tampoco logran el deseado acercamiento entre ellas.

"La piedad" de Bergman

Page 3: Gritos y Susurros

   Es en el afecto que se concentra el sentido de la vida. Cualquiera es imprescindible en un trabajo, sea cual sea el trabajo –desde mandatarios hasta el más insignificante obrero-, pero la imprescindibilidad no es nula cuando se refiere a parientes y amigos, que son las relaciones que viven en el amor. Eso lo puede uno constatar simplemente viviendo y reflexionando sobre ello. Al irse un pariente o un amigo cercano, se va un pedazo de uno mismo. Se va el amor o el afecto que regresaba a nosotros del ser por nosotros amado o apreciado. Salvedad hecha para aquellos que tienen fe en algún signo religioso, que -aparentemente- llena ese vacío. Somos nosotros y nuestra historia; una historia que no es individual, que es compartida con muchos. Aquél o aquella con el que un segmento de nuestro pasaje por este valle de lágrimas ha sido compartido, es testigo presencial de ese hecho histórico personal. Cuando ese testigo ya no está, ya uno no puede rememorar con él un hecho en el que él participó con nosotros. Aquellas risas proferidas o aquellas lágrimas derramadas en compañía, solo quedan en la memoria del que sobrevive. Y después de que éste también se va... ya no queda nada.

   Esta producción tiene varias escenas memorables. Entre ellas la escena final donde las tres hermanas y Anna pasean por el bosque (y que es uno de los afiches de la película), la escena de las caricias entre María y Karin luego de su confrontación, y la célebre “piedad” de Bergman, en la que Anna –a la manera de la Virgen María- le ofrece calor y cobijo a Agnes, ya muerta. La fotografía, del inolvidable Sven Nykvist , fotógrafo que acompañó a Bergman en casi todos sus films, es perfecta, la banda sonora excelentemente seleccionada, el vestuario y la escenografía muy cuidados. Destacan las actuaciones de Liv Ullman , Ingrid Thulin, Harriet Andersson  y Kari Sylwan , sin las cuales las indagatoriasmiradas-cámara, sello de Bergman, no serían posibles. Para mí es una de las obras maestras de Ingmar Bergman.

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Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Gritos y susurros

Un tema delicado cuando el susurro desgarra más tejido en el alma que el grito. Ingmar

Bergman se inspira muy libremente en el relato Las tres hermanas de Anton Chejov para hacer

una de las disecciones psicológicas más profundas que he visto en el cine. El director sueco se

sirve del flashback, de una dirección áspera y de la voz en off, entre otras herramientas, para

indagar en el alma de tres hermanas y una criada que viven sumidas en una desesperación muda;

cada una alberga un motivo de angustia distinto y el techo que las cobija temporalmente, la casa

de los padres, despierta las viejas heridas cicatrizadas.

Agnes se está muriendo, Maria y Karin han vuelto para hacerle más liviano el sufrimiento a su

hermana. En un primer plano de dos minutos de duración vemos a Agnes despertarse y sentir el

dolor que le produce el cáncer de matriz, escribe en su diario lo bien que se portan sus hermanas

con ella. Una rosa blanca desencadena su recuerdo, nos vamos con un fundido a rojo a su niñez.

Recuerda a su madre, cómo la espiaba mientras ella paseaba con aire ausente por el jardín de la

casa. Agnes recuerda el amor que sentía por su madre y cómo ésta siempre lo gastaba con su

hermana Maria, y el espectador vislumbra lo que el epílogo nos confirmará: las carencias

emocionales impidieron que Agnes dejara atrás la infancia, y el vacío que su madre dejó vino a ser

ocupado por Anna, la criada.

La visita del médico, un rayo de luz trémulo para Agnes, la despierta, pero su pronóstico no es

favorable. A la salida de la casa, Maria y David se encuentran en la penumbra. Se besan, pero él la

rechaza, y así comienza el recuerdo de Maria sobre lo que pasó entre las paredes rojas de esa

casa. David, tras reconocer a la hija de Anna, se queda a cenar. En la sobremesa, él examina el

rostro de Maria a la luz de una vela, elemento importante que simboliza la razón en diferentes

momentos de la película. Tras el duro análisis de las facciones de la hermana menor

(que Haneke tomaría como referencia para cierta escena de La cinta blanca), David apaga la vela

apagando, a su vez, la razón y adentrándose junto a Maria en la pasión de la noche. Maria es una

mujer insatisfecha, y busca en el médico lo que su marido no consigue aportarle. En el siguiente

plano aparece el marido, que, intuyendo lo ocurrido la noche anterior, mira a su mujer e hija con

evidente frustración. Se levanta de su asiento, acaricia la mejilla de ambas y se va al despacho.

Maria, movida por los remordimientos, va a la habitación donde está Joakin. Se ha clavado un

cuchillo en la barriga, pero es cobarde y pide la ayuda de Maria. Ella, horrorizada, se la niega. Liv

Ullman está fantástica en el papel de hermana caprichosa e infantil, la guinda del pastel la pondrá

en esa última escena en la que traiciona la confianza de Karin, la hermana mayor de las tres.

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Agnes, tras unos momentos de dolor extremo, muere. El cura llora la pérdida y se va, la crisis de

fe, otro de los temas de la película. Ésto desencadena el recuerdo de Karin. Están ella y su marido

cenando, él hace gestos de desdén, la trata con la mayor frialdad posible mientras come. Ella

rompe sin querer la copa de vino, él la mira con reproche y sigue comiendo. Karin sufre por el

aislamiento y la incomunicación de la que es víctima y culpable; poco más tarde pega a Anna por

mirarla cuando le había pedido que no lo hiciera. Coge uno de los cristales de la copa rota y éste

atraviesa el camisón para cortar su piel entre las piernas. Va a la cama donde está su marido, abre

las piernas y le enseña la sangre que mana de la herida con una sonrisa en la boca. El

masoquismo no parece una buena forma para escapar del dolor emocional, pero a Karin le vale.

Termina el recuerdo.

Tras la muerte de Agnes, Maria y Karin consiguen romper la barrera comunicacional que las

separa y hablan como hermanas por primera vez en muchos años. Se confiesan sus penas y

dolores en una escena brillantemente resuelta por Bergman, en la que sustituye el diálogo por la

música de Bach. Anna es la criada de la casa, pero en el sueño que tiene queda patente que su

papel en la casa, cuando las otras dos hermanas no estaban, era muy importante para Agnes. En

el sueño, Anna, resucitada, llama una a una a las hermanas, pero éstas huyen aterrorizadas. Sólo

Anna consigue calmar a Agnes en una imagen que recuerda mucho a una piedad (precisamente la

imagen del cartel de la película) y que demuestra que la criada no sólo representaba un papel

maternal, si no también sexual en la vida de la mujer. Es una secuencia con tintes de terror, en la

que los planos cerrados por los que opta Bergman durante los 90 minutos cobran un nuevo

sentido.

En la última escena, la cercanía entre las hermanas se vuelve a romper y la relación se vuelve a

hacer añicos dejando en la intemperie emocional a Karin y descubriendo una vez más lo glacial del

carácter de Maria. A modo de epílogo, se recuerda un momento de felicidad plena para Agnes a

través de su diario. Las tres hermanas sentadas en un balancín hablando de cosas sin importancia

en el jardín de la casa roja es el último rayo de luz que nos deja Gritos y susurros para el recuerdo,

ejerciendo de contrapunto a las sutiles relaciones hipócritas y traicioneras que dominan la película.

El análisis de la situación de Agnes, a las puertas de su muerte, resulta mucho más simple y

optimista que el de sus hermanas, sólo ve la fina superficie que recubre un mar de frustraciones en

los otros tres personajes de la película.

Ingmar Bergman utiliza elementos muy propios de la época en la que está rodada la película, y el

resultado es una dirección árida e incómoda en la que los planos expresivos se convierten en eje

central. Hay una gran cantidad de primeros planos, Bergman los sostiene durante largo rato, pero

el mérito real es de las actrices, que consiguen reflejar el traqueteo del alma a través de sus duras

facciones. También hay mucho zoom y algunos travellings, por lo demás, la dirección es elegante y

contundente. La fotografía es otro elemento que tiene un papel fundamental en Gritos y susurros;

el uso predominante del rojo en la dirección de Sven Nykvist simboliza para Bergman la agonía, el

Page 6: Gritos y Susurros

sufrimiento extremo, la sangre. La iluminación es sencillamente espectacular, como siempre que

anda este director de fotografía cerca, y refleja tan bien como los demás elementos los temas

centrales que obsesionan al director sueco. El paso del tiempo, la muerte, la soledad y la

incomunicación se ven en cada plano vacío, en el péndulo de cada reloj y en cada sufrido primer

plano. Gritos y susurros confirma una vez más a Nykvist como uno de los mejores directores de

fotografía de la historia, ya no sólo porque fotografía como nadie, si no también porque comprende

con extrema fidelidad la intención del director y la pone en práctica con ideas del todo brillantes.

No se me ocurre un nombre mejor que Gritos y susurros para ésta película; es sencillamente eso.

Los problemas existenciales que planteaba Ingmar Bergman en películas como Fresas

salvajes,Persona o La hora del lobo nunca fueron tan opresivos y dolorosos, a pesar de que esas

películas tengan mayores aciertos en otro tipo de elementos. Hacía tiempo que no veía una

película tan estimulante; habrá que elegir con cuidado la próxima película que ver del director,

puede que sea El rostro, que es la que tengo por aquí.

Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

GRITOS Y SUSURROS", Dde INGAR BERGMAN, Suecia (1972)

La película Gritos y susurros" esta escrita y dirigida por Ingmar Bergman , se trata de una obra original realizada en 1972 que muestra también la personalidad, trayectoria y el mito de lo que fue y es su autor.

El guión describe las reacciones vivénciales límites que se desarrollan entre cuatro mujeres: tres hermanas, una de ellas con enfermedad terminal, y una criada. A través de estos personajes se trata de expresar los grandes preguntas y dilemas existenciales de su autor Bergman: como el de la muerte , el del sufrimiento humano , y el de las relaciones de pareja , y tambien el paso del tiempo,

Llama la atención la ausencia casi absoluta de personajes masculinos, que aparecen tan solo como elementos accesorios en el guión,

La descripción de los protagonistas mostrando toda su humanidad a través de sus pasiones y sus miserias da universalidad a la obra. Son estos personajes con su interpretación espectacular, como suele ser frecuente en este tipo de cine de autor, los que atrapan la atención y el interés del espectador, todo ello parece ampliado con los primerisimos planos de los protagonistas, especialmente destacable el trabajo interpretativo de Liv Ullmann,

En esta obra parece que Bergman trata desesperadamente de expresar un mensaje o de lanzar grito, a sabiendas ya del amplio eco que genera su cine , reconocido a nivel mundial, y ese mensaje es el miedo existencial del hombre de hoy, que no encuentra respuestas al dolor , al paso del tiempo, a la muerte, etc... Tan solo encuentra apoyo y respuesta en lo que expresa eternidad: la belleza.

Bermang recurre a la belleza de la naturaleza como la gran verdad, por su eternidad, que da respuesta a sus miedos e incertidumbres.

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Los planos generales de las escenas de la naturaleza son fascinantes, variados y muy coloridos, como por ejemplo cuando las mujeres pasean por el parque vestido de otoño, imagen que recuerda a los mejores cuadros de la pintura renacentista o impresionista.

Los primerisimos planos de las protagonistas, y de los objetos como la pluma y las letras que escribe en el diario Agnes que es la persona que se encuentra en el umbral de la muerte y su única esperanza consiste en el amor que le dan sus hermanas Karin y María, y su sirvienta, Anna.

Desde ese punto de vista y quizás sin proponérselo el autor, esta obra es profundamente humana y universal pues muestra y demuestra que el amor vence a la muerte y a la misma deseperanza y es lo que queda en los momentos finales.

Además hay dos elementos visuales en la película que destacan desde el punto de vista expresivos, uno es la imagen repetida y de primerísimo plano del reloj con su movimiento de agujas y en cada segundo y el otro es el color rojo que viste toda la película desde las escenas en interiores donde se desarrolla la acción como los fundidos y el titulo,

Sin duda poseen ambos un gran significado y adquieren carácter de protagonistas en la obra, los planos del movimiento del reloj es el paso del tiempo, incontrolable pero como si fuera el marcapasos de la vida, y el color rojo como expresión de la parte mas viva del ser humano : su alma,

Tanta es la fuerza expresiva que trata de exponer Bergman en ello, que desde el punto de la realidad el abuso del color rojo en los decorados termina tal vez en ciertos momentos puede resultar algo agobiante y por quitar realismo a las escenas y nos mantiene siempre mentalmente en un escenario de teatro, pero la bélleza de las imágenes dan siempre un soplo de aire fresco.

Asi pues, como resumen el titulo de esta obra genial “Gritos y susurros" ya lo expresa todo: el dolor y el miedo del hombre de hoy ante los grandes retos existenciales y la respuesta de esperanza a través del amor y la belleza.