gp el espejo cosmico

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    EL ESPEJO CSMICOSombra y Esplendor de los Doce Signos

    ( E X T R A C T O )

    Gonzalo Prez Benavides

    Las civilizaciones del pasadointuyeron el cielo estrellado, en suinmutable perfeccin, como un cdigosagrado para descifrar las leyes yciclos de la existencia. Para ellos, elalma y el universo danzaban juntos

    una sola coherencia, regidos poridnticos principios, conectadosinseparablemente en una ecologatrascendental.

    Como es arriba, es abajo, decan, sealando al alma como un espejo delcosmos, un reflejo de sus mareas, sus equilibrios, su sentido. Cada una de lasculturas antiguas desarroll una ciencia de esta relacin sistmica entre lohumano y lo csmico, una sistematizacin de los ciclos astronmicos y susincronicidad con los movimientos del alma: la astrologa. Hubo astrologacelta, maya, india, china, tibetana. En las races de Occidente, egipcios y

    babilonios entregaron su saber a los griegos de Alejandro, que dieron formapitagrica al sistema que conocemos como astrologa clsica.

    Floreciente en las Edades Medias, particularmente en el mundo rabe, alcanzaintenso fulgor en las cortes renacentistas, para volver a ocultarse, perseguidaprimero por la Inquisicin y luego descalificada con encono por el racionalismode la modernidad.

    A pesar de la condicin marginal en que encontramos este saber milenario,donde lo psicolgico se comprende desde las grandes leyes del universo, sussmbolos estn intensamente vivos en el sentir colectivo. En nuestro mundo, yano queda ciudadano que no conozca el signo del Zodaco que corresponde asu nacimiento, y que no est familiarizado con algunas nociones popularesacerca del significado de esa filiacin celeste. Y, de lejos, la tipologa de losDoce ha llegado a ser la categorizacin psicolgica ms extendida en el usocomn. Las personas ordenan su observacin de las peculiaridades humanassiguiendo estas descripciones arquetpicas de la astrologa, enfocan ladiversidad con estos doce lentes, codifican los rasgos aplicando este alfabeto,esta escala cromtica.

    La sola supervivencia en el uso cotidiano de una antiqusima clasificacin

    simblica sugiere que se trata de smbolos de extraordinario poder evocativo.Pareciera que el alma encuentra all un lenguaje en que lo claro y lo profundono son incompatibles. La psicologa transpersonal, una avanzada

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    contempornea de la psicologa que busca develar los enigmas de ladimensin desconocida del alma, ha redescubierto la astrologa como unasombroso mapa del inconsciente, un conocimiento preciso de lascoordenadas y geometra del espejo csmico.

    Por cierto, si queremos personalmente arriesgar una ojeada a ese espejo,necesitamos nuestra carta astral, ese diagrama astrolgico del sistema solar enel instante en que nacimos. No es difcil, hoy, obtenerla. Hay expertosexcelentes, y, en Internet, varios sitios que la calculan y entregan una primerainterpretacin sin costo.

    La carta individual es compleja. Desde luego, el signo de nacimiento es slouno de los que aportan a nuestro diseo, y no es el que describeespecficamente la personalidad misma. Encontramos un signo Ascendente,donde s veremos reflejada la propia forma de ser y ciertos vectores de nuestrodevenir; el signo donde est la Luna, tan revelador de la vida afectiva y el estilo

    emocional; el signo que Venus carga para nosotros con su magnetismoafrodisaco; el signo de la aspiracin, en el cenit o Medio Cielo; el signo deMarte, el de Mercurio... En cada uno de nosotros, hay al menos tres signos queorientan decisivamente nuestra dinmica inconsciente. Tres o ms arquetiposde realizacin humana que activan una particular especializacin existencial.

    Si se tratara de conceptos, con un par de lecturas de sus definicionespodramos estar listos. Pero la astrologa trabaja con estructuras simblicas,con arquetipos, y los smbolos, a diferencia de los conceptos, no son ideas quepuedan ser establecidas en un diccionario de una vez para siempre. Lossmbolos son dedos que apuntan hacia una direccin, que como toda direccin,crece hacia el infinito. Y el camino de descubrimiento que indica ese dedo esun camino subjetivo, a recorrer personalmente, de vivencia en vivencia, deexpansin en expansin.

    El Sol, por ejemplo, es una estrella, pero tambin un smbolo, una seal queorienta al alma hacia el misterio radiante y creativo en el centro del ser. Unarosa, o un loto, es simplemente una flor, pero cuando la contemplamos con elojo interno, iluminada por el reflector de la conciencia, va desplegando ptalo aptalo una fragancia de significados que nos elevan a una nueva comprensin.

    Para acercarse a los smbolos que dan substancia a los doce signos, esprovechoso comenzar por reflexionar y hacer vivencia de sus materias primas,los cuatro elementos. El fuego, poderosa actividad que se proyecta siemprehacia el cielo, transformando densidad en intensa luz y vida, es ardientesmbolo del espritu. Hay fuego en el ncleo de la Tierra, en el esplendor delSol, en el rayo, el volcn, el incendio, el hogar y el metabolismo. De la vela a laforja, de la pira funeraria a la antorcha olmpica. En nosotros, esa luz, ese calor,ese poder, est en la visin intuitiva, la imaginacin, la voluntad y el propsito.Quemante en la pasin, nos da vida con el entusiasmo, la fe, el impulsocreativo, alumbra nuestro camino con la fuerza de la intencin. Enciende en elcorazn la llama incandescente de los valores.

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    El aire vuela libre, transparente, comunicando todos los espacios, ensanchandotodos los pechos, difundiendo velozmente ondas, vibraciones, informacin.Prstino, pero tambin contaminado o enrarecido, simboliza nuestra mente entodos sus estados. La brisa juguetona, el aire oxigenado a orillas del mar, elviento que trae lluvia, el viento caliente que todo lo seca, la turbulencia, el

    tornado, el huracn... La asfixia, la inspiracin, la respiracin boca a boca quesalva la vida. La palabra. El aire es el reino de las ideas, la lgica, la razn, lateora, el mbito del desapego, el ingenio, el entendimiento, la perspectiva. Elmbito obvio, universal, donde todos somos uno. Sin amarras, nos elevamosall a rer juntos como trapecistas o planeadores disfrutando de la liviandad y elespectculo. Porque el aire en nosotros nos brinda el ms humano de losdones humanos: el humor. Slo el areo desapego nos permite mirar ymirarnos desde muchas partes a la vez. Descubriendo con irona cmo, enalguna situacin, los protagonistas van enredndose con sus pretensiones enuna comedia donde las apariencias nunca corresponden a una realidadevidente desde afuera. Para rer de algo, no podemos estar involucrados. El

    arte supremo del aire abre un espacio sereno desde el cual apreciar laexistencia con generosa sonrisa.

    La tierra es slida, durable, sabia de ciclos y desarrollos, fecunda de criaturas yfrutos, rica de formas, colores, aromas, texturas, sabor. Su cuerpo de valles,montaas, planicies es casi nuestro cuerpo, tambin hecho de suelo, de barro,de vida. La pragmtica inteligencia de la naturaleza anima nuestro organismo ysu saber instintivo, y nos ensea a vivir, hacer, construir; a cambiar con lasestaciones del ao y de la historia, a madurar y entregar semilla. A trabajar,aprender y crecer en destreza y excelencia, para ser ms til, para servir mejor.Manos a la obra... Desarrollar resistencia para sobrevivir el cataclismo y lasequa; atinar a sembrar, podar y cosechar a tiempo. Sin olvidarse, claro, deagradecer y gozar de estar aqu, y sentir la primavera, o el verano, o el beso, oel ritmo embriagador. El cuerpo, enraizado firmemente, vivo con la sabidura dela tierra, conoce el proceder necesario para realizar nuestro sueo y concretarla Tierra Prometida.

    El agua brota del manantial ms puro, fluye cristalina por las pendientes,regando y lavando a su paso, luego se arroja incontenible al abismo,volvindose cascada o catarata, se detiene en el lago para reflejar crepsculosy estrellas, hierve al calor de los volcanes, se evapora y es nube, y despus

    lluvia, o lgrima, cristaliza en tmpanos, glaciares, nieves eternas; pero nadapuede impedir que se haga ro y encuentre su profundo destino, el ocanoinfinito del amor.

    Necesitamos acaso precisar que el alma es agua y el sentimiento, su fluir?

    Los Doce nacen de estas cuatro energas, multiplicndolas en polaridades yequilibrios, y se ordenan como rayos de una rueda en torno al eje nico, el ejede la individualidad. A la rueda la llamamos, con cuidado, Rueda de la Fortuna.

    La Rueda gira en nuestras vidas, subindonos al triunfo, y luego trayendo el

    descenso que depura y prepara la nueva gestacin. En cada uno de esosmomentos nos desafa algn arquetipo, algn signo, que contiene la respuesta

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    maestra a la prueba a que nos somete la existencia. En el mito, fue Hrcules elhroe que debi enfrentar doce trabajos para liberarse del purgatorio a que sulocura lo haba condenado. Atravesando las doce pruebas, se fue haciendoconsciente, maestro de s mismo, y pudo, al completarlas, asumir su herenciadivina. La historia de Hrcules es una historia de iniciacin, simblica del

    proceso en que nos vamos descubriendo a nosotros mismos en la experiencia.

    El espejo csmico sugiere que hay orden y sentido en esas experiencias que lavida nos trae. En ese orden trascendente, los signos del Zodaco son docepuertas que conducen a experimentar la individualidad en expresionesmltiples y complementarias, despertando talentos dormidos y enriqueciendo lapercepcin con dimensiones nunca antes imaginadas. Cada uno de nosotrosva abriendo esas puertas a medida que la circunstancia lo exige. Pero la actitudcon que atravesemos el umbral, los grados de resistencia o apertura,determinarn si viviremos la enseanza como viaje, o como suplicio.

    Cada cual tiene en su potencial a los Doce, y eventualmente los irdespertando en el camino de completacin que es vivir; pero cada uno estambin un especialista, un ser que trae activadas las emociones ycapacidades necesarias para desarrollar un aporte propio y valioso a sucomunidad. Unos vienen diestros con las manos, otros con la imaginacin.Algunos conocen mejor las artes de la iniciativa, otros, las de la duracin. En lagran orquesta de la humanidad, cada uno tiene su instrumento, de timbre tannico y personal como la huella digital. Pero de ah a tocarlo en armona con lamsica colectiva, o aportar un solo, hay largos trechos de darse cuenta ymuchos heroicos trabajos.

    Las coordenadas de nuestras especializaciones, de nuestro diseo personal,las encontramos en la carta astral del nacimiento. La primera inhalacin, alnacer, pareciera conectarnos, no sabemos cmo, con las configuracionesenergticas presentes en el vasto entorno planetario. Esa inconcebiblesincrona entre individualidad y estado csmico est reflejada en el diagramade la carta natal. Ciertos signos sern proyectados a la conciencia, describirnnuestras identificaciones; otros permanecern inconscientes hasta que la crisis,o la atraccin ertica, nos lleven a abrir sin quererlo sus puertas.

    Sin embargo, hay un signo que enfoca nuestros anhelos, atrae nuestra

    valoracin y nos llama poderosamente a expresar el ser en totalidad. Es elsigno de nuestro Sol, el signo natal, el mismo que conocemos sin tener idea decartas astrales o Ascendentes. Todos sabemos que nacimos en el mes deLibra, o de Sagitario. Y ese signo solar se vuelve en el alma una secretaidentidad, una promesa de realizacin, una vocacin de plenitud.

    No es un signo que refleje nuestra forma de ser, nuestra inmediata psicologa.Como descripcin de la personalidad, rara vez coincide con muchos denuestros rasgos ms notorios. Pero, a medida que vamos creciendo yrealizando la promesa, creando la obra de nuestra vida, expresando la msprofunda individualidad, la tonalidad arquetpica de nuestro signo emerge cada

    vez ms radiante. Sea cual sea la esfera de actividad o profesin, el estilo en

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    que realizamos excelencia revela luminosamente el tesoro del signo dondebrilla el Sol personal.

    Cmo no apreciar en Borges o Nicanor Parra la genialidad Virgo para trabajarel lenguaje como alquimistas de la sorpresa y la revelacin; la misma

    genialidad Virgo con que Francisco Varela y Humberto Maturana construyendesde el laboratorio impensados puentes entre ciencia y espritu, biologa yamor. Cmo no amar el amor Cncer con que Neruda recrea la dulce patriaacariciando sus costas, sus frutos, su gente, ofreciendo el caldillo de congrio enla mesa deslumbrante de los dioses. Cmo no respirar aliviados con el airefresco, geminiano, con que Isadora Duncan revolucion la danza expandiendoel cuerpo y el alma hacia una nueva libertad. Cmo no ver en Gandhi y JohnLennon el mismo espritu Libra abriendo las conciencias a la paz.

    Gonzalo Prez Benavides 2006Registro Propiedad Intelectual N157.430 (06-SEP-2006)[email protected] www.gonzaloperez.clTelfono: (56-2) 273 6039Santiago, Chile

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    mailto:[email protected]://www.gonzaloperez.cl/http://www.gonzaloperez.cl/mailto:[email protected]