grieta 315 - edición 001

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Grieta 001 Año I enero 2015 publicación trimestral

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Grieta 315 es la publicación periódica trimestral del Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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publicación trimestral

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SEMINARIO PERMANENTE DE DISCUSIÓN METODOLÓGICA

Y TEORÍA CRÍTICA

publicación del

espacio conformado por estudiantes, profesores e investigadores de la

Universidad de San Carlos de Guatemala.

Queda permitida la difusión y reproducción total o

parcial por cualquier medio o procedimiento siempre y cuando se

cite la fuente.

[email protected]

GRIETA 315

Año I / Edición 001 / enero 2015

REVISTA TRIMESTRAL

DIRECIÓN Y CONSEJO EDITORIAL

Todos los miembros del Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica

CRÉDITOS DE ESTA EDICIÓN

TEXTOS: Alejandro QuiñónezÁngela LópezByron MontenegroFredy PérezGerardo LemusMauricio Chaulón

FOTOGRAFÍA:Gerardo Lemus

DISEÑOByron Montenegro

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El “Seminario Permanente de Discusión Metodo-lógica y Teoría Critica” toma vida planteándose como objetivo central generar un espacio alterna-tivo de formación y reflexión sobre el paradigma crítico como construcción de conocimiento y su implementación en los procesos de investigación y enseñanza-aprendizaje en los espacios concre-tos de la comunidad académica de la Escuela de Historia. De la misma forma, propiciar un espacio de discusión y debate a través de nuevas meto-dologías para la construcción de conocimiento en colectivo junto con estudiantes, docentes e inves-tigadores de la Escuela e implementar mecanis-mos para la construcción de materiales académi-cos que faciliten la difusión y consulta del trabajo realizado en el marco del seminario.

Este esfuerzo intelectual, dio inicio en el mes de abril del año 2012 en función de dar continuidad a las actividades académicas impulsadas por estu-diantes, docentes e investigadores del área de an-tropología, a los seminarios-taller dirigidos por el Dr. Hugo Zemelman Merino, participación que se ha extendido a estudiantes y profesores de otras áreas como historia, arqueología, zootecnia, entre otras.

Durante el año 2009 se dio inicio con la primera actividad celebrada en la Ciudad de Antigua Gua-temala, actividad que tuvo como eje central la in-troducción e intención de posicionar a lo interno de la Escuela de Historia la importancia del para-digma crítico como herramienta de construcción de conocimiento. En esa oportunidad se organi-

zó el trabajo alrededor de la temática: EL SUJE-TO POLÍTICO EN AMÉRICA LATINA: RETOS Y PERSPECTIVAS DE LAS CIENCIAS SOCIALES.

La siguiente actividad realizada durante el año 2011 tuvo como objetivo sentar las bases para la generación de un Seminario Permanente de Discusión en torno a este planteamiento epistemológico, en esta ocasión la temática principal fue: EL PA-RADIGMA CRÍTICO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO.

Desde esta perspectiva y desde la expe-riencia construida desde el Seminario, consideramos que el difundir pensamien-to crítico con la capacidad de ser recibido,

discutido y retroalimentado por los sujetos a quienes intere-sa la transformación de la realidad social, cultural, económi-ca y política de nuestra sociedad es una tarea cada vez más complicada, dado los intereses de los grupos históricamente hegemónicos del país que ven en estas acciones intentos por obstaculizar y romper con las relaciones sociales y de poder vigentes y características del orden actual.

En este sentido es aún más difícil por lo tanto enfrentar la falta de recursos, apoyo institucional y lo más preocupante la obstaculización muchas veces de las mismas autoridades universitarias desde donde este sencillo pero complejo es-fuerzo académico surge, al entender dichos esfuerzos desde una pobre y miope perspectiva político electorera.

Sin embargo, a pesar del panorama de desaliento en el ma-cro y micro espacio, en nuestro esfuerzo por anhelar una academia socialmente comprometida y con una posición política clara, nace la propuesta escrita del Seminario Per-manente de Discusión Metodológica y Teoría Critica, la cual se presenta con el compromiso y algarabía que caracteriza al colectivo, sacando a la luz este primer número de la “Grieta TRES-15”, como órgano de difusión y como proceso de con-creción de las discusiones, reflexiones y aportes que este espacio académico busca socializar con la comunidad uni-versitaria, así como con aquellas personas comprometidas con la transformación de nuestras realidades a nivel general.

El nombre GRIETA 315, surge de la tradición construida por el colectivo de reunirse en el salón 315 del edificio S-1 per-teneciente a la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos los días miércoles aproximadamente a la misma hora 3:15 p.m., así nuestro nombre simboliza pues el tiempo y el espacio desde donde surge nuestro compromiso con la comunidad académica universitaria y parte desde nuestra propia experiencia cotidiana y colectiva.

Esta primera entrega de la revista, busca generar reflexión y debate en torno a tres preguntas centrales 1. ¿Teoría crí-tica para qué?, 2. ¿Cómo se constituye el sujeto social? 3. ¿Qué papel juegan las ciencias sociales en la actualidad en la conformación del sujeto? Esperamos sea bien recibido por la comunidad académica/epistémica este primer número y se convierta desde ya en un comprometido esfuerzo desde donde podamos discutir, intercambiar y debatir ideas y pro-puestas concretas con aquellos y aquellas compañeras que en la búsqueda de un proyecto viable y transformador se encuentren con este Seminario como espacio humano que apuesta por la vida y se posiciona como defensor de un buen vivir cada día más digno y más justo.

Texto conjunto de los integrantes del Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica.

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Pareciera trillado hablar de Pensamiento Crítico, pero en los tiempos en que estamos viviendo, en donde el capitalismo en su fase neoliberal arremete con más fuerza que nunca, el Pensa-miento Crítico, y en particular el Pensamiento Crítico latinoamericano, debería estar más vi-gente que nunca.

En este sentido es importante analizar las for-mas en que este sistema nos está sometiendo, ya que si bien la desigualdad económica es uno de los resultados y mecanismos de control más nefastos que existen en la sociedad capitalista actual, es importante también tener concien-cia que el dominio ideológico, moral, político y social, son parte de las formas en que opera el poder de la clase dominante, llegando a tal punto que nuestros mismos cuerpos están so-metidos a las normas impuestas por estas mis-mas ideas. Es importante que nuestro análisis social, trascienda las fronteras de lo evidente y no se quede como una crítica superficial con la cual no logremos cuestionar el origen de los dis-tintos fenómenos sociales. Que si Mc Donald´s hace el Mc Día feliz, que si la Coca-Cola nos en-venena, que si el ministro de Cultura y Deportes es un futbolista, son debates válidos, y deberían hacerse públicos y difundirse masivamente. Sin embargo, esto no será un pensamiento crítico mientras no entendamos cuáles son las formas en que operan las estructuras de poder en el capital, que unido con la doctrina religiosa han generado una moral que debe ser entendida y

superada.

El pensamiento crítico entonces, no implica ha-cer crítica por el señalamiento mismo, esto sería caer en un juego de ilusión en donde sólo se di-cen o hacen las cosas sin criterio. Al contrario, el Pensamiento Crítico implica ser Radical, en el sentido que Marx lo explica, es decir, llegar a la parte central o lo más profundo de los fenó-menos sociales para entender sus verdaderas causas. El Pensamiento Crítico implica un posi-cionamiento, es una perspectiva de abordaje de la realidad en la cual debe prevalecer esta acti-tud radical. El Pensamiento Crítico implica tam-bién la superación de la ortodoxia, es decir, de ese pensamiento que lleva a creer que hay una sola forma de entender la sociedad o una única vía como solución a los problemas sociales, de-jando por un lado que en el momento histórico que vivimos los diferentes sujetos sociales están reclamando la participación política desde sus particularidades, lo que implica la búsqueda de la articulación y no la división motivada por una actitud en donde el interés de sentirse en van-guardia, lo único que logra es desgastar el mo-vimiento social y dividirlo, evidenciando de esta forma que cuando se piensa desde la ortodoxia o desde una actitud violenta de ataque y des-prestigio, es porque se ha sido permeado por las lógicas del sistema dominante.

Ahora bien, para el contexto en que vivimos, esa actitud crítica implica no sólo descubrir esos

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mecanismos oscuros sobre los que opera el sis-tema, implica también visibilizar aquellos dignos esfuerzos que plantean propuestas que superan tanto económica como moralmente el capitalis-mo y sus formas de dominio.

Esta doble vía de entender el mundo nos lleva a pensar que en los sujetos subalternos o domi-nados, existe la esperanza de la trasformación social. Esta esperanza se convierte entonces en la vía, mediante la cual, la práctica se va concre-tando en el diario actuar y vivir. En este sentido se deben reconocer esfuerzos surgidos desde Latinoamérica y que se posicionan como formas alternativas de sociedad y plantean superar el capitalismo desde sus bases. Se pueden mencio-nar los planteamientos del “Buen vivir” que sur-

ge desde Sudamérica, la lucha autonómica del zapatismo en Chiapas, los 48 cantones en Toto-nicapán, y la propuesta de Gobierno Plurinacio-nal en el norte de Huehuetenango, entre otros.

Vemos entonces que esa Esperanza revolucio-naria no está puesta sobre la idea de esperar que un día por arte de magia se dé un acto que transforme de la noche a la mañana el mundo tal como lo conocemos, al contrario es una Es-peranza puesta en el hacer diario y en la lucha cotidiana en contra de las reproducciones de poder dominante que existen en nuestros espa-cios, porque en cada pequeño espacio de esta sociedad se libra una batalla por la dignidad hu-mana, que al fin de cuentas es el único horizonte del Pensamiento Crítico.

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Fue Walter Benjamín quien, con la metáfora de la re-volución como el freno de mano de la historia, hizo una crítica al progreso en general. Podemos imagi-nar al capitalismo como un tren que avanza con toda la violencia y la suciedad de la máquina, desatando a su paso las fuerzas productivas -y destructivas- so-bre cientos de generaciones. Sin embargo, no se tra-ta tan sólo de interrumpir su marcha sino de hacerlo saltar de sus carriles evitando con ello que continúe su desarrollo a través de nuestras vidas.

Cuando se acusa de antidesarrollismo a la población que se opone a los grandes proyectos extractivos, y demás negocios multinacionales que incursionan en el país, no podemos estar más de acuerdo. No queremos más este desarrollo. La negativa del Esta-do a atender las demandas populares sólo provoca un ambiente cada vez más tenso. Los lamentables hechos sucedidos hace unas semanas en san Juan Sacatepéquez son prueba de ello. Pero no es con-tra del Estado mismo que las principales críticas y esfuerzos sociales deben dirigirse. Es contra los me-ganegocios que, en su afán de lucro infinito, violen-tan las vidas y los derechos de los pueblos sobre el territorio, trastornando las relaciones naturaleza-sociedad en beneficio privado.

Tampoco es válida una crítica meramente ambienta-lista, en tanto la constituyan argumentos que se han popularizado desmesuradamente en detrimento de una crítica social radical, esto es, que ponga en crisis a la organización actual del trabajo, el sentido de las relaciones humanas y la propiedad de los medios

productivos más avanzados. El acceso generalizado a los conocimientos científicos y avances tecnoló-gicos se traduciría tanto en una mejor calidad de vida para la población (salud, educación, economía) como en un uso más responsable de los recursos naturales. Esto será posible cuando la producción mercantil deje de determinar el destino de todas las creaciones naturales y humanas. Si oponerse a las hidroeléctricas es detener el de-sarrollo del capitalismo, el antidesarrollismo debe ser nuestra consigna más radical. Detener el desa-rrollo significa detener la catástrofe provocada por este tipo de organización económica. Significa inte-rrumpir el dominio de una sociedad altamente ra-cionalizada que nos vincula, despojándonos de no-sotros mismos. Y en definitiva, significa romper con el dominio del dinero sobre la vida (Holloway). Esta propuesta aun no forma parte orgánica de las luchas y reivindicación políticas de las poblaciones en re-sistencia y en defensa por el territorio. Lo que aquí planteo es su urgente necesidad y las posibilidades reales de conseguirlo.

Entiendo por desarrollo el proceso de mejora gra-dual de las cualidades características de algo. Y por progreso a la fatal ilusión de movimiento infinito de la humanidad en un inexorable continuum histórico. En el caso de las sociedades, el desarrollo no solo incluye el crecimiento demográfico y urbano, sino también el perfeccionamiento en la producción de bienes y en el uso de mejores tecnologías para un uso más adecuado de los recursos. Pero sobre todo,

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un verdadero desarrollo de la sociedad se debe me-dir fundamentalmente en el nivel de oportunidades que esta permite a cada individuo para desarrollar sus potencialidades físicas y espirituales al máximo. En el mundo actual, determinado por la racionali-dad del mercado, esto es imposible. Todo puede ser comprado y vendido para generar ganancias porque todo es efectivamente expresable en forma de dine-ro. Este tipo de sociedad no ha hecho más que per-feccionar sus características a lo largo de los últimos quinientos años. En países como el nuestro, deter-minados por un específico proceso de colonización sobre la población autóctona, el proyecto de la mo-dernidad europea jamás terminó de cuajar (Cancli-ni). En consecuencia, es aquí donde se cumplen las condiciones necesarias para cambiar el rumbo de nuestras sociedades. Aún estamos a tiempo.

El capitalismo corporativo transnacional y de ca-rácter extractivo, ha chocado de frente con la re-sistencia de las poblaciones tradicionales, con sus propias formas de vida y organización. No obstante las muestras de valentía y de lucha histórica, resistir ya no basta. Si la conflictividad social continúa cre-ciendo, es posible que en un futuro cercano se logre detener, quizás de manera legal, el avance de estos megaproyectos. Sin embargo, si no se quiere que esto resulte contraproducente para las mismas co-munidades, y para el país entero, se debe superar la etapa de la resistencia y de posición mediante pro-puestas radicales de carácter práctico que busquen mejorar sustancialmente la vida de la población.

Creo que la autonomía territorial es un primer paso necesario. Más allá de cierta libertad política debe apuntar hacia una nueva organización de las relacio-nes sociales sobre la base de una lógica económica distinta. Conceptos como el de soberanía alimen-taria o autodeterminación étnico-cultural son im-portantes. Pero las luchas decisivas, y por ende las más peligrosas, siempre serán las relacionadas con el control sobre la producción, el uso y protección de recursos como el agua, el subsuelo y las tierras cultivables.

Las muestras de resistencia y de reivindicación hasta

ahora son puertas abiertas a nuevas posibilidades y formas de vida social inusitadas. El desarrollo del capitalismo ha procurado que estructuras abstractas dominen y se enfrenten a la vida en general, y a las personas en particular (Postone). Por lo que es ne-cesario reducir – en tamaño, como en distancia - las grandes estructuras burocráticas del poder político y del poder económico a tamaños más manejables en busca de relaciones directas entre personas. O lo que es lo mismo, que cada grupo e individuo tenga mayor libertad y control sobre el destino y la calidad de su propia vida.

Con esto me quiero alejar de las tradicionales pro-puestas políticas que apuntan hacia la socialización de los medios de producción en manos del Estado hacia una propuesta más acorde con la lucha por la autonomía de los pueblos, que debe pasar necesa-riamente por la autodeterminación cultural, política y económica. Esto nunca será una tarea sencilla o libre de violencia. Un radical detener el desarrollo aún no ha sido pronunciado. Es necesario hacer re-flexiones mayores, entablar diálogos y promover un mayor compromiso.

Bibliografía

• Benjamín, Walter. Tesis sobre la historia y otros fragmentos. Edición y traducción de Bolívar Echeve-rría. Documento digital.

• Holloway, John. La rabia contra el dominio del di-nero. En ¡Comunicemos! Grieta Editores. México, 2013.

• Postone, Moishe. Tiempo, trabajo y dominación social. Marcial Ponts. España, 2006.

• La luz de la resistencia. Artículo publicado el 27 del marzo del 2014. Prensa comunitaria Km. 169. Comu-nicación desde los pueblos de Guatemala. http://co-munitariapress.wordpress.com

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Los métodos de la ciencia de la Historia han privile-giado las fuentes primarias, sean éstas documentos escritos, obras de arte, fotografías, sonidos o imáge-nes en movimiento. Lo que la fuente “dice”, señala, indica, eso que es, determina la evidencia histórica. Aparece en la palestra el enunciado presocrático de Parménides, escrito en forma lírica cinco siglos an-tes de nuestra era: lo que es, es, y no puede no ser, y, por lo tanto, es incorruptible, indestructible. Se pre-senta, entonces, la verdad de lo que es, del hecho histórico en su res gestae, que puede ser mostrado, transmitido como conocimiento, capital intelectual en la erudición, escrito y hasta analizado, pero al fi-nal de cuentas puesto en la escena de la línea del tiempo como lo que fue, inmóvil de ahí.

El positivismo lógico, como una escuela de pensa-miento de la Historia, utiliza esta metodología y la convierte en episteme dominante, generando que los aficionados a la historia – y varios de sus profe-sionales - consideren la ciencia histórica como ir al pasado, y discutir los hechos en ese ámbito anterior, sólo en su tiempo, maravillándose de lo que sucedió con el dato duro, imposible de ser refutado cuando la evidencia concreta es a todas luces íntegra. Así, se convierte el discurso histórico en ciencia del pasa-do, y el presente es continuidad, pero de otra forma, como puesto en otra posición de la línea temporal, que no forma parte, aparente, de ese tiempo ante-rior, y por lo tanto confunde la apreciación de la his-toria en el ahora.

¿Y el sujeto en la historia? Aparece, en esa meto-

dología, también como res gestae, sin posibilidad de diálogo y de intercambio de ideas y de conoci-mientos, mucho menos de interpelación mutua con quien dimensiona la Historia por medio de la inves-tigación, ni con los acontecimientos y hechos que le afectaron. No existe como tal, como hombre o mujer de carne y hueso, y, ante el documento de evidencia histórica, se congela, y se le asume como parte de los hechos de lo que fue, pero que también es, sin discusiones más allá de lo que los mismos documentos dicen. Aunado a ello, se alimenta la teoría de los grandes personajes: líderes, sobre todo hombres, pareciera que hicieron la historia solos. Los colectivos aparecen masificados, y con una tras-cendencia generalizadora, diluida en el discurso.

No pretendo negar la utilización de la fuente prima-ria, cualquiera que sea, como recurso fundamental en el método de la cientificidad histórica. Pongo en discusión la significación del sujeto en la historia, y lo hago desde el pensamiento crítico: el sujeto en el presente como núcleo del episteme del tiempo histórico. Ese sujeto, esa sujeta, esos grupos que di-namizan la historia desde el presente, porque está en ellos y ellas, en sus cuerpos, en sus mentalidades, en sus acciones, en sus imaginarios, en sus relacio-nes de clase y en las representaciones de la realidad, que movilizan lo histórico en el devenir violento y álgido, de lo cotidiano y lo macrosocial. Esto nos permite comprender, de mejor manera, que la his-toria es la ciencia social del presente, que utiliza el “pasado” como método, pero que su objetivo está en el hoy, en el momento actual, y son las sujetas

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y los sujetos quienes la reciben, quienes la sufren, quienes la acumulan, quienes se mueven en ella, y por ella.

Es desde estos planteamientos que se puede ana-lizar la existencia de un tiempo en continuum, sin pasado en sí, con un presente permanente, que posee distintas fases de configuración. Las trans-formaciones cuantitativas y cualitativas le dan al tiempo histórico sus contextos particulares, pero es el presente el que va vistiéndose y desvistiéndose de historia, al mismo tiempo que teje sus nuevas vestiduras: sobre el sujeto se imponen, se colocan, y es quien les da vida. Y aunque el debate entre quién es sujeto y quién es sólo un actor aún está en la mesa de la filosofía política, la filosofía social y las ciencias sociales, propongo aquí ampliar la discu-sión a que el individuo, dentro de las complejas re-laciones sociales, es capaz de conocer la realidad, y desde ahí, capaz también de comprender la historia que lo ha colocado en esa realidad. Lo real aparece mediado por el poder, los sistemas de dominación,

y la dialéctica estructural y superestructural de és-tos, y de ahí que aparezcan sólo como actores, en muchos momentos. Sin embargo, no se trata ya de sólo hablar del hecho histórico (res gestae) por lo que dice la fuente, sino ser capaces de contextuali-zar esos hechos históricos desde el presente, desde las y los sujetos que están, como consecuencia de las relaciones sociales, por supuesto, históricamente determinadas.

Para ello, se hace necesaria la interrelación de la antropología, por el método etnográfico, con la his-toria, y la hermenéutica aplicada en ambas discipli-nas. Interdisciplinariedad, dirán algunos, como mé-todo. Yo digo transdisciplinariedad, como método de integración profunda, en el diálogo real entre las diferentes áreas del conocimiento científico social, desde la misma realidad que las configura. Porque se trata de refundar la Historia como ciencia y epis-teme, desde abajo, desde el presente como único tiempo histórico, porque en él están las y los sujetos de la historia.

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El mural fue pintado por el grupo estudiantil M.E.S.A.; su composición contiene, en primer plano un campesino que se encuentra sembran-do semillas en la tierra, de la cual por atrás, sur-ge desde el interior de ésta un puño izquierdo, el cual representa la resistencia y lucha por los derechos del pueblo.

Al costado izquierdo, se encuentran cuatro ma-chetes, que son acosados por cuatro rifles, los cuales representan la dictadura y opresión vivi-da por el pueblo campesino guatemalteco. Al costado de la composición anterior, se encuen-tra el texto de un poema de Otto René Castillo.

El mural, y en específico la imagen parcial toma-da de él, fue elegida por el Seminario Perma-nente de Discusión Metodológica y Teoría Críti-ca, como imagen de la conmemoración del LXX aniversario de la Revolución, en virtud que entre

los guatemaltecos aún existe conciencia de los avances que tuvieron lugar posteriormente al movimiento revolucionario llevado a cabo el día 20 de octubre de 1944. Creemos que los gobier-nos democráticos del período de la revolución demuestran que, sí existe iniciativa por parte de los gobernantes para transformar las estructu-ras a favor y en beneficio de las mayorías y que es posible crear condiciones para una vida dig-na.

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“El campesino guatemalteco encrespando su puño ya despierta y cuando lo haga en siempresu tormenta habrá comenzadoa fecundar el alba”

Otto René Castillo

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El pasado 26 de septiembre, hombres fuertemente ar-mados reprimieron de manera brutal el movimiento de estudiantes de la Escuela Normal de la localidad de Ayo-tzinapa, municipio de Iguala, estado de Guerrero, Méxi-co, asesinando a algunos, hiriendo gravemente a otros y desapareciendo a 43 jóvenes, de quienes hasta la fecha se desconoce su paradero. El gobierno federal mexicano y las autoridades locales guerrerenses, no han sido capaces de dar una explicación congruente, y han demostrado que forman parte de este tipo de represión, porque las investi-gaciones de los hechos no han sido satisfactorias. Lo que sí se sabe es que estos 43 jóvenes continúan desaparecidos y las personas que se han movilizado en Ayotzinapa y otras comunidades aledañas siguen siendo sujetos de acoso por bandas armadas, incluyendo las fuerzas de seguridad es-tatales y federales.

El Estado de Guerrero, en el suroeste del país, ha sido es-tratégico para los intereses del gran capital, debido a que es un territorio rico en recursos naturales, principalmente mercurio, hierro, petróleo, gas natural, plata y cinc. Asi-mismo, el flujo de capitales por el turismo es amplio, ya que es un sector significativo del turismo interno y forá-neo visita el denominado Triángulo del Sol, formado por Acapulco, Iztapa Zihuatanejo y Taxco. También es una ruta de migrantes que van desde Centroamérica, Sudamérica y el mismo México hacia los Estados Unidos, por lo que su explotación como fuerza de trabajo en diversas formas, incluyendo la esclavitud, ha ido en aumento en los últimos años.

El sur de México, combativo y en resistencia de manera histórica, ha sido marginado y reprimido, incluso hasta in-visibilizado, por el poder centralista dominante a través de buena parte de la historia de aquel país, y en ese sentido, la dialéctica de la lucha de clases ha generado niveles fuer-tes de organización social popular en su territorio. Dentro de los intereses del capital, de los cuales el Estado mexica-no no está exento, el crimen organizado -principalmente las organizaciones de tráfico de drogas- ha construido un imperio en ese sur del país hermano, pasando a formar parte sustancial con la complicidad de cacicazgos hacen-dados locales y capitalistas corruptos de otras áreas, de las estructuras de poder que hoy mantienen en condiciones precarias a la población de varios estados.

Por ello es que el neoliberalismo, en el cual las corporacio-nes empresariales y el capitalismo globalizado utiliza todo su poder represivo contra las poblaciones, en sus preten-siones de apropiación amplia de territorio, es responsable, junto a los Estados entreguistas como el actual de México, de la situación que ahora golpea a más de un centenar de familias en la localidad de Ayotzinapa, municipio de Iguala, estado de Guerrero. La producción y comercialización de drogas es otra forma de poder capitalista, que actúa con toda la impunidad por su carácter de organizaciones no es-tatales violentas, pero que cuentan con el aval de funcio-narios de gobierno, del carácter del Estado y del necesario flujo de capitales para que el sistema dominante funcione a nivel global.

Por lo tanto, la resistencia hoy también es globalizada, y los 43 estudiantes desaparecidos y aquellos asesinados y heridos, y los que continúan siendo sujetos de represión múltiple, no son víctimas aisladas, sino consustanciales a la estructura capitalista de un modo de producción que agra-va sus mecanismos de control y reproducción, utilizando medios represivos que generan terror, angustia, desarrai-go y desolación.

El Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica, hace un llamado urgente a todas las perso-nas conscientes y a todos los sectores progresistas y or-ganizados en la lucha social popular, para que nos sume-mos a esta denuncia global, para que los 43 estudiantes desaparecidos aparezcan con vida, y los responsables sean castigados, así como también cesen la represión y el entre-guismo por parte del Estado y las corporaciones empresa-riales mexicanas.

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Comunicado

SEMINARIO PERMANENTE DE DISCUSIÓN METODOLÓGICA

Y TEORÍA CRÍTICA

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La pregunta inicial que se planteó al realizar este ensayo es: ¿Por qué hay pocos estudiantes en antropología en comparación de otras carreras técnicas? Una forma de ayudar a responder esta pregunta fue estudiando a los propios estudian-tes, y enfocarse en ese proceso de elección de una carrera universitaria. Se inició investigando a los estudiantes próximos a graduarse del ni-vel medio aplicándoles una entrevista, para ob-tener información, si conocían la ciencia de la antropología, cuáles son sus opciones profesio-nales primordiales y cúales son los elementos a considerar para elegir una carrera. Esto se reali-zó en INFOUSAC, actividad llevada a cabo en el 2012. Continuando con el proceso investigativo, se entrevistó a los estudiantes de primer año para definir qué les motivó seguir antropología y cúal fue su proceso de conocerla.

Cuando comenzó la Escuela de Historia con 151 estudiantes, algo interesante es que se trata de un buen número para comenzar en una carre-ra universitaria, es decir no comenzaron unas cuantas personas. Eso quiere decir que ya había condiciones de ese recurso histórico de fundar una carrera de las ciencias sociales especial-mente de la antropología. Visualizando estas estadísticas de las ciencias sociales, la pregunta que surgió en este momento investigativo fue: ¿hubo un momento de auge de las ciencias so-ciales en general y un momento masivo de estu-diantes interesados en estas carreras, y si no lo hubo por qué no? Se utilizó como referencia a

las carreras más estudiadas y más elegidas por los estudiantes. Esto se realizó por medio de un estudio cuantitativo con datos del Departamen-to de Registro y Estadística de la Universidad.

Lo que se resume a continuación son las con-clusiones a las que se llegó, habiendo realizado toda la metodología. La primera conclusión que se obtuvo del porqué la antropología es una op-ción profesional considerada por pocos, radica en la popularidad o el conocimiento que se tie-ne de la carrera. La gran mayoría de la población estudiantil de educación media desconoce acer-ca de la antropología, y una minoría tiene una imagen errónea de lo que es, ya que se le asocia únicamente a su enfoque forense, como algo re-lacionado con los huesos humanos.

La antropología es un círculo cerrado, por lo poco conocida que es la carrera, y porque que hay pocos antropólogos en Guatemala; la mayo-ría de los entrevistados conoce a la antropología por medio de algún familiar o un amigo que le despierta ese interés. Otra gran parte de la po-blación estudiantil de la Escuela de Historia tiene conocimiento de la antropología por indagación propia, investigan y leen sobre temas relaciona-das con la antropología y comparan pensa de estuios. No es una carrera que se conozca con facilidad en el país y muy pocos la comienzan a estudiar por verdadera vocación. Y gran parte de los estudiantes de antropología no la toma como una opción primordial, sino que primero

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estudian otra carrera y después descubre que tiene ese interés. De igual manera, estando den-tro de la carrera se mantiene la interrogante de ¿qué es la antropología como tal? y se tiene la incertidumbre del mercado laboral, entre otras preocupaciones.

En un intento por responder del porqué hay pocos estudiantes, se describe el contexto ac-tual.

Estamos en un modelo neoliberal-capitalista, en donde las universidades tanto privadas como públicas sirven como instrumento de repro-ducción y legitimación del sistema. En donde las universidades invierten y se enfocan en las carreras técnicas como, lo es ingeniería, admi-nistración de empresas, entre otras, y se les da poca inversión a las científicas sociales, que no se ajustan al conocimiento que requiere el capi-talismo.

Esto me lleva a mencionar a Max Horkheimer en su libro de Teoría Crítica, que plantea que la ciencia y el conocimiento producido en ella, va de acuerdo con el sistema, demostrándolo en la siguiente cita: “En la medida en que la ciencia existe como medio para la producción de valores

sociales, es decir, se haya formulada según mé-todos de producción, ella tambien tiene el papel de un medio de producción” (Max Horkheimer; 1968).

Como mencioné anteriormente, estamos en un contexto en donde un elemento importante a tomar en cuenta es el mercado laboral. La ca-rrera de antropología no es una carrera lucrativa y, aparte, es crítica. Sin embargo, vemos que la demanda estudiantil en las ciencias sociales es constante, y eso significa que existe cierto inte-rés por las ciencias sociales y existen aspiracio-nes profesionales. La antropología es una cien-cia necesaria en el país ya que es un medio para comprender la realidad en la que el ser humano vive y se estudie a si mismo de una manera crí-tica.

La antropología puede ser un medio para anali-zar e interpretar la realidad en que nos encon-tramos, para ser más conscientes con nuestro entorno.

Es importante enfocarse en la demanda estu-diantil como tal, ya que gracias a ella la carrera sigue existiendo y ejerciendo la formación de antropología en el país.

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ROPOLOGÍA

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Este artículo se centra en la visión que han plantado en el imaginario colectivo los planteamientos surgidos desde la academia universitaria, dado los intereses que repre-sentan.

Todo debería empezar desde el análisis de lo que signifi-ca la academia universitaria en general, la cual responde a una conformación de Estado-Nación que no integra a las mayorías, sino que responde a los intereses de clases determinadas por factores económicos, políticos, socia-les e intelectuales. Las clasificaciones heredadas, fijas, y vigentes, desde la visión positivista jerarquizan y clichean a las personas; y el mercado las enajena, las cosifica. Se producen entonces productos profesionales, prototipos para el mercado o reproductores ideológicos de izquier-da o derecha.

Las universidades privadas promueven la libertad de mercado y el rol neoliberal que está vigente en la ma-yoría de los sistemas de las naciones del mundo, pero el caso guatemalteco es particular. Las universidades priva-das ofrecen los títulos universitarios como la oportuni-dad de mejora de vida de los estudiantes que logran te-ner acceso a ellas, y concluir una carrera, y se encuentran de todo tipo: las baratas, que se basan en ofrecer acceso por medio del precio de sus carreras; las fáciles, que ofre-cen oportunidades de obtener los títulos, incluso sin ir a clases presenciales, basados en plataformas tecnológi-cas; las onerosas, que se basan en un estatus psicológico de mercado y que ofrecen una educación más elitista, no necesariamente mejor, pero sí más cara; las cercanas, que dan la oportunidad de acceso geográfico, y llegan a muchos lugares del interior y bajan el estrés del tráfico de la caótica Ciudad de Guatemala. En fin, se pueden dar muchas otras clasificaciones en cuanto a la oferta de mercado educativo superior.

Cabe recordar que todas las ofertas de educación supe-rior son avaladas por la Universidad Estatal, la USAC, que es la que rige la educación superior desde el punto de vis-ta legal, y que existen organizaciones de consenso supe-rior, que representan a las universidades a nivel nacional o centroamericano, por ejemplo, en materia académica. Otro punto importante es que no todas las carreras que las universidades ofrecen están legalizadas. El ingreso a las universidades privadas suele no ser tan restrictivo, a excepción de los precios, quien puede pagar entra, gene-ralmente.

Fuera de ese grupo de universidades privadas está la Universidad de San Carlos de Guatemala, que también responde a las conformaciones ideológicas de un Esta-do-Nación, en gran medida, y que ha tenido una vida convulsionada en su existencia de más de 300 años. Fue Pontificia, declarada por el mismo Papa, se le quitó ese título por ideología liberal y se convirtió en Universidad Nacional, llegó a tener por algunos años el nombre de “Manuel Estrada Cabrera”, pasó a ser autónoma durante el período revolucionario y tiene un carácter de gran di-versidad interna a nivel político y académico. Quienes la critican y la clichean desde la visión derechista, como una universidad marxista o de izquierda, no la conocen, y sólo reproducen discursos sin sentido.

La USAC es la universidad del pueblo, y más allá de la idea semántica, lo es, porque es el pueblo el que la paga y la sostiene, aunque no siempre los gobiernos de turno atienden a su obligación de presupuesto constitucional; los estudiantes están prácticamente becados, pagando una cuota simbólica por su educación superior, y eso la hace ser la más competitiva del país, y no por el nivel educativo, sino porque se ha implementado un sistema de admisión, que permite evaluar a los estudiantes antes de su ingreso para no ocupar una beca que no pueden aprovechar, debido al mal trabajo de las instituciones públicas y privadas en el nivel medio. Irónico, dentro de ese esquema positivista y de mercado, que busca la ex-celencia.

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Ya en la universidad los estudiantes juegan su rol, el de estudiar, pero las funciones políticas de la USAC, y de las facultades de Ciencias Económicas y Derecho de todas, juegan papeles fundamentales en la conformación del Estado. Y las funciones de la USAC en específico se ex-tienden más allá porque tiene representantes en entida-des estratégicas del Estado. Cabe mencionar el interés de las universidades privadas por la creación de facultades de Derecho, ya que las leyes, hechas por abogados, les dan un sinfín de beneficios dentro del esquema estatal.

Los estudiantes de la USAC, por su diversidad ideológica y su dinámica interna, juegan un papel político impor-tante dentro de la sociedad, ya sea por causas del mis-mo esquema de Estado-Nación, y tratando a veces de mantener el statu quo democrático, o el funcionamiento estructural-funcionalista; o bien rompiendo con estos esquemas y proponiendo nuevos sistemas que procuren mejor calidad de vida y equidad social, aunque no por ser pensamientos de izquierda se deduce que mantienen lu-chas legítimas. Lo cierto es que siempre, la USAC, tendrá un papel político fundamental desde el sector público al que representa.

Y ese es el punto central de mi análisis, ese compromiso que representa ser profesional en este Estado-Nación, que para bien o para mal es en el que vivimos. Y mi vi-sión no es conformista, es decir, que no planteo la forma de funcionalizar de mejor manera nuestro actuar como universitarios, sino de jugar ese rol transformador que se debería tener como sujetos con la oportunidad de tener conocimientos de un nivel clasificatorio más alto, aunque no necesariamente más inteligentes.

Los profesionales universitarios caen en ese sistema de consumo y mercado que les forma para eso, se con-vierten en mercancía, en productos, y eso en el mejor de los casos. Porque sino, son funcionarios corruptos o decorativos, que a larga es igual, o empresarios que se siguen sirviendo de la explotación y utilizan un sistema desequilibrado desde el punto de vista legal, pero que se usa para fines de acumulación, con salarios de miseria para los trabajadores, y condiciones de trabajo deplora-bles.

Por eso la importancia del papel político de los estu-diantes, porque los profesionales, en su mayoría, lo pierden. Una vez con el cartón en la mano y con el carné de colegiados activos, las oportunidades del sistema los absorben, y no hay propuesta, no hay compromiso de cambio, se funcionalizan para actuar en el sistema, en el statu quo.

Y muchos se plantearán ¿para qué cambiar?, ¿para qué proponer? si así funciona todo, los pobres son pobres porque quieren dicen muchos, y los que han logrado algo es porque les ha costado, y reclaman su espacio, muchas veces miserable espacio, pero el sistema les hace verlo como la autorrealización, la cúspide de la pirámide de Maslow, por las pocas oportunidades que existen. ¿Pero a qué precio? ¿Por qué unos en la cúspide y las mayorías sin satisfacer necesidades fisiológicas como el hambre?

Los liberales y la filosofía capitalista en general plantea que nada es gratis, porque se desequilibra el mercado, la mano invisible es cruel, y castiga al que no produce, pero el que produce ¿por qué ha logrado hacerlo?, ¿cómo llegó ahí? Ese tipo de interrogantes y ese tipo de lógi-cas plantea la teoría crítica, conocer el fondo, saber el porqué, y plantear soluciones. No es la simple jerga de teorías de izquierda, ni la simple crítica de la derecha, ba-sada en un derecho creado; hay que ir a los orígenes de esa creación.

El compromiso desde la academia es entonces importan-te, y no porque seamos una universidad pública, ojalá las universidades privadas también propongan, aunque no se puede generalizar, porque hay propuestas de inves-tigación y políticas, de institutos de investigación y aso-ciaciones, que brindan un importante aporte al debate político, económico, social, cultural, tecnológico, entre otros ¿pero trascienden? Se debe crear ese compro-miso, fuera de las instituciones, a nivel individual, como profesionales. Y aunque no se necesita ser profesional para proponer, se cuenta con ese estatus de conocimien-tos, se pertenece a esa élite que tiene las facilidades de crear pensamiento, de crear propuestas. Y esto sin eva-luar el nivel de cada una de las universidades y de los pro-fesionales, porque se asume que el compromiso dentro de las lógicas de mercado y del sistema, o dentro de las lógicas de la transformación social y antisistema, conver-ge en que se debe tener excelencia académica, para el debate de argumentos e ideas, así que eso queda a cada universidad, y compete a cada profesional su espacio de autoformación. Las competencias intelectuales no sir-ven solamente para robotizarse en el sistema, sino para transformarlo, para hacer un mundo mejor.

Por eso, invito a los universitarios en general, estudiantes y profesionales, a ser coherentes, a definirse en sus pos-turas académicas y políticas, que pueden ser cambiantes como todo proceso social, y producto de la crítica y aná-lisis, pero basados en realidades, y en conocimiento, en criterios apegados a la realidad, no en discursos reprodu-cidos o importados.

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