green narciso sin espejo

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  • 8/17/2019 Green Narciso Sin Espejo

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    Resumen

    Se plantean en dicho trabajo diferentes

    reflexiones sobre las repercusiones que el déficit de

    los aportes narcisísticos parentales hacia el niño,

    tienen sobre la constitución psíquica de este, tanto

     por un empobrecimiento libidinal, como por el

    modo en que las representaciones de las figuras

     parentales quedan inscritas en el niño. También seabren preguntas sobre las dificultades que sufre el

    abordaje terapéutico cuando las necesidades de

    apego y reconocimiento dominan el marco

    terapéutico.

    Quisiera iniciar esta presentación con las frases

    pronunciadas por una paciente, mujer de 40 años

    que inició su tratamiento dos años antes, con la

    paradójica demanda de que buscaba ayuda «porque

    no amaba a sus hijos», algo que por parte de losdemás y de sus hijos no era percibido de tal modo.

    Las frases pronunciadas por María en dicha sesión

    fueron las siguientes: «De todas las sensaciones que

    hemos hablado, hay una que se me hace

    insoportable, es la de desarraigo, la de desarraigo

    sentimental, es la sensación de no ser de nadie, de

    no ser capaz de cogerme a nadie… buscar a quien

    cogerte y no puedes hacerlo con nadie. Es más que

    miedo, más que desamparo, más que todo… Tengo

    un vidrio entre yo y los demás, veo que la gente me

    aprecia pero yo continúo sintiéndome vacía, como sitodo esto no pudiese entrar dentro de mí».

    Desamparo, desarraigo, imposibilidad de

    sentir otro próximo, son experiencias de

    sufrimiento psíquico que ocupan cada vez más el

    espacio de nuestras consultas, aunque es seguro que

    siempre las han ocupado. Nos enfrentan a un

    sufrimiento que no tiene tanto que ver con la

    pulsión, con un deseo erogeneizado o con una

    realidad a la que no se reconoce, como con

    experiencias traumáticas en los primeros vínculos

    afectivos con los objetos primordiales. Recojo paraexpresar este punto un fragmento de César y Sara

    Botella en Más allá de la representación (1997):

    «¿Cómo funcionaría lo traumático? No es la

    reacción a un duelo, no se puede hacer duelo de lo

    no tenido, lo traumático sería nuevamente la

    incapacidad de investir objetos en tanto estos no se

    hallan accesibles» y más adelante amplían:

    «Lo irrepresentable de su propia ausencia en la

    mirada del objeto; un estado al límite del psiquismo,

    inelaborable y desorganizador que puede ser

    cualidad de no-representación».Lo traumático en estos pacientes es

    precisamente esta ausencia en la mirada en el otro e

    incluso podemos plantear que han podido ser vistos

    pero no se han sentido mirados, lo que genera mayor

    dificultad, porque en su recuerdo han sido cuidados

    y atendidos, pero a nuestro parecer lo han sido en lo

    operativo, en lo fáctico, en lo que podría ser un

    cuidado formal, incluso socialmente aceptable, o

    más aun valorado positivamente, pero en donde

    también se manifestaría una carencia en los aportes

    afectivos y en las vicisitudes de como han sidoidentificados por sus progenitores cercenando sus

    potencialidades subjetivas: ¿Cómo identifica este

    contexto? ¿Qué transmite este contexto, en que se

    opera instrumentalmente y el vínculo afectivo es

    deficitario? La conclusión es la de alguien que no se

    ha sentido querido, que ha sido visto pero no

    mirado, excluido de la dimensión deseante de sus

    padres, que si bien puede estar entre los miembros

    de la pareja parental no incluye al niño, con el

    consecuente déficit en la narcisificación de éste.

    Dicha actitud parental podría asemejarse a la delos soldados mercenarios, en los cuales puede haber

    una implicación en su siniestro cometido, pero que

    no se hallan luchando por su país, sus tierras o sus

    familias. Personalmente lo denomino como una

    función parental mercenaria, en donde la retribución

    no sería directamente monetaria, exceptuando que

    en numerosas ocasiones estos padres sí pueden

    esperar una compensación por parte del hijo en el

    futuro, tal como expresaría el dicho popular de que

    «los hijos vienen con un pan debajo del brazo».

    En otras ocasiones la retribución puede ser de índolenarcisista para los padres. Que esperan que su hijo

    sea «un monumento» para gloria de sí mismos.

    Narciso sin espejo: sufrimiento por déficit1

    Jorge del Río Coll

  • 8/17/2019 Green Narciso Sin Espejo

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    Este hijo-niño no está colocado por sus padres

    en el lugar de «Su Majestad el Bebé», Freud mismo

    explicita que este lugar se da en «la actitud de unos

    padres tiernos hacia sus hijos». Nos podemos

    preguntar: ¿qué pasa cuando los padres no invisten

    narcisísticamente y no le han podido transmitir el

    mensaje del trasvase del propio narcisismo, que en

    un registro neurótico implicaría reconocer algunascarencias y anhelar que no existan para el hijo?

    Investir narcisísticamente al hijo implica colocar en

    éste el propio narcisismo parental que en sí mismo

    intenta compensar su propia castración. Es decir un

    hijo que es imaginado como alguien que en un

    futuro no pasará por las privaciones y dificultades

    propias del vivir, o del que se desea las pueda

    superar. ¿Qué pasará con este hijo-niño que ni se ve

    admirado por sus padres, y frente al cual éstos se

    muestran por un lado omnipotentemente completos

    y por tanto carentes de deseos hacia él?. Podemospensar que la inscripción de la castración como tal

    se comprometerá severamente en el niño.

    Tal como expresa Freud el niño colocado como

    su «Majestad el Bebé», «debe cumplir los sueños,

    los irrealizados deseos de sus padres»; por lo tanto

    queda marcado por la castración de sus

    progenitores. Dicha inscripción del deseo en el niño

    queda claramente expresada por Oscar Paulucci en

    la siguiente frase: «el infans se vuelve a la madre

    que lo sostiene simbólicamente y encuentra una

    mirada, expresión de su deseo; la madre es faltante,es decir deseante. Algo faltante —la mirada misma—

    se sustrae a la imagen, agujero que es condición de

    posibilidad de establecimiento del Narcisismo»

    ( La Misteriosa desaparición de las neurosis. p 38).

    La cuestión que nos planteamos es la opuesta,

    creemos que claramente expresada por nuestra

    paciente María. Cuando nos dice: «es la sensación

    de no ser de nadie», que la introduce en una

    vivencia de vacío insoportable e ineludible en el

    pasado, presente y futuro. Es la situación que se da

    ante una madre que no se muestra como «faltante»ante su hijo y, por tanto, como no deseante hacia él.

    Creemos que tal situación interfiere a diferentes

    niveles de la constitución psíquica, diferentes pero

    obviamente interrelacionados.

    Dichos pacientes no están gobernados por una

    lógica del placer, el conflicto no se da entre mociones

    pulsionales refrenadas por prohibiciones superyoicas

    o por la realidad. Tal como indica André Green

    (1972) están dominados por una lógica de la

    desesperanza ante un objeto que no está presente y

    que tal como los Botella, en la anterior citamostraban, lo traumático estaría en la imposibilidad

    de investir objetos que no se hallan accesibles.

    Pacientes que están dominados por un

    resentimiento más o menos consciente, en busca de

    ser saldados en una deuda imposible de ser

    satisfecha y cuya renuncia no puede asumirse.

    En este atrapamiento resentido, la erogeneidad que

    prima es la oral y la anal y, en todo caso, la fálica,

    pero sin que llegue a una erogeneidad genital, que si

    llegase a darse transformará la sexualidad en unintento de poseer o distanciar al objeto en un

    registro de apropiación (oral) o de dominio (anal) o

    una predominancia del erotismo fálico, potenciando

    los aspectos narcisistas de éste. La sexualidad es

    pues más una sexualidad como sí , una sexualidad

    operativa en donde el placer y el deseo están

    comprometidos por dichas tendencias pregenitales,

    cuando no nos encontramos con una renuncia de la

    sexualidad.

    Pensamos que en estos casos la estructuración

    neurótica, como neurosis de transferencia hallaentorpecido su acceso, en tanto más que un deseo de

    satisfacción genital es un deseo de apego o de

    ternura; decimos que se halla entorpecido y no

    impedida porque sí creemos que en muchos de estos

    pacientes la estructura de base es fundamentalmente

    neurótica, aunque priveligiándose los componentes

    narcisísticos y/o fálicos. Por otro lado, también este

    punto dificulta el paso hacia la psicosis en tanto que

    una auténtica relación dual e indiferenciadora con la

    madre ha estado ausente, ésta ha podido mostrar una

    cierta «triangularización» con otros objetos que nohayan sido el mismo niño y que en conjunto haya

    barrado el paso a una relación psicotizante madre-

    hijo, en la indiferenciación.

    Retomando el deseo como uno de los puntos

    centrales de esta comunicación, nos podemos

    preguntar que pasa cuando los padres no ofrecen al

    niño una cadena de significantes al cual éste pueda

    sujetarse, cuando de algún modo no le ofrecen

    referencias, coordenadas simbólicas que le orienten

    acerca de lo que representa o se espera de él. Todo

    ello no puede más que promover angustia, angustiaque al no tener ninguna forma de contención,

    incluso a través de la función auxiliadora materna,

    el niño no puede más que dirigirse hacia un

    deterioro de las capacidades de mentalización,

    desde donde diversos caminos son posibles:

    la hipocondrización; la angustia sin objeto; la

    fragilidad psicosomática (en donde este déficit de

    mentalización adquiere máximo exponente ante la

    imposibilidad de ligar las representaciones palabra

    con los afectos); la tendencia a la mimetización o a

    la adopción de un falso-self adaptativo a la normasocial, y en conjunto a la vivencia de vacío como

    experiencia central.

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    Escribe Freud en Introducción al Narcisismo:

    «una originaria investidura libidinal del Yo, cedida

    después a los objetos, […] es a la investidura de

    objeto como el cuerpo de una ameba a los

    pseudópodos que emite». Nos es lícito

    preguntarnos: ¿qué pasará si este depósito o

    investidura libidinal del Yo se halla de entrada

    empobrecido?; ¿qué capacidad puede tener deinvestir objetos? Y ¿cómo va a ser esta investidura

    libidinal?. Prosigue Freud diciéndonos: «Es un

    supuesto necesario que no esté presente desde el

    comienzo en el individuo una unidad comparable al

    Yo; el Yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien las

    pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales;

    por tanto algo ha de agregarse al autoerotismo, una

    nueva acción psíquica, para que el narcisismo se

    constituya» Este párrafo nos muestra que para Freud

    el Narcisismo no está ahí de entrada, lo que sí está

    de entrada son las pulsiones autoeróticas.Es importante pensar en este algo que Freud

    comunica pero no explicita. Este algo es lo que

    Lacan desarrolla con la fase del espejo; la mirada de

    los otros primordiales que devuelven al infans una

    imagen total de sí mismo y que el mismo Freud

    plantea en la posición del niño como «Su Majestad

    el Bebé».

    Pensemos entonces como se producirá la

    elección de objeto amoroso en estos pacientes cuyo

    investimiento libidinal por los padres ha sido

    deficitario. Freud plantea dos tipos de elección deobjeto: la analítica y la narcisista y dice «todo ser

    humano tiene abiertos ante sí ambos caminos para la

    elección de objeto, pudiendo preferir uno de otro».

    Si ambas posibilidades son factibles es legítimo

    preguntarse qué pasa cuando la experiencia de

    satisfacción desde el objeto primario es insuficiente,

    cuando el encuentro entre el objeto y el niño es

    deficitario; cuando este encuentro se limita a la pura

    satisfacción de la necesidad, sin un suficiente aporte

    amoroso, sin una suficiente erotización de la

    satisfacción. En dichas condiciones es factiblepensar que la vía hacia una elección de objeto

    narcisista se halla más abierta. De ahí es fácil

    suponer un pobre investimiento de libido objetal y

    una mayor presencia de libido yoica, que no

    necesariamente ha de desembocar en un narcisismo

    patológico por su grandiosidad, si no que, como nos

    transmite Freud, un estasis libidinal en este caso

    yoico se vuelve patógeno en un primer paso como

    angustia hipocondríaca, angustia diferente a la

    angustia de castración, ya no se trata de una angustia

    a perder, a no dar la talla, a no tener capacidades, aun castigo supuesto y temido; es una angustia difusa

    que ataca la continuidad del ser, es la espera temida

    y segura de un hecho que destruirá globalmente a la

    persona, —el cáncer temido que matará y que los

    otros no sabrán ver ni diagnosticar al igual que la

    «madre» no supo detectar, cuidar y proteger sus

    necesidades amorosas o erógenas.

    Unos padres que se comportan ante sus hijos

    como poseedores de un narcisismo grandioso,

    semejante al que Freud (1914) describe en la mujerque posee un narcisismo exacerbado:

    «…complacencia consigo misma, su

    inaccesibilidad…» y prosigue «al gran atractivo de

    la mujer narcisista no le falta su reverso; buena parte

    de la insatisfacción del hombre enamorado, la duda

    sobre el amor de la mujer…». Es factible suponer

    que la constitución familiar que nos planteamos en

    la patología del vacío, adquiere esta constelación

    para el niño. Unos objetos primarios que se

    muestran ante él como inaccesibles, grandiosos,

    inalcanzables, frente a los cuales el propionarcisismo no puede más que resignarse frente a

    este otro.

    Cuando Freud plantea el narcisismo primario

    infantil lo hace desde la suposición de que el niño

    queda colocado como «Su Majestad el Bebé»,

    depositario del revivido narcisismo de los padres,

    colocado como doble omnipotente que desmiente la

    muerte, la castración y según palabras de Freud

    (1914), «todo aquello a lo que se renunció hace

    mucho tiempo». Pero no es esto lo único que

    conocemos en la clínica, muchas veces ya no sólonos hallamos con la indiferencia, sino incluso con

    su opuesto, más en aquellos en que un hermano o

    hermana ocupa, monopolizándolo, este doble

    maravilloso de «Su Majestad el Bebé», pudiendo

    entonces aparecer como doble ominoso portador de

    la muerte y responsable de las pérdidas; ¿No era

    acaso Edipo un doble siniestro para Layo?

    Dado que nos movemos entre representaciones

    perfectas e ideales, de dobles que desmienten la

    castración, es lícito preguntarnos qué pasa en estos

    pacientes con las instancias ideales del Yo. Freud(1914) dice «el narcisismo aparece desplazado a

    este nuevo yo ideal, que como el infantil, se

    encuentra en posesión de todas las perfecciones

    valiosas». Nuestra experiencia nos muestra con

    harta frecuencia que dichos pacientes se mueven

    ante un Ideal del Yo monstruoso ante el cual o se es

    perfecto o no se es nada, permanentemente en

    búsqueda de efímeras experiencias de «éxito» que

    vanamente se alcanzan para caer nuevamente en la

    desesperación de la nada, al igual que en el mito de

    Sisifo. Mi opinión es que se mueven entre las dosposiciones del investimiento narcisista desde los

    padres: por un lado la ausencia de su

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    reconocimiento especular en la mirada de estos, que

    no le invisten narcisisticamente, —el vacío—; por

    otro lado el intento de alcanzar mediante un

    esfuerzo incorporativo las imágenes parentales que

    se le muestran al niño como inalcanzables, dado

    que al no narcisificarle suficientemente quedan

    como imágenes completas, a las que nada les falta,

    sin castración alguna, clara expresión en definitivade la madre fálica que pasará a constituir un Yo

    ideal que al incorporarse como totalidad, sin

    posibilidad de introyectarse en partes asimilables, es

    decir por introyección de rasgos del objeto y no de

    su totalidad, ejercerá desde ahí una acción más

    tiránica y quizás más que tiránica «altiva» si

    prestamos atención a esta inaccesibilidad.

    Ahora bien podemos seguir preguntándonos qué

    tipos o qué cualidades tienen los objetos con los

    que estos pacientes buscan relacionarse y por medio

    de los cuales buscan su satisfacción. En principiopodemos pensar en objetos por los cuales hallen el

    reconocimiento llamémosle especular, poder reparar

    por la admiración del otro la herida narcisista

    primigenia, pero tal como A. Green (1972) plantea

    como lógica de la desesperanza, estos objetos están

    condenados a frustrar y al mismo tiempo el odio

    hacia el objeto acabará por destruir la relación; dice

    Green (1972): «Todo el aborrecimiento de sí que

    mora en estos analizandos refleja un compromiso

    entre el anhelo de perpetrar una venganza

    inextinguible y el anhelo coexistente de proteger alobjeto de estos deseos hostiles que les son dirigidos.

    Esta venganza nace de una herida que alcanzó a

    estos pacientes en su mismo ser y desahució su

    narcisismo».

    La otra posibilidad que observamos es que estos

    pacientes acaben renunciando a los objetos con

    investimientos afectivos y acaben relacionándose

    más con objetos inertes, objetos cuya posesión sea

    más una ganancia cuantitativa, una cantidad que

    intente compensar el vacío afectivo irrellenable y

    que en cuanto cantidad intenten, como señuelo,engañar al vacío narcisista citado. El éxito buscado

    e inalcanzado estaría más a nivel de la cantidad que

    de la sensitividad.

    Desearía entrar ahora para finalizar sobre las

    potenciales dificultades a las que nos enfrentamos

    ante estos pacientes. Ya sea por una defensa por

    identificación con el agresor, ya sea porque las

    funciones parentales han sido aparentemente

    cumplidas, tal como señalé al principio, de un modo

    «mercenario», difícilmente reconocen los fallos de

    dichas funciones parentales, las respuestas a lasinterrogaciones sobre su vida suelen ser evitativas,

    de tipo «normales», como «normales» en la

    superficie seguramente fueron; por otra parte hay

    habitualmente una operativización del pensamiento,

    una tendencia a quedarse en lo fáctico, en el aquí y

    ahora, y una tendencia a evitar que cualquier

    comunicación ponga en riesgo su desfalleciente

    narcisismo. Por otro lado, en la transferencia se

    aprecia una profunda desconfianza en el otro, y más

    que nada una desconfianza en ser importantes parael otro, con la consecuente desesperanza. Por

    ejemplo, María, la paciente citada al inicio, cree que

    cuando cruza la puerta de salida del consultorio

    desaparece para mí, se convierte en un número, en

    una hora de visita —«la paciente de las 5 h»—, en

    una cantidad de honorarios, cuando por otro lado es

    para mí una paciente que genera un especial interés.

    A otro nivel, el déficit de narcisificación implica

    una falla en la autoestima, por fallos en la

    introyección de una función materna que ofreciese

    por medio de ella una capacitación yoica.El terapeuta en esta interacción puede quedar

    limitado en su función a aportar al paciente aquello

    de lo cual carece, —reconocimiento, interés, etc.—,

    pero con el grave riesgo de que el proceso

    terapéutico quede atrapado en este punto, al no

    favorecerse la búsqueda de un objeto de deseo

    sexualizado que supere al terapeuta como objeto

    dador de apego en una función maternal y dual.

    Además si el terapeuta queda fijado en esta función

    «ortopédica» —sustituto de carencias primigenias—

    queda absolutamente a merced de la profundaambivalencia que el resentimiento del paciente

    dirige hacia sus objetos parentales y al mismo

    tiempo oscilando entre los deseos de apropiación

    por parte del paciente y las defensas contra la

    intrusión que esto mismo plantea.

    El problema que surge es como dar paso a una

    triangularización que abra el camino hacia la

    consecución de objetos externos y genitalizados.

    M. Silvestre (1980) dice: «El camino a recorrer

    quedará circundado por dos términos que dejarán

    entre sí un intervalo: frente a la demanda de amor, elanalista tratará de ni consentirla ni sofocarla. Estos

    dos significantes negados marcarán un espacio que

    el analista debe soportar, tratando de dejar subsistir

    necesidad y añoranza como fuerzas pulsionantes del

    trabajo y la alteración». Desconocer el deseo y

    quedar atentos al plano narcisista, lleva al paciente a

    buscar ser aplacado, pero no modifica su relación

    con el objeto del deseo.

    Del mismo modo a como Narciso queda

    prendido de sí mismo y esto le conduce a la muerte,

    quedar prendidos de los aspectos carencialesnarcisistas llevan al fracaso de la terapia, al perder la

    visión sobre los factores nucleares de la neurosis:

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    deseo, fantasías, fantasmas, inconsciente, pulsión,

    sexualidad, etc. No se puede postergar el abordaje

    de estos elementos en la espera que una

    personalidad «carenciada» madure, es decir que sea

    una «personalidad madura» pero con una

    sexualidad, una relación de objeto y una

    pulsionalidad inmadura.

    Es pues un navegar entre Escilla y Caribdis,entre el análisis de los componentes carenciales

    narcisistas pero sin olvidar y sin abandonar los

    componentes neuróticos, triangulares, sexualizados,

    que en la mejor de las evoluciones posibles

    favorezca la búsqueda de objetos externos.

    Dr. Jorge del Río Coll

    Plaça de la Catedral, 7

    08500 Vic (Barcelona)

    Tels. 659 582176 - 93 8892229

    Nota

    1. Presentado en el Congreso Europeo de Psicoterapia

    organizado por la FEAP/IFP/EFP, en Barcelona, el 7 de

    septiembre del 2000, en el simposio titulado «Nuevos desafíos

    en la clínica psicoanalítica de los trastornos del narcisismo»

    conjuntamente con los trabajos de E. Braier, L. Sales y M.E.

    Sammartino que se incluyen en este mismo número de

     Intercanvis.

    Bibliografía

    BOTELLA, César y Sara (1997). Más allá de la representación.

    Valencia: Promolibro, págs. 15-26

    FREUD, S. (1914). Introducción al narcisismo. Buenos Aires:

    Amorrortu, Vol. XIV, p. 73, 74, 86-88.

    GREEN, A. (1972). De locuras privadas. Buenos Aires:

    Amorrortu, p. 37-38.

    PAULUCCI, O. et al. (1998). La misteriosa desaparición de las

    neurosis. Buenos Aires: Letra Viva, p. 38.

    SILVESTRE, M. (1980). «El manejo de la transferencia». Revista

     Analytica, nº 3, Venezuela.

    29