graciela maglia.pdf

32
Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=39612022012 Redalyc Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Maglia Vercesi, Graciela AZÚCAR AMARGA: EL INEVITABLE OXÍMORON DE LA HISTORIA CUBANA Tabula Rasa, Núm. 10, enero-junio, 2009, pp. 327-357 Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca Colombia ¿Cómo citar? Número completo Más información del artículo Página de la revista Tabula Rasa ISSN (Versión impresa): 1794-2489 [email protected] Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

Upload: felipe-gaitan

Post on 21-Nov-2015

225 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=39612022012

    RedalycSistema de Informacin Cientfica

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Maglia Vercesi, GracielaAZCAR AMARGA: EL INEVITABLE OXMORON DE LA HISTORIA CUBANA

    Tabula Rasa, Nm. 10, enero-junio, 2009, pp. 327-357Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca

    Colombia

    Cmo citar? Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Tabula RasaISSN (Versin impresa): [email protected] Colegio Mayor de CundinamarcaColombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

  • AzcAr AmArgA: el inevitAble oxmoron de lA historiA cubAnA1

    bitter sugAr. the inescApAble oximoron of cubAn history

    AcAr AmArgA: o inevitvel oximoro dA histriA cubAnA

    Graciela MaGlia Vercesi2Pontificia Universidad javeriana3, [email protected]

    Recibido: 31 de septiembre de 2008 Aceptado: 26 de febrero de 2009

    Resumen

    Nicols Guilln establece una toma de posicin autnoma en el campo literario del Caribe hispnico de los aos treinta y construye una temprana identidad hbrida nacional como respuesta cultural y esttica a una encrucijada histrica signada por el blanqueamiento tnico, el enajenamiento poltico y la dependencia econmica. Guilln bebe en las fuentes de la oralidad, que es en donde reside la fuerza de la voz popular y registra la lengua semicriolla de la mulatera cubana. La lengua de su machina potica temprana expresa una identidad nacional de cuo popular y un habitus caribe pleno.Palabras clave: caribe hispanfono, poesa, campo literario, cultura popular, son, habitus, prosodia, variacin lingstica, toma de posicin autnoma, transculturacin.

    Abstract

    Nicols Guilln took an autonomous position in the literary field of Hispanic Caribbean in the 30s, and built an early national hybrid identity as a cultural and aesthetic response to a historic crossroads marked by ethnic whitening, political alienation and economic dependence. Guilln went to the source of orality, where the strength of popular voice lies and recorded the semi-creole language of Cuban mulatto. The language of his early poetic machina expresses a national identity marked by the popular and a full Caribbean habitus.Key words: hispanic caribbean, poetry, literary field, popular culture, cuban son, habitus, prosody, linguistic variation, autonomous side-taking, transculturation.

    1 Este artculo es producto de la investigacin de la autora sobre literatura del Caribe y transculturacin.2 octorado en iteratura niversidad aris orbona y EA . aul alry ontpelllier. r.octorado en iteratura niversidad aris orbona y EA . aul alry ontpelllier. r.3 irectora de la maestra en literatura, acultad de Ciencias ociales.

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

  • sin ttulootografa de artha Cabrera

  • 329

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Resumo

    Nicols Guilln prope uma tomada de posio autnoma no campo literrio do Caribe hispnico dos anos trinta e constri uma antecipada identidade hbrida nacional como resposta cultural e esttica encruzilhada histrica marcada pelo branqueamento tnico, a alienao poltica e a dependncia econmica. Guilln bebe nas fontes da oralidade, que onde habita a fora da voz popular e registra a lngua semi-crioula da mulatara cubana. A lngua de sua machina potica inicial expressa uma identidade nacional de cunho popular e um habitus caribe pleno.Palavras chave: caribe hispanfono, poesia, campo literrio, cultura popular, son, habitus, prosdia, variao lingstica, tomada de posio autnoma, transculturao.

    La historia de Cuba la aparta del resto de las Antillas: es una colonia espaola de plantacin y africanizacin tarda. Las colonias inglesas y francesas, como Saint Domingue y Jamaica, se asimilaron al modelo de sugar islands, con un perfil de factora y una machina plantacin capitalista temprana, con marcada diglosia dada la escasa integracin entre la minora blanca y la ancha base de la pirmide de negros, con un bajo grado de africanizacin.4

    Cuba, en cambio, protagoniz una historia con dos tiempos-eje:5 desde los comienzos de la colonia, estuvo dedicada a la economa del cuero y los cultivos tropicales no intensivos, con poblacin afrocubana no reclutada sino integrada a la precoz cultura criolla. Ya en el siglo XVIII, la Habana era una

    ciudad y contaba con una colorida cultura local que se cimentaba en las fiestas patronales, fechas en las que los cabildos negros tenan una funcin cardinal. Su economa centrada en torno a las haciendas patriarcales, en

    las que se llevaba una vida domestizada basada en relaciones sociales bastante laxas, se tornar en un sistema de explotacin capitalista que va a producir para los centros imperiales europeos, construidos sobre la base de la esclavitud.

    Luego de la breve ocupacin inglesa en 1762 y de la revolucin haitiana en 1804, Cuba entrar en una segunda era, en la cual rivalizar con el resto del metarchipilago por el abastecimiento mundial de azcar. Entonces sufre una segunda oleada inmigratoria africanizante, pero ya el sustrato criollo temprano haba cuajado: la sociedad cubana ya era mestiza. Por su parte, la abolicin de la esclavitud fue retardada, porque se tema que con la liberacin de los esclavos, el nmero de negros sobrepasara a la poblacin blanca.

    4 El negro cimarrn es el mximo vehculo de expresin cultural, frente al esclavo zombificado de los ingenios, con un dbil poder transculturador.5 Tomo la terminologa de Karl Jaspers.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    330

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    La Revolucin Haitiana haba producido un verdadero cataclismo dentro del microcosmos caribeo: no slo trastoc el mapa del mercado azucarero, que debi reorientar su demanda a otras islas, sino que cataliz los procesos migratorios en el metarchipilago, hechos que redundaron en el nacimiento de un temor generalizado hacia ese peligro negro que surga de la primera Repblica negra del mundo. En este proceso, Cuba, la ltima colonia de Espaa en la Gran Cuenca, se africaniz significativamente para satisfacer la voracidad de los ingenios, envueltos en una vertiginosa carrera productiva exigida por la demanda europea. Este ambiente caldeado multiplic las conspiraciones, los levantamientos de esclavos y los reclamos independentistas.6

    Cuba no poda despegar como nacin, encadenada por la rmora del continuismo poltico y el neocolonialismo econmico: la reeleccin del Presidente Gerardo Machado en 1928 represent la perpetuacin de la hegemona de las lites

    tradicionales, hecho que despert la creciente oposicin de varios sectores sociales, promovi huelgas obreras, crisis estudiantiles, aceler la confrontacin poltica y desencaden una cruda represin militar:

    For thirty years, the veterans of the nineteenth-century wars for independence had dominated the islands politics, bargaining among themselves political accommodations to ensure their continued pre-eminence.7

    La depresin de los aos treinta termin de complicar el panorama econmico: redujo violentamente el mercado azucarero y provoc altos ndices de desempleo, situacin que redund en una violenta crisis social en la isla. En noviembre de 1930, el gobierno declar el estado de sitio en la isla.

    La hibridacin cultural y racial se haba consolidado tempranamente en la mayor de las Antillas: la conciencia nacional se levantaba desde una raz multitnica popular y criolla. All nutrir sus fuerzas la futura revolucin: aunque Cuba haba pasado

    del yugo espaol al neocolonialismo norteamericano y nunca antes haba gozado de entera autonoma.8

    Para comprender histricamente el oxmoron que expresa el mundo azucarero dar vida tronchando vidas, azcar sin lgrimas, bitter cane- es necesario comprender cmo, especialmente en el caso cubano, la identidad nacional se relaciona con el ambivalente valor de la plantacin.

    6 a conspiracin de Aponte, en 1812; la conspiracin de la Escalera, en 1844; la conspiracin oles y Rayos de Bolvar, en 1823; la Guerra de los iez Aos, en 1868; la Guerra Chiquita, en 1879; la egunda Guerra de ndependencia, en 1895; la Guerra Hispano Americana, en 1898.

    7 urante treinta aos los veteranos de las guerras de independencia del siglo XX dominaron la poltica de la isla, negociando entre ellos los puestos polticos para asegurar su continuado privilegio (Bethell, 1993). as traducciones de las citas del ingls y del portugus son de la autora.8 Recordemos que a la tarda liberacin cubana de la metrpoli espaola en 1898, le sigue la intervencin militarizada norteamericana, formalizada con la Enmienda latt en 1902, con la posterior dependencia poltica y econmica del pas del Norte, en estrecha alianza con las oligarquas locales, hasta la revolucin de 1959.

  • 331

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    En su poesa temprana,9 Nicols Guilln va a expresar el sentimiento paradjico que despierta la conciencia nacional en Cuba, cuya fuente de vida como sugar island depende de la perpetuacin de la esclavitud, vale decir de la privacin del derecho cvico primordial a ms de la mitad de la poblacin de la isla.

    El negro Junto al caaveral.

    El yanquiSobre el caaveral.

    La tierraBajo el caaveral.

    Sangreque se nos va.!

    (Caa de Sngoro Cosongo)

    Nicols Guilln: crtica y crticos

    Entre 1930 y 1940 Guilln publica sus poemarios incluidos por Nancy Morejn dentro de un primer ciclo (Morejn, 1972), a saber: Motivos de son (1930), Sngoro Cosongo (1931) West Indies Ltd. (1934), Espaa (1937) y Cantos para soldados y sones para turistas (1937). Se ha calificado este perodo como de evolucin desde la preocupacin racial a la preocupacin social,10 apreciacin que incurre en el error de reducir la literatura a la tarea de dar expresin a un tema, negando al arte verbal su compleja naturaleza y su debatida funcin.

    Hay lecturas exocentradas en las que el crtico, como experto francotirardor, apunta a la obra, armado con categoras propias de otras disciplinas o cuerpos ideolgicos, para buscar la ilustracin textual de un sistema de ideas que tiene existencia autnoma fuera de la literatura. As, Consuelo Hernndez afirma (de manera excesivamente taxativa!):

    Las lecturas sobre Guilln son muchas y parecieran a veces fragmentarias y hasta contradictorias. Por ejemplo, Isidore Smart hace una lectura afrocntrica, mientras Gonzles Echavarra analiza Motivos de son con un enfoque eurocntrico (202-217) y Gustavo Prez Firmat sugiere que la yuxtaposicin de valores, representados por el soneto y el son es una consecuencia de la mulatez de Guilln (Hernndez, 2007:1).

    10 El segundo momento de su poesa se prolonga hasta el final de su vida y abarca otras formas y manifestaciones culturales de toda atinoamrica que se van haciendo visibles con el paso del tiempo. eja el acento en lo negro, en lo racial, afianza su sentimiento revolucionario y ampla sus horizontes, consiente de la realidad histrica signada por la secuela de la esclavitud y la opresin colonial (Hernndez, 2007).

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    332

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Sin duda, es necesario considerar el hecho potico en su complejidad y en su especfica condicin de significar a travs de todos los niveles del lenguaje para construir un mensaje indito y plurismico, a travs de un material verbal, con una capacidad semitica multiplicadora de las estructuras de sentido, que si bien nacen como respuesta a una realidad social objetiva -en el caso del Caribe, socio-racial-, crean su universo propio.

    Por fortuna, ha comenzado una seria relectura que enuncia la necesidad de replantear el discurso crtico en torno al poeta cubano. As, en un nmero especial de Callaloo, Vera Kutzinski (1987) sostiene que urge replantear la imagen de Guilln que han forjado sus crticos, quienes insisten en referirse a su poesa, incluyendo su produccin prerrevolucionaria, slo en relacin ancilar con su ideologa militante. Si bien el campo literario es una zona dominada del campo del poder, produce posturas cuya mayor o menor autonoma debe considerarse desde la literatura misma y no desde la praxis poltica.

    The impresion one gets from reading most of Guillns professional commentators, both within and outside Latin America, is that his reputation as one of the most important literary figures of the twentieth century seems to rest, curiously, on his politics as a Communist functionary not on his achievement as literary artist (Kutzinsky, 1987:162).11

    Sin duda, Guilln debe analizarse no tanto como profeta de la revolucin, sino como historiador cultural, como poeta de la imaginacin transcultural (cross-cultural imagination), como etngrafo, como vocero del mestizaje, de la imbricada y remota genealoga que llega a las playas de Cuba.

    Kutzinsky comenta acertadamente que ciertos anlisis crticos de la llamada poesa negra incurren en la ilusin biografista -en el caso de Guilln, subordinan el poeta al poltico-; otros caen en el error de reducir la obra literaria a un enfoque

    puramente temtico, histrico o poltico y califican la produccin del cubano como poesa marxista y algunos, se vuelven elementales y echan por la borda las herramientas del anlisis literario cuando se trata de literatura de negros. Pareciera que la autora hablara

    aqu desde una concepcin formalista de la literatura, circunscribiera la literariedad a la sofisticacin verbal y la crtica literaria, a la capacidad de decodificarla.

    En su artculo: Algunos apuntes sobre Guilln y la crtica, Roberto Mrquez (2003). hace un balance metacrtico y concluye que el poeta nacional cubano ha sido muy comentado, pero poco comprendido por la crtica tradicional, que cuando no incurre en los anlisis impresionsticos o anecdticos, escinde de manera

    11 a impresin que uno obtiene al leer la mayora de los comentadores de Guillen, dentro y fuera de atinoamrica, es que su reputacin como una de las figuras ms importantes de la literatura del siglo XX parece residir, curiosamente, en sus polticas como funcionario comunista y no en sus logros como artista.

  • 333

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    esquizoide la forma y el fondo de su poesa para afirmar, como lo hace Anderson Imbert, que a pesar de su vocacin reivindicadora de humillados y oprimidos y su ferviente propsito de dar expresin al mundo afrocubano a travs de los ritmos populares mismos, Guilln no podr disimular su condicin de poeta aristocrtico, rango al que pertenece por la sofisticacin de su estilo (Anderson, 1954).

    En la evolucin del discurso crtico en torno a Guilln, Mrquez distingue cinco etapas: un primer hito de la recepcin crtica previa a la Revolucin Cubana, est caracterizado por una concepcin formalista, atpica y acrnica de la literatura, que menosprecia el anclaje social y el espesor existencial de las expresiones de la cultura popular, como las que promova Guilln en su poesa.

    Una segunda etapa corresponde a la crtica previa a la dcada del setenta, caracterizada por una apreciacin reduccionista de su obra, desperdigada en infinidad de artculos periodsticos y ensayos literarios, pero con una lastimosa ausencia de estudios puntuales dedicados cabalmente al poeta, como lo muestra la Bibliografa de Nicols Guilln al cuidado de Mara Luisa Antua y Josefina Garca Carranza, de 1975 o la Bibliografa actualizada sobre Nicols Guilln editada por Clement Whiteen 1985 (Mrquez, 2003:23). Constituyen notables excepciones a esta generalidad : La poesa contempornea en Cuba, de Roberto Fernndez Retamar (1954) y Lo cubano en la poesa, de Cintio Vitier (1958), adems de la reflexin de Juan Marinello, Mirta Aguirre, Jos Antonio Portuondo y Angel Augier, Ezequiel Martnez Estrada y Hans Otto Dill.

    Los aos sesenta y setenta, tiempos de crisis de los valores tradicionales y gran efervescencia poltica y social mundial, corresponden a un punto culminante en la crtica de Guilln, quien fue reeditado, antologado, traducido y comentado a la luz de nuevas categoras crticas como raza, clase, identidad, nacin, entre otras, y con un revival del inters en la cultura popular y el mundo afroamericano. Se incluye a Guilln dentro del canon de la literatura cubana y se reconoce su papel activo en la construccin de una nacin independiente. Iniciando la valoracin contempornea del poeta, en el umbral de los aos sesenta se distingue la publicacin de los dos tomos de Angel Augier en 1962: Nicols Guilln: Notas para un estudio biogrfico-crtico (1962-1964).

    En los ltimos veinte aos de crtica en torno a Guilln, afirma Mrquez, sobresalen los autores antillanos, como el jamaiquino Keith Ellis, la cubana Nancy Morejn, el puertorriqueo Jos Mara Ruscalleda Bercedniz y el martiniqueo Alfred Meln, quienes analizan al poeta como etngrafo, como escritor antillano antirracista y anticolonial y como constructor de la nacin cubana.Finalmente, Guilln es analizado a la luz de los estudios interdisciplinarios y poscoloniales, especialmente norteamericanos: Martha Cobb, Lorna Willams, Vera Kutzinsky.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    334

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Del color del nspero

    Nicols Guilln, a diferencia del puertorriqueo Pals, no inscribe una negritud arquetpica en su poesa, y por oposicin al colombiano Artel, no utiliza mscaras blancas para enfrentarse al centro. Su resistencia construye una isotopa ertica transcultural de la mulatez cubana que contrarresta el imaginario thantico (Bentez, 1989) de la plantacin, y la edifica a travs de varios registros lingsticos y poticos que expresan los ncleos de alta densidad simblica en el Caribe, como son la afromemoria de la esclavitud y la afromemoria de la rebelin (Pizarro, 2002). Por lo tanto, la comunidad imaginada de nacin se construye en la isla a partir de la narracin del mestizaje cubano.

    En Cuba, como en muchas naciones poscoloniales, la idea de cultura nacional estuvo racializada12 desde el comienzo de su historia independiente. Tratndose

    de una cultura multitnica, el concepto mismo de identidad est racializado, vale decir, atravesado por marcadores culturales construidos desde la ptica de las relaciones de poder imperiales, que se mezclan en los diferentes discursos sociales para legitimar proyectos de formacin del sujeto, de inclusin y exclusin, de discriminacin, interiorizacin, explotacin, insulto, acoso fsico, y violencia.13

    Al igual que en otros territorios del Caribe, en Cuba se excluyeron las identidades culturales minoritarias en la formulacin de la identidad nacional, en funcin de un macroproyecto unitario; en efecto, la llamada cubana14 representa una dimensin homognea, metafsica, esencializada de nacin, establecida a partir de la imagen de una Cuba blanqueada, construida sobre los cimientos de la tradicin hispnica, cuya reafirmacin era asegurada desde las polticas gubernamentales de inmigracin.

    El cono nacional haba sido ideado a partir de la imagen del campesino descendiente de espaoles y, en ocas iones, de l ind io an t i l l ano mitificado15. Pero, el componente africano continuaba siendo negado por el discurso hegemnico, temeroso de su potencial influencia negativa sobre el conjunto de la pirmide social.16

    12 Recordemos que el concepto de raza es un constructo social y que segn la ciencia moderna esta nocin carece de argumentos biolgicos vlidos para sostener la jerarquizacin a la que ha sido sometida en Occidente, aunque histricamente se han conectado en relacin de causa efecto las caractersticas genticas y los valores morales, intelectuales, estticos, entre otros. (Cfr. Ortiz, 1917).13 egn el socilogo britnico asitico Al Rattansi, Ziauddin, ardar, llustrated / designed by Borin an oon Introducing Cultural Studies. con Books (K), Totem Books (A), Republished 1999. Cultural Studies for Beginners, Cambridge, con Books.

    14 Trmino acuado por el antroplogo cubano ernando Ortiz (1991).15 Que diera origen en el mbito literario al Siboneismo.16 Estigmatizado por el discurso positivista de la poca, tanto en lo que hace al supuesto factor degenerativo gentico que representa la etnia africana como a su potencial fuerza subversivo de los valores occidentales y cristianos desde el punto de vista social , moral y cultural en general.

  • 335

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    La raza ha sido otro de los ejes tpicos articuladores de la identidad nacional. La existencia de un pueblo y una nacin se subordin con frecuencia a una nica raza y cultura; en el caso cubano, a una raza superior y blanca tenida como sinnimo de cultura y de civilizacin. Partiendo de esta concepcin del pueblo y la cultura, el imaginario nacional creado en Cuba desde finales del siglo XIX y preservado hasta las primeras dcadas del siglo XX excluy a las restantes identidades culturales y tnicas presentes en la sociedad insular (Naranjo, 2005).

    En el caso que nos ocupa, es evidente que esta homogenizacin silencia diferencias socioraciales, adems de invisibilizar los aportes culturales enriquecedores de las etnias alternativas y crear estereotipos reduccionistas: todo un imaginario exotizado de la diferencia cultural considerada desde el punto de vista multicultural.17 en efecto, la responsabilidad de la construccin del imaginario de nacin en la Cuba de los primeros aos de la Repblica estaba en manos de una elite letrada, cuyo afn por edificar una representacin moncroma del Estado naciente los llev a elidir a las etnias subalternizadas del resplandeciente escudo de la patria.

    Naturalmente, la poblacin negra quedaba excluida de la comunidad imaginada de nacin, aunque su innegable vitalidad circulaba por las calles, los caaverales y los campos. La aceptacin de la pluralidad tnica18, considerada en un primer momento como un elemento descentrador de la identidad, ser tarda. Dentro de la lnea integradora representada por la obra precursora de Jos Mart, se inscibir la segunda produccin de Fernando Ortiz -cuyo concepto de transculturacin apoyar la concepcin de una cubanidad multitnica- as como los poemas negros de Guilln que constituyen nuestro corpus.

    Dentro del campo literario de la poca, Guilln establece una toma de posicin autnoma en relacin con el campo del poder y construye una temprana identidad hbrida nacional como respuesta a la encrucijada histrica de una Cuba blanqueada y enajenada por la situacin neocolonial de la Repblica.

    Valorizacin positiva del mestizaje

    No estoy negando la influencia obvia del mestizaje en nuestro carcter, sino sealando que hay otro plano ni blanco ni negro ni mestizo, donde el blanco, el negro y verifican su cubanidad. Es una zona no racial, aunque s profundamente popular, es la

    17 Homi Bhabha seala la importancia de distinguir entre las nociones de diferencia cultural (cultural difference) y diversidad cultural (cultural diversity). a ptica multiculturalista de la diversidad cultural se centra en el reconocimiento de contenidos culturales y hbitos pre-adquiridos en un perodo dado y promueve ciertas nociones anodinas como multiculturalismo, cambio cultural o la cultura de la humanidad, segn consideraciones antropolgicas hegemnicas. or su parte, la reflexin en torno a la diferencia cultural se concentra en la realidad de las culturas en contacto, cuestiona las divisiones temporales (pasado/presente), las definiciones filosficas ( tradicin /modernidad), dado que indican una direccin autoritaria de la representacin cultural. 18 En el sentido que proclam tempranamente Jos art en Nuestra Amrica.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    336

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    que toca Guilln, no obstante sus convicciones racistas (o anti-racistas, da lo mismo), en los momentos ms altos de su poesa. Entonces no es el poeta negro o mulato, sino el poeta cubano tocando una cuerda que nos hace vibrar a todos. Esa cuerda es el son liberado de sus amarras ancestrales y telricas [] (Martnez, 1966).

    A travs de la mencin metonmica19 del cuerpo mulato en Motivos de son y Sngoro cosongo, se revierten los estereotipos estigmatizados por el canon antropomtrico eurocentrado y se presentan como trofeo de la raza:

    Tu vientre sabe ms que tu cabeza Y tanto como tus muslos.EsaEs la fuerte gracia negra De tu cuerpo desnudo.Signo de selva el tuyo

    Con tus brazaletes rojos,Tus brazaletes de oro curvo,Y ese caimn oscuroNadando en el Zambeze de tus ojos.

    (Madrigal de Sngoro Cosongo)

    A veces, la ambivalencia del discurso colonial hace que el mismo subalterno adopte una mirada racializada hacia su propia etnia, reproduzca la dialctica del amo y el esclavo en su espacio domstico y aplique con milimtrico discernimiento el peso de una codificacin socio-racial que dermatiza cuidadosamente cada escaln de la combinatoria racial. As valoriza positivamente mulato frente a negro. El relato comunitario permite asegurar la divisin por pigmentacin y reclamo de ancestra, la habladura como mecanismo de control y vigilancia social entre sectores comunitarios de un mismo estamento. La comunidad contesta los rostros, permite el asentamiento de unas caras, auspicia la facializacin. (Aponte-Ramos, 2003:77).20 En el poema Mulata se va a subvertir la valorizacin socioracial establecida de manera estandarizada por el imperio:

    19 a metonimia es una figura retrica que indica un fenmeno de contiguidad, un evento lingstico sintagmtico, combinatorio. A su vez, es un tropo tpico del dicurso poscolonial. ara Homi Bhabha, no slo los tropos del lenguaje poscolonial son predominantemente metonmicos, sino la propia variacin lingstica de las lenguas criollas es metonmica de la diferencia cultural (pars pro toto). Esta superposicin que tiene lugar en todos los niveles del lenguaje: fnico fonolgico, morfo-sintctico, lxico-semntico, retrico, patentiza su funcin diferenciadora , inserta la verdad cultural en el texto. 20 Comenta olores Aponte-Ramos que la expresin: espacio domstico pertenece a Gayatri pivak y designa aquello que no podemos no querer. e levanta como un espacio de seguridad donde no hay que explicarse como en el afuera e invoca una (com)unidad en la que el rostro es aceptable (Aponte-Ramos, 2003:84). a maquinaria de la facializacin, segn eleuze y Guattari, designa una metfora para un proceso ms all del sujeto. Esto es, un ensamblaje no localizable de mecanismos autnomos y automticos en los cuales la singularidad, multiplicidad, polivocalidad e indeterminacin son canalizados y traducidos en un proceso de regular rostros y sus desviaciones (1984:74)

  • 337

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Ya yo me enter, mulata,Mulata, ya s que diceQue yo tengo la narise Como nudo de cobbata.

    Y fjate bien que t no ere tan adelant,poqque tu boca e bien grande,y tu pasa, colora.

    Tanto tren con tu cuerpo,Tanto tren;Tanto tren con tu boca,Tanto tren;Tanto tren con tu sojo,Tanto tren.

    Si t supiera, mulata,La vedd:Que yo con mi negra tengo,Y no te quiero pa na!

    (Mulata de: Motivos de son)

    El lenguaje elptico y la sintaxis paratctica que translucen el archivo oral en Motivos de son y Sngoro Cosongo, constituyen una apuesta contestataria dentro del campo literario cubano frente al frondoso lenguaje modernista de la poca. En efecto, la sustitucin de la norma hispanfila tradicional por la norma francfila que tuvo lugar con el advenimiento del Modernismo literario, necesitaba una novsima apuesta para ser removida del centro del campo literario latinoamericano. Comenta al respecto Nancy Morejn:

    Ms que el hallazgo o la eleccin de un lenguaje, de un habla popular, Motivos de son supone el aniquilamiento de toda una parafernalia verbal del modernismo y sus secuelas. Todo ello con vista a superar enteramente aquello que la expresin modernista haba consumado, y agotado, y que las intentonas vanguardistas (en el sentido acadmico del trmino) haban esbozado sin lograrlo (Morejn, 1972).

    Segn Ezequiel Martnez Estrada, Guilln contesta a toda una tradicin esttica dentro el canon hispanoamericano, con el abandono de la consabida reproduccin de los modelos conocidos para crear una expresin que habla con la sntesis y la vitalidad del archivo oral, inscribiendo a travs de voces inditas, realidades reprimidas dentro del campo cultural cubano.

    La obra de Guilln no slo es revolucionaria, sino iconoclasta, a pesar de su mansedumbre y resignada protesta. Su originalidad verdadera consiste en que introduce en la poesa de fbrica o de escuela elementos destructores ms que

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    338

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    reconstituyentes y reformativos: liquida la poesa de cultivo de arriba abajo desde los temas y el lenguaje, el sentido o acepcin gramatical de la palabra y la sintaxis hasta el ritmo, la mtrica todos los convencionalismos del oficio potico juntos y, de paso, la gramtica y la esttica literarias (Martnez, 1966:6).

    El escritor argentino enuncia el valor antropolgico de la poesa de Guilln y explica etiolgicamente la circunscripcin lxica y la estructura rtmica repetitiva de sus poemas afoantillanos, como imitacin del espaol mal hablado de los negros cubanos. En el trasfondo del anlisis de Martnez Estrada hay un prejuicio lingstico que lo lleva a hacer afirmaciones eurocentradas, como aquella que sostiene que a la afrocubanidad slo le queda el canto, al estilo del negro spiritual norteamericano, dado que carece de las armas lingsticas necesarias para expresar su identidad .

    La recurrencia al archivo oral en la poesa de Guilln, es interpretada por Martnez Estrada como la prosificacin de la poesa, como una transformacin de la escritura en interlocucin en la que se inscriben un /yo/ y un /t/, como una forma de fuga del lenguaje monstico y castrense de cepa castellana y redencin en la lengua popular cubana, hermana en el destierro colonial americano de aquellas vitales lenguas y dialectos de la Espaa meridional, que daran como resultado la poesa andaluza, valenciana, gallega:

    Considerada la literatura espaola e hispanoamericana como una como una literatura blanca, sin mestizaje, castellana e hidalgamente pura, como le gustaba a Menndez y Pelayo, no solamente sin africanismo, sino, de ser posible sin arabismo, masculinismo ni judasmo, la de Guilln es hertica, extica y jenzara (Martnez, 1966:6).

    Martnez Estrada define la poesa de Guilln como sustancialmente fontica, escrita para ser oda ms que leda:

    La voz tiene en Guilln homloga importancia a la tipografa para Mallarm. El verso est formado, preparado para que alcance su plenitud en la palabra hablada. Como palabra dicha conserva el sortilegio del conjuro y del ensalmo; es encantamiento (41). La presencia de Guilln en las letras castellanas es la de un americano insurrecto que desprecia las armas de fuego y vuelve a usar el arco y la lanza del siboney (24).

    En su poesa, la palabra contiene un clima, un milieu, una cronologa, una fisiognmica de tribu, clan y anfictiona: es un mitologema (52).

    Sin ignorar los factores sociales y polticos que pudieron transformaron a Nicols Guilln en el poeta nacional cubano, Roberto Gonzles Echevarra (1987) prefiere atribuir su preeminencia dentro de la poesa hispanoamericana a razones literarias: su innegable participacin en la revisin del concepto de representacin

  • 339

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    artstica, iniciada en el Nuevo Mundo por el Modernismo literario -con ecos en la Generacin del 27 espaola- que desva la literatura del camino de la mmesis y la introduce en la va de la expresin, a travs de una relectura del Barroco hispnico, que represent en la metrpoli espaola el primer movimiento esttico subversivo del canon clsico de tradicin grecolatina.

    La vanguardia latinoamericana retorna al Barroco, esttica fundacional en la que fuera educada la sensibilidad criolla desde sus comienzos. Severo Sarduy hablar del Neobarroco o Barroco americano en relacin con la nueva literatura hispanoamericana, categora a cuya luz se puede leer la obra de Alejo Carpentier, Jos Lezama Lima, Octavio Paz, Carlos Fuentes, entre otros.

    Dado que la esttica barroca es incluyente, permite articular lo nuevo, aquello no contemplado dentro de la gregariedad del cdigo, a travs de una lengua potica en la que la metfora el neologismo y el hiprbaton rompen con la previsibilidad lingstica y crean un signo artstico con alta autonoma.21 Through its capaciousness and proliferation the Baroque inscribed the American (Gonzles, 1987:305). El Barroco permite incluir al Otro, incorporar lo diferente, acepta

    la extraeza del Otro porque tambin asume la extraeza y la ilogocidad de la existencia. Hence the plurality of New World culture, its being-in-the-making as something not quite achieved, of something heterogeneous and incomplete, is expressed in the Baroque (Gonzles, 1987:305).22

    Motivos de son, el libro que lanza a Guilln a la popularidad, es poesa dramtica, segn Gonzles Echevarra: las diferentes voces y perfiles, incluida la proxemia, la kinesia y el vestuario, trazan un palimpsesto metateatral, sobre la base de caracteres heredados de la tradicin popular cubana.

    Guillens figures in Motivos de son are not only theatrical but metatheatrical; they had already been codified by Cuban literature, particularly by the theater. Hence, as they speak there is a double distancing a layering thatHence, as they speak there is a double distancing a layering that

    fixes the figures. The pimp, the mulatto, the dandy, the pretentious catedrtico are stereotypes, wich heightens their artificiality, their dependence on given codes in wich black Cuban culture has been objectified (Gonzlez, 1987:311).23

    23 as figuras de Guilln en Motivos de son, no son slo teatrales sino metateatrales; ya fueron codificadas por la literatura cubana, particularmente por el teatro. Aqu, existe una doble distancia una estratificacin que fija las figuras: el gigol, el mulato, el dandy, el catedrtico presumido son estereotipos que realzan su artificialidad, su dependencia con cdigos establecidos, en los cuales la cultura cubana ha sido objetivada.

    21 No es casualidad, apunta Gonzles Echevarra, que Gngora ha sido pionero en escribir poemas en el habla de los negros, dialecto que sin duda sonara extrao a los odos del poeta espaol (1987:304).22 esde la pluralidad cultural del Nuevo undo, su ser hacindose, como algo no completamente acabado, algo heterogneo e incompleto es expresado en el Barroco.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    340

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Pero, a su vez, es una puesta en escena del carcter teatral de la sociedad cubana que presenta en sesin continuada la comedia tropical de una isla blanqueada, en la que la violencia de la esclavizacin y de la explotacin azucarera es invisibilizada y en la cual el protagonismo del negro-quien muchas veces reproduce de manera intracomunitaria la mirada del blanco- constituye una suerte de catarsis cultural.

    El mundo afroantillano que cobra voz en los minicuadros de Motivos de son y Sngoro Cosongo, est regulado por el rumor, mecanismo de presin social que sustituye en las sociedades premodernas a la ley; la mscara festiva, que disimula la pobreza y el dolor y el vaco identitario del happy zombie caribeo, quien desarraigado de su origen trabaja para el amo como bestia de carga.

    El rumor visibiliza el discurso del sujeto cultural quien se expresa en enunciados24, es decir, construcciones despersonalizadas -gramaticalmente, a travs de verbos impersonales o voz pasiva refleja- que expresan la sancin de la colectividad, aprueban, desaprueban, segn una tica de naturaleza doxolgica. Concurren en la isotopa del rumor25 los verbos de lengua (verbum dicendi):

    Por qu te pone tan bravo, cuando te dicen negro bembn, []Te queja todava,Negro bembn; []Negro bembn (Motivos de son)

    Ya yo me enter, mulata,Mulata, ya s que diseQue yo tengo la nariseComo nudo de corbata.Mulata (Motivos de son)

    Cuando pase po su casaNo le diga que me bite:Sigue. (Motivos de son)

    Mira si t me conose,Que ya no tengo que habl: []Hay que ten bolunt (Motivos de son)

    Depu dirn que soy mala,Y no me quedrn trat,Bcate plata (Motivos de son)

    24 ientras el sujeto del deseo slo se da a or en la enunciacin (Cfr. Cros, 1997).25 egn irgilio, la voz pblica, es una divinidad dotada de numerosos ojos y bocas y vuela gilmente de una comarca a otra llevando las noticias. Ovidio retoma la alegora y representa a la temida deidad rodeada de la Credulidad, El Error, la alsa Alegra, el Terror, la edicin y los alsos Rumores, en un palacio sonoro que reproduce, amplificadas, las voces que recibe y desde cuyo alczar, la ama domina el mundo (Cfr. Grimal, 1981).

  • 341

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    -Aqu el que ms fino sea,

    responde, si llamo yo.Unos dicen: Ahora mismo,Otros dicen: All voy.Pero mi repique bronco,Pero mi profunda voz, convoca al negro y al blanco,Que bailan al mismo son []

    La cancin del bongo (Sngoro Cosongo).

    La sociedad caribea es un escenario barroco por naturaleza, en el cual el peso del sujeto cultural desdibuja las individualidades: ante sus ojos la vida pasa como a travs de una vitrina pblica, elemento que remite una vez ms a la esttica barroca. El negro afroantillano pareciera no existir sino como una proyeccin de los prejuicios de la mirada blanca. The essence of Baroque poetry is that thereThe essence of Baroque poetry is that there is no interiority; everything is visible or audible, even if its meaning is not readily understood (Gonzlez, 1987:309).26

    En el microcosmos de Motivos de Son y Sngoro Cosongo encontramos la enrgeia de mecanismos lingsticos y retricos que permiten representar poticamente la reificacin de las relaciones humanas en una sociedad signada por el valor

    de cambio, dentro del capitalismo econmico que mueve la sacarocracia cubana, a saber: la irona ; la inclusin de palabras intraducibles27, que insertan marcas heteroglsicas en el sintagma versal; el chiste bicultural, resorte social que permite conectar con cargas inconscientes y liberar bajo la chispa

    del humor, las soterradas rumias identitarias.

    Ay, negrasi t supiera!Anoche te bi pasY no quise que me biera.A t le har como a m,Que cuando no tube plataTe corrite de bachata,Sin acoddate de m.Si t supiera (Motivos de son)

    Yo bien s cmo et t,Pero biejo, hay que com:Bcate plata,Bcate plata,Poqque me boy a corr.

    26 a esencia de la poesa barroca es que no tiene interioridad; todo es visible o audible, incluso si su significado no es fcilmente entendido.27 a variacin lingstica tiene la importante funcin de inscribir la diferencia words somehow embody the culture from wich they derive. Thus a word that is characteristically Australian or Caribbean may be held to be predicated on certain untransferable cultural experiences (Ashcroft, 1989:53).

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    342

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Depu dirn que soy mala,Y no me quedrn trat,Pero am con hambre, biejo,qu ba!

    Bcate plata (Motivos de son)

    Las relaciones humanas han dejado de ser un valor de uso: la solidaridad tiene reglas econmicas: rige una verdadera tica del mercado que a veces se viene a gsuperponer sobre la antigua solidaridad de tribu, que sin embargo se alza eufrica en poemas como Llegada:

    Aqu estamos!La palabra nos viene hmeda de los bosques ,Y un sol enrgico nos amanece entre las venas.El puo es fuerte y tiene remo.[]Eh, compaeros, aqu estamos!

    Llegada (Sngoro Cosongo)

    La irona es una figura literaria que afirma con la palabra aquello que el contexto verbal o situacional desmiente. En las sociedades coloniales la posibilidad de progreso era imposible para los subalternos; en el poema a continuacin, a travs del eufemismo hay que tener volunt, se apela a la esperanza y se culpa a la mala suerte (salasin) de las penurias del presente. Es evidente que en una pirmide social inamovible, la historia no traer cambios.

    []Empea la plancha elctricaPa pod sac mi fl;Buca un re,Buca un re,Cmprate un paquetebela,Poqque a la noche no hay lu.

    Hay que ten bolunt,

    que la salasin no e

    pa toa la vida.

    Hay que ten bolunt (Motivos de son)La chiquita que yo tengoTan negra como e,No la cambio po ninguna,Po ninguna otra muj.Mi chiquita (Motivos de son)

  • 343

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Si t supiera mulata,La vedd:que yo con mi negra tengo,y no te quiero pa na!

    Mulata (Motivos de son)

    Afirma Doris Sommer: El chiste funciona mejor dentro de sociedades claramente definidas: una cultura nacional o, an mejor, un subgrupo minoritario con una densa historia de subyugacin y frustracin.28

    Con tanto ingl que t saba,Bito Manu,Con tanto ingl, co sabe ahoraDes ye.La mericana te bucay t le tiene que hui:tu ingl era de etrai guan,de etrai guan y guan tu tri.

    T no sabe ingl (Motivos de son)

    Leemos entre lneas, por una parte, el complejo de Calibn29, la torpeza del esclavo para dominar la lengua del amo (desvalorizacin lingstica, inborn complex de Fanon), y por otra el xito sexual (valorizacin del estereotipo caribeo como mercanca extica para el consumo de la cultura hegemnica). En este poema encontramos una variacin de tipo fontica: se omite, por ejemplo, el fonema linguo-alveolar

    sordo /s/ reflejando la aspiracin en slaba final o en slaba trabada, propia del discurso coloquial del Caribe, dado su componente sustrtico andaluz30. Por otra parte, hay imitacin del sonido del ingls estndar, con fines de burla, suerte de mimicray del centro por parte de la periferia.

    Cuando la variededad lingstica se mira desde el cdigo establecido, se considera despectivamente un error de lengua o un coloquialismo o un modismo idiomtico. En el teln de fondo de todos estos ejemplos, est la idea de la interdependencia de lenguaje e identidad que, en los textos coloniales se expresa particularmente por la alusin o la diferencia, como en este caso.

    La glossolalia frecuente en algunos poemas en los que se intercalan marcas lxicas de origen Bant, perteneciente a la cultura Congo, una de las ms importantes en Cuba, es significativa, aunque muchas lecturas crticas han reducido la mencin de palabras africanas a su valor musical. Gonzles Echavarra realiza un

    28 El humor bicultural es melanclico, tiene una dosis de tristeza que evita depresiones mayores y permite recordar sin dolor los antiguos ultrajes (Cfr. ummer, 1999).29 Confrontar la evolucin de la figura de Calibn, desde kahespeare a ernndez Retamar.30 enmeno fontico propio del espaol de las costas en Amrica atina.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    344

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    interesante rastreo filolgico alrededor del poema Si t supiera de Motivos de Son, que ms tarde se conocera como Sngoro Cosongo y dar ttulo al siguiente poemario El autor cubano explica cmo la diglosia del texto, escrito en espaol en la primera parte y en lenguas africanas, en la segunda, seala una disforia inicial con transicin a una final autoafirmacin eufrica del ser, que aparce junto con su lengua verncula.

    Yambamb, yambamb!Repica el congo solongo,Repica el negro bien negro;Congo solongo del Songo, Baila yamb sobre un pie.Mamatomba,Serembe cuseremb.

    El negro canta y se ajuma, El negro se ajuma y canta, El negro canta y se va.

    Acuememe seremba; yamb, a.Tamba, tamba, tamba, tamba,Tamba del negro que tumba;Tumba del negro, caramba,Caramba, que el negro tumba:yamba, yamb, yambamb!Canto negro

    (Sngoro Cosongo)

    Dentro del tejido textual, los discursos se refuncionalizan: el canto ritual adquiere un cariz poltico: fortalece los lazos de la poblacin oprimida y los prepara para la lucha liberadora; el son, inspirado en los rituales tanos, sigue llamando a la puerta de la memoria colectiva; las lenguas africanas en Cuba tienen un valor ritual (Cabrera, 1984) dado el carcter profundamente religioso de la resistencia afroantillana. La inclusin de palabras intraducibles en discurso poscolonial constituye un acto poltico que pone de relieve en tanto interlenguaje las distinciones culturales: los sonidos y la textura del lenguaje materializan el poder y la presencia de la cultura que representan.

    Hay un violento olor de azcar en el aire. Agustn Acosta. La zafra.

    Antonio Bentez Rojo ha sabido ver el innegable carcter eufrico de la poesa guilleneana, su contribucin al discurso de resistencia que enfrenta la ideologia hegemnica de la sacarocracia local: pese a la explotacin, al

  • 345

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    neoimperialismo yanquee, a la sncopa entre la modernidad industrial del ingenio y la ingente desnudez de la zafra, el reclamo afroantillano se levanta con la voz del deseo (Bentez, 1987):

    That is to say, Guilln not only exposes the confinement of blacks to the canefield, but impregnates cuban society with the libido of the black, thus transgressing the mechanisms of censorship imposed by the Plantation.31

    En la encrucijada entre el discurso del poder y el discurso de la resistencia se concentra la energa centrfuga del discurso afrocaribe que transforma los elementos thanticos de la cultura de la plantacin en elementos erticos, afirmativos, vehiculados por una

    sensualidad hylozoista que contrarresta la cotidiana disforia del oprimido:

    Aqu estamos!La palabra nos viene hmeda de los bosques,Y un sol enrgico nos amanece entre las venas.El puo es fuerte y tiene el remo.En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.El grito se nos sale como una gota de oro virgen.Nuestro pie,Duro y ancho,Aplasta el polvo en los caminos abandonadosY estrechos para nuestras filas. [] Llegada (de Sngoro Cosongo)

    Otras veces, la vuelta al origen a travs del ritmo redentor es construdo alrededor de la mujer antillana, en cuya indmita y oscura carnalidad se cifra en clave sexual el cimarronaje de la tribu:

    []Coronada de palmasComo una diosa recin llegada,Ella trae la palabra indita,El anca fuerte,La voz, el diente, la maana y el salto.Mujer nueva (de Sngoro Cosongo)

    []PielCarne de tronco quemado,Que cuando naufraga en el espejo, ahumaLas algas tmidas del fondo.Madrigal (de Sngoro Cosongo)

    31 Guilln no slo revela la reclusin de los negros en la plantacin, sino que impregna la sociedad cubana con la libido del negro as como su transgresin de los mecanismos de censura impuestos por la plantacin (Bentez, 1987:340).

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    346

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Tu vientre sabe ms que tu cabezaY tanto como tus muslos.saEs la fuerte gracia negraDe tu cuerpo desnudo.Madrigal (de Sngoro Cosongo)

    []Pimienta de la cadera,Grupa flexible y dorada:Rumbera buena,Rumbera mala.En el agua de tu bataTodas mis ansias navegan:Rumbera buena,Rumbera mala.

    Rumba (De Sngoro Cosongo)

    el Contrapunteo cubano del tabaco y el azcar (1991) de Fernando Ortiz (1881-1969)32 proporciona ya en 1940 un magnfico punto de partida antropolgico para pensar en la identidad nacional cubana desde el concepto de transculturacin,33 a partir de la comprensin del interplay de elementos constitutivos europeos, africanos e indgenas- en la cultura criolla temprana, a salvo del blanqueamiento y la homogenizacin social. Ortiz supo escapar al imperativo colonial de la antropologa aplicada que estudiaba a los pueblos de Asia y de frica con miras a su ulterior explotacin y fue capaz de valorar las culturas primitivas como microsistemas cuya homeostasis elemento interno de preservacin- se vea continuamente atacado por la missin civilisatrice de los imperios de turno.

    Ortiz pone en escena la alegrica contienda entre la cultura verncula del tabaco y el discurso colonial del azcar.34 Don Tabaco y Doa Azcar representan dos facetas econmicas y culturales, cuya disputa territorial marc desde comienzos del siglo XIX la gestacin de la identidad nacional en la isla:

    Por una parte, el oscuro, sensual y delicado tabaco es un producto autctono, que demanda trabajadores libres y especializados, es sembrado en pequeas parcelas y se seca a la sombra; por otra, el blanco azcar es un cultivo que crece al sol y fue aclimatado artificialmente a la isla, estructurado alrededor del ingente sistema de la plantacin, asociado a

    32 Como en la msica cubana, los elementos constitutivos de la cultura nacional establecen en contrapunto sus distintas posiciones.33 Transculturacin viene a desplazar el unilateral concepto de aculturacin, en ingls, acculturation, que indica apenas la adquisicin de una cultura distinta; transculturacin, en cambio, implica el desarraigo de la cultura precedente y la creacin de nuevos fenmenos culturales, resultado de las culturas en contacto.34 Al estilo de la disputa entre on Carnal y oa Cuaresma en El Libro del Buen Amor de Juan Ruiz.

  • 347

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    la esclavitud, que exige largas jornadas de labor no especializada y organizado alrededor de un inexorable sistema central. A su vez, mientras la sacarocracia cubana fomentaba los lazos coloniales con la metrpoli espaola y promova el comercio esclavista que aseguraba la produccin y el mercado azucarero, los tabacaleros eran librepensadores, independentistas y defendan la abolicin de la esclavitud.

    Although Cubas independence was late in coming, Cuban culture, like that of its sister nations, was forged in the first part of the nineteenth century. It emerged when sugar, coffee, and tobacco growers competed for the same agricultural land and struggled whit questions related to race, slavery, freedom, and independence.35

    en Motivos de Son y Sngoro Cosongo Guilln refuncionaliza el son-originalmente baile y canto de negros (Cfr. Carpentier, 1979) entre cuyos antecedentes tempranos en la Habana del siglo XVI se encuentra el Son de Ma Teodora, - y lo convierte en expresin potica que inscribe el mundo afrocubano en el horizonte de un pas blanqueado. En efecto, como seala Adelto Gonalves:

    O mrito de Guilln foi ter adaptado esse gnero musical poesia escrita numa poca em que Cuba nao havia ainda se assumido como pais mulato, embora as estatsticas oficiais sobre a populacao j pudessem

    prov-lo [] Os poemas de Guilln falavam de uma grande parte da populacao que estava colocada a margem, reduzida a pssimas condicoes economicas, devorada pela tuberculose e pelo analfabetismo e sem esperanca de ascensao social. Em sua maioria, era gente mais ou menos escura, com freqencia filhos e netos de escravos, alguns, inclusive, que deveram ser tratados como heris nacionais porque havam participado das lutas contra a Espanha, mas que viviam de miserveis pensoes do governo.36

    Parte de la recepcin negativa de estos poemarios en el campo literario de la poca correspondi al rechazo de negros y mulatos emergentes en la sociedad cubana de los aos treinta, de esa imagen popular de las negritudes que haba inscripto Guilln, con las que corran el riesgo de ser identificados, reaccin que puede estudiarse como sndrome del mimic man como uno de los rasgos distintivos de las sociedades poscoloniales. En efecto, es comn que el subalterno

    35 i bien la independencia de Cuba fue tarda, la cultura cubana, como la de sus naciones hermanas fue forjada en la primera parte del siglo XX. urgi cuando los cultivadores de azcar, caf y tabaco, compitieron por la misma tierra y se enfrentaron con preguntas relativas a la raza, la esclavitud y la independencia (Willam, 2001).36 El mrito de Guilln fue adaptar ese gnero musical a la poesa escrita en una poca en que Cuba an no se haba asumido como pas mulato, como las estadsticas oficiales sobre la poblacin ya podan probarlo (...) os poemas de Guilln hablan de una gran parte de la poblacin marginalizada, reducida a psimas condiciones econmicas, devorada por la tuberculosis y por el analfabetismo y sin esperanza de ascenso social. En su mayora, era gente ms o menos oscura, con frecuencia, hijos y nietos de esclavos, inclusive algunos que deberan ser tratados como hroes nacionales, porque haban participado en las luchas contra Espaa, aunque vivan de miserables pensiones del gobierno (Gonalves, 1990:1173-1174).

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    348

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    que ha experimentado una variacin diastrtica (ascenso en la pirmide social) o diatpica (viaje inicitico a la capital colonial o a la metrpoli europea), niegue sus orgenes raciales y tienda a camouflarse entre los valores de la sociedad blanca37(aquellos -dice Guilln en Prosa de Prisa- que haban llegado penosamente a la aristocracia desde la cocina y temblaban cuando vean una panela).

    Ian Smart (1990) realiza un interesante paralelo entre varias manifestaciones musicales del Caribe-el kaiso en Trinidad, el vallenato en Colombia, el reggae en Jamaica, la plena y la bomba en Puerto Rico, el son, el guaguanc y la rumba en Cuba- verdaderos textos culturales que vehiculan el comentario social segn el cdigo local, a partir de una origen comn pancaribeo y neoafricano.

    Diferencia cultural y variacin lingstica

    Guilln bebe en las fuentes de la oralidad, que es en donde reside la fuerza de la voz popular y registra la lengua semicriolla (Patio, 1992)38 de la mulatera cubana. La lengua de su machina potica temprana expresa una identidad nacional de cuo popular39 y un habitus caribe pleno. Para los Estudios Poscoloniales (Ashcroft, 1989) la variacin lingstica tiene la importante funcin de inscribir la diferencia. La oralidad (Cfr. Glissant, 1999)40 es el sitio en donde se manifiesta la diversidad frente a ideologizada funcin de la escritura, praxis altamente codificada segn los moldes coloniales. Hay dos planteamientos bsicos alrededor del texto postcolnial: Por una parte, la idea general de la interdependencia entre lenguaje e identidad: you are the way you speak. Por otra, el texto poscolonial inscribe la diferencia y la ausencia como corolario de esa identidad. La ausencia ocupa la

    37 El son es una forma musical estructurada a partir de una alternancia de versos largos y breves, sobre la base de la repeticin de un estribillo. e modo que muchas veces el largo introduce el son, seguido por el montuno o seccin rtmica meldica principal, forma de respuesta colectiva a la voz singular. a repeticin tiene un antiguo origen religioso- ritual y ser comn en otras manifestaciones artsticas transculturadas como los negro spirituals norteamericanos (Cfr. artnez, 1966; Gonalves, 1990; mart, 1990).38 El lingista colombiano coincide con la opinin de otros investigadores de la Criollstica en relacin con el hecho de considerar como lenguas semi-criollas las variedades del espaol popular caribeo que muestran algunas seales de reestructuracin, como el habla bozal cubana, entre otras.39 egn la ociocrtica, las estructuras sociales se leen en las estructuras textuales. artiendo del principio de que toda colectividad inscribe en su discurso los indicios de su insercin espacial, social e histrica, y genera, por consiguiente, microsemiticas especficas, nos hemos esforzado en localizar los niveles en que dichos indicios eran localizables (Cros, 1986:28). as marcas textuales ms evidentes se hallan en los ejes paradigmticos, las expresiones hechas, los sintagmas fijos, las lexas, cuya forma especfica de lexicalizacin traduce los valores sociales y sus crisis, los modus vivendi y de insercin socioeconmica de las mquinas productoras, as como las distintas estructuras mentales. As, estructuras mentales, paisajes y modos de vida se inscriben en los discursos de los sujetos colectivos [generacin, puestos de trabajo y oficios, familia, clases sociales, y tambin colectividades regionales, etc...] (Cros, 1986:30).(Cros, 1986:30). 40 El hecho de asumir la oralidad es sealado por el escritor martiniqueo como un sntoma de diversidadEl hecho de asumir la oralidad es sealado por el escritor martiniqueo como un sntoma de diversidad -Diversity por oposicin a Samenness- y representa una reaccin a la cultura letrada impuesta por el sistema imperial eurocntrico. a literatura para vivificarse debe retornar al discurso oral: de este modo oficia como archivo cultural.

  • 349

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    grieta entre las contiguas fronteras (interfaces) entre la lengua oficial y la diferencia cultural que se aporta al texto. Una grieta de silencio consolida la diferencia, al resistir la incorporacin del texto dentro de alguna forma literaria ya establecida, que se instituye en contradiscurso:

    Consequently the gap of silence enfolds that space between the simultaneous abrogation of language as normative standard and the appropriation of language as cultural mode in the post-colonial text (Ashcroft, 1989:55).41

    Por su parte, las palabras intraducibles ponen de manifiesto un acto poltico que releva en tanto interlenguaje las distinciones culturales, los sonidos y la textura del lenguaje materializan el poder y la presencia de la cultura que representan (Ashcroft, 1989:53).

    Ay, negrasi t supiera!

    Anoche te bi pasY no quise que me biera.A t le har como a mQue cuando no tube plataTe corrite de bachata,Sin acoddate de m.

    Sngoro, cosongo,Songo be;Sngoro, cosongo De mamey;Sngoro, la negra baila bien;Sngoro de uno, Sngoro de tre.A,Bengan a b;A,Bamo pa b;Bengan, sngoro cosongo,Sngoro cosongo de mamey.

    (Si t supierade Motivos de son)

    El registro grfico de la fontica afrocubana reproduce la variedad dialectal Caribe, desviando la normatividad de la escritura en lengua espaola estndar. As Guilln se inscribe en la tendencia de algunos ensayistas caribeos de retornar a un

    41 or consiguiente, la grieta de silencio envuelve el espacio entre el simultneo rechazo del lenguaje en tanto norma standard y la apropiacin del lenguaje como modo cultural en el texto poscolonial..

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    350

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    prelenguaje,42 anterior a la escritura. As, a travs de estructuras paratcticas (Adorno, 2003) y elpticas, su verso desatiende una mnima hipotaxis subordinativa, comn en la frase prosaica, refuerza el paralelismo sintctico, sin duda uno de los rostros de la repeticin,43 y multiplica la labor del eje paradigmtico, especialmente en el nivel prosdico: retorno del ctus, de las pausas, de los mdulos rtmicos con sabor criollo-antillano, del metro octoslabo de tradicin romancera, entre otros). De este modo, se rompen las estructuras lgicas y se genera una significacin indita, anfibia, sonambulesca, que estructura su efecto de sentido en una verdadera semantizacin de la forma

    (Lotman, 1978) en todos los niveles del lenguaje.

    Aporte panafricano y resistencia cultural

    El texto poscolonial inserta la diferencia cultural a travs del uso idiolectal de palabras no traducidas o intraducibles como signo de diferencia y manifestacin de la alteridad. El uso de la palabra es el que le otorga sentido, ms que su abstracta referencialidad cultural.

    Dado que el control sobre el lenguaje una de los principales instrumentos de dominacin,44 el sistema educativo del imperio impone una versin estandar del lenguaje metropolitano como norma y margina todas las variantes en calidad de impuras. Este poder es rechazado cuando surge una verdadera voz: as, la polmica en torno a la escritura poscolonial se resume en la lucha por derribar esa

    autoridad exgena impuesta a travs de la lengua.

    Uno de los prejuicios del canon metropolitano en relacin con la produccin textual es que slo cierta clase de experiencias es capaz de ser representada como literatura. Dentro de esta categora no entra la produccin colonial, considerada

    42 En una bsqueda casi mallarmeana de la pureza del lenguaje que recuerda el ideal vanguardista ad y el urrealismo, los poetas francfonos ya haban rechazado la lengua escrita, la lengua del amo, abstracta, desvitalizada, restringida y alienante y se entregan a la vitalidad de la oralidad. f some dreamt of an Eden before the fall of language, others saw the real enemy as the written word and attempted to revitalize the latter through the energies of the spoken word ( si alguno so con el Edn antes de la cada del lenguaje, otros vieron al enemigo real en la palabra escrita e intentaron revitalizarla a travs de la energa de la palabra hablada) (Glissant,1999:xxi.). on amas, primer exponente de la negritud, aboga por la destruccin del lenguaje, para la salvacin del lenguaje (anifiesto Lgtime dfense, 1932, Pigments, 1937). Aim Csaire, en cambio, propone una expresin inacabada, sin pulir, que transmita las agitadas pulsiones del inconsciente.

    43 obre el tpico de la repeticin como mecanismo estructurador en poesa, existe una importante bibliografa: Buchanan, 2000; Brger, 1984; eleuze, 1991; eleuze, 1994; eleuze y Guattari, 1984; Couzens, 1978; Jameson, 1984; Karatani, 2005; ackey, 1989; Norris, 1983; aid, 1983; iek, 2002; iek, 2004 y iek, 2006. 44 El lenguaje perpeta la estructura jerrquica de poder: a travs de l las concepciones de verdad,orden y realidad son establecidas (Ashcroft, 1989:7).(Ashcroft, 1989:7).

  • 351

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    indigna para la literatura. Como resultado, el escritor poscolonial es confinado a un mundo de imitacin y mimicray (Bhabha, 1984a; Bhabha, 1984b)45 obligado a escribir sobre realidades remotas que no tienen que ver con su experiencia vital.

    Esta condicin de impotencia es asignada por el centro a la periferia del imperio y se refleja en los textos poscoloniales. De este modo, la autntica experiencia del mundo real privativa de la metrpoli, se opone a la inautntica experiencia de la invalidada periferia. As, la mimicray colonial mimetiza lo original y lo verdadero que existe en la fuente de poder. En realidad la periferia carece de orden porque carece de poder de representacin. Si la verdad est en otra parte, el lenguaje colonial slo puede imitar la representacin de la verdad. Eso es lo que ocurre en las colonias: no slo viven las regiones marginales, sino que tambin utilizan las orillas del lenguaje (variacin lingstica), y no el centro (lengua estandar).

    El imaginario africano resulta en el Guilln temprano un arma simblica de resistencia cultural en contra de la constante amenaza imperial de homogeneizacin de la diferencia. Muchos afirman que en Motivos de son y Sngoro Cosongo. En efecto, las palabras procedentes de lenguas del noroccidente africano son vaciadas de su valor lexical estndar para convertirse en una suerte de mquina sonora con vaga referencia afro.

    en Canto negro las marcas lxicas de origen africano cumplen una funcin fnica alusiva, cuya connotacin nos traslada a un heterocosmos asociada a la patria prototpica de la mulatera cubana:

    Yambamb, yambamb!Repica el congo* solongo,Repica el negro bien negro;Congo solongo del Songo, Baila yamb sobre un pie.

    Mamatomba,Serembe cuseremb.

    El negro canta y se ajuma, El negro se ajuma y canta, El negro canta y se va.

    Acuememe seremba; yamb,

    a.

    45 En relacin con este planteamiento, confrontarEn relacin con este planteamiento, confrontar la novela The mimic men , del escritor trinitario ..Naipaul.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    352

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Tamba, tamba, tamba, tamba,Tamba del negro que tumba;Tumba del negro, caramba,Caramba, que el negro tumba:yamba, yamb, yambamb!

    (Canto negro de: Sngoro Cosongo)

    Autoafirmacin nacional y sujeto colectivo

    En el poema La Llegada, as como en La cancin del bong, la voz potica asume la primera persona del plural pronominal para expresar al sujeto cultural45 caribe, de procedencia popular. Lejos de apelar a la instancia transhistrica por la solidaridad en el lamento del paraso perdido, se entona un himno que une self y place, como gesto eufrico propio del habitus caribe. El macrocosmos del cuerpo social se lee metonmicamente en el microcosmos de la anatoma humana, cuya metfora se construye con un salto hacia el imaginario del cosmos natural. La crisis de identidad poscolonial est relacionada con la recuperacin de una real identificacin entre self y place. La dimensin del self se ha erosionado por el desplazamiento que

    implic de la migracin y la esclavitud, adems de la experiencia de denigracin cultural del nativo por imposicin del modelo cultural forneo. La alienacin de la visin y crisis de la autoimagen que produce el traslado -ruta media- se manifiesta principalmente en las construcciones de lugar.

    Aqu estamos!La palabra nos viene hmeda de los bosques,Y un sol enrgico nos amanece entre las venas.El puo es fuerte Y tiene el remo.En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.El grito se nos sale como una gota de oro virgenNuestro pie,Duro y ancho,Aplasta el polvo de los caminos abandonadosY estrechos para nuestras filas.Sabemos snde nacen las aguas,Y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo losCielos rojos.Nuestro cantoEs como un msculo bajo la piel del alma,Nuestro sencillo canto.

    45 En el sujeto cultural yo es la mscara del sujeto colectivo. Tras la mscara de la subjetividad se ve entonces opera el discurso del sujeto cultural que, a instancias de la illusio de la doxa, legisla, dictamina cdigos de conducta, entroniza paradigmas y rememora verdades empricas o dogmticas de la comunidad en cuestin. e este modo desarrolla una estrategia discursiva radical para la eliminacin del sujeto del deseo (Cros, 1997:17.)

  • 353

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Traemos el humo en la maana,Y el fuego sobre la noche,Y el cuchillo, como en un duro pedazo en la luna,Apto para las pieles brbaras;Traemos los caimanes en el fango,Y el arco que dispara nuestras ansia,Y el cinturn del trpico,Y el espritu limpio.TraemosNuestro rasgo al perfil definitivo de Amrica.Eh, compaeros, aqu estamos!La ciudad nos espera con sus palacios, tenuesComo panales de abejas silvestres;Sus calles estn secas como los ros cuando no llueve en la montaa,Y sus casas nos miran con los ojos pvidos de las ventanas.

    Los hombres antiguos nos darn leche y miel Y nos coronarn de hojas verdes.

    Eh, compaeros, aqu estamos!Bajo el solNuestra piel sudorosa reflejar los rostros hmedos de los vencidos,Y en la noche, mientras los astros ardan en la punta de nuestras llamas,Nuestra risa madrugar sobre los ros y los pjaros.

    Nicols Guilln. Llegada (de: Sngoro Cosongo)

    El apstrofe (Eh, compaeros, aqu estamos!) convertido en estribillo refuerza la dimensin social de su proclama y se convierte en funcin ftica que invita a la construccin de una comunidad imaginada alternativa, desde la ptica del subalterno.

    Conclusiones

    El proyecto de nacin (Anderson, 1993) est indisolublemente unido a la definicin de la comunidad imaginada de nacin. Frente a la paradjica realidad generalizada que rodea al problema de la construccin de las identidades nacionales en Latinoamrica y el Caribe por parte de las lites dominantes, cada pas adopt una solucin particular, hecho que, a su vez, configur un punto de partida diferente para el despegue de su autonoma poscolonial. Por una parte, no daba respiro el complejo debate sobre la concurrencia socio-tnica diversa en la raz del ser nacional, y por otra, se creaba una contradiccin entre el imperativo categrico de la modernidad- que segua a la ideologa independentista y la resistencia de las oligarquas locales a inmolar en el altar del progreso, el modus vivendi anclado en la sociedad campesina tradicional sobre cuya

    estructura semi-feudal haba funcionado la economa del Nuevo Mundo hasta bien avanzado el siglo XIX.46

    46 Y cuyo imaginario constelado de referencias arcdicas vena a nutrir la nocin de identidad nacional.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    354

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    En el caso del Caribe hispnico, y con especial referencia a los pases que nos han ocupado, podramos hablar de una verdadera isla que se repite (Bentez, 1989) en cuanto al sistema econmico Puerto Rico y Cuba comparten el perfil de sugar islands-; en cuanto a su composicin socio-tnica diversa espaol, indio, africano y oriental, en distintas proporciones, con diferente grado de invisibilizacin de las minoras y blanqueamiento racial por parte de los grupos hegemnicos; y en cuanto a la concentracin poltica en manos del Estado, siempre dependiente de potencias imperiales extranjeras.

    As las cosas, la poesa negrista analizada en estas pginas viene a inscribir la voz de las minoras perifricas en el concierto de la nacin caribe y a construir una base notica (Mukarovsky, 1977) un lenguaje que represente la visin de mundo de estos pueblos transculturados que esgrimen su resistencia cultural como estrategia de supervivencia. La pretendida homogeneidad racial, cultural

    y lingstica antillana fue en cada caso socavada por la labor artstica de estos voceros lcidos de la comunidad,47 quienes a travs de una relacin dismil con la negritud,48 crean un idiolecto esttico propio (Eco, 2000). Mientras Nicols Guilln se declara poeta mestizo,49 por su parte, Luis Pals Matos, siendo blanco, reconoce a su nodriza Lupe como madre cultural negra y se identifica con el ancestro colectivo africano de Puerto Rico.

    Las memorias identitarias combaten en verso contra el prosasmo de los parasos artificiales de la modernizacin tecnolgica y asume la voz de la identidad hbrida de los grandes sectores populares de las islas. Frente al cono buclico del campesinado blanco o del indio eufemizado que proponen las elites locales, surge la conciencia del mestizaje descubierta, como en el caso de Guilln o enmascarada en una africana mtica, como en el caso de Pals.

    Dentro del campo literario de la poca, Tanto Guilln como Pals Matos establecen una toma de posicin autnoma50 en el campo literario del Caribe hispnico de los aos treinta y construyen una temprana identidad hbrida

    nacional como respuesta cultural y esttica a una encrucijada histrica s ignada por e l blanqueamiento tnico, el enajenamiento poltico y la dependencia econmica.

    47 En palabras del socilogo de la literatura ucien Goldmann.48 El concepto de negritud es un constructo ideolgico que responde a una propuesta de resistencia cultural. Aim Csaire, poeta e intelectual martiniqueo empua el estandarte la antillana negrista desde ars. En el perodo de crisis de los valores occidentales de la entreguerra e identificado con la poesa surrealista, la voz negra del caribe alza su esttica contestataria desde tres publicaciones que defienden el patrimonio regional: Lucioles (1927), La Revue des Antilles y la Revue Martiniquese (1926-1939). 49 or su parte, el poeta cartagenero Jorge Artel se autoproclam el poeta negro de Colombia.

    50 ientras que Jorge Artel habla desde una posicin ms heternoma en relacin con la norma capitalina, cuya mscara letrada adopta para legitimarse frente a la Atenas udamericana (Cfr. aglia, 2005).

  • 355

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Bibliografa

    Adorno, Theodor. 2003. Sobre la poesa tarda de Hlderlin. En: Notas sobre Literatura. Obras Completas II, Ediciones Akal, Madrid.

    Anderson Benedict 1993. Comunidades imaginadas, F.C. E. Mxico.

    Anderson Imbert, E. 1954. Historia de la Literatura Hispanoamericana, F.C.E, Mxico.

    Aponte-Ramos, Dolores. 2003. Habladuras sobre la diferencia, Jerome Branche, (ed.), Lo que tenamos que tener: raza y revolucin en Nicols Guilln. Pittsburg Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, Universidad de Pittsburg, Pittsburg.

    Ashcroft, Bill, Gareth Griffiths y Helen Tiffin. 1989.1989. The Empire Writes Back. Routledge, London.

    Bathwaite. E.K.1971. Creolization in Jamaica, The Development of Creole society in Jamaica, 1770-1820, Clarendom Press, Oxford.

    Bentez Rojo, Antonio. 1987. Nicols Guilln and Sugar. Callaloo, Volume0, Issue 31.

    Bentez Rojo, Antonio. 1989. Nicols Guilln: ingenio y poesa, La isla que se repite. El Caribe y la perspectiva posmoderna, Hanover, Ediciones del Norte.

    Bethell, Leslie. 1993. Cuba. A short History. Cambridge University Press. Cambridge.

    Bhabha, Homi. 1984a. Representation and the colonial text: a critical exploration of some forms of mimetism , Ed. Frank Gloversmith. The theory of Reading, Brigthon. Harvester.

    Bhabha, Homi. 1984b. Of mimicry and man: the ambivalence of colonial discourse October. Discipleship: A Special Issue on Psychoanalysis. Vol. 28:125-133.

    Buchanan, Ian, 2000. Deleuzism: A Metacommentary, Duke UP, Durham NC.

    Brger, Peter, 1984. Theory of the Avant-Garde, U Minnesota, Minneapolis.U Minnesota, Minneapolis.

    Cabrera Lydia, 1984. Vocabulario congo (el bant que se habla en Cuba). Ediciones Universal, Madrid.

    Carpentier, Alejo. 1979. La msica en Cuba. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana.

    Couzens, David. 1978. History, Historicity and Historiography. Michael Murray, (ed.)., David. 1978. History, Historicity and Historiography. Michael Murray, (ed.).David. 1978. History, Historicity and Historiography. Michael Murray, (ed.).1978. History, Historicity and Historiography. Michael Murray, (ed.). Heidegger and Modern Philosophy, 329-53 Yale UP., New Haven.

    Cros, Edmond. 1997. El sujeto cultural. Sociocrtica y psicoanlisis. Buenos Aires. Ediciones Corregidor.

    Deleuze, Gilles, 1991. Bergsonism, Zone, New York.

    Deleuze, Gilles, 1994. Difference and Repetition, Athlone, London.

  • grAcielA mAgliA vercesiAzcar amarga: el inevitable oxmoron de la historia cubana

    356

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Deleuze, Gilles & Flix Guattari. 1984. A Thousand Plateaus, Minnesota UP, Minneapolis.

    Eco, Umberto, 2000. Tratado de semitica general, Lumen, Barcelona.

    Gonzles Echevarra, Roberto. 1987. Guilln as Baroque: Meaning un Motivos de Son, Callaloo, Volume 0 Issue 31 :302-317,, Nicols Guilln: A Special Issue (Spring).

    Adelto, Gonalves, 1990. Nicols Guilln: o itinerrio de um poeta, en Revista Iberoamericana, Vol. LVI, N 152-153, Jul.Dic.de, pgs. 1171-1184.

    Glissant, E. 1999. Caribbean Discourse, University of Virginia P., Charlottesville and London.

    Grimal, Pierre. 1981.1981. Diccionario de mitologa Griega y Romana. Paids, Barcelona.Barcelona.

    Hernndez, Consuelo. 2007. Nicols Guilln y su legado. Middle Atlantic Council for Latin American Studies, http://www.maclas.vcu.edu/journal/Vol%20XVII/consuelo.htm, 11/09/07.

    Jameson, Fredric, 1984. Postmodernism, , Duke UP. Durham NC.

    Karatani, Kojin. 2005. Transcritique, MIT P., Cambridge.

    Kutzinski, Vera. 2003. Re- Reading NicolsGuilln: An Introduction, Callaloo, Vol. 0, Issue 31.

    Kutzinski, Vera. 1987. Nicols Guilln: a special issue. A Journal of African and American Arts, n. 10 (2), Baltimore, spring.

    Lotman, I., 1978. Estructura del texto artstico, Istmo, Madrid.

    Mackey, Louis, 1989, Once More with Feeling, Harold Bloom, (ed.), Sren Kierkegaard, 191-218. Chelsea House, New York.

    Maglia, Graciela. 2005. Estticas de resistencia en la poesa del Caribe afrohispnico. En Cuadernos de Literatura, Vol. 10,N 19, Julio-diciembre.

    Mrquez Roberto. 2003 Algunos apuntes sobre Guilln y la crtica. En: Lo que tenamos que tener: raza y revolucin en Nicols Guilln. Jerome Branche, (Ed.) Serie Antonio Cornejo Polar,. Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana. Pittsburg.

    Martnez Estrada, Ezequiel, 1966.1966. La poesa afrocubana de Nicols Guilln, Coleccin: Ensayo y Testimonio, Arca/ Montevideo.

    Morejn, Nancy. 1972 Recopilacin de textos sobre Nicols Guilln, Serie Valoracin Mltiple, Casa de las Amricas, La Habana.

    Mukarovsky, I. 1977. Escritos de esttica y semitica del arte, Gustavo Gili, Barcelona.

    Naranjo, Consuelo. 2005. Blanco sobre negro. Debates en torno a la identidad en Cuba (1898-). En Colom Gonzles (ed.). Relatos de nacin. La construccin de las identidades nacionales en el mundo hispnico. Iberoamericana, Veuvert, Madrid.

  • 357

    TABULA RASA No.10, enero-junio 2009

    Tabula Rasa. Bogot - Colombia, No.10: 327-357, enero-junio 2009 ISSN 1794-2489

    Norris, Christopher, 1983. The Deconstructive Turn, Methuen, London.

    Pizarro, Ana. 2002. El archipilago de fronteras externas, Editorial Universidad de Santiago, Santiago de Chile.

    Said, Edward, 1983. The World, the Text and the Critic, Cambridge, U Harvard.

    Smart, Ian Isidoro. 1990.1990. Nicols Guilln Popular poet of the Caribbean, Columbia and London,Columbia and London, University of Missouri Press.

    Summer, Doris. 1999. El contrapunteo latino entre el ingls y el espaol : notas para una esttica bilinge, en Memorias del IV Seminario Internacional de Estudios del Caribe. Instituto Internacional de Estudios del Caribe y Universidad del Atlntico, Bogot.

    Ortiz, Fernando, 1917. Hampa Afro-Cubana; Los negros brujos. (Apuntes para un estudio de etnologa criminal), Madrid, Editorial Amrica.

    Ortiz Fernando. 1991. Contrapunteo cubano del azcar y el tabaco, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales.

    Patio Roselli, Carlos. 1992. La criollstica y las lenguas criollas de Colombia. Thesaurus: Boletn del Instituto Caro y Cuervo. Bogot. Colombia.

    Willam, Luis. 2001. Cultura and Customs of Cuba. Culture and Customs of Latin America and the Caribbean, Peter Standish (ed.). Greenwood Press, London.

    iek, Slavoj, 2002. For They Know Not What They Do, Verso, London.

    iek, Slavoj, 2004. Organs without Bodies, Routledge, London.

    iek, Slavoj, 2006. The Parallax View. MITP, Cambridge.MITP, Cambridge.